LUKACS (I y S)

29
Georg Lukács – La sociedad y el individuo (Conversación con Leo Kofer) K!L"#$ %e&or Lukács' e i resionó ayer e*+raordinaria en+e su anera ar+ir de lo si le ara derivar luego a ro,le as e*+raordinaria en+e co le-os. /o 0uisiera e lear oy un 2+odo si ilar' co en3ando asi is or ro,le as un +an+o sencillos... L4K5C%$ uy ,ien... K!L"#$ ... ara rogresar acia o+ros ás co licados. 7esde ace ,as +ie o e viene in+eresando y reocu ando una cues+ión uy concre+a. % conver+ido en á,i+o e0ui arar arcial en+e a la ideolog8a con la al conciencia y considerar a la conciencia de li,res vuelos –es un decir– id2n+ica a la no co ro e+ida ara e*+raer de ello de+er inadas conclus ideológicas con res ec+o a la ideolog8a ,urguesa. #esul+a' en consecue ro,le a siguien+e$ a la clase +ra,a-adora' 0ue sigue cons+i+uyendo la la o,lación' se le re roc a' con aire +riun al' 0ue se a a,urguesa se 0uiere indicar lo siguien+e$ el +ra,a-ador +en8a an+es una alsa co clase y a ora +iene o+ra 0ue es correc+a' en el sen+ido de 0ue la ado signo ,urgu2s. "s+o en+ra&a una con+radicción' en cuan+o 0ue se le a+r es+a nueva si+uación a la clase +ra,a-adora una conciencia de clase co aliada: ero a la ve3' de acuerdo con la de;nición' se considera 0ue s correc+a la conciencia desligada. <al cosa' +al cualidad con+radic+ori necesaria ara la ideolog8a ,urguesa o es casual> L4K5C%$ ?er 8+a e 0ue roceda a una cier+a si li;cación del asun+o. Cr 0ue Gra sci +en8a uc a ra3ón cuando se&ala,a 0ue' or lo general' e lea os el +2r ino ideolog8a con dos signi;cados +o+al en+e di eren+e un lado' es una noción uy ele en+al del ar*is o la de 0ue +odo o ,re e*is+e den+ro de la sociedad en una de+er inada si+uación de clase' a l er+enece' co o es na+ural' +oda la cul+ura de su +ie o' y 0ue' or + uede a,er ning@n +i o de con+enido de conciencia 0ue no es+2 de+er i or el ic e+ nunc de la re erida si+uación. ?or o+ro lado' a consecu lan+ea ien+o surgen cier+as de or aciones: y as8' en es+e sen+ido' un acos+u ,rado a conce,ir la ideolog8a +a ,i2n co o una reacción en cier+ odo de or ada an+e la realidad. Creo 0ue' al acer uso del conce +o ideolog8a' de,e os discri inar en+re es+as dos cosas: y ara ello –y a0 re+orno al lan+ea ien+o on+ológico– a,r8a 0ue ar+ir de 0ue el o, un rinci io' es' igual 0ue +odo organis o' un ser 0ue res onde a su Auiere decirse 0ue el o ,re +rans or a los ro,le as 0ue se le rese la realidad en regun+as y 0ue res onde a 2s+as' ero 0ue en odo algu e*is+e la lla ada conciencia de li,res vuelos' 0ue +ra,a-ar8a or ro desde su ro ia in+erioridad: nadie logrado de os+rar 0ue s8 e*is+a. / 0ue la lla ada in+eligencia 0ue fo+a li,re en+e' lo is o 0ue el oy +a

Transcript of LUKACS (I y S)

Georg Lukcs La sociedad y el individuo (Conversacin con Leo Kofler) [1966]

KOFLER: Seor Lukcs, me impresion ayer extraordinariamente su manera de partir de lo simple para derivar luego a problemas extraordinariamente complejos. Yo quisiera emplear hoy un mtodo similar, comenzando asimismo por problemas un tanto sencillos... LUKCS: Muy bien... KOFLER: ...para progresar hacia otros ms complicados. Desde hace bastante tiempo me viene interesando y preocupando una cuestin muy concreta. Se ha convertido en hbito equiparar parcialmente a la ideologa con la falsa conciencia y considerar a la conciencia de libres vuelos es un decir como idntica a la no comprometida para extraer de ello determinadas conclusiones ideolgicas con respecto a la ideologa burguesa. Resulta, en consecuencia, el problema siguiente: a la clase trabajadora, que sigue constituyendo la mitad de la poblacin, se le reprocha, con aire triunfal, que se ha aburguesado. Con ello se quiere indicar lo siguiente: el trabajador tena antes una falsa conciencia de clase y ahora tiene otra que es correcta, en el sentido de que la adoptada es de signo burgus. Esto entraa una contradiccin, en cuanto que se le atribuye en esta nueva situacin a la clase trabajadora una conciencia de clase correcta, aliada; pero a la vez, de acuerdo con la definicin, se considera que slo es correcta la conciencia desligada. Tal cosa, tal cualidad contradictoria, es necesaria para la ideologa burguesa o es casual? LUKCS: Permtame que proceda a una cierta simplificacin del asunto. Creo que Gramsci tena mucha razn cuando sealaba que, por lo general, empleamos el trmino ideologa con dos significados totalmente diferentes. Por un lado, es una nocin muy elemental del marxismo la de que todo hombre existe dentro de la sociedad en una determinada situacin de clase, a la cual pertenece, como es natural, toda la cultura de su tiempo, y que, por tanto, no puede haber ningn tipo de contenido de conciencia que no est determinado por el hic et nunc de la referida situacin. Por otro lado, a consecuencia de este planteamiento surgen ciertas deformaciones; y as, en este sentido, uno est acostumbrado a concebir la ideologa tambin como una reaccin en cierto modo deformada ante la realidad. Creo que, al hacer uso del concepto de ideologa, debemos discriminar entre estas dos cosas; y para ello y aqu retorno al planteamiento ontolgico habra que partir de que el hombre, desde un principio, es, igual que todo organismo, un ser que responde a su medio. Quiere decirse que el hombre transforma los problemas que se le presentan en la realidad en preguntas y que responde a stas, pero que en modo alguno existe la llamada conciencia de libres vuelos, que trabajara por propio impulso, desde su propia interioridad; nadie logrado demostrar que s exista. Yo creo que la llamada inteligencia que flota libremente, lo mismo que el hoy tan popular tpico de la desideologizacin, son pura invencin y no tienen nada que ver con la situacin real del hombre real dentro de una sociedad real. KOFLER: A este respecto suele plantearse a menudo la cuestin de si no existirn fenmenos ideolgicos indiferentes a las clases, esto es, fenmenos de la superestructura que no se determinan a partir de la situacin de clase. Usted mismo, profesor Lukcs, ha sealado anteriormente, en precedentes trabajos, con total radicalismo, que el problema de la ideologa no era un problema de relacin inmediata con la clase, sino que pertenece a la totalidad de la sociedad clasista. Pero podran descubrirse determinados fenmenos ideolgicos que fueran efectivamente indiferentes al planteamiento clasista, en el sentido de que habran de ser atribuidos tanto a la burguesa como a la clase trabajadora y a la pequea burguesa; por ejemplo, en el campo del lenguaje, y, sobre todo, en el mbito de la terminologa que se deriva del mundo de la cosificacin. Cito como casos: La tcnica nos domina, La bomba atmica nos amenaza, La inflacin lo encarece todo, o: La masificacin se deriva de la sociedad de masas Marx aadira irnicamente: La pobreza se deriva de la inopia De cualquier modo, es cierto que estas formas cosificadas del lenguaje se han de clasificar no ya como pertenecientes a una sola clase determinada, sino como indiferentes al planteamiento clasista, si bien no como independientes . de la sociedad clasista, puesto que son imgenes reflejas de un determinado modo de conducta dentro de una situacin social cosificada y convertida en fetiche. LUKCS: Yo insistira en ir aqu un poco ms lejos. Puesto que la vida humana est basada en un metabolismo con la naturaleza, queda fuera de dudas que determinadas verdades que adquirimos a travs de la realizacin de este intercambio de materias poseen una validez universal, digamos las verdades de la matemtica, de la geometra, de la fsica, etc. De ello, sin embargo, se ha fabricado un fetiche, en el sentido burgus, porque tales verdades se pueden asociar en determinadas circunstancias muy estrechamente con las luchas de clase. Si decimos hoy da que las verdades de la astronoma no estn sometidas al planteamiento clasista, ello es correcto; sin embargo, en las discusiones sobre Coprnico y Galileo constitua uno de los puntos de importancia clasista ms decisiva el que alguien tomara partido por Galileo o contra l. Habida cuenta de que tambin el metabolismo con la naturaleza es un proceso social, siempre queda la posibilidad de que los conceptos de ello dimanantes acten retroactivamente sobre las luchas de clases dentro de una sociedad. Empleo palabras menos exactas, ahora que me sirvo de conceptos como evolucin, progreso y dems; en rigor, el desarrollo es un hecho que nos permite hablar de una independencia de la clase, como en el caso de la evolucin de las especies de Darwin. Por otro lado, precisamente la cuestin del darwinismo ha sido durante decenios enteros objeto de discusin social. La cuestin acerca de si la humanidad sigue una evolucin uniforme o si diversos crculos culturales se inician y acaban alternativamente, dndose as un movimiento cclico, no es algo que se pueda resolver independientemente de la estratificacin clasista. En consecuencia, yo creo que en este terreno las fronteras son movedizas. Por una parte el entendimiento humano es capaz de comprobar cosas que, independientemente de la valoracin que les den las diversas clases, tienen validez para toda la sociedad y, dado el caso, incluso para la concepcin entera de la naturaleza; por otra parte, cada ser humano est incluido, con toda su personalidad, en las luchas sociales, de suerte que, potencialmente, la aprobacin o el rechazo de cada axioma particular estar un tanto condicionado por la situacin de clase. Creo, pues, que no podemos proceder a una clasificacin general al estilo de: aqu termina una ideologa y aqu empieza otra cosa diferente. Se trata, por el contrario, de algo movedizo que fluye incesantemente, lo cual est condicionado por la estructura concreta de la sociedad y por el estado de las luchas de clases con ella relacionadas, no teniendo su fundamento en un axioma abstracto. y lo mismo ocurre con las llamadas clases que flotan libremente. En los perodos que podramos llamar tranquilos y no agudizados se dan ciertamente situaciones en las que una clase puede comportarse de manera totalmente neutral con respecto a las luchas que se estn librando en ese momento. Pero ocurre, y creo poder decirlo de modo claro y distinto, que en la sociedad no puede haber hombres de los que desde un principio pudiera afirmarse que se comportarn indiferentemente respecto a todas las posibles diferencias de clase. El que prcticamente sean posibles la indiferencia y hasta las ms inverosmiles alianzas es lo que da su color abigarrado a la cuestin. Se acordar usted de que, con motivo de ciertas reformas en favor de los trabajadores en la Inglaterra de la primera mitad del siglo XIX, la aristocracia conservadora se enfrent con la burguesa, haciendo posible una reduccin de las horas de trabajo. Sacar de ello la conclusin de que la aristocracia estaba interesada por razones de clase en una reduccin de las horas de trabajo sera una conclusin demasiado atrevida, pese a que esto es no slo un hecho consumado, sino tambin, de acuerdo con las luchas de clases de entonces, una accin clasista comprensible. Mi opinin es, pues, que tambin en el caso de la ideologa hemos de mantener en pie el principio dialctico de que la verdad es concreta. KOFLER: Me da la impresin de que con ello nos enfrentamos con una precisin sumamente importante. Ahora quisiera resaltar un punto, por la simple razn de que se discute abundantemente en nuestro mbito vital. Habl usted antes de un fluir, de una transicin, de un imponerse los conceptos, de una generalizacin... LUKCS: S.. . KOFLER: ...como, por ejemplo, del concepto de progreso. Yo dira eventualmente: conceptos a nivel de abstraccin. Ahora bien, una y otra vez se plantea