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HISTORIA NATURAL DE LA INTELIGENCIA

Gabriel Ramos Fernández

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Una población de chimpancés en África Occiden-tal utiliza piedras de diferente tamaño que funcionancomo yunques y martillos para romper la cáscara delas nueces de las que se alimentan, en ocasiones lle-vando su martillo con ellos hacia otros lugares en don-de parecieran saber que hay más nueces pero pocaspiedras. Otras poblaciones de chimpancés, que hantenido la misma especie de nuez en su hábitat duran-te el mismo tiempo, no las utilizan y parecen no sabernada de yunques y martillos. Roberto, un mono ara-ña macho y dominante en su grupo, descansa a variosárboles de distancia de Enrique, otro macho que haencontrado a Rigoberta, una hembra en estro. Estosdos copulan y se quedan abrazados por un tiempohasta que Roberto despierta, se mueve haciendo rui-do en las ramas y emite una vocalización, ante lo cualEnrique ataca a Rigoberta y la baja del árbol, justo atiempo para que Roberto llegue y los vea separados yno abrazados. Pareciera que Enrique sabía que Rober-to se enojaría y lo castigaría por estar con Rigoberta, ypor eso cambió su conducta de afiliación a agresiónde manera tan súbita.

Una abeja europea forrajea a gran distancia de sucolmena, regresando para informarles a las demás conuna danza acerca de la distancia, dirección y calidaddel sitio encontrado, a lo cual éstas responden dirigién-dose exactamente hacia allá. Si movemos la colmenacuando las abejas ya recibieron el mensaje pero aún nohan salido a forrajear, las abejas compensan el movi-miento de la colmena y el del sol durante el tiempotranscurrido, como si tuvieran un mapa mental del te-rritorio completo y hubieran notado el cambio en laposición de la colmena con respecto al sitio de alimen-to sobre el que les informaron.

Para Dirk Hol, mente intrigante y alumno de Carlos Vázquez

A pesar de que estos ejemplos podrían impresionar-nos por igual, no le atribuimos la misma inteligencia auna abeja que a un chimpancé. Incluso al comparar aun mono araña con un chimpancé, se nos antoja másinteligente el último. Esto puede deberse en parte alextraordinario parecido que algunas especies de prima-tes guardan con nosotros, por lo que pensamos quedeben tener habilidades similares a las nuestras. Pero,¿qué significan realmente estas “habilidades similares”?¿está justificado pensar que una especie cercana a no-sotros es más inteligente que otras más lejanamenteemparentadas? ¿realmente existen habilidades distin-tas entre especies o más bien diferentes razones paraser inteligente? ¿por qué nos parece más inteligente unchimpancé que una abeja, o un mono que un perro?

CIENCIA COGNITIVA

Durante las dos últimas décadas, ha ocurrido una re-volución en nuestras ideas acerca de la conducta y lamente. El paradigma conductista porpuesto por Skin-ner en 1977, que en su versión más radical negó la exis-tencia de cualquier sistema de control de la conductacon la excepción de la asociación generalizada de estí-mulos y respuestas, ha sido sustituido por otra visiónmuy diferente, en la que los fenómenos mentales sonla etapa crítica en la que se guarda, organiza y procesa lainformación y en la que se estructuran las respuestasconductuales. La ciencia cognitiva actual es una inter-disciplina en la que convergen psicólogos, científicosde la computación, filósofos, lingüistas, neurocientífi-cos y, más recientemente, etólogos.

Esta nueva ciencia ve a la mente como un procesa-dor de información. Vale la pena revisar las caracterís-

A diferencia del programa conductista, la ciencia cognitiva parte de una “historia natural de la inteligencia”

con la cual se pueden formular hipótesis acerca de las diferencias en habilidades cognitivas entre especies. El

conocimiento sobre el entorno, en el que la conducta ha sido seleccionada naturalmente, es importante como

medida de la complejidad de los problemas que enfrentan los animales. Además de encontrar especies

cercanamente relacionadas que resuelven problemas diferentes, será más fácil hacer predicciones acerca de

los mecanismos responsables de estas soluciones.

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ticas de estos sistemas para entender los fundamentosde la visión cognitiva de la mente y para comprender aqué grado esta visión representa un cambio de para-digma con respecto al anterior. En primer lugar, unprocesador de información siempre tiene una finali-dad, es decir, sirve a una función en particular. Esto sig-nifica que la información que se procesa y la manera enla que esto ocurre están definidos por el propósito parael cual está diseñado el sistema. Por lo tanto, especificareste propósito es un paso crucial para entenderlo. Ensegundo lugar, los procesadores de información traba-jan con representaciones o símbolos. La información queestá siendo manipulada, así como la manera en la queesto se hace, representan estados del mundo, es decir,que guardan una relación de correspondencia o iso-morfismo con objetos y relaciones en el medio exter-no, en el cual el sistema cumple su función particular.Por último, el procesamiento de las representacionesestá basado en algoritmos o conjuntos de instruccio-nes que pueden ser descritos formalmente al analizarel efecto que tienen sobre los símbolos, sin recurrir alsignificado funcional de éstos últimos. Es decir, el pro-cesador manipula símbolos o representaciones deacuerdo a una lógica interna, y sin embargo su relacióncon el exterior está dada por el hecho de que los sím-bolos que están siendo procesados representan aspec-tos del mundo externo.

