Las Transmisión de Los Nueve Libros de La Historia de Heródoto

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Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Filosofía y Letras Colegio de Letras Clásicas Técnicas de investigación en Filología Clásica I Heródoto de Halicarnaso y los Nueve Libros de la Historia Profra. Olivia Isidro Vázquez Flores Blanco, Arnolds Deivison No. de cuenta: 310344753 Grupo 1001 Martes 10 de Diciembre del 2013

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Por Arnolds FloresUniversidad Nacional Autónoma de MéxicoSobre la transmisión de las Historias de Heródoto de Halicarnaso

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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Filosofía y Letras

Colegio de Letras Clásicas

Técnicas de investigación en Filología Clásica I

Heródoto de Halicarnaso y los Nueve Libros de la Historia

Profra. Olivia Isidro Vázquez

Flores Blanco, Arnolds Deivison

No. de cuenta: 310344753

Grupo 1001

Martes 10 de Diciembre del 2013

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1.Ésta es la exposición de las investigaciones de Heródoto de Halicarnaso1

Cicerón denomina a Heródoto “padre de la Historia (De legibus, I, 1). Según el autor latino

porque Heródoto se interesaba por la diversidad en el tiempo y el espacio, por la

observación exacta, por la crítica y la formulación de juicios; porque tenía interés en las

causas de los conflictos que nacían de lo moral y de lo material; porque quería dejar

registro de la importancia socio-cultural de los tantos pueblos que existieron en el

Mediterráneo. Por esto y por muchas razones más, es que se dice que con Heródoto se

consolida la historiografía.

El historiador nace en Halicarnaso, ciudad Caria que era gobernada por persas,

aproximadamente entre los años 484-480 a. C. La familia de Heródoto, que estaba en

contra del dominio persa, se vio en la necesidad de huir cuando estalló una sublevación, ya

que ellos apoyaban esto, y llegaron a la isla de Samos; después Heródoto ayudó a los

atenienses a fundar la ciudad de Turios, en donde finalmente muere entre los años 428-425

a. C.2 Heródoto viajó muchísimo; desde las colonias del Asía menor hasta Tracia, desde

Lidia hasta el centro de Persia; visitó Babilonia, Egipto y Siria; vivió por un tiempo en

Atenas, desde donde partió a Corinto, Argos, Esparta, Delfos, Beocia, Cirene y Macedonia.

Durante estos viajes fue que creó gran parte de la obra histórica, de la cual los primeros

cinco libros tratan sobre Lidia, Persia, Egipto; sobre personajes como Creso, Ciro,

Cambises, Darío, los escitas, los tracios y los Libios. Los cuatro libros restantes narran el

conflicto entre griegos y persas, es decir, la revolución jonia, las guerras médicas (Maratón

y Platea) y guerras menores (Las termopilas, Salamina, Sicilia y Samos); sobre personajes

como Darío, Jerjes, Mardonio, Artemisa, Milcíades, Temistocles, Leonidas, Clístenes, entre

otros. 3

Sin duda Heródoto tomó de muchos autores información para crear su obra, incluso se dice

que cometió plagio, pero lo que distingue a estas Historias es que están escritas desde una

perspectiva universal, muestran gran parte de la tradición de la época arcaica. Heródoto, al

1 Éste es el título que Herodoto le dio a sus historias, vid. Hecateo (fr. 332) y Tucídides (I,1).

2 Tapia Zúñiga, Pedro C., Lecturas áticas II. Introducción a la filología griega, UNAM-IIF, México, 2013, pp. 75-

79. 3 López Férez , J. A. (ed.) & Schrader, Carlos. Historia de la literatura griega. Catedra, Madrid, 1988, pp. 505-

526.

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escribir su obra, fue espontáneo y sencillo, respetó la originalidad de las narraciones aunque

en ocasiones tuvo que interpretar lo que oía. Gran parte de la obra tiene una estructura

anafórica. Sus narraciones incluyen una clara influencia de Homero y Hesíodo, de la

epopeya, de formas épicas y poéticas, y narraciones convencionales; en sintaxis prefirió la

coordinación; fue de los primeros en usar la prosa. En lengua optó por el jónico moderno

(dialecto artificial y literario que no era fiel a la lengua Jonia), asimiló dialectos no jónicos

con aticismos (López Férez, J. & Schrader, C., 1988, pp. 526-527).

