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Estudios Latinoamericanos 6, p. II (1980), pp. 193-212
La imagen de América Latina en la prensa y en los debates
de la III Internacional, 1929-1935.
Eugenia Scarzanella En los siete años que separan el VI del VII Congreso de la
Internacional, en las páginas de «La Correspondance Internationale»
(C.I.) aparecen, si bien con escasa continuidad, determinado número
de escritos y artículos relacionados con los países de América
meridional y del Caribe1. Preferentemente se trata de breves
reportajes. Análisis más profundos aparecen en l'«Internationale
Comuniste» (I.C.), pero son muy pocos2. El espacio dedicado
individualmente a los países no es homogéneo. A la dificultad
objetiva de información, en el determinado se unen también factores
de actualidad y la exigencia de ilustrar la unión existente entre
estrategia y táctica general propuesta por la Internacional y su
aplicación a los casos concretos3.
1 En apéndice el lector encontrará un inventario de todos los artículos dedicados especificamente a la
América Latina aparecidos en «La Correspondance Internationale» entre enero de 1929 y diciembre de
1935. He efectuado una confrontación entre la edición francesa y la alemana («Internationale Presse-
Korrespondenz»). He podido notar como no todos los artículos publicados en la primera aparecen en la
segunda y viceversa. Por lo que concierne a la edición alemana remito al inventario, por otra parte no
completo, redactado por E. Conotti Pischel, C. Robertazzi, L'Internationale Communiste et les problemes coloniaux, 1919-1935, Paris, 1968. En las notas que siguen se hace referencia solamente a
los artículos indicados en el texto de la ponencia. 2 En la edición francesa de la revista trimensual aparecen solamente dos artículos: M. Garlandi, La crise économique dans l'Amérique latine et les taches des partis communistes, 20 mars 1930, n. 9, pp. 511-
522; Henri IA-n, Les leçons du mouvement gréviste dans les pays de l'Amérique du Sud, 10 juillet 1930,
n. 19/20, pp. 1291-1318. En la edición alemana («Die Kommunistische Internationale») aparecen tres
articulas: dedicados específicamente a los países de América meridional y del Caribe: M. X., Der Lateinamerikanische Gewerkschaftskongress in Montevideo, 21 August 1929, n. 32/33, pp. 1823-1831;
Gur-I, Der Klassenkampf in Brasillen und die Aufgaben der kommunistischen Partei, 9 April 1930, n.
12/13, pp. 685-699; G. Linani, Die neue Phase der revolutionären Ereignisse auf Kuba, 15 Oktober
1933, n. 17, pp. 881-891; 3 Los autores son principalmente dirigentes políticos latinoamericanos o comunistas estadounidenses y
europeos. Muchos artículos están siglados o firmados con pseudónimos. La guía de B. Lazitch y M.
Los dos periódicos estaban bajo el directo control del Presidium del
Comité Ejecutivo, que nombraba las respectivas redacciones, según
lo establecido por los Estatutos del Comintern (artículos 12 y 26),
aprobados en el VI Congreso. Los artículos publicados en la C.I. y en
el I.C. delinean por lo tanto la imagen de América Latina que, a
través del filtro de un grupo dirigente cada vez más restringido, la
Internacional proponía a sus militantes europeos4.
Esta ponencia tiene como tarea principal la de delinear los contornos de
esta imagen «oficial», utilizando las sugerencias, las anotaciones, los
análisis contenidos en cada uno de los reportajes. Por lo tanto quedan
al margen de la investigación tanto el problema de una valoración
compleja de la línea elaborada por el Comintern sobre la «cuestión
colonial» como el del análisis detallado de su aplicación concreta en
los diferentes países de América Latina5.
De las observaciones y juicios contenidos en los escritos emergen
módulos interpretativos comunes utilizados como clave de lectura de
los procesos económicos, sociales y políticos del subcontinente. Al
menos hasta el año 1934, no se separan significativamente de los que
proporcionan las tesis sobre la situación internacional del VI
Congreso y el proyecto de tesis sobre la América Latina de 1928.
Esto fue publicado inicialmente sólo en lengua española6.
Drachkovitch, Biographical Dictionary of the Comintern, Stanford, 1973, no permite remontar, sino en
pocos casos, a la identidad de los autores. 4 Los Estatutos ampliaban enormemente los poderes del Presidium, que entre 1928 y 1935, terminó con,
dirigir la política del Comintern (los Plenum en realidad en este periodo fueron sólo 4). Es útil recordar
como el Presidium tuviera la facultad de fijar la esfera de acción de las secretarias regionales (de las que
por otra parte los estatutos no fijaban claramente las competencias) y enviar representaciones propias a
las secciones de la Internacional. Para el texto de los Estatutos, cfr. A. Agosti, La Terza Internationale. Storia documentaria, II, 1924-1928, Roma 1976, pags. 979-985. 5 Sobre la Internacional y el movimiento comunista en la América Latina cfr.: L. E. Aguilar (ed.),
Marxism in Latin America, New York, 1968: V. Alba, Historia del movimiento obrero en América Latina, México, 1964: R. J. Alexander, Comunism in Latin America, New Brunswick, 1957: D. Dillon,
International Comunism and Latin America: Perspectives and Prospects, Gainesville, 1962, F. G. Gil,
Communism in Latin America, in: D. N. Jacobs (ed.), The New Communism, New York, 1969; R. E.
