Oración eficaz

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A-SP-BA-GA-003-P Oración eficaz es un sencillo manual para beneficiarse de la mayor energía creadora habida y por haber: ¡el poder de Dios! Dicho poder milagroso te permitirá: a Solucionar cualquier problema, por grande que sea a Hacer frente a la adversidad con valor y entereza a Relacionarte mejor con los demás a Disfrutar de paz interior a Sanarte a Liberarte del remordimiento a Sentir el amor de Dios a Recobrar el ánimo Este libro enseña cómo actúa la oración. Si pones en práctica sus principios, serás capaz de generar una fuerza ilimitada en favor tuyo y de los demás y de transformar el mundo que te rodea. ORACIÓN eficaz OR ACIÓN EFICAZ Colección Actívate http://es.auroraproduction.com

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A -S P - B A - G A - 0 0 3 - P

Oración eficaz es un sencillo manual para beneficiarse de la mayor energía creadora habida y por haber: ¡el poder de Dios!

Dicho poder milagroso te permitirá:

a Solucionar cualquier problema, por grande que seaa Hacer frente a la adversidad con valor y enterezaa Relacionarte mejor con los demása Disfrutar de paz interiora Sanartea Liberarte del remordimientoa Sentir el amor de Diosa Recobrar el ánimo

Este libro enseña cómo actúa la oración. Si pones en práctica sus principios, serás capaz de generar una fuerza ilimitada en favor tuyo y de los demás y de transformar el mundo que te rodea.

ORACIÓNeficaz

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Colección Actívateh t t p : / / e s . a u r o r a p r o d u c t i o n . c o m

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Colección Actívate

ORACIÓNEFICAZGuía práctica

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Fuentes

Título original: Prayer PowerISBN de la edición original: 3-905332-08-6ISBN de la versión en castellano: 3-905332-19-1

Julie Vasquez. Colección Actívate.

Traducción: Felipe Howard Mathews, José Florencio Domínguezy Gabriel García Valdivieso

© 1999, 2001 Aurora Production AG, SuizaDerechos reservados. Impreso en Tailandia.

En Internet: http://es.auroraproduction.com

Las citas atribuidas a D.B.B. están tomadas de las obrasde David Brandt Berg (1919-1994), con permiso.

Cuando no se indica el autor de un pasaje, es porque sedesconoce o no ha sido posible determinarlo con seguridad.

Salvo que se señale otra cosa, todos los pasajes de lasEscrituras que se reproducen están tomados de la versiónReina-Valera, revisión de 1960, © Sociedades Bíblicas Uni-das, 1960.

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ÍndiceLa toma de contacto .................................................. 5

La oración es comunicación ...................................... 10

Beneficios que nos reporta la oración ......................... 13

El buen efecto que tienen en los demás nuestrasoraciones .......................................................... 22

Qué gana el Señor con nuestras oraciones ................... 27

Hacerse el tiempo .................................................... 31

Cómo obtener buenos resultados ............................... 38

Haz lo que esté a tu alcance ..................................... 52

Procede como si ya tuvieses lo que has solicitado ........ 55

Diversas formas de orar ........................................... 60

Qué hacer cuando no se ve que Dios responda ............ 71

Cómo aprender del Hombre de las soluciones .............. 80

Convierte tus pensamientos en oraciones… ................. 86

Promesas para invocar en oración ............................. 91

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La toma de contacto

Dios no concibe la oración como un rito, sinocomo un animado intercambio, un diá-logo afectuoso entre buenos amigos.

Lamentablemente, hoy en día impera la ideade que no es posible hablar con Dios en esos tér-minos. Algunas personas piensan que su falta dereligiosidad les impide acercarse de ese modo alCreador. Otras tienen la idea de que el Padre celes-tial es tan sublime que se encuentra sumamentealejado de nuestra realidad. Hay quienes piensanque tiene mucho que hacer para interesarse porellos y sus problemas, y que las cuestiones terre-nales carecen de importancia para Él. Unos se con-sideran indignos y muy imperfectos. Otros se sien-ten culpables o avergonzados de ciertos actos quehan cometido. Hay quienes incluso abrigan mie-do de Dios. ¡Ojalá comprendieran que Él lo ve todocon ojos muy distintos!

El Señor desea mantener una relación perso-nal con cada uno de nosotros. Quiere que éstaconstituya el aspecto más profundo, trascenden-tal, satisfactorio y gratificante de nuestra vida. Eso

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no significa que se proponga restar categoría a lasdemás relaciones y actividades que nos ocupan yque consideramos importantes. Todo lo contra-rio: quiere formar parte de ellas. Pretende facili-tarnos la vida cotidiana, dar un nuevo sentido anuestras vivencias, y además disfrutar de ellas allado nuestro. En resumidas cuentas, quiere real-zar nuestra existencia y añadir toda una nueva di-mensión a cuanto hacemos por medio de Su amo-rosa presencia.

Pero, ¿cómo se entabla una relación fluida yabierta con el Padre celestial, sobre todo cuandouno se considera insuficiente y poco espiritual?¿Cómo se establece esa conexión? La respuesta aeste interrogante es muy sencilla: por medio de SuHijo Jesús.

Ninguno de nosotros es capaz de concebir logrande y maravilloso que es Dios nuestro Padre.Él y Su Espíritu trascienden el universo. Hasta talpunto sobrepasa nuestra comprensión que tuvoque enviar a un Ser capaz de ejemplificarnos Suamor, Alguien con quien pudiéramos identificar-nos, Alguien que pusiera a Dios a la altura de nues-tro limitado entendimiento humano. Por eso nosdio a Su Hijo Jesús.

Jesús vivió 33 años en la Tierra entre los sereshumanos como uno más. Experimentó las alegríasy desdichas que tienen los hombres.1 Estuvo eneste mundo, y por tanto nos comprende y consti-tuye el vínculo entre Dios y nosotros.2

Jesús es muy accesible: se puede perfecta-mente entablar una relación personal con Él. Has-

1 V. Juan 1:1-3,14; Hebreos 4:152 V. 1 Timoteo 2:5

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ta nos dijo que le pidiéramos que entrara en nues-tro corazón: «He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo;si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, ycenaré con él, y él conmigo».1 Es posible entablarcontacto directo y personal con Jesús, acercarnosa Dios por medio de Él.

Si has orado para aceptar a Jesús como tu sal-vador, ya tienes esa conexión. Si no, puedas esta-blecerla ahora mismo rezando sinceramente unasencilla oración como la que sigue:

Jesús, creo sinceramente que eres el Hijo deDios y que moriste por mí. Necesito que Tu amorme limpie de todo lo malo que he hecho. Te abro lapuerta de mi corazón y te ruego que entres en mí yme regales la vida eterna. Amén.

1 Apocalipsis 3:20

LA TOMA DE CONTACTO

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Se cuenta que cierto clérigo observaba con inquie-tud a un viejo mendigo que todos los días, a las docedel mediodía, entraba a su iglesia y luego de escasosminutos volvía a salir. ¿Qué intenciones tendría? Avi-só al portero y le pidió que la próxima vez interrogaraal anciano. Al fin y al cabo, la iglesia contenía mu-chos objetos de valor.

—Vengo a rezar— respondió el anciano al portero.—Hombre, no me tome el pelo. Usted nunca se

queda más que un momento en la iglesia. No le datiempo de rezar.

—Lo que pasa es que yo no sé hacer oracioneslargas —replicó el andrajoso anciano—. Lo que hagoes que todos los días, a las doce, vengo y digo: «Hola,Jesús. Soy Manuel.» Espero un rato y luego me voy.Es una oracioncita nomás, pero yo creo que Él meescucha.

Al poco tiempo, Manuel sufrió un accidente y fuehospitalizado. Mientras permaneció ingresado tuvo unmagnífico efecto en los demás enfermos. Los pacien-tes quejumbrosos se tornaron alegres, y con frecuen-cia se escuchaban risas en el pabellón donde convale-cía Manuel.

—Manuel —le dijo un día la enfermera que lo aten-día—, todos dicen que este cambio que se palpa en lasala se debe a usted, porque siempre se le ve conten-to.

—Sí, hermanita; es verdad. ¿Y cómo no voy a estarcontento? Se lo debo a la visita que viene todos losdías para alegrarme.

—¿Una visita? —le preguntó la asistente confundi-da, pues en el horario de visita nunca veía a nadiesentado junto al pobre Manuel, que no tenía familia-

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res—. ¿Una visita? Pero, ¿cuándo viene?—Todos los días —respondió el mendigo, al tiem-

po que se le iluminaban los ojos—. Todos los días, alas doce del mediodía, viene y se para a los pies de micama. Yo lo miro, y Él me sonríe y me dice: «Hola,Manuel. Soy Jesús.»

La oración abre un canal que une nuestra carenciacon la plenitud de Dios. Es el vínculo entre las necesi-dades humanas y los recursos divinos.

Cada uno de nosotros debe aprender a conectarsepersonalmente con el poder de Dios y dejar que Él lebrinde alegría, salud y felicidad.

David Brandt Berg (D.B.B.)

Nadie logra tanto con tan poca inversión de tiempocomo el que ora.

Orar es muy sencillo.Es comparable a abrir una puerta suavementey deslizarse hacia la presencia misma de Diosa fin de oír Su vozen la quietud.Si es para elevar una peticióno tan solo para escuchar lo que Él diga,poco importa.Estar en Su presencia¡es orar!

Anónimo

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La oración es comunicación

Al igual que sucede con toda amistad, tu rela-ción con Jesús se verá fortalecida si te co-municas con Él francamente y con frecuen-

cia. En realidad, esa es la esencia de la oración:comunicarse de corazón a corazón con el Señor.

Pero, ¿cómo se logra ese estrecho vínculo? Enrealidad es bien sencillo.

Para empezar, busca un lugar tranquilo. Ima-gínate que Jesús está sentado a tu lado. Háblalecomo lo harías con un buen amigo. Puedes hacer-lo mentalmente o en voz alta. Las palabras quedigas no tienen mucha importancia. Simplementedile lo que te nazca.

En realidad, puedes orar en cualquier parte,en cualquier momento. Da lo mismo que estéssentado o de pie. No es necesario estar en un tem-plo ni en ningún lugar en particular. La oración es-tablece un vínculo entre el Señor y tú, te encuen-tres donde te encuentres.

Muchas personas equiparan la oración conpedirle cosas a Dios. Pero eso no es más que unaspecto de la cuestión. Naturalmente Él quiere que

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le plantees tus necesidades, pero también que pa-ses tiempo con Él, que le hagas confidencias, lecuentes cómo te va. Dile cuánto lo amas y lo agra-decido que estás por todas las cosas buenas quete pone delante. Expónle tus sueños y anhelos, tusproblemas e inquietudes, y Él te concederá lasfuerzas, la inspiración, el consuelo y las solucio-nes que necesitas.

Jesús está a tu disposición. Basta una oraciónpara acceder a Él. Se complace en prestarte oído yte dará una mano siempre que lo necesites. Él seinteresa sinceramente por ti. Le encanta escuchar-te y responder tus inquietudes.

Claro que la oración es más que eso.Jesús también quiere comunicarse contigo,

hablarte. Quiere dirigirte palabras de amor y deánimo. Desea ayudarte a resolver tus problemas.Tiene en Su haber todas las soluciones y respues-tas, pero para poder revelártelas es preciso que loescuches. Por eso, es necesario que aprendas areconocer Su voz cuando te hable al alma y te pon-ga pensamientos en la cabeza.

Jesús también te hablará por medio de Su Pa-labra escrita, la Biblia; pero para sacarle el máxi-mo provecho, es conveniente que ores y lo escu-ches mientras lees. Así podrá explicarte de qué for-ma se aplica lo que lees a tu caso, en la actualidad.Rellenará las lagunas y te proporcionará detallesque no figuran en las respuestas más bien genera-les que hay en Su Palabra. Una vez más, la claveestá en escucharlo.

De cualquier modo, tanto cuando te dirijas alSeñor como cuando lo escuches, ¡la comunicacióncon Él se realiza a la velocidad del pensamiento!

LA ORACIÓN ES COMUNICACIÓN

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No es como comunicarse con alguien por carta,en cuyo caso hay que aguardar días o semanaspara recibir la respuesta. Ni siquiera como enviarun mensaje a través de Internet y recibir la res-puesta en cuestión de horas o minutos. Tus ora-ciones llegan a Sus oídos prácticamente antes dedejar tus labios.1 Se pueden recibir respuestas delSeñor al instante. Puede que Él no siempre te déen seguida una respuesta cabal o produzca el re-sultado final que deseas, pero al menos te diráque ha escuchado tu oración y que se está ocu-pando del asunto. Muchas veces, el solo hecho detener esa certeza te da paz interior y contribuye aque se esfumen problemas de colosales propor-ciones. Más adelante, cuando vuelvas a presen-tarle en oración esas dificultades, continuará in-tercediendo por ti e indicándote qué debes hacerpara que se lleve a cabo Su voluntad al respecto ypara que el asunto tenga un feliz desenlace.2

1 V. Isaías 65:242 Si quieres aprender más sobre cómo recibir de Dios respuestasespecíficas a tus preguntas, no te pierdas Escucha Palabras delCielo, de la misma colección.

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Beneficios que nosreporta la oración

Pasar tiempo con el Señor rinde tantos bene-ficios que no podemos prescindir de ello.Él puede ayudarnos a resolver nuestros pro-

blemas, responder a nuestros interrogantes, ali-viar nuestras penas, consolarnos en nuestra de-sazón, proporcionarnos alegría, acercarnos al Cie-lo y muchísimo más.