2. Sobre las Historias

Ha sido muy difícil seguir la “historia” de la obra puesto que no hay certeza de cómo fue su

trasmisión. Para empezar debemos decir que, gracias a los registros de otros autores griegos

como Tucídides, Jenofonte, Hecateo de Abdera, Eneas el Táctico, Luciano y Teopompo de

Quíos, Heródoto en persona transmitió de forma oral su obra; la narraba públicamente

(véase en revista 4).

2.1. División y trasmisión de Los Nueve Libros de la Historia

La obra de Heródoto nos ha llegado divida en nueve libros, según Luciano (Heródoto 1)

dedicados a las nueve musas; esto sucedió en el periodo helenístico. No se sabe quién fue la

persona que dividió la obra, sin embargo, se conjetura que pudo ser algún editor alejandrino

del siglo III o II a. C.56

Los libros son dedicados a las nueve musas tomando sus nombres:

Clio, Euterpe, Thalia, Melpómene, Terpsicore, Erato, Polymnia, Urania y Caliope. Y es de

suma importancia señalar que la obra está incompleta, ya que el mismo Herodoto nos

promete un libro dedicado a los asirios7 y uno a los lidios

8, sin embargo éstos se perdieron.

4 Pérez Martín, Inmaculada; "Lectores y público de la historiografía griega"; Estudios clásicos, T. 44, núm.

121, España, 2002, pp. 125-148. 5 Herodoto, Historias, trad. de Jaime Berenguer Amenos, vol. I, Alma Mater, S.A., Barcelona, 1960, XXXVI.

6 La división de los capítulos data del siglo XVII (edición de Jungermann, 1608) según Jaime Berenguer

Amenos; id., p. XXXVI. 7 Heródoto promete narrar cómo los medos conquistaron a los asirios (Hist. I cap. 106 y 184), hace una

mención indirecta en II cap. 150 y 161. Lo que se ve confirmado por Aristóteles en Hist, Anim. VIII. 8 De la misma forma, Heródoto dedica un libro a la conquista de Libia (Hist. II cap. 42-43 & 168, IV-181). Y

narra pasajes que sirven de introducción en IV-167, cosa que menciona Bartolomé Pou (Barcelona, 1955), Jaime Berenguer Amenos (Barcelona, 1960) y Arturo Ramírez Trejo (México, 1976).

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Aristarco, siendo director de la biblioteca del Museo de Alejandría en el siglo II a. C., es el

primero en comentar la obra y publicar la primera edición alejandrina; esto motiva el

estudio de la obra en las escuelas de retórica; comienza el interés por parte de los romanos a

estudiarla también, quienes, posteriormente, conservaron las Historias durante los siglos II

y IV d. C., (López Férez, J. & Schrader, C., 1988, pp. 528-529). Ireneo y Hieron, sabios de

la escuela alejandrina, comentaron y publicaron las primeras ediciones abreviadas en el

siglo I. a. C., y Teopompo creó una versión resumida9. La obra de Heródoto comienza a

transmitirse en otros dialectos; esta corriente se intensifica en el siglo II-III d. C., y se hacen

comentarios de carácter filológico con personajes como Diodoro Sículo, Apiano, Dión

Casio, Arriano y Pausanias.

Sin embargo, en los últimos años del Imperio romano y durante la época bizantina la

transmisión de Heródoto comenzó a decrecer pero las pocas obras copiadas de este periodo

son las que se rescataron en el Renacimiento y donde tiene un nuevo auge; Carlos Schrader

en Historia de la literatura griega (1988) afirma que las primeras traducciones al latín

fueron hechas entre 1432 y 1456, lo que coincide con los años en los que el papa Nicolas V

encarga traducciones al latín de autores griegos, entre ellos Heródoto (1447-1455)10

.

