Guía Ilustrada de Tortugas Marinas - Prontuario...

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Guía Ilustrada de Tortugas Marinas Para los Campamentos Tortugueros Comunitarios de la Costa Oaxaqueña

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Guía Ilustrada de Tortugas Marinas

Para los Campamentos Tortugueros Comunitarios de la Costa Oaxaqueña

“Guía ilustrada de Tortugas Marinas”Para los Campamentos Tortugueros Comunitarios de la Costa Oaxaqueña

Fundación Comunitaria Oaxaca A.C.Alfonso Bravo # 103 Fracc. Villa de Antequera C.P. 68020, Oaxaca, Oax.www. fundacion-oaxaca.org

Fondo Oaxaqueño para la Conservación de la Naturalezawww.fondo.org.mx

Derechos reservados conforme a la ley.Se prohibe su reproducción parcial o total sin autorización por escrito de la Fundación Comunitaria Oaxaca A.C.

Coordinador:Alejandro de la Torre Yarza.

Colaboradores:Mireya Viadiu Ilarraza, Cuauhtémoc Peñaflores Salazar, Ernesto Albavera Padilla, Martha R. Harfush Meléndez.

Revisoras:Adriana L. Sartí Martínez, Ana R. Barragán Rocha.

Corrección de estilo: Janneth del Rocío Noblecilla M.

Diseño Gráfico:LDG. Cecilia M. Contreras Ramírez.Ariana Quevedo Ortíz.

Producción y logística:Isabel Monserrat Cid Rodríguez.

Dirección de Comunicación y Cultura para la ComunicaciónCONANP

Para la realización de esta guía se contó con la valiosa colaboración de diversas organizaciones y personas entre las que se encuentran la Red de los Humedales de la Costa de Oaxaca y las sociedades cooperativas de servicios ecoturísticos: La Ventanilla, El Tomatal, Los Naranjos, Escobilla, Barra de Navidad, El Venado, La Tuza y El Cacalote, con quienes tuvimos imborrables y enriquecedoras experiencias durante las capacitaciones, diagnósticos y talleres.

A Manuel Rodríguez Gómez, Director de la CMT, por las facilidades prestadas en sus instalaciones. A la CONANP México, por el apoyo para la impresión de esta guía. A Agustín Ruiz Gutiérrez, operador del Fondo Oaxaqueño en la costa, por su tenaz empeño. A todos aquellos que de una u otra forma participaron y colaboraron en su realización.

“La reimpresión de esta guía ha sido posible mediante el apoyo de la Comisión Nacional de Áreas Protegidas, y la realización de la misma a través de los Estados Unidos de Norte América, a través de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID). Su contenido es responsabilidad de la Fundación Comunitaria Oaxaca A.C. y del Fondo Oaxaqueño para la Conservación de la Naturaleza, y no refleja necesariamente el punto de vista de USAID o del gobierno de los Estados Unidos de América”.

Alejandro de la Torre Yarza Coordinador de Proyectos

Fondo Oaxaqueño para la Conservación de la Naturaleza

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ContenidoI. Presentación........................................................................................................................................................................................................................................7 II. Importancia de las tortugas marinas y los antecedentes de su explotación en México............................................................................................8

III. El ciclo de vida...............................................................................................................................................................................................................................13

IV. Características y adaptaciones interesantes en las tortugas marinas............................................................................................................................14

V. Especies de tortugas marinas......................................................................................................................................................................................................18 1. Tortuga laúd (Dermochelys coriacea). Las diferencias saltan a la vista.......................................................................................................................18 2. Tortuga verde o prieta (Chelonia mydas)...........................................................................................................................................................................22 a) Tortuga prieta o verde del Pacífico.................................................................................................................................................................................22 b) Tortuga verde o blanca.......................................................................................................................................................................................................24 3. Tortuga golfina (Lepidochelys olivacea). La de las grandes multitudes.....................................................................................................................26 4. Tortuga lora (Lepidochelys kempii). Muy mexicana, pero no sale de noche............................................................................................................30 5. Tortuga caguama o cabezona (Caretta caretta). Es de las de carrera larga...............................................................................................................33 6. Tortuga carey (Eretmochelys imbricata). Una joya que se mueve en el agua.........................................................................................................35 7. Tortuga kikila (Natator depressus). ¿Dices que es la única que no visita aguas mexicanas?, pues ella se lo pierde..................................37

VI. Amenazas que enfrentan las tortugas marinas...................................................................................................................................................................40

VII. Los campamentos tortugueros comunitarios y las actividades que realizan............................................................................................................44

VIII. ¿Qué podemos hacer?..............................................................................................................................................................................................................50

IX. Legislación y Normatividad........................................................................................................................................................................................................53

X. Fichas de identificación................................................................................................................................................................................................................56

XI. Bibliografía consultada................................................................................................................................................................................................................61

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I. Presentación

P or décadas se pensó que el diseño y aplicación de estrategias para la conservación de las tortugas marinas, y de los recursos

naturales en general, eran obligación casi exclusiva del gobierno en sus distintos niveles. Con el tiempo esta idea se ha ido quedando atrás para dar lugar a una nueva visión en la que la sociedad adquiere un compromiso abierto y una participación más activa en la búsqueda de alcanzar los objetivos de conservación. Hoy en día las comunidades costeras y sus habitantes, que históricamente han convivido con las poblaciones de tortugas marinas que llegan a depositar sus huevos a las playas, juegan un papel mucho más preponderante para incrementar las expectativas de sobrevivencia de estos reptiles, lo mismo aplicando esfuerzos para la protección de nidadas que interactuando con otros habitantes locales y con turistas que llegan a visitarlos, procurando inducirlos a actuar de manera más responsable con nuestro ambiente.

En las costas de Oaxaca se inician los primeros Campamentos Comunitarios de protección a las tortugas marinas a partir de la temporada 2003-2004, pero se otorga el primer permiso a la Unión de Sociedades Cooperativas de la Red de los Humedales de la Costa de Oaxaca el 14 de noviembre de 2006, mediante el oficio SGPA/ DGVS/07365/06, dicho documento fue el primer permiso expedido a favor de este tipo de ONG para localidades interesadas.

Por esta razón, esta guía tiene como objetivo principal reforzar los conocimientos adquiridos por los guías comunitarios de los campamentos tortugueros pertenecientes o no a la Red de los Humedales de la Costa de Oaxaca, durante la práctica diaria de sus actividades de conservación.

Además, brinda información general sobre las tortugas marinas a todos los que se interesen por la labor que se realiza en dichos campamentos, o por conocer un poco más en torno a estos milenarios reptiles.

La información se ofrece de manera breve y buscando que los detalles técnicos se complementen con otros datos que ayuden a comprender la relevancia de las tortugas como parte de sus ecosistemas, así como algunos aspectos culturales que giran alrededor de ellas.

En la elaboración de esta guía se consideró de vital importancia encontrar el justo equilibrio entre la información científica sobre la biología y ecología de las tortugas y los diferentes usos que se les ha dado en las comunidades de la costa de Oaxaca y otras partes del mundo.

Este balance permitirá a los guías comunitarios contar con mejores herramientas en su labor para sensibilizar a los turistas que atienden.

Se pone particular interés en abordar algunos de los aspectos por los que estos impresionantes animales se encuentran en peligro de extinción y lo que se puede hacer para reducir este riesgo, así como las actividades que cotidianamente se llevan a cabo en los campamentos tortugueros.

Se aborda también un capítulo sobre la legislación y normatividad en torno a su protección, conservación y aprovechamiento, así como ilustraciones que sirven como fichas de identificación para cada una de las especies de México.

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II. Importancia de las tortugas marinas y los antecedentes de su

explotación en México

La importancia de las tortugas marinas puede verse desde diferentes perspectivas: por sus características biológicas, por su

papel en los ecosistemas que habitan, por el aprovechamiento que se ha hecho de ellas o desde la visión que cada cultura tiene sobre estos animales.

Como ejemplo podemos mencionar la importancia ecológica como parte de la cadena alimenticia, primero consumiendo una gran diversidad de especies animales y vegetales, ocupándose así de regular sus poblaciones; aportando grandes cantidades de materia orgánica utilizable como fuente de energía al convertirse en alimento de sus depredadores naturales; o al sufrir procesos de descomposición cuando mueren, incorporándose al ambiente como nutrientes para otros organismos. Cumplen una destacada labor al transferir nutrientes entre ecosistemas, ya que al salir del mar para dejar en la playa sus huevos, están llevando energía del ecosistema marino al terrestre. En la playa, las hembras pueden ser presa de algunos depredadores y los huevos que dejan sirven de alimento, en estado fresco o en descomposición, para otros organismos como cangrejos, mapaches, coyotes, así como para varias especies de aves e insectos. Al salir las crías de sus nidos, dirigirse y entrar al mar, son importante aportación de energía que se está incorporando del ecosistema terrestre al marino. Durante sus migraciones también transfieren energía al trasladar organismos que se adhieren a ellas, como algas, moluscos, balanos y algunos peces.

Como recurso, los quelonios marinos son importantes por el uso y aprovechamiento que el hombre ha hecho de ellos desde tiempos remotos. De las tortugas marinas no sólo ha obtenido alimento, sino también materia prima para elaboración de variados productos industriales, incluyendo los curativos, acostumbrados en comunidades costeras. De igual forma tienen su importancia cultural en muchos pueblos ribereños al ser elementos centrales de danzas y rituales tradicionales.

La aceptación y creciente demanda de productos de estos animales dieron impulso a una pesquería en la cual se involucraron intereses económicos, tanto de nivel nacional como internacional. Más recientemente, y una vez que las tortugas fueron declaradas especies en peligro de extinción y gozaron de protección legal total y por tiempo indefinido, sus formas de aprovechamiento dieron un giro al convertirse en un atractivo turístico muy efectivo, gracias a lo cual pueden seguir rindiendo frutos a las comunidades locales sin la necesidad de capturarlas.

La captura de tortugas marinas para autoconsumo fue practicada en México por las comunidades costeras desde antes de la Conquista Española hasta la primera mitad del siglo XX; el incremento en la demanda de los productos de las tortugas en mercados nacionales e internacionales fue adquiriendo importancia hasta dar forma a una pesquería comercial de gran magnitud.

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Entre las principales se tiene la ocurrida en la Península de Yucatán, que hasta finales de los años sesenta se mantuvo orientada hacia la captura de las tortugas blanca y caguama, muy apreciadas ambas por el sabor de su carne. Por muchos años salieron cargamentos con decenas de tortugas blancas vivas desde las islas Cozumel, Mujeres y Holbox en Quintana Roo, con destino a la Florida en Estados Unidos de América, mientras que la caguama se destinó principalmente al consumo local. Hace casi medio siglo, en la costa oeste de Florida y desembocadura del Río Mississippi, se desarrolló una pesca comercial de regular importancia para la explotación de la tortuga lora. En el Pacífico mexicano los primeros registros dan cuenta de una producción nacional de alrededor de 600 toneladas al año. En 1962 esa producción se duplicó y, por esos años, la captura de tortugas en el Estado de Oaxaca comenzó a ser significativa en la estadística nacional. Cada año esta aportación se fue incrementando debido a la gran aceptación de la carne y alta cotización de las pieles curtidas de tortuga golfina en el mercado internacional, de manera tal que para 1968 se alcanzó la captura máxima de 14,500 toneladas (aproximadamente 350 mil tortugas).

