La libertad política en Montesquieu

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  • [...] todos los antiguos respetos se vean amenazados. Montesquieu no deseaba perturbarlos, pero su obra iba

    a actuar sin l(Mornet, 1969: 77)

    L a expresin Repblica y Democracia: entre la antigedad y el mundo moder-no, que sirviera de ttulo a la sesin de las Segundas Jornadas de Teora y Filo-sofa Poltica en las que se present este trabajo, resulta lo suficientemente estimulan-te como para dar origen a una amplia variedad de estudios relativos, por ejemplo, alas acepciones de los vocablos en juego, a las dos latitudes histricas mencionadas, ala diversidad de discursos que versan sobre el particular, e incluso a la feliz recupera-cin que el debate contemporneo viene haciendo de las fuentes ms representativasdel republicanismo.

    Inicialmente, el ttulo antedicho me llev a pensar en Benjamin Constant, quien,como nadie ignora, populariz la distincin entre las llamadas dos libertades, polti-ca y civil, o bien antigua y moderna, conforme l las denomin. No me referir aqua su clebre discurso de 1819, pronunciado en vsperas electorales siendo el propioConstant candidato, circunstancia sta que indujo a algunos intrpretes a tildar deoportunista la vena republicana de sus ltimas lneas, como si en verdad no hubiesesido la experiencia bonapartista la que enseara al autor hasta qu punto la libertadindividual no puede sobrevivir sin algn tipo de compromiso ciudadano (Holmes,1984: 19-22; Aguilar, 1998: 193-196).

    La libertad poltica en Montesquieu:su significadoEnrique Aguilar*

    * Director de la Escuela de Ciencias Polticas, Universidad Catlica Argentina (UCA).

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    florAguilar, Enrique. La libertad poltica en Montesquieu: su significado. En publicacion: Filosofa poltica contempornea. Controversias sobre civilizacin, imperio y cuidadana. Atilio A. Born. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Ciudad Autnoma de Buenos Aires, Argentina. 2003. ISBN: 950-9231-87-8. Disponible en la web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/teoria3/aguilar.pdf

    Fuente: Red de Bibliotecas Virtuales de Ciencias Sociales de Amrica Latina y el Caribe de la red CLACSO - http://www.clacso.org.ar/biblioteca

  • FILOSOFA POLTICA CONTEMPORNEA

    El trabajo, en cambio, estar centrado en Montesquieu, cuya concepcin de la li-bertad allan sin duda el camino para la distincin de Constant. Comencemos porrecordar, en efecto, los renglones iniciales del Libro XI de El espritu de las leyes, don-de el autor se hace cargo de la equivocidad intrnseca a ese vocablo para concluir queen definitiva cada pueblo ha llamado libertad al Gobierno que se ajustaba ms a suscostumbres o sus inclinaciones (Montesquieu, 1987: 106).

    As es como en las democracias, aade Montesquieu, se ha confundido frecuen-temente el poder del pueblo con su libertad (ibid.): el autogobierno colectivo, porun lado, frmula que de inmediato nos remite al mundo antiguo y al paradigma dela poltica basada en la virtud, y, por el otro la libertad, que en su atributo bsico se-r entendida por Montesquieu no en trminos participativos sino como un senti-miento de confianza en la seguridad individual. Para ilustrar este contraste basta conremitirse al captulo Algunas instituciones de los Griegos (IV, 6), descriptivo de esecontexto de educacin en la virtud, frugalidad, exigidad del territorio e indignidadde las profesiones comerciales, propicio para el ejercicio de una ciudadana activa, y,opuestamente, al captulo De la constitucin de Inglaterra (XI, 6) del cual es fcilinferir hasta qu punto Montesquieu, aunque no usara la expresin libertad moder-na, tena conciencia de ella al definirla textualmente como la tranquilidad de esp-ritu que nace de la opinin que tiene cada uno de su seguridad, a lo cual agregaba:Y para que exista la libertad es necesario que el Gobierno sea tal que ningn ciuda-dano pueda temer nada de otro (1987: 107).

