Los objetivos de la revolución indígena de 1781 · el caso de Oruro

El reparto mercantil fue sin duda, el principal punto de partida de la rebelión, pero su abolición no era el único objetivo de los rebeldes. A tiempo que la revolución crecía, el objetivo contra la explotación se am­pliaba a toda clase de pensiones a las que los campesinos estaban someti­dos, y a la liquidación de las obliga­ciones impuestas. Dámaso Catari, uno de los líderes principales de la revolución de Chayanta, en su condi­ción de preso y sometido a interroga­torio , resumió así esta posición:

"Con la llegada de Túpac Amaru , esperaban redimirse de tasas, gabe­las, repartos, diezmos y primicias y vivir sin los cuidados que les aca­rrean estas contribuciones " (citado por Lewin 1945).

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Fernando Cajías

Respecto al tributo, no se dieron posiciones uniformes, inclusive cuan­do las fuerzas tupacamaristas toma­ron poblaciones, .suprimieron todo género de pensiones, menos éste ; en cambio, en Oruro , como veremos más adelante, la supresión del tributo fue objetivo central.

Los revolucionarios indígenas de 17 81 no solamente se plantearon la eliminación de las obligaciones a las que estaban sometidos.sino que algu­nos sectores radicalizados propusie­ron la necesidad de acabar con los propietarios de tierras y minas, y que tanto unas como otras pasaran a ser propiedad de las comunidades.

La apropiación de tierras de ha­cendados, como objetivo central, se dio sobre todo en aquellas regiones

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donde las tierras de comunidad co­lindaban con grandes haciendas que habían extendido poco a poco sus dominios y en las que , para cumplir con las recargadas obligaciones los campesinos vendían su fuerza de tra­bajo . Tal es el caso de Ayacucho, por ejemplo (Huertas 1976). Respecto a las aspiraciones de tierra, hay que distinguir, como lo hace Jan Sze­minsky (197 6 ), entre las pretensio­nes de los yanaconas y las de los co­muneros. Los yanaconas no tenían tierras, por lo tanto su objetivo era poseerlas ; las comunidades sí tenían tierras, lo que querían era aumentar­las. Por eso, en Oruro , por ejemplo, los yanaconas fueron mucho más radicales que los comuneros.

Dámaso Catari, el líder de Chayan­ta, afirmó en su confesión, que el objetivo principal era que los indios fuesen "hechos dueños de sus tierras y de los frutos que producen, con tranquilidad y sosiego" (Lewin 1945).

Con el desarrollo de los aconteci­mientos, en el sector de Chayanta se presentaron varios tumultos, directa­mente vinculados con la recupera­ción de tierras. Por ejemplo, el motín dirigido contra el hacendado Argote a quien, además de quitarle la hacien­da, lo mataron y despojaron de sus títulos de propiedad (Medinaceli, Muñoz y Cajias s/f) .

En base al objetivo principal, aca­bar con el sometimiento económico, y con mira~ a lograr su propósito , los revolucionarios identificaron enemi­gos inmediatos. Eran los intermedia­rios, los encargados de cobrar el re­parto y el tribu to. los que , en defini­tiva , eran responsables de hacer cum-

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plir todas las obligaciones; o sea: el corregidor y sus colaboradores más cercanos, es decir, caciques y gober­nadores. Recién después de la inten­sa lucha revolucionaria, el objetivo se amplíó en el sentido de liquidar todo el sistema político colonial, pero en todas las sublevaciones locales ante­riores y al comienzo del alzamiento general, el' objetivo político número uno era acabar con los corregidores y con las autoridades indígenas que colaboraban con ellos. Como bien afirma Jurgen Golte (1980), el corre­gidor era la piedra angular del nuevo sistema económico del reparto y por otra parte, la piedra fundamental que defendía los intereses fiscales de la Corona. Para ello, tenía un enorme poder conferido por ésta . Además, es importante recalcar que el corregidor no era un funcionario público. Su propósito central era la acumulación de riquezas. De tal manera que supo­lítica estaba orientada al mejor apro­vechamiento de sus cinco años de gobierno y como, para comprar el cargo, obtener mercaderías y trasla­darse de España, contraía muchas deudas, actuaba con desesperación y expoliaba a los indígenas brutal­mente.

De ahí que en muchas de las suble­vaciones previas a la general, el obje­tivo principal era la muerte del corre­gidor o agente. La sublevación de Túpac Amaru se inicia con el ajusti­ciamiento del corregidor de Tinta. El múximo líder indígena manifestó en más de una ocasión : "Mi deseo es que este género de jefes se suprima enteramente".

Lo mismo sucede en la subleva­ción dirigida por Tomás Catari en

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Chayanta. En un principio, su protes­ta formal se manifiesta en su viaje a Buenos Aires para lograr, por la vía legal, que el corregidor Alós fuera destituido. Al no lograr su propósito, se lanza en lucha frontal y violenta contra el opresor directo de su comu­nidad. Idéntica situación se da en Oruro.

Ese <;>dio al corregidor se extiende a sus colaboradores: el teniente de corregidor, su cajero, etc.; pero con mucha más violencia a los caciques y gobernadores indígenas que servían al sistema. Los caciques jugaron un doble papel en la rebelión: se ponían al lado del campesinado, como el propio Túpac Amaru, Tomás Catari y otros, o colaboraban con la repre­sión, como Mateo Pumacahua.

Los caciques eran un grupo econó­mico y social claramente diferencia­do de la masa indígena. Tenían po­der económico y se les reconocía grado de nobleza y, por tanto, goza­ban de ciertos privilegios, como exención del pago del tributo, libe­ración del trabajo de la mita, pero estaban marginados de todo cargo público del sistema colonial. Los que se movilizaron en pro de la revolu­ción fueron motivados por dos tipos de razones : económicas -pues de­bían responder con sus bienes cuan­do no podían cobrar el reparto o el tributo- y políticas: el nacionalis­mo inca, aspecto que analizaremos posteriormente.

En este punto, lo que se trata de destacar es que los sublevados te­nían también como objetivo cam­biar, si era preciso con la muerte, a sus autoridades indígenas abusivas. Esto se ve especialmente en la revo-

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lución de Chayanta, en la que se da muerte a todos los caciques que han cometido abusos contra la población, uno de estos casos fue el de Bias Baria Bernal. Nicolás Catari destitu­yó a todos los gobernadores ind íge­nas leales a la Corona y los sustituyó por indígenas comprometidos con la causa revolucionaria (Medinaceli, Muñoz y Cajias s/f).

Casi todos los movimientos subver­sivos exitosos empezaban con la muerte del corregidor. Así se cum­plía el primer objetivo político; las autoridades locales y provinciales co­loniales eran reemplazadas por auto­ridades indígenas. Sin embargo, los sublev.ados se dieron cuenta muy pronto de que, a pesar de tanta ma­tanza de corregidores, el sistema con­tinuaba con el mismo vigor. Por ese motivo, ampliaron paulatinamente su objetivo político, -con variaciones en cada caso- hacia un profundo antieuropeísmo, luego, contra todo lo blanco y, finalmente, en un en­frentamiento del campo contra la ciudad.

Túpac Amaru y todos los princi­pales jefes de la rebelión buscaron aliarse con los criollos para acabar con los europeos. Dámaso Catari declaró durante el interrogatorio:

"Le movía saber que su Rey Tú­pac Amaru venía a favorecerles, quien se había dignado escribir y despachar edictos al común de las provincias ofreciéndoles su ampa­ro, y el de tratarles con mucha sua­vidad, haciendo un cuerpo entre indios y españoles criollos, aca­bando a los europeos, a quienes encargaba degollasen sin distinción de personas, clase~ ni edades, por-

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que en todo debía mudarse · el ·go­bierno" (citado por Szeminsky 1976).

