Raices Del Evangelio 1.0

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Cristianismo de los siglos pasados.

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  • Joriaen Simons (junto con otro fiel hermano), anabap-tista y vendedor de libros, fue matado por los papistas en la ciudad de Haarlem, Pases Bajos. Lo mataron en la ho-guera el 26 de abril del ao 1557. Las autoridades deci-dieron quemar sus libros en el lugar donde lo mataron. Pero hubo un alboroto, y ciertas personas de entre la muche-dumbre agarraron los libros y los tiraron a los espectadores. De esta manera la verdad fue difundida aun ms.

    No oponerse al error es aprobarlo, no defender la verdad es negarla. La paz si posible, pero la verdad a

    cualquier precio.

    1ra edicin de julio/2014 nmero 001

    Martin lutero (1483-1546)

    Libros de anabaptista siendo quemados posterior a matarlo en hoguera

    Sermn Charles Spurgeon

    Pablo actuaba totalmen-te diferente: l no tema atacar frontalmente el peca-do, y no solamente tena el coraje de declarar la verdad, pero saba de la necesidad de insistir sobre esta verdad: Muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son ene-migos de la cruz de Cristo.

    Sigue pag.4

    Testamento de una madre a su hijo, Isaas, el 24 de enero, 1539 d. de J.C. Se lo present a l a las nueve de la maana cuando ella se preparaba para morir por el nombre y el testimonio de Jess...

    Cristiano Primitivo, en 158 d.C., escribe una carta acerca de creencias y modo de vida de los cristianos: ellos se distinguen de los dems hombres ni por su tierra ni por su habla ni por sus costumbres.

    Jhon Charles Ryle, fue un pastor Anglica-no del siglo XIX; tambin conocido como El

    hombre de granito con corazn de nio

    Ryle fue un contemporneo de Charles H.

    Spurgeon; Moody; Hudson Taylor. pag. 9

    pag. 12 pag. 2

  • races

    primitivos

    Cuidate de t mismo

    Carta a Diogneto: La vida corriente de los cristianos y sus ideales

    Primeramente, tenga cuidado de usted mismo. Asegrese de que ha sido verdade-ramente convertido. Tenga cuidado de no estar predicando acerca de Cristo a otros, mientras que usted mismo est sin Cris-to. Se les ha prometido una recompensa gloriosa a los fieles predicadores del evan-gelio, pero usted jams disfrutar de esta recompensa, a menos que usted mismo haya recibido primeramente el evangelio.

    Hay muchos predicadores que estn ahora en el infierno, quienes advertan muchas veces a sus oyentes de la necesi-dad de escapar de el. Acaso espera que Dios le salve a usted por haber ofrecido el evangelio a otros, mientras que usted lo rechaza? Dios nunca prometi salvar a los predicadores, sin importar cun dotados fuesen, a menos que ellos fueran conver-tidos.

    Richard Baxter (1615 - 1691)

    Thomas Watson (1620 - 1686)Mientras el pecado no sea amargo, Cristo no ser dulce

    Los cristianos, en efecto, no se distin-guen de los dems hombres ni por su tierra ni por su habla ni por sus costumbres. Porque ni habitan ciudades exclusivas suyas, ni hablan una lengua ex-traa, ni llevan un gnero de vida aparte de los dems. A la verdad, esta doctrina no ha sido por ellos inventada gracias al talento y especulacin de hombres curio-sos, ni profesan, como otros hacen, una enseanza humana; sino que, habitan-do ciudades griegas o brbaras, segn la suerte que a cada uno le cupo, y adaptn-dose en vestido, comida y dems gnero de vida a los usos y costumbres de cada pas, dan muestras de un tenor de pecu-liar conducta, admirable, y, por confesin de todos, sorprendente. Habitan sus pro-pias patrias, pero como forasteros; toman

    parte en todo como ciudadanos y todo lo soportan como extranjeros; toda tierra extraa es para ellos patria, y toda patria, tierra extraa. Se casan como todos: como todos engendran hijos, pero no exponen los que les nacen. Ponen mesa comn, pero no lecho. Estn en la carne, pero no viven segn la carne. Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadana en el cielo. Obedecen a las leyes establecidas; pero con su vida sobrepasan las leyes. A todos aman y por todos son perseguidos. Se los desconoce y se los condena. Se los mata y en ello se les da la vida. Son pobres y enriquecen a muchos. Carecen de todo y abundan en todo. Son deshonrados y en las mismas deshonras son glorificados. Se los maldice y se los declara justos. Los vi-tuperan y ellos bendicen. Se los injuria y

    II

  • races

    La causa de tanta liviandad en la IglesiaCoquetear con el pecado

    Los impos siempre han estado desti-tuidos de la verdad, desprecindola, pisotendola, burlndose de ella con des-precio.

    La mayor preocupacin de Pablo siem-pre fue por aqullos que conocieron el camino de la verdad, confesaron su fe en Cristo, y aun as continuaron coqueteando con el pecado. Pablo escribi de aqullos que intentan sostener la verdad en la in-justicia, un acto que enfurece a Dios. Ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentirapor esto Dios los entreg a pa-siones vergonzosas(Romanos 1:25-26).

    Otros, reducidos a esclavitud por sus placeres lujuriosos, se tornaron a los falsos maestros para tratar de encontrar la paz. Terminaron aceptando herejas destruc-torasY muchos seguirn sus disolucio-nes, por causa de los cuales el camino de la verdad ser blasfemado (2 Pedro 2:1-2).

