Pequeña agricultura comercial Dinamica y retos en el Perú

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    4 La pequea agricultura comercial: dinmica y retos en el Per

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    Pequea agricultura

    comercial:

    dinmica y retos en el Per

    Con la colaboracin de:

    Mara Teresa GalloMarisol InurriteguiRodrigo SalcedoRaphael SaldaaGustavo ValdiviaJohanna Yancari

    Carolina Trivelli, Javier Escobal, Bruno Revesz

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    Consorcio de Investigacin Econmica y Social, CIESAntero Aspllaga 584, El Olivar, Lima 27, Per

    Telefax [51-1] 421-8082, 421-7968, 442-0463

    Centro de Investigacin y Promocin del Campesinado, CIPCASan Ignacio de Loyola 300, Urb. Miraflores, PiuraTelf. [51-73] 34-5573, 34-2860, Fax [51-73] 34-2965

    Grupo de Anlisis para el Desarrollo, GRADEAv. Del Ejrcito 1870, Lima 27, PerTelf. [51-1] 264-1780, 264-1701, Fax [51-1] 264-1882

    IEP EdicionesHoracio Urteaga 694, Lima 11Telf. [51-1] 332-6194, Fax [51-1] 332-6173E-mail: [email protected]

    Serie: Estudios de la Sociedad Rural 31

    Edicin: Lima, diciembre de 2006Correccin de estilo: Sara Mateos F.-M.Diagramacin: Mercedes Dioses / Silvana LizarbeArte de cartula: Rossy Castro MoriImpreso por Tarea Educativa

    Hecho el Depsito Legal en la Biblioteca Nacional del Per N. 2006-10130ISBN 9972-804-62-3

    El Consorcio de Investigacin Econmica y Social (CIES) est conformado por msde treinta instituciones de investigacin o docencia y cuenta con el auspicio de laAgencia Canadiense para el Desarrollo Internacional (ACDI), el Centro Internacionalde Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) y otras fuentes de cooperacin.

    CIES, CIPCA, GRADE e IEP no comparten necesariamente las opiniones vertidas enel presente libro, que son responsabilidad exclusiva de sus autoras.

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    ndice

    PRLOGO ...............................................................................................9

    1. LAPEQUEAAGRICULTURACOMERCIAL:LMITESYPOSIBILIDADESPARASUDESARROLLO ..........................................13Carolina Trivelli, Javier Escobal y Bruno Revesz

    1. El escenario: no una sino varias pequeas agriculturas ............... 162. La pobreza y vulnerabilidad de los pequeos productores .......... 213. Un entorno con diversos eventos inesperados ............................. 274. Viabilidad y oportunidades para mejorar

    la rentabilidad en la pequea agricultura ...................................355. La promesa del capital social .................................................... 37

    6. El papel del Estado y su relacin con los productoresy organizaciones ....................................................................... 447. Procesos que afectarn a la pequea agricultura .......................478. Polticas a favor de la pequea agricultura.................................52

    2. CMOELEVARLAEFICIENCIAYRENTABILIDADDELAPEQUEAAGRICULTURACOMERCIAL ................................................59

    Javier Escobal

    1. Introduccin .............................................................................592. Breve resea de la bibliografa y metodologa de medicin ......... 613. Produccin, costos e ingresos de la pequea agricultura

    comercial ................................................................................. 684. Estimaciones de eficiencia de la pequea agricultura

    comercial ................................................................................. 835. Determinantes de la eficiencia ...................................................916. Conclusiones e implicancias de poltica ...................................100

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    3. VULNERABILIDADENLOSPEQUEOSAGRICULTORESCOMERCIALES ............... 107Carolina Trivelli y Johanna Yancari

    1. Introduccin ........................................................................... 1072. Marco conceptual: cmo enfrentan

    los hogares rurales su vulnerabilidad ........................................1083. Los shocks que sufren los hogares rurales ................................ 1194. Dilemas y opciones de poltica para enfrentar mejor

    los shocks ............................................................................... 1585. Anexo. Regresiones del ingreso total,

    ingreso neto agropecuario y gasto en consumo familiar ............ 165

    4. ELROLDELCAPITALSOCIALENLAPEQUEAAGRICULTURACOMERCIALDELOSVALLESDE PIURA ................................................................... 185

    Marisol Inurritegui

    1. Introduccin ........................................................................... 1852. Marco terico .........................................................................1863. Marco metodolgico ............................................................... 1964. Capital social en los valles de Piura ......................................... 203

    5. Conclusiones .......................................................................... 2356. Anexo. Diferenciacin del planteamiento tericode capital social ........................................................... 241

    ANEXOS ............................................................................................. 245Anexo 1. Muestra trabajada .............................................................. 245Anexo 2. Prdida de observaciones a travs del tiempo (attrition) .......248Anexo 3. Sesgo de la muestra: comparacin con el censo

    agropecuario ..................................................................... 253

    Anexo 4. Definicin de pequea agricultura ....................................... 257

    BIBLIOGRAFA ....................................................................................... 259

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    Prlogo

    Los libros colectivos, en general, renen contribuciones que a pesar deinscribirse en una misma problemtica no responden necesariamente a lasmismas interrogantes, no adoptan los mismos supuestos, no se refieren almismo terreno ni comparten la misma informacin. La gnesis de esta publi-cacin es diferente. Si bien en sus diferentes secciones aborda las dinmicasy dificultades de la pequea agricultura comercial en el Per sobre la base de

    enfoques plurales y metodologas especficas, da cuenta de los resultados deun proyecto comn desarrollado a lo largo del ao 2005 en el marco de laRed de Desarrollo Rural conformada por el Centro de Investigacin y Promo-cin del Campesinado (CIPCA), el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) y elGrupo de Anlisis para el Desarrollo (GRADE), y auspiciada por el Consorciode Investigacin Econmica y Social (CIES).

    A partir de informacin primaria recogida en los valles de Piura y en elvalle del Mantaro, es decir, en dos contextos de agricultura marcadamentedistintos, esta investigacin ambiciona aportar elementos que ayuden a com-

    prender y explicar las cuestiones centrales que condicionan a la pequeaagricultura comercial en el pas, un segmento de productores con un granpotencial para desarrollarse y superar las condiciones de pobreza o evitarcaer en ella.

    Cmo elevar la eficiencia y rentabilidad de esta pequea agricultura fueuna pregunta que llev a estimar los indicadores de eficiencia y a determinarqu rol cumplen las caractersticas individuales de los productores (tales comola educacin, la habilidad empresarial, la aversin al riesgo o la restriccincrediticia) en explicar las diferencias en eficiencia que se observaron. Tam-

    bin se analiz cmo reducir la vulnerabilidad de este sector, lo que implic

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    identificar los diferentes eventos inesperados que sufren los hogares rurales ylas estrategias que usan para enfrentarlos, para despus debatir el impactoque pueden tener las opciones y medidas de poltica. En el caso de los vallesPiura se investig, por ltimo, las posibilidades y limitaciones de las asocia-ciones de pequeos productores comerciales en tanto un mecanismo paramejorar la rentabilidad de ese sector, reducir su vulnerabilidad e integrarlocon xito a los mercados regionales, nacionales e internacionales. Nuestrahiptesis es que los pequeos productores comerciales requieren de organiza-ciones alternativas que les permitan mejorar sus condiciones de acceso a losmercados de insumos, productos y factores, e incrementar su capacidad denegociacin en ellos.

    Las tres investigaciones que acabamos de mencionar, si bien se desarro-llaron bajo la direccin de uno de los investigadores lderes de la Red, serealizaron en forma de colaboracin mediante un nmero significativo dereuniones y talleres (tanto en Lima como en provincia), y naturalmente, unuso razonable pero fluido de intercambios a travs de Internet, que permitie-ron aprovechar al mximo la relacin.

    Al mismo tiempo, y esta vez en forma ms bien corporativa, involucrandodirectamente a los tres centros que conforman la Red, se elabor el docu-mento global de diagnstico que representa el primer captulo de esta publi-

    cacin y que recoge y resume los principales hallazgos de las investigacionesrealizadas en el marco de nuestra red de investigacin.

    Ciertamente, la concepcin del proyecto y su metodologa deben mu-cho al capital de experiencia de las instituciones a las cuales pertenecemos, ytambin a los fructuosos aos de convivencia en el Seminario Permanente deInvestigacin Agraria (SEPIA), uno de los espacios privilegiados de intercam-bio y reflexin que tiene el Per. A estos compaeros y compaeras de traba-

    jo va nuestra gratitud.Dirigimos un agradecimiento especial a varios investigadores de centros

    amigos, en particular a Marisa Remy y Fernando Eguren, quienes participa-ron con sus crticas y comentarios en reuniones de trabajo y leyeron las ver-siones preliminares de los artculos que hoy presentamos. Tambin debemosagradecer a los funcionarios de los ministerios de Agricultura y Economaque debatieron con nosotros los resultados de este proyecto en talleres yseminarios pblicos, tanto en Piura como en Lima. Finalmente, debemosagradecer a los agricultores de los valles de Piura y el valle del Mantaro,quienes nos proporcionaron informacin y opinaron sobre la agricultura, eldesarrollo y sus propias vidas, tanto a travs de tediosas y largas encuestascomo de entrevistas grupales e individuales.

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    En el plano institucional debemos agradecer a nuestras tres institucio-nes, que se mostraron muy comprometidas con este trabajo de investigaciny con la publicacin de sus resultados. Asimismo al CIES, que nos apoyfinancieramente, y a un lector annimo que evalu e hizo valiosas sugeren-cias a los informes parciales que entregamos al Consorcio.

    Carolina Trivelli (IEP)JAVIER ESCOBAL (GRADE)

    Bruno Revesz (CIPCA)

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    CAPTULO 1

    La pequea agricultura comercial:lmites y posibilidades para su desarrollo

    De las casi 1.8 millones de unidades agropecuarias que existen en el Per,menos del 8% poseen ms de 20 hectreas. Por lo general, esas unidadesson empresas, la mayora de las cuales tributa, por lo que se las consideracomo parte de la agricultura empresarial del pas. En el polo opuesto seencuentra la economa campesina, caracterizada por producir bsicamente

    para el autoconsumo y porque diversifica sus actividades para generar ingresosde subsistencia. Entre estos dos extremos se encuentra la pequea agriculturacomercial, conformada por unidades que basan su produccin fundamen-talmente en la mano de obra familiar y que dirigen una parte importante deella hacia el mercado.

