PROCLAMA DEMOCRÁTICA

MEXICO 2018

A las ciudadanas y ciudadanos

México vive momentos muy difíciles, tal vez los más graves de toda su historia. Un grupo de políticos cuyo eje es el Partido Revolucionario Institucional, ha comprometido la soberanía nacional, sus riquezas naturales, el bienestar de la población, la seguridad pública, y ha colocado a la corrupción y la impunidad como pilares de su dominación, las instituciones que hacían posible la convivencia democrática se encuentran en franco deterioro, en fin, el país se debate entre dilema del rescate del Estado para ponerlo al servicio de la mayoría o su consolidación al servicio de una minoría de grandes multimillonarios.

Nada de lo anterior sucedió por obra de la casualidad o de la noche a la mañana. Algunos problemas datan de hace mucho tiempo y se han agudizado ahora, otros, los más graves son de carácter estructural y su solución requiere modificar las reglas de juego, cambiar las relaciones sociales, crear otra institucionalidad.

México, es un gran país. Su extensión territorial lo ubica entre los más importantes del mundo, bañado por dos océanos, tiene un mar patrimonial de más de 3 millones de kilómetros cuadrados, alberga grandes riquezas naturales y una gran diversidad de flora y fauna. Sus habitantes, mujeres y hombres generosos, solidarios, inteligentes y entregados al trabajo honrado, lograron, a través de muchos esfuerzos, construir una nación fuerte, independiente y soberana.La conciencia de los mexicanos, su lucha persistente por un mejor futuro se inspiró siempre en la resistencia heroica de los defensores de la Gran Tenochtitlán; el genio militar y político del generalísimo José María Morelos y Pavón, la perseverancia de Benito Juárez, para hacer valer la independencia y soberanía nacionales; la honradez y congruencia de los generales revolucionarios Emiliano Zapata y Francisco Villa, los hermanos Flores Magón y el compromiso de Lázaro Cárdenas de no ceder los recursos del subsuelo a los monopolios petroleros, en el espíritu libertario del

movimiento estudiantil de 1968 y en el alzamiento de los indígenas chiapanecos del primero de enero de 1994 .

El pueblo mexicano nunca ha dejado de luchar. Después del ascenso de la lucha popular que arropó al gobierno de Lázaro Cárdenas y a lo largo de la coyuntura de la segunda posguerra, el movimiento social estimuló la creación de un grandioso patrimonio cultural, influyó para mejorar la distribución del ingreso, conquistó la seguridad social, contribuyó a la construcción de un gran sistema educativo, a la ampliación de los derechos políticos y en general al desarrollo del país. México fue visto con admiración por los logros alcanzados y algunos aspectos de su modelo fueron tomados como ejemplo por otros pueblos con aspiraciones similares.

A partir del gobierno de Álvaro Obregón se entronizó en el Estado un grupo político que, con excepción del presidente Lázaro Cárdenas, conformó un régimen político, que combinó permanentemente un sistema electoral controlado desde el poder, los crímenes de Estado, el sometimiento de la prensa, la represión, la corrupción, la compra de conciencias y la despolitización de los ciudadanos, dando paso así a un Estado autoritario, depredador y corporativo, al servicio de la oligarquía y sometido a los designios del imperialismo norteamericano. Este grupo, que tanto daño le ha causado a México, se convertiría mas tarde, en el Partido Revolucionario Institucional.

Álvaro obregón fue un magnicida contra el presidente Venustiano Carranza, solo así daría gusto a su ambición de llegar a la presidencia de la República, desde entonces, los presidentes priístas lo convirtieron en su prototipo: ignorantes, soberbios, autoritarios, asesinos y sobre todo corruptos. Parafraseando al pensador liberal Enrique Krause, si en México se respetará la democracia, los ex presidentes Adolfo López Mateos (1958-1964), si acaso hubiera sido gerente de ventas de una empresa turística; Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), agente de barandilla; Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), empleado de un hospital psiquiátrico; José López Portillo

(1976-1982), dueño de un burdel; Miguel de la Madrid (1982-1988), un oscuro burócrata; Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), trabajador de circo; Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000), promotor de cervezas; Vicente Fox Quezada (2000-2006), personificación del hombre que no tuvo infancia; Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), socio de una cantina, y Enrique Peña Nieto (2012-2018), encargado de ventas de garaje.

Después de los 12 años de gobiernos panistas (Vicente Fox 2000-2006 y Felipe Calderón (2006-2012), se creía casi imposible que al gobierno del país llegara alguien más inepto e incompetente pero con Enrique Peña Nieto se ha demostrado la imperiosa necesidad que tiene México de mejorar leyes y procedimientos para elegir a los titulares de la representación popular.

Desde el lejano periodo de la expropiación petrolera encabezada por Lázaro Cárdenas del Rio, este país ha estado en ayunas de políticos con estatura de hombres de Estado.

