Gibbs y Colston Lenguaje Figurativo

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Psicolingüística II (UBA) – Procesos de comprensión y producción Cátedra Valeria Abusamra - 2014 1 Lenguaje figurativo Raymond W. Gibbs y Herbert L. Colston 1 Traducido y adaptado por María de los Ángeles Chimenti para uso exclusivo de los alumnos de la cátedra de Psicolingüística II (Abusamra) de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. ¿Qué características definen al “lenguaje figurativo” como opuesto a cualquier otro tipo de lenguaje? Consideremos los párrafos introductorios del siguiente artículo extraído de Good Times, un semanario de noticias y entretenimiento de Santa Cruz, California, Estados Unidos (Nov. 4-10, 2004, p.8). El artículo se titula “David versus Goliat: primer round” y describe un proyecto controversial de la Universidad de California, que pretende duplicarse en tamaño físico y aumentar la matrícula. Leamos el texto e identifiquemos las palabras y las frases que parecen expresar un significado figurativo: Oculta en las sombras de un año electoral, metida debajo de las sábanas de una guerra devenida en errada, otra batalla se está gestando. Cuando la Universidad de California en Santa Cruz lanzó el primer borrador de su Plan de desarrollo a largo plazo (PDLP) la semana pasada, se puso de manifiesto la existencia de una cintura en crecimiento sobre la colina. Mientras algunos comercios aplaudieron con alegría, muchos locales se lanzaron a buscar cinturones de ajuste. El PDLP predice 21.000 estudiantes para el año 2020 –un aumento de 6.000 sobre la matrícula actual. Es probable que la nueva matrícula prevista haya sobresaltado a los residentes locales; sin embargo, representa un nuevo escenario en una batalla que se lucha desde hace décadas entre la ciudad y la Ciudad en la Colina. Aunque la presencia de los estudiantes es beneficiosa para los comercios locales y para las arcas de la ciudad, muchos habitantes se quejan de que la están invadiendo –obstruyendo las calles, produciendo un incremento en los precios de los alquileres y convirtiendo los barrios y el centro en su propio patio de recreo. “El balance es que la universidad puede hacer lo que quiere” –explica Emily Reilly, miembro del Concejo de Santa Cruz y presidenta de un comité creado para abrir el diálogo entre “el campus y la ciudad”. Estos párrafos no son atípicos con respecto al tipo de escritura que aparece en muchos diarios, y la mayoría de los lectores comprenden con facilidad el significado del texto, tanto en el nivel de las oraciones individuales, como de su significado global. Pero identificar las palabras y las frases que expresan significados no referenciales es más difícil. 1 Gibbs, Raymond y Colston, Herbert (2006) “Figurative language” en Traxler, M. y Gernsbacher, M. A. (Eds.) Handbook of Psycholinguistics. Academic Press, pp. 835-861.

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Lenguaje figurativo

Raymond W. Gibbs y Herbert L. Colston1 Traducido y adaptado por María de los Ángeles Chimenti para uso exclusivo de los alumnos de la cátedra de Psicolingüística II (Abusamra) de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

¿Qué características definen al “lenguaje figurativo” como opuesto a cualquier otro tipo de lenguaje? Consideremos los párrafos introductorios del siguiente artículo extraído de Good Times, un semanario de noticias y entretenimiento de Santa Cruz, California, Estados Unidos (Nov. 4-10, 2004, p.8). El artículo se titula “David versus Goliat: primer round” y describe un proyecto controversial de la Universidad de California, que pretende duplicarse en tamaño físico y aumentar la matrícula. Leamos el texto e identifiquemos las palabras y las frases que parecen expresar un significado figurativo:

Oculta en las sombras de un año electoral, metida debajo de las sábanas de una

guerra devenida en errada, otra batalla se está gestando. Cuando la Universidad de California en Santa Cruz lanzó el primer borrador de su Plan

de desarrollo a largo plazo (PDLP) la semana pasada, se puso de manifiesto la existencia de una cintura en crecimiento sobre la colina. Mientras algunos comercios aplaudieron con alegría, muchos locales se lanzaron a buscar cinturones de ajuste.

El PDLP predice 21.000 estudiantes para el año 2020 –un aumento de 6.000 sobre la matrícula actual. Es probable que la nueva matrícula prevista haya sobresaltado a los residentes locales; sin embargo, representa un nuevo escenario en una batalla que se lucha desde hace décadas entre la ciudad y la Ciudad en la Colina. Aunque la presencia de los estudiantes es beneficiosa para los comercios locales y para las arcas de la ciudad, muchos habitantes se quejan de que la están invadiendo –obstruyendo las calles, produciendo un incremento en los precios de los alquileres y convirtiendo los barrios y el centro en su propio patio de recreo.

“El balance es que la universidad puede hacer lo que quiere” –explica Emily Reilly, miembro del Concejo de Santa Cruz y presidenta de un comité creado para abrir el diálogo entre “el campus y la ciudad”.

Estos párrafos no son atípicos con respecto al tipo de escritura que aparece en

muchos diarios, y la mayoría de los lectores comprenden con facilidad el significado del texto, tanto en el nivel de las oraciones individuales, como de su significado global. Pero identificar las palabras y las frases que expresan significados no referenciales es más difícil.

1 Gibbs, Raymond y Colston, Herbert (2006) “Figurative language” en Traxler, M. y Gernsbacher, M. A. (Eds.)

Handbook of Psycholinguistics. Academic Press, pp. 835-861.

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La primera línea comienza con una frase (“Oculta bajo las sombras de un año electoral”) que parece tener un sentido figurado en tanto que los años electorales no arrojan sombras. Ahora bien, ¿esta frase puede ser categorizada como metafórica, metonímica o tal vez irónica? La frase siguiente (“metida debajo de las sábanas de una guerra”) también parece ser figurativa dado que las guerras no son camas con sábanas. ¿Deberíamos clasificar estas expresiones como idiomáticas, metafóricas o como figurativas en términos más generales? La frase final en la primera línea (“otra batalla se está gestando”) parece ser menos figurativa porque, además de los embriones, podemos referirnos a otras cosas como si se estuvieran “gestando” (por ejemplo las tendencias, las ideas, los sentimientos), de manera que el verbo tiene un significado convencional (“desarrollarse lentamente, prepararse”) que puede ser aplicado tanto a entidades biológicas como no biológicas. Algún lector, sin embargo, podría afirmar que la frase tiene un significado figurativo y que, más específicamente, admite una lectura metafórica, dado que solamente los embriones pueden, en sentido estricto, atravesar el proceso de gestación. Por último, el artículo contiene otras frases que no parecen tener un sentido figurado, pero que no obstante reflejan algún tipo de significado no literal, como por ejemplo “la Universidad lanzó el primer borrador” o “algunos comercios aplaudieron”. Ambas frases son figurativas puesto que las universidades y los comercios no lanzan nada en términos literales ni tampoco aplauden –sólo quienes los dirigen pueden hacerlo.

Cuando los hablantes hacen un uso cotidiano del lenguaje, raramente son conscientes acerca de si las palabras tienen significados literales, figurados o de algún otro tipo; simplemente procuran entender el discurso oral a partir del contexto situacional y sus objetivos personales. Esta observación habilita la pregunta acerca del lenguaje figurativo: ¿requiere necesariamente procesos cognitivos diferentes para la comprensión y la producción en comparación con el lenguaje no figurativo? Una gran cantidad de investigaciones en el ámbito de la psicolingüística sostiene que muchas formas del lenguaje figurativo son comprendidas tan rápido como el lenguaje no figurativo, aunque existen casos donde algunas formas pueden requerir un gran esfuerzo para su comprensión y pueden producir efectos cognitivos especiales (Gibbs 1994).

En el presente capítulo nos proponemos adoptar una nueva mirada frente a los continuos debates en la psicolingüística acerca del uso del lenguaje figurativo. Sostenemos que no constituye una clase unificada de materiales lingüísticos comprendidos mediante procesos específicos. No obstante, la naturaleza indeterminada de muchos de los aspectos del lenguaje figurativo –un hecho no reconocido adecuadamente en muchos trabajos– conlleva problemas importantes en relación con la posible compensación entre la minimización del esfuerzo cognitivo y la maximización de los efectos cognitivos durante el procesamiento. En este capítulo formulamos algunas sugerencias que permiten estudiar empíricamente esta compensación y que constituyen la base para la futura investigación psicolingüística sobre el lenguaje figurativo.

1. La distinción entre el lenguaje figurativo y el lenguaje literal Una de las dificultades reiterada que presenta la literatura psicolingüística sobre el

estudio del lenguaje figurativo consiste en que pocos investigadores intentan definir los términos ‘literal’ y ‘figurado’. En muchas disciplinas suele suponerse que el significado literal es primario y consiste en el producto de la comprensión lingüística por defecto. Por

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consiguiente, en términos psicolingüísticos, el procesador del lenguaje humano está diseñado para el análisis del significado literal. El significado no literal, indirecto o figurado es un producto secundario y dependiente de algún tipo de análisis posterior sobre el significado literal de las palabras y expresiones. Esto implica que la comprensión de los significados no literales siempre debería ser más lenta que la de los significados literales.

La investigación psicolingüística de los últimos cuarenta años ha dado cuenta de la asignación de estructura de constituyentes a la oración (parsing) y del procesamiento del discurso. Aunque se ha avanzado significativamente en el conocimiento de los diversos aspectos del procesamiento on-line de las oraciones en relación con temas específicos (por ejemplo, la interacción de la sintaxis y la semántica en el parsing, la asignación de referencia, la resolución de ambigüedades, el establecimiento de relaciones de cohesión en el texto), no hay una única postura en relación con el procesamiento palabra por palabra en la comprensión oral y escrita. En consecuencia, no hay una única postura acerca del procesamiento del significado literal. Este estado de cosas resalta lo absurdo de las teorías sobre el procesamiento del lenguaje figurativo que frecuentemente están basadas en supuestos no verificados sobre el lenguaje literal tal como es entendido habitualmente.

En la mayor parte de los experimentos psicolingüísticos no está clara la definición de significado “literal”. Muchos estudios comparan el significado literal y el significado metafórico, el significado literal y el significado irónico, el significado literal y el idiomático, el significado literal y el metonímico, etc. Sin embargo, en el gran número de estudios empíricos que han comparado el significado “literal” y el significado “figurado”, la variedad de aseveraciones acerca del significado literal es tan grande como lo son las diferencias entre la metáfora, la metonimia, la ironía, etc. A pesar de esto, algunos investigadores continúan suponiendo que el significado literal que estudian experimentalmente es la misma variable que otros investigan en sus respectivos experimentos.

