LA VOCACION AL SACERDOCIO

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Pedro de la Noi, Pbro. Profesor en el Seminario Pontificio de Santiago LA VOCACION AL SACERDOCIO 1 tema del Sacerdocio Ministerial tuvo durante 1966 un lugar destaca- do en los medios católicos chilenos: Teología y Vida le dedicó dos números y anunció éste para 1967; Mensa;e consagró un ejemplar a "El Sacerdote Hoy"; Pastoral Popular publicó en un número especial los resultados de las Jornadas sobre Pastoral Vocacional, realizadas en Padre Hurtado en el mes de abril de 1966. La acción pastoral, que bajo muchos aspectos aparece negativa en el ámbi- to vocacional, es la que está suscitando la reflexión teológica. El presente trabajo pretende, a su vez, incluirse en esa común reflexión de búsqueda, deteniéndose en la naturaleza específica de la vocación al sacerdocio mi- nisterial y en la modalidad que éste ha de presentar hoy día. En primer lugar, propondremos la problemática actual, en algunos de sus principales aspectos. Enseguida, buscaremos luz en la teología para tal situación; y finalmente, proyectaremos esa luz a la pastoral vocacional. 1 PROBLEMA TICA La naturaleza misma de la vocación al sacerdocio parece estar en cnsIs en la mente de los cristianos de hoy; pero es necesario tomar conciencia de un hecho importante: no es su valor el que se pone en duda. Lo que sí es rechazado por muchos es el "modo" de ser concretamente presentada, discernida y vivida. ¿Corresponde a la realidad y al ritmo de la vida moderna? ¿Es fiel a las intenciones profundas del Vaticano JI? El tipo de seminario actual, ¿está capacitado para fonnar sacerdotes para hoy -lo que es más difícil- para mañana? Para no pocos la respuesta a estas interrogantes es negativa. Proponemos algunas expresiones.

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Pedro de la Noi, Pbro.Profesor en el SeminarioPontificio de Santiago

LA VOCACION AL SACERDOCIO

1 tema del Sacerdocio Ministerial tuvo durante 1966 un lugar destaca-do en los medios católicos chilenos:

Teología y Vida le dedicó dos números y anunció éste para 1967;

Mensa;e consagró un ejemplar a "El Sacerdote Hoy";

Pastoral Popular publicó en un número especial los resultados de las

Jornadas sobre Pastoral Vocacional, realizadas en Padre Hurtado en elmes de abril de 1966.

La acción pastoral, que bajo muchos aspectos aparece negativa en el ámbi-to vocacional, es la que está suscitando la reflexión teológica.

El presente trabajo pretende, a su vez, incluirse en esa común reflexión debúsqueda, deteniéndose en la naturaleza específica de la vocación al sacerdocio mi-

nisterial y en la modalidad que éste ha de presentar hoy día.

En primer lugar, propondremos la problemática actual, en algunos de susprincipales aspectos.

Enseguida, buscaremos luz en la teología para tal situación; y finalmente,proyectaremos esa luz a la pastoral vocacional.

1

PROBLEMATICA

La naturaleza misma de la vocación al sacerdocio parece estar en cnsIs en

la mente de los cristianos de hoy; pero es necesario tomar conciencia de un hechoimportante: no es su valor el que se pone en duda. Lo que sí es rechazado pormuchos es el "modo" de ser concretamente presentada, discernida y vivida.

¿Corresponde a la realidad y al ritmo de la vida moderna?¿Es fiel a las intenciones profundas del Vaticano JI?

El tipo de seminario actual, ¿está capacitado para fonnar sacerdotes parahoy -lo que es más difícil- para mañana?

Para no pocos la respuesta a estas interrogantes es negativa.Proponemos algunas expresiones.

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1.- MIENTRAS LA IGLESIA NO CAMBIE ...

La necesidad de cambios profundos en la Iglesia ha ganado terreno en lamayoría de las conciencias cristianas en forma impresionante. También empezamosa ver su concreción, pero ¿podemos decir que tales renovaciones satisfagan a todos?

