Manual Del Misionero Compaginado

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Manual del misionero Movimiento Apostólico de Schoenstatt Santuario “La Loma” Paraná | Entre Ríos

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Manual delmisionero

Movimiento Apostólico de Schoenstatt

Santuario “La Loma”Paraná | Entre Ríos

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ÍNDICE

Movimiento de Schoenstatt.......................................................pág. 3¿Qué es ser un verdadero misionero?........................................pág. 7¿Cuál es nuestro objetivo de misión?........................................pág. 7 El ser misionero...........................................................................pág. 8Los pilares del misionero...........................................................pág. 9

Catecismo.......................................................................................pág. 13Los Sacramentos........................................................................pág. 13La Eucaristía...............................................................................pág. 14Examen de conciencia...............................................................pág. 14

Defensa de la fe..............................................................................pág. 16Ping pong sobre la Fe Católica.................................................pág. 22Ping pong sobre la Moral Católica..........................................pág. 23Ping pong sobre la Biblia...........................................................pág. 23

Visitas a las casas...........................................................................pág. 25Oraciones para la misión...........................................................pág. 26

La Oración......................................................................................pág. 29Oraciones....................................................................................pág. 30Oraciones ante el Santísimo.....................................................pág. 45

Para meditar...................................................................................pág. 51

Lecturas recomendadas..............................................................pág. 58

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· “Somos Historia por hacer”: Nos presenta en forma sencilla y práctica, los medios ascéticos y de autoformación que nos ayudan en la conquista de una vida cristiana vigorosa y profunda.

· “Un Profeta de María”: Relato de la vida del P. José Kentenich en un estilo sencillo, profundo y ágil.

·“Preguntas sobre Schoenstatt”: Preguntas y respuestas acerca de la historia del Movimiento de Schoenstatt, su espiritualidad, peda-gogía, organización y estructura.

· “En libertad ser plenamente hombres”: El P. King ha realizado en esta obra un excelente trabajo de recopilación temática de tex-tos del P. Kentenich.

· “Hacia el Padre”: Conjunto de oraciones escritas por el P. Kentenich durante su tiempo de prisión en el campo de concen-tración en Dachau.

· “La actualidad de María”: Recopilación de textos marianos del P. Kentenich.

· “La Alianza de amor con María”: Un texto apropiado para to-dos quienes se inician en el camino de la Alianza de Amor con María en el espíritu de Schoenstatt.

· “La historia del Padre Kentenich”: El P. Hernán Alessandri estudió acuciosamente la historia del P. Kentenich e hizo un vivo y profundo relato de su persona.

· “Santidad ¡Ahora!”: El padre Kentenich mostró la necesidad de abrir un camino de santificación para el laico que vive en medio del quehacer diario.

· “Desafíos de Nuestro Tiempo”: Recopilación de textos del P. Kentenich sobre temas de la actualidad para dar respuesta verda-dera y profunda a los problemas del hombre de hoy.

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LECTURAS RECOMENDADAS

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Conozco tu miseria, las luchas y tribulaciones de tu alma, la debilidad y las dolencias de tu cuerpo; conozco tu cobardía, tus pecados y tus flaquezas. A pesar de todo te digo: dame tu corazón, ámame tal como eres. Si para darme tu corazón esperas ser un ángel, nunca llegarás a amarme. Aún cuando caigas de nuevo, muchas veces en esas faltas que jamás quisieras cometer y seas un cobarde para practicar la virtud, no te consiento que me dejes de amar. Ámame tal como eres. Ámame en todo momento cualquiera que sea la situación en que te encuentras, de fervor o sequedad, de fidelidad o de traición. Ámame tal como eres. Déjate amar. Quiero tu corazón. En mis planes está moldearte, pero mientras eso llega, te amo tal como eres. Y quiero que tú hagas lo mismo. Deseo ver tu corazón que se levanta desde lo profundo de tu miseria: amo en ti incluso tu debilidad. Me gusta el amor de los pobres, quiero que desde la indigenciase levante incesantemente este grito: Te amo, Señor. Lo que me importa es el canto de tu corazón. ¿Para qué necesito yo tu ciencia o tus talentos?

No te pido virtudes, y aún cuando yo te las diera, eres tan débil, que siempre se mezclaría en ellas un poco de amor propio. Pero no te preocupes por eso… preocúpate sólo de llenar con tu amor el momento presente. Hoy me tienes a la puerta de tu corazón, como un mendigo, a mí que soy el Señor de los señores. Llamo a tu puerta y espero. Apresúrate a abrirme. No alejes tu miseria. Si conocieras plenamente la dimensión de tu indigencia, morirías de dolor. Una sola cosa podría herirme el corazón: ver que dudas y que te falta confianza. Quiero que pienses en mí todas las horas del día y de la noche No quiero que realices ni siquiera la acción más insignificante por un motivo que no sea el amor. Cuando te toque sufrir yo te daré fuerzas. Tu me diste amor a mí. yo te haré amar a ti más de lo que hayas podido soñar. Pero recuerda solo esto: ámame tal como eres.

ÁMAME TAL COMO ERES Charles Foucauld

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por un profundo e íntimo amor y entrega al Señor. Para Schoenstatt no existe, entre la entrega a Cristo y a María, nin-guna contradicción. Quien posee un hondo amor a Cristo, por medio de ese mismo amor, llega necesariamente a María. No se podría amar verdadera-mente al Señor sin amar lo que Él ama, y el ser que más ama, por sobre todas las criaturas, es María.

¿Qué significa Capital de Gracias?

Por el bautismo, hemos sido hechos uno con Cristo, miembros de su cuerpo Místi-co, la Iglesia.

La idea de las contribucio-nes al Capital de Gracias, movi-liza así a los jóvenes a empren-der una lucha activa por la san-tificación, claramente centrada en torno al Santuario y al apos-tolado.

¿Qué significa la Alianza de Amor para Schoenstatt?

La Alianza de Amor con María es la forma original que tiene Schoenstatt de vivir la alianza bautismal. En ella se expresa y se garantiza nuestra alianza con la Sma. Trinidad. Entendida así, es “la fuente de la vitalidad y el centro de la espi-ritualidad de Schoenstatt”, el corazón de Schoenstatt.

El amor a María expresado en esta Alianza, se transforma

en el medio más rápido y seguro de vivir en un contacto vivo y permanente con el Dios de nuestra vida y de nuestra historia. Por la Alianza de Amor nos convertimos en “fa-milia”, pues todos los que sellan la Alianza se saben y sien-ten hijos de María y, por ello, hermanos entre sí.

De esta Alianza de Amor, vivida en profundidad nace también una fuerte conciencia de misión; lleva a quienes la sellan a convertirse en eficaces instrumentos en manos de María, para colaborar con ella en la renovación religioso-moral del mundo. Por esta Alianza de Amor, Schoenstatt realiza su compromiso de cons-truir la historia en dependencia y contacto filial, libre y total con Cristo, el Señor de la histo-ria, a través de María, su Cola-boradora permanente.

¿Qué expresa la frase “na-da sin ti, nada sin nosotros”?

Esta frase o lema expresa en

forma simple y concreta el com-promiso mutuo que encierra la Alianza de Amor que sellamos en Schoenstatt.

Toda alianza de Dios con los hombres posee este rasgo: Es un compromiso mutuo entre Él y el hombre. Y Schoenstatt nació de una alian-za, es decir, del actuar conjunto de Dios, a través de María y de los hombres. Él se compromete pero también exige un compro-

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m i s o d e aquel a quien ha llamado a sellar esa alianza. El amor verdadero debe ser recípro-co.

El “Nada sin Ti” significa que Schoenstatt no puede existir ni realizar su misión sin la presencia y acción constante de María, desde su Santuario. Ella se ha comprometido a establecer allí su trono y a dis-tribuir desde allí abundantes dones y gracias por la realiza-ción de su misión de renovación del mundo. Ella se ha compro-metido a regalar gracias espe-ciales y propias del Santuario.

El “Nada sin Nosotros” significa la colaboración huma-na activa con esas gracias. La acción de María está supedita-da, en Schoenstatt, a nuestra colaboración activa con las gra-cias que ella nos regala. No podemos construir si no existe un serio esfuerzo de coopera-ción humana con la gracia. Dios, que nos creó libres, se condiciona a nuestra libertad; no nos quita la responsabilidad y requiere nuestra libre coope-ración.

¿Cómo llegó el Movimien-to a Paraná?

E l M ov i m i e n t o d e Schoenstatt en Paraná tiene varias particularidades. Una de

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Una mañana en el retiro de Nazareth, me encontré con una expresión: Descalzarse para entrar en el otro.

Y me sentí impulsado a leer las palabras del Éxodo: “no te acerques más, sácate tus sanda-lias, porque lo que pisas es un lugar sagrado”. No tardé en ponerme en oración.

Jesús me presentaba uno a uno a mis hermanos de comunidad y descubrí cómo habitual-mente entro en el interior de cada uno sin descalzarme. Simplemente entro. Sin fijarme en el modo entro.

Experimenté una fuerte necesidad de pedir perdón al Señor y a mis hermanos. Sentí que el Señor me invitaba a descalzarme y luego a caminar.

Inmediatamente experimenté una resistencia: “no quería ensuciarme”. Me resultaba más seguro andar calzada. Entonces vi dos cosas que me impiden entrar descalza en los otros: comodidad y temor

Vencido ese primer momento comencé a caminar y el Señor a cada paso iba mostrándome algo nuevo. Advertí cómo descalzo podía descubrir: las alternativas del terreno que pisaba, distinguir lo húmedo y lo seco el pasto de la tierra. Necesitaba mirar a cada paso lo que pisa-ba, estar atento al lugar donde iba a poner mi pie.

Me di cuenta de cuántas cosas del interior de mis hermanos me pasaba por alto, las desco-nozco, no las tengo en cuenta para entrar calzado, la mirada puesta en mí o dispersa en múl-tiples cosas.

Pude ver también cómo descalzo caminaba más lentamente, no usaba mi ritmo actual, sino tratando de pisar suavemente.

Donde mis zapatillas habían dejado marcas, mi pie no las dejaba. Pensé entonces: ¡cuántas marcas habré dejado en el corazón de mis hermanos a lo largo del

camino! Experimenté un gran deseo de entrar en los otros sin dejar un cartel que diga: ¡Aquí estuve yo!

Por último fui atravesando distintos terrenos. Primero el pasto, luego un camino de tierra hasta llegar a una subida y con piedras. Sentí deseos ya de detenerme y volver a calzarme.

pero el Señor, me invitó a caminar un poquito más. Advertí que no todos los terrenos son iguales y no todos mis hermanos son iguales. Por lo

tanto, no puedo entrar en todos de la misma manera. Esta subida me exigía caminar aún más lentamente y cuánto más difícil sea el terreno de

interior de mi hermano, más suavidad y más cuidado debo tener para entrar. Después de este recorrido con el Señor, pude ver claramente que descalzarme es entrar sin

prejuicios y atento a la necesidad de mi hermano, sin esperar una respuesta determinada; es entrar sin intereses y despojado de mi alma.

Porque creo, Señor, que estás vivo y presente en el corazón de todos, y por ello es que bus-caré detenerme, descalzarme y entrar en cada uno como un lugar sagrado. Para ello sé Señor, que cuento con Tu Gracia.

DESCALZARSE PARA ENTRAR EN EL OTRO Anónimo

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Una noche un hombre tuvo un sueño dónde andaba por la playa junto al Señor. En el cielo se veían reflejadas escenas de su vida. Delante de cada escena veía en la arena dos pares de hue-llas: las suyas y las del Señor.

Después de que pasara delante de él la última escena de su sueño, se volvió a mirar las huellas de la arena. Notó que en mu-chas ocasiones, a lo largo de su vida, sólo había un par de hue-llas. Se dio cuenta que había sucedido en los momentos más tristes y oscuros de su vida.

Aquello lo turbó mucho, y le pidió al Señor: “Señor, dijiste que una vez que decidiera seguirte, andarías

conmigo hasta el final. Aun así he notado que en los momentos más difíciles de mi vida sólo se ven las huellas de dos pies. No entiendo por qué me abandonabas cuando más te necesitaba”.

El Señor le respondió: “Hijo, mi querido hijo; yo te quiero y nunca te abandonaría.

En tus momentos de prueba y padecimiento, cuando viste que sólo había dos huellas, era porque yo te llevaba en brazos”.

HUELLAS EN LA ARENA Anónimo

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¿QUÉ ES SER UN VERDADERO MISIONERO?

El verdadero misionero es aquél que es capaz de descubrir en cada persona que se encuentre el rostro de Cristo, el que está dis-puesto a dar su amor, sus esfuerzos, su tiempo, lo que tiene en sus manos.

Se conoce a un misionero no por la ropa, ni por el aspecto físi-co, sino por la paz que transmite a su alrededor.

“Si yo hago mi parte, Dios hará la suya” y, si Dios hace su parte, ¿por qué desesperarme?

El misionero no se aterroriza; cae, pero se levanta porque lo espera un brazo fuerte; llora, pero tiene quien le enjuague las lágri-mas; siente la flaqueza humana, pero no la consiente; camina en la certeza de la esperanza.

El misionero es aquella persona que sabe que está en el mundo para realizar algo con su talento.

Donde esté, está en misión: en la casa, en la calle, en la universi-dad, entre los pobres, entre los ricos, entre los creyentes y los no creyentes, en el medio del pueblo o en medio de la naturaleza.

¿CUÁL ES NUESTRO OBJETIVO DE MISIÓN?

Queremos ser así instrumentos de Dios y de la Mater para dejar-nos conducir hacia esas personas que todavía no los conocen. Para poder llegar a este objetivo hay unas cuantas herramientas que tene-mos y que debemos aprender a aprovecharlas al máximo para sacarles el mayor rédito posible.

1. La Virgen María, nuestra Mater: es el arma más importante de todas. Recordemos que Ella es la que nos utiliza como instrumen-tos y nos da la fuerza para poder llevar a cabo esta misión.

Un verdadero misionero es aquel:

- Capaz de mirar y encontrar en cualquiera el rostro de Cristo, Él vive en todos. - Capaz de predicar más con la bondad y con el calor humano que con sus palabras. - Capaz de amar y servir en todo lo que haga, que es lo mismo que amar sirviendo, sin esperar ni una sonrisa a cambio.

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A Gerard Bessiere le ha preguntado alguien cómo se las arregla para estar siempre contento. Y Gerard ha confesado cándidamente que eso no es cierto, que también él tiene sus horas de tristeza, de cansancio, de inquietud, de malestar. Y entonces, insisten sus amigos, ¿cómo es que sonríe siempre, que sube y baja las escaleras silbando inefa-blemente, que su cara y su vida parecen estar siempre iluminadas?. Y Gerard ha confe-sado humildemente que es que, frente a los problemas que a veces tiene dentro, él “co-noce el remedio, aunque no siempre sepa utilizarlo: salir de uno mismo”, buscar la ale-gría donde está (en la mirada de un niño, en un pájaro, en una flor) y, sobre todo, inte-resarse por los demás, comprender que ellos tienen derecho a verle alegre y entonces entregarles ese fondo sereno que hay en su alma, por debajo de las propias amarguras y dolores. Para descubrir, al hacerlo, que cuando uno quiere dar felicidad a los demás la da, aunque él no la tenga, y que, al darla, también a él le crece, de rebote, en su interior.

Me gustaría que el lector sacara de este párrafo todo el sabroso jugo que tiene. Y que empezara por descubrir algo que muchos olvidan: que ser feliz no es carecer de proble-mas, sino conseguir que estos problemas, fracasos y dolores no anulen la alegría y sere-nidad de base del alma. Es decir: la felicidad está en la “base del alma”, en esa piedra sólida en la que uno está reconciliado consigo mismo, pleno de la seguridad de que su vida sabe adónde va y para qué sirve, sabiéndose y sintiéndose nacido del amor. Cuan-do alguien tiene bien construida esa base del alma, todos los dolores y amarguras que-dan en la superficie, sin conseguir minar ni resquebrajar la alegría primordial e interior.

Luego está también la alegría exterior y esa depende, sobre todo, del “salir de uno mismo”. No puede estar alegre quien se pasa la vida enroscado en sí mismo, dando vueltas y vueltas a las propias heridas y miserias, auto complaciéndose. Lo está, en cam-bio, quien vive con los ojos bien abiertos a las maravillas del mundo que le rodea: la Naturaleza, los rostros de sus vecinos, el gozo de trabajar.

Y, sobre todo, interesarse sinceramente por los demás. Descubrir que los que nos rodean “tienen derecho” a vernos sonrientes cuando se acercan a nosotros mendigan-do comprensión y amor.

¿Y cuando no se tiene la menor gana de sonreír? Entonces hay que hacerlo doble-mente: porque lo necesitan los demás y lo necesita la pobre criatura que nosotros so-mos. Porque no hay nada más autocurativo que la sonrisa. “La felicidad -ha escrito al-guien- es lo único que se puede dar sin tenerlo”. La frase parece disparatada, pero es cierta: cuando uno lucha por dar a los demás la felicidad, ésta empieza a crecernos den-tro, vuelve a nosotros de rebote, es una de esas extrañas realidades a las que sólo pode-mos acercarnos cuando las damos. Y éste puede ser uno de los significados de la frase de Jesús: “Quien pierde su vida, la gana”, que traducido a nuestro tema podría expre-sarse así: “Quien renuncia a chupetear su propia felicidad y se dedica a fabricar la de los demás, terminará encontrando la propia”. Por eso sonriendo cuando no se tienen ga-nas, termina uno siempre con muchísimas ganas de sonreír.

EL ARTE DE DAR LO QUE NO SE TIENE José Luis Martín Descalzo

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2. La oración: es la fuente de alimentación que da vida a la misión. Si nosotros no hacemos de nuestra vida una oración diaria, la misión corre riesgo. La adoración y oración frente al Santísimo es la que hace latir el corazón de nuestra misión, nuestro Santuario-misión. 3. Capital de gracias: sin esto también se puede decir que la misión no tendrá fecundidad. Es como querer comprar algo sin tener plata en el banco. Debemos hacer diariamente aportes al Capital de Gracias de nuestra Mater para que Ella pueda regalar sus gracias a nuestros hermanos.4. Estar en presencia de Cristo: si nosotros no estamos en pre-sencia de Jesús no podemos asemejarnos a Él y no podremos refle-járselo a la gente. A través de los sacramentos Cristo nos da la gra-cia. Y para eso tenemos que confesarnos y comulgar. Es la forma más concreta que tenemos para estar con Él. Si nosotros conseguimos utilizar estas herramientas durante toda la misión, podemos afirmar que nuestro objetivo de misión se va a cumplir en todo sentido.

