La literatura nazi en america roberto bolano

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La literatura nazi en América es, enpalabras de su autor, «una antologíavagamente enciclopédica de laliteratura filo-nazi producida enAmérica desde 1930 a 2010, uncontexto cultural que, a diferencia deEuropa, no tiene conciencia de loque es y donde se cae confrecuencia en la desmesura».

Escrita a imitación de losdiccionarios de literatura, estaingeniosísima obra de ficcióndisfrazada de manual se componede las más variadas reseñasdedicadas a la vida y la obra de

autores inexistentes de una literaturainexistente, y constituye unaexcelente parodia de la historia realde la literatura iberoamericana.

Con la publicación en 1996 de estediccionario de autores infames,Roberto Bolaño llamó por primeravez la atención de la crítica, quealabó su originalidad y brillanteinventiva.

Roberto Bolaño

La literatura nazien América

ePub r1.0Sibelius 19.05.14

Roberto Bolaño, 1996

Editor digital: SibeliusePub base r1.1

Cuando el río es lento y se cuentacon una buena bicicleta o caballo sí esposible bañarse dos (y hasta tres, deacuerdo con las necesidades higiénicasde cada quien) veces en el mismo río.

AUGUSTO MONTERROSO

Los Mendiluce

EDELMIRATHOMPSON DE

MENDILUCE

Buenos Aires, 1894-Buenos Aires, 1993

A los quince años publicó su primerlibro de poemas, A Papá, que consiguióintroducirla en una discreta posición enla inmensa galería de las poetisas de laalta sociedad bonaerense. A partir deentonces fue asidua de los salones deXimena San Diego y de Susana LezcanoLafinur, dictadoras de la lírica y del

buen gusto en ambas márgenes del Plataen los albores del siglo XX. Susprimeros poemas, como es lógicosuponer, hablan de sentimientos filiales,pensamientos religiosos y jardines.Coqueteó con la idea de hacerse monja.Aprendió a montar a caballo.

En 1917 conoce al ganadero eindustrial Sebastián Mendiluce, veinteaños mayor que ella. Todo el mundoquedó sorprendido cuando al cabo depocos meses se casaron. Según lostestimonios de la época Mendilucedespreciaba la literatura en general y lapoesía en particular, carecía desensibilidad artística (aunque de tanto en

tanto acudía a la ópera) y suconversación estaba al mismo nivel quela de sus peones y obreros. Era alto yenérgico, pero distaba mucho de serguapo. Su única cualidad reconocida erasu inagotable fortuna.

Las amigas de Edelmira Thompsondijeron que había sido un matrimonio deconveniencia, pero la verdad es que secasó por amor. Un amor que ni ella niMendiluce supieron jamás explicar yque se mantuvo impertérrito hasta lamuerte.

El matrimonio que acaba con lacarrera de tantas escritoras en ciernesdio nuevos bríos a la pluma de Edelmira

Thompson. Abrió su propio salón enBuenos Aires, que rivalizó con el de laSan Diego y el de la Lezcano Lafinur.Protegió a jóvenes pintores argentinos aquienes no sólo compraba obra (en 1950su pinacoteca de plástica argentina erano la mejor pero sí una de las másnumerosas y extravagantes de laRepública) sino que solía llevarlos a suestancia de Azul para que pintaran lejosdel mundanal ruido y con todas lasnecesidades cubiertas. Fundó laeditorial Candil Sureño en dondepublicó más de cincuenta libros depoesía, muchos de los cuales estándedicados a ella, el «hada buena de las

letras criollas».En 1921 publica su primer libro en

pr os a , Toda mi vida , autobiografíaidílica, cuando no plana, exenta dechismorreos y llena de descripcionespaisajísticas y de consideracionespoéticas que, contra lo que la autoraesperaba, pasa sin pena ni gloria por losescaparates de las librerías de BuenosAires. Decepcionada y en compañía desus dos hijos pequeños, dos sirvientas ymás de veinte maletas, Edelmira partepara Europa.

Visita Lourdes y las grandescatedrales. La recibe el Papa. Recorreen velero las islas del Egeo y llega a

Creta un mediodía de primavera. En1922 publica en París un librito depoemas infantiles en francés y otro enespañol. Luego vuelve a la Argentina.

Pero las cosas han cambiado yEdelmira ya no se siente a gusto en supaís. En un periódico reciben laaparición de su nuevo libro de poesía(Horas de Europa, 1923) tildándola decursi. El crítico literario más influyentede la prensa nacional, el doctor LuisEnrique Belmar, la juzga «dama infantily desocupada que haría mejor dedicandosu esfuerzo a la beneficencia y a laeducación de tanto pillete desharrapadoque corre por los espacios sin límites de

la patria». Edelmira responde conelegancia invitando al doctor Belmar y aotros críticos a su salón. Sólo acudencuatro periodistas muertos de hambreque atienden páginas de sucesos.Edelmira, desairada, se recluye en laestancia de Azul a donde la siguen unospocos incondicionales. En la paz de loscampos, escuchando las conversacionesde la gente trabajadora y humilde,prepara un nuevo libro de poesía quearrojará a la cara a sus detractores.Horas Argentinas (1925), el poemarioesperado, provoca el escándalo y lacontroversia desde el mismo día de supublicación. En él Edelmira abandona la

visión contemplativa y pasa al ataque.Arremete contra los críticos, contra lasliteratas, contra la decadencia queenvuelve la vida cultural. Propugna unregreso a los orígenes: las labores delcampo, la frontera sur siempre abierta.Atrás quedan los requiebros y deliquiosamorosos. Edelmira quiere una literaturaépica, epopéyica, a la que no le tiembleel pulso a la hora de cantarle a la patria.A su manera, el libro es todo un éxito yen un acto de humildad, apenas contiempo para saborear las mieles deltrabajo reconocido, Edelmira parte otravez para Europa. La acompañan sushijos, sus sirvientas y el filósofo

bonaerense Aldo Carozzone que hacelas veces de secretario particular.

El año 1926 lo pasa viajando con sunumeroso séquito por Italia. En 1927 sele une Mendiluce. En 1928 nace enBerlín su primera hija, Luz Mendiluce,una rozagante niña de cuatro kilos ymedio. El filósofo alemán Haushoferoficiará de padrino de bautizo en unaceremonia en donde se dará cita lacrema de la intelectualidad argentina yalemana y que al cabo de tres días defiesta ininterrumpida terminará en unbosquecillo cercano a Rathenow endonde los Mendiluce obsequian aHaushofer con un solo de timbales,

compuesto y ejecutado por el maestroTito Vázquez, que causará sensación enla época.

En 1929, mientras el crac mundialobliga a Sebastián Mendiluce a retornara la Argentina, Edelmira y sus hijos sonpresentados a Adolfo Hitler, quiencogerá a la pequeña Luz y dirá: «Es sinduda una niña maravillosa.» Se hacenfotos. El futuro Führer del Reich causaen la poetisa argentina una granimpresión. Antes de despedirse le regalaalgunos de sus libros y un ejemplar delujo del Martín Fierro, obsequios queHitler agradece calurosamenteobligándola a improvisar una traducción

al alemán allí mismo, cosa que no sindificultad consiguen entre Edelmira yCarozzone. Hitler se muestracomplacido. Son versos rotundos y queapuntan al futuro. Edelmira, feliz, lepide consejo sobre la escuela másapropiada para sus dos hijos mayores.Hitler sugiere un internado suizo, aunqueapostilla que la mejor escuela es lavida. Al terminar la entrevista, tantoEdelmira como Carozzone se confesaránhitlerianos convencidos.

Es 1930 un año de viajes y deaventuras. En compañía de Carozzone,de su hija pequeña (los niños hanquedado internos en un selecto colegio

de Berna) y de sus dos sirvientaspampas, Edelmira recorre el Nilo, visitaJerusalén (en donde sufre una crisismística o nerviosa que la mantiene tresdías postrada en la habitación de suhotel), Damasco, Bagdad…

Su cabeza bulle de proyectos: planeafundar una nueva editorial a su regreso aBuenos Aires en donde traducirá apensadores y novelistas europeos, sueñacon estudiar arquitectura y diseñarmacroescuelas que edificará en losterritorios argentinos en donde lacivilización aún no ha llegado, deseacrear una fundación que lleve el nombrede su madre para jovencitas de escasos

recursos y de inquietudes artísticas.Poco a poco un nuevo libro empieza atomar forma en su espíritu.

En 1931 vuelve a Buenos Aires yempieza a dar cuerpo a sus proyectos.Funda una revista, La ArgentinaModerna, que dirigirá Carozzone y quepublicará lo último en la poesía y prosasin desdeñar los artículos políticos, elensayo filosófico, la reseñacinematográfica y la actualidad social.La salida de la revista coincide con laaparición de su libro El NuevoManantial, al que La ArgentinaModerna dedicará la mitad de suspáginas. El Nuevo Manantial, a mitad

de camino entre la crónica de viaje y lasmemorias filosóficas, constituye unareflexión sobre el mundocontemporáneo, sobre el destino delcontinente europeo y el continenteamericano al tiempo que avizora yadvierte sobre la amenaza que para lacivilización cristiana representa elcomunismo.

Los años siguientes son pródigos ennuevos libros, nuevas amistades, nuevosviajes (recorre el norte de Argentina ycruza la frontera boliviana montada acaballo), nuevas aventuras editoriales ynuevas experiencias artísticas que lallevarán a escribir el libreto de una

ópera (Ana, la campesina redimida,1935, estrenada en el Colón condivisión de opiniones y enfrentamientosverbales y físicos), a pintar una serie depaisajes de la provincia de BuenosAires y a colaborar en el montaje de trespiezas del dramaturgo uruguayoWenceslao Hassel.

En 1940 muere Sebastián Mendilucey la guerra le impide viajar a Europacomo hubiera sido su deseo. Loca dedolor, redacta ella misma la notanecrológica que aparece ocupando unapágina a dos columnas en losprincipales periódicos del país. Lofirma: Edelmira, viuda de Mendiluce. El

texto acusa sin duda el extravío mentalen que se encuentra. Concita burlas,puyas, el desprecio de gran parte de laintelectualidad argentina.

Una vez más, se refugia en laestancia de Azul con la única compañíade su hija menor, del inseparableCarozzone y del joven pintor AtilioFranchetti. Por las mañanas escribe opinta. Por las tardes da largos paseossolitarios o dedica las horas a la lectura.Fruto de estas lecturas y de su manifiestavocación de diseñadora de interiores essu obra mejor, La Habitación de Poe(1944), que prefigurará el nouveauroman y muchas de las vanguardias

posteriores y que gana para la viuda deMendiluce un lugar al sol en la literaturaargentina e hispanoamericana. Lahistoria es la siguiente. Edelmira leeFilosofía del moblaje, de Edgar AllanPoe. El ensayo le entusiasma, encuentraen Poe un alma gemela en lo decorativoy discute el tema ampliamente conCarozzone y Atilio Franchetti. Esteúltimo pinta un cuadro siguiendofielmente las instrucciones de Poe: unacámara oblonga de unos treinta pies delargo por veinticinco de ancho (un pieequivale aproximadamente a veintiochocentímetros), con una puerta y dosventanas colocadas en el extremo

opuesto. Los muebles, el empapelado,las cortinas son reproducidas con elmáximo de exactitud por Franchetti. Talexactitud, sin embargo, le parece pocacosa a Edelmira que opta por reproduciral natural la habitación de Poe. A talefecto manda construir en el jardín de lahacienda una habitación con las mismasmedidas que la descrita por Poe y luegolanza a sus agentes (anticuarios,mueblistas y carpinteros) a la pesquisade los enseres descritos en el ensayo. Elresultado buscado y conseguido sólo amedias era el siguiente:

— Las ventanas son amplias, bajanhasta el suelo y se hallan montadas en

profundos nichos.— Los cristales de las ventanas son

de color carmesí.— Los marcos, de palorrosa, más

gruesos que los usuales.— Del lado interior del nicho tienen

por cortinas un espejo tejido de plataadaptado a la forma de la ventana, quecuelga suelto en menudos pliegues.

— Fuera del nicho se ven cortinasde una riquísima seda carmesí, orladacon una brillante red de oro y forradacon el tejido de plata que forma lacortina exterior.

— Los pliegues de las cortinassurgen de debajo de un ancho

cornisamento dorado que recorre lahabitación en la línea de contacto de lasparedes con el techo.

— El cortinado se abre o se cierrapor medio de un ancho cordón de oro,que lo sostiene flojamente y termina enun sencillo nudo; no se ven clavijas niotros dispositivos semejantes.

— Los colores de las cortinas y desus orlas, es decir el carmesí y el oro,aparecen profusamente en todas partes,determinando el carácter de lahabitación.

— La alfombra, tejida en Sajonia,tiene media pulgada de espesor y sufondo es también carmesí, simplemente

realzado por un cordoncillo de oro(análogo al que festonea las cortinas)que se levanta apenas sobre el fondo,hallándose dispuesto de manera tal queconstituye una serie de curvas breves eirregulares, las cuales se entrecruzan unay otra vez.

— Las paredes están revestidas deun papel satinado de una tonalidadplateada grisácea, en la que figuranmenudos diseños arabescos del tonocarmesí dominante, pero de un matizmás suave.

— Numerosos cuadros. Predominanlos paisajes de estilo imaginativo, talescomo las grutas de las hadas de

Stanfield o el lago melancólico deChapman. Vense, sin embargo, tres ocuatro cabezas femeninas de etéreabelleza; son retratos a la manera deSully. La tonalidad de todos los cuadroses cálida pero sombría.

— No hay ninguno de pequeñotamaño. Las pinturas diminutas dan a uncuarto ese aire manchado que constituyela falla de tantas hermosas obras de arteexcesivamente retocadas.

— Los marcos son anchos, pero noprofundos; están ricamente labrados sinser opacos ni afiligranados.

— Las pinturas están bien adosadasa las paredes, sin colgar de cordones.

— Un espejo no muy grande, casicircular, cuelga de manera que no serefleje en él nadie que se encuentreubicado en los sitios donde hay asientos.

— Éstos están constituidos por dosamplios sofás de palorrosa y sedacarmesí, con flores de oro, y dos sillaslivianas igualmente de palorrosa.

— De esta madera es también elpiano, que no tiene funda y está abierto.

— Cerca de un sofá se ve una mesaoctogonal del más hermoso mármolincrustado de oro. La mesa no tienetapete alguno.

— Cuatro grandes y espléndidosvasos de Sèvres, de donde asoma una

profusión de hermosas y brillantesflores, ocupan los ángulos ligeramenteredondeados de la estancia.

— Un alto candelabro, que contieneuna lamparilla antigua llena de aceiteperfumado, se levanta cerca de uno delos sillones (aquel en donde duerme elamigo de Poe, el poseedor de estahabitación ideal).

— Algunos livianos y graciososanaqueles de dorados bordes,suspendidos de cordeles de sedacarmesí con borlas de oro, soportandoscientos o trescientos volúmenesmagníficamente encuadernados.

— Fuera de ello no hay otros

muebles, excepto una lámpara deArgand con su pantalla de vidriotransparente de color carmesísuspendida del alto y abovedado techopor una fina cadena de oro, y que vierteun resplandor sereno y mágico sobretodas las cosas.

La lámpara de Argand no fueextremadamente difícil de conseguir.Tampoco las cortinas, la alfombra o lossillones. Con el empapelado huboproblemas que la viuda de Mendilucesolucionó encargándolo directamente ala fábrica con un modelo diseñadoespecialmente por Franchetti. Laspinturas de Stanfield o de Chapman

fueron inencontrables, pero el pintor ysu amigo Arturo Velasco, un joven yprometedor artista, realizaron unoslienzos que acabaron por satisfacer eldeseo de Edelmira. El piano depalorrosa también planteó algunosproblemas pero a la larga todos fueronsuperados.

Con la habitación reconstruidaEdelmira creyó llegado el momento deescribir. La primera parte de LaHabitación de Poe es una descripción aldetalle de ésta. La segunda parte es unbreviario sobre el buen gusto en eldiseño de interiores, tomando comopunto de partida algunos de los

preceptos de Poe. La tercera parte es laconstrucción propiamente dicha de lahabitación en un prado del jardín de laestancia de Azul. La cuarta parte es unadescripción prolija de la búsqueda delos muebles. La quinta parte es, otra vez,una descripción de la habitaciónreconstruida, similar pero distinta de lahabitación descrita por Poe, conparticular énfasis en la luz, en el colorcarmesí, en la procedencia y en elestado de conservación de algunosmuebles, en la calidad de las pinturas(todas, una por una, son descritas porEdelmira sin ahorrarle al lector ni unsolo detalle). La sexta y última parte,

acaso la más breve, es el retrato delamigo de Poe, el hombre que dormita.Algunos críticos, tal vez demasiadoperspicaces, quisieron ver en él alrecientemente fallecido SebastiánMendiluce.

La obra se publica sin pena nigloria. Esta vez, sin embargo, Edelmiraestá tan segura de lo que ha escrito quela incomprensión apenas la afecta.

Durante 1945 y 1946, según susenemigos, es asidua visitante de playasabandonadas y calas secretas en dondeda la bienvenida a la Argentina aviajeros clandestinos que arriban en losrestos de la flota de submarinos del

almirante Doenitz. Se comenta,asimismo, que es su dinero el que estádetrás de la revista El Cuarto ReichArgentino y posteriormente de laeditorial del mismo nombre.

En 1947 aparece una segundaedición corregida y aumentada de LaHabitación de Poe. Esta vez se incluyeuna reproducción de la pintura deFranchetti: en ésta se puede apreciar lahabitación desde la perspectiva de lapuerta. Del durmiente sólo es posiblevislumbrar media cara. En efecto,podría ser Sebastián Mendiluce o tal vezsólo un hombre corpulento.

En 1948, sin deshacerse de La

Argentina Moderna, funda una nuevarevista, Letras Criollas, cuya direccióndeja en manos de sus hijos Juan y Luz.Poco después parte para Europa dedonde no volverá hasta 1955. Comomotivo de este largo exilio se cita suirreconciliable enemistad con EvaPerón. En muchas fotos de la época, sinembargo, Evita y Edelmira aparecenjuntas, ya sea en cócteles, recepciones,fiestas de cumpleaños, estrenos teatralesy gestas deportivas. Evita,probablemente, no pudo llegar jamás ala página diez de La Habitación de Poey Edelmira seguramente no aprobaba laprocedencia social de la primera dama,

pero existen papeles y cartas de tercerosque atestiguan que ambas estabanembarcadas en proyectos comunes comola creación de un gran museo (diseñadopor Edelmira y el joven arquitecto HugoBossi) de arte contemporáneo argentino,con un servicio de residencia y pensióncompleta incorporado, algo nunca vistoen ningún complejo museístico mundial,con el objetivo de facilitar la creación—y la vida cotidiana— a los jóvenes yno tan jóvenes exponentes de la pinturamoderna y evitar, de paso, suemigración a París o Nueva York. Sehabla también del borrador de un guióncinematográfico escrito por ambas sobre

la vida y desgracias de un joven donjuáninocente que protagonizaría Hugo delCarril, pero el borrador, como tantasotras cosas, se perdió.

Lo cierto es que Edelmira no volvióa la Argentina hasta 1955 y por entoncesla estrella ascendente en las letrasbonaerenses era su hija Luz Mendiluce.

Pocos libros más publicaráEdelmira. El primer tomo de susPoesías Completas aparecerá en 1962;el segundo, en 1979. Un libro dememorias, El siglo que he vivido(1968), escrito con la colaboración desu fiel Carozzone, un conjunto de relatosbrevísimos, Iglesias y cementerios de

Europa (1972), en donde destaca suprodigioso sentido común, y unarecopilación de poemas inéditos dejuventud, Fervor (1985), componen latotalidad de su obra publicada en losúltimos años.

Su labor de animadora de las artes ypromotora de nuevos talentos, por elcontrario, no decaería con el tiempo.Son incontables los libros que ostentanun prólogo, un epílogo o un envío de laviuda de Mendiluce, como incontablesson las primeras ediciones que financióde su bolsillo. Entre los primeros cabed e s t a c a r Corazones rancios ycorazones jóvenes, de Julián Rico

Anaya, novela que en 1978 levantóconsiderable polémica tanto enArgentina como en el extranjero, o LasAdoratrices Invisibles, de CarolaLeyva, poemario con voluntad de ponerpunto final a la estéril discusión quesobre la poesía se mantenía en algunoscírculos argentinos desde el SegundoManifiesto del Surrealismo. Entre lossegundos es imposible no citar LaMuchachada de Puerto Argentino,memorias acaso un tanto infladas sobrela guerra de las Malvinas con las queirrumpe en el mundo literario el exsoldado Jorge Esteban Petrovich, y LosDardos y el Viento , una antología de

poetas jóvenes y de buena familia entrecuyos objetivos estéticos está el de noutilizar cacofonías ni palabrasdisonantes ni groserías cotidianas y que,prologada por Juan Mendiluce, obtuvoun éxito de ventas inesperado.

Sus últimos años los pasó en laestancia de Azul, recluida en lahabitación de Poe en donde solíadormitar y soñar con el pasado, o en laamplia terraza de la casa principal,sumida en la lectura o en lacontemplación del paisaje.

Mantuvo la lucidez («la rabia»,decía ella) hasta el final.

JUAN MENDILUCETHOMPSON

Buenos Aires, 1920-Buenos Aires, 1991

Segundo hijo de EdelmiraThompson, desde muy joven supo quecon su vida podía hacer lo que quisiera.Intentó los deportes (fue un tenistaaceptable y un pésimo piloto de cochesde carrera), el mecenazgo (queconfundió con la bohemia y el trato condelincuentes y del que su padre y suvigoroso hermano mayor lo apartaron

con amenazas y prohibiciones quellegaron incluso a la agresión física), lacarrera de leyes y la literatura.

A los veinte años publica su primeranovela, Los Egoístas, relato de misterioy de exaltación juvenil que transcurreentre Londres, París y Buenos Aires.Los hechos se desencadenan en torno aun suceso en apariencia intrascendente:un buen padre de familia de pronto lepide a gritos a su mujer que huya de lacasa con los niños o que se encierrencon llave en una habitación. Actoseguido él se encierra a su vez en elcuarto de baño. Al cabo de una hora lamujer sale de la habitación en donde se

ha metido cumpliendo la orden delmarido, va al cuarto de baño y encuentraa aquél muerto, con la navaja de afeitaren la mano y el cuello cortado. A partirde este suicidio, a primera vista claro eirrefutable, se desencadena unainvestigación llevada principalmentepor un policía de Scotland Yard deaficiones espiritistas y por uno de loshijos del muerto. La investigación duramás de quince años y sirve de pretextopara el desfile de una galería depersonajes tales como un joven camelotfrancés o un joven nazi alemán, aquienes el autor hace hablarprofusamente y con quienes tiende a

identificarse.La novela fue un éxito (agotó, hasta

1943, cuatro ediciones en Argentina y sevendió profusamente en España, Chile,Uruguay y otros paíseshispanoamericanos), pero JuanMendiluce optó por dejar a un lado laliteratura en beneficio de la política.

Durante un tiempo se consideró a símismo falangista y seguidor de JoséAntonio Primo de Rivera. Eraantinorteamericano y anticapitalista.Más tarde se hizo peronista y llegó aocupar altos cargos políticos en laprovincia de Córdoba y en la capitalfederal. Su periplo por la administración

pública fue impecable. Con la caída delperonismo sus inclinaciones políticassufrieron una nueva transformación: sevolvió pro norteamericano (de hecho, laizquierda argentina lo acusó de publicaren las páginas de su revista a veinticincoagentes de la CIA, cifra exagerada semire como se mire), fue admitido en unode los más poderosos bufetes legales deBuenos Aires y finalmente nombradoembajador en España. A su regreso deMadrid publicó la novela El JineteArgentino, en donde arremete contra lacarencia de espiritualidad del mundo, laprogresiva falta de piedad o decompasión, la incapacidad de la novela

moderna, sobre todo la francesa,embrutecida y aturdida, por comprenderel dolor y por lo tanto por crearpersonajes.

Es llamado el Catón argentino. Sepelea con su hermana, Luz Mendiluce,por el control de la revista familiar.Gana la partida e intenta llevar a cabouna cruzada en contra de la falta desentimientos en la novela actual.Coincidiendo con la aparición de sutercera novela, La Primavera enMadrid, desencadena una ofensivacontra los afrancesados y contra loscultores de la violencia, el ateísmo y lasideas foráneas. Letras Criollas y La

Argentina Moderna le servirán deplataforma, así como los diferentesdiarios de Buenos Aires que acogenentusiasmados o estupefactos susdiatribas contra Cortázar, a quien acusade irreal y cruento, contra Borges, aquien acusa de escribir historias que«son caricaturas de caricaturas» y decrear personajes exhaustos de unaliteratura, la inglesa y la francesa, yapericlitada, «contada mil veces, gastadahasta la náusea»; sus ataques se hacenextensivos a Bioy Casares, MujicaLainez, Ernesto Sabato (en quien ve lapersonificación del culto a la violenciay de la agresividad gratuita), Leopoldo

Marechal y otros.Todavía publicará tres novelas más:

El Ardor de la Juventud, un repaso a laArgentina de 1940, Pedrito Saldaña, dela Patagonia, relato de aventurasaustrales a medio camino entreStevenson y Conrad, y LuminosaOscuridad, novela sobre el orden y eldesorden, la justicia y la injusticia, Diosy el vacío.

En 1975 abandonó una vez más laliteratura por la política. Sirvió conigual lealtad al gobierno peronista y alde los militares. En 1985, tras la muertede su hermano mayor, asumió laresponsabilidad de los negocios

familiares. En 1989 delegó éstos en susdos sobrinos y en su hijo y se propusoescribir una novela que no llegó aterminar. Edelmiro Carozzone, hijo delsecretario de su madre, dio a la luz unaedición crítica de esta última obra, Islasque se hunden. Cincuenta páginas.Conversaciones entre personajesambiguos y caóticas descripciones de unenjambre sin fin de ríos y de mares.

LUZ MENDILUCETHOMPSON

Berlín, 1928-Buenos Aires, 1976

Luz Mendiluce fue una niña preciosay rozagante, una adolescente gorda ypensativa y una mujer alcohólica ydesdichada. Aparte de eso fue, de todoslos escritores de su familia, la que tuvomás talento.

La famosa foto de Hitler sosteniendoa la niña de pocos meses la acompañótoda su vida. Enmarcada en un rico

trabajo de plata labrada, presidía elsalón de su casa junto a varios retratosde pintores argentinos en donde aparecíaella, niña o adolescente, generalmenteen compañía de su madre. Pese alprestigio de alguno de sus cuadros no esdescartable que en caso de incendio LuzMendiluce hubiera puesto a salvo de lasllamas, antes que cualquier otra cosa,incluidos algunos cuadernos con textosinéditos, la fotografía.

Solía dar versiones distintas aquienes visitaban su casa y seinteresaban por el origen de tan singularinstantánea. A veces decía que se tratabade una huérfana, sin más, y que la foto

había sido tomada en una visita a unorfanato, de las tantas que hacen lospolíticos para ganar votantes ypublicidad. Otras veces explicaba quese trataba de una sobrina de Hitler, unaniña heroica y desgraciada que habíamuerto a los diecisiete años mientrascombatía en el Berlín asediado por lashordas comunistas. Y a veces reconocíasin ambages que se trataba de ella, queHitler la había acunado y que aún, ensueños, podía sentir sus brazos fuertes yel aliento cálido por encima de sucabeza, y que probablemente aquélhabía sido uno de los mejores momentosde su vida. Tal vez no le faltara razón.

Poetisa precoz, a los dieciséis añospublica su primera colección de versos.A los dieciocho tiene en su haber treslibros editados, vive prácticamente solay decide casarse con el joven poetaargentino Julio César Lacouture. Elmatrimonio cuenta con el beneplácito dela familia pese a los inconvenientes quea primera vista ofrece el novio.Lacouture es joven, elegante, culto, deuna singular belleza varonil, pero notiene un peso y como poeta es unamediocridad. El viaje de novios lorealizan a Estados Unidos y México, encuya capital Luz Mendiluce ofrece unrecital de poesía. Allí mismo comienzan

los problemas. Lacouture tiene celos desu mujer. Se venga poniéndole cuernos.Una noche, en Acapulco, Luz sale abuscarlo. Lacouture está en casa delnovelista Pedro de Medina. La casa, enla que durante el día se ha celebrado unabarbacoa en honor de la poetisaargentina, por la noche se hatransformado en un burdel en honor desu cónyuge. Luz encuentra a Lacoutureen compañía de dos putas. Al principioconserva la serenidad. Bebe un par detequilas en la biblioteca junto a Pedrode Medina y el poeta realista socialistaAugusto Zamora, quienes intentancalmarla. Hablan de Baudelaire, de

Mallarmé, de Claudel y de la poesíasoviética, de Paul Valery y de Sor JuanaInés de la Cruz. La mención de SorJuana es la gota que colma el vaso y Luzexplota. Coge lo primero que encuentraa mano y vuelve al dormitorio en buscade su marido. Lacouture, en alto gradode intoxicación etílica, está atareado enel proceso de vestirse. Las putas, enpaños menores, lo observan desde unrincón del cuarto. Luz no lo puederesistir y estrella sobre la cabeza de sumarido una figura de bronce querepresenta a Palas Atenea. Lacouture,con una fuerte conmoción cerebral, tieneque ser internado en un hospital durante

quince días. Vuelven juntos a laArgentina pero al cabo de cuatro mesesse separan.

El fracaso matrimonial sume a Luzen la desesperación. Se dedica a labebida, a frecuentar antros y a teneraventuras con los personajes de peorcatadura de Buenos Aires. De esa fechadata su famoso poema Con Hitler fuifeliz, texto incomprendido tanto por laderecha como por la izquierda. Sumadre intenta enviarla a Europa, peroLuz se niega. Por entonces pesa más denoventa kilos (apenas mide 1, 58) yacostumbra a beber una botella dewhisky al día.

En 1953, coincidiendo con la muertede Stalin y de Dylan Thomas, publica elpoemario Tangos de Buenos Aires , endonde, además de una versión corregiday aumentada de Con Hitler fui feliz, seincluyen algunos de sus mejorespoemas: Stalin, una fábula caótica quetranscurre entre botellas de vodka yalaridos incomprensibles, Autorretrato,posiblemente uno de los poemas máscrueles que se hayan escrito en laArgentina en la década de los cincuenta,pródiga en poemas de este tipo, LuzMendiluce y el Amor, en la línea delanterior pero con algunas dosis de ironíay de humor negro que lo hacen más

respirable, y Apocalipsis a loscincuenta años, una promesa desuicidio llegada a esa edad que quienesla conocen tachan de optimista: con elritmo de vida que lleva, Luz Mendilucees una firme candidata a morir antes delos treinta.

Poco a poco va nucleándose a sualrededor una camarilla de escritoresdemasiado heterodoxos para el gusto desu madre o demasiado radicales para elgusto de su hermano. Para los nazis y losresentidos, para los alcoholizados y losmarginados sexual o económicamenteLetras Criollas se convierte en punto dereferencia obligado y Luz Mendiluce en

la gran mamá de todos y en la papisa deuna nueva poesía argentina que lasociedad de las letras, asustada,intentará aplastar.

En 1958 Luz vuelve a enamorarse.Esta vez el elegido es un pintor deveinticinco años, rubio, de ojos azules yde una estupidez desarmante. Larelación dura hasta 1960, fecha en la queel pintor se marcha a París con una becaque Luz, por intermediación de suhermano Juan, le ha conseguido. Elnuevo desengaño sirve de motor para lagestación de otro de sus grandespoemas , La Pintura Argentina, endonde repasa su relación no siempre

armoniosa con pintores argentinos,desde la perspectiva de compradora dearte, de esposa, de modelo infantil y demodelo adulta.

En 1961, y tras conseguir laanulación de su primer matrimonio,contrae nupcias con el poeta MauricioCáceres, colaborador de LetrasCriollas y cultor de una poesía que élmismo denomina «neogauchesca».Escarmentada, esta vez Luz estádecidida a ser una mujer ejemplar: dejaLetras Criollas en manos de su marido(lo que le acarreará no pocos problemascon Juan Mendiluce, que acusa aCáceres de ladrón), abandona la

práctica de la escritura y se dedica encuerpo y alma a ser una buena esposa.Con Cáceres al frente de la revistapronto los nazis, los resentidos y losproblemáticos pasan, en masa, a ser«neogauchescos». A Cáceres el éxito sele sube a la cabeza. Por un momentollega a creer que ya no necesita a Luz nia la familia Mendiluce. Ataca, cuando locree conveniente, a Juan y a Edelmira.Incluso se da el lujo de despreciar a sumujer. No tardan en aparecer nuevasmusas, jóvenes poetisas rendidas ante laviril propuesta «neogauchesca» quelogran atraer la atención de Cáceres.Hasta que de pronto Luz, aparentemente

ajena e ignorante de los negocios de sumarido, vuelve a explotar. El incidentees profusamente recogido por la crónicade sucesos de Buenos Aires. Cáceres yun redactor de Letras Criollas acabanen el hospital con heridas de bala que enel caso del redactor no revestirán mayorinterés pero que mantendrán a Cáceresinternado durante mes y medio. La suertede Luz no será mucho mejor. Trasdisparar contra su marido y contra elamigo de su marido se encierra en elbaño y se traga todas las pastillas delbotiquín. Esta vez el viaje a Europa esineludible.

En 1964, y tras pasar por varios

sanatorios, Luz vuelve a sorprender alos pocos pero fíeles lectores: apareceel poemario Como un huracán, diezpoemas, ciento veinte páginas, prólogode Susy D’Amato (que apenas sientiende una línea de la poesía de Luz,pero que es de las pocas amigas que lequedan), publicado por una editorialfeminista de México que no tarda enarrepentirse amargamente por apostarpor una «conocida militante deultraderecha», de la cual desconocían sufiliación verdadera, aunque los versosde Luz están exentos de alusionespolíticas, tal vez alguna metáfora («enmi corazón soy la última nazi»)

desafortunada, siempre en el planoíntimo. El libro es reeditado un añodespués en Argentina y consigue algunascríticas favorables.

En 1967 Luz vuelve a instalarse, yadefinitivamente, en Buenos Aires. Unaura de misterio la envuelve. En París,Jules Albert Ramis ha traducido ypublicado prácticamente toda su poesía.La acompaña un joven poeta español,Pedro Barbero, que hace las veces desecretario y al que ella llama Pedrito. Eltal Pedrito, al contrario que sus espososy amantes argentinos es servicial, atento(aunque acaso un poco tosco) y porencima de todo leal. Luz retoma la

dirección de Letras Criollas y se poneal frente de una nueva editorial, ElÁguila Herida. Una cohorte deseguidores no tarda en rodearla ycelebrarle todas sus ocurrencias. Pesacien kilos. Lleva el pelo hasta la cinturay se lava poco. Viste ropas viejas,cuando no harapos.

Su vida sentimental se haatemperado. Es decir, Luz Mendiluce yano sufre. Tiene amantes, bebe en excesoy a veces abusa de la cocaína, pero suequilibrio espiritual se mantieneincólume. Es dura. Sus reseñas literariasson temidas y esperadas con fruición poraquellos a quienes su ingenio y sus

dardos envenenados no tocan. Mantieneagrios y polémicos debates con algunospoetas argentinos (todos hombres, todosfamosos) a quienes satiriza cruelmentepor homosexuales (Luz estápúblicamente en contra de lahomosexualidad aunque en privadoabunden los amigos de esta tendencia),por recién llegados o por comunistas.Una buena parte de las escritorasargentinas, abiertamente o no, laadmiran, la leen.

La pelea con su hermano Juan por elcontrol de Letras Criollas (la revista enla que tanto ha puesto y que tantossinsabores le ha costado) alcanza

proporciones épicas. Pierde y se llevaconsigo a los jóvenes. Vive en un granpiso en Buenos Aires y en una finca delParaná que ha convertido en una comunade artistas en donde reina sin oposición.Allí, junto al río, los artistas conversan,duermen la siesta, beben, pintan, ajenosa los cruentos sucesos políticos quecomienzan a desarrollarsevertiginosamente en el exterior.

Pero nadie está a salvo. Una tardeaparece en la finca Claudia Saldaña. Esjoven, es poeta, es hermosa, acompaña auna amiga. Luz la ve y queda prendadade inmediato. Hace que se la presenten yno escatima atenciones con ella. Claudia

Saldaña pasa una tarde y una noche en lafinca y a la mañana siguiente vuelvepara Rosario, en donde vive. Luz le haleído sus poemas, le ha mostrado suslibros traducidos al francés, le haenseñado la foto de su primera infanciaen donde aparece con Hitler, la haanimado a escribir, le ha rogado que ledeje leer sus poesías (Claudia Saldañaha dicho que apenas está empezando,que es demasiado mala), le ha regaladouna pequeña talla de madera que la otraponderaba y ha intentado, finalmente,emborracharla, enfermarla para que nose marchara pero Claudia Saldaña se hamarchado.

Al cabo de dos días (que pasa comosonámbula) Luz descubre que estáenamorada. Se siente como una niña.Consigue el teléfono de Claudia enRosario y la llama. Apenas ha bebido,apenas puede contener su emoción. Lepide una cita. Claudia se la da. Se veránen Rosario al cabo de tres días. Luz nose contiene, desea verla esa mismanoche, a más tardar al día siguiente.Claudia alude compromisosinexcusables. Lo que no puede ser nopuede ser y además es imposible. Luzacepta las condiciones, resignada yfeliz. Esa noche llora y baila y bebehasta desmayarse. Es, sin duda, la

primera vez que siente algo así por unapersona. El amor verdadero, le confiesaa Pedrito, que a todo asiente.

La cita en Rosario no es tanmaravillosa como Luz se imagina.Claudia le expone con claridad yfranqueza los impedimentos para unafutura y más estrecha relación entreambas: ella no es lesbiana, la diferenciade edades es sustancial (se llevan másde veinticinco años) y finalmente susideas políticas son contrapuestas cuandono claramente antagónicas. «Somosenemigas a muerte», le dice Claudia contristeza. A Luz esta última afirmaciónparece interesarle. (Ser lesbiana o no,

cuando el amor es verdadero le pareceintrascendente. Y la edad es unailusión.) Pero ser enemigas a muertedespierta su curiosidad. ¿Por qué?Porque yo soy trotskista y tú eres unafacha de mierda, dice Claudia. Luzencaja el insulto y se ríe. ¿Y eso esinsalvable?, pregunta muriéndose deamor. Es insalvable, dice Claudia. ¿Y lapoesía?, pregunta Luz. La poesía pocacosa tiene que hacer en Argentina enestos días, dice Claudia. Tal vez tengasrazón, reconoce Luz a punto de echarse allorar, pero tal vez te equivoques. Ladespedida es triste. Luz tiene un AlfaRomeo deportivo de color azul cielo. Le

cuesta hacer entrar en el coche surotunda anatomía, pero, animosa, lointenta con una sonrisa en la cara.Claudia la observa sin moverse desde lapuerta de la cafetería en donde hanestado. Luz acelera y la imagen deClaudia no se mueve del espejoretrovisor.

Cualquier otra en su posición sehubiera rendido, pero Luz no escualquiera. Una actividad creadoratorrencial se apodera de ella. Antes,cuando sufría amores o desamores supluma se secaba durante mucho tiempo.Ahora escribe como una loca,presintiendo tal vez la fatalidad del

destino. Cada noche telefonea a Claudia,hablan, discuten, se leen poemas (los deClaudia son francamente malos pero Luzse cuida mucho de decírselo). Cadanoche insiste, ruega por un nuevoencuentro. Hace propuestas fantasiosas:marcharse juntas de Argentina, huir aBrasil, a París. Sus planes provocan lahilaridad de la joven poeta, unahilaridad desprovista de crueldad, acasouna hilaridad teñida de tristeza.

