Nóumeno #9

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Proyección cultural - Locura

Transcript of Nóumeno #9

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LocuraStaff03 Noumeno #9

EdiciónLuciano MolinaSebastián AseguradoLucas Lavítola

MediosJuan José BuenoExogeno.com

HistorietaAbelo Galdeano

CorrecciónGisela Morini

ColaboraciónMaría Delia ColaneriEmmanuel BoraoGastón GarbarinoFernando GiacconeValeria PagetBlas RodriguezSalvador RoselliMariana Tealdi VecchioLuciano ToledoSilvina Torviso

ImpresiónImprenta Ready / INSITU

+ InformaciónAvellaneda 437 - 02362 420656Junín. Buenos Aires. [email protected]

Los artículos firmados no expresan necesaria-mente la opinión de Revista Nóumeno pero sus editores asumen la responsabilidad por su conte-nido y/o autoría. Se permite la reproducción total o parcial del material de esta publicación siempre que se cite la fuente.Permitido arrojar en la vía pública. Donar Nóume-no es donar cultura.

Copyright © 2007-2010 Nóumeno Inc.9

Autorretrato, Maurits Cornelis Escher

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ElVirusJunín POR LUCIANO MOLINA

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s todo un logro que Nóumeno cumpla tres años, parecemos ser inmunes al virus Junín, que al decir de Sergio Ri-

gazio, hace que esta ciudad mediocre no pro-grese y así quede estancada en su lodazal de eterna grandeza. Resistimos a ese virus por-que no pensamos absurdamente que Junín es una ciudad para vivir, todos los lugares son aptos para ello. Y hablando de virus y de nuestra manera de ser juninenses, has-ta podríamos jactarnos de que el virus Junín original, llamado mal de los rastrojos, fue utilizado como arma química en Chechenia: ¡somos internacionales! Junín es una ciudad

ElVirusJunín

El egoísmo y la grandilocuencia de Junín conta-gian a los artistas; así, encontramos personajes narcisistas que usan una crítica de conventillo para propiciar la separación de sus colegas en un afán maquiavélico de divide y reinarás. Estos siniestros personajes debieran saber que sus nombres apenas se conocen en Junín y afuera no existen, porque crean sus propias barreras imaginarias, avivando, de esta manera, el virus Junín. No obstante, se regodean en él, no quieren salir de una ciudad que alimenta su complejo de superioridad.

en la que la presunción y la indiferencia son dominantes y cuya gestión municipal, en lu-gar de trabajar para achicar esas diferencias, parece alimentarlas con prácticas incoheren-tes, como por ejemplo: destina fondos para la pintura de los grafitis que hoy adornan los paredones de los Talleres Municipales (y un colectivo que pertenecía a un particular con dominio en la localidad de Arenales – ver foto) en una jornada cultural (Graff II) ajena a nuestras latitudes, una cultura importada que poco tiene que ver con nosotros. ¿Por qué no apoyar otro tipo de emprendimientos

POR LUCIANO MOLINA

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con esa plata? Como la inversión en la edi-ción de libros, premios literarios, proyec-tos fílmicos, discos, etc. No lo hacen porque ese tipo de cosas no se ven, sin embargo los hiperbólicos paredones maquillados tie-nen la vidriera de la Circunvalación. Vale la aclaración, festejamos la propuesta, por-que en cada grafiti está el alma de un artista juninense, pero ¿cabía el gasto desmesu-rado? Es el virus Junín. El mismo que hace que tengamos una Escuela de Teatro que no presenta una función de relevancia, ¿hace cuántos años? Escuela en donde hoy se libra una batalla de egos entre algunos directivos, profesores y alumnos que no hace más que poner en peligro la continuidad de la insti-tución. En donde el desgano, la ausen-cia permanente de profesores, la ca-rencia de compro-miso, deriva en la desorientación de sus alumnos y propicia la deserción masiva. Claro que los alum-nos hacen lo que pueden ante tanta incapacidad.

Sin embargo, y a pesar del virus que parece afectar a mu-chas instituciones, llegamos a los tres años, que no es poco decir, ya que en esta ciudad con más adver-sidades que oportunidades, es complica-do mantener en circulación una publicación con nuestras características. Sin ir más lejos pensemos en los comercios y empresas que se niegan a invertir en una publicidad cultu-ral, cuando sí abundan en el deporte, vemos nuevamente la importancia extrema de la apariencia y la vanidad. Con todo, tenemos un balance que compartir con ustedes.

En un principio fuimos tímidos, es-tructurados, pecábamos de retórica, de

escolasticismo, de presunción. La presunción de sabernos diferentes al resto, de ser muy jóvenes y pensar en proyectos que no nos pertenecían ya que eran de la gente mayor, de la elite. Pero como a todo joven nos gus-taba soñar y nos lo permitíamos porque te-níamos la convicción de estar haciendo algo bueno y, además, nos gustaban los desafíos. Hacía mucho tiempo no existía una revista de cultura en Junín, una revista de calidad que se amoldara a la época y que fuera verdade-ramente plural, que se comprometiera. Para eso, la publicación debía ser gratuita, quería-mos que llegara a todo el mundo, sabíamos que si la cobrábamos nadie iba a comprar-la, pero siempre sostuvimos la premisa de

distribuir cultura sin restricciones. Y hace nueve números que distribuimos un tira-je de 1000 ejempla-res reales en forma gratuita.

La pluralidad se da en la diversi-dad de voces que existen en nuestras páginas, conserva-dores, liberales, pro-gres, abstemios… su antónimo. Por algo el spot publici-tario de la revista en radio dice: Durante años los juninenses

polarizaron la cultura entre naftalina y can-nabis. Revista Nóumeno es aquel punto en el infinito en donde las paralelas convergen… digamos que Nóumeno sería la alquimia que mezcla ese punto en una pipa única. Por eso, humildemente, tenemos la intensión de unir generaciones e ideologías diferentes en un proyecto común: el de mostrar nues-tra cultura, para así dejar atrás esa frag-mentación al estilo guerra del cerdo entre jóvenes y viejos que lo único que consigue es perjudicarnos.

La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo

que está hinchado parece grande

pero no está sano.San Agustín

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Más ambiciosos fuimos cuando crea-mos la página de Internet, que hoy cuenta con más de 5000 visitas mensuales. Nues-tro lema original, Nóumeno, proyección cul-tural, que hace honor a un cuento homónimo de Bioy Casares y a un postulado filosófico de Kant lo real en estado puro se vio potenciado en este desembarco digital. Nunca nos des-viamos de esa esencia primigenia. A partir de la web comenzamos a hacer entrevistas, publicamos cuentos, ensayos, poesía, con una libertad que no nos permite el formato impreso. En revistanoumeno.com.ar tene-mos una agenda cultural digital sin prece-dentes en nuestra región. Somos el único medio que filma las presentaciones de li-bros de autores locales en forma completa (al Municipio la idea todavía no le maduró, o no les interesa –sí filman algunos paneos de cada presentación que después expo-nen en el micro paupérrimo de Canal 6-). Nuestras filmaciones y entrevistas pueden encontrarse en la sección multimedia de la página. Gracias a la web y en conjunto con el Instituto de Formación Docente Nº 129, estamos conformando una Base de Datos Digital de Libros de autores juninenses (Ba-bel), realizando un trabajo colosal de esca-neo, trascripción, catalogación, entrevistas

y búsqueda de libros juninenses de todas las épocas. En la web, se pueden ver los avances.

Y así empezó a llegar correo desde di-versos puntos del país y del exterior, soli-citándonos notas, entrevistas y ofreciendo colaboración. Siendo ése el reconocimien-to que nos permite saber que vamos por el buen camino.

