Medios de Comunicación y Conflicto

47
Medios de Comunicación y Conflicto Armado Organizado por: Caracol Radio Caracol Televisión Casa Editorial El Tiempo Confecámaras Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Revista Semana Bogotá, 4 de febrero de 2004

description

Proceso de Paz Colombia

Transcript of Medios de Comunicación y Conflicto

Page 1: Medios de Comunicación y Conflicto

Medios de Comunicación y Conflicto Armado Organizado por: Caracol Radio Caracol Televisión Casa Editorial El Tiempo Confecámaras Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Revista Semana

Bogotá, 4 de febrero de 2004

Page 2: Medios de Comunicación y Conflicto

PANEL 1: EFECTOS DEL CONFLICTO ARMADO SOBRE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y PERIODISTAS

PONENCIA

La violencia contra la prensa en Colombia

Enrique Santos1

Quisiera hacer una breve sinopsis de lo que ha sido la evolución histórica del fenómeno de la violencia contra la prensa en Colombia: sin entrar en detalles, los años 40 y 50 de la violencia liberal – conservadora, tuvieron una prensa totalmente militante y partidista que contribuyó al ambiente de sectarismo de la época, que sufrió graves persecuciones y represalias. Esta violencia en torno a la prensa se superó casi totalmente con el Frente Nacional; sin embargo, la primera manifestación de una violencia sistemática y deliberada contra los medios y los periodistas arranca en los años 80 con el fenómeno del narcotráfico. Los primeros casos que nos alertaron fueron el de Raúl Echavarría Barrientos, subdirector del Occidente de Cali, asesinado al otro día de haber escrito una columna solidarizándose con una declaración del ex presidente Nixon, que en esa época había lanzado su primera guerra contra la droga; y el caso de Guillermo Cano, director de El Espectador, asesinado después de escribir varias columnas denunciando la penetración del narcotráfico en la sociedad colombiana. El caso de Jorge Enrique Pulido, director de un programa de televisión, asesinado después de haber pasado algunas emisiones sobre cómo trabajaba la DEA en la Costa Caribe y de incautaciones de droga en alta mar, para no hablar de decenas de otros casos de reporteros y periodistas menos prominentes, que durante este período fueron asesinados, secuestrados, amenazados. Las bombas estallaban sistemáticamente contra las sedes de la prensa por la denuncia del narcotráfico, pues la prensa se convirtió en una especie de última trinchera que seguía denunciando, mientras que gran parte del poder político, judicial, e inclusive policial, había sido penetrado o neutralizado, a través de la extorsión, del soborno o de la violencia física. Por no silenciarse, la prensa fue escogida de manera brutal por los carteles de la coca, particularmente por el cartel de Medellín, para atacarla. Fue el peor período que ha pasado la prensa colombiana en las últimas décadas. Este fenómeno merma hacia mediados de los noventa con el desmantelamiento de los carteles, pero comienza a surgir un factor nuevo de amenaza que es el conflicto armado. Guerrilleros y paramilitares aprendieron de los métodos mafiosos que la prensa era intimidable, que podía convertirse en objetivo militar, que podía volverse parte de esta pugna de que “quien no está conmigo está contra mí”. Y es así como a finales de los noventa el conflicto armado se convierte en el generador del mayor número de actos violentos contra los medios y contra los periodistas, y en una amenaza real contra la libertad de prensa. Entre 1998 y el 2003, por ejemplo, han sido asesinados sesenta y seis periodistas en Colombia, treinta y dos por razones confirmadas de oficio, veintitrés de ellos por motivos ligados con el conflicto armado, es decir, por paramilitares, por guerrilleros, en algunos casos por integrantes del narcotráfico o también de cuerpos de seguridad. Pero lo que hemos podido observar, analizando los últimos casos, es la aparición de un elemento no tan nuevo que se ha hecho más evidente aún: la corrupción política y administrativa. En medio 1Codirector del periódico El Tiempo. Ha estado vinculado a la Sociedad Interamericana de Prensa desde

1985.

Page 3: Medios de Comunicación y Conflicto

de este conflicto, los políticos corruptos han aprendido a pescar en el río revuelto del conflicto armado y han aprovechado esto para ajustar cuentas con los periodistas que los han denunciado y criticado en sus localidades, lo cual es una grave amenaza hoy en día. Además, se ha creado una alianza siniestra, sobre todo en la Costa Atlántica, entre gamonales, paramilitares y narcotraficantes, responsables de buena parte de los actos de violencia y de los asesinatos que han sufrido los periodistas en los últimos años. Sin duda es en las zonas más aisladas del conflicto armado, donde es más dramático el caso de los periodistas, generalmente modestos, que tienen una pequeña emisora regional o que tienen un quincenario. Ellos son vulnerables, están expuestos y muchas veces son obligados a sobrevivir fungiendo simultáneamente como líderes políticos o cívicos, lo cual los hace aún más vulnerables a la represalia de los sectores que no permiten en estas zonas ningún tipo de disidencias. En una zona controlada por paras, hay que estar de acuerdo con ellos. En una zona controlada por la guerrilla, es muy difícil para el periodista que tenga su pequeña emisora o su pequeño periódico tratar de hacer una labor crítica. Por eso, llegamos al punto del nivel de riesgo que viven los periodistas en las regiones al ponerse en contradicciones muy peligrosas asumiendo, a veces, la tentación mortal que es tratar de ser políticos y simultaneamnete vender pautas y ser periodistas. ¿Qué podemos hacer nosotros contra estos niveles de violencia, de intimidación, que han convertido a Colombia según un lema que ya se ha internacionalizado, en “el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo”? La tarea prioritaria es combatir la impunidad. La impunidad de los crímenes contra los periodistas es de más del 90%, los crímenes contra los periodistas no reciben castigo; si acaso los autores materiales, el vulgar sicario al que de vez en cuando capturan, pero frente a la autoría intelectual de asesinatos de periodistas en los últimos años, la impunidad es casi del 100%. Mientras existan estos niveles de impunidad, va a continuar la violencia contra los periodistas, van a seguir los asesinatos. Por eso una labor prioritaria de todos los que estamos en estos organismos de libertad de expresión es unir fuerzas y actuar coordinadamente para ejercer una presión permanente sobre el poder judicial, seguirle la pista a los expedientes en la Fiscalía, cuestionar las actuaciones dudosas de jueces en el caso de periodistas asesinados. La otra tarea importante son los foros, los talleres y los seminarios de preparación de los profesionales, de los periodistas, del cubrimiento del conflicto armado; cómo manejar las fuentes, cómo manejar la información día a día. Aquí también debemos hacer un esfuerzo por llevar estos seminarios a las zonas de conflicto, donde los periodistas lo están necesitando más. Porque reducir el nivel de riesgo significa también elevar un poco el nivel profesional de los periodistas que trabajan en estas zonas. Muchas veces las malas prácticas profesionales conducen a elevar el riesgo y no solamente es un problema ético sino, a veces, de vida o muerte. Existen algunos casos significativos de errores que han cometido periodistas y que han podido elevar sus niveles de riesgo y conducir a su muerte: Hecho: El reportero Pablo Emilio Medina, asesinado mientras cubría una toma de las Farc a la población de Gigante – Huila. Error: Se desplazaba en una moto militar. Hecho: El jefe de redacción de El Pilón, Guzmán Quintero Torres, denunció los excesos del Ejército en el Cesar. Error: Subestimó las amenazas y utilizó un lenguaje equivocado, sobre todo cuando tituló “Ejército asesinó a dos mujeres”, cuando se había tratado de un operativo en el que la muertes de la dos mujeres fue un accidente. La palabra “asesinar”, por ejemplo, consigue una

Page 4: Medios de Comunicación y Conflicto

intencionalidad que no hubo en este caso, lo cual es un tipo de error que eleva los niveles de riesgo. Hecho: El periodista radial Carlos Lajud Catalán, que puso al descubierto muchos hechos de corrupción en la administración local del Atlántico en Barranquilla. Error: Atacaba con un lenguaje desafiante al sacerdote alcalde Bernardo Hoyos e incluso apelaba de una manera ofensiva y provocadora a aspectos de su vida íntima. Hecho: El columnista Gerardo Bedoya, subdirector del País de Cali, se levantó contra el poder corruptor del narcotráfico en el Valle del Cauca, denunciando a las mafias permanentemente en su columna. Error: Mostraba una excesiva agresividad hacia los objetivos de sus denuncias, hacía gala de una permanente arrogancia personal. Hecho: El asesinato del humorista y periodista Jaime Garzón. Error: Haberse involucrado en mediación de secuestros le elevó enormemente el nivel de riesgo. Todos estos son casos de periodistas valientes, frenteros, que sin embargo, cometían errores muy evitables a nivel de la práctica profesional, que han podido exponerlos más y hacerlos más blancos de las represalias2. Conscientes de todas estas dificultades y de la necesidad de informar mejor sobre la violencia que nos rodea, de los riesgos que implica cubrir el conflicto armado, en El Tiempo iniciamos hace dos años unas sesiones permanentes de discusión sobre este tema; de ahí salió el Manual de Cubrimiento del Conflicto Armado que produjo el periódico a finales del año 2003, que es un manual sin precedentes en América Latina. Ha sido puesto en Internet3, porque creemos que es una herramienta muy útil para el trabajo periodístico y esperamos que nos hagan llegar todas sus observaciones y sus críticas, para dar un debate sobre este tema que hasta ahora comienza.

2Algunos ejemplos de malas prácticas que hemos podido detectar están contenidas en el Manual de

Autoprotección de Periodistas de la FLIP. 3Para acceder: www.eltiempo.com.co

Page 5: Medios de Comunicación y Conflicto

COMENTARIOS

Han pasado un año y dos semanas de mi secuestro por parte del ELN en Arauca. Pese a que el ELN me secuestró por once días para luego liberarme sin condiciones ni rescate, me dijo que no era su política secuestrar a periodistas. Esto demuestra que no es clara la política de los grupos armados hacia la prensa internacional, lo cual es muy inquietante. Entonces, si estamos hablando de soluciones, de pronto habría que solicitarle a los grupos armados de este país que declaren cuáles son sus intenciones hacia la prensa internacional. Vale la pena resaltar un discurso del Presidente Uribe un día antes de nuestra liberación en el que manifestó: “Los periodistas van a tener que ayudar al pueblo colombiano, autolimitándose, evitando su temeridad, comprendiendo que primero está el derecho del pueblo colombiano a rescatar su seguridad, que el afán de la chiva periodística”. Para mí no hay ningún conflicto entre los deberes, los derechos periodísticos y la seguridad democrática, pero creo que en el discurso se privilegia la seguridad democrática sobre los derechos y deberes de la prensa. Lo que yo quiero decir, es que una prensa independiente que pueda ejercer sus oficios sin obstáculos, no sólo es buena para el país sino también para el presidente, el gobierno y la seguridad democrática. Un periodismo independiente y bien ejercido, puede, por ejemplo, ayudar al Presidente en la explicación de la magnitud del conflicto armado Colombiano para solicitar ayuda internacional a los países donantes. Por ello es ofensivo decir que por reportear sobre un acto violento estamos ayudando a los terroristas.

Ruth Morris Corresponsal en Colombia de Times Magazine y Los Angeles Times.

El que se mete en la boca del lobo, sea quien sea, se arriesga a ser mordido por el lobo. En este sentido no me extraña la afirmación, que según Ruth Morris, hacía el Presidente. La línea, más que el miedo o el temor, es la prudencia, que no es silencio, que no es desinformación ni complicidad; es simplemente saber llegar al lugar de la noticia y saberla tratar, una filosofía elemental de vida para cualquiera, en cualquier país del mundo. Conscientes de los riesgos que implica el ejercicio periodístico en Colombia, el gobierno, de la mano del Congreso de la República, creó el Programa de Protección para personas consideradas en situación especial de riesgo por la violencia política o por el conflicto armado interno; el Congreso de la República lo consagró en la ley presentada por iniciativa del ejecutivo en 1997 y posteriormente ratificada o prorrogada en su vigencia por la ley 782 del año 2002. Se conformaron comités de reglamentación y de evaluación de riesgos para recomendar medidas de protección acordes con cada caso. Desde que el programa está vigente se han atendido en sus requerimientos individuales de protección, hasta hoy, 13.489 colombianos, siendo el 2002 el año de mayor congestión de solicitudes.

Juan Carlos Vives Viceministro del Interior

Debo decir en nombre de todos los periodistas de Caracol que la línea está en el miedo, no sólo a ser asesinados o a que les hagan algo a sus familiares, también miedo a perder la fuente por no emitir lo que ésta quiere. Es evidente la intención de los grupos armados por usar los medios como voceros de sus políticas y la presión que ejercen sobre periodistas y corresponsales para lograrlo.

Page 6: Medios de Comunicación y Conflicto

La falta de credibilidad hacia los medios puede deberse a las eventuales equivocaciones que, en muchas ocasiones, son consecuencia del hermetismo de las fuentes que evaden las preguntas aludiendo a la falta de credibilidad del periodista hacia la información dada. Entonces más allá del temor a ser atacados existe el miedo a equivocarse. Una vía de solución válida son estos seminarios y talleres que, además, transmitimos a nuestros periodistas; pero también hay que invitar a las instituciones, a los alcaldes, a los jefes de prensa, para que sepan que nuestra función es preguntar, saber y constatar para poder transmitir la información pertinente. El respaldo de los superiores es otro asunto de suma importancia para los medios, ellos son en cierta medida nuestros ojos porque están viviendo el día a día de los acontecimientos, pero necesitamos poder creer en ellos, crear una relación bilateral para que ellos también vean en nosotros un respaldo.

Sandra Cardona Jefe de Corresponsales de Caracol Noticias del Canal Caracol.

En esa relación conflictiva medios-audiencias, ve uno que se empiezan a construir unos mundos fantásticos, un mundo mediático clarísimo, que satisface una serie de intereses y que está muy lejos del mundo real. En esa burbuja mediática todo el mundo sale satisfecho. Hay un Estado que a través de sus altos funcionarios y de sus fuentes, convenientemente, divulga cierto tipo de información. Hay unos actores armados ilegales que están muy interesados también en acudir a ese terreno mediático para hacer avances tácticos y militares y llegar directamente a la psicología colectiva mandando mensajes, titulares y entrevistas. Hay un formato de inmediatez que favorece también esa construcción mediática de una realidad que no está reflejando la realidad real. Hay unas presiones que son perfectamente naturales en una democracia, porque la democracia es el juego de las presiones y los pulsos de poder, pero el problema no es que existan pulsos de poder sobre todo en los medios y hacia los medios, dada la influencia que tienen, sino que sepan asumir y enfrentar ese juego de manipulaciones con dignidad, con preparación, autonomía e independencia.

Alejandro Santos Director Revista Semana

Para informar con objetividad, nosotros hemos lanzado aquí la propuesta de que las fuentes oficiales hagan una reflexión sobre la responsabilidad que les cabe en la manera como producen la información. Las Fuerzas Armadas y las fuentes oficiales, para englobarla, hacen la relatoría del conflicto y en muchas ocasiones a ellas nos remitimos. ¿Qué se va a hacer sobre la responsabilidad que le cabe a las fuentes oficiales a cerca de cómo suministran la información y, sobre todo, si permiten que en esa información se filtren o se vean los matices del conflicto, más allá del blanco y negro en el que nos lo presentan a diario?