Julián Apaza Túpac Catari, entre sus exigencias para levantar el cerco de las ciudades de La Paz, planteó "que se les dejase salir a los europeos para sus tierras" (Szeminsky 1976). Pero donde más se manifestó el odio al europeo fue en los hechos mismos de la sublevación, ya que la mayoría de éstos, encontrados por los suble­vados en los caminos, por ser traji­nantes, en sus minas o en sus hacien­das, fueron muertos ; en muchos lu­gares, como Tapacarí, en Cochabam­ba, se cumplió aquello de no hacer distinción ni de clases ni de edades.

El criollo, salvo contadas excep­ciones, no se alió al indígena; esto fue causa y efecto para que los suble­vados dirigiesen también sus ataques contra los "españoles americanos". Así, en Oruro, al sentirse defrauda­dos y traicionados, los campesinos rebelados orientaron toda su ofensiva también contra los criollos. En varias provincias radicalizadas, aun en con­tra del mandato de los líderes de la rebelión, los sublevados, en sus ata­ques a poblaciones no hicieron dis­tinción entre criollo y europeo, lo que obviamente asustó inclusive a los criollos más progresistas y los puso a la defensiva.

En vista de que los ejércitos de la represión se nutrían con criollos y mestizos, con curas y caciques leales, el movimiento pasó de reformista a revolucipnario, de una alianza de cla­ses y naciones a una guerra revolucio­naria cuyos principales protagonistas fueron la clase campesina y la nación india.

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En este proceso de radicalización, el objetivo político principal pasó a ser un cambio total de gobierno y la liquidación de la estructura colonial, vale decir, la independencia. La línea moderada de Túpac Amaru fue so­brepasada. Pero el sentido de inde­pendencia indígena era diferente al de los criollos porque iba identifica­do con una revolución económica y social.

Si bien, como ya dijimos, no exis­tió un grado homogéneo de concien­cia, se tenía claridad respecto al cam­bio de gobierno. Coincidimos con John Rowe (1976) cuando afirma que existía "dentro de la comunidad de indios, un movimiento intelectual nacionalista, basado en la tradición inca que sirvió de estímulo para las rebeliones indígenas". La ideología para el cambio político era la del na­cionalismo inca. Sus principales pro­piciadores eran miembros de la no­bleza indígena. El nacionalismo inca marcó la diferencia fundamental entre rebeldes y los leales al rey.

A pesar de los tres siglos de colo­niaje, la tradición inca sobrevivía en la política, en instituciones económi­cas y sociales y en la cultura. Existía una nobleza inca que era la deposita­ria de esa tradición.

Al radicalizarse el proceso revolu­cionario y al empuñar armas contra el sistema, el objetivo político funda­mental era el cambio de régimen, la restauración del gobierno de los Incas ; pero eso no significaba implan­tar un modelo idéntico al existente antes de la conquista sino adecuado al sistema político español. Túpac Amaru fue coronado REY INCA, Túpac Catari, su Virrey; éste tenía

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"'-is oidores y otros funcionarios con cargos similares.

La línea radical de la revolución, al plantear que el gobierno estuviera en manos de dirigentes indígenas y que su caudillo fuera reconocido como Rey Inca, convertía al movi­miento en independentista.

Si bien, como ya mencionamos, en la etapa más radicalizada de la sublevación, la revolución compren­de exclusivamente a la nación india, es necesario recalcar que en muchos de sus dirigentes existió un profundo sentido de lo americano y a eso apuntaba su programa de alianzas sociales. El edicto de Túpac Amaru a la provincia de Chichas, del 23 de diciembre de 1980, es un claro ejem­plo al respecto.

"El amparo, protección y conser­vación de los espafíoles criollos, de los mestizos, zambos e indios, e su tranquilidad, por ser todos paisa­nos y compatriotas, como nacidos en nuestras tierras y de un mismo origen de los naturales, y de haber padecido todos igualmente dichas opresiones y tiranías de los euro­peos" ( citado por Fisher 197 6 ).

Tanto en los objetivos económicos como en los políticos, se distinguen dos líneas: una moderada y otra radi­cal. Túpac Amaru fue representante de la primera, lo que en lenguaje mo­derno se diría una línea reformista. Sin embargo, como ya se anotó, los mismos dirigentes moderados opta­ron luego por una línea independen­tista, americana; pero bajo la hege­monía inca.

El conocido Bando Real de Túpac Amaru II es el mejor ejemplo de la

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evolución del pensamiento del líder máximo de la revolución, quien al principio reconoció el gobierno de la Corona española :

"Don José I, por la gracia de Dios Inca, Rey del Perú, Santa Fe, Qui­to, Chile, Buenos Aires, y conti­nentes de los mares del sud, duque de la Superlativa, Señor de los Cé­sares y Amazonas con dominio en el gran Paitití, Comisario distribui­dor de la piedad divina por erario sin par, etc. Por cuanto es acordado en mi Con­sejo por Junta prolija por repeti­das ocasiones, ya secreta, ya públi­ca, que los Reyes de Castilla me han tenido usurpada la corona y dominio de mis gentes, cerca de tres siglos, pensionándome los vasallos con insoportables gabelas, tributos, piezas, lanzas, aduanas, alcabalas, estancos, cadastros, diez­mos, quintos, virreyes, audiencias, corregidores, y demás ministros, todos iguales en la tiranía, ven­diendo la justicia en almoneda con los escribanos de esta fe, a quien más puja y a quien más da, entran­do en esto los empleos ecclcsiásti­cos y seculares, sin temor de Dios; estropeando como a bestias a los naturales del reino; quitando la vida a todos los que no supieren robar, todo digno del más severo reparo. Por eso, y por los clamores que con generalidad han llegado al Cielo, en el nombre de Dios Todo­Poderoso, ordenamos y mandamos que ninguna de las personas di­chas, paque ni obedezca en cosa alguna a los ministros europeos intrusos, y sólo se deberá tener todo respeto al sacerdocio, pagán­doles el diezmo y la primicia. como que se da a Dios inmediata­mente, y el tributo y el quinto a

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su Rey y Señor natural, y esto-con moderación que se hara saber, con las demás leyes de observar y guar­dar. Y para el pronto remedio de todo lo suso-expresado, mando se retire y publique la jura hecha a mi Real Corona en todas las ciudades, villas y lugares de mis dominios, dándome parte con toda la verdad de los vasallos rrontos y fieles para el premio igua , y de los que se re­belaren, !?ara la pena que les com­pite remitiéndonos la jura hecha, con razón de cuanto nos con­duzca" . Finalmente, existió otro factor im­

portante, digno de tomarse en cuen­ta , en conjunto con los objetivos eco­nómicos y políticos : la revolución cultural. Esta, aunque parezca para­dójico, significaba también el rescate de la tradición cultural precolombi­na. Las investigaciones de Rowe (1976) demuestran el renacimiento del vestido y de la simbología indíge­na. Pero indudablemente la mejor muestra de ese renacimiento cultural indígena se da en el llamado arte mestizo o popular. En la arquitectu­ra, en la escultura y en la pintura, los artífices indígenas dejan la huella de su simbología y de sus valores, y tam­bién, hasta donde les era posible, su pintura de protesta.

Este renacer de la expresión cultu­ral indígena, de larga gestación en el siglo XVIII , tuvo obvia repercusión e influencia en la sublevación general. En muchos sectores, se obligó a to­dos los pobladores no indígenas a vestirse como indios. El caudillo pacct1o Túpac Catari imponía orgu­llosamente las costumbres y el idio­ma nativos. El peligro que vieron los españoles en este movimiento cultu-

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ral se reflejó en las acciones represi­vas contra esas manifestaciones y en que después de la derrota de los su­blevados se haya intentado acabar con los idiomas nativos, prohibir la expresión libre del barroco popular e imponer otras medidas similares.

Relacionado con la cultura está el problema religioso. Hasta hoy, no puede hablarse de una religión cris­tiana pura según se la entienda en occidente. La mezcla del cristianis­mo con los mitos, fiestas y costum­bres indígenas es indudable. El pro­blema religioso estuvo presente en la sublevación general, pero con mati­ces muy diversos.

