Kottow, M. Introducción a La Bioética

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    Introduccin a la Biot ica

    Miguel H. Kottow

    PRESENTACIN

    El Programa Regional de Biotica auspicia la presente publicacin In trod ucc i n a la Biot ica, delDr. Miguel H Kottow. Director del Centro Interdisciplinario de Biotica de la Universidad de Chile.

    Los contenidos de este texto fueron analizados por una comisin editorial que aval su publicacin

    por cu an to consti tu ye un ap ort e a lo s ob je ti vos de l Pro gra m a. Su edic i n co nt , ad em s , con la au to ri za ci n

    otorgada por el entonces director de la Organizacin Panamericana de la Salud en Washington, Dr. Carlyle

    Guerra de Macedo.

    In trodu cc in a la Bio t ica constituye un manual que esperamos sea de gran util idad para los distintos

    pro fe sio nale s q u e ex per im enta n un prim er acer ca m ie nto a es ta em ergen te y co m pli cada di sc ip lina .

    El Programa Regional de Biotica est destinado a los cambios registrados en el campo de la salud y

    por es ta ra z n una de su s p re ocupacio nes es p ro m over , d if undir y fo m enta r la pro ducci n ed itor ia l.

    La publicacin de In trod uc cin a la Bio t ica coincide con la puesta en marcha del Programa

    Regional. Su difusin reviste significativa importancia para que los especialistas en la materia cuenten con

    mater ia l y docum entacin actual izada, lo qu e permit i r opt imizar su desempeo.

    El Programa apoyar y estimular las iniciativas editoriales en la regin de Amrica Latina y El

    Caribe que contribuyan al encuentro y al diseo de estrategias consensales para la mejor toma de decisiones,

    l lamados a im pactar en la ca l idad de vida y de a tencin m dica de nuest ras poblaciones.

    Sin duda que el material elaborado cuidadosamente por el mdico chileno Miguel H. Kottow se

    convertir en un gran ap oyo para los estudiantes de las profesion es de la salud.

    D R . JU L I O M O N T T M O M B E R C

    D irec to r

    Programa Regional de Biotica

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    INTRODUCCIN

    En un simposio internacional t i tulado El lugar de los valores en un mundo de hechos, que se realiz en

    Estocolmo en 1970. e l Premio Nobel de F isiologa y Medicina Jaques M onod se alaba que los avances de la

    ciencia han venido disolviendo hasta en sus cimientos a los sistemas de valores que, desde los t iempos

    pre his t ri cos sir vie ro n de so port e m ora l a la s socie dad es hum anas . El ci en t fi co fr ancs agre gaba q ue lac iencia ha moldeado e l mundo moderno, dndole su tecnologa y su poder . S in embargo, estas sociedades

    continuaban predicando una versin algo modernizada de sus sistemas tradicionales de valores: los pases

    capitalistas occiden tales seguan aferrados a una mezc la de moral patriarcal de origen judeocristiano , derechos

    naturales, pragmatismo pedestre y esa decimonnica fe en el progreso il imitado. Los pases marxistas

    pro cl am ab an una m ezcla de h is to ri c is m o y de m ate ri a li sm o dia l ct ic o. N in guno de es to s dos sis te m as de

    valores se haba hecho cargo de las situaciones inditas que estaban creando los avances de la ciencia y de la

    cultura cientfica. Mono d conclua su ponen cia con una serie de preguntas inquietantes: Pueden seguir

    dominan do y co ntrolando indefinidamente las sociedades mo dernas a estos enormes pode res que les ofrece la

    c iencia , tan slo mediante un humanismo vago, mezclado con una especie de hedonismo opt imista y

    materialista? Pueden resolver, sobre esta base, sus tensiones intolerables? O se hundirn bajo esas

    tremendas tensiones?Desde 1970 hasta ahora las tensiones que advir t i M onod se han agudizado y, en a lgunos casos, se

    resolvieron en rupturas histricas de enorme magnitud. Desde luego sobrevino el derrumbe del mundo

    socialista, el desmoronamiento de los grandes sistemas ideolgicos, la crisis de los saberes de salvacin y la

    aceleracin del proceso de secular izacin que en l t imo trmino condu jo a la l lamada cul tura postmodema,

    donde se han abolido los grandes discursos doctrinarios y volatil izando las jerarquas valricas, de manera

    que todo es profano y fragmentario.

    Despus de estos quiebres radicales, en cuyo origen se destaca poco la influencia de la tensin entre

    cono cimien to y valores, contin a el desfase entre la creciente potencia que otorg an la ciencia y la tcnica a la

    accin humana, y la capacidad del hombre para fundamentar, ensear y conseguir la aceptacin de valores

    que regulen y limiten estos inditos poderes.

    El mundo est siendo modelado por la cantidad de hechos ineludibles. El progreso de la ciencia sigueen aceleracin creciente. Por otra parte, se acorta cada vez ms el t iempo en que un conocimiento bsico se

    aplica a diversos fines. Se multiplica tambin la variedad de esas aplicaciones, y es casi imposible l imitar el

    uso de ese conocimiento a una aplicacin especfica. As, por ejemplo, el mismo procedimiento

    microbiolgico para producir bacterias que generen antibiticos para la industria farmacutica, podra usarse

    para p ro du cir m ic ro org an is m os de al ta v ir ule ncia co n fine s m il it are s, com o ar m as bio l gic as. C on la

    tecnologa y los residuos de una central de energa nuclear, pueden fabricarse tambin armas atmicas.

    Hay un imperativo tecnolgico -al que se alude extensamente en este l ibro- que es la tendencia, a

    veces compulsiva, a aplicar toda la capacidad tcnica de que se dispone, a hacer efectivas todas las

    pote nci al id ades de l conocim ie n to , si n n in guna consid era ci n de la s va ri ab le s ti ca s que puedan est ar

    involucradas en ese hacer. Este imperativo deriva, sin duda, del positivismo del siglo pasado, que consideraba

    como un artculo de fe que el progreso, as , sin mayor anlisis era siempre bueno. Es decir, parta de unacalificacin tica absoluta, lo que desde luego exclua cualquiera objecin valrica ulterior. Las ciencias

    experimentales y las tecnologas, que eran la base del progreso, no se ocuparon, por lo tanto, de considerar

    variables ticas.

    Esta exclusin, sin emb argo, as com o la prim aca de la razn instrumental, comen zaron a agrietarse

    cuand o la fsica nuclear, se p roducan los avances de cisivos de la teora del gen. Es decir, el misterio ancestral

    sobre el origen de los organism os, la aparicin de sus caractersticas y la transmisi n de ellas encon traban una

    solucin extraordinariamente sencilla. Pero este descubrimiento, hecho por cientficos ocupados slo en

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    investigar las leyes de la naturaleza, hizo posible el desarrollo de la biologa molecular y de la ingeniera

    gent ica , que comenzaron a t ransformar radicalmente a l mundo y a plantear di lemas t icos de enorme

    complejidad, puesto que se relacionan con la constitucin misma del hombre, con los l mites entre la vida y la

    muerte, con la definicin bsica del ser humano y con los derechos que esta condicin otorga; con vnculos

    esenciales como la maternidad, la paternidad, con el parentesco y la pertenencia bsica del ser humano a su

    especie.

    La velocidad, amplitud y profundidad de los impactos de las tecnologas de base biolgica exige en

    forma urgente una sistemtica reflexin valrica, as como la discusin y el examen de los fundamentos de la

    t ica , para su apl icacin a determinados cam pos que estn planteando di lemas en aspectos tan pr imordia les

    para la v id a hum ana com o la re pro ducc i n, el do lo r, la enfe rm ed ad , la m ue rt e, y ta m bi n par a la

    sobrevivencia de la especie, puesto que hoy se est poniendo en juego la herencia biolgica y ambiental que

    recibirn las genera ciones venideras.

    La tica se inicia, como disciplina filosfica, cuando los presocrticos elaboran algunas reflexiones

    dest inadas a examinar los fundamentos y razones de c ier tos comportamientos m orales que ya estaban dados

    en la sociedad de entonces. De esta forma, la tica aparece mucho despus que su objeto de estudio, puesto

    que desde los t iempos prehistricos ha habido ciertas irregularidades morales de la conducta humana. La

    bio ti ca q ue se ocupa de los ac to s hum anos que al te ra n ir re vers ib le m ente lo s p ro ce sos de la vid a, e s un a

    disc iplina reciente , pero tambin se ocupa de problem as que han estado presentes casi desde siempre , porque

    la intervencin del hombre sobre la naturaleza y la vida no son nuevos. Una de las ms grandes revoluciones

    de la prehistoria, el paso de la existencia nmade a la sedentaria, el pastoreo a la agricultura, fue posible

    cuando se practic una seleccin de cultivos. Ms tarde, agricultores y ganaderos realizaron mejoramientos

    genticos de especies y razas. Hoy da, sin embargo la situacin ha cambiado y las posibilidades de

    intervencin son formidables.