Judith Sarmiento Periodista

Page 7: Medios de Comunicación y Conflicto

Esto habría que mirarlo también en términos de construcción de lenguaje colectivo, es decir, aquí hay un aspecto que va más allá de los agentes, y es el de la opinión pública que generamos tanto desde las instituciones como desde los medios. Finalmente nos necesitamos mutuamente porque somos connaturales, es decir, casi que vivimos los unos para los otros, porque es la forma de comunicarnos con la opinión y de generar opinión dentro de una democracia. Pero no manejamos completamente todos los resortes, ni somos plenamente conscientes de lo que acontece. Por más que uno quiera informar con hechos desnudos en lo que tiene que ver con los esfuerzos de paz, no es posible, hay que construir una política de comunicaciones; tenemos que entrar, si se quiere, en ese campo mucho más profesional de la construcción del mensaje. Por supuesto para el periodista es muy importante desde su ética, decir yo informo la verdad y para el gobernante es muy importante desde su ética decir yo actúo con la verdad. Pero más allá de ese estatuto de la verdad objetiva, lo cierto es que nos movemos en un campo de percepciones, preconcepciones e imaginarios y que de pronto, en este equívoco colectivo que es el lenguaje, hacemos permanentes esfuerzos por aclararlo y este encuentro es una manera de hacerlo. Ese es el reto que tenemos entre manos.

Luis Carlos Restrepo

Alto Comisionado de Paz

El juego de percepciones, del que habla Luis Carlos Restrepo, se llama democracia y bien dice que para nada quiere interferir en la libertad de prensa, pero de alguna manera es nuestra obligación informar y no con ello pretendemos perturbar un proceso. Lo que pretendemos es mantener al país al tanto. La invitación a que entendamos su posición es fundamental, pero yo lo invitaría en nombre de los periodistas a que nos dejara cumplir nuestro deber también, y no nos viera como enemigos; porque todos tenemos posiciones diferentes, convicciones válidas y absolutamente respetables. Alguien decía que aquí creen que porque hay una Constitución y una división de los poderes hay democracia. No, también hay libertad de expresión, hay medios independientes y también una democracia, que dadas su características, tiene muchos errores, pero es realmente respetable. Estoy de acuerdo con usted, el estado de derecho en el que usted cree y en el que nosotros creemos es el mismo, y queremos preservarlo y llegar a la paz porque es el mejor camino, pero es que tenemos percepciones distintas, que más allá de entrar en un juego, conforman una amalgama.

Paulo Laserna Presidente del Canal Caracol

El síndrome de la chiva nos preocupa, porque definitivamente sigue siendo una acción y un método peligroso; a través de la chiva, están poniendo en peligro la honra y buen nombre de muchas personas e instituciones. Infortunadamente en muchas oportunidades, por mal manejo de parte nuestra que a veces damos la exclusividad, pero también por el mal manejo de la información de parte de los periodistas y creo que esto sucede en el 80% de los casos de chivas. La reflexión aquí es por la responsabilidad y el buen criterio del periodista, no sólo para evitar problemas sino también para que éste no se cierre las puertas y ni perjudique su credibilidad.

Page 8: Medios de Comunicación y Conflicto

Insisto en la necesidad de seguir capacitando a los periodistas en el conocimiento del conflicto, para llamar a los hechos por su verdadero nombre, para que la información sea más precisa, y puntual y de ninguna manera sesgada. También necesitamos que se reconozca más nuestra labor, pues en muchos casos se magnifica más la violencia que las labores de inteligencia y las operaciones del Ejército, la Policía, la Fiscalía, el CTI, el DAS y la Procuraduría. Nos duele que se desconozca lo que hacemos con mucho esfuerzo y que se le de otra connotación, simplemente buscando una noticia. Nos duele, que se magnifique algo que es mínimo y que se desconozcan los verdaderos trabajos que estamos haciendo. Eso daña nuestras relaciones.

General Mario Montoya Comandante de Brigada

Colombia no es un país democrático dentro de la normalidad, sino que es una democracia dentro de la anormalidad. Aquí es más importante la noticia que la patria y eso me parece muy delicado. Tenemos que pensar y evaluar, qué es más importante; yo diría que la verdad, la ética y la patria son primordiales, y después, todo aquello del periodismo en una democracia normal; pero no en una democracia que está en conflicto como la de Colombia. El periodismo colombiano se ha convertido en un blanco importante, dado el miedo que consiguen despertar en él los grupos al margen de la ley, que quieren conseguir publicidad a través de los medios para lograr sus fines. Por ello creo que el periodismo colombiano, fundamentalmente, tiene que apelar a la prudencia, eso es definitivo para ayudar al país a salir de este conflicto; evitar excesos, usar los términos adecuados en el cubrimiento. Un punto importante es saber qué hacer en caso de recibir avisos de ataques o tomas guerrilleras; no perseguir solamente la chiva, la exclusividad y por ello atentar sin querer, contra la democracia. Hay que saber que la prudencia, en algunos casos, es más importante que la verdad.

Juan Gómez Senador de la República.

Colombia tiene un marco jurídico muy amplio en libertad de expresión, sin embargo, una realidad muy dura para que los periodistas puedan ejercer su labor. El incremento de los casos en los que los periodistas son amenazados o asesinados por causa de la corrupción, hace creer que estos crímenes provienen de funcionarios públicos o de gente ligada al poder en las regiones. Ese es un debate que en este país todavía no se ha dado. La pauta oficial en las regiones se otorga como un premio a los favores o como un castigo a los no favores. Es una relación que yo llamo extorsiva, donde el periodista es juzgado según reciba o no beneficios de los funcionarios públicos. Ese es un tema grueso por donde se pueden estar generando muchos conflictos de violencia con la prensa, y tiene que abrirse un debate en torno a cómo regular con transparencia el tema de la pauta oficial. Por otra parte existe también la relación contraria, en la que el periodista se hace amigo de las fuentes; motivo que está conduciéndonos a una perversión muy grande que yo llamo propaganda, donde el tema del patriotismo se convierte en un dilema ético muy profundo para los periodistas especialmente en un tema como la guerra. Reseño muy por encima un estudio reciente, hecho por el Proyecto Antonio Nariño, en trece periódicos de Colombia, sobre el cubrimiento del conflicto armado. Doy dos cifras para ilustrar:

Page 9: Medios de Comunicación y Conflicto

El 47% de la información está construida con una sola fuente mientras el 21% no cita ninguna fuente. De las informaciones que son construidas con más de una fuente, que equivale al 31%, el 88% no contrasta la información, o sea, sólo maneja una visión, no hay contraste. La mayoría de la información proviene de fuentes oficiales, lo cual debería ser una garantía de transparencia de la información. Pero infortunadamente no es así, hemos encontrado muchos casos en los que no es así, obviamente, por ser un Estado en guerra. Por último, respecto al tema de la seguridad de los periodistas, yo no creo que la prudencia sea la más importante; hay que saber cuales son los límites, pero por prudencia, muchas regiones están silenciadas y muchos periodistas prefieren dedicarse a la información Light, no tocar el tema del conflicto, porque obviamente no quieren morir a causa de ello. Es muy importante que en una sociedad democrática el monopolio de la guerra esté en manos de las Fuerzas Armadas, que son quienes llevan el deber de la defensa. La sociedad le ha otorgado a los periodistas la labor de informar sobre lo que ocurre. Yo no creo que los periodistas hagan parte de la estrategia de defensa del país, creo que hacemos parte de la democracia y tenemos que defenderla radicalmente, pero no está en nuestras manos la defensa del país.

Marta Ruiz Actualmente es editora de seguridad de la Revista Semana. Fue coordinadora del Proyecto

Antonio Nariño. Editora de los libros “La Verdad Herida” y junto con Omar Rincón del libro “Bajo todos los fuegos”.

Es importante lo que dijo Ruth Morris sobre la necesidad que tenemos los periodistas de confrontar a los grupos armados, porque deliberadamente y públicamente dicen que respetan la libertad de expresión cuando evidentemente no es así, practican una doble moral tremenda. Entonces debemos ser más proactivos y más agresivos en el momento de preguntarles por la libertad de prensa. Los lenguajes que se manejan en una situación de conflicto armado son muy importantes. ¿Cómo hace el periodista que está ahí para no asimilar el lenguaje de uno de los dos o de los tres bandos en pugna? A propósito, sobre la importancia en la presición del lenguaje en el conflicto armado o hechos terroristas, el Manual del periódico es muy claro a la hora de advertir a los periodistas que no deben asumir los términos que usan los actores armados, que deben citar las palabras y alusiones que no forman parte del lenguaje periodístico y qué términos deben usar en su lugar para describir sin calificaciones o juicios de valor a los actores armados. De igual manera el Manual especifica que el término terrorismo y la calificación de terroristas son en Colombia y el resto del mundo, atribuciones políticas que cambian con el tiempo y los intereses y por ello tanto directivos como editores y redactores, deben hacer un esfuerzo, previo a la publicación, para calificar cada caso, decidir qué peso se le da en la información y cuando se debe aplicar el termino de terrorismo o terroristas.

Enrique Santos

PANEL 2: LAS RELACIONES ENTRE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y SUS AUDIENCIAS

Page 10: Medios de Comunicación y Conflicto

PONENCIA

Sentados en un restaurante de Quino: Lectores, Audiencias Y Cobertura Informativa Del Conflicto

Germán Rey4

Me han invitado a hablar de algo que casi raya con lo imposible: decir qué piensan los lectores, radioescuchas y televidentes sobre la cobertura informativa del conflicto, ¿qué tanto piensan los medios en sus audiencias?, ¿cuáles son sus mecanismos de participación? Para intentar balbucear alguna idea medianamente decente, voy a recurrir a mi experiencia como crítico de televisión, a mis contactos con los lectores, a los estudios en que he sondeado sus opiniones y a un reciente texto en que me asomé a las experiencias que en América Latina están generando los observatorios de los medios. Cuando terminé mi trabajo como Defensor del lector en EL TIEMPO volví a leer más de un millar de cartas que recibí durante estos años y las clasifiqué para tratar de explorar las grandes tendencias de sus requerimientos. En primer lugar, los lectores se refieren a la representación adecuada de los acontecimientos. Critican la debilidad en la investigación que soporta las noticias, la falta de creatividad para percibir los matices de los hechos, los problemas en la continuidad y en la memoria de los sucesos, la publicación de informaciones parciales, la alharaca en las acusaciones y el silencio en la declaración de inocencia y las asociaciones de personas o instituciones con delitos de los que apenas existen indicios muy preliminares. En otras palabras: los lectores están preocupados con la falta de memoria, las versiones parciales y las acusaciones sin fundamento. En segundo lugar, los lectores protestan por la visibilidad de los grupos armados ilegales, la exaltación de los hechos criminales y la colaboración de los medios con una política del miedo. El uso indiscriminado y sin criterio de imágenes de archivo de los grupos armados ilegales, el despliegue de los atacantes pero no de las víctimas, la reiteración irresponsable de los actos contra la sociedad, son sólo algunos ejemplos de estas protestas. En un capítulo del libro de la Revista Semana y la Editorial Aguilar, Alejandro Santos, al analizar las relaciones entre medios y terrorismo, se refiere a las decisiones de su publicación de no minimizar las noticias sobre el conflicto, tratar de sensibilizar a la gente con las víctimas, buscar que se repudie el terror, no atribuir sin confirmación y nunca justificar de ningún modo los actos terroristas. En tercer lugar, los lectores se preocupan por la falta de contexto en las noticias, las transgresiones de la intimidad de las víctimas y sus familias y la exageración de acontecimientos que traen consecuencias directas sobre el propio conflicto. Los medios tuvieron un papel preponderante en la estrategia guerrillera para amedrentar a los alcaldes. Con micrófonos

4 Fue defensor del lector de EL TIEMPO. Actualmente es asesor del proyecto de Responsabilidad Social y medios de

la Dirección de Responsabilidad Social de la Casa Editorial EL TIEMPO. Fue miembro de la Junta directiva de El Espectador y del Instituto de Estudios en Comunicación y Cultura de la Universidad Nacional. Actualmente es miembro del Consejo de Ciencias Sociales del Sistema Nacional de Ciencia, maestro Consejero de la Fundación de Nuevo Periodismo y profesor en la especialización en Creación Multimedial de la Universidad de los Andes.

Page 11: Medios de Comunicación y Conflicto

abiertos, los noticieros de televisión y de radio se solazaban transmitiendo en vivo y en directo, las amenazas contra los gobernantes elegidos popularmente. Un hecho, promovido por un grupo al margen de la ley, se convirtió en el chantaje de unos pocos violentos sobre ciudadanos indefensos, respaldados por los votos de muchos, dentro del marco de la ley. Muchas entrevistas a los cabecillas de los grupos paramilitares o de autodefensas han sido estigmas vergonzosos para el periodismo colombiano. Entrevistas convertidas en proclamas, sin contra preguntas, sin investigación, sin referencias explícitas a los actos criminales de los entrevistados, incluso con una cierta proclividad hacia los delincuentes. O las noticias filtradas por organismos de seguridad que jalonan la agenda informativa que los propios medios a veces no son capaces de construir. En cuarto lugar, los lectores y según parece también las audiencias, critican el aumento desmesurado de las fuentes no identificadas, las relaciones indebidas de y con las fuentes, las fallas en la valoración de la información ofrecida por las fuentes y la debilidad del análisis. Hace unos años, un alto responsable de información en un medio, decía que un noticiero de televisión debería ser una especie de montaña rusa de la que el televidente no pudiera bajarse y que al final quedara atónito. La verdad es que algunos informativos logran a cabalidad esta imagen patética y deplorable de un periodismo que termina transformado en avalancha de datos sin contexto, sin historia, sin identidad. Pura montaña rusa. Sin embargo, quisiera a estas alturas de mi intervención, hacer algunas reflexiones impertinentes y poco populares. No estoy de acuerdo con la sacralización del lector. El lector es arriesgado pero falible, tenaz pero frágil, atento pero interesado. Tiendo a estar de acuerdo con Borges cuando dice que la “democracia es un abuso de las estadísticas”. El hecho de ser lector no significa tener la verdad revelada, a pesar incluso de la admonición profana de los gerentes de mercadeo: “el cliente tiene la razón”. No, el cliente no siempre tiene la razón. Y el lector, como el periodista o el gobernante no tienen adosada la verdad a su condición terrenal. Concuerdo con el periodista mexicano Julio Scherer cuando al recibir el Premio de Periodismo a Toda una vida, concedido por la Fundación de Nuevo Periodismo y CEMEX sostuvo que el periodismo en vez de buscar obsesivamente la verdad se debe orientar a lograr la verosimilitud. En mi experiencia como defensor del lector, tuve continuamente la sensación de que algunos lectores esperaban de mí solo lisonjas y reverencia para sus opiniones y críticas para las acciones de los periodistas. Y después de meses concluí que a veces la mejor defensa del lector es no estar de acuerdo con él. Como la mejor adhesión al gobernante no es sumarse al coro de los emocionados y los turiferarios, sino al grupo de los que critican, proponen, controvierten y exploran otros caminos. No estuve ni estoy de acuerdo con los lectores que pedían o piden censurar información, disminuir las críticas merecidas al gobierno o a las fuerzas militares por acciones injustas, militarizar la política (recuerden la desafortunada frase de una Ministra de Defensa que decía que todos somos soldados), convertir las noticias en información institucional, alinear a los periodistas en una determinada postura política y no con el ejercicio cabal de su oficio, volver invisibles problemas que atenazan a los colombianos más humildes como el desplazamiento, las masacres o los asesinatos de la población civil. En estos días a todo aquel que haga evidente las acciones de grupos armados ilegales como las autodefensas (por ejemplo si continúan sus acciones bélicas o sus nexos con el narcotráfico) es un enemigo de la paz, alguien que se está atravesando en el proceso de negociación en ciernes. No estuve ni estoy de acuerdo con los