Una tendencia relacionada en la investigación sobre el lenguaje figurativo ha puesto en evidencia la dificultad en sostener una distinción teóricamente motivada entre el significado y el lenguaje literal, por un lado, y el significado y el lenguaje figurativo, por el otro. En consecuencia, se postula que ambos representan los extremos de un continuum de significado. Esta idea es especialmente útil para reconocer que algunos casos de lenguaje figurativo, como las metáforas poéticas novedosas, parecen más figurativas que ciertas frases lexicalizadas con elevado grado de convencionalidad que prácticamente parecerían expresar significados literales (por ejemplo, en español rioplatense, “dar en la tecla”, en el sentido de “acertar”). También pueden variar los significados de las palabras aisladas a lo largo del continuum literal – figurado.

No obstante, establecer estas distinciones e incluso un continuum gradual no tiene mucho sentido, sobre todo si intentamos capturar todos los aspectos de los significados literal y figurado en una escala similar. Sin una idea consistente acerca de las nociones de significado literal y significado figurado, no hay manera de definir los extremos del continuum propuesto. Por ejemplo, la metáfora y la ironía se diferencian en numerosos aspectos (la ironía requiere inferencias meta-representacionales para ser comprendida; esto no sucede con la metáfora –ver Colston & Gibbs, 2002). Incluso las metáforas no convencionales pueden diferir sustancialmente con respecto a las manifestaciones de metáforas conceptuales famosas (por ejemplo: “Nuestro matrimonio fue un paseo en montaña rusa hacia el infierno” en relación con LAS RELACIONES SON VIAJES) y otras que

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reflejan lo que Lakoff denomina one-shot mappings completamente nuevos (por ejemplo: “El alma es una soga que ata el cielo y la tierra”)2.

En el extremo literal del continuum, las diferentes manifestaciones del llamado significado literal pueden diferir en numerosas dimensiones, lo cual al menos en parte depende de en qué aspectos de la literalidad se haga énfasis. Dentro de las ciencias cognitivas se puede encontrar, por lo menos, cinco tipos de literalidad implícitos en la mayoría de las discusiones sobre el significado figurativo (Gibbs 1994: 75):

- la literalidad convencional: los usos literales del lenguaje son contrastados con los usos poéticos, la indireccionalidad, la exageración, etc.

- la literalidad ligada al tópico, donde determinadas expresiones son las más usuales para referirse a un determinado tema.

- la literalidad no metafórica: una palabra o concepto nunca son entendidos en términos de una segunda palabra o concepto.

- la literalidad como condición de verdad, es decir, expresiones literales que se refieren a objetos existentes en el mundo y que objetivamente pueden ser verdaderas o falsas.

- la literalidad fuera de contexto, donde el significado literal de una expresión no depende de una situación comunicativa.

Por estos motivos, considerar la existencia de una dimensión continua a lo largo de la cual se encuentran los significados literal y figurado pierde sentido. Por el contrario, no hay una única dimensión en la cual todas las realizaciones del significado literal y no-literal puedan disponerse linealmente.

Por lo anteriormente expuesto, es posible que no haya una teoría unificada acerca del uso y la comprensión del lenguaje figurativo, precisamente porque tanto los motivos que explican el uso de diferentes tropos como los procesos mentales involucrados en la comprensión de la metáfora, la metonimia, la ironía, etc. son diferentes y no pueden ser subsumidos en una suerte de paraguas único que sea distintivo para el lenguaje figurativo.

2. Teorías tradicionales y resultados empíricos Siguiendo la creencia tradicional acerca de las diferencias entre el lenguaje literal y el

lenguaje figurativo, los psicolingüistas han centrado su atención en examinar la posibilidad de que el lenguaje figurativo sea comprendido luego de algún tipo de análisis preliminar del significado literal de una expresión (Gibbs 1994, 2002). El punto de vista más conocido –y más tradicional– acerca de cómo los receptores comprenden significado no literal proviene de la teoría de la implicatura conversacional de H. Paul Grice, conocida habitualmente como la perspectiva pragmática estándar. Grice sostiene que las inferencias necesarias para

2 N. de la T.: Dentro de las metáforas novedosas o no convencionales, Lakoff se refiere a la clase de las

metáforas-imagen, que presentan la señalización de una imagen sobre otra. En otros términos, producen el

mapeo de una imagen sobre otra. En el ejemplo propuesto por Gibbs y Colston, la imagen del alma se proyecta

sobre la imagen de una soga de conexión entre diferentes elementos. Este tipo de metáforas se diferencia de

aquellas que mapean un domino conceptual sobre otro, por ejemplo: “Me estás haciendo perder el tiempo”,

como realización de la metáfora conceptual EL TIEMPO ES DINERO. En este caso, el dominio fuente está dado

por el campo del dinero y lo valioso, en tanto que el dominio meta, el tiempo, es más abstracto. Cfr. Lakoff,

G. (1993) The contemporary theory of metaphor. Ortony, E. (Ed.) Metaphor and thought. Cambridge:

Cambridge University Press, 202-251.

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comprender el significado no literal derivan de principios generales o máximas de conversación que deben ser respetadas por los participantes del intercambio verbal (Grice 1989). Entre estas máximas, se espera que los hablantes proporcionen la cantidad necesaria de información (máxima de cantidad), que ésta sea verdadera (máxima de calidad), relevante (máxima de relevancia o pertinencia) y que sea expuesta de manera clara y ordenada (máxima de modo). Cuando una emisión parece violar alguna de estas máximas –tal como ocurre con muchas de las expresiones figurativas en el artículo del Good Times referido más arriba– los oyentes –o lectores– deben derivar una implicatura conversacional apropiada acerca de lo que el hablante intentó comunicar en ese contexto, suponiendo que haya sido cooperativo.

Los resultados de numerosos experimentos psicolingüísticos han mostrado que la perspectiva pragmática estándar es incorrecta en tanto teoría psicológica (ver Gibbs 1994; Gluscksberg 2001). Estudios de tiempos de lectura y de clasificación de oraciones demostraron que, cuando las expresiones figurativas aparecen en contextos sociales realistas, los oyentes / lectores pueden comprender las interpretaciones figurativas de las metáforas, la ironía, el sarcasmo, las expresiones idiomáticas, los proverbios y los actos de habla indirectos sin tener que analizar primero y luego rechazar sus significados literales. Por ejemplo, podemos leer expresiones figurativas (“Sos un gran amigo”, en el sentido de “Sos un pésimo amigo”) tan rápido como –y a veces aún más rápido que– los usos literales de las mismas expresiones en diferentes contextos o como expresiones no figurativas equivalentes.

En un experimento (Gibbs 1994: 89-91) que se propuso estudiar si durante la comprensión on line se computa el significado literal de las preguntas indirectas o sólo su significado convencional o no literal, se les presentaba a los participantes una serie de textos; cada uno terminaba con una oración que podía funcionar como un acto de habla indirecto o como una pregunta literal. Una vez que el participante había terminado de leer el texto, se le presentaba una oración. La tarea consistía en decidir si ésta tenía sentido o no:

Condición de pregunta literal Condición de pregunta indirecta

Martín estaba hablando con su terapeuta. Tenía muchos problemas para relacionarse. Siempre parecía hostil. Le comentó al terapeuta: “Me peleo con cada persona que conozco”. El terapeuta le dijo: “¿No podés ser amable?” Oración literal: ¿Sos incapaz de ser amable? Indirecta: Por favor, sé amable con otra gente. No relacionada: Hoy hace mucho calor. Anómala: Nunca auto el.

La Sra. Connor observaba a sus hijos mientras jugaban en el patio. Un niño, hijo de un vecino, se acercó a jugar. El hijo de la Sra. Connor se negó a compartir sus juguetes. Esto hizo enojar a la Sra. Connor. Molesta, apartó a su hijo y le dijo en tono severo: “¿No podés ser amable?” Oración literal: ¿Sos incapaz de ser amable? Indirecta: Por favor, sé amable con otra gente. No relacionada: Hoy hace mucho calor. Anómala: Nunca auto el.

Los resultados mostraron que en la condición de pregunta indirecta, los

participantes eran mucho más rápidos en la tarea de clasificación de oraciones con los

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blancos indirectos que con los literales. En esta condición, además, no hubo diferencia significativa entre los tiempos de reacción para las oraciones literales y los correspondientes para las oraciones no relacionadas. Estos datos indican que el procesamiento de los significados literales de las preguntas indirectas no facilitó las respuestas de los participantes cuando se presentaban oraciones literales a continuación del texto. Esto sugiere que, en el caso de los actos de habla indirectos, no necesariamente se analiza su interpretación literal durante la comprensión. Estos hallazgos experimentales ponen en evidencia que el punto de vista tradicional que considera que el lenguaje figurativo siempre requiere un esfuerzo cognitivo adicional para ser comprendido tiene poca validez psicológica.

No obstante, se ha criticado la idea de que los hablantes podemos usar el contexto para inferir el significado figurativo sin un análisis del significado literal de una expresión. En primer lugar, se ha malinterpretado la afirmación de que el lenguaje figurativo puede ser comprendido “directamente”. Esta observación no implica que no procesemos los significados –sean literales o no– de las palabras individuales en cada enunciado. Por el contrario, las investigaciones que muestran que podemos procesar muchas instancias del lenguaje figurativo tan rápido como el lenguaje literal sólo implican que no es necesario llevar a cabo un análisis completo de la expresión antes de que comience el procesamiento de su significado figurativo (Gibbs 2002).