    Segn el Centro Peruano de Estudios Sociales-CEPES (2000), de cadadiez toneladas de productos agrcolas y alimentos que se generan en el pas,siete se originan en la pequea agricultura, y de cada cuatro puestos detrabajo que se crean en el Per, uno proviene de ella. Aunque estos datoshagan evidente la importancia de este sector, su baja productividad y susconsiguientes escasos ingresos ponen en tela de juicio su viabilidad. Se trata,adems, de un sector altamente heterogneo, en el que tienen cabida extre-mos tan dispares como un hogar piurano, cuyo jefe de familia es un hombrede 36 aos con educacin superior, que no posee tierras pero que alquiladiez hectreas que dedica al cultivo del arroz, del que en el 2004 obtuvo uningreso de US$ 63,156, y un hogar en Jauja cuyo jefe de familia es unamujer de 73 aos, que posee 1.14 hectreas de tierra que dedica al cultivo

    de legumbres, del que en el 2004 obtuvo US$ 430.

    CAROLINA TRIVELLI (IEP)JAVIER ESCOBAL (GRADE)

    BRUNO REVESZ (CIPCA)con la colaboracin de:

    MARA TERESA GALLO, MARISOL INURRITEGUI,RODRIGO SALCEDO, RAPHAEL SALDAA,

    GUSTAVO VALDIVIAY JOHANNA YANCARI

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    Ms all de su importancia y heterogeneidad, es importante resaltarque este gran segmento de productores es el que ms probabilidades tienede desarrollarse en el marco de una economa de mercado. Sin embargo,son mltiples las razones que le impiden realizar las innovaciones necesa-rias para elevar su productividad y vincularse ms exitosamente con losmercados regionales, nacionales e internacionales. Entre ellas, la bibliografadestaca dos: la falta de acceso al mercado de capitales para financiar lasinversiones requeridas y la incapacidad de asegurarse frente a eventos ne-gativos inesperados, lo que lo lleva mirar con aversin el riesgo y lo disuadede invertir en opciones ms rentables que, por lo general, conllevan unamayor incertidumbre (Fafchamps y Pender 1997).

    Estas explicaciones estn a su vez asociadas a una serie de caracters-ticas estructurales de los pequeos productores comerciales, como la insu-ficiente escala, la reducida dotacin de capital humano y social (insuficientenivel de educacin, pocas habilidades gerenciales, escaso grado de orga-nizacin), as como de caractersticas de los mercados que ellos enfrentan yque no favorecen su crecimiento (poca competencia en mercados crticosde productos y factores y reducido o nulo desarrollo de los mercados decrdito seguro y asistencia tcnica).

    El propsito de este documento es explorar las posibilidades y los lmitesque enfrenta la pequea agricultura comercial peruana a partir de un conjuntode estudios que se desarrollaron en el marco de la Red de Desarrollo Rural,conformada por el Centro de Investigacin y Promocin del Campesinado(CIPCA), el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) y el Grupo de Anlisis parael Desarrollo (GRADE), y auspiciada por el Consorcio de InvestigacinEconmica y Social (CIES).

    El anlisis emprico en el que se basan estos estudios proviene de in-formacin primaria recogida en el valle de Piura (alto, medio y bajo) y en el

    de Chira, ambos en el departamento de Piura, y en el valle del Mantaro, enel departamento de Junn. Comparando estos dos contextos tan marcadamen-te distintos de pequea agricultura, se busc entender el papel que desem-pea en este sector el acceso a los bienes y servicios pblicos y el grado dedesarrollo de los mercados de productos y factores. Para realizar estos estu-dios se cont con una muestra representativa de 823 hogares de productoresagropecuarios, 499 en los valles de Piura y 324 en el valle del Mantaro, parael ao 2003, y un seguimiento de la misma muestra para el 2004. La encues-ta recogi informacin del hogar y sus actividades productivas (agropecua-rias y no agropecuarias), con bastante detalle en cuanto a la produccin

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    agropecuaria (produccin, costos, ventas) y el crdito (de toda fuente). Asi-mismo, acopi informacin sobre redes sociales y familiares, eventos ines-perados, perfil de riesgo, dotacin de activos y fuentes no agrcolas de ingreso,entre otra.1

    Un aspecto particular de este estudio es que logra captar cmo respondela pequea agricultura a los cambios en su entorno. Teniendo en cuenta quemuchos productores a los que se haba encuestado en el 2003 sufrieron unasequa en el 2004, se tuvo la oportunidad de identificar el abanico de estrate-gias que usaron de cara a este evento inesperado, dependiendo del contextoy de los recursos. Este experimento natural permiti entender mejor de-terminados comportamientos y echa luces sobre cmo las diferentes po-

    lticas pueden afectar a la pequea agricultura comercial.El documento parte por analizar las condiciones iniciales de la produc-

    cin en ambas regiones, incluida la trayectoria histrica de los productores,para a partir de ello identificar las opciones y oportunidades de la pequeaagricultura comercial. Luego se muestra cmo el diferente acceso a losactivos pblicos y privados est fuertemente asociado a distintos niveles de

    vulnerabilidad, lo que a su vez condiciona y en algunos casos limita lasestrategias econmicas de los productores. El estudio analiza los diversoseventos inesperados que enfrentan los productores y cmo el capital socialy poltico repercute en las estrategias de diversificacin de sus hogares y enlos niveles de eficiencia tcnica y econmica de la actividad agropecua-ria. En el caso de los valles de Piura, se demuestra el importante papel quedesempea el capital social en las estrategias del pequeo agricultor paramejorar su eficiencia econmica y enfrentar los eventos negativos. En lo querespecta al capital poltico, se seala las distintas maneras en que ste sehace presente en ambas regiones y los diferentes usos que le dan los pequeosproductores.

    Finalmente, a la luz de los hallazgos de estas investigaciones, se reflexionasobre los distintos procesos que estn en marcha y que afectarn la viabilidadde la pequea agricultura en el Per y, a partir de ello, se plantea los principalesdilemas que a nuestro juicio deben ser resueltos para perfilar una polticaagraria y de desarrollo rural que se convierta en una alternativa efectivapara los hogares que conforman la pequea agricultura comercial.

    1 Esta encuesta se realiz en el marco de la investigacin The Structure and Performan-ce of Rural Financial Markets and the Welfare of the Rural Poor: A Comparative Studyin Peru and Mexico, a cargo de S. Boucher (UC Davis) y C. Trivelli (IEP), del proyectoBASIS CRSP.

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    I. El escenario: no una sino varias pequeas agriculturas

    El valle del Mantaro, en la sierra central del Per, y los valles de Piura (alto,medio y bajo) y de Chira, en la costa norte, son zonas relativamente dinmicasy articuladas a los principales mercados de productos y factores. En trminosde produccin, ambas se caracterizan por el predominio de las pequeasunidades y por dedicarse principalmente a dos cultivos alimenticios que sedestinan al mercado interno: la papa blanca en el Mantaro (cultivada por69% de los hogares encuestados) y el arroz en Piura-Chira (a cuyo cultivo sededica el 51% de los hogares de la muestra). Otros cultivos importantes sonel maz amilceo, el choclo y la cebada grano en el Mantaro, y el maz

    amarillo duro, el frijol chileno y el algodn en los valles de Piura.Las diferencias geogrficas entre ambas zonas no slo determinan loscultivos a los que se dedican sus productores; determinan, adems, las di-ferencias en las dinmicas de produccin de cada zona, puesto que a lasevidentes diferencias en temperatura y niveles de precipitaciones, hay queagregar el carcter heterogneo del clima en el Mantaro frente a la homo-geneidad que caracteriza al clima piurano. En el valle del Mantaro en-contramos distintos microclimas que hacen que productores relativamentecercanos puedan enfrentar condiciones climticas distintas (diferente tem-peratura, fenmenos particulares como las heladas o los veranillos, etc.) yestaciones marcadas a lo largo del ao, mientras que en todo Piura el climaes bastante uniforme y regular a lo largo del ao. Esto, a su vez, trae comoconsecuencia una diferencia en el impacto de las anomalas climticas,pues estas se presentan de manera generalizada en los valles de Piura, mien-tras que en el Mantaro tienen un impacto diferenciado. Si en Piura se puedehablar de aos normales y de anomalas, en la sierra central cada ao pre-senta un conjunto de pequeas anomalas localizadas y con altos niveles de

    variabilidad.2Estas zonas se diferencian tambin en infraestructura. En Piura-Chirala produccin depende totalmente del agua de riego regulado, mientras que

    2 Por ejemplo, en la muestra que analizamos encontramos que en un ao normalmenos del 3% de los entrevistados en Piura seal haber tenido algn problema con elclima, mientras que 1 de cada 5 encuestados en el valle del Mantaro indic habersufrido ese tipo de problema. Complementariamente, en un ao anormal (consequa), ms del 70% de los encuestados en Piura seal haber tenido problemas conel clima, mientras que en el valle del Mantaro el 32% dijo lo mismo.

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    en el valle del Mantaro la infraestructura de riego est menos desarrolladaporque se la usa ms bien como un complemento de las lluvias estacionalesque rigen el ciclo agrcola. Sin embargo, la infraestructura vial es sustan-cialmente mejor en el valle del Mantaro: el 93% de los poblados de la mues-tra tomada en esa zona estn conectados con una carretera pavimentada oafirmada, mientras que en Piura-Chira slo un 55% lo est. Del mismomodo, el 86% de los hogares encuestados en el Mantaro cuenta con servi-cio de agua potable y el 96% con electricidad, frente a un 71% y un 66%,respectivamente, en los valles de Piura. Del mismo modo, los hogares en-cuestados en el Mantaro poseen activos ms valiosos (tierra, vivienda, bienessemidurables) y un mayor nivel de educacin (los jefes de hogar cuentan

    con ocho aos de educacin formal en promedio, frente a cinco aos en elcaso de los jefes de hogar de Piura), pero los agricultores piuranos tienen enpromedio ms tierra y un mayor acceso a la maquinaria para el desarrollode sus actividades.

