OPERACIÓN CARLOTA 1975-1991 El fi nal del apartheid

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30 de octubre de 2020 54 T RAS el derrocamiento de la dictadura fascista que has- ta 1974 oprimía al pueblo portugués, el nuevo Gobierno de ese país se comprometió a desa- rrollar un proceso de descoloni- zación en sus posesiones africa- nas, que incluía el otorgamiento de la independencia a Angola en noviembre de 1975. Para ello, proyectó integrar un Gobierno provisional con las tres fuerzas que reclamaban entonces ser los genuinos re- presentantes de esa nación afri- cana: el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), dirigido por Agostinho Neto, el cual prácticamente había lle- vado el peso de la insurrección contra el colonialismo lusitano; el Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA), encabezado por Holden Roberto, con estre- OPERACIÓN CARLOTA 1975-1991 El final del apartheid Gracias a la ayuda solidaria cubana se consolidó la independencia de Angola, se logró la de Namibia y se le dio el tiro de gracia al régimen racista sudafricano Por PEDRO ANTONIO GARCÍA chos nexos con el sátrapa zai- rense (Congo Kinhasa) Mobutu Sese Seko y círculos de poder estadounidenses; y la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (Unita), lidera- da por Jonas Savimbi, un per- sonaje apoyado por Pretoria (Sudáfrica). Estas dos últimas organiza- ciones, siguiendo orientaciones de potencias foráneas, boicotea- ron al Gobierno provisional, rom- pieron relaciones con el MPLA, torpedearon la convocatoria a comicios con vistas a elegir el gabinete que asumiría el poder tras la retirada de las autorida- des portuguesas y comenzaron a prepararse militarmente, con el apoyo de Zaire y el régimen del apartheid, para enfrascarse en una guerra civil contra los partidarios de Agostinho Neto. Además, ya habían comenzado las incursiones de tropas regu- lares sudafricanas en el sur del país que presagiaban una inmi- nente agresión armada. Ante la situación, este patrio- ta solicitó a Cuba la ayuda soli- daria. El primer comandante Raúl Díaz Argüelles (héroe de la sierra y el llano durante la insu- rrección contra la tiranía batis- tiana y, en 1975, jefe de la Décima Dirección del Minfar) marchó a Luanda, la capital del país, para asumir la jefatura de la Misión Militar cubana, con la tarea de organizar, preparar y armar unas 50 unidades de las Fapla (Fuerzas Armadas Populares para la Liberación de Angola), entre batallones de infantería y baterías de artillería, en escue- las que él ayudó a fundar. Tres buques se encargaron de transportar a la mayoría de los instructores y sus jefes; los otros hicieron el viaje por avión. De acuerdo con lo convenido en- tre Díaz Argüelles y Neto, par- tieron hacia la nación africana unos 480 efectivos, entre el 5 y el 11 de octubre de 1975, además de 12 000 fusiles checos R-52, piezas de mortero, antiaéreas y cañones antitanques, así como otros pertrechos. Para los reclutas de las Fapla se acondicionaron cuatro cen- tros de entrenamiento: uno en N’Dalatando, a 300 km al este de Luanda; otro cerca del puerto de Benguela, a orillas del Océano Atlántico; el de Saurimo, ubica- do en la provincia de Lunda Sul, al nordeste de la nación; y el del enclave norteño de Cabinda, te- rritorio separado del resto del país por el río Congo y un corre- dor zairense de 64 kilómetros de ancho. Entretanto, tropas de Pretoria penetraban en el sur del terri- torio angolano desde Namibia y avanzaban hacia Luanda. Simultáneamente, elementos del FNLA y soldados zairenses, en el norte, intentaban en dos oportunidades romper la defen- sa de las Fapla en Quifangondo, situado a 22 kilómetros de la Las BM-21 de mil batallas, desde Ebo a Cuito Cuanavale. Autor no identificado

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TRAS el derrocamiento de la dictadura fascista que has-ta 1974 oprimía al pueblo

portugués, el nuevo Gobierno de ese país se comprometió a desa-rrollar un proceso de descoloni-zación en sus posesiones africa-nas, que incluía el otorgamiento de la independencia a Angola en noviembre de 1975.

