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TERRITORIOS RURALES Y GLOBALIZACIÓN: PROCESOS DE RETERRITORIALIZACIÓN EN LA PROVINCIA DE LOJA Pablo Ospina | Patric Hollenstein | José Poma 1. Introducción En este trabajo nos interesa explorar el proceso de cons- trucción de nuevas estructuras espaciales en el sur del Ecuador. Mostramos cómo las dinámicas económicas en diferentes zonas de la provincia de Loja promueven la superación del histórico aislamiento de la región sur del Ecuador a través de la transfor- mación de coaliciones sociales y la conexión con nuevos mercados y nuevos polos (urbanos). El resultado de este proceso es una creciente fragmentación de la provincia de Loja, es decir, la emer- gencia de nuevas “estructuras espaciales” (Deler 1983). Trazamos el proceso de fragmentación territorial en la pro- vincia de Loja a partir de dos estudios de caso: la zona maicera y la zona cafetalera 1 . Los dos estudios formaron parte de una investiga- ción en el marco del programa DTR de Rimisp - Centro Latinoa- mericano de Desarrollo Rural y sus socios 2 . En este proyecto fue- ron seleccionados territorios rurales con una combinación virtuosa 1 Los datos que sustentan la investigación provienen de un análisis espacial de variables socioeconómicas (Larrea et al. 2011) como la pobreza, la desigualdad social (coeficiente de Gini) y el consumo familiar por habitante a escala parroquial para dos momentos que permiten visua- lizar los cambios ocurridos en la última década (ver Larrea et al. 2011 para una presentación más detallada de la metodología). Para entender el proceso social que llevó a los resultados socioeco- nómicos, realizamos estudios etnográficos de las relaciones productivas, sociales y de género, así como encuestas sobre los sistemas de producción y de comercialización del café de altura y del maíz amarillo. La información completa está publicada en Ospina et al. 2011. 2 Para una presentación detallada de las preguntas de investigación y de la metodología de los diecinueve proyectos DTR realizados en once países latinoamericanos, ver RIMISP 2008.

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    Pablo Ospina | Patric Hollenstein | Jos Poma

    1. IntroduccinEn este trabajo nos interesa explorar el proceso de cons-

    truccin de nuevas estructuras espaciales en el sur del Ecuador. Mostramos cmo las dinmicas econmicas en diferentes zonas de la provincia de Loja promueven la superacin del histrico aislamiento de la regin sur del Ecuador a travs de la transfor-macin de coaliciones sociales y la conexin con nuevos mercados y nuevos polos (urbanos). El resultado de este proceso es una creciente fragmentacin de la provincia de Loja, es decir, la emer-gencia de nuevas estructuras espaciales (Deler 1983).

    Trazamos el proceso de fragmentacin territorial en la pro-vincia de Loja a partir de dos estudios de caso: la zona maicera y la zona cafetalera1. Los dos estudios formaron parte de una investiga-cin en el marco del programa DTR de Rimisp - Centro Latinoa-mericano de Desarrollo Rural y sus socios2. En este proyecto fue-ron seleccionados territorios rurales con una combinacin virtuosa

    1 Los datos que sustentan la investigacin provienen de un anlisis espacial de variables socioeconmicas (Larrea et al. 2011) como la pobreza, la desigualdad social (coeficiente de Gini) y el consumo familiar por habitante a escala parroquial para dos momentos que permiten visua-lizar los cambios ocurridos en la ltima dcada (ver Larrea et al. 2011 para una presentacin ms detallada de la metodologa). Para entender el proceso social que llev a los resultados socioeco-nmicos, realizamos estudios etnogrficos de las relaciones productivas, sociales y de gnero, as como encuestas sobre los sistemas de produccin y de comercializacin del caf de altura y del maz amarillo. La informacin completa est publicada en Ospina et al. 2011.

    2 Para una presentacin detallada de las preguntas de investigacin y de la metodologa de los diecinueve proyectos DTR realizados en once pases latinoamericanos, ver RIMISP 2008.

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    de crecimiento econmico, reduccin de la pobreza y reduccin de la desigualdad a fin de estudiar los factores que sustentan las din-micas exitosas y que diferencian los territorios exitosos de aquellos atrapados en vas de subdesarrollo (Rimisp 2008)3.

    El marco terico DTR es una formulacin reciente de una vertiente terica que se ha preocupado por la concentracin de actividades productivas y de servicios en determinados espacios (Berdegu y Schejtman 2007: 56), Nuestro trabajo se inserta en esta preocupacin en tanto busca mostrar cmo, a partir de procesos sociales y transformaciones econmicas, se transforma tambin la estructura espacial de los territorios rurales.

    Para poder analizar las estructuras espaciales cambiantes, par-timos de la geografa social francesa, que propone que el espacio geogrfico debe entenderse como el conjunto de aquellos flujos o itinerarios materiales y simblicos que unen sitios fsicos entre s. Sumariamente, podemos entender las estructuras del espacio geo-grfico como las redes de relaciones que sirven para unir sitios. Estas redes de relaciones son recorridos de personas, de cosas, de ideas. Se logran mediante medios de comunicacin o vas de trans-porte. En cierto modo, podramos decir que son itinerarios (Dollfus 1980 y 1991; Deler 2007 [1981]). La caracterizacin geogrfica de un territorio es, pues, la identificacin y valoracin de flujos mate-riales y simblicos que cambian conforme cambian las sociedades que los establecen.

    En la primera parte revisamos brevemente el contexto his-trico en el cual se sita la fragmentacin territorial de las ltimas dcadas. Lo que se puede observar es que los territorios estn cam-biando constantemente, siendo la tendencia dominante en el caso de Loja hacia unidades territoriales cada vez ms pequeas. En la segunda parte analizamos dos casos especficos la zona maicera y la zona cafetalera de esta ltima etapa de fragmentacin.

    3 El marco terico de las dinmicas territoriales rurales (DTR), elaborado por Berdegu y Schejtman 2007 (ver tambin Rimisp 2008), agrupa estos factores en tres grupos generales: los activos del territorio, las coaliciones sociales y los arreglos institucionales.

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    Contestamos preguntas como cules son los factores que llevan a una fragmentacin territorial?, cmo se transforman los territorios en presencia de nuevos procesos econmicos?, cules son las con-secuencias econmicas y sociales para la poblacin rural afectada?, etc. En la ltima parte exploramos algunas implicaciones de los dos estudios de caso.