    Mirada desde el Libro XI, la teora hilvanada en los Libros II al V, segn la cualla libertad poltica depende, en su manifestacin democrtica, de las condiciones deposibilidad vigentes en las austeras repblicas antiguas, parece haber sido desplazada.Es que su residencia en Inglaterra haba de sugerirle a Montesquieu la idea de que lalibertad puede ser tambin resultado, a falta de aquellas condiciones, de una disposi-cin institucional adecuada (Sabine, 1975: 407). Por consiguiente, el libro XI mar-car, como ha precisado bien Natalio R. Botana, la distancia entre dos mundos di-versos: el que diera contexto a la repblica democrtica como expresin de una for-ma pura de gobierno, y el mundo de la modernidad, expuesto mediante un rgimenmixto que dispone a los poderes y a las fuerzas sociales en recproco control, al pasoque da libre curso a las pasiones antes contenidas en un molde estrecho (Botana,1984: 24). Dicho de otra manera, la distancia que media entre una libertad concebi-da sobre la base de un sujeto virtuoso en unin moral con el cuerpo poltico y lalibertad moderna que, a su turno, habr de abandonar esa exigencia de participa-cin y de bien pblico, inscripta en el alma del ciudadano, para reposar sobre el sen-timiento subjetivo de seguridad individual (ibid.: 35).

    Renglones arriba, dentro del mismo captulo 6 del Libro XI, Montesquieu habapropuesto otra definicin en la cual la libertad parece identificarse con la obedienciaa la ley. Dice as: la libertad poltica no consiste en hacer lo que uno quiera. En unEstado, es decir, en una sociedad en la que hay leyes, la libertad slo puede consistir

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  • en poder hacer lo que se debe querer y en no estar obligado a hacer lo que no se de-be querer. Y seguidamente: Hay que tomar conciencia de lo que es la independen-cia y de lo que es la libertad. La libertad es el derecho de hacer todo lo que las leyespermiten, de modo que si un ciudadano pudiera hacer lo que las leyes prohben, yano habra libertad, pues los dems tendran igualmente esta facultad (1987:106).

    Se advierte aqu una aparente tensin entre dos componentes: subjetivo el prime-ro, en la medida en que refiere a la opinin que cada ciudadano tiene sobre su pro-pia seguridad, y objetivo el segundo, por cuanto identifica la libertad con la legisla-cin. Es la tensin, como se ha escrito tambin, entre el derecho positivo y la veri-ficacin por los individuos del sentido de ste para su capacidad de determinarse a smismos (Agapito Serrano, 1989: 102-103). Isaiah Berlin lleg a afirmar que Mon-tesquieu propuso la segunda definicin (sobre la que vuelve, entre otros fragmentos,en el captulo 20 del Libro XXVI) olvidando sus momentos liberales (Berlin, 1974:160), toda vez que en su interior se escondera avant la lettre la pretensin rousseau-niana segn la cual el hecho de forzar a los individuos a acomodarse a la norma co-rrecta -hacer coincidir la libertad con la ley- no sera sinnimo de tirana sino de li-beracin. De ah que, puesto a indagar qu pensaba Montesquieu acerca de la liber-tad, Berlin prefiera explorar otros aspectos (verbigracia, sus crticas al despotismo, ala Inquisicin o a la esclavitud) que a su juicio echaran ms luz sobre su escala de va-lores (Berlin, 1992: 228-232).

    Otra es la interpretacin de Pierre Manent, para quien estas definiciones, lejos deoponerse o contradecirse, tienden a ser progresivamente sinnimas (Manent,1990:141-43). En efecto, reiteremos que para Montesquieu la libertad es por una parte elderecho de hacer lo que las leyes permiten: la armona -visto desde otro ngulo- oaun la identidad entre los deseos individuales y la poltica gubernamental (Macfarla-ne, 2000: 49). Es innegable que las leyes pueden encubrir, eventualmente, actos deopresin. Pero parece claro que Montesquieu est pensando en leyes insertas en unmarco constitucional y, en ltima instancia, basadas en relaciones inmutables y ob-jetivas de justicia, anteriores por consiguiente a las convenciones humanas. Antes deque se hubieran dado leyes haba relaciones de justicia posibles. Decir que slo lo queordenan o prohben las leyes positivas es justo o injusto, es tanto como decir que an-tes de que se trazara crculo alguno no eran iguales todos sus radios, se lee al comien-zo de la obra (Montesquieu, 1987: 8). Sin entrar a discutir el grado de consistenciaque existe en un pensamiento abierto tanto a la diversidad histrica cuanto al reco-nocimiento de valores universales, podemos concluir de lo dicho que, en un rgimenlibre (con equilibrio de poderes sociales y polticos, segn se desprende de la lecturaque Montesquieu hizo de Inglaterra), la ley, que comprende normas objetivas, debe-ra de ampliar la independencia individual de los ciudadanos al liberarlos del miedoy actuar como barrera de contencin frente a la violencia (Starobinski, 1989: 118-119)1.