    Todos los mensajes de Pablo sobre la apostasa y el Anticristo apuntaban a tales cristianos carnales. No eran para los id-latras de Roma, los ateos de Grecia o para alguna tribu pagana en algn lugar desco-nocido. El mensaje de Pablo fue de gran importancia para la iglesia y lo escribi para ser ledo en las iglesias, directamen-te a los creyentes! David Wilkerson

    Annimo, 158 d.C.

    ellos dan honra. Hacen bien y se los castiga como malhechores; castigados de muerte, se alegran como si se les diera la vida. Por los judos se los combate como a extranje-

    ros; por los griegos son perseguidos y, sin embargo, los mismos que los aborrecen no saben decir el motivo de su odio.

    Vemos que Pablo estaba llamando al pueblo de Dios en todas partes a amar la verdad, a buscarla, a estudiarla y obede-cerla. En esencia, escribi: Que la verdad sea su gua y no se aparten de ella. Pdanle al Espritu Santo que les d ojos para verla, odos para orla y un corazn para amar-la. De lo contrario, te abrirs al engao y terminars creyendo una mentira. Satans ser capaz de iniciarte en el culto del An-ticristo!

    Si t no crees esto, simplemente recuer-da las Escrituras. La Biblia dice que en los das previos a la venida de Jess, Satans traer tal avalancha abrumadora de se-duccin, que intentar engaar aun a los escogidos, si eso fuera posible. No impor-tar cunto tiempo haya caminado con Jess un cristiano; enfrentar tentaciones que nunca ha tenido en su vida. Incluso el creyente ms fuerte ser tentado a dudar de la fidelidad de Dios y a desconfiar de Su santa Palabra.

    Porque se levantarn falsos Cristos, y falsos profetas, y harn grandes seales y prodigios, de tal manera que engaarn, si fuere posible, aun a los escogidos (Mateo 24:24).

    III

  • sermn

    Charles Haddon Spurgeon (1834 - 1892)

    Mis queridos oyentes. San Pablo nos ofrece el modelo completo de un ministro cristiano. Pastor vigilante, l se preocupaba sin cesar por su rebao con-fiado en su cuidado. l no se limitaba a predicar el Evangelio, y no crea haber completado todo su deber en anunciar la salvacin, mas sus ojos estaban siempre vueltos a la iglesia que haba fundado, siguindolas, con un inters celoso, en su progreso o su declinar en la fe. Cuando l tena que ir a predicar el Evangelio eter-no en otras regiones, l no cesaba de velar por el bien estar espiritual de sus vibran-tes colonias cristianas de Grecia y de Asia Menor, sembradas por l en medio las tinieblas del paganismo; y mientras en-cenda nuevas lmparas en la antorcha de la verdad, no descuidaba aquellas que ya ardan. Es as que, en nuestro texto, l da a las pequeas iglesias de Filipo una prue-ba de su solicitud, dirigindoles consejos y advertencias. Y el Apstol no era menos fiel que vigilante. Cuando vea pecado en la iglesia, no rehusaba denunciarlo. l no se pareca a la mayora de los predicado-res modernos, que se vanaglorian de no haber tenido jams una relacin personal

    con su rebao o jams haber incomodado sus conciencias, y que ponen su gloria en aquello que es engaoso; porque si hubie-sen sido fieles, hubieran expuesto, sin im-purezas, todo el consejo de Dios, tendran infaliblemente, una u otra vez, herido la conciencia de sus oyentes.

    Pablo actuaba to-talmente diferente: l no tema atacar fron-talmente el pecado, y no solamente tena el coraje de declarar la

    verdad, pero saba de la necesidad de in-sistir sobre esta verdad: Muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son ene-migos de la cruz de Cristo.

    Mas si, por una parte el apstol era fiel, por otra era lleno de afecto. Como todo ministro de Cristo debera hacer, l ama-ba verdaderamente las almas que estaban bajo su cargo. Si l no poda admitir que algn miembro de las Iglesias colocadas bajo su direccin se desviaran de la ver-dad, no poda ms an reprenderles sin derramar lgrimas. l no saba amenazar la ira con los ojos secos, ni denunciar los juicios de Dios de manera fra e indiferen-te.

    Las lagrimas brotaban de sus ojos, mientras su boca pronunciaba las ms

    Porque si hubiesen sido fieles, hubieran expuesto, sin impu-rezas, todo el consejo de Dios

    Enemigos de la Cruz de CristoPorque por ah andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo lloran-do, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales ser perdicin, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergenza; que slo piensan en lo terrenal. (Filipenses 3:18-19)

    IV

  • terribles amenazas; y cuando censuraba, su corazn lata tan fuerte de compasin y amor, que aquellos a quien l se diriga no podan dudar de su afecto con que sus censuras eran dichas: Dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando.

    Mis amados. La advertencia solemne de Pablo, en otro momento, fue dirigida a los Filipenses; en las palabras de mi texto, yo las dirijo a ustedes hoy, para que entien-dan.

    Temo que esta advertencia no sea me-nos necesaria en nuestros das que en los tiempos del Apstol, porque en nuestros das como en los das del Apstol, hay va-rios en la Iglesia cuya conducta testifica fuertemente que son enemigos de la cruz de Cristo. Qu puedo decir? El mal, le-jos de disminuir, me parece ganar terreno cada da. Hay, en nuestro siglo, un mayor nmero de personas que hacen profesin de fe que en el tiempo de Pablo, pero hay tambin ms hipcritas.

    Nuestras Iglesias, les digo para su ver-genza, toleran en su seno a miembros que no tienen ningn derecho a este ttu-lo; miembros que estaran mucho mejor puestos en una sala de festn, o en cual-quier otro lugar de disolucin y locura, pero que jams deberan mojar los labios en el clices sacramental o comer el pan mstico, emblemas de los sufrimientos de nuestro Seor. S, en vano buscaran disi-mular que hay varios entre nosotros (y si volveras a la vida, oh Pablo. Cuanto no te sentiras apurado en decirnos, y cuantas lgrimas amargas no derramaras al decr-noslo!...) que son enemigos de la cruz de Cristo, y esto porque el dios de ellos es el vientre, porque ellos dirigen sus afectos a

    las cosas de la tierra, y su conducta esta en completo desacuerdo con la santa ley de Dios.