Poppino, International Communism in Latin America. A history of the movement 1917-1963, London,
1964; H. M. Sacchi, El movimiento obrera en América Latina, Buenos Aires, 1972; y las bibliografias:
The American Institute of Marxist Studies, Bibliography of the History of the Latin-American Labor and Trade Union Movements, New York, 1965; L. Lauerhass, Communism in Latin America: the post-war years: 1945-1960, Los Angeles, 1968: C. Rama, Mouvements ouvriers et socialistes (Chronologie et bibliographie: l'Amérique latine), Paris, 1959: M. H. Sable, Communism in Latin America. An International Bibliography: 1900-1945, 1960-1967, Los Angeles, 1968. 6 Esto había sido redactado por. J. Humbert-Droz y había encontrado en Comisión la oposición de los
rusos Stepanov, Guralskij y Vasil'ev que «no lo encontraban ortodoxo». En 1929, Droz fue expulsado
En el cuadro del llamado «tercer período», la Internacional había
previsto que el centro económico del capitalismo se trasladaría de
Europa a América. Se pensaba que la creciente agresividad del
imperialismo estadounidense, le llevaría a un enfrentamiento con el
entonces decadente capitalismo británico. Constituyendo este
enfrentamiento entre EE.UU. e Inglaterra la directriz futura de las
contradicciones internacionales.
América Latina, que tradicionalmente había estado en el ámbito de
influencia inglesa y que contemporáneamente constituía una meta
privilegiada de las inversiones norteamericanas, parecía destinada a
representar en esta lucha interimperialista un papel significativo. De
esta hipótesis general partió el análisis de los comentaristas de la C.I.
y del I.C.
a) La penetración imperialista: aspectos económicos7. Los norteamericanos utilizan instrumentos económicos, militares e
ideológicos para poner bajo su control la América Latina.
Inversiones directas, préstamos a los gobiernos, expansión comercial
son las primeras armas de esta ofensiva. Es una forma de
intervención que se explica, sobre todo, en relación a aquellos países
que pertenecen aún al ámbito de influencia inglesa (los así llamados
países ABC, Argentina, Brasil y Chile). Estados Unidos,
contrariamente a la Gran Bretaña, tenían propensión a invertir en el
naciente sector industrial. Pero el imperialismo «yankee» no es
«inocuo»: en América Central especialmente, recurre a la violencia, a
la intervención militar directa o a la imposición de tratados que
someten a los países a un estricto control político y financiero.
del Presidium y de la Secretaria. Cfr. J. Humbert-Droz, L'Internazionale Comunista tra Lenin e Stalin. Memorie di un protagonista, Milano 1974, p. 221 (Mémoires de Jules Humbert-Droz. De Lénine a Staline, Neuchatel 1971). 7 La Internacional tiende a acentuar las aspectos «político-diplomáticos» del imperialismo. Lenin
mismo, caracterizando el imperialismo tendía a poner de relieve la agudización de las luchas por una
nueva división del mundo colonial y la existencia de una tendencia a la guerra entre los países
capitalistas. Cfr. G. Arrighi, Geometria dell' imperialismo, Milano, 1978, p. 15 (The Geometry of Imperialism, London, 1978) y R. Schlesinger, L'Internazionale Comunista a la questione coloniale, Bari, 1971, p. 40 (Die Kolonialfrage in der Kommunistischen Internationale, Frankfurt am Main, 1970).
Además los Estados Unidos utilizan los procedimientos diplomáticos
(viajes presidenciales) y la penetración ideológica
(panamericanismo). Buscan en América Latina materias primas a
buen precio y salida a su capital y producción industrial; salida que
resulta más necesaria todavía por la gravedad de la crisis económica
que impide la absorción de la producción en el mercado interior. La
depresión ha afectado también a América Central juntándose con una
pre-existente sobre-producción de productos coloniales (azúcar, café,
etc.). Por ello, ha crecido el interés norteamericano por invadir con
sus productos y capitales, incluso los últimos reductos ingleses
(Brasil y Argentina).
b) Conflictos militares desencadenados por el imperialismo. La crisis acrecienta y agrava el enfrentamiento entre las dos potencias
imperialistas. Sin separarse de la hipótesis prevista por la
Internacional en 1928, que vinculaba crisis y guerra, los
comentaristas de la política latinoamericana preveen que el conflicto
entre Estados Unidos y Gran Bretaña pasará del terreno de la
ofensiva comercial y diplomática a la ofensiva militar. Confirmación
de esta tendencia son los conflictos militares que surgen entre países
del subcontinente que no constituyen sino guerras que las dos
grandes potencias establecen per procura. Este esquema acaba constituyéndose en paradigmático, tanto para
explicar la guerra entre Paraguay y Bolivia, o bien Perú y Colombia,
como para los conflictos fronterizos entre Colombia y Venezuela (en
todos los casos.es el imperialismo americano el que tiene la
iniciativa).
Los factores internos de los países pasan con ello a un segundo plano; al
máximo se admite que la guerra sea ventajosa para las clases
dirigentes locales, que buscan una salida a la crisis y a la creciente
presión del movimiento obrero.
La posibilidad de que América Latina se convierta en un avispéro o
incluso en la chispa de un nuevo conflicto mundial (como llega a
afirmar Morales en el XIII Plenum)8, ha sido sostenida varias veces
en la páginas de las dos revistas de la Internacional. Se piensa que en
el próximo enfrentamiento militar, el Océano Pacífico jugará un
papel fundamental; de ahíla importancia del subcontinente, no sólo
como proveedor de materias primas para la industria bélica, sino
como área estratégica (Panamá). La guerra acabará por tener como
salida, según las previsiones del VI Congreso, un ataque conjunto del
imperialismo contra la URSS.
El empeoramiento de las relaciones entre esta última y los países
latinoamericanos (rompimiento de las relaciones diplomáticas con
Méjico, «caso Yúiamtorg» en Argentina y Chile) y el asomarse a
América Latina a partir de 1932 del imperialismo alemán y japonés,
se interpretan por esto como indicios de esta dirección. Tratamiento
aparte merece la atención dirigida a la amenaza del fascismoen el
subcontinente.