    El mapeo del geno ma hu mano, que es uno de los proyectos c ient f icos de mayores dimens iones de

    los ltimos tiempos, abre posibilidades de manipulacin gentica que pueden permitir, entre otras cosas, la

    reparacin de un gen defectuoso o su reemp lazo por su equivalente sano. Pero e l mismo co nocimiento que se

    aplica con es tos fines teraputicos, moral mente ino bjetables, pod ra usarse con fines cugensicos, para

    seleccionar ciertos rasgos fsicos e intelectuales y as cultivar determ inado tipo de ser huma no. E l peligro de

    estas intervenciones es evidente, entre otras cosas, porque la decisin acerca de cules rasgos privilegiar

    podr a to m ars e sobre la base de doctr in as antr opol gic as ta n ab er ra nte s com o el nac is m o, o in cl uso so bre

    modas que dictan arbitrarios y transitorios cnones de belleza fsica.

    Al desarrollo de la gentica, como uno de los factores que viene a evidenciar con ms fuerza la

    necesidad de una reflexin biotica sistemtica, se deben agregar otras diversas formas de intervencin

    tecnolgicas, que prolongan la sobrevida de enfermos terminales, que requieren experimentaciones en

    humanos, que degradan el medio ambiente, etc. La ausencia de esa reflexin biotica reduce la capacidad de

    rplica frente a las consideraciones dispersas que surgen por todas partes y que pueden ser peligrosas. Slo a

    t tulo de e jemplo, recordemos que e l mismo Francis Crick, Premio Nobel , uno de los descubridores de la

    doble hl ice , declar en una oportunidad que ningn recin nacido debera ser considerado humano sin

    haber pasado previamente c ier to nm ero de prueb as re la t ivas a su dotacin gent ica . . . En caso de fracasar ,

    pie rde su der ec ho a la v id a . O q u e el fi si lo go de Har var d, B cr nard Dav is , se p ro nunci a fa vor de un

    pro gra m a par a r educir la pro ducci n de in d iv id uos genti cam ente in capaces de enfr enta rs e en un en to rn o

    tecnolgico complejo .

    La biotica, por lo tanto, no es un aditamento intelectual suntuario, sino una disciplina necesaria en

    este momento para regular las mltiples acciones de intervencin que pueden realizarse sobre la vida,

    garant izando la pr imaca de lo que es bueno tanto para e l hombre de hoy como para las generaciones

    sucesivas. En este sentido, pensamos que la biotica dentro de muy poco ser una herramienta imprescindible

    pa ra ju ri sta s, pol ti cos y par la m enta ri os. P ro ble m as com o la polu ci n, el det eri o ro ambie nta l, el ab or to , el

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    control de la natalidad, el uso de tcnicas artificiales de fecundacin, c incluso las maneras de certificar la

    muerte para los efectos de extraer rganos p ara t rasplantes, estn cada vez m s presentes en e l debate pbl ico

    y en las discusiones parlamentarias.

    De ah la importancia de este l ibro, que es el primer aporte acadmico slido que entrega el Centro

    Intcrdisciplinario de Biotica, CINBIO, de la Universidad de Chile.

    Como lo advierte el autor en su prembulo, la biotica comienza con un cuarto de siglo de atraso en

    el mundo iberoam ericano. La escasez de bibliografa en idioma espa ol hace an ms relevante este trabajo,

    cuya validez se extiende a todo el mbito hispanohablante, puesto que est hecho desde nuestras particulares

    realidades humanas, formas de ver el mundo y dimensiones existcnciales En este sentido, el l ibro del Dr.

    Kottow es, adems , un aporte desd e nuestra propia cultura a una disciplina universal.

    Esta obra revisa tanto los fundamentos de la tica, como los principales temas de la biotica.

    Advier te que un segmento esencia l de este campo lo const i tuye la t ica mdica , la que com prom ete act itudes

    y valores que t rascienden lo meramente c l nico, y que deben anal izarse en un marco biot ico ampl io, que

    compren da todos los fenmenos fundamentales de la vida .

    Com o lo in d ic ad autor, reproduccin, nacimiento y muerte , antes eran procesos natura les en los que

    la medicina tena slo un papel auxiliar. Ahora, en cambio, las intervenciones que se pueden realizar son tan

    pro fu ndas que co nsti tu yen ver dad er os ac to s de cre aci n qu e se contr aponen a los pro ce so s na tu ra le s.

    As por ejemplo, existe la capacidad de artificializar alguna s de las etapas del proceso reprodu ctivo a

    t ravs de la c lonacin, la congelacin de emb riones o la inseminacin heterloga, con semen qu e no pertenece

    al cny uge d e la madre, o al padre legal del nio que nacer.

    De particular importancia son los temas relativos a la biotica no mdica que se tratan en este l ibro,

    con lo cual se contribuye a mitigar la relativa orfandad acadmica que se ha producido en esta rea Es as

    como se abordan tpicos tan re levantes como la biot ica en re lacin con e l medio ambiente , con la

    investigacin cientfica y tecnolgica, y con las futuras generaciones, es decir, con los seres humanos que

    todava no existen, pero cuya existencia futura es altamente probable, y que tienen derechos aun cuando no

    puedan re cl am ar lo s.

    El avance de las ciencias biolgicas y de las tecnologas de base biolgica est modificando las ms

    fundam entales referencias de la vida del hombre. S e impone, entonces, la creacin d e una nue va cultura,

    capaz de dar sentido a la vida humana en estos nuevos escenarios. En esta tarca creemos que nuestra

    Universidad est l lamada a entregar un aporte de primera importancia. El desarrollo de una disciplina nueva,

    emergente com o es la biotica , es una de esas labores que siempre ha abordado la Universidad de Chi le , en su

    vocacin d e abrir nuevo s territorios a la reflexin y a la accin.

    Esta Universidad es quizs la nica institucin que puede dedicarse a elaborar estos productos

    intangibles, pero necesarios para la sociedad. As, por ejemplo, en el pasado contribuy a crear otro factor

    inmaterial, la identidad nacional, que articul y dio coherencia a una serie de acciones materiales:

    construccin de caminos, vas frreas, puertos, obras de regado, industrias, obras de infraestructura,

    p ro gra m as de expansi n de la ed ucac i n y la sa lu d, etc. Nad ie , si no la U niv ers id ad de Chi le , podr a hab er lo

    hecho, y en este mom ento parece improbable que haya ot ras inst i tuciones que tengan la capacidad acadm ica

    necesaria y que estn dispuestas a dedicar energa y recursos a una empres a cul tural que parece tan tenue,

    pe ro qu e e s ta n nece sar ia com o el desa rr o ll o de la bi o ti ca .

    La Universidad de Chi le , capaz de acoger todos los pensamientos ser ios y r igurosos que conviven en

    una sociedad abierta, pluralista y democrtica, est en condiciones privilegiadas para articular una reflexin

    pr ofu nda, una dis cu si n ll evada y un cu erp o de co nocim ie n to s cap aces de in tr oduci r la d im ensi n val ri ca en

    el progreso cientfico y tecnolgico, especialmente en lo que est ms cerca nuestro: la propia vida. Este l ibro

    es una prueba tan gible entre muchas otras de que esa capacidad es efectiva.

    JA I M E L A V A D O S M O N T E S

    R E C T O R

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    UNIVERSIDAD DE CHILE

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    PREMBULO

    La biot ica comienza en nuest ras la ti tudes con un a t raso de casi 25 aos - dos generaciones

    inte lectuales segn Ortega - con respecto a l mundo anglohablantc . Escasean en consecuencia las referencias

    bib li ogr fi ca s en es pa ol y, por sobre lo do , te nem os s lo in ci p ie nte s m ues tr as de un d is curs o bio t ic o

    autctono que pulse la rea l idad iberoamericana, se or iente hacia sus problemas y proponga un marcoconvincente al estudio de nuestras perspectivas existcncialcs.

    Este l ibro se propon e comenzar a ocupar este vaco, aunqu e sea en forma parcial c incompleta . No

    podr a ex is ti r siq uie ra es te basam ento pre li m in ar si n la vis i n, el en tu s ia sm o y la confi anza de m uchos. Nad a

    habra sucedido de no mediar la visin de la Universidad de Chi le, cuyo rector Dr. Ja ime Lavados M . plante

    reiteradamente la urgencia de cultivar la biotica en resguardo de la realidad de hoy y de los requerimientos

    del maana; sin el decidido apoyo del vicerrector acadmico, Dr. Fernando Lolas S., y del Consejo Superior

    de la Universidad, quienes crearon el Centro Interdisciplinario de Biotica -CINBIO- en 1993.