    Yo me propongo, mis hermanos, a buscar con ustedes la causa del dolor ex-traordinario del Apstol. Yo digo: dolor extraordinario, porque el hombre que mi texto presenta como derramando lagri-mas, no era, ustedes saben, uno de esos espritus dbiles, de sensibilidad enfermi-za y siempre fcil de emocionarse. Yo no le en ninguna parte en las Escrituras que el Apstol lloraba bajo el golpe de la per-secucin. Cuando, segn la expresin del salmista, araron largos surcos sobre sus espaldas, cuando los soldados romanos lo azotaban con sus varas, no s de ningu-na lgrima que haya escapado de sus ojos. Fue l botado en la prisin? l cantaba y no gema. Pero, si jams Pablo llor a cau-sa de los sufrimientos a los que se expuso por amor a Cristo, l lloro, lo vimos, al es-cribir Filipenses. La causa de sus lagrimas eran el triple: l lloraba, primeramente, por causa de los efectos desagradables de la conducta de ellos, y en fin, por causa del destino que les esperaba.

    Charles Haddon Spurgeonfue un pastor bautista britnico. An es cono-cido por la gente como el Prncipe de los Predi-cadores. A lo largo de su vida, Spurgeon evangeli-z alrededor de 10 millo-nes de personas3 y a me-nudo predicaba 10 veces

    a la semana en distintos lugares.

    V

  • Reprobaciones de Pablo

    Primeramente, nos fue dicho, Pablo lloraba a causa del pecado de estos formalistas que, aunque sean parte ex-terior de una iglesia cristiana, no andan correctamente delante de Dios y de los hombres. Y noten la acusacin que l hace contra ellos: el Dios de ellos es el vientre, escribe l. Su sensualidad.

    Este es el primer pecado que ellos tie-nen del Apstol, su reprobacin.

    Haba, de hecho, en la iglesia primitiva, personas que luego de sentarse junto a la mesa del Seor, iban a participar de los banquetes de los paganos, y all se daban sin vergenza a los excesos de la comida y bebida. Otros, se abandonaban en las abominables concupiscencias de la carne, se sumergan en estos placeres (falsamen-te as llamados), que no solamente hacen perder el alma, mas afligen el cuerpo con justo castigo. Otros aun, sin caer en tan vergonzosos excesos, se preocupaban mu-cho ms con la apa-riencia exterior que con la interior, del ali-mento del hombre ex-terior que con la vida del hombre interior; de suerte que, como los precedentes, aunque de otra manera, ellos hacan del vientre su dios.

    As, mis queridos oyentes, yo les pre-gunto, sta grave reprobacin del Aps-tol es, para nosotros, menos aplicable que a la iglesia de Filipo? Sera imposible en-contrar entre los miembros de nuestros rebaos, personas que adoren, de algn

    modo, su propia carne, que se entreguen a ella en un culto idolatra, que se inclinen delante de la parte ms material de su ser?

    No es notorio, no es incontestable, al contrario; no hay hombres haciendo pro-fesin de fe, luego cuidan de su carne, que acarician sus apetitos sexuales, as como los mundanos declarados podran hacer?

    No hay aquellos que son amantes de los placeres de la mesa, que se deleitan en su bien estar, en el lujo, en las lujurias de su vida presente? No hay quien gas-te, sin escrpulos, toda una fortuna para embellecer el cuerpo que perece, sin re-flejar que actuando as, ellos destrozan la belleza de la causa del Salvador que ellos pretenden servir? No hay aquellos cuyo negocio de su vida consiste en buscar su bienestar, y cuya carne y sangre jams tu-vieron ocasin de lastimar, porque no so-lamente son esclavos, mas todava hacen

    de eso su dios?Ah, mis hermanos,

    hay grandes manchas en la Iglesia, hay gran-des escndalos.

    Ovejas corrompi-das fueron introdu-cidas en el rebao. Falsos hermanos se

    introdujeron entre nosotros, como ser-pientes bajo la hierba; y cada vez ms se descubre que ellos tienen infligido una dolorosa herida en la regin y ocasionado serio dao a la gloriosa causa de nuestro Maestro. Yo repito con profunda tristeza, mas con plena conviccin, hay varios en nuestras Iglesias, a las cuales se aplican muy bien estas severas palabras del Aps-tol: el dios de ellos es el vientre.

    No hay aquellos que son amantes de los placeres de la mesa, que se deleitan en su bien estar, en el lujo, en las

    lujurias de su vida presente?

    VI

  • Una segunda reprobacin que Pablo di-rigi a los pretensos cristianos de Filipo, era que ellos se apegaban afectivamente a las cosas de la tierra.

    Mis amados; puede ser que la acusa-cin anterior no haya llegado a sus con-ciencias; mas, la presente, me parece muy difcil que puedan encontrar un escape de ella. An ms, afirmo que el mal seala-do aqu por el Apstol, tiene invadido en nuestros das la mayor parte de las Iglesias de Cristo.

    Para que se convenzan, basta abrir los ojos a las evidencias.

    As, por ejemplo, es una anomala, pero es un hecho que hoy existan cristianos ambiciosos. El Salvador declar, es ver-dad, que aquel que quiere ser exaltado debe disminuirse; tambin, se pensaba en otro momento, que el cristiano era un hombre simple, modesto, acostumbrado a cosas pequeas; mas en nuestro siglo no es ms as.