¡La oración altera las circunstancias! Es unode los medios de los que se vale Dios para satisfa-cer las necesidades y deseos de Sus hijos, siemprey cuando sea beneficioso para ellos y para los de-más. «Todo lo que pidáis en oración, creyendo, lorecibiréis.»1

También nos fortalece espiritualmente. Eltiempo que dedicamos a reflexionar y escuchar alSeñor nos proporciona una fuerza interior que nosayuda a superar las épocas más difíciles de la vida.«El día que clamé, me respondiste; me fortalecis-te con vigor en mi alma.»2

1 Mateo 21:22 (Reina-Valera 1995) 2 Salmo 138:3

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Cuando nuestro espíritu flaquea y se nos tur-ban los pensamientos, la oración nos proporcio-na descanso y nos renueva. «Venid a Mí todos losque estáis trabajados y cargados, y Yo os haré des-cansar. Llevad Mi yugo sobre vosotros, y apren-ded de Mí, que soy manso y humilde de corazón; yhallaréis descanso para vuestras almas; porque Miyugo es fácil, y ligera Mi carga.»1

También nos da una perspectiva más optimis-ta de la vida y nos lleva a verlo todo con los ojos dela fe. Una vez que hemos encomendado un asun-to a Dios en oración, podemos tener la certeza deque Él se hará cargo del mismo conforme a Su vo-luntad. Eso nos ayuda a combatir las preocupa-ciones y a ver las cosas con un enfoque más posi-tivo. «Sabemos que a los que aman a Dios, todaslas cosas les ayudan a bien.»2 «Por fe andamos, nopor vista.»3

La oración nos consuela en los momentos detristeza; nos infunde ánimo en medio del abati-miento y valor para seguir adelante cuando ya nopodemos más. Jesús nos ayuda a ver nuestras di-ficultades objetivamente —como las ve Él— y nosda sosiego. «Él sana a los quebrantados de cora-zón, y venda sus heridas.»4 «En medio de las pre-ocupaciones que se agolpan en mi mente, Tú medas consuelo y alegría.»5

A medida que vamos aceptando y aplicandolo que el Señor nos indica, adquirimos sabiduría.«Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pí-dala a Dios, el cual da a todos abundantemente y

1 Mateo 11:28-302 Romanos 8:283 2 Corintios 5:7

4 Salmo 147:35 Salmo 94:19 (Versión Popular)

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sin reproche, y le será dada.»1

Jesús nos guía por el laberinto de la vida. Nosindica qué hacer en situaciones de apuro y cuandonos enfrentamos a decisiones difíciles. Ha prome-tido darnos instrucciones, aclararnos los pensa-mientos y guiar nuestros pasos. «Reconócelo entodos tus caminos, y Él enderezará tus veredas.»2

«Tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga:“Este es el camino, andad por él; y no echéis a lamano derecha, ni tampoco torzáis a la mano iz-quierda”.»3

Él nos inspira ideas geniales. «Clama a Mí, yYo te responderé, y te enseñaré cosas grandes yocultas que Tú no conoces.»4

También nos evita algunas complicacionesadvirtiéndonos de ellas con antelación. En otroscasos nos da las soluciones a nuestros problemas.«El que me oyere, habitará confiadamente y vivirátranquilo, sin temor del mal.»5

Nos sana de nuestras dolencias físicas. «Laoración de fe sanará al enfermo y el Señor lo le-vantará.»6

Nos concede perdón por nuestras faltas. «Mipecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije:“Confesaré mis transgresiones al Señor”; y Tú per-donaste la maldad de mi pecado.»7

Nos proporciona un conocimiento más pro-fundo, tanto del mundo natural como de la dimen-sión espiritual. «Como está escrito: “Cosas que ojono vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón dehombre, son las que Dios ha preparado para los

1 Santiago 1:52 Proverbios 3:63 Isaías 30:21

7 Salmo 32:54 Jeremías 33:35 Proverbios 1:336 Santiago 5:15a (NVI)

BENEFICIOS QUE NOS REPORTA LA ORACIÓN

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que le aman”. Pero Dios nos las reveló a nosotrospor el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña,aun lo profundo de Dios.»1

Al orar sacamos provecho de la energía divi-na, de tal modo que obtenemos mejor rendimien-to y se nos facilitan las cosas. «Él fortalece al can-sado, y acrecienta las fuerzas del débil. [...] Los queconfían en el Señor renovarán sus fuerzas; vola-rán como las águilas; correrán y no se fatigarán,caminarán y no se cansarán.»2

La oración aumenta nuestra paz interior. «Pornada estéis afanosos, sino sean conocidas vues-tras peticiones delante de Dios en toda oración yruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, quesobrepasa todo entendimiento, guardará vues-tros corazones y vuestros pensamientos en Cris-to Jesús.»3

Es también el conducto para invocar las pro-mesas de Dios de que atendería a nuestras nece-sidades materiales. «Pedid, y se os dará; buscad, yhallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquelque pide, recibe; y el que busca, halla; y al que lla-ma, se le abrirá.»4

Jesús nos abre los tesoros de Su Palabra cuan-do le pedimos, como el rey David: «Abre mis ojos,y miraré las maravillas de Tu ley».5

Podemos obtener asistencia divina aun cuan-do no sepamos qué pedir. «El Espíritu nos ayudaen nuestra debilidad; pues qué hemos de pedircomo conviene, no lo sabemos, pero el Espíritumismo intercede por nosotros con gemidos inde-cibles.»6

1 1 Corintios 2:9-102 Isaías 40:29,31

3 Filipenses 4:6-74 Mateo 7:7-8

5 Salmo 119:186 Romanos 8:26

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Vuelan las cargas en alas de la oración;se aligeran los pesos, se aquieta la agitación.El corazón pesaroso sale del torbellinopara ser sanado por el bálsamo divino.Las lágrimas que vertemos, el Padre celestiallas enjuga, ¡pues Él comprende nuestro pesar,nuestros temores, nuestra desesperación,cuando se los llevamos en alas de la oración!

Anónimo

Un día fui a una escuelita de escasos recursos ahacer una presentación audiovisual. Al llegar me en-contré con que se les había cortado el suministro eléc-trico. Me ofrecí a orar para que se reparara la avería, ya los diez minutos tenían otra vez electricidad.

Los niños se reunieron en el salón donde iba a po-ner el video, pero resultó que el aparato reproductorera viejo y no funcionaba bien. Por mucho que lo in-tentamos, no logramos ajustarlo. Resolvimos pedir atodos los alumnos y profesores —musulmanes, hin-dúes y cristianos— que rezáramos para que Jesúsarreglara el aparato. Instantes después de orar, todocomenzó a funcionar como una seda. ¡El auditorio seentusiasmó! No sólo pudieron ver la cinta, sino quequedaron maravillados al ver que el Señor respondíatan claramente una oración. Algunos miembros delcuerpo docente nos expresaron después:

—Quisiéramos informarnos más sobre Dios y elpoder que tiene para obrar esa clase de milagros.

R. H. (Pakistán)

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Varios días después que Peter, nuestro hijo de sieteaños, le pidiera al Señor una biblia impresa en letragrande, fui a una librería cristiana para informarmesobre los precios de dichas biblias. La más barataestaba muy por encima de nuestras posibilidades. Lereferí al dueño la oración que había hecho mi hijo y lepregunté si me podía hacer un descuento especial enuna biblia de letra grande, dado que somos misione-ros y trabajamos como voluntarios. Antes que termi-nara yo mi explicación, el hombre empezó a relatarmeun episodio que al principio parecía inconexo.

Resulta que, siete años antes, una señora ciega sehabía curado por milagro en respuesta a una oración.Movida por un sentimiento de gratitud, entregó 500dólares al dueño de la librería. Le instruyó que losadministrara como una especie de fondo en custodia,de suerte que si alguna vez alguien solicitaba una bi-blia pero no tenía medios para adquirirla, la cargara aesa cuenta.

Apenas acabó de explicarme lo anterior, el libreroseñaló la estantería de las biblias y me indicó amable-mente que escogiera la que quisiera. ¡Quién ha dichoque Dios no responde a las oraciones!

P. A. (Japón)

Un niño africano, convertido al cristianismo con sufamilia, se quejaba y revolvía en la cama con unafiebre muy alta, y que seguía subiendo. El misioneroaplicó los remedios rudimentarios de que disponía.Sin embargo, lo que más falta le hacía era una com-presa de hielo. El pensamiento se le cruzó por la cabe-

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za, pero lo desechó: la población más cercana dondevendían hielo quedaba a una jornada de viaje.

—El gran Dios puede enviar hielo para mi hijito,¿verdad? —preguntó la madre del niño enfermo.

Y le recordó al misionero uno de sus propios ser-mones, en el que había dicho que Dios se deleita enobrar milagros para Sus hijos.

—Es cierto —contestó el misionero—; pero es que...pedir hielo… aquí...

Haciendo caso omiso de las dudas del religioso, lamadre prosiguió, con la mayor confianza y naturali-dad:

—¿No vamos a rezar?Los dos se arrodillaron, y el misionero hizo una

oración general, en términos muy vagos. La madre delchiquillo, en cambio, fue directo al grano:

—Señor, si lo que hace falta para que mi hijo secure es hielo, ¡creo firmemente que Tú nos lo puedesprocurar!

Ni bien hubieron terminado de orar, una piedra degranizo del tamaño de una nuez entró rodando en lachoza. Al asomar la cabeza vieron que granizaba confuerza.

—¡Dios respondió a Su manera, con esta maravi-lla! —exclamó la madre.

La tormenta se había concentrado en ese lugar. Nocayó en las zonas aledañas ni produjo daños en loscultivos. El muchacho se recuperó totalmente. La no-ticia se propagó por los pueblos vecinos e infundió fea todos los que la oyeron. Por su parte, aquello lerecordó al misionero que Dios también contesta pedi-dos imposibles.

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Desde hacía tiempo un matrimonio amigo nuestroquería tener un hijo, pero no lo conseguía. Hace unaño más o menos, la esposa nos pidió que oráramospor ella. A las dos semanas estaba embarazada, ¡ypoco después se enteró de que iba a tener mellizos!

Corrió la voz, y otros matrimonios sin hijos acudie-ron a nosotros para que pidiéramos por ellos. Hastael momento otras cuatro parejas están esperando des-cendencia. Una de ellas va a tener mellizos también.

D. G. (Tailandia)

La energía más eficaz de que dispone la humani-dad es la fuerza de la oración.

Cuenta una leyenda que un caminantehalló un pedazo de barro muy fragante.Despedía un olor tan intenso y gratoque sus efluvios impregnaban todo el cuarto. —Dime, ¿qué eres? —inquirió el viajero—.¿Una perla rara de un país extranjero?¿Un nardo exótico que de arcilla se atavía?¿O alguna otra costosa mercadería?—No. Soy un burdo trozo de barro.—¿Y cómo es que emanas ese aroma extraordinario?—El secreto de mi fragancia misteriosa,amigo, es que he vivido a la sombra de la rosa.Señor, permanece cada día con nosotrospara que contigo nos perfumemos todos.

Anónimo

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Invisible paloma mensajeraque en un divino vuelo,impulsada por una fe sincera,parte del corazón y llega al cielo.Anhelo indefinible que agigantala luz de la razón en nuestra frentey otorga al labio, misteriosamente,el himno santo que al Eterno canta.¡Oh, sublime oración! A veces ruedasmagnífica, encerradaen una dulce lágrima furtiva,y sólo libre quedascuando, deshecha aquélla, la miradaen el cielo se fija pensativa.Tú estás en el suspiro del creyente,y en la palabra, siempre luminosa,de quien bendice a Dios porque le siente,en el gemido de quien se arrepientey en la voz de la madre cariñosa.¡Cuántas veces el alma, por la pruebaconstante de la vida,en gratitud y amor a Dios se eleva,como aroma de flor que el viento llevaquién sabe a qué región desconocida!Porque orar es librarse del pecado,y es recibir de Dios paz y consuelo,y es olvidar el llanto del pasado,y es acercarse poco a poco al cielo...

Claudio Gutiérrez Marín

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El buen efecto quetienen en los demásnuestras oraciones

Además de influir en nuestra propia existencia, la oración puede contribuir a mejorarsignificativamente la vida de otras perso-

nas. Se suele decir que orar no es lo mínimo que sepuede hacer por alguien, sino lo máximo. Nues-tras oraciones mueven el corazón y la mano deDios para que intervenga en favor de las perso-nas por las que le pedimos.

Por medio de nuestras oraciones, otras per-sonas pueden obtener los mismos beneficios queobtenemos nosotros cuando oramos: consuelo,protección, alivio de la ansiedad y del temor, cura-ción, provisión material y muchos otros.

Orar nos capacita para asistir más directamen-te a nuestros semejantes. En muchas ocasiones elSeñor se vale de nosotros, los seres humanos,como agentes Suyos en la Tierra. Teniendo esto encuenta es muy posible que Él quiera que nosotros

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mismos contribuyamos a hacer realidad nuestraspropias oraciones. El hecho mismo de orar por al-guien demuestra que nos interesamos por su feli-cidad y bienestar. Eso nos coloca en situación decomprender mejor la voluntad divina para esapersona y ayudar a que ese designio se cumpla enella. Por ejemplo, cuando oramos por alguien queestá enfermo, puede que el Señor nos indique dequé manera podemos reavivar la fe latente de esapersona y cumplir así el doble propósito de la do-lencia: por un lado, dar lugar a una curación, la cualpara el enfermo y para los demás constituirá untestimonio del poder milagroso de Dios; y por otro,hacer que se afiance la relación de esa persona conDios.

Cuando pasamos tiempo con el Señor oran-do, Él nos colma de los frutos del Espíritu, a saber:amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,fe, mansedumbre y templanza.1 A medida queparticipamos más de Su Espíritu, los que nos ro-dean ven al Señor y Sus dones reflejados en nues-tra vida cotidiana. «Nosotros todos, mirando acara descubierta como en un espejo la gloria delSeñor, somos transformados de gloria en gloriaen la misma imagen, como por el Espíritu del Se-ñor.»2

1 V. Gálatas 5:22-232 2 Corintios 3:18

EL BUEN EFECTO QUE TIENEN EN LOS DEMÁS NUESTRAS ORACIONES

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Podemos comunicarnos también unos con otros através de Dios, como una telecomunicación a travésde la atmósfera; como dos amigos o dos enamoradospueden comunicarse a través del espacio aunque es-tén en dos ciudades muy distantes una de otra, y pue-den estar más unidos a través de la distancia que loestán dos vecinos con una pared de por medio en unaaldea.

Ernesto Cardenal

Es la oración solícito tercero,que concierta los pleitos más insanos;es carta de favor, fiel mensajero,refugio, sombra, albergue de cristianos,dádiva que reprime al juez severo,cuerda que liga las divinas manos,música de admirable punto y letra,que al mismo corazón de Dios penetra.

Es un rayo que va del suelo al cielo,neblí que en lo más alto hace presa,calor que de las almas quita el hielo,manjar sabroso de la empírea mesa;de los desconsolados es consuelo,río caudal que rompe la represaque en la misericordia hizo el pecado,y, en fin, es un retórico abogado.

Bartolomé Carrasco

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Un domingo por la noche, en abril de 1912, ciertaseñora daba vueltas en su cama sin poder conciliar elsueño. De repente la asaltó una tremenda preocupa-ción por su marido, que en ese momento se encontra-ba en medio del océano Atlántico, navegando rumboa Norteamérica en el Titanic. Pasó varias horas rezan-do fervientemente por él. A eso de las cinco de lamadrugada la invadió una enorme paz y por fin pudodormirse.

Entre tanto su marido, el coronel Gracie, junto acientos de hombres, trabajaba con frenesí por lanzaral agua los botes salvavidas del navío, que naufraga-ba luego de estrellarse contra un témpano de hielo. Elcoronel ya había perdido toda esperanza de salvarse.Se esforzaba simplemente por ayudar a las mujeres ya los niños. Deseando hacer llegar un mensaje de des-pedida a su mujer, clamó desde lo más íntimo de sualma: «¡Adiós, amor mío!»

Al irse a pique la embarcación, un gigantesco re-molino se tragó al coronel. Instintivamente se puso anadar bajo las heladas aguas, clamando dentro de sí:«¡Adiós, amor mío, hasta que nos volvamos a ver!»

De pronto salió a la superficie y se encontró frentea un bote salvavidas volcado. Él y varias personasmás lograron encaramarse a la barca. A la mañanasiguiente los recogió un buque de rescate.

