Hamlet retrato de Familia · A la muerte de Shakespeare el teatro inglés cayó en una época de...

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Hamlet retrato de Familia Una producción de Teatres de la Generalitat Valenciana Dossier pedagógico El presente documento tiene como finalidad proporcionar una guía práctica para docentes y alumnos, que facilite el acercamiento a nuestra propuesta escénica Hamlet retrato de familia, de W. Shakespeare. Indice: 1 – El teatro Isabelino. 2 – El autor. 3 - La obra. 3.1 Breve presentación. 3.2 Argumento. 4 – La puesta en Escena. 4.1 - Sobre la propuesta. 4.2 - Espacio escénico. 4.3 - Música. 4.4 - Notas del director.

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Hamlet retrato de Familia

Una producción de Teatres de la Generalitat Valenciana

Dossier pedagógico

El presente documento tiene como finalidad proporcionar una guía práctica para docentes y alumnos, que facilite el acercamiento a nuestra propuesta escénica Hamlet retrato de familia, de W. Shakespeare.

Indice:

1 – El teatro Isabelino.

2  – El autor.

3 - La obra.

3.1  Breve presentación.

3.2  Argumento.

 4 – La puesta en Escena.

4.1   -  Sobre la propuesta.

4.2    -  Espacio escénico.

4.3   -  Música.

4.4    -  Notas del director.

 

1  – El teatro Isabelino.

El teatro isabelino es un concepto literario -aunque básicamente se aplica al teatro- con el que se hace referencia, principalmente, al conjunto de obras dramáticas escritas y representadas en Inglaterra durante el reinado de Isabel I, que se alargó desde 1558 hasta 1603. Muchos estudiosos, no obstante, alargan este segmento temporal a los reinados de Jacobo I (hasta 1625) e incluso de Carlos I (hasta 1642) dada la manifiesta continuidad de temática y estilo que mostró el teatro inglés durante esas etapas, y que se vio finalmente truncada con la llegada de la Guerra civil y la clausura de los teatros en ese mismo año. Si se entiende de esta manera más amplia y agrupando las tres etapas, aunque el término teatro isabelino no deja de ser correcto, puede hablarse también de teatro renacentista inglés, a pesar de que no coincida cronológicamente con el renacimiento europeo. Lógicamente, el principal autor y máximo representante del teatro isabelino fue William Shakespeare, si bien no fue el primero de la larga lista de dramaturgos que brillaron en esta época, entre los que se encuentran:

Thomas Kyd escribió La tragedia española, una obra especialmente sangrienta que inspiró enormemente a Shakespeare, en particular, en Hamlet y El rey Lear.

Christopher Marlowe fue autor de varias obras extraordinarias a pesar de su corta vida. Especialmente conocidas son El judío de Malta, Eduardo II, Tamerlán el grande y, sobre todo, La trágica historia del doctor Fausto, basado en una leyenda germánica e iniciador de un personaje, Fausto, que sería después frecuentemente recreado en diferentes épocas.

Ben Johnson fue contemporáneo de Shakespeare. Autor especialmente brillante y talentoso, dedicó sus esfuerzos principalmente a la comedia. Su obra más conocida es Volpone, muy inspirada en El judío de Malta y que a su vez inspiraría la shakesperiana El mercader de Venecia.