A partir de entonces se observó una reducción en las poblaciones de tortugas por lo que la captura comenzó a descender al punto que las autoridades declararon una veda entre los años 1972 y 1973, durante los cuales se reorganizó la pesquería. De esta restructuración surgieron nuevas disposiciones, tales como la exclusividad a las cooperativas pesqueras para la captura de estas especies, el aprovechamiento obligatorio de todas las partes de la tortuga para evitar desperdicios, así como el establecimiento de tallas mínimas y cuotas de captura por región. Adicionalmente se estableció el compromiso de las cooperativas pesqueras para participar en acciones de protección de hembras, huevos y crías.

Pese a este reordenamiento las tendencias de las poblaciones de tortugas marinas continuaron descendiendo, por lo que la pesca comercial de estos quelonios concluyó en mayo de 1990 con el acuerdo de veda total y permanente para su protección.

No sobra decir que en los últimos años de captura legal la única especie que podía soportarla era la tortuga golfina, particularmente en algunas regiones entre los Estados de Jalisco y Oaxaca. En ese mismo periodo la producción nacional de tortuga golfina provenía mayoritariamente de este último.

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5. El apareamiento ocurre en el mar, durante la migración o frente a las playas de anidación. Por lo general las hembras se aparean con varios machos y viceversa. Al poco tiempo, los machos migran de regreso a las áreas de alimentación, mientras que las hembras permanecen en la zona de reproducción durante varias semanas o meses. Esto nos permite observar que la reproducción de las tortugas marinas se compone de una fase marina (apareamiento) y una fase terrestre (anidación).

Luego de haber anidado en varias ocasiones en una misma temporada, las hembras regresan a las áreas de alimentación para nuevamente acumular energía. Su próxima temporada reproductiva puede ser uno o varios años después, dependiendo del tiempo que le tome acumular suficiente energía para reproducirse y de la distancia entre las áreas de alimentación y reproducción.

III. El ciclo de vida

Las distintas etapas que los organismos de una especie cumplen, desde que nacen, durante su desarrollo y hasta su reproducción,

en conjunto se conocen como ciclo de vida. A continuación se revisan los aspectos más relevantes que conforman este ciclo en las tortugas marinas.

1. Las hembras adultas llegan a la playa, construyen un nido y depositan sus huevos. Esto lo pueden hacer varias veces durante la temporada de anidación dejando pasar algunos días entre cada puesta.

2. Los huevos se incuban en la arena y luego de varias semanas, las crías rompen el cascarón (lo que se conoce como eclosión), emergen a la superficie de la arena y de inmediato intentan llegar al mar; no todas lo logran, pues en el trayecto puede haber depredadores que las ataquen. Durante la incubación algunos embriones mueren sin llegar a eclosionar, o bien, varias de las crías que sí lograron salir del huevo, pueden morir dentro del nido.

3. Una vez que las crías se internan en el mar, deben cruzar lo antes posible la zona costera, donde también hay una enorme cantidad de depredadores; de ahí se dirigen a algunas áreas para alimentarse y desarrollarse. Se sabe muy poco de lo que ocurre con las tortugas en esta etapa, razón por la cual se le conoce como “los años perdidos”.

4. Las áreas de alimentación generalmente están asociadas a zonas costeras con poca profundidad, pero también se les puede encontrar en zonas oceánicas de grandes profundidades. Ahí se pueden encontrar mezclados organismos juveniles y los que ya alcanzaron la madurez sexual. Una vez que los adultos se han alimentado durante varios meses o años para acumular suficientes reservas de energía, se desplazan (migran) a las playas en las que las hembras anidan, pudiendo haber hasta miles de kilómetros de distancia entre ellas. 4

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IV. Características y adaptaciones interesantes en las tortugas marinas

Las tortugas son un grupo de organismos cuya aparición en el planeta ocurrió hace por lo menos 230 millones de años, cuando

las condiciones ambientales eran muy diferentes a las actuales. Desde luego, la apariencia y las características de estos animales han cambiado sustancialmente desde entonces a través de una serie de modificaciones que, al paso de muchos millones de años, les han permitido adaptarse y mantenerse presentes en los distintos ecosistemas en los que hoy habitan. Primero fueron organismos terrestres, pero luego de varios millones de años colonizaron los cuerpos de agua dulce, para posteriormente introducirse en el ambiente marino. Esto último ocurrió hace unos 100 millones de años.

Pertenecen a la clase de los reptiles, al igual que los cocodrilos, las lagartijas y las serpientes, pero se reconocen fácilmente por su cuerpo en forma de “caja” redondeada, la cual se compone de dos partes: una “tapa” superior o caparazón, con forma de vasija invertida, y una “tapa” inferior, más aplanada, llamada plastrón; estas dos piezas conforman una especie de escudo o armadura que por millones de años les ha significado una protección generalmente efectiva, al menos para los órganos internos.

Entre las características que las tortugas presentan y que las identifican como reptiles hablemos de las más sobresalientes: En primer término, su piel está cubierta por escamas y no por pelo, como

ocurre con los mamíferos, o por plumas, como en el caso de las aves. Tienen pulmones, lo cual significa que aunque muchas de ellas pueden nadar y bucear, cada cierto tiempo deben salir a la superficie del agua para respirar. Son ovíparas, esto quiere decir que para reproducirse ponen huevos; por cierto, aunque las tortugas marinas pasan prácticamente toda su vida en el agua, las hembras deben salir a tierra para hacer su nido y ahí dejar sus huevos, lo que nos confirma que en épocas pasadas vivieron en ambientes terrestres. Otro rasgo que también comparten con los demás reptiles es su imposibilidad para responder de manera fisiológica a los cambios de temperatura que se presentan en el ambiente, así que deben recurrir a factores externos cuando requieren calentar o enfriar su cuerpo; debido a ello se dice que son organismos de sangre fría.

Pero tal vez la característica que más puede asociar a las tortugas con el grupo de los reptiles es la forma en la que están acomodados los huesos de sus extremidades, ya que en lugar de tenerlos orientados hacia la parte baja del cuerpo, como los mamíferos o las aves, éstos se extienden más bien hacia los lados. De hecho a ello deben su nombre, pues lo anterior hace que su vientre esté en contacto con el piso y al desplazarse, literalmente, reptan o se arrastran.

Por las reglas de la naturaleza todos los organismos deben estar adaptados al ambiente en el que habitan, pues de otro modo sus poblaciones van perdiendo individuos hasta terminar desapareciendo.

Lo anterior significa que todas las especies que hoy conocemos, en mayor o menor medida, han sufrido cambios o transformaciones que les representan la posibilidad de responder y adaptarse a los cambios que se presentan en el ambiente, o a las condiciones de áreas en las que no habitaban y que en algún momento colonizaron. Las tortugas marinas no son excepción y, para poder sobrevivir en un ambiente tan particular como el mar, han debido adaptarse a él en un proceso que les ha llevado millones de años.

Si nos detenemos un poco a revisar estas adaptaciones nos daremos cuenta de lo maravillosa y fascinante que es la naturaleza en todas sus manifestaciones. La adaptación más visible para la vida marina

son las aletas. Los huesos de las extremidades son muy similares en todos los quelonios; sin embargo, mientras en las tortugas terrestres y dulceacuícolas los dedos están bien diferenciados, en las tortugas marinas son más alargados y están cubiertos por una capa de piel que los fusiona para dar forma a las aletas, que cumplen la función de remos.

Pero para poder desplazarse en el agua no basta la modificación de sus extremidades; otra transformación visible en las tortugas marinas es la forma de su cuerpo. Si lo comparamos con el de las tortugas que habitan en tierra o en agua dulce, notaremos que en las marinas está más aplanado gracias a que en su “caja” ya no hay espacio para

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que pueda retraer las extremidades y la cabeza, como sucede en la mayoría de las tortugas no marinas. A cambio, al haber “adelgazado” la forma de su cuerpo, su desplazamiento en el agua es mucho más ágil, ya que hay menor resistencia a la corriente de agua.

Hay muchas características que observamos en las tortugas marinas que nos ayudan a entender por qué han sobrevivido por tanto tiempo. Por ejemplo, si al dejar caer sus huevos dentro del nido éstos no se rompen al chocar unos con otros, es gracias a que el cascarón es suave; ¿podemos imaginar qué pasaría si una gallina o cualquier ave deja caer sus huevos desde una altura similar (30 a 60 centímetros)? Por el tipo de cascarón, seguramente ya se habrían extinguido. Otra adaptación es la absorción de los nutrientes del huevo durante el proceso de incubación, la cual se retrasa un poco, de manera que cuando la cría rompe el cascarón y sale del nido aún lleva una reserva de energía en el vitelo (parte de lo que era la yema del huevo) que le permite sobrevivir los primeros días sin necesitar alimentarse; esto le ayuda a salir más pronto de la franja costera, en donde abundan los depredadores. El vitelo es ese pequeño abultamiento que podemos observar en las crías recién salidas del nido que se ubica en lo que equivale al ombligo de los mamíferos. No es casualidad que a algunos depredadores pequeños de la playa muchas veces sólo les interese comerse esa parte, por la cantidad de nutrientes que contiene, para luego dejar a la cría muerta sobre la arena.

Desde luego, no todas las tortugas marinas son iguales; cada especie está adaptada al tipo de ambiente en el cual se desarrolla y encuentra su alimento. Ilustremos esto con la forma del pico. La tortuga carey tiene un pico visiblemente agudo o afilado; gracias a esto puede buscar su alimento en los huecos que se forman entre las rocas y los corales, en donde suele haber anémonas, crustáceos, moluscos, peces y principalmente esponjas, de los cuales se alimenta. En cambio, la tortuga blanca y la tortuga prieta tienen un pico más parejo o plano con borde aserrado, lo que les permite cortar grandes porciones de pasto marino y algas, sus principales alimentos. La tortuga laúd tiene un pico en forma de “W”, lo que le permite atrapar medusas. Las tortugas golfina, lora y caguama tienen picos más redondeados y

mandíbulas fuertes, gracias a lo cual pueden triturar cualquier presa de un tamaño razonable, aunque esté protegida por una dura concha. ¿Qué pasaría si una tortuga carey intentara comer pastos marinos?, ¿o si una golfina quisiera atrapar un caracol pequeño en el hueco de un arrecife coralino? Difícilmente lo lograrían.

En cuanto a las características y hábitos de las tortugas marinas podríamos decir que nada es producto de la casualidad, pues de cada aspecto podemos encontrar una explicación en términos de la adaptación. Por ejemplo, el hecho de que las crías se muevan con mucha rapidez apenas dejan el nido, obedece a una estrategia para que tengan mayores oportunidades de salir pronto de la zona costera, que como ya dijimos está inundada de depredadores y otros peligros. Continuando con las crías, ¿cómo rompen un cascarón flexible para salir del huevo cuando el proceso de incubación ha llegado a su fin? lo hacen gracias al carúnculo, que es una pequeña espina o diente filoso que tienen en la punta del pico, y que pierden al poco tiempo de haber eclosionado, pues nunca más lo volverán a necesitar.

Nos faltaría espacio para continuar enumerando los rasgos que explican el éxito adaptativo de los quelonios marinos. Lo cierto es que esa capacidad para adaptarse les hará mucha falta en nuestros tiempos debido a los cambios que se están observando en el planeta. Como grupo ya han enfrentado con éxito situaciones caracterizadas por cambios ambientales; ello nos deja saber que tienen las herramientas para afrontar el calentamiento global actual.

El inconveniente puede ser que, en esta ocasión, los cambios se están manifestando a un ritmo mucho más acelerado de lo que lo hacían antes, por lo que sólo el tiempo dirá si sobreviven como lo han hecho en otras épocas.