    El Comit Directivo del Centro, a travs de los profesores Ana Escrbar, Sergio Contardo, Marcos

    Garca de la Huerta y W alter Snchez, tuvo la gentileza de revisar algunas seccio nes del texto y hacer valiosas

    sugerencias. Como secretario- ejecutivo de CINBIO, Walter Snchez trabaj infatigablemente en la

    materializacin de este proyecto. Por cierto que quedaron deficiencias y falencias, pero ellas sonresponsabilidad exclusiva del autor.

    Especia les agradecimientos corresponden a l Programa Regional de Biot ica de la Organizacin

    Panamericana de la Salud, de nacimiento casi gcmclar con CINBI, y que estableci su sede en Chile gracias al

    inters y a la iniciativa conjunta del entonces presidente de Chile, Patricio Aylwin A., del Rector de la

    Univ ersidad de Chile y de la Oficina Paname ricana de la Salud. El director del Program a, Dr. Julio Mo ntt M.

    y su consultor, Dr. Juan Pablo Beca, desplegaron notables esfuerzos hasta obtener un patrocinio importante

    pa ra es ta publi ca ci n.

    Mis sinceros reconocimientos a la Editorial Universitaria, que se interes vivamente por esta

    pub li ca ci n, haci en do posi ble que se pre se nte en nues tr o m bito cu ltur al una obra q u e pre te nde ser

    esclarecida sin abandonar un lenguaje asequible y una perspectiva que pudiese interesar al pblico general

    ms all del vasto mundo de los profesionales de la salud.

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    PRLOGO

    La fundamentacin racional de la tica ha sido tarca de la fi losofa, a veces complementada, otras

    relevada por el pensamiento teolgico.

    Muchos filsofos escribieron tratados de etica que son considerados parle medular de su obra:

    Aristteles, Spinoza, Kant, Moorc; excepcionales, en cambio, los pensadores que desdearon los problemasmora les o los declararon irrelevantes, com o fue el caso de los positivistas.

    Con e l advenimiento del modernismo - r iguroso en su racional idad y confiado en e l mtodo

    cientfico-, fue la fi losofa perdiendo parcelas de saber, las religiones dejaron de ser centralm ente atractivas y

    la tradicin convenci cada vez menos. En tanto la fi losofa abdicaba de la tica, la expansin cientfico-

    tcnica clamaba por valores que orientaran su util izacin. Nacieron as las ticas prcticas, ticas ad hoc o

    ticas aplicadas que, si bien se abocaron a buscar soluciones concretas a conflictos vigentes, debieron

    reconocer la necesidad de reflexionar y conservar ciertos fundamentos analt icos que la fi losofa haba estado

    elabora ndo a lo largo de 25 siglos.

    Parece necesario, entonces, poner al alcance de quien primeramente se enfrenta con la biotica,

    a lgunos de los conceptos y esquemas de pensamiento que mant ienen su vigencia en e l debate contemporneo.

    Presentamos un texto int roductorio ms que un t ra tado, dando prior idad a la exposic in didct icasobre la erudicin, a la descripcin antes que la prescripcin, y a lo ecumnico, laico y racional en lugar de

    algn compro miso doctr inar io. Naturalmente , la se leccin d e temas, la forma de presentar argumentos y e l

    lenguaje util izado no pueden dejar de delatar simpatas y lealtades, pero esperamos haber mantenido la

    honradez intelectual de ofrecer tribuna a lo predilecto como tambin a lo discrepante, para que sea el lector

    quien ahond e en la di reccin que le parezca m s conveniente .

    Moral viene del latn mores (=eostumbres), en tanto que la tica nace del griego cthos (=hbito). Si

    bi en la p ri m era ti en e un m ati z doct ri nari o y soci ol gic o, m ie ntr as que ti ca sabe m s a anli sis fi lo s fi co ,

    tienden a ser utilizados en forma equivalente e intercambiable, uso al qu e aqu no se hace excepcin.

    Estas connotaciones han tenido numerosas variaciones, notablemente en Hegcl , quien conceba e l

    derecho como el conjunto de leyes, la moralidad como rectora de la conciencia individual, y l lamaba

    Sittl ichkeit - cticidad - a la sntesis del derecho universal y a la moral individual. Precisame nte estasvariaciones di f c i les de compat ibi l izar recomiendan desenfat izar las di ferencias entre vocablos que han

    navegado por tan diversos usos e interpretaciones.

    La presente obra se basa en un anlisis riguroso de la vasta l i teratura biotica y sin embargo carece

    de bibliografa ms all de referir alguno s textos bsicos. Ello p orque la l i teratura es de difcil acceso y ha ido

    tomando cada vez un carcter ms escolstico (= estudioso, erudito), estando por lo general muy

    comprom et ida con e l m edio cul tura l dond e se or igina.

    Dentro del vasto campo de la biotica, la tica mdica constituye un segmento esencial y sin

    embargo incompletamente tratado en este texto, y ello por diversas razones. Primeramente, esta obra se gesta

    ba jo la at en ta m ir ad a de un gru po in tc rd is ci pli nar io de ac adm ic os, donde lo s m dic os aport an un a de la s

    diversas perspectivas requeridas. Segundo, ha sido preocupacin inicial y mantenida el destacar que la

    bio ti ca es muy vasta en su s in te re se s, pre ocupacio nes y al ca nce s, donde lo m d ic o es part e m ed ula r pe ropa rt e al fin . Ter ce ro , la bio t ic a no m d ic a ha debid o la m enta r una re ci en te orf andad acad m ic a que co nt ra st a

    con la devocin y minucia dedicadas al cultivo de la tica en el quehacer mdico, una asimetra que urge

    corregir. En cuarto trmino, los conflictos ticos en el rea de la medicina comprometen actitudes y valores

    que t rascienden con m ucho lo meramente c l nico, debiendo ser discutidos en un m arco biot ico ampl io que

    abarca todos los fenmeno s fundamentales de la vida .

    La tica reflexiona sobre los actos humanos que se relacionan con un bien, y un bien es aquello cuya

    existencia es prefer ible a su ausencia . Cuando e l quehacer humano incide sobre e l mbi to de fenmenos

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    vitales, se constituy e el subcon junto de la biotica dentro del universo llamado discurso tico (V er Cap. III. 1).

    A su vez en la medida que la biot ica concentra su a tencin sobre aquel los actos humanos denominados

    mdicos, por inf lui r sobre e l organismo humano considerado enfermo, emerge una nueva parcela ref lexiva

    denom inada t ica mdica (ver p.123).

    Ideas c laras y precisas peda Descartes como padre del rac ional ismo, y no tenemos ex cusas vl idas si

    en algn punto hemos faltado a la exigencia cartesiana. Pero las ideas son complejas, las simplificaciones

    ilcitas y es signo de respeto hacia el lector prop onerle el desaf o de leer un texto de cierta densidad.

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    Fundam entos de tica

    Exislcn cxcclcntcs historias de la fi losofa (Hirschbcrgcr, Brhicr) as como no menos notables reseas

    histricas del pensamiento tico occidental (Maclntyre, Camps). La seleccin que sigue slo pretende resaltar

    aquellos aspectos de la tica filosfica cuya fuerte raigambre histrica los han incorporado al lenguajebio t ic o co nte m por neo , y cuyo conocim ie n to es in d is pensab le para m ej or ente nder lo s ar gum en to s

    actualmente util izados por sus cultores.

    1. EUDEM ONISMO: VIRTUD Y SUPRE MO BIEN

    Dos dualidades fundamentales provienen del aristotelismo y perduran en la fi losofa occidental: materia y

    forma por un lado, acto y potencia por el otro. Segn el concepto hilemorfo de Aristteles, el mundo natural

    est compuesto de dos pr incipios: m ater ia y forma. La mater ia es in-forme, hasta que s us potencia lidades se

    trans-forman en realidades. Todo ser comparte esta dualidad de constituirse por un conjunto de

    po te ncia li dades m ate ri al es que han de act ual iz ar se fo rm al m en te .

    C mo se reconoce lo potencia l en un ser? Aristte les no lo dice , pero seala que toda mater ia busca

    realizar una forma, siendo las formas realidades ltimas, como las Ideas de Platn. Las potencialidades no se

    reconocen en la materia donde presuntamente yacen sino en la forma que las realizar. Aristteles no crea

    posib le defi n ir esto s do s m om ento s de l se r q u e so n la s pote nci a li dad y la ac tu al id ad , per o in d ic q u e el se r

    actual es idntico consigo mismo, en tanto que el ser potencial puede devenir en otro. Sin embargo, y esto lo

    elaborar Santo Tom s de Aqu ino, el ser en potencia es tan real com o el ser actualizado.

    En la medida que todas las potencialidades se han vuelto reales, el ser ha llegado a un fin bueno. El

    bi en co nsi st e en un pro ces o y una m et a , am bos conver gen te s ha ci a la m s ple na re al iz aci n de la s

    pote nci al id ades de ca da se r. Aquel fin q u e e s fin en s y ya no es subal te rn o a otr o fin su per io r, es el Bie n

    Supremo.