el problema de por qu va se lleva esto a cabo, y se tropieza entonces con el problema del irracionalismo. No hay duda de que el irracionalismo, en cuanto institucin de la psique humana, es algo que no se puede negar. Me remito a la intuicin, a la idea que flota libremente, a lo creativo, si se quiere. Ocurre que, en sus escritos, ha tratado usted incesantemente del problema del irracionalismo; y tambin en el mbito de la formacin de conceptos, de la concretizacin ideolgica, seal usted sus peligros. Por ejemplo, en el sentido de que el fluir interno en el mbito de la vivencia psquica se independice, que se superacente con respecto a lo racional, de suerte que la vivencia, la vivencia interna con lo cual nos hallamos ya en terreno de una problemtica muy moderna, quede constituida en mundo peculiar; luego se plantea el problema de la mitologizacin. del enfrentamiento de razn y entendimiento por una parte, y de verdad interna por la otra. Guarda relacin con ello el que tambin en el estilo irracionalista es negado el concepto de progreso. En la ltima consecuencia tropezamos con la ridiculizacin del humanismo en cuanto algo no compaginable con la vivencia, con lo propiamente valioso, con el elemento especial del hombre interno. Es decir, que lo humanstico es superior externamente a ello y lo otro lo es internamente, de manera muy sutil. Me interesara saber cul sera su interpretacin respecto a este asunto, independientemente de la problemtica del irracionalismo en la historia alemana, problemtica en la que an he de insistir. LUKCS: Bueno, ver usted, primeramente voy a dar de lado una cuestin extraordinariamente popular, a saber, la de la anttesis entre la intuicin, por un lado, y las consecuencias lgicas mentales, por otro. Tomado como concepto tericocognoscitivo, es totalmente falso y no tiene, por tanto, nada detrs. En cuanto concepto puramente psicolgico, la intuicin es un hecho evidente que se da sin cesar. Frente a la mitologizacin de este concepto, se ha de retener que la intuicin aparece siempre que una persona est sumamente preocupada con una idea y, tras un cierto tiempo, despus de que este complejo ha estado actuando en l subconscientemente, llega de pronto y entrecomillo de pronto a un resultado. Tal tipo de intuicin se dar aun en el campo de la matemtica, siendo de todo punto incorrecta la afirmacin de que slo en el arte se da tan estrecha ligazn; ahora bien y llegamos por fin al aspecto tericocognoscitivo, de ninguna manera es argumento a favor o en contra de un axioma el que se halle intuitivamente o no intuitivamente; el axioma ha de ser demostrado ya lgicamente, ya histricamente, y su verdad se ha de verificar, independientemente de que haya sido hallado intuitivamente o no. Si esta constatacin me parece tan importante, lo es por el hecho de que en la filosofa alemana, desde Schelling, y ya en cierto sentido en la Kritik der Urteilskraft [Crtica del juicio] de Kant, se le adjudica al conocimiento intuitivo una cierta superioridad con respecto al conocimiento no intuitivo, no habindose intentado jams, a mi entender, aportar ningn argumento de tipo terico cognoscitivo a tal afirmacin. La superioridad de la intuicin se acept simplemente con un cierto dogmatismo. Este es, por as decir, el aspecto subjetivo. Por lo que al aspecto objetivo se refiere, yo creo que en la praxis real de la humanidad existe una cierta distancia entre la ratio tomada en un sentido real y racional y la ratio tomada en un sentido que ha sido exagerado desde hace milenios. A mi juicio, racional es aquello que procede de nuestro trabajo y de nuestra superacin de la realidad; por ejemplo, cuando encuentro una interrelacin que verdaderamente funciona. Cuando dejo caer de la mano una piedra y sta cae al suelo, si repito este experimento unas cuantas veces, compruebo una ilacin racional que en un nivel ms alto formul Galileo en su ley de la gravitacin. Toda racionalidad real con que nos tropezamos en el mundo es, sin embargo, una racionalidad del si esto..., lo otro. Una situacin concreta cualquiera est asociada con consecuencias concretas; y debido a que esto se produce en nuestra vida con una cierta infalibilidad, llamamos racional a tal interrelacin. Sin embargo, de la exacerbacin de la lgica, de lo alcanzable dentro de la lgica, se ha inferido una racionalidad general del mundo, la cual de hecho no existe. Me parece a m que, con las leyes de la naturaleza que hoy imperan, es racional que una piedra caiga hacia la tierra. Si me imagino otro mundo, en el cual la piedra subiera por los aires y siguiera subiendo regularmente a las alturas, es innegable que los hombres de ese mundo consideraran esto como racional; de modo que y ello est relacionado con la antes mencionada racionalidad del si esto... , entonces... el que la piedra caiga hacia abajo no es racional por cualesquiera razones de tipo racional, sino justamente porque est prescrito en este caso por el ser de la naturaleza. Ocurre ahora que en la sociedad, en la evolucin social, surgen una y otra vez situaciones en las que lo que ayer se apareci como racional de pronto ya no coincide con los hechos, teniendo que habrnoslas con una piedra que vuela por los aires en el terreno social. En este caso, la humanidad no puede en modo alguno ocupar dos tipos de posiciones. Una de las posiciones es la que adopta el hombre regularmente en el trabajo de la naturaleza: cuando una materia se muestra en cierto modo renuente a las leyes a que estamos acostumbrados, entonces se intenta justamente buscar otras explicaciones, hasta conseguir averiguar la nueva ley. Es ste un proceso que se presenta incesantemente en el propio desarrollo social. Por otro lado, determinadas clases y aqu volvemos a encontrarnos con la situacin de clase consideran esta alteracin de la realidad social como algo completamente carente de sentido, y no hallan en ello sino, hablando en trminos sociales, anarqua y desorden. Recuerde sencillamente la posicin de las clases en la Revolucin francesa, en la que ciertas cosas que se aparecan a la clase revolucionaria como muy simples y racionales eran concebidas, sin embargo, por las clases antes gobernantes y por las que con ellas simpatizaban como caticas e irracionales. Puesto que nuestro pensamiento depende siempre de nuestra situacin social, estando en interrelacin con ella, siempre se darn histricamente situaciones en las que ciertas clases y los pensadores que las representan reaccionarn de forma tal que consideren a las nuevas interrelaciones y a la nueva evolucin de la sociedad desde el punto de vista de la ratio antigua. Pues no debe usted olvidar que si en muchas ocasiones durante la Revolucin francesa los partidarios de la clase feudal de antao adoptaron un punto de vista irracionalista, lo cierto es que, en los tiempos de Toms de Aquino, el feudalismo no era en modo alguno irracional. Toms de Aquino concibi con razn el feudalismo como algo que se segua simplemente de la razn, pues las racionalidades si uno... , lo otro de entonces tenan muchos correlatos en la realidad social. La praxis de Marat y Robespierre no poda, sin embargo, ser integrada en el sistema racional de las clases feudales; y as surge de la nueva situacin social aquello que llamamos irracionalismo, siendo caracterstico del desarrollo moderno el no quedarse detenido en la negacin o en la puesta en duda de la nueva ratio, sino el forjar un sistema especfico de la irracionalidad, que luego se expansiona extraordinariamente mostrando sus consecuencias en cosas que cmo dira yo? los iniciadores originales del sistema no haban querido. Voy a citar dos ejemplos ilustrativos. Tomemos la sociologa poltica de Max Weber. Considere usted, en Politik als Beruf, su tesis de que varios dioses dominan al mundo. Tras de ello se oculta el hecho de que, en la sociedad a la cual estaba enfrentado, Max Weber no poda llegar de ningn modo a un concepto de la ratio del tipo si uno.. ., lo otro, sino que tena que quedarse estancado en la pugna de estas fuerzas diversas, las cuales l no quera seguir racionalizando. Porque la racionalizacin habra dado lugar a consecuencias que para Weber no eran integrables, motivo por el cual se refugi, en cierto modo, en la representacin mitolgica de los dioses que se combaten entre s en la realidad. Podra decirse creo que puede decirse con tranquilidad que, en este punto, el irracionalismo penetra tambin en el sistema de Max Weber. O fjese usted en un sistema intelectual como el neopositivismo, que reduce todo el mundo a una racionalidad manipulada, rechazando todo aquello que la rebase. Ahora bien, el neopositivismo cont al principio entre sus fundadores con un pensador autntico, a saber, Wittgenstein. y Wittgenstein, que fundament los axiomas neopositivistas en sentido propiamente filosfico, ve con toda claridad que al margen de los axiomas se tiende si se me permite la expresin un desierto de irracionalismo acerca del cual nada puede expresarse por medio de la racionalidad neopositivista. Pero Wittgenstein es demasiado inteligente para creer que este mundo, fuera de los enunciados positivistas, no exista; y en la margen de la filosofa wittgensteiniana existe, segn me parece y esto no slo lo he credo observar yo, sino que lo han observado muchos, un territorio de irracionalidad. y as creo yo que, a lo largo del siglo XIX y del XX, hemos presenciado una inmensa oleada de irracionalidades en sus ms diversas formas. y tiene usted mucha razn al decir que no slo en Alemania, ya que nadie negar que, por ejemplo, el pragmatismo americano tiene momentos de irracionalismo; que Bergson demuestra una clara disposicin natural hacia el irracionalismo tpico; que (quiera o no) Croce est lleno de momentos irracionalistas; de modo que el irracionalismo no es en modo alguno un fenmeno puramente alemn, sino internacional. Lo especfico es solamente que el irracionalismo se ha convertido en Alemania en ideologa del poder poltico reaccionario, del ms reaccionario del mundo, lo cual no se dio en otros pases. KOFLER: Usted define a veces este irracionalismo alemn como una fe en la irresistibilidad interior, esto es, en las fuerzas internas que se oponen a las externas y racionales. Habra que situar como en cierto modo ha hecho usted esta fe exacerbada en lo anmico e interno como estando en cierta contradiccin con la fachada social, con la historia alemana y quiz con el conjunto de la infortunada historia alemana? Por ejemplo, si empezamos por la derrota de los Caballeros Teutnicos en 1410 y 1466 Y seguimos luego con la desmembracin del Estado caballeresco en 1561, el desplazamiento de las rutas comerciales, la Guerra de los Treinta Aos con todas sus consecuencias, toda la historia, en verdad, desdichada de la derrota de los campesinos, el aislamiento del clasicismo, la revolucin de 1848 y su derrota, todos estos puntos los ha mencionado usted claramente, si bien de modo disperso. Pues bien, lo que con frecuencia despierta el inters en los seminarios estudiantiles es la demostracin por usted hecha de que en Alemania existe la tendencia a buscar irracionalmente la solucin a ciertas preguntas en la estilizacin de los problemas no resueltos; cul sea la interrelacin concreta de todo ello, por qu, precisamente en Alemania, lleg especfica y exacerbadamente la ideologa irracionalista a una dominacin total y se convirti en rasgo esencial del pueblo alemn considerado ello, como es natural, en un sentido histrico. LUKCS: Creo que est relacionado realmente con especficos momentos de la historia alemana; a saber, con el hecho de que determinadas formas filosficas y sociolgicas que