A algunos sacerdotes llega a parecer poco honrado -señalo el hecho- elorientar posibles vocaciones a un sacerdocio superado. La mayoría de sus exigen-cias no les aparecen requeridas ni por el saoerdocio en sí ni por el Evangelio; seríanmeras normas disciplinarias, mantenidas sólo por inercia y falta de imaginacióncreadora.

Queremos sacerdotes .. " pero ¿para qué, exactamente?¿Puede aceptarse todavía la definición del sacerdote como el "ministro de

la eucaristía y de los sacramentos"?

No negamos que exista también la posición opuesta: son los cambios habi-dos en la Iglesia, y particularmente en el modo de vivir el sacerdocio, la explica-ción de la falta de vocaciones,

Concluyamos. Lo que está latente no es sólo el discernimiento y guía enconcreto de las vocaciones, que será siempre un asunto delicado. Lo que hoy noaparece claro es: "cuáles son los criterios mismos de discernimiento", dependientes,a su vez, de su objetivo último: ¿cuál es la función exacta del Sacerdote en laIglesia de hoy?

Lógicamente, la respuesta es trascendental.

2.-¿MIRADA SOBRENATURAL "O" REALISTA?: APARENTE DESAJUSTE.

Algunos, en nombre de su gran experiencia y contacto con la realidad, pa-recen "oponer" al carácter sobrenatural de la vocación y del sacerdocio, el realismo;

no se les niega, evidentemente, su carácter sobrenatural, pero éste queda como almargen de la vida misma. Expresión de esta posición nos parece ser aquella afir-mación de que hay que realizarse como sacerdotes, "pero" también como hom-bre ... (Nótese lo significativo del "pero").

Al extremo opuesto están quienes minimizan lo humano y reducen todo alorden sobrenatural. Todo lo que es madurez humana, desarrollo de la personalidades casi sin importancia en los aspirantes al sacerdocio. Se señalan casos en que no

ha habido nada de esto en santos sacerdotes. El ejemplo decisivo que se cita es el

del Cura de Ars, que sin ser tan dotado humanamente hizo maravillas, en contrastecon otros provistos de brillantes cualidades, que no han sido buenos sacerdotes, osimplemente han sido malos.

A veces los mismos que se esfuerzan admirablemente en formar cristianos,rehusan todo trabajo vocacional, arguyendo que éste es un trabajo exclusivo del

Espíritu Santo. Reducen toda la luz bíblica al respecto, a las solas palabras deCristo: "Rogad al Señor de la mies que envíe a ella buenos operarios". La pasto-

ral de las vocaciones, entonces, casi se confunde con el aumento de la oración paraobtenerlas.

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3.- AQUI TODO ES CARISMATICO ...

La pastoral vocacional no es fácil. Esto lleva a algunos a no asumir su res-ponsabilidad, encubriéndose en una falsa humildad.

Es tan "misterioso" el mundo de las vocaciones, el llamado es tan intimo,que su discernimiento y dirección sólo puede ser hecho por sacerdotes de excep-ción, que poseen este extraordinario carisma. Sólo hombres Santos (si, con ma-

yúscula) pueden dedicarse a este trabajo. Sus experiencias son absolutamente in-transferibles.

Se cree, a veces, que es posible hablar y pensar en una pastoral juvenil,obrera o catequética, pero en cuanto a la vocación sacerdotal no hay doctrina vale-dera, ni posibilidad de elaborarla.

En esta forma, y contrariamente a lo que ellos mismos hubieran imaginadoy deseado, se forma un verdadero "personalismo" en torno a estos sacerdotes caris-máticos.

Sin duda, ninguna de las opiniones señaladas se expresa en forma tan puray explícita. Nos parece, sin embargo, que ellas pueden reflejar, al menos parcial-mente, el problema latente.