Túpac Amaru y otros dirigenteo:: políticos de la rebelión plantearon claramente que no tenían ninguna intención de atacar a "nuestra sagra­da religión católica" ( l ). Pero en los hechos, los grupos más radicales atacaron a los representantes de la Iglesia, en especial a los que llamaban los malos curas.

El dirigente ayacuchano Pablo Challco manifestó en público que si la sublevación triunfaba ya no habría ni curas ni corregidores (Huertas, 1976). Túpac Catari planteó como exigencia para levantar el cerco a La Paz, "que se le entregasen los adua­nistas, oficiales y reales y hacendados y también los curas párrocos, que ha­bían de recibirlo en la ciudad bajo palio" (Szeminsky, 1976). Es decir, se identificaba a los curas con el gru­po dominante opresor; muchos fue­ron muertos y otros obligados a salir de sus pueblos. Pero esto no se dio de manera uniforme. Algunos curas apoyaron a la rebelión, otros se que­daron en sus pueblos, y una prueba

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de que el odio contra ellos no era tanto como el que había contra el corregidor es que luego sirvieron de intermediarios para la pacificación y la firma de las .capitulaciones.

En todo caso , el problema religio­so era mucho más profundo. En algu­nos sectores se dieron ataques fronta­les contra imágenes religiosas ; en Oruro, por ejemplo, contra la Virgen del Rosario . En otros lugares hubo una notable participación de hechice­ros y magos, acusados luego de idó­latras.

Pero, sin duda, el aspecto más in­teresante es la forma como algunos de los dirigentes indígenas utilizaron la religión católica para fortalecer su dirigencia y su programa. El mesia­nismo, particularmente de Túpac Ca­tari, fue un factor muy importante, vale decir que todo lo que hacían era por mandato divino, porque Dios los había destinado para dirigir a su Pue­blo hacia la liberación. En algunos casos se fue más allá, pues no se vio a Túpac Amaru como delegado de Dios, sino como Dios mismo. En la plaza de Livitaca, por ejemplo, los indios e indias lo saludaron diciendo: "Tú eres nuestro Dios y Señor y te pedimos no hayan sacerdotes que nos inoportunen". A quienes él res­pondió : " No puede ser así porque nadie los atenderá en el momento de la muerte" . Como bien anota Sze­minsky (1976) , este ejemplo muestra claramente las diferentes concepcio­nes entre los sublevados.

Como objetivo de la sublevación, se puede decir a modo de conclusión, estaba destruir todos los signos de opresión y entre ellos, obviamente, estaba la Iglesia. Pero los más impor-

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tantes propósitos estaban centrados en lo económico, en una transforma­ción profunda de las estructuras de explotación y, en lo político, en la independencia. Una América inde­pendiente, pero bajo la hegemonía indígena y bajo el gobierno del Inca.

Estos objetivos de la sublevación general, como ya anotamos, se pre­sentaron con variantes tanto en el espacio como en el tiempo. Así, en el caso específico de Oruro es posi­ble distinguir dos etapas y dos regio­nes.

La primera etapa es la que abarca desde el brote subversivo en Paria hasta la ruptura de la alianza con los criollos. La segunda, mucho más radical , es la que se caracteriza por el enfrentamiento de los campesinos indígenas con los defensores mesti­zos y criollos de la Villa de Oruro, conflicto que concluye con la victo­ria de estos últimos.

El punto de partida de la subleva­ción en las provincias de Paria y Carangas fue , como en otras, la lucha contra el reparto. El corregidor de Paria, Manuel de la Bodega, fue muerto precisamente cuando intenta­ba cobrar las deudas de su tercer re­parto de mercaderías ; días antes. los indígenas habían pedido una rebaj a. El objetivo inmediato de la subleva­ción fue eliminar el reparto y al co­rregidor. Su cabeza cortada fue pa­seada con orgullo y alegría. Pero tam­bién, ya desde ese momento la suble­vación tenía el claro objetivo políti­co de establecer el gobierno de Túpac Amani , su Rey Inca (2) . A pesar de la violencia de los acontecimientos, se impuso la línea conciliadora del cacique Lope Chungara, quien orde-

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nó la libertad de los acompañantes del corregidor además de intentar una explicación lícita de lo sucedido a la Audiencia, acción legal que fra­casaría totalmente. El cacique Chun­gara no pudo evitar que la subleva­ción cundiera a los pueblos aledaños con un claro sentimiento antieuro­peo ; si en ese momento no se dio una matanza fue porque el criollo Juan Je Dios Rodríguez fue nombrado nuevo corregidor.

En Carangas y en general en todo el norte y oeste de Oruro, la subleva­ción fue mucho más radical desde un principio. La acción de Corque (26 de enero de 17 81) empezó contra el reparto y también se coronó con la muerte del corregidor; pero allí mu­rieron además todos los acompañan­tes, y el cura, a diferencia de Challa­pata, no interpuso sus buenos oficios pues prefirió escapar.

En el pueblo de Paria, el cura Arcos tuvo que salir huyendo, no sin antes sufrir humillaciones y vejacio­nes. De la misma manera, muchos otros curas se refugiaron en Oruro, temiendo por sus vidas ; pero algunos se quedaron en sus pueblos y no por casualidad: eran criollos. lncl usive en el radical pueblo de Paria, los indíge­nas acqitaron a un nuevo cura, el criollo Beltrán, acusado luego de cómplice de la sublevación .

Varios caciques, gobernadores indígenas y cobradores de tribu tos también llegaron a la Villa, temero­sos de perder la vida; tales fueron los casos de Melchor Challapa, de Challa­collo, y de Vicente Ferrer, de Cor­que. No se equivocaron al huir por­que las convocatorias de los ind íge­nas de esas zonas pedían dar con el

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paradero de estos intermediarios de la explotación.

Esa pugna contra los caciques ex­plotadores se manifiesta con claridad en los pueblos directamente depen­dientes del corregimiento de Oruro, donde, además de buscar dar muerte al corregidor, los campesinos tenían como objetivo inmediato eliminar al cacique Manuel Campoverde. El primero logró escapar; el segundo fue muerto por los rebeldes.

En suma, esta primera fase de la sublevación tiene como objetivos centrales acabar con los abusos del reparto, dar muerte a los corregido­res y a los caciques que colaboraban con ellos y desterrar a los malos cu­ras. En algunos casos, este vacío de poder fue sustituido por los entonces aliados criollos, pero dentro de la mi­ra de un nuevo gobierno encabezado por el Rey Inca.

A estos objetivos centrales hay que añadir el antieuropeísmo, piedra an­gular que permitió la alianza social con los criollos; éste era un objetivo compartido por ambos tipos de su­blevación : la de los criollos y la de los indígenas. El antieuropeísmo se manifestó violentamente en lo que podríamos llamar una guerra a muerte.

En Challacollo fue muerto un maestro de primeras letras; en el camino a Challapata, un comercian­te ; pero la matanza más grande se dio en la misma ciudad de Oruro. El 10 de febrero, una poblada dio muerte a una decena de comerciantes euro­peos. Al día siguiente, llegaron los indios bajo la consigna de "defender a sus hermanos criollos" y así dieron

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muerte a cuanto europeo encontra­ron.

En ese primer momento de la alianza criollo-indígena, el movimien­to tenía un profundo sentido ameri­cano. El hecho más elocuente y de­mostrativo se dio cuando los indios apresaban un blanco y preguntaban al corregidor Rodríguez si era euro­peo o americano, para en consecuen­cia matarlo o no; así se salvaron dos europeos porque, compadecido Ro­dríguez, afirmó de uno que era de Moquegua y, del otro, que era chile­no. Pero, pese a ello, surgió la rup­tura de esa alianza; una de las causas principales para que esto se diera fue la lucha por la hegemonía. Los cam­pesinos indígenas, mayores en núme­ro, impusieron su supremacía y por tanto los criollos, muy efímeramen­te, aceptaron las exigencias y los símbolos de la revolución indígena.