De pronto el campo, la comuna deartistas del Paraná, se torna asfixiantepara Luz, que decide volver a BuenosAires. Allí intenta retomar su vidasocial, frecuentar amigos, ir al cine o al

teatro. Pero no puede. Tampoco tienevalor para visitar a Claudia en Rosariosin su permiso. Escribe entonces uno delos poemas más extraños de la literaturaargentina, Hija mía, 750 versos plenosde amor, de arrepentimiento, de ironía.Y telefonea a Claudia cada noche.

No es ilícito pensar que al cabo detantas conversaciones surgiera entreambas una amistad sincera ycorrespondida.

En septiembre de 1976, henchida deamor, Luz coge el Alfa Romeo y saleliteralmente volando para Rosario.Quiere decirle a Claudia que ella estádispuesta a cambiar, que de hecho ya

está cambiando. Al llegar a casa deClaudia encuentra a los padres de éstasumidos en la desesperación. Un grupode desconocidos ha secuestrado a lajoven poeta. Luz remueve cielo y tierra,recurre a sus amistades, a las amistadesde su madre, de su hermano mayor y deJuan, sin resultado. Los amigos deClaudia dicen que la tienen losmilitares. Luz se niega a creer nada yespera. Al cabo de dos meses aparecesu cadáver en un basurero de la zonanorte de la ciudad. Al día siguiente Luzregresa a Buenos Aires en su AlfaRomeo. A mitad de camino se estrellacontra una gasolinera. La explosión es

considerable.

Los héroes móviles ola fragilidad de los

espejos

IGNACIO ZUBIETA

Bogotá, 1911-Berlín, 1945

Único hijo varón de una de lasmejores familias de Bogotá, la vida deIgnacio Zubieta pareció desde elprincipio proyectada hacia las más altascimas. Buen estudiante, extraordinariodeportista, a los trece años hablaba yescribía correctamente el inglés y elfrancés, dueño de un porte y una bellezavaronil que lo hacía destacar allí dondefuera, de trato agradable, excelenteconocedor de la literatura clásica

española (a los diecisiete años publicópor su cuenta una monografía sobreGarcilaso de la Vega que seríaunánimemente aplaudida en los círculosliterarios colombianos), jinete deprimera, campeón de polo de sugeneración, excelso bailarín,irreprochable en el vestir si bien conuna ligera tendencia hacia la ropa sport,bibliófilo empedernido, alegre perocarente de vicios, todo en él hacíapresagiar los más altos logros o almenos una vida provechosa para sufamilia y su patria. Pero el azar o laépoca terrible que le tocó (y escogió)vivir torcieron su destino

irremediablemente.A los dieciocho años publica un

libro de versos gongorinos que la críticahace notar como obra valiosa einteresante pero que en manera algunaañade nada a la poesía colombiana deentonces. Zubieta lo comprende y seismeses después se marcha a Europa encompañía de su amigo Fernández-Gómez.

En España frecuenta los salones dela alta sociedad, que queda prendada desu juventud y de su simpatía, de suinteligencia y de un halo trágico que yadesde entonces aureolaba su figura alta yespigada. Se dice (lo dicen las columnas

de chismorreo de los periódicosbogotanos de la época) que mantienerelaciones íntimas con la duquesa deBahamontes, viuda, rica y veinte añosmayor que él, aunque sobre el particularno hay constancia alguna. Su piso en laCastellana es lugar de encuentro depoetas, comediógrafos y pintores.Emprende, y no acaba, un estudio sobrela vida y la obra del aventurero del sigloXVI Emilio Henríquez. Escribe poesíasque no da a la imprenta y que pocosleen. Viaja por Europa y por el norte deÁfrica y de tanto en tanto envía apuntesde su peregrinaje, esbozos de turistaatento, a los periódicos colombianos.

En 1933, según algunos ante lainminencia de un escándalo quefinalmente no llega a producirse, sale deEspaña y tras una breve estancia enParís visita Rusia y los paísesescandinavos. La impresión que le causael país de los soviets es contradictoria ymisteriosa: en su irregularcorresponsalía con la prensacolombiana se muestra admirado por laarquitectura moscovita, por los grandesespacios cubiertos de nieve y por elballet de Leningrado. Las opinionespolíticas se las reserva o bien no lastiene. Describe Finlandia como un paísde juguete. Las mujeres suecas le

parecen campesinas exorbitantes. Estimaque los fiordos noruegos no han halladoaún a su poeta (Ibsen le parecenauseabundo). Seis meses despuésregresa a París y se instala en unconfortable piso de la rue des Eaux endonde se le unirá poco después suinseparable Fernández-Gómez que hadebido quedarse en Copenhagueconvaleciente de una pulmonía.

La vida en París transcurre entre elClub de Polo y las veladas artísticas.Zubieta se interesa por la entomología yasiste a las clases del profesor AndréThibault en la Sorbona. En 1934 viaja aBerlín junto a Fernández-Gómez y un

nuevo amigo, el joven PhilipeLemercier, pintor de paisajesvertiginosos y de «escenas del fin delmundo», al que Zubieta de alguna formaprotege.

Poco después de estallar la GuerraCivil en España Zubieta y Fernández-Gómez viajan a Barcelona yposteriormente a Madrid. Allípermanecen tres meses visitando a lospocos amigos que no han huido.Después, con no poca sorpresa paraquienes los conocen, pasan a la zonanacional y se enrolan como voluntariosen el ejército franquista. La carreramilitar de Zubieta es rápida, frecuente

en hechos de valor y medallas aunque noexenta de ciertas lagunas. De alférezpasa a teniente y luego, casi sintransición, a capitán; se le suponepresente en el cierre de la bolsa deExtremadura, en la campaña del norte,en la batalla de Teruel; el final de laguerra, no obstante, le encuentra enSevilla, en servicios vagamenteadministrativos. El gobiernocolombiano, oficiosamente, lo proponecomo agregado cultural en Roma, cargoque rechaza. Participa, jinete en briosopotro blanco, en las Fiestas del Rocíode 1938 y 1939, un tanto deslucidaspero aún encantadoras. El comienzo de

la Segunda Guerra Mundial lo sorprendeviajando con Fernández-Gómez portierras mauritanas. Durante todo estetiempo la prensa de Bogotá sólo harecibido de su pluma dos escritos yninguno de los dos referidos a lospuntuales acontecimientos políticos ysociales de los que Zubieta es testigoprivilegiado. En el primero describe lavida de algunos insectos del Sahara. Enel segundo habla sobre las caballeríasárabes y las compara con la cría de puraraza que se practica en Colombia. Niuna palabra sobre la Guerra Civilespañola, ni una palabra sobre elcataclismo que parece cernirse sobre

Europa, ni una palabra sobre literatura osobre sí mismo, aunque sus amigoscolombianos siguen esperando la granobra literaria a la que Zubieta parecepredestinado.

En 1941, a la llamada de DionisioRidruejo, de quien es amigo íntimo,Zubieta se incorpora de los primeros enla División Española de Voluntarios,conocida popularmente como DivisiónAzul. Durante el período deentrenamiento en Alemania, que leresulta mortalmente aburrido, se dedica,junto a su inseparable Fernández-Gómez, a traducir la poesía de Schillerque publicarán conjuntamente las

revistas Poesía Viva de Cartagena y ElFaro Poético Literario de Sevilla.

Ya en Rusia participa en diferentesacciones a lo largo del río Volchov y enlas batallas de Possad y de Krassnij Boren donde obtiene, por sucomportamiento heroico, la Cruz deHierro. En el verano de 1943 está devuelta en París, solo, pues Fernández-Gómez se ha quedado en el HospitalMilitar de Riga restableciéndose de susheridas.

En París Zubieta reanuda su vidasocial. Frecuenta escritores y artistas.Viaja a España en compañía deLemercier. Se dice que vuelve a ver a la

duquesa de Bahamontes. Una editorialmadrileña publica un libro con sustraducciones de Schiller. Es celebrado,invitado a todas las fiestas, mimado porla sociedad, aunque Zubieta ya no es loque era: un velo de gravedad cubrepermanentemente su rostro, como sipresintiera la muerte inminente.

En octubre, con la repatriación de laDivisión Azul, vuelve Fernández-Gómezy ambos amigos se reencuentran enCádiz. Junto a Lemercier viajan aSevilla, luego a Madrid donde dan unalectura de los poemas de Schiller en elanfiteatro universitario con asistenciamultitudinaria y entusiasta, luego a París

donde finalmente se instalan.Pocos meses antes del desembarco

de Normandía Zubieta entra en contactocon oficiales de la Brigada Carlomagnoaunque en los archivos de esta unidad delas SS francesas no consta su nombre.Con el grado de capitán vuelve al FrenteRuso en compañía de su inseparableFernández-Gómez. Con remite deVarsovia Lemercier recibirá en octubrede 1944 parte de los papeles que a lapostre constituirán el legado literario deIgnacio Zubieta.

Integrado en un batallón deirreductibles SS franceses Zubieta serácercado en Berlín en las postrimerías

del Tercer Reich. Según el diario deFernández-Gómez morirá en combatescallejeros el 20 de abril de 1945. El 25del mismo mes Fernández-Gómezdeposita en la Legación Sueca el restode los papeles del amigo y una caja conpapeles propios que la embajada suecahace llegar al embajador colombiano enAlemania en 1948. Los papeles deZubieta finalmente arriban a las manosde la familia que en 1950 publica enBogotá un primoroso librito con quincepoemas, ilustrados por Lemercier quienha decidido radicarse en el bello paíssudamericano. El poemario se titulaCruz de Flores. Los poemas no exceden

ninguno los treinta versos. El primero setitula Cruz de Velos, el segundo Cruz deFlores, y así sucesivamente (elpenúltimo se titula Cruz de Hierro y elúltimo Cruz de Escombros). No hacefalta añadir que son decididamenteautobiográficos aunque marcados por unproceso verbal hermético que los haceoscuros, crípticos para quien deseerastrear en ellos el periplo vital deZubieta, el misterio que rodeará siempresus exilios, sus opciones, su muerteaparentemente inútil.

Del resto de la obra de Zubieta pocose sabe. Hay quienes afirman que nohabía más o que lo poco que había

resultaba decepcionante. Durante untiempo se especuló con la existencia deun diario íntimo de más de 500 páginasque la madre de Zubieta entregó a lasllamas.

En 1959 un grupo de extremaderecha bogotano publicaría conautorización de Lemercier, mas no de lafamilia de Zubieta que entablarádemandas y juicios contra el francés ylos editores, el libro titulado Cruz deHierro y subtitulado «Un colombiano enla lucha contra el bolchevismo» (título ysubtítulo de los que obviamente Zubietano es responsable). La novela o elcuento largo (80 páginas con cinco fotos

de Zubieta vestido de uniforme, en unade las cuales, en un restaurante parisino,enseña con una sonrisa fría su Cruz deHierro, única que obtuviera uncolombiano durante la Segunda GuerraMundial) es una apología de la amistadentre soldados que no rehuye ninguno delos tópicos en la vasta literatura de esetipo y que un crítico de la épocadefiniera como híbrido entre SvenHassel y José María Pemán.

JESÚSFERNÁNDEZ-

GÓMEZ

Cartagena de Indias, 1910-Berlín,1945

Hasta que treinta años después de sumuerte la editorial El Cuarto ReichArgentino diera a conocer una parte desus escritos la vida y la obra de JesúsFernández-Gómez permaneció sumidaen el anonimato. Los libros publicadosfueron Años de Lucha de un Falangista

Americano en Europa, especie denovela autobiográfica de unas 180páginas escritas durante los treinta díasque el autor pasó en el Hospital Militarde Riga convaleciente de heridas deguerra y en donde Fernández-Gómeznarra sus aventuras en España durante laGuerra Civil y en Rusia como voluntariode la División 250, la famosa DivisiónAzul Española; el otro libro es un largotexto poético titulado Cosmogonía delNuevo Orden.

Empecemos por este último. Los tresmil versos que componen el poema estánfechados entre Copenhague y Zaragoza,a lo largo de los años 1933 y 1938. El

poema, de intención épica, narra doshistorias que constantemente seintercalan y yuxtaponen: la de unguerrero germano que debe matar a undragón y la de un estudiante americanoque debe demostrar en un medio hostilsu valía. El guerrero germano sueña unanoche que ha matado al dragón y quesobre el reino que éste subyugaba seimpondrá un nuevo orden. El estudianteamericano sueña que debe matar aalguien, que obedece la orden que leordena matar, que consigue un arma, quese introduce en la habitación de lavíctima y que en ésta sólo encuentra una«cascada de espejos que lo ciegan para

siempre». El guerrero germano, tras elsueño, se dirige confiado a la lucha endonde morirá. El estudiante americano,ciego, vagará hasta su muerte por lascalles de una ciudad fría, reconfortadoparadójicamente por el brillo queprovocó su ceguera.

Las primeras páginas de Años deLucha de un Falangista Americano enEuropa revisan la infancia yadolescencia del autor en su ciudadnatal de Cartagena, en el seno de unafamilia «pobre, pero honrada y feliz»,sus primeras lecturas, los primerosversos. Continúa con el encuentro en unburdel de Bogotá con Ignacio Zubieta, la

amistad de los jóvenes, las ambicionescompartidas, el deseo de ver mundo yromper con las ataduras familiares. Lasegunda parte consigna los primerosaños en Europa: la vida en un piso deMadrid, las nuevas amistades, lasprimeras peleas entre él y Zubieta queen ocasiones se saldan a puñetazos, lasviejas y viejos viciosos, laimposibilidad de trabajar en casa y suslargos encierros en la BibliotecaNacional, los viajes que suelen serfelices pero que en ocasiones tambiénson desdichados.

Fernández-Gómez se sientemaravillado por su propia juventud:

habla de su cuerpo, de su potenciasexual, de la longitud de su miembroviril, de su aguante con la bebida (quedetesta: bebe porque así acostumbraZubieta), de su capacidad para estar sindormir durante días. También se sientemaravillado, y agradecido, de sufacilidad para aislarse en los momentosmás difíciles, del consuelo que leproporciona el ejercicio literario, de laposibilidad de escribir una gran obraque «lo dignifique, que lo limpie detodos los pecados, que dote de sentidosu vida y su sacrificio», aunque sobre lanaturaleza de este «sacrificio» corra untupido velo. Procura hablar de sí mismo

y no de Zubieta, pese a que, como élmismo reconoce, la sombra de Zubietala lleva «pegada al cuello, como unacorbata necesaria o como una lealtadmortal».

No se extiende en consideracionespolíticas. Considera que Hitler es elhombre providencial de Europa y pocomás dice de él. La cercanía física delpoder, sin embargo, lo conmueve hastalas lágrimas. En el libro abundan lasescenas en que, acompañando a Zubieta,participa en saraos o actosprotocolarios, entregas de medallas,desfiles militares, misas y bailes. Losdetentadores de la autoridad, casi

siempre generales o autoridadeseclesiásticas, son descritosdetalladamente, con el amor y lamorosidad de una madre en ladescripción de sus hijos.

La Guerra Civil es el momento de laverdad. Fernández-Gómez se entrega aella con entusiasmo y valor, aunquecomprende de inmediato y así lo hacesaber a sus lectores futuros, que lapresencia de Zubieta a su ladoconstituye una pesada carga. Larecreación que hace del Madrid de 1936en donde él y Zubieta se mueven comofantasmas entre fantasmas a la búsquedade los amigos ocultos del terror rojo o

visitando embajadas latinoamericanasdonde son recibidos por funcionariosdesmoralizados que poco o nada puedeninformarles es vívida y vibrante. Notarda Fernández-Gómez en adaptarse alo extraordinario. La vida castrense, ladureza del frente, las marchas ycontramarchas no hacen mella en sudisposición ni en su ánimo. Tienetiempo para leer, para escribir, paraayudar a Zubieta que depende de él engran medida, para pensar en el futuro,para hacer planes sobre su regreso aColombia que nunca llevará a lapráctica.

Terminada la Guerra Civil, más

unido a Zubieta que nunca, pasa casi sintransición a la aventura rusa de laDivisión Azul. La batalla de Possad estánarrada con un realismo sobrecogedor,exento de lirismo y de concesiones decualquier tipo. La descripción de loscuerpos destrozados por la artillería seasemeja en ocasiones a las pinturas deBacon. Las páginas finales nos hablande la tristeza del Hospital de Riga, de lasoledad del guerrero postrado, sinamigos, abandonado a la melancolía delos atardeceres bálticos que comparadesfavorablemente con los atardecerescartageneros de la patria lejana.

Pese a su carácter de obra no

corregida y revisada, Años de Lucha deun Falangista Americano en Europatiene la fuerza de la obra escrita en loslímites de la experiencia, además dealgunas sabrosas puntualizaciones sobreaspectos desconocidos de la vida deIgnacio Zubieta que pudorosamenteomitiremos. Entre los múltiplesreproches que Fernández-Gómez le hacedesde su lecho de Riga anotemos tansólo aquella de carácter puramenteliterario sobre la paternidad de latraducción de los poemas de Schiller.En cualquier caso, fuera como fuere, locierto es que los amigos se volvieron aencontrar, si bien con la presencia de un

tercero, el pintor Lemercier, y juntosreemprendieron el camino con ladiscutida Brigada Carlomagno. Esdifícil discernir quién arrastró a quiénen esta postrera aventura.

La última obra de Fernández-Gómezsalida a la luz pública (aunque nadahace temer que sea realmente la última)es la novelita galante La Condesa deBracamonte, aparecida bajo el selloeditorial Odín de la ciudad colombianade Cali en el año 1986. El lectoravisado reconocerá fácilmente en laprotagonista de este relato a la Duquesade Bahamontes y en sus dos jóvenesantagonistas a los inseparables Zubieta y

Fernández-Gómez. La novela no estáexenta de humor, sobre todo para laépoca en que fue escrita: París, 1944.Probablemente Fernández-Gómezexageró un poco las tintas. Su Duquesade Bracamonte tiene treinta y cinco añosy no los cuarenta y pico que se lecalculaban a la auténtica Duquesa deBahamontes. En la novela de Fernández-Gómez los dos jóvenes colombianos(Aguirre y Garmendia) comparten lasnoches de la Duquesa. Durante el díaduermen o escriben. La descripción delos jardines andaluces es minuciosa y nocarece de interés.

Precursores yantiilustrados

MATEO AGUIRREBENGOECHEA

Buenos Aires, 1880-ComodoroRivadavia, 1940

Dueño de una enorme estancia enChubut que administró personalmente ya la que pocos amigos accedieron, suvida es un enigma que oscila entre lobucólico contemplativo y lapersonificación del titán. Coleccionistade pistolas y de cuchillos, gustaba de lapintura florentina y detestaba, sin

embargo, la pintura veneciana; excelenteconocedor de la literatura en lenguainglesa, su biblioteca, pese a losencargos regulares a varios libreros deBuenos Aires y de Europa, jamás pasóde mil ejemplares; cultivó el celibato, lapasión por Wagner, algunos poetasfranceses (Corbière, Catulle Mendès,Laforgue, Banville) y algunos filósofosalemanes (Fichte, August-WilhelmSchlegel, Friedrich Schlegel, Schelling,Schleirmacher); en la habitación dondeescribía y despachaba los asuntos de laestancia abundaban los mapas y losaperos de campo; en sus paredes yestanterías coexistían armoniosamente

los diccionarios y los manualesprácticos con las fotos desvaídas de losprimeros Aguirres y las fotos relucientesde sus animales premiados.

Escribió cuatro novelas felices yespaciadas en el tiempo (La Tempestady los Jóvenes, 1911; El río del Diablo,1918; Ana y los Guerreros , 1928, y Elalma de la cascada, 1936) y un brevepoemario donde lamenta haber nacidodemasiado pronto y en un paísdemasiado joven.

Su correspondencia es múltiple yprecisa; sus corresponsales, literatosamericanos y europeos de las másvariadas tendencias a los que leyó

atentamente y a los que nunca llegó atutear.

Odió a Alfonso Reyes con un tesóndigno de más noble empeño.

Poco antes de morir, en cartaenviada a un amigo de Buenos Aires,augura un período brillante para lahumanidad, la triunfal entrada en unanueva edad de oro y se pregunta si losargentinos estarán a la altura de lascircunstancias.

SILVIOSALVÁTICO

Buenos Aires, 1901-Buenos Aires, 1994

Entre sus propuestas juveniles secuenta la reinstauración de laInquisición, los castigos corporalespúblicos, la guerra permanente ya seacontra los chilenos o contra losparaguayos o bolivianos como unaforma de gimnasia nacional, lapoligamia masculina, el exterminio delos indios para evitar una mayor

contaminación de la raza argentina, elrecorte de los derechos de losciudadanos de origen judío, laemigración masiva procedente de lospaíses escandinavos para aclararprogresivamente la epidermis nacionaloscurecida después de años depromiscuidad hispano-indígena, laconcesión de becas literarias aperpetuidad, la exención impositiva alos artistas, la creación de la mayorfuerza aérea de Sudamérica, lacolonización de la Antártida, laedificación de nuevas ciudades en laPatagonia.

Fue jugador de fútbol y futurista.

De 1920 a 1929 escribió y publicómás de doce poemarios, algunos de loscuales obtuvieron premios municipales yprovinciales, y frecuentó los salonesliterarios y las cafeterías de moda.Desde 1930, encadenado por unmatrimonio desastroso y por una prolenumerosa, trabajó como gacetillero ycorrector en varios periódicos de lacapital y frecuentó los tugurios y el artede la novela que siempre le fue esquivo;publicó tres: Campos de Honor (1936),que trata de desafíos y de duelossemiclandestinos en un Buenos Airesespectral, La Dama Francesa (1949),un relato de prostitutas generosas,

cantantes de tango y detectives, y LosOjos del Asesino (1962), curiosapremonición del psico-killercinematográfico de los setenta y ochenta.

Murió en el asilo de ancianos deVilla Luro, con una maleta repleta deviejos libros y manuscritos inéditos portoda posesión.

Sus libros nunca se reeditaron. Susinéditos probablemente fueron arrojadosa la basura o al fuego por los celadoresdel asilo.

LUIZ FONTAINEDA SOUZA

Río de Janeiro, 1900-Río de Janeiro,1977

Autor de una temprana Refutaciónde Voltaire (1921) que le valió elogiosen los círculos literarios católicos delBrasil y la admiración del mundouniversitario dada la vastedad de laobra, 640 páginas, el aparato crítico ybibliográfico y la manifiesta juventuddel autor. En 1925, como para confirmar

las expectativas creadas por su primerlibro, aparece la Refutación de Diderot(530 páginas) y dos años después laRefutación de D’Alembert (590páginas), obras que lo colocan a lacabeza de los filósofos católicos delpaís.

En 1930 se publica la Refutación deMontesquieu (620 páginas) y en 1932,Refutación de Rousseau (605 páginas).

En 1935 pasa cuatro meses internadoen una clínica para enfermos mentalesde Petrópolis.

En 1937 ve la luz La Cuestión Judíaen Europa seguida de un Memorándumsobre la Cuestión Brasileña, libro

voluminoso como todos los suyos (552páginas), en donde expone los peligrosque aguardan al Brasil (desorden,promiscuidad, criminalidad) si elmestizaje se generaliza.

En 1938 aparece la Refutación deHegel seguida de una Breve Refutaciónde Marx y Feuerbach (635 páginas),que muchos filósofos e incluso algúnlector consideran la obra de un demente.Fontaine, es irrefutable, conoce lafilosofía francesa (domina perfectamenteeste idioma), la filosofía alemana, encambio, no. Su refutación de Hegel, aquien en no pocas ocasiones confundecon Kant y en otras, aun peor, con Jean

Paul, con Hölderlin y con Ludwig Tieck,es, según los críticos, patética.

En 1939 sorprende a todo el mundocon la publicación de una novelitasentimental. En sus escasas 108 páginas(otra sorpresa) narra los requiebrosamorosos de un profesor de literaturaportuguesa por una joven rica y casianalfabeta de Novo Hamburgo. Lanovela, Lucha de contrarios, apenas sevende pero su fino estilo, su agudeza yla perfecta economía verbal con que estáconstruida no pasan desapercibidas paraalgunos críticos que la alaban sinreservas.

En 1940 es ingresado otra vez en el

sanatorio de Petrópolis de donde nosaldrá hasta tres años más tarde. Durantesu larga estancia, si bien interrumpidapor las fiestas navideñas o vacacionalescon la familia y siempre bajo el cuidadoestricto de una enfermera, escribe lacontinuación de Lucha de contrarios:Atardecer en Porto Alegre , cuyosubtítulo resulta esclarecedor para elconjunto total de la novela, Apocalipsisen Novo Hamburgo. El relato parteexactamente del mismo lugar en que seinterrumpe Lucha de contrarios. Conuna escritura quebrada, ajena al finoestilo, a la agudeza y a la economíaverbal de la precedente, Atardecer en

Porto Alegre narra desde varios puntosde vista de un mismo personaje, elprofesor de literatura portuguesa, unatardecer interminable, y sin embargovelocísimo, en la meridional ciudadbrasileña, mientras simultáneamente enNovo Hamburgo (y de ahí el subtítuloApocalipsis en Novo Hamburgo) loscriados, la familia y posteriormente lapolicía se enfrentan al cadáver de la ricaheredera analfabeta hallada en suhabitación, bajo la gran cama debaldaquino, cosida a puñaladas. Lanovela, por imperativos familiares, nose publicará hasta bien entrada ladécada de los sesenta.

Después, un largo silencio. En 1943publica un artículo en un periódico deRío oponiéndose a la entrada de Brasilen la Segunda Guerra Mundial. En 1948publica un artículo en la revista MujerBrasileña sobre flores y leyendas dePará, especialmente la zona entre el ríoTapajoz y el río Xingu.

Así hasta 1955 en que apareceCrítica a «El Ser y la Nada», de Sartre,vol. I (350 páginas), que trataúnicamente de los apartados dos y tresde la Introducción, En Busca del Ser, deEl Ser y la Nada. Estos apartados son Elcogito prerreflexivo y el ser delpercipere y El ser del percipi y en su

denostación Fontaine recurre desde losfilósofos presocráticos hasta los filmesde Chaplin y Buster Keaton. En 1957aparece el segundo volumen (320páginas), que trata sobre el apartadoquinto, La prueba ontológica, y elapartado sexto, El ser en sí, de laIntroducción de la obra sartreana.Ambos libros pasan diríamos depuntillas por el ámbito filosófico yuniversitario brasileños.

En 1960 aparece el tercer volumen.En seiscientas páginas justas aborda losapartados tercero, cuarto y quinto (Laconcepción dialéctica de la nada, Laconcepción fenomenológica de la nada

y El orígen de la nada) del capítuloprimero (El Orígen de la Negación) dela Primera Parte (El Problema de laNada) y los apartados primero, segundoy tercero (Mala fe y mentira, Lasconductas de mala fe y La «fe» de lamala fe) del capítulo segundo (La MalaFe) de la Primera Parte.

En 1961, y en medio de un silenciosepulcral ni siquiera roto por su propioeditor, aparece el cuarto volumen (555páginas) que enfrenta los cincoapartados (La presencia ante sí, Lafacticidad del para-sí, El para-sí y elser del valor, El para-sí y el ser de losposibles y El yo y el circuito de la

ipseidad) del capítulo primero (LasEstructuras Inmediatas del Para-Sí) dela Segunda Parte (El Ser-Para-Sí) y elapartado segundo y tercero (Ontologíade la temporalidad, a) «LaTemporalidad estática», b) «Dinámicade la Temporalidad» y Temporalidadoriginal y temporalidad psíquica: lareflexión) del capítulo segundo (LaTemporalidad) de la Segunda Parte.

En 1962 aparece el quinto volumen(720 páginas) en donde saltándose elcapítulo tercero (La Trascendencia) dela Segunda Parte, casi todos losapartados del capítulo primero (LaExistencia del Prójimo) y todos los

apartados sin excepción del capítulosegundo (El Cuerpo) de la Tercera Parte(El Para-Otro) aborda, pródigo y fiero,el apartado tercero (Hüsserl, Hegel,Heidegger) del capítulo primero y lostres apartados [La primera actitudhacia el prójimo: el amor, el lenguaje,el masoquismo, La segunda actitudhacia el prójimo: la indiferencia, eldeseo, el odio, el sadismo y El «ser-con» (Mitsein) y el «nosotros», a) «El“Nos”-objeto», b) «El nosotros-sujeto»]del capítulo tercero (Las RelacionesConcretas con el Prójimo) de laTercera Parte.

En 1963, mientras trabajaba en el

sexto volumen, sus hermanos y sobrinosse ven obligados a internarlonuevamente en un sanatorio paraenfermos mentales, en dondepermanecerá hasta 1970. No volvió aescribir. La muerte lo sorprenderá sieteaños más tarde, en su confortable pisode Leblon, en Río, mientras escucha undisco del compositor argentino TitoVázquez y observa por los ventanales elatardecer carioca, los coches, la genteque discute en las aceras, las luces quese encienden, se apagan, las ventanasque se cierran.

ERNESTO PÉREZMASÓN

Matanzas, 1908-Nueva York, 1980

Novelista realista, naturalista,expresionista, cultor del decadentismo ydel realismo socialista, autor de unaveintena de obras que avalan una carreraque se inicia con el espléndido relatoSin Corazón (La Habana, 1930), unapesadilla con extraños ecos kafkianos enun momento en que pocos en el Caribeconocían la obra de Kafka y termina con

la prosa crujiente, mordaz, resentida deDon Juan en La Habana (Miami, 1979).

Integrante un tanto sui generis de larevi s ta Orígenes, su enemistad conLezama Lima fue legendaria. En tresocasiones desafió al autor de Paradiso abatirse en duelo con él. En la primera,en 1945, impuso como escenario dellance un campito que poseía en lasafueras de Pinar del Río y sobre el cualescribió numerosas páginas acerca de lafelicidad profunda de ser propietario,término que ontológicamente llegó aequiparar con el de destino. Lezama, porsupuesto, lo desairó.

En la segunda ocasión, en 1954, el

sitio elegido para el lance fue el patiode un burdel de La Habana y las armas,sables. Lezama, una vez más, no sepresentó.

El tercer y último desafío ocurrió en1963; el lugar escogido fue el jardíntrasero de la casa del doctor AntonioNualart, en donde se celebraba unafiesta con participación de poetas ypintores; las armas, los puños, como enlas clásicas peleas cubanas. Lezama,que por pura casualidad se encontrabaen la fiesta, nuevamente logróescabullirse, ayudado por Eliseo Diegoy Cintio Vitier. Esta vez la bravuconadade Pérez Masón terminó mal. Al cabo de

media hora se presentó la policía y trasuna breve discusión fue arrestado. En lacomisaría las cosas empeoraron. Segúnla policía Pérez Masón golpeó a unagente en un ojo. Según Pérez Masónaquello fue una encerrona montadahábilmente por Lezama y por elcastrismo, enmaridados contranaturaante la ocasión de hundirlo. El incidentese saldó con quince días de prisión.

No será la última vez que PérezMasón visite las cárceles del régimen.En 1965 se publica la novela La Sopade los Pobres, en donde, en unimpecable estilo que hubiera aprobadoSholojov, narra los sufrimientos de una

familia numerosa de La Habana de1950. La novela consta de quincecapítulos. El primero comienza: «Volvíala negra Petra… »; el segundo:«Independiente, pero tímida y remisa…»; el tercero: «Valiente era Juan… »; elcuarto: «Amorosa, le echó los brazos alcuello… » Pronto salta el censoravispado. Las primeras letras de cadacapítulo componen un acróstico: VIVAADOLF HITLER. El escándalo esmayúsculo. Pérez Masón se defiendedespectivo: se trata de una coincidencia.Los censores se ponen manos a la obra;nuevo descubrimiento, las primerasletras de cada segundo párrafo

componen otro acróstico: MIERDA DEPAISITO. Y las de cada tercer párrafo:QUE ESPERAN LOS US. Y las de cadacuarto párrafo: CACA PARAUSTEDES. Y así, como cada capítulo secompone invariablemente de veinticincopárrafos, los censores y el público engeneral no tardan en encontrarveinticinco acrósticos. La cagué, dirámás tarde, eran demasiado fáciles deresolver, pero si los hubiera hechodifíciles nadie se hubiera dado cuenta.

El resultado son tres años de cárcel,que finalmente se quedan en dos y laedición, en inglés y francés, de susprimeras novelas: Las Brujas, un relato

misógino y lleno de historias que seabren a otras historias que a su vez seabren a otras historias y cuya estructurao falta de estructura guarda ciertasemejanza con la obra de RaymondRoussel; El Ingenio de los Masones,obra paradigmática y paradójica endonde nunca se sabe con certeza si PérezMasón está hablando de la agudezamental de sus antepasados o de uningenio azucarero de finales del sigloXIX en donde se reúne una logiamasónica que planea la revolucióncubana y más tarde la revoluciónmundial, y que en su día (1940) mereciólos elogios de Virgilio Piñera que vio en

ella una versión cubana de Gargantúa yPantagruel; y El Árbol de losAhorcados, novela oscura, de un góticocaribeño inédito hasta entonces (1946),en donde queda al descubierto su fobiapor los comunistas (sorprendentementeel capítulo tercero está dedicado anarrar las vicisitudes militares delmariscal Zhukov, héroe de Moscú,Stalingrado y Berlín, y constituye, por sísolo —y poco tiene que ver con el restode la novela—, uno de los trozos másbrillantes y extraños de la literaturalatinoamericana de la primera mitad delsiglo XX), por los homosexuales, por losjudíos y por los negros, y que le valió la

enemistad de Virgilio Piñera quien sinembargo nunca dejó de reconocer elvalor inquietante, como de caimándormido, de la novela, tal vez la mejorde todas las que escribiera PérezMasón.

Casi toda su vida, hasta el triunfo dela Revolución, trabajó como profesor deliteratura francesa en una escuelasuperior de La Habana. En la década delos cincuenta intentó sin éxito el cultivodel cacahuete y del ñame en suhistoriado campito de Pinar del Río quefinalmente le expropiaron las nuevasautoridades. Sobre su vida en LaHabana tras salir de la cárcel se cuentan

infinidad de historias, la mayor parteinventadas. Se dice que fue confidentede la policía, que escribió discursos yarengas para un conocido político delrégimen, que fundó una secta secreta depoetas y asesinos fascistas, que practicóla santería, que recorrió las casas detodos los escritores, pintores, músicos,pidiendo que intercedieran por él antelas autoridades. Sólo quiero trabajar,decía, sólo trabajar y vivir haciendo loúnico que sé hacer. Es decir,escribiendo.

Al salir de la cárcel tiene terminadauna novela de 200 páginas que ningunaeditorial cubana se atreve a publicar. Su

argumento indaga los primeros años dealfabetización de los sesenta. Suejecución es impecable, en vano loscensores se afanan en encontrarmensajes crípticos entre sus páginas.Aun así no se puede publicar y PérezMasón quemará los tres únicosmanuscritos existentes. Años más tardeescribirá en sus memorias que la novelaentera, desde la primera a la últimapágina, era un manual de criptografía, elSuper Enigma, aunque por supuesto yano tiene el texto para probarlo y suafirmación pasará ante la indiferencia, sino la incredulidad, de los círculos deexiliados de Miami que le reprochan sus

primeras y algo apresuradashagiografías de Fidel y Raúl Castro,Camilo Cienfuegos y el Che Guevara, yque Pérez Masón responderáescribiendo una curiosa novelitapornográfica (que publicará bajo elseudónimo de Abelardo de Rotterdam)ferozmente antinorteamericana, con elgeneral Eisenhower y el general Pattoncomo protagonistas.

En 1970, también según su diario,intenta y consigue fundar un Grupo deEscritores y ArtistasContrarrevolucionarios. El grupo lointegran el pintor Alcides Urrutia y elpoeta Juan José Lasa Mardones, de

quien nadie tiene noticia y queprobablemente sean invenciones delpropio Pérez Masón o seudónimosperfectos de escritores adictos alrégimen castrista que en determinadomomento se volvieron locos o quisieronjugar con dos barajas. Las siglas G. E.A. C. esconden, según algunos críticos,al Grupo de Escritores Arios de Cuba.En cualquier caso, del Grupo deEscritores y ArtistasContrarrevolucionarios o del Grupo deEscritores Arios de Cuba (¿o delCaribe?) no se supo nada hasta quePérez Masón, confortablementeinstalado en Nueva York, publica sus

memorias.Sus años de ostracismo pertenecen

al dominio de la leyenda. Tal vez estuvootra vez en la cárcel, tal vez no.

En 1975, y tras muchos intentosfrustrados, consigue salir de Cuba y seinstala en Nueva York en donde sededica —trabajando más de diez horasdiarias— a la escritura y a la polémica.Cinco años después moriría. ElDiccionario de Autores Cubanos (LaHabana, 1978) que ignora a CabreraInfante, sorprendentemente recoge sunombre.

Los poetas malditos

PEDROGONZÁLEZCARRERA

Concepción, 1920-Valdivia, 1961

Las contadas hagiografías que corrensobre González Carrera coinciden enafirmar que su obra fue tan brillantecomo gris fue su vida y tal vez no lesfalte razón. De procedencia humilde,profesor de Escuela Primaria, casadodesde los veinte años y padre de sietehijos, la vida de González Carrera fue

una sucesión de cambios de destino,siempre en escuelas de pueblospequeños o de aldeas cordilleranas, y deestrecheces económicas condimentadaspor desgracias familiares o afrentaspersonales.

Sus primeros poemas nos muestran aun adolescente que imita a Campoamor,Espronceda, los románticos españoles.A los veintiún años publica su primerapoesía en la revista Flores Sureñas , unmagazine dedicado a «la agricultura, laganadería, la educación y la pesca» yque por entonces dirigían un grupo deprofesores de primaria de Concepción yTalcahuano entre los que destacaba

Florencio Capó, amigo de Gonzálezdesde la niñez. A los veinticuatro, segúnsus biógrafos, González intenta publicarsu segundo poema en la Revista delInstituto Pedagógico de Santiago.Capó, que por entonces se habíatrasladado a la capital y colaboraba conla revista, presenta el poema según suspropias palabras sin haberlo leído y ésteaparece publicado junto a otros veintetextos de otros tantos poetas queejercían el magisterio en Santiago y,mayoritariamente, en provincias y queconstituían el núcleo lector básico de larevista. El escándalo es inmediato y,aunque restringido al ámbito del

magisterio nacional, mayúsculo.Lejos, lejísimos quedaban los

requiebros de Campoamor. El poema,de treinta versos exactos y límpidos, erauna reivindicación de los vilipendiadosejércitos del Duce, del burlado valoritaliano (en aquellos años tanto encírculos aliadófilos como germanófilosse daba por sentado que los italianoseran una raza de cobardes; conocida esla afirmación de un político santiaguinoen referencia a un posible conflictofronterizo con los italianizadosargentinos de que con una compañía decarabineros bien chilenos el gobiernopodía frenar y aplastar a una división de

tanos) y al mismo tiempo, y esto es loque lo hace original, una negación de laflagrante derrota, una promesa devictoria final que llegará «por caucesinéditos, insospechados, maravillosos».

El revuelo armado, del queGonzález, profesor entonces en unaaldea perdida en las cercanías de SantaBárbara sólo tendrá noticias pormediación de tres cartas, una de ellas deCapó en la cual éste le reprocha suactitud, le reafirma su amistad y se lavalas manos, servirá para que la revistaCorazón de Hierro intente ponerse encontacto con él y el Ministerio deEducación anote su nombre a una larga e

inútil lista de posibles quintacolumnistasdel fascio.

Su siguiente incursión en las páginasimpresas data de 1947. Son tres poemasen donde se amalgama lo lírico y lonarrativo, la metáfora modernista y lametáfora surrealista; sus imágenes son,por momentos, desconcertantes:González ve hombres con armaduras,«merovingios de otro planeta», caminarpor pasillos de madera interminables; vemujeres rubias dormir al raso junto aarroyos podridos; ve máquinas cuyafunción apenas intuye que se mueven ennoches cerradas en donde la luz de losreflectores es «semejante a una diadema

de colmillos». Ve actos, que nodescribe, que le causan pavor pero hacialos que se siente irresistiblementeatraído. Los poemas transcurren no eneste mundo sino en un universo paraleloen donde «la Voluntad y el Miedo son lamisma cosa».