Por ejemplo, analicemos el procesador de texto enel cual estoy escribiendo: un conjunto de instruccionesque operan sobre variables de entrada, que son las te-clas que ahora toco, y sobre un conjunto de variablesde memoria, que son referencias a diferentes operacio-nes que se pueden realizar sobre el texto. El programa oalgoritmo puede ser entendido sin recurrir a una des-cripción del sistema físico en el cual trabaja (en últimainstancia, las tablillas de silicón de la computadora, endonde diferentes puntos pueden estar en uno de dosestados posibles). Para entender cómo funciona mi pro-cesador de texto es más importante entender la fun-ción que está cumpliendo para mí y los valores de lasvariables utilizadas en el software, que los ceros y unoscon los cuales las celdas de silicón se encienden y seapagan en el hardware.

De lo anterior se derivan los diferentes niveles deanálisis en la visión cognitiva de la mente: el nivel deconocimiento, que define el propósito del procesadorde información, en particular la solución de algún pro-blema en el mundo externo; un nivel formal, en el quelos algoritmos que cumplen la función anterior sondescritos con respecto al efecto que tienen sobre los sím-bolos que maneja el procesador; y por último, un nivelfísico, en el cual se trata la implementación de los sím-bolos y los algoritmos en un sustrato físico. De acuer-do con esta visión cognitiva, un organismo puede pro-ducir conductas apropiadas debido a que realiza ope-raciones formales sobre elementos simbólicos querepresentan diferentes aspectos de su medio ambiente.Subrayo el hecho de que los algoritmos pueden ser des-critos independientemente de la relación que manten-gan con eventos externos: esto implica que los algorit-mos pueden ser implementados en cualquier sustratofísico, siempre y cuando el resultado de las operacionessimbólicas sea el mismo. De ahí la importancia de lasinvestigaciones en inteligencia artificial al interior de laciencia cognitiva, ya que su objetivo es la implementa-ción de algoritmos formales que manipulen informa-ción simbólica en sustratos artificiales que poco se pare-cen, físicamente, a los sustratos biológicos en los cualesla mente cumple sus funciones adaptativas.

De estos tres niveles de análisis, el primero, el delconocimiento, es de crucial importancia. Sin una com-prensión cabal del problema que el sistema está tratan-do de resolver y de la información que la mente tieneacerca del mismo es imposible especificar el significa-do de los símbolos que están siendo manipulados porel algoritmo mental. Aunque este algoritmo fuera des-crito hasta sus últimos detalles, no habría posibilidadde encontrar el significado de su salida (output) sim-

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bólica; pensemos, por ejemplo, en tratar de entender elfuncionamiento de una computadora o de sus progra-mas sin entender el problema para el cual fueron he-chos. Podríamos desensamblar todos sus componen-tes o aprender un lenguaje de programación, pero sino sabemos qué relación guardan los símbolos con elexterior, sería imposible entender el sistema completo,sus ventajas como procesador de información o su re-lación con otros procesadores similares. Entonces, unapregunta importante en la ciencia cognitiva es: ¿quéproblemas trata de resolver la mente?

ETOLOGÍA COGNITIVA

Dos de las premisas básicas de la ciencia cognitiva queya mencioné justifican la inclusión de la etología comouna de sus subdisciplinas. Una es que la especificaciónfuncional de la mente es un paso crucial para su enten-dimiento, lo cual necesariamente incluye cualquier dis-ciplina que tome en cuenta la función adaptativa de lamente al observar la conducta de los organismos, espe-cialmente en su ambiente natural. La otra premisa im-portante es que la implementación física de algoritmosque trabajan con símbolos es posible en cualquier sis-tema, sin que se necesite una descripción física de sufuncionamiento para, por lo menos, comenzar a inves-tigarlo en los niveles formal y de conocimiento. Las di-

ficultades inherentes al estudio de un órgano tan com-plejo como el cerebro han tenido como consecuenciaque las neurociencias (que trabajan con lo que en cien-cia cognitiva se conoce como el wetware) se encuen-tren retrasadas con respecto al conocimiento sobre laconducta. En la ciencia cognitiva, sin embargo, se pue-den estudiar los mecanismos de la conducta en dos ni-veles, el de conocimiento y el formal, en los cuales seestudia la naturaleza de las representaciones y de losalgoritmos que operan sobre ellas. Vendrá el día en quenuestros conocimientos acerca del sustrato físico de esasoperaciones complete el modelo de mente que se cons-truye en los otros dos niveles.