    Entre los supuestos discpulos del hu-milde galileo, hay, al contrario, gente que aspira conseguir la primera escala de las grandezas humanas, cuyo nico pensa-miento, no es el de glorificar a Cristo, sino el de glorificar a s mismo y a cualquier precio.

    Es as, (para su vergenza, oh Iglesia) que hay entre nosotros, personas que aun teniendo apariencia de piedad, no son menos mundanos que los ms mundanos,

    y que no saben ms sobre el Espritu de Cristo, que los hombres ms carnales de afuera.

    Es as, igualmente, que hay cristianos avaros. Sin duda, eso es aun una paradoja: valdra ms hablar, me parece, de la man-cha en los serafines o de la imperfeccin de la perfeccin, que de la avaricia de un discpulo de Jess; y, sin embargo (llamo a cada uno de los que me oyen), no encon-tramos todos los das aquellos que dicen ser cristianos, cuya billetera difcilmente se abra al grito de un pobre, que maquilla su amor al dinero con el nombre de pru-dencia, y que, en vez de colocar sus bie-nes en beneficio del reino de Cristo, solo piensa en acumularlos? Yo voy ms lejos, y digo que si queremos encontrar hom-bres inflexibles en sus negocios, afanados en quedar ricos, duros con sus deudores, hombres mezquinos, desleales, los cuales, a ejemplo de los fariseos de otro tiempo, no tienen escrpulos en devorar las casas de las viudas, yo digo que si queremos en-contrar tales hombres, es frecuentemente en el seno de nuestras Iglesias que debe-mos buscarlos. Mis hermanos, esta con-fesin, yo me ruborizo al hacerla, pero debo, porque es verdad.

    S, entre los miembros ms considera-dos de nuestros rebaos, an entre aque-llos que ocupan cargos eclesisticos, uste-des encontraran quien fije sus afecciones en las cosas de la tierra, y que no posean

    El diablo raramente cre algo ms perspicaz como sugerir a la iglesia que su misin consiste en proveer entretenimiento para

    las personas, con el motivo de ganarlas para CristoCharles Haddon Spurgeon (1834 - 1892)

    VII

  • absolutamente nada de esta vida oculta con Cristo en Dios, sin la cual no existe verdadera piedad.

    Necesito acrecentar ms? Estos grandes maleficios no son frutos de una religin sana, mas antes, lo son de un formalismo vano. Dios sea alabado, el remaneciente elegido es preservado de estas sucias ten-dencias, mas la masa de los cristianos no-minales que invadieron nuestras Iglesias, fue golpeada de una manera lamentable.

    Un ltimo rasgo por el cual el Apstol caracteriza a los falsos hermanos de Filipo es este: Ellos ponen su gloria en aquello que es engaoso. Esto es, con efecto, una dis-posicin natural del formalismo. l saca vanidad de sus propios pecados; ms an: ellos los llaman de virtudes. Su hipocresa ellos llaman de justicia; su falso celo, de pasin. Los sutiles venenos de Satans, l los reviste de la etiqueta de los santos re-medios de Cristo. Lo que l llama de vicio en los otros, en ellos mismos l considera con virtud. Si l ve su prjimo cometer la misma accin que l est acostumbrado a cometer, si la vida de aquel muestra la imagen perfecta de su propia vida, oh! Como l se vuelve contra su prjimo! Su prontitud en cuidar de los deberes exte-riores de la religin es ejemplar; l es el ms estricto de los sabatistas, el ms es-crupuloso de los fariseos, el ms sobrio de los devotos. l cuida de realzar la menor flaqueza en la conducta de los otros; nadie lo sobrepasa en habilidades; y mientras l acaricia a gusto su pecado favorito, l mira las faltas de sus hermanos a travs de un

    lente de aumento. En cuanto a su propia conducta, l no rinde cuentas a nadie. l puede pecar impunemente; y si su pastor, le hace alguna observacin, l se indigna y lo acusa de calumnia. Las observaciones, no ms que las advertencias, jams le lle-gan. No es l un miembro de la Iglesia? No cumple l, exactamente, los ritos y or-denanzas? Quin osara colocar en duda su piedad? Oh! Mis hermanos, mis her-manos, no se hagan ilusin! Muchos pre-sumidos miembros de la Iglesia sern un

    da miembros del in-fierno. Muchos hom-bres admitidos en una u otra de nuestras co-munidades cristianas, que recibieron el agua

    del bautizo, que se acercaron a nuestra mesa sagrada, que talvez, aun tengan re-putacin de estar vivos, no estn menos muertos, en relacin a lo espiritual, que los cadveres en sus sepulcros.

    Hoy en da es fcil hacerse pasar por un hijo de Dios! En vez de renunciar, por amor a Cristo, a la mortificacin de la car-ne, lo poco que se exige es aprender algu-nos canticos, aprender algunas banalida-des piadosas, algunas frases acordadas, y ustedes se impondrn, aun a los elegidos. Afliense a una Iglesia cualquiera; mues-tren una conducta exterior, de tal manera que les puedan considerar respetables, y si ustedes no pueden engaar a los ms luci-dos, al menos tendrn una reputacin de piedad bien establecida para permitirles andar con el corazn aliviado y la concien-cia a gusto, en el camino de la perdicin.

    Yo s, mis amados, que yo digo cosas duras, pero son cosas verdaderas; por eso

    Muchos presumidos miem-bros de la Iglesia sern un da

    miembros del infierno.

    VIII

  • coronados

    no puedo callar. Mi sangre hierve algunas veces en mis venas, cuando encuentro hombres cuya conducta es vergonzosa, al lado de quien yo osara apenas sentarme, y que, sin embargo, me tratan con convic-cin, de Hermano. Qu? Ellos viven en pecado y llaman a un cristiano de herma-no! Oro a Dios que les perdone su desvi de conducta; mas yo declaro no puedo de forma alguna confraternizar con ellos, y ni quiero, hasta que se conduzcan de una manera digna de su vocacin.