Al año siguiente publica otros trespoemas en la revista Corazón de Hierroque por entonces se ha trasladado aPunta Arenas. Los poemas insisten enlos mismos escenarios y en la mismaatmósfera, con ligeras variantes, de lostres poemas precedentes. En carta a suamigo Capó fechada el 8 de marzo de1947 González, entre las consabidas

quejas por su situación laboral ylamentos por su situación familiar, sitúasu iluminación poética en el verano de1943. Es en esa época cuando lo visitanpor primera vez los extraterrestresmerovingios. ¿Pero lo visitan en unsueño o es una visita real? González nolo aclara. En la carta a Capó se extiendeen consideraciones acerca del fenómenode la glosolalia, las epifanías, losmilagros de las imágenes en el fondo deun túnel. Dice haber trabajado hasta elanochecer en su escuelita de campo, quesintió mucho sueño y mucha hambre yque trató de levantarse y volver a casa.No lo consiguió o lo consiguió en parte,

esto queda confuso. Después, al cabo deuna hora, se despertó en un potrerocercano, tirado en la tierra, boca arriba,bajo una noche estrellada como pocas ycon todos los poemas, de principio afinal, dentro de su cabeza. Capó, quejunto con la carta ha leído la revistaCorazón de Hierro que le ha enviadoGonzález, le contesta aconsejándole quepida urgentemente el traslado, que enesas soledades va a terminar porvolverse loco.

González le obedece en lo querespecta al traslado pero prosigueobstinado en la explotación de suparticular veta poética. Los tres

siguientes poemas que publica (no en larevista Corazón de Hierro, que porentonces ya no existe, sino en laspáginas del suplemento cultural de unperiódico de Santiago) se han despojadode la imaginería surreal, de los lastressimbolistas, de los caprichosmodernistas (escuelas de las queGonzález, hay que hacerlo notar,desconocía virtualmente casi todo). Susversos son ahora escuetos, sus imágenesdesnudas; también han sufrido unatransformación las figuras recurrentes enlos seis poemas anteriores: losguerreros merovingios se hantransformado en robots, las mujeres

agónicas junto a los arroyos podridos enflujos de pensamiento, los tractoresmisteriosos que roturaban el campo sinton ni son, en naves secretas procedentesde la Antártida o en Milagros (así, conmayúscula, como lo escribe González).Y esta vez se esboza una figura a manerade contrapunto, la del propio autorperdido en las inmensidades de lapatria, que observa las aparicionescomo un notario de la maravilla, peroque en resumidas cuentas desconoce elporqué de éstas, su fenomenología, sufin último.

Con gran esfuerzo y a costa desacrificios sin fin González publica a su

costa en 1955 una plaquette con docepoemas en una imprenta de Cauquenes,capital de la provincia de Maule,adonde lo han trasladado. El librito setitula Doce y la portada, obra del autor,merece una descripción aparte portratarse del primero de los numerososdibujos con que González acompañaba asus poemas y que sólo se conocerán trassu muerte: las cuatro letras de la palabradoce con garras de águila en la parteinferior, se sujetan de una cruz gamadaen llamas. Bajo la esvástica puedeadivinarse un mar ondulado, comodibujado por un niño. Bajo el mar, entrelas ondas, en efecto vemos un niño que

dice «mamá, tengo miedo». El bocadoque engloba la declaración del niñoaparece desdibujado. Bajo el niño ybajo el mar hay rayas, borrones, que talvez sean volcanes o defectos deimprenta.

Los doce nuevos poemas añadennuevas figuras y nuevos paisajes a losnueve anteriores. A los robots, los flujosde pensamiento y las naves hay quesumar ahora el Destino y la Voluntad,que encarnan dos polizones escondidosen las bodegas de la nave, la Máquinade la Enfermedad, la Máquina delLenguaje, la Máquina de la Memoria(que tiene una avería desde el principio

de los Tiempos), la Máquina de laVirtualidad y la Máquina de laPrecisión. A la única figura humana delos poemas anteriores (la del propioGonzález) se agrega ahora la delAbogado de la Crueldad, un personajeextraño que a veces habla como un rotochileno (como los maestros de primariacreían que hablaban los rotos) y a vecescomo la sibila o como un arúspicegriego. El escenario de estos docepoemas es el mismo que el de losanteriores: un campo abierto en mediode la noche o un teatro de magnitudescolosales instalado en el corazón deChile.

La plaquette, pese a los esfuerzos deGonzález que se preocupa de enviarla adiferentes periódicos de Santiago y deprovincias, pasa completamentedesapercibida. Un gacetillero deValparaíso hace una reseña humorísticabajo el título «Ya tenemos un JulioVerne en el campo». En un periódico deizquierdas se le cita, junto a otrosmuchos, como ejemplo de lafascistización de la vida cultural en elpaís. Pero la verdad es que nadie lo lee,ni en la izquierda ni en la derecha, ynadie, mucho menos, lo apoya, salvoquizá Florencio Capó, que está lejos ycuya amistad ha quedado resentida por

el dibujo de la portada de Doce. EnCauquenes un par de papelerías exhibenel libro durante un mes. Luego lodevuelven al autor.

Obstinadamente, González sigueescribiendo y dibujando. En 1959 envíaa dos editoriales de Santiago elmanuscrito de una novela que ambasrechazarán. En carta a Capó habla deesta novela como de su obra científica,el compendio de su conocimientocientífico que lega a la posteridad,aunque es público y notorio que susconocimientos de física, astrofísica,química, biología y astronomía sonnulos. Un nuevo traslado a un pueblo

cercano a Valdivia termina de empeorarsu salud ya de por sí delicada. En juniode 1961 muere en el Hospital Provincialde Valdivia a la edad de cuarenta años.Es enterrado en la fosa común.

Muchos años más tarde, y gracias alos desvelos de Ezequiel Arancibia yJuan Herring Lazo que conocían elnúmero de Corazón de Hierro donde sepublicaron sus poemas, se emprende unabúsqueda y una investigación seriaalrededor de la obra de González.Afortunadamente, primero la viuda yluego una de sus hijas, conservaron lamayor parte de sus papeles. FlorencioCapó entregaría más tarde, en 1976, las

cartas que guardaba del viejo amigo.Así, en 1975, sale el primer tomo de

s us Poesías Completas (350 páginas),editadas y anotadas por Arancibia.

En 1977 aparece el segundo y últimotomo (480 páginas), en donde seadjuntan las notas sobre el plan generalde la obra que González diagramara yaen 1945 y los numerosísimos y en másde un sentido originales dibujos con queel autor se ayudaba a sí mismo aentender el alud de «revelacionesnovísimas que perturban mi alma».

En 1980 aparece la novela, ElAbogado de la Crueldad, con la extrañadedicatoria: a mi amigo italiano, el

soldado desconocido, la víctima acarcajadas. La novela (150 páginas)invita al lector a pasar por ella depuntillas: sin concesiones a la moda(aunque difícilmente González podíaestar al tanto de las modas literarias ensu exilio maulino), sin concesiones allector, sin concesiones consigo mismo.Fría, pero arrebatada y arrebatadora,como la definió Arancibia en el prólogo.

Finalmente, en 1982 ve la luz en untomito de noventa páginas la totalidadde su Correspondencia. Son las cartasde su noviazgo, las cartas dirigidas a suamigo Capó (el grueso del librocorresponde a este apartado) y las cartas

dirigidas a directores de revista,compañeros de trabajo, jefes en elMinisterio de Educación. Poco nosdicen acerca de su obra y sí muchoacerca de los sufrimientos por los quetuvo que pasar.

Hoy día, en un barrio perdido deCauquenes y cerca de una plazadesarbolada por la parte norte deValdivia existen, gracias a la iniciativade los promotores y redactores de laRevista del Hemisferio Sur, sendascalles que ostentan el nombre de PedroGonzález Carrera. Pocos saben a quiénconmemoran.

ANDRÉS CEPEDACEPEDA, llamado el

Doncel

Arequipa, 1940-Arequipa, 1986

Sus primeros pasos estuvieronmarcados por el influjo benéfico deMarcos Ricardo Alarcón Chamiso,poeta y músico arequipeño, con el quesolía pasar las tardes en el restauranteLa Góndola Andina escribiendo poesíaa dos manos. En 1960 publicó laplaquette El Destino de la calle

Pizarro, cuyo subtítulo, Las puertasinfinitas, prefigura una sucesión de«Calles Pizarro» a lo largo y ancho delcontinente cuya virtud, una vezdescubiertas (pues las «Calles Pizarro»por regla general permanecen ocultas),consistiría en proporcionar un nuevomarco de percepción americana, endonde la voluntad y el sueño sefundirían en una nueva visión de larealidad, en un despertar americano.Los trece poemas de El Destino de lacalle Pizarro, compuestos enendecasílabos un tanto confusos, dejarona la crítica indiferente: sólo AlarcónChamiso los reseñó en el Heraldo

Arequipeño, elogiando, por encima detodo, su calidad musical, el «misteriosilábico que se agazapaba tras el verboígneo» de su autor.

En 1962 comenzó a colaborar con larevista bimensual Panorama queeditaba en Lima el célebre abogado ypolemista Antonio Sánchez Luján, aquien conoce durante una cena-homenajeofrecida por el Rotary Club deArequipa. Nace entonces el Doncel,nom de plume con el que firma artículosque van desde el ditirambo políticohasta la reseña cinematográfica oliteraria. En 1965 combina su trabajo enPanorama con una columna diaria en el

pe r i ód i co Última Hora Peruana,propiedad de Pedro Argote, magnate dela harina de pescado y compadre deAntonio Sánchez Luján. Allí AndrésCepeda vive sus escasos momentos degloria: sus artículos, variados como losdel Dr. Johnson, concitan enemistades yrencores duraderos. Opina sobrecualquier tema, cree tener solucionespara todo. Comete errores, esdemandado junto con el periódico,pierde uno a uno cada juicio. En 1968,en medio de la vorágine en que se haconvertido su vida limeña, reedita ElDestino de la calle Pizarro, añadiendoa los trece poemas originales cinco

poemas de nuevo cuño, trabajo que,como confiesa él mismo en su propiacolumna («La Labor de un Poeta»), le hallevado ocho años de duro esfuerzo.Esta vez, y gracias a la nombradía de elDoncel, su poemario no estará exento deataques, a cual más mordaz. Entre losadjetivos de sus críticos destaquemoslos siguientes: paleonazi, tarado,abanderado de la burguesía, títere delcapitalismo, agente de la CIA, poetastrode intenciones cretinizantes, plagiario deEguren, plagiario de Salazar Bondy,plagiario de Saint-John Perse (acusaciónésta sostenida por un jovencísimo poetade San Marcos y que a su vez desató

otra polémica entre seguidores ydetractores de Saint-John Perse en elámbito universitario), esbirro de lascloacas, profeta de baratillo, violadorde la lengua española, versificador deintenciones satánicas, producto de laeducación de provincia, rastacuero,cholo alucinado, etc., etc.

Y sin embargo las diferencias entrela primera y la segunda edición de ElDestino de la calle Pizarro no sonnotables. Consignemos algunas. La másobvia: la edición arequipeña consta detrece poemas y está dedicada a sumaestro Alarcón Chamiso; la limeñatiene dieciocho poemas y no lleva

dedicatoria alguna. De los trece poemasoriginales, sólo el octavo, eldecimosegundo y el decimoterceroobservan retoques, ligeros cambios,algunos sinónimos (atolladero pordificultad, juicio por talento, misceláneopor diverso) que en poco varían elsentido primigenio. Los cinco nuevospoemas, a su vez, parecen cortados porel mismo patrón: endecasílabos, un tonopretendidamente enérgico, unaintencionalidad más bien misteriosa, unaversificación regular, en ocasiones concalzador, en nada original. Y sinembargo es el añadido de estos cincopoemas lo que cambia el sentido o lo

que ahonda e ilumina la lectura de lostrece anteriores. A la luz de éstos lo queantes era misterio, brumas, recurrenciasmanidas a personajes mitológicos, seconvierte en claridad, método, apuesta ypropuesta transparente. ¿Y qué es lo quepr opone el Doncel? ¿Cuál es suapuesta? El regreso a una edad de hierroque sitúa aproximadamente en la épocade Pizarro. El enfrentamiento racial enel Perú (aunque cuando dice Perú, y estoquizás es más importante que su teoríade la lucha de razas, liquidada por lodemás en un par de versos, engloba aChile, Bolivia y Ecuador). El posteriorenfrentamiento entre Perú y Argentina

(Argentina engloba a Uruguay yParaguay) en lo que denomina «lucha deCastor y Pólux». El triunfo incierto. Talvez la derrota de ambos contendientesque profetiza para el año treinta y tresdel tercer milenio. En los tres últimosversos advierte no sin trabajo delnacimiento de un niño rubio en lasruinas de una Lima sepulcral.

La notoriedad del Cepeda poeta noduró más de un mes. La carrera de elDoncel fue más larga, aunque sumomento ya había pasado. A la crudaluz de los juicios por difamaciónperdidos siguió su posterior despido deÚltima Hora Peruana que lo ofreció

como víctima propiciatoria para aplacarlas iras de un industrial cervecero deorigen indio y de un secretario de ciertoministro a quien Cepeda criticabaabiertamente su ineptitud públicamentereconocida y aceptada.

No publicó más libros.Vivió los años que le quedaban de

sus colaboraciones en Panorama y detrabajos esporádicos en la radio.También trabajó ocasionalmente comocorrector de periódicos. Al principiotuvo a su alrededor a un pequeño grupode admiradores, llamados los Donceles,que el tiempo fue disgregando. En 1982volvió a Arequipa en donde puso una

pequeña frutería. Murió de un derramecerebral en la primavera de 1986.

Letradas y viajeras

IRMA CARRASCO

Puebla, México, 1910-México D. F.,1966

Poetisa mexicana de tendenciamística y de expresión desgarrada. A losveinte años publicó su primeracolección de versos, La voz por timarchita, en donde se aprecia unalectura voluntariosa, en ocasionesfanática, de Sor Juana Inés de la Cruz.

De abuelos y padres porfiristas, suhermano mayor, sacerdote, abraza elideal cristero y muere fusilado en 1928.

En 1933 aparece El Destino de lasMujeres, en donde se confiesaenamorada de Dios, de la Vida y de unnuevo amanecer mexicano queindistintamente llama resurrección,despertar, soñar, enamorarse,perdonar y casarse.

De carácter abierto, frecuenta tantolos salones de la buena sociedadmexicana como los cenáculos del nuevoarte en donde su simpatía y franquezaconquistan de inmediato a los pintores yescritores revolucionarios quienes laadmiten encantados pese a conocer desobra sus ideas conservadoras.

En 1934 publica La Paradoja de la

Nube, quince sonetos gongorinos, yRetablo de Volcanes , poemas íntimos yde alguna forma precursores de unfeminismo católico y avant la lettre. Sucapacidad creativa es desbordante. Suoptimismo, contagioso. Su personalidades exquisita. Su aspecto físico transmitebelleza y serenidad.

En 1935 se casa, tras un noviazgo decinco meses demasiado corto para laépoca, con Gabino Barreda, arquitectonatural de Hermosillo, Sonora,estalinista semiclandestino y públicodonjuán. La luna de miel transcurre en eldesierto de Sonora, cuyas soledadesinspiran por igual a Irma Carrasco que a

Barreda.Al regreso se instalan en una casa

colonial de Coyoacán que Barredatransforma en la primera casa colonialcon paredes de acero y cristal.Exteriormente conforman una parejaenvidiable: ambos son jóvenes y no lesfalta el dinero, Barreda es el prototipodel arquitecto brillante, idealista, congrandes proyectos para las nuevasciudades del continente; Irma es elprototipo de la mujer hermosa, segura desu casta, orgullosa pero inteligente yserena, el timón necesario para llevar abuen puerto un matrimonio de artistas.

La vida real, no obstante, es

diferente y para Irma no está exenta dedesengaños. Barreda la engaña convicetiples de tres al cuarto. Barreda nose anda con contemplaciones y la golpeacasi a diario. Barreda la sueledespreciar públicamente, a ella y a sufamilia, a quienes trata de «cristerosjijos de la chingada» o «carne podridade paredón», delante de amigos ydesconocidos. La vida real, enocasiones, se parece demasiado a unapesadilla.

En 1937 viajan a España. Barredava a salvar la República. Irma va asalvar su matrimonio. En Madrid,mientras la aviación franquista

bombardea la ciudad, Irma recibe, en lahabitación 304 del Hotel Splendor, lapaliza más brutal de su vida.

Al día siguiente, sin decirle nada asu marido abandona la capital deEspaña con destino a París. Una semanadespués Barreda sale en su busca, peroIrma ya no está en París: se ha pasado ala zona nacional y vive en Burgos endonde obtiene la ayuda de la madresuperiora del convento de lasCarmelitas Descalzas, lejanamenteemparentada con su familia.

Durante el resto de la guerra su vidaes leyenda. Se dice que hizo deenfermera en puestos de socorro de

primera línea, que representó comoautora y actriz retablos morales para lossoldados, que conoció e hizo amistadcon los poetas católicos colombianosIgnacio Zubieta y Jesús Fernández-Gómez, que el general Muñoz Grandesla vio y se puso a llorar porque supo deinmediato que jamás sería suya, que losjóvenes poetas falangistas la conocíanpor el cariñoso apodo de Guadalupe oel ángel de las trincheras.

En 1939 publica en Salamanca ElTriunfo de la Virtud o el Triunfo deDios, plaquette de cinco poemas endonde celebra en finos hemistiquios lavictoria franquista. En 1940, instalada

en Madrid, aparece otro libro de poesía,El Regalo de España y una obra deteatro que no tardará en ser representadacon éxito y más tarde llevada al cine: LaNoche Serena de Burgos , pieza quehurga en las felices vicisitudes de unanovicia a punto de tomar los hábitos. En1941 recorre Europa en una triunfal girade promoción de artistas españolescontratados por el Ministerio de Culturaalemán. Visita Roma y Grecia, Rumania(en donde frecuentará la casa delgeneral Entrescu y conocerá a su novia,la poetisa argentina Daniela deMontecristo por la que sentirá unaaversión instantánea: todas las

evidencias me llevan a concluir queesta mujer es una p..., escribirá en suDiario) y Hungría, navega en barca porel Rin y por el Danubio, renace y vuelvea brillar en todo su esplendor un talentooscurecido por la falta de estímulos ypor la falta o el exceso de amor. Esterenacer trae consigo los gérmenes deuna nueva y apasionada ocupación: ladel periodismo. Escribe artículos,semblanzas de personajes políticos omilitares, describe con detalles vividosy pintorescos las ciudades que visita, seocupa de la moda de París y de losproblemas e intereses de la curiavaticana. Sus crónicas se publican en

revistas y periódicos de México,Argentina, Bolivia y Paraguay.

En 1942 México declara la guerra alas potencias del Eje y aunque a IrmaCarrasco la medida le parece,literalmente, una patochada o en elmejor de los casos una broma ridícula,ante todo es mexicana y decide volver aEspaña y esperar el desarrollo de losacontecimientos.

En abril de 1946, un día después delestreno de su pieza dramática La lunaen sus ojos en el madrileño teatroPrincipal, con un discreto éxito decrítica y de público, llaman a la puertade su sencillo pero confortable piso de

Lavapiés y aparece en escena, otra vez,Barreda.

El arquitecto, que ahora vive enNueva York, ha venido a rehacer sumatrimonio. Pide perdón de rodillas,promete y jura todo aquello que IrmaCarrasco desea escuchar. Los rescoldosdel primer amor vuelven a arder. Elcorazón sensible de la mexicana hace elresto.

Vuelven a América. Barreda, enefecto, ha cambiado. Durante la travesíase desvive en atenciones y muestras deafecto. El barco que los ha traído deEuropa llega a Nueva York. Eldepartamento que tiene Barreda en la

Tercera Avenida está preparadoexpresamente para recibir a Irma.Durante tres meses viven una nueva lunade miel. En Nueva York, Irmaexperimenta instantes de gran felicidad.Deciden tener hijos lo antes posiblepero Irma no queda embarazada.

En 1947 el matrimonio regresa aMéxico. Barreda reinicia el trato diariocon sus antiguas amistades. Éstas o elaire de México lo transformannuevamente en el temido Barreda deantes de la reconciliación: su carácter seofusca, vuelve a la bebida y a lasvicetiples, ya no escucha a su mujer, nole habla, pronto llegan los primeros

maltratos de palabra y una noche, trasdefender Irma delante de unos amigos lahonradez y los logros del régimenfranquista, Barreda vuelve a golpearla.

Al primer brote de violenciamatrimonial le siguen, en tromba, nuevosy casi diarios maltratos. Pero Irma estáescribiendo y eso la salva. Palizas,insultos, todo tipo de vejaciones soportasin abandonar la pluma, recluida en unahabitación de su casa de Coyoacánmientras Barreda se entrega al alcohol ya las discusiones interminables en elseno del Partido Comunista Mexicano.En 1948 termina una obra de teatro,Juan Diego, pieza extraña y sutil en

donde dos actores dan vida al indioguadalupano y a su ángel de la guarda ensu paso por el Purgatorio, una travesíaque al parecer es eterna porque elPurgatorio, parece querer decirnos laautora, es eterno. Después del estrenoSalvador Novo felicita a Irma en loscamerinos, le besa la mano, se dicenmutuamente zalamerías; Barreda,mientras conversa o finge conversar conalgunos amigos, no le quita la vista deencima. Cada vez parece más nervioso.La figura de Irma adquiere a sus ojosproporciones gigantescas. Suda enabundancia, tartamudea. Hasta quedefinitivamente pierde el control de la

situación: se aproxima a empellones,insulta a Novo y abofetea repetidasveces a Irma ante la consternación delos presentes que tardan más de lodebido en separarlos.

Tres días más tarde, Barreda esdetenido junto con la mitad del comitécentral del Partido. Irma, una vez más,está libre.

Pero no abandona a Barreda. Lovisita, le lleva libros de arquitectura ynovelas policíacas, se preocupa de quese alimente bien, mantiene charlasinterminables con su abogado, se hacecargo de sus negocios pendientes. EnLecumberri, en donde permanece seis

meses, Barreda riñe con sus compañerosquienes tienen ocasión de comprobarpersonalmente lo insoportable quepuede llegar a ser semejante carácter enun espacio reducido. Se salva por pocode ser ajusticiado por sus propioscorreligionarios. Al salir abandona elPartido, abjura públicamente de sumilitancia y se marcha con Irma a NuevaYork. Todo hace presagiar queiniciarán, una vez más, una nueva vida.Lejos de México Irma confía en que sumatrimonio recobre la felicidad, laarmonía. No es así: Barreda estáresentido y es Irma quien paga los platosrotos. La vida en Nueva York, en donde

tan felices habían sido, se convierte enun infierno hasta que una mañana Irmadecide dejarlo todo, toma el primerautobús y al cabo de tres días está devuelta en México.

No volverán a verse hasta 1952.Para entonces Irma ha estrenado otrasdos obras de teatro, Carlota, emperatrizde México y El Milagro de Peralvillo,ambas de carácter religioso. Y haaparecido su primera novela, La Colinade los Zopilotes, recreación de losúltimos días de vida de su únicohermano, que provoca opinionesencontradas en la crítica mexicana.Según algunos, Irma propone sin más la

vuelta al México de 1899 como únicaforma de salvar un país al borde deldesastre. Según otros, se trata de unanovela apocalíptica en donde se atisbanlos desastres futuros de la nación quenadie podrá impedir o conjurar. Lacolina de los zopilotes que da título a lanovela, y que es el lugar en donde muerefusilado su hermano, el padre JoaquínMaría, cuyas reflexiones y recuerdosconstituyen el grueso de la obra,representa la geografía futura deMéxico, yerma, desolada, escenarioperfecto para nuevos crímenes. El jefedel pelotón de fusilamiento, el capitánÁlvarez, representa al PRI, el partido

gobernante y timonel del desastre. Lossoldados del pelotón son el pueblomexicano engañado, descristianizado,que asiste impertérrito a su propiofuneral. El periodista de un rotativo delD. F. representa a los intelectualesmexicanos, vacíos y ateos, interesadosúnicamente en el dinero. El viejo curadisfrazado de campesino que observa elfusilamiento a la distancia ejemplifica laactitud de la madre Iglesia, cansada yatemorizada ante la violencia de loshombres. El viajante de comerciogriego, Yorgos Karantonis, que seinforma en el pueblo del fusilamiento ysube a la colina por curiosidad, sólo por

matar el tiempo, encarna la esperanza:Karantonis cae de rodillas llorando enel momento en que el padre JoaquínMaría es acribillado. Y finalmente losniños que al otro lado de la colina, deespaldas al fusilamiento, juegan a tirarsepiedras, representan el futuro deMéxico, la guerra civil y la ignorancia.

El único sistema político en el quecreo a ojos cerrados, dice en unaentrevista a la revista femenina Laboresde Casa, es el teocrático, aunque elgeneralísimo Franco tampoco lo estáhaciendo tan mal.

El mundo literario mexicano, casisin excepción, le gira la espalda.

En 1953, reconciliada con Barredaque se ha convertido en un arquitecto derenombre, viajan por Oriente: Hawai,Japón, Filipinas, la India servirán deinspiración para sus nuevos poemas, LaVirgen de Asia , sonetos acerados quehurgan en la herida del mundo moderno.La propuesta de Irma, esta vez, esvolver a la España del siglo XVI.

En 1955 es hospitalizada con variasfracturas y contusiones múltiples.

Barreda, que ahora se confiesalibertario, llega a la cúspide de su fama:es un arquitecto reconocidointernacionalmente y en su taller seacumulan los proyectos que le solicitan

de todas partes del mundo. Irma, por elcontrario, abandona la creación depiezas dramáticas y se dedica a su casa,a la vida social junto con su marido y ala laboriosa ejecución de una obrapoética que sólo se conocerá tras sumuerte. En 1960 Barreda intentadivorciarse por primera vez. Irma seniega utilizando para ello todos losrecursos a su alcance. Un año despuésBarreda la abandona definitivamentedejando el asunto en manos de susabogados. Éstos presionan a Irma, laamenazan con quitarle el dinero, con elescándalo público, apelan a su sentidocomún y a su buen corazón (la mujer con

la que Barreda vive en Los Ángeles estáa punto de dar a luz), pero nadaconsiguen.

En 1963 Barreda la visita por últimavez. Irma está enferma y no es del todoimposible suponer que el arquitectosintiera piedad, o curiosidad, o algoparecido.

Irma lo recibe en la sala, vestida consu mejor traje. Barreda llegaacompañado por su hijo de dos años;afuera, en el coche, se ha quedado sumujer, una norteamericana veinte añosmás joven que Irma, embarazada de seismeses. El encuentro, el último quetendrán, es tenso y en ocasiones

dramático. Barreda se interesa por susalud, incluso por su poesía. ¿Todavíaescribes?, le pregunta. Irma asiente congravedad. El hijo de Barreda la inquietay la inhibe al principio. Luego sesobrepone y adopta un tono distante quepoco a poco se va haciendo más irónicoy soterradamente agresivo. CuandoBarreda menciona a los abogados y lanecesidad del divorcio, Irma lo mira alos ojos (a él y a su hijo) y vuelve anegarse en redondo. Barreda no insiste.Vengo como amigo, dice. ¿Amigo, tú?Irma está señorial. Tú no eres mi amigosino mi esposo, declara. Barreda sonríe.Los años han limado su carácter de

asperezas o eso pretende aparentar o talvez Irma le importa tan poco que ya nisiquiera es capaz de enojarse. El niñono se mueve. Irma, compadecida, lesugiere tímidamente que vaya a jugar alpatio. Cuando se quedan solos Barredamenciona la necesidad de que los niñosse críen en el seno de un matrimoniobien constituido. Tú qué sabes, lereplica Irma. Es verdad, admiteBarreda, yo qué sé. Beben. Barreda,tequila Sauza. Irma, rompope. El niñojuega en el patio; la sirvienta de Irma,casi una niña también, juega con él. Enla penumbra de la sala Barreda bebe sutequila y hace observaciones banales

sobre el estado de conservación de lacasa, luego anuncia que tiene quemarcharse. Irma se levanta antes que lohaga él y con una velocidad endiabladavuelve a llenarle la copa. Brindemos,dice. Por nosotros, dice Barreda, por labuena suerte. Se miran a los ojos.Barreda empieza a sentirse incómodo.Irma tuerce los labios en una mueca quepuede ser de desprecio o crispación yarroja el vaso de rompope al suelo. Éstese estrella y sobre las baldosas blancasse derrama el líquido amarillo. Barreda,que por un momento ha pensado que leiba a lanzar el vaso a la cara, la miracon sorpresa y alarma. Pégame, le dice

Irma. Anda, pégame, pégame, y adelantael torso hacia su ex marido. Los gritosson cada vez más fuertes. En el patio,sin embargo, el niño y la sirvientasiguen jugando. Barreda los observa conel rabillo del ojo: le parecen inmersosen otro tiempo, no, en otra dimensión.Luego mira a Irma y por un segundo (queolvidará de inmediato) tiene una vaganoción del horror. Al marcharse, alcruzar la puerta de la calle con su hijoen brazos aún cree escuchar losahogados gritos de Irma que se haquedado sola en la sala, de pie, ajena atodo menos a su último acto conyugal,sorda a todo menos a su voz que repite

dulcemente una invitación o unexorcismo o un poema, la parte sin pieldel poema, más corto que cualquierhaikú de Tablada, su único poemaexperimental, por decirlo de algunamanera.

Y ya no hay más poemas ni másvasitos de rompope sino un silencioreligioso y sepulcral hasta la muerte.

DANIELA DEMONTECRISTO

Buenos Aires, 1918-Córdoba, España,1970

Mujer de legendaria belleza ypermanentemente rodeada por un aura demisterio, de sus primeros años enEuropa (1938-1947) se cuentan historiasa menudo contradictorias cuando noantagónicas. Se dice que fue amante degenerales italianos y alemanes (entreestos últimos se menciona a Wolff, el

tristemente célebre jefe de las SS enItalia); que se enamoró de un general delejército rumano, Eugenio Entrescu, alque crucificaron sus propios soldadosen 1944; que escapó del cerco deBudapest disfrazada de monja española;que perdió una maleta llena de poemasal cruzar clandestinamente la fronteraaustro-suiza en compañía de trescriminales de guerra; que fue recibidapor el Papa en 1940 y en 1941; que unpoeta uruguayo y otro colombiano sesuicidaron por su amor nocorrespondido; que en la nalga izquierdallevaba tatuada una esvástica negra.

Su obra literaria, descontando los

poemas de juventud perdidos en lascumbres heladas de Suiza y de los quenunca más se supo, se compone de unsolo libro de título un tanto épico: LasAmazonas, editado por Pluma Argentinay con prólogo de la viuda de Mendiluceque no se queda corta a la hora deprodigar elogios (en algún párrafocompara, sin otro fundamento que laintuición femenina, los famosos poemasperdidos en los Alpes con la obra deJuana de Ibarbourou y Alfonsina Storni).

El libro aborda de manera torrencialy anárquica todos los géneros literarios:la novela amorosa y la novela de espías,las memorias, el teatro, incluido el de

vanguardia, la poesía, la historia, elpanfleto político. Su argumento gira entorno a la vida de la autora y de susabuelas y bisabuelas, remontándose enocasiones a los días inmediatamenteposteriores a la fundación de Asunción yBuenos Aires.

Algunas páginas son originales,sobre todo cuando describe un CuartoReich femenino con sede en BuenosAires y campos de entrenamiento en laPatagonia, o cuando divaga nostálgica,apoyada en conocimientosseudocientíficos, acerca de la glándulaque produce el sentimiento amoroso.

Dos alemanes en elfin del mundo

FRANZ ZWICKAU

Caracas, 1946-Caracas, 1971

Franz Zwickau pasó por la vida ypor la literatura como un torbellino.Hijo de emigrantes alemanes, dominó ala perfección tanto la lengua de suspadres como la lengua de su tierra denacimiento. Las crónicas de la épocahablan de un muchacho talentoso eiconoclasta que se negó a crecer (JoséSegundo Heredia lo definió en ciertaocasión como «el mejor poeta escolarde Venezuela»); las fotos enseñan a un

joven alto, rubio, con el cuerpo de unatleta y la mirada de un asesino o unsoñador o ambas cosas a la vez.

Publicó dos libros de poesía. Elprimero, Motoristas (1965), es unaserie de veinticinco sonetos de corte ymúsica un tanto heterodoxa que incidesobre temas juveniles: motos, amoresdesesperados, el despertar sexual y lavoluntad de la pureza. El segundo, ElHijo de los Criminales de Guerra(1967), marca un cambio sustancial enla poética de Zwickau y en ciertamanera en la poesía venezolana de aqueltiempo. Libro maldito, espeluznante, malescrito (Zwickau tenía una extraña teoría

sobre la corrección del poema, algobastante singular en alguien que empezóescribiendo sonetos), plagado deimproperios, maldiciones, blasfemias,detalles autobiográficos absolutamentefalsos, imputaciones calumniosas,pesadillas.

Algunos de sus poemas sonmemorables:

— Diálogo con Hermann Goeringen el Infierno, en donde el poetamontado en la moto negra de susprimeros sonetos llega a un aeródromoabandonado en la costa venezolana, unlugar cercano a Maracaibo llamadoInfierno, y encuentra la sombra del

mariscal del Reich con la que conversade temas diversos: aviación, vértigo,destino, casas deshabitadas, valor,justicia, muerte.

— Campo de Concentración, por elcontrario, narra con humor no exento deciertas gotas de ternura su infanciadesde los cinco hasta los diez años en unbarrio de clase media caraqueño.

— Heimat (350 versos) describe enuna curiosa mezcla de español y alemán—con algunas alocuciones en ruso,inglés, francés y yiddish— las partesíntimas de su cuerpo con una frialdad deforense trabajando en la morgue lanoche después de un crimen múltiple.

— El Hijo de los Criminales deGuerra, el extenso poema que da títuloal libro, es un texto vibrante ydesmesurado en donde Zwickau, quelamenta no haber nacido veinticincoaños antes, da rienda suelta a sucapacidad verbal, a su odio, a su humor,a su nula esperanza en la vida. Allí, enunos versos libres como pocas veces sehabían visto en Venezuela, el autor poneen escena una infancia atroz,inenarrable, se compara con un niñonegro de Alabama en 1858, baila, canta,se masturba, hace pesas, sueña con unBerlín fabuloso, recita a Goethe, aJünger, arremete contra Montaigne y

Pascal a quienes conoce bien, adopta lasvoces de un montañero alpino, de unacampesina, de un tanquista alemán de laBrigada Peiper muerto en las Ardenasen diciembre de 1944, de un periodistanorteamericano en Nuremberg.

El poemario, de más está decirlo,fue ignorado cuando no aviesamenteocultado por la crítica al uso.

Durante un corto período frecuentóel círculo literario de Segundo JoséHeredia. De su participación activa enla Comuna Aria Naturalista saldría suúnica obra en prosa, la novela cortaCamping Calabozo, en donde se burlarepetidas veces de su fundador (a quien

es fácil reconocer en el personaje deCamacho, el Rosenberg de la Llanura) yde sus discípulos, los Mestizos Puros.

Su relación con el mundo literarionunca fue fácil. Sólo dos antologías depoesía venezolana recogen su nombre:la publicada en 1966 por AlfredoCuervo, Nuevas Voces Poéticas , y lapolémica Joven Poesía Venezolana1960-1970, de Fanny Arespacochea.

Se despeñó con su moto en elcamino de Los Teques a Caracas cuandoaún no había cumplido los veinticincoaños. Sólo postumamente se conocieronsus poemas escritos en alemán, MeineKleine Gedichte, una colección de

ciento cincuenta textos breves y deambiente más bien bucólico.

WlLLYSCHÜRHOLZ

Colonia Renacer, Chile, 1956-Kampala, Uganda, 2029

A cuarenta kilómetros de Temucoestá la Colonia Renacer. Aparentementees uno más de los tantos latifundios de lazona. Una mirada atenta, sin embargo,puede captar algunas diferenciassustanciales. Para empezar en la ColoniaRenacer funciona una escuela, unaclínica, un taller mecánico y un sistema

económico autárquico que le permitevivir de espaldas a lo que los chilenos,tal vez en un exceso de optimismo,llaman «realidad chilena» o «realidad»a secas. La Colonia Renacer es unaempresa rentable. Su presencia esinquietante: sus fiestas las celebran ensecreto, ellos solos, sin invitar a loslugareños, sean pobres o ricos. Susmuertos los enterraban en su propiocementerio. Finalmente, otro motivodiferenciador, acaso el más nimio perotambién el que primero llamaba laatención de quienes se asomaban a suslindes o de los escasos visitantes, era laprocedencia de sus pobladores: todos,

sin excepción, eran alemanes.Se trabajaba comunalmente y de sol

a sol. No contrataban campesinos, nosubarrendaban parcelas.Superficialmente hubieran podido pasarpor una de las muchas sectasprotestantes alemanas que emigraron aAmérica huyendo de la intolerancia ydel servicio militar. Pero no eran unasecta religiosa y su llegada a Chilecoincidió con el fin de la SegundaGuerra Mundial.

Cada cierto tiempo sus actividades ola bruma que encubría sus actividadeseran noticia en los periódicosnacionales. Se hablaba de orgías

paganas, de esclavos sexuales yajusticiamientos secretos. Testigospresenciales no del todo fiables jurabanque en el patio principal no se alzaba labandera chilena sino la enseña roja conel círculo blanco y la cruz gamadanegra. También se decía que allí habíanestado ocultos Eichman, Bormann,Mengele. En realidad el único criminalde guerra que pasó unos años en laColonia (dedicado en cuerpo y alma a lahorticultura) fue Walther Rauss, al queluego se quiso vincular con algunasprácticas de tortura durante los primerosaños del régimen de Pinochet. La verdades que Rauss murió de un ataque al

corazón mientras veía por la tele elpartido de fútbol que enfrentó a las dosAlemanias durante el Mundial de 1974en la República Federal.

Se decía, también, que la endogamiapracticada en el interior de la Coloniaproducía niños deformes e imbéciles.Los lugareños hablaban de familiasalbinas que conducían tractores durantela noche y algunas fotos probablementetrucadas de revistas de la épocamostraban al asombrado lector chileno agente más bien pálida y seria entregadasin descanso al trabajo agrícola.

Después del golpe de Estado de1973 la Colonia dejó de ser noticia.

Willy Schürholz, el menor de cincohermanos, no aprendió a hablarcorrectamente el español hasta los diezaños. Hasta esa edad su mundo fue elvasto mundo que encerraban loscercados de alambre de espino de laColonia. Una infancia regida por unaférrea disciplina familiar, las laboresdel campo y unos profesores singularesen donde se aunaban a partes iguales elmilenarismo nacionalsocialista y la fe enla ciencia, forjaron un carácter retraído,obstinado, con una extraña seguridad ensí mismo.

Por un azar de la vida sus mayoreslo destinaron a estudiar agronomía en

Santiago y allí no tardó en descubrir suverdadera vocación de poeta. Teníatodas las cartas para fracasarestrepitosamente: ya desde sus primerasobras es dable ver un estilo, una líneaestética que seguirá con pocasvariaciones hasta el día de su muerte.Schürholz es un poeta experimental.