Page 12: Medios de Comunicación y Conflicto

lectores que suponen que informar determinados hechos es ponerse del lado de los terroristas y en contra de las instituciones y que rechazan de plano en los medios, cualquier voz disidente, incluyendo, por supuesto, las de los propios guerrilleros o paramilitares. Un lugar común muy frecuente es el de atribuir los problemas periodísticos en la cobertura del conflicto a las intenciones de quienes construyen información. No discuto que en algunos casos pueda ser así, pero en la gran mayoría de las ocasiones, el problema no está en las intenciones sino en el funcionamiento, en la operación concreta de los medios. Echarle la culpa a la conciencia suele ser una salida fácil para un asunto que se puede explicar con argumentos menos íntimos. Porque los problemas están en la valoración y en la jerarquía de los hechos, en la tarea de acompañamiento que deben cumplir los editores, en las presiones sobre los reporteros para que busquen hechos truculentos, en la autocensura, en las fallas en la verificación de la información y en un deplorable trabajo con las fuentes. En otras palabras: si, como según dicen, el camino hacia el infierno está empedrado con buenas intenciones, el de las deficiencias en la cobertura del conflicto está afirmado sobre las deficiencias en la calidad periodística. ¿Qué tanto piensan los medios en su audiencia? Es una pregunta que me hacen los organizadores de este Foro. Voy a contestar con algo nuevamente impopular. Creo que mucho, a pesar de sus errores. Mi experiencia dentro de la redacción de un periódico, me permitió desmitificar varios lugares comunes y afirmar algunas convicciones nuevas. Entre los mitos desbarrancados está el de la presencia conspirativa de quienes supuestamente manipulan la información. La cosa no es tan fácil, aunque explícitamente se quisiera. Ya los lectores ni tragan entero, ni son los creyentes del pasado. Entre otros motivos, porque hay muchas mas oferta informativa, se puede contrastar la información, hay acceso a las noticias en canales, periódicos y radios del extranjero a través del cable, las parabólicas o la internet, suelen existir diversas fuentes que hacen todo lo posible para que se oiga su voz y existen mecanismos para un cierto control entre las partes involucradas en el conflicto. Hace ya bastantes años Umberto Eco, cambió el orden de una pregunta y al hacerlo modificó las coordenadas de una reflexión. En vez de preguntar qué hacen los medios con los niños, preguntó qué hacen los niños con los medios. Si bien el conflicto está presente a su manera en las redacciones y existen comportamientos sesgados y manipuladores, creo que el problema es menos de moral o de visión política (por lo menos vistas ambas de modo tradicional) y mucho más de criterio en la construcción de la información, de apreciación del desarrollo del conflicto, de reconocimiento del contexto y de disminución de la capacidad de análisis. Los lectores, los radioescuchas y los televidentes entretanto influyen a su manera: dejan caer programas, siguen con emoción otros, le conceden credibilidad a determinados periodistas, presionan para que se modifiquen estilos informativos. No son tan inermes ni tan pasivos como algunos creen y otros quieren. Ni siquiera el “Gran hermano” y la sobre saturación de información sobre el referendo pudo convencer a los lectores electores, lo que deja sin duda más de una enseñanza. Pero el aumento de la importancia de los lectores y las audiencias en los medios, no se debe ni a su fuerza como parte del mercado, ni menos, a una graciosa concesión de los medios. No es que los medios le estén dando poder a los lectores (“empoderar” dicen los amigos de los anglicismos) sino que éstos cada vez entienden mejor, que más que consumidores son sujetos de derechos. La información es precisamente uno de los territorios de las sociedades en que la ciudadanía se

Page 13: Medios de Comunicación y Conflicto

expresa y es representada y en que los intereses, las ideas y los sistemas de interpretación entran en competencia. Hace unos años escribí un trabajo mostrando la existencia de las ciudadanías comunicativas, un concepto con el cual quería resaltar las oportunidades que tienen los ciudadanos para hacer valer sus derechos, desarrollar sus responsabilidades, y promover su autonomía en un campo que es un bien público: las informaciones, los conocimientos y la comunicación. La disyuntiva entre regulaciones de los Estados y autorregulación tiene un nuevo visitante: el ciudadano. Aunque los estados han desregulado las comunicaciones, los gobiernos siempre están tentados a revivir las regulaciones, aún lacerando algunas libertades civiles fundamentales. Las pretensiones en este tema que se encerraban en el proyecto del llamado estatuto antiterrorista, eran una muestra que fue afortunadamente derrotada. Prohibir la movilidad de los periodistas, inhibir la información en los llamados teatros de operaciones, cooptar militarmente el oficio periodístico, canalizar la información hacia los medios o los periodistas afines, presionar a los medios locales, son prácticas criticables a través de las cuales el poder se desborda y los ciudadanos salen damnificados. Pero no son solamente los estados los que ponen cortapisas a la circulación de la información. Los grupos armados ilegales suelen ser consecuentes con sus posturas autoritarias y represivas al desinformar, al seleccionar los medios o periodistas con los que buscan mandar sus mensajes, al unir la información con la promoción de terror, al presionar a los periodistas locales o al asesinarlos. Con una enorme diferencia: los estados se someten al debate público, mientras que los grupos armados ilegales se escudan en su situación de ilegalidad. Las autorregulaciones, por su parte, son un camino deseable, que muchas veces termina convertido en un camino intransitable. Pero hay que estimular todos los esfuerzos que se hagan en este campo. Sin embargo, cada día crecen las experiencias de mediación entre periodistas y ciudadanos, como son las figuras del defensor del lector o del televidente, los observatorios de medios, las veedurías de medios, los consejos del lector, las comunidades interpretativas, los foros ciudadanos, los movimientos sociales interesados en los temas de la comunicación. También los sistemas internos y externos de monitoreo de la información, los manuales para la cobertura del conflicto y los garantes internos para que estas normas se cumplan, y no sean, como se dice en un certero dicho colombiano “flor de maraca”. Todas estas figuras demuestran que los propios medios y los ciudadanos están haciendo suyo ese bien público que es la información. Un bien dotado de responsabilidades y de derechos, de garantías y de deberes. Expresión de una libertad –la de la información- que es de doble vía, manifestación de la interacción que debe existir entre las necesidades informativas de la gente y la tarea de los medios, la participación de los lectores no es un agregado del periodismo, sino una de las razones de su existencia. La fuerza de su convicción, la pertinencia de sus acciones, la efectividad de sus compromisos van ir aumentando a medida que la sociedad crezca en participación, en civilidad y en autonomía

Page 14: Medios de Comunicación y Conflicto

social y política. El futuro inmediato no serán ni las regulaciones ni las autorregulaciones sino la presencia activa de la gente. Quien desee conocer a lectores y lectoras debería comenzar leyendo “Si una noche de invierno un viajero”, esa extraordinaria novela en que Calvino revela los laberintos de la lectura y los perfiles emocionales y cognitivos del lector. Del lector y la lectora que en la parte final del relato se encuentran en la cama, comentando la novela que ella está leyendo y que no es otra que “Si una noche de invierno un viajero”. O también puede volver al estremecedor verso de Baudelaire: “Hipócrita lector, mi semejante, mi hermano”. Los lectores no están afuera. En buena parte también somos nosotros.

Page 15: Medios de Comunicación y Conflicto

LA OPINIÓN SOBRE LAS INSTITUCIONES EN COLOMBIA Jorge Londoño de la Cuesta

Presidente de Invamer Gallup de Colombia.

Les voy a mostrar unas cifras que provienen de tres fuentes: Durante los últimos diez años nuestra firma ha venido realizando un estudio de opinión pública que es conocido como el “Gallup Pool”, en donde hemos medido la confianza en las instituciones colombianas y la opinión de la gente con respecto al conflicto armado. En el 2001 hicimos un trabajo con la Revista Credencial acerca del papel que estaban cumpliendo los medios en la sociedad colombiana -el Caguán en ese momento estaba entrando en su época más crítica de desprestigio- y ya para esta presentación, hemos retomado ese trabajo y actualizamos la encuesta para ver qué evoluciones había desde el año 2001 hasta el 2004.

Favorabilidad de las instituciones en Colombia

no encuentra que los medios de comunicación aparecen de tercero entre una lista aproximada

uego llegamos a la primera de las conclusiones, el problema que tiene la sociedad hoy en día no

U

1 8

2 4

2 0

1 4

1 5

2 2

2 6

1 6

1 9

2 7

2 1

2 0

3 7

2 2

4 5

9 2

9 3

8 2

5 0

6 9

7 0

7 5

8 0

6 9

6 7

6 6

6 1

5 8

5 8

6 8

4 1

4 4

5 7

1

1

9

3 6

4 8

-1 0 0 -8 0 -6 0 -4 0 -2 0 0 2 0 4 0 6 0 8 0 1 0 0

D E S F A V O R A B L E F A V O R A B L E

FUERZAS MILITARES

LA IGLESIA CATÓLICALOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

EL PLAN COLOMBIA

LA ONU

LA FISCALIA GENERAL

LA POLICIAONG’S DE DERECHOS HUMANOS

LA PROCURADURIA GENERAL

CLASE EMPRESARIAL COLOMBIANA

LA CORTE CONSTITUCIONAL

LA CONTRALORIA GENERAL

LOS ESTADOS UNIDOS

LA JUNTA DIR. BANCO REPUBLICA

EL CONGRESO

LOS SINDICATOSLAS AUC

LAS FARC

EL ELN

BASE: 1000 ENTREVISTAS TELEFÓNICAS 4 CIUDADES, DIC/03

de 20 instituciones, si uno mira las otras dos instituciones que están por delante, la primera es las Fuerzas Militares con 80% de favorabilidad, la Iglesia Católica 75% de favorabilidad. Les directamente con los medios, si miramos lo que traducen esas instituciones, los medios están valorando la seguridad, la religión y la información. El término medios de comunicación es un término todavía muy amplio, eso puede incluir a la gente que ve televisión, a la gente que oye radio, a la que lee la prensa, pero también hablando de otro tipo de programas, entonces, el

Page 16: Medios de Comunicación y Conflicto

término es amplio. De todas maneras la gente valora la información como una de las instituciones más preciadas de la sociedad colombiana.

Evolución de la favorabilidad de los medios de comunicación

6 06 46 6

6 96 7 6 8

6 26 6

7 46 86 8

7 1 7 2 7 2 7 0

2 3 2 42 6 2 6

3 02 5

2 8 2 62 3 2 4

2 0 1 9 2 0 2 12 4

0

20

40

60

80

100

Feb .0 0 M ay .0 0 A g o .0 0 D ic .0 0 J u l .0 1 S ep .0 1 D ic .0 1 A b r .0 2 J u l .0 2 S ep .0 2 E n e .0 3 A b r .0 3 J u l .0 3 O ct.0 3 D ic .0 3

F A V O R A B L E D E S F A V O R A B L E

BASE: 1000 ENTREVISTAS TELEFÓNICAS 4 CIUDADES, DIC/03

Uno encuentra tres movimientos: Primero una línea descendente donde los medios fueron disminuyendo en favorabilidad, paralelo al desprestigio que iba teniendo la situación del manejo del conflicto armado en Colombia; cuando aparece la figura de Uribe en el escenario, durante todo el año 2002, también los medios vuelven a recuperar favorabilidad, pues estaban en su nivel mínimo un 62 subiendo a 74 ganándose puntos; y durante el año 2003, muestran una leve tendencia descendente de su pico que era un neto, un valor neto favorable, menos desfavorable, de 54 puntos. Hoy tenemos un valor neto de aproximadamente 46 puntos, o sea ha perdido más o menos ocho puntos de favorabilidad en el año 2003. ¿Cuál es la relación de la sociedad con los medios en términos generales? Aquí me concentro solamente en noticias.

Frecuencia de consumo de medios (Veces por semana)

18/24 25/34 35/49 50 O M A S A B C D B O G O T A M E D E LLIN C A LI B Q U ILLA

T E LE V IS IO N 6 ,0 5 ,1 6 ,2 6 ,4 6 ,2 5 ,7 6 ,1 6 ,0 6 ,0 5 ,8 6 ,0 5 ,9R A D IO 3 ,2 2 ,0 3 ,0 4 ,0 3 ,9 2 ,9 3 ,5 3 ,1 3 ,3 2 ,8 3 ,1 3 ,6P E R IO D IC O S 2 ,0 1 ,8 1 ,5 2 ,0 2 ,6 3 ,2 1 ,8 1 ,6 2 ,0 1 ,2 1 ,8 3 ,1IN T E R N E T 0 ,9 1 ,5 0 ,8 0 ,8 0 ,5 1 ,1 1 ,0 0 ,8 0 ,9 0 ,9 0 ,7 0 ,9

G R U P O S D E E D A D C LA S E S O C IA L C IU D A D

M E D IO T O T A L

Un colombiano promedio ve seis días a la semana noticieros de televisión, seis días a la semana, seis de siete; un colombiano promedio oye 3.2 días a la semana noticias en radio, dos días periódicos, dos de los siete, y punto nueve días a la semana Internet.

Page 17: Medios de Comunicación y Conflicto

Matriz de participación

(Porcentaje)

18 /2 4 2 5 /3 4 3 5/49 50 O M A S A B C D B O G O T A M E D E LLIN C A LI B Q U ILLA

T E LE V IS IO N 50 % 49 % 54 % 4 8% 47 % 4 4% 4 9% 52 % 49 % 54 % 5 2% 4 4%R A D IO 26 % 19 % 26 % 3 0% 30 % 2 2% 2 8% 27 % 27 % 26 % 2 7% 2 7%P E R IO D IC O S 17 % 17 % 13 % 1 5% 20 % 2 5% 1 5% 14 % 16 % 11 % 1 6% 2 3%IN T E R N E T 7% 14 % 7% 6 % 4 % 9% 8% 7 % 7% 8% 6 % 7 %

C IU D A D

M E D IO T O T A L

G R U P O S D E E D A D C LA S E S O C IA L

La televisión está participando con el 50% de la información que recibe la opinión colombiana con respecto a lo que es noticia de su país, y hay algunos casos que me llama la atención anotar: el grupo de 18 a 24 años, el 14% de la manera como se están informando del país es por Internet, muy similar a las cifras de radio y periódico, o sea, si uno mira la tendencia de Internet es 14, 7, 6, 4, es decir que los grupos jóvenes cada día se van acercando más a este medio y empieza a ser una tendencia muy interesante de información de los colombianos. Otra bastante interesante me parece a mí, es la relación con los periódicos y las revistas: el promedio del país es el 17% del total de información que reciben, se recibe por medio de periódicos, pero en Barranquilla la gente utiliza mucho el periódico, si ustedes ven el número de veces por semana en Barranquilla me da 3.1, cuando en Medellín me da 1.2, o sea el periódico en Barranquilla es un medio muy utilizado para informarse contrario a Medellín que es un medio poco utilizado. Esto, aunque no tiene exacta relación con el conflicto, si es un marco para ir de lo general a lo particular sobre cómo se informa la gente en Colombia. Después viene la pregunta: de uno a cinco, ¿qué tan bien o mal reflejan la realidad colombiana los medios de comunicación?

