8/18/2019 La Madre de Ernesto de Abelardo Castillo

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  Si Ernesto se enteró de que ella había vuelto (cómo había vuelto), nunca lo supe, pero el caso es que poco después se

fue a vivir a El Tala, y, en todo aquel verano, sólo volvimos a verlo una o dos veces. ostaba traba!o mirarlo de frente. Era

como si la idea que "ulio nos había metido en la cabe#a $porque la idea fue de él, de "ulio, y era una idea e%tra&a,

turbadora' sucia$ nos hiciera sentir culpables. o es que uno fuera puritano, no. esa edad, y en un sitio como aquél,

nadie es puritano. *ero !ustamente por eso, porque no lo éramos, porque no teníamos nada de puros o piadosos y al fin de

cuentas nos parecíamos bastante a casi todo el mundo, es que la idea tenía al+o que turbaba. ierta cosa inconfesable,

cruel. tractiva. Sobre todo, atractiva.

  ue hace mucho. Todavía estaba el labama, aquella estación de servicio que habían construido a la salida de la

ciudad, sobre la ruta. El labama era una especie de restor-n inofensivo, inofensivo de día, al menos, pero que alrededor

de medianoche se transformaba en al+o así como un rudimentario club nocturno. e!ó de ser rudimentario cuando al turcose le ocurrió a+re+ar unos cuartos en el primer piso y traer mu!eres. /na mu!er tra!o.  01o2

  0Sí. /na mu!er.

  03e dónde la tra!o4

  "ulio asumió esa actitud misteriosa, que tan bien conocíamos 0porque él tenía un particular virtuosismo de +estos,

 palabras, infle%iones que lo hacían raramente notorio, y envidiable, como a un módico 5rummel de provincias0, y lue+o,

en vo# ba!a, pre+untó'

  03*or dónde anda Ernesto4

  En el campo, di!e yo. En los veranos Ernesto iba a pasar emanas a El Tala, y esto venía sucediendo desde que el

 padre, a de aquello que pasó con la mu!er, ya no quiso re+resar al pueblo. 6o di!e en el campo, y después pre+unté'

  037ué tiene que ver Ernesto4

  "ulio sacó un ci+arrillo. Sonreía.  03Saben quién es la mu!er que tra!o el turco4

  níbal y yo nos miramos. 6o me acordaba ahora de la madre de Ernesto. adie habló. Se había ido hacía cuatro

a&os, con una de esas compa&ías teatrales que recorren los pueblos' descocada, di!o esa ve# mi abuela. Era una mu!er

linda. 8orena y amplia' yo me acordaba. 6 no debía de ser muy mayor, quién sabe si tendría cuarenta a&os.

  0torranta, 3no4

  9ubo un silencio y fue entonces cuando "ulio nos clavó aquella idea entre los o!os. :, a lo me!or, ya la teníamos.

  0Si no fuera la madre...  o di!o m-s que eso.

 

7uién sabe. Tal ve# Ernesto se enteró, pues durante aquel verano sólo lo vimos una o dos veces (m-s tarde,

se+;n dicen, el padre vendió todo y nadie volvió a hablar de ellos), y, las pocas veces que lo vimos, costaba traba!o

mirarlo de frente.  0ulpables de qué, che. l fin de cuentas es una mu!er de la vida, y hace tres meses que est- en el labama. 6 si

esperamos que el turco trai+a otra, nos vamos a morir de vie!os.

  espués, él, "ulio, a+re+aba que sólo era necesario conse+uir un auto, ir, pa+ar y después me cuentan, y que si no

nos anim-bamos a acompa&arlo se buscaba al+uno que no fuera tan bra+uetón, y níbal y yo no íbamos a de!ar que nos

di!era eso.

  0*ero es la madre.

  0

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  0*or lo +eneral, todas éstas tienen hi!os. 8adre de al+uno iba a ser.

  0o es lo mismo. Ernesto lo conocemos.

  i!e que eso no era lo peor. ie# minutos. mpune.

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Entonces lo di!o. i!o si le había pasado al+o a él, a Ernesto.

  err-ndose el deshabillé lo di!o.