Sus primeros poemas son una mezclade frases sueltas y de planostopográficos de la Colonia Renacer. Nollevan título. Son ininteligibles. Nobuscan ni la comprensión ni muchomenos la complicidad del lector. Algúncrítico ha querido ver en ellos unasemejanza con el mapa del tesoro de la

infancia perdida. Algún otro sugiriómalignamente que se trataba de cartas deenterramientos clandestinos. Sus amigos,poetas vanguardistas y por regla generalopositores al régimen militar, lo apodancariñosamente el Portulano hasta quedescubren que Schürholz profesa ideasdiametralmente distintas de las suyas.Tardan en descubrirlo. Schürholz estodo lo contrario de una persona locuaz.

Su vida en Santiago es de extremapobreza y soledad. No tiene amigos, nose le conocen novias, rehuye el trato conla gente, el poco dinero que gana comotraductor de alemán se le va en pagar elcuarto de la pensión y unas pocas

comidas al mes. Se alimenta de panintegral.

Su segunda serie de poemas, queexhibe en una sala de la Facultad deLetras de la Universidad Católica, esuna serie de planos enormes que tardanen ser descifrados, con versos escritoscon cuidadosa caligrafía de adolescenteen donde se dan indicacionesadicionales para su emplazamiento yuso. La obra es un galimatías. Según unprofesor de Literatura Italianainteresado en el tema, se trata de planosde los campos de concentración deTerezin, Mauthausen, Auschwitz,Bergen-Belsen, Buchenwald y Dachau.

El evento poético dura cuatro días (iba adurar una semana) y pasa desapercibidopara el gran público. Entre los que lohan visto y comprendido la opinión estádividida: unos dicen que es una críticaal régimen militar, otros, influidos porlos antiguos vanguardistas amigos deSchürholz, creen que se trata de unapropuesta seria y criminal de reinstauraren Chile los desaparecidos campos. Elescándalo, si bien reducidísimo, casisecreto, basta para conferir a Schürholzel aura negra de poeta maldito que loacompañará el resto de sus días.

En la Revista de Pensamiento eHistoria publican dos de sus textos y

planos menos comprometidos. Enalgunos círculos se le considera el únicodiscípulo del enigmático y desaparecidoRamírez Hoffman, aunque el joven de laColonia Renacer carece de la desmesurade aquél: su arte es sistemático,monotemático, concreto.

En 1980, apoyado por la Revista dePensamiento e Historia, publica suprimer libro. Füchler, el director de laRevista, intenta escribir el prólogo.Schürholz se niega. El libro se titulaGeometría y presenta las innúmerasvariantes de un cercado de alambre deespino sobre un espacio vacío apenaspespunteado por versos sin hilación

aparente. Las vistas aéreas de las cercasson precisas y esbeltas. Los textoshablan —susurran— sobre el dolorabstracto, sobre el sol, sobre el dolor decabeza.

Los siguientes libros se titulanGeometría II, Geometría III, etc. Enellos insiste en el mismo tema: planosde campos de concentraciónsobreimpuestos al plano de la ColoniaRenacer o al plano de una ciudadespecífica (Stutthof y Valparaíso,Maidanek y Concepción) o instalados enun espacio bucólico y vacío. La partepuramente textual con los años vaadquiriendo consistencia y claridad. Las

frases deshilvanadas se transforman enfragmentos de conversaciones sobre eltiempo, sobre el paisaje, en trozos depiezas teatrales en donde aparentementenada ocurre salvo el paso de los años,su lento discurrir.

En 1985, su fama hasta entoncesrestringida a los vastos círculospictórico-literarios chilenos se vecatapultada, merced al apoyo de ungrupo de empresarios chilenos ynorteamericanos, a las más altascumbres de la popularidad. Apoyado enun equipo de excavadoras rotura sobreel desierto de Atacama el plano delcampo de concentración ideal: una

imbricada red que seguida a ras dedesierto semeja una ominosa sucesiónde líneas rectas y que observada a vuelode helicóptero o aeroplano se convierteen un juego grácil de líneas curvas. Laparte literaria queda consignada con lascinco vocales grabadas a golpe de azaday azadón por el poeta en persona yesparcidas arbitrariamente sobre lacostrosa superficie del terreno. Elevento no tarda en ser la sensación delverano cultural chileno.

La experiencia, con algunasvariantes significativas, se repite en eldesierto de Arizona y en un trigal deColorado. Sus promotores,

entusiasmados, le ofrecen una avionetapara realizar un campo de concentraciónen el cielo pero Schürholz se niega: suscampos ideales deben observarse desdeel cielo, pero sólo pueden ser dibujadosen la tierra. Una vez más la oportunidadde emular y superar a Ramírez Hoffmanse ha perdido.

Pronto descubren que Schürholz nocompite ni busca hacer carrera. En unaentrevista para una cadena de televisiónde Nueva York queda como un tonto.Balbuceante, afirma no saber ni unapalabra de artes plásticas; confía enaprender a escribir algún día. Suhumildad, al principio atractiva, no

tarda en hacerse repugnante.En 1990, para sorpresa de sus

seguidores, publica un libro de cuentosinfantiles bajo el inútil seudónimo deGaspar Hauser. A los pocos días todoslos críticos saben que Gaspar Hauser esWilly Schürholz y los relatos infantilesson examinados con displicencia odiseccionados sin compasión. En suscuentos, Hauser-Schürholz idealiza unainfancia sospechosamente afásica,amnésica, obediente, silenciosa. Su metaparece ser la invisibilidad. El libro,pese a las críticas, es un éxito de ventas.El personaje principal de Schürholz, elniño sin nombre, se convierte en el

nuevo Papelucho de la literatura infantily juvenil chilena.

Poco después, en medio de lasprotestas de algunos sectores de laizquierda, le es ofrecido el cargo deagregado cultural en la embajada chilenaen Angola, que Schürholz acepta. EnÁfrica encuentra lo que buscaba, elrecipiente exacto de su alma. Nuncavolverá a Chile. Vivirá el resto de susdías trabajando como fotógrafo y comoguía de turistas alemanes.

Visión, ciencia-ficción

J. M. S. J. M. S.HILL

Topeka, 1905-Nueva York, 1936

Un Quantrill que atraviesa el estadode Kansas a la cabeza de 500 jinetes,banderas con una suerte de cruz gamadaprimitiva y premonitoria, rebeldes queno se rinden jamás, un plan para llegaral Gran Lago del Oso a través deKansas, Nebraska, Dakota del Sur,Dakota del Norte, Saskatchewan,Alberta y el Territorio del Noroeste, un

filósofo sudista cuya quimera es crearuna República Ideal en las cercanías delCírculo Polar Ártico, una expediciónque se deshace por el camino acosadapor los hombres y por la naturaleza,finalmente doce jinetes exhaustos quearriban al Gran Lago del Oso ydesmontan. Éste podría ser el argumentoresumido de la primera novelapublicada por J. M. S. Hill en 1924 enla Colección Relatos Fantásticos.

Desde entonces hasta su tempranamuerte acaecida doce años despuésverán la luz más de treinta novelas y másde cincuenta cuentos.

Sus personajes suelen ser trasuntos

de la Guerra Civil y en ocasionesincluso llevan sus nombres (el generalEwell, el explorador perdido Early deLa Saga de Early, el joven Jeb Stuart deEl Mundo de las Serpientes, elperiodista Lee); sus historias transcurrenen un presente distorsionado en dondenada es lo que aparenta ser o bien en unfuturo lejano de ciudades abandonadas yen ruinas, de paisajes silenciosos einquietantes similares en muchosaspectos a los del Medio Oesteamericano. Sus argumentos abundan enhéroes predestinados, científicos locos,clanes o tribus escondidas que endeterminado momento deben emerger y

luchar contra otras tribus escondidas,sociedades secretas de hombresvestidos de negro que se reúnen enranchos perdidos en la pradera,detectives privados que deben buscar apersonas perdidas en otros planetas,niños robados y criados por razasinferiores para que en la edad adultatomen el control de la tribu y guíen aésta hacia el sacrificio, animales ocultosy de apetito insaciable, plantas mutantes,planetas invisibles que de pronto sehacen visibles, adolescentes ofrecidasen sacrificios humanos, ciudades dehielo habitadas por una sola persona,vaqueros que son visitados por ángeles,

enormes movimientos migratorios que asu paso lo destrozan todo, laberintossubterráneos por donde pululan monjesguerreros, complots para matar alpresidente de los Estados Unidos, navesespaciales que abandonan una Tierra enllamas y colonizan Júpiter, sociedadesde asesinos telépatas, niños que crecensolos en grandes patios oscuros y fríos.

Su literatura no es pretenciosa. Suspersonajes hablan como seguramente lohacían en Topeka en 1918. Su ocasionalfalta de rigor verbal queda suplida porsu infinito entusiasmo.

J. M. S. Hill fue el último de loscuatro hijos de un sacerdote de la Iglesia

Episcopalista y de una madre cariñosa ysoñadora que de soltera trabajó comotaquillera en uno de los cines de suciudad natal. Vivió solo casi toda suvida. Sólo se le conoció un amor,desdichado. En sus escasasdeclaraciones personales decía que antetodo era un profesional de la escritura.En privado se jactaba de haber creadoparte del utillaje y del vestuario delnazismo alemán, aunque éstos sin dudano llegaron tan lejos.

Sus novelas están pobladas porhéroes y titanes. Sus paisajes sondesolados, inmensos y fríos. Cultivó elgénero del oeste y el de detectives, pero

sus mejores obras pertenecen al deciencia-ficción. No es raro, sinembargo, encontrar novelas suyas endonde se mezclan los tres géneros.Desde los veinticinco años vivió en unpequeño piso de Nueva York en dondemorirá seis años más tarde. Entre suspertenencias se encontró una novelainconclusa de tema seudohistórico, LaCaída de Troya , que tardará en editarsehasta 1954.

ZACHSODENSTERN

Los Ángeles, 1962-Los Ángeles, 2021

Escritor de ciencia-ficción de granéxito, Zach Sodenstern es el creador dela saga de Gunther O’Connell y de lasaga del Cuarto Reich y de la saga deGunther O’Connell y el Cuarto Reich,que es cuando ambas sagas se funden enuna o cuando Gunther O’Connell, elpandillero y posteriormente líderpolítico de la Costa Oeste consigue

penetrar en el mundo subterráneo delCuarto Reich del Medio Oestenorteamericano.

Más de diez novelas avalan las dosprimeras sagas y tres, una de ellasinconclusa, la tercera y última. Algunosde estos relatos son verdaderamentenotables. Una casita en Napa (inicio dela saga de Gunther O’Connell, 1987)describe con sequedad un mundodesmesurado: el de la hiperviolenciainfantil y juvenil, sin dar leccionesmorales ni proponer soluciones alproblema. La novela aparentemente esuna sucesión sólo interrumpida por lapalabra fin de situaciones desagradables

y agresivas. A simple vista no pareceuna novela de ciencia-ficción. Sólo lossueños o las visiones del adolescenteGunther O’Connell la tiñen con un ciertobarniz profético y fantástico. En suspáginas no hay vuelos espaciales nirobots ni adelantos científicos; por elcontrario, la sociedad que describeparece haber retrocedido en la escala dela civilización.

Candace (1990) es la segundaentrega de la saga de GuntherO’Connell. El adolescente se haconvertido en un hombre de veinticincoaños decidido a cambiar su vida y lavida de los demás. La novela cuenta las

peripecias de Gunther O’Connell comoobrero de la construcción, su amor poruna mujer llamada Candace, un pocomayor que él y casada con un policíacorrupto. En las primeras páginasaparece el perro de O’Connell, unpastor alemán mutante y vagabundo, conpoderes telepáticos y tendencias nazis, yen las últimas cincuenta el lectorcomprende que en California haocurrido el gran terremoto y que enEstados Unidos ha habido un golpe deEstado.

Revolución y La Catedral deCristal son los títulos de la tercera ycuarta entrega de la saga. En Revolución

básicamente se consignan los diálogosde O’Connell con su perro Flip yalgunas aventuras marginales ehiperviolentas en la derruida LosÁngeles. La Catedral de Cristal es unrelato sobre Dios, los predicadoresfundamentalistas y el sentido último dela vida. Sodenstern nos pinta aO’Connell como un hombre sereno peroensimismado, que carga con la calaverade su gran amor (Candace, asesinadapor su marido en la segunda novela delciclo) en un saquito permanentementeatado a su cintura, nostálgico de losprogramas de televisión (que recuerdacon una fidelidad sospechosa) y amigo

únicamente de su perro. Éste, por suparte, ha ganado cada vez másprotagonismo: las aventuras de Flip ylos pensamientos de Flip constituyensubnovelas dentro de la novela.

Los Cefalópodos y Guerreros delSur ponen el broche final a la saga deO’Connell. En la primera se consignanel viaje y posteriores aventuras deO’Connell y Flip en San Francisco(dominado enteramente porhomosexuales y lesbianas). EnGuerreros del Sur se narra el choqueentre los sobrevivientes de California yuna masa de millones de mexicanoshambrientos que marchan desde el sur

devorándolo todo a su paso. La novelarecuerda, por momentos, la pugna entreromanos y bárbaros en los límites delImperio.

El Control de los Mapas inicia lasaga del Cuarto Reich. La novela, llenade apéndices, mapas, índicesonomásticos incomprensibles, sepropone como un texto interactivo,aunque el lector razonable apenas utiliceesta variante de lectura. La accióntranscurre básicamente en Denver yotras ciudades del Medio Oeste. No hayun personaje principal. Cuando noparece un caos se asemeja a unacolección de cuentos salvajemente

hilvanados entre sí. Nuestro Amigo B yLas Ruinas de Pueblo siguen la mismatónica. Los personajes son designadoscon una letra o con un número, los textosparecen no un puzzle desquiciado sinoun fragmento de un puzzle desquiciado.El Cuarto Reich de Denver aunquepresentado y vendido como una novelaen realidad es una guía para leer las tresentregas precedentes. Los Simbas,última entrega antes de fundir la saga delCuarto Reich con la saga de GuntherO’Connell, es un manifiesto soterradocontra negros, judíos e hispanos quesufrió lecturas diversas ycontradictorias.

Considerado un autor de culto y convarias novelas llevadas al cine,Sodenstern relata en sus tres últimasobras el viaje iniciático de GuntherO’Connell hacia los territorios delcentro del continente americano y elposterior encuentro con los misteriososdirigentes del Cuarto Reich. LosGángsters-Murciélagos narra el pasode O’Connell y Flip por las Rocallosas.Anita consigna el reencuentro del amorentre un O’Connell ya viejo y unaréplica adolescente de su antigua noviaCandace y que en realidad constituyeuna paráfrasis de la situaciónsentimental de Sodenstern en aquel

momento, enamorado como unadolescente de una joven estudiante dela Universidad de Los Ángeles. A narrala incursión final de O’Connell en elinterior del Cuarto Reich y su posteriorelección como líder de éstos.

En los planes de Sodenstern la sagade O’Connell y el Cuarto Reichconstaría de cinco novelas. De las dosúltimas sólo se encontraron bocetos,papeles con listas indescifrables. Lacuarta iba a llamarse La Llegada e iba atratar sobre la larga vigilia deO’Connell, Anita, Flip y los miembrosdel Cuarto Reich a la espera delnacimiento de un nuevo mesías. La

última, sin título, probablemente iba adesarrollar las consecuencias mundialesque la aparición del mesías traeríaconsigo. En una nota suelta en suordenador Sodenstern sugiere que elnuevo mesías podría ser el hijo de Flip,pero todo hace pensar que fue un apuntesin mayor trascendencia.

GUSTAVO BORDA

Guatemala, 1954-Los Ángeles, 2016

El más grande y el más desgraciadode los autores de ciencia-ficciónguatemaltecos tuvo una infancia yadolescencia campesina. Hijo delcapataz de la hacienda Los Laureles, labiblioteca de los patrones de su padre leproporcionó las primeras lecturas y lasprimeras humillaciones. Ambas, lecturasy humillaciones, no escasearían a lolargo de su vida.

Le gustaban las mujeres rubias y su

apetito era insaciable, legendario, fuentede mil chistes y bromas pesadas.Propenso al amor y al amor propio, suvida fue ciertamente un rosario dehumillaciones que supo llevar con laentereza de una fiera herida. Abundanlas anécdotas californianas (en la mismamedida en que escasean las anécdotasguatemaltecas en donde llegó a serconsiderado, si bien no por muchotiempo, el escritor nacional): se diceque era el blanco predilecto de todos lossádicos de Hollywood; que se enamoróde al menos cinco actrices, cuatrosecretarias, siete camareras y que portodas fue rechazado con grave perjuicio

para su dignidad personal; que en másde una ocasión lo golpearon brutalmentelos hermanos, los amigos o los noviosde las mujeres de las que se enamoraba;que a sus amigos les complacía hacerlobeber hasta reventar y que luego lodejaban tirado en cualquier parte; quefue estafado por su agente literario, porsu casero, por su vecino (el guionista yescritor de ciencia-ficción mexicanoAlfredo De María); que su presencia enreuniones y congresos de escritores deciencia-ficción norteamericanosconstituía el blanco de los sarcasmos, eldesprecio (Borda, al contrario que lamayoría de sus colegas, carecía de los

más elementales conocimientoscientíficos; su ignorancia en el campo dela astronomía, la astrofísica, la físicacuántica, la informática, era proverbial)y la befa; que su simple existencia, enfin, solía hacer aflorar de inmediato losinstintos más bajos y más ocultos en lagente que por una u otra causa secruzaba en su vida.

No hay constancia, no obstante, deque nada lo desmoralizara. En susDiaños les echa la culpa de todo a losjudíos y a los usureros.

Gustavo Borda medía a duras penasun metro cincuenta y cinco centímetros,era moreno, de pelo negro y tieso y de

dientes enormes y muy blancos. Suspersonajes, por el contrario, son altos,rubios, de ojos azules. Las navesespaciales que aparecen en sus novelasllevan nombres alemanes. Sustripulantes también son alemanes. Lascolonias espaciales se llaman NuevoBerlín, Nueva Hamburgo, NuevoFrankfurt, Nuevo Koenigsberg. Y supolicía cósmica viste y se comportacomo seguramente hubieran vestido y sehubieran comportado las SS de haberpodido sobrevivir hasta el siglo XXII.

Por lo demás sus argumentossiempre fueron convencionales: jóvenesque emprenden un viaje iniciático, niños

perdidos en la inmensidad del cosmosque encuentran a viejos navegantesllenos de sabiduría, historias fáusticasde pactos con el diablo, planetas endonde es posible encontrar la fuente dela eterna juventud, civilizacionesperdidas que siguen subsistiendo deforma secreta.

Vivió en Ciudad de Guatemala y enMéxico, en donde desempeñó todo tipode trabajos. Sus primeras obras pasaroncompletamente desapercibidas.

Tras la traducción al inglés de sucuarta novela, Crímenes sin resolver enCiudad-Fuerza, se convirtió en escritorprofesional y se trasladó a vivir a Los

Ángeles, ciudad que ya no abandonaría.En cierta ocasión, preguntado por

qué sus historias tenían ese componentegermánico tan extraño en un autorcentroamericano, contestó: Me hanhecho tantas perrerías, me hanescupido tanto, me han engañadotantas veces que la única manera deseguir viviendo y seguir escribiendoera trasladarme en espíritu a un sitioideal… A mi manera soy como unamujer en un cuerpo de hombre...

Magos, mercenarios,miserables

SEGUNDO JOSÉHEREDIA

Caracas, 1927-Caracas, 2004

Hombre de carácter impulsivo ysanguíneo, en su juventud recibió elmote de Sócrates por la afición quemostraba a discutir interminablementesobre los temas más variados. Élprefería compararse a sí mismo conRichard Burton y T. E. Lawrence.Escribió, como aquéllos, tres novelas deaventuras: El sargento P (1955), la

historia de un ex combatiente de lasWaffen SS perdido en la selvavenezolana en donde se dedica a ayudara una misión de monjas en conflictopermanente con el gobierno, con losindios y con los aventureros que pueblanla región; Señales Nocturnas (1956),novela sobre los albores de la aviaciónen Venezuela y para cuya redacciónaprendió no sólo a pilotar una avionetasino también a saltar en paracaídas, y LaConfesión de la Rosa (1958), en dondela aventura se priva de los grandesespacios de la patria, concentrándose enel interior de un sanatorio mental eincluso en el interior de las cabezas de

los pacientes, con abundante uso delmonólogo interior, de los puntos de vistadiversos y de una jerga médico-detectivesca ampliamente aplaudida ensu momento.

En los años siguientes dio variasveces la vuelta al mundo, dirigió dospelículas y se rodeó de un grupo dejóvenes caraqueños interesados en laliteratura con los que fundó la revistaSegundo Round, publicación bimensualque se interesaba tanto por las bellasartes como por algunos deportes(alpinismo, boxeo, rugby, fútbol, hípica,béisbol, atletismo, natación, caza ypesca mayor), siempre tratados desde un

punto de vista literario y aventurero porlas mejores plumas que Segundo JoséHeredia podía reunir.

En 1970 publica su cuarta y últimanovela, considerada por él mismo comosu obra magna: Saturnal, la historia dedos jóvenes amigos que a lo largo deuna semana de viaje por Franciapresencian los actos más atroces de susvidas sin saber a ciencia cierta si setrata de un sueño o de la realidad. Lanovela no está exenta de violaciones,escenas de sadismo sexual y laboral,incestos, empalamientos, sacrificioshumanos en cárceles en donde elhacinamiento ha alcanzado los límites,

complicadísimos asesinatos en la líneade Conan Doyle, descripcionescoloridas y veristas de cada uno de losbarrios de París, amén de uno de losretratos femeninos, el de Elisenda, laantagonista de los dos jóvenes, máslogrados y estremecedores de lanarrativa venezolana de la segundamitad del siglo XX.

Saturnal, que durante algún tiempollegó a estar prohibida en Venezuela,conoció dos reediciones en diferenteseditoriales sudamericanas y luego cayóen un olvido del que su autor no quisorescatarla.

En los sesenta fundó una Comuna

Aria Naturalista («nudista» según susdetractores) en las cercanías deCalabozo, en el estado de Guárico, deefímera existencia.

En los últimos años apenas siconcedía algo de importancia a su vidacivil y ninguna a su obra literaria.

AMADO COUTO

Juiz de Fora, Brasil, 1948-París, 1989

Couto escribió un libro de cuentosque ninguna editorial aceptó. El libro seperdió. Luego entró a trabajar en losEscuadrones de la Muerte y secuestró yayudó a torturar y vio cómo mataban aalgunos pero él seguía pensando en laliteratura y más precisamente en lo quenecesitaba la literatura brasileña.Vanguardia, necesitaba, letrasexperimentales, dinamita, pero no comolos hermanos Campos que le parecían

aburridos, un par de profesorazosdesnatados, ni como Osman Lins que leparecía francamente ilegible (¿entoncespor qué publicaban a Osman Lins y nosus cuentos?), sino algo moderno peromás bien tirando para su parcela, algopolicíaco (pero brasileño, nonorteamericano), un continuador deRubem Fonseca, para entendernos. Éseescribía bien aunque decían que era unhijo de puta, a él no le constaba. Un díapensó, mientras esperaba con el cocheen un descampado, que no sería malaidea secuestrar y hacerle algo aFonseca. Se lo dijo a sus jefes y éstos loescucharon. Pero la idea no se llevó a

cabo. Meter a Fonseca en el corazón deuna verdadera novela nubló e iluminólos sueños de Couto. Los jefes teníanjefes y en alguna parte de la cadena elnombre de Fonseca se evaporaba,dejaba de existir, pero en su cadenaprivada el nombre de Fonseca cada vezera mayor, más prestigioso, más abiertoy receptivo a su entrada, como si lapalabra Fonseca fuera una herida y lapalabra Couto un arma. Así que leyó aFonseca, leyó la herida hasta que éstaempezó como a supurar, y luego cayóenfermo y sus compañeros lo llevaron aun hospital y dicen que deliró: vio lagran novela policíaco-brasileña en un

pabellón de hepatología, la vio condetalles, con trama, nudo y desenlace yle pareció que estaba en el desierto deEgipto y que se acercaba como una ola( é l era una ola) a las pirámides enconstrucción. Escribió, pues, la novela yla publicó. La novela se llamaba Nadaque decir y era una novela policíaca. Elhéroe se llamaba Paulinho y a veces erael chófer de unos señores y otras vecesera un detective y otras un esqueleto quefumaba en un pasillo escuchando gritoslejanos, un esqueleto que entraba a todaslas casas (a todas no, sólo a las casas dela clase media o de los pobres desolemnidad) pero que nunca se acercaba

demasiado a las personas. Publicó lanovela en la colección Pistola Negra,que editaba policíacos norteamericanos,franceses y brasileños, más brasileñosúltimamente porque escaseaba el dineropara pagar royalties. Y sus compañerosleyeron la novela y casi ninguno laentendió. Para entonces ya no salían encoche juntos ni secuestraban nitorturaban aunque alguno todavíamataba. Tengo que despegarme de estagente y ser escritor, escribió en algunaparte Couto. Pero era trabajoso. Una vezintentó ver a Fonseca. Según Couto, semiraron. Qué viejo está, pensó, ya no esMandrake ni es nadie, pero se hubiera

cambiado por él aunque fuera sólo unasemana. También pensó que la miradade Fonseca era más dura que la suya. Yovivo entre pirañas, escribió, pero donRubem Fonseca vive en una pecera detiburones metafísicos. Le escribió unacarta. No recibió contestación. Así queescribió otra novela, La ÚltimaPalabra, que le publicó Pistola Negra yque ponía en escena otra vez a Paulinhoy que en el fondo era como si Couto sedesnudara delante de Fonseca sin ningúnpudor, como si le dijera aquí estoy yo,solo, cargando con mis pirañas mientrasmis compañeros recorren las callescéntricas, de madrugada, como los

hombres del saco llevándose niños, elmisterio de la escritura. Y aunqueprobablemente supo que Fonseca jamásleería sus novelas, siguió escribiendo.E n La Última Palabra aparecían másesqueletos. Paulinho ya casi todo el díaera un esqueleto. Sus clientes eranesqueletos. La gente con la que Paulinhoconversaba, follaba, comía (aunque porregla comía solo), también eranesqueletos. Y en la tercera novela, LaMudita, las principales ciudades delBrasil eran como esqueletos enormes, ytambién los pueblos eran comoesqueletos pequeños, esqueletosinfantiles, y a veces hasta las palabras

se habían metamorfoseado en huesos. Yya no escribió más. Alguien le dijo quesus compañeros de la recogida estabandesapareciendo, le entró miedo, es decirle entró más miedo al cuerpo. Intentóvolver tras sus pasos, encontrar carasconocidas, pero todo había cambiadomientras él escribía. Algunosdesconocidos empezaban a hablar de susnovelas. Uno de ellos podría haber sidoFonseca, pero no era. Lo tuve en mismanos, anotó en su diario antes dedesaparecer como un sueño. Después sefue a París y allí se ahorcó en un cuartodel hotel La Grèce.

CARLOS HEVIA

Montevideo, 1940-Montevideo, 2006

Autor de una monumental y amenudo mixtificadora biografía sobresan Martín donde, entre otras cosas, sedice que éste era uruguayo. Tambiénescribió relatos, recogidos en elvolumen Los Mares y las Oficinas, ydos novelas: El Premio de Jasón, unafábula que propone que la vida en laTierra es el resultado de un fallidoconcurso televisivo intergaláctico, yMontevideanos y Bonaerenses, novela

de amigos y de exhaustivasconversaciones de madrugada.

Su vida estuvo ligada al periodismotelevisivo en donde ocupó puestossubalternos y ocasionalmente deredactor jefe.

Durante algunos años vivió en Parísen donde conoció las teorías de laRevista de Historia Contemporánea,que lo marcarían definitivamente. Fueamigo y traductor del filósofo francésÉtienne de Saint Étienne.

HARRY SIBELIUS

Richmond, 1949-Richmond, 2014

La lectura de Norman Spinrad y dePhilip K. Dick y tal vez la posteriorreflexión sobre un cuento de Borgesllevaron a Harry Sibelius a escribir unade las obras más complicadas, densas yposiblemente inútiles de su tiempo. Lanovela, pues se trata de una novela y node un libro de historia, es en aparienciasimple. Su presupuesto es el siguiente:Alemania, aliada con Italia, España y laFrancia de Vichy, vence a Inglaterra en

el otoño de 1941. El verano del añosiguiente es lanzado un ataque de cuatromillones de soldados contra la UniónSoviética. Ésta capitula en 1944, salvoreductos siberianos que prosiguen unaguerra de baja intensidad. En laprimavera de 1946 tropas europeas porel este y japonesas por el oeste atacan alos Estados Unidos. En el invierno de1946 caen Nueva York, Boston,Washington, Richmond, San Francisco,Los Ángeles; la infantería y los panzeralemanes cruzan los Apalaches; loscanadienses retroceden hacia el interiordel país; el gobierno de los EstadosUnidos se instala en Kansas City y la

derrota planea en todos los frentes. En1948 se produce la capitulación. Alaska,una parte de California y una parte deMéxico pasan a Japón. El resto formaparte de la América ocupada porAlemania. Todo lo anterior HarrySibelius lo explica a desgana en las diezprimeras páginas introductorias. Estaintroducción (en realidad una suerte defechas clave para situar rápidamente allector en la historia) se titula Vuelo depájaro. A partir de aquí comienza lanovela, El Verdadero Hijo de Job , 1.333 páginas, espejo negro de La Europade Hitler, de Arnold J. Toynbee.

El libro está estructurado siguiendo

como modelo la obra del historiadoringlés. La segunda introducción (enrealidad, el auténtico prólogo) se titulaLa inaprensibilidad de la Historia,exactamente igual que el prólogo deToynbee; la frase de éste: «La visión delhistoriador está condicionada siempre yen todas partes por su propia ubicaciónen el tiempo y en el espacio; y como eltiempo y el espacio están cambiandocontinuamente, ninguna historia, en elsentido subjetivo del término, podrá sernunca un relato permanente que narre, deuna vez y para siempre, todo de unamanera tal que sea aceptable para loslectores de todas las épocas, ni siquiera

para todas las partes de la Tierra»constituye uno de los motivos dereflexión sobre los que gira el prólogode Sibelius; las intenciones de éste, porsupuesto, difieren de las de Toynbee. Elprofesor británico en última instanciatrabaja para que el crimen y laignominia no caigan en el olvido. Elnovelista virginiano por momentosparece creer que en algún lugar «deltiempo y del espacio» aquel crimen seha asentado victorioso y procede, portanto, a inventariarlo.

La primera parte del libro deToynbee se titula La Estructura Políticade la Europa de Hitler, la de Sibelius

La Estructura Política de la Américade Hitler, ambas constan de seiscapítulos, pero lo que en Toynbee es larealidad en Sibelius es un reflejodistorsionado en medio de un caos dehistorias. Sus personajes, que enocasiones parecen extraídosdirectamente de una novela rusa(Guerra y Paz era uno de sus librospreferidos) y en ocasiones de un cortode dibujos animados, se mueven, hablan,viven, aunque en numerosas ocasionesno tengan la más mínima continuidad, encapítulos tan antinovelescos como elc ua r t o , Administración, en dondeSibelius imagina prolijamente la vida en

1 ) los territorios incorporados, 2) losterritorios colocados bajo un jefe deadministración civil, 3) los territoriosagregados, 4) los territorios ocupados,y 5) las «Zonas de Operaciones».

No es raro que a un personaje lededique veinte páginas y además veintepáginas únicamente para presentarloante el lector con sus característicasfísicas, morales, sus gustosgastronómicos y deportivos, susambiciones y frustraciones y luego noaparezca más a lo largo de la novela, yque otros personajes a quienes apenasnombra como de pasada, reaparezcanuna y otra vez, en sitios geográficamente

distantes y en ocupaciones disímilescuando no claramente excluyentes yantagónicas. Sus descripciones delfuncionamiento de la maquinariaburocrática son implacables. El capítulocuarto de la segunda parte, Lostransportes, subdividido en a) Lasituación de los transportes alemanes yamericanos al estallar la guerra, b)Los efectos de la situación militarcambiante sobre los transportesalemanes y americanos, c) Los métodosalemanes de control de los transportesen toda América y d) Organizaciónalemana de los transportesamericanos, 250 páginas en total,

resulta abrumador para cualquier lectorno cualificado.

Sus historias no siempre sonoriginales. Sus personajes casi nunca.En el capítulo tercero de la segundapar te , La industria y las materiasprimas, podemos encontrar a HarryMorgan y Robert Jordan, de Hemingwayjunto con figuras de Robert Heinlein yargumentos del Reader’s Digest . En elcapítulo séptimo, Las finanzas, apartadob , La explotación alemana de lospaíses extranjeros, el lector avisadoreconocerá (¡en ocasiones Sibelius nisiquiera se toma la molestia decambiarles el nombre!) a varios

Sartorius, Benbow y Slopes de Faulkner(en Las Reichkreditkassen), a Bambi deWalt Disney y a Myra Breckinridge yJohn Cave de Gore Vidal (en Laincautación del oro y de los bienesextranjeros), a Scarlett O’Hara y RhettButler junto con los Hersland y losDehning de Gertrude Stein —lo quelleva a preguntarse a un crítico mordazsi es Sibelius el único americano que haleído The Making of Americans— (enLos costos de ocupación y otrasexacciones de tributos), a variospersonajes de John Dos Passos junto conHolly Golightly de Capote y Ripley,Charles Bruno y Guy Daniel Raines de

Patricia Highsmith (en Los acuerdos deClearing), a Sam Spade de Hammet y aEliot Rosewater, Howard Campbell yBokonon de Kurt Vonnegut (en Lamanipulación de los tipos de cambio) ya Amory Blaine, el Gran Gatsby yMonroe Starr de Scott Fitzgerald juntocon poemas de Robert Frost y WallaceStevens, es decir personajes más bienabstractos, sesgados, compuestos deluces y de sombras (en El controlalemán de la banca americana).

Sus historias, las mil historias que secruzan sin causa ni efecto aparente en ElVerdadero Hijo de Job , no obedecen aningún dictado, no pretenden (como

absurdamente supuso un crítico deNueva York cuando la comparó conGuerra y Paz) dar una visión deconjunto. Las historias de Sibeliussuceden porque suceden, sin más, frutode un azar liberado a su propia potencia,soberano, fuera del tiempo y del espaciohumanos, diríase en los albores de unanueva edad en donde la percepciónespacio-temporal comienza ametamorfosearse e incluso a abolirse.Sibelius nos habla del ordenamientopolítico, económico y militar de lanueva América y es inteligible. Noshabla del nuevo ordenamiento religioso,racial, judicial, industrial con

objetividad y claridad. Su fuerte es laAdministración. Pero cuando suspersonajes, prestados o no, cuando sushistorias, prestadas o no, invaden y sesuperponen a la maquinaria burocráticaque con tanto esfuerzo ha levantado escuando alcanza, entonces sí, las másaltas cotas narrativas. En la confusión desus historias —en la inevitabilidad deéstas— se encuentra el mejor Sibelius.

E l único Sibelius, al menos en loque a la literatura respecta.

Tras la publicación de su novela seretiró tan silenciosamente como habíallegado. Escribió artículos en variasrevistas y fanzines de wargames de los

Estados Unidos. Y colaboró en eldiseño de algunos juegos: un Antietam,un Chancellorsville, un Gettysburgoperacional, un Wilderness 1864táctico, un Shiloh, un Bull Run…

Las mil caras de MaxMirebalais

MAX MIREBALAIS,alias MAX

KASIMIR, MAXVON HAUPTMANN,MAX LE GUEULE,

JACQUESARTIBONITO

Puerto Príncipe, 1941-Les Cayes, 1998

Probablemente se llamaba MaxMirebalais aunque a ciencia cierta su

nombre real no se sabrá nunca. Susinicios en la literatura fueronmisteriosos: un buen día apareció en lasoficinas del director de un periódico yal día siguiente ya estaba recorriendolas calles en busca de noticias o, más amenudo, realizando encargos y recadospara sus superiores. Su aprendizajeestuvo marcado a fuego lento por lasmiserias y servidumbres del periodismohaitiano. Su espíritu perseverante lo hizoacceder, al cabo de dos años, al puestode ayudante del redactor de notas desociedad en El Monitor de PuertoPríncipe en donde paseó sudeslumbramiento y perplejidad por las

fiestas y saraos de las mejores casas dela capital. No cabe duda que desde elprimer momento quiso formar parte deese mundo. Pronto comprendió que sóloexistían dos maneras de acceder a él:mediante la violencia abierta, que novenía al caso pues era un hombreapacible y nervioso al que repugnabahasta la vista de la sangre, o mediante laliteratura, que es una forma de violenciasoterrada y que concede respetabilidady en ciertos países jóvenes y sensibleses uno de los disfraces de la escalasocial.

Optó por la literatura y optó porevitarse los arduos años de aprendizaje.

Sus primeros poemas, publicados en lahoja cultural de El Monitor, son uncalco de los trabajos de Aimé Césaire ytuvieron cierta resonancia negativa entrealgunos intelectuales de Puerto Príncipeque se burlaron abiertamente del jovenpoeta.

Los siguientes plagios demostraronque la lección había sido aprendida:esta vez el poeta imitado fue RenéDepestre y el resultado consiguió si noel aplauso unánime, sí la consideraciónde algunos profesores y críticos queauguraron un brillante futuro para elbisoño escritor.

Hubiera podido seguir con Depestre,

pero Max Mirebalais no era tonto ydecidió multiplicar las voces de susfuentes: con paciencia artesanal yquitándose horas de sueño plagió aAnthony Phelps y Davertige, y creó suprimer heterónimo, Max Kasimir, primode Max Mirebalais, a quien le adjudicólos poemas de quienes se habían mofadode él en sus inicios literarios:Philoctète, Morisseau y Legagneur,miembros fundadores del grupo Haïti-Littéraire. Igual suerte correrían lospoetas Lucien Lemoine y JeanDieudonné Garçon.

Con el paso del tiempo se convirtióen un experto en el arte de desmenuzar

un poema ajeno hasta hacerlo propio.No tardó, envanecido, en intentar elasalto del mundo. La poesía francesa leofrecía un coto de caza infinito perodecidió comenzar con algo máspróximo. Su plan, lo dejó anotado enalguna parte, consistía en agotar todaslas expresiones de la negritud.

Así, tras exprimir y descartar a másde veinte autores cuyos libros,difícilísimos de encontrar, la LibreríaFrancesa Apollinaire ponía a sudisposición de forma gratuita, decidióadjudicar a Mirebalais los poetasmartiniqueses Georges Desportes yÉdouard Glissant y a Max Kasimir los

poetas Flavien Ranaivo, de Madagascar,y Léopold-Sédar Senghor del Senegal.En el plagio de este último su artealcanzó cimas de perfección: nadie sedio cuenta que los cinco poemas queMax Kasimir publicó en El Monitor dela segunda semana de septiembre de1971 eran textos que Senghor habíapublicado en Hosties noires (Seuil,1948) y Ethiopiques (Seuil, 1956).

El poder se fijó en él. El periodistade la página de sociales siguiócubriendo, con más ímpetu si cabe, lossaraos de Puerto Príncipe pero ahora erarecibido por los anfitriones y presentadoindistintamente (para confusión de

algunos invitados iletrados) comonuestro apreciado poeta Max Mirebalaiso como nuestro querido poeta MaxKasimir o, costumbre que siguieronalgunos militares campechanos, comonuestro dilecto vate Kasimir Mirebalais.Su recompensa no tardó en llegar: le fueofrecido el cargo de agregado culturalen Bonn y partió para Europa. Era laprimera vez que salía del país.