Para ello, proyectó integrar un Gobierno provisional con las tres fuerzas que reclamaban entonces ser los genuinos re-presentantes de esa nación afri-cana: el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), dirigido por Agostinho Neto, el cual prácticamente había lle-vado el peso de la insurrección contra el colonialismo lusitano; el Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA), encabezado por Holden Roberto, con estre-

OPERACIÓN CARLOTA 1975-1991

El fi nal del apartheidGracias a la ayuda solidaria cubana se consolidó la independencia de Angola, se logró la de Namibia y se le dio el tiro de gracia al régimen racista sudafricanoPor PEDRO ANTONIO GARCÍA

chos nexos con el sátrapa zai-rense (Congo Kinhasa) Mobutu Sese Seko y círculos de poder estadounidenses; y la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (Unita), lidera-da por Jonas Savimbi, un per-sonaje apoyado por Pretoria (Sudáfrica).

Estas dos últimas organiza-ciones, siguiendo orientaciones de potencias foráneas, boicotea-ron al Gobierno provisional, rom-pieron relaciones con el MPLA, torpedearon la convocatoria a comicios con vistas a elegir el gabinete que asumiría el poder tras la retirada de las autorida-des portuguesas y comenzaron a prepararse militarmente, con el apoyo de Zaire y el régimen del apartheid, para enfrascarse en una guerra civil contra los partidarios de Agostinho Neto.

Además, ya habían comenzado las incursiones de tropas regu-lares sudafricanas en el sur del país que presagiaban una inmi-nente agresión armada.

Ante la situación, este patrio-ta solicitó a Cuba la ayuda soli-daria. El primer comandante Raúl Díaz Argüelles (héroe de la sierra y el llano durante la insu-rrección contra la tiranía batis-tiana y, en 1975, jefe de la Décima Dirección del Minfar) marchó a Luanda, la capital del país, para asumir la jefatura de la Misión Militar cubana, con la tarea de organizar, preparar y armar unas 50 unidades de las Fapla (Fuerzas Armadas Populares para la Liberación de Angola), entre batallones de infantería y baterías de artillería, en escue-las que él ayudó a fundar.

Tres buques se encargaron de transportar a la mayoría de los instructores y sus jefes; los otros hicieron el viaje por avión. De acuerdo con lo convenido en-tre Díaz Argüelles y Neto, par-tieron hacia la nación africana unos 480 efectivos, entre el 5 y el 11 de octubre de 1975, además de 12 000 fusiles checos R-52, piezas de mortero, antiaéreas y cañones antitanques, así como otros pertrechos.

Para los reclutas de las Fapla se acondicionaron cuatro cen-tros de entrenamiento: uno en N’Dalatando, a 300 km al este de Luanda; otro cerca del puerto de Benguela, a orillas del Océano Atlántico; el de Saurimo, ubica-do en la provincia de Lunda Sul, al nordeste de la nación; y el del enclave norteño de Cabinda, te-rritorio separado del resto del país por el río Congo y un corre-dor zairense de 64 kilómetros de ancho.

Entretanto, tropas de Pretoria penetraban en el sur del terri-torio angolano desde Namibia y avanzaban hacia Luanda. Simultáneamente, elementos del FNLA y soldados zairenses, en el norte, intentaban en dos oportunidades romper la defen-sa de las Fapla en Quifangondo, situado a 22 kilómetros de la

Las BM-21 de mil batallas, desde Ebo a Cuito Cuanavale.

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capital. El 2 de noviembre, en Catengue, un grupo de instruc-tores militares cubanos y sus alumnos enfrentaron la ofensiva de tropas regulares del régimen del apartheid, quienes, gracias a su superioridad en hombres y medios, lograron continuar su avance. La contienda “comenza-ba a parecerse más sudafricana que angolana”, como afi rmaría años después el historiador del país agresor, F.J. du Toit Spies, y por primera vez en ella se de-rramaban juntas sangre cubana y africana.