ahora podemos resumir bajo el epgrafe de ratio han sido en los grandes pases de Occidente producto de los propios hombres. Es decir, el que la nacin llegue a lograr la unidad nacional est estrechamente relacionado con el surgimiento de la sociedad moderna. Como es natural, todo francs o todo ingls lo percibir, sin darle muchas vueltas en la cabeza, como su propia accin. Creo que lo que desde el absolutismo concentrado hasta la Revolucin francesa y Napolen dio al pueblo francs la cohesin de la unidad fue la razn francesa; la propia accin, el ser hombre y ser patriota, se confundieron entre s de manera muy inmediata. En Alemania, por el contrario, se produjo una evolucin en la cual el pueblo alemn no fue capaz de reunirse por sus propias fuerzas para formar una nacin, una nacin moderna; de modo que de la realidad surgi aqu un divorcio, proveniente en cierto modo de la vida sensitiva interior del alemn autntico, que todava se asentaba en la realidad antigua y, si era racional, de su certeza en que esta realidad antigua, aunque se haba hecho insostenible, no poda, sin embargo, hallar soluciones realizables. Se daba as una contradiccin que se aprecia en la Alemania del siglo XVIII en Justus Mser, en Herder y en el joven Goethe. Ello poda haber sido modificado eventualmente por una revolucin interior, pero en la Alemania de entonces no se daban las condiciones externas e internas que hubieran sido necesarias; y no es casual, a su vez, que un gran enemigo del irracionalismo como lo era Hegel viese en Napolen a la vez al redentor del espritu universal y por el otro al gran estadista de Pars, idneo para poner orden de algn modo en los asuntos alemanes. Esta dualidad se prosigue hasta la fracasada revolucin de 1848; y en el fondo, la llamada revolucin desde arriba es una solucin complicada puesto que el resplandor irracionalista de una fachada que se retrae hacia el interior y de un interior que en realidad es exterior es manejado de tal forma que las fuerzas propias del pueblo alemn quedan fuera de consideracin. De ah que surjan todas estas dualidades, las cuales se densifican bajo la influencia de diversas teoras, procedentes en parte del extranjero y que afirman que existe una sustancia primaria humana, la cual se halla en actitud hostil con respecto al desarrollo progresivo del mundo exterior. Esto no es slo doctrina de Hitler, sino que se encuentra ya en toda su complejidad en Klages, en la tesis de que el espritu es antagonista del alma; yen rigor, est dado igualmente en ese estar arrojado al mundo de la ideologa de Heidegger. Hitler se limit a hacer de ello una demagogia manejable, convirtiendo en portador de esta interioridad al viejo germano de pura raza. A consecuencia de la retardada creacin de la nacin, no realizada por fuerzas internas, surgi precisamente en Alemania una situacin social especial que contrasta no slo con los pases occidentales, sino tambin y de manera extraordinariamente acusada con la evolucin rusa, donde si bien exista una estructura social ms retrgrada, la unidad nacional haba sido llevada a cabo ya por el absolutismo, por lo que, desde la Revolucin francesa, y pasando por los decembristas hasta 1917, existi una invencible cadena de insurrecciones contra el zarismo. Un movimiento comparable falt en Alemania. Por esta razn afirmo con insistencia que se da entre los alemanes un pasado an no superado; y no podrn liquidar a Hitler, puesto que no han sabido hacerlo antes con toda esta realidad, porque sigue sin darse todava en los alemanes la autoconciencia de una historia creada por ellos mismos y de corte progresivo. Lo autocreado en Alemania es slo lo reaccionario, el imperio bismarckiano, el imperio hitleriano, etc.; todos stos se reconocen en cierto modo como autocreados, y no es obra del azar que todo el siglo XX fenmeno que vuelve a adquirir ahora proporciones considerables haya considerado al liberalismo y a la democracia como productos de importacin en Alemania. No es cierto que slo se considere como tal al socialismo. Podrn encontrar ustedes cantidades ingentes de tericos que rechazan tambin el liberalismo y la democracia como productos de importacin. occidentales que no concuerdan con la esencia alemana genuina. Identifican la autntica esencia alemana con el compromiso que se materializ en la forma bismarckiana del imperio alemn, en virtud del ineluctable desarrollo econmico; desarrollo que los historiadores no reconocen en absoluto, pues yo creo que entre los diez libros que sobre Bismarck se han escrito slo encontrar usted uno en el que al menos se compruebe que el imperio forjado por Bismarck era, en rigor, la Unin Aduanera prusiana. Bismarck agrup en un Estado no al pueblo alemn, sino a la Unin Aduanera prusiana, lo cual me parece un hecho importante; pero bien podra decirse que la historiografa alemana no ha reflexionado siquiera sobre ello. Es significativo que Treitschke haya llegado a reconocer este hecho, mientras que Marcks, Meinecke y otros, ms progresistas, lo ignoran casi por completo. y con eso toda la historia alemana llega a un estado catico que, bien mirado, tan slo concibe como solucin acorde con la esencia del pueblo alemn cmo dira? la irracionalista reaccionaria. Es sta una especialidad del irracionalismo alemn; ni siquiera en el fascismo italiano se halla tan desarrollada. KOFLER: Seor Lukcs, quisiera aprovechar esta rara ocasin de hallarnos en Budapest para plantear, tambin en relacin con el problema del irracionalismo, una cuestin que, si bien es discutida por los intelectuales y tiene validez para todo el mundo occidental, no afecta a los problemas de la sociologa, de la filosofa, de la ciencia y de la poesa, sino al irracionalismo espontneo de las masas encuadradas en sociedades de alto desarrollo industrial. Se trata de un irracionalismo de ndole muy singular, que preocupa a gentes significadas de extraccin semimarxista o burgueses de izquierdas, un irracionalismo tan difcil de patentizar que acaso por esta razn no haya sido reconocido an en toda su esencia; y puesto que constituye un fenmeno muy moderno de la sociedad de Occidente, apenas lo menciona usted en sus escritos. He prometido a mis alumnos que le pedira a usted se pronunciase al respecto, y quisiera, concretamente, citar unas cuantas formulaciones, para que se vea con claridad a qu me refiero. Tambin en este caso se trata de conceptos y nociones casi indiferentes al planteamiento de clase, si bien no se imponen al margen de la sociedad de clases. Por ejemplo, integracin voluntaria ya no significa para la conciencia espontnea ingenua, como en su aceptacin original, colaboracin en virtud de reflexiones y decisiones racionales, sino colaboracin en virtud de una exhortacin irracional al asentimiento ciego; satisfaccin no significa ya hoy un acuerdo racional con el destino o un conformarse con un xito visible, sino que implica una nocin manipulada que se orienta segn el leitmotiv de la tcnica del consumo, que a su vez procede de la manipulacin. Que se trata de procesos plenamente irracionales es palmario, dndose a la vez una reduccin de las exigencias de consumo manipulada ideolgicamente, hasta alcanzar niveles de renuncia asctica, con el fin de procurar un equilibrio aproximado entre la forzada mentalidad de consumo y las aptitudes materiales fcticas para satisfacerlo. An tenemos otro concepto extraordinariamente importante para el estudio del universo representativo de las masas actuales, a saber, el concepto de privado. Privado ya no est en contradiccin con pblico, como en otro tiempo, sino que abarca aquel mbito vital individual que, con ayuda ideolgica e incluso con esfuerzo notable por parte del individuo, est totalmente ocupado por influjos del mundo exterior. O tomemos si no el concepto oposicin. Oposicin no significa ya negativa a colaborar, sino, por el contrario, postular estoy pensando en el Partido Socialdemcrata alemn la participacin en algo previamente ensayado. Es eso lo que se entiende por oposicin. Libertad no quiere decir ya el derecho a lo contrario de aquello que hacen, dicen o desean todos o la mayora, sino el derecho a decidirse en pro de lo previamente declarado como libre dentro de un orden represivo. Dentro del orden represivo, pues! Tales ejemplos se podran alargar interminablemente; pero no he venido a Budapest para pronunciar conferencias, sino para pedirle a usted que se pronuncie lo ms detalladamente que pueda sobre estos asuntos, puesto que precisamente este problema me parece de la mayor importancia, ya que en el marxismo tradicional, si se prescinde de unas pocas opiniones y si, en un alarde de inmodestia, prescindo de mi ltimo libro, que publicar en breve, no se le ha prestado atencin ninguna. LUKCS: Es muy certero eso, y se relaciona, a mi juicio, en el aspecto econmico, con el hecho de que, tras la gran crisis de 1929, el capitalismo se ha transformado fundamentalmente en una serie de aspectos fundamentales. No ya en el sentido de dejar de ser capitalismo ni en el de que haya surgido cualquier tipo de capitalismo popular, sino, a mi entender, en un sentido, muy simple, que quisiera aclarar brevemente . Retrocediendo unos ochenta o cien aos, se aprecia que en la poca de Marx la industria de bienes de produccin estaba organizada, en lo esencial, a la manera del gran capitalismo; si a esto se aade an los productos textiles crudos, la industria molinera y la industria azucarera, se puede decir, en rigor, que con esto la zona de las ramas industriales realmente capitalistas queda agotada. Ahora bien, en' los ochenta aos subsiguientes los procedimientos capitalistas se han extendido a todas las industrias de consumo. y no me refiero slo a la industria del calzado, a la confeccin, etctera; lo interesante es que tambin los hogares empiezan a convertirse en objeto de la industria pesada, con todos esos frigorficos, lavadoras y dems. Paralelamente, el campo de los llamados servicios se ha convertido asimismo en terreno del gran capitalismo. El criado semifeudal caracterstico de los tiempos de Marx es un anacronismo cada da ms acusado, y est surgiendo un sistema de servicios capitalista. Vaya considerar, primeramente, un aspecto muy superficial de la cuestin. Elijo a un gran fabricante de maquinaria o propietario de talleres de la poca de Marx. Est claro que la clientela de tal persona es sumamente reducida, de suerte que puede colocar sus productos sin necesidad de desplegar un excesivo aparato. Mas cuando, merced a los medios de una gran industria, surge un producto de consumo masivo se me ocurre pensar, por ejemplo, en las cuchillas de afeitar, se hace preciso un aparato enorme para poder colocar millones de cuchillas a los consumidores individuales; yo estoy convencido de que todo este gran sistema de manipulacin del que venimos hablando ha surgido a partir de esta necesidad econmica, hacindose extensivo a la sociedad y a la poltica. Este aparato domina ahora todas las manifestaciones de la vida social, desde la eleccin presidencial hasta el consumo de corbatas y cigarrillos; basta hojear cualquier revista para hallar suficientes pruebas demostrativas de esta tesis. Tiene esto, sin embargo, otra consecuencia, a saber: que la explotacin de la clase trabajadora se desplaza cada vez ms acusadamente desde la posicin de la explotacin a travs de la plusvala absoluta hacia la explotacin a travs de la plusvala relativa, lo cual significa la posibilidad de incrementar la explotacin a medida que el nivel de vida de los trabajadores se vaya elevando. En los tiempos de Marx, esto no exista ms que en ciernes no voy a decir que no se diera