La vida en el extranjero resultóhorrible. Tras una serie interminable deenfermedades que lo mantuvieronhospitalizado más de tres meses, decidiócrear un nuevo heterónimo: el poetamitad alemán y mitad haitiano Max von

Hauptmann. Esta vez los autoresimitados fueron Fernand Rolland, PierreVasseur-Decroix y Julien Dunilac,poetas a quienes estimó poco conocidosen Haití. Sobre sus textos, manipulados,maquillados, metamorfoseados, selevantó la figura de un bardo quehurgaba y cantaba la magnificencia de laraza aria y de la raza masai a partesiguales. Después de tres rechazos unaeditorial parisina decidió publicar lospoemas. El éxito de Von Hauptmann fueinmediato. Así, mientras Mirebalaispasaba los días intentando matar elaburrimiento que le producía su trabajoen la embajada o se sometía a revisiones

médicas interminables, en algunoscírculos literarios parisinos se leempezaba a conocer como el Pessoabizarro del Caribe. Por supuesto, nadiese dio cuenta (ni siquiera los poetasplagiados, ya que no resulta ilícitosuponer que alguno leyera los curiosostextos de Von Hauptmann) del engaño.

Ser un poeta nazi y no renunciar acierto tipo de negritud parecióentusiasmar a Mirebalais. Decidióprofundizar en la obra creativa de VonHauptmann. Comenzó por aclarar —oconfundir— la historia desde elprincipio. Von Hauptmann no era elheterónimo de Mirebalais. Mirebalais

era el heterónimo de Von Hauptmann. Supadre, dijo, había sido sargento de laFlota de Submarinos de Doenitz,náufrago en las costas haitianas, unRobinson atrapado en un país hostil,protegido por los pocos masai quevieron en él a un amigo. Luego su padredesposó a la más hermosa de lasmuchachas masai y en 1944 nació él(mentira, había nacido en 1941, pero lafama lo tenía cegado y puesto a mejorarla realidad quiso de paso regalarse tresaños extra de juventud). Los franceses,como es lógico, no le creyeron perotampoco le tomaron a mal laextravagancia. Todos los poetas, y

quiénes mejor que los franceses parasaberlo, inventan su pasado. Entre loshaitianos las reacciones fueron distintas.Hubo quienes lo trataron como a unmonigote indigno. Y hubo quienes seinventaron, de golpe, padres o abuelosalemanes, ingleses, franceses, náufragoso aventureros olvidados en algún rincónde la isla. De la noche a la mañana elfenómeno Mirebalais-Von Hauptmann seextendió entre las clases pudientes comoun virus. Los poemas de Von Hauptmannse publicaron en Puerto Príncipe, lasafirmaciones masai (en un país en dondeprobablemente nadie desciende de losmasai) se multiplicaron con su añadido

de leyendas e historias familiares, eincluso un par de acólitos de la NuevaIglesia Protestante se dieron maña yplagiaron, sin mucho éxito, al plagiador.

Sin embargo la fama en el trópico noes duradera. A su vuelta de Europa lamoda Von Hauptmann había sidoolvidada. El poder real —la dinastíaDuvalier, las pocas familias adineradasy los militares— tenían asuntos másimportantes que tratar que aquellos quepromovía la imagen ideal del falsocuarterón. El orden y la lucha contra elcomunismo, comprobó con pesar unMirebalais aún deslumbrado por el solde Haití, pesaban más que la raza aria,

la raza masai y su común destino en louniversal. Pero lejos de amilanarse sepreparó para lanzar al mundo, con ungesto de soberbia, un nuevo heterónimo.Así nació Max Le Gueule, flor de laorfebrería del plagio, compendio depoetas quebequeses, tunecinos,argelinos, marroquíes, libaneses,cameruneses, congoleños,centroafricanos y nigerianos (amén delpoeta de Mali Siriman Cissoko y delguineano Keita Fodeba, en cuyas obras,amablemente prestadas por el viejolibrero maníaco depresivo de laLibrería Francesa Apollinaire, entróululando y salió temblando).

El resultado fue óptimo. Larespuesta de los lectores fue inexistente.

Tocado en su amor propio,Mirebalais invernó durante algunos añosen la Redacción de Sociales de ElMonitor, que cada vez era más escasa yfantasmal, labor que compaginó con unoscuro puesto en la CompañíaTelefónica de Haití, ya que el trabajo enla prensa no permitía, como antes, lamera subsistencia.

Los años de relegamiento fuerontambién años de estudio. Creció la obrapoética de Mirebalais, creció la deKasimir, la de Von Hauptmann y la deLe Gueule. Los poetas se hicieron más

profundos, las diferencias entre loscuatro quedaron marcadas con claridad(Von Hauptmann como el cantor de laraza aria, un nazi mulato a ultranza; LeGueule como el hombre pragmático porexcelencia, duro y pro militar;Mirebalais como lírico, el patriota quelevantaba los espectros de ToussaintL’Overture, Dessalines y Christophe;Kasimir, por el contrario, como elpaisajista de la negritud y el país natal,el bardo de África y de los tam-tam).También sus semejanzas: todos amabanapasionadamente Haití y el orden y lafamilia. En materia de religión habíanpuntos de discordia: mientras Le Gueule

y Mirebalais eran católicos y bastantetolerantes, Kasimir practicaba el ritovudú y Von Hauptmann era vagamenteprotestante e intolerante. Los hizopelearse (sobre todo a Von Hauptmann ya Le Gueule, que eran dos gallitos) y loshizo reconciliarse. Se entrevistaronmutuamente. El Monitor publicó algunade estas entrevistas. No es descabelladopensar que tal vez Mirebalais soñóalguna noche de inspiración y ambicióncon formar él solo la poesía haitianacontemporánea.

Recluido al ámbito de lo pintoresco(aun en una literatura, la oficial delrégimen haitiano, en donde todo era, por

lo menos, pintoresco) Mirebalais intentóun último asalto a la fama o a larespetabilidad.

La literatura, en su soportedecimonónico, ya no interesaba a lagente, pensó. La poesía se estabamuriendo. La novela todavía no, pero élno sabía escribir novelas. Hubo nochesen que lloró de rabia. Después buscóuna solución y no cejó hasta encontrarla.

Durante su larga experiencia decronista de sociedad había conocido aun guitarrista extraordinario y muy jovendel que se decía era amante de uncoronel de la policía y que malvivía enlos barrios bajos de Puerto Príncipe.

Cultivó su amistad, al principio sin unplan prefijado, por el puro gusto deescucharlo tocar. Después le propusoformar un grupo musical. El jovenaceptó.

Así nace el último heterónimo deMirebalais: Jacques Artibonito,compositor y cantante. Sus letras sonplagios de Nacro Alidou, poeta del AltoVolta, Gottfried Benn, poeta alemán,Armand Lanoux, poeta francés. Losacordes son obra de su propioguitarrista, Eustache Descharnes, quienle cede la autoría quién sabe a cambiode qué.

La carrera del dueto es irregular.

Mirebalais no tiene voz pero se empeñaen cantar. No tiene sentido del ritmopero se empeña en bailar. Graban undisco. Eustache, que lo sigue a todaspartes con una docilidad que pareceestar de vuelta de todo, más parece unzombi que un guitarrista. Juntos recorrenlos locales de todo Haití: de PuertoPríncipe a Cabo Haitiano, de Gonaivesa Leogane. Al cabo de dos años sólopueden actuar en los tugurios másinfectos del país. Una noche, Eustachese ahorca en la habitación de hotel quecomparte con Mirebalais. Éste pasa unasemana en prisión hasta que se aclara elsuicidio. Al salir recibe amenazas de

muerte. El coronel amigo de Eustache haprometido públicamente darle unalección. En El Monitor ya no lo quierencomo cronista de sociedad. Sus amigosle dan la espalda.

Mirebalais se instala en la soledad.Ejerce los oficios más bajos y prosiguecalladamente en la ejecución de lo quellama «la obra de mis únicos amigos»,los poemarios de Kasimir, VonHauptmann y Le Gueule, cuyas fuentes,por puro orgullo de orfebre o porque ladificultad a esas alturas era una manerade combatir el aburrimiento, diversificahasta metamorfosis insospechadas.

En 1994, mientras visita a un

sargento de la policía militar querecordaba con cariño las notas desociedad de Mirebalais y los poemas deVon Hauptmann, una horda dedesarrapados intenta lincharlo junto conuna comitiva de militares que sedisponía a abandonar el país. Indignado,aterrado, Mirebalais se retira a LesCayes, capital del Departamento delSur, en donde ejercerá de rapsoda debares y de intermediario en los docks.

La muerte lo encontró trabajando enla obra póstuma de sus heterónimos.

Poetasnorteamericanos

JIM O’BANNON

Macon, 1940-Los Ángeles, 1996

Poeta y jugador de fútbol americano,Jim O’Bannon acogió en el mismoespíritu la atracción por la fuerza y elanhelo de las cosas delicadas yperecederas. Sus primeros escarceosliterarios aparecen marcados por unaestética beatnik, tal como lo atestigua suprimer libro de poemas La noche deMacon, publicado en su ciudad natal porla efímera colección de poesía Ciudaden Llamas en el año 1961. Los textos

van precedidos por largas dedicatorias aAlien Ginsberg, Gregory Corso,Kerouac, Snyder, Ferlinghetti. No losconoce personalmente (hasta entoncesnunca ha salido de su Estado natal deGeorgia) pero mantiene con al menostres de ellos una profusa y entusiastarelación epistolar.

Al año siguiente viaja a Nueva Yorken autostop y se reúne con Ginsberg y unpoeta negro en un hotel del Village.Conversan, beben, leen poemas en vozalta. Luego Ginsberg y el negro leproponen hacer el amor. O’Bannon alprincipio no entiende. Cuando uno delos poetas comienza a desnudarlo y el

otro a acariciarlo la terrible verdad seabate sobre él. Durante unos segundosno sabe qué hacer. Luego la emprende apuñetazos con ambos y se marcha. «Nolos maté a patadas —dirá más tarde—porque me dieron pena. »

Pese a la paliza Ginsberg incluirácuatro textos de O’Bannon en unaantología de poetas beatniks que sepublica un año más tarde en NuevaYork. O’Bannon, que ya está de vueltaen Georgia, intenta emprender accioneslegales contra Ginsberg y la editorial.Los abogados lo desaconsejan. Decideentonces regresar a Nueva York y darlepersonalmente una lección. Durante días

O’Bannon recorre la ciudad sin éxito.Más tarde escribirá un poema alrespecto, El Caminante, en donde unángel atraviesa a pie Nueva York sinencontrar ni un solo hombre justo.También escribe su gran poema deruptura con los beatniks, un textoapocalíptico que nos traslada pordiversos escenarios históricos o delalma humana (el sitio de Atlanta por lasfuerzas de Sherman, la agonía de unpastorcillo griego, la vida cotidiana delas pequeñas urbes, las cuevas dehomosexuales, judíos y negros, laespada redentora que pende sobre cadacabeza y que está hecha de una aleación

de metales dorados).En 1963 viaja a Europa tras obtener

la beca Daniel Stone para el Desarrollode Artistas Jóvenes. En París visita aÉtienne de Saint Étienne que le parecesucio y rencoroso. En París, también,conocerá a Jules Albert Ramis, el granpoeta neoclásico francés admirador detodo lo americano, y entre ambos naceráuna amistad duradera. Recorre en uncoche alquilado Italia, Yugoslavia,Grecia. Al acabarse la beca decidecontinuar en París y Jules Albert Ramisle consigue trabajo en un hotel deDieppe propiedad de su familia. El hotelresulta «lo más parecido a un

cementerio», pero le deja muchas horaslibres para escribir; los cielos grises delCanal de la Mancha dan alas a suinspiración; a finales de 1965 unaeditorial casi desconocida de Atlantaacepta, por fin, publicar su segundolibro de poesías, el primero del queO’Bannon está completamentesatisfecho.

Pero no regresa a los EstadosUnidos. Una tarde de lluvia aparece porel hotel una turista de Brunswick,Georgia, la señorita Margaret Hogan. Elflechazo es instantáneo. Al cabo de dossemanas O’Bannon ha dejado el hotel yse halla viajando por tierras españolas

con la que será su primera mujer y únicamusa. El matrimonio civil se celebraseis meses después, en la capital deFrancia, y un emocionado, melancólicoy declamatorio Ramis ejerce de padrinode la joven pareja. Para entonces ellibro de O’Bannon ha sido comentado yreseñado en los medios decomunicación norteamericanos consuerte diversa. Algunos beatniks másoficiosos que oficiales reaccionan condescalificaciones abiertas ante losataques del ex beatnik O’Bannon. Otros,entre ellos Ginsberg, se muestranindiferentes. El libro, La Senda de losBravos, aúna una singular percepción de

la naturaleza (una naturalezaextrañamente vacía, sin vida animal,turbulenta y soberana) con unainequívoca inclinación hacia el insultopersonal, la difamación y el libelo, parano mencionar las amenazas yfanfarronerías varias que recorren cadauno de los poemas. Se habla derenacimiento nacional y no falta el lectorentusiasta que vea en ellos al CarlSandburg de la segunda mitad del sigloXX. La acogida entre los poetas deAtlanta es fría y distante.

En París, mientras tanto, O’Bannonha ingresado en el Club de losMandarines, la asociación literaria que

preside Ramis y que integran de formaexclusiva sus jóvenes discípulos, dos delos cuales trabajan en la traducción deLa Senda de los Bravos cuya edición notardará en aparecer en la mismaeditorial que publica a Ramis y quecontribuirá no poco a cimentar la famade O’Bannon entre la críticanorteamericana de poesía, siempreatenta a lo que ocurre allende el océano.

En 1970 O’Bannon regresa a losEstados Unidos y sus libros comienzan adesfilar por los escaparates de laslibrerías con regularidad anual. A LaSenda de los Bravos le sigue Tierra sinlabrar, Las Escaleras de Incendio del

Poema, Conversación con JimO’Brady, Manzanas en la Escalera, LaEscalera del Cielo y del Infierno,Nueva York Revisitado, Los MejoresPoemas de Jim O’Bannon, Los ríos yotros poemas, Los hijos de JimO’Brady en el Amanecer de América,etc.

Vivió de dar conferencias y recitalesa lo largo y ancho del país. Se casó ydivorció cuatro veces aunque siempremantuvo que su único gran amor fueMargaret Hogan. El tiempo apaciguó susinvectivas literarias: desde el poetaduro y sarcástico de «Negativo de JohnBrown» al poeta enfermo y olímpico de

«Homenaje a un perro de la calle Vine»media un abismo. Conservó hasta elfinal su desprecio por los judíos y porlos homosexuales, aunque a los negrospoco a poco comenzaba a aceptarloscuando le llegó la muerte.

RORY LONG

Pittsburgh, 1952-Laguna Beach, 2017

Su padre, el poeta Marcus Long, fuediscípulo y amigo de Charles Olsonquien solía pasar algunos días al año ensu casa de Aserradero, cerca dePhoenix, Arizona, en cuya universidadMarcus Long daba clases de LiteraturaNorteamericana. Unos días agradablesen compañía de uno de los queridosdiscípulos. Y todo hace suponer queOlson sentía también una gran simpatíapor el pequeño Rory y que fue él (y su

padre, claro) quien le enseñó a leer deverdad un libro de poesía y quien le diopersonalmente las primeras clases sobrenon projective verse y projective verse.Otra posibilidad: Rory, escondidodebajo del porche, los escuchaba hablarmientras el crepúsculo de Arizona sefijaba para la eternidad.

En cualquier caso y someramente: elnon projective verse es la versificacióntradicional, la poesía íntima, «cerrada»,en donde siempre nos será posible veralguna de las mezquindades delciudadano poeta, tocándose el ombligo olos huevos o fanfarroneando de susalegrías y desgracias; por el contrario,

e l projective verse, que en ocasionesejemplifican los trabajos de Ezra Poundy William Carlos Williams es la poesía«abierta», la poesía de «energíadesplazada», la poesía cuya técnica deescritura se corresponde con la«composición por campos». En unapalabra, y para perdernos exactamentepor donde Olson se perdió, el projectiveverse es lo contrario del non projectiveverse.

O así lo entendió el pequeño RoryLong. La poesía «cerrada» era Donne yPoe y también Robert Browning yArchibald McLeish; la poesía «abierta»era Pound y Williams (pero no en toda

su obra). La poesía «cerrada» erapersonal, desde el individuo poeta alindividuo lector; la poesía «abierta» eraimpersonal, desde el cazador de lamemoria de la tribu (el poeta) alreceptor de la memoria de la tribu yparte consustancial del devenir de ésta(el lector). Y Rory Long pensó que laBiblia era poesía «abierta» y que lasgrandes masas que se movían o reptabana la sombra del Libro eran los lectoresideales, los hambrientos de la Palabraluminosa. Y no tenía diecisiete añoscuando construyó este edificio vasto yvacío. Pero era enérgico ya entonces yse puso manos a la obra de inmediato.

Había que poblar y explorar el edificio,así que lo primero que hizo fue compraruna Biblia pues en su casa no encontróninguna. Y luego comenzó a memorizarpasajes y pasajes y pasajes y vio queesa poesía le hablaba directamente a sucorazón.

A los veinte se hizo predicador,protegido por la Iglesia de los MártiresVerdaderos de América, y publicó unlibro de poesía que nadie leyó, nisiquiera su padre que era un hombre convocación de Ilustrado y que seavergonzaba de ver a su hijo reptandocon los que reptan a la sombra del granLibro Móvil. Pero ningún fracaso era

capaz de arredrar a Rory Long que porentonces recorría como un huracán lastierras de Nuevo México, Arizona,Texas, Oklahoma, Kansas, Colorado,Utah y vuelta a empezar por NuevoMéxico, como un reloj cuyas agujascorrieran al revés. Y más o menos así sesentía Rory Long, al revés, con las tripasy los huesos al aire, desilusionado deOlson (pero no del projective verse ydel non projective verse) cuyos poemastardó en leer —deslumbrado por lateoría y por su propia ignorancia— yque le resultaron casi un fraude (cuandol e y ó The Maximus Poems estuvovomitando durante tres horas),

desilusionado de la Iglesia de losMártires Verdaderos de América cuyoscomponentes veían la planicie del Libropero no su fuerza centrífuga, veían laplanicie pero no los volcanes y ríossubterráneos, desilusionado de los añosque corrían, los setenta, llenos de tristeshippies y de tristes putas. ¡Hasta pensóen matarse! Pero no lo hizo y siguióleyendo. Y escribiendo: cartas,canciones, piezas teatrales, guiones detelevisión y cine, novelas inconclusas,cuentos, fábulas con animales,argumentos de cómic, biografías,panfletos económicos y religiosos y,sobre todo, poesía, en donde mezclaba

todos los géneros ya citados.Intentó ser impersonal: escribió

guías para turistas del Libro y paranáufragos del Libro. Se hizo dostatuajes: un corazón roto en el brazoderecho que simbolizaba su búsqueda yun libro en llamas en su brazo izquierdoque simbolizaba su oficio. Probó lapoe s í a oral: no los gritos ni lasonomatopeyas ni los juegos de palabrasde zombies semejantes a una tribuparalela al Libro pero no parte de él, nitampoco el susurro del granjerorecordando infancia y amores, sino unavoz que hablaba cálidamente,familiarmente, como un locutor de radio

en el fin del mundo. Y se hizo amigo delocutores de radio, a ver si podíaaprender algo, reconocer la vozimpersonal que recorría las ondas deAmérica. El tono coloquial y dramático.La voz del hombre-todo-ojos que salía avagar hasta encontrar la conciencia delhombre-todo-orejas. Así, los años lovieron pasar de una iglesia a otra y deuna casa a otra, sin publicar (mientrasotros publicaban), sin medrar, peroescribiendo, buceando en las aguascenagosas de la teoría de Olson y deotras teorías, cansado pero con los ojosabiertos, digno hijo (a su pesar) de unpadre poeta.

Cuando por fin emergió delsubterráneo parecía otro. Estaba másflaco (media 1, 85 y pesaba 60 kilos) ymás viejo, pero había encontrado elcamino o al menos algunos atajos que lollevarían con prontitud al Gran Camino.Por entonces predicaba para la IglesiaTexana de los Últimos Días y sus ideaspolíticas, antaño confusas, se habíanordenado. Creía en la necesidad de unaresurrección americana, creía conocerlas características de esa resurrección,que serían distintas a todo lo hastaentonces experimentado, creía en lafamilia americana y en su derecho arecibir el mensaje múltiple verdadero y

en su derecho a no ser envenenada pormensajes sionistas o por mensajesmanipulados por el FBI, creía en laindividualidad y en la necesidad de queEstados Unidos reemprendiera conrenovado vigor la carrera espacial,creía que una enfermedad mortal corroíabuena parte del cuerpo de la Repúblicay que era necesario intervenirquirúrgicamente. Olvidado Olson,olvidado su padre, pero no olvidada lapoesía (publicó un conjunto de relatoscortos, poemas y «pensamientos» quetituló El Arca de Noé y que tuvo éxito),se dedicó a propagar por el suroeste sudoctrina. Y también tuvo éxito. Llegaba.

A través de las ondas, a través degrabaciones de vídeo. Era tan sencillo.Y aunque el pasado cada vez se borrabamás deprisa, a veces pensaba cómohabía sido posible que le costara tantoencontrar el camino verdadero.

Y engordó (llegó a pesar 120 kilos)y ganó dinero y no tardó en marcharse allugar al que se marchaban todos los quetenían dinero. California. En dondefundó la Iglesia Carismática de losCristianos de California. Y susseguidores fueron tantos y era tan fáciltransmitir el Mensaje que incluso tuvotiempo para escribir poemas sarcásticosy poemas humorísticos: textos que lo

hacían reír y que su risa transfiguraba enespejos en donde su rostro se reflejaba,sin mácula, solo en un cuarto texano o encompañía de desconocidos tan gordoscomo él y que se decían sus amigos, susbiógrafos, sus representantes, en cenasbenéficas empotradas en otras cenasbenéficas. Escribió, por ejemplo, unpoema en donde Leni Riefenstahl hacíael amor con Ernst Jünger. Un centenarioy una nonagenaria. Un entrechocar dehuesos y de tejidos muertos. Santo cielo,decía Rory en su gran biblioteca queapestaba, el viejo Ernst la monta sinpiedad y la puta alemana pide más, más,más. Un buen poema: los ojos de la

anciana pareja se encienden con unaluminosidad envidiable, se chupan hastahacer crujir sus viejas mandíbulas, ymiran de reojo al lector mientras danimperceptiblemente la lección. Unalección tan clara como el agua. Hay queacabar con la democracia. ¿Por quéviven tanto los nazis? Fíjate en Hess,que si no se suicida hubiera llegado alos cien. ¿Qué los hace vivir tanto? ¿Quélos hace casi inmortales? ¿La sangrevertida, el vuelo del Libro, laconciencia que ha dado el salto? LaIglesia Carismática de California bajó alos subterráneos. Un laberinto en dondeErnst y Leni follaban y follaban, sin

poderse desayuntar, como dos perros defuego en un valle de ovejas. ¿En un vallede ovejas ciegas? ¿En un valle de ovejashipnotizadas? Mi voz las hipnotiza,pensó Rory Long. Pero cuál es el secretode la longevidad. La Pureza. Investigar,trabajar, crear el milenio desdediferentes planos. Y algunas nochescreyó tocar con la punta de los dedos elcuerpo del Hombre Nuevo. Adelgazó 20kilos. Ernst y Leni follaban en el cielopara él. Y comprendió que aquello noera una vulgar, aunque candente, terapiahipnótica sino la verdadera Hostia deFuego.

Entonces se volvió loco del todo y

la Astucia se instaló hasta en el últimorincón de su cuerpo. Tuvo dinero, fama,buenos abogados. Tuvo emisoras deradio, periódicos, revistas y canales detelevisión. Tuvo amigos en el Senado delos Estados Unidos. Y tuvo una salud dehierro hasta un mediodía de marzo delaño 2017 en que un joven negro llamadoBaldwin Rocha le voló la cabeza.

La Hermandad Aria

THOMAS R.MURCHISON, alias

EL TEXANO

Las Cruces (Texas), 1923-Penal deWalla Walla (Oregón), 1979

La vida de Murchison estuvomarcada desde temprano por elpresidio. Estafador, ladrón de coches,ventajista, camello, recorrió todo elvariado espectro de la delincuencia sinespecializarse en ninguna disciplinaespecífica. No fue la ideología la que lo

aproximó a la Hermandad Aria sino susconstantes estadías en la cárcel y sudesmedido afán de supervivencia. Decomplexión endeble y de carácter pocodado a la violencia necesitó del grupo siquería seguir viviendo. Nunca fue unjefe pero le cupo el honor de poner enpie la primera revista literaria de dichaagrupación a la que siempre definiócomo «sociedad de caballeros delinfortunio». En 1967, en la cárcel deCrawford, Virginia, vio la luz el primernúmero de Literatura entre Rejas,cuyos directores eran Markus Patterson,Roger Tyler y Thomas R. Murchison. Larevista, de cuatro páginas formato

tabloide, ofrecía además de cartas,noticias internas de la prisión y delcondado de Crawford, algunos poemas(más bien letras de canciones) y trescuentos. Los cuentos llevaban la firmad e el Texano y fueron ampliamentecelebrados: de carácter burlesco yfantástico, sus protagonistas eranpresidiarios o ex presidiarios de laHermandad que luchaban contra lasFuerzas del Mal, encarnadas porpolíticos corruptos o por alienígenasllegados del espacio exterior hábilmentecamuflados de seres humanos.

La revista fue un éxito y el ejemplo,pese a las reticencias de algunos

funcionarios, se extendió por otrasprisiones. La dilatada y en gran medidainfortunada carrera delictiva deMurchison hizo que éste colaborara enla mayoría de ellas, ya como miembroactivo del consejo de redacción o comocorresponsal en otras prisiones.

En los escasos períodos de libertadque disfrutó apenas si leía el periódico yprocuraba no relacionarse conexpresidiarios pertenecientes a laHermandad. En la cárcel leía a ZaneGrey y a otros autores de novelas deloeste. Su autor favorito era Mark Twain.En cierta ocasión escribió que suMississippi eran los calabozos y los

penales. Murió de un enfisemapulmonar. Su obra, dispersa en revistas,consta de más de cincuenta relatoscortos y un poema de 70 versosdedicado a una comadreja.

JOHN LEE BROOK

Napa, California, 1950-Los Ángeles,1997

El que fuera considerado el mejor delos escritores de la Hermandad Aria yuno de los mejores poetas californianosde finales del siglo XX aprendió a leer yescribir en las frías aulas de una prisióna la edad de dieciocho años.Previamente su vida puede definirsecomo una sucesión de delitos menores,sin orden ni concierto, propios de unadolescente californiano de raza blanca

y de clase baja, perteneciente a unafamilia desestructurada (padredesconocido, madre adolescente ydedicada a trabajos mal remunerados).Tras su alfabetización la carreradelictiva de John Lee Brook da un girode noventa grados: se introduce en elnegocio de la droga, la trata de blancas,el robo de coches de lujo, el secuestro yel asesinato. En 1990 es acusado de lamuerte de Jack Brooke y de sus dosguardaespaldas. Durante el juicio sedeclara inocente. Perosorprendentemente diez minutos despuésde subir al estrado interrumpe al fiscal yacepta todos los cargos además de

autoinculparse de cuatro homicidios noresueltos y que para entonces han caídoen el más absoluto olvido: los delpornógrafo Adolfo Pantoliano, la actrizporno Suzy Webster, el actor porno DanCarmine y el poeta Arthur Crane,ocurridos, los tres primeros, cuatro añosantes y el último en 1989. Es condenadoa pena de muerte. Tras variasapelaciones, auspiciadas por algunosmiembros influyentes de la comunidadliteraria californiana, ésta se cumple enabril de 1997. Según testigospresenciales, Brook pasó sus últimashoras con gran serenidad, entregado a lalectura de sus propios poemas.

Su obra, compuesta por cinco libros,es sólida, con reminiscenciaswhitmanianas, abundante en formascoloquiales y muy próxima a la poesíanarrativa aunque sin desdeñar otrascorrientes de la lírica norteamericana.Sus temas preferidos y que se repiten alo largo de todos sus poemas de maneraa veces obsesiva, son la pobrezaextrema en algunos sectores de lapoblación blanca, los negros y losabusos sexuales carcelarios, losmexicanos siempre pintados comodiminutos diablillos o como cocinerosmisteriosos, la ausencia de mujeres, losclubs de motociclistas vistos como

herederos del espíritu de la frontera, lasjerarquías del hampa en la calle y en laprisión, la decadencia de América, losguerreros solitarios.

Merecen especial atención lospoemas:

— Reinvindicación de John L.Brook, el primero de una larga serie detextos-río, invariablemente de más de500 versos, o novelas quebradas, comoel propio autor solía definirlos. En él yaestá Brook de cuerpo entero pese a quecuando lo escribió sólo tenía veinteaños. El poema trata de lasenfermedades juveniles y de la únicaforma idónea de curarlas.

— Calle sin Nombre, un texto endonde se combinan las citas deMacLeish y Conrad Aiken con losmenús de la cárcel del condado deOrange y los sueños pederastas de unprofesor de literatura inglesa que acudíaa dar clases en el penal los martes y losjueves.

— Santino y yo, fragmentos deconversaciones sostenidas por el poetacon su agente de libertad vigilada, LouSantino, en donde se abordan temascomo los deportes (¿cuál es el deporteamericano por excelencia?), las putas, lavida de las estrellas de cine, lascelebridades de la cárcel y su peso

moral dentro y fuera de éstas.— Charly (precisamente una

celebridad carcelaria), descripción nopor somera y «concreta» menosentrañable de Charles Manson a quien elautor conociera en 1992.

— Damas de Compañía, unaepifanía de psicópatas, asesinos enserie, perturbados mentales, bipolaresobsesionados con el sueño de América,noctámbulos y cazadores furtivos.

— Los Malos, una aproximación alasesino nato; en su retrato Brook dice:Seres innobles/ niños poseídos por lavoluntad/ en un laberinto o desierto dehierro/ Frágiles como un cerdo en la

jaula de las leonas...Este último poema, fechado en 1985

y publicado en su tercer libro de poesía(Soledad, 1986), mereció sendos ycontrovertidos estudios en la Revista dePsicología del Sur de California y en elMagazine de Psicología de laUniversidad de Berkeley.

Los fabulososhermanos Schiaffino

ITALOSCHIAFFINO

Buenos Aires, 1948-Buenos Aires, 1982

Probablemente no haya existido otropoeta más empeñoso que ItaloSchiaffino, al menos en Buenos Aires yen los años que le tocaron vivir, aunqueluego su fama se viera ensombrecida porla estrella ascendente de su hermanomenor, el también poeta ArgentinoSchiaffino.

De familia humilde, en su vida sólo

hubo dos pasiones: el fútbol y laliteratura. A los quince años, cuando yahacía dos que había abandonado laescuela por un trabajo de recadero en laferretería de don Ercole Massantonio, sehizo miembro de la barra brava de EnzoRaúl Castiglioni, una de las tantas queagrupaban por entonces a los seguidoresde Boca Juniors.

No tardó en progresar. En 1968,cuando Castiglioni ingresó en prisión,tomó la jefatura del grupo y compuso suprimer poema (al menos el primerpoema del que queda recuerdo) y suprimer manifiesto. El poema se titulabaPalidezcan los lebreles y tenía 300

versos y algunos pasajes fueronaprendidos de memoria por suscompañeros. Básicamente se trataba deun poema de combate; en palabras deSchiaffino «una especie de Ilíada para lamuchachada del Boca». Se publicó en1969 tras aportación voluntaria ypública y la edición de 1.000ejemplares contó con un prólogo deldoctor Pérez Heredia en donde se dabala bienvenida al Parnaso argentino alnuevo poeta. El manifiesto era distinto.En cinco páginas Schiaffino exponía lasituación del fútbol en la Argentina, selamentaba de la crisis, señalaba a losculpables (la plutocracia judía incapaz

de producir buenos jugadores y laintelectualidad roja que llevaba el país ala decadencia), indicaba el peligro yexplicaba las maneras de exorcizarlo. Elmanifiesto se titulaba La Hora de laJuventud Argentina y en palabras deSchiaffino se trataba de «una criollada alo Von Clausewitz para despertar a losespíritus más inquietos de la patria». Notardó en convertirse en lectura obligadaal menos en los círculos más duros de laantigua barra de Castiglioni.

En 1971 Schiaffino visitó a la viudade Mendiluce, pero no se conservantestimonios gráficos o escritos. En 1972publicó El Camino de la Gloria, en

donde examinaba, a lo largo de cuarentay cinco poemas, la vida de otros tantosfutbolistas de Boca Juniors. El libritollevaba, como en Palidezcan loslebreles, una amable introducción deldoctor Pérez Heredia y un nihil obstatdel vicepresidente de la entidaddeportiva. La edición fue financiada porlos integrantes de la barra brava deSchiaffino, previa suscripción, y el restovendido en los aledaños de LaBombonera los domingos de partido.Esta vez se rompió el silencio de lacrítica especializada: El Camino de laGloria mereció reseñas en un par deperiódicos deportivos y su autor fue

invitado al programa radial «Todofútbol» del doctor Pestalozzi para queopinara en mesa redonda sobre laencrucijada de la crisis en el fútbolargentino. En aquel programa, quecongregara a ilustres nombres deldeporte, Schiaffino estuvo mesurado.

En 1975 entregó a la imprenta susiguiente poemario: Como TorosBravos. En versos de acento gauchescoen donde es lícito ver la influencia deHernández, Güiraldes y Carriego,Schiaffino cuenta y en ocasionespormenoriza las salidas de la barrabrava a su cargo por diversaslocalidades de la provincia y un par de

viajes a Córdoba y Rosario saldadoscon victoria visitante, afonía de lahinchada y escaramuzas varias que nollegan a degenerar en peleas callejerasaunque sí en lecciones a elementosaislados de «la masa enemiga». Pese asu tono eminentemente belicoso ComoToros Bravos es su obra más lograda,más libre y espontánea, en donde ellector puede hacerse una idea cabal deljoven poeta y de la relación que éstemantiene con «los espacios virginalesde la patria».

En 1975, asimismo, y tras la fusiónde las barras de Honesto García y deJuan Carlos Lentini con la suya,

Schiaffino funda la revista trimestralCon Boca que a partir de entonces seráel órgano de expresión y difusión de susideas. Allí publicará, en el primernúmero de 1976, el estudio «Judíosfuera», de los campos de fútbol,naturalmente, no de la Argentina, peroque igual le granjearía múltiplesincomprensiones y enemistades. Asícomo también unas «Memorias delHincha Insatisfecho», tercer número de1976, en donde fingiendo ser unseguidor de River Plate vertirácomentarios jocosos sobre jugadores yseguidores del club rival bonaerense, yque persistirá en el primer número de

1977, en el tercer número de 1977 y enel primer número de 1978, bajo elmismo título de «Memorias del HinchaInsatisfecho» II, III y IV, celebradasunánimemente por los lectores de ConBoca y citadas por el doctor Persio DeLa Fuente (coronel retirado) en unestudio sobre el habla y la picarescacriolla en la Revista de EstudiosSemióticos de la Universidad de BuenosAires.

Es 1978 el año de gloria deSchiaffino. Argentina gana por primeravez una Copa del Mundo y la barrabrava lo celebra en las calles,convertidas para la ocasión en un corso

mayúsculo. Es el año de Brindis por losmuchachos, poema alegórico ydesmesurado en donde Schiaffinoimagina un país unido como una enormebarra brava al encuentro de su destino.También es el año en que se le ofreceuna salida «decente» y «adulta»: noescasean las reseñas y no todas serestringen al ámbito de la cavernadeportiva; una radio de Buenos Aires leofrece un puesto de comentarista; unperiódico cercano al gobierno le ofreceuna columna semanal dedicada a lajuventud. Schiaffino acepta todo peropronto su pluma fogosa entra enconflicto con todos. En la radio y en el

periódico no tardan en comprender quepara Schiaffino es más importante ser eljefe de los chicos de Boca que unempleado. El conflicto se salda concostillas y vidrios rotos y la primera deuna larga serie de visitas a la cárcel.

Sin el apoyo de sus viejosvaledores, la vena lírica de Schiaffinoparece congelarse. Entre 1978 y 1982 sededica casi en exclusiva a la barrabrava y a mantener en circulación ConBoca en donde siguen apareciendoartículos suyos que arremeten contra losmales que sufren el fútbol y laArgentina.

Su poder entre la hinchada no sufrió

merma. Bajo su mandato la barra deBoca creció y se fortaleció como nunca.Su prestigio, si bien un prestigio encierta forma oscuro, secreto, no tuvoparangón: en su álbum familiar aún seconservan las fotos de Schiaffino encompañía de directivos y jugadores delclub.

Murió de un ataque al corazón en1982 mientras escuchaba por la radiouno de los últimos partes de la guerra delas Malvinas.

ARGENTINOSCHIAFFINO, alias

EL GRASA

Buenos Aires, 1956-Detroit, 2015

La trayectoria vital de ArgentinoSchiaffino fue comparada, en diferentesépocas, con la trayectoria de varias y amenudo contrapuestas figuras de laliteratura y el deporte. Así, en 1978, untal Palito Kruger dice, en el tercernúmero de Con Boca, que su vida y suobra son equiparables a las de Rimbaud;

en 1982, en otro número de la mismarevista, se le menciona como elequivalente criollo de DionisioRidruejo; en 1995, en el prólogo a laantología Los Poetas Ocultos deArgentina, el catedrático González Irujolo pone a la altura de BaldomeroFernández y sus amigos personales, encartas a los periódicos de Buenos Aires,lo ensalzan como la única figura civilcomparable a Maradona; en el 2015, enuna breve nota necrológica publicada enun periódico de Selma (Alabama), JohnCastellano mide su figura con la figuratrágica de Ringo Bonavena.

Los vaivenes que dio la vida y la

obra de Argentino Schiaffino en ciertamedida dan validez a todos los símiles.

Creció, es un hecho, a la sombra desu hermano quien lo aficionó al fútbol,lo hizo fanático de Boca y lo interesópor los misterios de la poesía. Ladiferencia entre ambos, sin embargo, fuenotable. Italo Schiaffino era alto, fuerte,autoritario, de carácter seco, pocoimaginativo; poseía una figura queinfundía respeto: nervuda, angulosa, deaire un tanto fúnebre aunque a partir delos veintiocho años comenzó a engordarpeligrosamente, tal vez debido a unproblema de hormonas, lo que a la largale resultaría fatal. Argentino Schiaffino

era más bien de estatura media tirando abajo, gordito (de ahí el cariñosoapelativo de el Grasa que cargó hasta sumuerte), de imaginación desbordada,carácter sociable y audaz, carismáticoaunque escasamente autoritario.

Comenzó a escribir poesía a lostrece años. A los dieciséis, mientras suhermano mayor triunfaba con El Caminode la Gloria, publicó por su cuenta yriesgo en edición mimeografiada decincuenta ejemplares su primer libro,una serie de treinta epigramas tituladosAntología de los mejores chistes deArgentina que él mismo vendió entre losmiembros de las barras bravas de Boca

y cuya edición agotó en un fin desemana. En abril de 1973 aparece,siguiendo el mismo método editorial, sucuento La Invasión de Chile, en dondenarra en clave de humor negro (enocasiones parece el guión de unapelícula gore) una supuesta guerra entreambas repúblicas. En diciembre delmismo año publica el manifiestoEstamos hasta las pelotas, en dondearremete contra el estamento arbitral aquienes acusa de parcialidad, carenciade condición física y en algunos casosconsumo de drogas.

