ÍndiceIntroducción - “Un nuevo capítulo, rico de esperanzas...”.......................... 7

I. Un nuevo ecosistema eclesial.................................................................... 111. Entre la pirámide y el círculo...................................................................... 112. El éxodo de los religiosos: de la clausura a la comunión........................... 133. El éxodo de los laicos: de las migajas al banquete..................................... 154. Llegan los “asociados”................................................................................ 165. Las actitudes de los religiosos/as en este proceso...................................... 176. El cambio de lugar de los Institutos religiosos: del geocentrismo al he-

liocentrismo................................................................................................. 207. El descubrimiento del carisma como fuente de identidad y lugar de en-

cuentro......................................................................................................... 228. Las nuevas Familias carismáticas............................................................... 23

II. Los fundamentos de una nueva relación............................................. 271. Eclesiología de comunión........................................................................... 27

1.1. El Misterio de la Iglesia-Comunión..................................................... 271.2. Espiritualidad de comunión................................................................. 291.3. La comunión para la misión................................................................ 291.4. Un suelo para situar la relación laicos-religiosos................................ 31

2. La recuperación del tesoro común.............................................................. 332.1. El trasvase de las características “exclusivas”..................................... 332.2. La secularidad de toda la Iglesia.......................................................... 342.3. La laicidad de toda la Iglesia............................................................... 352.4. Las dimensiones “cristianas” de la vida consagrada........................... 362.5. Consejos evangélicos para los “seguidores del camino”..................... 37

3. Compartir la misión desde el mismo carisma............................................. 383.1. Compartir una misión específica en la Iglesia..................................... 393.2. El dinamismo carismático.................................................................... 393.3. Nuestros particulares “carismas”......................................................... 40

4. Los carismas fundacionales......................................................................... 404.1. El carisma fundacional, experiencia del Espíritu................................ 414.2. Caminos para vivir el Evangelio.......................................................... 434.3. La recuperación de los carismas fundacionales para el tesoro común... 45

5. Iconos de la Iglesia-Comunión................................................................... 47

Compartir carisma y misión con los laicosLa Familia evangélica como horizonte - Antonio Botana

III. Los retos que hemos de afrontar......................................................... 551. La recuperación del carisma y su centralidad............................................. 552. La refundación de los Institutos en su carisma fundacional....................... 56

2.1. Para una fidelidad creativa: REFUNDAR........................................... 562.2. El reto de recuperar la identidad desde el carisma.............................. 58

3. Clarificación de la identidad del religioso/a en la Iglesia-Comunión........ 593.1. “Junto a”, “en función de”................................................................... 593.2. El servicio eclesial de la comunidad consagrada................................ 61

4. El nacimiento y desarrollo de las nuevas Familias evangélicas................. 62

IV. Itinerarios formativos para transmitir el carisma........................... 651. Una pastoral vocacional en función de la misión desde el carisma........... 662. La participación en la identidad colectiva de la Familia evangélica.......... 67

2.1. Para llegar a sentirse “nosotros”.......................................................... 672.2. Los dos ejes de una identidad colectiva............................................... 68

3. Las experiencias configuradoras................................................................. 714. Compartir la misión en un proceso de comunión....................................... 73

a) Lazos de corresponsabilidad................................................................... 73b) Lazos de comunión en la fe.................................................................... 74c) Lazos de ministerialidad......................................................................... 74

5. Transmitir una actitud vocacional............................................................... 756. Promover comunidades ministeriales, no “auxiliares” en la misión.......... 767. Acompañar y discernir el compromiso....................................................... 77

7.1. El compromiso como opción de vida.................................................. 787.2. El compromiso sitúa a la persona en una dinámica de superación..... 797.3. El compromiso es una ofrenda de toda la persona.............................. 80

V. Un proyecto con futuro: la Familia evangélica................................... 851. Los objetivos............................................................................................... 852. La composición básica................................................................................ 863. La incorporación personal a la Familia evangélica.................................... 884. Estructuras para la comunión...................................................................... 895. Fomento de la cultura común y nuevas expresiones.................................. 916. ¿Reconocimiento eclesial canónico?........................................................... 91

Bibliografía elemental.................................................................................... 95

RETIRO - La espiritualidad del cada día- José Luis Elorza, ofm..... 97

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Los tradicionales “consejos evan-gélicos” en número de tres, castidad,pobreza y obediencia, representan elentero camino evangélico, antes de darlugar a una forma particular de vidacristiana que es la vida consagrada. Di-cho de otra forma, representan la antro-pología cristiana, el ser humano comoDios lo había imaginado al principio14:

- Virgen, es decir, totalmente nece-sitado del amor de Dios y, al mismotiempo, hecho para la comunión con elotro/a. Ambos aspectos se funden en eltérmino “castidad”, que significa launificación e integridad del ser, eldominio de la sexualidad y la afectivi-dad para el servicio de la humanidad ydel amor; y es válido tanto para la per-sona casada como para el célibe, sibien cada uno la vive de diferente for-ma. El celibato evangélico por el Reinode Dios, vivido como carisma por laspersonas consagradas, es memoria delmodo de existir de Jesús (VC 22) y sig-no profético de la castidad evangélica.