EL SER MISIONERO

Un misionero es una persona sin caretas. “No hagan como los hipócritas”Jesús vivió su vida denunciando a los caretas, a los que la jugaban de buenos o genios y aparentaban

delante de todos: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo

contrario no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres (Mt 6, 1-2).

Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan (Mt. 6, 5-8).

Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hom-bres, sino por tu Padre que está en lo secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará (Mt 6, 16-18).

Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y; poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagran-te adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres, y tú, ¿qué dices?”. Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: “El que no tenga pecado que arroje la pri-mera piedra”. E inclinándose nuevamente siguió escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos (Jn 8, 1-11).

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Se cuenta que en Inglaterra, había una pareja a la que le gustaba visitar las peque-ñas tiendas del centro de Londres. Una de sus favoritas era la de antigüedades y en una de sus visitas encontraron una hermosa tacita.

-¿Me permite ver esa taza?, preguntó la Señora, ¡nunca he visto nada tan fino! En cuanto tuvo en sus manos la taza, ésta comenzó a hablarle: Yo no siempre he

sido esta taza que estás sosteniendo. Hace mucho tiempo yo era sólo un montón de barro sin forma. Mi creador me tomó entre sus manos y me amoldó cariñosamente. Llegó un momento en que me desesperé y le grité: Por favor, déjame en paz. Pero sólo me sonrió y me dijo: Aguanta un poco más, todavía no he terminado. Después me puso en un horno. Yo nunca había sentido tanto calor. Me pregunté por qué mi creador quería quemarme, así que toqué la puerta del horno y a través de la ventana del horno pude leer los labios de mi creador que me decía: Aguanta un poco más, todavía no he terminado.

Finalmente, mi creador me tomó y me puso en una repisa para que me enfriara. Así está mucho mejor, me dije a mí misma; pero apenas me había enfriado un poco, ya me estaba cepillando y pintando. El olor de la pintura era horrible. Sentía que me ahogaba. Por favor detente gritaba yo, pero mi creador sólo movía la cabeza hacien-do un gesto negativo y decía: Aguanta un poco más, todavía no he terminado.

Por último dejó de pintarme, pero otra vez me metió a otro horno. No era un horno como el anterior, sino que era mucho más caliente. Estaba segura que me sofo-caría y que acabaría rompiéndome en mil pedazos, le rogué y le imploré que me saca-ra, grité, lloré, pero mi creador sólo me miraba diciendo: Aguanta un poco más, toda-vía no he terminado. Después de una hora de haber salido del segundo horno, me dio un espejo y me dijo: Mírate, ésta eres tú.

Yo no podía creerlo, esa no podía ser yo. Lo que veía era realmente hermoso. Mi creador nuevamente me dijo: Yo sé que te dolió todo este proceso, pero si te hubiera dejado como estabas, sólo serías un trozo de barro seco. Sé que te causó mucho do-lor, que los gases de la pintura te causaron mucha molestia, pero de no haberte pinta-do no tendrías color. Y si yo no te hubiera puesto en el segundo horno, no hubieras sobrevivido mucho tiempo, porque tu dureza no habría sido lo suficiente para resis-tir. Ahora eres un producto terminado, eres exactamente lo que tenía en mi mente cuando te comencé a formar.

“Dios sabe lo que está haciendo con cada uno de nosotros. Él es el artesano y no-sotros somos el barro con el cual trabaja. Él nos amolda y nos da forma para que lle-guemos a ser una pieza perfecta y podamos cumplir con Su voluntad” (Rom 8: 28 - 29)

DIOS SABE LO QUE HACE José Luís Prieto

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SER MISIONERO ES...

Anunciar a todos los hom-bres la Buena Noticia de Jesús.

Oración + Acción.

La última tarea que nos encomendó Jesús.

La tarea más importante que tenemos todos los cris-tianos, que tiene la Iglesia.

Ser, simplemente, instru-mentos de Dios.

Entregarnos a Dios para que sea su voluntad.

Mirar a la Virgen María e imitar su vida.

Servir a Dios, presente en cada persona.

Aprender a amar.

Compartir con los demás el mayor regalo que recibi-mos: la fe.

Despertar los corazones dormidos.

Dar y recibir.

Esparcir las semillas de la Palabra.

Hacer resonar el eco de Dios.

La invitación a transfor-mar el corazón de todo misionero.

Fortalecer la fe.

LOS PILARES DEL MISIONERO

1.Propósito firme de vivir en Dios. Importancia de los Sacra-mentos.

“Tú que eres mi hijo, fortalécete con la gracia de Cristo Jesús” (2 Tim 2,1). Tener el corazón lleno de gracia, lleno de Dios como María. Y para esto es imprescindible recibir los sacramentos de la Reconcicliación y de la Eucaristía con frecuencia. Acercarnos a nuestro Padre bueno y misericordioso para recibir su perdón y ali-mentarnos del cuerpo de su Hijo con frecuencia, eso nos reviste de Jesús y nos hace cristianos fuertes.

2. Amor a la Eucaristía

“Yo soy el Pan de Vida (...) el que come de este cuerpo permanece en mí y yo en él” (Jn 6, 48-56) Como misioneros, queremos llegar a decir: “No soy yo, sino Cristo el que vive en mí”. Cada vez que comulgamos nos hacemos uno con Jesús; él se queda en nuestro corazón, en nuestro interior. ¿Cómo vamos a desaprovechar este regalo? La Comunión es el encuentro más íntimo que tenemos con Jesús. Nuestro Dios se hace alimento porque quiere quedarse en lo más íntimo de nuestro ser y hacerse uno con nosotros.

3. Lectura y meditación de la Palabra de Dios

“Ellas (las Sagradas Escrituras) pueden darte la sabiduría que con-duce a la salvación. Toda la Escritura es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hom-bre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien” (2 Tim 3, 15-17).

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¿Por qué tengo miedo a avanzar? Si Dios está conmigo siempre, donde vaya el me acompaña. El Señor cumple su palabra, cuando dijo que me cui-daría como un Padre, cuando prometió estar a mi lado; por eso Él de tanto amor nos entregó a Cristo Jesús, su único Hijo. Lo entregó a Él para que sea el primero en todo, el primogénito de toda creatura, Jesús vivió todo primero antes que nosotros.

Jesús vivió la amistad, la felicidad, el compartir, la risa, la alegría, etc. igual que nosotros, pero así también vivió el dolor, el llanto, el sufrimiento, el desprecio, la burla, la traición, así como nosotros… Pero el vivió con amor cumpliendo la voluntad del Padre Dios, nuestro Padre… ¿pensaste alguna vez que Jesús no te entiende?... ¿dudaste de Él?... Jesús es el único, al igual que su Madre, que siempre nos entiende, y sabe lo que vivimos, Él sabe de nuestros dolores, de nuestro sufrir, Él sabe lo que nos pasa. ¿Por qué lo sabe? Porque Él lo vivió primero que nosotros, Él fue el primero. Todo nos pasa porque alguna vez Jesús lo vivió, para demostrarnos que fiel al amor de Dios podemos seguir.

Seguramente te preguntaste: ¿por qué permite que me duela?... Si todo lo sabe, ¿por qué no actúa?... Y no actúa porque somos libres, necesita que le pidamos su intervención y darle nuestra disponibilidad, Él no hará nada si no se lo pedimos, y lo que realiza, lo hace cumpliendo la voluntad del Padre.

Jesús es el camino, la verdad y la vida, entrégate a Él, no temas. Entre-garnos es difícil, a Él no le fue fácil el camino al calvario, sufrió mucho, pero cumplió la voluntad del Padre… A esto fuimos llamados, a cumplir la voluntad del Padre.

El amor de Dios está presente en la Cruz, donde su Hijo murió por amor a nosotros, la gloria de Jesús fue su cruz, porque ahí estuvo la volun-tad del Padre, abraza tu cruz, no temas, Jesús te ayudará… Imítalo a Él, que cargó su cruz y salvó al mundo…

Si tanto amo a Dios cargaré mi cruz… estoy seguro que en el camino, mi Madre saldrá al encuentro y dirá: “Aquí estoy”.

JESÚS, PRIMERO EN TODO Ariel Passamani

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4. Oración contemplativa

“Por lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente” (1 Tim 2, 8). ¡La oración es un encuentro con Dios! Es el encuentro más íntimo que podemos tener con Él y es el alma de la misión, ya que sólo de la abundacia del corazón hablará nuestra boca. Como verdaderos instrumentos de Dios, en la oración contemplativa nos disponemos para que Él obre en nosotros.

5. Somos instrumentos de María

“Luego dijo al discípulo: aquí tienes a tu Madre” (Jn 19, 27). La Virgen María es nuestro modelo de misionera, es la estrella de la misión, es nuestra mamá. Es nuestra mediadora, Jesús no puede negarse a nada que le pida su mamá. Consagremos nuestro ser mi-sionero a Ella y respondamos a sus incesantes pedidos de rezar el Rosario.

6. Fidelidad a la Iglesia y al Papa “Obedezcan con docilidad a quienes los dirigen, porque ellos se desvelan por ustedes (...) así ellos podrán cumplir su deber con alegría” (Heb 13, 17) Somos misioneros católicos, por lo tanto, debemos ser fieles y obedientes a lo que la Iglesia y el Papa ense-ñan. Nuestra voz, nuestras palabras deben ser las palabras de la Iglesia y de Jesús. Cuando no estemos totalmente de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia o tengamos duda acerca de ciertos te-mas, pidámosle al Espíritu Santo que nos ilumine con el don de entendimiento y recurramos a algún sacerdote para que nos aclare esas dudas. Nuestra voz es la voz de la Iglesia.

DECÁLOGO DEL MISIONERO

1Oración. La misión empie-za casa por casa y termina

en el Santuario-misión.

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Respeto por el gesto de visitar, María entra con nosotros a cada casa.

3Sencillez y prolijidad: en el

vestir, al hablar.

4Dignidad: nosotros como apóstoles, enviados de la

Peregrina.

5Pequeñez y humildad: “Ella obrará milagros”.

6Escucha empática.

7Celo apostólico: todo por la misión, incluso el des-

canso.

8“Todo por amor y con ale-

gría” JK.

9Mensaje

10Evaluar la visita

HERRAMIENTAS DEL MISIONERO:

Fe Biblia o Nuevo Testamento

La cruz del misionero

El manual del misionero

El horario y sede de actividades y talleres

JHSJHS

El Rosario

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“Mientras Jesús se encontraba en el pueblo se le presentó un leproso; el cual, vien-do a Jesús cayó rostro en tierra y le suplicó: “Señor, si quieres puedes sanarme”. Extendió la mano y lo tocó diciendo: “Lo quiero, queda sano”. Al instante se le fue la lepra.” (Lc 5,12-13)

Hola. ¿Cómo estás? ¿Quién eres?... Yo soy “el leproso”. ¿Te sorprende? Seguro te preguntarás: ¿el leproso? … ¿acaso no está curado ya?... Pues sí, ya estoy curado, pero soy “el leproso” porque así Dios quiso que me conocieras. Nunca debes olvidarte de cómo Dios te presentó a todos, es así como te llamas y como servirás.

¿Cómo te llamas?... ¿como Dios quiere que te presentes a tus hermanos? Cada uno tiene su lepra, y mi pera no se compara con la tuya, pero SÍ SE COMPARTE. Dime, ¿cuál es tu lepra? … ¿Qué es lo que hoy te duele?

Yo te cuento parte de mi lepra, para compartirla con vos; yo sufría muchísimo, me dolía todo siempre, perdía mi piel, y mi mente, cada día esta enfermedad avanzaba más y más. Todo mi ser lloraba. ¿Te pasó algo igual?

Siempre viendo el dolor perdí mucho. Si lo hubiese entendido todo de un princi-pio, hubiese sido otra cosa. Iba a sufrir y me iba a doler pero con gusto. Pero no sabía el por qué del dolor, y jamás me lo pregunté…

¿Será por eso que no sabía? Pues sí, fue por eso. ¿Vos sabes por qué estás viviendo esto¿ ¿preguntaste el por qué?... Entiendo, cuesta preguntar, y más entender y aceptar, eso cuesta peor… Pero esto está en el Plan del Padre, todo nos lleva a la felicidad.

Qué feliz estuve el día que lo acepté, y así cuando lo viví, pero más feliz estuve cuan-do me curé.

Siempre me dijeron que el Mesías me salvaría, y yo no sabía quién era Él. También me decían que le hable a Dios, y yo no sabía, pero le pregunté a Dios, a mi forma lo hice, y Él me contó que su Hijo vendría a salvarme, y no me mintió, Dios no miente ni engaña.

El día que Jesús, el Hijo de Dios, me curó…cuando lo vi me tiré a sus pies, le pedí que me cure y Él me sanó; y encima me confió su verdad. ¡Qué hermoso es cuando Jesús nos cura, que hermoso es que el Hijo de Dios nos cure!

¿Lo ves a Jesús? ¿Dónde está? ¡Míralo! ¿Te postras ante Él? ¿Te animas a pedirle que te cure?... Vamos, dale tu corazón a Él… Él sanará…

No creas que podes solo… Él siempre camina a tu lado, porque te acompaña en todo momento, en los tiempos de alegría y en los de tristeza… ¿Crees?... ¿Crees? Yo no creía hasta que lo descubrí, pero fue necesario que Él se pare adelante mío…

Hoy Jesús está delante de ti… Háblale…Pedile que te cure… Ámalo en la con-templación… No vivas con tu lepra como yo viví…pero sí, sé ese leproso feliz que conoció a Jesús… Háblale, Él está delante tuyo para escucharte y curarte…

EL LEPROSO DE JESÚS Ariel Passamani

PARA MEDITAR...

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Estilo de vida

Nosotros somos la referencia de misioneros que la gente del pueblo va a tener. Por lo tanto debemos aspirar dejarles la me-jor imagen de misioneros.

Para eso tenemos unas cuan-tas herramientas que nos ayu-dan:

Cuidar nuestra forma de ves-tirnos: así como cuando vamos a trabajar, por ejemplo a una oficina, debemos ir con una ropa determinada. El misione-ro se viste con una remera con mangas (en nuestro caso, la re-mera de la misión), y pantalón (evitar calza y short). Los shoenstattianos tenemos una ventaja, y es que si nos cuesta mucho aguantarnos la ropa con el calor que hace, ya tenemos un sacrificio para colaborar con el capital de Gracias!

Entrar en el ritmo de las per-sonas. Cuidar nuestra forma de hablar, nuestras posturas, el trato entre nosotros. Ser senci-llos y claros al hablar, evitar mo-dismos como boludo, tipo na-da, etc. Cuidar nuestro vocabu-lario en las calles y siempre mo-derar el tono de voz, no hablar muy rápido. No hablar por celu-lar en las visitas. No escupir ni gritar en la calle.

Llevar la Mater Peregrina con orgullo y dignidad, no lle-varla colgando, ni dejarla en cualquier lado. Siempre llevar

en un lugar visible el distintivo de nuestra fe católica: la cruz del misionero. Esto evita mu-chas confusiones de la gente, abre muchas puertas y nos libra de muchos peligros.

No fumar públicamente.

En la comunidad, respetar los horarios establecidos en el pro-grama (si a las 13:00 tenemos que volver de las casa, volvemos a las trece, ni antes ni después).

Ser muy prudentes en el co-mentario sobre personas del pueblo. No burlarse de la gente, evitar la ironía. No dar opinio-nes de ese estilo, mucho menos si no es constructivo.

Estar atentos a las necesida-des de algún ocio religioso que se pueda necesitar en la casa para informarlo a los jefes, en-cargados o a quien correspon-da.

Consejos para misionar

La visita a las casas es parte central del trabajo misionero y una experiencia muy enriquece-dora para quien la realiza. Acá van algunos consejos prácticos:

Es fundamental en ellas, más que seguir las recomendaciones dadas, el tener en cuenta que somos instrumentos de Dios y el que debemos compartir, escu-char y aprender de la gente del lugar con la mayor simpleza de nuestro corazón.

Es de suma importancia, no mentir ni inventar respuestas sobre cosas que no sabemos; es preferible volver con alguien que sepa, consultarle y después responder dicha pregunta.

Recordemos que nosotros no vamos a dar cátedras de vida a las casas, si no a compartir nues-tra alegría de la fe.

Antes de entrar a cada casa, rezar al Espíritu Santo y estar abierto a sus inspiraciones.

Presentarse con educación y cariño; entrar muy humana-mente, interesarse por la vida y problemas de los dueños de casa.

Estar muy atentos a escuchar con paciencia y tratar de entre-gar un mensaje de esperanza ante sus dificultades.

No ofrecer oficios religiosos si no se está seguro que nuestros asesores espirituales puedan cumplirlo. En el caso que exista la posibilidad, anotar los datos que permitan localizar fácil-mente la casa, para después indi-carle a nuestro asesor.

No nos comprometamos a ninguna actividad fuera del pro-grama (por ejemplo: nos invi-tan a comer) sin antes avisar de manera personal a los coordina-dores generales de nuestra co-munidad.

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troce; un corazón libre, que ninguna pasión vio-lenta subyugue. Concédeme, Señor, Dios mío, una inteligencia que te conozca, una diligencia que te busque, una sabiduría que te encuentre, una vida que te plazca, una perseverancia que te espere con confianza y una confianza que al fin te posea. Concédeme ser afligido por tus penas en la penitencia y que en el camino de mi vida use de tus alegrías para la gloria. Señor, que vives y rei-nas, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén. presencia, tu amor y tu palabra. En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consola-ción. Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu intimidad o «misterio». Enton-ces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el «misterio» de cada hermano y de cada aconte-cimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social y construir la historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contem-plación. Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de AMAR y de SERVIR. Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre. Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe me-ditar adorando y amando tu Palabra, para trans-formarla en vida y comunicarla a todos los her-manos. Amén.