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BUSCANDO CAMINO

La problemática analizada lleva consigo una exigencia: la de iluminar, me-diante una teologia actualizada la pastoral vocacional de nuestra Iglesia de hoy.

1.- DIOS NOS HABLA: LAS COSTUMBRES DIVINAS.

Es necesario escuchar la Palabra que Dios hoy nos dirige, más allá de lascontroversias y de lo opinable:

-¿Qué nos dice "El -que- llama", sobre la vocación?

-¿Cuáles son las "constantes" en su modo de actuar, que permitan conocersu criterio en este punto?

-¿Nos ha dicho algo sobre la modalidad que reviste hoy su llamado?

a) El llamado del Díos Trascendente: llamado "creador".

En la Biblia aparece una línea constante: Dios llama a los hombres. SanPablo denomina a Dios como

"El que da la vida a los muertos y llama la nada a la existencia" (1).

(l) Rom. 4, 17.

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Pero su llamado es de un orden muy diverso al de los hombres, lo tras-ciende infinitamente. La expresión "llamar la nada" parece audaz -por no decir ab-surda- al menos que se trate de un llamado de un orden totalmente distinto alnuestro. ¡SU llamado es creador, su Palabra es creadora!

El salmo 33, vv. 6 Y 9 así lo expresa:

"Por su Palabra han sido hechos los cielos ... El habla, y esto es; El man-da, y esto existe".

Dios no llama a alguien de un modo determinado porque es así, sino quees así "porque" El lo llama de ese modo determinado. No llama a una persona auna función especial porque tiene determinadas cualidades, sino que antes de desig-narlo para una misión lo provee de las cualidades requeridas. El llamado divino,antes de hacerse consciente en el elegido, se ha inscrito en el ser mismo de éste.

El cambio de nombre que frecuentemente acompaña al llamado insinúa elprofundo cambio operado en la dirección de esa vida. (Abram será Abraham, Simónserá Cefas, Saulo será Pablo, etc.).

El llamado divino, por lo mismo que es creador es "providente"; se con-tinúa a través de las innumerables circunstancias que rodean al que lo recibe y desu itinerario interior.

Los avances de la psicología, de la sociología religiosa, etc., al profundizar,entonces, en un conocimiento más exacto de las condiciones de la vida, suminis-

tran elementos valiosos para descubrir, mediante una fe madura, la acción provi-dente de Dios en esas mismas situaciones observadas.

En esta perspectiva, no se trata de saber si la vocación es divina o humana.Ella es totalmente divina en toda su expresión humana.

b) Llamado "dialogal": itinerario de toda vocación.

La presentación de la vocación en el marco de un "plan de Dios" tiene laventaja de mostrar simultáneamente diversos aspectos de ella: el particular conoci-

miento y cuidado que Dios tiene de ella, su integración en un conjunto que latrasciende, su objetividad.

Sin embargo, el término "plan" es ambiguo. Puede dar una idea fixista de

la acción de Dios. Se habla de la vocación como de algo "que se tiene", "que sepierde". El Padre Blanpain, hace una interesante crítica al respecto, en un estudioque ha pasado a ser bastante clásico (2).

En la Biblia aparece en forma muy clara el carácter dialogal e histórico dela vocación: se manifiesta paulatinamente, se desarrolla, se da una respuesta más omenos plena, etc.

En el caso de los Apóstoles aparece nítido y luminoso el itinerario ascen-dente de sus vocaciones, desde el primer encuentro con Cristo hasta el Triduo Pas-cual, e incluso después de Pentecostés. (Baste observar el cambio operado en elConcilio de Jerusalén). En este camino van íntimamente unidas la manifestación del

(2) Etienne Blanpain, S.J. "Contribution a l'élaboration d'une théologie pastorale de lavocation", N.R.T., XXXVI (1964), p. 511-522.

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llamado y la maduración de las respuestas. El mismo caso de Judas muestra lanecesidad insustituible de responder.