    Ciertamente, todo hombre que hace de su vientre un dios y que coloca su gloria en aquello que es engaoso, es comple-tamente culpable; mas cuando ese hom-bre se viste de ropa de religin, cuando conoce la verdad, la cual l ensea como

    necesaria, abiertamente declara ser un siervo de Cristo, cun ms culpable es l! Ustedes consiguen concebir, mis herma-nos, un crimen ms atroz que aquel del hipcrita audaz que, mintiendo a Dios y a su conciencia, declara solemnemente que pertenece al Seor y que el Seor le pertenece, despus va a vivir como vive el mundo, anda siguiendo el curso del pre-sente siglo, comete las mismas injusticias, persigue los mismos objetivos, usa de los mismos medios que aquellos que no son llamados por el nombre de Cristo?

    Ah! Si hubiera en esta asamblea alguien que debiese confesar que este es su peca-do; que llore, s, que llore lagrimas de san-gre, porque la enormidad de su crimen es mayor que podramos decir!

    John Charles Ryle (1816 - 1900)

    Fue un pastor Anglicano del siglo XIX; tambin conoci-do como El hombre de granito con corazn de nio.

    Ryle fue un contemporneo de Charles H. Spurgeon; Moo-dy; George Mller, y Hudson Taylor. Cuando J.C Ryle tena 15 aos Charles Darwin se gra-du de Cambridge. La suya fue la poca de Dickens; la Guerra Civil en los Estados Unidos y un Mxico luchando por su in-dependencia.

    Naci en Macclesfield, Inglaterra; en una familia muy bien acomodada; l es-tudi en Eton y en Oxford y prob ser un excelente estudiante, inclusive gan becas y varios premios acadmicos. Sin embar-go, en este momento tan importante den-tro de su vida, a los 21 aos de edad con-

    trajo una grave enfermedad del pulmn que lo confi a la cama y as fue que comenz a leer la Biblia, algo nada comn para l.

    Se dice que un da al entrar en una Iglesia oy la lectura de Efesios 2: 8 que dice, Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,

    pues es don de Dios y en ese momento el Espritu Santo lo convenci de su pecado y desde ese da nunca dud del perdn de Dios y de que por la Gracia de Dios haba sido perdonado.

    En la vida de Ryle vemos un ejemplo claro de como Dios mueve las circuns-tancias alrededor de los suyos para ende-rezar sus pasos y llevarlos hacia donde l quiere. Una maana J.C Ryle despert con la noticia de que su padre estaba en ban-

    IX

  • ca rota y de un da para otro su situacin financiera cambi del todo. Todas estas circunstancias lo fueron llevando hacia el ministerio y a los 25 aos de edad se convirti en un ministro de la iglesia de Inglaterra. A los 27 aos fue transferido a la ciudad de Helmingham en donde sirvi hasta sus 40 aos.

    Fue durante estos aos que tuvo provi-dencialmente el tiempo para estudiar y adentrarse en los grandes libros. Sus au-tores favoritos fueron los Puritanos entre ellos Bunyan y Charnock; los reformado-res del siglo XV como Knox, Cranmer, Calvino, y Lutero. Los escritos de estos hombres siempre permanecieron en el centro de sus enseanzas.

    En su vida personal sufri prdidas; su primer esposa muri cuando solamen-te tenan pocos aos de casados. Tiempo despus se volvi a casar y a los seis meses despus de la boda, su nueva esposa con-trajo una enfermedad larga (de 10 aos de sufrimiento) a travs de la cual l se man-tuvo fiel a ella, sirvindole con amor. Al morir su esposa, l se qued con cinco hi-jos bajo su cuidado.

    A los 45 aos se mud a Stradbroke, en donde conoci a su tercer esposa, Hen-rietta Clowes, a quin Dios le concedi una vida saludable y fuerte. Fue una gran esposa y compaera, una Creyente fiel; y su matrimonio fue uno digno de admirar-se.

    J.C Ryle comenz a escribir tratados cortos, siempre claros, concisos y basados en la Escritura. Su pensamiento siempre fue lgico y razonable pero a la vez sensi-ble. Cuando su fama creci y la gente co-menz a pagar por sus libros, sermones y tratados; l us las regalas para pagar las deudas de su padre.

    A los 64 aos de edad fue llamado a ser obispo en Liverpool en dnde sirvi los ltimos 20 aos de su vida.

    J.C Ryle fue un hombre de fe que luch por defender la Sana Doctrina; l crea en las doctrinas de la Gracia, en la deprava-cin total del hombre, en la en la eleccin incondicional, en la expiacin limitada, en el llamamiento irresistible y en la per-severancia de los santos; doctrinas esen-ciales que definen el Cristianismo Bblico en el cul est anclada nuestra fe.

    races

    BUSCA LA SANTIDAD

    Espero que te des cuenta que el cielo seria miserable para un hombre sin santidad. Y tiene que ser as. Cuan-do un pecador dice que quiere ir al cielo, no sabe lo que dice.

