La Violencia Entre Los Más Pobres Está Negada

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 “La violencia entre los más pobres está negada, es invisible” JAVIER AUYERO. SOCIÓLOGO Altas tasas de homicidios, viol encia doméstica y adicciones diseñan el mapa hostil del conurbano, para el que la polí tica sólo tiene respuestas punitivas, dice este especialista. La pelea por el relato. “Nadie supone que los saqueos fueron espontáneos, pero descarto la idea de conspiración”, dice Auyero. / GENTILEZA JAVIER AUYERO La pelea por el relato. “N adie supone que los saqueos fueron espontáneos, pero descarto la idea de conspiración”, dice Auyero. / GENTILEZA JAVIER AUYERO TAGSA Fondo 0opiná 346shares 0 320 Ricardo Carpena La violencia está ahí. A sólo quince minutos de colectivo, a la vuelta de nuestras casas y a punto de tocarnos el timbre. O quizá ya nos pasó por encima y dejó impregnado su rancio olor que empeora todo lo que toca. Pero, ¿entendemos el porqué de la violencia? En medio d e un clima social que cíclicamente tiende a enturbiarse, con esa sensación de vivir en un polvorín que dejaron los saqueos de fin de año, las marchas porteñas que terminaron a los cascotazos y la eterna sucesión de casos de inseguridad, J avier Auyero nos obliga a repensar todo. Este sociólogo argentino, que da clases en l a Universidad de Texas, hace mucho que d erriba mitos. Sus investigaciones aportaron una mirada distinta sobre el clientelismo político y desnudaron la compleja trama que existía detrás de los saqueos de 2001. Ahora, el hijo de Carlos Auyero, el recordado dirigente democristiano, sacude algunas certezas del discurso sobre la seguridad pública: al hablar sobre su nuevo libro, “Cadenas de violencia”, coescrito con María Fernanda Berti y que Katz Editores publicará en mayo, describe cómo los distintos tipos de violencia se encadenan y provocan un derrame contaminante, que el Estado no contiene en forma integral. Usted sostuvo que los saqueos de 2001 no fueron espontáneos ni tampoco parte de una conspiración, y afirmó que para explicarlos había que meterse en una “zona gris ” en la que

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Articulo del socio Javier Auyero

Transcript of La Violencia Entre Los Más Pobres Está Negada

  • La violencia entre los ms pobres est negada, es invisible

    JAVIER AUYERO. SOCILOGO

    Altas tasas de homicidios, violencia domstica y adicciones disean el mapa hostil del conurbano, para el que la poltica slo tiene respuestas punitivas, dice este especialista.

    La pelea por el relato. Nadie supone que los saqueos fueron espontneos, pero descarto la idea de conspiracin, dice Auyero. / GENTILEZA JAVIER AUYERO

    La pelea por el relato. Nadie supone que los saqueos fueron espontneos, pero descarto la idea de conspiracin, dice Auyero. / GENTILEZA JAVIER AUYERO

    TAGSA Fondo

    0opin 346shares

    0

    320

    Ricardo Carpena

    La violencia est ah. A slo quince minutos de colectivo, a la vuelta de nuestras casas y a punto de tocarnos el timbre. O quiz ya nos pas por encima y dej impregnado su rancio olor que empeora todo lo que toca. Pero, entendemos el porqu de la violencia? En medio de un clima social que cclicamente tiende a enturbiarse, con esa sensacin de vivir en un polvorn que dejaron los saqueos de fin de ao, las marchas porteas que terminaron a los cascotazos y la eterna sucesin de casos de inseguridad, Javier Auyero nos obliga a repensar todo. Este socilogo argentino, que da clases en la Universidad de Texas, hace mucho que derriba mitos. Sus investigaciones aportaron una mirada distinta sobre el clientelismo poltico y desnudaron la compleja trama que exista detrs de los saqueos de 2001. Ahora, el hijo de Carlos Auyero, el recordado dirigente democristiano, sacude algunas certezas del discurso sobre la seguridad pblica: al hablar sobre su nuevo libro, Cadenas de violencia, coescrito con Mara Fernanda Berti y que Katz Editores publicar en mayo, describe cmo los distintos tipos de violencia se encadenan y provocan un derrame contaminante, que el Estado no contiene en forma integral.