Posteriormente, en Venecia, la primera traducción oficial al latín es hecha por Lorenzo de

Valla en 1457; seguida de la traducción de Conrad Heresbach, quien basándose en la de

Lorenzo, enmienda y enriquece la obra, añadiendo opúsculos atribuidos a Heródoto, la

publica pues, en la ciudad de Lyon, París en 1542. La primera edición por Aldo Manuzio

datada en 1502, teniendo la obra así su auge en el círculo renacentista. La latina de Pedro

Fenix, Paris 1510. Una griega por Hervasio, Basilea 1541. A partir de estos hechos la obra

es traducida a idiomas modernos y paralelamente se descubren textos originales de la obra

de Heródoto.11

Enrique Estéfano publica sus primeras ediciones en París en el año de 1570,

siendo éstas reproducidas en masa en Londres por Tomas Gales en 167912

. Una grecolatina

de Jungerman en Francfort, 1608. Otra grecolatina de Glascua en 1716. Las ediciones en

romance son: una italiana de Boyardo en Venecia, 1553. La de Becelli, en italiano también,

9Lesky, Albin, Historia de la literatura griega, Gredos, Madrid, 1989, p. 355.

10 Reynolds, D. L. & Wilson N. G, Copistas y Filólogos, Gredos, Madrid, 1986, p. 144.

11Cfr. Historia de la literatura griega de López Férez, J., & Schrader, C., Id., pp. 528-529.

12 Heródoto, Historias, trad. de Jaime Berenguer Amenos, Alma Mater, Vol. I, Barcelona, 1960, LXXVII.

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publicada en Verona en 1733 y una francesa de Pedro Du-Ryer en el mismo año13

.

Gronovio (descubridor de Laurentianus 70.3) hizo la primera edición crítica que aparece en

Leiden en 171514

y Wesseling con la suya en Amsterdam, 1763. La trasmisión continua

durante los siglos XVII y XVIII siendo la de Wolf entre 1759-1824 una de las más

importantes15

. Stein, entre 1869-1872, Hude, Dietsch-Kallenberg y Legrando, entre 1924-

1933, crearon ediciones basadas en la de Paap, quien, a su vez, creo la suya de los primeros

papiros encontrados entre los siglos I y III d. C.16

La primera traducción, del griego al español, es hecha en el año de 1846 por el jesuita

Bartolomé Pou, quien se basó en la edición de Wesseling, corrigiéndola y comentándola; es

reimpresa y publicada en repetidas ocasiones en Madrid. Las primeras ediciones

comentadas en México fueron llevada a cabo por O’Gorman en 1971 y Arturo Ramírez

Trejo, quien la tradujo del griego al español, en 1976.

2.2. Sobre los manuscritos, códices y papiros.

La obra de Heródoto nos ha llegado a través de manuscritos que conservaron el texto

griego. Según Arturo Trejo (México, 1976, CLXXIV), éstos son los códices más antiguos

clasificados en las familias: Florentina A, B (C), Romana D, P, S, V y una familia incierta

P17

: A. Laurentianus LXX, 3, del s. X, de 376 folios. B. Romanus, del s. XI, de 330 folios.

C. Laurentianus, del s. XI de 310 folios. D. Vaticanus 2369, del s. XI de 272 folios. E.

Excerpta Parisina, s. XIII. P. Parisinus 1633, del s. XIV, de 284 folios. R. Vaticanus 123,

del s. XVI, de 442 folios. S. Cantabrigiensis, de la biblioteca de Guillermon Sancroft, del

s. XIV.

13

Desde Pedro Fenix hasta Glascua y todas las romances vid., Herodoto de Halicarnasso, Los nueve Libros de la Historia, traducción, introducción y comentarios de Bartolomé Pou, Iberia, S.A., Barcelona, 1955, pp. 8-9. 14

Según Carlos Schrader ésta fue la primera edición crítica. Vid. Sobre esta cuestión, ib., pp. 528-529. 15

Jaime Berenguer Amenos en su traducción de Historias. Vid. ib. pp. LXXVII. 16

Desde Valla hasta Stein han sido las ediciones más importantes. Para mayor información sobre otras ediciones en otras idiomas; cfr. Lesky, Albin (Madrid, 1989, p. 356) y Berenguer Amenos (Barcelona, 1960, LXXXVI-LXXXVIII). 17

Sobre manuscritos y papiros cfr. a Berenguer Amenos (Barcelona, 1960, LXXX-LXXXII), Stein (Herodoti Historiae, Berlín 1869-1871, XVIII) y a Paap, A. H. R. E., De Herodoti reliquiis in papyris et membranis Aegyptis servatis, Leiden, 1948.

