Reforma y Fraude Fiscal en El Reinado de Carlos II

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  • Banco de Espaa - Servicio de EstudiosEstudios de Historia Econmica, n 31 - 1995

    REFORMAY FRAUDE FISCAL

    EN EL REINADODE CARLOS II

    La Sala de Millones(1658-1700)

    Beatriz Crceles de Gea

  • Banco de Espaa - Servicio de EstudiosEstudios de Historia Econmica, n 31 - 1995

    R E F O R M AY FRAUDE F I S C A LEN EL REINADODE CARLOS II

    La Sala de Millones( 1 6 5 8 - 1 7 0 0 )

    Beatriz Crceles de Gea

  • El Banco de Espaa al publicar esta serie pretende facilitarla difusin de estudios de inters que contribuyan al mejor

    conocimiento de la economa espaola.

    Los anlisis, opiniones y conclusiones de estasinvestigaciones representan las ideas de los autores, conlas que no necesariamente coincide el Banco de Espaa.

    ISSN: 0213-2702

    ISBN: 84-7793-417-7

    Depsito legal: M-27691-1995

    Imprenta del Banco de Espaa

  • A mi hermana M ngeles, in memoriam.

    Si viviramos para siempre, si los rocos de Adashino nunca se des-vanecieran, si el humo del crematorio de Toribeyama nunca se disipara,los hombres apenas sentiran pena por las cosas. La belleza de la vidaest en su impermanencia. El hombre es el ser viviente de vida ms lar-ga... incluso un ao vivido pacficamente parece muy largo. Sin embargo,para quienes aman el mundo, mil aos se desvaneceran como el sueode una noche.

    KENYO YOSHIDA, Ensayos de la ociosidad (1330-1332).

    A Toni y a Laura, guardianes de su permanencia,

    para que guarden su recuerdo para siempre.

    A sus nietos, para que, un da,piensen en ella como una madre buenaque supo amarlos como una parte de sque nunca pudo tocar.

  • N D I C E

    ABREVIATURAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9

    PRLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .11

    I N T R O D U C C I N: DIFERENTES TENTATIVAS DE SUPRIMIREL SERVICIO DE MILLONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

    I. LA MOVILIZACIN DEL REINO ANTE LA INCORPORA-CIN DE LA COMISIN DE MILLONES AL CONSEJO DEHACIENDA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .33

    I.1. Corregidores y administradores: la gobernacin deJuan de Gngora. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .33

    I.2. Miguel de Salamanca y la deuda fiscal. . . . . . . . . . . . . 42

    II. EL FRAUDE Y LOS CAMBIOS INSTITUCIONALES DU- RANTE EL REINADO DE CARLOS II. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

    II.1. Las juntas contra el fraude. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50

    II.2. La reforma de los Consejos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56

    II.2.1. El criterio de eficacia frente al de honor. . . . . 56II.2.2. La reduccin de consejeros como principio

    de la expedicin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61

    II.3. La reforma del Consejo de Hacienda. . . . . . . . . . . . . . 65

    II.3.1. La expedicin en los oficios fiscales. . . . . . . . 66II.3.2. Oficios tcnicos-contables. . . . . . . . . . . . . . . . 71

    III. EL FRAUDE Y LA DEUDA DEL REINO A LA LLEGADA DECARLOS II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .79

    III.1. Registro y control de las partidas fiscales. . . . . . . . . . 81

    III.2. La primera implantacin de los administradores gene-rales en las veintiuna provincias. . . . . . . . . . . . . . . . . . 88

    7

    Pginas

  • IV. LOS SUPERINTENDENTES DE COBRANZAS CONTRA EL FRAUDE: EL MINISTERIO DEL DUQUE DE MEDINACELI. . 9 3

    V. CORREGIDORES Y JUSTICIAS. EL MINISTERIO DEOROPESA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .109

    V.1. La gestacin de la reforma. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112

    V.2. El reino ante la reforma de 1691. . . . . . . . . . . . . . . . . 115

    VI. LOS SUPERINTENDENTES DE HACIENDA. . . . . . . . . . . . 117

    VI.1. Reaccin del reino. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .120

    VI.2. La reforma de la Diputacin del reino. . . . . . . . . . . . 123

    VII. LTIMOS AOS DEL REINADO (1695-1700). . . . . . . . . . . 129

    VII.1. Administradores generales y particulares. . . . . . . . 129

    VII.2. ltimos intentos de controlar la deuda: el ministeriodel conde de Adanero. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .134

    CONCLUSIN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .139

    BIBLIOGRAFA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .151

    8

    Pginas

  • ABREVIATURAS

    AC: Archivo de las CortesAGS: Archivo General de SimancasAHDE: Anuario de Historia del Derecho EspaolAHN: Archivo Histrico NacionalAMAE: Archivo del Ministerio de Asuntos ExterioresAMM: Archivo Municipal de MlagaAMC: Archivo Municipal de CrdobaAMJ: Archivo Municipal de JanAPRM: Archivo del Palacio Real de MadridBL: British LibraryBL ADD: Additional MSSBL EG: Egerton MSSBN: Biblioteca Nacional de MadridBUG: Biblioteca Universitaria de GranadaCJH: Consejos y Juntas de HaciendaCO: Coleccin de OriginalesNR: Nueva RecopilacinRAH: Real Academia de la HistoriaVE: Varios Especiales

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  • PRLOGO

    Despus de que Felipe IV dispusiera la incorporacin de la Comisinde Millones al Consejo de Hacienda, las relaciones, en Castilla, entre elrey y el reino tuvieron que adaptarse a la nueva situacin. En el presentevolumen hacemos un anlisis de esta circunstancia, que comienza a par-tir de 1658 (momento en que nos quedamos en el anterior estudio, Frau -de y administracin fiscal en Castilla, publicado, en esta misma colec-cin, con el nmero 28) y que abarcar todo el reinado de Carlos II.

    El hilo conductor de este volumen seguirn siendo las reformas fis-cales llevadas a cabo en torno al servicio de millones, de acuerdo conla nueva configuracin dada al tribunal del reino, a partir de los criteriosde contribucin auspiciados por los reformadores hispanos. En torno alfraude, seguir debatindose la configuracin del fisco, pues, desdeque se constituyera en objetivo de la reforma en los aos treinta, conOlivares, no dej de impulsar las medidas reestructuradoras del ordenfiscal. Pero, lo que en este caso nos interesa es analizar cmo evolu-ciona este mismo objetivo a travs de una reforma que va, poco apoco, arrebatando al reino su representacin, a partir de la cual confor-maba una opcin poltica pactada, con su consiguiente articulacin enun nuevo discurso poltico.

    La pugna seguir debatindose entre la deseada rentabilidad fiscalde los reformadores y el orden hacendstico, defendido por el poder fiscal delas ciudades, asentado en principios jurisdiccionales en los que la ri-queza del reino no se considera prerrogativa de la suma potestad. La in-corporacin de la Comisin de Millones al Consejo de Hacienda no signi-fic que las ciudades perdieran la fuerza de un orden constitucionalconformado en torno a una fiscalidad pactada. La lucha entre estas y elmonarca por controlar la recaudacin sigui debatindose en torno a unapugna en la que, a travs de la definicin del modelo fiscal, estaban enjuego las reglas de un orden constitucional acordado. Se trataba de apro-vechar la riqueza del reino, incluida la riqueza fiscal. Pero esta circuns-tancia supona que el monarca tena que acabar con la intercesin que,tradicionalmente, las ciudades haban venido desempeando en esta

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  • materia, junto con las capacidades polticas que de dicha intercesin sedesprendan. As, a medida que, durante el reinado de Carlos II, los pri-meros ministros hispanos fueron profundizando en las reformas adminis-trativas, la disputa suscitada se debati entre el mantenimiento de unahacienda de naturaleza patrimonial, vertebrada en un orden jurisdiccionalatomizado, y la configuracin de un fisco, instrumento de las necesida-des extremas de la monarqua, asentado en un armazn administrativo.Esto tuvo su expresin ms clara en la pugna entre los corregidores entanto que intrpretes e intercesores de un orden fiscal pactado de atribu-cin y los administradores fiscales conductores de una norma fiscalembajadora del imperio del rey. En torno a esta contienda, no solo seestaba decidiendo la reforma administrativa. Con la eleccin de unos mi-nistros partidarios de un orden conformado en torno al privilegio jurisdic-cional, o, por el contrario, la de unos representantes del rey que van dan-do forma a nuevas pautas de gestin administrativa implantadas en unorden institucional reformado, estaba tambin en juego el ajuste o no dela reforma, lo que significaba el eventual mantenimiento del poder fiscalde las ciudades y su control del territorio, junto con su capacidad de darforma al orden poltico de la monarqua.

    En definitiva, en este trabajo hemos tratado de determinar cmo sellev a cabo la desvinculacin del servicio de millones de un tipo de ges-tin jurisdiccional, a travs de las reformas administrativas y del Consejode Hacienda, y cmo esto se articul con los intereses del reino y de lasciudades, en tanto que intercesoras entre el monarca y la riqueza territo-rial, una vez que la Comisin se incorpor al Consejo de Hacienda.

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  • INTRODUCCIN

    DIFERENTES TENTATIVAS DE SUPRIMIREL SERVICIO DE MILLONES

    La forma ms eficaz de liberar al monarca de los compromisos con-trados en las escrituras de millones era, sin duda, abolir el servicio. As,de forma simultnea a las reformas, durante el siglo XVII surgieron nu-merosas propuestas y tentativas en esta lnea(1). Con su extincin, seprometa la de aquel mal endmico, el fraude fiscal, y con l, el pactopoltico en el que este se parapetaba. La idea de establecer una contri-bucin nica y universal fue la alternativa ms feliz defendida por todos.En la segunda mitad de la centuria alcanzaron especial relevancia los ar-gumentos esgrimidos acerca de la conveniencia o no de este gravamen.De entre las razones expuestas, la de los compromisos contrados por elrey en las escrituras de millones fue una de las que atrajo mayor aten-cin, lo cual hizo necesaria una justificacin, no solo administrativa, sinotambin poltica y constitucional, de la supresin del servicio de millones.

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    (1) Entre los medios propuestos, el que goz de mayor aceptacin fue el de la harina.Ya en el siglo XVI, en las Cortes de 1573, el reino haba adelantado la idea de que se carga-se una alcabala sobre las moliendas, propuesta que tuvo su auge en torno a 1600, cuandoaparecieron diversos memoriales sobre el tema [S. de Moncada (1974). Restauracin polti -ca de Espaa; Madrid, p. 179. Vid. J. I. Fortea (1990). Monarqua y Cortes en la Corona deCastilla. Las ciudades ante la poltica fiscal de Felipe II; Salamanca, p. 47-65]. En 1593,una junta formada por Felipe II volvi a plantear el sistema de las moliendas, cuando lasCortes solicitaron medios para solucionar los males de la hacienda despus de la primeraconcesin de los millones. En esta ocasin, la propuesta consista en que se cobrara medioreal por cada fanega de cereal que se llevase a moler [M. Ulloa (1977). La Hacienda Realde Castilla en el reinado de Felipe II; Madrid, p. 530].