- Pobre, es decir, totalmente abier-to para recibir la riqueza de Dios y col-mado de dones, porque cuanto tiene esdon para compartir sin reserva con sushermanos. La pobreza evangélica vivi-da como carisma por las personas con-sagradas es la base para construir la

comunidad fraterna, por la comuniónde bienes, y desde ella vivir la comu-nión con los más pobres. Así se con-vierte en signo de la pobreza cristiana.

- Obediente, es decir, pronto paraescuchar la voz del Espíritu que lo lla-ma a ser libre en la alianza con Dios.Es, en realidad, la actitud de escucha,que convierte nuestro poder en servi-cio. La obediencia vivida como caris-ma por las personas consagradas ex-presa la totalidad de la entrega; es laactitud que convierte a la persona con-sagrada en signo de la alianza que unea Dios con el hombre.

3. Compartir la misión desde elmismo carisma

Desde hace algunos años se utilizaen el ambiente eclesial, y más concre-tamente en el relacionado con las con-gregaciones religiosas, la expresión“misión compartida”. Con ella sequiere designar este contexto de inte-rrelación entre diferentes identidadeseclesiales en torno a la misión, seña-lando así su motivación central, que noes otra que la que justifica la existenciade la Iglesia misma: la misión.

La misión nos precede a todos, lamisión es quien nos convoca, por ella

14 Cf. SICARI, Antonio M.: Gli antichi carismi nella Chiesa. Per una nuova collocazione. Jaca Book.Milano 2002, 52-58. GARCÍA PAREDES, J. C. R., Teología de la Vida Religiosa. BAC. Madrid 2000,404-408.

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nos reunimos en Iglesia, es ella la queha motivado las diferentes congrega-ciones, y es ella la que hoy está moti-vando la formación de las nuevas Fa-milias carismáticas o evangélicas. Sihoy hablamos de una nueva forma decomunión, de nuevas relaciones entrelos que formamos la Iglesia, es, en de-finitiva, porque se ha establecido unanueva referencia a la misión por partede esos mismos componentes de laIglesia (o, si se prefiere, porque la Igle-sia ha adquirido un nuevo nivel de con-ciencia respecto de la misión).

3.1. Compartir una misión espe-cífica en la Iglesia

La misión o evangelización es algotan extenso, una realidad tan “rica,compleja y dinámica” (EN 17) que na-die puede abarcarla enteramente: es to-do lo que se refiere al acercamiento delReino de Dios a los hombres, desde laliberación de las esclavitudes de todotipo, pasando por el perfeccionamientocultural, el cultivo de valores, el anun-cio de Jesucristo y su mensaje, la cate-quesis, hasta llegar a la celebración dela fe en los sacramentos y la contem-plación del Reino en la oración...

Es ahora cuando tendremos que ha-blar de la misión en un sentido más par-ticular y reducido: la misión que tienecada cristiano, cada comunidad cristia-na, es esa pequeña parcela de la Viñadel Señor que Él nos encarga de manera

especial que cultivemos, y de la quenos hace especialmente responsables.

No podemos olvidar que nuestraparticipación en la Iglesia y en su mi-sión evangelizadora, no es de una for-ma anónima ni indiscriminada, sinoplenamente personalizada. Cada unodescubre su puesto en la misión comúna partir de sus propios dones y cualida-des, pero también desde las llamadasque percibe de las necesidades delmundo y de la Iglesia (cf. ChL 28.2).

Lo que acabamos de decir de cadacristiano en particular, se puede afir-mar también respecto de un “sujeto so-cial”: un grupo, una comunidad, unaasociación, un movimiento, una Fami-lia carismática... Si tiene una identidadpropia en la Iglesia es porque tiene unamisión específica, con la que contribu-ye a la gran misión total de la Iglesia. Ysi tiene una misión específica es por-que la Iglesia reconoce en el grupo uncarisma propio.