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V. Especies de tortugas marinas

1. Tortuga laúd (Dermochelys coriacea)Las diferencias saltan a la vista.

Destacar a la laúd por una sola característica que la haga particularmente interesante o diferente a las demás tortugas marinas no es posible, pues tiene muchas que la hacen especial; una de ellas es el tamaño, otra el peso, también se distinguen por su color, forma del caparazón, su distribución, migración y hábitos alimenticios, así como por conservar su temperatura corporal más eficientemente que las demás especies. Más bien tiene tantas características que la distinguen de las otras que la hacen única.

Respecto a nombres comunes, esta tortuga marina tiene muchos. En México también se le conoce como siete filos, de cuero, chalupa, machincuepo y de canal. En otras partes de Latinoamérica se le conoce como tinglado, tinglar, tres quillas, cardón, galápago, baule o baula.

La especie se distribuye tanto en el Océano Atlántico, incluyendo el Golfo de México y el Mar Caribe, como en el Pacífico.

La tortuga laúd se caracteriza por tener un caparazón alargado, desprovisto de escudos córneos, pero cubierto por piel coriácea (de cuero) que cubre una gruesa capa de grasa; presenta siete quillas o

“filos” que lo recorren longitudinalmente y cinco en el plastrón. La piel de las aletas, cuello y cabeza carece de escamas. La cabeza es de forma triangular con pico córneo (con consistencia de cuerno), filoso y con dos puntas en la parte frontal superior, mientras que en la parte inferior solo presenta una, dándole la apariencia de “W” al verla de frente. Sus aletas delanteras son notablemente grandes y las traseras están unidas a la cola sólo por una por una membrana de piel. La coloración en los adultos es negra con pequeñas manchas blancas, grisáceas y rosadas por el cuerpo; los adultos generalmente presentan una mancha rosa más grande en la parte superior de la cabeza; las crías son negras y de aspecto escamoso con puntos blancos dispuestos en línea, a lo largo de las quillas y alrededor de las aletas; al nacer tienen una longitud de caparazón de entre cinco y seis centímetros., y un peso de alrededor de 40 a 45 gramos. La tortuga laúd es la más grande de las tortugas marinas y la longitud de su caparazón en adultos va de 135 centímetros a 190 centímetros.

El peso de los adultos varía mucho, pero oscila alrededor de los 500 kilogramos. Un caso extraordinario es el de un macho que varó en el país de Gales, Reino Unido, con longitud curva de caparazón de 256 centímetros. y un peso de 916 kilogramos.

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Su viaje a las áreas de alimentación y regreso a la zona de reproducción para cumplir otra temporada reproductiva puede ser de dos a tres años, aunque por factores extraordinarios, tales como escasez de alimento, condiciones de salud de la hembra o eventos atmosféricos intensos, puede retrasarse. La estación reproductiva en el Atlántico es entre marzo y septiembre, mientras que las tortugas del Pacífico americano anidan de octubre a febrero o marzo. El desove ocurre regularmente durante la noche, de preferencia en la fase más obscura.

El intervalo entre anidaciones dentro de una misma temporada es de alrededor de 10 días y el número de huevos que deposita una laúd en cada ocasión va de 60 a 90; rara vez supera este rango. En la misma temporada una hembra puede llegar a la playa para desovar hasta diez ocasiones; esto puede suceder en la misma playa o en otras dentro de un rango de 300 kilómetros. aproximadamente. El tamaño de los huevos de esta especie es mayor al de otras tortugas marinas; pero además, es la única que pone un complemento de la nidada consistente en formaciones similares a un huevo de tamaños variables, generalmente más pequeños, y sin yema.

En México las principales playas de anidación son Mexiquillo en el estado de Michoacán, Tierra Colorada en el estado de Guerrero, Cahuitán y Barra de la Cruz en Oaxaca. En el Atlántico mexicano las anidaciones son esporádicas.

Por el seguimiento de algunos individuos a través de marcado satelital se ha revelado que la laúd realiza movimientos migratorios transoceánicos que la pueden llevar desde playas de desove en Oceanía hasta zonas de alimentación en Estados Unidos en el Océano Pacífico; también se han detectado rutas que unen al mar Caribe con las costas de Canadá e Inglaterra, en los extremos del Atlántico Norte. Tortugas laúd que llegan a desovar a las playas del Pacífico mexicano se han registrado nadando en aguas frías de Sudamérica, frente a las costas de Perú y Chile.

El alimento preferido de la tortuga laúd son las medusas, organismos blandos de aspecto y consistencia gelatinosa, de las cuales tiene que atrapar grandes cantidades para satisfacer sus requerimientos energéticos y esto la obliga a bucear en aguas profundas y frías.

La forma de su pico, garganta y esófago facilita la ingestión de los cuerpos resbalosos de estos animales.

Ya se señaló que esta tortuga tiene muchas características que la hacen muy especial, pero destacan dos en particular: primero, es la única capaz de soportar y mantenerse activa en aguas frías como las de la península de Alaska y Canadá en el Pacífico, e Inglaterra en el Atlántico Norte. Esta capacidad se la dan ciertas características anatómicas y fisiológicas muy particulares: cuando las tortugas laúd están en aguas muy frías, reducen la corriente sanguínea hacia las aletas, evitando así la pérdida de calor corporal; adicionalmente, su cuerpo está cubierto por una gruesa capa de grasa, lo que aunado al color negro de su piel, así como la actividad muscular y tamaño del animal, le permiten retener calor y mantener su temperatura corporal varios grados por arriba de las aguas que la rodean. La segunda característica sobresaliente es la capacidad de realizar inmersiones de más de 1,000 metros de profundidad, misma que alcanza en tan sólo unos minutos.

En el Pacífico mexicano se contaba con una numerosa población de tortuga laúd todavía hasta los años 70 y 80, en el siglo pasado; en las principales playas de anidación de esta especie se veían varias decenas de hembras anidando en una sola noche. Pero en pocos años, su declinación fue tan acelerada que actualmente en esas mismas playas apenas se registran algunos centenares de anidaciones por temporada, lo que hace que se le considere en peligro crítico de extinción.

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2. Tortuga verde o prieta (Chelonia mydas)

a.- Tortuga prieta o verde del Pacífico

¡No te muevas ni hagas ruido, que esta tortuga es muy arisca!

La tortuga prieta, también llamada negra o sacacillo, motivó un alto interés comercial por el valor que llegó a tener su piel y la alta calidad de su carne en el mercado. Junto con la tortuga golfina abasteció ese mercado durante mucho tiempo, lo que dio lugar a una intensa actividad de captura hasta que en 1983 el aprovechamiento de la tortuga prieta fue prohibido, apenas unos años antes de que se estableciera la veda total que hoy protege a todas las especies de quelonios marinos. Por esa explotación, así como por el saqueo de sus huevos en las playas de anidación, se ocasionó una dramática disminución en sus poblaciones.

En nuestro país en la década de los años setenta, del siglo pasado, en el pico de la temporada podían observarse entre 200 y 500 hembras por noche desovando en sus playas de anidación más importantes, pero antes de que terminara esa década la cifra se redujo a unas 30. Entre la década de los años ochenta y el dos mil, la tendencia en el número de hembras que anidaron en México fue claramente descendente, aunque en los últimos diez años se ha observado una ligera recuperación. Aún así se estima que la población de tortuga prieta disminuyó en un 40 por ciento durante ese periodo. Hoy en día es una especie considerada en peligro de extinción; pero,

aún después de la prohibición de su captura y hasta 1990, algunos grupos étnicos del Pacífico mexicano: seris, pómaros y huaves, con fuertes vínculos culturales hacia esta especie, pudieron contar con la autorización para capturar anualmente algunos individuos.

La cabeza de esta tortuga es redondeada y con el pico aserrado para poder cortar las algas y pastos marinos de los que se alimenta.

Es una tortuga de tamaño mediano que en promedio mide 78 centímetros de caparazón, el cual puede ser uniformemente negro arriba o con manchas negras u otras marcas sobre un fondo grisáceo. El plastrón por lo general es de color gris oscuro, pero en algunos ejemplares llega a tener manchas blancas, rosas, amarillentas o anaranjado claro. Una característica morfológica que la distingue es la terminación de su caparazón en “V” o forma de punta. Puede llegar a pesar más de 100 kilogramos., pero el promedio es de 52 kilogramos. Las crías son negras y se caracterizan por tener una línea blanca en los bordes del caparazón y de las aletas; el plastrón en sus primeros días es blanco, pero con rapidez va oscureciéndose; el largo de caparazón está entre los 4 y 5 centímetros. aproximadamente.

La tortuga prieta se distribuye únicamente en la cuenca americana del Océano Pacífico desde Baja California y el Golfo de California, donde se ha descubierto que se encuentran algunas de sus zonas de alimentación más importantes, hasta el sur de Perú.

Las diferencias morfológicas entre las poblaciones del Atlántico y del Pacífico mexicano ha llevado a pensar a ciertos investigadores que se trata de dos especies. Aún no hay un consenso sobre este punto y cada día hay más evidencias de que se trata de la misma especie. En México la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010 considera a la prieta como una especie diferente de la verde, sin embargo, los tratados internacionales que México ha ratificado las reconocen como la misma especie. Un tratado internacional es un documento que está por encima de una Norma.

En este capítulo las consideraremos la misma especie pero le dedicaremos un espacio a cada una de ellas.

Vive en praderas de algas y pastos marinos cercanos a la costa. Su alimentación es omnívora durante las etapas de cría y juvenil, pues lo mismo se alimenta de algas y pastos marinos que de peces y otros animales, pero al llegar a la madurez su alimentación ya es herbívora.

Entre las tortugas marinas, la prieta es una de las que hace migraciones más cortas, pues rara vez se le encuentra muy lejos de la costa a lo largo de su zona de distribución; sin embargo, hay informes que mencionan migraciones del estado de Michoacán hasta las costas de Guatemala o las Islas Galápagos en Ecuador; que, a decir verdad, no es poca distancia. Es frecuente hallarlas en lagunas costeras por la gran cantidad de alimento que ahí encuentran.

La temporada de anidación de la tortuga prieta inicia en agosto y concluye en enero. Por temporada cada hembra puede desovar hasta ocho veces, poniendo 75 huevos en promedio, con una diferencia de 14 días entre una puesta y otra. Regresa a anidar cada dos o tres años. Las hembras son muy sensibles a ruidos y movimientos extraños cuando salen a desovar, razón por la cual es frecuente que al percibir algo fuera de lo normal la tortuga regrese al mar de inmediato. Por eso se dice que esta tortuga es muy arisca.

También es común que haga varios nidos o intentos fallidos de anidación, antes de depositar sus huevos en el nido definitivo.

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b.- Tortuga verde o blanca

Blanca por el color de su peto, verde por el color de su grasa.

De todas las tortugas marinas ésta es la que más se ha valorado por la calidad de su carne, pero también se le ha explotado ampliamente por su piel, la grasa de color verde debajo de la piel y el cartílago que recubre el plastrón (también conocido como calipee), usado para elaborar un tipo de sopa muy apreciada.

Uno de los problemas más serios que enfrenta esta especie es la destrucción de su hábitat, en especial cuando en sus zonas de anidación se edifican complejos turísticos, industriales urbanos o portuarios; esta invasión, la cual representa la construcción de enormes obras de infraestructura con intensa actividad humana e iluminación artificial, ocasiona que las tortugas tengan que buscar otros lugares menos alterados, lo que las va desplazando a otros sitios. Cuando las hembras anidan en playas con iluminación artificial es muy común que las crías, una vez que ha terminado la incubación y al momento de salir del nido, se desorientan y en lugar de dirigirse al mar se alejan de él muriendo por deshidratación o por agotamiento.