    2. El territorioEl territorio lojano sobre el que nos concentraremos puede

    ser caracterizado como un conjunto de, cuando menos, tres crculos territoriales. El primero, ms antiguo y ms grande es el de los An-des Bajos, que atraviesa la frontera con el Per, y que en el pasado tuvo como ejes de articulacin la minera de oro en Zamora y Zaruma y la exportacin a travs del puerto de Piura (Per). El segundo, de dimensiones ms restringidas, incluye la actual provincia de Loja y una gran parte de la provincia amaznica de Zamora, as como las partes orientales de la provincia costera de El Oro (cantones de Zaruma, Portovelo, Pias y Las Lajas), y corresponde a la regin hegemonizada por la oligarqua terrateniente lojana durante el pe-rodo republicano. El tercer crculo es un conjunto de subterritorios marcados por el crecimiento de la intensidad de las articulaciones espaciales internas, de los vnculos independientes de cada uno de estos subterritorios con la Costa ecuatoriana y su cada vez mayor autonoma respecto a la dinmica provincial y de la capital4.

    2.1. El primer crculo: los Andes Bajos

    Los Andes Bajos (Ramn 2008: 15-30) es una regin ma-yor que tiene caractersticas geogrficas, ambientales y culturales

    4 En un anlisis del espacio peruano, Mesclier (2001) presenta tres estructuras espacia-les del Per, cada una de ellas anclada en diferentes formaciones sociales (colonial, republicana, siglo XX). Esta autora muestra cmo cada una de estas estructuras deja una herencia para la siguiente formacin social que adapta la estructura social a nuevas necesidades. La idea principal de su modelo, esto es, la existencia de una secuencia de estructuras espaciales que establecen un legado sobre la definicin del espacio para futuras formaciones sociales, es muy similar a los tres crculos territoriales presentados aqu.

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    originales en el conjunto andino. Es una zona donde la cordillera de los Andes pierde altura, desaparecen las montaas con glaciares permanentes, la cordillera occidental pierde su patrn longitudi-nal paralelo al Ocano Pacfico para convertirse en estribaciones andinas que se dirigen hacia el mar creando un patrn de hoyas transversales, estrechas y profundas, marcadas por una orografa muy irregular. Los lmites de este espacio son, al norte, el Nudo del Azuay, que divide dos regiones orogrficas distintas en los Andes ecuatorianos, y al sur, la Transversal de Huancabamba, depresin por la cual corren, haca el ocano Atlntico, los ros Chamaya, Maran y Amazonas, sealando la sutura de los dos zcalos que conforman el continente suramericano (Hocquenghem 2004; ver tambin Deler 1991).

    La principal variable que define al territorio es la humedad, cuya influencia distingue dos zonas. Una es la occidental, que afec-ta al 66% el territorio de la provincia, en la que la humedad est fuertemente determinada por la alternada influencia de las corrien-tes de El Nio y de Humboldt, que crea una zona de enorme ines-tabilidad climtica en la que las lluvias normales se alternan con fuertes, El Nio y temibles sequas. La zona oriental, por su parte, representa el 34% del territorio restante de la provincia, en don-de el patrn de lluvias es ms estable y ms simtrico a lo largo del ao, fuertemente influido por la los vientos y el clima de la Amazona (Maldonado et al. 2005, Ramn 2008). Esta diversidad interna, la inestabilidad del clima en la zona occidental, la ausencia de glaciares de altura que alimenten por deshielo los acuferos sub-terrneos y los manantiales, la fuerte irregularidad del paisaje y la presencia de suelos terciarios muy erosionados, significaron serios desafos para las poblaciones que all se asentaron5.

    5 Desafos que fueron asumidos por los habitantes originarios a travs de agricultura de roza y quema, de subsistencia, que se practica hasta nuestros das. Este prctica agrcola es diferente de la agricultura bajo riego (en las laderas andinas, pero tambin en la Costa), practi-cada por las sociedades centro andinas, que permiti procesos de acumulacin de los que hoy se tiene idea por las tumbas reales de los seores de Sicn o Sipn, que son las ms conocidas.

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    6 Es importante recalcar que los pueblos de los Andes Bajos, a pesar de compartir una misma cultura, se enfrentan y desarrollan conformando sociedades descentralizadas y poco jerarquizadas, dinamizadas por la competicin ms que por la cooperacin, lo que no impide que se formen, cuando es necesario, alianzas entre grupos o confederaciones (Hocquenghem 2004). Ello matiza la idea de Ramn (2008) de un espacio cultural cohesionado y muestra las diferencias de los pueblos de los Andes Bajos frente a las sociedades teocrticas, altamente centralizadas y complejas de los Andes Centrales.

    La historia precolonial de esta zona estaba muy integrada por densos intercambios culturales y materiales entre los pueblos de Paltas, Guayacuntu y Tallanas, que formaron luego la antigua Gobernacin de Yaguarzongo, que uni a Loja, Piura, Jan y Tumbes (Ramn 2008: 32-114)6.

    Ya en la poca colonial, la caracterstica esencial que marc el amplio territorio de los Andes Bajos fue, sin duda, la existencia de dos pocas de conexin con el exterior y de reforzamiento de sus interconexiones, marcadas por la produccin minera y la produc-cin de cascarilla: la primera en el siglo XVI y la segunda a fines del siglo XVIII e inicios del XIX. Ambos perodos reforzaron el papel articulador de la ciudad de Loja: la explotacin minera en Zaruma, al occidente, tena su centro en Loja, donde se encontraba la Caja Real, lugar donde deba registrarse el oro extrado de las minas; la explotacin de la cascarilla, por su parte, en las vertientes orientales de la cordillera, tambin se acondicionaba en Loja antes de su em-barque en el puerto de Paita con destino a la botica real de Madrid. El esplendor minero dur poco: con el decaimiento a partir del siglo XVIII, la regin se especializ en proveer los medios nece-sarios para el transporte, es decir, la produccin de mulares. Esta actividad era posible en condiciones de escasez de mano de obra, circunstancia que llev a los hacendados a favorecer la especializa-cin ganadera (ver sobre todo Ramn 2008: 116-192, y Jaramillo 2002 [1955]: 147-157 y 203-224).