    La propuesta de gravar el denominado medio de la harina se presentaba como unafrmula capaz de desembarazar al reino de las extorsiones que el resto de tributos le oca-sionaba (AMC, Est. 50-4 Caja 18). Esto se recogi en un memorial impreso del ao 1618,elaborado por el contador Antoln de la Serna, en el que se propona que se cargase unreal por cada fanega de harina, que se cobrara por va de alcabala. Partiendo del supuestode que en el reino haba milln y medio de vecinos, y utilizando la media de cuatro perso-nas por familia, calculando que cada una gastase de diez a doce fanegas de harina, y pa-gando un real por cada una, supondra para el erario un total de seis millones. Para conse-guirlo, se deba echar en cada fanega un real, en recompensa de las alcabalas y de las

  • En las conflictivas Cortes del ao 1646 se debati la posibilidadd esubrogar el servicio de millones por una contribucin nica. El regidor deZamora, Gonzalo de Villa Fuerte, envi un memorial a la corte, por mediodel marqus de Palacios, en el que apoyaba la subrogacin (2). Se en-carg su estudio a un ministro, pero fue desestimado. A partir de estasCortes, surgi toda una serie de propuestas encaminadas a dar con lacontribucin idnea.

    En 1650, momento en el que surgen mltiples memoriales y arbitriosen busca de soluciones, se recurre, en esta carrera de propuestas, almedio de las moliendas (3), cuyo cobro se efectuara en los molinos.

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    sisas. Se exceptuaba a los labradores que sembrasen veinte fanegas de cualquier semilla,a los ganaderos que criasen 500 ovejas, carneros o cabras, o 50 vacas. Estos solo pagaranmedio real. Ya durante el gobierno de Felipe IV, en 1622, Olivares haba intentado subrogarlos millones, alcabalas y monopolios reales, por un impuesto sobre la harina, cuya recauda-cin se depositara en el erario de cada ciudad [J. H. Elliott (1986). The Count-Duke of Oli -vares. The Statesman in age of decline; Londres, p. 122]. Sin embargo, result un fracaso,debido a la oposicin que presentaron los poderosos rentistas poseedores de juros y cen-sos que estaban garantizados por el servicio (ibd., p. 125-126). Pero el Conde-Duque noabandon el proyecto de abolir los millones y, nueve aos despus, en 1631, se estableciel crecimiento de la sal, imponindose el precio de 32 reales por fanega. Con la esperanzade llegar a recaudar cuatro millones, subi el precio hasta 16 ducados cada fanega, lo quetrajo consigo la oposicin de las ciudades, especialmente en el norte; oposicin a la quevino a aadirse la de los clrigos, que mantuvieron su resistencia a pagar el impuesto (ibd.,p. 425 ss.). Todo esto provoc que solo se mantuviese hasta el da de San Juan de eseao. Finalmente, las Cortes de 1632 concedieron un servicio de 24 millones a cambio deque se bajase el precio de la sal, aunque se mantuvo una nueva organizacin monopolsti-ca para su recaudacin, bajo la direccin del Consejo de la Sal (ibd., p. 447). Por lo que serefiere a su administracin, esta recuerda las pautas establecidas con respecto al serviciode millones. A los corregidores y justicias se les proporcionan unas instrucciones al respec-to. A los justicias se les encarga la medicin de la sal en especie. Podan asistirse de un re-gidor, y los autos se deban hacer ante el escribano del ayuntamiento. La sal solo se podavender con licencia del corregidor. Los concejos se abasteceran de los alfoles y salinas,pagando por cada fanega de sal lo que se acostumbrase por la fbrica, ms real y mediopor los gastos de administracin. Lo recaudado por este concepto que excediese de ochoreales quedara para los concejos, a fin de que pudiesen hacer las provisiones de sal quenecesitasen para el consumo de los vecinos. Se dispone la formacin de un arca de tresllaves en las ciudades que deban proveer a sus aldeas. En ella deba entrar la cantidadque perteneciese a los concejos, as como la que perteneciese al monarca. En cuanto a lasllaves: una se entregara al corregidor o alcalde mayor, y en los lugares de seoro, al alcal-de ms antiguo; la segunda pasaba a aquel regidor elegido de un sorteo que se efectuaracada ao; y la tercera quedaba en manos de un vecino designado por la justicia y regimien-to. Los justicias eran los encargados de asistir al suministro de la sal, debiendo despusdisponer su medicin. Se facultaba a los justicias para proceder incluso contra aquellaspersonas que pudiesen estar sujetas a algn fuero de exencin. Podran visitar los navos ybarcos que transportasen sal. Se establece la correspondencia entre justicias y el adminis-trador, cuyas rdenes deban acatar. Si este fue el nico medio que, a pesar de su fracaso,se puso en prctica, las propuestas y alternativas para la subrogacin se multiplicaron a lolargo del siglo (AHN, Osuna, leg. 2.269-14).

    (2) El reino junto en Cortes remite cierto memorial en conformidad de que cesen elservicio de millones, AGS, CJH, leg. 895.

    (3) Uno de estos arbitrios, que A. Domnguez Ortiz atribuye al propio Jos Gonzlez,amn de las copias citadas por l de la Biblioteca Nacional y de la Biblioteca Universitariade Granada, por nuestra parte, hemos localizado dos copias ms, aunque estas no estnimpresas, en BL ADD 9.936, fol. 238; y 1.322.19.

  • Para su administracin, segn se propona, solo sera necesario el con-curso de un hombre fiel y honrado. Adems del ahorro en administra-dores, contadores, escribanos, alguaciles, etc., se expona como princi-pal beneficio el descenso del fraude (4). Apoyado este medio por JosGonzlez, cont con partidarios como Luis de Haro y el presidente deCastilla, Camporredondo (5). Pero, finalmente, la solucin adoptada fuela manipulacin de la moneda (6).

    En este caldo de cultivo de propuestas y argumentos entra en el de-bate la justificacin de las condiciones de millones. As sucedi en 1650,en un memorial annimo en el que se culpa a la administracin de quelos millones sirvan para beneficio particular (7). Se discute la convenien-cia, tanto de las condiciones de millones como la de la Comisin, lo quees una muestra del alejamiento entre el monarca y sus obligacionescontractuales, ya que no se puede separar el discurso administrativo delservicio de los compromisos adquiridos por cada monarca con la ratifi-cacin de las escrituras. La alternativa del Consejo de Hacienda se pre-senta como la va llamada a poner orden en el desbarajuste fiscal delos millones. En esta fecha, despus de la fallida tentativa del ao 1646de incorporar la Comisin a dicho Consejo, las demandas de reformaapuntan a centralizar en un solo organismo la hacienda del rey y del rei-no (8). Durante estos aos, correspondientes al gobierno de Luis deHaro y a la presidencia de Hacienda por Jos Gonzlez, el debate se

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    (4) No est este medio sujeto a fraudes, y si hubiera algunos sern en muy cortacantidad, y el que lo hiciere ser solo en dejar de pagar lo que l ha de contribuir, pero nopodr llegar a cobrar lo que pertenece a V. M. como hoy sucede en las sisas, preciso esque todos lleven sus granos al molino, all se midan, o se hace la regulacin por cada sacao costal. La ventaja que presentaba este medio, con respecto al de la sal, propuesto porOlivares, era que sobre el trigo se poda establecer un mayor control, gracias a la necesi-dad que el labrador tena de ir al molino. Pero esto no evitara que los fraudes que tenanlugar con las sisas, a travs de los aforos, se produjesen tambin en esta ocasin, comopodra ocurrir con la utilizacin de tahonas por los ms poderosos.

    (5) A. Domnguez Ortiz (1960). Poltica y Hacienda de Felipe IV; Madrid, p. 70.(6) Ibdem, p. 72.(7) En los millones es muy necesario y conveniente tratar de reparar los daos de

    las condiciones, porque en la forma que estn es imposible ser de provecho para la real ha-cienda ni conseguirse los efectos para que se concedieron; lo nico que se obtiene conellas, contina, es que ...los vasallos queden perdidos y no luzca, y los hombres de nego-cios los consuman en intereses, porque como conocen la mala paga, sacan por condicinque las consignaciones que se les da en las ciudades de voto en Cortes, cumplan con re-querir les paguen, y con sola aquella diligencia les corran los intereses, y con el poco cuida-do de recoger el dinero en las ciudades no se paga nada. El valor que se enva de este ser-vicio de las provincias, lo es solo en el nombre, y no en el efecto. Y as tienen mucho quereparar estas condiciones, y para remediarlo es menester tratar luego de ello para que setome la resolucin que convenga en cosa que tanto lo pide, pues como la cobranza no co-rre por el Consejo de Hacienda, no se puede poner el cobro que sera necesario, y la Comi-sin de Millones por donde se beneficia, es lstima y perdicin. Advertencias que hacena su Majd algunos vasallos para los aos de 1650 sobre el acrecentamiento de la Real Ha-cienda que se halla en un estado muy deplorable, BN, ms. 10.711.

    (8) M. Artola (1982). La Hacienda del Antiguo Rgimen; Madrid.

  • centra en torno a la naturaleza y validez de la propia Comisin del Rei-no. Los deseos de fusionar ambas instituciones responden a una situa-cin de desvo de las partidas de millones en beneficio de los ministrosencargados de su administracin y de la dispersin de la riqueza fiscalen manos privadas.

    La transformacin administrativa por la que se aboga lleva apareja-da, en principio, tanto la subrogacin de la naturaleza contractual de lanormativa como la de las instituciones, donde quedan incluidos los mi-nistros. Estos deseos, en los aos cincuenta se esbozan como una vo-luntad incipiente. A travs de los argumentos que se suscitan, podemosrastrear el proceso por el que pasa el servicio de millones, pues las crti-cas ponen al descubierto los puntos conflictivos que fueron la clave dela reforma.

    Los juicios emitidos sobre la Comisin normalmente tienen como te-ln de fondo el deseo de extraer la mayor rentabilidad de la riqueza sus-ceptible de transformarse en contribucin. As, el monarca, en virtud dela suma potestad, puede decidir sobre todo aquello que afecta al serviciosin la participacin del reino. Efectivamente, el problema que debern re-solver los ministros es el del fondo poltico-constitucional de los millones.Las estrategias elaboradas son diversas desde un punto de vista institu-cional y de gobierno. En lo que se refiere al carcter contractual de losmillones, emergen argumentos diferentes, a fin de justificar la desvincula-cin del rey de sus compromisos.

    En un primer momento, se cuestiona la ndole voluntaria de losmillones; es decir, la graciosa concesin del reino, producto de unconcierto establecido con el prncipe. El doctor Daz Barruelo habla dela obligacin de las ciudades, no sujeta a negociacin, a contribuir a lah a c i e n d a(9). Sobre este tipo de obligatoriedad, en un memorial con-temporneo, se afirma: De dos maneras se puede pedir este servicio,o por obligacin que el reino tiene como cosa debida a su Majd. porjusticia, o se pide como servicio gracioso que su Majd. manda al reinoque le hagan para socorrer sus necesidades y poder estar ms aperci-bido a la defensa de estos reinos y de toda la cristiandad como prncipetan catlico que es (10). En este ltimo caso, la opcin de graciosavoluntad se ve superada por una causa de necesidad que anula el

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    (9) ...no tan solamente con sus haciendas tienen obligacin a acudir con lo necesa-rio a ella, pero con sus personas y vidas hasta la ltima gota de sangre, porque es la ley di-vina y natural que el rey y el reino se traigan a veces en los hombros, el reino llevando enpaciencia los tributos justos, y su Majestad los particulares cuidados de su gobierno y con-servacin. Causas porque a su Majestad se deben conceder los millones, AHN, Osuna,leg. 2.269/3.