A. Ledo en el X Plenum había afirmado que el proceso de
«fascistización» de los gobiernos nacionales era una de las
principales características de la situación sudamericana9. El primer
ejemplo de este proceso se concretiza en la figura de Portes Gil en
Méjico. Los elementos que sirven para caracterizar la «abierta y
cínica» política fascista, son los mismos que en los casos de Ibañez
en Chile y de Uriburu en la Argentina: represión del movimiento
obrero y sumisión al imperialismo.
Unicamente un artículo de Marcucci, a fines de 1932, ha atacado esta
visión de los hechos reductiva y deformante10
. Marcucci sostiene,
como ya había sido hecho en el debate del VI Congreso y en los
sucesivos Plenum, la especificidad del fenómeno fascista, producto
de una situación determinada europea, e italiana en particular, y
además afronta la temática de las formas a través de las cuales se
manifiesta también en América Latina las tentativas de los gobiernos
de crear conciencia fascista en las masas juveniles, bien por medio de
la escuela o de su encuadramiento en organizaciones recreativas y
culturales.
8 En «La Correspondance Internationale», 14 mars 1934, n, 26, p. 500. 9 En «Internationale Presse-Korrespondenz», 20 August 1929. n. 79, p. 1851. 10 Marucci, (pero Macrucci), Nos jeunesses communistes en Amérique Latine, en: «La Correspondance
Internationale» , 2 juillet 1932, p. 614.
Fueron el XIII Plenum y el VII Congreso los que corrigieron
definitivamente el error que se cometía en la identificación de
cualquier tipo de movimiento terrorístico o reaccionario con el
fascismo tout court. Este error es un índice de las dificultades que tienen los partidos
comunistas latinoamericanos en analizar correctamente la realidad
político-social de sus países.
Elecciones de nuevos presidentes, golpes de Estado, intentos de
insurrección, eran esquematizados según el recurrente conflicto entre
imperialismo inglés y estadounidense.
El VI Congreso había definido América Latina como área
prevalentemente agrícola, de industria poco desarrollada y de
burguesía nacional, aún en formación, íntimamente ligada al
imperialismo (en especial norteamericano). Los artículos publicados
por la C.I. repiten sustancialmente este juicio. La falta de autonomía
de la burguesía nacional lleva a opinar que esta no sea capaz de
llevar a cabo una lucha contra los grandes terratenientes. Sucesos que
parecerían responder al modelo europeo de lucha entre burguesía y
capas feudales no serían en realidad, una vez más, sino
enfrentamientos entre «imperialismos opuestos». El análisis del
Comintern está afectado por un esquematismo que acaba por ocultar
la dinámica interna de las clases dominantes, y que no estimula el
estudio de las transformaciones económicas y sociales que la crisis
producé y que se deja escapar el cambio de relaciones de fuerza entre
las clases y en el interior de las mismas.
También los artículos que tratan de introducir en este esquema bien
definido, algunos cambios (señalando la existencia de
contradicciones reales explotadas por el imperialismo o viceversa, la
utilización instrumental por los distintos grupos de las clases
dominantes latinoamericanas del apoyo de uno u otro imperialismo)
no llegan a captar el problema en su complexidad11
.
Lo que substancialmente faltaba en el análisis del Comintern de 1928, y
que sigue faltando después, a pesar del cambio de 1934-35, es un
11 J. Majorski, La guerre civile au Brésil et la crise économique mondiale en «La Correspondance
Internationale»,15 novembre 1930, n. 95, p. 1223; R. Ghioldi, L'impérialisme en Argentine, «ivi», 25
juillet 1931, p. 851 y Le coup d'Etat au Chili, 15 juin 1932, n. 50, p. 537.
análisis articulado de las clases sociales de América Latina. Una
confirmación de esto es la incomprensión de los movimientos
políticos de la pequeña burguesía (a la cual, en el proyecto de tesis de
1928, viceversa, se le atribuía un papel político importante, en razón
de la debilidad de la burguesía nacional) criticados duramente y
perseguidos (como en el caso de Sandino e incluso en el de Prestes) y
del papel de los gobiernos «nacionales-progresistas» (como fueron
definidos en 1934) de Portes Gil, de Grau San Martín, de Grave, de
Cárdenas, en algunos casos considerados como fascistas, como ya
hemos visto anteriormente.
Esta falta de comprensión de la estratificación real de las clases,
constituye incluso una de las razones de las dificultades encontradas
por los partidos comunistas para arraigar y extender su influencia en
el subcontinente.
Los artículos publicados en la C.I. no proporcionan informaciones
precisas sobre la composición y características de la clase obrera, y
sólo señalan muy parcialmente las estratificaciones internas de la
masa campesina y las condiciones específicas de vida y de trabajo de
la población indígena y negra (cuyos problemas se afrontan en
términos de «cuestión nacional», y su solución se confía a
improbables hipótesis de autodeterminación y separación).
El escaso conocimiento de la estructura social y económica (en el que
incide de manera particular la relación, nunca suficientemente
profundizada, entre modos de producción distintos: capitalista y
feudal), en la que actuan, hace de los partidos comunistas
latinoamericanos (como se ve en la lectura de las revistas y
documentos del Comintern), partidos fuertemente minoritarios, a
menudo incapaces de dirigir las luchas, con escasas relaciones, no
solamente con la componente indígena y negra de la población, sino
también con los obreros de las consideradas «industrias clave»
(minería, plantaciones).
El aislamiento sufrido por los comunistas por largo tiempo es también el
fruto de una política sindical de clara contraposición a los sindicatos
reformistas y a las organizaciones anarquistas. Sin embargo el
empeño en el frente sindical de la Internacional en América Latina
nació bajo una perspectiva unitaria: el cambio se dio en el mayo
l929, en el momento de la creación de la Confederación
latinoamericana de los sindicatos12
.