En segundo lugar, algunos trabajos han hallado evidencia de que el procesamiento del lenguaje figurativo puede ser más lento que el del correspondiente lenguaje literal, tal como predice el punto de vista tradicional (Blank 1998; Giora 2002; Schwobel, Dews, Winner & Srinivas 2000). Sin embargo, los contextos utilizados en estos trabajos eran relativamente débiles para apoyar interpretaciones figurativas. Por ejemplo, enunciados como “Llegaste temprano” tenían tiempos de lectura mayores en contexto irónico (es decir, cuando alguien llegaba bastante tarde) que en contextos de interpretación literal, especialmente cuando la ironía no era esperable (Giora, Fein & Schwartz 1998). Sin embargo, en otros trabajos, el contexto en que ocurría una observación irónica permitía establecer una situación irónica de manera tal que la emisión del hablante era fácilmente comprendida como tal, y el tiempo de procesamiento era igual o menor al tiempo de procesamiento de enunciados literales (Gibbs 1986a, 1986b). Se reportaron efectos similares en relación con la comprensión de metáforas donde algunos contextos establecían conceptualizaciones metafóricas de determinados temas, lo que posibilitaba que las emisiones metafóricas subsiguientes fuesen fácilmente interpretadas (Gentner, Imai & Boroditsky 2002; Pfaff, Gibbs & Johnson 1997). De todos modos, puede ocurrir que se necesite generar inferencias complejas cuando se comprenden algunos enunciados figurativos, pero parte de estas inferencias pueden tener lugar antes de encontrar efectivamente una emisión figurativa. Otros estudios muestran que expresiones figurativas familiares y convencionales (por ejemplo: “Juan dio en el clavo”) son procesadas en menor tiempo que emisiones novedosas o no convencionales (Giora et al. 1998; Temple & Honeck 1997). Los oyentes pueden demorar más tiempo en comprender los enunciados figurativos no convencionales debido a la dificultad que supone integrar el significado figurativo con el contexto y no porque primero se analicen y luego se rechacen sus significados literales (Schraw 1995; Shinjo & Myers 1987). Por estos motivos, no podemos inferir que se analice en primer lugar el significado literal de una oración completa o de una palabra sólo porque los sujetos tarden más en leer expresiones figurativas desconocidas que en procesar

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expresiones figurativas familiares o enunciados literales equivalentes (Brisard, Frisson & Sandra 2000). Bowdle y Gentner (2005) advierten, además, que igualar convencionalidad con rapidez de procesamiento puede ser una simplificación excesiva. El procesamiento requerido para interpretar lenguaje figurativo novedoso o no convencional depende de muchos factores, que incluyen la forma gramatical, el contexto y el hecho de que diferentes expresiones puedan estar relacionadas con esquemas de pensamiento preexistentes (Bowdle & Gentner 2005; Gibbs 1994), de modo tal que se pueda requerir tan poco tiempo para interpretar las expresiones figurativas novedosas como las convencionales.

Otra línea de investigación ha sugerido que los estudios de procesamiento on line pueden ser mejores indicadores de la activación del significado literal que las medidas globales de comprensión como el tiempo de lectura y las técnicas de clasificación de oraciones (Brisard et al. 2000). En general, estos estudios evalúan la activación de significados literales y figurativos durante y al final de la comprensión de emisiones figurativas. Por ejemplo, en una investigación se estudió la comprensión de expresiones metafóricas familiares y no familiares utilizando el paradigma de priming transmodal (Blasko & Connine 1993). Los participantes escuchaban una serie oraciones y realizaban una tarea de decisión léxica visual en diferentes momentos. Si escuchaban la siguiente oración: “La comprobación de que Juan era un libro abierto nos sorprendió a todos”, inmediatamente después de escuchar las palabras “libro abierto”, se les podía presentar una palabra que estuviera relacionada con algún aspecto del significado literal de la oración (por ejemplo: “hoja”), una palabra relacionada con el sentido metafórico de la oración (“sabiduría”) o una palabra control no relacionada con la oración (“pastel”). Los resultados revelaron que los sujetos respondían más rápido frente a los blancos literales y metafóricos que a los controles. Esto ocurría tanto cuando la decisión léxica tenía lugar inmediatamente después de escuchar las palabras críticas (“libro abierto”) como cuando la decisión era efectuada 300 milisegundos después. Sin embargo, cuando los sujetos realizaban la tarea de decisión léxica con las mismas condiciones experimentales pero habiendo escuchado expresiones menos familiares, como “La idea de que un buen profesor es un oasis es compartida por toda la clase”, sólo hubo efecto de facilitación para los blancos literales presentados después de escuchar la palabra crítica (“oasis”). En cambio, la facilitación para los blancos metafóricos tuvo lugar 750 milisegundos después de la presentación auditiva del estímulo crítico.

Estas investigaciones, no obstante, fallan desde el punto de vista metodológico al igualar diferentes aspectos del significado (léxico vs. oracional) con tiempos de respuesta a blancos literales (palabras) y blancos metafóricos (oracionales). Así, en la investigación de Blasko y Connine (1993), el estímulo literal “hoja” se asocia semánticamente con la palabra “libro”, mientras que el blanco metafórico “sabiduría” se relaciona con el significado de la oración en su conjunto. Esto dificulta establecer el momento en que se activan los significados literales de las palabras que componen una oración frente al significado figurativo. Aun si concebimos el significado literal sólo en relación con el significado de las palabras individuales, esta investigación no compara la activación del significado léxico literal con la activación del significado léxico figurativo. Además, las palabras utilizadas como blancos literales y metafóricos no distinguen adecuadamente entre significado literal y significado figurativo. Este tipo de problemas está presente en gran parte de los trabajos que utilizan técnicas de priming semántico para estudiar el procesamiento del lenguaje figurativo.

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Una cuestión diferente con muchas investigaciones es el supuesto de que la activación de una clase particular de significado (literal o idiomático) refleja el output de procesos lingüísticos completamente diferentes. Existe la posibilidad, sin embargo, de que la activación de diferentes tipos de significado refleje diferentes clases de significado a las que se accede por medio de un único proceso lingüístico. El hecho de que los psicolingüistas establezcan una distinción entre significado literal y significado figurativo no implica necesariamente que operen diferentes procesos (o sea, un procesamiento del significado literal frente al procesamiento del significado idiomático o figurativo) para acceder a dichos significados (ya sea de manera serial o en paralelo). Existen diversos tipos de significado figurativo, que van desde el metafórico y el idiomático hasta el metonímico, el irónico, el satírico, el proverbial, el hiperbólico, el oximorónico, etc. Dentro de un mismo trabajo, los investigadores suelen suponer que hay dos procesos en funcionamiento durante la comprensión del lenguaje figurativo, como literal vs. idiomático, literal vs. metafórico, o literal vs. irónico. Y si existen, como dijimos, diversos tipos de significado, ¿deben existir diversos tipos de procesos lingüísticos en funcionamiento cuando se procesa lenguaje? Los psicolingüistas no se han ocupado de responder esta pregunta puesto que han centrado su atención de manera sumamente estrecha en un único tipo de significado figurativo frente a una visión simple del significado literal.

Una investigación que estudió la comprensión on line de interpretaciones literales y figurativas de oraciones simples utilizó un procedimiento de compensación entre velocidad y precisión de respuesta [signal, speed-accuracy trade-off procedure] (McElree & Nordlie 1999). Los autores presentaron a los participantes cadenas de palabras, de a una por vez, en un intervalo de tiempo que se aproximaba a la lectura rápida (250 ms. por palabra). La palabra final de cada oración producía una interpretación literal (“Algunos edificios son de piedra”), una interpretación figurativa (“Algunos corazones son de piedra”) o una interpretación carente de sentido (“Algunas nubes son de piedra”). Cuando escuchaban un tono luego de la palabra crítica (la última), los sujetos debían juzgar si cada una de las oraciones tenía sentido. No se halló variación de velocidad para la comprensión de oraciones con sentido literal y oraciones con sentido figurado. McEllrie y Nordlie sostienen que la ausencia de diferencias temporales no es consistente con la afirmación de que las interpretaciones figurativas se computan después de que se analiza el significado literal. En general, los datos obtenidos mediante estudios del curso temporal del procesamiento apoyan la idea de que las interpretaciones literales y figurativas se computan en paralelo.

Nos preguntamos, no obstante, si acaso los resultados obtenidos en estos experimentos (que muestran la no diferenciación entre el procesamiento de oraciones con sentido literal y oraciones con sentido figurado) necesariamente proporcionan evidencia a favor de un modelo de procesamiento en paralelo. Se suele suponer que la activación de un tipo de significado (por ejemplo, literal o idiomático) es el resultado de procesos lingüísticos completamente diferentes. Sin embargo, una vez más, existe la posibilidad de que la activación de diferentes tipos de significado sea el resultado de un único proceso lingüístico.

3. Nuevos modelos y hallazgos Los continuos debates en torno a la perspectiva tradicional acerca de la comprensión

del lenguaje figurativo han conducido al desarrollo de teorías alternativas que se centran específicamente en el rol del contexto. Estos nuevos modelos se proponen describir la

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influencia del contexto en el procesamiento del lenguaje figurativo con mayor precisión que las propuestas anteriores. Así, los nuevos modelos pueden sugerir cuándo y cómo el contexto activa significados figurativos durante el procesamiento palabra por palabra. Al mismo tiempo, intentan formular observaciones generales que puedan ser aplicadas a todos los aspectos del lenguaje figurativo, a diferencia de la mayor parte de las teorías, que procuran describir tropos individuales (metáfora, ironía, proverbios, etc.). Aunque estos modelos reconocen que pueda ser necesario postular algún tipo de procesamiento específico para los tropos, en general sostienen que hay procesos lingüísticos obligatorios que operan con todas las clases de lenguaje figurativo.

Entre estos modelos más nuevos, se destaca la hipótesis de la saliencia graduada (Giora 2002), que sostiene que el contexto restringe los significados figurativos una vez que se ha producido el acceso a los significados salientes de las palabras o frases –que no necesariamente son significados “literales” sino que, por el contrario, reflejan el uso más frecuente y convencional de una palabra o frase. A diferencia de la perspectiva pragmática estándar, el contexto puede facilitar la activación de los significados figurativos antes de que se lleve a cabo el análisis del significado semántico o literal de la expresión lingüística en su conjunto. Por ejemplo, el procesamiento de metáforas familiares (“Para resolver el problema de matemática, Juan se rompió la cabeza”) supone la activación tanto de su significado literal (“cabeza”) como de su significado metafórico (“pensar”), aun cuando dichas metáforas aparecen en contextos discursivos apropiados. El procesamiento de metáforas no familiares (“Las teorías son las madrastras del conocimiento”) inicialmente puede activar significados literales, ya que estos son los más salientes.

Diversos estudios empíricos, desde experimentos de tiempos de lectura hasta completamiento de oraciones, apoyan esta hipótesis para el procesamiento y la comprensión de las diferentes clases de lenguaje figurativo, así como también para la comprensión de los chistes. Consideremos los hallazgos de una serie de investigaciones sobre la comprensión de la ironía que indagaron la comprensión de la ironía familiar (“¡Qué gracioso que es Juan!”) y la ironía menos familiar (“Gracias por su ayuda”) en comparación con los usos literales de las mismas expresiones en contextos apropiados (Giora & Fein 1999). Los participantes debían leer textos que terminaban con una observación en sentido irónico o bien en sentido literal. Luego de leer la última oración, se les presentaba un estímulo y debían responder rápidamente si el estímulo era o no una palabra de la lengua. Por ejemplo, luego de leer “Gracias por su ayuda”, se les presentaba una palabra irónica (“enojado”) o una literal (“útil”). Estas palabras eran presentadas 150 ó 1000 milisegundos después de que los sujetos leían las últimas oraciones de los textos.

