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Introducción El Trabajo Social, como disciplina de las cien- cias sociales, desarrolla conocimientos que le permitan analizar la realidad, compleja, en la que interviene. Concretamente, y por su di- mensión colectiva (De Robertis y Pascal, 2007), la disciplina se esmera en desplegar instrumen- tos analíticos que le permitan comprender los ejes fenomenológicos que dan lugar a esta di- mensión. Uno de ellos es el problema de la ac- ción colectiva. Precisamente es está última la que sustenta la articulación de la dimensión colectiva; es decir, el Trabajo Social interviene con grupos, comunidades, organizaciones, etc., porque unos individuos están dispuestos/as a cooperar y coordinarse para alcanzar un bien Mecanismo de la dramatización de la protesta: táctica y estrategia. Un análisis desde Argentina A Mechanism for the Dramatization of the Protest: Tactics and Strategy. An nalysis from Argentina Maria Rosa HERRERA GUTIÉRREZ Universidad Pablo de Olavide [email protected] Recibido: 26/01/2012 Revisado: 08/03/2012 Aceptado: 24/05/2012 Disponible on line: 03/08/2012 Resumen Este artículo presenta un modelo analítico que permite comprender la «cocina de la protesta», es decir, los activistas que optan por realizar protestas sociales ¿cómo eligen la estrategia para presentar sus reclamos colectivos? y ¿cómo es- cogen entre las diferentes tácticas posibles? Estas cuestiones remiten a la extensión y la intensidad de la contienda po- lítica, dimensiones clásicas en el estudio de las movilizaciones sociales. Además, para dar cuenta de la intensidad de la protesta, se propone una metodología que permite tratarla con independencia de la frecuencia con la que suceden los eventos de protesta. Desde esta perspectiva, se estudia el ciclo de protesta ocurrido en Argentina entre 1998 y 2005 y se analizan las curvas, en extensión e intensidad, de las corrientes contenciosas producidas en ese periodo. Finalmente se reflexiona acerca de la pertinencia, para Trabajo Social, del estudio de este fenómeno. Palabras clave: contención política, protesta social, acción colectiva, dimensión colectiva del Trabajo Social. Abstract This paper presents an analytical model for understanding the making of the protest, that is, how do activists who choose to engage in social protest choose the strategy of protest? and how do the choose between different tactics? These issues concern the extent and intensity of political disputes, classical dimensions in the study of social mo- vements. Further, to show the intensity of the protest, we propose a methodology which enables us to discuss the to- pic independently of the frequency of protest vens. With this analytical-methodological framework, we study the cycle of protest in Argentina (1998-2005) and analyze the trends, in extent and intensity, of the disputes producing during this period. Finally, we reflect on the relevance of studying this phenomenon for the discipline of Social Work. Key words: political disputes, social protest, collective action, collective dimension of Social Work. Referencia normalizada: Herrera Gutiérrez, M. R. (2012): «Mecanismo de la dramatización de la protesta: táctica y estrategia. Un análisis desde Argentina». Cuadernos de Trabajo Social, 25(2): 413-425. Sumario: Introducción. 1. La protesta como contienda política. 2. Dramatizar la contienda: las estrategias y las tácticas de los actores. 3. La puesta en escena del ciclo de protesta argentino. 4. A modo de conclusión. Principa- les aportes y una cuestión abierta: ¿por qué interesa al Trabajo Social la contienda política? 5. Referencias bibliográ- ficas. Cuadernos de Trabajo Social ISSN: 0214-0314 Vol. 25-2 (2012) 413-425 http://dx.doi.org/10.5209/rev_CUTS.2012.v25.n2.39626 413

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IntroducciónEl Trabajo Social, como disciplina de las cien-cias sociales, desarrolla conocimientos que lepermitan analizar la realidad, compleja, en laque interviene. Concretamente, y por su di-mensión colectiva (De Robertis y Pascal, 2007),la disciplina se esmera en desplegar instrumen-tos analíticos que le permitan comprender los

ejes fenomenológicos que dan lugar a esta di-mensión. Uno de ellos es el problema de la ac-ción colectiva. Precisamente es está última laque sustenta la articulación de la dimensióncolectiva; es decir, el Trabajo Social intervienecon grupos, comunidades, organizaciones, etc.,porque unos individuos están dispuestos/as acooperar y coordinarse para alcanzar un bien

Mecanismo de la dramatización de la protesta:táctica y estrategia. Un análisis desde Argentina

A Mechanism for the Dramatization of the Protest: Tactics and Strategy.An nalysis from Argentina

Maria Rosa HERRERA GUTIÉRREZUniversidad Pablo de Olavide

[email protected]

Recibido: 26/01/2012Revisado: 08/03/2012Aceptado: 24/05/2012Disponible on line: 03/08/2012

ResumenEste artículo presenta un modelo analítico que permite comprender la «cocina de la protesta», es decir, los activistasque optan por realizar protestas sociales ¿cómo eligen la estrategia para presentar sus reclamos colectivos? y ¿cómo es-cogen entre las diferentes tácticas posibles? Estas cuestiones remiten a la extensión y la intensidad de la contienda po-lítica, dimensiones clásicas en el estudio de las movilizaciones sociales. Además, para dar cuenta de la intensidad de laprotesta, se propone una metodología que permite tratarla con independencia de la frecuencia con la que suceden loseventos de protesta. Desde esta perspectiva, se estudia el ciclo de protesta ocurrido en Argentina entre 1998 y 2005 yse analizan las curvas, en extensión e intensidad, de las corrientes contenciosas producidas en ese periodo. Finalmentese reflexiona acerca de la pertinencia, para Trabajo Social, del estudio de este fenómeno.Palabras clave: contención política, protesta social, acción colectiva, dimensión colectiva del Trabajo Social.