    (10) AHN, Consejos, lib. 1.431.

  • acto voluntario del reino (11). Si la obligatoriedad esgrimida en primerlugar se traduce, en trminos polticos, en la desvinculacin del monar-ca de las Cortes en materia fiscal y, por consiguiente, en el desmante-lamiento de los compromisos contrados con el reino; en el segundocaso, la necesidad provoca la misma consecuencia, pues, lejos detratarse de una situacin excepcional, se plantea como impulsora deuna forma de gobierno(12). El poder soberano es el que proporciona lalegitimacin bsica(13). Por tanto, la riqueza del reino es prerrogativade la suma potestad y, en consecuencia, es una obligacin del sbditocontribuir a las necesidades pblicas(14). De la concepcin de gra-cia y donacin voluntaria de los millones se pasa a la de c o n t r i b u -cin a las necesidades del gobierno universal, de acuerdo con elderecho de r e g a l a .

    Por otra parte, la prdida de confianza de los reformadores en el ser-vicio de millones, en trminos de rentabilidad, se traduce en el resque-brajamiento de sus pilares de legitimacin:

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    (11) Pero an aade: Para el caso de la justicia su Majd ha propuesto y certificadoal reino las necesidades en que se halla por estar vendidas y enajenadas todas las rentasreales o la mayor parte de ellas por su padre y abuelo, y las que le han quedado tenerlasempeadas y consignadas a los hombres de negocios a quien debe 12 millones que a losintereses que corren le consumen todas las rentas reales de manera que ha llegado a tantanecesidad que ni puede sustentarse conforme a la dignidad real, ni puede acudir a la de-fensa y bien pblico destos reinos, y que en este caso el reino est obligado de justicia adarle lo que ha menester porque la pobreza y necesidad del rey aunque se haya puesto enella indebida y prdigamente redunda en dao de todo el reino, cuanto ms habiendo sidosu empeo tan justo y forzoso por la defensa de la Santa Iglesia y conservacin de la paz yjusticia deste reino....

    (12) As, siguiendo con nuestro anterior interlocutor, ...es resolucin de doctores the-logos y juristas, no ser forzoso a su Majestad dar cuenta, ni tomar los votos, y consenti-miento de las ciudades, para imponer los tributos necesarios a la defensa destos reinos, sinsolo ajustar con sus consejeros y personas a cuyo cargo est su real hacienda, y con el deEstado y Guerra a lo necesario para todos estos efectos, porque si la justa imposicin noes ms que determinacin legtima de la deuda divina y natural que tienen sobre s los pue-blos, y de la manera que su Majestad puede hacer leyes para las cosas necesarias al bienpblico sin darles cuenta, lo puede asimismo en este caso.

    (13) ...este servicio que pide su real Majestad est ajustado con los requisitos enderecho premisos, que son su legtima autoridad para imponerle como rey soberano, causabastante a que no puede ocurrir en los rditos ordinarios de su real patrimonio, proporcincon el repartimiento, sin exceso de lo necesario.

    (14) ...la concesin de este servicio no es gracia ni donativo que las ciudades hacen,ni sus procuradores en sus nombres de las haciendas de sus vecinos, pues si esto fueranecesario era el consentimiento de cada uno, y la verdad es, no es otra cosa que una justapaga de la administracin de la justicia, con que el prncipe conserva la repblica, y una leyinexcusable que obliga a todos a esta contribucin, sin que pueda haber contra esto pres-cripcin, uso, ley, ni costumbre en contrario, pues sera haber introducido el derecho positi-vo contra el divino y natural una inicuidad, y imposibilitar a su real Majestad la defensa desus reinos, mostrando la experiencia como de ordinario muestra que la multitud de votos ypareceres en las comunidades, siempre tuvo confusin y poca conveniencia, y se podradar caso en que denegase por las ciudades lo pedido por su Majestad quedasen indefen-sos sus reinos....

  • ...lo que a su Majestad se le puede suplicar no es ms de que en laadministracin de lo que se concediere, con particular atencin se busqueforma para que se quiten tantos buitres y aves de rapia como sobre estecuerpo mortal de la repblica se sustentan de ordinario, pues es bien claroy con evidencia se ve, que si su Majestad para cosas tan justas y santas ybien de estos reinos lleva uno, la mala forma de su administracin llevados, pues no se halla en todos sus pueblos otra cosa que clamores y lsti-mas de hombres perdidos, lugares despoblados, suma pobreza, y tan de-bilitado este cuerpo universal de la repblica...

    Subrogar el control administrativo y el fraude del servicio es el clamorque ms se deja or de boca de las voluntades reformistas; un anhelo degobierno que conecta con el desarrollo de ideas comisariales y ejecuti-vas. A partir de aqu, la dialctica de los millones va desvinculndose desu secular lenguaje jurdico, expresin de la cual son las controversiassurgidas sobre la abolicin del servicio de millones en la segunda mitadde la centuria. A los primeros intentos reformistas de introducir los millo-nes en el circuito fiscal del Consejo de Hacienda siguen argumentos msradicales, que se cuestionan su pervivencia. Este desenlace es fruto delos fracasos de la Corona por conseguir la intervencin administrativa yde la insatisfaccin de los ministros reformistas; y ello, a pesar de la ho-mogeneizacin que las reformas fueron imponiendo.

    En 1660, se plantea la posibilidad de abolir los millones y sustituirlospor un medio general (15). Por un decreto de 1 de marzo, Felipe IV enco-mienda a una Junta de Hacienda el estudio de una carga con la que segrave ...con igualdad las haciendas y caudales de todos. Se tomcomo ejemplo el subsidio que pagaban las dignidades eclesisticas so-bre la produccin y rentas, debiendo as gravar todas las rentas, juros ycensos de cualquier calidad. Alcanzara, adems, a los oficios pbli-cos, tiendas, lonjas en las que se efectuasen tratos mercantiles, reguln-dose en este ltimo caso la imposicin por lo que se reparta y pagabapor la alcabala. Las ventajas que se esperaban de este medio eran queno precisaba valuacin de patrimonio y que, al no ser un impuesto perso-nal, sino que gravaba las rentas, los ms pobres se veran exentos delpago. Pero, finalmente, fue desestimado. La alternativa que se les pre-sentaba a los reformadores era la reforma administrativa (16).

    18

    (15) BN, ms. 9.400. A. Domnguez Ortiz (1960). Poltica ..., op. cit., p. 81 ss.(16) Extremo del que se hace eco la consulta annima que A. Domnguez Ortiz atri-

    buye a Juan de Gngora, que acompaa al decreto mencionado, al afirmar que,...probablemente se puede entender que habr quien diga contra cualquiera

    que se elija que no parece buena providencia quitar medios que se estimaron en6.050.000 ducados y pueden rendir ms de 8.000.000 en ocasin y a tiempo quefalta todo para las provisiones y que ser ms fcil mejorar la forma de la adminis-tracin de los que hoy corren que buscar medio nuevo en que por ventura habr lasmismas o mayores dificultades.Ibdem, p. 86, n. 1.

  • Con la llegada del nuevo monarca, tras la suspensin de pagos, de7 de mayo de 1666, y la revisin de cuentas con los asentistas (17),bajo la presidencia del conde de Villaumbrosa, la Corona se plante unareforma fiscal que contemplaba la subrogacin del servicio de millones,con vistas a sanear la hacienda. Esta vez, la idea consista en suplir elservicio por una capitacin por familias. La Corona tena experiencia deun sistema similar en le reino de Npoles, en donde una capitacin p o rfamilias formaba parte de la contribucin general de las provincias.En Holanda exista una capitacin que solo alcanzaba a los propietariosdomsticos. Pero, en general, en el imperio las capitaciones eran des-conocidas. Tal vez, inspirados en el modelo napolitano, los reformado-res lanzaron un sistema de capitacin con pocas posibilidades de xito,pues incluso en Npoles solo representaban un 29% de las rentas rea-les, correspondiendo el resto a tasas indirectas (18).

    Sobre el tema se consult al Consejo de Castilla (19), el cual no se mos-tr contrario a esta nueva contribucin. En el informe que elabora, hace uninventario exagerado de las prdidas que para el fisco representaban los mi-llones, debido tanto al fraude como al desmesurado nmero de administra-dores, arrendadores y oficiales. Con esta actitud, el Consejo acusa a losnuevos administradores del fraude, a quienes responsabiliza de las prdidas.

    En lo que se refiere al Consejo de Hacienda, en consulta de 14 demarzo de 1667, despus de descalificar los argumentos que utilizara elConsejo de Castilla, se muestra receloso ante la nueva imposicin. En pri-mer lugar, por tratarse de un repartimiento, pues ya se tenan algunas ex-periencias negativas en este sentido, como era el caso del repartimientode la sal, o el del servicio de quiebra de millones. En cuanto al cese de to-das las contribuciones, se declara contrario, apoyando solamente la aboli-cin de los millones, y, aun en este caso, recuerda los perjuicios que aca-rreara para los propietarios de censos y los hombres de negocios quetuviesen consignadas cantidades sobre el servicio (20). En estos momen-tos, la situacin de la hacienda era crtica. El caudal destinado para los

    19

    (17) A. Domnguez Ortiz (1960). Poltica, op. cit., p. 106-107.(18) Y. M. Berc (1980). Notes sur les procds de recouvrement au XVIIe sicle, en

    La fiscalit et ses implications, p. 22.(19) El Consejo parte de la idea de que en el reino haba seis millones de personas

    repartidas en familias, eligiendo como media esta vez el nmero de cinco personas paracada una, lo que reuna un total de 1.125.000 familias. Esta estimacin es contradicha envoto particular por el factor de la Corona Sebastin Cortizos (BL EG, 340, fol. 51), en su cali-dad de consejero de Hacienda [Vid. C. Sanz Ayn (1988). Los banqueros de Carlos II; Va-lladolid, p. 178 ss.], quien sostiene que hay un error de 237.214 familias. La estimacin glo-bal que se haca de la contribucin de las familias era de 37 millones y 200.000 ducadospor los servicios de millones, y 55 millones y 800.000 ducados por las rentas reales admi-nistradas por el Consejo de Hacienda. Se pagara desde 2 a 83 ducados al ao, repartien-do los vasallos en 19 clases.

    (20) AHN, Estado, leg. 4.834.

  • aos 1667-1668, estaba ya consumido (21), y, si a ello se aaden la multi-plicacin de juros que se produjo (22) y las dificultades que dicho ajuste devecindario acarre, se comprende que el proyecto no se llevara a cabo.