Después del Congreso de Montevideo, los comunistas se
comprometieron a la creación de sindicatos revolucionarios
contrapuestos a los existentes. Sobre todo en Méjico, donde la
CROM reformista organizaba a la mayoría de los trabajadores, esta
línea encuentró serias dificultades. Un síntoma lo constituye la
polémica entre Losowski y el mejicano Ramírez en el X Plenum
(Julio 1929)13
. El primero insiste sobre la necesidad de conducir la
lucha sindical en dos frentes: contra los empresarios y contra los
sindicatos reformistas. Ramírez responde a la acusación dirigida al
partido mejicano de sabotear la línea de la Internacional Sindical
Roja (ISR). Por un lado recuerda cuales eran los problemas
específicos de su país (fuerza y vitalidad de la CROM, necesidad de
no crear divisiones en la clase obrera, teniendo en cuenta la
existencia de los problemas planteados por la utilización de la mano
de obra indígena, negra e inmigrada de Europa) y por el otro lado
confirma, como ya había hecho Carrillo en el VI Congreso, la
existencia de diferentes tendencias entre ISR e Internacional
Comunista.
Carrillo había sostenido que a la base del trabajo en los sindicatos debía
ponerse la táctica del frente unido14
. Rarnírez cita ahora, un año
después, un documento de la Internacional que amonestaba a no
crear nuevas y artificiosas organizaciones, sino a instar a la conquista
de la mayoría de la clase obrera.
Un mes antes del V congreso del ISR, apareció en l'I.C. una amplia
reseña sobre el movimiento, sindical y las huelgas en América Latina
firmada por Henri IA-n15
. Resume algunos datos característicos de la
situación sudamericana: adhesión a las huelgas por los obreros de
12 En 1927 tuvo lugar en Moscú el primer encuentro entre los sindicalistas latinoamericanos. En el IV
Congreso de la Internacional Sindical Roja (abril de 1928) se creó un comité promotor para una
Confederación Sindical latinoamericana. Este convocó en febrero de 1929, en Montevideo, una
conferencia sobre el problema del conflicto de frontera entre Paraguay y Bolivia (en la que participaron
incluso organizacionas social-demócratas y anarquistas), y en mays el Congreso para la creación de la
Confederación. 13 En «Internationale Presse-Korrespondenz», 4 Septembre 1929, n. 85, p. 2037 y 2062. 14 En «La Correspondance Internationale», 8 aoút 1928, n. 78, p. 923. 15 Cfr. nota 2.
todos los sectores industriales y agrícolas; participación en la lucha
de obreros desorganizados, jóvenes y mujeres; carácter ofensivo de
muchas batallas económicas (incluso en un período de crisis);
desarrollo de las manifestaciones de desocupados; enlace a nivel del
subcontinente de un cierto número de huelgas. Todos estos
elementos llevan a Henri IA-n a la conclusión que las luchas
económicas adquieren un carácter cada vez más marcadamente
político y (teniendo como contrapartida frecuentemente a empresas
extranjeras) antiimperialista.
A estas tendencias positivas opone un balance decepcionante por lo que
concernía la capacidad de dirección mostrada por los partidos
comunistas y por los sindicatos revolucionarios. En países como
Méjico y Argentina, donde el movimiento sindical está
monopolizado respectivamente por las organizaciones «social-
fascistas» y por las «anarco-reformistas» y «anarquistas», no hay
espacio para los comunistas, que han sido aislados, insistiendo en la
dirección de huelgas sin importancia y abandonando las luchas de
masa.
Contemporáneamente el articulista achaca al CSUM (el sindicato
revolucionario mejicano) y a los sindicatos de Colombia y del
Ecuador rendiciones con respecto a las posiciones reformistas
(reconocimiento de la admisibilidad del arbitraje gubernamental;
tendencias legalistas).
En Moscú, en 1930, los sindicalistas latinoamericanos tratan de dar una
respuesta a estas críticas. En sus intervenciones en el V Congreso de
I'I.S.R. trazan una lista de los problemas todavía no resueltos:
dificultad en expresar los intereses cotidianos de la clase obrera, en
organizar al proletariado agrícola y a la población indígena, en
afrontar la crisis económica16
.
En los años siguientes en la C.I. se subsiguen informaciones de Brasil,
de Cuba, de Argentina, sobre luchas espontáneas de desocupados,
sobre huelgas dirigidas por los reformistas. Sin embargo frente a la
sustancial ausencia de los sindicatos revolucionarios en las batallas
16 Cfr. las intervenciones de Roja (México) y Urso (Paraguay) en «La Correspondance Internationale»,
27 août 1930,n. 71, p. 946 e 948; de Galvest (Argentina), «ivi», 30 août 1930, n. 72, p. 966; de Pérez
(Uruguay), Ganot (Colombia) y Fernandes (Cuba), «ivi», 3 septembre 1930, n. 74, p. 1017 y 1018.
más significativas, no viene a menos la tendencia al enfrentamiento
con las otras organizaciones.
Es significativo a este propósito el asunto de la célula de la fábrica textil
«San Bruno» de Jalapa (Méjico) En 1931 ésa había organizado una
huelga para pedir el alejamiento de la empresa de los líderes del
sindicato reformista. Dos años después son los dirigentes de la célula
los que vienen alejados de la fábrica, mientras la represión se abate
sobre los comunistas que son despedidos y arrestados17
.
Hay que esperar el año 1934 para que se produzca un cambio en las
relaciones entre los comunistas y los otros grupos comprometidos en
el trabajo sindical, y se tome la vía de la colaboración incluso con
los. partidos pequeño-burgueses. Se tiene en aquel año la tercera
conferencia de los partidos comunistas latinoamericanos, en
Montevideo.