AbstractThis paper presents an analytical model for understanding the making of the protest, that is, how do activists whochoose to engage in social protest choose the strategy of protest? and how do the choose between different tactics?These issues concern the extent and intensity of political disputes, classical dimensions in the study of social mo-vements. Further, to show the intensity of the protest, we propose a methodology which enables us to discuss the to-pic independently of the frequency of protest vens. With this analytical-methodological framework, we study the cycleof protest in Argentina (1998-2005) and analyze the trends, in extent and intensity, of the disputes producing during thisperiod. Finally, we reflect on the relevance of studying this phenomenon for the discipline of Social Work.Key words: political disputes, social protest, collective action, collective dimension of Social Work.

Referencia normalizada: Herrera Gutiérrez, M. R. (2012): «Mecanismo de la dramatización de la protesta: táctica yestrategia. Un análisis desde Argentina». Cuadernos de Trabajo Social, 25(2): 413-425.

Sumario: Introducción. 1. La protesta como contienda política. 2. Dramatizar la contienda: las estrategias y lastácticas de los actores. 3. La puesta en escena del ciclo de protesta argentino. 4. A modo de conclusión. Principa-les aportes y una cuestión abierta: ¿por qué interesa al Trabajo Social la contienda política? 5. Referencias bibliográ-ficas.

Cuadernos de Trabajo Social ISSN: 0214-0314Vol. 25-2 (2012) 413-425 http://dx.doi.org/10.5209/rev_CUTS.2012.v25.n2.39626

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colectivo (o evitar un mal colectivo). A partirde este presupuesto, consideramos relevante de-sarrollar, desde la disciplina, algunos modelosanalíticos que permitan comprender los meca-nismos de la acción colectiva, puesto que dalugar a un campo de intervención.

En ocasiones y cada vez con mayor frecuen-cia esa acción colectiva se manifiesta en térmi-nos de contienda política, en tanto que se orien-ta a la reivindicación de unos intereses colectivosque unos actores les reclaman a otros y, si elEstado no es el objetivo (target) de esas reivin-dicaciones, se intenta vincularlo o como su pa-trocinador o bien como árbitro. Incluso, a ve-ces, esa contienda asume formas de protesta social.

De modo que la dimensión colectiva de Tra-bajo Social interviene en campos problemáti-cos, cruzados no pocas veces por procesos de con-tienda política; por ello es pertinente que ladisciplina desarrolle instrumentos analíticos quele permitan aprehender el complejo desarrollode la acción colectiva en todas sus dimensiones.

En estas páginas proponemos un modeloque facilite la comprensión de la estrategia y latáctica de los/as líderes sociales que promuevenla contienda política, reconstruyendo de estemodo la racionalidad de quien desarrolla unaacción colectiva contenciosa. Se trata de escu-driñar «la cocina» de la movilización popular.Para ejemplificar esta propuesta analítico-me-todológica abordamos el ciclo de protesta enArgentina entre 1998 y 2005. Posteriormente sereflexionará sobre la pertinencia del estudio dela contienda política para Trabajo Social

1. La protesta como contienda políticaCreemos que la perspectiva de la contienda po-lítica es una vía analítica esclarecedora paraestudiar los problemas de producción de la pro-testa social, en tanto que integra al evento deprotesta como unidad de análisis en un proce-so de interacción episódica y sociopolítica enel que algunos actores sociales, mediante ac-ción colectiva con algún nivel de perturbación,expresan una disconformidad con el objeto deinfluir en «las políticas».

Por contención política, se entiende la inter-acción episódica, pública y colectiva, entre losreivindicadores y sus objetivos (target), cuan-do al menos un gobierno es uno de los reivin-dicadores o blanco (target) de reivindicacioneso es parte en ellas; y las reivindicaciones, en ca-

so de ser satisfechas, afectarían a los interesesde al menos uno de los reivindicadores (McA-dam, Tarrow y Tilly, 2005, p. 5). Califican co-mo tal los fenómenos de lucha popular, talescomo los ciclos de protesta, las olas de demo-cratización, los movimientos sociales, las revo-luciones y las campañas de protestas.