Este diálogo de Dios con su elegido, que le responde, se puede tambiénobservar en numerosos hombres y mujeres: María, San Pablo, Abraham, Moisés,

Isaías y otros.

Tal carácter "dialogal" del llamado tiene singular importancia para su dis-cernimiento: su autenticidad se podrá reconocer a través de la calidad de la res-

puesta y del compromiso efectivo.

2.- CARACTER "ECLESIAL" DE LA VOCACION SACERDOTAL.

Asistimos hoy a un esfuerzo de toda la Iglesia para reencuadrar en la uni-

dad de su misterio y de su vida a todas y cada una de las vocaciones. El entrar enesta perspectiva es un vuelco inmenso. Hay todavía, sin embargo, síntomas elocuen-tes de la falta de este sentido eclesial en la comprensión del sacerdocio ministerial:

-perspectiva demasiado individualista: consideración del individuo aislado

frente a Dios;-visión exclusivista y competitiva: aprecio por un solo tipo de vocación, con

desprecio de las demás (3) .

El Vaticano II ha subrayado mucho más lo que une que lo que separa alos diversos miembros del Pueblo de Dios. Antes de analizar un "tipo de vocacióneclesial" debemos tomar conciencia de lo común a todas ellas.

a) Iglesia "en estado de vocación".

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, las vocaciones se rea··lizan en el interior de una comunidad "elegida" para ser "testigo" de Dios delante

de todo el universo. El Déutero-Isaías lo manifiesta en estos términos:

"Vosotros sois mis testigos -oráculo de Jahveh-, y mis servidores,

que yo he elegido, para que se me conozca" (4).

Desde Pentecostés es la Iglesia la porción del mundo elegida como Puebb

de Dios. En su interior y para su servicio es donde se dan las diversas vocaciones.

"El Espíritu habita en la Iglesia y en los corazones de los fieles co-

mo en un templo (1. Cor., 3, 16; 6, 19) ... Con diversos dones je-rárquicos y carismáticos dirige y enriquece con todos sus frutos a la

(3) Cf. Pierre-André Liégé, "Pastorale des Vocationes Sacerdotales et Religieuses", enEglise et Vocation, Paris, Ed. Fleurus, 1961, p. 63. (Es un análisis a la luz de la teo-logía de los principales sintomas de la falta de perspectiva eclesial en la pastoral vo-cacional).

(4) Is. 43, 10.

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Iglesia (cf. Eph. 4, 11-12; 1. Coro 12,4; Cal. 5, 22). Así se mani-

fiesta toda la Iglesia como una muchedumbre reunida por la unidad

del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (5).

b) Vocaciones "en" la Iglesia.

La pertenencia al Pueblo de Dios por el bautismo comporta un llamado bá-sico: beneficiario de la vida sacerdotal de Cristo, todo cristiano es responsable de

prolongar su acción en la Iglesia. Por eso, San Pablo nos exhorta a los cristianos aofrecernos "como hostia viva, santa y agradable a Dios" (6).

y San Pedro nos señala:

"Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa,

un pueblo adquirido para anunciar la alabanza de Aquél que os hallamado de las tinieblas a su admirable luz, a vosotros que antes no

erais un pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios" (7).

Esta comunión en la Iglesia de toda vocación cristiana es inseparable de unaauténtica solidaridad. Así lo entendió y vivió la Iglesia primitiva: en la vocación de

San Pablo, por ejemplo, es Ananías quien le señala su camino (8); cuando recibesu misión más oficial, es en el seno de la comunidad de Antioquía, reunida en la

Acción Litúrgica, donde el Espíritu Santo manifiesta su voluntad (9).La participación de toda la comunidad también se manifiesta operante en

la elección de Matías, en la de los Diáconos, etc.

c) El llamado al "Sacerdocio Ministeriar'.

