Gille, Bertrand - Introduccion a La Historia de Las Tecnicas-1

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 Introducción a la historia de las técnicas  ertr nd Gille Prólogo de Santiago Riera  Iuebols CríticalMarcombo  arcelona

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Introduccin a la historiade las tcnicasBertrand GillePrlogo deSantiago Riera i 'IuebolsCrticalMarcomboBarcelonaQuedan rigurosamente prohibidas, sinla autorizacin escrita delosdel copyrighl,bajo las sanciones establecidas enlas latotalo parcial de esta obra porcualquier medio o procedimiento, I;omprendldosla reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin deejemplaresdeellamediante alquiler o prstamo pblicos.Ttulo original:PROLGOMENES. UNE HISTOIRE DES TECHNIQUES,deHstoire des Tecnques, Gallimard, ParsTraduccin castellana deJOS'. MANUEL GARCAOE LA MORADiseo de la coleccin: Batall(f) 1978: ditionsGaHimard 1999 de la traduccincastellana para Espaa y Amrica:EDITORIAL CRTICA, BarcelonaISBN:7423-942-7 (por Editorial Crtica)ISBN: 84-267-1205-3 (por Marcombo, S.A.)Depsito legal: a15.999-1999Impreso en Espaa1999.-HUROPE, S.L, Lima, 3 bis, 08030 Barcelonacultura LibrePrlogoCuando, a mediados de la dcada de los setenta, le la obratitulada Tecnologamedievaly cambio social de LynnWhite,' se abriun campo deinsospechadas perspectivas enmisestudioseinvestigacioneshistricas. Apesar deque elautor trata diversos temas pertenecientes a la historia delastcnicas, el estudio sobre la llegada del estribo a Europa y surelacin con la aparicin deun nuevo sistema socioeconmi-co, el feudalismo, centr deinmediato mi inters.White empezaba rindiendo un tributo degratitud a MarcBloch, el cerebroms original entre losmedievalistas denuestro siglo, y a Lefebvre desNottes por sus estudios so-bre la utilizacin de la energa animal. Dos historiadores cita-dos tambin por Bertrand Gilleen los Prolegmenos, cuyatraduccin ofrecemos hoyal estudioso, desu excelente obraHistoire des techniques?l. L.White, Tecnologamedievalycambiosocial, Pads,BuenosAires,1973.2 RGiIle, Historedes techniques, Gallfinard, Pars, 1978, pp. 1-118.8 Introduccin a la historia de las tcnicasPero, lo que msme llam la atencin enla obra de Whi-tefuesu conclusin general, extrada despus del estudio dela introduccin del estribo, la herradura y la silla enOcciden-te, conclusin quele haceescribir quelas necesidades delanueva modalidad deguerra queel estribo hizo posible halla-ron expresin en una nueva forma de sociedad europea occi-dental, dominada por una aristocracia de guerreros a quienesse concedan tierras para quepudiesen combatir con un esti-lo nuevo y altamente especializado. White se mueve en el te-rreno deldeterminismo tcnico.No puede negarse que la obra de White es importante; en-tre otras cosas porque pone sobre la mesa definitivamente loque MarcBloch y Lucien Febvre, con su grandeza y perspec-tivahistrica, ya haban hecho en1935 a travs delos inolvi-dables Annales: llamar la atencin delos historiadores sobrela importancia de la historia de las tcnicas. El librode Whitevena adecirnos, yendomsalldela polmicaque genersobreel determinismo, que lastcnicas -quizdebiramosescribirlatcnica-seencuentranenel mismomeollodelcomplejo tejidohistrico, al ladodela economa, las cienciasy la poltica, e irnmersas en la sociedad. Esdecir, sometidas atodas las fuerzas que actan en su seno, detal manera que suhistoria forma parte dela historia delas sociedades.Apartir deentonces, lahistoria dela tcnica' havenido3. Elleetor observar que. a pesar de los matices expresados ms adelan-teen eltexto, usamospreferentementela expresinhistoriade la tcnicaode las tcnicas sin planteamos la posibilidadde hablar de la historia de la tec-nologa. Nuestra decisin es debida a que nos hemosquerido mantener fieles ala tenninologa de B. GilIe. Creemos interesante aadir que los autores france-Prlogo 9siendo objeto deunaatencin progresiva por parte detcni-cos e historiadores. Sin que esto quiera decir quenohubiesehabido antesmeritorios intentos deadentrarse en este cam-po, comopor ejemplolohizoMumfordcon suprodigiosaobra Tcnica y civilizacin, publicada en1934,4 pero quecon-serva suficientes valoresdeactualidad comoparapoder serrecomendada a quienes an hoynola hayan ledo.Naturalmente, BertrandGille recogeensu obra, entreotros, todosestosantecedentes. Comprende quelaHistoria,con mayscula, es untejido en el quehay urdimbres dedife-rente color y tramas de diversos grosores, un tejido enel queel profesional semueve condificultad; sinembargo, recono-cindole tal dificultad, seabstiene deincidir enla historia li-neal de causas y efectos, la ms sencilla, la que ofreciendo ex-plicaciones de todo tergiversa el devenir delas civilizaciones.Ahora bien, si abandonamos la explicacin lineal, la sen-cilla, si creemos quela historia es un complejo tejido deinte-rrelaciones mutuas enel quelosacontecimientos sondifcil-menteinterpretables, supuestoque admitaninterpretacin,entoncesel profesional conscientepide, exige, laaplicacindeunametodologarigurosa. Gilleentendiperfectamenteesta necesidady, apoyndose en los precedentes explcita-mente citados enlos Prolegmenos, decidi sentar las ba-ses usan preferentemente en sus estudios la palabra technique en lugar de tech-nologie, mientras que en los autores de habla inglesa sucede al revs. Queda cla-ro, pues, por estas y otrasrazonesobvias. que en el debate conceptual realizadohan tenidoun papelrelevante los fillogos.4. L. Mumtord, Thecnics and Cvlizaton; Harcourt Braee&World Inc; latraduccincastellanadata de 1971: Tcnica ycivilizacin. AlianzaEditorial.(AV n.o11), Madrid. 1934.8 Introduccin a la historia de las tcnicasPero, lo que ms me llam la atencin en la obra de Whi-tefuesu conclusin general, extrada despus del estudiodela introduccin del estribo, la herradura y la silla enOcciden-te, conclusin quele haceescribir quelas necesidades delanueva modalidad deguerra queel estribo hizoposiblehalla-ronexpresin enuna nueva forma de sociedad europea occi-dental, dominada por una aristocracia deguerreros a quienesse concedan tierras para que pudiesen combatir con un esti-lo nuevo y altamente especializado. White se mueve en el te-rreno del determinismo tcnico.No puede negarse que la obra de White es importante; en-tre otras cosas porque pone sobre la mesa definitivamente loque Marc Bloch y Lucien Febvre, con su grandeza y perspec-tivahistrica, ya habanhecho en1935 a travs de los inolvi-dables Annales: llamar laatencin delos historiadores sobrela importancia dela historia delas tcnicas. El libro de Whitevena a decimos, yendoms alldela polmica quegenersobreeldeterminismo, quelastcnicas ----quiz debiramosescribirlatcnica-seencuentranenel mismomeollodelcomplejo tejido histrico, aliado dela economa, las cienciasy la poltica, e immersas en la sociedad. Es decir, sometidas atodas las fuerzas queactan en su seno, de tal manera que suhistoria forma parte dela historia de las sociedades.Apartir deentonces, lahistoriadelatcnica' havenido3. El lector observar que, a pesar de los matices expresados ms adelan-teenel texto, usamospreferentemente la expresin historiadela tcnica ode las tcnicas sin planteamos la posibilidad de hablar de la historia dc la tec-nologa. Nuestra decisin es debida a que nos hemos querido mantener fieles ala terminologa de B. Gille. Creemos interesante aadir que los autores france-Prlogo 9siendo objeto deuna atencin progresiva por parte detcni-cos e historiadores. Sin que esto quiera decir quenohubiesehabido antesmeritorios intentos deadentrarse eneste cam-po, comopor ejemplolohizoMumfordconsuprodigiosaobra Tcnica y civilizacin, publicada en 1934,4 pero que con-serva suficientes valoresdeactualidad comopara poder serrecomendada a quienes an hoy no la hayan ledo.Naturalmente, BertrandGille recoge ensuobra, entreotros, todos estos antecedentes. Comprende que laHistoria,con mayscula, es un tejido enel que hayurdimbres de dife-rente color y tramas de d i v e r s o ~ grosores, un tejido enel queel profesional semueve condificultad; sinembargo, recono-cindole tal dificultad, se abstienedeincidirenlahistoria li-neal de causas y efectos, la ms sencilla, la que ofreciendo