    Estas condiciones iniciales, sin embargo, no son las nicas determinantesen la actividad agrcola de los pequeos productores. Hay otras consideracio-nes que ataen ms bien a las opciones de los productores en lo que respectaa su actividad econmica. Entre ellas es necesario mencionar la historia ylas relaciones de cada uno de estos grupos de productores con el Estado, susniveles de organizacin, su apertura a actividades productivas no agropecua-rias, y su acceso a mercados clave (bienes, crdito y asistencia tcnica).

    Si bien ambas regiones se caracterizan por el predominio de las peque-as unidades de produccin, esta coincidencia es reciente, pues hace tanslo veinte aos que en Piura se parcelaron las cooperativas que se crearoncon la reforma agraria sobre la base de las haciendas algodoneras quedominaron el agro en la regin hasta la dcada de 1970.3 Los pequeos

    3 El origen de la actividad agropecuaria en ambas regiones es muy diferente. En Piura,los actuales jefes de hogar iniciaron su actividad como productores independientestrabajando 3 hectreas de tierra en promedio. Dicha tierra fue conseguida en sumayora a travs del proceso de parcelacin de las cooperativas (37%) o por adju-dicacin (22%). Slo el 14% afirma haber iniciado su actividad en tierras heredadas.En el valle del Mantaro, en cambio, los productores iniciaron su actividad independientetrabajando 1.6 hectreas. El 33% consigui dichas tierras por herencia, el 26% lasobtuvo prestadas de sus padres, y un importante 24% afirm que la primera vez quetrabaj tierras lo hizo por alquiler o a medias con otra persona. Todo esto puede ser labase de la diferente relacin con la tierra que tienen los productores de Piura y del valledel Mantaro.

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    productores de papa del Mantaro, en cambio, jams han estado sometidosal rgimen de hacienda, ni durante la poca colonial ni despus. En ese

    valle, el desarrollo de las comunidades campesinas no se debi a una tradicinandina sino, paradjicamente, a la temprana individualizacin del uso y dela propiedad de la tierra.4 Estos desarrollos, sumados a las relaciones entrela produccin de cada zona y el mercado, han configurado procesos demodernizacin distintos.

    En el valle del Mantaro ha sido fundamental la articulacin vial ycomercial con el mercado mayorista de Lima y, a la vez, la presencia mineraen la regin. Por un lado, la cercana con la capital ha permitido a losproductores del Mantaro diversificar sus cultivos. Por otro, la minera ha

    sido un elemento dinamizador que ha transformado, en muchos aspectos,la produccin agrcola, no slo porque demanda productos sino tambinporque requiere de mano de obra temporal, lo que permite a los pequeosproductores obtener ingresos adicionales para invertir en sus tierras y enactividades artesanales y comerciales en los pueblos del rea.

    En los valles de Piura y de Chira el elemento determinante ha sido laespecializacin en un algodn de alta calidad que se exporta, sobre la basedel desarrollo continuo de la capacidad productiva de las cuencas mediantela implementacin progresiva de potentes infraestructuras de riego. Laconstruccin de sistemas de canales permiti cuadruplicar en el ltimo sigloel rea cultivada en estos valles y fue la base para la concentracin detierras en las haciendas algodoneras que desplazaron e integraron a losproductores nativos. En torno a este nuevo sistema agrario se reordenaronlos centros poblados y las vas de comunicacin, se levantaron cadenasagroindustriales y se adoptaron tecnologas de riego, un control fitosanitarioy un calendario agrcola comn. A pesar de la transformacin del entornoeconmico, del declive del cultivo de algodn y de la emergencia de nuevos

    cultivos, este sistema condiciona buena parte del desempeo de la pequeaagricultura comercial de hoy en Piura.

    4 Esta diferencia, y las caractersticas geogrficas de los valles de Piura y el valle delMantaro, hacen que en cada una de estas regiones la perspectiva de que la tierra seconcentre en grandes unidades agrarias sea diferente. La historia, la infraestructurade riego y el carcter relativamente plano del terreno en Piura permitiran una conso-lidacin de la gran propiedad, mientras que la larga historia de atomizacin de la

    propiedad en el Mantaro, sumada a su gran variedad climtica y ecolgica, la impe-diran.

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    La historia, entonces, permite explicar algunas caractersticas funda-mentales de la pequea agricultura tanto en el valle del Mantaro como enlos valles de Piura. Como consecuencia de la cercana con la capital y de laarticulacin con el sector minero, los pequeos productores de la sierra cen-tral son menos agricultores que los de la costa norte. En el valle del Man-taro encontramos ms diversificacin y un conjunto importante de casos enlos que la produccin agrcola es un extra, y la agricultura, una ocupacinpara determinados miembros del hogar, una fuente de ingreso estacional.

    Asimismo, el mercado laboral es ms dinmico en el Mantaro que en Piura.Por otra parte, el desarrollo histrico explica el alto grado de organizacin yla capacidad de articulacin con el sector pblico de los productores piu-

    ranos, algo que no sucede con los del valle del Mantaro. En los valles dePiura, las organizaciones de regantes y las de productores de algodn yarroz, entre otras, son capaces de un alto grado de movilizacin para protes-tar por los diversos problemas ligados a la comercializacin de sus produc-tos. Esto se remonta a los aos de la reforma agraria, cuando los pequeosproductores y las cooperativas agrarias tenan que luchar para defender elprecio de su algodn, pagado muy por debajo de las cotizaciones interna-cionales, contra las empresas estatales que tenan el monopolio de la comer-cializacin. Hoy, aunque de manera ms espordica, son los comits deproductores de algodn y de arroz, entre otros, los que manifiestan ciertacapacidad de movilizacin para presionar en asuntos ligados a la comercia-lizacin de sus productos, y su adhesin a las consignas de la Junta Nacionalde Regantes, cuando esta organizacin realiza paros agrarios, es masiva.

    El tipo de cultivo, su correspondiente mercado y la organizacin tam-bin estn relacionados con las condiciones de acceso a los mercados debienes y factores (como el crdito o la asistencia tcnica). En los valles dePiura, cerca del 70% se dedica a la agroexportacin o a los insumos agro-

    industriales, una cifra que no supera el 15% en el valle del Mantaro. Estaarticulacin con el mercado hace que los productores piuranos estn msorganizados: el 31% pertenece a alguna organizacin que lo ayuda a inte-grarse a un mercado de productos o insumos, mientras que en el valle delMantaro slo el 17% hace lo mismo.

    Respecto al crdito, el 57% de los hogares de los valles de Piura tienealgn tipo de crdito, comparado con un 35% en el Mantaro (ver cuadro 1).

    Adems de estas diferencias en el nivel de uso, las fuentes y los montos decrdito varan tambin de una zona a otra. Las cifras de uso de crditoresultan interesantes si se considera que ms del 70% de los productores

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    seala que podra obtener incluso un crdito de fuente formal si lo deseara.Es decir, se usa menos crdito del disponible en el mercado. Las razonespara que ello ocurra son distintas en cada zona: en los valles de Piura un

    porcentaje importante declara abstenerse de ir al mercado formal para evitarriesgos o por los elevados costos de transaccin, mientras que en el valle delMantaro se habla de una menor necesidad de recursos.5

    Si bien se contrata poca asistencia tcnica (27% en los valles de Piuray 19% en el valle del Mantaro), los niveles de contratacin son altos encomparacin a los promedios nacionales.

    Pero las diferencias entre regiones no son las nicas relevantes: al inte-rior de cada regin encontramos tambin grupos e incluso zonas muy dismiles.

    As, el valle del Chira es muy diferente al bajo y medio Piura, al igual que

    Jauja lo es de Chupaca. Tambin hay diferencias importantes entre los mspobres y los acomodados, como veremos ms adelante.

    Siendo sta la situacin, es evidente que no hay una sola pequeaagricultura sino varias. Y si bien esto es una constatacin obvia, resultaimportante someterla a anlisis, pues tanto las caractersticas geogrficascomo la infraestructura, el tejido social e institucional y la historia recientedefinen las opciones de la pequea agricultura comercial en cada uno de los

    5 Ver C. Guirkinger y C. Trivelli (2006).

    Cuadro 1CRDITOENLOSHOGARES

    Valles de Piura Valle del Mantaro

    % de hogares con crdito 57 35

    % de hogares con crdito formal 28 22

    Monto crdito formal (US$) 2,090.3 1,738.3

    % de hogares con crdito semiformal 7 3

    Monto crdito semiformal (US$) 792.1 1,317.4

    % de hogares con crdito informal 31 17

    Monto crdito informal (US$) 531.9 353.5

    Fuente: IEP-UC Davis. Per Rural 2003-2004Elaboracin: Red de Desarrollo Rural

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    espacios estudiados. Comprender esas opciones, a su vez, permite hacer unconjunto de observaciones que la poltica agraria debe tomar en cuentapara llegar a ser efectiva.

    II. La pobreza y vulnerabilidad de los pequeos productores

    El grueso de los hogares rurales del Per es pobre. Segn el Instituto Nacionalde Estadstica e Informtica (INEI), siete de cada diez hogares rurales en elPer son pobres, aunque la pobreza no est distribuida por igual en todaslas regiones. As, en la costa rural seis de cada diez hogares son pobres,

    mientras que en la sierra rural, ocho de cada diez lo son. Los pequeosproductores comerciales que nos ocupan no escapan a esta situacin, aunquela enfrentan de manera distinta en cada regin.

