Regiones y Desarrollo Sustentable 13-14 -...

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Regiones y Desarrollo Sustentable 13-14 El Colegio de Tlaxcala, A. C.

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Regiones y Desarrollo Sustentable

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El Colegio de Tlaxcala, A. C.

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Regiones y Desarrollo Sustentable

Consejo editorial

Lawrence Altrows (Ryerson Polytechnical University)Lourdes Arizpe (CRIM-UNAM)José Luis Calva (IIE-UNAM)Gonzalo Castañeda Ramos (UDLA-Puebla)Gustavo Garza Villareal (El Colegio de México, A. C.)Bernard Lafayette (Rhode Island University)Collette Le Cour Grandmaison (Universidad de París)María Luisa Torregrossa (FLACSO)Allen M. Prindle (Otterbein Collage)Ryzard Rózga Luter (UAEM)Brígida Von Mentz (CIESAS)Víctor L. Urquidi (El Colegio de México)†

Úrsula Oswald Spring (CRIM-UNAM)

El Colegio de Tlaxcala, A.C.

Dr. Alfredo Cuecuecha MendozaPresidente

Lic. Gabriela Zamora CorderoCoordinadora de Vinculación y Extensión

Mtro. Homero Meneses HernándezCoordinador Académico

Mtro. Guillermo Aragón LorancaCoordinador Editorial

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Índice1

Presentación

Artículos

El ambiente como externalidad. La emergencia de lo invisibleFrancisco Sandoval Vázquez

Descolonizar el desarrollo Jaime Ornelas Delgado

La tierra cultivable en el suroeste de Tlaxcala. Una mirada desde los sistemas disipativosRamos Montalvo Vargas Héctor Jesús Morales Rodríguez

Exorcisando el ejido: crónica de un desafueroFrancisco Castro Pérez

Propuesta para recategorizar como Parque Nacional a las Cascadas de Agua Azul, Chiapas, MéxicoCarlos Melo GallegosNaú Silverio Niño Gutiérrez

La problemática ambiental generada por el rastro municipal de Atlixco, Puebla: un análisis desde la perspectiva de los sistemas complejosJosé Héctor Abraham GutiérrezEduardo Almeida AcostaAbel Gil Muñoz

Adopción de tecnología y rendimiento en el cultivo del maíz en una región campesina del estado de PueblaJosé Pedro Juárez SánchezBenito Ramírez Valverde

� Número coordinado por el Mtro. Guillermo Aragón Loranca

Regiones y Desarrollo Sustentablejulio - diciembre 2007

enero - junio 2008Núm. 13-14

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Ganadería lechera familiar, territorio y migraciónAlfredo Cesín VargasFernando Cervantes EscotoBenito Ramírez Valverde

Metodológía de trabajo en la Brigada de Educación para el Desarrollo Rural No. �2�. Huejotzingo, PueblaMaría del Carmen García CasarrubiasGuadalupe Beatriz Martínez CoronaJuan Alberto Paredes SánchezGloria Angélica Valenzuela Ojeda

Documentos

Reforestación urbana y legislación ambiental. Fortalezas y debilidades de la ley en el estado de Tlaxcala Noé Santacruz García

Israel’s War for waterMarie Kennedy

El enfoque ideológico del Desarrollo Regional como ensayo de interpretación en el pensamiento de José Carlos MariáteguiHéctor Manuel Cortez Yacila

Reseñas

Guía para la transversalización en la gestión integrada de recursos hídricos con enfoque de géneroElsa Eugenia Carrasco Lozano

El futuro del agua en México. Boris Graizbord y Jesús Arroyo Alejandre (Coords. 2004). Universidad de Guadalajara, El Colegio de México, UCLA Program on Mexico, Casa Juan PablosMaría de Lourdes Hernández Rodríguez

Abstracts in English

Résumés en Français

Aceptación de manuscritos en Regiones y Desarrollo SustentableLos trabajos firmados son estrictamente responsabilidad personal de los autores.

Regiones y Desarrollo Sustentable es una publicación semestral de El Colegio de Tlaxcala, A. C.ISSN 1665-9511

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Presentación

Mtro. Guillermo Aragón Loranca�

Regiones y desarrollo sustentable, nació en el año 2001, al mismo tiempo que la institu-ción de cuyo trabajo académico es portadora, El Colegio de Tlaxcala, A.C., teniendo como objetivos fundamentales, difundir los resultados de las investigaciones interdisciplinarias generadas por sus profesores investigadores en torno a la generación y recuperación de conocimientos y saberes capaces de promover un desarrollo regional sustentable y equi-tativo; así como difundir trabajos de investigadores e instituciones similares, nacionales y extranjeras.

Desde el 2001 hasta ahora se han publicado 12 números de la revista que han significado un enorme esfuerzo institucional por cumplir con los objetivos planteados al inicio de su publicación, mismos que reflejan el proceso de maduración y consolidación de las tareas sustantivas de El Colegio; puesto que paulatinamente, sus investigadores y docentes se han ido incorporando a la publicación, aportando sus trabajos de investigación a pesar de las crecientes restricciones económicas a las que son sometidas las instituciones de educación superior, en el marco de las recurrentes crisis económicas globales.

Los académicos de El Colegio de Tlaxcala, A.C. estamos convencidos de que las restric-ciones económicas no deben impedir la difusión de los conocimientos generados en torno al desarrollo regional, y de que es necesario hacerles frente con creatividad y compromiso hacia la sociedad. Por ello, para seguir cumpliendo con los objetivos planteados al inicio de la publicación, a partir de este número y por acuerdo del Consejo Editorial del Colegio, se publicarán números dobles-anuales de la revista y se reducirá su tiraje a 500 ejemplares impresos; pero al mismo tiempo, se mejorará su presentación y diseño electrónico para promover y facilitar su consulta en la página web de El Colegio.

Estas decisiones se tomaron con la convicción de que los conocimientos generados por el quehacer académico de los estudiosos del desarrollo regional, deben seguirse difundien-do para su análisis, discusión y contrastación con la realidad de nuestro estado y del país, ya que se requieren, urgentemente, estas aportaciones para generar focos de desarrollo regio-nal y no quedarse al margen de los procesos globales de desarrollo. Al mismo tiempo, con estas medidas se retoma el compromiso de llevar a niveles cada vez mayores de excelencia académica, los trabajos que se difundan a través de la revista.

Por lo que respecta al presente número doble (13 y 14), éste reúne trabajos que gi-ran en torno al tema de las relaciones entre el modelo predominante de desarrollo y sus

1 Maestro en Análisis Regional, Doctorado en Desarrollo Regional y Coordinador Editorial de El Colegio de Tlaxcala, A.C..

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consecuencias en el medio ambiente. Nunca como ahora, en el mundo globalizado, las relaciones entre el ser humano y la naturaleza habían estado tan deterioradas, a tal punto que cada día se hace más evidente que, de no cambiar la lógica de producción y consumo predominante, se aumentará el peligro de extingir la vida sobre el planeta.

Hasta hace algunos años todavía se negaban o se minimizaban la extensión y las conse-cuencias del deterioro ambiental que ya se manifestaban por todas partes en el mundo; sin embargo, ante las innegables secuelas del cambio climático, la alarmante disminución de la cubierta vegetal, el acelerado derretimiento de los glaciares, la creciente escasez de agua apta para consumo humano, y la reducción permanente de las condiciones mínimas para la producción de alimentos, ya no se puede negar que estamos enfrentando una crisis nunca antes experimentada por la especie humana, y que no solamente concierne a las condi-ciones ambientales, sino que atañe a todas las esferas de la vida humana: la económica, la social, la política, la cultural, entre otras.

Si bien es cierto, se reconoce la gravedad de la situación, se siguen negando u ocultan-do sus verdaderas causas: estar empeñados en mantener un modelo civilizatorio basado en un sistema de producción/consumo que pretende un crecimiento económico ilimitado, propuesto como ideal de desarrollo y de felicidad, lo cual resulta incongruente en un medio natural que nos sustenta con recursos limitados.

La Revolución Industrial que significó la producción masiva de mercancías destinadas a un mercado especulativo, y no a la satisfacción de las necesidades básicas del ser humano, generó una lógica mercantilista apoyada en la idea de que la ciencia y la tecnología podían dominar y explotar, no sólo la naturaleza, sino la fuerza de trabajo humano, en el marco de una idea de progreso ascendente e infinito hacia formas de vida más cómodas, más llenas de mercancías, pero al mismo tiempo generando el rápido deterioro de los ecosistemas y consumiendo ingentes cantidades de energía. Al separar el proceso productivo de su fuente de abastecimiento de recursos, se generó un desequilibrio entre la naturaleza y las socieda-des humanas, cuyas consecuencias están a la vista.

En este contexto, desde varias décadas atrás, se han comenzado a generar, tanto desde la academia, como desde los saberes y las prácticas tradicionales, un conjunto de respues-tas a esta crisis global; han surgido nuevas ramas del conocimiento, como la ecosofía, la epistemología ambiental, la termodinámica de los sistemas vivos, la economía ambiental y ecológica; la bioética, el ecofeminismo, el comunitarismo, el decrecimiento, el ecosocialis-mo, y una larga serie de perspectivas que tratan de comprender la realidad, teniendo como marco de reflexión a la naturaleza.

Al lado de esos saberes y conocimientos innovadores, también existen y se recuperan experiencias y prácticas que, sin cuestionar del todo al modelo civilizatorio predominante, aportan propuestas de desarrollo más respetuosas de la naturaleza, con la finalidad de mitigar los efectos de la crisis, moviéndose en el marco de las teorías del desarrollo susten-table.

Ambas tendencias, la de vanguardia y la más conservadora, son abordadas por los tra-bajos que integran el presente número de Regiones y Desarrollo Sustentable; pero todos tienen en común aportar propuestas que tratan de comprender los alcances de la crisis am-biental, al tiempo que presentan experiencias y alternativas que tienden hacia una cierta sustentabilidad, entendida como ese horizonte lejano, y hasta utópico, que sirve de brújula

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indicadora del rumbo hacia otros modelos de vida y de desarrollo que rompan con la lógica productivista, predominante hasta ahora, de tal forma que se detengan y se reviertan los efectos de las crisis que se están viviendo a nivel planetario.

El primer trabajo “Emergencia de lo invisible” de Francisco Sandoval, es una invitación a reflexionar sobre las consecuencias que para la lógica racional, sobre la cual se han cons-truido los paradigmas científicos, tiene la emergencia de los problemas ambientales que desbordan y desafían todos los marcos epistemológicos, haciendo evidente que la natura-leza tiene límites, tanto en proporcionar recursos como para absorber los deshechos de los procesos productivos. La crisis ambiental viene a cuestionar todas las certezas sobre las que descansa el conocimiento científico, y nos invita a repensarlas desde una perspectiva más existencial: no basta tratar de conocer el mundo, sino que es urgente definir cómo “ser” en el mundo, ya que de ello depende el cambiar las relaciones destructivas que el ser humano mantiene con la naturaleza. El considerar a la naturaleza como una “externalidad” de los procesos sociales y económicos, ha hecho que ella se convirtiera en un ente invisible y au-sente, pero que ahora emerge como una realidad a través del deterioro ambiental. Desde esta perspectiva, la emergencia de nuevos saberes cuestiona también el concepto de desa-rrollo: ¿De qué tipo de desarrollo estamos hablando en medio de esta crisis generalizada?

Jaime Ornelas Delgado ofrece una respuesta a la pregunta anterior con su trabajo: “Des-colonizar el desarrollo”, en el que aborda el desarrollo como una categoría utilizada para expresar el crecimiento económico, surgida en el contexto de la “Guerra Fría”, propuesta por teóricos metropolitanos, como Schumpeter, Lewis, Myrdal, Kalder, entre otros, y asu-mida en América Latina como el instrumento para lograr el crecimiento económico en los marcos y parámetros definidos desde las metrópolis capitalistas como receta para contra-rrestar la tentación de los países pobres de adoptar el modelo socialista. Destaca el trabajo de Rostow (1960) que afina el modelo al establecer de modo definitivo que el desarrollo es crecimiento económico que se mide por el PIB y además que el desarrollo es un proceso na-tural, un camino por el cual deben transitar todas las sociedades, por lo que los centros del desarrollo capitalista pueden ayudar a los países de la periferia transfiriéndoles inversiones de capital y tecnología, pero escondiendo que en realidad el planteamiento del desarrollo se construyó en función de los intereses de los países desarrollados para subordinar a los países pobres mediante relaciones comerciales asimétricas y desventajosas. Se propone a la industrialización como motor del crecimiento económico, pero dependiente de los ca-pitales, la tecnología y los mercados de las metrópolis. Este modelo también conllevó una supuesta misión civilizatoria para imponer una cultura de la inversión y del emprendimien-to, en detrimento de otros valores culturales propios de las culturas latinoamericanas. Este trabajo demuestra cómo la elaboración del concepto de desarrollo implicó epistemológica-mente, un proceso inverso en la producción del conocimiento: se partió del razonamiento ideológico para tratar de amoldar la realidad de acuerdo con él, y no a la inversa.

Continuando con el análisis de las complejas relaciones entre sociedad y naturaleza, el siguiente trabajo, “La tierra cultivable en el suroeste de Tlaxcala. Una mirada desde los sistemas disipativos”, de Ramos Montalvo Vargas y Héctor Jesús Morales Rodríguez, pre-tende aplicar un modelo de análisis, basado en la teoría de los sistemas complejos (Rolando García) y la teoría de los sistemas disipativos (Prigogine, Adams y Tyrtania), al análisis de las unidades campesinas de producción de la región suroeste del estado de Tlaxcala, que pre-

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senta características particulares en el contexto agrícola del estado: por una parte es una región ubicada en la cuenca baja del río Zahuapan que desde tiempos inmemoriales fue escenario de las crecidas del río que fueron depositando el limo y los materiales orgánicos que hoy conforman una fértil y húmeda región de alta productividad agrícola. Sin embargo, por su situación geográfica, su cercanía con la ciudad de puebla y su periferia industriali-zada, está sufriendo una presión creciente de los procesos de urbanización que avanzan sobre los terrenos de cultivo, en detrimento de la producción campesina, cuya superficie de cultivo se va reduciendo también, como lo demuestran los análisis de fotointerpretación de imágenes satelitales comparadas en un eje temporal. Sin embargo, cuando se considera a la región como un sistema disipativo abierto e interactivo con muchos otros sistemas, se pueden vislumbrar diferentes estrategias puestas en práctica por los campesinos de la zona para seguir asegurando su reproducción a pesar de las condiciones cada vez más adversas a las que se enfrentan, por lo que este modelo de análisis ofrece diferentes perspectivas para la toma de decisiones.

Otro trabajo en la misma perspectiva de los sistemas complejos es el que presentan José Héctor Abraham Gutiérrez, Eduardo Almeida Acosta y Abel Gil Muñoz: “La problemática ambiental generada por el rastro municipal de Atlixco, Puebla. Un análisis desde la pers-pectiva de los sistemas complejos”. Este es otro ejemplo de análisis que permite un cambio radical de perspectiva sobre un problema ambiental, para transformarlo en un sistema que puede generar oportunidades de desarrollo, al contemplarlo desde una perspectiva más amplia, revelando sus complejas interacciones con otros sistemas, lo que permite plantear una nueva dinámica en su funcionamiento, favoreciendo un nuevo proceso organizativo más eficiente y productivo.

“Exorcisando el ejido: crónica de un desafuero”, de Francisco Castro Pérez es un trabajo que partiendo de una historia de vida, analiza y reflexiona sobre los desafíos, los conflictos y las contradicciones a los que se ve sometido el ejido en el contexto del neoliberalismo. El ejido fue considerado como el fruto más importante y prometedor del movimiento revolu-cionario de 1910; sin embargo, a lo largo de la historia reciente de México, ha sido objeto de políticas gubernamentales de apoyo y promoción abiertas (como en el periodo cardenista), hasta aquéllas que pretenden eliminarlo y privatizarlo para insertar la tierra en el circuito del mercado, como fue la reforma salinista al artículo 27 que permite su venta. A pesar de todo, el ejido subsiste, se niega a morir y aún viviendo procesos contradictorios en su inte-rior, sigue manteniendo la posibilidad de reproducir la vida campesina y sus valores éticos y culturales que siguen dando identidad a múltiples regiones del país y que tiene mucho que aportar en la búsqueda de la soberanía alimentaria.

Incrementar la producción nacional de alimentos, a partir del trabajo de las unidades campesinas, sea cual sea su régimen jurídico, sigue siendo una preocupación constante de numerosos investigadores del desarrollo, y éste es el tema abordado por los dos siguientes trabajos. El primero de ellos, “Adopción de tecnología y rendimiento en el cultivo del maíz en una región campesina del estado de Puebla”, de José Pedro Juárez Sánchez y Benito Ra-mírez Valverde, en donde se analizan las repercusiones que las políticas públicas respecto al campo, han tenido en la producción del maíz, principalmente a partir de la apertura de mercados planteada por el TLC, y cómo ante las condiciones cada vez menos favorables, los campesinos buscan reducir sus costos de producción, rechazando la adopción de los insu-

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mos y la tecnología de altos rendimientos productivos. El segundo, “Ganadería lechera fa-miliar, territorio y migración”, de Alfredo Cesín Vargas, Fernando Cervantes Escoto y Benito Ramírez Valverde, aborda un estudio de caso (Santa Ana Portales, en el estado de Tlaxcala), zona tradicionalmente lechera, para analizar los impactos que los acelerados procesos de industrialización, urbanización y pauperización están teniendo en la región (que ya fue ob-jeto de estudio del tercer trabajo de este número de la revista desde la perspectiva de los sistemas complejos) y las estrategias que los campesinos están encontrando para asegurar su reproducción en un agroecosistema favorable en recursos naturales; sin embargo, el tra-bajo destaca que las estrategias implementadas hasta ahora, han sido insuficientes puesto que la tasa de migración es muy alta y sigue creciendo.

La compleja problemática que enfrenta el campo mexicano y la búsqueda de alterna-tivas de solución, implica la revisión de las estrategias de desarrollo que se han venido aplicando a lo largo del tiempo, como es el caso del programa de educación tecnológica agropecuaria que la SEP ha implementado desde hace décadas para llevar la educación a las comunidades rurales marginadas, para mejorar sus condiciones de vida. Esta valoración se hace en el trabajo, “Metodología de trabajo en la Brigada de Educación para el Desarrollo Rural No. 121. Huejotzingo, Puebla”, de María del Carmen García Casarrubias, Guadalupe Beatriz Martínez Corona, Juan Alberto Paredes Sánchez y Gloria Angélica Valenzuela Ojeda. A través de este estudio de caso, se analiza cómo se aplica en la realidad este programa educativo y cuáles son las causas que limitan los resultados más favorables, llegando a la conclusión de que entre ellas se encuentran un fuerte burocratismo en su manejo y la falta de formación de los promotores en el manejo de una metodología apropiada.

El tema de las Áreas Naturales Protegidas (ANP) es otro urgente tema de reflexión en el trabajo: “Propuesta para recategorizar como Parque Nacional las Cascadas de Agua Azul, Chiapas, México”, de Carlos Melo Gallegos y Naú Silverio Niño Gutiérrez. Aunque en su momento, la creación de las ANP respondió a la urgencia de proteger áreas específicas cuya riqueza y biodiversidad estaban en peligro, otorgándoles un estatuto jurídico muy rígido, en el caso concreto de esta zona que primero fue Zona de Protección Estatal y Refugio de Fauna Silvestre, luego Reserva Ecológica y Reserva Especial de la Biósfera, hasta quedar como una región en espera de ser recategorizada, indefinición que ha provocado un rápido deterioro. En este contexto los autores ofrecen los resultados de un estudio geográfico integral en el que se rezonifica el área y se ofrecen argumentos para proponer que se recategorice como Parque Nacional, figura que puede garantizar un manejo más sustentable de la zona.

Finalmente en la sección de Documentos, se presentan tres trabajos: el primero de ellos relacionado con el arbolado urbano y el marco jurídico que determina su manejo; el segun-do aborda el análisis de uno de los ángulos poco visibles del conflicto entre Israel y Pales-tina, la lucha por apoderarse de los recursos hídricos de la región y el tercero plantea un análisis de la idea de desarrollo que Mariátegui planteó desde su perspectiva latinoame-ricanista.

Esperamos que los temas que conforman este número permitan profundizar y ampliar la reflexión en torno a la necesidad de cambiar de manera radical, tanto las relaciones entre la sociedad y la naturaleza, como de modificar nuestro modelo civilizatorio hacia una forma de vida más austera, pero más plena y duradera.

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Artículos

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Francisco Sandoval Vázquez�

Resumen

Tradicionalmente la sociedad occidental no ve a la naturaleza como forma de vida con algún valor ontológico; normalmente es observada como un objeto cognoscible, cuantiflicable y gobernable; ello resulta en un sinnúmero de contradicciones entre sociedad y naturaleza que acaban negando a la naturaleza dejándola en el campo de lo externo, lo extraño, lo ajeno, lo otro. El agotamiento, contaminación y sobreuso del medio natural, no sólo pone en peligro la vida de alguna especie de animales o vegetales; también pone en riesgo la vida en el planeta, por lo menos como ésta se conoce ahora. Por ello es necesario reco-nocer que el pensamiento moderno ha llevado a nuestro planeta al borde de un colapso económico, ecológico, social, y en esta medida, ambiental. La invisibilidad (externalidad) de las relaciones entre sociedad y naturaleza ha generado la problemática ambiental que se presenta como un problema que demanda nuevas estrategias conceptuales y nuevas formas de organización social. Introducción

Las primeras imágenes que permitieron la vista del planeta desde el exterior, a finales de la década de los sesenta, dieron la posibilidad de observar lo que, por años, había perma-necido oculto, velado para la vista humana: la unidad del planeta, la vida biológica y social; el medio y el ambiente, como una unidad imposible de separar. Este hecho nos devolvió la mirada de un saber olvidado: que la vida está unida al planeta, a la madre tierra, el mito de Gaia2 revivió en la mirada moderna que pudo observar una esfera azul que brilla sobre un fondo oscuro. Sin embargo, esta forma de mirar va más allá del nihilismo de los Limites del crecimiento y de Una sola tierra; más que un fin y una amenaza a la humanidad, la mirada del mundo desde el exterior del planeta, presentó la posibilidad de mirar en la diferencia,

1 Candidato a Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM.2 La necesidad de revivir el mito griego frente al dogma de la religión cristiana fue uno de los postulados de Nie-tzsche de finales del siglo XIX, como un método para revivir el pensamiento crítico de la filosofía. El mito como el derecho de mentir, es el reconocimiento que hiciera Nietzsche al hecho de que la verdad no nos está dada, sino que se va creando e institucionalizando mediante el discurso. El ambiente llama a redimensionar los criterios y métodos modernos de conocer y acceder a la verdad, de ahí su fortaleza y su crítica; sin embargo, esto no quiere decir que el saber ambiental es un saber mítico.

El ambiente como externalidad.

La emergencia de lo invisible

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despertar el interés por vivir y por la vida en todas las formas naturales y culturales en las que ella se expresa.

El hombre moderno que insiste en ocultar lo terrible, en disminuir su ansiedad, median-te el conocimiento del mundo, busca descubrir las leyes que gobiernan la vida y asegurar su existencia mediante el sometimiento de la naturaleza, perdiendo de vista la unidad entre el ambiente y la sociedad. El conocimiento moderno trata de evitar la incertidumbre que llega a ser considerada en ocasiones como fatalidad; el conocimiento moderno busca las respuestas en un orden universal, donde el hombre ocupa un lugar central por lo que es objeto mismo del conocimiento y de las tecnologías que éste ha podido construir.

En el transcurso de la modernidad, el conocimiento le ha permitido a la humanidad mejorar y expandir sus posibilidades de vida, no sólo geográficamente, sino también tem-poralmente; la humanidad por medio del conocimiento ha tenido la capacidad de trasladar y reproducir su habitat ecuatorial por todo el planeta; asimismo, ha transformado su propio cuerpo dotándole de una capacidad de vida mas allá de los 30-40 años que el orden biológi-co le tenía reservados. La humanidad ha alcanzado la suma de 6,600 millones de habitantes dispersados por todas las latitudes y longitudes del planeta, al mismo tiempo que ha exten-dido su esperanza de vida por encima de los 63 años.

Sin embargo, otro análisis del proceso histórico evidencia involuciones históricas en las que se crea miseria, estrechez, y peores condiciones de vida de las que existían anterior-mente (Cazes, 2001: 6). Esta otra mirada al proceso histórico revela las grandes contradic-ciones de la modernidad, los desafortunados encuentros de las sociedades no occidentales con la modernidad y la destrucción ambiental que arrastran consigo, al ser incapaz de ver los fenómenos, objetos y sujetos que se encuentran fuera de su forma de observar, reco-nocer y explicar; es decir, de todo aquello que no es susceptible de cuantificar y reconocer a través de la experimentación.

Los desequilibrios y las contradicciones son propios de las modernas formas de conocer y transformar la sociedad y la naturaleza; hoy podemos observar claramente un sinnúmero de estas contradicciones: del PIB mundial, el 20% más rico participa con el 86%, en tanto que el 20% más pobre, participa con el 1%; de las exportaciones el 20% más rico participa con el 82%, en tanto que el 20% más pobre, participa con el 1%; en el uso de internet, el 20% más rico participa con el 93%, en tanto que el 20% más pobre participa con el 0.2% (Cazes, 200�).

Las contradicciones ambientales no son menos elocuentes: por ejemplo, la región de América del Norte se encuentra en una disyuntiva ambiental crítica, ya que sus pautas de producción y consumo generan un gran número de problemas ambientales que tienen un costo ambiental y social de escala mundial: “La utilización de combustibles es elevada: en 1995 el habitante medio de América del Norte utilizó más de 1.600 litros de combustibles (en comparación con alrededor de 330 litros en Europa). La ‘zona muerta’ desprovista de oxígeno que actualmente aparece frente a las costas del sector estadounidense del Golfo de

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México todos los veranos –en el punto máximo del escurrimiento de fertilizantes proceden-tes de la zona maicera– cubre una superficie igual al estado de New Jersey. Las poblaciones de peces frente a la costa este, casi han desaparecido. La captura de peces del Atlántico ha disminuido de 2,5 millones de toneladas en 1971, a menos de 500,000 toneladas en 1994. El calentamiento mundial podría desplazar el área de distribución natural correspondiente a muchas especies forestales de América del Norte, en aproximadamente 300 km. hacia el norte, lo cual disminuiría la utilidad de las reservas forestales” (PNUMA, 2000: 154).

Estas estadísticas construidas dentro del marco conceptual, teórico y metodológico del conocimiento moderno, permiten observar que en su afán de conocer y dominar, el hom-bre moderno ha dejado de percibir a la sociedad como unidad entre naturaleza y cultura, entre ambiente y formas de vida, entre sistemas ecológicos y económicos. Las aspiraciones sociales de mayor libertad, mejores condiciones de vida, aprovechamiento más equitativo de los recursos, bienes y servicios, además de condiciones más justas de ingreso y riqueza, se alejan cada vez más de nuestro horizonte civilizatorio.

Al contrario, la concentración de riqueza, disparidad social, crecientes niveles de pobre-za y epidemias anteriormente erradicadas, son parte del mundo globalizado3. La población mundial seguirá pasando hambre pese a los logros de crecimiento económico. En el mundo no se podrá cumplir el objetivo de erradicar la pobreza antes del 2015 y es posible que tampoco se cumpla antes del 2030, de acuerdo con la Organización para la Agricultura y la Alimentación de la ONU, en una declaración previa a la cumbre Mundial de la Tierra de septiembre del 2002 (Rauters, 2002: 33).

1. Agotamiento y contaminación como evidencia ambiental

Actualmente la preocupación por el ambiente ha abierto otros espacios de análisis, no sólo en el ámbito de las políticas ecológicas, sino también sociales y sobre las acciones guberna-mentales, convocando a la participación de la sociedad civil organizada; así la problemática ambiental forma parte de la agenda política mundial, nacional, regional y local. Las líneas estratégicas que esboza la crisis ambiental se orientan a la preservación y la recuperación de las condiciones ambientales, fortaleciendo las actividades locales de protección ambien-tal; tan es así, que la conservación y el aprovechamiento de los recursos naturales se pro-mueve desde las comunidades hacía las instancias de gobierno.

Ya antes de que se conociera el célebre informe de los Límites del crecimiento, existía la noción de la disponibilidad limitada para satisfacer necesidades crecientes impulsadas

3 Las problemáticas más urgentes de la región (latinoamericana) son los altos niveles de pobreza y desigualdad eco-nómica entre países desarrollados y países en desarrollo, así como entre los países de la propia región. La pobreza absoluta en América Latina y el Caribe creció de 200 millones a 225 millones de personas entre 1990 y 1999. La proporción entre el 20% de las familias de mayores ingresos y el 20% de menores ingresos es veinte veces mayor, lo que convierte a América Latina y el Caribe en la región con la peor desigualdad económica en el mundo (PNUMA, 200�: 7).

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por un estilo de vida suntuario4. Los límites a un crecimiento económico y del consumo desmedido, son un problema fundamental cuando observamos en términos ambientales a la sociedad y su desarrollo; nuestros conceptos de “calidad de vida” y de desarrollo están íntimamente ligados al consumo y al ingreso; por lo tanto, en una civilización como la nues-tra que tiende a la concentración del saber y del poder ¿qué es lo que se está tratando de hacer sustentable? ¿Es el sistema de exclusión y concentración lo que estamos interesados en sustentar, o por el contrario, lo es la diversidad cultural y biológica del planeta?5.

El agotamiento, contaminación y sobreuso del medio natural, no sólo pone en peligro la vida de alguna especie de animales o vegetales, también pone en riesgo la vida en el planeta, por lo menos como ésta se conoce ahora. Por ello, es necesario reconocer que el pensamiento moderno ha llevado a nuestro planeta al borde de un colapso económico, ecológico, social, y en esta medida ambiental. La invisibilidad (externalidad) de las relacio-nes entre sociedad y naturaleza, ha generado la problemática ambiental que se presenta como un problema que demanda nuevas estrategias conceptuales y nuevas formas de or-ganización social.

El problema ambiental ha demostrado ser la crisis de las sociedades contemporáneas, reflejo de las contradicciones propias de la forma de organización y distribución del trabajo, la riqueza, la producción, la educación, el ingreso, el acceso a la salud, entre otras. Por ello, la problemática ambiental no es una crisis ecológica, sino social. En gran medida el proble-ma ambiental es un problema de percepción, de la forma de mirar y entender al mundo y de la apropiación social de éste. Hoy se sufren los resultados de ese mirar limitado, de esa forma de conocer el mundo como recurso, como medio para lograr los fines de un pequeño sector de la humanidad.

El desarrollo de las fuerzas productivas fue el centro de los esfuerzos sociales más im-portantes de los últimos 200 años; el conocimiento científico y tecnológico se interesó por el problema central de esta época: mantener y aumentar el crecimiento económico, la producción y la riqueza. Por ello, las contradicciones sociales y ambientales que generó el crecimiento económico se ocultaban tras el velo del progreso; para los actores políticos y sociales de la época, la prioridad era lograr el desarrollo económico mediante la industria-lización, el crecimiento y acumulación del capital, el conocimiento y la tecnología. Todos, liberales y socialistas, apostaban a que no existía ninguna salida que no fuese la del creci-miento económico-desarrollo de las fuerzas productivas (Porto, 2001: 45).

4 Cuando se le preguntó a Gandhi, después de la independencia de la India, cómo haría para elevar el nivel de vida de los hindúes al nivel de vida británico, él contestó: “Gran Bretaña necesitó la mitad de los recursos del mundo para lograr esta prosperidad ¿Cuántos globos necesitaría un país como la India?” (CEAMA, 1987).5 Es común escuchar que el nivel de vida de la población cubana es tan denigrante que la población (principalmente femenina), de la Habana se ve en la necesidad de prostituirse con los turistas que visitan la ciudad-puerto; sin em-bargo, el informe 2002 del PNUD ubica a Cuba sólo una décima por debajo del nivel de desarrollo humano alcanzado por México, estando en las posiciones 54 y 55, respectivamente; con esto podemos observar que el consumo y el ingreso no son determinantes para lograr mejores condiciones de vida para la población; (PNUD, 2002:15).

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Hoy se reconoce y se llega a aceptar que el problema ambiental es un problema social que llama a una búsqueda de respuestas más sociales que ecológicas, ya que se entiende que el problema ambiental manifiesta una crisis social. “La crisis ambiental es la crisis de nuestro tiempo. No es una crisis ecológica, sino social. Es el resultado de una visión mecani-cista del mundo que, ignorando los límites biofísicos de la naturaleza y los estilos de vida de las diferentes culturas, está acelerando el calentamiento global del planeta. Éste es un he-cho antrópico y no natural. La crisis ambiental es una crisis moral de instituciones políticas, de aparatos jurídicos de dominación, de relaciones sociales injustas y de una racionalidad instrumental en conflicto con la trama de la vida” (PNUMA: www.rolac.org).

Desde la Segunda Guerra Mundial, pero sobre todo, desde las tres últimas décadas del siglo XX, el interés por el cuidado y conocimiento del ambiente ha permeado a los diferen-tes actores sociales, involucrándolos en esta problemática y uniendo problemas ancestrales con la defensa y preservación del ambiente; así los movimientos ambientalistas han reto-mado los problemas relacionados con la tenencia y uso de la tierra, la autodeterminación de las comunidades indígenas, las luchas por reivindicar el derecho a la diferencia, entre otros. De esta forma, el problema ambiental ha trascendido su especificidad ecológico-biológica, adquiriendo una mayor amplitud, capaz de involucrarse con otros problemas so-ciales derivados de las contradicciones generadas por el crecimiento económico, al mismo tiempo que se amplía la gama de movimientos sociales y políticos que atraviesa.

La problemática ambiental ha generado enfoques teóricos y actitudes valorativas que comparten la preocupación por preservar las diferencias culturales y biológicas como es-trategia de existencia, a fin de mejorar la calidad de vida de las regiones rurales o urbanas, con el propósito de mejorar las condiciones de vida de las sociedades. A diferencia de la mirada moderna de occidente que ve en la homogeneidad el orden del progreso, la mirada ambiental busca preservar la diferencia y la multiplicidad de formas de ser y existir. La crisis ambiental, que coincide y se agrava con otros problemas sociales tales como la pobreza, conllevan a una crítica de los valores dominantes de las sociedades contemporáneas; al observar las graves contradicciones, se crea la necesidad de buscar valores y conocimientos alternativos (PNUMA: www.rolac.org).

2. El ambiente como alteridad racional y cognitiva. El diálogo de saberes

En las últimas décadas del siglo XX, la preocupación por el ambiente ha abierto espacios de análisis, no sólo en el ámbito académico sino también en el gubernamental, atrayendo además la participación de la sociedad civil organizada; así el tema ambiental actualmen-te forma parte de la agenda política mundial, regional y local a nivel público y privado. El reconocimiento del ambiente, abre el debate sobre la forma de pensar y actuar, es decir, cuestiona la racionalidad misma. El ambiente problematiza la racionalidad moderna y el conocimiento construido sobre la base de ésta, no desde el discurso de la negación a priori, sino desde la incapacidad que ha demostrado el conocimiento moderno para reconocer al ambiente. Ello se observa en la invisibilidad del ambiente, que sólo últimamente se ha

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reconocido como una externalidad de la tecno-ciencia, demostrando así que el ambiente es una región nueva para el conocimiento moderno.

El ambiente puntualiza los problemas de significar a la naturaleza desde un pensamien-to marcadamente antropogénico, con un interés puramente económico que se pretende universal; es en este sentido, que la problemática ambiental busca una resignificación de la naturaleza, de la sociedad y del ser humano. El conocimiento moderno, y principalmente, la ciencia experimental, como método universal para conocer, ha consolidado las bases misti-ficadas de una naturaleza que se somete a la voluntad humana una vez que ésta le arranca, mediante interrogatorio, sus leyes. El conocimiento que florece con la ciencia experimental moderna se impone sobre la naturaleza, y sobre la humanidad misma, al pretenderse uni-versal y atemporal. Al negar lo que no puede conocer –demostrarse desde su perspectiva teórico-metodológica– el conocimiento científico contribuye a consolidar un discurso que mitifica la verdad, la naturaleza, las dimensiones humanas y sociales.

Es en este sentido que el concepto de ambiente, desde su emergencia, problematiza la representación de un mundo donde la razón une por principio de manera ideal los fenóme-nos cambiantes del mundo mediante fórmulas y categorías. El conocimiento moderno del mundo parte de la necesidad de construirlo y apropiarse de él, como recurso para un fin: el crecimiento de las fuerzas productivas que acumulan e incrementan el capital. El mundo conocido por la modernidad no es una realidad externa al hombre, de carácter universal y objetivo; por el contrario, es la elaboración de un discurso que hace del conocimiento un instrumento que media entre el saber y la realidad.

De esta manera, el conocimiento generado dentro de la matriz de la ciencia experimen-tal, construye un discurso que viene a sustituir al mito en su función de superar el caos, superar el miedo por el conocimiento mitificado; para el conocimiento moderno lo desco-nocido carece de nombre, por lo que no se lo puede conjurar, por ello todo debe ser nom-brado, todo tiene que tener nombre. El conocimiento viene a ser como erupción del orden en el caos. Es el conocimiento que oculta el caos de la existencia, lo que facilita la existencia humana de un homo oeconomicus.

El conocimiento del mundo es más que un conocimiento objetivo, es la construcción de instrumentos útiles y manipulables que permiten realizar el proyecto histórico de una sociedad determinada –o por lo menos de la parte de la sociedad que tiene los medios para ejercer formas concretas de dominación–, ya que tiene la posibilidad de crear instituciones sociales, no sólo cognitivas, sino también político-económicas. Por ello, la problematiza-ción ambiental cruza de forma horizontal y vertical el entramado de las relaciones sociales, al indagar sobre los discursos de la modernidad, así como las prácticas sociales e individua-les que se instituyen a partir de éstos.

El hilo conductor entre contaminación y agotamiento de los recursos, problematiza la relación teórico-práctica que se establece entre el conocimiento moderno y el ambiente, preguntando sobre el discurso que construye las formas de organización productivas que

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contribuyen al acelerado deterioro del ambiente, al mismo tiempo que se empobrece la condición de vida de un amplio sector de la población mundial6.

Las graves contradicciones entre crecimiento económico y deterioro ambiental, sólo pueden compararse a las contradicciones entre crecimiento de la riqueza y la pobreza so-cial; para algunos los logros económicos se trasladan de forma semiautomática al bienestar generalizado de la población mundial7, por lo que los costos ambientales se compensan o se ignoran; para otros, el crecimiento económico mundial no es garantía de mejores condi-ciones de vida para amplias regiones de la población mundial8.

Por otra parte, el riesgo originado, por y en, el deterioro y agotamiento ambiental, está relacionado con el actual modelo de industrialización y urbanización, por lo que el proble-ma ambiental, al preguntarse –o proponer el rechazo– por la pertinencia de este modelo de formación y organización social, cuestiona el pensamiento y la racionalidad misma de la modernidad. Al interrogar la pertinencia del conocimiento y el discurso de la modernidad, se establecen las bases para la construcción de un modelo civilizatorio alternativo, donde se reorienta el potencial productivo de los ecosistemas y las sociedades. El ambiente se cons-truye como una crítica a lo pensado; desde su invisibilidad y el silencio al que había sido sometido, el ambiente se muestra como una estrategia para pensar diferente, en la medida que posibilita y crea nuevas formas de organizar la vida, el pensamiento y la racionalidad. Al mostrar los errores entre el conocimiento y la percepción sobre la realidad, se crean las bases sobre las cuales se puede dar un diálogo de saberes, capaz de superar el logocentris-

6 Casi un tercio de la población del África subsahariana sufre desnutrición y la proporción numérica va en aumento. Más del 40% de los hogares urbanos de África viven en la pobreza absoluta, sobreviviendo con menos de un dólar al día. La asistencia oficial para el desarrollo hacia la mayoría de los países africanos disminuyó un 25% en la última dé-cada y la asistencia que se proporcionaba a siete países, cayó más allá del 50%. Existen alrededor de 25 millones de personas que viven con VIH/SIDA en el África subsahariana. Más de 12 millones de personas han muerto por causa del SIDA en África y más de 2 millones en sólo un año. Además, alrededor de 13.2 millones de niños han quedado huérfanos como resultado de la epidemia (PNUMA, 2002). 7 “La economía mundial ha crecido en forma sostenida durante las últimas décadas, difundiendo la prosperidad y sacando a muchos millones de personas de la pobreza, especialmente en Asia. No obstante, se proyecta que la población mundial alcanzará en los próximos 25 años a alrededor de 2.000 millones de personas, la mayoría de las cuales nacerán en economías en desarrollo y de mercados emergentes. Sin un esfuerzo concertado de los países por ayudarse a sí mismos mediante la aplicación de sólidas políticas de desarrollo, y de la comunidad internacional por incrementar su respaldo a los esfuerzos de los propios países, muchas de esas personas estarán condenadas a vivir en la pobreza” (FMI, 2002).8 “No ha habido suficiente crecimiento económico. Esto ha impedido generar recursos para luchar contra la pobreza y revertir los problemas. El modelo económico está basado en la explotación intensiva de los recursos naturales: la deforestación es problema serio –se pierden casi 7 millones de hectáreas cada año en la región –, los suelos se degradan, desaparece diversidad biológica, hay altos niveles de contaminación por el nulo tratamiento de los residuales en las ciudades y el uso de productos químicos contaminantes no se ha revertido… América Latina es la región de mayor desigualdad en el planeta y con alto nivel de vulnerabilidad, que se expresa en el crecimiento en la frecuencia de desastres naturales como la lluvia, la sequía, el fenómeno de El Niño, huracanes, producto del cam-bio climático. Habrá mayor afectación en vidas humanas. Está en proceso de deterioro. Aunque todavía le quedan recursos importantes que, si se manejan adecuadamente y con políticas de desarrollo sostenible, pueden caminar con patrones de producción y consumo sostenibles hacia el desarrollo. Se requieren acciones internas y crear un entorno internacional que lleve al aumento de la equidad en el comercio. En la práctica, se debe aplicar el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas. Los países desarrollados tienen más responsabilidad sobre los problemas que existen, tienen más recursos y tecnología para ayudar al mundo a resolverlos” (Enciso, 2003).

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mo del conocimiento moderno que tiende al empobrecimiento del espíritu humano y la destrucción-contaminación ambiental.

Si bien es cierto que el conocimiento moderno construye una forma unidimensional de conocer, también es cierto que aportó el sentido histórico de los procesos sociales y que asimismo reconoció una historia natural; también tuvo la capacidad de reconocer que la sociedad se (trans)forma y al (trans)formarse transforma a la naturaleza, por lo que los actores sociales son dinámicos al tener la capacidad de crear y recrar formas de organiza-ción social, política y económica. El conocimiento moderno de mirada única, termina por reconocer que es incapaz de saber completamente la multidimensionalidad de la realidad que la mirada moderna pretende conocer.

El Informe Meadows fue realizado con la metodología de las ciencias experimentales, utilizando un computador para analizar las múltiples variables que se consideraron, a fin de realizar una sistematización eficiente desde el punto de vista metodológico. A partir de su publicación en 1972 se dio a conocer desde la perspectiva de la ciencia, la irracionalidad ecológica del progreso económico, fijando los límites a su crecimiento; con lo que se inició el debate teórico y político para valorizar la naturaleza, buscando estrategias para revertir los daños sociales y ambientales del proceso de desarrollo. La base del debate son los datos que arrojara el Informe Meadows sobre las posibilidades reales de mantener un crecimien-to que propicia la degradación entrópica de los procesos productivos. La percepción de la crisis ambiental, a finales de la década de los 60 y principios de los 70, tiene un marcado acento cientificista, al basarse en la acumulación y divulgación de cifras y datos recabados bajo la metodología de las ciencias experimentales.

La ciencia ha constituido el instrumento más poderoso de conocimiento moderno, capaz de generar las transformaciones más sorprendentes de la naturaleza y la sociedad; la cien-cia ha redimensionado la forma de vida de la población, desde la esperanza de vida hasta el nivel de confort, prácticamente a escala mundial. El conocimiento científico moderno es la herramienta mediante la cual se ha logrado tener la capacidad para resolver problemas críticos como la escasez de recursos, el hambre en el mundo y de procurar mejores condi-ciones de bienestar para la humanidad.

La Ley de la entropía, que fue tomada de la termodinámica como una categoría central para descubrir los límites físicos de la economía moderna, es un claro ejemplo de la capa-cidad del conocimiento científico para mejorar las condiciones de vida y el entendimiento de la realidad como complejidad, al mostrar de manera experimental los límites físicos que impone la segunda ley de la termodinámica a la expansión de la producción industrial ma-sificada, utilizando como fuente de energía combustibles fósiles.

En este sentido, es importante reconocer que no todo el conocimiento moderno ha sido instrumento para enajenar(se) la vida. Así, la mirada del mundo desde su exterioridad que sólo fue posible mediante la modernidad, permitió a la humanidad reconocer la externa-lidad del conocimiento moderno, es decir, el ambiente. En este sentido, el ambiente es

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parte de esa mirada que reconstituye lo invisible, que muestra lo que el saber nomotético ocultó, que permite observar las relaciones entre la sociedad y la naturaleza que han estado ocultas durante los últimos 500 años. El ambiente cambió la percepción sobre la seguridad y el riesgo, por lo que permite reconstituir los saberes que sirven para vivir, que buscan un reencuentro con la vida en la medida que posibilitan formas de existencia diversas tanto cultural como biológicamente.

El ambiente, como concepto y categoría de investigación, permite comprender que la ciencia experimental no es un recurso único ni suficiente para comprender la realidad o las interacciones entre sociedad y naturaleza, por lo que posibilita el diálogo entre saberes diversos. El concepto de ambiente problematiza la estructura misma del conocimiento en las sociedades modernas, cuestiona sus logros en la medida que percibe y manifiesta sus contradicciones. El saber ambiental arroja datos que permiten comprender cómo el cono-cimiento científico y la “(…) tecnología, al interés económico y al poder político comprome-ten seriamente la supervivencia del ser humano; a su vez, la inequidad social, asociada a la privatización y al acceso desigual al conocimiento y a la información, resultan moralmente injustos. La capacidad humana para trascender su entorno inmediato e intervenir los siste-mas naturales está modificando, a menudo de manera irreversible, procesos naturales cuya evolución ha tomado millones de años, desencadenando riesgos ecológicos fuera de todo control científico” (PNUMA, 2003).

El ambiente se presenta como un problema capaz de propiciar, mediante la crítica, ter-minar con el logocentrismo de la ciencia experimental moderna, ya que reconoce el desco-nocimiento de este saber científico pretendidamente unívoco y universal. La capacidad de transformación, predicción y la certeza de la ciencia, le han otorgado a ésta última un papel preponderante en la cultura hegemónica para poder construir el conocimiento y la verdad9, al mismo tiempo que se niegan y excluyen otros saberes no científicos, como pueden ser los saberes populares, indígenas, rurales, entre otros. Sin embargo, el ambiente reconoce que los principios de preservación biológica y cultural no pueden ser comprendidos, y del mismo modo que los problemas ambientales no pueden solucionarse únicamente con los conocimientos científicos.

El ambiente surge de y en un saber en el mundo, más que un conocer el mundo: un saber basado principalmente en una comprensión antes que en la explicación del mundo. Los problemas ambientales sólo pueden ser reconocidos y enfrentados con el concurso de un saber que incluya las diferentes formas de conocer, que posibilite un diálogo de saberes que supere el trabajo disciplinario de la ciencia y su capacidad para parcelar la realidad y el conocimiento. El saber ambiental se construye como un saber incluyente que reconoce y mantiene en diálogo diversas formas de pensamiento y racionalidad, incluso aquéllas que pueden parecer por principio opuestas entre ellas.

9 Los juicios de verdad implican la intervención de visiones, intereses y valores que son irreductibles al juicio “obje-tivo” de las ciencias (PNUMA, 2003).

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La conformación de centros de investigación, o la reunión de grupos de científicos in-terdisciplinarios o multidisciplinarios, no garantiza en sí misma el diálogo de saberes y la superación de la fragmentación del saber.

“La comprensión de la complejidad ambiental demanda romper el cerco de la lógica y abrir el círculo de la ciencia que ha generado una visión unidimensional y fragmentada del mundo… El círculo de las ciencias debe abrirse hacia un campo epistémico que incluya y favorezca el florecimiento de diferentes formas culturales de conocimiento. El saber ambiental es la aper-tura de la ciencia interdisciplinaria y sistémica hacia un diálogo de saberes” (PNUMA, 2003).

El saber ambiental reivindica las diferencias de existir, pensar, conocer y saber; por lo que propone un diálogo de saberes que pueda transformar la organización social a fin de generar condiciones de vida más favorables en términos políticos, económicos y ecológicos, donde la redefinición de la organización social sea acompañada de una reelaboración de las relaciones que se establecen entre la sociedad y la naturaleza. El problema ambiental llama al diálogo entre los diversos órdenes de la realidad social y natural, por lo que es indispen-sable crear nuevas formas de saber que permitan el encuentro de saberes.

El saber ambiental problematiza los fundamentos epistémicos y ontológicos del cono-cimiento moderno; asimismo, problematiza la relación entre el ser en el mundo que este conocimiento propone e instrumenta. Las concepciones del conocimiento moderno son, ante todo, comprensiones subjetivas; a pesar de su vestimenta de objetividad, los cono-cimientos humanos son pragmáticos incluso cuando se pretenden objetivos. Ahora es po-sible revivir la posibilidad de crear formas de pensar divergentes, sustentadas en saberes frente al dogma de la ciencia experimental moderna. El ambiente presenta la posibilidad de desmentir la verdad científica, porque la verdad no nos está dada por principio universal, el ambiente es así el límite del conocimiento moderno.

Las políticas de la globalización económico-ecológica ponen de manifiesto la impotencia del conocimiento para comprender y solucionar los problemas que han generado sus for-mas de conocimiento del mundo; el discurso del crecimiento sostenible levanta una cortina de humo que vela las causas reales de la crisis ecológica. Así, ante el calentamiento global del planeta, se desconoce la degradación entrópica que produce la actividad económica ejercida bajo la racionalidad económica (cuyo último grado de degradación es el calor) y se niega el origen antropogénico del fenómeno al calificar sus efectos como desastres “naturales”. La geopolítica del desarrollo sostenible mira con optimismo la solución de las contradicciones entre economía y ecología al proponer la reconversión de la biodiversidad en colectores de gases de efecto invernadero (principalmente bióxido de carbono), con lo cual se exculpa a los países industrializados de sus excedentes de sus cuotas de emisiones, mientras se induce una reconversión ecológica de los países del tercer mundo. Esta capita-lización de la naturaleza genera nuevas formas de inequidad en la distribución ecológica de los derechos de apropiación y transformación de la naturaleza (Leff, et al. 2003).

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3. Las posibilidades históricas del ambiente

La inclusión de la diversidad como categoría y forma de pensamiento, propicia la hetero-geneidad de formas de pensamiento-comportamiento y por lo mismo, de tolerancia; el problema ambiental permite mediante el reconocimiento de la diversidad, el beneficio máximo de la diferencia a fin de que cada actor –individual o colectivo–, exprese sus valo-res, intereses e ideales. La diversidad ambiental es por ello diversidad política e ideológica que se expresa en la puesta en práctica de las acciones que propician la preservación de la diversidad cultural y biológica.

A diferencia del ideal de la modernidad, que busca la unidad como principio de orden, la problemática ambiental advierte sobre la necesidad de reconocer la diferencia y la diver-sidad. El ambiente al problematizar la unidad, el equilibrio y la identidad propia del conoci-miento matematizado de la ciencia experimental; hace evidente la necesidad de instaurar el diálogo entre las diferentes racionalidades y entre los diferentes saberes. La crítica a la racionalidad económica dominante, se vincula con la crítica del conocimiento y con las ba-ses de la organización social dominante.

De esta manera, el concepto de ambiente es una categoría que constantemente remite a la realidad compleja que involucra relaciones sociales, naturales y las que se dan entre estas dimensiones; por lo que, la comprensión y valoración de esta realidad compleja im-plica acuerdos políticos que integren a los diferentes –y divergentes– actores sociales, a fin de construir un futuro incluyente y viable desde los puntos de vista económico, ecológico y social.

Por ello, la preservación ambiental es una estrategia para la conformación y desarrollo de un proyecto histórico y civilizatorio alternativo al capitalismo y a la modernidad. La pro-blemática ambiental es una evaluación racional-formal de las posibilidades históricas con las que cuenta la humanidad en cuanto a la viabilidad de construir un proyecto histórico alternativo.

El ambiente es una evaluación crítica de los límites sociales a los que hemos llegado, no sólo desde el punto de vista económico-ecológico, sino también político; por lo que propicia un proceso de reapropiación social del medio, del conocimiento –que posibiliten la construcción de nuevas tecnologías de producción sobre la base de los ecosistemas– y de los medios de producción, a fin de materializar los principios de una sociedad sustentable, una economía ecológica, fuentes renovables de energía, salud y calidad de vida para todos, erradicación de la pobreza y seguridad alimentaria (PNUMA: 2003).

De esta forma, el ambiente problematiza los paradigmas de los conocimientos constitui-dos como leyes, planteando la apertura de la ciencia moderna mediante la complejización del mundo, al tiempo que deconstruye su pretendida objetividad y universalidad: la crisis ambiental propicia un cambio en las perspectivas teóricas y metodológicas del conocimien-to de una realidad hecha de objetos por un saber orientado hacia el ser en el mundo; con

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lo que se crea la crítica teórica y filosófica, así como los elementos estratégicos y políticos para construir una realidad social alternativa.

Así, el ambiente al convocar a la participación social y a la deconstrucción de la raciona-lidad productiva hegemónica, construye las posibilidades históricas y las condiciones socia-les que permiten reconocer el valor y el potencial ambiental para alcanzar mayor bienes-tar para la humanidad en su conjunto, la racionalidad ambiental empuja a un proceso de reapropiación comunitario del conocimiento y los medios de producción, orientando los esfuerzos sociales hacia la solución de los problemas más críticos de la humanidad, a fin de construir la legitimación y el consenso del proyecto de la sustentabilidad de la diversidad biológica y cultural con la finalidad de construir un nuevo orden social.

La problemática ambiental reconoce la crisis y los limites de la civilización moderna–in-dustrial que explota y diferencia a las regiones geográficas, las sociedades y los seres huma-nos como individuos; al mismo tiempo que destruye y desequilibra los procesos naturales que dan cimiento a la vida;�0 por ello propicia la reflexión y la búsqueda de nuevos horizon-tes civilizatorios.

Así por principio, el ambiente es un elemento de renovación de la cultura, al demostrar, mediante el juicio crítico, en cuanto a la viabilidad económica, ecológica, política y social de las estructuras productivas actuales, la insustentabilidad del modelo civilizatorio de la modernidad; el ambiente es la crítica que busca alejarse de la cultura contemporánea como un estado que se subordina al consumo, la explotación y la acumulación del capital. De esta forma, el ambiente construye la cultura como un proyecto político en tanto ontológico y axiológico; la dimensión ambiental constituye lo social como ser político.

El ambiente es factor de la alternancia y la polisemia discursiva-conceptual, ya que al re-plantear las estructuras del conocimiento, propicia la libertad del espíritu y el pensamiento humano, al manifestar que para las personas no existen horizontes iguales, ni perspectivas homogéneas. El ambiente reconoce un saber inacabado que impulsa un proceso intermi-nable de búsqueda y construcción del saber.

El enfoque ambiental se erige como una redefinición del conocimiento, del mundo como complejidad; por ello impulsa una forma de existencia en el mundo como devenir, ya que reconoce que es muy poco lo que se sabe sobre el mundo natural o social, así como las in-terrelaciones que estas dimensiones mantienen entre sí, con los cuales se puedan construir estructuras completamente terminadas.

El ambiente plantea exigencias legítimas a las estructuras políticas y productivas de las sociedades contemporáneas, rechazando el dominio del hombre (la ciencia y la tecnología)

�0 “De acuerdo con el Word Disastrs Report (publicación de la Cruz Roja Internacional), tan sólo durante 1998 los ‘desastres naturales’ afectaron a más de 126 millones de personas en todo el mundo, provocaron el desplazamiento de 13,5 millones y causaron daños por un total de 90 mil millones de dólares” (Toledo, 2002).

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sobre la naturaleza. El ambiente revela la capacidad humana para deconstruir el orden dis-cursivo dominante y las estrategias de poder y de saber que lo sostienen, al mismo tiempo que abre la posibilidad de construir una racionalidad social y productiva que supere la in-mediatez de las ganancias privadas.

El ambiente constituye una alternativa histórica en cuanto redefine la producción desde las bases mismas de una productividad eco-tecnológica sustentable, dando así la posibili-dad de construir una racionalidad material alternativa. Ello plantea reconocer que la pers-pectiva ambiental se encuentra en franca oposición al modelo civilizatorio capitalista occi-dental que impulsa la racionalidad instrumental reduccionista de la modernidad que busca como fin el desarrollo de las fuerzas productivas ligadas a la acumulación y concentración de la riqueza, el saber y el poder.

Desde la perspectiva ambiental se observa entonces la crisis ambiental como una con-tradicción y una fractura de la razón moderna y modernizante, a fin de proporcionar las bases de una nueva racionalidad productiva fundada en el potencial productivo de los siste-mas ecológicos, y un nuevo sentido civilizatorio; el ambiente constituye entonces una pers-pectiva de inmediatez de la naturaleza que se opone al (pre)dominio del intelecto humano sobre el mundo. La perspectiva ambiental se opone a la idea de que si la sociedad “(…) ha perdido el control de la naturaleza es porque ha perdido el control sobre sí misma y porque ha olvidado que a la naturaleza se le ‘domina’ cuando se coincide con sus leyes” (Toledo, 2002); por el contrario, reconoce el avance del conocimiento humano y los límites que este conocimiento ha demostrado tener para comprender su complejidad. Así la perspectiva ambiental reconoce que:

La crisis ambiental es una crisis de civilización. Es la crisis de un modelo económico, tecnoló-gico y cultural que ha depredado a la naturaleza y negado a las culturas alternas. El modelo civilizatorio dominante degrada el ambiente, subvalora la diversidad cultural y desconoce al Otro (al indígena, al pobre, a la mujer, al negro, al Sur), mientras privilegia un modo de producción y un estilo de vida insustentables que se han vuelto hegemónicos en el proceso de globalización (PNUMA, 2003).

En estas tres últimas décadas pasadas del siglo XX, los movimientos sociales, impulsados desde la perspectiva ambiental, han recolectado saberes dispersos, obligando a burócratas, científicos y académicos a dialogar con ellos y mantener un diálogo de saberes. Este diálo-go de actores y saberes permite construir nuevos sujetos sociales y políticos, que buscan diferentes acuerdos y pactos sociales mediante los cuales se transformen las instituciones y estructuras sociales, políticas y económicas, generando una nueva relación entre la so-ciedad y la naturaleza. Las movilizaciones sociales en protesta por la contaminación y la amenaza nuclear de finales de los sesenta y principios de los setenta, generaron organiza-ciones civiles y ciudadanas que impugnaron y cuestionaron el desempeño y la capacidad de gestión de los gobiernos nacionales. Con el surgimiento de la crisis ambiental, el imaginario social reconoció un nuevo problema social y la consecuente constitución de nuevos actores sociales, al formar organizaciones abiertas, con niveles de participación diferentes, con lo

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que propiciaron la emergencia del ambiente como discurso y estrategia capaz de construir una nueva racionalidad social y productiva y una alternativa al paradigma de la civilización moderna-industrial y a las relaciones de producción y consumo insustentable de crecimien-to��.

Conclusiones

La degradación y contaminación ambiental que se expresan mediante la destrucción y/o saturación de los recursos, no es un problema ecológico en sí mismo; la causa de este proceso degradatorio encuentra su origen en el crecimiento económico a ultranza, que la globalización económica ha venido a acelerar. Esta pérdida de calidad de vida, motivada por la degradación ambiental, está relacionada con la pérdida y empobrecimiento social, tanto de las comunidades rurales como de los suburbios urbanos; incluso se han perdido valores y prácticas productivas tradicionales que permitían una subsistencia digna de dichas co-munidades, por lo que se perdieron formas de producción y convivencia más cercanas a la racionalidad ambiental.

La homogenización cultural que se promueve con la globalización económica, fomenta el individualismo carente de identidad, ya que ésta se diluye en una cultura masiva. Para-dójicamente, la globalización ha desarrollado un individualismo que es capaz de darse a sus propios fines, que se retira de la sociedad para volverse sobre sí mismo; la globalidad económica es la búsqueda del individuo en sí mismo. De esta forma, la época moderna no es individualista, sino que destruye la identidad y la autonomía de las personas y las co-munidades. El proceso de crecimiento y globalización económica, que incluso construye el discurso de la sustentabilidad para arroparse y enmascarar su decadencia, está vinculado a la desintegración de valores culturales, los saberes y las prácticas comunitarias.

Frente a estos procesos dominantes, la crítica actual, respecto de la perspectiva ambien-tal, no se realiza desde un futuro utópico, sino desde el pasado y presente donde se mues-tra su decadencia. Las estrategias de la racionalidad ambiental se basan en la recuperación de la identidad, los saberes y la diversidad cultural, por lo que se busca legitimar el pasado de las comunidades y sociedades no occidentales, reconociendo sus derechos sobre sus te-rritorios y prácticas ancestrales en la autogestión de sus recursos productivos (Leff, 1998).

11 “La conciencia ambiental surgió en los años sesenta como parte del movimiento contracultural de búsqueda de nuevos sentidos existenciales y una resignificación de la vida y se convirtió en movimiento político en los años 70, luego de la Conferencia sobre Medio Ambiente Humano (Estocolmo, 1972). En los últimos 10 años, y como efecto de la Cumbre Ambiental de Río 92, ha cambiado la geopolítica en torno al discurso y las políticas del “desarrollo sostenible”. No sólo se ha diluido el discurso del eco-desarrollo y se ha dado un vuelco a la razón para ajustar las pro-puestas ecologistas a los designios de la racionalidad económica; no sólo se han intensificado los ritmos de explota-ción y transformación de los recursos, sino que han surgido nuevas estrategias de intervención de la naturaleza, así como nuevas manifestaciones de sus impactos y riesgos ecológicos. De esta manera se han puesto en uso común y en la retórica oficial conceptos antes reservados para los medios científicos y académicos; esta terminología se ins-cribe dentro de nuevas estrategias epistemológicas que alimentan una ecología política y las políticas ambientales, donde se expresan y manifiestan interpretaciones controversiales y conflictos de intereses, así como principios y formas diferenciadas de reapropiación de la naturaleza” (Leff, 2003).

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Los principios de diversidad en el ambientalismo enfrentan la homogeneidad de patrones productivos, defendiendo los valores de la diversidad de contextos ecológicos, la pluralidad cultural y la preservación de las identidades de los pueblos. Estos principios éticos aparecen como una condición para alcanzar los objetivos del desarrollo sustentable a escala local y global (Leff 2003).

El ambiente desde su emergencia ha contribuido a contemplar la sociedad desde afuera, a cambiar la mirada y la forma de pensarse de las sociedades modernas y tradicionales, tejiendo mediante acuerdos, el diálogo de racionalidades y saberes. El ambiente ha con-tribuido a elaborar un contrapeso a nuestra propia tradición moderna, a la cultura de la homogeneidad, la dominación y la ganancia. El ambiente permite observar la última con-secuencia de los valores de la modernidad; para descubrir los intereses detrás de estos valores, la racionalidad ambiental ha mantenido un diálogo de saberes con la posibilidad de crear nuevos valores. Ante la crisis ambiental los valores de la modernidad se desvanecen; pierden su objetivo, su validez.

El valor económico como precedente para el bienestar social y la calidad de vida, como antecedente incluso al valor de la vida, es un concepto del siglo XIX, identificado con el ascenso de la economía racional. El hombre moderno y las sociedades modernas median-te la problematización ambiental, encuentran su incapacidad para dominar y controlar su existencia y la de la naturaleza.

Los campos de destrucción como defensa de algunos valores, negando la diversidad hu-mana, son parte de la historia de la modernidad. La crisis ambiental es una extensión de esos campos de destrucción y esa negación de la diversidad que ha terminado con perso-nas, culturas y algunas especies naturales. En la modernidad, lo económico, lo eficiente, lo matematizable, la ganancia, se hicieron trascendentes, el mundo natural y social como diferencia, perdieron su valor, la modernidad devaluó a la naturaleza, el cosmos y los valo-res comunales. Por lo que la crítica ambiental es una crítica a la modernidad como proyecto civilizatorio.

La ética de la sustentabilidad induce un cambio de concepción del conocimiento de una realidad hecha de objetos, por un saber orientado hacia el mundo del ser. La comprensión de la complejidad ambiental, demanda romper el cerco de la lógica y abrir el círculo de la ciencia que ha generado una visión unidimensional y fragmentada del mundo.

Reconociendo el valor y el potencial de la ciencia para alcanzar estadios de mayor bien-estar para la humanidad, la ética de la sustentabilidad conlleva un proceso de reapropiación social del conocimiento y la orientación de los esfuerzos científicos hacia la solución de los problemas más acuciantes de la humanidad y los principios de la sustentabilidad: una economía ecológica, fuentes renovables de energía, salud y calidad de vida para todos, erradicación de la pobreza y seguridad alimentaria. El círculo de las ciencias debe abrirse hacia un campo epistémico que incluya y favorezca el florecimiento de diferentes formas

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culturales de conocimiento. El saber ambiental es la apertura de la ciencia interdisciplinaria y sistémica hacia un diálogo de saberes (PNUMA, 2003).

La naturaleza se perdió en la modernidad como la primera bendición, no divinizada, pero divinizante; el cultivo de la tierra y la fecundidad de ésta se enterró junto a los dioses; la exclusión de la naturaleza se ergió mediante su sacralización. El ambiente es la crítica a esta racionalidad moderna que lo mantuvo invisible, pero que es sólo mediante la racio-nalidad ambiental que se pueden recuperar los saberes tradicionales y modernos en la construcción de nuevas relaciones sociales.

