LIT126-FIN Y RACIONALIDAD DE LOS SISTEMAS.pdf

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NIKIAS LUIIMANN FIN RACIONALIDAD EN LOS SISTEMAS . INTRODUCCIÓN ACCION Y SISTEMA Es una vieja y firme tradición aquella en cuya virtud el concepto de fin se hace referir a la acción humana. Su significación se despliega en la teoría de la acción, sin que hayan faltado trasplantes extensivos: fines han sido atribuidos a complejos de acción de mayores dimensiones, grupos, asociaciones, organizaciones, incluso a construcciones espirituales de sentido y a los objetos de la naturaleza, esto es: a sistemas de todas las clases. Estas atribuciones se han mostrado, en líneas generales, problemáticas, no muy consistentes, mientras que la representación básica del fin de la acción ha permanecido inob jetada. En las siguientes investigaciones nos proponemos reconstruir los pasos que nos han llevado a la sospecha de que estos dos resultados de los esfuerzos hasta ahora realizados en torno al concepto de fin guardan una relación entre sí, de que la teoría de los fines de los sistemas ha seguido siendo problemática por la razón de que el concepto de fin ha sido concebido originariamente a partir de la acción aislada. Nuestras reflexiones se ordenan, pues, en torno a la distinción entre acción y sistema. Presuponen una contraposición entre ambos conceptos, y se extienden a la diferente índole de la racionalidad que en ellos se implica o, en su caso, que con ellos 9 se persigue; pues el concepto de fin da testimonio, en primer tér- mino, de la racionalidad del fenómeno que lo soporta y realiza. Por acción ha de entenderse todo comportamiento orientado Icon sentido y dotado de repercusión exterior, y por sistema todo ser real (Wirklich-Seiende) que —en parte en virtud de su propia ordenación, en parte a causa de las condiciones ambientales— mantiene su identidad en medio de un ambiente extremadamente complejo, en mutación, y que en su conjunto no resulta dominable. A los fines de nuestra investigación hemos procedido a la reducción de un concepto de sistema tan amplio como éste, de modo que en lo sucesivo, donde no lo hagamos constar de manera expresa, hablamos sólo de sistemas de acción, esto es: de sistemas que se componen de acciones concretas de una o varias personas y que se delimitan con respecto a un ambiente por medio de relaciones de sentido entre esas acciones. Estas indicaciones que hemos adelantado no tienen más objeto que el de facilitar la comprensión del planteamiento, pero no pueden considerarse como una definición concluyente ni, menos aún, como un esclarecimiento suficiente de la cuestión. Por el contrario, dejan entrever una implicación recíproca que constituye la dificultad general del tema: en los conceptos de «orientación», «repercusión exterior», «comportamiento humano», definidores de la acción, se presupone ya el concepto de sistema con su diferenciación entre lo interior y lo exterior, de la misma manera que el concepto de sistema, en la definición dada, presupone una actividad de autoconservación, un intercambio con el ambiente, tanto en las personas como en los sistemas sociales, esto es: acción. El contorneo de los conceptos de acción y sistema indica también que nos encontramos en el ámbito de un viejo dilema, a saber: el problema de los conceptos fundamentales de movimiento y sustancia, que no resultan reconducibles entre sí. Este dilema habría de

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  • NIKIAS LUIIMANNFINRACIONALIDADEN LOSSISTEMAS

    . INTRODUCCINACCION Y SISTEMAEs una vieja y firme tradicin aquella en cuya virtud el concepto de fin se hace referir a la accin humana. Su significacin se despliega en la teora de la accin, sin que hayan faltado trasplantes extensivos: fines han sido atribuidos a complejos de accin de mayores dimensiones, grupos, asociaciones, organizaciones, incluso a construcciones espirituales de sentido y a los objetos de la naturaleza, esto es: a sistemas de todas las clases. Estas atribuciones se han mostrado, en lneas generales, problemticas, no muy consistentes, mientras que la representacin bsica del fin de la accin ha permanecido inob jetada. En las siguientes investigaciones nos proponemos reconstruir los pasos que nos han llevado a la sospecha de que estos dos resultados de los esfuerzos hasta ahora realizados en torno al concepto de fin guardan una relacin entre s, de que la teora de los fines de los sistemas ha seguido siendo problemtica por la razn de que el concepto de fin ha sido concebido originariamente a partir de la accin aislada.Nuestras reflexiones se ordenan, pues, en torno a la distincin entre accin y sistema. Presuponen una contraposicin entre ambos conceptos, y se extienden a la diferente ndole de la racionalidad que en ellos se implica o, en su caso, que con ellos9se persigue; pues el concepto de fin da testimonio, en primer tr-mino, de la racionalidad del fenmeno que lo soporta y realiza.Por accin ha de entenderse todo comportamiento orientado Icon sentido y dotado de repercusin exterior, y por sistema todo ser real (Wirklich-Seiende) que en parte en virtud de su propia ordenacin, en parte a causa de las condiciones ambientalesmantiene su identidad en medio de un ambiente extremadamente complejo, en mutacin, y que en su conjunto no resulta dominable. A los fines de nuestra investigacin hemos procedido a la reduccin de un concepto de sistema tan amplio como ste, de modo que en lo sucesivo, donde no lo hagamos constar de manera expresa, hablamos slo de sistemas de accin, esto es: de sistemas que se componen de acciones concretas de una o varias personas y que se delimitan con respecto a un ambiente por medio de relaciones de sentido entre esas acciones.Estas indicaciones que hemos adelantado no tienen ms objeto que el de facilitar la comprensin del planteamiento, pero no pueden considerarse como una definicin concluyente ni, menos an, como un esclarecimiento suficiente de la cuestin. Por el contrario, dejan entrever una implicacin recproca que constituye la dificultad general del tema: en los conceptos de orientacin, repercusin exterior, comportamiento humano, definidores de la accin, se presupone ya el concepto de sistema con su diferenciacin entre lo interior y lo exterior, de la misma manera que el concepto de sistema, en la definicin dada, presupone una actividad de autoconservacin, un intercambio con el ambiente, tanto en las personas como en los sistemas sociales, esto es: accin.El contorneo de los conceptos de accin y sistema indica tambin que nos encontramos en el mbito de un viejo dilema, a saber: el problema de los conceptos fundamentales de movimiento y sustancia, que no resultan reconducibles entre s. Este dilema habra de

  • ocupar un rango central entre las premisas de pensamiento de la metafsica ontolgica, que postulaba que el ente (das Seiende) es constante en su ser, la negacin misma del no-ser. En l fracasaron las premisas de la ontologa. El concepto de fin tena la funcin de ocultar ese fracaso, y lo cumpla a base de imprimir sobre lo perecedero de una accin, que es y, sin embargo, no es, el sello de lo permanente del fin, como si integrara esto su propia esencia. En el fin poda la accin, el movimiento,10presentarse como sustancia: tal era la condicin bajo la cual, ante semejantes premisas de pensamiento, se la poda concebir como racional. As, pues, no es ningn azar la circunstancia de que el concepto de fin alcance rango y consideracin a raz del alejamiento que el pensamiento griego sobre todo en una filosofa tan prxima a la accin como la de Aristteles verific con respecto a los problemas originarios, radicales e irreal-esqui mticos del filosofar presocrtico. El concepto de fin devino as una de las grandes representaciones auxiliares otra lo sera el concepto de jerarqua, una tercera el concepto del todo compuesto por partes, merced a las cuales la filosofa escolastizante se cierra el acceso a sus premisas de pensamiento. Esta funcin del concepto de fin tradicional del pensamiento explica la firmeza de su anclaje como pieza clave y tambin el aseguramiento de ese anclaje por medio del tratamiento de los fines como naturaleza, como esencia previamente dada de la accin, del movimiento por antonomasia. Sera un error, y no un investigar pleno de sentido, su puesta en cuestin.Para la actual investigacin cientfica una mirada retrospectiva hacia los orgenes del pensamiento occidental y la tradicin intelectual que a l se suma ya no puede significar encadenamiento, pues no en vano est la ciencia sobradamente resguardada de todo cuestionar filosfico. Pero este resguardo puede convertirse, por su parte, en cadena. Introducida a ttulo de proteccin frente a una tradicin en extremo poderosa, la impenetrable frontera de la ciencia con respecto a la filosofa produce hoy, cuando ya se ha quebrado el poder de la tradicin, barreras de reflexin, provincialismo y, en no raras ocasiones, una interpretacin demasiado estrecha de lo que propiamente se piensa, dejando a la investigacin sumida en la ocupacin con conceptos bsicos y planteamientos derivados, especializados y no pensados hasta el fondo. Es as como hoy nos encontramos precisamente en la situacin contraria de que la orientacin por la tradicin ontolgica, si bien guardando las distancias, en el sentido de una conversacin y no como mera asuncin de un ideario de frecuente cita, puede significar liberacin.Aqu no pretendemos sino aludir a esa posibilidad, pues no es ella el tema principal que ocupa esta obra. Su objeto, la racionalidad teleolgica, se encuentra talmente impregnado de sedimentos histricos que no se le puede tratar con objetividad11Pero hay tambin otra circunstancia que nos mueve a reflexionar acerca de la funcin que desempean los fines en el seno de los sistemas y que nos llama asimismo la atencin cuando dirigimos retrospectivamente nuestra mirada hacia la historia del pensamiento teleolgico. En el pensamiento occidental era una firme tradicin doctrinal la de que la eleccin racional slo pudiera significar eleccin de medios para un fin, no eleccin del fin mismo, a no ser que se le concibiera como medio para un fin ulterior. Esta concepcin se fundament, originariamente, por medio de la evidencia de los valores buscados, que, como tales, no sera suceptible de eleccin; posteriormente, en base a la idea, precisamente contraria, de la no veritatividad, de los fines, lo que excluye una fundamentacin cientfica y, en este sentido, una racionalidad de la eleccin 2. Lo enfrentado de las fundamentaciones pone al descubierto su incapacidad para captar el problema. Independientemente de su veritatividad, es, a causa de su funcin para el proceso decisorio y slo en cuanto lo exija esa funcin, por lo que el fin ha de venir dictado de modo invariante. La constancia de los fines, pues, solamente es una constancia relativa con respecto al sistema, lo que no excluye una alteracin de los fines en el marco de su funcin'.En el fondo, el concepto de sistema se encuentra ya contenido en la idea que las teoras de la accin se forjan habitualmente acerca de la nocin del fin, si bien no resulta suficiente para captarle y desarrollarle. Hace tiempo que se ha dejado de comprender a