    Para describir mejor la situacin, hemos definido tres grupos de pequeosproductores a partir de las lneas de pobreza y de pobreza extrema establecidaspor el INEI.6 Estos grupos, que hemos denominado pobres extremos,vulnerables y acomodados se diferencian entre ellos tanto por sus dotacionesde activos como por las estrategias productivas a las que tienen acceso. As,los pobres extremos tienen, en general, pocos activos productivos y activosde relativo poco valor en el mercado. Si bien estos hogares pueden salir dela condicin de pobreza extrema, tienden a volver a ella con facilidad. Loshogares vulnerables son los que entran y salen de la pobreza no extrema.Los pequeos cambios en el entorno (como las mejoras en los preciosagropecuarios o nuevas oportunidades de empleo asalariado) y los eventosinesperados (buenos o malos) permiten a estos hogares superar la lnea de

    6 ste no es el lugar para discutir la validez de las definiciones de pobreza del INEI, asque la adopcin de sus lneas de pobreza y pobreza extrema responde a la necesidadde tener un punto de referencia para establecer los distintos grupos de pequeosproductores. Los hogarespobres extremos son los que estn por debajo de la lnea depobreza extrema definida por el INEI para cada mbito (costa rural o sierra rural); losvulnerables son aquellos cuyos ingresos se ubican en un rango definido por la lnea depobreza extrema y una cota superior igual a la lnea de pobreza (no extrema) ms un35% en el valle del Mantaro y un 25% en Piura. Este rango acoge a los hogares que seubican en las inmediaciones de la pobreza. A este lmite superior se lleg despus de unanlisis de conglomerados entre los hogares por encima de la pobreza total y es el quedefine con mayor estabilidad a los no pobres, a quienes llamaremos acomodados.

    Aquellos hogares que tienen niveles de gasto superiores a ese umbral tienden a mante-

    nerse en el grupo de acomodados, incluso ante la presencia de eventos inesperados degran magnitud.

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    pobreza, pero siempre con grandes posibilidades de volver a caer en ella.Los acomodados logran manejar las situaciones difciles y capitalizar lassituaciones positivas en mejores oportunidades de desarrollo. A diferenciade los otros dos grupos, ste es bastante estable: quienes son acomodadossuelen mantenerse como tales.

    Los cuadros 2 y 3 permiten hacerse una idea de las condiciones en lasque viven cada uno de estos grupos y de su magnitud.

    Los ingresos promedio (per cpita) de los hogares en situacin de pobrezaextrema representan apenas el 25% de los ingresos de los acomodados ymenos del 60% de los ingresos per cpita de los hogares vulnerables. Porotro lado, es en el valle del Mantaro en donde encontramos la mayor

    proporcin de acomodados (30.3%) y la menor proporcin de pobres extremos(29.6%), mientras que en los valles de Piura una amplia mayora (45.5%)se ubica en la zona gris de la vulnerabilidad, que la hace pobre a veces yacomodada otras.

    En relacin con el resto del pas, los niveles de pobreza del grupo depequeos productores que nos interesa son en general inferiores a los de loshogares rurales del pas. En el caso del valle del Mantaro, utilizando lainformacin del 2003, el gasto promedio per cpita es de US$ 803/ao,cifra que supera largamente el gasto per cpita de la sierra rural (US$ 580/ao).7 En los valles de Piura, el gasto per cpita medio de la muestra deproductores (US$ 595/ao) est por debajo del ingreso medio de la costarural (US$ 980/ao).8 Estos resultados indican que slo los productorespiuranos acomodados estn mejor que el promedio de la costa norte, mientrasque en el valle del Mantaro los acomodados y prcticamente todos los

    vulnerables estn mejor que el promedio de hogares rurales de la sierra.En cada grupo, sin embargo, los hogares presentan diferencias entre las

    regiones. Por ejemplo, los productores del valle del Mantaro, en todos los

    grupos, cuentan con mejores niveles de educacin que los piuranos, y loshogares acomodados del valle del Mantaro tienen significativamente mspatrimonio que los acomodados de los valles de Piura.

    La diferencia principal, sin embargo, parece venir de la importancia dela actividad agrcola en las estrategias de generacin de ingresos de los

    7 Cifras de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO).8 Hay que reconocer que este nivel de gasto es elevado por la presencia de algunas zonas

    rurales de la costa que estn en plena expansin. Si tomamos slo el resultado para lacosta rural norte este valor desciende a US$ 788.

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    Cuadro 2INGRESOPROMEDIO (US$PERCPITAALAO)

    Valles de Piura Valle del Mantaro

    Ingreso noagropecuario 660 192 116 546 394 194

    Ingreso agropecuario 1,393 833 328 1,135 359 238

    Ingreso total 2,054 1,024 444 1,681 753 431

    Fuente: IEP-UC Davis. Per Rural 2003-2004Elaboracin: Red de Desarrollo Rural

    Cuadro 3DISTRIBUCINDELAPOBREZASEGNLNEASDEVULNERABILIDAD:% DEHOGARESENFUNCINDELGASTOPERCPITAANUAL 2003

    Valles de Piura Valle del Mantaro Total

    Acomodados 16.2 30.3 21.7

    Vulnerables 45.5 40.1 43.4

    Pobres Extremos 38.3 29.6 34.9

    Total 100.0 100.0 100.0

    Fuente: IEP-UC Davis. Per Rural 2003-2004

    Elaboracin: Red de Desarrollo Rural

    productores. Tal como se ha mencionado, los productores piuranos son msagricultores que los del valle del Mantaro.

    Esto tiene como consecuencia que el impacto de los cambios en lasoportunidades agropecuarias es diferente en cada regin y tambin en losdistintos grupos que existen en ellas. Los ms afectados, para bien y para

    mal, son, en general, los productores de los valles de Piura y, dentro de cada

    Acomo-

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    extremos

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    Cuadro 4CARACTERSTICASDELOSHOGARES:ACTIVOS

    Valles de Piura Valle del Mantaro

    Personas en el hogar 3 5 7 4 5 6

    Aos de educacindel jefe del hogar 7 5 3 10 8 7

    rea de tierra propia(ha) 6.13 3.88 3.23 6.53 2.03 1.58

    Patrimonio total(US$ mediana) 3,352 2,054 1,246 12,899 3,670 2,528

    Fuente: IEP-UC Davis. Per Rural 2003-2004Elaboracin: Red de Desarrollo Rural

    Cuadro 5IMPORTANCIADELAAGRICULTURA

    (EN US$ PERCPITA: VALORESMEDIANOS)

    Valles de Piura Valle del Mantaro

    Ingreso noagropecuario 218 100 64 290 209 114

    Ingreso agropecuario 787 358 135 425 114 65

    Ingreso total 1,321 620 289 992 491 221

    % ingreso no agro/ingreso total 25% 19% 30% 33% 62% 80%

    Fuente: IEP-UC Davis. Per Rural 2003-2004Elaboracin: Red de Desarrollo Rural

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    regin, los vulnerables en Piura y los acomodados en el valle del Mantaro.Esta diferencia entre las regiones es importante, toda vez que los acomoda-dos del valle del Mantaro tienen buenas opciones de responder a un malao agrcola y estn en condiciones de capitalizar uno bueno, de modo quesu condicin es estable, mientras que los vulnerables de Piura se ven do-minados por las circunstancias, que los hacen subir y bajar las lneas depobreza.

    El capital social que poseen estos hogares parece ser otra variable cla-ve. A medida que los hogares son menos pobres, poseen ms capital socialde superacin y menos capital social de proteccin.9 Como era de esperar,las redes sociales de proteccin son ms frecuentes entre los ms pobres enambos entornos. La mayor presencia de organizaciones de productores y,

    9 Llamamos capital social de superacin a los grupos y asociaciones productivas (aexcepcin de las juntas de regantes, a las que pertenecen todos los productores) que,por ejemplo, permiten a los agricultores integrarse a algn mercado. Llamamos capital

    social de proteccin a los grupos y asociaciones, como las redes de migrantes, losclubes de madres, los comedores populares, los programas del Vaso de Leche, etc.

    Cuadro 6ACCESOASERVICIOSCLAVEPARAELDESARROLLO

    Valles de Piura Valle del Mantaro

    % hogares con crdito formal 28.2 30.6 22.8 37.6 17.1 13.2

    Monto de crdito formal 2,931 1,992 1,772 2,481 1,126 986(US$)-promedio

    % con crdito no formal 29.5 34.7 42.4 16.1 21.1 18.7% con capital socialde proteccin 30.8 40.2 45.7 15.1 22.8 23.1

    % con capital socialde superacin 24.4 16.0 13.6 12.6 6.1 6.0

    % con asistencia tcnica 33.3 26.5 26.1 22.6 21.1 11.0

    Fuente: IEP-UC Davis. Per Rural 2003-2004

    Elaboracin: Red de Desarrollo Rural

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    en general, de capital social de superacin en los valles de Piura tiene quever justamente con la mayor importancia de la produccin agropecuaria enla economa de los hogares piuranos.

    De manera similar, el mayor acceso a los mercados de factores pareceestar relacionado con menores niveles de pobreza. Sin embargo, hayimportantes diferencias entre ambas regiones y al interior de ellas, como se

    ve en el cuadro 6. Es necesario decir que, en relacin con el resto del pas,el porcentaje de hogares de pequeos productores de ambas regiones concrdito y con asistencia tcnica es marcadamente superior a lo que registranlas encuestas de hogares para el mbito rural.10

    Movilidad entre grupos

    Como ya se ha mencionado, una de las ventajas de este estudio es quepermite observar las reacciones de los productores bajo estudio frente acambios en su entorno, ya que se volvi a visitar a los encuestados en el2004, un ao marcado por la sequa, para ver cmo les haba ido en el2003. As, podemos observar que a pesar de las circunstancias, los hogaresacomodados prcticamente no vieron alterada su condicin entre el 2003 yel 2004. En el caso de los valles de Piura, 57% de los hogares vulnerables y76% de los pobres extremos pasaron a una mejor condicin gracias a losbuenos precios del arroz propiciados por la sequa. Por el contrario, la fal-ta de agua afect severamente a los productores de pltano (es decir, 36%de los hogares acomodados, 28% de los vulnerables y 20% de los pobresextremos), quienes vieron empeorar su condicin de pobreza.