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Jaime Ornelas Delgado*

“La descolonización realmente es creación de hombres nuevos. Pero esta creación no recibe su legitimidad de ninguna potencia sobrenatural: la ‘cosa’ colonizada se convierte en hombre en el proceso mismo por el cual se libera”.

Frantz Fanon

Resumen

El desarrollo, categoría utilizada para expresar el crecimiento económico, surge en el con-texto de la “guerra fría” y si bien fue propuesto por teóricos metropolitanos, se asumió en América Latina como parte de los instrumentos disponibles para lograr el crecimiento económico en los marcos del capitalismo y como alternativa al socialismo.

El desarrollo mantuvo su vigencia en los tres decenios posteriores a la Segunda Guerra Mundial, pero con el advenimiento del neoliberalismo fue retirado de la agenda de las pre-ocupaciones nacionales e internacionales. Sin embargo, al iniciarse el siglo XXI, el fracaso de la economía sustentada en el mercado autorregulado ha traído de nueva cuenta el desarro-llo a la agenda nacional e internacional. Esto obliga a revisar críticamente los problemas del desarrollo, y el concepto mismo, para mostrar su carácter colonial, si se pretende construir caminos ajenos al neoliberal y superar los problemas que han hecho de América Latina una de las regiones más desiguales del mundo.

Introducción

El conocimiento social en América Latina se ha producido, fundamentalmente, en el ámbito del conflicto político, de ahí que su producción haya estado marcada siempre por la nece-sidad de pensar, comprender y explicar las múltiples, complejas y contradictorias determi-nantes de los procesos de transformación económica, política y social en cada momento de su historia.

El desarrollo, como concepto utilizado para expresar y medir el crecimiento de la eco-nomía, no es la excepción en tanto surge en el contexto de la “guerra fría”, y aunque fue propuesto en sus inicios por los teóricos de los países metropolitanos, adquirió carta de naturalización en América Latina como parte de los instrumentos diseñados para ofrecer una alternativa al socialismo.

Descolonizar el desarrollo

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Desde su aparición, el contenido del desarrollo suscitó un intenso debate pues su con-ceptualización mostraba ciertas limitaciones; una de ellas, quizá la más importante, era entenderlo sólo como el crecimiento del producto interno bruto per cápita (PIBpc) en los límites del capitalismo, lo cual significaba mantener las estructuras de desigualdad y exclu-sión social características de este modo de producción.

Si bien el desarrollo, identificado con el crecimiento económico, mantuvo su vigencia en las tres décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, al mediar la década de 1970, con el advenimiento del neoliberalismo, el tema del desarrollo fue retirado de la agenda de las preocupaciones nacionales e internacionales y reemplazado por las que traía consigo la inserción de la economía en la globalización, la competitividad y el mercado.

Al iniciarse el siglo XXI, en buena parte del mundo, y particularmente en América Latina, el evidente fracaso de la economía basada en el mercado autorregulado trajo de nueva cuenta a la agenda nacional e internacional los problemas del desarrollo, aunque se pone en duda si su reducción en relación con el crecimiento del PIBpc, sea suficiente como para superar la condición dependiente de nuestras naciones.

Hoy, los problemas involucrados en el desarrollo, y el concepto mismo, deben enfren-tarse críticamente si se pretende construir caminos ajenos al neoliberalismo y superar los seculares problemas estructurales que han hecho de América Latina una de las regiones más desiguales del mundo�.

Con el propósito de revisar el desarrollo como categoría teórica-práctica, resulta indis-pensable el análisis y reflexión, así sea de manera breve, de las condiciones históricas de su aparición como propuesta de diversas corrientes de pensamiento económico, como la neoclásica. Se trata de hacer la crítica del desarrollo desde la Economía Política y contribuir

1 De acuerdo con información proveniente del Banco Mundial: “Desde que se dispone de datos sobre los niveles de vida, América Latina y el Caribe se encuentran entre las regiones del mundo que presentan la mayor desigualdad. Con excepción de la parte de África ubicada al sur de Sahara; esto es válido respecto de casi todos los indicadores, desde los ingresos o gastos en consumo hasta la mayoría de los resultados de salud y educación” (Banco Mundial, 2003). En América Latina, la décima parte más rica de la población percibe el 48% del ingreso total, la décima parte más pobre sólo recibe 1.6%; en cambio, en los países desarrollados, la décima parte superior recibe 29.1% del ingre-so total, en comparación con el 2.5% de la décima parte inferior” (Cetré, 2006: 35). Un estudio reciente de la CEPAL, concluye lo siguiente: “La región de América Latina y el Caribe es pródiga en desigualdades. El indicador agregado de distribución del ingreso es útil no sólo porque habla con elocuencia de las brechas que atraviesan la región, sino también porque detrás de las brechas de ingreso, o en ellas, se plasman brechas que se refuerzan entre sí, cual círculo vicioso. Por una parte, las brechas en materia de educación y conocimiento lo son en materia de desarrollo humano; y por ello, no sólo la educación es vital, sino también la nutrición, la salud preventiva y la capacitación. Las brechas en el conocimiento son brechas en el ejercicio positivo de la libertad, entendida como conjunto de capacidades para llevar adelante proyectos de vida. En la región, completar la secundaria es la norma entre jóvenes del quinto quintil, a excepción entre jóvenes del primer quintil. Si se requiere la secundaria completa para acceder a opciones laborales que permitan romper la reproducción intergeneracional de la pobreza, esta brecha educativa perpetúa la desigualdad a lo largo de la vida y entre generaciones” (CEPAL, 2010: 46).

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a la construcción de una visión de ese proceso distinta a la hegemónica y superar el presen-te neoliberal que tantas calamidades ha traído a nuestras naciones.2

Antecedentes del desarrollo

Durante algún tiempo, antes y después de la crisis general del capitalismo de 1929–1933, el monopolio de las explicaciones, no sólo de lo que ocurría en América Latina sino aún de lo que debía ocurrir en su porvenir, lo mantuvieron las teorías elaboradas fuera de la región. En ese momento economistas de diversas corrientes anglosajonas –aunque fundamental-mente los afiliados a las escuelas neoclásica y keynesiana–, ejercieron una fuerte influencia en el pensamiento económico latinoamericano proponiendo, apenas concluida la Segun-da Guerra Mundial, centrar el estudio en los problemas del desarrollo y el crecimiento de nuestros países.

Economistas tan diversos como Joseph A. Schumpeter (1912 y 1958), Arthur Lewis (1955), Gunnar Myrdal (1957), Nicholas Kaldor (1961) o Lauchlin Currie (1966), por citar algunos autores conocidos en América Latina, se propusieron analizar los problemas esen-ciales del desarrollo, al que en general y con variantes menores, identificaron exclusiva-mente con el crecimiento del valor de la producción económica per capita, hecho que para los economistas neoclásicos suponía la ocupación plena de los factores en un mercado en equilibrio permanente.

La orientación de los economistas neoclásicos por comprender el desarrollo como un proceso restringido al crecimiento del PIBpc, es decir como un proceso estrictamente eco-nómico, se convirtió en el punto de ruptura y diferenciación con la escuela clásica, para la cual, en palabras de David Ricardo: “El problema principal de la economía política consiste en determinar las leyes que regulan” la distribución de la producción entre las tres clases integrantes de la sociedad: los propietarios de la tierra, los del capital y los trabajadores (Ricardo, 1817; 1959: XVII).

Sin embargo, la corriente neoclásica, cuya influencia crece en el mundo occidental en el último tercio del siglo XIX y sufre su primer descalabro cuando fue incapaz de prever y luego ofrecer alguna explicación válida y convincente sobre la crisis general de 1929–1933,

2 Entre las consecuencias económicas y sociales del neoliberalismo en América Latina, podemos mencionar las siguientes: el Producto Interno Bruto (PIB) por habitante creció en la región únicamente �.�% en promedio anual entre 1990 y 2005, tasa bajísima que con la década perdida de 1980 acumula más de un cuarto de siglo de estanca-miento económico; en materia social, la población latinoamericana en condiciones de pobreza creció continuamen-te durante la etapa en que predominaron los gobiernos neoliberales al pasar de 136 millones (40.5% de la población total de la región) en 1980 a 221 millones (44% de la población) en 2002; y sólo a partir de ese año empezó a dismi-nuir en términos absolutos y relativos la población en situación de pobreza al bajar a 217 millones de personas (42% de la población total) en 2004 y a 209 millones (39.8% de la población latinoamericana) en 2005 (CEPAL, 2007). Sin embargo, por efecto de la crisis la CEPAL proyectó que de 2008 a 2009 las personas en pobreza habrían pasado del 33% al 34.1%, mientras que la indigencia habría aumentado de 12.9% a 13.7%. “Esto se traduciría en nueve millones más de personas en situación de pobreza en 2009, lo que incluye un aumento de cinco millones de personas en situación de indigencia” (CEPAL, 20�0: 20).

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tuvo como peculiaridad la construcción de un conjunto de instrumentos analíticos, basados en los postulados teóricos de la economía clásica, sólo que ahora empleados para abordar aspectos parciales del sistema económico; en realidad, los economistas neoclásicos poco aportaron a las ideas elaboradas por sus predecesores acerca del funcionamiento del siste-ma económico, al que aceptaban como un dato y analizaban una de sus partes, el mercado y su racionalidad, con el viejo instrumental heredado de los economistas clásicos. Incluso, desde su aparición, la escuela neoclásica ha venido repitiendo una tautología convertida en verdad absoluta para todos los tiempos: “El precio de mercado es racional si surge en un mercado competitivo y existe un mercado competitivo si los precios son precios de merca-do” (Hinkelammert 1997:13). El mercado se convierte, así, en el mecanismo más eficiente para la asignación de los recursos productivos y la formación de los precios.

Uno de los postulados fundamentales de la doctrina neoclásica, es la persistencia en el mercado de un equilibrio estable de manera permanente, siempre y cuando, se dejen funcionar libremente a las fuerzas del mercado, cuyo funcionamiento autorregulado se considera como la más alta expresión de racionalidad económica. Desde entonces, la visión neoclásica de la teoría del equilibrio general, dominó el pensamiento económico y “los sucesivos desarrollos tomaron la forma de mejoras o de críticas a la teoría del equilibrio”, pero nunca pasaron de ahí (Napoleoni, 1982: 11).

Los disturbios que alteran el equilibrio del mercado provienen siempre de variables cir-cunstanciales y externas a él, pero cuando estos disturbios ocurren: “el sistema pone en juego mecanismos que espontáneamente le permiten volver al equilibrio, o sea, estamos en presencia de un mecanismo homeostático” (Valenzuela, 2009:5). Sin embargo, este me-canismo se dificulta, y llega a impedirse, en la medida que el Estado persiste en su política intervencionista que termina por destruir la libre competencia.

En consecuencia, para funcionar libremente y autorregularse, además de la no interven-ción del Estado, el mercado requiere del cumplimiento de tres supuestos sine qua non: i) ningún vendedor o comprador puede influir en el precio; ii) la mercancía producida y vendi-da es homogénea, de ahí la existencia de un conocimiento pleno del mercado; iii) el acceso y la salida al mercado está libre de restricciones, esto es: existe movilidad perfecta de los factores de la producción (Ferguson, 1967: 485).

En la realidad estos postulados resultan imposibles de ocurrir y nada hace suponer que algún día podría cumplirse la fantasía del libre funcionamiento del mercado, pues su reali-zación tiene exigencias alejadas de la realidad económica.

Metodológicamente, la propuesta del equilibrio estable, invierte el proceso de cons-trucción del conocimiento en tanto pretende someter la realidad concreta a la lógica del razonamiento, lo cual la hace incapaz de explicar científicamente la realidad económica, en particular las crisis periódicas del capitalismo, y sobre todo, para hacer una propuesta viable de desarrollo para los países de la periferia capitalista.

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Por estas razones, cuando el capitalismo sufrió la crisis general más severa hasta enton-ces conocida (1929–1933), la teoría neoclásica nada puedo explicar pues al poner el acento en el estudio exclusivo del consumidor y la empresa individual, poco podía aportar al co-nocimiento de los orígenes de la crisis y sus causas –inexplicables en un mercado perma-nentemente en equilibrio–, ni las posibilidades de acción del aparato gubernamental para paliar los efectos de las crisis o acortar las fases recesivas del ciclo y contribuir a garantizar el proceso de acumulación del capital.

1. Las primeras propuestas de desarrollo

El primer economista que habló del desenvolvimiento económico, fue Joseph A. Schum-peter, teórico de la democracia liberal y destacado economista neoclásico, quien en 1912 publica su libro Teoría del desenvolvimiento económico, donde consideraba a éste como mero “progreso económico” y al empresario como el agente promotor de dicho progreso (Ekelund y Hébert, 1992: 603).

Para Schumpeter, como para los economistas neoclásicos, el desarrollo es un asunto meramente económico y no social, hechos que considera distintos: “Los hechos sociales, dice Schumpeter, son, al menos de inmediato, resultado de la conducta humana; los eco-nómicos, de la conducta económica […] que tiene por objeto la adquisición de bienes me-diante cambio o producción” (Schumpeter 1912;1967: 17). De ahí, concluye que siendo el desenvolvimiento un hecho económico, se aleja de la esfera de lo social.

Para Schumpeter, la identidad entre el crecimiento económico y el desarrollo o “progre-so económico” como lo llamaba, ni siquiera merecía discutirse, y en su artículo “Problemas teóricos del desarrollo económico”, publicado en 1958, advierte lo siguiente: “Hablo de de-sarrollo económico durante cualquier periodo determinado si la tendencia de los valores de un índice per cápita de la producción total de bienes y servicios se ha incrementado durante ese periodo” (Schumpeter, 1958; 1970: 91).

Con esta definición economicista y positivista, Schumpeter al tiempo de ofrecer una con-cepción del desarrollo resuelve el problema derivado, sin duda, de la exigencia característi-ca de la escuela neoclásica de medirlo todo. En este caso, Schumpeter encuentra la solución recurriendo al seguimiento del comportamiento del PIBpc en un periodo determinado y concluye: “sólo cuando ese comportamiento es positivo se puede hablar de desarrollo”.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los teóricos metropolitanos comenzaron a pro-poner a las naciones de la periferia capitalista el abandono de su situación de subdesarrollo y avanzar en la modernización de su economía al “estilo de Occidente.” En este contexto, Arthur Lewis, economista de corte neoclásico, a mediados de la década de 1950, publicó su obra Teoría del desarrollo económico, en la cual desde el primer capítulo deja expuesta su visión del desarrollo, que si bien reconocía la importancia de la distribución, enfatiza los problemas del crecimiento:

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El tema de este libro es el crecimiento de la producción por habitante. Lo que sigue no de-pende de las definiciones previas de esos términos, aunque puede ser útil hacer algún co-mentario acerca de su significado.

En primer lugar, deberá notarse que nuestro tema es el crecimiento y no la distribución. Es posible que crezca la producción y, sin embargo, que la masa del pueblo se empobrezca. Tendremos que considerar la relación entre el crecimiento y la distribución de la producción, pero nuestro interés primordial estriba en analizar el crecimiento y no la distribución (Lewis, 1955; 1963: 9).

Convertido el crecimiento en el problema nodal del desarrollo, los economistas de las

metrópolis al abordar el subdesarrollo, colocaban en el centro de sus preocupaciones ana-líticas los obstáculos que era necesario remover para permitir a los países subdesarrollados crecer económicamente, con lo que se empezó a comprender, como uno solo, el desarrollo y el aumento de la producción en un lapso determinado.

Con ese mismo enfoque, Gunnar Myrdal propuso a las naciones de la periferia superar la idea de ser “economías atrasadas”, concepción “completamente estática”, para sustituirla por el desarrollo, que Myrdal proponía entender “como una teoría dinámica para impulsar y sostener el progreso económico y hacer buenos los supuestos de la democracia social” (Myrdal, 1979; 136-137).

Otro economista neoclásico, Lauchlin Currie, sintetiza lo que a su parecer son las diver-sas formas mediante las cuales se puede estudiar el desarrollo, todas ellas vinculadas al crecimiento, sin considerar los aspectos referidos a la distribución, para concluir aceptando que la preocupación central de su obra es averiguar cómo acelerar el crecimiento. Dice Currie:

Es posible estudiar el problema del desarrollo desde varios ángulos. El primero consiste en considerar cómo y por qué empieza el crecimiento. El segundo, que ha ocupado a los histo-riadores económicos, consiste en explicar el nivel de crecimiento a que se ha llegado, lo que constituye un ejercicio histórico y analítico. El tercero, que ha interesado a muchos escrito-res, consiste en la búsqueda de un patrón congruente de crecimiento que se adapte a mu-chos casos diferentes [...] Un cuarto enfoque consiste en investigar por qué el crecimiento no ha avanzado más rápidamente, es decir, en elaborar el diagnóstico del problema. El quinto –y la preocupación principal de este libro– consiste en averiguar cómo acelerar el crecimiento (Currie, 1968: 15).

Como se puede observar, en general los economistas de corte neoclásico soslayan que el desarrollo es resultado de un proceso de transformación, tanto de las relaciones sociales de producción como del modo de distribución de la riqueza, condiciones que requieren y exigen la creciente participación social.

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2. El desarrollo económico como modernización: las etapas del desarrollo de Rostow

Dentro de las propuestas del desarrollo como modernización y en el marco de la escuela neoclásica, ocupa un lugar destacado la obra del economista norteamericano Walt Whit-man Rostow, quien en 1960 publicó un libro que marcaría los debates sobre el desarrollo en América Latina. El título de la obra, Las etapas del crecimiento económico. Un manifiesto no–comunista (“The Stages of Economic Growth: A non–communist manifesto”), revela sin ambages su propósito y orientación: “ofrecer una alternativa de desarrollo dentro del capi-talismo a los países subdesarrollados que podían verse atraídos por el socialismo”.

Según Rostow, el subdesarrollo resulta ser una etapa de desarrollo por la que todas las naciones del mundo han pasado; y afirma que la transición del subdesarrollo al desarrollo puede describirse a través de una serie de etapas por la que todos los países han atravesa-do, o deben atravesar y cuyo punto de partida es la existencia de una sociedad tradicional a partir de la cual se podría iniciar el desarrollo siguiendo las misma y sucesivas etapas que permitieron a las naciones occidentales llegar a la última etapa la de la “sociedad de con-sumo masivo.” 3

La historia de toda sociedad, sostiene Rostow, se desenvuelve por etapas y todos los

países del planeta se encuentran en alguna de las siguientes cinco etapas (Rostow, 1974: 16 y ss.):

1] La primera etapa es la de la sociedad tradicional, cuya estructura económica está “de-terminada por funciones de producción limitadas, basadas en la ciencia y en la tecnología prenewtonianas y en actitudes prenewtonianas respecto del mundo físico”. En esta etapa predomina la agricultura de subsistencia.

2] La segunda etapa es la de las precondiciones para el despegue. Es ésta una “etapa de transición donde surgen las condiciones previas para el impulso inicial” al desarrollo.

3] La etapa del despegue. Aquí, “algún sector industrial adquiere un crecimiento dife-rencial e impulsa el crecimiento de los otros, arrastrando al conjunto de las instituciones sociales y políticas que se ajustan al nuevo nivel de esta aceleración”. La industrialización

3 Una referencia lejana de la “teoría” del desarrollo de las sociedades por etapas, puede encontrarse en Friedri-ch List, economista alemán que en 1840 publicó su libro Sistema Nacional de Economía Política, donde escribe: “Cuanto más avanzada está la economía, más civilizada y potente es la nación; cuanto más crecen su potencia y su civilización, más se desarrollará la historia económica. He aquí las principales fases que hemos de distinguir en el desarrollo económico de los pueblos: estado salvaje, estado pastoril, estado agrícola, estado agrícola y manufactu-rero, estado agrícola, manufacturero y comercial” (List, 1955:11). Más adelante explicaría List la manera como debe transcurrir ese desarrollo, apelando a la intervención del Estado: “La historia nos enseña, cómo naciones dotadas por la Naturaleza de todos los medios necesarios para alcanzar el alto grado de riqueza y poder, pueden y deben, sin entrar en contradicción consigo mismas, modificar su sistema, a medida que ellas progresan. Primero, en efecto, saliendo de un estado de barbarie gracias al libre comercio con naciones más adelantadas, y desarrollando su agri-cultura; después, estimulando por medio de restricciones la aparición de sus manufacturas, de sus pesquerías, su navegación y su comercio exterior” (List, 1955: 109).

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que se apresura, provoca una fuerte migración trabajadores de la agricultura a la industria, del campo a la ciudad. La importancia de las ciudades significa que las actividades econó-micas y la población se concentran sólo en algunas partes del territorio; mientras una o dos actividades manufactureras dominan el conjunto de la producción manufacturera y el nivel de inversión alcanza el �0% del PIB.

4) La cuarta etapa la denomina Rostow tendencia a la madurez y se caracteriza por un largo intervalo de progreso apoyado en la generalización de la tecnología moderna en el conjunto de la actividad económica. La innovación tecnológica alienta la diversificación de la actividad económica y se amplían las oportunidades de inversión. En esta etapa: “De un 10 a un 20% del ingreso nacional se invierte continuamente, lo que permite que la produc-ción sobrepase al aumento de la población”.

5) Finalmente, la quinta etapa es la del alto consumo en masa, en la cual: “a su debido tiempo, los sectores principales se mueven hacia los bienes y servicios duraderos de consu-mo”. Los servicios se convierten en el área dominante de la economía y al mismo tiempo, como ha ocurrido en las sociedades occidentales, a través del proceso de democratización política se ha optado por asignar grandes recursos al bienestar y la seguridad sociales.

El proceso de tránsito del subdesarrollo al desarrollo, según lo define Rostow, adopta la forma de un crecimiento lineal y ascendente de tipo comteano,4 que se desenvuelve a través de tres fases o estadios históricos: i) el ciclo secular de la acumulación; ii) el ciclo de despegue; y iii) el ciclo de desarrollo autosostenido.

A grandes rasgos, el modelo de Rostow sintetiza los postulados principales de las teorías metropolitanas: a) El subdesarrollo es un estadio, o etapa de tránsito, por la que atraviesan todos los países en un momento de su historia; b) El subdesarrollo consiste esencialmente en la carencia absoluta de recursos, y sobre todo de ahorro, inversión y tecnología; c) En consecuencia, el subdesarrollo está determinado por las bajas tasas de ahorro e inversión por un largo proceso de acumulación que precede al despegue; d) El subdesarrollo se carac-

4 El sociólogo francés Augusto Comte (1798–1857), consideraba que al igual que todos los organismos, las socie-dades humanas se transforman y desarrollan en sistemas o estadios cada vez más complejos y mejores. El paso de un estadio a otro, si bien provoca crisis en el orden social, forma parte esencial del progreso. Para Comte, la historia se explica a través de tres estadios identificados, según como los seres humanos se explican los fenómenos de la realidad: el teológico o ficticio, que es el más primitivo y en el que han vivido todas las sociedades que atribuyen a los dioses todo lo que sucede, es la época de la mitología y las supersticiones; el segundo estadio, el metafísico o abstracto, donde se indaga sobre las causas de los fenómenos pero en vez de acudir a entidades sobrenaturales o imaginadas se elaboran conceptos racionales que justifican el por qué de los acontecimientos, en él las explicacio-nes se buscan mediante la razón pero a través de teorías abstractas, explicaciones filosóficas surgidas de la inteligen-cia de los pensadores; y finalmente, el tercer estadio, el científico o positivo que es, según Comte, el estadio último y definitivo de la sociedad y consiste no en buscar el origen o la causa –el por qué– de las cosas, sino en establecer de manera positiva las relaciones entre los fenómenos, esto es, en controlar cómo tienen lugar. El estadio positivo corresponde a la sociedad industrial y tecnológica, en él las ciencias naturales, la observación directa de los fenó-menos, el saber sólidamente asentado en la física, las matemáticas, en la biología, explica con veracidad las causas de los fenómenos. El positivismo del siglo XIX y principios del XX cree ciegamente en el progreso, su lema es: “saber para prever, prever para actuar” (Bátiz, 2010:10-11).

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teriza por el elevado peso de las actividades primarias; los bajos coeficientes del producto nacional por habitante; la importancia de los productos primarios en las exportaciones y de la agricultura en la ocupación de la población activa.

Por otra parte, lo esencial del modelo de Rostow radica en dos cuestiones fundamen-tales: i) su explicación del subdesarrollo como un problema de estadio histórico por el que atraviesan, necesariamente, todos los países y ii) la definición del desarrollo como el simple efecto de procesos naturales de políticas convencionales “que tienden a elevar los niveles de ahorro, inversión y productividad y producto por habitante”, sin cambios profundos en la estructura económica y sin necesidad de alterar las relaciones de dominación y depen-dencia en las que se refuerza el subdesarrollo (García, 1978: 218).

Para Rostow, el desarrollo es formalmente el tránsito de una etapa a otra y como el obs-táculo para lograr ese tránsito es la escasez absoluta de ahorro y de tecnología, el problema puede resolverse, de acuerdo con él, mediante un proceso operacional consistente en la transferencia de recursos financieros y tecnología desde las naciones metropolitanas hacia los países subdesarrollados. En consecuencia, desde la óptica de este autor, recogida por buena parte de los economistas neoclásicos, el papel básico en el desarrollo de los países subdesarrollados corresponde desempeñarlo a las naciones metropolitanas operando por medio de la inversión privada directa, los préstamos públicos, las transferencias de tecnolo-gía y de modelos organizacionales. En estos términos, el desarrollo dependerá siempre de la voluntad de la nación metropolitana para transferir recursos en la magnitud que requiere la economía subdesarrollada (García, 1978: 223).

Finalmente, Rostow no aclara jamás las determinantes concretas de las alternativas ase-quibles a la sociedad en cada momento histórico, es decir, no es capaz de señalar todo “aquello que explica la índole de las metas que ésta se fija en distintos periodos del desa-rrollo histórico”, lo que hace desear a los hombres lo que quieren en distintas sociedades, diversas épocas y en distintos momentos históricos (Baran y Hobsbawm, 1978: 211–212). Para el materialismo histórico, la respuesta a esta interrogante es que esos actos y motiva-ciones humanas son resultado de una acción dialéctica entre procesos bióticos y sociales, impulsados por el dinamismo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción; en cambio, advierten Baran y Hobsbawn: “el profesor Rostow tiene la solución más sencilla de todas: no sabe cuál es la respuesta ni tampoco parece importarle” (Baran y Hobsbawm, 1978: 212).

3. La propuesta keynesiana

La impotencia teórica de la escuela neoclásica permitió el surgimiento de una teoría que al tiempo de superar sus propuestas, ofreciera explicaciones sobre los orígenes de las crisis y se convirtiera en una especie de guía práctica para lograr el crecimiento económico. De esta manera, en 1936 se publica la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero del inglés John Maynard Keynes, quien inicia deslindándose de la economía clásica que: “domina el pensamiento económico, tanto práctico como teórico, de los académicos y go-

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bernantes de esta generación igual que lo ha dominado durante los últimos cien años” (Keynes, 1965:15).

Para empezar, Keynes rechaza la visión del equilibrio general planteada por la escuela clásica que no siendo más que una mera generalización del análisis microeconómico cuan-do se pretende hacerla representativa del funcionamiento de la economía, sus postulados resultan insuficientes, ya que sólo pueden ser aplicados a un caso particular en tanto: “las condiciones que supone son un caso extremo de todas las posiciones posible de equilibrio”. De esto, concluye Keynes: “Las características del caso especial supuesto por la teoría clási-ca no son las de la sociedad económica en que hoy vivimos, razón por la que sus enseñanzas engañan y son desastrosas si intentamos aplicarlas a los hechos reales” (Keynes, 1984: 5).

Si la teoría clásica, tanto como la neoclásica, están alejadas de los hechos reales, si son incapaces de explicar lo que ocurre en la realidad; Keynes propondrá un instrumental que reconoce la necesidad de regular al mercado mediante variables económicas mensurables, sintéticas, manejables y susceptibles de ser transformadas en instrumentos útiles para la política económica emprendida bajo la responsabilidad del Estado.

Las propuestas de Keynes y los keynesianos, ponen el acento sobre la influencia que podría tener una política de gasto público compensatoria para poner en movimiento al sistema económico, lo que logró una buena acogida entre los gobiernos latinoamericanos que encontraban, así, una opción viable para actuar buscando la superación del subdesa-rrollo, cuya característica era la desocupación de los factores de la producción y la pobreza generalizada por la falta de inversión productiva.

Keynes partía de reconocer que por sí mismo, el mercado es incapaz de sostener pro-yectos estratégicos de largo plazo y, por lo tanto, postulaba la intervención del aparato gubernamental en la economía para sostener mediante su gasto la demanda efectiva consi-derada determinante en la inversión productiva, asignándole así la mayor importancia a la política económica en el desarrollo inducido. De ahí la atención prestada por los gobiernos de la región a una estrategia sustentada en medidas encaminadas a fortalecer la demanda efectiva con el propósito de ofrecer los estímulos necesarios a los dueños del capital para que destinaran los recursos suficientes para mantener constante la expansión de la inver-sión productiva.

Keynes, sin embargo, no elaboró un modelo de crecimiento o desarrollo pues su enfoque fue, “fundamentalmente estático y de corto plazo”; en cambio, el instrumental analítico que aportó fue utilizado por numerosos economistas para elaborar una amplia gama de modelos de crecimiento económico que inició formalmente la llamada macroeconomía di-námica, estrechamente vinculada a la economía del crecimiento o del desarrollo asumida por diversos gobiernos en América Latina. En todo caso, el keynesianismo mantuvo el pro-pósito de la economía neoclásica: el crecimiento, aunque su estrategia para lograrlo fuera diferente.

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La intervención del Estado permitió a lo largo de tres décadas que van de 1945 a 1975 la apresurada expansión de la economía capitalista, lo que devolvió la confianza en la po-sibilidad de conseguir, no sólo un crecimiento económico sostenido de largo plazo, sino también la certeza en el aumento constante de la inversión, la productividad, el progreso tecnológico, el empleo y el consumo. En ese momento de pujante expansión capitalista: “Los economistas occidentales vieron decaer su interés por el ciclo económico y se dedi-caron más plenamente a la búsqueda de las claves del crecimiento económico interno. En esas circunstancias surgió la economía del desarrollo” (Galindo y Malgesini, 1994: VIII y IX), identificada con el crecimiento económico y desde ese momento: “la preocupación funda-mental de la teoría de crecimiento se centra en la influencia que tiene la inversión sobre el crecimiento del ingreso, el equilibrio dinámico y la ocupación” (Sunkel y Paz, 1970: 30), es decir, sobre el desarrollo.

La experiencia, sin embargo, mostró que a pesar de haberse logrado significativas tasas de crecimiento económico en los países latinoamericanos, las condiciones de vida de la población no mejoraron y, en algunos casos, empeoraron para buena parte de la población. Incluso, la evidencia empírica hizo admitir a muchos analistas que el desarrollo o crecimien-to económico podía producirse sin consecuencias sociales positivas para una determinada sociedad, de ahí que en los años ochenta los conceptos de desarrollo económico y desa-rrollo social se distanciaran aún más, manteniéndose la idea del crecimiento económico distante de las políticas de bienestar social. De esta manera, el desarrollo económico se mantuvo definido: “como un aumento rápido y sostenido del producto real por habitante con los consiguientes cambios en las características tecnológicas, económicas y demográ-ficas de la sociedad” y al mismo tiempo, aparecieron los conceptos de desarrollo social y desarrollo político más cercanos al mejoramiento de la calidad de vida de la población (Castro, 2004: 4).

Bajo estas premisas, Nicholas Kaldor, representante de las corrientes postkeynesianas, en su libro: Ensayos sobre el desarrollo económico (1961), sostiene que su análisis se refiere a la teoría del crecimiento: “a fin de demostrar en que forma puede ser útil para deducir ciertos principios que sirvan de guía a la política económica en cuanto al desarrollo acele-rado” (Kaldor, 1961: 12).

En este caso, Kaldor enfatiza la idea de la política económica para impulsar el crecimien-to, poniendo en duda la capacidad del mercado para estimular el crecimiento y proponien-do “ciertos principios” para dirigir la intervención del Estado en el proceso de desarrollo económico, identificado también con el creamiento.

Las propuestas de Kaldor refuerzan el significado de la industria en el desarrollo econó-mico. En efecto, entre sus aportaciones más reconocidas están las tres leyes, o “principios” para lograr el crecimiento:

�) “Existe una gran relación entre las tasas de crecimiento del PIB y la de la producción de bienes manufacturados”;

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2) “El crecimiento de la productividad en el sector manufacturero, está correlacionado de una forma positiva con el crecimiento de la producción en ese sector”; y3) El tercer principio se refiere a las causas por las que existen diferencias en las tasas de cre-cimiento en la producción manufacturera, concediendo una gran importancia a los factores de la oferta y la demanda: el consumo, la inversión y a las exportaciones (Galindo y Malgesini, 1994: 60).

Así, la industrialización, especialmente en Kaldor pero también en todos los demás eco-nomistas keynesianos, se identificó como la forma más rápida de resolver el problema del crecimiento y el empleo, es decir de alcanzar el desarrollo superando la desocupación y el estancamiento económico.

4. El desarrollo como categoría colonial

El análisis realizado sobre las propuestas metropolitanas para alcanzar el desarrollo, permi-te concluir que el concepto fue construido de acuerdo a las visiones y necesidades de los países centrales que proponían a las naciones subdesarrolladas concentrarse en la realiza-ción de los esfuerzos necesarios para crecer con el propósito de alcanzar la forma de vida y la organización social y económica de los países desarrollados, entendidas como la única opción posible al subdesarrollo, identificado por la diferencia existente entre los indicado-res cuantitativos de la periferia con el centro, de esta manera, los registros cuantitativos de las naciones desarrolladas se convirtieron en la medida de lo bueno y lo malo: del desarro-llo y el subdesarrollo.

Para quienes desde los países industrializados analizaban la realidad del subdesarrollo y proponían los caminos para dejarlo atrás, afirmaban que si los mayores niveles de creci-miento económico y las mejores formas de vida se concentraban en Estados Unidos y Cana-dá, así como en las naciones de Europa central y noroccidental, se debía a que su cultura era superior en todos sentidos a la de los países subdesarrollados. En consecuencia, mientras la cultura occidental representaba el desarrollo, el resto del mundo era subdesarrollado.

Desde entonces se comenzó a entender que el crecimiento económico, identificado con el desarrollo, dependía, en mucho, de las actitudes asumidas por la sociedad ante “el traba-jo, la riqueza, el ahorro, la procreación, la invención, los extranjeros, la aventura, etcétera”, actitudes todas provenientes de fuentes profundas de la mente humana (Lewis, 1963: 14). En todo caso, el subdesarrollo era también una actitud mental asumida por la población frente a factores que en Estados Unidos o en Europa habían sido los detonantes del desa-rrollo.

Así, buena parte de los estudios sobre el subdesarrollo tenían como propósito explicar las razones por las cuales esas actitudes inhibidoras del crecimiento variaban de un país a otro, llegándose a concluir que la incompatibilidad entre las naciones dependía de las “diferencias de ambiente natural, clima, raza” o de la ausencia de tecnología e instituciones

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que alentaran el desarrollo. Al respecto, a principios de la década de 1950, escribía Arthur Lewis:

Un país puede ser subdesarrollado en el sentido de que su tecnología es atrasada, cuando se la compara con la de otros países, o en el sentido de que sus instituciones son relativamente desfavorables a la inversión, o en el sentido de que sus recursos de capital por habitante sean escasos, si se comparan, digamos, con los de los países de Europa Occidental, o en el sentido de que la producción por habitante es baja, o de que tiene valiosos recursos naturales (mine-rales, agua, suelo) que no ha comenzado a utilizar (Lewis, 1963: 20).

Las conclusiones de los análisis realizados por los teóricos de los países centrales, tanto

los de corte neoclásico como los keynesianos, eran contundentes. El dato duro mostraba las diferencias cuantitativas entre el subdesarrollo y el desarrollo: en el primero se carece de los niveles de ahorro prevalecientes en las naciones desarrolladas; el excedente econó-mico, siempre escaso, era dilapidado en gastos suntuarios, lo que impedía su uso produc-tivo; la escolaridad en el subdesarrollo es muy baja –comparada con la prevaleciente en las naciones desarrolladas-, lo cual determina la mentalidad precientífica de la población y el predominio de “una actitud prenewtoniana en relación con el mundo físico”, donde se desconocen las ventajas de las aplicaciones tecnológicas al proceso productivo; asimismo, las ciudades carecían del orden y el esplendor de las metrópolis del centro que se conver-tían en ejemplo a seguir; de la misma manera, la corrupción, que se decía inexistente en los países del centro, era un cáncer en la periferia; finalmente, mientras las sociedades desarrolladas creaban instituciones promotoras del crecimiento de la productividad y la economía, los países subdesarrollados tenían y creaban instituciones que se convertían en un obstáculo más al desarrollo, incluso se llegó a la elaboración de diversas “teorías cien-tíficas” que llegaban a mostrar que en las diferencias entre los países desarrollados y los subdesarrollados contaban de manera concluyente las cuestiones biológicas.

Para ejemplificar sobre ese tipo de formulaciones elaboradas por “científicos” colo-nialistas como A. Poroto y R. Carothers, expertos de la Organización Mundial de la Salud, Frantz Fanon refiere las difundidas respecto de los argelinos, de quienes se afirmaba eran criminales natos, para lo cual se elaboró una teoría y se aportaron “pruebas científicas” que demostraban de manera contundente que “el argelino es un gran débil mental” que mata frecuentemente, salvajemente y por nada. (Fanon, 1963: 274-275).

La explicación “científica” de la criminalidad de los argelinos, que se hacía extensiva para todos los africanos, alcanzaba su excelsitud en la siguiente conclusión del mencionado profesor Carothers: “El argelino no tiene corteza cerebral, o para ser más precisos en él

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predomina, como en los vertebrados inferiores. Las funciones corticales, si existen, son muy frágiles, prácticamente no integradas a la dinámica de la existencia […] El africano utiliza muy poco sus lóbulos frontales”.5

Como se puede observar, concluye Fanon: “No hay, pues, ni misterio ni paradoja. La efi-ciencia del colonizador para confiar una responsabilidad al indígena no es racismo ni pater-nalismo, sino simplemente una apreciación científica de las posibilidades biológicamente limitadas del colonizado” (Fanon 1963: 279).

En todo caso, las naciones desarrolladas, a través de sus “teóricos” y “científicos” con-vocaban a los países subdesarrollados a ser, en lo posible, como ellas, a vencer prejuicios y superar sus culturas primitivas y su civilización atrasada, a seguir los mismos caminos que las sociedades occidentales y, para el efecto, sus teóricos neoclásicos y keynesianos ofre-cieron el instrumental que les facilitaría el cómo hacer las cosas.

Los indicadores construidos para mostrar el crecimiento económico y los niveles de bienestar alcanzado por los países centrales, desconocían la diversidad y pretendían ho-mogeneizarla, terminando por caracterizar al subdesarrollo como un conjunto de índices cuantitativos, no distintos sino inferiores o negativos a los supriores y positivos, existentes y elaborados en las sociedades consideradas desarrolladas del mundo occidental.

De la comparación de esos indicadores, se concluía que el subdesarrollo era simplemen-te una etapa inferior del desarrollo por la que todos los países, de diferentes culturas, han pasado, etapa que sólo se podía superar si la sociedad “tradicional” y subdesarrollada no occidental era capaz de asumir los valores de la cultura cristiano-occidental. Al respecto, dice Samuel Huntington:

El mundo es en cierto modo dos pero la distinción principal es lo que se hace entre Occidente como civilización dominante hasta ahora y todas las demás, que, sin embargo, tienen poco en común entre ellos por decir nada. El mundo, dicho brevemente, se divide en un mundo occidental y muchos no occidentales (Huntington, 2005: 43).

En todo caso, el problema de las naciones no occidentales es cómo superar el subdesa-rrollo y la solución única es el ser lo más parecidas a Occidente.

Sería Harry S. Truman, presidente de Estados Unidos entre 1945 y 1952, quien dividiría al mundo en dos partes: las naciones desarrollas y las subdesarrolladas, sugiriendo desde el poder imperial que estas últimas –de grado o por fuerza–, deberían seguir el modelo

5 Fanon al respecto escribe: “Para darse a entender, el doctor Carothers establece una comparación muy viva. Así advierte que el africano normal es un europeo lobotomizado. Es sabido que la escuela anglosajona había creído encontrar una terapéutica radical de ciertas formas de enfermedades mentales, practicando la exclusión de una parte importante del cerebro. Los grandes trastornos de la personalidad comprobados han conducido después a abandonar este método. Según el doctor Carothers, la similitud existente entre el indígena africano normal y el lobotomizado europeo es notable” (Fanon, 1963: 280).

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de desarrollo de las primeras. De esta manera, cuantificando los déficits existentes en los países de la periferia, respecto de los indicadores elaborados y utilizados por las naciones europeas y estadounidenses para medir su propio desarrollo, se determinaba el grado de subdesarrollo alcanzado por las naciones de la periferia.

Ante esta situación, W. W, Rostow, proponía por ejemplo comprender el subdesarrollo como la etapa inicial por la que habían pasado todas las sociedades, incluidas las desarrolla-das, y emprender el despegue para superarla, ¿cómo?, asumiendo los valores de la cultura occidental, es decir, abandonando sus orígenes y actuando con la voluntad de dejar de ser lo que son y convertirse en naciones que asumen la racionalidad de la cultura capitalista occidental e iniciar, así, su historia.

Por supuesto, América Latina no pertenece a la civilización occidental. Además de ésta última (integrada por Europa y Norteamérica, Australia y Nueva Zelanda), los otros mundos, los no occidentales, los dominados, se agrupan en siete civilizaciones: la China, la Japone-sa, la Hindú, la Islámica, la Ortodoxa (Rusia), la Latinoamericana y la Africana (Huntington, 2005: 53 y ss.).

Entendido así, el mundo el desarrollo termina por concebirse como una especie de cru-zada civilizatoria que enfrenta a la barbarie representada por las culturas ajenas a la Occi-dental6, condición que terminaba por impedir su desarrollo, en cambio: “La expansión de Occidente ha promovido tanto la modernización como la occidentalización de las socie-dades no occidentales” (Huntington, 2005: 92) y no sólo eso, el desarrollo, tal y como se ha propuesto desde Occidente marcado por su obsesión de crecimiento, no sólo tenía la intención de evitar que los pueblos periféricos cayeran o permanecieran bajo los influjos de culturas ajenas, sino que también podía frenar el avance del comunismo.

En 1961, en plena Guerra Fría, el entonces presidente de Estados Unidos: John F. Ken-nedy, revelaría el real significado colonial de su política de: “ayuda para el desarrollo”. En esa ocasión, dijo Kennedy: “La ayuda exterior es un método por el cual los Estados Unidos mantienen una posición de influencia y control en el mundo y sostiene a bastantes países que sin ella se habrían hundido definitivamente o pasado a formar parte del bloque comu-nista” (Hayter, 1972: 13).

Esa fue la impronta de la relación sostenida por los gobiernos estadounidenses a lo largo de toda la asegunda parte del siglo XX. En particular, cuando América Latina se hizo objeto de estudio de los teóricos metropolitanos, los análisis, más que atender a las peculiaridades

6 De acuerdo son Samuel Huntington: “La idea de civilización fue elaborada por pensadores franceses del siglo XVIII como opuesta al concepto de ‘barbarie’. Una sociedad civilizada difería de una sociedad primitiva en que era urbana, alfabetizada y producto de un acuerdo. Ser civilizado era bueno, ser incivilizado era malo. El concepto de civilización proporcionaba un criterio con el que juzgar a las sociedades, por lo que durante el siglo XIX los europeos dedicaron mucha energía intelectual, diplomática y política en elaborar los criterios por los que las sociedades no europeas se podían juzgar suficientemente ‘civilizadas’ para ser aceptadas como miembros del sistema internacional dominado por los europeos” (Huntington, 1995/2005, pp. 47-48).

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de la región, enfatizaban el hecho de que todo aquello que no era igual a las naciones de-sarrolladas no estaba dentro del canon, poniéndose como ejemplo de incapacidad cultural y vicio deplorable las distintas formas de resistencia nativa a ser semejantes a las naciones occidentales desarrolladas que presumían tener, por ejemplo, una poderosa “cultura del ahorro” que le permitía a la economía disponer de cuantiosos recursos para ser invertidos productivamente o cultivar elevados conocimientos científicos y tecnológicos para ser apli-cados a los procesos productivos –actitud impensable en el subdesarrollo–, además de te-ner un ideal cultural y civilizatorio individualista y modernizante, inexistente en la América Latina comunitaria y aferrada a una cultura que no corresponde a la necesaria modernidad exigida por el desarrollo.

Una vez clasificados nuestros países como subdesarrollados, la colonialidad se reforzó con la tarea que los poderes del centro impusieron a los pueblos de la periferia: dejar de ser como eran y emprender la vía del desarrollo, seguida por las naciones más avanzadas del capitalismo; dicho de otra manera, se trataba de dejar de ser nosotros para asemejarnos a ellos. Se planteaba, entonces, como la tarea fundamental el cambio de actitud frente al desarrollo, condición indispensable para lograr abandonar el subdesarrollo y pasar a formar parte del mundo civilizado Occidental.

Este proceso impositivo fue singular y lo revela Frantz Fanon de la siguiente manera: los norteamericanos y europeos se dedicaron a “fabricar una élite indígena, se seleccionaron adolescentes, se les marcó en la frente, con hierro candente, los principios de la cultura occidental [y] tras una breve estancia en la metrópoli se les regresaba a su país, falsificados” (Fanon, 1963: 7).

Convencida la nueva élite indígena de las bondades de asumir la cultura occidental, se dio de manera entusiasta a la tarea de promover entre su pueblo:

Los supuestos de que la modernización es deseable y necesaria, de que la cultura autóctona es incompatible con la modernización, de que dicha la cultura autóctona se debe abandonar o abolir, y, por último, de que la sociedad debe occidentalizarse completamente a fin de mo-dernizarse con éxito (Huntington, 2005: 93).

Surge así el desarrollo como una especie de generosa oportunidad ofrecida por los paí-ses más desarrollados del capitalismo, tanto a las nuevas naciones que habían sido sus ex colonias, como a los países latinoamericanos que buscaban ávidos su emancipación defini-tiva. El desarrollo, mediante la industrialización, se ofrecía como un ideal que les permitiría a los países que recién habían logrado su independencia política o luchaban por ella, crecer y modernizar sus patrones de producción y consumo, pero sobre todo, les evitaría caer bajo los ensueños del comunismo.

Así, soslayando su historia de pillaje y explotación colonial, las naciones más desarrolla-das de Europa, tanto como los Estados Unidos, construyeron el mito de su idílico proceso de desarrollo y la industrialización fue considerada como la única vía legítima del desarrollo.

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De cualquier manera, la imposición del desarrollo en América Latina no fue sencilla, pues diversos pensadores lo reconocían como una propuesta que planteaba a los países subdesarrollados, un camino imposible de seguir, si se considera que el desarrollo de Es-tados Unidos o de los países europeos que se ponía como espejo, se había dado en condi-ciones históricas totalmente diferentes a las que determinaban en esos momentos el sub-desarrollo.

El desarrollo se vio como un proceso histórico único e irrepetible. En palabras de Theo-tonio Dos Santos:

Las sociedades capitalistas desarrolladas corresponden a una experiencia histórica, comple-tamente superada, sea por sus fuentes básicas de capitalización privada basada en la ex-plotación del comercio mundial, sea por la incorporación de amplias masas trabajadoras a la producción industrial, sea por la importancia del desarrollo tecnológico interno de estos países. Todas esas condiciones históricamente específicas no se pueden repetir ahora (Dos Santos, 1974:11).

De acuerdo a lo anterior, y con la manera como se propuso la estrategia de crecimiento económico por los economistas neoclásicos y los keynesianos, podemos concluir con Wal-ter Gonçalves que el desarrollo como concepto se construyó sistemáticamente como: “una idea colonial en el sentido más preciso de la palabra” (Gonçalves, 2009: 45). Y lo fue así porque, en ningún caso, se proponía un crecimiento endógeno, sustentado en el mercado, los recursos y los avances científicos y tecnológicos internos; por el contrario, a partir de advertir que en nuestras naciones se carecía de esos: “motores del crecimiento”, se propo-nía suplirlos recurriendo a los países metropolitanos, siempre tan dispuestos a colocar su capital excedente en las regiones donde el capital es escaso y abundan la fuerza de trabajo y los recursos naturales, todos sacrificados a la industrialización.

En síntesis, la dimensión colonial del concepto desarrollo se refiere a cómo se ve el mun-do de la periferia desde el balcón de los países centrales. De acuerdo con Edgardo Lander:

Es la mirada del mundo que se realiza desde el centro de la construcción imperial; es la mirada desde la cual –a partir de la naturalización del orden existente– se establece la cons-trucción jerárquica de tiempos históricos, de pueblos, de culturas, de las llamadas razas; es la mirada que clasifica al conjunto de la humanidad en un orden jerárquico en el cual hay pueblos inferiores y pueblos supriores, pueblos que están en el presente y pueblos que están en el pasado. Construcción que, a su vez, es la expresión de la construcción jerárquica del orden colonial (Lander, 2004:�70).

En todo caso, en el pensamiento metropolitano la idea del desarrollo se finca en el su-puesto de que las sociedades subdesarrolladas podían transformarse hasta llegar a ser semejantes a las naciones de Europa Occidental y Norteamérica. Así, “la sociedad liberal industrial aparece como el modelo del orden social moderno y es el camino hacia el cual

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inexorablemente avanza la humanidad, el patrón de referencia que permite constatar la inferioridad o el atraso de los demás” (Lander, 2004:�7�).

Finalmente, al reconocer que el tiempo histórico no es lineal y que, por lo tanto, no existe posibilidad histórica alguna de que nuestras sociedades alcancen por la misma vía el grado de desarrollo de aquéllas que de acuerdo con sus propios indicadores cuantitativos hoy tienen los más elevados niveles de desarrollo; corresponde a los pueblos de América Latina, a sus académicos e intelectuales en estrecha relación con los trabajadores del cam-po y la ciudad, construir una teoría que reconozca a un nuevo sujeto como el promotor del cambio y el usufructuario de sus resultados; que exprese nuestras realidades, recoja las formulaciones teóricas forjadas en América Latina, así como nuestras luchas y anhelos históricos siempre pospuestos y ofrezca una ruta legítima –es decir, latinoamericana– para construir una sociedad igualitaria, incluyente, fraterna, solidaria y democrática. Tarea ar-dua y compleja, sin duda, pero es indispensable realizarla cuanto antes.

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Ramos Montalvo Vargas�

Héctor Jesús Morales Rodríguez2

Resumen

El presente trabajo resulta de la necesidad por socializar información relativa a las condi-ciones socioproductivas de la región suroeste del estado de Tlaxcala, donde el crecimiento urbano, ha invadido tierras con alto potencial productivo, cuya riqueza está siendo reem-plazada por asfalto, viviendas, equipamiento, infraestructura y servicios públicos.

Derivado de una labor de fotointerpretación de imágenes Landsat de la NASA en la re-

gión sur de la entidad tlaxcalteca, se pudo detectar que la zona baja de la cuenca del río Balsas en Tlaxcala, presenta una importante distribución de tierras para el cultivo, princi-palmente de riego, lo que puede originar estrategias para los pequeños productores que todavía ven en la actividad agropecuaria una forma de subsistencia.

Introducción

En el presente trabajo se analizan las relaciones que intervienen en los procesos sociales de la región agropecuaria del suroeste de Tlaxcala. La revisión implica la valoración de una nueva perspectiva de análisis dentro de las ciencias sociales y se asume el objeto de estudio como un sistema abierto, y por tal motivo, producto de múltiples categorías y procesos. Las ciencias sociales tradicionales teorizan las relaciones desde la perspectiva antropocéntrica a manera de causa y efecto para explicar los fenómenos sociales. Considerar la interrelación de los fenómenos sociales y naturales, implica la revisión de los procesos demarcados por factores físicos que los condicionan y constriñen. La reflexión sistémica incluye, de manera general, contemplar tanto los factores internos, como los externos y, cómo perturban la re-lación sociedad-naturaleza. Se busca la aproximación a una nueva perspectiva que unifique enfoques tanto naturales como sociales, donde los sistemas disipativos buscan integrar una

1 Doctor en Desarrollo Regional, profesor-investigador de El Colegio de Tlaxcala A. C. y profesor visitante del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias Sobre Desarrollo Regional (CIISDER) de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx).2 Candidato a maestro en Análisis Regional por el CIISDER-UATx.

La tierra cultivable en el suroeste de Tlaxcala.

Una mirada desde los sistemas disipativos

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interpretación multicausal de los fenómenos de tipo social, por lo que su relación con los procesos físicos es de vital importancia.

Dentro del análisis multicausal, pueden existir diversas interpretaciones a un mismo fe-nómeno; en el presente texto, el principal objetivo es resaltar los procesos socio-territoria-les que ocurren a nivel global y nacional, como la modificación al artículo 27 Constitucional, la implementación del neoliberalismo por el estado mexicano y los efectos de la revolución verde, los cuales provocan dentro de la estructura productiva campesina, la incorporación de nuevas estrategias para la producción de autoconsumo.

1. Metodología

El presente trabajo resulta de la necesidad por socializar información relativa a las condi-ciones socioproductivas de la región suroeste del estado de Tlaxcala, donde el crecimiento urbano, ha invadido tierras con alto potencial productivo, cuya riqueza está siendo reem-plazada por asfalto, viviendas, equipamiento, infraestructura y servicios públicos.

Derivado de una labor de fotointerpretación de imágenes Landsat de la NASA en la re-

gión sur de la entidad tlaxcalteca, se pudo detectar que la zona baja de la cuenca del río Balsas en Tlaxcala, presenta una importante distribución de tierras para el cultivo, princi-palmente de riego, lo que puede originar estrategias para los pequeños productores que todavía ven en la actividad agropecuaria una forma de subsistencia.

El método de regionalización obedeció a una minuciosa fotointerpretación del recurso

raster, donde se advierte la configuración geomorfológica de un cuadrante en la zona baja en forma de triángulo rectángulo, lo que originó la idea de distribuir el territorio en cuatro segmentos, a partir de un centroide generado en software de SIG y derivando un meridiano y un paralelo desde su origen, teniendo por resultado el Mapa �.

Aunque se cuida la confidencialidad de los datos en este escrito, no se omite el trabajo de campo y de validación empírica, con base en cifras oficiales poco difundidas. Por lo tan-to, como ejercicio académico resulta de vital importancia revelar la trascendencia de la pro-ducción agrícola campesina en el sur del estado, ya que en ella están inmersos más de 40 mil productores potenciales en una reducida superficie de tierra disponible, situación que se agrava por la inminente atomización todavía más aguda de la propiedad que se presen-tará en los próximos años. Aunque el análisis se centra en tres municipios del suroeste de la entidad (Zacatelco, Axocomanitla y Tetlatlahuca), donde las condiciones de producción son propicias para implementar sistemas de riego, los resultados revelan la importancia de estudios sobre zonas cultivables con una reducida porción de tierra disponible.

Para contextualizar el problema de investigación y tener referentes teóricos de análisis,

en seguida se presenta una rápida revisión de las principales categorías conceptuales.

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Mapa 1. Construcción de cuadrantes

Fuente: elaboración propia con software de SIG, imagen de satélite NASA Landsat al 2000 y cartogra-fía vectorial del INEGI escala 1:250,000.

2. Los sistemas disipativos

Los sistemas disipativos son relativamente un nuevo enfoque por medio del cual se estu-dian los fenómenos sociales y físicos desde un punto de vista, donde la energía es causa y efecto de dichos fenómenos en los procesos evolutivos. La producción y el consumo ener-gético tanto de seres humanos, plantas, animales y demás seres vivos e inertes, conlleva a una relación estrecha con la segunda ley de la termodinámica. La energía dentro del pro-ceso social y natural provoca una disipación e irreversibilidad en los procesos; a esto se le conoce como entropía. La perspectiva de los sistemas disipativos o energéticos supone un enfoque holístico en el análisis, donde:

los individuos, la sociedad y el medio natural relevante representan un campo continuo y fluctuante de múltiples flujos energéticos. En este campo hay islas o sectores de energía potencial (materiales, combustibles, bienes almacenados) que se mantienen en equilibrio y cuya energía puede liberarse para uso humano mediante la aplicación de la tecnología adecuada (Adams, 2005:84).

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Todos los sistemas vivos nunca están aislados de su entorno (Prigogine et. al, 1999:44), por esto, dentro de la producción agrícola, los recursos energéticos son fundamentales al momento de intervenir en el proceso. El sistema productivo agrícola refiere tanto las re-laciones sociales como sus implicaciones en el entorno, lo que se denomina metabolismo rural, tal y como lo sostiene Toledo (2002). No hay ninguna relación social que no esté de-terminada por fenómenos físicos; por lo tanto, el metabolismo rural es un sistema abierto disipativo donde se intercambia materia, energía e información. La energía en este caso se encuentra en los insumos que el campesino destina para el cultivo, independientemente de donde provengan, de fuera o dentro del sistema.

El elemento importante que desde el ecomarxismo se analiza, y que aquí se retoma, es el referido al “metabolismo”3 entre sociedad y naturaleza, lo que permitirá comprender la composición regional, en este caso del suroeste de Tlaxcala. Por lo tanto, existe un meta-bolismo que representa las relaciones socioambientales referido a condiciones particulares de una determinada biota; sin embargo, las condiciones de disipación de energía conllevan a ligar los procesos internos con los externos. Dichos procesos de primer nivel4, no refieren, por lo tanto, a una sola escala geográfica, sino que existen fenómenos externos, procesos de segundo nivel o metaprocesos, pero también hay procesos de tercer nivel que afectan el acontecer interno o regional y viceversa (García, 2000). El metabolismo refleja las formas mediante las cuales, en el entorno rural, el campesino se apropia de los recursos con una dinámica específica por medio de su trabajo, pero que dicha dinámica es afectada por fluc-tuaciones5 en el sistema, en nuestro caso la atomización de la tierra.

El primer proceso metabólico por medio del cual los seres humanos organizados pro-ducen y reproducen sus condiciones materiales; es la apropiación de la naturaleza; dicha apropiación tiene tres diferentes configuraciones: “(1) el grado de transformación de los ecosistemas de los que se apropian las diferentes sociedades; (2) la fuente de energía em-pleada para realizar dicha apropiación; y, (3) el tipo de manipulación que los seres humanos efectúan sobre la estructura, los componentes y la dinámica de los ecosistemas” (Toledo, 2002:34). El autor da cuenta de dos diferentes formas de apropiación de la naturaleza y las describe como el modo extractivo y el cinegético. En este caso, dos formas de apropiarse de

3 El concepto de naturaleza ha tenido diferentes desarrollos, el primero es el elaborado por Marx en la gran indus-tria y la agricultura, retomado por Schmidt en el libro El concepto de naturaleza en Marx y desarrollado desde la sociología ambiental por Víctor Toledo (2002).4 Los procesos y niveles de análisis en el estudio de sistemas complejos están encaminados a observar la dinámica de los sistemas, por lo que los procesos ocurridos deberán de separarse según la propia investigación. Rolando García (2000) expone los tres niveles de procesos que pueden ocurrir dentro del análisis:

a) Básicos o de primer nivel, los cuales tienen efectos locales, sobre el medio físico o sobre la sociedad, que lo habita y lo explota, de procesos más amplios que tienen lugar en otros niveles.b) Segundo nivel o metaprocesos, que son procesos que gobiernan o determinan a los procesos de primer nivel.c) Y de tercer nivel, referidos a políticas nacionales de desarrollo, modificaciones del mercado internacional.

5 Una fluctuación en el sistema es cualquier irregularidad en el ambiente interno o externo del proceso energético, que aumenta la disipación: aumento en los marcadores de flujo energético, mutación que afecta la estructura, dis-función que incide en el desempeño de la forma y otras. Según Prigogine, las fluctuaciones son fuente dinámica de orden, ya que obligan a readaptarse o crear nuevas estructuras, de modo que “extraen el orden del caos” (Tyrtania, 1999:198-199).

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la naturaleza, o dos formas desarrolladas por las clases agrícolas para producir y reproducir-se en una determinada biota, según la disponibilidad de sus propios recursos. La separación entre productores se realiza de acuerdo con una racionalidad sobre cómo producir, de la propia relación sociedad-ambiente y por lo tanto, de cómo dichas racionalidades diferentes provocan impactos ambientales también diferenciados. Las transformaciones en la racio-nalidad fueron ocasionadas por los cambios en la lógica campesina respecto de la agroin-dustrial. El cambio según el propio Toledo (2002) fue provocado por el cambio de fuentes de energía.

En la medida en que la sociedad se complejiza se ha requerido de una mayor cantidad de energía para satisfacer las necesidades diarias. Según el principio de Alfred Lotka sobre la maximización de la energía, la selección natural operará de manera tal que aumente el flujo total a través del sistema, siempre y cuando, esté disponible un remanente no utili-zado de materia y energía disponible (Lotka citado por Adams, 2005). Por lo tanto, la pro-ducción agroindustrial predomina sobre la tradicional: la primera cuenta con los recursos suficientes para aprovechar la energía. Dicho principio sostiene que las sociedades donde más energía se disipa, se han visto favorecidas y por lo tanto dominan a las que menos energía liberan.

Por otra parte, el término para mínima disipación está referido por Prigogine-Waime (citado por Adams, 2005:87) que establece: “cuando determinadas condiciones de frontera impiden que el sistema alcance el equilibrio termodinámico (esto es cero producción de entropía), el sistema se instala en el estado de mínima disipación”. Al respecto, si se pudiera aislar a una sociedad campesina tradicional, y sólo bajo condiciones específicas donde la familia campesina se mantuviera estable en su número, el uso de la energía no excedería de la tasa o cantidad disponible. Otra forma de ver este fenómeno es que cuando los recursos energéticos no son suficientes, la reproducción campesina se perturba y pueden ocurrir determinadas estrategias para estabilizar el consumo de energía dentro de la familia. Por lo tanto, se pueden crear nuevas fronteras o expulsar a miembros de la misma unidad como medida de autorregulación; y, como bien señala Palerm (2008:307), “la mejor demostración de que es así, es que la unidad doméstica periódicamente expulsa, de manera selectiva, a algunos de sus miembros redundantes, y cuando hace falta incorpora de manera igualmen-te selectiva a los miembros que requiere para asegurar el éxito de su funcionamiento”.

El metabolismo es afectado por un metaproceso global y nacional en la apropiación de recursos, utilización y concentración de los mismos. Los cambios en un sistema productivo pueden generarse y derivar modificaciones profundas en la economía agraria nacional; a esto se le designa: procesos de segundo nivel o metaprocesos, los cuales a su vez son di-rigidos por políticas económicas internacionales o procesos de tercer nivel. En el caso de México, ha sido ampliamente documentada la forma en que el Estado Mexicano aplica al pie de la letra el decálogo emitido por el consenso de Washington sobre la aplicación de las políticas neoliberales, y que se reflejó en el periodo del presidente Carlos Salinas, con la modificación al artículo 27 Constitucional. Las clases sociales agrarias, en éste caso, son un proceso nacional producto único del modo de producción prevalente a nivel nacional. La

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construcción de las clases sociales se encuentra en el modo de producción imperante y con ello, en las relaciones existentes en el mercado nacional. Debido a las particularidades ex-tractivas que se han desarrollado en la producción capitalista, se observan particularidades en las clases sociales agrarias, según sean los recursos que se extraigan del metabolismo, en nuestro caso del suroeste de Tlaxcala. Este metaproceso, que influye en los procesos regionales, es identificable, ya que la toma de decisiones concernientes al mercado agrario nacional, repercute en la de tipo regional y por consiguiente, en la conformación de una clase social regional.

3. Disparidades productivas y extensión de tierra cultivable

Las disparidades en la producción se pueden observar comparando a los grandes produc-tores del norte del país (principalmente Sonora, Sinaloa y Chihuahua), los cuales han acu-mulado recursos tanto económicos como políticos, lo que se refleja en cuantiosos ingresos derivados de subsidios gubernamentales y grandes extensiones de tierra con alta produc-tividad. Mientras en gran parte del sur del país, en donde destacan Oaxaca, Guerrero y Chiapas; la unidad agrícola está principalmente enfocada al autoconsumo, a satisfacer las necesidades de la familia campesina, produciéndose con escasos recursos, o de bajo valor energético en el mercado, como los abonos producidos por animales. Lo anterior puede llevar a una pequeña analogía en el mismo estado de Tlaxcala donde es entendible por la disponibilidad de las extensiones de tierra; ya que por un lado, los posesionarios del norte del estado tienen alrededor de 1.98 hectáreas; mientras que en el sur, alcanzan las 1.27 hectáreas promedio. En el siguiente mapa se pueden apreciar las parcelas con más de �0 hectáreas y destaca el cuadrante I y II, donde está la mayor cantidad de parcelas distribui-das; en contraste, en las regiones del sur (cuadrantes III y IV), se presenta una reducida cantidad de parcelas diseminadas con más de 10 hectáreas de tierra.

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Mapa 2. Parcelas con más de 10 hectáreas en Tlaxcala

Fuente: elaboración propia con recolección de trabajos de campo y comparación con datos de la SEFOA y el OEIDRUS Tlaxcala, 2010.

En la siguiente tabla se presenta la división del estado de Tlaxcala en cuatro cuadrantes, para identificar la distribución en el tamaño de las parcelas que poseen los campesinos y se aprecia que el sur presenta la mayor atomización de la tierra, donde incluso se localizan predios desde 3.2 metros cuadrados. Además, se registran 278 parcelas en el estado de Tlaxcala con menos de 100 metros cuadrados, de las cuales 203 están localizadas en la región sur de la entidad.

Tabla 1. Distribución de la tierra en el estado de Tlaxcala

Fuente: elaboración propia con recolección de trabajos de campo y comparación con datos de la SEFOA y el OEIDRUS Tlaxcala, 2010.