2 – El autor

William Shakespeare nació en 1564 en Stratford-upon-Avon (en el Reino Unido, a unos 100 kilometros al noroeste de Londres). Su juventud la pasó en esta localidad, donde se casó con 18 años, tuvo su primera hija al año siguiente y gemelos dos años después. Nunca fue a la universidad (algo por lo que siempre le criticaron otros escritores de su entorno) ni tuvo contacto con el teatro hasta que llegó a Londres. Esto se produjo en torno a 1592. No se sabe la fecha exacta porque hay muy pocos documentos conservados en torno a Shakespeare antes de que empezara a despuntar como dramaturgo. De hecho no se sabe bien por qué ni cómo decidió marcharse de su pueblo natal e instalarse en Londres. A ese periodo de la vida de Shakespeare entre 1586 (después de tener a sus gemelos) y 1591 (cuando llega a Londres) se lo conoce hoy en día como “The Lost Years” (los años perdidos). Se piensa que quizá Shakespeare entró en contacto con alguna de las compañías que, por entonces, hacían gira por Inglaterra: Lord Strange‟s Men, Earl of Essex‟s Men o The Queen‟s Men.En 1591 Shakespeare pone en escena su primera obra, Enrique VI, a la que siguen Ricardo III, Tito Andrónico o La doma de la bravía. Londres se estaba convirtiendo en una gran ciudad. Ir al teatro se había convertido en el acto social y cultural más importante, ya que coincidieron en la ciudad grandes escritores como Christopher Marlowe, Ben Johnson o John Webster y se habían fundado teatros como The Rose (1587), The Swan (1595) o The Globe (1599). Todo esto es la semilla de lo que hoy se conoce como“teatro isabelino”, que debe su nombre a la reina Isabel I, que ocupaba el trono inglés en aquellos años. La acogida de los textos de Shakespeare es tan buena que otros escritores de la época como Christopher Marlowe o Thomas Nashe empezaron a ver en él una amenaza.En 1594, junto con los actores Will Kemp y Richard Burbage, funda la compañía The Lord Chamberlain‟s Men, con la que trabajará durante el resto de su vida. Shakespeare nunca tuvo fama de buen actor, pero como dramaturgo consiguió que su compañía pronto se convirtiera en la más importante del Londres de la época. De hecho, cuando en 1603 murió la reina Isabel I, el nuevo rey, James I, convirtió a la compañía en The King‟s Men, o sea la compañía oficial de la Corona.Es en torno a esos años cuando escribe los textos considerados como más perfectos: Hamlet (1599), Otelo (1604), Rey Lear (1605) y Macbeth (1606). En los siguientes años seguirá escribiendo hasta que en 1611 escribe La tempestad. En La tempestad Shakespeare defiende el amor por encima de los intereses políticos y de las ansias de venganza. Muchos consideran que escribió la obra como un testamento en el que dejaba escrito opiniones muy personales sobre la vida, el teatro, el amor, la política. De hecho, este es el último texto íntegramente escrito por Shakespeare, que colaborará en mayor o menor medida con otras obras hasta 1616. En esa fecha y después de asistir en Stratford al matrimonio de su hija Judith, Shakespeare cae enfermo de neumonía y muere el 23 de abril de 1616 con 52 años de edad. Termina, con él, la época más productiva del teatro inglés. Y casi podríamos decir universal, pues sólo se puede comparar esta época con la que, paralelamente, se desarrollaba en España en esos mismos años, donde Lope de Vega, Calderón de la Barca y Tirso de Molina (entre otros) escribían obras tan importantes como El caballero de Olmedo, La vida es sueño o El burlador de Sevilla. A la muerte de Shakespeare el teatro inglés cayó en una época de oscuridad, llegándose a cerrar todos los teatros de Londres en 1642 por orden del Parlamento. Pero la influencia del llamado “Bardo de Stratford” sobrevivió al tiempo y hoy en día es uno de los autores más representados en los teatros de todo el mundo.

3 – La obra

3.1 Breve presentación.

Dadas la estructura dramática de la obra y la profundidad de sus caracterizaciones, Hamlet puede ser analizada, interpretada y discutida desde una amplia pluralidad de perspectivas. Por ejemplo, eruditos de varias épocas han debatido sobre el inusual hecho que supone la duda de Hamlet a la hora de matar a su tío. Mientras unos lo ven simplemente como una argucia del argumento para postergar la acción, otros ven tras este proceso una compleja gama de problemas éticos y filosóficos alrededor del fratricidio, la venganza preparada y el deseo frustrado. Recientemente, teorías psicoanalíticas han examinado la obra en busca de una explicación que se funde en las determinaciones inconscientes del protagonista; así como críticos feministas han ido en busca de una revalorización y actualización de los históricamente devaluados personajes de Ofelia y Gertrudis.