Inaugura 1974 con la publicación delpoemar i o La Juventud de Hierro

(edición mimeografiada de cincuentaejemplares), poemas espesos o marchasmilitares cuya única virtud consiste enalejarle por primera vez de su marcoexpresivo natural: el fútbol y el humor.Lo sigue una obra de teatro, El Conciliode los Presidentes o ¿Qué hacemospara salir del agujero?, farsa en cincoactos donde los más altos dignatarios devarias naciones americanas, reunidos enuna habitación de hotel de una ciudadalemana, deliberan sobre las diferentesmaneras de devolver al fútbol criollo supreponderancia natural e histórica,ahora amenazada por el fútbol-totaleuropeo. La obra, larguísima, recuerda

escenas de cierto teatro de vanguardia,desde Adamov, Genet y Grotowski hastaCopi y Savary, aunque es dudoso (perono imposible) que el Grasa se personaraalguna vez en un recinto dedicado aespectáculos de este tipo. Citaremosalgunas de sus escenas: 1. El monólogosobre la etimología de la palabra paz yla palabra arte que hace el agregadocultural de Venezuela. 2. La violacióndel embajador de Nicaragua en uno delos baños del hotel por parte delpresidente de Nicaragua, el presidentede Colombia y el presidente de Haití. 3.El tango que bailan los presidentes deArgentina y Chile. 4. La particular

lectura de las profecías de Nostradamusque hace el embajador de Uruguay. 5. Elconcurso de masturbación que organizanlos presidentes y las tres únicasmodalidades de victoria: grosor, quegana el embajador de Ecuador, longitud,que gana el embajador de Brasil ylanzamiento de semen, prueba máxima,que gana el embajador de Argentina. 6.El posterior enfado del presidente deCosta Rica, que considera «escatologíasde mal gusto» tales competiciones. 7. Lallegada de las putas alemanas. 8. Laspeleas generalizadas, la barahúnda, elagotamiento. 9. La llegada del amanecer,un «amanecer de un rojo pálido que

acentúa el cansancio de los altoscapitostes que comprenden por fin suderrota». 10. El desayuno solitario delpresidente de Argentina que luego desoltar una serie de sonoros pedos semete en la cama y se duerme.

Aún tiene tiempo para publicar, en1974, otras dos obras. Un pequeñomanifiesto en Con Boca tituladoSoluciones Satisfactorias que de algunamanera continúa el discurso de ElConcilio de los Presidentes. Allípropone como respuesta latinoamericanaal fútbol-total la eliminación física delos mejores exponentes de éste, es decirel asesinato de Cruyff, Beckenbauer, etc.

Y un nuevo poemario en ediciónmimeografiada de cien ejemplares: ElEspectáculo en el Cielo, poemas cortos,ligeros, diríase alados sobre algunos delos grandes jugadores de la historia deBoca Juniors y en donde es posibleencontrar semejanzas con El Camino dela Gloria, el celebrado libro de ItaloSchiaffino. El tema es el mismo, lafactura de los poemas es similar,algunas metáforas son idénticas, noobstante lo que en el hermano mayor esrigor, voluntad de fijar una historia deesfuerzo, en el hermano menor eshallazgo de imágenes y rimas, humor noexento de cariño por los viejos mitos,

ligereza frente a pesadez, potenciaverbal y en ocasiones lujo. El mejorArgentino Schiaffino probablemente seencuentra en este libro.

Los años que siguen son de silenciocreativo. En 1975 contrae matrimonio ycomienza a trabajar en un taller dereparación automotriz. Se dice quedurante este tiempo viaja en autostop ala Patagonia, lee todo lo que cae en susmanos, se sumerge en el estudio de laHistoria de América y experimenta condrogas psicotrópicas, pero la verdad esque ni un solo domingo deja de aparecerjunto a la barra de su hermano, en dondecada vez goza de mayor predicamento,

en el feudo de Boca o en campocontrario, animando como el que más.Se dice, también, que durante estos añosparticipa activamente en el escuadrón dela muerte del capitán Antonio Lacouture,en calidad de conductor y mecánico delpequeño parque de coches que poseíaéste en una quinta de las afueras deBuenos Aires, pero no hay constancia.

En 1978 el Grasa reaparece duranteel Mundial de Argentina con un largopoema titulado Campeones (ediciónmimeografiada de 1.000 ejemplares quevende personalmente en las entradas delos estadios), texto un tanto difícil, enocasiones confuso, en donde pasa sin

transición del verso libre a losalejandrinos, a los dísticos, a lospareados y en ocasiones incluso a lascatáforas (cuando se introduce en losmeandros de la selección argentinaadopta el tono del Romancero Gitano,de Lorca, y cuando estudia a lasselecciones rivales puede ir desde lasladinas admoniciones del viejoVizcacha hasta las claras previsiones deManrique en las Coplas). El libro seagotó en dos semanas.

Nuevamente un largo silenciocreativo. En 1982, según confiesa élmismo en su autobiografía, intentaalistarse como voluntario en la guerra de

las Malvinas. No lo consigue. Pocodespués viaja a España, con un grupo dehinchas radicales, para presenciar elMundial. Tras la derrota sufrida por laselección argentina frente a Italia esdetenido en un hotel de Barcelona comopresunto autor de un delito de agresióncon intento de homicidio, robo ydesorden en la vía pública. Junto conotros cinco miembros de la hinchadaargentina pasa tres meses en la cárcelModelo de Barcelona. Es puesto enlibertad por falta de pruebas. A suregreso es aclamado por la barra bravade Boca como nuevo líder, jerarquía queno consigue entusiasmarlo y que delega

generosamente en el doctor Morazán yen el aparejador Scotti Cabello. Suascendencia moral sobre los antiguosseguidores de su hermano, no obstante,se mantendrá a lo largo de su vida, unavida que para muchos de los hinchas delas nuevas generaciones adquiere cadavez más tintes de leyenda.

En 1983, y pese a los intentoscontrarios del doctor Morazán,desaparece la revista Con Boca, sucesoque priva a el Grasa de su único mediode expresión pero que a la larga leresultará provechoso. En 1984, unapequeña editorial político-literaria deBuenos Aires, Ediciones Blanco y

Negro, saca de imprentas el volumentitulado Recuerdos de un Irredento , quepasa entre la indiferencia general delmundo literario pero que constituye laprimera incursión de Schiaffino fueradel ámbito de la autoedición. Se trata deun pequeño volumen de cuentos demarcado carácter naturalista. El máslargo no llega a las cuatro páginas yevoca las mañanas y noches de fútbol deun barrio obrero de Buenos Aires; lospersonajes son cuatro niños que seautodenominan Los Cuatro Gauchos delApocalipsis y en donde más de unhagiografista ha pretendido ver reflejadala infancia de los hermanos Schiaffino.

El más corto no llega a la media páginay describe, en tono jocoso y conabundante uso de lunfardo, laenfermedad o un ataque al corazón o talvez simplemente la melancolía quepadece una tarde cualquiera alguieninnombrado y lejano.

En 1985, bajo el mismo selloeditorial, aparece Paletadas de Locos,librito de cuentos aún más exiguo que elanterior (56 páginas) y que parece asimple vista un apéndice de aquél. Estavez consigue atraer la atención dealgunas reseñas. En una, brevemente, estachado de cretino. En otra lodespedazan a conciencia pero sin

atreverse con el manejo del idiomaexhibido por Schiaffino. Las otras dos(no hubo más) lo alaban abiertamente,con mayor o menor entusiasmo.

Poco después Ediciones Blanco yNegro quebró y Schiaffino pareciósumirse no sólo en el silencio, como enanteriores ocasiones, sino también en elanonimato. Hubo quienes dijeron que lamitad o al menos una parte importantede las acciones de Blanco y Negro lepertenecían y que eso explicaba sudesaparición. De dónde pudo sacardinero Schiaffino para participar en elmontaje de una empresa editora, siguesiendo un misterio. Se habló de fondos

obtenidos durante la dictadura militar,de tesoros robados y escondidos, definanciaciones misteriosas e indecibles,pero nada pudo probarse.

En 1987 Argentino Schiaffinoreaparece al frente de la barra brava deBoca. Se ha separado de su mujer ytrabaja ahora como camarero en uncéntrico restaurante de Corrientes endonde su proverbial buen humor prontolo hace querido e imprescindible paratoda la parroquia. A finales de añopublica, en edición mimeografiada, trescuentos de no más de siete páginas cadauno que titula Novelón de losRestaurantes de Buenos Aires y que sin

hacerse de rogar vende a sus propiosclientes. El primero de los cuentos tratasobre un libanes que llega a BuenosAires e intenta invertir en un negociofiable sus ahorros. El libanes seenamora de una carnicera argentina yjuntos deciden montar un restauranteespecializado en carnes de todo tipo.Todo les va bien hasta que comienzan aaparecer los familiares pobres dellibanes. Finalmente la carnicerasoluciona todos los problemasliquidando uno por uno a los libaneses,auxiliada por su pinche de cocinaapodado Monito, con quien sostiene unarelación extramarital. El cuento termina

con una escena aparentemente bucólica:la carnicera, su marido y Monito se vana pasar un día al campo y preparan unasado bajo los cielos libérrimos de lapatria. El segundo cuento trata sobre unviejo potentado restaurantero de BuenosAires que quiere encontrar el últimoamor de su vida y a tal efecto recorreclubs nocturnos, burdeles, casas deamigos con hijas ya crecidas, etc.Cuando por fin encuentra a la mujer desus sueños descubre que se halla en suprimer restaurante y que ésta es unacantante de tangos de veinte años, ciegade nacimiento. El tercer cuento tratasobre la cena de un grupo de amigos en

el restaurante de uno de ellos, cerradopara tal efecto. La cena, al principio,parece ser una despedida de solteros,luego una celebración por algo que haconseguido uno de los comensales,luego una cena fúnebre por alguien queha muerto, luego un encuentrogastronómico sin otro motivo que eldisfrute de la buena mesa argentina yfinalmente una encerrona que entre todoso casi todos le han preparado a untraidor, aunque no se nos diga nunca quées lo que el presunto traidor hatraicionado: vagamente se menciona lapalabra confianza, amistad eterna,lealtad, honor. El cuento es ambiguo,

sostenido únicamente por los diálogosde los asistentes a la mesa que a medidaque avanza el tiempo se van, por otraparte, enrareciendo, haciéndosepomposos y crueles o por el contrarioescuetos y lacónicos, punzocortantes.Lamentablemente el cuento acaba con unfinal previsible y, amén de innecesario,excesivamente violento: eldescuartizamiento del traidor en loslavabos del restaurante.

De 1987 es también el extensopoema La Soledad (640 versos) cuyaedición costea el doctor Morazán, autor,asimismo, del prólogo e ilustrado concuatro dibujos en tinta china por la

señorita Berta Macchio Morazán,sobrina del prologuista. Se trata de unpoema extraño, desesperado, turbulentoy que contribuye a esclarecer algunaslagunas en la biografía de nuestro autor:el poema transcurre entre Argentina yMéxico y se desarrolla durante losMundiales celebrados en este últimopaís. Schiaffino, protagonista absolutodel poema, reflexiona sobre la «soledadde los campeones» en un hoteluchoperdido de Buenos Aires que pormomentos parece una estanciaabandonada en la inmensidad de lapampa. Luego lo vemos volando aMéxico en Aerolíneas Argentinas, en

compañía de «dos guardias negros» quebien pudieran ser miembros de su barrao dos figuras amenazantes. La estanciaen México transcurre entre bares de lapeor catadura, en donde verifica in situlos efectos devastadores del mestizaje,aunque en líneas generales se lleva biencon los «borrachos mexicanos» que venen él a un «príncipe-caracol con su torredestruida», y las pensiones y ciudades alas que se desplaza siguiendo a laselección albiceleste. La victoria finalde la selección argentina es apoteósica:Schiaffino ve una luz enorme, como unplatillo volador, planear sobre elEstadio Azteca y ve figuras

transparentes que salen de la luzacompañadas por perrillos con rostrohumano y pelaje de fuego, a quienes losseres transparentes sujetan con correasmetálicas. También ve un dedo «de unostreinta metros de longitud» que indica,admonitorio, algo, tal vez una direccióno puede que sólo una nube, en el vastocielo. La fiesta prosigue por las calles«de aluvión congelado» de la capitalmexicana y termina con el Grasadesvanecido, agotado, reintegrado en lasoledad de su pensión mexicana.

En 1988 publica, esta vez en ediciónfotocopiada de cincuenta ejemplares, elc ue nto El Avestruz, una suerte de

homenaje a los militares golpistas y endonde, pese a su manifiesta admiraciónpor el orden, la familia y la patria, nopuede evitar algunas pinceladas dehumor corrosivo, cruel, escatológico yal mismo tiempo desenfrenado,caricaturesco, paródico, irreverente, elestilo Schiaffino, en suma. Al añosiguiente aparece, sin sello editorial ysin fecha, el libro titulado Lo mejor deArgentino Schiaffino, que reúne unaselección de sus poemas, cuentos yescritos políticos. Los entendidos notardan en sospechar que el libro es obrade la editorial El Cuarto ReichArgentino, empresa de vocación

mistagógica que apareció y desapareciórepetidas veces del mundo editorialbonaerense entre los años 1965 y 2000.

Su figura, poco a poco, adquierecierta notoriedad en los medios deinformación del país. Participa en unprograma de televisión dedicado a lasbarras bravas en donde es el primero enreivindicar la violencia de éstasarguyendo a razones tales como elhonor, la legítima defensa, la necesidadde la camaradería, el goce puro y simplede las peleas callejeras. De acusado seconvierte en acusador. Acude a debatesradiofónicos y a más programas detelevisión en donde habla de los temas

más variados: política fiscal,decadencia de las jóvenes democraciaslatinoamericanas, el futuro del tango enla escena musical europea, la situaciónde la ópera en Buenos Aires, lainaccesibilidad de la moda, laeducación pública en las provincias, eldesconocimiento de los límites de lapatria por parte de la inmensa mayoríade los argentinos, el vino nacional, laprivatización de las industrias punteras,el Gran Premio de Fórmula 1, el tenis yel ajedrez, la obra de Borges, BioyCasares, Cortázar y Mujica Lainez aquienes jura no haber leído en su vidapero sobre quienes lanza atrevidas

conclusiones, la vida de Roberto Arlt, aquien dice admirar «pese a luchar enbandos ferozmente antagónicos», lasclaudicaciones fronterizas, la soluciónpara acabar con el desempleo, ladelincuencia de guante blanco y ladelincuencia callejera, la naturalinventiva de los argentinos, losaserraderos cordilleranos y la obra deShakespeare.

En 1990 acude al Mundial de Italiaen donde es considerado, junto a otrostreinta hinchas argentinos, comovisitante potencialmente peligroso.Previamente el Grasa había manifestadosu intención de encontrarse con los

hooligans británicos en un acto dereconciliación consistente en una misapor los caídos en las Malvinas seguidade un asado al aire libre. Pese a quetodo no pasa de ser más que unadeclaración de intenciones, la noticia dala vuelta al mundo y a su regreso a laArgentina la notoriedad de Schiaffino seve considerablemente aumentada.

En 1991 publica dos libros depoesía: Chimichurri (edición de autor,40 páginas, 100 ejemplares), unadesafortunada imitación de Lugones yDarío que en ocasiones llega al plagiopuro y duro y que pocos se explican porqué lo escribió y sobre todo por qué lo

publicó; y El Barco de Hierro(Ediciones La Castaña, 50 páginas, 500ejemplares), una serie de treinta poemasen prosa con el fenómeno de la amistadentre los hombres como tema central. Elcorolario del libro, la trillada sentenciade que la amistad se forja en el peligro,parece anticipar lo que será la vida deel Grasa en los próximos años. En1992, a la cabeza de un nutrido grupo desu barra, tiende una emboscada en plenavía pública a un autocar lleno deseguidores de River, con el resultado dedos muertos por disparos de arma defuego y numerosos heridos. La justiciadicta orden de búsqueda y captura y

Argentino Schiaffino desaparece. Enllamadas telefónicas a algunos mediosde radiodifusión proclama a gritos suinocencia aunque no condena, todo locontrario, la emboscada sufrida por loshinchas de River, sin embargonumerosos testigos entre los que secuenta a más de un barrista arrepentidotestimonian su presencia en los aledañosdel atentado. Los medios decomunicación no tardan en señalarlocomo el cerebro e inductor de loshechos. Aquí se inicia la etapafantasmal, la más apta para todo tipo deespeculaciones y mistificaciones, en lavida de el Grasa.

Fugitivo de la justicia, se sabe, porfotos que él mismo se hace sacar, de supresencia en los estadios arropando alequipo como un hincha más. La barrabrava, el círculo interno de la barra, losque estuvieron con su hermano y con éldesde los primeros tiempos, lo protegencon dedicación fanática. Su vida a saltode mata concita la admiración entre losmás jóvenes; unos pocos lo leen;algunos lo imitan y siguen su sendaliteraria, pero el Grasa es inimitable.

En 1994, durante la celebración delos Mundiales de Estados Unidos,concede una entrevista a un periódicodeportivo bonaerense. ¿Dónde se

encuentra el Grasa? En Boston. Elescándalo subsiguiente es mayúsculo.Los periodistas argentinos, escamadospor las medidas de seguridad de que sonobjeto y que según ellos atentan contrasu dignidad profesional, se toman achacota el dispositivo policialnorteamericano; el resto de periodistaslatinoamericanos, más algunosespañoles, italianos y portugueses sehacen eco de la mofa; la noticia, una másen el extenso anecdotario que suscita elevento, da la vuelta al mundo. La policíade Boston y el FBI se ponen en acciónpero Schiaffino ha desaparecido.

Durante mucho tiempo nada se sabe

acerca de su paradero. Públicamente labarra confiesa su ignorancia sobre eldestino de su líder, hasta que ScottiCabello recibe, en la cárcel, una largacarta-poema de el Grasa titulada Terraautem erat inanis, con sellosnorteamericanos y remite en Orlando,Florida. La carta-poema, que el doctorMorazán se apresura a publicarmediante suscripción obligatoria entre lahinchada boquense, se abre con unacomparación en cadenciosos versoslibres de los espacios norteamericanos yargentinos, en uno y otro extremo delcontinente, sigue con un recuerdopormenorizado de las cárceles que «el

entusiasmo y la inocencia» han hechoconocer «al autor y a sus amigos», enclara alusión a la condena de dos añosque en ese momento cumplía ScottiCabello, y termina en un caos en dondese mezclan las amenazas, las visionesidílicas de la infancia recuperada (lamadre, el olor de la pasta recién hecha,la risa de los hermanos alrededor de lamesa, los baldíos convertidos encanchas donde se juega con una pelotade plástico hasta la caída de la noche) ylas bromas irreverentes y pesadas, señalcaracterística en la poesía última deSchiaffino.

Hasta 1999 no se vuelve a saber

nada más de él. La barra guarda unmutismo absoluto, tal vez sincero. Pesea las insinuaciones del doctor Morazán,a las frases voluntariamente enigmáticas,a las palabras con doble sentido, lo másprobable es que nadie en la Argentinasabe nada sobre el destino de el Grasa;todo son suposiciones; aun así, en 1998los recalcitrantes parten rumbo a losMundiales de Francia con la certeza deque lo encontrarán, como siempre,animando a la albiceleste. La verdad esmuy otra. Durante este tiempo el Grasase desvincula de la primera de suspasiones y se vuelca en la segunda: leetodo lo que cae en sus manos,

especialmente libros de historia, novelapolicíaca y best-sellers, aprende uninglés que jamás pasará de rudimentarioy se casa con la norteamericana MaríaTeresa Greco, de New Jersey, veinteaños mayor que él, lo que le permiteacceder a la ciudadanía norteamericana.Vive en Beresford, una pequeña ciudaddel sur de Florida y trabaja de jefe debarra en el restaurante de un cubano.Prepara, sin apuro, la que será suprimera novela, un thríller de unas 500páginas cuya acción transcurre ennumerosos países y a lo largo de variosaños. Sus hábitos han cambiado. Ahoraes ordenado y, en cierta medida, se

comporta como un monje.En 1999, como decíamos, vuelve a

dar señales de vida. Scotti Cabello, yaen libertad y retirado casi por completode las turbulencias de las barras bravasy el fútbol, recibe no una carta sino unallamada telefónica de el Grasa. Lasorpresa de Scotti es mayúscula. La vozd e el Grasa, intocada por el tiempo,desgrana planes, proyectos, venganzas,con el entusiasmo intacto de losprimeros años y, cosa que aterra aScotti, como si el tiempo se hubiesedetenido. La confesión de que ya no esel jefe de la barra brava de Boca noparece amilanar a Schiaffino. Tiene

órdenes y espera que Scotti las cumpla.Primero, avisar a los muchachos queestá vivo, segundo, anunciar a bombo yplatillo su vuelta a casa, tercero, irbuscando editor en español para su grannovela norteamericana…

Scotti Cabello cumple con todos losencargos, salvo el último: en Argentinano hay quien se interese por la obraliteraria de el Grasa. El que no cumplees Schiaffino que, después de creada laexpectativa de su retorno —si bien noentre muchos seguidores— se sumenuevamente en un hosco silencio.

Durante el Mundial de Japón de2002 algunos hinchas nacionales que

rastrean el estadio de Osaka conbinoculares creen verlo en los lateralescontiguos al fondo sur. Se acercan,dubitativos y felices, pero al llegar yano lo encuentran. Tres años después laEditorial Bucaneros de Tampa publicasu obra Memorias de un Argentino (350páginas), libro lleno de gángsters,persecusiones de coches, mujeresdespampanantes, asesinatos sin resolver,bares donde se reúnen tertulias dedetectives privados y policías honestos,aventuras en el ghetto negro, políticoscorruptos, estrellas de cine amenazadas,prácticas de vudú, espionaje industrial,etc. El libro goza de un relativo éxito, al

menos entre la comunidadhispanoparlante del sur de EstadosUnidos.

Para entonces Schiaffino haenviudado y se ha vuelto a casar. Segúnalgunas fuentes ha estado vinculado alKu Klux Klan, al Movimiento CristianoAmericano y al grupo RenacerAmericano. Pero la verdad es que sededica a los negocios y a la literatura.Tiene dos restaurantes de carnes a labrasa en el área de Miami y sigueempeñado en la elaboración de unamagna work in progress de la que nosuelta prenda.

En 2007 publica en edición de autor

un libro de poemas en prosa, LosCaballeros del Arrepentimiento , endonde relata, si bien en claves confusaso conscientemente herméticas, algunasaventuras en tierras norteamericanas,desde su llegada como fugitivo hasta elmomento en que conoce a ElizabethMoreno, su tercera esposa, a quien estádedicado el libro.

Por fin, en 2010, aparece la novelatan dilatadamente prometida y esperada.Su título es escueto y sugerente: ElTesoro. Su trama apenas disfraza losrecuerdos del propio ArgentinoSchiaffino que habla de su vida, que laanaliza, la desmenuza, que considera los

pros y los contras, que busca y encuentrajustificaciones. A lo largo de 535páginas el lector va conociendoaspectos inéditos de la vida del autor,algunos verdaderamente sorprendentes,aunque por regla general lasrevelaciones de Schiaffino se reducen aun ámbito más bien doméstico: sabemos,por ejemplo, que ante la imposibilidadde tener hijos Elizabeth y él adoptan aun pequeño irlandés de seis añosllamado Tommy y a una pequeñamexicana de cuatro llamada Cynthia y ala que añaden, por deseo de el Grasa, elsegundo nombre de Elizabeth, etc.Políticamente Schiaffino deja las cosas

claras. Claras a su manera. No es dederechas ni de izquierdas. Tiene amigosnegros y amigos del Ku Klux Klan (entrelas fotos del libro hay una donde se veuna parrillada en un patio trasero; todoslos comensales visten las togas ycapuchas del Klan, menos Schiaffinoque va vestido de cocinero y que usa unacapucha blanca sobrante para secarse elsudor del cuello). Está en contra de losmonopolios, sobre todo del monopoliode la cultura. Cree en la familia perotambién en la diversión «propia ynatural de los varones». Confía en losEstados Unidos, cuya nacionalidad haadquirido, aunque enumera —la lista es

larga e intrascendente— las cosas quedeberían mejorarse.

Los capítulos dedicados a su vida enla Argentina y en especial a sudestacada participación en las barrasbravas son insignificantes encomparación con los dedicados a glosarsu experiencia norteamericana. Incurreen falsedades históricas, aunque tal vezéstas encubran, como metáforasdesquiciadas, algunas verdades. Porejemplo, dice haber participado en laguerra de las Malvinas como soldadoraso y haber obtenido por su actuaciónen diversos combates la Medalla alValor San Martín y los galones de

sargento. Su descripción de la lucha porGoose Green abunda en detalles dehumor negro aunque peca de inverosímilen el plano estrictamente militar. De sulargo periplo al frente de la hinchadafutbolística de Boca apenas habla. Sequeja, eso sí, de que en Argentina nuncaprestaron demasiada atención a suslibros. Por el contrario, su vida en losEstados Unidos, la real y la imaginada,está relatada con vigor y minuciosidad.El libro abunda en capítulos dedicados amujeres. Entre éstas tiene un sitial dehonor su segunda esposa, la «querida yañorada compañera» que le abrió laspuertas «de su biblioteca personal».

Entre los deportes sólo le interesa elboxeo y la gente que se mueve alrededordel boxeo constituye un material deprimera mano: italianos, cubanos, viejosnegros melancólicos, todos son susamigos y a todos hace hablar y contarhistorias profusamente.

Tras la publicación de El Tesoro suvida parece definitivamente encarrilada,pero no es así. Una mala administracióno unos malos amigos lo llevan a laquiebra. Pierde sus dos restaurantes. Eldivorcio no tarda en llegar. En 2013abandona Florida y se instala en NuevaOrleans, donde trabaja como directordel restaurante El Chacarero Argentino.

A finales de ese mismo año autoedita enNueva Orleans su último libro depoemas: Historia oída en el Delta,ramillete de chistes no por melancólicosmenos desaforados, en la línea de susmejores versos boquenses. En 2015abandona Nueva Orleans por causasdesconocidas y pocos meses despuésuno o varios desconocidos lo matan enel patio trasero de un garito de Detroit.

Ramírez Hoffman, elinfame

CARLOS RAMÍREZHOFFMAN

Santiago de Chile, 1950-Lloret de Mar,España, 1998

La carrera del infame RamírezHoffman debió comenzar en 1970 o1971, cuando Salvador Allende erapresidente de Chile.

Casi con toda seguridad asistió altaller de literatura de JuanCherniakovski en Concepción, en el sur.Entonces se hacía llamar Emilio Stevens

y escribía poemas que Cherniakovski nodesaprobaba aunque las estrellas deltaller eran las gemelas María yMagdalena Venegas, poetisas deNacimiento, de diecisiete años, tal vezdieciocho, estudiantes de sociología ypsicología respectivamente.

Emilio Stevens pololeaba (lapalabra pololear me pone la piel degallina) con María Venegas, en realidadsalía a menudo con las dos hermanas,iban al cine, a conciertos, al teatro, aconferencias, eso es todo, a veces ibanen el coche de las Venegas, unVolkswagen escarabajo blanco, a laplaya a contemplar los atardeceres del

Pacífico, fumaban yerba juntos, supongoque las Venegas también salían conotros, supongo que Stevens tambiénsalía con otra gente, en aquellos añostodos salían con todos y todos creíansaberlo todo de todos, una presunciónbastante estúpida como muy prontoquedó demostrado. ¿Por qué seenredaron las hermanas Venegas con él?Es un misterio sin mayor trascendencia,un accidente cotidiano. Supongo que elllamado Stevens era guapo, erainteligente, era sensible.

Una semana después del golpe deEstado, en septiembre de 1973, enmedio de la confusión reinante las

hermanas Venegas dejaron sudepartamento de Concepción yvolvieron a la casa de Nacimiento, Allívivían solas con una tía. Los padres, unmatrimonio de pintores, murieroncuando ellas aún no cumplían quinceaños dejándoles la casa y unas tierras enla provincia de Bío-Bío que lespermitían vivir sin estrecheces. Lashermanas solían hablar de ellos y suspoemas a menudo tenían comopersonajes a pintores imaginariosperdidos en el sur de Chile, embarcadosen una obra desesperada y en un amordesesperado. Una vez, sólo una, pudever una foto de ellos: él era moreno y

flaco, con esa cara de tristeza y deperplejidad que sólo tienen los nacidosa este lado del río Bío-Bío; ella era másalta que él, un poco gordita, con unasonrisa dulce y confiada.

Se fueron, pues, a Nacimiento y seencerraron en su casa, una de las másgrandes del pueblo, en las afueras, unacasa de madera de dos pisos que habíapertenecido a la familia del padre, conmás de siete habitaciones y un piano y lapresencia poderosa de la tía que lasguardaba de todo mal aunque lasVenegas no eran lo que se dice unasmuchachas cobardes, todo lo contrario.

Y un buen día, digamos dos semanas

después o un mes después, apareceEmilio Stevens en Nacimiento. Tuvo queser así. Una noche o tal vez antes, unatardecer de esos melancólicos del sur,en plena primavera, tocan a la puerta yallí está Emilio Stevens y las Venegas sealegran de verlo, lo acosan a preguntas,lo invitan a cenar y después le dicen quepuede quedarse a dormir y durante lasobremesa probablemente leen poemas,Stevens no, él no quiere leer nada, diceque está preparando algo nuevo, sesonríe, adopta una actitud misteriosa, otal vez ni siquiera se sonríe, dicesecamente que no y las Venegasasienten, creen comprender, inocentes,

no comprenden nada, pero creencomprender y leen sus poemas, muybuenos, densos, una amalgama deVioleta Parra y Nicanor y Enrique Lihn,como si esa amalgama fuera posible, unachupilca del diablo de Joyce Mansour,Sylvia Plath y Alejandra Pizarnik, elcóctel perfecto para decirle adiós al día,un día del año 1973 que se vairremediablemente, y por la nocheEmilio Stevens se levanta como unsonámbulo, tal vez durmiera con MaríaVenegas, tal vez no, pero lo cierto esque se levanta con la seguridad de lossonámbulos y se dirige a la habitaciónde la tía mientras escucha el motor de un

coche que se acerca a la casa, y luegodegüella a la tía, no, le clava un cuchilloen el corazón, más limpio, más rápido,le tapa la boca y le entierra el cuchilloen el corazón y después baja y abre lapuerta y entran dos hombres en la casade las estrellas del taller de poesía deJuan Cherniakovski y la jodida nocheentra en la casa y luego vuelve a salir,casi de inmediato, entra la noche, sale lanoche, efectiva y veloz.

Y no hay cadáveres, o sí, hay uncadáver, un cadáver que aparecerá añosdespués en una fosa común, el deMagdalena Venegas, pero únicamenteése, como para probar que Ramírez

Hoffman es un hombre y no un dios, ypor aquellos días desaparece mucha másgente, desaparece Juan Cherniakovski,el poeta judío del sur, y todo el mundopiensa es normal que el cabrón rojodesaparezca, aunque luegoCherniakovski, como su presunto tíojudío-ruso, reaparece en todos lospuntos calientes de América, unaleyenda el Cherniakovski, el paradigmadel chileno volador, en Nicaragua, en ElSalvador, en Guatemala, con un fusil yel puño en alto, como diciendo aquíestoy hijos de puta, el último judíobolchevique de los bosques del sur deChile, hasta que un día desaparece

definitivamente, posiblemente muerto enla última ofensiva del FMLN. Y tambiéndesaparece Martín García, el otro poetade Concepción, el que tenía su taller depoesía en la Facultad de Medicina,amigo y rival de Cherniakovski, siempreestaban juntos, discutiendo de poesíaaunque el cielo de Chile se cayera apedazos, Cherniakovski alto y rubio,Martín García bajito y moreno,Cherniakovski en la órbita de la poesíalatinoamericana y Martín Garcíatraduciendo a poetas franceses que enChile nadie salvo él conocía. Y eso ledaba mucha rabia a mucha gente. ¿Cómoera posible que ese indio pequeñajo y

feo tradujera y se carteara con AlainJouffroy, Denis Roche, MarcelinPleynet? ¿Quiénes eran, por Dios,Michel Bulteau, Matthieu Messagier,Claude Pelieu, Franck Venaille, PierreTilman, Daniel Biga? ¿Y qué méritostenía ese tal Georges Perec cuyos librospublicados en Denoël el huevón deGarcía paseaba de un lado a otro? Nadielo echó en falta. A muchos les hubieraalegrado su muerte. Escribirlo ahoraparece mentira. Pero García, igual queCherniakovski (al que por cierto nuncamás vio), reapareció exiliado enEuropa, primero en la RDA, de dondesalió a la primera oportunidad, y

después en Francia en donde subsistiódando clases de español y traduciendopara ediciones no venales a algunosescritores bizarros de Latinoamérica,generalmente de principios de siglo,obsesionados por problemasmatemáticos o pornográficos. Y despuéstambién a Martín García lo mataron,pero esa historia no tiene nada que vercon esta historia.

En aquellos días, mientras sedesmantelaba la pobre estructura depoder de la Unidad Popular, caí preso.Las circunstancias que me llevaron alcentro de detención son banales, cuandono grotescas, pero me permitieron

presenciar el primer acto poético deRamírez Hoffman, aunque por entoncesyo no sabía quién era Ramírez Hoffmanni sabía la suerte que habían corrido lashermanas Venegas.

Sucedió un atardecer —RamírezHoffman amaba los crepúsculos—mientras junto con otros detenidosmatábamos el aburrimiento en el CentroLa Peña, en las afueras de Concepción,casi ya en Talcahuano, jugando alajedrez en el patio de nuestraimprovisada prisión. El cielo, antesabsolutamente despejado, comenzaba aempujar algunos jirones de nubes haciael este. Las nubes, como alfileres o

cigarrillos, eran blanquinegras, luegorosadas, finalmente de un bermellónbrillante. Creo que yo era el único presoque las miraba. Lentamente, por entrelas nubes, apareció el avión. Un aviónviejo. Al principio una mancha nosuperior al tamaño de un mosquito.Silencioso. Venía del mar y poco a pocose iba acercando a Concepción. Endirección al centro de la ciudad. Daba laimpresión de ir tan despacio como lasnubes. Cuando pasó por encima denosotros el ruido que hizo fue como elde una lavadora estropeada. Luego subióel morro, volvió a tomar altura y yaestaba volando sobre el centro de

Concepción. Y ahí, en esas alturas,comenzó a escribir un poema en el cielo.Letras de humo gris negro sobre el cieloazul rosado que helaban los ojos del quelas miraba. JUVENTUD… JUVENTUD,leí. Tuve la impresión —la loca certeza— de que eran pruebas de imprenta.Entonces el avión volvió en direcciónnuestra y luego volvió a girar y dio otrapasada. Esta vez el verso fue mucho máslargo y debió exigir del piloto muchapericia: IGITUR PERFECTI SUNT COELI ETTERRA ET OMNIS ORNATUS EORUM . Porun momento pareció que el avión seperdía en el horizonte, en dirección a lacordillera. Pero volvió. Uno de los

presos, uno que se llamaba Norberto yque se estaba volviendo loco, intentósubirse al muro que separaba nuestropatio del patio de las mujeres y se pusoa gritar: es un Messerschmitt, un cazaMesserschmitt de la Luftwaffe. Todoslos demás detenidos se pusieron de pie.En la puerta que daba al gimnasio endonde por la noche dormíamos un par decarabineros habían dejado de hablar ymiraban el cielo. El loco Norberto,agarrado al muro, se reía y decía que laSegunda Guerra Mundial había vuelto ala Tierra. Nos tocó a nosotros, loschilenos, recibirla, darle la bienvenida,decía. El avión volvió a Concepción:

BUENA SUERTE PARA TODOS EN LAMUERTE, leí con dificultad. Por unmomento pensé que si Norberto hubieraquerido irse nadie se lo habríaimpedido. Todos, menos él, estabansumidos en la inmovilidad, las carasvueltas hacia el cielo. Hasta esemomento nunca había visto tanta tristeza.Y el avión volvió a pasar sobrenosotros, completó la vuelta, se elevó yvolvió a Concepción. Qué piloto, decíaNorberto, mismamente Hans Marseillereencarnado. Leí: DIXITQUE ADAM HOCNUNC OS EX OSSIBUS MEIS ET CARO DECARNE MEA HAEC VOCABITUR VIRAGOQUONIAM DE VIRO SUMPTA EST . En

dirección este, perdidas entre las nubesque remontaban el Bío-Bío las últimasletras. Perdido el avión mismo que porun momento desapareció completamentedel cielo. Como si todo aquello no fuerasino un espejismo o una pesadilla. Quéha puesto, compañero, oí que decía unminero de Lota. Ni idea, le contestaron.Otro dijo: huevadas, pero la voz letemblaba. Los carabineros de la puertadel gimnasio se habían multiplicado,ahora eran cuatro. Norberto, delante demí, las manos enganchadas al muro,susurraba: esto no puede ser sino lablitzkrieg o estoy loco. Después suspiróprofundamente y pareció tranquilizarse.

En ese momento el avión volvió a salir.Venía del mar. No lo habíamos visto darla vuelta. Santo cielo, dijo Norberto,perdónanos por nuestros pecados. Lodijo en voz alta y los demás detenidos ytambién los carabineros lo oyeron y serieron. Pero yo supe que nadie, en elfondo, tenía ganas de reírse. El aviónpasó por encima de nuestras cabezas. Elcielo se estaba oscureciendo, las nubesya no eran rosadas sino negras. Cuandoestuvo sobre Concepción su siluetaapenas resultaba visible. Esta vez sóloescribió tres palabras: APRENDAN DELFUEGO, que rápidamente quedarondesdibujadas en la noche, y luego

desapareció. Durante unos segundosnadie dijo nada. Los carabineros fueronlos primeros en reaccionar. Nosmandaron ponernos en fila e iniciaron elrecuento de cada noche antes deencerrarnos en el gimnasio. Era unMesserschmitt, Bolaño, te lo juro por lomás sagrado, me dijo Norberto mientrasentrábamos en el gimnasio.Seguramente, dije yo. Y escribía enlatín, dijo Norberto. Sí, dije yo, pero noentendí nada. Yo sí, dijo Norberto,hablaba de Adán y Eva, y del SantoVirago, y del Jardín de nuestras cabezas,y a todos nos deseaba buena suerte. Unpoeta, dije yo. Una persona educada, sí,

dijo Norberto.La broma o el poema, lo supe

muchos años después, le costó aRamírez Hoffman una semana decalabozo. Al salir secuestró a lashermanas Venegas. En las fiestas del findel año 1973 volvió a hacer unaexhibición de escritura aérea. Sobre elaeropuerto militar de El Cóndor dibujóuna estrella que se confundía con lasprimeras estrellas del crepúsculo yluego escribió un poema que ninguno desus superiores entendió. En uno de susversos hablaba de las hermanasVenegas. Quien lo leyera cabalmente yapodía darlas por muertas. En otro

mencionaba a una tal Patricia.Aprendices del fuego, decía. Losgenerales que lo observaban soltar elhumo y formar las letras pensaron que setrataba de sus novias, sus amigas o elnombre de algunas putas de Talcahuano.Algunos de sus amigos supieron, por elcontrario, que Ramírez Hoffman estabanombrando, conjurando, a mujeresmuertas. Por aquellas fechas participóen otras dos exhibiciones aéreas. Decíande él que era el más inteligente de supromoción, también el más impulsivo.Podía pilotar sin problemas un HawkerHunter o un helicóptero de combate,pero lo que más le gustaba era coger el

viejo avión cargado de humo, remontarlos cielos vacíos de la patria y escribircon letras enormes sus pesadillas, quetambién eran nuestras pesadillas, hastaque el viento las deshacía.

En 1974 convenció a un general yvoló hacia el Polo Sur. El viaje fuedifícil y plagado de escalas, pero entodos los lugares donde aterrizabaescribía sus poemas en el cielo. Eran lospoemas de una nueva edad de hierropara la raza chilena, decían susadmiradores. No quedaba nada de aquelEmilio Stevens literariamente retraído einseguro. Ramírez Hoffman era laseguridad y la audacia personificadas.

El vuelo desde Punta Arenas hasta labase antartica de Arturo Prat estuvolleno de peligros que estuvieron a puntode costarle la vida. Cuando losperiodistas le preguntaron, a su regreso,cuál había sido el mayor, contestó queatravesar el silencio. Las olas del Cabode Hornos lamían el vientre del avión,olas enormes, pero mudas, como en unapelícula sin sonido. El silencio es comoel canto de las sirenas de Ulises, dijo,pero si lo atraviesas como un hombre yanada malo puede ocurrirte. En laAntártida todo fue bien. RamírezHoffman escribió LA ANTÁRTIDA ESCHILE y fue filmado y fotografiado y

después volvió a Concepción, solo, ensu pequeño avión que según había dichoel loco Norberto era un cazaMesserschmitt de la Segunda GuerraMundial.

