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MATERIAL CURSO INTERVENCIÓN EN SITUACIONES DE RIESGO

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MATERIAL CURSO INTERVENCIÓN EN

SITUACIONES DE RIESGO

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CURRICULUM VITAE ABREVIADO

D. Juan Manuel Herrera Hernández. Trabajador Social, Profesor del Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de La Laguna y profesor del Departamento de Sociología en la UNED. Experto/ Master Universitario en Drogodependencias. Diplomado en Sanidad. Experto en Intervención Social Integral. Especialista Universitario en Intervención psicoterapéutica cognitivo- constructivista- relacional. Sus actividades docentes e investigadora versan sobre temas de gestión, salud y combina su actividad docente e investigadora con la intervención profesional. Ha publicado más de 25 libros y más de 100 artículos en revistas nacionales e internacionales. Correo electrónico: [email protected] Página web: www.juanherrera.net Teléfono: 922 317323

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1.Presentación El presente documento recoge la propuesta de curso de formación para el personal funcionario y laboral del Excmo. Cabildo Insular de La Palma que desempeña su labor profesional con personas en riesgo social. Esta formación intensiva se enmarca dentro del plan de formación interna del personal de dicha Corporación Insular. 2. Objetivos:

Curso: Intervención psicosocial con personas en riesgo social • Entrenar a los asistentes en herramientas y estrategias de intervención

psicosocial individualizadas • Enseñar como promover la motivación para el cambio, la resiliencia y el

empoderamiento personal de las personas en riesgo social • Enseñar a identificar las dificultades de los equipos profesionales que

intervienen con éstos colectivos y proponer estrategias y medidas correctivas.

3. Metodología

Curso: Intervención psicosocial con personas en riesgo social • Exposición teórico- práctica • Dinámica de grupo • Grupo de discusión • Entrenamiento guiado

Horario: De 9.00 a 13.00 horas, De 16:00 a 20:00 horas Días: 2 días Total de horas: 12 Fechas propuestas: 29 y 30 de octubre de 2009

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4. Contenidos a trabajar:

Curso: Intervención psicosocial con personas en riesgo social � El empoderamiento, la resiliencia y la resistencia : claves para

promoverlas en personas en riesgo � La motivación para el cambio en personas resistentes: herramientas

claves � Habilidades y herramientas claves de intervención profesional � Estrategias ante situaciones urgentes y procedimientos de actuación � La entrevista profesional con personas en riesgo � Las intervenciones simples y elaboradas con personas en riesgo � Los factores protectores del riesgo social: estrategias de actuación � La intervención en vulnerabilidad psicoemocional � Indicadores de riesgo social y escenario presente y futuro � Personalidad y riesgo social � Actuaciones transversales para prevenir el riesgo socia 5. Recursos Para la impartir dicho curso se precisa de un espacio amplio que permita poner las sillas en círculo y una pizarra y tizas, así como un portátil y cañón para proyectar. 6. Evaluación La evaluación del curso será de la siguiente manera: � Grado de satisfacción y valoración del curso realizado por los asistentes � Participación y aportaciones durante la realización del mismo � Cohesión grupal � Comunicación � Grado de cumplimiento de los objetivos marcados � Grado de desarrollo de los contenidos propuestos En La Laguna a 20 de octubre de 2009

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1.. LA FAMILIA ESPACIO DE INTERVENCIÓN 1.1. Breve introducción a la familia y sus funciones

Hay muchas definiciones de familia, pero me ha parecido la siguiente por ser inclusiva y bastante flexible: “unión de personas que comparten un proyecto vital de existencia en común que se quiere duradero, en el que se generan fuertes sentimientos de pertenencia a dicho grupo, existe un compromiso personal entre sus miembros y se establecen intensas relaciones de intimidad, reciprocidad y dependencia” (Palacios, J, Rodrigo, Mª J, 2001).

Las funciones de la misma y siguiendo a los mismos autores serían:

� Escenario donde se construyen personas adultas

� Escenario de preparación donde se aprende a afrontar retos, así como, asumir responsabilidades y compromisos

� Escenario de encuentro intergeneracional

� Es una red de apoyo social para las diversas transiciones vitales (búsqueda de pareja, trabajo, ...)

Así mismo, las funciones con los hijos serían:

� Asegurar la supervivencia de los hijos, su sano crecimiento y socialización en las conductas básicas de comunicación, diálogo y simbolización.

� Aportar un clima de afecto y apoyo

� Aportar la estimulación que les capacite en sus relaciones interpersonales

� Decidir respecto a la apertura hacia otros contextos educativos que van a compartir la educación.

1.2. El diagnóstico centrado en la familia

El diagnóstico familiar debe centrarse al menos sobre cinco de las dimensiones que a continuación se detallan � El nivel de desarrollo y crecimiento familiar: área familiar, escolar,

social, higiene, educativa, doméstica, salud, etc.

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� El nivel de estructura, funcionamiento y forma de interrelación con el medio dentro del sistema familiar: el ecosistema de la familia( ecomapa, redes de apoyo social, genograma, diagrama sistémico) , la estructura y funcionamiento de la familia ( organización, cohesión, estructuración, conflictividad, expresividad emocional, adaptabilidad, tipo de representaciones mentales dominantes en la mentalidad grupal, integración emocional del grupo, capacidad de expresión emocional, momento o fase del ciclo vital, funciones emocionales que están más afectadas, etc...), el estilo de interacción ( la afectividad y la comunicación)

� La vulnerabilidad, la resistencia, la resiliencia de la familia y el empoderamiento

� El optimismo en la familia y los mecanismos cognitivos o formas de pensar

� El estado emocional de los menores respecto a su adaptación al medio familiar y social, las habilidades vitales para educar, el apego, las practicas educativas y el autoengaño en la familia.

C Consideramos que desde el ámbito sanitario y psicosocial a la hora

de llevar a cabo el diagnostico familiar, debemos centrarnos en más aspectos que permitan obtener una visión más amplia de la realidad familiar y por ello en el siguiente apartado los desarrollamos

A continuación detallamos las cinco dimensiones sobre las que se debe incidir para disponer de un diagnóstico de la familia, detallando dentro de las mismas las distintas técnicas e instrumentos más comunes a utilizar.

1.1.Primera dimensión: el nivel de desarrollo y crecimiento familiar: área familiar, escolar, social, higiene, educativa, doméstica, salud, etc. ( este nivel hace referencia a identificar indicadores presentes en cada una de las áreas de estudio, para disponer de una descripción detallada de las condiciones en las que vive la familia y poder valorar la vulnerabilidad y los riesgos reales y potenciales de la misma) Debido a que generalmente el primer nivel de estudio va a depender del Servicio, Programa o Institución desde la que se trabaje y que lo único que nos permite es disponer de un fotografía descriptiva de las condiciones de vida de la familia, tarea importante a la hora de establecer el plan de intervención, pero que resulta incompleta pues no aborda el segundo nivel que nos permitirá encuadrar la intervención profesional. Por ello este trabajo se centra en desarrollar los siguientes niveles

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1.2.Segunda dimensión: el nivel de estructura, funcionamiento y forma de interrelación con el medio dentro del sistema familiar. Los aspectos propuestos a explorar son los siguientes:

a) El ecosistema de la familia: para explorar el mismo proponemos las siguientes técnicas:

El Ecomapa

� Se dibuja a la familia y la importancia de las relaciones con el

Subsistema dentro de la sociedad ( escuela, centro de salud, servicios sociales, tejido asociativo, etc..)

� Permite visualizar las redes de apoyo psicosocial de cada uno de los miembros

� Permite identificar las dimensiones de la red social: tamaño, densidad y composición , así como el apoyo que perciben ( afectivo, información, instrumental)

� Su valor es el impacto visual, ya que muestra una panorámica del entorno

Las redes de apoyo social

Dentro del ecomapa debemos identificar las redes de apoyo de la familia, pudiendo identificar los tipos de apoyo y como reciben el mismo y de quién según la perspectiva de la propia familia. A continuación se recoge un cuadro que agrupa los distintos tipos de apoyo:

Tabla 1: Los tipos de apoyo

Tipo de apoyo Proveedor Receptor Apoyo emocional Empatía, cuidado, preocupación Seguridad, sentido de

confortabilidad y pertenencia

Apoyo a la estima Atención positiva, animar a la persona, comparar en términos positivos

Fomenta la autovalía, sentido de competencia,

ser valorado Apoyo tangible/

Instrumental Asistencia directa, ayuda económica /

práctica Reduce la tensión/

preocupación Respaldo de información

Consejos, sugerencias, feedback Comunicación, autoeficacia / autovalía

Red de apoyo Buen recibimiento, experiencias compartidas

Sentido de pertenencia, afiliación

Fuente: Val Morrison, Paul Bennett ( 2006)

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El Genograma

� Se dibuja un árbol genealógico que registra información sobre los miembros de una familia y sus relaciones sobre por lo menos tres generaciones.

� Aporta información sobre los patrones familiares y permite elaborar hipótesis acerca de cómo un problema puede estar conectado con el contexto familiar y la evolución del problema y del contexto en el tiempo.

� Permiten mostrar: � La estructura de una familia. � Las relaciones entre los miembros de una familia

El diagrama sistémico:

El genograma puede tomarse como punto de partida de los diagramas sistémicos, para lo que Minuchin (1977), propuso una forma específica de “taquigrafía” que ha demostrado su utilidad para esbozar las hipótesis provisionales al final de la entrevista familiar. Aunque esos borradores nunca deberían entenderese como “diagnósticos del sistema familiar”. Los símbolos que se utilizan nos pueden facilitar la representación y el tipo de relaciones, conflictos, alianzas y barreras existentes en las relaciones interpersonales dentro de la unidad familiar.

Tabla 2: Símbolos de los diagramas sistémicos

Alianza ( relación estrecha no orientada

contra un tercero)

Compromiso excesivo

Coalición (pacto secreto entre personas contra

otra)

Conflicto

Conflicto oculto

Desviación de un

conflicto

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Frontera difusa

................................................................

Frontera flexible

.................................................................

Frontera hermética

Fuente : S. Minuchin (1997)

b) La estructura y funcionamiento de la familia cuyos elementos principales son:

� Organización: Hace referencia a cómo se reparten las tareas internas de la familia y de la misma con los otros sistemas sociales ( escuela, salud, etc..)

� Cohesión: si es una familia aglutinada, dispersa, unida ante los problemas, juegan como un equipo o van por libre

� Estructuración: respecto a los sistemas, si están trastocados el desempeño de los roles, subsistemas ( paterno, filial, etc) dentro de la unidad familiar

� Conflictividad: los motivos que hacen que estén enfrentándose( normas, falta de responsabilidad, no expresión afectiva, etc.)

� Expresividad emocional: si expresan asertivamente o no lo que sienten, si lo hacen continuamente o sólo cuando no pueden aguantar más, etc ..

� Adaptabilidad: a lo largo del tiempo cómo han sabido buscarse la vida, cómo han afrontado los problemas, quién asumió el liderazgo, quien se dejó llevar, como se repartieron las responsabilidades, etc.

� Tipo de representaciones mentales dominantes en la familia: tienen la idea de un modelo de familia a imitar vista en tv. ( todos nos queremos, nos respetamos, no aceptamos....idealización de la familia ) y si el modelo que idealizan es distinto en cada representación mental de los miembros

� Integración emocional de la familia: capacidad de contención, tipos de relación, organización afectiva,..quien consuela, muestra afecto, enfrenta el sufrimiento, quien sufre más, quien carga sus penas en el otro, quien es el portador del problema, quien va de víctima, etc.

� Capacidad de expresión emocional: si expresan emociones, cómo las expresan, si todos/as se dan cuenta de cómo cada uno/a y cuando expresan sus emociones.

� Momento o fase del ciclo vital de referencia primario

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� Funciones emocionales que están más afectadas: la situación problema a que está afectando, (no se expresan emociones entre ellos/as , no relaciones afectivas, etc...)

� Indicadores de riesgo detectados a través de la entrevista familiar o según protocolos de riesgo ( necesidades normativas o las estandarizadas por los protocolos profesionales)

c) El estilo de interacción: dentro de éste entra la forma de expresar la afectividad entre los miembros que podemos catalogarla de ( fría, cálida, o subyugante), y la comunicación entre los mismos que la podemos clasificar de ( caótica, adecuada, estereotipada)

2.3. Tercera dimensión: La vulnerabilidad, la resistencia, la resiliencia y el empoderamiento en la familia :

� La vulnerabilidad: hace referencia a aquellos factores personales o relacionales que incrementan los efectos negativos de las situaciones de riesgo (Luthar, 2006). Supone identificar los factores de riesgo reales y potenciales individuales, familiares, escuela y comunidad.

� La resistencia o dureza: la capacidad de superar una dificultad personal pasado un tiempo prudencial y salir ileso de la misma ( Herrera, 2008). Supone identificar las situaciones adversas vividas e identificar las competencias y estrategias desarrolladas para superar la situación y salir ileso física, emocional, cognitiva y conductualmente.

� La resiliencia: un proceso dinámico de carácter evolutivo que implica una adaptación personal y social positiva del individuo a pesar de la exposición a riesgos muy significativos (Cicchetti y Becker, 2000). También es definida como la capacidad de conseguir una adaptación favorable y un funcionamiento competente por parte del individuo, a pesar a la exposición a situaciones adversas o traumas severos prolongados en el tiempo (Masten, Best, Garm,ezy, 1990).

� Empoderamiento: lo podemos definir como: “el proceso de interacción para la adquisición de poder y control sobre la vida personal, institucional y comunitaria (Sánchez Vidal ,2007)

A modo de resumen los procesos fundamentales de la resiliencia familiar y sobre los que debemos centrarnos a la hora del diagnóstico son:

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Tabla 3: Resiliencia en la familia

Elementos Aspectos a valorar y sobre los que incidir Sistema de creencias en la

familia � Sentido ante la adversidad � Perspectiva positiva (optimismo) � Trascendencia y espiritualidad

Patrones organizacionales � Flexibilidad � Conexión � Recursos sociales y económicos

Procesos comunicativos � Claridad ( caótica, adecuada, estereotipada)

� Expresión emocional sincera � Resolución cooperativa de problemas

Fuente: Adaptado de Cicchetti y Becker (2000) Los componentes del empoderamiento/empowerment y los niveles

sobre los que debemos incidir desde las Políticas Sociales municipales centrado en las familias se recogen en la siguiente tabla Tabla 4: Componentes y niveles del empoderamiento

Aspecto Descripción

Componentes

Percepción subjetiva (sentimiento de poder, potencia) Poder personal real; ligado al poder global y a su distribución comunitaria o social � Comprensión crítica (conciencia) del contexto

sociopolítico: distribución social de poder, grupos de poder e interés…

� Relación y comunicación con otros para la participación y organización colectiva

� Acceso a recursos sociales para satisfacer necesidades y deseos humanos relevantes

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Continuación Aspecto Descripción

Nivel individual Nivel relacional y microsocial Nivel macrosocial

Potencia: poder latente, percepción de poder Poder personal real Relación y comunicación entre personas, grupos y comunidades para conseguir poder social participando en acciones sociales Poder social, global

Fuente: Sánchez Vidal (2007).