MODELO DE SATISFACCIÓN DEL CONSUMIDOR DE MEDIOS

Page 18: Medios de Comunicación y Conflicto

PROBLEMAS SOCIALES

(2.9 vs 3.0)

ORDEN PÚBLICO

(2.7 vs.2.8)

2001 2004CA LIFICA CIÓN GENERA L 3,3 3,4

1. EDUCA CIÓN 2,9 3,02. SA LUD 2,8 3,03. SERVICIOS PÚBLICOS 2,7 2,84. CULT URA 3,0 3,15. CIENCIA 2,9 2,86. ECONOMÍA 2,8 3,0

1. NA RCOT RÁ FICO 2,6 2,72. GUERRILLA 2,6 2,83. PA RA MILIT A RES 2,6 2,74. CORRUPCIÓN 2,8 2,95. INSEGURIDA D 2,6 2,7

BASE: 400 ENTREVISTAS TELEFÓNICAS 4 CIUDADES, ENE/04

La calificación en el año 2001 fue de 3.3 y en el año 2004 fue de 3.4. Si lo diferenciamos, digamos el 50% de la población dio calificaciones 4 o superiores, o sea calificaciones buenas; el 40% de la población dio calificaciones alrededor de 3, o sea calificaciones regulares; y un 10% de la población calificó a los medios pobremente, o sea con menos de 3. Hice un modelo estadístico complejo para explicarlo en este auditorio, y es la calificación que le daban a los medios en cuanto a cada uno de estos temas e hice un análisis factorial; un análisis factorial es para ver cuáles calificaciones se parecen entre si, entonces lo que me permite identificar ese análisis es que para la gente hay dos grandes temas informativos: uno en lo que tiene que ver con problemas sociales y otro el tema de orden público. El tema de problemas sociales está arriba en la pirámide, lo que significa que la gente está esperando más de los medios sobre eso que sobre los temas de orden público; me explico: si ustedes hacen muy bien la labor en temas de orden público, el teleaudiente o el lector o lo que sea, no los va a aplaudir tanto, no se va a sentir tan agradecido con ustedes, como si ustedes hacen muy bien la tarea en estos temas. Eso lo quiero resaltar porque uno sabe que el tema del conflicto armado, en lo que es la democracia y la defensa de las instituciones es una cosa fundamental, pero el público quiere de los medios más cosas que le ayuden a defenderse en su vida cotidiana; es decir, quiere que le hablen más de educación, de cómo enfrentar la salud, los temas de servicios públicos, cultura, ciencia, economía y menos lo otro. La calificación es pobre de todas maneras en cuanto a orden público; hace tres años estaban en 2.7, ahora en el 2004 los califican con 2.8, o sea es un tratamiento que de todas maneras empieza a criticar ya la opinión.

INDEPENDENCIA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Page 19: Medios de Comunicación y Conflicto

21%

70% 73%

20%

2001 2004

EL PERIODISMO COLOMBIANO ESTÁ SOMETIDO A LOS INTERESES DE LOS DIFERENTES ACT ORES DE LAVIDA NACIONAL

EL PERIODISMO COLOMBIANO ES OBJETIVO E INDEPENDIENTE, NO SE DEJA UTILIZAR NI PRESIONAR PORNADIE

BASE: 400 ENTREVISTAS TELEFÓNICAS 4 CIUDADES, ENE/04

En la pregunta sobre si consideran que el periodismo colombiano es independiente o no, un 70% de la gente me dice que no en el 2001, mientras que en el año 2004 ya es un 73% de la población la que me dice no es independiente.

Page 20: Medios de Comunicación y Conflicto

OBJETIVIDAD DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

15%

6%

79%

LOS MEDIOS NO REFLEJAN EL CONFLICT O A RMA DO T AL Y COMO SUCEDE

LOS MEDIOS REFLEJAN EL CONFLICT O A RMA DO T AL Y COMO SUCEDE

NO SA BE

BASE: 400 ENTREVISTAS TELEFÓNICAS 4 CIUDADES, ENE/04

En cuanto a si reflejan el conflicto armado tal y como sucede, un 79% me dice que no reflejan el conflicto armado tal y como sucede, un 15% que si, un 6% no sabe o no responde.

Page 21: Medios de Comunicación y Conflicto

LAS NOTICIAS ACERCA DEL CONFLICTO ARMADO

5 7 %

3 1 %2 4 %

3 1 %

1 5 %

3 1 %3 8 %

2 7 % 2 6 % 2 9 %2 5 %

1 0 %

2 %9 %

1 3 %

3 2 %

T O T A L C L A S E A L T A C L A S E M E D IA C L A S E B A J A

D IS T O R S IO N A N Y C O N F U N D E N A C E R C A D E L O Q U E S U C E D E

S O N P O C O C O M P L E T A S Y S O L O E X P L IC A N P A R C IA L M E N T E L O Q U E S U C E D E

S O N F R A G M E N T A D A S Y A P E N A S S E S A B E Q U E S U C E D E

S O N M U Y C O M P L E T A S Y E X P L IC A N B IE N L O Q U E S U C E D E

BASE: 400 ENTREVISTAS TELEFÓNICAS 4 CIUDADES, ENE/04

Les preguntamos ¿por qué los medios no reflejan el conflicto armado tal y como sucede?, y dicen lo siguiente: 32% distorsionan y confunden acerca de lo que sucede; una tercera parte de la población se siente desinformada. La otra tercera parte, 31%, siente que son poco completas y sólo explican parcialmente lo que sucede. Un 27% siente que son fragmentadas y apenas se sabe qué sucede; y sólo un 10% dice que son muy completas y explican bien lo que sucede.

Page 22: Medios de Comunicación y Conflicto

INFORMACIÓN ACERCA DEL CONFLICTO ARMADO EN LOS MEDIOS

sta es una pregunta muy interesante, que incluso yo quise revisar la encuesta dos veces porque

se escaso hay que leerlo bien, de acuerdo al gráfico anterior, o sea, ese escaso no se refiere a la

aquí empezamos a entrar en un dilema muy grande que van a tener que enfrentar ustedes y que

30%

17% 20%25%

35%

19%

27%

51%

31%

59%

50%

21%

TOTAL CLASE ALTA CLASE M EDIA CLASE BAJA

E S D E M A S IA D A E S SU FIC IE N T E E S E S C A S A

BASE: 400 ENTREVISTAS TELEFÓNICAS 4 CIUDADES, ENE/04

Epensé que estaba mal. La pregunta fue ¿usted cree que la información en los medios acerca del conflicto armado, es demasiada, suficiente o escasa?, y para mi sorpresa, el 51% de la población considera que la información es escasa, o sea tenemos un desbalance entre el 21% que cree que es demasiada, contra 51% que cree que es escasa; un desbalance de 30%. Ecantidad -llamémoslo así- de morbo, que eso se sabe que la opinión está criticando, sino la cantidad de contexto que le está faltando a la información. Yenfrenta la sociedad colombiana como tal: por ejemplo, ¿entrevistar a personajes por fuera de la ley, usted considera que es necesario para el país o es irresponsable? La opinión está bastante dividida:

Page 23: Medios de Comunicación y Conflicto

ENTREVISTAR A PERSONAJES POR FUERA DE LA LEY

40%

52%

44%

36%

25%

49%53%

43%48%

58%

66%

7% 7% 5%8% 6% 9%

44%

2001 2004 18/24 AÑOS 25/34 AÑOS 35/49 AÑOS 50 O MÁS AÑOS

ES NECESARIO PARA EL PAÍS ES IRRESPONSABLE NO SABE

BASE: 400 ENTREVISTAS TELEFÓNICAS 4 CIUDADES, ENE/04

Con respecto al 2004 ha crecido un poco el porcentaje de quienes lo consideran irresponsable, pero poco, en realidad la tendencia se mantuvo; ahora es muy diferente la opinión con respecto a los grupos de edad o sea los jóvenes creen que es necesario, los adultos creen que es irresponsable. Frente a la parcialidad de los medios, sobre si cree que critican por igual a paramilitares o guerrilleros, obtuvimos el siguiente resultado:

Page 24: Medios de Comunicación y Conflicto

CRITICA DE LOS MEDIOS A PARAMILITARES Y GUERRILLEROS

25%

7%

20%

45%

C R IT IC A N P O R IG U A L A P A R A M ILIT A R E S Y G U E R R ILLE R O S

C R IT IC A N M A S D U R O A LA G U E R R ILLA Q U E A LO S P A R A M ILIT A R E S

C R IT IC A N M A S D U R O A LO S P A R A M ILIT A R E S Q U E A LO S G U E R R ILLE R O S

N O C R IT IC A N LO S U FIC IE N T E N I A P A R A M ILIT A R E S N I A G U E R R ILLE R O S

BASE: 400 ENTREVISTAS TELEFÓNICAS 4 CIUDADES, ENE/04

El 45% piensa que critican por igual a los paramilitares y a los guerrilleros; el 20% que no critican lo suficiente ni a paramilitares ni a guerrilleros; el 25% piensa que critican más a los guerrilleros que a los paramilitares; el 7% que critican más a paramilitares que a guerrilleros. O sea hay un desbalance. Primero falta de crítica en un 55% de la población, y segundo un desbalance de cerca del 20% en contra de la guerrilla.

Page 25: Medios de Comunicación y Conflicto

LAS NOTICIAS ACERCA DEL CONFLICTO ARMADO

26%

71%

HA N VUELT O LA GUERRA A LGO T A N COT IDIA NO QUE YA NO CONMUEVE

HA N SENSIBILIZA DO A CERCA DEL SUFRIMIENT O DE LA S VÍCT IMA S

BASE: 400 ENTREVISTAS TELEFÓNICAS 4 CIUDADES, ENE/04

Si fuéramos a hablar de que son dos grupos armados igualmente ilegales, el 71% consideran que los medios han vuelto la guerra algo tan cotidiano que ya no conmueve y el 26% que han sensibilizado acerca del sufrimiento de las víctimas, o sea que la manera como se ha trabajado la información ha sido torpe, por decirlo de alguna manera. Y finalmente la pregunta ¿si considera que los medios han hecho una labor que favorece, perjudica o no afecta el proceso de paz?

Page 26: Medios de Comunicación y Conflicto

LABOR DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN EL PROCESO DE PAZ

2 7 %

8 %

2 5 %

3 6 %3 7 % 3 5 %

6 1 %

3 1 %2 8 %2 8 %

3 8 %3 1 %

4 4 %

3 6 %3 3 %

2 0 0 1 2 0 0 4 C L A S E A L T A C L A S E M E D I A C L A S E B A J A

L O F A V O R E C E L O P E R J U D IC A N O L O A F E C T A

BASE: 400 ENTREVISTAS TELEFÓNICAS 4 CIUDADES, ENE/04

En el 2001 teníamos favorece 33%, perjudica 37%; en el 2004 favorece 27%, perjudica 35%, subió un poco el no afecta que venía de 28% y sube 10 puntos a 38%. Aquí hay una diferencia muy marcada por clase social, la clase alta habla de que la manera como tratan los medios el conflicto favorece el 8%, perjudica el 61%, mientras que la clase baja más bien tiende a calificar bien o a opinar bien sobre la labor de los medios 36% o 38%. Para terminar una reflexión: si uno se devuelve a qué dice la opinión colombiana sobre cuál es la mejor manera de resolver el conflicto armado -históricamente esta pregunta la tengo medida desde hace varios años- yo encuentro tres grupos: una tercera parte de la población colombiana siempre ha estado a favor del diálogo, una tercera parte de la población colombiana siempre ha estado a favor de la vía militar y una tercera parte de la población colombiana se va moviendo de acuerdo a cómo los medios vayan informando. Entonces el país ha pasado de la era Pastrana, pacifista llamémoslo así, a volverse guerrerista en los inicios de Uribe, y sorpréndanse, ahora estamos otra vez en la ola pacifista. Hoy en día estamos 52% diálogo, 36% vía militar. Entonces con esa polarización que hay en la sociedad colombiana de larga data es muy difícil exigirle a los medios una labor universalmente objetiva. Me explico, cuando vemos si la labor de los medios favorece o perjudica, pues todo depende de qué grupo me está calificando atrás, si es el grupo de los guerreristas, perjudica -que en términos generales los guerreristas están adjudicados en la clase alta-; si es el grupo de los pacifistas, favorece, pero entonces ahí está el gran dilema que tienen ustedes por delante.

Page 27: Medios de Comunicación y Conflicto

COMENTARIOS

Con respecto al trabajo estadístico en Colombia, señalaré que muchos nos basamos en “estadísticas imaginarias”, y para aclarar el término, voy a referenciar un párrafo de un libro viejo que me encontré en el DANE: “No resulta excesivo, sino por el contrario honrado y prudente, declarar que deben mirarse con justificada desconfianza muchos de los datos que suelen ofrecerse entre nosotros. Sobre diversos aspectos de la estadística, es posible afirmar que no ha existido en Colombia una estadística digna de dicho nombre y que se peca audazmente contra la verdad cuando se ofrecen como cifras estadísticas ciertas elucubraciones redactadas”. En el tema del conflicto armado tengo que decir que poco hemos avanzado, un ejemplo muy corto, todos han escuchado decir una frase y es que el conflicto armado mata cerca de 30 mil personas al año en Colombia, esa es una cifra que los medios reproducen cotidianamente y que actores y académicos muy importantes la reproducen. Yo recurro a las estadísticas de defunciones que lleva el DANE con Medicina Legal y la policía, en donde homicidios por arma de fuego y explosivos, tuvo su máxima expresión en el año 2001 con 25 mil. Allí se incluye obviamente conflicto armando, pero también delincuencia común; lo que quiero decir, honestamente, es que el DANE no puede decirle cuantos colombianos mueren por conflicto armado, pero no son 30 mil, y esa es una estadística imaginaria.

César Caballero Director del Departamento Administrativo Nacional de Estadística.

Me voy a referir a un estudio que estoy adelantando para El Convenio del Buen Trato, sobre una base de siete mil dibujos enviados de dieciséis departamentos del país por niños y por niñas entre los seis y los dieciséis años. Definitivamente los niños en esos dibujos nos dejan ver que los mensajes que adjetivan a los colombianos como violentos, lo mismo que a la paz como algo deseable, han calado fuertemente. Jesús Martín Barbero y Maritza López De la Roche en el libro que se llama “Los niños como audiencia” sostienen que el 84% de los niños de este país afirman que su fuente fundamental de información es la televisión, seguida muy de lejos por el radio. En dicho estudio se constata que los niños ven en la televisión todo lo que los padres les ocultan en la casa, es decir el conflicto armado, el narcotráfico, el maltrato infantil, la corrupción y el sexo. El conflicto armado es el segundo temor más evidente con un 16.6%. Entre los temas relacionados con el conflicto armado el 26% corresponde a miedos específicos a la guerrilla y 19% al secuestro, asunto que al igual que la guerrilla perturba tremendamente a los niños. En los dibujos los ciudadanos aparecen en confrontación directa con guerrilleros y delincuentes, la violencia los toca de frente, no están las instituciones, no está la esfera política, simplemente está la violencia y están los niños. Algunos se refieren concretamente a los noticieros, y dicen: “al mirar los noticieros, miro cómo toda la gente mala le hace daño a la gente buena e inocente” o “el mundo en los noticieros es un desierto, es destrucción y miseria”; otro dice “veía las noticias de la guerra en televisión”.