ALMA DE CRISTO (San Ignacio de Loyola)

Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, con-fórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de

Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén

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“Comer todo lo que os fuere servido” (Lc. 10, 7-9) con cari-ño y agradecimiento. El aceptar un mate, un vaso de gaseosa o lo que fuere que las familias nos ofrezcan de corazón y desinte-resadamente, es un gesto que todo misionero debe cultivar.

Seamos muy prudentes en los comentarios de las perso-nas. No dar opiniones sobre ellas.

No olvidarnos que estamos al servicio de la parroquia del pueblo. Es muy común que ata-quen a quien está a cargo de la parroquia. Nosotros debemos apoyar a la parroquia de manera muy educada, dar nuestro pun-to de vista.

Invitar a la gente a las activi-dades que realizamos como grupo misionero (rosario, mi-

sas, peña, etc), teniendo en cuenta que las actividades que realizamos son instancias im-portantes para llegar a las per-sonas.

Si la familia es católica prac-ticante, invitarlos a comprome-terse en la parroquia.

Si la familia es católica no practicante tratar de conversar sobre lo importante que son la misa, los sacramentos, el Evan-gelio y ayudarlos a que vuelvan a ser una familia católica prac-ticante.

Si en una casa nos cierran las puertas, o nos dicen que están ocupados y no nos pueden aten-der, lo mejor es rezar una ora-ción por esa familia.

Si las personas son de otras creencias, o están en contra de

los católicos, respetarlos, no ser cargosos.

Al finalizar la visita, tratar de resumir en una oración las co-sas conversadas, pidiendo por la necesidad que manifestaron durante la conversación y agra-deciendo por los signos de la presencia y acción de Dios en la familia.

Concretar un propósito, co-mo consejo (rezar en familia, ir a misa más seguido, bendecir la mesa, bendecir a los hijos antes de dormir, etc)

Al final de la visita, no olvi-darse de anotar los datos de la familia que visitamos. Con el objetivo de lograr un vínculo más cercano con la familia. De-mostrándoles que ellos son importantes para nosotros.

¡! IMPORTANTE:

Transmitir la alegría y paz que tenemos con Jesús en nuestra vida. “Un gesto dice mucho más que mil palabras…”

Más que cualquier conocimiento formal o teológico, lo me-

jor que les podemos dar es nuestra compañía y apoyo.

No olvidarnos que el mejor medio de testimonio es la auten-ticidad de los católicos, el ejemplo y la coherencia de nuestras palabras con nuestros actos.

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te busque y te encuentre, que a Ti me dirija y a Ti llegue, en Ti piense, de Ti hable y todo lo haga en loor y gloria de tu nombre, con humildad y dis-creción, con amor y deleite, con facilidad y afec-to, con perseverancia hasta el fin; y que Tu sólo seas siempre mi esperanza, toda mi confianza, mis riquezas, mi deleite, mi contento, mi gozo, mi descanso y mi tranquilidad, mi paz, mi suavi-dad, mi olor, mi dulcedumbre, mi alimento, mi comida, mi refugio, mi auxilio, mi sabiduría, mi heredad, mi posesión, mi tesoro, en el cual esté siempre fija, firme y hondamente arraigada mi alma mi corazón. Amén.

ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN

Jesús mío, redención, amor y deseo nuestro, yo te invoco y clamo a ti con un clamor grande y de todo corazón, te suplico que vengas a mi alma, entres en ella y la ajustes y unas tan bien contigo que la poseas sin doblez ni mancha alguna; pues la morada en que ha de habitar un Señor tan san-to como Tú, muy justo es que esté limpia. Tú has fabricado este vaso de mi corazón; santifícalo, pues; vacíalo de la maldad que hay en él, llénalo de tu gracia, y consérvalo lleno para que sea tem-plo perfecto y digno de ti. Dulcísimo, benignísi-mo, amantísimo, queridísimo, preciosísimo, ama-bilísimo y hermosísimo Señor, Tú eres más dulce que la miel, más blanco que la nieve, más suave que el maná, más precioso que las perlas y el oro, y más amado de mi alma que todos los tesoros y honras de la tierra. Dios mío, óyeme: luz de mis ojos, oye lo que pido, y dime lo que te debo decir para que me oigas. Señor lleno de piedad y mise-ricordia, no mires mis pecados ni cierres tus oí-dos, mas por tu bondad acepta los ruegos de tu siervo, y concédeme lo que te suplico por la inter-cesión de la Virgen María, Señora mía y Madre tuya, y de todos los Santos. Amén.

ORACIÓN DE SANTO TOMÁS DE AQUINO

Concédeme, Dios misericordioso, que desee yo con ardor lo que Tú apruebas, que lo busque con prudencia, lo reconozca con verdad, lo cumpla con perfección, en alabanza y gloria de tu nom-bre. Pon orden en mi vida, y concédeme conocer lo que quieres que haga; concédeme cumplir debidamente lo que sea útil para la salvación de mi alma. Que me dirija a ti, Señor, por un cami-no seguro, recto, agradable, y apto para llevarme al término; un camino que no se extravíe entre las prosperidades y las adversidades, de modo que te dé gracias en las cosas prósperas, y en las adversas conserve la paciencia, no dejándome exaltar por las primeras ni abatir por las segun-das. Que nada me regocije ni me atribule, fuera de aquello que a ti me lleve o me aparte de ti. Que no desee gustar o tema desagradar a nadie sino a ti. Que todo lo perecedero se vuelva vil ante mis ojos por tu causa, Señor, y que todo lo que con-tigo se relacione sea amado por mí; y Tú más que todas las cosas. Que toda alegría que existe sin ti me fatigue y, fuera de ti, nada desee. Que todo trabajo, Señor, me sea agradable si es para ti, y todo reposo ajeno a ti me sea insoportable. Con-cédeme elevar frecuentemente mi corazón a ti, y cuando desfallezca, que me apene de mi falta con propósito firme de corregirme. Hazme, Señor, obediente sin contradicción, pobre sin defecto, casto sin corrupción, paciente sin pro-testa, humilde sin ficción, alegre sin disipación, triste sin abatimiento, maduro sin pesadumbre, diligente sin inconstancia, animado por tu te-mor sin desesperación, sincero sin doblez, hace-dor del bien sin presunción, capaz de reprender al prójimo sin soberbia, edificándolo con pala-bras y ejemplos sin fingimientos. Dame, Señor Dios, un corazón vigilante, que ningún pensa-miento curioso arrastre lejos de ti; un corazón noble, que ninguna indigna afección lo desvíe; un corazón firme, que ninguna adversidad des-

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CATECISMO

LOS DIEZ MANDAMIENTOS

1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.

2. No tomarás el nombre de Dios en vano.

3. Santificarás las fiestas.

4. Honrarás a tu padre ya tu madre.

5. No matarás.

6. No cometerás actos impuros.

7. No robarás.

8. No dirás falso testimonio ni menti-rás.

9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.

10. No codiciarás los bienes ajenos.

LOS PRECEPTOS DE LA IGLESIA

1. Participar en Misa los domingos y

fiestas de precepto.

2. Confesar los pecados graves al menos

una vez al año, y en peligro de muerte, y

si se ha de comulgar.

3. Recibir la Comunión al menos en

Pascua de Resurrección.

4. Guardar ayuno y abstinencia cuando

lo manda la Iglesia.

5. Ayudar a la Iglesia en sus necesidades.

LOS SACRAMENTOS

Un Sacramento es un signo sensible y eficaz, instituido por Jesús, para darnos la gracia. La gracia es un don sobrenatural que Dios nos concede para al-canzar la vida eterna. Son ac-ciones de Jesús:

De Él, que quiso estar pre-sente para todos los hombres después de su vida terrena.

De Él, que está presente en el ministro que actúa por Él.

De Él, que da la fuerza y la eficacia divina a los diversos signos y gestos.

De Él, que está presente aunque sea de diferentes mane-ras.

Algunos sacramentos im-primen carácter y dejan una huella indeleble en el alma que pone Dios, que configura y ase-meja a los hombres a Cristo.

Los Sacramentos de

la Iglesia son siete:

1. Bautismo

2. Confirmación

3. Eucaristía

4. Reconciliación

5. Unción de los

enfermos

6. Orden Sagrado

7. Matrimonio

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te los llevo, sin perjuicio de su libertad, adonde me place. ¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame, alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te hirió? ¿Quién lastimó tu amor propio? ¿Quién te ha desprecia-do? Acércate a mi Corazón, que tiene bálsamo eficaz para curar todas esas heridas del tuyo. Da-me cuenta de todo, y acabarás en breve por decir-me que, a semejanza de Mí todo lo perdonas, to-do lo olvidas, y en pago recibirás mi consoladora bendición. ¿Temes por alegría?¿Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías, que no por ser infun-dadas dejan de ser desgarradoras? Échate en bra-zos de mi providencia. Contigo estoy; aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento te desamparo. ¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora olvidadas se alejan de ti, sin que les hayas dado el menor motivo? Ruega por ellas, y yo las volveré a tu lado, si no han de ser obstáculo a tu santifica-ción. ¿Y no tienes tal vez alegría alguna que comuni-carme? ¿Por qué no me haces partícipe de ella ha-ciéndome tu buen amigo? Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho sonreír tu corazón. Quizá has tenido agradables sorpresas, quizá has visto disipados negros recelos, quizá has recibido faustas noticias, alguna carta o mues-tra de cariño; has vencido alguna dificultad, o salido de algún lance apurado. Obra mía es todo esto, y yo te lo he proporcionado: ¿por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud, y decirme sencillamente, como un hijo a su padre: « ¡Gra-cias, Padre mío, gracias!»? El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le gusta verse correspondido. ¿Tampoco tienes Promesa alguna para hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón. A los hombres se les engaña fácilmente; a Dios, no. Há-blame, pues, con toda sinceridad. ¿Tienes firme resolución de no exponerte ya más a aquella oca-sión de pecado? ¿De privarte de aquel objeto que

te dañó? ¿De no tratar más aquella persona que turbó la paz de tu alma? ¿Volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquel otro a quien, por haberte faltado, has mirado hasta hoy como enemigo? Ahora bien, hijo mío; vuelve a tus ocupaciones habituales, vuelve a tu misión; pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la soledad del san-tuario. Guarda, en cuanto puedas, silencio, mo-destia, recogimiento, resignación, caridad con el prójimo. Ama a mi Madre, que lo es también tuya, la Virgen Santísima, y vuelve otra vez maña-na con el corazón más amoroso, más entregado a mi servicio. En mi Corazón encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos con-suelos.

ORACIÓN DE SAN BUENAVENTURA

Traspasa, dulcísimo Jesús y Señor mío, los hue-cos más escondidos de mi alma con el suavísimo y saludable dardo de una verdadera y pura cari-dad, tal como la que llenaba el corazón de los Santos Apóstoles, a fin de que desfallezca y se derrita sólo en amor por Ti y en deseo de po-seerte; que ansíe por Ti, que desfallezca en tus atrios, y que no aspire más que haberse libre para unirse contigo. Haz que mi alma tenga hambre de Ti, oh Pan de los Ángeles, alimento de las almas Santas, pan nuestro cotidiano, lleno de fortaleza, de dulzu-ra, de suavidad, que cuantos con él se nutren ha-cen sentir las delicias de su sabor. ¡Oh Jesús!, a quien los ángeles desean siempre contemplar, haced que mi corazón sin cesar tenga hambre de Ti, se alimente de Ti, y lo más profundo de mi alma sea regalado con dulzura de tus delicias. Que mi corazón tenga siempre sed de Ti, oh fuente de vida, manantial de sabiduría y de cien-cia, río de luz eterna, torrente de delicias, abun-dancia de la casa de Dios. Que no ambicione otra cosa sino poseerte, que

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LA EUCARISTÍA

Para recibir la Eucaristía de modo ordinario tenemos que:

Estar en gracia de Dios. Tener una recta intención: no comulgar por rutina, vanidad,

compromiso, sino por agradar y cultivar la amistad con Dios. Preparación diligente y acción de gracias. Disponerse a comulgar con fe viva, humildad, confianza, ham-

bre y sed de Dios.

EXAMEN DE CONCIEN CIA

1. Mi relación con Dios

¿Voy a Misa todos los domingos y fiestas de precepto (1 de enero, 15 de agosto, 8 de diciembre)?

¿Hago todos los días mi oración de la mañana y de la noche? ¿He tomado su santo nombre en vano, jurando por Él o faltan-

do el respeto a su nombre?

2. Mi relación con los demás

¿Cómo ha sido mi relación con mis padres en el último tiempo? ¿Y con mis hermanos? ¿He sido fiel en la amistad o he traicio-

nado de palabra o de hecho a mis amigos? ¿Vivo mi noviazgo de manera comprometida y generosa o ten-

go actitudes egocéntricas? ¿Me preocupo por ser un buen ciudadano a través del respeto a

las normas de tránsito, de no ensuciar los espacios públicos, de no copiar en los exámenes, de no ser agresivo, etc?

3. Mi relación con el trabajo y las cosas

¿Estudio responsablemente? ¿Vivo muy esclavo de la imagen, del “qué dirán”, de las “marcas

de ropa”? ¿Soy generoso con mis bienes o soy muy tacaño?¿Tengo envidia en relación a los bienes de los demás?

4. Mi relación con mi propia persona

¿Miento? ¿Respeto el justo descanso? ¿Pierdo demasiado tiempo en el

Chat, navegando por Internet o viendo TV? ¿He tomado alcohol en exceso en alguna salida? ¿He cometido actos impuros (pornografía, masturbación, rela-

ciones prematrimoniales)?

Para leer y meditar...

Lc 1, 26-38 - “Anuncia-ción”

Mc 4, 1-9 y 13-20 - “Pará-bola del sembrador”

Lc 14, 7-14 - “Humildad cristiana”

Lc 9, 57-62 - “Exigencias de la vocación apostólica”

Mt 19, 16-22 - “El joven rico”

Lc 15, 11-32 - “Parábola del Padre misericordioso”

Lc 19, 1-10 - “Zaqueo”

Mt 5, 1-12 - “Bienaventu-ranzas”

Mt 28 16-20 - “Yo estaré con ustedes hasta el fin de los tiempos”

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a los miembros de la Iglesia; que si el amor llegaba a apagarse, los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre... Comprendí que el amor encerraba en sí todas las vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempos y lugares... En una palabra, ¡que el amor es eterno! Entonces, al borde de mi alegría delirante, excla-mé: ¡Jesús, amor mío, al fin he encontrado mi voca-ción! ¡Mi vocación es el amor! Sí, he encontrado mi puesto en la Iglesia, y ese puesto, Dios mío, eres tú quien me lo ha dado... En el corazón de la Iglesia, mi Madre, yo seré el amor... Así lo seré todo... ¡Así mi sueño se verá hecho realidad!

QUINCE MINUTOS EN COMPAÑÍA DE JESÚS SACRAMENTADO

Estás delante de Jesús, aquel Jesús de corazón tan Misericordioso que iba en pos de los pecadores y sólo tenia para ellos palabra de generoso perdón; tan compasivo y bueno, que curaba a los afligidos y desgraciados, y con ellos lloraba; tan sencillo, que los niños, las muchedumbres, podían acer-cársele a tocarlo. Aviva tu fe; contémplalo ahí, hecho Hostia, para poder acercarse más a ti, y como si su propia voz, saliendo del Sagrario te hablase, escúchalo con amor. No es preciso, hijo mío, saber mucho para agra-darme mucho; basta que me ames con fervor. Há-blame, pues, aquí sencillamente, como hablarías a tu madre, a tu hermano. ¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súpli-ca cual-quiera? Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien el de tus hermanos y amigos; di-me en seguida qué quisieras que hiciese actual-mente por ellos. Pide mucho, mucho, no vaciles en pedir; me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos, para atender a las necesidades ajenas. Háblame así, con sencillez, con llaneza, de los pobres a quie-

nes quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas vol-ver al buen camino, de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado. Dime por todos una palabra de amigo, palabra entrañable y fer-vorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón; y ¿no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón especialmente ama? Y para ti, ¿no necesitas alguna gracia? Hazme, si quieres, una lista de tus necesidades, y ven, léela en mi presencia. Dime francamente que sientes -soberbia, amor a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez egoísta, inconstante, negligente; y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuer-zos, pocos o muchos, que haces para quitar de ti tales miserias. No te avergüences, ¡pobre alma! ¡Hay en el cielo tantos justos, tantos Santos de primer orden, que tuvieron esos mismos defec-tos! Pero rogaron con humildad; y poco a poco se vieron libres de ellos. Ni menos vaciles en pe-dirme bienes espirituales y corporales: salud, fuerzas, éxito feliz en tus trabajos, en tu misión, en tu deberes; todo eso puedo darte, y lo doy, y deseo que me lo pidas en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación. Hoy por hoy, ¿qué necesitas? ¿Qué puedo hacer por tu bien? ¡Si supieras los deseos que tengo de favore-certe! ¿Traes ahora mismo entre manos algún Proyec-to? Cuéntamelo todo minuciosamente. ¿Qué te preocupa? ¿Qué piensas? ¿Qué deseas? ¿Qué quieres que haga por tu hermano, por tu amigo, por tu compañero? ¿Qué desearías hacer por ellos? ¿Y por Mí? ¿No sientes deseos de mi glo-ria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho, y que viven quizás olvidados de Mí? Dime qué cosa llama hoy particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente, y con qué medios cuen-tas para conseguirlo. Dime si te sale mal tu em-presa, y yo te diré las causas del mal éxito. ¿No quisieras que me interesase algo en tu favor? Hi-jo mío, soy dueño de los corazones, y dulcemen-

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EXAMEN DE CONCIENCIA DEL MISIONERO (PARA CADA DÍA)

Nos ponemos en presencia de Dios, nuestro Señor, para ha-

cer este examen del día: 1. ¿Cuáles han sido mis disposiciones durante este día? Negativas: fiaca, vagancia, egoísmo, falta de entrega, falta de humildad... / Positivas: entusiasmo, generosidad, sinceridad, colaboración...

2. ¿He superado el cansancio, el mal humor, la pereza... cuando se me presentaron hoy?

3. ¿He puesto en manos de Dios y de la Mater lo que hoy me costó, en lo que hoy les fallé?

4. ¿He aprovechado de los medios espirituales que he tenido a mi alcance hoy: oración en el Santuario, Rosario, Misa, medita-ción, reflexión? 5. ¿He confiado más en mi trabajo personal que en el poder que tiene la oración?