Así mismo, los modelos y procesos de empoderamiento se recogen en la siguiente tabla:

Tabla 5: Modelos y procesos

Modelo

Descripción

Cooperativo

Poder recurso ilimitado → se puede crear y desarrollar poder (presupone/aumenta: solidaridad y comunidad)

Conflicto/competición

Recurso limitado → hay que redistribuir socialmente el poder existente (presupone/refuerza: competitividad, individualismo)

Recursos sociales

La constitución de un espacio social genera poder y otros recursos psicosociales; el desarrollo humano y social dependen del acceso, y de la distribución del poder y los recursos generados

Asunciones

Nivel social medio Manejo dialéctico del sentimiento de potencia-poder real Transformar potencia en poder real exige acción social eficaz

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Continuación

Modelo

Descripción

Proceso

� Identificar potencial poder en grupo/colectivo � Generar sentimiento/conciencia de potencia � Relación con otros, sentimiento de pertenencia,

participación en acción colectiva u organización en torno a objetivos comunes

� Acción social efectiva para obtener/compartir poder y recursos sociales valiosos

Fuente: Sánchez Vidal (2007). 2.4. Cuarta dimensión: el optimismo en la familia, entendido como aquello que una persona valora como deseable para sí misma ( estilo cognitivo de explicar los acontecimientos). Para ello consideraremos los siguientes aspectos:

� Permanencia frente a temporalidad � Universalidad frente a especificidad � Causa interna ( atribuida a uno mismo) o factores externos

Generalmente las razones de que haya un optimismo no realista dentro

del sistema familiar son:

� Falta de información � Probabilidad percibida ( expectativas sin inversión) � Comparación hacia abajo ( mirar a personas en situaciones peores ) � Exención( si no ha pasado antes, no sucederá) � Motivación ( creer que lo lograrán sin hacer inversión) � Medidas preventivas ( percibir que controlan la situación)

Así mismo, es preciso resaltar que los mecanismos cognitivos para configurar una patología o el bienestar personal en la familia están condicionados por aspectos como (Herrera, 2009):

� Cada persona procesa la información de forma distinta � La manera de procesar la información determina cómo se viven las

situaciones � Dependiendo de cómo se procese la información hay personas que

acaban sufriendo y manifestando problemas psicológicos y otras que se sientes bien consigo mismas.

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� Los llamados mecanismos cognitivos o formas de pensar son: las creencias, los pensamientos, la atención, la percepción, la memoria, la toma de decisiones y la resolución de problemas.

� La manera de procesar la información se puede modificar

En la siguiente tabla, se recogen los mecanismos cognitivos o formas de pensar que determinan la manera en la que las familias o las personas configuran o no una problemática o patología Tabla 6: Mecanismos cognitivos Mecanismos cognitivos

o formas de pensar Observaciones

Las creencias

� Son claves en la manera de vivir nuestra vida

� Las mismas son producto del proceso educativo y cómo nos hemos relacionado

� Las mismas pueden ser la base de porqué se sufre aunque nos cueste identificarlas (nunca me han querido, me prestaron poca atención y afecto….)

� Las mismas pueden ser diversas pero suelen girar en torno a tres : afecto, capacidad o valía, miedo o indefensión

Los pensamientos

� Los pensamientos pueden ser automáticos y se presentan de forma repentina ( su origen está influenciado por las creencias y la manera en que interpretamos y vivimos la vida)

� Las distorsiones cognitivas son formas de interpretar nuestro forma de pensar ( exageración, mirar la parte vacía, leer la mente, etc..)

La atención

� Es la capacidad para captar y asimilar los que nos sucede tanto interno o externamente

� La atención puede estar bloqueada consciente o inconscientemente y condiciona la intensidad y repercusión de cómo vivimos los hechos

� La hiper- atención o vigilancia también puede ser un factor de sufrimiento

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Continuación Mecanismos cognitivos

o formas de pensar Observaciones

La percepción � La percepción es un paso más allá de la atención y requiere estar en sintonía con lo que nos rodea y saber interpretarlo y procesarlo

� La percepción puede estar bloqueada muchas veces a través del auto- engaño, para evitar sufrir

� La percepción debe ser bidireccional, es decir, lo que emito y lo que recibo, para ajustar mis expectativas

La memoria � La capacidad de recordar, almacenar y utilizar la información depende de la importancia que le demos a lo hechos y la condiciona nuestro estilo de vida ( alimentación, sueño, estrés…)

� La memoria puede manifestarse : como falsas memorias o memorias recobradas o recuperadas, además que cada uno puede hacer una lectura selectiva de lo que recuerde, haciendo hincapié en cosas positivas o negativas

La toma de decisiones � La capacidad de decidir es de uno pero puede pasar por etapas ( no tener conciencia de problema, decidir por sentirnos presionados, tener claro que hay que decidir pero no estamos preparados, decidir, deshacer lo que hemos decidido)

� Detrás del miedo a decidir está: lo que podemos perder, las consecuencias, la comodidad, etc.,

La resolución de problemas

� La capacidad de resolver problemas depende de nuestra creatividad, posibilidades y priorización que le damos a las cosas

� Aceptar lo que no se puede resolver y valorar el coste que supone resolver el problema

Fuente: Herrera Hernández, J.M. (2009)

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2.5. Quinta dimensión: la valoración especifica del menor, las habilidades vitales para educar, el apego, las practicas educativas y el autoengaño en la familia.

a) El test del dibujo de la familia :

Para comprender los dibujos de los niños existen pautas orientadoras, pero hay que tener claro que la interpretación no depende sólo de éstas, sino de otros aspectos cómo:

� La experiencia del profesional y la formación que tenga. � La condición biográfica y familiar del niño � La historia personal del niño y el significado que éste le otorga al

dibujo � El contexto en que está hecho � La problemática que presenta � El proceso vivido y el objetivo que se plantee con la evaluación

diagnóstica, para proceder a la intervención terapéutica

Teniendo en cuenta la evaluación de todos estos aspectos, junto con la conversación que se puede establecer con el niño a través del dibujo, serán un gran aporte para entender la cosmovisión del mundo infantil y a estar alerta en caso de identificar algo que llame la atención y pueda repercutir en el desarrollo evolutivo del menor y proceder a realizar la intervención terapéutica con el mismo y con la familia o unidad de convivencia.

El test del dibujo de la familia, es un test proyectivo que evalúa fundamentalmente el estado emocional del niño con respecto a su adaptación al medio familiar principalmente y social y que puede ser aplicado a niños desde la edad de preescolar.

Llevar a cabo el test del dibujo de la familia es un procedimiento estandarizado que requiere aplicar una serie de instrucciones.

Como pauta general, y con el objetivo de facilitar la proyección de los sentimientos subjetivos de los niños, se sugiere NO utilizar la indicación "dibuja TU familia" y cambiarla por la consigna "dibuja UNA familia". Esta indicación da una mayor libertad al niño y por tanto permite una mejor expresión de sus tendencias más inconscientes.

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La técnica de aplicación del test consta de tres pasos:

Paso 1:

� Ubicar una mesa a la altura del niño � Disponer de un lápiz y lápices de colores. � Dar una de las siguientes indicaciones:

� Dibuja una familia � Imagina una familia que tú conoces y dibújala � Dibuja todo lo que quieras: las personas de una familia, objetos,

animales Paso 2: � Estar atentos junto al niño. � Explicitar que NO es una tarea con nota, de modo que disminuya su

stress. � Poner especial atención a los períodos de inactividad entre el dibujo de

un personaje y otro. � Consignar la ubicación de la página en la cual se inició el dibujo, y el

orden el que se dibujó a los personajes. Paso 3: Felicitarlo por su dibujo.

� Pedir al niño que nos explique que dibujó. � Luego preguntar:

o Identificación general: � ¿Dónde están? � ¿Qué están haciendo ahí? � Nómbrame todas las personas que están, desde la

primera que dibujaste. Preferencias afectivas:

� ¿Cuál es el más bueno de todos en esta familia? � ¿Cuál es el menos bueno de todos? � ¿Cuál es el más feliz? � ¿Cuál es el menos feliz? � ¿Y tú, en esta familia, a quién prefieres?

Dictar nuevas preguntas, según las situaciones puntuales de la entrevista.

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� Reconocer en el dibujo: � Identificación propia:

o ¿Suponiendo que formases parte de esta familia, ¿quién serías tú?.

o Preguntar la causa de su elección. � Reacciones afectivas:

o Consignar estados de inhibición, incomodidad y/o reacciones anímicas particulares al dibujar a un personaje o al interrogarle.

o Finalmente, preguntar si está contento con su dibujo; y si tuviera que hacerlo de nuevo si lo haría parecido o cambiaría cosas.

� Importante: No olvidar registrar la composición verdadera de la familia.

La interpretación del test de dibujo de familia se realiza en tres planos: el plano gráfico, el plano de las estructuras formales y el plano del contenido.

� El plano gráfico recoge: la amplitud del trazado, la fuerza, el ritmo, el sector de la página donde dibuja, etc.

� El plano de las estructuras formales recoge : el dibujo de figuras humanas y las personas que representa.

� Plano del contenido (correlación con la composición real de la familia) que recoge: las omisiones de personas, el orden en que dibuja a los personajes, el tamaño y detalles de las figuras y la identificación de símbolos según el contexto familiar

b) El apego

Fue definido por Bowlby (1973) como: “cualquier forma de conducta que tiene como resultado el que una persona obtenga o retenga la proximidad de otro individuo diferenciado y preferido, que suele concebirse como más fuerte o más sabio”.

Mary Ainsworth y su colegas ( Ainsworth, Blehar , Waters and Wall,

1978) sugirieron que los patrones organizados de conducta infantil pueden usarse para identificar estilos de apego hijo- madre y para ellos, perfilaron tres estilos de apego que se presentan a continuación Tabla 7: Características de los tres principales estilos de apego infantil

Estilo de apego Conducta infantil Características del cuidado Evitativo (grupo A) Conductas de

distanciamiento, evitación del cuidador

Conductas de rechazo, rigidez, hostilidad, aversión al contacto

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Seguro (grupo B) Exploración activa, disgusto ante la separación, respuesta

positiva ante el cuidador

Disponibilidad, receptividad, calidez

Ansioso- ambivalente ( grupo C)

Conducta de protesta, ansiedad de separación,

enfado ambivalente ante el cuidador

Insensibilidad, intrusividad, inconsistencia

Fuente: Bowlby (1973) Por todo ello y según DeWolff y Ijzendoorn (1997), los buenos

cuidadores, que generen apego seguro, deben reunir seis atributos: sensibilidad ( ser reponsivo a las necesidades del niño), actitud positiva ( expresar afecto), sincronía ( reciprocidad y suavidad ), mutualidad ( interacciones donde la madre e hijo atienden a lo mismo), apoyo ( atención despierta y ayuda), estimulación( dirigir con frecuencia acciones hacia el niño)

c) Las habilidades vitales para educar Existen tantas como autores, pero hemos querido recoger esta categorización por ser bastante clarificadora: Tabla 8: Las habilidades para educar

Habilidades Habilidades educativas

� Calidez y afecto en las relaciones y reconocimiento de los logros evolutivos alcanzados a la medida de sus posibilidades

� Control y supervisón del comportamiento infantil gracias a la comunicación y fomento de la confianza en sus buenas intenciones y capacidades

� Estimulación y apoyo al aprendizaje: fomento de la motivación, proporcionar ayuda contingente a las capacidades del niño, planificación de las actividades y tareas, orientación hacia el futuro

� Adaptabilidad a las características del niño: capacidad de observación, flexibilidad o perspectivismo ( ponerse en el lugar del otro),sensibilidad ante la necesidad del otro y reflexión sobre las propias acciones y sus consecuencias

Habilidades de agencia personal

� Autoeficacia parental: percepción de las propias capacidades para llevar a cabo el rol de padres

� Locus de control interno: percepción de que se tiene control sobre sus vidas y capacidad de cambiar lo que

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ocurra a su alrededor que deba ser cambiado � Acuerdo en la pareja: se acuerdan en pareja los criterios

educativos y los comportamientos a seguir con los hijos � Percepción ajustada del rol parental: se tiene una idea

realista de que la tarea de ser padres implica esfuerzo, tiempo y dedicación

Habilidades de autonomía personal y búsqueda de apoyo

social

� Implicación en la tarea educativa � Responsabilidad ante el bienestar del niño � Visión positiva del niño y de la familia � Buscar ayuda de personas significativas con el fin de

complementar el rol parental en lugar de sustituirlo o devaluarlo

� Identificar y utilizar los recursos para cubrir las necesidades como padres y como adultos

Habilidades para la vida personal � Control de los impulsos

� Asertividad � Autoestima � Habilidades sociales � Estrategias de afrontamiento ante situaciones de estrés � Resolución de conflictos interpersonales � Capacidad para responder a múltiples tareas y retos � Planificación y proyecto de vida

Fuente: Rodrigo, Máiquez y otros ( 2008) d) Las prácticas educativas versus estilos educativos

Hablamos de prácticas educativas y no de estilos educativos. Según Stewart y Bond ( 2002), los estilos hacen referencia a patrones de conducta que se dan en una amplia gama de situaciones y crean una atmósfera o clima donde tienen lugar la relación padres- hijos. Por prácticas se entiende como pautas educativas llevadas a cabo en situaciones concretas y, por tanto, pueden tener significados diferentes según las culturas. Además es muy poco común que un padre y una madre se comporten siempre en relación a un estilo educativo, cuando lo más adaptativo es que conozcan un repertorio amplio a utilizar según las situaciones ( Rodrigo, Maiquez y otros, 2008).

Cuando hablamos de estilos educativos nos referimos a los

siguientes (López Sánchez, F, 2008):

� Disciplina autoritaria � La disciplina a través del chantaje o control emocional � La negligencia y el dejar hacer como forma de disciplina

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� Una variante de la negligencia educativa: La educación democrática o de negociación

� La disciplina inductiva

Metas y prácticas educativas asociadas a las teorías implícitas de los padres sobre el desarrollo y la educación Tabla 9: Metas y prácticas educativas según teorías

Teorías Metas Prácticas educativas Innatista � Evitación de

conflictos, autoaceptación, autogestión

� Permisividad

Ambientalista � Sobreprotección, respeto- conformidad, obediencia- disciplina

� Normas con límites rígidos que no tienen en cuenta las necesidades educativas

� Uso exclusivo de refuerzos y castigos sin relación con la situación

� Control restrictivo que no deja iniciativa

Naturista � Supervivencia: salud y educación

� Prácticas sólo centradas en satisfacer las necesidades físicas

� Disciplina incoherente en los temas restantes

Constructivista � Confianza – comunicación, autonomía, empatía, reflexión

� Explicar el sentido de la norma

� Argumentar y negociar � Control guía que deja

iniciativa el menor � Normas con límites

flexibles, teniendo en cuenta las necesidades del los menores

Fuente: Rodrigo, Máiquez y otros( 2008)

e) El autoengaño en la familia

Cuando trabajamos con familias, muchas veces nos encontramos que la valoración del profesional (necesidad normativa), no coincide con la

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valoración de la familia ( necesidad demandada y necesidad sentida) respecto a la situación que se está valorando. Muchas veces los esfuerzos profesionales se centran en hacer ver a las familias el problema, y éstas, o muchas veces no lo perciben de la misma forma o ponen resistencias a la intervención. Por ello es necesario saber que muchas familias hacen uso del autoengaño de forma consciente o inconsciente, sin saber las consecuencias que acarrea al bienestar de la misma.

El autoengaño se puede definir como la distorsión autoperceptiva

mediante la que uno sesga la realidad a conveniencia, bien para sobrevivir ante la realidad en la que se vive, o bien adoptado el autoengaño como estrategia de vida. El problema de sesgar la realidad a conveniencia viene cuando las personas no saben diferenciar entre evitación ( atenuar el dolor y angustia de la realidad ) y la huída ( no enfrentarse a la realidad) (Herrera , 2009)

El punto de partida previo a motivar al cambio es identificar las

estrategias de autoengaño conscientes o inconscientes de las que hacen uso las familias. Este tiene muchas formas de manifestarse y siguiendo la propuesta la podemos clasificar en cuatro grandes categorías que se recogen en la siguiente tabla (Sirvent, 2007).