en absoluto. A mi entender, Marx fue el primero en reconocer econmicamente la existencia de la plusvala relativa; pero y esto es muy interesante Marx dice en una parte an no publicada de El capital que, en el caso de la plusvala absoluta, la produccin queda subsumida al capital tan slo formalmente, no surgiendo la subsuncin de la produccin bajo las categoras del capitalismo sino con la plusvala relativa, lo cual es propiamente la signatura de los tiempos actuales. Todos los problemas de que usted habla ahora salen a flote en este contexto. El problema de la alienacin en su conjunto adquiere una fisonoma totalmente nueva. Cuando Marx escribe los Manuscritos econmicofilosficos (1) la alienacin de la clase trabajadora significaba de manera inmediata un trabajo degradante hasta un nivel poco menos que animal; as, pues, la alienacin era, hasta cierto punto, idntica a la deshumanizacin, razn por la cual la lucha de clases se orient, durante varios decenios, hacia la necesidad de garantizar para el trabajador el mnimo de vida humana mediante sus reivindicaciones salariales y de jornada laboral. Los famosos tres ochos de la II Internacional son sntoma de este tipo de lucha de clases. Actualmente, el problema se ha desplazado en cierto sentido; de todos modos, yo dira que slo en cierto sentido. Recuerde usted que cuando el seor Erhard hizo los primeros intentos de reforma, el primer paso consisti 'en exigir que la jornada de trabajo se incrementase en una hora por semana, lo cual es indudablemente una medida basada en la plusvala absoluta. Dicho sea de paso, si usted se fija en la poltica wilsoniana en Inglaterra, se encuentra con el mismo cantar; la plusvala absoluta no est muerta, lo que ocurre es que ya no adopta aquel papel dominante que adoptaba cuando Marx escribi los Manuscritos econmicofilosficos. Qu se sigue de esto? Pues que se perfila un nuevo problema en el horizonte de los trabajadores, a saber, el problema de dar pleno sentido a su vida. En la poca de la plusvala absoluta, la lucha de clases se ordenaba hacia la creacin de las condiciones objetivas para alcanzar una vida llena de sentido. En la actualidad, con la semana de cinco das y un salario adecuado, pueden aparecer ya las primeras condiciones para una vida llena de sentido, presentndose al mismo tiempo el problema de que esa manipulacin que va desde la venta de cigarrillos hasta la eleccin presidencial levanta un tabique de separacin interior entre el hombre y esa vida llena de sentido. Porque es evidente que en manipulacin del consumo no trata, como afirman los medios oficiales, de informar al consumidor sobre cul sea el mejor frigorfico o la mejor hoja de afeitar, sino que da lugar a un problema de direccin de las conciencias. Me limitar a ofrecer un ejemplo, el del tipo que fuma Gauloises: en l se representa como persona grandiosa y activa a alguien al que se puede reconocer por el hecho de que fuma cigarrillos Gauloises. O, por ejemplo, aquel anuncio no s si se trata de un jabn o de una crema en el que parece un joven asediado por dos hermosas mujeres, a causa de la atraccin ertica que el olor de ese jabn ejerce sobre las mujeres. Espero que usted me entienda. A consecuencia de tal manipulacin, al trabajador, a la persona que trabaja, se le desva de los problemas relacionados con la conversin de sus ratos de ocio en actividad creadora, insinundosele el consumo como objetivo capaz de colmar su vida, de la misma manera que, en la jornada laboral de doce horas, impuesta de manera dictatorial, el trabajo haba dominado su vida. Surge ahora el complicado problema de tener que organizar una nueva forma de resistencia. Si tomamos no ya el marxismo vulgar, sino el autntico, como Marx lo entendi, veo claramente que emergen los motivos con que podran ser combatidas estas nuevas formas de alienacin. Me refiero al famoso pasaje de Marx en el tomo tercero de El capi tal donde habla del reino de la libertad y el reino de la necesidad. Aunque es muy importante el aserto de Marx de que el trabajo ser forzosamente, siempre, un reino de la necesidad, Marx aade a continuacin que el desarrollo socialista estriba en que se han de dar al trabajo formas humanitarias y formas correspondientes al desarrollo del hombre. Como complemento, ah est la cita de Marx, procedente de la Crtica del Programa de Gotha, donde establece como condicin del comunismo que el trabajo llegue a constituir una necesidad vital para el hombre. Ahora bien, existe actualmente una ciencia del trabajo, as como un tratamiento psicolgico de los trabajadores, orientado a conseguir que a los trabajadores les resulte aceptable la tecnologa capitalista ahora en uso, valindose para ello de los medios de manipulacin. Pero no se trata de crear una tecnologa mediante la cual el trabajo se convierta en una ocupacin que satisfaga al trabajador. Persiste an entre nosotros un prejuicio, segn el cual, puesto que el capitalismo es as y puesto que toda innovacin tecnolgica tiene como objetivo el incremento del beneficio, siendo todo lo dems mero epifenmeno, es ontolgicamente inherente a la esencia de las aserciones tecnolgicas el que hayan de estar incondicionalmente al servicio del capitalismo. Citar un ejemplo histrico, una transicin muy interesante que tuvo lugar en las postrimeras de la Edad Media, y tambin en los albores del capitalismo, es decir, cuando la perfeccin alcanzada por la artesana enfil hacia lo artstico. No hablo del arte grande, sino de los muebles, mesas, sillas, etc., que se hacan en aquel tiempo, evolucin que el capitalismo barri por completo, justamente porque con el capitalismo se establecieron con respecto a la realizacin tecnolgica digamos: a la fabricacin de una mesa unos principios que no eran de ndole teleolgica. Pues bien, de la misma manera que un artesano del siglo XV considerara los incipientes problemas del capitalismo como algo completamente antinatural, as un tecnlogo de nuestros das considerar completamente antinatural y absurdo que un plan de produccin pudiera orientarse hacia el cmo dar un sentido a esta produccin para el trabajador; y ello pese a que tal ndole de la asercin tecnolgica no es ms nueva respecto a la actual de cuanto lo fuera la presente tecnologa masiva cuantificadora en relacin con la tecnologa cualitativa y artstica del Renacimiento. Se suele olvidar hasta qu punto la tecnologa es un modo de aserto condicionado socialmente; por esta razn suele hacerse de las aserciones tecnolgicas capitalistas, digamos, un objeto en s ligado a la condicin humana. Este es el aspecto laboral de la cuestin. Otro aspecto es la transformacin de las horas libres en ocio, que slo puede consistir ya en un trabajo ideolgico, en un esclarecimiento ideolgico que revele cada vez en mayor medida que esta manipulacin va en contra de los propios intereses humanos. Me disculpar usted que vuelva a valerme de otro frvolo ejemplo de la moda debo confesar que leo las crnicas de modas con enorme inters sociolgico; desde hace veinte aos se libra en la alta costura una lucha constante para introducir, a toda costa, como manipulacin de la vestimenta femenina, la falda larga. Est claro que la ganancia de la industria textil es as mayor, quin lo duda? La moda, que, como suele decirse, es omnipotente, aqu fracasa. Desde hace veinte aos se viene profetizando incesantemente en Pars, en vsperas de los grandes desfiles de modas, el alargamiento de la falda; pero las mujeres defienden en este punto sus derechos y no parecen dispuestas a subirse al tranva, camino del trabajo, con una falda larga. Ya entiende usted lo que quiero decir con este ejemplo; la manipulacin no es omnipotente por principio. Naturalmente, resulta mucho ms difcil suscitar en las personas las otras necesidades, las verdaderas, relacionadas con el desarrollo de la personalidad; y creo que es ste un proceso muy largo, muy a largo plazo, proceso que, sin embargo, puede en ltimo trmino alzarse con la victoria. Y es ste un proceso que no atae ahora solamente a la clase trabajadora; en este aspecto, en la lnea de la plusvala relativa y la manipulacin es innegable que toda la intelectualidad y la burguesa entera estn tan supeditadas al capitalismo, esto es, a esta manipulacin capitalista, como pueda estarlo la clase trabajadora. Se trata, en consecuencia, de suscitar la personalidad verdaderamente autnoma, .cuya posibilidad ha surgido en virtud del desarrollo econmico precedente. Pues no hay duda de que la cantidad de trabajo necesaria para la reproduccin fsica del hombre ha de decrecer constantemente, con lo cual se posibilitara para todos los hombres la consecucin de un margen para una existencia humana y cultural. Ya se ha dado esto en culturas anteriores de una manera como Marx lo llam econmicamente limitada; por ejemplo, cuando en Atenas la esclavitud liber del trabajo a una capa superior de la poblacin, de forma tal que pudo lograrse la maravillosa cultura ateniense. No se puede negar que existen estratos para quienes siguen siendo vlidas con respecto al modo de vida las viejas categoras del capitalismo; y constituye, por supuesto, una magna tarea denunciar la desaparicin paulatina de ste y exigir un nivel de vida diferente para los trabajadores. Pero tampoco cabe duda que para una vastsima capa de los trabajadores, tanto intelectuales como mecnicos, comienzan a darse las condiciones que les permitirn, contando con la reduccin del trabajo necesario para la reproduccin, llevar una vida libre, de acuerdo con sus necesidades humanas. Para ello se hace necesaria una gran exposicin de la alienacin al nivel actual. Celebro muchsimo que las gentes comiencen hoy a estudiar al joven Marx en este aspecto. Ahora bien, pretender enfrentar por este procedimiento al joven Marx con el maduro es una necedad histrica. Los Manuscritos econmicofilosficos pueden mostrarnos el fenmeno de la alienacin de manera muy plstica y filosfica. Pero el problema actual de la alienacin presenta hoy un aspecto distinto al que tena en tiempos de Marx, hace ahora ciento veinte aos; la tarea estriba en elaborar y poner de manifiesto esta nueva forma de la alienacin, para lo cual se hace necesaria toda la dialctica histrica de este complejo problemtico, pues existen hoy da gentes extraordinariamente inteligentes, valerosas y buenas por las cuales siento el mayor aprecio humano e intelectual que, sin embargo, caen en el fetichismo de pensar que el desarrollo tcnico es un Moloch, devorador irresistible. Esto, por otra parte, es falso, pudindose demostrar su falsedad sobre la base del marxismo. Hace ahora cuarenta aos polemic contra la concepcin bujariniana de la tcnica como fuerza productiva concluyente; en la actualidad, este error est mucho ms perfilado, en relacin con descubrimientos nuevos tan grandiosos como el aprovechamiento de la energa atmica. Nuestra tarea, es decir, la tarea marxista, consistira, pues, en desterrar de las mentes ese fatalismo fetichista y en demostrar que la tcnica no fue nunca ms que un medio para el desarrollo de las fuerzas productivas; que, en ltimo trmino, las fuerzas productivas estn constituidas siempre por los hombres y sus aptitudes; y que el establecer la reforma del hombre como objetivo central significara una nueva fase del marxismo. Creo que esto no es una afirmacin antimarxista, porque no olvide usted que en la Crtica de la Filosofa del Derecho de Hegel todava dice el joven Marx que las races en que se ha de asentar el hombre estn constituidas por el propio ser humano. Este aspecto del marxismo ha de pasar ahora a primer trmino, mas no de una manera propagandstica huera, sino sobre la base