    Tambin el hombre est inmerso en el devenir y orientado hacia una realizacin final que es el Bien.

    El nico fin en s es el que nace al interior del ser huma no, a diferencia de los fines externos que proviene n de

    la bsqu eda del reconocim iento social o de la acum ulacin de bienes materiales. Para alcanzar su fin ltimo -

    su autarquao gobierno propio - e l ser humano debe actuar , pues slo en e l hacer es como se va realizando.

    Pero debe actuar racionalmente, por cuanto lo propio del hombre es la razn y slo mediante ella puede

    recon ocer el recto actuar, aquel actuar que lo lleva del m odo m s adecuad o al bien y con ello a la felicidad. Al

    alcanzar la plenitud del ser, el hombre es feliz. La felicidad merecida, porque ha sido virtuosamente

    alcanzada, es denominad a endemonia po r Aristteles.

    Virtud es la capacidad de preferir racionalmente lo que mejor va acercando al fin supremo. Las

    vir tudes deben ser e jerc idas permanentemente y const i tui rse en hbi to; son adquir idas y son perfect ibles

    median te la prctica constante. El ejercicio virtuoso d e una actividad desarrolla las habilidades del hom bre, de

    manera que el recto actuar y el modo tico de vivir consisten en seleccionar racional y regularmente los

    med ios adecua dos para llegar al fin supremo d e una plena y feliz realizacin de s .La supremaca de la razn como artfice del actuar hace que el conocimiento racional sea una

    caracterstica fundamental del ser humano, en tanto que el recto actuar es el instrumento realizador.

    Nat ura lm ente , la vi rt uosa e le cci n de los m edio s m s ad ecu ad os para ll eg ar al B ie n te ndr por ca ra ct er s ti ca

    fundamental la mesura. Los excesos no son eficientes, por lo que Aristteles desarrolla el camino virtuoso

    como un medianero que evita acercarse mucho a una cualidad para no alejarse en demasa de su contraria. La

    virtud no es una m edia geom tr ica entre dos extremos, sino e l justo medio que podr si tuarse ms cerca de

    I

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    una cualidad que de su contraria. As, la valenta, la parsimonia est ms cercana a la avaricia que a la

    dispendiosidad.

    Ha de entend rsela felicidad como u n estado de bienestar, de estar en el bien, pero tamb in imp lica el

    bi en ac tu ar , es de ci r, el ac tu ar vir tu os o. A su vez, ta m bi n la vi rtud ti en e dos e le m en to s co nsti tu ti vo s: un o

    disposicional, el ser virtuoso, y uno activo referente a la seleccin racional del modo ms adecuado, ms

    virtuoso, de comportarse.

    Tod o ser t iende al suprem o bien de realizar sus potencialidades.

    El Bien Supremo del hom bre es la fe l ic idad vi r tuosamente a lcanzada: eudemona.

    La razn determina el recto actuar qu e lleva al bien.

    El hombre es vi r tuoso - t ico- en tanto el ige racionalmente los medios que lo acerquen al bien.

    La virtud es la dispos icin y el hbito de actuar segn las cualida des aplicadas con mesura y

    ponde ra ci n.

    2. EL CONTRATO SOCIAL: DERECHOS

    Los procesos de indust r ia lizacin y urbanizacin crearon conciencia en los pensadores de los siglos XVI y

    XVII, de que el hombre es un ente necesariamente social y que sus requerimientos y aspiraciones slo pueden

    cumplirse en interaccin con sus conciudadanos. La sociedad es un instrumento ms potente para la

    satisfaccin de las necesidades y el cumplimiento de los deseos del ser humano que la accin aislada o de

    pequeos gru pos. Los in d iv id uos pac ta n su part ic ip aci n en la cole ct iv id ad ya se a para neutr al iz ar las

    agresividades y violencias que se daran en ausencia de acuerdos (Hobbes) , ya sea para dar m s ef icacia a la

    libertad racional de cada hombre (Lockc), o ya sea para concederle plenitud a los deseos de todos los

    hombres, aunados en una voluntad general que se expresa en el contrato social (Rousseau).

    Los contractual i stas elaboran su teora desd e varias prem isas comu nes: las colectividad es sociales se

    configuran por individuos libres, iguales y racionales; el contrato social se configuran por individuos libres,

    iguales y racionales; el contrato social es una negociacin cuyo fundamento es el mutuo respeto, elcumplimiento de las promesas hechas y la fidelidad a los acuerdos tomados. Aparece un organismo central o

    estado que se hace garante imparcial del contrato social, pero emergen tambin las tensiones entre l ibertades

    individuales reacias a doblegarse y el bien comn que obliga a controles y coartaciones.

    El recto actuar consiste en ceder tanta l ibertad como sea requerido por el bien pblico y cautelar el

    residuo de autonoma para realizar el propio bien. Segn la importancia que se d a la sociedad frente al

    individuo, lo tico ser acatar en todo lo necesario aquello que la voluntad general demanda (Rousseau) o, por

    el contrario, estar en alerta permanente para no sacrificar ms libertades de lo estrictamente necesario

    (Lockc). La delimitacin de lo que legtimamente cada uno puede exigirle al contrato social constituye el

    lenguaje de los derechos. Con la celebracin de un acuerdo formal los individuos establecen los servicios y

    venta jas que derivarn del contra to -derecho s- y los esfuerzos que deben entregar para su recto cumplimiento

    -deberes- .Los esquemas contractuales se enfrentan a tres circunstancias que ponen en peligro su estabilidad:

    los incumplimientos de obligaciones contradas, los ciudadanos que hacen uso de los privilegios pero no

    asumen los compromisos del orden social (frec riders o pasajeros de pisadera), y aquellos seres que son

    miembros de la de la sociedad pero no estn en condiciones de asumir la participacin en un contrato o

    compromiso (nios, individuos racionalmente deficientes, discapacitados ctarios). Todas estas situaciones

    sealan que los pactos o acuerdos no contemplan todas las eventual idades posibles y obl igan a reabri r e l

    debate tico en trminos que sobrepasan el lenguaje estrictamente contractual.

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    La est ructura socia l es produelo de un acuerdo contractual enl re los hombres.

    El acuerdo de entrar en una relacin contractual es l ibre y racional, pero necesario par a solucionar

    ef icazmente las necesidades bsicas de los seres humanos.

    El contrato social persigu e el bienestar de todos, tanto a travs de la coo peraci n com unitaria como

    resguardando mbitos de libertad. El lenguaje de derechos y obligacione s se origina en la idea del contrato social, delimitan do lo que la

    libertad de cad a cual pued e exigir y lo que debe ceder.

    No todos los miembros de una sociedad estn en condic iones de part icipar en acuerdos colectivos,

    por lo c ual el o rd enam ie n to t ic o deb e ir m s al l de un co ntr at o so ci al .

    3. DEON TOLOG A O TICA DEL DEBER

    El desarrollo del mtod o cientfico y el auge del racion alismo en el siglo XVIII t ienden a unlversalizar el

    conocimiento, a desautorizar las visiones particulares no sometidas a revisin intersubjetiva y a denunciar

    los errores de percepcin y razonamiento denominados ideologas por Francis Bacon. Las diversas

    concepciones de un contra to socia l , que presuponan di ferentes formas de entender a l ser humano

    (agresigo para Hobbes, dbil para Rousseau, l ibre para Lockc), no podan ser todas verdaderas para quien

    creyera que la razn no tolera contradicciones ni incoherencias.

    Haba que dem ostrar que e l conocimiento opera segn reglas c laras c invariables que son inherentes

    a todo ser humano y estn presentes en cada individuo, con independencia de la interaccin social. Kant

    sostiene que lodo conocimiento es produ cto de un impacto de la realidad sobre nuest ros sent idos y d e la

    elaboracin intelectual de estos estmulos. No hay conocimiento racional sin percepcin, y por lo tanto

    nuest ro conocim iento depende d e a lgo externo a nosotros. M as tampoco hay percepcin sin inteleccin,

    siendo la razn u na condici n previa y dada (=a priori) para percibir.

    El ser humano es un ente que acta en pos del bienestar y la felicidad, encontrando en su interior el

    impulso para actuar, que es su voluntad. Es ta voluntad es l ibre, puede ejercerse o no, y puede cjcrccrs c de

    una u otra manera. La voluntad que se hace subalterna a lo que aprende del conocimiento originado en el

    mundo exter ior deja de ser l ibre, const i tuyndose en voluntad heternoma -reg ida por norm as externas a

    ella-.