Hamlet es el más extenso drama de Shakespeare y se encuentra entre las más influyentes y principales tragedias en lengua inglesa. Ofrece una línea temporal capaz de «aparentemente ilimitadas reformulaciones y adaptaciones posteriores». Durante la vida de Shakespeare, dicha obra fue uno de sus trabajos más reconocidos y aún hoy perdura entre las obras que han gozado de mayor número de representaciones; encabezando, por ejemplo, la lista de la Compañía Real de Shakespeare desde 1879. Ha inspirado a una diversidad de autores desde Goethe y Dickens a Joyce y Murdoch y ha sido descrita como la «historia más rodada del mundo tras la Cenicienta». El papel principal fue muy

3.2 Argumento

Hamlet, hijo del difunto rey de Dinamarca, se siente melancólico y abatido por las cosas del mundo. Su madre se ha casado con Claudio (el hermano de su padre), el nuevo rey, y Hamlet deambula por el palacio lleno de sospechas y dudas. Dos meses después de la muerte de su padre, Hamlet es visitado por el fantasma de su padre y le informa que ha sido asesinado por Claudio para llegar a ser rey y casarse con su madre. A Hamlet le corresponde la venganza del asesinato, pero se angustia entre la acción y la duda y busca excusas para posponer la venganza. Se finge loco para que la gente no sospeche de lo que trama en secreto. Polonio, el chambelán de la corte, cree que la locura de Hamlet se debe a la prohibición de que cortejase a su hija Ofelia.

Hamlet aprovecha la visita de una compañía de actores a la corte para descubrir si el mensaje del fantasma es verdadero. Se reproduce en escena el asesinato de su padre y estudia las reacciones del rey Claudio. Hamlet se convence de que el fantasma ha dicho la verdad. Claudio advierte que su crimen ha sido descubierto y planifica una misión diplomática para enviar a Hamlet a Inglaterra. Hamlet censura a su madre, Gertrudis, y durante la conversación, al ponerse en evidencia un espía con una certera estocada, Hamlet mata a Polonio que estaba escondido tras unos cortinajes. El rey teme por su vida y envía a Hamlet a Inglaterra acompañado de dos mercenarios que llevan encargo de convencer al rey de Inglaterra para que ejecute al príncipe. Hamlet se entera de la misión cambia la orden, reemplazándola por la muerte de los dos portadores. Hamlet cae prisionero de un pirata, pero es devuelto por ellos mismos a Dinamarca. Regresa a tiempo para presenciar el funeral de Ofelia, que se había ahogado. Laertes hijo de Polonio, le acusa a Hamlet de la muerte de su padre y hermana. Laertes y Claudio decide matar a Hamlet y preparan un duelo. El plan consiste en envenenar una de las espadas y tener un copa de vino envenenado para el caso de que 1a espada falle. En el duelo, Laertes hiere a Hamlet. La reina, Gertrudis, toma por equivocación el vino envenenado. Los duelistas intercambian las espadas. En su agonía, Laertes revela la traición del rey. En un arranque de cólera, Hamlet arremete con la espada envenenada contra Claudio y mata al rey. Hamlet ruega a su amigo Horacio que cuente la verdadera historia de su tragedia al mundo. Hamlet señala a Fortinbrás como el soldado más apto para ascender al trono.

4 – La puesta en escena.

4.1 Sobre la propuesta (texto de Fernando Castro Flórez)

Más importante que lo crudo y lo cocido, sufrimos la ignominiosa presencia de lo podrido. Todos los personajes de Hamlet han sido contaminados por la política hasta el límite del delirio. No hay catarsis sino un envenenamiento total, en un imaginario conspirador que termina por dejar la escena del poder arrasada por una carnicería. Ximo Flores toma en consideración la interpretación que hace Rene Girard del “tedio de la venganza” y de la presencia subyacente del mecanismo victimario en Hamlet. La dimensión obsesiva de este héroe radica en que no pude nunca olvidar el contexto. “Hamlet –apunta Jan Kott- es como una esponja. Siempre y cuando no se ponga en escena de forma estilizada o anticuada, absorbe de manera inmediata la contemporaneidad”. Sin duda, Ximo Flores, toma la decisión acertada cuando hace que esa obra, “extraña” y de dimensiones casi irrepresentables,  adquiera una condición netamente híbrida. El vídeo, el rock en directo o los nuevos lenguajes escénicos, que este director ha formulado con el Teatro de los manantiales contribuyen a abrir aún más, si eso es posible, las fracturas del texto.