ex-plicaciones de todo tergiversa el devenir de las civilizaciones.Ahora bien, si abandonamos la explicacin lineal, la sen-cilla, si creemos que la historia es un complejo tejido de inte-rrelacionesmutuas enelquelosacontecimientos sondifcil-menteinterpretables, supuestoqueadmitaninterpretacin,entoncesel profesional consciente pide, exige, laaplicacindeuna metodologarigurosa. Gille entendiperfectamenteestanecesidad y, apoyndoseen los precedentes explcita-mente citados enlosProlegmenos, decidi sentar las ba-ses usanpreferentemente en sus estudios la palabra techniqueen lugarde tech-nuiogie, mientras que en los autores de habla inglesa sucedeal revs. Queda cla-ro, pues, por estasy otras razonesobvias, que en el debate conceptual realizadohantenido un papel relevante los fillogos.4. L. Mumford, Thecnics and Civilization, Harcourt Brace& World Inc; latraduccincastellanadatade 1971: Tcnicaycivuizacin. Alianza Editorial,(AVn." 11), Madrid, 1934.ID Introduccin a la historia de las tcnicasses metodolgicas necesarias y esperadas. Elabor as el con-cepto desistema tcnicoy, por extensin, desistema eco-nmico, cientfico, social, poltico, etc., sistemas que, alrela-cionarse e influirse mutuamente, configuran unestadohist-rico concreto: se tratadel sistematotal o, quizs conmshumildad, globa!.Ciertamente la nocin de sistema tcnico, al que nos refe-riremos enparticular, no es sencilla,e incluso meatrevera adecir que, en algunos puntos, es oscura. Elmismo autor lo re-conoce. Peroeslobastantesugestivacomo paraconstruir,sobre suscimientos, unametodologaqueGillenoduda enaplicar, conxito, a algunos casosconcretos. l crea quelasuya era una metodologa capaz deatraer la atencin y el in-tersdeotros historiadores.Nofue asdel todo, yanhoydisponemosde pocasarmasmsquelas quel nospropor-cion.( ~ Noesesteellugarapropiadopara precisar las ideasdeBertrand Gille, que, por otra parte, el lector encontrar en laspginasquesiguenaeste prlogo; peros conviene dejarconstancia dequedondequiera quese ha aplicado lameto-dologa deGille, hadado fructferos resultados. Sin ir ms le-jos, nosotros la hemos aplicado enelestudio delaconstruc-cin de mquinas de vapor marinas y en el de las locomotorasdevaporfabricadasporlaimportanteempresa catalana LaMaquinista Terrestre y Martima, y nosha sido degranutili-dad.' Puede que tal metodologa no sea apropiada para cons-5. Referentealas mquinas devapormarinas, vase S. Riera i Tuebols,Deis velers als vapors, Associaci d'Engmyers Industrials de Catalunya, Barce.Prlogo 11truir la historia total dequehablaban Bloch y Febvre enlosAnnales, unahistoria queacasonoseamsqueuna utopa,pero s que es til para descubrir las interrelaciones a que an-tesnosreferamos, lasqueconstituyen el meollo dela histo-ria; o, por lo menos, algunasdeellas.En la actualidad, la situacin ha cambiado. El progreso essiempre cambio: sin cambio no hay historia; lo que fue vlidohace cincuenta aoshoyes, en el mejor delos casos, discuti-ble. Nos explicaremos.DesdelaAntigedadhastael sigloXIXcabe hablar detechne, de tcnicas, ciencia aplicada y tecnologa. En cuanto ala ciencia moderna, desde su aparicin en los siglos XVI y XVII-nos referimos a la ciencia experimental, que llevar poste-riormenteal positivismodecmonnico-c-, despusdesufrirel desgajamiento de la ciencia aplicada, que tiene lugar con laaparicin de los laboratorios industriales en Alemania, se cir-cunscribeal mbitodela ciencia pura o bsica. Mas, al con-cluirse ahora elmilenio, nosencontramos con que laevolu-cinque nos ocupa ha llegado a un extremo impensabledcadas antes: hoy se hace difcil hablar de ciencia y/o de tec-nologa comoconceptos diferenciados: se prefiere usar la de-nominacin detecnociencia para evidenciar el hecho de sufusin.Por otra parte, cuando poda hablarse de ciencia, tc-nica y tecnologa, el cambio (tcnico, cientfico o tecnolgico)era medible; hoy, en la actual coyuntura, realizada la unin delona, 1993; porlo que hacea las locomotoras: S. Riera i 'Iuebols, Quanel vapormovaes trens, Assocacod'EnginyersIndustriatsde Catalunya, Barcelona,1998.12 Introduccin a la historia de las tcnicasque hablbamos, el cambio es tan rpido que no slo afecta ala percepcin dela realidad, sinoque condiciona la reaccindela sociedad. Se trata dela diferencia entre la discontinui-dad y la continuidad.Nada tiene,pues, de extrao que, actualmente, el concep-to desistema tcnico deB. Gillegenere dudas y suscite in-terrogantes.As pues, nospreguntamos: admite el concepto en cues-tinuncambio tan trepidante como el quevivimos?Puedeexistir,enlascondicionesactuales, unarespuesta suficiente-menterpidaparacrearunnuevosistemacomorplicaalcambio?Hay queadmitir quela metodologa deGilleper-mite hablar de sistemas tcnicos en continua sustitucin? Nosupondra ellouna contradiccin al concepto mismodesis-tema tcnico?Veamos un ejemplo: el ferrocarril. Basado ste en la ener-ga del carbn, forma indiscutiblemente parte del sistema tc-nicoque corresponde ala primera fasedelaRevolucin in-dustrial. En el sistema tcnico dela segunda fase, las nuevasfuentes energticas son la electricidad y los motores decom-bustin interna. Se presentan, adems, alternativas al ferroca-rril: el transporte por carretera, usando los motores decom-bustin interna, y elareo, queencuentra, por fin, elmotorligeroadecuado. Durante untiemposeprevlamuertedelferrocarril; peroestesistemade transporteseadaptaalasfuentes energticas nuevas (aparecen las locomotoras elctri-cas y disel), y noslo persiste, sinoque, a las puertas del si-gloXXI podemos constatar que est ganando terreno a sus ri-valesenel sector del transporte.Prlogo 13Noes ajeno atal adaptacin el queirrumpa en el escena-rio un factor de importancia hoy tan decisiva como es el de laproteccin del medio ambiente.En fin, nuestra pregunta es la siguiente: a partir dela re-volucin tecnocientfica delasltimas dcadasconstituirnla adaptacin al cambio y la diversidad(o la adaptacin a ladiversidad) la esencia del progreso? O bien podremos seguirhablando desistemas tcnicoscomoantao?Nuestrasdudas enningnmodopretenden marcarnue-voscaminosenlametodologade lahistoriadelatcnica.Simplemente, si antes hemos puesto de realce la intencin deBertrand Gille, la de requerir la atencin de los historiadoresde este campo sobre la necesidad de perfeccionar la metodo-logaal uso, ahora se trata dedar conuna metodologa quesea tily factible para elestudiodela actual evolucin tec-nocientfica. La de Gille lo ha sido hasta la actualidad. Siguesindolo a partir de hoy?En caso negativo, qu tipode mo-dificaciones requiere?Considero oportuno recordar un caso quepuede serilus-trativo: eldelaarqueologaindustrial, temticanuevanaci-da enEuropa en la segunda mitad desiglo y llegada a Espa-aa comienzosdeladcada delosochenta. Hoy dasehaconvertidoenuna especiede pozo denominadoPatrimo-nio, donde se encuentra de todo: desde actuaciones polticasdestinadasa lacazadevotos, hastatorpesreconstruccionescuyo fin es la atraccin de turistas incultos. Pero la posibilidadde convertir la arqueologa industrial en una materia cientfi-ca seperdi enel momento mismoenque se excluyel im-prescindible debatemetodolgico: sin metodologa y centra-14 Introduccina la historia de las tcnicasda en inconexas actuaciones particulares al vaivnde los aza-resdelapoltica, la arqueologa industrial perdi suoportu-nidad.Pero volvamos al tema principal deesteprlogo.Elplanteamiento metodolgico que Gille establece a par-tir del concepto desistematcniconos presentaaloshis-toriadores muchos interrogantes. entre los cuales no es el me-norel del determinismotecnolgico.Esdecir: existe, entrelos sistemas queconfiguranel llamado sistema global (cons-tituidopor los sistemaseconmico. tcnico, social. poltico,cientfico, etc.), unoquese imponga al resto, en el sentido deque su evolucin influya directa e irremediablemente en la delos dems?Dicho deotramanera: existealgndeterminis-moconcreto enla historia?Puede ser tilcentrar la discusin en torno al determinis-motecnolgicoeintentar extraerdeellaalgunaconclusingeneral.Inclusoentreloshistoriadores partidariosde aceptar eldeterminismo tecnolgico duro, segn el cuales la tecnologalaquemarcalapautadel desarrollohistrico, encontramossiemprealgnreparo. Pocossonquienesloaceptan