En esta especie, además, se presenta la enfermedad llamada fibropapilomatosis con mayor virulencia que en otras especies de tortugas marinas; esta enfermedad consiste en la formación de tumores internos y externos que, cuando en un individuo alcanzan cierto tamaño, pueden llegar a dificultarle algunas funciones importantes para la sobrevivencia, como la natación, la visión, la respiración o la ingesta de alimento, lo que a la larga puede desencadenar la muerte.

En el Golfo de México y el Caribe, a partir de los datos que ofrece el esfuerzo de monitoreo de las últimas tres décadas, esta especie ha mostrado ligeros signos de recuperación de entre cuatro y 14 por ciento. Sin embargo, aún persisten las amenazas y las razones por las que la tortuga verde está considerada en peligro de extinción.

Sus crías miden aproximadamente 5 centímetros de largo y su apariencia es muy similar a la de las crías de tortuga prieta, pues tienen color negro con bordes blancos en el caparazón y las aletas; el plastrón es color blanco y así se mantiene durante toda su vida. En la etapa adulta la coloración puede ir de tonos pálidos a muy oscuros y es frecuente que los escudos del caparazón tengan vetas radiales contrastantes de colores amarillos, cafés o verduzcos, en ocasiones con manchas obscuras.

Esta especie puede llegar a medir más de un metro de un extremo al otro del caparazón y llegar a pesar hasta 230 Kilogramos en poblaciones del Océano Atlántico y Pacífico occidental, pero con menor peso en el Océano Índico y el Mar Caribe.

La cabeza de esta tortuga es pequeña y redondeada, el pico es aserrado para poder arrancar las algas y los pastos marinos de los que se alimenta.

La tortuga verde, junto con la carey, es la más tropical de las tortugas marinas, pues se mantiene cerca del Ecuador, sin alejarse a regiones más frías. La tortuga verde se encuentra ampliamente distribuida en todos los océanos tropicales y subtropicales, y es frecuente encontrarla en zonas costeras y alrededor de las islas tropicales ricas en algas y en las praderas marinas. En México cuenta con playas de anidación en Tamaulipas, Veracruz, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.

Un rasgo curioso de esta especie es que las crías se pueden encontrar en alta mar, donde tienen alimentación carnívora, pero en sus etapas juvenil y adulta prefieren no incursionar en mar abierto, más bien se mantienen en la cercanías de la costa alimentándose únicamente de algas y pastos marinos.

Se sabe que es una especie muy selectiva cuando se trata de elegir áreas de alimentación y de reproducción.

Hay autores que mencionan que esta especie puede llegar a la madurez reproductiva entre los ocho y los 13 años. Anida entre mayo

y septiembre; cada hembra puede desovar de dos a cinco veces por temporada con una diferencia de alrededor de 15 días entre cada anidación desovando entre 84 y 144 huevos en cada puesta. La misma hembra regresa a la playa para anidar después de dos, tres o cuatro años.

Es conocido el hecho de que la tortuga verde, al igual que la prieta, al salir a anidar hace varios intentos de nido antes de dejar en el definitivo sus huevos; también destaca que se han observado algunas tortugas verdes adultas asoleándose en playas, conducta poco usual para los quelonios marinos.

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3. Tortuga golfina (Lepidochelys olivacea)La de las grandes multitudes.

De todas las especies de tortugas marinas, la tortuga golfina es hoy en día la más abundante en el planeta. No obstante, se cree que la gran mayoría de sus poblaciones aún son vulnerables, por lo que al igual que las demás especies también es considerada en peligro de extinción. Durante varias décadas, entre los años cincuenta y ochenta del siglo pasado, fue el soporte principal de una pesquería que desde nuestro país abastecía los mercados internacionales por la demanda de carne y piel. Sin embargo, la veda total y permanente que se estableció en 1990 para la protección de todos los quelonios marinos puso fin a ese aprovechamiento y significó un notable incremento en el número de anidaciones anuales en las playas del Pacífico mexicano.

Bastó una medida administrativa para revertir una tendencia que, de haber continuado unos años más, muy probablemente habría significado el colapso de sus poblaciones.

Su distribución es amplia, pues se le encuentra en los océanos Pacífico, Atlántico e Índico, aunque sus sitios de anidación se encuentran dentro de una franja alrededor de los trópicos, como en el caso de las otras especies de tortugas marinas. En México la encontramos únicamente en el Océano Pacífico, y sus playas de anidación se extienden desde el extremo sur de la península de Baja California y el sur de Sonora hasta la frontera con Guatemala. Aunque para anidar utiliza prácticamente cualquier playa arenosa con condiciones mínimamente adecuadas para la incubación de sus huevos, es sobresaliente la existencia de playas en las que se concentran decenas de miles de hembras para anidar, dando lugar a un fenómeno conocido como arribada o arribazón, que se describe

más adelante. Fuera de estos sitios, en muchas playas los registros alcanzan apenas entre mil y 5 mil anidaciones anuales.

Las crías de tortuga golfina son de color negro o gris muy oscuro y su caparazón apenas mide entre 3.5 y 4.5 centímetros. Conforme se van desarrollando, la tonalidad se aclara un poco siendo color grisáceo en la parte dorsal (espalda) del caparazón, cabeza y aletas, y de color cremoso o blanco en la porción ventral (vientre) del cuerpo. En etapa juvenil los escudos centrales del caparazón presentan elevaciones puntiagudas con forma de espinas que le dan mayor protección, pero cuando alcanza la edad adulta éstas se desvanecen para dar forma a un caparazón liso. Ya en la etapa adulta su caparazón es casi circular y muestra una elevación en la parte delantera, muy parecida a una joroba; su coloración es verde olivo con pequeñas regiones grisáceas en el dorso, conservando el tono blanco cremoso en el vientre. Junto con la lora, la tortuga golfina es la más pequeña de todas las tortugas marinas, pues su caparazón en edad adulta va de los 60 a 70 centímetros, rebasando esta longitud en raras ocasiones. Su peso puede alcanzar los 50 kilogramos en ejemplares muy grandes, pero en general oscila entre los 30 y 35 kilogramos.

Los científicos tienen opiniones muy diferentes en cuanto a la edad a la que las tortugas marinas alcanzan la madurez sexual y reproductiva, pero en el caso de las tortugas golfina y lora (las más pequeñas) se considera que esta condición la alcanzan entre los 10 y los 12 años. Una vez que inician su actividad reproductiva, las hembras de esta especie anidan entre una y tres veces por temporada.

Recordemos que las tortugas marinas realizan viajes o migraciones entre sus áreas de reproducción y sus áreas de alimentación, las cuales pueden estar a varios cientos o miles de kilómetros de distancia, por lo que no es sencillo que una hembra se presente a desovar puntualmente cada temporada; aún así se tienen registros de individuos que se reproducen en años consecutivos. En general se asume que la tortuga golfina tiene intervalos de reproducción de entre uno y tres años.

En el Pacífico mexicano su temporada de mayor anidación coincide con la temporada de lluvias, de junio a noviembre, pero actualmente se le puede ver durante todo el año.

El número de huevos que una hembra deposita en cada nidada varía según diversos factores, como la edad o madurez reproductiva, el número de anidaciones previas en la misma temporada, la condición de salud, e inclusive la población a la que pertenece; no obstante, se asume que el número de huevos oscila alrededor de 100, con variaciones en función de los aspectos ya mencionados.

Las migraciones de las distintas poblaciones de tortuga golfina que se reproducen en playas mexicanas son muy poco conocidas, pero se sabe que algunas hembras han viajado desde Panamá y Costa Rica para anidar acá. Aún así, todavía no se conoce la ubicación de las áreas de alimentación, ni el tiempo que las tortugas pasan alimentándose y acumulando energía para realizar el viaje a sus áreas de anidación.

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La tortuga golfina es omnívora, aunque de hábitos preferentemente carnívoros. Sus mandíbulas son fuertes por lo que la dureza de las conchas de algunas de sus presas no es algo que la limite. Se alimenta de peces, crustáceos (como cangrejos, langostas y camarones), moluscos (como caracoles y almejas), y otros tipos de organismos, (como salpas, medusas e inclusive algas).

Como ya se mencionó, el rasgo más sobresaliente de esta especie es que, al igual que la tortuga lora (la cual pertenece al mismo género), es capaz de anidar formando grandes grupos de hembras que dan lugar a la arribada, un espectáculo poco visto en el mundo animal.

Este fenómeno se caracteriza por la presencia de cientos y hasta miles de hembras anidando al mismo tiempo en una porción claramente identificada de la playa. La cantidad de tortugas que anidan en un espacio limitado es tal que con mucha frecuencia se observa a hembras que al escarbar para hacer su nido están destruyendo los huevos que habían sido depositados por otra hembra. La arribada se puede prolongar por varios días, e inclusive semanas, periodo en el que se observan incontables hembras llegando a la playa, otras anidando y otras tantas regresando al mar.

En algunas playas se pueden presentar arribadas durante cualquier mes del año, pero la temporada de arribadas más frecuentes y más densas va de junio a diciembre. Cada arribada es diferente, pero en general inician con la salida de algunas decenas de hembras para depositar sus huevos en la playa; con el paso de las horas la cantidad va en aumento hasta que se llega a un pico, un momento culminante en el cual se alcanza el mayor número de hembras presentes simultáneamente (por lo regular esto ocurre durante la noche, ya entrada la madrugada). A partir de entonces, el número va disminuyendo en forma muy regular, hasta quedar la playa vacía o casi vacía, generalmente ya en la mañana.

Este ciclo se puede repetir durante varios días hasta que ya han anidado todas las hembras del grupo. También se han observado arribadas con anidaciones continuas por varios días sin que haya un

sólo momento en el que la playa quede vacía, sobre todo entre los meses de septiembre y octubre, cuando la temporada está en su nivel máximo.

Una vez transcurridas seis semanas después de una arribada, se observará a miles de crías que emergen de la arena para intentar llegar al mar. Como es de esperarse, la gran saturación de huevos en un espacio de playa tan limitado provoca que el número de crías que se producen en cada nido sea menor a la que observaríamos en una playa donde las hembras anidan de forma solitaria. Aún así, la cantidad de crías puede ser abrumadoramente mayor que en cualquier otra playa.

Para muchos investigadores, la capacidad de anidar formando estos grandes grupos es la forma más sencilla para entender por qué esta especie es la más abundante, aunque es importante enfatizar que esta conducta se observa en apenas una docena de playas de todo el mundo, por lo que la gran mayoría de las playas de anidación exhiben únicamente anidaciones solitarias.

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4. Tortuga lora (Lepidochelys kempii)Muy mexicana, pero no sale de noche.

La mayoría de las especies de tortugas marinas se caracterizan por tener una distribución amplia, lo cual significa que sus poblaciones están presentes en casi todos los océanos del mundo. La tortuga lora es una de las raras excepciones a esta regla, pues sus poblaciones reproductoras están ubicadas prácticamente en una sola región: el Golfo de México. Lo anterior hace que a esta especie se le considere endémica; es decir, que su distribución es limitada y sólo está presente en un área geográfica claramente definida. Hay algunos informes que señalan la observación de ejemplares de tortuga lora fuera de esta zona, pero se ha considerado a estos avistamientos como circunstanciales y no señalan una ampliación de la distribución.

Anida en varias playas del Golfo de México, desde el estado Texas, en Estados Unidos, hasta Campeche, pero su principal playa de anidación está en el Ejido de Rancho Nuevo, Tamaulipas.