    La voluntad autnoma, en cambio, se r ige por una normat iva interna , rac ionalmente e laborada y

    desl igada de un obje to, una meta o un resul tado. La voluntad es autnoma cuando est anclada en la

    libertad, mas no cuando se supedita a los posibles efectos o metas de su ejercicio. La nica mxima capaz

    de inspirar a la voluntad autnoma e s aquel la que exige que los actos deriven de normas q ue pudiesen

    hacerse universales. Slo es legtimo el acto nacido de una mxima que se quisiera ver validada y

    util izada por todos. Un tal principio, que no depende de contingencias externas y es siempre

    irrestrictamcnte vlido, constituye el imperativo categrico de Kant; se diferencia de los imperativos

    hipotticos en que stos son slo vlidos en determinadas circunstancias.

    En el requerimiento de hacer universalmente vlido el principio de la voluntad autnoma, nace lavertiente tica del ser humano, cuyos actos jams deben contener coartaciones o restricciones que afecten

    a ot ros seres humanos. De a l l proviene una formulacin ms vivida del impert ivo categrico, cuando

    seala que e l ser huma no siemp re debe ser f in, jam s solamente medio, de un acto humano. La mxima

    tica que gobierna el recto actuar nace de la racionalidad del hombre y se expresa como una prescripcin

    o deber. De all el nomb re dcontolog a (dcon = deber).

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    Lo tico se determ ina en el origen de los actos y no con mira a sus fines. Predo mina el deber de

    actuar ms q ue la conse cuencia del acto.

    La inspiracin del deber moral es racional.

    La dcontolo ga respeta la l ibertad del ser hum ano para elegir el camin o tico.

    La dcontologa ha de ser absoluta y universal, confiando que el ac to moral se impondr sobre

    cualquier consideracin qu e desconozca o lesione a los dems seres humanos.

    4. TICAS CONSE CUEN CIALISTAS

    Mientras ms universal y absoluta es una mxima moral tanto menos realizable es, en virtud del hiato entre la

    coherencia de la teora y los imponderables de su aplicacin. La disposicin y el actuar virtuosos son

    pre dic ad os dif c il es de dete rm in ar y de pond era r. Los co ntr a to s so cia le s se co nci ben en una si tu ac i n id ea l de

    igualdad pero en la realidad se presentan asimetras de poder polt ico que hacen utpico el planteamiento

    contractual ecunime. T amb in e l imp erat ivo categrico es racionalmente convincente pero refractario a ser

    traducido a un lenguaje prctico donde realmente determine un recto actuar, al punto que Hcgcl crit ic a Kant

    haber cado en un formalismo vaco. Una vez introducida la perspectiva emprica, que contemplasituaciones reales y analiza resultados efectivos, se obscurecen los postulados universales y son reemplazados

    por v is io nes contr adic to ri as y val ora cio nes dis cre pante s en tr e s.

    Para Kant era la razn el fundamento de lodo el lenguaje moral, en tanto que los empiristas ingleses

    creen reconocer el motor de lo tico en la inclinacin y en los afectos. El ser humano simpatiza con, y

    pro pende a, ci er to s fine s que le so n t il es o pla ce nt er os; to do ac to q u e fo m en te esta s met as se r ti cam en te

    bue no. L a ca lidad m ora l de los acto s se pondera por la s consec uencia s qu e ti en en , de donde der iv a la

    denominacin de tica consecuencialista. Segn se acenten consecuencias placenteras o tiles, se tendr la

    variante hedo nista o la util i tarista de esta tica.

    El consecucncia l ismo no es sinnimo de egosmo, pues los f ines deseados son tanto de carcter

    individual como social . Hu me pone la just ic ia y la benevolencia com o ejemplos de caracter sticas val iosas

    para la so ci ed ad , y lo s ut il it ar is ta s post eri ore s fu er on exp l c it os en se al ar q u e deb a te nder se a un es ta do decosas que significara el mximo bien para el mayor nmero de individuos.

    Su forma m s frecuente de presentarse es en la frmula:

    U=B/C

    Donde:

    U: Utilidad de un acto o d e una decisin.

    B: Beneficios obtenidos

    C: Eventuales costos, riesgos y complicaciones

    Esta formulacin no escapa a los problemas conceptuales del consecucncia l ismo: quin determina losben ef ic io s?, q ui n eval a lo s co st os? , q u pa tr n se uti li za r para an ali zar y co m parar dif er en te s

    ben ef ic io s?, qu es un co st o al to o un ri esgo ace pta ble ? A n cuando se lo gra se dete rm in ar qu e un bi en

    requerido es leg t imo y digno de ser perseguido, e l consecucncia l ismo enfrenta dos problem as insolutos. En

    p ri m er t rm in o, es una ju st if ic ac i n t ic a pre dic tiva, e s dec ir , anti c ip a los pro bab le s ben efi ci os de un ac to , co n

    lo cual asume el riesgo de fallar en su clculo si los resultados son inesperados. En segundo lugar, el

    pensa m ie nto conscc ucn ci al is ta coli sio na co n el pri ncip io de ju st ic ia por cuanto pri vil eg ia dec is io nes qu e

    pro ducir n el m xim o b ie n posi ble y el m enor da o ne ce sa ri o, pero no esta ble ce cm o bie nes y ef ec to s

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    negativos se distribuirn. Podr suceder, entonces, que un acto sea justificado porque beneficia vigorosamente

    a unos daando a ot ros en un ordenamiento de consecuencias que carece de toda ecuanimidad.

    El consccuencia l ismo es un enfoque descr ipt ivo que ha reconocido cer teramente que los actos

    humano s se real izan con e l inters de a lcanzar determinadas metas favorables y deseadas. Pero precisamente

    porq ue es ta s m et as es t n suj et as a var ia ble s y contingen ci as , re sult a dif c il lleg ar a enun cia d os pre sc ri pt iv os

    generales. La teora de la accin ha demostrado que los actos no se identifican suficientemente segn los

    objetivos que anhelan, sino que adems es parte constitutiva de ellos la motivacin que los inspira. Lo que

    origina un acto, lo que provoca la decisin de actuar de una u otra manera o de no actuar, es la motivacin,

    mom ento q ue escapa al anlisis util itarista.

    Con todas sus limitaciones, el consccuencialismo ha encontrado amplia aceptacin para el anlisis de

    situaciones bioticas concretas y, aunque sea poco fructfero para prescribir pautas ticas generales, ha sido

    consideracin prcvalent que toda tica evite prescribir normas que ignoran las consecuencias de los actos.

    Una no rma moral que tuviese por consecuencia ms d aos que benefic ios ser a contra-ut i li tarista y por ende

    difcil de justificar.

    La cal idad moral de un acto depende de que produzca e l mayor bien y se abstenga de provocar daos

    evitables.

    La ecunime reparticin del bien es preferible a su mxima concentracin en pocas manos.

    El util i tarismo ordena los actos humanos segn su eficiencia -considerando la relacin entre efectos deseados

    y costos-, en t icamente bueno; cuando producen mximo s benefic ios, y t icamente m alos cuando los daos

    son excesivos o innecesarios.

    Aquel las proposic iones normat ivas donde la ponderacin t ica pudiese recom endar actos loables y por ende

    obl igator ios, aun que no pro duzcan preferentemente benefic ios, no son aceptables para e l consccuencia l ismo.

    5. PRAG MATISM O: FUSIN DE MED IOS Y FINES

    El pragmatismo (= acto, accin) comparte con el util i tarismo el respeto por los fines y la justificacin de lo

    moral en relacin a los beneficios obtenidos. Sin embargo, constituye una variante muy propia al considerar

    que todo ac tuar humano , sea tico, cientfico, fi losfico o lingstico, se valida estrictam ente en la medida que

    facili ta la interaccin de los seres humanos entre s y con su realidad. De all que el pragmatismo no

    recon ozca leyes universales, mx imas o principios, adecuando su concep to de realidad al mu ndo dado y su

    recomendacin moral al contexto circunstancial.

    El pragmatismo no util iza trminos abstractos como felicidad o bien comn, que son muy frecuentes

    de encontrar en los escritos util i taristas. Es muy proclive al pensamiento tecnolgico y a aceptar la

    legitimidad de llevar a efecto todo lo que se puede hacer, sin consideraciones acerca de las desventajas que

    ello pudiese acarrear. Podra decirse que el pragmatismo traslada el respeto por los fines que nutre al

    pensa m ie nto co nscc ucn ci al is ta , hac ia una ac ep ta ci n ir re str ic ta de los m ed io s ju n to con un a

    instrumen talizacin y particularizacin de los fines.

    La biotica nace formalmente en los EE.UU., donde el util i tarismo ha tenido vigencia irrestricta y ha

    sido especia lmente cul t ivado en su forma de pragmat ismo -J am es, Dcwey, Peircc- . Por ser una t ica aplicada

    que requiere insertarse en la realidad, le ha sido ms fcil a la biotica util izar el lenguaje util i tarista que el

    deontolgico. A ello debe agregarse el peso de lo econmico en la investigacin biolgica, la importancia de

    la distribucin de recursos en materias de atencin mdica y la ponderacin de costos, riesgos y beneficios en

    las interacciones del hombre con la naturaleza. Todos ellos son procesos mucho ms dctiles al anlisis

    util i tarista que a la prescripcin deontolgica, motivo por el cual el pragmatismo, si bien carente de

    atractividad filosfica, sigue inspirando g ran parte de la reflexin en torno a ticas aplicadas.

