Programa asentamientos

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? JUEVES, 9 DE FEBRERO DE 2012 Málaga hoy Málaga Málaga Málaga hoy JUEVES, 9 DE FEBRERO DE 2012 ? Pablo Piñero / MÁLAGA Yana enseña el nuevo tejado de su casa. Dice que con él todo ha cam- biado. “Ahora no entra agua cuando llueve”, explica en un dig- no castellano mientras muestra una sonrisa. No es más que un ta- blón recubierto de plástico, pero impide que los días de lluvia se conviertan en algo más que una jornada gris para ella, su marido y sus dos hijos. La temperatura es otra cosa: la ola de frío de los últi- mos días no les ha sentado muy bien. “A ver si llega pronto el ca- lor”, suplica mirando al cielo. La pequeña estructura que le sirve de alojamiento a su familia se encuentra en una parcela a las afueras de Mijas que comparte con otros emigrantes procedentes de Bulgaria. Unos malviven en chabolas; otros en viejas carava- nas. Un pequeño chambao hace de cocina colectiva y la ropa se re- parte por tendederos alrededor de las infraviviendas, rodeadas de escombros y viejos electrodomés- ticos. Es un lugar invisible para la gran mayoría de la sociedad. Pero también es lo que en Cruz Roja denominan asentamiento hori- zontal. Por eso, tres voluntarios han ido esta mañana a llevarles mantas, alimento y atención sani- taria. “Hacía tiempo que no ve- níais”, les riñe cariñosamente Ya- na. “Pero gracias. Es una gran ayuda”, dice la mujer con su hijo pequeño en brazos, que desde que vio llegar al equipo de volun- tarios con sus chaquetas rojas no ha dejado de llorar. Los cooperantes son Víctor, Amanda y Francisco. Pertenecen al programa Asentamientos de Cruz Roja, financiado anualmen- te por el Gobierno. Saben que ha- ce algún tiempo que no visitaban este campamento. Pero hay que repartir: en Málaga hay cerca de 200 sitios declarados por Cruz Ro- ja como asentamientos, lo que complica el objetivo de realizar vi- sitas mensuales de ayuda, pero no siempre se les puede ayudar como se quisiera. A veces lo que más sirve es un gesto: un guante de látex converti- do en muñeco ha eliminado las lá- grimas del pequeño hijo de Yana. Pero lo que realmente dará tran- quilidad durante las próximas se- manas a los habitantes del asenta- miento son los paquetes que han recibido esta mañana. Galletas, caballa, agua, arroz, zumo, azú- car, tomate frito, piña en almíbar, mantas y otros productos de higie- ne. Además de productos de pri- mera necesidad, los voluntarios también les hacen revisiones mé- dicas básicas. “Los valores están más o menos bien”, dice Amanda tras tomar la tensión y medir el azúcar en sangre de Yana. “¿Al- gún dolor extraño?”, le pregunta. La mujer, que ronda los 30 años, se queja de molestias en el estó- mago y se le recomienda ir al mé- dico. “Es su decisión, nadie la pue- de obligar. La próxima vez que vengamos traeremos con nosotros un especialista para que la vea so- bre el terreno. Pero si no quisiera ir al médico, no podemos hacer más”, cuenta Víctor ya en la furgo- neta de vuelta a Málaga. Lo que durante esta mañana ha sido algo casi rutinario tiene de- trás un largo trabajo. Hasta llegar al campamento, Encarni Suárez ha tenido que tirar de contactos, llamadas y de un trabajo de campo que le permite detectar y conocer las necesidades de los emigrantes. Ella es la máxima responsable del programa Asentamientos, que busca dotar de ayuda a los emi- grantes que no tienen recursos. Principalmente, alimentos, man- tas o productos de higiene, pero también asesoría e información sobre cualquier tema que les pue- da ayudar. ¿Y cómo se detectan es- tos lugares? “A veces son nuestras delegaciones en los diferentes municipios los que nos cuentan los casos, y en otras ocasiones nos informan entidades como Málaga Acoge o la Asociación de Ghane- ses de Málaga”, asegura la mujer, que destaca que la mayor parte de las más de 700 personas que han recibido ayuda en el primer año de funcionamiento de este proyec- to son subsaharianos. “Es que se encuentran mal. Hay gente muy necesitada y situaciones que im- presionan bastante”, relata. Ma- rroquís y suramericanos confor- man también el colectivo más ne- cesitado de apoyo en Málaga. Un cuadro que completan, en menor medida, los europeos. Sin duda, es su conocimiento del colectivo emigrante lo que le permite detectar los asentamien- tos necesitados de ayuda. “Son ellos mismos los que muchas ve- ces nos dicen las familias o grupos de emigrantes que no lo están pa- sando bien”, añade Encarni. Otras veces, ellos acuden perso- nalmente a solicitar apoyo a las sedes de la entidad: “A mí me da- ba vergüenza tener que ir a Cruz Roja a pedir ayuda. Pero es que ya no puedo más”, dice Armando, un argentino que responde al perfil de asentamiento vertical al vivir con su familia en un bloque de vi- viendas en plena ciudad. Como en todos los casos, antes de entrar a formar parte del pro- grama Asentamientos, Encarni realiza una visita a Armando en su vivienda. “Así los conozco, me cuentan su caso, apunto sus nece- sidades y puedo elaborar un