A principios de la década de 1980-1990, ante la crisis del modelo económico, la enorme deuda externa, la caída de los precios del petróleo, la inflación, la depreciación del peso, el desempleo y el autoritarismo del régimen político, tuvo lugar una profunda modificación en la correlación de fuerzas al interior del Estado mexicano, los partidarios del neoliberalismo económico se convirtieron en fuerza hegemónica e impusieron una política, consistente en la destrucción del ejido, se acentuó el férreo control sobre obreros y campesinos, los salarios llegaron a niveles de hambre, desmantelaron la seguridad social, adelgazaron el Estado, vendieron las empresas públicas al sector privado, decretaron la apertura sin límites a la inversión extranjera y a la libre importación de mercancías. La población miraba con azoro la privatización de la banca, la venta de Teléfonos de México, ferrocarriles, las azufreras, Guanos y Fertilizantes, el Sistema Conasupo y otras más, hasta llegar a las llamadas reformas estructurales, una de ellas, la energética, despojó al pueblo de México de su petróleo y de su electricidad al otorgarle derechos al capital privado nacional y extranjero

de explorar, refinar, distribuir y vender petróleo y sus derivados y para producir, conducir y comercializar el fluido eléctrico.

Con la reforma energética, decretada el 20 de diciembre de 2013, el gobierno de Enrique Peña Nieto, dio gusto a Estados Unidos, cuyos gobiernos siempre presionaron para impedir que se cumpliera la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, aprobada el 5 de febrero de 1917, en lo relativo a la propiedad de la nación sobre la riqueza del subsuelo. De por sí los capitalistas estadounidenses siempre se empeñaron en revertir la expropiación petrolera decretada en 1938 por el presidente Lázaro Cárdenas.

Para llevar a cabo la política de favorecer al capital privado y de apertura sin condiciones al capital transnacional, el gobierno y sus panegiristas incondicionales –entre ellos Francisco Martín Moreno-, recurrieron a la patraña de que ese era el camino de la modernización, que conduciría a México al incremento de la inversión, a la competitividad, a la creación de empleos, a la eficiencia productiva, en fin que el país ingresaría al primer mundo. En realidad era la marcha hacia el infierno.

Incluso a sabiendas de que mentían repetían sin cesar que bajarían los precios de la gasolina, de la electricidad y del gas.

Atrás de esta coartada convertida en política de Estado, estaba la decisión de la clase política de subirse al carro de la globalización y apropiarse, junto con el capital privado y transnacional, de las empresas estatales, veamos algunos ejemplos: El Consejo de Administración de Pemex acordó, el 10 de junio de 2016, vender 20 gasolinerías incluidos terrenos, instalaciones y construcciones; se prepara la venta de activos por 500 millones de dólares a First Reserva Corporatión; a KKR & Company, se vendieron bienes de infraestructura por 1 200 millones de dólares, se acaban de vender las plataformas marinas y para rematar, la compañía estadounidense Black Rock recién adquirió el fondo de inversión mexicano Infraestructura Institucional y por 900 millones de dólares, adquirió el 45% de 2 oleoductos que forman parte de Los Ramones. ¿No que no se vendería ni un tornillo?

La reforma energética peñista es un gran retroceso: provoca el incremento de la desigualdad, de la pobreza, la desprotección jurídica de la mayoría, restringe la propiedad de la nación, estimula la inversión de particulares, limita la acción del Estado a la exploración y extracción; se volvió a un modelo de enclave primario exportador que enfatiza la extracción de crudo para exportar, se renuncia a la transformación de petrolíferos para la industria, se prefiere la importación de los mismos y de gas natural.

Estas operaciones constituyen un mentís a las afirmaciones que Enrique Peña Nieto pregonaba a los cuatro vientos, en el sentido de que la reforma petrolera se hacía para el bienestar de la población, pues en realidad, entre sus beneficiarios se encuentran los integrantes de los grupos de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y desde luego Enrique Peña Nieto.

El Futuro de Pemex ahora está lleno de incertidumbre. Nadie sabe que va a ser de esa gran empresa, otrora columna vertebral de nuestra economía y baluarte de la soberanía nacional.

La libre importación de bienes de capital y de consumo inmediato, provocaron la destrucción de cadenas productivas y con ello dañaron la consolidación de la industria nacional, con cierre de empresas que no estaban en condiciones de competir con las transnacionales, la pérdida de empleo, la migración masiva de trabajadores mexicanos hacia Estados Unidos, aun a costa de perder la vida. En esta misma tesitura se abrió paso la asociación de altos dirigentes del Estado con bandas criminales que producían y comerciaban droga, robaban gasolina de los ductos de Pemex, extraían metales del subsuelo para venderlo ilegalmente al exterior, se enriquecían lo mismo a costa del erario que en el negocio de trata y de secuestros, invertían en paraísos fiscales. El crimen organizado se presentó como una subversión capaz de desafiar el orden establecido.

Como si fueran los huevos de la serpiente, la violencia cotidiana, la de carácter político, la proveniente del crimen organizado, prohijado desde el Estado, fue alentada y autoproducida a lo largo y ancho del país lo que

aunado a los intentos por la restauración autoritaria de Enrique Peña Nieto, pintan el futuro de México de negros presagios.

