Los cultivos transgénicos y el desarrollo del campo mexicano

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Introducción pesar de la revisión que se ha hecho sobre el manejo de los distintos sistemas agrícolas (agroecosistemas) y el reconocimiento de la necesidad de cambiar las estrategias hasta ahora utilizadas, parece que las cosas seguirán igual en nuestro país por lo menos varios años más. Por un lado, tenemos la ocupación de las mejores tierras con cultivos rentables, haciendo uso de tecnolo- gía, fertilizantes y labores mecanizadas. En México, desde el sexenio de Salinas de Gortari, el apoyo a las trasnacio- nales para producir o procesar produc- tos del campo ha sido tal que, estando Vicente Fox en el poder, estas corpora- ciones aumentaron espectacularmente sus utilidades. La importación de bie- nes procedentes de los Estados Unidos les ha permitido abaratar su producción y aumentar sus ganancias. Se debe hacer un llamado de aten- ción ante la agricultura trashumante, que alquila o compra tierras para dedicarlas un par de años o más a cultivos de exportación como el brócoli y otras hor- talizas, y que extrae agua del subsuelo y fertiliza en altas dosis. El abatimiento de los mantos freáticos que oca- siona es tan rápido y sensible que muy pronto deben mudarse, dejando atrás suelos degradados y reservas de agua abatidas o contaminadas. Estos agricultores son usados como ejemplo de em- presarios exitosos. Mientras, los campesinos son dejados a su suerte y los precios de sus productos no les permi- te ni siquiera recuperar los costos (en 2007, se “retiró” a 230 investigadores del Instituto Nacional de Investi- gaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), sin preocuparse del apoyo que prestaban al campo). Tam- bién durante el sexenio foxista se acusó abiertamente a los campesinos de no tener visión empresarial y no darle valor agregado a sus productos, culpándolos de su propio fracaso. Y es que persisten el uso de técnicas tradicionales, de variedades criollas y policultivos en las tierras marginales ocupadas por campesinos pobres. En 1990, los campesinos sujetos de recibir Crédito a la Palabra fueron 300 mil, con 1.2 millones de hectá- reas, y de éstos 50 por ciento tienen menos de 5 hectáreas y poseen 15 por ciento de la superficie total de labor; 40 por ciento de los productores posee el 85 por ciento restante de la superfi- cie. El 25 por ciento de la superficie la- borable está bajo el régimen de pequeña propiedad, y 75 por ciento es ejidal, con un muy bajo porcentaje de tierras de riego. Muchos de los productores ejidales se orientan hacia el cultivo de alimentos, no para comer- ciar con ellos o porque el terreno sea idóneo para eso, sino por cuestiones de supervivencia. El primero de los esquemas mencionados surgió con la agricultura moderna altamente tecnificada, y se ha identificado con la llamada revolución verde. A este avance se le han señalado ventajas y desventajas, y se 8 ciencia abril-junio 2011 A campo MEXICANO Los cultivos TRANSGÉNICOS y el desarrollo del Juan Carlos Raya Pérez

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I n t r o d u c c i ó npesar de la revisión que se ha hecho sobre elmanejo de los distintos sistemas agrícolas(agroecosistemas) y el reconocimiento de lanecesidad de cambiar las estrategias hasta

ahora utilizadas, parece que las cosas seguirán igual ennuestro país por lo menos varios años más.Por un lado, tenemos la ocupación de las mejores

tierras con cultivos rentables, haciendo uso de tecnolo-gía, fertilizantes y labores mecanizadas.En México, desde el sexenio de Salinasde Gortari, el apoyo a las trasnacio-nales para producir o procesar produc-tos del campo ha sido tal que, estandoVicente Fox en el poder, estas corpora-ciones aumentaron espectacularmentesus utilidades. La importación de bie-nes procedentes de los Estados Unidosles ha permitido abaratar su produccióny aumentar sus ganancias.Se debe hacer un llamado de aten-