Page 28: Medios de Comunicación y Conflicto

María Victoria Uribe

Directora del Instituto Colombiano de Historia y Antropología

Quiero plantear algunas ideas sobre los noticieros de televisión: El problema de los noticieros es de verosimilitud, los noticieros han venido cambiando en el último tiempo bastante, pero ya existe el prurito de la gente que no les cree. La opinión de la gente frente a los noticieros, casi siempre, no es posible porque siempre van a decir que son balas, goles y colas, y no es eso exactamente el problema de los noticieros, o sea los noticieros están hechos para informar simplemente sobre la noticia que sería lo importante que hicieran en este momento. Yo creo que las audiencias que tienen los periodistas cuando informan no son la gente común y corriente; ellos informan para las fuentes, para los otros periodistas y para los anunciantes. Entonces obviamente están preocupados por qué piensan los colegas, por qué piensan los anunciantes y por qué piensan las fuentes. No estamos informando realmente frente a la sociedad sino frente a otro público. Pero frente e éste la reflexión sería entonces, como decía Humberto Eco, que el público perjudica la televisión, no la televisión al público, porque el público está pidiendo que se le dé diversión, entretenimiento, goce y además le está prohibiendo a los políticos que le den visibilidad pública a las fuentes, que ellos salgan en pantalla y los industriales que sea buen negocio, o sea el público es el que está perjudicando la televisión y no al revés. Los noticieros están haciendo un esfuerzo valiente de mejorar el tratamiento informativo. Haciendo el seguimiento a Caracol, RCN, Noticias Uno y CM& han mejorado el tratamiento de la información, han bajado el ritmo a las noticias, han bajado el escándalo, han intentado hacer noticias sociales, han buscado tener noticias constructivas, han hecho todo ese tipo de informes y me parece que en ese sentido no hay problema. Yo creo que la crítica es simplemente por otro lado, lo que no ha aumentado son las perspectivas de la información, o sea el hecho de que informen positivamente no empata con lo negativo, sino que no hay pluralidad de versiones frente a lo que se está informando en televisión. Nosotros también somos insensatos, pedirle a un noticiero que haga contexto, análisis e investigación. El noticiero está para informar, básicamente su género fundamental es la noticia, pero lo que si ha faltado es otro tipo de programas en los cuales si se produzcan las crónicas, los reportajes, la investigación que estamos pidiendo en este momento del país. La televisión y los medios son de calidad cuando generan conversación pública, por ahora lo que genera conversación pública entre los televidentes es Pasión de Gavilanes. Estoy de acuerdo con que la mejor hipótesis la dijo Marylin Manson en la película “Bouling for Colombyne” cuando dijo: “la televisión se ha dedicado en sus películas, -en el caso norteamericano y solamente para el caso colombiano, en las noticias-, a producir miedos para después en los comerciales producirles felicidad contra los miedos”.

Omar Rincón Crítico de televisión del periódico El Tiempo. Director del postgrado de periodismo de la

Universidad de Los Andes.

Page 29: Medios de Comunicación y Conflicto

Hay una creencia, reforzada un poco por la opinión editorial de los medios impresos y por la opinión académica, de que los medios y en especial la televisión nos hemos olvidado del ciudadano y lo hemos convertido en un consumidor de información y de interpretaciones revueltas con productos y modos de vida. Es posible que en ocasiones esto ocurra y que no se diferencie muy claramente un rol del otro, pero no quiere decir que ese sea el propósito, se llega allí por el deseo permanente de las empresas periodísticas, como en nuestro caso, de satisfacer las expectativas de ese espectro amplio, heterogéneo y contradictorio, que se llama público, en el que caben tantos ciudadanos como consumidores. Los estudios que realizamos los focus group, nos indican siempre que la gente quiere ver más cultura, más información internacional, conocer más las leyes y que los noticieros tengan menos entretenimiento y deportes; sin embargo, si damos mucha fuerza a los contenidos que supuestamente les interesan, dejan de vernos. Podemos evitar la presentación de imágenes crueles o editar las escenas dolorosas, y nuestro correo se llena de mensajes en los que nos acusan de estar maquillando la realidad. Nos critican mucho por lo que mostramos, pero no saben lo que con frecuencia dejamos de mostrar, precisamente por respeto a los ciudadanos. Para ese público tan etéreo y tan disímil, producimos nuestro material con el mejor deseo de acertar; le contamos a la gente las leyes que se aprueban y cómo los afectan; hacemos un esfuerzo porque las decisiones o los comportamientos económicos se presenten en un lenguaje comprensible para todos, usamos siempre la fuente más creíble que podamos, sin exagerar y sin alarmar; proporcionamos elementos de discusión y de análisis y con las limitaciones propias de nuestro formato de noticiero, brindamos alternativas con información amable, atractiva y positiva que lamentablemente a veces no llega al público como quisiéramos.

Darío Fernando Patiño

Codirector de Caracol Noticias.

Nos preocupa mucho la forma como está llegando la información a los distintos medios, la descontextualización hacia el formato de la televisión, las notas de cinco o diez segundos en noticieros, que hace insuficiente la información. El ánimo en primera instancia de los medios de comunicación es el lucro comercial, estar al tanto de la chiva, el marco es la entretención, la espectacularidad. Es tan descomunal el volumen de información que circula que alcanza uno a sospechar que de igual manera es la información que se oculta. Los contenidos que circulan por los medios no sólo son responsabilidad de las casas productoras de información, también son responsabilidad nuestra, radio-oyentes, lectores, televidentes, que no proponemos una mejor televisión para niños, nosotros no proponemos tampoco menos violencia en la televisión, eso lo lamentamos, pero lo que nosotros proponemos es que las audiencias asuman su papel de responsabilidad social. La propuesta es consumidores bien informados, y aquí nos encontramos con la gran contradicción entre lo que propone la escuela y la propuesta de los medios. Un pedagogo español pregunta ¿se ha pensado seriamente qué sería de nuestra economía de tener éxito todo un

Page 30: Medios de Comunicación y Conflicto

programa de educación para el consumidor?; pensamos en las actuales sociedades del espectáculo, ¿la propuesta es afianzar el consumidor y desconocer al ciudadano?

Carlos Alberto Jiménez Director Liga de Consumidores

Quiero partir de la frase de Germán Rey que dijo que las deficiencias en la cobertura del conflicto están afirmadas en la deficiencia de la calidad periodística. Aquí hay un tema que no sólo interesa a Colombia, sino que está interesando al mundo entero: el año 2003 fue un año especialmente fuerte en materia del debate sobre el papel de los medios en el mundo; la guerra de Irak fue sin duda un gran detonante, nadie quedó contento con la cobertura ni en Europa, ni en los Estados Unidos, ni mucho menos en el Medio Oriente, y se cometieron toda clase de errores y de equivocaciones por parte de los medios más sofisticados del mundo y también de los medios del tercer mundo, que dependen de las corrientes de información que ellos mismos nos generan. Este debate ha dado inclusive una crítica virulenta a medios de referencias tradicionales de la prensa occidental. Sólo esta semana ya vimos que cayó el director de la BBC después de que ésta, la considerada corporación de medios audiovisuales más importante del mundo, perdió una batalla no sólo judicial, sino una batalla de imagen. En los Estados Unidos lo que pasó el año pasado con el New York Times fue también muy revelador; han terminado creando la figura de un editor de normas, una especie de controlador de la ética y de las buenas costumbres al interior del periódico, para evitar que se repitan casos como los de Jason Blair. En Paris, Le Monde sufrió un ataque inusitado: se publicó un libro que se llama “La cara oculta de Le Monde”, que ha vendido más de medio millón de ejemplares, un libro escrito por tres periodistas muy serios -al cual le siguieron otros libros- al punto que el propio Le Monde decidió hacer un trabajo muy interesante que es un suplemento llamado “La vuelta al Mundo en ochenta periódicos” con el subtítulo: “una prensa que tiene mala prensa”. Estamos viendo también que el debate sobre la formación de periodistas se está dando en todos lados. En Francia se están revisando los planes de estudios de periodistas, la Universidad de Columbia está reestructurando su famoso master, que era considerado la carrera de periodismo de excelencia a nivel mundial. Entonces yo creo que lo primero que tenemos que tener presente, es que hay un debate del cual obviamente nuestros problemas, nuestro propio desafío es muy importante, pero el debate de los medios es general, porque en el fondo, tal como lo planteó Germán, lo que está en juego es el concepto de calidad periodística, que es un concepto que se está reestructurando por mil razones, pero principalmente porque las audiencias, porque los lectores, porque los consumidores, están cambiando radicalmente su papel, su relación con los medios frente a lo que ocurría anteriormente. El Internet y mil otros medios técnicos más han hecho que los lectores sean cada día más exigentes, más informados y más demandantes, y aquí es donde yo quiero hacer una reflexión que en la Fundación nos hemos venido haciendo en la perspectiva de nuestro trabajo de formación de periodistas de ya casi ocho años gracias a la iniciativa que Gabriel García Márquez tuvo al crear en Cartagena la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. El tema de la calidad periodística no depende solamente de los periodistas. Aquí quiero hacer un llamado a que tengamos eso muy presente, porque desde luego, hay una tendencia. Esa

Page 31: Medios de Comunicación y Conflicto

desaprobación manifiesta del 79% que considera que se está cubriendo mal el conflicto, normalmente se le enfoca a los medios y a los periodistas; sobre todo a los periodistas, porque entre otras cosas, los medios en su autocrítica han hecho mucho énfasis en los errores de los reporteros, pero nadie ha hecho hasta ahora una autocrítica fuerte sobre los errores de las empresas periodísticas. Entonces yo creo que lo primero que tenemos que hacer es darnos cuenta cuáles son los factores de la calidad periodística, un sector es el de los periodistas, el de los reporteros y el de los editores, el de los hacedores de la información. Otro sector es el de las empresas periodísticas, que también tienen un compromiso y una responsabilidad muy grande. Una empresa periodística que no genera un contexto corporativo, que no tiene unas políticas editoriales ni unos procedimientos que fomenten la calidad periodística, la ética de sus periodistas, el buen trabajo, que además, no les crea las garantías, ni los recursos, ni los medios técnicos y económicos para que sus periodistas hagan bien su trabajo, y para que se protejan en situaciones de riesgo, es una empresa que no está contribuyendo a la calidad periodística en materia del cubrimiento. Las fuentes juegan otro papel importante; criticar, comentar y hacer sermones a los periodistas siempre ha sido una actividad en la cual han sabido decir cosas, pero ¿se ha preguntado el Estado colombiano y se han preguntado las Fuerzas Armadas su papel, o sea su responsabilidad social y legal, como productores de información, como una fuente principalísima de todo lo que está ocurriendo en el conflicto armado de nuestro país? Yo quisiera saber por ejemplo, ¿qué clase de cuestionamiento, de revisiones, le hacen las Fuerzas Armadas a los Comandantes de Brigadas que inventan o que hacen montajes, porque sabemos que esos montajes existen, mostrando que hay veinte muertos, que resulta que les cambian la foto o yo no sé qué y no se sabe si son guerrilleros o son paramilitares, o si son personas inocentes y dicen: “ahí están los guerrilleros a los que les dimos de baja”; ¿qué clase de reflexión, por qué el país no ha abierto un debate sobre la responsabilidad jurídica, social, legal de las Fuerzas Armadas Colombianas como productores de información institucional? Entonces ahí hay otro papel, el de las fuentes. Los medios trabajan muy cerca de las fuentes, y no nos engañemos, cuando hablamos de fuentes casi que podemos hablar de poderes; poderes económicos, poderes empresariales, poderes políticos, que son los que ocupan el 80% del espacio noticiable de los medios y que son los mayores generadores de información. Una sociedad civil activa, es muy buena y es necesaria pero una sociedad civil pasiva, una sociedad civil que no reclama, que no se preocupa, que lee mucho sin cuestionar sus periódicos, sin mandarles cartas al lector de quejas, es una sociedad civil que realmente no está contribuyendo para nada a la calidad periodística, y a la cual, como ciudadanos, cabrìa también exigirles un proceso de autocrítica colectiva. Por último quiero decir que en Colombia están pasando cosas: hay procesos abiertos y hay que apoyarlos, no todo el panorama es oscuro, se está estudiando el tema, desde aquí se ha citado el trabajo de autocrítica que ha hecho El Tiempo, o los seminarios que la FNPI ha adelantado con la Fundación Konrad Adenauer, o los emprendidos por el Proyecto Antonio Nariño, para generar compromisos mayores con la calidad periodística. El reto que tenemos ahora es, qué hacemos para asegurar que toda esta autocrítica que ha quedado debidamente reflejada en todos estos estudios y todas estas buenas ideas, adquieran realmente el carácter de un compromiso corporativo de los medios, que los medios realmente interioricen en sus rutinas periodísticas estos estándares de calidad y que los propios periodistas

Page 32: Medios de Comunicación y Conflicto

se hagan, así mismo, toda una autoexigencia de rigor para trabajar más en función de buenas prácticas periodísticas.

Jaime Abello Director Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano

Me deja preocupado lo que dijeron Omar Rincón y Darío Fernando Patiño, porque los medios no podemos estar sujetos a la tiranía del público, los medios tenemos que tener un proyecto y no ser veletas de éste. Todas las encuestas dicen lo que uno quiera que digan, y la única manera de crear una opinión pública fuerte es tener una línea de contenidos en la cual uno esté buscando el país que quiere, porque si uno permanentemente está cambiando de líneas dependiendo de por dónde sopla el viento, termina uno por hacer un periodismo al servicio de uno no sabe qué ni para qué. Me parece que tiene que haber unos proyectos de país, unos proyectos que lleven a los medios a tener una línea de comportamiento. Damos unos contenidos pobrísimos, unos contenidos con un lenguaje completamente permeado últimamente por el conflicto, tenemos un lenguaje que no pertenece al rigor periodístico, que no cumple funciones de neutralidad, donde se han abolido todas las posibilidades enormes que tiene tanto el lenguaje verbal como el lenguaje escrito; me parece que en ese sentido hay y no atribuirle siempre el problema de nuestro empobrecimiento en el crecimiento a la cada vez más estrecha opinión pública. Creo que el lenguaje debe ser una preocupación, el retorno del vigor del lenguaje periodístico es algo que debemos tener como una prioridad y no solamente el lenguaje escrito o el lenguaje radial, sino también el lenguaje visual, tanto de los periódicos como de la televisión. Y una última cosa: Arranquemos. Siempre decimos lo mismo, la autocrítica hasta el fondo, siempre nos reunimos; arranquemos ya y arranquemos entre otras cosas porque cuando el futuro llegue ya nosotros no estamos aquí.

Héctor Rincón Director del Servicio Informativo de Caracol Radio.