Al regresar a casa, el coronel le contó a su mujer laexperiencia que había vivido. Entonces se dieron cuentade que ella había estado rezando por él justo durantelas horas en que había corrido mayor peligro. Lo másimpresionante es que cuando los rescataron eran lascinco de la mañana en la ciudad donde su esposa seencontraba orando, la hora exacta en que el Señor leaseguró a ella que su marido estaba bien.

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INTERCESIÓNNo digas que desconozco la feroz lucha que libras;muchas veces en tus tinieblas te hice yo compañía.A pesar de la distancia, de nuestras edades dispares,percibo tu honda angustia y tus enormes pesares.

No digas que peleaste a solas en lóbrego entorno,pues yo intercedí por ti en oración ante el gran Trono.La espada del Espíritu, el escudo de la fe,esas fueron mis armas cuando el mandato escuché.

No digas que es quimera oír tan distante clamor;somos uno en Jesús, nos une Su inmenso amor.Hablándome al corazón, me llama Él con urgencia.Por muy lejos que tú estés, te presto asistencia.

Virginia Brandt Berg

Mucho tiempo atrás hubo en Nueva Inglaterra unpueblo aislado en el que abundaban los conflictos ylas personas conflictivas.

Cierta noche, en el curso de una conversación entreunos amigos devotos, uno dijo:

—No seremos sacerdotes ni predicadores prepara-dos, pero algo tenemos que hacer en este pueblo. For-memos un grupo de oración. Empecemos rogandotodos por una misma persona. ¿Quién podría ser?

Escogieron a uno de los hombres más duros de lalocalidad, un borracho empedernido. Todos concen-traron en él sus oraciones. Esa misma semana aceptóa Jesús como su salvador y cambió radicalmente. Acontinuación se pusieron de acuerdo para rezar porotro vecino, el cual también se convirtió. Luego oraronpor otro, y por otro, hasta que al cabo de un añocientos de personas habían llegado a conocer a Je-sús. ¡El pueblo se había transformado!

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Qué gana el Señor connuestras oraciones

Son tantos los beneficios que nos reporta laoración que muchas veces es fácil tener laimpresión de que salimos ganando en todo

aspecto y nada es lo que aportamos. Sin embargo,no es así como lo ve el Señor ni mucho menos. Escierto que para todas esas cosas tenemos necesi-dad de Dios; pero lo maravilloso es que Él tam-bién nos necesita a nosotros. Le hacemos falta.Podemos ir más lejos y decir que está enamoradode nosotros. En varios pasajes de la Biblia se refie-re a nosotros, Su pueblo, como Su esposa.1 Ningu-na otra relación humana guarda mayor analogíacon la relación que Él anhela tener con nosotrosque la de un marido con su esposa. ¿Qué es, en-tonces, lo que el Señor quiere y necesita de noso-tros? Muchas de las mismas cosas que un maridoprecisa que le brinde su mujer.

Primordialmente, desea una relación amoro-

1 V. Isaías 54:5; 62;5; Oseas 2:19-20; Romanos 7:4;2 Corintios 11:2; Apocalipsis 19:7-8

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sa y una comunicación de corazón a corazón. Quie-re tener la certeza de que ocupa un lugar preferen-te en nuestros afectos. No hay mejor forma dedemostrárselo que pasar tiempo con Él orando yleyendo Su Palabra.

Le encanta que le digamos lo estupendo quees y cuánto lo amamos, cuánto lo adoramos. Legusta muchísimo que lo alabemos.

Quiere que le digamos cuánto lo necesitamos.Al igual que un marido amoroso, se desvive porfacilitarnos todo lo que podamos precisar y sabeaún mejor que nosotros mismos qué nos hace fal-ta.1 Al mismo tiempo, le gusta que le hagamos pe-ticiones, pues es una muestra de que depende-mos de Él. ¡También Él necesita sentirse útil! Y cla-ro está, una vez que nos ha dado lo que pedimos,le encanta que se lo agradezcamos y que le expre-semos cuánto significa para nosotros.

Además necesita nuestro servicio. Quiere va-lerse de nosotros para llevar a cabo Su voluntad«así en la Tierra como en el Cielo».2 Por encima detodo, necesita que conduzcamos a otras personasa Él dando ejemplo de Su amor. Ahora bien, cadauno de nosotros debe dedicar tiempo a recibir ins-trucciones Suyas, a fin de averiguar concretamen-te qué quiere el Señor que haga.

1 V. Lucas 12:32; Mateo 6:82 Mateo 6:10

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Te amo, Señor, de mañana.Está el día en su esplendor.Siento entonces Tu presenciaque me inunda como el sol.

Todo el día me acompañas.Siempre a mi lado estás.Navegamos suavementepor un mar en tempestad.

Veo barcos en peligro,a otros veo sucumbir;mas los vientos que los batentraen sosiego para mí.

Aún recuerdo travesíasque no quiero repetir;sin contar con Tu presenciahacia el ancho mar partí.

Esas duras experienciasme han hecho comprenderque, si te amo en la mañana,todo el día te tendré.

Ralph Spaulding Cushman

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Son muchos los cristianos que se entretienen y sedistraen con los dones de Dios o del Espíritu y dejande lado a Dios en sí. Es como si un padre llegara acasa con regalos para sus hijos y éstos echaran manode los regalos y se sentaran en el suelo a abrirlos yjugar con ellos, olvidándose de saludarlo y darle unbeso.

Se asemejan a la niña que decidió dedicar cada díael tiempo que normalmente pasaba con su padre aconfeccionarle unas pantuflas con vistas a regalárse-las el día de su cumpleaños. Puede que Dios aprecielas pantuflas que le hacemos, pero sin duda prefieredisfrutar de nuestra compañía. Es más, si lo desaten-demos, probablemente las pantuflas nos salgan pési-mas.

D.B.B.

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Hacerse el tiempo

No hay manera de evitarlo: la comunicaciónrequiere tiempo. Con todos los trajines dela vida moderna, puede que al principio

tomarnos unos minutos con el Señor antes de co-menzar el día nos parezca un sacrificio. Es posi-ble que postergar otras actividades para poderhablar con el Señor nos parezca una interrupciónincómoda, inoportuna. Sin embargo, es erróneoconsiderar que habríamos podido emplear me-jor en otra actividad el tiempo que pasamos oran-do. Por muy ocupados que estemos, si nos toma-mos un tiempo para orar, lograremos mucho másque si no lo hacemos. Es una inversión a largoplazo, y una vez que empecemos a cosechar losresultados, no comprenderemos cómo nos lasarreglábamos hasta ese momento para salir ade-lante sin conversar con el Señor. Veamos segui-damente unos cuantos consejos para adquirir lacostumbre:

Hay que hacer un esfuerzo. Al igual que cual-quier hábito nuevo que se desee cultivar, duranteun tiempo hay que ponerle esfuerzo. Al comienzo

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hay que dedicarle atención, ya que uno muchasveces se olvida. Sin embargo, a la larga verás quecada vez te acuerdas más seguido.

Da prioridad a los momentos de oración.Siempre tenemos tiempo para lo que considera-mos más importante.

Cuando planifiques las actividades del día,reserva unos momentos específicos para orar. Elrey David escribió en el libro de los Salmos: «Tar-de y mañana y a mediodía oraré […] y Él oirá mivoz».1 Si esperas a haber terminado todo lo de-más, ese momento nunca llegará. Si ves que a ciertahora del día no resulta viable, prueba a otra.

Busca un momento y lugar tranquilos en losque no tengas distracciones.

Fíjate un objetivo que puedas cumplir, quizáscinco o diez minutos al día; luego intenta hecerlodos veces al día, o más. Las oraciones no tienenpor qué ser largas. Cuando los discípulos de Jesúsle pidieron que les enseñase a orar, les puso demodelo una plegaria que hoy conocemos como elPadrenuestro, que no tiene más de setenta pala-bras.2 Lo que cuenta no es la extensión de la ora-ción, sino la fe que se pone en ella, el afán y la sin-ceridad con que se reza.

Aprovecha los momentos libres que se te pre-senten durante el día para elevar breves oracio-nes al Señor y pedirle que te levante el ánimo o tedé fuerzas. Puedes emplear el rato que dedicas atomarte un café, a cocinar, a ducharte, a pasear alperro, el tiempo que pasas en un atasco de tránsi-to, mientras esperas a alguien, mientras duermesal bebé… de hecho cualquier momento. Concen-

1 Salmo 55:17 2 V. Mateo 6:9-13

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tra tus pensamientos en el Señor y deja que Él terenueve y te comunique fuerzas e inspiración paraseguir adelante.1

Aun después de haber adquirido el hábito deorar mientras te ocupas de otras cosas, todavíaserá necesario que pases ratos tranquilos en quedediques tu entera atención al Señor y prestes oídoa lo que Él quiera decirte.

Si un día te saltas tus ratos habituales de ora-ción, no te des por vencido. Inténtalo de nuevo aldía siguiente.

1 V. 1 Tesalonicences 5:17; 1 Crónicas 16:11; Lucas 18:1; 21:36

HACERSE EL TIEMPO

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Robert LeTourneau, inventor y primer fabricante dela máquina excavadora, fue un cristiano muy activo.

Cierta noche tenía que diseñar una pieza que habíaque fabricar al día siguiente. Esa misma noche, sinembargo, estaba invitado a asistir a una reunión deoración. Posponer el trabajo que tenía pendiente lesaldría caro; pero por fin resolvió que más importanteera asistir a la reunión de oración, lo cual hizo. ¿Cómolograría tener listo el diseño para el día siguiente?

Llegó a su casa alrededor de las diez de la noche.Hasta ese momento no había tenido ocasión de em-pezar el diseño. Sin embargo, se sentó frente al table-ro de dibujo y en cuestión de cinco minutos hizo elboceto de un mecanismo sumamente innovador ypráctico. ¡Dios le inspiró la idea! No sólo eso: el pe-queño mecanismo que diseñó aquella noche fue unapieza esencial de muchas otras máquinas que inventódespués.

¡Vale la pena orar!

Si te tomas un tiempo para escuchar a Dios, Él seun tomará tiempo para resolver el problema

D.B.B.

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Comienza bien el día: escucha al SeñorTodos los días debemos pasar un rato en oración,

temprano en la mañana, si es posible. Antes de iniciarla jornada de trabajo, pide al Señor que te guíe y teayude. Ni bien te despiertas, antes de hacer ningunaotra cosa, habla con Dios. Recibe de Él tus instruccio-nes para el día. Escucha Su voz, y te sorprenderá cómoÉl resuelve tus problemas antes que comience la jor-nada.

Pero si te sumerges en todos los problemas sin de-tenerte a hablar con el Señor y recibir tus instruccionesde Él, serás como un músico que opta por tocar pri-mero el concierto y afinar después su instrumento.Comienza el día orando y leyendo la Palabra de Dios.Ante todo sintonízate con Él.

Nunca vayas a pensar que orar es demasiado en-gorroso o que no te queda tiempo para hacerlo. Cuan-to más intensa se presente la jornada, más motivotienes para orar y más tiempo deberías dedicar a ello.Si pasas un poco más de tiempo orando, descubrirásque será menor el tiempo que tendrás que invertir lue-go para lograr tu cometido. Es muy sencillo. Si hilva-nas la jornada con oración, es menos probable que sedeshilvane.

D.B.B.

Hoy en día la mayoría de los cristianos están másinteresados en que Dios los oiga a ellos que en escu-char lo que Él les quiere decir. Tratan de conseguir queÉl les rubrique su plan. Una vez oí a alguien decir:«¿Estás dispuesto, no a presentarle tu plan a Diospara que lo firme, ni siquiera a que Él te presente el

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Suyo para que lo firmes tú, sino a firmar una hoja depapel en blanco y dejar que Dios escriba en ella a Suantojo, sin que sepas siquiera cuáles van a ser Susdesignios?»

Es primordial que aprendamos a escuchar al Señor.No le corresponde al Rey andar corriendo tras Sus súb-ditos dando voces para conseguir que hagan lo que Élquiere. Uno más bien se acerca a Él callada y respe-tuosamente. Con sinceridad y sano temor presenta supetición y aguarda en silencio la respuesta. Debemostener una actitud de temor, respeto y reverencia anteel Señor, y tratarlo como el Rey que es.

D.B.B.

Hacer silencio ante el Señor demuestra que se tie-ne fe en que Dios va a resolver la situación, en que Élse va a encargar de todo. Demuestra que se confía enel Señor. «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyopensamiento en Ti persevera, porque en Ti ha confia-do» (Isaías 26:3). Si no confiamos en el Señor, vivire-mos en perpetua confusión. Me recuerda lo que diceuna rima:

«Cuando confiamos, no reflejamos ninguna inquietud;cuando nos inquietamos, ¡no estamos confiando aún!»¡Si estamos en un laberinto, confundidos, preocu-

pados, impacientes y alterados, es que no estamosconfiando! No tenemos la fe que debiéramos. Confiarequivale a reposo, paz y serenidad total de pensa-miento, corazón y espíritu. Aunque el cuerpo tengaque seguir trabajando, se tiene una actitud, un espíri-tu de calma.

D.B.B.

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Me levanté temprano un díay aprisa inicié mi jornada.¡Había tanto, tanto que hacerque un momento para orar no encontraba!

Los problemas se iban acumulando.Dije: «Ay, ¿por qué no me ayuda Dios?Cada vez está todo más complicado.»«¡Es que no me lo pediste!», me respondió.

Ante Él quise presentarme,mas la puerta no se me abría.Con paciencia y ternura Él me dijo:«¿Por qué no llamaste, hija Mía?»

Ansiaba alegría y cosas bellas;mas el día seguía nublado y triste.¿Por qué no veía yo nada claro?Él me dijo: «¡A Mí no acudiste!»

Hoy me levanté tempranoy me detuve antes de iniciar mi jornada.¡Tenía tanto, tanto que hacerque sin orar no quise emprender nada!

Anónimo

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Cómo obtenerbuenos resultados

No hay patrón fijo ni fórmula mágica a lahora de rezar, pero sí algunos pasos quese pueden seguir con el objeto de que nues-

tras oraciones cumplan el fin que perseguimos.

1. Asume una postura de alabanza y gratitud

La alabanza complace al Señor. Lo impulsa auno ante Su presencia. «Entrad por sus puertas conacción de gracias, por Sus atrios con alabanza; ala-badle, bendecid Su nombre».1 «Sean conocidasvuestras peticiones delante de Dios en toda ora-ción y ruego, con acción de gracias».2

Antes de enumerar todas las cosas que quie-res que Dios te conceda, toma un momento paraalabarlo y darle gracias por todo lo que ya ha he-cho. Si no le agradeces las bendiciones que ya te

1 Salmo 100:42 Filipenses 4:6

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ha prodigado, no se va a sentir muy movido a agra-ciarte con una respuesta a tu oración.