    Supongamos que pudieras ir al cielo sin santidad. Qu haras? Estaras ale-gre all? Con cul de los santo querras conversar? y de qu? Sus placeres, sus

    gustos y su carcter no tendran nada en comn con el tuyo. Cmo podras ser fe-liz con ellos en el cielo si en la tierra t aborreciste la santidad? Quizs aqu tu disfrutas la compaa de gente rebelde, vana, mundana, amante del placer y pro-fana, pero ninguno de ellos estar en el cielo. Quizs tu evitas a los santos de Dios porque te parecen muy estrictos y serios,

    X

  • John Charles Ryle (1816 - 1900)

    Un cristianismo barato, sin cruz, en el final ser un cristianismo inutil, sin una corona!

    pero ellos son los que habitarn el cielos. Talvez para ti orar, leer la biblia y adorar a Dios son cosas fastidiosas, aburridas y tontas que puedas tolerar a veces, pero sin ningn placer. Quizs consideres que ir a la iglesia el domingo es una obligacin pe-sada. Y no entiendes como alguien puede pasar tanto tiempo en adoracin. Pero no olvides que en el cielo todo es adoracin. All nunca cesa la adoracin y los canticos de alabanza al Cordero diciendo: Santo, Santo, Santo! Seor Todopoderoso!

    Como podra un hombre impo encon-trar placer en una vida como esta. Crees que un pecador se deleitara en vivir con David, Pablo y Juan, despus de vivir aqu en la Tierra haciendo las cosas en contra las cuales ellos hablaron? Qu tendra en comn con ellos? Podra alegrarse al ver cara a cara a Jess el Crucificado despus de deleitarse en los pecados por los cuales l muri? Y de ser amigo de sus enemi-gos y ofensivo para con sus amigos? Se sentira cmodo adorando con los que cantan: Este es nuestro Dios en el cual hemos esperado nos gozaremos y nos ale-graremos en Su Salvacin? No se le pe-gara la lengua al paladar de la vergenza y querra que lo sacaran inmediatamente de all? No se sentira extrao como una oveja negra en el santo rebao de Cristo? Espero que te des cuenta que el cielo seria miserable para un hombre sin santidad. Y tienen que ser as.

    Cuando un pecador dice que quiere ir al cielo, no sabe lo que dice. Para ir al cie-lo es necesario vivir en la Tierra con una mente que ama lo celestial. De otro modo es imposible. Ahora djame preguntarte. Eres t santo o no? No te pregunto si vas a la iglesia, te has bautizado, tomas la san-ta cena o profesas ser cristiano. No pre-gunto si apruebas la santidad o si te gusta leer las biografas de los santos, hablar co-sas santas, leer libros de santidad, si deseas ser santo o esperas ser santo. Te pregunto: Eres t santo o no?

    Sabes porque soy tan directo e insis-tente? Porque la Escritura dice: Sin Santi-dad nadie ver al Seor. Cuando leo esas palabras tan penetrantes y escudriado-ras, pienso en las multitudes que viven en la iniquidad y en los que son cristiano slo de nombre. Cada vez que leo la Biblia oigo el Espritu diciendo: Sin santidad nadie ver al Seor. Ante este texto debemos pensar en nuestros caminos, escudriar nuestro corazones y orar a Dios.

    Pero si me dices que t sientes y piensas en estas cosas, yo respondo: Eso no basta. Tambin las almas en el infierno sienten y piensan en esto. Yo no pregunto qu es lo que t piensas y sientes, sino cmo tu vives. Si t me dices que la santidad es solo para gente especial, yo te respondo: Eso no es lo que dice la Escritura. Yo leo que l que espera en Cristo, no importa si es grande, pequeo, pobre o rico, es santo

    XI

  • Todas las cosas terrenales son como agua sa-lada: aumentan la sed, pero no satisfazen

    Richard Sibbes (1577 - 1635)

    Lo que sigue es el testamento que Ana de Rtterdam le dej a su hijo, Isaas, el 24 de enero, 1539 d. de J.C. Se lo present a l a las nueve de la maana cuando ella se preparaba para morir por el nombre y el testimonio de Jess, y as se despidi de su hijo, en la ciudad de Rtterdam.

    Isaas, recibe tu testamento: Oye, hijo mo, la instruccin de tu madre; abre tus odos para or las palabras de mi boca (Proverbios 1.8). Hoy yo voy por el ca-mino por el cual pasaron los profetas,

    los apstoles y los mrtires, y beber de la copa que todos ellos bebieron (Mateo 20.23). Yo voy por el camino por el cual pas Cristo Jess, ese Verbo divino, lleno de gracia y verdad, el Pastor de las ovejas, que es la vida. l mismo camin por esta senda, y no por otra, y tuvo que beber de esta copa, como dijo: Tengo que beber de esa copa y ser bautizado con ese bau-tismo; y cmo me angustio hasta que se cumpla! Habiendo pasado por all, llama a sus ovejas, y sus ovejas oyen su voz y le

    ANA DE RTTERDAM, A QUIEN MATARON ALL EN 1539 d. de J.C. mrtir

    porque se purifica a si mismo en l. Por-que esa persona entiende que sin santi-dad nadie ver al Seor.

    T puedes decir que es imposible ser santo en este mundo, pero yo te respon-do: Ests equivocado. S se puede. Nada es imposible con Cristo, muchos lo han sido. David, Jos, Daniel y los cristianos de la casa de Cesar, son ejemplos que lo prue-ban. Si t me dices un santo tiene que ser diferente, yo te respondo: Estoy de acuer-do, los verdadero siervos de Cristo son di-ferentes al mundo que los rodea. Ellos son un pueblo escogido y peculiar, y t debes serlo si en verdad eres salvo.

    T puedes decir que as muy pocos se-rs salvos, y yo te respondo: Lo s, eso es

    lo que dice el Seor, estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la Vida y pocos son los que la hallan. Pocos sern salvos porque pocos buscan serlo, pues no quieren dejar el pecado ni sus propios ca-minos.

    T dices que esto es duro de or, y yo te respondo: Lo s, nuestro Seor dijo en el sermn del monte que si alguien quiere ser Su discpulo tiene que tomar su cruz cada da, estar dispuesto cortarse su mano si es necesario para evitar vivir en el pe-cado.

    En la religin como en las otras cosas: Si no hay pena, no hay gloria; lo que no cuesta nada, no vale nada.