3.2. El dinamismo carismático

Podemos hablar ahora de “comuni-dad carismática” en el sentido típica-mente paulino: el carisma es un dina-mismo que recorre e impulsa toda lavida de la comunidad, tanto en cadamiembro como en el conjunto.

En el lenguaje del Nuevo Testa-mento, carisma es un “don divino”

concedido a una persona para el biende la comunidad. En último término,no hay más que un “Carisma” dado alos hombres, que es el Espíritu Santo.Su presencia en nosotros se manifiestacomo una gran fuerza, un dinamismoque va haciendo realidad el Reino deDios entre los hombres.

Cuando hablamos de los “caris-mas” en sentido cristiano, nos referi-mos a las diversas formas que adquiereese dinamismo del Espíritu en cadauno de nosotros. Los carismas les sondados a todos, porque el Espíritu Santoobra en todos (cf. 1 Cor 12,6). El Con-cilio Vaticano II afirma: “Es la recep-ción de estos carismas, incluso de losmás sencillos, la que confiere a cadacreyente el derecho y el deber de ejer-citarlos para bien de la comunidad yedificación de la Iglesia” (Apostolicamactuositatem 3).

3.3. Nuestros particulares “caris-mas”

Concretando un poco más: los ca-rismas son particulares aptitudes con-cedidas por el Espíritu a los cristianos,para que todos cooperen al bien de lacomunidad. Los carismas “están orde-nados a la edificación de la Iglesia, albien de los hombres y a las necesida-des del mundo” (ChL 24).

Las aptitudes naturales de una per-sona se convierten en carismas cuando

ésta, movida por el Espíritu, las pone alservicio de la comunidad. La accióndel Espíritu perfecciona, agudiza la ca-pacidad natural al desprenderla de inte-reses egoístas, y a veces alcanza a darcapacidades totalmente nuevas. Así, seda el caso de personas, cultural e inte-lectualmente modestas, con un carismade consejo o discernimiento muy lla-mativo, como prueba de que el Espírituno tiene necesidad de apoyarse en lasabiduría humana (cf. 1 Cor 2,4-5).

Tanto el matrimonio como el celi-bato pueden vivirse como simples si-tuaciones o formas de vida, pero tam-bién pueden transformarse en caris-mas: de modo diferente en cada una deesas dos situaciones, la persona puedetender a la perfección del amor y alservicio de la Comunidad y del Reinode Dios. El Espíritu es quien da uno yotro don. Cada cual deberá ser fiel alcarisma recibido. La comunidad tendráque valorar, discernir e impulsar los ca-rismas personales, y ayudar a descubriraquellas cualidades, habilidades, donesespirituales,... que cada cual, con el im-pulso del Espíritu, puede poner al ser-vicio de la comunidad y de su misión.

4. Los carismas fundacionales

Los carismas son los dones queayudan a la Iglesia a ser fiel a su razónde ser, es decir, a servir a la misión, aevangelizar. Cada carisma es una res-puesta a “¿cómo evangelizar?”. Los

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grandes carismas aportan una respues-ta que quiere ser integral: ofrecen unaperspectiva global del Evangelio, unmodo global de entender la vida desdeel Evangelio. Es así como llegamos alconcepto de “carisma fundacional”:un carisma global, que no se refieresólo a un particular modo de ejercer lamisión, sino de vivir la misión, de serevangelizador, de experimentar la co-munión para la misión, y, en definitiva,de vivir el Misterio de Comunión quees el Misterio del Dios-Trinidad en laIglesia.

En cuanto carisma “global” tiendea armonizarse con muchosotros carismas particularesque facilitan su encarna-ción en la realidad, en lasdiversas formas de vidacristiana y de la culturahumana, y lo enriquecencon múltiples posibilida-des para dar una respuesta más eficaz alas necesidades concretas de la misión.Ésta es, justamente, una propiedadesencial al carisma fundacional: la deatraer muchos creyentes que sintonizanen ese mismo carisma. Juntos encarnanel carisma. El carisma adquiere sumejor expresión, no en cada uno porseparado, sino en el conjunto de losque lo viven. Cada carisma fundacio-nal es, pues, una expresión de la comu-nión para la misión que representa laIglesia misma.