En mi oficio de defensor del lector ocurre algo muy simpático, muy curioso frente a las quejas o los reclamos de los lectores frente al conflicto armado y digo mal lectores porque creo que no son lectores sino observadores, porque la mayor cantidad de inconformidad que existe es, no por la información, sino por los titulares o por las fotografías, es decir no es de lectores sino de observadores y eso me lleva a una reflexión, desde dónde observamos, porque la lectura es el acto racional por excelencia, entonces no son reclamos de lectores sino reclamos pasionales. ¿Desde qué dolor se lee? porque lo que está haciendo este conflicto día a día, es sumando dolores, rencores. Otra cosa curiosa en los reclamos de los lectores: los más sesudos, los más interesantes son los reclamos de los lectores vía Internet, vienen muchos reclamos del exterior que es una cosa que me parece interesante, interesante de analizar y muchas de esas quejas se remiten a la falta de contexto, yo explico la falta de contexto es que la mitad del país son sombras, en la mitad del país está en una noche y los hechos del orden público aparecen como luciérnagas en la noche y la prensa va y cubre ese resplandor pero no sabemos por qué ni qué y eso genera un hecho muy preocupante y es la carencia de seguimiento, no hay seguimiento, ocurre el hecho y de inmediato va al olvido, es decir somos como fotografías con flash, pero no hay un seguimiento, entramos a un olvido inmediato.

Page 33: Medios de Comunicación y Conflicto

Juan Luis Mejía

Defensor del lector del periódico El Colombiano. Fue Ministro de Cultura y fue Rector de la Universidad EAFIT en Medellín.

PANEL 3 IMPACTO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LOS PROCESOS DE PAZ Y

EN EL ESCALAMIENTO DEL CONFLICTO ARMADO

PONENCIA La puesta en escena de la violencia y la dramaturgia del país

Ana María Cano5 Más de veinte años lleva Colombia en sus intentos recientes de emprender procesos de reconciliación, mientras que los ingredientes de la guerra y sus efectos se han ido complejizando con resultados cada vez más devastadores. Pero ¿cuál comprensión sobre ella misma tiene la población y cuál es la noción de su papel en este destino colectivo que vivimos; y qué otro imaginario distinto al de víctima o de impotente tiene la opinión pública que en este país es un poder social incipiente? Esta percepción sobre el inexistente proceso social de conciencia y transformación para acompañar estos intentos de reconciliación, contrasta con la visible fertilidad de la violencia y de los métodos de hecho que se ahorran palabras y reproducen armas. Estos dos indicadores pueden dar a los medios una medida de sus omisiones como también de las involuntarias contribuciones a la guerra hechas por los medios; en la forma como dan cuenta de lo que llaman orden público, y que no incluye integralmente sus elementos conjugados, políticos, sociales, judiciales, militares, antropológicos, históricos, geográficos, sino más bien los reduce a una expedita contabilidad de víctimas y de hechos inconexos que tienen por origen las mismas fuentes oficiales. Por el hecho de que no existe aún en este país un observatorio de medios dedicado a registrar el cubrimiento del conflicto armado, no pueden darse resultados constatables sobre la relación de medios y conflicto. Sólo ahora la Fundación Antonio Nariño para la Libertad de Prensa ha realizado un análisis sobre el contenido que se refiere al conflicto armado en 12 periódicos colombianos. Aunque ese estudio todavía no es público, es un primer paso. Pero tiene que hacerse algo más completo para conocer, por ejemplo, cuál es la correlación entre el escalamiento de masacres y tomas de pueblos, de retenes y secuestros masivos coincidentes con el ingreso a la televisión de dos grupos económicos con intereses diversificados, a través de los dos primeros canales privados que han hecho una competencia de inmediatez, de riesgo informativo, de espectacularidad en la presentación y que han confesado públicamente que disminuye su sintonía cuando sus titulares informativos no arrancan con violencia. Con esta premisa pues, pueden eximirse a los medios de producir interés por algo que no sea la muerte y el miedo como temas de interés para los televidentes. 5 Directora de La Hoja.

Page 34: Medios de Comunicación y Conflicto

La enorme eficacia y simpleza de los hechos de violencia, son como una puesta en escena, como una información que tiene su propia dramaturgia, que convoca a todos los protagonistas en una misma escena y que libera al periodista de cualquier dificultad de entender, interpretar, reunir, contrastar un hecho y encontrar su sentido noticioso o informativo, es lo que ha hecho de la violencia la más amplia superficie informativa. Los armados, sus actos, sus inmediatos efectos, sus dimensiones, son el imán que ha mantenido a los medios en los últimos 20 años de este país, señalando constantes en la dirección del conflicto y hacer de las voces de sus armados las más oídas que se tengan en Colombia. Sin cumplir con esto la tarea de ampliar la comprensión de la esencia del conflicto, de sus repeticiones, sus retrocesos, sus metáforas, sus referentes con otros ya ocurridos, porque los hechos relacionados con las armas son inventariados a diario como un eterno presente sin antecedentes ni consecuencias. La facilidad de un cubrimiento en el que la muerte, la amenaza, el miedo, el dolor, lo han hecho todo ya, produce la doble seducción en el periodista de ir a la fija en lo que sólo requiere registrarse de la manera más mecánica, más notarial para que revista la condición de «noticia de interés público» y a la vez, los exime de tener que explicarle a sus ocupados editores el por qué de la importancia de lo ocurrido. Resulta mucho más complejo saber poner en escena y producir interés sobre hechos que son más complejos, más significativos y menos espectaculares. Y es que son almas gemelas: la guerra tiene garantizada en la televisión su espectacularidad. A través del uso de todos los efectos especiales se añade un valor dramático a las informaciones (o las escenas, para seguir con el lenguaje teatral), a través del uso de imágenes suministradas por los estrategas de comunicación que son perspicaces en todos los bandos armados, en los militares, paramilitares o guerrilleros; o del uso del archivo fílmico y su capacidad de invocar de nuevo acontecimientos que ya pasaron; o el tono de ferocidad que uno y otro contendor quiere transmitir; la musicalización de escenas producidas por el terrorismo (ahondando en el uso del terror); el montaje del tableteo de ametralladoras que no corresponde a las imágenes que se están transmitiendo. En toda esta dramaturgia mediática de lejos RCN vence a Caracol, porque su gran melodrama nacional es la guerra. Con esta seducción de lo fácil, lo inmediato, lo contundente, la guerra y sus agentes armados se aprovechan para lo que en mercadeo llaman «free press», ganar prensa gratuita. Es saber echar la leña al fuego porque siempre encontrará un atento seguimiento para poder así los actores armados, alcanzar posiciones. A esta altura no importa tanto cuanto se controle la guerra real sino quién y cómo domine la guerra mediática, la de las escenas más desgarradoras; las de las emboscadas de los extras, las de la inmediatez de lo último, en contra de todo lo que puede ser un atenuante y una ubicación en el relato: algo como la historia por ejemplo, como los antecedentes y las relaciones de los protagonistas o de la combinación con otros hechos que permiten verlos más claros en su contexto. Esta puesta en escena de la violencia, que es reproducida por los medios, devalúa la vida cotidiana porque no permite que ella sea materia informativa sino cuando está cruzada por lo trágico, por lo que la dramaturgia de la guerra y la muerte tiene como atracción para los medios y las audiencias. También implica esta actitud una devaluación del público, porque lo reducen a un impasible y anestesiado espectador, anulan su participación y la limitan a las líneas abiertas en los talk-shows de entretenimiento matutino donde las voces de los oyentes y televidentes son un decorado, o a las votaciones que en realidad son fabulosos negocios de telefonía para sus

Page 35: Medios de Comunicación y Conflicto

promotores. En ellos el receptor es una ficha, una cifra, una estadística, un consumidor; no es un ciudadano que participe en un debate de ideas ni tampoco de una opinión pública que tenga conciencia de su papel y de su poder. Los medios, según se puede comprobar en Colombia, han tenido un efecto de contribución en la persistencia y recrudecimiento del conflicto. Levanta alguna suspicacia descubrir cuál es el nexo de ese periodismo inflamado con el concreto poder que los traficantes de armas tienen sobre este país donde este mercado tiene tan creciente demanda. El reciente informe de Naciones Unidas sobre desarrollo humano en Colombia y que llamaron «Esto sí tiene salida», se pregunta sobre la estadística: cómo 32 mil guerrilleros son más que suficientes para llevar el daño a todo el país a pesar de no ser sino 7 por cada 10 mil habitantes. Al rastrear en la memoria de un consumidor habitual de medios, cuáles son las imágenes y los hechos que se han quedado clavados en ella, son todos episodios de armas: el tanque que entra al Palacio de Justicia, el jefe de las Farc que pone sobre la mesa de negociaciones en el Caguán un fusil y dice que tiene 44 mil más como ese; Mancuso y Castaño que cuentan con frialdad histriónica lo que han hecho y de lo cual no se arrepienten. No viene a la memoria alguna imagen en la que se haya comprendido un sentido o encarnado una idea con la cual atenuar la manipulación que los armados de todos los bandos logran hacer en los medios y con ellos a la opinión pública. El análisis tiene que detenerse pues en el cómo se le presentan los hechos a la opinión y los efectos devastadores que los mensajes tienen en el desarrollo de la guerra y también en la noción del imaginario que los habitantes del país tienen de sí mismos como indefensos. El extendido arquetipo de víctimas ha sido promovido por los medios y con él queda desafortunadamente claro que ninguna participación pueden tener los colombianos en la resolución de este conflicto, distinto de padecerlo. Hay que volver otra vez sobre el lenguaje para ver lo que él deja entrever. La mención de los actores armados se ha vuelto el lugar común; y está bien prestar del teatro los términos de protagonistas, de actores, de escenarios, de espectadores, pero habría que ocuparse en especial de la dramaturgia, del esquema narrativo con el que hacemos una representación de la obra en los medios y por supuesto también adentrarse en la interpretación que hacen los actores dentro y fuera de ellos. De manera aleatoria, y en todo caso no visiblemente conciente, los medios actúan a veces como espectadores del conflicto colombiano, algunas como actores y otras como consuetas de uno o de todos los actores armados. Cabría señalar en el análisis de la dramaturgia cuál es el concepto de nación, de interés público y de criterio periodístico que atienden la radio, la televisión y la prensa en Colombia, como actores de reparto y espectadores del conflicto. Es curioso cómo encaja preciso el lenguaje teatral en esta trama del país en el que la representación de la guerra, el contenido dramático de la muerte, el dolor, la pérdida, el enfrentamiento por el poder, los escenarios agrestes en los distintos territorios, las armas como principal utilería y un cierto tono trágico configuran una obra que parece inevitable, superior a nuestras fuerzas, una obra que describe nuestro destino y cuya representación queda esparcida en miles de episodios reiterativos; la mayoría desconectados de esta pieza enorme y descomunal. Si esta obra fuera adecuada y prolijamente narrada, podría verse, sentirse y comprenderse como una epopeya.

Page 36: Medios de Comunicación y Conflicto

Pero para entender cuáles fallas de actuación tienen los medios en esta obra hace falta analizar el papel involuntario de narradores, de tejedores del hilo de esta historia que parece rota en fragmentos, enredada e inconducente por parte de los periodistas y los medios que deberían mirar atrás para ver en perspectiva lo ocurrido, y no caer en una aparente falta de conciencia sobre los propósitos de prestar este servicio público. La primera vez que el estado colombiano aventuraba una posición reconciliadora en un proceso de paz, después del enorme fracaso del proceso con los guerrilleros del Llano y su exterminio, las «fuerzas oscuras» que son aquellas que tienen una evidente intención armada, logran que los medios desactiven la actitud de apertura frente a la reconciliación a través de filtrarles «embuchados». Son esas mentiras que por la hora y por la dificultad de constatarlas, pero por la gravedad que revisten, coartan la libertad del frágil periodista que cede ante el rango de la fuente militar, ministerial, o legislativa, para darle entero crédito sin atenuantes. Esto logra el efecto demoledor buscado por esa fuente, de volcar a la opinión en contra del proceso, así después se compruebe que era mentira, el efecto inmediato es irreversible. De esto son suficientes los ejemplos que sentarían normas para evitarlos, según una investigación hecha por quien habla en 1986 para la Universidad de Antioquia, sobre el papel de la prensa en el proceso de paz de Belisario Betancur. Lo patético es que con tanta distancia de hoy, casi 20 años, los errores pudieran prefigurarse y repetirse sin que se haya producido una pedagogía al respecto. Es concreto que aunque sea involuntario, el papel de historiadores lo cumplen siempre los periodistas, porque son testigos e intérpretes, y representan una función pública para la que no fueron elegidos popularmente sino auto elegidos por una sociedad que delega en los medios la circulación de la información y con ella hacer partícipes a sus asociados, de un destino común. Ese servicio público que cumplen debería estar regido en esta exigente circunstancia no por la objetividad de la que hablaban los viejos cánones de periodismo sino por la más honesta subjetividad, la de poner sus sentidos y su comprensión en función de transmitir, de dar a conocer lo que importa y separarlo cuidadosamente de las toneladas de desechos informativos que la cotidianidad produce. En el caso reciente de la reincorporación civil de las autodefensas, algunos de estos Caballos de Troya que son los embuchados, han ocurrido ya. El más visible fue el de aceptar dócilmente algo que hace parte del error en el diseño de la estrategia comunicativa estatal; que los 800 primeros candidatos a la reinserción llegaran vestidos de civil a la concentración y se vistieran de camuflado ante los ojos de la gente para transformarse en un ejército activo a ojos vistas. Y luego, esos mismos reinsertados se vistieran de corbata frente a la respetabilidad de los legisladores para producir una especie de borrón a su pasado impresentable. Si bien no corresponde a los medios tapar los errores que el estado tenga al planear el contenido semiológico de cada escena de éstas, si puede producir relativización, contraste, interpretación, con la consulta de conocedores para hacer que los armados no aparezcan como los súper poderosos, los dominantes. Los medios deben en su interior decidir cómo quieren presentar a los reinsertados, a los que dejen las armas. Si los muestra como «los otros» que son los malos, que sólo habría que exterminarlos, dejando sin pié reconciliación alguna en el horizonte, o como seres humanos que pueden reconocer sus responsabilidades y crear de cara a la opinión una vida civil desarmada. Revisar si la imagen que se transmite en los guerrilleros y paramilitares es la de un otro al que hay que destruir o el de un otro muy poderoso que es casi un superhéroe negativo.