Como corolario en la sociedad mexicana tiene lugar un alarmante proceso de descomposición y de deshumanización: como parte de sus expresiones está la actitud de la televisión, que banaliza y trivializa la gravedad de la situación del país, es defensora del statu quo, solo da cabida a la verdad oficial, difunde valores antisociales, adormece a la población, propicia actitudes pasivas, recrea historias que constituyen apología del delito; la jerarquía católica es ajena al tiempo en que navega, se ha alineado casi por completo a los grupos dominantes y en su seno crece la fuerza de posiciones conservadoras propias de la edad media, Norberto Rivera, uno de los capellanes del capital, se ha convertido en un enemigo declarado del Estado Laico. Cada vez se conocen más sacerdotes que son acusados de pederastia, pero siguen actuando impunemente. el ministerio público es el eslabón más débil del sistema de justicia, pero los jueces, lejos de honrar su función, se especializan en proteger a los delincuentes, muchos políticos son mercenarios de los poderes informales, los funcionarios se enriquecen con recursos del erario, los linchamientos, cada vez más frecuentes, reflejan que la ciudadanía está harta, no confía en el gobierno y como se encuentra indefensa, se agrupan, se organizan y toman medidas defenderse con sus propias manos, el gobierno dejo el monopolio de cobrar impuestos, hoy en día, comerciantes y otros empresarios tienen que pagar a criminales derecho de piso, protección y extorsiones; los migrantes, que en medio de la desesperación huyen de sus lugares de origen víctimas de la violencia, de la miseria y el desempleo, se internan en territorio mexicano con la intención de llegar a Estados Unidos, sin saber que se deslizan por la ruta de la muerte. El caso más sonado fue la muerte de 72 migrantes centroamericanos en San Fernando, Tamaulipas.

El aspecto más dramático que conmueve profundamente a la sociedad es el incremento del número de suicidios entre jóvenes sin esperanzas, que alcanza la categoría de problema de salud pública. En el país 7 millones de

jóvenes entre 12 y 29 años de edad no estudian ni trabajan encontrándose en una vulnerabilidad extrema.

Aún más, la economía mexicana se encuentra más vulnerable: en lo externo, vapuleada por la crisis económica mundial de 2008-2009; el desplome brutal de los precios del petróleo, la volatilidad de los mercados, el decrecimiento de China, el Brexit, la irrupción del fenómeno Donald Trump y la deuda externa, que alcanza ya el 47% del Producto Interno Bruto. En lo interno, el crecimiento nunca llegó a los niveles prometidos: se ahondaron los desequilibrios, con la privatización de Pemex y la caída de los precio del petróleo, disminuyeron los ingresos fiscales, el mercado interno se achicó aún más, se incremento del gasto corriente en más de un billón de pesos combinado con una caída de la inversión en infraestructura en 26% la devaluación del peso es alarmante. La incompetencia gubernamental tiene a la economía pendiendo de alfileres.

Pero eso no es todo, 7 de cada 10 ríos mexicanos se encuentran contaminados, muchos de ellos son verdaderos focos de infección, la CDMX y su zona metropolitana, es quizá el área más contaminada del mundo, así, este capitalismo salvaje destruyó el medio ambiente, el tejido social y se levantó una enorme estela de corrupción e impunidad.

La inseguridad convirtió al territorio nacional en un enorme cementerio, los crímenes que martirizan a los ciudadanos no tienen castigo, la justicia en este país brilla por su ausencia.

La realidad de la educación refleja un desastre: un millón 136 mil menores no tienen acceso a la educación formal, mas de 2.5 millones de niños y adolescentes tienen que trabajar sin el salario de ley ni seguridad social, aguinaldo ni vacaciones, cerca de 6 millones de personas mayores de 15 años son analfabetos, la reprobación y la deserción en educación básica son elevadísimas y la juventud que aspira a ingresar a los niveles medio superior y superior es rechazada por falta de cupo, desde el gobierno se pretenden desaparecer a las normales rurales, la inversión en educación superior, innovación, ciencia y tecnología es del 1.4% del Producto Interno

Bruto (PIB), lejos del 1.9% que invierten países de la OCDE, y por si fuera poco, el ajuste al gasto publico recientemente anunciado le quitará al sector más de 6 mil millones de pesos. De ese tamaño es el fracaso educativo provocado por los gobiernos priístas.

Hay políticos panistas que sin rubor proponen que se venda la Universidad Nacional Autónoma de México.

Como muestra de la inoperancia y la no correspondencia entre la realidad y las políticas de Enrique Peña Nieto, se deprecia el dialogo con los maestros de la CNTE, se viola el Estado de Derecho y se hace a un lado la razón, poniéndose por delante la necedad imponer a sangre y fuego una controvertida reforma educativa, Sin embargo, no podrá llevarse a cabo ninguna transformación del sistema educativo sin modificar radicalmente la estructura sindical clientelar, corrupta, vertical y electorera con que siempre se ha controlado a los profesores.

México está enfermo; su sistema de salud profundiza la desigualdad entre los mexicanos, es ineficiente y de mala calidad, la aplicación de los recursos públicos tiene lugar en una opacidad total, sus funcionarios trafican con la medicina, su desempeño deja mucho que desear, lo caracteriza la negligencia, registra un gran rezago en cirugías, consultas especializadas y sus afiliados prefieren asistir a los consultorios anexos a farmacias particulares. La política de salud está lejos disminuir enfermedades prevenibles y muertes evitables como el caso de la diabetes y el gobierno se niega a invertir el porcentaje del PIB que le destinan los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico.

La mala calidad de las políticas en salud pública se refleja en que cada año, desde el año 2000, se registran en el país medio millón de partos en niñas y adolescentes de entre 12 y 19 años, las nuevas madres no cuentan con trabajo, abandonan la escuela, no son apoyadas por sus parejas por lo que los infantes adolecen de todas las carencias. Así se forman las nuevas generaciones de mexicanos.