Muchas veces quisieron hacernos creer que estábamos equivocados, que teníamos que vendernos, que cambiar el estilo de la revista, pero ¿Debemos cambiar un estilo que da lugar a gente de Junín, a bandas de rock de Junín, a fotógrafos de Junín, en fin, a contenido de Junín?

No, porque somos inmunes al virus Junín, pero el antídoto a ese mal es creer desde la humildad, esperar, hacer las cosas bien, no vendernos y respetar nuestro esti-lo, esas cosas marcan la diferencia. Eso hace que estemos posicionando el arte de Junín, de todos los tiempos y de todas las índoles, de manera indiscriminada.

Cumplimos 3 años. Gracias a to-dos nuestros colaboradores, auspiciantes, lectores. Gracias por rehacernos en cada publicación. ¶

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ndiferentes, impávidos y vacíos descu-brimos los rostros de Alberto Laiseca, León Ferrari, Horacio González y Rodol-

fo Fogwill. Los sabemos viejos, adorables, brillantes. Los vemos decrépitos, abandona-dos, idos.

Se trata de un fotograma de la película El Artista (2009), dirigida por Gastón Duprat y Mariano Cohn sobre un guión original de Andrés Duprat.

La protagoniza un genial Alberto Laiseca, interpretando a Romano, un ancia-no institucionalizado (los otros tres traviesos sólo son extras, compañeros de geriátrico, no tienen una línea). El cantante retromeló-dico-camp (?) platense Sergio Pángaro es el enfermero Jorge Ramírez, que decide pre-sentar en una galería de arte los dibujos de Romano como propios.

Indudablemente, Ramírez no carece de olfato ya que alcanza un éxito inmediato con

los dibujos del viejo. Hay otro personaje inte-resante, el de Emilio, curador y crítico de arte (interpretado por el guionista Andrés Du-prat, que en la vida real es el Director de Ar-tes Visuales de la Secretaría de Cultura de la Nación) que apadrina inmediatamente a Ra-mírez. Es un buen tipo, sensible y realmente sabe de arte. Por eso de algo se percata. En un momento dice: “Encuentro una clara rela-ción entre la obra de Jorge Ramírez y un mo-vimiento que tuvo lugar en la primera mitad del siglo XX, que se llamó Art Brut o tradu-cido, “arte de los locos”. Era un movimien-to fogoneado sobre todo por Jean Dubuffet y que de alguna manera puso en escena un arte hasta ese momento inédito o soslaya-do, que tenía que ver con las producciones que realizaban los enfermos mentales, y eso tomó mucho interés en la intelectualidad, en este caso la europea, y digamos, en sinto-nía con las ideas freudianas de un arte capaz de evitar el filtro del artista, el filtro volunta-rio, o sea un arte que iba directamente del

POR SILVINA TORVISO

El Artista, deEL ARTE EN FUERA DE CAMPO

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inconsciente y se plasmaba en el papel. Aún hoy, digamos, es un movimiento muy recono-cido y existen museos en este sentido. De ninguna manera quiero decir que Jorge es un enfermo mental y tiene pro-blemas psíquicos…

No vamos a decir cómo termina la peli, obvio, tenemos códigos. Pero el final es lo que menos importa; cada plano, cada diálogo y cada silencio apelan a la inteligencia y son suficientes por sí mismos.

Salimos del cine en ese raro estado, un poco de enso-ñación, un poco de excitación, en que nos dejan las buenas películas. Pasan horas, a ve-ces días completos en que no podemos salir de ellas. Pero en este caso también hay una fricción, un rumor extraño, preguntas molestas: ¿los di-bujos hubieran tenido éxito si se hubieran presentado como fruto de la demencia senil? ¿Somos un poco estúpidos los amantes del arte contemporá-neo? ¿El arte contemporáneo es una gran farsa? ¿Cuál es la esencia del arte? ¿Hay algo esencial en el arte? ¿Dónde está el arte: en el artista, en la obra, en el espectador? Y siguen.

Probablemente, a veces, el Arte no sea, sino que acontezca. Y si acontece, segura-mente lo hace en los ojos de quien lo mira. Aunque lo haya producido un loco, un cuer-do, un niño, un marginal o un artista oficial.

Andrés Duprat dice algo parecido, e in-cluso lo dice mejor: “El mundo del arte es per

se un territorio fangoso, lleno de incertidum-bres y de intereses encontrados, un territorio abierto, dinámico y en eterna expansión. Un territorio que se repiensa y resignifica a cada instante. La película no pretende clausurar cuestiones; por el contrario, propone nue-vas y viejas preguntas y lleva al espectador a reflexionar acerca del campo de la creación humana”.

Y bueno, veánla, che!

Cohn-Duprat

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e la misma forma que ese televi-sor al que miran los célebres viejitos del geriátrico, por cuya aletarga-

da mirada inferimos su presencia más allá de los límites del cuadro (además de que se escucha, a modo de guiño, la presentación de Televisión Abierta, creación de los direc-tores), el Arte permanece acertadamente en el espacio no visible pero imaginario que la formal y minuciosa ventana al mundo de El Artista nos presenta. Es que lo importante no es que veamos los dibujos de Romano (el impenetrable geronte que compone Alberto Laiseca) que el enfermero usufructúa (Jorge Ramírez, un tipo lo suficientemente ambiguo como para que su idiotez pueda pasar por genialidad y sus silencios por profundas me-ditaciones). Dejando a la obra fuera de cam-po, lo que cuenta el segundo film de la dupla Cohn-Duprat es una especie de colmo del arte contemporáneo que pone en evidencia sus absurdos.

Y si bien asistimos a ellos desde el per-plejo punto de vista del enfermero Ramírez -inmerso tan virginal en un mundo ajeno re-cuerda un poco al genial Peters Sellers de Desde el jardín-, de momentos parece que la subjetiva le pertenece a la mismísima obra de arte. Así sucede claramente cuando ve-mos en contrapicado a Jorge y al fotógrafo vecino y éste le comenta lo buenas que son mientras le hace las reproducciones de las mismas. Como si cobrasen vida, los dibujos de Romano-Ramírez, la obra de arte, pasan de ser un mero objeto manipulado por las personas a ser también un sujeto que, como si fuera un paciente parcialmente anestesia-do, no puede hacer mucho con lo que hacen con ella pero nos permite observar con su mirada a todo a ese universo que le otorga

sentido. Estas escenas permiten pensar a El artista como una especie de irónica vengan-za del arte contra sus usuarios o contra todo aquello que hace desvanecer en el aire todo lo esencial de una obra, sea ésta una can-ción, un dibujo o una película.

Lo mejor de esta idea son las escenas en las que somos enfrentados los especta-dores del film y los de la obra de Ramírez-Romano, realizando, como afirmó una crítica italiana que los realizadores reproducen or-gullosos, un tajo en el cuadro. A través de él vemos por fin cómo son aquellos en cuya mirada –como bien dice la profe Torviso- el arte acontece. Siguiendo este sentido, aun-que los realizadores pretendan, según sus dichos, no dar respuesta alguna a las múl-tiples preguntas que el film puede disparar, creo que al menos una es discernible y resul-ta bastante conocida: una obra de arte es tal si se encuentra en un contexto que la legiti-me. Lo cual le otorga la mitad de crédito so-bre los dibujos a Ramírez por tener la osadía y el olfato de llevarlas a ese contexto, de lo contrario no hubieran pasado de ser meros garabatos de un viejo senil.