  • los fines como el verdadero estado definitivo del movimiento de accin, para entenderlos como compromiso subjetivo. Pues slo a ttulo de representacin subjetiva pueden los fines desplazarse desde el futuro, donde se encuentran, hasta el presente, y verse as incluidos en el contexto de la causalidad mecnica el nico que resulta susceptible de someterse a criterios de verdad en el sentido de que el fin slo vale ya como representa-2 Cfr. Aristteles, Etica a Nicmaco, 1112 a ss., por una parte, y Talcott Parsons, The Structur e of Social Action, ed., Glencoe/I11., 1949, en especial pginas 228 s., por la otra.3 De esta opinin arranca, expresa o tcitamente, la moderna ciencia de la organizacin. Vid., por ejemplo, Chester 1. Barnard, The Functions of the Executive, Cambridge/Mass., 1938, pg. 195, o Karl W. Deutsch, The N erves of the Government. Models of Political Comunication and Control, Nueva York y Londres, 1963, pgs. 195 ss. Como base de variacin racional de los fines se toma cada vez ms en consideracin la idea de la existencia sistmica. Vid. al respecto Harry M. Johnson, Sociology, Nueva York, 1960.13ms que si se revive a un tiempo la historia intelectual en cuanto historia, remitindola as al pasado. Los conceptos de accin y sistema por los que hemos comenzado, se encuentran concebidos de tal manera que a partir de ellos, y en cuanto sea necesario, puede establecerse contacto con las ms viejas interpretaciones de la accin, esto es: de la identidad del ente, y fertilizarlas.La doctrina tradicional del obrar entiende el fin como parte de la estructura de la accin, como aquella parte que da su sentido y su justificacin al todo: como punto culminante o final (en el sentido del lelos) de la accin', mientras que hoy se Id 10*1" entiende como el efecto a producir. En el fin pareca la esencia ,de la accin tornarse nticamente consistente y veritativa. Hoy parece venir justificada, por el valor de sus efectos. Aqu no nos proponemos refutar semejante concepcin, sino que intentare-mos traducirla sobre otra base de comprensin. Es posible mostrar cmo se ha vuelto quebradiza en su propia interioridad, cmo, desde diversos puntos de vista, se encuentra destrozada, abandonada incluso, sin que haya sido preciso acabar radicalmente con ella. Por todo ello resulta recomendable y posible una reorientacin a base de desplazar el concepto de fin desde la teora de la accin hacia la teora de los sistemas, perdiendo as su --por lo dems, periclitada funcin metafsica, aquella que consistira en mediar entre la contraposicin de movimiento y sustancia. Pierde tambin su anclaje en la esencia de la accin y, con ello, su posicin como concepto fundamental, no suscepti-ble de fundamentacin ulterior, de las ciencias de la accin. Como contrapartida, la orientacin teleolgica se convierte en un importante tema de investigacin en el marco de la teora de los sistemas y a la luz de sus conceptos fundamentales, presentndose, as, como una forma particular de racionalizacin sistmica entre otras. Ya resulta posible analizar su funcin, averiguar sus condicionamientos funcionales y controlar empricamente su presencia en determinados tipos de sistemas.' A este respecto, la concepcin antigua cfr. Aristteles, Metafsica, 1032 a y ss. ve al mismo tiempo en el fin del movimiento fsico el inicio del movimiento notico contrario, de manera que el obrar, en el circuito que va del principio al fin, despliega plenamente su ser. Este ciclo del ente hace aparecer lo que es, y no sirve, al contrario, por ejemplo, que el ciclo cibcrntico, a la adaptacin continua a lo existente en un tiempo sin trmino y, por ello, sin fin. Segn los conceptos antiguos, la accin descubre su fin durante su ejecucin, y no se le imagina, pongamos por caso, a la manera de un medio, permutable por principio bajo la perspectiva de unos efectos valiosos.12

    cin actual, que se ha buscado provocar y que contina dejando sentir su virtualidad en la direccin del representar'. Como quiera que los fines, en cuanto a estados de futuro, ya no pueden quedar sometidos a criterios de verdad, han aceptado el carcter de punto de

  • vista subjetivo que el sujeto agente escoge vinculantemente con la mirada puesta en el futuro. Esta vinculacin consiste en un compromiso autnomo con respecto a una seleccin de consecuencias de la accin que se estiman valiosas y, a un mismo tiempo, un rechazo de otras consecuencias que el sujeto considera que, o bien no merecen ser consideradas o bien resultan de valor para el fin, esto es: neutralizadas en sus propias referencias valorativas. Y como quiera que el establecimiento subjetivo de fines neutraliza otras consecuencias, reducindolas a la condicin de meros costos, no puede reclamar ninguna vinculatoriedad general o, lo que es igual, ninguna verdad.En este crculo de ideas (no-veritatividad-subjetividad-compromiso subjetivo en relacin a unas consecuencias especficas-falta de vinculatoriedad general - no-veritatividad) el sujeto permanece exento de mayor reflexin. Se le presupone a la ma-nera de un sistema complejo, consistente, que sobrevive al fin, pero que se encuentra ms all de la estructura racional de accin escudriable a partir de l. Los fines no son meras expectativas ni tampoco meros deseos, y slo llegan a ser tales fines por medio de la predisposicin a la renuncia'. El establecimiento de los fines viene, pues, representado como un acto de voluntad. Ahora bien, el concepto de volicin revela una reflexin aunque insuficiente y abreviada sobre la totalidad de la persona.En torno a esa disolucin de la causalidad teleolgica y su conversin en causalidad mecnica, cfr., por ejemplo, la exposicin de Max Weber, Knies und das Irrationaliteitsproblem, nueva impresin en: del mismo autor, Gesammelte Aufstze zur Wissenschaftslehre, ed., Tubinga, 1951, pg. 128, nota 1 o Felix Kaufmann, Methodenlehre der Sozialwissenschaften, Viena, 1936, pginas 80 ss. En esta versin, tpicamente moderna, del problema de los fines resta inexplicable, por lo dems, cmo lo presente, concretamente: motivos, puede ser ocasionado verdaderamente mediante la representacin de algo futuro. Sobre la crtica de esta concepcin, vid. Christoph Sigwart, Der Kampf gegen den Zweck, en: del mismo autor, Kleine Schrif ten, II, 2.* ed., Friburgo de Brisgovia, 1889, pgs. 24-67; Wilhelm Wundt, Logik, tomo I, 5.* ed., Stuttgart, 1924, pgs. 628 ss., y, muy acertado, Alf Ross, Kritik der sogenannten prak-tischen Erkenntnis. Zugleich Prolegomena zu einer Kritik der Rechtswissenschaft, Copenhaguen y Leipzig, 1933, pg. 56.s Esto lo subraya, por ejemplo, Alfred Schutz, On Multiple Realities, en Philosophy and Phenomenological Research, 5 (1944-45), pgs. 533-576 (536); nueva impresin en: del mismo autor, Collected Papers, vol. I, La Haya, 1962, pginas 207-259 (211).14Para ello debe empezar por existir un algo que se crea capaz de semejante predisposicin de actuacin y renuncia, que sea suficientemente firme y que tenga el suficiente tiempo para poder permitirse la asuncin de fines alejados del presente. Ese algo que de modo tal entra en accin y procede a imponerse vnculos un organismo, una persona, una organizacin, un grupo se encuentra, sin embargo, en su condicin de sistema, al margen de los clculos en trminos de fin y medios. Es su sujeto, y como tal a ellos resulta subyacente. Este subyacer la subjetividad del sistema es un extremo sobre el que se habr de reflexionar si se quiere romper el aludido crculo y recuperar aunque de otra manera y por medio de otros conceptos el rango de pensamiento teleolgico de la filosofa escolastizante, inmediatamente referida a la verdad.Desde Kierkegaard, ciertamente, la subjetividad de la eleccin se ha visto radicalizada ms all de los lmites de la vinculacin teleolgica. El vnculo que una la eleccin con la estructura racional-teleolgica de la prohairesis aristotlica ha saltado en pedazos al menos en el mbito de la filosofa. La representacin del sujeto como sujeto libre, escogiendo en sus propios fines, sin embargo, ha experimentado en el seno del llamado existencialismo una versin transracional, cuando no irracional. En ello pervive la dependencia con respecto a la posicin combatida, especialmente a la de la racionalidad teleolgica como racionalidad de la accin que prescinde del sujeto. La tarea de tornar imaginable un elegir que, siendo racional, no tenga ninguna dependencia con respecto a valores, es algo que an no ha encontrado solucin.Si a m me resulta posible escoger mis propios fines, los dems tambin han de poder hacerlo.'Entonces ya no existe garanta alguna de que esos otros acten dentro de unos

  • marcos conocidos y en los que se pueda confiar, ni tampoco de que no alteren de sbito sus fundamentos de accin en tanto que yo procedo a tomar una decisin. No es slo que uno haya de temer estulticia y perversidad en los dems y precaverse ante ellas; es el otro hombre, precisamente l, lo que se convierte en problema. De esta manera aflora una dimensin enteramente nueva de la complejidad6. La prdida de verdad teleolgica comn, la sub jetivi-Cfr. G. L. S. Shackle, Time, Natura, and Decision, en Money, Growth, and Methodology and other Essays in Economics in Honor of Johan Ackerman, Lund, 1961, pgs. 299-310 (299).15zacin del establecimiento de los fines hace consciente al otro hombre en su condicin de libre alter ego: en la historia europea las guerras civiles de religin del siglo XVI contribuyeron lo suyo a la ilustracin de este problema. Con esta nueva complejidad se transforma el sentido de la racionalidad en un modo apenas percibido. Ya no puede entenderse la racionalidad como despliegue inteligente y como observancia de un sentido previamente dado. Es, por encima de todo, reduccin de complejidad.Estas consideraciones remiten al sistema de sujetos, que aparece implcito en la representacin de un compromiso basado en fines y al que ha de hacerse, ahora ms explcitamente, tema de reflexin. Para ello habra que transformar el concepto de lo ra-cional de una simple racionalidad de accin, teleolgicamente orientada, en una ms compleja y comprensiva racionalidad sistmica. Su sentido resultara de la referencia al problema de la complejidad. Una reorientacin de esta ndole viene suficientemente preparada, como hemos de ver, gracias a los ms recientes desarrollos que han experimentado diversas ciencias empricas.La conversin de categoras de accin en categoras sistmicas afecta a los conceptos referenciales de la racionalidad, manifestndose as en toda su profundidad. Con la racionalidad se transforma desapercibidamente en la mayora de los casosaquello que se entiende por racional y, en consecuencia, aquello que el hombre, en sus ms altas posibilidades, espera de s mismo. Talcott Parsons haba llegado hasta las puertas de este pensamiento en un importante captulo de su primera gran obra'. Segn l, en las ciencias de la accin hay proposiciones cientficas que presuponen en su objeto un determinado nivel de complejidad y que, por tanto, slo tienen pleno sentido si se las pone en relacin con sistemas de accin, no con acciones aisladas. As no se podra hablar de racionalidad econmica en relacin a una accin aislada, explicitada en trminos de fin y medios, sino slo en relacin a sistemas de accin, ya que este concepto de lo racional presupondra escasez de medios y una pluralidad de objetivos. Para Parsons, empero, fines y medios son todava en pri-Me estoy refiriendo al epgrafe Systems of Action and Their Units, en Parsons, op. cit., pgs. 739 ss. Formulaciones que van ms all en la direccin que aqu se defiende se encuentran, siguiendo a Parsons, en Alfred Schutz, The Problem of Rationality in the Social World, en: Economics, 10 (1943), pginas 130-149; nueva impresin en: del mismo autor, Collected Papers, II, La Haya, 1964, pgs. 64-88 (80).16mera lnea atributos esenciales del obrar'. Surge, pues, la cuestin de si no se debiera detener en este lugar el argumento de Parsons o si acaso las nociones de fin y medios no pertenecen tambin a esa categora de conceptos que no pueden fundamentar racionalmente el juicio ms que puestos en relacin con sistemas. Es sta una suposicin que irrumpe con fuerza casi irresistible cuando se trata de comprender los fines, ya no como desvelamiento de una esencia predeterminada del obrar, sino a travs de su funcin.Una consideracin distinta tambin nos sirve para arrojar luz sobre la misma cuestin: la perspectiva de pensar el fin a la manera del efecto que uno se ha imaginado como valioso convierte a la accin en medio. Entonces la accin, si es que acaso no se le quiere considerar racional, no puede ser sino medio'. El fin en s mismo es una frmula de protesta, sin sentido y contradictoria, de la que puede colegirse el miedo a la realidad de su contrapartida'''. Esto no significa, sin embargo, que todo obrar hay de ser siempre