Naturalmente, habrá ocasiones en que no tesentirás muy deseoso de alabar a Dios o de darlegracias —por ejemplo, cuando estés enfermo odolorido—; pero esas son precisamente las cir-cunstancias en que más importante resulta adop-tar una actitud positiva y alabarlo. Siempre hayalgo que agradecer a Dios. Exprésale gratitud portodas las cosas buenas que ha puesto en tu cami-no. Agradécele todas las dificultades y tribulacio-nes que no tienes. A medida que pienses en esascosas buenas y las expreses verbalmente, las mis-mas alabanzas que brotan de tus labios te reani-marán más que ninguna otra cosa. Con la ayudadel Señor y a fuerza de alabanzas, pronto tedespedirás de las contrariedades y males que teaquejan.

2. Comienza con un corazón limpio

Para poder tener fe en que el Señor respon-derá tus oraciones, es requisito esencial que turelación con Él sea transparente. «Si nuestro co-razón nos reprende, mayor que nuestro corazónes Dios, y Él sabe todas las cosas. Si nuestro cora-zón no nos reprende, confianza tenemos en Dios;y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremosde Él, porque guardamos Sus mandamientos, yhacemos las cosas que son agradables delante deÉl.»1

1 1 Juan 3:20-22

CÓMO OBTENER BUENOS RESULTADOS

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El sentirte indigno de la bendición del Señor—o sea, si tu corazón te reprende— puede indi-car que o bien te sientes culpable por algo que nodebías haber hecho, o bien no has hecho nadamalo en realidad y el Diablo procura convencer-te de lo contrario. Evidentemente que el primerpaso para impedir que una oración sea respon-dida es evitar que se pronuncie, que se rece. Poreso el Diablo trata de convencerte de que no tie-nes méritos para presentarte ante el Señor o pe-dirle ayuda. De modo que no puedes basar tusplegarias o tu relación con el Señor en tus impre-siones. Es preciso distinguir la verdad de la men-tira. Por eso pide al Señor que te ayude a ver lascosas desde Su óptica.

Si has obrado mal, simplemente repara elerror reconociendo tu culpabilidad, pidiendo alSeñor que te perdone y comprometiéndote a rec-tificar el asunto o reconciliarte con las personasafectadas. Una vez que hayas hecho eso, el Señorestá presto a perdonar, escuchar y responder to-das tus demás oraciones.1

No cabe duda de que, una vez que el Señor teha perdonado, los sentimientos persistentes deculpabilidad y de falta de méritos se deben al in-flujo de Satanás. No lo escuches; más bien «[acér-cate] confiadamente al trono de la gracia, para al-canzar misericordia y hallar gracia para el oportu-no socorro».2 Haz caso omiso del Diablo, resístetea creer sus mentiras, y éstas se desvanecerán. Siemprendes vuelo en alas de la oración, el Señoraliviará las cargas que llevas dentro.

1 V. 1Juan 1:9; Mateo 5:23-24; Salmo 103:8-122 Hebreos 4:16

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3. Ora que se haga la voluntad de Dios

Cuando te esfuerzas por agradar al Señor, a Élle complace hacer realidad tus deseos. «Deléitateen el Señor, y Él te concederá las peticiones de tucorazón».1 Como todo padre que ama a sus hijos,Dios te da gustoso lo que necesitas, y aun lo quequieres, siempre y cuando sea bueno para ti y nohaga daño a nadie.

Piensa primero en función de lo que compla-ce al Señor y lo hace feliz. Luego, basa en ello tuoración. Cuando la voluntad divina concuerda conla nuestra, podemos «[pedir] lo que [queramos], y[nos] será hecho».2

4. Antepón las necesidades ajenas a las tuyas

La oración reporta estupendos beneficios alcristiano, pero entraña también una gran respon-sabilidad. Dios espera que no sólo roguemos pornosotros mismos, sino también por los demás.

Nuestras oraciones pueden hacer una dife-rencia como de la noche al día en la vida de otraspersonas, aun cuando éstas se encuentren a cien-tos o miles de kilómetros de distancia. Nuestrasoraciones se proyectan y alcanzan a quienes atra-viesan dificultades para ofrecerles auxilio. Son ca-paces de consolar, de componer, de amar, de lle-var alegría y felicidad. Pueden derribar barreras,superar todo obstáculo y explotar los infinitos re-cursos divinos. Nuestras oraciones mueven lamano de Dios para que obre en la vida y el cora-

1 Salmo 37:42 Juan 15:7

CÓMO OBTENER BUENOS RESULTADOS

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zón de otras personas. Al Señor le encanta responder oraciones des-

interesadas. Cuando vea que antepones las nece-sidades ajenas a las tuyas, es muy posible que teotorgue más bendiciones personales de las quepodrías haberle pedido.

5. Sé concreto

Jesús quiere que seamos muy específicos enlo que le pedimos. Nos pregunta: «¿Qué queréisque os haga?»1 Las oraciones concretas obtienenrespuestas igualmente concretas. En cambio, lasoraciones vagas e imprecisas indican una de estastres cosas: o no nos interesa demasiado el asunto;o no sabemos a ciencia cierta qué queremos quehaga; o bien no tenemos fe en que lo hará. Sé, pues,tan claro y específico como si estuvieras girandoun cheque a cargo del Banco del Cielo. Llénalo conla cantidad exacta que quieres, hazlo nominativo—ya sea a tu nombre o al de quien lo necesite—,féchalo, endósalo y obtendrás la cantidad desea-da.

6. Ora con todo el corazón

A veces razonamos que siendo Dios omnis-ciente y conocedor de todo lo que necesitamos,qué necesidad hay de orar siquiera. ¿Para qué pa-sarnos un montón de tiempo pidiendo si Él ya sabede antemano lo que vamos a pedirle? Si bien escierto que Dios sabe lo que te hace falta antes quese lo pidas,2 aun así Él espera que ores. Con ello

1 Mateo 20:32 2 V. Mateo 6:8

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demuestras que dependes de Él, que lo necesitas.Es una declaración concreta de que tienes fe en Sucapacidad divina de responder a tus oraciones, yeso lo complace.Si asumes una actitud perezosa ypiensas que el Señor responderá tus oraciones pormucho o poco entusiasmo que pongas en ellas, osi especulas que Él lo hará todo por ti sin que ten-gas que molestarte en pedírselo, es probable quete sientas decepcionado con Sus respuestas, o qui-zá por Su silencio. En el Antiguo Testamento, el pro-feta Isaías llegó acertadamente a la conclusión deque a Israel le iban mal las cosas porque el pueblono rogaba a Dios para que interviniera en su fa-vor: «Nadie hay que invoque Tu nombre, que sedespierte para apoyarse en Ti».1

Dios espera que mostremos interés y oremos.Y cuando la situación reviste gravedad, espera quecuando acudamos a Él lo hagamos muy seriamen-te. Si nosotros nos despertamos para pedir, Él harálo propio para responder. «Me buscaréis y me ha-llaréis, porque me buscaréis de todo vuestro co-razón.»2

7. Ejercita tu fe

¿Qué es la fe? Es fiarse de la Palabra de Dios.Es creer que Él hará lo que ha prometido. Cuandose tiene fe, no importa si la lógica o la razón apun-tan en la dirección de lo que uno cree; uno sabeque se cumplirá lo que espera porque Dios lo haprometido, aunque la mente humana no alcance acomprender el porqué.

Cuanto mayor sea nuestra fe en la facultad del

1 Isaías 64:7 2 Jeremías 29:13

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Señor para respondernos, mayores serán las res-puestas que recibiremos. La disparidad entre losdos ejemplos que siguen a continuación ilustra alas claras este principio: Cuando dos ciegos pidie-ron a Jesús que les devolviera la vista, Él les pre-guntó si creían que era capaz de hacerlo. Al res-ponder ambos que sí, les dijo que conforme a sufe les sería hecho, y procedió a sanarlos.1 Por con-traste, leemos en otro pasaje que no hizo muchosmilagros en cierta ciudad a causa de la increduli-dad de la gente.2 Sin duda que la medida de nues-tra fe determina la respuesta de Dios.

¿Cómo se edifica la fe? Se la alimenta con laPalabra de Dios,3 y se la ejercita a diario por mediode la oración. Si te olvidas de nutrirla, se marchita;si no la ejercitas, se torna fláccida.

8. Ora en el nombre de Jesús

Jesús nos dice: «Si algo pidiereis en Mi nom-bre, Yo lo haré».4 En un versículo anterior expresa:«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie vie-ne al Padre sino por Mí».5 Ese segundo pasaje alu-de más que nada a la salvación, pero también seaplica a la oración. Cuando Jesús vino a la Tierra amorir por nuestros pecados, se convirtió en me-diador nuestro ante Dios Padre. La Biblia enseñaque «hay un solo Dios, y un solo mediador entreDios y los hombres, Jesucristo hombre».6 Si diri-ges tus oraciones a Jesús, recibirás respuestasmaravillosas.

1 V. Mateo 9:27-302 V. Mateo 13:583 V. Romanos 10:17

4 Juan 14:135 Juan 14:66 1 Timoteo 2:5 (V. también Hebreos 8:6)

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9. Reclama las promesas de la Palabra de Dios

Dios cuenta con un cúmulo de tesoros inigua-lables y riquezas infinitas. Tiene todo lo que unopodría pedir, necesitar o imaginar siquiera. En SuPalabra nos lo ha prometido todo. Tal como expli-can las Escrituras, se nos han dado «preciosas ygrandísimas promesas, para que por ellas [llegue-mos] a ser participantes de la naturaleza divina.»1

Lo único que tenemos que hacer es invocarlas.La Palabra de Dios se asemeja a un contrato

al que Dios se ha sujetado. El primer paso es fa-miliarizarse con las cláusulas del mismo. Eso sehace leyendo la Palabra. Luego, Él quiere quecuando oremos invoquemos esas cláusulas.Cuando le recordamos Sus promesas, demostra-mos tener fe en lo que ha dicho. Es decir, mani-festamos la certidumbre de que Él es capaz dehacer lo que le pedimos.

Naturalmente, el contrato también contienecláusulas que nos corresponde cumplir a nosotros.Muchas de las promesas de Dios son condiciona-les. «Cualquiera cosa que pidiéremos la recibire-mos de Él, porque guardamos Sus mandamien-tos, y hacemos las cosas que son agradables de-lante de Él.»2 Para poder reivindicar la promesa queÉl nos ha hecho de darnos «cualquiera cosa quepidiéremos», debemos poner todo de nuestra par-te para guardar Sus mandamientos y complacer-lo. Cuando nosotros cumplimos con nuestra par-te del trato, estamos en condiciones de reclamarcon convicción todo lo que nos pertenece por de-recho conforme a Su Palabra.

1 2 Pedro 1:4 2 1 Juan 3:22

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10. No des lugar a las dudas

El Diablo se propone hacernos dudar de laPalabra de Dios. Si logra convencernos de que laspromesas divinas son huecas y no se puede con-fiar en ellas, habrá conseguido restar eficacia anuestras oraciones.

La Palabra dice que «[pidamos] con fe, no du-dando nada, porque el que duda es semejante a laonda del mar, que es arrastrada por el viento, yechada de una parte a otra. No piense, pues, quiental haga que recibirá cosa alguna del Señor. El hom-bre de doble ánimo es inconstante en todos suscaminos.»1 Evita dar cabida a pensamientos quecontradigan la Palabra. Son semillas de duda sem-bradas por el Diablo.

11. Dalo por hecho

Para Dios, toda oración que se ajusta a Su vo-luntad y a lo que Él considera mejor para todaslas partes afectadas está ya respondida aun an-tes de terminar de pronunciarla.2 La Palabra deDios es infalible; así pues, siempre que cumpla-mos con las sencillas condiciones que Él nos fijaen ella —como las que explicamos en el presentelibrito—, nuestras peticiones nos serán concedi-das automáticamente. Puede que no nos respon-da tal y como esperábamos, o que no veamos larespuesta enseguida; pero Dios ha puesto en ac-ción los mecanismos necesarios para que nues-tras oraciones sean respondidas cuando Él lo juz-

1 Santiago 1:6-82 V. Isaías 65:24

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gue oportuno, en tanto que estén acordes con Suvoluntad. De modo que una vez que has presen-tado tu pedido al Señor, es hora de asumir lo quese denomina una postura de fe. Debes confiar enque la respuesta está en camino y creer que si hascumplido con tu parte del trato, Él intervendrá atu favor, aunque a veces tome un tiempo. Dalopor hecho.

12. Agradece a Dios la respuesta

Si crees sinceramente que Dios ha escuchadotu oración, no hace falta que esperes a ver la res-puesta; dale las gracias por fe. Es importante ter-minar nuestras oraciones de la misma forma quelas empezamos: con acción de gracias y alabanza.

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¿Estás en un compromiso? ¡Date la vuelta y pon aDios en un compromiso!

Al Señor le encanta precipitar crisis. A veces permi-te que sucedan ciertas cosas para impulsarnos a orary a confiar en que Él nos dará la respuesta. Quiereque seamos explícitos, que demos pasos concretosde fe, pidiendo cosas muy definidas y esperando tam-bién respuestas muy definidas. Las oraciones explíci-tas ponen a Dios y a nosotros mismos en un compro-miso, pero a la vez son señal de nuestra fe, lo cualcomplace a Dios.

Algunas personas son reacias a pedir respuestasconcretas a la oración por miedo a no obtenerlas, loque dejaría mal parada su espiritualidad, o lo que espeor, desprestigiaría a Dios. ¿Qué pasará si no res-ponde nuestras oraciones? ¿Qué pensará la gente denuestra fe y nuestro Dios? Se limitan, pues, a orarcon generalidades para no verse en apuros en casode no recibir respuesta.

Sin embargo, a Dios le encanta que lo pongan enun compromiso, porque se sabe infalible. Nunca nosdefraudará, siempre que cumplamos con Sus condi-ciones, ejercitemos nuestra fe por medio de la ora-ción y obedezcamos Su Palabra. Entonces, cuandonos responde, constituye un testimonio vivo de la ve-racidad de Su Palabra y Su fidelidad, así como tam-bién de nuestra fe para contar firmemente con unarespuesta concreta. Sé, pues, preciso a la hora deexpresar lo que necesitas, y Él no te fallará.

D.B.B.

El Dr. Alexander Whyte, de Edimburgo, era famosopor sus oraciones en el púlpito. Siempre encontraba

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algo por lo cual dar gracias a Dios, aun en las cir-cunstancias más difíciles. Un día tormentoso, un feli-grés se puso a pensar: «No creo que el pastor tenganada que agradecer a Dios en un día como éste».

Pero Whyte empezó su oración con las siguientespalabras: «Te damos gracias, Señor, porque no todoslos días son como éste».

Un bebé ilustra perfectamente la fe¿Cómo recibimos del Señor el alimento espiritual

que necesitamos? Es muy sencillo. Solamente necesi-tamos la fe de un recién nacido.

Cuando un bebé llora pidiendo que le den de ma-mar, sabe que a su madre ni se le ocurriría negárselo.Dios le dio la facultad de saber que cuando llama, lamadre acudirá en su auxilio. Parte de la base de quesu pedido será atendido, y en efecto así sucede. Sinosotros, en calidad de hijos del Padre celestial, pedi-mos leche, sin duda que no nos va a dar una serpien-te ni nada semejante. (V. Lucas 11:10-13.)