    El perodo de auge de la cascarilla tambin dur poco. A ini-cios del siglo XIX sobrevino la crisis debido a la tcnica de cosecha que arras los bosques no solamente del rbol de la quina y a la escasez de mano de obra. Su fin, que coincidi con los ltimos aos del orden colonial, represent tambin el fin del perodo de oro de la poderosa articulacin de la gran regin de los Andes Bajos.

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    Deler (1991: 288) resume las mltiples funciones del eje dia-gonal Loja-Piura que durante la poca colonial organizaba los Andes Bajos: estructura espacial que una Sierra y Costa; regin de expor-tacin de productos destinados a la Metrpoli; lugar de una cadena comercial colonial interna que se aprovechaba del flujo mercantil de productos espaoles desde Lima y la produccin de algodn en Cuenca, que estimulaba de esta manera la produccin textil en Piura y la cra de mulas en Loja; lugar de contrabando, facilitado por ubi-carse en la periferia de la Audiencia de Quito y Lima.

    2.2. El segundo crculo: la provincia de Loja

    Durante el perodo republicano, se fortaleci la variante costea de la Panamericana (Guayaquil-Machala-Tumbes-Piura), la que debilit la importancia del Capac an, el antiguo camino incaico y eje integrador de los Andes Bajos (Deler 1991: 287). El perodo republicano tambin convirti la frontera con el Per en fuente permanente de tensiones militares. Hacia el norte, la provin-cia de Loja permaneci alejada del eje nacional Quito-Guayaquil (Deler 1986: 209), el cual determina hasta hoy da, con ciertas mo-dificaciones, la jerarqua espacial del pas.

    Las dos fronteras una situada al sur, la otra al norte de la provincia contribuyeron a consolidar un aislamiento persistente que durara hasta la dcada de 1970, cuando creci la red vial de conexin con el resto del pas. El rezago fue, sin embargo, persis-tente hasta que, a partir de los acuerdos de paz de 1998, dicha red vial mejora significativamente. De esta manera, hasta pocas muy recientes, el aislamiento y la condicin de frontera configuraron la base de la identidad de este territorio.

    El inicio del perodo republicano y la petrificacin de la frontera sur que le acompa favorecieron el aislamiento de la pro-vincia de Loja y, con ello, contribuyeron a la consolidacin de una oligarqua terrateniente poco articulada a mercados externos, que logr controlar todas las esferas del poder local (Fauroux 1988). El poder terrateniente se bas en el control monoplico de la tierra:

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    cerca del 60% de la superficie registrada hacia mediados del siglo XX se encontraba en manos de 120 latifundios que representaban el 0,3% de las unidades de produccin agropecuaria (Censo Nacio-nal Agropecuario 1954).

    El aislamiento y la falta de un mercado local hicieron que los hacendados lojanos no se interesaran por mejorar la productividad ni agregar valor a la produccin primaria. La renta era obtenida por la explotacin de la fuerza de trabajo bajo dos modalidades domi-nantes: colonos, con quienes la relacin se daba al partir, y arrimados, quienes pagaban al hacendado el usufructo de la tierra mediante tra-bajo no remunerado en la hacienda (CIDA 1965: 305-326).

    Las mismas condiciones de aislamiento hacan difcil que las haciendas lojanas se articularan a los ciclos exportadores na-cionales del cacao o, ms tarde, del banano. Al contrario, todo hace pensar que la crisis del cacao, hacia 1925, contribuy al for-talecimiento de la oligarqua lojana, pues la mano de obra que expulsan las haciendas cacaoteras de la Costa fue acogida por los extensos latifundios de la provincia. All fue donde surgi esta nueva categora de trabajador adscrito a la hacienda, el arrimado. La revolucin liberal (1895-1912), sin embargo, haba buscado contrarrestar el poder terrateniente mediante la ruptura del ais-lamiento a travs de la construccin de ferrocarril, el redireccio-namiento del comercio y la creacin de flujos mercantiles desde y hacia la Costa, en lugar de las debilitadas pero histricas rela-ciones con los mercados peruanos. Sin embargo, y ms all de las medidas liberales, el conflicto con el Per (1941) tuvo efectos ms decisivos, puesto que limit aun ms el comercio y solidific ms rgidamente el obstculo de la conflictiva frontera del sur.

    2.3. El tercer crculo: nuevos territorios en la provincia de Loja?

    El tercer tercio del siglo XX vio quebrarse los fundamentos de la hegemona terrateniente en la provincia de Loja: se vence pro-gresivamente el persistente aislamiento y se resquebraja el monopolio

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    sobre la tierra. Los recursos de la poca petrolera (dcada de 1970) permitieron el desarrollo de las vas de comunicacin tanto con el eje andino Cuenca-Quito como con el eje costeo Machala-Guayaquil. Adems, se hicieron ms densas y seguras las conexiones entre los cantones, con lo que se redirigieron los flujos del comercio interior, pues las localidades ya no estaban obligadas a vender su produc-cin por los difciles y no siempre legales caminos que llevaban. La reforma agraria de los aos 1960-1970, la entrega de la tierra a los arrimados y la terrible sequa del ao 1968 confluirn para provocar un verdadero abandono de la mayor parte del hinterland agrario de la oligarqua terrateniente lojana. Quedaron en posesin de las tierras ms planas, ms cercanas a importantes vas de comunicacin y que disponan de riego.

    Desde el punto de vista espacial, el correlato de ese cambio social mayor fue la fragmentacin de la unidad territorial de la pro-vincia de Loja. Es lo que puede sacarse como conclusin general del magnfico libro de Pietri-Levy (1993). El proceso ocurri por varias razones. Una de ellas es que los terratenientes asentados en la capital dejaron de ser los dueos de prcticamente todas las tierras de los subterritorios y, por lo tanto, la ciudad de Loja dej de ser el punto nodal de conexin con el centro de toma de las decisiones productivas del hinterland. Una vez desestructurada la hacienda, se resquebrajaron las bases no solo econmicas sino tambin del con-trol social sobre la poblacin. Estos cambios llevaron a la progresiva reconfiguracin de las dinmicas particulares en subterritorios.