  • experimentado o coexperimentado bajo la ptica de un fin y mucho menos an que tambin los sistemas de accin no puedan ser sino medios; pero tampoco queda resuel-to de antemano que los sistemas slo puedan ser racionales en virtud de un fin especfico. As las cosas, tal vez pudiera indicarse una salida a la insatisfactoria equiparacin de instrumentan-dad y racionalidad lo racional sera entonces, en verdad, lo insatisfactorio e incompleto en s mismo si la mirada, puesta por ahora en la racionalidad de la accin, se dirigiera hacia la racionalidad sistmica y sus condiciones. Semejante consideracin alienta tambin el intento de interesarse por la funcin que los fines cumplen en lo que se refiere a racionalizacin de los sistemas.Como lema de la obra arriba citada escode Parsons la cita de Max Weber: Toda reflexin pensante de los elementos ltimos de una accin humana plena de sentido se encuentra vinculada en principio a las categoras fin y medio. Otro ejemplo es el que ofrece un ensayo de fundamentar expresamente la ciencia administrativa sobre la estructura racional-teleolgica del obrar: Alfred de .Grazia, The Science and Values of Administration, en Administrative Science Quarterly, 5 (1960), pgs. 362-397, 566-582, en particular 363 s.9 Con relativa infrecuencia se confiesa abiertamente esta circunstancia. Un ejemplo es Rudolf von Jhering, Der Zweck im Recht, vol. I, 3.9 ed., Leipzig, 1893, pg. 13.'8 Se encuentran buenas anotaciones en torno a la mistificacin romntica del fin en s mismo en Kenneth Burke, A Grammar of Motives, Cleveland, Nueva York, 1962, pgs. 289 s. (Edicin de Meridian Book).17Cinco captulos hemos precisado para el desarrollo de este pensamiento. Empezaremos por ver, en el primer captulo, hasta dnde llegamos en el plano de la accin aislada, con la iluminacin del sentido de la interpretacin de la accin, entendida como provocacin de una eficacia as como con el gobierno racional-teleolgico de esa interpretacin de la accin. Estas reflexiones nos han de proporcionar una capacidad crtica de representacin con la que podremos examinar, en el segundo captulo, la concepcin de los fines que anida en la doctrina clsica de la organizacin y, en el tercero, los ms importantes de los enfoques tendentes a su superacin. De todo ello se obtienen algunas sugerencias que conducen a un tratamiento de la cuestin del establecimiento de los fines en trminos de teora de los sistemas. Por ms que puedan apreciarse ciertas ideas fundamentales, se echar en falta un desarrollo consecuente de esa teora. A estas disgresiones crtico-despectivas sigue, en los ltimos captulos, el intento de principio de trasladar el concepto de fin desde la teora de la accin a la teora de los sistemas. Para ello hemos de estudiar detalladamente, en el captulo cuarto, el ms importante de todos, qu funcin especfica cumple la orientacin teleolgica en el seno de los sistemas sociales y ms particularmente en el seno de las organizaciones, qu problemas genera y qu alternativas existen ante ella. Finalmente, en el quinto captulo, nos enfrentaremos a la tarea de consolidar las inteligencias obtenidas, valindonos para ello del tratamiento de algunos problemas ligados a la confeccin de programas teleolgicos en el interior de organizaciones.CAPTULO PRIMEROLA ACCION Y LA ESPECIFICACIONDE SUS FINES181. LA INTERPRETACION TELEOLOGICA DE LA ACCION Y SU CRITICAHoy ha dejado de ser una evidencia el hecho de que el obrar tenga su sentido en el cumplimiento de un fin. En verdad que no se ha podido sustituir esa interpretacin y que el esquema de fin/medios sigue encontrando aplicacin con entera normalidad lo mismo en contextos representativos cotidianos que cientficos. Pero, en cualquier caso, hace tiempo que se halla conmovida la pretensin de validez y ms an, la de verdad de semejante interpretacin.La fundamentacin del ser sobre el sujeto de la autoconciencia ha hecho aparecer radicalmente problemtica, desde los inicios de la Edad Moderna, la intersubjetividad del representar. Por ello se buscan nuevos raseros crticos para una determinacin del

  • ente que resulten vinculantes para todo ser racional. Bajo la aguda claridad de esa nueva luz pierden los viejos temas su contenido veritativo y los viejos planteamientos su sentido. Es as como a raz de las exigencias metdicas de las ciencias modernas se ha visto desacreditada tambin la veritatividad que antao posean los fines en su condicin ontolgica. La limitacin de las posibilidades veritativas a objetos que pueden ser determinados con certeza intersubjetiva conduce a la subjetivizacin de los fines. Considerado en la Antigedad como elemento de la unitaria estructura de la accin, como culminacin del proceso de la21accin a lo largo del cual la aspiracin se ve cumplida y queda en reposo, el fin ya slo vale ahora como representacin semejante, ahora bien, se abre al anlisis cientfico en su facticidad, no en su correccin.La agudizacin de las exigencias veritativas ante las que sucumbe la verdad teleolgica da testimonio de una nueva y particular conciencia de la complejidad del mundo en perspectiva temporal, material y social. La filosofa escolastizante, sobre premisas antiguas, haba exigido para las series de efectos un final natural (Ende) y, en ese sentido, un fin (Zweck), ya que la infinitud no puede ser 1. Al hombre de los inicios de la Edad Moderna ese pensamiento slo le lleva ya a la conciencia el carcter finito de su propio espritu 2, esto es: la discrepancia entre la inabarcable complejidad del mundo y la propia capacidad de aprehensin. Los fines se convierten entonces en estaciones de paso arbitrarias o, en todo caso, socialmente convenidas de un proceso causal infinito. Por otra parte, la inteligencia de la limitacin de la capacidad de raciocinio del hombre es ahora algo distinto a lo que era antes, no mero motivo de resignacin, de moderacin o de reverencia creyente, sino concentrado de una certeza que hace de la subjetividad de la autoconciencia el punto de partida de procesos cada vez ms penetrantes de reduccin de complejidad sobre la base de premisas bien seguras.El giro moderno del pensamiento ha cuestionado as la vieja interpretacin teleolgica de la unidad de la accin y a un mismo tiempo, con sus conceptos de la causalidad mecnica (neutral en lo que al tiempo atae), de la representacin y del valor, ha confeccionado el marco de referencia conceptual en el que se despliega la problemtica del pensamiento en trminos de fin/ medios. Estos conceptos dan paso primeramente a una contem-placin ms diferenciada de la accin: fines y medios (o, en su caso, decisin, accin y efectos) se tornan visibles como estaciones diversas de un suceso, que ya no estn invariante y necesariamente vinculadas, sino que pueden poseer su propio destino. A su travs, la interpretacin de la accin se ve penetrada de movilidad, variatividad, inseguridad. Por otra parte, de1 Cfr. Aristteles, Etica a Nicmaco, 1194 a; Toms de Aquino, Summa contra Gentiles, 3, 2.2 As Descartes, en las Premiares Rponses (edicin de la Bibliothque de la Pliade, Pars, 1952, pgs. 347 s.), en relacin a las causas y a las demostraciones escolsticas de la existencia de Dios.22esta manera se ve estimulada precisamente la bsqueda de salidas y nuevas soluciones, alternativas y combinaciones de nueva y particular fractura. El futuro ya no est obstruido por fines previamente dados y verdaderos, sino que est abierto hasta la infinitud, contiene ms posibilidades de las que pueden ser actualizadas y debe, pues, ser fijado por medio de planes.Esta diferenciacin e inseguridad de la estructura de la accin da ocasin para la diferenciacin de una serie de ciencias de la accin. La tica y el derecho natural se disgregan en varias ciencias que asumen su sucesin y que representan un sentido, respectivamente distinto, de racionalidad. Las ciencias empricas, que tratan de explicar la facticidad de la determinacin de los fines y averiguar sus consecuencias pensadas y no pensadas, esto es: la psicologa y la sociologa, se separan de las ciencias que, abstrayendo de la realidad su idea de la accin, continan ocupndose del carcter correcto de la accin. Las ciencias econmicas siguen aferradas al esquema de fin/medios e intentan construir modelos racionales de la eleccin de medios para la

  • obtencin de determinados fines que gocen de la validez ms general posible (por ejemplo, la maximalizacin de las ganancias). Otras disciplinas sobre todo la ciencia del Derecho, que se puede apoyar en el derecho positivo y permitir por ello, en cualquier caso, asignar a la estructura de fin/medios de la accin la significacin de un supuesto de hecho pretenden alcanzar su juicio sobre lo correcto de la accin valindose para ello de la interpretacin de normas o de valores.Que las diferentes ciencias que se ocupan del establecimiento de fines por parte del hombre sean analticamente independientes entre s, representa, por lo dems, una especie de sucedneo (provisional) de verdad teleolgica. La independencia del marco conceptual de referencia y la direccin del inters analtico permiten a las ciencias en particular limitar el foco de su atencin y el contexto de variaciones que investigan y, en los lmites, aceptar como constante o, en su caso, como aleatoriamente variable aquello que cae dentro de la esfera de otras ciencias. Es as como resulta caracterstico de las ciencias econmicas el que se despreocupen de los motivos que de manera causal-emprica generan los procesos de establecimiento de fines o el que, de un modo u otro, traten de proteger los propios intereses tericos frente a una filtracin de la problemtica de los estu-23dios motivacionales que se puedan realizar por la psicologa o la sociologa 3. De manera semejante, la ciencia del Derecho se distancia de la complejidad que supondra una total inteligencia de la accin mediante la tesis de que est permitido todo lo que no est prohibido.La separacin de esas orientaciones especializadas ha contribuido a que la problemtica del esquema de fin/medios en cuanto tal apenas se haya tornado visible, por no hablar de que hubiera llegado a ser objeto de discusin. Esta objecin, resultante del trasfondo esbozado de la historia del pensamiento, se ha proseguido con notoria dispersin fuera de los trabajos de las disciplinas cientficas especializadas, y en la filosofa vitalista y el pragmatismo, la fenomenologa y el existencialismo a veces tambin en estudios sociolgicos, psicoanalticos, etnolgicos y de teora jurdica ha encontrado portavoces verdaderamente variados 4. Su argumentacin puede expresarse deCrticamente al respecto Talcott Parsons, Die Motivierung des wirtschaftlichen Handelns, en: del mismo autor, Beitrge zur soziologischen Theorie (traduccin alemana), Neuwied y Berln, 1964, pgs. 136-159; adems, cfr. Parsons, op. cit., 1949, pgs. 62 s., y George Katona, Das V erhalten der Verbraucher und Unternehmer. Ueber die Beziehungen zwischen Nationalkonomie, Psychologie und Sozialpsychologie (trad. alemana), Tubinga, 1960.Con rasgos muy tpicos, esa crtica del pensamiento de fin/medios se encuentra en casi todos los escritos de John Dewey. Cfr., en especial, Human Nature and Conduct, Nueva York, 1922; Democracy and Education, Nueva York, 1916 (24? ed., 1951), en particular pgs. 123 s.; The Quest for Certainly. A Study of the Relation of Knowledge and Action, Nueva York, 1929; The Theory of Valuation, en International Encyclopedia of Unified Science, vol. 2, nmero 4, Chicago, 1939 (6. ed., 1950); vid. tambin al respecto Aldo Visalberghi, Remarks on Dewey's Conception of Ends and Means, en The Journal of Philosophy, 50 (1953), pgs. 737-753, y Eduard Baumgarten, Die geistigen Grundlagen des amerikanischen Gemeinwesen, vol. II: Der Pragmatismus: R. W. Emerson, W. James, J. Dewey, Francfort, 1938, pgs. 282 ss. Al objeto de poner en evidencia la amplia dispersin de la crtica, basten algunas remisiones seleccionadas arbitrariamente: Ferdinand Tnnies, Zweck und Mittel im sozialen Leben, en Erinnerungs-Ausgabe fiir Max Weber, vol. I, Munich y Leipzig, 1923, pgs. 235-270; Alfred Schtz, Der sinnhaf te Aufbau der sozialen Welt. Eine Einleitung in die verstehende Soziologie, Viena, 1932, y una serie de artculos del mismo autor, reunidos en Alfred Schtz, Collected Papers, 3 vols., La Haya, 1962-1966; Michael Oakeshott, Rational Conduct, en The Cambridge Journal, 4 (1950-51), pgs. 3-27; reimpreso en: del mismo autor, Rationalism in Politics and Other Essays, Londres, Herford y Harlow, 1962, pgs. 80-110; Martin Heidegger, Ueber den Humanismus, Francfort, 1949, pg. 5; Carlos Cosso, Intuition, Thought and Knowledge in the Domain of Law, en Philosophy and Phenomenological Research, 14 (