¿Qué extrae la leche del pecho de la madre? Cuan-do el bebé succiona, crea un vacío dentro de su boca,él cual extrae la leche. La oración equivale a crear unvacío semejante en nuestro corazón: «Señor, aquí tie-nes un espacio vacío. ¡Llénalo!»

Cuando la criatura es muy chiquitita, la madre tie-ne que acercarle el alimento y mostrarle dónde está.Sin embargo, a medida que el nene crece, automáti-camente sabe dónde encontrar la leche y está en con-diciones de obtenerla por sí mismo. De igual manera,cuanto más nos ejercitamos en recibir alimento deDios, mejor sabemos dónde hallarlo. Siempre que si-gamos succionando, obtendremos más, por cuanto

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la capacidad de dar de Dios es ilimitada.D.B.B.

Cuenta una anécdota que había una mujer muyignorante que había vivido la mayor parte de su vidaen un lugar muy apartado de los montes de Escocia.Era tan pobre que la iglesia le pagaba el arriendo dela casa. Cierto día, cuando el pastor fue a llevarle eldinero del alquiler, le dijo:

—Sra. McKintrick, ¿cómo es que su hijo no la man-tiene? Tengo entendido que goza de una magníficaposición en Australia y que es un buen muchacho y laquiere mucho. ¿No es así?

—Uy, sí —dijo la señora—. Y nunca se olvida demí. Todas las semanas me escribe una carta de lomás cariñosa.

Aquello despertó la curiosidad del pastor, a quienle intrigaba aquel joven que quería tanto a su madrey, sin embargo, no la mantenía. Así que pidió ver al-gunas de las cartas. Enseguida la mujer le enseñódos paquetes.

—Éstas son sus cartas —le dijo entregándole elprimero—. Y éstas son las lindas estampas que meenvía con cada una de ellas. Caben justito en los so-bres. Se ve que permanentemente piensa en mí.

—¿Una estampa con cada carta? —A esas alturasla curiosidad del pastor era incontenible—. ¿Me lasmostraría también?

—¿Cómo no? —respondió ella—. Algunas son deun hombre montado a caballo y otras tienen el retra-to del rey. Mire. En ésta aparece el rey de Inglaterra.¡Viva el rey!

—¡Viva su hijo! —dijo el pastor atónito—. Mi esti-

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mada amiga, ¿se da usted cuenta de que es rica?Esto es dinero. ¡Tiene usted una buena cantidad! ¡Ypensar que ha pasado estrecheces cuando todo estetiempo ha tenido aquí mismo, en su casa, billetesque usted confundía con lindas estampas!

Las promesas de la Palabra de Dios no son merasfiguritas o hermosas alegorías. La Palabra de Diosdice que «nos ha dado preciosas y grandísimas pro-mesas» (2 Pedro 1:4). Además, hay cientos de ellas.Provisión abundante, recursos ilimitados.

Virginia Brandt Berg

Dios dice: «¡Mandadme!»Estás en manos de Dios, pero en cierta forma, Él

también está en las tuyas. «Mandadme acerca de laobra de Mis manos» (Isaías 45:11). ¿Eso significaque podemos dar órdenes al Señor? En efecto; si leobedecemos, hacemos Su voluntad y deseamos úni-camente lo que lo complace y glorifica, podemosmandarle cualquier cosa. Si obramos bien, lo ama-mos y tenemos fe en Su Palabra, Él ya ha prometidoresponder a nuestras oraciones.

Mucho de lo que Dios hace depende de nuestra vo-luntad y nuestras acciones, de lo que queremos y decómo oramos. Él se ha sujetado a Sí mismo y ha su-peditado sus acciones a nuestra fe y nuestras rogati-vas. «No tenéis porque no pedís» (Santiago 4:2). Estáa la espera de que te hagas dueño de la situación.

La oración mueve la mano y el corazón de Dios. Éldisfruta valiéndose de nosotros, poniendo en manosde frágiles hombres y mujeres la majestad y el poderde Su omnipotencia. Así que, ¡no dejes de orar!

D.B.B.

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Haz lo que esté a tu alcance

Dios espera que nosotros hagamos lo queesté a nuestro alcance. Eso demuestra quetenemos fe, que albergamos la expectativa de

que Dios hará lo que nosotros no podemos hacer.Comúnmente a eso se lo denomina dar un paso de fe.Los Evangelios contienen muchos ejemplos de ello.

Jesús dijo a un hombre que tenía la mano seca:«Extiende tu mano». Evidentemente el hombre nopodía moverla. La tenía paralizada. Pero en la medidaque hizo el esfuerzo creyendo que Jesús lo sanaría, sumano «le fue restaurada sana como la otra».1

A otro hombre que había sido ciego de nacimien-to Jesús le dijo que fuera a lavarse los ojos en ciertoestanque. Aquello seguramente pareció medio absur-do a los que lo oyeron. Sin embargo, el hombre tuvofe y obedeció, y recobró la vista.2

En una ocasión en que diez leprosos implorarona Jesús que tuviera misericordia de ellos y los sanara,Él les dijo que se presentaran ante los sacerdotes. Se-gún la costumbre, cuando un leproso sanaba tenía que

1 Mateo 12:132 V. Juan 9:1-7

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presentarse ante los sacerdotes para que constataransu curación. Aquellos leprosos aún no habían sanado;pero en cuanto creyeron y obedecieron, y partieron aver a los sacerdotes, se curaron.1

Antes que Jesús resucitara a Lázaro, había quemover la enorme piedra que cubría la entrada del se-pulcro. Eso era algo que los demás podían hacer.Cuando los dolientes reunidos en torno a la tumba deLázaro hicieron caso del pedido de Jesús y quitaron lapiedra, demostraron que creían que Él era capaz deobrar el milagro: devolverle la vida a Lázaro. Y así lohizo. Pudo haberse valido de algún poder sobrenatu-ral para quitar la piedra, del mismo modo que resucitóa Lázaro; pero no lo hizo, porque quería que los pre-sentes tradujeran su fe en hechos.2

Quienes manifiestan su fe haciendo lo que está asu alcance ven sus oraciones respondidas y son testi-gos de milagros. Los que piden reciben. A Jesús lecomplacía sanar a los enfermos, resucitar a los muer-tos, consolar a los de corazón quebrantado; pero enmuchos casos quienes recibieron la bendición fueronlos que tuvieron fe para pedir. Puede que Dios quieraobrar un milagro en tu vida y simplemente esté aguar-dando a que se lo pidas. Él se ha sujetado intencional-mente a nuestras oraciones y a nuestra fe. Cuando re-bosamos de fe y pedimos a Dios que interceda pornosotros, liberamos Sus manos para que obren por-tentos.

Si no sabes a ciencia cierta lo que Dios espera quehagas antes de responder a tu oración, pregúntaselo.Te lo dirá directamente, o bien te lo indicará por mediode Su Palabra.

1 V. Lucas 17:12-142 V. Juan 11:1-44

HAZ LO QUE ESTÉ A TU ALCANCE

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La primera vez que el misionero Hudson Taylor fuea la China, en 1853, hizo el viaje en barco de vela.Tardó cinco meses y medio. Al pasar muy cerca deuna isla habitada por caníbales, el viento amainó y lanave quedó a la deriva. La marea la fue llevando ha-cia la costa, donde los salvajes se preparaban paraun festín.

—Usted es un siervo de Dios, señor Taylor. ¡Recepara que Dios intervenga y nos salve! —imploró elcapitán.

—Lo haré —dijo Taylor— siempre y cuando usteddespliegue las velas para que capten la brisa.

—No puedo hacer eso —protestó el capitán—. Seréobjeto de burla de toda la tripulación si izo las velasahora, en esta calma absoluta.

—Entonces no oraré —dijo Taylor—. Prepare pri-mero las velas.

Así se hizo finalmente.Taylor se encontraba orando en su camarote cuan-

do oyó que alguien golpeaba a la puerta. Era el capi-tán.

—¿Sigue usted orando para que se levante viento?—preguntó.

—Sí —contestó Taylor.—Pues será mejor que deje de hacerlo —indicó el

capitán—. Hace tanto viento que se está volviendoincontrolable.

Y así llegaron a destino sanos y salvos.

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Procede como si ya tuvieseslo que has solicitado

Una vez que hayas pedido algo a Dios, actúaen consecuencia. La fe debe moverte a ac-tuar. Pon a prueba a Dios demostrándole

que estás tan convencido de que te responderáque vas a proceder como si ya lo hubiera hecho. Elsiguiente relato verídico referido por VirginiaBrandt Berg ilustra muy bien este principio:

Cuando yo pastoreaba una iglesia en Wagoner(Oklahoma), había una chica llamada Etta que de-seaba ardientemente estudiar para hacerse misio-nera. Durante dos años estuvo orando, a la esperade recibir el dinero que necesitaba para costear sumatrícula. Sin embargo, el segundo año se endeu-dó mucho. La situación parecía imposible.

Vino a mí llorando, muy desanimada. Le pre-gunté si sabía si era la voluntad de Dios que fuesea estudiar, y me contestó que estaba completa-mente segura.

Entonces le dije:

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—Yo desde luego no esperaría más. Llevasdos años pidiéndole el dinero al Señor, pero nun-ca lo has exigido de forma tajante ni has demos-trado con ninguna de tus acciones que verdadera-mente cuentas con que te lo dé. Si creyeses de todocorazón que Él va a responder tu oración y te va adar el dinero para el pasaje, la matrícula y todo lodemás, ¿qué harías?

—Haría mi equipaje, escribiría al instituto bí-blico informándole que voy y haría todos los de-más preparativos para marcharme —contestóella.

—Pues eso es ni más ni menos lo que haría yoen tu lugar. Aférrate firmemente a Su promesa yponte a arreglar todas tus cosas, como si ya tuvie-ras el dinero en la mano. Cuando se tiene auténti-ca fe, se obra como si ya se hubiese obtenido larespuesta. Si alguien te prometiera el dinero, tú lecreerías. Pues Dios mismo te ha prometido en SuPalabra darte las peticiones de tu corazón,1 y tú nole crees.

—No es así, Sra. Berg —respondió la chica—,sí le creo. Voy a demostrarlo. Voy a irme a casa ahacer el equipaje y preparar mis cosas. Las clasescomienzan dentro de poco, así que tendré que dar-me prisa.

A partir de aquel momento Etta no volvió avacilar. Se dedicó a hacer los preparativos como siya tuviese los fondos. Estaba convencida de que elBanco del Cielo abriría sus ventanillas en el mo-mento oportuno.2

Apenas un día antes de la fecha prevista para

1 V. Salmo 37:42 V. Malaquías 3:10

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marcharse, me llamó para decirme que ya teníapreparada la ropa y todo lo demás, pero no teníamaleta. Por teléfono invocamos la promesa de laEscritura que dice: «Dios suplirá todo lo que os fal-ta conforme a Sus riquezas en gloria».1 Seguí tra-bajando y me olvidé del asunto.

Cosa de una hora más tarde, una amiga mellamó para decirme que estaba limpiando la casay que, entre otras cosas de las que quería desha-cerse, tenía una maleta grande que no le servía. Sele había ocurrido que a lo mejor podía serme deutilidad.

Me reí y le dije que estaba sirviendo un pedi-do del Cielo, pero que se había equivocado de di-rección. El Señor quería que enviara la maleta acasa de Etta.

La noche siguiente, varios fuimos a despedir-nos de aquella chica que partía al instituto bíblico.En la estación me dijo al oído:

—¿Sabe? Todavía no tengo el dinero, pero es-toy de lo más tranquila, porque sé que el Señor haoído mi oración y sé que tengo la petición que lehe hecho.2

«En algo nos hemos equivocado», pensé.Unos amigos me habían dicho que habían hechouna colecta para ella, pero…

Mientras meditaba en eso, oí el silbido deltren y a lo lejos vi la luz del faro de la locomotora.Noté que Etta me miraba fijamente. ¿Qué podíadecirle?

De pronto, uno de los que habían organizadola colecta se acercó corriendo.

1 Filipenses 4:192 V. 1 Juan 5:14-15

PROCEDE COMO SI YA TUVIESES LO QUE HAS SOLICITADO

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—Estaba trabajando en mi oficina cuando meacordé del dinero que me habían dado para Etta—dijo—. Y traigo un poco más, obsequio de miesposa y mío.

—Y aquí hay otro poco —dijo otro amigo queacababa de llegar.

—¡Viajeros, al tren! ¡Viajeros, al tren! —gritóen ese momento el revisor.

—Viajeros, al tren de las promesas de Dios—le dije a Etta—. Dio resultado, ¿no?

—Es maravilloso —contestó ella—, es impre-sionante lo que puede lograr la fe.

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Has acudido a presentarte ante un Rey:¡grandísimas peticiones puedes traer!Su gracia, favor y poder son talesque es imposible mermar Sus caudales.

La oración es la energía más poderosa que unopuede generar. La influencia de la oración en la mentey el cuerpo humano es tan fácilmente demostrablecomo la de la secreción glandular. Sus resultados pue-den medirse en términos de incremento del optimis-mo, mayor vigor intelectual, fuerza moral y una ma-yor comprensión de las relaciones humanas.

La oración es indispensable para la plenitud deldesarrollo de la personalidad. Sólo mediante la ora-ción se puede obtener esa perfecta unión de mente,cuerpo y espíritu que dota a la frágil condición huma-na de una fuerza inconmovible. Al rezar nos ponemosen contacto con la fuerza inagotable que hace girar eluniverso.

Dr. Alexis Carrel, fisiólogo y cirujano francés,premio Nobel en 1912

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Diversas formas de orar

Hay gran diversidad de formas de orar,probablemente más de las que somos ca-paces de imaginarnos. Las oraciones pue-

den ser largas o cortas, silenciosas, habladas o can-tadas. Algunas oraciones ni siquiera requieren pa-labras.1 Pueden ser intercambios entretenidos yfamiliares, o bien tomar forma de veneración reve-rente con matices de solemnidad. Pueden ser es-pontáneas o cuidadosamente planificadas. Puedentambién ser escritas. Escríbelas tú mismo o sácalasde la Biblia —en el libro de los Salmos hay muchasoraciones— o de un devocionario. Podemos rezar-las para nosotros mismos o para beneficio de otraspersonas. Se pueden hacer en privado o en grupo.Pueden pronunciarse como un simple reconoci-miento de que necesitamos la bendición del Señormientras nos ocupamos de nuestros quehacerescotidianos, o bien constituir plegarias en que invo-camos la guía divina al vernos frente a algún impo-

1 V. Romanos 8:26

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sible. La oración puede entrañar alabanzas alegresy vivaces, o apasionadas súplicas de arrepentimien-to nacidas de un corazón contrito y quebrantado.Puede hacerse de rodillas o sobre la marcha. La ora-ción puede asumir formas tan variadas como lasnecesidades que se nos presentan de continuo.Echemos un breve vistazo de algunas de ellas.