    El dinamismo econmico de la ciudad de Loja y de la provincia en su conjunto, es extremadamente dbil y esta debilidad se refleja en la hipertrofia de todos los niveles del sector comercial (). La evolucin reciente y el dinamismo econmico de los otros diversos centros urba-nos depende esencialmente de su localizacin, puesto que sus funciones son ante todo comerciales. Cariamanga es el polo econmico del sur de la provincia; la nica ciudad capaz de contener, en un espacio dado, la influ-encia directa de Loja (). La funcin comercial de Cariamanga es antigua. Punto de concentracin de los productos de la ganadera y de la agricul-tura de una amplia parte de la provincia, Cariamanga, trata con Cuenca o Guayaquil y con el Per. Catacocha, del otro lado del valle del ro Catamayo, en el camino de acceso al oeste de la provincia, no ha alcanzado nunca la

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    importancia comercial de Cariamanga. El comercio de la parte occidental de la provincia de Loja se ha organizado en torno a Celica y, ms reciente-mente, tambin de Alamor (Pietri-Levy 1993, nfasis agregado).

    El anlisis tipolgico a nivel de parroquias que realizamos (Ospina et al. 2011) tiende a superponerse de manera notable con las regiones identificadas por Pietri-Lvy a inicios de los aos 1990 (ver mapa 1). La zona de influencia directa de la ciudad de Loja, tiene a dicha ciudad como eje de articulacin y observa cre-cimiento econmico, reduccin de pobreza y de la desigualdad en valores estadsticamente significativos. Dentro de la zona, y en similar condicin, se encuentran las parroquias Vilcabamba y Catamayo, adyacentes a Loja. Catamayo es un espacio de articula-cin del occidente y el oriente de la provincia, por lo que podra tambin considerarse como un territorio relativamente autno-mo de la ciudad de Loja. El cantn Paltas, caracterizado como una zona de influencia dbil de Loja y moderada de la Costa, tiene como eje de articulacin a Catacocha que, conjuntamente con las parroquias Yamana y Casanga, logr crecimiento econmi-co, reduccin de pobreza y de la desigualdad en valores estads-ticamente modestos, pero positivos. La zona de influencia del municipio de Puyando, Zapotillo y Pindal, inclinada a la regin Costa y con muy dbil influencia de Loja, tiene como eje de arti-culacin territorial a la ciudad de Alamor; este subterritorio logr crecimiento econmico y reduccin de pobreza, aunque no de la desigualdad, que ms bien empeor. Finalmente, la zona de influencia de Cariamanga y dbil influencia de Loja, incluye va-rias parroquias de los cantones Sozoranga, Gonzanam, Calvas y Espndola, en las que se produjo un cambio modesto del consu-mo por habitante, hubo una pequea disminucin de la pobreza, y disminuy ligeramente o se mantuvo la desigualdad social.

    3. Los subterritorios del maz y del caf

    Mientras que Pietri-Levy (1993) a mediados de los aos 1990 enfatiza todava el fin del poder terrateniente como factor principal

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    Fuente: INEC, Censo de Poblacin y Vivienda (2001), Encuesta de Condiciones de Vida V (2006). Elaborado sobre la base de la proyeccin de indicadores sociales sobre secto-res censales. Elaboracin: Carlos Larrea, Ana Isabel Larrea, Diego Andrade (Universidad Andina Simn Bolvar).

    MAPA 1Tipologa socioeconmica de parroquias de Loja

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    7 Mientras en el ao 2000 haba 29 500 has. sembradas, de las cuales casi 10 000 se ubicaban en el cantn Puyango, cuya capital es Alamor, en 2009 se calcul en solo 18 220 has. la superficie provincial de caf (INEC 2000; MAGAP 2009).

    de reterritorializacin, en la actualidad existe un conjunto de nuevos factores que fortalecen el resquebrajamiento espacial, el cual implica la creciente presencia de mercados y actores extraterritoriales en las zonas rurales, que lleva este proceso, a su vez, a una cada vez ms notable autonoma con relacin la ciudad de Loja, el eje articulador ms importante durante los ltimos siglos. En esta seccin analiza-mos el proceso de fragmentacin territorial a travs de dos estudios de caso: el subterritorio cafetalero y el maicero.

    4. El caf

    La produccin de caf en Loja es antigua, pero entre 2000 y 2009 hubo una notable cada de la superficie sembrada y de la pro-duccin, ya que este cultivo fue afectado por la crisis del mercado internacional del caf y por la cada estrepitosa de los precios inter-nacionales y locales a finales de los aos 1990 y comienzos de los 2000 (ETG 2009)7. Este periodo coincidi con el de mayor xodo de ecuatorianos y ecuatorianas al extranjero. Mucha gente lojana, particularmente de las zonas cafetaleras, emigr o abandon los cafetales.

    En medio del dbil desempeo econmico de los hogares cafetaleros, solo apaciguado por las cuantiosas remesas internacio-nales enviadas por los migrantes, empez a gestarse a comienzos del siglo XXI una nueva dinmica econmica que cambiar dentro de pocos aos no solamente las perspectivas econmicas, sino tam-bin las estructuras espaciales de la zona.

    Lo importante para comprender la nueva dinmica territorial en este subterritorio no es tanto el aumento de la demanda y los precios del caf despus de la crisis 1999-2004, sino cmo los pro-ductores crearon esa nueva oportunidad vinculada al reflote de los precios. Varios actores locales, aliados con algunas organizaciones

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    no gubernamentales (ONG), buscaron activamente insertarse en los nuevos mercados orgnicos. Estas coaliciones nos remiten a los cambios sociales, productivos y organizacionales en el subte-rritorio cafetalero y su dinmica, en gran parte independiente de la ciudad de Loja.

    Durante toda la dcada de 1990, en el subterritorio cafeta-lero de los cantones Espndola, Quilanga, Gonzanam, Sozoranga y Calvas (mapa 1), trabajaron varias ONG, junto con la coopera-cin internacional, para conservar los bosques. La iniciativa ms importante y extendida fue la del proyecto de la Organizacin de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentacin (FAO) denominado Desarrollo Forestal Campesino (DFC), con el obje-tivo de promover el manejo de sistemas agroforestales, pero cuyo mayor impacto fue la capacitacin a promotores forestales locales, quienes provenan de organizaciones comunitarias de base: las co-munas campesinas tradicionales lojanas y las organizaciones for-madas por la Iglesia catlica, que tuvieron mucha importancia en la zona en dcadas anteriores. Estas experiencias organizativas de los campesinos fueron la clave del xito de la iniciativa de la coo-peracin internacional8.

