Nueva Sion 10.07.2013

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1 ISRAEL: EL DEBATE EN TORNO AL ENROLAMIENTO OBLIGATORIO Cuando los santos (no) vienen marchando Por Moshé Rozén Desde Nir Itzjak, Israel www.nuevasion.com.ar La realidad política israelí se asemeja a las babushkas, las muñecas que se introducen unas dentro de otras. La primera que aparece es -en los titulares- la babushka de Iair Lapid, el astro televisivo que asumió, en la coalición gubernamental diseñada por Netanyahu, la conducción económica y financiera del país. Lapid, prometió en la campaña electoral- una cantidad de cambios que ahora no puede implementar y ya tomó medidas que ocasionan fuerte descontento, como el incremento del impuesto al valor agregado y la drástica reducción a la vivienda pública y las asignaciones familiares.

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ISRAEL: EL DEBATE EN TORNO AL

ENROLAMIENTO OBLIGATORIO

Cuando los santos (no) vienen marchando

Por Moshé Rozén Desde Nir Itzjak, Israel

www.nuevasion.com.ar

La realidad política israelí se asemeja a las babushkas, las muñecas que

se introducen unas dentro de otras. La primera que aparece es -en los

titulares- la babushka de Iair Lapid, el astro televisivo que asumió, en la

coalición gubernamental diseñada por Netanyahu, la conducción

económica y financiera del país. Lapid, prometió –en la campaña

electoral- una cantidad de cambios que ahora no puede implementar y

ya tomó medidas que ocasionan fuerte descontento, como el incremento

del impuesto al valor agregado y la drástica reducción a la vivienda

pública y las asignaciones familiares.

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Para evitar la protesta y apuntar los reflectores a un tema distinto, Lapid extrajo

otra babushka: amenazó con desintegrar la frágil alianza entre su partido-

denominado "Hay Futuro"- y el núcleo mayoritario, el Likud de Lieberman y

Netanyahu. El motivo de tan pronto divorcio es la reticencia que despierta, en la

coalición, el reclamo de Lapid de reclutamiento militar obligatorio de los

"jaredim", miembros de sector religioso ultra-ortodoxo, hasta ahora exentos de

conscripción por el reconocimiento estatal a un concepto talmúdico que, en hebreo,

se conoce como "torató omunató" y que define la plena dedicación al estudio de

las fuentes bíblicas.

Es aquí que, desde el flanco nacionalista más radical, aparece otra babushka: si

Lapid reclama el enrolamiento de los "jaredim", hay que decretar, por simétrico

criterio, la movilización militar de los ciudadanos árabes.

Los árabes israelíes pueden voluntarizarse a las filas del ejército, como

efectivamente lo hacen miembros de las comunidades drusa y beduina, pero la

Ley de Servicio de Seguridad, aprobada en 1949, no rige para el conjunto de

la ciudadanía árabe, atenta a los lazos étnicos y familiares de esta minoría con

palestinos en países que todavía están en conflicto con Israel.

La población árabe de Israel se opone, mayoritariamente, a modificar la

reglamentación vigente y considera la exigencia planteada por la derecha como

una provocación.

El sector ortodoxo, por su parte, presenta diversas reacciones en relación al plan de

enrolamiento propuesto por Lapid: hay fracciones dispuestas a una movilización

gradual, no absoluta, que posibiltaría –asimismo- un acceso del estudiantado de las

academias religiosas al mercado laboral. Pero los grupos dominantes del sector

ultra-religioso no renuncian a su planteo fundamentalista, sosteniendo que el

derecho a la Tierra Prometida está reservado a los fieles cumplidores del mandato

divino y sus preceptos. Es más: alegan que la seguridad se obtiene con el estudio –

día y noche- de la Torá y no con las armas.

Agregan –también- que los estudiosos de la Torá están supeditados a la disciplina

de sus rabinos y no de autoridades militares.

El proyecto de Lapid y los extractores de babushkas es, en apariencia, un reclamo

igualitario para que la obligación de servicio sea uniforme y abarque tanto a laicos,

religiosos como a ultra-ortodoxos y ciudadanos árabes.

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De una lectura más detenida del discurso de gran parte de quienes postulan esta

posición, emerge una tendencia netamente militarista.

Por mero ejemplo, en un artículo en el semanario "Sof Shavúa" de fin de mayo,

firmado por Ronen Shoval, se sostiene que "la igualdad (de obligaciones

ciudadanas) es la sangre (de quienes caen en cumplimiento de su deber)".

Este parámetro de fidelidad al estado está fuertemente afincado en vastos sectores

de la sociedad israelí: el conflicto árabe-israelí como hecho insoluble, visualizado

unicamente desde la mira del rifle.

Tal polarización de posiciones no pronostica, pese a las presiones de Lapid, un

pronto desfile de observantes jaredim al compás de marchas militares.

Sábado, 8 de junio de 2013