Si ya en aquella sede se inicia la auto critica por la precedente política
sectaria, sobre los caminos de desarrollo de la revolución en el
subcontinente no existe todavía una indicación unívoca. Hay que
esperar el VII congreso para ver delineada la perspectiva del frente
único antiimperialista.
En seno a la Internacional se continúa discutiendo sobre aquella que a
partir de 1930 se presenta como la cuestión más nueva e interesante a
nivel del mundo colonial. Una vez más la sugerencia la ofrece China:
la creación de áreas soviéticas, como ha sucedido en el interior de
este país, ¿es posible y útil también en otras áreas geográficas (India,
América Latina, etc.)? Es lo que se preguntan Miro e Li en dos
interesantes artículos aparecidos en l'I.C. en febrero de 193518
.
Ambos se refieren explícitamente a América Latina que, en realidad,
parece ser la única área colonial en la que se hayan manifestado en
los años recientes ejemplos de movimientos revolucionarios
culminados con la creación de soviets.
17 K. Gomez, L'expérience du travail d'une cellule d'entreprise au Méxique, en «La Correspondance
Internationale», 18 juin 1932, n. 51, p. 567 y E. N. Viamonte, La terreur au Méxique, «ivi», 11 février
1933, p. 178. 18 Miro, La lutte pour la création de régions soviétiques intérieures dans les pays semi-coloniaux, en
«L'Internationale Communiste», 20 févríer 1935, n. 4, pp. 256-268 (ed. alemana, 5 April 1935, n. 7, pp.
569-586); Li, Sur les conditions régissunt la création de régions soviétiques intérieurs dans les pays semi-coloniaux, «ivi», 20 février 1935, n. 4, pp. 267 -284 (ed. alemana, 20 April 1935, n. 8, pp. 631-
652).
Es lo que ha sucedido en Chile en 1932 (en coincidencia con el difícil
experimento de la «república socialista») y en Cuba en 1933
(después de la instalación del gobierno de Grau). Si en Montevideo
se inicia un proceso de revisión de la línea política hasta entonces
seguida por los partidos comunistas latinoamericanos, revisión que se
funda sobre todo en una autocrítica por haber subvalorado el
nacional-reformismo burgués» (un ejemplo es la carta abierta del
P.C. peruano a Haya de la Torre)19
, esto probablemente no sucede sin
dificultad. Es cuanto hace suponer la lectura de la parte relativa a la
actividad de las secciones de América del Sur y del Caribe de los
materiales preparatorios para el VII congreso. Se trata de un
documento interesante que puede quizá servir para explicar en parte
la aceptación ritualística del cambio de 1935 por parte de muchos
partidos latinoamericanos y la empiricidad de las elecciones
sucesivas20
.
En efecto la relación se detiene con detalle sobre los asuntos internos de
cada partido (presentes ahora en casi todo el subcontinente) ocupado
entre 1928 y 1935 en disputas y fracturas internas, mientras
menciona sólo de paso a las iniciativas tomadas a partir de 1934 para
realizar formas de alianza con otras fuerzas políticas. Resulta así un
cuadro caracterizado por la existencia de ásperas polémicas internas
y divisiones (sobre todo desgarrantes son aquellas con el ala
trotzkista) y por una rigidez de orientaciones ideales que no ahorra
líderes de prestigio como L. E. Recabarren (cuya herencia política
sería contaminada por una presunta orientación reformista) y C.
Mariátegui (portador de ideas pequeño burguesas en el partido que
había contribuido a formar de modo decisivo). Por otra parte no
parece todavía superado el juicio sobre los movimientos políticos con
los que en breve se cuenta de realizar un frente unitario. Parece
menospreciante, en la relación citada, la valoración del papel de
Haya de la Torre, mientras que Sandino continúa siendo acusado de
traición. Todo esto explica que en el VII congreso los delegados
latinoamericanos eviten analizar las razones de su precedente política
19 En «La Correspondance Internationale», 1 juin 1935, n. 44/45, p. 659. 20 Materialen über die Tatigkeit der Sektionen der Kommunistischen Internationale, Süd- und Karibisch-Amerika, en Die Communistische Internationale vor dem VII Weltkongress, Moskau-
Leningrad, 1935, pp. 466-504.
sectaria y hagan de su adesión a la línea propuesta por la
Internacional nada más que una mera declaración de intentos.
Pero todo esto no vale solamente para los representantes
latinoamericanos. En general todo el congreso se desarrolla, como ha
sido notado, sin una dialéctica real y discusión interna21
. Además la
relación de Dimitrov, centrada toda sobre la situación europea y
sobre la amenaza constituida por el fascismo alemán, relega la
cuestión colonial a una posición marginal. Es un paso hacia atrás, un
repliegue sobre una visión eurocéntrica, con respecto al VI
congreso22
.
A esto se acompaña una subvaloración del papel del imperialismo
americano. Dimitrov limita sus referencias sobre los EE.UU. a la
necesidad de impedir una victoria del fascismo en este país, victoria
que «modificaría de manera muy profunda toda la situación
internacional»23
. Togliatti en su relación sobre la guerra,
proponiendo una distinción entre las potencias imperialistas, coloca a
los Estados Unidos (todavía débiles en el Pacífico) entre los Estados
interesados por el momento en mantener al statu quo y en retrasar la
explosión de conflictos militares24
.
A «las nacionalidades oprimidas de las colonias y de los países
semicoloniales» consideradas principalmente como aliadas del
proletariado de los países imperialistas, como «reservas del
proletariado mundial» (Dimitrov) vengan extendidas mecánicamente
las nuevas fórmulas políticas elaboradas por el viejo continente: el
frente popular en su variante de frente único antiimperialista.