    La organizacin local clave fue la Unin Cantonal de Organi-zaciones Campesinas y Populares de Espndola (UCOCPE), filial de la organizacin campesina provincial Federacin Unitaria Provin-cial de Organizaciones Campesinas y Populares del Sur (FUPOCPS). La UCOCPE, junto con el personal tcnico del proyecto DFC, di-se en 1996 un proyecto de tres aos y 300 000 dlares para apoyar a los cafetaleros, que fue financiado por el Fondo de Contravalor Ecuatoriano-Canadiense (FECD), creado mediante el canje de deu-da externa. Este Fondo apoyaba a varias organizaciones cafetaleras en Loja con la intermediacin de ONG lojanas e internacionales. As, se consolid una alianza entre organizaciones campesinas y tcnicos de las ONG con la hegemona de los segundos, que

    8 Entrevista a E.A. (Espndola, 02.03.2010).

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    ha logrado mantenerse hasta la actualidad y que cambiar las leal-tades sociales y reorientar los flujos comerciales de la zona hacia Catamayo, un posible nuevo polo de articulacin espacial.

    El trabajo unificado de las ONG y de las organizaciones ca-fetaleras que promovieron9, fue la columna vertebral de la organi-zacin regional Federacin Regional de Asociaciones de Pequeos Cafetaleros Ecolgicos del Sur (FAPECAFES), que tiene actual-mente alrededor de 1800 socios y exporta 9000 quintales de caf, con un valor superior a los USD 1 700 00010.

    La nueva coalicin cafetalera integrada por los mencionados actores locales, pero tambin por los compradores orgnicos euro-peos empez a operar cuando los precios internacionales del caf caan en picada, los dirigentes migraban a Espaa y los cafetales se convertan en potreros para el ganado. En medio de esta desfavora-ble situacin, los campesinos escucharon la prdica sobre el cambio tecnolgico en el sistema de produccin y comercializacin y se in-volucraron activamente en la bsqueda de alternativas para conse-guir mejores precios en el mercado internacional orgnico.

    Un factor que favoreci y ampli la coalicin social en la zona de Cariamanga han sido las remesas internacionales, puesto que una parte de ellas se destina al proceso productivo del caf11. En efecto, esta coalicin empez con el surgimiento de las re-des de economa solidaria, de las cajas de ahorro rural y de las cooperativas de ahorro y crdito locales. Si bien en la provincia de Loja y en la zona cafetalera bajo estudio han existido, desde hace dcadas, cooperativas tradicionales ubicadas en los centros urbanos, especializadas en promover el crdito comercial y de con-

    9 Asociacin Agro-Artesanal de Productores de Caf de Altura de Puyango (PROCAP), Asociacin de Productores Ecolgicos de Palanda y Chinchipe (APECAP) y Asociacin de Produc-tores de Caf de Altura de Espndola y Quilanga (PROCAFEQ), localizadas en Puyango, Palanda y Espndola-Quilanga, respectivamente.

    10 En Ecuador, la exportacin de caf est concentrada en pocas empresas. La empresa Caf S.A., que no acta en Loja, export 85 de los 125 millones de dlares vendidos en 2008, segn la Asociacin Nacional de Exportadores de Caf, ANECAFE (citado en ETG 2009).

    11 Algo que no aparece en los estudios disponibles, porque esta relacin es indirecta.

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    sumo, desde el aos 2005 surgieron algunas cajas de ahorro alter-nativas vinculadas a organizaciones de productores y a la Red de Entidades Financieras Equitativas del Sur del Ecuador (REFSE), promovidas y apoyadas tcnicamente por una ONG ecuatoriana ligada a la Iglesia catlica, el Fondo Ecuatoriano Populorum Pro-gressio (FEPP)12. Varios observadores y dirigentes locales llamaron la atencin sobre el hecho de que las cajas de ahorro situadas en reas cafetaleras lograron crecer y consolidarse, mientras decayeron otras ubicadas en otras zonas deprimidas. Cuando realizbamos el trabajo de campo, esa coalicin estaba a punto de volverse plena-mente formal. PROCAFEQ estaba concertando un acuerdo con tres cooperativas de la zona Quilanga, San Jos y Gonzanam para la provisin de crdito a los caficultores13. Adicionalmente, los crditos entregados por las cooperativas locales, que son ma-nejados principalmente por las mujeres, debilitan el poder de los intermediarios y comerciantes de Cariamanga, cuyos crditos han sido tradicionalmente fundamentales para la reproduccin de las familias lites durante las pocas de penuria14. Ahora los hogares, especialmente las mujeres, pueden acceder rpidamente al crdito sin depender de los comerciantes.

    As, el surgimiento de esta nueva coalicin tambin rest importancia a la tradicional coalicin asentada en la ciudad de Cariamanga, alrededor de la cual ha estado organizada la produc-cin de caf de altura, y donde se encuentran las principales entida-des financieras y la mayora de comerciantes de granos y de caf. Aunque el peso de la nueva coalicin todava no es dominante en el territorio respecto a la comercializacin del caf, tiende a eludir la relacin con Cariamanga. La Asociacin de Productores de Caf

    12 Entrevista a P.G. (El Airo, 07.03.2010).13 De esta manera, al menos 120 000 USD del ahorro local se destinarn, anualmente,

    a financiar los prstamos y adelantos que PROCAFEQ har como capital de operaciones del sistema de comercializacin asociativo. Los habitantes de la localidad financiaran de esta ma-nera, con sus ahorros, el 25% del capital actual de operacin de la organizacin ms grande de comercializacin asociativa de la zona. Entrevistas a F.A. (Amaluza, 02.03.2010) y a E.C. (Quilanga, 13.03. 2010).

    14 Testimonio de S.C., El Airo (02.06.2010).

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    de Altura de Espndola y Quilanga (PROCAFEQ) la organiza-cin cafetalera del subterritorio en estudio y FAPECAFES han privilegiado la relacin con Catamayo (ver mapa 1), ciudad bene-ficiada por su ubicacin estratgica y donde se instal el centro de acopio, procesamiento e industrializacin del caf para exportacin, y donde se concentra todo el caf de la red de comercializacin de la regin sur del Ecuador.

    En sntesis, el aumento de los precios internacionales del caf fue el punto de partida de una dinmica econmica ms favorable para los campesinos lojanos. El patrimonio ambiental disponible es vital, pues favorece solo a los productores ubicados en las zonas aptas para el caf de altura (las ms hmedas y altas del occidente de la provincia). El factor social decisivo para potenciar los bene-ficios y redistribuirlos ms es la formacin de una coalicin nueva conformada por caficultores, ONG, organizaciones campesinas, compradores de caf orgnico en Europa y cooperativas de ahorro y crdito rural, que establecen un vnculo directo con el mercado internacional del caf orgnico. Esta coalicin hubiera sido impo-sible sin la presencia de varios factores: la acumulacin de capi-tal social producto de la experiencia previa de los campesinos que fueron parte de las organizaciones que lucharon por la tierra, la Iglesia catlica comprometida con los pobres y de un conjunto de proyectos sostenidos por la cooperacin internacional.