    El propio Consejo de Hacienda, en una nueva consulta de 29 de agos-to, adverta los impedimentos que el sistema de juros traera consigo encaso de subrogar los millones, adems de que adverta en un momen-to tan delicado: ...no se ha discurrido la forma en que se han de subrogarlos juros antiguos y dems rentas que han de cesar por este nuevo tributo,y para reducir este a nueva forma, no hay poco que examinar... (23). Otrode los problemas que se aducan era el de conseguir que con esta nuevacontribucin pagasen los grupos privilegiados que, aunque lograban evadirla contribucin de los millones a travs del fraude, no escapaban completa-mente al tributo. La propuesta del Consejo de Hacienda fue la formacinde una junta para que estudiase la reforma. No esper mucho la reina go-bernadora y, por decreto de 6 de septiembre de 1667, se form una Juntade Alivios, que comenz a reunirse el da 11 (24). En las sucesivas sesio-nes, se estudi, tomando como base la instruccin para ajustar un donati-vo por fuegos del ao 1640, el probable nmero de vecinos existentes enel reino. Pero, a pesar de los problemas, no se abandon el proyecto. Du-rante la presidencia de Lope de los Ros, la Junta de Alivios continu consus reuniones, reiterando la idea de subrogar algunas de las contribucio-nes mediante un donativo general por familias.

    Muchas de las denuncias surgidas entonces se refieren al poder fis-cal que las ciudades seguan manteniendo, a la vez que abogaban por elestablecimiento de un medio universal que subrogase el servicio:

    La de elegir otro medio universal y subrogar en l las contribucionesque hoy se ejecutan, no es accin voluntaria, sino obligacin de justicia,pues, no puede permitir ni tolerar el rey, nuestro seor, que lo que unoscontribuyen, lo usurpen otros, y que contribuyendo el pobre y el desvalido,se excuse el ms acomodado. As lo ha consultado el Consejo a su Majdfundndolo en obligaciones de justicia (con quien se ha conformado). Y alreino no le toca la proposicin y eleccin del medio que ha de tener lascalidades referidas (25).

    20

    (21) C. Sanz Ayn (1988). Los banqueros de Carlos II, op. cit., p. 211.(22) H. Kamen (1981). La Espaa de Carlos II; Barcelona, p. 567.(23) AHN, Estado, leg. 4.834. (24) A la Junta se le sealaron los domingos, jueves y das de fiesta para sus reunio-

    nes. Formaron parte de ella el inquisidor general, Juan de Gngora, Antonio de Contreras,Lope de los Ros y Gernimo de San Vtores. Despus de la muerte de Juan de Gngora,el 21 de marzo de 1668, entr en su lugar Garca de Medrano. Ibd.

    ( 2 5 ) Pedro Daz Mrquez, Daos que resultan de inmoderados tributos y pechos yprovechos de los moderados, y que resultarn de subrogar los valores efectivos de las alca-balas y millones y de los dems impuestos cargados sobre aquellas y estos que tan sin pesoy medida se defraudan de vendedores y cobradores sobre el siguiente impuesto moderado, li-bre de su parte sensible defraudado. Madrid, 11 de junio de 1671. BN, VE, 10-21.

  • A travs de estos argumentos, Pedro Mrquez, preocupado por launin entre el Consejo de Hacienda y la Junta de Millones, insiste en laprerrogativa real de establecer la reforma unilateralmente. La necesi-dad que haba justificado esta contribucin deja de serlo desde el mo-mento en que las prdidas superan a los beneficios. Por consiguiente, larentabilidad y no la donacin-concesin propia de una relacin poltica esla premisa que debe impulsar todo gravamen. As, la iniciativa del reinopara decidir sobre el espacio fiscal de los millones se considera una tra-ba que estorba el libre hacer y remodelacin emprendidos por la Coronaen busca de dicha rentabilidad. Las advertencias anteriores llevan hastasus ltimas consecuencias la lnea reformista de los ministros. La nicaforma de acabar con el fraude consiste en arrancar de raz la coberturaadministrativa y poltica que lo alentaba. As, de forma simultnea a losproyectos de reforma, el gobernante contina buscando soluciones paraaumentar la rentabilidad de las cargas fiscales.

    Preocupados por el gran nmero de extorsiones que sufra el sbdi-to, debido al fraude de los poderosos, los gobernantes se plantearon laabolicin de algunos tributos. Tal ocurre de mano del gobierno de Medi-naceli en 1681, cuando el Consejo de Hacienda, contestando a un decre-to sobre los medios que podan ejecutarse para aliviar a los vasallos,propone la suspensin de los tributos creados con posterioridad a 1656,amn de la disminucin de las sisas municipales y la disposicin de unnuevo encabezamiento de alcabalas (26). Debido al gran nmero deatrasos existente en las localidades, con esta propuesta se pretenda li-quidar viejos impagos para concentrar los esfuerzos fiscales en las prin-cipales contribuciones. Y aun en estas fue frecuente la concesin de pr-rrogas y rebajas, dando la Corona por perdidas algunas deudas.

    Oropesa tambin se plante la subrogacin de los millones. Con estemotivo, se produjo un debate entre las instituciones implicadas. Un aodespus de su llegada al ministerio, es decir, en 1686, una Junta de Me-dios, formada, como era habitual, en la posada del presidente, inicia unaserie de estudios que pretenden sopesar la conveniencia y, sobre todo,la viabilidad de la subrogacin de los millones (27). Dicha Junta eleva aCarlos II sendas consultas de 13 de septiembre y 18 de noviembre delmismo ao. En la primera, segn nos refiere el Consejo de Hacienda,se informa al monarca del origen de la contribucin y de la facilidad de sucobro en sus momentos iniciales, siendo despus cuando el fraude

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    (26) A. Domnguez Ortiz (1973). La crisis de Castilla en 1677-1687, en Crisis y deca -dencia de la Espaa de los Austrias; Barcelona, p. 209.

    (27) Formaron parte de la Junta: el presidente del Consejo, el marqus de los Vlez,Gins de Mesa, Fr. Pedro de Mantilla (confesor del monarca), Gil Castejn, Joseph Prezde Soto, Francisco del Baus y Fras e Ignacio Bautista de Rivas.

  • se constituy en un problema endmico (28). De ello se culpa, en granparte, a la Sala de Millones, debido a los excesivos gastos de los admi-nistradores(29). El orden administrativo y orgnico son, por tanto, ina-decuados. De esta forma se viene a descalificar tanto la reformaadministrativa como la lnea trazada por los reformadores de Haciendahasta esos momentos. A estas razones, en consulta del da 13 de sep-tiembre, la Junta aade una razn coyuntural: la negativa del Papa Ino-cencio XI a conceder el breve para la contribucin de los eclesisticos.Lo poco til de una contribucin que solo sirve para ...la rapia de losdefraudadores de todos estados y ruina de los pueblos..., convence a laJunta de las ventajas de que cese el servicio de millones, tal y comoaconseja a Carlos II. Ante la demora del breve, se intent establecer al-gn tipo de ajuste o acuerdo con los eclesisticos, segn palabras delConsejo de Hacienda, para ...no llegar a trmino de hacer novedad enel todo.... Pero result un fracaso, dada la secular resistencia de loseclesisticos a pagar los millones.

    La posibilidad de establecer algn tipo de medida parcial que reduje-se el drenaje del servicio se ve con gran desconfianza (30). Por lo que el

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    (28) A este respecto, se afirma, ...habindose aumentado este tributo se fueron in-troduciendo fraudes reducindose el mayor valor de l en conveniencia de los eclesisticosy poderosos de los pueblos, con dao de los pobres de quien ellos perciben el tributo sinutilidad de la real hacienda, expresando los medios de ejecutar los fraudes, y la suma difi-cultad de ocurrir a ellos, por los muchos que han llegado a hacer profesin de este ejercicioy patrimonio de lo mismo que defraudan y que en los lugares donde estos tributos se cobrapor repartimiento se experimenta que las cargas recaen sobre los pobres quedando los ri-cos aliviados. El Consejo a 5 de diciembre de 1686. Dice lo que se le ofrece con diversasconsultas de la junta formada en la posada del presidente de Hacienda sobre la suspensinde los tributos de millones AMAE, ms. 44, fol. 23. Garzn Pareja(1980). La Hacienda deCarlos II; Madrid, p. 312-314, da noticia de esta consulta a partir de un manuscrito de la Bi-blioteca Nacional 1.322/8, fol. 121.

    (29) ...pondranse tambin los excesivos gastos de la administracin de estas ren-tas para que se mantiene la Sala de Millones con todos sus ministros, tantos administrado-res generales en las provincias con audiencias y otros particulares en partidos, y lo muchoque ha bajado el valor de estas rentas que hoy no alcanza a pagar los juros que sobre ellasestn impuestos.

    (30) Y que con el deseo de poder mantener la contribucin ha conferido con los mi-nistros y administradores no expertos sobre si podran darse algunas reglas y providenciaspara evitar los fraudes, y que ha hallado que en el estado que hoy se halla este dao con lamalicia de los defraudadores es irremediable ponderando la gran conveniencia de los quedefraudan, medios de su ejecucin, remedios que con este conocimiento se han procuradoponer en diferentes tiempos, su poca eficacia y ningn fruto, ponderando que si esto se haexperimentado en tiempo en que los eclesisticos contribuan y el vicio no estaba envejeci-do, se debe tener muy poca o ninguna esperanza de mayor remedio. Ms adelante, expo-ne estos recelos con mayor crudeza y desaliento, dibujando un horizonte en el que la coro-na es impotente ante el fraude: Desconfa la Junta del cobro de la administracin con lasexperiencias de los varios remedios que se han propuesto y penas que se han aumentadoa los defraudadores siempre ineficaces, aun en tiempos de menor turbacin y lo que se ex-perimenta en la corte con vista de V.M. y sus ministros diciendo que si pudiere darse reme-dio a este dao pareciera temeridad proponer a V.M. mandase quitar los millones, pero quedesconfiando de l tiene por ms temeridad proponer que este pueda conseguirse y mante-ner debajo de este supuesto incierto una contribucin que ofende tanto y utiliza tan poco.

  • fraude aconseja la abolicin de los millones, pues si ...las rentas deV.M. han descaecido mucho con la injuria de los tiempos, pero que en lade millones ha sido sumo el exceso.... A pesar de lo mermado del mon-to de los millones, el Consejo de Hacienda reconoce su necesidad ...porla mucha estrecheza de la real hacienda.