Oraciones de alabanza

Las oraciones de alabanza benefician a am-bas partes. No sólo agradan profundamente alSeñor, sino que también cambian el cariz de lascosas para nosotros y nos las hacen ver en su realdimensión. Cuando estés apesadumbrado conproblemas y preocupaciones, encomiéndaselostodos a Jesús,1 y repasa las bendiciones y donesque Él te ha dado. Agradécele todo lo que ya hahecho por ti y alábale por el desenlace que ansíasque se produzca, el cual ya es tuyo por fe.

Eso hizo en la Biblia el rey David. Si crees quetienes dificultades, considera las que pasó él. Antesde convertirse en rey, su mentor, el rey Saúl, le tomóenvidia y trató de matarlo en varias ocasiones. Lue-go de acceder al trono, su propio hijo le usurpó lacorona, con lo que tuvo que huir a otro país en me-dio del oprobio y el escándalo. Todo eso sin men-cionar los numerosos enemigos extranjeros quetuvo. Por si fuera poco, él mismo sabía muy bienque era un perfecto pecador. Tenía, pues, sobradosmotivos para quejarse y sumirse en el abatimiento.No obstante, en los Salmos siempre adoptaba unaactitud positiva, al menos al término de cada uno

1 V. 1 Pedro 5:7

DIVERSAS FORMAS DE ORAR

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de ellos. Alababa a Dios a pesar de sus pesares, cons-ciente de que a la larga el Señor lo resolvería todo,ya que siempre lo había hecho y además lo habíaprometido. A causa de la postura de fe y alabanzaque asumía David, Dios lo llamó un varón confor-me a Su corazón.1 Y a consecuencia de ello conta-mos hoy en día con el libro de los Salmos.

Naturalmente, lo mejor es adquirir el hábito deelevar oraciones de alabanza en momentos en queno nos vemos asediados por dificultades mayúscu-las. Por ejemplo, en vez de rogar: «Señor, haz tal cosapor mis hijos», puedes decir: «Jesús, te doy graciaspor los hermosos hijos que me has dado. Graciaspor cuidarlos el día de hoy. Gracias por mantenerlosa salvo y ayudarlos a hacer progresos en sus tareasescolares. Te doy gracias por el rato tan provechosoque voy a pasar en compañía de ellos esta noche...»

Oración en grupo

Orar es un acto mayormente individual. Nose puede prescindir de la oración en privado, lacual tiene su propia recompensa.2 Sin embargo,hay momentos en que vale la pena orar con otraspersonas. Jesús promete: «Si dos de vosotros sepusieren de acuerdo en la Tierra acerca de cual-quier cosa que pidieren, les será hecho por Mi Pa-dre que está en los Cielos. Porque donde están doso tres congregados en Mi nombre, allí estoy Yo enmedio de ellos.»3 En ciertas situaciones, la oraciónen grupo es más eficaz.

Cuando estamos pasando por una época es-

1 V. 1 Samuel 13:142 V. Mateo 6:6

3 Mateo 18:19-20; v. tambiénDeuteronomio 32:30

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pecialmente difícil es consolador que otras perso-nas oren con nosotros. Además nos proporcionafuerzas espirituales. Parte de nuestro deber cris-tiano consiste en sostenernos unos a otros pormedio de nuestras oraciones. Por eso no desapro-vechemos la ayuda que nos pueden proporcionarotras personas mediante sus oraciones y al mis-mo tiempo ofrezcámonos a orar por los demáscuando les haga falta.

Oración a modo de conversación

Al orar por una situación junto a otras perso-nas, se puede hacer una oración tipo conversación.Cada persona dice una frase o dos sobre cierto as-pecto en particular, o bien invoca una promesa dela Biblia que venga al caso. Puede hacerse siguien-do un orden, o puede dejarse que cada cual inter-venga cuando recuerde una faceta a la que no sehaya aludido todavía. Es como tener una línea tele-fónica compartida o entablar con el Señor una con-versación al estilo de los chats que tienen lugar enInternet. Cada uno escucha lo que oran los demás,y Dios los escucha a todos. De esa forma se cubrentodas las facetas del asunto por el que se está oran-do y cada persona tiene ocasión de participar. Sicada uno hace un aporte breve, la oración se man-tiene dinámica, y nadie pierde la concentración.

Oración invocando las Escrituras

Una vez que le hayas expresado al Señor exac-tamente lo que quieres que haga, tal vez sientasnecesidad de seguir orando. Pero no es necesario

DIVERSAS FORMAS DE ORAR

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repetir las mismas palabras una y otra vez. Ese esel mejor momento para reforzar tu oración invo-cando promesas de las Escrituras.

En Su Palabra, Dios nos ha hecho cantidad depromesas. Cuando ores, recuérdaselas. Eso de-muestra que tienes fe en que cumplirá lo prometi-do. A Dios le agrada tal demostración de fe y deconocimento de la Palabra.

Cuando se ora en grupo, los participantespueden turnarse leyendo en voz alta versículos se-leccionados de la Biblia en lugar de hacer oracio-nes individuales. Asimismo, se pueden alternaroraciones breves y versículos. Otra posibilidad esque una persona lea versículos apropiados de laBiblia antes o después de las oraciones. A tal efec-to, quizá puedes comprar o hacerte tú mismo unacajita de promesas de la Biblia sobre diversos te-mas. (También puedes pedir el librito La Biblia encápsulas, que presenta una amplia gama de versí-culos bíblicos organizados por materias.1)

Oración en lenguas

Hablar en lenguas —la capacidad de hablaruno o varios idiomas que uno nunca ha aprendi-do— es uno de los nueve dones del Espíritu des-critos por el apóstol Pablo en 1 Corintios 12:8-10, yal cual vuelve a aludir en el siguiente capítulo alreferirse a las «lenguas humanas y angélicas».2 A

1 Otros libros de versículos ordenados por temas que se puedenpedir a Aurora son los dos tomos de Claves para descubrir laverdad. Entre ambos abarcan más de 100 materias. Además, en lapágina 91 de este libro encontrarás una breve compilación temáticade promesas de la Biblia.2 V. 1 Corintios 13:1

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veces se trata de lenguas terrenales —idiomas hu-manos—, pero en la mayoría de los casos son len-guas celestiales de ángeles.

Si te has llenado del Espíritu Santo, pero toda-vía no has recibido el don de lenguas y deseas ob-tenerlo, basta con pedirlo en oración y comenzar aejercitarlo enseguida. Simplemente pide a Diosque te ponga la mente en blanco y comienza a ala-barlo en voz alta sin parar. Haz a un lado tus pen-samientos y deja que el Espíritu Santo se apoderede ellos y de tu lengua de modo que hable pormedio de ti. Puede que te suene a farfulla o balbu-ceo, sobre todo al principio, pero el Señor sabeexactamente lo que el Espíritu dice por ti.

Hablar en lenguas es un medio estupendo deorar y alabar. Es más que nada para nuestro pro-pio beneficio, aliento, inspiración y edificación. Tuespíritu se estremecerá al hacerlo.1

Oración ferviente

Las oraciones sencillas y breves que hacemosa lo largo del día son buenas y necesarias, y el Señorlas escucha y las responde. Pero cuando uno se en-frenta a una crisis o a una decisión muy importante,hace falta más que eso. Naturalmente, todas nues-tras oraciones deben ser sinceras, pero no todasellas tienen el mismo grado de intensidad y fervor,dado que algunas situaciones revisten más serie-dad que otras. A veces nos vemos conducidos a cla-mar a Dios con fervor, de todo corazón.

La oración ferviente y llena de fe puede alterarradicalmente hasta las situaciones más difíciles.

1 V. 1 Corintios 14:4

DIVERSAS FORMAS DE ORAR

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EL SEÑOR DEJA QUE MUCHO DEPENDADE NOSOTROS, DE NUESTRO INTERÉS YNUESTRAS ORACIONES

Te sorprenderá cuánto depende Dios de nuestrasoraciones, de cuánto interés manifestemos. Cuandonos vemos ante una situación de necesidad, Él quiereque demostremos preocupación rogando específica-mente por ella. Si de veras creemos, todas nuestrasoraciones son oídas y respondidas. En cambio, si nooramos, no ocurre nada. Dios puede obrar cualquiercosa, pero nos encomienda a nosotros el deber deorar.

La intensidad misma con que oramos y demostra-mos que nos lo tomamos en serio, que deseamos contoda el alma lo que pedimos, se ve reflejada en larespuesta. Los receptores de nuestras oraciones novan a recibir más de lo que les enviemos. Tenemosque visualizar a las personas o situaciones por lasque oramos y rogar por ellas con esa idea en el cora-zón, pidiendo al Señor específicamente lo que quere-mos que haga.

Nuestras oraciones son respondidas con la mismaintensidad con que las emitimos. Es como un haz deluz enfocado sobre un espejo. Se refleja con la mismaintensidad con que es emitido inicialmente. Si oramoscon poco entusiasmo, recibimos una respuesta a me-dias. En cambio, si rezamos con todo el corazón, reci-bimos una respuesta contundente.

¿Y tú? ¿Haces uso de la fuerza de la oración? En elCielo se sabrá el bien que hicimos —o pudimos haberhecho— por medio de nuestras oraciones.

D.B.B.

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Un pastorcillo apacentaba sus ovejas un domingopor la mañana. Repicaban las campanas de la igle-sia, y la gente de la aldea se dirigía al culto. El mucha-cho también sintió deseos de orar. Pero, ¿qué podíadecir? Como nadie le había enseñado a rezar, se arro-dilló y comenzó a recitar el abecedario: «A, be, ce»,hasta llegar a la zeta.

Un hombre que pasaba del otro lado de la cercaescuchó la voz del jovencito, y al observar a través delos matorrales, lo vio de rodillas con las manos juntasrepitiendo: «A, be, ce...»

—¿Qué haces, muchacho?—Estoy rezando, señor.—Pero, ¿para qué recitas el alfabeto?—Es que no conozco ninguna oración, pero quería

que Dios me cuidara y me ayudara a apacentar mirebaño. Pensé, pues, que si decía todo lo que sabía,Él lo juntaría y se enteraría de lo que quiero.

—Que Dios te bendiga. Dios sin duda alguna teescuchará y te responderá. Cuando el corazón hablabien, no pueden los labios expresarse mal.

La oración es algo natural en el hombre, como ha-blar, o suspirar, o mirar, o como el latir del corazónenamorado; y en realidad es una queja y un suspiro yuna mirada y un latido enamorado. Es algo natural enel hombre y es un instinto, pero el hombre con sunaturaleza caída tiene que aprenderlo de nuevo, por-que es un instinto olvidado.

Ernesto Cardenal

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LA ORACIÓN EN GRUPO ES SUMAMENTE EFICAZAlgunas personas se sienten un poco tímidas cuan-

do tienen que orar con otras. Es probable que en algu-nos casos piensen en lo que dijo Jesús: «Cuando ores,entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tuPadre que está en secreto; y tu Padre que ve en losecreto te recompensará en público» (Mateo 6:6). Sinduda que hay momentos para eso, pero también haycasos en los que debemos orar juntos.

A veces es importante que des a conocer tu peti-ción, no sólo al Señor, sino también a los demás, paraque puedan orar contigo, manifestar su fe y expresarjunto contigo que dependen de Él. Por eso, no tengasvergüenza de solicitar oración cuando sea preciso.

Al Señor le encanta darnos soluciones. No tiene másremedio que hacerlo cuando ve que estamos unidosen amor y en oración, cuando tenemos un mismo pro-pósito e intención y cuando estamos amalgamadosen corazón y en espíritu. «Si dos de vosotros se pusie-ren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosaque pidieren, les será hecho por Mi Padre que está enlos Cielos. Porque donde hay dos o tres congregadosen Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos.» (Ma-teo 18:19-20.) La dinámica espiritual de Dios obrade forma realmente asombrosa. El Señor dice que unopuede perseguir a mil, pero dos pueden hacer huir adiez mil. (V. Deuteronomio 32:30.)

D.B.B.

La oración no consiste en recogerse a una horadada, a proferir palabras orales o mentales, sino que

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es un modo religioso de hacerlo todo, y así se come,se bebe, se pasea, se divierte, se escribe, se trabaja yhasta se duerme oracionalmente: todo es oración.

Unamuno

PUEDES ESTAR SIEMPRE ORANDO, AUNHACIENDO OTRAS COSAS

No hace falta postrarse para rezar. Es más, en todaactividad que realizamos debemos orar y mantenerlos ojos en Jesús, el autor y consumador de nuestrafe.

Orar es como respirar. Es comparable a inhalarconstantemente el Espíritu Santo. Si te mantienes siem-pre en comunicación con el Señor, pensando conti-nuamente en Él, recibirás el ungimiento y la guía delEspíritu en todo lo que hagas. Si oras por lo que hacesy le pides a Dios que te dé buen criterio, Él ha prome-tido concedértelo.

El Señor puede ahorrarte mucho trabajo, contrarie-dades y tiempo si rezas antes de empezar una tarea.Ora al respecto y pídele que te ayude y que te dirija,aunque sólo lo hagas con una breves palabras: «Je-sús, te ruego que me ayudes». Puedes orar en cues-tión de segundos y recibir la respuesta enseguida; perosi no lo haces y te apoyas en tu propio criterio y cono-cimientos, puede que cometas un grave error.

De modo que «ora sin cesar» (1Tesalonicenses5:17). Consúltaselo todo al Señor, cada problema,cada decisión, y cerciórate de que estés haciendo loque Él quiere que hagas. «Reconócelo en todos tuscaminos, y Él enderezará tus veredas» (Proverbios 3:6).

D.B.B.

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La oración no es más que establecer contacto conDios. Es una comunicación con Dios, y no necesitaser con palabras ni aun con la mente. Uno puede co-municarse con la mirada, o la sonrisa o los suspiros,o con actos. De hecho todos nuestros actos corpora-les son oración. Nuestro cuerpo formula una profun-da acción de gracias en sus entrañas cuando sedientorecibe un vaso de agua. O cuando en un día de calornos zambullimos en un río fresco, toda nuestra pielcanta un himno de acción de gracias al Creador, aun-que ésta es una oración irracional, que puede ser sinnuestro consentimiento, y aun a veces a pesar nues-tro. Pero todo lo que hacemos podemos hacerlo ora-ción. El trabajo es una oración existencial.

Ernesto Cardenal

Cada mañana dile al Señor: «Aquí estoy, Jesús, miAmigo, mi Salvador y Maestro. Me hallo ante una nuevajornada. Sé que no soy capaz de hacer nada por mímismo. Te pido, por tanto, que me llenes de Tu amory de Tus fuerzas para este día. Yo solo no estoy a laaltura de lo que se espera de mí; pero Tú has prome-tido que si te lo pido, me llenarás de Tu amor hastarebosar, para poder transmitírselo a los demás. Aquíestoy, pues, pidiéndote que me colmes de Tu amor,para que pueda brindar una porción de cielo a quienesestén hoy en mi compañía: mi familia y amigos, yotras personas con quienes trabe relación. Al mani-festarles un poquito de amor, les daré un poquito deTi, Jesús. Eso es lo que quiero: reflejarte a Ti. Quierocomunicar a todo el mundo Tu inmenso amor.»