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    El pragmat ismo es una variante de consecuencia lismo que enfat iza el valor de los medios y

    part ic ula ri za lo s fine s a al ca nz ar .

    Dad o su extrem o sesgo prctico, el pragm atismo encuentra particular acogid a en las eticas aplicadas.

    Lo econm ico, teniendo gran trascendencia en los problemas que aborda la biot ica , se apoya con

    frecuencia en argum entos pragm ticos buscan do justifica r lo bueno en funcin de lo factible.

    6. RELATIVISMO

    Desde siempre se conoce e l anhelo hum ano d e estar en posesin de convicciones absolutamente verdaderas,

    obtenidas sea por revelacin trascendente o por riguroso trabajo intelectual. Paralelamente y con similar

    intensidad ha persistido la posicin escptica que duda de la posibilidad de alcanzar certezas

    incontrovertibles, prefiriendo pred icar la tolerancia frente a diversos mo dos de estar en el mundo.

    El relativismo filosfico y moral fue inaugurado por los pintorescos sofistas contemporneos de

    Scrates, quienes enseaban que la medida de todas las cosas es el hombre, vale decir, todo es o no es en

    cuanto el ser humano le atribuya el ser de uno u otro modo, o el no ser. Un tal pluralismo ha sido tema

    recurrente de la fi losofa occidental, en ocasiones por honesta conviccin, en otra por pereza intelectual o porel deseo de dar respetabilidad a ideas caren tes de vuelo intelectual y de rigor moral.

    Las corrientes filosficas que se adscriben al relativismo adoptan una variedad de formas. Hcgel

    pr ac ti c un re la tiv is m o cu ltura l do nd e las convic ci ones de ca da in div id uo son pro ducto de su in m ers i n en la

    sociedad que lo alberga, aunque en ltima instancia subsumada al devenir de lo Absoluto. Nietzsche lleg al

    extremo de negar todos los edif ic ios m orales existentes, en tanto que e l pensam iento ingls contemporneo

    desarro lla diversas formas de rechazo a los absolutismos doctrinarios. Aparecen as los emo tivistas -las

    convicciones m orales son manifestaciones de em ociones o estn l lamadas a evocarlas en e l inter locutor- , y los

    prc sc ri pti vis ta s que en en el le nguaje t ic o un co n ju n to de in cit ac io nes a ac tu ar o ev al uar , si n que el

    razonam iento pueda justific ar estos imperativos.

    To dos los relativismos tienen en com n la ex igencia al anlisis fi losfico de ser moral men te neutro,

    el reconocimiento de la brecha infranqueable entre una premisa aseverativa y una conclusin prcscriptiva (verp. 51 ), ac usando adem s la obsti nad a fa lt a de ac er ca m ie n to entr e posi ci ones fu ndam enta lm en te di ver ge nt es .

    Bajo la presin pragmtica de las ideas aplicadas, han renacido proposiciones que comparten el escepticismo

    frente a doctrinas puras y principios supuestamente absolutos. Se ha sugerido darle soluciones ad hoc (= para

    el caso) a cada situacin en particular, utilizando flexiblemente los principios ticos generalmente acep tados -

    tica situacional-. Otra variante seala que la persistencia de con flictos ticos dem uestra la insuficiencia de las

    mximas y recomienda e l anl isis personal y siempre renovado - t ica de confl ic tos- . F inalmente , aparecen

    con insistencia creciente las sugerencias de abandonar las actitudes reglistas, enriqueciendo el problema tico

    o dilucidar con el mximo de informacin. As, en vez de clasificar, razonar, deducir una decisin correcta

    desde preceptos generales o inducir del caso concreto la norma que corresponda aplicar, sera preferible

    desplegar una narrativa en tomo al caso, es decir, i luminar todas sus facetas afectivas, anecdticas y

    per son ale s, par a de a ll ll eg ar a decis io nes q u e re sp et en la m ayor canti dad posi ble de es to s as pecto s - t ic anarrativa-.

    Todas estas perspect ivas t ienen en comn una laboriosa preocupacin por la t ica como disc ipl ina

    pr ct ic a y por los p ro b le m as concre to s a so lu cio nar . Esto s re la ti vis m os no so n re ducc io n is ta s si no , a la

    inversa, buscan enriquecer el dilogo tico conociendo y respetando los principios fundamentales, pero

    adaptndolos a la realidad mediante cuidadoso estudio de los casos particulares.

    Ciencia y tcnica reproducen hoy lo que la fi losofa ateniense enfrentaba en el siglo V a.C. Los

    solistas griegos intentaban solucionar una doble inquietud: la de establecer una visin de mundo coherente y

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    fehaciente, l levando al mismo tiempo una vida placentera, lo que para ellos significaba un vivir activo,

    socialmente integrado e intelectualmente influyente. A travs del relativismo pensaron po de r ser coherentes y

    -a l mismo t iempo- cobi jar la diversidad de valores c intereses que pululan en toda sociedad hum ana. Tambin

    la visin moderna del mundo confronta los absolutismos de la ciencia y los relativismos de su aplicacin, lo

    que exp lica por un lado las enor mes dificultade s que enfren ta la biotica en tanto trata de ser fiel a principios

    y doctrinas inamovibles, y p or el otro la receptividad que tienen aquellas propu estas que relativizan principios

    y desarrollan respuestas ticas adaptadas a situaciones y personas concretas.

    La biot ica asume una com pleja tarea que requiere formacin t ica acabada para que e l l ibre juego

    de los criterios sea vlido y confiable. Los relativismos no pueden constituir doctrina porque ello sera

    contradic tor io en s . Adems, en un c l ima socia l donde todos dependen en a lgun a medida d e los servic ios que

    les otorgan sus conciudadanos, es necesario poder conf iaren e l buen juic io y la buena moral como garantes, a

    su vez , de buenos servic ios. Un c l ima de confianza requiere lea l tad a c ier tos postulados comnmente

    aceptados y no puede prosperar en un relativismo desestructurado.

    Con cierta plausibilidad se ha dicho que el relativismo no existe porque se sustenta al menos en un

    pri nci p io ab so lu to : re chaz ar to da re gla in fl ex ib le sa lv o, por supue st o, la de val id ar el re la tivis m o. Seg undo, el

    relativismo da igual valor a lodos los puntos de vista, impidiendo as discriminar entre verdad y error. Si, en

    cambio, lo intentara, tendra que aplicar criterios externos al relativismo para dilucidar lo verdadero de lo

    falso y lo bueno de lo malo. Finalmente, el relativismo obligara a tolerar todas las posiciones discrepantes,

    incluso aquellas que le parecen inaceptables.

    Lo atrayente del relativismo tico tropieza con dos escollos que no han podido ser removidos. En

    prim er t rm in o, la t ic a in te n ta suger ir norm as que sean lo m s gen era le s po si bl e, en un an hel o de lleg ar a

    pre scr ip ci ones univ er sal m en te vl id ad , lo que es co ntr adic to ri o con el re la tivis m o. Seg undo, si las norm as

    ticas se desestabilizan adaptndose a situaciones o perspectivas particulares, dejan de ser previsibles las

    conductas, y la moralidad pierde su funcin de fundamentar la mutua confiabilidad entre todos los actores

    sociales. La convivencia de grupos hum anos requiere la t ranquil idad de confiar que todos comp arten a l menos

    en ncleo de prescripciones, proscripciones, valores y modos de solucionar conflictos.

    El relativismo acusa las incohe rencias de toda pos icin absoluta y la imposib ilidad de someter lo

    tico a norm as un versal men te aceptables.

    El relativismo acepta con igual tolerancia posturas ticas qu e son contrad ictorias entre s.

    Si bien el relativismo gana adeptos por el clima permisiv o qu e propugna, conduc e a una tica

    fragmentada.

    La aparente tolerancia del relativismo se ve opacad a porque debilita la paz social al cues tionar una

    comu nidad de valores que sea confiable para todos.

    II

    tica contempornea

    1. VIGENCIA DE LA TICA FILOSFICA

    Adems de las pr incipales corr ientes del pensamiento t ico occidenta l que han sido brevemente reseadas,

    per dura n en la ac tu al id ad m uchas ot ra s v is io nes q u e enfa ti zan uno u otr o as pec to deri vado de la t ica

    filosfica. Las aqu seleccionadas son aquellas que han sido pilares de la argumentacin biotica, l legando a

    const i tui r verdaderas escuelas de pensamiento. No slo conviene reconocer las ra ces de los argumentos

    bi ol ic os, si no ta m bi n per cib ir en qu fo rm a han si do ad ap ta dos a una t ic a pr ct ic a con te m por nea ab oca da

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    a decisiones impostergables y tan urgentes, que el hecho de carecer de respuestas genera a su vez problemas

    agudos.