    En el caso del valle del Mantaro, encontramos algunos hogares vulnerablesque pasaron a ser pobres extremos y otros que pasaron a ser acomodados

    (bsicamente por sus mayores ingresos no agropecuarios). Pero tambinalgunos hogares pobres extremos pasaron a ser vulnerables. En esta zona,el sentido en que se mueven los hogares es menos claro que en la de Piura.Sin embargo, aquellos que recurrieron a cultivos ms seguros (y menosrentables), como el maz amilceo, la papa perricholi o los pastos, semantuvieron en su nivel de pobreza o mejoraron su situacin ligeramente,

    10 Por ejemplo, en el caso de la asistencia tcnica, tanto las encuestas de hogares (ENAHO)como el censo agropecuario muestran que menos del 10% de los productoresagropecuarios tiene acceso a ella.

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    mientras que quienes tuvieron cultivos nuevos (como la papa capiro o elchoclo) vieron empeorar su situacin a causa del mal ao agrcola.

    Dada esta variabilidad, resulta importante analizar el modo en queestos eventos inesperados (como la sequa) afectan a los pequeos productoresy cmo se las arreglan ellos para enfrentarlos.

    III. Un entorno con diversos eventos inesperados

    La agricultura es una actividad riesgosa y, por tanto, los riesgos inherentes ala produccin agropecuaria (sobre todo los asociados con el clima) son

    fuente de frecuente preocupacin. Pero estos no son los nicos eventos quepueden aparecer de manera inesperada y afectar la produccin agropecuariay la economa del hogar. Tambin pueden ocurrir otras desgracias, como lamuerte de un familiar, una enfermedad grave o el robo de un activo valioso,o desgracias de cobertura ms amplia, como una cada en los precios de uncultivo o una plaga.

    Dado su carcter inevitable, nos preguntamos qu tanto influyen estoseventos inesperados (oshocks) en los pequeos productores comerciales yencontramos que resultan relevantes no slo por sus efectos sino porqueinfluyen en las decisiones de estas personas, quienes en ausencia de sistemasformales de seguro que los protejan, adoptan distintas estrategias para mitigarestas desgracias. Por ello, comprender la repercusin de los eventos inespera-dos resulta fundamental para entender las estrategias que adoptan los hogaresrurales en distintos aspectos de sus actividades.

    1. Los distintos tipos de shocks

    Los hogares rurales enfrentan diversos eventos negativos. En la muestra deproductores con que trabajamos, la mayor parte de los hogares han enfrentadoalgn shock negativo durante el 2003 y el 2004. En el 2003, un ao declima ms o menos normal, ms de un tercio de los hogares enfrent algnshock. En el 2004, los afectados por una desgracia se incrementaronconsiderablemente por la presencia de una sequa.

    Un hogar puede verse afectado por diversos tipos de shocks. Por unlado estn aquellos que afectan a grupos enteros (como un clima adverso ouna plaga), los llamadosshocks covariados; por otro lado estn los que

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    afectan a un hogar en particular (un robo, una enfermedad), conocidoscomoshocks idiosincrsicos . Para los pequeos productores ambos tipos deshocks son comunes. Los de carcter covariado, y los climticos en particular,suelen afectar a todos y por ende su impacto es muy fcil de evidenciar(como ocurre con el fenmeno de El Nio). Los eventos idiosincrsicos sondesgracias ms privadas, con poco o nulo impacto en el conjunto deproductores, pero que pesan en la vida de un hogar.

    Shocks climticos

    En los valles de Piura, menos del 3% haba sido afectado por un shockclimtico en el 2003; con la sequa del 2004, este porcentaje se incremental 65% de los hogares.

    En cambio, en el valle del Mantaro los hogares enfrentan shocks climticosde manera ms frecuente: el 22% de los hogares en el 2003 y el 32% en el2004 seal haber tenido problemas con el clima (heladas, retraso en laslluvias, etc.). A diferencia de lo que ocurre en Piura, en el valle del Mantarohay grupos de productores que sufren problemas de clima en un ao normal.

    La sequa, junto al fenmeno de El Nio, son los shocks covariadosque producen mayores estragos en la agricultura peruana. En las ltimasseis dcadas se han presentado once fenmenos de El Nio y al menos sietesequas de gran magnitud. El fenmeno de El Nio de 1998 afect severa-mente a la agricultura piurana. Gran parte de los hogares perdieron suscultivos y tambin sus tierras a causa de las inundaciones, lo que acarreuna significativa reduccin en su patrimonio. El 31% de los productores que

    visitamos en el 2003 y el 2004 afirm haber perdido parte de su patrimonio(infraestructura o tierras) durante ese evento.

    Por otro lado, la sequa registrada en la campaa 2003-2004 fue bas-tante seria. Segn datos del Servicio Nacional de Meteorologa e Hidrologa(SENAMHI), el dficit de lluvias estacionales de la sierra alcanz lmitesalarmantes en noviembre del 2003, cuando super el 40%. El departamen-to de Junn fue el segundo con mayores prdidas por esa sequa. En enerodel 2004, adems de la sequa, el Servicio Nacional de Meteorologa eHidrologa del Per (SENAIM) de Junn determin que se estaba desarro-llando una situacin climtica atpica denominada veranillo, que incrementel nmero de hectreas perdidas. Los productos ms afectados por la se-qua fueron la papa y el maz.

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    Los ingresos agropecuarios que se generaron en el conjunto de nuestramuestra de productores del valle del Mantaro se redujeron en casi 25% en elao seco respecto del ao 2003.11 Los hogares ms pobres fueron los quems perdieron y esas prdidas se tradujeron en reducciones en sus niveles deconsumo.12

    Shocks idiosincrsicos

    Estos shocks son importantes para el hogar pero invisibles en el conjunto.Segn nuestra encuesta, uno de cada tres hogares tanto de los valles de

    Piura como del valle del Mantaro sufre algn shock idiosincrsico al ao(enfermedad, muerte de un familiar, accidente, robo, etc.). Entre ellos, losms frecuentes son los problemas de salud (que se presentaron en ms del20% de los hogares).

    Las estrategias de los hogares para enfrentar este tipo de shocks sondiversas; la ms comn es la bsqueda de respaldo en redes sociales yfamiliares (capital social de proteccin, sistemas de seguro mutuo). El 43%de los hogares de los valles de Piura y el 34% de los hogares del valle delMantaro recurrieron a capital social de proteccin para enfrentar las desgra-cias. Estas redes sociales pueden extenderse incluso a redes comerciales,como sucede en algunas transacciones de crdito informal o en determina-das relaciones entre productores y acopiadores, que suelen incluir sistemasde aseguramiento implcitos.

    Estas estrategias parecen ser exitosas. En la muestra analizada, loseventos idiosincrsicos no se relacionan con cambios en los niveles de ingresoo gasto de los hogares.13

    11 Ver C. Trivelli y S. Boucher (2005).12 En el 2004, por ejemplo, el 20% ms pobre disminuy su gasto en alimentacin en un

    13% y su gasto en educacin en un 14%, respecto a los niveles del 2003. La presenciade un evento negativo de carcter covariado result significativa para explicar lasreducciones en los niveles de ingreso de los hogares del valle del Mantaro. Para msdetalles ver C. Trivelli y S. Boucher (2005) y C. Trivelli y J. Yancari (2005).

    13 La variable Tuvo algn shock idiosincrsico no result significativa en ninguna de lasregresiones que realizamos buscando identificar las variables asociadas con cambiosen el nivel de ingresos de los hogares. Esta variable no result significativa en el 2003ni en el 2004 en ninguna de las dos regiones bajo estudio. Sin embargo, y como era de

    esperar, s result positiva y significativa en las regresiones del nivel de consumo de loshogares. Para ms detalles ver C. Trivelli y J. Yancari (2005).

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    Shocks positivos

    En los valles de Piura, la sequa del 2004 vino acompaada de una excepcionalsubida en los precios del arroz, que prcticamente se duplicaron con respectoa los aos anteriores.14 Esta situacin se tradujo en mayores ingresos para lamayora de los productores, ya que el 52% de los hogares cultiv arroz en el2004. Incluso, gracias a un mejor manejo del agua debido a la escasez, seincrement la eficiencia en la produccin de ese cultivo.

    As, resulta claro que los eventos covariados se asocian a cambios en elnivel de ingreso de los hogares de los pequeos productores, sobre todo ensu porcin agropecuaria. El shock experimentado en Piura result positivo y

    significativo para explicar el ingreso de los hogares piuranos en el 2004. Porsu parte, la sequa en el valle del Mantaro result significativa y negativapara explicar el nivel de ingreso de los productores ese mismo ao.

    2. El impacto de los shocks y las opciones

    y estrategias productivas

    Los productores enfrentan los shocks de diversas maneras y para ello sepreparan. Algunos los enfrentan con sus propios recursos, confiando en quepodrn superarlos.15 Un grupo importante cultiva sus redes sociales paraprotegerse de los eventos idiosincrsicos, otros ahorran o se relacionan conlas fuentes de crdito para tener a quin recurrir en los malos momentos, yotros diversifican sus actividades econmicas y sus cultivos para distribuirmejor los riesgos (incluso si esto implica esperar menos ingresos). A continuacinanalizamos algunas constantes en la dinmica que se establece entre elriesgo y la proteccin de los pequeos agricultores.

    14 Entre los aos 2001 y 2003, el precio del kilo de arroz se mantuvo alrededor de losS/. 0.50; en cambio, en el 2004, el precio se duplic en las provincias de Piura y llega un mximo de S/. 1.20.

    15

    En nuestra encuesta, el 39% de los hogares piuranos y el 78% de los hogares del valledel Mantaro sealaron no hacer nada ante la sequa.

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    El rol del Estado como seguro: capital poltico?

    Los productores de los valles de Piura, en general, y los arroceros en particu-lar, tienen una gran confianza en que ante un evento inesperado de granmagnitud, el Estado los apoyar. Si hay un mal clima, y con ello problemasproductivos, los piuranos esperan que el Estado los apoye directamente atravs de donaciones, condonaciones de deudas, programas sociales,programas especiales de algn ministerio, etc. Incluso en casos como el delarroz, en el que hay una fuerte organizacin de productores, si el precio cae,esperan que el Estado los ayude comprndoles directamente, por ejemplo,a travs del Programa Nacional de Asistencia Alimentaria (PRONAA).