Esos días de febrero, los revolucio­narios indígenas mostraron ante los habitantes de Oruro hasta qué punto su rebelión significaba también una profunda revolución cultural. Todos, mujeres y hombres, a excepción de los curas, tuvieron que vestirse como lo hacían los indios; el corregidor criollo Jacinto Rodríguez se vistió con una chaqueta negra de terciope­lo, que decían ser igual a la que usa­ba Túpac Amaru. Inclusive se llegó a organizar un desfile haciendo gala de la nueva indumentaria y dando vivas al Rey Túpac Amaru.

Pero éste no fue el único punto de fricción. De mayor repercusión fue la distinta manera de concebir los obje­tivos económico-sociales. Respecto al reparto, no existió mayor discusión; pero sí en cuanto al tributo.

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Los sublevados exigieron la devo­lución total del tributo que habían pagado la navidad de 1780. El corre­gidor Rodríguez les manifestó que ese monto se guardaba para la llega­da de Túpac Amaru; sin embargo , los más exaltados asaltaron las Cajas Reales, sin éxito, pero en el interior murió el más destacado caudillo crio­llo de las jornadas del 1 O de febrero: Sebastián Pagador, a manos de sus aliados. Sólo cuando Rodríguez devol­vió parte del tributo, algunas comu­nidades abandonaron la Villa y retor­naron a sus terruños. Muchos otros indígenas se quedaron esperando ma­yor beneficio por su lucha. Asaltaron tiendas criollas, precipitando así la ruptura violenta, su derrota y expul­sión.

En esta expulsión participaron Lope Chungara y los principales de Challapata, representantes de una línea moderada y fervientes creyen­tes, al igual que Túpac Amaru, en que el éxito de la sublevación depen­día de una alianza con los criollos. Pero además contribuía a esa línea el hecho de que su principal objetivo económico-social había sido satis­fecho: la apropiación de las tierras de haciendas circunvecinas a las tie­rras de su comunidad. Los presbíte­ros Echevarría y Araníbar, el euro­peo Soto y otros, entre los que se contaba el propio cabecilla criollo Juan de Dios Rodríguez, transfirie­ron sus títulos de propiedad a las comunidades indígenas.

La lucha por la tierra es un punto en el cual los sublevados mostraron grandes divergencias, resultado de sus diferencias económicas y sociales. Los comuneros querían extender sus

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tierras ; los y anaco nas buscaban sirn­plcmen te tenerlas. Por eso, estos últi­mos fueron mucho más radicales y rompieron con mayor prontitud con los criollos, pues precisamente las tierras (]lle ambicionaban estaban, en ~an proporción , en manos de hacen­dados criollos. Por ej emplo. los últi­mos sublevados en rendirse fueron los de la hacienda de Sillota . propie­dad de don Jacinto Rodrígu ez.

La ruptura entre criollo e ind íge­nas fue violenta y la revolución se radicalizó. Fl primer efecto de ello fu e la muert e del caci(]ue Lope Chun­gara a manos de los indios del ayllu Ancacato . perteneciente a su propia comunidad. Unos afirmaron C]Ue la causa ele tal acción fu e que no estu­vieron de acu erdo en salir de la Villa ; otros lo acusaron de ser cóm!ilice de los criollos ; y hubo quienes Je impu­taron no haber repartido el dinero (]tte, supuesta:nent e. le había dado Rodríguez para los indios C] Ue esta­ban concentrados en Poopó ; pero la mayoría afirrnaron (]ll e su muerte se debió a qu e quiso restablecer el tri­buto y eso iba en contra de los man­datos de Túpac Amaru (3).

La persecu ció n iracunda que se daba en las provincias a los peninsu­lares se amplió pronto a mestizos y crio ll os. En Poopó . por cj e111nlo. an­tes de la ruptura. se dio muerte só lo al europeo Vicente García ; después de ella mataron a criollos y mestizos. entre éstos a un tío de Jacinto Rodrí­guez. Pese a tocia esa radicalización, los curas fueron respetados, el de Poopó fu e expulsado y otros fueron tornados prisio neros.

La ruptura entre indígenas y crio­llos era un hecho. Pero el ataque a la

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villa de Oruro y el consiguiente en­frentamiento armado no se dieron de inmediato. La primera invasión ocu­rrió recién el 9 de marzo, casi un mes después, y los bloqueos de caminos como los ataques directos duraron hasta el mes de abril.

A pesar de la ruptura, los revolu­cionarios indígenas no presentaron un bloque homogéneo . Se pueden distinguir principalmente dos secto­res. El del norte, entre los que desta­caban los indios de Challacollo y de Silleta (de los más pobres de la re­gión). radical en sus acciones, inme­diatista, absolutamente antiurbano; sin embargo , menos claro en sus ob­jetivos estratégicos. El sector del sur, encabez.ado por la comunidad de Challapata , presentó una línea más moderada en su táctica, pero mucho müs consciente de sus objetivos estra­t égicos. 1 :asta último momento , los del sur trataron de mantener una alianza con los criollos ; al tener con­ciencia de la magnitud de su pelea , actuaban con mayor responsabilidad.

La fuente histórica utilizada para esta parte son las declaraciones de los prisioneros indígenas que tomaron las r.lilicias de la Villa después de cada uno de los intentos ele invasión. Por ello , además de tomar en cuenta las diferencias de concepciones en cuanto a los objetivos, es necesario se;1alar la li:nitación que tiene la declaración de un nrisionero .

La primera invasión tuvo lugar el 9 de marzo de 1781 y fue precipitada por comunidades y doctrinas del nor­te. sin esperar la llegada del ejército del sur. Perdieron, y de las declara­ciones Je los prisioneros de ese día se desprende que la mayoría confundía

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los objetivos finales con los inmedia­tos; todos coinciden en afirmar que querían acabar con la Villa como objetivo esencial.

Tadeo Balcazar, mestizo, menor de edad, declaró que, estando él en La Joya, los indios de Sillota, del vado del río Burguillos Llanquera, Chocoña y Ribera, convocaron a una reunión de todos ellos, que empezó el domingo 4 y terminó el martes 6 de marzo y en la cual se discutió la posibilidad de acabar con la Villa:

"se consultó sobre que convenía invadir la Villa y aniquilarla por­que tenían sus vecinos enemiga con ella, otros que les parecía, que no podía sino lo contrario y que antes estarían a favor, y muchos que tenían noticia que su merced el justicia mayor había contraído varios zurrones de plata para remi­tirlos a la ciudad de La Plata y Cochabamba para que de una y otra parte vinieran soldados contra ellos y que debía determinarse primero el asalto a casa de Dn. J a­cinto y luego a la de Juan de Dios ... MATARLOS . . . y en parcia­les de diez en diez incendiar toda la Villa y que según fuesen salien­do sus moradores con motivo del incendio , acabarlos".

Esta última resolución fue la que eligieron para su ejecución ( 4 ).

La familia del cura Berna!. cape­llán de Paria, confirmó también Jo anterior; al padre se le acercaron los indios y le dijeron: "Estos tus hijos han tomado la Resolución de entrar mañana a la Villa de Oruro con el fin de reducirla a cenizas".

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En cambio, Lorenza Bárbara, na­tural de la doctrina de San Juan ( doc­trina de Paria-jurisdicción de la Villa) y mujer legítima de Agustín Nicolás, alcalde nombrado por el justicia ma­yor, declaró que los indios le dijeron: "que porque habían cojido el nom­brar.1iento cuando ya no se obedecen a corregidores, alcaldes, ni menos a los curas ; hasta la llegada de dicho tupamaro que por pascua arribaría a estos lugares".

O sea, que ya en los indios de la primera invasión se distingue clara­mente un objetivo inmediato que era la destrucción de la Villa y dar muer­te a sus moradores por la traición cometida y porque esto coadyuvaría a su objetivo principal que era el des­conocimiento de toda autoridad civil y religiosa hasta la llegada de su úni­ca autoridad: Tupaamaro .