Ximo Flores advierte que “el pensamiento trágico es, sin duda alguna, especialmente apto para el estudio de los fenómenos políticos”. Su versión de Hamlet subraya la fractura generacional pero sobre todo revela que la tanatopolítica, a la manera hobbesiana, que atraviesa el mundo shakesperiano, sigue articulando nuestro mundo vertiginoso. Su “retrato familiar” subraya la gemelaridad (netamente asesina) del padre y el tio de Hamlet, representantes de un “antiguo régimen” frente a la erudición, a fin de cuentas resulta en un estado semejante al del idiota, que encarna el príncipe de Dinamarca. El tiempo, no hace falta recordarlo más de lo debido, está desquiciado. Los espectros recorren una zona política en la que, por emplear la retórica marxista que Derrida sometiera a su mimetismo deconstructor, “todo lo que es sólido se disuelve en el aire”. ¿De qué sirve saltar, como un delirante, a una tumba vacía? El hermano y el amante de Ofelia, cadavérica desde siempre, compiten en una gesticulación que podría ser la prehistoria del paradigma obsceno propio del reality show. No hace falta estudiar mucho para gritar como un desaforado. El histrionismo es normativo en la época de la declinación del Edipo cuando el mandato de “goza tu síntoma” ha sido consumado hasta volverse inconsciente. Nosotros sabemos que el único teatro de la crueldad factible se llama “Tratamiento Ludovico”.

“Nada es aceptable –apunta Girard- si previamente no ha sido rechazado con indignación por el público. Desgraciadamente el público no tarda en entender las reglas del juego; abraza su propia denuncia con un fervor igual al del autor, que ya no sabe qué hacer. Ya ninguna diferencia separa lo escandaloso de lo convencional, a la revuelta más audaz del conformismo más banal”. Ni siquiera es necesario sacar a escena la calavera de Yorick: los chistes han terminado por ser patéticos, no hay ni siquiera un refugio (poético) en la melancolía. ¿Existe una “catarsis de la multitud”? O acaso el voyeurismo, constante en Hamlet, ha generado algo peor que la parálisis de la voluntad, la indecisión en el momento de la venganza: una narcolepsia sin tratamiento conocido. Hay overbooking de asesores de imagen, estrategas de campaña, trincadores profesionales, expertos del storytelling, camareros portando bandejas de gambas con gabardina. “Corrupción política” es, valga la perogrullada, un pleonasmo.

Hamlet tiene en la mano un libro de Montaigne cuando persigue al espectro medieval de su padre por los terraplenes del castillo de Elsinor; hoy esa figura incómoda podría

estar leyendo La  broma infinita de David Foster Wallace. Metateatro, citacionismo, readymade-ayudado o, de nuevo, hibridación en una relectura que no puede ser otra cosa que la (des)presentación de la actualidad. Hamlet no deja nunca de reflejarnos. Es imposible escapar del castillo de Elsinor. Ximo Flores es consciente de que nuestro destino son los síntomas mórbidos. La familia, estructuralmente “mafiosa”, sigue haciendo de las suyas, incluso aunque la venganza imponga un imperio espectral. “Llevaos esos cuerpos” dice Fortimbras convertido en rey frente a unos cadáveres: esa es la escena arquetípica de la legitimación.

