No. 16. Bestiario
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Cuando siento que voy a vomitar un conejito, me pongo dos dedos en la boca
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de sal de frutas. Todo es veloz e higiénico, transcurre en un brevísimo instante. S
aco los dedos de la boca, y en ellos traigo sujeto por las orejas a un conejito blanco.
No. 16
Portada: Gustave Doré, Le singe et le dauphin.
Cita: Julio Cortázar, “Carta a una señorita en París” en Bestiario, Punto de lectura, México, 2007, p. 19.
Derechos Reservados. La pluma en la piedra , Toluca, México, No. 16, noviembre 2012.
La pluma en la piedra es una publicación mensual e independiente de distribución gratuita por
internet. Todos los artículos, ensayos, escritos literarios y obras publicadas son propiedad y
responsabilidad única y exclusiva del autor y pueden reproducirse citando la fuente.
http://laplumaenlapiedra.blogspot.com/
La pluma en la piedra
@PlumaenlaPiedra
La pluma en la piedra
Da las gracias a sus 101 seguidores de Facebook (hasta el cierre de esta
edición) por seguir nuestro culto demoniaco, el cual no sería posible sin todos
aquellos colaboradores que nos deleitan con su arte, sin los asiduos lectores de
cada primer lunes del mes y sin aquel grupo de heroicos personajes que
preparan esta publicación.
“Cuando siento que voy a vomitar un conejito, me pongo dos dedos en la
boca como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia
que sube como una efervescencia de sal de frutas. Todo es veloz e
higiénico, transcurre en un brevísimo instante. Saco los dedos de la boca, y
en ellos traigo sujeto por las orejas a un conejito blanco.”
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Escribieron esta edición
Artistas
Dulce Thalía Bustos Reyes
José J. González
Alejandra C. L.
Lorenzo Conejo López
Serena Torres Peralta
Rodrigo Verdugo Pizarro
Sergio Fernando Palacio Pérez
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Editorial
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Bestiario “¡Le crecieron alas!”
Alejandra C. L. Ma’
Lorenzo Conejo López
Rosaura (fragmento)
Serena Torres Peralta
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Convocatoria
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Creación Literaria Enero
Rodrigo Verdugo Pizarro
Amor Sergio Fernando Palacio Pérez
El canto de las aves negras
Sergio Fernando Palacio Pérez
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La Galería El paseo de los azulanimales
Dulce Thalía Bustos Reyes José J. González
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¡ He aquí nuestro bestiario, queridos lectores! Como ustedes ya podrán
haberse enterado en las redes sociales, este es un experimento de
percepción, es decir, de descubrir qué entendían nuestros escritores por
la palabra bestiario y estos son los resultados: en primer lugar tenemos a
Alejandra C. L. con la narración “¡Le crecieron alas!”, en seguida está Lorenzo
Conejo López con su poema titulado “ Ma’ ” y finalmente encontramos a
Serena Torres Peralta con un fragmento de “Rosaura”. Esperamos que todos
ustedes disfruten y gocen de todos estos bonitos textos bestiales.
Por otra parte, se expone en La Galería El paseo de los azulanimales de
Dulce Thalía Bustos Reyes y José J. González.
Y en la sección más esperada del mes, Creación Literaria, presentamos a
Rodrigo Verdugo Pizarro con “Enero” y a Sergio Fernando Palacio Pérez con
“Amor” y “El canto de las aves negras”.
Es todo por el momento, sin embargo, antes de terminar este editorial,
tenemos dos anuncios:
1. La imagen que acompaña la presentación del bestiario en la página 6 se
llama Baphomet y es del mago Eliphas Levi, de por allá de 1854.
2. Invitamos a todos a colaborar en la edición de diciembre, pues, como es
bien sabido, el mundo llega a su fin y con él nuestra excelsa publicación,
no por convicción propia, sino porque desconocemos si en el infierno
hay WiFi. Así que no desaprovechen esta oportunidad que es la ¡última!
Sin más avisos, cambio y fuera.
La pluma en la piedra
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Por Alejandra C. L.
“¡Le crecieron alas!”