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Según Arturo Trejo (México, 1976, CLXXV) y Albin Lesky (Madrid, 1989, p. 356) los

papiros más importantes que conservan la obra casi intacta son los Oxyrinco18

:

18, s. III (I, 105-106). 19, s. II-III (I, 76). 695, s. III (V, 104-105). 1092, s. II (II, 154-175).

1244, s. II (105-106). 1375, s. II (VII, 166-167). 1619, s. I-II (III, 26-72).

3. Sobre la recepción de las Historias

Tanto antiguos como modernos han calificado de homérico a Heródoto. Su obra es

considerada como una epopeya ya que tiene principios éticos y religiosos y destinos, y los

destinos históricos son las realizaciones de estos principios. Convierte la historia en

objetos de relato, en muchas ocasiones para nada objetiva, pero que la enriquecen con una

abundancia discursiva sobre las características de los pueblos. Las interpretaciones de

Heródoto respecto a los pueblos, los defectos económicos de éstos, las partes

desproporcionadas de los discursos y las divagaciones de la narración han sido causas de

críticas negativas por parte de los eruditos; éstos desmienten las fechas dadas por el autor y

lo tachan de exagerado; critican probables confusiones y versos tendenciosos; acusan su

falta de crítica y su poca objetividad. Sin embargo, es menester mencionar lo dicho por Tito

Livio, que estos “defectos” de Heródoto indirectamente influenciaron a las escuelas latinas

de retórica, pues, éstas encontraron en los errores del autor un campo de investigación para

la materia19

.

Gracias a las Historias los dominios del pensamiento histórico se acrecentaron partiendo

primeramente con los jónicos posteriores a Heródoto, quienes tomaron el pensamiento

mitológico de la obra para el estudio de la filosofía (Jenófanes); racionalización o

interpretación alegórica (Teágenes de Recio)20

. Sin embargo, en el mismo ámbito

historiográfico, Tucídides, quien fundándose en el análisis crítico y la autopsia, y partiendo

del último libro de las Historias, crea una obra en un ámbito más político y mantienen una

crítica negativa hacia Heródoto, atacando fuertemente su poca fiabilidad en cuanto a datos,

su poca certeza sobre la información y, reiterándolo varias veces, su poca objetividad.

18

Para papiros Oxyrincos, vid, Lérida Lafarga, Roberto, Comentario histórico de las Helénicas de Oxyrrinco, Edición Bilingüe y Crítica, Institución Fernando Católica, Zaragoza, 2007, pp. 846. 19

Cataudella, Quintino, Historia de la literatura griega, Iberia, Barcelona, 1967, pp. 171-173. 20

Lesky, Albin, Historia de la literatura griega, Gredos, Madrid, 1989, p. 357.

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Aristófanes satiriza en sus tragedias a personajes de la obra, lo que prueba que Heródoto ya

era conocido y famoso en el público ateniense21

.

Desde la obra de Tucídides, la reputación de Heródoto decrece. Esto se nota con Ctesias,

médico persa, quien crea una historia sobre persas, desprestigiando la obra herodotea. Sin

embargo, Jenofonte y, posteriormente en el siglo IV, Éforo y Eneas Táctico toman como

fuente las Historias; Teompompo, ya mencionado antes, crea un compendio de dos libros.

Lo que demuestra que Heródoto seguía teniendo reconocimiento por parte del público.

Incluso Aristóteles le utiliza y le cita sin siquiera mencionar su nombre22

.

En el periodo helenístico es cuando Heródoto comienza a ser estimado (a partir de la

división de los nueve libros y por la edición crítica con comentario de Aristarco), sin

embargo hay críticos que siguen desacreditándolo, como es el caso del sacerdote egipcio

Manethon quien lo tacha de ignorante por la omisión de información geografíca egipcia en

la obra. A partir del siglo I a. C., las Historias son acogidas en gran resonancia, cosa que se

intensifica en el siglo II d. C., con comentarios positivos de parte de Diodoro de Sículo,

Apiano, Luciano y Pausanias; Quintiliano, con gran gusto, opina que la obra tiene un estilo

único, simple pero claro; Dionisio de Halicarnaso, Séneca y Cicerón elogiando al

historiador y admirándolo23

.

