Las Voces

4
Taller de Comunicación Oral y Escrita LAS VOCES He escuchado voces en mi cabeza desde que tengo conciencia. Jamás me había importado saber porque yo. Había aprendido a cerrar esas voces; a veces dulces, a veces escalofriantes; que me hablaban las veinticuatro horas del día. No siempre he tenido control sobre ellas. Al principio las confundía con mi conciencia, y actuaba a sus deseos. Mis padres se negaban a creerme cuando trataba de explicarles que yo no sabía porque actuaba como lo hacía. Por lo mismo terminé en un internado a los ocho años, cuando mis padres se divorciaron y no quisieron tener que lidiar con una hija traviesa y al parecer rebelde. En parte se los agradezco, he aprendido que no puedo confiar en nadie, ni siquiera en mi propia conciencia. Una vez que aprendí a desconfiar de todos, entonces pude controlar y excluir hasta mi propia conciencia. Pero, ¿puede haber alguien sin conciencia? Nunca me lo había preguntado hasta hoy. ¿Quién soy? O mejor dicho, ¿qué soy? Mi vida jamás tuvo sentido hasta el día de hoy. Hoy por primera vez, supe lo que es vivir y sentir felicidad. Hasta el día de hoy, había vivido una vida excluida de todos y de todo. Las voces hoy, cantan, casi de forma celestial. Hoy, no quise ignorarlas, hoy escuché como sincronizaban perfectamente con el latido de mi corazón que se acelera con la presencia de Esteban. Antes de pensarlo, ya estaba conversando con él, ¿qué dijo? Esto es extraño, cómo, alguien, o algo como yo, puede sentir esto. Con él, me está costando trabajo

description

Muchos errores se cometen por no escuchar a esa voz en nuestra cabeza que nos dice cómo actuar, ¿qué pasa si esa voz es más demente que tú?

Transcript of Las Voces

Page 1: Las Voces

Taller de Comunicación Oral y Escrita

LAS VOCES

He escuchado voces en mi cabeza desde que tengo conciencia. Jamás me había

importado saber porque yo. Había aprendido a cerrar esas voces; a veces dulces, a veces

escalofriantes; que me hablaban las veinticuatro horas del día. No siempre he tenido control

sobre ellas. Al principio las confundía con mi conciencia, y actuaba a sus deseos. Mis padres

se negaban a creerme cuando trataba de explicarles que yo no sabía porque actuaba como

lo hacía. Por lo mismo terminé en un internado a los ocho años, cuando mis padres se

divorciaron y no quisieron tener que lidiar con una hija traviesa y al parecer rebelde.

En parte se los agradezco, he aprendido que no puedo confiar en nadie, ni siquiera en mi

propia conciencia. Una vez que aprendí a desconfiar de todos, entonces pude controlar y

excluir hasta mi propia conciencia. Pero, ¿puede haber alguien sin conciencia? Nunca me lo

había preguntado hasta hoy. ¿Quién soy? O mejor dicho, ¿qué soy?

Mi vida jamás tuvo sentido hasta el día de hoy. Hoy por primera vez, supe lo que es vivir y

sentir felicidad. Hasta el día de hoy, había vivido una vida excluida de todos y de todo. Las

voces hoy, cantan, casi de forma celestial. Hoy, no quise ignorarlas, hoy escuché como

sincronizaban perfectamente con el latido de mi corazón que se acelera con la presencia de

Esteban. Antes de pensarlo, ya estaba conversando con él, ¿qué dijo? Esto es extraño,

cómo, alguien, o algo como yo, puede sentir esto. Con él, me está costando trabajo excluir

estas voces, pero realmente no quiero pues una de ellas me exige permanecer aquí a su

lado.

La última vez que decidí escuchar a Charlie, así he nombrado la voz mandona, terminé sin

cena en mi cuarto porque había disecado un pájaro en el escritorio de mi padre. Sabía que

nada bueno resultaba de escuchar. Tal vez me debería retirar, algo bueno y majestuoso

como Esteban no debe estar junto alguien fría y peligrosa. “Retírate, vete. Voltea y deja salir

lágrimas por nunca jamás volverlo a ver.”