    Junto a esta primera propuesta para paliar las prdidas que acarrea-ra la erradicacin del servicio, la Junta sugiere, entre otras, la alternativade cargar con un 20% las alcabalas vendidas desde el ao 1634, yservicio ordinario y extraordinario, vendido desde el ao de 1635, en loque se hubiese desempeado en juros, cuyo monto ascendera a 24.800ducados, a los que se agregan los 538.817 correspondientes a las Me-dias Annatas. Con ello, la real hacienda, ingresara, supuestamente,97.817 ducados ms de lo que se perdera con la suspensin del tributo.A continuacin, se propone como muy preciso que se cumpla la reso-lucin de 3 de febrero del mismo ao 1686, para que no se conceda re-serva de juro ni merced sin exencin de privilegio, y, en el caso de quese hubiese concedido, debera revocarse. Sugiere, adems, los benefi-cios indirectos que se obtendran con la desaparicin de los millones,pues los dems tributos alcanzaran un valor mayor, en especial las alca-balas (31). La suspensin se apoya en el argumento de que los millonesno son una concesin perpetua. Se hace hincapi en las sucesivas ne-gociaciones de las escrituras y en la imposicin de juros sobre estas ren-tas. Al no estar estos juros impuestos sobre renta perpetua, sino que de-penden de la concesin del reino, adems de tener prelacin sudotacin, cuyo situado se seal en 1617 en dos millones al ao, se de-duce que el rey no est obligado a responder de su deuda por este con-cepto (32). La situacin de declive a la que haban llegado los juros du-rante estos ltimos aos del siglo (33) favorece esta posicin,aprovechando tal oportunidad para soslayar el impedimento que el situa-do en juros podra traer consigo para la abolicin. Junto a ello, la causapblica frente al inters particular de los juristas, se esgrime como argu-

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    (31) ...pues alivindose los pueblos de esta carga que es la que ms los grava, pre-cisamente crecern los comercios y tratos, labranza y crianzas y las alcabalas se cobrarncon mayor aumento excusando la remisin que hasta ahora se haca, reconociendo que silas alcabalas se cobrasen por entero hallndose los pueblos oprimidos del tributo de millo-nes era preciso se arruinasen enteramente, y cesando hoy esta causa se proceder al co-bro de esta renta.

    (32) ...pues esta renta sin hecho de V.M. si no es por accidente de los tiempos, frau-des, y otros daos inevitables se ha reducido a tan corto valor de modo que en ella no slofalta finca para la paga de juros, sino es para las situaciones de la manutencin del reinopor suspender V.M. la contribucin de millones no est obligado a dar satisfaccin a los ju-ristas pues la hipoteca sobre que contrataron ha faltado por accidente del tiempo, no alcan-zando hoy con mucho todas las rentas de millones a satisfacer la finca que en ellas se se-al el ao de 617 para la defensa comn.

    (33) A. Castillo Pintado (1963). Los juros de Castilla, apogeo y fin de un instrumentode crdito. Hispania, 89.

  • mento de peso (34). Los juristas propone permutaran sus juros de-valuados por empleos correspondientes a sus grados, bien en la CasaReal, bien en otras instancias de la monarqua, o mediante concesin dehonores y mercedes que no gravasen el patrimonio real. Esto deba com-plementarse, como dispona el decreto de 3 de febrero, con la reformade los gastos.

    As, la reforma de los tribunales surge como complemento de la re-forma fiscal. La reduccin de gastos propuesta no es una novedad, puesesta doctrina ya haba entrado en la mente de los gobernantes desdetiempos del Conde-Duque. Mas la importancia que adquiere lo es en tan-to que surge como una reconversin orgnica destinada a arrancar elfraude de su entramado jurdico-poltico. Propuesta como una medidaadicional, tiene los mismos efectos en el terreno institucional y adminis-trativo, con la remodelacin de estructura y de gestin, al desaparecer laSala de Millones (35). Con la propuesta de abolir la Sala de Millones y elservicio, se esboza una homogeneizacin administrativa e impositiva dela que el gobernante moderno careca. Por dos votos particulares, de 13de septiembre y 15 de noviembre, Gil de Castejn aboga por un impues-to nico y universal, aunque no especifica cul sera su naturaleza.

    No obstante, todos parecen estar a la espera de Francisco Bernardode Quirs, agente de Carlos II en Roma, sobre el estado de la negociacindel breve, pues, en caso de concederse, la urgencia de la subrogacin pare-ca difuminarse. Adems, el propio Consejo de Hacienda, consciente delestado de las finanzas, reconoce que privar a la monarqua de esta con-tribucin servira de mayor ahogo, debido a ... la consecuencia de losdaos que han de seguirse a los juristas y en especial a conventos yhospitales y obras pas....

    Las razones coyunturales relacionadas con el breve no provocan pors mismas la supresin del servicio de millones. Ellas no hacen sinoagravar una toma de conciencia que ha ido madurando desde el gobier-no de Olivares. Si, en parte, el estudio impulsado por Oropesa se com-plementa con el intento de establecer un control fiscal del orden eclesis-tico, como corresponde a una poltica apoyada en las regalas ypreeminencias de la Corona que queda patente en las sucesivas nego-

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    (34) ...ponderando tambin la utilidad que de la suspensin de estos tributos se si-gue a los mismos juristas, y la corta utilidad que hoy perciben de los mismos juros pues conla falta de las rentas y urgencia de las pblicas necesidades, casi no hay juristas que perci-ba la dcima parte de su renta.

    (35) Este extremo se manifiesta en la oferta que al respecto hace la Junta: En su-puesto de que V.M. se ha de servir de resolver cese la contribucin de millones y consi-guientemente la Sala de Millones, administradores de ellos y dems ministros y que de al-gunas rentas en que corre la administracin por la Sala de Millones, haya de correr en lo deadelante por el Consejo de Hacienda.

  • ciaciones efectuadas con la Santa Sede durante los aos ochenta, con laaprobacin de la bula el 9 de julio de 1688 (36), los intentos de subrogarel servicio poseen un carcter especfico, de talante administrativo y pol-tico. En este contexto, la concesin del breve solo supondra un respiro,que no atajara los deseos de subrogacin (37). No obstante, tanto Oro-pesa como los hombres de Hacienda piensan que el reparo de los pue-blos solo es posible mediante el alivio de la imposicin, es decir, me-diante la reforma tributaria (38).

    El 6 de diciembre de 1687, se vuelve sobre el tema y la Junta elaboraotra consulta en la que se exponen medidas ms concretas. Insiste en lanecesidad de abolir la contribucin de los 24 millones y ocho mil solda-dos, con la excepcin de Madrid. Asimismo, defiende que cesen las si-sas municipales que estaban cargadas sobre las especies comestibles.Finalmente, aconseja que se agreguen al Consejo de Hacienda las ren-tas que corran por la Sala de Millones.

    Tambin esta vez, Gil de Castejn emite un voto particular. No semuestra partidario de abolir el servicio, para no perjudicar los interesesde los asentistas y juristas, pilares bsicos de la hacienda, y en torno alos cuales se teja gran parte del inters que el patriciado urbano mante-na por los millones. Disiente de la Junta en lo que era el principal proble-ma de viabilidad del proyecto, pues no considera oportuno aplicar todo elproducto de las rentas generales y arrendables a la hacienda. Al contra-rio, cree que se deba llevar a cabo un rateo en todas las rentas, hastaobtener la cantidad de la dotacin. El objetivo era que permaneciese unresiduo suficiente para satisfacer a los juristas, sin que tuviesen que cam-biarse sus situaciones y prelaciones.En dicho residuo quedaban incluidas

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    (36) J. Antonio lvarez de Quinds (1982). Descripcin Histrica del Real Bosque yCasa de Aranjuez; ed. facsmil, Madrid, p. 344-345.

    (37) Tal y como reitera el Consejo de Hacienda: ...aunque V.M. desea y est pen-sando medios para aliviar a todos sus vasallos de esta contribucin, no le es fcil hoy eje-cutarlo sin dar otras nuevas disposiciones que piden tiempo, pero que, debiendo ser muydiferente la forma que V.M. puede dar al gobierno de esta parte de su Hacienda, en casode contribuir los eclesisticos o retrayndose de ejecutarlo necesita V.M. de una positivaresolucin en la concesin y negativa de este breve para dar segn ella las providenciasnecesarias, as para el gobierno del estado seglar, como para evitar los fraudes que poresta ocasin se experimentan de los eclesisticos.

    (38) Y ello a pesar de que existen opiniones dispares en torno a las extorsiones quecausaba el servicio de millones. Tal es el caso de Gil de Castejn, quien no comparte el pa-recer de la Junta, al estimar que no es tanto que ...el dao que al reino se sigue de estacontribucin como la junta propone y que fuera de sumo inconveniente resolver quitar untributo que ha tantos aos que se contina, ponderando tambin el perjuicio de los tercerosque tienen juros fundados sobre estos derechos. No obstante, predominan los juicios con-trarios y de los que, en parte, el propio Gil Castejn se haca partcipe al sopesar la conve-niencia de que se acabase con el tributo. Las dificultades de la subrogacin quedan bienpatentes en estos temores y desavenencias; de ah que los hechos, que no las atenciones,se centrasen principalmente en la reforma administrativa.

  • aquellas partidas que, habindose asentado como ingresos, no habanl l e g a d oa cobrarse totalmente (39). De esta forma, el servicio seguiravertebrado como un gnero ms de riqueza en el reino.

    Esta consulta fue remitida al Consejo Real, el 8 de diciembre de1687(40). En su respuesta se mostr opuesto a la abolicin, debido alas consignaciones que sobre los millones estaban hechas de los gastosy mantenimiento de la armada real y de los presidios de frica. Despusse interesa por una parte de los implicados: los situados en juros. La de-fensa de lo que el Consejo califica como causa pblica o utilidad einters de los mismos vasallos, se refiere a la del patriciado urbano, in-versores en el servicio de millones, con el que el tribunal de Castilla com-parta intereses poltico-constitucionales (41). El apoyo al servicio de mi-llones, recordando las progresivas remisiones y condonaciones dedeudas que los monarcas haban concedido al reino, a fin de demostrarsu dulzura impositiva, nos descubre la complicidad del tribunal con lospoderosos, puesto que eran los nicos que estaban en condiciones deeludir la contribucin. Ante las crticas que se cernan sobre el servicio, alque se culpa de la baja productividad y despoblacin del reino, el Con-sejo, aunque sin especificarlos, imputa estos males a otros motivos, ex-culpando a los millones de toda responsabilidad (42). De este modo, elConsejo ampara a los poderosos, salvaguardando sus intereses a travsde los juros. En realidad, el deseo inicial de suprimir el servicio se trans-forma en una defensa a ultranza del inters de los juristas.

    De acuerdo con estos argumentos, respecto a la propuesta de laJunta de reducir el valor de los juros, Gil de Castejn se muestra tajante:...parece contradictorio e incompatible el medio de que V. Majd. mandecesar la contribucin de estos servicios de millones y que para este efec-to se juzgue por no necesario este caudal tan considerable, recayendotoda la prdida y disminucin de hacienda en los dueos de los juros,que muchos son pobres y otros pertenecen a iglesias, conventos, cape-

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    (39) Vid. J. M. Gonzlez Ferrando (1988). De las tres formas de llevar la cuenta y ra -zn segn el licenciado Diego del Castillo, natural de Molina. Revista espaola de finan-ciacin y contabilidad, vol. XVII, n 55, p. 192.

    (40) BL ADD, 21.536.(41) l mismo se delata cuando a continuacin pasa a defender el tributo en los si-

    guientes trminos: Por la calidad y forma de esta contribucin de millones, que siendo enlas cuatro especies comestibles del vino, vinagre y aceite y carnes es igual y que en todos,as eclesisticos en virtud del Breve de su santidad, como seculares, contribuyen segn elestado de sus haciendas y consumo de sus casas y familias, y esto insensible y suavemen-te dejando pagado en las puertas, carniceras y otros puestos pblicos estos servicios, te-nindolos por parte del premio y valor de las cosas que consumen.