infor- me”, expone la responsable del proyecto. La precaria situación de Armando es evidente. Vive junto a su mujer y su inquieto hijo de año y medio en la habitación de un mi- núsculo piso casi escondido en el barrio de la Asunción de la capital malagueña. Dos personas ocupan los otros dos dormitorios. La coci- na lo dice todo. “Mirad, mirad mi nevera: vacía. Y este es el estante de nuestra comida: vacío”. Armando necesita hablar. Dice que el empresario que le contrató hace unos años sólo le dio de alta en la Seguridad Social apenas un mes antes de echarlo. Le sirvió para obtener sus papeles y regu- larizar su situación, pero nunca cobró finiquito. “Y el tema judi- cial ahora me perjudica: me dan la opción de cobrar un dinero o entrar a trabajar de nuevo. Yo no quiero ir ahí porque me explotan y me tratan fatal. Y del dinero que me debe, el tipo me ha dicho que como mucho me dará 100 euros. ¿Ahora qué hago?”. El argentino agradece la atenta escucha de Encarni. “A veces viene muy bien desahogarse, aquí uno se siente muy solo”, explica. Por eso, ade- más de alimentos se le da hora con una psicóloga de Cruz Roja. “Seguro que te viene bien charlar con ella”, le anima Encarni. En 24 horas llegarán varios voluntarios a llevarle comida y productos de higiene. “Gracias, de verdad, gra- cias”, le dice a la mujer, que debe seguir su jornada. La siguiente visita de Encarni es en Fuengirola. La delegación lo- cal le ha pedido que visite a una familia de Senegal. Allí la recibe Kaya, una mujer que apenas pue- de andar sin sus muletas. Un acci- dente y varias operaciones la han dejado con un 55% de minusva- lía. Algo que ha reconocido el Ser- vicio Andaluz de Salud, pero que no tendrá efectos legales hasta 2013, según indica la carta que muestra a la trabajadora de Cruz Roja. “Yo no puedo hacer nada. Mi marido sólo trabaja un día a la semana con un puesto en el mer- cadillo. Así es todo muy difícil”, subraya la subsahariana, que ese día cuida como puede a su hija en- ferma. Su sobrino y su otra hija andan en la escuela. Llevan siete años en España, pero ahora es cuando se encuentran más al lí- mite de recursos. Cuando Kaya dice que también deben una parte del alquiler del piso, Encarni les cuenta la posibilidad de solicitar una ayuda en Cruz Roja Fuengi- rola. “Todo depende del presu- puesto que se tenga, pero lo im- portante es que los usuarios co- nozcan todos los recursos que pueden llegar a tener a su disposi- ción. Hay que intentar ayudarles como sea”, destaca la voluntaria. Antes, la primera visita de la mañana le había llevado a una vi- vienda en el centro de Málaga. Allí, Encarni proporcionó a Tania varias direcciones a las que diri- girse para tratar de encontrar tra- bajo. También le informó de las clases de español gratuitas para emigrantes de Cruz Roja y le ofre- ció ayuda jurídica respecto a su si- tuación en España al ver que en su asentamiento unos acaban de re- cibir su permiso de residencia pe- ro otros lo están tramitando. Ta- nia ha acogido a una amiga y su familia –todos compatriotas ru- sos– que, como ellos, no tenían re- cursos. Su amiga es la única que ha encontrado trabajo: “Ella es periodista. Ahora está en una ca- sa de cuidadora, pero lo hace co- mo interna y no tiene días libres. Al menos es la única de las siete personas de nuestras dos familias que tiene empleo. Nuestra situa- ción es complicada”, dice Tania. “Y nuestros hijos tienen que estu- diar. Es su futuro: no se pueden poner a trabajar ahora”, destaca la mujer. Sus palabras están lejos de querer dar pena. Las dice con humor, mostrando una sonrisa. “Es lo más importante. No hay que perder el ánimo”, comenta. Al día siguiente recibirán la visita de los voluntarios de Cruz Roja. Un gesto que, al menos, les ani- mará un poco más. PROGRAMA DE AYUDA EN TIEMPOS DE CRISIS PERFIL La mayor parte de las más de 700 personas que han recibido ayuda en el primer año de funcionamiento de este programa son subsaharianos IMVESTIGACIÓN SOBRE EL TERRENO Los voluntarios se sirven de contactos, llamadas y de un trabajo de campo que les permite detectar las necesidades INTEGRACIÓN El programa también incluye clases de español gratuitas para los emigrantes y planes de asesoría jurídica AYUDAS en vertical y horizontal Más de 700 emigrantes han recibido ayuda de Cruz Roja en el primer año de funcionamiento del programa Asentamientos, que les ayuda con alimentos, mantas o productos de higiene El proyecto incluye atención sanitaria y orientación laboral Asentamiento a las afueras de Mijas. El dormitorio. Los voluntarios de Cruz Roja dialogan con la familia. Uno de los voluntarios entre el material. Una voluntaria le toma la tensión a una mujer. A veces son nuestras delegaciones en los diferentes municipios los que nos cuentan los casos” Encarni Suárez Responsable del programa A mí me daba vergüenza tener que ir a Cruz Roja a pedir. Pero es que ya no puedo más” Armando Recibe la ayuda ASENTAMIENTOS Es el número de sitios declarados por Cruz Roja, lo que complica el objetivo de realizar visitas mensuales 200