Un intento reciente de mostrar la importancia de lavisión cognitiva de la mente en los estudios en torno ainteligencia animal es el de Alan C. Kamil, quien en 1994propone un programa de investigación basado en el su-puesto de que son precisamente las diferencias entreespecies, que la tradición conductista ha ignorado, lasmás importantes para nuestro conocimiento acerca dela mente animal. El conductismo había utilizado ani-males como modelos de la mente humana porque sumente se consideraba una tabla rasa en la cual la expe-riencia imprimía sus efectos; la mente consistía sim-plemente en las reglas generales mediante las cuales laexperiencia previa se relacionaba con la conducta. Deacuerdo con esta visión conductista, todas las especies secomportarían siguiendo estas reglas generales de aso-ciación, por lo que nuestra elección de una especie par-ticular para estudiar la mente era poco importante. Elconductismo puso un gran énfasis en la validez de losprocedimientos experimentales, descuidando el signi-ficado funcional como medida de la validez externa delos resultados. Sin embargo, aparecieron demasiados re-portes de diferencias en la habilidad de distintas espe-cies para realizar una prueba determinada. Por ejem-plo, dos poblaciones de saltaparedes que habitan en hu-medales en América del Norte aprenden un númerodiferente de canciones desde jóvenes. Los pájaros de lapoblación del Este tienen un repertorio de 30 a 60canciones, mientras que los de la población del Oestecantan muchas más, de 120 a 220 canciones diferentespor individuo. Si uno toma crías de ambas poblacionesy las mantiene durante sus primeros meses en un am-biente artificial, expuestos a las mismas 200 cancionesdurante la etapa crítica del aprendizaje del canto, resul-ta que las crías de la población del Este siguen apren-diendo alrededor de 34 a 64 canciones, mientras quelas de la Oeste aprenden de 90 a 113 canciones por in-dividuo. Actualmente, ambas poblaciones están clasi-ficadas como subespecies distintas, ya que entre ellas

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existe la suficiente variabilidad genética como para cau-sar estas diferencias en el aprendizaje del canto, como lodemostraron Kroodsma y Verner. Un enfoque que bus-caba procesos generales de aprendizaje no podía expli-car estas diferencias, lo cual es parte importante de lareacción en contra del paradigma conductista en el es-tudio de la inteligencia animal.

Otro supuesto de la tradición conductista era quepara acoplar un estímulo a una respuesta mediante con-dicionamiento, la naturaleza del estímulo era escencial-mente irrelevante. Sin embargo, experimentos ya clási-cos hechos por García y Koelling en 1966 el aprendizajede la aversión a sabores, ya habían demostrado que al-gunos estímulos condicionados (como la sacarina) eranmás efectivos que otros (como el ruido) para invocaruna respuesta particular (la aversión) cuando se asocia-ban con estímulos incondicionados (envenenamiento).Al mismo tiempo, los resultados de ecologíaconductual revisados por Krebs y Davies,mostraban la sofisticación de los conoci-mientos que tenían los animales acerca desu entorno natural, los cuales adquirían pormedio del aprendizaje como un componen-te innato de su conducta. Un experimentoclásico por su sencillez es uno de Harper, quedemuestra la “distribución libre ideal” encondiciones seminaturales. Imaginemos unestanque con patos y dos personas en am-bos extremos del estanque aventando peda-zos de pan a diferente velocidad. Una avien-ta los pedazos de pan dos veces más frecuen-temente que el otro. En pocos minutos, lospatos en el estanque se habrán distribuidoen ambos extremos del estanque de maneraque habrá el doble de patos en el lugar endonde caen los pedazos de pan dos veces másrápido. Si las dos personas ahora avientanpedazos de pan de diferente tamaño, enton-ces los patos se distribuirán de manera que haya máspatos en donde la recompensa sea mayor. Lo más inte-resante de este sencillo experimento es que los patos soncapaces de estimar la tasa de recompensa a través de laobservación únicamente, ya que muchos de ellos noobtienen ningún pedazo antes de haber logrado la dis-tribución libre ideal. Hallazgos como éste le restabanimportancia a la validez externa de los rigurosos expe-rimentos conductistas, que se presentaban como un retoa la búsqueda de mecanismos generales responsables dela conducta.