    ( 4 2 ) Llega a sostener que, tal y como estn dispuestos los servicios, no sirven...principalmente de inconveniente y perjuicio para las fbricas, maniobras y labores des-tos Reinos, ni para la despoblacin dellos, por provenir estos de otras muchas causas, porla calamidad de los tiempos y esterilidad de los frutos....

  • llanas y otras obras pas. A esto hay que aadir el hecho de que la re-forma se lleve a cabo unilateralmente, sin la opinin de los juristas, loque se interpreta como una injusticia, de acuerdo con una concepcinpatrimonial de la justicia (43). Tambin defiende los intereses del patri-ciado urbano, con ocasin de la propuesta de la Junta de abolir las sisasmunicipales, al recordar los censos que sobre ellas estaban situados ylos perjuicios que para sus poseedores acarreara. Solo de forma muyescueta alude el Consejo al tema de los fraudes, mientras que exponecomo compostura que se encargue al gobernador del Consejo de Ha-cienda que reduzca los gastos de salarios excesivos de administradoresy ministros ...castigando los fraudes con todo rigor, a que contribuiraeste Consejo en la parte que le toca.... Una propuesta intrascenden-te que, adems de eludir el debate, insiste en lo que era uno de los puntosque aconsejaban la abolicin: la articulacin de la persecucin del fraudeen el entramado de la jurisdiccin ordinaria dirigido por el Consejo Real.

    A pesar de los temores del tribunal de Castilla, y de que an el 26 deenero de 1688 se reuniese una nueva Junta, en la que Oropesa y el mar-qus de los Vlez reiteran su propsito de abolir el servicio, finalmente,por un decreto de 6 de febrero de ese ao, se confirma la permanenciadel servicio de millones (44).

    Normalmente, se acusa a la cobertura administrativa dispuesta en lasescrituras de millones de ser la causante de los excesos y de cometer in-numerables irregularidades. El problema consiste en que son los podero-sos quienes se aprovechan de la riqueza fiscal entendiendo por estatambin las partidas que, o no se cobran, o no llegan al rey, en detri-mento del fisco. En estos momentos, la complejidad y heterogeneidad delas cargas fiscales, con el prolfero cuerpo de recaudadores, tesoreros,ejecutores, etc., impone la necesidad de abordar tanto la reforma admi-nistrativa como la tributaria. Y si la primera comenz su singladura en losaos treinta, con Olivares, la segunda an tendr que esperar (45).

    Por otra parte, el objetivo de Oropesa y del marqus de los Vlez deerradicar los millones, subrogndolos por una contribucin nica, se pre-senta como una necesidad fiscal, dado el monto que alcanzaba la deudapblica. La utilizacin de otros medios como el aumento de la presin fis-cal, el recurso creciente a los emprstitos, la ampliacin de la circulacin fi-

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    (43) ...en el dictamen del Consejo no se puede dejar de considerar injusticia clara ynotoria, privando aunque sea por ahora, a los dueos de los juros sin su consentimientoy voluntad de las situaciones e hipotecas especiales que tienen en estas rentas por contra-to oneroso con V. Maj. y con el reino....

    (44) M. Artola (1982). La Hacienda..., op. cit., p. 218.( 4 5 ) Vid. P. Fernndez Albadalejo (1977). El decreto de suspensin de pagos de

    1739: anlisis e implicaciones. Moneda y Crdito. Revista de Economa, 142.

  • duciaria, o la creacin de los superintendentes, que marcan los rasgoscomunes que fueron adoptados por las nuevas monarquas occidentalesenfrentadas a problemas similares (46), no vinieron sino a situar el proble-ma de la financiacin en la bsqueda de una salida rentable para la deuda.De este modo, la colocacin de la deuda se constituy en el objetivo priori-tario de los gobernantes.La canalizacin de esta era un problema que afec-taba de forma similar a otras monarquas, como la inglesa o la francesa.

    Dickson ha sostenido que la revolucin financiera inglesa no se en-contr en la mutacin del poder fiscal o en la estructura del sistema tribu-tario, as como tampoco en el trnsito de la exaccin indirecta a una cen-tralizada, sino en la colocacin del dbito pblico, cuyo dato mssobresaliente fue la creacin del Banco de Inglaterra en 1694. J. Bouviery H. Germain, en la misma lnea que Dickson, sostienen que Inglaterrapuso en marcha medidas ms modernas que Francia. Destacando, asi-mismo, el hecho de que se creara el Banco de Inglaterra, sostienen quefue merced al impulso de una circulacin monetaria mejor organizada yms segura, con una mayor confianza en el Estado, con lo que pudoconstituir una deuda pblica fielmente respetada por el gobierno( 4 7 ) .Por tanto, lo que se ha dado en llamar fiscal revolution, en Inglaterrase refiere, sobre todo, a las reformas y seguridad que a partir de la revo-lucin gloriosa de 1688 se proporcion a la deuda y a los prestamis-tas(48). En cambio, la incompetencia financiera francesa para la coloca-cin de la deuda y su dependencia de los prestamistas extranjeros, queel sistema denominado Tontine, propuesto por el banquero italiano Lo-renzo Tonti a Mazarino en 1652, no solucion (49), se consideran comolas razones principales de su cada definitiva (50).

    En Castilla, esta deuda imposibilit la reforma tributaria, al encontrarsela mayor parte de los millones consignados en los hombres de negocios osituados en juros que estaban principalmente en manos del patriciado ur-

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    (46) J. Bouvier y H. Germain-Martn (1964). Finances et Financiers de lAncien Rgi -me; Pars, p. 100.

    (47) Ibdem, p. 101.(48) Vid. D. C. North y B. R. Weingast (1989). Constitution and Commitment: the evo -

    lution of institutions governing public choise in Seventeenth-Century England, The Journalof Economic History, vol. XLIX, diciembre, n. 4, p. 819. Tambin, R., Ashton (1960). TheCrown and the money market, 1603-1640, Oxford, p. 113, op. cit. North, D.C.

    (49) David R. Weir (1989). Tontines, public finance, and revolution in France and En -gland, 1688-1789. The Journal of Economic History, vol. XLIX, n. 1, marzo, p. 95-124.

    (50) P. G. M. Dickson (1967). The Financial Revolution in England: a Study in the De -velopment of Public Credit, 1688-1756; Nueva York. En la misma lnea, vid. t a m b i n ,R. Bonney (1981). The Kings Debts. Finance and Politics in France, 1589-1661; Oxford,p. 280. Ms recientemente, E. N. White (1989). Was there a solution to the Ancient Rgi -mes Financial Dilemma? The Journal of Economic History, vol. XLIX, septiembre, n 3,p. 568, ha estudiado el tema, destacando la diferente financial reputation que a este res-pecto haba entre Gran Bretaa, Holanda y Francia.

  • bano, tal y como los organismos implicados argumentaron una y otra vez.Si, por un lado, la bsqueda de una autonoma financiera haba llevado alos primeros ministros a lanzar sus programas de reforma, por otro, estosse tuvieron que enfrentar con necesidades concretas de numerario, quemuchas veces se imponan. En este sentido, aunque con diferentes conse-cuencias (51), la deuda hispana desempe un papel semejante al de ladeuda de los Estados Pontificios, en donde, ao tras ao, se acumulabanlas imposiciones, con el fin de saldar la deuda( 5 2 ) .Los intentos que, des-de que en 1570 Peter van Oudegherste propusiera a Felipe II la creacinde un banco nacional, se haban llevado a cabo para terminar con estecrculovicioso haban resultado un fracaso(53). Sin embargo, era el ordenfiscal el que proporcionaba a la deuda un protagonismo tan dramtico parala Corona(54). Y esto lo saban los monarcas hispanos, pues, a pesar detodo, la idea de subrogar los millones, en cuanto nica reforma susceptiblede acabar con la dependencia financiera de la Corona, no se desvaneci.

    Cuatro aos despus de que el Consejo de Castilla elaborara la con-sulta anterior, su presidente, Ibez de la Riba, idea en 1692 una alter-nativa, consensuada entre el rey y el reino, para planear la reforma tribu-taria de los millones.

    Esta vez, el presidente se hace eco de los fundamentos ms conflicti-vos que rodeaban al servicio. Comienza retomando el estado de opininsegn el cual los millones servan de provecho de los poderosos de lasciudades y de los justicias. El atrincheramiento de ambos grupos en tor-no al goce de unas prerrogativas y privilegios, bien sancionados por lasescrituras, bien autorizados por la costumbre, alcanzaba mayor trascen-dencia, pues de ello obtenan el usufructo de estas partidas, cuyo controly beneficio se traduca en poder, lo que, simultneamente, lo convertaen un problema poltico (55). El panorama que nos muestra Ibez de laRiba es reflejo de una Corona impotente para evitar tan vasto entramado

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    (51) Vid. E. Stumpo (1984). Finanze e ragion di Stato nella prima Et Moderna. Duemodelli diversi: Piamonte e Toscana, Savoia e Medici, en Finanze e ragion di Stato in Italiae in Germania nella Et Moderna; Bolonia, p. 198.

    (52) L. Palermo (1974). Ricchezza privata e debito pubblico nello Stato della Chiesadurante il XVI secolo. Studi Senesi, p. 303.

    (53) J. Elliott (1986). The Count-Duke..., op. cit., p. 120 ss.(54) A este respecto, G. Muto (1984). Sullevoluzione del concetto di hacienda nel

    sistema imperiale spagnolo, en Finanze e ragion di Stato in Italia e in Germania nella primaEt Moderna; Bolonia, p. 173-174, ha afirmado que ...non la grandezza del deficit lele-mento discriminante tra le politiche finanziarie dei diversi stati, para aadir, ... propio lafiscalit, ovvero la sua interna composizione, lelemento che differenzia radicalmente i diver-si sistemi finanziari pubblici.

    (55) As lo narra el propio presidente: El haber tanto tiempo que se mantiene estacontribucin, que verosmilmente ha ocasionado la destruccin del reino, no solo hace msdificultoso sino es imposible el reparo, pues con el curso del tiempo se ha envejecido lacostumbre de defraudar, habindose aumentado en los lugares populosos tanto los fraudesy metedores, que no es posible alcance a su reparo la autoridad de un administrador, aun-

  • de intereses entreverados en un orden jurisdiccional atomizado. La refor-ma administrativa, cuyo principal objetivo consista en atajar el fraude, seenfrenta con la misma incapacidad de resolverlo; de ah que, ante su fra-caso, los reformadores se planteen en esos momentos la subrogacin, apesar de que no faltan quienes acusan al Consejo de Hacienda de losmales del fisco, como es el caso del conde de Montalbo, quien llega in-cluso a recomendar su extincin (56).