Este modo de abordar las luchas políticascolectivas permite superar la tradicional dico-tomía entre la política institucionalizada y noinstitucionalizada, que es por otro lado incon-veniente en tanto no posee una frontera clara-mente infranqueable y los intereses en pugnatransitan permanentemente entre unas y otrasarenas (McAdam, Tarrow y Tilly, 2005, p. 7).En oposición a esta distinción clásica, los auto-res proponen diferenciar entre dos categorías:la contienda contenida y la transgresiva.

La divergencia entre estas subcategorías re-side en el status de los actores que intervienenen el conflicto y en el de la acción colectiva. Con-cretamente, en la contienda contenida todas laspartes en conflicto están previamente estable-cidas como actores políticos constituidos; mien-tras que en la contienda transgresiva algunosde los participantes son actores políticos recien-temente autoidentificados o al menos algunade la partes emplea acciones colectivas innova-doras; entendiéndose como tales aquellas ac-ciones en las que la novedad recae o en las rei-vindicaciones o en el objetivo (target) o en lasautorrepresentaciones colectivas o en los me-dios utilizados (McAdam, Tarrow y Tilly, 2005,p. 8). De todos modos, ambas subcategorías sonsusceptibles de localización allí donde conver-jan tres rasgos de la vida social: la contienda,la política y la acción colectiva (Tilly y Tarrow,2006). En los párrafos que siguen se busca re-flexionar acerca de cada uno de los aspectosque componen la contienda política.

De forma sencilla, la contención implica lareivindicación de los intereses de una parte so-bre los de la otra y la resolución de los intere-ses de quien genera el clamor tiene siempre efec-tos sobre los intereses de la otra. En definitivaen la contención interviene un sujeto —quienreclama— un objeto —el target de la reclama-ción—, y una demanda (Tilly y Tarrow, 2006).Si bien, la contención está presente en la vidacotidiana de modo permanente, la que interesaen este artículo es aquella que posee carácterepisódico y público.

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La contienda que estudiamos, además, espolítica en tanto que las partes efectúan reivin-dicaciones, vinculando de algún modo a algunaagencia gubernamental (Tilly, 2008, p. 5) comoobjetivo, patrocinador o antagonista de la con-tienda. Además el Estado es el organizador delsistema político y articula las relaciones entrelos grupos en contienda y el sistema de repre-sentación de intereses institucionalizado (Jen-kins y Klendermans, 1995). En definitiva, la po-lítica incide en la contienda, dibujando los límites,arbitrando las reglas del juego contencioso, co-accionando a quienes juegan fuera de los espa-cios establecidos, pero también la contienda in-cide en la política en tanto que las institucionesdemocráticas, la forma que adquieren los regí-menes democráticos, son producto de las tra-yectorias de luchas populares, en otras palabras,incluso los cambios de régimen que afectan elgrado de democratización podrían explicarsepor la cultura de contienda política de su ciuda-danía (Tilly, 2007, p. 6).

Finalmente, la contención política que es-tudiamos es producto de los esfuerzos compar-tidos de un grupo de individuos por alcanzarun bien público, (Tilly y Tarrow, 2006); por lotanto cabe atender a los principales dilemas ensu producción: la cooperación y la coordinación(Olson, 1965; Moore, 1995; Hardin, 1991; Ober-schall, 1994; Hardin, 1995; 1991; 1971). El pri-mer problema consiste en resolver si un grupode individuos, al identificar la posibilidad deconseguir un bien público (o evitar un mal co-lectivo), estaría dispuesto a cooperar para al-canzarlo (o evitarlo); el segundo problema serefiere a la definición de los medios, las estra-tegias y tácticas que deben coordinar esos in-dividuos, ya dispuestos a cooperar (Hardin,1991).

Así pues, desde un punto de vista analítico,cabe pensar en una secuencia en la que unosactores intencionales, que están convencidosdel beneficio de actuar juntos, deben coordinarlas acciones que van a desarrollar. Esto signifi-ca que el empresariado de la contienda se invo-lucraría en un proceso de reflexión, discusión ynegociación respecto a los cursos de acción aseguir (Marwell y Oliver, 1993). Este trabajopretende estudiar el proceso en el que el em-presariado de la contienda debe determinar doscuestiones: por un lado, si es apropiado o nopresentar públicamente la contienda, lo que lla-

maremos la decisión sobre la estrategia a seguir;y por otro lado, la forma concreta con que lo ha-rán, lo que denominamos la selección de la tác-tica.

2. Dramatizar la contienda: las estrategiasy las tácticas de los actoresEn concreto, la cuestión que interesa analizares el proceso que lleva al desarrollo de la con-tienda y la forma concreta como se hace. Estefenómeno supone, analíticamente desde la pers-pectiva de los promotores o el empresariado po-lítico de la contienda, que han de enfrentar dosdecisiones: una referida a la estrategia de cana-lización de la contienda política, y la otra sobrela táctica que se desarrolla. O con mayor clari-dad: por un lado, si se protesta en vez de utili-zar la mediación y la negociación con las auto-ridades públicas por los canales (formales ono) establecidos para ello; y por otro lado, quépapeles se representan, si se nos permite utili-zar esta expresión, qué coreografía proponen(marchan o abrazan un símbolo, bailan batuca-das o bien acampan), con qué elementos esceno-gráficos (pancartas, carteles, símbolos, carpas,etc.) e incluso, en ocasiones, si utilizan vestua-rios especiales (colores especiales, chalecos, pa-ñuelos, trajes tradicionales, pintadas en la cara,etc.). Este fenómeno supone que, a veces, la con-tienda política se dramatiza públicamente cuan-do se opta por utilizar canales no formalizadospara reivindicar intereses colectivos —aun cuan-do se combine con mecanismos formalizados—y en este caso, se expresan como eventos co-lectivos, episódicos, públicos, perturbativos yde carácter directo.