    Por el contrario, en el valle del Mantaro, si bien los productores desearancontar con el apoyo del Estado, no consideran que esta opcin sea realista,pues slo ha sido una ayuda espordica, y no piensan en ella como unaestrategia para enfrentar algn evento inesperado.

    Es como si los productores piuranos tuvieran, en comparacin con losdel valle del Mantaro, ms llegada a las autoridades subnacionales y sectorialesy ms poder para que ellas los apoyen. Esta situacin se explica no slo porla historia y trayectoria de ambos grupos de productores sino tambin porquelos piuranos se articulan ms en torno a demandas comunes y a cultivospara los que existe cierta organizacin entre ellos mismos y entre ellos y losconsumidores (las agroindustrias o los agroexportadores en su mayora). Encontraste, los productores del valle del Mantaro tienen problemas msheterogneos o que afectan a grupos pequeos y estn menos articuladoscon otros agentes de la cadena de comercializacin de sus productos (lamayora de los cuales se destinan al consumo humano directo).

    Los seguros informales: capital social de proteccincontra los shocks idiosincrsicos

    Ms del 50% de los productores que sufrieron un shock idiosincrsico sea-la haber recibido ayuda de familiares o de amigos para enfrentarlo. Adems,el 74% que no tuvo que enfrentarse a ningn evento inesperado sealamantener relaciones con redes sociales de proteccin. Sin embargo, estasredes no resultan tiles para enfrentar eventos covariados: slo el 5% de loshogares de los valles de Piura y el 3% de los del valle del Mantaro que tu-

    vieron problemas con el clima sealaron haber recurrido a sus redes sociales.

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    Hay muchos sistemas de seguros informales a los que recurren losproductores. Algunos ejemplos pueden hallarse en las relaciones de los pro-ductores con proveedores y acopiadores, que terminan funcionando comoun mecanismo de proteccin del precio en chacra ante cualquier cambiosustantivo en el precio al consumidor,16 o en las relaciones (de largo plazosobre todo) con prestamistas informales.17 Estos ejemplos dan cuenta de losdistintos tipos de seguros informales implcitos, en los que no hay un contratoy los trminos no son transparentes, pero que constituyen los instrumentoscon los que trabaja el grueso de los hogares rurales.

    Los mecanismos ofrecidos por los mercadosde factores son escasos

    Encontramos que en las zonas ms vulnerables hay una mayor oferta detierras en alquiler que en las zonas cuyo clima es ms estable. El mercadode tierras (bsicamente de alquiler) es ms activo en el valle del Mantaroque en los valles de Piura. Ms de la mitad de los encuestados del valle delMantaro seala que no necesita ms tierra, mientras que en Piura el 40%responde de esa manera. De los que sealan necesitar ms tierra en el valledel Mantaro, el 13% indica que no trabaja ms porque es muy riesgoso, unarespuesta prcticamente inexistente en los valles de Piura. Por su parte,entre quienes supieron que vendra una sequa en el 2004, un 11% en Piuray un 8% en el valle del Mantaro sealaron que alquilara alguna parcela,mientras que el 20% en Piura y el 24% en el valle del Mantaro sealaronque dejara alguna parcela sin sembrar. En general, en los valles de Piuratenemos un 12% de los hogares que alquilaron sus tierras, mientras que enel valle del Mantaro lo hizo un 18%.

    16 Como ejemplos, ver J. Escobal (2000) o H. San Miguel y F. Ugaz (1997). En ambosdocumentos se establece que los precios en chacra casi no se modifican ante cambiosimportantes en los precios al consumidor, debido a los mrgenes de ganancias quetienen los comerciantes y acopiadores. Ambos suelen actuar como prestamistas infor-males de los agricultores en el proceso de instalacin y mantenimiento del cultivo:establecen los precios y cantidades de las ventas del producto a futuro y adelantan elcapital necesario. Debido a la venta adelantada, la variacin del precio de venta a lacosecha del producto resulta casi nula.

    17 Ver por ejemplo los trabajos de J. Alvarado y otros (2001) y de N. Sotomayor (1998).

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    Por su parte, el 6% de los encuestados en Piura seala recurrir al mercadofinanciero para enfrentar un evento climtico inesperado y un 20% lo hacepara enfrentar un evento idiosincrsico. Este porcentaje se reduce en el valledel Mantaro, ya que slo el 1% de los hogares que enfrentaron un eventoclimtico inesperado recurri a un crdito, junto al 11% que lo hizo frente aun evento idiosincrsico.

    A ms eventos inesperados que afectan la produccin,

    mayor diversificacin

    Si bien son muchas las razones por las que los productores diversifican susactividades productivas y sus cultivos, encontramos una estrecha relacinentre una mayor presencia de eventos inesperados y estrategias de diver-sificacin. En el valle del Mantaro, el porcentaje de ingresos que proviene deactividades no agropecuarias es mucho mayor que en los valles de Piura. Sibien esto se debe, en parte, a que ah se trabajan menos tierras, obedecetambin a la inseguridad que genera la presencia recurrente de eventosinesperados que afectan la produccin agrcola y a la escasa proteccinante sus consecuencias (menos apoyo del Estado y pocas alternativas deseguro informal para este tipo de eventos). Por ello, el grueso de los hogarestrabaja menos tierra de la que posee, a diferencia de lo que sucede en los

    valles de Piura.Una correcta reflexin sobre la diversificacin de las fuentes de ingreso

    debe tomar en cuenta la migracin. El 37% de los hogares de los valles dePiura y el 28% de los del valle del Mantaro recibieron en el 2004 al menosun remesa.18 Estas cifras se relacionan directamente con el hecho de que el40% de los hogares encuestados en Piura y el 49% en el valle del Mantaro

    declaran que algn miembro de la familia nuclear y/o del hogar ha migradofuera del distrito donde se ubica el hogar.19 Los migrantes son, en ambasregiones, los adultos ms jvenes y los que poseen mayores niveles deeducacin.

    18 La remesa anual promedio en Piura bordea los US$ 200, mientras que en el valle delMantaro alcanza los US$ 280. Sin embargo, la mediana de las remesas en Piura es deUS$ 90 y en el valle del Mantaro de US$ 123.

    19 El hogar est compuesto por las personas que viven en la vivienda entrevistada ycomparten la misma cocina. La familia nuclear es aquella compuesta por el o la jefe dehogar, su cnyuge y todos los hijos de cada uno de ellos.

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    Cultivos ms seguros, aunque sean menos rentables

    En ausencia de opciones de seguros, los productores prefieren trabajar cultivosms seguros, aunque ello implique obtener una menor rentabilidad. Un cultivoseguro puede definirse de acuerdo a la variabilidad (varianza) de los resultadosque genera (rendimientos, ingresos, etc.), lo que puede asociarse con productosque enfrentan menos riesgos en el proceso productivo o que son ms fuertes,y con ello resisten mejor a los cambios en su entorno (clima, agua), o productosque requieren menos inversin, manejo y tecnologa o que tienen mercadoscon precios relativamente estables. Este tipo de cultivos tiende a generar in-gresos relativamente estables y similares entre los distintos productores. Por

    el contrario, los cultivos menos seguros son los que requieren de procesosproductivos ms complejos y los que enfrentan mercados ms variables,por lo que generan resultados variables en el tiempo y entre los productores.Generalmente, los cultivos ms seguros, con resultados ms estables, generaningresos (rentabilidades) menores que los cultivos menos seguros.

    En la muestra que trabajamos, encontramos algunos ejemplos emble-mticos de cultivos ms y menos seguros. Por ejemplo, en el valle del Mantaro,la papa capiro es uno de los cultivos transitorios que mayor rentabilidad porhectrea genera (al menos entre los productores de nuestra muestra), perotambin es el cultivo con el que el grupo de productores obtiene resultadosms dispares (mayor variabilidad entre los productores).20Adems, se tratade un cultivo que requiere de una tecnologa de produccin ms sofistica-da, de una cosecha oportuna y de ms inversin que el resto de cultivos.Esto lo hace poco atractivo para la gran mayora de productores y son msbien los ms capacitados, los que tienen mayores recursos y mayor accesoa los mercados de productos y factores, los que se aventuran a producirpapa capiro.

    En contraste, el arroz, si bien genera resultados variables entre losproductores, es relativamente seguro: los productores sealan que es un

    20 La varianza de los ingresos netos por hectrea de papa capiro es ms del doble que lavarianza de los ingresos netos por hectrea de los cultivos principales de los producto-res encuestados en el valle del Mantaro. Por ejemplo, entre los agricultores que sembra-ron papa capiro, el que tuvo peores resultados cosech 150 kilos por hectrea, mientrasque el que tuvo mejores resultados alcanz un rendimiento de 60 toneladas por hect-rea. Es decir, algunos ganan mucho y otros ganan muy poco o incluso pierden.

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    cultivo simple de trabajar, que requiere relativamente poca inversin y aten-cin, que siempre tiene mercado, etc.21

    Un grupo importante no logra enfrentar los shocks

    Tal como sucedi en Piura tras el fenmeno de El Nio de 1998, la sequade la campaa 2003-2004 ha tenido como consecuencia una reduccin delpatrimonio y/o del consumo domstico en el valle del Mantaro. En el casode los valles de Piura, los agricultores tenan en promedio un patrimonioevaluado en US$ 17,773 en 1997. Seis aos despus, luego de haber

    sufrido el fenmeno del El Nio, este patrimonio se haba reducido aUS$4,019. En el caso de la sequa que afect negativamente a los productoresdel valle del Mantaro, encontramos que los hogares del quintil inferior (el20% ms pobre) redujeron su consumo domstico en 13% respecto al aoanterior, mientras que los hogares menos pobres no registraron ningunadisminucin en sus niveles de consumo domstico. Es decir, un grupo im-portante, el de los ms pobres, no logra enfrentar los shocks y se empobre-ce, ya sea que su patrimonio disminuya o que se vea obligado a reducir susniveles de consumo.