Una cosa más para agregar: la extraña afectación que comporta el film resulta para-dójica. Si bien es narrativo, da la sensación de que la forma no pretende seguir a la función, o al menos se hace evidente cuando debe-ría ser invisible. Esto lo genera fundamental-mente el uso de planos fijos compuestos con absoluta formalidad, con más lógica pictóri-ca que fílmica, e incluso en algunos pareciera citarse algún estilo histórico conocido -desde el comienzo mismo vemos un plano de una mancha de humedad que bien podría ser una obra informalista-. Si lo que pretende la pro-puesta estética es señalar el carácter artís-tico del film, afirmaría que El artista termina lamentablemente por morderse la cola.

POR LUCAS LAVÍTOLA

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Emmanuel BoraoKarkomido - Fotografía estenopeica

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Locura Literatura 12Noumeno #9

mbición, dolor y venganza, tres es-tados comunes de alcanzar, por una sola vía: la locura.

Sabemos lo que somos, pero no lo que po-dremos ser. En nuestro accionar desconoce-mos hasta dónde nuestra mente nos llevará, qué caminos secretos de nuestro profundo ser nos mostrará. Somos lo que nuestro es-píritu desea, hacemos cuanto sea necesario para satisfacer los apetitos más bajos; pero dejamos que nuestro inconsciente se libere poco a poco, hasta que perdemos nuestro racional control y actuamos como la locura nos indica.

Se ha dicho que los crímenes de Macbeth provienen del maleficio de tres bru-jas. El afán de poder y ambición llevará a Macbeth a eliminar todo ser que se interpon-ga entre su realidad y su hado. Pero, además de esas tres voces del prominente futuro, una lo enceguecerá: la de su esposa. El fi-nal de Macbeth está signado por los hilos del destino, el de su mujer será marcado por la insania. Nada detendrá al torbellino enfermi-zo de Lady Macbeth, en sus manos, escrito con las letras de una devoradora locura, solo se podrá leer: culpa.

Hamlet, en cambio, decide fingir que está loco después de haber hablado con la Sombra de su padre.

Tres personajes en busca decordura¡Salud, celebérrimos devotos de la Sandez, aplaudid, vivid y bebed!

Erasmo de Rotterdam,Elogio de la locura

¡Fuera, mancha maldita! … ¡Fuera, digo! … Una, dos, vaya, llegó el instante de po-nerlo por obra… ¡El infierno es sombrío!... ¡Qué vergüenza, dueño mío, qué vergüen-za! ¿Un soldado, y tener miedo? … ¿Qué importa que llegue a saberse, si nadie puede pedir cuentas a nuestro poder! … Pero, ¿quién hubiera imaginado que había de tener aquel viejo tanta sangre? […] ¿No he de poder ver limpias estas manos? […] ¡Siempre aquí el hedor de la sangre! […] Lavaos vuestras manos; poneos vuestro vestido de noche; no estéis tan pálidos… Os lo repito…: Banquo está enterrado, no puede salir de su tumba… […] ¡Al lecho, al lecho! Llaman a la puerta. Venid, venid, venid, venid. Dadme vuestra mano. ¡Lo hecho no se puede deshacer! ¡Al lecho! ¡Al lecho! ¡Al lecho!

Pero venid, jurad, como antes, y así el cie-lo os ayude, que por muy rara y extrava-gante que sea mi conducta, puesto que quizá en lo sucesivo juzgue oportuno afectar unas maneras estrafalarias, jurad, digo, que, al verme en semejantes casos, nunca daréis a entender, cruzando así tus brazos, haciendo este movimiento con la cabeza o profiriendo alguna frase enigmá-tica como: sí, sí, sabemos, si pudiese…, u otras cualesquiera ambigüedades; nunca, pues, daréis a entender que sabéis algo de mí. ¡Juradlo, y que la gracia y miseri-cordia de Dios os asistan en vuestras tri-bulaciones! ¡Jurad!

POR GASTÓN GARBARINO

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LocuraLiteratura13 Noumeno #9

La mente tiene dos facultades: el in-telecto y la voluntad. La facultad propia del intelecto es conocer; la de la voluntad es ele-gir y hacer. Pero la voluntad en sí misma es ciega y el intelecto, entonces, debe marcar el camino.

Ninguno de los tres soporta esta cruel realidad, y es por eso que la muerte es inevi-table. Ésta tiene el mismo efecto: el cese de la conciencia cura los padecimientos de este mundo, en definitiva, se acaba la pasión.

Su locura fingida es un instrumento, fin-ge que está loco para esconder su verdade-ro objetivo: la venganza. Sin embargo, en su verdadera desesperación y tristeza absolu-ta, en el cruel modo en que trata a su amada Ofelia, en su ignorancia de que ella se vuel-ve loca y en su obsesión de venganza, puede existir una verdadera locura. Quizá esté más loco de lo que se cree en realidad y también es probable que su comportamiento esté motivado por un género de afección mental. Hamlet finge que está loco, que sufre de lo-cura, y quizá por eso le falte el valor de llevar las acciones a cabo. Hamlet no puede sopor-tar la realidad, por eso simula que se vuelve loco y por esa actuación, ha de morir.

Más te valiera estar en la tumba que aquí con tus desnudos miembros expuestos al enojado cielo. ¡Mira lo que es el hombre! ¡Reflexiónalo bien, Lear! Tú no debes seda a los gusanos, lana a los carneros, perfu-me al gato de algalia, ni pieles a las bes-tias salvajes. ¡Ah! Tres estamos aquí con la razón extraviada; pero tú eres la locura misma. El hombre sin bienes de fortuna es un ser pobre desnudo, un verdadero bruto, como tú. Ea, lejos de mí, vestiduras extrañas al hombre, vanos disfraces de la triste humanidad, dejadme.

Ya vienen a la función. Vuelvo a hacerme el loco.

Corrupción, necedad y negación de la realidad conllevan al poder de la locura. En el peregrinaje del Rey Lear, va desgranan-do sus pasiones y arquetipos humanos, basándose en una antigua leyenda celta y recordando con su estilo al inmortal Esqui-lo. Pasión, fuerza y absoluta vigencia en sus ideas nos conmueven llevándonos, en la pér-dida de la razón, a una reflexión profunda acerca de la índole humana. Contra el mundo que su locura le ha descubierto; contra ese mundo que ha llegado a conocer por la mi-seria contenida en él mismo y en los demás, es en donde el dolor desgarra la condición natural del hombre.

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Locura Diálogo 14Noumeno #9

Salvador Roselli, a quién muchos co-nocerán por su actividad como programa-dor del Cine Club local, es guionista y director de cine, nació en Junín y forma parte de la primera camada de graduados de la céle-bre Universidad del Cine, también conoci-da como la FUC, institución privada dirigida por el cineasta Manuel Antín, que desde que inició sus actividades en 1991 ha logrado je-rarquizarse en gran parte gracias al mérito de que por sus aulas hallan pasado muchos de los exponentes del llamado Nuevo Cine Argentino.

“El cine nacional debe perfeccionar su mirada”

En entrevista con Revista Nóumeno confiesa que ser guionista no fue su elec-ción primaria: “Estudié cine con la intención de dirigir, sabía que para hacerlo todo cono-cimiento era útil, estudiaba la orientación de Dirección y la de Fotografía y Cámara. Guión, si bien lo tenía como materia, no me dedica-ba a pensar qué escribir, sí lo que más hice al principio fue pensar cómo filmar lo escrito por otro, eso fue los dos primeros años.”

Consultado acerca de qué relación man-tiene con la literatura, tanto desde lo per-sonal como a la hora de realizar un guión, Salvador explica que leer siempre le gustó pero que no se considera escritor u hom-bre de letras y señala didácticamente: “Un guionista debe ser un cineasta que escribe, tiene que tener en la cabeza los problemas y el lenguaje del cine, no los de la literatura, aunque hay herramientas en nuestro trabajo que son propias del lenguaje escrito, exis-ten guiones mejores escritos que otros y eso no significa que la película con guión mejor escrito luego sea mejor, pero si se transmi-te mejor la idea y/o es de más grata lectura, esto siempre conviene a la hora de transmitir la película a posibles intérpretes, trabajado-res, jurados o inversionistas”.