Es decir, en la línea del dramaturgical analy-sis, en primer lugar, los/as líderes dirimen y ne-gocian si dramatizarán la contienda; y en unsegundo momento negocian la puesta en esce-na, lo que supone dos cuestiones: a) conocer laextensión del fenómeno, esto es, identificar losprocesos de dramatización de la contienda po-lítica, su número o frecuencia, y b) conocer lasformas con que se escenifica la contienda po-lítica. Para ello se suele atender a las performan-ces que los actores escogen entre el repertoriocontencioso que tienen disponibles; esto es, lasformas relativamente familiares y estandariza-das con que un conjunto de actores acompañansus clamores colectivos (Tilly y Tarrow, 2006;Tilly, 2008).

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En relación a esta última cuestión, desde laperspectiva analítica que propusiera Tarrow (1990,1997), se considerará la intensidad de la pro-testa por dos motivos. Por un lado, porque su-pone la conceptualización de la contienda po-lítica dramatizada mediante un concepto que,con cierta independencia de las formas concre-tas que adopte (performances), permite compa-rarlas entre sí. Esto es, la intensidad supone unequivalente funcional con el que se analizan di-ferentes performances en diferentes contextos.Y por el otro, la elección de este concepto depen-de de la valoración táctica que realizan los/aslíderes que buscan maximizar la exposición alos medios de comunicación, maximizar el im-pacto en terceros, y por lo tanto también maxi-mizar las oportunidades de éxito (Lipsky, 1965,p. 163)

Por tanto, la intensidad de la contienda po-lítica dramatizada dependerá del grado en quese considere que una táctica concreta (una per-formance) será más o menos eficiente y exito-sa. Para ello, los/as líderes pueden escoger for-mas de protesta que responden a tres tipos delógicas, o bien, a ciertas combinaciones de és-tas: la lógica del daño, la lógica del número, ola lógica del testimonio (Della Porta y Diani,2006). La primera de ellas consiste en infligirdaño material mediante la interrupción de ruti-nas sociales. La segunda supone alterar las ru-tinas diarias mostrando el apoyo social que po-seen los disidentes, al exponer públicamente elnúmero de seguidores y simpatizantes con losque se cuenta, o incluso, como mecanismo depresión a las autoridades públicas, en tanto esosapoyos son potenciales apoyos electorales. Fi-nalmente, la lógica del testimonio implica lademostración de ciertos valores y cultura alter-nativa, es decir, pretende trasmitir un mensajemediante el uso de formas de protesta con al-tos contenidos simbólicos.

En esta línea de razonamiento cabe pensarque la intensidad de la contienda y, específica-mente, de cada evento de protesta, es productode la resolución del dilema estratégico que en-frentan los/las líderes en busca del éxito o elimpacto de la puesta en escena y ésta dependede la combinación de incertidumbre y pertur-bación que cada performance entraña.

En concreto, la perturbación se entenderácomo una combinación de desafío a la autori-dad y al orden que esa autoridad custodia, la

capacidad de trastornar éste y el desarrollo dela vida cotidiana de la ciudadanía, y la capaci-dad de perjudicar directamente, ya sea de for-ma tangible —económicamente— o intangible—moralmente— al objeto de la confrontación.En esta dimensión impera la lógica del daño(Della Porta y Diani, 2006). Por ejemplo, unahuelga es altamente perturbadora, mientras queun abrazo humano no. Este rasgo de la accióncolectiva provoca costes reales, previsibles ymedibles, ya sea para el objeto de las reivindi-caciones, para la ciudadanía o para ambos.

Pero, cuando los costes son potenciales eindefinidos, como producto de la indetermi-nación de la duración, el desenlace y el poten-cial de difusión de un acto de protesta, habla-mos de la incertidumbre que provoca. Esta puededescansar en su innovación o imprecisión (porejemplo, la toma de edificio público, la secuen-cia de acciones puede endurecerse o alargarseen el tiempo, dependiendo de la reacción de lasautoridades o los desafiados, también la huel-ga de hambre, los encadenamientos y otros ti-pos de performances con alto contenido sim-bólico); pero, sobre todo, cabe destacar que iríaasociada a la lógica del testimonio, puesto queésta entraña la búsqueda del impacto median-te acciones innovadoras y llamativas. Tambiéncabe pensar que la selección de formas que com-binan la incertidumbre con la perturbación pue-de dar cuenta de que en su elección subyace lalógica del número con la que se busca mostrarel volumen de apoyos, de lo que se deriva la po-tencial capacidad de perturbación (Della Por-ta y Diani, 2006) (y conllevan implícitamentela posibilidad latente de la violencia bien es-pontánea, bien infiltrada o bien provocada (Schus-ter, 2005). Aunque también es verdad que es-ta posibilidad latente de violencia viene rela-cionada con contextos de inestabilidad políti-ca y social). Esto supone que en el hecho dedramatizar la contienda política y de hacerlode una forma concreta existe una lógica porparte de sus promotores.