¡ Le crecieron alas! ¡Se lo juro! ¡Yo la vi, yo la vi! Sí, se fue volando la niña con esas alas
enormes. ¡No, espere! ¡No me lleven! ¡Que se lo juro, se lo juro por mi mamacita, que en paz
descanse, que la niña se fue volando con unas alas enormes que le brotaron de la espalda! Así,
le salieron de los omóplatos, o como sea que se llamen los huesos que están en la espalda.
No, yo no la maté, ni la desaparecí. Le brotaron alas. ¡Como margaritas! ¡No, no la escondí!
¡Le estoy diciendo la verdad! ¡Que le crecieron alas! Y me dijo que la ayudara porque le andaban
doliendo un montón. ‘Tons corrí a ayudarla y le dije: “¿’Pos qué quieres que te ayude?”. Y me miró
con los ojos llorosos, dijo que le dolía mucho y ¡zas! ¡Que le brotan las méndigas alotas y se…!
¿Cómo se dice? ¡Que se le ponen a los lados! Y pues como no controlaba las alas que se movían
solas, que se la van jalando pa’rriba…
‘Tons que me dice, así llorando, pobre niña: “¡No me suelte!”, así agarrándome de las manos,
pero las condenadas alotas se seguían moviendo y pues así bien rápido y ps ya no la pude agarrar,
se me iba, es más, hasta corrí y me decía la niña: “¡No me suelte, no me suelte, que no sé volar!”.
¡Pues qué sí la tenía bien sujeta! ¡Nomás que las alas a fuerzas querían que volara, por eso se
la llevaron! Sí, por eso se fue al cielo. ¿No es eso lo que le ando diciendo?
¿Que qué soy de la niña? Pos soy su vecino, vivo al lado. Ya les dije que iba llegando de la
tienda y la niña estaba jugando en el patio del frente de su casa y fue cuando comenzaron a crecerle
las alas. Les digo la verdad, aquí les traigo la prueba, es más, guardo la lista.
Pos sí, vivo solo, mi mujer se murió hace cuatro años y mis hijos viven en la Ciudad de
México desde que entraron en la universidad.
¿Qué, cómo que aún así me van a llevar? ¡Les juro que a la niña le crecieron alas! ¡Y por eso
se salió volando! No, la verdad no sé dónde anda ahora, puede estar en Los Cabos orita mismo con
esa velocidad, las méndigas alotas son así de veloces.
Pues eso fue… ayer creo. ¡Ja, ja, ja! ¡Qué rápidos son! ¿No? Cuando se pierde una niña…
¡Ah, déjenme! ¡Que no estoy loco! ¡Que sí, que sí, que le crecieron alas, pinches loqueros de
mierda! ¡Ay, no me pegue! ¡Con un carajo! ¡Señora García, vea como me atacan! ¡No chille, si ni
siquiera le prestaba atención a su hija, seguro por eso se fue! ¡No me venga a chingar! ¡Que no maté
a su hija! ¡Que le brotaron alas! ¡Eso le pasa por dejarla sola! ¡No sabe lo que hacen los hijos! ¡¿Si la
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hubiera atrapado un coche qué?! ¿También hubiera dicho que fue mi culpa? Cuando mis hijos eran
pequeños, les dábamos compañía, no los dejábamos con los vecinos para que nos los cuidarán
mientras íbamos al gym… ¡Ah, sí! ¡Pues tráguese todo su coraje, pinche vieja! ¡No, no
me venga a…!
3 días después
Frente al proceso de la Ciudad de Toluca, al ciudadano William Gómez Hernández se le
declara culpable de homicidio no premeditado por la desaparición de la niña Salomé Shakira
Camacho Ordóñez, así como de omisión por no revelar dónde se ubica el cuerpo de la niña, ya que
no se encontró nada en la casa del acusado William Gómez Hernández, ubicada en la…
—¡Que le crecieron alas! ¡Ya les dije!
—¡Cállese, no tiene derecho a hablar mientras habla el juez!
…De igual manera, se le encuentra privado de sus facultades mentales por las declaraciones
en su defensa, donde dice que a la niña Salomé Shakira Camacho Ordóñez le crecieron alas, por lo
que se le sentencia a cinco años de cárcel por el crimen de homicidio no premeditado, cinco años
por desaparecer el cuerpo y no revelar dónde se encuentra y a un tratamiento en el psiquiátrico para
tratar sus alucinaciones…
Alejandra C. L.