Los resultados mostraron que, cuando los participantes se enfrentaban con ironías menos familiares, respondían más rápido a las palabras literales que a las irónicas cuando éstas eran presentadas 150 ms. después de la lectura de las últimas oraciones. Sin embargo, no hubo diferencias en los tiempos de reacción de la tarea de decisión léxica para las palabras literales e irónicas en la condición de 1000 ms. En cambio, cuando los participantes leían ironías familiares, respondían rápidamente tanto a las palabras literales como a las irónicas en ambas condiciones experimentales. Estos datos sugieren que en la lectura de ironías familiares se produce un acceso rápido tanto a los significados literales como irónicos, mientras que se activan sólo los significados literales en la lectura de enunciados irónicos menos familiares. Aunque Giora y Fein (1999) postulan un modelo de procesamiento opuesto a la perspectiva pragmática tradicional, estos resultados apoyan la

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idea de que en primer lugar siempre se accede a los significados salientes tanto de las palabras como de las frases. De este modo, la hipótesis de la saliencia graduada es similar a los modelos modulares del procesamiento lingüístico en los que el contexto opera acotando el significado apropiado una vez que se han activado en primer término los significados de las palabras y las frases independientes del contexto.

Un problema que presenta la hipótesis de la saliencia graduada es que no queda claro qué es lo que define el significado saliente de una palabra o expresión. Giora sugiere: “El sentido saliente de una palabra o expresión es aquel que se computa directamente desde el léxico mental independientemente de las inferencias generadas sobre la base de la información contextual” (2002: 18). La saliencia es un concepto gradual e incluye los sentidos que son más frecuentes, convencionales o prototípicos / estereotípicos. El mejor método empírico para evaluar el significado saliente de cualquier palabra consiste en utilizar normas estandarizadas tales como la frecuencia y la familiaridad de las palabras, aunque éstas por sí solas no necesariamente indican cuáles de los varios sentidos alternativos de una palabra son los más salientes. También se les puede pedir a los hablantes que juzguen la frecuencia o familiaridad de los sentidos alternativos de una palabra para obtener una medida de la saliencia. Giora (2002) también sugiere que es posible utilizar otras tareas conductuales, tales como pedir a los sujetos que anoten los significados de las palabras o frases que primero “se les vinieron a la mente” (p. 22), o que provean respuestas rápidas a estímulos de prueba relacionados y no relacionados con las palabras colocadas en contextos neutrales. Sin embargo, no está claro que todos estos métodos conduzcan al mismo significado saliente para palabras aisladas y frases, aun para una misma persona.

Otro problema con la hipótesis de la saliencia graduada es que presupone la activación automática tanto de los significados salientes de las palabras como de los significados salientes de las frases. Este supuesto está motivado por el hecho de que los significados convencionales de las expresiones idiomáticas, como “dar en la tecla” (en el sentido de “acertar"), son automáticamente activados aun cuando el contexto especifica una interpretación diferente (por ejemplo, una secretaria que debía dar en las teclas adecuadas al utilizar una máquina de escribir). Sin embargo, de acuerdo con la hipótesis de la saliencia graduada, los significados salientes de las palabras también deberían activarse de manera automática independientemente del contexto. Por consiguiente, se produciría el acceso rápido al significado saliente de la palabra “dar”, que difiere del aparente significado saliente de la frase en su conjunto (“acertar”). No está claro cómo se resuelve este conflicto ni tampoco si el contexto entra en juego para determinar los significados apropiados de las palabras antes de que se produzca el acceso al significado convencionalizado de la frase. Otra teoría reciente acerca del procesamiento del lenguaje figurativo sostiene que el procesador lingüístico inicialmente accede a una interpretación que es compatible con los significados literal y figurativo de una palabra (Frisson & Pickering 2001). Consideremos el verbo “derribar” en la oración “Juan está seguro de que derribaron todos los argumentos contrarios a gastar más dinero en arte”. El modelo de subespecificación asume, por ejemplo, que el significado inicial recuperado cuando el verbo “derribaron” es leído en cualquier contexto es subespecificado ya que se refiere a la acción de demoler o arruinar en un sentido literal o en un sentido figurado. Conforme avanza el procesamiento, el procesador lingüístico utiliza el contexto para centrarse en el significado léxico apropiado, de modo tal que este proceso es más rápido cuando el contexto precedente es fuerte y más lento cuando el contexto es neutral.

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Los estudios de movimientos oculares aportan evidencia a favor del modelo de subespecificación. En una investigación, Frisson y Pickering (2001) estudiaron el procesamiento de verbos ambiguos como “derribar” en la oración arriba mencionada. Los resultados mostraron que la dificultad en el procesamiento del sentido subordinado del verbo –ligado a su uso literal y dominante: “Luego del desalojo, derribaron el edificio y retiraron los escombros”– se presentaba sólo una vez que los participantes habían leído el verbo crítico. El contexto reduce la dificultad en el procesamiento, pero la diferencia aparecía después de que el verbo había sido procesado. Frisson y Pickering explican que los sujetos no acceden inicialmente a un sentido específico o a varios sentidos para un verbo ambiguo, sino que recuperan un significado general y subespecificado para el verbo y posteriormente se produce una instanciación concreta de su significado. De acuerdo con el modelo de subespecificación, entonces, el contexto no opera a la hora de optar entre diferentes significados léxicos, sino que funciona para transformar un significado bastante general o subespecificado en una interpretación específica. Otros trabajos que proporcionan evidencia en favor de este modelo indagaron el procesamiento, mediante el estudio de los movimientos oculares durante la lectura (Frisson & Pickering 1999) de oraciones, que contenían metonimias donde se sustituye una institución por el lugar físico donde funciona (“La Casa Blanca no se ha pronunciado al respecto”; “Wall Street entró en pánico”). Los resultados mostraron, en primer lugar, que los participantes comprendían estas metonimias familiares tan rápido como leían oraciones con sentido literal; en segundo lugar, el procesamiento de metonimias no familiares fue más lento que la lectura de oraciones literales compatibles. Así, el procesamiento del lenguaje figurativo no necesariamente es más lento para las metonimias familiares Un segundo estudio arrojó resultados similares para metonimias de lugar por evento, tales como “Muchos argentinos no estuvieron de acuerdo con Malvinas”, y metonimias no familiares como “Muchos argentinos no estuvieron de acuerdo con Finlandia”. Frisson y Pickering sostienen que los hallazgos de estos experimentos no son consistentes con un modelo que postula el procesamiento del significado literal o figurativo en primer término, sino que se encuadran mejor en un modelo donde una única representación subespecificada es compatible tanto con sentidos literales como figurados (en este caso, metonímicos). El contexto entra en juego al apuntar la interpretación genérica hacia un significado apropiado contextualmente. El modelo de subespecificación no supone la existencia de procesos lingüísticos diferentes para diferentes productos semánticos –es decir, los usos literales vs. los usos figurativos de las palabras– que actúen durante la comprensión on-line. De esta manera, la supuesta distinción entre los sentidos literal y figurado de una palabra es irrelevante por lo menos en términos del procesamiento. Sin embargo, y de manera similar a la hipótesis de la saliencia graduada, el modelo de subespecificación adopta un punto de vista modular para el procesamiento lingüístico, en el sentido de que el acceso al léxico se encuentra encapsulado con respecto a los efectos contextuales. Al igual que la hipótesis de la saliencia graduada, este modelo presenta un problema: no especifica qué es lo que constituye el significado inicial y subespecificado al que accedemos cuando procesamos una palabra. Muchos lingüistas se oponen a este modelo precisamente porque no han podido hallar sentidos que sean lo suficientemente ricos para capturar el amplio rango de significados que muchas palabras poseen (Gibbs 1994). Tanto la hipótesis de la saliencia graduada como el modelo de subespecificación se enfrentan al desafío de demostrar la activación del

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significado léxico de abajo hacia arriba sin ningún tipo de influencia contextual, aun en la presencia de un contexto lo suficientemente fuerte como para producir un sesgo hacia uno u otro sentido en la comprensión. Finalmente, hay un modelo de procesamiento del lenguaje figurativo que adopta la noción de satisfacción de restricciones, idea que ha tenido mucho apoyo en la psicolingüística y en las ciencias cognitivas (Katz & Ferretti 2001; Katz 2005). De acuerdo con este modelo, cuando comprendemos un texto o un enunciado figurativo, debemos construir una interpretación que se adecue a la información disponible (incluyendo el contexto) mejor que otras interpretaciones alternativas. La interpretación más adecuada es aquella que da cuenta, de manera más coherente, lo que se comunica, lo cual incluye los significados que se articulan mejor con la información y excluye aquellos que no encajan en ella. De acuerdo con esta perspectiva, comprender un enunciado figurativo requiere considerar información lingüística y no lingüística que conjuntamente den sentido a lo dicho o escrito. Los modelos de satisfacción de restricciones son computacionalmente eficientes, y tal vez modos psicológicamente plausibles de mostrar cómo diferentes clases de información son consideradas e integradas en la cognición. Katz y Ferretti (2001) sostienen que un modelo de este tipo proporciona la mejor explicación a los datos experimentales sobre la comprensión de proverbios. Estos autores utilizaron un paradigma de ventana móvil para mostrar que el contexto incide en la lectura inmediata de proverbios familiares (por ejemplo, en español, “Al mal tiempo buena cara”) y no familiares (“Río abajo hasta las calabazas ruedan”) que poseen, en ambos casos, significados literales y figurativos. Su objetivo era estudiar si el contexto juega un rol inmediato en la restricción del significado de un proverbio o si los efectos contextuales se producen en una etapa más tardía del procesamiento. Los resultados mostraron que el contexto influye en la resolución de la ambigüedad semántica durante la lectura de ambos tipos de proverbios. Los proverbios familiares fueron comprendidos más fácilmente que las expresiones no familiares, y la aceleración en su procesamiento tuvo lugar tan pronto como los participantes leían la segunda palabra de la oración. Las primeras palabras de los proverbios no familiares fueron leídas con mayor velocidad en contextos que favorecían sus significados figurativos. Sin embargo, el análisis del significado figurativo de este tipo de proverbios no siempre estaba completo cuando se leía la última palabra.