4.2 Espacio escénico

El espacio escénico en Hamlet retrato de familia, es como no podía ser de otra manera el resultado de un profundo análisis sobre la dramaturgia de la obra. Nos parecía de especial interés, la relación que podía tener en la esfera de lo público todo lo que acontece en lo privado, la delgada línea que separa la alcoba real y el trono, por poner un ejemplo, o la habitación de Hamlet, ese lugar de encierro, en el que el joven príncipe juega a la play station intentando evadirse del mundo, ante su manifiesta incapacidad de formar parte de él, dado su estado de putrefacción. No es casual que en nuestra propuesta, dos escenas muy relevantes de la obra como son la aparición del fantasma o el famoso monólogo del suicidio, sucedan allí, en la intimidad de su cuarto, frente a una pantalla de video. Por todo ello, hemos optado por un espacio escénico en el que todas las habitaciones privadas de los personajes, son visibles al espectador, como si sus paredes fuesen de cristal, a modo de gran panóptico que visibiliza las miserias humanas, en una aparente cotidianidad. Todos los personajes están en escena durante las dos horas de representación, visibles en todo momento. Esta disposición escénica contribuye a transmitir un grado de información considerable de los personajes al espectador, y contribuye a crear un ritmo escénico ágil, y trepidante por momentos. La iluminación es precisa, y potencia la atmósfera claustrofóbica de nuestra singular visión del castillo de Elsinor.

Hamlet – ¡Dios santo!. Encerrado en una cáscara de nuez me tendría por rey del espacio infinito, si no fuera porque tengo malos sueños.

4.3  La música.

La música en directo corre a cargo de Opus Nigrum, una banda neoclásica de toques oscuros, y un lirismo sobrecogedor. Esta aportación musical es fundamental en la obra para potenciar los momentos poéticos así como los momentos dramáticos. Llegando en el momento final de la obra a producir  una atmósfera de auténtica trascendentalidad. La belleza de la música y la voz de la cantante, con letras en latín, hace de Opus Nigrum una banda personal y casi única en el panorama musical español.

4.4 Notas del director.

La fascinación que un texto como Hamlet produce a todo director de escena es incuestionable. Antes de plantearte un día subir a las tablas la historia del príncipe de Dinamarca, has podido ver infinidad de representaciones, adaptaciones cinematográficas, y leer estudios críticos. En mi caso, toda esa información me ha servido para definir una propuesta personal, descartando antes de nada, esa visión muy extendida de un Hamlet representado por un actor entrado en años y con dilatada experiencia. Realmente, presenciar como un príncipe cuarentón, tiene esos problemas existenciales con su novia o su madre, siempre me ha provocado una sensación más próxima a la comedia que a la tragedia que encierra el personaje. También quiero destacar (como director cuarentón que soy), que cuando el ego del director se filtra en el personaje, la cosa tampoco funciona, la pedantería inunda toda la propuesta y la historia se aleja de la sensibilidad “popular”. En mi opinión, Hamlet es un chico normal, no mas bueno ni inteligente que la mediocridad que parece rodearle en su entorno. Curiosamente para mí, eso lo hace atractivo.

Obviamente, el príncipe Hamlet no es lo único importante en el obra, ya que la riqueza y complejidad del conjunto del texto, lo hace prácticamente inabarcable en

su totalidad. Por esta razón, me centré en lo que me resultaba interesante de Hamlet. Lo definiría como una cierta preocupación por la inactividad, en este caso, la de un joven atrapado por unas circunstancias que le superan, y le desbordan constantemente, en el que el único guía en su acción es, paradójicamente  el fantasma de su padre (acaso el peso de la historia y la memoria).La inacción de Hamlet, es el espejo de lo que mi a mi entender es la parálisis actual de toda una generación de jóvenes. Desde hace unos años circulan voces que llaman a esta generación “la generación Hamlet” haciendo referencia a que el dilema al que se enfrenta el personaje para vengar la muerte de su padre, representaría la ausencia de alternativas políticas reales. Algunos sociólogos denominan así a nuestra generación y esto se refleja en mi versión de la obra. Hamlet está muy desesperado por la situación política, pero no toma acción, no reacciona. Creo que comparto este sentimiento. Somos una generación políticamente inactiva. La complejidad de los problemas políticos del mundo global, nos deja varados. Algo está podrido y lo sabemos, pero nos falta la fuerza y el coraje para afrontarlo. Ahí radica en mi opinión, la fuerza del texto de Shakespeare.

Fotos de Santiago Carregui y Vicente A. Jiménez.