    IV. Viabilidad y oportunidades para mejorar la rentabilidad

    en la pequea agricultura

    Los resultados indican que en el caso de los productores de los valles dePiura existe una asociacin muy alta entre eficiencia tcnica y el nivel deingresos de los agricultores. Asimismo, existe una correlacin alta entre monto

    de crdito disponible y nivel de eficiencia tcnica. Tambin se hace evidenteque las diferencias de educacin importan. As, tener en el hogar algnmiembro adulto con seis o ms aos de educacin aumenta las probabilidadesde tener mayores niveles de eficiencia tcnica. Tambin importa el tamaode la familia: tener entre dos y cinco miembros permite las mayores gananciasde eficiencia, mientras que tener menos de dos miembros y seis o msreduce las probabilidades. Respecto a la existencia de economas de escala,

    21 C. Trivelli y S. Boucher (2005) presentan las opiniones de un grupo de productores dearroz que explican las bondades y seguridad de ese cultivo.

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    el estudio encuentra que estas slo son significativas cuando se comparanproductores muy pequeos con productores que tienen al menos cincohectreas. Por encima de las cinco hectreas, e independientemente delmtodo elegido para estimar los indicadores de eficiencia tcnica, no hayninguna evidencia de economas de escala a nivel de la parcela.

    En el caso de los productores del valle del Mantaro existe evidencia deque los niveles de eficiencia tcnica estn fuertemente correlacionados conlos niveles de educacin de los productores, con el tamao de la parcela y,en menor medida, con el capital social disponible. A diferencia de Piura, enel valle del Mantaro no hay evidencia de economas de escala a nivel de laparcela.

    Cuando el anlisis se traslada de la eficiencia tcnica a la eficienciaeconmica y se evala la capacidad de los productores para reducir costosaprovechando, por ejemplo, su mayor escala pero tambin un mayor accesoa otros recursos (educacin, crdito, redes sociales, etc.), la evidencia empricadeja en claro que s existen ganancias de eficiencia en este espacio. As, laprincipal conclusin de este estudio es que no es necesariamente a travs delas ganancias de eficiencia tcnica a nivel de parcela que la pequea agricul-tura puede obtener las mayores ganancias, sino a travs de la mejora de sus

    vinculaciones con los mercados de productos y factores.Los niveles de eficiencia en el hogar muestran tambin estar asociados

    a los niveles de educacin de sus miembros; sin embargo, en la medida enque los activos disponibles para el hogar estn menos vinculados a laagricultura (por ejemplo, menos tierra pero mayor patrimonio no agrcola),los niveles de eficiencia global seran mayores. Asimismo, existe una correla-cin significativa entre una menor edad del jefe del hogar y mayores nivelesde eficiencia, as como un mayor acceso a asistencia tcnica y mayorescapacidades para usar eficientemente los recursos disponibles en el hogar.

    Por otro lado, existe evidencia de ganancias de eficiencia entre el 2003y el 2004 en el caso de los valles de Piura. Esta evidencia, sin embargo, noes aparente para el caso del valle del Mantaro. Uno de los aspectos concre-tos en los que se traducen las ganancias de eficiencia est asociado almanejo del agua. Para el caso del arroz, gracias al mejor manejo del agua,se increment la eficiencia en la produccin de este cultivo, especialmenteen los valles del bajo y medio Piura. Estas ganancias de eficiencia en el usodel agua habran estado asociadas al distanciamiento de los turnos de rie-go. En el caso del valle del Mantaro, los niveles de eficiencia no parecie-ran haberse modificado, en promedio, de manera sustancial. Sin embargo,

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    s hay alguna evidencia de que aquellos con mayor valor patrimonial (es-pecialmente patrimonio no agrcola) habran mejorado ligeramente sus ni-

    veles de eficiencia. Es importante resaltar que el grueso de las diferenciasentre un ao y otro se da por cambios en la eficiencia asignativa y no porcambios en la eficiencia tcnica. Esto concuerda con la mayor dificultadque entraa realizar innovaciones tcnicas importantes de un ao para otro.Por el contrario, es ms viable que en ese espacio de tiempo ocurran cam-bios tcnicos menores que permiten enfrentar de manera ptima los cam-bios en la estructura de precios relativos de productos y factores.

    Es interesante notar, tambin, que el acceso a ciertos activos pblicosclave, como la electricidad, el agua y el telfono, s tienen una asociacin

    positiva y significativa con los niveles de eficiencia en los valles de Piura. Encambio, en el valle del Mantaro, donde el acceso a estos activos pblicos esms homogneo (al menos en el piso de valle, que es donde se concentranuestra muestra), no hay evidencia estadstica que relacione el acceso abienes y servicios pblicos con mayores niveles de eficiencia.

    Finalmente, el estudio muestra que son los productores acomodados y,en menor medida, los vulnerables, los que pueden obtener alguna gananciade eficiencia, mientras que los pobres extremos tienen, en el caso del vallede Mantaro, ganancias de eficiencia significativamente menores y, en el delos valles de Piura, no slo no registran ganancia de eficiencia sino queregistran prdidas de eficiencia asignativa. Estas diferencias de comporta-miento estn asociadas, como era de esperar, a la mayor dotacin de activosprivados de los productores menos pobres y a su mejor acceso a servicios deinfraestructura (caminos, electricidad, etc.). Asimismo, existe alguna evidenciade que aquellos productores que han logrado diversificar su portafolio deingresos (los que en Piura son una minora, especialmente si se los comparacon los del valle del Mantaro) reducen los niveles de eficiencia en sus parcelas.

    Esto concuerda con otros estudios que han mostrado que, al incrementarsela dotacin de activos privados y el acceso a bienes pblicos, los productoresrurales prefieren reducir su asignacin de tiempo a tareas agropecuarias.

    V. La promesa del capital social

    Existen diversos canales a travs de los cuales un individuo obtiene beneficiospor pertenecer a una red o estructura social. La bibliografa ha identificado,como los ms relevantes, el acceso a la informacin a un menor costo; la

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    toma conjunta de decisiones que permita rendimientos a escala; la reduc-cin del comportamiento oportunista mediante una apropiada estructurade incentivos en la coordinacin de actividades; y el acceso a una serie derecursos mediante las obligaciones generadas al haber aceptado un favorpreviamente, de acuerdo con la dinmica de la reciprocidad y la redistribucinpropia de las sociedades andinas.

    En esta seccin queremos evaluar hasta qu punto el capital social hadesempeado un papel primordial en las estrategias del pequeo agricultorpara mejorar su eficiencia econmica, as como para enfrentar los eventosnegativos. Para ello, distinguimos entre el capital social relacional (las redesentre pares homogneos) y el capital social vinculante (las redes entre actores

    heterogneos). Consideramos capital social relacional a las organizacionesde riego, asociaciones productivas y otras asociaciones por territorialidad (loque incluye familiares, amigos y vecinos), mientras que el capital social

    vinculante alude a la relacin con los proveedores y clientes finales (sea o noformalmente), a travs del establecimiento de cadenas productivas, as comoa la relacin entre los agricultores y las ONG.

    La encuesta en la que se basan estos estudios recogi un nmero limita-do de indicadores asociados al tema del capital social y las organizaciones.Una mirada a esta informacin pone de manifiesto que existe muy poca co-rrelacin entre pertenencia a organizaciones (e incluso participacin en lasmismas) y estrategias o impactos en la parcela o en los ingresos del hogar.La razn es obvia: al agregar organizaciones de muy diverso tipo, se confun-den aquellas que estn vinculadas a redes de proteccin con aquellas quepueden considerarse parte del capital vinculante o de superacin. No es deextraar, incluso, que aquellos productores que son considerados como pobresextremos en la muestra, tengan mayores niveles de capital (en el sentidoamplio) que los vulnerables o acomodados.

    En cambio, cuando se limita la definicin de capital a aquellas orga-nizaciones ligadas a la produccin (que sera, al menos, uno de los componentesdel capital de superacin), la relacin muestra que los ms pobres tienenmenos de este tipo de capital social, tal como se observa en el grfico 1.

    Como se puede apreciar en este grfico 1, en los valles de Piura existeuna red de organizaciones productivas ms densa que en el valle del Mantaro.Esto se debe, en parte, a las comisiones y juntas de regantes necesarias paracoordinar el acceso al recurso hdrico mediante la administracin de lainfraestructura de riego, y en parte, a la experiencia previa en el trabajocoordinado desde la poca de las haciendas y luego de las cooperativas.

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    Dada la limitacin de los indicadores cuantitativos recogidos en laencuesta que sirvi de base a estos estudios, se consider oportuno comprendermejor el papel del capital social a travs de un trabajo cualitativo.

    Aprovechando el respaldo institucional de CIPCA, se opt por realizar dichainvestigacin en los valles de Piura.

    1. Ganancia en eficiencia econmica22

    Eficiencia tcnica

    El modo como se pueden aprovechar las economas de escala y ganareficiencia en la parcela es, principalmente, la toma de decisiones conjuntasen las diferentes etapas de produccin. Lo que se observa en la regin cos-tea de Piura es que el capital social es fundamental en el manejo conjuntodel riego. En menor medida, el capital social sirve para acceder a maquina-ria, herramientas de trabajo y mano de obra. Sin embargo, pocas son lasganancias que ofrece en trminos de acceso a mayores extensiones de tie-rra o a la posibilidad de trabajarlas en su totalidad como una unidad.

    El papel que desempea el capital social relacional, entendido comolas comisiones de riego o los vecinos de parcela, es diverso. Si bien uno delos principales beneficios que ofrece sera la programacin y asignacin delriego entre los diferentes valles, sectores y cultivos, lamentablemente, en laprctica, la distribucin del agua no es equitativa. Existen grupos de poderque se ubican en la cabeza del canal, negocian con el sectorista y consumenuna mayor cantidad de agua que la que pagaron y les fue programada, conlo que perjudican a los agricultores que se encuentran en la cola del canal,a quienes el agua ya no les alcanza. En casos contados, esto se ha soluciona-

    do invirtiendo el orden en los turnos de agua, lo que desincentiva los com-portamientos oportunistas. Sin embargo, es necesario reforzar la estructurade incentivos con un efectivo sistema de monitoreo y sancin.