En el Grafico 1 se presente de modo esque-mático el modelo analítico con el que estamosplanteando este estudio.

3. La puesta en escena del ciclo de protestaargentinoEn definitiva, con esta forma de acercarnos ala movilización popular, pretendemos dar cuen-

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ta de la extensión y la intensidad del fenómenocontencioso, atendiendo a lo que ocurre «en lacocina» de la protesta. Se trata de reconstruir laracionalidad del actor colectivo que «está en lacalle». Este modelo ha sido utilizado para elestudio del ciclo de protesta en Argentina ocu-rrido entre 1998-2005 (Herrera, 2008), y unaparte de los resultados se presentan en los pá-rrafos que siguen.

3.1. Breves precisiones metodológicasEl análisis empírico se ha realizado mediante elProtestEventAnalyisis (Oslak, 1989; Koopmansy Ructh, 2002; Fillieule y Jiménez, 2003; Earl etal., 2004) y se han buscado, seleccionado y co-dificado todos los eventos de protesta ocurridosen Argentina durante 1998-2005. Para escogerla fuente de datos se ha realizado una rigurosavaloración comparando las fuentes disponibles(base de datos oficiales, documentación de mo-vimientos sociales, prensa). Una vez que se op-tó por esta última se efectuó, con los periódicosde tirada nacional con acceso en Internet, unanálisis de idoneidad mediante el que se compa-ró: la cobertura territorial, la tirada, el sesgo ide-ológico y el motor de búsqueda. Estos procesosarrojaron como resultado que Clarín.com repre-sentaba la fuente más apropiada.

Los eventos reflejados en esta fuente esco-gida arrojan los siguientes datos: un total de3.209 eventos y 4.142 performances, con los quese ha construido una Base de datos dramatiza-ción de la protesta Argentina 1998-2005 y pos-teriormente se ha intentado validar esa base de

datos —que ha sido además «cualificada» contrabajo etnográfico— evaluando los sesgos deselectividad y descripción (Koopmans y Rucht,2002). El primero ha sido estimado mediantela comparación entre diferentes tipos de fuen-tes (nuestra BDDP, ficheros policiales, consul-tora de Investigación Social Independiente).En relación al sesgo de descripción, la literatu-ra (Earl et al., 2004) enseña que los periódicosnacionales suelen ser exactos con los ítems du-ros de la información, que son los que se traba-jaran en este artículo.

A partir de esos datos se ha podido dar cuen-ta de la estrategia de los actores sociales y desu disposición a dramatizar la contienda. Asípues, se ha reconstruido la curva de la exten-sión de la protesta, contando los eventos deprotesta ocurridos, para ello se ha consideradola localidad y la fecha en la que tuvieron lugar.

Respecto a la táctica que desarrollan los ac-tores, como se ha dicho, debemos observarlaen la performances que han escogido, o la com-binación de estas, y concretamente en el nivelde intensidad de esa puesta en escena, que es elresultado de la lógica racional de unos actorescolectivos.

Construir el indicador de intensidad ha su-puesto una tarea más laboriosa. En primer lugarse ha realizado un trabajo etnográfico, con ob-jeto de identificar los niveles de perturbación eincertidumbre de las performances que se habí-an recogido mediante el ProtestEventAnalyisis.Este ha consistido en observaciones participan-tes, estudio documental y entrevistas a infor-

Gráfico 1. Los conceptos y dimensiones del estudio.Fuente: Elaboración propia.

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mantes claves. Posteriormente se ha codificadoy medido mediante consulta entre expertos. Enconcreto, se ha realizado una encuesta on line a30 informantes, tanto especialistas argentinos/as,que tuvieran o hubiesen tenido alguna trayecto-ria de militancia en alguna de las corrientes con-tenciosas producida durante ese período, así co-mo a informantes no argentinos, como modo decontrastar los resultados desde una perspectivano mediatizada por la experiencia; si se quiere,como grupo de control. (En la encuesta se lespedía que valorasen, mediante una escala del 1al 10, el nivel de perturbación y el nivel de in-certidumbre que consideraban generan cada unade formas de protesta registradas en el periodo1998-2005.