Page 37: Medios de Comunicación y Conflicto

Ambas son indeseables para la comprensión que se tenga del conflicto. Es una cándida posición, como la que sustentaba la frase que hizo carrera hace unos años de «los buenos somos más». Esa es una de esas granadas altamente ideológicas que lanzadas al aire eximen de toda participación del conflicto a los que no estén armados y les queda sólo el papel de víctimas. Habría que revisar para ilustrarlo, todos los procesos de reparación que han vivido sociedades que han hecho reconciliaciones: Suráfrica, Argentina, Centroamérica, incluso Alemania. Javier Darío Restrepo, periodista riguroso, dice que es cierto que la violencia es muda y que toda guerra está hecha de mentira y de silencio, pero que por ninguna de esas realidades se explica, de modo inteligente, el terror existente ante la palabra del enemigo, ni la convicción absurda de que hablarle es una forma de traición. Y advierte que con el perdón y olvido no se le puede negar a la sociedad su derecho a la verdad como un supuesto acto de misericordia, ya que se tendería un velo cómplice sobre la responsabilidad criminal de los agentes estatales que han actuado, y siguen haciéndolo como cómplices de los responsables de los crímenes. García Márquez en su informe de la Comisión de sabios concluye algo que es útil de considerar para entender el periodismo que hacemos: «somos una sociedad sentimental en la que prima el gesto sobre la reflexión, el ímpetu sobre la razón, el calor humano sobre la desconfianza. Tenemos un amor casi irracional por la vida, pero nos matamos unos a otros por las ansias de vivir...»«El autor de los crímenes más terribles lo pierde una debilidad sentimental. De otro modo, al colombiano sin corazón lo pierde el corazón...». «Tal vez una reflexión más serena nos permitiría descubrir que nuestra violencia histórica es la dinámica sobrante de nuestra guerra eterna contra la adversidad». ¿Cuál es pues el poder de los medios en esta encrucijada histórica que vive Colombia?. Ignacio Ramonet, el director del emblemático «Le Monde Diplomatique», dice que el poder que tenían los ciudadanos a través de los medios de comunicación para criticar, rebatir y oponerse dentro de un marco democrático a decisiones legales o del poder que podían ser inicuas, injustas e incluso criminales, se ha ido desvaneciendo y perdiendo su función de contrapoder a nivel mundial como cuarto poder, debido a la globalización neoliberal y a la mercantilización de los medios. La razón es simple: la información, la cultura de masas y la entretención que estuvieron antes separadas son hoy una sola cosa, casi indiferenciada en sus productos. Y es que, además, se tiene que tener presente en el ejercicio de la tarea informativa, la carga pedagógica que los medios cumplen en un tipo de público con el que alcanzan una difusa sensación colectiva, un amago de convivencia virtual. Los observadores de medios señalan con preocupación que la información en Colombia es nula en términos de incorporar la cultura política en la vida de la gente y que a cambio promueve el espectáculo del poder para el consumo inmediato del público, desperdiciando de este modo la posibilidad de explicación que tienen los medios cuando optan por el reportaje o por formatos que ayudan a entender la dimensión de algún hecho o personaje. Esa sería la capacidad pedagógica que rescataría lo que en este momento es una empobrecedora historia de la cotidianidad dictada por la actualidad. Esos estudiosos de medios definían la necesidad de formación de ciudadanos que tengan alguna competencia frente al tema de lo público, entrenados en la deliberación, en la opinión y en la formación de un juicio basado en informaciones calificadas. Desde hace 20 años el conflicto armado colombiano ha sido el desafío periodístico más concreto que los medios han tenido por su tamaño geográfico, histórico, por la complejidad ideológica y

Page 38: Medios de Comunicación y Conflicto

política, por la enorme cantidad de protagonistas y de escenarios. En el escalamiento del conflicto y en su extensión y derivación hacia nuevos efectos perniciosos, puede medirse cuáles acciones u omisiones de los medios han hecho parte del conflicto mismo y de qué manera sus protagonistas armados usan la capacidad de producir hechos o de ocultarlos con la intención de manejar y manipular a la opinión hacia el propósito particular de prolongar y profundizar el conflicto. Si en el cubrimiento de una guerra se necesitan múltiples enfoques para que el tema pueda ser tomado en perspectiva, cubriendo sus ingredientes, ¿por qué no pueden los medios hacerse a unos centros de pensamiento con expertos que puedan contrastar con cabeza fría las informaciones, introducir contrapreguntas y matices para los periodistas rasos que desconocen la historia del país, con expertos que puedan matizar esa enorme vecindad con fuentes que han sido asignadas a los periodistas como si fueran sólo transcriptores que entregaran el fuero informativo a ellas?. En todos estos procesos de reconciliación de los últimos 20 años en Colombia, los centros de decisión han estado donde los medios tienen su mayor cubrimiento, pero los actos y los reveses de ellos están en la periferia y por eso se hace tan crucial el papel del corresponsal, que además de ser del lugar, conoce antecedentes y en lo posible ha manejado por un tiempo largo el tema. Pero en el resultado final el crédito a las fuentes oficiales sepulta o niega la información de primera mano hecha en el sitio. La desinformación que está asociada a la censura, a la desaparición o la represión puede haberse formado con el ocultamiento de una información, o de elementos de ella, hasta el despliegue de un hecho contrario que minimice lo que ocurrió. O puede haberse construido por la más común y perniciosa de sus aplicaciones: el no uso de criterios periodísticos para dar forma al material informativo, con el cuál pierde su esencia. Puede el periodismo emprender, como una iniciativa esclarecedora, el descubrimiento de los momentos en que ha contribuido a la radicalización de los extremos, o al ascenso de una generalizada intransigencia ideológica y a la impunidad de no revelarse a los responsables. En el prerrequisito de la reconciliación que es el someterse a la verdad, a dejar salir todo el dolor acumulado, para que pueda reconstruirse una convivencia y una confianza, este puede ser un paso, una contribución, un mea culpa para asumir responsabilidades, como lo tendrán que hacer todos los protagonistas de este conflicto. Tal como lo hizo Argentina con el Nunca Más que lideró Ernesto Sábato, tiene que ser a través de la información y de los periodistas que sean los primeros en reconocer su papel cumplido y definan el que deben cumplir. Es claro que los medios tienen que caminar adelante de la sociedad para la cual sirven. La pregunta central que tendrán que hacerse los medios sobre su papel es: ¿cuál es y cuál ha sido su contribución para alimentar la participación de la gente en sus destinos colectivos?. Si se presume que en Colombia los ciudadanos no tienen una representación política mayoritaria, activa, y que las salidas ilegales o violentas buscan de alguna manera indeseable el hacerse a un lugar en una sociedad, cuál es el papel sustitutivo que los medios pueden hacer de esa participación pública. Preguntarse por qué no existe una opinión pública en Colombia que es lo que una sociedad considera necesario o evitable para sí misma y que esa opinión pública sólo puede disolverse por la desinformación, la corrupción, el desaliento, según explica Daniel Pecàut, o por unos medios informativos y unos periodistas que asuman roles distintos a la investigación, la fiscalización y la credibilidad.

Page 39: Medios de Comunicación y Conflicto

Lo que deben intentar los medios es explicar que las cosas no son como parecen y mostrar por qué. Ahora, el criterio de la información más que ser objetivo debe dimensionar la complejidad de los hechos, desentrañar el nudo de los múltiples intereses que dan lugar a ellos y la íntima conexión; aunque aparezcan como aislados, la información tiene que relacionarlos y hasta ocuparse del por qué ocurren. La libertad de prensa más que por decreto o por ley se aplica en el uso a diario de una responsabilidad por quienes hacen el periodismo, a través de su calificación personal, sus recursos investigativos, la forma como preservan su credibilidad sin declinarla hacia uno u otro lado, para dar oportunidad al público de conocer una verdad que está fragmentada y dispersa. Esta agenda recurrente señalada por el orden público, tanto en medios de comunicación impresos, como hablados y visuales, ha despojado de sorpresa e interés humano a grandes extensiones informativas. Por eso el afinamiento de los medios pasa por el cultivo que cada uno haga del sentido crítico, de su propia mirada, de debatir dentro del medio los temas, los tratamientos, las equivocaciones y aciertos, y en especial por la mirada (o la lectura cuidadosa) que haga el propio medio de él mismo y de sus competidores. Por la amplia comprensión que adquieran los periodistas sobre los fenómenos, a través de conocedores que iluminen los acontecimientos con luces distintas de los reflectores dirigidos hacia los protagonistas y los voceros consabidos. Los medios pueden constatar cómo la ausencia de argumentación, de comprensión y de autocrítica pueden estarse produciendo en los contenidos a través de consejos de redacción no deliberantes, que desperdician esa gran ocasión de despedazar el tema, escoger el enfoque, señalar sus riesgos y fuentes, y recomendar el género periodístico que mejor ponga en escena el material. Cuando estos consejos no son deliberantes ni se aprovechan para invitar a otros periodistas y a no periodistas, externos al medio, que puedan elevar el nivel de la discusión, pierden el espacio para ser la mejor escuela de mejoramiento interno. Además es comprobable que cuanto más definido queda un tema en un consejo de redacción su elaboración, es tanto mayor su eficacia. Entonces, el tiempo se ahorra después del Consejo de Redacción y no en él. Una noción profesional que tendría que prevalecer en la dispersa formación académica que se imparte ahora en Colombia a estos aspirantes, es sobre el patrimonio profesional único que tiene el periodista, que él mismo construye y carga consigo, es el de la credibilidad, hecha de la capacidad de no traicionar el legado del público de contarle de la manera más centrada y fiel, qué es lo que importa de los hechos que ocurren. La calidad periodística de los medios habría que resguardarla como el patrimonio de la diferencia, que en la marea de la información pueda distinguirse cada uno al oído, al gusto, a la vista, por algo que deje en el lector como un sabor reconocible. Y además combatir en algo el inmediatismo y la espectacularidad para que la información no se evapore al instante. Cierta perdurabilidad es una marca de fábrica del oficio que se considera formativo además de informativo. En el periodismo hemos servido a una actitud de verdad, de reconocimiento del papel de intermediarios que tenemos entre una opinión y unos ciudadanos que padecen los efectos de lo que ocurre, y aquellos que deciden y promueven una actitud de quitarnos el camuflado, el de cualquier matiz que sea, quitarnos la tentación de manipular o disimular, de impedir, disuadir o promocionar, para revestirnos de verdad, que es un traje de civil, que lo arma la duda, la

Page 40: Medios de Comunicación y Conflicto

confrontación, la verdad y la distancia de los poderes y el compromiso de discernir los elementos encontrados. Tener una idea del conflicto como algo inherente siempre a la sociedad. Ese nuevo periodismo con rostros, con nombres propios, con vida cotidiana, con relatos que hilan historias de vida, busca circular, como decía Carlos Fuentes, corrientes que vayan del centro a la periferia y de las periferias al centro. Aprovechar la oportunidad planteada por la crisis social colombiana para la reconstrucción de una más equitativa nación donde las armas puedan llegar a ser objetos de museo.

COMENTARIOS La responsabilidad del periodista es como la de quienes dirigen el destino de nuestra comunidad a través de la alta política, el periodista es quien trasmite la opinión y genera a través de ella diferentes reacciones y por ello no puede confundir objetividad con equilibrio. La objetividad es interpretada por muchos de los periodistas como la presentación de dos maneras de ver un hecho concreto desde dos ángulos diferentes del conflicto, pero al público se le entregan en crudo esas dos apreciaciones, lo cual no es objetividad. En un medio como en el nuestro, el equilibrio se debe lograr con la interpretación que se dé -por parte del periodista- de esos hechos, anotando que es su propia apreciación, para hacer con el público un proceso pedagógico y de acompañamiento sobre la realidad del conflicto.

Jorge Alberto Uribe

Ministro de Defensa Nacional.

En el proceso de paz, vale la pena reflexionar acerca de qué tanto el periodista contribuye a crear estereotipos sobre los diversos actores inmersos en el proceso. Ello le restaría capacidad de interlocución a cualquiera de los actores armados, generando en la opinión pública cierto rechazo a sus acciones y posiciones dentro del conflicto. El ejercicio responsable del periodismo como todos sabemos es esencial para cualquier sociedad y mucho más en el caso de sociedades como la nuestra, en la que diariamente enfrentamos situaciones de conflicto extremo donde chocan voluntades que luchan por imponer sus ideas, por

Page 41: Medios de Comunicación y Conflicto

obtener el poder para dominar o acabar con otras formas de dominación o por exigir derechos que no ha sido respetados.

José Eustorgio Colmenares

Director del periódico La Opinión, de Cúcuta. De cierta manera los medios de comunicación y diría sobre todo radio y televisión, sin excluir del todo a la prensa escrita, asumen una conducta oficialista, se corresponden a las políticas del gobierno de turno; y ahí es donde hay que tratar de establecer una fractura para que los medios de comunicación, sin que pierdan su naturaleza ideológica y política, que deben tener, puedan actuar en función de unas políticas más constructivas que puedan contribuir a eso. Es importante entender que en un conflicto como el que estamos -y a eso deben ayudar los medios: no todo vale en la guerra- hay que tratar de preservar la democracia, las garantías fundamentales. No porque se supone que estamos en una guerra, necesitamos una legislación de guerra; el conflicto no lo resolvemos restringiendo la democracia, sino al contrario con más democracia y con más amplitud de participación de los ciudadanos. Una consideración importante es la de las fuentes, que no deben ser exclusivas y no por ser oficiales deben ser las fuentes únicas en los medios de comunicación; ese es un signo preocupante, y cuando así se actúa, se actúa de una manera antidemocrática, poco pluralista y conlleva desde luego al autoritarismo y a la falta de la libertad de prensa. Otro aspecto es el que tiene que ver con la polarización. Los medios de comunicación, tenemos que ayudar para mostrar de una manera diferente a la sociedad colombiana. No en dos polos: el estado legítimo, democrático y al otro lado los bandidos y terroristas. Hay una serie de espacios intermedios de quienes también trabajan por construir democracia y paz; ONGs, sindicatos, etc. que son tachadas de terroristas, pero que deberían tener un espacio importante también dentro del periodismo colombiano.

Carlos Lozano

Director del semanario Voz. ¿Cómo desarrollar un método para seguir procesos autónomamente desde los medios de comunicación?, o como lo puso Héctor Rincón, más temprano, ¿cómo desarrollar nuestro propio lenguaje? No conozco un lugar del mundo donde la competencia mediática no genere diversidad, pero la competencia mediática en Colombia genera igualdad, porque aquí no competimos para salir corriendo a decir yo voy a hacer algo distinto a lo que hizo mi competencia, sino, tal medio tiene tal cosa, ¿cómo no la tengo yo? Y al otro día saco yo lo mismo. Pero propongo una cosa, una especie de resistencia civil si se quiere de los medios de comunicación y de los periodistas, que no publiquemos a quien no quiere dar la cara. Yo no estoy de acuerdo con el periodismo discreto que se ha propuesto y creo que el periodismo está siendo demasiado discreto, demasiado unánime, demasiado miedoso de ser diferente, de decir lo que piensa, que es la verdad con miras a un interés público, para que los medios no vayamos de salto en salto, de coyuntura en coyuntura, montados en la euforia de la paz o montados en la euforia de la guerra según lo que este de moda.

Page 42: Medios de Comunicación y Conflicto

María Teresa Ronderos

Editora general de la Revista Semana.

En el diario La Nación, apareció un brillante ensayo de Ryzard Kapuscinski, que es tal vez el más brillante reportero de guerra del último siglo. Retomando las enseñanzas de Heródoto como cronista de la guerra y de las dificultades humanas, advertía la debilidad de la memoria humana, consciente de que sus interlocutores relatan diversas y, a menudo, contradictorias versiones de una misma historia”. En ese discurso de los medios de comunicación del país, a propósito del desarrollo de esa confrontación, no han aparecido todas esas verdades e interpretaciones sobre la manera como discurren la guerra y los esfuerzos de paz de los sectores civiles en el país. Los medios de comunicación y los periodistas colombianos seguimos habituados a narrar la guerra y descifrar las implicaciones de esta tragedia colectiva, en las esferas palaciegas de Bogotá, y a lo sumo en los centros de poder de las principales ciudades, pero seguimos absolutamente alejados de ese país periférico. En esa medida creo que hemos sido absolutamente ajenos a la posibilidad de encontrar en esas personas comunes y corrientes, en las víctimas directas, la oportunidad de relatar la guerra y tener una visión más amplia. Es otra manera de entender el conflicto de la cual hemos estado alejados, lo cual, obviamente, incide en esa presentación homogénea, monocorde y sin matices sobre la lectura del conflicto. Kapuscinski en el ensayo que mencioné, hace una crítica general al discurso de los medios de información, el lenguaje que a diario se utiliza es muy pobre, estereotipado y lleno de fórmulas, por esta razón, enormes áreas de la realidad que manejamos se encuentran fuera de la esfera de la descripción, pues el mensaje con fórmulas es incapaz de transmitirlo.