El nuevo programa de investigación, según Kamil,debe partir de una “historia natural de la inteligencia”

de diferentes especies, con la cual se pueda formular hi-pótesis acerca de las diferencias en habilidades cogni-tivas entre especies. El conocimiento sobre el entorno,en el que la conducta ha sido seleccionada naturalmen-te, es importante como medida de la complejidad de losproblemas que enfrentan los animales. Además de en-contrar especies cercanamente relacionadas que resuel-ven problemas diferentes, será más fácil hacer predic-ciones acerca de los mecanismos responsables de estassoluciones. Kamil enmarca este nuevo paradigma al in-terior de una visión cognitiva, lo cual implica la necesi-dad de especificar más claramente lo que queremos de-cir cuando invocamos el mismo o distintos mecanis-mos responsables de la conducta en diferentes especies:si estas diferencias existen en el nivel formal, entoncesdeberíamos esperar encontrar diferentes representacio-nes y manipulaciones simbólicas; si existen en el nivel

físico, estas diferencias podrían involucrar diferentes sus-tratos únicamente, y aun así trabajar con las mismas re-presentaciones y algoritmos. Este punto no es trivial, yaque de las relaciones evolutivas entre las especies (es de-cir, aquellas de las cuales se podrían inferir relacionesanatómicas o funcionales a nivel cerebral) se podrá in-ferir únicamente una parte del funcionamiento de lamente. Dos cerebros parecidos podrían estar realizandodiferentes operaciones y otros dos diferentes podríanrealizar la misma.

Esto nos lleva a una cuestión más general, que hasido motivo de debate desde la formulación del canonde Morgan en 1892 hasta nuestros días en la etología

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cognitiva: ¿cuál de todas las opciones posibles debe-mos seleccionar como mecanismo responsable de unahabilidad particular? Al fin y al cabo, la conducta es laúnica forma de observar y cuantificar la inteligencia, ypor lo menos, al principio, los mecanismos son ente-ramente hipotéticos. Es por esto que aún es difícil re-futar las explicaciones basadas en simples asociacio-nes de experiencias previas con datos de campo incom-pletos y anecdóticos. Como un ejemplo de esto,podemos considerar el debate en torno a la existenciadel engaño en primates. Existen numerosos reportesen los cuales monos o simios, en condiciones natura-les o de cautiverio, parecieran estar engañando a sussemejantes, como cuando Kitui, un mono verde cuyogrupo se encontraba a punto de perder una pelea porterritorio, emitió una vocalización de alarma en au-sencia de un depredador; con esto provocó que todos

los monos, tanto de su propio grupo como del contra-rio, corrieran a los árboles a resguardarse al igual quelo hacen cuando hay un depredador, como un leopar-do. La conducta de Kitui, que parece tácticamente per-fecta al haber hecho creer a los demás que había undepredador cerca, es difícil de explicar sin atribuirle lacapacidad de saber que los demás pensarían que ha-bría un depredador cerca. Sin embargo, Kitui se pudohaber equivocado, simplemente, debido a la excitaciónque le provocaba la pelea contra el otro grupo. Anali-zar conductas que por definición serán tan poco fre-cuentes como ésta complica el estudio de los algorit-mos mentales responsables del engaño. Además, ¿te-

nemos realmente una idea de la complejidad real en laatribución de una creencia falsa? ¿qué tan complicadopodría ser el mecanismo de excitación ante una peleay el subsecuente “error” adaptativo? Escoger una op-ción basándonos en su mayor parsimonia con respec-to a otras más complicadas parecería arbitrario si notenemos conocimiento alguno acerca de la compleji-dad real de las operaciones mentales que se requeri-rían en cualquier caso.

El esquema que he delineado arriba acerca del pro-cesamiento de información simbólica y su análisis a di-ferentes niveles se ha aplicado con éxito a conductas queparecen extremadamente complicadas, como la nave-gación en los insectos y la percepción de tasas de acu-mulación y disminución en aves. Se ha demostrado queexisten procesos simples de manipulación simbólica anivel formal, que son a su vez implementados en una

arquitectura neuronal que es obviamente menos com-pleja que la de un humano, por ejemplo. Sin embargo,es posible que al analizar la conducta y hacer prediccio-nes acerca de sus mecanismos sin conocer el poder delas manipulaciones simbólicas en la cognición, exage-remos la complejidad del algoritmo que se necesitaríapara resolver un problema dado. Considerénse por ejem-plo, los modelos de algoritmo propuestos para explicarla conducta de forrajeo óptimo en condiciones de in-certidumbre: el problema es cómo un organismo comoun colibrí o una abeja, puede explotar óptimamente unrecurso que se encuentra en cantidades discretas y va-riables (por ejemplo, flores con diferente cantidad de

La visión cognitiva proporciona

soluciones simples a problemas

que son aparentemente

bastante complejos. Por esta

razón, no resulta tan fácil, como

dictaría el canon de Morgan, excluir

modelos cognitivos debido

a su complejidad, ya que ésta

existe en el problema mismo

que el sistema está tratando de

resolver.