sin ms.Hemosvistouncasoparadigmtico, el deLynnWhite. PerohastaRobertHeilbroner, el historiador delaeconoma quedefiende un tipode determinismoeconmicoconcreto, lohace conreservas, y aunque acepta queel cambio tecnolgi-co impone ciertas caractersticas sociales y polticas enla so-ciedad en que se encuentra, no niegaque existeunainfluen-cia real de las fuerzas sociopolticas sobre la tecnologa.'Ihomas P. Hughes, quetambin se siente muyatradopor laPrlogo 15polmica determinista. centra su punto de vista sobre un nue-voconcepto, el deimpulsoeconmico, quesita"entrelosextremos del determinismotecnolgicoyel constructivismosocial.Ademsmuestraquelos sistemas msjvenes, enelsentido de hallarse irnmersos en las etapas iniciales de laindustrializacin, son ms sensibles alasinfluenciasde losfactores socioeconmicos ypolticos que los sistemas msavanzados, los cuales responden msacusadamente al reque-rimiento delimpulso tecnolgico."En realidad, las posiciones de los historiadores pueden si-tuarsealolargo deunsegmento cuyosextremossonel de-terminismotecnolgico(aladerecha) yel constructivismosocial (ala izquierda); el centro corresponderaa loquella-mamos determinismo blando: se trata dela posicin que con-sidera la historia como un tejido, como una interrelacinmutua: la tecnologa influyesobre. y es influida por, los com-plejos sociales,econmicos. polticos, cientficos, etc,"Es untema, el deldeterminismo. poco considerado an yexiguamente estudiado, queenlos ltimostiemposhagene-rado consideraciones escasamente reflexionadas y que mere-ceradesuyouna atencinpreferente delos socilogos, eco-nomistasehistoriadores, en especial de los delastcnicas.que atendiesen casos particulares y estudiasenpases concre-tos antes de enunciar teoras (que la mayor parte de las vecesse nosantojan postulados)precipitadas.. T. P. Hugues, "El impulso tecnolgico. enM. R. SmithyL.MilrX.lfiItoriav determinismo tecnolgico. Alianza Editorial. Madrid. 199.7. VaseM. R. Smithy L.Marx. up. cit.. passm.16 Introduccin a la historia de las tcnicasPor lo que toca al tema dela herencia schumpeteriana delos conceptos deinvencin, innovacin y difusin, yaRosen-berg nos adverta en 19768que Schumpeter incida enexcesosobre la etapa dela innovacin, conmenoscabo dela inven-cin y dela difusin; de esta manera, Rosenberg se adelanta-baa muchos enel convencimiento deque las relaciones en-tre las tres etapas, en especial la existente entre las dosprimeras, la invenciny lainnovacin, sonextremadamentesutiles.Sobreestepuntohayquereconocerque los anlisisdeBertrandGilleson muyfinos. Considerallasnocionesdeprogreso cientfico y crecimiento econmico y establecedosseries: progresocientifico-invencin-innovacin, y, por otrolado, invencin-innovacin-crecimiento econmico.Enel primer casoexisteuna racionalidad(cientfica)enel proceso, aunquesloestpresenteenel ambiente: eselcasodelamquinadevapor,tradicionalmenteconsideradaajena a la ciencia. En estoGille concuerda con Allan 'Ihomp-son," creemos que muyacertadamente. roSin desarrollo cien-8. N. Roscnberg, Tecnologia yEconoma, GustavoGili, Barcelona,1979.Por 10que hace referencia a la herencia schumpeteriana, pp. 79ss. Este libro, ex-celente, rorma partede una coleccintituladaTecnologaySociedadquepaspor laslibreras sin pena ni gloria: unnotable esfuerzoeditorial quenotuvoel final que mereca.9. A. Thompson, Ladinmicade la Revolucin industrial, Oikos-tau, Bar.celona, 1976. Eneste excelente libro, Thompson nos hablade las bases estable-cidas por la ciencia, tiles en el desarrollo de la Revolucin industrial; del esta-blecimento del mtodo cientfico, aprovechable en el dominio de la tcnica, ydel ambiente cientfico quereinaba en Inglaterra a filiales del siglo XVIII. Enelcasq. de la mquina devapor, el autornos relata los encuentros de 1. Watt conel profesor Black, que a la sazn estudiaba los cambios de estado del agua.10. Vase S. Riera, Deisveers ats vapors, cap. H.Prlogo 17tfico, no puede haber progreso. Se trata deuna situacin ca-racterstica en la aparicin de cualquier sistema tcnico, comoocurra, porejemplo, en losinicios delaRevolucinindus-trial. Enestosmomentos, diceGille, la tcnica acta demo-tor.En el segundo caso, es decir, enla secuencia invencin-in-novacin-crecimiento econmico, la presin se origina en lasnecesidades que genera la economa, siendo un caso caracte-rsticode las etapas deconsolidacin ydesarrollo delos sis-temas tcnicos.Por lo tanto, vienea decirnos Gille, tejido, s; interrelacio-nes, s; pero, aade, cabe distinguir, segn la coyuntura, qu es .lo que funciona como motor. Y nos explica que la tcnica y laeconoma se relevan eneste liderazgo.Ello explicara, enparte, que algunoshistoriadores delaeconoma, olvidandolacomplejidadinherenteal momentohistrico, sometan, nosloeldevenirtecnolgico, sinotam-bin otras actividades de las sociedades, al exclusivo dominiode la economa. Claro est, y hay que dejar constancia de ello,queotros historiadores del crecimiento econmico saben co-locar en sudebidolugar lamateriaen que sonmaestros,como hace, por ejemplo, ensu excelente obra, Joel Mokyr.'!Las consideraciones anteriores nos traen a colacin otrostemas tambin tratados -cmo no-- por Gille: quin ha deescribirlahistoriadelatcnica?y, si tantohablamos dein-vencin, culesson las caractersticas del inventor?11. J. Mokyr, La palancade la riqueza. Creatividad tecnolgicay progresoeconmico, AlianzaEditorial, Madrid, 1993.18 Introduccin a la historia de las tcnicasEmpecemos por la primera. Hoydase dapor supuesto,enelcontexto dela especializacindetodas las ciencias, in-cluidas las sociales, quela situacin perfecta es la quecorres-pondeal trabajopluridisciplinar coordinado.Ningunaobje-cin, si no fuera porque la experiencia nos demuestra ladificultad detalescolaboraciones; condemasiada frecuenciael estudio se convierte enun agregado dediferentes visionesdel tema tratado. Eltrabajo enequipo, comotambinpode-mos denominarlo, exige unaformacinprevia, difcilmentedetectable hoyda. Seranecesaria, por lomenos ennuestropas, la aparicin deunapedagoga especfica quenosaden-traraenlos dominios delainterdisciplinariedadproporcio-nndonos no slo las herramientas adecuadas sino tambin lamentalidad precisa.Nohayqueolvidar quela tcnica, comola ciencia, exigeespecializacin y saberes concretos, algunos delos cuales noson asequibles a la mayora de los mortales, entre otras razo-nes porquehasta hace bienpoconuncase habainsistidoenque la adquisicin deconocimientos cientficos y tcnicoses indispensable para cualquier ciudadano del siglo xx. Conlo cual no queremos decir sino lo que apuntaba Febvre:quin ha de hacer la historia dela tcnica, si para ello se ne-cesitan saberes especializados? Dejando la pluridisciplinarie-dadcomo una esperanza para tiempos futuros, nose nosan-tojanms quedos soluciones: el tcnicoprofesional y/oelhistoriador.Si la historia quenos concierne laescribe el tcnico pro-fesional, se obtendr entonces unahistoria intemalista, aptaslo para tcnicos. Si la escribe el historiador formado en unaPrlogo 19universidadde humanidades, dichohistoriadorpodrdeciralgo sobre el devenir histrico dela tcnica siempre que _yslocuando-e- haya tenido la precaucin deacercarse tcni-camente al tema. En este segundo supuesto, escribir una his-toriaextemalista. En cualquiera deloscasos, sehacedifcilprofundizar enlostemas. Claro est que existe una solucinideal: queel historiador rena las dos formaciones, la tcnicay la humanstica; pero esto es difcil, laborioso, caro, y exigeuna dedicacin al estudio excesivamente prolongada para lamayora.En suma, estamos anteel enigmtico problema, plantea-dopor Snow, delasdosculturas. Unproblema contotalvi-gencia enel momento decambiar desigloy de milenio,y alcual se han aplicado hasta ahora remedios insuficientes.