ción ante la agricultura trashumante, que alquila ocompra tierras para dedicarlas un par de años o mása cultivos de exportación como el brócoli y otras hor-talizas, y que extrae agua del subsuelo y fertiliza en altasdosis. El abatimiento de los mantos freáticos que oca-siona es tan rápido y sensible que muy pronto debenmudarse, dejando atrás suelos degradados y reservas deagua abatidas o contaminadas.Estos agricultores son usados como ejemplo de em-

presarios exitosos. Mientras, los campesinos son dejados

a su suerte y los precios de sus productos no les permi-te ni siquiera recuperar los costos (en 2007, se “retiró”a 230 investigadores del Instituto Nacional de Investi-gaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), sinpreocuparse del apoyo que prestaban al campo). Tam-bién durante el sexenio foxista se acusó abiertamentea los campesinos de no tener visión empresarial y nodarle valor agregado a sus productos, culpándolos desu propio fracaso. Y es que persisten el uso de técnicas

tradicionales, de variedades criollas ypolicultivos en las tierras marginalesocupadas por campesinos pobres.En 1990, los campesinos sujetos

de recibir Crédito a la Palabra fueron300 mil, con 1.2 millones de hectá-reas, y de éstos 50 por ciento tienenmenos de 5 hectáreas y poseen 15 porciento de la superficie total de labor;40 por ciento de los productores poseeel 85 por ciento restante de la superfi-cie. El 25 por ciento de la superficie la-

borable está bajo el régimen de pequeña propiedad, y75 por ciento es ejidal, con un muy bajo porcentaje detierras de riego. Muchos de los productores ejidales seorientan hacia el cultivo de alimentos, no para comer-ciar con ellos o porque el terreno sea idóneo para eso,sino por cuestiones de supervivencia.El primero de los esquemas mencionados surgió con

la agricultura moderna altamente tecnificada, y se haidentificado con la llamada revolución verde. A esteavance se le han señalado ventajas y desventajas, y se

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campo MEXICANOLos cultivos TRANSGÉNICOS

y el desarrollo del

Juan Car los Raya Pérez

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reconoce que ha permitido alimentar a una poblaciónmundial en constante crecimiento, produciendo ade-más excedentes en los países industrializados, lo queincentiva la inversión en el campo.

Ot r a v e z l a b u r r a a l t r i g o . . .En su tiempo, por allá de los años cuarenta, se con-templaron las dos alternativas: estudiar e impulsarlos sistemas tradicionales, o implementar el nuevo

modelo mediante el uso de semilla mejorada, fertiliza-ción y uso de pesticidas. Se eligió la segunda opción, yse abandonó la primera. De algunos años a la fecha sehan vuelto a reconsiderar las ventajas de los sistemastradicionales y la necesidad de estudiarlos, pues comose ha dicho no afectan tanto a los ecosistemas y por lomismo evitan la degradación del ambiente. Además,se ha reconocido que los campesinos algo saben deagricultura. Ahora, con el desarrollo de las técnicasde la ingeniería genética en plantas, con el cada vezmayor número de especies susceptibles de transformar-se mediante esta técnica, y la reciente liberaciónde semilla de plantas transgénicas (organismos gené-ticamente modificados por la mano humana), las rela-ciones en la agricultura están cambiando. Entre lasplantas genéticamente modificadas están el algodón,el maíz, la soya, la papa, el jitomate, y árboles como elálamo o el del caucho. Se están llevando a cabo ensa-yos de campo para otras especies ya transformadas, y laorientación para producir con ellas productos de inte-rés industrial.A partir de esto, el manejo y aprovechamiento de