Tabla 10: Formas de manifestarse el autoengaño:

Formas de manifestarse el

autoengaño

Manifestaciones

Autoengaño propiamente dicho

� Distorsión autoperceptiva: el sujeto tiene deformada la percepción tanto de si mismo como de la capacidad de valorar a los demás

� Pensamiento ilusorio, fantasía: deformar mentalmente la realidad a conveniencia propia

� Insinceridad: engaño en cosas importantes transformando la realidad sin importar si es o no verdad lo que se dice

� Opacidad comunicativa: dificultad o falta de voluntad para expresar lo que se piensa o siente

Manipulación

� Egoísmo: utilizar a alguien en provecho propio � Insinceridad � Opacidad comunicativa

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Mecanismos de negación y no afrontamiento

� Rechazo y ofuscamiento � Proyección � Amnesia selectiva. � Reiteración. � Insensibilidad de la atención evitando

asociaciones � Registro interesado de la realidad

Mixtificación

� Falsa apariencia, deseabilidad social � Coraza mistificadora defensiva, desconfianza,

pensamiento rígido e irreductible, ensimismamiento

� Engaño como forma de vida � Opacidad comunicativa

Fuente: Sirvent (2007) Una vez identificado el estilo o forma de autoengaño, debemos poner hincapié en la motivación para el cambio y por ello el proceso a seguir se detalla a continuación:1

Trampas de la motivación para el cambio

� Confrontación – negación � Preguntas – respuestas � Trampa del experto � Trampa del etiquetado � Énfasis prematuro (centrarse + en lo que le preocupa al terapeuta y

no a la persona)

Principios de la intervención profesional

� La expresión de la empatía: la aceptación facilita el cambio, la escucha reflexiva y aceptar la ambivalencia como normal

� Ayudar a desarrollar discrepancia o ambivalencia que tiene: ayudar a ver la conscientemente las consecuencias, la discrepancia entre conducta actual y los objetivos que persigue, la persona debe expresar razones para cambiar

� Evitar argumentaciones o discusiones: la resistencia indica que hay que cambiar estrategia y nunca usar etiquetas

1 1 Herrera Hernández, J.M (2009): La motivación para el cambio ( en prensa)

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� Trabajar las resistencias: se debe aprovechar los momentos ( buscar beneficios del cambio), las percepciones se pueden cambiar, los nuevos puntos de vista se sugieren, no se imponen, el usuario puede buscar soluciones y las herramientas a manejar son: la empatía, la paradoja, la exploración de creencias, la reconducción por objetivos, el doble pacto, explorar los valores y la decisión balanceada

� Fomentar y reforzar la sensación de autoeficacia: creer en poder cambiar es un factor motivacional, el usuario responsable de escoger y cambiar

Estrategias

� Preguntas abiertas � Escucha reflexiva � Afirmar (comentarios positivos, frases de aprecio) � Resumir ( exponer las ambivalencias) � Provocar afirmaciones automotivadoras que se identifican de la

siguiente manera ( reconocimiento del problema, expresión de preocupación, intención de cambiar directa o implícita, optimismo sobre el cambio)

2. LAS FAMILIAS MULTIPROBLEMÁTICAS 2

2.1. Las familias multiproblemáticas: aspectos más relevantes

Uno de los aspectos más difíciles del trabajo con familias multiproblemáticas desde los Servicios Sociales, está el comprender su funcionamiento y anticipar los escenarios posibles de intervención.

Estas familias hacen que muchas veces los profesionales se sientan desbordados, pues los modelos y metodologías tradicionales de intervención profesional no logran los resultados esperados.

2 Adaptado de Esteban Gómez y María Magdalena Muñoz & Ana María Haz (Universidad Pontificia Católica de Chile ) : Familias Multiproblemáticas y en Riesgo Social: Características e Intervención

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Como aportación se proponen cuatro ejes descriptivos, que si bien se manifiestan entrelazados en la práctica, son útiles de distinguir conceptualmente: a) Polisintomatología y crisis recurrentes; b) Desorganización; c) Abandono de las Funciones Parentales; y d) Aislamiento.

a) Polisintomatología y Crisis Recurrentes

Estas familias no presentan un síntoma particular, sino una cadena de problemas y factores de estrés (Matos & Sousa, 2004), entre los que pueden mencionarse: violencia intrafamiliar, abuso de sustancias psicoactivas, problemas psicológicos y psiquiátricos, negligencia en las prácticas educativas, etc.

Citando a Walsh (2004), que define tres características centrales en éstas familias, todas asociadas al eje de polisintomatología:

� Presencia de problemas múltiples, de gran complejidad y gravedad � Más de un portador de sintomatología; y � Episodios recurrentes de crisis individuales y familiares.

Según Casas (1998 citado en Navarro, 2002), estas crisis recurrentes, que marcan la dinámica de éstas familias, pueden aparecer como reacción a:

� Dificultades de carácter material o físico, enfermedades crónicas, etc. � Relaciones conflictivas con el entorno circundante, expresadas como

marginación social o demandas de adaptación a contextos violentos o estresantes, y

� Relaciones conflictivas al interior del sistema familiar, y que adoptan la forma de violencia intrafamiliar, abuso sexual, negligencia, etc.

Cuando estas condiciones no reciben un apoyo e intervención adecuados, se cronifica y refuerza de forma poderosa la polisintomatología característica de estas familias, en un ciclo deteriorante de condiciones adversas- falta de apoyo y de recursos- crisis- y síntomas múltiples. Ahora bien, no basta solamente con dar apoyo, sino que éste debe calzar con la necesidad particular que ha desencadenado la crisis para ser efectivo (Juby & Rycraft, 2004).

b) Desorganización

El segundo eje pone el énfasis en la desorganización que define la dinámica de estas familias, particularmente en torno a dos aspectos:

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� Una estructura caótica ( reflejada en el genograma y al diagrama sistémico)

� Una comunicación ( catalogada de caótica, adecuada, estereotipada)

Así mismo Vega (1997) ha mencionado como características de la estructura de estas familias el ser mayoritariamente monoparentales y presentar una notoria dispersión de sus miembros. Dicha estructura se caracteriza por numerosas rupturas y reconstituciones que configuran genogramas complejos y a veces confusos (Linares, 1997; Matos & Sousa, 2004; Sousa & Eusébio, 2005).

En estas familias existen conflictos en el desarrollo de los roles y la delimitación de los subsistemas (Cancrini et al., 1997). Presentan una elevada porosidad de sus fronteras, con límites generalmente difusos y problemas de diferenciación, lo que facilita la transmisión transgeneracional de los patrones de desorganización y multi-problematicidad.

Se ha detectado la presencia de una jerarquía caótica y una reducción de las reglas y normas al mínimo (Sousa & Eusébio, 2005), sin rutinas claras ni criterios consensuados sobre lo qué está permitido y qué no en la familia. El poder no se concentra "en un miembro determinado de la familia y como consecuencia de ello la interacción familiar tendrá carácter caótico, estableciéndose el control a través de medios indirectos y encubiertos" (Navarro, 2002:26); o a través de la descarga en el acto agresivo (Sousa & Eusébio, 2005). Además, los hijos pueden implementar una "prueba de límites" en escalada, que busca definir de alguna forma un bosquejo de estructura familiar, al costo de invertir muchas veces los roles familiares.

El segundo aspecto de la desorganización familiar mantiene relación con la comunicación, que resulta caótica y empobrecida en su intercambio de información (Malagoli Togliatti, 1985 citado en Cancrini et al., 1997). Se observan patrones incongruentes de comunicación verbal y no verbal, lo que se manifiesta como ambivalencia relacional, habitualmente anclada en una historia de desórdenes vinculares transgeneracionales (Hurst et al., 1996; Sousa & Eusébio, 2005).

La ambivalencia e incongruencia encuadran una dificultad para "leer" adecuadamente los matices e implicaciones de un mensaje y para desarrollar empatía en la comunicación. En situaciones de resolución de conflictos, tienden a interpretarse las "señales" comunicativas como muestras de rechazo o abandono. Como el lenguaje ha perdido su capacidad mediadora se instalan los golpes y gritos, o la autoagresión y autodestrucción, el

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actingout como solución de "punto final" y de descarga de la tensión acumulada.

c) Abandono de las Funciones Parentales

La investigación sobre éstas familias ha revelado que éstas tienden a abandonar sus funciones parentales (Cancrini et al., 1997; Navarro, 2002), mostrando en muchos casos un grado elevado de incompetencia parental y negligencia (Barudy, 1998), que llevado al extremo (por ejemplo, ligado a dinámicas de maltrato infantil grave) puede acarrear la inhabilitación legal de los padres y la salida del niño de su familia.

Se han distinguido tres funciones parentales básicas (Barudy & Dantagnan, 2005): la nutriente, la socializadora y la educativa. El debilitamiento de las finalidades socializadoras y educativas en éstas familias altera en los niños y niñas su capacidad de inserción y adaptación social, al no facilitar la internalización de "normas y valores culturales, lo cual inhibe el desarrollo de la consideración y el respeto a la sociedad por parte del niño y sitúa a éste en posición de conflicto con su entorno" (Linares, 1997:32).

El debilitamiento de la función nutriente en éstas familias, principalmente de tipo emocional, obstaculiza el desarrollo de un apego seguro (Cyrulnik, 2002) y lleva a un riesgo significativamente aumentado de padecer diversos trastornos biopsicosociales (Glaser, 2002). Numerosos estudios han mostrado en niños físicamente maltratados la predominancia de apego evitativo, mientras que niños que han sufrido negligencia física muestran predominancia de un apego ansioso/ambivalente (Finzi, Ram, Har-Even, Shnit & Weizman, 2001).

Finalmente, los niños y niñas que han recibido una combinación de diversas formas de maltrato, abuso y negligencia muestran predominantemente un estilo de apego desorganizado o ansioso/evitativo (Hughes, 2004). Asimismo, la investigación en niños que han sufrido negligencia y/o maltrato emocional, ha mostrado la presencia de diversas dificultades posteriores en la infancia, adolescencia y vida adulta, observándose trastornos emocionales (como baja autoestima, ansiedad o estrés), desórdenes conductuales (como irresponsabilidad, oposicionismo y comportamientos antisociales), bajo desempeño y absentismo escolar, agresividad y/o aislamiento social, en la mayoría de estos niños (Glaser, 2002).

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Este abandono de las funciones parentales aparece vinculado en muchos casos a dinámicas de entrega y/o abandono de los hijos (Vega, 1997), por cuanto el subsistema parental delega sistemáticamente el cuidado de sus hijos en terceros (vecinos, familiares, profesionales).

La intervención sobre las condiciones de vulneración que demandan la salida del niño de su hogar, se dificulta muchísimo cuando se traspasa la línea del abandono de las funciones parentales, con bajas tasas de éxito (25%-70%) en la mayoría de los diversos programas que intervienen después de este punto (de Paúl, Múgica & Alday, 1997). Es por ello que comprender esta variable en la intervención, resulta crucial si los profesionales hemos de ayudar a estas familias a permanecer unidas sin vulnerar el desarrollo sano de sus niños y niñas.

d) Aislamiento

Por último, el cuarto eje tiene que ver con el aislamiento. Para aludir a esta característica, se les ha denominado "familias aisladas" (Powell & Monahan, 1969 citado en Cancrini et al., 1997), o "familias excluidas" (Thierny, 1976 citado en Cancrini et al., 1997), destacando su distanciamiento, físico y emocional, de la familia extensa y la red de apoyo social e institucional, encontrándose así carentes de soporte frente a las crisis que atraviesan. Cabe destacar que la variable "aislamiento social" o "falta de apoyo social" ha sido identificada en numerosas investigaciones como un factor gravitante en la etiología del maltrato infantil (Gracia & Musita, 1993; Moncher, 1995). Asimismo, la red de apoyo ha sido asociada a numerosos factores protectores de crucial importancia (Sluzki, 1996); de ahí que su precariedad y escasa disponibilidad en éstas familias influya en la gravedad y multiplicidad de los síntomas.

Incluso cuando la familia tiene una red social disponible, existe una tendencia a la inestabilidad y fragilidad en estos vínculos, al desarrollarse sobre un trasfondo de carencias en las habilidades sociales necesarias para mantener sus relaciones interpersonales en el tiempo (Juby & Rycraft, 2004; Sousa, 2005). Asimismo, se ha visto que el apoyo de la familia extensa, cuando está presente, se caracteriza por anular sus efectos potencialmente positivos por acompañarse de críticas y descalificaciones frecuentes (Moncher, 1995).

Estas redes suelen ser precarias y constituidas por parientes y conocidos que no proveen el tipo de ayuda que requieren los padres en su parentalidad (Moncher, 1995). En contraposición a una dinámica resiliente, los miembros de esta red generalmente comparten y refuerzan las normas y

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conductas de parentalidad negligente (Juby & Rycraft, 2004; Sousa, 2005). Esto explicaría en parte hallazgos recientes que controvierten el análisis de que la negligencia parental ocurre principalmente en condiciones de aislamiento social; la negligencia puede ocurrir tanto en condiciones de aislamiento, como en presencia de redes informales que contemplan indiferentemente o hasta estimulan en esa dirección (Roditti, 2005).

2.2. Familias Multiproblemáticas y Pobreza

Estas familias no son exclusivas de un entorno de pobreza y deprivación, ya que pueden encontrarse en cualquier contexto social, cultural y económico (Matos & Sousa, 2004; Sousa & Eusébio, 2005). Sin embargo, si a la calidad de "multiproblemática" se le suma el de "pobreza dura" (Rozas, 1999), los efectos perjudiciales para sus miembros se tornan estructurales y de difícil modificación.

La familia en pobreza dura se encuentra atrapada en una especie de laberinto social, donde a cada movimiento pareciera hundirse más y más. Los distintos actores que van conformando la familia, padre, madre, hijos, abuelos, amigos, presentan inhabilidades sociales que en distintos momentos les impiden salvar obstáculos fundamentales para su integración social (...) impactando a los niños. Estos últimos, sin herramientas intelectuales, culturales, sociales, ven fragmentado su proyecto vital, reconstituyendo el ciclo de la pobreza. (Rozas, 1999:86). La pobreza emerge como una variable de particular influencia en la cronificación de conductas parentales negligentes (si bien no debe igualarse pobreza a negligencia, ni a las otras características señaladas previamente). Los efectos indirectos de la pobreza que potencian el desarrollo de dinámicas negligentes y/o maltratadoras, incluyen historias de traumatismo y deprivación, condiciones de adversidad crónicas, mayor cantidad de variables de estrés parental, aislamiento social, monoparentalidad, embarazos adolescentes, y vivir en comunidades que son peligrosas, violentas y que carecen del capital social necesario para apoyar la crianza de los hijos (Woodward & Fergusson, 2002).

Producto de esta dinámica, que entrelaza un funcionamiento inadecuado, carencia de recursos y condiciones de vida adversas, éstas familias en riesgo social terminan por involucrarse casi ineludiblemente con agentes de control externos. Con esto, terminarían por disminuirse aun más sus competencias y habilidades de enfrentamiento (Matos & Sousa, 2004; Minuchin, Colapinto & Minuchin, 2000), delegando sus cuidados parentales en diversos servicios de la comunidad (Vega, 1997).

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2.3. La intervención: familias multiproblemáticas y Servicios Sociales

La mayor parte de los programas sociales trabaja con familias multiproblemáticas en situación de pobreza y riesgo social (Juby & Rycraft, 2004; Walsh, 2004). A pesar de los esfuerzos realizados durante décadas, y de algunas experiencias aisladas de intervención exitosa, la mayoría de estas iniciativas no ha decantado hacia resultados positivos duraderos con estas familias.

Las razones de esta dificultad son diversas; Walsh critica que estos servicios tienden a "basarse en las deficiencias, concentrarse en el individuo y ser fragmentarios, reactivos a las crisis, inaccesibles y definidos por los profesionales para los clientes" (Walsh, 2004:329).

Colapinto (1995), por otro lado, ha puesto de relieve la disolución de los procesos familiares, entendida como la transferencia de las funciones parentales y familiares hacia los servicios sociales, y que ocurre producto de la multi-asistencia sostenida en el tiempo y la invasión progresiva en todas las áreas de la vida familiar por parte de los profesionales. Estas intervenciones "son a veces necesarias, pero siempre desarticulan las estructuras familiares. Se llevan a cabo sin tomar en cuenta los vínculos emocionales positivos, y anulan recursos potenciales" (Minuchin et al., 2000:36).

Además, se ha mostrado que mientras estas familias presentan una amplia gama de problemas complejos y graves, las agencias sociales se encuentran organizadas casi invariablemente por áreas de intervención (Matos & Sousa, 2004; Sousa, 2005). En consecuencia, la compleja matriz de conflictos familiares involucra y afecta diferentes sistemas simultáneamente: al sistema escolar en situaciones de absentismo, desórdenes conductuales y problemas de integración escolar; al sistema de salud en casos de adicción a sustancias psicoactivas, psicosis, depresiones, etc.; al sistema judicial en situaciones de violencia intrafamiliar, abandono, vulneración de derechos, y así sucesivamente.

De esta forma, en corto tiempo acumulan interacciones con gran cantidad de profesionales e instituciones, reforzando su dependencia y desarticulando la eficiencia de las intervenciones (Matos & Sousa, 2004; Minuchin et al., 2000). Además, es frecuente que estas familias tornen difícil la colaboración coordinada de los profesionales de un mismo equipo y aun más infructuoso el trabajo sincrónico de equipos de diferentes servicios (Vega, 1997).