  • 1953-54), pgs. 470-493; D. Demetracopoulou, A primitive System of Values, en Philosophy of Science, 7 (1940), pgs. 335378; Jrgen Habermas, Analytische Wissenschaftstheorie und Dialektik. Ein Nachtrag zur Kontroverse zwischen Popper und Adorno, en Zeugnisse. Theodor W. Adorno zum 60. Geburtstag, Francfort, 1961, pgs. 473-501 (aqu: 498 ss.), y especficamente procedente de la ciencia de la organizacin, Bertram M. Gross, The Managing of Organization, en The Administrative Struggle, vol. II, Nueva York y Londres, 1964, pg. 470.24la manera siguiente: la vivencia cotidiana, corriente, natural, contempla el discurso de una futura secuencia propia de accin como si de un suceso unitario de determinada tpica se tratase. Se orienta de acuerdo con esa expectativa y las circunstancias adyacentes. La descomposicin de esta vivencia en fin y medios es una separacin artificial, y no acerca a la luz de la razn una esencia de la accin planeada, digamos, racional y presente por s misma', sino que representa una aportacin ordenadora constituyente que en los procesos decisorios posee una funcin indicable con ms precisin. El hombre puede aprovechar esa posibilidad en una medida limitada; puede tambin introducirse en su obrar, ya sea de manera irreflexiva, en su horizonte de vivencias natural o conducido por otras representaciones. Pero, dado su carcter infinito, nunca puede agotar las potencialidades presupuestas en la orientacin en base al esquema de fin/ medios. Aunque planee con conceptos tomados de tal esquema, debe utilizar representaciones simplificadoras, no susceptibles de justificacin con tales conceptos. As resulta ser la cuestin fundamental la de cules sean las funciones especficas que cumple la orientacin teleolgica. Pues slo despus de haber dado respuesta a esta cuestin puede esbozarse, con las necesarias simplificaciones decisorias, una tcnica de decisin orientada teleolgicamente, averiguarse las condiciones ambientales de una tcnica semejante y, en definitiva, aclarar en qu situaciones resulta recomendado un decidir teleolgicamente orientado.Ahora bien, no puede desvelarse de un solo trazo la funcin que cumple la orientacin en trminos de fin/medios. Todo parece indicar que se hayan de diferenciar dos cuestiones, cuya respuesta, en cualquier caso, ha de guardar una ntima relacin. La primera y fundamental reza como sigue: Qu sentido tiene interpretar la unidad natural y vivencial del suceder de la accin de una manera causal, esto es: como diferencia entre causa yEste es el viejo modo del racionalismo tradicional de tratar las formas vivenciales naturales corno conocimiento insuficiente. Prxima est la interpretacin de Nicolai Hartmann, Teleologisches Denken, Berln, 1951, especialmente pgs. 76 ss., en el sentido de que la reflexin en trminos de fin y medios sera el proceso decisorio natural, el cual, no obstante, tiene lugar generalmente de una manera intuitiva y rutinaria, quedando explicitado particular- mente slo en casos problemtico. s. Una mirada a la discusin cientfico-econmica de los modelos racionales decisorios en trminos de fin y medios podra devolver sus dimensiones verdaderas a la cuestin. Incluso clculos elementales de este tipo no se le puede pedir diariamente al subconsciente.25efecto? Slo cuando se ha contestado esta cuestin, y slo en relacin a su respuesta, puede plantearse la segunda interrogacin: Qu sentido tiene caracterizar a determinados efectos (pero no a todos) del obrar causal como fin, pero a aqul, por el contrario, como medio? El hecho de que en las discusiones que hasta la fecha se han verificado no se hayan diferenciado cuidadosamente ambos pasos cuestionadores parece integrar la fuente principal de las vaguedades que hasta hoy han afectado al sentido de la orientacin teleolgica. Y slo por ello ha podido preservarse, ms all an del hundimiento de sus premisas de pensamiento, el mito de que el esquema de fin/medios desvela una esencia previa de la accin.Ante los ojos del pensamiento tradicional ambos planteamientos no se presentan como el despliegue de un esquema funcional de problematizacin, sino como la contraposicin de dos especies de causalidad o de dos principios del conocimiento: lo mecnico y lo teleolgico 6. Hoy, por el contrario, domina la separacin de esquema causal y orden axiolgico. Como quiera que precisamente esta separacin ha dado al

  • concepto de fin un nuevo sentido y una funcin especfica que ya no poda aprehenderse en el horizonte representativo de la vieja teleologa, nos vemos obligados a tratar con alguna mayor detencin el complejo de cuestiones que de ella resulta.2. LA INTERPRETACION DE LA ACCION COMO PRODUCCION DE EFECTOSEn la experimentacin natural del mundo en que se acta, las representaciones causales y los aspectos axiolgicos, en la medida en que realmente estructuran esa experimentacin, en un principio no estn separados, ni resultan inseparables las unas de los otros. Los efectos son efectos a los que se atribuye valor. Sobre esta base, el principio teleolgico puede verse ele-Vid., a ttulo representativo, Rudolf Stammler, Lehrbuch der Rechtsphilosophie, 3.6 ed., Berln, 1928, pgs. 57 s., o Wundt, op. cit., pgs. 574 ss. En torno a la fundamental condicin de esta simple contraposicin ya ha dicho Hegel lo necesario: Si mecanismo y oportunidad (Zweckmssigkeit) estn contrapuestos, por ello, .precisamente por causa de esta contraposicin, no se les puede tomar como si fueran conceptos indiferentes, correctos, tomados por y para s26vado a la condicin de principio universal de la interpretacin del mundo. Pero precisamente esta fusin limita al mismo tiempo la potencia de la experimentacin natural o, dicho en trminos ms precisos: limita su potencial con respecto a la com-plejidad. Presupone que los efectos ya estn dotados de valor por la naturaleza, que, en esa misma medida, pues, est reducida la complejidad de otras posibilidades de la valoracin. Frente a todo esto, presenta importantes ventajas una separacin analtica de esquema causal y orden axiolgico. Esta separacin posibilita trabajar a un tiempo con dos interpretaciones distintas y entre s invariantes de la complejidad del mundo: una esquemtica y una regulativa. En el esquema causal el mundo viene definido como la infinitud de las posibles relaciones entre causas y efectos, que en s son axiolgicamente neutrales, pero que en virtud de la valoracin pueden adquirir una estructura de relevancia. En el pensamiento en trminos de valores se postula un orden regulativo de las perspectivas preferenciales, vlidas en s con independencia de su realizacin causal, pero susceptibles de proyectar sobre efectos en la medida en que contienen reglas que indican qu efectos han de preferirse en el caso concreto (y a qu otros se haya de renunciar en consecuencia). Deberemos, pues, cercioramos del sentido que tiene la causalidad analticamente abstrada, para a continuacin adentramos en las posibilidades y lmites de un orden axiolgico, antes de que podamos aclarar la funcin del establecimiento de fines en relacin al problema de la interdependencia de ambas esferas.La interpretacin de la accin como produccin de un efecto postula que se sita en posicin de invariancia recproca, autonomizndolas con ello, a dos (o ms) estaciones de un fenmeno de accin. Esto significa que se pueden determinar las particulares estaciones del proceso y que stas pueden tener valor en s aunque otras se vean alteradas o permutadas. Puede quererse un determinado efecto, pero escogerse entre varias causas apro-y tan vlidos el uno como el otro, y como si la cuestin se redujera a saber cundo se podra aplicar uno y cundo el otro. Esa igual validez descansa meramente en el hecho de que estn ah, de que nosotros les poseemos a ambos. Pero la primera y necesaria pregunta es la de por qu estn contrapuestos, cul de los dos es el verdadero; y la siguiente pregunta, la autntica interrogacin. es la de si acaso no es un tercero su verdad o uno de ellos la verdad del otro (Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Wissenschaft der Logik, vol. II; Obrar completas ed. Lasson, vol. IV, Leipzig, 1948, pg. 384).27piadas, rechazar, por ejemplo, la ms cercana a la tradicionalmente usual y buscar otra'. En sentido contrario, tambin puede tratarse a los efectos desde la perspectiva de la causa y considerrseles invariables a base, por ejemplo, de mediante otros componentes del entramado de la accin volver a eliminar consecuencias que se produciran en s al tenor de la presencia de dicha causa. Incluso es posible en este esquema de pensamiento tratar a los fines como variables: la accin querida (por