del anlisis del capitalismo actual, con lo cual puede llegar a encontrarse una base para la lucha contra la actual alienacin. Esto sera, a grandes rasgos, mi contestacin a su pregunta. KOFLER: El que la manipulacin no es omnipotente queda demostrado en nuestra conversacin. Pero se ha vuelto extraordinariamente complicada la labor de esclarecimiento concebida en estos trminos u otros similares. Usted me va a permitir que asle su concepto del atesmo religioso de la esfera de una mera forma de pensar intelectualista.. . LUKCS: S... KOFLER: ...para intentar demostrar que en la actualidad o mejor, muy recientemente ha ganado validez en las grandes masas, las cuales, ciertamente, no colocan al yo intelectual, constituido subjetivamente en mundo propiamente dicho, en el lugar de Dios... LUKCS: S.. . KOFLER: ...sino el consumo, el ocio, etc., pero de la manera manipulatoria antes tratada; y que por esta razn, por ejemplo, podamos llamar la atencin sin detenernos a tratar aqu con detalle los eslabones intermedios sobre el hecho de que la desintelectualizacin de las masas est tan avanzada que hasta la conciencia religiosa, enraizada en la tradicin, y sobre la cual llam la atencin Marx, se disipa, y se disipa antes de lo previsto por Marx, no ya en la sociedad sin clases, si bien por razones contrarias a las suyas. Tambin aqu nos enfrentamos con una especie de atesmo religioso, el cual se manifiesta, por ejemplo, en el hecho de que, en la actualidad, las iglesias estn en algunos momentos llenas, pero en parte llenas de ateos. Al mismo tiempo, comprobamos de manera sumamente concreta unos singularsimos desplazamientos hacia lo mgico. Es decir, que el lugar de la religiosidad originaria est siendo ocupado por lo mgico en la medida en que los intentos de interceptar el destino por medio de las apuestas deportivas y de la astrologa se han de clasificar, a la vista de la racionalizacin moderna, como mitos cuasi religiosos o aun mgicos. Pertenecen a esa tendencia los intentos de crear valores vitales por va de los .estupefacientes. Me refiero aqu al famoso producto LSD. Estas cosas hemos de tomarlas tanto ms en serio cuanto que sabemos que el filsofo Huxley ha escrito un libro elogiando los estupefacientes. LUKCS: Lo conozco... KOFLER: Lo conoce? Y qu no conoce usted, seor Lukcs? Yo crea proporcionarle una informacin que no le era familiar. En este libro, Las puertas de la percepcin, Huxley forja la ideologa mitolgica de un nuevo camino , una mitologa redentora indita, puramente subjetivista, pero forzada y propiciada por los estupefacientes. El que personas como el conocido psiclogo de la Universidad de Harvard, Leary, funden colonias destinadas a la educacin para una vida trascendental, el que telogos como el catedrtico de religin Clark hayan realizado experimentos con estudiantes de teologa y subrayo esto de estudiantes de teologa, experimentos conducentes a que los mencionados estudiantes afirmasen que por medio del LSD se acercaban ms a Dios el propio Clark dice la frase ms cerca de Dios, todas estas cosas son altamente inquietantes. LUKCS: Tiene usted toda la razn. KOFLER: Si se estudian estas cosas con mayor detenimiento se descubre un proceso notable, cuya dialctica habra de definirse acaso como la utilizacin de las formas mgicas del xtasis orgistico al servicio de la resolucin de los problemas modernos del hombre; recordemos, por ejemplo, los fenmenos de xtasis convulsivo de los recitales de los Beatles. Y hay que considerar que esta problemtica se refugia en la esfera privada del yo; y que como consecuencia del hecho de que el yo no pueda explayarse en el trabajo, en la vida pblica y social, puesto que se le reprime, se crea un nuevo dios, una nueva conciencia cuasi religiosa. Como ltimo efecto tropezamos con una forma nueva, totalmente moderna, del irracionalismo y del atesmo religioso, cuyo estudio, cuyo anlisis, ser de la mayor importancia para el marxismo moderno que, segn mi opinin, se desarrolla hoy ms que nunca. LUKCS: Creo que tiene usted toda la razn. Pero me perdonar que divida en dos partes la cuestin que usted ha planteado de manera unitaria. La primera parte consistira en una historia general de las transformaciones de las formaciones econmicas en las cuales nos hallamos ahora. Es ilusorio pensar que estos desarrollos, y especialmente el desarrollo de su factor subjetivo, es rectilneo. Piense usted, por limitarnos al campo religioso, en que en las postrimeras de la Edad Media y en el Renacimiento la religin palideci hasta convertirse en una especie de indiferencia ilustrada, para inflamarse luego con motivo de las guerras de los campesinos y la Reforma hasta convertirse en una religiosidad que siglos antes ni siquiera hubiera podido ser imaginada. Pero ahora le dir una cosa que me parece muy importante al respecto: habida cuenta de que a finales del siglo XIX, en la segunda mitad del siglo XIX, exista una lucha de clases que, en rigor, se agudizaba constantemente, alcanzando su culminacin en la primera guerra mundial, y de que en 1917, tras la segunda guerra mundial, surgi algo totalmente distinto, nuestros jvenes a los que yo llamara impacientes, los jvenes airados de la izquierda, caen, por as decir, en la tentacin chinista al comprobar que en nuestra poca el desarrollo no se opera, a su juicio, con la suficiente rapidez, y suean con una revolucin en Amrica el da de maana, o quieren emigrar a Amrica del Sur para convertirse all en guerrilleros. Nuestra obligacin como marxistas sera poner las cosas en claro en todo cuanto ha acontecido despus del gran perodo primero. Tendramos que analizar cmo esta transformacin del capitalismo consistente en el papel predominante jugado por la plusvala relativa crea una situacin nueva, en la que el movimiento obrero, el movimiento revolucionario, est condenado a recomenzar; situacin en la que presenciamos un renacimiento, en formas muy deformadas y cmicas, de ideologas que aparentemente estn superadas desde hace mucho tiempo, como, por ejemplo, el antimaquinismo de finales del siglo XVIII. Acaso le suene a usted paradjico el que en esta gran racha de sexualidad que actualmente incluye a las mujeres y a las jvenes se advierta una especie de maquinoclastia, a travs de la conquista de la independencia por parte de la mujer. De primera intencin, esto parece paradjico, pero yo creo que en la realidad se produce algo parecido; y hemos de tener presente que hoy, puestos a la tarea de despertar el factor subjetivo, no podemos renovar y continuar los aos veinte, sino que hemos de partir desde la base de un comienzo nuevo, con todas las experiencias que poseemos sobre el movimiento obrero anterior y sobre el marxismo de los tiempos precedentes. Tenemos que tener conciencia clara de que se trata de un nuevo comienzo o si se me permite la analoga de que no nos encontramos ahora en los aos veinte del siglo XX, sino en cierto modo en los comienzos del siglo XIX, tras la Revolucin francesa, cuando comenzaba a formarse lentamente el movimiento obrero. Creo que esta nocin es muy importante para los tericos, pues la desesperacin cunde muy velozmente cuando la enunciacin de determinadas verdades slo halla un eco mnimo. No olvide usted que las importantsimas afirmaciones de SaintSimon y Fourier tuvieron por entonces un eco extraordinariamente pequeo; slo en los . aos treinta o cuarenta del siglo pasado se inici la revivificacin del movimiento obrero. Convengo en que no se deben estirar las analogas y en que las analogas no se resuelven en paralelismos; pero me imagino que usted comprender a qu me refiero cuando digo que hemos de tener conciencia clara de que nos encontramos en los comienzos de un perodo nuevo, y que nuestro deber de tericos es fomentar la claridad en lo que se refiere a las posibilidades del hombre en este perodo, sabiendo desde ahora que la repercusin que pueden tener estos conocimientos sobre las masas sern de momento escasa. Esto guarda relacin con el proceso del stalinismo en la Unin Sovitica, con la .vacilante manera de superar aqul y con la evolucin correspondiente del socialismo. Los grandes acontecimientos pueden surtir efectos muy negativos sobre el factor subjetivo; por volver a citar aqu un ejemplo histrico, el heroico fracaso de la izquierda jacobina en la Revolucin francesa da lugar, dentro del utopismo, a la nocin de que el socialismo nada tiene que ver con el movimiento revolucionario. A mi entender, esto no es, en rigor, otra cosa que la desilusin respecto al desarrollo de Francia en los aos 1793 y 1794. Sin embargo, surti sus efectos sobre el movimiento obrero durante largos aos; si bien se mira, fue Marx quien situ en el centro de atencin la teora revolucionaria de la conquista violenta de la revolucin democrtica como fase previa a la conquista violenta del socialismo. En la actualidad no contamos con polticos capaces de convertir en praxis poltica estos conocimientos. Se puede calificar de caso inslito, pese a su valor de modelo captador, el que en el perodo de 1917 contramos entre nosotros con esa singular mezcolanza de importante terico y gran poltico que se daba en la persona de Lenin. En consecuencia, no es absolutamente seguro que en el futuro haya de producirse la poltica en el marco de esta combinacin. Contamos ahora con ciertos atisbos de la teora; y aunque no se divisa en el horizonte ningn poltico capaz de transformar esta teora en consignas polticas, estoy firmemente convencido de que, segn vaya fortalecindose el movimiento, aparecern tambin esos polticos. Paso a hablar ahora, en relacin con esto, de la segunda parte de la cuestin, esto es, del aspecto religioso. Es ste un problema muy interesante que todava no ha sido estudiado por nadie, y en especial por nosotros los marxistas, ya que el marxismo dogmtico tiene unas nociones de la religin que proceden de los aos cuarenta del siglo pasado, sin que hasta ahora haya logrado superarlas. En su da se pudo leer en la prensa que los cohetes que llegaron al cosmos no encontraron all a Dios por ninguna parte; y hubo ateos que pensaron que tales argumentos podran impresionar a alguien, sin percatarse de que hoy nadie, ni una sola mujer de la limpieza, cree en un cielo como el de Toms de Aquino o como el de la Divina comedia de Dante. No hay duda de que todo el fundamento ontolgico de la religin antigua se ha venido abajo y de que el fundamento ontolgico ha sido siempre un momento determinante para la accin. No es de ahora, sino, en rigor, de la poca de la doctrina de Schleiermacher, la transformacin consistente en que las personas religiosas se vieron en la necesidad de prescindir en la religin de la antigua ontologa y de buscar alguna solucin a aquello que he llamado yo en mi Esttica la necesidad religiosa. Pero, veamos, en qu consiste propiamente esta necesidad religiosa? Es la sensacin oscura del hombre de que su vida carece de sentido. Y ahora, no pudindose orientar ya en la vida misma, habindoseles venido abajo la vieja ontologa de la religin y ello en un sentido tal que no creo que exista hoy ni un solo catlico o protestante que haga del Antiguo y Nuevo Testamento, en sentido histrico-ontolgico, el fundamento de su conducta, ahora, en fin, estas gentes se encuentran asimismo ante la nada; y aquello que, como usted muy bien dice, llega hasta el lmite de lo mgico y an ms all, no es otra cosa que un intento de hallar una nueva base, a la vista de este enloquecer, a la vista de este hallarse en el vaco. Con ello se evidencia que el problema de la vida repleta de sentido, que yo he planteado en trminos marxistas en relacin con el mundo manipulado del