(Nuestra solucin, aunquededifcilaplicacin y eneldecirdealgunos utpica.w se decantara por la opcindeun saberintegral cientfico y humanstico.) En definitiva, se trata de unreto queLucien Febvre ya haba intuido:Lahistoria sehace con documentosescritos, sin duda.Cuando existen. Pero se puede hacer, debe hacerse, sin docu-mentos escritos si no existen.. ". Con palabras. Con signos.Con paisajes y tejas. Con las formas de los camposy las malashierbas. Conlos eclipses de luna y la manera de uncirlos bue-12. C. P.Snow.Las dosculturas y un segundo enfoque, AlianzaEditorial,Madrid, 1977. S. Riera i 'Iuebols, Ms enua de la cultura tecnocientifca, Edicions62, Barcelona, 1994, en especial el captulo 4, donde se ponede manifiesto la di-ficultadde encontrar una salidaa esta difcil situacin y se apuntan algunas so-lucionesy experiencias.20 Introduccin a la historia de las tcnicasyeso Con el examen de las piedras por los gelogos y el anli-sis de las espadas de metal por los qumicos. uEl otro tema, al que aludamos msarriba y al que quere-mosdedicaralgunaslneas,esel quehacereferenciaal actodela invencin y a los inventores.Durantemuchotiempo,laspocashistoriasdelatcnicaexistentes se limitaban a enumerar series de inventores a losque un buen da se les haba encendido unalucecita -sin sa-berse cmo ni quin la haba alumbrado-e, cuyas vidas se re-latabanminuciosamentey endondelahistoria, la leyendaylafantasasemezclabansinreglasni distincin. En contra-partida, los estudios actuales tiendena hacer hincapi en unacontinuidad que sorprendera enormemente alos autores delas hagiografas aque nosacabamos dereferir. Ello esdebi-do sin duda al descubrimiento dela repetidamente citada in-terrelacin entre sistemas; pero, tambin, a que recientemen-tehaaparecido enel panoramahistricounacorriente quesostienelatesis evolucionistade lahistoriadelastcnicas,una evolucin parecida -salvadas las distancias- a la evolu-cin biolgica. Dicho de otro modo: la historia de las tcnicasse asemejara a un rbol connumerosas ramas, de algunas delas cuales salen otras que presentan -{) no-- nuevos brotes.En ltima instancia, significaeste modelo evolutivo que losbrotesnacenal azar?Osanlaspresionessocialesodelaeconoma, la ciencia, lapoltica, e incluso religiosas opsqui-cas, las que gobiernan este azar?13. L.Febvrc, Combats pour l'Hstoire. A. Cofn. Pars, 1953, p. 428.Prlogo 21He aqu un nuevo tema de estudio que, sin ninguna duda,la obra deGillepuede iluminar. Y aadira: aunque nosolu-cionar. Porque un inters concreto subyace enla totalidad deeste prlogo: mostrar que la finalidad de la obra que el lectortieneentremanos noes otra queinducir al estudio, alare-flexin. Muy acertadamente huye Gille de soluciones Concre-tas, de recetas exhaustivas; sin embargo nos dice, con gran lu-cidez, esos, que la historia dela tcnica, estarama olvidadadela historia, merece, exige, el estudio cientfico y metodol-gico que ha decolocarla dondela misma historia la reclama.y que el camino para conseguirlo es arduo.Cuando, en la dcada de los ochenta, proponamos la tra-duccin de la Histoire des techniques, pensbamos inicialmen-teenlatotalidaddelaobra. Noobstante,unaobratanex-tensa(ms de1.600 pginas enlaedicin francesa) suponaevidentes riesgos editoriales. Recientemente, el Institut de'Iecnoetica y las editoriales Crtica y Marcombo creyeronque, si bienno era aconsejable traducir la obra entera, s queerafactible presentar aloslectoresdehablacastellanalosProlegmenos, puesto que es ah donde el autor expone losprincipios metodolgicos que luego aplica en su prolija histo-na.Fue entonces, tomada la decisin, cuandomepidieronqueprologaseeste librocomo importantefraccindel con-junto de la obra original. Acept, agradeciendo por supuestoel ofrecimiento, convencido deque, al cabo de veinte aos dehaber sidoeditada laobra deGille, loscitados Prolegme-nos, quehoysepublican conel ttulodeIntroduccinalahistoria de las tcnicas, seguan teniendo uninters indiscuti-22 Introduccin a la historia de las tcnicasble, mientras queotras secciones delaHistoire haban perdi-doparte, sloparte, desuatractivoinicial, enespecialsi seconsidera lo lentamente que, en su da, se prepar la edicinfrancesa(durante msdediezaossegn confiesa el mismoGille en el prefacio), as como la aparicin de estudios, artcu-los y libros sobre la historia de la tcnica, la cual, con lentitudperoconseguridad, yen gran parte debido aGille, entreotros, iba ocupando el lugarquele corresponde en el gran li-bro de la historia.Sinembargo, ni habraque decirlo, conestadecisinsepierde la ocasin deofrecer a los lectores interesados y a losestudiosos la aplicacin dela metodologa a las diversas eta-pas de la historia de las tcnicas realizada por el mismo autor.Quizs algnda podamos leer encastellano la segunda par-tedelaHstoire; centrada de modo especficoenel desarro-llo dela tcnica, titulada Tcnicas y civilizaciones. De mo-mento, ellectorobiendeberacceder alaobraoriginal obien efectuar l mismolasaplicaciones delos conceptos le-dos en esta versin castellana, parcial, quetiene entre manos.En cambio, la tercera parte delaHistoiredes techniques,Tcnicas y ciencias, no tena tanto inters y, adems, adole-ca de un envejecimiento mayor. Por una parte, hay que dejarconstanciadeque, alconsiderar lasrelaciones delatcnicaconlaeconoma, lageografa, laciencia, lalengua, lasocie-dad, el derecho y la poltica, as comoal disertar sobre el con-cepto de conocimiento tcnico, Gille, ante la imposibilidad detratar personalmente todos estosaspectos, busc la colabora-cin de otros autores; lean Parent, Andr Fel, Francois Russoy Bernard Quemada, conlo que laobra, si bien gana endi-Prlogo 23versidadde enfoques,pierdehomogeneidad(unhechoim-portante si se atiende a la esencia de laHistoire y a la perso-nalidad desuautor).Aellohayqueaadir, quesetrata detemas que, por su inters noslotcnicosino tambin socio-lgico y esencialmente histrico, han sido objeto deatencin,en los ltimos aos, por parte de las ciencias sociales, que hanaportado granvariedad denuevos y originales planteamien-tosy han enriquecido notablemente la visin global.Quisiera, depaso, protestarcontralainercia denuestroambientecultural, quenosedecideaabordar,ms que alcabode veinteaos, la traduccin de obras como la deGille,que habraconvenidohacer antes asequiblesaunamayormasa delectores que laquepueda leerla enel idioma origi-nal. En tandilatado lapsodetiempo, esindudable, como yahemos apuntado anteriormente, que nuevas aportaciones hanrestadopartedeintersa laobra. Con todo, debemoscon-gratularnos deque, por fin, se corrija una situacin queslopoda proporcionarnos desprestigio. Los Prolegmenos,estaIntroduccinala historiadelas tcnicas, y conelloselconcepto desistema tcnico, son ahora realidad y estn al al-cancede todos los estudiosos e interesados gracias a la deci-sin tomada per el Institut de 'Iecnoetica y las editoriales arri-ba citadas. Tambin queremos celebrar, coneste libro queellector tiene ensus manos, el iniciodeuna coleccin destina-da a llenar algunos delos numerosos huecos existentes enlabibliografa tecnicocientfica denuestro pas.Cerremos este prlogorecordandoqueotras obras deBertrand Gillehanmerecido diversa suerte. Les mcaniciensgrecs fue traducida en 1985 con el ttuloLa cultura tcnica en24 Introduccin a la historia de las tcnicasGrecia;14 pero una obra tan fundamental comoLesingnieursde la Renaissance15no tiene an, que sepamos, traduccin cas-tellana.En definitiva, esperamos que con este volumen, que inau-guraunacoleccinen la quese han puesto muchas esperan-zas, nazca el inters poresteautor francs, B. Gille, al quenodudoenconsiderarunodeloscolososcontemporneos deuna historia tan injustamente olvidada como es la historia dela tcnica.SANTIAGORIERAI TuEBOIBBarcelona, enero deJ99914. B. Gille, Les mcuniciensgrecs; ditions duScuil, Pars, 1980; latra-duccin castellana cambiael ttulo: La culrura tcnica en Grecia, Ediciones JuanGranica, Barcelona, 1965.15. B. Giile, Les ingnieurs de o Renaissance, Hermann, Pars, 1964.Introduccina la historia de las tcnicasTodava en 1935 pudo Lucien Febvre escribir: la Historiadelas tcnicas es una deesas muchas disciplinas que es-tn deltodo por crear, o poco menos. Algunos aos antes sehaba publicado una obra que marc fecha: planteaba un pro-blema particular, el del atalaje y el caballo demontar, y 10re-lacionaba conuno delosgrandes cambios histricos, la desa-paricin de la esclavitud. Por muy discutidas que fuesen luegolas ideas del comandante Lefebvre des Nottes, su libro pare-ca haberabierto una vanueva, perspectivas y explicacionesinditas.Si, de pronto, en 1935, los Annales