    Como hemos mencionado, uno de los aspectos que tenan que resol-ver estos reformadores era el de justificar la subrogacin. Para ello secuestionan los derechos que el reino mantena respecto a los millones, envirtud de la causa pblica. El armazn de intereses que daban expre-sin al inters general del reino es, por otro lado, acometido desde la pre-sidencia de Castilla (57). La propuesta del presidente de Castilla de supri-mir los millones, no se llevara a cabo sin establecer algn acuerdo previocon el reino, dada, segn sus propias palabras, la decisiva influencia delos poderosos. Acto seguido, Ibez de la Riba propone la convocatoriade Cortes, para negociar, entre el rey y el reino, la reforma y la abolicin delos millones (58). Al estar la administracin del servicio en manos delConsejo de Hacienda, indudablemente el Consejo de Castilla se vea des-plazado de tan importante parcela de control y, por tanto, de potestad.Pero, amn de las razones de poder, existan razones ms importantesen esta actitud del presidente. As, la propuesta de convocatoria de Cor-

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    que sea celoso, ni la asistencia de sus ministros (que en lo regular son de poca satisfac-cin), porque son ms y de mayor poder los que se unen al fraude, que los que procuranevitarle, y aquellos son los ms poderosos de las repblicas, vencen en fuerza y autoridadno alcanzando el poder a lo contrario, pues para esto fuera necesario no consumir todo elvalor de los millones en ministros, y no es de menos reparo las muertes y pecados que so-bre esta materia se ocasionan, viviendo los particulares del rapto de la hacienda de V.M. deque se defraudan a la causa pblica. Ibez de la Riba, sobre si convena quitar el tribu-to de millones y reducir los tributos a otra forma, 30 diciembre de 1692, AMAE, ms. 43.

    (56) Segn lo expresa en voto particular emitido en consulta de la Junta de Negociosde Hacienda, de 14 noviembre de 1692. BN, ms. 10.491.

    (57) En concreto, afirma: Al estado presente no hemos de discurrir por los preceptosy leyes de la justicia conmutativa, por donde se regulan los intereses de particulares, ha decaminar la razn por ms alta ley a que se sujeta la particular, que es la de la conservacindel estado pblico, que debe preferirse a todo, segn est en el estado presente el que tie-ne Castilla es de no poder mantener a su rey con la decencia que pide su Majd. ni la admi-nistracin de justicia ni a s misma, pues ni tiene con qu pagarse a sus ministros, mante-ner a sus presidios, ni poder defenderse de sus enemigos, gravada en tributos que cedenno en utilidad del rey y del reino para quien se concedieron, sino es en ruina de sus pue-blos que gravados con estos tributos no tienen fuerzas para contribuir otros, mantenerseas Castilla, todos lo reconocen por imposible, luego si no se ha de abandonar el todo, espreciso recurrir a medios de reparo que aunque duelan a muchos conserven a todos, y dequienes deba esperarse no slo la manuntencin del reino, sino es la restauracin.

    (58) En concreto, escribe: Mi dictamen en este voto es que V.M. desde luego mandecesar generalmente en el reino la contribucin de millones y mande brevemente convocarlas cortes generales de los reinos de las dos Castillas para que discurran la calidad de for-ma de los tributos que hayan de imponerse y subrogarse en lugar de los millones y sisas,menos gravosos y daosos para el reino y de ms fcil cobranza....

  • tes representa el intento de recuperar, a travs de una nueva imposicin,el pacto fiscal con el soberano. De ah que Ibez de la Riba haga causacomn con las ideas de los detractores del servicio y culpe a este de sergermen del fraude (59). Los datos que recoge el presidente de Castilla so-bre el fraude eran conocidos por los ministros de Hacienda. Hbilmente,el presidente Ibez hace causa comn con el sentir de los reformistas,proponiendo una negociacin poltica de la que en realidad los reformado-res se queran desembarazar, pues como tal no haba servido al rey.

    No es solo el presidente del Consejo de Castilla el que aboga poresta solucin. Un memorial annimo interesado en erradicar el tributoelabora argumentos y propuestas semejantes (60). En l se propone sa-near una administracin corrupta, acabando con un desmesurado elencode hombres vinculados al servicio de millones, a partir de la homogenei-zacin impulsada desde Hacienda. Se sugiere la creacin de una contri-bucin nica controlada, como ocurra con los millones, por las Cortes.

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    (59) En realidad, el presidente no hace sino parafrasear a los detractores del servicio:...hoy los servicios de millones no son carga sino ms fruto, conveniencia de los ricos yhacendados seglares y eclesisticos, seculares y conventos de regulares, porque introdu-ciendo en sus casas y en sus conventos las especies de la carne, vino, aceite, vinagre, lasvenden por menor en ellas al mismo precio que en las carniceras y tiendas y tabernas, oalgo menos para atraer a los compradores, con lo que perciben no solo el precio principaldel valor de las carnes, sino el sobreprecio de sisas y millones que van incluso en lo que sedespacha en las carniceras, tiendas de aceite y vinagre y tabernas que con poca diferenciasupla el precio principal y de estos fraudes... se sustentan muchos mayorazgos y conven-tos de frailes en Espaa y especialmente en Andaluca, y todo el peso cae sobre los po-bres, pues los ricos no solo no pagan la contribucin de millones de sus consumos, comose ha dicho, sino es que ellos mismos perciben para s de los pobres la que estos misera-bles pagan y haba de ser para el servicio de V. Majd., este dao an es mayor en las per-sonas y comunidades eclesisticas en quienes no es tan fcil el remedio por la inmunidaddel estado, tampoco puede negarse es grande el nmero de personas que en este reino vi-ven sin ser cosecheros, no solo no pagando los millones, sino es sustentndose de ellosmismos gravamen del milln que perciben para s y por esto comnmente los llaman mete-dores.

    (60) Comienza afirmando que tan gran nmero de rentas y cargas ...cesen desdeluego, as en lo que va corriendo, haciendo mayor servicio a su Majd dijeron que subroga-ban y subrogaron un repartimiento general.... Este repartimiento se dispondra, como elservicio de millones, en forma de contrato por un tiempo determinado de seis u ocho aos...quedando siempre en pie la necesidad de las Cortes, as para la continuacin de los di-chos servicios, como para la subrogacin deste repartimiento en lugar de todos ellos. Laventaja que se obtendra con ello sera la liberacin de las haciendas ...de la servidumbreque hoy tienen. Adems, no quedara en pie causa de exaccin o molestia, pues de estemodo se evitaran las molestias causadas por factoras, ejecutores y dems oficiales delsevicio: ...no habiendo ms demandas de las que se han de asentar en las personas, lashaciendas, los oficios, los tratos, y las grangeras, quedarn libres, no solo de toda contri-bucin, sino de toda molestia y vejacin as de los exactores, como de las justicias que es-tn continuamente en acechanzas para vejar y molestar a los contribuyentes, de maneraque con esto cesaran los ejecutores, los guardas de las puertas de los lugares y ciudades,los registros, los albalaes y otros infinitos oficiales pblicos y sus ocupaciones que viven dela trampa y de la rapia, a quien se paga y tributa ms en cada un ao de lo que importatodo el servicio que ahora se pretende entablar Reflexiones sobre quitar el tributo de mi-llones, BN, ms. 2.375.

  • Pero los reformadores no solo buscan la homogeneizacin adminis-trativa, sino tambin el control poltico del servicio. Lo reclaman como su-prema potestad, y ello en virtud de sus funciones y en el ejercicio dee l l a s(61). Para tal fin, la desaparicin del protagonismo de Cortes y ciu-dades es imprescindible. Ciertamente, con la reforma fiscal, el gobernantebusca una mayor independencia del soberano con respecto a las asam-bleas o parlamentos (62). En este contexto, la importancia del fraude nose reduce al terreno puramente fiscal, pues se encuentra impregnado demotivaciones polticas. Con la erradicacin del servicio se producira la si-multnea anulacin de la representacin del reino: una representacinque estaba cargada de valores contractuales, que en estos momentos, yaunque relegada a un carcter simblico, se conservaba en los cuatroprocuradores de la Sala de Millones o en la Diputacin, pero, adems, y,sobre todo, en las ciudades, en el Consejo de Castilla y en la jurisdiccinordinaria. Una cuestin poltica que pervive merced al proceder de justi-cias, regidores, chancilleras, Consejo Real. El objetivo de los reformado-res era el de erradicar cualquier legtima autoridad que las ciudades yjusticias pudieran esgrimir en favor de un orden administrativo que daabalos intereses de una causa universal impulsora del gobierno pblico.

    Las diferentes propuestas vistas hasta aqu deben interpretarse comouna reflexin sobre la realidad poltico-fiscal de los millones. Las vas paraalcanzar una mayor rentabilidad de la hacienda se canalizaron a travs delos circuitos administrativos desplegados desde el Consejo de Hacienda.A esta solucin se haba llegado en los aos cuarenta, cuando empez amadurar la idea de la unin entre dicho Consejo y la Comisin del Reino.Las tentativas de subrogar el servicio representaron el intento de arrancara las ciudades su poder fiscal, significando, adems, el fracaso de la Coro-na en su intento por atajar el fraude, y este, a su vez, refleja la escasa ca-pacidad de los ministros para controlar tanto la autoridad de las ciudadescomo la de los poderes jurisdiccionales del reino.

    La jurisdiccin econmica, instrumento de la voluntad del monarca,se ve desbordada por el entramado jurisdiccional de intereses y prerro-gativas, cuyo poder se dej notar en el continuo bloqueo de cualquiermedida destinada a horadar su tupida red de actividad judicial y su apro-vechamiento del fraude. La alternativa que les queda a los gobernanteses la de continuar con la lnea de reformas iniciada sobre la base de lajurisdiccin de Hacienda. La reforma administrativa fue la solucin adop-tada por los reformadores para modelar lo que se quera que fuese unnuevo modelo de fisco.

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    (61) F. E. Vassalli (1908). Concetto e natura del fisco. Studi Senesi, XXV, p. 188.(62) Sh. Lambert (1990). Committees, Religion, and Parlamentary Encroachment on

    Royal Authority in Early Stuart England. English Historical Review, vol. CV, n 414, enero,p. 61.

  • ILA MOVILIZACIN DEL REINO ANTE LA INCORPORACIN DE LACOMISIN DE MILLONES AL CONSEJO DE HACIENDA

    I.1. Corregidores y administradores: la gobernacin de Juan de Gngora

    Cinco das antes de que el reino hubiese dado su consentimientopara la incorporacin de la Comisin de Millones al Consejo de Haciendahaba sido nombrado nuevo gobernador de este ltimo Juan de Gngora,quien sustitua en el cargo a Juan de Carvajal y Sade, ejercindolo encalidad de presidente. Al da siguiente de su nombramiento envi unaconsulta a Felipe IV, en la que introduca sus propuestas para mejorar laadministracin de la hacienda (1).

    Una vez producida la incorporacin de la Comisin y dispuesto su re-glamento, el problema continuaba siendo el de articular la Sala con un or-den administrativo susceptible de canalizar las disposiciones fiscales y decontrolar el fraude en las provincias. La propuesta del nuevo presidente delConsejo de Hacienda se centr en la controvertida figura del administra-dor: un debate que planteaba la disyuntiva de optar por la figura de los ad-ministradores fiscales, en funcin de los nuevos criterios contributivos de laCorona, o de confiar en los corregidores y hacer as partcipes e intrpre-tes del fisco a las ciudades, de acuerdo con la relacin de reciprocidadque haba sellado el servicio de millones. En concreto, se mostr partidariode reunir, bien en manos del administrador, bien del corregidor en estecaso, en donde se confiase en l, las administraciones de rentas rea-les y servicios de millones, suprimiendo los administradores particulares.De este modo, propona llevar al mbito provincial la unin que en la cortehaba tenido lugar entre la Comisin y el Consejo de Hacienda (2).