los recursos naturales se está replanteando. Productosque sólo se producían en las regiones intertropicales,como los fructanos (polímeros de glucosa, con variosusos industriales y médicos), ya se pueden obtener enregiones muy al norte o muy al sur. Antes, los france-ses seleccionaron la remolacha azucarera para no de-pender de los países productores de caña de azúcar.Hoy, las cosas siguen en esa dirección, pero más rá-pido y a mayor escala. La producción de proteínasde interés médico o alimentario en el maíz está yaen marcha, como la avidina (proteína del huevo útil eninvestigación biomédica); también las proteínas de laleche materna se pueden obtener en grandes cantida-

des y prácticamente puras a partir de este grano, queresulta una fuente mucho más barata que la propialeche o el huevo.La generación de vacunas en plantas es otra de las

opciones ya probadas. Se han alimentado cerdos oratas con papas modificadas genéticamente paraexpresar antígenos (moléculas que activan la produc-ción de anticuerpos) de, por ejemplo, el virus de lahepatitis, y han resultado exitosas vacunas al conferirresistencia a la infección. El llamado “arroz dorado”fue uno de los primeros vegetales lanzado al consumoa fin de remediar la carencia de vitamina A en Asia.Esta deficiencia provoca ceguera incluso en los niños;no obstante, a la fecha no hay datos o ensayos parasaber del éxito o fracaso de este arroz. En cambio, uncultivo de zanahoria fortificado con calcio incrementaun 50 por ciento la absorción de este elemento en elcuerpo humano. La lista de cultivos transformados oregistrados es ya enorme (véase, por ejemplo, las re-vistas especializadas Journal of plant registrations oBiopharming review). En México se ha trabajado en laobtención de cultivos biofortificados con vitamina A,con mayor calidad proteica, resistentes a suelos ácidos,a sequía, a deficiencias nutrimentales, con frutos demaduración retardada, vacunas en frutas y varias lí-neas más.

Má s d e l o m i smoComo ya se mencionó, parece que la situaciónseguirá igual, con los mismos esquemas de produc-ción, sólo que ahora utilizando plantas transforma-

das. Se tiene la intención de continuar sembrandograndes extensiones; las mejores tierras, con un solocultivo, una sola variedad transformada para resisten-cia a algún patógeno o plaga y ayudado con los agro-químicos y pesticidas necesarios. Al parecer, estamosnuevamente en el punto de decidir hacia dónde ir:¿seguiremos privilegiando el monocultivo, ahora conel uso de variedades transgénicas, u optaremos por ladiversidad biológica y cultural, sin dejar de hacer usode la biotecnología? Todos deberíamos saber que en elmundo hay 250 millones de niños que padecen defi-ciencia de vitamina A, y 850 millones de seres huma-nos mal nutridos en el campo, con una agricultura

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apenas de subsistencia. Sabemos que la pobreza sehereda, pero no sólo en un sentido social, sino tam-bién genético. Las carencias que padece la madre du-rante la gestación del feto se reflejarán en la vida adul-ta de éste (mediante el fenómeno llamado improntametabólica). Incluso sabemos que aun los nietos pue-den llevar esta impronta epigenética a través de mo-dificaciones químicas (metilación) al ácido desoxi-rribonucleico (ADN), la molécula que transmite laherencia. Y algunos pesticidas pueden inducir estamodificación del ADN, afectando por lo tanto no sóloa quienes se exponen directamente, sino también a sudescendencia.Sin embargo, todo parece indicar que las alternati-

vas que se venían contemplando se abandonarán oestancarán de nueva cuenta. Es cierto que el manejointegral de plagas y el uso de bacterias –o más especí-ficamente, de sus toxinas– para combatir plagas estáya en marcha también, pero las bases para usarlossiguen siendo las mismas. Tal vez se podría decir quela carencia de bases continúa; no se tienen los conoci-mientos ecológicos mínimos para cambiar de estrate-gia, no se ha encontrado la manera de integrarlos, obien no se desea hacer tal cambio.De hecho, los ensayos para tratar de predecir el