de L. Febvre y M. Blochparecan noyahaber descubiertola historia delastcnicas,sinohacer notaralavezsuintersylopocoqueatraalaatencin delos historiadores. sin embargo, noseha decreerquehubiese sidocompletamente descuidada hasta entonces.Pero, por su propia naturaleza, la historia de las tcnicas se si-tuaba fuera delas grandes corrientes histricas. Tan difcil leha resultadoalahistoriacomoalastcnicasmismas inte-28 Introduccin a la historia de las tcnicasgrarse en la teora econmica general, para no poner ms queun ejemplo. Lucien Febvre adverta muy bien que haba aqu,encierto modo, unconflicto decompetencias. Historia tc-nica delas tcnicas, obra de tcnicos necesariamente, so penadeerrores graves, deforzadas confusiones, detotal descono-cimientode lascondicionesgeneralesde una fabricacin.Pero aada inmediatamente estas precisiones: mas obra detcnicos queno se encierren ni en su poca ni en su territorioyquesean, por tanto, capacesnoslodecomprendery dedescribir, sino tambin de reconstruir un utillaje antiguocomo arquelogos exactos e ingeniosos y deinterpretar tex-toscomohistoriadoressagaces. Seguramenteah estabaelquidde la cuestin: aliar diversos tipos de conocimientos, uti-lizar metodologas diferentes.Noes, pues, de extraar que los historiadores tuviesen al-gntemor ameterse en un campo que desconocan casi deltodo. Los tcnicos, por su parte, se interesaban poco por unastcnicasya desaparecidas, y, cuando las abordaban, lohacanconunamentalidad quea menudo slo tena lejanas relacio-nes con la historia. En consecuencia, unos escribieron una his-toria dela quelas tcnicasestaban completamente ausentes,y los otros se dedicaron a investigaciones puramente tcnicasenlas que lahistoriano era msquesimple cronologa. Laactividadtcnicanopuede aislarse delas dems actividadeshumanas, advertatambinLucienFebvre. La sntesis eramenos necesaria que la concordancia. En una explicacin his-trica global era indispensable hacer intervenir a las tcnicas.Es curiosoconstatar que, cuandoloeconmicoempieceaaparecer en esas explicaciones globales de las que haba esta-Introduccin a la historia de las tcnicas 29dotanto tiempo ausente, las tcnicasseguirn mantenindo-seaparte, por el hecho mismodeaquella lenta y difcil inte-gracin delas tcnicas a la teora econmica general que se-alamos hace un momento.Muchas eran las dificultades. Ante todo, en el seno mismodelahistoria delastcnicas.Habaqueevitarunaparcela-cinnecesaria al comienzo, cuando se trataba deexponer loshechos, pero que podra llevar en seguida a que cada historiade una determinada tcnica se cerrase sobre s misma. Era in-dispensable, despus,reintegrarestahistoriadelastcnicasenun conjunto histrico, muy abierto ya ste a laeconoma,alademografa, alahistoriadelascienciasodelasideas,como tambin a la historia delos sucesos, cuyosefectos dis-tanmuchodesermenospreciables. Yhe aqu yaesbozadonuestro plan.Pero antes deir al ncleo denuestro asunto, ydado quela tentativa es sin duda relativamente indita, con-viene tomar algunas precauciones. Son precisamente talesprecauciones las que van a constituir la esencia misma de estalarga introduccin.Noesintil, creemos, bosquejarunrpido cuadrodelahistoria delas tcnicas. Veremos as desarrollarse, con sus ri-quezas pero sobre todo con sus lagunas, una disciplina que ac-tualmente ha adquirido ya derecho de ciudadana.La obra ms antigua dehistoria delas tcnicas es, a buenseguro, la del alemn Beckmann, Beitriige zurGeschichte derErfindungen, publicada enLeipzig entre1780 y1805. Comoloindica claramente su ttulo, setrata deuna historia delosinventos, es decir, de una de aquellas parcelaciones histricasa quealudimos arriba. Lo mismo ocurre, ms o menos, con la30 Introduccin a la historia de las tcnicasobra casicontemporneade1. H. M. Poppe, GeschichtederTechnologie se der Wiederherstellungder WissenschaftenbisandasEndedes18 Jahrhunderts, cuyostres volmenessepublicaron enGottingen entre 1807 y 1811. Pero esta ltimaobra tenano obstante en cuenta, por un lado, una nocin to-dava pococlara de sistema tcnicoy, por otro, algunos gran-des hechos histricos.Hayqueesperar a mediados del sigloXIX para ver cmolahistoriadelas tcnicascobra ciertoimpulsoy se vainte-grando, con dificultad an, en otras investigaciones. Es el mo-mento en que las tcnicas se imponen a la atencin de todos,aproximadamente durante lapoca del SegundoImperio.Adptanse por entonces varias actitudes. La primera es tratarderesponder precisamenteal intersquemucha genteem-pieza a mostrar por las tcnicas. Era necesario, por tanto, em-prender unatarea dedivulgacin. Divulgarlas tcnicasexis-tentes, s, pero tambin hacer ver la amplitud de los progresoslogrados. Aestepropsitohandemencionarseenconcretolos volmenes deL. Figuier, LesMerveilles de l'industrie,pa-ralelamente a Les Merveilles de la science, obras que, hoy to-dava, nodebenser despreciadas. Laexposicinsehaceenellas sector por sector; perolos datos no estn completamen-te separados de un cierto contexto histrico.La segunda actitud responda al deseo de ciertos tcnicosdeconocer la historia desu propia tcnica. Algunosautoresde manuales tcnicos no temieron dedicar unas cuantas pgi-nas a la historia de talo cual tcnica. Citemos el gruesoMa-nual de metalurgia, del ingls Percy, queno slo proporcionaadicecones sobre la historia de las tcnicasmetalrgicas deIntroduccin a la historia de las tcnicas 31Occidente, sinotambinsobrelastcnicas devariospasesexticos.La terceraactitudrepresentayaunaatencinmspro-piamente histrica. Renense arquelogos y tcnicos para re-construir algunas tcnicas antiguas. En medio de una bsque-daquevaadquiriendociertaamplitud, puedendistinguirsedos tipos de trabajos: el primero es el de los relativos a la re-construccin de las tcnicas militares antiguas. Se sabe que suinstigador fue, probablemente, Napolen IIIen persona: nocomenz l estas investigaciones conanterioridada1848,mientrasestuvoprisioneroenel castillodeHam?Luego, ademandadel emperador, el coronel Favemprendivariostrabajos sobre la historia de la artillera y reconstruy ciertasarmas quesirvieron para realizarensayos. As seelaborabaun mtodo que despus, aunque con algn retraso, se ha vuel-toa seguireficazmente. El segundo tipodetrabajos tuvosuorigenen unanecesidad. Desde que se inici la restauracina gran escala de monumentos histricos, convena mucho dardenuevoconlas tcnicasantiguas, nicascapacesdedevol-ver aaquellosmonumentossuaspectogenuino. Conocidossonde todo el mundo los esfuerzos realizados a esterespec-to por Viollet-le-Duc, cuyos diccionarios de arquitectura o demobiliarioconstituyentodavahoyuna fuente interesantepara los historiadores de las tcnicas.Laltimaactitudapuntabams lejosan. De10 queenrealidad se trataba era de integrar las tcnicasen unas expli-cacionesglobales. Sabida es la especial atencin que ha pres-tadoMarxalastcnicas comoimportanteelementodesuteora; as, no es de extraar que para la parte histrica de sus32 introduccin a la historia de las tcnicastrabajos recurriese a la historia de las tcnicas tal como podahallarla escrita ensu tiempo. Por lo dems, en aquella poca,algunos economistas estaban empezando igualmente a hacerintervenir el progreso tcnico ensu teora general.Desdeentonces, lahistoriadelastcnicas estuvoyaencierto modo lanzada. Desde los ltimos decenios del sigloXIXaparecen obras delas quenosservimos todavahoy. Versanengeneral sobre tcnicas particulares. Citemos el libro deL.Becksobre lastcnicassiderrgicas, elde Thurston sobre lahistoria de la mquina de vapor, el de Th. Beck sobre la cons-truccin delasmquinas. Paralelamentesonestudiados, pu-blicados, traducidoslos autores de tratados tcnicos, sobretodolosdelaAntigedad: lasinvestigacionesdeBerthelotsobre los alquimistas y sobre ciertos tcnicos, as como los tra-bajos, ya numerosos antes del finaldel siglo, sobre los mec-nicos griegos de la escuela de Alejandra, son, entre otros mu-chos, buena prueba delo quevenimos diciendo. Los estudiosde Th. H.Martin sobrela vidaylas obras deHern de Ale-jandra datan, por lo dems, de1854. En algunosdominios sellega, inclusive, ahacerexposicionesms generales: as, en1897, A. Espinas publicaba sulibro sobreLesOrigines de latechnologie.El movimientosefortaleceenlosprimerosaos