Parcelas con menos de 10 hectáreasRegión Municipios Superficie

(km²)Parcelas

mayores a 10hectáreas Cantidad Superficie

promedioPorcentaje de

territorio ocupadoRegión I

(noroeste) 15 1271.5 99 29345 1.98 45.68

Región II(noreste) 11 859.6 55 14475 1.87 31,52

Región III(suroeste) 36 743.4 1 17479 0.62 14.61

Región IV(sureste) 25 1116.2 19 23684 1.73 35.64

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El cuadro refleja que la región suroeste presenta el 20.57% del total de parcelas del te-rritorio estatal con menos de 10 hectáreas; sin embargo, proporcionalmente a la superficie de su región, es la más baja con apenas el 14.61%, lo que significa que existe una elevada atomización en muy poco espacio disponible para la producción agrícola campesina. Así lo demuestra el siguiente mapa, donde se aprecian parcelas con diminuto tamaño, incluso muchas de ellas, llegan a tener dimensiones de apenas dos o tres metros de ancho por va-rias decenas de metros de largo, resultado de un reparto familiar o ejidal en la comunidad.

Mapa 3. Atomización de la propiedad en el suroeste de Tlaxcala

Fuente: elaboración propia con recolección de trabajos de campo y comparación con datos de la SEFOA y el OEIDRUS Tlaxcala, 2010.

En el siguiente mapa, se muestra la superficie con menos de una hectárea que es utili-zada para la producción agrícola en el territorio estatal en relación con el total de parcelas; pero comparativamente también con la proporción del territorio empleado para uso agro-pecuario, lo que hace suponer una relación muy estrecha entre la superficie disponible y los procesos de producción tradicional es bajo condiciones de manejo para la suficiencia alimentaria y el autoconsumo.

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Mapa 4. Comparativo de superficies (área total municipal, área total de parcelas y parcelas menores a una hectárea)

Fuente: elaboración propia con recolección de trabajos de campo y comparación con datos de la SEFOA y el OEIDRUS Tlaxcala, 2010.

La superficie estatal es de 3990.8 kilómetros cuadrados, mientras que las parcelas culti-vadas registradas son aproximadamente 89 mil para una superficie de 1500 kilómetros, de las cuales, el 15 % son parcelas con menos de una hectárea para una superficie total de más de 2�5 kilómetros cuadrados. Lo anterior demuestra una clara tendencia a la producción de autoconsumo a pequeña escala. Si estas mismas cifras se analizan por cuadrantes, se tiene la siguiente tabla, que es muy ilustrativa tanto del fenómeno de la atomización de la tierra, como de la proporción que para uso agropecuario tiene como destino final.

Tabla 2. Comparativo de superficies por regiones (área total municipal, área total de parcelas y parcelas menores a una hectárea)

Fuente: elaboración propia con recolección de trabajos de campo y comparación con datos de la SEFOA y el OEIDRUS Tlaxcala, 2010.

Región Superficie total porregiones (km²)

Superficie deparcelas totales (km²)

Superficie total de parcelasmenores a una hectárea (km²)

Región I(noroeste) 1271.5 589.51 56.06

Región II(noreste) 859.6 274.42 30.08

Región III(suroeste) 743.4 108.41 63.84

Región IV(sureste) 1116.2 407.60 51.21

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En el mapa siguiente se presenta en la región suroeste, la distribución parcelaria con menos de una hectárea, lo que confirma la concentración de la tierra en determinadas zonas de la región. En consecuencia, por la cantidad de productores dedicados a la pro-ducción agropecuaria, se vuelve vital la inserción de estrategias, no sólo para mejorar las condiciones de subsistencia y autoconsumo; sino además, para aprovechar la calidad de la tierra y expandir la producción como estrategia para la colocación en el mercado de los pro-ductos de la región. Aunque de manera reciente, el ingreso de métodos alternativos, como los invernaderos creció considerablemente en todo el territorio estatal, las condiciones de humedad durante todo el año para esta región, hacen posible el éxito de estas medidas alternas en el manejo de parcelas con alta productividad agrícola. En seguida se aprecia, la distribución de la pequeña propiedad en la región suroeste.

Mapa 5. Distribución de la propiedad con menos de una hectárea en la región suroeste

Fuente: elaboración propia con recolección de trabajos de campo y comparación con datos de la SEFOA y el OEIDRUS Tlaxcala, 2010.

Es justo a partir de la disponibilidad de espacio con vocación agropecuaria, que cobra especial relevancia el enfoque de la termodinámica, porque se pueden inferir variables que reflejan aún antagonismos en los distintos tipos de producción. También se manifiesta den-tro de la producción y la acumulación, un nuevo elemento para el análisis del campesinado y de la situación actual energética.

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4. Producción y consumo de energía

En la producción agrícola el consumo energético se ha modificado según la sucesión de las innovaciones tecnológicas; por ejemplo, al inicio de la industrialización hubo dependencia al consumo de carbón, la segunda guerra mundial reconvirtió el consumo a petróleo y dio lugar a la revolución verde durante la cual se crearon nuevos pesticidas, fungicidas, plagici-das y todos los cidas que intervienen en la agricultura; además, de los fertilizantes que para la producción intensiva se han vuelto indispensables.

La fuente básica de energía en el planeta son la energía solar, el agua y el viento; la ener-gía solar es transformada y concentrada por las plantas, las cuales, a su vez, nutren a otros seres herbívoros, y éstos nutren a carnívoros y, ambos al morir, a su vez nutren a distintas especies que descomponen la materia para ser utilizada en otro proceso; este ciclo es clave para proveer al metabolismo de energía. Conforme fue creciendo la población y con ello sus necesidades, se empezó a requerir de nuevas fuentes de energía acumuladas en la biota para intensificar la producción agrícola, inició entonces la era del carbón. Aunado al mismo desarrollo, la intensificación en la industrialización originó más tarde la extracción del petróleo y gas.

Si se parte de las necesidades energéticas básicas para la producción y reproducción de la sociedad, el trabajo de la agricultura requiere una determinada cantidad de biomasa para producir alimentos, interviene el trabajo humano y de animales en dicha producción e in-crementa la cantidad disponible. Los cálculos indican que una caloría de trabajo humano o de animales contribuye a producir de 20 a 40 calorías extra. El trabajo humano requiere una fuente de energía endosomática o interna donde “la conversión, o coeficiente económico (como lo llamó Podolinsky, con terminología de los ingenieros de las máquinas de vapor) era en el cuerpo humano de una quinta parte” (Martínez, 2006:30). Si nos enfocáramos en la producción agrícola tradicional para satisfacer las necesidades de una unidad campesina con la cantidad y calidad de recursos que ésta utiliza, se marcaría una tendencia a la mínima disipación en cuanto a la utilización de los recursos energéticos disponibles.

En una sociedad más diferenciada como la actual, el coeficiente económico o la relación que existe entre consumo de energía y trabajo, tiene que ser diferente. “En la sociedad más simple y más trabajadora, estaría cerca de ser 5:1. En este caso, la productividad energética del trabajo; es decir, su contribución a una mayor disponibilidad de energía, debía ser como mínimo de 1:5, para que la sociedad en cuestión fuera sostenible. En sociedades con ma-yores necesidades y con mayor diferenciación social, la productividad energética mínima debía ser mucho mayor” (Martínez, 2006:30). Lo anterior trajo como consecuencia en la producción agrícola, cambios de estrategia para incrementar la productividad y las alterna-tivas también variaron según el tipo de detonador (triggers), utilizado para producir alimen-

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tos, las estrategias pueden variar según sean los recursos económicos y naturales propios de cada metabolismo, o propios según sea la relación entre sociedad y naturaleza6.

Se percibe entonces que la agricultura permite al hombre resolver todos sus problemas de abastecimiento de energía, mediante el consumo energético proveniente de la fotosín-tesis; a esto se le llama principio de Podolinsky. Con el aumento de la demanda en el mer-cado de alimentos, se optó por nutrir a la biomasa con materia proveniente de la extracción de petróleo, materia que nutre artificialmente la tierra para incrementar la producción de alimentos.

La producción de maíz, por ejemplo, sí aumentó considerablemente con la aplicación de fertilizantes químicos; el problema en este proceso radica en que el aumento en la pro-ducción, derivado de un incremento desmedido en la cantidad de insumos petroquímicos que se suministran a la tierra, lo que provoca un desbalance energético global. Lo anterior obliga a observar que el verdadero costo del maíz esté en la cantidad de energía que se le asigna, tanto a la tierra como al detonador, y no en el costo del producto final. Así entonces la gran disparidad energética entre una forma de producción y la otra, radica en el capital acumulado disponible para producir, y en la cantidad y calidad de tierra con que cuenta el agricultor. En la región aquí analizada, la atomización de la tierra es un elemento que otorga una cualidad específica al metabolismo y que se refleja en tres cosechas anuales de maíz, el otro extremo, como ya se mencionó, es el aspecto cuantitativo que limita la cantidad de producción.

Hernández (1985), aclara que la productividad agrícola se puede realizar por la relación insumo-producto; y una forma de hacerlo, es mediante la concepción de la termodinámi-ca; por medio del estudio de materiales y la energía. Desde esta perspectiva, no se debe idealizar a los recursos que utilicen los agricultores de subsistencia, pero confirma que la producción de maíz y frijol en la agricultura tradicional sobrepasa los requerimientos de una familia, con la siembra de una hectárea como mínimo, situación que padecen una im-portante cantidad de productores del suroeste del estado de Tlaxcala.

Los municipios que se asumen para un análisis más detallado en la región suroeste, se seleccionaron con base en el criterio de la producción por zona de riego, y contempla prin-cipalmente los municipios de: Tetlatlahuca, Zacatelco y San Lorenzo Axocomanitla; donde adicionalmente, se considera como criterio en la construcción de la región, el área lechera que se encuentra entre los municipios mencionados. Se parte del hecho entonces, de que dichos elementos conforman un metabolismo, ya que las relaciones sociales en el área le-chera están encaminadas a modificar y a apropiarse de los recursos en la región por medio del trabajo.

6 Como bien precisa el mismo Martínez (2006:30), “la historia ha visto cuatro grandes tipos de detonadores tec-nológicos para producir alimentos, todos los cuales precisan del insumo humano: (1) el trabajo humano que se emplea en la caza y la recolección, (2) el cultivo basado exclusivamente en la energía humana, (3) el cultivo que usa el trabajo de los animales y (4) la agricultura industrializada”.

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Mapa 6. Mapa de los municipios de estudio

Fuente: elaboración propia.

En la región suroeste de Tlaxcala, considerada bajo la metodología aquí utilizada7, el 36% de productores con menos de una hectárea en el estado, están localizados en esa re-gión, lo que permite suponer la insuficiencia de tierra para los agricultores tradicionales. Lo anterior resulta fundamental para esta explicación, ya que la administración y uso racional del suelo disponible es la clave para aspirar a la subsistencia de muchos pequeños produc-tores del suroeste del estado de Tlaxcala, los cuales deben complementar sus ingresos con una importante variedad de actividades en otros sectores de la economía.

7 La metodología consistió en la delimitación por cuadrantes con base en SIG y teledetección, donde a partir de la determinación de un centroide, se trazó un meridiano y un paralelo para obtener los cuadrantes.

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Tabla 3. Predios con menos de una hectárea en los municipios de la región suroeste de Tlaxcala

Fuente: elaboración propia con recolección de trabajos de campo y comparación con datos de la SEFOA y el OEIDRUS Tlaxcala, 2010.

De los tres municipios analizados, resulta que el 74 % de la superficie de las parcelas son menores a una hectárea; esto acentúa el interés por emprender nuevas formas de produc-ción del campesinado en la región. Aunque hay otros municipios en la misma delimitación que tienen más extensión de tierra cultivable y con elevada atomización como Ixtacuixtla, Panotla, Nativitas y Lardizábal; éstos se ubican más al poniente de la entidad y en superficie municipal, tan solo los tres primeros, suman 276.8 kilómetros cuadrados, en tanto que los tres municipios aquí analizados (Zacatelco, Axocomanitla y Tetlatlahuca) alcanzan apenas el 19.2 % de la superficie de los primeros, con un total de 53.3 kilómetros cuadrados, lo que evidencia la concentración y atomización de la tierra cultivable en esos municipios con poca extensión territorial.

MunicipioSuperficie total pormunicipio en región

III (km²)

Superficie totalpor parcelas

(km²)

Superficie total porparcelas menores auna hectárea (km²)

Españita 28.64 11.55 3.02Ixtacuixtla 162.50 23.50 11.93

Hueyotlipan 20.47 2.93 1.30Xaltocan 30.33 2.46 1.57Panotla 57.35 6.94 4.32

Chiautempan 17.42 1.16 0.63La Magdalena

Tlaltelulco 14.07 1.01 0.69

Tlaxcala 52.38 1.15 0.90Tepetitla deLardizábal 29.86 9.49 7.84

Santa AnaNopalucan 9.33 1.80 1.69

San DamiánTexoloc 11.24 1.73 0.97

Nativitas 57.01 23.51 13.09Santa

ApoloniaTeacalco

8.15 1.08 0.74

Tetlatlahuca 22.62 5.77 4.02San LorenzoAxocomanitla 3.24 0.27 0.26

Zacatelco 27.47 12.26 9.26Xicotzingo 8.14 0.85 0.82

Mazatecochcode José María

Morelos2.91 0.68 0.60

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Mapa 7. Predios con menos de una hectárea en los municipios estudiados

Fuente: elaboración propia con recolección de trabajos de campo y comparación con datos de la SEFOA y el OEIDRUS Tlaxcala, 2010.

Siendo la producción campesina el eje de este análisis, se muestra la siguiente tabla ela-borada por Pimentel y Pimentel (1996), donde se observan los diferentes costos de mano de obra. En lo que a detonadores se refiere, se aprecia un incremento en la cantidad de energía que se utiliza en la producción, visto en la tabla como kilocalorías. Por otra parte, el consumo de insumos para la producción de maíz, en la agricultura tradicional, es visible-mente más bajo con respecto a la cantidad total de energía obtenida. Se aprecia también que el costo energético para la producción de maíz, bajo la agricultura intensiva, es alto como lo es también su alta productividad.

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Tabla 4. Costo energético de los detonadores y flujo liberado bajo diferentes regímenes de producción de alimentos

Fuente: Pimentel y Pimentel (1996), citado en Martínez, 2006.

La tabla permite afirmar que para satisfacer a una familia o unidad doméstica campesina con el trabajo familiar, es relativamente sencillo con una cantidad básica de tierra y mano de obra8. El campesino en su racionalidad es sólo un productor de su propia subsistencia, mano de obra efectiva y potencial, reproductor ampliado de la fuerza de trabajo en ge-neral (Palerm, 2008). Los costos energéticos son relativamente menores a la cantidad de recursos requerida para la producción intensiva, la cual principalmente ahorra tiempo, ya que al implementar mejores detonadores –tecnológicamente hablando–, se utiliza menor energía humana en el proceso y por lo tanto es más eficiente en lo que a trabajo humano se refiere.

Los campesinos no son puros en el sentido de producir alimentos en su parcela y des-tinar dichos recursos a la producción y reproducción de la familia campesina; por lo tanto,

8 Habría que apuntar al respecto aquí, que las necesidades de una unidad campesina han sido analizadas en dife-rentes distribuciones; Hernández (1985), como se mencionó atrás, sostiene que una unidad puede subsistir con una hectárea como mínimo y que la unidad correspondería a cuatro miembros.

A B C D E F

Caracterizaciónde la

producciónde alimentos

Insumoen

energíahumana(Kcal.)

Insumo enenergía

total(Kcal.)

Insumo enenergía

total/insumo en

energíahumana

Egreso deenergía

Egresode

energía/insumototal deenergía

Egresode

energía/insumo

deenergíahumana

Energía humana empleada en la recolecciónNueces de los

kung 2680 2680 1.0 10,500 3.92 3.92

Energía humana empleada en el cultivoYuca en África 821,760 838,260 1.0 19,219,200 22.93 23.39Hortalizas enNueva Guinea 686,300 739,160 1.1 11,384,462 15.40 16.59

Maíz en México 589,160 642,338 1.1 6,901,338 10.74 11.71Arroz de los iban

en Bomeo 625,615 1,034,225 1.7 7,318,080 7.08 11.70

Energía del trabajo animalMani enTailandia(búfalo)

585,040 1,923,41 3.3 4,992,000 2.60 8.53

Maíz en México(bueyes) 197,245 770,253 3.9 3,340,550 4.34 16.94

Trigo en India(buey bulldog) 324,413 2,827,813 8.7 2,709,300 0.96 8.35

Agricultura industrializadaArroz en Japón 297,600 8,221,040 27.6 22,977,900 2.80 77.21Col de Bruselas

en EE.UU. 27,900 8,060,328 288.9 5,544,000 0.69 198.71

Espinaca enEE.UU. 26,040 12,759,849 490.0 2,912,000 0.23 111.83

Arroz en EE.UU. 11,000 11,017,000 1001.5 23,642,190 2.15 2149.29Maíz en EE.UU. 4,650 10,539,650 2265.7 26,625,000 2.53 5725.81

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han evolucionado así como sus estrategias para reproducirse; y, destinan otros recursos energéticos a la producción agrícola, y/o agropecuaria, como los provenientes de la migra-ción, el trabajo asalariado, cría de animales domésticos, renta de la tierra, fabricación de artesanías, narcotráfico o incluso lenocinio, como ocurre en algunas regiones del estado. Las estrategias antes descritas son realizadas no por su posición y lógica acumulativa de ganancia, sino por su marginación y necesidad de reproducirse; y, por la pertenencia a una clase no privilegiada, es una autoexplotación, mediante la intensificación de la agricultura y el aumento de la jornada de trabajo, haciendo crecer el excedente de producción que puede verse como mercancía y también como la cantidad de mercancía que puede comprar (Palerm, 2008). Asimismo, al crecer la familia campesina, para asegurar el autoabasto y su reproducción con los recursos disponibles, la unidad expulsa o dispersa a algunos de sus miembros, y son los que en última instancia, pueden aportar con recursos, ya que si bien se dispersa la fuerza de trabajo, esto no oculta el hecho de que la unidad doméstica campesina siga funcionando orgánicamente unida.

5. Disparidad por tipos de producción

Algunos datos de la disparidad, y claros ejemplos de máxima disipación, demuestran que 21 países generan 79.6% del PIB mundial y 62% de la producción agrícola mundial; éstos cuentan con el 15% del total de la población mundial y cada productor agrícola obtiene en promedio $5,22 dólares anuales, ellos tienen un promedio de 8.9 hectáreas por trabajador y utilizan un promedio de 40 kilogramos de fertilizante por hectárea. La otra cara de la moneda es que en 90 países sus productores obtienen ganancias anuales de aproximada-mente $ 550 dólares, tienen un promedio de tierra de 1.3 hectáreas y utilizan aproxima-damente 9 kilogramos de fertilizante por hectárea (Pineda, 2004). El modelo neoliberal impuesto como condición para el desarrollo de los países del tercer mundo, ha ocasionado que las políticas públicas estén encaminadas a defender a la libre empresa y no al pequeño productor.

Cifras para la región Noroeste de Tlaxcala son significativas cuando se hace referencia a los apoyos gubernamentales; por ejemplo, según estimaciones del OEIDRUS9 Tlaxcala en el año 2005, el Distrito de Desarrollo Rural (DDR) 164 correspondiente a la región sur, en Tetlatlahuca se tienen aproximadamente 6000 registros de apoyo para PROCAMPO, en Zacatelco 17000 y en San Lorenzo Axocomanitla 15000; lo que evidencia que son más de 38 mil apoyos tan solo para tres municipios de la región suroeste, esto representa una impor-tante cantidad de parcelas trabajadas para la producción agrícola; no obstante, y a pesar de que el tipo de suelo en toda esta región es muy rico y productivo, los campesinos deben

9 Significa Oficina Estatal de Información para el Desarrollo Rural Sustentable y es un organismo operativo encar-gado de proveer información estadística a los productores y usuarios en general, en el ámbito agropecuario y de desarrollo rural de interés. Asimismo, se encarga de la actualización y difusión de la información sobre producción, precios, esquemas de comercialización, insumos y de comportamiento climatológico; misma que debe ser confiable y oportuna de manera que les permita la toma de decisiones a los agricultores, investigadores y usuarios de la infor-mación para encontrar nuevas y mejores alternativas para su desarrollo productivo, económico y social en el estado de Tlaxcala (citado en http://www.oeidrus-tlaxcala.gob.mx).

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conformarse con pequeñas propiedades para hacer un trabajo intensivo, para lo cual deben incorporar distintas estrategias de cultivo.

Las consecuencias son también dispares en el campo: la producción intensiva acumula subsidios y produce con mejores condiciones, la producción tradicional y su escaso nivel de recursos lleva a los campesinos a: 1. producir con escasos recursos; 2. abandonar las tierras de cultivo; o, 3. convertirse en productores orgánicos por vía de la necesidad más que por conciencia, esto significa que el abastecimiento de energía depende más de compostas y fertilizantes orgánicos que de los inorgánicos.

En el suroeste de Tlaxcala la producción agrícola se ha diferenciado con la entrada de la industria lechera, algunos campesinos han transformado sus parcelas, antes destinadas al cultivo de maíz; al cultivo de alfalfa principalmente, para así abastecer la demanda del sec-tor, incluso a destinar la producción de maíz, que antes era consumida para alimentación del ganado. Asimismo, la región suroeste de Tlaxcala no está altamente tecnificada en la producción de alfalfa; sin embargo, ésta sí depende de ciertos insumos provenientes de los hidrocarburos, que hacen a la producción costeable, pero debido a la misma atomización de la tierra, los productores no logran crear un excedente suficiente para convertirse en pequeños o medianos productores.

Los campesinos que no alcanzaron a cambiar este tipo de producción; por diferentes motivos, continúan cultivando maíz, avena, haba, frijol y alfalfa como base de su produc-ción; y debido a que el principal destino para este producto es el autoconsumo, la inver-sión en insumos inorgánicos resulta un costo adicional que algunos campesinos no están dispuestos a pagar para incrementar la producción y optar por la venta como alternativa de financiamiento o utilidad a los pequeños productores de la región suroeste del estado de Tlaxcala.

La declaratoria de productores en la región respecto del nombre del cultivo central de sus actividades, sólo se centra en el maíz, cuando en realidad existen otros cultivos menores como alfalfa, haba, avena y frijol. En relación con el maíz, haba y frijol, es entendible porque tradicionalmente se ha efectuado con fines de autoconsumo; sin embargo, en relación con la alfalfa y la avena, se debe a una estrategia paralela que ha desarrollado el campesino res-pecto de la producción de maíz porque una importante cantidad de productores cuentan con animales de traspatio y destaca el ganado vacuno para la producción lechera. Ahí radica la importancia de la siembra de alfalfa y avena como fuente de alimentación para el ganado, además de que la mayor parte de la región suroeste tiene humedad todo el año, lo que no hace necesarios los sistemas de riego para la producción. Respecto del trigo y frijol, aunque son reducidas las parcelas que adoptan esta estrategia, la siembra se realiza principalmente con rotación de cultivo para mejorar la recarga de fosfatos.

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6. Condiciones generales de la producción intensiva

Parte de los frutos de las investigaciones militares realizadas durante la Segunda Guerra Mundial, se materializaron en las tecnologías implementadas en la revolución verde. Las políticas gubernamentales se focalizaron en tecnificar el campo. México no fue la excep-ción: las grandes agroindustrias�0 alimentarias contribuyeron a producir el alimento que las grandes ciudades demandaban, pero el propio desarrollo obtuvo también sus costos sociales. La alianza entre grandes productores y el estado exigió el desarrollo de políticas públicas acordes a los intereses del mercado, donde se efectuaban regulaciones tanto para la explotación de los recursos naturales, como la explotación de mano de obra que facilita-ba, al final de todo el proceso, la acumulación del capital.

La articulación fue tal que puso en peligro la misma producción campesina destinada en mayor medida al autoconsumo; y que si bien, antes de la firma del Tratado de Libre Comer-cio de América del Norte (TLCAN), los campesinos mexicanos destinaban una parte de su producción a la venta; hoy en día los bajos costos de producción de las grandes industrias conllevan a la condena económica del campesino, ya que venden sus cosechas a precios irrisorios. En el caso de la producción de maíz por ejemplo, con respecto al precio de la tortilla, alimento básico para el campesino, de 1999 a 2003, el precio real cayó 33% según datos reportados por Alejandro Nadal de El Colegio de México. Pero el costo de los insumos y fertilizantes, fue arrastrado por las alzas del precio de los hidrocarburos, y se incrementó 169% y según reportes de Mestries (2009), la urea pasó de $1,700 en el año 2000 a $3,500 para el 2002. En consecuencia:

el TLCAN generó expectativas para alentar la expansión del sector agroexportador, no obs-tante las asimetrías económicas y sociales con la economía norteamericana y la economía canadiense. Para México, el TLCAN ha venido a ser un eje estratégico para forzar a la moder-nización del sector agropecuario, los productores que reunieron las condiciones inmediatas para elevar la productividad, reducir costos y vender a precios competitivos. Han sido bene-ficiados de este cambio estructural, alrededor del 5% del total; los productores que no han sido capaces de hacerlo, 95% del total, están condenados al desplazamiento del mercado; su producción, a ser sustituida por importaciones de alimentos y materias provenientes de sus socios comerciales (Salinas, 2004:6).

10 Para desarrollar el concepto de agroindustria aquí se retoma lo dicho por Morett Sánchez cuando expresa: “la agroindustria en sentido estricto es aquella cuyo objeto fundamental de trabajo es una materia bruta de origen agrícola. En la producción agroindustrial, por dedicarse precisamente a la transformación de productos agrícolas, inciden los fenómenos biológicos y naturales propios de la agricultura; esto es, que su abastecimiento depende de los ciclos naturales, lo que ocasiona que algunas de estas empresas laboren de manera estacional obedeciendo a las épocas de cosecha, al tiempo que favorecen las condiciones para que el abastecimiento sea irregular en cantidad y calidad. Las agroindustrias generalmente se relacionan directamente con los campesinos y muchas veces con la naturaleza del producto que transforman (perecedero) y les obliga a establecerse en determinadas zonas geográfi-cas” (Morett, s/f:50).

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El marco en el cual se encuentran México y América Latina, es trágico desde varios pun-tos de vista: las relaciones comerciales que se pactaron, de ninguna forma han beneficiado a la mayoría de los productores, y en el mejor de los casos, la competencia es de muchas formas injusta. Esto lo viven campesinos que cuentan con ganado, quienes llegan a vender el producto lácteo entre $ 4.00 y $ 4.50 por litro. Lo anterior es un recurso adicional del productor y está explicado en parte por la atomización de la tierra y las modificaciones realizadas al artículo 27 constitucional y que impactan las formas de trabajo agrícola. En consecuencia, existen diversos procesos de tercer nivel, que suceden en el exterior, pero que inciden considerablemente en la conformación estructural de la región. Por ejemplo, como bien establece McMichael (1999:9-10):

las proyecciones de la oecd han predicho que las exportaciones de maíz norteamericano reducirán los precios de maíz en los mercados locales en un 20 por ciento para el año 2000. Esta reducción en precios internos de maíz va a poner en riesgo a medio millón de fami-lias campesinas con reducciones en su ingreso de un 15 por ciento. De acuerdo con Kevin Watkins, esta situación va a tener un alto costo social reflejado en la reducción del gasto en educación, la dependencia creciente en el trabajo infantil, el deterioro nutricional, y la cada vez mayor participación de la mujer en el mercado de trabajo fuera del hogar con el objeto de compensar la caída en el poder adquisitivo de las familias”, lo que sin duda está condicio-nando la política interna y la intervención de los gobiernos en la materia, reduciendo su radio de acción a medidas compensatorias o desmintiendo políticas internacionales de impacto evidente, que reducen las posibilidad de éxito de los pequeños productores.

En consecuencia, la política económica ejercida por las grandes industrias afecta y con-duce a la pobreza a la mayoría de los campesinos, y no sólo a ellos sino también a los peque-ños y medianos productores quienes se ven opacados también con la desigual competencia que tienen los productores “rivales” en el norte del Continente. Mientras algunos produc-tores norteamericanos son beneficiados con subsidios para diversos insumos, materiales, fertilizantes y semillas, además de sistemas de protección al mercado. Los productores na-cionales se enfrentan a políticas menos amigables, las cuales han sido promovidas por el BM, FMI y la OMC para los países en desarrollo y que son llevadas y aplicadas por nuestros gobiernos al pie de la letra. Como ejemplo tenemos los recursos destinados a la produc-ción agrícola por el programa ASERCA��, los cuales se dirigieron en un 57,7% únicamente a cuatro estados: Sinaloa, Sonora, Tamaulipas y Jalisco (Mestries, 2009), afectando por lo tanto la distribución de recursos públicos en otras regiones del país y por consiguiente a su desarrollo. Lo anterior, no sólo representa una separación productiva a nivel mundial, sino también una división internacional de trabajo, llevando a casos como el nuestro, en donde México tiene que proveer de recursos naturales y de mano de obra barata a los grandes productores. Lo absurdo de las medidas implementadas por organismos internacionales es que las recomendaciones de las políticas económicas que deberían ser llevadas a cabo por todos los países, no son implementadas por quienes las emiten, tal es el caso de EE.UU., lo

11 ASERCA: Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria.

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importante en este acercamiento es resaltar los procesos de tercer nivel que en este caso afectan directamente a la estructura regional.

En la región suroeste del estado de Tlaxcala, la producción agrícola tradicional está enfo-cada principalmente a la producción de maíz; por ejemplo, sólo en tres municipios referidos (Zacatelco, Axocomanitla y Tetlatlahuca), suman 3347 hectáreas para casi el 82 % de la su-perficie total en parcelas agrícolas; le sigue el avena forrajera con 276 hectáreas y aunque no se registra el alfalfa con la intención de crianza de ganado para la producción lechera, básicamente, ésta presenta cantidades muy altas pero no son reportadas por su dificultad de registro, ya que se realizan permanentemente cortes a un mismo sembradío y éste se efectúa generalmente todo el año, aspecto que impide a las instituciones oficiales un segui-miento en las cantidades producidas.

Tabla 5. Comparativo de superficie sembrada en el año agrícola 2005 en Tlaxcala y la región suroeste, por tipo de cultivo tradicional

Fuente: elaboración propia con datos del OEIDRUS Tlaxcala, 2010.

Por otra parte, se aprecia una importante cantidad de haba verde con casi el 5 % y ocupa el tercer lugar en superficie sembrada de los 9 cultivos principales en la región suroeste, esto se debe a las posibilidades de venta para consumo en el mercado interno; pero tam-bién porque las condiciones climáticas y de alta productividad de la tierra facilitan su alta rentabilidad. Si se compara con las cifras estatales, el mismo cultivo ocupa el quinto puesto en esos mismos rubros con apenas el 1 % del total estatal. Lo anterior es evidencia de que el campesino visto como clase social ha sido marginado a producir con el mínimo de recursos energéticos y con un mayor esfuerzo humano en el trabajo promedio por superficie sem-brada, situación característica en zonas donde la atomización de la tierra, el crecimiento urbano y las condiciones climáticas son determinantes en el proceso de producción en sis-temas campesinos tan peculiares como el de la región suroriente del estado de Tlaxcala.

Región Suroeste (Zacatelco,Axocomanitla y Tetlatlahuca) Estado de Tlaxcala

CultivoSuperficie sembrada Porcentaje Superficie sembrada Porcentaje

Avena Forrajera 276 6.7 5775 4.0

Ebo (Janamargo o veza) 64 1.6 249 0.2

Elote 9 0.2 40 0.0

Frijol 131 3.2 7873.5 5.5

Haba grano 17 0.4 974 0.7

Haba verde 195 4.8 1469 1.0

Maíz forrajero 51 1.2 9526 6.6

Maíz grano 3347 81.8 117962.5 82.0

Zempoaxochitl 2 0.0 12 0.0

TOTALES 4092 Hectáreas 143881 Hectáreas

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Sin embargo, la trascendencia de cultivos como el maíz tanto en Mesoamérica como en México, se refleja en la persistencia del campesino a seguir produciéndolo pese a las con-diciones que enfrenta. El maíz como base de la alimentación representa más que un valor de uso, un valor de cambio para el campesino, por la cantidad de usos que el cultivo le sig-nifica; incluso, el maíz amarillo llega a destinarse para el autoconsumo del campesino entre 37 y 40% de la producción, y para el uso pecuario, o alimentación de ganado de traspatio un 20% (Mestries, 2009:88). Si a lo anterior se suma el aporte que representa la siembra intercalada de frijol, calabaza, haba y hierbas comestibles para el humano o animales de traspatio, la contribución en calorías para la reproducción de la familia, representa en gran medida una clave en sus estrategias alimentarias.

Conclusiones

El análisis desde los sistemas disipativos tiene la ventaja de considerar múltiples factores internos y externos que afectan al sistema; con ello podría generarse una multiplicidad de interpretaciones y por tal motivo podría caerse en vaguedades. No obstante, su importan-cia radica en la posibilidad de hacer un recorte dejando de lado el enfoque tradicional, para ingresar este encuadre teórico relativamente reciente.

El resultado de este trabajo muestra cómo fenómenos internos y externos afectan al metabolismo y repercuten en la estructura productiva; con ello, inciden en la toma de de-cisiones de la unidad campesina, que para asegurar su reproducción genera diversas estra-tegias complementarias del ingreso. La baja dependencia de la producción tradicional a los insumos energéticos derivados del petróleo, genera una articulación con sus recursos que, al encontrarse de manera más abundante, son utilizados como un remanente energético, el cual satisface las necesidades básicas para su producción y reproducción. Los efectos de las políticas públicas sobre el medio rural, han implicado reacomodos en su misma or-ganización; y, fenómenos como la atomización de la tierra, repercuten en la cantidad de producción que no es suficiente, marginando a los productores a condiciones únicamente de autorreproducción.

Las características propias del metabolismo en el suroeste de Tlaxcala y su riqueza na-tural, caracterizada por las bondades de un suelo altamente productivo y clima favorables, han contribuido a que algunos campesinos se conviertan en pequeños productores, obte-niendo un margen de ganancia, que les permite adaptarse a las fluctuaciones del sistema. Otros productores con menor cantidad de tierra han promovido estrategias que les ayudan a sobreponerse y resistirse a la extinción ante las fluctuaciones e inconvenientes que se derivan de factores externos. Una u otra estrategia puede entenderse desde el análisis del sistema global o general, pero provocan particularidades específicas al bosquejar los ele-mentos naturales y sociales que se manifiestan en un determinado metabolismo.

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Francisco Castro Pérez�

Resumen

A casi cien años del inicio del movimiento armado y la lucha agrarista que permitió la crea-ción del ejido, y a pesar de las reformas jurídicas impulsadas por el gobierno federal en 1992, esta célula social y productiva se resiste a cambiar su régimen social a favor del do-minio pleno, alterando las expectativas del desarrollo regional soñado por los teóricos y los políticos neoliberales.

En este documento, a través del relato de la historia de vida y la crisis identitaria de un hijo de ejidatarios que tuvo que emigrar de su pueblo para cursar estudios universitarios, se analizan las contradicciones jurídicas que llevan al protagonista a proponer modificaciones al Reglamento Interno del ejido, o a solicitar el dominio pleno de su parcela. Este intento de exorcizar el ejido, provocará su desafuero colectivo, tambaleando su sentido de pertenen-cia, pero cimbrará también el status quo del núcleo ejidal.

Presentación: las primeras palabras

Habitualmente, la discusión académica sobre los conflictos sociales, derivados de los cam-bios de la política agraria neoliberal, instrumentada en México en los últimos quince años, se centra en la contrastación de diversos enfoques teóricos y se apoya en un fuerte basa-mento documental y estadístico. Esta modalidad analítica, resulta claramente pertinente para realizar análisis macroestructurales, pero tal vez no sea la más apropiada –mucho me-nos la única– para dar cuenta de las expresiones “micro”, de las transformaciones y disputas intracomunitarias que se dan en los mundos rurales (glocales) contemporáneos.

Por ello, en este documento, a través del relato de una historia de vida individual y la

crisis identitaria del sujeto protagónico, se analiza la viabilidad (y la vitalidad) de un ejido tlaxcalteca como célula social y productiva, en un contexto económico de crisis y donde la normatividad jurídica favorece e impulsa el fin de la propiedad social a favor de la propie-dad privada.

1 *Profesor-investigador de El Colegio de Tlaxcala, e integrante del grupo de investigación denominado Sociedad, Ambiente y Desarrollo Regional del Doctorado en Desarrollo Regional.

Exorcisando el ejido: crónica

de un desafuero

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En el texto se coloca también sobre la mesa, el debate inacabado sobre la tragedia de los comunes (Hardin, 1968), y el gobierno de los comunes (Ostrom, 2000), representados, respectivamente, por las visiones de los campesinos que consideran conveniente adoptar el dominio pleno, y de los ejidatarios que siguen defendiendo a capa y espada el acceso comunitario a las áreas y recursos no abiertos al cultivo.

Vale decir también, que aun cuando este trabajo centra su atención en un conflicto par-ticular entre un ejidatario y sus compañeros, es decir de un ejido en particular, involucra necesariamente un contexto más amplio –el del municipio y la región– incorporando a la discusión la importancia de conservar o modificar las estructuras ejidales en aras de un de-sarrollo regional incierto, construido históricamente como resultado de las combinaciones entre las presiones de fuerzas externas, y las resistencias y acomodamientos internos.

Siguiendo estos planteamientos, se advierte al lector que en este documento no encon-trará una gran discusión teórica, sino una prolija descripción de hechos. La descripción de la crisis identitaria de un migrante rural, que siendo nieto de peones de hacienda, e hijo de ejidatarios, alcanza un doctorado en ciencias sociales a la vez que obtiene, por derecho de sucesión, el status de ejidatario, reinsertándose en su núcleo social de procedencia.

Sin embargo, un acuerdo de asamblea general de ejidatarios incorporado en el Regla-mento Interno del ejido, pero que limita el derecho de uso íntegro de la superficie parcela-da y contraviene las disposiciones establecidas al respecto en la legislación federal, lleva al protagonista de este relato, a establecer una controversia con sus compañeros ejidatarios que hace cimbrar la existencia misma de esta unidad social y productiva creada en el marco del movimiento agrarista del siglo pasado. ¿Puede acaso una iniciativa individual, trastocar la estructura social, o la fuerza de ésta se impone irremediablemente a los intereses del sujeto? Vieja discusión sociológica cuya vigencia es indudable.

Aunque en el texto, por motivos precautorios están modificados los nombres de per-sonas y lugares, éstos existen en la vida real y constituyen un ejemplo más de las luchas económicas, políticas, jurídicas, ambientales y culturales, que se libran en el mundo de la nueva ruralidad campesina, en los espacios agrarios que sobreviven dentro del contexto neoliberal globalizante, en los ámbitos marginales del subdesarrollo menos atendidos y más agredidos del México contemporáneo.

La insurrección del protagonista de esta historia, dinamita desde adentro la estructura

ejidal, pone en jaque el control caciquil de los líderes locales y el manejo de los recursos en las tierras de uso común. El reclamo por los derechos agrarios se transforma en una suerte de exorcismo al ejido, que lleva implícita la descalificación de sus compañeros ejidatarios; el desafuero colectivo que cuestiona a fondo su sentido de identidad y de pertenencia. Cues-tiones tradicionalmente estudiadas por la ciencia del hombre y la cultura: la antropología.

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Por otro lado, aquí se presenta una situación sui géneris, donde parte de las superficies parceladas, siendo del dominio privado de cada ejidatario, son entendidas de acuerdo al Reglamento Interno, como áreas de uso público, y esta apreciación colectiva, choca con la visión de los particulares que reclaman la explotación individual de la superficie amparada por sus certificados parcelarios.

Los titulares de las parcelas no pueden aprovechar en su beneficio la piedra, leña muerta o heno de los tlatellis, los cuales son reclamados como recursos comunitarios, pero el ejido tampoco ha podido explotar los materiales pétreos, ni ha impulsado la reforestación de estas áreas. Solamente los agricultores que tienen ganado se han beneficiado de los pas-tos, en tanto que el heno de los encinares es vendido por los representantes del ejido para allegarse algunos recursos monetarios.

Visto así, el régimen ejidal y los acuerdos incorporados en el Reglamento Interno, han contribuido a la conservación de los escasos recursos naturales disponibles en estas áreas ejidales, pero no apuntan a garantizar un futuro sostenible. Modificar el Reglamento, per-mitiendo que los titulares de las parcelas aprovechen para si los materiales que se encuen-tran en los tlatellis, u otorgar el dominio pleno a los ejidatarios interesados, ¿significa nece-sariamente la sobreexplotación y el deterioro de los ecosistemas?

Ésta es una pregunta que vale la pena plantear para el campo tlaxcalteca y para el campo mexicano; por lo menos para las regiones donde aún predominan la economía y la agricul-tura campesina. El rumbo que siga el desarrollo rural y el desarrollo regional, está vinculado inevitablemente al destino de la institución ejidal y su gente.

1. La primera crisis identitaria

En 1979, la esposa del medio hermano de su padre, le había dicho en medio del festejo que organizó la familia para celebrar su graduación como técnico en ciencias de la salud: “sobrinito, tú ya no perteneces aquí”. En ese momento el joven de 20 años –que la gente conocía coloquialmente con el nombre de Tetzahuitl– no entendió cabalmente el sentido de tan lapidaria frase, y sólo atinó a voltear, sorprendido, hacia su tía política. No pidió acla-raciones, tampoco consintió o negó, pero aquella afirmación abrió un debate interno sobre su identidad, que lo acompañaría –como a cualquier migrante– a lo largo de su vida.

¿Por qué le decían que él ya no era parte del pueblo donde nació, de la casa donde había

vivido su infancia y adolescencia, de su pequeña familia nuclear? Su madre lo había parido, con ayuda de una partera, en la misma casa donde ahora se festejaba su graduación: una amplia casona con troje, pajar, macheros, chiqueros, un corral “grande” donde se deposita-ba el estiércol del ganado y la leña, tres corrales chicos utilizados para tender la ropa, culti-var calabazas y chilacayotes, o para criar gallinas y guajolotes, cocina “de humo” (donde se hacían las tortillas), comedor, sala, varios “cuartos” o recámaras, un pozo donde se captaba el agua de lluvia, y una huerta sembrada de rosales y bugambilias.

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Como niño campesino, había convivido con animales domesticados y silvestres: vio na-cer a potrillos y corderos, becerros y lechones, presenció la capazón de los cerdos, la tras-quila de las ovejas y el herraje de los caballos, aprendió a apreciar el olor fétido del zorrillo, el golpeteo del pájaro carpintero sobre los troncos, o el sonido preventivo de la víbora de cascabel. Su paladar se acostumbró a los gusanos (iztacuillis y chinicuillis) de maguey, la carne de conejo, la salsa hecha en molcajete, los quelites, los esquites, tamales y tlaxcallis, los capulines y tejocotes.

Por las mañanas, vio cómo los agricultores iban a los campos de labor detrás de sus

yuntas, y cómo regresaban los pastores por las tardes detrás de su rebaño. Antes de que amaneciera, su oído se acostumbró a oír el rebuzno y el trote de los asnos arreados por los tlachiqueros, el lejano silbido del tren transoceánico, y más tarde, el repique de las campa-nas que anunciaban, en la iglesia de la cabecera municipal, la primera misa del día.

Obedeciendo las órdenes de sus padres, aprendió a uncir a los asnos, a ponerles las

castañas para ir a traer agua de los dos jagüeyes que había en el pueblo, o a colocarles la angarilla para echar en ella las hojas secas del maguey (“mesotes”) que se necesitaban en casa para hervir el maíz (nixcomitl), con el que se harían las tortillas, o para calentar el agua con la que se bañaría la familia.

Al regresar de la escuela, debía cumplir –en diferentes días– con algunas tareas: barrer

los chiqueros o los macheros, ir a la “arcina” y acarrear pastura seca para las mulas, ir a cortar trébol, malva u otros “jegüites” (xihuitl) para alimentar a los cerdos, o ir al magueyal para traer a casa el aguamiel que su abuela utilizaba para fabricar el pulque doméstico.

Por las noches, alumbrados apenas por la débil luz de la lámpara de petróleo, y mientras

se cocinaba la cena en el tlecuil o en el anafre de carbón, los mayores comentaban los he-chos del día, repetían las anécdotas de su vida, o contaban historias tenebrosas de brujas, naguales y aparecidos, que atemorizaban a cualquiera.

En este pequeño mundo rural, en un pueblito llamado Tequequilpan, que en 1960 tenía

menos de 300 habitantes, y formaba parte del municipio tlaxcalteca de San Judas Tadeo, donde la carretera y la luz eléctrica apenas habían llegado, y donde tener agua potable era un sueño, ahí le había tocado nacer. Oyó decir que su pueblo era muy antiguo, de origen acolhua, que en el monte hubo una iglesia vieja porque ahí vivía la gente, luego bajaron al llano los franciscanos, que algunos vecinos, al labrar sus campos, encontraban ídolos e ixtetes.

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Foto 1. El pueblo de Tequequilpan

Fuente: fotografía del autor.

Sin embargo, oyó decir también, que las tierras ahora cultivadas por los campesinos, fueron arrebatadas a las haciendas de la región, por los agraristas y revolucionarios que tomaron las armas para no seguir siendo peones generación tras generación. Esta lucha ha-bía dado lugar a la creación del ejido, y los campesinos, ahora llamados ejidatarios, fueron beneficiados en 1924 y 1937 respectivamente, con una dotación y una ampliación ejidal.

Ser ejidatario, permitía tener en usufructo una parcela propia para dedicarla al cultivo, y tener acceso también, a las tierras de uso común del ejido, utilizadas colectivamente para el pastoreo, la caza y la recolección. Ser ejidatario implicaba trabajar permanentemente la tierra de labor, so pena de ser privado de los derechos agrarios, realizar faenas gratuitas (desazolve de zanjas, jagüeyes, compostura de caminos), y tomar decisiones conjuntas en asamblea general; el máximo órgano de gobierno ejidal.

La tierra repartida, como en otras partes de la región y del país, no alcanzó para todos los demandantes y toda vez que en 1939 no aceptaron formar un nuevo núcleo agrario a expensas de la hacienda de Mazahuacan, localizada en un municipio cercano, sus derechos fueron dejados a salvo para una futura expropiación que ya no llegaría jamás.

En los años siguientes, la exigua superficie que obtuvo el ejido en los procesos de dota-

ción y ampliación (723 hectáreas de tierra laborable y 92 hectáreas de cerril destinadas al uso común) no bastaría para satisfacer una demanda lenta pero sostenida de los jóvenes hijos de ejidatarios, propiciando diversos conflictos y la formación de estructuras caciquiles organizadas en torno a la figura del Comisariado Ejidal.

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Tener el control del Comisariado, representó tener el poder de gestión ante las autorida-

des agrarias, decidir sobre el reparto o la privación de derechos, y asumir, por lo tanto el pa-pel de líderes comunitarios respetados u odiados, por los beneficiados o los perjudicados.

Entre 1940 y 1980, un par de familias dirigieron los destinos del ejido y sus apellidos

(Beristain, Valadéz) quedaron registrados como integrantes sempiternos del Comisariado; ya sea en la presidencia del mismo, en funciones de secretario, tesorero, o formando parte del Consejo de Vigilancia.

Su largo dominio fue apenas interrumpido por la participación, entre 1980 y 1990, de un

grupo opositor que apoyó a Feliciano Ortegón y a José (“pepe”) Camarena. Sin embargo, esta fugaz presencia, sólo sirvió de preámbulo a una nueva toma del control por el grupo dominante, en cuya gestión se llevó a cabo la elaboración del Reglamento Interno del ejido y la ejecución del Programa de Certificación de Derechos Parcelarios (PROCEDE).

De este modo, el joven festejado aquella tarde de 1979, tenía medianamente clara su

condición de nieto de peón de hacienda, de hijo de ejidatarios, y de su pertenencia pueble-rina; sus recuerdos y afectos estaban ligados a una historia personal de 18 años en Teque-quilpan, apenas modificada por la estancia de año y medio en la ciudad de México, donde había ido a estudiar una carrera técnica en ciencias de la salud, pensando en regresar a trabajar en la clínica de campo inaugurada 2 años antes.

Por su mente no pasaba que de no obtener empleo ahí, y para poder ejercer su oficio, tendría que salir de su pueblo natal, emigrar e ir a residir en alguna ciudad que contara con clínicas u hospitales dotados con los equipos de radiodiagnóstico que él podía manejar. Esta visión estaba perfectamente clara para su tía política, la de la frase apocalíptica: “tu ya no perteneces aquí”.

En los años siguientes, la cruda realidad confirmaría el planteamiento de aquélla buena mujer: el joven técnico, obtuvo empleo en diferentes ciudades del Bajío, de la capital de la república y del estado de Puebla. Sus regresos a la casa materna se fueron espaciando, la amistad con los amigos de la infancia y los compañeros de la escuela se fue diluyendo, y el vínculo con la tierra y las actividades agropecuarias también se debilitó.

2. El reencuentro y las dudas por la pertenencia

Diez años después, por azares del destino, el migrante campesino había obtenido un título universitario en ciencias sociales y ya no ejercía su oficio técnico. Su visión del mundo se había ensanchado mediante el aprendizaje en aulas y el contacto con sociedades rurales y grupos indígenas. La sensibilidad hacia la cultura propia, alterada por el contacto con el modo de vida urbano, experimentó un proceso de reconfiguración, propiciando un nuevo acercamiento a sus orígenes, que se materializó con su participación en la defensa de las

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propiedades agrícolas familiares, durante un proceso de expropiación impulsado por las autoridades ejidales de su pueblo natal a finales de los años ochenta.

En aquella ocasión, las autoridades ejidales recordaron un decreto presidencial de 1924,

que asignó carácter de ejido tanto a las tierras de labor expropiadas a las haciendas circun-vecinas (San Miguel, San Serafín, San Bartolo), como a los terrenos del fundo legal donde estaba asentada la población desde hacia centurias.

Amparados en tal decreto, y apoyados por las instituciones agrarias así como por el po-

der ejecutivo estatal, las autoridades ejidales de Tequequilpan, lograron la expropiación de las pequeñas propiedades que detentaban algunos vecinos, entre ellas: las 6 hectáreas de la parcela denominada La Trinidad que perteneció al abuelo materno del migrante campe-sino convertido en antropólogo.

El desenlace desfavorable de esta disputa, marcó un segundo momento de ruptura iden-

titaria: ¿cómo seguir perteneciendo a una comunidad que se había unificado para privar de una posesión agraria a la familia? Si bien, era de reconocerse que hubo un ofrecimiento (desestimado por sus padres) de conservar la parcela bajo el régimen de ejido, y que el gobierno del estado pagó una indemnización a los particulares, las rencillas que se crearon con varios vecinos, y el dolor de ver perdida la posesión, propiciaron un nuevo distancia-miento hacia el resto de la población.

Por otro lado, la reinserción identitaria del flamante licenciado en ciencias sociales, se

dificultó aún más ante los brutales cambios ecosistémicos y culturales que generó la mo-dernización productiva en la región: la implantación del monocultivo cebadero y el paquete tecnológico correspondiente (maquinización, uso de energía fósil, agroquímicos); así como la acción impune de los mixioteros, contribuyeron a provocar la eliminación de la planta de maguey, los cultivos asociados, las semillas criollas, el abono orgánico, y la biodiversidad local.

Los herbicidas, insecticidas y fungicidas, utilizados para el control de las malezas y las

plagas, estaban arrasando con plantas comestibles y medicinales, con una gran variedad de fauna silvestre, y provocaban fuertes intoxicaciones entre la población campesina. La siem-bra obligada de semillas híbridas y de maíz blanco, desplazó diversas variedades criollas, generando la pérdida de una fortuna genética y del conocimiento campesino.

Los suelos agrícolas dejaron de recibir abono orgánico y perdieron la protección de las

cercas de maguey, lo cual propició la disminución paulatina de su capacidad productiva y fa-cilitó la acción erosiva del viento y el agua. Incluso, la falta de los esquilmos o rastrojos que dejaba la producción agrícola tradicional, obligó a los ganaderos a ejercer mayor presión sobre los exiguos pastos de las tierras comunales situadas en los montes.

Paralelamente, se daba la modernización, industrialización y urbanización de la cabe-cera municipal y los pueblos administrativamente sujetos a ella, si bien había dotado a

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sus habitantes de una serie de servicios sanitarios, educativos y de comunicación: drenaje, agua potable, clínicas, escuelas, carreteras vecinales, trajo consigo graves consecuencias ambientales como la producción de crecientes volúmenes de basura arrojada en tiraderos a cielo abierto o en las barrancas, y la generación de aguas residuales vaciadas también en las barrancas.

Estos fenómenos eran poco visibles ante la relativa bonanza económica de una pobla-ción campesina que aún recibía diversos apoyos del gobierno federal y sus instituciones: créditos y seguro agrícola, precios de garantía, asistencia técnica, y que había logrado incor-porar en las décadas de los años setenta y ochenta, a muchos de sus hijos en las modestas fábricas del municipio, en el complejo industrial de San Bernardino, Contla, o en la empresa maltera que se asentó en la zona para comercializar la producción cebadera de la llanura.

Este relativo desarrollo económico y social de la región, llegó a su fin al iniciarse la déca-

da de los años noventa: a la quiebra de las industrias de San Bernardino, se sumó el retiro del apoyo que el Estado mexicano había brindado a quienes Arturo Warman (1979), bauti-zó como “los hijos predilectos del régimen”: los campesinos.

El proceso de industrialización se retrajo y la agricultura quedó sujeta al juego de las

fuerzas del mercado, dejando como únicas opciones económicas a las actividades del co-mercio y los servicios, y provocando la emigración hacia otras entidades del interior del país primero, y hacia los Estados Unidos y a Canadá posteriormente. En menos de un siglo, una economía predominantemente agrícola, decaía sin poder sostener su intento de industria-lización y se encaminaba hacia su tercerización.

Ante este panorama tan desfavorable, ¿por qué alguien querría mantener sus nexos

identitarios con el mundo que lo vio nacer? El idealizado paraíso de la infancia ya no estaba ahí, los amigos se habían tornado enemigos, y un presente, bajo una mirada crítica advertía de un futuro aciago.

3. Los esfuerzos por reinventarse y la debacle campesina

A comienzos del nuevo siglo, el “prófugo del arado” que por azares del destino, decidió estudiar ciencias sociales, había cursado los estudios de maestría y estaba por alcanzar el nivel doctoral. Eligió trabajar una línea de investigación sobre ambiente y cultura en socie-dades campesinas e indígenas, y en las tesis de ambos posgrados, abordó diversos proble-mas socioambientales del municipio en que nació.

Pero mientras realizaba sus investigaciones, en el transcurso de la década de los noven-

ta, los campesinos enfrentaban los efectos adversos de un Programa de Modernización del Sector Agropecuario y Forestal (1988-1994), que declaraba el fracaso del minifundio ejidal y la agricultura campesina por su incapacidad para abastecer el mercado interno, exportar y generar divisas, así como su decreciente aportación (5 %) al Producto Interno Bruto.

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Se afirmaba también, que era necesario dar fin al rezago agrario, aclarar, de una vez por todas a los “herederos de promesas”, que el reparto agrario había concluido, dar certeza jurídica a los agricultores en activo, reconocer la personalidad jurídica de los núcleos de población ejidal, y atraer la inversión hacia el campo.

Después de 75 años de existencia, el proceso de Reforma Agraria iniciado en 1917, llega-

ba a su fin en 1992, por la vía de las modificaciones jurídicas al artículo 27 constitucional y la publicación de la Ley Agraria (LA).

Para poner en práctica las nuevas disposiciones jurídicas, se crearon nuevas institucio-

nes: el Registro Agrario Nacional (RAN), la Procuraduría Agraria (PA), los Tribunales Agrarios (Unitarios y Superior), y se echó a andar el Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares (PROCEDE).

Con estos ajustes jurídicos, se esperaba que la inversión fluyera modernizando el sector

y reactivando la actividad productiva. Los críticos de esta reforma –a la que consideraban contra reforma agraria– pronosticaron una galopante concentración de la tierra en pocas manos como nueva forma de latifundismo.

Sin embargo, la ausencia de una política agropecuaria favorable a los productores mexi-

canos que acompañara los cambios jurídicos e hiciera posible la recuperación del sector, la brutal devaluación del peso en 1994, y la apertura comercial impulsada a través del Tratado de Libre Comercio, establecido con Estados Unidos y Canadá, entre otros factores, hicieron de la agricultura una actividad económica de baja rentabilidad. ¿Para qué comprar tierra si los costos de producción no se recuperan, o no permiten obtener ganancias significativas, ante los bajos precios a los que se tienen que vender las cosechas de los productores nacio-nales? ¿Cómo ser competitivos sin subsidios federales y contando únicamente con el magro apoyo de programas compensatorios como el PROCAMPO?

Al paso de los años, sólo la agricultura empresarial representada por algunos produc-

tores de hortalizas, flores de ornato, o frutas, obtuvieron éxito en el contexto de apertura comercial predominante. La agricultura de subsistencia, por el contrario, no solamente se estancó, sino que entró en proceso de franco retroceso.

En el centro del país y muy específicamente en la zona noroeste del estado de Tlaxcala,

el campo se descapitalizó, los hombres que se quedaron cultivando los campos enveje-cieron, las tierras perdieron progresivamente su materia orgánica, y la alta siniestralidad climática fue haciendo cada vez mas riesgosa la actividad agrícola.

En este contexto tan desfavorable, en el transcurso del año 2004, el protagonista de esta

historia, vivió dos sucesos contrastantes: la obtención del grado doctoral y la muerte de su padre, quien le designó como primer sucesor de su parcela ejidal, a la que todos en el pueblo conocen como el “Llano del Tecuani”.

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Esta parcela, localizada en un Mal País (nombre que daban los españoles a los terrenos montuosos y pedregosos), situado a tres kilómetros de Tequequilpan, tiene una superficie cercana a las 10 hectáreas, pero solamente 6 de ellas son laborables; el resto forma parte de montículos rocosos a los que localmente se les denomina Tlatellis, donde crecen algunos encinos (Quercus sp.), arbustos como el tepozán (Budleja Lanceolata), plantas de matorral xerófilo como nopales y biznagas, así como hierbas y pastos que sirven de alimento al ga-nado.

Foto 2. Los Tlatellis: santuarios en disputa

Fuente: fotografía del autor.

Ante el deceso del titular de esta parcela, en el transcurso del año 2005, el sucesor hizo los trámites necesarios para adquirir los derechos sobre la misma, pero la dejó en arren-damiento hasta el año siguiente (2006). Para el año de 2007, el nuevo titular de la parcela decidió trabajarla por sí mismo y probar suerte sembrando un cultivo comercial: árbol na-videño.

Al tomar esta decisión, se dio cuenta de que este cambio de cultivo implicaba, entre

otras cosas, disponer de un capital inicial considerable, esperar alrededor de 7 años para obtener dividendos del primer corte, contar con asesoría técnica para la selección de la planta, así como la siembra, fertilización, poda y venta. También le quedó claro que era necesario cavar un embalse que permitiera acopiar agua de lluvia para los riegos de la plantación en época de estiaje, y que era imprescindible levantar una cerca perimetral que impidiera el paso del ganado por el área sembrada.

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Es en este intento de encontrar una alternativa a la producción del monocultivo ceba-dero, cuyos efectos ambientales negativos ya hemos descrito, cuando el nuevo titular del “Llano del Tecuani” recibió la notificación del presidente del Comisariado Ejidal (CE), de que en el Reglamento Interno (RI) del ejido, se estipula que el ejidatario solamente tiene derecho de uso sobre la superficie cultivable, mas no así sobre las áreas la piedra, la madera seca o el heno que se encuentre en los tlatellis de la parcela, pues éstos pertenecen al ejido como en las áreas de uso común.

Esta restricción interna, fue considerada por el afectado como una la limitación de sus

derechos de uso, y un problema de indefinición jurídica, que lo decidió a iniciar una contro-versia y a confrontar nuevamente sus raíces culturales e intereses económicos con los de sus vecinos y compañeros.

4. El reclamo y el desafuero: la identidad a prueba

En febrero de 2008 el interesado acudió a la Procuraduría Agraria (PA) para solicitar su asesoría e intervención, presentando un documento en el que, después de acreditar su per-sonalidad como ejidatario en pleno uso de sus derechos, describía cómo en el apartado “A” del artículo 16 del capítulo segundo (De los derechos y obligaciones de los ejidatarios) del Reglamento Interno (RI), aprobado en Asamblea General de ejidatarios el 18 de septiem-bre de 1997, se estableció que: “…en aquellas parcelas donde se hayan asignado derechos individuales, y se encuentre en estas tierras, piedra, leña muerta y heno, dichos recursos seguirán siendo de uso común”. De igual manera, en el artículo 59 del capítulo séptimo (De las tierras parceladas) se asentaba: “…en aquellas parcelas donde se encuentre piedra, leña muerta y heno, seguirán siendo los recursos existentes en ellos de uso común. Una vez que dicha superficie sea apta para las actividades agrícolas, los ejidatarios que tengan reconoci-dos derechos, pueden hacer el uso y disfrute de la misma”.

Estas disposiciones internas, continuaba reclamando el afectado, contravienen también

los artículos 76 y 77 sección 6ª (De las tierras parceladas), de la Ley Agraria (LA) vigente, que otorgan al ejidatario el derecho de aprovechamiento, uso y usufructo de su parcela (artículo 76), y donde se señala enfáticamente que: “…en ningún caso la asamblea ni el comisariado ejidal podrán usar, disponer o determinar la explotación colectiva de las tierras parceladas del ejido, sin el previo consentimiento por escrito de los titulares” (artículo 77).

Partiendo de estas contradicciones jurídicas, el ejidatario en cuestión, solicitó a los fun-

cionarios de la PA, su intervención para llevar a cabo la revisión, y en su caso, la modifica-ción, de los apartados del RI que limitan los derechos de uso del propio demandante, y otros ejidatarios, cuya parcela estaba en la misma situación.

La PA procedió a notificar a los miembros del CE, y éstos acudieron a una reunión de avenimiento, realizada en las oficinas de la institución el 5 de marzo de 2008. Al enterarse de la petición del quejoso, la rechazaron de inmediato y se dijeron incapaces de resolverla

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sin el acuerdo de sus representados, por lo que se decidió discutir el asunto en asamblea general.

El 16 de mayo de 2008, en segunda convocatoria, se llevó cabo la asamblea general,

interviniendo en primer lugar el ejidatario afectado, quién públicamente manifestó que lo dispuesto en algunos apartados del RI limitaba sus derechos de uso en la superficie par-celada de la cuál era titular, por lo que consideraba conveniente solicitar a la asamblea su autorización para revisar, y en caso, modificar tales apartados.

Los representantes de la PA, por su parte, confirmaron que lo estipulado en algunos ca-

pítulos del RI, contravenía, en efecto, las disposiciones de la LA, cuyo carácter federal, la co-loca por encima del RI; sugirieron la conveniencia de actualizar el RI, y aclararon que según el artículo 61, sección tercera del capítulo segundo de la LA (De las tierras ejidales), el ejido tuvo 90 días naturales posteriores a la resolución para impugnar que las áreas de los tlate-llis, hayan quedado dentro de las superficies parceladas; a diez años de distancia; aclararon que la asignación actual, como lo señala el artículo mencionado, es: “firme y definitiva” y que ya no era jurídicamente procedente reclamarlas como tierras de uso común.

Los miembros del CE y otros ejidatarios intervinieron para reconocer los errores jurídicos

del RI y argumentaron que fue un error técnico del Instituto Nacional de Estadística, Geo-grafía e Informática (INEGI), al realizar los trabajos cartográficos; plantearon que los demás ejidatarios sabían y estaban de acuerdo en que la piedra, madera y heno de los tlatellis eran de uso común, y propusieron una nueva medición antes que conceder el uso de los tlatellis al actual demandante u otros ejidatarios que llegaran a plantear el mismo reclamo.

Ante este planteamiento, los funcionarios de la PA aclararon que no sería posible realizar

ninguna remedición sin el consentimiento escrito de los titulares de las parcelas, y que los ejidatarios tendrían que pagar los trabajos técnicos, toda vez que el Programa de Certifica-ción de Derechos Agrarios (PROCEDE) había concluido sus trabajos en Tlaxcala varios años atrás.

Al conceder nuevamente el uso de la voz al demandante, éste planteó a la asamblea,

dos opciones más:1. Una permuta; él dejaría la parcela con tlatellis a cambio de otra parcela con igual su-

perficie localizada en áreas de la planicie.2. Que le concedieran el cambio de régimen; de ejido a dominio pleno.En relación al primer planteamiento, nadie manifestó interés y enfatizaron que en caso

de ocurrir, no sería por las 10 hectáreas que ampara el certificado parcelario del demandan-te, puesto que la superficie de los tlatellis (alrededor de 4 hectáreas) se consideraba como tierra de uso común.

Con respecto a la segunda propuesta, uno de los ejidatarios –y líder del grupo caciquil que ha dirigido las decisiones del CE– alzó la voz para decir: “¿Cómo se le va a autorizar dominio pleno en el monte? Se quedaría con la tierra de cultivo y la piedra de los tlatellis.

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La piedra de los tlatellis en el monte es para nuestros hijos. En las tierras de la llanura se te podría conceder, pero nunca en las tierras del monte”.

Se dio paso a la votación, y ésta fue apabullante: 2 votos a favor por 70 votos en contra de revisar y / o modificar el RI, de concederle dominio pleno, o autorizar cualquier permuta a favor del demandante. Para cerrar la reunión, los representantes de la PA conminaron al demandante y los miembros del CE, a acudir posteriormente a sus oficinas para oficializar el desestimiento del demandante o la continuación del proceso.

Al concluir esta primera batalla, un sentimiento de culpa y derrota invadió a Tetzahuitl. La unión de los ejidatarios en defensa de los recursos que se consideran de uso común, aun-que hayan quedado certificadas dentro de las áreas parceladas individuales, demostraba una gran conciencia y solidaridad, la vitalidad de los lazos consanguíneos y de parentesco, o en el peor de los casos, ilustraba el control caciquil de algunos líderes comunitarios y los representantes ejidales. Él quedó exhibido como un tipo ambicioso que pretendía apropiar-se de recursos considerados por los demás ejidatarios como de uso común, y entró en un proceso de exclusión social y crisis identitaria.