El 18 de marzo de 1781 se dio una nueva invasión efectuada por los in­dios de la doctrina de Paria, confede­rados con muchos otros de comuni­dades del norte. Cercaron la Villa, hostilizando desde los cerros, sin de­jar entrar víveres, hasta que el cerco fue roto por las milicias de la Villa y muchos indios fueron tomados pri­sioneros, a quienes Jacinto Rodrí­guez, como Justicia Mayor, les abrió proceso.

Nuevamente los prisioneros insis­tieron en el objetivo inmediato de "arruinar la villa", "guerrear contra los moradores de la villa y desolarla" , "aniquilar la villa y llevarse sus des­pojos": vengarse de los criollos ·y, sobre todo, de los hermanos Rodrí­guez (5).

Un ejemplo elocuente es la decla­ración de Casirniro Ramos, mulato

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ladino, natural de Salta, que trabaja­ba desde hacía tiempo con los indios de Sillota. y que al venir con ellos a atacar la Villa les oyó decir que te-

· nían como objeto "matar a los crio­llos, exterminar la Villa, que entrar a la Villa les servirá de almuerzo, y que les serviría de comida de hacer lo mismo con Potosí, de merienda Chu­quisaca y que rematarían cenando con Cochabamba" (6) . Acabar con los criollos y con las ciudades era la línea del norte, línea claramente campesina e indígena.

Pero , además, algunos de los pri­sioneros se manifestaron también en contra de los sacerdotes, incluyéndo­los en las listas de sus posibles vícti­mas. Así, por ejemplo, Micaela Orco­oma, prisionera, de 40 años, natural de Toledo, que vino a Oruro con los invasores "como cocinera y a lanzar piedras" declaró que el objetivo de la sublevación era:

"quitar las cabezas de Su Merced, el sefior Justicia Mayor y de sus hermanos y a los señores sacerdo­tes rasparles las Coronas y mandar las cabezas al cacique rebelado Tupac Amaru que así se sosega­rían y no tendrían enemigos que levantasen armas contra ellos" (7).

Los indios yanaconas de Sillota tenían como objetivo terminar con todos los habitantes de la ciudad, exceptuando a los que fueran aborí­genes, a quienes en todo caso se de­bía castigar. No sólo se manifestaron contra los curas, sino también contra imágenes, como la de la Virgen del Rosario de Santo Domingo, segura­mente porque estaba identificada con cofradías de la clase dominante .

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Eusebio Padilla, minero, natural de Oruro, de 25 años, declaró que estando en el mineral de La Joya Uurisdicción de la Villa) halló que dos indios capitanes convocaban gente a pedido de los indios de Sillo­ta con el objeto de:

"atacar la villa, matar al Justicia Mayor y sus hermanos, cortarle la cabeza a la imagen de Nuestra Señora del Rosario (Santo Domin­go), matar a españoles, mestizos, negros, a todos, a excepción de los indios tributarios que los habían de tener amarrados mientras dura­se la batalla y que, acabada ésta, dándoles 50 azotes, incorporarlos a sus pueblos .. . Oruro de almuer­zo y quitar de medio a los Rodrí­guez y a la Bruja de Nuestra Seño­ra del Rosario. Preparar la situa­ción para cuando llegase el cacique Túpac Amaru" (8) .

En definitiva, la destrucción de la Villa era un objetivo inmediato que tenía también la finalidad de prepa­rar el terreno hasta la llegada de Tú­pac Aman1. En la región de Oruro el objetivo político era mucho más cla­ro que en la propia capital de la rebe­lión.

Ni en la invasión del 9 de marzo ni en la del 18 del mismo mes intervi­nieron las comunidades del sur. San­tos Mamani, el líder de Challapata, llegó a las cercanías de Oruro cuando ya se había realizado la primera inva­sión y la consiguiente matanza. In­dignado por la que juzgó traición de los criollos, escribió una violenta car­ta a Jacinto Rodríguez, manifestán­dole su dolor por el rompimiento, pero a la vez intimándole rendición. Pero la respuesta de don Jacinto lo

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convenció y Santos Mamani partió a Arque, para colaborar con los suble­vados de esa región. Cuando volvió, nuevamente se encontró con los re­sultados desastrosos de la segunda invasión. Por ello, decidió realizar su propio ataque a la Villa. Los objeti­vos de e¡itonces, como los que tenían desde el principio de la sublevación, eran mucho más profundos que los manifestados por los del norte, aun­que su táctica era más moderada.

Santos Mamani, líder de Challapa­ta y de la sublevación, con respecto a los objetivos de la misma, una vez dada la ruptura, se expresaba así:

"Si no sabía (se dirige a su interlo­cutor) que era llegado el tiempo en que habían de ser aliviados los indios y aniquilados los españoles y criollos a quienes llaman caras . .. porque ellos sin pensiones ni mayor trabajo eran dueños de lo que ellos trabajaban bajo del yugo y apensionados con muchísimos cargos y aquellos lograban de las comodidades y los indios estaban toda la vida oprimidos, aporreados y constituidos en total desdicha" (9).

A principios de abril se dio el ter­cer intento de tomar la Villa, esta vez dirigido por los comuneros de Challa­pata. Fracasaron y fueron tomados prisioneros sus principales líderes, quienes manifestaron como sus obje­tivos primordiales, los económico so­ciales : la supresión, pensiones, repar­tos y tributos ; la apropiación de las tierras, las minas y los ingenios. Para que todo ello pudiera darse era nece­sario el desconocimiento de toda autoridad civil y religiosa, la destruc-

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dón de la Villa y la implantación del gobierno de Túpac Amaru, como única garantía de que el cambio eco­nómico se llevara a cabo.

Francisco Mendoza, natural de Challapata, Ayllo llave, de 38 años. declaró que los objetivos de los suble­vados eran:

"Desahogarse de las continuas pensiones de tributos, repartos, y otros muchos que recaen sobre los miserables indios". Añadía quepa­ra esto, era necesario aniquilar la Villa y sus moradores (10).

Mateo Alejandro , de 60 años, na­tural de Las Peñas, se sumó a la inva­sión incitado por el indio Ventura Arroyo, que le aseguró que la Villa ya estaba tomada, "que se librarían de las pensiones, de repartos y tribu­tos con que los tenían muy oprimi­dos los corregidores, que lo mismo se hacía en La Paz hasta la llegada de Túpac Amaru" (11 ).

Francisco Xavier Condori, de 62 años, alcalde del ayllo Sullca del re­partimiento de Challapata, pregunta­do sobre cuál había sido el motivo para que los indios atacaran la Villa, respondió:

"Nos movió el deseo de saquear la Villa para aliviar nuestras necesi­dades .. . Esto fu e lo que en mu­cha parte alentó la gente a la em­presa ... y también la esperanza de ver arruinada esta Real Caja y sus Ministros, ya no se trataría de la cobranza de los Reales Tributos ni otros Derechos Reales hasta la llegada de Túpac Amaru" ( 12). Otro de los objetivos fundamenta-

les, muy enraizado, sobre todo en los

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comuneros de Challapata, fue el de apropiarse de las haciendas circunve­cinas. Francisco Barco, uno de los principales tumultuantes de las tro­pas de Poopó, declaró que el objeto de la sublevación era "tener la pro­piedad total de las haciendas". Casi todos los prisioneros de Challapata atestiguaron lo mismo. Nicolás Col­que, por ejemplo, del ayllo Tacagua, de 40 .años, sostuvo respecto a los objetivos de la revolución:

"Toda la gente decía que se iban a resistir a pagar tributos y repartos hasta que reinase Tupac Amaro bajo cuyo gobierno quedarían exentos de pagar tales pensiones. Eso mismo llevó a los indios de Ancacato a matar al cacique Chun­gara. El (Colque) creía en ello y aunque se resistió a concurrir a la invasión en la quebrada de Arque, a la de la Villa le fue inexcusable su venida tanto porque no se le notase su total omisión cuanto porque tenía esperanza que que de resultas de ella había de quedar menos apensionado y tal vez mejo­rada su fortuna ... y aumentar sus tierras ya que habían conseguido las tierras que fueron de su caci­que Ambrosio Condori y las de Guancani, infiriendo el mayor pro­vecho de su comunidad" (13 ).