    John Charles Ryle (1816 - 1900)

    XII

  • siguen dondequiera que l vaya. ste es el camino a la fuente verdadera (Juan 10.27; 4.14).

    Por esta senda caminaron los del real sacerdocio que salieron de las tinieblas a su luz admirable y entraron en siglos de la eternidad; y tuvieron que beber de esta copa (1 Pedro 2.9). Por este camino pa-saron los muertos que estn bajo el altar, que claman diciendo: Hasta cundo, Se-or, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tie-rra? Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todava un poco de tiempo, hasta que se completara el n-mero de sus consiervos y sus hermanos, que tambin haban de ser muertos como ellos (Apocalipsis 6.911). stos tambin bebieron de la copa, y han partido para gozar el eterno descanso del Seor. Por aqu tambin caminaron los veinticuatro ancianos que estn alrededor del trono de Dios, que echan sus coronas y arpas ante el trono del Cordero, y se postran ante l y dicen: Seor, slo t eres digno de recibir la gloria y la honra y el poder; que ven-gars la sangre de tus siervos y ministros, y ganars la victoria. Engrandecido sea tu nombre, todopoderoso, que eras, eres, y sers (Apocalipsis 4.8, 1011).

    Por este camino pasaron tambin aque-llos que eran marcados por el Seor, y recibieron la seal en la frente (Ezequiel 9.6); que fueron escogidos de entre todas las naciones, que no se contaminaron con mujeres (entiende eso), y siguen al Corde-ro por dondequiera que l va (Apocalipsis

    14.4).Todos estos tuvieron que beber de la

    copa amarga, y as lo tendrn que hacer todos aquellos que quieren completar el nmero y ser parte del cumplimiento de Sion, la novia del Cordero, que es la nueva Jerusaln que desciende del cielo (Apoca-lipsis 21.2), esa ciudad y ese trono de Dios donde se ver la gloria del gran Rey, cuan-do se celebre la fiesta de los tabernculos en los das de eterno gozo y descanso (Za-caras 14.16).

    Ninguno de stos pudo lograr esto sin primero sufrir juicio y castigo en la carne. Pues Cristo Jess, la eterna verdad, fue el primero, pues dice que l fue el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo (Apocalipsis 13.8). Y Pablo dice que le agrad al Padre llamar, elegir y jus-tificar a todos los que l predestin des-de la eternidad, y les transform segn la imagen de su Hijo (Romanos 8.2930). Nuestro bendito Salvador tambin dice: El discpulo no es ms que su maestro, ni el siervo ms que su seor. Bstale al discpulo ser como su maestro, y al siervo como su seor (Mateo 10.2425). Tam-bin Pedro dice: Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, cul ser el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y: Si el justo con difi-cultad se salva, en dnde aparecer el im-po y el pecador? (1 Pedro 4.1718). Lee tambin Proverbios 11.31: Ciertamente el justo ser recompensado en la tierra; cunto ms el impo y el pecador! Con

    Si yo camino con el mundo, no puedo caminar con DiosDwight Lyman Moody (1837 - 1899)

    XIII

  • esto puedes ver, hijo mo, que nadie puede llegar a la vida, excepto por este camino. Por eso, entra por la puerta estrecha, reci-be el castigo e instruccin del Seor, carga con su yugo y llvalo con gozo desde tu juventud, con accin de gracias, regocijo y honor. Pues el Seor castiga a todo hijo que acepta y recibe (Hebreos 12.6). Pablo sigue diciendo: Pero si se os deja sin dis-ciplina, de la cual todos han sido partici-pantes, entonces sois bastardos, y no hi-jos. Y no recibirn la herencia de los hijos de Dios.

    Si t, pues, deseas entrar en el cielo y en la herencia de los santos, cie tus lomos, y sigue en pos de ellos; escudria las escri-turas, y ellas te mostrarn el camino que ellos tomaron (Juan 5.39). El ngel que ha-bl con el profeta dijo: Existe el caso de una ciudad edificada y situada en un buen lugar, y llena de todo lo mejor. Pero la en-trada a ella es angosta, y est ubicada de tal forma que sera muy fcil caerse de ella, pues al lado derecho hay un fuego, y a su izquierda, agua muy profunda. Y el nico sendero para entrar pasa por en medio del agua y del fuego, y es tan angosto que slo un hombre puede pasar a la vez. Si esta ciudad le fuera dada a un hombre como herencia, y si nunca pasara el peligro que hay en la entrada, cmo pudiera recibir esta herencia? (2 Esdras 7.69).

    Fjate, hijo mo, que este camino no tiene desvos; no existen en este camino peque-os senderos curvos; el que se aparta a la derecha o a la izquierda, hereda la muerte. ste es el camino que muy pocos hallan, y aun menos caminan por l. Porque hay quienes perciben que ste es el camino a la vida, pero les es demasiado difcil; la

    carne no quiere sufrir tanto. Por eso, hijo mo, no les prestes atencin a las multitu-des, ni camines en sus caminos. Aprta-te de sus caminos, pues ellos van rumbo al infierno, como la oveja al matadero. Como dice Isaas: Por eso ensanch su interior el Seol, y sin medida extendi su boca; y all descender la gloria de ellos, y su multitud (Isaas 5.14). Porque aquel no es pueblo de entendimiento; por tanto, su Hacedor no tendr de l misericordia (Isaas 27.11). Pero dnde t oyes hablar de una manada pobre y humilde (Lucas 12.32) que el mundo desprecia y rechaza, nete a ellos. Porque donde t oyes hablar de la cruz, all est Cristo; no te apartes de all. Huye de la oscuridad de este mundo; nete a Dios. Teme slo a l, guarda sus mandamientos, observa y cumple todos sus mandatos. Escrbelos sobre la tabla de tu corazn, talos a tu frente, habla no-che y da de su ley, y sers un bello rbol en los atrios del Seor, una planta amada que crece en Sion (Salmo 92.13). Toma el temor de Dios por padre, y la sabidu-ra ser la madre de tu entendimiento. Si sabes esto, hijo mo, eres bienaventurado si lo haces (Juan 13.17). Observa lo que el Seor te ordena, y consagra tu cuerpo a su servicio, para que en ti su nombre sea santificado, alabado, engrandecido y glo-rificado.