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Reportaje sobre el programa de Asentamientos que lleva a cabo Cruz Roja Malaga publicado en el diario Malaga Hoy

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? JUEVES, 9 DE FEBRERO DE 2012 ● Málaga hoy

Málaga Málaga

Málaga hoy ● JUEVES, 9 DE FEBRERO DE 2012 ?

Pablo Piñero / MÁLAGA

Yana enseña el nuevo tejado de sucasa. Dice que con él todo ha cam-biado. “Ahora no entra aguacuando llueve”, explica en un dig-no castellano mientras muestrauna sonrisa. No es más que un ta-blón recubierto de plástico, peroimpide que los días de lluvia seconviertan en algo más que unajornada gris para ella, su marido ysus dos hijos. La temperatura esotra cosa: la ola de frío de los últi-mos días no les ha sentado muybien. “A ver si llega pronto el ca-lor”, suplica mirando al cielo.

La pequeña estructura que lesirve de alojamiento a su familiase encuentra en una parcela a lasafueras de Mijas que compartecon otros emigrantes procedentesde Bulgaria. Unos malviven enchabolas; otros en viejas carava-nas. Un pequeño chambao hacede cocina colectiva y la ropa se re-parte por tendederos alrededorde las infraviviendas, rodeadas deescombros y viejos electrodomés-ticos. Es un lugar invisible para la

gran mayoría de la sociedad. Perotambién es lo que en Cruz Rojadenominan asentamiento hori-zontal. Por eso, tres voluntarioshan ido esta mañana a llevarlesmantas, alimento y atención sani-taria. “Hacía tiempo que no ve-níais”, les riñe cariñosamente Ya-na. “Pero gracias. Es una granayuda”, dice la mujer con su hijopequeño en brazos, que desdeque vio llegar al equipo de volun-tarios con sus chaquetas rojas noha dejado de llorar.

Los cooperantes son Víctor,Amanda y Francisco. Pertenecenal programa Asentamientos deCruz Roja, financiado anualmen-te por el Gobierno. Saben que ha-ce algún tiempo que no visitabaneste campamento. Pero hay querepartir: en Málaga hay cerca de200 sitios declarados por Cruz Ro-ja como asentamientos, lo quecomplica el objetivo de realizar vi-sitas mensuales de ayuda, pero nosiempre se les puede ayudar comose quisiera.