La contaminación en la flamante CDMX ya origina la muerte de 4 mil chilangos y es causa de diversas enfermedades crónicas, afectando la productividad y la malformación de fetos; su impacto en la economía ya se ubica en 4.4% del Producto Interno Bruto del Valle de México que es de 500 billones de dólares.

El abandono en materia de salud de que son objeto las comunidades indígenas, que registran graves problemas de desnutrición, anemia, enfermedades intestinales, diarreas, infecciones respiratorias, tuberculosis y cáncer da cuenta de una tarea pendiente del Estado y de un pésimo sistema de salud.

Los pobres resultados obtenidos por México en las olimpiadas de Rio de Janeiro, no son algo nuevo, expresan la descomposición que registra en todas las esferas de la sociedad mexicana: los mexicanos nacen con reducción alarmante en talla y peso, adolecen de obesidad porque son mal alimentados, carecen de apoyos y si a esto agregamos que el desempleo campea por todo el país y que casi una decena de millones de jóvenes ni estudian ni trabajan no se puede esperar otra cosa.

Además, el deporte está dirigido por mafias, existe duplicidad de mandos, paralelismo en funciones y atribuciones, desperdicio de recursos, atraso tecnológico, falta de coordinación, en fin, se carece de políticas públicas de fomento al deporte, no existe planeación ni visión de largo plazo, entonces el fracaso no es de los deportistas sino de quienes mal dirigen al país.

El país cuenta con riquezas naturales inmensas pero más de la mitad de la población vive en pobreza, los mexicanos están mal alimentados y se mueren de hambre. Como se grita en la calle “País petrolero y el pueblo sin dinero”.

La muerte en México tiene cara de mujer, son incontables los feminicidios que se cometen en la República, para hacerle frente se ha creado la figura de Alerta de Genero a nivel municipal, en el estado de México son 11 municipios con esta denominación, 14 en Michoacán, 8 en Morelos, 7 en

Jalisco y por lo menos en otras 20 entidades federativas grupos de mujeres, organizaciones de la sociedad civil y diversas personalidades presionan para que sus municipios también reciban esta declaración, sin embargo, esta medida, teniendo una intención muy loable, nació como letra muerta, porque no se les dota de recursos legales, financieros, materiales y humanos por parte de los gobiernos estatales, pero lo que más lastima a la sociedad es que la violencia hacia las mujeres no tiene límites. A esta formas descarnada de la violencia de género, se suman la discriminación, los bajos sueldos en relación a lo se paga a los varones, el maltrato, el acoso sexual en los trabajos y la doble jornada de trabajo.

Recientemente el legislativo permanente aprobó una ley para que la integración de los órganos de representación popular se hiciera de forma equitativa, 50% por ciento mujeres y 50% hombres, lo cual, por cierto, se abre paso en medio de resistencias en partidos, municipios y gobiernos estatales.

Vastas zonas de la República como Iztapalapa, tienen sed pero el gobierno federal ya tiene los estudios para privatizar el agua, como ya lo hicieron en el Estado de Puebla. La Comisión Nacional del Agua cuenta con un proyecto de Ley para someterlo al Legislativo. El agua dejará de ser un derecho humano y se convertirá en una mercancía disponible para quien tenga dinero.

Desde que Alejandro Von Humboldt visitó México a principios del siglo XIX, quedó sorprendido por la enorme desigualdad existente entre los mexicanos, y si bien este fenómeno es consecuencia de la dinámica del capitalismo voraz, en nuestro caso se acentuó por la política que desde entonces favorecía a los hacendados, a las compañías mineras, a los comerciantes dejando en la desprotección a campesinos, peones y trabajadores asalariados.

Hoy en día este problema creció a niveles de escándalo. Al lado de más de 50 millones de pobres que carecen de lo más mínimo, aquí tenemos al hombre más rico del mundo y el 0.1% de la población es decir 123 mil

personas concentran la quinta parte de la riqueza nacional y sólo 279 mexicanos poseen más de 100 millones de dólares cada uno y 18 de ellos amasan una fortuna individual de más de 1000 millones de dólares, ello logrado al amparo del Estado, con trabajadores maniatados, obligados a aceptar bajos salarios, evadiendo y eludiendo el pago de impuestos, financiándolos con créditos baratos o rescates bancarios, con agua y energía subsidiadas más todo un conjunto de privilegios.

El empobrecimiento de la población no apareció de la noche a la mañana, fue produciéndose en un largo proceso derivado de la política regresiva de distribución del ingreso aplicada por los ex presidentes de Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo y Miguel de la Madrid Hurtado y llevada al extremo por los neoliberales, provocando casi la desaparición de la clase media, en el país sólo dejaron dos grupos: ricos y pobres. Estos son los resultados de más de 30 años de neoliberalismo.

La magnitud de la desigualdad en México es el obstáculo principal para que el país alcance el desarrollo, pues entre sus expresiones esta la condición de pobreza de más de la mitad de la población, lo que se convierte en un círculo vicioso: esta población carece de capacidad adquisitiva, porque se debate en el desempleo o recibe salarios ínfimos, está desnutrida, en los hechos se le niega el derecho a la educación y a la salud, tampoco tiene acceso al crédito, a la justicia, ni a la tecnología y como carece de organización, no tiene forma de influir en las decisiones del gobierno, es decir se nulifica su participación democrática.