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Finalmente, se ha remarcado que la petición de ayuda rara vez proviene de la propia familia, siendo usualmente otro sistema de la red (policía, escuela, vecinos) quien da la alerta y/o deriva a diversas organizaciones de ayuda (Matos & Sousa, 2004), lo que implica que la motivation al cambio rara vez se encuentra garantizada al inicio de la intervención profesional.

3.3.1. Trasfondo Epistemológico de la Intervención

Siguiendo la propuesta de Vega (1997) respecto al trasfondo epistemológico óptimo para enmarcar la intervención con éstas familias, se propone una síntesis en torno a tres enfoques interrelacionados:

� Una perspectiva constructivista de la realidad humana � Una visión ecosistémica de los procesos familiares, y � Una comprensión del cambio como proceso discontinuo.

En primer lugar, la intervención con éstas familias se ve fortalecida cuando se desarrolla desde una mirada constructivista de la realidad humana, que no es igual a decir "todo vale", pero que sí se distingue de un enfoque objetivista, al aceptar como válidas las construcciones sociales propias de la comunidad en que se desenvuelven las familias. Dichos constructos son el marco en el cual las pautas de la familia cobran un sentido específico; si el profesional es capaz de desarrollar una actitud de interés y respeto por este marco, gana en apertura y empatia, facilitándose el manejo de las disonancias ineludibles al trasfondo sociocultural del profesional. La noción de la realidad humana como construcción social tiene como consecuencia que el profesional debe "flexibilizar sus propias nociones de familia y hogar para poder intervenir" (Vega, 1997:169).

Sin embargo, esto no implica eliminar las consideraciones sobre el respeto por una ética de mínimos, "sobre cuestiones de justicia, exigibles moralmente a todos los ciudadanos (...) por debajo de las cuales no puede caer una sociedad sin caer a la vez "bajo mínimos" de moralidad" (Cortina, 1998:117).

En segundo lugar, una visión global multidimensional o ecosistémica, sustentada en los conceptos de causalidad circular, complejidad y emergencia de fenómenos con cualidad de novedosos permite, al trabajar con sistemas humanos, buscar conexiones y relaciones más allá de las comprensiones reduccionistas de un problema. Esta visión ecosistémica incluye vislumbrar la necesaria interdependencia entre los diversos actores implicados en el proceso de ayuda y el lugar que ocupa el

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profesional o equipo, para desbloquear cadenas inoperantes de intervenciones incongruentes entre sí y de carácter crónico (Vega, 1997).

En tercer lugar, una concepción del cambio como un proceso discontinuo (contrapuesto a una noción de cambio lineal, gradual, progresivo y acumulativo) es fundamental, ya que, al trabajar con familias multiproblemáticas, ….. el profesional necesita tener una guía clara de las posibilidades de cambio en estas familias. Sin ello, no es posible desencadenar, conducir y usar el cambio. Pero, sobre todo, necesita aprender a reconocer y valorizar los procesos de cambio mínimo o de mejoría ligera, dado que, por las características de estas familias, éstos pueden llegar a ser imperceptibles. (Vega, 1997:169)

3.3.2. Contextos Profesionales de Cambio

Existen diversos contextos profesionales de cambio en la intervención con éstas familias. En la siguiente tabla 11, se han adaptado los contenidos propuestos por Lamas (1997) desde la revisión bibliográfica.

Los diversos contextos de intervención (de evaluación, asistencial, de consulta, informativo, terapéutico y de control) que aquí se muestran, iluminan el hallazgo empírico de que los profesionales no siempre se relacionan con éstas familias en un mismo ámbito de interacciones o momento del proceso.

Tabla 11: Contextos de intervención

Contextos de intervención Asistencial Consulta Terapéutico Evaluación Control Informativo

Palabra clave Ayuda Consejo Co- creación de

alternativas

Diagnóstico Regulación Enseñanza

Objetivo Justicia social

Satisfacción de necesidades

básicas

Toma de decisiones

Clarificación

Cambio de perspectiva

Vivir de otra forma

Habilitación

Inhabilitación

Delimitar áreas de intervención

Cumplimiento de leyes

Protección de datos

Aprender

Metodología Asistencialismo

Intervención de red

Consejo Psicoterapia Psicodiagnóstico

Peritaje

Evaluación psicosocial

Intervención coactiva

Psicoeducación

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Continuación Contextos de intervención

Asistencial Consulta Terapéutico Evaluación Control Informativo Palabra clave Ayuda Consejo Co- creación

de alternativas

Diagnóstico Regulación Enseñanza

Modalidad Entrevistas

Visitas a domicilio

Coordinación de red

Entrevista focalizada

individual o grupal

Sesiones individuales, grupales o de

pareja

Entrevistas

Aplicación de pruebas

Documentación

Entrevistas

Visitas a domicilio

Citaciones

Talleres

Charlas

Técnicas más comunes

Gestión de recursos y

prestaciones

Entrega de beneficios

Focalización

Co- reflexión

Propuestas de acción

Vinculación

Narraciones

Alternativas

Prescripciones

Identificar recursos reales y potenciales

Seguimiento

Coacción

Exposición de información novedosa

Compartir experiencias

Modelar

Fuente: Herrera Hernández, J.M (2009), adaptado de Lamas ( 1997)

A cada contexto se le asocia un campo de significados posibles, que encuadran los intercambios profesionales (y no profesionales) entre los diversos involucrados en el proceso de intervención. Asimismo, cada contexto tiene objetivos, modalidades, metodologías y técnicas que le son propias.

Esto no es idéntico a decir que sólo se actúa en un nivel, o que un servicio debe acotarse a un único contexto de intervención. Es evidente que en la práctica coexisten en paralelo o incluso entrelazadamente diversos campos de práctica profesional (por ejemplo, asistencial y terapéutico son dos contextos relativamente frecuentes).

Más bien se trata de que el profesional cuente con un esquema conceptual clarificador de las características, posibilidades y limitaciones de cada contexto, y así pueda esforzarse por evitar confundir los problemas que enfrenta, los recursos que necesita, y las competencias que requiere para poder intervenir adecuadamente en cada caso.

3.3.3. Instrumentos de Trabajo

Vega (1997) ha identificado como instrumentos de trabajo con éstas familias:

� El profesional como persona;

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� El equipo profesional; � Las otras redes de intervención; y � La formación y la supervisión.

Para maximizar el aporte de cada uno de estos instrumentos, debe realizarse un trabajo cíclico de reflexión, entrenamiento y evaluación del estado actual y deseado, según el contexto particular de la intervención. El autoconocimiento y una supervisión constante que explore las vivencias emocionales del operador, permiten prevenir el desgaste profesional asociado al trabajo con éstas familias. Al respecto, cabe señalar que este trabajo supone un impacto emocional intenso, con el consiguiente riesgo para el profesional, dado que se debe enfrentar a las descripciones particulares de la vida que tienen estas familias: sus historias de supervivencia, sus desastres reiterativos, sus urgencias, sus miserias, sus estilos alternativos de vida familiar y sus soluciones, que suelen ofender las creencias, valores y costumbres del profesional. La necesidad del autoconocimiento personal de éste supone aceptar la existencia de una involucración emocional, con sus consiguientes riesgos en todo proceso de ayuda. (Vega, 1997:171)

3.3.4. Estrategias de Intervención

Para abordar la complejidad de éstas familias, existen estrategias inespecíficas transversales, como el uso de la empatia (Cunningham & Henggeler, 1999) y una actitud de genuino interés y apoyo «que venga del corazón», y no sólo como resultado de una obligación laboral, manteniendo la esperanza en que el cambio es posible, a pesar de las crisis y dificultades que surjan en el proceso. Esta actitud ha sido mencionada como una variable crucial en el éxito con éstas familias, según la percepción de los propios usuarios de servicios sociales (Knel-Paz & Ribner, 2000).

Es preciso resaltar algunos aspectos respecto a la intervención:

� Los terapeutas se adhieren a una orientación teórica, pero recientemente se pone énfasis en la práctica integradora” (Lebón, 1987)

� “La forma en que un terapeuta se relaciona con el paciente, es tan importante o quizás más que el enfoque específico o la escuela de pensamiento en la que se fundamenta” ( Cartwright, 1981).

El éxito de la intervención depende de aspectos como:

� La familiarización que tenga el / la profesional con muchos enfoques y estrategias (mayor repertorio de alternativas)

� Las percepciones, actitudes, pensamientos y sentimientos que influyen en la interpretación y aplicación que hace de la teoría.

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� La capacidad de empatía (cognitiva, afectiva) con el cliente y de motivarle para que se proponga un cambio

� Capacidad de relacionarse haciendo uso de los dominios afectivos (sentimientos y emociones), cognitivo (los procesos de pensamiento o intelectuales), y conductual ( las acciones o los hechos)

� Capacidad de renovar los conocimientos de sí mismo, así como auto evaluación de sus valores, creencias, actitudes, etc.

Además, existen estrategias específicas, como las que se detallan en la siguiente tabla.

Tabla 12: Estrategias específicas para trabajar con estas familias

Estrategias � Aumentar la estructura de las intervenciones ( la complejidad de los niveles de la

intervención) � Implementar contratos de participación (hace referencia al joining, o las personas

significativas para la familia que puedan participar en el proceso, incluso los remitentes de relevancia para las mismas)

� Aprovechar motivación al cambio en las crisis. � Desarrollar metas de tratamiento realistas � Evitar un enfoque de “apaga- incendios” ( estructurar las sesiones y marcar objetivos) � Derivar cuidadosamente a otros servicios, teniendo en cuenta la figura del remitente � Ayudar a la familia a valorar la intervención ( qué pasos o mejorías han notado) � Trabajar la motivación para el cambio (manejar las trampas, principios y estrategia de

motivación para el cambio)

Fuente: Herrera ( 2009)

Como principios calves de la intervención profesional es preciso destacar los siguientes Bayebach, M ( 2006):

� El cliente (casi) siempre tiene la razón ( respetar su idiosincracia y no imponer un modelo de normalidad). Evitar de arreglar lo que no está roto ( la persona decide cuando tiene un problema y cuando deja de tenerlo)

� Comprender un problema está bien, ayudar a solucionarlo, aún mejor ( empatizar y ayudar a descargar no resuelve, si modificar lo que mantiene el problema)

� No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy ( se interviene desde el principio, no es necesario completar la evaluación o diagnóstico)

� En caso de duda, elige lo mas simple

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� Todo es relación ( la conexión con la persona es más importante que la estrategia).

� Lo que no mata engorda: el principio de utilización ( todo vale y no todo vale)

� Aprovechar al máximo los recursos de los consultantes ( intentos, capacidades, recursos, habilidades..)

� Aprovechar al máximo la matriz relacional y la red social de la persona � Vísteme despacio, que tengo prisa ( destacar los pequeños cambios,

avances..) � No es posible cambiar a nadie, se cambia por sí mismo � Los principios están para saltárselos ( ajustarnos a la persona)

Uno de los desafíos centrales del trabajo con estas familias es lograr su adherencia e involucramiento en los espacios propuestos. Las variables que tenemos que tener en cuenta y valorar que condicionan la adherencia son las que se recogen en la siguiente tabla.

Tabla 13: Dimensiones y variables implicadas en el adherencia al tratamiento

Dimensiones Variables

Variables personales y sociodemográficas

Sexo, edad, nivel educativo, nivel socio- económico, actividad laboral

Características del problema Tipo de problema , duración , indicadores , percepción del problema

Variables relacionadas con el tratamiento

Complejidad del tratamiento, duración del tratamiento, frecuencia, resultados inmediatos y a largo plazo, barreras/beneficios, historia previa con otros tratamientos, cumplimiento previo

Factores Psicosociales Creencias

Creencias sobre el problema y el tratamiento, gravedad y vulnerabilidad percibidas, autoeficacia percibida, locus de control

Apoyo Social Fuente de apoyo social percibido, tipo de apoyo recibido ( instrumental, información, afectivo), satisfacción con el apoyo percibido

Interacción profesional - familia

Calidad de la relación y la comunicación, satisfacción con la relación, calidad del servicio y satisfacción del paciente

Fuente: Herrera Hernández, J.M (2009)

Las familias no suelen llevar una agenda o recordar las citas con los profesionales; simplemente, hay otras necesidades que llaman con mayor urgencia su atención y energías. Para Cunningham y Henggeler (1999), la intervención no puede progresar sin involucramiento, siendo indicadores de su presencia:

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� Altas tasas de asistencia � Cumplimiento de "tareas para la casa"; � Activación emocional durante las sesiones; y � Progreso hacia las metas acordadas.

Como indicadores de problemas de involucramiento se mencionan (Cunningham & Henggeler, 1999):

� Constantes dificultades y obstáculos para fijar citas � Inasistencias frecuentes � No seguir los planes de intervención, y � Mentiras sobre datos importantes

Para enfrentar este problema, McNeil y Hershell (1998) proponen intensificar la estructura de las citas, definiendo mecanismos para recordar fechas y horarios y para trasladarse hasta el centro, llamando por teléfono el día anterior o entregando invitaciones personalmente o a través del correo. Al intervenir con éstas familias se sugiere definir un contrato escrito de asistencia y participación en el programa, estipulando las características del tratamiento, duración, objetivos, qué resultados puede esperar el (los) cliente(s) y fechas relevantes (McNeil & Herschell, 1998). Esto ayuda a mejorar la comprensión del cliente sobre el proceso, clarificando expectativas mutuas y minimizando conflictos de planificación e implementación.

Otra estrategia sugerida, es aprovechar la elevada motivación al cambio que tienen estas familias en los momentos de crisis, debido al sentido de urgencia con que los vivencian. Sin embargo, su desorganización característica puede hacer cambiar las prioridades rápidamente, por lo que los equipos deben estar preparados para usar el impulso como palanca a favor del proceso de cambio, en la dirección definida como "foco" de la intervención.

Como no es posible abordar todos los problemas de éstas familias al mismo tiempo, McNeil y Herschell (1998) proponen escoger una o dos áreas con el mayor grado de especificidad posible e intervenir mediante la negociación de metas trabajables con la familia o miembros de la familia que estén en tratamiento. Este enfoque, que trabaja pequeñas experiencias de éxito desde una mirada a los recursos y capacidades resilientes, ayuda a transformar un locus de control externo en uno interno, con el consecuente empoderamiento de las familias y sus miembros (Juby & Rycraft, 2004).

Relacionado con la estrategia de escoger un número pequeño de metas realistas, está el evitar la trampa asociada a las múltiples crisis, dinámica que puede llevar al profesional o equipo a confundirse fácilmente y a perder el hilo conductor de su intervención, diluyéndose con ello sus efectos potencialmente beneficiosos.

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McNeil y Herschell (1998) sugieren acoger empáticamente las quejas o la información relacionada con la nueva crisis, pero limitar el tiempo dedicado a escucharlas. En vez de dejarse llevar por cada nuevo episodio de derrumbe individual o familiar, el profesional que está interviniendo debe recordarse a sí mismo el foco que ha definido para el abordaje de esta familia y volver oportunamente a él.

Es relevante reconocer que ningún profesional ni equipo puede lidiar por sí solo con todos los pedazos de solución que se necesitan para superar estas dinámicas autoperpetuantes (Haz, Díaz & Raglianti, 2002). En consecuencia, los otros pedazos de solución deben necesariamente buscarse en la Red, suscitando entonces el problema de la sobre-intervención profesional antes descrito. Para evitar esto, McNeil y Herschell (1998) proponen priorizar las derivaciones, tal como se priorizan las metas de la intervención; el trabajo con estas familias se beneficia de una estrategia secuencial de derivación, más que simultánea, porque la simultaneidad satura sus recursos de respuesta y contribuye al fracaso de la intervención.

Por otra parte, es necesario trabajar en estas familias la valorización de la terapia y los espacios de intervención como una prioridad (McNeil & Herschell, 1998). Frente a necesidades de alimentación, apuros económicos y otras, es difícil considerar prioritario asistir y permanecer en terapia o en las intervenciones propuestas. Es por ello que el profesional debe generar una experiencia positiva en sus clientes, usando el elogio honesto como principal herramienta; también se ha denominado a esta estrategia "dar regalos" terapéuticos, como trasmitir esperanza y fe en el cambio o normalización de problemas y sentimientos (Cunningham & Henggeler, 1999). Para los padres y madres, hijos e hijas de estas familias, estos espacios pueden ser los únicos momentos en que experimentan la sensación de sentirse bien acerca de algún aspecto de sí mismos. Por ello, el elogio honesto puede reparar su autoestima y ser un piso de vinculación desde el cual fortalecer la adherencia al tratamiento.

