La búsqueda de la imagen de la Antigüedad a partir del estudio de sus edificios, ocupa un capítulo importante en la Historia del Arte.

El Humanismo, la recuperación del pasado clásico y la nueva imagen del hombre, contribuyó desde el siglo XV, a que el grabado de la obras de la Antigüedad se convirtiera en el principal medio para difundir y, en cierto modo conservar, los restos que de ella quedaban o iban apareciendo.

A ello se uniría la labor de los llamados tratadistas, que buscaron el conocimiento e interpretación de las técnicas constructivas clásicas para poder aplicarlas a su presente. Entre estos destaca Jacopo Barozzi de Vignola (1507-1573),

que con su Regla de los cinco órdenes de Arquitectura (1562) sistematizaría fundamentalmente el conocimiento que se tenía de la arquitectura de la Antigüedad transmitida a través de Vitrubio, siempre basada en conceptos como la grandeza, la simetría o la exacta proporción.

Más tarde, el descubrimiento del orden dórico griego primitivo - a través de ejemplos como el Templo de Poseidón en Paestum, con columnas de gran grosor y sin basa-, supuso un punto de inflexión en las teorías codificadas hastas el momento, poniendo en evidencia la arbitrariedad o falta de dogmatismo de la doctrina vitrubiana; a lo que habría que añadir más tarde las nuevas aproximaciones de Winckelmann (1717-1768).

Es en este ambiente donde irrumpe la figura de Giovanni Battista Piranesi (1720 – 1778). Grabador y arquitecto italiano que no sigue la estética común de la representación, sino que dotará a la clásica ruina de una dimensión plástica nueva, reconstruyendo la Antigüedad, a veces fantaseando y otras con gran verismo, aunque siempre con el alma de visionario que tratar de acercarse a lo heroico.

Dentro sus trabajos, realizados principalmente con técnica al aguafuerte sobre plancha de cobre, destacan sus vedute de Roma - edificios de escala gigantesca, vistas en ángulo e invenciones arqueológicas-, y sus Carceri, donde plasmará enrevesadas e inquietantes arquitecturas que lo convertirán en un visionario precursor de los movimientos artísticos vanguardistas del siglo XX.

Esta fascinación por la arquitectura clásica perduraría a lo largo del siglo XIX impulsada por la cultura academicista. Grandes viajes a lo desconocido para descubrir nuevos monumentos o nuevos yacimientos marcaron esta época en que se continuaron grabando para su difusión y uso como elementos de aprendizaje en escuelas y academias, donde concurrían arquitectos, arqueólogos y pintores.

Esta exposición, organizada por el Museo de Bellas Artes de Córdoba, presenta una estampa de Piranesi perteneciente a la obra La Antichità D'Albano e di Castel Gandolfo (1764), que ha sido cedida temporalmente por un particular de la localidad. Con esta exposición se pretende poner de manifiesto la importancia que tuvieron las estampas para el conocimiento y la socialización del patrimonio arquitectónico y arqueológico.

Giovanni Battista Piranesi (1720 - 1778) «La Antichità D'Albano e di Castel

Gandolfo». Lámina XII. 1764

August François Lemaitre (1797 – 1870) según Viollet Le-Duc Templo de Neptuno en Paestum

Francesco Mochetti (Siglo XIX) Fragmento de ornamento romano antiguo

existente en el Museo Lateranense