Las dudas hicieron su aparición: ¿Las superficies de los tlatellis fueron segregadas del área determinada como tierras de uso común en los procesos de dotación y ampliación? ¿La parcela paterna tenía una superficie menor antes de que el PROCEDE hiciera acto de presencia? ¿Hay alguna institución pública que pueda obligar al ejido a revisar y / modificar el RI, o es una atribución exclusiva del ejido? ¿Se había concedido dominio pleno a algún vecino antes que él? ¿Convendría vender la tierra heredada para evitar mayores confronta-ciones, aunque esto significara firmar su desarraigo?

Al paso de los días y los meses, el sentimiento de culpa y las dudas se fueron disipando. Los miembros del CE y su Comité de Vigilancia no acudieron a firmar el acta de la asamblea realizada en mayo de 2008 y cuando el visitador agrario se las envió, no la devolvieron, argumentando que no estaban de acuerdo con la redacción, se supo que ellos azuzaron a los campesinos para que fueran a votar en contra, y ya había antecedentes de otros peticio-narios a quienes la asamblea ejidal concedió dominio pleno.

Por otra parte, la revisión de la Carpeta Básica del ejido, el Historial Agrario y el expe-diente de Usufructo Parcelario Ejidal (del año 1989), radicados en el archivo de la Delega-ción Tlaxcalteca del Registro Agrario Nacional le permitieron comprobar que:

• Las 92 hectáreas de uso común, eran resultado de la suma de 36 hectáreas de super-ficie cerril, otorgadas al ejido en la dotación de 1924, y más otras 56 hectáreas –también cerriles–, obtenidas en la ampliación de 1937. Los tlatellis situados dentro de las tierras parceladas nunca fueron contemplados como tierras de uso común.

• La unidad mínima de dotación en la región era de 3 hectáreas y la máxima de 8 hectá-reas laborables; la parcela del “Llano del Tecuani” –comenzada a trabajar por el padre de Tetzahuitl en 1960– solamente tiene 6 hectáreas laborables y casi 4 hectáreas de tlatellis.

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• Esta parcela formó parte de una superficie de 80 hectáreas aproximadamente, que en la ampliación de 1937 fue respetada a favor de la ex hacienda de San Serafín, pero el aban-dono de los dueños, provocó que los campesinos sin tierra de los ejidos de Coaquilpan, Tequequilpan, y Cuautlan, los tomaran en posesión y los abrieran al cultivo en la década de 1960.

• Después de 30 años de posesión, la Secretaría de la Reforma Agraria, en cumplimiento de una resolución de la Comisión Agraria Mixta emitida en septiembre de 1990, reconoció el derecho de los posesionarios, expidiendo los certificados de derechos agrarios respec-tivos, garantizando el uso y disfrute de los derechos concedidos por la Ley Federal de la Reforma Agraria todavía vigente.

Contando con esta información, y con base en el artículo 5°, capítulo IV del Reglamento Interior de la Procuraduría Agraria, el 13 de junio de 2008, Tetzahuitl decidió solicitar a la Delegación Tlaxcalteca de esta dependencia federal, el nombramiento de un árbitro ante el cual las partes involucradas, presenten sus pruebas y realicen los alegatos correspon-dientes. A finales del mes de julio de ese año, la PA contestó negativamente la petición, notificando al promovente que este procedimiento solamente surte efecto, si ambas partes están de acuerdo en solicitarlo.

Tetzahuitl procedió entonces a invitar por escrito al presidente del CE, a someterse al

procedimiento de arbitraje, garantizando que aceptaría el veredicto cualquiera que este fuera. Esta propuesta, elaborada a mediados del mes de agosto del año 2008, no fue con-testada por la autoridad ejidal, que de esta manera dejó de manifiesto su falta de disposi-ción para participar en un procedimiento que avizoraba como desfavorable.

Sin embargo, hubo una reacción a la propuesta de arbitraje. El 9 de septiembre de ese

mismo año, el nuevo visitador agrario de la PA, giró un citatorio a Tetzahuitl, donde se le in-vitaba a comparecer para responder una imputación de los miembros del CE y del Consejo de Vigilancia, donde se le acusaba de una presunta invasión “…por parte de la parcela (sic) dentro de las tierras de uso común número 2 del mismo núcleo agrario”.

Atendiendo al citatorio, el presunto invasor acudió a la reunión, donde quedó claro que

no había invasión alguna, sino un diferendo en la forma de entender si los tlatellis situados dentro de la superficie parcelada amparada por el certificado de derechos agrarios del acu-sado, podían ser aprovechados por él, o si los demás ejidatarios podían utilizarlos siguiendo la idea de que pertenecían a todos según lo estipulado en el RI.

Al ver que este mecanismo de presión se venía por tierra, el secretario del CE, con el coraje a flor de piel dijo: “Antes de que empezaras con esto, había paz social en el ejido. Tú lo que quieres provocar son conflictos. Deberías aprovechar lo que sabes en beneficio del pueblo y no para perjudicarlo”. Su exabrupto fue secundado por el presidente del Consejo de Vigilancia, quien en un arranque de rabia y alzando la voz, le dijo a Tetzahuitl: “Bueno, tú

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que reclamas si ya ni vives aquí, ya no eres de aquí. Lo que pasa es que te quieres adueñar de lo que no te ha costado”.

Casi treinta años después de que la tía Alicia le dijera que él ya no pertenecía a su pue-

blo, que ya era otro por haber estudiado, porque para ejercer su oficio tendría que vivir en la ciudad, otras voces le decían que la gente del pueblo ya no le reconocía como parte de ellos.

5. La exploración de otros caminos y los nuevos diferendos

Antes de concluir la reunión donde citaron a Tetzahuitl, acusándolo de invadir tierras de uso común, los acusadores manifestaron su decisión de promover una nueva medición de las tierras parceladas que cuentan con tlatellis, y le ofrecieron otorgarle un certificado de uso común adicional para que, al término del procedimiento, pudiera seguir detentando –bajo tal modalidad– parte de la superficie en disputa.

Tetzahuitl aceptó someterse al procedimiento y “devolver” los tlatellis a las tierras de

uso común del ejido, siempre y cuando todos los ejidatarios que están en la misma situa-ción otorguen su consentimiento por escrito y en asamblea general se apruebe el cambio de destino de estas superficies. Los miembros del comisariado aceptaron el reto, compro-metiéndose a tener dicho consentimiento en un plazo de dos meses.

Antes de que concluyera el mes de septiembre, los funcionarios de la PA, cumpliendo

con sus funciones conciliatorias, citaron a las partes para llevar a cabo una reunión informa-tiva, escuchar los avances de las gestiones hechas por los representantes del CE y explorar nuevas opciones.

En la reunión los representantes del CE reconocieron la imposibilidad de que el cien por

ciento de los ejidatarios cuyas superficies parceladas cuentan con tlatellis, estuviesen dis-puestos a aceptar una nueva medición y menos aún, a devolverlos. Reconocieron también la dificultad extrema que tendría el ejido para pagar los costos de una nueva medición, puesto que no todos los ejidatarios estarían dispuestos a cooperar para tal fin.

Los funcionarios de la PA, insistieron en los altos costos de esta propuesta, así como las

dificultades técnicas y administrativas que tendrían que enfrentar y procedieron a explicar las ventajas de que el ejido transite hacia el régimen de dominio pleno:

• Se obtiene mayor seguridad jurídica.• Se puede heredar a varios beneficiarios (a diferencia del ejido que exige transferir los

derechos a un solo sucesor).• Permite vender fracciones de la parcela (a diferencia del régimen ejidal que por res-

tricciones del artículo 91 del Reglamento Interior del Registro Agrario Nacional, considera irregulares estas operaciones permitiendo solamente la enajenación de la superficie total), a un precio comercial más elevado.

• Puede ser ocupada para construir vivienda propia

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Ante este panorama, y en el afán de resolver la controversia, preguntaron a los represen-tantes del CE y del Consejo de Vigilancia, si estarían dispuestos a conceder el dominio pleno al inconforme, a cambio de que éste, en una operación posterior, enajenara los tlatellis a favor del ejido como tierras de uso común.

Los interpelados, sin salir de su sorpresa e incredulidad, preguntaron a su vez a Tetza-

huitl si él estaría dispuesto a hacer este pacto de caballeros, y hasta llegaron a considerar que esta medida podría permitir recuperar, los tlatellis de todos los ejidatarios con tierra en el monte.

Tetzahuitl aprovechó la oportunidad para manifestar lo injusto de las acusaciones de que había sido objeto:

“Me han dicho que por que tuve que emigrar, ya no me reconocen como parte del pueblo, que he invadido tierras de uso común, y que me quiero quedar con lo que no me ha costado. Yo les digo que en igual condición están decenas de vecinos que han tenido que emigrar por necesidad, pero igual que yo visitan la comunidad periódicamente. ¿Si no se vive en el pueblo los 365 días del año, se deja de pertenecer a él? Por otro lado, si yo soy considerado invasor, los otros 20 compañeros que tienen parcelas con tlatellis en el monte son también invasores, ¿o no? Y bueno, para que no se diga que me quiero quedar con lo que no me cos-tó, acepto la propuesta de los ingenieros; estoy dispuesto a pagar los costos del notario para adoptar el dominio pleno”.

Ante esto, los representantes ejidales solicitaron a los funcionarios de la PA, la realiza-ción de una asamblea informativa en Tequequilpan, en la cual los demás compañeros serían enterados de las dificultades para hacer una nueva medición, así como de las ventajas de conceder el dominio pleno a Tetzahuitl (y otros vecinos que así lo quisieran) para resolver el diferendo y “recuperar” los tlatellis. Consideraron que la primera convocatoria se podría emitir para mediados del mes de octubre y la segunda convocatoria para el mes de noviem-bre.

Si esto se llevaba a cabo, antes de que concluyera el año 2008, o en los primeros meses del año siguiente, se podría efectuar una asamblea de formalidades especiales de carácter cerrado –donde se intentaría conceder el dominio pleno a Tetzahuitl y otros posibles inte-resados en el cambio de régimen– o bajo la modalidad de asamblea abierta, donde cual-quier ejidatario interesado o todos los ejidatarios, podrían solicitar la adopción del dominio pleno.

En cualquier caso, para que la resolución a la que se llegara tuviera validez, se recordó a los presentes, que de acuerdo al artículo 26 de la LA, se requeriría la asistencia de las tres cuartas partes de los ejidatarios en primera convocatoria, o la mitad más uno de los ejidata-rios en cualquier asamblea extraordinaria posterior, y que para validar las resoluciones –de

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acuerdo al artículo 27– sería necesario el voto aprobatorio de las dos terceras partes de los asistentes a la asamblea.

A pesar de que la propuesta de los funcionarios de la PA, pareció despertar el interés de los representantes ejidales, Tetzahuitl no dejó de advertir que en caso de que no se pudiera avanzar por esta vía, el se vería obligado –como última opción- a llevar su caso ante los Tribunales Agrarios contando con la representación legal de la PA, toda vez que él fue el primero en demandar la asesoría de esta institución, quedando como opción alterna, soli-citar los servicios de la Dirección de Asuntos Agrarios y la Consejería Jurídica del Ejecutivo del Estado de Tlaxcala.

Este planteamiento tuvo rápida respuesta del presidente del Comisariado Ejidal:

“Ya habías de dejar las cosas como están. ¿Cuándo crees poder contra todo el pueblo y sus usos y costumbres? Si te vas al Tribunal, nos traemos 3 o 4 camiones llenos de gente, y vamos a ver si los empleados no fallan en nuestro favor, o como no tenemos dinero, con que no vengamos, y a ver quién nos obliga”

En medio de este clima tenso, los representantes ejidales citaron la asamblea acordada a mediados de octubre (primera convocatoria) y a principios de noviembre (segunda con-vocatoria), sin poder alcanzar el quórum legal en ninguna ocasión, ante lo cual, alguno de los ejidatarios presentes, propuso que la siguiente convocatoria se pospusiera ¡para el mes de enero del año siguiente pues la gente estaría muy ocupada con las fiestas de fin de año! La propuesta fue aceptada, y solamente hasta la segunda convocatoria, el �� de febrero de 2009, se llevó a cabo la pretendida asamblea informativa, contando con una asistencia de apenas 25 ejidatarios.

Anotado como tercer punto de la orden del día, los funcionarios de la PA, desglosaron las ventajas del régimen de dominio pleno, sin poder despertar el interés de la gente. Este nuevo fracaso, llevó a Tetzahuitl, a deducir que los representantes ejidales (curiosamente apellidados igual), de motu propio, o acatando instrucciones de los líderes locales, decidie-ron no propiciar una asistencia numerosa que se sensibilizara con la información sobre el régimen de dominio pleno, evitando con esto, la multiplicación de los interesados en rede-finir el uso de los tlatellis en las tierras parceladas del Mal País.

Apostaron al silencio, a jugar con el paso del tiempo, pues siendo ellos quienes soli-citaron la celebración de la asamblea, dejaron que transcurrieran casi cinco meses, para llevarla a cabo, en la segunda convocatoria extraordinaria, y sin estimular la asistencia. Por ello al término de la reunión, el secretario del CE dijo a Tetzahuitl: “Pues ya ves, la gente no responde, no le interesan las asambleas ni el ejido. A este paso nunca habrá quórum para celebrar asambleas donde se tengan que tratar peticiones de dominio pleno. Ni modo”.

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6. La vida nos da sorpresas

A un año de haber iniciado los trámites, y a pesar de los intentos conciliadores de la PA, Te-tzahuitl estaba nuevamente como al principio y enfrentado con las autoridades ejidales, los caciques del pueblo, y muchos ejidatarios que habían comprado la idea de que los tlatellis eran de uso común, y para no perderlos, convenía no modificar el RI, ni conceder dominio pleno a ningún solicitante que tuviera su parcela en el Mal País.

El abanico de opciones seguía intacto, mostrando sus conveniencias y sus inconvenien-

tes:I. Dejar las cosas como estaban. Esta decisión representaría asumir la derrota, aceptar la

ilegalidad jurídica del RI, aceptar el usufructo de 6 hectáreas laborables y permitir el apro-vechamiento comunitario de los recursos naturales presentes en las otras 4 hectáreas; todo a cambio de mantener una pertenencia, más o menos tolerada, de los demás ejidatarios y sus líderes.

II. Volver a intentar que los representantes ejidales acepten el procedimiento de arbi-traje agrario; opción con muy pocas posibilidades de ser aceptada una vez que ellos están consientes de que el marco legal no les favorece.

III. Vender la parcela; alternativa económicamente poco atractiva toda vez que el posible comprador pagaría por la superficie de uso agrícola, pero no por los tlatellis, y adicional-mente, esta operación contribuiría a profundizar su desarraigo.

IV. Iniciar la demanda ante los Tribunales Agrarios, para que se reconocieran sus dere-chos de aprovechamiento integral de la superficie amparada por el certificado parcelario expedido en 1992 a favor de su padre, y transferida a su favor en 2005. Teniendo altas probabilidades de ganar la demanda, el fallo favorable de los jueces significaría conservar la parcela pero bajo el régimen ejidal, y la posible orden judicial de revisar y modificar el RI, le haría ganar muchos enemigos en el ejido. Seguiría siendo ejidatario, pero con el alto costo de tener a los compañeros y vecinos en contra. La inclusión forzada se traduciría en una exclusión de facto transformando el triunfo en derrota.

V. Impulsar ante los representantes ejidales y los funcionarios de la PA la petición de dominio pleno, prometiendo enajenar posteriormente los tlatellis a favor del ejido como tierras de uso común; propuesta de difícil concreción habida cuenta del poco interés mani-festado por otros ejidatarios que temen al pago de impuestos, a la desconfianza manifes-tada por los miembros del CE en que Tetzahuitl cumpliera la palabra empeñada, y la misión casi imposible, de cumplir con los requisitos de quórum que establece la LA para realizar una asamblea de formalidades especiales.

Es en este contexto, cuando inesperadamente se acercaron a Tetzahuitl varios ejidata-rios cuyas parcelas cuentan con tlatellis y están localizados el Mal País. Al parecer no se habían acercado porque no les interesaba la revisión de un RI que ni siquiera conocían, y

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cuya modificación representaba tener problemas innecesarios con autoridades ejidales y vecinos con quienes se sostienen relaciones consanguíneas, de amistad o trabajo.

Intentar, por el contrario, el cambio del régimen ejidal al régimen de dominio pleno, les

resultó atractivo por las ventajas que representaba: certeza jurídica, mayor valor de la tierra para efectos de renta o venta, posibilidad de fraccionarla con fines de venta o herencia, derecho a cercarla, explotar la piedra, reforestar los tlatellis, construir su vivienda en la parcela.

De esta manera, en el transcurso del mes de marzo, la primera decena de ejidatarios con tierras en el Mal País, han comenzado a reunirse e invitar abiertamente a otros interesados potenciales, para solicitar a los representantes ejidales la celebración de una asamblea ge-neral donde pongan a consideración del pleno, su solicitud de cambiar de régimen.

Alcanzar este objetivo permitiría a los interesados, incluido Tetzahuitl, que aunque el RI no sufra cambios y siga siendo respetado por los ejidatarios que deseen conservar tal status, ellos ya no estén limitados en su derecho de uso sobre la superficie que amparan los certificados parcelarios.

Una iniciativa solitaria parece haber despertado al monstruo dormido, alterando la paz de un régimen ejidal de casi un siglo de duración. El exorcismo al ejido parece tener altas perspectivas de éxito, y el arropamiento que ahora está teniendo Tetzahuitl, le está permi-tiendo recuperar su sentido de pertenencia y le augura tener el reconocimiento social que el mismo puso en jaque por un arranque tan insensato –por aislado– como arriesgado (por tocar los intereses de los caciques locales que controlan las decisiones de la gente a través de préstamos onerosos, rentas paupérrimas y compras irregulares).

La sentencia varias veces repetida: “tú ya no perteneces aquí” y el grosero intento de desafuero, parecen revertirse ante la tozudez del sujeto alrededor del cual se teje esta his-toria aún incompleta. Por otra parte, y en el marco de este mismo proceso, la solidez y permanencia del régimen ejidal parece venirse abajo, abriendo a la discusión si la función histórica del ejido como célula social y de producción rural, ha llegado a su fin.

El resultado de esta disputa, marcará también, con el ejemplo de los tlatellis, el destino de los recursos comunes: ¿Fue la modalidad ejidal y la necesidad de los pastores y gana-deros, la que permitió su conservación, o fue la incapacidad técnica de los ejidatarios la que impidió explotar los materiales pétreos que habrían terminado con estos codiciados relictos naturales? ¿Bajo el régimen de dominio pleno, los particulares los conservarán y reforestarán, o harán efectivos los temores de los ejidatarios quienes auguran una rápida y cruenta sobreexplotación? ¿Los actuales representantes del CE cumplirán su amenaza de iniciar la explotación de la piedra volcánica antes de que el cambio de régimen, beneficie a los particulares?

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Si la vida lo permite, y hay tiempo y modo, el autor de esta crónica, habrá de relatar la trayectoria de este proceso.

Conclusiones provisionales

El ejido, como institución social, no quedó inerme después de las reformas jurídicas en materia agraria de 1992: en el artículo 27 constitucional se reconoció la personalidad jurí-dica y el patrimonio propio de los núcleos de población ejidal, concediéndoles la facultad de autoregularse a través de su Reglamento Interno; se otorgó a los ejidatarios el derecho de asociación con terceros o con el Estado, así como el derecho de transmisión y enajena-ción de sus derechos parcelarios, abrió también la posibilidad de cambio de régimen en la tenencia de la tierra (del régimen ejidal al dominio pleno) y sostuvo a la asamblea general como el órgano supremo.

Tanto para decidir el destino y uso de las tierras de uso común (en la formación de socie-dades mercantiles por ejemplo), como para aprobar las solicitudes de los particulares inte-resados en adquirir el dominio pleno sobre su superficie parcelada, se concede a la asam-blea general el papel protagónico y en apariencia nadie podría estar en contra de esto.

Sin embargo, como se ha descrito en este documento, la claridad de la normatividad

jurídica, no evita contradicciones e incompatibilidades como las que están planteadas en el RI del ejido de Actipac –capítulos sobre derechos y obligaciones de los ejidatarios y de las tierras parceladas– y los lineamientos que se consigna a este respecto en la LA.

Evidentemente, en el caso de este ejido, los intereses internos, condujeron a elaborar un

RI “a modo”, que restringe el derecho de uso de los individuos en las tierras parceladas de monte, en beneficio, un tanto aparente, de las necesidades comunitarias. No deja de sor-prender que la redacción del RI no haya sido objetada por la PA y que el RAN lo inscribiera sin objeción.

Por otro lado, el espíritu democrático de la asamblea general, no alcanza a cumplirse

cuando la asistencia y la votación son generalmente inducidas, empujadas o desalentadas por los líderes ejidales; neo caciques pueblerinos de nuevo cuño que otorgan favores y préstamos para controlar las decisiones de los ejidatarios más necesitados y menos infor-mados.

Cuando se da esta combinación mortal, la asamblea general de ejidatarios, y la regla-mentación interna, se erigen en murallas infranqueables que mantienen al individuo como un prisionero para el que no hay salida fácil: abrir un boquete en los muros, o intentar es-calarlos, puede significar el exilio simbólico e incluso real, la transformación de su sentido de identidad histórico y territorial. Los propios le ven como ajeno, y él deja de reconocerse como parte de los que ahora mira como los otros.

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Por todo esto, a partir del relato de un caso particular, asociado a los avatares de la institución ejidal en tierras del altiplano central mexicano, es posible asomarse a la contra-dicción latente entre el dominio público y privado de las tierras de uso común, y el aprove-chamiento privado y público de las tierras parceladas, en un núcleo de población ejidal que quiere seguir siendo ejido, al que no le atrae mayormente el régimen de dominio pleno.

A más de quince años de las reformas jurídicas agrarias, y cuando todas las presiones

externas parecieran predecir el fin del régimen ejidal, esta célula de organización social y productiva se niega a desaparecer, sostenida por sus grupos de poder (a los que conviene un régimen que les permite rentar y comprar tierras baratas), por su reglamentación inter-na (inamovible sin un juicio agrario que sea favorable a algún ejidatario descontento), y por los mecanismos internos de control sobre las decisiones de la asamblea general ejidal.

A este esquema de funcionamiento interno, que opera a favor de la reproducción social

del ejido, es necesario agregar las limitaciones normativas de las instituciones que intervie-nen en los conflictos, como es el caso de la PA cuya función, meramente conciliadora, no permite alcanzar la resolución de los mismos.

Así pues, en la región donde se desarrolla esta historia, el problema del desarrollo rural –toda vez que la industrialización no ha prosperado y a pesar de que han crecido la maquila doméstica, el comercio, los servicios, la migración y el tráfico de sustancias prohibidas– es todavía una cuestión relevante. Los campesinos, dedicados esencialmente a la producción de cebada maltera, siguen aferrados a la tierra con la esperanza de que vendrán tiempos mejores y con la convicción también, de que no hay para ellos otro lugar mejor a donde ir.

La adopción del régimen de dominio pleno y la aportación de tierras de uso común para la formación de sociedades mercantiles, que implican la privatización del régimen social y la capitalización de los bienes comunales, parece difícil de darse en el corto plazo, si se toman en cuenta las inercias y motivos, los mecanismos de control que aún operan en los ejidos; esas estructuras socioproductivas que emanaron de una revolución agraria que está cerca de cumplir su primer centenario de existencia.

Glosario

Angarilla: Instrumento de elaboración rústica que utilizaban los campesinos para trans-portar, a lomo de burro, las pencas secas del maguey hasta sus casas, donde las utilizaban como combustible para alimentar el fogón donde se cocinaban los alimentos. Consistía en dos rectángulos de madera ensamblados entre sí, y una red de ixtle colocada en cada rectángulo, donde se depositaba la leña en cuestión.

Arcina: Nombre utilizado por los campesinos para definir el zacate compactado con el que se alimentan los equinos –caballos, mulas, asnos– y los bovinos; vacas. Parece un localismo que proviene del verbo hacinar.

Iztacuilli: s. gusano blanco del maguey (metl) que se extrae de las pencas.

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Ixtetete: Adj. v. Deteriorado, estropeado. Objetos prehispánicos de cerámica u obsidiana a los que la gente no asignaba ningún valor.

Chinicuilli: s. gusano rojo del maguey (metl) que es extrae del tronco (metzontli).Tecuani: s. Fiera, devorador de hombres.Tetzahuitl: s. v. Espanto. Nombre dado al dios Huitzilopochtli.Tlatelli: s. Altura, montículo, elevación, cerro con piedras.Tlaxcalli: s.v. Tortilla, pan de maíz (Simeón, 1997: 696).Tlachiqueros: s. pl. Oficiales encargados de raspar el maguey y preparar el pulque… anti-

guamente se les llamaba a tecuatlachique.Tlecuilli: s. Hogar del fuego, el fogón donde se cuecen los alimentos.

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Carlos Melo Gallegos� Naú Silverio Niño Gutiérrez2

Resumen

El estudio hace énfasis sobre la grave y compleja problemática que afecta al: Área Natural Protegida Cascadas de Agua Azul, afectada por: su incongruencia jurídica respecto a su actual categoría de manejo (área de protección de flora y fauna), el evidente abandono oficial en su gestión administrativa y el avanzado impacto ecológico traducido en deterioro de recursos naturales y alteración paisajística; diagnóstico con base en el cual dicha área se redelimita, rescatando los valores naturales más sobresalientes y cuyos atributos para fines de manejo planificado, facultan a recategorizar a las Cascadas de Agua Azul bajo la figura protectiva de Parque Nacional.

Introducción

La naturaleza pródiga de nuestra República Mexicana, dotó en lo particular al estado de Chiapas con vastos y diversos recursos biológicos y físicos que enmarcan un valioso legado histórico-prehispánico y expresiones culturales, atributos que a nivel nacional, confieren a dicha entidad federativa quizá la mayor riqueza en variedad ecosistémica, climática, hídrica, de suelos y paisajes naturales. Sin embargo, a Chiapas también lo agobian índices de extre-ma pobreza y rezago social reflejados en altas tasas de deforestación, alarmante pérdida de biodiversidad, procesos erosivos y deterioro paisajístico.

Actualmente Chiapas es vanguardista en el establecimiento de Áreas Naturales, contabi-lizando 16 integrantes del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SINAP), hoy tu-teladas a nivel federal por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMAR-NAT), a través de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP). De tales

� Investigador, Instituto de Geografía, UNAM, México. Correo electrónico: [email protected] 2 Docente/investigador, Centro de Investigación y Postgrado en Estudios Socioterritoriales (CIPES), UA-GRO, México. Correo electrónico: [email protected]

Propuesta para recategorizar como

Parque Nacional las Cascadas de Agua Azul,

Chiapas, México

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áreas, seis ostentan categoría de Reserva de la Biosfera, tres de Parque Nacional, dos de Monumento Natural, cuatro de Protección de Flora y Fauna Silvestres, y una de Santuario.

Adicionalmente Chiapas ha declarado a nivel estatal una variada gama de reservas naturales que suman 46 áreas que, junto con las de carácter federal, representan el 17% (1,265,465 has.) del territorio estatal (http://www.conanp.gob,mx). Como medida tendien-te a garantizar y consolidar el enorme y rico potencial que aún ostenta Chiapas, el gobierno del Estado ha puesto en marcha el Programa de Ecología y Recursos Naturales 1995-2000, el cual destaca la protección de áreas naturales, como alternativa prioritaria que asegure la preservación de los recursos y el mantenimiento de los ciclos naturales, para optimizar los procesos productivos y el desarrollo sustentable; siendo también sitios idóneos para el desempeño de actividades científicas, educativas y ecoturísticas (COPLADE, 1995).

1. Justificación y Objetivo

Las Cascadas de Agua Azul, al igual que muchas otras áreas naturales del estado y del país, enfrentan múltiples impactos ambientales, paradójicamente surgidos e incrementados a partir de 1980, año en que dicha región geográfica se declaró “Zona de Protección Estatal y Refugio de la Fauna Silvestre” (Diario Oficial de la Federación, 29 de abril de 1980), cuyo decreto invoca disposiciones de las entonces vigentes Ley Forestal y Ley Federal de Caza, razón que derivó su tutela administrativa al subsector forestal de la ya desaparecida Secre-taría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH).

En 1982 el manejo de la reserva se transfirió a la ya extinta Secretaría de Desarrollo Ur-bano y Ecología (SEDUE), misma que en 1984 fundó el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SINAP), en cuyo registro se confiere a las Cascadas de Agua Azul, categoría de “Reserva Ecológica” (SEDUE, 1984), denominación que en 1988, al promulgarse la Ley Ge-neral de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEyPA), fue modificada por la de “Reserva Especial de la Biosfera” (SEDUE, 1989).

Con motivo de las posteriores adiciones y reformas hechas a la LGEEyPA en diciembre de 1996, la anterior categoría de “Reserva Especial de la Biosfera” fue derogada, y en conse-cuencia, las Cascadas de Agua Azul y otras áreas quedaron legalmente sujetas a recategori-zación (SEMARNAP, 1996).

Históricamente, el conflictivo estado legal y sectorial que ha prevalecido sobre las Cas-cadas de Agua Azul, la han transformado en un área indefinida respecto al carácter de pro-tección y manejo que debe otorgársele con apego a sus actuales características y potencial natural. Esta circunstancia, previo estudio geográfico integral de la reserva, abre la posibi-lidad de que se actualice y promulgue una nueva declaratoria jurídica, estrategia entonces contemplada en el Programa Nacional de Áreas Naturales Protegidas 1995-2000; la cual, faculta llevar a cabo la modificación de límites originales, rezonificar el área y proponer la recategorización idónea para su ulterior manejo (Ibídem, 1996).

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El objetivo consiste en exponer los aspectos biológicos y geográficos que facultan decla-rar como Parque Nacional a las Cascadas de Agua Azul, Chiapas, México.

2. Método y técnicas de trabajo

En su proceso, el método incluye la realización de las siguientes acciones: frente a circuns-tancias que impidieron la consulta del polígono oficial de la reserva, este documento se elaboró con apoyo de datos referentes al deslinde que cita el decreto correspondiente. Su levantamiento tuvo el control geográfico de las hojas topográficas escala 1:50 000 Tumbalá (SPP, 1983 y Yalajón INEGI, 1984), Chiapas. La poligonal resultante es aproximada, porque no corresponde exactamente la transferencia de los datos con la base cartográfica utiliza-da.

La base cartográfica se construyó a escala 1:25 000, habiéndose elaborado dos mapas: uno que precisa la topografía del relieve y la red fluvial, con trazo maestro de curvas de nivel equidistantes 100 m. y complementariamente cada 20 m., y un segundo mapa que presen-ta acotamiento de curvas maestras, cuyo fondo destaca rasgos culturales (asentamientos humanos, vías terrestres, aeropistas, etcétera).

El reconocimiento general de aspectos biofísicos, tuvo el auxilio cartográfico de fuentes secundarias (mapas temáticos de geología, suelos y vegetación escala 1:50 000, INEGI). Para cumplir la fase de diagnóstico ecológico-ambiental, aspecto sustantivo del estudio, se construyó la carta hipsométrica a fin de visualizar la configuración del relieve como apoyo para el mapeo de geoformas conspicuas.

Asimismo, se llevó a cabo fotointerpretación estereoscópica (fotografía aérea, vuelo 2000 del INEGI), y su ulterior verificación en campo, a efecto de identificar in-situ las con-diciones de la vegetación en cuanto a patrones distributivos de masas forestales, grado de coberturas arbóreas, estados sucesionales y usos de la tierra. La información aerofotográfi-ca se restituyó a la carta base, cuantificándose los aspectos mencionados.

Acorde a la homogeneidad o discontinuidad del dosel arbóreo, se mapeó la vegetación y se diagnosticaron las diversas condiciones de impacto ambiental, habiéndose establecido cuatro niveles cualitativos (bajo, moderado, fuerte y muy fuerte), e identificado el o los fac-tores antropogénicos de perturbación. Con apoyo del diagnóstico obtenido se identificaron y jerarquizaron los espacios naturales, en función de atributos físicos, bióticos y escénicos, aplicando como parámetro prioritario la densidad y grado de conservación que ostenta la cubierta vegetal arbórea.

Bajo este criterio, cartográficamente se determinó la zonificación natural de la reserva y se esbozaron las aptitudes del paisaje para responder a variados fines de manejo. Jerárqui-camente el área se subdividió en las siguientes zonas: 1) Preservación para vida silvestre; 2) Sobresaliente paisaje escénico-natural; 3) Aprovechamiento agropecuario; 4) Regeneración de la cubierta vegetal primaria y 5) Asentamientos humanos.

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Con base en la zonificación global de la reserva que en términos reales muestra el po-tencial natural aún rescatable, el polígono original se modificó para redelimitar el área y excluyendo superficies que por razones de deterioro ambiental y uso del suelo, resulta in-conveniente considerar patrimonio territorial de la reserva.

Esta acción finalmente conlleva a proponer: se recategorice el área en congruencia a su actual condición ecológica, atributos paisajísticos y funciones ambientales.

3. Caracterización geográfica de la Reserva

a) Localización. La región denominada Cascadas de Agua Azul fue, en 1980, declarada por causas de interés público y mediante decreto presidencial, “Zona de Protección Forestal y Refugio de a Fauna Silvestre”, cubriendo 2580 has. comprendidas en la jurisdicción política del municipio Tumbalá, Chiapas (Diario Oficial de la Federación, 29 abril de 1980). De acuer-do a la medición planimétrica del polígono levantado para la reserva, el área que señala el decreto correspondiente se incrementó en 910 has. totalizando 3490 has., diferencia atri-buible a lo confuso e impreciso de los datos consultados respecto a su ajuste cartográfico. En tal virtud, para efectos del estudio, se respeta la superficie obtenida, lo cual no altera los propósitos del mismo.

Geográficamente, la reserva se localiza al extremo noroeste de la Sierra Norte de Chia-pas, posición limítrofe con las estribaciones meridionales de la Planicie Costera del Golfo. A nivel local se circunscribe a las coordenadas extremas de 92° 05’ 30’’ a 92° 08’ 28’’ longitud oeste de Greenwich y 17° 13’ 25’’ a 17° 19’ 10’’ latitud norte (Figura 1).

La reserva establece comunicación terrestre con el Estado y resto del país, a través de la carretera federal 199 que regionalmente, interconecta a las poblaciones de Ocosingo y Palenque.

b) Reconocimiento físico del paisaje. En la reserva predomina material geológico de ori-gen marino, lo cual presupone que durante un largo periodo de tiempo estuvo ocupada por mares someros, habiéndose depositado diversos organismos y materiales sedimentarios que al consolidarse formaron rocas calizas (Cuanalo et al., 1989).

Durante fases ulteriores de evolución geológica hubo intensa actividad orogénica, cau-sante del plegamiento y dislocación de los depósitos marinos, hecho ocurrido simultánea-mente al ascenso progresivo de los fondos marinos continentales, proceso seguido por etapas de erosión y sedimentación continental que actuaron hasta el periodo geológico Cuaternario. Resultado actual de estos fenómenos es el afloramiento litológico dominado por rocas calizas bien estratificadas y dispuestas básicamente en forma de bancos masi-vos y conglomerados, aunque también se presentan en lajas. El espesor máximo de este material alcanza 800 m. y muestra coloraciones grisáceas y rojizas, textura por lo común masiva e intercalaciones de núcleos fosilíferos delgados, compuestos principalmente por

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dolomitas. Este material resistente a la erosión mecánica pero muy débil al ataque químico, está conformado por los siguientes tipos de roca: calizas del Cretácico Superior que afloran y ocupan casi la totalidad del sector cerril centro-oeste y el entorno sur adyacente al valle fluvial de las cascadas. Rocas del Terciario Paleoceno constituidas por alternancia de calizas, margas y lutitas que integran la porción cerril contigua al norte y este del valle fluvial. Rocas de lutitas y areniscas del Eoceno con intercalaciones de limonitas y conglomerados que afloran en un pequeño sector al este de la reserva (López, 1983).

Figura 1. Localización geográfica del área de estudio

Fuente: elaboración propia.

Un segundo material litológico corresponde al afloramiento aluvial del Cuaternario, re-sultante de la precipitación de carbonatos, habiéndose formado depósitos superficiales producto de largos periodos erosivos actuantes sobre las estructuras geológicas primarias.

República Mexicana Estado de Chiapas

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Area natural protegida Cascadas de Agua Azul

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Acorde a sus características estos depósitos son de origen fluvial y coluvio-aluvial; los pri-meros afloran ostensiblemente en márgenes y zonas interfluviales del río Agua Azul y sus cauces divagantes, ocupando el valle principal de la reserva; el depósito es muy variable resaltando mantos arcillosos, arcilloarenosos, arenas, guijarros y cantos rodados. Los de-pósitos coluvio-aluviales, producto de la acción conjunta de procesos erosivos mecánicos y químicos, afloran en la base de abruptos estructurales entre las paredes escarpadas (SE-DESOL, 1994).

La intensa actividad tectónica a que han estado sometidas las estructuras de roca sedi-mentaria caliza se expresa en un relieve fuertemente plegado, fracturado y dispuesto en bloques afallados y dislocados, relieve sobre el cual la acción climática extremosa con mar-cada estación húmeda (mayo-octubre) que concentra casi todo el volumen pluvial anual superior a 2800 mm. y régimen térmico con medias máximas de 33 °C y medias mínimas de 18 °C, han favorecido la intensa acción de factores morfogenéticos niveladores del relieve. Las formas características de este relieve son mesetas y laderas (Figura 2).

Las mesetas se localizan sobre crestas de pliegues anticlinales disponiéndose en forma escalonada y de acuerdo con la altitud (Figura 3), al norte de la reserva incursionan dos mesetas que ocupan el nivel hipsométrico más bajo del área (200 a 300 m.s.n.m.), mientras que al sur, otras de mayor extensión quedan incluidas en rangos hipsométricos más eleva-dos (300 a 500 m.s.n.m.).

En este relieve cerril el modelado cárstico por disolución química de las crestas, actúa principalmente en zonas de parteaguas, donde el lento escurrimiento fluvial auspicia la infiltración por grietas y fisuras, desarrollándose valles reducidos, por lo cual, la escasez de colinas a manera de costras de carbonato de calcio secundario, evidencian la erosión diferencial (SEDESOL, 1994).

La segunda forma del relieve cerril, y elemento típico del paisaje, son las laderas cuyo gran vigor muestra frentes abruptos con valores de pendiente que van desde 13.5° (15%) a más de 36° (40%), siendo comunes las paredes rocosas en las zonas inferiores de las la-deras.

En la reserva, sólo las laderas con amplia exposición horizontal y por ende, menos pro-nunciadas que se ubican en el sector norte, están surcadas por corrientes de régimen in-termitente que forman barrancos de escasa profundidad con cabeceras en proceso de ero-sión remontante. A excepción de escasas corrientes que se insuman antes de establecer contacto con la depresión fluvial creando vallecitos ciegos, los restantes cauces funcionan como arroyos temporales y afluentes de los ríos Shumulá y Agua Azul. El factor pendiente y la escasa cubierta vegetal han inhibido la formación de suelo, donde prevalecen litosoles manifestados como afloramientos rocosos o muy próximos a la superficie.

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Figura2. Mapa de principales rasgos geomorfológicos

Fuente: mapa base elaborado con apoyo de las cartas topográficas, esc. 1:50 000. Hojas Tumbalá (SPP, 1983) y Yajalón (INEGI, 1984).

Área Natural ProtegidaCascadas de Agua Azul, Chiapas

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Figura3. Mapa hipsométrico con rangos cada 100 metros

Fuente: mapa base elaborado con apoyo de las cartas topográficas, esc. 1:50 000. Hojas Tumbalá (SPP, 1983) y Yajalón (INEGI, 1984).

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Área Natural ProtegidaCascadas de Agua Azul, Chiapas

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La segunda unidad geomorfológica en la reserva, es la depresión de tipo planicie aluvial formada por procesos acumulativos de sedimentos que a través del tiempo geológico ha ge-nerado la acción erosiva del río Agua Azul, el cual surca amplia superficie cubierta por depó-sitos del Cuaternario. Esta planicie fluvio-acumulativa comprende los niveles hipsométricos más bajos del relieve (�00 a 300 m.s.n.m.), presentándose llanuras aluviales altas y bajas en las que la geoforma predominante son terrazas antiguas que ocupan sitios adyacentes a las riberas superiores o áreas deprimidas sujetas a inundación temporal o permanente, donde se han desarrollado suelos de gley por sus características de hidromorfismo. En lo general, el suelo presenta textura arcillosa y estructura amorfa que permite la instalación de plantas hidrófilas riparias conformando así un medio de tipo palustre.

4. Diagnóstico evaluativo de la cubierta vegetal

La influencia que ejerce el medio físico sobre el ámbito de la reserva, determina un paisaje de vocación forestal antaño expresado por exuberante desarrollo primario de selva alta perennifolia, que es el tipo de vegetación más rica y compleja a nivel planetario, y según menciona Rzedowski (1978), bajo condiciones de estado clímax, en esta comunidad predo-minan elementos arbóreos de follaje siempre verde, con tallas superiores a 25 m.; por lo común muestra tres estratos arbóreos más o menos diferenciables, además del arbustivo y herbáceo.

El estrato superior promedia 30 m. de altura con surgencia frecuente de individuos que rebasan los 45 m.; los árboles son de troncos rectos pero ramificados en su mitad inferior, con diámetros entre 40 y 80 cm. aunque algunos alcanzan dos y tres metros (ejemplo cans-han y ceiba), las copas exhiben formas piramidales y esféricas (Ibiden, 1978).

El estrato arbóreo lo conforman gran cantidad de especies que se muestran como domi-nantes: Terminalia Amazonia (canshan), Schyzolobium parahybum y Ceiba pentandra, aun-que también son frecuentes Tabebuia rosea, Callophyllum brasiliense, C. aesculifolia (bari), Phithecellobium leucallyx (guanacastle), Dalium guianensis, Brosimum alicastrum (amón), Manikara zapota (zapote), Licania platibus (zapote de mico), Picus carica, F. cotinifolia, F. elastica, F. pertusa, Licaria alata, L. campechiana, entre otras.

El estrato arbóreo medio lo integran elementos leñosos y arbustivos con alturas fluc-tuantes entre 15 y 20 m.; las copas muestran aspecto piramidal y follaje hasta la punta del tronco. Además de algunos individuos del estrato superior (ejemplo Tabebuia rosea, Cei-ba pentandra, Licania platibus), en el estrato medio destacan Tabebuia guayacán, Licania sparsipilis, Cymbopetalum penduliflorum, Annona clerimilla, A. diversifolia, A. purpurea, A. reticulata, A. glabra, A. muricata, Inga pumctata, I. jinicuil, Himenanea coubaril, Nectandra glandulosa y Stemmadenia donnell.

El estrato arbóreo inferior oscila entre cinco y diez metros de alto y además de árboles y arbustos incluye una rica gama de formas vegetales, abundando plantas umbrófilas adapta-das a condiciones microclimáticas de penumbra acentuada y alta temperatura y humedad,

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sobresaliendo helechos con hojas grandes y anchas de los géneros Adiantum spp. y Tectaria spp., palmeras de los géneros Chamaedorea spp., Bactris spp. y Sabal spp. En dicho estrato destaca como forma de vida la abundancia de plantas trepadoras leñosas (lianas) y epífitas herbáceas (bromelias y orquídeas), junto con líquenes crustáceos que a veces cubren por completo los troncos arbóreos.

Acorde con la consulta y manejo del listado que Bredlóve (1973) reporta, la diversidad florística de la selva alta perennifolia para el Municipio de Tumbalá, Chis., donde se ubica la reserva, está conformada por 49 familias que aproximadamente, agrupan a 312 especies, de las cuales, �33 (40% del total), corresponden sólo a las familias Fabaceae (81 especies) y Asteraceae (52 especies), mientras que las familias Euphorbiaceae, Rubiaceae y Moraceae ostentan entre 10 y 15 especies, y las restantes 44 familias tienen menos de nueve espe-cies.

De acuerdo con el análisis actualizado de la fotointerpretación y su restitución carto-gráfica, el paisaje forestal en la reserva Cascadas de Agua Azul, muestra cubierta arbórea muy discontinua y con fuertes síntomas de perturbación, reflejando un complejo mosaico del bosque tropical primario. Al efecto, se identifican los siguientes grupos: selva alta pe-rennifolia y mediana subperennifolia; selva mediana subperennifolia, selva mediana sub-perennifolia riparia, selva secundaria y, medio selvático desprovisto de vegetación original (Figura 4).

Selva alta perennifolia y mediana subperennifolia. Se vincula estrechamente al sustrato de roca caliza. Otrora esta comunidad tuvo exuberante desarrollo ocupando laderas vigoro-sas o suaves, terrenos planos u ondulados y suelos someros o aluviales; es decir, alcanzó su estado óptimo en equilibrio con el medio ambiente.

En contraste, hoy en día el carácter primario de este bosque tropical ha sido prácti-camente anulado, existiendo como relictos sólo dos reducidos manchones confinados a laderas cerriles próximas al cauce del río Agua Azul. El núcleo forestal más extenso cubre aproximadamente 39.34 ha. y se ubica adyacente al río Agua Azul ocupando la margen de-recha y en menor grado la izquierda, sitios en que se desarrolla sobre paredes abruptas que encañonan al cauce fluvial. Mientras que otro manchón con escaso cubrimiento de 17 ha., se localiza al norte del núcleo forestal también sobre laderas de fuerte pendiente, aunque menos pronunciadas. Ambos relictos de selva alta perennifolia (56.37 ha.) aún mantienen aceptable nivel estructural, fisonómico y florístico típicos de dicha comunidad. Así, en el estrato superior dominan elementos arbóreos de las especies: Terminalia amazonia, Mani-lakara zapota, Picus spp., Dalium guianense, Calophyllum brasiliense, Brosimun alicastrum y Pithecellobium leucallyx, entre otras. Estas especies que aunadas a la diversidad y abun-dancia florística de estratos inferiores, confieren a este grupo vegetal un nivel aceptable de conservación reflejado en su cobertura arbórea. En consecuencia, se deduce que no obstante resentir escaso impacto degradativo, ostenta alta capacidad de recuperación que puede en un breve plazo conducir a dicha comunidad hacia el estado clímax.

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Figura 4. Mapa de cubierta vegetal y grados de transformación

Fuente: mapa base elaborado con apoyo de las cartas topográficas, esc. 1:50 000. Hojas Tumbalá (SPP, 1983) y Yajalón (INEGI, 1984).

Selva mediana subperennifolia. Este grupo, componente de la selva alta, por efecto de antiguas extracciones selectivas del estrato arbóreo superior, hoy en día muestra fisonomía

15°17’17’’

17°15’

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SIGNOS CONVENCIONALES

Curva de nivel acotada en metros

Corrientes perenne

Corriente que desaparece

Población rural

Caserios aislados

Camino pavimentado

Camino de terracería

Veredas

Aeropista de tierra en servicio

Aeropista de tierra abandonada

Poligonal aproximada de la reserva

Figura 4. Mapa de cubierta vegetal y grados de transformación.

200

200

Construyó: Carlos Melo Gallegos Digitalizó: Juan Carlos Del Olmo Morales

VEGETACION

GRUPOS

SELVAALTAPERENNIFOLIAY MEDIANASUBPERENNIFOLIA

SELVAMEDIANASUBPERENNIFOLIA

SELVAMEDIANASUBPERENNIFOLIARIPARIA(SELVADE GALERIA)

SELVASECUNDARIAARBOREACONINTERCALACION DE ACAHUALES

MEDIO SELVATICO DESPROVISTODE VEGETACION ORIGINAL

COBERTURAARBOREA

DENSA

SEMIABIERTA

DENSAASEMIABIERTA

ABIERTA

RALA

IMPACTODEGRADATIVO

BAJO

MODERADO

MODERADOAFUERTE

FUERTE

MUY FUERTE

RASGOS FISICOS

RASGOS CULTURALES

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Agua Azul Chico

Área Natural ProtegidaCascadas de Agua Azul, Chiapas

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de selva mediana, cuyos dos principales núcleos en la reserva, se desarrollan bajo condi-ciones de relieve cerril menos accidentado, suelos variables y escasa humedad edáfica-at-mosférica.

El manchón más significativo de selva mediana subperennifolia cubre una extensión aproximada de 93.75 has. en el extremo limítrofe sureste de la reserva; ocupan el mayor nivel hipsométrico (500-600 m.s.n.m.), mientras que un segundo núcleo con amplitud de 45.62 has., contiguo al poblado de Agua Azul Chico, se desarrolla a menor altura (300-400 m.s.n.m.) en laderas de pendiente suave a moderada. En este grupo vegetal (139.37 has.) al estrato arbóreo lo integran además de algunos elementos aislados típicos de la selva alta (ejemplo: Tabebuia rosae, Ceiba pentandra y Licaria platibus), especies leñosas y arbustivas con alturas fluctuantes de 15 a 20 m. entre las que sobresalen: Lycania sparsipilis, Tabebuia guayacán, Ceiba pentandra, Inga punctata, I. jinicuil, Nectandra glandulosa, N. sanguinea, Annona clerimilla, A. diversifolia, A. purpurea, A. reticulata, etcétera.

Selva mediana subperennifolia de carácter ripario. Este grupo también denominado sel-va de galería, se desarrolla bajo condiciones de intensa humedad edáfica, situación que en la reserva corresponde a la planicie acumulativa aluvial donde el río Agua Azul ejerce influencia directa sobre los suelos.

En este ámbito, la selva primaria, antes exuberante, ahora es de carácter mediana, a cau-sa de pasadas extracciones que afectaron el estrato superior, y después el aclareo del soto-bosque con fines de fruticultura. La selva riparia ocupa 44.10 has., en casi todo el interior y partes externas del área drenada por los cauces principales y secundarios del río Agua Azul. Pese a que su estructura y continuidad ha sido alterada por la introducción de plantaciones frutícolas y agrícolas, la selva aún presenta núcleos cerrados con dosel arbóreo entre 15 a 20 m. emergiendo elementos hasta de 30 m. de alto.

De acuerdo con el inventario florístico exprofeso, levantado por Flores (1994), para la vegetación riparia, dicho autor reporta alrededor de 73 especies dominantes propias de la comunidad selvática y la introducción de 18 plantas de cobertera. Entre los elementos arbóreos de origen primario son comunes las especies: Ceiba aesculifolia, C. pentandra, Inga spp, Lycania platibus, Ficus cotinifolia, F. pertusa, Nectandra glandulosa, N. alicastrum, Cecropia obtusifolia, C. peltata y Abebuia rosea, entre otras (Ibidem., 1994).

Selva secundaria. Esta vegetación que deriva del bosque tropical perennifolio es el grupo más difundido en la reserva, cubre alrededor de 2363 has. y distribuidas sobre mesetas y la-deras del relieve cerril. La selva fisonómicamente ha perdido sus atributos originales, mues-tra dosel muy irregular y fragmentado por la existencia intermitente de múltiples terrenos deforestados, subutilizados y abandonados, que previa aplicación tradicional del sistema roza-tumba-quema, han sido objeto de agricultura nomádica y esquilmo.

Tales áreas conforman acahuales formados por vegetación secundaria, con diferente y muy compleja dinámica temporo-sucesional, siendo difícil apreciar regularidades en pre-

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sencia de especies, fenómeno notable a nivel de los estratos arbustivo y en menor grado, arbóreo predominantes en este bosque tropical secundario; mientras que los estadíos ini-ciales ocupados por vegetación herbácea duran breve tiempo, y por lo común se restringen al crecimiento de malezas y ruderales.

En parcelas agrícolas que recién han sido abandonadas, la sucesión secundaria (aca-huales) inicia con la asociación de malezas dominadas por numerosas gramíneas y plantas herbáceas, mientras que en terrenos antaño objeto de intenso cultivo, la sucesión progre-siva de los acahuales se caracteriza entre otras especies, por las siguientes indicadoras de distrurbio: Trema micrantha, Cecropia obtusifolia, C. peltata, Guazuma ulmiflia, Phithecel-lobium spp., Leucaena sculenta, Gliricidina sepium, Casearia aculeata, Conosteogia icosan-dra, Zanthoxylum fagana, Sapindus saponaria y Luehea candida (Rzedowski, 1978).

Los acahuales más antiguos que en la reserva ocupan mayor superficie de selva secun-daria, sucesionalmente evolucionan en condiciones difíciles hacia el estado clímax, por lo que, además de contener algunos elementos de bosque tropical primario, tienen entre otras especies indicativas de deterioro, a los siguientes elementos leñosos que se integran a los estratos arbóreo y arbustivo: Bursera graveolens, B. simaruba, Trema micrantha, Alva-radoa amorphoides, Calliandra arborea, C. houstoniana, Bauhinia spp., Crotalaria incana, C. retusa, Manikara achras, Cecropia obtusifolia, C. peltata, Cliricidina sepium, Leucaena scultata, Stchizolblium pruriens, Acacia dolichostachya, Eugenia chiapensis, Abizinia tomen-tosa, etcétera (Ibidem, 1978).

Dado que la selva secundaria exhibe diversidad de cobertura muy abierta y discontinua y, a la vez sufre constante e intenso impacto degradativo, su capacidad de regeneración ha-cia el estado clímax se dificulta requiriéndose al efecto y bajo condiciones de inafectabilidad absoluta, un largo periodo de tiempo.

Medio selvático desprovisto de vegetación original. El paulatino desmonte que ha trans-formado la selva primaria en vegetación secundaria es un proceso que magnificado sobre terrenos de relieve suave y moderado, ha generado la casi absoluta deforestación de las mesetas localizadas en la parte sur del sector cerril comprendidas en el rango hipsométrico de 500 m.s.n.m., así como de las llanuras aluviales baja y alta en la planicie fluvial acumula-tiva. La superficie bajo estas condiciones alcanza 710 has., que representan el 29.95% de la reserva, territorio fragmentado en innumerables parcelas que invariablemente se destinan al cultivo agrícola y pastizales, y como testigos de la vegetación original subsisten pequeños manchones de selva secundaria (acahuales). La ausencia de cubierta forestal y el uso agro-pecuario permanente, determinan nulas posibilidades de revertir este proceso degradativo hacia la regeneración natural del medio.

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5. Zonificación natural de la reserva

Asociado al reconocimiento físico de la reserva, el diagnóstico evaluativo de la vegetación es en cuanto a homogeneidad y densidad de cobertura primigenia, el factor básico que faculta identificar ámbitos conservados, al no existir evidencias claras de disturbio por apro-vechamiento forestal; semiperturbados, cuando hay rastros incipientes de explotación y deterioro; degradados, si la cubierta vegetal ha sido alcanzada por vegetación de carácter secundario; y selva perdida, cuando ha sido eliminada y su vocación forestal sustituida por campos agropecuarios o asentamientos humanos.

Bajo este criterio se definen para la reserva las siguientes cinco zonas naturales: zona de preservación para vida silvestre, zona con sobresaliente paisaje natural-escénico, zona para regeneración de la cubierta vegetal primaria, zona de aprovechamiento agropecuario y zona de asentamiento humano (Figura 5).

Zona de preservación para vida silvestre. La integran dos subzonas con selva alta peren-nifolia en excelente estado de conservación, las que mantienen rica y abundante diversidad florística, actuando a la vez, como importante hábitat y refugio faunístico; por tal razón, dichos medios constituyen enclaves representativos del bioma tropical primario en la re-serva.

Una subzona con escasa magnitud de �7.0 has. comprende laderas bajas de suave relie-ve contiguas a la planicie aluvial, donde establece contacto con la vegetación riparia. Su fácil acceso y relativa cercanía al poblado rural de Agua Azul Chico, son factores de potencial impacto ecológico debido al incremento de desmontes, roturamiento agrícola e incendios provocados, que a la sazón amenazan su integridad. La segunda subzona de mayor ampli-tud que la anterior cubre 39.37 has., sobre laderas de pendiente rigurosa y paredes escar-padas que encañonan al cauce superior del río Agua Azul. Por su difícil acceso la subzona ha estado exenta de la libre incursión humana; la selva alta mantiene sus condiciones prístinas; no obstante, enfrentar el latente riesgo de desmonte con fines expansionistas de la frontera agrícola-pastícola.

Toda la Zona de vida silvestre deberá manejarse bajo una política de conservación estric-ta y absoluta, teniendo como objetivo fundamental, garantizar la preservación de los recur-sos biofísicos, a fin de optimizar su dinámica y procesos naturales que coadyuven a mante-ner la diversidad biológica, debiendo aplicarse una norma protectiva de manejo adecuado. En consecuencia, los únicos usos permisibles tendrán que relacionarse con actividades de investigación científica y otras vinculadas a la educación ambiental de bajo impacto. Entre las acciones complementarias a realizar se contemplan: vigilancia permanente, implanta-ción de veda forestal y faunística, restricción al libre acceso humano y control y combate de incendios, entre otros.

Zona con sobresaliente paisaje natural-escénico. Involucra masas tropicales de selva me-diana subperennifolia con nivel semiperturbado que evidencia antiguos aprovechamientos

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silvícolas; empero, la cubierta vegetal exhibe notable proceso recuperativo hacia el estado clímax, por lo que su riqueza en especies florísticas oriundas de la selva primaria, es abun-dante y representativa de la comunidad, infiriéndose la existencia de especímenes faunís-ticos mayores.

Esta zona se subdivide en tres zonas. La primera comprende al núcleo forestal de vege-tación riparia o selva de galería que ocupa 44.10 has. de la planicie baja aluvial, en terrenos húmedos sujetos a la influencia ejercida por el drenaje fluvial del río Agua Azul. Pese que dicho medio selvático ha sido someramente transformado en su estructura original a causa de la introducción de plantaciones frutales de cobertera (cítricos, café, plátano, guanába-na, marañón, higo, etcétera), y en menor grado, el parcelamiento agrícola-hortícola (maíz-frijol), su cubierta vegetal semidensa que enmarca cauces fluviales cuyo microrelieve da origen a innumerables cascadas, conforma el paisaje natural de mayor atractivo y belleza escénica en la reserva. Tales atributos ofrecen amplias posibilidades al desarrollo ecoturís-tico-recreativo de carácter activo y pasivo, actividades que pueden armonizar con el actual usufructo agroecológico que practican los residentes del poblado de Agua Azul.

La segunda subzona adyacente al sur del poblado antes referido, tiene una amplitud de 45.62 has. y ocupa laderas inferiores de fuerte pendiente. Su proximidad al asentamiento humano y fácil acceso, representan factores de presión hacia la estabilidad del medio sel-vático, manifestándose periféricamente en amplio laboreo agrícola, esquilmo forestal y fre-cuente desmonte. La tercera y más amplia subzona cubre 93.75 has. sobre la meseta cársti-ca localizada al sureste del sector cerril más elevado en la reserva (400-500 m.s.n.m.).

Los tres elementos de la zona, con sobresaliente paisaje natural-escénico y evidente capacidad regenerativa hacia el estado clímax, deberán sujetarse a la misma política de conservación señalada para la zona anterior, siendo apta para usos vinculados con la inves-tigación científica y educación ambiental, pudiendo también aceptarse actividades ecotu-rísticas controladas y de bajo impacto ambiental. En función de la problemática específica que afrontan las subzonas, cumplir los fines conservacionistas y su objetivo, requiere im-plementar acciones de vigilancia permanente, veda florística y faunística, recreo regulado, control de desechos sólidos, introducción y mejoramiento de infraestructura para servicios públicos, etcétera.

Zona de regeneración de la cubierta vegetal primaria. Esta zona ostenta la mayor ampli-tud territorial en la reserva, ocupando 2363.0 has. dispersas indistintamente sobre mesetas y laderas del sector cerril. Reminiscencia de la selva primaria que desde antaño y hasta la fecha está sometida a fuertes disturbios por aprovechamientos forestales y desmontes con fines agrícolas, la zona ahora exhibe vegetación secundaria de pobre y discontinuo cubri-miento arbóreo, estando en cambio dominada por el desarrollo sucesional de acahuales.

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Figura 5. Zonas naturales, políticas de manejo y usos permisibles

Fuente: mapa base elaborado con apoyo de las cartas topográficas, esc. 1:50 000. Hojas Tumbalá (SPP, 1983) y Yajalón (INEGI, 1984).

15°17’17’’

Figura 5. Zonas naturales, políticas de manejo y usos permisibles.

El Tortuguero

Agua Azul Chico17°15’

92°07’30’’

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Construyó: Carlos Melo Gallegos Digitalizó: Juan Carlos Del Olmo Morales

SIGNOS CONVENCIONALES

Curva de nivel acotada en metros 100

Corrientes perenne

Corriente que desaparece

Población rural

Caserios aislados

Camino pavimentado

Camino de terracería

Veredas

Aeropista de tierra en servicio

Aeropista de tierra abandonada

Poligonal aproximada de la reserva

RASGOS FISICOS

RASGOS CULTURALES

ZONIFICACION NATURAL

POLITICA DE MANEJO USOS PERMISIBLES

ZONA DE PRESERVACIONPARA VIDA SILVESTRE

ZONA CON SOBRESALIENTEPAISAJE ESCENICO-NATURAL

ZONA PARA REGENERACIONDE LA CUBIERTA VEGETALPRIMARIA

ZONA DE APROVECHAMIENTOAGROPECUARIO

ZONA DE ASENTAMIENTOHUMANO

CONSERVACIONESTRICTA YABSOLUTA

CONSERVACIONREGULADA

RECUPERACIONNATURAL

OPTIMIZACIONPRODUCTIVA

DESARROLLO CULTURALY SOCIOECONOMICO

INVESTIGACION CIENTIFICAY EDUCACION AMBIENTALDE BAJO IMPACTO

INVESTIGACION CIENTIFICA,EDUCACION AMBIENTAL,ECOTURISMO Y AGROECOLOGICO

INVESTIGACION CIENTIFICA,APROVECHAMIENTO CONTROLADODE RECURSOS, RECREO RUDIMENTARIO

LABOREO AGRICOLA DEALTO RENDIMIENTO

PRESTACION DE SERVICIOSTURISTICOS, PRODUCCIONAGROPECUARIA DE TRASPATIOY HABITACINAL

0 1 2 3 4 km

Área Natural ProtegidaCascadas de Agua Azul, Chiapas

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La persistente y nociva intervención antropogénica que obstaculiza revertir tal proceso degradativo, obliga, aunque ello parezca utópico, a implantar una política de regeneración natural que tiene implícito ejecutar simultáneamente los siguientes programas: 1) De con-servación, cuyo objetivo tienda a recuperar la comunidad selvática original, útil para regular el uso silvícola de recursos. 2) De investigación orientada a obtener información técnica so-bre fertilidad y erodabilidad del suelo, índices de agostadero, reproducción y poblamiento de fauna silvestre, entre otros. Por sus condiciones de grave alteración natural, la zona ad-mite como únicos usos, el científico, de educación ambiental y recreo extensivo de carácter rudimentario.

Zona de aprovechamiento agropecuario. Es producto de una intensiva y casi absoluta deforestación de la cubierta selvática; ahora muestra un suelo reemplazado por el rotura-miento extensivo y homogéneo de parcelas sometidas a cultivo agrícola temporalero, las que se alternan con terrenos en periodo de descanso y otros recién abandonados cubiertos por acahuales incipientes.

La zona con amplitud de 710.0 has., predominantemente destinada al cultivo de maíz y frijol y, en menor escala, caña de azúcar y yuca, que en términos naturales ha perdido su innata vocación de floresta tropical, comprende el sector inferior medio de la reserva, ocupando indistintamente mesetas de relieve ondulado y suave, laderas cerriles con pen-diente moderada y terrazas de la llanura aluvial baja, próximas al drenaje fluvial del río Agua Azul.

En virtud de la radical transformación del medio original y la nula posibilidad de revertir el uso agrícola del suelo ya preestablecido, el cual representa fuente básica de ingreso eco-nómico y productos alimenticios de autoconsumo para las comunidades rurales asentadas dentro de la reserva y contiguas a la misma, los programas urgentes a ejercer de manera simultánea en esta zona, tienen implícito realizar prácticas de recuperación y mejoramiento de suelos, así como aplicar técnicas agronómicas-pecuarias con base en cultivos y ganado que reditúen mayor producción y rentabilidad económica.

Zona de asentamiento humano. Involucra al poblado rural de Agua Azul Chico, localiza-do en el extremo sureste limítrofe de la reserva. Tiene una superficie aproximada de 38.0 ha, ocupa la llanura aluvial alta de la planicie y laderas cerriles con pendiente; moderada, establece umbral con la margen derecha del cauce del río Agua Azul. Dicha población es el único asentamiento humano inserto en el territorio de la reserva, y por ende, el que directa e indirectamente está relacionado tanto con el usufructo turístico-recreativo del sistema fluvial que alberga las cascadas, como con la transformación del paisaje natural mediante actividades productivas de subsistencia; acciones jurídicamente sustentadas bajo tenencia de la tierra con régimen ejidal.

Grosso modo, las características socioeconómicas de la comunidad rural se definen en: población total de 683 habitantes (comunicación personal del comisariado ejidal), en gran porcentaje jóvenes (68%) menores de treinta años, en su mayoría, conforman la población

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económicamente activa dedicada a labores turísticas rudimentarias, agricultura tradicional (maíz, frijol, caña de azúcar y yuca) y fruticultura (cítricos, plátano, papaya, mango, cacao y café).

Para esta zona de asentamientos humanos se recomienda la aplicación de una política de desarrollo social integral que, entre otros aspectos, contemple la introducción y mejora-miento de infraestructura y servicios públicos (trazado de calles, drenaje, suministro domi-ciliario de agua, alumbrado público y particular, escuelas, centro de salud, mantenimiento y operación de aeropista, etcétera).