Estaba en la cresta de la ola. Lollamaron de Santiago para que hicieraalgo sonado en la capital, algoespectacular que demostrara el interésdel nuevo régimen por el arte devanguardia. Ramírez Hoffman acudióencantado. Se alojó en el departamentode un compañero de promoción ymientras por el día iba a entrenarse alaeródromo Capitán Lindstrom, por lanoche se dedicó a preparar por su

cuenta, en el departamento, unaexposición de fotografías cuyainauguración hizo coincidir con suexhibición de poesía aérea. El dueño deldepartamento declararía años despuésque hasta el último momento no vio lasfotografías que Ramírez Hoffmanpensaba exponer. Sobre la naturaleza deéstas, dijo que Ramírez Hoffmanpretendía que fueran una sorpresa y quesólo le adelantó que se trataba de poesíavisual, experimental, arte puro, algo queiba a divertirlos a todos. Lasinvitaciones, por supuesto, eranrestringidas: pilotos, militares jóvenes(el más viejo no llegaba a comandante)

y cultos, un trío de periodistas, unpequeño grupo de artistas civiles, algunadama joven y distinguida (que se sepa ala exposición sólo acudió una mujer,Tatiana von Beck Iraola) y el padre deRamírez Hoffman, que vivía enSantiago.

Todo empezó mal. El día de laexhibición aérea amaneció con grandescúmulos de nubes negras y gordas quebajaban por el valle hacia el sur.Algunos jefes le desaconsejaron volar.Ramírez Hoffman desoyó los malospresagios. Su avión se elevó y losespectadores vieron, con más esperanzaque admiración, algunas piruetas

preliminares. Después tomó altura ydesapareció en el interior de unainmensa nube gris oscura que sedesplazaba lentamente sobre la ciudad.Salió lejos del aeródromo, en un barrioperiférico de Santiago. Allí mismoescribió el primer verso: La muerte esamistad. Después planeó sobre unosalmacenes ferroviarios y sobre lo queparecían fábricas abandonadas yescribió el segundo verso: La muerte esChile. Enfiló hacia el centro. Allí, sobreLa Moneda, escribió el tercer verso: Lamuerte es responsabilidad. Algunospeatones lo vieron. Un escarabajooscuro recortado sobre un cielo oscuro y

amenazante. Muy pocos descifraron laspalabras: el viento las deshacía enapenas unos segundos. En el camino devuelta al aeródromo escribió el cuarto yquinto verso: La muerte es amor y Lamuerte es crecimiento. Cuando avistó elaeródromo escribió: La muerte escomunión, pero ninguno de losgenerales y mujeres de generales y altosmandos y autoridades militares, civilesy culturales pudo leer sus palabras. Enel cielo se gestaba una tormentaeléctrica. Desde la torre de control uncorone! le pidió que se diera prisa yaterrizara. Ramírez Hoffman dijo:entendido y volvió a tomar altura.

Entonces, en el otro extremo de Santiagocayó el primer rayo y Ramírez Hoffmanescribió: La muerte es limpieza, pero loescribió tan mal, las condicionesmeteorológicas eran tan desfavorablesque muy pocos de los espectadores queya comenzaban a levantarse de susasientos y abrir los paraguascomprendieron lo escrito. Sobre el cieloquedaban jirones negros, garabatos deniño. Pero algunos sí que lo entendierony pensaron que Ramírez Hoffman sehabía vuelto loco. Comenzó a llover y ladesbandada fue general. En uno de loshangares se había improvisado un cóctely a aquella hora y con aquel chaparrón

todo el mundo tenía sed y hambre. Loscanapés se acabaron en menos de veinteminutos. Algunos oficiales y algunasseñoras comentaron lo raro queresultaba aquel piloto poeta, pero lamayoría de los invitados hablaban y sepreocupaban por temas de relievenacional e incluso internacional.Ramírez Hoffman, mientras tanto, seguíaen el cielo, luchando contra loselementos. Sólo un puñado de amigos ydos periodistas que en sus ratos libresescribían poemas surrealistas siguierondesde la pista espejeante de lluvia, enuna estampa que parecía sacada de unapelícula de la Segunda Guerra Mundial,

las evoluciones del avioncito debajo dela tormenta. Escribió, o pensó queescribía: La muerte es mi corazón. Ydespués: Toma mi corazón . Y después:Nuestro cambio, nuestra ventaja. Ydespués ya no tenía humo para escribirpero escribió: La muerte esresurrección y los que estaban abajo noentendían nada pero entendían queRamírez Hoffman estaba escribiendoalgo, entendían la voluntad del piloto ysabían que aunque no entendieran nadaestaban asistiendo a un eventoimportante para el arte del futuro.

Después Ramírez Hoffman aterrizósin ningún problema, se llevó una

reprimenda del oficial encargado de latorre de control y de algunos altosmandos que aún deambulaban por entrelos restos del cóctel y se marchó aldepartamento a preparar el segundo actode su gala santiaguina.

Todo lo anterior tal vez ocurrió así.Tal vez no. Puede que los generales dela Fuerza Aérea Chilena no llevaran asus mujeres. Puede que en el aeródromoCapitán Lindstrom jamás se hubieraescenificado ningún recital de poesíaaérea. Tal vez Ramírez Hoffmanescribió su poema en el cielo deSantiago sin pedir permiso a nadie, sinavisar a nadie, aunque esto es más

improbable. Tal vez aquel día nisiquiera llovió sobre Santiago. Tal veztodo sucedió de otra manera. Laexposición fotográfica en eldepartamento, sin embargo, ocurrió tal ycomo a continuación se explica.

Los primeros invitados llegaron alas nueve de la noche. A las once habíaunas veinte personas, todasrazonablemente borrachas. Todavíanadie había entrado en el dormitorio dehuéspedes, en donde dormía RamírezHoffman y en cuyas paredes pensabaexponer las fotos al criterio de susamigos. El teniente Curzio Zabaleta, queaños después publicaría el libro Con la

soga al cuello, especie de narraciónauto-instigadora sobre su actuación enlos primeros años de gobierno golpista,dice que Ramírez Hoffman secomportaba de manera normal, atendía alos invitados como si la casa fuera suya,saludaba a los compañeros depromoción a quienes no veía desdehacía mucho, condescendía a comentarlos incidentes de aquella mañana en elaeródromo, hacía y soportaba de buengrado las bromas usuales en este tipo dereuniones. De vez en cuandodesaparecía (se encerraba en el cuarto)pero sus ausencias nunca duraban muchotiempo. Por fin, a las doce de la noche

en punto, pidió silencio y dijo (palabrastextuales, según Zabaleta) que ya erahora de empaparse un poco con el nuevoarte. Abrió la puerta de su cuarto y fuedejando pasar a sus invitados uno poruno. Uno por uno, señores, el arte deChile no admite aglomeraciones.Cuando dijo esto (según Zabaleta),Ramírez Hoffman empleó un tono jocosoy miraba a su padre a quien hizo unguiño con el ojo izquierdo y después conel ojo derecho.

La primera en entrar fue Tatiana vonBeck Iraola, como era lógico. Lahabitación estaba perfectamenteiluminada. Nada de luces azules o rojas,

nada de atmósfera especial. Afuera, enel pasillo y más allá, en el living, todosproseguían sus conversaciones o bebíancon el desenfreno de los jóvenes y delos triunfadores. El humo, sobre todo enel pasillo, era considerable. RamírezHoffman estaba de pie en el quicio de lapuerta. Dos tenientes discutían en laentrada del baño. El padre de RamírezHoffman era uno de los pocos queestaban serios y firmes en la cola.Zabaleta se movía, según propiaconfesión, arriba y abajo, nervioso ylleno de oscuros presagios. Los dosreporteros surrealistas conversaban conel dueño de la casa. En algún momento

Zabaleta consiguió oír algunas de suspalabras: hablaban de viajes, elMediterráneo, Miami, playas cálidas ymujeres exuberantes.

No había pasado un minuto cuandoTatiana von Beck volvió a salir. Estabapálida y desencajada. Miró a RamírezHoffman y trató de llegar al baño. Nopudo. Vomitó en el pasillo y después,trastabillándose, se fue del departamentoayudada por un oficial que galantementese ofreció a acompañarla pese a lasprotestas de la Von Beck que preferíairse sola. El segundo en entrar fue uncapitán. No volvió a salir. RamírezHoffman, junto a la puerta entreabierta,

sonreía cada vez más satisfecho. En elliving algunos se preguntaban qué moscale había picado a la Tatiana. Estáborracha, pues, dijo una voz queZabaleta no reconoció. Alguien puso undisco de Pink Floyd. Alguien comentóque entre hombres no se podía bailar,esto parece un encuentro de colisas, dijouna voz. Los reporteros surrealistascuchicheaban entre sí. Un tenientepropuso salir inmediatamente de putas.Pero en el pasillo, diríase como en laantesala de un dentista o de unapesadilla, casi nadie hablaba. El padrede Ramírez Hoffman se abrió paso yentró en el cuarto. Lo siguió el dueño de

casa. Casi de inmediato éste volvió asalir, se encaró con Ramírez Hoffman,por un momento pareció que iba agolpearlo y luego le dio la espalda ymarchó al living en busca de un trago. Apartir de ese momento todos, incluidoZabaleta, entraron al dormitorio. Elcapitán estaba sentado en la cama,fumando y leyendo unas notas, parecíatranquilo, inmerso en la lectura. Elpadre de Ramírez Hoffman contemplabaalgunas de las cientos de fotografías quedecoraban las paredes y parte del techode la habitación. Un cadete, cuyapresencia allí Zabaleta no se explica, sepuso a llorar y a maldecir y lo tuvieron

que sacar a rastras. Los reporterossurrealistas hacían gestos de desagradopero mantuvieron el tipo. De pronto yanadie hablaba. Zabaleta recuerda quesólo se escuchaba la voz de un tenienteborracho, que no había entrado en elcuarto de Ramírez Hoffman y que hacíauna llamada telefónica desde el living.Discutía con su novia y se disculpabacon palabras incoherentes de algo quehabía hecho hacía mucho tiempo. Losdemás volvieron al living en silencio yalgunos se marcharon rápidamente, casisin despedirse.

Después el capitán hizo salir a todosdel cuarto y se encerró con Ramírez

Hoffman durante media hora. En eldepartamento, según Zabaleta, quedabanunas ocho personas. El padre deRamírez Hoffman no parecíaparticularmente conmovido. El dueño dela casa, enterrado en un sillón, lo mirabacon rencor. Si quiere, dijo el padre deRamírez Hoffman, me llevo a mi hijo.No, dijo el dueño de la casa, su hijo esmi amigo y los chilenos sabemosrespetar la amistad. Estabacompletamente borracho.

Un par de horas después llegarontres militares de Inteligencia. Zabaletapensó que iban a detener a RamírezHoffman pero lo que hicieron fue

limpiar de fotografías la habitación. Elcapitán se marchó con ellos y durante unrato nadie supo qué decir. DespuésRamírez Hoffman salió del dormitorio yse puso a fumar de pie junto a unaventana. El living, recuerda Zabaleta,parecía ahora el refrigerador de unagran carnicería saqueada. ¿Estásarrestado?, preguntó finalmente el dueñode la casa. Supongo que sí, dijo RamírezHoffman, de espaldas a todos, mirandolas luces de Santiago por la ventana, lasescasas luces de Santiago. Su padre sele acercó con una lentitud exasperante,como si no se atreviera a hacer lo queiba a hacer, y finalmente lo abrazó. Un

abrazo breve que Ramírez Hoffman nocorrespondió. La gente es exagerada,comentó junto a la chimenea apagadauno de los reporteros surrealistas. Pico,dijo el dueño de la casa. ¿Y ahora quéhacemos?, dijo un teniente. Dormir lamona, dijo el dueño de la casa. Zabaletanunca más vio a Ramírez Hoffman. Suúltima imagen de él, sin embargo, esindeleble: un living grande ydesordenado, un grupo de gente pálida ycansada, y Ramírez Hoffman junto a laventana, en perfecto estado, sosteniendouna copa de whisky en una mano queciertamente no temblaba y mirando elpaisaje nocturno.

A partir de esa noche las noticiassobre Ramírez Hoffman son confusas,contradictorias, su figura aparece ydesaparece en la antología móvil de laliteratura chilena envuelto siempre enbrumas y con la prestancia de un dragón.Se especula con su expulsión de laFuerza Aérea, las mentes másdisparatadas de su generación lo venvagando por Santiago, Valparaíso,Concepción, ejerciendo oficiosdisímiles y participando en empresasartísticas extrañas. Cambia de nombre.Se le vincula con más de una revistaliteraria de existencia efímera en dondepublica proposiciones de happenings

que nunca llevará a cabo o que, aúnpeor, llevará a cabo en secreto. En unarevista de teatro aparece una pequeñapieza firmada por un tal OctavioPacheco del que nadie sabe nada. Lapieza es singular en grado extremo ytranscurre en un mundo de hermanossiameses en donde el sadismo y elmasoquismo son juegos de niños. Dicenque trabaja como piloto para una líneacomercial que enlaza Sudamérica conalgunas ciudades de Extremo Oriente.Cecilio Macaduck, el poeta-dependientede una zapatería y ex miembro del tallerde literatura de Cherniakovski, sigue suspasos gracias a un apartado que

encuentra accidentalmente en laBiblioteca Nacional: allí están los dosúnicos poemas publicados por EmilioStevens junto con los testimoniosfotográficos de los poemas aéreos deRamírez Hoffman, la obra de teatro deOctavio Pacheco y textos aparecidos enrevistas diversas de Argentina, Uruguay,Brasil y Chile. La sorpresa deMacaduck es enorme: encuentra por lomenos siete revistas chilenas aparecidasentre 1973 y 1980 que no conocía.Encuentra también un libro delgado, detapas marrones, en octavo, tituladoEntrevista con Juan Sauer. El librolleva el sello de la editorial El Cuarto

Reich Argentino. No tarda encomprender que Juan Sauer, quien en laentrevista contesta preguntasrelacionadas con la fotografía y lapoesía, es Ramírez Hoffman. En susrespuestas se bosqueja su teoría del arte.Según Macaduck, decepcionante. Enciertos círculos chilenos ysudamericanos, no obstante, su pasorelampagueante por la poesía seconvierte en objeto de culto. Pero pocosson los que pueden hacerse una ideacabal de su obra. Finalmente abandonaChile, abandona la vida pública,desaparece, aunque su ausencia física(de hecho, siempre ha sido una figura

ausente) no pone fin a lasespeculaciones, a las interpretaciones, alas lecturas encontradas y apasionadasque su obra suscita.

Su paso por la literatura deja unreguero de sangre y varias preguntasrealizadas por un mudo. También dejauna o dos respuestas silenciosas.

Los años, contra lo que suelesuceder, afirman su estatura mítica,fortalecen sus propuestas. La pista deRamírez Hoffman se pierde enSudáfrica, en Alemania, en Italia, hayquienes incluso aventuran que se ha idoa Japón como el doble negro de GarySnyder, y su silencio es absoluto; los

nuevos aires que recorren el mundo, sinembargo, lo reclaman, reivindican suobra, no faltan quienes le consideran unprecursor. Desde Chile salen en subúsqueda escritores jóvenes yentusiastas. Tras un largo peregrinajeregresan derrotados y sin fondos. Elpadre de Ramírez Hoffman,presumiblemente la única personaconocedora de su paradero, muere en1990.

Se abre paso entre los círculosliterarios chilenos la idea, en el fondotranquilizadora, de que RamírezHoffman también está muerto.

En 1992 su nombre sale a relucir en

una encuesta judicial sobre torturas ydesapariciones. En 1993 se le vinculacon un «grupo operativo independiente»responsable de la muerte de variosestudiantes en el área de Concepción yen Santiago. En 1995 aparece el libro deZabaleta en uno de cuyos capítulos serelata la velada de las fotos. En 1996Cecilio Macaduck publica en unamodesta editorial santiaguina un extensoensayo sobre las revistas fascistas deChile y Argentina en el períodocomprendido entre los años 1972 y1992, y en donde la estrella másbrillante y enigmática es sin dudaRamírez Hoffman. No faltan, por

supuesto, las voces que se alzan en sudefensa. Un sargento de InteligenciaMilitar declara que el teniente RamírezHoffman era un poco raro, medio rayadoy con explosiones inesperadas, perocumplidor como pocos en su luchacontra el comunismo. Un oficial delEjército que participó con él en algunasactividades de represión en Santiagoincluso va más lejos y afirma queRamírez Hoffman tenía toda la razón delmundo cuando decía que no había quedejar vivo a ningún prisionero a quienpreviamente se hubiera torturado: «teníauna visión de la Historia, cómo le diría,cósmica, en permanente movimiento,

con la Naturaleza en medio de todo,devorándose y renaciendo que dabaasco, pero brillante como un portento,señor… ».

Sin ninguna esperanza es llamado adeclarar como testigo en algunos juicios.En otros se le cita como inculpado. Unjuez de Concepción intenta sacaradelante una orden de busca y capturaque no prospera. Los juicios, pocos, sellevan a cabo sin la presencia deRamírez Hoffman. Luego se olvidan.Muchos son los problemas de laRepública como para interesarse en lafigura cada vez más borrosa de unasesino múltiple desaparecido hace

mucho tiempo.Chile lo olvida.Es entonces cuando aparece en

escena Abel Romero y cuando vuelvo aaparecer en escena yo. Chile tambiénnos ha olvidado. Romero fue uno de lospolicías más famosos de la época deAllende. Vagamente recordaba sunombre relacionado con el de unasesinato en Viña del Mar, «el clásicoasesinato de la habitación cerrada»,según sus propias palabras, resuelto conelegancia y limpieza. Y aunque siempretrabajó en la Brigada de Homicidios, fueél quien entró en el fundo Las Cármenescon una pistola en cada mano a rescatar

a un coronel que se habíaautosecuestrado y a quien protegíanvarios matones de Patria y Libertad. Poresta acción, Romero recibió la Medallaal Valor de manos de Allende, la mayorsatisfacción profesional de su vida. Trasel golpe estuvo preso tres años y luegose marchó a París. Ahora estaba tras lapista de Ramírez Hoffman. CecilioMacaduck le había proporcionado midirección en Barcelona. ¿En qué puedoayudarle?, le pregunté. En asuntos depoesía, dijo. Ramírez Hoffman erapoeta, yo era poeta, él no era poeta, ergopara encontrar a un poeta necesitaba laayuda de otro poeta. Le dije que para mí

Ramírez Hoffman era un criminal, no unpoeta. Bueno, bueno, dijo él, tal vezpara Ramírez Hoffman o para cualquierotro usted no sea poeta o sea un malpoeta y él o ellos sí. Todo depende, ¿nocree? Cuánto me va a pagar, le dije. Asíme gusta, dijo él, directo al grano.Bastante. La persona que me contratótiene mucho dinero. Nos hicimosamigos. Al día siguiente llegó a mi casacon una maleta llena de revistas deliteratura. ¿Qué le hace pensar queRamírez Hoffman se encuentra enEuropa? Me he hecho una composicióndel hombre, dijo. Cuatro días despuésapareció con una tele y un vídeo. Son

para usted, dijo. No veo tele, dije. Pueshace mal, no sabe la cantidad de cosasinteresantes que se está perdiendo. Leolibros y escribo, dije. Ya se ve, dijoRomero. Y añadió de inmediato: no selo tome a mal, yo siempre he respetado alos curas y a los escritores que no tienennada. Pocos habrá conocido, dije. Ustedes el primero. Luego explicó que nopodía ni era conveniente instalar la teleen la pensión de la calle Pintor Fortuny,donde estaba viviendo. ¿Cree usted queRamírez Hoffman escribe en francés oalemán?, dije. Puede ser, dijo él, era unhombre con preparación.

Entre las muchas revistas que

Romero me dejó había dos en dondecreí ver la mano de Ramírez Hoffman.Una era francesa y la otra la editaba ungrupo de argentinos en Madrid. Lafrancesa, que no pasaba de ser unfanzine, era el órgano oficial de unmovimiento denominado «escriturabárbara» cuyo máximo representante eraun antiguo portero parisino. Una de lasactividades de este movimientoconsistía en realizar misas negras endonde se maltrataban libros clásicos. Elex portero había comenzado su carreraen mayo del 68. Mientras los estudianteslevantaban barricadas él se encerró ensu pequeño cubículo de la portería de un

lujoso edificio de la rue des Eaux y sededicó a masturbarse con libros deVictor Hugo y Balzac, a orinar sobrelibros de Stendhal, a embadurnar demierda páginas de Chateaubriand, ahacerse cortes en diversas partes delcuerpo y manchar de sangre bonitosejemplares de Flaubert, Lamartine,Musset. Así, según él, aprendió aescribir. El grupo de los «escritoresbárbaros» lo formaban dependientas,carniceros, guardas jurados, cerrajeros,burócratas de ínfima categoría,auxiliares de enfermería, extrascinematográficos. La revista madrileña,por el contrario, exhibía un nivel más

alto y sus colaboradores no podían serencasillados en una determinadatendencia o escuela. Entre sus páginasencontré textos dedicados alpsicoanálisis, estudios sobre el NuevoCristianismo, poemas escritos porpresos de Carabanchel precedidos poruna sesuda y en ocasiones extravaganteintroducción sociológica. Uno de estospoemas, el mejor, sin duda, y también elmás largo, se titulaba El fotógrafo de lamuerte y estaba dedicado,misteriosamente, al explorador.

En la revista de los franceses creíver la sombra de Ramírez Hoffman enuno de los pocos textos no creativos que

acompañaban, laudatorios, a las obrasde los «bárbaros». Éste, firmado por untal Jules Defoe, propugnaba en un estiloentrecortado y feroz una literaturaescrita por gente ajena a la literatura (deigual forma que la política, tal comoestaba ocurriendo y se felicitaba porello, debía hacerla gente ajena a lapolítica). La revolución pendiente de laliteratura, venía a decir Defoe, será dealguna manera su abolición. Cuando laPoesía la hagan los no-poetas y la leanlos no-lectores. Podía haberlo escritocualquiera, lo sé, cualquiera con ganasde quemar el mundo, pero tuve lacorazonada de que aquel adalid del ex

portero parisino era Ramírez Hoffman.El poema del preso de Carabanchel

presentaba el asunto bajo otraperspectiva. En la revista de Madrid nohabía textos de Ramírez Hoffman, perose hablaba de él en uno de sus textos, sibien sin nombrarlo. El título, Elfotógrafo de la muerte, podía habersido tomado de una vieja película dePowell o Pressburger, no recordaba cuálde los dos, pero también podía remitirsea la antigua afición de Ramírez Hoffman.En esencia, y pese a la subjetividad queencorsetaba sus versos, el poema erasencillo: hablaba de un fotógrafo quedeambulaba por el mundo, hablaba de

crímenes que el fotógrafo retenía parasiempre en su ojo mecánico, hablaba delrepentino vacío del planeta, delaburrimiento del fotógrafo, de susideales (el absoluto) y de susvagabundajes por tierras desconocidas,de sus experiencias con mujeres, de lastardes y noches interminablescontemplando el amor en sus másvariadas manifestaciones: parejas, tríos,grupos.

Cuando se lo dije a Romero éste mepidió que viera en el vídeo cuatropelículas que había traído. Creo que yatenemos localizado al señor Ramírez,dijo. En ese momento sentí miedo. Las

vimos juntos. Eran películaspornográficas de bajo presupuesto. A lamitad de la segunda le dije a Romeroque yo no podía tragarme cuatropelículas pornográficas seguidas. Véalasesta noche, me dijo al marcharse.¿Tengo que reconocer a RamírezHoffman entre los actores? Romero nome contestó. Sonrió enigmáticamente yse fue tras tomar nota de las direccionesde las revistas que le habíaseleccionado. No lo volví a ver hastacinco días después. Mientras tanto vitodas las películas, y todas las vi más deuna vez. No aparecía Ramírez Hoffmanen ninguna de ellas. Pero en todas noté

su presencia. Es muy sencillo, me dijoRomero cuando nos volvimos a ver, elteniente está detrás de la cámara. Luegome contó la historia de un grupo quehacía películas porno en una villa delgolfo de Tarento. Una mañanaaparecieron todos muertos. En total, seispersonas. Tres actrices, dos actores y elcámara. Se sospechó del director yproductor y se le detuvo. Tambiéndetuvieron al dueño de la villa, unabogado de Corigliano relacionado conel hard core criminal, es decir con laspelículas porno con crímenes reales.Todos tenían coartada y se les dejó enlibertad. ¿En dónde entraba Ramírez

Hoffman? Había otro cámara. Un tal R.P. English. Y a éste no se le pudolocalizar nunca.

¿Y usted, me dijo Romero, podríareconocer a Ramírez Hoffman si lovolviera a ver? No lo sé, contesté.

No volví a ver a Romero hasta dosmeses más tarde. Tengo localizado aJules Defoe, me dijo. Vamonos. Lo seguísin rechistar. Hacía mucho tiempo queno salía de Barcelona. Contra lo queimaginaba, tomamos el tren de la costa.¿Quién le paga?, le pregunté. Uncompatriota, dijo Romero sin dejar demirar el Mediterráneo que de prontocomenzó a aparecer entre los resquicios

de fábricas abandonadas y después traslas primeras construcciones delMaresme. ¿Mucho? Bastante, dijo, es uncompatriota que se ha hecho rico,suspiró, parece que en Chile haybastante gente que se está haciendo rica.¿Y qué va a hacer con el dinero? Voy avolver, me servirá para empezar denuevo. ¿No será Cecilio Macaduck elque lo ha contratado? (Por un instantepensé que Macaduck, que nunca se fuede Chile y que ahora publicaba un librocada dos años y colaboraba con revistasde todo el continente y de vez en cuandodaba clases en pequeñas universidadesnorteamericanas, por un instante, digo,

pensé que Macaduck era, además de unescritor establecido, un hombre defortuna. Fue un instante de cretinismo yde sana envidia.) Noooo, dijo Romero.¿Y cuando lo encontremos, dije, qué vaa hacer? Ay, amigo Bolaño, primerotiene usted que reconocerlo.

Nos bajamos en Blanes. En laestación tomamos un autobús paraLloret. Recién empezaba la primaverapero ya en el pueblo se veían grupos deturistas concentrados en las puertas delos hoteles o vagando por las calles delcentro. Caminamos hacia una zonadonde sólo había edificios deapartamentos. En uno de esos edificios

vivía Ramírez Hoffman. ¿Lo va amatar?, dije mientras caminábamos poruna calle fantasmal. Losestablecimientos comerciales turísticosaún no abrirían hasta dentro de un mes.No me haga esa clase de preguntas, medijo Romero con la cara arrugada por eldolor o por algo semejante. De acuerdo,dije, no le haré más preguntas.

Aquí vive Ramírez Hoffman, dijoRomero cuando pasamos sin detenernosfrente a un edificio de ocho plantas,aparentemente vacío. Se me encogió elestómago. No mire para atrás, hombre,me regañó Romero y seguimoscaminando. Dos cuadras más adelante

había un bar abierto. Romero meacompañó hasta la puerta. Dentro de unrato, no sé cuánto, él vendrá a tomarseun café. Mírelo con cuidado y despuésme dice. Siéntese y no se mueva. Lovendré a buscar cuando oscurezca. Unpoco estúpidamente, nos dimos la manoal despedirnos. ¿Ha traído algún libropara leer? Sí, dije. Hasta luego,entonces, y piense que han pasado másde veinte años.

Desde los ventanales del bar se veíael mar y el cielo muy azul y unas pocasbarcas de pescadores faenando cerca dela costa. Pedí un café con leche e intenténo distraerme. El bar estaba casi vacío:

una mujer leía una revista sentada en unamesa y dos hombres hablaban con el queatendía la barra. Abrí mi libro, la ObraCompleta de Bruno Schulz traducida porJuan Carlos Vidal. Intenté leer. Al cabode varias páginas me di cuenta que noentendía nada. Leía pero las palabraspasaban como escarabajosincomprensibles. Nadie entraba al bar,nadie se movía, el tiempo parecíadetenido, empecé a sentirme mal: en elmar las barcas de pesca de pronto setransfiguraron en veleros, la línea de laplaya era gris y uniforme y muy de tantoen tanto veía gente que caminaba ociclistas que optaban por pedalear sobre

la gran vereda vacía. Pedí una botella deagua mineral. Entonces llegó RamírezHoffman y se sentó junto al ventanal, atres mesas de distancia. Lo encontréenvejecido. Tanto como seguramente loestaba yo. Pero no. Él había envejecidomucho más. Estaba más gordo, másarrugado, por lo menos aparentaba diezaños más que yo, pensé, cuando enrealidad sólo era tres años mayor.Miraba el mar y fumaba. Igual que yo,descubrí con alarma y apagué elcigarrillo e hice como que leía. Laspalabras de Bruno Schulz adquirieronpor un instante una dimensiónmonstruosa, casi insoportable. Cuando

volví a mirar a Ramírez Hoffman éste sehabía puesto de perfil. Pensé queparecía un tipo duro, como sólo puedenserlo —y sólo pasados los cuarenta—algunos latinoamericanos. Una durezatan diferente de la de los europeos onorteamericanos. Una dureza triste eirremediable. Pero Ramírez Hoffman noparecía triste y allí radicabaprecisamente la tristeza infinita. Parecíaadulto. Pero no era adulto, lo supe deinmediato. Parecía dueño de sí mismo.Y a su manera y dentro de su ley,cualquiera que fuera, era más dueño desí mismo que todos los que estábamosen aquel bar silencioso. Era más dueño

de sí mismo que muchos de los quecaminaban en ese momento por lascalles de Lloret o trabajaban preparandola inminente temporada turística. Eraduro y no tenía nada o tenía muy poco yno parecía darle demasiada importancia.Parecía estar pasando una mala racha.Tenía la cara de los tipos que sabenesperar sin perder los nervios o ponersea soñar. No parecía un poeta. Noparecía un ex oficial de la Fuerza AéreaChilena. No parecía un asesino deleyenda. No parecía el tipo que habíavolado a la Antártida para escribir unpoema en el aire. Ni de lejos.

Se marchó cuando empezaba a

anochecer. De pronto me sentí conhambre y feliz. Pedí pan con tomate yjamón serrano y una cerveza sin alcohol.

Al cabo de un rato llegó Romero ynos marchamos. Al principio parecióque nos alejábamos del edificio deRamírez Hoffman pero en realidad sólodimos un rodeo. ¿Es él?, preguntóRomero. Sí, le dije. ¿Sin ninguna duda?Sin ninguna duda. Iba a añadir algo máspero Romero apuró el paso. El edificiode Ramírez Hoffman se recortó contra elcielo iluminado por la luna. Singular,distinto de los demás edificios que anteél parecían difuminarse, desvanecerse,tocado por una vara mágica que surgía

del año 1973. Romero me señaló elbanco de un parque. Espéreme aquí,dijo. ¿Lo va a matar? El banco estaba enun discreto rincón en penumbras. Lacara de Romero hizo un gesto que nopude ver. Espéreme aquí o vayase a laestación de Blanes y coja el primer tren.No lo mate, por favor, ese hombre ya nole puede hacer mal a nadie, dije. Esousted no lo puede saber, dijo Romero, niyo tampoco. No le puede hacer daño anadie, dije. En el fondo no lo creía.Claro que podía hacer daño. Todospodíamos hacer daño. Ahora vuelvo,dijo Romero.

Me quedé sentado mirando los

arbustos oscuros mientras escuchaba elruido de las pisadas de Romero que sealejaba. Veinte minutos después regresó.Debajo del brazo traía una carpeta conpapeles. Vámonos, dijo. Tomamos elautobús que enlaza Lloret con laestación de Blanes y luego el tren aBarcelona. No hablamos hasta llegar ala Estación de Plaza Catalunya. Romerome acompañó hasta mi casa. Allí meentregó un sobre. Por las molestias, dijo.¿Qué va a hacer usted? Me vuelvo estamisma noche a París, tengo vuelo a las12, dijo. Suspiré o bufé, qué asunto másfeo, dije por decir algo. Claro, dijoRomero, ha sido un asunto de chilenos.

Lo miré, allí, de pie en medio del portal,Romero sonreía. Debía andar por lossesenta años. Cuídate, Bolaño, dijofinalmente y se marchó.

Epílogo paramonstruos

1. ALGUNOS PERSONAJES

Marcos Ricardo Alarcón Chamiso,Arequipa, 1910-Arequipa, 1977.Poeta, músico, pintor, escultor ymatemático aficionado.

Susy D’Amato, Buenos Aires, 1935-París, 2001. Poetisa argentina amigade Luz Mendiluce. Acabó sus díasvendiendo artesaníaslatinoamericanas en la capital de

Francia.

Duquesa de Bahamontes, Córdoba,1893-Madrid, 1957. Duquesa ycordobesa. Y punto. Sus amantes(platónicos) se contaron por cientos.Problemas de orina y anorgasmia. Enla vejez, buena jardinera.

Pedro Barbero, Móstoles, 1934-Madrid,1998. Secretario, amante y confidentede Luz Mendiluce. El MiguelHernández de la derecha populista.Autor de sonetos proletarios.

Gabino Barreda, Hermosillo, 1908-LosÁngeles, 1989. Arquitecto derenombre. Empezó como estalinista y

terminó como salinista.Tatiana von Beck Iraola, Santiago,

1950-Santiago, 2011. Feminista,galerista, periodista, escultoraconceptual, una de las animadoras dela vida cultural chilena.

Luis Enrique Belmar, Buenos Aires,1865-Buenos Aires, 1940. Criticoliterario. Aseguró que MacedonioFernández no valía un pimiento.Crítico encarnizado de EdelmiraThompson.

Hugo Bossi, Buenos Aires, 1920-Buenos Aires, 1991. Arquitecto.Autor de los proyectos del Museo-Hotel, inspirado según propia

confesión en sus años de interno en uncolegio de jesuitas de la provincia deBuenos Aires. El Museo-Hotel,además de servir como museo abiertoal público y como residencia paraartistas sin recursos, debía tenervarias canchas deportivassubterráneas, una pista de ciclismo,un cine, dos teatros, una capilla, unsupermercado y una pequeña ydiscreta estación de policía.

Jack Brooke, New Jersey, 1950-LosÁngeles, 1990. Tratante de obras dearte relacionado con el narcotráfico yel lavado de dinero. Declamador ytransformista en sus ratos libres.

Mauricio Cáceres, Tres Arroyos, 1925-Buenos Aires, 1996. Segundo maridode Luz Mendiluce. Popularmenteconocido como el Martín Fierro delApocalipsis. Durante un tiempodirector de Letras Criollas.

Florencio Capó, Concepción, 1920-Santiago, 1995. Amigo y confidentede Pedro González Carrera. Aunquelo quería nunca pudo comprender sufama postuma.

Dan Carmine, Los Ángeles, 1958-LosÁngeles, 1986. Actor de cine porno,superdotado, su pene medía 28 cm.Tenía los ojos más azules de laprofesión. Trabajó en varias

películas de Adolfo Pantoliano.Aldo Carozzone, Buenos Aires, 1893-

Buenos Aires, 1982. Filósofoepicúreo y secretario particular deEdelmira Thompson.

Edelmiro Carozzone, Buenos Aires,1940-Madrid, 2027. Hijo único deAldo Carozzone. Estaba predestinadoa llamarse Adolfo (por AdolfoHitler) pero a última hora su padre enun gesto de sagrada amistad le pusoel nombre de su jefa y benefactora.Fue un muchacho permanentementeasombrado y, a rachas, feliz. Trabajócomo secretario de la familiaMendiluce.

John Castellano, Mobile, 1950-Selma,2021. Escritor norteamericano.Llamado por Argentino Schiaffino elDuce de Alabama.

Enzo Raúl Castiglioni, Buenos Aires,1940-Buenos Aires, 2002. Jefe de labarra brava de Boca Juniors. Suentrada en prisión encumbró a lajefatura a Italo Schiaffino. Lo másparecido a una rata, según algunos desus contemporáneos. Mezcla de rata ypavo, según otros. Un pobredesgraciado, en opinión de susfamiliares.

Juan Cherniakovski, Valdivia, 1943-ElSalvador, 1984. Poeta y guerrillero

panamericano. Sobrino en segundogrado del general soviético IvánCherniakovski.

Arthur Crane, Nueva Orleans, 1947-LosÁngeles, 1989. Poeta. Autor devarios libros de valor, entre ellos ElCielo de los Homosexuales y LaDisciplina de los Niños. Frecuentabalos bajos fondos y las personas demal vivir como una forma desuicidio. Otros fuman tres paquetesde cigarrillos al día.

Eugenio Entrescu, Bacau, Rumania,1905-Kishinev, Ucrania, 1944.General rumano. Durante la Segunda

Guerra Mundial se distinguió en latoma de Odessa, el sitio deSebastopol, la batalla de Stalingrado.Su miembro viril, erecto, medíaexactamente 30 cm, dos más que eldel actor porno Dan Carmine. Fuejefe de la 20 División, de la 14División y del 3 Cuerpo de Infantería.Sus soldados lo crucificaron en unaaldea cercana a Kishinev.

Atilio Franchetti, Buenos Aires, 1919-Buenos Aires, 1990. Pintorinvolucrado en La Habitación dePoe. Persio de la Fuente, BuenosAires, 1928-Buenos Aires, 1994.

Coronel y eminente semiólogoargentino.

Honesto García, Buenos Aires, 1950-Buenos Aires, 2013. Antiguo matón yjefe de la barra brava de Boca. Murióen la mendicidad, cantando tangos agritos, llorando y cagándose en lospantalones en una calle perdida deVilla Devoto.

Martín García, Los Ángeles, Chile,1942-Perpignan, 1989. Poeta ytraductor chileno. Su taller deliteratura en la Facultad de Medicinade Concepción era una de las cosasmás sórdidas del mundo, estaba a dos

pasos, pasillo en medio, delanfiteatro en donde los estudiantesdiseccionaban cadáveres.

María Teresa Greco, New Jersey, 1936-Orlando, 2004. Segunda mujer deArgentino Schiaffino. Segúntestimonios presenciales era flaca,huesuda, alta, una suerte de fantasmao de encarnación de la voluntad.

Wenceslao Hassel, Pando, Uruguay,1900-Montevideo, 1958. Dramaturgo.Autor de Las Guerras Domésticas deAmérica, ¿Cómo ser hombre?, LaFerocidad, Argentinas en París ,entre otras piezas que en su época

cosecharon aplausos en teatros deBuenos Aires, Montevideo y Santiagode Chile.

Otto Haushofer, Berlín, 1871-Berlín,1945. Filósofo nazi. Padrino de LuzMendiluce y padre de varias teoríasdescabelladas: la Tierra hueca, elUniverso sólido, las civilizacionesprimigenias, la tribu ariainterplanetaria. Se suicidó después deser violado por tres soldados uzbekosborrachos.

Antonio Lacouture, Buenos Aires, 1943-Buenos Aires, 1999. Militarargentino. Ganó la guerra contra la

subversión, perdió la guerra de lasMalvinas. Experto en aplicar el«submarino» y la picana eléctrica.Inventó un juego con ratones. Susprisioneras temblaban al reconocer suvoz. Obtuvo varias medallas.

Julio César Lacouture, Buenos Aires,1927-Buenos Aires, 1984. Primermarido de Luz Mendiluce. Autor deuna Oda a San Martín y de una Odaa O’Higgins que ganaron sendospremios municipales.

Juan José Lasa Mardones, poeta cubanoque vive en el misterio. Se conocenpoemas sueltos. ¿Un invento deErnesto Pérez Masón?