A veces lo que más sirve es ungesto: un guante de látex converti-do en muñeco ha eliminado las lá-grimas del pequeño hijo de Yana.Pero lo que realmente dará tran-quilidad durante las próximas se-manas a los habitantes del asenta-miento son los paquetes que hanrecibido esta mañana. Galletas,caballa, agua, arroz, zumo, azú-car, tomate frito, piña en almíbar,

mantas y otros productos de higie-ne. Además de productos de pri-mera necesidad, los voluntariostambién les hacen revisiones mé-dicas básicas. “Los valores estánmás o menos bien”, dice Amandatras tomar la tensión y medir elazúcar en sangre de Yana. “¿Al-

gún dolor extraño?”, le pregunta.La mujer, que ronda los 30 años,se queja de molestias en el estó-mago y se le recomienda ir al mé-dico. “Es su decisión, nadie la pue-de obligar. La próxima vez quevengamos traeremos con nosotrosun especialista para que la vea so-

bre el terreno. Pero si no quisierair al médico, no podemos hacermás”, cuenta Víctor ya en la furgo-neta de vuelta a Málaga.

Lo que durante esta mañana hasido algo casi rutinario tiene de-trás un largo trabajo. Hasta llegaral campamento, Encarni Suárez

ha tenido que tirar de contactos,llamadas y de un trabajo de campoque le permite detectar y conocerlas necesidades de los emigrantes.Ella es la máxima responsable delprograma Asentamientos, quebusca dotar de ayuda a los emi-grantes que no tienen recursos.

Principalmente, alimentos, man-tas o productos de higiene, perotambién asesoría e informaciónsobre cualquier tema que les pue-da ayudar. ¿Y cómo se detectan es-tos lugares? “A veces son nuestrasdelegaciones en los diferentesmunicipios los que nos cuentanlos casos, y en otras ocasiones nosinforman entidades como MálagaAcoge o la Asociación de Ghane-ses de Málaga”, asegura la mujer,que destaca que la mayor parte delas más de 700 personas que hanrecibido ayuda en el primer añode funcionamiento de este proyec-to son subsaharianos. “Es que seencuentran mal. Hay gente muynecesitada y situaciones que im-presionan bastante”, relata. Ma-rroquís y suramericanos confor-man también el colectivo más ne-cesitado de apoyo en Málaga. Un

cuadro que completan, en menormedida, los europeos.

Sin duda, es su conocimientodel colectivo emigrante lo que lepermite detectar los asentamien-tos necesitados de ayuda. “Sonellos mismos los que muchas ve-ces nos dicen las familias o gruposde emigrantes que no lo están pa-sando bien”, añade Encarni.Otras veces, ellos acuden perso-nalmente a solicitar apoyo a las

sedes de la entidad: “A mí me da-ba vergüenza tener que ir a CruzRoja a pedir ayuda. Pero es que yano puedo más”, dice Armando, unargentino que responde al perfilde asentamiento vertical al vivircon su familia en un bloque de vi-viendas en plena ciudad.

Como en todos los casos, antesde entrar a formar parte del pro-grama Asentamientos, Encarnirealiza una visita a Armando en suvivienda. “Así los conozco, mecuentan su caso, apunto sus nece-sidades y puedo elaborar un infor-me”, expone la responsable delproyecto. La precaria situación deArmando es evidente. Vive junto asu mujer y su inquieto hijo de añoy medio en la habitación de un mi-núsculo piso casi escondido en elbarrio de la Asunción de la capitalmalagueña. Dos personas ocupan

los otros dos dormitorios. La coci-na lo dice todo. “Mirad, mirad minevera: vacía. Y este es el estantede nuestra comida: vacío”.

Armando necesita hablar. Diceque el empresario que le contratóhace unos años sólo le dio de altaen la Seguridad Social apenas unmes antes de echarlo. Le sirviópara obtener sus papeles y regu-larizar su situación, pero nuncacobró finiquito. “Y el tema judi-cial ahora me perjudica: me danla opción de cobrar un dinero oentrar a trabajar de nuevo. Yo noquiero ir ahí porque me explotany me tratan fatal. Y del dinero queme debe, el tipo me ha dicho quecomo mucho me dará 100 euros.¿Ahora qué hago?”. El argentinoagradece la atenta escucha deEncarni. “A veces viene muy biendesahogarse, aquí uno se sientemuy solo”, explica. Por eso, ade-

más de alimentos se le da horacon una psicóloga de Cruz Roja.“Seguro que te viene bien charlarcon ella”, le anima Encarni. En 24horas llegarán varios voluntariosa llevarle comida y productos dehigiene. “Gracias, de verdad, gra-cias”, le dice a la mujer, que debeseguir su jornada.