Si pides con fe, Él lo hará. Responderá tu oración yte dará amor y fuerzas suficientes para cada día.

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Qué hacer cuando no se veque Dios responda

Por qué algunas oraciones son respondidasantes que otras, y por qué da la impresiónde que algunas no son respondidas? Hay

muchos motivos. Dios siempre responde nuestrasoraciones, pero no en todos los casos lo hace en-seguida ni de la forma en que esperamos. A vecesnos dice que sí, otras que no, y en otros casos nospide que esperemos.

Cuando te parezca que tus oraciones no sonrespondidas, hazte las siguientes preguntas:

¿Tengo la plena certeza de que aquello por loque ruego es también lo que quiere Dios? ¿Es-toy seguro de que es conforme a Su voluntad?

Dios no responde algunas oraciones de la for-ma que queremos o esperamos porque sabe quelo que le pedimos en realidad no nos conviene anosotros o a otras personas. La Biblia nos advier-te que si nuestro corazón no es puro o nuestros

¿

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móviles son egoístas, el Señor quizá no nos con-ceda lo que le pedimos.1

A veces Dios no responde a nuestras oracio-nes porque nos tiene reservado algo mejor. Diosda lo mejor de lo mejor a quienes dejan sus deci-siones en manos de Él.

¿He cumplido con lo que me corresponde, esdecir, he acatado las instrucciones que me hadado el Señor?

La fe y la obediencia vienen primero; luegoDios responde la oración. Si hacemos todo lo po-sible por cumplir con nuestra parte del trato, sihacemos lo que esté a nuestro alcance para propi-ciar el resultado deseado y nos esforzamos al máxi-mo por obrar bien y complacer al Señor —es decir,si lo amamos a Él y a los demás,— podemos tenerla plena confianza en que nuestra oración será res-pondida.2 Por otra parte, cuando no hacemos loque nuestra conciencia nos indica, o cuando nocumplimos con las condiciones que Él ha estable-cido en Su Palabra o que nos ha revelado directa-mente, no podemos contar con que nos dará loque le pidamos.3

A veces puede que nos pida que hagamos algocontrario a lo que pensábamos o esperábamos.En tal caso, es importante recordar que Dios esomnisciente y que todo lo ve, que nos ama y velapor nosotros y por nuestro bienestar. Por lo tanto,conviene hacer lo que nos pida. Puede que en un

1 V. Santiago 4:32 V. Juan 15:7; 1 Juan 3:21-223 V. Juan 9:31; Salmo 66:18-20

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comienzo nos parezca difícil o costoso, pero a lalarga siempre descubriremos que Él tiene razón.

¿Será que el Señor está poniendo a prueba mife?

A veces Dios quiere ver con cuánto apremioqueremos la respuesta. Si realmente creemos quees capaz de hacer lo que nos ha prometido, insisti-remos en ello.1

A Dios le agrada que sigamos adelante por fe,aun cuando parezca que no responde nuestra ora-ción. A Él le complace la fe que se niega a darse porvencida, la que sigue adelante cualesquiera quesean las circunstancias. Le gustan las personas queno dejan de creer que se producirá el resultadoesperado, simplemente porque Él lo ha dicho.

Una buena ilustración de ello es el caso deAbraham en el Antiguo Testamento. El patriarcacontaba unos 100 años y todavía no tenía herede-ro. Dios prometió que su esposa Sara concebiríaun hijo, pese a sus más de 90 años y a que hacía yamucho que había pasado la edad fértil. Pero Abra-ham insistió en creer en la promesa de Dios noobstante las escasísimas probabilidades que lepresentaba la situación. Como consecuencia, Dioscumplió lo prometido, y milagrosamente Sara con-cibió y dio a luz un hijo, Isaac, el cual se convirtióen el padre de la nación judía.

El apóstol Pablo escribió lo siguiente acercade la postura de fe asumida por Abraham: «No sedebilitó en la fe al considerar su cuerpo, que esta-

1 V. Lucas 11:5-10; 18:1-8; Romanos 4:21; 12:12; 1 Pedro 1:6-7

QUÉ HACER CUANDO NO SE VE QUE DIOS RESPONDA

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ba ya como muerto (siendo de casi cien años), o laesterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó,por incredulidad, de la promesa de Dios, sino quese fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamen-te convencido de que era también poderoso parahacer todo lo que había prometido; por lo cual tam-bién su fe le fue contada por justicia.»1

Si uno tiene auténtica fe, está en condicionesde afirmar: «Invoqué la promesa de Dios y sigoadelante, aunque en este momento no pueda verel camino». Al igual que el capitán de un buqueque navega con visibilidad cero en una noche tem-pestuosa, puede que no veamos lo que tenemospor delante, pero eso no nos detiene. Sabemos queel Señor ha escuchado nuestra oración y que la res-ponderá cuando lo considere oportuno. Esa es lafe que complace a Dios y obtiene resultados.

¿Se propone el Señor enseñarme a tener pa-ciencia o algún otro principio espiritual?

La naturaleza humana es tal que nos acerca-mos más a Dios cuando necesitamos algo de Él. AÉl le complace atender nuestra necesidad, pero ala vez es sagaz y aprovecha esos momentos en quecuenta con toda nuestra atención para enseñar-nos cosas que estrechen nuestra relación con Él yhagan de nosotros mejores personas. La pacien-cia es una de las virtudes que más frecuentementeprocura enseñarnos. Puede que además nos quie-ra enseñar a ser más amorosos, más humildes,más constantes en la oración o cualquier otra lec-ción de vida que nos haga falta. En ese caso, una

1 Romanos 4:19-22

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75 QUÉ HACER CUANDO NO SE VE QUE DIOS RESPONDA

vez que hayamos aprendido lo que trata de ense-ñarnos, responderá nuestra oración.

¿Ha llegado el momento dispuesto por Dios ylas condiciones son las más propicias?

«Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quieredebajo del Cielo tiene su hora.»1 Dios dispone elmomento. No se le puede meter prisa. A veces laoración se asemeja a la siembra: para que una se-milla germine, brote, madure y dé fruto se necesi-ta tiempo. Además, algunas tardan más que otras.Hay flores que se abren de la noche a la mañana.Sin embargo, un árbol tarda años en dar fruto.

Antes que Dios responda, las circunstanciastienen que ser propicias. La solución de una situa-ción compleja a veces requiere tiempo. Es comoun espinoso problema de matemáticas: cuantomás complicado sea y más factores haya de pormedio, más compleja y dilatada será la resolución.

¿Se ve afectada la respuesta por las decisioneso acciones de terceros?

El resultado de una oración depende de tresfactores principales: nuestra voluntad —lo que no-sotros deseamos—, la voluntad de Dios —lo queÉl quiere— y las decisiones y acciones de las otraspersonas afectadas. Aun cuando concuerdennuestra voluntad y la de Dios, es posible que Él sevea impedido de lograr el resultado deseado, pues-to que ha concedido a todos el libre albedrío. Lasdecisiones y acciones de los demás contribuyen a

1 Eclesiastés 3:1

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determinar el resultado. No está enteramente ennuestras manos; tampoco en manos de los demás,y Dios se ha fijado la limitación de no manipularlotodo. Si tu oración no se ve respondida porqueotras personas toman lo que a tu juicio son deci-siones erróneas, no pierdas las esperanzas. Rue-ga a Dios que obre en el corazón de esas personasy las conduzca a modificar sus decisiones.

No obstante, sea lo que fuere que hagan odejen de hacer los demás, tanto si toman decisio-nes acertadas como si no, las promesas que nosha hecho Jesús en la Biblia siguen siendo válidas.Una decisión errónea por parte de alguien no pue-de anular la veracidad de la Palabra de Dios. Asípues, por más que tu oración no halle respuesta acausa de las decisiones erradas de alguien, Dios teescuchará y te responderá de algún modo, aun-que nunca veas la respuesta en esta vida.

El siguiente relato ilustra este principio:Separadas por cientos de kilómetros, dos mu-

jeres experimentaban quebrantos similares. Jai-me, el esposo de Camila, había sido sentenciado adiez años de cárcel por asalto y robo a mano ar-mada. Llevaba varios años transitando por unasenda tenebrosa y se había convertido en alcohó-lico empedernido. Desechó a Dios y toda creenciareligiosa. Al enterarse de su sentencia maldijo aDios y apagó la pequeña llamita de fe que le que-daba en el corazón.

Paralelamente, Emilia veía que su hermanoJosué —célebre abogado— se sumía en el resenti-miento contra Dios, acusándolo de haberse lleva-do al Cielo a su bella esposa e hijo a consecuenciade un accidente de tránsito. El rencor crecía en su

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corazón. Se marginó de todos sus amigos y de lavida social que hasta entonces había llevado, esdecir, de todo lo que le recordaba su pasado y suformación católica. Se mudó de casa y comenzó aejercer su profesión en otro sitio, cortando así todovínculo con su familia. A excepción de sus relacio-nes laborales, vivía alienado y abatido.

Camila y Emilia —que creían en Dios y en laeficacia de la oración— hallaron fuerzas en la Bi-blia y en sus promesas. La una imploraba a Diospor su esposo y la otra por su hermano. Duranteaños cada una perseveró en la oración sin ver ja-más el fruto de sus rogativas.

Al cabo de mucho tiempo, Jaime se volvió aDios en la prisión. Dejó atrás su vieja vida y aceptóa Cristo. Los últimos años que pasó en la cárcel losdedicó a enseñar el amor de Jesús a los demás pre-sidiarios. El día de su liberación, los guardias y ce-ladores organizaron una reunión en su honor. Fuecomo un culto religioso, puesto que Jaime se ha-bía convertido en el pastor de los reclusos. Al arri-bar Camila y sus dos hijos a las puertas de la cárcelpara buscarlo, sus sonrisas y sus lágrimas eviden-ciaban gratitud a Dios por haber respondido susoraciones devolviéndoles al hombre que amaban.

Emilia también se aferró a la promesa de queDios era capaz de transformar el corazón de Josuéy traerlo de vuelta al seno de la familia. Sin embar-go, no ocurrió tal cosa con él. Sus cartas y las desus familiares nunca eran respondidas. Las llama-das telefónicas que hacían se cortaban. Así y todo,Emilia creía que Dios le estaba respondiendo, aun-que no alcanzara a ver lo que obraba la mano divi-na.

QUÉ HACER CUANDO NO SE VE QUE DIOS RESPONDA

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Así fue. Las oraciones de Emilia fueron res-pondidas. Por mucho que se empeñara en vivirsolo, Josué no lo conseguía. La presencia de Diosestaba permanentemente con él en respuesta a lasplegarias de su hermana. El Altísimo le dio mu-chas oportunidades de volver a la buena senda,pero él las rechazó todas. Decidió mal. Al finalEmilia dejó a su hermano en manos de Dios. Cuan-do la vida de Josué llegara a su fin y se presentaraante su Salvador en el Cielo, su hermana al fin ve-ría la respuesta a sus oraciones. Vería todo lo queDios había hecho gracias a sus oraciones de inter-cesión. En última instancia, la decisión quedabaen manos de su hermano. Sin embargo, la conse-cuencia de sus rogativas fue que Dios obró en elcorazón de Josué. Aunque éste no tomó decisio-nes acertadas durante su tránsito por la Tierra, alpasar a mejor vida encontró el valor para hacerlo.

A primera vista una respuesta parece muchomás contundente que la otra; sin embargo, en am-bos casos las oraciones fueron respondidas. A lalarga se materializó la recompensa de las oracio-nes que aquellas dos mujeres elevaron a Jesús.Una tomó más tiempo que la otra. Empero, am-bas fueron hermosas y perfectas.

Dios acoge la petición de nuestro corazón yde nuestros labios, y en Su sabiduría la respondecomo le parece mejor, tomando también en con-sideración las decisiones de otras personas. Cuan-do echamos mano de la fuerza de la oración, de-bemos también aceptar que la forma en que Diosresuelva respondernos es la mejor, por mucho quedifiera de la que preferimos nosotros.

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¿SIN RESPUESTA AÚN?No es posible que la Fe quede sin ser respondida.Sus pies están firmes, implantados en la Roca.Permanece imperturbable en la más dura embestida.Ni ante el más hórrido trueno se apoca.Sabe que su oración la Omnipotencia ha escuchadoy exclama: «Se hará», algún día, en algún lado.

¿Sin respuesta aún? ¿Que nadie oyó tu pedido?Quizá no cumpliste cabalmente tu parte.Lo obra empezó con el primer ruego emitido.Si Dios comienza algo, hace también lo restante.Después que el incienso más se haya elevado,Su gloria verás, algún día, en algún lado.

Robert Browning

Oré pidiendo fuerzas a fin de llegar muy alto;recibí debilidad para que aprendiese a obedecer…Pedí salud para realizar obras mayores;recibí padecimientos para que hiciera cosas mejores…Pedí riquezas para ser feliz;recibí pobreza para que adquiriera sabiduría…Pedí poder para que me honrasen los hombres;recibí impotencia para que sintiese necesidad de Dios…Pedí tener de todo para gozar de la vida;recibí vida para que gozase de todo…Nada de lo que pedí recibí, aunque obtuve todo lo

que deseaba.Casi a pesar de mí mismo, se me concedieron los

anhelos de mi corazón.Me considero muy privilegiado entre los hombres.

Roy Campanella

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Cómo aprender del Hombrede las soluciones

Clama a Mí, y Yo te responderé, y te ense-ñaré cosas grandes y ocultas que tú noconoces.»1 Esa es una promesa divina,

pero trae aparejada una condición que, aunque tá-cita, se hace patente: cuando Él nos comuniqueSus respuestas tenemos que aprender a escuchary reconocerlas. Él puede hablarnos de varias for-mas:

1. La Palabra escrita

Los hijos de Dios pueden oír la voz de su Pa-dre leyendo la Biblia —las Palabras escritas deDios— y meditando en ella. La respuesta a la ma-yoría de los interrogantes que se nos plantean enla vida ya esta registrada ahí. Basta con hallarla. (Sieres nuevo en la fe o estás a punto de comenzar aleer la Biblia, te recomendamos leer primero el

«

1 Jeremías 33:3

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evangelio de San Juan, seguido de los otros tresevangelios. Los dos tomos de Claves para descu-brir la verdad, ambos de Aurora, te ilustrarán so-bre una amplia diversidad de temas contenidosen la Sagrada Escritura.)