Asimismo, el mostrar periódicamente los avances obtenidos, facilita la sensación subjetiva de avance, lo que a su vez redunda en una mayor adherencia al tratamiento (McNeil & Herschell, 1998). Esto puede realizarse, por ejemplo, mediante "reuniones de celebración de logros", o a través de la entrega de "diplomas de reconocimiento" de habilidades parentales o de logros en la superación de ciertos síntomas (White & Epston, 1990 citado en Lamas, 1997).

Finalmente, se sugiere desarrollar las intervenciones (si el contexto lo permite) en una atmósfera libre de juicios y condenas, en donde se estimule la expresión libre de las vivencias y emociones. El respeto y la empatia se han mencionado como actitudes terapéuticas inespecíficas de alto impacto sobre estas familias (Cunningham & Henggeler, 1999). Esta pauta, en una dinámica plagada de problemas, introduce un elemento novedoso y constructivo, aliviando la vivencia de

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estrés y facilitando una actitud de apertura al cambio. En la práctica esto se puede realizar expresando a los padres que ellos están haciendo lo mejor que pueden en una situación realmente difícil (pues lo es por definición); lo que viven sería un desafío para cualquier familia, por lo que el trabajo profesional se redefine desde ayudarlos a desarrollar habilidades y competencias para enfrentar con éxito dichos desafíos (McNeil & Herschell, 1998).

Para ir concluyendo, reiterar que a la hora de trabajar con las familias el empoderamiento y la resiliencia, es preciso llevar a cabo un diagnóstico al menos en las cinco dimensiones descritas para poder disponer de una visión lo más completa de la misma.

Es necesario diseñar, implementar, evaluar y difundir programas que sean efectivos en interrumpir la disfuncionalidad actual y la transmisión transgeneracional de este patrón en éstas familias

La efectividad de las intervenciones con éstas familias ha sido escasa y errática en diversos lugares del mundo. EE.UU. es el país que ha desarrollado la mayor cantidad de investigación de calidad y a gran escala para medir el impacto real de las intervenciones sociales en estas familias, documentando el bajo efecto que suelen tener los programas sociales al enfrentar la enorme complejidad de esta tarea con los mecanismos tradicionales de intervención psicosocial (Lindsey, Martín & Doh, 2002).

Las intervenciones profesionales con estas familias, tanto en el ámbito social como clínico, se han desprendido de un enfoque centrado en el déficit: para cada problema, se plantea una solución especializada y desarticulada de otros recursos, con un método de trabajo compensatorio. Este enfoque ha demostrado ser de escasa efectividad, al concentrarse en aquello de lo cual la familia debe alejarse, más que focalizarse en aquello hacia lo cual la familia debe dirigirse (Sousa, Ribeiro & Rodrigues, 2006).

Como se recoge en la siguiente tabla, donde se propone que el profesional y los equipos contrapongan al despliegue caleidoscopico de problemáticas, una mayor atención a los recursos y potencialidades no actualizadas.

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Tabla 14: Intervención con familias multiproblemáticas

Intervención con familias multiproblemáticas Características Foco de

intervención Resultados esperados

Polisintomatología ( múltiples problemas, crisis recurrentes y situación crónica de

adversidad)

Resiliencia personal y familiar

Potenciar recursos y fortalezas personales y familiares frente a la

problemática sentida

Desorganización ( en estructura, dinámica

y comunicación)

Organización familiar

Lograr una mejor organización familiar

Abandono de las funciones parentales

Apego y vinculación Fortalecer los vínculos afectivos entre los miembros

Aislamiento Red Mayor integración en la red formal e informal

Pobreza Necesidades básicas Cartera de servicios y prestaciones

Fuente: Sousa, Ribeiro & Rodrigues, (2006)

El concepto unificador de las acciones profesionales en esta línea es el de resiliencia, que se entiende como "la capacidad de sobreponerse a la adversidad de forma creativa, transformando el suceso negativo, y potencialmente dañino, en un aprendizaje enriquecedor (Masten, Best, Garm,ezy, 1990).

Las características de la persona resiliente son las siguientes:

� Habilidades sociales ( habilidades para la vida) � Adaptabilidad ( flexibilidad) � Baja susceptibilidad ( autocontrol emocional y locus de control interno) � Enfrentamiento efectivo ( asertividad ) � Capacidades (competencias , habilidades sociales) � Resistencia a la destrucción (fortaleza psíquica) � Conductas vitales positivas ( estilo de vida) � Temperamento especial ( optimismo) � Habilidades cognitivas ( reestructuración, atribuciones…)

Es importante recalcar que un acercamiento a la polisintomatología de la familia desde sus recursos y fortalezas, no implica negar la presencia de severos problemas de salud mental o minimizar la gravedad de situaciones de violencia intrafamiliar, entre muchas otras problemáticas. El método de trabajo con éstas familias propuesto reconoce la presencia de

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dichas situaciones, derivando a instancias especializadas cuando sea necesario y trabajando coordinadamente con otros equipos, pero al mismo tiempo pone de relieve la tarea fundamental de identificar y potenciar activamente áreas libres de patología, daño y disfuncionalidad. Desde dicho reconocimiento, la familia puede construir capacidad de resiliencia para enfrentar, por transferencia de aprendizaje, otras problemáticas similares e incluso, dependiendo de su plasticidad, problemáticas de índole diversa. En la intervención con éstas familias, ambas caras de la moneda deben hacerse presentes: (1) el problema; (2) los recursos; y (3) un entrenamiento en cómo usar los recursos para afrontar los problemas.

Asimismo, frente a la desorganización imperante, el profesional busca intervenir la estructura y dinámica de las familias, con la finalidad de mejorar su funcionamiento global. El concepto guía en este caso es el de organización familiar, que se comprende como "el resultante dinámico del entrecruzamiento entre aspectos estructurales, relaciónales e históricos de un sistema familiar, que se despliegan en la vida cotidiana y se ponen a prueba en situaciones de estrés". Las estrategias propuestas por McNeil y Herschell (1998) se muestran como intervenciones fructíferas para abordar esta variable.

En tercer lugar, el abandono de las funciones parentales, si bien forma parte del trabajo sobre la organización familiar, se entiende como fuertemente ligado a una intervención sobre los vínculos que unen a padres y madres (o figuras significativas) con sus hijos e hijas, por lo que el apego emerge como concepto gravitante. El apego entonces, se entenderá como "un vínculo afectivo reductor de estrés, específico y estable, que une al bebé (o niño/a) con una persona significativa para él, en la búsqueda de la protección y cuidados, confianza y estimulación cariñosa, que necesita para su desarrollo".En la actualidad existen intervenciones diseñadas específicamente para potenciar el desarrollo de un apego seguro o mejorar patrones de apego inseguros con prometedoras aplicaciones a esta población (Juffer, Bakermans-Kranenburg & van IJzendoorn, 2005).

En cuarto lugar, al aislamiento (y/o dependencia de los servicios sociales) que caracteriza a estas familias, lo que supone como reto un trabajo dirigido a su integración a la red formal e informal. Cabe señalar que se entiende por red al "entramado de vínculos interpersonales e institucionales, reales y potenciales, que permiten y facilitan la integración comunitaria del niño y su familia, revirtiendo condiciones de aislamiento social, y cumpliendo funciones de apoyo emocional, consejo, regulación y adaptación social, ayuda material y de servicios, y acceso a nuevos contactos". Consideramos no sólo el trabajo directo con la familia, sino

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también los indispensables espacios de coordinaciones que deben existir entre todos los actores involucrados en el proceso de ayuda, si han de evitarse los efectos iatrogénicos de la intervención profesional.

Finalmente, la pobreza pone en evidencia las múltiples necesidades que enfrentan estas familias en su vida cotidiana. Las necesidades básicas se entienden en este trabajo como "la plataforma mínima de recursos y servicios, necesaria para el desarrollo biopsicosocial de un niño y para el adecuado ejercicio de las funciones parentales" y se visualizan como un soporte para todos los otros elementos señalados. Avanzar en este aspecto requiere la participación de todos los actores comunitarios, privados, políticos y gubernamentales implicados; en este plano, la organización de mesas territoriales puede contribuir notoriamente cuando se desarrollan con respeto, voluntad y responsabilidad social.

El trabajo con éstas familias demanda una visión ecosistémica de la intervención; potenciar las funciones parentales no puede concebirse aisladamente de una mirada al apego, por una parte, y a la organización familiar (en sus vertientes de estructura, dinámica y competencias parentales), por otra. Fortalecer el apego seguro no puede hacerse sin observar el componente de resiliencia relacional que ahí se pone enjuego. Asimismo, la superación de la pobreza en éstas familias no resulta viable sin una metodología que incluya la coordinación con los servicios y recursos de la red.

Es importante destacar que la disfuncionalidad de la familia no es una característica intrínseca a ésta de forma aislada, sino que se constituye en el resultado de la interacción patogénica de diversos sistemas, incluidos los sistemas profesionales de ayuda, que no logran coordinarse adecuadamente en su actuar. El desmembramiento y el efecto de atomización y desvinculación que suele observarse en estas familias es el resultado de una historia fragmentada, tanto desde los severos trastornos de apego con que se da inicio a la fundación de la familia, como desde el involucramiento parcializado de los múltiples agentes de intervención (y así sucesivamente).

Es por ello que el profesional que intervenga con familias multiproblemáticas debe realizar un esfuerzo por organizar su acercamiento al caso desde las características presentadas, sin olvidar que las variables que se entrecruzan en la gestación de estos problemas "están fragmentadas por todo el espacio humano e institucional, de manera tal que las soluciones deberán ser, consecuentemente, planteamientos que convoquen los trozos de solución que invariablemente estarán dispersos en los más insospechados

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nodos de la red" (Haz, et al., 2002:27). Para que este esfuerzo sea efectivo, debe cumplir básicamente con tres requisitos:

� Co-construir un foco de intervención y conservarlo como punto de referencia a medida que la familia va presentando su abanico de dificultades. Esto evita en parte la dependencia crónica al acotar el trabajo profesional a ciertos objetivos, dejando otros fuera y además otorga organización a una familia que se caracteriza por no tenerla;

� Aprender a leer los pequeños avances y entrenarse en resaltarlos con entusiasmo, para sí mismo y para la familia, estructurando un proceso que marque claramente los hitos de logro de la familia (lo que además permite retornar a estos puntos de éxito cuando se instalan las recaídas y retrocesos); y

� Coordinar activamente el trabajo con los otros profesionales y servicios de la red que estén involucrados o que vayan a involucrarse en un futuro cercano.

Además de lo anteriormente señalado, es importante enfatizar la necesidad de incorporar espacios para recordar periódicamente el encuadre fijado en los contratos iniciales. Asimismo, estos espacios sirven para entregar retroalimentación respecto al grado de avance, estancamiento y/o retroceso en los diversos acuerdos negociados al comienzo del proceso.

4. EL COACHING COMO HERRAMIENTA DE INTERVENCIÓN PROFESIONAL El coaching es esencialmente una conversación, es decir un diálogo entre un tutor y un pupilo en un contexto productivo y orientado a los resultados. El coaching consiste en ayudar a las personas individuales a acceder a lo que saben. Es posible que nunca se hayan formulado las preguntas, pero tienen las respuestas. Un tutor asiste, apoya y anima a los individuos para que encuentren esas respuestas.

El coaching está relacionado con el aprendizaje, a pesar de que un

tutor no es un profesor ni tiene por qué saber necesariamente cómo hacer las cosas mejor que el tutor.

El coach observa pautas, define el escenario de las nuevas acciones y

luego colabora con el individuo para ponerlas en práctica. El coaching entraña aprendizaje. Mediante diversas técnicas de tutoría, tales como escuchar, reflexionar, formulara preguntas y suministrar información, los tutores se convierten en entes auto- correctores (aprender a modificar su

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comportamiento) y auto- generadores (crean sus propias preguntas y respuestas).

Además el coaching guarda una relación más estrecha con formular

las preguntas apropiadas que con facilitar respuestas. Un coach se compromete en una alianza de colaboración con el individuo para establecer y clarificar la finalidad y los objetivos, y desarrollar un plan de acción destinado a su consecución.

El la siguiente tabla se recogen los ámbitos y formas de intervención en un proceso de Coaching.

Tabla 15: Ámbitos y formas de intervención

Ámbitos Formas de intervención Observaciones Técnico

o Clarificación de objetivos. o Entrenamiento. o Asesoramiento. o Estructuración del

aprendizaje.

Sirve para apoyar a equipos profesionales

Organizativo

o Ayuda en la clarificación del problema.

o Multiplicar los recursos de comprensión (internos y externos).

o Hacer diferenciar su discurso oficial y prácticas reales.

o Hacer identificar el margen de maniobra cómodo.

Sirve para apoyar a la dirección de la organización y las personas con puestos de coordinación y responsabilidad en la misma.

Personal

o Hacer trabajar sobre las representaciones.

o Hacer tomar conciencia de la desviación entre intención y acto.

o Ofrecer la posibilidad de evaluar nuevos comportamientos.

Sirve para profesionales y personas que necesiten apoyo y ayuda para desbloquear una situación que les preoocupa

Fuente: Sergio Castillo ( 2003)

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4.1. Las características y habilidades profesionales-personales para aplicar el Coaching:

A continuación describiremos punto a punto las características y

habilidades que debe poseer un coach para aplicar el Coaching3. 1. Autoconciencia (autoconocimiento, autoaceptación)

entendiendo aquí el saber lo que podemos ofrecer, y lo que no, comprendiendo también el sentido de individualidad de la persona.

2. Inspirar a los demás, no se puede hacer que un individuo logre sus deseos si el propio coach no posee esa capacidad. Dar la confianza adecuada.

3. Establecer relaciones. El coach debe ser una persona accesible, cercana, amistosa, digna de confianza, y que además fomente la independencia de las personas, es decir, el desarrollo de la autonomía acompañada.

4. Flexibilidad. Se debe entender que las prioridades de la persona se encuentran por arriba del entrenador, por lo tanto este debe adaptarse a las necesidades de la misma.

5. Comunicación y habilidades tales como empatía, apoyo incondicional, reflexión, curiosidad, capacidad de escuchar, entre otras, para dominarlas y también enseñarlas.

6. Capacidad de mirar al frente, es decir, de ver y planear un futuro posible, para lograr objetivos eficaces a los que se quiere llegar.

7. Disciplina, incitando y guiando a la persona adecuadamente para que no ofrezca resistencia al cambio y si la ofrece debe manejar las estrategias para motivar al cambio.

8. Capacidad de gestionar el entorno profesional, lograr un perfecto nivel de adaptación entre el tutor y la persona, y a su vez identificar si los problemas que se puede encontrar antes de aplicar el coaching, como comprobar si es la técnica adecuada.

9. Capacidad de diagnosticar situaciones y encontrar soluciones. Primero, recoger toda la información relativa de la persona, para luego administrar la información y encontrar sus necesidades así como los medios para conseguir subsanarlas.

10. Capacidad directiva. Entendido como saber vender sus servicios, productos, tener ambición e impulso para triunfar, saber conseguir objetivos propuestos, etc., y sobre todo, el deseo de cambio.

Tras este breve recorrido, sobre el empoderamiento, la resiliencia y las intervenciones con las familias, es preciso concluir que se hace necesario

3 Adaptado de: ZEUS, P y SKIFFINGTON, S: Guía completa de Coaching en el Trabajo, Ed. McGraw Hill, Madrid, 2002

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estimular la investigación sobre las características específicas que adoptan las familias multiproblemáticas en estos contextos, sobre metodologías de intervención desarrolladas y su efectividad, y sobre las percepciones de las familias y los profesionales en relación a estas variables.