  • determinadas consecuencias suyas) puede justificarse en base a otras consecuencias (no motivantes, pero s bien representables).En el esquema causal y es esta una circunstancia que contemplamos ya que no como la esencia, s como la base de la funcin de la causalidad la existencia de alternativas se postula en dos direcciones: siempre hay otras causas que tambin podran producir un determinado efecto; y siempre hay otros efectos que podran ser igualmente generados por una determinada causa cuando, ms en concreto, el efecto o la causa se desplazan hacia el interior de otro contexto causal. Esta estructura alternativa del esquema causal guarda estrecha relacin con el dato de que ninguna causa basta por s sola para la produccin de un efecto, de igual manera que tampoco ninguna causa o ningn conjunto de causas poseen tan slo un nico efecto. La representacin de una causa o, en su caso, de un efecto es una abstraccin que cumple una determinada funcin de ordenacin. Slo la pluralidad de causas y efectos que en todo evento causal fctico se encuentran conectadas, posibilitan la identificacin abstrayente de una causa o de un efecto en elAcertadas disgresiones al respecto se encuentran en C. West Curchman/ Russell L. Ackoff, Purposive Behavior and Cybernetics, en Social Forces, 29 (1950), pgs. 32-39 (en especial 35 ss.), con la definicin del concepto de medio como alternative types of behavior having the same function y la reunin de las causas en una functional class para cada caso, definida por la potentiality for producing a specified product. Como consecuencia de ello se deriva el conocimiento de que no hay predicciones exactas de los efectos necesarios de causas determinadas, sino meras probabilidades que se orientan segn la distribucin de posibles causas en contextos causales necesarios para la suscitacin fctica de un efecto. Cfr. las consideraciones de Omar K. Moore y Donald J. Levis, Purpose and Learning Theory, en The Psychological Review, 60 (1953), pgi-nas 149-156, que se suman a las anteriores y que, por lo dems, vuelven a introducir la distincin de causalidad teleolgica y causalidad mecnica, no estando, por ello, enteramente a la altura del problema. Vase adems la definicin del fin en base a la predisposicin a suscitar el mismo efecto mediante un comportamiento distinto que da Heinrich Gomperz, Interpretation, en Erkenntnis, 7 (1937-38), pgs. 225-232 (227).28 sentido de que la causa A no pierde su identidad aun cuando en una cambiada constelacin global genere los efectos a, b, c, d, e, f en lugar de a, b, c, f, g. Slo por ello puede uno imaginarse que una determinada causa pueda tener diversos posibles efectos.La bsqueda de leyes causales en el sentido de correlaciones invariantes entre, respectivamente, una causa y un efecto, que caracterizara al pensamiento causal tradicional, asume la abstraccin (llena de sentido en cuanto aislamiento de un factor particular) en torno a la relacin causal y malogra con ello su peculiar sentido heurstico, su apropiacin como esquema de descubrimiento de alternativas. La teora de las leyes causales postula un caso lmite extremo en .que ni por parte de las causas ni por lo que atae a los efectos existen posibilidades de intercambio y en el que la funcin orientadora de la relacin causal fracasa por consiguiente. Felizmente, en la realidad no se dan leyes causales tales que ni las causas ni los efectos sean disponibles 8. La ciencia causal dominante, que busca este tipo de leyes, debe siempre o eliminar fingidamente por medio de suposiciones en trminos de ceteris paribus las alternativas dadas o atenuar el estrecho nexo causal, convirtindolo en relacin de probabilidad.En un planteamiento tal, sin embargo, la funcin del esquema causal, al menos en lo que hace a las ciencias de la accin, no llega a entrar dentro de la esfera de su atencin. No reside en el conocimiento de una secuencia inmutable de factores causales, que carece enteramente de inters por no ser influenciables, sino, precisamente todo lo contrario, en el conocimiento de una capacidad de mutacin, estructurada de una determinada manera, de semejantes relaciones de causa/efecto, que son siempre slo posibles, pero no necesarias. La interpretacin causal de la accin, en otras palabras, libera de la vinculacin a una tipologa procesual que se imagina con caracteres de naturalidad. Constituye una estructura de la accin que posibilita, a partir de una estacin del proceso, analizar otras, tratar a unas como constantes para as poder modificar otras con miras a ella. Un suceso no tiene entonces por qu ser aceptado o rechazado, apreciado o

  • desestimado a ttulo de complejo totalizador (como' Cfr. en lo relativo a dudas similares experimentadas con ocasin del concepto del medio necesario, infra captulo III, nota 27.29una condicin vivencial que inevitablemente est encadenada a los habituales tipos de accin y, as, pues, tradicionalmente orientada), sino que se le puede descomponer y, desde su misma interioridad, modificar por la variacin de sus particulares componentes en lo que se refiere a constantes especficas.Donde esta concepcin ha sido hasta la fecha defendida y elaborada tal vez con la mayor claridad es en la teora econmica de la empresa, que interpreta la relacin entre factores de produccin y rendimiento de los factores como funcin de produccin, divisando en ella la relacin bsica y la premisa de racionalizacin del proceso de produccin industrial. Las funciones de produccin, no obstante, no son como el concepto mismo de funcin ya lo deja entrever sino reglas de sustitucin relativas al intercambio de particulares factores o complejos factoriales al margen de los rasgos que puedan presentar en sus detalles de modelos decisorios de la sustitucin, y lo mismo si pueden ser reconducidos o no a una solucin matemtica por medio del clculo diferencial o de la programacin lineal9. En todo caso la funcin es el esquema de acuerdo con el que se orientan la averiguacin y la valoracin de alternativas.La interpretacin causal de la accin es, pues, un esquema heurstico de pensamiento. Estimula la bsqueda de alternativas, y acierta a vencer el obstinado conservadurismo de la vivencia natural frente a innovaciones a base de abrir posibilidades de variacin controladas en diversas y especficas maneras.En cualquier caso no se ha de desconocer que la vivencia natural remite, tambin fuera de la esfera de aplicacin del esquema causal, a otras posibilidades. La interpretacin del mundo como realidad causal es una interpretacin penetrante. Toda identidad, como Edmund Husserl nos ha descubierto, seCfr. al respecto Erich Gutenbcrg, Grundlagen der Betriebswirtschaftslehre, volumen I, 10.' ed., Berln, Heidelberg y Nueva York, 1965, pgs. 290 s. Se ha de sealar en particular que en la teora general de la decisin econmica no slo se investiga esa sustitucin de factores, esto es, causas, sino que en la teora de las funciones de indiferencia tambin se estudian relaciones de sustitucin entre efectos valorados. Vase, por ejemplo, la tipologa de esas funciones en Grard Gfgen, Theorie der wirtschaftlichen Entscheidung. Untersuchungen zur Logik und konomischen Bedeutung des rationalen Handelns, Tbingen, 1963, pgs. 165 y ss. La cuestin sigue siendo la de si esta bilatcralidad de la orientacin en ltima instancia no fuerza a abandonar la bsqueda de soluciones extremas de maximizacin o minimizacin y a pasar a modelos de input/output.30constituye por remisin a otras posibilidades de experiencia y el contexto de las causalidades no es sino una de las especies de una remisin dotada de horizonte u. El sentido de la esquematizacin de la experiencia posible consiste, pues, meramente, en sistematizar e interpretar las potencialidades de experiencia y comportamiento que se muestran en la vivencia natural de modo que se tornen disponibles a efectos comparativos, esto es: racionalizables.Los conceptos de causa y efecto no designan, entonces, determinadas propiedades del suceso, producir la virtualidad o atraer causas, pongamos por caso. No son otra cosa sino variables, lugares vacos para el intercambio de posibilidades funcionalmente equivalentes. Su particularidad y, con ello, lo caracterstico de la causalidad reside en el hecho de que son puntos funcionales de referencia entre s. La idoneidad de una causa para generar un efecto sirve como principio de seleccin, de la delimitacin de posibilidades de variacin. Es posible variar causas en lo que atae a un efecto y hacer lo propio con los efectos mismos, pero lo que nunca se puede hacer es tratar como variables a causa y efecto simultneamente, pues ello desatara un regreso infinito y volatizara la temtica hacindola indeterminable ". Esta distincin funcional de factores causales fijados y variados respectivamente integra la razn interna de la necesaria

  • tra de la relacin causal. Aunque la categora causal articula sus dos conceptos fundamentales como variables, exige que una u otra sean tratadas respectivamente como base de la variacin, como constantes. Ahora bien, este tratamiento como constante no ha de ser necesariamente absoluto, y la constante puede ser tratada en otros contextos enteramente como modificable, si bien nunca en aquel contexto cuya variacin articula. La categora causal prev, pues, que todo puede ser alterado, aunque no a un mismo tiempo.Vid., por ejemplo, Edmund Husserl, Cartesianische Meditationen und Pariser Vortrge, en Husserliana, vol. I, La Haya, 1950, pgs. 79 ss.; del mismo autor, Erfahrung und Urteil. Untersuchungen zur Genealogie der Logik, Hamburgo, 1948; en especial pgs. 26 ss. Vid., tambin, Helmut Kuhn, The Phenomenological Concept of Horizon, en Marvin Faber (ed.), Philosophical Essays in Memory of Edmund Husserl, Cambridge/Mass., 1940, pgs. 106-123; Aron Gurwitsch, Thorie du Champs de la Consciente (Pars), 1957." Husserl, Manuscrito C 7 11, pg. 14 (citado en Gerd Brand, Welt, lch und Zeit, La Haya, 1955, pg. 11).u En ello funda Gfgcn (op. cit., pgs. 103 s., 170 s.) su crtica del pensamiento en trminos de fin y medios, sin darse cuenta de que sirve a la superacin de precisamente esa dificultad.31Esta interpretacin estratgico-funcional de la causalidad se ve intensamente sostenida por el hecho notable y no explicable de otra manera de que pese a la infinita complejidad de la red causal del mundo real slo existen dos factores causales de diferente contextura ": causas y efectos. Pero por qu dos y slo dos precisamente?Si se deja de considerar como dada la estructura del esquema causal sea como atributo esencial de la naturaleza o como propiedad de una categora ntico-ideal y se indaga su funcin, aparece entonces claro que se encuentra- en relacin con el limitado potencial de complejidad de los procesos superiores humanos de pensamiento. Aunque la ms reciente investigacin psicolgica que se desatara sobre todo a raz del descubrimiento de mquinas capaces de ordenar informaciones an se encuentra, en lo que atae a esta cuestin, en sus inicios N, sabemos ya con alguna seguridad, de cualquier modo, que el potencial humano de complejidad, la capacidad de aprehender y ordenar fenmenos verdaderamente complejos, tiene su centro de gravedad en los procesos subconscientes de percepcin y que, por el contrario, todos los rendimientos intelectuales superiores, que operan en consciencia selectiva, slo pueden abarcar simultneamente muy pocas variables. Mientras que a m no me resulta muy difcil op-tar entre dos cestos de frutos si uno tiene cuatro y otro cinco naranjas, la eleccin entre otros cestos de fruta variada es mucho ms difcil ". Entonces debo atenerme a una preferencia intensa," Esta biparticin no ha de ser confundida con la estructuracin binaria de situaciones de eleccin. Acerca de sus ventajas, que se han percibido precisamente en relacin con la construccin de ingenios de ordenacin automtica de datos, cfr. Stafford Beer, Kybernetik und Management (trad. alemana), Francfort, 1962, pgs. 104 ss. La distincin de causas y efectos, naturalmente, no es por s sola un esquema apto para la determinacin de alternativas. Pero en ambos casos subyace el mismo problema de la complejidad y ambos se sirven de una tcnica reductora que procede paso a paso. Por lo dems, sealemos que tambin la teora sistmica de Talcott Parsons tiene una estructura conscientemente binaria." Una buena y actual panormica es la que procura Roger N. Shepard, On subjectively Optimum Selection Among Multiatribute Alternatives, en Maynard W. Shelly, II, y Glenn L. Bryan (eds.), Human Judgements and Optimality, Nueva York, Londres y Sydney, 1964, pgs. 257-281. Cfr., adems, Jerome S. Bruner, Jacqueline J. Goodnow y George A. Austin, A Study of Thinking, Nueva York y Londres, 1956." Por ello, y como lo ha constatado la investigacin experimental, es en situaciones de eleccin estructuradas de manera multidimensional donde se producen tambin la mayora de los atentados contra el principio de transitividad, esto es: en contra de la