¡ Ah! ¿Por qué no me creen que la niña voló? Ha de ser como esos mutantes del cómic de
Marvel. ¿Cómo se llamaba? ¡Ah, sí! ¡Los X-Men! Bueno, seguro es una mutante real…
Espero que la niña esté bien y ya haya controlado sus alas, ¿quién la verá ahora? Pobre niña,
pobrecita. ¿Por qué le habrán crecido alas? Y encima, ¡yo verla! Ahora por eso ando detenido,
me pegan y mañana me dan mi bienvenida… Pero si ni la violé, nomás le agarré las manos para que
no se fuera…
Y se llamaba Shakira, no, pues con razón la niña se fue, con ese nombre… Antes les
poníamos nombres decentes a los niños, me consta, no de artistas. ¿Qué culpa tiene la niña de que
sus papás sean fans de Shakira? Ni que fuera a ser más famosa que la verdadera.
¡Ah, ya me toca mi consulta! Bueno, alguna historia real me tengo que inventar porque me
acabo de dar cuenta que lo de las alas nadie se lo cree, aunque pos si anda en el cielo… ¡Bah!
¿Tiene alas, no? Aunque no sé si se murió volando… Pero que se fue al cielo, se fue al cielo. ¡Estoy
seguro!
¡Y de verdad, juro que le crecieron alas!
9
Por Lorenzo Conejo López
Ma’
M a’ Coneja cuando era
siempre pequeño decía:
—me, conejo si eres no importa
Barrendero el mejor ser debes
Ma’ Coneja cuando era
siempre pequeño decía:
—me, conejo si eres no importa
Lavavidrios el mejor ser debes
Ma’ Coneja cuando era
siempre pequeño decía:
—me, conejo si eres no importa
Vendechicles el mejor ser debes
Ma’ Coneja cuando era
siempre pequeño decía:
—me, conejo si eres no importa
Tragafuegos el mejor ser debes
Ma’ Coneja cuando era
siempre pequeño decía:
—me, conejo si eres no importa
Mercachifle el mejor ser debes
Ma’ Coneja cuando era
siempre pequeño decía:
—me, conejo si eres no importa
Conejo el mejor ser debes
Siempre pequeño decía cuando era..
Coneja Ma’ y mentiras sus
10
A cabo de despertar. Me duele un poco la cabeza, pero ya no me duele el cuello.
Estábamos en casa de Socorro, habíamos prometido quedarnos con ella mientras
regresaba su padre de viaje. Socorro es… bueno, era mi prima. No le gustaba
quedarse sola porque decía que los condenados rondaban el pueblo, que buscaban
algo que había en su casa y que ya habían sido varios los sirvientes a quienes les habían tenido que
cortar la cabeza, atravesar el corazón y sepultarlos en tierra santa para que no fueran ningún
peligro.
Debo admitir que no creí nada de lo que decía hasta que ellos aparecieron. Mis dos
hermanos, su amigo Roque, el tío Jacinto y yo habíamos acudido a su llamado. Socorro ya conocía
a Roque, a veces sospecho que dejó que me pasara lo que me pasó, porque no quería que yo me
interpusiera entre ellos dos. En realidad yo no me estaba interponiendo, Roque ya me había
hablado de amor y yo me había enamorado de él.
Se supone que por la tarde habíamos puesto todos los sellos que nos protegerían de los
condenados, se supone que desde que se colocaban en la hacienda ya no recibirían ataques y se
supone que la más asustada era Socorro, pero sospecho que la persona quien quitó el sello del
balcón que da a la calle principal fue ella, porque seré o era distraída, pero estoy segura que yo lo
puse.
Entraron cuando los rayos del sol ya no tocaban las casas, todavía podíamos ver el cielo
claro, pero ellos ya estaban con la protección de la noche. El tío Jacinto fue claro: “Si muerden a
alguien, sea quien sea, le cortan la cabeza antes de que se muera y despierte. Piensen que sólo así
podrá tener la gracia de Dios”. Mario, mi hermano, fue el primero y fue culpa de Socorro. Él la
quería y cuando vio que la muy tonta se alejó de nosotros e iba a ser atacada, él se interpuso y fue
mordido. Al sentirse desfallecer, Mario nos miró a Pepe, mi otro hermano, y a mí y nos suplicó que
le atravesáramos el corazón. Yo tenía uno de los machetes y mi hermano una ballesta de estacas.