Estos hallazgos aportan evidencia a favor de un modelo de satisfacción de restricciones al postular cómo diferentes fuentes de información (sintáctica, léxica, conceptual) compiten por la activación en paralelo. Las restricciones interactúan para proveer evidencia probabilística a favor de distintas alternativas; la competencia finaliza cuando una de las alternativas se vuelve la más adecuada. Por ejemplo, cuando leemos un proverbio no familiar, nos concentramos de inmediato en una interpretación literal porque hay menos competencia de otras fuentes de información que apoyen un significado figurativo. Asimismo, es más fácil procesar proverbios familiares que expresiones no familiares porque existe mayor cantidad de información disponible, tanto del contexto como de las palabras que integran dichas expresiones, que apoya una interpretación figurativa. Otro estudio que puso a prueba el modelo de satisfacción de restricciones evaluó la comprensión de expresiones como “Es un muchacho divino”, que podían tener un significado metafórico (“Es un muchacho encantador”) o un significado irónico (“Es un muchacho terrible”) (Pexman, Ferretti & Katz 2000). Diferentes fuentes de información

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podían inducir tanto un tipo de significado como otro, desde la ocupación del hablante hasta la familiaridad de la expresión o si el enunciado era contrafáctico con respecto a la información en el discurso previo. Los autores utilizaron una tarea de lectura on line (paradigma de ventana móvil, lectura palabra por palabra) en la que presentaron textos donde los enunciados blanco (no literales) eran dichos por un personaje cuya ocupación podía ligarlo al uso de la ironía o de la metáfora, de acuerdo con un estudio previo donde se había evaluado la probabilidad de uso de expresiones figurativas de acuerdo con la ocupación. Al final de cada texto, había una pregunta de comprensión:

Un taxista estaba hablando con un amigo, Jorge, sobre algo que Jorge le había comentado a su jefa. El comentario fue refutado con desdén por la jefa. El taxista dijo: “Ese comentario dio en la tecla”. Jorge asintió en respuesta a la observación de su amigo. Pregunta de comprensión: ¿Jorge le hizo un comentario a su jefa?

En el ejemplo, el hablante pertenece a una ocupación ligada con un uso elevado de la ironía, el contexto previo favorece la producción de un comentario irónico, y el enunciado, presentado entre comillas, tiene un alto grado de familiaridad. Los resultados mostraron que los enunciados del tipo “A es B” o “A (causa) B” fueron leídos inicialmente como metáforas, pero la ocupación del hablante y la contrafactualidad del enunciado dado el contexto discursivo previo juegan un rol tempranamente en el procesamiento, de tal manera que lo vuelven más lento en el espacio que sigue al enunciado o en el momento en que se lee la primera palabra del siguiente enunciado. Además, saber que un hablante se asocia frecuentemente con la ironía reduce la velocidad de la lectura de la primera palabra del siguiente enunciado si el contexto lleva a los sujetos a esperar una lectura metafórica, pero actúa rápidamente para acelerar el procesamiento justo después del enunciado blanco si el contexto induce un significado irónico. La interacción compleja entre las tres fuentes de información es consistente con la idea de que la comprensión del uso irónico o metafórico de una expresión depende, al igual que otros aspectos del lenguaje, de múltiples fuentes de información que se examinan y se interpretan continuamente durante la lectura on line (McRae, Spivey-Knowlton & Tannenhaus 1998). Los hallazgos obtenidos en otro estudio mediante un paradigma de ventana móvil mostraron que el contexto modula el procesamiento de enunciados literales e irónicos (Ivanko & Pexman 2003). Cuando el contexto no inducía un sesgo literal ni irónico, los tiempos de lectura de emisiones literales e irónicas eran aproximadamente equivalentes, con tiempos más rápidos para la quinta palabra de los enunciados blanco. Cuando el contexto apoyaba una interpretación literal, los tiempos de lectura aumentaron para los enunciados irónicos con respecto a los literales. Una vez más, estos resultados muestran que existen interacciones complejas entre el tipo de contexto y la velocidad con que las emisiones figurativas son comprendidas, de forma tal que no son obligatorias las lecturas literales ni las salientes en todos los casos. Este patrón es más consistente con modelos probabilísticos de satisfacción de restricciones e inconsistente con enfoques modulares del procesamiento lingüístico.

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4. La indeterminación del significado figurativo y el procesamiento El énfasis en el procesamiento on line del lenguaje figurativo en la psicolingüística

experimental a menudo lleva a ignorar qué es lo que los hablantes comprenden exactamente cuando parecen haber comprendido con éxito una expresión figurativa determinada. La mayoría de los psicolingüistas suponen tácitamente que cualquier enunciado figurativo puede ser parafraseado por una expresión lingüística que establezca en términos literales aquello que se procura comunicar cuando se habla en sentido figurado (por ejemplo, “ser un cara dura” quiere decir “no tener vergüenza”). La reducción del significado figurativo a paráfrasis simples y breves es útil en el contexto del diseño de estudios experimentales que, por ejemplo, contrastan el procesamiento del lenguaje figurativo con la comprensión no figurativa o literal.

Sin embargo, la creencia de que se puede parafrasear las expresiones figurativas sin más, malinterpreta las complejidades que muchas de estas expresiones en realidad comunican en contextos reales. Hay investigaciones que muestran, por ejemplo, que cuando los participantes leen “El nene se agarró una rabieta”, se generan inferencias acerca de la causa, la intencionalidad y el modo en que el niño se enojó, lo cual no ocurre cuando leen paráfrasis literales de longitud similar, como “El nene se enojó” (Gibbs 1992). Además, la lectura de expresiones idiomáticas en contextos que violan cualquiera de estas inferencias vuelve más lento el procesamiento de dichas frases, pero esto no ocurre con las paráfrasis literales (Gibbs, Bogdonovich, Sykes & Barr 1997). Estos hallazgos empíricos sugieren fuertemente que incluso las metáforas muy convencionales, que incorrectamente son concebidas como metáforas cristalizadas o lexicalizaciones, conllevan información conceptual y pragmática en un grado mayor que las denominadas paráfrasis literales.

Esta conclusión acerca de la riqueza del significado figurativo no sorprende a muchos investigadores interdisciplinarios que han afirmado que la metáfora –y otros tropos– están llenos de significado. En realidad, una gran cantidad de investigaciones han descubierto que las diferentes formas del lenguaje figurativo comunican una amplia variedad de significados proposicionales, sociales y afectivos o efectos pragmáticos. Así, se ha mostrado que la ironía verbal (por ejemplo, decir “Esto es genial” al extraviar las llaves de casa) aumenta y disminuye la condena expresada por un individuo en relación con un mayor grado de direccionalidad en el habla (Colston 1997). Al decir algo positivo acerca de una situación negativa, hacemos que la situación parezca peor aún, en comparación con decir algo negativo de manera directa (por ejemplo, “Esto es terrible”), lo cual incrementa la condena del hablante. La ironía verbal, junto con la hipérbole (“Tenía tanta hambre que podía comerse la mesa entera”) y la mitigación (“Esto puede requerir un pequeño trabajo”, dicho sobre una tarea enorme) también expresan grados predeciblemente variables de humor, demostración del desvío de lo esperable o de la realidad y protección del hablante (Colston & O’Brien 2000a, 2000b; Colston 2002). La hipérbole permite expresar sorpresa ya sea aumentando la atención del oyente hacia las discrepancias respecto de lo esperable o de la realidad mediante la detección de la exageración o a través de la ruptura de la congruencia conversacional por parte del hablante para decir algo importante (Colston, en prensa; Colston & Keller 1998).

Una forma de discurso irónico, llamada analogía irónica o refutación, cumple la doble función pragmática de argumento y ataque social (Whaley & Holloway 1996; Colston & Gibbs 1998; Colston 1999, 2000a). Entonces, si un hablante dice, por ejemplo: “Decir que Chili es sólo un restaurante es como decir que la muralla china es sólo una valla”, el oyente

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mapea la estructura irónica de la base (“decir que la muralla china es sólo una valla”) en el blanco (“Decir que Chili es sólo un restaurante”). Esto permite discutir contra la proposición contenida en el blanco como así también menospreciar a quien la propuso.

Muchas formas de lenguaje figurativo también refuerzan la persuasión y el status social de los hablantes (Holtgraves 2001; Sopory & Dillard 2002). Los proverbios, las metáforas y algunas expresiones idiomáticas, por ejemplo, llevan a cabo una externalización de la verdad. Así, un hablante que afirma “Vale más prevenir que curar”, se apoya en una norma cultural tal como la expresada en el proverbio para expresar el mejor curso de acción en una situación potencialmente difícil (Gibbs 2001; Curco 2005). Al utilizar un lenguaje que hace que un grado importante del significado quede fuera de la proposición directamente proclamada por el hablante, éste coloca la “verdad” del mensaje fuera de sí mismo. Este traspaso de objetividad es capaz de consolidar el significado. La habilidad comprobada de un hablante de guiar el mensaje de una emisión figurativa también puede aumentar la admiración de los otros, lo que puede, a su vez, incrementar el mensaje de manera adicional. Estos y otros procesos similares pueden contribuir a una función más general de “demostración de maestría” donde un hablante figurativo puede ganar en su status social mediante el uso de lenguaje figurativo (Gibbs & Izett 2005). En efecto, muchas personas tienen una experiencia subjetiva positiva cuando comprenden lenguaje figurativo (para una revisión, ver Colston, en prensa). Un sentimiento positivo de este tipo puede reflejarse en un hablante y conducir a efectos sociocognitivos y persuasivos (por ejemplo, el gusto por el hablante, prestar mucha atención a lo que dice, adoptar fuertemente su punto de vista) que contribuyen a otros de los efectos discutidos aquí.

Finalmente, las investigaciones muestran que algunas formas de lenguaje figurativo evocan diferentes clases de reacciones emocionales. Así, escuchar enunciados irónicos conduce a que los oyentes sientan emociones más intensas que cuando escuchan enunciados literales (Leggitt & Gibbs 2000). El sarcasmo, las preguntas retóricas y la intensificación evocan emociones relativamente negativas, comparadas con la sátira y la mitigación. Los hablantes tienden, además, a hablar metafóricamente cuando sienten emociones intensas, fenómeno del cual los oyentes rápidamente se dan cuenta en muchas conversaciones y atribuyen significados afectivos a los mensajes (Gibbs, Leggitt & Turner 2003). Una extensa investigación demostró que los diferentes tipos de lenguaje figurativo pueden cumplir con veinte tipos diferentes de metas discursivas, incluyendo muchos de los efectos sociales y afectivos descriptos aquí (Roberts & Kreuz 1994).