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    En sntesis, la libertad poltica, considerada con relacin al ciudadano, consistiraen la seguridad personal que ste experimenta al abrigo de las leyes y de una Consti-tucin que, entre otras cosas, seale lmites precisos a la accin del gobierno. Comodir Constant, caracterizando la libertad de los modernos: seguridad en los goces pri-vados y garantas concedidas por las instituciones a estos mismos goces (Constant,1988: 76). Esa libertad, sobre la que Montesquieu se explaya en el Libro XII e inclu-s i ve en el XIII a propsito de las consecuencias de la tributacin, podr ser engendra-da tambin por ejemplos recibidos, tradiciones, costumbres y especialmente por leye spenales que garanticen la inocencia o, en caso de culpabilidad, penas que no sean hi-jas del capricho del legislador sino de la ndole particular de cada delito (1987: 130).

    Y qu decir de la libertad en su relacin con la Constitucin? La pregunta nos tras-lada a la frmula de la distribucin armnica de los poderes que el autor desarrolla so-b re la base del modelo ingls. Es sabido que, para Montesquieu, el deseo de domina-cin no se inscribe, como en Hobbes, en la naturaleza del hombre, sino que surge unavez establecidas las sociedades, vale decir, cuando existen m o t i vos para atacarse o parad e f e n d e r s e (1987: 9). En otras palabras, el poder nacera slo a favor de una posicinsocial o poltica que procura ya cierto poder (Manent, 1990: 131). De ah la import a n-cia de que por la disposicin de las cosas, el poder frene al poder (Montesquieu, 1987:106), segn la clebre afirmacin del Libro XI, resultado que se obtiene primord i a l-mente mediante la construccin de diversas salva g u a rdias institucionales y constitucio-nales en el sistema poltico. Esta es la libertad que Montesquieu crey ver establecidaen las leyes de Inglaterra, al margen de que la disfrutase o no en los hechos el puebloingls (1987: 114)2. En cualquier caso, la divisin y equilibrio de los poderes, la re p re-sentacin del pueblo en la cmara baja y el cuerpo de nobles limitando al monarca des-de la cmara alta y el sistema judicial, se le presentaban como re s o rtes necesarios paraasegurar la libertad del ciudadano (Botana, 1991: 187). A ello cabra agre g a r, slo a t-tulo indicativo, puesto que escapan al propsito de este trabajo, las favorables conse-cuencias polticas que Montesquieu ve en la expansin del comercio, fundamentalmen-te tratadas en el Libro XX, y que en el estudio ya consagrado de Hirschman constitu-yen una aportacin importante a su tesis poltica central (Hirschman,1978: 78-88).

    Montesquieu comprendi la libertad en el sentido moderno de Constant. Si unode los imperativos de nuestro tiempo es encontrar el modo de rescatar la libertad delos antiguos como garanta (as lo quera el propio Constant) que a la par proteja yperfeccione nuestras modernas libertades civiles, la concepcin que intent researparece insuficiente. Asimismo, en la medida en que sea vlido el contraste marcadopor Sandel entre una tradicin intelectual, -el liberalismo- que comienza por pregun-tarse de qu manera el gobierno debe tratar a sus ciudadanos, y por otro lado el re-publicanismo, que se interroga por los modos en que los ciudadanos pueden alcan-zar su autogobierno (Gargarella, 2001: 50), Montesquieu no resulta difcil de ubicarhabiendo contribuido como lo hizo a consolidar un lenguaje menos atento a la fuen-te del poder que a su ejercicio o, inversamente, ms preocupado por el poder comoamenaza de la libertad que por el consenso que legitima su origen.

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  • Ahora bien, esta concepcin de la libertad poltica como seguridad de cada cualbajo la proteccin de las leyes, deja por completo de lado en nuestro autor todo con-tenido participativo? Ah estn, ciertamente, las pginas sobre la virtud como prin-cipio de la repblica democrtica. Empero, como ha indicado Althusser, en tiemposde lujo y comercio la virtud se ha hecho tan pesada que haba que desesperar de susefectos si estos no pu[diesen] alcanzarse por reglas ms ligeras (Althusser, 1959: 77).Adems, no son acaso iguales en densidad las pginas sobre la moderacin esperableen una repblica aristocrtica o el honor requerido por las monarquas, destinadas es-tas ltimas a ser rescatadas, en favor de las asociaciones intermedias y como freno ala tirana mayoritaria, por las doctrinas liberales del XIX? Apenas si resulta necesariorecordar que Montesquieu est lejos an de la frmula de integracin entre el inte-rs pblico y el privado a la que arribar en su momento Tocqueville. Y desde luegosu concepcin tributaria seguramente de Locke- de la libertad dentro de la ley o, loque es igual, de la ley como constitutiva de la libertad -liberty to follow my own willin all things, where the rule prescribes not (Locke, 1993: 126; Dedieu, 1909: 172-175)- no resulta asimilable a la de un republicano como Rousseau para quien la leytiene ante todo una finalidad formativa (que excede, por lo mismo, la mera bsque-da de la coexistencia pacfica) con miras a la realizacin de nuestra naturaleza ciuda-dana (Bjar, 2001: 84-85).