del si-gloxx. Es entoncescuandosecae enlacuentadel inesti-mable valor que tienenlos objetos antiguos ylas recons-trucciones. Secrean, nosinciertochovinismo, los primerosamuscos dehistoria delas tcnicas.ElScience Museum habasidocreado enLondres, en1857, para gloria delaciencia yla tcnicabritnicas. El Deutsches Museumde MunichseIntroduccin a la historia de las tcnicas 33constituye en 1906. La tradicional historiade las tcnicas,por sectores, a menudo tambin historia delos inventos, pro-sigue sucarrera. Sepublicanlosprimerosdiccionarioshis-tricosdelas tcnicas,comosonel deBlmnerenlocon-cerniente a las tcnicas de laAntigedad clsica yel deFeldhaus para las tcnicas dela Antigedad, dela Edad Me-diay del perodo moderno.Elhecho demayor importancia es, sin duda, una primeraforma de integrarse la historia delas tcnicasen una explica-cinhistrica general. Lapublicacin, en 1906, dela tesisdeMantoux sobre la Revolucin industrial inglesa del siglo XVIIIsealaciertamenteungiroimportanteenlahistoriadelastcnicas. Deberan seguirle las investigaciones de Ballot sobrela introduccin del maquinismo enla industria francesa, tr-gicamenteinterrumpidasdurantelaGranGuerray quenoveran la luz pblica hasta 1922. Las tcnicasdela poca cl-sica iban a ser patrimonio de los investigadores franceses e in-gleses, mientras los alemanes penetraban enel campo delastcnicasantiguas y medievales.Despus delaprimera guerra mundial, lahistoria delastcnicasparece haberse abandonado a uncierta lasitud. Sloenlos aostreinta recobra su vigor. Laobra deUsher sobrelos inventosmecnicos, publicadaen1929, yladel coman-danteLefebvredesNottessobreel atalajey el caballo demontar, volvieron a dar a la vez unlustre y una amplitud in-negables a la historia delas tcnicas. En 1935, los Annales deM. Bloch y L. Febvre, dedicando todo un nmero a la historiade las tcnicas, evidenciaron el mucho inters quedeba pres-trsele. Precisando los objetivos y esbozando las dimensiones34 Introduccin a la historia de las tcnicasde la temtica por estudiar, los Annales animaban a los histo-riadoresaseguirunasendaya bastanteabierta. Antesdelasegunda guerramundial, la historiadelastcnicaspresenta-ba ya el aspecto que contina teniendo hoy. Lahistoria de lamquina de vapor, delinglsDickinson, publicada en1939, yla historia de la construccin en madera enRun, del coman-danteQuenedey, sondos buenosejemplosde metodologa,diferentes el unodel otro, adaptadocada unoasudominio.Porel mismo tiempo, se iban fundandonuevos museos y sur-gancentros de investigacin, como el de Viena, en1931, y elde laUniversidad dePars, en1932.Conviene, con todo, hacer notar lo desorganizado deaquellas investigaciones, su carcter parcial y sus tendencias amenudodeescasosvuelos. Ciertoquealgunostcnicosdanprueba de unautntico sentidohistrico, pero en cambio loshistoriadoressepreocupanpocode ponerseaestudiar lastcnicas, temiendo abordar unos problemas en los quesesientenuntantoperdidos. Losnexos entre las competenciasse realizan malo no se realizan enabsoluto.Despus delasegunda guerramundial, lahistoriadelastcnicas estyadefinitivamente constituida como disciplina.Sin embargo, an no ha alcanzado un equilibrio perfecto: sub-sisten divergencias encuanto al modo deconcebirla. Aqu esde rigor una primera constatacin: los museos y los centros enquese estudia la historia delas tcnicas se hanmultiplicado,a veces hasta conunacierta exuberancia.Lahistoriadelastcnicas permanece aislada. Todava esms biencosa de cientficos. No ha logradointroducirseen los congresosinternacionalesde historia, ni siquieraenIntroduccin a la historia de las tcnicas 35losrecientescongresos internacionalesde historia econmi-ca. Peroes sintomticoque, en el senodel Comitfrancsdelostrabajoshistricosy cientficos, las diversasseccionesde este organismohayanconstituidouna comisinCOmnde historia de las ciencias yde las tcnicas. Unarecienteobrahngarasobre lametalurgia est firmadapor uninge-niero, un metalgrafo, un arquelogoyunhistoriador. Noparecequeseaimposiblehacerpasaral planoinstitucionalensayosparecidos.Las ltimas obras generales de historia de las tcnicasmuestran otras lagunas que, por lo dems, ya hemos sealado.Pero a esterespecto seplanteaunproblema difcil deresol-ver. Es indudable que nos falta, ante todo, una historia tcni-ca delas tcnicas, como deca Lucien Febvre. Y nopuede ne-garse el inters de las monografas, de esas monografastcnicas que exponen los detalles deun procedimiento, la g-nesisdeuninvento. De la acumulacin detalestrabajos na-cer un verdadero conocimiento de la historia de las tcnicas.Slo que este conocimiento habra que ampliarlo. En primerlugar, dentroinclusivedel mundotcnico. En lagnesis delinvento debe hacerse intervenir igualmente a la personalidaddelinventor y la gnesis dela idea. Al logro deuninvento lehanprecedidomuchas veces, por unaparte, esperanzas, quesuponen uninventario delas posibilidades puramente tcni-cas, y, por otraparte, y volveremos sobre ello, una necesidadquepuedeadoptardiversasformas. Tratase, luego, decom-prender el momentoen que aparece el inventoydecom-prendertambinala personaque lohacerealidad. Yendoms lejos an, el xitodel invento, es decir, lainnovacin36 Introduccin a la historia de las tcnicas-puesenquconsistelaautnticatcnicasi noesensuaplicacinconcreta?- suponeunaestructura social, econ-mica, institucional y poltica, sin la cual es casi imposible com-prenderlo. Enmi opinin, todasesas obras recientes se con-centran, con miras demasiado estrechas, en la exclusivaconsideracin de su objeto propio. Ciertamente noson inti-les, pero s incompletas.Tal era nuestroproyecto. Nosetrataba derecuperarensus detalles una historiaverdaderamente tcnica de las tcni-cas, lo quea los historiadores les gustara sin dudahacerporlo atractiva queresulta toda investigacin un poco esotrica.Lo que en esencia hemos querido realizar nosotros es esa in-sercin delmundo tcnicoen la historia general. Las impor-tanteslagunas denuestrosconocimientosy la existenciadeuna historia ms contada que explicada constituan unos obs-tculos. Noshaparecidooportunoconstruir, muymodesta-mente, lo quelos economistas llamanunmodelo,queno-sotros nos inclinaramos a definir ms bien como un esquemaexplicativo. Paraello, haba que precisarunoscuantoscon-ceptossobre los cuales seraindispensable ponerse de acuer-do, y hacer que interviniesen todas las variables de las que esdifcil decir, a fin de cuentas, si sonexgenas o endgenas, y,en fin, haba que tomar conciencia de los nexos y alianzas quese crean en todo esteconjunto. Deah que se halle, a conti-nuacin, undetenido estudio sobre tal esquemaexplicativo.Ni quedecirtienequees slo provisional y queenmodoal-, guno pretende ser inmutable.En la medida en que el problema haba sido abordado deotros modos, noshaparecido tildedicaralgunaspginas aIntroduccin a la historia de las tcnicas 37las fuentes de que disponemos, a la manera de presentarse lasmismas y a la crtica de la que deban ser objeto. Al final unabibliografa muygeneral, simplificada, sloorientadora, nospermitir no ir repitiendo aqu los ttulosde las obras de re-ferencia.Conceptos y metodologaNinguna ciencia ni disciplina mereceran estos nombres sino dispusiesen delos medios conceptuales y metodol-gicos necesarios para todo anlisis. Nole extrae, pues, al lec-torque unaparte importantedenuestralarga introduccinest dedicada a tales aspectos del problema.Conviene analizar las tcnicascomoobjetode ciencia.Apenas sera posible hacerlo, ni siquiera y sobre todo deunaformaglobal, sinosecontarapreviamente, nosloconunlenguaje apropiado, sinotambin conunos modelos basadosenconceptos precisos. Estosmodelosprocuranresponderaunarealidad simultneamenteenel plano esttico, el delasestructuras y los sistemas. y enunplano dinmicoal que lla-mamos progreso tcnico. Es lo quenosotros vamos a tratardehacer, despus demuchos otros, cada uno delos cuales haaportado su piedra para construir el edificio.Parece untantointil repasar aqu las nociones desiste-may deestructura, siendo tan abundante la literatura relati-vaaellas.Ciertamentesubsistenan bastantesincertidum-40 Introduccin a la historia de las tcnicasbres sobre el contenido de estas dos nociones, quese aplicana