capitalismo, es, si bien se mira, el mismo problema que se plantea hoy en cuanto a la necesidad religiosa. Hemos de intentar buscarle salida, pero la tal salida aparece dificultada por dos obstculos. Uno de ellos es la concepcin dogmtica de muchos marxistas que piensan todava en los viejos argumentos del atesmo, los cuales, sin embargo, han perdido hoy toda eficacia. En el otro lado, no es casual que gentes como Garaudy intenten un acercamiento o una condescendencia ideolgica con determinadas figuras, por ejemplo, con Teilhard de Chardin. Ni que decir tiene que en realidad no hay acercamiento ninguno; y a esas gentes cuya necesidad religiosa es autntica, pero que buscan para ella apoyos ideolgicos errados, no podemos prestarles ayuda con el reconocimiento de estos falsos apoyos. Se trata, en este caso, de un problema sumamente difcil para el marxismo, que yo caracterizara mediante una llamada de atencin consistente en decir que no es casualidad que el joven Marx eligiera a Epicuro para su tesis doctoral. Porque este epicuresmo que dice que los dioses viven en los intermundos del universo, es decir, que Dios, que lo divino, el principio trascendente no tiene ni puede tener influencia ninguna sobre la vida de los hombres es decir, que el hombre tiene que resignarse a la idea de que tan slo l puede darse a s mismo una vida llena de sentido y que en esta pugna por una vida llena de sentido, como dice La Internacional, ningn dios puede ayudarle es el punto donde tendramos que intentar convertir al atesmo religioso en un atesmo verdadero. Ello nos plantea toda una serie de problemas filosficos; y con este motivo quisiera de nuevo remitirme como en muchas otras cuestiones hago a un mrito de Nicolai Hartmann, quien en su pequea obrita sobre la teleologa llam la atencin sobre el hecho de que el hombre experimenta los acontecimientos de su vida cotidiana como dirigidos por una teleologa independiente de l. Cuando, por ejemplo, se ha muerto una persona allegada, se pregunta a s mismo el porqu le pasa tal cosa a l, cual si la muerte de X o Y fuera una teleologa para transformar la vida moral de Z. Es aqu, a mi entender, donde reside el punto decisivo, dialcticoepicreo, de la estructura del marxismo, el punto en el que podramos ayudar a este ateo religioso mediante una labor de esclarecimiento. Indudablemente, todas las iglesias atraviesan una crisis ideolgica grande, que se podra comparar con la gran crisis ideolgica que sigui a la Reforma. Yo dira que la crisis de la Reforma dentro del mbito catlico se produjo por el hecho de que el catolicismo tena sus miras puestas puramente en la defensa del feudalismo; despus de la crisis, el gran mrito de Ignacio de Loyola consisti precisamente en darse cuenta de que la Iglesia catlica slo podra mantenerse y desarrollarse mediante una alianza con el capitalismo incipiente. Pero ahora nos encontramos en una crisis en la que la Iglesia catlica y otras Iglesias empiezan a reconocer que la alianza a vida o muerte con el capitalismo es asunto peligroso. Yo creo que hoy se hace mucha ms labor diplomtica en torno a ello; el papa Juan XXIII vio con notable claridad que se debera abandonar esta orientacin parcial de apoyo del capitalismo por parte de la religin y que haba de buscarse una orientacin nueva. Por esta razn hablo per analogiam de Loyola en el siglo XVII. Contestando, por fin, a la segunda pregunta, le dir que tenemos que hacer un anlisis de la necesidad religiosa actual que no sea dogmtico ni tampoco ideolgicamente condescendiente, puesto que a quienes se encuentran hoy en crisis religiosa slo se les puede prestar ayuda por la va inmediata, por el procedimiento de luchar de las ms diversas maneras para que sea posible una vida llena de sentido en la tierra y para que surja una alianza a la que pertenezcan, en tercer lugar, aquellos marxistas que intentan liquidar en los pases socialistas al stalinismo; pues tan slo sobre la base de la liquidacin del stalinismo se pueden realizar hoy da en los pases socialistas aquellas tendencias vitales que dan sentido a la vida, las cuales podran surgir en el socialismo con mayor claridad y antes que en el capitalismo. Sin embargo, tales tendencias han sido frenadas por el sistema stalinista y por la forma, stalinista tambin hasta el momento, de superarlo. No s si ver usted claro que aqu actan conjuntamente de manera muy complicada diversas potencias y que de momento caemos en ilusiones al esperar de la lucha contra la manipulacin cualesquiera resultados espectaculares. Lo principal sera, por ahora, adquirir una absoluta claridad terica sobre el significado actual del marxismo y sobre lo que ste puede dar de s. KOFLER: En su prolija y polifactica exposicin me han sorprendido especialmente tres puntos. .Sin embargo, deseara someter a discusin slo uno de los problemas, sin que por ello haya de renunciar a sealar la existencia, al menos, de los otros dos. La derivacin, que podramos llamar tericocognoscitiva y antropolgica, que usted hace de la religin, tendra que ser confrontada con la determinacin marxista de la religin como suspiro de la creatura acosada. Me he fijado en que tanto en el tomo primero como en el segundo de la, Esttica habla usted muy a fondo del problema de la religin, pero sin mostrar en en realidad esa relacin. Sin embargo, no creo que debamos discutir este punto. Me gustara sealar an que, por extrao que parezca, la maquinoclastia, por usted mencionada, de mujeres y muchachas es tolerada a desgana, fomentada incluso, y yo quisiera saber por qu. De ah la sospecha de que si se tolera esta forma, esta rebelin contra les tabes tradicionales, ello quiz pueda asegurar en otra vertiente, dentro de esta dialctica extraamente enrevesada, justamente la tendencia de la integracin. LUKCS: Ver, creo que en esto tiene usted mucha razn. Si comparamos en este sentido la sexualidad con la maquinoclastia, la comparacin afecta a las ltimas motivaciones humanas, pero no al movimiento en s. La maquinoclastia no poda ser integrada en el capitalismo actual, pero no hay duda que estos movimientos confusos, ideolgicos, pueden ser integrados perfectamente. Por citar un ejemplo interesante, le dir que si examina usted el famoso libro de Mannheim, ver que este autor se muestra extraordinariamente riguroso con respecto a la ideologa y, sin embargo, manifiesta una debilidad indulgente, una comprensin benvola, con respecto a la utopa. y justamente porque entre estas dos cosas la praxis revolucionaria desaparece una utopa en cuanto tal se puede integrar perfectamente, como usted dice, aquella oposicin cuyas metas sean . tan ambiciosas que su consecucin se haga imposible desde un principio podr ser integrada perfectamente por un capitalismo como el actual. Yo s muy bien por qu ciertas cosas son aceptables y ciertas otras inaceptables. Cuando Ernst Bloch, por ejemplo por citar a un filsofo serio, dice que con el socialismo se ha de transformar tambin la naturaleza, nadie puede objetarle nada, y as puede Bloch pasar por filsofo ilustre y reconocido universalmente, pese a que su socialismo es tan radical que mediante l hasta la naturaleza es cambiada. Si, por el contrario, digo yo que entre Nietzsche y Hitler existe una cierta relacin, entonces soy ya un consejero del soviet o cualquier otra cosa, aniquilador de las ms sagradas tradiciones del espritu alemn, puesto que las crticas a Nietzsche conmocionan violentamente al nacionalismo actual. Sabr usted disculpar que me haya servido de un ejemplo personal, pero ste sirve para demostrar justamente y ello es de la mayor importancia para el ulterior desarrollo de la lucha contra la manipulacin que de cuando en cuando se pueden reconocer como factores interesantes cosas extraordinariamente radicales, mientras que cosas muy sencillas y que suenan a prosaicas son tildadas cmo diramos de taimadas o dogmticas o anticuadas o no s qu. En suma, conviene ver hoy esta situacin con plena claridad. KOFLER: Ciertamente, se podran dar otras referencias personales que no fueran las que conciernen a Bloch... LUKCS: Permtame que le diga que si he mencionado a Bloch ha sido porque lo considero el mejor de los hombres. En otros casos se podran entresacar cosas muchsimo ms recias. La probidad de Bloch es algo que nadie pone en duda, ni tampoco su talento; y casi me atrevera a decir que aun en Bloch se acepta, porque en el caso Georg LukcsLeo Kofler de otros la aceptacin es desproporcionadamente mayor. KOFLER: Existen, sin embargo, escuelas que producen en gran cantidad jvenes airados de aquellos que, como usted dijo, no quieren ir a combatir al Vietnam, pero que, sin embargo, adoptan, en su ira, una actitud semirrevolucionaria y de un noble anticapitalismo, aunque al mismo tiempo tambin medio resignada. Hablando claramente, sta es la actitud que domina en Frankfurt. Esto desemboca en un problema diferente, que es a la vez el problema de los escritos de usted; a saber, el problema no slo de los jvenes airados ni de aquellos que, pese a su crtica, acaban adaptndose de alguna manera, sino el de los modelos positivos. En su libro Die deutschen Realisten [Los realistas alemanes], en el cual habla usted de Gottfried Keller, viene a decir en lneas generales que ciertas tendencias del arte de Keller tienen una significacin grandiosa; que se adentra profundamente en el futuro; que, basndose en l, se nos ofrecen modelos autnticos, perfectamente expuestos, de la vida en la democracia; que los rasgos humanos y democrticos reales de toda democracia autntica adquieren ante nosotros una figura ideal, sin perder por ello el carcter realista. Cierto es que todo ello se efecta en forma muy singular, que no vamos a discutir ahora, pero usted subraya expresamente ese no perder el carcter realista. As, pues, se trata aqu de verdaderos modelos, punto sobre el que me complazco en insistir especialmente. Sin perder el carcter realista quiere denotar sin incurrir en una utopa abstrusa. Mas, no quiere decir, a la par, que se han de encontrar por fuerza tambin en nuestra vida actual tales figuras que incorporan una democracia realmente humana? Pero, por otra parte, se los podr localizar en esta vida, totalmente deformada y fetichista, que caracteriza a nuestro tiempo? y si, francamente, en cierta medida... permtame... LUKCS: S . KOFLER: ...si el sutil mtodo de la integracin represiva sigue predominando de todas maneras, no estamos repitiendo las monsergas de una ideologa utpica, que en cierto modo realiza su cometido, pero que acaso acabe dejando intacto el proceso entero, errando el blanco? Quisiera dejar bien sealado que sta no es mi opinin. Son todas ellas preguntas que traje para planterselas a usted. LUKCS: Yo dira que la formacin de una minora consciente es requisito previo a todo movimiento de masas. A mi entender, Lenin lo expres muy correctamente en Qu hacer? Retorno al ejemplo de Keller, y no para sacar de su contexto un motivo central, sino un asunto de menor importancia, donde esto se puede distinguir claramente. Por lo que se refiere al problema de la educacin, me voy a detener en su novela corta Frau Regel Amrain [La seora Regel Amrain]. Es notable el hecho de que la seora Amrain muestre la mayor indulgencia para con su hijo en aquellas ocasiones en que, por as decir, se ha portado ste malo taimadamente, adoptando, sin embargo, una actitud enrgica cuando se produce en l una bajeza humana. Aqu est reflejado, digamos, el problema de la ejemplaridad, problema que no se altera lo ms mnimo por el hecho de que la seora Regel pertenezca, por supuesto, a una sociedad, la suiza, que se ha ido entretanto a pique. El