4.1. El carisma fundacional, ex-periencia del Espíritu

Desde que en 1971 Pablo VI serefiriera por primera vez al “carismadel fundador” en la exhortación apos-tólica Evangelica testificatio, este con-cepto ha ido adquiriendo una importan-cia cada vez mayor en la reflexión nosólo sobre la vida consagrada, sinotambién sobre las Familias que hoy lla-mamos “carismáticas” o “evangéli-cas”. En 1978 el documento vaticanoMutuae relationes definía así el caris-ma originario o “de los orígenes” o “delos Fundadores”: “El carisma de los

Fundadores se revela co-mo una experiencia delEspíritu, transmitida porellos a los propios discí-pulos, para ser vivida,custodiada, profundizaday constantemente desarro-llada, en sintonía con el

Cuerpo de Cristo en continuo creci-miento” (n. 11).

No siempre se ha dado esa impor-tancia al carisma fundacional, inclusosin llamarlo así. Las dificultades en-contradas por los fundadores/as de losnuevos Institutos a la hora de buscar sureconocimiento canónico dan fe de latendencia, por parte de las institucionesde gobierno de la Iglesia en la épocaanterior al Concilio Vaticano II, a uni-formar y someter a un acentuado co-

Cada carisma fundacional es una

expresión de la comunión para la

misión que representala Iglesia misma

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mún denominador a todas las congre-gaciones religiosas, dando una mínimaimportancia al carisma propio de cadauna, o identificándolo con la “forma deapostolado” que aquél promovía. Jus-tamente esta indiferenciación es la quehoy se denuncia como un grave peli-gro, porque “lleva a hacer desaparecerla belleza y la fecundidad de la multi-plicidad de los carismas suscitados porel Espíritu”15.

La acción del Espíritu actualiza elcarisma. El carisma fundacional permi-te descubrir la misión, como lo hizo elFundador/a: nos hace estar atentos auna realidad externa de necesidad o ca-rencia. Pero siempre desde una actitudinterna: la contemplación del designiosalvador de Dios, que hace de nosotrossus instrumentos. La acción del Espí-ritu nos hace sentirnos impresionadosante esa realidad y nos impulsa a des-cubrirla como una llamada de Dios.

Así es como la experiencia del Es-píritu vivida por los fundadores se re-produce en sus seguidores, en formasvariadas y con distinta intensidad. Yesta experiencia va a dar lugar a dife-rentes proyectos. O también: se va averter en diferentes recipientes que ledarán forma y apariencia diversa.

Ha sido frecuente, y lo es, la con-fusión entre “carisma fundacional” y

“proyecto fundacional”. En este últi-mo, el fundador/a ha concretado la res-puesta histórica que él o ella da a aque-lla “experiencia del Espíritu”. Lo hacedesde su carisma, personal e intransfe-rible, “de fundador”, a partir de las cir-cunstancias concretas que vive: una so-ciedad, una Iglesia... Ese proyecto his-tórico fundacional consiste, en la ma-yor parte de los casos, en un Institutoreligioso. La confusión de “carismafundacional” con “proyecto fundacio-nal” pone en entredicho la participa-ción de los laicos en aquella experien-cia integral del Espíritu que es el caris-ma fundacional. Se reduce entonces laparticipación de los laicos a la espiri-tualidad del Instituto correspondiente,o más bien, a aspectos parciales de di-cha espiritualidad, o a colaborar en lastareas de la misión del Instituto.

El carisma fundacional sigue pro-moviendo la búsqueda de respuestasconcretas: la institución religiosa ha si-do una respuesta histórica. Pero el ca-risma sigue vivo y empuja a los reli-giosos/as y a otros cristianos a actuali-zar la respuesta en el contexto de la“misión compartida” que correspondea la Iglesia-Comunión, toda ella minis-terial. Es entonces cuando aparece laFamilia carismática, que une el conjun-to de respuestas dadas a partir del mis-mo carisma, o más exactamente, elconjunto de proyectos existenciales de

15 Congregación para los Institutos de Vida Consagrada: La vida fraterna en comunidad, 46.

“comunión para la misión” surgidosdel mismo carisma.

El carisma fundacional se muestracomo un dinamismo que promueve es-tos efectos entre todos los que compar-ten la misión de la Familia carismática:

- Aglutina, en cuanto aúna identida-des diversas −religiosos, seglares,sacerdotes− en torno a una mismamisión.

- Diferencia, en cuanto suscita for-mas específicas de vida y donespeculiares, aunque todos ellos, deuna u otra forma, estén al serviciode la única misión. Cada una deesas identidades resulta valorada ypromovida, justamente en aquelloque le es más peculiar y que la di-ferencia de las otras, pues así resul-ta más enriquecida la misión co-mún, con las aportaciones de todos.