6. ¿He disminuido yo para que Cristo se engrandezca en mí?

7. ¿He colaborado en mi comunidad? 8. ¿He servido a mis hermanos? 9. ¿Quiero superarme mañana?

Que nuestra querida Virgen María te ayude a ser digno instru-mento de su Hijo, y que puedas abandonarte en sus brazos para que sea Ella la que mañana guíe tus pasos.

amor te entregaría a las almas! Pero, ¡ay!, aun de-seando ser sacerdote, admiro y envidio la humil-dad de san Francisco de Asís y siento en mí la voca-ción de imitarle renunciado a la sublime dignidad del sacerdocio. ¡Oh, Jesús, amor mío, mi vida!, ¿cómo hermanar estos contrastes? ¿Cómo convertir en realidad los deseos de mi pobrecita alma? Sí, a pesar de mi pe-queñez, quisiera iluminar a las almas como los profetas y como los doctores. Tengo vocación de apóstol... Quisiera recorrer la tierra, predicar tu nombre y plantar tu cruz glo-riosa en suelo infiel. Pero Amado mío, una sola misión no sería suficiente para mí. Quisiera anun-ciar el Evangelio al mismo tiempo en las cinco partes del mundo, y hasta en las islas más remo-tas... Quisiera se misionero no sólo durante algu-nos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo y seguirlo siendo hasta la consumación de los siglos... Pero, sobre todo y por encima de todo, amado Salvador mío, quisiera derramar por ti hasta la última gota de mi sangre... ¡El martirio! ¡El sueño de mi juventud! Un sueño que ha ido creciendo conmigo en los claustros del Carmelo... Pero sien-to que también este sueño mío es una locura, pues no puedo limitarme a desear una sola clase de mar-tirio... Para quedar satisfecha, tendría que sufrir-los todos... Como tú, adorado Esposo mío, quisiera ser flage-lada y crucificada... Quisiera morir desollada, co-mo san Bartolomé... Quisiera ser sumergida, co-mo san Juan, en aceite hirviendo... Quisiera sufrir todos los suplicios infligidos a los mártires... Con santa Inés y santa Cecilia, quisiera presentar mi cuello a la espada, y como Juana de Arco, mi her-mana querida, quisiera susurrar tu nombre en la hoguera, Jesús... Al pensar en los tormentos que serán el lote de los cristianos en tiempos del anti-cristo, siento que mi corazón se estremece de ale-gría y quisiera que esos tormentos estuviesen re-servados para mí... Jesús, Jesús, si quisiera poner por escrito todos mis deseos, necesitaría que me prestaras tu libro de la vida, donde están consig-

nadas las hazañas de todos los santos, y todas esas hazañas quisiera realizarlas yo por ti... Jesús mío, ¿y tú qué responderás a todas mis lo-curas...? ¿Existe acaso un alma pequeña y más impotente que la mía...? Sin embargo, Señor, precisamente a causa de mi debilidad, tú has querido colmar mis pequeños deseos infantiles, y hoy quieres colmar otros deseos míos más grandes que el universo... Como estos mis deseos me hacían sufrir durante la oración un verdadero martirio, abrí las cartas de san Pablo con el fin de buscar una respuesta. Y mis ojos se encontraron con los capítulos 12 y 13 de la primera carta a los Corintios... Leí en el primero que no todos pueden ser após-toles, o profetas, o doctores, etc...; que la Iglesia está compuesta de diferentes miembros, y que el ojo no puede ser al mismo tiempo mano. La respuesta estaba clara, pero no colmaba mis de-seos ni me daba la paz... Al igual que Magdalena, inclinándose sin cesar sobre la tumba vacía, acabó por encontrar lo que buscaba, así también yo, abajándome hasta las profundidades de mi nada, subí tan alto que logré alcanzar mi intento... Seguí leyendo, sin desanimarme, y esta frase me reconfortó: «Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino inigualable». Y el apóstol va explicando cómo los mejores carismas nada son sin el amor... Y que la caridad es ese camino inigualable que conduce a Dios con total seguridad. Podía, por fin, descansar... Al mirar el cuerpo místico de la Iglesia, yo no me había reconocido en ninguno de los miembros descritos por san Pablo; o, mejor dicho, quería reconocerme en todos ellos... La caridad me dio la clave de mi vocación. Com-prendí que si la Iglesia tenía un cuerpo, com-puesto de diferentes miembros, no podía faltar-le el más necesario, el más noble de todos ellos. Comprendí que la Iglesia tenía un corazón, y que ese corazón estaba ardiendo de amor. Comprendí que sólo el amor podía hacer actuar

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DEFENSA DE LA FE

¿Qué es ser cristiano?

Ser cristiano significa: 1. Creer en Dios, creador de un mundo no terminado en el que todos debemos participar.2. Creer en Dios, que no ha divi-dido a las personas en pobres y ricos, especialistas e ignorantes, amos y esclavos. 3. Creer en Jesucristo, que vio la situación de este mundo y to-mó postura ante ella. 4. Creer en Jesucristo, que ha sido el hombre verdadero, co-mo ningún hombre ha podido serlo por sí mismo. Que ha muerto en la cruz por los otros y por el mundo como por mí. 5. Creer en Jesucristo, que ha resucitado para nuestra vida, para que nos liberemos de los prejuicios, del miedo y del odio, y transformemos el mun-do en una tierra de personas. 6. Creer en el Espíritu, que vino con Jesús al mundo, y amar a María como Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo. 7. Creer en la comunidad de todos los pueblos y en nuestra responsabilidad sobre lo que haremos de nuestra tierra: o un valle de miseria, de hambre y de violencia, o una fraternidad universal. 8. Creer en la paz justa, que es posible construir a pesar de todo... 9. Creer en la posibilidad de una vida llena de sentido para todas las personas y en el futuro de este mundo de Dios.

10. Creer al fin en la esperanza, en Él todo es posible porque Dios es Padre de todas las per-sonas.

¿Qué significa la virginidad de María?

Que María concibió a Jesús sin intervención de varón se afirma claramente en los dos primeros capítulos de los evan-gelios de San Mateo y de San Lucas: “lo concebido en ella viene del Espíritu santo”, dice el ángel a San José (Mt 1,20); y a María que pregunta “¿Cómo será eso pues no conozco va-rón?” el ángel le responde: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra...” (Lc 1,34-35).

Por otra parte, el hecho de que Jesús desde la Cruz enco-mendase su Madre a San Juan supone que la Virgen no tenía otros hijos. Que en los evange-lios se mencionen a veces los “hermanos de Jesús” puede ex-plicarse desde el uso del térmi-no “hermanos” en hebreo en el sentido de parientes próximos (Gen 13,8; etc), o pensando que San José tenía hijos de un matrimonio anterior, o toman-do el término en sentido de miembro del grupo de creyen-tes tal como se usa en el Nuevo Testamento (Hch 1,15).

La iglesia siempre ha creído en la virginidad de María y la ha llamado “la siempre virgen” (Lumen Gentium 52), es decir, antes, en y después del parto como confiesa una fórmula tradicional.

Postura de la Iglesia ante el aborto

La Iglesia Católica entiende por aborto la muerte provocada del feto, realizada por cualquier método y en cualquier momen-to del embarazo desde el ins-tante mismo de la concepción. Así ha sido declarado el 23 de mayo de 1988 por la Comisión para la Interpretación Auténti-ca del Código de Derecho Canó-nico

La sociedad debe proteger a todo embrión, porque el dere-cho inalienable a la vida de todo individuo humano desde su concepción es un elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación. Cuando el Estado no pone su fuerza al servicio de los derechos de to-dos, y en particular de los más débiles, entre los que se encuen-tran los concebidos y aún no nacidos, quedan amenazados los fundamentos mismos de un Estado de derecho.

¿Por qué no se venden las ri-quezas del Vaticano y se ayuda con ese dinero a los pobres?

Lo primero que hay que de-cir es que lo que critican como

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ORACIONES ANTE EL SANTÍSIMO

VISITA A JESÚS SACRAMENTADO (Juan Pablo II )

¡Oh Jesús de mi alma, encanto único de mi cora-zón!, heme aquí postrado a tus plantas, arrepen-tido y confuso, como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo, sólo a Ti quie-ro, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que fuiste en busca de la Samaritana; Tú, que me llamaste cuando huía de Ti, no me arrojarás de tu presencia ahora que te busco. Señor, estoy triste, bien lo sabes, y nada me ale-gra; el mundo me parece un desierto. Me hallo en oscuridad, turbado y lleno de temor e inquietu-des...; te busco y no te encuentro, te llamo y no respondes, te adoro, clamo a Ti y se acrecienta mi dolor. ¿Dónde estás, Señor, dónde, pues no gusto las dulzuras de tu presencia, de tu amor? Pero no me cansaré, ni el desaliento cambiará el afecto que me impulsa hacia Ti. ¡Oh buen Jesús! Ahora que te busco y no te encuentro recordaré el tiempo en que Tú me llamabas y yo huía... Y fir-me y sereno, a despecho de las tentaciones y del pesar, te amaré y esperaré en Ti. Jesús bueno, dulce y regalado padre y amigo in-comparable, cuando el dolor ofusque mi cora-zón, cuando los hombres me abandonen, cuando el tedio me persiga y la desesperación clave su garra en mí, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene prisionero, aquí y sólo aquí buscaré fuerza para luchar y vencer. No temas que te abandone, cuando más me hu-yas, más te llamaré y verteré tantas lágrimas que, al fin, vendrás... Sí... vendrás, y al posarte, disfru-taré en la tierra las delicias del cielo. Dame tu ayuda para cumplir lo que te ofrezco; sin Ti nada soy, nada puedo, nada valgo... Fortalé-ceme, y desafiaré las tempestades. Jesús, mío, dame humildad, paciencia y gratitud, amor..., amor, porque si te amo de veras, todas las virtudes vendrán en pos del amor. Te ruego por los que amo... Tú los conoces, Tú

sabes las necesidades que tienen; socórrelos con generosidad. Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los que pade-cen, fortalece a los débiles, conmueve a los peca-dores para que no te ofendan y lloren sus extra-víos. Ampara a todos tus hijos, Señor, más tier-no que una madre. Y a mí, que te acompaño cuando te abandonan otros, porque he oído la voz de la gracia; a mí, que no te amo por el cielo, ni por el infierno te temo; a mí, que sólo busco tu gloria y estoy re-compensado con la dicha de amarte, auménta-me este amor y dadme fortaleza para luchar y obtener el apetecido triunfo. Adiós, Jesús de mi alma salgo de tu presencia, pero te dejo mi corazón; en medio del bullicio del mundo estaré pensando en Ti, y a cada respi-ración, entiende, oh Jesús, que deseo ser tuyo. Amén.

MI VOCACIÓN ES EL AMOR (Santa Teresita del Niño Jesús)

¡Ah, perdóname, Jesús, si desvarío al exponer mis deseos, mis esperanzas, que rayan en lo infi-nito! Perdóname, ¡y cura mi alma dándole todo lo que espera! Ser tu esposa, Jesús, ser carmelita, ser por mi unión contigo madre de almas, debería bastar-me... Pero no es así... Ciertamente, estos tres pri-vilegios son la esencia de mi vocación: carmelita, esposa y madre. Sin embargo, siento en mi interior otras voca-ciones: siento la vocación de guerrero, de sacer-dote, de apóstol, de doctor, de mártir. En una palabra, siento la necesidad, el deseo de realizar por ti, Jesús, las más heroicas hazañas... Siento en mi alma el valor de un cruzado, de un zuavo pontificio. Quisiera morir por la defensa de la Iglesia en un campo de batalla... Siento en mí la vocación de sacerdote. ¡Con qué amor, Jesús, te llevaría en mis manos cuando, al conjuro de mi voz, bajaras del cielo! ¡Con qué

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“riquezas” o “tesoros” de la Iglesia Católica y del Papa, son una colección de obras de arte reunidas a través de siglos, que están en museos y en iglesias para deleite y provecho cultural de todos. Otra crítica, en la cual se insiste menos, es que las igle-sias son lujosas y costosas. Pero ¿qué tiene de incorrecto que la Casa de Dios sea lujosa? Jesús iba al Templo de Jerusalén, que era costoso y lujoso. Y nunca le criticó al Templo su ornato, su lujo, ni sus riquezas.

Podemos usar cosas costo-sas y lujosas para honrar a Dios en su Casa, en sus iglesias. Hon-rar a Dios con cosas lujosas y costosas es tan así, que cuando Judas criticó a María de Betania por gastar un aceite finísimo para ungir los pies de Jesús y proponía -como algunos ahora hacen con relación a las “rique-zas” de la Iglesia- que se vendie-ra para darlo a los pobres, Cris-to paró la crítica de Judas así: “Déjala, pues lo tenía reservado para preparar mi entierro. A los pobres los tienen siempre entre ustedes. Pero a Mí no me tienen siempre” (Jn. 12, 1-8). Y el evangelista, San Juan, hace este comentario: “En realidad (Ju-das) no se interesaba por los pobres, sino que era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, se llevaba lo que echaban en ella”. (¡Qué grave acusación!) Y los que ahora proponen que se vendan las riquezas de la Iglesia para aten-

der a los pobres ¿qué pretenden realmente? ¿Creen, con sincera honestidad, que se van a resol-ver los problemas de la pobreza en el mundo con esa proposi-ción? ¿O será que son simples ataques contra la Iglesia Católi-ca porque los enemigos de la Iglesia no aceptan sus enseñan-zas, su primacía y su permanen-cia por ya más de dos milenios de existencia, a pesar de todos los ataques con que han preten-dido y pretenden destruirla? ¿Por qué no proponen lo mis-mo para los museos guberna-mentales o privados que hay en todo el mundo? Sencillamente porque ésa es una proposición absurda. La venta de esas colec-ciones maravillosas de obras de arte, patrimonio de toda la hu-manidad, lo que lograría sería que cayeran esos tesoros artísti-cos en manos de particulares y -ya lo sabemos- no se lograría resolver la pobreza. Ahora bien, la verdadera riqueza de la Igle-sia Católica no está en sus obras de arte, en sus tesoros arquitec-tónicos, ni siquiera en la inmen-sísima red de iglesias, conven-tos, monasterios, colegios, hos-pitales, orfanatos, etc. que tiene en todas partes de mundo. Y todos son sostenidos, precisa-mente, por las “riquezas” de la Iglesia. Ninguna institución en la historia de la humanidad ha hecho más por los necesitados que la Iglesia Católica, ya que ha tratado de cumplir y sigue tratando de cumplir con el man-

dato de Caridad dejado por su Fundador, que es Dios mismo: Jesucristo.

¿Qué es una secta?

Es un grupo de personas que se ha separado de alguna iglesia, siguiendo la enseñanza de un maestro particular o su doctri-na, porque considera más im-portante sostener alguna afir-mación particular que la unidad en la Verdad, y que por lo tanto se inhabilita a sí mismo para la comunión.

1. Grupos de Origen Cristiano 1.1. Sectas fundamentalistas: · Asambleas de Dios · Grupos Evangélicos · Grupos Pentecostales 1.2. Grupos paracristianos: · Mormones · Testigos de Jehová

2. Grupos de Origen Pagano 2.1. Grupos esotéricos: · Rosacruces · Teosofía 2.2. Grupos de origen hindú: · Hare Krisna · Misión de la Luz Divina · Ananda Marga 2.3. Grupos derivados de otras religiones orientales: · Baha'i · Seicho No Ié 2.4. Grupos sincréticos: · Religiones afro-brasileras · Secta Moon

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Ayúdanos a aceptar la crítica y la contradicción Haz que sepamos evitar el desorden y la disper-sión. Que amemos todas las cosas juntamente contigo Oh Dios, fuente de ser, únenos a Ti y a todo lo que te converge hacia la alegría y la eter-nidad Amén.

SOLO DIOS BASTA (Santa Teresa de Jesús)

Nada te turbe: nada te espante. Todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta.

“HAZME INSTRUMENTO DE TU PAZ” (San Francisco de Asís)

Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz. Donde hay odio, que lleve yo el Amor. Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón. Donde haya discordia, que lleve yo la Unión. Donde haya du-da, que lleve yo la Fe. Donde haya error, que lleve yo la Verdad. Donde haya desesperación, que lle-ve yo la Alegría. Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz. Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar; ser compren-dido, sino comprender; ser amado, como amar. Porque es: Dando, que se recibe; Perdonando, que se es perdonado; Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.

IRRADIAR A CRISTO

¡Oh, Jesús! Ayúdame a esparcir tu fragancia don-de quiera que vaya. Inunda mi alma de tu espíritu y vida. Penétrame y aduéñate tan por completo de mí, que toda mi vida sea una irradiación de la tuya. Ilumina por mi medio y de tal manera toma posesión de mí, que cada alma con la que yo entre en contacto pueda sentir tu presencia en mi alma. Que al verme no me vea a mí, sino a Ti en mí. Per-manece en mí. Así resplandeceré con tu mismo

resplandor, y que mi resplandor sirva de luz para los demás. Mi luz toda de Ti vendrá, Jesús; ni el más leve rayo será mío. Serás Tú el que ilu-minarás a otros por mi medio. Sugiéreme la alabanza que más te agrada, iluminando a otros a mi alrededor. Que no te pregone con palabras sino con mi ejemplo, con el influjo de lo que yo lleve a cabo, con el destello visible del amor que mi corazón saca de Ti. Amén.

BENDICIÓN PARA LAS COMIDAS

ANTES DE LAS COMIDAS

Bendícenos, Señor, y bendice éstos alimentos que nos vamos a servir, y que Tú nos das por Tu infinita bondad. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.

DESPUÉS DE LAS COMIDAS

Te damos gracias, Señor, por todos tus benefi-cios. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.

ORACIÓN POR LA PATRIA

Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Nos sentimos heridos y agobiados. Precisamos tu alivio y fortaleza. Queremos ser nación, una nación cuya identi-dad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, pri-vilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofende, aborreciendo el odio y construyen-do la paz. Concédenos la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda. Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor, cerca-nos a María, que desde Luján nos dice: ¡Argen-tina! ¡Canta y camina! Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Amén .

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¿Los divorciados católicos pue-den comulgar?