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néctar). Mediante unadescomposición delproblema a decisionessucesivas (dejar el sitiode abundancia o conti-nuar en él, buscar unonuevo o no, regresar alanterior o no y otras), sepuede generar una con-ducta óptima que apro-veche sitios fluctuantes,tomando en cuenta unasola variable acerca delas tasas anteriores derecompensa, prome-diándola y almacenan-do el resultado en unamemoria temporal. El

tamaño de la memoria, y por lo tanto el número detasas de recompensa asociadas a flores visitadas ante-riormente, determina si la conducta podrá maximizarsu ganancia a largo plazo (guardando más informaciónsobre más flores) o simplemente a corto plazo (guar-dando información sobre las últimas flores visitadasúnicamente). Mediante simulaciones de este problema,se ha visto que aun con una memoria limitada y unamaximización de la conducta a corto plazo, se puedeobtener un forrajeo cercano al óptimo en todo el hábi-tat. Al mismo tiempo, la evidencia experimental conorganismos reales se ajusta a las predicciones de estosmodelos.

La visión cognitiva proporciona soluciones simplesa problemas que son aparentemente bastante comple-jos. Por esta razón, no resulta tan fácil, como dictaría elcanon de Morgan, excluir modelos cognitivos debido asu complejidad, ya que ésta existe en el problema mis-mo que el sistema está tratando de resolver, pues si lasrepresentaciones a nivel formal son isomórficas con res-pecto al mundo real que representan, debieran ser tancomplejas como éste.

COGNICIÓN SOCIAL

Ahora, ¿por qué atribuimos una mayor inteligencia alos primates que a otros grupos animales? Una de lasrespuestas a esta interrogante fue proporcionada porNick Humphrey en 1976, quien argumentó que lacompejidad del entorno social en el que viven los pri-mates, inluyendo a nuestros propios ancestros, requie-re habilidades cognitivas complejas, y por lo tantoactúa como una presión selectiva para que éstas se

desarrollen. Hasta la fecha, esta hipótesis no ha sidoexplícitamente probada, sobre todo en términos com-parativos, además de que sabemos poco acerca de lacomplejidad de otras sociedades de animales no pri-mates. Sin embargo, el conocimiento actual acerca delas sociedades de primates es suficiente para imagi-narnos la compejidad de los problemas que su entor-no social les presenta diariamente.

Una de las características esenciales de la sociedadesde primates es que están formadas por un grupo deindividuos que se mantiene unido a pesar de que mu-chos de sus miembros no están relacionados genética-mente entre sí. Esto hace que las relaciones entre losmiembros de un grupo estén siempre en un delicadobalance entre la cooperación y la competencia. La ma-yoría de las sociedades de primates tiene una estructu-ra jerárquica en la que algunos individuos tienen la prio-ridad de acceso a los recursos (reproductivos y alimen-tarios) y en la que el rango de cada uno está determinadono sólo por factores físicos, como fuerza y tamaño, sinopor las relaciones que cada uno mantiene con los otrosmiembros, relaciones tanto de parentesco como dealianza. Los primates parecen ser los únicos animalesque forman alianzas estratégicas para su propio bene-ficio: se apoyan recíprocamente entre animales no em-parentados, forman más alianzas con los individuosdominantes y compiten entre sí por el apoyo de dife-rentes aliados potenciales. Estas complejas interaccio-nes requerirían, aparentemente, que los miembros deun grupo pudieran evaluar a sus aliados potenciales conbase en el balance de costos y beneficios que les pro-porcionaría una alianza a largo plazo.

El entorno social de los primates parece ser tambiénúnico por presentar situaciones y conductas en las quese toman en cuenta las relaciones entre los demás indi-viduos del grupo, y no únicamente las que mantienencon uno mismo. Por ejemplo, al formar una alianza,los primates parecen estimar la probabilidad de que dosindividuos se alíen en contra de uno mismo. Igualmen-te, se ha visto que es más probable que un mono rediri-ja su agresión hacia otro que mantiene una relación par-ticular con el individuo con quien recientemente seenfrentó, e incluso que dos individuos no emparenta-dos se enfrenten después de una pelea entre dos pa-rientes suyos. Por ejemplo, después de una pelea entreA1 y B1, los monos A2 y B2, parientes de A1 y B1, res-pectivamente, tienden a enfrentarse más que en condi-ciones basales.

Al pensar en jerarquías de dominancia, una de lashabilidades cognitivas más obvias que podrían estarutilizando los primates es la inferencia transitiva, me-

El uso de catego-

rías abstractas no

podría constituir la

diferencia más

grande entre los

primates y los

demás animales,

ya que una

paloma, por

ejemplo, parece

ser capaz de

adquirir el

concepto de

“árbol”.