efecto que pueden tener las plantas transgénicas so-bre el ambiente y los demás organismos, especialmen-te en los casos en que se introducen a los sitios dedonde son originarios los cultivos, están apenas reali-zándose. Se argumenta que las proteínas expresadasen las plantas transgénicas están ya presentes en lanaturaleza, lo mismo que los genes de resistencia aantibióticos; pero no por esto se pueden obviar losensayos mencionados. Debe señalarse que hasta lafecha los campos experimentales donde se siembranestas plantas están muy bien vigilados, pero en ellargo plazo es indeseable que ocurra un efecto similaral de la revolución verde, con efectos nocivos sobreel ambiente y los recursos. Esto nos habla de la nece-sidad de que los especialistas estudien a profundidadeste tema. Y aunque el maíz transgénico no se ha per-mitido como cultivo en México, los mexicanos loconsumimos en las tortillas, los totopos, harina yaceite, y en muchos de los productos que comemosa diario.

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E l q u e n o o y e c o n s e j o…Se ha recomendado, y hasta exigido, combinar loscultivos transformados genéticamente con plantasno transgénicas a fin de retrasar la aparición de

resistencias en las plagas o arvenses (malezas). Nece-sariamente debería incentivarse el estudio y la puestaen práctica de policultivos, e incluso la siembra demateriales criollos y la tolerancia de parientes silves-tres de los cultivos, tanto para lograr su conservacióncomo para amortiguar de alguna manera el efecto deluso de transgénicos.La complejidad de los agroecosistemas incide favo-

rablemente en el manejo de los cultivos. Un sistemasimple, tal como un monocultivo con la mayor parte dela superficie ocupada para este fin, sufre más daños porel ataque de plagas que un agroecosistema complejo;es decir, aquel en el que se dejan “zonas de amorti-guamiento” ocupadas por otros cultivos, o por plantassilvestres, agrega complejidad a los monocultivos mo-dernos. En China se han cultivado extensiones muygrandes de tierra (812 hectáreas el primer año, y 3 mil342 el segundo, y la superficie se sigue incrementando)con al menos tres diferentes variedades de arroz: dosmejoradas y una tradicional, que usa la gente para finesespecíficos. El uso de variedades susceptibles a enfer-medades mezcladas con resistentes permitió incremen-tar 89 por ciento la cosecha de las susceptibles respectoa cuando se siembran como monocultivo, ypara el segundo año no fue necesaria laaplicación de fungicidas.Los organismos se manipulan

genéticamente pensando dentrode un marco de manejo seme-jante al usado hasta ahora, sincontemplar alternativas. Si sepensara en utilizar plantastransgénicas para un policul-tivo ¿qué características se mo-dificarían? En un policultivo lasituación es distinta a un monocul-tivo, y habría que considerar las dife-rencias. Sin embargo, parece que muchasde las plantas transformadas hasta ahora podríantener ventajas de uso en sistemas tradicionales. Dadoque la gran mayoría se han transformado para otorgar-

les resistencia a enfermedades o plagas, en los policul-tivos se requeriría de más tiempo para la aparición denuevas especies o razas de patógenos capaces de infec-tar a estas plantas. Habría que considerar, dependiendode las asociaciones, efectos de competencia como som-breados, la capa del suelo ocupada por la raíz de cadauna de las especies, la necesidad de fertilización, la ale-lopatía (producción de sustancias por algunas plantasque pueden afectar el crecimiento de otras), etcétera.Pero no sólo los insectos se convierten en verdade-

ras plagas en los monocultivos; se ha observado queciertos patógenos microscópicos, como los viroides ylos fitoplasmas, han cobrado importancia sólo en loscultivos, muy probablemente asociados a las formas demanejo de éstos. Resultaría improcedente transformarplantas para hacerlas resistentes al ataque de patóge-nos que nosotros mismos propiciamos; sería mejorrevisar más cuidadosamente la situación y tratar deprevenirla desde el manejo.