    Ello no obstante, en estos tiempos de globalizacin y dominio universal de la eco-noma, tiempos de apata, consensos quebrados e impugnacin generalizada de la po-ltica, un fenmeno que se extiende a numerosos pases, tal vez debamos prestar ma-yor atencin al modo como Montesquieu reconstruye el mundo clsico, el mundode la virtud definida por l como el amor a las leyes, a la patria y a la igualdad, quems que una serie de conocimientos es un sentimiento enderezado al bien generalque puede experimentar el ltimo hombre del Estado tanto como el primero(1987: 33). Permtaseme citar in extenso este pasaje del Libro III:

    Los polticos griegos, que vivan en un Gobierno popular, no reconocan msf u e rza que pudiera sostenerlo que la virtud. Los polticos de hoy no nos hablanms que fbricas, de comercio, de finanzas, de riquezas y aun de lujo.

    Cuando la virtud deja de existir, la ambicin entra en los corazones capaces derecibirla y la codicia se apodera de todos los dems. Los deseos cambias de ob-jeto: lo que antes se amaba, ya no se ama; si se era libre con las leyes, ahora seq u i e re ser libre contra ellas; cada ciudadano es como un esclavo escapado de lacasa de su amo; se llama rigor a lo que era m x i m a; se llama estorbo a lo queera re g l a; se llama t e m o r a lo que era a t e n c i n. Se llama avaricia a la fru g a l i d a dy no al deseo de poseer. Antes, los bienes de los part i c u l a res constituan el teso-ro pblico, pero en cuanto la virtud se pierde, el tesoro pblico se convierte enpatrimonio de los part i c u l a res. La repblica es un despojo y su fuerza ya no esms que el poder de algunos ciudadanos y la licencia de todos (1987: 20).

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    En el captulo 27 del Libro XIX de El espritu..., referido a la incidencia de las le-yes sobre las costumbres y el carcter de una nacin, Montesquieu advirti el peligrode que en los pueblos modernos los hombres terminen siendo meros confederadosen lugar de conciudadanos. Como sostiene Pierre Manent, esta alternativa puede serplanteada de diversas maneras: somos miembros independientes de la sociedad civilo ciudadanos de un Estado? Pertenecemos al espacio transnacional del mercado o alterritorio de una nacin? (1990: 149). Ambas cosas, se responder. Si aceptamos es-ta dual condicin, Montesquieu nos dejar satisfechos. Si, por el contrario, preten-demos superarla, difcilmente podamos desentendernos de Rousseau.

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  • Bibliografa

    Agapito Serrano, Rafael de 1989 Libertad y divisin de poderes (Madrid: Tecnos).

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    Starobinski, Jean 1989 (1953) Montesquieu (Mxico: Fondo de Cultura Econ-mica).

    Notas

    1 La relacin entre universalismo y particularismo histrico es uno de los temasque mayores polmicas ha despertado en torno a Montesquieu. Entre otros estu-dios, recomiendo especialmente el captulo sobre Montesquieu de Las etapas delpensamiento sociolgico, de Raymond Aron (1996: 62-72), ms favorable, por lopronto, que la interpretacin de Durkheim quien, como es sabido, consideraba aMontesquieu todava p r i s i o n e ro de una concepcin anterior (Du rk h e i m ,2001:39). Asimismo remito a un captulo de Meinecke, enteramente dedicado aMontesquieu, que me parece imprescindible a la hora de situar al autor entre losprecursores del historicismo (Meinecke, 1982: 107-157).

    2 De nuevo estamos en presencia de un tema largamente debatido. Es la lectu-ra de Montesquieu fiel a la realidad inglesa de la poca o ms bien responde a untipo ideal? Prescindir aqu de la cuestin y a ttulo ilustrativo remito tan slo aJuan Vallet de Goytisolo (1986: 357- 398).

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