La situación de los pueblos indígenas es deplorable, se encuentran en estado de abandono y en completo rezago, en pleno Siglo XXI se les niega el derecho al desarrollo, se les margina y discrimina. Todavía está presente en la memoria de los mexicanos la negativa del Estado mexicano a cumplir con los acuerdos firmados el 16 de febrero de 1996 con el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional en San Andrés Larraínzar, estado de Chiapas.

Como una verdadera afrenta el Instituto Federal de Telecomunicaciones en flagrante violación a la Constitución limita a las comunidades indígenas el

acceso al espectro radioeléctrico y se les obliga a sujetarse a la mimos estándares que a monopolios como Telcel, no obstante que el espectro es un bien del dominio de la nación.

Estos mexicanos no solo carecen de oportunidades, también de organización pero lo más perverso es que han sido convertidos en un granero electoral para el Partido Revolucionario Institucional que los acarrea para sus actos políticos y les cambia su voto por despensas o dinero

El mayor problema de México es que se encuentra gobernado por una clase política en decadencia, corrupta, inmoral e incompetente, sin más principios que valerse del poder para enriquecerse y sin más límite que su ambición. Estos políticos, principalmente priístas y panistas, provocaron el desprestigio de las instituciones y la descomposición de los poderes de la República, de las entidades federativas y de los municipios.

El saqueo del erario por los Duarte (César, gobernador de Chihuahua y Javier, gobernador de Veracruz), Ulises Ruiz, Humberto Moreira, Andrés Granier, La Casa Blanca y Tomás Yarrington, hacen aparecer a Miguel Alemán Valdés y a Antonio López de Santana como blancas palomitas.

Cada vez son más extensas las zonas donde existe ausencia del Estado o peor aún, donde las autoridades son omisas, adolecen de vicios burocráticos o de plano están en complicidad o al servicio del crimen organizado; ya suman casi 100 presidentes municipales asesinados, no hay día en que se conozcan la comisión de delitos contra los periodistas, que, sin ninguna duda, son el gremio más castigado, el saldo de asesinatos de líderes sociales asciende a varias centenas, incluso ya son incontables los candidatos a puestos de elección popular caídos, la mayoría de los centros penitenciarios esta bajo la dirección de los criminales, la impunidad se enseñorea como si estuviéramos en un pueblo sin ley, que aunque la ley existe, los jueces se encargan de hacerla nugatoria, ejemplos sobran: De cada 100 delitos denunciados, sólo el 2% de los responsables son puestos ante un juez y sentenciados, los 43 estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal de Ayotzinapa, la liberación de los militares responsables de la

matanza de 22 civiles el 30 de junio de 2014 en una Bodega de Tlatlaya, estado de México; la negación de la justicia a los padres de los 49 niños muertos en el incendio provocado por manos criminales en la guardería ABC en Hermosillo, Sonora el 5 de julio de 2009 y cuyos dueños aparecen emparentados con diversas personalidades del gobierno del panista Felipe Calderón, sin faltar la negativa de la Suprema Corte de la Nación para legalizar el aborto.

Ante el fracaso de las estrategia de seguridad puesta en práctica por el gobierno de Enrique Peña Nieto y con el propósito de proteger a la población el Senado de la República debería reconocer que el país se encuentra en una guerra interna y solicitar apoyo a los organismos internacionales como los Cascos Azules de la ONU, pues hace tiempo que el Estado mexicano no garantiza la seguridad de los ciudadanos: los desaparecidos son más de 24 000; de 2007 a 2014 se registraron 180 000 mexicanos asesinados en el contexto de la guerra contra el crimen organizado, los desplazados se cuentan en más de 125 000, cerca del 70% de ciudadanos se sienten inseguros de que atenten contra sus bienes o su vida.

Algunas ciudades mexicanas están catalogadas como las más violentas del mundo y gobiernos de diversos países recomiendan a sus turistas que se abstengan de visitarlas.

Una de las causas generadoras de violencia, que no se han admitido en toda su dimensión es sin duda la existencia de un mercado ilegal de las drogas, desde luego que atrás de esta actitud hay ignorancia, prejuicios y sobre todo intereses y no se avanzará con firmeza para devolverle la paz y la tranquilidad a la sociedad si no se acepta que parte de la solución está en la legalización de ese mercado, para que actué a plena luz del día, regularlo, vigilarlo y supervisarlo como a todos los demás.

La calidad de vida de la población se deteriora y su futuro se torna incierto por la deforestación, que alcanza a más de 600 mil hectáreas por año, alterando el régimen de lluvias y el clima, la contaminación de las ciudades,

suelos, ríos, lagos y mares. En fin, México tiene un gobierno que muestra signos de ineptitud para resolver problemas como el planteado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, ineficaz en el manejo de la economía, inútil para ponerlo un alto a la corrupción, rebasado por la inseguridad e ilegítimo, esto último porque medidas como la reforma energética no corresponden al interés nacional, actos tan deleznables como la manera en que el presidente de la República se apropio de la llamada Casa Blanca, el retiro del programa radiofónico de la periodista Carmen Aristegui, las falacias de que bajarían los precios de la gasolina, la electricidad y el gas, los incontables malos resultados de gobierno, provocan repudio entre la ciudadanía. Por ello, no es de sorprenderse que sondeo tras sondeo se perciba claramente la poca credibilidad que existe entre los ciudadanos sobre lo que hace y dice el presidente de la República, los gobernadores, los jueces y los legisladores.