Interpretación de resultados

El otrora soslayamiento de los considerandos, y la nula observancia jurídica del decreto que en origen motivó y sustentó declarar área natural protegida a las Cascadas de Agua Azul, junto a la ulterior carencia de voluntad política federal y estatal en aplicar disposiciones legales a través de las correspondientes instancias ecológico-administrativas en materia de Áreas Naturales Protegidas, son factores asociados que han influido en el devenir histórico de la reserva y que hoy en día se traducen en condiciones de marcado abandono oficial, no sólo en lo que respecta a la indefinición de su carácter jurídico, sino también, en el avanza-do estado degradativo de sus recursos naturales, procesos que al unísono repercuten sobre el funcionamiento ecosistémico, lo que amenaza la integridad y sobrevivencia del bioma selvático.

Pese a la grave y compleja problemática que afronta la reserva, aún es factible el rescate y salvaguarda de ciertos enclaves naturales, propósito que tiene por un lado, fundamento en la vigente y actualizada Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEyPA) y su órgano administrativo representado por la Comisión Nacional de Áreas Na-turales Protegidas (CONANP) adscrita a la SEMARNAT; y por el otro, en el contexto ecogeo-gráfico que aporta el presente estudio.

Al respecto, el Artículo 46, Sección II, Título Segundo, de la LGEEyPA (SEMARNAP, 1996), que deroga como Área Natural Protegida a las Reservas Especiales de la Biosfera, afectó a las Cascadas de Agua Azul y otras áreas que ostentaban dicha categoría, las cuales si bien mantienen su status protectivo y su reconocimiento como áreas naturales, para efectos de manejo, han quedado sujetas a recategorización.

Ello, sin lugar a dudas margina a la reserva Cascadas de Agua Azul del Corredor Biológico Mesoamericano (CBM) y a los pobladores, de lograr la sostenibilidad política, económica y ambiental que en cambio sí puede tener la Reserva de Biosfera Maya y las ANP de los siete países centroamericanos (http://www.biomeso.net).

Tal circunstancia brinda a las Cascadas de Agua Azul una oportunidad favorable de asig-nárseles nueva categoría de manejo que potencie el desarrollo endógeno en congruencia con las características actuales de su medio natural, y responda eficientemente a posteriores

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fines de conservación, manejo y desarrollo. Para acceder a la correcta recategorización de la reserva, el presente estudio con sustento en los resultados obtenidos plantea como fase previa, efectuar modificaciones territoriales a fin de redelimitar el actual polígono del área, proceso que obedece fundamentalmente al estado conservado o degradado que mantiene el paisaje de vegetación tropical selvática. Al efecto, tanto la zona de preservación para vida silvestre como la de sobresaliente paisaje escénico, constituyen los ámbitos geográficos que poseen los más óptimos niveles de equilibrio ecológico, condición que lamentablemen-te sólo engloba 249.84 has., lo cual para la reserva significa el ínfimo porcentaje de 6.85%.

Acorde al objetivo inicialmente planteado, el trabajo expone las características biológi-cas y geográficas que facultan declarar a las Cascadas de Agua Azul como Parque Nacional. No obstante gracias a su escasa magnitud, obvias son las razones que confieren a ambas zonas relevancia natural y espacios prioritarios que deben mantenerse como territorio pa-trimonial de la reserva, toda vez que la primer zona (vida silvestre), alberga relictos repre-sentativos y son muestra valiosa del ecosistema original de selva alta perennifolia antaño exuberante en la región; mientras que la segunda zona (sobresaliente paisaje escénico-na-tural) aún mantiene en dos áreas diversos especímenes de selva primaria y, en una tercera, predomina vegetación similar asociada con terrenos agrofrutícolas que enmarcan al siste-ma fluvial y sus cascadas que conforma el más importante y espectacular paisaje escénico en la reserva.

Frente a las zonas anteriores, contrasta fuertemente el precario nivel de conservación, implícito en el paisaje natural ya degradado o en proceso de transformación, cuyo amplio cubrimiento superficial por desgracia caracteriza a la reserva que ocupa 3111.0 has. que significan el 89.73% de su territorio. Tal condición de disturbio, en gran medida involucra a la zona destinada para regeneración natural de la selva primaria que se extiende en 2363.0 has.; ello representa el 67.70%. A ésta preceden en magnitud, la zona de aprovechamiento agropecuario con 710.0 has. (20.95%) y la zona de asentamientos humanos que ocupa 38.0 has. (1.08%).

El panorama descrito justifica redelimitar la reserva, labor que entraña complejidad en razón de problemas derivados no sólo del notable desequilibrio entre las superficies del medio natural conservado y el degradado o transformado, sino también por la heterogénea distribución e irregular fragmentación vegetal; así como las diversas presiones e influencias antropogénicas sobre los recursos. No obstante, bajo una óptica conservacionista que pre-tende el rescate de las zonas que aún mantienen vocación forestal, resulta estratégicamen-te obligado incluir en su entorno ciertas porciones de las restantes zonas alteradas, mismas que para fines de manejo, podrán subordinarse al control y directrices que contemplen una futura planificación del área.

Bajo estas circunstancias y con apego al criterio señalado, redelimitar el nuevo polígono de la reserva, tiene implícito aplicar las siguientes acciones: en primera instancia, dado que amplia superficie correspondiente a la zona de regeneración natural localizada al norte del río Shumulá, está sujeta al permanente uso agrícola itinerante con clara tendencia a man-

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tenerse y acrecentarse sobre el ámbito de selva secundaria; tal superficie se excluye como integrante de la reserva en virtud de las nulas expectativas para revertir dicho fenómeno antropogénico. Esta medida aunque entraña significativa pérdida territorial (alrededor de 1184 has.), a cambio, facilita y simplifica el proceso de redelimitación y la ulterior recatego-rización del espacio potencialmente útil para fines de manejo planificado, en tanto que la superficie eliminada, puede operar considerándose área de amortiguamiento, la que bajo una adecuada normatividad contribuirá a mitigar riesgos e impactos ambientales a favor de la nueva área a delimitarse.

Frente a este caso, en que la alteración vegetal es homogénea en un amplio y aislado sector de la zona de recuperación natural, lo que determina su inminente eliminación, en la restante superficie, localizada al centro-sur de la reserva, prevalece un complejo mosaico natural donde indistintamente alternan ámbitos a preservar y rescatar (zonas de vida silves-tre y paisaje escénico sobresaliente), extensos medios deteriorados (zona de regeneración natural), terrenos productivos (zona de aprovechamiento agropecuario) y un centro rural (zona de asentamientos humanos).

Esta situación que en alto grado dificulta segregar el área a redelimitarse, obliga en pri-mer término a excluir absolutamente la zona ocupada por el poblado Agua Azul Chico y su entorno inmediato. Empero, la distante y dispersa ubicación entre las zonas a priori se-leccionadas para continuar siendo patrimonio de la reserva, muestra notable aislamiento que impide su fácil conexión debido a la interferencia de terrenos productivos y masas forestales alteradas.

Tal anomalía que desarticula y rompe la continuidad de las zonas naturales conservadas, obliga favorecer su interrelación bajo un sólo marco protectivo, lo cual para el deslinde de la nueva poligonal entraña suprimir también algunos fragmentos tanto de las zonas agro-pecuarias como de regeneración natural, debiendo de manera infortunada pero necesaria incluir amplias extensiones de tales zonas como integrantes de la nueva poligonal.

Finalmente, los resultados del estudio ecogeográfico que sustentan la redelimitación de las Cascadas de Agua Azul se traducen en la propuesta de una nueva poligonal, cuyo terri-torio conformado aproximadamente por 1825 has. alberga los recursos biológicos, físicos y escénicos mejor conservados y con mayor aptitud para manejarse social y ambientalmente bajo un esquema de planificación y desarrollo (Figura 6).

7. Propuesta de recategorización

Con fundamento en el carácter natural y los atributos escénico-paisajísticos que ostenta el espacio geográfico comprendido en el polígono y, dado que jurídicamente la reserva original carece de figura de manejo, estando por ello sujeta a obtener nueva categoría; ésta, según lo establece la ley ecológica, deberá estar acorde al uso prioritario del que es objeto.

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Figura 6. Nuevos linderos del polígono propuesto como Parque Nacional

Fuente: mapa base elaborado con apoyo de las cartas topográficas, esc. 1:50 000. Hojas Tumbalá (SPP, 1983) y Yajalón (INEGI, 1984).

Área Natural ProtegidaCascadas de Agua Azul, Chiapas

Propuesta de re-delimitación

POLÍGONO DE RECATEGORIZARCOMO PARQUE NACIONAL

SUPERFICIE EXCLUIDA DELACTUAL POLÍGONO DE LA RESERVA

SIGNOS CONVENCIONALES

Curva de nivel acotada en metros 100

Corrientes perenne

Corriente que desaparece

Población rural

Caserios aislados

Camino pavimentado

Camino de terracería

Veredas

Aeropista de tierra en servicio

Aeropista de tierra abandonada

Poligonal aproximada de la reserva

RASGOS FISICOS

RASGOS CULTURALES

´

´

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Dichos aspectos con apego a las características que definen y diferencian los ocho tipos de Áreas Naturales Protegidas en nuestro país, confieren al polígono obtenido clara afini-dad con la categoría de Parques Nacionales, cuya definición, entre otras cosas, menciona que son representaciones de ecosistemas importantes por su belleza escénica, existencia de flora y fauna y valores educativos y recreativos, enfatizándose su notable aptitud para el desarrollo del turismo, o bien, por otras razones análogas de interés general. Asimismo, se precisa que en los Parques Nacionales junto a la realización específica de actividades vinculadas con la protección de los recursos naturales y la preservación de ecosistemas, es permisible el fomento de la recreación, el turismo y la educación ambiental (SEMARNAP, 1996).

En tal sentido, la propuesta para recategorizar con carácter de Parque Nacional al nuevo polígono resultante del estudio, es absolutamente compatible a dicha categoría de manejo, al satisfacer los requisitos jurídicos que la tipifican, dado que las Cascadas de Agua Azul además de su innata relevancia científica en lo ecológico, biológico, geomorfológico, hídrico y estético, también figuran entre los más sobresalientes y sui géneris enclaves paisajísticos de nuestro país.

La interrelación de ambas cualidades, ha despertado el paulatino interés de la indus-tria turística, cuyas empresas privadas (como Agencias de viajes), dependencias públicas, (como FONATUR), organismos ecológicos no gubernamentales (como PRONATURA) y otras instancias, al atender la promoción y difusión de los atributos del área, mediante docu-mentales fílmicos, guías especializadas, artículos periodísticos, organizaciones de viajes, mapas turísticos, etcétera, han propiciado una creciente afluencia de visitantes nacionales y extranjeros, lo cual ya ubica a las Cascadas de Agua Azul entre los destinos turísticos más relevantes de México.

Tal circunstancia ratifica la aptitud natural y el gran potencial que el área propuesta tiene para un enfoque ecoturístico planificado, debiendo aprovecharse sustentablemente a tra-vés de su gestión como Parque Nacional.

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José Héctor Abraham GutiérrezEduardo Almeida Acosta

Abel Gil MuñozResumen

Este artículo aborda la problemática ambiental provocada por los desechos del rastro mu-nicipal de Atlixco, Puebla. Se parte de un cambio conceptual en la percepción de los ma-teriales contaminantes, de “desecho” a “subproducto”, y posteriormente, se propone un cambio estructural y funcional como solución. Siguiendo la metodología de sistemas com-plejos, la investigación inicia con la construcción del Sistema Complejo-Rastro, en términos de ciertos elementos clave, y la precisión de las interacciones entre ellos (estado estaciona-rio inicial). Durante la construcción del sistema, se hace un diagnóstico para identificar los elementos y procesos que inciden en el problema estudiado; luego, se analiza la dinámica del sistema, los procesos de desestructuración-reestructuración posibles, y los cambios po-sibles en la estructura y funcionamiento en el tiempo por la conformación de un nuevo estado estacionario (estado estacionario final). Se identifica un factor desencadenante de la reorganización del sistema: el procesamiento de los desechos para convertirlos en subpro-ductos útiles para la agricultura.

Introducción

Los problemas ambientales en los que vive actualmente la humanidad son sumamente complejos. Esta complejidad se origina porque en la realidad existen fenómenos ecológi-cos, económicos, políticos y sociales que están concatenados unos con otros en una red de interacciones múltiples (Leff, 2002). Problemas ambientales a escala global como la pérdida de biodiversidad, la desertificación, y la migración de las zonas rurales a los centros urba-nos, entre otros, ya no pueden verse como problemas aislados, sino como el resultado de procesos interdependientes derivados de una concepción del mundo centrada en criterios economicistas y del beneficio a corto plazo (Novo, 1997). A escala local y regional, estos problemas pueden manifestarse en la pérdida de fertilidad de suelos agrícolas y la contami-nación del agua o el suelo, entre otras muchas formas.

La problemática ambiental generada

por el rastro municipal de Atlixco,

Puebla: un análisis desde la perspectiva

de los sistemas complejos

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Ante esta realidad multidimensional, se requieren nuevos enfoques metodológicos para abordar los problemas ya citados, pues han rebasado la capacidad de los modelos cientí-ficos reduccionistas y simplificadores, los cuales ya no son capaces de ofrecer soluciones a mediano y largo plazo (Leff, 2002). Diversos autores como García (1986) y Novo (1997), proponen enfoques metodológicos partiendo tanto de una visión integradora del proble-ma como del análisis histórico del mismo. También, al considerar la realidad como un sis-tema complejo, estos autores señalan que una tarea clave para interpretar el problema adecuadamente, es el identificar el sistema objeto de estudio; así como los elementos de conexión, los flujos y las pautas que conectan los comportamientos del sistema (García, 1984; García et al., 1988).

Con base en lo anterior, el propósito de este trabajo es el analizar la problemática am-biental provocada por los “desechos” del Rastro Municipal de Atlixco, Pue., desde una ópti-ca integradora y bajo el enfoque de sistemas complejos, siguiendo la metodología propues-ta por García (1984) y García et al. (1988).

1. Marco Conceptual

La metodología para el estudio de sistemas complejos que propone García (1984) y García et al. (1988), persigue dos objetivos: primero, obtener un diagnóstico del funcionamiento del sistema; y segundo, actuar sobre el sistema.

Para lograr el primer objetivo, es necesario construir el sistema objeto de estudio; para ello, es preciso tomar de la realidad los elementos que inciden sobre la problemática am-biental a interpretar, descubrir las interacciones que se dan entre ellos, e identificar los procesos que tienen lugar. La identificación y selección de los datos que se toman de la realidad empírica, está dada por el marco epistémico, el cual se conceptúa como el conjun-to de teorías o teorizaciones que constituyen el corpus de conocimiento a partir del cual se aborda el estudio de un problema determinado. De este modo, el marco epistémico representa una cierta concepción del mundo y en muchas ocasiones, expresa de manera implícita un cuerpo valorativo del investigador. En este contexto, los observables son datos de la experiencia ya interpretados bajo un marco epistémico determinado (García, 1984). Es conveniente señalar que los elementos o componentes del sistema no son independien-tes, en la medida en que se determinan mutuamente. Otro aspecto a tener en cuenta es que los elementos seleccionados deben ser aquéllos en los que las relaciones sean más significativas. Esta selección de los elementos estará dada por las preguntas que orientan la investigación (García, 1984).

El siguiente paso consiste en definir los límites del sistema; ésto debe hacerse de tal ma-nera que la problemática a estudiar tenga cierta estructura (la cual está determinada a su vez por el conjunto de relaciones que se establecen entre los elementos). El estudio de las estructuras de los sistemas complejos es importante por dos razones: primero, porque al analizar un estado estacionario –o estado de equilibrio dinámico– se estudia la relación dia-crónica-sincrónica, la cual hace evidente la manera en la que los diferentes elementos que

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constituyen tal estado se han estado relacionando a través del tiempo, y permite explicar la historicidad de los mismos; y segundo (y más importante), porque permite estudiar los mecanismos de estructuración y desestructuración, con los que se puede analizar cuándo y cómo se transforma una estructura. De este modo, el aspecto central del análisis de la dinámica de los sistemas, es el estudio de procesos; los procesos describen los cambios que tienen lugar en el sistema (García, 1984).

Una vez construido el sistema, las interacciones entre lo que queda dentro del mismo y

lo que queda fuera, se estudian a través de las condiciones de contorno o condiciones de los límites; tales condiciones se especifican en forma de flujos. En el estudio de los flujos es necesario considerar su velocidad de cambio, la cual está estrechamente relacionada con la escala temporal de los fenómenos que se desean estudiar (García, 1984).

Para lograr el segundo objetivo de la metodología, se suelen formular políticas enca-minadas a detener o revertir los procesos deteriorantes en el sistema estudiado (Climént, 1997). Al aplicar estas nuevas políticas se espera que ocurran cambios estructurales y fun-cionales en el sistema, de tal manera que después de un cierto tiempo de adaptación a las nuevas condiciones, se alcance un nuevo estado estacionario (García, 1984).

2. Descripción del problema

La ciudad de Atlixco se encuentra ubicada en la parte centro-poniente del estado de Puebla, en el centro de la República Mexicana. Esta ciudad pertenece a una región natural caracte-rizada por un clima que va del semicálido a cálido, con lluvias en el verano. Asimismo, está bañada por una gran cantidad de afluentes del río Atoyac. Estas condiciones hacen de la región un importante centro de producción de diversas especies de plantas. La región de Atlixco se ha considerado una zona de crecimiento económico y de difusión cultural y reli-giosa muy importante (Carrillo, 1998).

A pesar de sus virtudes, debido al crecimiento desordenado que ha tenido la ciudad de Atlixco, actualmente el Rastro Municipal ha quedado localizado prácticamente en el “centro histórico” de la ciudad; su actividad, y más particularmente, el manejo que se le está dando a los desechos generados, está teniendo un impacto ambiental considerable en las zonas circunvecinas.

Actualmente, en el Rastro Municipal de Atlixco, Pue. se sacrifican –en promedio– 100 porcinos, 25 bovinos y 8 ovicaprinos por día. De este sacrificio se producen aproxima-damente 840 litros de sangre, 0.75 m3 de contenido ruminal de bovinos, 3,900 litros de efluentes de limpieza de vísceras de bovinos y 150 cm3 de pezuñas y cerdas.

La sangre y el efluente proveniente de la limpieza de las vísceras de los bovinos se vier-ten, sin ningún tipo de tratamiento, a la barranca que está a un costado del Rastro Munici-pal, por donde fluye el río Cuexcomate, el cual atraviesa parte de la ciudad. Los desechos sólidos –como el contenido ruminal, las pezuñas y las cerdas– son enviados cada tercer día

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al relleno sanitario. Esta manera de disponer de tales residuos provoca problemas de con-taminación en agua, suelo y aire, generando un malestar entre los vecinos que viven tanto en los alrededores del Rastro como a lo largo del río, situación que eventualmente puede desembocar en problemas de gobernabilidad, afectando las relaciones entre ciudadanos y autoridades municipales.

Así, el punto de partida es el problema de contaminación provocado por la sangre, el contenido ruminal, las cerdas y las pezuñas “producidas” en el Rastro.

3. Metodología

Para proceder al análisis del problema, se partió de dos premisas, la primera implicó un cambio conceptual de los materiales contaminantes, entendiéndolos no como “desechos” sino como “subproductos”; la segunda supuso el considerar al Rastro y su entorno como una totalidad organizada. A partir de aquí se inició la construcción del sistema objeto de estudio –Complejo-Rastro–, identificando los elementos más relevantes del mismo y sus interacciones, y precisando sus límites, todo ello con la guía de preguntas conductoras de-finidas con anterioridad. La estructura (estado estacionario inicial) correspondió al tipo de funcionamiento que se deseaba explicar.

Durante la construcción del sistema, se hizo un estudio de diagnóstico, centrado en la identificación de procesos y mecanismos correspondientes a la dinámica del problema es-tudiado. Posteriormente, se procedió a analizar la dinámica del sistema Complejo-Rastro, y a identificar los cambios que se dieron a través de los procesos de desestructuración-rees-tructuración en la conformación del nuevo estado estacionario que alcanzó el sistema.

4. Planteamiento del Sistema

Al detectar un problema ambiental como el provocado por el Rastro Municipal de Atlixco, Pue., no se deben considerar sólo hechos aislados, como el que la sangre sea tirada al río sin ningún tratamiento y la contaminación que de ahí se desprende, también es necesario tomar en cuenta la percepción que se tiene de este material (es basura); el papel del Rastro (proveer de carne en canal para el consumo humano) y los asentamientos humanos en el cauce del río (impactos sobre la salud), entre otros aspectos. La manera convencional de resolver el problema sería proponer mecanismos que impliquen la implementación de cierto tipo de mejoras, como la instalación de una planta de tratamiento; sin embargo, este tipo de “soluciones” son sólo meros correctivos, que eventualmente pueden generar nuevos problemas, que a su vez requerirán nuevas soluciones. De este modo, el problema continuará por tiempo indefinido.

Por lo tanto, para abordar este problema se parte de la consideración de que la san-gre, las pezuñas, las cerdas, el contenido ruminal y los efluentes, provenientes del lavado de las vísceras de los bovinos, no deben ser vistos como desechos sino más bien, como subproductos útiles que pueden ser aprovechados como abonos o fertilizantes orgánicos

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(Abraham et al., 2004; Aubert, 1997; Jeavons, 1991). Desde esta perspectiva, lo que está ocurriendo con los materiales antes citados es que en lugar de ser procesados, envasados y aplicados en viveros, invernaderos o suelos agrícolas, se están tirando al río (sangre y efluentes) o están siendo llevados al relleno sanitario (contenido ruminal, cerdas, huesos y pezuñas) provocando problemas de contaminación y de salud pública.

El Rastro Municipal de Atlixco y sus alrededores deben considerarse como la expresión

espacial de una realidad que es un entretejido de situaciones sociales, políticas, económi-cas, culturales y ecológicas, en la cual se cubre un amplio rango de actividades que incluyen la producción ganadera, el consumo de agua, el sacrificio de animales, cuotas por animal sacrificado, y muchas otras. Estas actividades son a la vez causa y efecto de procesos in-terrelacionados. El hecho de que exista un ensamblaje de interrelaciones entre procesos, constituye en sí mismo un complejo de relaciones, por lo que es posible referirse a éste como una totalidad organizada y dinámica.

Bajo estas consideraciones, al analizar el problema ambiental causado por el Rastro, se busca interpretar la manera en que se dan las relaciones e interdependencias entre éste y algunos elementos que interactúan con él. En otras palabras, es la relación entre el análisis y la síntesis lo que importa, ya que es el tejido de relaciones lo que finalmente permite concebir el fenómeno que se está estudiando (Morin, 1994).

Dado que en el sistema es imposible incluir todos los elementos de la realidad concreta y multidimensional en la que el Rastro está inmerso, se hace inevitable el seleccionar sólo los más relevantes para establecer un determinado número de relaciones entre ellos. La selección de elementos se hace con base en una interpretación de la función que tienen dentro de la totalidad organizada y de qué tan estratégica resulta para el análisis propuesto (García, 1984).

El hilo conductor para definir los elementos y las relaciones que surgen en la problemá-tica ambiental está dado por las “preguntas conductoras” (García, 1984), que en este caso son las siguientes: los desechos del proceso de producción de carne en canal como la san-gre, el contenido ruminal, las pezuñas y las cerdas, que causan problemas de contamina-ción ambiental, una vez procesados, ¿podrían ser considerados como subproductos útiles para la agricultura?; ¿qué implicaciones tendría este cambio conceptual en las relaciones funcionales y estructurales entre el Rastro y su entorno?

Aquí es conveniente señalar que los mismos elementos pueden ser usados para definir varios sistemas, con estructuras diferentes, las cuales surgen del establecimiento de distin-tas relaciones entre los elementos. Por lo tanto, la selección de los elementos y las relacio-nes que se dan entre ellos, también dependerán de los objetivos de la investigación y del marco epistémico considerado en el estudio (García, 1994).

Una vez construido el sistema, el reto consiste en pasar de la identificación de los ele-mentos seleccionados a la comprensión del proceso o los procesos que tienen lugar en

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el mismo. En otras palabras, es pasar de la descripción del sistema a la interpretación del mismo (Novo, 1997). Un proceso o una serie de cambios constituyen el curso de acción de relaciones causales entre eventos. Estos no son datos obtenidos empíricamente; tampoco son observables construidos como la interpretación de datos; son relaciones que se hacen con base en inferencias. El papel jugado por tales inferencias hace de éstas un tema central en el proceso de construcción del sistema, por lo que es importante establecer las siguien-tes distinciones (García, 1994):

a) Algunas de las inferencias pueden consistir en la aplicación de una generalización inductiva, partiendo de experiencias previas en situaciones similares.

b) Con frecuencia, los procesos que tienen lugar en un sistema complejo se identifican estableciendo vínculos entre eventos separados. Tales vínculos no son “observados”, son inferidos de deducciones lógicas, tomando como punto de partida ciertas premisas que son dadas por el marco epistémico del investigador. En otras palabras, el grupo de relaciones causales entre eventos que se establecen por este tipo de inferencias serán construcciones elaboradas en el proceso de investigación a partir de la realidad empírica.

Para finalizar esta sección, es conveniente indicar que, de aquí en adelante, para hacer referencia al Rastro Municipal y los elementos de la realidad empírica que inciden en la problemática ambiental considerada, se usará la expresión Complejo-Rastro.

5. Construcción del sistema Complejo-Rastro

Al inicio de la investigación, tanto los límites como los elementos o componentes del Com-plejo-Rastro no estaban bien definidos; su caracterización se fue elaborando a partir de las preguntas conductoras y de un cierto comportamiento expresado en determinado número de actividades sociales, ecológicas y/o productivas que interactúan y son interdependien-tes.

En el estudio del sistema Complejo Rastro no se observaron sangre, pezuñas o conteni-do ruminal aisladamente, sino que se percibieron desechos orgánicos o abonos orgánicos, categorías que son el resultado de una elaboración conceptual, relacionada con las activi-dades productivas, económicas, sociales y ecológicas. La sangre, las pezuñas y el contenido ruminal, son datos de la experiencia empírica; en tanto que desechos orgánicos y abonos orgánicos se encuentran interpretados en el contexto de un marco epistémico específico.

Con la expresión Complejo-Rastro, se ha designado a un grupo de elementos interrela-cionados a través de actividades centradas en la relación Sociedad/Naturaleza, y de manera más específica en una problemática ambiental. Con esta formulación, el Complejo-Rastro se refiere a una realidad empírica concreta. Como se ha señalado anteriormente, los ele-mentos que son “extraídos” de la realidad empírica y utilizados para la construcción del sistema considerado no son otra cosa que abstracciones de la realidad, es decir, conceptua-lizaciones de datos empíricos. De la misma manera, las relaciones causales y los procesos

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que intervienen en el análisis, son inferencias hechas en función de los eventos que ocurren empíricamente.

El sistema Complejo-Rastro, que es el objeto de estudio, está construido a partir de las relaciones que se dan entre el Rastro y algunos elementos o componentes de su entorno: los sistemas de operación relacionados tanto con los procesos de matanza de bovinos, por-cinos, ovinos y caprinos, los procesos de generación de desechos que se dan dentro del Rastro, y su impacto sobre el medio físico y la sociedad (problemática ambiental).

La problemática ambiental no sólo es el daño ecológico o la contaminación del agua y del suelo, pues también está relacionada con procesos sociales, como la percepción de los vecinos, y con procesos políticos y económicos, como el desarrollo urbano y la gestión municipal, entre otros.

El Rastro es el nexo entre el ambiente físico y la producción ganadera con la sociedad, la cual proporciona a su vez los medios de apropiación, transformación, circulación y consu-mo de la producción. En estas articulaciones se dan dos tipos generales de interacciones: las de corte ecológico y las de carácter económico-social, en las que los procesos de sacrifi-cio de animales juegan un papel determinante, generando procesos de deterioro ambiental y social (v. gr. contaminación y afectaciones en la calidad de vida de los vecinos).

Para efectos metodológicos, se pueden establecer tres niveles de organización macro, meso y micro (Abraham, 2005). A nivel macro se encuentra la totalidad de la realidad empí-rica, en este caso, el Municipio de Atlixco, Pue., y a nivel micro, se delimita el Rastro con sus elementos de “adentro”. En el nivel meso se considera la “porción” de la realidad empírica que comprende a elementos de “afuera” que interactúan con el Rastro a través de las con-diciones de contorno, mediante flujos de materia, energía e información (Esquema 1). En otras palabras, los niveles meso y micro corresponden al sistema que en párrafos anteriores se ha denominado Complejo-Rastro.

Siguiendo el esquema de recuadros concéntricos, los límites del sistema Complejo-Ras-tro están representados por los niveles meso y micro. Estos dos niveles, como se señaló anteriormente, están interactuando entre sí a través de flujos. Los flujos que entran están dados en forma de ganado (bovinos, porcinos, ovinos y caprinos) y agua potable; los flujos de salida son los efluentes de lavado de vísceras de bovinos, sangre, pezuñas, contenido ruminal, cerdas, malos olores, ruido y moscas.

Estos flujos pueden observarse en el Esquema 1. En el estudio de los flujos es necesario considerar su velocidad de cambio, ya que ésta se encuentra estrechamente relacionada con la escala temporal de los fenómenos a estudiar. Para el caso del problema ambiental considerado, los flujos son muy rápidos: tan pronto es sacrificado un animal, sus desechos son acumulados en toneles o vertidos directamente al río con los efectos señalados en párrafos anteriores.

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Esquema 1. Construcción del Sistema Complejo-Rastro

Fuente: elaboración propia.

Mientras el Rastro se considere sólo como un centro de acopio para el sacrificio de ani-males; y su forma de operación sólo esté centrada en la producción de carne en canal con las más altas medidas de control sanitario; y la sangre, el contenido ruminal, las pezuñas, las cerdas y los efluentes de lavado de las vísceras, sean considerados como desechos, los flujos se mantendrán constantes a través del tiempo, sin mayores cambios en la estructura inicial del sistema, salvo en la aplicación de meros correctivos para mitigar algunos impac-tos como la contaminación del río y las molestias de los vecinos.

Sin embargo, al cambiar la concepción del Rastro y considerarlo como un centro de pro-ducción integral tanto de carne como de subproductos aprovechables como insumos agrí-colas, entonces los flujos cambian, nuevos elementos se incorporan y se alcanza una nueva estructura con propiedades y relaciones nuevas entre sus componentes (Abraham, 2005).

6. Dinámica del sistema Complejo-Rastro

Los cambios que se dan en el tiempo en el sistema Complejo-Rastro son consecuencia de los procesos de estructuración y desestructuración. En estos procesos, elementos o compo-nentes de la realidad empírica que inicialmente no formaban parte del sistema Complejo-Rastro pueden llegar a ser elementos importantes de la nueva estructura una vez que se alcance un nuevo orden.

Inicialmente, las modificaciones que se le hicieron al matadero para transformarlo en rastro no alteraron la estructura del sistema Complejo-Rastro, es decir, el sistema continuó en una situación “estacionaria” (Esquema 1). Esto significa que, a pesar de que las relacio-nes entre los elementos del sistema sufrieron fluctuaciones, no hubo una transformación

Realidad Empírica (macro)

Introductores de ganado Agricultores Fuentes de agua

Dinero

Habitantes de Atlixco

Planes de Desarrollo

Complejo-Rastro (meso)Ganado

Administradores Municipales

Vecinos

Río Cuexcomate

Relleno sanitario

Rastro (micro)sangre, pezuñascerdas, pajosos,efluentes, moscas,malos olores

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en la estructura del mismo. En otras palabras, la mejoras que se llevaron a cabo en el ma-tadero bajo las administraciones anteriores, sólo se enfocaron al desarrollo de infraestruc-tura con el fin de hacer más higiénico el proceso de producción de carne en canal para el consumo humano. El destino de los desechos y los problemas ambientales subsecuentes se siguieron dando sin cambios significativos.

El planteamiento de políticas alternativas, que en este contexto podrían estimarse como perturbaciones de carácter exógeno, puede llevar al sistema Complejo-Rastro a una situa-ción de inestabilidad (“desestructuración”) que eventualmente podría desembocar en la conformación de un nuevo estado estacionario (Esquema 2). En el nuevo estado estaciona-rio, la estructura y funcionamiento del sistema Complejo-Rastro es distinta. Algunos de los elementos que conforman el sistema son nuevos mientras que otros desaparecen; además, las condiciones de contorno, los límites y las relaciones entre ellos son otras. En consecuen-cia, el conjunto de las relaciones internas del sistema Complejo-Rastro se desorganiza: por una parte se desatan mecanismos que permiten al rastro reorganizarse internamente para que se puedan recoger los desechos, que ahora se consideran subproductos, para proce-sarlos y transformarlos en abonos o fertilizantes orgánicos; por otra, los vecinos afectados y el río contaminado llegan a “desaparecer” del sistema, para convertirse solamente en elementos de la realidad empírica que ya no tienen cabida en el nuevo estado estacionario que alcanzaría el sistema Complejo-Rastro (“reestructuración”).

La incorporación de nuevos elementos que existen en la realidad empírica, como es el caso de algunos agricultores o viveristas de la región interesados en la compra de esos productos, del Departamento de Parques y Jardines del Municipio de Atlixco, consumiendo parte de los abonos, y el flujo de dinero que se da en el sistema por la compra/venta de los fertilizantes, conduce a nuevas formas de relación que durante algún tiempo se mantienen cambiantes (Esquema 2). No obstante lo anterior, en un lapso de tiempo, aún indetermina-do, el sistema Complejo-Rastro volvería a estabilizarse con una estructura diferente.

Esquema 2. El nuevo estado del sistema Complejo-Rastro una vez estabilizado después de la fase de “desestructuración”

Fuente: elaboración propia.

Realidad Empírica (macro)

Introductores de ganado Vecinos Relleno Sanitario

Río Cuexcomate

Habitantes de Atlixco

Planes de Desarrollo

Complejo-Rastro (meso)

DineroParques y Jardinesdel Municipio.AgricultoresViveristasGanado

Rastro (micro)harina de sangre,harina de pezuñas,lombricomposta,té de efluente

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Conclusión

El analizar, bajo el enfoque de sistemas complejos, la problemática ambiental originada por el Rastro Municipal de Atlixco, Pue. permitió construir un sistema en el que se identificó un factor desencadenante que podría contribuir a resolver la problemática ambiental causada por los desechos actualmente generados por el rastro: el procesamiento de los mismos para convertirlos en subproductos útiles para la agricultura. Este cambio en las condiciones de contorno del subsistema rastro, permitiría que éste pasara de un estado estacionario en el que la práctica común es la de tirar los desechos líquidos en el río y enviar los desechos sólidos al relleno sanitario; a uno nuevo, en el que la práctica común sea recolectarlos para su transformación en fertilizantes o abonos orgánicos. Ello iniciaría procesos que finalmen-te llevarían a reorganizar la estructura del sistema Complejo-Rastro y a resolver el proble-ma ambiental.

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José Pedro Juárez Sánchez�

Benito Ramírez Valverde2

Resumen

En este trabajo se evalúa la adopción de la tecnología y el rendimiento obtenido en el culti-vo del maíz en dos puntos en el tiempo, 1995 y 2000, en una región campesina, que abarca 11 municipios del estado de Puebla, México. Los resultados de la investigación ponen de manifiesto que los agricultores no adoptaron la tecnología generada para la región, princi-palmente en la aplicación de fertilizantes fosfatados. Los rendimientos y utilidad obtenida por hectárea en el 2000 fue inferior a la que se obtuvo en 1995. En este comportamiento influyó la reducción de los precios reales del maíz, la apertura comercial realizada en el sector agrícola y la política hacia el campo seguida por el Estado. Estos factores indujeron a los agricultores a disminuir sus costos de producción reduciendo la utilización de insumos de alto rendimiento.

Introducción

La política agrícola en México ha sido definida de acuerdo a los modelos de desarrollo implementados. En el modelo Primario Exportador, el sector agrícola fue el motor de la economía, y los protagonistas eran los grandes propietarios de la tierra. En el modelo de Industrialización Sustitutiva de Importaciones (ISI), el papel protagónico de la economía fue concedido al sector industrial; también se buscó fortalecer al sector agrícola específicamen-te a las unidades de producción con mayor grado de capitalización, dedicadas a la elabora-ción de productos demandados en el mercado extranjero. A los agricultores minifundista productores de granos, se les asignó la tarea fundamentalmente de satisfacer a precios bajos la demanda de alimentos –maíz– que requerían los habitantes de la ciudad.

Para ello se diseñaron programas con grandes inversiones, dirigidos a los cultivos de exportación a cargo de los neolatifundistas y a los productores de alimentos básicos para el

1 Profesor-Investigador Asociado del Colegio de Postgraduados Campus Puebla.2 Profesor-Investigador Adjunto del Colegio de Postgraduados Campus Puebla.

Adopción de tecnología y rendimiento

en el cultivo del maíz en una región

campesina del estado de Puebla

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consumo de la gran mayoría de la población; sólo se les incentivó a través de una política compensatoria y no de inversión, lo cual acarreó la formación de una agricultura dual.

El modelo Neoliberal fue implementado a partir de 1982 en el país; en éste se aplica una política agrícola que tiene efectos negativos en el sector primario, debido a la desincorpo-ración de empresas del Estado relacionadas con el fomento agrícola; eliminación parcial de subsidios; disminución de la inversión en el sector e inicio de la apertura comercial fun-damentalmente. A los campesinos se les retira el apoyo para la producción de alimentos básicos y los programas que se implementan son principalmente para paliar la pobreza y no para incrementar la producción. No son tomados en cuenta para producir los alimentos que consume la gran mayoría de la población, es por ello que se les excluye del modelo neoliberal.

La política agrícola afectó la producción del cultivo del maíz principalmente; al respecto Appendini (1991: 997), argumenta que la baja en la producción en 1988 y 1989 tuvo mucho que ver con la política de precios y la contracción de la producción en general. Pero en los siguientes años, la política agrícola se acentúo más y el mercado internacional del maíz en 1994-1996, los flujos del grano se incrementaron y los precios alcanzaron niveles sin prece-dente, para luego descender (Fritscher, 1998:39).

Esta situación generó bajos precios a la importación de maíz, en detrimento de la pro-ducción nacional; incluso se dió el caso de que era más barato importar una tonelada de maíz que producirla. También generó inestabilidad en su producción, ya que no se incentivó a los agricultores para incrementar la producción por hectárea, lo cual repercutió en la au-tosuficiencia alimentaria. Esta política en el bienio de 1989-1990 llevó a México a importar un promedio de 3.9 millones de toneladas de maíz al año para satisfacer una demanda de 16.7 millones de toneladas; (por consiguiente, 23% de ésta se cubrió con importaciones) (Hibon, Triomphe, López y Saad, 1993: 313).

La importancia de este cultivo estriba en que es el alimento básico de la población mexi-cana, es por ello que es el principal cultivo del país, tanto por la superficie sembrada, como por el número de personas que dependen de él. Paradójicamente, esta transformación de la agricultura, capitalizada y creciente, no ha aumentado la producción alimentaria, sino por el contrario, la ha disminuido. La dinámica de esta creciente transformación ha respon-dido a la demanda de los países capitalistas dominantes. Es así que dentro de la agricultura ha surgido una nueva división mundial del trabajo en la que los países subdesarrollados se especializan en la producción de productos agrícolas comerciales particulares y, con ello, crean la necesidad de importar cada vez más los productos alimenticios básicos (Soto, 2003: �75).

Kay (1995: 28), menciona que el proceso excluyente de modernización acentuado en el decenio de 1980, ha transformado a los actores sociales y sus relaciones en el sector rural. Los propietarios de la tierra han quedado subordinados a las fuerzas del capitalismo nacio-nal y mundial. La economía campesina, aunque sigue siendo un importante proveedor de

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empleo y alimentos primarios, es un sector relativamente en declive y muchos campesinos se han visto marginados como productores, quedando condenados a un nivel de pura su-pervivencia y/o a la búsqueda de un empleo asalariado.

1. La adopción de la tecnología

En algunos países subdesarrollados el crecimiento económico ha estado determinado prin-cipalmente, por las políticas económicas que fomentan los organismos internacionales, como el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio. En la implementación de determinados modelos económicos, la agricultura ha desempeñado un papel estratégico en el crecimiento de la economía y el desarrollo nacional. Sus contribuciones ya tradiciona-les en las cuentas nacionales, en cuanto a producción de alimentos, generación de divisas y empleo, hoy son enriquecidas y complementadas con aportes fundamentales en los cam-pos social y ambiental (Seixas y Ardila, 2002: 1).

El cambio tecnológico ha jugado un papel determinante en la consecución de los objeti-vos de este sector. Seixas y Ardila (2002: 5), comentan que numerosos especialistas en de-sarrollo económico han identificado al cambio técnico como la variable que más aporta al crecimiento económico a nivel mundial. Esta importancia es mayor en la actualidad, y se es-tima que en gran parte define los niveles de competitividad entre países. En América Latina y el Caribe, por ejemplo, se calcula que alrededor del 40 % de los cambios en la producción agropecuaria logrados en las últimas cuatro décadas, son atribuibles al cambio técnico.

La adopción de la tecnología3 agrícola en América Latina tiene sus orígenes en la Revolu-ción Verde, basada fundamentalmente en el empleo de semillas mejoradas. La relevancia de la transferencia de tecnología4 ha seguido los siguientes modelos: difusión de innovaciones que se sustenta en la generación y difusión de la tecnología; insumos de alta rentabilidad, que supone que para alcanzar el desarrollo, es necesario que los pequeños agricultores in-crementen su productividad gracias al uso de insumos modernos claves propuestos por las tecnologías agrícolas; y el cambio tecnológico inducido, tiene como finalidad determinar un patrón eficiente de cambio tecnológico y el tipo de tecnología que es preciso generar para sustituir factores de producción escasos por otros relativamente abundantes (Sepúlveda, 1992: 23,31 y 36).

Este planteamiento indica que la generación de paquetes tecnológicos5 se ha realizado bajo una visión técnico-económica o productivista en la mayoría de los casos. El cambio

3 Es el grado en que los productores se apropian de la tecnología generada por las instituciones de investigación y que es transferida a través del sistema de extensionismo.4 Es el intercambio de conocimientos sistemáticos con la población rural sobre distintos conocimientos destinados a mejorar la producción y productividad de los cultivos.5 Conjunto de elementos que se estudian sobre un cultivo en condiciones determinadas a juicio de quien lo analiza, para generar una recomendación tecnológica, tomando en cuenta las condiciones económicas y culturales de los agricultores, así como medio ambientales. Se caracteriza por que la tecnología generada ha sido probada fehacien-temente como para rendir beneficios económicos a sus potenciales usuarios.

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tecnológico, es relevante para los pequeños agricultores debido a que permite aumentar sus niveles de producción, y con ello resolver en parte la falta de recursos escasos por recur-sos abundantes, como los insumos de alto rendimiento. Bajo esta política se suponía que con la generación de la tecnología era suficiente, y que sólo era necesario darla a conocer masivamente a la población para que se apropiara de ella.

Para los pequeños agricultores no es fácil aumentar sus niveles de producción, debido a la escasez de recursos y tecnologías que se adapten a sus necesidades. Harwood (1979), menciona que aún cuando sean los mismos cultivos y sistemas y se sigan las mismas prác-ticas de producción, la reacción de los pequeños agricultores al cambio, variará de acuerdo a las diferencias de capacidad, actitud y otros factores que influyen. Para Flores (2001), la adopción de la tecnología dependerá de qué tan apropiada sea culturalmente, si es necesa-ria y si está de acuerdo con sus propios intereses, si es respetuosa de sus tradiciones, si es útil y si obtienen buenos resultados a corto plazo, y si no existen riesgos financieros.

Entonces, los agricultores estarán dispuestos a adoptar nuevas técnicas, si éstas ase-guran una retribución económica adecuada, si existe poco riesgo, si están disponibles los insumos a precios adecuados y si son compatibles culturalmente. El qué y cómo en la acep-tación, lo deciden quienes están expuestos a las nuevas ideas o tecnologías. Otro factor que influye es el precio del producto que cultivan: si éste es bajo, por lo regular, los agricultores tenderán a disminuir el costo de producción que significa la disminución de los fertilizantes principalmente.

Ahmad (en Ruttan y Hayami 1989:23-29), demostró, sin lugar a dudas, que si un factor se convierte en más caro en comparación con otro a lo largo del tiempo, los esfuerzos innovadores de los empresarios se orientarán al ahorro del factor que se ha encarecido, siempre que los empresarios ideen nuevas posibilidades técnicas alternativas que puedan desarrollarse con la misma magnitud de costos de investigación. Ruttan y Hayami (1989), argumentan que la eficiencia relativamente baja de la producción en la agricultura de los países en desarrollo, se explica principalmente por la capacidad limitada de los sistemas de investigación agraria, de esos países para desarrollar nueva tecnología en respuesta a variaciones de los precios relativos de los factores. Entonces hablamos de la incapacidad de generar nuevos factores de producción más económicos para sustituir a los que tienen precios elevados.

También, se observa que los agricultores no se apropian de todo el paquete tecnológico; sólo toman una parte de él, de acuerdo a las condiciones que prevalezcan en el proceso productivo, como el clima, y las que consideren que no se contraponen a las prácticas que realizan año con año y que les han rendido buenos resultados. La tecnología, en el mejor de los casos, la pueden conocer los agricultores y considerar que es la adecuada a las con-diciones del cultivo que siembran, pero si no cuentan con los recursos económicos para su compra, su aplicación será de forma parcial.

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2. Objetivo y metodología

El objetivo de esta investigación es conocer el cambio en el uso de la tecnología recomen-dada para el maíz, en lo que respecta número de plantas por hectárea, dosis de fertilización y la relación entre la adopción de tecnología y el rendimiento de maíz de los agricultores de una región campesina del estado de Puebla, en los años1995 y el 2000.

El trabajo es un estudio analítico retrospectivo: se aplicaron en la investigación 121 y 216 cuestionarios a productores que sembraron maíz en 1995 y 2000. La selección de los productores se realizó en forma aleatoria, en primer lugar comunidades y después agricul-tores. Para analizar la información se utilizó estadística descriptiva y se realizaron pruebas de t con el propósito de comparar los cambios ocurridos entre años y por agrosistema.

Se estimó el rendimiento del maíz bajo el método de la pesada promedio de mazorcas en campo, que consiste en recolectar mazorcas de maíz del terreno mediante un muestreo aleatorio de una fracción de la superficie bajo el siguiente procedimiento. Se dividió la par-cela en cinco sitios con una extensión de 10 metros lineales, ahí se realizó la recolección de mazorcas para obtener su peso promedio; se contó el número de plantas y se midió la distancia entre surcos. Posteriormente se escogieron 2 mazorcas representativas de cada sitio para calcular el porcentaje de humedad y olote, éstas se desgranaron para calcular el rendimiento promedio de maíz por hectárea.

La región de estudio se localiza en el centro oeste del estado, entre los 18° 41´ 34” y 19° 20´ 11” latitud norte y los 97° 09´08” 97° 46´ 00” de longitud oeste del meridiano de Greenwich. El territorio de estudio comprende 11 municipios que pertenecen al estado de Puebla que se ubica en el centro-sur de la República Mexicana. En la figura siguiente se aprecia la ubicación espacial de la región de estudio en el contexto nacional y estatal.

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Mapa 1. Ubicación de la región de estudio en el contexto nacional

Fuente: elaboración propia a partir de Síntesis Geográfica del estado de Puebla, 2000.

La región se caracteriza por estar conformada por una llanura en la parte central; lo-meríos y sierras, principalmente en los límites; anualmente se siembran más de 120,000 has., donde el maíz cubre aproximadamente el 77% de la superficie, frijol el 9% y haba el 7%. En el 2000 tenía una población de 159,221 habitantes, con 94,341 personas mayores de 15 años o más; el 79.2% sabe leer y escribir (INEGI, 2001). El 28.9% de la Población Eco-nómicamente Activa es obrero o empleado; la mayoría de la población labora en el sector primario, ya sea como jornalero, trabajadores por su cuenta o como trabajadores familiares no remunerados.

3. Identificación de los agrosistemas en la región de estudio

Debido a la variabilidad agronómica y ambiental en la región, el área de investigación se dividió en agrosistemas, para generar recomendaciones agrícolas más adecuadas a las con-diciones de la región. El concepto de agrosistema es una abstracción que relaciona al cul-tivo con el ambiente y que involucra: 1) factores controlables de la producción como son las dosis, oportunidad, fuente, y método de fertilización; 2) factores incontrolables de la producción como el régimen de lluvias, la textura y profundidad del suelo, entre otros. Esta serie de factores define áreas con características similares, que llamaremos agrosistemas, ubicados dentro de una región campesina (Ramírez, Ramírez y Juárez, 2007: 30 y 31). La región de estudio se dividió en 5 agrosistemas en función del suelo, clima, manejo previo y

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rendimiento obtenido. El propósito fue generar y/o validar la tecnología de producción de cultivos apropiados a las condiciones de los agricultores y son los siguientes:

I Agrosistema Ciudad Serdán. Ubicado en el centro de la región. Tiene suelos de textu-ra arenosa, con topografía plana, profundos y con un pH de 6.5 a 7.0; son los dominantes. Predominan los suelos de tipo cambisol.

II Coyotepec. Se localiza en la parte occidental del Plan, sus suelos son arenosos con deposiciones de material limoso arenoso. Tienen el mayor riesgo de heladas.

III Tlachichuca. Suelos con textura arenosa, profundos y con topografía ondulada. Tiene un gran potencial productivo.

IV Bajo Potencial. Se localiza una parte en el norte y la otra en el sur del área de estudio. Tiene suelos de textura gruesa, de color claro y profundos, con pH de 7.5 a 8.5 y de fuerte reacción al ácido clorhídrico. Se presentan heladas, sequía y vientos fuertes. Su potencial es bajo.

V Sierra. Se localiza al oriente del la región de estudio. Su potencial agrícola es de los mejores, por lo tanto el tipo de suelos como por la alta precipitación, pero existe un alto riesgo de heladas tempranas o tardías (Gutiérrez, 1995:16-25).

Mapa 2. Agrosistemas en la región de estudio

Fuente: elaboración propia a partir de Síntesis Geográfica del Estado de Puebla.

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4. Comportamiento de la adopción de tecnología

Los principales resultados de la investigación hacen referencia a las semillas mejoradas, la cantidad de plantas sembradas por hectárea y los niveles de fertilización en los terrenos. El análisis se hace en función de los agrosistemas y los puntos en el tiempo comparados: 1995 y 2000.

Con respecto a las semillas, se encuentra que el 97% y el 97.3% de los agricultores en 1995 y en el 2000 utilizaron semillas criollas que obtuvieron de la producción anterior. Em-plearon semillas mejoradas los agricultores de los agrosistemas uno, dos y tres en 1995 y en el 2000 fue utilizada en los agrosistemas uno y dos. Los agricultores que tienen menos de 3 hectáreas no las manejan, argumentan que no le tienen confianza, porque de acuerdo a su experiencia, no resisten la sequía, consideran que tienen un bajo nivel de germinación y su compra representa un alto costo.

El paquete tecnológico generado para la región recomienda sembrar con 45 mil plantas por hectáreas en los agrosistemas uno y dos, donde se considera que los agricultores tienen una adopción alta si siembran más de 43 mil plantas por hectárea. De acuerdo con los resul-tados obtenidos sobre la cantidad de plantas –aspecto muy importante en la productividad del cultivo– en el 2000 el 37% de los agricultores del uno y el 51% del dos realizaron una adopción alta. El 62% de los entrevistados en el uno y el 48% en el dos adoptaron mediana-mente el número de plantas. En 1995 fue escaso el porcentaje de productores que superó las 43 mil plantas por hectárea, el cual se considera óptimo. La prueba de t realizada al comparar la densidad de población en los dos años estudiados para el agrosistema uno y dos, señala que en el 2000 los agricultores aumentaron la cantidad de plantas (t < .001). En el cuadro � se presenta la comparación en número de plantas por hectárea y agrosistema de cada uno de los años estudiados.

Cuadro 1. Cantidad de plantas/has. de maíz por agrosistema

Fuente: encuesta a agricultores entre 1995 y 2000.

2 5.7 1 3.8 2 8.0 5 21.7 10 86 17.1 4 15.4 4 16.0 9 39.1 23 199 25.7 6 23.1 10 40.0 5 21.7 1 8.3 31 268 22.9 11 42.3 7 28.0 1 4.3 7 58.3 34 289 25.7 3 11.5 2 8.0 3 13.0 17 141 2.9 1 3.8 3 25.0 5 4

1 8.3 1 135 100.0 26 100.0 25 100.0 23 100.0 12 100.0 121 100

6 14.3 6 38 11.1 1 2.3 3 6.8 11 26.2 1 6.7 24 11

21 29.2 7 16.3 17 38.6 12 28.6 2 13.3 59 2716 22.2 13 30.2 9 20.5 10 23.8 5 33.3 53 2516 22.2 15 34.9 9 20.5 3 7.1 4 26.7 47 2211 15.3 7 16.3 6 13.6 3 20.0 27 1372 100.0 43 100.0 44 100.0 42 100.0 15 100.0 216 100

Menos de 2300023000 2700028000 32000033000 3700038000 4200043000 47000Más de 48000

Total23000 2700028000 32000033000 3700038000 4200043000 47000Más de 48000

Total

Año1995

2000

% Frec % Frec % Frec % Frec %

AgrosistemaUno Dos Tres Cuatro Cinco Total

Frec % Frec % Frec % Frec % Frec % Frec %

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En los agrosistemas tres, cuatro y cinco se recomienda sembrar con 40 mil plantas por hectárea; se considera que si los productores siembran de 33 a 47 mil plantas, el grado de adopción es alto. Bajo este criterio, en el 2000 los agricultores sembraron con un mayor acercamiento a la recomendación, así lo indica la prueba de t al comparar cada agrosistema en cada uno de los años estudiados, obteniendo en todos los casos significancia estadística de p < .001. En el agrosistema cinco no se encontraron cambios significativos (p = .144) en-tre años. El grado de adopción es modesto en los primeros agrosistemas, debido a que los agricultores consideran que el número de plantas recomendado es alto. En los otros agro-sistemas el nivel de adopción es más adecuado, ya que se recomienda un menor número de plantas por hectárea y éste se adecúa más a las prácticas que normalmente realizan.

Al relacionar cantidad de plantas con rendimiento, se encontró que los agricultores del agrosistema uno, que sembraron de acuerdo a la recomendación, el 55.5% obtuvo más de 3,000 kilogramos por hectárea y los que sembraron entre 33 y 42 mil plantas, el 60% logró rendimientos superiores a los 3,000 kilogramos. En el agrosistema dos, el 50% de los que adoptaron óptimamente el número de plantas tuvo rendimiento superiores a los 3,000 kilogramos. La correlación entre número de plantas y rendimiento para el agrosistema uno y tres fue de (r = .425) y (r = .440) lo que indica que a medida que se incrementa el número de plantas por hectárea, aumenta el rendimiento obtenido. Para el agrosistemas dos la correlación fue de (r = .250), en el cuatro fue de (r = .273) y en el cinco la correlación fue de (r = .084) lo que significa que el grado de asociación fue pequeño entre el rendimiento y el número de plantas.

La utilización de los fertilizantes químicos es un elemento importante para incremen-tar la producción de los agricultores de la región, donde el 99% de ellos hizo uso de estos insumos en el periodo de estudio. La dosis de fertilización en los agrosistemas uno y dos recomienda aplicar ��0 kilogramos de nitrógeno para agricultores con capital limitado y 130 para productores con mayor nivel de capitalización. Se considera como una aceptación óptima si los agricultores aplican entre 101 y 140 kilogramos; en una adopción media se ubicarían los agricultores que apliquen nitrógeno en el rango de los 140 a los 150 kilogra-mos y de los 85 a los 100 kilogramos se considera baja.

Bajo este supuesto, en 1995 en el agrosistema uno se encontró que el 45.7% de los agri-cultores fertilizó adecuadamente, de acuerdo a la recomendación; y en el 2000 aumentó al 5�.4%. En este periodo el 40% de los agricultores aplicó más de �4� kilogramos, se consi-deró como una adopción media, ya que emplearon más fertilizante del recomendado. En el 2000 los agricultores mejoraron la eficiencia en la aplicación del nitrógeno con respecto a 1995 y fueron pocos los que tuvieron bajos niveles de adopción. La prueba t, para este agro-sistema, arrojó una significancia de p = .743, que indica que los agricultores mantuvieron la dosis de fertilización de Nitrógeno aplicada entre años.

En el agrosistema dos se incrementó el porcentaje de agricultores que fertilizaron de acuerdo a la recomendación, al pasar de 38% a 61%. Los agricultores que tienen entre 6 y 9 hectáreas, aplicaron menos nitrógeno del recomendado repercutiendo, en la adopción

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que se consideró baja; en cambio el 60% de los que tienen más de 12 hectáreas fertilizaron adecuadamente y el porcentaje restante aplicó más fertilizante del recomendado.

Cuadro 2. Dosis de nitrógeno por agrosistema (kg./ha.)

Fuente: encuesta a agricultores entre 1995 y 2000.

En los agrosistemas uno y dos, los agricultores que fertilizaron por arriba de los 100 kilogramos, recibieron asesoría tanto en 1995 como en el 2000, la cual pudo influir en la aplicación de Nitrógeno.

Con respecto a la dosis aplicada de fósforo, recomiendan fertilizar con 50 kilos por hec-tárea; en el agrosistema uno, se considera óptima la adopción de fosfóro si aplican entre 41 y 60 kilogramos; una dosis media es la que se encuentre en el rango de los 31 a los 40 kilos y si aplican más de 60 kilogramos por hectárea. Los agricultores aplicaron óptimamente este insumo en un 64% en 1995 y 82% en el 2000. Pero sólo aplicó Nitrógeno el 54% de los agricultores; ello indica que la dosis recomendada en este agrosistema la adoptó de manera óptima el 44,4%. La prueba t señala que no existió diferencia significativa en la aplicación de fósforo entre 1995 y 2000 (p = .863).

En el agrosistema dos, se sugiere aplicar 25 kilos de este insumo, la mayoría de produc-tores empleó más Fósforo del recomendado, ubicado principalmente en el rango de los 41 y 50 kilos, lo cual consideramos como una adopción media. Este insumo lo usó el 60% de las personas que aplicaron nitrógeno. La prueba t arrojó una significancia de p = .022 seña-lando que en 1995 se aplicó más Fósforo que en el 2000.

2 5,7 3 12,5 1 4,0 2 8,7 1 8,3 9 7,62 5,7 4 16,7 0 ,0 2 8,7 0 ,0 8 6,71 2,9 5 20,8 8 32,0 2 8,7 1 8,3 17 14,310 28,6 3 12,5 4 16,0 6 26,1 8 66,7 31 26,16 17,1 6 25,0 8 32,0 5 21,7 1 8,3 26 21,81 2,9 0 ,0 1 4,0 0 ,0 1 8,3 3 2,513 37,1 3 12,5 3 12,0 6 26,1 0 ,0 25 21,035 100,0 24 100,0 25 100,0 23 100,0 12 100,0 119 100,00 ,0 0 ,0 2 4,5 0 ,0 0 ,0 2 ,91 1,4 0 ,0 0 ,0 0 ,0 0 ,0 1 ,55 6,9 3 7,0 1 2,3 5 12,8 1 6,7 15 7,014 19,4 8 18,6 6 13,6 12 30,8 2 13,3 42 19,74 5,6 6 14,0 4 9,1 7 17,9 4 26,7 25 11,719 26,4 12 27,9 15 34,1 12 30,8 3 20,0 61 28,66 8,3 5 11,6 2 4,5 0 ,0 1 6,7 14 6,623 31,9 9 20,9 14 31,8 3 7,7 4 26,7 53 24,972 100,0 43 100,0 44 100,0 39 100,0 15 100,0 213 100,0

Menos de 7575 8586 100101 115131 140141 150Más de 150

TotalMenos de 7575 8586 100101 115116 130131 140141 150Más de 150

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Año1995

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Frec % Frec % Frec % Frec % Frec % Frec %

Uno Dos Tres Cuatro CincoAgrosistema

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AgrosistemaUno Dos Tres Cuatro Cinco Total

Frec % Frec % Frec % Frec % Frec % Frec %

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Cuadro 3. Dosis de fósforo por agrosistema (kg./ha.)

Fuente: encuesta a agricultores entre 1995 y 2000.

En el agrosistema tres y cinco, la prueba t arrojó una significancia de p = .016 y p = .008, respectivamente; lo que indica que los agricultores aumentaron la dosis de Nitrógeno en el 2000; en el agrosistema cuatro, la significancia de p = .739 señala que no existió diferencia en la dosis de Nitrógeno entre 1995 y 2000. Los resultados de la investigación dan como recomendación fertilizar con 80 kilos de Nitrógeno para productores con capital limitado y 100 para los que tienen más recursos. Se considera una adopción óptima en aquellos agricultores que usan entre 75 y 115 kilos de Nitrógeno. En 1995, en el agrosistema tres, el 48% empleó más de 116 kilos y en el 2000 se incrementó este porcentaje al 80%; se consideró como una adopción media, ya que emplearon más fertilizante del recomenda-do. En el agrosistema cuatro, en el periodo de estudio, el 44% de los agricultores aplicó adecuadamente el Nitrógeno. En el agrosistema cinco, en 1995, el 75% de los agricultores usaron óptimamente el Nitrógeno y en el 2000 sólo lo aplicó adecuadamente el 20%. En es-tos agrosistemas los agricultores aplicaron más nitrógeno, porque consideran que los kilos recomendados no son suficientes y los incrementan. La asesoría técnica es casi inexistente en estos agrosistemas.

Con respecto al Fósforo, para los agrosistemas tres y cinco, recomiendan aplicar 40 kilos por hectárea, por lo tanto, los que aplicaron entre 31 y 50 kilos se considera, con una apli-cación apegada a la recomendación tecnológica. En el 2000 más del 80% de los agricultores de estos agrosistemas fertilizaron adecuadamente, pero si tenemos en cuenta el número de personas que aplicaron Nitrógeno, los niveles de adopción bajan. En el tres, el 40% adoptó medianamente la recomendación y en el cinco, el 33.33% fertilizó adecuadamente. Debido a que en estos agrosistemas en el 2000 entre el 40 y 65% de los agricultores usaron Nitró-geno, lo cual hace que la dosis se aplique por algunos agricultores de manera parcial, desta-cando el uso de los fertilizantes nitrogenados. En el agrosistema cuatro, la dosis de Fósforo recomendada es de 20 kilos por hectárea, en el 2000 del total de agricultores que fertiliza-ron con nitrógeno el 53.8% utilizó Fósforo, de este porcentaje el 90% aplicó medianamente la dosis recomendada. La prueba de t arrojó en el agrosistema tres una significancia de p

1 7,1 0 ,0 1 7,1 0 ,0 0 ,0 2 4,31 7,1 0 ,0 0 ,0 0 ,0 0 ,0 1 2,29 64,3 8 72,7 8 57,1 1 100,0 6 100,0 32 69,63 21,4 3 27,3 5 35,7 0 ,0 0 ,0 11 23,9

14 100,0 11 100,0 14 100,0 1 100,0 6 100,0 46 100,00 ,0 1 3,6 0 ,0 0 ,0 0 ,0 1 ,91 2,6 0 ,0 3 14,3 0 ,0 0 ,0 4 3,50 ,0 0 ,0 1 4,8 0 ,0 0 ,0 1 ,9

32 82,1 26 92,9 16 76,2 19 90,5 5 83,3 98 85,20 ,0 0 ,0 0 ,0 0 ,0 1 16,7 1 ,96 15,4 1 3,6 1 4,8 2 9,5 0 ,0 10 8,7

39 100,0 28 100,0 21 100,0 21 100,0 6 100,0 115 100,0

21 3031 4041 50Más de 60

TotalMenos de 2121 3031 4041 5051 60Más de 60

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AgrosistemaUno Dos Tres Cuatro Cinco Total

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= .016, que muestra que en el 2000, los agricultores incrementaron la dosis de fósforo con respecto a 1995; en el cuatro y cinco se halló una significancia de p = .760 y de p = .341, lo que indica que no existió diferencia en la aplicación de Fósforo entre 1995 y 2000.

En conclusión, consideramos que los agricultores han aceptado más el uso de los ferti-lizantes nitrogenados e incluso incrementaron su uso en el 2000; la prueba de t muestra una significancia (p = .003) lo que indica que se incrementó la dosis de fertilización del Ni-trógeno con respecto a 1995. Los fertilizantes fosfatados fueron relegados en comparación con los nitrogenados, la prueba de t señala una significancia de (p = .140) que indica que no existió cambio estadístico en la aplicación de este insumo en los años estudiados, pero disminuyó el número de agricultores que lo aplicaron. La explicación más evidente es que los productores buscaron reducir los costos de producción en donde invierten más y en este caso es la fertilización. La baja utilización del Fósforo respondió al papel secundario que le atribuyen los agricultores en el incremento de la producción. Se consideraría esta estrategia como una forma de adaptación a la política agrícola implementada en los últimos años.

5. Rendimiento obtenido

El rendimiento promedio de maíz en la región en 1995 fue de 2,692 kilos por hectárea; el mínimo fue de 151 kilos y el máximo de 5,805 kilos; en el 2000 hubo productores que per-dieron la cosecha y otros que obtuvieron hasta 7,200 kilos. El rendimiento medio en este año fue de 2,243 kg./ha. La prueba de t mostró que si existió diferencia significativa (p = .014) en los rendimientos entre 1995 y 2000, es decir, que se obtuvo una mejor producción en 1995. También se encontró que los rendimientos en 1995 tuvieron una distribución más homogénea que en el 2000. El coeficiente de variación6 fue de 55.4% y 78.6%, respectiva-mente. En este sentido, es importante destacar la pérdida o reducción de la cosecha por fenómenos ambientales como sequía o heladas.