No debe sorprendernos, entonces, que inferir efectos pragmáticos conlleva un costo de procesamiento. Pero ¿qué es lo que determina el punto final para los diversos aspectos indeterminados del significado figurativo? Una propuesta bastante conocida en el ámbito de la pragmática sugiere que existe una compensación (trade off) entre el esfuerzo cognitivo implicado en la comprensión lingüística y los efectos cognitivos o significados inferidos (Sperber & Wilson 1995). Esta teoría se aplica no sólo al procesamiento del lenguaje figurativo sino a todos los aspectos de la comunicación lingüística. La teoría de la relevancia afirma que el lenguaje figurativo es interpretado del mismo modo que cualquier emisión no figurativa. Los hablantes-oyentes dejan de procesar cuando creen que cualquier inferencia extra no vale la pena en términos del esfuerzo que supone obtener estos efectos cognitivos adicionales. Sperber y Wilson (1995) afirman que la información nueva es relevante en un contexto sólo cuando logra efectos cognitivos en ese contexto; a mayores efectos cognitivos, mayor relevancia. Específicamente, definen la noción de “relevancia óptima”,

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que captura lo que los hablantes-oyentes buscan en términos de esfuerzo y efecto cognitivos: una emisión, dada una interpretación, es óptimamente relevante si y sólo si (a) produce los suficientes efectos como para merecer la atención del receptor y (b) coloca al receptor frente a un esfuerzo necesario para conseguir estos efectos.

Consideremos el siguiente enunciado metafórico: “Mi cirujano es un carnicero”. En general, el receptor tiene acceso inmediato al conocimiento estereotípico acerca de los cirujanos y por lo tanto puede inferir que el hablante quiere decir que su cirujano es tosco y descuidado. Producir un enunciado de este tipo requiere que el hablante tenga en mente una idea adicional o un efecto cognitivo más allá del pensamiento de que su cirujano es tosco y descuidado en su trabajo. Así, por ejemplo, el hablante puede querer comunicar una imagen de los cirujanos más allá de la experiencia que pueda tener el receptor y esperará que éste se esfuerce explorando una amplia variedad de efectos cognitivos, por ejemplo, la relación con la forma de ser de los cirujanos, su insensibilidad hacia los seres humanos, y quizás su apariencia y su conducta. Estas implicaturas son relativamente débiles, pero se asemejan a la opinión del hablante sobre su cirujano. La comprensión de esta variedad de implicaturas puede requerir un esfuerzo cognitivo adicional por parte del receptor; sin embargo, de acuerdo con la teoría de la relevancia, esta compensación por efectos adicionales no puede conseguirse al decir directamente: “Mi cirujano es tosco y descuidado”. En general, los enunciados metafóricos, al igual que todo tipo de lenguaje figurativo e indirecto, son uno de los medios de optimización de la relevancia en la comunicación verbal.

Muy pocas investigaciones en el ámbito de la psicolingüística han estudiado de modo explícito la compensación entre el esfuerzo cognitivo y los efectos en el procesamiento del lenguaje figurativo. Un trabajo sugiere que debe haber procesamiento adicional asociado con la comprensión de una metáfora (Noveck, Bianco & Castry 2001). Sin embargo, no queda claro cómo volver operativa la idea de significados metafóricos o figurativos dentro de la hipótesis que sostiene que, a mayor procesamiento cognitivo, mayores efectos cognitivos. Si leemos la metáfora “Algunos trabajos son prisiones”, hay una variedad de significados que se pueden activar en la lectura, incluyendo de hecho de que algunos trabajos están pobremente remunerados, son opresivos, desagradables, desmoralizantes, etc. Ahora bien, ¿cómo podemos distinguir entre estas impresiones para establecer con claridad qué significados son independientes a fin de testear la idea de que mayor procesamiento cognitivo supone mayores efectos cognitivos? Este problema se complica por la posibilidad de que el receptor puede derivar una variedad de efectos pragmáticos o implicaturas débiles a partir de enunciados figurativos. También puede ocurrir que exista una gran cantidad de esfuerzo cognitivo en la comprensión de una emisión sin que haya ganancia de efectos cognitivos apropiados. En un experimento que investigó el rol de las intenciones autorales en la comprensión de metáforas, los participantes debían leer comparaciones metafóricas (“Un álbum familiar es como un museo”), literales (“Una galería de arte es como un museo”) y anómalas (“El caparazón de una tortuga es como una galería de arte”) y juzgar si tenían sentido o no. Se les comunicaba que las comparaciones habían sido escritas por poetas reconocidos del siglo XX o bien que habían sido generadas al azar por un programa de computadora a partir de una lista de palabras. Se encontró que, cuando los participantes asumían que el autor de una metáfora era un poeta, se esforzaban mucho más para tratar de comprender oraciones anómalas como “Un bisturí es como una

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herradura” que cuando se les decía que esas oraciones habían sido generadas al azar por un programa de computadora (Gibbs, Kushner & Mills 1990).

Por último, Gibbs (1992) mostró que se pueden inferir significados figurativos complejos con menor esfuerzo cognitivo o en menos tiempo que lo necesario para comprender expresiones no figurativas. Es prácticamente imposible predecir el esfuerzo cognitivo necesario para comprender enunciados figurativos dados la cantidad y los tipos de efectos cognitivos que pueden surgir a partir de su interpretación. Puede ocurrir, como señalan Noveck et al. (2001), que algunas expresiones figurativas, como por ejemplo determinadas metáforas novedosas o no convencionales, pueden tener mayores tiempos de procesamiento con respecto a expresiones no figurativas equivalentes si se encuentran en contextos neutrales, precisamente a causa de los efectos cognitivos adicionales que comunican. Comprobar esta hipótesis requiere una medida independiente de los esfuerzos cognitivos comunicados por este tipo de enunciados. Este es uno de los grandes desafíos para los estudiosos del lenguaje figurativo, como así también para los psicolingüistas.

5. El estudio de la compensación entre el esfuerzo cognitivo y los efectos

A pesar de las dificultades vinculadas con el estudio de la naturaleza de los efectos cognitivos, consideramos que es tiempo de que la psicolingüística estudie la compensación entre esfuerzo y efectos durante el procesamiento del lenguaje figurativo. Los actuales debates acerca de la comprensión directa o indirecta del lenguaje figurativo deberían evolucionar hacia un análisis más sistemático de las complejas interacciones entre factores lingüísticos y factores cognitivos asociados con cualquier proceso psicolingüístico. Una manera de llevar a cabo un estudio de este tipo es adoptar un modelo tetraédrico de los procesos cognitivos (Jenkins 1979), que sostiene que cuatro factores inciden en el procesamiento: (1) los participantes (incluyendo sus habilidades, intereses, creencias, motivaciones y objetivos); (2) la tarea (resolver un problema, tomar una decisión, recordar algo); (3) los criterios vinculados con la tarea (por ejemplo, las medidas de los procesos cognitivos y sus productos) y (4) los materiales (tipo de lenguaje, modalidad de presentación). Afortunadamente existe una cantidad considerable de investigaciones relevantes en función de cada uno de estos factores en relación con el uso del lenguaje figurativo, aun cuando sus hallazgos no hayan sido enmarcados en un marco teórico mayor.

5.1. Los participantes Existen diversas variables vinculadas con los participantes que pueden incidir en la

fluencia del procesamiento de lenguaje figurativo. Por ejemplo, si se sabe que un hablante determinado utiliza habitualmente la ironía a partir de su ocupación o género, y si se establece una situación para generar con probabilidad enunciados irónicos de modo intencional, los enunciados irónicos serán comprendidos con fluencia, tal como han demostrado varios estudios (Katz & Pexman 1997; Pexman & Olineck 2002; Katz, Piasecka & Toplack 2001). El género es otra variable relevante; existen estudios que muestran que los varones tienden a utilizar lenguaje figurativo cuando describen las emociones de otros, mientras que las mujeres lo emplean con mayor frecuencia al referirse a sus propios sentimientos: “Me sentía como si el corazón se me saliera del pecho” (Link & Kreuz 2005). La relación entre los hablantes (cercana o distante), su status social, su ocupación, su lugar de origen, sus perspectivas políticas o religiosas, su personalidad y su grupo étnico muestran efectos en la comprensión de una gran variedad de formas figurativas, incluyendo la

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metáfora, la ironía, la metonimia, los proverbios, las expresiones idiomáticas, los actos de habla indirectos, las analogías, los lítotes y los gestos metafóricos (Colston & Katz 2005). Sólo para dar cuenta de algunos ejemplos, pensemos en la habitual conversación irónica que suele acompañar a grupos de amigos (Gibbs 2000; Pexman & Zvaigzne 2004) o la forma prototípica de mitigación entre los británicos (por ejemplo, decir “Tiene algunos problemas”, en referencia a una personalidad suicida).

También se mostró que una variable ligada a los participantes que influye en el procesamiento del lenguaje figurativo es su pasado y sus experiencias corporales actuales (Gibbs 2005). Una investigación sobre cómo se piensa y se habla del deseo en términos de hambre, mostró que los patrones sistemáticos de las experiencias corporales sirven como dominios fuente para mapeos metafóricos que cruzan dominios lingüísticos. Las experiencias previas vinculadas con el hambre predicen en parte el uso y la comprensión de expresiones metafóricas acerca de diferentes formas de deseo, como por ejemplo “hambre de triunfo” (Gibbs, Lima & Francuzzo 2004).

En un trabajo acerca de la conversación metafórica sobre el tiempo, se les decía a un grupo de estudiantes universitarios que hacían fila en el café de una universidad: “La reunión del próximo miércoles se corrió dos días”. Luego se les preguntaba: “¿Qué día es la reunión que fue reprogramada?” (Boroditsky & Ramscar 2002). Los estudiantes que se encontraban más adelante en la fila y que, por consiguiente, habían experimentado mayor movimiento espacial hacia adelante, tendían a decir que la reunión se había reprogramado para el viernes.3 De un modo similar, se les presentó el mismo enunciado ambiguo y la misma pregunta acerca de la reunión reprogramada a sujetos que viajaban en un tren. Los pasajeros que estaban llegando a su destino contestaban que la reunión se había pasado al viernes, en una mayor proporción que aquellos que se encontraban en la mitad de su viaje. Aunque ambos grupos de pasajeros estaban experimentando la misma experiencia física de viaje a bordo de un tren en movimiento, concebían el viaje de un modo diferente y, en consecuencia, respondieron de manera diferente a la pregunta formulada. Estos resultados muestran cómo la experiencia sensorio-motora en curso incide en la comprensión de enunciados metafóricos sobre el tiempo.