Pepe le dijo algo y disparó, pero no era suficiente. Pepe me gritó y me arrebató el hacha para
cortarle la cabeza. Yo no podía hacerlo.
Por Serena Torres Peralta
Rosaura (fragmento)
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Rosaura
Pepe me jaló a mí y a Socorro para ir junto con Roque y tío Jacinto. Mis manos temblaban.
Mis hermanos me habían enseñado a ir de cacería y había matado a muchos animales inocentes
sólo por diversión, pero después de ver lo que le pasó a Mario, sentí como si mi sangre comenzara
a fluir por primera vez desde mi corazón hacia mi cabeza.
Cuando nos vimos, habíamos quedado acorralados en el tapanco. Mientras no hiciéramos
ruido, no se darían cuenta de que estábamos allí. Tío Jacinto susurró: —Cálmense todos. Respiren
despacio y traten de tranquilizarse. Si nuestros corazones están agitados, ellos nos descubrirán.
Todos, incluso Socorro, comenzaron a relajarse, menos yo. No podía. Mario estaba muerto y
a nadie parecía importarle. En eso, entró Él, vestido como el abuelo en aquellas fotos de su
juventud. Nos miró a todos y pidió le diéramos una rosa de jade. No sabíamos qué era eso, cuando
Socorro dio algunos pasos al frente, sosteniendo una bolsa entre las manos. Lo miró fijamente y
hubiera jurado que estaban hablando sin que nosotros nos percatáramos.
Entonces, Él se me quedó viendo y mi corazón se agitó más. Entendí que pronto vería a
Mario y que Pepe tendría el suficiente coraje de cortarme la cabeza también.
Él negó algo con la cabeza y se fue acercando a ella. Socorro regresó a donde estábamos y
se aferró al brazo de Roque, por un momento creí que le había pedido a aquel ser que me matara,
pero eso sería demasiado.
Él se fue acercando y Tío Jacinto salió con un machete a enfrentarlo. Él lo aventó al otro
extremo del lugar, quedando inconsciente. Pepe se puso enfrente de Socorro y aquel sujeto se le
abalanzó para morderlo, cuando en un impulso me interpuse entre los dos. Recuerdo el dolor en el
cuello y los ojos de espanto de Pepe, yo que creí que Pepe no vacilaría, pero lo hizo. Tenía que
disparar inmediatamente la estaca, pero se tardó. Me miró caer y le hice una seña con la mano de
que lo hiciera ya, porque sentía que mi corazón se iba deteniendo y que mi respiración se ponía fría.
Lo último que vi fueron sus lágrimas y la ballesta que apuntaba hacia mí. Cerré los ojos y escuché el
disparo antes de perder el conocimiento.
Cuando desperté, me encontré al otro extremo de la casa. Vi mis manos muy pálidas. Traté
de mirarme en el reflejo de los vidrios de uno de los coches y me asusté al no encontrarme. Me
toqué el cuello y no sentí ninguna herida ni la mordida ni la marca que debió dejar el machete. Me
cubrí con una gabardina que encontré a lado y salí a la calle con esta sensación de hambre y sed,
como si no hubiese comido nada en toda mi vida.
La Galería
13
La Galería...
El paseo de los azulanimales. Dulce Thalía Bustos Reyes y José J. González,
17 x 23 cm, acrílico sobre madera.
—Mira nada más —dice el viejo Señor Pasto. —Se hubiese visto antes semejantes
aberraciones. Estos padres de ahora ya no piensan en el futuro y tienen hijos sin
medir las consecuencias. ¡Mira! ¡Mira a aquellos niños! Tan bonitos ellos, pero el
niñato aquel, el de la trompa larga, ¡qué monstruosidad! Seguro los padres lo
procrearon con lujuria y perversión. Yo no sé cómo pueden vivir los otros pequeños
en esa familia de indecentes…
Y antes de que el viejo Señor Pasto continuara, la familia Ortiz lo pisó.