Por agrosistemas, se tiene que el uno en 1995 tuvo una producción promedio de 3,171 kilos por hectárea y en el 2000 de 2,716 kilos; para corroborar si existieron cambios en los rendimientos por hectárea. Se aplicó la prueba de t y arrojó una significancia de p = .077, que señala que no hubo diferencia estadística en el rendimiento que tuvieron los agriculto-res en 1995 y 2000. Con respecto a la variación de los rendimientos, se tiene que en 1995 éstos fueron ligeramente más homogéneo (CV=40%) que en el 2000 (CV=45%). La disper-sión de los rendimientos en el 2000, se debe a que el 22.2% de los entrevistados dijeron que su cultivo fue afectado por algún siniestro y obtuvieron rendimientos inferiores a los 2,000 kilogramos. La adopción tecnológica se mantuvo, es por ello que no se logró incrementar la producción. Este agrosistema tiene los niveles más altos de adopción de tecnología en la región.

6 Es una medida de dispersión )/( xsCV = )/( xsCV = , expresa la desviación típica como porcentaje de la media aritmética. Cuanto mayor es la desviación de un conjunto de datos con referencia a su media, más elevado es el coeficiente, lo que está indicando una distribución más heterogénea.

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En el agrosistema dos, en 1995, el rendimiento medio fue de 2,916 y en el 2000 llegó a los 1.914 kilos; en este año algunos productores perdieron la cosecha y otros alcanzaron hasta 6,931 kilogramos. El grado de dispersión en este agrosistema fue mayor en el 2000, el coeficiente de variación fue de 98% y en 1995 la distribución de los rendimientos fue más homogénea, con una dispersión de 33%. La presencia de sequía y heladas afectó al 28% de los predios de los agricultores en el 2000, obteniendo rendimientos inferiores a los �,000 kilogramos.

Los rendimientos logrados en el agrosistema tres, fueron, en promedio, de 2,231 y 2,206 kilos en 1995 y en el 2000. La producción lograda en este agrosistema, en el 2000 fue más dispersa, tuvo un coeficiente de variación de 71%, y en 1995 fue de 31%. La prueba de ello es que en el 2000 algunos agricultores perdieron sus cosechas y otros alcanzaron has-ta 7,200 kilos por hectárea. En 1995, los agricultores del agrosistema cuatro, tuvieron un rendimiento promedio de 1,354 kg./ha. y en el 2000 se incrementó a 1,836 kilos. Ello se explica en parte a que en 1995 el 30% de los agricultores fueron afectados por la sequía y las heladas, sus rendimientos no alcanzaron los 1,000 kilogramos; por otro lado, contribuyó a incrementar la producción, en el 2000 aumentó el número de agricultores que emplearan fósforo, aunque no fertilizaron adecuadamente. El grado de dispersión fue muy similar, el coeficiente de variación fue de 59% y 54% para 1995 y 2000, respectivamente.

En el agrosistema cinco, los rendimientos disminuyeron de 3,634 a 2,156 kilos por hectá-rea, al igual que en los otros agrosistemas, el rendimiento del cultivo de maíz fue afectado por los siniestros.

Cuadro 4. Rendimiento del maíz por agrosistema (kg./ha.)

Fuente: Encuesta a agricultores en 1995 y 2000.

En conclusión, los rendimientos obtenidos en los agrosistemas uno y tres permanecie-ron igual, no lograron incrementarse; en el dos y cinco disminuyeron; y el cuatro aumentó. Se considera que influyeron en el rendimiento: la adopción de la tecnología generada, prin-

Máx.

3171 35 1274 496 58052916 26 975 1389 48712231 25 698 785 37021355 23 804 151 33333634 12 591 2833 45212623 121 1206 151 58052717 72 1218 655 71401915 43 1877 0 63912206 44 1649 0 72001837 42 984 0 53922156 15 727 655 32632243 216 1439 0 7200

AgrosistemaUnoDosTresCuatroCincoTotalUnoDosTresCuatroCincoTotal

Año1995

2000

Media F D. estándar Mín. Máx.3171 35 1274 496 58052916 26 975 1389 48712231 25 698 785 37021355 23 804 151 33333634 12 591 2833 45212623 121 1206 151 58052717 72 1218 655 71401915 43 1877 0 63912206 44 1649 0 72001837 42 984 0 53922156 15 727 655 32632243 216 1439 0 7200

AgrosistemaUnoDosTresCuatroCincoTotalUnoDosTresCuatroCincoTotal

Año1995

2000

Media F D. estándar Mín. Máx.

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cipalmente en los agrosistemas con recomendaciones de baja fertilización, tanto de nitro-genados como de fosfatados; la aceptación de variedades resistentes a la sequía para cada agrosistema; y la presencia de siniestros en el año 2000, esto repercutió en que algunos productores no cosecharan maíz. Los agricultores, ante la nueva política agrícola, fueron más cautelosos a la hora de invertir en la producción del maíz, ésta disminuyó en términos reales, la cual contribuyó a la baja de la producción. Los agricultores no invirtieron más de lo que ellos consideraron adecuado. En términos generales, se observó que los agricultores pequeños en condiciones similares de calidad de tierra, obtienen rendimientos similares a los medianos y grandes, es decir, son tan productivos como los productores grandes de la región.

Conclusión

La adopción de la tecnología estuvo fuertemente relacionada con la capitalización de los agricultores, con el potencial productivo de la tierra en explotación y con el clima de cada agrosistema. Con referencia a la cantidad de plantas sembradas por hectárea, no fue adop-tada totalmente en cada uno de los agrosistemas a causa de la incertidumbre del temporal, de ahí que siembren cantidades inferiores a las recomendadas por hectárea. Con respecto a la fertilización, no se encontró diferencia entre los años con respecto a la cantidad de ni-trógeno aplicado por hectárea pero sí con el Fósforo. Éste fue utilizado por los agricultores en menor proporción, debido al papel secundario que le atribuyeron en el incremento de la producción, por el aumento del costo de los fertilizantes y por los bajos precios del maíz.

Los agricultores aplican la tecnología generada para sostener los niveles de producción que permita la sobrevivencia de la unidad doméstica y no con un fin productivista. Se con-sideraría esta estrategia como una forma de adaptación a la política agrícola implementada en los últimos años. Aunque en estos momentos los agricultores aumenten la producción con la actual política de precios para este cultivo, no lograrían incrementar su utilidad como ellos esperarían y los riesgos de inversión a que se enfrentarían serían más altos y en una economía de subsistencia que va al día en los gastos de manutención, los agricultores no es-tarían dispuestos a arriesgar la supervivencia de los miembros de su familia a través de una mayor inversión que no les sería rentable. En estos momentos es importante replantear el tipo de investigación que se realiza en el país, y sería conveniente fomentar nuevas líneas de investigación más respetuosas con el medio ambiente como la biotecnología.

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1�3

Alfredo Cesín Vargas�

Fernando Cervantes Escoto2

Benito Ramírez Valverde3

Resumen

En este ensayo se analiza la manera en que los pobladores de Santa Ana Portales, comuni-dad ubicada en el suroeste del estado de Tlaxcala, están respondiendo a los cambios que ha implicado la acelerada industrialización de la región, la que no necesariamente, implica empleo para los habitantes de la zona, y al escenario de apertura comercial de la economía y su impacto sobre la ganadería lechera que es una de sus actividades principales. La zona, debido a que posee un rico agroecosistema, ha tenido asentamientos humanos de mane-ra continua durante, aproximadamente, los últimos 3,600 años, pero a pesar de ello y de las actividades emergentes que se están desarrollando en la región, ésta es expulsora de mano de obra, entre otras causas debido a la alta densidad de la población, mayor de 500 habitantes por Km2, y a que la oferta de empleos no resulta los suficientemente atractiva, es insuficiente o exigen habilidades que no poseen. Se concluye que si las comunidades agrícolas situadas en agroecosistemas favorables, como es el caso de Portales, no están generando los suficientes empleos para retener a su población, la situación se agrava en las zonas marginales del medio rural.

Introducción

Los cambios cada vez más acelerados que está experimentado el mundo rural, han obligado a las ciencias sociales a buscar nuevos elementos para su análisis. Se pretende conocer y revalorar lo local como una manera de enfrentar el proceso de globalización y que las co-munidades rurales no sean víctimas de ella. Una pregunta de fondo, indispensable contes-tar es: ¿Cómo se están insertando los diferentes territorios en un mundo globalizado?, en este sentido, adquieren relevancia los estudios regionales, sobre todo si se considera que

1 BUAP, Unidad Regional Tetela. Correo electrónico: [email protected] 2 CIESTAAM, Universidad Autónoma Chapingo. Correo electrónico: [email protected] 3 Colegio de Postgraduados, Campus Puebla. Correo electrónico: [email protected]

Ganadería lechera familiar,

territorio y migración

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los impactos que la globalización ejerce sobre los diferentes territorios no son homogéneos y que cada uno tiene respuestas propias.

En este artículo se analiza la manera en que Santa Ana Portales, una pequeña comuni-dad tlaxcalteca, insertada en el centro del mayor polo de desarrollo industrial conformado entre los estados de Tlaxcala y Puebla, y muy cercana a la ciudad capital de éste último, articula sus actividades productivas con las que se desarrollan en la ciudad y en localidades vecinas, mostrando gran flexibilidad para ello, y cómo a pesar de contar con oportunidades de empleo en actividades agropecuarias y en algunas de las emergentes en el mundo rural, éstas no son suficientes o atractivas, por lo que alrededor del 14% de sus habitantes se han visto obligados a emigrar a los Estados Unidos.

Para comprender cómo una comunidad rural, con las características de Santa Ana Porta-les, se articula con su entorno y como éste modifica la cotidianidad y la dinámica socioeco-nómica del mundo campesino, se comienza por establecer el:

1. Marco de referencia de la investigación

�.�. Algunas transformaciones en el mundo rural

Se ha considerado que el mundo rural del México central está dotado de una permanen-cia –de una inercia incluso– que corresponde a unos modos de organización radicalmente distintos de los de una vida urbana moderna (Bataillon, 1972); se ha visualizado lo rural y lo urbano desarrollándose en espacios y tiempos distintos, se ha imaginado un mundo dicotómico, en el que lo urbano e industrial son lo moderno, lo deseable, el objetivo de los programas de desarrollo; simultáneamente, lo rural ha sido analizado en el discurso de las ciencias sociales vinculado a tres fenómenos interrelacionados: i) una baja densidad demográfica y un patrón de asentamiento disperso; ii) el predominio de la agricultura y otras actividades “primarias” o “extractivas” en la estructura productiva de una localidad o región, y iii) unos patrones culturales o estilos de vida diferentes a los que se desarrollan en los grandes centros urbanos (Llambi, 1996).

El sector agropecuario mexicano padece una crisis cada vez más aguda por múltiples razones, algunas añejas, otras como consecuencia de la implementación de políticas de tipo neoliberal y de la globalización. Entre las causas iniciales que contribuyeron al deterio-ro del sector primario, están las funciones que desempeñaba para sostener el modelo de substitución de importaciones, y que fundamentalmente consistían en: i) ser un mercado cautivo para los productos de la industria nacional; ii) dotar de materias primas al sector secundario; iii) proveer de divisas al país (cuando la agricultura mexicana tenía una balanza comercial superávitaria); y iv) servir de reserva de mano de obra para el sector industrial.

El abandono del modelo de substitución de importaciones por considerarlo agotado, aunado al excesivo endeudamiento del Estado Mexicano durante la década de los setenta del siglo pasado (la deuda externa pasó de 3,600 millones de dólares en 1970 a alrededor

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de 80,000 millones de dólares en 1982), desembocando en la crisis de la deuda de los años ochenta, sucesos que obligaron al gobierno mexicano a recurrir al Fondo Monetario Inter-nacional (FMI), institución que condiciona su apoyo a la aplicación de una serie de políticas, acordes a la óptica de este organismo, tendientes a estabilizar la economía del país: se bus-có la reducción del déficit público y el control de la inflación; además, significó un cambio en el modelo económico y con ello la apertura de la economía; esto implicó cambios profun-dos en las políticas públicas hacia el sector agropecuario, entre las que destacan: supresión de los programas de extensión, reducción dramática del crédito para el sector primario por parte de las instituciones del Estado, desaparición del seguro agrícola, eliminación de los precios de garantía (que servían de precios piso para algunos productos básicos), cambios en la política de subsidios, entre otros.

Como parte del proceso de liberalización de la economía, el país ingresa al GATT (Acuer-do General de Aranceles y Comercio) y posteriormente firmó el Tratado de Libre Comer-cio para América del Norte (TLCAN), el cual posibilita el libre tráfico de mercancías y de capitales entre Estados Unidos, Canadá y México; pero un hecho importante para el caso mexicano es que se dejó fuera de las negociaciones las relativas a un acuerdo migratorio y con ello Estados Unidos evitó la libre movilidad de la mano de obra y la legalización de la es-tancia de los migrantes indocumentados mexicanos. De esta manera, el sector primario en un periodo relativamente corto se encontró insertado en la arena comercial internacional y con ello obligado a ajustar el precio de la mayoría de sus productos con los imperantes en el mercado internacional, situación que implicó cambios importantes en el funcionamiento del sector y nuevos desafíos que enfrentar en condiciones adversas.

Así, como consecuencia de los cambios en el sistema económico que se han implemen-tado en el país a partir de 1982, el sector rural mexicano está sufriendo profundas transfor-maciones, y los esquemas tradicionales para el estudio de lo rural, por parte de las ciencias sociales, han tenido que adaptarse a las nuevas circunstancias, ciertamente dinámicas, que se están presentando en el mundo rural y las cuales son distintas entre las diferentes re-giones dependiendo, entre otras razones, de su localización geográfica, de su dotación de recursos naturales, de la infraestructura que se haya construido en ellas, de las posibilida-des de empleo en sectores distintos del primario, de las habilidades derivadas del “saber hacer” local y de la capacidad de adaptación de las regiones a los nuevos escenarios. De ello se desprende que, al romperse las cadenas agroalimentarias promovidas por el Esta-do de Bienestar, los productores agropecuarios tienen tres alternativas: a) abandonar la actividad, ya sea mediante la emigración o insertándose en otro sector; b) integrarse a las nuevas redes agroalimentarias globales (en caso de que lo puedan hacer); y c) fortalecer las redes locales, en caso de que existan; generarlas, si no existen; o rehacerlas, en caso de que hayan existido.

La emergencia de nuevos escenarios, entre los que destacan: “la difusión de nuevos patrones de consumo y hábitos de vida, la megapolización de los sistemas urbanos, los pro-gresos espectaculares de las comunicaciones y la creciente movilidad de la población, han

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modificado radicalmente el patrón de organización del territorio, desplazado o borrado casi por completo las fronteras entre lo rural y lo urbano” (Linck, 2001: 9).

Los estudios sobre “nueva ruralidad” y territorio, intentan contestar qué es “lo rural” en so-ciedades en los que existe un acelerado proceso de “contraurbanización” o “suburbaniza-ción” como consecuencia de un mayor consumo de los espacios “rurales” por actividades pertenecientes a los sectores secundario y terciario, provocando una profunda transforma-ción en las actividades primarias e incrementado el empleo en el mundo campesino en ac-tividades relacionadas con sectores diferentes del primario y la manera en que los patrones culturales y estilos de vida “rurales” (frecuentemente percibidos como “atrasados”) están siendo rápidamente transformados ante el avance de valores vinculados a la “modernidad”, es decir, a estilos de vida “urbanos” (Llambi, 1996).

Ciertamente los problemas del mundo rural tienen causas complejas que se manifiestan de diversas maneras en los diferentes espacios rurales, pero su crisis se puede visualizar de cinco maneras: en la producción y en la orientación de la misma; en su población –y la pérdida de la misma por migración–; en las formas tradicionales de gestión –las que fueron eliminadas y reencauzadas hacia nuevos esquemas de participación e insertadas en espa-cios sociopolíticos cada vez más restringidos–; en el manejo de los recursos naturales –y la coexistencia con recursos sometidos a procesos permanentes de degradación, tanto por las actividades primarias como la originada por otros sectores– y en las formas tradicionales de articulación social (Pérez, 2001).

Cerca de la mitad del empleo generado en los años noventa del siglo XX en los territorios rurales de América Latina, es empleo rural no agropecuario (principalmente maquila de ropa y en sitios ecológicamente privilegiados, ecoturismo), en tanto que más de la mitad del ingre-so de estas familias proviene de sectores diferentes del primario, adquiriendo un peso muy importante en los últimos años: los ingresos por remesas de migrantes (Echeverri y Ribero, 2002).

En el caso mexicano, durante la vigencia del TLCAN, ha continuado la pérdida relativa de población rural con respecto a la población total, ello se debe a los flujos migratorios campo-ciudad, cada vez menores, y a la migración internacional, cada vez más evidente; de acuerdo con estimaciones del Consejo Nacional de Población, en 2004 emigraron 380,000 mexicanos a los Estados Unidos, la inmensa mayoría de manera ilegal. En 1994, únicamen-te 3% de las familias ejidales tenían familiares que habían emigrado en alguna ocasión a Estados Unidos, porcentaje que creció a 8% en 1997; en contraste, la migración dentro del país bajó del 10% en 1994 a 7% en 1997 (Zorrilla, 2003). En el año 2004 las remesas que los migrantes enviaron a México se convirtieron en la segunda fuente de ingresos provenientes del exterior; representaron alrededor del 75% de las ventas de petróleo al exterior y fueron superiores al total de la inversión extranjera directa que captó el país; indudablemente, estas remesas son importantes para amortiguar la pobreza de numerosas familias, tanto rurales como urbanas, y han permitido mantener una relativa paz social y la estabilidad de

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la economía mexicana; se calcula que en 2005 el monto de las remesas alcanzará los 20,000 millones de dólares.

De los elementos importantes que se deben considerar en el análisis del empleo rural no agrícola, es su mayor remuneración y su estabilidad, comparado con el empleo agrícola, los ingresos agrícolas, además de ser cíclicos, dependen del clima y ahora están vinculados a los precios de los productos de importación. De esta manera, el empleo en los sectores se-cundario o terciario permite superar las crisis periódicas de la agricultura y paliar los efectos de la pobreza de las poblaciones rurales. El empleo rural no agrícola trasciende, en buena medida, la cadena productiva agroalimentaria o agroindustrial; es decir, es un empleo que no está necesariamente ligado a la producción primaria, sino que se inserta en los sectores emergentes de la economía rural y que tiene fuertes implicaciones sobre la concepción del capital humano requerido para consolidar una economía eficiente y en crecimiento en el medio rural (Echeverri y Ribero, 2002); pero que a la vez requiere de una alta capacidad de adaptación por parte de los pobladores del medio rural y el desarrollo de nuevas habilida-des para poder desempeñar las nuevas actividades que se les demandan.

Así, desde distintos ámbitos académicos se están investigando las maneras en que las diferentes sociedades rurales pueden aprovechar su capital social, más allá de las ventajas comparativas que les ofrecen sus recursos naturales, para insertarse exitosamente en la globalización y no ser victimas de la misma. Se busca revalorar lo local frente a lo global y su pretensión por homogeneizar patrones de producción y de consumo que implicaría, entre otras cosas, pérdidas en la diversidad cultural y biológica que ofrece el mundo rural.

Otro aspecto importante que se debe considerar es la tendencia decreciente en la produc-ción agrícola tradicional, la que no puede competir con el precio que ofrece la producción en masa y, además, no tienen éxito en los canales de comercialización de los alimentos de calidad. Cuando estos productos tradicionales están vinculados a las áreas menos favoreci-das, la globalización ciertamente acelera y exacerba los efectos de la competencia capitalista, ya que sitúa a los dos tipos de producción en el mismo segmento de mercado final (Belo-Moreira, 2004).

Por otra parte, alimentos tradicionales de alta calidad sufren reducciones en su precio, y el riesgo implícito de eliminar su producción, ante la carencia de rentabilidad económica, al enfrentar la competencia de falsos substitutos; por ejemplo, el maíz amarillo que en Esta-dos Unidos es cultivado para consumo animal, y que al ser importado por México, sirve de referencia para determinar el precio de los diferentes tipos de maíz que se producen en el país para consumo humano. Otro caso que ejemplifica esta situación es el que enfrentan los derivados lácteos, en que productos elaborados en el país utilizando leche deben enfrentar la competencia de sucedáneos de derivados lácteos importados; es frecuente que el precio en anaquel de estos productos –que, generalmente, se venden como si fueran elaborados con leche ya sea a granel o sin etiqueta en el empaque que indique su composición– sea menor a los costos de producción de los derivados lácteos mexicanos.

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Así se considera que los diferentes territorios rurales se encuentran en un proceso que busca articular respuestas locales a los fenómenos de inseguridad e incertidumbre, gene-rados por el derrumbe del Estado de Bienestar y, simultáneamente, fortalecer las comu-nidades locales y redes de estructura rural que permitan enfrentar exitosamente el riesgo implícito en los nuevos escenarios en los que se encuentra inmerso (Pérez, 2001).1.2. La ganadería lechera mexicana

En el subsector ganadero (incluyendo todo tipo de ganadería) el 75.4% (2,386,927) de las unidades que declaran tener algún tipo de producción ganadera autoconsume toda su pro-ducción, el 24.3% (769,941) vende en el mercado local y nacional, y 0.23% (7,391) exporta su producción (De Grammont, 2001). En este sentido, la ganadería de autoconsumo cumple funciones importantes en la nutrición de la familia y contribuye al cumplimiento de sus compromisos sociales; pero la crianza de animales, sobre todo cuando se trata de especies mayores, por parte de familias marginadas cumple la función de ahorro para enfrentar contingencias y erogaciones importantes. En el caso especifico de la ganadería lechera –por la cantidad y cotidianidad de la producción– el producto, la leche, tiene que ingresar en el mercado, mediante diferentes canales de comercialización; en ese sentido representa un ingreso periódico para la familia ganadera, ya sea diario o semanal.

Debido al carácter transnacional de muchas de las compañías dedicadas a la producción de derivados lácteos, estas empresas están invirtiendo en aquellos países que tienen bajos costos de producción y/o mercados en expansión. En apariencia 0.20 dólares americanos por kilogramo de leche como precio pagado al productor, es el que sirve de base para di-ferenciar a los países que pueden exportar leche y derivados lácteos sin subsidios, de los países que requieren de éstos para exportar (Tejo, 2001). Algunos países desarrollados, al tener costos de producción superiores a los requeridos para ser competitivos en el mercado internacional, estimulan la producción de leche mediante subsidios, los que representan, para el caso de Estados Unidos, Japón y Comunidad Económica Europea, el 70% de los in-gresos que reciben los productores (Fernández y Tarrio, 1995). Para el caso de México, con-siderando un tipo de cambio de 11.50 pesos por dólar, el precio promedio ponderado que se pagó al productor de leche durante 2003 fue de 28 centavos de dólar por litro de leche (SAGARPA, 2004), precio que es 40% mayor al que tienen los países con menores costos de producción; además los ganaderos mexicanos prácticamente carecen de subsidios; en 1997 representaron el 3.6% de los que recibieron los ganaderos estadounidenses y 1.4% de los canalizados por los países de la Unión Europea (Cervantes et al., 200�). En pocas palabras, la agricultura mundial se encuentra inmersa en una especie de “Guerra Fría” en la que tanto los Estados Unidos como la Unión Europea protegen a su sector primario mediante subsi-dios (principalmente a la exportación) y en que las victimas de esta confrontación son los agricultores de los países cuyos gobiernos han adoptado el libre mercado como un dogma de fe inquebrantable, o que carecen de la capacidad financiera para subsidiar a su sector primario.

La importancia de la ganadería lechera mexicana radica en que representa el 24% del valor de la producción del sector ganadero, siendo, de acuerdo al valor de la producción, el

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segundo en importancia, solamente después de la ganadería bovina para carne. Después de tener años de decrecimiento durante la década de los ochenta del siglo pasado, la pro-ducción de leche de bovino se reactiva en la década de los noventa, alcanzando tasas me-dias de crecimiento anual de 4.6% entre 1995 y 2001 (FIRA, 2003), pero a partir de ese año el ritmo de crecimiento ha disminuido considerablemente. Por otra parte, México continúa siendo el principal importador de leche en polvo para consumo humano en el mundo y además, las importaciones de subproductos y derivados lácteos han crecido a tasas muy al-tas; ejemplo de lo anterior son las importaciones de queso; las cuales se incrementaron en 250% entre 1998 y 2003 (Cesín et al., 2003) y para otros derivados lácteos, se tienen tasas de crecimiento de las importaciones similares o superiores; así, a pesar de que las importa-ciones de leche en polvo no muestran crecimiento en su volumen durante los últimos años, el incremento en las importaciones de productos con un valor agregado están impactando de manera negativa la balaza comercial agroalimentaria del país. De ahí la conclusión de que, bajo el sistema neoliberal, el desarrollo del sector agropecuario no ha podido alcanzar las condiciones prevalecientes antes de 1980; en el caso de la leche, entre 1981 y 1999 la producción per cápita en el país se redujo en 15.5% (Castañon et al., 2003).

2. Consideraciones metodológicas

Santa Ana Portales es una comunidad que pertenece al municipio de Tetlatlahuca (“Lugar de piedras que arden o rojas”) en el suroeste del estado de Tlaxcala. El municipio tiene una superficie de 19.23 Km2 (0.47% del total estatal); 45% de la superficie del municipio es plana, 40% semiplana y 15% terreno quebrado4. El asentamiento humano de Santa Ana Portales se encuentra en el piso del Valle Puebla-Tlaxcala, ocupando el mismo espacio en el que se localizaba el casco de la hacienda del mismo nombre –de la cual únicamente se conserva la iglesia, la que actualmente está ubicada en la plaza principal de la comunidad e incorporada a los ritos católicos del pueblo– y como parte de la Antigua Ciénega de Tlaxcala, la que fue desecada para la formación de superficie agrícola.

Santa Ana Portales se fundó en la década de los cuarenta del siglo XX como consecuen-cia del reparto agrario de la ex-hacienda Santa Ana Portales, entre pobladores de San Bar-tolomé Tenango, comunidad distante diez kilómetros al noreste de Portales. Actualmente, los habitantes de Santa Ana Portales muestran una extraordinaria capacidad de adaptación para enfrentar los nuevos escenarios que se presentan en el país, la que se manifiesta en una diversificación del empleo que desempeñan en los sectores secundario y terciario, pero sin abandonar la producción agropecuaria; articulándose a las actividades que se desarro-llan en comunidades vecinas, mediante la maquila de chamarras con Xoxtla, población ve-cina perteneciente al estado de Puebla, y la producción de queso y otros derivados lácteos con Aquiahuac y Tetlatlahuca y, en caso necesario, migrando a los Estados Unidos con el objeto consolidar un patrimonio.

4 Enciclopedia de los Municipios de México, “Estado de Tlaxcala: Tetlatlahuca”, www.e-local.gob.mx

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La región debido a la riqueza y variedad de sus recursos naturales ha sido habitada desde la época prehispánica (Luna, 1993), a pocos kilómetros de Portales se localizan los sitios arqueológicos de Cacaxtla y Xochitecatl, y desde 1930 su densidad de población supera los �00 habitantes por kilómetro cuadrado y de acuerdo con el Censo General de Población y Vivienda del año 2000, esta densidad es mayor a 500 habitantes/km2; situación que implica una fuerte presión sobre los recursos naturales de la zona y, por otro lado, la ha convertido en expulsora de mano de obra. Santa Ana Portales se encuentra comunicada por una ca-rretera secundaria con la Autopista México-Puebla, de la cual se encuentra a 5 kilómetros, con la cabecera municipal, Tetlatlahuca, y con Nativitas. Las tierras de la comunidad serán atravesadas por la autopista Puebla-Pachuca actualmente en construcción.

Con la intención de comprender la dinámica socioeconómica manifestada en esta co-munidad, se realizó un muestreo cualitativo con varianza máxima, con una confiabilidad del 90% y una precisión de O.1; utilizando como marco de muestreo una relación de todos los jefes de familia. Una vez determinado el tamaño de muestra, se realizó una selección aleatoria; Portales tiene 192 hogares y se realizaron entrevistas estructuradas en 63 de ellos (32.81% de la población).

3. Resultados y discusión

3.1. Características generales de los hogares

La edad promedio del jefe de familia en Portales es de 45 años, jóvenes de acuerdo al pro-medio del campo mexicano, y 28.5% de los hogares tienen como cabeza a una mujer, esto se debe en la mitad de los casos a: divorcio, viudez, abandono de la pareja, empleo de la pareja en otra ciudad; lo que las hace ser madres solteras, y el otro 50% de los casos a que su esposo emigró a Estados Unidos. La escolaridad promedio es de 8.89±4.09 años, la que se considera alta comparada con el medio rural mexicano.

3.2. Producción agrícola

En Portales, el 42.85% de los hogares están relacionados con la producción agrícola, la cual se realiza en condiciones de minifundio: el tamaño promedio de la parcela es de 0.9279 has., con un máximo de 2.5 has. El precio de la tierra es afectado por usos alternativos del suelo; 94.9% de la tierra que se cultiva es utilizada para la producción de forrajes para el ganado lechero.

Los principales cultivos en Portales son: maíz, alfalfa y calabaza, los dos primeros son utilizados, básicamente, como forraje para la alimentación del ganado lechero, la planta del maíz se le ofrece a los animales verde o como zacate seco dependiendo de la época del año, la alfalfa generalmente se utiliza verde. En el caso de la calabaza, esta planta puede ocupar exclusivamente la superficie destinada para su cultivo, o sembrarse en asociación con maíz; en este caso, al extenderse la planta impide la proliferación de maleza, este sistema de producción es una adaptación local de la milpa prehispánica mesoamericana (que consistía

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en sembrar en asociación maíz, frijol y calabaza); la calabaza una vez extraída su semilla, la que venden en $20.00 el kilogramo, es utilizada para la alimentación del ganado lechero, en caso de que lo posea el productor, o bien como abono orgánico en la parcela agrícola desbaratándola mediante rastreo e incorporándola a la tierra con un barbecho profundo.

En el 37.21% de la superficie agrícola destinada a la alimentación del ganado lechero se tiene sembrada alfalfa de la que se obtienen diez cortes al año. En el caso del maíz, el rendimiento por hectárea es bajo: �,352 kgs. en promedio, a pesar de la excelente calidad de tierra con que cuenta la comunidad; lo anterior se explica porque los agricultores han dejado de utilizar fertilizante químico debido al alto costo que representa para ellos; en este sentido, el ganado lechero es proveedor de abono orgánico que es, en la mayoría de los casos, el único fertilizante que reciben las tierras de la comunidad.

3.3. Ganadería lechera

En el 33.3% de los hogares se desarrolla la ganadería lechera como actividad importante; el tamaño promedio del hato es de 6.29 animales, de los cuales 3.91 son vacas (secas y en ordeña), 62.1% del total; una vaca promedio de Portales permanece seca 57.87 días, parámetro bastante cercano del ideal que es de 60 días y es una manifestación de eficien-cia reproductiva, lo anterior es importante porque son los animales que generan ingresos periódicos para la familia, mientras que las becerras y las vaquillas cumplen la función de reemplazos de los vientres lecheros y los becerros y novillos sirven como ahorro para casos de contingencia o para poder solventar los egresos más importantes del hogar.

La producción de leche es una actividad tradicional en Portales, el 80% de los ganaderos manifiesta tener más de diez años de dedicarse a ella y 8.9% son ganaderos recientes con menos de 5 años en la actividad. En el manejo de los animales intervienen, generalmente, todos los miembros de la familia y no se contrata mano de obra; es frecuente que en el caso de que el varón trabaje en alguna de las actividades emergentes en los alrededores de Portales, o que haya tenido que migrar a los Estados Unidos, sea la mujer la que se dedique a realizar todas las labores que implican el cuidado de los animales lecheros: limpieza del corral, alimentación, ordeño, etcétera; independientemente de que un número importan-te, también se dedican a la costura de chamarras, además de atender el establo familiar y las labores del hogar. Así, en el caso de que el jefe de familia haya tenido que migrar, las remesas que envía son utilizadas para mejorar su vivienda; muchas de las casas de Portales han sido construidas con dinero proveniente de este ingreso y son edificaciones que con-trastan dramáticamente con el estilo de las viviendas que se encuentran en el medio rural. Los gastos cotidianos del hogar son solventados por los ingresos obtenidos por la mujer de la casa. También se encontró que algunas de las mujeres de la comunidad se iniciaron en la ganadería lechera después de que falleció su esposo o al divorciarse, situación que rompe con el mito de que la ganadería mayor es una actividad exclusiva de los varones. Lo anterior concuerda con las siguientes afirmaciones: “el esfuerzo de las mujeres por la supervivencia y el bienestar de las familias rurales suele marcar los límites de la reproducción social y cultural de las poblaciones rurales” y, por otro lado, que “la participación de las mujeres en

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las labores productivas agrícolas (en las fincas familiares) es mayor a la que suele aparecer en las estadísticas” (Sepúlveda et al., 2003: 27).

Los rendimientos en línea de ordeña son bajos, 8.38 lts./vaca al día, y una explotación promedio vende 30.88 litros de leche por día a un precio de entre $3.00 y $3.50 por litro; el destino del producto es alguna de las queserías que se localizan en Aquiahuac, en Tetlatl-ahuca o en Tenango; lo anterior a pesar de que en el municipio, y distante aproximadamen-te a cinco kilómetros de Portales, se localiza la planta de LICONSA Tlaxcala, empresa que no adquiere leche fluida debido a los menores costos de producción de un litro de leche rehidratada, el que considerando un tipo de cambio de $11.50/dólar, es de $2.38 por litro de leche –los costos desglosados son: leche en polvo $1.98, rehidratado $0.25 y grasa (ge-neralmente de origen vegetal) $0.15– (FIRA, 2003), y de acuerdo con los criterios imperan-tes en el Gobierno Federal, es importante que las empresas públicas sean eficientes desde el punto de vista financiero, aunque sus funciones sociales y de promoción de la actividad pasen a segundo plano.

A pesar de que 33.3% de los ganaderos manifestó saber hacer algún derivado lácteo y producirlo esporádicamente, no lo elaboran para comercializarlo y únicamente 19% de los ganaderos destina leche de manera permanente para el consumo de su familia, aún en el caso de tener niños. Los corrales para el ganado lechero se encuentran adyacentes a la vivienda familiar y, debido al alto valor del suelo en la localidad, son reducidos, un esta-blo promedio en Portales tiene 40.7 m2, equivalente a 6,47 m2 por animal; los materiales utilizados para su construcción son tabique para las paredes y lámina para el tejado. En lo referente al uso de tecnología, el 65% manifestó utilizar la inseminación artificial (IA), como sistema reproductivo en sus animales, aunque únicamente la mitad de los que la usan, lo hacen en todos sus animales y un porcentaje similar la ha utilizado por más de cinco años, lo que significa que ya están ordeñando vacas nacidas mediante esa técnica; todas las vacas de la comunidad se ordeñan de manera manual y en todos los casos, cuentan con asesoría técnica ofrecida por un médico veterinario.

3.4. Actividades productivas emergentes en la comunidad

Además de la ganadería lechera, la agricultura y la maquila de ropa, las actividades pro-ductivas emergentes que desarrollan los habitantes de Portales son diversas: obreros en Hylsa y en Krupp (las que se encuentran a unos cinco kilómetros de la localidad, en Xoxtla, Puebla) o en alguna otra empresa de los alrededores; también hay otros que se dedican a prestar algún servicio dentro de la comunidad, soldadores, mecánicos, etcétera; algunos habitantes de la comunidad son concesionarios o chóferes de alguna de las rutas del trans-porte colectivo del suroeste de Tlaxcala, y otro grupo de la población realiza viajes diarios a las ciudades de Puebla o Tlaxcala para desempeñar diversos oficios, principalmente en el sector de los servicios: enfermeras, secretarias, profesores, mecánicos, almacenistas en algún centro comercial, etcétera; independientemente de los habitantes que acuden a los diversos tianguis de los alrededores, principalmente el de Tepeaca y el de San Martín Tex-melucán para comercializar las chamarras que se producen en la comunidad. Lo anterior es

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una muestra de los cambios que se están experimentando en las actividades productivas que se desarrollan en el mundo rural y que implican una diversificación de los ingresos de las familias, además de que la viabilidad del hogar depende, en buena medida, de obtener ingresos de diferentes fuentes.

3.5. Migración internacional

Por otra parte, en la región se ha desarrollado una red de “polleros” que facilitan la migra-ción de los habitantes de las diferentes poblaciones del suroeste del Estado de Tlaxcala a distintas ciudades de los Estados Unidos; el costo promedio de sus servicios por persona es de $20,000.00.

La migración internacional es un fenómeno de causas complejas, en las que se combinan aspectos macro y microestructurales, pero su incremento durante el periodo que se ha implementado el modelo neoliberal en el país se debe, fundamentalmente, a: i) la econo-mía ha tenido bajas tasas de crecimiento (en algunos años negativas) y con un crecimiento del PIB per cápita negativo; ii) la incapacidad de generar el número suficiente de empleos que requiere el país; iii) el poder adquisitivo del salario real es menor al que tenía en 1981, lo que significa que la demanda interna en lugar de ser estimulada para incrementar la producción de los diferentes sectores, es contraccionada para evitar que se incremente la inflación; y iv) la pérdida de rentabilidad en algunas actividades, sobretodo en las pertene-cientes al sector primario, al tener que ajustar el precio de sus productos a los imperantes en el mercado internacional, los que están fijados por los países que poseen ventajas com-parativas, dotación de recursos naturales o mano de obra barata, por citar dos de ellas, y por el precio que tienen en el mercado internacional, productos altamente subsidiados en su país de origen. En resumen, la emigración ilegal de trabajadores mexicanos a Estados Unidos es la consecuencia de las intensas relaciones, en múltiples aspectos, de dos países vecinos con profundas asimetrías.

En el caso de Portales, la edad promedio del migrante, al momento de hacerlo, es de 28 años, generalmente con una familia constituida y no como opción laboral que desearía; en la mayoría de los casos no tienen un lugar donde establecerse, ni empleo seguro a su arri-bo a los Estados Unidos, a menos que tengan algún familiar o amistad que haya emigrado previamente. Las actividades que desempeñaban antes de emigrar eran diversas, predomi-nando el trabajo agropecuario o como obrero, y su escolaridad promedio es de 9.75 años. Los oficios que realizan en los Estados Unidos son diversos y básicamente pertenecientes al sector servicios: como jardineros, lavadores de coches, lavando platos, recogiendo basura, etcétera, y en menor proporción en el sector primario. El envió de remesas lo realizan por diferentes medios, desde el correo, con alguna amistad que regresa a la comunidad (para visitar a sus familiares o para reintegrarse a ella) y cada vez más frecuentemente utilizan el envió electrónico que ofrecen en las cadenas de tiendas departamentales; la cantidad que remiten mensualmente oscila entre 100 y 300 dólares americanos, cantidad que es utilizada por la familia, parcialmente, en la compra de insumos y en los gastos cotidianos para la satisfacción de sus necesidades, y por otra, en realizar mejoras a la casa familiar,

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para la construcción de la misma, para la adquisición de tierras o ampliación de la parcela agrícola y para la adquisición de ganado lechero. Un dato importante en este sentido es que 57.2% de las unidades de producción desean incrementar el tamaño de su hato. Un hecho que resulta significativo es que la totalidad de los familiares de migrantes entrevistados consideran que la estancia de su familiar en Estados Unidos es temporal y que regresaran para integrarse a la familia, situación que en muchos de los casos resulta ser un buen deseo y no una realidad; por otra parte, los pobladores que se reintegran a su comunidad, no son los mismos que cuando partieron, traen consigo nuevos patrones culturales, pero también vicios que trastocan la cotidianidad de su localidad, además, durante su estancia en Estados Unidos pueden establecer nuevos vínculos familiares, lo que representa un riesgo para la estructura de la familia que dejaron en su comunidad.

Se ha considerado que la integridad del territorio está altamente determinada por la conservación de poblaciones o de asentamientos humanos que mantengan una alta de-pendencia de localización frente a los recursos naturales, de tal forma que el territorio se encuentre ocupado más allá de las meras condiciones de productividad y de rentabilidad de dichos territorios o del suelo, (situación francamente impensable bajo el sistema económi-co vigente). Los procesos de desplazamiento como resultado de precarias condiciones pro-ductivas, o simple inviabilidad de sistemas productivos locales, generan un gran riesgo para mantener la integridad de un territorio (Echeverri y Ribero, 2002). Es necesario revalorar los productos regionales y conocer la manera en se producen estos bienes, como una manera de evitar la pérdida de sistemas de producción (y de articulación social) que se encuentran en riesgo ante los embates de la globalización, pero además, por que pueden representar guías para el desarrollo de sistemas de producción amigables con el medio ambiente.

Conclusiones

Los nuevos escenarios que se están presentando en el mundo rural exigen a sus pobladores una extraordinaria capacidad de adaptación y los han obligado a diversificar e incrementar las actividades que realizan cotidianamente. Los estudios regionales adquieren importancia debido a que los impactos de la globalización se están manifestando de manera diferen-ciada entre los espacios del mundo rural y cada uno presenta sus particularidades en la manera en que sus pobladores internalizan sus efectos, y a las respuestas que ofrecen para enfrentar este proceso. Es importante conocer las actividades emergentes que están apa-reciendo en el medio rural y analizar sus posibles consecuencias.

Los impactos de las actividades emergentes, en una comunidad como Santa Ana Porta-les, no han sido adecuadamente evaluados y se requiere la realización de estudios interdis-ciplinarios debido a que además de los temas socioeconómicos; es importante analizar el impacto ambiental de esas actividades ante el visible deterioro que presentan los recursos naturales de la región y que se desarrollen sistemas de producción que se acerquen paula-tinamente a esquemas sostenibles.

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La ganadería lechera representa para los habitantes de Portales un ingreso permanente que rompe con los ciclos del ingreso agrícola que tienen una estacionalidad determinada por el clima. Además de que les permite enfrentar contingencias mediante la venta de al-gún animal, que es un activo altamente demandado, y para la comercialización del ganado existen redes de intermediarios, distribuidos por todo el suroeste del estado de Tlaxcala y el centro-occidente del estado de Puebla, lo que facilita este tipo de transacciones.

Son importantes los programas de extensión, los que son necesarios reestablecer y cons-truir con un diseño acorde con los nuevos escenarios dinámicos que se están presentando en el medio rural; y la vinculación de las universidades con los sectores productivos, en este caso con el primario, para proponer soluciones a una problemática compleja, encontrando los niveles apropiados de producción y desarrollando sistemas de producción amigables con el medio ambiente.

De esta manera, si comunidades como Portales, a la que se puede considerar privile-giada por su dotación de recursos naturales, excelente ubicación, infraestructura generada para el funcionamiento de diversos corredores industriales y alternativas de empleo en sectores emergentes, están expulsando mano de obra de manera permanente, la situación se agrava en las áreas marginadas del mundo rural.

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María del Carmen García Casarrubias�

Guadalupe Beatriz Martínez Corona2 Juan Alberto Paredes Sánchez3

Gloria Angélica Valenzuela Ojeda4

Resumen

Las metodologías empleadas en la educación no formal relacionadas con la problemá-tica del campo mexicano, han sido poco estudiadas. Se analiza el caso de la Brigada de Educación Tecnológica Agropecuaria (BEDR) No. 121, la cual depende de la Secretaría de Educación Pública, cuyos objetivos buscan hacer llegar la educación a los estratos rurales marginales para mejorar sus condiciones de vida. El objetivo de la investigación fue conocer las características de la metodología de trabajo empleada y su relación con la metodología recomendada por la SEP–DGETA y otras metodologías educativas. Se realizaron entrevistas a profundidad a informantes clave, la aplicación de un cuestionario abierto, observación participante y revisión bibliográfica y documental. Se identificaron factores que limitan la aplicación de la metodología: la disponibilidad de tiempo de hombres y mujeres del cam-po; el escaso establecimiento de relaciones con otras instituciones, un fuerte burocratismo interno y la falta de formación del los y las promotoras docentes en metodologías de tra-bajo.

Introducción

México desde principios del milenio, enfrenta una diversidad de problemas; uno de ellos es la problemática rural altamente compleja, la cual se manifiesta en el desempleo, la desco-lectivización y privatización de las tierras (Scott, 1996). Además, existe en el medio rural una organización deficiente de los productores, inadecuada aplicación de los recursos, irregula-ridades en la tenencia de la tierra, falta de asistencia social, infraestructura insuficiente y/o

1 Estudiante Maestría en Ciencias en el Programa de Estrategias Para el Desarrollo Agrícola Regional.2 Profesor-Investigador Adjunto, Colegio de Postgraduados, CAMPUS Puebla.3 Profesor-Investigador Asociado, Colegio de Postgraduados, CAMPUS Puebla.4 Profesor-Investigador, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Metodología de trabajo en la Brigada

de Educación para el Desarrollo Rural

No. 121. Huejotzingo, Puebla

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desaprovechada, desconfianza hacia las autoridades e instituciones, abandono sociocultu-ral, crisis económica, contaminación ambiental, deforestación, migración hacia las urbes y a los Estados Unidos, falta de financiamiento, ausencia de tecnologías apropiadas y precios bajos en los productos básicos del campo (SEP–SEIT–DGETA, 1993).

La crisis estructural del sector agropecuario ha determinado que campesinos y campe-sinas recurran a otras fuentes de ingresos, lo que ha implicado un aumento de la pobreza rural y un rápido proceso migratorio. El deterioro de las condiciones de vida de las mujeres rurales vinculado a la situación de crisis del sector rural, y a los fenómenos de migración masculina, obliga a las mujeres a desarrollar actividades fuera de la unidad doméstica, a tomar la jefatura y ejecución de los trabajos agrícolas y de su hogar; por lo tanto, lejos de descargar su jornada de trabajo ésta se incrementa afectando su salud y calidad de vida. En este contexto, persiste con gran fuerza la baja valoración del papel productivo de las muje-res dentro de las economías de subsistencia y en los renglones del trabajo no remunerado en la familia y la comunidad (Esparza, 1996).

Muchos autores coinciden en que toda esta gama de problemas implican una serie de urgencias inaplazables: es imprescindible atender el enorme rezago social de nuestro cam-po, el rezago social en que se encuentra la gran mayoría, mayor atención a las demandas de justicia social, atención primordial que requiere la marginación social de mujeres, ancianos y niños y la defensa de nuestro medio ambiente.

Desde esta perspectiva, diversos estudios comparten la opinión referente a que el factor educativo constituye la clave fundamental en la construcción de la nueva sociedad. Castro (1974:87), afirma que la educación es una herramienta fundamental para preparar al ser humano desde que empieza a tener conciencia para cumplir sus más elementales deberes sociales, para producir los bienes materiales y los bienes espirituales que la sociedad nece-sita produciendo por igual, con la misma obligación de todos. En este sentido, Castro consi-dera que la educación es el único medio capaz de desarrollar las inclinaciones positivas del ser humano y de combatir, desde muy temprano sus inclinaciones negativas.

La educación como concepto es muy amplia, profunda y flexible, siempre orientada a la formación e información del ser humano. Para Dewey (citado en Gámez, 1980:26), “Edu-cación es la suma total de procesos por medio de los cuales una comunidad o grupo social, grande o pequeño, trasmite a las nuevas generaciones la experiencia y la sabiduría, las ca-pacidades, aspiraciones, los poderes e ideales adquiridos en la vida, con el fin de asegurar no sólo la supervivencia al grupo, sino su crecimiento y desarrollo continuos”.

La educación generalmente opera en dos vertientes: la educación formal y la educación no formal. La primera se refiere a la educación que tiene lugar en el aula, bajo un horario, con una estructura de planes y programas. Para el caso de esta investigación es de gran interés la educación no formal, la cual ha recibido diversas denominaciones de acuerdo al contexto y las personas. La educación no formal ha sido identificada como extensionismo agrícola, capacitación, difusión y desarrollo de la comunidad. Otras denominaciones poste-

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riores han sido: la educación de adultos, educación permanente, educación popular y edu-cación extraescolar (Simkins, 1977; citado por Pieck, 1996). El Plan Nacional de Desarrollo (2001–2006), la denomina educación para la vida y el trabajo. Al respecto, Simkins (1977, citado en Pieck,1996), menciona que el uso de éstas denominaciones “...ha sido rara vez riguroso y frecuentemente confuso”. De la misma manera, Selener (et al., S/A) señala que los promotores reciben, a su vez, muchas otras denominaciones: paraprofesionales, para-técnicos, educadores comunitarios, promotores rurales, técnicos agricultores, facilitadores locales, extensionistas, promotores rurales, técnicos, facilitadores, promotores comunita-rios, brigadistas y colaboradores comunitarios. En la DGETA, hasta finales del 2003, se les llamó promotores, y a partir de 2003 se les ha denominado promotores docentes.

La Belle (1982), conceptualiza la educación no formal como una serie de actividades enseñanza–aprendizaje–enseñanza realizadas fuera de la escuela, organizadas y diseñadas para acrecentar el poder de decisión y el estatus socioeconómico de el/la participante. Por su parte Bock (1983. citado por Pieck, 1996: 61) subraya: “La educación no formal no sólo asigna a la gente roles y estatus específicos, sino también legitima nuevos roles y nuevas formas de relaciones entre ellos; la educación transforma sus identidades y la percepción que tienen de su ubicación dentro de la sociedad”.

Lo cierto es que la educación formal y no formal, persigue el desarrollo, entendido como la transformación positiva (no negativa) del ser humano y la sociedad en la que está inmer-so y de la que forma parte. En este contexto, en los años de mil novecientos cincuenta y de mil novecientos sesenta, se da gran importancia a la educación para el crecimiento econó-mico y el desarrollo de la sociedad; este fue el enfoque más comúnmente utilizado por las agencias gubernamentales, se convirtió en un elemento importante pero solamente del discurso. Cardoso y Faleto (1978, citado en Pieck, 1996), señalan que años más tarde, las economías recuperaron su capacidad de exportación, el capital extranjero ejerció el control e los campos más dinámicos de la economía. Considerando estas condiciones económicas (Gómez, 1981 y Finkel, 1979, citados en Pieck, 1996) se recurrió a la educación como me-canismo para alcanzar los objetivos del desarrollo; en otras palabras, el sistema educativo se convirtió en el proveedor del recurso humano, orientado a la producción. En este marco, fue evidente que la educación formal como la no formal, por sí sola no es capaz de deter-minar la transformación en el progreso económico y de un orden liberal democrático y político. Mata (1981) y Niño (1986), coinciden en que tanto la educación formal y no formal son importantes medios para lograr el pleno desarrollo social, agrícola o rural, o al menos para que las personas aspiren a mejores condiciones de vida.

México necesita un modelo de educación no formal orientado hacia el cambio de va-lores, actitudes y aptitudes positivas, que busque la manera distinta de vivir partiendo de la realidad inmediata (Castillo, et al, 1982). A partir de 1970, los programas de educación no formal en México han venido cubriendo actividades que van desde la educación para la salud, campañas de alfabetización, educación para la producción (Pieck, 1996); sin embar-go, las instituciones encargadas de promover el desarrollo entre los habitantes del medio

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rural, se enfrentan a muchos obstáculos por lo que difícilmente se cumplen las metas los objetivos planteados.

Estas dificultades tienen su origen en los elementos de las políticas públicas y su diseño; también en la metodología de trabajo empleada por la institución responsable. Todo pro-grama de desarrollo rural involucra una metodología de trabajo, debido a que permite crear estrategias de organización de grupos y comunidades, generar y difundir conocimientos, así como valorar y evaluar el papel tan importante de los promotores, los campesinos y las instituciones involucradas en la formación de sujetos.

Ander–Egg (1980), sostiene que la educación no formal no debe quedar reducida a transmitir conocimientos, sino que metodológicamente, debe darse un proceso de acción–reflexión que avance y que produzca en cada fase una toma de conciencia más critica, con decisiones más responsables.

Es fundamental enfatizar nuevamente, la importancia de las metodologías educativas en los programas institucionales, ya que son los medios estratégicos que permiten formar al tipo de ser humano útil en la sociedad. Latapí (1985), menciona que en la metodología queda implícita la tendencia del ser humano que queremos formar.

Se puede decir que la educación no formal, mediante las metodologías de trabajo tiene una gran responsabilidad para que los grupos marginados se involucren como sujetos y puedan lograr los procesos que los conduzcan a una sociedad más justa, igualitaria y sus-tentable. Ser sujetos significa que las personas piensen en su realidad, en sus problemas, necesidades y aspiraciones, mientras que una persona como objeto recibe únicamente in-formación.

Uno de los Programas de Educación No Formal inscrito en la Secretaria de Educación Pú-blica (SEP) y que funciona a través de la Dirección General de Educación Tecnológica Agro-pecuaria (DGETA) son las Brigadas de Educación para el Desarrollo Rural (BEDR´s), las cuales pretenden contribuir a la organización para la producción de los sectores de la población rural, mediante la educación no formal, la cual involucra a la capacitación para el trabajo. De ahí que el presente trabajo se centre en el análisis de un caso, la BERD No. 121, para indagar sobre los esfuerzos de este programa, y conocer sus componentes metodológicos y características teórico–prácticas. Para ello es necesario también entender el contexto en el cual se desarrollan las acciones educativas.

1. Aspectos sociodemográficos y geográficos del Municipio de Huejotzingo, zona de In-fluencia de la BEDR No. 121

El municipio engloba a la cabecera municipal: Huejotzingo de Nieva y las siguientes juntas auxiliares: Santa Ana Xamimilulco, Atexcac, San Juán Pancoac, Santa María Nepopualco, San Diego Buena Vista, San Miguel Tianguizolco, Santa María Tianguistenco, San Mateo Capultitlán y San Luis Coyotzingo. Existen colonias dentro de algunas auxiliares. Santa Ana

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Xamimilulco presenta la mayor densidad poblacional, sin embargo, tendrá que generarse alguna política de control dada la alta contaminación del subsuelo por las actividades agro-pecuarias e industriales.

El municipio de Huejotzingo, en el estado de Puebla, colinda al norte con los municipios de San Salvador El Verde, Teotlancingo, Chiautzingo, San Martín Texmelucan; al oriente con el Estado de Tlaxcala, y los municipios de Tlaltenango y Juan C. Bonilla; al sur con los mu-nicipios de San Nicolás de los Ranchos, San Andrés Calpan, Domingo Arenas y San Pedro Cholula; y por último, al poniente con el Estado de México.

Desde una perspectiva económica, el sector primario es el que mayor participación tie-ne, sin embargo, no se considera como rural ya que el 58 % de la actividad productiva pre-senta características urbanas, las cuales se concentran en la cabecera municipal y en menor grado en Santa Ana Xamimilulco (INEGI, 1997).

Aunque la densidad poblacional es de 22 Hab./Ha. esta ha aumentado a 44 Hab. /Ha., aún se observa una población rural con traspatio para cultivo de hortalizas y/o corrales para ganado menor. Este incremento también da cuenta del papel importante de Huejotzingo como centro urbano de apoyo a la ciudad de Puebla.

El régimen de propiedad consiste en una privada y dos ejidos. En cuanto a programas de agua potable y alcantarillado, el municipio presenta una alta inversión en zonas rurales. El drenaje residual y pluvial es insuficiente y no cuenta con un canal adecuado de descarga, misma que se efectúa en campos de cultivo de alta productividad, donde los contaminantes son absorbidos afectando a más de doscientas hectáreas (H. Ayuntamiento de Huejotzingo s/f).

En lo que corresponde a la educación formal, en el municipio existen aproximadamente 41 escuelas y 358 aulas, abarcando los niveles de preescolar, primaria, secundaria, capa-citación para el trabajo, medio superior, normal, universidad del desarrollo y universidad tecnológica. Esto representa un superávit aproximado de 183 aulas, esto debido a que en la gran mayoría de las unidades sólo se cuenta con el turno matutino. Otro dato relevante es el de los 8,671 niños entre 6 y 14 años, están sin instrucción primaria o incompleta, por lo que se habrá de promover su asistencia a la escuela (INEGI, 1997).

En cuanto a la educación no formal, es importante mencionar el programa de educación para adultos, abarcando los niveles de primaria y secundaria en horarios flexibles. Otra ins-titución de educación no formal es la Brigada de Educación para el Desarrollo Rural (BEDR No. 121) dependiente de la SEP–DGETA y que tiene una perspectiva de educar para mejorar la productividad; y así contribuir a elevar el nivel de vida de la población rural (H. Ayunta-miento de Huejotzingo s/f).

El comercio y el abasto se concentran en el mercado municipal, el cual funciona al 40 % de su capacidad entre semana. El día de plaza que es el sábado, se extiende, ocupan-

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do más de 10 calles, de 8:00 hrs. a 19:00 hrs., comercializando productos agropecuarios, herramientas y ropa. El mercado se ve concurrido por localidades del poniente, ya que debido a la construcción del Aeropuerto Hermanos Serdán, se perdió la comunicación con Tlaltenango, que hacía su mercado en Huejotzingo. Sin embargo, el Aeropuerto Hermanos Serdán constituye un detonador potencial para el desarrollo del municipio y la región (H. Ayuntamiento de Huejotzingo s/f).

La contaminación por basura es un grave problema: existe un servicio deficiente en la recolección; la comunidad utiliza los arroyos como tiradero, además de muchos puntos en la periferia de la ciudad. En este sentido, la contaminación del subsuelo, mantos acuíferos y atmósfera ha sido inevitable. Las características edafológicas del suelo en el municipio, no permiten un relleno sanitario con los requisitos normativos de la SEDESOL, por lo que es necesario establecer un convenio con los municipios cercanos y establecer el proyecto en un lugar con las condiciones adecuadas. Esta medida debe acompañarse de un proyecto educativo no formal, orientado a la separación de la basura.

Es evidente que existen fuertes problemas ecológicos, de riesgos y vulnerabilidad, los cuales requieren un buen diagnóstico, así como su plan de acción respectivo, que involucre actividades de educación no formal, orientadas a contrarrestar el efecto de todos estos problemas, considerando que es la gente la que actúa todos los días, modificando el medio físico-geográfico.

2. Planteamiento del Problema de Investigación

La BEDR No. �2� ubicada en Huejotzingo, Pue. imparte educación no formal o extraescolar para el desarrollo rural, por lo que se considera necesario conocer a través de un estudio de caso, las características de la metodología de trabajo que se emplea y su relación que tiene con la metodología de trabajo recomendada por la SEP–DGETA del mismo modo, con otras metodologías de trabajo. También conocer sus efectos en los procesos sociales (habilidades y capacidades) que se generan en la población meta y los factores que favorecen o limitan su aplicación para el logro de objetivos. La pregunta que guía esta investigación queda plan-teada de la siguiente manera:

¿Cuáles son las características de la metodología de trabajo empleada en la BEDR No. 121 de Huejotzingo, Pue? y ¿Qué relación tiene con la metodología educativa agropecuaria recomendada por la SEP–DGETA y/o otras metodologías educativas; sus efectos en los pro-cesos sociales que se generan en la población meta; así como los factores institucionales de el/la promotor/a docente y los/las usuarios/as que favorecen o limitan la aplicación y el logro de los objetivos? Para tal efecto, se plantearon las siguientes interrogantes: a) ¿Cuáles son los elementos que caracterizan a la metodología de trabajo empleada por la BEDR No. 121 y su relación con la metodología educativa agropecuaria recomendada por la SEP–DGETA y/o otras metodologías educativas? ¿Cuáles son los procesos sociales respecto a habilidades y capacidades que se favorecen en la población participante a través de la metodología de trabajo en la BEDR No. 121? c) ¿Cuál es el perfil y el papel de el/la promo-

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tor/a docente en el proceso educativo formal que es promovido a través de la metodología de trabajo en la BEDR No. 121? d)¿Cómo son las relaciones de la BEDR No. 121 con otras instituciones para reforzar las acciones de su metodología de trabajo que lleven al logro de los objetivos? y ¿Qué factores favorecen o limitan la aplicación y el logro de objetivos de la metodología de trabajo en la BEDR No. 121?

3. Metodología, métodos y técnicas

La metodología incluye además del método, el objeto y marco teórico. Dicho marco teórico y la ideología, determinan y condicionan los métodos que se escogen o construyen para aproximarse al objeto (Yopo, 1989).

Los métodos de investigación pretenden encontrar el modo de abordar correctamente la realidad para conocerla y además, demostrar que ese conocimiento es objetivo, es decir que si responde al mundo real en sí, fuera del pensamiento (Jung, 1962; citado por García, 1997).

Se utilizaron el método dialéctico; métodos generales como son, el deductivo e inducti-vo, así como el análisis y la síntesis, además el método particular concreto utilizado en un estudio de caso que se llevó a cabo en la BEDR No. 121 de Huejotzingo, Pue., donde la uni-dad de análisis fueron ocho promotores/as y usuarios/as de ocho localidades: Huejotzingo (cabecera municipal), Santa Ana Xamimilulco, Santa María Atexcac, Santa María Nepopual-co, San Juan Pancoac, San Diego Buenavista, San Miguel Tianguizolco y San Luis Coyotzingo (siete juntas auxiliares). El objeto del estudio es conocer las características de la metodolo-gía de trabajo empleada en la BEDR No. 121 y su relación con la metodología recomendada por la SEP–DGETA y/o con otras metodologías educativas; los efectos en cuanto a procesos (habilidades y capacidades) en la población usuaria y los factores que favorecen o limitan la aplicación y logro de objetivos.

Las consideraciones sobre el estudio de caso y su utilización metodológica que hacen algunos autores permiten reforzar la fundamentación de emplearlo en esta investigación.

El estudio de caso para Rojas (1988:131) es:

“...un procedimiento que permite centrar la atención en alguna institución o persona que se considera típica, o que se elige de manera intencional, para obtener información amplia y profunda y conocer con detalle los diversos aspectos, manifestaciones y situaciones que ha tenido o tiene, el caso que estudia. Para ello se pueden utilizar la entrevista, la observación y el análisis de documentos”.

El estudio de caso, en opinión del autor

“permite, bajo determinadas circunstancias generalizar para otros casos aquellas situaciones o elementos que se consideran comunes”.

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Pries (1991), define que los estudios de caso son: “intentos de comprender totalidades como procesos en movimiento”. Brugellmann, 1982:69; citado por Pries (1991:22) señala que “con la elección del estudio de caso, como forma de investigación, se halla ligada igual-mente una decisión por un levantamiento cualitativo de datos de una situación (de campo) natural, tratada desde una perspectiva de investigación social de tipo interpretativo”.

Por tal motivo se recurrió al método del estudio de caso, ya que sus características me-todológicas permiten responder al cómo y por qué del objeto; entender la relación entre diversos factores, que hacen que el problema se exprese de tal o cual manera (Yin, 1984; citado por Martínez, 2000).

El presente trabajo, se trata de un estudio de caso de una experiencia de un programa de educación no formal a través de la BEDR No. �2� (Brigada de Educación para el Desarrollo Rural), perteneciente a la SEP–DGETA (Secretaria de Educación Pública–Dirección General Escuelas Tecnológicas Agropecuarias), con una trayectoria de 10 años. Los criterios que se han seguido es que se aplica una metodología de trabajo dirigida a la educación no formal para el desarrollo rural; existen relaciones que favorecen el acceso para que los/las promo-tores/as y la población usuaria proporcionen información con precisión; la BEDR No. 121 busca elementos estratégicos que le permitan impactar en su zona de influencia; además tiene potencial para ser el ejemplo de las demás brigadas del estado de Puebla.

La selección de los casos no se plantea en términos de frecuencias estadísticas que re-mitan a la: “representatividad de una muestra”, puesto que se pretende abordar desde referentes parámetros cualitativos (sin dejar de incluir aquellos elementos útiles que sean susceptibles de cuantificar), en donde la selección de el/la informante clave, es básica (Ro-dríguez Gil y García, 1996; citado por Martínez, 2000).

El objetivo de la investigación cualitativa es la comprensión, centrando la indagación de los hechos, buscando la compresión de las complejas interrelaciones que se dan en la realidad y, en la investigación cuantitativa; su búsqueda va hacia las causas, persiguiendo el control y explicación. La investigación cualitativa es considerada compleja, requiere de flexibilidad, para adaptarse en cada momento y circunstancia en función de lo que se pro-duzca en la realidad que se está investigando, incorpora el método dialéctico, y se requiere: “planificar con flexibilidad”, sin perder los rasgos del diseño (Montero–Sieburth, M, 1991; citado por Martínez, 2000).

Las técnicas se sitúan a nivel práctico y operativo, a modo de dispositivos auxiliares ó instrumentos ó herramientas que permiten la aplicación u operación del método, indepen-dientemente del marco teórico de que se trate (García, 1997).

Para el estudio se utilizaron herramientas como son: entrevistas en profundidad a infor-mantes clave: dos promotores (que conocen el programa de la BEDR No. 121), un usuario/a por comunidad seleccionada (un total de ocho usuarios/as) y un no usuario/a por localidad

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atendida (ocho no usuarios/as); aplicación de encuesta a través de un cuestionario abierto (ocho promotores/as); observación participante, dirigida y sistemática (de los/las ocho pro-motores/as y los usuarios/as de ocho comunidades); revisión de proyectos y reportes de actividades desarrolladas de los/las promotores/as que atienden a las ocho comunidades seleccionadas; revisión bibliográfica y documental (libros, folletos, artículos, tesis, censos, mapas y acta constitutiva). Posteriormente se realizó el procesamiento de la información, descripción y análisis de los resultados, conclusiones y recomendaciones.

4. Descripción de resultados

La metodología de trabajo en la BEDR No. 121, y los procesos sociales generados en la po-blación participante.

5. El Diagnóstico

Es el punto de partida de una metodología, pues permite conocer la situación actual de las personas y las comunidades: de los/las ocho promotores/as encuestados; cuatro señalan que cuentas con diagnósticos de las comunidades atendidas, otro dice que está inconcluso y tres carecen de él. Mencionan las herramientas; el sondeo rural participativo, cuestiona-rios, entrevistas, encuestas, estudio socioeconómico por segmentos y diagnóstico básico.

La mayoría de los/as promomotores/as coinciden en que el diagnóstico es muy útil ya que sirve para saber entender la realidad, permite conocer la comunidad, sus necesidades y la situación en que vive la población.

Los/as usuarios/as entrevistados, señalan no haber intervenido en diagnósticos partici-pativos y que nadie ha pedido información para elaborar un diagnóstico.