5.2. La tarea En muchas situaciones comunicativas, los hablantes no reciben ni tampoco siguen

directivas o reglas explícitas que los orienten a procesar o comprender lo que se dice o escribe de una determinada manera. La excepción estaría dada por aquellas situaciones ocasionales donde, por el contrario, existen instrucciones o reglas orientadoras que se dan o se siguen (por ejemplo, un secretario de juzgado al que se le pide que revise los registros de la corte buscando lo que dijo el acusado). De todos modos, habitualmente respetamos

3 N. de la T.: En inglés, la oración es “Next Wednesday’s meeting has been moved forward two days". La

ambigüedad –irreproducible en español– surge como consecuencia de las interpretaciones de move forward

como adelantar, por un lado, y hacer avanzar, por el otro. En el primer caso, se interpreta que la reunión fue

adelantada para el lunes, mientras que en segundo caso la reunión fue pospuesta para el viernes. De acuerdo

con la hipótesis de Boroditsky y Ramscar (2002: 186-186), la respuesta a la pregunta depende de cómo el

sujeto se piensa a sí mismo en relación con el dominio temporal. Si el sujeto se considera como si se moviera a

través del tiempo, entonces la reunión se mueve en la misma dirección del movimiento, hacia adelante

(viernes). En cambio, si se considera que el tiempo viene hacia el sujeto, la reunión se acerca a él (lunes).

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reglas implícitas que pueden afectar la comprensión del lenguaje figurativo (cfr. el acto de escuchar a escondidas detrás de la puerta vs. el acto de escuchar una recitación de poesía). Si le pedimos a un grupo de sujetos que resuelvan problemas con lenguaje metafórico, que simplemente comprendan metáforas, que las recuerden o bien que las produzcan, podremos obtener una variedad de hallazgos empíricos con respecto a la primacía relativa de la metáfora frente al lenguaje no metafórico. Una investigación acerca de la comprensión de viñetas basadas en textos sobre dilemas cotidianos mostró que las decisiones vinculadas con dilemas comunes son fuertemente moduladas por la presencia o la ausencia de metáforas (Robins & Mayer 2000). Cuando una metáfora era crítica para un cuadro o para comprender un problema, los participantes utilizaban rápidamente esa información en la toma de decisiones sobre un dilema. Pero cuando la metáfora no era necesaria para la comprensión, la presencia de este tipo de lenguaje aportaba ambigüedad para el proceso de toma de decisiones. Por otra parte, otro trabajo también mostró que el alcance persuasivo de una metáfora depende más la resonancia de este tipo de lenguaje en las preferencias personales de un individuo que en si la metáfora es necesaria para enmarcar un determinado tema (Otatti, Rhoads & Graesser 1999). En un experimento diferente, mediante el registro de movimientos oculares se encontró que, aunque la comprensión de metáforas familiares es más rápida que la de las metáforas no familiares, ambos tipos se recuerdan del mismo modo (Blasko & Brihl 1997). Finalmente, en un experimento en el que se elicitaba la producción de expresiones metafóricas en el habla espontánea, cuando se les pedía a los participantes que describieran verbalmente la relación conceptual entre dos palabras presentadas en la pantalla de una computadora, habitualmente producían descripciones metafóricas, a las que correspondieron tiempos de respuesta mayores que a la producción de descripciones no metafóricas (Flor & Hadar 2005). Este hallazgo se opone al patrón de resultados típico de los estudios de tiempos de lectura que muestran que las metáforas no requieren mayor tiempo de procesamiento que los enunciados no metafóricos. Una vez más, la tarea orientadora proporcionada a los sujetos experimentales puede tener un efecto importante en si el lenguaje figurativo es visto como primario en relación con el lenguaje no figurativo. Al mismo tiempo, las consignas de las tareas pueden ajustar el punto de apoyo sobre el cual la comprensión se vuelca hacia lo más figurativo o lo menos figurativo. Por ejemplo, los receptores / lectores pueden utilizar la comprensión figurativa para lograr una interpretación más rica cuando operan bajo el criterio de lograr una comprensión profunda. Muchas experiencias desarrolladas en el ámbito de la comprensión constituyen una prueba de esto último (por ejemplo, escuchar discursos fuertemente emotivos, letras de canciones o poesía emotivas u otros tipos de lenguaje figurativo). Por el contrario, cuando se escucha o se lee con propósitos menos cooperativos y, por ende, más combativos (por ejemplo, en discusiones o debates), a menudo los hablantes se pelean por el “vellocinio de oro” de un significado literal al servicio de esos objetivos (por ejemplo, para preparar contra-argumentaciones, encontrar debilidades o atacar determinados puntos en los comentarios de los otros). Una investigación encontró evidencia para este vínculo entre la consigna y el grado de “conciencia literal”. Cuando se sometía a los sujetos experimentales a situaciones altamente estresantes –como sucede habitualmente en las discusiones, los desacuerdos, los debates, etc. – su habilidad para comprender lenguaje figurativo decaía sutilmente: se encontró una disminución sutil pero significativa en la habilidad para detectar una intención sarcástica a partir de la entonación del hablante (Colston 2005b). Barr y Keysar (2005)

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señalan, además, que bajo situaciones de apremio desde el punto de vista del tiempo, los sujetos tienden a interpretar las expresiones figurativas de manera egocéntrica y por lo tanto no tienen en cuenta de modo inmediato la información contextual compartida por los interlocutores en la comunicación verbal.

5.3. Los criterios La pregunta por el mejor método para evaluar la comprensión del lenguaje figurativo

ha sido siempre una fuente de discusión en el ámbito de la psicolingüística. A menudo se han criticado las tareas que utilizan medidas off line como indicadores de la comprensión del lenguaje figurativo (estudios de clasificación, juicios de adecuación de metáforas, tareas de memoria) por su incapacidad para diferenciar entre los procesos que pueden ocurrir durante la lectura o la comprensión del lenguaje hablado y los que pueden tener lugar en estadios posteriores del procesamiento. Habitualmente se han considerado los tiempos de lectura como un indicador preciso, y presumiblemente fuera del control subjetivo, del procesamiento on line, a partir del supuesto de que, manteniendo todas las variables constantes, tiempos de lectura mayores corresponden a mayor carga de procesamiento. Sin embargo, los estudios que utilizan esta medida difieren en los requerimientos de las tareas específicas empleadas. En algunos experimentos se les pide a los participantes que simplemente lean oraciones individuales que forman parte de un texto y presionen un botón tan pronto como hayan comprendido la expresión que se presenta en la pantalla de una computadora. En otros estudios los participantes deben leer una expresión, como una observación o un comentario figurativo, y hacer tan rápido como sea posible un juicio acerca de si encaja con el contexto textual precedente. Se observó que los juicios de adecuación o relación habitualmente resultan en tiempos de comprensión mayores para las expresiones figurativas en comparación con las literales (Schwobel et al. 2001; Temple & Honeck 1997). Sin embargo, cuando se mide solamente el tiempo de lectura, los tiempos para las expresiones figurativas y las literales coinciden (Gibbs 2002). El tipo de tarea utilizada, entonces, conduce a resultados diferentes que conllevan implicancias teóricas también diferentes.

En los últimos años se han desarrollado mecanismos más sofisticados que permiten medir tiempos de lectura palabra por palabra mediante ventanas móviles controladas por el sujeto lector y mediante el registro de los movimientos oculares (eye-tracking), que permiten eliminar de la medición respuestas no naturales del lector. Se ha considerado que este progreso en metodologías y técnicas de investigación constituye una mejora en nuestra habilidad para acceder al estudio del procesamiento del lenguaje figurativo, e indudablemente posibilita una mayor precisión. Sin embargo, lo que se suele pasar por alto desde este punto de vista es la desconexión posible entre las medidas muy precisas de movimientos oculares y lo que genuina y subjetivamente experimentamos como comprensión, como si es una habilidad de todo o nada y universal para todos los tipos de lenguajes, tipos de interlocutor, objetivos de acuerdo con la situación, etc. (ver Rayner & Pollatsek en este volumen para otra perspectiva). Pese a ser potencialmente ricos, los movimientos oculares no necesariamente deben estar relacionados de un modo determinista con estados de comprensión de maneras completamente confiables (por ejemplo, un sujeto puede hacer una pausa y mirar fijamente una palabra al azar mientras procesa una parte del texto que es irrelevante para esa palabra). Además, dado el énfasis puesto en variables dependientes apropiadas, se suelen pasar por alto las diferencias entre

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la comprensión de texto, la comprensión del lenguaje hablado a partir de audios grabados por hablantes anónimos y la comprensión conversacional auténtica con interlocutores conocidos. Una solución posible podría ser incrementar la sofisticación de las medidas de la comprensión, combinando, por ejemplo, indicadores de respuesta emocional, registros de movimientos oculares, grabaciones de expresiones faciales y otras medidas de manera interrelacionada en la medición de aspectos temporales del procesamiento (Colston 2005a).

Dentro de los debates interdisciplinarios sobre el lenguaje figurativo, los investigadores provenientes de disciplinas ajenas a la psicolingüística suelen considerar los experimentos psicológicos como distantes respecto de sus propios intereses y preocupaciones con la interpretación profunda, significativa y compleja de las diferentes formas del lenguaje figurativo (metáfora, ironía, metonimia). El interés central de los psicolingüistas en el procesamiento rápido, inmediato y prácticamente inconsciente del discurso figurativo ignora los aspectos más lentos y reflexivos de la comprensión lingüística. Gibbs (1994) sugirió que la comprensión del lenguaje figurativo no constituye un evento único o un momento particular en el tiempo, sino que puede darse a lo largo de un continuum de procesamiento temporal que incluye la comprensión rápida, la interpretación más lenta, el reconocimiento no obligatorio (por ejemplo, reconocer que un enunciado que acabamos de escuchar es irónico) y la apreciación reflexiva. En el pasado, los investigadores han formulado, de manera errada, afirmaciones teóricas acerca de un tipo de procesamiento rápido a partir de interpretaciones y apreciaciones más lentas y conscientes, mientras que los psicolingüistas prácticamente han negado el estudio riguroso de los efectos cognitivos o del producto de la comprensión del lenguaje figurativo.