3.2. Extensión e intensidad de la protesta:Argentina 1998-2005Para el cado argentino, la distribución anual delos eventos de protesta muestra claramente lapresencia de un ciclo de protesta (Herrera, 2008),al menos considerando el indicador de aumen-to en la frecuencia de interacciones contencio-sas entre los movimiento de protesta y las auto-ridades (Tarrow, 1997). A partir de 1998 se observaun claro crecimiento de la curva de frecuencia,cuyo pico se posiciona entre 2001 y 2002, estosdos años concentran el 38 por ciento de loseventos de protesta de todo el periodo. Duranteeste periodo, que la literatura denomina momentof madness (Zolberg, 1972) tuvo lugar el episo-dio de lucha popular, conocido como el argen-tinazo, que provocó la renuncia del presidente

electo (dos años antes) Fernando de la Rúa y dejócomo saldo 37 muertos, un millar de heridos y4.500 detenidos. A partir de 2003 la frecuenciadel uso de la protesta desciende sensiblemente,cerrando el periodo con porcentajes similares alos de 1998.

Sin embargo, la distribución territorial delos eventos de protesta muestra una importan-te diferencia entre estados provinciales. Comose observa en el Gráfico 2, el 50 por ciento delvolumen total de eventos de protesta produci-dos se concentran entre la capital federal y la

ConceptoDimensión

Sub-dimensión IndicadorMedia

Nde análisis anual

Estrategia Extensión Frecuencia Nº de eventos de protesta 401 3.209del actor

Táctica Intensidad Perturbación Nivel de perturbación 5,47(i) 4142(ii)del actor de las performances utilizadas

en cada evento de protesta

Incertidumbre Nivel de incertidumbre 4,77(i)de las performances utilizadas en cada evento de protesta

Tabla 1. Conceptos dimensiones e indicadores del estudio.Fuente: Base de Datos de Datos Dramatización de la Protesta Argentina 1998-2005 (elaboración propia).(i) Se refiere a la media (de incertidumbre y perturbación) de cada evento de protesta. (ii) Se refiere al to-tal de performances analizadas.

Frecuencia Porcentaje

1998 160 5,0

1999 374 11,7

2000 392 12,2

2001 571 17,8

2002 649 20,2

2003 394 12,3

2004 424 13,2

2005 245 7,6

Total 3.209 100

Tabla 2. Extensión de la contienda política. Fre-cuencia anual de eventos de protesta.Fuente: Base de Datos Dramatización de la Protes-ta Argentina 1998-2005 (elaboración propia).

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provincia de Buenos Aires. Esta polarizaciónde la actividad política de protesta, entre el in-terior y Buenos Aires se explica, en parte, porla altísima concentración de población en esasunidades territoriales-administrativas, que esun rasgo contante en la región latinoamericana.En tal sentido cabe considerar; por un lado,que el 38 por ciento de la población argentinase concentra en la provincia de Buenos Aires.Por otro lado, la ciudad autónoma de BuenosAires posee una densidad poblacional de 13.679habitantes por Km2, y su zona metropolitana,(jurisdiccionalmente perteneciente a la provin-cia) posee una densidad poblacional de 2.360habitantes por Km2, lo que la coloca el cuartopuesto de mega-metrópolis del mundo (tercerade Latinoamérica, después de Ciudad de Méxi-co y Sao Paulo) Cruz (Censo Poblacional de2001 —INDEC—).

En este sentido cabe atender a los estudiosde sociología urbana y participación políticaque ponen especial interés en la relación entreel tamaño de la comunidad y la participación.En concreto, de estos análisis cabría derivarque los grandes centros urbanos presentan cier-tos rasgos que actuarían como facilitadores dela producción de eventos de protesta. Por un la-do, la heterogeneidad de intereses y con ello,de conflictos potenciales; por el otro, la exis-tencia de un mayor número de personas poten-cialmente movilizables, y por último, la mayordensidad político-institucional, de importantesobjetivos (targets) a los que dirigir la protesta.

Cuando menos, el contar con un mayor volu-men de targets de movilización y la cercaníade éstos, suponen rasgos que facilitarían la de-cisión de dramatizar o no la contienda política(Oberschall, 1994; Navarro, 2008, Navarro yClarck, 2009).

Respecto a la intensidad de la contienda po-lítica, para conocerla debemos poner la miradaen las performances que los actores han utili-zado en cada evento de protesta. Durante el pe-riodo 1998-2005 se han registrado 21 formasde dramatizar la contienda (Tabla 3). La másutilizada en el periodo ha sido «el piquete» (23por ciento). No resulta, pues, sorprendente quese trate de la forma que en mayor medida haservido para ejemplificar el ciclo que se anali-za; pero además, porque supuso una innovacióncon una rápida difusión por los sectores que laintrodujeron —fogoneros y movimientos dedesocupados— entre los distintos movimientosde protesta, e incluso, entre grupos de interés.

Las marchas, las huelgas y las concentra-ciones han sido también formas muy utilizadasdurante el periodo de estudio (20 por ciento, 18por ciento y 13 por ciento del total, respectiva-mente). En el extremo, las menos utilizadashan sido el abrazo humano, la huelgas de ham-bre, el papelazo, el boicot, la clase pública, elencadenamiento, el estallido, etc. Cada una deestas «tecnologías» de protesta es el subpro-ducto de los dilemas estratégicos que, al res-pecto, han de resolver los/as líderes (Della Por-ta y Diani, 2006). Así pues, se trata de tácticas

Gráfico 2. Extensión de la contienda según estados provinciales (1998-2005).Fuente: Base de Datos. Dramatización de la Protesta Argentina 1998-2005 (elaboración propia).