    5. El maz

    La zona maicera de la provincia de Loja tiene como centro productivo el cantn Pindal y como centros comerciales la ciudad de Alamor y Pindal (ver mapa 1). Esta zona estaba marcada por un sistema de economa campesina de autosubsistencia, solo interrum-pida por la migracin estacional de los hombres pindaleos a la Cos-ta ecuatoriana (Martnez 2002) a partir de la sequa de 1967 y 1968.

    En este contexto, llegaron a finales de los aos 1990 los agentes de empresas agroindustriales, alentados por la expansin de la industria de carne: en menos de una dcada (2001-2009) se

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    haba duplicado la produccin nacional de pollos y huevos. Ello pre-supona tambin cambios drsticos en los sistemas de produccin de maz amarillo, ya que este grano es uno de los ingredientes ms usados en la produccin de alimentos balanceados.

    Este cambio se realiz a travs de la difusin de un paquete tecnolgico, por el cual los rendimientos por hectrea aumenta-ron sustancialmente15, tambin en el caso de la zona maicera de la provincia de Loja, pero con importantes efectos negativos so-bre la salud de la poblacin rural y la sustentabilidad ambiental de los sistemas de produccin16. Nuevos actores, la mayora de fuera del territorio, promocionaron un paquete tecnolgico de semillas hbridas e insumos qumicos. Fabricantes y vendedores de agro-qumicos, bancos y cooperativas de ahorro y crdito facilitaron, a partir de 2002, el acceso de los maiceros a dichos paquetes. Ade-ms, la mayor demanda del grano, as como la sensible mejora de la red vial cantonal, atrajeron a comerciantes extraterritoriales que disputaron el poder con los comerciantes tradicionales de Alamor y Pindal.

    La empresa Agripac fue la primera en distribuir el paquete, acompandolo de capacitacin para aplicarlo. En 1996, coloc exitosamente las semillas Brasilia y Pacific en el mercado local, con lo cual aument el rendimiento considerablemente. A partir de 2002 se constituy una coalicin tripartita, entre el Banco de Loja, la empresa PRONACA (Procesadora Nacional de Alimentos), una de las principales productoras de alimentos balanceados y de carne del pas, y actores locales.

    15 A finales de la dcada de 1990, los productores pioneros cosecharon alrededor de 100 quintales por hectrea, ms del doble de lo que producan antes (SNV 2006: 21). Es muy probable que, gracias a estos logros, la superficie de maz se extendiera aun ms, lo cual atrajo ms actores externos a Pindal.

    16 El nuevo sistema productivo del maz est muy lejos de la sustentabilidad. El uso inten-sivo de qumicos tiene efectos negativos sobre los suelos, el agua y la salud de los trabajadores e impone una rgida divisin sexual del trabajo. Aumenta la vulnerabilidad de los campesinos, porque depende de la importacin constante de insumos qumicos, del financiamiento va crditos y de un mercado inestable y voltil. Hay, adems, indicios de que ha disminuido el tiempo destinado a la produccin de alimentos en la finca, una actividad principalmente de las mujeres.

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    La caracterstica central de esta dinmica es que la iniciativa vino de fuera del territorio de Pindal y que pudo instalarse, por el poder de los grupos ligados a las empresas, una coalicin casi in-disputada por la debilidad organizativa de las organizaciones cam-pesinas de la zona17.

    En efecto, las experiencias organizativas locales surgieron como respuesta a la nueva dinmica del maz hbrido para crear canales propios de comercializacin. En el ao 2010, la ms im-portante organizacin maicera del cantn es la Corporacin de Productores Agropecuarios de Pindal (CORPAP), que naci con el proyecto Desarrollo Integral, financiado por el FECD en el 2003. Esta corporacin representa a unas 30 organizaciones que agrupan a 650 socios. Para fortalecer o profesionalizar la comer-cializacin del maz se cre, en el 2007, con el apoyo del FEPP18, el Centro de Negocios Campesino, CNC (a raz de un convenio de comercializacin entre la CORPAP y la Asociacin de Avicultores de El Oro), que se encarga de comprar los insumos agroqumicos en grandes cantidades. De esta manera, la organizacin local de maiceros se ha insertado en la dinmica creada por otros actores.

    Igual que en el caso del subterritorio cafetalero, la estructura tradicional de la comercializacin del maz se transform cuando los nuevos actores pusieron en marcha la nueva dinmica. Actual-mente es ms abierta, menos concentrada, con ms competencia entre compradores, lo cual potencialmente favorece a los hogares campesinos, pues ha aumentado su poder de negociacin. Hasta el 2002, la comercializacin estaba controlada por los comerciantes loca-les de Pindal y Alamor (SNV 2006: 20). El aumento de la demanda y

    17 A diferencia de Espndola, en Pindal no hubo organizaciones campesinas con reivin-dicaciones de carcter poltico y que tuvieran agendas amplias, como la UCOCPE; no tuvieron que luchar contra los hacendados para acceder a la tierra ni para demandar la propiedad ante el Estado. Hizo falta un sustrato poltico para consolidar, a largo plazo, una organizacin de los productores con perspectivas ms amplias. La consecuencia es que las organizaciones campesinas existentes en la actualidad se interesan, exclusivamente, en la comercializacin. Entrevistas a W.G. realizada en Alamor (14.05.2010) y a P.V., gerente del CNC, realizada en Pindal (08.09.2010).

    18 Entrevista a K. V., realizada en Pindal el 3 de septiembre de 2010.

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    del precio del maz amarillo atrajo a nuevos comerciantes y motiv a los acopiadores industriales y artesanales a abrir canales directos de distribucin, situacin que debilit el oligopsonio de los comer-ciantes locales. Un canal nuevo es manejado por comerciantes o transportistas afuereos que proveen a los fabricantes de alimen-tos balanceados y a la industria crnica de diferentes ciudades del pas. Un tercer canal es el establecido mediante convenios de compra y venta entre los maiceros, coordinados por la CORPAP y PRONACA.