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diante la cual se podría inferir un orden lineal de losrangos de cada quien en la jerarquía, sin tener que ha-ber observado todas las interacciones de todos los in-dividuos que la forman. Al observar la dominancia deA sobre B, y de B sobre C, un mono podría inferirque A es dominante sobre C, aun sin haber visto nun-ca a A enfrentarse con C. Hay evidencia experimentalde que los monos pueden hacer esto: los resultados deexperimentos con conjuntos lineales de elementos(cartas con ilustraciones, por ejemplo), parecen indi-car que la secuencia de los elementos que se ordenantiene una correspondencia con una representación desu orden lineal, con la cual el sujeto puede inferir elrango relativo de cualquier par de elementos en el con-junto. Sin embargo, se han propuesto formas alter-nativas en las que los monos podrían haber resueltoeste problema, que hasta la fecha parecen ser igual-mente factibles, y que están basadas en una asocia-ción entre los pares, sin que se necesite mecanismo deinferencia alguna. Aunque es posible que los primatesutilicen realmente una representación de orden linealde los demás miembros del grupo para predecir suconducta futura basada en su rango, este procesamien-to de información no pareciera ser más complejo quelos mapas mentales con los que las abejas localizan lossitios de alimento.

Hay otra característica básica del complejo mun-do social de un mono o simio: las relaciones entre di-ferentes miembros del grupo pueden clasificarse endiferentes tipos. Cuando se estudia un grupo de pri-mates, se utilizan conceptos o categorías específicosque se refirieren a asociaciones particulares entre losdiferentes miembros del grupo, con el fin de predecirsu conducta y las asociaciones con los demás. ¿Utili-zarán ellos mismos categorías similares? Para compro-bar esta hipótesis, Dasser entrenó en 1988 a macacosen cautiverio para distinguir entre fotos de individuosde su propio grupo. En estas fotos aparecían parejasde madre-hijo o de individuos con otras relacionesentre sí. Después de un extenso periodo de entrena-miento en el que los sujetos eran premiados al distin-guir correctamente una pareja de madre-hijo de otradiferente, dos macacos fueron capaces de distinguirnuevos pares de madre-hijo, con los que no habíansido entrenados. Sin embargo, ¿implica esto que losmonos tenían desde antes el concepto “pareja madre-hijo”? Los sujetos podrían haber detectado parecidosfísicos imperceptibles para nosotros.

La representación de las relaciones sociales no estan fácil de formalizar como las propiedades de tiem-po o número. Esto se debe a que las relaciones socia-

les son multidimensionales: mientras que el isomor-fismo de las propiedades de número y tiempo puedeestar directamente representado por estas mismas pro-piedades en el procesamiento de información, las re-laciones sociales se entienden únicamente medianteel uso de términos abstractos como “dominancia” y“parentesco”, que de hecho son propiedades abstrac-tas derivadas de la suma de las interacciones de dos omás individuos. La evidencia parece apuntar a que losprimates son buenos primatólogos, ya que utilizancategorías como éstas para entender su entorno so-cial. Pero aun el uso de categorías abstractas no po-dría constituir la diferencia más grande entre los pri-mates y los demás animales, ya que una paloma, porejemplo, parece ser capaz de adquirir el concepto de“árbol”: Herrnstein en 1990 entrenó a varias palomasa responder únicamente cuando se les presentara una

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fotografía que tuviera uno o más árboles. En estasimágenes podían verse árboles a lo lejos, de cerca, des-de abajo o desde arriba. Después del entrenamientose les presentaron fotografías nuevas que no habíanvisto antes, y las palomas respondieron como si hu-bieran generalizado a partir de ejemplares específicosa una clase general que incluía todas las característi-cas esenciales de un árbol.

ATRIBUCIÓN

Como se explicó anteriormente, la definición del pro-cesamiento de información a nivel de conocimiento re-quiere especificar los problemas que los niveles infe-riores, el formal y el físico, estarán tratando de resolver.Esto se hace investigando tanto la información que lamente tiene a su disposición como el objetivo que tie-ne el procesamiento de esa información. Si la hipótesisde la inteligencia social tiene validez, debería ser ciertoque en aquellas especies con sistemas sociales comple-jos, tanto la información acerca del entorno social como

la finalidad que se persigue al procesarla son especial-mente complicadas. Un procesador que pueda utilizaresta información y lograr esos fines especiales estará me-jor adaptado. Si encontramos dos especies que se encuen-tran con un problema similar en su medio social, pode-mos analizar su mente a nivel de conocimientos e ini-cialmente asumir que las representaciones y algoritmosque existieran a nivel formal estarían tratando de resol-ver el mismo problema. Con respecto al nivel físico, comoya se mencionó, la manera en la que se puede imple-mentar este procesamiento es independiente del análisisque realicemos en los otros dos niveles.

Uno de los debates centrales en la ciencia cognitiva,discutido por Christensen y Turner, es si sería válidoutilizar términos como creencias y deseos, que son partede nuestra manera cotidiana de hablar, para describiralgunos procesos mentales. Utilizamos estos términospara explicar y predecir la conducta de los demás o paracomunicarnos acerca de ella, asumiendo que la razónpor la que la gente se comporta como lo hace es porquetiene creencias, deseos y un conocimiento particularacerca del mundo, todo lo cual le permite lograr susobjetivos particulares. La pregunta es si estos estadosmentales son útiles para especificar el procesamientode información a nivel de conocimiento, es decir, si sonparte de la estructura del mundo en la que la mente fuediseñada para trabajar.