    Usted sostuvo que los saqueos de 2001 no fueron espontneos ni tampoco parte de una conspiracin, y afirm que para explicarlos haba que meterse en una zona gris en la que

  • conviven la vida cotidiana, la poltica partidaria y la violencia. Este enfoque puede explicar tambin los ltimos saqueos?

    Es difcil saberlo a la distancia. Me llev varios meses de investigacin, de trabajo de campo, dar con la idea de la zona gris y de la violencia colectiva en los saqueos de 2001. A la distancia no puedo saber cmo jugaron estos factores en estos nuevos saqueos, pero s puedo decir que es difcil hablar de violencia colectiva espontnea. Siempre se activa un conjunto de relaciones. En 2001 fueron relaciones clandestinas entre sectores del poder poltico, la polica y los especialistas en perpetracin de violencia. Hay quienes se especializan en la violencia: llaman a otra gente o fuerzan la primera persiana de un comercio, y hay gente que mira y que, creada la oportunidad, la aprovecha. Esa es la enorme mayora de la multitud, que no son saqueadores sino vecinos, pero la oportunidad hace al saqueador. En 2001, las oportunidades se crearon a partir de estas relaciones entre la polica y sectores polticos. No s qu sucedi ahora.

    Pero s se sabe que rpidamente el Gobierno encontr culpables, aun sin pruebas.

    Luego de los saqueos empieza la disputa por el relato. Nadie supone que fueron espontneos. Lo que no creo, ni en 1989 ni en 2001 ni ahora, es que haya una suerte de comando central. Descarto la idea de una conspiracin. Porque ningn partido es una organizacin ultravertical donde alguien toca pito y todos se alinean. En estos casos se activan relaciones en sectores marginales del campo poltico y sectores de marginalidad urbana, a las que se suma lo que hagan o dejen de hacer las fuerzas de seguridad. En esas relaciones se juega parte de la dinmica de la violencia colectiva. Se cree que hay una realidad objetiva que estara empujando los saqueos. Como si fuese cierta la idea de que a cierto nivel de hambre, va a haber episodios as. No es cierto. Lo que empuja tanto la accin colectiva como la violencia colectiva es la dinmica poltica, no la econmica. Hubo momentos en la historia argentina y de Amrica latina en donde hubo ms hambre o ms desempleo, pero no hubo saqueos.

    En una charla que tuvimos a fines de 2011, usted me dijo: Si lo miro desde los lugares en donde estamos haciendo los trabajos de campo, no hay paz social. Lo que hay es mucha violencia contenida dentro de esos terrenos altamente segregados. No slo por los saqueos suena muy actual. Sigue siendo as?

    En Amrica latina en general, y en la Argentina en particular, las discusiones pblicas sobre seguridad, entre comillas, suelen tener como protagonistas a sectores medios y medios altos. Ellos son quienes dominan el discurso sobre la violencia urbana, los que ms preocupados estn porque supuestamente son quienes ms la sufren. Pero quienes experimentan la

  • victimizacin con mayor frecuencia son los que estn en lo ms bajo del orden social. Entre los ms desposedos es donde no se encuentra paz social y donde, en realidad, existe la mayor cantidad de homicidios y de heridos graves. Si compara Lomas de Zamora con Vicente Lpez dos municipios con desiguales niveles de ingresos va a ver que la tasa de homicidios es tres veces ms alta en Lomas de Zamora. En Ingeniero Budge, donde hicimos el trabajo de campo, viven unas 160.000 personas. All las tasas de homicidio son iguales a las de Sudfrica o Trinidad y Tobago. Esa gente no controla el discurso de la paz social, no habla sobre este tema ni nadie habla de ellos. Quienes estn en lo ms bajo son los que viven a diario esta despacificacin social, pero son quienes menos manejan el discurso sobre seguridad. As, la experiencia de la violencia interpersonal entre los ms pobres se vuelve invisible.

    Usted sostiene en su nuevo libro que existen hoy distintas formas de violencia en el conurbano bonaerense que se analizan y que se tratan por separado, pero que forman cadenas que deberan solucionarse de manera integral.