Pero entre las críticas negativas de estos años tenemos a Estrabón, quien le reprime la

simplicidad y la afición por las fábulas; el retórico Elio Arístides pone en duda los relatos

historiador; Harpocratión compone obras refutando lo dicho por Heródoto. Esto personajes

retoman lo hecho por Plutarco en la antigüedad, intentar hacer parecer al historiador como

parcial y tendencioso24

.

Durante la época bizantina y la Edad Media la fama de Heródoto se hubiera perdido por

completo, sino hubiera sido por los copistas que rescataron la obra. Caso particular y

aislado, en donde se nota que la influencia de Heródoto no murió del todo en ese periodo,

21

López Férez , J. A. (ed.) & Schrader, Carlos. Historia de la literatura griega. Catedra, Madrid, 1988, pp. 527. 22

op. cit. Herodoto, Historias, trad. de Jaime Berenguer Amenos, vol. I, Alma Mater, S.A., Barcelona, 1960, LXXIV-LXXVIII 23

Heródoto, Historias, traducción y estudio preliminar de M. Rosa Lida de Malkiel, Clásicos Grecolatinos, 2006, p. 53-58. 24

Jaime Berenguer Amenos; vid., LXXI.

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es el de Alvaro de Luna, quien, gracias a la obra herodotea y otros clásicos, elabora su

Libro de las claras e vertuosas mugeres 25

.

Heródoto ve la luz de nuevo en el Renacimiento con las traducciones al latín (Valla) ya

mencionadas arriba; esto llama la atención de los intelectuales de la época. Se descubren, al

mismo tiempo, manuscritos originales, los cuales provocan una nueva discusión entre

opositores y admiradores de las Historias. Es necesario decir que la gran mayoría de

críticos renacentistas le restaron valor histórico al autor y lo tacharon de fabulista

solamente, sin embargo, los humanistas, algunos como Manuzio y Herni Estienne,

defendieron a Heródoto26

.

Ya a partir del siglo XVII-XVIII hay una nueva apreciación de la obra puesto que comienza

la difusión y transmisión en otras lenguas; eso, precisamente, motiva la expansión de la

obra herodotea y, por lo tanto, la fama. Este acontecimiento es muy importante ya que

desde ese momento, muchas generaciones de sabios y eruditos comienzan a dedicarse de

lleno a la investigación no sólo de Heródoto, sino de la literatura griega en general;

investigación motivada por el perfeccionamiento de fuentes históricas, de la arqueología

clásica y oriental; herramienta que ha confirmado gran parte de las narraciones de

Heródoto, siendo esté, admirado y estudiado por filólogos, literatos e historiadores, quienes

ven en él una autoridad histórica, una fuente directa de información. Muchos autores para

crear sus escritos incorporan estilos similares a los de Heródoto; estos acontecimientos

suceden en las épocas isabelinas y románticas27

.

La época moderna tuvo tantos autores y poetas que mostraron una clara estima hacia el

historiador clásico, algunos de éstos, los que tuvieron una mayor “fama”, son: Schlegel,

lord Byron y Browning crearon baladas; los alemanes Sturm, Heine, Elbers, Tieck y André

Gide se especializaron en el drama y la poesía; España, a pesar de no gozar de demasiada

influencia herodotea, se puede rescatar a Justino, quien crea dos novelas basadas en las

Historias; Julián Marías elabora un ensayo sobre el Herodoto mismo. Empero también

surge una antítesis de la corriente Heródoto, la cual es comandada por Lope de Vega y

25

M. Rosa Lida de Malkiel; vid., pp. 57-58 & Jaime Berenguer Amenos; id., pp. LXXI. 26

Jaime Berenguer Amenos; vid., pp. LXXVI-LXXVII. 27

M. Rosa Lida de Malkiel; vid., p. 58.

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Antonio de Torquemeda. España pues, recrea, en menor medida, el pensamiento herodoteo

y nunca deja de atesorar la variedad de vestigios de la Grecia antigua28

.