Ahora no solo los electores le dan la espalda al grupo gobernante, también sectores reaccionarios, tradicionalmente alineados con el PRI, como la jerarquía católica, las cámaras empresariales, está fuertemente cuestionado por el Partido Acción Nacional y acechado por la izquierda.

A lo largo y ancho del país se percibe que el gobierno de Enrique Peña Nieto actúa al margen de principios y valores éticos, carece de representatividad, se encuentra desgastado y totalmente alejado de las necesidades y aspiraciones de la ciudadanía y todavía peor, se considera que ni el equipo del presidente de la República, lo legisladores y los miembros de poder judicial, entienden la problemática nacional y por lo tanto no saben cómo encararla.

Lo que faltaba: Enrique Peña Nieto es un plagiario consumado. De acuerdo con la periodista Carmen Aristegui, la tesis de licenciatura de quien ahora ocupa la presidencia de la República es un plagio en un 80% en parte de la obra de Enrique Krause, Jorge Carpizo y de Miguel de la Madrid. Esto es ya una vergüenza nacional.

Que nadie se llame sorprendido, el fracaso de PRI en el proceso electoral del 5 de junio de 2016, en que perdió 7 gubernaturas y solo gano el 40% de los municipios en disputa, es la señal de que el electorado ya no confía en los gobiernos priístas, a quienes les están pasando la factura por tanto agravio y es el rechazo, todavía inicial, a la política aplicada por Enrique Peña Nieto.

Siguiendo el ejemplo de Rosario Ibarra de Piedra, quien a partir de la desaparición de su hijo, el dirigente de la Liga Comunista 23 de Septiembre, Jesús Pierda Ibarra, por parte de las fuerzas del Estado en el año de1974, en plena Guerra Sucia, diseñada por el ideólogo priísta Jesús Reyes Heroles y operada por el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez y continuada por José López Portillo en contra de los guerrilleros mexicanos, inició un peregrinar por cárceles, oficinas de gobierno, organismos internacionales para solicitar información sobre el paradero de su hijo, muchas mujeres mexicanas no se cansan de buscar en hospitales, ministerios públicos y anfiteatros a sus hijos, esposos, hermanos y demás familiares, algunos levantados por el crimen organizado y otros detenidos o asesinados por el Estado, sin que haya autoridad que les dé razón alguna de ellos.

Como es natural, muchos mexicanos se entusiasmaron y creyeron que las cosas cambiarían con la transición hacia la democracia, pero ante el largo y sinuosa camino que ha seguido la reforma del sistema político mexicano desde el lejano 1977, 1996, 2007 y 2013 y si bien se dieron pasos fundamentales en la ampliación de la representación política, el padrón electoral, la credencialización, la autonomía de los órganos electorales, la calificación de los comicios, el financiamiento de los partidos políticos, la inclusión de la figura de candidaturas independiente y la solución de los conflictos poselectorales, la ausencia de contrapesos efectivos, las limitaciones de la separación de poderes, la persistencia nociva de la corrupción y la impunidad que le abren la puerta al dinero ilegal, esta esperanza casi fue anulada. La complicidad de priístas y panistas, que en amasiato impúdico no dudaron en provocar los mayores fraudes de la historia electoral de México en contra de Cuauhtémoc Cárdenas y de

Andrés Manuel López Obrador, han sido un pasado lastre para el avance democrático. Es más, los gobiernos del Partido Acción Nacional, si a caso, fueron comparsas o se asumieron de plano como otra mafia igual que la del Partido Revolucionario Institucional, pues aunque mantienen diferencias en cuanto a ciertas reformas democráticas, sostienen la misma política económica, coinciden en que su gestión gubernamental se da en medio de la opacidad, son cínicos, se enriquecen a costa del erario y practican por igual el nepotismo.

A pesar de estos atropellos a la democracia, a la dignidad y a los derechos humanos, la ciudadanía ha tomado conciencia del valor del voto, ha conquistado gobiernos municipales desde donde ejercita la gestión pública, se capacita y se prepara para tomar el gobierno en sus manos a través de nuevas batallas cívicas.

En nuestra joven democracia son notorios los avances en la alternancia política, en los municipios se despliega la disputa por el poder a ras del suelo, comunidad por comunidad, voto por voto y casilla por casilla. Ahí se vive una extraordinaria experiencia política desde donde germinará el espíritu y la fuerza del cambio.

La mayoría de los estados de la República ya conocen la ventajas de gobiernos provenientes de distintos partidos, el caso de la Ciudad de México constituye hasta ahora el fenómeno político más importante, rico, novedoso y complejo del proceso político mexicano en los últimos años.

A nivel nacional, si bien la alternancia desembocó en la llegada a la presidencia de un partido de la derecha e independientemente de la decepción que provocó y la incongruencia de sus líderes, lo valioso de la enseñanza es que dejo claro que otro destino es posible.