Se puede observar que los/las promotores/as no plasman por escrito sus diagnósticos, y la población usuaria no ha participado en la construcción del mismo. Por lo que no están sujetos a un proceso de empoderamiento y conocimiento de su realidad. El/la promotor/a en su ir y venir a la comunidad, ha construido su propio diagnóstico por experiencia y bajo un criterio empírico. La metodología de trabajo de la BEDR No. 121 establece una brecha amplia con la metodología: Investigación–Acción Participativa, empleada por la CREFAL.

6. Planificación

El diagnóstico participativo es un elemento importante en una metodología, ya que implica en los/as usuarios/as una planificación participativa apropiándose de los problemas comu-nitarios.

En lo que se refiere a la planificación con los/as usuarios/as, se observa que no se lleva a cabo la planificación participativa: los encuestados sostienen que nunca se han reunido en grupo para detectar necesidades y problemas sentidos, ni se ha planeado su participación

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en la solución de dichos problemas. Solamente se ponen de acuerdo con su promotor/a de manera verbal para realizar actividades sugeridas o las que el/la usuario/a solicita.

Seis promotores/as señalan que en la planificación, gestión y ejecución de proyectos no participa la población usuaria. Dos de ellos respondieron afirmativamente, señalando que la población participa planificando la reforestación, actividades en la agroindustria y en lo pecuario.

En la población usuaria no se han generado a través de la BEDR No. �2� habilidades y capacidades de intervención en la planificación participativa. También, incluye la progra-mación de actividades y toda actividad implica recursos económicos para su operación, y la BEDR No. 121 carece de dichos recursos. Internamente la Unidad Educativa se guía por un Plan de Desarrollo Institucional (PDI) sexenal, un Plan Operativo Anual (POA) general, un Plan Operativo Anual (POA) individual, el reporte trimestral de actividades y los planes e informes semanales de cada promotor/a; sin embargo está ausente el componente “parti-cipación” por lo que se dista mucho de la Investigación–Acción Participativa de la CREFAL.

7. Capacitación para la producción agropecuaria

La capacitación para la producción es un componente importante que enmarca la meto-dología educativa agropecuaria SEP–DGETA. Este elemento permite apoyar el desarrollo agrícola.

De los ocho promotores/as encuestados, siete afirman capacitar a la población usuaria para la producción agropecuaria. El octavo promotor/a, lo hace también sólo que en una parte mínima. Entre los/as ocho promotores/as abarcan las siguientes disciplinas de capaci-tación: huertos familiares, conservación de frutas y hortalizas, mermeladas, elaboración de licor de frutas regionales, producción de hongo seta, producción de nopal verdulero, forraje verde hidropónico, producción de maíz, poda y fertilización de árboles frutales, control de plagas y enfermedades de los cultivos, uso y manejo de pesticidas agrícolas, producción de plántula de hortalizas en charola, establecimiento de huertos frutícolas, aves de corral, apicultura, cunicultura, reproducción y engorda de ovinos. Otras son campañas de refores-tación, conservación del agua.

Estas actividades de capacitación se realizan con poca frecuencia y con poca población usuaria debido a: necesidades individuales y/o familiares de el/la usuario/a y el rol de traba-jo de el/la mismo/a; escasez de recursos, material y equipo en la BEDR No. 121, burocracia y verticalidad institucional, perfiles inadecuados, ausencia de capacitación teórico–práctica del promotor/a.

Encuestados/as de la población usuaria y no usuaria manifiesta la necesidad de mucha capacitación y asesoría técnica.

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Este elemento que pone en práctica la BEDR No. 121 está íntimamente relacionado con la metodología agropecuaria SEP–DGETA y con la de PRESPO–SAGARPA.

8. Asistencia técnica agropecuaria

La asistencia técnica es un elemento considerado en la metodología SEP–DGETA y en la de PRESPO–SAGARPA.

De los/as ocho promotores/as, seis mencionaron que proporcionan asistencia técnica y dos no. Se pudo encontrar en campo que la mayoría no da una asistencia técnica uniforme, lo que obstruye la enseñanza y la capacitación agropecuaria, esto debido a varias causas, entre ellas, la falta de recursos económicos en la BEDR No. �2� y en el mismo/a promotor/a.

Los/as usuarios/as entrevistados/as, señalan que han recibido muy poca asistencia téc-nica durante su ciclo productivo, por lo que sus habilidades y capacidades se han desarro-llado poco.

9. Organización para la producción agropecuaria

La metodología SEP–DGETA considera la organización para la producción como indispen-sable para provocar el desarrollo rural. Cinco de los/as ocho promotores/as dijeron que capacitan a la población usuaria en este aspecto, y tres promotores/as no realizan esta capacitación.

A la población usuaria, no se les está capacitando como tal, no hay grupos organizados al respecto y los/as promotores/as trabajan con esfuerzo, utilizando recursos económicos pro-pios, sólo que se trabaja de manera dispersa. Eventualmente se reúnen grupos de mujeres cuando se trata de talleres en el procesado de alimentos, la mayoría de los/as usuarios/as tienen gran preferencia por el trabajo individual y no han logrado desarrollar las habilidades y capacidades en la organización para la población en los/as usuarios/as.

10. Organización para el desarrollo socioeconómico

En una metodología la organización para el desarrollo socioeconómico debe contribuir a que las personas sean sujetos colectivos en busca de mejores condiciones de vida, rebasan-do a la organización para la producción.

Este elemento es considerado muy importante por las siguientes metodologías: agrope-cuaria SEP–DGETA, PRESPO–SAGARPA, IAP–CREFAL Y Promoción Social–UNAM.

De los/as ocho promotores/as encuestados/as, seis dijeron no capacitar a la población usuaria en este rubro, uno de ellos señaló que sí y el último dijo tener proyecto para ca-pacitar. Al establecer comunicación con los/as usuarios/as, no se encontró ningún grupo

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organizado para el desarrollo socioeconómico mediante los/as promotores/as, sólo grupos eventuales de mujeres para el procesado de alimentos. La BEDR No. �2� no ha logrado la organización para el desarrollo socioeconómico.

11. Desarrollo integral

De los/as ocho promotores/as, cuatro señalaron la no impartición de temas que propi-cien un desarrollo integral, por la falta de recursos materiales y económicos. Los/as otros/as cuatro promotes/as, afirman impartir los temas de desarrollo integral de manera regular; abarcan temas en lo social, lo cultural y del medio ambiente, excluyendo aspectos políticos, ya que no se les permite como empleados. La experiencia principal de estos últimos fueron las pláticas y la actividad de reforestación de 150, 000 arbolitos de Pinus moctezumac en coordinación con autoridades de SEDENA, PRONARE, SEMARNAT, Presidencia Municipal y la Población, durante el año 200�. Estas experiencias son esporádicas, aisladas y sin con-tinuidad, lo que indica que el desarrollo integral no ha tenido una tendencia, ni un lugar en las comunidades ni en la zona de influencia, lo que se confirma con los/as usuarios/as entrevistados/as.

12. Reflexión y problematización del entorno

En una metodología, el conocimiento del entorno es muy importante para el cambio de actitud en los/as usuarios/as: cuatro promotores/as afirman que sí imparten estos temas a la población usuaria y cuatro señalaron que no. Los que afirman mencionan temas del cuidado del medio ambiente, la conservación de suelos y bosques, aprovechamiento de los recursos naturales, zona de riesgo volcánico, emigración campesina, justicia social. El resto de los/as promotores/as señalan no impartir ningún tema.

La población usuaria sostiene que a través de la BEDR No. 121, no han recibido estas pláticas para reflexionar sobre su entorno.

13. Autogestión de proyectos

De los/as ocho promotores/as, seis no han capacitado a los/as usuarios/as en la autoges-tión de proyectos y dos de ellos dicen que sí.

Ningún usuario/a entrevistado/a, indica estas autogestiones de proyectos. Se puede ob-servar que los/as promotores/as son la parte orientadora para que el usuario recurra a Finanzas, SAGARPA (con el técnico SAGARPA en el municipio), SEDESOL, FIRCO, FIRA, entre otros, pero sin establecer un compromiso encaminado a la autogestión. En el proceso de autogestión, se puede observar que influyen varios factores para obstruir la gestión como: la baja rentabilidad de los proyectos en el campo, los esquemas bancarios que presentan las instituciones y los escasos apoyos económicos.

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El trámite de recursos económicos, materiales e insumos adquiere importancia debido a que constituyen el factor integrador de individuos y la formación de grupos, sin embargo, en la BEDR No. �2� no se han desarrollado las habilidades y capacidades para tocar puertas en las instituciones estatales y federales, no excluyendo las de nivel internacional.

Los/as promotores/as comentan que hubo alguna vez un convenio entre SEP–DGETA y el Fondo para la Paz; de éste, sólo unos cuantos saben cómo funcionó y dónde se canalizaron los recursos de este programa.

14. Participación y empoderamiento

En una metodología institucional, la comunicación significa entendimiento y actuación en-tre iguales y el empoderamiento es tener el poder de pertenencia hacia el grupo, hacia la comunidad y en la región.

Con respecto a los recursos económicos, cinco promotores/as señalan que los/as usua-rios/as, no han obtenido el control sobre éstos, dos afirman que en forma muy limitada y uno sostiene que sí se tiene el control. Se observa que las pequeñas explotaciones que fomentan los/as promotores/as de la BEDR No. 121, mediante la capacitación y asesoría, no producen grandes ganancias y muchas veces tienen prioridad para el autoconsumo. En este contexto no se da el dominio económico ni del mercado.

En lo que se refiere a los recursos naturales, dos mencionaron que la población usuaria tiene el control sobre éstos: no permitiendo la tala de árboles y la extracción de la tierra, disminución de la venta de carbón, siembra de arbolitos y cuidado de los mismos. Tres di-jeron que existe el control de los recursos de una manera muy limitada; los tres restantes señalan que no existe ningún control sobre éstos. Se puede decir que la BEDR No. 121 no ha tenido influencia suficiente para desarrollar esta habilidades en la población usuaria.

15. Metodología de trabajo de los/as promotores/as

Las circunstancias institucionales, sociales, económicas, políticas y geográficas en las que se encuentra inmersa la BEDR No. �2�, implican una organización interna propia, como unidad educativa y por ende, la justificación de cada trabajador/a; en esta tónica dada, el/la promotor/a docente señala crear su propia metodología de trabajo que con una visión de conjunto tienen muchas características en común: el/la pomotor/a elige la comunidad a atender, hace el diagnóstico de la comunidad en el conocer y convivir con la gente, se man-tiene alerta para trabajar a la primera oportunidad con un grupo de personas, establece una comunicación con la población usuaria, se presenta con autoridades, ofreciendo sus servicios de capacitación, dosifica sus recursos económicos para pasajes y los materiales y/o herramientas en los talleres de capacitación. Al interior de la unidad educativa participa en reuniones, participa en la construcción del Plan de Desarrollo Institucional (PDI), en el Programa Operativo Anual (POA) individual y general), en la entrega de planes e informes

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semanales. Obedece los mandatos de la Dirección General de Educación Tecnológica Agro-pecuaria (DGETA).

Finalmente, el conocimiento de ¿qué hacen? ¿cómo es? y ¿qué logran con la metodolo-gía de trabajo? en la BEDR No. 121, permitirá proponer elementos metodológicos estratégi-cos que conlleven a cumplir un buen trabajo con los/as usuarios/as del medio rural.

16. Perfil y papel de el/la promotor/a en el proceso de educación no formal promovido en la BEDR No. 121

16.1. Perfil profesional

El perfil profesional de un/a promotor/a, es uno de los ejes fundamentales en la aplicación de una metodología de trabajo; en una sociedad en crisis como la nuestra, no basta con enseñar a hacer, es decir, no basta con el dominio de las técnicas productivistas, sino que es necesario relacionarse de manera respetuosa y cuidadosa con el medio ambiente; por lo tanto, hace falta el enseñar a aprender y el enseñar a enseñar: el saber ser, el saber conocer y el saber hacer, en su conjunto. En suma, el perfil profesional involucra un compromiso para educar, por eso la metodología SEP–DGETA sugiere que la educación en sí misma debe acompañarse del concepto de capacitación social, técnica y administrativa puesto que con-tribuye a un desarrollo integral de las personas y su comunidad.

En esta investigación los perfiles profesionales encontrados en la BEDR No. 121, se muestran en el Cuadro �.

Es de vital importancia que el/la promotor/a docente, ejerza su perfil y se siga capaci-tando en aspectos sociales, técnicos y administrativos para la razón de ser de la institución educativa y del mismo desarrollo rural.

Cuadro 1. Perfil Profesional de los/as promotores/as de la BEDR No. 121

Fuente: elaboración propia.

16.2. Papel del promotor docente

Este aspecto se refiere a las funciones que el/la promotor/a docente tiene al interior de la unidad educativa.

Perfil profesional No. de promotores/as %Pasantes de maestría. 2 25.0Profesionales a nivellicenciatura 3 37.5

Estudiantes de 4o semestre endocencia técnica. 2 25.0

Técnico en computación. 1 12.5

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En lo que respecta a la Promoción del Programa, seis promotores/as afirman promover el programa de la BEDR No. 121, dos contestaron que en la Brigada no hay programa y que sólo se promueve lo demandado por la SEP–DGETA en el POA (Plan Operativo Anual).

Una forma de difundir el programa es mediante las mismas actividades con producto-res/as, amas de casa, niños de preescolar y padres de familia, jóvenes de las TV–Secunda-rias, autoridades educativas y el DIF Municipal, además del asesoramiento a los/as jóvenes del CBTa No. 185 Extensión Calpan, en sus funciones de Servicio Social. La comunicación personal y con familias es muy eficiente, las gestiones acordes a sus necesidades, el esta-blecimiento de parcelas demostrativas. En esta misma tónica, la comunicación masiva en reuniones o asambleas con las autoridades civiles y ejidales constituyen excelentes ocasio-nes para difundir el programa.

En campo se encontró que las personas están siendo atendidas en grupos reducidos. A pesar de que la mayoría de los/as promotores/as promueven el programa de la BEDR No. 121, la población usuaria y no usuaria, manifiesta que el programa no es lo suficientemente difundido en las comunidades de influencia.

En lo que se refiere al trabajo en equipo interdisciplinario, primeramente el jefe de la BEDR No. 121 considera el trabajo en equipo como algo necesario para poder enfrentar los problemas complejos en el campo.

De los/as ocho promotores/as encuestados/as, dos promotores/as trabajan en equipo, dos señalaron que se trata de llevarlo a la práctica, una persona contestó que por lo regular trabaja en equipo y tres dijeron no trabajar en equipo.

Se pudo observar un curso taller de elaboración de licores de frutas regionales con per-sonal de la BEDR No. 121 y productores/as, lo que indica un trabajo en equipo.

La tendencia en la BEDR No. 121 es el trabajo en equipo; sin embargo, tienen que ser muy cuidadosos el jefe de la Brigada y las áreas para evitar los conflictos.

17. Relaciones de la BEDR No. 121 con otras instituciones para el logro de sus objetivos

17.1 Reforzar la metodología de trabajo

La BEDR No. 121 no puede permanecer aislada de otras instituciones ya que nunca ob-tendría resultados positivos.

De los/as ocho promotores/as, tres sostienen que hay colaboración entre la BEDR No. 121 y otras instituciones para proyectos socioeconómicos, dos comentaron que sólo se tienen convenios de trabajo en el papel y tres señalaron que no se tienen colaboración con otras instituciones. Las instituciones con las que se tiene relación, según los/as promotores/

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as son PRONARE, SEMARNAT, PROFEPA, DIF, SAGARPA, CONAFOR, ITA No. 29 de Xocoyucan, Tlax. En este contexto, se encontró que un/a promotor/a capacitó a las mujeres del progra-ma PROGRESA en huertos familiares. Esto indica que la mayoría de los/ promotores/as no tiene una estrecha relación institucional.

La tendencia de las políticas de DGETA–SEP es que la BEDR No. 121 unifique esfuerzos con el CBTa No. 185 Extensión Calpan para el éxito de un proyecto socioeconómico, de este modo habrá un mayor impacto en la población del área rural de influencia.

En cuanto a la gestión de recursos para proyectos socioeconómicos, un/a promotor/a sostiene que la BEDR No. 121 gestiona recursos a través de otras instituciones, seis promo-tores/as señalaron que no se han gestionado recursos económicos y un/a promotor/a indi-có desconocerlo. Se pudo detectar que en ocasiones muy contadas se ha proporcionado un apoyo mínimo por parte de la SAGARPA a los/as promotores/as y sus usuarios/as, por darse un parentesco o una amistad estrecha. SAGARPA exige mucho tiempo de gestión para luego cambiar sus reglas de operación y rechazar el proyecto que causó expectativas. En términos generales, la BEDR No. 121 y su personal, no han desarrollado sus habilidades en la gestión de recursos económicos.

18. La metodología de trabajo de la BEDR No. 121 y los factores que favorecen o limitan el logro de los objetivos

18.1. Factores institucionales

Con relación al burocratismo, se les preguntó directamente a los/as promotores/as si existe burocracia o no en la BEDR No. 121: seis promotores/as dijeron que sí y dos mencionaron que no. La mayoría de los/as promotores/as coinciden en que la elaboración de los docu-mentos trimestrales y los soportes técnicos quitan mucho tiempo evitando la atención a usuarios/as en el campo.

El/la promotor/a debe informar sobre sus actividades en la BEDR No. 121 para luego pasar a enlace operativo en la ciudad de Puebla y finalmente hacer llegar este reporte a México (al área de planeación de la SEP–DGETA); y así, ver el avance en el PDI (Plan de Desarrollo Institucional).

Los recursos económicos son una gran limitante, pues toda actividad implica el uso de dinero: cinco promotores/as señalaron que no reciben recursos financieros para operar el programa, dos promotores/as dijeron que sí y uno/a comentó que los reciben muy limita-dos.

La mayoría de los/as promotores/as coinciden en que los recursos financieros de la BEDR No. 121 son insuficientes para accionar y lograr los objetivos propuestos. En el año 2002 no se recibió ningún recurso económico lo que implicó un mayor esfuerzo para el/la pro-motor/a. Una gran fortaleza para la BEDR No. 121 es que cada promotor/a aparta dinero

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de su bolsillo para trasladarse a la comunidad o aporta la gasolina de su vehículo y también compra los materiales e insumos para cumplir con el objetivo de los cursos.

En lo referente a material y equipo para operar el programa, siete promotores/as dijeron que no se cuenta con suficiente material y equipo que permita el logro de los objetivos. Un/a promotor/a mencionó que no existen los recursos.

La mayoría de los/as promotores/as coinciden en que hacen falta los medios de comu-nicación que acerquen a los usuarios; cámara fotográfica, video, rotafolio, proyector. Hacen falta herramientas de poda y utensilios de cocina, además de insumos como fertilizantes, insecticidas orgánicos e inorgánicos, substratos, semillas, entre otros.

18.2 Factores de el/la promotor/a docente

18.2.1. Capacitación en aspectos sociales

La mayoría de los/as promotores/as construyen su diagnóstico de la comunidad por ex-periencia, mas no se plasma en un documento. De la misma forma planifican al mínimo internamente y externamente involucran a los/as usuarios/as.

En su mayoría, el personal de la BEDR No. 121, conoce aspectos organizativos, sin em-bargo, en campo no se encontró ningún grupo organizado de manera permanente, sólo un grupo de mujeres que se reúnen semanalmente para procesar alimentos, pero se encontró información de que el/la promotor/a docente hiciera convenio con políticas gubernamen-tales a nivel local (con el programa de PROGRESA), por lo que estaban obligadas a asistir como grupo.

Los/as usuarios/as prefieren trabajar de manera individual ya que en grupo no se juntan, no tienen tiempo, no todos/as trabajan por igual y surgen intereses y conflictos. En cuestio-nes de la iglesia sí se organizan y cooperan debido a que así es la costumbre de años.

En los temas de reflexión y problematización del entorno y en los de desarrollo rural integral, la mayoría de los/as promotores/as no han tenido capacitación, por lo tanto, hace mucha falta tener este tipo de conocimientos e involucrarse en el desarrollo de la comuni-dad.

18.2.2. Capacitación en aspectos técnicos

Siete promotores/as sostienen haber tenido capacitación en aspectos técnicos agropecua-rios y sólo uno dijo que no. En lo que se refiere a la asistencia técnica, cinco señalaron haberse capacitado y tres no; se encontró en los/as usuarios/as que la asistencia técnica no tiene la suficiente cobertura durante los ciclos productivos. En cuanto a la difusión de la tecnología agropecuaria, cinco promotores/as dijeron estar capacitados y tres señalaron que no; se observaron parcelas demostrativas de maíz criollo seleccionado, que la BEDR

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No. 121 obtuvo en la SAGARPA y que dieron buenos resultados; sin embargo, hacía falta más presencia del promotor/a en la parcela, y del mismo modo uno o más convenios con instituciones generadoras de tecnología agropecuaria.

18.2.3. Capacitación en aspectos administrativos

De los/as ocho promotores/as encuestados, tres afirmaron haber tenido capacitación para la administración de recursos financieros, materiales y humanos; uno contestó haber toma-do la teoría, otro lo aprendió en la práctica y uno más aprendió en Estados Unidos pero no en la DGETA. Los últimos dos señalaron no haber tomado esta capacitación.

En su conjunto, se notan conocimientos en el manejo de los recursos financieros, parti-das presupuéstales, plantillas y nóminas del personal, así como la administración de recur-sos humanos en general. Hay que hacer notar que ningún promotor/a señaló la elaboración de proyectos.

18.2.4. Capacitación para aplicar las metodologías de trabajo

La mayoría de los/as promotores/as afirman tener conocimientos respecto a la metodolo-gía SEP–DGETA; se encontró que un/a promotor/a tomó un curso teórico de 40 horas abar-cando solamente el área social, no logrando cubrir el área administrativa y técnica. También un/a promotor/a con mayor antigüedad menciona que al nacimiento de las BEDR´s, todo promotor/a debía de tomar el curso teórico sobre la metodología SEP–DGETA.

En otras respuestas de los/as promotores/as, algunos afirman conocer la metodología para la detección de necesidades con enfoque de competencia laboral para grupos de pro-ductores/as, siendo un enfoque reciente del movimiento globalizador. Cabe señalar que aunque existen recursos humanos capacitados y se conozcan varios elementos metodoló-gicos, los resultados aún no se ven reflejados.

18.3. Factores de la población usuaria

18.3.1. Multiplicidad de actividades

La mayoría (siete promotores/as) señalaron que la población usuaria siempre está imple-mentando estrategias de sobrevivencia para el/ella y su familia, lo cual implica una multipli-cidad de actividades que le toman tiempo y recursos económicos; a ellos/as les toma gran parte del tiempo los cultivos básicos como maíz y fríjol intercalado con frutales, además de llevar sus productos al mercado local y toda la gama de actividades domésticas. Se puede decir que toda esta diversidad de actividades, constituyen serias limitaciones para que los/as usuarios/as formen grupos y sean atendidos por los/as promotores/as de la BEDR No. �2�.

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Dos de tres mujeres entrevistadas muestran mucho entusiasmo por los cursos de cocina y/o procesado de alimentos, pues consideran que además de aprender llevan comida ela-borada a sus hogares, aunque también mencionan que le invierten dinero y tiempo.

18.3.2. Condiciones socioeconómicas

Seis promotores/as comentaron que las condiciones socioeconómicas de los usuarios/as limitan el desempeño de su trabajo, y con ello el logro de los objetivos de la BEDR No. 121. Un/a promotor/a dijo que en parte y otro señalo que no.

Los/as usuarios/as y sus familias tienen mucha inestabilidad en el ingreso familiar, un bajo poder adquisitivo y la necesidad de comprar insumos agrícolas, útiles escolares y uni-formes, además de sus gastos en las fiestas tradicionales y religiosas.

Lo cierto es que la BEDR No. 121, en su metodología de trabajo debe detectar necesida-des e incluir en su programa de trabajo actividades que ayuden a generar ingresos.

18.3.3. Gestión de recursos financieros a través de la BEDR No. 121

Siete promotores/as sostienen no haber gestionado recursos financieros para proyectos socioeconómicos y sólo un/a promotor/a señaló que gestionó estos recursos.

En entrevistas con los/as promotores/as afirman que se han elaborado proyectos para las dependencias, sin embargo se encontró que el 75 % de los/as promotores/as, no han logrado esta gestión y el 25 % sí ha logrado gestionar recursos financieros. En campo no se encontró ningún proyecto operando.

18.3.4. Credibilidad hacia la BEDR No. 121

Cinco promotore/as comentaron que los/as usuarios/as tienen la suficiente confianza en la BEDR No. 121; dos promotores sostienen que en término regular y el último no contestó.

Por su parte los/as usuarios/as entrevistados afirman tener confianza en esta unidad educativa; esto lo demuestran porque buscan dar soluciones a sus problemas con la par-ticipación de algunas acciones: producción de setas, huerto familiar, producción avícola y cunícola, control de plagas y enfermedades, y las gestorías.

Conclusiones

En la primera hipótesis se infiere que la metodología de trabajo empleada por la BEDR No. 121, carece de elementos definidos de trabajo porque impide establecer una relación con otras metodologías analizadas en el marco teórico conceptual; consecuentemente no se observó un desarrollo de habilidades y capacidades en la población usuaria; no se tiene una zona geográfica de trabajo acotada, no se tiene un diagnóstico de necesidades senti-

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das, la capacitación y la asistencia técnica tienen lugar sólo en el área agrícola, pero no es suficiente dado que sólo hay un perfil agronómico. El grupo de promotores/as docentes no imparte temas que permitan la reflexión y la problematización desde el punto de vista social, económico, cultural, político y ambiental.

Paralelamente influyen los roles de trabajo de hombres y mujeres: los hombres se dedi-can al cultivo de maíz y frijol, comercio de productos del campo en Huejotzingo, San Martín y Cholula y también a la venta de su mano de obra. Por su parte las mujeres, además de ser amas de casa, realizan labores del campo y venta de los productos del campo en Huejotzin-go, San Martín y Cholula; actualmente les quita mucho tiempo el Programa de PROGRESA denominado en la actualidad OPORTUNIDADES, pues se trata de un subsidio económico para las familias de escasos recursos. Todo esto influye para que los habitantes del medio rural no se incorporen al Programa de la BEDR No. 121, sobre todo en lo que respecta al trabajo en grupo.

El recurso humano en la BEDR No. �2� es muy valioso por sus conocimientos, capacida-des y habilidades pero se carece de perfiles profesionales integrales que abarquen las áreas social, técnica y administrativa. A la vez, no se ha logrado esa interacción entre las y los promotores/as docentes que permita el trabajo interdisciplinario.

La BEDR No. 121 establece muy pocas relaciones con otras instituciones, sobre todo en lo que se refiere a la gestión de recursos que se destinan a proyectos económicos y sociales, lo que no favorece la aplicación de una metodología de trabajo y mucho menos la obten-ción de resultados en los diferentes planos de la problemática rural.

En cuanto a los factores institucionales, se exige bastante información que lejos de pro-piciar acciones en el medio rural, nos conduce con facilidad al fomento del burocratismo. Paralelamente la documentación con respecto al PDI (Programa de Desarrollo Institucional) y al POA (Programa Operativo Anual), es una simulación, ya que no existe financiamiento suficiente que permita operar en la realidad; al tener un raquítico financiamiento no se puede tener el equipo y material necesarios que permitan operar un programa y utilizar como herramienta a la metodología educativa agropecuaria de la SEP–DGTA.

Cada promotor/a docente aporta de su sueldo para ejecutar las actividades con su grupo o con individuos de la población usuaria.

Otro factor institucional de relevancia es el que se refiere a la inadecuada distribución de las claves presupuéstales entre los miembros de la BEDR No. 121 (que está incluida dentro del nivel medio superior); existen la asignación de las claves presupuéstales altas a quien no reúne el nivel profesional, lo que provoca una desmotivación hacia un trabajo metodo-lógico en el medio rural. Incluso no hay becas al desempeño docente como sucede en los CBTa´s que también pertenecen al nivel medio superior de la SEP–DGETA.

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Con respecto a los factores de el/la promotor/a docente, se puede decir que ellos/as conocen las herramientas para elaborar diagnósticos, planificación participativa y de orga-nización, lo cual no es reflejado en documentos. La mayoría de los promotores/as docentes, aunque no tienen el perfil agronómico, señalan ser poseedores/as de conocimientos téc-nicos en las diversas áreas agropecuarias; del mismo modo, el promotor docente sostiene tener conocimientos en la administración de recursos financieros, materiales y humanos. En suma, no existen los recursos económicos suficientes, tampoco el material y equipo y mucho menos un vehículo que permita llegar a las comunidades alejadas de la cabecera municipal. Finalmente, existe una falta de compromiso de la institución SEP–DGETA y del promotor/a docente con su trabajo, y la multiplicidad de actividades que realiza la pobla-ción usuaria junto con sus condiciones socioeconómicas, limitan determinadamente la apli-cación de la metodología agropecuaria SEP–DGETA, enriquecida con otras metodologías y hasta la propia de la BEDR o del promotor/a docente. A pesar de lo anterior, la población usuaria mantiene su confianza hacia la BEDR No. 121 y reconocen la demanda de capacita-ción y asesoría técnica en el campo de toda la región.

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Documentos

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Reforestación urbana y legislación

ambiental. Fortalezas y debilidades

de la ley en el estado de Tlaxcala

Noé Santacruz García�

Introducción

La degradación del medio ambiente es un problema grave que se presenta tanto a escala mundial, como nacional y local; sin embargo, la protección ambiental a través de acciones de Estado, es una actividad muy reciente en todo el mundo, por lo que su desarrollo no ha sido tan profundo como en las actividades relacionadas con la agricultura, el transporte, la educación y la salud, entre otras. No obstante, los conocimientos generados en torno a la problemática ambiental se reflejan en toda la sociedad, al punto de provocar presiones sociales para que el Estado adopte medidas que regulen aquellas acciones del hombre que degradan al medio ambiente.

En México, a partir de la promulgación de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEPA), en enero de 1988, se dio inicio a un largo proceso de de-sarrollo de las leyes ambientales de cada estado. En el caso de Tlaxcala, este proceso fue particularmente largo, ya que la Ley de Ecología y de Protección al Ambiente del Estado de Tlaxcala (LEPAET) se publicó hasta el 2 de marzo de 1994, es decir seis años después del ordenamiento federal, siendo el penúltimo estado en aprobar su ley (González, 1996).

A este largo periodo se debe sumar dos años más, ya que es hasta el 15 de marzo de 1996 que entra en vigor el Reglamento de la LEPAET en Materia de Manejo de los Recursos Vegetales, instrumento jurídico en el cual se implantan diversos ordenamientos relaciona-dos con el establecimiento y manejo de la vegetación urbana.

El objetivo del presente trabajo es exponer una serie de observaciones hacia la LEPAET y el Reglamento de Recursos Vegetales para identificar fortalezas y debilidades de ambos ins-trumentos con respecto al manejo del bosque urbano. Cabe aclarar que no se presenta un análisis jurídico, sino más bien, diversas opiniones acerca del contenido de la Ley, surgidas a partir de la participación del autor en el Proyecto “Áreas verde urbanas y biodiversidad:

1 Maestro en Ciencias Forestales. Profesor Investigador de El Colegio de Tlaxcala A. e-mail: [email protected] [email protected]

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El caso del Parque Nacional Xicohténcatl”, auspiciado por el Fondo Mixto de Investigación CONACYT-Gobierno del estado de Tlaxcala. 1. Los instrumentos jurídicos

Como se ha mencionado, los aspectos relacionados con la reforestación y el manejo de la vegetación urbana en el estado de Tlaxcala, están regulados por la LEPAET y por su Regla-mento en Materia de Manejo de Recursos Vegetales.

El primer instrumento se compone de 103 artículos que se encuentran distribuidos en siete capítulos; en ocho de estos artículos se hace mención de diferentes aspectos rela-cionados con el establecimiento, manejo y protección de las áreas verdes urbanas, y se analizaran posteriormente.

Con respecto al Reglamento, éste se encuentra integrado por 46 artículos organizados en cinco capítulos, además de un Anexo de Procedimientos. Las referencias específicas a la vegetación urbana se dan en 11 artículos y en el anexo.

2. Las autoridades

La aplicación de las normas instituidas en los instrumentos jurídicos requiere, forzosamen-te, del nombramiento de figuras de autoridad que se encarguen de vigilar el cumplimiento de las disposiciones establecidas y, en su caso, de la aplicación de las medidas punitivas derivadas del incumplimiento. Para efectos de aplicación de la LEPAET y de los ordenamien-tos que de ella emanen, se definen, en el Artículo 3, como autoridades al gobernador del estado, a los presidentes municipales, a la Coordinación General de Ecología (CGE) y a las Comisiones Municipales de Ecología (CME).

La CGE es un órgano del Ejecutivo Estatal con funciones de enlace institucional perma-nente entre las dependencias del gobierno del estado, los municipios y los sectores de la sociedad civil. Entre las facultades y obligaciones relacionadas con la reforestación y el manejo de la vegetación urbana, se encuentran: Expedir los criterios y normas técnicas para la preservación y restauración de la calidad ambiental en el estado; Proponer la decla-ración de áreas naturales protegidas de jurisdicción local, entre ellas los parques urbanos; así como imponer las sanciones correspondientes por infracciones a la ley en el ámbito de su competencia.

Por otro lado, las CME son órganos de carácter administrativo, integradas en cada uno de los 60 municipios de la entidad e incorporados a todas las instancias relacionadas con la ecología de su jurisdicción. Sus funciones y objetivos son: analizar y resolver los problemas del municipio, así como vigilar que se ejecuten las disposiciones y acuerdos del Ayunta-miento en materia ecológica; preparar estudios acerca de los problemas ecológicos del mu-nicipio y con base en ellos, elaborar el Proyecto de reglamento respectivo. Además, deben realizar labores de concertación con la ciudadanía para difundir los programas oficiales de la materia y propiciar la participación ciudadana en las tareas que de ellos deriven.

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La creación de estas comisiones puede identificarse como fortaleza del marco jurídico, ya que ante la problemática ambiental del estado, las CME juegan un papel muy importan-te, por la facultad que tienen para analizar y resolver los problemas ambientales del mu-nicipio; además, pueden tener una visión más cercana y de mayor alcance de los orígenes de la problemática ambiental en sus respectivos territorios. Sin embargo, también pueden determinarse como una debilidad, debido a que el nombramiento de miembro de la CME es honorífico y, por lo tanto no implica un cumplimiento estricto de las tareas encomen-dadas; además, en muchos casos el nivel de escolaridad de sus integrantes no permite un conocimiento y entendimiento adecuado de la ley, lo que lleva a fallas en su aplicación (Espejel y Santacruz, 1999).

3. Las fortalezas de la ley

3.1. La Ley de Ecología y de Protección al Ambiente del Estado de Tlaxcala

La LEPAET tiene como propósito dar un marco acorde con la preservación de la vida, en relación con las garantías individuales y sociales. Las metas prioritarias que se tienen son: la preservación y restauración de zonas boscosas del estado; el rescate a la pureza original de los recursos acuíferos; proteger e incrementar las áreas verdes; difundir una verdadera conciencia ecológica y llevar a cabo un programa permanente de limpieza con la contribu-ción de la sociedad (Álvarez, 1994).

Entre las fortalezas identificadas en la Ley de Ecología de Tlaxcala y que tienen rela-ción con la reforestación urbana, se encuentra el reconocimiento de las ciudades como un ecosistema, en el que la vegetación urbana juega un papel importante, no sólo por sus valores artísticos, históricos o de belleza natural, sino por su papel en el mantenimiento del equilibrio del sistema. Este punto de vista, permite el reconocimiento de que los sistemas urbanos están formados básicamente por el hombre y su ambiente, y que para entenderlos es necesario considerarlos como sistemas ecológicos (López y Díaz, 1998).

Esta forma de entender a la ciudad ha permitido que, en la LEPAET, a los parques urba-nos se les considere como áreas naturales protegidas cuyos valores y funciones van más allá de los estéticos, y que pueden contribuir en gran medida a la obtención y preservación del equilibrio ecológico en el ambiente urbano; por lo tanto, las acciones que tengan como consecuencia la destrucción o el maltrato de plantas y árboles de la vía pública, parques y jardines pueden ser motivo de multas y sanciones administrativas.

Asimismo, la legislación ambiental del estado, considera importante la incorporación de contenidos ambientales en los Reglamentos y Bandos de Policía y Buen Gobierno de los Ayuntamientos de la entidad, con el propósito de dictar normas de carácter local que coadyuven al mantenimiento del equilibrio ambiental en los municipios.

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Con respecto a las sanciones por faltas administrativas, la LEPAET considera diversas penalidades; entre ellas, la reparación del daño ambiental, la cual deberá ser dictada por la CGE con base en un dictamen técnico.

3.2. El Reglamento de la Ley de Ecología y de Protección al Ambiente del Estado de Tlaxcala en Materia de Manejo de los Recursos Vegetales

Este ordenamiento tiene como propósito reglamentar los mandatos de la LEPAET que ten-gan que ver con el manejo de los recursos vegetales de la entidad; y en él se establecen las normas y criterios técnicos para la realización de actividades de establecimiento, manteni-miento y remoción de la vegetación de los centros urbanos.

Aquí aparecen como fortaleza, por una parte, el que nuevamente se establece la impor-tancia de las Áreas Naturales Protegidas para mejorar la calidad del ambiente en los centros de población; y por otro lado, la incorporación y definiciones de conceptos relacionados con la gestión de la vegetación, tales como poda, cicatrización, diámetro basal, entre otros.

Otra de las fortalezas de la Ley tlaxcalteca es el juzgar la importancia de reforestar pri-mordialmente con especies nativas, aunque también se tiene en cuenta el uso de especies introducidas, cuyas características permitan mejorar la fisonomía del paisaje urbano. Esta consideración tiene relevancia debido a que, de acuerdo con López y Díaz (1998), las ciu-dades pueden llegar a representar sitios de refugio para algunos grupos de plantas, ya que la incorporación continua de especies a los sistemas urbanos puede llevar a la extinción de especies nativas y a la pérdida de la identidad biológica de la ciudad.

Un punto importante a favor de este reglamento es el establecimiento de principios téc-nicos para la realización de prácticas de mantenimiento de los árboles, tales como la poda, la poda de raíz y la construcción de arriates y barreras que eviten daños a la infraestructura urbana, criterios que a pesar de haber sido definidos y probados desde hace mucho tiem-po, en muy pocas ocasiones se toman en cuenta dentro del marco legal.

De igual forma, se determinan los criterios para establecer plantaciones y para que una vez que se realicen acciones de reforestación, el municipio o quienes las hayan ejecutado, deberán garantizar el mantenimiento de los árboles por lo menos durante un año, con el propósito de asegurar su sobrevivencia. Esto, en teoría, busca disminuir las erogaciones ori-ginadas por la plantación continua en los mismos sitios, sin que las plantas logren alcanzar la madurez.

Asimismo, se considera que las intervenciones que se realicen deberán estar sujetas a la autorización correspondiente, previa evaluación, en la que se considere además de su relación con la infraestructura urbana, su valor botánico, escénico o cultural. Esta serie de parámetros permitirían establecer categorías de valor, en las que se tome en cuenta tanto la ubicación de la planta como su trascendencia en el ambiente urbano; de esta forma se

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haría una valoración distinta de las plantas ubicadas en un camellón de las que se encuen-tran en una plaza o bien que representan un hito dentro de la ciudad.

4. Las debilidades

Por otro lado, las debilidades identificadas son diversas. Una de las que resaltan, debido a que tiene que ver con la designación de una autoridad, es la ausencia de criterios para la se-lección de quienes integrarán las Comisiones Municipales de Ecología; esta ausencia se tor-na relevante debido a que dichas comisiones tiene entre sus facultades desde la vigilancia del cumplimiento de la ley y aplicación de sanciones, hasta la realización de estudios para la detección de problemas ecológicos de cada municipio. El cumplimiento de estas tareas requiere forzosamente de tener un nivel de preparación adecuado, sin embargo Espejel y Santacruz (1999), encontraron que la mayoría de los miembros de las CME sólo tienen escolaridad de nivel básico y poco menos de la cuarta parte de ellos realizaron estudios de licenciatura.

La estructura del Reglamento de manejo de recursos vegetales, tiene debilidades en sí misma, ya que no construyeron capítulos separados para el manejo de la vegetación en ecosistemas naturales, en áreas agrícolas o en zonas urbanas, por lo que las disposiciones relacionadas con uno u otro sitio se encuentran mezcladas a lo largo del reglamento.

Por otra parte, la obligatoriedad de obtener un permiso para llevar a cabo acciones de mantenimiento del arbolado, para lo cual es necesaria la realización de un trámite adminis-trativo que, en teoría, no debe ser mayor de cinco días, trae como consecuencia que mu-chas de las labores cotidianas de mantenimiento no se realicen; lo cual trae consecuencias negativas a la vegetación.

Otra de las debilidades encontradas, se da en el hecho de que para el establecimiento de sanciones económicas por el derribo no autorizado de árboles, éstas se calculan en función del volumen de madera obtenido (volumen de madera por quince días de salario mínimo), sin tomar en cuenta el valor botánico o de ubicación del ejemplar, a pesar de que estos parámetros son considerados de importancia para la autorización de intervenciones a la vegetación.

De igual forma, si se considera la reparación del daño ocasionado a los árboles mediante la plantación de nuevos ejemplares, el reglamento establece un método que no resulta adecuado para las áreas urbanas ya que, de acuerdo con el procedimiento establecido, se debe tomar en cuenta el área basal del árbol o árboles derribados para determinar el número de árboles pequeños que deberán ser plantados. Así, si se derribara un árbol de 1.25 m. de diámetro basal, sería necesario plantar 3050 árboles pequeños –con diámetro de aproximadamente 2.5 cm.– lo cual no es aplicable, entre otros cosas por la escasez de espacios de plantación en las ciudades, porque los árboles de este tamaño tienen una baja tasa de sobrevivencia y porque son presa fácil del vandalismo. Sería más conveniente consi-derar en los ejemplares de repuesto, un diámetro basal mayor relacionado, además, con la

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altura de la planta, así como la realización de actividades de mantenimiento que aseguren su adecuado establecimiento.

Comentarios finales

La Ley ambiental de Tlaxcala es considerada como una Ley diferenciada (González Gaudia-no, 1996), debido a que se trata de una propuesta cualitativamente distinta a la estructura de la ley general. Esta característica permitió la integración de conceptos y criterios que no aparecen en otras legislaciones estatales.

Con las reformas a la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al ambiente, se da inicio a un nuevo proceso de análisis de los ordenamientos estatales y locales que permita realizar las reformas necesarias para incorporar las modificaciones realizadas a la legislación nacional en las legislaciones locales. Es, por lo tanto, deseable que este proceso no sea tan largo como el que se siguió para la promulgación de la Ley en 1988.

En el caso del estado de Tlaxcala, se dio inicio en 1999 al análisis de posibles modifica-ciones a los instrumentos jurídicos locales, tomando en cuenta la opinión de académicos e investigadores, así como de diversos grupos ambientalistas de la entidad.

Con respecto a la reforestación urbana, que es el tema que nos ocupa, las fortalezas identificadas deberán conservarse en la nueva ley y sus reglamentos y, de ser posible, ela-borar un reglamento específico para el manejo de los recursos vegetales de las áreas ur-banas; asimismo, las debilidades deberán ser subsanadas con el propósito de mejorar las condiciones de vida en las ciudades y lograr su sustentabilidad.

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Marie Kennedy �

In South Africa, residents of Soweto are smashing water meters and taking Johannesburg Water to court in protest against prepayment meters, which they claim are unconstitutional (the South African constitution guarantees water as a human right).

In Michigan, activists striving to prevent bottling companies from further water takings

are seeking legislative oversight and a constitutional amendment to protect against Great Lakes water diversions or exports.

Adivasi women in Plachimada, Kerala, India started their years-long dharna or sit-in in 2002 to prevent the local Coca-Cola bottling plant from stealing and polluting their water; this year, Kerala banned colas, and Coke Pepsi Free Zones are spreading across the coun-try.

From Atlanta to Cochabamba to Buenos Aires, citizens, outraged at steeply rising rates coupled with lousy service, are driving out private water companies and insisting on public accountability for the management of this most precious resource.

In practically every country in the world today there are clashes over water—who owns it, who controls it, who needs it. The Mideast and particularly the armed assaults between Israel and their Arab neighbors are many in the news recently, but one doesn’t hear much about the role of water in these disputes. Yet, Israel’s expansionist program is as much about water as it is about a clash of religion or security. In fact, control of sufficient water is security for Israel and the other countries of this arid region of the world.

Many believe that water was the underlying reason for the invasion and occupation of the West Bank in 1967. Among Palestinians, it is understood that the location of the apartheid wall (security fence in Israeli terminology) has more to do with continued Israeli control of the Western Mountain Aquifer than with security. The possibility has been raised that a major reason for the removal of the settlements in Gaza was that the Coastal Aquifer upon which these settlements and, indeed, all of Gaza have depended has become almost

1 Marie Kennedy is an emeritus professor of community planning at the University of Massachusetts Boston. She is on the Planners Network advisory committee and the editorial board of Progressive Planning and edited this special issue on water.

Israel’s War for water

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useless due to over-pumping and pollution. And, some believe that the reason for the widespread destruction and deoccupation of Southern Lebanon in the recent war was to realize the age-old hope of Zionists to include the southern bank of the Litani in the State of Israel.

1. So, what is the basis for these speculations?

Water has been a key element of local and regional politics in the Middle East for centuries. The early Zionists recognized that water was critical to the realization of their dreams. In a proposal to the League of Nations in 1919, the World Zionist Organization delineated borders for the future Jewish homeland based on watershed boundaries to include the headwaters of the Jordan River, the lower Litani River in Lebanon and the lower reaches of the Yarmouk River. In the 1947 partition plan, none of these areas were included in the new state of Israel. Israel now controls all these areas with the exception of the Litani River. In 1973, Israel’s former prime minister, David Ben-Gurion, reiterated the importance of ex-panding Israel’s borders based on access to water: “It is necessary that the water sources upon which the future of the Land depends, should not be outside the borders of the future Jewish homeland. For this reason we have always demanded that the Land of Israel include the southern banks of the Litani River, the headwaters of the Jordan and the Hauran Region from the El Auja spring south of Damascus.

The National Water Carrier, designed to irrigate the Negev Desert in the south of the country with the water from the Sea of Galilee and the Jordan River, was completed in 1964. Israel began to withdraw water from the Jordan, soon taking more than their previo-usly agreed-upon share of this water. Syria and Jordan responded by starting construction of diversion schemes of their own. In 1965, Israel attacked the Arab construction sites. The ensuing border conflicts culminated in a full-scale war in June 1967. Ariel Sharon, the general in charge of the war, later commented, “People generally regard 5 June 1967 as the day the Six-Day War began. That is the official date. But, in reality, it started two-and-a-half years earlier, on the day Israel decided to act against the diversion of the Jordan.” Whether or not water was the primary cause of the Six-Day War, the result of the war for Israel was control of and direct access to significantly increased water resources—estimated to be a 50% increase in fresh water supplies. As Vandana Shiva writes in her book Water Wars, the result of the war “was in effect an occupation of the freshwater resources from the Golan Heights, the Sea of Galilee, the Jordan River, and the West Bank.”

Confiscation of almost all West Bank wells was one of the first military orders of the occupation and until 1982 the military controlled West Bank waters. Now, the Israel water company, Mekorot, is in charge. Management has deeply discriminated against Palesti-nians and has been wasteful of water when it concerns Jewish settlements. No new Pa-lestinian wells have been permitted for agricultural purposes since 1967 and very few for domestic purposes. Israel has set quotas based on 1968 usage of how much water can be drawn by Palestinians from existing wells. When supplies are low in the summer, Mekorot closes the supply valves to Palestinian towns and villages, but not to the illegal Israeli sett-

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lements. Settlers continue to fill swimming pools and water lawns while Palestinians lack water for drinking and cooking. Furthermore, settlers receive heavy subsidies for water to promote agriculture while Palestinian farmers pay the same amount for irrigation water as for drinking water. Twenty-five percent of West Bank Palestinian villages are not connected to water service. When tensions are high and closures common, it is almost impossible for water tankers to enter Palestinian areas and for villagers to get to nearby wells.

According to most estimates, Israel uses 73% of the water available from West Bank aquifers, West Bank Jewish settlers use another 10% and West Bank Palestinians are left with 17%. Israelis get about 350 liters of water per person per day while Palestinians get 70 liters—less than the 100 liter minimum standard of the World Health Organization. About a quarter of all of Israel’s water comes from the Western Aquifer and over a third comes from the Jordan Basin. The occupied West Bank sits on top of 90 per cent of the replenishment area feeding the Western Aquifer, which flows underground from the highlands of the West Bank to the lowlands of Israel. A separate Palestinian state on top of the Western Aquifer would give them upstream claims to the lion’s share of this water. Israel would have do-wnstream water rights, but those rights would be like Mexico’s water rights to the Colorado River. And, if the eastern border of a Palestinian state was along the Jordan River, Palestine would have downstream water rights to the Jordan. Such considerations no doubt led former Agriculture Minister Rafael Eitan to declare that relinquishing control over water supplies in the Occupied Palestinian Territories would “threaten the Jewish state.”

Which may explain the route of the apartheid wall. As Noam Chomsky points out, if the wall was really a security wall it would be built “inside Israel, within the internationally recognized border, the Green Line established after the 1948-9 war.” But, the wall that is being built follows quite a different path. Elisabeth Sime, a director of CARE International in the Gaza Strip and West Bank, put it succinctly: “The route of the wall matches that of water resources, the latter being conveniently located on the Israeli side.”

When completed, the Wall will divide the West Bank into a northern and a southern section. Writing in Stop the Wall in Palestine, Abdel Rahman Al Tamimi, an engineer with the Palestinian Hydrology Group, notes that the Wall “will make the upstream of the aqui-fer inaccessible to Palestinians ensuring that Israel will control both the quantity and the quality of the water.” He goes on to speculate about what this will mean to any final status negotiations:

The aquifer is under the most fertile lands in the West Bank, thus water usage in the area is closely tied to agriculture. Inaccessibility to the lands because of the Wall will deem these lands dried and useless in just a few seasons; the agricultural sector will first diminish and then wholly disappear. This major creation of facts on the ground will make the lands, by force, unused and the then request by Palestinians in any negotiations for water for the area will be argued by Israel as baseless.

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The Coastal Aquifer, Gaza’s only natural freshwater supply, was at one time providing about 18% of Israel’s water. Serious overpumping from this rather shallow aquifer has allo-wed salt from the Mediterranean and other nearby saline aquifers to be introduced. Sal-ting, along with pollution from pesticides, fertilizers and fecal matter (the latter mainly from the refugee camps, most of which have no proper sewage control) have rendered the this water unfit for drinking in many areas and citrus, the traditional main crop of Gaza, is highly salt-intolerant and is becoming infeasible. One wonders to what extent the lack of potable water figured in Israel’s decision to pull out of Gaza.

In fact, in spite of controlling the Jordan Basin and the Western Aquifer, Israel is once more running out of water. The Coastal Aquifer is gone and the river flow of the Jordan River has dropped 90% over the last 50 years, primarily due to over-extraction. Some ob-servers speculate that Israel is once more turning eyes toward the Litani River in Lebanon, Lebanon being the only country in the region with a water surplus.

After the 1967 war, Moshe Dayan, Israel’s defense minister during the war said that Israel had achieved “provisionally satisfying frontiers, with the exception of those with Lebanon.” Both David Ben-Gurion and Moshe Dayan at various times advocated Israeli occupation of southern Lebanon and the Litani. Over the years, the Litani River has continued to be in Israel’s sights. It’s difficult to know what role water played in Israel’s invasion of Lebanon in 1978, 1982 and again this year. During the Israeli occupation of southern Lebanon between 1982 and 2000, rumors abounded but were never substantiated that Israel was diverting water from the Litani River. What is known is that Israel prohibited the sinking of new we-lls, seized all technical documents relating to the Litani and in the barrage of 1993 drove hundreds of thousands from their homes in southern Lebanon. And, in 2006? In a final hard push, the day before the cease fire went into effect, Israeli ground forces advanced to the banks of the Litani. Again, hundreds of thousands of refugees were driven from their homes. Israel destroyed vast portions of the water infrastructure of Southern Lebanon, including the Litani Dam, the major pumping station on the Wazzani River and the irrigation systems for the farmland along the coastal plains and parts of the Bekaa Valley. As quoted in the LA Times (8/22/06), UNICEF water and sanitation specialist Branislav Jekic said, “I have never seen destruction like this…. Wherever we go, we ask people what they need most and the answer is always the same: water. People want to move back to their com-munities. But whether they stay or not will depend on the availability of water.”

In this issue of Progressive Planning you will read of other struggles for safe, affordable, accessible water in many places of the world. Many have predicted that wars of this cen-tury will be over water rather than oil. Nearly 2.2 billion people, one-third of the world’s population are thirsting for water. In Haiti, Gambia and Cambodia, people are subsisting on less than six liters of water per day. Millions die every year from water-related diseases. The story of Israel is only one among many of the powerful taking water from those with less power. It is only one among many stories of environmental degradation and wasteful uses of water. In the United States we only have to look to the High Plains Ogallala aquifer, which runs 1,300 miles from Texas to South Dakota supplying the breadbasket of this coun-

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try, to find an even more egregious examples of over-pumping; it is being drawn down eight times faster than nature refills it. And we only have to look to Las Vegas, with it’s green lawns, swimming pools and golf courses in the middle of a desert to find a culture even more wasteful of this precious resource. Let us hope that throughout the world, more and more people will look and then act before it is too late.

Progressive Planning 2006.

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El enfoque ideológico del Desarrollo Regional

como ensayo de interpretación en el

pensamiento de José Carlos Mariátegui1

Héctor Manuel Cortez Yacila2

Mariátegui recurre a la explicación de la formación de ciudades y de las condiciones estruc-turales de las mal llamadas “regiones naturales” del Perú, como medio de reproducción capitalista en un contexto que obedece más a un legado histórico colonial con quien se enfrenta ideológicamente, considerando la carencia casi completa de un desarrollo regio-nalmente uniforme, y afirmando más bien la desintegración espacial que nace de un regio-nalismo marcado por las propias contradicciones económicas y sociales existentes.

La postura ideológica de José Carlos Mariátegui le permitió una clara visión en su parti-cular forma de interpretar la realidad peruana de su tiempo. La expresión dialéctica de un pensamiento formado con plena conciencia de su utilidad práctica, fue puesta de manifies-to, no sólo después de su formación en Europa, sino desde sus primeras aproximaciones y vivencias en un mundo lleno de confrontaciones ideológicas, como legado histórico de las contradicciones sociales desde la colonia. Bien lo expresa Paolo Bifani en su libro Medio Ambiente y Desarrollo del año 1997, al recalcar la importancia que tienen los contextos en la construcción de las estructuras conceptuales. Precisa que los periodos históricos y los diferentes sistemas espaciales tienen especial relevancia en la generación de las estructu-ras conceptuales que, en el marco de formas de producción específicas, dictan estrategias de desarrollo y procesos de gestión del espacio. En su obra, Mariátegui, al interactuar con las ciencias sociales y económicas, plantea las diversas maneras cómo se ha construido el

� Este trabajo fue elaborado con base en las principales obras de José Carlos Mariátegui: La unidad de la Améri-ca Indo-española (1924), Apuntes autobiográficos (1927), Esquema de la evolución económica del Perú (1928), El problema del indio (1928), El problema de la tierra (1928), Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928), Capítulos I a XII de Defensa del Marxismo (1929), Antecedentes y desarrollo de la acción clasista (1929). De entre éstos, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, posee un especial significado por ser el primer examen integral de la problemática política, social, económica y cultural de Perú, aplicando el método dialéctico marxista. Su muerte, ocurrida en Lima, a la edad de 35 años, interrumpió una trayectoria político-intelectual fecun-da y cargada de enorme proyección latinoamericana y mundial.2 Investigador-profesor de El Colegio de Tlaxcala A. C., Tlaxcala-México, en los programas de Maestría y Doctorado en Desarrollo Regional. E-mail: [email protected].

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proceso que vincula la realidad con el pensamiento económico en la historia de la sociedad peruana.

José Carlos Mariátegui nació en Moquegua, Perú, el 16 de julio de 1894. Fue un ideólogo y estudioso marxista heterodoxo, no tradicional, contrario a la tendencia ideológica domi-nante de la época. En una carta que envió el 10 de enero de 1927 al escritor Enrique Espino-za (Samuel Glusberg), director de la revista La Vida Literaria, editada en Buenos Aires y que se publicó en el número del mes de mayo de 1930 en homenaje a su reciente fallecimiento, se reconocía como ideólogo socialista y estudioso de la realidad nacional desde una curiosa combinación de lo empírico con lo autodidacta. Le decía:

“…Nací el 95 (1895). A los 14 años entré de alcanza-rejones en el periódico La Prensa. Hasta 1919 trabajé en el diarismo, primero en La Prensa, luego en El Tiempo, finalmente en La Ra-zón. En este último diario patrocinamos la reforma universitaria. Desde 1918, nauseado de la política criolla, me orienté resueltamente hacia el socialismo, rompiendo con mis primeros tanteos de literato inficionado de decadentismo y bizantinismo finiseculares, en pleno apo-geo. De fines de 1919 a mediados de 1923, viajé por Europa. Residí más de dos años en Italia donde desposé una mujer y algunas ideas. Anduve por Francia, Alemania, Austria y otros paí-ses. Mi mujer y mi hijo me impidieron llegar a Rusia. Desde Europa me concerté con algunos peruanos para la acción socialista. Mis artículos de esa época señalan estas estaciones de mi orientación socialista. A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federa-ción de Estudiantes, en la Universidad Popular, artículos, etc., expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método marxista. En 1924 estuve, como ya lo he contado, a punto de perder la vida. Perdí una pierna y me quedé muy delicado. Habría seguramente ya curado del todo con una existencia reposada. Pero ni mi pobreza ni mi inquietud espiritual me lo consienten.

No he publicado más libros que el que Ud. conoce. Tengo listos dos y en proyecto otros dos. He aquí mi vida en pocas palabras. No creo que valga la pena hacerla notoria; pero no puedo rehusarle los datos que Ud. me pide. Me olvidaba: soy un autodidacta. Me matriculé una vez en letras en Lima, pero con el sólo interés de seguir el curso de latín de un agustino erudito. Y en Europa frecuenté algunos cursos libremente, pero sin decidirme nunca a perder mi carácter extra-universitario y tal vez, si hasta anti-universitario. En 1925 la Federación de Estudiantes me propuso a la Universidad como catedrático en la materia de mi competencia; pero la mala voluntad del Rector y, seguramente, mi estado de salud, frustraron esta inicia-tiva”, (Mariátegui, 1927).

Mariátegui, decía Gabriel Lanese, coordinador de la Cátedra Libre Karl Marx de la Fa-cultad de Humanidades de Jujuy y militante del PTS de Argentina, en su artículo “Seis tesis sobre José Carlos Mariátegui” (2002), postula el modelo actual como el desarrollo desigual y combinado como lo plantea León Trotsky, y fue, precisamente esta postura, una de las causas del desencuentro con la III Internacional. Al formular las contradicciones económi-cas y sociales del país, Mariátegui buscó las fuerzas motrices del problema del Indio, y del indigenismo en general, en los elementos de naturaleza económica y, desde allí, analiza la dialéctica de la revolución. Él señalaba la incapacidad de un desarrollo nacional autónomo

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del Perú, y en consecuencia de sus regiones históricamente formadas, al estar dominado por los capitales imperialistas y por la gran propiedad agraria. No está de acuerdo con sólo independizar al Perú nuevamente del sometimiento imperialista, sino que también debía independizarse del latifundismo nacional. Estuvo en desacuerdo con los que consideraban a la burguesía nacional con capacidad histórica de dirigir la revolución propiciando profun-das desigualdades locales. Contra toda visión del desarrollo histórico mecanicista y unili-neal, Mariátegui consideraba que la persistencia del latifundio no es indicio de la necesidad de una revolución burguesa, sino un elemento que muestra plenamente la imposibilidad de la burguesía nacional de llevar adelante sus tareas históricas.

Es cierto que la independencia del Perú y de las colonias ibéricas se construyeron sobre la base de la reacción espontánea de los burgueses nacionales, ya que la política de España obstaculizaba y contrariaba totalmente el desenvolvimiento económico de las colonias, al no permitirles traficar con ninguna otra nación y reservarse como metrópoli el derecho de todo comercio y empresa en sus dominios. En este sentido, la burguesía nacional asume un papel histórico para su desarrollo, más no para el desarrollo del Perú y sus regiones. La historia peruana de la evolución y desarrollo, generaliza este hecho y nos dice que las nacientes economías de las embrionarias formaciones nacionales de América, necesita-ban imperiosamente, para conseguir su desarrollo, desvincularse de la rígida autoridad y emanciparse de la medioeval mentalidad del rey de España. Sin embargo, tales intereses surgieron de la población criolla y aún de la española, mucho más que de la población indígena, presentándose, de esta manera, la independencia sudamericana incidida funda-mentalmente por las necesidades del desarrollo capitalista.

Evidentemente, el efecto de la incapacidad y restricción para el desarrollo de las colo-nias, por parte de España, no tuvieron que ver únicamente con la burguesía nacional. La historia refiere que España no podía abastecer abundantemente a sus colonias sino de eclesiásticos y nobles, mientras que estas colonias sentían apetencia de cosas más prácticas y necesidad de instrumentos más nuevos. La fuente de capital nacional, en crecimiento, se volvía hacia Inglaterra, cuyos industriales y banqueros, colonizadores de nuevo tipo, que-rían a su turno acercarse a estos mercados cumpliendo su función de agentes de un imperio que surgía como creación de una economía manufacturera y librecambista. Mariátegui, en sus Siete Ensayos…, precisa que:

“El interés económico de las colonias de España y el interés económico del Occidente ca-pitalista se correspondían absolutamente…Apenas estas naciones fueron independientes, guiadas por el mismo impulso natural que las había conducido a la revolución de la Indepen-dencia, buscaron en el tráfico con el capital y la industria de Occidente los elementos y las relaciones que el incremento de su economía requería. Al Occidente capitalista empezaron a enviar los productos de su suelo y su subsuelo; y del Occidente capitalista empezaron a recibir tejidos, máquinas y mil productos industriales. Se estableció así un contacto continuo y creciente entre la América del Sur y la civilización occidental. Los países más favorecidos por este tráfico fueron, naturalmente, a causa de su mayor proximidad a Europa, los países situados sobre el Atlántico. La Argentina y el Brasil, sobre todo, atrajeron a su territorio capi-

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tales e inmigrantes europeos en gran cantidad. Fuertes y homogéneos aluviones occidenta-les aceleraron en estos países la transformación de la economía y la cultura, que adquirieron gradualmente la función y la estructura de la economía y la cultura europeas. La democra-cia burguesa y liberal pudo ahí echar raíces seguras, mientras en el resto de la América del Sur se lo impedía la subsistencia de tenaces y extensos residuos de feudalidad” (Mariátegui, 1928:11).

El devenir de las confrontaciones políticas que se forjaron en la Colonia, tuvo su expre-sión no acabada en la Independencia. El cacicazgo y el gamonalismo no definían poderes con una burguesía incipiente que debía tomar el control para emprender el desarrollo en un contexto capitalista. En los tiempos de la Independencia la burguesía peruana no era madura como para tomar el poder y conducir al Perú bajo los designios de una burguesía nacional, con orden y perseverancia para el desarrollo nacional y de sus regiones. Lo que Mariátegui denominó como orden liberal burgués, en el Perú estaba echado de menos; de ahí la necesidad del desarrollo del capitalismo nacional. Sin embargo, Mariátegui señalaba que,

“…mientras esta clase se organizaba, el poder estaba a merced de los caudillos militares. El gobierno de Castilla marcó la etapa de solidificación de una clase capitalista. Las concesiones del Estado y los beneficios del guano y del salitre crearon un capitalismo y una burguesía. Y esta clase, que se organizó luego en el “civilismo”, se movió muy pronto a la conquista total del poder” (Ibid, ��).

Logrando, con ello, consolidarse la Burguesía como clase y como dominio para organizar su propia conducción.

La definición de las funciones de los grupos hegemónicos en el Perú, fue definiendo his-tóricamente también una expresión regional concreta de organización política junto con las capacidades naturales existentes, lo que imprime un carácter relativizado al espacio perua-no para su organización territorial. Desde el punto de vista de la dinámica de las regiones naturales en el Perú, la República guarda un especial hecho histórico de ocurrencia. Con el guano y el salitre en los territorios costeros, emerge una economía costeña prevaleciente. Mientras la búsqueda del oro y de la plata obligó a los españoles, en la colonia, y contra la tendencia de los colonos, a instalarse en la costa, a mantener y ensanchar en la sierra sus puestos avanzados, el guano y el salitre volcaron, en la República, la tendencia de la organi-zación del espacio peruano, hacia la costa. Mariátegui señaló que:

“…La minería -actividad fundamental del régimen económico implantado por España en el territorio sobre el cual prosperó antes una sociedad genuina y típicamente agraria-, exigió que se estableciesen en la sierra las bases de la Colonia. El guano y el salitre vinieron a recti-ficar esta situación. Fortalecieron el poder de la costa. Estimularon la sedimentación del Perú nuevo en la tierra baja. Y acentuaron el dualismo y el conflicto que hasta ahora constituyen nuestro mayor problema histórico” (Ibid, ��)

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Nuevamente, estando bien avanzado el período republicano, y a través del contrato Gra-ce que ratificó el predominio británico en el Perú entregando los ferrocarriles del Estado a los banqueros ingleses que hasta entonces habían financiado la República y sus derroches, volvió a tener predominio la sierra central del país. La terminación del ferrocarril a La Oroya abrió al tránsito y al tráfico industriales del departamento de Junín, permitiendo la explota-ción en vasta escala de su riqueza minera, y empieza una recuperación económica del Perú en este período. En general, la recuperación de la economía peruana posterior a su post-guerra, entre otros importantes resultados, originó la aparición de la industria moderna, las sobreutilidades del período europeo y la ilusión del caucho. La aparición de la industria consistió en el establecimiento de fábricas, usinas, transportes, etcétera que transforman sobre todo la vida en la costa, y la formación de un proletariado industrial con creciente y natural tendencia a adoptar un ideario clasista, que siega una de las antiguas fuentes del proselitismo caudillista y cambia los términos de la lucha política. Las sobreutilidades del período europeo se refieren al alza de los productos peruanos que causa un rápido creci-miento de la fortuna privada nacional, con lo cual se vuelve a operar un reforzamiento de la hegemonía de la costa en la economía peruana. Finalmente, la emergencia de la región natural montaña, con la ilusión del caucho, mismo que adquiere temporalmente un valor extraordinario en la economía del país.