Varios prisioneros plantearon tam­bién como uno de los objetivos la apropiación de minas e ingenios. An­tonio Herrera, por ejemplo, natural de la doctrina de Sora Sora, viajero, de 51 años de edad, opinó que el ob­jeto de la rebelión era "acabar con los vecinos de esta Villa para que las minas e ingenios corriesen a cuenta del COMUN y las demas haciendas se

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compartiesen". Patricio Figueroa, mestizo, beneficiador residente en Poopó, se unió a los sublevados por temor ante las incitaciones del hila- . cata, según su declaración. El consi­deraba que el objetivo de los suble­vados era que después de destruir la Villa "habían de quedar para el Co­mún los Ingenios y Minas y había que seguir el trabajo de su cuenta, con la plata y azogues de la Caja Real". Pedro Miranda, criollo, resi­dente en Sora Sora, acusado de ha­ber servido de amanuense a los suble­vados, opinó que "por todas preven­ciones, pudo darse cuenta de que el objetivo de los indios era arruinar la villa y que el Común de los indios quedase absoluto en el dominio de toda la hacienda y labores de mina". Es interesante observar que este obje­tivo era planteado por comuneros que vivían en zonas mineras como Poopó y Sora Sora.

Como ya se vio, los objetivos que buscaban una profunda transforma­ción económica y social estaban liga­dos a un radical cambio político: la instalación del gobierno de Túpac Amaru. Esto era un requisito indis­pensable para lograr la revolución social. La mayoría de los sublevados relacionó el propósito de la instala­ción del gobierno de Túpac Amaru con la reivindicación económica; pe­ro otros plantearon como motivo central el establecimiento del nuevo gobierno .

Ventura Valencia, originario del ayllo llave, en Challapata, afirmó que fue presionado "para venir adargue­rra a la villa" por los alcaldes de la parcialidad que apercibieron a todos los indios que se aprontasen preví-

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niéndoles ser orden de TUP AAMARO que actualmente se halla guerreando en la ciudad de Cuzco y que era pre­ciso ayudarle por lo que se resolvió el declarante venir a esta villa . . . ". Los jueces volvieron a preguntarle si realmente creía que la orden era de Tupaamaro. Valencia respondió que sí y que "en esa virtud había venido, con la resolución que lleva expuesta, por estar entre ellos muy valida la voz de que aquél se había de coronar y regir estos dominios".

Diego Mamani, un anciano de 60 años, natural de Challacollo, del ayllo llave, declaró que los indios de Paria, Ichoca y Sillota lo condujeron para que ayudase en las invasiones, ,1frcciéndole parte de la distribución .!e los despojos y mejorar la situación , 1 d Común, y aunque por sus años r,' nsó no mezclarse, vio que todavía se conservaba robusto y se adhirió a la empresa. En· cuanto al objetivo po­lítico, atestiguó, un tanto contradic­toriamente : "No pensé cosa alguna contra el Rey y contra esta Repúbli­ca; pensé, como todos los indios lo decían públicamente, que destruida la Caja Real de esta Villa y quitada su población, ya no habría tributos ni pensiones y por cumplir las órde­nes del que decían los indios ser su Monarca y que guerreaba en el Cuzco".

Luego del frustrado último inten­to de tomar la Villa de Oruro, las comunidades capitularon paulatina­mente ; para que su rendición fuera aceptada, entregaron a los cabecillas; así cayeron los principales de Challa­collo. Mateo Guaca, el ladino más importante que sabía leer y escribir (una excepción entre los prisioneros),

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simplemente reconoció ser autor de convocatorias y seguidor de Challa­pata, pero no dijo nada sobre los ob­jetivos. En cambio, otros prisioneros de Challacollo manifestaron al res­pecto:

José Chinchi, natural del ayllo Ta­raco (Challacollo ), declaró que la razón que lo llevó a sumarse a la su­blevación era:

"Las noticias que corrían que TUP AAMARO iba ir a esas partes y los naturales quedarían libres de las pensiones que cargaban y que para su efecto se matase a todos los españoles . . . Su ánimo fu e morir o vencer que así lo preve­nían las órdenes de Challa pata".

Ascensio Taquichiro , natural del ayllo Cupi (Challacollo), de más de 30 afios, afirmó, respecto a los obje­tivos, que consistían en:

"entrar a incendiar la Villa y ma­tar a los moradores sin dejar algu­no que no fuese indio que a éstos sólo mandaba reservar el Común para lograr los fines de la libertad y absoluto dominio". Buscaban, además, "vengar los agravios que los vecinos habían inferido a los de Paria".

Diego Aguacho, natural del ayllo Taraco (Challacollo ), de cerca de 50 años, nombrado capitán de indios por el gobernador Mateo Guaca , coincidió con las anteriores declara­ciones : "aliviarse con las haciendas despojadas y vivir con más sosiego".

Los indios de Lequepalca entrega­ron igualmente a los cabecillas de di­cha estancia de la rloctrina de Paria a

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tiempo de su rendición, el 18 de abril. Uno de ellos, Andrés Colque, mani­festó , en cuanto a los objetivos de la sublevación, que en el primer moví­

. miento, el l O de febrero , el designio era uno solo: "Matar a los europeos". Pero en las invasiones posteriores el objetivo era:

"Quitar la vida a todos los mora­dores de la villa por orden del ca­pitán Ascensio Mamani porque los de esta Villa habían levantado ar­mas contra ellos y era justo se acabase con ellos y principalmente a Su Merced (Jacinto Rodríguez)" (14).

En mayo de 178 l fueron entrega­dos otros cabecillas de la sublevación, pertenecientes a diferentes lugares, incluidos SANTOS MAMANI, de Challapata , y CRISPIN MAMANI, de Sillota. Con las declaraciones de to­dos ellos, se confirman los objetivos económicos y políticos de los suble­vados .

Los siguientes, principales de la es­tancia de Cullcupampa, propiedad de Clemente Menacho, manifestaron al respecto:

Francisco Churqui : arruinar la Vi­lla , acabar con sus habitantes, esperar a TUPAC AMARU con la esperanza de que éste como Rey , los liberaría de las pensiones.

Alejo Mendoza : acabar con la Vi­lla, con sus moradores, tomar sus caudales, que era orden de TUPAC AMARU a quien esperaban por ho­ras ; "en las juntas de indios no se tra­taba más que de él a quien suponían REY".

Cruz Fabián : acabar con los mora­dores, tomar los caudales, que los de

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Mohoza e Ichoca le habían manifes­tado que tal era la orden de TUPAC AMAR U.

Andrés Cuchillo: "El ánimo o re­volución que traían era quitar la vida a los moradores".

Por tanto, coinciden los cuatro en que sus objetivos eran acabar con la Villa, con sus moradores, tomar los caudales, porque tal era la orden de TUP AC A.i\1ARU a quien esperaban como Rey y que los liberaría de las pensiones y cargas a que estaban so-

. metidos. Nicolás López, capitán, de la es­

tancia de Iroma, doctrina de Paria, presentado como cabecilla por los naturales de Lequepalca, al ser pre­guntado por los objetivos, destacó la relación con TUPAC AMARU "y que iba a venir y dominar todo, apropiarse de las haciendas para el COMUN" .

Los dos cabecillas de Corque, entregados también en mayo, fueron muy claros en delinear los objetivos políticos, económicos y sociales.