En la conciencia que la Iglesia tiene de sí misma, el Sacerdocio Ministerialsólo es inteligible en el interior del Pueblo de Dios. En las Jornadas Vocacionales

de 1966, ya citadas, aclaraba el P. Viganó:

"Hay una sola Teología, que se refiere a la reflexión de lo que lafe contempla en una sola realidad orgánica: el misterio de Dios quese nos presenta precisamente en la Igle~. Querer, entonces, ver,

por ejemplo, una Teología del sacerdocio del Nuevo Testamento im-

plica tener la visión concreta de la Iglesia, y desde allí considerar

qué es el presbítero" (10).

Si todos los que constituyen el Pueblo de Dios son configurados con Cristo

Sacerdote, será lo normal que este pueblo produzca frutos sacerdotales. Las voca-

(5) Lumen Gentium, 4.(6) Rom. 12, 1.(7) 1 Pe. 2, 9-10.(8) Hechos, 22, 14-15.(9) Hechos, 13, 2-3.

(lO) Egidio Viganó, S.D.B., "El Sacerdocio Ministerial a Nivel del Presbiterado", PastoralPopular, XCIII (1966), p. 17.

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ciones al sacerdocio ministerial serán como el resultado natural de una comunidad

eclesial (parroquia, Acción Católica, colegio católico, etc.), que vive su vocación,

que se deja trabajar en sus miembros por el Espíritu que ungió a Cristo en lasentrañas de la Virgen María.

A su vez, es en la comunidad eclesial, donde su escogido ha de realizar suministerio, a fin de que sus miembros vivan en plenitud su vocación profética, realy litúrgica.

"El presbítero es segregado de determinada actividad -continúa el P.Viganó- precisamente porque le interesa concurrir a la santificación deesa misma actividad; es célibe, precisamente porque le interesa el ma-

trimonio; es pobre, precisamente porque le interesa orientar el uso dela riqueza; es obediente en inteligente y activa dependencia de su Obis-

po, justamente porque le interesa la libertad de todos los hombres" (ll).

Ser llamado al sacerdocio ministerial es ser llamado a consagrarse a Diosen el se•..vicio de la comunidad. Su labor y su vida están unificadas por su misión.y como

"La Liturgia es la cumbre hacia la cual tiende la acción de la Iglesia, yal mismo tiempo la fuente de donde brota toda su fuerza ... " (12),

todo el ministerio habrá de encaminarse a hacer de los hombres, cristianos

en la comunidad eucarística.

Pero es este mismo amor a la eucaristía y a los sacramentos el que tiene queconducirlo a la evangelización, ya que sólo hombres realmente evangelizados pUl~'den participar efectivamente en la eucaristía.

Por otra parte, el amor al Evangelio arrastra necesariamente al sacerdote a

compartir la vida de sus hermanos, siendo testigo del modo evangélico como Cristo

la compartió.Por tanto, en el sacerdote el compartir la vida de los hombres, el evange-

lizarla y el encaminarla hacia la eucaristía, son tres momentos inseparables de unaacción única.

No negamos, con esto que las diversas circunstancias exijan explicitar másalguno de los tres aspectos, pero en conexión con los demás.

De ahí que en el discernimiento de la posible vocación al sacerdocio habráque atender a ver si el deseo de compartir la vida de los hombres es en orden aevangelizar esas vidas incorporándolas a la vida litúrgica; a examinar si el amor ala Liturgia es expresión de un deseo operante de orientar la vida propia y la delos demás en la dirección de una efectiva consagración a Dios en Jesucristo (13).

(11) Ibid., p. 27-28.(12) Constitución sobre la Liturgia &zorosanctum Concilium, NQ 10.(13) Aquí sólo podemos dar los principios básicos, sin entrar a mayores especificaciones.

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d) Pertenencia a la Iglesia del Vaticano II.

Sacerdocio y vocación se insertan en una "historia" salvífica. Por eso, si lateología de la vocación no es constante y progresivamente actualizada, se quedará

en expresiones que no responden a la realidad de Dios actuando de un modo deter-minado en un momento preciso.