realismo siempre es expositivo, y aqu justamente se hace una exposicin de esta sociedad naufragada. De cualquier modo, este problema moral de la lucha contra la bajeza y la humillacin es vlido; es un problema que desempea un papel muy destacado, por ejemplo, en nuestra lucha contra la manipulacin. Aun hoy sera perfectamente posible volvera a mencionar aqu un ejemplo actual; me refiero a la novela de Jorge Semprn Le long voyage, que contiene muchas cosas muy importantes. Habla usted de la situacin actual y de la literatura que la expone. Contemplando la literatura de los veinte ltimos aos, me parece un tanto vergonzoso que ese valiossimo libro donde se hallan las ltimas cartas de los antifascistas condenados a muerte que se edit por los aos cincuenta, en el cual se da tal pltora de grandeza, valor y resistencia humanos, no haya dado impulsos a los escritores. El libro de Semprn es, en rigor, uno de los primeros en los que la literatura comienza a aproximarse al nivel humano de estas cartas, previamente llevado a la prctica en la vida. No digo que no existan cosas similares; est la bella novela corta, muy breve, de Hochhuth titulada Die Berliner Antigone [La Antgona berlinesa] y tambin hay cosas muy buenas en Billard um halb zehn [Billar a las nueve y media], de Boll. Ver usted, no hablo ahora desde el punto de vista artstico; estoy hablando de la vida. Esa vieja, en la novela de Boll, a la que encierran en el manicomio y que al final, ciega de furor, termina disparando sobre el soldado, es un personaje que protesta autnticamente contra el fascismo, as como un gesto tendente a la liquidacin interior de ste, en contradiccin con la vida que discurre en Alemania. y en la obra de Semprn hay algo que me gustara resaltar suficientemente, puesto que se refiere a un caso concreto de aquel espantoso episodio del fascismo que fue la cuestin juda y que no es frecuente que sea presentado, lo suficiente al menos, como ejemplo de una brutal manipulacin. De cualquier modo, considero errado el que exista hoy en Alemania la tendencia a dejar reducido el problema de la superacin del fascismo al aspecto de la cuestin juda. Esta no constituye ms que un episodio, y Semprn ha expuesto el asunto de manera muy pulcra y muy valerosa, as como una autocrtica del judasmo. En su novela aparece un judo alemn, comunista, que llega a Francia, lucha all al lado de los partisanos y muere como partisano; y Semprn le hace decir: No quiero morir de una muerte juda.. La muerte juda consista en que cientos de miles fueran arrojados a las cmaras de gas sin que hicieran el menor intento de resistencia. La sublevacin del ghetto de Varsovia fue en la realidad algo parecido a este ejemplo; quiero decir que si contrasta usted la realidad con la literatura, incluso en lo que atae al judasmo, ocurre que este partisano judo y comunista, cado en Francia, es el primero que, literalmente, se halla a la altura vital de la sublevacin de Varsovia. No s si se da usted cuenta de lo que quiero decir con esto y de que nos hallamos aqu ante una magna tarea de la literatura. Hay, por ejemplo, otro terreno en el cual he sealado este hecho. Si compara usted la novela Un da de la vida de Ivn Denisovich, de Solynitsin, con las restantes novelas sobre campos de concentracin, comprobar la enorme diferencia entre la descripcin naturalista de las atrocidades, por una parte, y el problema, por la otra, de a travs de qu formas, mediante la astucia y no s qu ms, puede conservar un hombre su integridad humana dentro del campo. En tal aspecto, esta novela de Solynitsin constituye algo nuevo y verdaderamente sobrecogedor. Es en este terreno donde la literatura podra hacer una aportacin extraordinaria a la lucha contra la manipulacin; a saber, no capitulando literariamente ante la manipulacin, no considerndola como destino. He citado deliberadamente ejemplos concretos para demostrar que existe en la literatura la posibilidad de configurar esta rebelin real que encuentra usted en las cartas ltimas de los antifascistas condenados a muerte, bien con los medios y los acontecimientos actuales, bien reconsiderando ciertos acontecimientos anteriores; y la posibilidad de configurarla, por as decir, de una manera ejemplar en lo que respecta a la conducta de los hombres de hoy contra la manipulacin. Est fuera de dudas la existencia de una tal literatura. Tiene usted, por ejemplo, la gran novela del americano William Styron titulada y prendi fuego a esta casa, donde, en forma de una gran tragedia a la manera dostoievskiana, se comprenda la manipulacin vigente. Por un lado, nos muestra cmo el rico es convertido indefectiblemente en tirano manipulador y el pobre en vctima de una manipulacin; y tras haber expuesto esto, describe, en un asesinato que se comete al final como protesta personal, la rebelin del pobre contra el estado de manipulacin. y resulta muy interesante en este sentido el que el asesino pueda evitar las consecuencias penales del homicidio a causa de una serie de circunstancias afortunadas, llevando despus una vida satisfecha y contenta. Por supuesto que tales ejemplos podran multiplicarse, pese a que tales obras son ms bien raras. Lo nico que pienso es que no debamos ceder al pesimismo por dbil que sea el movimiento contrario a la manipulacin. Tenemos una serie de posibilidades, contamos con aliados; hay, creo yo, muchas ms gentes insatisfechas interiormente de lo que pudiera pensarse; y lo que importa aqu es la claridad terica y artstica, la manera y el ritmo en que seamos capaces de rendir una labor de despertamiento. KOFLER: SU referencia al pacto ante la manipulacin me recuerda el pasaje de su anlisis sobre Thomas Mann, en relacin con Raabe, donde habla usted de los hroes perifricos... LUKCS: S ... KOFLER: ...hroes perifricos o personajes perifricos, los cuales buscan en vano en las luchas una ruptura hacia el gran mundo. LUKCS: S... KOFLER: Consecuencia de ello es la deformacin humana, y en relacin con el mundo actual yo dira que de tipo sectario. En nuestro tiempo contamos con una enorme cantidad de personajes de este tipo, los cuales se esfuerzan extraordinariamente por lograr tal ruptura... LUKCS: S. .. KOFLER: ...sin embargo, o se quedan estancados en sus ensueos... LUKCS: S. .. KOFLER: .. .interpretando errneamente, en un alarde de dogmatismo, las transformaciones histricas y achacando as a los dems la traicin... LUKCS: S. .. KOFLER: ..O intentando, a la inversa, extraer de la situacin vital burguesa y capitalista algo en su propio beneficio en el sentido de la vida humana, de la democratizacin humana... LUKCS: S... KOFLER: ...para acabar claudicando y mostrar la misma deformacin humana que sus presuntos antpodas. LUKCS: S. .. KOFLER: Se plantea ahora la cuestin de si no ser el sectarismo fenmeno concomitante de una poca de crisis en la que, pese a todo, algo se va haciendo; si, en primer lugar, esta fragmentacin de las fuerzas progresivas en pos de su propia conciencia fuerzas de procedencia tanto burguesa como socialista no ser una necesidad que se explique en virtud de la situacin de crisis de las fuerzas progresivas; y si, en segundo lugar, no estar provisto el sectarismo de la posibilidad de una eficacia histrica en el futuro, de manera que pueda acabar saliendo algo de l, lo cual se pudiera acaso llegar a comprobar, incluso anticipadamente, en una perspectiva histricoteortica. Es as como me imagino yo el problema de los hroes o el de los personajes perifricos en la poca actual. LUKCS: En la medida en que no ha surgido un movimiento realmente importante, el valor de desarrollo de los mismos errores puede ser tanto ms positivo. Hoy vemos con plena claridad que la concepcin de Fourier de que el trabajo se transforma en una especie de juego era totalmente errada. Y, sin embargo, frente al ciego elogio que entonces se haca del trabajo capitalista, esta actitud utpica de Fourier que, dicho sea de paso, aparece con anterioridad a Fourier ya en la esttica de Schiller tena un papel positivo. El papel negativo lo adquiere una vez que Marx encontrara el camino certero. Por supuesto que todos los ensayos correctos que verdaderamente se orientan contra la manipulacin no las incluyo todas pueden tener un significado positivo. No lo he ledo, pero es muy interesante saber que en el ltimo nmero de Les Temps Modernes se pone a discusin un ensayo crtico contra Teilhard de Chardin en cuanto idelogo de la manipulacin. Y, efectivamente, entre las concepciones de Teilhard de Chardin y cmo decir esa ideologa neopositivista de la manipulacin existe una relacin muy estrecha. Volvera a decir con Hegel que la verdad es concreta y que existen sectarios que en un sentido determinado sealan positivamente hacia el futuro, pudiendo haber al mismo tiempo sectarios cuyos efectos son negativos hoy incluso. KOFLER: Seor Lukcs, no quisiera abusar, pero quiz me permita usted an una pregunta, asociada a un comentario crtico que dio mucho trabajo a un seminario por m dirigido. En el primer volumen de su Esttica, en relacin con la cuestin del reflejo, usted habla de una realidad unitaria. LuKCS: S. .. KOFLER: Ayer ya se insinu esta cuestin, pero ahora resulta el problema siguiente. En su libro Historia y conciencia de clase, del ao 1923, se seala a propsito de la filosofa clsica que sta pone en relacin la cognoscibilidad de la realidad con la produccin de esta realidad. En su crtica de esa filosofa seala usted, con toda razn, que el problema de la cognoscibilidad de la realidad slo puede resolverse sobre la base de la nocin de la praxis social.. Si se prescinde de la nocin de praxis, este problema permanece irresoluble. La pregunta que quera hacerle es la siguiente: ambas nociones, es decir, la produccin, tanto la tericocognoscitiva como la social, no estn referidas a dos mbitos diversos de la realidad, a saber, sta al mbito de la produccin que podramos llamar material y aqulla al objeto de la ciencia natural y de la matemtica? Su derivacin, sin embargo, se puede interpretar en el sentido de que no existe ruptura ninguna; mas en realidad acaso podra comentarse acerca de esa relacin que se est operando con dos conceptos de produccin distintos. LUKCS: Tal vez habra que empezar diciendo que, como probablemente usted sabe, considero a Historia y conciencia de clase como libro superado, de forma que esta derivacin que se hace en l nada tiene que ver con los problemas desarrollados en la Esttica. Mas por lo que se refiere al significado de la unidad de la realidad y de la produccin, ocurre que la realidad es unitaria en el sentido de que todos los fenmenos de la realidad ya sean inorgnicos, orgnicos o sociales se desarrollan en concatenaciones causales determinadas, dentro de complejos determinados, con interacciones dentro de los complejos y con interacciones de estos complejos entre s. Tal identidad existe. Ahora bien, yo creo, como ya intent exponer antes en mi libro sobre Hegel, que una de las innovaciones ms importantes que Hegel ha introducido en la dialctica consiste en que la tesis fundamental de la dialctica no es la unidad de los trminos contrarios, sino aquello a que Hegel llama la identidad de la identidad y la no identidad. Yo, por mi parte, pienso que existe efectivamente una realidad unitaria, una identidad en el sentido de un decurso causal de la realidad en seguida retornar sobre este punto independiente de todo aserto humano. Se ha de considerar, por fin, que esta unidad se manifiesta en las tres formas distintas posibles de la realidad bajo formas diferentes. En el trabajo, por supuesto, la produccin se da en el sentido de que el que est trabajando