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que se definen en función de los objetivos, lasdemandas y los mensajes que los/as líderes en-vían a diferentes públicos. Por ejemplo, respec-to a los activistas para reforzar la solidaridadinterna del grupo; hacia los medios de comuni-cación para difundir y captar notoriedad públi-ca respecto a sus demandas; pero también enrelación con los potenciales aliados, que quizáspreferirían formas moderadas, o las propias agen-cias gubernamentales, que prefieren socios enlos que se pueda confiar por su cohesión inter-na. Por lo tanto, cada forma de protestar entra-ña distintos niveles de intensidad y diferentescombinaciones de la perturbación que causan yla incertidumbre que provocan.

En la Tabla 3 también se muestra la mediade intensidad de cada performances y la combi-nación (media) de incertidumbre y perturba-ción que presentan. Así se puede observar queel estallido, el motín, el piquete y el escrachepresentan los mayores índices de intensidad; yen los cuatro casos el componente de perturba-ción es más alto que el de incertidumbre. Porotro lado, la huelga que tiene una intensidad de5.9 provoca más perturbación que incertidum-bre en la sociedad. En el otro extremo el enca-denamiento y la huelga de hambre (intensidad4.9 y 4.8 respectivamente) generan más incerti-dumbre (4.9 y 5.4) que perturbación (4.6 y 4.3).

Estudiado de este modo, la intensidad de latáctica utilizada para dramatizar la contiendaes independiente de la extensión del fenómeno,es decir, de la frecuencia con la que los actores

sociales han optado por la estrategia de protes-ta. De hecho si observamos el comportamien-to de este indicador en los diferentes estadosprovinciales cabe destacar que aquellos que pre-sentaban los niveles más altos de frecuencia dela protesta, como Buenos Aires, capital fede-ral, Córdoba o Santa Fe, muestran índices me-dio y medio bajo en la intensidad de sus protes-tas (Grafico 3). Mientras que Jujuy, Corrientes,Misiones y La Pampa, donde se ha dramatiza-do la contienda utilizando performances másintensas, tienen niveles bajos en la frecuenciade la protesta.

¿Cómo se explica esta diferencia territo-rial? En parte se explica a partir de los efectosdel urbanismo en la cultura política y la parti-cipación (Navarro, 2011) y la constitución delas agendas públicas y concretamente por la ló-gica de los medios masivos de comunicación(Klandermans e Goslinga, 1999) y —como yase ha expuesto— posee especial énfasis en so-ciedades con estructuras territoriales caracteri-zadas por pocos centros urbanos con altísimaconcentración urbana y grandes extensiones es-casamente pobladas.

En concreto, mientras que las organizacio-nes con sede en las grandes urbes (Buenos Aires, Córdoba, etc.) están más dispuestas adramatizar la protesta, porque la «vida metro-politana» multiplica y diversifica el potencialde demandas, y además cuentan con el incenti-vo de la cercanía al target, no necesitan imple-mentar performances en las que subyace la ló-

Gráfico 3. La intensidad de la protesta en las distintas provincias (media 1998-2005. Recorrido homogeni-zado 0-1).

Cuadernos de Trabajo Social 423Vol. 25-2 (2012) 413-425

María Rosa Herrera Gutiérrez Mecanismo de la dramatización de la protesta: táctica y estrategia...

gica del daño. Y este hecho por dos razones: po-seen recursos, además del estilo urbano de par-ticipación que les permite implementar la lógi-ca del testimonio en sus performances, ycuentan también con un mejor acceso a los me-dios de comunicación de masa, que en definiti-va son los que miden el impacto de la protesta.

Sin embargo, las organizaciones de Jujuy,Corrientes y La Pampa, por poner algún ejem-plo, requieren performances muy intensas paraatraer la atención de estos medios de comuni-cación, por lo que se mostrarían más dispues-tas a implementar la lógica del daño. Claro,que además de estos efectos contextuales, in-tervienen elementos que tienen que ver con elactor, la demanda y el ambiente político, peroque, por razones de espacio, no se desarrollanen este artículo.

Por otro lado, un análisis diacrónico de am-bas dimensiones, también permite observar quepresentan curvas claramente independientes(Grafico 4). La literatura explica esta diferen-cia como producto de la dinámica interna delos ciclos de protesta, en concreto, por los jue-gos de cooperación-competición-cooptación quese establecen entre todos los sectores involu-crados en el ciclo (Tarrow, 1984, 2002, 1997).En concreto, la fase alta de la curva de frecuen-cia se debería a la multiplicidad de actores «enla calle», y su descenso provocado porque al-gunos sectores de los movimientos de protestahan alcanzado sus reivindicaciones y se retira-rían del escenario, mientras que los que quedandeben utilizar tácticas más intensas para pro-ducir el mismo efecto en la sociedad, dando lu-gar a la fase ascendente de esta otra curva.