5. UN BREVE RECORRIDO SOBRE LAS DROGODEPENDENCIAS En los últimos años el consumo problemático de las drogas se ha manifestado con fuerza, llegando a convertirse en un problema social que va en aumento, no sólo porque cada vez hay más personas que consumen algún tipo de droga, sino también por las cantidades utilizadas para el consumo, y por la corta edad de quienes las consumen. A este hecho se suma la gran variedad de sustancias y la gran facilidad en el acceso a las mismas. El consumo abusivo de drogas afecta a las personas, a las familias, a la sociedad... rompiendo totalmente las barreras geográficas, étnicas y sociales. Así, el abuso de drogas entre los/as adolescentes se convierte en un problema, independientemente del status socioeconómico o sexo (Jonson, 1990-1991). Hablamos de una problemática que requiere ser abordada desde los diferentes sistemas o grupos de nuestra sociedad (familia, escuela, municipio, entre otros). Queda más que justificada la necesidad de aunar esfuerzos, involucrando a la comunidad, la escuela y especialmente la familia. Kandel (1975) propuso un modelo de estadios evolutivos donde se distinguen cuatro etapas en el proceso adictivo: primero se produciría el consumo de alcohol (primera droga de contacto y la más frecuentemente consumida) (Donovan y Jessor, 1978), luego se pasaría a consumir cigarrillos, bebidas de alta graduación y seguidamente, el consumo de marihuana. Las drogas legales son los intermediarios necesarios entre el no uso y el uso de drogas ilegales. En el paso de una etapa a otra, distintos factores son decisivos: factores sociales, factores individuales, farmacológicos... Durante años se creyó que la mejor forma de paliar esta problemática tenía que ver con el tratamiento, sin embargo, en la actualidad se opta por las estrategias preventivas dirigidas hacia los factores que mantienen relación con la aparición y mantenimiento del problema, sobre todo dirigidas a los jóvenes, aún no iniciados en el consumo de sustancias, desde los distintos ámbitos de actuación. El nuevo Plan Nacional sobre Drogas aborda el fenómeno de las Drogodependencias desde una perspectiva global, incorporando todas las

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sustancias que puedan ser objeto de uso o/y abuso, y priorizando la prevención como la estrategia más importante para enfrentarse a esta problemática, basándose en la educación y en el adecuado uso del tiempo libre por parte de los/as jóvenes. El Gobierno de Canarias ha formulado el II Plan Canario sobre Drogas de acuerdo con las directrices de la Ley 9/1998 de 22 de Julio, sobre prevención, asistencia e inserción social en materia de drogodependencias. Las prioridades para los próximos seis años irán orientadas fundamentalmente hacia la prevención, entendida dentro de un marco de intervención universal desde los diferentes sistemas públicos y la acción comunitaria. En asistencia especializada se marcará el acento en los procesos de calidad.

En términos generales, se ha visto que en la Unión Europea está disminuyendo el número de personas que demandan tratamiento por consumo de heroína, sin embargo, están aumentando las demandas por consumo de cocaína o cánnabis, sobretodo entre consumidores más jóvenes y unidos normalmente a un gran consumo de alcohol. Las pautas del consumo de drogas los fines de semana y con fines de diversión, suponen cada vez más una combinación de drogas legales e ilegales, entre las que se incluyen el alcohol y los tranquilizantes. El cánnabis sigue siendo la droga más consumida y la más fácilmente disponible, con un incremento de su consumo sobretodo a lo largo de los años noventa, según el Observatorio Europeo. Además, en España, en términos cuantitativos, ha concentrado más de la mitad del volumen total del cánnabis incautado en los últimos cinco años.

En cuanto a la información facilitada por el Observatorio Europeo de la Droga y las Toxicomanías (OEDT) sobre el número de muertes relacionadas con las drogas, se destaca un pequeño pero significativo descenso a partir del año 2000. Es probable que esta evolución favorable se deba al descenso del consumo por vía parenteral en algunos países y a un mayor acceso a los tratamientos de sustitución y a los servicios de prevención. España es un país productor de alcohol y como país productor, el alcohol está implicado en el contexto sociocultural, existiendo una gran tolerancia por parte de la población hacia los problemas que genera. Asimismo, la importancia económica del alcohol es enorme y en cualquier debate sobre el mismo, se incide en los posibles beneficios del

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consumo moderado, fundamentalmente por aquellas empresas relacionadas con la producción y consumo de bebidas alcohólicas.

El alcohol es la sustancia psicoactiva con un consumo más extendido entre la población española. La prevalencia del consumo diario de alcohol tiende a aumentar fuertemente con la edad tanto entre hombres como entre mujeres. Esto es así en todos los grupos de edad, y la edad media de inicio en el consumo de alcohol entre los que habían consumido alguna vez se situó en 17 años, tanto para hombres como para las mujeres. Los datos más recientes de consumo de alcohol de los españoles según el Observatorio Europeo sobre Drogas, indican que:

- El alcohol es la sustancia tóxica más consumida por los españoles. - El 13 % de los españoles consume alcohol todos los días. - Se está produciendo un cambio en los patrones de consumo, con un

aumento de las personas que exclusivamente beben los fines de semana. Se estima que el consumo de fin de semana alcanza el 43 % entre los jóvenes entre 19 y 28 años y un 31 % entre los de 15 y 18 años. Asimismo, son la cerveza y los combinados las bebidas preferidas por los jóvenes. Aunque en los últimos años de manera global no parece que haya

aumentado el consumo de alcohol, sin embargo las cifras de consumo son los suficientemente elevadas para que merezcan atención. Además, los nuevos patrones de consumo entre la gente joven causas numerosos problemas asociados como los accidentes de tráfico.

Según datos correspondientes al Observatorio Nacional sobre

Drogas, más de la mitad de la población española entre 15 y 64 años afirma haber consumido tabaco alguna vez en su vida (68’2 %), siendo la prevalencia de fumadores diarios más alta entre los hombres que entre las mujeres.

Las menores prevalencias de consumo de tabaco diario se

observaron entre los hombres del grupo de 15 a 19 años, y en las mujeres del grupo de 40 a 64 años. Por su parte, las prevalencias más altas se observaron en el grupo de 30 a 39 años entre los hombres y en el grupo de 20 a 29 entre mujeres.

El cánnabis, tal y como hemos apuntado anteriormente, sigue siendo

la droga ilegal más consumida en España, sobre todo en el grupo de 20 a 24 años, y más entre hombres que entre mujeres.

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En Canarias, la situación no parece diferir mucho con respecto al resto de España; más de la mitad de la población canaria informa haber probado el tabaco en alguna ocasión, aunque se observa que el porcentaje de ex- fumadores está aumentando, dato corroborado por otros estudios a nivel nacional.

En cuanto al alcohol, la amplia extensión y aceptación social que su

uso conlleva, no implican necesariamente que su consumo haya aumentado en los últimos años, por el contrario, parece observarse un cierto descenso, tanto en el consumo general como abusivo. Sí se resalta el uso abusivo que los jóvenes hacen los fines de semana, sobre todo el consumo que realizan las mujeres más jóvenes.

En Canarias, la prevalencia sobre el consumo del cánnabis es

bastante mayor que en el observado en la Unión Europea o en España. Es también la droga más consumida entre los escolares, donde la medad media del inicio al consumo es inferior a la nacional (17’91 años frente a los 18’9 de media nacional).

Después del cánnabis, la cocaína es la sustancia ilegal más usada

entre la población canaria, además, el porcentaje de personas que consumen cocaína en Canarias es muy superior al registrado en España y en la Unión Europea.

Se hace necesario, por lo anteriormente expuesto, profundizar en el

análisis de los factores que pueden aumentar la probabilidad de que las personas se inicien en el consumo de drogas, desde un enfoque biopsicosocial.

A continuación de expone un cuadro que recoge los modelos

teóricos utilizados en los programas preventivos del consumo de alcohol y otras drogas

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Cuadro 1: Modelos teóricos utilizados en los programas preventivos del consumo de alcohol y otras drogas.

1.1. Teorías generales del comportamiento.

• Teoría del Aprendizaje Social de A. Bandura. • Teorías de la Acción Razonada y de la Conducta

Planificada de Azjen y Fishbein.

1.2. Teorías de conducta desviada.

• Teoría de la Conducta Problema de Jessor y Jessor.

• Modelo integrador de Elliot. • Modelo del desarrollo social de Catalano y

Hawkins. • Teoría del autorrechazo de Kaplan. • Teoría del autocontrol de Hirschi et al. • Teoría interaccional de Thornberry. • Teoría del desarrollo precoz de Newcomb.

Modelos que responden fundamentalmente a la pregunta de

qué variables explican el consumo de drogas, y por lo tanto nos orientan

acerca de sobre qué variables debemos intervenir en prevención.

Son las teorías explicativas propiamente dichas.

1.3. Teorías específicas del consumo de drogas y conductas no saludables.

• Modelo médico. • Modelo de creencias de salud de Rosenstock et al. • Teoría de la influencia triádica de Flay y Petraitis. • Modelo de las "7 esferas" de Costa y López.

Modelos que responden fundamentalmente a la pregunta de qué etapas es útil considerar en el

inicio y consolidación del consumo, y por lo tanto nos orientan en los

objetivos de la intervención preventiva en función de esa

perspectiva procesal. Son teorías descriptivas

• Modelo transteórico de las fases de cambio de Prochaska et al. y modelo de etapas motivacionales multicomponente de Werch y DiClemente.

• Teoría multietápica del aprendizaje social de Simons et al.

• Modelo secuencial de Kandel. • Modelo de reducción de daños.

Modelos de que responden fundamentalmente a la pregunta de qué estilo de intervención es más

eficaz, y por lo tanto nos orientan en el tipo de abordaje a realizar.

• Modelo de Potenciación de Costa y López

Modelos que responden fundamentalmente a la pregunta de quién debe

intervenir, y por lo tanto nos orientan sobre los agentes de intervención más idóneos.

• Modelo de la influencia de iguales • Modelo comunitario.

A pesar de que existen múltiples modelos que tratan de explicar los

factores relacionados con la aparición y mantenimiento de la problemática derivada del consumo de drogas. En la actualidad se hacer uso del modelo

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denominado “Modelo Integrador de influencias en el consumo” (Espada, J.P. et al, 2003) que resume los modelos propuestos anteriormente. Este modelo señala que este tipo de influencias pueden ser contextuales (aspectos sociodemográficos, variables psicobiológicas, culturales, ambiente físico y entorno social), sociales (familia, escuela, compañeros y amigos, publicidad y Medios de Comunicación), o/y psicológicos (creencias, expectativas, actitudes, habilidades de afrontamiento y autocontrol, habilidades sociales, variables personales)

Así, el modelo de competencia social está centrado en las capacidades existentes en los individuos que pueden hacerles menos vulnerables a los riesgos del consumo de drogas. Aunque de entre los modelos que intentan explicar el origen del consumo y su mantenimiento, el más importante es el biopsicosocial, teniendo en cuenta que se trata de una problemática que está influida por múltiples factores, y que nunca podremos identificar una sola causa, o establecer relaciones simples de causa-efecto. Teniendo en cuenta este modelo, se hace necesario destacar el papel que cumple no sólo la sustancia (por su poder adictivo), sino también las características del consumidor; verdadero protagonista de la conducta de consumo, y el contexto social en el que se desenvuelve. Fruto de esta interacción entre sustancia, individuo y medio social surgen los distintos factores de riesgo para el consumo, entre los que destacamos los siguientes:

• Factores de riesgo derivados de la sustancia. • Factores de riesgo del individuo. • Factores de riesgo familiares. • Factores de riesgo escolares. • Factores de riesgo del contexto social.

Para minimizar los efectos de estos factores de riesgo se encuentran

los factores de protección, que ofrecen un amplio mapa de variables operativamente delimitadas y susceptibles de intervención.

Un factor de protección es “todo atributo o característica individual,

condición situacional y/o contexto ambiental que inhibe, reduce o atenúa la probabilidad del uso y/o abuso de drogas o la transición en el nivel de implicación con las mismas” (Clayton, 1992, p. 16).

Es importante tener en cuenta que durante el desarrollo evolutivo

del individuo hay situaciones de riesgo o de crisis inevitables, momentos de disfuncionalidad propios que el individuo debe afrontar en el proceso de construcción vital. Por otro lado, con la cantidad de factores de riesgo

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definidos, no existe ninguna persona o grupo capaz de neutralizar totalmente sus efectos para encontrarse libre de riesgo. 2.2. Las conductas violentas

Según Vicente Garrido (1987); los modelos teóricos explicativos de la delincuencia son según el nivel de explicación fundamental, los siguientes: a) Individual:

– Teorías individuales: enfatizan factores personales causantes, innatos ( teorías biológicas) o adquiridos ( teorías puramente psicológicas)

b) Psicosociológico

– Teoría de la Asociación Diferencial: modelo de aprendizaje expuesto y a grupos convencionales o no

– Teorías del Control Social: interiorización fracasada de validez moral y las leyes sociales

– Teorías del Aprendizaje Social : refuerzos, castigos, modelado y definiciones evaluativas

c) Sociológico

– Basan sus explicaciones en fenómenos sociales ( condiciones situacionales)

Según la revisión de los estudios y teorías actuales, los factores de riesgo actual de desarrollar conductas violentas son los siguientes: • Estilo educativo en el hogar: democrático, permisivo, autoritario y

negligente • El exceso de: baja tolerancia a la frustración, la poca empatía, la

sobreprotección, la no capacidad del dolor y sufrimiento • El exceso de rigidez • Incoherencia en el estilo educativo familiar • Hijo/ a maltratado/ a o “aguanto hasta que crezca y sea más fuerte que

tú” • Violencia de genero • La descalificación paradógica: contradicción y descalificación. • La calle se convierte en el hogar • El consumo precoz de sustancias psicoactivas

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• Tolerancia social a la violencia • Valores culturales que fomentan la violencia: hedonismo, consumismo,

engaño Así mismo, las señales de alarma de que pueden empezar a aparecer los problemas de conducta y derivar a conductas delictivas, podrían ser: • Absentismo o fracaso escolar • Baja tolerancia a la frustración • Falta de empatía afectiva y cognitiva • Consumo precoz de sustancias psicoactivas • La poca expresión afectiva o la “olla que explota” • Daños y destrozos Partiendo de las teorías explicativas, los elementos potenciadotes de la conducta violenta podrían ser entre otros los principales factores: • Temperamento: disposición previa a dar un tipo de respuesta (búsqueda

de sensaciones) • Personalidad ( extraversión) : búsqueda sensaciones ( ej, consumo de

sustancias psicoactivas) , baja percepción riesgo y baja capacidad para diferir la gratificación

• Impulsividad: tendencia a responder sin reflexionar y cometiendo grandes errores en la respuesta, emocionalidad, no capaz diferir gratificación

• Depresión: acompañada de baja autoestima y desconfianza • Sexo: más chicos que chicas y edad ( primera adolescencia 10 – 13

años) • Bajo rendimiento escolar: percepción de poca capacidad, aspiraciones

mínimas o fantasiosas ( uso de violencia) • Baja autoeficacia: sentirse capaz de llevar a cabo sus propósitos • Poca empatía, autocontrol, pocos lazos afectivos, etc. Podemos cerrar este sub- apartado recogiendo en el cuadro siguiente , lo que los teóricos y expertos describen como el perfil del joven violento actual:

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Características de naturaleza personal Otros elementos ambientales que

potencian la conducta violenta • Varón • Temperamento difícil • Altos niveles de neuroticismo

y extraversión • Alta impulsividad • Poco autocontrol y empatía • Pocos lazos afectivos • Poca autoeficacia • Bajo rendimiento escolar

• Clase social baja • Dieta desequilibrada • Hijo de madre adolescente • Alta permisividad hacia la

violencia • Crecido en familia

desestructurada • Ejemplos próximo de

violencia • Pocas oportunidades de

aprender conductas adaptativas

2.3. Factores explicativos de la delincuencia La delincuencia es un problema que está presente en nuestra sociedad, pero que se da con diferente intensidad en la misma. Por tanto, la podemos definir como la utilización de la fuerza física, así como la mentira para conseguir unos determinados objetivos perjudicando a terceros. El coste del delito es el valor del objeto robado sumado al del daño que ha producido el hurto. No queremos adentrarnos en los aspectos claves de este tema, como pueden ser los factores y las teorías que pueden inducir a delinquir, sin antes definir qué es un menor y un adolescente delincuente. El menor delincuente es considerado aquel que está entre los 14 y los 18 años, sin cumplirlos, y que haya cometido un delito o falta que está penado. “A pesar de todas estas medidas que van desde la prevención primaria durante el embarazo y la más tierna infancia, a la secundaria durante la infancia, permanecen latentes algunos trastornos de conducta que en la adolescencia aún persisten o eclosionan. En este periodo dicho trastorno tendrá un aspecto mucho más agresivo, violento, delictivo además de reacciones de intolerancia y de rechazo a la vez hacia la familia, la escuela y, eventualmente, la sociedad.” (Bizouard, P. 2007) 1.