Agustín Choque, natural del ayllo Urabe de Corque : con el reinado de TUPAC AMARU quedarían libres de las pensiones y serían dueños de las haciendas que poseían los españoles.

Tomas Calle, natural del mismo ayllo : destruir la Villa, apropiarse de los caudales y esperar "a su Rey TUPAC AMARU con cuya venida se prometían ser sefiores de todas las Haciendas que poseían los españoles y que ya era el tiempo en que se acababa el gobierno de España".

Melchor Cuysara, natural del ayllo Andamarca de Challapata y entrega­do junto a SANTOS MAMANI como cabecilla, declaró brevemente que los

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objetivos de la revolución eran arrui­nar la Villa, apoderarse de las ri­quezas, esperar a su Rey TUP AC AMAR U.

Pedro Choque, natural del tambo y estancia de Peñas, provincia de Pa­ria, entregado también como cabeci­lla, dio una amplia explicación sobre las causas y objetivos de la revo­lución.

"El origen y causa de este alza­miento fue porque esperaban al cacique TUPAAMARO que lo te­nían por su REY y se libertarían de la carga de tributos, y que todas las haciendas de los españo­les quedarían repartidas por los indios como repetidas veces lo re­solvían en las consultas que ha-cían ... ". " ... Apropiarse de los caudales y haciendas de los españoles. EL PRINCIPAL PROYECTO de dicho alzamiento fue libertar las provin­cias del gobierno tirano de corregi­dores, caciques y alcaldes y que este solo co"iese por un indio capitán !{Ue nombrase la comuni­dad . .. • (15).

Lucas Flores. natural d'e la hacien­da de Querarani, provincia de Sica Sica. expresó que los objetivos cen­trales eran apoderarse de todos los caudales por orden de TUP AC AMA­R U y que así quedarían libres de pagar los tributos.

Manuel Cruz, de la misma hacien­da, confirmó esa versión, pero aña­diendo objetivos políticos: acabar con la Villa y sus moradores. seguir órdenes de TUPAC AMARU, c¡ue de ese modo se librarían de pagar tri­bu tos y "de la tiranía de los corregi­dores y caciques".

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Manuel Cama, del tambo de la venta de en Medio, asistió a la inva­sión del 2 de abril con el ánimo de destrnir la Villa; arriero de ocupa­ción, no veía otro objetivo que ése.

Lucas Guaigua, del mismo tambo, también había venido con las tropas rebeldes en la última ofensiva con el "intento de destruir y anic¡uilar esta Villa"; pero, porque era acuerdo co­mún "para posesionarse de todas las Haciendas y bienes de los vecinos (empresa que creyó no haber dificul­tad como lo aseguraban muchos). sin reservar el Tesoro Real, porque éste se había de convertir en Beneficio de todos los Naturales y después habían de quedar libres, si no de todo, de la mayor parte <le los Tributos y de to­das las demüs pensiones. Con la pro­pagación de esta noticia, los indios venían como llovidos de su provin­cia".

Mateo Santos, del anexo de Guan­carama. doctrina de Challacollo, par­tici;)ó. como muchos. en la segunda invasión a la Villa: ''el fin con c¡ue fueron venidos a esta Villa era ele acabar con tocios los moradores y hacerse sei'lores de ella, según la or­den de su Rey TUPAAMARO, que éste mandaba se c¡uiten la vida de to­dos los Criollos Españoles y sus ha­ciendas entrasen en poder Je los Indios. y que en adelante no habría en el Reyno cosa qu e no fuese de ellos: que así también tenían manda­do su virrey (TUPAC CATARI) que ya estaba en los altos de La Paz" .

Ramón Colc¡ue, de la doctrina de Paria , mató al due rio de la estancia de Calapata. ;rcción que llevó a cabo con los demás indios "con el fin de quedarse con las tierras, y que su

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capitán, Lorenzo Mamani, ya difun­to, les impuso que todas las hacien­das quedarían para los Indios, qui­tando las vidas a sus dueños, que así tenía mandado su Rey TUP AAMA­RO .. . y el espíritu y la esperanza con que emprendieron asaltar la Villa fue el quedarse con ella devo­rando a sus moradores y esperar con todos sus caudales a su Rey, el re­belde TUPAAMARO".

Vicente Quispe, de Poopó, consi­deraba que el ataque a la Villa se de­bía a que querían "destruirla entera­mente y, posesionados de ella, como de sus caudales, esperar a su Rey, el rebelde TUPAAMARO".

CRISPIN MAMANI, caudillo má­ximo de Sillota y en general de la su­blevación, fue muy breve en su con­fesión. Cuando fue preguntado sobre el fin que buscaba con las invasiones de la Villa, respondió: "Que la inten­ción que traían era destruir entera­mente todo el vecindario y aprove­charse de todos los despojos y ha­ciendas de los Españoles, que se ha­bían de aplicar a el común de los indios, y éstos quedar sujetos a la obediencia del cacique TUP AAMA­RO que habían de reconocer y jurar por su Rey". Agregó que, por edictos. del cacique que se difundieron en Sillota, La Joya y otros lugares, sa­bían que sólo pagarían un tercio de tributos : el de San Juan. Con la espe­ranza de que todo ello se cumpliera, todos los de su estancia habían parti­cipado en la sublevación.

Santos Mamani, el máximo líJer de la región, declaró el 25 de mayo de 1781. Afirmó que, al inicio de la sublevación se tenía como objetivo que no se pagasen los repartos. Según

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el caudillo, la .gente que preparó la tercera invasión a la Villa tenía como meta:

"cargar con toda la Hacienda Real que existía en estas Cajas y con las de los vecinos, pues habían confe­rido quedar absolutos señores de cuanto había aplicando el Común Minas Ingenios y cuanto estaba a la vista . . . "

Cuando se le preguntó el por qué de la muerte del cacique Lope Chun­gara, respondió que le dieron muerte "porque quiso entablar la paga de los tributos". Otro detalle interesante que anotó SANTOS MAMANI en torno a los objetivos es que, estando en campaña entre Arque y Colcha,

"le buscaron el teniente de cura y dos religiosos sacerdotes a hacerle cargo de que por sedición suya había resistido la gente de allí (In­genio Pacopampa) a confesarse y aun a oír el Santo sacrificio de la misa, y por dar satisfacción en contrario se demoró".

En conclusión, puede afinnarse que la sublevación en Oruro tuvo co­mo objetivos alcanzar cambios pro­fundos en lo político, económico y social; establecer el gobierno de TUPAAMARO ; suprimir las pensio­nes a las que estaban sometidos y apropiarse, para el común, de hacien­das, minas e ingenios ; y arrasar con la Villa y sus pobladores.

Los criollos orureños, aliados de los rebeldes por muy breve tiempo, luego de la ruptura y de su victoria, resumían así los objetivos de los indígenas:

"apóstatas de la fe católica, han

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vertido escandalosas proposiciones contra ella".

"Se han rebelado contra el sobe­rano".

"Han querido sacudir el yugo de la subordinación a las leyes divina y humana".

"Apoderarse de la Real Hacienda y de las haciendas de los vasallos".

"Apoyo al sedicioso cacique, a quien atribuyen la dignidad y domi­nio que residen legítimamente en quien la mano del altísimo (hacen más de dos siglos) los tiene coloca­dos".

Podemos finalizar este trabajo con la declaración de Antonio Ramos Chaparro , anciano de más de 60 años, quien, al ser interrogado sobre las razones que los impulsaron a invadir la Villa, respondió :

"Quedar en posesión de las tierras que hacen muchos ai'ios les han

NOTAS

usurpado los intrusos pues habían sido desde antiguo de la comuni­dad de su pueblo ; con el pretexto de haberse venido por demasías de cuenta del Rey, se han quedado con ellos y se han compartido en­tre tantos dueños que les incomo­dan mucho a todos los suyos (Cha­llapata), lo que le ha estimulado a verse libre de ellos y por ello ha comunicado a los de su ayllo los arbitrios que le parecían a propó­sito para cumplir su deseo y por­que a todos les conviene aprove­charse de lo que es suyo . .. Por ello, impidió como anciano que se leyese en su pueblo la respuesta de esta Villa para que establecieran las paces porque de este modo ya no restituirían sus tierras y por lo mismo resolvió venir a alentar a los suyos para dar la guerra contra esta Villa . .. Ese es mi único deli­to y haber creído que acabada esta Villa ya no se pagarían tributos ni otros derechos y que mi COMUN sería dueii.o de todo . . . por des­gracia nada ha tenido efecto".