Los signos de los tiempos son signos de Dios. El entenderlos y el compren-der nuestro mundo para acomodar a ellos la acción de la Iglesia no puede ser meroasunto de "táctica". No puede entenderse como si viviéramos de la fe y "además~

nos acomodáramos -entiéndase bien la expresión- a nuestros tiempos. Es muy dis-tinto: es nuestra fe la que nos enseña a considerar las señales de la época comosignos de Dios. Las circunstancias históricas hacen una especie de "presión" que

estimula a progresar, bajo la guía del Espíritu Santo en la comprensión de la Reve-lación y en su proyección a la vida (14).

Por tanto, la vocación al sacerdocio ministerial (y toda vocación) no puedeconsiderarse como un misterio inmutable, al margen de la historia que, por motivosmeramente pedagógicos y de oportunidad, sería conveniente presentar en forma in-teligible al mundo de hoy. (O lo que es mucho peor, como una transacción).

Es la fe la que nos hace descubrir en las modalidades del mundo actual,signos de los modos que ha de revestir, a su vez, el llamado de Dios; nuevas situa-ciones, suponen nuevos modos de actuar del Dios providente.

Así concluía también en el Congreso de Toulouse de 1961, Mons. Garrone,entonces Arzobispo de esa Arquidiócesis:

"El mundo moderno es uno: los llamados de Dios son y serán univer-sales. El mundo es un todo solidario: las vocaciones son y serán solida-rias. El mundo está descristianizado: los llamados de Dios son llamadosmisioneros".

y más adelante:

"Nosotros mismos somos el mundo moderno. Es la realidad sobre la cual

Dios trabaja y en la cual deposita los gérmenes del futuro ... " (15).

La línea de reflexión teológica, entonces, debe seguir un camino definido: la"nostalgia" debe ser reemplazada por la búsqueda:

La nostalgia por una cristiandad, que reconozca unánimemente la dignidaddel sacerdocio, por ejemplo, debe cambiarse por el deseo de comunidades que vivan

más auténticamente su común vocación sacerdotal en un mundo pluralista; la nos-talgia por vocaciones nacidas de un solo y determinado modo, ha de ceder el lugar

a una apasionada atención en la fe a todos los diversos caminos que Dios quierasuscitar.

Se podrá objetar que esta revisión implica riesgos: es cierto que los tiene, pe-ro ¿no existe también el riesgo real de una vida estéril, por miedo al dinamismo de

(14) La Iglesia ha expresado en la Constitución Dei Vel'btlm su fe en el progreso de lacomprensión de la Revelación. Cf. NQ8.

(15) Mons. Gabriel Garrone, "Monde Modeme et Vocation",en Eglise et Vocation, p. 146.

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la vida misma? Podemos llegar a rodearnos -al menos, en cierta proporcIOn- de

quienes carezcan de las condiciones que Dios pone en sus elegidos, en esta hora dela Iglesia, sin llegar a descubrir y formar a los que son realmente llamados.

e) Lugar del obispo en la vocación.

El que llama a participar de su propio sacerdocio es Cristo, pero por voluntadSuya, y en forma totalmente subordinada, es "indispensable" el llamado del obispo.

El mismo Pablo, llamado directamente por el Señor, somete su vocación al

JUICIOde la Iglesia, en la persona de sus legítimos representantes, para no correr envano .... (16).

El llamado del obispo es el que asegura la autenticidad del llamado de Cris-to. Esta doctrina ha sido expuesta en forma muy clara, y después de una larga con-troversia, por Pío XII, en la Constitución Apostólica "Sedes Sapientiae":

"Se dice que son llamados por Dios aquellos que son llamados por losministros legítimos de la Iglesia" (17).