dominios muy diferentes unosdeotros. Hemos credo, sinembargo, interesante insistir un poco sobre ellas en un domi-nio acercadel cual no se ha hechoningn estudio de conjun-to con este enfoque. Segn se ha dicho a propsito de la eco-noma poltica, suintroduccinparece ser el nicomedioque la ciencia ha encontrado hasta ahora para echar un puen-teentredosclasesdeinvestigacionesdemasiadoamenudoseparadas, cuales sonlainvestigacinhistricayel anlisisterico. Yestepasoparecetantomsdeseabledarloaqucuanto que, al ser la historia de las tcnicas una disciplina to-dava joven, es indispensable proveerladesdeel comienzodeunosconceptosbiendefinidos, algunosdeloscualessonya, por lodems, objeto decontroversias, y dotarla tambinde un riguroso mtodo de investigacin. Precisemos, contodo, que, afaltadeestudiosenprofundidad, nosveremosobligados a mantenernos al nivel delas grandes lneas direc-trices yanoadornar nuestrodiscursosinoconmuyrarosejemplos.Latarea se presenta difcil ya desde el comienzo. Nteseque el trminomismodetcnica esempleadoloms fre-cuentemente en plural: hay tcnicastextilescomolas hay si-derrgicas. Hasta enlos casos ms sencillos, comoporejem-ploen la tcnica del fabricante de zuecos, se advierteenseguidaqueestatcnicaconsta deciertonmero deopera-ciones que requieren el empleo de distintos tiles. QU decirentonces de la tcnicadel cerrajero tal comonos la descri-ben Mathurin Jousse a principios del siglo XVII o Duhamel duMonceau a mediados delXVIII? Estas dudasmanifiestan a lasConceptos y metodologa 41claras lo casi imposiblequees comprender deun modosim-ple el objeto de nuestra investigacin. Es, en efecto, muy raroque una tcnica se reduzca a una accin unitaria. E incluso eneste caso entra forzosamente en juego la pareja materia-ener-ga' cuyosdoselementosestnvinculados entresprecisa-mente por el acto tcnico, el cual casi siempre necesita un so-porte. En lafase ms elemental, yaun tratndose de lastcnicas ms primitivas, seda una combinacintcnica, loque, en las tcnicas ms complejas, podr llamarse un conjun-totcnico. El soporte es, enla fasemssimple, until ounprocedimiento. Abatir unrbol suponelamateria prima, lamateriaapropiadaparael usoquedeellasequierahacer-finalidad del acto tcnico-, una energa y lo que se ha con-venido en llamar instrumento o instrumentos, el hacha, la sie-ITa, cordeles, cuas y mazos, etc.Apartir deestaspocasobservaciones, noses yaposiblediscernir variasnocionesimportantes. Y es que, de hecho, lascombinaciones tcnicassondediversanaturaleza y pueden,portanto, ser estudiadas segn varios puntos de vista.As, en la parte inferior de la escalapodramos hablar deestructuras, aunque este trmino sea bastante ambiguo. Trta-sedeunacombinacinunitaria. Ycabedistinguirentrees-tructuras elementales, como las del til, y estructuras de mon-taje, como las de la mquina. Pongamos, paraexplicarnosmejor, algunos ejemplos.A. Leroi-Gourhan ha hechover que, aun en los actos ele-mentales, se pueden distinguir unas estructuras. Ocurre as enel actode cortar por percusin. En l pueden darse tresvaso procedimientos diferentes:42 Introduccin a la historia de las tcnicas Conceptos y metodologa 43FUENTE: Maunoury, LaGense des nnavauons: Pars, 1968.calor. Todo se resumeenel cuadro 1, quelo har ms com-prensible que un largo discurso:Eselejemplo perfecto deuna estructura demontaje. Elautor queacabamos decitar ha llegadoa laconclusin quehay que distinguir unos gruposyunossubgrupos estructura-a) Rajar la madera apretando contra ellael cuchillo; elresultado ser un corte preciso pero pocoenrgico.b) Golpearlaabotesuelto: comoeldelapodadera, eldel hacha del leador, el dela azuela del carpintero. Resulta-do: corte impreciso, pero enrgico.e) Golpear la madera accionando conun percutor com-puesto, como puede serlo el escoplo con el martillo o el mazo,que rene las ventajas de los otros dos procedimientos, lo quellam Bachelard la fuerza administrada.Habra queaadir el trabajo conla sierra, algodiferentedela tercera delas modalidades que acabamos dedistinguir,pues se trata de un instrumento mucho ms complejo, consis-tente en una serie de cuchillasdispuestas de tal forma queelcorte logrado con ellas sea preciso y la fuerza utilizada puedaser deuna cierta potencia, superior a ladel simple cuchillo.Se ha dado tambin el nombre de estructuras a otros com-plejos que, a pesar deesta complejidad. norepresentanmsqueunactotcnicounitario. Tomemos elejemplo queponeJ.-L. Maunoury: Losrasgos definitoriosdelosmotorestr-micos se pueden dividir en dos niveles. En tanto que motores,tienen encomn una funcin, que es ladecreartrabajo; entanto que mquinas trmicas, tienen en comn el principio defuncionamiento, quees utilizar el calor proveniente de lacombustin de determinados cuerpos. Partiendo de esta de-finicin, Maunourytratade hacer evidenteslascorrespon-dientes estructuras elementales cuyacombinacinexplicalosdistintostipos de motorestrmicos. Distingueprimerodos series deestructuras: estructuras trabajo y estructurasCUADRO1GrupoestructuralTrabajoCalorSubgrupoestructuralMododetrabajodelfluido motorMovimiento creadoModode obtencindel calorLugardeobtencindelcalorTIpoAccinReaccinRotativoAlternativoCombustinFisinInternoExterno44 Introduccin a la historia de las tcnicasles. Ciertamentecabraperfeccionar el modeloque senospropone: la naturaleza del combustible y sus condicionesdeempleo, que llevan a lanecesidad deelementos anejos(car-burador, chispa elctrica). Cabe igualmente explicitar ciertasfrmulas y considerar la estructura misma del convertidor deenerga: cilindro y pistn que, por medio deun sistema biela-manivela, puede proporcionar un movimiento rotatorio, rue-das conaletas, etc.Muchohabra quedecir ansobrelasestructurasdelostiles, segn el gestotcnico enqueparticipen, segn la ma-teria sobre laquehayan deactuar, segnelmaterial dequeestn hechos, segn inclusolas tradicionesdesuformay di-mensiones. No pondremos ms quedos ejemplos de ello, a laescala ms simple.Hacepoco, Charles Frmont, enunestudio sobre lasie-rra, hizopatentetoda lavariedad desustipos. Pasemos poraltola distincin entre sierras de bronce y sierras dehierro odeacero, quees evidente depor s. Esteautorhaba distin-guido entre: a) la sierra en forma de cuchilloo serrucho; b) lasierralargayde doble mangoparaquedos serradoreslamuevan de lado a lado; e) la sierra en arco; d) la sierra en cua-dro; e) la sierra circular o dedisco; f) la sierra de cinta.Reproducimosaqu (figura 1)algunosdelos dibujosdepodaderaque figuran en el catlogode un fabricante deesteinstrumento. En dicho catlogo, y para estesoloutensi-lio, hay106 modelos depodadera connombres denaturale-zatoponmica; esto, naturalmente, sloparaFrancia. Talesvariedadescorrespondenalavez, claroest, alasdistintastradiciones locales ya los diferentes modos de usarse elConceptos y metodologa 4546 Introduccin a la historia de las tcnicas Conceptos y metodologa 472. Las diferentes fases de la fabricacin de unlUCCO en Cusa (Doubs).porque lainvestigacin tecnolgicasehainteresadomuchoms por ellos. Todoslos manuales detecnologa nospropor-cionanesquemasdelosmismos muyaprovechables para elhistoriador.La ltima nocin podra ser la de fila o lnea tcnica. Laslneas tcnicas las constituyenseries de conjuntos tcnicosdestinados a proporcionar el producto deseado, cuya fabrica-cin se realiza, a menudo, envariasetapas sucesivas.El primer ejemplo, uno de los ms sencillos, lo tenemos enla fabricacin del zuecode madera, tal cual ha sido analizadapor los investigadores quetrabajan para el Museo de Artes yTradicionesPopulares (figura 2). Laimagenque damosdeutensilio, segneltipodetrabajoy segnlavegetacindo-minante.Habraquehacer estudiossistemticosacercadetodoslostiles paraconseguir unos anlisis loms finosposible.Elmismocatlogo queacabamos decitar contiene anlogasimgenes de hachas, de hocesy hasta de los perfiles de las ho-jasdehocesy guadaas. Unos repertorios deutillajes seranciertamente bienvenidos, como lo son las colecciones de cat-logos antiguos y los inventarios deutensilios conservados enlos museos. Sehanhecho ya algunos estudios, enel ms pri-mitivo estadio tcnico, concretamente por A. Leroi-Gourhan,sobre los tipos de tiles o de instrumentos utilizados para unaoperacin