En homenaje a una esclava rebelde

Ante esa evidente injerencia ex-tranjera, Fidel, Raúl y la direc-ción de la Revolución Cubana accedieron a enviar las prime-ras tropas regulares de nuestro país para enfrentar a los inva-sores. De esta forma, se inicia la Operación Carlota, que toma su nombre de una lucumí, fi gu-ra relevante en la formidable sublevación de esclavos acae-cida en noviembre de 1843 en Matanzas.

Rápidamente los internacio-nalistas cubanos entraron en acción reforzando a los defen-sores de Quifangondo, quienes junto a los angolanos propina-ron una aplastante derrota allí a los atacantes el 10 de noviembre de 1975. Luanda estaba salva-da. Pasado un minuto de las 12 de la noche de ese mismo día, el presidente Neto proclamó en un mitin multitudinario el naci-miento de la República Popular de Angola (RPA).

En Cabinda también se com-batía. El 8 de noviembre, a las 11 de la mañana, el sátrapa zairen-se Mobutu Sese Seko lanzó dos batallones de sus fuerzas regula-res apoyados por unos 150 mer-cenarios blancos y unidades del llamado Frente de Liberación del Enclave de Cabinda (FLEC), aupado y entrenado por Mobutu, en dirección al este de aquella ciudad. Los agresores cayeron en un campo de minas, por lo que detuvieron su ofensiva.

Al día siguiente reanudaron el avance, pero un pelotón con cuatro bocas 14.5 bien empla-

zadas, operadas por cubanos, y la Compañía Fapla de personal fronterizo, apoyados por lanza-cohetes GRAP-1P acabados de llegar de Cuba, abrieron fuego a ras de tierra y les causaron grandes pérdidas al enemigo, el cual se vio imposibilitado de continuar su ataque.

Tras rechazar un intento de desembarco naval de las tro-pas zairenses que pretendía sorprender por la retaguardia a los defensores del enclave, el comandante Ramón Espinosa,

jefe del Centro de Instrucción Revolucionaria de Cabinda, agrupó a más de 1 000 efectivos Fapla, 191 asesores cubanos y unos 40 artilleros de la Isla, para lanzar una contraofensiva el 12 de noviembre, la cual expulsó de ese territorio a las fuerzas invasoras. De ese modo fi nalizó la batalla de Cabinda, donde en solo 90 horas el enemigo tuvo más de 1 600 bajas.

Los racistas sudafricanos, entretanto, no cejaban en su em-peño de apoderarse de Luanda.

La ayuda solidaria no solo fue militar. Una colaboradora cubana confraterniza con niños angolanos.

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Raúl Díaz Argüelles una leyenda en la historia de Angola.

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El 10 de noviembre tropas regu-lares del régimen del apartheid, junto con efectivos del FNLA y la Unita, comenzaron a avan-zar desde Lobito hacia Novo Redondo. A pesar de la heroica resistencia del destacamento Fapla y sus asesores cubanos, Novo Redondo cayó en poder de los invasores, por lo que quedó abierto el camino hacia Porto Amboim y la capital.

A milla y media al norte de Ebo, en el camino a Gabela, en un puentecito de madera que cruzaba el río Mabasa (estrecho y profundo), la avanzada sudafri-cana cayó en una emboscada en la mañana del 23 de noviembre. Los RPG-7 de los aliados cuba-no-angolanos inutilizaron seis blindados del enemigo. La infan-tería invasora fue diezmada por los certeros disparos de los mor-teros 120. Las BM-21 abrieron fuego sobre parte de la columna y destruyeron otros dos blinda-dos y un camión. En medio de un aguacero el enemigo se re-plegó. Las fuerzas revoluciona-rias lamentaron la muerte del cubano Juan Tamayo Castro; otros cinco habían sido heridos. Las Fapla no tuvieron bajas. Las huestes de Pretoria sufrieron alrededor de 80 o 90 muertos y heridos, y siete u ocho blindados inutilizados, según fuentes su-dafricanas.