  • exigencia de valorar tambin a A por encima de C cuando se valora a A por encima de B ya B por encima de C. Vid, al respecto, Gfgen, op. cit., pgs. 283 ss. Adems, cfr. infra, pgs. 37 ss.32dominante valorar los pltanos por encima de todo, por ejemplo o proceder a una comparacin de precios, esto es: dar siempre un rodeo para poder reducir primero la complejidad. Por la mtsma razn se pierde rpidamente la visin de conjunto sobre contextos causales cuando se debe tratar simultneamente como variables a diversos factores causales que hacen acto de aparicin unps tras otros '6. De modo similar a lo que ocurre en las simplificaciones de nuestro ejemplo de los cestos de fruta, la distincin entre causas y efectos ayuda a salir de esta dificultad. Pues, en efecto, posibilita variar en cada caso slo un factor a la luz de la constancia de otro y entonces, una vez que se ha concluido esa reflexin, aplicar de nuevo el mismo esquema a factores entera o parcialmente otros 17. Lo ms til para esta funcin es un esquema binario cuya aplicacin pueda ser repetida cuantas veces se requiera.Prescindiendo de todo establecimiento de fines, el principio causal, pues, comprende ya una esquematizacin estratgica con respecto a las extremadamente complejas pretensiones que se plantean a la accin. Mediante la misma interpretacin de la accin como produccin causal de un efecto se est prestando un servicio constituyente que no es evidente por s mismo ni cumple funciones precisables. El servicio y su direccin problemtica pueden tambin ser aprehendidos en base a los conceptos de espe-cificacin e infinitud. Ambos conceptos y tambin esto representa una inteligencia fundamental para lo que ha de venirguardan una estrecha relacin mutua, y ciertamente en el sentido de que slo mediante la especificacin del representar se torna problemtica la infinitud de las causas y efectos, exigiendo, por tanto, mecanismos y apoyos decisolios que reduzcan la infinitud a un formato manejable, susceptible de proceder a toma de decisiones.Pero cuanto mavanza la especificacin, tanto mayor se hace el abanico vivenciado de lo infinito, tanto ms se expande la dis-" Aqu y en lo sucesivo utilizamos el concepto de factor causal sin consideracin del sentido literal de factor en cuanto rtulo global que alude tanto a causas como a efectos, pero que deja sin determinar la distincin entre unas y otros. Que en nuestro lenguaje no haya un rtulo global semejante es, por lo dems, un dato interesante, que tal vez tenga su parte de culpa en la circunstancia de que slo se haya analizado el esquema causal el cuanto relacin, pero no en la variabilidad de sus factores." Retomaremos este pensamiento infra en pgs. 292 ss., cuando llegue el momento de discutir en detalle la programacin teleolgica.33tancia entre tema vivencial y horizonte de consciencia. Con ello se alude a una problemtica que puede interpretarse como el intento de captar la complejidad del mundo con ayuda de la interpretacin causal y someterla a una esquemtica que posibilite una actividad decisoria humana plena de sentido. Esto requiere un segundo paso en la formacin de valores (o, en su caso, en el establecimiento de fines) por cuya virtud se reduzca esa compleja infinitud.3. REGULACION POR MEDIO DE VALORES Y FINES: TRANSITIVIDAD U OPORTUNISMOMediante la resaltacin de determinadas partes del suceso como factores relevantes y estratgicamente importantes de un proceso causal, la decisin en torno a las constantes y las variables de la planificacin de la accin se ve expuesta a un gobierno por criterios de seleccin externos (valores). La accin ya no resulta experimentada, en unin de sus complejas condiciones y consecuencias, como un suceso funcionalmente difuso, compac-to, que no puede ser modificado porque, cargado con relaciones de sentido, cumple a un mismo tiempo muchas funciones; sucede, por el contrario, que la accin, junto con los factores que son tratados como constantes, se pone al servicio de una funcin especfica por medio de la cual se pueden descuidar, modificar o intercambiar otros componentes del suceso. Por todo lo dicho, pues, no se hace consciente como un evento en s pleno de

  • sentido, necesario, satisfactorio, sino que se le ejecuta con las miras puestas en algo distinto 18. Por ello, se le puede orientar de acuer-e Fuentes clsicas de estos pensamientos lo son concretamente: Ferdinand Tiinnies, Gemeinschaft und Gesellschaft, reimpresin de la 8' ed. (1953), Darmstadt, 1963, y Max Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, 4.' ed., Tubinga, 1956, pginas 1 ss. Reelaborados, se les encuentra en dos lugares distintos en la teora general de los sistemas de accin de Talcott Parsons: 1) en la teora de las variables de orientacin (pattern variables), una de las cuales viene sealada por la dicotoma de specifity y diffuseness cfr., por ejemplo, Talcott Parsons y Edward Shils (eds.), Toward a General Theory of Action, Cambridge/Mass., 1951, pginas 83 s., y, a ttulo de versin reciente, Talcott Parsons, Patern Variables Revisited, en American Sociological Review, 25 (1960), pgs. 467-483 (471), y 2) en el esquema clasificatorio de la formacin de sistemas en las rbricas instrumental y consummatory. Vase, por ejemplo, Talcott Parsons, General Theory in Sociology, en Robert K. Merton, Leonard Broom y Leonard S. Cottrell, Jr.34do con consideraciones indirectas., organizar, permutar; pero al precio de una renuncia a un inmediato cumplimiento del sentido j9.La especificacin simplifica la orientacin de un modo que, por otra parte, desafa al problema de la infinitud y le torna irrecusable. Sobre el fondo de un discurrir indiferenciado, vitalmente tpico, intenta la mirada previsoramente planificadora o explicativo-imputadora fijar determinados puntos como efectos o como causas. La identidad de unos y otras no se entiende por s sola, sino que debe antes ser constituida ". Ahora bien, con la unidad de una causa viene constituida a un tiempo la pregunta por otras causas, con la unidad de un efecto la pregunta por otros efectos, con la especfica identidad la infinitud de otras posibilidades.Con ello se ha apuntado en un sentido muy general el problema referencial que gua la racionalizacin del decidir y del obrar. Si se interpreta la accin como fenmeno causal, el decidir debe venir entendido como la reduccin de una infinitud de posibili-(eds.), Sociology Today, Nueva York, 1959, pgs. 3-58 (5 ss.). En especial David E. Apter, The Political Kingdom in Uganda. A Study in Bureaucratic Nationalism, Princenton/N. J., 1961, pgs. 85 ss., y del mismo autor, The Politics of Modernization, Chicago y Londres, 1965, valora la distincin entre instrumental y consummatory en relacin al aumento de la variabilidad de un sistema. Cfr. tambin la distincin entre extrinsic rewards e intrinsic rewards, referida en este caso a contextos de intercambio, formulada en Peter M. Blau, Exchange and Power in Social Life, Nueva York, Londres y Sidney, 1964; en especial pgs. 35 ss.19 Al objeto de anticiparnos a una mala interpretacin romntica, hemos de sealar que por inmediato cumplimiento del sentido no se ha de entender aqu algo as como satisfaccin o utilidad. Estos conceptos no pertenecen a una teora de la accin, sino a la teora sistmica, pues slo resulta posible explicitarles por referencia a sistemas. La deficiente distincin de ambas teoras ha producido mucha confusin. Inmediato cumplimiento del sentido se da en la medida en que las representaciones motivantes se limitan a la ejecucin misma de la accin, tambin en los casos, as pues, de que dicha ejecucin se verifique a la manera de un ritual o de que resulte evidente por s misma, sin otras implicaciones. El eje del problema no reside, pues, en la contraposicin de disfrute y renuncia, intuicin e intelecto; felicidad y trabajo. Se funda en la circunstancia de que a una accin que lleva en s misma su sentido se le ha de ejecutar de modo necesariamente fatdico, sin libertad y sin alternativa, mientras que la libertad de disposicin, que promete en conjunto ms satisfaccin, slo puede alcanzarse mediante la ampliacin del horizonte temporal, aplazamientos, desviaciones, en resumidas cuentas: por la va del disciplinamiento.a En la discusin habitual de las infinitas causas y efectos de todo evento concreto y. de las dificultades que de ah nacen se pasa por alto en la mayora de los casos el extremo de que ni siquiera la unidad de una causa o de un efecto es an algo predeterminado y reconocible en s, sino que de la versin conceptual, en ltima instancia: del inters constatatorio, depende lo que en el seno de un determinado contexto de planificacin o

  • de explicacin se va a tratar como una causa o un efecto. A este respecto vid. David Braybrooke y Charles E. Londblom, A Strategy of Decision. Policy Evaluation as a Social Process, Nueva York y Londres, 1963, pg. 230, con acertadas disgresiones.35dades a una sola accin o, tambin, a una sola secuencia de accin. Y si se parte de una semejante consideracin de este problema, resulta posible racionalizar de una determinada forma el fenmeno decisorio y se puede averiguar qu funcin incumbe a cada una de las decisiones, representaciones auxiliares, formas de cooperacin y tcnicas simplificadoras en relacin al problema general de la reduccin de la infinitud. Tambin el establecimiento de los fines e, incluso, la formacin de valores, pueden iluminarse bajo una perspectiva funcional como sta, que sirve a la estabilizacin selectiva de un reducido mbito de causas y efectos relevantes 21. As no se puede, por supuesto, explicar qu son fines y valores, pero s que resulta posible comprender qu proporcionan.La formacin de valores es el principio primero, pero no suficiente por s solo, de la reduccin de infinitud. Reconducidos a la forma elemental del vivenciar, los valores son expectativas, si bien interpretadas, generalizadas y abstradas en determinada forma, que estn en condiciones de estructurar el horizonte de accin con miras a soluciones racionales de los problemas planteados.No por azar, a partir de la teora econmica, el concepto de valor ha irrumpido durante el siglo xxx como versin nueva de un problema viejo, en la conciencia general e, incluso, en la filosofa. Tal y como lo hemos esbozado inmediatamente, se encuentra acompasado a la interpretacin causal moderna de la accin, y slo en relacin con ella resulta inteligible n. Se refiere a efectos de la accin en la medida en que seala especficos puntos de vista de la estimacin (prcticamente, pues, de la preferencia) de semejantes efectos. La generalizacin del punto de vista de la estimacin significa que adquiere una vigencia independiente de la aparicin fctica de determinados efectos en particular. Los valores son, pues, expectativas contrafcticamente estabilizadas en torno a las que se ha de pronunciar positivamente en trminos" Para establecer una comparacin, vase la diversa interpretacin de esta relacin en Nicolai Hartmann, op. cit., 1951, en especial pgs. 121 ss. Tambin Hartmann contempla el nexo causal como esencialmente abierto y dispuesto a acoger nuevas causas y nuevos efectos, y el nexo final como introduccin de una seleccin exclusiva en el campo general de la causalidad infinita. Interpreta esa relacin, empero, no como reduccin, sino en el sentido de su concepcin general estratificada, a ttulo de nueva conformacin del nexo causal, inferior, en virtud de una determinacin de superior rango." A este respecto vid., tambin, Niklas Luhmann, Wahrheit und Ideologie, en Der Staat, 1 (1962), pgs. 431-448 (439 ss.).36generales, incluso cuando no se produzcan en un momento determinado o acaso en ningn momento 23. La especificacin de los valores significa que fijan una determinada perspectiva de la valoracin de los efectos, sin agotar la entera significacin de sentido del evento concreto. Conforme a ello, hay muchos valores que si bien no se contradicen conceptualmente por fuerza, s lo hacen en las pretensiones que plantean a la accin. La abstraccin de los valores, finalmente, significa que la vigencia como valor no est desvinculada slo de la masa de sentido de los efectos del evento concreto, sino tambin del complejo horizonte de consecuencias de determinadas acciones causales. Por ello, toda accin concreta debe contar con una compleja situacin axiolgica, ya que en sus consecuencias roza los ms variados valores y disvalores. La especificacin y abstraccin de los puntos de vista valorativos son indispensables desde el momento en que, no hay otra manera de estabilizar contrafcticamente los valores.Con estas precisiones tambin se han apuntado ya los lmites de las funciones de ordenacin que cumplen los valores 24. Toda accin concreta, si se la entiende de modo causal, conduce hacia un dilema axiolgico. No puede orientarse slo por valores, sino que necesita apoyos decisorios adicionales. Estos apoyos se le ofrecen en dos formas