Una vez más, la atención sistemática hacia los efectos cognitivos, tanto aquellos que emergen de manera inmediata durante la comprensión rápida, como aquellos que surgen más lentamente durante la lectura (y la relectura), es crítica para formular teorías cada vez más adecuadas para comprender el uso del lenguaje figurativo en diferentes contextos comunicativos reales.

5.4. Los materiales Se ha mostrado que existen diferentes aspectos vinculados con los materiales que

tienen un fuerte impacto en el uso y el procesamiento del lenguaje figurativo. En primer lugar, tal como mencionamos más arriba, el grado de convencionalidad de una expresión figurativa juega un rol fundamental en el modo en que es procesada. Sin embargo, la convencionalidad no es una dimensión aislada, ya que hay diferentes factores que contribuyen a considerar un enunciado como convencional o novedoso: la forma gramatical, la frecuencia de uso, la adecuación al contexto específico y la adecuación para el hablante. Consideremos la ironía verbal. En inglés, las ironías convencionales suelen tener la forma de preguntas retóricas o tag questions (“¿No es genial?”, “Eso es genial, ¿no?”). Además, suelen presentar modificadores nominales o verbales, en general intensificadores (simply, utterly, just, absolutely, etc.). Desde el punto de vista semántico, se utilizan enunciados con significado positivo para referirse a situaciones negativas. Otras convenciones semánticas incluyen la expresión de acuerdo (yup, uh huh, seguro), la mitigación (“Parece que está nevando”, dicho durante una tormenta de nieve), la exageración (“Su esposo de dos metros de altura”, dicho sobre un hombre de baja estatura) o la expresión de un contenido semántico previsto o esperable en un contexto (“El fútbol es un juego sencillo”) precisamente cuando la situación específica no se ha desarrollado tal como se esperaba (por

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ejemplo, el partido está complicado). En inglés, la frase irónica “wise guy” (literalmente, “muchacho sabio”) es altamente convencional en algunas comunidades anglófonas (American English) porque casi nunca se utiliza para señalar que una persona es inteligente. Otros enunciados pueden tener significados convencionales tanto irónicos como literales. Algunos ejemplos en estas comunidades son “Sí, seguro”, “Estoy seguro”, etc. Por último, otros enunciados que no son utilizados irónicamente de modo convencional pueden adoptar este valor en una conversación particular. Otro factor importante es la prototipicidad del material. El patrón general de resultados muestra que diferentes tipos de procesamiento (reconocimiento, recuerdo, lectura, comprensión, etc.) se llevan a cabo con mayor rapidez de acuerdo con el grado de prototipicidad del material presentado. Así, por ejemplo, se tiende a recordar con mayor facilidad y rapidez muebles más prototípicos (silla) que muebles menos prototípicos (lámpara). Se procesa con mayor facilidad estructuras sintácticas más prototípicas (por ejemplo, la voz activa) que estructuras sintácticas menos prototípicas (voz pasiva). Por consiguiente, podemos predecir que las formas más prototípicas de ironía verbal (contenido semántico positivo, intensificador, tag question) serán procesadas de manera más fluente que las formas menos prototípicas. Esta predicción fue confirmada en distintos estudios (Gibbs 1986a, 1986b; Kreuz & Glucksberg 1989; Utsumi 2000). Para demostrar la influencia del grado de prototipicidad, recordemos la discusión previa sobre las convenciones semánticas de la ironía verbal. Los enunciados irónicos frecuentes contienen un contenido semántico positivo pero se utilizan como comentarios acerca de una situación negativa (por ejemplo, decir o escribir “Genial, justo lo que necesitaba” para quejarse sobre una gran cantidad de trabajo inesperada). Este patrón frecuentemente observado ilustra un contraste semántico que es una característica central y una condición necesaria para la ironía verbal (Colston 2000b). Los enunciados irónicos que presentan contrastes fuertes entre las expectativas y la realidad son más graciosos, más críticos, suponen menor autoprotección y expresan mayor sorpresa que las ironías que proveen contrastes más débiles (Colston & Keller 1998; Colston & O’Brien 2000a, 2000b; Gerrig & Goldvarg 2000). Estas funciones pragmáticas no constituyen medidas directas de la fluencia en la comprensión, pero sí indican el poder que la variable contraste tiene en el grado de expresividad de la ironía y sugieren fuertemente una diferencia en la fluencia del procesamiento entre los contrastes fuertes y los débiles. Por ende, podemos aventurar que, manteniendo el resto de las variables constantes, cuanto mayor sea el contraste entre las expectativas y la realidad, más fácil será el procesamiento de la ironía verbal. Una gran influencia en la fluencia de procesamiento que es específica para la ironía verbal es la transparencia con la cual se puede lograr una mención, un eco, un recordatorio o una alusión a las predicciones o expectativas previas violadas por eventos en curso (Sperber 1984; Kreuz & Glucksberg 1989; Kumon-Nakamura, Glucksberg & Brown 1995). En efecto, un contraste tal entre el contenido semántico del enunciado y la situación a la cual se refiere es uno de los sellos distintivos de la ironía verbal (Colston 2000b). El lenguaje metafórico también se construye a partir de estructuras previas que rápidamente conducen a interpretaciones metafóricas, en contraste con interpretaciones literales (Keysar 1994), y que en algunos casos son específicas para este tipo de discurso. Así, en los contextos en los que se describen temas de modos metafóricos, se hace más fácil inferir enunciados metafóricos subsiguientes cuando las metáforas conceptuales subyacentes son similares (Albritton, McKoon & Gerrig 1995) y son más difíciles de procesar

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cuando un nuevo enunciado metafórico está basado en una metáfora conceptual diferente (Langston 2002). Aunque en gran cantidad de trabajos sobre la comprensión del lenguaje figurativo se estudia la interpretación de un único enunciado luego de un contexto no figurativo, es evidente que los diferentes tipos de contextos figurativos, como así también los enunciados figurativos previos, tienen un fuerte efecto en la comprensión on line. Este es uno de los temas que demanda mayor atención. Por último, los hablantes utilizamos una gran variedad de instrumentos metalingüísticos para indicar una intención figurativa. El sintagma “en sentido estricto” a menudo acompaña expresiones metafóricas (Goddard 2004) y las investigaciones muestran que la presencia de marcadores como “proverbialmente hablando” facilitan la comprensión de refranes (Katz & Ferrari 2003). Una manera directa de afectar la fluencia en la comprensión de la ironía consiste en proporcionar u omitir marcadores de ironía (Bryant & Fox Tree, en prensa). Estos marcadores pueden ser controlados por el hablante o suministrados en contexto escrito. Por ejemplo, los indicadores no verbales de ironía (gestos, expresiones faciales, etc.) pueden ser representados o descriptos. Pueden utilizarse o mencionarse patrones entonacionales (pronunciación nasal, fonemas alargados, tonos exagerados): “en tono de burla, dijo…” (Kreuz & Roberts 1995). Los hablantes también pueden utilizar expresiones contradictorias de manera simultánea para expresar ironía. Por ejemplo, un hablante puede decir: “¡Es un genio!” mientras realiza un gesto o traza un círculo por encima de la oreja señalando la locura de un sujeto, lo que posibilita alcanzar un efecto perlocucionario irónico. De acuerdo con su uso exitoso por parte del emisor, su incorporación rápida por parte del receptor, etc., estos factores también contribuyen a la fluencia del procesamiento. La presencia de este tipo de marcadores en las situaciones orales y escritas en general facilita el procesamiento, suponiendo que el resto de las variables permanezcan constantes.

5.5. Resumen Para determinar las restricciones que modelan la compensación entre el esfuerzo

cognitivo y los efectos durante la comprensión del lenguaje figurativo, se requiere, desde nuestro punto de vista, un estudio empírico acerca de cómo estos factores tienen efectos individuales al mismo tiempo que interactúan de maneras complejas e incluso no lineales. Los objetivos y motivaciones de los hablantes y de los receptores probablemente modelan el esfuerzo cognitivo desencadenado al producir y comprender lenguaje figurativo; el tipo de tarea, los métodos utilizados para evaluar la comprensión y los tipos de materiales utilizados determinan los efectos cognitivos derivados en la comunicación lingüística. Esperamos que el reconocimiento específico de cada uno de estos factores incremente los intentos por diseñar una imagen más completa de la compensación entre el esfuerzo cognitivo y los efectos en el uso del lenguaje figurativo.

6. Conclusión

La complejidad en el procesamiento del lenguaje figurativo es tal que puede no haber una única teoría o modelo capaz de explicar cómo son comprendidos todos los aspectos del lenguaje figurativo, en parte porque no constituye un tipo de lenguaje homogéneo que necesariamente es utilizado y comprendido de modos completamente distintos frente al lenguaje no figurativo o literal. Una de las conclusiones del presente capítulo es que tiene poco sentido sugerir teorías que postulen el procesamiento del

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lenguaje figurativo como diferente de la comprensión “normal”, aunque exista una teoría acerca del lenguaje y el significado literales bien desarrollada y aplicada de manera consistente. Dada la larga historia para formular una teoría del significado literal (Gibbs 1994), y el fracaso para proporcionar un punto de vista unificado de este tipo de lenguaje, dudamos que se pueda desarrollar una propuesta de este tipo que pueda ser ampliamente aceptada por psicolingüistas, lingüistas y filósofos.

Esto no implica que los diferentes tipos de lenguaje figurativo no tengan características especiales, tanto en términos de los procesos cognitivos involucrados (mapeo de dominios cruzados para la metáfora, determinación de la fuente de resonancias para la ironía, la inferencia de relaciones parte – todo en el caso de la metonimia, etc.) como de los significados que emergen de los procesos interpretativos. Sostenemos que el estudio de los procesos y los efectos cognitivos o productos es crítico para el trabajo teórico futuro sobre el lenguaje figurativo, y que la investigación de la compensación en tiempo real entre esfuerzo y efectos es una dirección específica para nuevos estudios experimentales. De este modo, la investigación sobre el lenguaje figurativo podría proveer, dentro de la psicolingüística, un espacio de encuentro entre las tradiciones que consideran al lenguaje como producto y las perspectivas que piensan al lenguaje como acción. Referencias Albritton, D; Mc.Koon, G. & Gerrig, R. (1995). Metaphor-based schemas and text

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