Entre los saldos arrojados por el largo y sinuoso camino hacia la democracia encontramos la enorme capacidad de una buena parte de los políticos de izquierda para mimetizarse, corromperse, mentir, llegar a acuerdos en lo oscurito, amafiarse y venderse, pero seguramente este era el precio de

saltar a la palestra para intentar llevar a cabo la transformación social por la vía pacífica a través de la Constitución y sus leyes reglamentarias.

Siendo esta una tarea pendiente para analizarse y comprenderse, lo cierto es que no se trata de redimir a tal o cual grupo político sino de dotar a la democracia de una base firme a efecto de que los políticos, sea cual sea su signo no se enriquezcan en el ejercicio de cargos públicos.

Sobre el futuro de México se cierne la sombra del autoritarismo presidencialista, no sólo se trata de actitudes y gestos del titular del Poder Ejecutivo Federal y de las provocaciones del encargado del despacho de Educación Pública, sino de un conjunto de leyes aprobadas por el Congreso de la Unión y otras disposiciones que le otorgan al ejecutivo poderes excesivos, mayores atribuciones al Ejército Mexicano, a la Policía Federal y supresión de atribuciones a los gobiernos estatales y municipales. Parece que retrocederemos a tiempos que se consideraban superados.

La libertad de expresión se ha visto disminuida por los atropellos de parte del Estado mexicano. El país perdió mucho al haberse silenciado la voz de la periodista Carmen Aristegui.

Aun más: En el Estado de México se aprobó la Ley Atenco que autoriza a la policía a reprimir, detener y encarcelar a los integrantes del movimiento social.

El Senado de la República acaba de aprobar que los nuevos jueces de control de la justicia militar pueden ordenar cateos a domicilios particulares, a los mismos órganos autónomos, a los poderes legislativo y judicial así como a oficinas de propio poder ejecutivo, la revisión de vehículos en forma arbitraria, intervención de telecomunicaciones incluso en el nuevo Código Militar de Procedimientos Penales incluye como objeto de las penas la ejemplaridad y no la inserción social del sentenciado con lo que se extiende la jurisdicción militar sobre civiles afectando los derechos fundamentales de las personas.

Al crearse el Instituto Nacional Electoral (INE), en sustitución de Instituto Federal Electoral (IFE), le fue recortada su autonomía y ha sido sometido al presidente de la Republica, es dispendioso, ha procreado un sistema de partidos que es un instrumento de dominación y sometimiento. Su desprestigio tiene como fundamento su incapacidad para evitar la compra y coacción del voto, su pasividad ante las tropelías de partidos y candidatos, que impunemente rebasan los topes de gastos, utilizan dinero del erario, de empresas y del narco y hasta se benefician de programas sociales del gobierno.

Por segunda ocasión se vendió el padrón electoral a empresas de Estados Unidos. La operación la llevó a cabo de manera impune el mismo partido político en las mismas barbas del INE a quien ya nadie toma en serio para desgracia de la democracia mexicana.

Con motivo de la aprobación de la iniciativa ciudadana para obligar a los funcionarios públicos y a los candidatos a puestos de elección popular a presentar sus declaraciones fiscal, patrimonial y de intereses y su publicación, pudimos ver en todo su esplendor la mezquindad de los senadores del Partido Revolucionario Institucional y del Partido Verde Ecologista de México de dejar a la voluntad de la clase política si se hacen públicos o no.

No obstante el cambio del viejo modelo de justicia penal del inquisitorial acusatorio al controversial-oral, el país está lejos de contar con un sistema que garantice la aplicación de la ley sin distingos de posición económica, origen racial, religión o preferencia sexual.

El país vive una situación de extrema gravedad, la gobernabilidad cada vez depende de un hilo.

la modificación de esta situación requiere no solo la desaprobación de los ciudadanos, el hartazgo, la ira, el descontento o la simple inconformidad, es necesario organizarse, informarse y participar para llevar a cabo un cambio profundo, sonó la hora de ciudadanizar el poder político, el momento de

hacerlo son las elecciones federales de 2018, a través de una gran coalición de fuerzas democráticas, progresistas y de izquierda, que postule candidatos únicos a la presidencia de la República, a las gubernaturas, presidencias municipales, diputaciones y senadurías. La experiencia indica que solamente cuando se han colocado por delante los intereses de la nación, se ha avanzado significativamente en la lucha por el poder político, éste es uno de esos momentos. Ahora o nunca.

Para que este esfuerzo trascienda, naturalmente tiene que ser encabezado por los dos grandes partidos de la izquierda: el de la Revolución Democrática y el Movimiento de Regeneración Nacional.

Las elecciones en el Estado de México, Nayarit y Coahuila, en 2017 se deben ver como un ensayo general de lo que pasará en la disputa por el poder en 2018.

Los motivos para conformar una gran coalición para 2018, están muy claros: el país se está destruyendo, el Estado es utilizado por el grupo gobernante para su beneficio, la corrupción, la inseguridad, el desempleo y la pobreza parecen los jinetes del apocalipsis. Existen razones para tener confianza que el pueblo ganará esta batalla, entre ellas están: el papel cada vez más activo de la sociedad, la futura promulgación de la Constitución de la CDMX, el matrimonio de personas del mismo sexo y su derecho a adoptar, que sin dilación debe ser elevado a norma constitucional, la reciente aprobación del sistema anticorrupción, surgido de una iniciativa ciudadana, el gran potencial de cambio que tienen las redes sociales, la fortaleza de la sociedad civil con organismos defensores de los Derechos Humanos y del medio ambiente, el vigor del movimiento estudiantil, la experiencia de gestión gubernamental de partidos democráticos y de izquierda, los ecologistas, defensores de la naturaleza y del hombre, los intelectuales que hacen grandes aportes para entender los problemas y criticar la injusticia, los miles de activistas dispuestos a dar la lucha por un nuevo país, los grupos de campesinos, los católicos de la teología de la liberación,

indígenas, mujeres y muchísimos grupos de ciudadanos que se han puesto en pie de lucha.