No po n e r t o d o s l o s h u e v o se n u n a c a n a s t aSe apuntó arriba que quizá no se cuente con unmarco distinto para la utilización de las “nuevas”plantas transformadas, y es que parece que en los

sistemas de policultivo, por la tendencia a regresar aéste, y por ser de los más tomados en cuen-

ta en las estrategias de cambio, apenasse están investigando las relacio-nes recíprocas que establecen lasplantas, entre ellas y con otrosorganismos. En la naturaleza, lapresencia de una sola especiede hongo infectando un pastole ha conferido a éste ventajasen tal grado que ha desplazadoa otras especies. Esto ejemplifi-ca el efecto que una sola especie

puede tener en un ecosistema.Transformar una planta para ha-

cerla resistente a un herbicida y luegomatar con este herbicida al resto de las plantas

no parece una estrategia muy sensata ecológicamentehablando, ni muy funcional para un policultivo.

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¿Qué hacer? Los campesinos tradicionalmente hanrecurrido al deshierbe manual. Se ha señalado que lasplantas que enraizan más profundamente pueden “bom-bear” nutrientes (iones) hacia la superficie, y así mejo-rar la fertilidad del suelo y beneficiar a las otras plantasque enraizan superficialmente. Tal vez podrían mejo-rarse estas “bombas” naturales a fin de utilizarlas enasociación con otras especies. La mayoría de las plan-tas transformadas lo han sido para resistir a plagas ypatógenos, como se dijo, y unas pocas para mejorar suspropiedades alimenticias o las cualidades de sus proteí-nas. También se ha pensado en plantas transgénicasresistentes a suelos ácidos o alcalinos, a inundacioneso sequías. Quizá para la construcción de terrazas se po-drían utilizar plantas útiles con una mayor capacidadde enraizamiento, o planear cultivos mixtos entre plan-tas ya adaptadas a suelos empobrecidos (como la yuca)y plantas transformadas, para hacerlas resisten-tes a éstos. Obviamente, sin dejar de tomar lasmedidas necesarias para conservar y recu-perar el suelo.Se ha estado trabajando en la selec-

ción de variedades de maíz que puedancrecer en condiciones de bajo contenido de nitrógeno.Esto parece ser contrario a la tendencia anterior detener variedades que respondieran a la fertilización, loque generaba en los campesinos la necesidad de uti-lizar cada vez más fertilizante. Quizá en este caso, unenfoque desde la ingeniería genética y la selección tra-dicional de cultivares pudieran darnos plantas capacesde sobrevivir y producir con cantidades mínimas denitrógeno, y de paso ayudar a eliminar un poco a lasvariedades nitrófilas (que requieren mucho nitrógeno),producto del uso indiscriminado de fertilizantes.También debe señalarse que el uso de plantas trans-

formadas ha permitido sembrar cultivos en áreas de lascuales ya habían sido desterrados, principalmente de-bido a la alta incidencia de plagas, como en el caso delalgodón. Además, un algodón transgénico libre de go-sipol (un metabolito tóxico) sería una fuente enormede proteína vegetal para consumo humano. También de-be tomarse en cuenta que ya apareció resistencia eninsectos a los cultivos transgénicos, específicamente alas toxinas cry. Asimismo, se han reportado arvenses omalezas resistentes a glifosato, el herbicida más usado

en el mundo, y sobre el cual descansa laproducción de soya con labranza cero. Ade-

más, el principal producto derivado del uso deglifosato, el ácido aminometilfosfónico, es más persis-tente y presenta una gran movilidad vertical, por lo quese lo ha detectado en aguas superficiales y subterrá-neas. No es pues la panacea para sustituir otros herbi-cidas. Existe evidencia de que las bacterias resistentesa antibióticos pueden ser transmitidas desde puercos yaves a humanos, lo que da pauta para redoblar el cuida-do respecto a estas transferencias o contaminaciones.En los Estados Unidos, los cultivos transgénicos no