Una de las áreas donde esta “psicología folk” se hautilizado con éxito, es en el desarrollo de una teoría dela mente en niños. Es evidente que los niños desarro-llan una comprensión de la conducta de los demás demanera gradual, basándose al principio en hechos físi-cos y no mentales. Esta comprensión inicial se convier-te en una teoría, en la cual le atribuyen creencias y de-seos a los demás, y con la que son capaces de entendery predecir su conducta.

En 1991, Perner propuso un modelo de este desa-rrollo de la comprensión infantil de su entorno social.Tomando de Leslie la diferencia entre representacionesprimarias y secundarias, Perner distingue entre aque-llas que se refieren a la realidad percibida y aquellas quepueden ser de hechos pasados o hipotéticos. Existiríaotra, la metarrepresentación, que es la representación deotra representación, y que se puede utilizar para mo-delar la mente de los demás, al atribuirles creencias ydeseos que serían representados por el niño como re-presentaciones acerca de algo. Perner propone que an-tes de los dos años, el niño tiene un solo modelo de larealidad, que constantemente se está renovando deacuerdo a los datos perceptuales recibidos. Este mode-lo único no le permite entender información simbóli-

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ca o estados hipotéticos del mundo. Después de estaetapa, los niños de dos a tres y medio años de edad de-sarrollan la capacidad de formar modelos múltiples dela realidad, en los cuales es posible tener una represen-tación primaria y una secundaria simultáneamente, conlo cual pueden entender información simbólica, ya queel referente de un símbolo es representado como unasituación hipotética y no tiene que estar presente en larealidad. Igualmente, un modelo múltiple permite alniño representar los fines de los demás como una si-tuación hipotética, y por lo tanto predecir su conductabasándose en una comprensión, parcial aún, de susmentes. En esta etapa, la conducta de los demás se rela-ciona, en la mente del niño, con los fines particularesde los demás.

Pero no es sino hasta la tercera etapa, entre tres ymedio y cuatro años, que los niños desarrollan unateoría de la mente completa. En esta etapa, la mentede los demás se representa como una representación,con lo cual los niños están utilizando una metarre-presentación. Ésta les permite entender las relacionescausales entre la mente de los demás y su conducta,en condiciones necesarias y suficientes para que se ten-ga una creencia o deseo en particular, y para que éstosafecten la conducta. Como un ejemplo de la evideciaexperimental que apoya estos modelos, considérenselos “experimentos de Maxi” realizados por Wimmer yPerner en 1983, sobre la capacidad de los niños de atri-buir creencias falsas. En la versión original de estosexperimentos, niños de tres a nueve años de edad ob-servaban un teatro guiñol en el que Maxi, un títereque hacía el papel de niño, guarda un chocolate en uncajón azul y sale de escena. Después aparece la mamáde Maxi, que saca el chocolate del cajón azul y lo guar-da en uno verde y sale de escena. Entonces se les pre-gunta a los niños espectadores en dónde buscaría Maxiel chocolate. Los niños menores de cuatro años con-testaron consistentemente que en el cajón verde, aquelen el que ellos sabían que estaba el chocolate. Los ni-ños mayores de cuatro años contestaron que en el ca-jón azul, ya que Maxi aún pensaría que el chocolateestaba ahí. Es decir, que los niños que contestaron co-rrectamente estaban representando en sus mentes lacreencia falsa de Maxi de que el chocolate estaría en elcajón azul. Estos resultados, y muchos similares obte-nidos en muchas variantes con múltiples controles ysituaciones, sugieren que la manera en que la mentedel niño resuelve los problemas de su entorno socialsufre un cambio radical a partir de los cuatro años,cuando forman, según Perner, sus primeras metarre-presentaciones.

Es posible que estas habilidades cognitivas sean unasolución útil a los problemas que se encuentran enuna sociedad complicada. Es decir que, individuos condiferentes estrategias y relaciones con los demás estánen situaciones en las que la capacidad de leer las men-tes de los demás representa una gran ventaja. Por ejem-plo, en sociedades en las que los miembros de un gru-po se separan temporalmente, sería ventajoso poderinformar a los demás acerca de nuevos sitios de ali-mento, o al contrario, engañarlos u ocultarles infor-mación; incluso para poder enseñar activamente a losjóvenes, sería necesario poder atribuirles ignorancia(un estado mental). Podemos entonces utilizar este es-quema de desarrollo de capacidades para analizar laescasa evidencia de atribución en los primates no hu-manos, y así acercarnos a especificar sus capacidadesa nivel de conocimientos. Una parte de esta evidenciaviene de observaciones anecdóticas y experimentoscon chimpancés, en los que parecen ser capaces de re-conocer el efecto de su conducta sobre la atención delos demás. Por ejemplo, individuos subordinados es-conden evidencias que resultarían en castigo por par-te de individuos dominantes, o evitan dar vocaliza-ciones asociadas a comida cuando ésta no es suficien-te. En estos ejemplos, a nivel de conocimientos, elprocesamiento de información estaría formado poruna situación hipotética en la que otros ponen aten-ción a uno mismo y la situación de la realidad en laque no la ponen. El algoritmo formal, entonces, con-

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sistiría en la comparación de ambas representacionesy la selección del mejor resultado posible. En estosejemplos no se necesitaría la formación de una repre-sentación de las mentes de los demás, ya que la aten-ción puede ser observada, tanto en la realidad comoen una situación hipotética, como una propiedad fí-sica (la dirección de la mirada, por ejemplo) y no comouna propiedad mental.