Esta función del obispo es de máxima importancia en la vida de la Iglesia.Ella se desarrolla en distintos planos:

-Hay una mediación indirecta del obispo, en cuanto pastor de la grey, quedebe animar y coordinar toda la pastoral vocacional de la diócesis;

Un segundo plano, es el que corresponde a su función profética en el discer-nimiento de los carismas. Deberá atender a la existencia de las aptitudes, al valor delos motivos y, en último término, juzgar de la existencia de los signos que muestran

que el Señor quiere al candidato para el sacerdocio. Este trabajo se concretiza tam-bién en las directivas para la formación de su clero, en la se1ección de los sacerdotesdedicados a esta misión, etc.

Pero este discernimiento no lo realiza por una especie de "inspiración" nImargen de la vida de la diócesis. La comunidad debe presentarle los elementos paraque él pueda juzgarlos. Los sacerdotes que han conocido a los posibles futuros ml-nistros, los profesores que han inlluido, los militantes de movimientos apostólicos d'Jlos que han formado parte, tienen su palabra;

-Pero, donde se ejerce al máximo su papel de mediador en la vocación, espropiamente en el "llamado canónico": éste no es sólo un "pase" para recibir el sa-cerdocio, sino una acción auténticamente constitutiva de la vocación, es un "llama-do"; en ningún caso da la vocación a quien no es llamado por Dios, pero sí la sig-nifica, acabándola en cierto sentido, y asegurando la asistencia divina.

f) La acción del sacerdote.

Así como no se entiende la acción del obispo, sino en dependencia de Cristo,el único mediador, así la acción del sacerdote se enraíza totalmente en la del obispo.

( 16) Gál. 2, 2.(7) Cí. A.A.S., 1956, p. 354.

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En cuanto pastor de la comunidad, es responsable de orientar a sus miembrosjóvenes hacia la edad adulta en la Iglesia; a cada uno según su camino. Su partici-pación en la misión profética del obispo comporta gracias especiales para discernir

el sentido de la historia de las personas, hacia donde parecen dirigirse, es decir, paraser director espiritual.

Inseparable de la acción en las personas en particular, es la que le correspon-de en la comunidad en cuanto tal: ambas se condicionan mutuamente.

El atractivo del Cristo del "Yen y sígueme" se hará presente, actual y ope-

rante a través del gozo pascual de los sacerdotes. Por eso, el Concilio señala comofundamental el testimonio de vida (18).

Pero para que tal testimonio tenga valor de signo, será necesario que sea dadopor el conjunto de los sacerdotes. De lo contrario, aparecerá como característica deuna persona en particular, y no del sacerdote en cuanto tal y en unión con su obispo.

III

PROYECCIONES PASTORALES

Habiendo partido de la problemática que presenta la pastoral de las vocacio-nes, hemos buscado luz en la teología. Nos corresponde ahora proyectar tal luz ala pastoral.

1.- EL APOSTOLADO YOCACIONAL EN LA PASTORAL DE CONJUNTO.

La naturaleza misma de la vocación sacerdotal exige tener respecto de ellauna pastoral de conjunto; más aun, de reconocerle su lugar propio en la única pas-

toral de conjunto. Esto no es sentido práctico, sino fidelidad a su carácter eclesial.Así como en la Iglesia primitiva interviene toda la comunidad, de diversas

formas, en la elección y formación de sus ministros, así debe serlo hoy. No es esto,entonces, sólo asunto de los sacerdotes, ni mucho menos de un "encargado de lasvocaciones". .. (Esto no excluye la conveniencia de un sacerdote encargado deorientar esta labor).

La multiplicidad de intermediarios, lejos de disminuir la acción personal deCristo en el llamado, hace resplandecer su multiforme gracia.

Tal vez el peor enemigo de este trabajo de conjunto es el unilateralismo ex-clusivista. La vitalización de la comunidad, la oración, el testimonio sacerdotal, la

presentación directa de la vocación, las instituciones y particularmente los seminarios(en cualquier forma que se concreticen) son todos elementos indispensables. Seria

ingenuo y simplista querer subrayar alguno a base de subestimar los otros.

(l8) Cf. Presbyterorum Ordinis, N° 11.