han propiciado en realidad un aumento espectaculardel rendimiento y las ganancias. Los primeros informesindicaban que el aumento era modesto o inexistente.Sin embargo, se adujo que en países tropicales se ve-ría esta ganancia real porque en ellos las pérdidas porataque de plagas han sido siempre muy cuantiosas. Dehecho, en la India se regaló semilla de algodón transgé-nico a los agricultores para que se animaran a sembrar-lo, a probarlo. La compañía dueña de la semilla calificócomo un éxito el ensayo. Y en China, sembrando arroztransgénico obtenido por los propios chinos, se repor-ta que los pequeños agricultores se beneficiaron conel uso de esta semilla, pues obtuvieron mayores rendi-mientos y usaron menos pesticidas, lo que mejora su

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En la naturaleza, la presencia de una solaespecie de hongo infectandoun pasto le ha conferido a éste

ventajas en tal gradoque ha desplazado a otras especies.

Esto ejemplifica el efectoque una sola especie puede tener

en un ecosistema

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salud. Hasta hace poco, China había aprobado el usode ocho variedades de maíz genéticamente modifi-cado, dos de algodón, siete de canola y una de soya.Grupos preocupados por la monopolización de semi-llas y técnicas han tratado de abrir alternativas, porejemplo usando otros vectores para transformar gené-ticamente las plantas y liberando esta informaciónpara que sea de uso libre.Tal vez para el sistema de labranza cero o mínima

se podrían combinar características atávicas, “primiti-vas”, a fin de que la planta fuera capaz de establecerseen medio de la competencia, con características avan-zadas en la parte de interés para el ser humano (mayorcalidad de grano, fruto más grande, etcétera). Todo loanterior seguramente se ha considerado en el llamado“modelo sustentable”, con el que se pretende poderhacer uso de los recursos sin degradarlos. Los enfoquesmencionados, incluidas la biotecnología y la agricultu-ra orgánica, tienen cabida en él, pensándolo como unmodelo perfectible, pero siempre tendiente a conser-var los recursos.Sabemos que en los programas de mejoramiento

sólo se utilizan una o unas cuantas poblaciones o va-riedades, a fin de generar las nuevas que se lanzan almercado. Se hace muy poco uso, en este sentido, de lagran diversidad genética presente en los cultivos tradi-cionales y en sus parientes silvestres. Aun cuando estodavía relativamente bajo el número de plantas sus-ceptibles de ser transformadas, y nuestra ignoranciaacerca de la fisiología y ecología de la mayoría de ellases grande, creo que se continuará usando una o dosrazas o variedades para hacer la transformación, y lue-go cultivarlas. Las limitaciones materiales y de conoci-miento son de tomarse en cuenta, aunque las segundasya están siendo abordadas. Para las primeras, se tienemaquinaria para sembrar entre los rastrojos del cicloanterior o en suelos no labrados, entre otros avancestecnológicos necesarios. De hecho, la incorporación decarbono al suelo, en forma de materia orgánica, debe-ría ser una prioridad y pagársela a los campesinos acambio del servicio de secuestrar carbono, que así nocontribuirá al calentamiento global.Sin embargo, dados los datos citados al inicio, es

probable que se repita el esquema seguido durante larevolución verde: los que puedan pagar los paquetes

tecnológicos tendrán acceso a ellos; los que no, conti-nuarán sembrando en tierras agotadas con variedadeso poblaciones tradicionales. Y no es que en sí mismassean malas; de hecho es una manera de conservar ladiversidad genética. Pero debería de buscarse la formade acceder a la semilla producida con las nuevas tec-nologías. La revolución verde nunca llegó a las zonasmás pobres de África, y seguramente de otras partes delmundo. Durante la revolución verde, prácticamentetodo el conocimiento vino de fuera y se impuso el mo-delo. Esperemos que ahora seamos capaces de produciry distribuir nuestra propia semilla, sin pagar un sobre-precio exorbitante, y tratar de definir nuestro propiomodelo a seguir, tomando en cuenta las condicionesde pobreza de gran parte del campesinado, la persisten-cia de técnicas ancestrales en la agricultura y nuestragran riqueza étnica, así como la diversidad de ambien-tes, de especies y de razas tradicionalmente cultivadaspor nuestros agricultores.