Un hecho incontrovertible son las grandes transformaciones que ha registrado el país: hoy existe una sociedad más abierta e informada, con una conciencia crítica avanzada, mayor interés en los asuntos públicos, una prensa más independiente, una presencia muy activa en las redes sociales y una voluntad de participación en la solución de los grandes problemas el sistema político mexicano está rezagado, la mayor parte de sus instituciones y normas se quedaron petrificadas, el contenido de su comunicación, sus corruptelas y su grosera manipulación no solo ofenden a la inteligencia nacional, sino que ya nadie se traga sus mentiras y posturas demagógicas.

Son muy ondas las raíces de la inconformidad de los mexicanos y nada tiene que ver con el estado de ánimo, ni con el mal humor social, sino que son resultado del abuso en el ejercicio del poder político, de la ofensiva concentración de la riqueza, de la corrupción sin límite, de la inseguridad, la impunidad, del abandono de la juventud y en fin de la ausencia de oportunidades.

La agenda que enarbole el nuevo bloque político, debe incluir tareas de corto, mediano y largo plazos, pero necesariamente debe incluir la modificación del modelo económico y el sistema que lo sostiene, incrementar el apoyo a empresas sociales, aumentar salarios, crear suficientes empleos, salud, educación, alimentación, vivienda, agua, protección del medio ambiente y vigencia del Estado de Derecho, bienestar para la infancia, la juventud a los ciudadanos de la tercera edad, proteger a los mexicanos residentes en Estados Unidos. En fin erradicación de la impunidad, inseguridad, discriminación, corrupción, compadrazgo, nepotismo y todo tipo de odio y fanatismo por razones de raza, religión, color de la piel, preferencia sexual, posición política o económica. Nada que no sea factible.

En efecto, el país cambiará de rumbo solamente derrotando al actual grupo gobernante y sustituirlo por gobiernos con el respaldo de la inmensa mayoría de la población, que se organice y funcione en el marco de una estricta observancia el Estado de Derecho, de acuerdo a los principios de la rendición de cuentas, de transparencia, de revocabilidad de mandato, de profundo respeto al voto y a los derechos humanos, la pluralidad, la alternancia y el respeto a la disidencia, construyendo nuevas formas de organización y movilización como asambleas populares, consejos de de vigilancia y participación ciudadana, cooperativas, organizaciones no gubernamentales, uniones de crédito, así como cabildos abiertos que acompañen la gestión gubernamental.

La sociedad organizada debe tomar el destino en sus propias manos; los poderes federales, estatales y municipales se tienen que transformar en medios para restablecer la legalidad, asegurar la vida y el patrimonio de los mexicanos, avanzar hacia un desarrollo sostenible, equitativo e incluyente, fortalecer la cultura de la inclusión, la tolerancia, la diversidad y el pluralismo.

En más de una ocasión el PRI ha estado en la lona y lo ha salvado la campana del fraude, el quite por parte del Partido Acción Nacional y hasta la división de la izquierda. Ahora puede ser diferente si las fuerzas de la transformación social van unidas.

Nada ni nadie nos obligan a aceptar la realidad lacerante de México, tampoco se puede contemplar pasivamente cómo se destruye el país, después de todo, la transformación de las estructuras económicas, políticas y sociales no sólo es un derecho constitucional, sino sobre todo un deber moral.

La ciudadanización de poder político puede ser la vía para llevar al país a una nueva etapa de esplendor, de justicia, de equidad y de libertad.

Se trata, en fin, de convertir a la ciudadanización del poder político en el motor de los cambios, y esto se logrará en la medida de que se entienda

que no basta con la participación en procesos electorales sino que hay que adentrarse en el conocimiento de la ley, para saber cuáles son los derechos de los ciudadanos, que funciones y atribuciones otorga a los órganos de gobierno, las obligaciones de sus titulares, las sanciones por incumplimiento y estar informado permanentemente del que hacer de los órganos de representación política como los congresos federal y estatales y los cabildos municipales, así como los órganos jurisdiccionales y administrativos.

Este conocimiento nos permitirá acceder a la justicia, a exigir la observancia de la ley, a exponer problemas y proponer soluciones.

En la hora actual debemos tomar la decisión de participar en la salvación de México, rescatar el optimismo, la tranquilidad y la paz social, restablecer los lazos de solidaridad y convivencia, alcanzar la confianza perdida, la reconciliación y el diálogo, colaborar en el engrandecimiento de la nación y no escatimar esfuerzos para ser un pueblo feliz. Nosotros, los mexicanos comprometidos, que no se rinden ni se venden, jamás seremos la generación que permita que el país se siga hundiendo, sino la que se atrevió a cambiar las cosas.

Ciudad de México, agosto de 2016.