4. A modo de conclusión. Principales apor-tes y una cuestión abierta: ¿por qué le inte-resa al Trabajo Social la contienda política?Recapitulando, con este trabajo hemos queridomostrar que la producción de la protesta se di-rime al interior del núcleo más movilizado delos sectores contenciosos, en dos niveles dediscusión analíticamente identificables: a) de-terminación de la estrategia, y b) selección dela táctica. El primer nivel de discusión giraríaen torno a la pegunta: ¿realizamos un evento deprotesta colectivo? Si la respuesta es positiva,en el segundo nivel, las preguntas que subyaceson: ¿de qué modo?, ¿qué formato utilizare-mos?

Desde el punto de vista del analista, la pri-mera cuestión nos remite a la reconstrucción dela curva de la extensión de la contienda y la se-gunda a la de la intensidad. Se ha mostrado queambas dimensiones tienen, en el caso empírico,una distribución territorial y temporal indepen-dientes. Esta diferencia en su dinámica y evolu-ción nos permitiría concluir que, por un lado, setrata de dos unidades de análisis que exigen unaatención diferenciada, y por el otro, que los fac-tores que la explican pueden ser distintos. Estehecho pone de manifiesto la necesidad de des-entrañar analíticamente el nivel de definiciónde la estrategia por parte de los actores conten-ciosos, por un lado, y el de la elección de la tác-tica, por el otro, como dos momentos de delibe-ración razonada al interior de los núcleos másmovilizados del grupo en contienda. Este es elaporte principal de este trabajo.

Ahora bien, asumimos que la cuestión de lacontienda política no ha sido suficientemente ex-plorada por el Trabajo Social en la academia es-pañola, aunque existe una nutrida trayectoria deinvestigaciones en esta línea, en el acervo del Tra-bajo Social latinoamericano. Sin lugar a dudaslas diferentes trayectorias, en relación al tema quenos ocupa, se distinguen en la definición del ob-jeto de investigación del Trabajo Social, comodisciplina de las ciencias sociales (Barbero, 2006),pero fundamentalmente las divergentes trayec-torias investigadoras —creemos— difieren enla comprensión del campo profesional. Aunqueesta cuestión amerita una profunda reflexión,que por otro lado muchos/as colegas ya hanofrecido (Zamanillo, 1999; Gurbindo, 2008) yde forma rigurosa; si quisiéramos manifestar laadscripción, de quien suscribe, a estos debates.

Gráfico 4. Extensión e intensidad de la contiendapolítica (Argentina 1998-2005).Fuente: Elaboración propia-BDDP 1998-2005.

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María Rosa Herrera Gutiérrez Mecanismo de la dramatización de la protesta: táctica y estrategia...

En cuanto a la intervención la comprende-mos más allá de una perspectiva de instrumenta-ción de técnicas de atención social. Concreta-mente, en la línea de lo que plantea MargaritaRozas (2001), la intervención —creemos— esun campo problemático en la medida en que seconstituye en escenario cotidiano donde se obje-tivan las manifestaciones de la cuestión social yque atraviesa la vida cotidiana de los sujetos. Di-chas problemáticas se expresan en la vida coti-diana de los sujetos generando un conjunto detensiones que afectan sus condiciones de vida yque se constituyen en obstáculos para el proce-so de reproducción social (Rozas Pagaza, 2001).

Así pues, en la intervención es donde se ob-jetivan las diversas manifestación de la cuestiónsocial: la vulnerabilidad, el empobrecimiento, elparo, la precarización laboral, la descolectiviza-ción de las relaciones de trabajo, la marginali-zación, la des-ciudadanización, la fragmenta-ción social; así también como las estrategias delos sujetos frente a estos procesos, por ende lasdiversas estrategias colectivas. Nos referimos alas diferentes expresiones de la acción colecti-va, orientadas bien a la resolución cooperativade problemas puntuales o bien a la articulaciónde esfuerzos por politizar las necesidades co-lectivas o, si se prefiere otorgar status público

y rango político a las carencias a demandas ex-perimentadas (Herrera y Pérez, 2012).

Así pues, mientras que la intervención es elescenario en el que se problematiza la nuevacuestión social, es la investigación social la he-rramienta con la que generamos conocimientocientífico de las diversas manifestaciones deesa cuestión social. Y nos referimos a un cono-cimiento que no tenga, necesariamente, la fi-nalidad de articular respuestas inmediatas a laspreguntas que nos surgen en el campo de la in-tervención. En otras palabras se trata de de-sarrollar investigación básica que genere uncorpus de conocimiento que nos permita com-prender los diversos elementos del campo pro-blemático que da origen a la intervención (He-rrera y Pérez, 2012).

Es en esta línea en la que la pregunta por lacontienda política, los movimientos sociales, laacción colectiva y la protesta social interpela alTrabajo Social, en tanto son manifestación dela cuestión social que estructura su campo deintervención. En tal sentido cabe llamar laatención sobre la necesidad —y la oportuni-dad— de incorporar en la agenda de investiga-ción de la disciplina el problema de la accióncolectiva, la participación ciudadana y la con-tienda política.

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