Un intento de tratar, incluso en este cuadro, los problemas originales
planteados por la revolución colonial se cumple en la larga
intervención de Van Min25
. El observa como «no todos los
comunistas-entienden y reconocen suficientemente el papel y la
importancia de la revolución colonial» y vuelve a proponer
considerándola «aún más convincente y fundada»a siete años de
21 Cfr. E. Ragionierí, Palmiro Togliatti e il VII congresso dell'Internazionale comunista, en La Terza Internazionale e il partito comunista italiano, Torino, 1978, p. 338. 22 Cfr. F. De Felice, Fascismo, democrazia, fronte popolare. Il movimento comunista alla svolta del VII congresso dell' Internazionale, Bari, 1973, pp. 307 sgg. 23 «ivi», pp. 101-167. 24 En P. Togliatti, Opere 1929-1935, III, 2, Roma, 1973, pp. 730-805. 25 En F. De Felice, op. cit., pp. 443-482.
distancia, la convicción expresada por el VI congreso que «los países
coloniales representan actualmente para el imperialismo mundial, el
sector más peligroso de su frente».
Respecto a 1928 importantes cambios se han sucedido en las colonias y
semicolonias (no se habla de países «dependientes» - como al VI
Congreso). La ofensiva imperialista se ha endurecido (son un
ejemplo los conflictos locales fomentados en América Latina por los
Estados Unidos e Inglaterra); la penetración económica y la
subordinación ha aumentado (los EE.UU. por ejemplo imponen
preyios y tarifas a los productos latinoamericanos); contra el adelanto
del movimiento de liberación nacional se difunden y se refuerzan los
gobiernos reaccionarios (de Uriburu, Benavides, Batista, en
Sudamérica). Todo esto crea contradicciones entre imperialismo y
clases dominantes locales, divide éstas últimas internamente,
estimula las diferenciaciones en los movimientos pequeño-burgueses.
Existe por lo tanto la posibilidad para los comunistas de reunir otras
fuerzas sociales y politioas en un frente único. Van Min aconseja a
los compañeros brasileños, que ya han dado vida a la Alianza para la
liberación nacional, ensancharla posteriormente «incluyendo todos
aquellos que puedan ser incluidos aunque sean solamente aliados y
simpatizantes momentáneos (entre los que se pueden contar también
los partidos de la oposición parlamentaria y los gobernadores de los
diferentes Estados brasileños descontentos del gobierno Vargas»).
Es contra gobiernos como él de Vargas, considerados reaccionarios y al
servicio del imperialismo, que tiene que realizarse la más amplia
unidad de acción. Si en Europa el frente popular tiene como
adversario el fascismo, una situación análoga es dificil de encontrar
en los países coloniales. Van Min lo aclara perfectamente aunque sí
invita a no menospreciar los movimientos de inspiración fascista
como los integralistas brasileños, la Legión cívica argentina, las
«camisas doradas» mejicanas.
Todavía faltos de un significativo influjo de masa, éstos son utilizados
por las clases dominantes locales para combatir la revolución popular
(también en este caso a través del recurso a la «demagogia social»).
El subrayado de la especificidad del fascismo italiano y alemán como
fenómenos no reproducibles en otros contextos, abre el camino a la
autocrítica de los comunistas latinoamericanos. Anteriormente,
habían identificado bajo la etiqueta de «fascistas» a gobiernos y a
movimientos políticos diferentes. Como se ha dicho, los delegados
sudamericanos recitan en el congreso un mea culpa formal. El
brasileño Lacerda y Marques desaprueban la linea basada en la
creación de soviets. El cubano Marín y el mejicano Serrano se quejan
de la precedente neutralidad de sus partidos durante el choque entre
«reacción» y «nacional reformismo»(Van Min había criticado la
incertidumbre presente todavía entre los comunistas mejicanos a
propósito del gobierno de Cárdenas: Serrano afirma que eso
constituye «algo nuevo y diferente» con respecto a lo de Calles.)
Otras intervenciones tocan el tenia de la unidad sindical y el
problema todavía no resuelto de la relación con la población
indígena26
.
Pero especialmente un elemento emerge de la comparación propuesta
por Van Min con la experiencia china: el menosprecio de las luchas
campesinas, la necesidad para el futuro de garantizar un activo apoyo
de masa de todos los trabajadores agrícolas al movimiento de lucha
contra el imperialismo. Aun en el VII congreso no se va más allá de
una declaración de intenciones. Ninguno propone un análisis sobre la
composición social del campo latinoamericano, ninguno va más allá
de una indicación genérica de promoción de «grandes luchas
antifeudales». En lo de la relación con las masas campesinas sólo los
brasileños parecen tener claro un camino original. Como ya había
hecho Prestes en un artículo de 1934 en la C.I.27
, Lacerda recuerda la
importancia de la unión con aquellos que tienen los hilos de una
oposición tenaz al gobierno y a los grandes propietarios, sean estos
representantes del clero, de sectas mesiánicas, cangaceiros. La relación con las masas campesinas no es el único elemento que haga
pensar en una vuelta al modelo chino del Kuomintang (KMT) (antes
26 Cfr. las intervenciones de Marques (Brasil) y Marenco (México) en «La Correspondance
Internationale», 13 octobre 1935, n. 94, p. 1370 y 1376; de Bueno (Cuba), «ivi», 25 novembre 1935, n.
112, p. 1664; de Lacerda (Brasil), Tores (Argentina), Serrano (México), Borkes (Chile), «ivi», 4
décembre 1935, n. 115, p. 1705, 1714, 1721, 1726; de Mora (Argentina) y Rivas (Venezuela), «ivi», 11
decembre 1935, n. 118, p. 1761, 1768; de Marin (Cuba), en «Rundschau», 1 August 1935, n. 34, p.