Quizá te preguntes: ¿Cómo es posible que laBiblia aborde los problemas que nos afectan hoyen día, cuando tiene miles de años de antigüedad?Si estudias la Palabra de Dios con amplitud de mi-ras y una actitud de fe, descubrirás que te habla deforma directa. Numerosos pasajes de la Escrituracontienen soluciones y consejos para los proble-mas que enfrentamos en la actualidad. Si bien ensus páginas no se encuentran detalles relativos ala vida moderna, lo que sí nos proporciona es elvalor, la esperanza, las instrucciones y la verdadque necesitamos para superar cada obstáculo quese nos presente. La Palabra de Dios nos indica quelas enseñanzas que contiene son para nuestro be-neficio. «Las cosas que se escribieron antes, paranuestra enseñanza se escribieron, a fin de que porla paciencia y la consolación de las Escrituras, ten-gamos esperanza.»1

La Biblia es fuente inagotable de sabiduría yconocimiento. El rey David escribió: «Más que to-dos mis enseñadores he entendido, porque Tustestimonios son mi meditación. Más que los vie-jos he entendido, porque he guardado Tus man-damientos.»2 El Señor también nos promete: «Teharé entender, y te enseñaré el camino en que de-bes andar».3 Si oras, el Señor te indicará los pasa-

1 Romanos 15:4; v. también 1 Corintios 10:112 Salmo 119:99-1003 Salmo 32:8

CÓMO APRENDER DEL HOMBRE DE LAS SOLUCIONES

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jes que contienen instrucciones para ti, a veces in-cluso pautas que ni siquiera sabías que te hacíanfalta.

2. La voz de la Palabra

A medida que leas la Palabra y te vuelvas bienversado en ella, habrá veces en que al reflexionaro rezar respecto a algo, de pronto recuerdes unversículo de la Biblia que se aplica perfectamentea tu situación y te proporciona la luz o soluciónque necesitas. Eso se denomina la voz de la Pala-bra.

Hacia el final de Su ministerio en la Tierra, Je-sús dijo a Sus discípulos que después que se hu-biera marchado les enviaría el Espíritu Santo paraenseñarles y conducirlos.1 Si ya te has investidodel Espíritu Santo, esa promesa también es válidapara ti. A lo mejor ya te ha hablado de esa forma ysencillamente no te diste cuenta. (Todo el queacepta a Jesús recibe una medida del Espíritu San-to, aunque llenarse del Espíritu hasta rebosar —loque la Biblia llama el bautismo del Espíritu San-to— normalmente es una experiencia que se tienecon posterioridad.) Si aún no has recibido la infu-sión del Espíritu Santo, puedes pedírsela a Dios,igual que la salvación. «Si vosotros [...] sabéis darbuenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vues-tro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los quese lo pidan?»2,3

1 V. Juan 14:26; 16:7,13-142 Lucas 11:133 En el librito Los dones de Dios, de la presente colección,encontrarás mayores detalles sobre cómo recibir el Espíritu Santo ylos beneficios que reporta.

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3. Profecías y otros medios de revelacióndirecta

Muchas personas piensan que el don de pro-fecía consiste en la capacidad de predecir el futu-ro, o consideran que se trata de un poder miste-rioso otorgado a muy poca gente a lo largo de lostiempos. En realidad sirve para mucho más quepara hacer vaticinios del futuro. Tiene muy pocode misterioso y está al alcance de todo cristianoque posea el Espíritu, incluido tú mismo.1 Se tratade la facultad de recibir mensajes directos del Se-ñor, transmitidos por tu propia boca o escritos portu mano; y es un don del Espíritu Santo que pue-des pedir a Dios que te confiera.

Si quieres contar con el don de profecía, peroaún no lo posees, ¿por qué no se lo pides ahoramismo al Señor? Basta con que acudas a Él en ora-ción. «Todo lo que pidiereis orando, creed que lorecibiréis, y os vendrá.»2

Si tienes el don de profecía, el Señor podrá di-rigirte palabras de amor, de consuelo, de orienta-ción, de instrucción, de revelación, lo que necesi-tes. Te dará consejos e instrucciones específicaspara tu situación personal.3

Ya sea que cuentes con el don de profecía ono, el Señor es capaz de suscitarte pensamientos oimpresiones que respondan a tus interrogantes oarrojen luz sobre una situación por la que te veasafectado. También puede hablarte por medio de

1 V. 1 Corintios 122 Marcos 11:243 En el libro Escucha Palabras del Cielo, de la presentecolección, se aborda ampliamente el tema de las profecías.

CÓMO APRENDER DEL HOMBRE DE LAS SOLUCIONES

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sueños o darte visiones. Son diversas formas quecobran las revelaciones directas.

Si bien en cualquier momento Dios puede su-surrarte ideas o inspirarte impresiones, natural-mente es más fácil que lo haga cuando lees Su Pa-labra y meditas en ella, o cuando oras. Al guardarsilencio y hacer a un lado otros pensamientos yasuntos cotidianos para concentrarte en Jesús,abres un cauce para recibir Sus ideas.

Un pasaje de la Biblia que hace referencia aello lo llama el «silbo apacible» del Señor.1 En otroversículo el Señor promete: «Tus oídos oirán a tusespaldas palabra que diga: “Este es el camino, an-dad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tam-poco torzáis a la mano izquierda”».2

No requiere mucho tiempo recibir un mensa-je del Señor. No hace falta rezar una o dos horasantes que nos hable. Aun estando en medio de unatarea o actividad, si te detienes un momento y di-riges tu atención hacia el Cielo podrás escuchar Suvoz hablándote al corazón o la mente.

Las visiones son imágenes —ya con movi-miento, ya sin él— que percibes mentalmente es-tando despierto. Por lo general se captan con losojos cerrados, aunque no siempre. Algunas per-sonas han tenido visiones tan reales y tangiblesque no pudieron distinguir si las habían visto o nocon los ojos naturales.

Los sueños reveladores del Señor general-mente son muy claros. Uno se despierta con la in-tensa impresión de que el sueño era importante ytenía algún significado. En ese sentido difieren de

1 V. 1 Reyes 19:11-122 Isaías 30:21

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muchos otros que no parecen tener ton ni son nirevestir importancia alguna. Dado que el signifi-cado de un sueño en muchos casos es menos cla-ro que los mensajes que se reciben del Señor porotras vías, conviene pedirle que nos confirme loque a nuestro juicio se trata de un sueño revela-dor. Dicha confirmación puede obtenerse pormedio de una profecía o versículo de la Biblia.

CÓMO APRENDER DEL HOMBRE DE LAS SOLUCIONES

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Convierte tus pensamientosen oraciones

Cuanto más cultives el hábito de orar, máslograrás por medio de la oración y más felizserás. Habrás descubierto el secreto de

mantenerte en comunicación estrecha y constan-te con tu amado Salvador y Amigo. El siguiente ar-tículo escrito por María David explica magnífica-mente este principio:

La Biblia habla mucho de nuestros pensa-mientos. Constituye un tema excelente para unestudio bíblico. Por ejemplo, dice que casi no esposible contar los pensamientos del Señor paracon nosotros y que debemos aborrecer las vani-dades ilusorias y amar Su Palabra.1

Una de las mejores formas de dar buen uso alos pensamientos es convertirlos en oraciones. Con-sidera todo lo que haces a lo largo del día, todo lo quese te ocurre, todos los pensamientos que se te pasanpor la cabeza. Ahora sopésalos, evalúalos, analíza-los, examínalos y pregúntate qué logras por medio

1 V. Salmo 40:5; 119:113

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de ellos. ¿Hacia dónde van? ¿Los transformas enenergía positiva que obre en favor de los demás?

Si quieres lograr más por medio de la oración,considera tus pensamientos: tienen existencia real.Allanan el camino o lo obstaculizan. ¿Contribuyen tuspensamientos a sostener a un alma necesitada? ¿Ocon su silencio hacen oídos sordos al clamor de quienpide ayuda? ¿Qué dirección toman? ¿Responden a losllamados? ¿Aprovechas la energía telepática celestial?¿Enfocas tus pensamientos hacia donde puedan serútiles y ejercer una influencia positiva determinante?

Dios quiere que aprendamos a convertir nues-tros pensamientos en oraciones eficaces. Los pen-samientos vueltos oraciones se materializan enforma de bendiciones divinas, actos de interven-ción y protección, poder, fortaleza y el derrama-miento del bálsamo curativo de Dios sobre los se-res que amamos.

Los pensamientos que traducimos en ora-ciones llegan a hacer portentos, vuelven viable loimposible y cambian el curso de la historia. Porotra parte, los pensamientos ociosos se desva-necen en la masa informe de la nada, se cuelanpor las grietas de la complacencia, donde se des-componen, se echan a perder y se desaprove-chan.

Cada vez que se nos cruza un pensamientopor la cabeza —no importa el momento, el lugar osi estamos solos o acompañados—, podemos con-vertirlo en una oración imbuida de gran fuerza. Alo largo del día, mientras hacemos trabajos ruti-narios que no requieren mucha concentración, po-demos transformar nuestros pensamientos enoraciones. Podemos encauzarlos, enfocarlos ha-

CONVIERTE TUS PENSAMIENTOS EN ORACIONES

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ORACIÓN EFICAZ 88

cia Dios y presenciar milagros.Por ejemplo, si estás en casa cocinando y te po-

nes a pensar en los niños, que han ido al colegio,ruega por que tengan un buen día. O supongamosque en medio de la jornada laboral te pones a cavi-lar en una difícil tarea que tienes por delante: con-vierte ese pensamiento en una plegaria en la que lepidas al Señor fuerzas para realizarla. O quizá cami-no de casa pases por el lugar de un accidente: pidepor quienes puedan haber resultado heridos y portu propia seguridad y la de tu familia.

Sea cual sea la actividad que estemos desempe-ñando, solemos pensar en muchas cosas a lo largodel día. Lo importante es cómo filtramos y encauza-mos esos pensamientos. Lo que cuenta es lo quedecidimos hacer con ellos y la dirección que les im-primimos. En la medida en que aprendamos a con-trolar nuestros pensamientos por medio de la ora-ción, filtrándolos por el tamiz de la Palabra de Dios yproyectándolos hacia donde puedan ser útiles, cum-pliremos con nuestra sagrada misión de orar.

A solas con nuestros pensamientos, podemostraducir cada uno de ellos en una oración y cam-biar el mundo. Podemos convertir en oracioneslos juicios y percepciones que nos hacemos a con-secuencia de lo que ocurre en nuestro entorno.

Transformar cada pensamiento en una oraciónes un gran privilegio y un gran don: el privilegio deaprovechar este eficaz recurso que nos brinda elCielo. Ya verás que te será sumamente útil. Te facili-tará la vida y obrará milagros. Los pensamientospueden ser una carga o una bendición. Empléalospara bien traduciéndolos en oraciones. Echa manode la energía telepática celestial.

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No sé por qué me viene al pensamientouna persona perdida en la distancia.Su figura me martilla la memoria.Quizá quiere decir que me es necesario orar.

Muchas veces por apremio apenas pensamos,semana tras semana, en un amigo distante.Tal vez Dios una señal nos esté enviandoque debe interpretarse como un llamado a orar.

Quizás esté ese amigo en feroz lucha,o sufra una pena, o esté falto de valor.Quizás esté a oscuras, o se le nubló el juicio,y por eso, si lo precisa, debo orar.

Amigo, haz por mí lo mismo si un buen díate importuno penetrando en tu conciencia.Dedícame siquiera un fugaz momento.No dudando de que me hace falta, ¡ponte a orar!

E. Middleton

Una señora que ostentaba un alto cargo en unaempresa se compungía cada vez que pasaba junto acierto mendigo. El hombre llevaba más de un mes sen-tado en la calle a una cuadra de su oficina. La señorale preguntó cómo se llamaba y se enteró de que notenía casa. Cada vez que lo veía le daba unas mone-das, lo que evidentemente no le alcanzaba ni para unaparte de su subsistencia. Además, ¡había tantos comoél!

Una noche antes de acostarse, ella oró: «Señor, séque no puedo resolver todos los problemas del mun-

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do, pero muéstrame qué puedo hacer para aliviar laexistencia de ese pobre hombre y de otros en circuns-tancias similares.

Al día siguiente leyó en le periódico un artículo so-bre la próxima inauguración de un albergue para per-sonas sin techo de los barrios céntricos. Buscabanpatrocinadores y voluntarios.

Emocionada llamó al número que aparecía en elartículo. Le expresó al organizador que contestó al te-léfono que le gustaría brindar apoyo económico y ade-más dedicar algunas horas para ayudar a poner enfuncionamiento el centro.

Luego de su iniciativa, el monto de su cuenta deahorros se redujo unas cifras, y mermó un poco eltiempo libre de que disponía los fines de semana. Peroreiteradamente se decía a sí misma que aquella inver-sión de tiempo y dinero valía la pena.

La compensación le llegó unas semanas despuéscuando el mendigo le anunció orgulloso que habíaconseguido trabajo y que se estaba instalando en unapartamento al otro extremo de la ciudad.

—Señora, usted hizo más llevadera mi vida cuan-do yo estaba en las últimas. Me faltan palabras paraagradecerle todo lo que ha hecho por mí —le dijo.

¡Ella no dudó entonces de que Dios había respondi-do a sus oraciones!

La Biblia es un libro de oraciones. De las 667 quehay en sus páginas, consta que 454 fueron respondi-das.

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Promesas para invocaren oración

Acontinuación reproducimos unas cuantas promesas de la Palabra de Dios que puedes invocar en tus ratos de oración y comunión

con Dios:

Oración

� Antes que clamen, responderé Yo; mientras aúnhablan, Yo habré oído (Isaías 65:24).

� Pedid todo lo que queréis, y os será hecho (Juan15:7).

� Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad,y se os abrirá (Mateo 7:7).

� Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lorecibiréis (Mateo 21:22).

� Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo seacumplido (Juan 16:24).

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� Sean conocidas vuestras peticiones delante deDios (Filipenses 4:6).

� Si algo pidiereis en Mi nombre, Yo lo haré (Juan 14:14).

� Deléitate asimismo en el Señor, y Él te concederá laspeticiones de tu corazón (Salmo 37:4).

� Esta la confianza que tenemos en Él, que si pe-dimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Élnos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cual-quiera cosa que pidamos, sabemos que tene-mos las peticiones que le hayamos hecho.(1 Juan 5:14-15.)

Escuchar a Dios

� Clama a Mí, y Yo te responderé, y te enseñarécosas grandes y ocultas que tú no conoces (Je-remías 33:3).

� El que tiene misericordia se apiadará de ti; al oírla voz de tu clamor te responderá (Isaías 30:19).

� Tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga:«Este es el camino; andad por él; y no echéis a lamano derecha ni tampoco torzáis a la mano iz-quierda» (Isaías 30:21).

� Cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guia-rá a toda la verdad; porque no hablará por Supropia cuenta, sino que hablará todo lo queoyere, y os hará saber las cosas que habrán devenir (Juan 16:13).

� En los postreros días, dice Dios, derramaré deMí Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y

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vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenesverán visiones y vuestros ancianos soñaránsueños (Hechos 2:17).

� El día que clamé, me respondiste (Salmo 138:3).

V. también Génesis 24:63a; Salmo 5:3; Salmo42:8; Salmo 63:5b,6; Proverbios 8:17; Daniel 6:10;Marcos 1:35; Lucas 6:12.

PROMESAS PARA INVOCAR EN ORACIÓN

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