  • radicalmente diversas: en el postulado de un orden axiolgico transitivo (jerarqua axiolgica) y en el esquema de fin/medios. Ambas posibilidades han de condensar informaciones acerca de la situacin decisoria y posibilitar con ello la decisin. Desde este punto de vista funcional resultan equivalentes. Esto hace aparecer comprensible cmo la teora moderna de la accin econmica pudo reaccionar ante la crtica del esque-ma de fin/medios mediante la aceptalin del postulado de la transitividad. En cuanto intentos funcional-equivalentes de solucin del problema, ambos principios son intercambiables. Ahora bien, uno y otro tienen sus defectos y sus dificultades, de modo que la sustitucin lleva en la prctica a un intercambio de secuelas.Con el postulado de la transitividad de un orden axiolgico integral se pretende asegurar la posibilidad de decisiones queAcerca de esto vid. la panormica que sobre la investigacin en psicologa social ofrece Ralph M. Stogdill, Individual Behavior and Group Achievement, Nueva York, 1959, pgs. 59 ss., en especial 71 ss.'A Prescindimos aqu, por ahora, de otros lmites que se derivan de las dificultades de la formacin de consenso y la institucionalizacin de los valores, ya que slo se les puede tratar en el marco de la teora de los sistemas.37puedan ser consideradas como las nicas correctas 's. Se trata y es se torna particularmente manifiesto si se aceptan los esfuerzos del Welfare economics en torno al llamado problema de la agregacin, esto es: la conversin (por mezcla) de funciones de utilidad individuales en otras dotadas de vigencia intersubjetiva de un derecho natural formalizado y matematizado. El principio de la transitividad dice que las relaciones entre valores han de entenderse como relaciones de preferencia y que toda relacin de preferencia entre dos valores ha de ser reconocida como penetrante, esto es: que es vlido el postulado de que si el valor A es preferible al valor B y este valor B al valor C, entonces tambin el valor A es preferible al valor C. En esta formacin hoy se retiene el viejo pensamiento de que las complejas implicaciones valorativas de accin concreta slo pueden ser ordenadas por la unidad de un valor supremo 24 o por un sistema de valores 27 o, respectivamente, una jerarqua axiolgica 28. La tica axiolgica fenomenolgica sostiene incluso abordar esta exigencia con intuicin y contemplacin ntica (wesensschau)29. Sin embargo, resulta muy fcil sacudir la creencia en ese principio.25 En torno a esta premisa, y a modo de ejemplo de su utilizacin, cfr. Ward Edwards, The Theory of Decision Making, en Psychological Bulletin, 51 (1954), pgs. 380-417 (381 ss., 403 ss.); John M. Davis, The Transitivity of Preferentes, en Behavioral Science, 3 (1958), pgs. 26-33; Kenneth J. Arrow, Social Choice and Individual Values, Nueva York y Londres, 1951; Jacob Marschak, Towards and Economic Theory of Organization and Information, en Robert M. Thrall, Clyde H. Coombs y Robert L. Davis (eds.), Decision Process, Nueva York y Londres, 1954, pgs. 187-220 y, de los mismos autores, Actual versus Consistent Decision Behavior, en Behavioral Science, 9 (1964), pgs. 103-110; R. Duncan Luce, Individual Choice Behavior. A Theoretical Analysis, Nueva York y Londres, 1959, pginas 1 y 9. Particularmente caracterstico de esta orientacin es que la transitividad de las ordenaciones axiolgicas individuales la enfoca como premisa, mientras que la comparabilidad intersubjetiva y la posibilidad funcional de los valores, por el contrario, la contemplan como un problema al que se enjuicia con sumo escepticismo una clara seal de un individualismo presociolgico, ideolgicamente condicionado.24 As la filosofa prctica tradicional desde Platn hasta, por ejemplo, John Stuart Mill, System of Logic. Rationative and Inductive, vol. II, 9' ed., Londres, 1875, pg. 554." As, por ejemplo, Bruno Bauch, Wahrheit, Wert und Wirklichkeit, Leipzig, 1923, pgs. 479 ss.; F. Kaufmann, op. cit., pgs. 95 ss.; Talcott Parsons J The Pla- ce of Ultimate Values in Sociological Theory, en The International ournal of Ethics, 45 (1935), pgs. 282-316 (294 ss.).28 Cfr., pongamos por caso, Parsons/Shils, op. cit., por ejemplo, pg. 178; Gfgen, op. cit., pgs. 187 ss. (escala de valor).

  • Cfr., por ejemplo, la derivacin de la dimensin del rango que, a partir de la esencia de los valores, hace Max Scheler, Der Formalismus in der Ethik und die materiale Wertethik, 4.' ed., Berna, 1954, pgs. 107 ss. Semejante, pero con mayor cautela, Nicolai Hartmann, Ethik, 4.* ed., Berln, 1962, pg. 269, invoca el sentimiento axiolgico, que patentizara unajerarquizacin de valores a ttulo de una dimensin sui generis que no se podra definir con ms precisin. Vase38Por una parte aparece claro que el hombre no decide, sin ms, de manera transitiva, que en situaciones complejas excede a sus fuerzas racionales el orientarse transitivamente 30. No obstante, se podra hacer frente a esta objecin, situada en el primer plano de la discusin, mediante una condicionalizacin del campo de aplicacin de la teora; se podra replicar que los modelos de la accin racional slo son aplicables si (y en la medida en que) el hombre se orienta transitivamente. Por ello es ms importante an una segunda objecin, a saber: la de que en compleja situacin del obrar humano concreto no sera racional, bajo ningn concepto, una orientacin transitiva porque se trata de algo demasiado rgido, que no se corresponde con las condiciones de una orientacin axiolgica plena de sentido ". En valores aislados, ciertamente, puede abstraerse y especificarse la perspectiva estimativa, pero no su rango; pues la significacin relativa de valores especficos depende siempre de la medida en que otros valores se encuentran satisfechos. Las perspectivas valorativas, ciertamente, pueden abstraerse en palabras y conceptos; las relaciones axiolgicas de rango, por el contrario, no pueden desligarse del contexto causal de la realidad, puesto que las modificaciones de la realidad alteran la premiosidad de las necesidadestambin la crtica por parte de Viktor Kraft, Die Grundlagen einer wissenschaftlichen Wertlehre, 2." ed., Viena, 1951, pgs. 21 ss.30 En los trabajos de investigacin norteamericanos, por lo dems, an no se contempla como algo concluido la verificacin experimental del principio de transitividad. De todas formas, se va poniendo ya de relieve que el resultado no ha de rezar simplemente s o no, sino que de lo que ms bien se trata es de averiguar en qu situaciones puede el hombre alcanzar un potencial elevado de transitividad y en qu otras no. Vase el informe sobre el estado de la investigacin en Gf gen, op. cit., pgs. 276 ss.; otros ejemplos: Davis, op. cit.; K. O. May, Transitivity, Utility, and Aggregation in Preference Pattern, en Econometrica, 22 (1954), pgs. 1-13; Donald Davidson y Patrick'Suppes, Decision Making. An Experimental Approach, Stanford/Cal., 1957; y, a ttulo de rechazo general de ese principio sobre una base emprica, por ejemplo: Gunnar Myrdal, Das Zweck/ Mittel-Denken in der Nationalkonomie, en Zeitschrft fr Nationaldkonomie, 4 (1933), pgs. 305-329 (en especial 312 ss.), reimpreso en, del mismo autor, Das Wertproblem in der Sozialwisserischaft, Hannover, 1965, pgs. 213-233, o Roland N. McKcan, Efficiency in Government through System Analysis with Emphasis on Water Resortes Development, Nueva York, 1958, pgs. 103 y ss." As, concretamente, Braybrookc y Lindblom, op. cit. En la teora econmica de la decisin los autores no se dejan impresionar tan rpidamente y se supone que no todo cambio en los rdenes axiolgicos conmueve en s el principio de transitividad, pues tambin los rdenes axiolgicos que se sitan en el lugar de los anteriores pueden ser transitivos. Tambin hay posibilidades de aplazar las preferencias decisorias, por ejemplo: con ayuda del mecanismo del dinero, sin que ello implique dejar de obrar con racionalidad en el presente. En el fondo, sin embargo, precisamente en una teora del elegir no es tan fcil separar el orden material y el decurso temporal, y el principio de transitividad pierde su funcin en la misma medida en que se abandona la tesis de la constancia de los valores.39y con ello el orden de premiosidad de los valores ". El orden axiolgico exige, pues, precisamente un oportunismo elstico 33: que unas veces se fomente la paz a costa de la libertad para que en otras ocasiones se fomente la libertad a costa de la paz, que uno se

  • imponga personalmente unas veces y ceda otras, que una vez los ciudadanos se dirijan a la alimentacin y otras al vestido. Un criterio de preferencia que se vea llevado al mismo grado de abstraccin que las frmulas axiolgicas mismas, obligara a todos los hombres por igual, les encadenara hasta hacerles incapaces de asegurarse su vida 34.Todo aquel que postula sus valores como transitivamente ordenados se ve ya casi inevitablemente obligado, en consecuencia, a tratarles como fijos y viceversa; pues no puede entonces alterar en su rango a los valores aislados sin peligrar el orden global y repensar todo nuevamente. Los postulados de la consistencia transitiva y de la perdurabilidad de los rdenes axiolgicos se condicionan recprocamente y slo pueden ser cuestionados conjuntamente. Y de ello se deriva el que las preferencias han de estar fijadas con independencia de las oportunidades ".Con ello se torna perceptible que el postulado de la transitividad no tiene ningn valor de verdad no corresponde a la cosa misma, sino que no es otra cosa que una estrategia de la absorcin de inseguridad en lo concerniente a los valores 36.n Este argumento tambin se encuentra en Myrdal, op. cit., pgs. 305-329 (313 ss.)." Acerca de esta cuestin y de la relacin que esta idea guarda con la aristotlica de justicia, vid. Niklas Luhmann, Grundrechte als Institution. Ein Beitrag zur politischen Soziologie, Berln, 1965, pgs. 214 ss." Para el mbito de la organizacin, cfr. A. K. Rice, The Enterprise and Its Environment. A System Theory of Management Organization, Londres, 1963, pginas 13 ss., 188 ss., con consideraciones en torno al extremo de que algunas organizaciones persiguen una diversidad de fines y han de dejar sin decidir, esto es: fluctuar, la cuestin de las prioridades. Vase, adems, Barnard, op. cit., pgs. 200 ss. y Richard M. Cyert y James G. March, A Behavioral Theory of the Firm, Englewood Cliffs/N. J., 1963, pgs. 35 ss., 118, acerca de sequential attention to goals. " Esta separacin, que hasta la fecha era tpica de la teora econmica de la decisin, la pone en tela de juicio Tjalling C. Koopmans, On Flexibility of Future Preference, en Maynard W. Shelly y Glenn L. Bryan (eds.), Human Judgments and Optimality, Nueva York, Londres y Sydney, 1964, pgs. 243-254, con la proposicin de referir las preferencias a las oportunidades. Las repercusiones sobre el principio de transitividad, lamentablemente, no se examinan a todo ello.36 Esta ha de ser tambin la razn por la que, pese a los muy variados esfuerzos, hasta la fecha no se ha conseguido esbozar una teora axiomticamente cerrada de la racionalidad sobre la base del principio de transitividad. Vid., al respecto, Patrick Suppes, The Philosophical Relevance of Decision Theory, en The Journal of Philosophy, 58 (1961), pgs. 605-614.40Partir de la natural y fluctuante situacin axiolgica, en la que todos los valores dependen en su atractividad del nivel de satisfaccin de otros valores, significa que, en una mirada al horizonte del futuro de la accin, no slo puede ser incierto el acaecimiento de los efectos, sino tambin la cuestin de si los efectos, una vez acaecidos, son suficientemente valiosos como para justificar la accin o si la constelacin global de los valores se ha alterado tanto que se hubiera preferido a posteriori una diferente utili-zacin de los medios ". El postulado de la transitividad es una estrategia, verdaderamente burda de simular, sin ms, la eliminacin de esa posibilidad. No obstante, no debera enturbiar la mirada en lo que atae a otras estrategias funcionalmente equivalentes. En especial la inseguridad en lo concerniente a valores tambin se puede absorber en cierta medida por medio de consenso o por la circunstancia de que se acte en sistemas que puedan regular y garantizar para el futuro un determinado nivel de satisfaccin con respecto a otras necesidades.A la vista de objeciones tan importantes al principio de la transitividad resulta lcito dudar de si el paso del principio teleolgico a este de la transitividad, que la teora econmica de la accin racional ha verificado, representa en todos sus aspectos un avance ". En cualquier caso, el esquema de fin/medios debe-" Vase esa distincin tambin en James D. Thompson y Arthur Tuden, Strategies, Structures and Processes of Organizational Decision, en James D. Thompson y otros,