Precisamente, por su condición de especie endémica, la tortuga lora es altamente vulnerable, ya que ante un evento catastrófico que signifique la pérdida de un alto número de individuos de la población principal (por ejemplo, una epidemia o un derrame petrolero en las áreas donde se desarrolla) tiene menos oportunidades para recuperarse al no haber suficientes poblaciones alternas. Debido a esto y a que durante muchas décadas fue afectada por la explotación de sus huevos o la pesca incidental de la que es víctima por las actividades de la flota camaronera, se considera una especie en peligro crítico de extinción. De hecho, durante varias décadas se observó una tendencia que parecía conducirla a la extinción, pues cada año acudían menos hembras a las playas a desovar; en la década de los ochenta apenas

se rebasaban mil anidaciones anuales en la playa principal. Fue a principios de la década de los noventa, luego de tres décadas del inicio de las actividades para su conservación, cuando por primera vez se observaron incrementos en los números de hembras anidadoras.

Esa tendencia se ha mantenido en las últimas dos décadas y ha permitido que en años recientes se rebasen las diez mil anidaciones por temporada, tan sólo en la playa de Rancho Nuevo, Tamaulipas.

A pesar de ello, sigue considerándose en peligro crítico de extinción.

En su apariencia general y en sus dimensiones la tortuga lora es muy similar a la tortuga golfina. Para empezar, las crías se ven idénticas, tanto en forma, coloración y apariencia general, como en dimensiones; sin embargo, ya en edad adulta hay algunos rasgos que permiten distinguirlas. El más visible es la forma del caparazón, pues en la tortuga golfina éste es ligeramente elevado en la parte delantera, mientras que en la tortuga lora es más aplanado. Por otro lado, en la tortuga lora el caparazón tiene una forma más circular que la golfina, por lo que es más extendido a los lados. Los bordes laterales del caparazón terminan en una ligera elevación (con la forma de un sombrero), mientras que en la tortuga golfina terminan hacia abajo.

Otra diferencia visible entre estas especies es el número de pares de escudos laterales del caparazón, ya que en la tortuga lora siempre son cinco, mientras que en la tortuga golfina por lo general son más, presentando con frecuencia diferente número de escudos en cada lado; este rasgo puede ser muy útil para diferenciar las crías de las dos

especies. En cuanto a la coloración de adultos, también presenta verde olivo y grisáceo como la tortuga golfina, aunque en una tonalidad ligeramente más clara y con el peto más cremoso.

Como ya se dijo, la tortuga lora y la tortuga golfina son las más pequeñas entre todas las especies de tortugas marinas. En cuanto a alimentación, también es omnívora y se inclina más por el alimento de origen animal; su dieta se compone de cangrejos, camarones, langostas, peces, calamares, medusas y algunos tipos de algas.

Las migraciones de la tortuga lora son relativamente cortas, pues su hábitat típico es el Golfo de México, en el Atlántico Occidental, donde está su principal área de anidación y donde al parecer también están sus áreas de alimentación. Se han registrado individuos de esta especie (principalmente juveniles) en el Atlántico Oriental, desde el norte de Europa hasta el norte de África, e inclusive en el Atlántico sudamericano. Aunque estos registros pueden ser reales, queda la incertidumbre de una identificación errónea, a partir del parecido con

la tortuga golfina, y la distribución de esta especie en la mayoría de esas regiones.

La temporada reproductiva de la tortuga lora ocurre entre los meses de marzo y julio, con el pico de mayor anidación en mayo.

En cuanto a su reproducción, las semejanzas con la tortuga golfina continúan, y no es para menos, pues sus similitudes morfológicas conducen a similitudes en su fisiología y comportamiento.

La edad a la que alcanza la madurez sexual, el número de anidaciones por temporada, el número de huevos por nidada y el intervalo de tiempo entre sus temporadas reproductivas son muy similares. Pero hay algo en lo que no coinciden del todo: mientras la tortuga golfina anida principalmente durante la noche y sólo anida de día ocasionalmente durante las arribadas o en situaciones particulares, la tortuga lora realiza prácticamente todas sus anidaciones a la luz del día. De hecho, esta característica marca una diferencia entre la tortuga lora y el resto de las especies de tortugas marinas.

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Pero la característica común de estas dos especies de tortuga que más llama la atención, es la conducta de anidación en grandes grupos. Evidentemente, en el caso de la tortuga lora, tratándose de una población significativamente más pequeña que la de la golfina, forman arribazones con grupos de hembras más reducidos. Alguna vez, hacia finales de la primera mitad del siglo pasado, se llegaron a filmar imágenes en las que se apreciaba la playa de Rancho Nuevo totalmente saturada de hembras anidando. Los cálculos que hicieron los expertos de entonces eran de unas 40 mil hembras en una sola arribada. Hoy en día difícilmente se vería algo similar, pero si los esfuerzos para su recuperación continúan siendo exitosos, no podemos descartar que en algunos años, tal vez décadas, la playa vuelva a presentar arribadas tan abundantes y espectaculares como las vistas el siglo pasado.

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5. Tortuga caguama o cabezona (Caretta caretta)Es de las de carrera larga.

En México, esta especie se distribuye en el Atlántico, incluyendo el Golfo de México y el Mar Caribe, así como en el Pacífico, aunque en este litoral su distribución es más restringida, concentrándose en las inmediaciones de la Península de Baja California. Morfológicamente los organismos de ambas poblaciones son muy similares, aunque se debe resaltar que la población del Pacífico mexicano se compone únicamente de organismos juveniles y subadultos. A nivel local, la del Golfo de México y Mar Caribe es conocida como caballera, cahuama o caguama, mientras que en el Pacífico la llaman perica, amarilla o jabalina, además de los nombres anteriores.

La coloración de la tortuga caguama es café cobrizo con pequeñas manchas ligeramente más claras, tanto en el caparazón como en la parte superior de la cabeza y aletas; la porción ventral de todo el cuerpo, incluyendo el plastrón, es de tono amarillo rojizo. El caparazón es casi circular y su longitud en adultos va de 72 a 104 centímetros; el peso corporal puede estar entre 67 y 107 kilogramos pero ocasionalmente llega a los 200 kilogramos. Generalmente presentan organismos adheridos a su cuerpo, como sucede con las otras especies de tortugas marinas.

En comparación con otras especies, la caguama tiene una cabeza grande, con un ancho promedio de 25 centímetros y un largo de 32.5. Tanto las aletas delanteras como las traseras presentan un par de uñas. Las crías son café oscuro con márgenes claros, una longitud media de 43.6 milímetros y un peso de 20.7 gramos.

La estación reproductiva de la tortuga caguama del Atlántico es de mayo a septiembre y su ciclo reproductivo va de dos a cuatro años,

con rango de dos a cinco desoves por año. Sus principales sitios de anidación en el Atlántico mexicano se encuentran en el estado de Quintana Roo; fuera de esta área sólo ocurren anidaciones ocasionales en las playas de Tamaulipas, Campeche y Yucatán. El promedio de huevos por nidada es de 104, pero puede variar entre 40 y 179 huevos; el diámetro de éstos va de 39 a 43 milímetros y el periodo de incubación es de alrededor de dos meses.

No se tienen registros de anidaciones en el Océano Pacífico americano, pero en la costa del Pacífico de la Península de Baja California, específicamente en el Golfo de Ulloa, se localiza la principal zona de desarrollo de la población que anida en Japón, encontrando juveniles y subadultos. A esta población se le considera altamente migratoria por los movimientos transoceánicos que se han verificado con un juvenil que fue marcado en Japón y encontrado más de dos años después frente a San Diego, California, en Estados Unidos de Norteamérica. En ruta inversa tenemos el ejemplo de un ejemplar liberado frente a la península de Baja California y fue localizado un año después en la costa japonesa. Lo anterior significa que las tortugas caguamas que nacen en playas japonesas en algún momento se desplazan unos 10 mil Kilómetros. para llegar a algunas zonas de desarrollo en Norteamérica, y cuando están listas para reproducirse, hacen el viaje de retorno a la región en la que nacieron.

Todas las crías de tortuga marina son carnívoras y casi todas siguen manteniendo esa característica hasta su etapa adulta. Tal es el caso de la caguama, cuyo pico córneo es grueso y posee mandíbulas muy fuertes que le permiten alimentarse de organismos con

esqueletos duros; entre los preferidos por la caguama están moluscos (como caracoles, lapas, almejas, ostras, calamares y pulpos), crustáceos (como langostas, cangrejos, jaibas, cacerolitas y camarones); ocasionalmente consume también medusas.

Actualmente se considera a la tortuga caguama en la lista de especies en peligro de extinción.

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6. Tortuga carey (Eretmochelys imbricata)Una joya que se mueve en el agua.

La tortuga carey también es conocida como tortuga pico de halcón por la similitud de su pico con el de estas aves. Esta característica parece deberse a una adaptación por el tipo de alimento que consume, y que consiste principalmente en esponjas, erizos, pólipos y otros organismos que viven en pequeños orificios o huecos en los arrecifes coralinos o zonas rocosas; lo estrecho de su pico le permite introducirlo lo suficiente para poder alcanzar su alimento. También se alimenta de peces y en ocasiones de algas. Se les ha observado principalmente cerca de los arrecifes de coral o zonas rocosas de los mares tropicales y subtropicales de los océanos Atlántico, Pacífico e Índico, en donde se distribuye. Migran desde sus áreas de alimentación a áreas de reproducción teniendo rutas másbien cortas.

El caparazón de la tortuga carey es negro opaco o café oscuro con moteados amarillos y rojizos con manchas cafés, aunque también se pueden observar individuos en los que predomina más el tono amarillento con los moteados oscuros. Las escamas de la cabeza son negras con borde claro. Su cabeza es angosta y alargada; el pico es amarillo y frecuentemente muestra algunas franjas negras verticales.

Su plastrón y el borde de aletas y caparazón son de color amarillo cremoso. En las aletas anteriores tiene dos uñas. Las crías tienen el caparazón color café rojizo con zonas más oscuras en las uniones de los escudos; tanto las aletas como la cabeza son de un tono muy cercano al negro. Los adultos pesan entre 39 y 80 kilogramos. En esta etapa la talla del caparazón muestra mucha variabilidad, pues puede ir de 76 a 114 centímetros, pero se han registrado hembras anidando con una talla de apenas 53 centímetros; esta variación puede ser

muy notoria de una población a otra. En cuanto a las crías, su peso llega a los 20 gramos, y su caparazón apenas alcanza entre 3.8 y 4.6 centímetros.

Esta es la especie de tortuga marina que pone más huevos en una sola nidada, con un rango entre 80 y 250, y con un promedio de 130 huevos, pero también es la que pone los huevos con menor tamaño.

El periodo de incubación es de entre 47 y 75 días y cada hembra puede poner de tres a cinco nidadas por temporada. La temporada de anidación inicia a finales de la primavera y se mantiene a lo largo del verano.

Los juveniles y adultos de esta especie tienen los escudos del caparazón sobrepuestos o traslapados; eso quiere decir que no están colocados de forma continua uno junto al otro como en las demás especies, sino que el borde posterior de uno está sobre el borde anterior del otro, como las tejas de una techumbre. Los bordes de su caparazón tienen escudos con puntas salientes, lo que le da forma parecida a la de un serrucho. Los escudos del caparazón son muy resistentes y están compuestos principalmente de queratina (sustancia similar a la de las uñas), lo que hace que sean maleables, es decir, que se pueden cortar y deformar para crear artesanías cuya belleza hace que se coticen a precios muy altos.

Los escudos del caparazón de esta tortuga se consideran materiales preciosos equivalentes al marfil, al cuerno de rinoceronte, al oro y a las gemas, que muchas veces se comercian con elevados precios en el mercado negro.