Roselli considera que tiene motivos de sobra para estar agradecido a su casa de es-tudios. Entre las virtudes que de alguna ma-nera influyeron en el recambio generado en el cine nacional él destaca el hecho de que

POR LUCAS LAVÍTOLAY MARIANA TEALDI VECCHIO

DIÁLOGO CON SALVADOR ROSELLI

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LocuraDiálogo15 Noumeno #9

produzcan o coproduzcan largometrajes rea-lizados por estudiantes e incluso egresados.

En 1995 los alumnos presentaron un proyecto para cerrar el ciclo universitario con un largo. El guión de Nicolás Saad, Maria-no De Rosa, Rodrigo Moreno y Roselli fue el elegido. Así nació Mala época, film que se estrenó en 1998, en el que se cuentan cuatro historias, en una misma ciudad, Buenos Ai-res, y en un mismo momento. Roselli dirigió el tercer episodio, Está todo mal, que trata sobre un adolescente de clase media metido a estudiar en un sanisidrense colegio privado y de los complejos que esto le acarrea, so-bre todo cuando se descubra enamorado de una compañerita de clase, hija de un político adinerado. Tras su estreno, una critica señaló favorablemente que “Está todo mal toma los personajes e incluso las locaciones que fue-ron tradicionalmente el terreno de tiras tele-visivas como Clave de Sol dándoles un giro realista y quitándoles el elemento melodra-mático, logrando en el camino un retrato mi-nimalista y certero de un ambiente muy poco transitado por el cine argentino”.

Luego de Mala Época trabajó como asistente de dirección en TV y publicidad, “pero con el tiempo me di cuenta que si me dedicaba a escribir iba a ser más dueño de mi tiempo y me parece además que está más cercano a dirigir en cuanto a que es

pensar una película. En definitiva, creo que si hubiera podido dirigir mis guiones sin inte-rrupciones jamás hubiera escrito para otros, creo que lo hice porque necesito vivir de algo y es una profesión que disfruto”.

Hasta la fecha su labor como guionis-ta incluye tres films co-escritos junto a sus respectivos directores: El perro (Carlos So-rín, 2004), Sofá cama (Ulises Rosell, 2006) y Liverpool (Lisandro Alonso, 2008). Tres ci-neastas diferentes entre sí, a los que llega de maneras también distintas.

“Cuando uno escribe para otro debe me-terse en la mirada del director que te con-voca que, sí o sí, es diferente a la propia. Lo que trato de hacer es que mi opinión sobre el material que trabajamos se traduzca a la mirada del otro y de esa forma estemos to-dos contentos y sigamos adelante (…) no me pasó nunca que se cambie algo estructural o un cambio de intención en los personajes. No sé qué sentiría si un director alterara, se-gún mi opinión, para mal un guión co-escrito conmigo”.

Respecto a las diferencias entre es-tos directores, Salvador bromea acerca de la existencia de un Golem cinematográfico ideal que “visualmente se vería como una de Lisandro, dramáticamente se estructuraría como una de Ulises y comercialmente le iría como a una de Carlos.”

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Locura Diálogo 16Noumeno #9

Roselli se considera parte de este Nue-vo cine argentino, y está bien que así sea. Dejando de lado las diferencias, a estos ci-neastas los une la necesidad de renovar el lenguaje. Las causas de su origen repetidas por muchos se centran en el apogeo de las escuelas de cine en la década de los ‘90, la reforma de la Ley de Cine, donde se esta-blecen subsidios sin importar la cantidad de espectadores, la aparición de una nueva ge-neración de críticos y los nuevos festivales como el Bafici.

Lo cierto es que a partir de los ‘90 se da un quiebre, y surgen jóvenes realizado-res con una estética y una producción que los diferencia. “Sucedió que veníamos de unos

cuantos años con muy pocas películas ar-gentinas producidas del ‘88 al ‘93, y las que se estrenaban casi ninguna era una ópera prima, generalmente eran estrenos de di-rectores ya consagrados y muchos de ellos gozaban de una crítica que perdonaba impor-tantes baches narrativos o de estilos.

A mediados de los noventa se estre-naron un par de películas muy económicas como Rapado, de Martín Rejtman, o la com-pilación de cortos que fue Historias breves, donde se asomaba una forma de contar, en algunos de ellos menos solemne que los es-trenos argentinos de esos años, y con recur-sos de estilo que de ser profundizados daba para esperanzarse con respecto a los largos de muchos de esos directores. Y como los medios de comunicación generalmente tien-den a una rápida categorización a todo suce-so que se repita dos veces (…) reaccionaron bautizando a todo lo que se estrenó de direc-tores de menos de cuarenta años como Nue-vo cine argentino.

Algunos de estos nuevos cineastas qui-zás no tuvieron éxito entre el público argen-tino, pero sí en la crítica y en determinados circuitos. “Las películas de Lisandro Alonso y la de otros directores que tienen una for-ma de contar un poco más exigente con el espectador, generalmente no buscan tener masividad, ni la pretenden tampoco, seguro que les gustaría pero saben que sería infantil pensar que por ejemplo, Liverpool convoca-ra los mismos espectadores que Carancho aunque invirtieras la misma cantidad de di-nero e importancia en la publicidad.

Estas películas llamadas por la prensa de Arte o de autor tienen igualmente su mer-cado y sus salas de exhibición. Generalmen-te son producidas con menos dinero que las películas de otros circuitos, entonces la plata que deben recuperar para que finalmente re-sulten un negocio también es menor.

La política a aplicar para que un estilo de narración o de cualquier producto artísti-co minoritario se transforme en masivo ge-neralmente es la de una política de mayor

Nuevo cine argentino

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educación y de mayor posibilidad de difusión ¿Si eso se hace? No lo sé, sí creo que hay una intención de mayor difusión del cine ar-gentino, eso no significa que no haya dificul-tades, pero me parece que estamos lejos de una época en que no se consideraba nece-sario producir o difundir películas argentinas (…) y en cuanto a lo que tiene que ver con re-presentar al país en festivales internaciona-les estos films siempre dejan bien parado al medio cinematográfico nacional”.

La discusión entre críticos y realizado-res sobre el Nuevo Cine Argentino va desde que puede perder continuidad, que ya no es lo que era, que se repite, que se industria-lizó, o que se encuentra estancado. Contra esta teoría, Roselli cree que los directores fueron mejorando con cada película “qui-zás muchos no volvieron a sorprender pero, sorprender se sabe que es difícil dos veces”. “El cine, como casi todo arte o lenguaje, se aprende y se perfecciona practicándolo, es decir, haciéndolo. El relato cinematográfico, pese a que ahora es mucho más accesible conseguir materiales para hacer un regis-tro, cuando se tiene la intención de que se convierta en una película a programar en los cines comerciales o editar en video, se mete sí o sí en muchas obligaciones legales y eco-nómicas que complican la realización en sí y la libertad creativa, entonces sucede que algunos directores que la mayoría de las ve-ces son los motores de su proyecto, gastan muchísima energía en lograr producir y se pierde un poco el foco del porqué quería fil-mar una historia determinada o termina toda esta actividad extra creativa minando el rigor necesario en la mirada para lograr una bue-na película”.

Para Salvador el cine nacional necesi-ta de más trabajo intelectual y rigurosidad: “Son demasiado pocas las películas argen-tinas que traten sobre lo que traten, sean de un estilo o de otro, resultan películas contun-dentes, son muy pocas (…) lo necesario para mí es que (el cine nacional) perfeccione su mirada”.