    Similarmente, el capital social relacional resulta beneficioso en tantopermite la coordinacin entre vecinos de parcela para disminuir el robo deagua. Dada la inexistencia de un adecuado sistema de monitoreo por parte

    22

    Para un anlisis ms detallado sobre la eficiencia econmica de las pequeasagriculturas de Piura y el Mantaro, ver la seccin 4.

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    de las organizaciones de riego, los costos de los usuarios se incrementan altener que ser ellos mismos los que se encargan de recorrer el canal varias

    veces, mientras estn regando. Dado que la vigilancia individual no suele serefectiva, algunos se agrupan para vigilar varios puntos simultneamente,especialmente en el Bajo Piura. El problema se agrava, adems, porque losagricultores no siempre denuncian a quienes se roban el agua.23 Incluso, enlos canales donde el robo de agua es ms comn, los agricultores que spagan por el recurso suelen utilizar ms agua que la programada, como unmodo de adelantarse al riesgo de escasez ms adelante o simplemente tambindejan de pagarla dado que sus vecinos la consumen gratuitamente.

    Por otro lado, el capital social vinculante, como las alianzas establecidas

    entre los usuarios del agua, las organizaciones de riego, los gobiernos loca-les o regionales y la cooperacin internacional, es sumamente beneficiosopara financiar o buscar fuentes de financiamiento que permitan mejorar lainfraestructura de riego mediante compuertas y candados o el revestimientode canales. Esto desincentiva los robos, por un lado, y evita desperdicios delrecurso durante su traslado, por otro. Sin embargo, con mayor fuerza en el

    valle del Chira, es comn que los agricultores rompan las compuertas paracontinuar con sus prcticas oportunistas.

    Lo que fracas fue la intervencin del Estado en las decisiones privadasde los agricultores. Por ejemplo, al obligarlos mediante una norma a nosembrar arroz ante el riesgo de sequa. En parte, esto se debe a la ausenciade incentivos que compatibilicen el inters pblico con el privado y al hechode que los agricultores saban que no seran sancionados si rompan el acuer-do con el Estado. Por ello, ante la amenaza de sequa el agricultor promedioduda de que se respeten los acuerdos previos que buscan maximizar ladistribucin y el uso equitativo del agua, no slo por su resistencia a trabajarcultivos ms laboriosos y de mayor riesgo mercantil, sino tambin porque

    no hay sanciones efectivas para quienes incumplan los acuerdos, e inclusoquienes los incumplen suelen tener una mayor ganancia gracias al alza deprecios motivada por la escasez.

    Ms all de lo concerniente al riego, el capital social relacional tambinpuede ser efectivo para acceder a maquinaria pesada, dado que usualmente

    23 Esto se da porque algunas comisiones no acostumbran sancionarlos o porque lossancionados se resisten a pagar y porque en algunas zonas (especialmente en el valledel Chira y en el Alto Piura) no se acostumbra denunciar a los amigos, todo lo cualperpeta esta prctica.

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    los agricultores se ven forzados a coordinar entre ellos para asegurar queel operador de la mquina tenga un da de trabajo completo y as llegue asus parcelas. En cuanto al acceso a herramientas de trabajo y acmilas, encasos contados, cuando existe confianza entre familiares y amigos, se lasprestan o se las fan; sin embargo, en la mayora de los casos cada agricul-tor trabaja con sus propias herramientas o las alquila. Finalmente, no sepercibieron mayores beneficios al contratar mano de obra familiar o parti-cular. En ambos casos, para disminuir el tiempo destinado al monitoreo, loimportante es la confianza en el jornalero. En pocas de cosecha, s seobserva una disminucin en la mano de obra necesaria para la vigilancia,dado que se rotan los puestos de guardiana, especialmente en el Bajo Piura.24

    Eficiencia distributiva

    Lo que se observ en el campo fue que las ONG, que forman parte delcapital social vinculante, desempean un papel fundamental, no slo alproporcionar un crdito oportuno sino tambin al fortalecer a los gruposque asesoran de modo que se obtengan rendimientos a escala al negociarmayores cantidades, disminuyendo los precios de compra y aumentandolos de venta.25 Sin embargo, sin la influencia de estas organizaciones losagricultores no suelen negociar conjuntamente los precios. Ms bien, seobtienen beneficios del capital social relacional gracias a la difusin de in-formacin entre vecinos, familiares y amigos sobre un mejor precio o cali-dad de los productos.

    En particular, el capital social vinculante es beneficioso para accedera un mercado ms rentable, como la exportacin del banano orgnico,debido a la informacin y promocin que otorga el Estado.26 Incluso, si un

    grupo de bananeros logra formar una asociacin, junto con el apoyo deotras instituciones y dependiendo de la demanda del mercado global, puedelograr vender en el mercado justo y recibir una prima extra que le permitainvertir en obras que beneficien al conjunto de agricultores. Adems, el

    24 En el valle del Chira esto se da slo en algunos casos y en el Alto Piura no es comn.25 En el caso de los bananeros orgnicos, las empresas agroexportadoras suelen comprar

    conjuntamente los insumos para los agricultores que les proveen de la fruta, negocian-do el precio. ste se descuenta de los pagos semanales que se realizan.

    26 Las ONG tambin podran desempear un papel similar.

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    establecimien-to de cadenas productivas permite que el agricultor reciba uningreso semanal estable. El capital social relacional, en este caso, tambinha funcionado para negociar precios de manera conjunta con la empresa,aunque esto no sea frecuente.

    En general, las economas a escala que permiten mejoras en la eficien-cia econmica pasan desapercibidas, dado que prcticamente todos losagricultores se han visto obligados a trabajar de manera conjunta (sobretodo para acceder a riego y maquinaria y para compartir informacin), de-bido al minifundismo que gener la reforma agraria. Al ser sta la reglageneral, aunque exista, casi no se percibe un beneficio del capital social; sinembargo, de no existir ste, las ineficiencias seran an mayores.

    2. Ganancia en solucionar eventos negativos27

    Ante un evento idiosincrsico negativo, como una enfermedad, un accidenteo una muerte, adems del apoyo familiar y de los amigos, el afectadorecibe la ayuda del pueblo, que organiza actividades para recolectar dinero.En caso se le haga un pequeo prstamo, lo importante es que esta personano slo haya demostrado ser antes un buen pagador, sino que haya tratadobien a la gente, lo cual la hace merecedora de la ayuda. Por otro lado, en el

    Alto Piura se resalt la posibilidad de tener un seguro informal a travs deaportes anuales al grupo de trabajo, que puedan ser utilizados ante unaeventualidad. Este seguro se ha logrado institucionalizar en el caso de lasasociaciones de bananeros que acceden a la prima del mercado justo, dadoque disponen de recursos externos.

    Con respecto a los riesgos covariados, como los cambios climticos, esmuy poco lo que pueden hacer los productores, quienes quedan a la espera

    del apoyo del gobierno regional, de los gobiernos locales, del PRONAA o dela Comunidad Campesina de Catacaos (cuando estaba mejor organizada).Es decir, en estos casos el capital social relacional no es efectivo; en cambio,s lo es el vinculante.

    Finalmente, se observa que en el Bajo Piura hay una mayor cooperacinpara las prcticas productivas, en el valle de Chira existe una fuerte desconfianzaentre los productores, y en el Alto Piura son ms independientes. En todos

    27

    Para mayor detalle sobre los shocks positivos y negativos, ver la seccin 3 de esteartculo.

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    los casos, es mucho ms difcil para los productores ms pequeos coordinardurante las distintas etapas de produccin, dado que se requerira de muchospara acceder a una economa de escala. As, si bien an hay modos deaprovechar mejor el capital social que existe en la zona, ste ya ha brindadoalgunos frutos.

    VI. El papel del Estado y su relacin

    con los productores y organizaciones

    El Estado es un actor central en la definicin de oportunidades y alternativas

    para la pequea agricultura. Puede ser un gran socio, un seguro, un competidor,una fuente de recursos a bajo costo o un proveedor de servicios. En laszonas que analizamos, encontramos significativas diferencias en el rol delEstado en la pequea agricultura comercial y con ello distintas percepcionesde los productores al respecto.

    En el valle del Mantaro, la tradicin de corte privado e individualista delos productores contrasta con lo encontrado en los valles de Piura, donde elsector pblico y el Estado son un referente obligado, ya sea como culpablesde los problemas y de la falta de oportunidades en la regin o como lafuente de las soluciones. En el valle del Mantaro, los productores esperan ydesean un apoyo estatal, pero lo hacen con mucho realismo, debido quehasta ahora han tenido poco xito al respecto.28 Por el contrario, en los

    valles de Piura, el sector pblico es muy activo y clave en la solucin deproblemas. Son los propios productores, sobre todo los ms organizados(de acuerdo al cultivo que producen o a la infraestructura de riego que uti-lizan), los que exigen, proponen y vigilan el apoyo de este sector. Una parteimportante de los pequeos productores piuranos tiene poder poltico y

    es consciente de ello, lo que le permite presionar al sector pblico regionaly sectorial, algo que, aparentemente, no tienen los productores del valle delMantaro.

    Como ya mencionamos, el sector pblico acta en mltiples espacios,como un seguro para algunos (sobre todo para los productores de arroz),

    28 Esto se debe a la incapacidad del Estado de atender sus problemas o a las limitacionesde los propios productores al articular sus demandas, ya sea por su escaso nivel deorganizacin, por el tipo de cultivos que trabajan, que estn orientados a mercados de

    consumo directo, por lo que tienen ya un sistema de produccin basado en estrategiasque no incluyen al sector pblico como actor central, o por otros motivos.

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    para otros como un proveedor de servicios (maquinaria, informacin, etc.),en algunos casos como fuente de fondos (Agrobanco), etc. Sin embargo,tanto los roles del sector pblico como el tipo de capital poltico y la maneraen que los productores lo aprovechan, parecen tener una lgica de rentabili-dad de corto plazo y no generan condiciones para el desarrollo de la pequeaagricultura, dado que no promueven el desarrollo de capacidades en losproductores que permitan un desarrollo sostenible o un uso ms eficientede los recursos y de la ayuda que el propio Estad