En México este tipo de piezas ya eran realizadas por las culturas Azteca y Maya. A pesar de que en México las tortugas marinas están protegidas por la ley, en la actualidad el carey se sigue utilizando para producir armazones de anteojos, peinetas, peines, botones, dijes y muchos tipos de adornos a pesar de que está prohibido.

A esta especie se le considera en peligro crítico de extinción porque sus poblaciones a nivel mundial disminuyeron casi un 80 por ciento en tan sólo tres generaciones, lo que abarca poco más de 100 años.

En México se le puede observar anidando tanto en las playas del Golfo de México y Caribe mexicano, principalmente en Campeche y Yucatán, como en las del Pacífico, aunque en este último su anidación es más escasa y dispersa. En playas de Oaxaca, Michoacán y Nayarit se ha documentado la anidación de esta especie, aunque esto ha ocurrido de forma intermitente. Suele anidar de manera aislada en playas de aguas tranquilas y prefiere hacerlo durante la noche, aunque se tienen registros esporádicos de anidaciones diurnas en playas con escasa presencia humana.

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7. Tortuga kikila (Natator depressus)¿Dices que es la única que nunca visita aguas mexicanas?,

pues ella se lo pierde.

Esta especie es la única de las tortugas marinas cuyo rango de distribución no alcanza aguas mexicanas puesto que es endémica de Australia, en Oceanía, principalmente de la Costa Norte y en algunas islas de esa región del continente; por esa situación es la menos conocida y de la que se difunde menos información en nuestro país.

De hecho, sus movimientos migratorios y distribución en general son relativamente estrechos, lo que hace muy difícil que se le pueda ver fuera de ese continente. Anida casi todo el año con picos entre marzo y abril, aunque en el lado noreste de Australia lo hace principalmente entre noviembre y enero, en lo que corresponde al verano del hemisferio sur.

Poseen un caparazón bastante plano, con los bordes ligeramente elevados; por lo mismo su nombre en inglés es tortuga espalda plana.

Su coloración es gris oliváceo con el plastrón amarillento. La tortuga kikila llega a pesar hasta 90 kilogramos. y su caparazón puede medir casi un metro. Sus huevos son proporcionalmente los de mayor tamaño entre las tortugas marinas, pues son casi del tamaño de los huevos de la tortuga laúd, aunque en cuanto a la talla de los adultos exista una enorme diferencia entre estas dos especies. Es la especie de tortuga marina que pone menos huevos en cada nidada, pues su promedio es de 54 huevos. Deposita de dos a cuatro nidadas por temporada.

Las crías de la tortuga kikila son más grandes que las de las de la tortuga blanca, pero más pequeñas que las de la tortuga laúd;

alcanzan los 6 centímetros de longitud en el carapacho y pesan alrededor de 45 gramos. La coloración de los neonatos también es un poco diferente a la de las demás tortugas marinas pues en cada escudo del caparazón presenta una coloración gris más clara en el centro que en las orillas, permitiendo diferenciar los escudos a simple vista. La coloración general de las crías es de un tono gris oscuro con bordes blancuzcos en las aletas y el caparazón.

La kikila permanece casi toda su vida en aguas no muy profundas y debido a la temperatura de las playas donde anida presenta la temperatura de incubación más alta de las tortugas marinas: alrededor de los 36 grados centígrados. Su tiempo de incubación es de 48 a 66 días.

El éxito de incubación suele ser alto, con un rango entre 70 y 95 por ciento, pero tiene muchos depredadores naturales, como el cocodrilo o una lagartija de gran tamaño llamada goanna, que destruye un gran porcentaje de nidos.

La alimentación de esta especie es carnívora y su dieta se compone principalmente de invertebrados bentónicos (que habitan en el fondo marino, como pólipos, erizos y pepinos de mar), moluscos (como pulpos, calamares, caracoles y almejas), así como corales de consistencia suave.

Su piel es un poco más suave que la de las demás especies de tortugas marinas; por esta razón las hembras resultan más lastimadas por los machos durante el apareamiento, cuando éstos las sujetan con las

uñas o cuando les muerden en la parte posterior de la cabeza. Dado que pueden retener y conservar el esperma del macho por toda la temporada de reproducción sólo requieren aparearse una sola vez.

Otro rasgo interesante de esta especie es su marcada preferencia por anidar en una misma playa, o incluso en una misma zona; se han registrado individuos cuyas anidaciones, aún al paso de muchas temporadas reproductivas, se mantienen a una distancia en el rango de 1.5 kilómetros.

Hoy en día, a esta especie se le considera en una situación vulnerable, aunque parece no requerir de tratados internacionales para su conservación por su restringida área de distribución. Los gobiernos federal y locales en el norte de Australia se han dado a la tarea de impulsar la protección de la tortuga kikila, sobre todo por el riesgo que ésta corre por la acción de sus depredadores naturales.

Sin embargo, al igual que la tortuga lora, es altamente vulnerable a eventos catastróficos o a la sobreexplotación por su distribución tan limitada, al tratarse de una especie endémica. En años recientes se publicó que su población mundial no rebasa las 30 mil hembras y que se estima anidan unas 10 mil por año.

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VI. Amenazas que enfrentan las tortugas marinas

Con frecuencia escuchamos o leemos referencias que relacionan a una especie, a una población o a un ecosistema con la palabra

“amenaza”. En general entendemos que eso se refiere a que en las condiciones actuales hay ciertos factores que hacen posible que esa especie, población o ecosistema sufra algún daño, inclusive, que puede llegar a desaparecer. Amenaza, entonces, se define como lo que representa un riesgo, lo que anuncia la proximidad de un daño o peligro.

Todos los seres vivos corren riesgos que ponen en peligro su supervivencia, pero en ciertas circunstancias, unas especies son más vulnerables que otras. Por ejemplo, organismos que consumen un tipo de alimento específico, o que habitan en un ecosistema de características muy particulares se ven fuertemente amenazados si ese tipo de alimento empieza a escasear, o si su hábitat se reduce o sufre alguna modificación sustancial; a este tipo de organismos se les considera “especialistas”.

Evidentemente, si hay una especie o población cuya dieta se compone de diversas fuentes de alimento, o que es capaz de vivir en distintos tipos de hábitat, entonces ésta es mucho menos susceptible a alguna amenaza. Eso no significa que sea indestructible, simplemente que es más resistente.

Si tratamos de ver las amenazas desde una perspectiva más amplia, notaremos que lo que pone en riesgo a una especie también significa una amenaza para el ecosistema mismo o para otros grupos de

organismos por la gran cantidad de relaciones que se dan entre individuos de distintas especies. A la inversa, una situación que pone en riesgo a un ecosistema, por ejemplo la contaminación por basura, la disminución en la disponibilidad de agua o la desertificación, entre otras, lleva implícita una amenaza para los seres vivos que ahí se alimentan o se desarrollan. Dicho de otra forma, los desequilibrios en el balance natural de las poblaciones o de los ecosistemas, representan amenazas que pueden alcanzar a afectar directa o indirectamente a todos sus componentes.

Ahora bien, es importante diferenciar las causas que dan lugar a las amenazas. Consideremos primero que nuestro planeta está en constante cambio, lo que significa que los seres vivos deben adaptarse para poder sobrevivir o desaparecerán. La extinción de varias especies se ha ocasionado por procesos naturales regulados por las condiciones del ambiente y la capacidad de los seres vivos para adaptarse a él. Sin embargo, también hay muchos tipos de amenazas que tienen origen en nuestras actividades, las actividades humanas, sobre todo en lo que respecta a la manera como satisfacemos nuestras necesidades o gustos haciendo uso de los recursos que hay en el planeta; a este tipo de amenazas se les conoce como antropogénicas. El crecimiento de la población humana y el constante cambio en los hábitos que se generan en la vida moderna representan una seria amenaza para muchas especies y para muchos tipos de hábitat.

Las tortugas marinas no son ajenas a lo anterior. Aunque cada especie puede tener diferentes formas de alimentarse, u ocupar distintos tipos

de hábitat, en general todas enfrentan amenazas que ponen en riesgo su sobrevivencia. Se tienen registros de que en el planeta han existido más de 60 especies de tortugas marinas y hoy en día sólo quedan siete u ocho; puede sonar extraño, pero a la fecha no se ha documentado que alguna de las especies de tortuga marina se haya extinguido por causas atribuibles a la actividad humana. Lamentablemente eso podría cambiar dado que muchas de las poblaciones actuales se muestran vulnerables ante las condiciones que parecen estar imponiendo la manera cómo los humanos usamos los recursos de nuestro planeta.

Son muchas las amenazas que enfrentan las tortugas en la actualidad y no sería práctico abordar cada una de ellas a detalle. Nos referiremos más bien a las más conocidas y, en particular, a aquellas que tienen que ver de alguna manera con nuestras actividades cotidianas.

Primero hablemos de la destrucción o modificación de sus hábitat, entre los que se incluyen playas, lagunas costeras, arrecifes coralinos,

e inclusive el océano abierto. Hoy en día existe tecnología para construir grandes puertos, marinas, complejos turísticos y otro tipo de obras de infraestructura que representan la destrucción de grandes extensiones de vegetación costera, o la modificación de la dinámica natural de playas, esteros y lagunas; también significan la generación de desechos y otras fuentes de contaminación, como el ruido o la luz artificial excesiva, la cual provoca que las adultas que salen a desovar y las crías que emergen de los nidos se desorienten y les impida cumplir con su ciclo de reproducción. Recordemos que las playas son un componente importante del ciclo reproductivo de las tortugas marinas porque es precisamente ahí donde depositan sus huevos, por lo que el interés de la sociedad moderna por explotar las costas representa una amenaza significativa no sólo para estos reptiles, sino para muchas otras especies silvestres.

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También podemos hablar de las embarcaciones gigantes que se construyen y navegan por los mares, transportando mercancías y materiales de distintos tipos y que también pueden llegar a ser verdaderas ciudades flotantes. En todos los casos se derraman cantidades importantes de desechos.

Mucho se ha hablado del enorme impacto que los plásticos y derivados de los petroquímicos provocan en el ambiente, y muy en especial en los ecosistemas marinos. Es tal la cantidad de este tipo de desechos de este tipo acumulados en el mar, que las corrientes las concentran en algunos puntos formando enormes “islas” de plástico. Tampoco está de más decir que en muchos casos esos plásticos causan la muerte de tortugas y otros animales cuando éstos los tragan, confundiéndolos con su alimento.

Hay otras situaciones que pueden significar amenazas para las tortugas marinas. El cambio climático es uno de ellos, y lo es por varias razones, pues por un lado este cambio significa una serie de transformaciones en el planeta que pueden modificar las rutas migratorias o las áreas de alimentación, o el incremento del nivel del mar ocasionando la pérdida de playas, pero también se puede incrementar la temperatura de incubación de la arena, aspecto importante porque precisamente la temperatura de la arena tiene mucho que ver con en la incubación de los huevos para la producción de hembras o machos. Las tortugas marinas han sobrevivido a varios cambios climáticos en la historia del planeta, pero ¿qué esperaríamos que suceda si en algún momento se producen sólo hembras? Nada bueno. El cambio climático como resultado de actividades antropogénicas es también un ejemplo de cómo estamos afectando a las tortugas marinas de forma indirecta, pero determinante.

Hablando de actividades humanas que afectan directamente a las tortugas marinas, tenemos que detenernos a revisar la captura de adultos y la cosecha de huevos que por décadas se han practicado en muchos países, incluyendo el nuestro. Aunque por muchos años las tortugas marinas fueron fuente de alimento y de recursos para comunidades costeras, el problema surgió porque su aprovechamiento

no se hizo de manera ordenada, llegándose a la sobreexplotación. El saqueo de los huevos en las playas de anidación es una práctica que aún persiste y que tiene un impacto determinante en la situación de riesgo en la que se encuentran los quelonios, lo que la convierte en una de las amenazas más graves.