Actualmente está trabajando en lo que será su nueva película La liebre ciega, guión que ganó un subsidio del INNCA, pero que no alcanza a cubrir los costos. Un proyecto con el que viene lidiando hace mucho tiempo “con idas y vueltas propias de las realizacio-nes que existen sólo porque uno es el motor. Si todo sale bien la filmaré este verano-oto-ño. La pienso filmar en un campo de acá cerca, quiero que participe mucha gente de Junín y es una película que, creo, pertenece a ese subgénero al cual se le llama comedia de crecimiento, pero me parece que el ver-dadero tema de la película es la mitificación del amor.”

Hablando con Roselli queda claro que no existen fórmulas mágicas, que todo se lo-gra con trabajo. Eso sí, la magia debe trans-mitirse en las salas.

La liebre ciega

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Locura Poesía 18Noumeno #9

El hombre que tiene el mayor uso de su razón, es porque ha sabido contro-lar su locura? Poéticamente es una

pregunta hermosa. Pero se desvanece ante la realidad. Qué dirían acaso Jacobo Fijman, Alejandra Pizarnik o Leopoldo María Pane-ro, que son solo algunos de los nombres pa-radigmáticos de la conjunción entre locura y poesía. ¿El arte nos conduce a la enferme-dad o la enfermedad al arte? Si analizamos al delirio poético en las palabras de Platón, resultaría imposible llegar a las puertas de la poesía sin atravesar la locura de las Musas. O tal vez llegaríamos, pero a la imperfección. Y toda creación (del hombre cuerdo) quedaría opacada por la del enloquecido.

Jacobo Fijman, poeta argentino nacido en Europa, que pasó sus últimos años reclui-do en un manicomio, nos habla de un delirio poético del que padecen los poetas y los ar-tistas. Delirio es como salirse del surco... el delirio viene por vicios, o por manías, o por voluntades... el delirio son instantes. Puede durar toda la vida. Sus poemas autobiográ-ficos retratan esa paranoia que envolvía sus pensamientos.

El exceso (en sentido platónico de locu-ra poética) la desesperación, el desprecio son los que conducen a esa pérdida de equilibrio, donde el resultado puede ser una obra poé-tica inaudita, hermética y tildada de deliran-te como resulta en el caso de Antonin Artaud (Francia 1896 – 1948). Artaud vivió encerra-do por años en instituciones mentales y fue sometido a electroshock y tratamientos con drogas. Y tal vez las enfermedades del alma,

La locura es la mejor poesía

POR LUCIANO TOLEDO

Ahora el Otro está despiertose pasea a lo largo de mi gris corredor y suspira en mis agujerosy toca en mis paredes viejas un sucio desaliento frío

Estoy en el punto en que la vida ya no me concierne, pero con todos los apetitos y la titilación insistente del ser en mí. Sólo tengo una ocupación: rehacerme.

esos dolores (a veces placeres) excesivos, más el hecho de ser marginado por una so-ciedad que no lo comprendía, hayan sido los que llevaron al creador de El pesa nervios a ser tildado de loco. En el texto escribe:

Para Arthur Rimbaud, el precoz creador francés autor de Una temporada en el in-fierno, el poeta llega a su estado de creación y videncia después de haber atravesado un largo, inmenso y razonado desarreglo de to-dos los sentidos. Aunque Rimbaud nos habla

¿

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LocuraPoesía19 Noumeno #9

Un nuevo orden musical / de colores de cuerpos de exce-dentes / de formas pequeñas / que se mueven gritan dicen nunca / la noche dice nunca / la noche me pronuncia en un poema

desde su propio infierno (infancia, religión, valores morales impuestos) puede asociarse al infierno propio, al que existe en cada uno. Y que funciona, no sólo en el caso de Rimbaud, como refugio e intemperie al mismo tiempo.

Desde sus primeros poemas, Alejan-dra Pizarnik (Buenos Aires, 1936 - 1972) se veía obsesionada por las formas de la locu-ra para evadirse de la realidad. Con tan solo veintiún años escribía en su diario: Ojalá en-loquezca o muera pronto… Cierro los ojos y sueño la locura. Un estar para siempre con los fantasmas amados, llámese paraíso, vientre materno, o lo que el demonio quiera. Tras algunos intentos de suicidio y la deliran-te búsqueda del paraíso eterno, sus últimos poemas reflejan esa locura como un nuevo orden. En El infierno musical nos dice:

Como parte del tratamiento de curación de su estado mental se le prohibió escribir. Y para Alejandra escribir un poema era re-parar la herida fundamental, la desgarradura, porque todos estamos heridos. A los 36 años se quitó la vida: Las palabras hubieran podido salvarme...

El caso más cercano, entre poesía y lo-cura, hoy puede ser el del poeta y ensayis-ta contemporáneo Leopoldo María Panero –el último maldito- (España 1948) que tras atravesar la adicción por las drogas, dos in-tentos de suicidios y una esquizofrenia, y ser reconocido por la crítica mundial, deci-dió por propia voluntad, internarse en una unidad psiquiátrica. Panero no concibe otra belleza que la belleza del esquizofrénico, la que él llama La belleza del mal, porque, como escribe en uno de sus textos, la locu-ra es la mejor poesía.

Agnolo Bronzino, Alegoría con Venus y Cupido (detalle)

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POR ABELO GALDEANO

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Locura Soundtrack 24Noumeno #9

Ya sé que estoy piantao…

ocura, obsesión, demencia, un mal-dito estado de paz en medio del caos abrasivo. Sentirla significa a veces es-

tar vivos, y otras, correr peligro de vida. Flu-ye y se abre paso; siempre encuentra para expresarse el bendito camino que surca en-tre nosotros, simples eslabones de lujo en su eterna cadena hacia el éxito; mediocres elementos a su servicio gentil, cuando tarde observamos el elevado costo con el que pa-gamos sus consecuencias.

En el siglo XIX se designó locura al com-portamiento que rechazaba las normas so-ciales establecidas. Lo que se interpretó por convenciones sociales fue la desviación de la norma (del latín vulgar delirare que significa-ba originalmente en la agricultura “desviado del surco recto”), por culpa de un desequili-brio mental, por el cual se padecía de delirios enfermizos que se identificaban por la reali-zación de actos extraños y destructivos.

POR MARIA DELIA COLANERI

L

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LocuraSoundtrack25 Noumeno #9

El mundo de la música siempre ha sa-bido distinguirse por sus personalidades ex-céntricas, problemáticas y confrontativas con respecto a lo establecido por las sociedades. Personas que desconocen absolutamente lo que está bien o mal para la moral, ermitaños con tendencias a las grabaciones compulsi-vas, esquizofrénicos con hábitos de vida que ni una estrella de rock podría soportar como compañeros.

Vale aclarar que en todos los tiempos estos locos hicieron de lo suyo. Empezan-do por Ludwig Van Beethoven (1770-1827), compositor y pianista alemán. Su lega-do musical se extendió, cronológicamente, desde el período clásico hasta inicios del ro-manticismo musical. Las contribuciones de Beethoven a la música fueron monumenta-les. Sin embargo, el famoso compositor tuvo una vida muy dura. Uno de los aspectos más trágicos de su vida fue su sordera, que se produjo a partir de los 30 años, como resul-tado de las palizas recibidas de su padre. Sorprendentemente, fue capaz de componer algunos de sus más apreciados y valiosos trabajos después de perder el oído. Varios autores han escrito que Beethoven sufrió un trastorno bipolar. Exámenes y pruebas través de su cabello han revelado recientemente un alto contenido de plomo. Esto podría haber provocado no sólo su enfermedad mental, sino también las enfermedades digestivas que lo afectaban.