    El realismo aristotlico haba sido grato a las tres corrientes del pensar medieval, a travs de Santo

    Toms de Aquino para e l cr ist ianismo, as como para los rabes Avicenas y Averroes, y e l judaismo de

    Maimnides. Muchos elementos del pensamiento aristotlico sobreviven, y el anhelo de felicidad sigue

    siendo una constante explcita o implcita en las ms diversas posturas ticas; pero es difcil encontrar

    actualmente una tica de la felicidad en cuanto eudemona, o la aceptacin incuestionada de que el bien

    supremo consiste en la realizacin de la vida humana. Ciertamente, la vida humana es reconocida como

    pro gra m a y cr ea ci n, per o el ex is tc ncia li sm o ve es te re queri m ie nto de hace r la pro p ia vid a co m o un a

    obl igacin insoslayable , como un problema de que deriva a lo ms un profundo y angust ioso pesimismo que

    slo muy difeilmentedeja paso a un cuerpo de normativas ticas. La historia ha sido cruel, el proceso

    civilizatorio duro, las sociedades muy intolerantes de las expresiones personales, todo lo cual le ha dado un

    sello de vacuidad a la realizacin individual y a la prosecucin de una felicidad indefinible y supuestamente

    distinta al florecim iento material.

    Un renacim iento especial ha tenido la doctrina de Aristteles en torno a lo virtuoso. Para los griegos

    anteriores a l . virtud era sinnimo de excelencia y sta se alcanzaba a travs del conocimiento. Aristteles

    relacion virtud con tica, considerndola un hbito compuesto de prestancia intelectual pero tambin de

    habilidad prctica, ambas unidas para hacer lo debido y hacerlo bien.

    El concepto de virtud ha sido sometido a cambios y distorsiones a la par con las transformaciones

    histricas de las sociedades y sus formas culturales. Por sobre todo se ha introducido un elemento forneo al

    concepto aristotlico, cual es el virtuosismo o excelencia en la obtencin de bienes materiales, pues son stos

    bie nes de pose si n ex te rn os al in d iv id uo y a lc anzad os co m pet it iv am ente , de m odo qu e lo lo gra do por unos va

    en desmedro de otros.

    Mas si se desea mantener lo virtuoso de la eficacia en alcanzar metas, habr que conservar la idea de

    virtud como una entidad que permite al ser humano alcanzar bienes internos, cuyo logro es un bien tanto para

    el vi r tuoso com o para la comunidad.

    Pese a l pesimismo f i losfico que considera e l c l ima socia l contemporneo com o poco propicio

    III Fundamentos de Biotica

    1. Aspee tos Gen erales

    En la primera mitad del presente siglo la fi losofa emiti diversas declaraciones sobre la infructuosidad de la

    indagacin tica, la ms ilustrativa proviniendo de L. Wittgcnstcin, quien clausura una de sus obras

    refirindose a la tica:Sobrc aq uello de lo que no se puede hablar, hay que callar.

    Simultneamente con esta impotencia se producen sucesos sociales que aceleran la necesidad de

    respuestas ticas concretas: el enorme poder destructivo generado durante la Segunda Guerra Mundial, las

    conquistas democrt icas de muchas minoras requirentes de una moral de nuevo cuo, y la explosin

    cientfica, tcnica y de comunicaciones, todo ello exigiendo una reflexin valrica sobre las hasta ahora

    inditas capacidades del accionar humano.

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    Eslos nuevos estmulos a la reorientacin moral se vieron dificultados por el quiebre de las grandes

    doctrinas del pensamiento y de la fe, por el desmoronamiento de las ideologas tradicionales -socialismo,

    liberalismo-, y por una tendencia gen eralizada a la secularizacin.

    Enfrentado con interrogantes especficas y urgentes, el anlisis moral se especializ en los campos de

    accin que lo requeran. As nacieron las eticas aplicadas a la jurisprudencia, a la polt ica, a la economa, al

    peri odis m o y, m uy pri m ar ia mente , a la b io lo g a y a la med ic in a.

    La biotica se mueve en un terreno donde definiciones y conceptos son controvertidos, y los que aqu

    se proponen slo aspiran a orientar sin pretender mayor validez que otros.

    Vida es toda unidad energt ica y est ructura l capaz de mantener procesos dest inados a su

    conservacin como un todo y a su reproduccin como nuevas unidades.

    Vida humana es una unidad/organismo dotada de vida y del potencial gentico de ser persona.

    Persona es toda vida hum ana dotada de capacidad racional y agen cia moral, es decir, de libertad y de

    responsabilidad.

    El concepto ms ampl io es e l de vida , que incluye seres que son gent icamente humanos pero a

    quienes se considera como carentes de lo esencia l que caracter iza a la vida humana. Hay vidas que an no han

    alcanzado la unidad embrionaria, como son los blastocitos, lo que para muchos cientficos y legisladores

    significa qu e no se ha llegado a formar u na entidad con caractersticas y derechos de un s er humano.

    El concepto ms restringido, en cambio, es el de persona, en cuanto se refiere a todo ser humano

    dotado de la capacidad y de la responsabilidad de ser agente moral y racional. Segn estas definiciones,

    aceptadas pero tambin en gran medida cuestionadas, el ser humano aparece como tal a partir de constituirse

    su unidad embrionaria (14 da de gestacin) y se considera persona desde e l mom ento y d urante e l tiempo

    que puede e jercer como agente moral y racional .

    El trmino biotico es de cuo reciente, habiendo sido introducido en 1970-1971 por el onclogo

    experimental norteamericano Potter, para proponer una disciplina que enlazara la biologa con las

    humanidades en una ciencia de la sobrevivencia. En publicaciones posteriores, Potter consider necesario

    rescatar el enfo que gen eral de la biotica y la deno min Biotica Glob al, es un interesante acercamien to a la

    t ica Mundial que planteara recientemente e l telogo Hans Kng. Estas proposic iones global izantes han

    tenido e l a t ract ivo de sugeri r cambios cul tura les frente a amenazas biolgicas, pero tambin han debido

    tolerar la crt ica de ser poco especficas y demas iado simplistas.

    En su acep cin m s am plia la biotica se refiere a la tica de la vida, con lo cual se convertira en una

    redundancia porque lo tico necesariamente se refiere a agentes morales, es decir, a seres vivos. A la inversa,

    existe la tendencia a reducir el mbito de la biotica y hom ologarlo con tica mdica, com o lo sealan algunas

    definiciones de diverso origen:

    Biotica se refiere a los temas ticos suscitados por la medicina y las ciencias biolgicas. (Revista

    Bioethics).

    Biotica es la exploracin de los temas morales suscitados por cuidados de salud y las ciencias

    bio m dic as (H . T. Engclh ard t Jr .)

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    Biotica es el discernimiento de la cticidad de las acciones que sobre la vida humana pueden ejercer

    las c iencias biomd icas. (Problemas contempo rneos en biot ica).

    En el mbito del pensamiento norteamericano, muy activo y productivo, se ha aceptado la sinonimia

    de biotica y tica mdica , prefiriendo el primer trmino por considerar que tica md ica se ha vuelto

    homn imo con lo que ant iguamente se denomin e t iqueta mdica (= recto comportamiento del mdico en su

    rol profesional).

    Biot ica es e l conjunto de conceptos, argumentos y n ormas que valoran y legi t iman t icamente los

    actos humanos que eventualmcnte tendrn efectos i r reversibles sobre fenmenos vi ta les. La vida ha sido

    tradic ional mente definida como m ater ia que se const i tuye -nacim iento- en una unidad capaz de m etabolismo,

    desarrol lo y reproduccin, y que termina por desintegrarse -muerte- . En los l t imos decenios se ha

    desarrollado la idea que los procesos o sistemas vivos tienen la capacidad de resistirse al desordenamiento

    pro gre siv o o entr opa , y so n por ende negen tr pic os. Esta ca pac id ad ord enadora nace co n la ap ar ic i n de

    eventos bioqumicos irreversibles, que dan origen al transcurso temporal de procesos y con ello a lo que

    llamamos vida.

    La biotica se ocupa, entonces, de los actos humanos que alteran irreversiblemente los procesos

    tambin irreversibles de lo vivo, con lo cual se hace patente que son actos humanos que van al fundamento de

    los vital a t iempo que queda claro que muchas actividades del ser humano caen bajo el juicio biotico porque

    sus efectos influyen profun da e irreversiblemente, d e un mo do real o potencial, sob re los procesos vitales.