Hoy en día, en la gran mayoría de los países, el aprovechamiento directo de las tortugas o de sus huevos está prohibido, o por lo menos regulado, pero eso no significa que no haya personas dispuestas a capturarlas violando la ley. Como muchas otras especies, las tortugas son organismos migratorios, lo que significa que pueden pasar parte de su ciclo en países donde sí se tenga y se aplique un marco legal adecuado para su protección, pero también en aquellos en los que ocurra lo contrario.

Otra situación que afecta de manera importante a las poblaciones de tortugas marinas es la posibilidad de que sean capturadas accidentalmente en actividades de pesca dirigidas a otras especies, lo que se conoce como pesca incidental. Por ejemplo, las embarcaciones camaroneras pueden capturar tortugas cuando realizan sus arrastres porque el camarón forma parte de la dieta de algunas especies.

También puede suceder que las tortugas muerdan anzuelos que son colocados para capturar a otras especies, o que se enreden en las líneas pesqueras o que queden atrapadas en redes de deriva, lo que puede significar que mueran.

Tomando en cuenta las amenazas que directa o indirectamente representan las actividades humanas, no es de extrañar que muchas poblaciones de quelonios estén siendo afectadas al grado de que en muchos países, incluyendo México, se les considere especies en peligro de extinción.

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Se han tomado algunas acciones para intentar evitar situaciones como las descritas anteriormente; por ejemplo, se han creado leyes más estrictas para evitar que la zona costera se vea más dañada y se han diseñado artes de pesca que pueden ayudar a excluir a las tortugas de los lances de pesca comercial; evidentemente esto aún es insuficiente. También se requiere que todos hagamos algo para intentar reducir el potencial destructivo de estas amenazas, y no sólo se trata de no consumir carne o huevos de tortuga. Hay un ejemplo muy claro y que no es difícil de aplicar: podemos reducir el uso de materiales plásticos, sobre todo los desechables, sustituyéndolos por otros que se puedan usar por más tiempo.

Como vimos, las tortugas marinas pueden ser afectadas de muchas maneras por las actividades humanas, pero también hay distintas formas en las que podemos ayudar a su conservación. Y lo más interesante es que en muchos casos sólo se trata de cambiar algunos hábitos. La decisión está en cada uno de nosotros.

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VII. Los campamentos tortugueros comunitarios y las actividades que realizanUn campamento tortuguero es una construcción temporal o

permanente que se encuentra en una playa que frecuentan las tortugas marinas para desovar; dicha playa puede ser de mayor o menor importancia, e inclusive con valor estratégico para la conservación de los quelonios marinos.

En el país existe una gran cantidad de campamentos tortugueros registrados ante la Dirección General de Vida Silvestre. Algunos son operados por el gobierno federal, estatal o municipal, por instituciones académicas, por organizaciones no gubernamentales, iniciativa privada, o por grupos comunitarios, en donde los campamentos son atendidos por el personal de las localidades. En la costa oaxaqueña las comunidades que atienden los campamentos tortugueros se han organizado para formar la Red de Humedales de la Costa de Oaxaca (RHCO), ejemplo de éxito en un programa comunitario en la conservación de especies en peligro de extinción.

Siete de las cooperativas que integran la RHCO cuentan con autorización para realizar actividades de conservación de tortugas marinas. Estas cooperativas se encuentran trabajando en las comunidades: La Ventanilla, en el Municipio de Santa María Tonameca; El Tomatal, Los Naranjos y Barra de Navidad, en el Municipio de Colotepec: La Tuza en el Municipio de Jamiltepec; Playa Cacalote y el Venado, en el Municipio Tututepec.

Los campamentos tortugueros de la Red de los Humedales de la Costa de Oaxaca realizan diferentes labores de monitoreo y conservación.

A continuación se da una breve explicación de esas actividades y en qué consiste cada una de ellas.

1.Recorridos nocturnos.Dado que las tortugas marinas que se presentan a desovar a las playas de Oaxaca en general lo hacen por las noches, los recorridos se inician a partir del atardecer. Los recorridos se hacen con una frecuencia variable dependiendo de la playa, el número de kilómetros que se deben cubrir, el medio de transporte que se use, la cantidad de personas que participen y la temporada del año.

El objetivo principal de los recorridos nocturnos es rescatar aquellas nidadas de tortuga marina que queden en áreas susceptibles de saqueo, depredación o destrucción por fenómenos naturales, ya sea por estar en la desembocaduras de ríos, esteros o muy cerca del oleaje.

Durante la salida nocturna se registra en un formato la información más destacada, como número de nidos colectados, nidos saqueados, nidos depredados, tortugas muertas y sus posibles causas, así como rastros de tortugas que salieron pero no anidaron. Estos datos permiten tener una idea de cuál es la situación de la población anidadora en cada una de las playas, al igual que de los problemas a los que se enfrentan incluyendo saqueo, depredación, factores ambientales, etc.

2.Traslados de nidadas a corrales.El traslado de las nidadas a los corrales construidos por los grupos

comunitarios es una de las labores más extenuantes y que precisa de mayor cuidado en su realización.

Al reubicar los huevos se debe tomar en cuenta el tiempo transcurrido entre el desove de la tortuga y el momento en que se encuentra el nido, la zona de la playa en la que se encuentra así como los posibles factores de destrucción del mismo.

El manejo de los huevos durante el traslado es de vital importancia, pues mientras más cuidado se tenga y menos movimientos bruscos sufran, más probabilidades de éxito de eclosión habrá. También por ello es determinante estimar el tiempo transcurrido entre el desove y el hallazgo del nido. Si se ha visto a la tortuga desovando o cerrando el nido, las probabilidades de éxito aumentan.

Una vez que el nido ha sido trasladado, en el corral se construye un nido similar al que hacen las tortugas marinas, es decir, con forma decántaro y una profundidad entre 40 y 60 centímetros, dependiendo la especie. Después de colocar los huevos en el nido, éstos son cubiertos con arena que debe irse compactando suavemente. Una vez que están completamente cubiertos, se coloca una estaca o vara

que contenga un número que lo relacione con la hoja de datos o ficha, así como la fecha probable de nacimiento. Esta información es la mínima requerida pero puede llevar otra información como la especie, la fecha de siembra, colectados y sembrados, especie de la tortuga, hora de colecta y sembrado y observaciones, en caso de haberlas.

Cuando se acerca la fecha de nacimiento, es común colocar alrededor de cada nido una rejilla de malla y cubierta con una tela mosquitero, que sirve para evitar que las moscas dejen sus larvas y dañen los huevos que se están desarrollando, y para evitar que las crías escapen y poder contarlas.

Durante los días de incubación, entre 45 y 60, según la especie y la época del año, el sitio donde se coloquen los nidos debe ser vigilado para evitar depredación o saqueo.

Como van saliendo las crías se van contando. En cuanto están activas se llevan cerca del mar y se deja que entren por ellas mismas. Una vez que salen todas las crías, el nido es abierto para contar los cascarones dejados por las crías emergidas, las crías muertas y los huevos que

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no produjeron las crías. Todos estos datos dan una idea del éxito de eclosión y pueden permitir que se tomen algunas medidas en caso de que la eclosión sea muy baja.

3. Liberación de crías.Las crías cuentan con una reserva energética conocida como saco vitelino, que les permite salir del nido, cruzar la playa hasta el mar y, una vez dentro, nadar frenéticamente hasta llegar a zonas un poco más seguras y con alimento. Gracias a esta adaptación las crías de tortuga marina no necesitan ingerir alimento al momento de emerger del nido y durante varios días después mientras consiguen llegar a zonas en el mar con menos depredadores.

Esta reserva de alimento y la energía que demuestran al salir del nido y comenzar su carrera al mar son las razones principales para no retener las crías con la idea de liberarlas más tarde; ambas condiciones les dan ventajas a las crías para conseguir sobrevivir en sus primeras horas fuera del nido.

Por lo dicho en los párrafos anteriores, las crías deben ser liberadas al momento de salir del nido. También es importante dejarlas que recorran un buen tramo de la playa, pues en ese trayecto identifican la playa en que nacieron para que puedan volver a ella en su etapa adulta. A este hecho se le conoce como impronta. Nunca deberán dejarse las crías directamente en el agua, pues eso limitaría el proceso de impronta.

Cuando hay personas ajenas al campamento apoyando las actividades, se les menciona que deben llevar las manos libres de productos químicos como repelentes, bronceadores, cremas o aceites, pues estas sustancias alteran la capacidad olfativa de las crías.

4. Educación ambiental.Una actividad primordial en los campamentos es sensibilizar a otras personas sobre la importancia de la conservación de las tortugas

marinas. Para lograr esto, los grupos comunitarios realizan pláticas en escuelas y las invitan a participar con ellos en las labores de conservación en playa. Entre las acciones que se realizan de manera frecuente están las limpiezas de playa, que contribuyen a dejar las áreas de anidación libres de basura que impida a las tortugas anidar.

A estas campañas de limpieza generalmente se invita a la comunidad a participar y es común que los niños sean los más entusiastas. A través de esto, a los niños les queda más clara la relación que hay entre sus acciones y la muerte de las tortugas marinas por plásticos en el mar.

Otro momento en que los operadores de los campamentos tortugueros llevan a cabo acciones de educación ambiental es al ofrecer información biológica, ecológica y vivencial a los visitantes que llegan a sus comunidades para conocer a las tortugas marinas.

La labor en este aspecto es lenta y casi imperceptible, pero sus frutos se verán en algunos años, cuando los niños de estas comunidades y visitantes sientan un fuerte compromiso y vean como algo natural cuidar su medio ambiente.

5. Ecoturismo.El ecoturismo es una actividad que debe conjugar tres aspectos básicos para que sea sustentable: el social, el ambiental y el económico. En este sentido es una herramienta que contribuye a que las comunidades que participan de ellas se organicen de acuerdo a su cultura y al medio ambiente que les rodea. Cuando el ecoturismo es realizado correctamente se conserva la diversidad natural y cultural de una comunidad obteniendo, además, beneficios económicos.

Las personas que desean hacer protección de tortugas marinas e instalar un campamento tortuguero, deberán obtener una autorización a través de la Dirección General de Vida Silvestre de la SEMARNAT. La DGVS determinará cuáles son las condicionantes para la actividad y si el protocolo propuesto por la comunidad está acorde con la conservación de las especies y sus hábitats. Los

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campamentos tortugueros de la Red de los Humedales de la Costa de Oaxaca cuentan con dicha autorización. Los guías les brindarán la información necesaria y les notificarán la posibilidad de no encontrar tortugas durante el recorrido.

5.1. Protocolo para realizar recorridos nocturnos con turistas:Las actividades de turismo ecológico se desarrollan con el fin de educar y obtener recursos que permitan la conservación y manejo de las especies en peligro de extinción en zonas o áreas determinadas para ello.

Las especies de tortugas marinas que se pueden observar en las playas de Oaxaca son golfina, prieta, laúd y ocasionalmente carey.

Para el desarrollo de las actividades de ecoturismo existe un protocolo de actividades y un código de conducta que aseguran el completo respeto a las especies objeto de observación.

Los turistas interesados en participar en las actividades de observación de tortugas, individualmente o en grupo, deberán reservar anticipadamente el recorrido con los encargados o guías ambientales y deberán seguir puntualmente sus recomendaciones.