Salteando más de un siglo de inolvi-dables talentos pero continuando con la música internacional a través de varios esti-los, es imposible no recordar a Ray Charles (1930-2004) pianista, vocalista y composi-tor de gospel, rock and roll, blues y country y

su lucha para triunfar en un mercado donde los “negros” no tenían acceso; Jimi Hendrix (1942-1969) considerado uno de los mejo-res guitarristas de la historia, cuyas alo-cadas presentaciones terminaron con su vida tempranamente; Jim Morrinson (1944-1971), uno de los músicos más polémicos y controversiales conocido por su rebeldía y problemas con la autoridad; Keith Moon (1945-1981), considerado uno de los mejo-res bateristas de rock de todos los tiempos y criticado por sus hábitos destructivos y gusto por romper muebles y diversos objetos en su casa y hoteles; Kurt Cobain (1967-1994) can-tante, compositor y guitarrista de la promi-nente banda grunge Nirvana, que marcó el comienzo de un cambio dramático en la es-cena musical de los `90.

Fueron muchos los que rompieron con los cánones musicales establecidos y exal-taron al público con nuevos estilos, coreo-grafías, atuendos, escenografías, maquillajes y formas de vida. Entre ellos Elvis Presley (1935-1977), considerado el intérprete más influyente y sensual del siglo XX; Freddy Mer-cury (1946-1991), primera personalidad en aceptar públicamente que se encontraba en-fermo de SIDA; John Lennon (1940-1980) quien revolucionó la música inglesa para luego conquistar al mundo con su himno pa-cifista Imagine.

Horacio Ferrer

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Locura Soundtrack 26Noumeno #9

Yo estoy al derecho. ¡Dado

vuelta estás vos!El cieguito volador (Sumo)

Agujero interior, su tercer disco, dio un giro a la música nacional.

Pero fue primero el tango con el inolvi-dable y alabado Astor Piazzolla (1921-1992), quien se encargó de renovarle estructuras, modernizar y provocar las primeras polé-micas dentro del dos por cuatro, cuando comienza a desarrollar su impulso crea-dor con composiciones y orquestaciones de mayor criterio armónico y dinámico. Con la obra Buenos Aires, compuesta en 1951, estalla el escándalo debido a la indig-nación que provocó en cierto sector culto del público la incorporación de dos bando-neones a una orquesta sinfónica. En 1969 junto a Horacio Ferrer, compone la “Ba-lada para un loco” que tuvo fuerte impac-to popular, presentada en el primer Festival Iberoamericano de la Canción, donde se le concede un polémico segundo premio. Su obra se caracteriza por un rasgo estético único, casi solitario. No se parece a ninguna otra música: al escucharla estamos obliga-dos a cuestionar los géneros y empezar por decir: esto es Piazzolla. Impacta y fascina. Se trata de un lenguaje que ha conseguido un estilo inquebrantable con elementos dispa-res y rebeldes (el jazz, la música clásica, la exploración tímbrica) y produce una obra ini-gualable bajo el drástico pulso de su tango.

De más está decir que “de poetas, ge-nios y locos todos tenemos un poco”. Quizás de manera extraordinaria algunos dejan un legado inestimable que suma fanáticos a tra-vés del tiempo, pero asumen con su propia muerte la magnitud de sus vidas. Son se-res con facultades exorbitantes, que a pesar de las dificultades propias que impone la vida han sabido honrar sus nombres y sus obras.

Revisando nuestras raíces propongo un paneo por Argentina. Rock del 60´ y el 70´, derrumbe de estructuras, nacimiento de una súbita libertad, desenfreno juvenil, bronca contra las injusticias gubernamentales. Mú-sicos que aún escuchamos y otros muchos que ya no están escandalizaban a nuestros mayores al bailar sensualmente agarrados a una guitarra o un bajo, al cantar letras “obs-cenas” y dar cátedras de locos, drogadictos, enfermos y viciosos. Mucho de eso había en ellos, mejor reconocerlo, pero sin duda algo importantísimo no era percibido aún: su talento.

En tal caso es necesario citar a Charly García, ícono viviente de nuestro rock na-cional junto a Spinetta; Pappo (1950-2005),

legendario guitarrista admirado hasta por B. B. King; Luca Prodan (1953-1987), cuya adic-ción a la heroína y con pocas perspectivas de vida viajó a Argentina siguiendo una ima-gen de las sierras cordobesas que lo había atrapado y fundó Sumo, banda que decoró la década del `80 con originalidad, carisma, presencia y mucha potencia; Miguel Abuelo (1946-1988), que harto del tenso clima so-cial que se vivía bajo la dictadura de Onganía, viajó a Europa donde su personalidad pudo manifestarse de manera libre y realizadora: fiestas, orgías, viajes lisérgicos con todo tipo de drogas. Vivió encantado, libre, en un mun-do donde la belleza de la filosofía de su poéti-ca recurrente, el hecho de ser libre y feliz, sin preocupaciones, puede ser realidad; Federi-co Moura (1951-1988), líder de Virus, que con

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Locura Opinión 30Noumeno #9

Loco un poco

IV Centenario de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha

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LocuraOpinión31 Noumeno #9

Loco un pocoos estás loco!, te dicen generalmente aquellos que no se atreven a nada, que critican actitudes diferentes, formas de pensar diferente, en fin, de aquellos que critican el actuar,

el hacer, el construir, que yo resumiría en dos palabras: acto heroico. Sin embargo, ¿no son acaso los héroes quienes transforman la his-toria, aquellos que muchos tildan de locos, aquellos que se atreven a enfrentar los desafíos, a superarse?

Todos sabemos que loco es una persona cuyas facultades men-tales no son normales. Sin embargo, ¿qué es ser normal? ¿Significa acaso ser igual que todos los demás, actuar como todos lo hacen? ¿Quién establece qué es la normalidad?… loco un poco nada más, casi parecés normal, dice Turf.

Y hablando de locura no puedo dejar de recordar la “absurda” lucha de Don Quijote contra los gigantescos molinos para concretar sus ilusiones. ¡Ah, Don Quijote! Un loco de remate si los hay, el expo-nente número uno de la locura. Pero él, aunque enloquecido, es un hombre de bien, no le gusta el mundo así como es y lo quiere me-jorar, ¡esa es su locura! Cambiar el mundo para convertirlo en aquel que describen los libros de caballería. Esa obsesión o ilusión es lo que lo mantiene vivo y tal vez, también, lo que lo mata. Locura o si-mulación, eso nunca lo sabremos; seguramente él veía las cosas de forma distinta al resto de la gente, ahora bien, ¿por qué es de locos decir lo que uno ve? Así lo trataron desde el momento que dejó de hacer lo que todo el mundo hace, por ser distinto.

Llegados a este punto podríamos comparar la locura con la obsesión, al estilo de la que tiene El Guasón, en quien su retorcido sentido del humor, su lógica oblicua y sus bromas de doble sentido completan un cuadro mental que se centra, única y exclusivamente, en Batman; pero esto no es algo que nos beneficie en esta vida, ima-gínense comportándose un día como un bufón y otro como un psicó-pata; sin embargo la locura, más que como obsesión como ilusión, es primordial y beneficiosa, ya que lo principal en esta vida es soñar, soñar con algo. Y así visto todos estaríamos locos, menos los que se dejan ganar por una rutina tenaz, los que no tienen aspiraciones, an-helos, los conformistas…

Ahora bien, al hablar de locura deberíamos hablar de amor y establecer la diferencia entre una cosa y la otra, lo cual no puede re-sultarnos difícil ya que se ha llegado a aceptar que son dos cosas dis-tintas, no obstante, van de la mano. Schopenhauer1 vio en la locura una gran capacidad imaginativa y de idealización, que también atri-buyó a las cualidades del genio siguiendo tradiciones muy antiguas.