La siguiente visita de Encarni esen Fuengirola. La delegación lo-cal le ha pedido que visite a unafamilia de Senegal. Allí la recibeKaya, una mujer que apenas pue-de andar sin sus muletas. Un acci-dente y varias operaciones la handejado con un 55% de minusva-lía. Algo que ha reconocido el Ser-vicio Andaluz de Salud, pero queno tendrá efectos legales hasta2013, según indica la carta quemuestra a la trabajadora de CruzRoja. “Yo no puedo hacer nada.

Mi marido sólo trabaja un día a lasemana con un puesto en el mer-cadillo. Así es todo muy difícil”,subraya la subsahariana, que esedía cuida como puede a su hija en-ferma. Su sobrino y su otra hijaandan en la escuela. Llevan sieteaños en España, pero ahora escuando se encuentran más al lí-mite de recursos. Cuando Kayadice que también deben una partedel alquiler del piso, Encarni lescuenta la posibilidad de solicitaruna ayuda en Cruz Roja Fuengi-rola. “Todo depende del presu-puesto que se tenga, pero lo im-portante es que los usuarios co-nozcan todos los recursos quepueden llegar a tener a su disposi-ción. Hay que intentar ayudarlescomo sea”, destaca la voluntaria.

Antes, la primera visita de lamañana le había llevado a una vi-vienda en el centro de Málaga.Allí, Encarni proporcionó a Taniavarias direcciones a las que diri-girse para tratar de encontrar tra-bajo. También le informó de lasclases de español gratuitas paraemigrantes de Cruz Roja y le ofre-ció ayuda jurídica respecto a su si-tuación en España al ver que en suasentamiento unos acaban de re-cibir su permiso de residencia pe-ro otros lo están tramitando. Ta-nia ha acogido a una amiga y sufamilia –todos compatriotas ru-sos– que, como ellos, no tenían re-cursos. Su amiga es la única queha encontrado trabajo: “Ella esperiodista. Ahora está en una ca-sa de cuidadora, pero lo hace co-mo interna y no tiene días libres.Al menos es la única de las sietepersonas de nuestras dos familiasque tiene empleo. Nuestra situa-ción es complicada”, dice Tania.“Y nuestros hijos tienen que estu-diar. Es su futuro: no se puedenponer a trabajar ahora”, destacala mujer. Sus palabras están lejosde querer dar pena. Las dice conhumor, mostrando una sonrisa.“Es lo más importante. No hayque perder el ánimo”, comenta.Al día siguiente recibirán la visitade los voluntarios de Cruz Roja.Un gesto que, al menos, les ani-mará un poco más.

PROGRAMA DE AYUDAEN TIEMPOS DE CRISIS

PERFIL

La mayor parte de las más de 700 personas que han recibido ayuda enel primer año de funcionamiento de este programa son subsaharianos

IMVESTIGACIÓN SOBRE EL TERRENO

Los voluntarios se sirven de contactos, llamadas y de untrabajo de campo que les permite detectar las necesidades

INTEGRACIÓN

El programa también incluye clases de español gratuitaspara los emigrantes y planes de asesoría jurídica

AYUDAS envertical y horizontalMás de 700 emigrantes han recibido ayuda de Cruz Roja en el primer año defuncionamiento del programa Asentamientos, que les ayuda con alimentos, mantas o productos de higiene · El proyecto incluye atención sanitaria y orientación laboral

Asentamiento a las afueras de Mijas.

El dormitorio. Los voluntarios de Cruz Roja dialogan con la familia.

Uno de los voluntarios entre el material.

Una voluntaria le toma la tensión a una mujer.

A veces sonnuestras

delegaciones en losdiferentes municipios losque nos cuentan los casos”

Encarni SuárezResponsable del programa

A mí me dabavergüenza tener

que ir a Cruz Roja a pedir. Pero es que ya no puedo más”

ArmandoRecibe la ayuda

ASENTAMIENTOS

Es el número de sitiosdeclarados por Cruz Roja, loque complica el objetivo derealizar visitas mensuales

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