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    (1) BL EG, 2.083.( 2 ) A este respecto, su postura era la siguiente: ... tengo por conveniente que

    V. Majd se sirva de mandar que baje orden al Consejo de Hacienda para que, tanto en lcomo en la Comisin de Millones, se procure desde luego agregar a un sujeto solo en cadaprovincia o partido todas las administraciones de rentas reales y de los dems servicios del

  • No se hizo esperar mucho la respuesta de Felipe IV, y el mismo da 7de abril de 1658, fecha en la que se haba dispuesto la reglamentacin dela Sala (3), una orden da cuenta de que se agregaban las administracio-nes de rentas reales y servicio de millones a un sujeto en cada provinciay partido. Tal y como propuso Juan de Gngora, la misma agregacin secontemplaba con respecto a los corregidores y justicias, donde ...se tu-viese satisfaccin de sus personas... (4), es decir, en donde existiesengarantas de que la unin no se utilizara con fines fraudulentos. Una vezasegurada la lealtad de los ministros a las necesidades pblicas, lahacienda del rey y la del reino quedaron nucleadas en las ciudades ca-beza de provincia o partido a travs de las administraciones. As se obte-na el beneficio, que apuntaba el gobernador de Hacienda, de suprimirlos administradores particulares, que proliferaban en las villas, gracias acuyo concurso y a pesar del vnculo administrativo y de control que sehaba intentado con anterioridad a travs de la mutua c o r r e s p o n d e n -cia (5) segua dificultndose la labor de los administradores generales enfavor de la contribucin. Ahora, la unificacin de rentas y servicio de millo-nes consolida un ensamblaje entre la hacienda del reino y la del sobera-no, que apunta a una homogeneizacin del sistema fiscal, de la que elgobernante moderno careca (6), imponindose esta ltima como princi-pio de control fiscal. Se determinaba, asimismo, el cese de las audien-cias y ejecutores, para que en el trmino de sesenta das se reconocie-sen las deudas que haba acumuladas (7), y poder as valorar el volumenque alcanzaban los impagos y transgresiones fiscales.

    En materia administrativa, Juan de Gngora no se conforma con que-brantar la dependencia de la hacienda con respecto a las ciudades, sinoque tambin se plantea desembarazarse de la misma dependencia man-tenida con los hombres de negocios. Es as como el objetivo de controlarla hacienda del reino y desvincularse de los compromisos contrados con

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    reino no habiendo razn especial que obligue a otra y que esta misma agregacin se hagaa los corregidores y justicias en donde se tuviere satisfaccin de sus personas de que cum-plirn con entrambos ministerios, quedando suprimidos los administradores que por estemedio se podrn excusar, y los lugares aliviados de el embarazo que causara diversidad dejurisdicciones pues corriendo todos de aqu adelante debajo de una mano, como V.Majd seha servido de disponerlo con la unin de la Comisin de Millones al Consejo de Hacienda,se debe esperar que con menos ministros se podrn conseguir mejores efectos.

    (3) M. Artola (1982). Op. cit., p. 138, da la fecha, para este decreto, de 25 de septiem-bre de 1658.

    (4) AHN, Consejos, leg. 51.280.(5) Esto se llev a cabo con la reforma de 1655. Vid. el primer tomo de este trabajo,

    B. Crceles de Gea (1994). Fraude y administracin fiscal en Castilla. La Comisin de Mi -llones (1632-1658): Poder fiscal y privilegio jurdico-poltico; Madrid, Banco de Espaa, Es-tudios de Historia Econmica (Serie roja), n 28, p. 83.

    (6) Vid. J. F. Bosher (1964). French Finances, 1770-1795: from business to bureau -cracy, p. 483.

    (7) Consulta del Consejo de Hacienda, de 12 de abril de 1658. AGS, CJH, leg. 1.081.

  • las ciudades tuvo su aplicacin en la relacin mantenida con los asentis-tas. A estos se les arrebata una de las tres llaves de las arcas, por lasque se les haba entregado, si no el control, s al menos la intervencinen las partidas fiscales durante el ao 1648 (8). A partir de este momen-to, regir para las arcas el mismo sistema que exista antes de la reformade ese ao, en el que era la ciudad la que, a travs de su tesorero, corre-gidor y regidor, dispona de los fondos de las arcas. La unin administra-tiva, dispuesta el 7 de abril, no se produca sin compensar a las ciuda-des, tratando de conseguir con ello su colaboracin.

    No quedaron aqu las reformas propuestas por Juan de Gngora,pues, un ao despus, en 1659, establece en el terreno contable lo queya se haba conseguido en disposiciones anteriores, en concreto en lasordenanzas de 1657 (9). Por una cdula de 1 de enero de 1659, a con-sulta del gobernador, se establece que los contadores de cuentas y re-sultas de millones se renan con el tribunal de Cuentas de Hacienda.Aqu pasaban a tomarse, de forma separada, las cuentas de millones,mientras que los alcances quedaban en manos del tesorero (10).

    Como complemento a estas disposiciones, el 17 de noviembre de1659 se expide un decreto por el que se establece y regula la Sala deCobranzas en el Consejo de Hacienda, en la que se unen las jurisdiccio-nes de rentas reales y servicio de millones (11).

    Durante el tiempo que Luis de Haro fue ministro funcion una Juntaa la que se encargaron las cobranzas tanto de las rentas como del ser-vicio, ejerciendo una competencia propia de la Contadura Mayor( 1 2 ) .Esta Junta dejo de tener vigencia cuando, en 1646, se intent agregarla Comisin del Reino al Consejo de Hacienda. Ahora, por este decretode 1659, se forma una Sala fija con las mismas competencias que po-sea como comit, uniendo de nuevo ambas jurisdicciones. Con ello seevitaba la multiplicacin de ejecutores y ministros que hubo despusde su extincin, favoreciendo, tambin en este caso, la simplificacinadministrativa. Juan de Gngora, especialmente preocupado por elfraude, encomienda a esta Sala una labor de custodia de los admi-nistradores. Estas funciones, que nos recuerdan las que posea elContrle-gnral des Finances en Francia, institucin a la que tambin

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    (8) Segn nos consta por la cdula de nombramiento de Joseph de Valdivielso, con-tador de resultas de la Contadura Mayor de Cuentas, de 4 de abril de 1658. AGS, CJH,leg. 1.091.

    (9) Vid. B. Crceles de Gea (1994). Fraude y administracin..., op. cit.(10) BN, ms. 10.399.(11) AHN, Estado, leg. 6.379.2.(12) Vid. M. A. Ladero Quesada (1982). Instituciones fiscales y realidad social en el

    siglo XV castellano, en El siglo XV en Castilla, fuentes de renta y poltica fiscal; Barcelona,p. 76.

  • se encarg, adems de la vigilancia del fraude y de la corrupcin, la ta-rea de inspeccionar, de forma semejante, las acciones de los adminis-tradores de finanzas (13).

    Aunque estas competencias eran propias de la Sala de Gobierno yde la de Millones, se dispone as por no poder estas dos Salas ...exami-nar por menor cada da, como conviene, las diligencias y estado de lascobranzas.... Por tanto, se institucionaliza una labor de verdadera vigi-lancia de la recaudacin por menor. Para evitar el rechazo del reino a lanueva Sala, se establece que el procurador de Cortes que se nombrapara cubrir las ausencias de la Comisin asistiese a la Sala de Cobran-zas. Aqu se entregaban los expedientes relacionados con las cobranzas.A dicha Sala iban a dar relacin los escribanos mayores de rentas delConsejo y Sala de Millones, as como los contadores de libros. Por loque, a la labor de custodia de los administradores se agregaba, a travsde los libros de estos oficiales, la de custodia del estado de los encabe-zamientos, de los arrendamientos, de las provisiones y de las cartas quese hubieran despachado por la Contadura (14). De esta forma, se venaa establecer una vigilancia de los oficiales de Hacienda y de sus institu-ciones, lo que lleva consigo el sometimiento de sus ejercicios a criterioscontributivos.

    Durante este mismo ao, los problemas institucionales originados porla agregacin indujeron al gobernador de Hacienda a proponer a FelipeI Vque, en los despachos y resoluciones de la Sala en los que se expidierancdulas o provisiones que implicasen a las chancilleras y audiencias,deban asistir, para tratar estos negocios, los dos ministros del ConsejoReal que asistan por las tardes al de Hacienda, dejando de concurrir, si-multneamente, dos ministros de capa y espada, a fin de no alterar elnmero inicial de cuatro (15). Los problemas, a los que aludi Juan de

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    (13) En efecto: en el decreto se regula que, siendo ...necesario velar sobre las justi-cias y administradores con un cuidado continuado y con la prudencia que debe fiar de eseConsejo, ordeno que crecida en esta Sala este instituto, sin divertirse a otra cosa, corres-pondindose continuamente con todos los administradores, justicias, o personas que tuvie-ren a su cargo la cobranza de mis rentas y servicios, encaminando por menor las diligen-cias que cada uno hiciere y debiere hacer sobre ellas, la posibilidad de los lugares y de loscontribuyentes, las costas que se les hacen, las audiencias y ejecutores que se despacha-ren contra ellos, el tiempo que se ocupan, el caudal que cada semana entra en poder delos tesoreros, receptores y arqueros, los juros y libranzas que se pagan y los que se dejande pagar y por qu causa, y se apuren las quejas y negociaciones que en esto suele ha-ber.... Vid. J. Dent (1967). An aspect of the Crisis of the Seventeenth Century: the colapseof the Financial Administration of the French Monarchy (1653-1661). Economic History Re-view, p. 245.

    (14) Vid. E. Hernndez Esteve (1989). La Contadura Mayor de Cuentas de Castillaen tiempo de los Reyes Catlicos (1474-1516), en The Economic Functions of SupremeAuditing Institutions, Universidad de Limburgo, 2 a 4 de octubre; Maastricht (Borradormecanografiado).

    (15) BN, ms. 10.398.

  • Gngora, se vean agravados por los enfrentamientos entre administra-dores y corregidores. Tanto el procurador de Cortes nombrado para laSala de Cobranzas como, en este caso, los consejeros de Castilla nosmuestran que el monarca deba contar con el reino, aunque fuese conuna mnima representacin, y aunque esta fuese espuria (16), en el mo-mento de disponer cualquier reforma administrativa que afectase a susintereses. En ltimo trmino, dicha representacin segua actuandocomo legitimadora del poder fiscal de las ciudades.

    Por una cdula de 27 de enero de 1661, mediante la cual el goberna-dor de Hacienda dispona la moderacin de los derechos que se cobra-ban sobre las rentas medida que iba a comenzar a aplicarse en los al-mojarifazgos de Indias, debido a la incidencia que all tena el fraude,se rene la cobranza y administracin de las rentas en una sola perso-na (17) y se cesa a los ministros nombrados por tribunales y Consejos.Dos meses despus de esta cdula, por una real provisin de 13 de mar-zo de 1661, Juan de Gngora entrega su confianza a los corregidorespara la administracin de las rentas y millones. Se confirman los captu-los de millones, en cuanto a que se mantienen en seis provincias admi-nistradores generales, mientras que en el resto se deja la administracina cargo de los justici