Fernando Cajias Casilla 20770

La Paz - Bolivia

(1) Edicto de Túpac Amaro a los criollos, del 23 de diciembre de 1780.

(2) Testigos sobrevivientes manifestaron que los indios paseaban la cabeza del corregi­dor afirmando que la enviarían a su Rey Inca.

(3) Archivo General de Indias (en adelante AGI) , Charcas 601 . OEA, expediente de invasiones de indios a la Villa de Oruro.

( 4) AGI, Charcas 601, Exp. 2.

No. 2, diciembre, 1983 425

(5) Todas estas declaraciones han sido tomadas del expediente que abrió Jacinto Rodrí­guez para averiguar los motivos por los cuales los indios de la doctrina de Paria y Challacollo acometieron la ciudad de Oruro. "y a su consecuencia se haga formal averiguación de dicho movimiento para el pronto remedio, por convenir así al servi­cio de ambas Majestades, paz y quietud de la República" AGI, Charcas 601, Exp. 2.

(6) Francisco Acquacho, originario de Challacollo, declaró que el objetivo era destruir la Villa. Tomasa Ramas, originaria de la estancia de lrvico, beneficio de Mohoza, de­claró que cuando los indios la trajeron a atacar la Villa, desde el camino de Querasa­ni le previnieron "para que juntamente con ellos guerrease contra los moradores de esta Villa y desolada". Pedro Aguilar, criollo, natural de Yaco, vecino de Oruro y soldado de los defensores de la Villa, tomó prisionero a Escalante, cabecilla de Sora Sora, quien le confesó a la hora de su muerte que "había venido a acabar con los de Oruro y que éstos no aguantarían tres horas de combate y que su ánimo se encami­naba a coger a la hija de Fuentes, usarla y después quitarle la vida. Además matar a los Rodríguez". Los hermanos Subiera, mestizos naturales de Corque que venían huyendo de los sublevados, declararon que en el camino encontraron a muchos indios alistados para atacar la Villa. Todos éstos coincidían en el recelo que tenían contra los de Oruro de quienes esperaban un ataque, sobre todo por un pliego que encontraron a un cañari en Sora Sora donde Rodríguez escribía a La Plata para que ataquen Challapa­ta (AGI-Charcas 601 ). De esto se deduce que su ataque a la Villa era más bien un medio de defensa contra los criollos de Oruro. Santos Cachi, indio natural de Sica Sica, residente en Oruro, aunque ausente desde hacía días, declaró que fue fonado a acompañar a los rebeldes y que captó que su objetivo central era "aniquilar la Villa y llevarse sus despojos" (AGI-Charcas 601). Joseph Caro, criollo orureño de 17 años, sastre de Sora Sora, unido a los indios, según él, por temor, declaró que lo único que sabía era que el objetivo de aquéllos "era destruir la Villa y llevarse la cabeza de Juan de Dios" (AGI-Charcas 601). La india Ana María, del ingenio de Buena Vista, tomada prisionera con su hijo Isidro Arias, declaró lo mismo : el objetivo era destruir la Villa. (AGI-Charcas 601). Antonio Campos, de 25 años residente en Poopó por ser mayordomo del Ingenio, considera lo mismo y que especialmente los de Poopó querían matar a Juan de Dios por el "desagravio que sufrieron de su parte por la expulsión que fueron objeto después de la muerte de los europeos".

(7) AGI-Charcas 601.

(8) AGI-Charcas 601.

(9) Santos Mamani le manifestó lo transcrito al cura fray José Servantes, AGI-Charcas 601.

(1 O) AGI-Charcas 601.

(l 1) Otras declaraciones similares: Ventura Arroyo, de 26 años, natural de Peñas, decla­ró que : "al haberse esparcido y tenida por cierta entre la gente de su comunidad la noticia de Dámaso Catari, de que llegando a estas tierras Túpac Amaru, habían de quedar los indios libres de pagar los tributos y otras pensiones, deseaba que esto se verificara cuanto antes y así se plegó a las invasiones". Tomás Cuisara, natural de Challapata, del ayllo Andamarca, de 40 años de edad, simplemente ccmsideraba como objetivo de la lucha indígena "ser ciertas las voces

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de que era orden de Túpac Amaru ... y que no sólo iban a aniquilar Oruro sino también La Paz y Potosí". En todo caso, estaba menos convencido que sus compa­ñeros de Challapata de los móviles de la revolución y , como comenta el escribano , "más parece haber venido por temor a que los suyos lo matasen". Martín Cuéllar, del ayllo Changara, de Challapata, de cerca de 40 años, juzgaba como objetivo concreto "consumir la Caja Real y así quedar exentos de tributo". Felipe Carlano, natural del ayllo Changara de Challapata, de 28 años, consideraba que el objetivo de las invasiones era "conseguir el alivio de todos y quedar libres de pagar los tributos por disposición de Tupaamaro". Andrés López, de Sora Sora, declaró haber sido forzado para acudir a las invasiones ; pero finalmente confesó que : "deseaba la muerte de españoles y mestizos porque era voz común que, matándolos, iban a quedar los indios libres de las pensiones, de tributos, y que sus haciendas se iban a distribuir entre el común ; por esto consintió y ayudó a la empresa". Una de sus mayores diligencias fue matar a los presos de la sublevación de Sora Sora ya que su deseo era "que en aquel ingenio de Sora Sora no habían de gobernar más los cholos". En especial, tuvo intención de matar a los tres mayordomos "de dicho ingenio que lo perseguían y castigaban sin razón en el tra­bajo y le pesó mucho que los liberaran ; por ello se indignó con los mandones del pueblo" (Todas estas declaraciones en AGI-Charcas 601). La declaración de López es demostrativa de cómo la lucha de los indígenas ya no estaba sólo concretada a los europeos sino también a los criollos e incluso a los cho­los, cuando éstos representaban el sistema de explotación. A pesar de ello, no mata­ron a los mayordomos de Sora Sora.

(12) AGI-Charcas 601.

(13)

(14)

Francisco Flores !barra, cabecilla de Poopó, cuando fue preguntado sobre cuáles eran los fines principales de la sublevación, respondió : "Estaba sujeto a las órdenes de SANTOS MAMAN! en cualquier caso, y los designios que él le había comunica­do eran : destruir la Villa, aprovecharse de sus despojos y gozar en libertad en ade­lante de cuanta pensión tenían". Sebastián Guarache, del que "se notaba en su traje ser de los valles", natural de Curahuara de Pacajes, pero que vivía en lnquisivi dos años, preguntado insistente­mente por qué se plegó a los sublevados, simplemente respondió: "Para imitar a los de mi naturaleza" (AGI-Charcas 601).

Los ot ros cabecillas de Lequepalca declararon en forma similar. Bartolomé Mamani : "El fin era acabar con todos los moradores de la Villa porque si no darían mala cuenta a Tupaamaro. Matar especialmente a Rodríguez y al ex-cacique Manuel Cam­poverde". Ascensio Mamani, el principal cabecilla de Lequepalca : "Los indios de Mohoza y Huancacato me obligaron a ser capitán bajo el argumento de : " ¿Cómo estaba dispuesto de servir a los mestizos y no a su Rey TUP AAMARO?".

(15) Todas estas declaraciones y las siguientes se encuentran en el mismo expediente.

No. 2, d iciembre, 1983 427

Notas y Documentos -------------------------

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Revista Andina, t. 1