Carlos Alberto Giraldo Editor de Derechos Humanos y Paz del periódico El Colombiano.

El Papa Juan Pablo decía: “la tarea de la comunicación es unir a las personas y enriquecer su vida, no aislarlas ni explotarlas. Los medios de comunicación social usados correctamente pueden ayudar a crear y apoyar una comunidad humana basada en la justicia y en la caridad, y en la medida en que lo hagan, serán signos de esperanza y de verdad”. Colombia necesita hoy de los medios de comunicación, de los periodistas, para que sean razón de la esperanza de un pueblo al que el conflicto, le está robando y matando las esperanzas. Es inevitable que la labor de los medios de comunicación sirva de publicidad a la guerra, esto tiene resultados positivos y negativos. Sin duda la simple presencia de los medios es capaz de contribuir a la pacificación o a evitar la escalada en la confrontación. Pesa sobre los medios el desafío de recuperar el equilibrio informativo, el compromiso con la verdad, eliminar toda forma de discriminación y de favoritismo, llamar a las cosas por su nombre sin eufemismos y cerrar filas en defensa de la vida, de la libertad y de la racionalidad.

Padre Darío A. Echeverri G. Secretario de la Comisión de Conciliación.

Page 43: Medios de Comunicación y Conflicto

En el capítulo XVIII del Informe Nacional de Desarrollo Humano “Callejón con salida”, nos concentramos en la pregunta por en dónde radica la responsabilidad de los medios frente al conflicto armado; la repuesta fue que es en su manera de percibir y relatar la realidad. Esto nos condujo a mirar cómo esa responsabilidad está determinada por varios factores: contexto, organización interna de los medios y el aspecto tecnológico, que en su conjunto, determinan la forma como los medios, actúan frente al conflicto. En el tema del contexto es importante la representación que hacen los medios de las dinámicas intrínsecas del conflicto, el efecto que tiene que el conflicto, sea representado como un conflicto rural o urbano, agrario o de bandoleros. Los medios han estado jugando de una manera irreflexiva y pendular entre la guerra total y la negociación política, como si no hubiese ninguna gama posible de acciones entre las dos. Por ello, existe un repertorio muy amplio de respuestas que los medios no tenemos. El conocimiento de las coyunturas políticas, militares, económicas, sociales, nacionales, internacionales debería estar siempre presente en la aproximación al conflicto. De esta manera, podría evitarse la extensión espacial y temporal de dicho fenómeno y al mismo tiempo, reducir sus efectos nocivos para un menor impacto a futuro, que privilegie el interés nacional y no el de una potencia como los Estados Unidos. Por otro lado, la tecnología (antenas satelitales, Internet), privilegia los estudios de audiencias, las técnicas de mercadeo y las alianzas estratégicas; los electores fueron remplazados por consumidores, las oratorias y las ideas, por causales noticiosas, por emociones; las directivas del partido, por concursos, y las suscripciones y la afiliación partidista, por hábitos de consumo. Lo que el informe plantea como invitación a los medios y al Estado y a la comunidad internacional, es que este conflicto no tendrá salida si las maneras de representar a los actores armados, y a todos los actores que participan en el conflicto, no se miran desde sus racionalidades, desde las muchas facetas que tienen, y que permiten determinar el repertorio de respuestas que estamos dando.

Carlos Alberto Chica Coordinador de Comunicaciones. Área de Desarrollo Humano / PNUD Colombia.

Page 44: Medios de Comunicación y Conflicto

CONCLUSIONES

Estoy básicamente en desacuerdo con la prudencia por encima de la verdad que mencionaban el Senador Juan Gómez y el Viceministro Vives; con que los que cubramos los hechos de la guerra y sus protagonistas somos antipatriotas y al servicio del terrorismo; con el síndrome de la chiva que lleva a todos los extremos y aberraciones. Donde he estado, he luchado contra él, como también lo he hecho contra el hecho de que las fuentes usen el periodismo para sus fines y que los periodistas, por el afán de la chiva, caigan en el juego de conveniencias. Hay un círculo vicioso donde los medios también somos, inconscientemente, colaboradores del conflicto y donde no hemos sido tan responsables como debemos ser. Caer en el facilismo es lo más fácil, pero también lo es sacarle el cuerpo con el argumento de la prudencia, que se puede convertir en el silencio cómplice. Aquí necesitamos el equilibrio. El periodista no tiene por qué orientar a la opinión, tiene que informar a la opinión, pero no orientarla. Por consiguiente ese equilibrio del que estamos hablando consiste en dejar que las diferentes fuentes, con los diferentes enfoques que tengan frente a los hechos, sean presentadas, tengan el derecho a hablar, a contradecir, a defenderse y a defender su punto de vista, siempre y cuando haya análisis y contextualización, eso en Caracol es equilibrio. Estoy en desacuerdo con que militares o políticos nos redacten. Es muy difícil que nos den la receta para el cubrimiento del conflicto, porque ellos tienen unas posiciones en donde están comprometidos en su labor o militar o política. Y es absolutamente respetable, pero los periodistas tenemos una función diferente. Nuestro deber no es tomar partido, sino informar. Nosotros estamos del lado de la democracia, dentro del estado de derecho vigente, que respetamos y que aceptamos con todos sus problemas y sin embargo siempre vamos a criticar sus deficiencias, sus carencias y los excesos que se cometan desde el Estado, desde esa democracia de derecho en que creemos, escudándose en el tema de la legitimidad o del patriotismo o de la autoridad. Creemos que debemos defender un sistema muy frágil en el cual todos creemos y que afortunadamente rige sin sobresaltos en este país.

Paulo Laserna Presidente del Canal Caracol.

Entre los muchos países donde hay conflictos armados en curso, Colombia es quizás el país donde más debate y discusión ha habido entre los medios: -de los medios con la academia, los periodistas y los poderes, entre los militares, pero también con otras ramas del poder-, sobre cómo cubrir bien el conflicto, sobre qué están haciendo los medios en el conflicto. Traté de hacer una lista breve, hay una buena cantidad de estudios que arrojan ya una evidencia bastante clara y contundente, estadísticas cuantitativas o cualitativas sobre qué está pasando y cómo se ha venido cubriendo el conflicto. En comparación con las décadas precedentes, hay diferencias sustanciales que hay que reconocer para ver cómo lo cubrimos mejor, de lo contrario, corremos el peligro de terminar haciendo retórica.

Page 45: Medios de Comunicación y Conflicto

Hay diferentes estudios hechos por medios para la Paz, la Universidad Javeriana sobre las fallas en el cubrimiento del conflicto y la lamentable situación laboral de los periodistas. El estudio del Proyecto Antonio Nariño documenta estadísticamente cómo trece periódicos están cubriendo el conflicto armado y que muestra todas las fallas. Está el estudio que adelantó un equipo dentro de El Tiempo y que fue en parte una de las cosas que motivó la redacción y publicación del Manual sobre las Deficiencias del Cubrimiento del Conflicto armado en El Tiempo. Ha habido montones de foros como este desde hace varios años, ha habido reuniones por ejemplo, como la que se hizo en Cartagena con la Fundación para un Nuevo Periodismo de la cual salieron unas reglas de juego para cubrir, para informar sobre situaciones de terrorismo. Entonces, yo creo que a veces un poco el llamado a estos foros debería ser suficiente ilustración. Es hora de hacer cosas, y es que las cosas que hay que hacer están claras. Para cubrir bien el conflicto armado, hay que revivir géneros que están casi muertos; el reportaje es una rareza, el análisis es otro género desaparecido y que tiene que empezar a ganar un espacio; la crónica, hay toda una serie de géneros que están por reforzar, esa es una de las cosas prácticas que podemos hacer. Hay toda una discusión sobre el manejo de las fuentes y hay toda una serie de criterios de cómo debemos manejar las fuentes y qué debemos hacer con las fuentes, hay maneras de matizarlo y esas maneras están claras en el medio periodístico. Cada medio tiene problemas específicos de cómo cubrir el conflicto y las reglas que se le puede pedir a la televisión que apliquen, no necesariamente son las mismas que puede aplicar un diario escrito o que pueda aplicar una publicación semanal. Tenemos una claridad bastante grande en cuanto a los problemas que arrastramos y cómo resolverlos; una serie de medidas simples, de aplicación de reglas básicas del oficio en circunstancias de emergencia. Ahora se deben poner en práctica esas reglas, ese tipo de fórmulas. En ese sentido yo creo, que estamos ante un problema que es fundamentalmente práctico, no es un problema, un gran debate intelectual, aunque no quiero con esto desconocer la importancia de la interpretación y el respaldo académico que debe tener una empresa de este tipo.

Alvaro Sierra Editor Adjunto del periódico El Tiempo.

Uno de los temas que se plantearon hoy es el papel de las fuerzas armadas como productor de información, como fuente. Carlos Alberto Chica nos menciona como el Informe nacional de desarrollo humano, se habla de las fuerzas armadas como relator o como gran relator del conflicto desde el punto de vista oficial. La autoflagelación, que estamos enfrentando en este encuentro va en serio, pero también tiene que pasar por las empresas periodísticas y nos gustaría que las fuentes también pensaran en su rol. Sabemos que no existe una política, dentro de las Fuerzas Armadas, que marque unas pautas de la producción de información institucional, en función del derecho a la información como derecho consagrado en la Constitución, y en función de la responsabilidad social y legal que le cabe a esta que es una de las máximas instituciones del Estado Colombiano. Proponemos que se abra ese debate, y en ese sentido, que las reuniones anteriores que se han hecho con periodistas se retomen, pero que en ellas avancemos más sobre cómo operan las Fuerzas Armadas en su papel de fuentes. Es importante delimitar que clase de autorestricciones, de autocontenciones se deben marcar como fronteras que no se deben traspasar,

Page 46: Medios de Comunicación y Conflicto

dentro de algo que también entendemos que todas las fuerzas armadas del mundo quieren hacer, que es usar la información como un recurso estratégico dentro del conflicto.

Jaime Abello Director Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano

Quiero resaltar que la posición del gobierno ha sido de un absoluto respeto a la libertad de prensa en Colombia y la convicción democrática del presidente Uribe en el sentido de que la libertad de prensa es absolutamente necesaria para el bienestar de la nación. Que esa libertad de prensa finalmente está amenazada, duramente amenazada por los violentos, por el terror y que muchas veces termina siendo una libertad formal; y los grandes esfuerzos que hay que hacer para que se convierta, como todos queremos, en una libertad real. Puntualmente sobre el manejo de las noticias que tiene que ver con los hechos de violencia, y específicamente con los esfuerzos de paz, desde el gobierno al comienzo de la administración y específicamente en mi oficina, hemos querido ser muy parcos. Nuestro interés ha sido desde el comienzo trasmitir sólo hechos. Durante los primeros meses, yo creo que logré pasar de agache, hasta que finalmente los medios descubrieron que había algo en marcha y después nos ha sido muy difícil mantener esa postura. Hubiésemos querido -y seguimos queriendo- que solamente se informara sobre acontecimientos en marcha, que no se diera lugar a juego de prejuicios, especulaciones, chivas alrededor del proceso de negociación. Sin embargo yo en este momento me siento un poco impotente y derrotado ante la dinámica real. Este tema de la paz, tiene su gusto, tiene su encanto y hay veces que la postura de los medios y del país frente a este tema es un poco histérica, explosiva: Se magnifican en determinados momentos las esperanzas, pero también se profundizan las dudas y las desconfianzas. Creo bastante difícil poder hablar de objetividad en la información. Yo diría que más bien lo que hay es un juego de percepciones y muchas veces de prejuicios, y que la información neta que le queda al ciudadano es poca. ¿Por qué acontece esto? No me atrevería a formular una hipótesis, pero el sabor final que queda es más de un cúmulo de sentimientos sobre los cuales difícilmente se puede razonar y difícilmente se puede tomar posición. Yo reconozco, por supuesto, que los medios deben informar. Pero también los medios deben evaluar en qué momento de pronto magnifican o sobredimensionan un evento, como dicen por ahí, matan el tigre y se asustan con el cuero. En el caso del secuestro de personas por parte de las Farc estamos ante un chantaje colectivo, estamos siendo chantajeados por un grupo armado ilegal que de manera calculada y fría, manipula nuestras emociones y busca presionar al gobierno para obtener lo que se ha propuesto obtener con su chantaje. Y dócilmente los medios de comunicación y la sociedad en su conjunto responden a la manipulación. Creo que es importante sopesar un poco más la información, yo creo que a pesar de todo lo que se dice sobre el conflicto armado es muy poco lo que se conoce. En conclusión yo diría que si pudiéramos lograr un pacto para informar con objetividad sería mucho lo que podríamos avanzar, yo realmente creo que si bien el conflicto armado es doloroso, hay muchas más cosas que registrar que tienen que ver con la sociedad democrática, hay muchos

Page 47: Medios de Comunicación y Conflicto

más mensajes que mandar con pertinencia. Yo no diría que hay que esconder debajo del tapete esa realidad del conflicto, pero si creo que habría que actuar con cautela. Finalmente lo que se termina generando es una gran confusión; por ejemplo lo que yo creo que existe hoy frente al llamado acuerdo humanitario es una enorme confusión en la que participan desde ex presidentes hasta los mismos familiares angustiados, pero una enorme confusión. Yo he optado por una cosa, sobre ese tema prefiero no hablar, avanzar de manera operativa y tratar, por supuesto, de solucionar esa situación, pero realmente si yo fuera un ciudadano que desde afuera estuviera tratando de informarme sobre el asunto, con todo lo que sale en los medios yo no estaría informado, estaría profundamente desinformado y enredado al respecto. Entonces, muchas veces, entre más cuerda nos damos, más nos enredamos en asuntos que tienen que ver con tanto dolor colectivo acumulado. Si pudiéramos realmente todos colectivamente contenernos, no apresurarnos, demorarnos más en emitir la noticia, podríamos superar más el nivel de las simples percepciones y los simples prejuicios y entrar más en un terreno de objetividad. Frente el tema de la chiva preferiría más análisis y menos noticias de coyuntura; realmente en el caso del conflicto armado y los esfuerzos de paz, las noticias de coyuntura terminan matando el mismo proceso. Que esto no se entienda en ningún momento como un intento de amordazar a los medios. No. Yo diría más bien que sería un gran esfuerzo de auto regulación que podría darnos muy buenos resultados y si así fuera, ustedes encontrarían en el gobierno un aliado perfecto. Qué bueno que estos temas los pudiéramos manejar con bajo perfil, con mucha objetividad y con información decantada.

Luis Carlos Restrepo Alto Comisionado para la Paz.