Sorprendidos por esta derro-ta, el régimen racista decidió hacer una pausa en su ofensiva, lo que aprovecharon los aliados

FAR-Fapla para aumentar sus fuerzas y recibir a los bu-ques Vietnam Heroico, Imías y Océano Pacífico, que con 1 253 hombres y armas pesadas arribaron a la nación africana entre el 27 de noviembre y el 1º de diciembre. Estos refuerzos, en opinión del historiador Piero Gleijeses, fueron decisivos para cambiar la correlación de fuer-zas en el teatro de operaciones militares y la posterior expul-sión de los invasores del sur de Angola.

Transcurridos 20 años de la batalla de Ebo, Iko Carreira, quien fuera ministro de Defensa de la RPA, afi rmaría: “Resultó decisiva y la victoria se debió, sobre todo, a Díaz Argüelles, quien pasó a ser una leyenda en la historia moderna de Angola”.

Retrospectiva desde 2020Lamentablemente, por limi-taciones de espacio no podre-mos abordar los sucesos que acaecieron después de que en 1976 se retiraran de Angola las tropas regulares de Sudáfrica, aunque en los años siguientes, Pretoria emprendió una gue-rra sucia contra ese país y su Ejército volvió a hollar el suelo de esa nación. La Operación Carlota en realidad no fi nalizó hasta 1991, después de que el régimen del apartheid admi-tiera su fracaso tras la derrota contundente, desde el punto de vista militar, en la batalla de Cuito Cuanavale.

Al referirse a ella, Nelson Mandela aseguró: “marca el vi-raje en la lucha para librar al con-tinente y a nuestro país del azote del apartheid”. A partir de esta acción combativa, se puso fi n al régimen racista en Sudáfrica, se logró la independencia de Namibia y se sentaron las bases para el proceso de paz y reunifi -cación del Estado angolano.

Entre 1975 y 1991, unos 360 000 cubanos (más de 300 000 como combatientes) prestaron ayuda solidaria en la guerra de este hermano pueblo por conso-lidar su independencia. De ellos, 2 016 cayeron en combate o fa-llecieron por otras causas. Y la cooperación no fue únicamente militar. En 1977 había más de 1 000 colaboradores cubanos en-tre médicos, constructores y téc-nicos. Ese año la representación del país africano a la Asamblea Mundial de la Salud declaró: “la contribución más importante en el campo de la salud ha venido de Cuba sin que nos pidiera nada a cambio. Teníamos solo 14 médi-cos, ahora tenemos más de 200”.

No es de extrañar que en una reunión de líderes africanos, a fi nales de los 80, se oyeran de-claraciones como esta: “Los combatientes cubanos están dispuestos a sacrifi car sus vi-das por la liberación de nuestros países y, a cambio de esa ayuda a nuestra libertad y el progreso de nuestra población, lo único que se llevarán de nosotros son sus combatientes que cayeron luchando por la libertad”.

Los libros Misiones en confl icto, de Piero Gleijeses, y Secretos de generales, de Luis Báez. Los textos periodísticos Operación Carlota, de Gabriel García Márquez (Tricontinental, 1977); Nace la Operación Carlota, Los rostros de la guerra sucia y Epopeya de millones, todos de María Julia Mayoral (Granma, ediciones del 31 de octubre, 1º de noviembre y 2 de noviembre de 2005, respec-tivamente); y Angola rinde tributo al internacionalista cubano Raúl Díaz-Argüelles, de Armando Reyes (Prensa Latina, 15 de diciembre de 2008).

Fuentes consultadas

Tropas del Frente Sur se trasladan hacia la frontera con Namibia. La foto se captó en 1988, después de la batalla de Cuito Cuanavale.

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