se fija una meta teleolgica que piensa realizar. Se posibilita as que surja quiz algo enteramente nuevo. y no hace falta adentrarse aqu en el terreno de la ciencia atmica. No existe en la naturaleza por nosotros conocida rueda alguna, pero los humanos llegaron a construir la rueda en un estadio relativamente temprano de su desarrollo, lo cual significa una nueva composicin con respecto a la naturaleza. Pertenece a la esencia del aserto teleolgico el lograr, mediante el conocimiento de las sucesiones causales, que estas sucesiones causales de la naturaleza se influyan entre s en una combinacin de otro tipo, en lugar de que ello suceda sin mediar el aserto teleolgico. Pero las interrelaciones causales existentes pueden ser tan slo conocidas y aplicadas, no modificadas. En sus escritos primeros, dice Hegel muy acertadamente a propsito del trabajo que el hombre, con sus utensilios, deja que la naturaleza se elabore a s misma. De modo que en este fabricar est contenida una identidad de la identidad y de la noidentidad, en la medida en que si bien la rueda es algo fabricado originalmente por el hombre, nada hay en la rueda que no corresponda a las sucesiones causales, independientes del hombre, que reinan en la naturaleza con toda exactitud. El hombre no habra podido jams crear una rueda si no hubiera reparado en ello de una forma determinada; de manera que este fabricar es un proceso complicado que no est en contradiccin con la unidad de la realidad. y al recurrir ahora a formas superiores a esta unidad en la realidad me estoy refiriendo a algo de lo que hemos tratado anteriormente al hablar del problema religioso, a saber: que la naturaleza tanto la orgnica como la inorgnica discurre a tenor de la dialctica que le es propia y se perfecciona con total independencia respecto a los asertos teleolgicos de los seres humanos. Ocurre, as, que la constitucin psicolgica del hombre y hasta su destino psicolgico son un azar desde el punto de vista social. En mi opinin, Marx tiene razn cuando dice en una ocasin que es fortuito qu tipo de hombres se encuentren en una situacin revolucionaria como lderes al frente de la masa obrera, a pesar de que esto ya deja de ser una cuestin puramente psicolgica o fisiolgica. De cualquier manera, contina actuando un azar insoslayable; y este azar surge precisamente del decurso puramente causal del acaecer natural. En este aspecto, a la praxis humana se le enfrenta una naturaleza uniforme; y cuando yo ejerzo cualquier actividad social, para la cual se requiere el conocimiento de las leyes de la naturaleza, el conocimiento de la psicologa de los humanos, etc., resulta que en este complejo actan unas leyes que yo no puedo invalidar. En virtud de mi conocimiento, puedo ejercer cierta influencia transformadora sobre la realidad exterior, cuyas leyes actan sin mi concurso; y en esta relacin me encuentro yo, como productor, en la economa, o como artista o filsofo, enfrentado a una realidad unitaria, cuya uniformidad se ha de entender a su vez en el sentido de una identidad de la identidad y la noidentidad. KOFLER: Y,en esta relacin, cul es el sentido de la frase de Marx, incluida en los Manuscritos filosfico-econmicos, que dice que la naturaleza sin el hombre no es nada? LUKCS: Voy a convertir ahora en trivialidad un bello aforismo al decir que la naturaleza, de la que el hombre ha surgido a consecuencia de diversas casualidades, nada sera sin l en este aspecto. Pero Marx no quiso decir que la tierra tuviese existencia porque el hombre acte en ella, ni tampoco que si en Venus y Marte no hay seres humanos, Venus y Marte no existen. Yo creo que nos hallamos ante una de las formulaciones paradjicas del joven Marx, que desarrollaba la idea epicrea de la necesidad. Porque si los dioses viven en un intermundo, ello significa asimismo que tan slo en el marco de la praxis humana pueden los hombres producir un efecto revolucionario sobre la naturaleza y que, por lo dems, la naturaleza evoluciona en total independencia del hombre. KOFLER: Ciertamente, y es as como hay que entenderlo. Pero ahora quisiera retroceder al origen de la pregunta para hacer una postrera observacin. Hegel sita la produccin de la realidad por obra del espritu como supuesto absoluto en relacin con el problema de la produccin en la sociedad, cual si estos momentos se hallaran en un mismo plano. No convendra introducir aqu una cesura, a fin de que no se produzcan confusiones ni malentendidos? LUKCS: Mire usted, yo dira que soy ms bien escptico acerca de la importancia de los planteamientos terico-cognoscitivos. Me da miedo que los problemas terico-cognoscitivos, siempre y cuando no se los considere como momentos de los planteamientos ontolgicos, desfiguren los problemas, establezcan una identidad all donde no la hay y supongan diversidad donde existe identidad. En la teora del conocimiento hay que tener un cuidado extraordinario. Me limitar a mencionar el tan importante hecho de que, para Kant, toda diferencia entre fenmeno y ser viene a esfumarse en lo que consideramos nosotros realidad real, al ser para nosotros el mundo dado, segn la teora kantiana, una mera apariencia, que conlleva la cosa en s, trascendente e ininteligible. Para Hegel, en cambio, la realidad consiste en un ente realmente existente y en un mundo de apariencias que es realidad a su vez. Significa esto que se trata de una tradicin tan slo desde el punto de vista terico-cognoscitivo; y cuando yo hablo de produccin en el sentido marxista, por produccin nicamente cabe entender, como es natural, los productos del trabajo en el ms amplio sentido; la produccin surge como... KOFLER: Produccin de la sociedad... LUKCS: Bien, bien, pero la produccin de la sociedad surge a consecuencia de la difusin de la divisin del trabajo, a consecuencia de los asertos teleolgicos, cada vez ms complicados, que se erigen sobre el aserto teleolgico primario, constituyendo un sistema inaudito de asertos teleolgicos. Si alguien analizase la sociedad realmente, yo creo que llegara a la conclusin de que el tomo de que se compone la sociedad es justamente el aserto teleolgico individual. Su sntesis, sin embargo, no ha surgido ya de lo teleolgico. En este punto tenemos que insistir en que toda operacin aislada de venta o compra de mercancas constituye de por s un aserto teleolgico. Cuando una mujer va a la plaza y compra cinco peras, tenemos ya un aserto teleolgico. Ahora bien, en el mercado se produce, en virtud de esas mil aserciones teleolgicas, una causalidad de mercado que se asocia a otras causalidades de mercado; el resultado es que adelante slo cobran efecto las consecuencias causales de los asertos teleolgicos individuales. Es el momento insoslayable de la objetividad y necesidad en el ser social, que consiste en que el resultado de los asertos teleolgicos individuales de que aqul se compone representa algo totalmente distinto de lo que en ellos se persigue. KOFLER: De esto ya hablamos ayer... LUKCS: Supongamos que la tasa media de beneficio surge en virtud de la aspiracin a un beneficio especial. No hay duda de que en los asertos individuales se realiza tal aspiracin a un beneficio especial, y hasta que este beneficio especial se realiza inmediatamente; mas en el proceso general el resultado al que se llega es la tasa de beneficio, como proceso global. Es a partir de este ncleo de donde habra que investigar filosficamente los problemas de libertad y necesidad en la sociedad. Para lo cual sera importante, en mi opinin y este problema nunca ha sido tenido lo bastante en cuenta desde el punto de vista filosfico, que la causalidad y la teleologa, en cuanto dos formas de la determinacin, se tratasen simultneamente, pero con independencia una de otra. Hubo un tiempo en que lo teleolgico simplemente se negaba, siendo sin duda cierto que, en s e independientemente, no existe ms que la causalidad; en el ser social se suma el aserto teleolgico, mas un aserto teleolgico slo puede existir en un mundo causalmente determinado. De aqu podr entender a qu me refera cuando dije anteriormente que, en el aspecto te rico-cognoscitivo, puedo analizar la causalidad y la teleologa como relaciones independientes. Si comienzo a analizarlas ontolgicamente, es cierto que veo cosas que parecen contradecirse entre s. Por un lado, la teleologa slo puede suponerse contando con el dominio de la causalidad; por otro, los objetos, formas y asociaciones nuevos que surgen en la sociedad lo hacen tan slo como consecuencia de asertos teleolgicos. Esto parece muy paradjico desde el punto de vista terico-cognoscitivo, mas si lo considera usted en el aspecto ontolgico, viene a ser un nuevo anlisis de la asercin del trabajo. KOFLER: De acuerdo. Mi inciso obedeca tan slo a la preocupacin por evitar nuevos equvocos en relacin con el concepto de produccin... LUKCS: claro, claro... KOFLER: en el sentido de que por ello entendiese usted nicamente el trabajo; pero... LUKCS: Yo pienso que la asercin del trabajo es ... KOFLER: ...lo primario. LUKCS: Mire: a partir de la asercin del trabajo se desarrolla, por ejemplo, el concepto de la coordinacin del trabajo. Se desarrolla el concepto de la preparacin intelectual del trabajo, etctera. Cuando este proceso evoluciona como divisin social del trabajo, surgen para agregrsele la tradicin y las consecuencias de ello extradas. En una fase subsiguiente nace el derecho. y toda asercin del derecho es ideolgica, toda asercin del derecho consiste en decir: quiero que Pedro Prez sea encerrado durante tres meses porque ha robado dos cajas. No puede darse un enunciado jurdico que no sea en s mismo un aserto teleolgico o contenga una exhortacin a aserciones teleolgicas. As, pues, me parece que hasta en las mismas formas supremas de la ciencia y el arte no podemos pasar por alto el problema de las aserciones teleolgicas. KOFLER: Cuando habla usted de ontologa, no se refiere en realidad a la antropologa? LUKCS: No, pues creo que existen determinadas constelaciones ontolgicas totalmente independientes de que haya seres humanos. Veamos: si me dedico, por ejemplo, a estudiar en los diversos planetas de nuestro sistema solar la posibilidad de una vida orgnica, esto nada tiene que ver con los seres humanos. Porque del hecho de que exista vida en un planeta cualquiera no se sigue ya necesariamente que la vida haya de ir a parar al hombre. Ah se da un segundo salto que no podemos analizar por falta de material; sin embargo, estoy persuadido de que, en un ulterior anlisis, se habr de llegar a conclusiones muy enrevesadas. Marx se dio cuenta con gran lucidez de que el darwinismo era un ajuste de cuentas final con la teleologa. y nosotros podemos ver ya hoy en la evolucin de los seres animados que se dan callejones sin salida, y ello en estadios evolutivos relativamente aventajados. Las formas supremas de la llamada sociedad animal las encuentra usted entre los insectos, no ya entres los animales superiores; y entre los insectos esta sociabilidad es precisamente el lmite puesto a una evolucin ulterior. Al ser la divisin del trabajo por ejemplo, entre las abejas una divisin biolgica, el enjambre slo puede renovarse biolgicamente, mas no puede evolucionar desde la dominacin por una reina hacia la democracia. Repito aqu adrede un viejo absurdo. Porque una evolucin social ulterior slo es posible en la constelacin que se da exclusivamente en el hombre, donde la divisin del trabajo tiene un carcter social, no biolgico. KOFLER: Cierto; mas no son de otro modo estas cosas en la filosofa tradicional? Aceptndose lo que se quiera en este punto, lo cierto es que en el mbito de la soc