    No tengas pena confesarlo ante los hom-bres. No les tengas miedo a los hombres. Es mejor perder tu vida que apartarte de la verdad. Y si pierdes tu cuerpo, que es terrenal, el Seor tu Dios tiene otro mejor preparado para ti en el cielo (2 Corintios 5.1).

    Por tanto, mi hijo, esfurzate por ser jus-XIV

  • to hasta la muerte, y ponte toda la arma-dura de Dios. S israelita piadoso, aplasta bajo los pies toda injusticia, el mundo, y todo lo que est en l, y ama slo lo de arri-ba (1 Juan 2.15). Recuerda que no eres de este mundo, as como tu Seor y Maestro no lo era (Juan 15.19). S discpulo fiel de Cristo; porque nadie puede orar a menos que llegue a ser su discpulo (Colosenses 1.7; Juan 9.31). Aquellos que dijeron: He-mos dejado todo tambin dijeron: En-sanos a orar (Lucas 18.28; 11.1). Por stos or Jess, no por el mundo (Juan 17.9). Cuando los del mundo oran, oran a su padre, el diablo, y desean que se haga su voluntad, y as es. Por eso, hijo mo, no llegues a ser como ellos; ms bien rech-zalos y huye de ellos, y no tengas parte ni compaerismo con ellos (Romanos 12.2; 2 Pedro 1.4). No consideres lo que ven tus ojos, sino busca slo las cosas de arriba (Colosenses 3.1). Hijo mo, est atento a mi amonestacin, y no te apartes de ella. Que el Seor te haga crecer en su temor, y llene tu entendimiento con su Espritu (2 Pedro 3.18).

    Consgrate al Seor, mi hijo; consa-gra toda tu conducta en el temor de Dios

    (Levtico 20.7). Y todo lo que hagas, ha-zlo para la gloria de su nombre. Honra al Seor con el trabajo de tus manos, y per-mite que la luz del evangelio brille en ti. Ama a tu vecino. Con un corazn sincero y afectuoso, dale de tu pan al hambriento, viste al desnudo, y no tengas dos de una cosa, pues siempre hay alguien a quien le falta (Mateo 26.11). De la abundancia que el Seor te da por medio del sudor de tu rostro, dale a aquellos que sabes que aman al Seor (Gnesis 3.19; Salmo 112.9). No retengas en tu posesin estas bendiciones hasta el siguiente da, y el Seor bendecir el trabajo de tus manos y te dar su bendi-cin por herencia (Deuteronomio 28.12). Hijo mo, conforma tu vida al evangelio, y el Dios de paz santifique tu alma y cuer-po para su gloria. Amn (Filipenses 1.27; 1 Tesalonicenses 5.23). Oh, santo Padre, santifica al hijo de tu sierva en tu verdad y mantenlo alejado del mal, por causa de tu nombre, oh, Seor.

    Despus de esto sell su fe con su sangre, y as, como una herona fiel y seguidora de Cristo Jess, fue recibida como miembro de los testigos de Dios que fueron sacri-ficados.

    Si yo te adoro por miedo al infierno......Quemame en el infierno!...Si yo te adoro por el paraso...

    ...excluyame del paraso...Mas si yo te adoro por lo que Tu eres...

    ...No ocultes de mi tu rostro!Rabia de Basra (800 d.C.)

    XV

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    tarnos. Nos encantaria poder compartir con usted nuestros textos y material para estudio. Si desea enviarnos una donacin y ayudarnos con el sustento de esta obra, tambien puede contactarnos.

    oracin

    PRIMERA ORACIN DE UN CONVERTIDOPadre mo:

    Nunca habra buscado mi felicidad en tu amor, a menos que t me hayas amado primero.

    Tu Espritu, por gracia, me movi a buscarte, me dio a conocer la reconciliacin en Jess, me ha enseado a creer, me ha ayudado a tomarte como mi Dios y mi porcin.

    Concdeme crecer en el conocimiento y en la experiencia de tu amor, y andar en l todo el camino hacia la gloria!

    Bendito sea tu afecto paternal por toda la eternidad, pues me elegiste para ser uno de tus hijos por la fe en Jess: Te doy gracias por darme el deseo de vivir como tal.

    En Jess, mi hermano, tengo nuevo nacimiento, poder que refrena, gracia que renueva.

    Por tu Espritu: te llamo Padre, creo en ti, y te amo a ti.Fortalceme para cada propsito de mi vida cristiana; que tu Espritu me muestre

    continuamente mis tesoros en Cristo, y abra para m las riquezas de tu amor en l;Que permanezca en m, y as yo pueda conocer mi unin con Jess, y entre en co-

    munin constante con l;Por tu Espritu puedo vivir da a da para Ti, gozarme en Tu amor; y arraigarme y

    cimentarme en l como una casa sobre la roca;S muy poco, aumenta mi conocimiento de tu amor en Jess, y mantenme en la

    carrera hacia descubrimientos ms claros del mismo, de manera que encuentre su plenitud eterna;

    Extiende Tu amor para m segn Tu grandeza, y no de acuerdo a mis traiciones y en cualquier circunstancia en que me pongas, deja que aumente mi amor por Ti.

    Oracin puritana

    70760656