- Estimula, en el sentido de que acada miembro de la comunidad leempuja a descubrir los diversosdones que el Señor le ha concedidopara la misión, para dar con ellostestimonio del amor de Dios: la vi-da, la educación recibida, la prepa-ración personal, tales cualidades ohabilidades, la capacidad de entre-ga y generosidad,...; o dones espe-ciales como el discernimiento delos espíritus, o el celibato por elReino (cf. Mt 19,12), o el saber ha-cer del matrimonio un proyecto “ados” para el compromiso.

4.2. Caminos para vivir el Evan-gelio

Los carismas fundacionales son, enrealidad, caminos para vivir el Evan-gelio, y vivirlo como la Iglesia en latensión de los dos polos: evangelizar yser evangelizado (EN 15).

La aparición de un carisma funda-cional en la Iglesia tiende a reproducirla escena simbólica de Jesús en la sina-goga de Nazaret (Lc 4,18-21). CuandoJesús se acerca a leer el pasaje de Isaías61 a sus vecinos lleva ya en su corazónel dolor y la desesperanza de los po-bres, ciegos y oprimidos de su pueblo.Su lectura de la Palabra no es neutral,sino hecha desde un corazón herido porla realidad y urgido por la necesidad desalvación que ha constatado en ella. LaPalabra le revela lo que ya está en sucorazón: “El Espíritu del Señor estásobre mí, porque me ha ungido parallevar la buena noticia a los pobres;me ha enviado...” Y desde esa expe-riencia del Espíritu se comprometepúblicamente, aceptando en su personael desafío que trae consigo la accióndel Espíritu, acción de consagración yenvío: “Hoy se cumple ante vosotrosesta profecía”.

El carisma (o experiencia del Es-píritu) une en un mismo movimiento lalectura comprometida de la realidad,que deja herido el corazón, y la lecturade la Palabra de Dios, que ilumina lo

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que sucede en el corazón. El carismada una clave de lectura del Evangelioque conduce al beneficiado a experi-mentar en sí, unificadamente, la consa-gración y el envío a la misión; se des-cubre a sí mismo/a mediador/a de lasalvación de Dios, y se despierta en élo ella la conciencia de que esa expe-riencia carismática de estar poseído porel Espíritu se está cumpliendo hoy ensu persona.

De igual manera, los carismas fun-dacionales podemos definirlos comocaminos de configuración con Cristo.Cada carisma fundacional representa laatracción hacia Cristo a través, espe-cialmente, de uno de sus misterios. Di-cho de otra forma: el carisma proyectauna luz nueva sobre el misterio deCristo, desde una perspectiva particu-lar. También en este caso el carismaasume una tensión generadora de vida:se trata de representar el rostro de Cris-to para la Iglesia y la sociedad desdeesa perspectiva o misterio particular, eidentificarse internamente con él, se-gún la experiencia de Pablo: “Ya nosoy yo quien vive, es Cristo quien viveen mí” (Gál 2,20).

El fundador/a vive esta experienciade inmersión en el misterio de Cristo

de un modo especial, para ser capaz decomunicarla a sus discípulos. Despuésdel fundador/a, quien se sienta llamadoa participar en este mismo carisma hade pasar también por la experiencia deentrar en el misterio de Cristo bajo laluz particular que proyecta el carismafundacional y vivirlo a su modo, nuncacomo una copia. Luego, en comunióncon los otros compañeros de carisma,juntos podrán reflejar este particularrostro de Cristo para la Iglesia y elmundo16.

Y la configuración con Cristo va dela mano con la construcción del Reinode Dios: construirlo y dejarse moldearpor él, siempre desde la perspectiva omisterio que el carisma privilegia.

Cada carisma fundacional es, pues,una visión global17, pero al mismotiempo parcial, del Evangelio, de Cris-to, del Reino de Dios. Desde esta con-ciencia de limitación, el carisma funda-cional es también un puente de encuen-tro con otros carismas que, de igualforma, se refieren a Cristo, al Evange-lio, al Reino de Dios. Les ofrece su luzparticular y se deja iluminar por ellos.

Cuando un carisma fundacional semanifiesta por primera vez a través del

16 Cf. SICARI, A. M.: Gli antichi carismi nella Chiesa, 29-34.17 Diferente de “total”. El misterio de Cristo nos supera a todos, y sólo llegamos a él por visiones par-ciales, aunque sean “panorámicas”, pues éstas siempre están consideradas desde un ángulo o misterioparticular.