    Nuestra encuesta sobre la comercializacin de maz nos per-mite caracterizar los primeros eslabones de esos tres canales de ven-ta19. El 50,04% de la produccin (85 666 quintales) fue vendido a comerciantes locales en Pindal, y el 7,25% (12 415 quintales), a comerciantes locales de Alamor. La concentracin en este canal es muy grande, pues el 45% de la cosecha del 2009 fue controlada por diez comerciantes locales. As pues, en el 2009, estos comer-ciantes todava controlaban una parte importante del mercado, pero sustancialmente menos de lo que controlaban antes. Pindal fue su principal centro de intermediacin, mientras Alamor fue clave en la oferta de servicios (Banco de Loja) y venta de insumos qumicos (Agripac). El pueblo de Balsas, donde se encuentra la mayor pro-duccin de pollos de la provincia de El Oro (vecina de Loja) fue el destino ms importante de esta red comercial que representa el 41,7% del maz acopiado.

    El canal que ms ha crecido es el de los comerciantes ex-ternos que llegan a Pindal durante la cosecha alentados por el alto precio. En el 2009, compraron el 33% de la cosecha a un precio promedio de 30 centavos de USD por quintal, levemente ms alto que el pagado por los comerciantes locales. Llegan hasta las fincas de unos pocos productores que se encargan de concentrar toda la cosecha de maz aprovechando que estas tienen fcil acceso vial,

    19 Hicimos 419 entrevistas: 396 a hogares maiceros (20% de la poblacin total) y a 23 comerciantes de Pindal, Alamor, Balsas y Guayaquil, con lo cual dimos seguimiento a 650 relacio-nes comerciales, a travs de las cuales fluyen 171 179 quintales de maz amarillo (entre el 14% y el 24% de la produccin anual de Pindal).

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    estn ms cerca que las otras al centro barrial y que tienen bodegas para guardar el producto.

    Los convenios entre la empresa PRONACA y CORPAP re-presentan el tercer canal de venta. A travs de este canal se com-pr el 8% de la cosecha del 2009. Aunque el precio de venta fue mayor, los productores asumieron los costos de transporte hasta la ciudad de Durn, localizada en la provincia del Guayas, por lo que su ventaja competitiva no fue tan grande. Si bien PRONACA fue la empresa que promovi el paquete tecnolgico y facilit la expansin del cultivo de maz amarillo, no se est beneficiando directamente de la produccin de la zona. Su beneficio es indi-recto: al haber aumentado la produccin de maz en el pas y, con ello, contribuido a mediano plazo a controlar el alza de precios20. Son los comerciantes y el complejo agroindustrial de Balsas los que estn aprovechando el cambio de la dinmica productiva de Pindal. Si esta tendencia se reforzara, Balsas podra convertirse en la ciudad intermedia de la que dependera Pindal, quizs sustitu-yendo a Alamor. Ahora mismo, los productores de Pindal que tie-nen conflictos con los comerciantes locales, optan por vincularse con Balsas. Los otros grandes beneficiarios son los importadores y proveedores de insumos qumicos.

    6. Dinmicas territoriales y estructuras espaciales

    En las pginas anteriores mostramos cmo el espacio sur de Ecuador ha sido el escenario de diferentes estructuras espaciales. La historia de lo que desde la perspectiva ecuatoriana podemos llamar el espacio lojano o la regin sur, es la historia de una progresiva desarticulacin espacial. La regin colonial articulada alrededor de la minera y el comercio a travs del Puerto de Paita, se convirti durante la poca republicana y el recorte de los circuitos mercantiles

    20 En las entrevistas a dos tcnicos de PRONACA J.V., realizada en Quito, el 19 de julio de 2010, y D.V., realizada en Pindal el 8 de septiembre de 2010, ellos se quejan de esta situacin.

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    que le sigui en la regin lojana de abrumadora hegemona terra-teniente. Con la dislocacin de la hacienda en los aos 1960 y la extensin de las vas de comunicacin en las dcadas siguientes, el espacio lojano ha sufrido nuevas rearticulaciones y una mayor frag-mentacin. En la trayectoria territorial del espacio sur de Ecuador podemos distinguir, por tanto, por lo menos tres crculos territo-riales que fueron definidos por diferentes formaciones sociales a travs de sus principales flujos materiales (a su vez determinados por los usos del espacio, la vegetacin y los recursos mineros), el sistema poltico y de dominacin social.

    Perodo Formacin Centro articulador Flujos materiales Mercados social-poltica

    Perodo colonial Andes Bajos Ciudad de Loja Quina, oro Extraterritorial

    Perodo republicano Provincia de Loja Ciudad de Loja Produccin lechera Intraterritorial

    2002 en adelante Subterritorio Catamayo Caf Extraterritorial cafetalero

    1995 en adelante Subterritorio Balsas Maz amarillo Extraterritorial maicero

    CUADRO 1Formaciones sociales y estructural espacial

    Fuente: elaboracin propia.

    Para analizar los efectos de la minera en territorios rurales, Bebbington e Hinojosa (2007: 283) proponen cinco campos de anlisis, siendo uno de estos la reterritorializacin. Esta abarca tres dimensiones: la transformacin de las bases ambientales, ins-titucionales y sociales sobre las cuales se construyen los territorios rurales; la integracin de espacios locales directa e indirectamente afectados por la minera a territorios de mayor alcance geogrfico; la transnacionalizacin en tanto mayor presencia de lo interna-cional en la vida cotidiana, en las estrategias de vida, en las formas de hacer y pensar poltica, y en el paisaje fsico (302). Estas tres dimensiones nos parecen tiles para reflexionar sobre las dinmicas

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    econmicas en el sur de Loja y las nuevas estructuras espaciales que engendran.