    Buena parte de la violencia que sacude a barrios pobres sigue la lgica de la Ley del Talin: se ejerce como respuesta frente a una ofensa previa. Ojo por ojo, diente por diente. En esto, la violencia en el conurbano se asemeja a aquella que azota al ghetto negro en Estados Unidos, a la favela en Brasil, a la comuna en Colombia y a tantos otros territorios urbanos relegados. Pero existen otras formas de agresin fsica que adquieren una forma menos demarcada, ms expansiva. La violencia no queda restringida a un ojo por ojo, sino que se esparce y se parece a veces a una cadena, que conecta distintos tipos de dao fsico, y otras a un derrame, un vertido que se expande y contamina todo el tejido social de la comunidad. Por ejemplo, una disputa entre transas, o entre stos y los consumidores, puede ser vista como un caso de represalia: alguien roba, o deja de pagar, otro le responde con una amenaza o con una demostracin de fuerza fsica, que es luego respondida de igual o mayor manera. La reaccin violenta de una mujer frente a la agresin fsica de su marido puede ser vista bajo esa misma perspectiva: retribucin interpersonal. Pero cuando transas entran por la fuerza a una casa, apuntan a la cara de la madre de un adicto y reclaman un pago sin tener en cuenta la presencia de nios, y cuando esta misma madre amenaza con romperle los dedos a su hijo, o llama a la polica, a la que sospecha involucrada en el trfico, para que se lo lleve preso porque ya no sabe qu hacer con l, entonces necesitamos una mejor y ms abarcadora imagen para dar cuenta de las formas y usos de violencia en los mrgenes.

    Por lo que deja entrever, el poder poltico no hace un adecuado diagnstico de la violencia y parece imposible solucionar estos problemas en forma desintegrada.

    Sin duda, porque es una experiencia invisibilizada y negada. Por el poder poltico en general. El Estado es un conjunto heterogneo y contradictorio, pero no hay un abordaje integral de la violencia. No puede ser que alguien que sufre de violencia domstica y que tiene un hijo

  • adicto, tenga que viajar, por un lado, una hora a la Comisara de la Mujer y, por el otro, una hora y media hacia otra parte para tratar la adiccin de su hijo. Estas violencias estn conectadas. No podemos seguir presuponiendo que a la violencia domstica se la trate aislada de las adicciones, de la violencia criminal o sexual.

    Puede ser funcional para algunos mantener la situacin como est, sin resolverla en serio?

    Es difcil hablar de funcionalidad cuando existen tantos homicidios. Por qu no se aborda este fenmeno? Por la propia invisibilidad de los sectores marginales. De hecho, aunque a todos les cueste reconocerlo, hay una poltica para tratar la violencia: la crcel. Tenemos a la Gendarmera viviendo en barrios populares y, adems, la crcel. Hay Asignacin Universal por Hijo, pero existe un tratamiento punitivo de la pobreza. Si no, que me expliquen por qu los gendarmes estn cada vez ms en los barrios del conurbano, transformndolos en una especie de condn urbano para que los pobres no se salgan de la vaina Condn?

    Al conurbano se lo puede pensar como un condn, con la Gendarmera alrededor, para que los pobres no se esparzan. As se militariza la marginalidad urbana.

    Pero tampoco es la solucin ...

    No, pero cada vez hay ms gendarmes y ms crceles. Desde 1985, las tasas de encarcelamiento en prisiones federales crecieron entre el 300 y 400 por ciento. Estas tasas ponen a la Argentina al nivel de los Estados Unidos y hablan de un tratamiento punitivo de la pobreza. Llenamos de presos las crceles, pero todo el mundo sabe que las crceles tambin son fbricas de violencia. Hay sectores medios que piensan que metiendo a todos los pobres presos se resuelve el problema. Pero a los cinco, seis aos la gente sale ms violenta de lo que entr. No es una solucin.

    Qu se propone con este libro? Va a incomodar a mucha gente ...

    Que se hable del trauma, de la violencia. No slo de la que toca a los sectores medios, sino tambin de la que afecta a quienes ms la sufren. Estamos frente a algo que no slo est afectando hoy a sectores marginales y pobres, sino que tiene consecuencias de mediano y largo plazo. Crecer entre las balas, como dice un graffiti que est a la vuelta de la escuela donde hicimos el trabajo de campo (entre balas he crecido y entre chorros me he criado),

  • tiene consecuencias de mediano y largo plazo que son muy peligrosas. Si no empezamos a tratarlas hoy, en un par de aos ser demasiado tarde.

    Copyright Clarn, 2013.

    http://www.clarin.com/zona/violencia-pobres-negada-invisible_0_850715047.html