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fundador/a y sus primeros discípulos,es frecuente que al mismo tiempo sedespierte en ellos el don (o carisma)profético para vivir la experiencia pro-pia del carisma fundacional de unmodo significativo ante la Iglesia, yelijan la vida consagrada como formade encarnar el carisma18. Además, lavida consagrada, por constituirse decomunidades intencionales y por supropia institucionalización en la Igle-sia, ofrece las mejores condiciones pa-ra garantizar la continuidad de un ca-risma.

Es comprensible, pues, que los ca-rismas fundacionales se hayan confun-dido tan fácilmente con los carismas devida consagrada con los que iban aso-ciados. Digámoslo de otra forma: aquel“camino para vivir el Evangelio” se haconfundido fácilmente con el recipienteo molde que, en un principio, se utilizópara contenerlo y que, después, quedóindivisiblemente asociado con él.

Sin embargo, es importante notarque, no pocas veces, al tiempo o inclu-so antes que la forma de vida consa-grada, el carisma fundacional se desa-rrolla en alguna forma laical promovi-da ya por el propio fundador/a, cons-ciente de que ese camino para vivir elEvangelio se podía desarrollar en di-

versas formas de vida cristiana. El esti-lo de Iglesia que contextualizaba el na-cimiento del carisma fundacional nosiempre permitió o favoreció su conti-nuidad en los moldes deseados por elfundador/a. Pero es evidente que, enmuchos casos, el propio fundador/a su-po distinguir el camino para vivir elEvangelio (o su aproximación al miste-rio de Cristo) que estaba experimentan-do desde el impulso del Espíritu, deaquella forma profética de vida consa-grada en que se estaba transmitiendo ymoldeando la experiencia.

4.3. La recuperación de los caris-mas fundacionales para el tesorocomún

“Hoy se descubre cada vez más elhecho de que los carismas de los fun-dadores y de las fundadoras, habiendosurgido para el bien de todos, debenser de nuevo puestos en el centro de lamisma Iglesia, abiertos a la comunióny a la participación de todos los miem-bros del Pueblo de Dios”19. El docu-mento de la Congregación para losInstitutos de Vida Consagrada constatael ansia que se manifiesta en el seno dela Iglesia de recuperar para el tesorocomún estos caminos para vivir elEvangelio, que son los carismas funda-cionales.

18 Cf. SICARI, A.M., o.c. 39.19 Congregación para los Institutos de Vida Consagrada: Caminar desde Cristo, 31.

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“Ponerlos en el centro” significasituarlos en relación al bautismo y laconfirmación20, fuentes de toda vidacristiana y origen de la común llamadaa la santidad, como también de la igualdignidad de todos los miembros de laIglesia. De esas fuentes nacen los ríosque son los grandes carismas a los queaquí nos referimos como “carismas fun-dacionales”, ríos que son producidospor el Espíritu y permiten vivir el miste-rio de Cristo en su gran riqueza y, simul-táneamente, en la comunión de la granvariedad de las identidades eclesiales.

Estos ríos se despliegan por toda lafaz de la Iglesia y más allá de ellamisma, pues están, como ella, en fun-ción del Reino de Dios. En ellos la vidase hace fecunda. Cada uno de ellosrepresenta, ante todo, la vida cristiana,el misterio salvador de Cristo, la buenanueva del Evangelio. Pero cada uno deellos lleva su sabor, la virtualidad ca-racterística puesta en él por el Espírituque lo ha hecho nacer. “Todo carismaencierra en sí, ‘como el todo en el frag-mento’ y como el fragmento que tieneque reflejarse en la totalidad del miste-rio de Cristo, una serie de valoresclave:

- el elemento cristológico-evangéli-co de referencia a la vida y a lamisión de Jesús...

- el soplo y la vigencia del Espírituque lo ha suscitado, como interpre-tación vital y en parte inédita de unvalor o de una serie de valoresevangélicos...

- una particular vivencia eclesial, desu apostolado y misión...

- una síntesis humanizadora en losvalores y en la pedagogía del caris-ma...”21

“...Abiertos a la comunión y a laparticipación de todos los miembrosdel Pueblo de Dios”: de todo el Pueblocristiano, de sus diversas formas de vi-da, pueden venir creyentes a estable-cerse en la orilla de este o aquel “ríocarismático”, atraídos por sus cualida-des particulares o por el ecosistema es-pecial que origina en torno a sí. Y esahí, a la orilla del río, donde entran encomunión seglares, religiosos/as y sa-cerdotes que se dejan vivificar de lasmismas aguas.