POR VALERIA PAGET

V

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Locura Opinión 32Noumeno #9

El genio no ve al mundo como es, sino como le gustaría que fuera; lo mismo hace el ena-morado y por supuesto el loco. Así, como dijimos, Don Quijote no logra ver el hom-bre viejo, frágil y flaco que es, sino que ve un caballero andante valiente, fuerte, dadivo-so, justiciero; de igual modo, no ve a Aldonza Lorenzo, sino a Dulcinea del Toboso.

Visto así, ¿puede haber un amor que no esté idealizado? Antes de leer Don Quijo-te pensaba que el amor era causa de la lo-cura -quizá no en todos pero sí en muchos casos-; sin embargo, ahora también creo que puede ser al revés, porque en Don Quijote su enloquecimiento proviene, además de los libros de caballería, de la tristeza provoca-da por la ausencia de su “princesa”, Dulcinea del Toboso: él está loco de amor. Por algo se le llama “El caballero de la Triste Figura”, lo que dice mucho de su género de locura y nos hace relacionarlo con la melancolía.

De esta manera vemos cómo la locura y el amor se entrelazan de manera constan-te, para llevar indefectiblemente a la muer-te, como nos demuestra Horacio Quiroga en sus Cuentos de amor, de locura y de muerte;

en ellos nos asoma el otro lado de la vida, el amor puede ser locura y la muerte puede ser amor.

Las posibilidades de combinación de estas palabras parecen infinitas, ya que a fin de cuenta la locura también puede ser muerte, tal como en Atrapado sin salida, tí-tulo en Argentina de una película estadouni-dense de 1975 basada en la novela Alguien voló sobre el nido del cuco de Ken Kesey. Dirigida por Miloš Forman y protagonizada por Jack Nicholson y Louise Fletcher, entre otros. Aquí, el hospital psiquiátrico simboli-za la sociedad misma, apareciendo como un negador de la chispa de la vida, de la liber-tad, coartando toda espontaneidad. A pesar de ello, y aquí viene lo más sorprendente, la mayoría de los pacientes se encuentran allí por su propia voluntad, pues son personas que temen a la realidad social, que no se en-cuentran integradas en ella, autoexcluidas, apartadas y sin el valor suficiente para hacer frente a lo que les espera en la vida.

Sin embargo, muchos otros sujetos, a los que llamamos locos, imprevistamente se han separado de las convicciones com-partidas en su propia sociedad y grupo para reemplazarlas por otras que les son propias, pero sin estar dentro de ningún hospital o algo parecido, sino entre nosotros; sin hacer-nos mal alguno.

Por todo lo expuesto sólo me queda decir que ya sea por las buenas intenciones de los locos que acaban causando dolor sin desearlo, o por las malas intensiones de los cuerdos, es muy difícil inclinarse a favor de alguno de ellos.

Jack NicholsonAtrapado sin salida

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Roque Sáenz Peña 196Tel. (02362) 431959

[email protected] Junín (B)

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Locura Cuento 34Noumeno #9

Es un poderoso día de verano en Mi-siones, con todo el sol, el calor y la calma que puede deparar la estación. La naturale-za, plenamente abierta, se siente satisfecha de sí.

Como el sol, el calor y la calma am-biente, el padre abre también su corazón a la naturaleza.

-Ten cuidado, chiquito -dice a su hijo, abreviando en esa frase todas las obser-vaciones del caso y que su hijo comprende perfectamente.

-Si, papá -responde la criatura mien-tras coge la escopeta y carga de cartuchos los bolsillos de su camisa, que cierra con cuidado.

-Vuelve a la hora de almorzar -observa aún el padre.

-Sí, papá -repite el chico.Equilibra la escopeta en la mano, sonríe

a su padre, lo besa en la cabeza y parte. Su padre lo sigue un rato con los ojos y vuelve a su quehacer de ese día, feliz con la alegría de su pequeño.

Sabe que su hijo es educado desde su más tierna infancia en el hábito y la precau-ción del peligro, puede manejar un fusil y ca-zar no importa qué. Aunque es muy alto para su edad, no tiene sino trece años. Y parecía tener menos, a juzgar por la pureza de sus ojos azules, frescos aún de sorpresa infantil. No necesita el padre levantar los ojos de su quehacer para seguir con la mente la mar-cha de su hijo.

Ha cruzado la picada roja y se encami-na rectamente al monte a través del abra de espartillo.

Para cazar en el monte -caza de pelo- se requiere más paciencia de la que su ca-chorro puede rendir. Después de atravesar esa isla de monte, su hijo costeará la linde de cactus hasta el bañado, en procura de pa-lomas, tucanes o tal cual casal de garzas, como las que su amigo Juan ha descubierto días anteriores. Sólo ahora, el padre esboza una sonrisa al recuerdo de la pasión cinegé-tica de las dos criaturas. Cazan sólo a veces

El hijoHORACIO QUIROGA

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LocuraCuento35 Noumeno #9

HORACIO QUIROGA

un yacútoro, un surucuá -menos aún- y re-gresan triunfales, Juan a su rancho con el fu-sil de nueve milímetros que él le ha regalado, y su hijo a la meseta con la gran escopeta Saint-Étienne, calibre 16, cuádruple cierre y pólvora blanca.

Él fue lo mismo. A los trece años hubie-ra dado la vida por poseer una escopeta. Su hijo, de aquella edad, la posee ahora y el pa-dre sonríe...

No es fácil, sin embargo, para un padre viudo, sin otra fe ni esperanza que la vida de su hijo, educarlo como lo ha hecho él, libre en su corto radio de acción, seguro de sus peque-ños pies y manos desde que tenía cuatro años, consciente de la inmensidad de ciertos peligros y de la escasez de sus propias fuerzas.

Ese padre ha debido luchar fuertemente contra lo que él considera su egoísmo. ¡Tan fácilmente una criatura calcula mal, sienta un pie en el vacío y se pierde un hijo!

El peligro subsiste siempre para el hombre en cualquier edad; pero su amenaza amengua si desde pequeño se acostumbra a no contar sino con sus propias fuerzas.

De este modo ha educado el padre a su hijo. Y para conseguirlo ha debido resistir no sólo a su corazón, sino a sus tormentos morales; porque ese padre, de estómago y vista débiles, sufre desde hace un tiempo de alucinaciones.

Ha visto, concretados en dolorosísima ilusión, recuerdos de una felicidad que no de-bía surgir más de la nada en que se recluyó. La imagen de su propio hijo no ha escapa-do a este tormento. Lo ha visto una vez rodar envuelto en sangre cuando el chico percutía en la morsa del taller una bala de parabe-llum, siendo así que lo que hacía era limar la hebilla de su cinturón de caza.

Horrible caso... Pero hoy, con el ardiente y vital día de verano, cuyo amor a su hijo pa-rece haber heredado, el padre se siente feliz, tranquilo y seguro del porvenir.

En ese instante, no muy lejos, suena un estampido.

-La Saint-Étienne... -piensa el padre al reconocer la detonación. Dos palomas de

menos en el monte...Sin prestar más atención al nimio acon-

tecimiento, el hombre se abstrae de nuevo en su tarea.

El sol, ya muy alto, continúa ascendien-do. Adónde quiera que se mire -piedras, tie-rra, árboles-, el aire enrarecido como en un horno, vibra con el calor. Un profundo zumbi-do que llena el ser entero e impregna el ám-bito hasta donde la vista alcanza, concentra a esa hora toda la vida tropical.