Los castellanos reciben la obra como si fuera un manual de valores, creando así, escritos

patrióticos y con gran carga moral, algunos autores: Bellido Dolfos, Guillen Castro,

Dominguillo, Rumi Nahui. En Argentina perciben la obra desde una perspectiva patriótica,

el máximo representante de esta ideología, Francisco de la Roca. Chile concibe las

Historias como sucesos de enseñanza política, exponentes: Oña, Rufo, Godinez y Tirso29

.

Ahora bien, la influencia del pensamiento histórico de Heródoto es amplia y ha trascendido

a un nivel casi universal. También se le ha atacado y refutado, e incluso, en algunos

lugares, casi se le ha anulado importancia. Como vimos, en España nunca se le prestó

demasiada importancia a este personaje, pero lo poco que trascendió, se vio plasmado en la

literatura hispana y en los estudios preliminares de las ediciones españolas de Bartolomé

Pou (1856), M. Rosa Lida de Malakie (1960), el vocabulario de Martínez Fresnada (1967)

y el libro de Manuel Fernández Galiano (1951) conformado por una serie de versiones

reducidas y síntesis de las Historias, añadiendo una propuesta modernista30

.

La obra de Heródoto ha sufrido rechazo en el ámbito académico mexicano, viéndose

opacada también, por la preferencia al estudio de la filosofía presocrática, por los clásicos

helenísticos y por el estudio de la política latina, sin embargo, gracias a maestros como

O’Gormann y Arturo Ramírez Trejo la resonancia del “padre de la historia” ha ido

acrecentándose cada vez más.

28

Más autores y poetas influenciados por la obra de Heródoto en M. Rosa Lida de Malkiel; id., p. 58. 29

M. Rosa Lida de Malkiel; op. cit., pp. 61-63. 30

Heródoto, Historias, Tomo I, traducción de Arturo Ramírez Trejo, UNAM-IIF, México, 1976, pp. CLXXIX-CLXXX.

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Bibliografía fundamental:

Berenguer Amenos, J., Herodoto. Historias, Vol. I, traducción e introducción, S.A.,

Barcelona, 1960, pp. 154.

Cataudella, Quintino, Historia de la literatura griega, Iberia, Barcelona, 1967, pp. 434.

Lesky, Albin, Historia de la literatura griega, Gredos, Madrid, 1989, pp. 1003.

Lida de Malkiel, Ma. R., Herodoto. Historias, traducción y estudio preliminar, Clásicos

Grecolatinos, 2006, pp. 750.

López Férez, J. A. (ed.), Historia de la literatura griega. Catedra, Madrid, 1988, pp. 1273.

Pou, Bartolomé, Heródoto de Halicarnaso. Los nueve Libros de la Historia, traducción,

Iberia, S.A., Barcelona, 1955, pp. 502.

Ramírez Trejo, Arturo, Heródoto, Historias, traducción, estudio preliminar y comentarios,

Tomo I, UNAM-IIF, México, 1976, pp. 246.

Tapia Zúñiga, Pedro C., Lecturas áticas II. Introducción a la filología griega, UNAM-IIF,

México, 2013, pp. 144.

Bibliografía complementaria:

Bowra, C. M., La literatura griega, ed. 4, trad. de Alfonso Reyes, F. C. E, México, 1958,

pp. 226.

Lérida Lafarga, Roberto, Comentario histórico de las Helénicas de Oxyrrinco, Edición

Bilingüe y Crítica, Institución Fernando Católica, Zaragoza, 2007, pp. 846.

Paap, A. H. R. E., De Herodoti reliquiis in papyris et membranis Aegyptis servatis, Leiden,

1948.

Pou, Bartolomé, Heródoto de Halicarnaso. Los nueve Libros de la Historia, introducción

de Edmundo O’ Gormann, Porrúa “Sepan cuántos…”, México, 1971, pp.439.

Reynolds, D. L. & Wilson N. G, Copistas y Filólogos, Gredos, Madrid, 1986, pp. 309.

Stein H., Herodoti Historiae, Vol. II, Berlín, 1869-1871.