El carisma fundacional, con su re-ferencia obligada a la persona e itinera-rio espiritual del fundador/a es, pues, el

20 Cf. ROUTHIER, Gilles: Lorsque les frontières deviennent floues. En Laïques et personnes consa-crées: Quel arrimage ? Actes du Colloque 2004. Québec. Cahiers de spiritualité ignatienne, nº 113,pp. 76-80.21 CASTELLANO, Jesús: “Replantear el carisma y los carismas de vida consagrada desde la misióncompartida: forma de vida y de misión”, en La misión compartida. 31ª Semana Nacional paraInstitutos de Vida Consagrada. Publicaciones Claretianas. Madrid 2002, 138.

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nuevo campo de fuerza dentro del cualse tejen las relaciones entre los miem-bros de una Familia evangélica: reli-giosos/as, seglares, sacerdotes, y tam-bién entre los grupos que la componen.El carisma es también como la sangrede familia, o dicho con más propiedad,el espíritu que da vida a la familia y asus miembros. El es el elemento unifi-cador, el puente que permite el encuen-tro, la raíz de las relaciones mutuas, eleslabón que une y diversifica las iden-tidades.

La recuperación de los carismasfundacionales para todo el Pueblo deDios no se limita, por supuesto, a aque-llos cuya representación de vida consa-grada está clasificada tradicionalmentecomo “de vida activa”, o con un tipo deapostolado explícitamente social. Tam-bién los otros carismas asociados con“vida contemplativa” pueden ser vivi-dos desde formas estables de vida cris-tiana que se realizan lejos de los con-ventos, insertos en las estructuras so-ciales “mundanas”.

Es sugestivo el comentario de Car-los Castro Cubells en el prólogo quededica a una de las obras del prolíficoescritor Anselm Grün, monje benedic-tino. Nos permite comprender mejorcómo los carismas relacionados con lavida monástica están abiertos para lavida cristiana bajo otras formas: “La

experiencia monástica no es otra sinola seria relación con las cosas, con lavida tomándola en serio y hasta susúltimas consecuencias. En este tomaren serio la vida, en la radicalidad de laspromesas bautismales, el monje descu-bre el horizonte del mal y entra en con-tacto con él confrontándose de maneradecisiva. ... Así comprendemos que to-da situación límite de nuestra vida, to-mada en serio, es un desierto, una acti-tud de desierto. Es una coyuntura pro-picia para el comercio con lo absoluto.La vocación monacal se convierte porello en invitación para todos, porquetodos hemos de afrontar, en un mo-mento o en otro, la situación límite queconsiste en haber nacido, tener quemorir, y tener que vivir con sentido yorientación salvadora”22.

5. Iconos de la Iglesia-Comunión

Como conclusión de este capítulode “fundamentos” de la nueva relaciónentre religiosos y laicos, pongamos unnombre y una figura a la construcciónque se está delineando sobre tales ci-mientos, aunque, de hecho, ya me hereferido repetidas veces a ella. Se tratade la Familia carismática, a la que, deahora en adelante, me referiré como“Familia evangélica” para resaltarmejor lo que cada una de estas nuevasFamilias carismáticas representa parala Iglesia y la sociedad: un rostro del

22 Prólogo a la obra de Anselm GRÜN: Nuestras propias sombras. Narcea, Madrid 2000, 21-22.

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Evangelio, según la descripción quehemos hecho de los carismas fundacio-nales como “caminos para vivir elEvangelio”.

Este “rostro del Evangelio” consti-tuye para cada miembro de la Familiaun icono que da sentido a su vida yorienta sus esfuerzos en la configura-ción con Cristo. La Familia entera asu-me el papel de mostrar y recordar eserostro del Evangelio −rostro de Cristo−a la Iglesia y a la sociedad, un papel queantes estaba prácticamente reservado ala Congregación religiosa respectiva.No es que la Familia reemplace el papelprofético de la Congregación; más bienlo refuerza, lo amplifica y, sobre todo,lo hace más completo y creíble, porquelo representa vivido en diferentes for-mas de vida y situaciones; y, además, lo“encuadra” en la comunión de las di-versas vocaciones eclesiales.

La Familia evangélica no se consti-tuye como un aglomerado de indivi-duos, sino como una comunión de co-munidades, a imagen de la Iglesia. Al-gunas comunidades están instituciona-lizadas (con reconocimiento oficial yestatuto canónico...), y, por tanto, lapertenencia a ellas está regularizada yseñalada con signos externos. Este esel caso de las Congregaciones religio-sas, de las comunidades reconocidascomo asociaciones públicas de fieles, y

otras asociaciones privadas. Pero en elinterior de la Familia puede haber tam-bién grupos o comunidades de consti-tución más libre, con pocos lazos for-males, aunque siempre ha de alimen-tarse un fuerte sentimiento de perte-nencia y la actitud de solidaridad en elinterior de la comunidad y de la Fami-lia, según veremos en el capítulo 4º.