A bres tus piernas
Y es la calavera del sol lo que me espera.
Meto uno de mis huesos dentro del animal
Para la reprogramación.
15
Por Rodrigo Verdugo Pizarro*
Enero
* Rodrigo Verdugo Pizarro (Chile-1977)
Es autor del libro Nudos Velados (Ediciones Derrame, 2002).
Coeditor de las Revistas: Derrame, Rayentru y Labios Menores.
Su obra ha sido publicada en diversas revistas y antologías chilenas y extranjeras, siendo traducida parcialmente al inglés, francés, italiano, portugués, polaco, árabe, uzbeko y rumano.
Por Sergio Fernando Palacio Pérez
Amor
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H ermosas golondrinas cuyos cantos
Opacan el canto de abejas enfurecidas,
Claro de luna bañando tu cuerpo desnudo,
Tú, siendo la musa de todos mis versos
Venerando tus muslos ardientes
que son las llamaradas de pasión,
Tu pecho no voluptuoso
pero sueño con lo que hay detrás,
Tus brazos, no de diosa ni de princesa,
Pero echados en mi cuello,
Embelesan mi cuerpo y alma,
No eres perfecta, pero así te deseo
con cada fibra de mi esencia
sin juzgar quién fuiste,
Manteniendo mi promesa jamás difusa,
Jamás lejana, mi corazón siempre vivo,
Siempre amante, siempre tuyo.
Por Sergio Fernando Palacio Pérez
El canto de las aves negras
17
P eligrosas aves de rapiña que rodean y buscan oportunidad,
Comiendo la carne que otros matan, saciándose glotonamente,
Esas aves negras rapases y ladinas con propósito sin claridad,
Uniendo sus coros al unísono de los mortíferos ángeles negros.
Aves malditas y nauseabundas que sonríen al mirarte,
Sin corazón palpitante y de ti nunca pueden apiadarse,
¡Egoísmo! Su segundo nombre portan con orgullo,
Y se bañan en sus aguas pútridas de su cielo nocturno.
Aunque ya para qué... 19
*Junto con los documentos enviados, los autores podrán anexar una reseña biográfica que no rebase las 5 líneas.
*El equipo editorial se reserva el derecho de publicar un escrito de mayor extensión de acuerdo a la disponibilidad
del espacio.
*Todos los escritos serán revisados ortográfica y sintácticamente por el Departamento de Corrección de Estilo.
*La pluma en la piedra es una revista virtual completamente gratuita, cuyo objetivo es la difusión de obras
literarias y plásticas, por lo que ningún material enviado será utilizado para alguna cosa distinta a lo propuesto por
esta publicación.
*Al enviar algún material, el colaborador comprende y acepta los propósitos culturales de esta publicación.
Como parte de las celebraciones del fin del mundo, te invitamos a ser parte de esta publicación en
línea.
El título de la edición de diciembre será “El final y el olvido”.
Envíanos aquello que siempre quisiste que los demás leyeran.
¡Es tu última oportunidad!
- Envía tu texto, formal o de creación literaria, en formato Word. Se sugiere que no rebase las
10 cuartillas, pero como será la última edición, podríamos considerar escritos de mayor
extensión. En caso de incluir citas textuales, no olvidar señalar la fuente bibliográfica. En caso
de querer difundir alguna dirección electrónica donde se pueda leer más sobre la obra del
autor, favor de incluirla.
Así es, el título del mes se fusiona con la sección favorita
del momento para una orgía creativa.
También puedes colaborar en:
- La Galería: con una imagen de alguna obra plástica o fotografía. La temática es libre. Se
deberá incluir una ficha con el nombre del artista, el título y la información técnica de la obra.
Todos los materiales deberán ser enviados a más tardar el 26 de noviembre de 2012 a la siguiente
dirección:
Cuando siento que voy a vomitar un conejito, me pongo dos dedos en la boca
com
o una
pinz
a ab
ierta
, y es
pero
a se
ntir
en la
gar
gant
a la
pelus
a tib
ia qu
e sub
e com
o una
efer
vesce
ncia
de sal de frutas. Todo es veloz e higiénico, transcurre en un brevísimo instante. S
aco los dedos de la boca, y en ellos traigo sujeto por las orejas a un conejito blanco.