“No lo vemos como una ley de la Iglesia, sino como una ley de Dios”, dijo el cardenal Francis Arinze, en respuesta a las pre-guntas sobre si la institución religiosa podría mostrar más compasión con las personas en ese tipo de situaciones. La Igle-sia no reconoce el divorcio civil y sólo permite nulidades - regu-ladas por cortes eclesiásticas - que señalan que un matrimonio nunca existió por falta de cier-tos requisitos como la libertad de acción o de madurez psico-lógica por parte de uno o am-bos cónyuges. Millones de cató-licos que en todo el mundo se han divorciado en tribunales civiles y volvieron a contraer matrimonio fuera de la Iglesia aún se consideran a sí mismos como buenos creyentes. Sin embargo no pueden recibir la comunión, que según enseña la Iglesia es la representación del cuerpo y la sangre de Cristo, porque se considera que no están en gracia. “La sagrada comunión no es algo que nos pertenece y que se la podemos dar a cualquiera que queramos, a nuestros amigos, a los que sufren”, dijo Arinze en una con-ferencia de prensa sobre el tra-bajo del actual sínodo de obis-pos.“Obispos y sacerdotes so-mos ministros y debemos res-ponder a Dios (por nuestras acciones). Ese es el problema”, señaló Arinze, quien encabeza

el departamento del Vaticano encargado del correcto uso de los sacramentos de la Iglesia, incluyendo el matrimonio y la comunión.“Ellos (los divorcia-dos católicos) aún son miem-bros de la iglesia, pero en un estado en el que no pueden, en verdad, acercarse a la comu-nión”, agregó. Todos los miembros de la Igle-sia podemos hacer una comu-nión espiritual (recibirlo al Se-ñor en nuestro corazón) en el momento de la Consagración en cada Misa.

¿Por qué los sacerdotes no se casan?

En la Iglesia Latina, los sacer-dotes y ministros ordenados, a excepción de los diáconos per-manentes, «son ordinariamente elegidos entre hombres creyen-tes que viven como célibes y que tienen la voluntad de guardar el celibato “por el Reino de los cielos” (Mt 19,12)» (Catecis-mo de la Iglesia Católica n. 1579). En efecto, todos los sa-cerdotes «están obligados a ob-servar una continencia perfecta y perpetua por el Reino de los cielos, y, por tanto, quedan suje-tos a guardar el celibato» (Có-digo de Derecho Canónico c. 277). Es un Don de Dios. Este celi-bato sacerdotal es un «don pecu-liar de Dios» (Código de Dere-cho Canónico c. 277), que es parte del don de la vocación y que capacita a quien lo recibe

para la misión particular que se le confía. Por ser don tiene la doble dimensión de elección y de capacidad para responder a ella. Conlleva también el com-promiso de vivir en fidelidad al mismo don. Capacita para la misión. El celibato permite al ministro sagrado «unirse más fácilmente a Cristo con un corazón entero y dedicarse con mayor libertad al servicio de Dios y de los hom-bres» (Código de Derecho Ca-nónico c. 277). En efecto, co-mo sugiere San Pablo(1Cor 7,32-34) y lo confirma el senti-do común, un hombre no pue-de entregarse de manera tan plena e indivisa a las cosas de Dios y al servicio de los demás hombres si tiene al mismo tiem-po una familia por la cual preo-cuparse y de la cual es responsa-ble. Opción por un amor más ple-no. Queda claro por lo anterior que el celibato no es una renun-cia al amor o al compromiso, cuanto una opción por un amor más universal y por un compro-miso más pleno e integral en el servicio de Dios y de los herma-nos. Signo escatológico de la vida nueva. El celibato es un tam-bién un «signo de esta vida nue-va al servicio de la cual es consa-grado el ministro de la Iglesia» (Catecismo de la Iglesia Católi-ca n. 1579) y que él ya vive de una manera particular en su consagración. El sacerdote, en la aceptación y vivencia alegre

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vinieran al suelo nuestras obras y tuviéramos que empezar de nuevo... ¡Madre querida...! ¡Que no nos cansemos! Firmes, decididos, alentados, sonrientes siempre, con los ojos de la cara fijos en el prójimo y en sus necesidades para socorrer-los y con los ojos del alma fijos en el corazón de Jesús que está en el Sagrario, ocupemos nuestro puesto, el que a cada uno nos ha señalado Dios. ¡Nada de volver la cara atrás! ¡Nada de cruzarse de brazos! ¡Nada de estériles lamentos! Mientras nos quede una gota de sangre que de-rramar, unas monedas que repartir, un poco de energía que gastar, una palabra que decir, un aliento de nuestro corazón, un poco de fuerza en nuestras manos o en nuestros pies, que puedan servir para dar gloria a El y a Ti y para hacer un poco de bien a nuestros hermanos... ¡Madre mía, por última vez! ¡Morir antes que cansarnos!

ORACIÓN PARA SERVIR

Oh Cristo, para poder servirte mejor, dame un noble corazón. Un corazón fuerte para aspirar por los altos ideales y no por opciones medio-cres. Un corazón generoso en el trabajo, viendo en él no una imposición sino una misión que me con-fías. Un corazón grande para el sufrimiento, siendo valiente soldado ante mi propia cruz y sensible cireneo para la cruz de los demás. Un corazón grande para con el mundo, siendo comprensivo con sus fragilidades pero inmune a sus máximas y seducciones. Un corazón grande para los hombres, leal y atento para con todos pero especialmente servicial y delicado con los pequeños y humildes. Un corazón nunca centra-do sobre mí, siempre apoyado en Ti, feliz de ser-virte y servir a mis hermanos, ¡Oh, mi Señor! todos los días de mi vida. Amén.

ORACIÓN POR LA ALEGRÍA

Señor, haz que nuestra voluntad se someta a Ti con voluntad y alegría. No permites que nuestra alma esté triste y viva con amargura de espíritu, puesto que Tú, que has muestro por su amor y para hacerla vivir, eres tan bueno y tan amable. No nos dejes llevar por ningún género de triste-za, que es la enemiga de la devoción. Haznos comprender que aunque las alegrías y consuelos sensibles no están en nuestro poder, nada puede entristecer a quien te sirve a Ti, que serás nuestra alegría por toda la eternidad. Amén.

ORACIÓN DEL BUEN HUMOR (Sto. Tomás Moro)

Concédeme, Señor, una buena digestión, y tam-bién algo que digerir. Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para man-tenerla. Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante el pecado, sino que encuentre el modo de poner las cosas de nuevo en orden. Concédeme un alma que no conozca el aburri-miento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos y no permitas que sufra excesivamente por ese ser tan dominante que se llama: YO. Dame, Señor, el sentido del humor. Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca en la vida un poco de alegría y pueda comunicársela a los demás. Amén.

ORACIÓN PARA LA ACCIÓN Señor, danos la sabiduría que juzga desde arriba y ve a lo lejos; danos el Espíritu que omite lo insignificante en favor de lo esencial. Enséñanos a serenarnos frente a la lucha y a los obstáculos y a proseguir en la fe, sin agitación el camino por ti trazado. Danos una actividad sere-na que abarque con una visión unitaria, la totali-dad.

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de su celibato, anuncia el Reino de Dios al que estamos llama-dos todos y del que ya partici-pamos de alguna manera en la Iglesia. El celibato sacerdotal se apoya en el celibato de Cristo. El celi-bato practicado por los sacer-dotes encuentra un modelo y un apoyo en el celibato de Cris-to, Sumo Pontífice y Sacerdote Eterno, de cuyo sacerdocio es participación el sacerdocio mi-nisterial.

¿Qué es la New Age (Nueva Era)?

La presentación más acertada quizás sea la que da el Cardenal Danneels: “No es una religión, pero es por lo menos religiosa; no es una filosofía, pero es por lo menos una visión del hom-bre y del mundo, así como una clave de interpretación; no es una ciencia, pero se apoya en leyes “científicas”, aunque haya que ir a buscarlas entre las estre-llas. New Age es una nebulosa que contiene esoterismo y ocul-tismo, pensamiento mítico y mágico respecto de los secretos de la vida, y una pizca de cristia-nismo, todo revuelto con ideas que proceden de la astrofísica.” Una visión del hombre, del mundo y de la divinidad, con aspiraciones de científica, que puede describirse a partir de un conjunto de pilares o fuentes de inspiración: una subestructura mítica pretendidamente cientí-fica. La antropología: un inten-

to de “nueva psicología”. El recurso a las religiones orienta-les (Reiki, entre otras) Las artes adivinatorias o “mancias”. La inminencia del “fin de los tiem-pos”.

¿Existe el infierno?

El infierno es un estado que corresponde, en el más allá, a los que mueren en pecado mor-tal y enemistad con Dios, ha-biendo perdido la gracia santi-ficante por un acto personal, es decir, inteligente, libre y volun-tario. Jesucristo habla del in-fierno muchísimas veces en el Evangelio y expresa claramente su carácter de castigo doloroso y eterno. ¿Crees que si no exis-tiera el infierno, Jesús hubiera empleado su tiempo, que Él sabía muy valioso, hablando de una mentira, algo ficticio, sólo para asustar a los hombres? Jesu-cristo sabía lo que es el infierno y por eso vino al mundo: a li-brarnos de ese castigo, a ense-ñarnos el camino para llegar al Cielo. Por otra parte, si el in-fierno no existiera, ¿qué sentido tendría la salvación? ¿A qué hu-biera venido Jesús al mundo? ¿A salvarnos de qué? No podemos escapar de creer que el infierno es algo real. Debemos tomar en serio la posibilidad de vivir sepa-rados de Dios para siempre. La existencia del infierno y de que es eterno, fue definido dogma de fe en el IV Concilio de Le-trán. El Infierno comienza en el cora-

zón de cada hombre aquí en la tierra, cuando en libertad deci-de vivir apartado de Dios y de su mensaje.

¿Cómo es posible que exista el infierno si Dios es infinita-mente misericordioso?

“Dios quiere que todos los hombres se salven” nos lo dice San Pablo en la primera carta a Timoteo. Esto nos puede llevar a pensar que si Dios quiere que todos nos salvemos entonces no debería existir el infierno. Pero el apóstol nos dice que Dios “quiere”, no que Dios “afirma” que todos los hom-bres se salvarán. Es como si yo dijera: “quiero aprobar mi exa-men final”, ese “quiero” no sig-nifica que aprobaré. De mí de-pende el que pase o no. Muchas veces se oye entre estu-diantes: “El profesor me repro-bó”. Pero no es verdad, el profe-sor no le reprobó, él se reprobó a sí mismo al no estudiar lo sufi-ciente para pasar el examen. Y así sucede con Dios. Él no nos condena. Respeta nuestra liber-tad. De nosotros depende si queremos prepararnos para el examen final o seguir tan cam-pantes esperando aprobarlo sin tocar un libro. Dios cuando nos crea, nos crea para que nos sal-vemos, puso dentro de nosotros unas leyes que debemos respe-tar y nos mandó a su Hijo para enseñarnos cómo respetarlas, pero no puede hacer nada si nosotros no queremos colabo-

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diente al Papa, para que podamos permanecer siempre fieles a sus enseñanzas y, bajo su guía, llegar a la vida eterna. Amén.

ORACIÓN AL APÓSTOL SAN PABLO ¡Oh glorioso San Pablo!, Apóstol lleno de celo, Mártir por amor a Cristo, intercede para que obtengamos una fe profunda, una esperanza firme, un amor ardiente al Señor para que poda-mos decir contigo: “No soy yo el que vive, sino es Cristo quien vive en mí”. Ayúdanos a conver-tirnos en apóstoles que sirvan a la Iglesia con una consciencia pura, testigos de su verdad y de su belleza en medio a la obscuridad de nuestro tiempo. Alabamos junto contigo a Dios nuestro Padre, “A Él la gloria, en la Iglesia y en Cristo por los siglos de los siglos”. Amén.

ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

Dios, Padre y Pastor de todos los hombres, Tú quieres que no falten hoy día, hombres y muje-res de fe, que consagren sus vidas al servicio del Evangelio y al cuidado de la Iglesia. Haz que tu Espíritu Santo ilumine los corazones, y forta-lezca las voluntades de tus fieles, para que, aco-giendo tu llamado, lleguen a ser los Sacerdotes y Diáconos, Religiosos, Religiosas y Consagra-dos que tu Pueblo necesita. La cosecha es abun-dante, y los operarios pocos. Envía, Señor, ope-rarios a tu mies. Amén.

ORACIÓN POR LA PERSEVERANCIA ¡Madre, qué no nos cansemos! ¡Madre Inmacu-lada! ¡Que no nos cansemos! ¡Madre nuestra! ¡Una petición! ¡Que no nos cansemos! Sí, aunque el desaliento por el poco fruto o por la ingratitud nos asalte, aunque el furor del ene-migo nos persiga y nos calumnie, aunque nos falte el dinero y los auxilios humanos, aunque

ORACIÓN A MARÍA REINA DE LAS MISIONES

Virgen María, que estuviste presente en el co-mienzo de la misión, en Pentecostés, junto a los Apóstoles, cuando nacía la Iglesia misionera, sé la estrella de la evangelización siempre renovada, que la Iglesia, dócil al mandato del Señor, debe promover y realizar, sobre todo en estos tiempos difíciles, pero llenos de esperanza. Tú, que en la mañana de Pentecostés presidiste con tu oración el comienzo de la evangelización bajo el influjo del Espíritu Santo, ayúdame a ser un contemplativo en acción, que sepa hacer de mi vida un encuentro íntimo y permanente con Dios, para que pueda mostrarlo al mundo de ma-nera creíble. María, Madre y Reina de los Apóstoles, que acompañaste desde el inicio el camino heroico de los misioneros, inspira a todos los creyentes a imi-tarte en la solicitud presurosa y solidaria por el vasto campo de la actividad misionera. Suscita vocaciones misioneras en nuestra Iglesia, para que cada vez seamos más los obreros que trabajemos por construir el Reino de Dios en medio de los hombres. Amén.

ORACIÓN POR EL SANTO PADRE

Oremos por nuestro pontífice Benedicto XVI. El Señor lo conserve y lo fortalezca, lo haga feliz en la tierra y no lo entregue en manos de sus ene-migos. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria). Oremos. Señor Jesús, pastor y guía de todos los fieles, que has fundado la Iglesia sobre la roca fir-me de Pedro, para que los poderes del infierno no prevalecieran contra ella, protege al Papa, Vicario de tu Amor, a quien has puesto como pastor de tu grey. Defiéndelo de los enemigos, asístelo con la luz y fuerza del Espíritu Santo, concédele el con-suelo de ver que la Santa Iglesia se extiende en la paz y en la unidad entre todos los pueblos de la tierra. Infunde en nuestro corazón un amor ar

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rar. Si a un automóvil no le cam-biamos el aceite, si en vez de ponerle gasolina le ponemos alcohol o agua, si no le revisa-mos el motor... seguramente se descompondrá. Lo mismo suce-de con el hombre, si no respeta las leyes inscritas en su natura-leza, no podrá cumplir con su fin último que es la salvación eterna. Ojalá que todos nos preparemos para pasar el exa-men final, el más importante que haremos en toda nuestra vida, ante el tribunal de Dios, pues si lo pasamos podemos decir que nuestra vida ha tenido un sentido.

¿Qué dice la Iglesia sobre la homosexualidad?

La iglesia católica debe ayudar al homosexual pero rechaza la homosexualidad. Jesús ama al pecador pero rechaza el pecado. El Catecismo de la Iglesia Cató-lica tiene cuidado de precisar: “Deben ser acogidos con respe-

to, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injus-ta” (No. 2358). Sin embargo, el Catecismo sostiene que los actos homosexuales: “Son con-trarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir apro-bación en ningún caso” (No. 2357).

¿Qué opina la Iglesia sobre el matrimonio homosexual y la adopción?

1. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (cf. 1 Tm 2,4). Por eso estableció con el hombre un diálogo de salvación, que culminó en el encuentro con Jesucristo, Señor nuestro y compañero de cami-no. La Iglesia está llamada a extender este diálogo a la convi-vencia humana. El diálogo para

ser fecundo debe ser claro, afable, sencillo y confia-do. Todo esto lleva implícito el respe-to a la persona que vive, siente y pien-sa de un modo diferente. Todos estamos llamados al amor de Dios. 2. El ser humano ha sido creado a imagen de Dios. Esta imagen se

refleja no sólo en la persona indi-vidual, sino que se proyecta en la complementariedad y reciproci-dad del varón y la mujer, en la común dignidad, y en la unidad indisoluble de los dos, llamada desde siempre matrimonio. El matrimonio es la forma de vida en la que se realiza una comu-nión singular de personas, y ella otorga sentido plenamente hu-mano al ejercicio de la función sexual. A la naturaleza misma del matrimonio pertenecen las cualidades mencionadas de dis-tinción, complementariedad y reciprocidad de los sexos, y la riqueza admirable de su fecun-didad. El matrimonio es un don de la creación. No hay una reali-dad análoga que se le pueda igua-lar. No es una unión cualquiera entre personas; tiene caracterís-ticas propias e irrenunciables, que hacen del matrimonio la base de la familia y de la socie-dad. 3. El matrimonio entre el varón y la mujer posee una función irremplazable en la sociedad. Si se otorgase un reconocimiento legal a la unión entre personas del mismo sexo, o se las pusiera en un plano jurídico análogo al del matrimonio y la familia, el Estado actuaría erróneamente al alterar los principios de la ley natural. 4. La unión de personas del mis-mo sexo carece de los elementos biológicos y antropológicos propios del matrimonio y de la familia. Está ausente de ella la dimensión conyugal y la apertu-

Oración: Infunde, Señor tu gracia en nuestros corazones para que cuantos, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su pasión y su cruz lleguemos a la gloria de su resurrección. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

SALVE

Dios te salve. Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti sus-piramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuel-ve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fru-to bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Ruega por noso-tros Santa Madre de Dios, para que seamos dig-nos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

MADRE DEL REDENTOR

Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu san-to Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del arcángel Gabriel y ten piedad de no-sotros, pecadores

SALVE REINA DE LOS CIELOS

Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles; salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.

BAJO TU AMPARO

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigi-mos en nuestras necesidades, antes bien líbra-nos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendi-ta. Amén.