El padre echa una ojeada a su muñeca: las doce. Y levanta los ojos al monte. Su hijo debía estar ya de vuelta. En la mutua con-fianza que depositan el uno en el otro -el pa-dre de sienes plateadas y la criatura de trece años-, no se engañan jamás. Cuando su hijo responde: “Sí, papá”, hará lo que dice. Dijo que volvería antes de las doce, y el padre ha sonreído al verlo partir. Y no ha vuelto.

El hombre torna a su quehacer, esfor-zándose en concentrar la atención en su ta-rea. ¿Es tan fácil, tan fácil perder la noción de la hora dentro del monte, y sentarse un rato en el suelo mientras se descansa inmóvil?

El tiempo ha pasado; son las doce y me-dia. El padre sale de su taller, y al apoyar la mano en el banco de mecánica sube del fon-do de su memoria el estallido de una bala de parabellum, e instantáneamente, por prime-ra vez en las tres transcurridas, piensa que tras el estampido de la Saint-Étienne no ha oído nada más. No ha oído rodar el pedregu-llo bajo un paso conocido. Su hijo no ha vuel-to y la naturaleza se halla detenida a la vera del bosque, esperándolo.

¡Oh! no son suficientes un carácter tem-plado y una ciega confianza en la educación de un hijo para ahuyentar el espectro de la fatalidad que un padre de vista enferma ve alzarse desde la línea del monte. Distracción, olvido, demora fortuita: ninguno de estos ni-mios motivos que pueden retardar la llegada de su hijo halla cabida en aquel corazón.

Un tiro, un solo tiro ha sonado, y hace mucho. Tras él, el padre no ha oído un ruido, no ha visto un pájaro, no ha cruzado el abra

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Locura Cuento 36Noumeno #9

una sola persona a anunciarle que al cruzar un alambrado, una gran desgracia...

La cabeza al aire y sin machete, el pa-dre va. Corta el abra de espartillo, entra en el monte, costea la línea de cactus sin hallar el menor rastro de su hijo.

Pero la naturaleza prosigue detenida. Y cuando el padre ha recorrido las sendas de caza conocidas y ha explorado el baña-do en vano, adquiere la seguridad de que cada paso que da en adelante lo lleva, fatal e inexorablemente, al cadáver de su hijo.

Ni un reproche que hacerse, es lamen-table. Sólo la realidad fría, terrible y consu-mada: ha muerto su hijo al cruzar un... ¡Pero dónde, en qué parte! ¡Hay tantos alambrados allí, y es tan, tan sucio el monte! ¡Oh, muy sucio ! Por poco que no se tenga cuidado al cruzar los hilos con la escopeta en la mano...

El padre sofoca un grito. Ha visto le-vantarse en el aire... ¡Oh, no es su hijo, no! Y vuelve a otro lado, y a otro y a otro...

Nada se ganaría con ver el color de su tez y la angustia de sus ojos. Ese hombre aún no ha llamado a su hijo. Aunque su corazón clama par él a gritos, su boca continúa muda. Sabe bien que el solo acto de pronunciar su nombre, de llamarlo en voz alta, será la confesión de su muerte.

-¡Chiquito! -se le escapa de pronto. Y si la voz de un hombre de carácter es capaz de llorar, tapémonos de misericordia los oídos ante la angustia que clama en aquella voz.

Nadie ni nada ha respondido. Por las pi-cadas rojas de sol, envejecido en diez años, va el padre buscando a su hijo que acaba de morir.

-¡Hijito mío..! ¡Chiquito mío..! -clama en un diminutivo que se alza del fondo de sus entrañas.

Ya antes, en plena dicha y paz, ese pa-dre ha sufrido la alucinación de su hijo ro-dando con la frente abierta por una bala al cromo níquel. Ahora, en cada rincón sombrío del bosque, ve centellos de alambre; y al pie de un poste, con la escopeta descargada al lado, ve a su...

-¡Chiquito...! ¡Mi hijo!

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LocuraCuento37 Noumeno #9

Las fuerzas que permiten entregar un pobre padre alucinado a la más atroz pesadi-lla tienen también un límite. Y el nuestro siente que las suyas se le escapan, cuando ve brus-camente desembocar de un pique lateral a su hijo.

A un chico de trece años bástale ver desde cincuenta metros la expresión de su padre sin machete dentro del monte para apre-surar el paso con los ojos húmedos.

-Chiquito... -murmura el hombre. Y, ex-hausto, se deja caer sentado en la arena al-beante, rodeando con los brazos las piernas de su hijo.

La criatura, así ceñida, queda de pie; y como comprende el dolor de su padre, le acaricia despacio la cabeza:

-Pobre papá...En fin, el tiempo ha pasado. Ya van a ser

las tres...Juntos ahora, padre e hijo emprenden el

regreso a la casa.-¿Cómo no te fijaste en el sol para saber

la hora...? -murmura aún el primero.-Me fijé, papá... Pero cuando iba a volver

vi las garzas de Juan y las seguí...-¡Lo que me has hecho pasar, chiquito!-Piapiá... -murmura también el chico.Después de un largo silencio:-Y las garzas, ¿las mataste? -pregunta

el padre.-No.Nimio detalle, después de todo. Bajo el

cielo y el aire candentes, a la descubierta por el abra de espartillo, el hombre vuelve a casa con su hijo, sobre cuyos hombros, casi del alto de los suyos, lleva pasado su feliz brazo de padre. Regresa empapado de sudor, y aun-que quebrantado de cuerpo y alma, sonríe de felicidad.

Sonríe de alucinada felicidad... Pues ese padre va solo.

A nadie ha encontrado, y su brazo se apoya en el vacío. Porque tras él, al pie de un poste y con las piernas en alto, enredadas en el alambre de púa, su hijo bienamado yace al sol, muerto desde las diez de la mañana.

Gustave CourbetAutoretrato

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Locura Poesía 38Noumeno #9

Todo lo que unorecibe es pasiónJACOBO FIJMAN

No soy enfermo. Me han recluido. Me consideran un incapaz.Quiénes son mis jueces…Quiénes responderán por mí.Hice conducta de poesía. Pagué por todo.Sentí de pronto que tenía que cambiar de vida. Alejarme del mundo.Y me aislé. Me fui de todos, aun de mí…Hoy es la demencia un estado natural.Todas las palabras son esenciales. Lo difícil es dar con ellas.El delirio son instantes. Puede durar toda la vida.Mi poesía es toda medida.El arte tiene que volver a ser un acto de sinceridad.

VisiónFEDERICH HOLDERIN

Imágenes que la plenitud del día a los hombres muestran,En el verdor de la llana lejanía,Antes de que la luz decline en el crepúsculo,Y la tenue claridad dulcemente serene los sonidos del día.Oscura, cerrada, parece a menudo la interioridad del mundo,Sin esperanza, lleno de dudas el sentido de los hombres,Mas el esplendor de la Naturaleza alegra sus díasY lejana yace la oscura pregunta de la duda

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LocuraPoesía39 Noumeno #9

DedicatoriaLEOPOLDO MARÍA PANERO

Más allá de dondeaún se esconde la vida, quedaun reino, queda cultivarcomo un rey su agonía,hacer florecer como un reinola sucia flor de la agonía:yo que todo lo prostituí, aún puedoprostituir mi muerte y hacerde mi cadáver el último poema.

El infierno musicalALEJANDRA PIZARNIK

Golpean con solesNada se acopla con nada aquíY de tanto animal muerto en el cementerio dehuesos filosos de mi memoriaY de tantas monjas como cuervos que se precipitan a hurgarentre mis piernasLa cantidad de fragmentos me desgarraImpuro diálogoUn proyectarse desesperado de la materia verbalLiberada a sí mismaNaufragando en sí misma

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Locura Poesía 40Noumeno #9

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LocuraPoesía41 Noumeno #9

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