Cada grupo o comunidad pertene-ciente a la Familia tiene su fundamen-to y su fuente de vida en el mismo ros-tro evangélico, que intenta acogercomo un don y ser su reflejo para lasociedad. La diferencia con los otrosgrupos viene por el proyecto eclesial ysocial que desarrolla23. Los “estadosde vida” −religiosos/as, seglares− pa-san a segundo término, en el interior dela Familia evangélica. Ya no son elloslos que definen la separación o distin-ción de grupos, ni son el criterio defi-nitivo de agrupación de los individuosen comunidades. De hecho, y aunquese mantengan las instituciones oficialessegún las clasificaciones canónicas(congregaciones religiosas, asociacio-nes laicales...), la Familia evangélicacomunica a todas ellas en su interiorcierta elasticidad y permeabilidad apartir del común rostro evangélico y lamisión común de la Familia, de tal for-ma que los miembros de las diversasagrupaciones que la integran puedenllegar a participar, no sólo en proyectos

23 Cf. DELIZY, B., o.c., 486.

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comunes para la misión, sino en comu-nidades de vida.

En el interior de la Familia evangé-lica se disuelve la asignación clásica delugares y funciones que caracterizabananteriormente las relaciones entre lasformas de vida bautismal24. Parece quelas funciones “más pastorales” debíanasignarse a los religiosos, así como loslugares “más eclesiales”, mientras quea los laicos había que asignar funciones“más profanas” y los lugares “más so-ciales o mundanos”. La diferenciación,que siempre es riqueza, ya no viene porla separación de lugaresy funciones, pues detodos ellos se hacecargo la Familia evan-gélica, sino por la apor-tación que cada unohace desde su modo deser discípulo.

Sin duda, la Familia evangélicatrae consigo un cambio profundo en lamanera de comprender las relacionesen la Iglesia y la distribución de fun-ciones entre los fieles. “La constituciónactual de Familias evangélicas señalauna especie de umbral entre dos per-cepciones de la manera de ser cristia-nos juntos: el paso de una dinámicaformulada en términos de ‘para voso-tros, en Iglesia’, a otra dinámica for-

mulada en términos de ‘con vosotros,para la sociedad’. El giro, si puede de-cirse así, de un período a otro, o másexactamente de una concepción a otra,está ligado al reconocimiento del pues-to que tiene el Bautismo, como epicen-tro de toda vida cristiana”25.

Esta experiencia de comunión parala misión vivida en la Familia evangé-lica convierte a ésta en un icono de laIglesia-Comunión. Se puede decir quees el resultado de haber asumido el retolanzado por Juan Pablo II a toda laIglesia para el nuevo milenio que he-

mos comenzado: “Ha-cer de la Iglesia la casay la escuela de la comu-nión” (NMI 43), y ha-cerlo desde el eje diná-mico del carisma fun-dacional.

Laicos y religiososse unen en una Familia evangélica, yano para participar “en la misión delInstituto”, sino para revivir juntos elcarisma que ha dado origen a estaFamilia, encarnar juntos el rostro evan-gélico que corresponde a este carisma,y servir juntos a la misma misión ecle-sial. La fidelidad creativa, necesariapara mantener y continuar el carismaen la Iglesia, en adelante ya no depen-derá sólo del Instituto que hasta ahora

24 Cf. DELIZY, B., o.c., 343 y 411.25 DELIZY, B., o.c., 386.

Laicos y religiosos se unenen una Familia evangélica,ya no para participar “enla misión del Instituto”,sino para revivir juntosel carisma que ha dadoorigen a esta Familia

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lo representaba, sino de los diversosgrupos que componen la Familia evan-gélica y de cuantos vengan a asociarseen ella.

Todos juntos escriben la narraciónque tiene su origen en el itinerarioevangélico de los fundadores, y hoycontinúa con nuevos capítulos en laIglesia-Comunión. Todos juntos parti-cipan en un relato colectivo: en ese

relato está el motivo o misión a la quetoda la Familia evangélica quiere darrespuesta, y la trama o intriga del rela-to que es la originalidad del carisma, elmodo peculiar de ver el evangelio, esosrasgos del rostro de Jesús que subrayade un modo especial. La pregunta,pues, por la razón de ser de una Familiaevangélica se responde con ese relatocolectivo, y no simplemente con lamisión en la que está comprometida.