  • Comparative Studies in Administration, Pittsburgh, 1959, pgs. 195-206 (196 ss.) y James D. Thompson, Decision-making, the Firm, and the Market, en William W. Cooper, Harold J. Leavit y Maynard W. Shelly, II (eds.), New Perspectivas in Organization Research, Nueva York, Londres y Sydney, 1964, pginas 334.348 (335 ss.). Esta dependencia temporal de los fundamentos de los juicios de valor es, por lo dems, uno de los ocultos componentes del famoso, pero an compactamente formulado, principio de la heterogeneidad de los fines vid., Wilhelm Wundt, Ethik. Eine Untersuchung der Tatsachen und Gesetze des sittlichen Lebens, vol. 1, 3. ed., Stuttgart, 1903, pgs. 274 ss., y, en torno a las ulteriores irradiaciones, entre otros: Werner Sombart, Die drei Nationalbkonotrden, Munich y Leipzig, 1930, pgs. 230 ss. Esta frmula capta conjuntamente el aspecto valorativo y el aspecto causal en la tesis de que la accin podra tener consecuencias inesperadas que, en caso de producirse, daran pie para sentar nuevos fines. En su aspecto causal cs uno de los primeros precedentes de la teora de la regulacin ciberntica; en su aspecto valorativo anticipa, en un acabado y consecuente planteamiento, una teora de la realizacin oportunista de los valores.a No infrecuentemente se defiende- esta tesis en la moderna teora de la decisin o bien implcitamente, mediante la no-mencin de los conceptos de fin/ medios (como, por ejemplo, Robert M. Thrall, Clyde H. Coombs y Robert L. Da-vis, op. cit.), o bien expresamente, como Gfgen, op. cit., pgs. 102 ss., 170 ss. Gfgen fundamenta su rechazo con la complicada estructura y las supuestamente elevadas exigencias planteadas a un manejo racional del esquema de fin/ medios, sin considerar las posibilidades all apuntadas de simplificacin de las decisiones; en lo restante, habla de alternativas, sin clarificar a travs de qu41ra continuar permaneciendo en el campo de la consideracin. Y para ello se precisa, para empezar, que se le elabore claramente en lo que a su funcin y a su diferencia con respecto al principio de transitividad afecta, mxime que la actual discusin no separa con la suficiente claridad ambos pensamientos en cuanto alternativas funcionales.El esquema de fin/medios tambin postula en su idea fundamental una relacin entre valores. Su peculiaridad no reside, como vulgarmente se piensa, en una relacin entre causa y efecto39. Un medio no es slo una causa en su causalidad con respecto a un fin determinado. Y un fin no es slo efecto en cuanto efecto. Para la calificacin de esta relacin bastan los conceptos causales. Los conceptos de fin y medio presuponen una relacin causal pero no la describen en cuanto tal 40, sino que ms bien expresan, al igual que el principio de la transitividad, una relacin axiolgica entre los efectos del obrar.medio, si no del establecimiento de fines, las acciones se convierten en alternativas. La verdadera razn de esa distincin terica es, no obstante, la de que los clculos en base al axioma de la transitividad pueden matematizarse, mientras que eso no ocurre con los clculos de fin/medios. En la obscuridad permanece la relacin existente entre los principios teleolgico y de transitividad tambin en autores que, sirvindose ciertamente del concepto de fin al objeto de ilustrar una situacin con una pluralidad de alternativas, en el momento del despliegue de los clculos para una actividad decisoria racional no recurren, pese a ello, a la funcin simplificadora del fin, sino que tratan de tener en cuenta todos los valores de las decisiones. Vid., por ejemplo, Peter Fishburn, Decision and Value Theory, Nueva York, Londres y Sydney, 1964. A todo ello, se desconoce que es por principio impsible limitar contextos causales, haciendo de ellos alternativas, sin neutralizar valores que en otros contextos son objeto de una elevada estimacin. Caracterstico de esta problemtica son adems las continuas recadas del pensamiento en trminos de alternativas en otro pensamiento en trminos de fin y medios, que se pueden encontrar en Simon. Buenas notas al respecto: Herbert J. Storing, The Science of Administration, en Herbert J. Storing (ed.), Essays on the Scientific Study of Politics, Nueva York, 1962, pginas 63-150 (69 ss.). La raz histrica de esta concepcin dominante es, naturalmente, la idea de una causalidad teleolgica del fin como causa de los medios. Una vez que se hubo de abandonar esta idea, se habra necesitado repensar la relacin de los conceptos de

  • fin/medios para con el principio causal. Esto no ha sucedido as. En su lugar, se ha contentado con invertir la causalidad teleolgica y tratar los medios como causa de un efecto pretendido. As es como se llega a la especialmente poco pensada idea de que los fines son una especie particular de efectos y los medios una particular clase de causas, sin que se delimitara la esencia de esa particularidad frente al sentido general del principio causal."1 As, empero, la concepcin clsica, an hoy muy difundida, que cree por ello que la relacin existente entre medio y fin, resulta accesible a una verificacin estrictamente cientfica y libre de valores. Cfr., por ejemplo, Mill, op. cit., volumen II, 1875, pg. 552, y, en calidad de un examen ms reciente y muy detallado, Asger Langkjaer, Contributions to a General Normology or Theory of Purpose-Setting with particular Reference to Imperatives and Definitions of Serviceability, Kopenhaguen, 1971.42El concepto de fin designa aquel efecto o complejo de efectos que han de justificar la accin, esto es: designa siempre tan slo un extracto del complejo global de los efectos. Su tema no es la produccin de aquellos efectos indicados, sino la relacin de su valor con los valores de los efectos marginales (con inclusin de los efectos de otras posibilidades del obrar a los que se debe renunciar ante un determinado compromiso). El establecimiento de los fines supone que el valor de los efectos que se tienen como fin, prescindiendo de los valores o disvalores de los efectos marginales o de aquellos otros de los que se ha desistido' y que seran imputables a otras acciones, acierta a fundamentar a la accin. El concepto de medio capta esta misma relacin axiolgica desde la otra cara de los valores en cuyo detrimento se ha ido. Parte de las causas que resultan adecuadas para el logro de un efecto al que se considera como fin y postula que se puede prescindir de las implicaciones axiolgicas de las consecuencias de esas causas situadas fuera del fin 41.El fin, con otras palabras, postula la siguiente relacin axiolgica: el efecto A es mejor que no-A. El anlisis de los medios trata de la misma relacin axiolgica. Aclara qu renuncias reclama la realizacin de A y, as, con ayuda del anlisis causal, ilumina la esfera de valores que se oculta tras la frmula global negatoria de no-A (lo cual, naturalmente,'a la luz de un mejor conocimiento, puede conducir al abandono del juicio de valor A es mejor que no-A). En el juicio de valor presupuesto el fin y los medios son, pues, idnticos 42. El rodeo que se da a travs del anlisis causal es el camino para atenuar el desequilibrio en-" Este enunciado se ha de entender de una! manera estrictamente funcional y no sustancial. La neutralizacin axiolgica es siempre slo una prestacin, limitadamente posible, de la planificacin de la accin, pero no, pongamos por caso, la esencia de determinados medios. Sobre todo, de la circunstancia de que medios como el dinero o el poder puedan ser utilizados para muchos y cambiantes fines no se deriva el que se les pueda emplear libres de valores. Por ello, es tambin objetable de acuerdo con Gisbert Rittig, Prinzip des offenen Systems. Bcmerkungen zum Werturteilsproblem, en Festchrift Gerhard Weisser, Berln, 1963, pgs. 79-102 el tratar de salvar la libertad axiolgica de la ciencia aludiendo a la existencia de un mbito de medios en s libre de valores y que, por ello, han de ser tratados desprovistos de juicios de valor. Prescindiendo por completo de que la neutralidad axiolgica es tambin un juicio de valor, la ciencia no debe hacer a su libertad valorativa dependiente de qu y en qu medida la praxis logre neutralizaciones axiolgiCas, mxime cuando las neutra-lizaciones axiolgicas de la praxis estn siempre vinculadas a fines, esto es: representan juicios de valor extremadamente unilaterales." Esta identidad del juicio de valor implcito en los enunciados de fines y en los de medios fundamenta el derecho de la famosa tesis de John Dewey en el sentido de que los fines y los medios slo se pueden escoger conjuntamente43tre afirmacin y negacin en el juicio de valor. La pregunta incidental por las causas que pueden realizar un fin y por sus consecuencias no pretendidas tiene el sentido de ilustrar la esfera de negacin del establecimiento de fines, pero no cambia nada en el juicio de

  • valor presupuesto ". Elimina la simplicidad de la persecucin inmediata del fin, no su unilateralidad.El establecimiento de fines y la asignacin de medios al fin significan siempre, pues, un estrechamiento del horizonte axiolgico, una neutralizacin parcial 44 de las implicaciones valorativas de la accin, una legitimacin de consideracin slo limitada ". Es as como se torna claro el paralelismo existente con respecto al principio de la transitividad.(tesis que el propio Dewey, como se sabe, haba intentado fundamentar mediante la consideracin de que tambin los fines son slo medios). Adems de los escritos referidos anteriormente (en la nota 4 del captulo primero), vase tambin John Dewey, Logic. The Theory of Inquiry, Nueva York, 1938, pgs. 496 s. Para la continuacin de esta idea precisam