dada.La segundanocin que quisiramosestableceres ladeconjuntotcnico. Aqu pasamosauna fasediferente. Enefecto, hay tcnicas complejas que requieren no lo que podrallamarse unatcnica unitaria, sino tcnicasconfluyentes cuyoconjunto o combinacin concurre a que se d un acto tcnicobien definido. Hemos tomado como ejemplo la fabricacin delafundicin, delaqueel esquemaadjuntomuestratodalacomplejidad: problemas deenerga, problema delos compo-nentes -mineral, combustible, insuflado deaire-.., problemadel instrumental mismo: el altohornoy sus propios elemen-tos constitutivos (armazn, capas refractarias, fonnas). Trta-seaqu deunconjunto cada partedel cual es indispensablepara que se obtenga el resultado pretendido (vase la figura 3en p. 49). Fcil sera aducir otros ejemplos en la industria qu-mica, segn combinaciones dediferente tipo.Losconjuntostcnicos son,engeneral, mejor conocidosA"B e"D E F48 Introduccin a la historia de las tcnicasConceptos y metodologa 493. Un complejo tcnico-el alto horno.mas, o, msen general, aspectosdiversos. Es lo que sucede,para poner ejemplos simples, con el(olos)martillo(s) y conla(o las)tenaza(s). Aun nivelms complejo pasa 10mismo.La estructura cilindro-pistn, que se utiliza, ya lo hemosdicho, enlosmotorestrmicos, esutilizadatambinenlasAPORTACiNDE MINERALExtraccinTrilulildoteeoc,-EnriquecimientoIFundicino;mensionesremesMaterialesTemperaturaConduccin"",.APORTACiN DEFUNDENTE...-seleccin,-IEscoriaIG..Recuperacin'-------------DepuraciOnElctraccKnLavadoSeleccinTriturado APORTACION DEAIRECondlJCGloo YlnyllCloreSdealfeCoqo, ,"'","6' ;:L,?ENERGACombusaeCoovertidoresAPORTACiNDE COMBUSTIBLEHullaCaliOad

ella no representa ms que una parte de esta fabricacin: pue-den verseah seis operaciones sucesivas, en las que se utilizantres tiles o herramientas diferentes.Es, comobienseve, unaserie. Para elmoldeadoinicial,queantes sehacaa golpedehacha, seutilizaahoraunins-trumento, el martinete hidrulico, a cuyosmartillo y yunquese les haidoadaptando, conempalmes sistemticos, diferen-tes tiles.Sepuede complicaresteesquema tomandounproductoms elaborado (figura3).De la fundicin se puede ir bajando al hierro o al acero,yde ah a la fuerza destinada a dar a la pieza su forma definiti-va. Hay, pues, todo un escalonamiento de las ms diversas tc-nicas que concurren a que funcione debidamente el comple-jo tcnico que es la lnea o fila. As sucede, por ejemplo, enlaindustria textil, enlaquepuedendistinguirse: a)produc-cindela materia prima (deorigen animal, vegetal o sintti-co); b) preparacin de esa materia para hacerla utilizable (la-vaje, enfriamiento, desengrasado); e) hilatura; d) tejido; e)sucesivos aprestos, susceptibles porlo dems deintegrarseadiferentes nivelesdela fabricacin(batanado, tundido, tinte,blanqueamiento, etc.).Elestudio queacabamos dehacer sigue, salvoenel casode loscomplejosoconjuntos, unalneavertical. Perotam-bin puede concebirse quesehaga siguiendo lneashorizon-tales. Es decir, que una misma estructura tcnica puedeservir paravarias lneas distintas. As ocurre, por ejemplo,tratndose de los tiles, y nosotros hemos observadoqueentoncesuntil,deestructura dada, puede irtomandofor-50 Introduccina la historia de las tcnicasbombasaspiranteseimpelentesyhastaenel mshumildemechero.Un conjunto tcnico, una lnea tcnica, no pueden funcio-narnormalmentesi nocumplen cierto nmerodecondicio-nes. A grandes rasgos, estas condiciones, en la medida enquese limitaunoestrictamente al dominiotcnico -ya volvere-mos enseguidasobreestarestriccin->, ataennecesaria-mente a cualidades y cantidades. Las interferencias entre cua-lidades y cantidades son, por lo dems, muy numerosas. Antetodo entre las cualidades: el trabajar con una materia dada re-quieretiles deuna cualidadigualmentedeterminada. Perolaproduccindedeterminadascantidadespuede, asimismo,exigir unas cualidades precisas delos mediosde produccin.Menos marcada, la influencia de la cantidad en la cualidad essin embargo notoria engran nmero de casos.Yendomsadelante, llegamosal momentoenque se es-tablecen vnculos o alianzas. no slosiguiendo un proceso li-neal, sino tambin con retornos o al sesgo. Entonces, cada unodelos componentes deunconjunto tcnicotiene necesidad.parasupropiofuncionamiento, de uno ode unos cuantosproductos del conjunto. Esta relacin es evidente enel mbi-to delos materiales: si la siderurgia utilizala mquina de va-por, sta necesitaunmetal cadavez msresistentepara so-portarlas altas presionesademsdel recalentamiento. Estarelacin se da, aunquenotanevidente, en muchos otros do-minios. En el esquemade produccin dehierro fundido. queacabamos dedar, seve enseguida quela fundicin y el hie-rrosonnecesariosencadaunodelos subconjuntos. Sepo-dran multiplicar los ejemplos,complicar los esquemas, intro-Conceptos y metodologa SIduciendo, pongamospor caso, lastcnicas del transporteyevocando, como acabamos dehacerlo lneasatrs, el proble-ma dela energa. Haycasos en los quesonmuy estrechas lasrecprocasrelacionesde lossubconjuntos entres yconelconjunto global: citemos el dela industria qumica. Hay otrosenlos queesas relaciones sonmucho ms vagas, ms impre-cisas, y,en definitiva, relativamente escasas: citemos el caso dela industria textil.Equivale ello a decir que, en el lmite y por lo general, to-daslas tcnicas son, endiferentes grados,dependientes unasdeotras, yque entreellashadehabernecesariamenteunacierta coherencia: el conjunto detodas las coherencias que adistintosnivelessedanentretodaslasestructuras detodoslos conjuntos y detodas las lneascompone lo quese puedellamar un sistema tcnico (figura 4). Y las uniones o ligazo-nes internas, que aseguran la vida deestossistemas tcnicos,soncadavezmsnumerosasamedida que seavanzaeneltiempo, a medida que las tcnicas se van haciendo ms y mscomplejas. Tales vinculaciones slo se pueden establecer y re-sultar eficaces cuando el conjunto delas tcnicas ha alcanza-douncomn nivel, aunque tambin, marginalmente, si el ni-vel de algunasde ellas, ms independientes respectoalasotras, permanece por debajo o por encima del nivelgeneral,siendo naturalmente la segunda de estas dos hiptesis ms fa-vorable quela primera.Obtenidoel equilibrio, esviable el sistematcnico. Losaficionados alosjalonamientoscronolgicospueden, pues,definir asbastantessistemastcnicosquesehanidosuce-diendo enel transcurso delos siglos, y analizarlos, estoes, ir52 Introduccin a la historia de las tcnicasConceptos y metodologa 534. Esquema simplificadodel sistematcnico dela primeramitaddel si-gloXIX.msalldelas monografasparticulares sobre cada tcnica,precisar losnexos entretcnicas, sunaturaleza y lasexigen-cias quesuponen.Dehecho, lasinvestigacionesconesteenfoquesonanmuy incompletas e inseguras y la mayora de los cuadros quehansidopresentadosnosparecenespecialmenteinsuficien-tes. Ensuobra Tcnicay civilizacin, Lewis Mumford, si-guiendo a otros autores, haba no ya esbozado bien una des-cripcin de los sistemas tcnicos, sino presentado unos grandesperodos definidos con bastanteconfusin:. fase eotcnica,fase paleotcnica y fase neotcnica. Si cada una de estas fa-ses representa a grandes rasgosun perodo dela historia hu-mana, caracterizasemsanpor elhecho deque formauncomplejo tecnolgico. El problema estaba as certeramentecaptado. Cadafase tienesus orgenesen ciertasregionesbien delimitadas y tiende a emplear determinados recursos ymaterias primas especiales; cada una tiene sus medios espec-ficos de generar y deutilizar la energa, y sus formas particu-lares deproduccin. Casi cada parte deun complejo tcnico(trminoempleadoaqu enunsentidodiferentedel quelehemos dado nosotros msarriba)tiende a hacer resaltar y asimbolizar, enelinterior mismodel complejo, series enterasde relaciones, Y, para distinguir estas diversas fases, evocabaMumford las que sepodra llamar tcnicas dominantes que,precisamente por su universal importancia, ejerceran unefecto deatraccinoarrastresobrelasdems. Lafaseeo-tcnica esuncomplejo formadopor elaguay la madera, lafase paleotcnica un complejo formado por el carbn y el hie-rro,la faseneotcnicauncomplejo formado por la electrici-TexlesKay 1733Hargreaves 1765Arkwright1767Crompton1782Cartwright :rnaT!8JlSPOrtes terrestresCugnot1769Trevithicl