REGINA COELI

Reina del cielo, alégrate, aleluya, porque el Se-ñor, a quien has merecido llevar, aleluya, ha resu-citado, según su palabra, aleluya. Ruega al Se-ñor por nosotros, aleluya. Oh Dios, que por la resurrección de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesu-cristo, has llenado el mundo de alegría, concé-denos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a los gozos eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amen. (tres veces)

ORACIÓN DEL “FIAT”

Santa María, ayúdame a esforzarme según el máximo de mi capacidad y al máximo de mis posibilidades para así responder al Plan de Dios en todas las circunstancias concretas de mi vida. Amén.

ACUÉRDATE

Acuérdate, ¡oh piadosísima, Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu auxilio haya sido abandonado de Ti. Animado con esta confianza, a Ti también yo acudo, y me atrevo a implorarte a pesar del peso de mis pecados. ¡Oh Madre del Verbo!, no desatiendas mis sú-plicas, antes bien acógelas benignamente. Amén

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ra a la transmisión de la vida. En cambio, el matrimonio y la familia que se funda en él, es el hogar de las nuevas generacio-nes humanas. Desde su concep-ción, los niños tienen derecho inalienable a desarrollarse en el seno de sus madres, a nacer y crecer en el ámbito natural del matrimonio. En la vida familiar y en la relación con su padre y su madre, los niños descubren su propia identidad y alcanzan la autonomía personal. La recta formación de un niño requiere la acción conjunta de elemen-tos referenciales femeninos y masculinos. Existen estudios que prueban que los menores criados por parejas del mismo sexo han padecido fuertes emo-ciones al tratar de esconder o negar la homosexualidad de sus padres y desarrollaron una ten-dencia a la homosexualidad pues los niños imitan y copian las conductas de los padres. (99ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argen-tina. Pilar, 20 de abril de 2010)

¿Qué es el purgatorio?

El purgatorio existe, debe exis-tir porque nadie entra a las Bo-das del Reino de los Cielos con la piel y la ropa llena de mugre. Es necesario entrar con el me-jor vestido. Y en donde se nos lava hasta el punto de quedar dignos para el paraíso y con el traje adecuado, es en el Purga-torio. Nadie nos obligó a ensu-ciarnos, lo hicimos por libre-

disposición. Pero si queremos ser buenos invitados, no se nos ocurrirá entrar indigna-mente presenta-dos, desearemos es tar l impios , muy limpios, co-mo se merece el Esposo de las Bo-das. El Purgato-rio, por tanto, exis-te y es más que un lugar, es un estado de purificación que limpiará la culpa por nuestras malas obras. No es para nada igual que el Infierno, pues en el Infier-no reinan el odio y la desesperación eterna y en el Pur-gatorio reinan el amor y la esperan-za, la firme con-vicción de la sal-vación eterna. To-do allí será sufrir pero sólo para lograr amar verdaderamente al Señor que nos esperará con los brazos abiertos para siempre.

¿Por qué las mujeres no pue-den ser Sacerdotes?

Los errores principales giran en torno a dos problemas. El pri-mero es no concebir adecuada-mente el sacerdocio sacramen-tal, confundiéndolo con el sa-cerdocio común de los fieles,

que todos recibimos en nuestro Bautismo. El segundo, es dejar-se llevar por los prejuicios que ven en el sacerdocio ministerial una discriminación de la mujer y paralelamente un enalteci-miento del varón en detrimento de la mujer; es una falta de ópti-ca: en la Iglesia católica, el sa-cerdocio ministerial es un servi-cio al Pueblo de Dios que fue establecido por Jesús y no una cuestión de privilegios.

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Que yo sepa ofrecerte el recuerdo de las separa-ciones que me desgarraron, uniéndome a tu pa-sión y esforzándome en consolar a los que sufren, huyendo de mi propio egoísmo. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria...)

11ra Estación: Jesús es clavado en la Cruz

(Te adoramos, Señor...)

Señor, que yo disminuya mis limitaciones con mi esfuerzo y así pueda ayudar a mis hermanos. Y que cuando mi esfuerzo no consiga disminuirlas, me esfuerce en ofrecértelas también por ellos. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria...)

12da Estación: Jesús muere en la Cruz (Te adoramos, Señor...)

Te adoro, mi Señor, muerto en la Cruz por Sal-varme. Te adoro y beso tus llagas, las heridas de los clavos, la lanzada del costado... ¡Gracias, Se-ñor, gracias! Has muerto por salvarme, por sal-varnos. Dame responder a tu amor con amor, cumplir tu Voluntad, trabajar por mi salvación, ayudado de tu gracia. Y dame trabajar con ahínco por la salva-ción de mis hermanos. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria...) 13ra Estación: Jesús en brazos de su madre

(Te adoramos, Señor...)

Déjame estar a tu lado, Madre, especialmente en estos momentos de tu dolor incomparable. Déja-me estar a tu lado. Más te pido: que hoy y siempre me tengas cerca de Ti y te compadezcas de mí. ¡Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria...)

14ta Estación: el cadáver de Jesús Puesto en el Sepulcro

(Te adoramos, Señor...)

Todo ha terminado. Pero no: después de la muerte, la Resurrección. Enséñame a ver lo que pasa, lo transitorio y pasajero, a la luz de lo que no pasa. Y que esa luz ilumine todos mis actos. Así sea. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria...)

ORACIÓN FINAL

Te suplico, Señor, que me concedas, por interce-sión de tu Madre la Virgen, que cada vez que medite tu Pasión, quede grabado en mí con mar-ca de actualidad constante, lo que Tú has hecho por mí y tus constantes beneficios. Haz, Señor, que me acompañe, durante toda mi vida, un agradecimiento inmenso a tu Bondad. Amén.

ÁNGELUS

Monitor: El ángel del Señor anunció a María. Audiencia: Y ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. Monitor: Dios te salve María... Audiencia: Santa María, Madre de Dios... Monitor: He aquí la esclava del Señor. Audiencia: Hágase en mí según tu palabra. Monitor: Dios te salve María... Audiencia: Santa María, Madre de Dios... Monitor: Y el Verbo de Dios se hizo carne. Audiencia: Y habitó entre nosotros. Monitor: Dios te salve María... Audiencia: Santa María, Madre de Dios... Monitor: Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Audiencia: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesu-cristo. Amén.

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¿?PING PONG SOBRE LA FE CATÓLICA

¿ERES CRISTIANO? Soy cristiano por la gra-cia de Dios.

¿CUÁL ES LA SEÑAL DEL CRISTIANO? La señal del cristiano es la Santa Cruz.

¿QUIÉN ES DIOS? Dios es nuestro Padre que está en el cielo, Creador y Señor de todas las co-sas.

¿HAY UN SOLO DIOS? Sí. Hay un solo Dios.

¿QUIÉN ES LA SANTÍSIMA TRINIDAD? La Santísima Trinidad es el mismo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo; tres personas distintas y un solo Dios verdadero.

¿CUÁL DE LAS TRES PERSONAS DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD SE HIZO HOMBRE? Se hizo hombre la segunda persona de la Santísima Trinidad, que es el Hijo.

¿QUIÉN ES JESUCRISTO? Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre, que nació de la Vir-gen María.

¿QUIÉN ES LA VIRGEN MARÍA? La Virgen María es la Señora llena de Gracia y Virtudes, concebida sin pecado, que es Madre de Dios y Madre nuestra y está en el cielo en cuerpo y al-ma.

¿QUIÉN ES EL ESPÍRITU SANTO? El Espí-ritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad, que es el amor entre el Padre y el Hijo.

¿QUÉ ES LA SANTA IGLESIA? La Santa Igle-sia es la congregación de los fieles cristianos, fundada por Jesucristo, y cuya cabeza visible es el Papa, Vicario de Cristo y sucesor de San Pedro Apóstol. Es también el Pueblo de Dios que, con Jesucristo y guiado por el Espíritu Santo, camina

hacia Dios Padre. Notas características de la Igle-sia de Jesucristo: Una, Santa, Católica y Apostó-lica. “Nadie puede tener a Dios por Padre, si no tiene a la Iglesia como Madre”, decía San Cipria-no. La fidelidad y amor a Cristo no pueden sepa-rarse de la fidelidad y amor a la Iglesia. Pide cada día por el Papa, por los obispos unidos a él, y por todos los sacerdotes y el pueblo fiel, para que to-dos seamos una Iglesia unida en la caridad; y el mundo, viéndonos, pueda descubrir la faz de Cristo Salvador.

¿CUÁLES SON LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA CATÓLICA? El Sacramento es un signo sensible y eficaz, instituido por Jesús, para darnos la gracia. La gracia es un don sobre-natural que Dios nos concede para alcanzar la vida eterna. El primero, Bautismo. El segundo, Confirmación. El tercero, Reconciliación. El cuarto, Eucaristía. El quinto, Unción de los Enfermos. El sexto, Orden sacerdotal. El sépti-mo, Matrimonio. El Bautismo nos hace cristia-nos, hijos de Dios y miembros de la Iglesia. La Confirmación nos llena del Espíritu Santo con sus dones, y nos hace perfectos cristianos y após-toles de Cristo. La Penitencia o Confesión nos perdona los pecados cometidos después del Bau-tismo. La Eucaristía o Comunión es el sacramen-to del cuerpo y sangre de Jesucristo bajo las espe-cies de pan y vino. La Unción de los enfermos alivia el alma y el cuerpo del cristiano gravemente enfermo. El orden Sacerdotal es el sacramento por el cual algunos cristianos son elevados a la dignidad de ministros de Dios (sacerdotes). El Matrimonio cristiano santifica la unión de un solo hombre con una sola mujer para siempre y les da la gracia para cumplir fielmente los deberes de esposos y padres.

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piedad y misericordia de mí.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria...)

5ta Estación: el Cirineo ayuda al Señor a llevar la Cruz

(Te adoramos, Señor...)

Cada uno de nosotros tenemos nuestra vocación, hemos venido al mundo para algo concreto, para realizarnos de una manera particular. ¿Cuál es la mía y cómo la llevo a cabo? Pero hay algo, Señor, que es misión mía y de todos: la de ser Cirineo de los demás, la de ayudar a todos. ¿Cómo llevo adelante la realización de mi misión de Ciri-neo? Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria...) 6ta Estación: la Verónica enjuga el rostro de Jesús (Te adoramos, Señor...)

Es la mujer valiente, decidida, que se acerca a Ti cuando todos te abandonan. Yo, Señor, te abando-no cuando me dejo llevar por el “qúe dirán”, del respeto humano, cuando no me atrevo a defender al prójimo ausente, cuando no me atrevo a replicar una broma que ridiculiza a los que tratan de acer-carse a Ti. Y en tantas otras ocasiones. Ayúdame a no dejarme llevar por el respeto humano, por el “qué dirán”. Señor, pequé, ten piedad y misericor-dia de mí. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria...)

7ma Estación: Segunda caída en el camino de la Cruz

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Caes, Señor, por segunda vez. El Via Crucis nos señala tres caídas en tu caminar hacia el Calvario. Tal vez fueran más. Caes delante de todos... ¿Cuándo aprenderé yo a no temer el quedar mal ante los demás, por un error, por una equivocación?. ¿Cuándo aprenderé

que también eso se puede convertir en ofrenda? Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria...) 8va Estación: Jesús consuela a las hijas de Jerusalén

(Te adoramos, Señor...)

Muchas veces, tendría yo que analizar la causa de mis lágrimas. Al menos, de mis pesares, de mis preocupaciones. Tal vez hay en ellos un fon-do de orgullo, de amor propio mal entendido, de egoísmo, de envidia. Debería llorar por mi falta de correspondencia a tus innumerables beneficios de cada día, que me manifiestan, Señor, cuánto me quieres. Da-me profunda gratitud y correspondencia a tu misericordia. Señor, pequé, ten piedad y mise-ricordia de mí.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria...)

9na Estación: Jesús cae por tercera vez (Te adoramos, Señor...) Tercera caída. Más cerca de la Cruz. Más agota-do, más falto de fuerzas. Caes desfallecido, Se-ñor. Yo digo que me pesan los años, que no soy el de antes, que me siento incapaz. Dame, Señor, imitarte en esta tercera caída y haz que mi des-fallecimiento sea beneficioso para otros, por-que te lo doy a Ti para ellos. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria...)

10ma Estación: Jesús despojado de sus vestiduras

(Te adoramos, Señor...)

Arrancan tus vestiduras, adheridas a Ti por la sangre de tus heridas. A infinita distancia de tu dolor, yo he sentido, a veces, cómo algo se arrancaba dolorosamente de mí por la pérdida de mis seres queridos.

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¿?PING PONG SOBRE LA

MORAL CATÓLICA

¿QUÉ ES LA MORAL CATÓLICA? La moral católica es el conjunto de las normas que enseñan al hombre cómo debe comportarse para vivir según Dios, y así realizarse así mismo y alcanzar después de esta vida la felicidad eterna del Paraí-so. ¿ES POSIBLE RESUMIR EN POCAS PALABRAS LA ENSEÑANZA DE LA MORAL CATÓLICA? Se puede resumir en pocas palabras la enseñanza de la moral católica diciendo que la cosa más importante, es más, la única cosa verdaderamente importante es vivir, crecer y perseverar hasta el final en la gracia de Dios, observado los mandamientos y evitando el pecado, sobre todo el pecado mortal, para mere-cer así la felicidad eterna.

¿ES DIFÍCIL PRACTICAR LA MORAL CATÓLICA? La moral católica es exigente y comprometida, porque nos propone un ideal altísimo, el de vivir como hijos de Dios, pero so-mos ayudados en nuestro camino por los ejem-plos de Jesús, de María y de los Santos, y sobre todo por la gracia del Espíritu Santo que nos da en los sacramentos y podemos siempre pedir en la oración. La dificultad del empeño es después compensada por aquella gratificación, paz y ale-gría interior que derivan de la conquista de todo gran ideal.

PING PONG SOBRE LA BIBLIA

¿QUÉ OTRAS BIBLIAS EXISTEN? Además de la Biblia católica, que es la única completa y verdadera, existen la Biblia judía y las Biblias pro-testantes.

¿LOS JUDÍOS ADMITEN TODOS LOS LIBROS CONTENIDOS EN LA BIBLIA? No. La Biblia judía sólo contiene treinta y nueve libros del Antiguo Testamento. Por tanto, recha-zan siete libros del Antiguo Testamento y todos los del Nuevo Testamento que forman la Biblia católica. ¿QUÉ DICEN LOS PROTESTANTES ACERCA DE LA INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA? Los protestantes admiten sola-mente el “libre examen” es decir, que cada uno ha de leer e interpretar la Biblia a su manera, sin necesidad de someterse a la autoridad de la Igle-sia Y eso supone un peligro grave para la Fe, por-que cada uno puede adaptar la palabra a su con-veniencia. ¿ L A B I B L I A C AT Ó L I C A Y L A S PROTESTANTES SON IGUALES? No. A las Biblias protestantes les suprimieron algunos libros que están en la Biblia católica; además en los libros que conservan, modifican algunas pala-bras para apoyar sus ideas erróneas.

¿QUÉ OTRAS CARACTERÍSTICAS TIENEN LAS BIBLIAS PROTESTANTES? Carecen de notas y comentarios, no tienen apro-bación de la autoridad de la Iglesia; muchas son editadas por las “Sociedades Bíblicas”, algunas dicen: “Versión del original llevado a cabo por Cipriano de Valera y C.Reyna”; otras más supri-men varios libros del Antiguo Testamento (Sa-biduría, Judit, Tobóas, Eclesiástico y II Maca-beos) y del Nuevo (Epístolas de Santiago, de San Pedro y de San Juan)

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4to Misterio: La Transfiguración de Jesús

“Unos ocho días después Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y Santiago y los llevó al monte a orar. Mientras Él oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus vestidos se volvieron de una blancura resplandeciente. Dos hombres, de improviso, se pusieron a hablar con Él. Eran Moisés y Elías, que aparecieron con un resplandor glorioso y habla-ban con Él de su muerte, que iba a tener lugar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban carga-dos de sueño, pero lograron mantenerse despier-tos y vieron la Gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con Él. Cuando éstos se alejaban de Jesús, Pedro dijo: “Maestro, ¡qué bien se está aquí! Hagamos tres tiendas: una para ti, otra para Moi-sés y otra para Elías”. No sabía lo que decía. Mien-tras él estaba diciendo esto, vino una nube y los cubrió. Al entrar en la nube, los discípulos se asus-taron. Y una voz desde la nube dijo: “Éste es mi hijo, el elegido, escuchadlo”.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...)

5to Misterio: La institución de la Eucaristía

“Durante la cena Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio, diciendo: “Tomad, esto es mi cuerpo”. Después tomó un cáliz, dio gracias, se lo pasó a ellos y bebieron de él todos. Y les dijo: “Ésta es mi sangre, la sangre de la alianza, que será derramada por todos”.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...)

VIA CRUCIS

(Al comenzar: Se hace la Señal de la Cruz, luego reza-mos el Pésame. Enunciamos la estación y luego: “Te adoramos, Señor, y te bendecimos... TODOS: ...por-que por tu Santa Cruz redimiste al mundo”. Se lee la estación y se la medita un momento. Luego se reza un Padrenuestro, Ave María y Gloria) 1ra Estación: Jesús sentenciado a muerte

(Te adoramos, Señor...)

Sentenciado y no por un tribunal, sino por todos.

Condenado por los mismos que le habían acla-mado poco antes. Y Él calla... Nosotros huímos de ser reprochados. Y saltamos inmediatamen-te... Dame, Señor, imitarte, uniéndome a Ti por el Silencio cuando alguien me haga sufrir. Yo lo merezco. ¡Ayúdame! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria...)

2da Estación: Jesús cargado con la cruz (Te adoramos, Señor...) Que yo comprenda, Señor, el valor de la cruz, de mis pequeñas cruces de cada día, de mis acha-ques, de mis dolencias, de mi soledad. Dame convertir en ofrenda amorosa, en repara-ción por mi vida y en apostolado por mis her-manos, mi cruz de cada día. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria...)

3ta Estación: Jesús cae, por primera vez, bajo el peso de la cruz

(Te adoramos, Señor...)

Tú caes, Señor, para redimirme. Para ayudarme a levantarme en mis caídas diarias, cuando des-pués de haberme propuesto ser fiel, vuelvo a reincidir en mis defectos cotidianos. ¡Ayúdame a levantarme siempre y a seguir mi camino hacia Ti! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria...) 4ta Estación: Encuentro con la Virgen (Te adoramos, Señor...)