D i o s l i b r e n u e s t r o s p a n a l e s d ee s o s q u e n o c ome n m i e lEs sin duda importante contar con los nuevos mé-todos, enfoques y variedades, tomando en cuentalo antes señalado, para no depender totalmente del

exterior y aceptar pasivamente los modelos diseñadose impuestos por ellos y las grandes empresas. Sabe-mos que éstas ya se apoderaron del mercado de lasemilla transgénica.Asimismo, debemos luchar para tener investigación

científica propia en un área que amenaza con conver-tirse en algo críptico o esotérico, dado el gran númerode patentes y la tendencia a no publicar resultados. Ennuestro país se llevó a cabo la secuenciación del geno-ma del maíz; se trabaja en la del agave, aguacate, fresa,frijol, y otras plantas de sumo interés para nuestro pue-blo. Ojalá efectivamente esto redunde en la protec-ción de estos cultivos nacionales y garanti-ce el acceso a estos recursos genéticostradicionales.Esto confirma algo sabido por mu-

chos, incluidos los políticos, pe-ro que parece olvidarse conrespecto a la ciencia: el

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conocimiento es poder. La privatización de la cienciay la tecnología favorece la apropiación de resultadosen detrimento del carácter público de la biodiversidad.En el 2002, cuatro compañías controlaban 75 por cien-to del mercado de semilla de maíz, y nada más entreMonsanto y Dupont controlaban 65 por ciento delmercado global. En México los especialistas en fitome-joramiento, como grupo, han envejecido; en tanto,hay una clara tendencia a concentrar la tecnología enempresas trasnacionales como Asgrow (Monsanto) yPionner (Dupont), que dominan el mercado de las se-millas de maíz que se siembran con riego o buen tem-poral en México.Hace años que el gobierno cerró o abandonó la

Pronase (Productora Nacional de Semillas), a fin dedejar el mercado libre para las transnacionales. Los pre-cios de la semilla de la Pronase eran accesibles. Hoy endía no contamos con científicos y técnicos que puedanproducir la semilla que el país necesita, haciendo usodel conocimiento generado a través de la secuencia-ción de los genomas del maíz, arroz, frijol, agave, agua-cate, etcétera. De 1994 a 2000, la superficie sembra-da con los cultivos más importantes disminuyó en–1.75 por ciento anualmente, pero las importacionesde cereales y oleaginosas crecieron a una tasa de 5 porciento anual durante este periodo. La producción de ali-mentos no puede ni debe estar sujeta a las imposicionesde la globalización, sobre todo cuando el intercambioes tan desigual, pues los estadounidenses y europeos

subsidian de manera importante su agricultura, pero nopermiten que los países en desarrollo hagan lo mismo.Y usan el tema de los alimentos para presionar en losdiversos tratados. No podemos dejar de comprarlesgranos porque entonces, ¿qué haríamos? Es imperativoapoyar al campo para lograr la autosuficiencia alimen-taria, evitar la migración hacia las ciudades o, peor aún,hacia los Estados Unidos. La realidad es que no haygente, sobre todo joven, para trabajar nuestro campo.Y ya sin petróleo, ¿qué vamos a comer?Además, hay una indefinición sobre el uso de la