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¡Innumerables son las comunidades cristianas que piden más sacerdotes!¿Cuántas son, en cambio, las que se preguntan cómo ayudar en concreto a suscitar vo-caciones? Esto muestra la falta de conciencia de su responsabilidad.

¿Estará más claro entre nosotros, sacerdotes, nuestro lugar en la pastoral de

conjunto?¿Qué pensar de algunas parroquias, e incluso diócesis chilenas donde en 20

años no ha habido una sola vocación sacerdotal?

2.- ALGUNOS ASPECTOS DEL "DISCERNIMIENTO" Y "EDUCACION" DE

LAS VOCACIONES.

Señalaremos aquí sólo aquellos aspectos que parecen iluminar más directa-

mente nuestra realidad pastoral y que, al mismo tiempo, se deducen de las páginas

anteriores.

a) Las aptitudes.

Ellas siempre fueron consideradas como signos en el discernimiento. San P:l-

blo, refiriéndose al obispo dice que debe ser sobrio, irreprensible, de buen criterio,buen organizador y administrador, etc. (19) .

La elección de Dios se inscribe en las cualidades de la persona; su acción hade distinguirse en el "modo-de-ser-humano" más que en las declaraciones y propó-

sitos verbales.Hoy, particularmente, entonces, se hace necesario meditar mucho sobre el

significado religioso de los datos proporcionados por la psicología, la pedagogía, etc.

b) Compromiso con la Iglesia peregrina.

El carácter de "peregrina" de la Iglesia en este mundo supone de todos susmiembros, y en especial de sus futuros ministros, el que se hayan comprometido efec-

tivamente con su pasado, su presente y su futuro. La calidad efectiva de tal com-promiso asegura que quien lo ha realizado ha tenido una gracia especial de Dios quelo ha capacitado para ello, que ha sido predilecto dtl Señor. El no haberse compro-metido ya y expresado en obras tal actitud será signo de no haber recibido talesgracias o de no haberles sido fiel.

Al hablar de la calidad del compromiso, lógicamente nos referimos a una es-cala de valores sacerdotales, en que el interés por el mundo y los hombres, es envista de su ulterior consagración a Dios; donde la actitud cultual frente al Señor, noes la del ritualista que escapa al mundo para reemplazarlo por ceremonias, sino dequien se orienta a ser una oblación real en Cristo. (No es necesario precisar que nose puede pedir una madurez extraordinaria a quien parece sólo encaminarse hacia

el ministerio).

(19) 1 Tim. 3, 2-7; Tito, 1, 5-9.

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Por otra parte, en una Iglesia peregrina, hay muchas cosas que no se ven su-ficientemente claras en el sacerdocio, en los seminarios, e incluso en la Iglesia en ge-neral. Hay búsqueda, y en ella a veces hay errores.

Es la fe la que nos dice que ésta es la Iglesia de Cristo; es la esperanza laque nos da la confianza en un sano realismo espiritual: no tenemos derecho a ponercomo pretexto nuestra disconformidad con algunos aspectos de la vida de la diócesis

o del enfoque actual del sacerdocio, para desinteresarnos de la pastoral vocacional;es la caridad cristiana la que debe llevarnos a la adhesión a Cristo-Sacerdote, "cuyoReino no es de este mundo".

La vocación al ministerio no es para gozar aquí en la tierra de una Iglesiatriunfante.

c) Para la Iglesia de hoy y de mañana.

Lo hemos visto: es la fe la que nos asegura que Dios, en su providencia in-finitamente sabia y poderosa, provee de las vocaciones que los tiempos necesitan. No

suscitará sacerdotes de tipo "tridentino" para la Iglesia de hoy y de mañana, comotampoco configuró sacerdotes con mentalidad del siglo XX para el período post-tri-dentino.

De ahí la importancia de la renovación del clero en la pastoral vocacional,

para presentar al pueblo cristiano la imagen de Cristo en forma actual.