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Los visitantes podrán llegar a la playa a partir de las cuatro de la tarde, considerando el tiempo necesario para armar el campamento, en el caso de que se queden durante toda la noche en la playa. No sobra decir que algunas comunidades cuentan con el servicio de hospedaje en cabañas. Una vez instalados se les brindará una plática y se les mostrarán fotos y material didáctico para que comprendan la importancia ecológica de las especies y su biología, así como el trabajo de conservación que se realiza en los campamentos tortugueros.

Se deberán organizar grupos con un máximo de diez personas por guía; también se determinarán los turnos de salida considerando aproximadamente una hora de recorrido por grupo. Los recorridos se iniciarán a las 9:00 de la noche y terminarán a las 2:00 de la mañana.

Todos los recorridos se realizarán a pie, tratando de caminar sobre la arena húmeda y sin dispersarse, teniendo cuidado de no pisar crías, en playas donde se dejan las nidadas in situ. Se deberá guardar silencio. No se pueden usar luces blancas ni cámaras con flash; por ello se deberá equipar a los participantes con lámparas de luz roja, la cual perturba menos a las tortugas. Sólo el guía podrá usar lámparas con focos blancos cuando lo considere necesario. Los interesados en tomar fotos o videos lo podrán hacer únicamente durante el desove y sin usar flash, por lo que tendrán que ajustar sus equipos para que funcionen con la iluminación roja.

Es posible que durante la caminata se encuentren rastros de tortugas con nidos; en esos casos el guía podrá colectar los huevos para mostrar el trabajo que se realiza en los campamentos tortugueros. El guía deberá explicar las técnicas utilizadas para la ubicación de los nidos y el reconocimiento de las especies mediante el rastro.

A lo largo de todo el recorrido estará prohibido consumir comida o bebidas alcohólicas en la playa de anidación. Los participantes podrán llevar agua pero con el compromiso de no dejar botellas, vasos o cualquier recipiente en la playa.

En caso de que se encuentre una tortuga saliendo del mar, el grupo se detendrá y no se acercará hasta que la tortuga haya hecho el nido y empiece a desovar. Una vez que empiece el desove, el grupo se podrá acercar a no menos de un metro de la tortuga y procurando mantenerse por detrás de ella, fuera de su campo visual. El guía podrá remover la arena cuando sea necesario para que se pueda observar el desove e iluminará la cloaca y el nido, cuidando que la luz no llegue a ser percibida por la hembra. Se podrán tomar fotos o videos sin flash. Sólo se podrá alumbrar a la tortuga por la parte posterior, nunca frente a ella. Sólo el guía podrá realizar el manejo para el traslado de los huevos. Si se encuentra a la tortuga regresando hacia el mar es mejor no acercarse y simplemente observarla a una distancia prudente.

Durante todo el tiempo de observación se deberá mantener silencio; las preguntas durante el desove se podrán hacer siempre y cuando se mantenga un tono de voz baja.

Si no se encuentran tortugas en la playa durante una hora, el grupo deberá regresar al punto de inicio del recorrido. En temporada de lluvias, los visitantes decidirán si realizan el recorrido con impermeables o suspenden la actividad. En caso de tormenta eléctrica, todo el grupo debe de suspender la actividad.

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VIII. ¿Qué podemos hacer?

Como ya se ha dicho, la conservación de las tortugas marinas y de su hábitat no es responsabilidad exclusiva del gobierno en

sus distintos niveles, o de los grupos, instituciones u organizaciones directamente involucrados en esta tarea. Cada uno de nosotros, como miembros de una sociedad cuya forma de uso de los recursos naturales está dando origen a una situación de riesgo para los quelonios, debe aportar su mejor esfuerzo para reducir estas amenazas.

Ya sea cambiando algunos hábitos en nuestra vida cotidiana, o tomando las siguientes acciones:

• Apoyar en la difusión de las actividades de conservación.• Evitar dejar basura en las playas, y así ayudar a mantenerlas limpias. • No usar iluminación artificial en las playas de anidación de tortugas marinas. En caso de que sea muy necesario, preferentemente usar filtros para iluminar con luz roja.• Reducir el ruido que pueda generar nuestra presencia en las playas de anidación, especialmente cuando estamos en presencia de una tortuga.• No llevar mascotas a la playa.• Difundir las actividades de observación responsable de tortugas marinas en su hábitat.• Mantenerse informados de las medidas de conservación que impulsa el gobierno.• Evitar hacer fogatas en las playas de anidación.• No usar vehículos motorizados en las mismas.• Denunciar ante las autoridades competentes cuando sepa de casos de saqueo y posesión ilegal de huevos o carne de tortugas marinas.

• Reducir, en la medida de lo posible, el uso cotidiano de artículos de plástico y productos desechables.

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IX. Legislación y normatividad

Las acciones de conservación, protección y aprovechamiento de las tortugas marinas cuentan con un amplio y antiguo marco

jurídico que las protege ampliamente en muchos aspectos; desde las playas de anidación a las que arriban, la regulación de las artes de pesca en las que pueden ser capturadas, hasta la prohibición de la comercialización de los organismos y sus productos. A continuación se presenta una relación de Decretos, Vedas, Acuerdos y Normas que han sido creadas para ello:

La primera normatividad se establece a partir de 1927 con un Decreto Presidencial que prohibió la explotación de huevo y la destrucción de nidadas de tortugas; dos años más tarde, el 14 de febrero de 1929 se decretó una veda y se define la normatividad para las tallas mínimas de captura, así como la prohibición de la explotación de los nidos y huevos.

El 9 de julio de 1937 por Decreto Presidencial de Lázaro Cárdenas, se declara el Parque Nacional “Lagunas de Chacahua” para permanecer como refugio de las riquezas naturales, y la flora y fauna quedarán debidamente protegidas.

En 1964 se estable en México el “Programa Nacional de Tortugas Marinas”, con políticas y actividades de Protección, Conservación e Investigación, en 1966, se instituye por decreto, la veda total a la comercialización de huevos de todas las especies.

En 1971 y 1972 se decreta la veda total para todas las especies y se reserva la explotación del recurso sólo para algunas sociedades cooperativas de producción pesquera.

En 1976 se decretan a nivel nacional 16 zonas de reserva y sitios de refugio de tortugas marinas en las costas del Golfo de México, Océano Pacífico y Mar Caribe.

El 29 de octubre de 1986 se publica en el DOF el Decreto por el que se determina a 17 playas de anidación como Zona de Reserva y sitio de Refugio para la Protección, Conservación, Repoblación, Desarrollo y Control de las diversas especies de tortuga marina.

El 31 de mayo de 1990 se establece la veda total e indefinida para la captura y comercio de todas las especies de tortugas en los litorales del Golfo, Pacífico y Mar Caribe.

El 30 de diciembre de 1991 se adiciona el artículo 254 bis del Código Penal para el DF en materia de Fuero Común y para toda la República en materia de Fuero Federal con la imposición de penas de prisión a quien capture, dañe o comercialice sin autorización cualquier tipo de quelonio y mamífero marino.

En 1992 el Instituto Nacional de la Pesca (INP) crea en Mazunte, Oaxaca, el Centro Mexicano de la Tortuga con el propósito de concientizar a las comunidades ribereñas sobre la importancia de preservar este recurso, se ofrecen asesorías y se promueven alternativas productivas, además de realizar investigación científica y tecnológica para su manejo y conservación.

El 6 de marzo de 1992, por decreto se integra México a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES).

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El 2 de diciembre de 1993 y por acuerdo presidencial se crea la Comisión Intersecretarial para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas en la que participan las Secretarias de Pesca, Desarrollo Social y Marina para conservar y rescatar el recurso. Ese mismo día, se integra el Comité Nacional para la Protección y Conservación de Tortuga Marina con carácter técnico consultivo de concertación y de apoyo en la investigación, protección, conservación y rescate de las tortugas marinas.

El 31 de diciembre de 1993 se publica la Norma Oficial Mexicana de Emergencia NOM-EM-002-PESC-1993, en donde se establece el uso obligatorio de los Dispositivos Excluidores de Tortugas Marinas (DET) para evitar su captura en las redes de embarcaciones camaroneras del Golfo de México; y, en 1996 aparece la NOM-EM-001-PESC-1996 donde se considera también para todo el Pacífico y Golfo de California.

Para el año 1994, en el Diario Oficial de la Federación (DOF), se publica la Norma Oficial Mexicana NOM-059-ECOL-1994 que determina las especies y subespecies de flora y fauna terrestres y acuáticas en peligro de extinción, amenazadas, raras y las sujetas a protección especial, donde se establecen especificaciones para su protección, en la que se incluyen a todas las especies de tortugas marinas. En el mismo año se creó el Comité Nacional para la Protección y Conservación de Tortugas Marinas, donde participaron los sectores social, académico y gubernamental.

En 1996, el día 13 de diciembre, se decreta la creación y adición en el Código Penal para el Distrito Federal en materia de Fuero Común y para toda la República en materia de Fuero Federal el Artículo 420 que establece “la pena de seis meses a seis años de prisión y multa de mil a 20 mil días de salario mínimo vigente en el DF al momento de la comisión del delito, a quien, de manera dolosa, dañe o prive de la vida a algún mamífero o quelonio marino o recolecte o comercialice en cualquier forma sus productos y subproductos.

El 28 de abril de 1999 México se integra a la Convención Interamericana para la Protección y Conservación las tortugas Marinas al firmar el compromiso Internacional con otros países de Norte, Centro y Sudamérica.

El 29 de septiembre de 1999 aparece el Reglamento de la Ley de Pesca donde se establecen términos y condiciones para el desarrollo de investigaciones sobre las diversas poblaciones de tortugas marinas.

En el año 2000 se aprueba por la Cámara de Diputados y se publica la Ley General de Vida Silvestre, en donde se mencionan las especies en riesgo y prioritarias en su Art 60 bis: “Ningún ejemplar de tortuga marina, cualquiera que sea la especie, podrá ser sujeto de aprovechamiento extractivo, ya sea de subsistencia o comercial, incluyendo sus partes y derivados”.

En 2007 aparece la NOM-029-PESC-2006, donde se establecen las disposiciones para mitigar la captura incidental de tortugas marinas, eliminación del uso de redes de deriva, uso de anzuelos circulares y profundidad mínima de operación en la pesca de tiburones y rayas.

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X. Fichas de identificaciónEn esta sección se presentan las principales características de las tortugas que anidan en México. Los pictogramas utilizados en esta sección fueron tomadas de la “Guía de Identificación de las Tortugas Protegidas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres”. CITES, 1999.

*Para cada especie se incluyen pictogramas que representan los diferentes usos que han tenido en México los productos y subproductos de las tortugas marinas a lo largo de la historia. A partir de 1990, en México las tortugas marinas están protegidas por la ley y no se permite hacer uso alguno de ellas, sus partes, productos o subproductos.

Especies incluídas en el apéndice I de la Convención

sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de

Flora y Fauna Silvestres (CITES)

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Uñas

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Uña

Café- Rojizo

PrietaVerdeChelonia mydas

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Olivo

Gris

Lepidochelys kempii

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XI. Bibliografía consultadaAlbavera, E., 2009. Situación actual de la tortuga golfina (Lepidochelys olivacea) en playas de arribada del Pacífico mexicano. En: Sarti, L. A. Barragán

y C. Aguilar (Comp.) Memorias de la Reunión Nacional sobre Conservación de Tortugas Marinas. Veracruz, Ver., 25- 28 de noviembre de 2007. Comisión Nacional de Áreas Naturales

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Páginas de internet recomendadas:

www.cccturtle.org

www.seaturtle.org