    La biotica es ms vasta que la tica mdica, porque tambin se refiere a situaciones, actos y

    consecuencias que ocurren fuera del quehacer mdico. Pero asimismo lo es porque sa lud y enfermedad del ser

    humano se determinan por innumerables y an insufic ientemente conocidas variables extramdicas. La

    bio ti ca es tu d ia los d il em as pre se nta dos por , o en nom bre de , ser es v iv os en ta nto la fu nci onal id ad o la

    per si ste nci a de su s vid as se vea n am enaza das. L a bio t ic a no es pre ocupac i n excl usiv a de lo s m dic os si no

    de innumerables ot ros profesionales y actores socia les, de manera que e l tema debe ser acotado ms

    generosamente e incluir otras materias, como tica ecolgica, tica de futuras generaciones, tica del

    conocimiento biolgico -investigacin y transferencia-, tica bioindustrial , tica de la naturaleza, de la

    familia, de la discriminacin.

    Todo e l lo obl iga a ref lexionar sobre la vasta gama del quehacer humano y a hacerlo con urgencia por

    la aceleracin, multiplicacin e irreversible trascendencia de las decisiones que se tom an, se deben tom ar o se

    om iten en el cam po cientfico-tcnico qu e la biotica estudia.

    Con frecuencia se intenta descalificar los esfuerzos analt icos y acadmicos de la biotica con cuatro

    argumentos:

    - La tica es parle de la formacin de toda persona, est presente y vigente en la reflexin y en el actuar de

    todos, y no requiere ser some tida a una disciplina formal.

    - Si la tica ha sido incapaz de validacin universal, habr que aceptar la diversidad de posiciones

    individuales, abandonando de una vez la argumentacin y la persuasin.

    - Leyes, reglamentaciones y costumbres han establecido pat rones de conducta que no requieren ser

    cuestionados, menos an desacatados.

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    - La biot ica se ocupa de muchos problem as que no a taen m s que a una m inora de personas involucradas

    en las actividades q ue esta disciplina estudia.

    El cul t ivo de la biot ica just if ica sus esfuerzos con los co ntraargumentos respectivos:

    - Estudios psicopedaggicos demuestran que los individuos que no reciben instruccin etica formal

    desarrol lan pautas morales poco di ferenciadas, siendo incapaces de enfrentar si tuaciones de confl ic to y dedefenderse ante oposic iones bien fundadas Ms grave an, e l equipamiento moral espontneamente

    desarrollado es muy frgil frente a tentaciones materiales y a imposicione s autoritarias.

    - Si bien existen posiciones ticas variadas, ellas slo tienen validez si son coherentes y reflexivamente

    fundadas. Qu ienes operan c on una tica intuitiva tienden a contradec irse en situaciones diversas y dejan de ser

    pre deci ble s y co nf ia bl es .

    - Las leyes y reglamentaciones son casos especficos de normas morales y no toda ley es ticamente

    adecuada. Acatar la ley sin reflexin conlleva el riesgo de fomentar culpablemente leyes discriminatorias,

    injustas o incluso criminales, como ha ocurrido en regmenes antidemocrticos.

    - La biotica no puede aceptar la diferencia frente a sus problemas, precisamente porque se ocupa de actost rascendentes que interesan y comprometen a todo ser vivo. Todos los miembros de la humanidad son

    afectados por di lem as ecolgicos, todo ser hum ano nace, se enferma y eventual mente muere , no pudiendo

    margina rse a la reflexin biotica.

    El balance de estas disputas ha terminado favoreciendo el desarrollo de una disciplina biotica racionalmente

    est ructurada, coherentemente argum entada y enseada en forma ordenada. Cualesquiera sean los intereses y

    valores prevalcntes en una sociedad, es requisito indispensable para convivir, intcractuar y cooperar, que

    todos puedan confiar en el respeto de las normas ticas que se haya acordado, lo que obliga al discurso

    b io ti co a ser cl ar o y ex pl ci to en su s pla nte am ie nto s.

    Conviene dedicar una breve reflexin al auge acadmico de la biotica. Se ha convertido en moda el

    descalificar a la biotica como mera ideologa. Proviene esta crt ica de la lectura un tanto apresurada de un

    fenmeno cultural. Es cierto que la biotica se expandi en forma notoriamente veloz, y que en gran parte lo

    hizo a horcajadas de estudiosos que buscaban nuevos horizontes de accin en un mundo laboral est recho y

    competitivo. Naci as una produccin li teraria exuberante y de densidad intelectual muy dispar, pero esta

    po lu ci n acadm ic a se da en la m ayo r par te de la s d is c ip li nas de l sa ber y no es en ab solu to sig no de una

    fragilidad de fondo.

    Desestimar a la biotica como ideologa da fe de un conocimiento insuficiente de lo que es una

    ideologa . De las muchas acepciones que e l trmino t iene , es importante rescatar aquel la que la ve adecuando

    y distorsionando la verdad en pos de determinados intereses. Si esta definicin es vlida, se concluye que las

    ideologas estn lejos del ocaso que se les pronostica, y que la biotica no es ideologa en cuanto por

    antonomasia no privilegia los intereses de sus cultores, sino los del ser humano en tanto es vitalmente

    vulnerab le a los actos de sus congneres.

    Denunciar a la biotica de ideologa, constituye una variante de la falencia argumentativa ad

    homincm, donde la cr t ica sobrevuela los contenidos para descal i f icar a qu ienes los producen. Esta act i tud es

    de incalculable riesgo, porque desestimar el discurso biotico coarta la nica perspectiva que sugiere controlar

    e l desenfreno mater ia l que invade a l mundo moderno y que est desembocando en una verdadera caja de

    Pando ra ho lstica y digital .

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    Resulta ms alingente reconocer las causas de la expansiva preocupacin por la biotica en tres

    fenmenos concomitantes de los l t imos decenios:

    3 . PRINCIPIOS EN BIOETICA: PRINCIPALISMO

    La escuela norteamericana ha e laborado un pensamiento bioct ico que recibe e l nombre de pr incipia l ismo.

    Para ello ha considerado cuatro principios que en realidad no tienen el carcter de verdades absolutas sino

    ms bien de normas generales: beneficencia, no maleficencia, autonoma y justicia.

    Para el pragmatismo que no se basa en fundamentaciones ms all de lo til , estos principios son

    necesarios y suficientes para dirimir los conflictos bioticos, en tanto que desde una perspectiva

    deodontolgica y teolgica se t ra ta solamente de reglas que ordenan los argumentos, det rs de las cuales hay

    pri nci pio s verd adera m en te fu ndam en ta le s qu e no pueden se r ig no ra dos, o vi ol ad os . S in em bargo los

    pri nci pio s su pues ta m ente es en cia le s no han sid o ace pta dos en fo rm a un iv er sa l e ir re st ri ct a, co ndic i n

    indispensab le para reconoce rle a una norma el status de principio. Por otro lado, hay acuerdo en acep tar qu e el

    pri nci pal is m o ha pre se n ta do un co n ju n to de postu la dos q u e n o pued en ser ig nora dos an cuando

    reconocidamente no tengan el carcter primacial c incondicional de principios.

    El principalismo reconoce el riesgo de no poder siempre respetar los cuatro principios bsicos y de

    tener que tolerar ocasionales conflictos entre ellos. Por ejemplo, suele suceder que beneficiar a un paciente

    signifique violar el principio de justicia o que el respeto irrestricto por la autonom a lleve a situaciones que

    atcntcn contra la beneficencia. De all que los principios se consideren como orientadores que no eximen del

    anlisis etico y que deben aceptar la crt ica de no estar arraigados en leyes morales estimadas absolutamente

    vlidas.

    1. Beneficencia

    Todo acto etico ha de ser benfico tanto para el agente como para el paciente. Por lo general, el pacicntc o

    cliente es el requirente de los servicios del agente, siendo el miembro ms dbil de la interaccin que se est

    pac ta ndo. Por lo ta nto , es ta m bi n quie n m s nec es id ad ti en e de la adecuada y benfi ca e je cu ci n de l ac to . La

    realizacin de un b ien o la satisfaccin de una neces idad es m s valiosa para el recipiente que pa ra el ejecutor,

    de a l l que u n acto sea t icamente ms adecuado cuando benefic ia a l m s dbi l o necesi tado, y cuando esc

    ben efi c io es m s ab undante y m enos oner oso en t rm in os de ri esg os y co st os .

    2. N o M al ef ic en cia

    Aunque un acto no beneficie, puede ser ticamente positivo en la medida que evite daos. Desde los escritos

    hipocrticos ha sido precepto fundamental del mdico el ayudar o al menos no daar. La prudencia, por

    ejemplo, es una cualidad que evita accidentes y errores, con lo cual adquiere la virtud tica de ser no

    maleficiosa. La omisin de actos puede ser moralmente reprobable si al dejar de realizar una accin se

    desenc adena o arriesga un a situacin lesiva: la om isin ha faltado enton ces al principio de no maleficencia.

    La no m aleficencia no es, en sentido estricto, tema tico porqu e la

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