    En cuanto a las diferentes bases de los subterritorios, llama la atencin que hay aspectos profundamente afectados, mientras que otros estn al margen de las nuevas dinmicas territoriales. En-tre las bases ms afectadas estn los servicios ecosistmicos, los cuales fueron transformados en el proceso de reinvencin produc-tiva; tratndose originalmente de circuitos locales y cerrados, sobre todo la zona maicera depende cada vez ms de flujos energticos externos. En un mismo grado se ven afectadas las relaciones en-tre los diferentes grupos sociales locales, los que, en esta nueva dinmica, redefinen sus lealtades y su posicin en la trama de po-der local. Podemos constatar que existe una lucha de definicin cada vez ms abierta entre las diferentes visiones del desarrollo territorial (Bebbington 2007, citado por Asensio 2012: 42) que opone las nuevas coaliciones sociales a las lites tradicionales loca-les de Cariamanga (caf), as como de Pindal y Alamor (maz). Si entendemos lo territorial como construccin social (Berdegu y Schejtman 2004: 5; ver tambin la definicin de Deler 2007 [1981] y de Dollfus 1980 y 1991, propuesta al comienzo), estas dos transfor-maciones apuntan claramente a la emergencia de nuevos territorios. Sin embargo, hay otras bases, como los arreglos institucionales for-males, que no dan seales de mayores adaptaciones a las nuevas relaciones de poder ni a la reestructuracin de la economa local. A diferencia de lo que encontr Asensio sobre los procesos terri-toriales en la Sierra peruana (Asensio 2008, citado por Asensio 2012: 41), el papel de los municipios cantonales ha sido, cuando menos, marginal en las recientes transformaciones territoriales de la provincia de Loja. Mientras que en los casos analizados por Asensio, las municipalidades distritales fueron fundamentales para entender las modelos propuestos de desarrollo territorial (Asensio 2012: 41), en el caso de la provincia de Loja los municipios carecen de protagonismo dentro de las nuevas coaliciones sociales.

    Bebbington e Hinojosa (2007) constatan que la afectacin directa e indirecta de la poblacin rural y urbana por la presencia

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    de la minera tiende a generar una suerte integracin territorial. En palabras de los autores, [d]e espacios locales, generalmente segmen-tados, y con escasas formas institucionalizadas de interaccin, una vez introducida la gran minera, se pasa a formas territoriales con-tinuas (301). En el caso de Loja, parece ocurrir lo contrario. La tendencia de largo plazo parece ser la de restringir constantemente el tamao del territorio: en las pocas precolonial y colonial, era ms relevante el primer crculo. A lo largo de la poca republicana, el aislamiento tendi a reforzar el poder terrateniente en el terri-torio ms restringido de la provincia antigua, es decir, incluyendo parte de Zamora y El Oro. Finalmente, a partir del tardo siglo XX, marcado por el fin de la hegemona terrateniente y el crecimiento de la conectividad de la regin, la creacin de nuevas estructuras espaciales tiende a unidades aun ms pequeas. Este proceso est estrechamente relacionado con la independizacin relativa de la ciudad de Loja como centro de las decisiones polticas y econ-micas, la reinvencin de sistemas de produccin tradicionales, la reorientacin de los flujos comerciales y el subsiguiente debilita-miento de la lite local tradicional.

    Como ltima dimensin de la reterritorializacin, Bebbington e Hinojosa discuten la creciente importancia de elementos inter-nacionales en las distintas esferas de la vida cotidiana local. Los autores hablan al respecto de espacios glocales que combinan lo lo-cal con la presencia de aspectos globalizados. En el caso de Loja, podemos confirmar que muchos aspectos de las nuevas dinmicas son definidos por actores extraterritoriales (importadores, consu-midores, industria procesadora, etc.), conectados con la poblacin rural de los subterritorios a travs de los mercados internaciona-les y las organizaciones que establecen los vnculos con estos mercados. As, los subterritorios dependen de nuevos centros de articulacin espacial como Catamayo y Balsas. Son estas dos ciudades, y su funcin de centros comerciales, las que vinculan ms estrechamente a la poblacin rural de los subterritorios con consu-midores de Europa y EEUU en el caso del caf, y de la poblacin

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    urbana del resto del pas en el caso del maz amarillo21. Podemos confirmar, para el caso de Loja, que la globalizacin es uno de los mayores condicionantes estructurales de los territorios rurales en Latinoamrica (Berdegu y Schejtman 2008: 46). Como sealan Berdegu y Schejtman, la globalizacin no es un proceso nuevo, pero s cualitativamente distinto a lo que ha ocurrido en pocas pasadas, y que tiene varias consecuencias para las condiciones y el contexto en las cuales se desenvuelven las economas territoriales rurales (2008: 46).

    Las tres dimensiones de la reterritorializacin muestran cier-tos avances y algunos estancamientos en la superacin de viejas re-laciones espaciales en los dos subterritorios. Dicho de otra manera, no queda claro en qu sentido las nuevas estructuras espaciales se convertirn en territorios propiamente dichos o se desarrollarn bajo el paraguas de la provincia de Loja.

    En este sentido, parece particularmente interesante que en los subterritorios se manifieste una cierta dificultad para involu-crar dentro de las coaliciones sociales que promueven las nuevas estructuras espaciales a actores centrales intraterritoriales como los municipios. En otras palabras, las coaliciones sociales que han permitido el surgimiento de nuevos motores econmicos son res-tringidas en el sentido de que no incorporan a importantes grupos de actores que por su poder econmico, organizativo o poltico podran frenar los nuevos procesos econmicos. Y es que junto con el debilitamiento de poderosos actores tradicionales, la frag-mentacin territorial en Loja tambin implica una dbil incorpo-racin de aquellos actores que tienen ms poder de definicin de las instituciones, tal como son los gobiernos locales. Sin embargo, como sealan Berdegu y Schejtman (2007) en su artculo sobre de-sarrollo territorial rural, y como muestran otros casos de dinmicas

    21 En otro artculo (Ospina et al. 2011), mostramos que el surgimiento de nuevas di-nmicas territoriales y sus caractersticas influyen fuertemente en el tipo de desempeo eco-nmico (mayor crecimiento sin inclusin social en el caso maicero; poco crecimiento, pero con inclusin social en el caso cafetalero).

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    territoriales rurales exitosas en Ecuador22, el componente institu-cional territorial, basado en normas y reglas de comportamiento, de identidad cultural o tnica, son fundamentales para convertir un crecimiento econmico pasajero en una dinmica territorial sustentable. Por un lado, parece que la fragmentacin territorial en Loja abre grietas en aquellas instituciones que en el pasado no permitieron el surgimiento de motores de crecimiento econmico. Por el otro, la fragmentacin territorial, impulsada por fuertes ac-tores extraterritoriales, representa un reto para los actores territo-riales en su bsqueda de impulsar, junto con las nuevas actividades econmicas, procesos institucionales que reconstruyan una nueva territorialidad.

    22 Como es el caso de la provincia de Tungurahua. Ver al respecto Ospina 2011b.

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