Haz Señor, que me encuentre al lado de tu Ma-dre en todos los momentos de mi vida. Con ella, apoyándome en su cariño maternal, tengo la seguridad de llegar a Ti en el último día de mi existencia. ¡Ayúdame Madre! Señor, pequé, ten

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¿QUÉ FUERON LAS CRUZADAS? Las Cruzadas no han sido nunca “guerras de religión”, no han buscado nunca la conversión forzada o la supresión de los infieles. Los excesos y violencias realiza-dos en el curso de las expediciones --que han existido y no se deben olvidar-- deben ser evaluados en el marco de la normal aunque dolo-rosa fenomenología de los hechos militares y siempre teniendo pre-sente que alguna razón teológica los ha justificado. La Cruzada co-rresponde a un movimiento de peregrinación armado que se afirmó lentamente y se desarrolló en el tiempo --entre el siglo XI y el XIII-- que debe ser entendido insertándolo en el contexto del largo encuen-tro entre Cristiandad e Islam que ha producido resultados positivos culturales y económicos. ¿Cómo se justifica sino el dato de frecuentes amistades e incluso alianzas militares entre cristianos y musulmanes en la historia de las Cruzadas?».

¿EL CÓDIGO DA VINCI DICE LA VERDAD SOBRE JESUCRISTO? Es una novela que propone que actualmente po-drían encontrarse descendientes de Jesús, ya que habría tenido hijos con María Magdalena. En realidad, se trata de una buena novela, pero con muchos errores históricos. La Iglesia y los Evangelios son muy claros respecto a la opción de vida de Cristo, que no se casó para con-sagrarse por entero al Reino de Dios. Muchas de estas fantasías bus-can lograr lucro y éxito de ventas, y Jesucristo es un blanco perfecto para la humanidad, por su popularidad y por lo que él significa. Este tipo de confrontaciones debe ayudarnos a profundizar más en nues-tra fe, a conocer más sobre Jesús y su Iglesia.

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3er Misterio: La venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos con María en el Cenáculo

En medio de la Apóstoles, con tu poderosa inter-cesión, imploras la prometida irrupción del Espí-ritu Santo, por la cual fueron transformados débi-les hombres y se indica a la Iglesia la ruta de victo-ria. Abre nuestras almas al Espíritu de Dios, y que Él nuevamente arrebate al mundo desde sus cimien-tos.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...)

4to Misterio: La Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al cielo

Madre, así como pasaste con el Señor por la vida, con Él viviste, amaste y sufriste, ahora, una vez ter-minado el curso de la existencia, te asume Él con cuerpo y alma al cielo. De corazón participo, Madre, en tu dicha y la suya, e imp loro un destino semejante para el mundo.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...)

5to Misterio: La coronación de maría como Rei-na de todo lo creado

Como Soberana se te concede reinar en el cielo, radiante de dicha habitas junto a la Santísima Tri-nidad y con tu Hijo gobiernas este mundo, del cual Él te ha constituido Madre. Abrimos anhelantes corazón, mano y boca: ¡guía-nos certeramente hacia el Schoenstatt eterno!

(Padre nuestro... Dios te salve, María...) MISTERIOS LUMINOSOS (Jueves)

1er Misterio: El Bautismo de Jesús en el Jordán

“Entonces Jesús fue de Galilea al Jordán para que Juan lo bautizara. Pero Juan quería impedirlo, di-ciendo: “Soy yo el que necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” Jesús le respondió: “¡Déjame ahora, pues conviene que se cumpla así toda justi-cia!” Entonces Juan accedió a ello. Una vez bauti-

zado, Jesús salió del agua; y en esto los cielos se abrieron y vio al Espíritu de Dios descender en forma de paloma y posarse sobre Él. Y se oyó una voz del cielo: “Éste es mi hijo amado, mi predilecto”.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...)

2do Misterio: Auto revelación de Jesús en las Bodas de Caná

“Tres días después hubo una boda en Caná de Galilea, en la que estaba la madre de Jesús. Invi-taron también a la boda a Jesús y a sus discípu-los. Se terminó el vino, y la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le contestó: “¿A ti y a mí qué, mujer? Mi hora todavía no ha llega-do”. Su madre dijo a los sirvientes: “Haced lo que él os diga”. Había allí seis tinajas de piedra de unos cien litros cada una para los ritos de purificación de los judíos. Jesús les dijo: “Lle-nad de agua las tinajas”. Y las llenaron hasta arriba. Añadió: “Sacad ahora y llevádselo al maestresala”. Y se lo llevaron. Tan pronto como el maestresala probó el agua convertida en vino (sin saber de dónde era, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua), llamó al novio y le dijo: “Todos sirven primero el vino mejor; y cuando se ha bebido en abundancia, el peor. Tú, en cambio, has guardado el vino me-jor hasta ahora”. Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus milagros, manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en Él.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...)

3er Misterio: El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión

Después de ser Juan encarcelado, Jesús fue a Galilea a predicar el Evangelio de Dios; y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el reino de Dios está cerca. Arrepentíos y creed en el evangelio”.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...)

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VISITAS A LAS CASAS

La visita misionera puede constar de varios momentos:

Entrada, saludo. Charla general de la vida. Es el momento de escuchar a quien visi-

tamos, sólo si los misioneros escuchamos de corazón y con verdadero interés, inspiramos confianza.

Buscar los temas importantes para hablar (familia, relación entre ellos, trabajo, relación con los vecinos y la comunidad, vida de fe, espe-ranza en el futuro). Consolar a las personas visitadas y acompañarlas en sus preocupaciones.

Momento de oración. Es importante que sea intenso y genuino. - Ambientación (apagar la tele, radio. Prender una vela, poner a la Peregrina en el centro, en un lugar limpio y ordenado). Darle a ese momento la importancia que merece, recordando que ahí está María realmente con nosotros. - Invitar a toda la familia a participar del momento - Ayudarlos a entrar en clima de oración. Con voz suave y segura, decirles que se sienten cómodos, que cierren los ojos. Que escuchen con el corazón. - Pequeña oración espontánea para tomar conciencia de la presencia de Dios (Ej. Creemos Señor que estás aquí, creemos en tu presencia, creemos en tu amor). - Leer un fragmento de la Biblia (ver abajo para cada situación familiar) - Iluminar desde la Palabra de Dios, la Peregrina y nuestro testimonio personal lo que hayamos conversado. - Oración espontánea para terminar (abajo encontrarás algunos modelos para cada situación familiar)

Concretar un propósito, como consejo (rezar en familia, ir a misa más seguido, bendecir la mesa, bendecir a los hijos antes de dormir, )

Invitar a los talleres y celebraciones. Integrar a las per-sonas a la comunidad, invitando a que se acerquen a la escuela y a la capilla, y acogerlas allí cordialmente.

Despedida, se puede arreglar una próxima visita. Al final de la visita, no olvidarse de anotar los datos de las personas que visitamos, con el objetivo de lograr un vínculo más cer-cano con la familia.

cruz, debe ahora actuar contigo tan duramente. Permanecemos tranquilos cuando Dios quiere formarnos como instrumentos para la redención del mundo.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...)

MISTERIOS DOLOROSOS (martes y viernes)

1er Misterio: La oración en el huerto de Getsemaní

Madre, por amor y para la salvación del mundo, diste a Cristo el cuerpo y la vida. La angustia lo hace sudar sangre en el huerto, pe-ro nada puede quebrantar su voluntad de sacrifi-cio. También yo pongo siempre a tu disposición mis amargos sufrimientos para el Capital de Gracias.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...)

2do Misterio: Jesús es atado a la columna

Dejas que aten a Cristo a la columna para expia-ción de nuestros pecados de sensualidad. Con cada azote se estremece tu corazón de Madre; por nosotros soportas con Él cada sufrimiento. Junto a ti y a Jesús me ofrezco al Padre como víc-tima de justicia para el bien de nuestro tiempo.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...) 3er Misterio: La coronación de espinas

El Señor permite que verdugos, con espinas coro-nen sus divinas sienes y que lo denigren y se bur-len, Madre, también a esto diste tu Sí, porque con ello Él recobraba nuestra arrogancia. Como apóstol e instrumento de Cristo, contigo le ofrezco alegremente mi voluntad.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...)

4to Misterio: El camino de Jerusalén al monte Calvario

Madre, en tu Sí no hay amagas quejas, cuando el

Señor, impulsado por un profundo amor de redentor, carga hasta el lugar del sacrificio la cruz que le impuso nuestra aversión al sufri-miento. En silencio quiero ayudarlo a llevar su cruz, aun-que el sentimiento se revele y se resista.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...) 5to Misterio: La crucifixión y muerte del Señor

Veo pender de la cruz al Redentor del mundo: hasta ese extremo lo llevó el ardiente apremio de su amor. Tú renuncias a tus derechos de Madre y libremente ofrendas a Cristo para luz y salva-ción nuestra. Excelsa y santa Madre, tú que presentas a la Víc-tima, condúceme hasta el Sumo y Eterno Sacer-dote.

(Padre nuestro... Dios te salve, María)

MISTERIOS GLORIOSOS (domingos y miércoles)

1er Misterio: La resurrección del Señor

El Señor rompe las fuertes ataduras de la muer-te y confunde el poderío y la astucia del Demo-nio; llena de júbilo, Madre, lo ves transfigurado y hermoso, con el resplandor que tendremos al resucitar en el cielo. Con esta fe alégranos el alma y que nuestro amor arda en llamas.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...)

2do Misterio: La Ascensión del Señor a su Padre

El Señor ha ascendido a los cielos, dejando tras de Sí a los que anhelan su venida; a tu corazón y tus ojos los embarga una honda nostalgia, pero la felicidad de tu Hijo también te hace dichosa. Madre, que en todo momento añore el cielo para que, como el tuyo, mi corazón sea amplio y generoso.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...)

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ORACIONES PARA LA MISIÓN

Familias sin mayores proble-mas:

ORACIÓN:

Señor, nosotros creemos firme-mente que Tú te acercas y visi-tas a esta familia que tanto te quiere. Te pedimos, con mucha fe, que bendigas a cada uno de sus miembros, ya que sabemos los tienes en tu corazón de Padre. Tú mismo los conoces con sus propios nombres (aquí nombrarlos a todos) y los amas con tu infinito amor. Aumenta en ellos la fe, aníma-los con la Esperanza Cristiana y fortalécelos en el Amor, que es lo más importante a tus ojos. Te lo pedimos, por nuestro Señor Jesucristo, que resucitado vive y reina para siempre. Amén.

Familia afligida por una des-gracia:

Esperanza, pues tanto nos has amado que nos entregaste a tu propio Hijo, nuestro Herma-no, Amigo y Señor, Jesucristo,

Familia donde hay un enfer-mo:

Lecturas:

Jesús luz del mundo:

Jn 8, 12.

El joven rico:

Lc 18, 18-23.

Visita a los amigos de

Betania:

Lc 10, 38- 42.

Profesión de fe de

Pedro:

Mc 8, 27-30 ORACIÓN:

Señor, creemos en Ti, pero muchas veces nos hemos pre-guntado: ¿por qué permites tanto sufrimiento? ¿Por qué existe el mal? ¿Por qué sufre el inocente? Sabemos que Tú comprendes la turbación de nuestro cora-zón, esperas nuestras preguntas y nos escuchas con mucha paciencia y misericordia. Ayúdanos, pues, a comprender la respuesta que nos das en la Cruz de tu Hijo amado, Jesu-cristo. Mirándolo a Él, que sufrió por liberarnos de todo mal, se nos muestra tu amor inmenso y misterioso. Danos profunda fe para acep-tar el secreto de tu mano pode-rosa, abre nuestro corazón a la

Lecturas:

Agonía de Jesús en el

huerto:

Lc 22, 39-45. Tú tienes palabra de

vida eterna: Jn 6, 67.

La resurrección de Lázaro:

Jn 11. Profesión de fe de Pedro:

Mc 8, 27-30.62

Lecturas:

Visita a la suegra de Pedro:

Lc 4, 38-39. Curación del hijo

de funcionario: Jn 4, 43- 54.

Curación de la mujer encorvada:

Lc 13, 10- 17. Auméntanos la fe:

Lc 17, 5-6.

ORACIÓN:

Señor Jesús, Tú tienes un cariño muy especial por los enfermos. En tu Evangelio apareces sanando y consolando, fortale-ciendo y perdonando a muchos enfermos graves. Ten comprensión de esta fami-lia, tan preocupada por la salud de... (Aquí se nombra al enfer-mo), dale a él paciencia en su enfermedad y si es para mayor bien de esta familia y mayor gloria tuya, alivia de sus dolores y molestias y sánalo/a lo más pronto posible. Te lo pedimos por intercesión de María, la Madre de Jesús. Amén.

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con el ardiente amor de Cristo y de María. Entonces nuestra vida será un espejo del ser y el caminar de Cristo aquí en la tierra, con él cruzaremos el mundo fuertes y bondadosos, como vivas imágenes de María, como fuente de bendición. Entonces, Padre, siempre nos puedes usar co-mo instrumento en tus manos omnipotentes, fuertes y ricas en amor, y plasmar por nosotros el rostro de la humanidad de hoy según corres-ponda al designio de tus planes. Amén.

Credo... Gloria al Padre...; y después

INTRODUCCIÓN

En tu vida, Madre, vemos fluir el ardor de la Fe, de la esperanza y la caridad. Haz que el resplandor de esta triple estrella penetre en la noche oscura de nuestra vida. Con tu Hijo implora al Padre que sólo Dios reine en el trono de nuestro corazón. Amén.

(Antes de rezar cada misterio se hace alguna petición. Se dice el misterio y después se rezan un Padrenuestro, 10 Ave Marías y 1 Gloria al Padre).

ORACIÓN FINAL

Por los santos misterios de la Redención, te pedimos, Padre, estar en gracia ante tu mirada, y que Schoenstatt florezca como jardín de Dios y se proyecte universalmente a la Iglesia; bajo el cuidado de Nuestra Señora Tres Veces Admirable, sea la pradera asoleada de la Santísima Trinidad. Amén.

MISTERIOS GOZOSOS (lunes y sábados)

1er Misterio: La Anunciación del Ángel a María

Madre, sin vacilación das tu Sí y puedes llevar a Cristo en tu seno. Y como el Padre lo quiere de ti, eres la Diaconisa, que prepara en silencio la Ofrenda del sacrificio. Adéntranos profundamente en tu misión; haz de

nosotros diáconos del Redentor.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...)

2do Misterio: La visita de la Virgen María A su prima Santa Isabel

Te vemos, Madre, apresurarte con Jesús Para acudir donde Isabel y servirla, cuando en júbilo es colmada por el Espíritu Santo y siente en sus entrañas cómo es santificado su hijo. Nosotros también queremos, con callada servi-cialidad, regalar a la Redención nuestras fuerzas y tiempo.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...) 3er Misterio: El nacimiento de Jesús en Belén

En el pobre y pequeño establo de Belén, das a luz para todos nosotros al Señor del mundo. Tal como muestras al Niño a pastores y reyes y te inclinas ante Él adorándolo y sirviéndolo, así queremos con amor ser siempre sus instrumen-tos y llevarlo a la profundidad del corazón huma-no.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...)

4to Misterio: La presentación del Niño en el Templo

Al Hijo, que concebiste por obra del Espíritu Santo, ahora en el templo, llena de anhelos de Redención y con tu mirada maternal fija en no-sotros, lo devuelves al Padre regalándolo sin re-servas. Al igual que tú, Diaconisa de la Ofrenda, entre-go por los hombres aquello que más amo.

(Padre nuestro... Dios te salve, María...)

5to Misterio: Pérdida y hallazgo del Niño en el Templo

Para preparar tu corazón a más grandes sacrifi-cios, permite el Señor que sufras en Jerusalén. Para que un día puedas estar de pie junto a la

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Hasta los confines del mundo puedes enviar a quienes hoy se te consagran, para completar tu Reino en la tierra.

María, recibe la ofrenda en tus fieles manos de madre, y así, hasta nuestro paso a la vida futura, no cese este cántico de gratitud. Amén.

ORACIÓN DE CONFIANZA(Hacia el Padre)

En tu poder y en tu bondad fundo mi vida; en ellos espero confiado como niño. Madre Admirable, en ti y en tu Hijo en toda circunstancia creo y confío ciegamente. Amén.

PÉSAME

Pésame, Dios mío y me arrepiento de todo cora-zón de haberte ofendido. Pésame por el infier-no que merecí y por el cielo que perdí, pero mucho mas me pesa porque pecando ofendí A un Dios tan grande y tan bueno como Vos, antes preferiría haber muerto que haberte ofen-dido y prometo no pecar más y evitar toda si-tuación próxima a pecado. Amén

PADRE NUESTRO

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como nosotros también perdonamos a quienes nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.

AVE MARÍA

Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre: Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por noso-tros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

GLORIA

Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espí-ritu Santo; como era en un principio sea aho-ra y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

ROSARIO DEL INSTRUMENTO(Hacia el Padre)

(Se comienza con la señal de la cruz. Luego se reza el Pésame para arrepentirnos de nuestros pecados an-tes de comenzar). ORACIÓN PREPARATORIA

Ayúdanos, Padre, a cerrar las puertas de los sentidos. Que una luz clara penetre nuestras almas iluminándonos por el cálido brillo de la fe. Adéntranos profundamente en el miste-rio de la redención. Quisiéramos acompañar en silencio al Redentor por esos caminos que lo vemos recorrer en el Rosario, en unión con María, su valerosa Madre y Compañera, a quien él constituyó en Consorte y Colabora-dora suya. Danos la gracia de captar con el corazón lo que el Rosario nos habla, lo que los misterios nos proponen, y según eso conformar lo que hacemos o evitamos. Sumérgenos en el mar del amor del cual el Rosario nos da a beber en abundancia; en-ciende nuestra débil voluntad de sacrificio

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Familia en situación irregular(Parejas juntadas, Alcoholis-mo... No condenar ni imponer nada, ante todo tener mucha caridad):

Familias con problemas mora-les (Peleas familiares, hijos difí-ciles...):

ORACIÓN:

Señor Jesús, Tú que dijiste: “De-jen que los niños vengan a mí... que de ellos es el Reino de los Cielos”. Te damos gracias por la alegría de esta familia. Te damos gra-cias por la salud de sus niños y te pedimos que los guardes siempre en la unidad. Protégelos. Da sabiduría a los padres para que sepan cuidar y guiar a sus hijos en el conoci-miento y amor de tu persona. Que no falte nunca el trabajo necesario para el sustento, ni educación ni salud para todos. Y que Tú, Señor, reines en los corazones de todos y en el ambiente de este hogar. Amén.