Quizá si tuviera conciencia me hubiera ido, pero decidí quedarme. Hemos quedado, cena

a las ocho de la noche. No estoy segura de que sea amor, pero seguramente se acerca a

esto. Ansío las ocho de la noche; ni las miles de voces que escucho han sido tan estresantes

como la espera de hoy.

Jamás espere que alguien me pudiera curar de mi maldición; nunca me imaginé que lo

Page 2: Las Voces

que me hacía sentir era la medicina que inconscientemente había estado buscando toda mi

vida. Aún más precioso e invaluable era Esteban para mí. Salimos, lo conocí, y me hizo su

novia, el primero para mí. Por él me tomaba el trabajo de escuchar solamente las voces que

hablaban dulce acerca de esto. Desde el primer instante se convirtió en mi todo. No sé cómo

pudo pasar lo que pasó. Me acerqué demasiado, lo sabía. Todo fue tan rápido.

Un año después de conocerlo, me invitó a salir para celebrar. Era un gran logro para mí. El

plan era salir a cenar y bailar, el plan era vivir. Sin embargo, puedo planear toda mi vida en

este instante y nada de eso sucederá porque estaré dentro de estas cuatro paredes por el

resto de mi vida. Así igual, el plan de esa noche jamás pudo ser. Al principio culpé a mi

padre, si no hubiera aparecido después de veinte años, ahora estaría junto a Esteban. En

cambio, los dos están ahora seis metros bajo tierra.

Mi padre, junto con mi madre, eran las únicas dos personas que conocían a la perfección

mi estado, si quieren, psiquiátrico, pero no estoy loca. Puedo controlarme, pero él lo provocó.

Mi padre debió olvidarse de mí cuando me mandó al internado. Esa noche, esperaba

inquietamente a Esteban. Esperaba oír su auto llegar y verlo tocar la puerta, en vez fue mi

padre, quien después de tanto iba a buscarme, con la única cara que conocía, esa cara de

preocupación. Por lo menos, ya no tiene porqué preocuparse. Casi corriendo se acercó a mí,

no fue exactamente la reunión que una hija se imagina con su papá.

He estado pensando, a ver visto un elemento mi pasado fue lo que activó las voces,

discutimos. Por primera vez me sentía a gusto con quien era, y todo gracias a Esteban. No

iba a acceder a la petición del viejo. Porqué debía abandonar lo único bueno de mi vida.

“Esteban, si hubieras llegado tan sólo cinco minutos antes, aún estarías aquí conmigo”.

Había escuchado suficiente, no iba a renunciar a él aunque no le agradara a mi padre. Perdí

el control, dejé que las voces se apoderarán de mí. “¿Por qué te cruzaste en el camino? ¿Por

qué Esteban?” Vi el reporte policial, Causa de Muerte: Asesinato; yo lo recuerdo diferente.

Alguien me pedía que los dejara descansar, que tenían frío. Les pegué hasta que quedaran

inconscientes y, para que no tuvieran frío, incendié el lugar. Pero ellos me lo pidieron, me

rogaron que lo hiciera.

¿Qué he hecho? ¿Cómo pude dejar ir lo único bueno en mi vida? Fue mi culpa, debí

alejarme desde ese primer instante. Aún así no me arrepiento de absolutamente nada. No

me tocaba vivir esta vida con él. Alguien sin conciencia no es nadie. Hoy nadie ha recibido la

pena de muerte. Conforme se va acercando la fecha, me doy cuenta que las voces que

escucho, siempre han predicado mi futuro, son yo. Me niego aceptar que estoy loca porque

Page 3: Las Voces

aceptar eso significaría que nunca estuve enamorada de Esteban.

Hoy, el mundo recibe justicia por sus muertes. Yo no siento ningún remordimiento, porque

me reuniré con ellos en alguna otra vida, me lo han dicho las voces. La silla no me asusta.

“Muerte, te recibo con los brazos abiertos”.