Otro experimento que trata más explícitamente es-tas ideas acerca de la capacidad de los chimpancés paraatribuir conocimientos, fue hecho en 1990 por Povi-nelli y colaboradores. En éste, el sujeto es un chimpan-cé o macaco que observa a dos actores humanos: el

actor A, que esconde una golosina en un aparato espe-cial sin que el sujeto sepa exactamente en dónde, y elactor B, que estaría afuera del cuarto, a la vista del suje-to, pero sin poder ver el aparato. Después, ambos acto-res le inidicarían al sujeto dónde estaría la golosina se-ñalando hacia diferentes partes del aparato. Los auto-res predecían que si el sujeto comprendía que verimplica saber (un estado mental), entonces deberíahacerle caso al actor A y no al B. Mientras que la con-ducta de los macacos nunca pareció dar indicios de estacomprensión, los chimpancés alcanzarón un nivel de70% únicamente después de un extenso entrenamien-

to. Aunque este resultado es significativo, es difícil inte-pretarlo como evidencia de que los chimpancés real-mente pasaron la prueba basándose en la comprensiónde que ver implica saber. Hay muchas otras alternativasque podrían explicar los resultados, y el debate aún notermina. Lo que sí es cierto es que se requiere más evi-dencia para poder concluir que los chimpancés pue-den atribuir creencias.

Sin embargo, de comprobarse, significaría que loschimpancés sí son capaces de representar la mente deotro individuo, como los niños mayores de cuatro años.Con la evidencia actual, podemos concluir con seguri-dad que los primates, al interactuar con los demás, pue-

den utilizar modelos múltiples,que contienen representacionesprimarias (de la realidad inme-diata) y secundarias (de situa-ciones o eventos hipotéticos).Así, tendrían una capacidad deatribuir deseos, pero únicamen-te como objetivos, y en ese sen-tido tienen una teoría parcial dela mente, comparada con la teo-ría completa que nosotros uti-lizamos en nuestra vida cotidia-na. La atribución de creencias,cuya presencia no se ha demos-trado en animal no humano al-guno, implicaría la capacidad derepresentar la mente de los otroscomo una representación.

CONCLUSIÓN

Del análisis de la evidencia ex-perimental resulta obvio quelos problemas a los que se en-frentan las mentes de los pri-mates en su medio social y las

representaciones que forman de ellos, están apenasesbozados. Aplicando el mismo enfoque comparati-vo utilizado en la etología a los mecanismos que sub-yacen las habilidades similares entre niños y simios,he intentado especificar más exactamente la natura-leza de las representaciones utilizadas para realizaruna de las operaciones mentales que parecen distin-guir a los primates de los demás animales: la atribu-ción de estados mentales. Los problemas definen lasrepresentaciones y la evidencia sugiere que los pro-blemas que enfrentan los chimpancés en sus relacio-nes sociales son tan complejos, al menos, como los

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ILUSTRACIONES. Sowa.

GABRIEL RAMOS FERNÁNDEZ. Departamento de Biología, Universidad dePennsylvania.

un símbolo como una representación de una realidadno presente, y por lo tanto deberían existir en espe-cies en las que se ha encontrado esta forma de comu-nicación, como loros y delfines, especies que por al-guna razón también hemos considerado como inteli-gentes. Volvemos entonces al principio: ¿qué senecesita para decir que un chimpancé es más inteli-gente que un loro? Si la visión cognitiva de la mentees apropiada y la distinción entre los niveles de cono-cimiento y formal es útil, entonces este enfoque de-bería servir para diseñar experimentos y observacio-nes dirigidos a definir con más claridad tales diferen-cias entre especies.

que enfrenta un niño de dos a tres y medio años. Losalgoritmos responsables de la atribución de deseoscomo objetivos, que a su vez serían responsables devarias de las conductas de los demás miembros delgrupo, incluirían un proceso análogo al uso de mo-delos múltiples en los niños. En estos modelos, lasrealidades percibida e hipotética se comparan y sediseña una respuesta conductual basada en el resul-tado de esta comparación.

¿Yace aquí una diferencia crucial entre la mente delos primates y la de los demás animales? Puede ser.Los modelos múltiples, sin embargo, son necesariospara la comunicación simbólica, con el fin de percibir