Philipe Lemercier, Nevers, 1915-Buenos Aires, 1984. Pintor paisajistafrancés y editor postumo de IgnacioZubieta.

Juan Carlos Lentini, Buenos Aires,1945-Buenos Aires, 2008. Antiguojefe de barra brava. Terminó sus díascomo funcionario del GobiernoFederal.

Carola Leyva, Mar del Plata, 1945-Mardel Plata, 2018. Poetisa argentinaseguidora de Edelmira Thompson yLuz Mendiluce.

Susana Lezcano Lafinur, Buenos Aires,1867-Buenos Aires, 1949.Animadora desde su salón literario

de la vida cultural bonaerense.Marcus Long, Pittsburgh, 1928-Phoenix,

1989. Poeta cuya obra se parecesucesivamente a la de Charles Olson,Robert Lowell, W. S. Merwin,Kenneth Rexroth y LawrenceFerlinghetti. Profesor de literatura.Padre de Rory Long.

Cecilio Macaduck, Concepción, 1956-Santiago, 2021. Escritor chileno deobra curiosa, propensa a los detallesy a las atmósferas cargadas. Con granpredicamento tanto en los lectorescomo en la crítica. Hasta los treinta ytres años trabajó como dependiente

en una zapatería.Berta Macchio Morazán, Buenos Aires,

1960-Mar del Plata, 2029. Ilustradoraaficionada y sobrina del doctorMorazán de quien se dice fue amante.También fue amante de ArgentinoSchiaffino. Muchacha de carácterhipersensible, su relación con estospersonajes la llevó al manicomio y avarios intentos de suicidio. El doctorMorazán gustaba atarla a la cama o auna silla. Argentino Schiaffinoprefería las más tradicionalesbofetadas o apagar cigarrillos en susbrazos y piernas. También fue amantede Scotti Cabello y ocasionalmente

de ocho o nueve miembros de la viejaguardia de la barra brava de Boca.Morazán siempre dijo quererla comoa una hija.

Alfredo de María, México D. F.., 1962-Villaviciosa, 2022. Escritor deciencia-ficción. Durante dosinterminables años, vecino deGustavo Borda en Los Ángeles.Desapareció en Villaviciosa, unpueblo de asesinos del Estado deSonora.

Pedro de Medina, Guadalajara, 1920-México D. F., 1989. Novelistamexicano de temas revolucionarios ycampesinos.

Sebastián Mendiluce, Buenos Aires,1874-Buenos Aires, 1940. Millonarioargentino. Esposo de EdelmiraThompson.

Carlos Enrique Morazán, Buenos Aires,1940-Buenos Aires, 2004. Jefe de labarra brava de Boca a la muerte deItalo Schiaffino y rendido admiradorde su hermano pequeño, Argentino.Doctor en parapsicología.

Elizabeth Moreno, Miami, 1974-Miami,2040. Camarera de un café cubano.Tercera y última esposa de ArgentinoSchiaffino.

Adolfo Pantoliano, Vallejo, California,

1945-Los Ángeles, 1986. Director yproductor de cine pornográfico.Obras: Conejos calientes, Métemelopor el culo, Los ex presidiarios y laquinceañera cachonda, De tres entres, Alien versus Carina, entre otras.

Agustín Pérez Heredia, Buenos Aires,1935-Buenos Aires, 2005. Fascistaargentino relacionado con el deporte.

Jorge Esteban Petrovich, Buenos Aires,1960-Buenos Aires, 2027. Escritorde tres novelas de carácter bélicocentradas en las Malvinas.Posteriormente locutor de radio ytelevisión.

Jules Albert Ramis, Rouen, 1910-París,1995. Poeta francés multilaureado.Funcionario del gobierno de Petain.Revisionista. Traductor ocasional yvocacional de inglés y español.Diputado. Filósofo en sus ratoslibres. Mecenas. Creador del Club delos Mandarines.

Julián Rico Anaya, Junín, 1942-BuenosAires, 1998. Autor nacionalistaargentino de tendencia ultra católica.

Baldwin Rocha, Los Ángeles, 1999-Laguna Beach, 2017. Mató a RoryLong armado con un fusil de asalto.Tres minutos después murió

acribillado por sus guardaespaldas.Abel Romero, Puerto Montt, 1940-

Santiago, 2013. Ex policía chilenolargo tiempo en el exilio. A suregreso levantó una exitosa empresade pompas fúnebres.

Étienne de Saint Étienne, Lyon, 1920-París, 1999. Filósofo e historiadorrevisionista francés. Fundador de laRevista de Historia Contemporánea.

Claudia Saldaña, Rosario, 1955-Rosario, 1976. Poetisa argentina.Inédita. Asesinada por los militares.

Ximena San Diego, Buenos Aires, 1870-París, 1938. Versión fosilizada y

gauchesca de Nina de Villard.Lou Santino, San Bernardino, 1940-San

Bernardino, 2006. Agente de libertadvigilada de John Lee Brook. Segúnalgunos, Brook entre ellos, un santo.Según otros, un cínico hijo de puta.

Germán Scotti Cabello, Buenos Aires,1956-Buenos Aires, 2017.Lugarteniente del doctor Morazán yadmirador incondicional deArgentino Schiaffino.

André Thibault, Niort, 1880-Périgueux,1945. Filósofo maurrasiano, lo fusilóun grupo de partisanos del Périgord.

Alcides Urrutia, pintor cubano del que

se carece de más datos. Probablevisitante de las cárceles de Castro.¿Un invento de Ernesto Pérez Masón?

Tito Vázquez, Rosario, 1895-Río deJaneiro, 1957. Músico argentino.Autor de dos sinfonías, varias piezasde cámara, tres himnos, una marchafúnebre, una sonatina y ocho tangosque le permitieron vivir con decorosus últimos días.

Arturo Velasco, Buenos Aires, 1921-París, 1983. Pintor argentino. Empezócomo simbolista y terminó imitando aLe Pare.

María Venegas, Nacimiento, 1955-

Concepción, 1973. Poetisa chilena.Asesinada por la dictadura.

Magdalena Venegas, Nacimiento, 1955-Concepción, 1973. Poetisa chilena,hermana gemela de la anterior.Asesinada por la dictadura.

Susy Webster, Berkeley, 1960-LosÁngeles, 1986. Actriz de cine porno.Trabajó en varias películas deAdolfo Pantoliano.

Curzio Zabaleta, Santiago, 1951-Viñadel Mar, 2011. Capitán retirado de laFACH. Monje seglar. Autor de librosbucólicos y ecologistas.

Augusto Zamora, San Luis Potosí, 1919-

México D. F., 1969. Cultivó laliteratura realista-socialista aunque aescondidas escribía poemassurrealistas. Fue homosexual aunquecasi toda su vida tuvo que fingir serun macho. Durante más de veinte añosconsiguió que sus compañeroscreyeran que sabía ruso. Vio la luz enoctubre del 68, en un calabozo deLecumberri. Murió en la calle, de unataque al corazón, un mes después desalir de la cárcel.

2. ALGUNAS EDITORIALES,REVISTAS, LUGARES…

El Águila Herida. Editorial fundada porLuz Mendiluce.

Amanecer en California. Revista de laHermandad Aria.

La Argentina Moderna. Revistamensual fundada por EdelmiraThompson y dirigida en su primeraépoca por Aldo Carozzone.

Blanco y Negro. Editorial argentina deextrema derecha.

Candil Sureño. Editorial fundada porEdelmira Thompson. 1920-1946.Nunca dio un duro de beneficio.

La Castaña. Editorial argentinaespecializada en la difusión de

cancioneros y autores populares.El Círculo Interno. Revista de la

Hermandad Aria.Ciudad en Llamas. Editorial de poesía

de Macon.El Club de los Mandarines. Grupo

metafísico y literario creado porJules Albert Ramis.

Command. Revista de juegos desimulación militar en donde colaboróHarry Sibelius.

La Comuna Aria Naturalista. Fundada(1967) por Segundo José Heredia enuna finca cercana a Calabozo(Guárico) y en donde recaló por unospocos días Franz Zwickau junto con

otros jóvenes artistas venezolanosvagamente arios.

Con Boca. Revista fundada por ItaloSchiaffino, 1976-1983.

Corazón de Hierro. Revista nazi chilenaque sobrevivió algunos años no enuna base submarina de la Antártidacomo hubieran deseado sus ardientesimpulsores sino en Punta Arenas.

El Cuarto Reich Argentino. Sin dudauna de las empresas editoriales másextrañas, bizarras y obstinadas decuantas se han dado en el continenteamericano, tierra abonada paraempresas al borde de la locura, lalegalidad y la simpleza. Su singladura

comenzó en el punto álgido de losjuicios de Nuremberg yoportunamente el primer númeroestuvo dedicado íntegramente arebatir la legalidad de éstos. En elsegundo número, junto a traduccionesde autores alemanes perfectamenteolvidables (entre los que se cuenta unpoema a las gardenias de Baldur vonSchirach, jefe de las JuventudesHitlerianas y a la sazón juzgado enNuremberg por crímenes contra lahumanidad) el lector curioso puedeencontrar tres textos de prosa variade Ernst Jünger. El tercer y cuartonúmero insiste en el tema de los

juicios y presenta una breve antologíade poetas bonaerensesconspicuamente falangistas operonistas. El quinto número dedicatodas sus páginas (100) a laadvertencia razonada sobre el peligrobolchevique, el único real queamenaza a Europa desde el fin de laPrimera Guerra Mundial. El sextopropone un giro estilístico: estádedicado al viejo Buenos Aires, a losbarrios, al puerto, al río, a lastradiciones, al folklore. El séptimo,en un arrebato anticipatorio, estádedicado al Buenos Aires del futurotanto en su aspecto urbanístico

(apartado del que se encarga el jovenarquitecto Hugo Bossi, con losprimeros vislumbres de unaoriginalidad implacable que mástarde lo haría mundialmente famoso)como sociológico, económico ypolítico. El octavo número pone lospies en la tierra nuevamente y sededica íntegro a denunciar lasfalacias de Nuremberg y de la prensaesclava de la plutocracia judía. Elnoveno vuelve a la literatura: bajo elepígrafe «La Literatura Europea hoyen día» visita a vuelo de pájaro lasobras de poetas y escritoresfranceses, alemanes, italianos,

españoles, rumanos, suizos, lituanos,eslovacos, húngaros, belgas, letones ydaneses. El décimo número no pudosalir por orden de la policía. Larevista es puesta fuera de la ley y setransforma en empresa editorial.Algunos de sus libros aparecen con elsello del Cuarto Reich Argentino,otros, la mayoría, no. Su singladuraerrática continuó hasta el año 2001.Nunca se supo quién la dirigía.

Las Fabulosas Aventuras de la NaciónBlanca. Revista de la HermandadAria.

El Faro Poético Literario. Revista

sevillana, 1934-1944.

El General. Revista de juegos desimulación militar en donde colaboróHarry Sibelius.

El Hotel de los Bravos. Revista de laHermandad Aria.

Iglesia Carismática de los Cristianos deCalifornia. Congregación religiosafundada por Rory Long en 1984.

Iglesia de los Mártires Verdaderos deAmérica. Congregación religiosa enla que Rory Long fue predicador.

Iglesia Texana de los Últimos Días.Congregación religiosa en la que

Rory Long fue predicador.

Jardín de Acero . Revista de laHermandad Aria.

Letras Criollas. Revista bimensualfundada por Edelmira Thompson,1948-1979. Fue dirigida por Juan yLuz Mendiluce y dio ocasión a másde una pelea fraterna.

Literatura entre Rejas. Revista de laHermandad Aria.

Pensamiento e Historia. Revista chilenaespecializada en sus primerosnúmeros en artículos y ensayos decarácter geopolítico y de historia

militar europea y americana. Durantela dirección de Gunther Füchler, sinduda la más rica y ambiciosa, seintentó lanzar al mercado con éxitodesparejo cuando no escaso a unaserie de novelistas y cuentistasgermano-chilenos (Axel Axelrod,Basilio Rodríguez de la Mata,Hermán Cueto Bauer, Otto Munsen,Rodolfo Ernesto Gruber, etc.) que ala postre resultó un sonado fracaso:sólo dos de ellos persistieron en elempeño literario pasados losveinticinco años y uno lo hizoescribiendo directamente en alemán,y en Alemania, naturalmente. A su

primer director, J. C. Hoeffler, sedebe una Historia Abierta de laSegunda Guerra Mundial seguida deuna Historia Secreta de la SegundaGuerra Mundial, amén de la primeratraducción seria al español de laPoesía Selecta de Baldur vonSchirach. Werner Méndez Maier,director de 1979 a 1980, un futuristafuribundo que acabó a puñetazos conel Consejo de Redacción y con lospromotores económicos de la revista,es el autor de la controvertidaNoticias Fidedignas del TenienteRamírez Hoffman que en su día fueleída por amigos y enemigos como

una tomadura de pelo monumentalrayana en la esquizofrenia. GuntherFüchler, el tercer director (1980-1989), es el autor de una monumentalHistoria de la Guerra del Pacíficosobre el conflicto bélico de 1879entre Chile y la Alianza Peruano-Boliviana, libro de intencióntotalizadora (740 páginas) en dondese describen con minucia desde losuniformes de ambos bandos hasta losplanes de batalla estratégicos,operacionales y tácticos. Este magnoempeño no será ajeno al PremioNacional de Literatura que en 1997corona la labor de historiador de

Füchler, sin duda el director-editormás respetado de cuantos pasaron porla revista. Con Karl-Heinz Riddle seinicia el período más abiertamenterevisionista. Fue influido por elpensamiento y las teorías del filósofofrancés Étienne de Saint Étienne, elcontrovertido profesor de laUniversidad de Lyon que intentódemostrar científicamente(valiéndose para ello hasta dedudosos permisos de apertura decarnicerías kosher) que durante laSegunda Guerra Mundial murieronsólo 300. 000 judíos en la globalidadde los campos de concentración.

Siguiendo a Saint Étienne la obra deRiddle es una serie miscelánea deartículos peregrinos en donde els i s t e m a enumerativo-histórico-matemático llega a sus últimasconsecuencias. El declive que yaanticipaba Riddle se materializafinalmente con Antonio Capistrano(1998-2003), poeta de estilogeorgiano ligado en otro tiempo a laRevista Literaria del HemisferioSur, del que lo más que puede decirsees que fue un administrador eficiente.A principios del siglo XXI ya no haydinero, ni entusiasmo germano-chileno, y los incondicionales

prosiguen la lucha en las autopistasinformáticas.

Pistola Negra. Editorial de Río deJaneiro especializada en novelapolicíaca y que permitió publicar amuchos y variados escritoresbrasileños.

Poesía Viva . Revista literaria deCartagena, España, 1938-1947.

Rebeldes Blancos. Revista de laHermandad Aria.

Revista Literaria del Hemisferio Sur.Contemporánea de la revistaPensamiento e Historia, la aventuraa la que se lanzaron Ezequiel

Arancibia y Juan Herring Lazopretendió ser, además de unaalternativa, la respuesta de loschilenistas a los germanistas. En elplanteamiento de la cuestión que sehicieron Arancibia y Herring Lazo,los de Pensamiento ocupaban laparcela alemana, nacionalsocialista,mientras los que pensaba aglutinarHemisferio Sur ocuparían el papeldel fascio. Un fascismo italiano,esteticista y bravucón en el caso deArancibia y un fascismo español,católico y falangista, joseantoniano yanticapitalista en el caso de Herring.Políticamente siempre estuvieron con

Pinochet, al que sin embargo noahorraron «críticas internas», sobretodo en su faceta económica.Literariamente sólo admiraban aPedro González Carrera, de quieneditaron su obra completa. Nodesdeñaron, como los germanistas dePensamiento e Historia, a PabloNeruda y a Pablo de Rokha, dequienes estudiaron metódicamente suverso libre, largo, de respiraciónpoderosa y a quienes pusieron ennumerosas ocasiones como ejemplosde poesía combativa: sólo había quecambiar algunos nombres, Mussolinien vez de Stalin, Stalin en vez de

Trotski, reajustar ligeramenteadjetivos, variar sustantivos y yaestaba preparado el modelo ideal depoema panfleto que por necesariahigiene histórica preconizaron pero alque nunca, por otra parte,entronizaron en el sitial más elevadode la expresión poética. Execraron,en cambio, de la poesía de NicanorParra y Enrique Lihn por considerarlahueca y decadente, despiadada ydesesperanzada. Fueron excelentestraductores e introdujeron en Chile laobra de muchos poetas desconocidosdel ámbito de la lengua inglesa,alemana, francesa, italiana,

portuguesa, rumana, flamenca, sueca eincluso afrikaner (Arancibia viajótres veces a Sudáfrica y según susamigos con eso y un buen diccionariotuvo suficiente para aprender elidioma). Durante la primera épocaintentaron promocionar sólo acreadores afínes tanto en lo políticocomo en lo literario y mantuvieronuna actitud belicista frente al resto detendencias. Promovieron recitales yencuentros en las provincias, inclusolas más alejadas y carentes detradición literaria en donde las tasasde analfabetismo hubieran hechoretroceder a otros menos entusiastas.

Fundaron el premio de poesíaHemisferio Sur que en sucesivasetapas ganaron Herring Lazo,Demetrio Iglesias, Luis GoyenecheHaro, Héctor Cruz y Pablo Sanjuán,entre otros. Intentaron, dentro de laSociedad de Escritores Chilenos, lacreación de un fondo de pensionespara escritores ancianos yeconómicamente débiles, iniciativaque la indiferencia general y elegoísmo del gremio condenó alfracaso. La obra literaria deArancibia está concentrada en trespequeños volúmenes de poesía y enuna monografía sobre Pedro González

Carrera. En el haber de Arancibia, ensu entusiasmo y curiosidad sinlímites, debe ponerse también su yalegendario viaje por Europa ySudáfrica en busca del fantasmalRamírez Hoffman. Juan Herring Lazoes el autor de varios poemarios ypiezas teatrales de suerte diversa, asícomo de una trilogía novelística endonde se expone la gestación ynacimiento de una nueva sensibilidadamericana basada en el amor. En susúltimos años al frente de la revistaintentó abrir ésta a casi todos losescritores chilenos, consiguiéndolosólo en parte. Obtuvo el Premio

Nacional de Literatura. LuisGoyeneche Haro, tercer director deHemisferio Sur y autor de más dediez libros de poesía que vistos enconjunto no son más que variacionesdel primero, trató de proseguir lalínea marcada por Herring con escasoéxito. Su etapa es sin duda la másmediocre de la revista. PabloSanjuán, discípulo de Arancibia ygonzalista convencido intentó dar ungolpe de timón y reconducir la navehacia los viejos ideales, aunque sinrenunciar a la apertura a otras voces,a otras ideas que en ocasiones élmismo se encargaba de censurar y

mutilar con los consiguientesaltercados y malentendidos. Hizodesesperados esfuerzos porgranjearse amigos, pero sólo tuvoenemigos.

Segundo Round. Revista literaria ydeportiva fundada y dirigida porSegundo José Heredia y que reunió aun amplio y por regla generalmalagradecido grupo de jóvenesescritores venezolanos.

Strategy & Tactics . Revista de juegosde simulación militar en dondecolaboró Harry Sibelius.

Virginia Wargames . Revista de juegos

de simulación militar en dondecolaboró Harry Sibelius.

3. ALGUNOS LIBROS

A de Zach Sodenstern, Los Ángeles,2013.

A Papá, de Edelmira Thompson, BuenosAires, 1909.

El Abogado de la Crueldad, de PedroGonzález Carrera, Santiago, 1980.

Las Adoratrices Invisibles, de CarolaLeyva, Buenos Aires, 1975. Librodedicado a Edelmira Thompson y queen realidad no es más que un refritode poemas de Luz Mendiluce.

El Alma de la Cascada, de MateoAguirre, Buenos Aires, 1936.

Amanecer, de Rory Long, Phoenix,1972.

Las Amazonas, de Daniela deMontecristo, Buenos Aires, 1966.

Ana, la campesina redimida, deEdelmira Thompson, Buenos Aires,1935. Libreto de ópera.

Ana y los guerreros , de Mateo Aguirre,Buenos Aires, 1928.

Anita, de Zach Sodenstern, Los Ángeles,2010.

Antología de los mejores chistes deArgentina, de Argentino Schiaffino,Buenos Aires, 1972.

Años de Lucha de un FalangistaAmericano en Europa, de JesúsFernández-Gómez, Buenos Aires,1975.

Apocalipsis en Ciudad-Fuerza, deGustavo Borda, México D. F., 1999.

El Árbol de los Ahorcados, de ErnestoPérez Masón, La Habana, 1958.

El Arca de Noé, de Rory Long, LosÁngeles, 1980.

El Ardor de la Juventud, de JuanMendiluce, Buenos Aires, 1968.

Atardecer en Porto Alegre , de LuizFontaine, Río de Janeiro, 1964.

El Avestruz, de Argentino Schiaffino,Buenos Aires, 1988.

El Barco de Hierro , de ArgentinoSchiaffino, Buenos Aires, 1991.

Brindis por los Muchachos, de ItaloSchiaffino, Buenos Aires, 1978.

Las Brujas, de Ernesto Pérez Masón, LaHabana, 1940.

Los Caballeros del Arrepentimiento , deArgentino Schiaffino, Miami, 2007.

La Caída de Troya , de J. M. S. Hill,Topeka, 1954.

El Camino de la Gloria, de ItaloSchiaffino, Buenos Aires, 1972.

Campeones, de Argentino Schiaffino,Buenos Aires, 1978.

Camping Calabozo, de Franz Zwickau,Caracas, 1970.

Campos de Honor, de Silvio Salvático,Buenos Aires, 1936.

Cancha de Béisbol, de Silvio Salvático,Buenos Aires, 1925.

Candace, de Zach Sodenstern, LosÁngeles, 1990.

Carlota, Emperatriz de México, de IrmaCarrasco. Obra de teatrorepresentada por primera vez en elTeatro Calderón de México D. F.,1950.

Una Casita en Napa, de ZachSodenstern, Los Ángeles, 1987.

La Catedral de Cristal, de ZachSodenstern, Los Ángeles, 1995.

Los Cefalópodos, de Zach Sodenstern,

Los Ángeles, 1999.Centro Forward , de Silvio Salvático,

Buenos Aires, 1927.El Cerebro en Llamas de Will

Kilmartin, de J. M. S. Hill, NuevaYork, 1934.

Los Chicos, novela pornográfica deErnesto Pérez Masón escrita bajo elseudónimo de Abelardo deRotterdam, Nueva York, 1976.

Chimichurri, de Argentino Schiaffino,Buenos Aires, 1991.

El Clan del Estigma Sangriento, de J.M. S. Hill, Nueva York, 1929.

El Club del Ojo-Avizor, de J. M. S. Hill,Nueva York, 1931.

La Colina de los Zopilotes, de IrmaCarrasco, México D. F., 1952.

Como Toros Bravos, de Italo Schiaffino,Buenos Aires, 1975.

Como un huracán, de Luz Mendiluce,México D. F., 1964. Edicióndefinitiva Buenos Aires, 1965

Con la Soga al Cuello, de CurzioZabaleta, Santiago, 1993.

El Concilio de los Presidentes, deArgentino Schiaffino, Buenos Aires,1974.

La Condesa de Bracamonte, de JesúsFernández-Gómez, Cali, 1986.

La Confesión de la Rosa, de SegundoJosé Heredia, Caracas, 1958.

El Control de los Mapas, de ZachSodenstern, Los Ángeles, 1993.

Conversación con Jim O’Brady, de JimO’Bannon, Chicago, 1974.

Corazones rancios y corazonesjóvenes, de Julián Rico Anaya,Buenos Aires, 1978.

Correspondencia, de Pedro GonzálezCarrera, Santiago, 1982.

Cosmogonía del Nuevo Orden, de JesúsFernández-Gómez, Buenos Aires,1977.

Criaturas del Mundo, de EdelmiraThompson, París, 1922.

Crímenes sin resolver en Ciudad-Fuerza, de Gustavo Borda, México

D. F., 1991.Crítica al «Ser y la Nada», vol. I, de

Luiz Fontaine, Río de Janeiro, 1955.Crítica al «Ser y la Nada», vol. II, de

Luiz Fontaine, Río de Janeiro, 1957.Crítica al «Ser y la Nada», vol. III, de

Luiz Fontaine, Río de Janeiro, 1960.Crítica al «Ser y la Nada», vol. IV, de

Luiz Fontaine, Río de Janeiro, 1961.Crítica al «Ser y la Nada», vol. V, de

Luiz Fontaine, Río de Janeiro, 1962.Cruz de Flores, de Ignacio Zubieta,

Bogotá, 1950.Cruz de Hierro, de Ignacio Zubieta,

Bogotá, 1959.El Cuarto Reich de Denver, de Zach

Sodenstern, Los Ángeles, 2002.Cuatro Poetas Haitianos: Mirebalais,

Kasimir, Von Hauptman y LeGueule, de Max Mirebalais, PuertoPríncipe, 1979.

La Cuestión Judía en Europa, de LuizFontaine, Río de Janeiro, 1937.

La Dama Francesa, de Silvio Salvático,Buenos Aires, 1949.

El Destino de la calle Pizarro, deAndrés Cepeda Cepeda, Arequipa,1960. Nueva edición corregida yaumentada, Lima, 1968.

El Destino de las Mujeres, de IrmaCarrasco, México D. F., 1933.

Doce, de Pedro González Carrera,

Cauquenes, 1955.Dolor e Imagen, de Silvio Salvático,

Buenos Aires, 1922.Don Juan en La Habana, de Ernesto

Pérez Masón, Miami, 1979.Los Egoístas, de Juan Mendiluce,

Buenos Aires, 1940.Les Enfants, de Edelmira Thompson,

París, 1922.Entrevista con Juan Sauer, probable

autoentrevista de Carlos RamírezHoffman, Buenos Aires, 1979.

La Escalera del Cielo y del Infierno, deJim O’Bannon, Los Ángeles, 1986.

Las Escaleras de Incendio del Poema,de Jim O’Bannon, Chicago, 1973.

Escritos en el Aire, colección de fotosde los poemas aéreos de CarlosRamírez Hoffman, publicados sinpermiso del autor, Santiago, 1985.

El Espectáculo en el Cielo, deArgentino Schiaffino, Buenos Aires,1974.

Estamos hasta las pelotas, manifiestode Argentino Schiaffino, BuenosAires, 1973.

La Expedición Maldita, de J. M. S.Hill, Nueva York, 1932.

Ferrocarril y Caballo, de SilvioSalvático, Buenos Aires, 1925.

Fervor, de Edelmira Thompson, BuenosAires, 1985. Poemas de juventud no

incluidos en sus Obras Completas.Filosofía del Moblaje, de Edgar Alian

Poe, en Ensayos y Críticas,traducción de Julio Cortázar.

Una Filosofía Sencilla, de Rory Long,Los Ángeles, 1987.

Los Gángsters-Murciélagos, de ZachSodenstern, Los Ángeles, 2004.

Geometría, de Willy Schürholz,Santiago, 1980.

Geometría II, de Willy Schürholz,Santiago, 1983.

Geometría III, de Willy Schürholz,Santiago, 1984.

Geometría IV, de Willy Schürholz,Santiago, 1986.

Geometría V, de Willy Schürholz,Santiago, 1988. Guerreros del Sur ,de Zach Sodenstern, Los Ángeles,2001.

La Habitación de Poe, de EdelmiraThompson, Buenos Aires, 1944. Tuvovarias reediciones, alguna traduccióny desigual suerte. La obra másimportante de E. T.

Una Habitación en el Trópico, de Maxvon Hauptman, París, 1973. Ediciónaumentada en Puerto Príncipe, 1976.

Hablando con América, de Rory Long,Los Ángeles, 1992. Libro, compact-disc, CD Rom.

El Hijo de los Criminales de Guerra,

de Franz Zwickau, Caracas, 1967.Los Hijos de Jim O’Brady en el

Amanecer de América, de JimO’Bannon, Los Ángeles, 1993.

Historia oída en el Delta, de ArgentinoSchiaffino, Nueva Orleans, 2013.

Horas Argentinas, de EdelmiraThompson, Buenos Aires, 1925.

Horas de Europa, de EdelmiraThompson, Buenos Aires, 1923.

La Hora de la Juventud, manifiesto deItalo Schiaffino, Buenos Aires, 1969.

Huellas en la Playa, de SilvioSalvático, Buenos Aires, 1922.

Iglesias y Cementerios de Europa, deEdelmira Thompson, Buenos Aires,

1972.El Ingenio de los Masones, de Ernesto

Pérez Masón, La Habana, 1942.La Invasión de Chile, de Argentino

Schiaffino, Buenos Aires, 1973.Islas que se hunden, de Juan Mendiluce,

Buenos Aires, 1986. Obra postuma deJ. M.

El Jinete Argentino, de Juan Mendiluce,Buenos Aires, 1960.

Juan Diego, de Irma Carrasco. Obra deteatro representada por primera vezen el Teatro Condesa de México D.F., 1948.

La Juventud de Hierro, de ArgentinoSchiaffino, Buenos Aires, 1974.

Karma-Explosión: Estrella Errante, deJohn Lee Brook, Los Ángeles, 1980.

Los Ladrones de Huellas Digitales, deJ. M. S. Hill, Nueva York, 1935.

La Llegada, de Zach Sodenstern, LosÁngeles, 2022. Novela póstuma.

Lucha de Contrarios, de Luiz Fontaine,Río de Janeiro, 1939.

Luminosa Oscuridad, de JuanMendiluce, Buenos Aires, 1974.

La Luna en sus Ojos, pieza dramáticade Irma Carrasco representada porprimera vez en el Teatro Principal deMadrid, en 1946.

Manzanas en la Escalera, de JimO’Bannon, Atlanta, 1979.

Los Mares y las Oficinas, de CarlosHevia, Montevideo, 1979.

Lo mejor de Argentino Schiaffino, deArgentino Schiaffino, Buenos Aires,1989.

Los Mejores Poemas de Jim O’Bannon,de Jim O’Bannon, Los Ángeles, 1990.

Memorias de un Argentino, deArgentino Schiaffino, Tampa,Florida, 2005.

Memorias de un Libertario, de ErnestoPérez Masón, Nueva York, 1977.

Meine Kleine Gedichte, de FranzZwickau, Caracas, 1982 y Berlín,1990.

Mi Ética, de Silvio Salvático, Buenos

Aires, 1924.El Milagro de Peralvillo, pieza

dramática de Irma Carrascorepresentada por primera vez en elTeatro Guadalupe de México D. F.,1951.

Montevideanos y Bonaerenses, deCarlos Hevia, Buenos Aires, 1998.

Motoristas, de Franz Zwickau, Caracas,1965.

La Muchachada de Puerto Argentino,de Jorge Esteban Petrovich, BuenosAires, 1984. Relato de aventurasbélicas imaginarias.

La Mudita, de Amado Couto, Río deJaneiro, 1987.

El Mundo Salvaje de Roscoe Stuart, deJ. M. S. Hill, Nueva York, 1932.

El Mundo de las Serpientes, de J. M. S.Hill, Nueva York, 1928.

El Nacimiento de Nueva Ciudad-Fuerza, de Gustavo Borda, MéxicoD. F., 2005.

Nada que decir, de Amado Couto, Ríode Janeiro, 1978.

La Nave Perdida de Betelgeuse, de J.M. S. Hill, Nueva York, 1936.

Noche Insomne, de Silvio Salvático,Buenos Aires, 1921.

La Noche de Macon, de Jim O’Bannon,Macon, 1961.

La Noche Serena de Burgos , pieza

dramática de Irma Carrascorepresentada por primera vez en elTeatro Principal de Madrid endiciembre de 1940.

No por mucho madrugar, de SilvioSalvático, Buenos Aires, 1929.

Novelón de los Restaurantes de BuenosAires, de Argentino Schiaffino,Buenos Aires, 1987.

Nuestro amigo B, de Zach Sodenstern,Los Ángeles, 1996.

Nueva York Revisitado , de JimO’Bannon, Los Ángeles, 1990.

El Nuevo Manantial, de EdelmiraThompson, Buenos Aires, 1931.

Obras de T. R. Murchison , Seattle,

1994. Contiene casi todos los cuentosy artículos publicados por Murchisonen diversas revistas de laHermandad.

Los Ojos del Asesino, de SilvioSalvático, Buenos Aires, 1962.

Ojos Tristes, de Silvio Salvático,Buenos Aires, 1929.

Un País de Brisas, de Max Mirebalais,Puerto Príncipe, 1971.

Paletadas de Locos, de ArgentinoSchiaffino, Buenos Aires, 1985.

Palidezcan los lebreles, de ItaloSchiaffino, Buenos Aires, 1969.

La Paradoja de la Nube, de IrmaCarrasco, México D. F., 1934.

El Pasillo de la Muerte, de John LeeBrook, Los Ángeles, 1995.

Pedrito Saldaña, de la Patagonia, deJuan Mendiluce, Buenos Aires, 1970.

La Perra Suerte, de Silvio Salvático,Buenos Aires, 1923.

La Pintura Argentina, de LuzMendiluce, Buenos Aires, 1959.Poema-río de 1. 500 versos.

Poemas del Absoluto, de Max Kasimir,Puerto Príncipe, 1974.

Poema Mecanicista, de SilvioSalvático, Buenos Aires, 1928.

Poesías Completas I, de PedroGonzález Carrera, Santiago, 1975.

Poesías Completas II, de Pedro

González Carrera, Santiago, 1977.Poesías Completas, de Edelmira

Thompson, Buenos Aires, dos tomos,1962 y 1979.

Los Poetas Ocultos de Argentina,antología de poesía «rara» compiladay anotada por Federico GonzálezIrujo, Buenos Aires, 1995.

El Premio de Jasón, de Carlos Hevia,Montevideo, 1989.

La Primavera en Madrid, de JuanMendiluce, Buenos Aires, 1965.

La Primera Gran República, de MaxKasimir, Puerto Príncipe, 1972.

Recuerdos de un Irredento , deArgentino Schiaffino, Buenos Aires,

1984.Los Reductores, de J. M. S. Hill, Nueva

York, 1933.Refutación de Voltaire , de Luiz

Fontaine, Río de Janeiro, 1921.Refutación de Diderot, de Luiz

Fontaine, Río de Janeiro, 1925.Refutación de D’Alembert, de Luiz

Fontaine, Río de Janeiro, 1927.Refutación de Montesquieu, de Luiz

Fontaine, Río de Janeiro, 1930.Refutación de Rousseau, de Luiz

Fontaine, Río de Janeiro, 1932.Refutación de Hegel, seguida de una

Breve Refutación de Marx yFeuerbach, de Luiz Fontaine, Río de

Janeiro, 1938.El Regalo de España, de Irma Carrasco,

Madrid, 1940.Regreso a Ciudad-Fuerza, de Gustavo

Borda, México D. F., 1995.Reivindicación de John Lee Brook y

otros poemas, de John Lee Brook,Los Ángeles, 1975.

Retablo de Volcanes , de Irma Carrasco,México D. F., 1934.

Revolución, de Zach Sodenstern, LosÁngeles, 1991.

El Río del Diablo, de Mateo Aguirre,Buenos Aires, 1918.

Los Ríos y Otros Poemas, de JimO’Bannon, Los Ángeles, 1991.

Las Ruinas de Pueblo, de ZachSodenstern, Los Ángeles, 1998.

La Saga de Early, de J. M. S. Hill,Nueva York, 1926.

Salud y Fuerza, de Rory Long, LosÁngeles, 1984.

San Martín definitivo, de Carlos Hevia,Montevideo, 1972.

El sargento P, de Segundo JoséHeredia, Caracas, 1955.

Saturnal, de Segundo José Heredia,Caracas, 1970.

La Senda de los Bravos, de JimO’Bannon, Atlanta, 1966.

Señales Nocturnas, de Segundo JoséHeredia, Caracas, 1956.

El Siglo que he vivido, de EdelmiraThompson en colaboración con AldoCarozzone, Buenos Aires, 1968.

Los Simbas, de Zach Sodenstern, LosÁngeles, 2003.

Sin Corazón, de Ernesto Pérez Masón,La Habana, 1930.

Sin Título, novela postuma de ZachSodenstern, Los Ángeles, 2023.

Sobre la Estrella Perdida , de John LeeBrook, Los Ángeles, 1989.

La Soledad, de Argentino Schiaffino,Buenos Aires, 1987.

Soledad, de John Lee Brook, LosÁngeles, 1986.

Sombras de Niños Perdidos, de J. M. S.

Hill, Nueva York, 1930.La Sopa de los Pobres, de Ernesto

Pérez Masón, La Habana, 1965.El Sueño de Diana, de Silvio Salvático,

Buenos Aires, 1920.Tangos de Buenos Aires , de Luz

Mendiluce, Buenos Aires, 1953.La Tempestad y los Jóvenes , de Mateo

Aguirre, Buenos Aires, 1911.Terra Autem Erat Inanis , de Argentino

Schiaffino, Buenos Aires, 1996.El Tesoro , de Argentino Schiaffino,

Miami, 2010.Tierra sin Labrar, de Jim O’Bannon,

Atlanta, 1971.Toda mi Vida , primera autobiografía de

Edelmira Thompson, Buenos Aires,1921.

Tres Poemas a la Argentina , de SilvioSalvático, Buenos Aires, 1923.

El Triunfo de la Virtud o el Triunfo deDios, de Irma Carrasco, Salamanca,1939.

La Última Palabra, de Amado Couto,Río de Janeiro, 1982.

El Último Canal de Marte, de J. M. S.Hill, Nueva York, 1934.

Los Vaqueros de la Caverna , de J. M.S. Hill, Nueva York, 1928.

El Verdadero Hijo de Job , de HarrySibelius, Nueva York, 1996.

Los Viajeros de la Nieve , de J. M. S.

Hill, Nueva York, 1924.La vida tal cual es, de Willy Schürholz

bajo el seudónimo de Gaspar Hauser,Santiago, 1990.

La Virgen de Asia , de Irma Carrasco,México D. F., 1954.

Los Visitantes de Beta-Centauro , de J.M. S. Hill, Nueva York, 1928.

La voz por ti marchita, de IrmaCarrasco, México D. F., 1930.

ROBERTO BOLAÑO (1953-2003),nacido en Chile, narrador y poeta, se haimpuesto como uno de los escritoreslatinoamericanos imprescindibles denuestro tiempo. En Anagrama se hanpublicado sus libros de cuentosLlamadas telefónicas, Putas asesinas yEl gaucho insufrible, y las novelas La

pista de hielo, Estrella distante,Amuleto, Una novelita lumpen,Monsieur Pain, Nocturno de Chile,Amberes y Los detectives salvajes(Premio Herralde de Novela y PremioRómulo Gallegos): «La gran novelamexicana de su generación, expresióndel desarraigo literario visceral de loslatinoamericanos» (J. A. MasoliverR ó d e na s , La Vanguardia ); «Uncarpetazo histórico y genial a Rayuelade Cortázar. Una grieta que abre brechaspor las que habrán de circular nuevascorrientes literarias del próximomilenio» (Enrique Vila-Matas); «Unaespecie de ebriedad narrativa que nos

deja abrumados, sonriendo deobnubilación o de admiración» (FabriceGabriel, Les Inrockuptibles). Su novelap ó s t uma , 2666, está consideradaunánimemente su obra mayor: «Una grannovela de novelas, sin duda la mejor desu producción» (Ana María Moix, ElPaís); «Una novela abierta como Losdetectives salvajes, inacabable, más queinacabable… Magistral» (IgnacioEchevarría); «El resultado es magnífico.Lo que aquí se persigue y se alcanza esla novela total, que ubica al autor de2666 en el mismo equipo de Cervantes,Sterne, Melville, Proust, Musil yPynchon» (Rodrigo Fresán, Qué Leer).

También póstumamente se han publicadoEntre paréntesis, El secreto del mal, LaUniversidad Desconocida y El TercerReich.