1670 y de Oracia (America del Sur), «ivi», 22 August 1935, n. 41, p. 1886. 27 L. C. Prestes, La lutte de paysans au Bresil, in «La Correspondance Internationale», 31 mars 1934, n.
34/35, p. 629.
de 1927). Van Min y Lacerda sin embargo tienden a marcar
diferencias: no se trata de la recuperación de una línea desaprobad a
en el VI congreso.
La ALN es diferente del KMT de 1925, tanto porque se trata desde el
inicio de «una vasta organización democrática, basada en la adhesión
individual y colectiva», como porque la iniciativa está en las manos
del movimiento obrero más bien que en las de la burguesía nacional.
La indicación política que el congreso abastece a los partidos
comunistas latinoamericanos es por lo tanto la de la creación de un
amplio frente unitario con otras fuerzas políticas socialistas y
pequeño-burguesas. Dicho frente tiene delante de sí la tarea de
derrotar a dos enemigos: el imperialismo y los gobiernos locales
reaccionarios.
La realización concreta de las nuevas líneas encontrará nuevas y
notables dificultades. Tanto por la existencia a veces de un surco
profundo entre comunistas y otros grupos políticos, como por la
ambigüedad contenida en los programas de los futuros gobiernos
antiimperialistas (esto puede servir en parte a explicar el tentativo
fallado de insurrección del ALN brasileña), como en fin por el
cambio de la situación internacional. Con el estallido de la guerra y
la agresión alemana a la Unión Soviética, en. el cuadro de las
alianzas antifascistas, los partidos comunistas del subcontinente
harán pasar en segundo plano la lucha contra el imperialismo
americano, llegando en algunos casos a hipotizar una colaboración
con aqué28
.
28 Cfr. J. Aricó, La Terza Internazionale, en I protagonisti della rivoluzione. L'America latina, vol. II,
Milano, 1973, pp. 330 sgg.; K. McKenzie, Comintern and World Revolution, 1928-1943, New York,
1964.
Apéndice. «La Correspondance Internationale», bihebdomadaire, Paris. 1929.
La conférence panaméricaine, par Georges Dubois, 9 janvier 1929, p. 2, p. 20
La situation en Amérique latine, 26 janvier 1929, n. 8, p. 85
La conférence syndicale au Mexique, 9 février 1929, n. 12, p. 128
La crise de la dictature de Machado à Cuba, par Raoul, 1 mai 1929, n. 36, p. 508
Conférence des syndicats de l'Amérique latine contre la guerre, par M. Ch., 4 mai
1929, n. 37, p. 522
A la classe ouvrière du Brésil! (Extrait de l'appel du Parti communiste du Brésil), 11 mai 1929, n. 39, p. 558
La femme au Mexique et sa participation à la lutte de classes, par Refugio Garcia,
15 mai 1929, n. 40, p. 575
Le congrès des syndicats de l'Amérique latine, par A. Lozovski, 8 juin 1929, n. 48,
p. 698
La persécution du mouvement paysan au Maxique, par Diego Banderas, 15 juin
1929, n. 50, p. 735
L'incident de Curação, par A. De Vries, 19 juin 1929, n. 51, p. 749
Le conflict de Curaração, par Gerard Vanter, 26 juin 1929, n. 53, p. 778
Le mouvement ouvrier au Guatemala, 18 septembre 1929, n. 89, p. 1216
L'impérialisme des États-Unis à Haïti, par Henri Ch. Rosemond, 16 octobre 1929,
n. 105, p. 1448
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1930.
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Les victimes du mouvement insurrectionnel à Haïti, «ivi», p. 5
Le développement économique des Antilles britanniques, par George Padmore,
«ivi», p. 7
Contre la terreur, la réaction et la trahison au Mexique! (Manifeste de la Ligue contre l'impérialisme ...), 22 janvier 1930, n. 7, p. 72
La rupture des relations entre le Mexique et l'Union Soviétique, 1 février 1930, n.
10, p. 97
Projet de thèses sur le mouvement révolutiomiaire de l'Amérique latine, 1 février
1930, no 10, p. 100
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124
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Le Mexique avant et après la rupture avec l'U.R.S.S., par Harison George, 5 mars
1930, n. 20, p. 224
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249
Les calomnies contre le général Sandino (Le Secrétariat international de la Ligue contre l'impérialisme ...), 23 avril 1930, n. 35, p. 426
Le Parti communiste du Brésil à propos du Manifeste de Luis Carlos Prestes, 28
juin 1930, n. 55, p. 636
Les nationalistes cubains comme instrument de l'impérialisme américain, par
Ferragut, 28 juin 1930, n. 55, p. 642
La situation au Mexique et le rôle des social-fascistes, par Pick, 13 août 1930, n.
68, p. 870
La situation politique et le mouvement ouvrier révolutionnaire auBrésil, par Saul
Borodine, 13 août 1930, n. 68, p. 872
La situation politique au Mexique (Morones contre Portes Gil), par Hernan
Laborde, 30 août 1930, n. 72, p. 951
Le coup d'Etat en Argentine, par Enrique Palve, 17 septembre 1930, n. 78, p. 1046
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27 septembre 1930, n. 81, p. 1073
A propos des événements du Brésil, par un Latino-américain, 15 octobre 1930, n.
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Contre la terreur blanche au Brésil (Un appel du Secours Rouge ...) 20 juin 1931,
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L'agression contre la représentation commerciale soviétivque el la répression contre le prolétariat en Argentine, par Rodolfo Ghioldi, 12 août 1931, n. 73, p. 893
L'accroissement de la misère dans la Suisse américaine, par Pedro Morales, 15
août 1931, n. 74, p. 903
La chute du dictateur Ibañez au Chili, par Albert Moreau, 26 août 1931, n. 77, p.
926
L'Argentine sous le «diktat» de Fish et C.le, par Z. Zevine, 29 août 1931, n. 79, p.