Por el contrario, un joven delincuente es aquella persona que delinque siendo ya mayor de edad.

Algunas de las características o factores más relevantes que condicionan una conducta violencia son:

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• Temperamento: Se define como una disposición previa a dar una determinada respuesta. Se han encontrado pruebas que demuestran que existe relación entre el temperamento difícil, los problemas de agresión y la violencia en jóvenes y niños.

• Personalidad: Es una estructura de orden afectivo y operativo que conlleva a comportarse de una determinada manera. Si el sujeto tiende a activarse emocionalmente, tenderá a satisfacer sus necesidades ante que las de su entorno.

• Impulsividad: Es la tendencia a responder sin haber reflexionado, a los estímulos, cometiendo errores en su respuesta. Las personas impulsivas, no controlan sus deseos y exteriorizan sus pensamientos y sus ideas de una manera muy espontánea.

• Sexo: En los varones predominan las actitudes violentas debido a los altos niveles de testosterona y a la distinta educación recibida frente a las jóvenes.

• Edad: Tras algunos estudios se puede afirmar que la violencia es un fenómeno comúnmente asociado a la juventud. Destacar que un 4% de los sujetos que han sido violentos en la primera época de la vida, se mantienen así a lo largo de ésta, haciendose cada vez más peligrosos.

• Bajo rendimiento escolar: Las personas con un rendimiento escolar bajo, se ven poco capaces de integrarse en esta sociedad llena de normas, por lo que sus apariciones en ella son escasas y su necesidad de ataque es mayor.

• Baja autoeficacia: La autoeficacia es una característica personal del sujeto según la cual, éste es capaz de llevar a cabo sus propósitos. Según algunos estudios, a menor autoeficacia, mayor agresión.

• Aspectos cognitivos: Se ha constatado que los individuos con capacidades intelectuales bajas y con ciertos sesgos cognitivos poseen peores habilidades para relacionarse con otras personas. Esto dificulta los procesos de socialización y facilita la aparición de una conducta más agresiva.

• Factores parentales: Se dice que lo individuos con conductas delictivas, tienen mayor probabilidad que otros de tener ascendientes vinculados estrechamente a la delincuencia. También existen datos sobre el impacto que produce el abandono, la baja implicación de los padres en las actividades de los hijos, la escasa supervisión, los malos tratos infantiles, etc. en la aparición de conductas agresivas durante la infancia o la adolescencia.

• La influencia de los iguales: Los jóvenes con una conducta más violenta, generalmente poseen pocos amigos y los que tienen suelen ser conflictivos como ellos. Estos iguales son más importantes

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cuando los inicios de la conducta violenta se produce en la adolescencia.

• Nivel socioeconómico: Muchos estudios han encontrado relación entre la conducta violenta y los ingresos económicos de la familia o el nivel educativo de los padres. Esto se puede deber a que los hijos de familias con bajos ingresos tienen más probabilidad de vivir en barrios con un alto índice de delincuencia y así relacionarse con personas de conducta violenta, aunque también es verdad que se ha demostrado que la cohesión social en el barrio es un factor de prevención de la delincuencia, incluso en los barrios más pobres.

A) Teorías de la delincuencia A continuación, hemos puesto algunas de las teorías que hablan de la delincuencia. Éstas son: � Teoría biológica: según esta teoría, dependiendo de la forma del

cráneo, se identifican varios tipos de delincuentes. Apuntaba que el aprendizaje social influía en el desarrollo el comportamiento delictivo, aunque la mayoría de los delincuentes sufrían anomalías biológicas. También se ha intentado distinguir tres tipos de estructuras físicas, las cuales estaban asociadas en mayor o menos grado con la delincuencia. Por tanto, no existen pruebas que demuestren el carácter hereditario de los rasgos de la personalidad.

� Teoría psicológica: Se basa en asociar la delincuencia con ciertas clases

de personalidad. Señala, que en algunos individuos se desarrolla una personalidad psicopática, aunque no este claro que estos rasgos sean delictivos. Las teorías psicológicas de la delincuencia solo pueden explicar ciertos aspectos de la delincuencia, puesto que los actos delictivos violentos, no solo dependen de la personalidad de la persona, también de las diversas circunstancias que afectan a la hora de cometer este tipo de acto.

� Teorías Sociológicas:

Toda explicación que se pueda dar del delito debe de tener naturaleza sociológica.

La sociedad de hoy en día esta formada de muchas subculturas diferentes y lo que puede resultar correcto y que forma parte de la norma de la sociedad para una, puede considerarse desviado en la otra. No obstante, existen muchas desigualdades que provocan diferencias de riqueza y de poder, lo que determina las oportunidades de las que disponen cada grupo.

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-Desviación aprendida: asociación diferencial Hace referencia a que en una determinada sociedad un grupo de

individuos se orientan hacia las actividades delictivas y otros no, esto depende de las personas con las que te relacionas. Por eso se dice que las conductas delictivas no son innatas sino que se adquieren del grupo con los que interactuamos.

-Teoría de la asociación diferencial de Sutherland, 1999 Esta teoría establece que la delincuencia no se genera por la

inadaptación de la clase baja, sino de los valores que cada individuo capta de su entorno, sea de la clase social que sea. La conducta delictiva viene determinada por dos aspectos, el primer aspecto hace referencia a los acontecimientos que tienen lugar cuando se produce el acto delictivo y el segundo hace referencia a los procesos que tuvieron lugar en el pasado del individuo.

-La tensión estructural: la anomia como causa del delito Se puede decir que la delincuencia se produce por la tensión a la que

están expuestos los individuos, cuando las normas que rigen la sociedad se encuentran en conflicto con la realidad social que se vive.

Uno de los motivos por los que se producen los actos de delincuencia es por las desigualdades económicas, ya que estas personas poseen pocas oportunidades para progresar.

Se identifican cinco posibles reacciones a la tensión existente entre los valores que son aceptados por la sociedad y los escasos medios que hay para obtenerlos. La primera hace relación a los conformistas, que aceptan la realidad tal y como se les presenta. Nos encontramos también con los innovadores que aceptan los valores socialmente compartidos. Los ritualistas respetan las normas aceptadas por la sociedad, aunque han perdido los valores que la sustentan. Los dominantes rechazan los valores dominantes. Por último nos encontramos con los rebeldes, que rechazan tanto los valores como los medios, estos hacen todo lo posible por sustituirlos por otros y de esta manera reconstruir el sistema social.

La falta de oportunidades para triunfar junto con los medios que concibe la sociedad dominante es el principal factor diferenciador para que se desarrolle un comportamiento criminal o no.

-Teoría del etiquetaje Esta teoría interpreta la desviación como un proceso de interacción

entre desviados y no desviados. Los que representan a las fuerzas de la ley y el orden o los que pueden imponer definiciones de la moralidad convencional a otros, constituyen la principal fuente de etiquetaje.

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La delincuencia es considerada como un proceso de interacción entre desviados y mecanismos de control.

Esta teoría es muy importante porque parte de la idea de que ningún acto es intrínsicamente delictivo.

-Teoría del aprendizaje social Esta teoría establece que los individuos que se encuentran sometidos

a hechos violentos tienen una mayor probabilidad de cometer actos de violencia, que aquellos que nunca los han presenciado.

-Teoría del intercambio social El aspecto esencial de esta teoría es que, el comportamiento de una

persona depende de la cantidad y el tipo de recompensa que prevé recibir de otros.

-Teoría general de la presión El comportamiento violento puede estar relacionado con la

frustración y con la ira que genera el recibir un trato de inferioridad en las relaciones sociales.

Existen diferentes tipos de presiones que aumentan los sentimientos de ira y de miedo en los individuos, uno de ellos es la incapacidad de alcanzar metas valoradas positivamente, otra puede ser el maltrato infantil o la violencia interpersonal.

-Teoría feminista Esta teoría contempla a la mujer como objeto de control y dominio

por parte de un sistema social patriarcal y agresivo.

-Teorías bajo la denominación de las influencias sociales: • Teoría del control social informal.

Se encargaba de estudiar los mecanismos que hacen que la gran mayoría de los ciudadanos no cometan delitos. • Teorías de contención de Reckless.

Los factores que explican la delincuencia son dos: El primer factor hace referencia a las desigualdades de oportunidades, conflicto social…, o sea, todas las presiones a las que se ve sometido el individuo que hacen que delinca. El segundo factor tiene relación con los intereses del individuo y el apoyo que recibe del exterior para no cometer el delito. • Teoría de la neutralización y la deriva.

Los adolescentes cuando transgreden pueden recurrir a unos mecanismos de neutralización. Se trata de estrategias para justificar su conducta.

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Otro de los grupos de teorías que explican la delincuencia en las personas, es el de las Teorías del Delito, donde encontraremos la Teoría del Delito como elección racional, la Teoría de las Actividades rutinarias, la Teoría del Patrón delictivo, la Teoría del Autocontrol, y la Teoría integradora de Farrington. -Teoría del Delito como elección racional

En un primer momento nos deja claro que la acción delictiva viene dada a través de una elección racional, todo lo contrario a lo que se piensa habitualmente, donde suelen describirla como una reacción frente a la frustración, o un producto derivado de las influencias del entorno social o del aprendizaje de prácticas delictivas. Aunque se piensa que los antecedentes del acto delictivo pueden determinarse por factores psicológicos, sociales o individuales, se considera que el verdadero origen de la delincuencia se encuentra en los propios sujetos, puesto que son ellos los que tienen una mentalidad predispuesta a este tipo de acciones, que puede beneficiarse de ciertas actividades ilegales. -La Teoría de las actividades rutinarias

No es una nueva variación de la Teoría clásica de la delincuencia, sino de una nueva conceptualización del delito, a partir de la falta de elementos supervisores que controlen la conducta del sujeto, y de elementos de oportunidad. Los progresos en cuanto a las condiciones de vida sumado al aumento de la escolarización nos da como resultado un objetivo político, pero autores como Cohen y Nelson, consideran que la relación entre esos dos factores con las actividades rutinarias, aumentan las ya numerosas tasas de criminalidad. -Teoría del Patrón delictivo

Brantingham y Brantingham nos expresa cuáles son los requisitos necesarios para la actividad delictiva, y encontramos que principalmente nos encontraremos con un individuo ya motivado para cometer el acto delictivo, las acciones cotidianas que el individuo realiza en gran medida, y un suceso que desate dicho acto delictivo. La experiencia que el individuo delincuente puede llegar a recopilar, hace que a partir de un cierto tiempo en dicha actividad, utilice un guión o patrón, para elegir a aquel blanco diana de su próxima actividad delictiva. -Teoría del Autocontrol

Es la más sencilla de todas las que podemos encontrar dentro de las Teorías del Delito. Ésta nos explica que aquel individuo que carezca de un mínimo de autocontrol, tienden a ser más propensos a la realización de actos delictivos puesto que si nos centráramos en su personalidad, observaríamos

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que son generalmente impulsivos, insensibles, e imprevisoras, además de la característica de no asumir el riesgo que conlleva realizar cualquier acción de ese tipo. Los tres factores que suelen propiciar la realización de actividades antisociales o delictivas en los jóvenes, son los que nos describe la Teoría integradora de Farrington. Dichos factores son, en un primer lugar, los procesos motivadores de esas conductas donde podemos encontrar la ambición por un bien material en concreto y el prestigio social. Otro de esos factores será el conseguir sus propios objetivos a través de métodos indebidos. El tercer y último factor que nos expone esta teoría, es la posesión o la falta de contenciones que ayuden al individuo a evitar la realización de los actos delictivos.

� Teorías Criminológicas:

• Paradigma del “libre albedrío” y del castigo: según este paradigma, a los seres humanos se les atribuye la libertad de delinquir o no, advertidos de que pueden ser penados por ello.

• Paradigma científico: son una serie de factores individuales y

sociales vinculados a la conducta delictiva y se trata de investigar esos factores.

• Paradigma del conflicto social: consiste en analizar los mecanismos sociales y simbólicos, mediante los cuales ciertas conductas son definidas como delictivas. Se propone erradicar mediante reformas sociales, económicas y legales los mecanismos que inducen a la delincuencia.

2.7. El tratamiento de la conducta violenta

Dentro de éste apartado se describen los principales modelos sobre el comportamiento humano que tienen implicaciones terapéuticas, tales como los modelos psicodinámicos, humanístico-existenciales, sistémicos y cognitivo-conductuales. No todos estos modelos han tenido igual proyección y aplicabilidad en el tratamiento de los delincuentes, sino que la mayoría de los programas utilizados se enmarca en los modelos cognitivo-conductuales. Se introducen los conceptos de cambio terapéutico y relación terapéutica, así como en los referentes éticos y normativos más importantes para la aplicación de tratamientos en general y de tratamientos con delincuentes en particular.

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Los modelos psicodinámicos, que se fundamenta en el psicoanálisis de Freud, consideran la conducta delictiva como síntomas manifiestos de los conflictos internos que experimenta el individuo, ubicados generalmente en el subconsciente de la mente humana. Las técnicas psicoanalíticas más utilizadas en la actualidad son el tratamiento psicoanalítico convencional, la psicoterapia dinámica, la psicoterapia analítica de expresión, de apoyo, breve y focal. August Aichhorn propuso desde el psicoanálisis una teoría de la “delincuencia latente”, según la cual la conducta delictiva sería uno de los principales síntomas de problemas en el desarrollo psicológico de la persona.

La estructura básica de la terapia psicoanalítica es la siguiente: 1) se

efectúa un diagnóstico de la problemática psicológica del individuo, explorando los diversos elementos de la teoría, especialmente los conflictos inconscientes; 2) una vez diagnosticado el problema o problemas, durante un periodo prolongado se llevan a cabo sesiones de psicoanálisis, dirigidas a esclarecer los conflictos intrapsíquicos que se presupone que subyacen al comportamiento problemático, y 3), a lo largo del proceso psicoanalítico, el terapeuta va valorando la eventual resolución de los conflictos internos y, en consecuencia, la recuperación del cliente. Es un requisito imprescindible que el terapeuta sea un experto en el psicoanálisis y que personalmente haya sido psicoanalizado con el objetivo de superar y resolver sus propios conflictos psicológicos.

El psicoanálisis, que fue la primera psicoterapia propiamente dicha,

ha dejado huella en el ámbito de la intervención psicológica a través de conceptos como la transferencia (función terapéutica que suscita la propia relación terapeuta-paciente), la resistencia al cambio y la interpretación de lo que el individuo muestra en su vida a la luz de los conceptos teóricos del psicoanálisis (Martorell, 1996; Pérez, 1998). Actualmente, estas terapias son muy poco utilizadas en el tratamiento de los delincuentes.

Los modelos humanístico-existenciales responden a la tradición

humanística y a la tradición fenomenológico-existencial. A partir de los conceptos de desarrollo personal o autorrealización, realzan la confianza en el sujeto para resolver sus problemas y dirigir su propia vida. Fundamentan el proceso de la terapia y la relación terapéutica como bases de la mejora personal. Una de las terapias más conocidas fue la de Glasser, cuyo objetivo terapéutico principal fue desarrollar la responsabilidad de los delincuentes, a partir de la planificación de la búsqueda de empleo y de una previsión más ordenada de su vida.

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El énfasis terapéutico de estos modelos reside, por encima de todo, en el propio proceso de la terapia, más que en una evaluación científica de los resultados. De este modo, han concedido máxima importancia a la relación terapéutica con el cliente.

Los acercamientos humanístico-existenciales utilizan una serie de

recursos técnicos para la terapia como los siguientes (Feixas y Miró, 1993; Sharp y Bugental, 2001): 1) atención al espacio terapéutico, de modo que no distraiga la atención del sujeto; 2) enfoque hacia el aquí y ahora, es decir, hacia los pensamientos y sentimientos que experimenta y preocupan al cliente en la actualidad, ya que nadie sabe tanto del problema como él mismo (Carpintero, 1998); 3) empleo de la fantasía, que permita que afloren los elementos emocionales no conscientes, y 4) utilización de la dramatización y la expresión corporal para representar los conflictos personales o interpersonales en que se encuentra inmerso el individuo.