tecnología generada mediante recursos públicos, comoen el caso del germoplasma (acervo genético) colec-tado de esta manera. Por esto hay un rechazo a las figu-ras jurídicas de propiedad intelectual que facilitan eldespojo de la riqueza genética desarrollada y conserva-da por los campesinos. En cambio, se favorece la pro-piedad intelectual a favor de las compañías privadas.Las empresas públicas como el INIFAP han protegidovariedades vegetales, pero no pueden rivalizar con lasempresas privadas, dada la gran cantidad de recursos einvestigadores que éstas manejan (en los Estados Uni-dos, los gastos de la gestión de una patente se estimanentre 17 y 20 mil dólares). Acaso por lo anterior, laIndia ha obtenido la patente en los Estados Unidos degran cantidad de plantas. Se toma una planta propa-gada vegetativamente de la que no haya patentes pre-vias, se definen sus características para identificación yse describe su potencial agronómico, se paga y se tienela patente. Quizá sea una forma de “proteger” la biodi-versidad hindú.Queda clara la necesidad de continuar formando

especialistas en los diversos campos y áreas del conoci-miento. Ojalá se pudiera trabajar conjuntamente paradar mejores soluciones a nuestros problemas; para cu-brir nuestras carencias.Lo cierto es que los cultivos (y ganado) genética-

mente modificados ya están en el mercado, y las plan-tas que sintetizan en sus hojas o frutos productos deinterés industrial sin duda están haciendo ganar estemercado a sus cultivadores. Dada la importancia deeste tipo de “mercancía”, se podrían establecer parce-las o incluso invernaderos para producirlas en zonasespecíficas de nuestro país. Y aprovechar también ven-tajas naturales para, por ejemplo, conservar la biodi-

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versidad y obtener cultivos orgánicos, que hoy en díatienen una gran demanda en el mercado y un sobre-precio. La aparición de insectos resistentes a las plan-tas transgénicas, y de malezas resistentes al glifosato,nos deben servir de advertencia para ir con cautelay no depender de la compra de plantas con nuevasresistencias o la necesidad de usar cada vez más toxi-nas o herbicidas. Debemos hacer una buena evalua-ción y selección para tomar y combinar lo mejor de lasalternativas que se ofrecen, conservando el ambientey la biodiversidad, a la vez que apoyando a nuestroscampesinos para que produzcan los alimentos que con-sumimos.Todo esto exige que los científicos de hoy asuman

su responsabilidad y no validen el uso de semillas trans-génicas bajo el argumento fácil de “no pasa nada”.Sabemos incluso que la transformación genética de loscloroplastos provoca “fuga” de los transgenes a travésdel polen. La gente, el pueblo, cree en Dios y la Vir-gen, pero fuera de eso difícilmente cree en algo oalguien más. La mula no era arisca…Estamos ante la posibilidad real de mejorar las con-

diciones de cultivo y manejo de las plantas de interésantropocéntrico; de practicar de modo efectivo alter-nativas como el modelo sustentable, la labranza míni-ma, el manejo integral de plagas, los policultivos, laecología de la restauración, la fitorremediación, la agri-cultura orgánica, el uso de composta y lombricomposta(composta fabricada con lombrices), etcétera. Y existey se está impulsando la transferencia de tecnología(biotecnología) Sur-Sur; es decir, entre países en desa-rrollo. La ciencia no es neutral; sin embargo, más alláde los discursos y promesas de que la biotecnologíaresolverá el problema del hambre y la contaminaciónmundial, es necesario que los científicos tomemos con-ciencia de que todos estamos en el mismo barco, y deque si se hunden los miserables, difícilmente se salva-ran los demás.Ojalá la utopía se haga realidad y encontremos un

mejor camino para la humanidad en su conjunto.

Juan Carlos Raya Pérez es biólogo por la Facultad de Estudios

Superiores Ixtacala de la Universidad Nacional Autónoma de Mé-

xico (UNAM), maestro en ciencias por el Centro de Botánica del

Colegio de Postgraduados, y doctor en biotecnología de plantas

por el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav)

del Instituto Politécnico Nacional, campus Guanajuato. Actualmen-

te es docente investigador en el Instituto Tecnológico Superior

de Uruapan. Ha trabajado en el Cinvestav-Irapuato, el Colegio de

Postgraduados y en el Instituto de Biotecnología y la Facultad

de Medicina de la UNAM.

[email protected]

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