Personas con problemas de soledad:

Lecturas:

Jesús en la sinagoga

de Nazaret:

Lc 4, 16-30. Eficacia de la oración:

Lc 11, 1-13. Diálogo con la

Samaritana: Jn 4.

Fe, oración, maldición, higuera:

Mc 11, 20-25.

ORACIÓN:

Padre de bondad, Tú no miras a la gente por lo que tiene o apa-renta, sino que ves a cada cual por lo que es, con sus defectos y cualidades, sin hacer diferen-cias. Tú sabes que cada uno de noso-tros necesita de tu visita, ya que sin Ti nada podemos. Tú que trajiste un año de gracia para los pobres, los enfermos, los pecadores, los encarcelados, los endeudados, acógenos con tu cariño en este día y ayúdanos a intentar, con fe, una vida nue-va, llena de salud, libertad y esperanza. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.Amén.

Lecturas:

Parábolas de la Misericordia:

Lc 15. La pecadora perdonada:

Lc 7, 36-49. El mandamiento

principal: Lc 12, 28-34.

ORACIÓN:

Señor Jesús, Tú dijiste: “No son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos”. Yo no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores, para que se convier-tan”. Ten compasión de noso-tros, que aún te conocemos poco y necesitamos tanto de Ti. Mira con misericordia a esta familia que sufre penas y vive en dificultades que entristecen la vida. Haz brillar sobre ella la paz, que sólo Tú sabes dar. Te lo pedimos con mucha fe, a Ti que vives y reinas en unidad con el Padre y el Espíritu Santo. Amén.

Familias en que los niños son importantes:

Lecturas:

Jn 2, 1-12. Lc 18, 35-43. Lc 18, 18-23.

Lecturas:

Jesús visita a Zaqueo: Lc. 19, 1-6.

El paralítico de la piscina de Bezatá:

Jn. 5, 1-18. Evangelio revelado

a los sencillos: Lc. 10, 21-22.

ORACIÓN:

Señor Jesús, Tú dijiste a tus dis-cípulos que no los dejarías huér-fanos, sino que le regalarías la presencia del Espíritu Santo dado por el Padre a los que creen en Ti y que Tú mismo

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vendrías con tu palabra a visi-tarlos. Tu Espíritu Santo ha sido derramado en sus corazones en esta vida. Te pedimos entonces, que nunca más, alguno de los que viven en esta casa, se sientan solos y abandonados. Acrecienta la unidad de esta familia que tanto quieres y haz que todos se sientan amados y respetados por Ti y por los tuyos. Amén.

Familia contenta de tener su casa propia:

bella en la armonía del amor, que sólo Tú sabes infundir en los hombres y mujeres de buena voluntad. Te lo pedimos con mucha fe. Amén.

Familia tolerante no católica:

Lecturas:

Lc 10, 38-42. Lc 4, 38-39.

Lc 11, 1-13.66

ORACIÓN:

Bendice y visita, Señor, esta casa que nosotros visitamos en tu nombre. Derrama tu bendición sobre esta familia, que con su esfuerzo, ha logrado construir su propio hogar. Te pedimos que los bienes con-seguidos no les hagan olvidarse de Ti y que sean una familia abierta y comprensiva con los pobres. Que te den gracias de todo cora-zón a Ti, que eres el cimiento firme sobre el que se construye la vida. Que edifiquen espiritualmente una familia sólida en la fe y

Lectura:

Jn. 3, 1-8.

ORACIÓN:

Te agradecemos, Señor, la aco-gida que nos ha brindado esta familia. Tú despiertas en nosotros un gran respeto por todos los que buscan la verdad y nosotros creemos que Tú eres la verdad.Te pedimos por todos los miembros de esta familia, para que siempre los alientes en su camino y descubran en Ti al Señor de la Vida. Tú eres la Vida y el Amor. Que quede en ellos tu paz. Amén.

Lecturas:

Jn 8, 12. Hech 4, 32-35. Hech 5, 12-16.

Familia cristiana no católica:

ORACIÓN:

Señor Dios nuestro, es mucho más lo que nos une con nues-tros hermanos creyentes, que lo que nos separa. Te pedimos con un solo cora-zón que nos des la gracia de conocer, amar y servir a nuestro Señor Jesucristo cada día con mayor fe y dedicación. Que esta familia y cada uno de nosotros, en el lugar donde nos has pues-to, podamos ser testigos tuyos, por la obediencia a tus manda-tos. Que por nuestra palabra y nuestra vida, proclamemos que Dios ha resucitado a Jesús para la salvación del mundo. Y que el espíritu Santo que da Dios a los que le obedecen, nos haga crecer en el amor fraterno y en la unidad que Jesús tanto quiere para sus discípulos. Amén.

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ciegamente quieren doblegarse A tus indicaciones y a tu palabra.Ser total posesión tuya es, para el instrumento, su honra y su gloria.

Está pronto a servir sin reservasa tu obra de Schoesntatt.Mándanos sufrimiento, guíanos a la lucha,danos ganar la victoria plena.Contra las argucias y la saña del Demoniodanos luz, templa nuestro espíritu.

Aseméjanos a ti y enséñanos A caminar por la vida tal como tu lo hiciste:Fuerte y digna, sencilla y bondadosa,repartiendo amor, paz y alegría.En nosotros recorre nuestro tiempopreparándolo para Cristo Jesús.

Aunque nos amenace el mundo y Demonio,o tempestades se ciernan sobre nosotros, tú vences todos los peligrosy nos concedes tu inmenso poder.Tu corazón, puerta del cielo,es siempre nuestro seguro amparo.

Nunca pereceremossi somos fiel instrumento tuyo;nos ayudas en todo instantepara que demos abundantes frutos.Con alegría caminaremos de tu manohacia el eterno Schoenstatt.Amén.

CÁNTICO DE GRATITUD (Hacia el Padre)

¡Cayeron las cadenas! Resuene en las voces de todos un jubiloso cántico de gratitud que se eleve desde los santos recintos de Schoenstatt.

En el dificil camino de peregrinación, Dios se ha manifestado ante nuestra comuni-dad en su grandeza y sabiduría, para gloria y alabanza suyas.

Cuanto el poder y la astucia de Satanás idearon como infortunio, lo transformó la mirada del Padre en nuestra suprema felicidad.

Aquello que era terreno en el pensar o demasiado humano en la entrega, quiso Dios orientarlo hacia las alturas y sumergirlo enteramente en su corazón.

Así formamos hoy una férrea unidad, fundidos en el amor de Dios, y luchamos sin fatigarnos en contra de los engendros de Satanás,a fin de que nazcan hombres nuevos que, siendo aquí en la tierra libres y fuertes, se comporten como Cristo en las alegrías y dificultades y que sólo con Cristo entrelacen el afán de sus corazones, así como durante su vida se entregó María, la Madre y Esposa.

En agradecimiento, nuestras almas escojan al Cordero de Dios, para desposarnos con él por la eternidad y ser contados entre los que permanecen fieles.

Y ahora cuando nos amenaza un súbito de-rrumbe, ¿quieres, Señor, morir nuevamente? ¿Buscas también con estos requerimientos de amor a herederos de tu santa transfiguración?

Si es así, mira a la grey de los que son tuyos, a esta porción signada con la pequeñez y la pureza, y por misericordia únelos a ti para en ellos aparecerte nuevamente al mundo.

En ellos tú puedes sufrir, luchar, apacentar y a través suyo prepararte de nuevo las alegrías de la resurrección.

Por ellos edifica la ciudad fundada en el cielo, hacia la cual con entera confianza alcen todos la mirada.

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¿Qué es rezar?

Es disponerse a compartir un momento.

¿Con quién?

Con Cristo, María y los Santos.

¿De qué forma lo podemos hacer? De muchas. En el tema de la oración tenemos que ser bas-tante “creativos”. Porque noso-tros, los jóvenes, nos llevamos mucho por el sentir. Y no todo en la vida pasa por el sentimien-to… O a caso siempre “siento” ganas de salir a bailar, siento ganas de ir a visitar a mis ami-gos, siento ganas de ir al hospi-tal a ver cómo está mi abue-la/lo, siento ganas de charlar con papá/mamá o mis herma-nos. No siempre el sentir es lo que me lleva a actuar. Aunque la novela, la revista o la propagan-da me lo pinte así. Si así lo fuera no existiría la responsabilidad, el compromiso. Nadie se juga-ría por nada. Es por eso que el primer punto que tenemos que tener en claro para rezar, es que NUNCA debemos dejar lle-varnos por las ganas o si siento o no siento. No siempre tene-mos ganas de hablar con nues-tra/o novia/o y sin embargo por eso no vamos a cortar la relación ni dejar de hablarla/o. Un segundo punto clave es la creatividad. Punto importantí-simo en cualquier relación que empecemos. Creativos ¿Para

qué? Para no correr el riesgo de aburrirnos. La oración es muy parecida a la relación con mi novia/o, o amigas/os. Por ejem-plo: Así como no se me ocurre invitar a mi novia/o cuatro vier-nes seguidos a ver la misma pelí-cula, tenemos que tener el mis-mo criterio para rezar. Teniendo estos dos puntos cla-ros estamos listos para la creati-vidad…

Formas de rezar

Hay tantas formas como perso-nas que hablan con Dios. No hay fórmulas o recetas mágicas. Sí hay formas y en cada uno de nosotros está la posibilidad de poner nuestro sello. Algunas son: de agradecimiento, alaban-za, perdón, petición, contem-plación, etc.

¿Qué hacemos? Podemos rezar el rosario, can-tar (que es rezar dos veces), me-ditar, estar en silencio (como cuando vamos a lo de un amigo nos ponemos a ver la tele y lo único que hacemos es compar-tir el momento) leer la Biblia, algún libro de formación o me-ditación, estudiar, rezar alguna oración, examinar cómo estoy llevando mi vida, descansar, compartir nuestras alegrías, nuestras tristezas, observar la imagen de la Mater, ver a Cristo ¿Cómo? En el sagrario, el lugar donde se guarda la hostia con-sagrada (cuerpo de Cristo). En ella encontramos a nuestro Cris-to. En ése pan es donde Cristo eligió quedarse con nosotros.

LA ORACIÓN

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Participamos de la agonía de Cristo y de su muerte de cruz,tal como será al fin de nuestras vidas en la unción con el santo óleo.

La mano toca cada uno de los sentidos y te solicita, Padre, que los libertes de las cade-nas que durante el día de hoy los ataron quitando al alma su vigor.

Mucho nos duelen nuestras faltas. Nuestro corazón culpablelo sumergimos en el mar de amor consagrándolo nuevamente a ti por entero.

Tú nos regalaste amor y nosotros te ofendimos;nos colmaste con dones y nosotros te olvidamos.

Por eso nuestra labor por los hombres no alcanzó toda su fecundidad.Lo que una mano había construido, lo destruyó la otra en un momento.

Por nuestra culpa nos miras con tristeza a nosotros, a quienes Tú has amado,y a nuestro Santuario, propiedad de nuestra Madre.

El futuro será distinto: dejaremos de lado las apariencias;sólo iremos en pos del ideal, Que por todas partes nos alumbra.

PETICIÓN

Danos reposo en tu protección; sé para nosotros escudo y defensa potenteen contra del dominio de instintos y sentimien-tos, y de las argucias de Satanás.

Con el amor que de ti nace, colma mi alma hasta lo hondo;así viva únicamente para la Obra que alza al mundo hacia ti.

Que mañana nos levantemos sanos y renova-dos a la hora señalada,para consagrarte con generosa servicialidad nuestra fuerza y nuestro tiempo.

Madre, inscríbenos en tu corazón y llévanos contigo hacia el cielo.La Alianza, que sellamos en una hora de gra-cias, la renovamos ahora con fidelidad.

BENDICIÓN

Descienda la bendición de Dios sobre los consagrados por entero a Schoenstatt,trayéndoles felicidad y salvación aquí y en la eternidad.Amén.

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN

(Hacia el Padre)

¡Oh, Señora mía! ¡Oh, Madre mía! yo me ofrezco todo a Ti, y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón: en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, Oh, Madre de bondad, guárdame, defiéndeme, y utilízame como instrumento y posesión tuya. Amén.

CÁNTICO DEL INSTRUMENTO (Hacia el Padre)

Madre Tres veces Admirable, consérvanos siempre como instrumento tuyo; haz que con amor, hoy y todos los días, nos pongamos a tu servicio,Según los deseos de Dios, usa de nosotros enteramente para Tu Reino de Schoenstatt.

Toma el corazón y la voluntad:te pertenecen por completo;

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CONSAGRACION MATUTINA (Hacia el Padre)

SALUDO

Fortalecido me levanto Padre, para reavivar el fuego del amor y saludarte con alegría junto a todos los portadores de tu Schoenstatt. En el santuario estamos congregados: allí nuestros corazones arden en amor por la Ma-dre Tres Veces Admirable, que por nosotros quie-re construir tu Reino. Animados por el Espíritu Santo, nos ponemos de rodillas y con júbilo alabamos a Cristo, quien, con ella, nos envía como instru-mentos, para dar a los pueblos un nuevo destino.

AGRADECIMIENTO

Gracias por todos tus regalos, por la abundancia que hemos recibido; gracias porque elegiste a Schoenstatt y por que allí Cristo nace de nuevo. Gracias porque desde allí quieres irradiar al mun-do las glorias de nuestra Madre, inundando los corazones fríos con torrentes de amor.

PODER EN BLANCO

Usa de nosotros según tu voluntad, haz que por Schoenstatt vuelvan a llenarse las amplias naves de la Santa Iglesia y que alabanzas circunden tu trono. Si deseas, puedes dedicarnos al trabajo, puedes mandarnos cruces, penas, dificultades. En el éxito o en el fracaso anunciaremos siempre tu amor.

INSCRIPTIO

Padre, hágase en cada instante lo que para nosotros tienes previsto. Guíanos según tus sabios planes, y se cumplirá nuestro único anhelo.

El ideal para el cual tu amor nos creó esté presente ante nuestros ojos y plasme íntegra nuestra vida; por él lucharemos con todas las fuerzas. Danos, Padre, arder como un fuego vigoroso, marchar con alegría hacia los pueblos y, combatiendo como testigos de la redención, guiarlos jubilosamente a la Santísima Trinidad.

CONFIANZA

Cuando consideramos nuestras propias fuer-zas, toda esperanza y confianza flaquean; Madre, a ti extendemos las manos e imploramos abundantes dones de tu amor. Aún en las tormentas y en los peligros guardarás fidelidad perenne a la Alianza que sellaste con nosotros, y que, con tantas gracias, tú has bendecido, Tú nos enviarás las vocaciones que con noso-tros se consagren al servicio de tu Reino; nos darás trabajo y copiosas bendiciones y a nuestra impotencia unirás tu inmenso po-der.

OFRECIMIENTO

Cuanto llevo conmigo, lo que soporto, lo que hablo y lo que arriesgo, lo que pienso y lo que amo, los méritos que obtengo, lo que voy guiando y conquistando, lo que me hace sufrir, lo que me alegra, cuanto soy y cuanto tengo te lo entrego como un regalo de amor a la fuente santa de gracias, que desde el santuario brota cristalina para penetrar el alma de quienes a Schoenstatt han dado su corazón, y para encaminar bondadosamente hasta allí a los que, por misericordia, tú quieras escoger; y para que fructifiquen las obras que consagramos a la Santísima Trinidad.

ORACIONES

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CONSAGRACIÓN NOCTURNA(Hacia el Padre)

Tras el peso y el afán del día, junto a ti, que nos guiaste y nos escogiste como instru-mento, Padre, buscamos el reposo.

AGRADECIMIENTO

Alabanza y gratitud a ti, Compañero de esta jornada,a ti, que realizaste por nosotros lo que te alegra y regocija.

Con nuestras manos fuiste agregándole a Schoenstatt piedra tras piedra,a esta Obra que ha escogido tu bondad para llevar salvación al mundo entero.

María, la Madre fiel que nunca nos deja so-los, con fuerza nos tuvo de su mano, porque nos confiaste tu Obra a nosotros, que somos iglesia, esposa del Señor.

Todas las bendiciones de este día fluyeron desde el altar;como un inmenso mar de gracias majestuosa-mente nos mantuvieron y nos llevaron.

Padre, con amor nos saludaste y pusiste dulzura en nuestras vidas,porque el Señor en los hombres se nos mani-festó una y otra vez.

Solicitando nuestra compañía, por el dolor humano a menudo nos llamó;para asemejarnos a Él una y otra vez nos trajo la cruz.

Lo que alegró tu mirada retorne, Padre, a la fuente de gracias,que brota desde nuestro Santuario para honra tuya, del Hijo y del Espíritu Santo.

CONFESIÓN DE CULPA

Padre, por la expiación de su sangre preciosa, Jesús nos reconcilie

con tu corazón entristecido por cuanto hicimos sin el debido amor.

Considera a María como Abogada nuestra y escucha su petición de Madre;recibe con benignidad sus méritos y míranos paternalmente.

Muchas veces, cuando el mundo nos sedujo, nuestros corazones se endurecieron.A menudo no estábamos vigilando cuando nos expresaste tus deseos.

Muchas reservas ocultas nos cansaron y enfriaron;muchas malas pasiones menguaron la fuerza del amor.

A menudo, los hechos con que hoy te indigna-mos destruyeron nuevamentelo que, con palabras, habíamos predicado y anunciado.

A menudo malgastamos tiempo y oportunidades. Las faltas de omisión, que nos privaron de tu benevolencia, Padre, nos oprimen pesadamente.

Para pena tuya se oscureció nuestro gran ideal (I.P.)

y la batalla del día fue débil (E.P.), porque nos faltó espíritu y acción. (Examen de conciencia, ideal personal, examen particular)

EJERCICIO DE LA MUERTE

La intimidad de nuestras almas desnuda está ante los ojos del Señor,que aparecerá como juez un día a juzgar a todas las naciones.

Libremente nos desprendemos ahora de las ataduras que aún nos aprisionan;Padre, en Cristo nos entregamos a ti,sin reservas, filialmente.

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