Las terapias humanístico-existenciales han tenido una relativa

acogida entre los profesionales, no obstante, de algunas de ellas, se han derivado aportaciones relevantes para el conjunto de las intervenciones psicosociales tales como el énfasis en la importancia de la relación terapéutica y la utilización del grupo.

Los modelos sistémicos, por su parte, han puesto el énfasis

terapéutico en el cambio de los patrones de interacción personal, ya que considera que la disfunción en dicha interacción se hallaría en el origen de los trastornos y psicopatologías individuales. Su objetivo preferente ha sido la terapia familiar, aunque más recientemente estos modelos se han abierto a otras formas de terapia individual o de pareja.

Como estrategias terapéuticas se han utilizado procedimientos como la reformulación (del marco conceptual o emocional en el que tiene lugar el problema), la utilización (favorable o terapéutica) de la resistencia al cambio que suelen presentar muchos individuos en tratamiento, para lo cual se llevan a cabo intervenciones paradójicas, consistentes en prescribir al sujeto el “no-cambio” y la perpetuación de sus síntomas, la pautación escénica y la reestructuración y el reencuadre. Se espera que ello actúe como revulsivo para realizar por parte de la familia, tales como la introducción de nuevos modos de reacción ante el individuo tratado.

Las terapias sistémicas puras han sido poco utilizadas en

delincuentes, sin embargo, una terapia actual con delincuentes juveniles llamada “terapia multisistémica”, ha tomado de este modelo la idea de que es imprescindible intervenir de modo coordinado en todos los sistemas que más pueden incidir en la vida de los sujetos.

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Los modelos cognitivos-conductuales son los más eficaces a la hora de intervenir con delincuentes, es por ello, que son los más utilizados en su tratamiento. El objetivo principal de estos modelos es entrenar a los sujetos en habilidades, cogniciones y emociones, competencias imprescindibles para la vida social.

El enfoque cognitivo-conductual es la opción científica más

reconocida por amplios sectores psicológicos en la actualidad, y de la que se han derivado un mayor número de técnicas de tratamiento, que han probado, mediante criterios empíricos, su eficacia terapéutica a un mayor número de trastornos psicológicos (Gacono et al., 2001). De acuerdo con una revisión efectuada en la obra de Pérez et al. (2003a,b,c), las terapias mejor establecidas, para un mínimo de dos tipos de trastornos, serían las siguientes y en el siguiente orden de prioridad: 1) las “terapias cognitivo-conductuales” generalmente de carácter multicomponente (se consideran bien establecidas en 17 grupos de trastornos); 2) la “modificación de conducta”, mediante procedimientos operantes (se considera bien establecida en nueve grupos de trastornos); 3) la “exposición en vivo” (bien establecida para siete tipos de trastornos); 4) la “desensibilización sistemática” (bien establecida para cuatro trastornos); 5) el “manejo de contingencias” (en cuatro trastornos); 6) la “reestructuración cognitiva” (en tres trastornos); 7) la “terapia de afrontamiento” (en tres trastornos); 8) la “relajación” (en tres trastornos); 9) el “entrenamiento en habilidades sociales” (en dos trastornos); 10) el “reforzamiento comunitario” (en dos trastornos); 11) la “terapia de conducta clínica”, que incluye el entrenamiento a padres y maestros en manejo de contingencias de conducta (en dos trastornos con niños); 12) el “modelado”, tanto participante como simbólico (en dos trastornos), y 13) la “saciación” (en dos trastornos). Además, las siguientes técnicas están bien establecidas para al menos un tipo de trastorno: “exposición en la imaginación”, terapia “interpersonal”, terapia “familiar”, terapia “psicoeducativa”, “biofeedback”, “economía de fichas”, “contrato conductual”, “intervención paradójica”, “control de estímulos” y “prevención de recaídas”. Muchas de estas técnicas de tratamiento son coincidentes con las que han mostrado mayor eficacia en el tratamiento de los delincuentes, por lo que también son con claridad la opción adoptada en este campo. En el tratamiento con delincuentes, las intervenciones basadas en modelos cognitivos-conductuales son con claridad las que han mostrado una mayor eficacia en diversas medidas evaluativas, lo que incluye también la reincidencia delictiva. Se basan en el principio general psicológico según el cual los procesos cognitivos influyen sobre la conducta. Así, se considera que si se modifican los pensamientos, los razonamientos y las capacidades cognitivas de resolución de problemas interpersonales de los delincuentes (lo que también implica enseñarles

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nuevas habilidades y conductas), se hace más probable su comportamiento prosocial y una reducción de la frecuencia y gravedad de sus actos delictivos.

Existen tres elementos principales que constituyen el tratamiento de

los delincuentes: cambio terapéutico, motivación y relación terapéutica. El cambio terapéutico hace referencia a aquel proceso de

crecimiento y mejora personal que podría tener lugar en un sujeto como resultado de su participación en un determinado tratamiento. Dicho proceso puede implicar cambios en su modo de pensar y en sus actitudes, en sus reacciones emocionales y sentimientos hacia otras personas o en sus comportamientos y hábitos. Como resultado final de los cambios operados durante el proceso terapéutico se espera que el sujeto tratado acabe resolviendo, o mejorando sustancialmente, los problemas que le llevaron al tratamiento en cuestión.

Según Kupler (1991), los diversos momentos o fases que pueden

atravesar la reacción de un sujeto a un tratamiento psicológico (como por ejemplo, para el caso del tratamiento de adictos a sustancias) son los siguientes:

1. Respuesta (frente al tratamiento): implica una reducción del 50 por

100 de los déficit que el sujeto presentaba con anterioridad. 2. Remisión: completa desaparición de los problemas que

anteriormente presentaba y vuelta del sujeta a su funcionamiento de vida normal.

3. Recuperación: mantenimiento de la remisión durante al menos seis meses.

4. Recaída: resurgimiento de los problemas en algún momento de las fases precedentes de remisión o de recuperación.

5. Recurrencia: la sintomatología reaparece tras la recuperación. Sin embargo, el proceso de cambio terapéutico no es generalmente lineal sino que un individuo puede ir y venir de unos estadios a otros a lo largo de periodos prolongados. Por ello hay que prestar atención a tres cuestiones relevantes en el cambio terapéutico. La primera, la relativa a los factores psicoterapéuticos que podrían ser los causantes de las mejoras producidas por el tratamiento. La segunda, el propio proceso de cambio terapéutico y sus etapas principales (Concienciación, alivio por dramatización, reevaluación ambiental, autorreevaluación, autoliberación. Liberación social, manejo de contingencias, relaciones de ayuda,

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contracondicionamiento y control de estímulos), y, por último, la importante cuestión de la motivación de los delincuentes para cambiar.

La motivación para cambiar es otro elemento nuclear que plantea

abiertamente la cuestión de en qué grado una persona desea modificar su comportamiento y desistir de la delincuencia.

McNeil (2003) ha analizado la motivación para la desistencia en el

delito y ha hallado tres tipos de factores que interaccionarían para fortalecerla o dificultarla:

1. La edad y el nivel de maduración. 2. Las transiciones vitales y los vínculos sociales 3. Las narrativas subjetivas, las actitudes y la motivación.

Según Miller y Rollnick (2002), los cinco principios claves del

trabajo motivacional que debe realizarse para favorecer el cambio terapéutico serían:

1. Expresar empatía a los sujetos. 2. Desarrollar su percepción de las propias inconsistencias. 3. Evitar la discusión. 4. Trabajar la resistencia al cambio. 5. Apoyar la autoeficacia

En cuanto a la relación terapéutica se considera que cuanto mayor

sea esa relación, mayores serán los beneficios esperables del tratamiento. Aspectos como la empatía, la aceptación positiva de los sujetos, calidez en las interacciones con ellos y autenticidad y congruencia son condiciones facilitadoras de la terapia. Para que esto se pueda dar, es imprescindible una buena formación y entrenamiento de los terapeutas.

Tellier y Serin (2001) han realzado la importancia, para la mejor

alianza terapéutica, de que los terapeutas tengan unas evidentes actitudes positivas hacia los delincuentes participantes en un programa, y Ward y Brown (2004) las ha concretado en los siguientes aspectos:

• Que no los juzguen y les muestren su respeto. • Que los consideren, como al resto de los seres humanos, capaces

de “hacer el mal” pero también de “hacer el bien”. • Que les ofrezcan aceptación y les transmitan la posibilidad de

“olvido”, que constituye un elemento imprescindible en el proceso de cambio de comportamiento.

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• Que los terapeutas muestren autenticidad. Marshall y Serran (2004; Marshall et al., 2002) han revisado

ampliamente y evaluado la influencia de las características de los terapeutas que trabajan con delincuentes. Sus conclusiones principales indican que para mejorar la eficacia de los programas resultan claves los siguientes elementos:

• La facilitación de la cohesión grupal y de la autoestima. • Un estilo terapéutico flexible. • La calidad de la relación terapeuta-participantes, favorecida por

un estilo de trabajo colaborativo. • La promoción de la expresión emocional por parte de los sujetos. • El ofrecimiento de apoyo a los mismos. Se ha de insistir en que la competencia profesional es el primer y

necesario requisito. Para su logro son imprescindibles la formación teórica adecuada, el entrenamiento y la supervisión oportunos y, finalmente, la experiencia profesional (Buela-Casal et al., 2001).

Para concluir este apartado se ha hecho referencia a algunos

elementos éticos y jurídicos de tratamiento en general y de los delincuentes en particular. Para ello se han revisado tanto las normas deontológicas como algunas leyes que constituyen referentes normativos para el tratamiento clínico. Más allá de las normas específicas, en el tratamiento de los delincuentes un criterio deontológico de general utilidad es la validez social de los programas aplicados. La validez social haría referencia a una valoración de la relevancia y pertinencia de los objetivos de los programas de tratamiento y de sus fundamentos técnicos.

La finalidad última de todo lo descrito es que los programas con

delincuentes deben resultar beneficiosos para los sujetos tratados y para el sistema social en el que viven, reduciendo la incidencia y prevalencia delictivas. Es por ello por lo que se llevan a cabo diferentes modelos terapéuticos para el logro de dichos objetivos teniendo en cuenta los tres elementos nucleares del tratamiento con los delincuentes a los que ya hemos hecho referencia. 2.8. El Tratamiento de la drogodependencia Obviando los tratamientos médicos y farmacológicos para el tratamiento de la desintoxicación y deshabituación a drogas, nos centraremos en los tratamientos de tipo psicosocial.

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La mayoría de los programas de tratamiento de la deshabituación a

drogas se enmarca en los modelos cognitivo-conductuales. Se introducen los conceptos de cambio terapéutico y relación terapéutica por tener un peso relevante en la eficacia y efectividad de los tratamientos.

Los modelos psicodinámicos, que se fundamenta en el psicoanálisis

de Freud, consideran la conducta de consumo como síntoma manifiesto de los conflictos internos que experimenta el individuo, ubicados generalmente en el subconsciente de la mente humana. Las técnicas psicoanalíticas más utilizadas en la actualidad son el tratamiento psicoanalítico convencional, la psicoterapia dinámica, la psicoterapia analítica de expresión, de apoyo, breve y focal.

Los modelos humanístico-existenciales responden a la tradición

humanística y a la tradición fenomenológico-existencial. A partir de los conceptos de desarrollo personal o autorrealización, realzan la confianza en el sujeto para resolver sus problemas y dirigir su propia vida. Fundamentan el proceso de la terapia y la relación terapéutica como bases de la mejora personal. Una de las terapias más conocidas fue la de Glasser, cuyo objetivo terapéutico principal fue desarrollar la responsabilidad de los consumidores, a partir de la planificación de la búsqueda de empleo e incorporación social y de una previsión más ordenada de su vida.

El énfasis terapéutico de estos modelos reside, por encima de todo,

en el propio proceso de la terapia, más que en una evaluación científica de los resultados. De este modo, han concedido máxima importancia a la relación terapéutica con el cliente.

Las terapias humanístico-existenciales han tenido una relativa

acogida entre los profesionales, no obstante, de algunas de ellas, se han derivado aportaciones relevantes para el conjunto de las intervenciones psicosociales tales como el énfasis en la importancia de la relación terapéutica y la utilización del grupo.

Los modelos sistémicos, por su parte, han puesto el énfasis

terapéutico en el cambio de los patrones de interacción personal, ya que considera que la disfunción en dicha interacción se hallaría en el origen de los trastornos y psicopatologías individuales. Su objetivo preferente ha sido la terapia familiar, aunque más recientemente estos modelos se han abierto a otras formas de terapia individual o de pareja.

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Como estrategias terapéuticas se han utilizado procedimientos como la reformulación (del marco conceptual o emocional en el que tiene lugar el problema), la utilización (favorable o terapéutica) de la resistencia al cambio que suelen presentar muchos individuos en tratamiento, para lo cual se llevan a cabo intervenciones paradójicas, consistentes en prescribir al sujeto el “no-cambio” y la perpetuación de sus síntomas, la pautación escénica y la reestructuración y el reencuadre. Se espera que ello actúe como revulsivo para realizar por parte de la familia, tales como la introducción de nuevos modos de reacción ante el individuo tratado.

Los modelos cognitivos-conductuales son los más eficaces a la hora

de intervenir con drogodependientes, es por ello, que son los más utilizados en su tratamiento. El objetivo principal de estos modelos es entrenar a los sujetos en habilidades, cogniciones y emociones, competencias imprescindibles para la vida social.

El enfoque cognitivo-conductual es la opción científica más

reconocida por amplios sectores psicológicos en la actualidad, y de la que se han derivado un mayor número de técnicas de tratamiento, que han probado, mediante criterios empíricos, su eficacia terapéutica a un mayor número de trastornos psicológicos y adicciones (Gacono et al., 2001).

Existen tres elementos principales que constituyen el tratamiento de las drogodependencias: cambio terapéutico, motivación y relación terapéutica.

El cambio terapéutico hace referencia a aquel proceso de

crecimiento y mejora personal que podría tener lugar en un sujeto como resultado de su participación en un determinado tratamiento. Dicho proceso puede implicar cambios en su modo de pensar y en sus actitudes, en sus reacciones emocionales y sentimientos hacia otras personas o en sus comportamientos y hábitos. Como resultado final de los cambios operados durante el proceso terapéutico se espera que el sujeto tratado acabe resolviendo, o mejorando sustancialmente, los problemas que le llevaron al tratamiento en cuestión.

Sin embargo, el proceso de cambio terapéutico no es generalmente

lineal sino que un individuo puede ir y venir de unos estadios a otros a lo largo de periodos prolongados. Por ello hay que prestar atención a tres cuestiones relevantes en el cambio terapéutico. La primera, la relativa a los factores psicoterapéuticos que podrían ser los causantes de las mejoras producidas por el tratamiento. La segunda, el propio proceso de cambio terapéutico y sus etapas principales (Concienciación, alivio por dramatización, reevaluación ambiental, autorreevaluación, autoliberación.

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Liberación social, manejo de contingencias, relaciones de ayuda, contracondicionamiento y control de estímulos), y, por último, la importante cuestión de la motivación de los drogodependientes para cambiar.

La motivación para cambiar es otro elemento nuclear que plantea

abiertamente la cuestión de en qué grado una persona desea modificar su comportamiento y desistir de la drogodependencia.

Según Miller y Rollnick (2002), los cinco principios claves del

trabajo motivacional que debe realizarse para favorecer el cambio terapéutico serían:

• Expresar empatía a los sujetos. • Desarrollar su percepción de las propias inconsistencias. • Evitar la discusión. • Trabajar la resistencia al cambio. • Apoyar la autoeficacia

En cuanto a la relación terapéutica se considera que cuanto mayor

sea esa relación, mayores serán los beneficios esperables del tratamiento. Aspectos como la empatía, la aceptación positiva de los sujetos, calidez en las interacciones con ellos y autenticidad y congruencia son condiciones facilitadoras de la terapia. Para que esto se pueda dar, es imprescindible una buena formación y entrenamiento de los terapeutas.

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