948
La nouvelle politique monétaire et la crise économique au Mexique, par Pick, 19
septembre 1931, n. 85, p. 998
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1931, n. 87, p. 1013
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519
Comment grandit le P.C. du Pérou, 11 juin 1932, n. 49, p. 534
Le coup d'Etat du Chili, par R. Ghioldi, 15 juin 1932, n. 50, p. 537
L'expérience du travail d'une cellule d'entreprise au Mexique, par K. Gómez, 18
juin 1932, n. 51, p. 567
La nouvelle dictature chilienne, par R. Ghioldi, 25 juin 1932, n. 53, p. 583
Les nouveaux présidents de Panama et du Paraguay, 29 juin 1932, n. 54, p. 604
Nos jeunesses communistes en Amérique latine, par Marucci, 2 juillet 1932, n. 55,
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Les soviets au Chili, par M. Ch., 13 juillet 1932, n. 58, p. 639
Le drapeau rouge sur deux navires de guerre au Pérou, par A. Marcucci, 13 juillet
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Les cadres du P.C. de l'Amérique du Sud et des Caraïbes, par J. Gómez, 6 août
1932, n. 65, p.738
Le nouveau conflit militaire en Amérique du Sud, par José Rodríguez, 13 août
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17
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L'essor révolutionnaire à Cuba, par E. P. Greene, 27 mai 1933, n. 41/42, p; 519
La lutte de chômeurs à Cuba, par Francisco, 3 juin 1933, n. 43/44, p. 550
Protestez contre le régime pénitentiaire inhunwin au Venezuela, 3 juin 1933, n.
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La fascisation des méthodes gouvernementales au Chili, par E. P. Greene, 1 juin
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Le soulèvement révolutionnaire à Cuba, 19 août 1933, n. 66/67, p. 798
L'armistice entre la Colombie et le Pérou, par J. Pérez, 19 août 1933, n. 66/67, p.
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Une déclaration du C. C. du P. C. des Etats-Unis à propos des événements de Cuba, 9 septembre 1933, n. 72/73, p. 895
Les événements révolutionnaires à Cuba et les tâches du partí communiste, par J.
Gómez. 16 septembre 1933, n. 75/76, p. 926
La deuxiéme révolution cubaine, par A. Bosse, 23 septembre 1933, n. 77/78, p. 961
Le mouvement révolutionnaire du Paraguay se développe dans la lutte contre la guerre(Lettre d'Assomption), 7 octobre 1933, n. 81/82, p. 1000
Soutenez la lutte émancipatrice des travailleurs de Cuba (Appel du Comité
mondial contre la guerre impérialiste), 7 octobre 1933, n. 81/82, p. 1006
Le développement de la révolution à Cuba et l'impérialisme américain, 28 octobre,
1933, n. 87/88, p. 1064
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La «neutralité» de l'Argentine dans la guerre entre la Bolivie et le Paraguay, par
Aurelio Alcaraz, 10 mars 1934, n. 24/25, p. 453
La «conspiration communiste» en Argentine, par G. Soto, 31 mars 1934, n. 34/35,
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Lettre au Comité exécutif de l’Internationale communiste (P.C. de Cuba), 28 juillet
1934, n. 69/70, p. 1133
Le mouvement révolutionnaire du prolétariat s'étend en Équateur, par Ricardo A.
Paredes, 15 septembre 1934, n. 83/84, p. 1332
Le Ier Congrès national contre le fascisme et la guerre impérialiste au Mexique, par Vicente Guerna, 3 novembre 1934, n. 98/99, p. 1599
Wall Street cherche un nouveau laquais à Cuba, par E. P. Greene, 1 décembre
1934, n. 107/108, p. 1760
La guerre entre la Bolivie et le Paraguay, par L.W., 8 décembre 1934, n. 109/110,
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L'incendie du Chaco, par A. Torres, 9 février 1935, n. 11/12, p. 208
La tension entre la Colombie et le Vénézuela, 23 février 1935, n. 15/16, p. 272
La libération des emprisonnés politique au Venezuela, par Luis Harman, 9 mars
1935, n. 20/21, p. 362
La grève générale à Cuba, par A. G. Bosse, 30 mars 1935, n. 26/27, p. 436
La «loi pour la protection de l'État» au Brasil, par T. O. Zenneiro, 25 mai 1935, n.
42/43, p. 640
Grève contre les fascistes en Argentine, 1 juin 1935, n. 44/45, p. 655
Exploitation des ouvrières de la confection à Porto-Rico, par Samuel Weinmann, 1
juin 1935, n. 44/45, p. 658
Lettre ouverte à Haya de la Torre, 1 juin 1935, n. 44/45, p. 659
Contre le pacte anti populaire et contre-révolutionnaire de Vargas-Justo!, 6 juillet
1935, n. 54/55, p. 782
Le plan hexennal du Mexique, par Samuel Wienmann, 20 juillet 1935, n. 58/59, p.
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Expulsé de Cuba, par Conrad Komorovski, 17 août 1935, n. 67/68, p. 974
La première victoire dans la lutte pour le front unique au Chili, 14 septembre
1935, n. 80/81, p. 1021
L'idée du front populaire progresse en Amérique du Sud, par Louis Machado, 19
octobre 1935, n. 95/96, p. 1399
Lettre de Colombie, par Peter Ott, 26 octobre 1935, n. 98/99, p. 1439
Gréve politique contre le gouvernement federal d'Argentine, par Luciano, 9
novembre 1935, n. 104/105, p. 1532
La terreur à Cuba, par Conrad Komorovski, 14 décembre 1935, n. 119/120, p.
1784
L'insurrection nationale révolutionnaire au Brésil, 21 décembre 1935, n. 122/122,
p. 1817