La perspectiva territorial regional de José Carlos Mariátegui, se trasluce en el análisis de las condiciones de evolución de las relaciones feudales, sus rezagos, su concentración, su repliegue comercial, la generación de la miseria de los burgos y, finalmente, su papel en la conformación de las modernas condiciones capitalistas, tanto en la costa como en la sierra. La decadencia de los cultivos en la costa fue tomando cuerpo y la mayor parte de los pro-ductos agrícolas y ganaderos que se consumían en el país, procedían de los valles y planicies de la sierra. En la costa predominó la semifeudalidad y no logró la clase terrateniente trans-formarse en una burguesía capitalista. A la vez, las ciudades no se distribuyeron en la costa ni se desarrollaron, en términos territoriales, porque las condiciones de la producción, ba-sadas en el algodón y la caña de azúcar, para exportación, no obstante representaban una pequeña proporción de la exportación en comparación con los minerales, y no requerían comunicación con el medio o territorios inmediatos a las unidades de producción de estos cultivos. No obstante, el predominio de esta feudalidad en la costa se traduce en la langui-dez y pobreza de su vida urbana, en tanto no se liberaba la tenencia de la tierra. El latifundio predominó, teniendo como premisa implícita el hecho de que la modernidad, regida por un régimen capitalista que podría liberar las tierras en tanto no residía en el agro su desarrollo, debía ser precedida por la gran propiedad porque requería un gran capital existente.

Sin embargo, el capitalismo debió expandir el número de burgos y ciudades en la costa, no sólo por la liberación de la tierra, sino por el incremento de los intercambios y relaciones interterritoriales, junto con el desarrollo de los transportes y el comercio. En este sentido, lejos de la propuesta feudal de la gran propiedad como gestora de la gran empresa, fue la disgregación y la división parcelaria la que contribuyó a la instauración del capitalismo en el Perú. Llegó un momento que Mariátegui decía que, en algunos casos, como en el del valle de Chicama, el latifundio empezó a sofocar a la ciudad, y que la negociación capitalista

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era más hostil al dominio feudal, disputándole el comercio y despojándolo de su función. Sin embargo, la burguesía estuvo recluida: la hacienda, acaparando el comercio y los ser-vicios con la tierra y las industrias anexas, priva de medios de vida al burgo y lo condena a una existencia sórdida y exigua; es decir, las industrias y el comercio de las ciudades están sujetos a un contralor, reglamentos, contribuciones municipales; el latifundio, en cambio, escapa a estas reglas y tasas, lo que permite hacerle a la industria y comercio urbanos, una competencia desleal. Finalmente, afirma Mariátegui, el capitalismo se sobrepone y origina las grandes localidades urbanas, en tanto:

“…el capitalismo es un fenómeno urbano: tiene el espíritu del burgo industrial, manufacture-ro, mercantil. Por esto, uno de sus primeros actos fue la liberación de la tierra, la destrucción del feudo. El desarrollo de la ciudad necesitaba nutrirse de la actividad libre del campesino” (Ibid, 34).

Sobre la concentración en el espacio de las actividades humanas, Mariátegui decía:

“Las ciudades, conforme a una ley de geografía económica, se forman regularmente en los valles, en el punto donde se entrecruzan sus caminos…” (Ibid, 31).

No admitía la hegemonía territorial de la ciudad de Lima porque no era una ciudad de hondas raíces tradicionales. Decía que la génesis de Lima era un tanto arbitraria, ya que fue:

“…Fundada, por un conquistador, por un extranjero. Lima aparece en su origen como la tien-da de un capitán venido de lejanas tierras. Lima no gana su título de capital, en lucha y en concurrencia con otras ciudades. Criatura de un siglo aristocrático, Lima nace con un título de nobleza. Se llama, desde su bautismo, Ciudad de los Reyes. Es la hija de la Conquista. No la crea el aborigen, el regnícola; la crea el colonizador, o mejor el conquistador. Luego, el Virreinato la consagra como la sede del poder español en Sudamérica.” (Ibid, 199).

Por ello no ve en Lima una centralización económica, aunque sí administrativa y con po-der político. Las voces que reclamaban descentralización no tenían ningún sustento técnico serio. En general, no cree en una auténtica regionalización como inicio de un proceso de desarrollo descentralizado; cree en un gamonalismo descentralizado. Para Mariátegui, las aspiraciones regionalistas en algunos departamentos del país, sobre todo del Sur, son muy imprecisas. Para él:

“…El regionalismo no es en el Perú un movimiento, una corriente, un programa. No es sino la expresión vaga de un malestar y de un descontento.” (Ibid, �75)

Es que para Mariátegui:

“…El federalismo no aparece en nuestra historia como una reivindicación popular, sino más bien como una reivindicación del gamonalismo y de su clientela. No la formulan las masas

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indígenas. Su proselitismo no desborda los límites de la pequeña burguesía de las antiguas ciudades coloniales” (Ibid, �75).

En el pensamiento de Mariátegui, el regionalismo carecía de autenticidad por su origen y naturaleza de clase dominante. Así, el regionalismo se estanca en el plano exclusivamente político; no obstante la propuesta de Mariátegui era su transformación. Para él debió plan-tearse el regionalismo en términos nuevos. Era urgente, teórica y prácticamente, llevar la lucha del plano exclusivamente político a un plano social y económico. Lo nuevo significó para Mariátegui buscar la autenticidad de la reivindicación regionalista no en el mecanismo administrativo, sino en la estructura económica. Entendida la postura regionalista del ga-monalismo como la transferencia progresiva del poder hegemónico; Mariátegui decía:

“Uno de los vicios de nuestra organización política es, ciertamente, su centralismo. Pero la solución no reside en un federalismo de raíz e inspiración feudales. Nuestra organización política y económica necesita ser íntegramente revisada y transformada” (Ibid, 176).

El actual:

“…centralismo se apoya en el caciquismo y el gamonalismo regionales, dispuestos, intermi-tentemente, a sentirse o decirse federalistas. La tendencia federalista recluta sus adeptos entre los caciques o gamonales en desgracia ante el poder central” (Ibid, 176).

Así, para Mariátegui, en el Perú era difícil construir un auténtico sentido regionalista, menos sobre la base de las actuales condiciones estructurales departamentales como se combino en algún momento realizar. Decía:

“Es difícil definir y demarcar en el Perú regiones existentes históricamente como tales. Los departamentos descienden de las artificiales intendencias del Virreinato. No tienen por con-siguiente una tradición ni una realidad genuinamente emanadas de la gente y la historia peruanas” (Ibid, 176)

Sin embargo, se solía realizar, y se suele hacer aún, de dicha manera.

Por no tener precisamente una estructura profundamente económica sino política, la descentralización federalista careció de efectividad aún en los propios partidos liberales existentes, y menos aún en tanto no se concebía como reivindicación de clase histórica-mente construida, sino como negaciones de las clases dominantes. Mariátegui no percibía, entre los conservadores y liberales, ningún antagonismo ideológico entre la capital y las regiones. Lo que sí distinguía entre conservadores y liberales era un antagonismo entre encomenderos o latifundistas, que representaban a la feudalidad y a la aristocracia colo-niales, y el pueblo mestizo de las ciudades, que representaba la retórica liberal que dejó la Independencia. Esta lucha, incluso, alega, se ve reflejada en la supresión de los municipios en la Constitución conservadora de Huancayo, en la cual se distingue la oposición de los conservadores ante la idea del self government.

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No obstante, señala que, tanto para los conservadores como para los liberales de enton-ces, la centralización o la descentralización administrativa no ocupa el primer plano de la polémica. Es cuando la aristocracia,

“…junto con los comerciantes enriquecidos por los contratos y negocios con el Estado, se convierten en clase capitalista y reconocen que el ideario liberal se conforma más con los intereses y las necesidades del capitalismo que el ideario aristocrático” (Ibid, 176).

La descentralización encuentra propugnadores, tanto en el grupo conservador como en el liberal, aunque también, tanto algunos conservadores como liberales, se declaran contra-rios a tal descentralización. En consecuencia, en este período, indica Mariátegui, no hay una clara tendencia definida en función de las clases sociales. E incluso, señala:

“Los ricos en ese curioso período, devienen un poco liberales; las masas se vuelven, por el contrario, un poco conservadoras” (Ibid, �77).

Los caudillos civilistas como Manuel Pardo, propugnaron políticas descentralizadoras como ocurrió con la creación, en 1873, de los concejos departamentales. Años después, el conservador Nicolás de Piérola, inscribió y aceptó en la “declaración de principios” de su partido, la siguiente tesis: “Nuestra diversidad de razas, lenguas, clima y territorio, no me-nos que el alejamiento entre nuestros centros de población, reclaman desde luego, como medio de satisfacer nuestras necesidades de hoy y de mañana, el establecimiento de la forma federativa, pero en las condiciones aconsejadas por la experiencia de ese régimen en pueblos semejantes al nuestro y por las peculiares del Perú”. Indica Mariátegui que:

“Después del 95 las declaraciones anticentralistas se multiplican. El partido liberal de Augus-to Durand, se pronuncia a favor de la forma federal. El partido radical no ahorra ataques ni críticas al centralismo. Y hasta aparece, de repente, como por ensalmo, un partido federal. La tesis centralista resulta entonces exclusivamente sostenida por los civilistas que en 1873 se mostraron inclinados a actuar una política descentralizadora” (Ibid, 177).

Mariátegui concebía la descentralización en el debate entre conservadores y liberales, un hecho intrascendental. Es que él difundía el pensamiento práctico de la importancia de los temas de debate en aquella época, enfatizando el problema del indio y la cuestión agra-ria, más que los temas de debate de los conservadores y liberales de la época: el “principio de autoridad”, la “soberanía popular”, el “sufragio universal”, la “soberanía de la inteligen-cia”. Es que tampoco podía exigirse este otro debate en contextos en que los temas carecían de principios ideológicos y se basaban en aspiraciones de una sola clase social. Aquí, decía Mariátegui,

“…La clase proletaria carecía de reivindicaciones y de ideología propias. Liberales y conser-vadores consideraban al indio desde su plano de clase superior y distinta. Cuando no se esforzaban por eludir o ignorar el problema del indio, se empeñaban en reducirlo a un pro-

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blema filantrópico o humanitario…Admitida la prioridad del debate del “problema del indio” y de la “cuestión agraria” sobre cualquier debate relativo al mecanismo del régimen más que a la estructura del Estado, resulta absolutamente imposible considerar la cuestión del regionalismo o, más precisamente, de la descentralización administrativa, desde puntos de vista no subordinados a la necesidad de solucionar de manera radical y orgánica los dos pri-meros problemas. Una descentralización, que no se dirija hacia esta meta, no merece ya ser ni siquiera discutida. …la descentralización en sí misma, la descentralización como reforma simplemente política y administrativa, no significaría ningún progreso en el camino de la solución del “problema indio” y del “problema de la tierra”, que, en el fondo, se reducen a un único problema. Por el contrario, la descentralización, actuada sin otro propósito que el de otorgar a las regiones o a los departamentos una autonomía más o menos amplia, au-mentaría el poder del gamonalismo contra una solución inspirada en el interés de las masas indígenas. Para adquirir esta convicción, basta preguntarse qué casta, qué categoría, qué clase se opone a la redención del indio. La respuesta no puede ser sino una y categórica: el gamonalismo, el feudalismo, el caciquismo. Por consiguiente, ¿cómo dudar de que una admi-nistración regional de gamonales y de caciques, cuanto más autónoma tanto más sabotearía y rechazaría toda efectiva reivindicación indígena?” (Ibid, 199).

De lo anterior, se advierte que Mariátegui no concebía un regionalismo que se conten-te con la autonomía municipal, o con condenar abstractamente el régimen centralista sin objetar concretamente su peculiar división territorial, en departamentos, en tanto el de-partamento es un legado cacical. Decía que una región no nace del Estatuto político de un Estado; su biología es más complicada. La región tiene generalmente raíces más antiguas que la nación misma; es precisamente un espacio estructuralmente autónomo de la nación. En países como España e Italia, las regiones se diferencian netamente por la tradición, el ca-rácter, la gente y hasta la lengua. Por este motivo Mariátegui negaba la denominación física de la división geográfica del Perú en costa, sierra y selva o montaña. Decía que esta división no sólo era física, trasciende a toda la realidad social y económica peruana y se asocia con los rasgos geopolíticos de administración:

“La montaña, sociológica y económicamente, carece aún de significación. Puede decirse que la montaña, o mejor dicho la floresta, es un dominio colonial del Estado Peruano. Pero la costa y la sierra, en tanto, son efectivamente las dos regiones en que se distingue y separa, como el territorio, la población. La sierra es indígena; la costa es española o mestiza (como se prefiera calificarla, ya que las palabras “indígena” y “española” adquieren en este caso una acepción muy amplia)” (Ibid, 202).

La historia peruana es dual. Conviven:

“…la forma histórica que se elabora en la costa y el sentimiento indígena que sobrevive en la sierra, hondamente enraizado en la naturaleza” (Ibid, 202).

Este hecho se confronta con un desarrollo regionalmente uniforme. Hubo una desin-tegración espacial que nace del regionalismo marcado. En el Perú había un profundo pro-

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blema de unidad como resultado de las condiciones de hegemonía sin consideración de lo humano:

“…no hay aquí que resolver una pluralidad de tradiciones locales o regionales, sino una duali-dad de raza, de lengua y de sentimiento, nacida de la invasión y conquista del Perú autóctono por una raza extranjera que no ha conseguido fusionarse con la raza indígena ni eliminarla ni absorberla. …una parte del gamonalismo, se alimenta evidente, aunque inconscientemente, de ese contraste entre la costa y la sierra. El regionalismo cuando responde a estos impulsos, más que un conflicto entre la capital y las provincias, denuncia el conflicto entre el Perú cos-teño y español y el Perú serrano e indígena” (Ibid, 185-186).

Un nuevo regionalismo, entonces, dejaba entrever Mariátegui, debería descansar en bases exentas de las presiones sociales y sometimientos hegemónicos. Debe reposar en nuevos cimientos biológicos, en un orden más peruano, más autóctono.

“…La redención, la salvación del indio, he ahí el programa y la meta de la renovación perua-na. …los enemigos históricos y lógicos de este programa son los herederos de la conquista, los descendientes de la Colonia. Vale decir los gamonales. A este respecto no hay equívoco posible” (Ibid, 193).

De ahí que Mariátegui sugería, en la sierra liquidar la feudalidad, ya que en ésta subsis-ten con mucho más arraigo y mucha más fuerza que en el resto de la república, los residuos de la feudalidad española. He ahí también el asunto de la evolución y el desarrollo de las regiones en un contexto espacial de articulación entre éstas.

Bibliografía

Bifani, Paolo (1997). Medio Ambiente y Desarrollo, Universidad Autónoma de Guadalajara, México.

Lanese, Gabriel (2002). “Seis tesis sobre José Carlos Mariátegui” en Lucha de clases, Segun-da épocaNo. �, 2002, Buenos Aires.

Mariátegui, José Carlos (1927). “Apuntes autobiográficos, Escrito 10 de enero de 1927”, en La Vida Literaria, mayo de 1930, Buenos Aires, Argentina, presentado en el Primer Simposio internacional sobre la vida y obra de José Carlos Mariátegui, Guayaquil, Ecuador, 1971. Preparado para internet, por Juan R. Fajardo, para el MIA, mayo de 2000: http//www. marxists.org/espanol/mariateg/autobio.htm

Mariátegui, José Carlos (1928). Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, edi-ción preparada por Javier Mariátegui y Biblioteca Ayacucho (1984), Edit. Perú, Lima.

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Reseñas

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Elsa Eugenia Carrasco Lozano

La Guía de Gestión Integrada de los Recursos Hídiricos (GIRH) es un inventario de la hoy abundante teoría sobre las relaciones de género y manejo del agua, que busca facilitar el acceso de usuarios y usuarias a la información sobre el vital líquido. En su elaboración, se han identificado y recopilado numerosos recursos, pero también han salido a la luz los vacíos que existen sobre le tema, lo que revela la necesidad de continuar haciendo inves-tigación.

Publicada por el PNUD, la Alianza de Género y Agua (GWA), el Centro Internacional de Agua Potable y Saneamiento (IRC), Cap-Net y la Asociación Mundial para el Agua (GWP), se presentó la primera guía durante el III Foro Mundial del Agua en Kyoto en 2003, la retroali-mentación recibida desde entonces dio como resultado la segunda versión, totalmente re-visada ampliada y mejorada, que incluye descripciones generales por subsectores, recursos adicionales y estudios de caso en cuatro idiomas; esta última guía fue presentada en marzo de 2006, en ocasión del IV Foro Mundial del Agua celebrado en la Ciudad de México.

Para su utilidad, la guía se organiza en cinco capítulos que intentan apoyar a profesiona-les del agua, políticos y políticas, especializados en género y otras personas e instituciones en sus esfuerzos para suministrar agua suficiente y de calidad a las mujeres, los hombres, a los niños y niñas del mundo.

El Capítulo I “Introducción a la Guía”, se divide en cinco apartados en los cuales se plan-tean una seríe de interrogantes del contenido de la misma y de su utlidad como documento de consulta que le permita a los y las profesionales en las áreas de género y agua, trans-versalizar el enfoque de género en una institución, programa o proyecto. Elaborada en respuesta a una necesidad identificada de información sobre la transversalización del en-foque; establece los siguientes objetivos: facilitar el acceso a la teoría y los recursos dispo-

Guía para la transversalización en la gestión

integrada de recursos hídricos con enfoque

de género. Guía de recursos. Transversalización

del enfoque de género. PNVD, GWA, IRC, GWP,

IV Foro Mundial del Agua (2006), México.

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nibles sobre género y GIRH; fortalecer la sostenibilidad y la eficacia de las actividades en el sector de agua, a través de la incorporación del análisis de igualdad y de equidad; mejorar la comprensión y el conocimiento de los conceptos de género mediante referencias de fácil acceso a los materiales, casos y herramientas existentes; y mejorar los enfoques de planifi-cación, ejecución, gestión y seguimiento de las intervenciones en GIRH; para su elaboración se contó con la participación de consultoras y consultores profesionales del sector de agua, especialistas en género y oficiales de programas del mundo. Por último sugiere que debe ser usada en conjunción con los textos y materiales a los que se remite en cada uno de los subsectores de la GIRH, por lo que enfatiza la intención de generar conciencia, promover el aprendizaje, y fomentar la equidad social con enfoque de género.

El Capítulo II “Género y gestión integrada de los recursos hídricos” se divide en siete apartados, destacando principalmente el enfoque holístico y sistemático de la guía enca-minado a la gestión del agua como respuesta a las crecientes demandas rivalizantes sobre reservas finitas del recurso, y también, como con este trabajo, se apunta a garantizar un desarrollo concertado de los recursos hídricos, terrestres y recursos adicionales con el fin de optimizar el bienestar económico y social sin comprometer la sostenibilidad de los sis-temas ambientales. (Asociación Mundial del Agua, GWP, 2000). En este capítulo se explica la transversalización de la perspectiva como el proceso que permite revalorizar las implica-ciones para las mujeres y para los hombres de cualquier acción que se planifique, trátese de legislación, políticas o programas en todas las áreas y a todos los niveles, se define al género sin referirse simplemente a las mujeres o a los hombres, sino a la forma en que sus cualidades, conductas e identidades se encuentran determinadas por el proceso de sociali-zación; lo anterior basado en la evolución que el enfoque tuvo en décadas pasadas, desde el asistencialismo en los años 70’s, hasta el “género y desarrollo” (GYD) de los 80’s, para finalmente referirse al autoempoderamiento de nuestros tiempos.

En este capítulo la guía afirma ser una oportunidad para dar un giro paradigmático en el manejo de los recursos hídricos, tomando como referencia la crisis global del medio am-biente, la expansión de la pobreza en las zonas urbanas y rurales, y la persistencia de las desigualdades de género, por lo que sugiere la necesidad de un enfoque de gobernabilidad diferente para el uso y la gestión del recurso, basado en el principio de que el agua debe ser tratada como un bien económico, social y ambiental; el documento señala que las políticas hídricas deben focalizarse en la gestión del agua y no sólo en su abastecimiento, esto a fin de facilitar y propiciar su uso sostenible. En este sentido, las mujeres deben ser reconocidas como un elemento central en la gestión y protección del recurso; su conocimiento y expe-riencia con el entorno natural les confiere a ellas un papel de suma importancia en la con-servación y sostenibilidad del ambiente, dice la guía, (PNUMA, 2004). Asimismo, enfatiza la necesidad de involucrar a hombres y mujeres, a ricos y pobres en la participación y toma de decisiones para alcanzar la eficacia y la eficiencia de los programas; esto porque las expe-riencias han demostrado que los procesos participativos y los “intentos de involucrar a los pobres”, no incluyen automáticamente a las mujeres; la guía subraya la necesidad de que los gobiernos cumplan los compromisos internacionales; además de señalar la importancia de las relaciones de poder al interior de las comunidades, las restricciones, capacidades y

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beneficios percibidos de la participación, así como los métodos participativos utilizados para introducir el enfoque. Por ultimo, enfatiza la necesidad de diseños de intervención adecuados que garanticen el impacto positivo de los programas, a través de indicadores de seguimiento y evaluación, la guía ofrece una serie de recursos anecdóticos, referencias bi-bliograficas y de instituciones tales como la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional (ACDI) como complemento a la información.

El Capítulo III “Guía de recursos sobre género y los sectores de agua” consta de 13 des-cripciones sectoriales que examinan brevemente el enfoque de género y su intersección con el agua en distintos sectores. Las descripciones sectoriales incluyen en su mayoría una introducción, la problemática analizada o detectada, alternativas de solución, referencias, recursos adicionales, recursos en inglés y francés con los correspondientes “links”, comen-tarios y estudios de caso. En Género, gobernabilidad y gestión de los recursos hídricos; con-sidera en la gobernabilidad del agua a toda la gama de sistemas políticos, sociales, econó-micos y administrativos que han sido desarrollados para regular el suministro, la gestión de los recursos hídricos y la prestación de servicios de agua a diferentes niveles de la sociedad; presenta un panorama de la situación y ofrece alternativas de solución. Género agua y pobreza; en este apartado se caracteriza el fenómeno de la pobreza, los graves problemas de salud como el VIH y el deterioro del medio ambiente; se incluye también un analisis de las implicaciones póliticas que el recurso genera a nivel mundial y hace un análisis del agua como mercancía sujeta a la oferta y la demanda. Género saneamiento e higiene; en esta parte del documento se hace un estudio de las condiciones de insalubridad en las que viven las mujeres por falta de agua limpia para uso doméstico, por lo que se sugiere que las iniciativas de promoción y educación en higiene se focalicen hacia ellas a fin de garantizar la disponibilidad del recurso; incluye también un apartado de los actores implicados en el proceso y sobre todo, de cómo se transversaliza el enfoque de género; destaca la valiosa intervención de las ONG’s en los programas de saneamiento.

Género y abastecimiento de agua doméstica e higiene: en esta apartado se identifican las fuentes de contaminación del agua, ya que se continúa considerando a la higiene como un territorio femenino, por lo que en el análisis se propone involucrar a los niños y hombres en el uso sostenible del recurso; también se estudian los roles de hombres y mujeres; por lo anterior, se plantea redimensionar las políticas públicas en la gestión del agua a fin de mejorar el acceso al agua potable y el saneamiento para el bienestar de los hogares. Género privatización del agua: en este apartado se revisa como el BM y el FMI reorientaron sus politicas económicas en los años 70´s, lo que dio como consecuencia la privatización de las empresas del Estado encargadas de administrar el recurso, esto con el supuesto de que de este modo, se llegarián a satisfacer las necesidades de abastecimiento de agua de las mujeres pobres. Incluye las cantidades de agua limpìa para uso doméstico y personal como un derecho humano establecido por la ONU en el 2002. También aborda los costos de la privatización y los efectos en las mujeres. Género agua y agricultura: en esta parte se hace un recuento de la participación de las mujeres y de los hombres en la actividad agrícola, y cómo esto genera que el acceso al riego, tomando en cuenta el enfoque de género, sea

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diferenciado para hombres y mujeres, teniendo como consecuencia un impacto sobre la participación y gestión de las mujeres para el recurso.

Género agua y medio ambiente: en esta parte se analizan las interconexiones entre gé-nero, agua y medio ambiente, con énfasis especial en los desafíos y las formas de integrar el enfoque de género en el proceso de gestión ambiental. Finalmente, en cada uno de los siguientes temas se aborda la problemática de igual manera que las anteriores, haciendo énfasis en la transversalización del enfoque en cada uno de los sectores, que son: género y pesquería, género y gestión de zonas costeras, género y desastres, relacionados con el agua, género y construcción de capacidad, En género y herramientas de planificación, ade-más de la caracterización de la situación ambiental, se sugieren una serie de herramientas de campo indispensables para aplicar por el investigador en temas del agua. Género e Ini-ciativas de presupuestación con enfoque: aquí se analizan las políticas, el régimen tributa-rio, los ingresos del Estado, el gasto público y los déficits fiscales desde una perspectiva de equidad de género; se analizan los presupuestos para evaluar si las políticas y programas estatales tendrán impactos diferentes y desiguales sobre las mujeres y los hombres.

El Capítulo IV “Transversalización del enfoque de género en el ciclo de un proyecto”, señala la importancia de incluir el enfoque de género en las diversas etapas de diseño eje-cución y evaluación del programa; es decir, se presenta un ciclo genérico de un proyecto, que puede ser adaptado a distintos contextos locales y muestra los aspectos de género que deben ser considerados en cada etapa del ciclo; se sugieren una serie de preguntas que permiten transersalizar el enfoque en el proyecto, además de un cuadro en el que, a través de 20 etapas, se va consolidando el trabajo, al igual que los capitulos anterioes incluye recursos adicionales.

Capítulo V “Transversalización del enfoque de género en las políticas e instituciones del sector de agua”: en este capítulo se conceptualiza la política de género, además de que se justifica la necesidad de desarrollarla a partir de tres aspectos que se subrayan: un análisis situacional, la politica misma, y una estrategia de ejecución o plan de acción. Enfatiza la necesidad de contar con un marco institucional que permita aplicar la politica, a fin de que ésta sea exitosa. Incluye también un cuadro en el que desglosa los componentes que per-miten transversalizar el enfoque, paso por paso.

Por ultimo, la guía incluye siglas, abreviaturas y un glosario de terminos empleados en el texto que consta de 155 páginas. La consulta de este documento lleva al lector a una guia tan completa que al término de cada capítulo y de las 13 descripciones sectoriales del ca-pítulo …III se ofrecen al lector, conclusiones referencias bibliográficas, abundantes recursos adicionales, recursos en inglés y francés y estudios de caso, que complementan la riqueza del documento.

AnexosGlosario

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Adaptación (capacidad de adaptación y estrategias de adaptación). Capacidad de los sistemas de medios de vida para hacer frente o adaptarse al cambio, reduciendo su vulne-rabilidad por medio de estrategias tales como diversificar los medios de vida, desarrollando las destrezas y capacidades requeridas y facilitando el acceso a recursos de apoyo, tales como microcrédito.

Análisis de género. Forma sistemática de examinar los roles diferentes de las mujeres y los hombres en el desarrollo; así como los impactos distintos del desarrollo sobre las muje-res y los hombres. En esencia, el análisis de género pregunta “quién”, es decir, quién hace qué, quién tiene acceso a y control sobre qué, quién se beneficia de qué, en relación con las personas de ambos sexos y distintas franjas etarias, clases, religiones, grupos étnicos, razas y castas. Análisis de género significa también separar por sexo y analizar separadamente por sexo la información acerca de todos los grupos poblacionales, socioeconómicos y cultu-rales relevantes. El enfoque de género –esto es, el estudio de las mujeres y los hombres por separado– es necesario en todas las etapas del proceso de desarrollo. Debemos preguntar siempre cómo afectará una actividad, una decisión o un plan en particular a los hombres de manera distinta que a las mujeres, y a algunas mujeres u hombres de manera distinta que a otras mujeres y hombres (Rani Parker, 1993). Examinar la forma en que las tareas asociadas a la gestión de los recursos hídricos se dividen entre los sexos y franjas etarias revela, por ejemplo, en qué aspectos necesitan trabajar los proyectos de agua con mujeres o con hom-bres, así como al interior de las familias, ya que distintas categorías de mujeres y hombres tienden a ejercer diferentes tareas, poder de decisión y conocimiento (van Wijk, 1998).

Desastre. Interrupción seria del funcionamiento de una comunidad o sociedad, con pér-didas humanas, materiales, económicas o ambientales generalizadas, que exceden la capa-cidad de la comunidad afectada para hacerles frente haciendo uso de sus propios recursos. Un desastre es una función del proceso de riesgo: peligro más vulnerabilidad.

Empoderamiento. Proceso mediante el cual las personas –tanto mujeres como hom-bres– asumen el control de sus propias vidas: fijando su propia agenda, adquiriendo des-trezas, desarrollando confianza en sí mismos/as, resolviendo problemas y desarrollando autosuficiencia. Ninguna persona puede empoderar a otra: una persona sólo puede empo-derarse a sí misma para tomar decisiones o expresar sus puntos de vista. Sin embargo, las instituciones, entre ellas las organizaciones internacionales de cooperación, pueden apoyar procesos para impulsar el auto empoderamiento de las personas o grupos de personas.

Equidad de género. Proceso de ser justos con las mujeres y los hombres. Para garantizar la justicia, a menudo deben introducirse medidas para compensar las desventajas históricas y sociales que impiden a las mujeres y los hombres desempeñarse sobre un terreno parejo. La equidad conduce a la igualdad. En los sectores de agua, la equidad a menudo requiere de políticas específicas, focalizadas en el desarrollo de la capacidad técnica de las mujeres y la contratación de mujeres en el manejo de los recursos hídricos, a fin de subsanar su desventaja histórica en la toma de decisiones en dichos sectores.

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Género. Conjunto de características culturalmente específicas que identifican la con-ducta social de las mujeres y los hombres; así como la relación entre ellos. El género, por lo tanto, no se refiere simplemente a las mujeres o los hombres, sino también a la relación entre ellos y la forma en que ésta se construye socialmente. Dado que se trata de un tema relacional, el género tiene que incluir a las mujeres y los hombres. Al igual que los concep-tos de clase, raza y etnicidad, el género es una herramienta de análisis para entender los procesos sociales (Status of Women, Canadá, 1996).

Gestión integrada de los recursos hídricos. También conocida como “manejo integrado de los recursos hídricos” (MIRH), es un proceso que promueve el desarrollo y el manejo concertados de los recursos hídricos, la tierra y otros recursos relacionados, a fin de maxi-mizar el bienestar económico y social que resulta de este proceso de una manera equitati-va, sin comprometer la sostenibilidad de los ecosistemas vitales (Global Water Partnership/Technical Advisory Committee).

Igualdad de género. Este término significa que las mujeres y los hombres disfrutan de la misma posición. Igualdad de género significa que las mujeres y los hombres gozan de igualdad de condiciones para hacer realidad sus derechos humanos totales, así como sus potencialidades para contribuir al desarrollo nacional, político, económico, social y cultural y beneficiarse de los resultados. Igualdad de género significa por lo tanto que la sociedad valora por igual tanto las similitudes como las diferencias entre las mujeres y los hombres, así como los roles cambiantes que ambos desempeñan; por ejemplo, los distintos roles que cumplen las mujeres y los hombres en la gestión de los recursos hídricos.

Interesados. También llamados “actores” o “stakeholders”, son quienes tienen un inte-rés en una decisión en particular, ya sea como particulares o como representantes de un grupo. El término comprende a las personas que ejercen influencia sobre una decisión, o tienen capacidad para hacerlo, así como a las personas que se ven afectadas por ella.

Interseccionalidad. Término que se refiere al reconocimiento de que las mujeres son objeto de discriminación y violaciones de los derechos humanos, no solamente debido a su género sino también a otras relaciones de poder vinculadas a su raza, etnicidad, casta, cla-se, edad, capacidad/discapacidad, religión y una multiplicidad de otras razones, incluyendo su condición de indígenas.

Medios de vida. Se refiere a las capacidades, activos (materiales y sociales) y activida-des requeridos para ganarse la vida. Se puede afirmar que un medio de vida es sostenible cuando puede hacer frente a cualquier circunstancia, y recuperarse de, las presiones y sa-cudidas y mantener o fortalecer sus capacidades y activos, sin socavar la base de recursos naturales.

Peligro. Fenómeno natural o artificial que puede ocasionar perjuicio físico y/o pérdida económica y amenazar la vida y el bienestar humanos.

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Resilencia. Capacidad de resistencia o de cambio de un sistema, comunidad o sociedad, con el objeto de obtener un nivel aceptable de funcionamiento y estructura. La resilencia se encuentra determinada por la capacidad de un sistema social para organizarse, así como por su habilidad para incrementar su capacidad de aprendizaje y adaptación, incluyendo su capacidad para recuperarse de un desastre (auto organizarse).

Riesgo. Daño o pérdida previstos debido a una combinación de vulnerabilidad y peligro. Se considera que las personas están en riesgo cuando no tienen capacidad para hacer fren-te a un desastre.

Transversalización del enfoque de género. Proceso de acceder a las implicaciones para las mujeres y para los hombres de cualquier acción que se planifique, trátese de legislación, políticas o programas en todas las áreas y a todos los niveles. Es una estrategia para conse-guir que las preocupaciones y experiencias de las mujeres, al igual que las de los hombres, sean parte integrante de la elaboración, puesta en marcha, control y evaluación de las po-líticas y los programas en todas las esferas políticas, económicas y sociales, de manera que las mujeres y los hombres puedan beneficiarse de ellos igualmente y no se perpetúe la des-igualdad. El objetivo final es conseguir la igualdad de género [transformando la corriente principal]. (Consejo Económico y Social de la ONU, ECOSOC, 1997. Énfasis añadido).

Vulnerabilidad. Conjunto de condiciones y procesos que se generan por efecto de fac-tores físicos, sociales, económicos y ambientales que aumentan la susceptibilidad de una comunidad frente al impacto de los peligros.

Siglas y abreviaturas

ACFODE Acción para el Desarrollo.

CapNet Red Internacional para el Desarrollo de Capacidades en la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos.

CMDS Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible.

ECOSOC Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.

GIRH Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (en ocasiones también MIRH: Manejo Integrado de los Recursos Hídricos).

GPR Gestión participativa del riego.

GWA Alianza de Género y Agua.

IBM Instituto del Banco Mundial.

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IRC Centro Internacional de Agua Potable y Saneamiento.

OBC Organizaciones basadas en la comunidad.

ODM Objetivos de Desarrollo del Milenio.

ONG Organización no gubernamental.

ONU Organización de las Naciones Unidas.

OSC Organizaciones de la sociedad civil.

PNUD Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

PNUMA Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

REPEM Red de Educación Popular entre Mujeres.

SEWA Asociación de Trabajadoras Independientes de la India.

UIP Unión Interparlamentaria.

UNICEF Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

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María de Lourdes Hernández Rodríguez

El futuro del agua en México es una compilación hecha por Boriz Graizbord y Jesús Arroyo, de los trabajos presentados en el “Primer Coloquio de Prospectiva sobre Agua” realizado en Chapala, Jalisco en el 2003, con el propósito de informar a la sociedad lo que se espera con la disponibilidad del agua en México de seguir con una política de bussiness as usual; esto es la utilización del agua como una mercancía, cuya oferta, a la larga, será insuficiente para responder a la demanda nacional.

El libro consta de quince artículos divididos en cinco partes; en la primera de ellas “El agua como tema científico y político”, René Garduño, Carlos Gachorro y Boris Graizbord resaltan la relevancia del aprovechamiento del agua en las relaciones interdependientes entre ciencia, sociedad, política, cultura y escasez, como efecto de actividades antropogé-nicas.

Por una parte, Garduño aplica un modelo matemático que evalúa la cantidad, calidad y disponibilidad del agua, demostrando que su escasez se está presentando en México en zonas con mayor población y crecimiento industrial que paradójicamente, coinciden con regiones donde la precipitación ha disminuido y donde la escasez del vital líquido se asocia con procesos de aridez y cambio climático.

Gachorro analiza la inconsistencia entre crisis del agua y la ausencia del tema en la agen-da pública local, pese a que en foros internacionales se trata el tema como asunto de inte-rés mundial, haciendo hincapié en que la ineficiente distribución del agua incrementará las desigualdades sociales, por lo que exige la participación del Estado mediante la coordina-ción de esfuerzos para un manejo más sustentable del vital líquido.

Por último, Graizbord muestra cómo la disminución en la disponibilidad del agua es

un hecho socialmente peligroso, rescatando que el derecho de propiedad y la disponibili-

El futuro del agua en México.

Boris Graizbord y Jesús Arroyo Alejandre (Coord., 2004)

Universidad de Guadalajara, El colegio de México

UCLA Program on Mexico, Casa Juan Pablos

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dad del recurso representan los eslabones básicos para una adecuada gobernabilidad del agua.

Un segundo bloque está conformado por aportaciones de Luis Abortes, quien contex-tualiza la política hidráulica en México en cincuenta y cuatro años de su história, describien-do el paso de la abundancia a la escasez del agua, al grado tal, que es declarada asunto de seguridad nacional.

La tercera parte, denominada “Fronteras y agua compartida: Conflictos y cooperación”, presenta trabajos de Polioptro Martínez-Austria, José luis Castro y Vicente Sánchez; Pa-tricia Herrera-Austria y Edith Kauffer. Martínez-Austria se enfoca en los más de tres mil kilómetros de frontera entre México y EUA y la codependencia que tienen ambos países en al menos siete cuencas transfronterizas y veinte acuíferos sobreexplotados. En donde los conflictos por agua no han podido ser resueltos, pese a un sin número de tratados, conven-ciones y demás instrumentos jurídicos.

En el mismo tenor, José Luis Castro y Vicente Sánchez analizan los contextos físicos, de-mográficos, económicos e institucionales de las regiones que dividen los ríos Bravo y Colo-rado, encontrando diferencias estructurales en el manejo del agua, señalando que la dife-rencia entre una política hidráulica de largo plazo como en EUA y una política hidráulica mexicana, prácticamente inexistente.

Por su parte, Patricia Herrera aborda el papel de la comunidad científica en el manejo equitativo del agua en le frontera norte de México, describiendo el papel de los profesio-nales en el desarrollo del pensamiento epistémico y su capacidad de introducir alternativas políticas en sus gobiernos, que reduzcan la incertidumbre.

El último artículo de esta parte es presentado por Edith Kauffer quien propone utilizar el concepto de hidropolítica al analizar los conflictos por agua entre los estados del sur de México con Belice y Guatemala, debido a la pertinencia de interrelacionar estudios de geo-grafía física, social y económica con la lucha por el poder y la hegemonía.

La cuarta parte de EL futuro del agua en México, presenta una serie de estudios de caso

bajo el tema “Ciudad y región: usuarios urbanos y rurales en Jalisco y Michoacán”. Una primera aportación es de Patricia Ávila, que presenta un análisis histórico: agua-sociedad en Morelia, desde su fundación en el siglo XVI hasta la fecha, en la que nos transporta de la introducción del agua potable a las zonas urbanas hasta la actual competencia entre uso doméstico, industrial y agrícola. Ricardo Ávila, Escobar Wickell por un lado y Guzmán y Pe-niche por otro, describen en dos artículos la importancia ecológica y económica que repre-senta el Lago de Chapala en la zona conurbada de Guadalajara. Enfatizan el desabasto que se espera ante la desecación del lago, originada tanto por inadecuadas decisiones técnicas como por una deficiente aplicación de la Ley de Aguas Nacionales y la, cada vez más lejana, intervención del gobierno local.

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Cecilia Lezama informa sobre un tema de difícil acceso: el uso del agua en el sector industrial. La autora argumenta que las empresas no tienen una idea clara del volumen de agua que consumen y menos de su costo. Asimismo argumenta que el tratamiento de aguas es más bien visto como un gasto y no como una inversión, por lo que mientras el valor real del agua no se refleje en los costos de la empresa, tampoco se presentarán prácticas que eficienticen su aprovechamiento y garanticen su saneamiento completo.

Francisco Morán presenta otra cara de la moneda en el uso del agua al estudiar su uso en la agricultura. El autor se pronuncia a favor de la tecnificación y captación de la inversión extranjera para optimizar el uso del agua en la agricultura de riego y orientar la producción hacia el logro de índices de competitividad internacional.

En la quinta y última parte denominada: “Mecanismos de gestión”, Alma Aguirre y Paula Silva presentan en dos trabajos por una parte, la importancia de de contar con mecanis-mos e instrumentos económicos en la gestión del agua. Aguirre analiza la efectividad de la política fiscal y su capacidad de lograr la autosuficiencia financiera en el sector hidráulico, bajo los principios: “el que utiliza los recursos naturales, paga” y “quien contamina, paga”. Critica la exoneración de impuestos a localidades rurales y a agricultores, así como la per-misibilidad de la ley al asumir que la declaración de los usuarios sobre el volumen de agua solicitado es el mismo que el consumido, demostrando las pérdidas que en materia de recaudación sufre el Estado por dicha política.

Por último, Paula Silva presenta una traducción de la “Declaración de Hyderabad”, India en el 2002 sobre el agua para la agricultura, en la que se señala que actualmente, se consu-me 54% del agua dulce disponible y de seguir con la misma tendencia, en 2025 se estaría consumiendo el 90%. Bajo el supuesto de que la agricultura de riego es la principal consu-midora de agua, la Declaración promueve el uso de aguas residuales bajo la supervisión del Estado y sus instituciones académicas.

Al finalizar el texto, el lector quedará seriamente consternado ante el abuso que como sociedad estamos haciendo del agua, y el lector especialista contará con un marco de refe-rencia actual, que le facilitará el fundamento de sus acciones a favor de la conservación del ambiente y en particular del agua como eje rector de la vida.

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The environment as an externality. The emergence of the invisibilityFrancisco Sandoval Vázquez

Traditionally, western society hasn´t seen nature as a lifestyle with ontological value Gene-rally it is observed as a cognizable, quantifiable, and controllable object; there is a countless contradiction between society and nature which ends up denying nature and leaving nature in the external field, the strange, the foreign, the other. The environment’s depletion, pollu-tion and overuse, does not only endangers life of some animal or plant species; but life in the planet, this is how it is known nowadays. Therefore, it is necessary to recognize that mo-dern thinking has carried our planet to the edge of an economic, social, and environmental collapse. The relation of invisibility (externality) between society and nature has generated the environmental problem which is presented as a problem demanding new conceptual strategies and new ways of social organization.

Decolonizing developmentJaime Ornelas Delgado

The development, category used to express the economic growth, emerged with the “cold war” context, though it was proposed by metropolitan theorists, in Latin America was assu-med as part of the available instruments to achieve the economic growth in capitalism and as an alternative to socialism. The development kept its effect during the three later deca-des to the Second World War, but, with the arrival of neoliberalism it was removed from the national and international agenda. Thus, at the beginning of the XXI century, the failure of the economy based on the self-regulating market has carried out the development again in the national and international agenda. This compels us to critical review development issues, and its context, to show its colonial character, if it is to build routs outside neoli-beralism and to overcome the problems which have made Latin America one of the most unequal regions in the world.

Abstracts in english1

1 Traducción de Blanca Nelly Rincón Lara.

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The agricultural land in the southeast of Tlaxcala. A view from the dissipative systems. Ramos Montalvo Vargas, Héctor Jesús Morales Rodríguez

This study presents the results of the needs to socialize relative information on the social productive conditions in the southeast region of the Estate of Tlaxcala, where urban growth, has invaded highly productive land whose fertility is being replaced by asphalt, housing, equipment, infrastructure and services. Derived from a photo-interpretation Landsat image work from the NASA in the southwest region of the State of Tlaxcala, was possible to detect that in the Balsas River low basin in Tlaxcala, there is a significant land distribution for far-ming, mainly irrigation, which can lead to strategies to small farmers who are still farming in a subsistence living way.

Exorcising the Ejido: a lawlessness chronicFrancisco Castro Pérez

Nearly one hundred years from the beginning or the armed movement and the agrarian struggle which allowed the creation of the ejido, and despite of the federal government promotion of the legal reforms in 1992, this social and productive cell refuses to change its social regime pro freehold, altering the expectation of the dreamed regional development by the neoliberal theorists and politicians. In this study, through the story of life history and the identity crisis of a son of an ejidatario who had to emigrate from his hometown to study the university, are analyzed the legal contradictions leading the protagonist to propose mo-difications to the internal regulations of the Ejido, or to request full command of his parcel. This attempt to exorcise the ejido, would cause its collective lawlessness, staggering their sense of belonging, but it would also shake the ejido status quo.

A Proposal to reclassify the Agua Azul waterfalls, Chiapas, México as a National ParkCarlos Melo Gallegos, Naú Silverio Niño Gutiérrez

This study focuses on the severe and complex problems affecting the Protected Natural Area of the Agua Azul Waterfalls, Chiapas, Mexico. The problems are related to the legal incongruence of the area status (area of protection of flora and fauna), the evident abando-nment by the government regarding administrative management and the strong ecological impact resulting in the degradation of the natural resources and the modification of the landscape. On the basis of this diagnostic, a new delimitation of the natural area is propo-sed, to protect its most important natural resources. The proposal aims at reclassifying the Agua Azul Waterfalls as a National Park.

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Environmental Problems generated by the municipal slaughterhouse of Atlixco, Puebla: An analysis through complex systems.José Héctor Abraham Gutiérrez, Eduardo Almeida Acosta, Abel Gil Muñoz

This article is about the environmental problems generated by the wastes produced by the municipal slaughterhouse in Atlixco, Puebla. We start with a conceptual change of the perception of polluting materials from “waste” to “byproduct”, afterwards, a structural and functional change was projected. Following the complex system methodology, this research, begins with the construction of a Slaughterhouse system, considering certain components and their accuracy of interactions. While the system was being constructed, a diagnostic was performed to identify the influential elements and proceeding affecting this research; it was analyzed then, the dynamic systems, the possible de-structuring-re-structuring pro-cesses, and the possible changes in time by conforming a new stationary state (final statio-nary state). The unleashing factor promoting system reorganization was the processing of the wastes to turn them into useful byproducts for agricultural use.

Technology and production adoption in corn crop in a rural region in the State of PueblaJosé Pedro Juárez Sánchez, Benito Ramírez Valverde

This study evaluates the technology and production adoption obtained in a corn crop in two different points in time, 1995 and 2000, in a rural region which includes 11 municipalities in the State of Puebla, Mexico. The results in this investigation show that farmers do not adopt the generated technology for this region, mainly in the phosphate fertilizer application. The production and profits obtained by hectare in 2000 was less than the one obtained in 1995. This was influenced by the reduction in real prices of corn, trade liberation in the agricultu-ral sector and policy toward the rural area and the State. These factors brought a decrease of production costs by reducing the use of high yield fertilizer.

Dairy farming family, territory and migrationAlfredo Cesín Vargas, Fernando Cervantes Escoto, Benito Ramírez Valverde

This essay analyses the way villagers from Santa Ana Portales, southeast of the State of Tlaxcala, are responding to the changes involving region accelerated industrialization, whi-ch does not necessarily implies jobs, trade liberation and its impact on dairy farming, which is their major activity. In this area, with an agricultural ecosystem, has taken place conti-nuously human settlements during the last 3600 years impacting in high population (500 inhabitants per km2), lack of jobs, and people without required skills. So we conclude that if this agroecosystems like the one in Portales, are not generating enough jobs to retain the population, the situation worsens in rural marginal areas.

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Work methodology in the brigade of education for rural development No. 121 in Huejotzingo, Puebla.María del Carmen García Casarrubias, Guadalupe Beatriz Martínez Corona, Juan Alberto Paredes Sánchez, Gloria Angélica Valenzuela Ojeda

We analyze the Agricultural Technology Education Brigade (BEDR) No. 121, depending on the Public Education Secretariat, whose objectives seek to reach education to the rural mar-ginal areas to improve their living conditions. The aim of this research was to analyze the methodology characteristics used and its relation with the methodology recommended by the SEP-DGETA and other educational methodologies. Depths interviews to key informants, open questionnaires, participatory observation and literature and documental review were performed. Limiting factors were identified to the implementation of methodology: time availability of men and women in rural; low building-relationship with other institutions, a strong internal bureaucracy and the lack of training in working methodology of teachers.

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Résumés en français�

1 Traducción de Lamarre Cadette.

L’environnement comme externalité: l’émergence de l’invisibleFrancisco Sandoval Vázquez

Traditionnellement la société occidentale ne reconsidère pas la nature comme une forme de vie avec une certaine valeur ontologique; elle est plutôt perçue comme un objet cognos-cible, quantifiable et gouvernable. Cela résulte d’une infinité de contradictions entre société et nature qui finissent par reléguer la nature au second plan, soit comme un corps étranger. L’épuisement, la pollution et l’utilisation à outrance du milieu naturel, non seulement met-tent en danger la vie de certaines espèces animales et végétales, mais aussi, constituent une menace pour la vie elle-même sur la planète, au moins telle qu’elle est connue main-tenant. Pour cela, il est nécessaire de reconnaître que la pensée moderne a conduit notre planète au bord d’un effondrement économique, écologique, social, et dans une certaine mesure, environnemental. L’invisibilité (externalité) des relations entre société et nature a engendré la problématique environnementale qui se présente comme un défi exigeant de nouvelles stratégies conceptuelles et de nouvelles formes d’organisation sociale.

Décoloniser le développementJaime Ornelas Delgado

Le développement, concept utilisé pour exprimer la croissance économique, a surgi dans le contexte de la « guerre froide ». Et, bien qu’il ait été proposé par des théoriciens métropo-litains, il a été assumé en Amérique Latine comme un instrument de croissance économi-que dans le cadre du capitalisme et comme alternative au socialisme. Le développement est resté en vigueur au cours des trois décennies postérieures à la Seconde Guerre Mondiale. Mais, avec l’avènement du néolibéralisme, il a été éloigné de l’agenda des préoccupations nationales et internationales. Cependant, au début du XXIe siècle, l’échec de l’économie soutenue sur le marché autorégulé a réinscrit le développement dans l’agenda national et international. Ceci oblige à réviser de manière critique les problèmes de développement, et le concept lui-même, pour montrer son caractère colonial, si on prétend construire des

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voies différentes au néolibéralisme et résoudre les problèmes qui ont fait de l’Amérique Latine une des régions les plus inégales du monde.

La terre arable dans le sud-ouest de Tlaxcala : Un regard à travers des systèmes dissipatifs. Ramos Montalvo Vargas, Héctor Jesús Morales Rodríguez

Le présent travail résulte de la nécessité de socialiser l’information relative aux conditions socioproductives de la région sud-ouest de l’Etat de Tlaxcala, où la croissance urbaine, a atteint des terres potentiellement productives pour faire place à l’asphalte, aux logements, et à d’autres infrastructures de services publics. Issu d’une tâche de photo-interprétation d’images Landsat de la NASA dans la région sud de Tlaxcala, ce travail a permis de détecter que la zone basse du lit de la rivière Balsas, dispose d’une importante superficie de terres arables et irriguées, pouvant être à l’origine de stratégies pour les petits producteurs qui voient encore dans l’activité agricole une forme de subsistance.

Exorciser l’ejido: chronique d’une violationFrancisco Castro Pérez

A presque cent ans du début du mouvement armé et de la lutte agraire qui a permis la création du domaine collectif, et malgré les réformes juridiques promues par le gouverne-ment fédéral en 1992, cette cellule sociale et productive se résiste au changement de son régime social au profit de la possession pleine et entière des domaines octroyés, altérant les expectatives du développement régional rêvées par les penseurs et politiciens du néolibéralisme. Dans ce document, à travers l’histoire de vie et de la crise identitaire d’un fils d’un ejidatario qui a dû émigrer de son village en vue de réaliser des études universi-taires, on analyse les contradictions juridiques qui ont conduit le protagoniste à proposer des modifications au règlement intérieur de l’ejido, ou à solliciter la pleine jouissance de sa parcelle. Cette tentative d’exorciser l’ejido, provoquera sa violation collective en chancelant son sens d’appartenance, mais aussi, ébranlera le statu quo du noyau ejidal.

Proposition pour une reclassification des “Cascadas de Agua Azul” en Parc National, Chiapas, MexiqueCarlos Melo Gallegos, Naú Silverio Niño Gutiérrez

L’étude met l’emphase sur la complexité de la problématique qui affecte l’Aire Naturel Pro-tégé dénommé « Cascadas de Agua Azul », altéré par son incongruité juridique en ce qui concerne sa classification actuelle de gestion (Aire de protection flore et faune). En effet, l’abandon officiel évident de sa gestion administrative et son impact écologique avancé, se sont traduits par une détérioration des ressources naturelles et une modification du paysa-ge. Ainsi donc, ce diagnostic basé sur une nouvelle délimitation de la zone, dégageant les

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valeurs naturelles, permet de catégoriser les « Cascadas de Agua Azul » sous la désignation protectrice de Parc National.

La problématique environnementale engendrée par le marché municipal d’Atlixco, Puebla: une analyse à partir des systèmes complexesJosé Héctor Abraham Gutiérrez, Eduardo Almeida Acosta, Abel Gil Muñoz

Cet article traite de la problématique environnementale causée par les déchets du marché municipal d’Atlixco à Puebla. La réflexion porte sur un changement conceptuel de la per-ception des matériaux polluants, de “déchets” à “sous-produits” et permet de proposer un changement structurel et fonctionnel comme solution. A partir de la méthodologie des sys-tèmes complexes, la recherche s’initie avec la construction du système complexe-marché et la spécification des interactions entre ces deux éléments clés (état d’équilibre initial). Pen-dant la construction du système, un diagnostic a été réalisé en vue d’identifier les éléments et les processus qui influencent le problème étudié. Ainsi donc, on a analysé la dynamique du système, les possibles processus de déstructuration-restructuration, et les éventuels changements dans la structure et le fonctionnement d’un nouvel état stationnaire (état stationnaire final). Et finalement, on a identifié un facteur déclencheur de la réorganisation du système: le traitement des déchets pour les transformer en des sous-produits utilisés dans l’agriculture.

Adoption technologique et rendement dans la culture du maïs dans une région rurale de l’Etat de Puebla José Pedro Juárez Sánchez, Benito Ramírez Valverde

Ce travail se veut être une évaluation de l’adoption de la technologie et le rendement ob-tenu dans la culture du maïs au cours de deux années précises : 1995 et 2000, dans une région rurale qui comprend 11 communes de l’Etat de Puebla au Mexique. Les résultats de la recherche mettent en évidence que les agriculteurs n’ont pas adopté la technologie produite dans la région, principalement dans l’utilisation de fertilisants phosphatés. Les rendements et l’utilité obtenus par hectare en 2000 sont inférieurs à ceux atteints en 1995. Ce comportement a été influencé par la réduction des prix réels du maïs sur le marché local et la politique agricole appliquée par le gouvernement. Ces facteurs ont porté les agricul-teurs à diminuer leurs coûts de production en réduisant l’utilisation d’intrants à rendement élevé.

L’élevage de bétail laitier familial, territoire et migrationAlfredo Cesín Vargas, Fernando Cervantes Escoto, Benito Ramírez Valverde

Cet essai est une analyse de la manière dont les habitants de Santa Ana Portales, Com-munauté située dans le sud-ouest de l’Etat de Tlaxcala, répondent aux changements

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qu’a entrainés l’industrialisation accélérée de la région ; alors que celle-ci n’implique pas nécessairement l’emploi pour les habitants de la zone, et l’ouverture commerciale dans l’économie ainsi que son impact sur le bétail laitier qui est une activité principale. En rai-son de la richesse de son agro-écosystème, la zone de Santa Ana a toujours été un lieu d’habitat humain depuis approximativement 3.600 ans. Mais, en dépit de cette attraction et des activités émergentes qui y sont développées, cette communauté est l’objet d’un pro-cessus d’émigration de main-d’œuvre à cause de sa forte densité de population d’environ 500 habitants par des Km2, de l’offre restreinte d’emplois et du manque de qualification des jeunes. En conclusion, si les Communautés agricoles, comme celle de Santa Ana Porta-les, situées dans des agro-écosystèmes appropriés à l’agriculture, ne produisent pas assez d’emplois pour retenir leur population; donc, la situation risque de s’aggraver dans les mi-lieux marginaux du monde rural.

Méthodologie de travail à la Brigade d’Education pour le Développement Rural No. 121. Huejotzingo, PueblaMaría del Carmen García Casarrubias, Guadalupe Beatriz Martínez Corona, Juan Alberto Paredes Sánchez, Gloria Angélica Valenzuela Ojeda

Les méthodologies employées dans l’éducation non formelle en rapport avec la probléma-tique du milieu rural mexicain, ont été peu étudiées. En ce sens, ce travail analyse le cas de la Brigade d’Éducation Technologique Agricole (BEDR) 121, dépendant du Secrétariat de l’Éducation Publique, dont la mission est de toucher, au moyen de l’éducation, les couches rurales marginales pour améliorer leurs conditions de vie. L’objectif de la recherche a été de connaître les caractéristiques de la méthodologie de travail employée et sa relation avec la méthodologie recommandée par la SEP-DGETA et d’autres méthodologies éducatives. A cet effet, après la révision bibliographique et documentaire sur le sujet, des entrevues en profondeur et un questionnaire ouvert ont été administrés à des répondants clés, suivis d’une observation participante. Cette recherche a permis d’identifier des facteurs qui li-mitent l’application de la méthodologie, à savoir: la disponibilité de temps des paysans et paysannes; la faiblesse des relations avec d’autres institutions, une bureaucratie interne assez lourde et le manque de formation des promoteurs-enseignants sur les méthodolo-gies de travail.

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Aceptación de manuscritos para

Regiones y Desarrollo Sustentable

La revista Regiones y Desarrollo Sustentable es una publicación semestral de El Colegio de Tlaxcala, A.C. Es un foro de académicos e investigadores de las ciencias regionales o afines donde pueden presentar tanto los resultados de sus estudios, como contribuciones al avan-ce del conocimiento en las áreas de su especialización.

Los trabajos a publicarse en esta revista serán selecciones mediante un proceso de ar-bitraje ciego por tres investigadores, y la publicación se determinará cuando por lo menos dos de los tres ofrezcan dictámenes positivos y se hayan incorporado las sugerencias.

La revista consta de tres secciones:1)Sección de artículos.2)Sección de documentos.3)Sección de reseñas.Serán recibidos los artículos basados en investigaciones, ya sea con orientación hacia la

construcción teórica de modelos, o hacia su contrastación empírica. Se aceptarán también artículos que divulguen los conocimientos que otros investigadores hayan aportado en el pasado.

Por otro lado, serán bienvenidos los documentos (informes, notas críticas, comentarios, comunicaciones) sobre materiales o eventos importantes para el avance de las ciencias regionales, de sus aplicaciones y del desarrollo sustentable.

Los textos deberán ajustarse a los siguientes lineamientos:

1. Temas

Todos los relacionados con el desarrollo sustentable, en general; y con el desarrollo regio-nal, en particular.

2. Formato y extensión

Las contribuciones serán escritas a doble espacio, tipo Arial, 12 puntos y deberán tener la siguiente extensión:

• Artículos: Un máximo de 40 cuartillas en total (incluyendo cuadros, imágenes, gráficas y bibliografía).• Documentos: Un máximo de 20 cuartillas.• Reseñas: Un máximo de 10 cuartillas.

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3. Texto

Los textos deberán iniciar con un breve resumen del trabajo en español e inglés, con una extensión aproximada de 150 palabras, es decir, entre 10 a 15 líneas. A continuación irá la introducción, seguida de los diferentes apartados del trabajo, las conclusiones y, finalmen-te, la bibliografía.

Los títulos y subtítulos no se utilizarán en mayúsculas cerradas, por lo que deberá ir la primera letra con mayúscula y las siguientes en minúsculas; los apartados tendrán que ir numerados cronológicamente, a excepción del resumen, la introducción, las conclusiones y la bibliografía. Por ejemplo:

ResumenIntroducción�.Desarrollo regional

1.1 Economía�.�.� Tlaxcala

2. Región centro2.1 Tlaxcala

2.�.�PueblaConclusionesBibliografía

Deberá indicarse la ubicación de imágenes, cuadros, gráficas y fotografías por medio del título y la fuente de dónde se obtuvo la información para su elaboración (ver apartado 5).

El texto no deberá tener ninguna palabra en redondas (negritas) o subrayada, por lo que sólo se utilizarán comillas para darle mayor énfasis a una palabra, en el caso de citas textuales dentro de un párrafo o para citar algún subtítulo o apartado de una obra; también podrán usarse cursivas para indicar una palabra en otro idioma o el título de alguna obra. De lo contrario todo el texto irá en tipo Arial, 12 pts., normal.

4. Citas y notas

Las referencias deberán citarse en el texto, iniciando con el primer apellido del autor, segui-do del año de publicación, y los números de páginas cuando sea necesario. Por ejemplo:

(Urquidi, 1996)(Bassols, 1971: 52)

En caso de ser una obra con varios autores:

(Sampedro, et al., 2006)(Bloom y Scott, 1995)Cuando se citan varios autores de diferentes obras:

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(Chávez, 1977; Haupt, 1980; Toledo, 1988)

Al citar al mismo autor con obras diferentes, pero del mismo año, se indicará éste último seguido de una letra en orden alfabético. Por ejemplo:

(Hildenbrand, 1996a)(Hildenbrand, 1996b)

Si se cita información obtenida de instituciones, deberá ir el nombre completo o las siglas:

(INEGI, 1995)(Gobierno del estado de Tlaxcala, 1999)

En el caso de las obras anónimas, periódicos o revistas se indicarán directamente con el título en cursivas y seguido por el año:

(La Jornada, 200�)(Regiones y Desarrollo Sustentable, 2000)

Para el caso de las páginas de internet se indicarán completas, seguidas del año. No deberá ir subrayado:

(www.conapo.gob.mx, 2000)

Todos los trabajos citados en el texto deberán incluirse al final del artículo, en una lista (bibliografía), ordenados alfabéticamente de acuerdo al primer apellido del autor, de mane-ra que puedan identificarse rápidamente con las referencias del texto; por lo tanto, deberá cuidarse la correspondencia de los años y ortografía de los apellidos tanto en el texto como en la bibliografía.

Las notas explicativas deberán incluirse a pie de página en el texto, en Arial, normal, 10 pts. Dichas notas deberán incluirse para ampliar o explicar lo presentado en el texto y no para hacer solamente una referencia bibliográfica, a excepción de que la información ahí dada lleve una referencia. Por ejemplo:

Uso de agrotóxicos¹ en la agricultura [...]______________________¹ Entre 1999 y 2005 se triplicó la importación de herbicidas y se duplicó la de de insecti-

cidas y fungicidas. Véase INEGI, 2005.

5. Imágenes, ecuaciones, cuadros, gráficas y fotografías

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Ilustraciones, cuadros, mapas, gráficas y ecuaciones deberán estar debidamente coordina-das con el texto, numerados consecutivamente, tener fuente y ser perfectamente legibles y reproducibles.

a) EcuacionesDeberán ser numeradas progresivamente en el margen izquierdo y tendrán las explica-

ciones pertinentes cuando incluyan caracteres particulares; dichas explicaciones podrán ir en el texto anterior o siguiente a la ecuación o en nota a pie de página.

b) Imágenes y fotografíasLas imágenes deberán ser de alta resolución (300 dpi), en JPG o en TIFF. Además debe-

rán incluir título y fuente.

c) Cuadros• Los cuadros deberán venir en su programa original (Word, Excel), no se aceptarán cuadros de diapositivas de Power Point, ya que no son manipulables y su calidad es muy baja. En caso de contar con cuadros o tablas en este formato el autor tendrá que reha-cerlo o quedarán bajo su responsabilidad los errores y la calidad del cuadro.• Deberán ser capturados en altas y bajas (iniciar con mayúcula y seguir con minúscu-las), con tipografía Arial, en 12 pts.• Se deberá considerar el tamaño del cuadro, en caso de ser muy grande el autor deberá dividirlo en varios.• No deberán contener relleno de color las celdas, ya que sólo se manejan en blanco y negro.

d) Gráficas• Las gráficas no deberán contener rellenos de texturas, debido a que el programa ma-nejado no reconoce tales rellenos, los considera blancos. Se pueden utilizar colores só-lidos, tome en cuenta que sólo se maneja en impresión blanco/negro.• No deberán ser diapositivas de Power Point, sino del programa original.• Todo el contenido (de texto) dentro de las gráficas deberá manejarse en altas y bajas.

Nota: Si llevan nota aclaratoria deberá ir inmediatamente después de la imagen, cuadro, gráfica, etcétera y en el siguiente párrafo se colocará la fuente.

Todos los cuadros, gráficas, imágenes o fotografías deberán contener forzosamente:• Número de imagen, figura, cuadro, etcétera.• Título (mayúscula inicial seguida de minúsculas).• Fuente (información sobre quién lo elaboró, de dónde se obtuvo y el año en que se elaboró).

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6. Bibliografía

Toda la bibliografía corresponderá a las citas anteriormente mencionadas y no podrá in-cluirse ninguna que no haya sido citada en el texto. Todas deberán indicarse en orden al-fabético de acuerdo a la letra inicial del primer apellido de los autores, se manejará con letra inicial en mayúscula y seguida de minúsculas y sin redondas (negritas) ni subrayado; se continuará con el año entre paréntesis y seguido de punto; para seguir con el título de la obra en cursivas o si se trata del título de un apartado o capítulo irá entre comillas y seguido del título (en cursivas) de la obra a la que pertenece; y, finalmente, se indicará la editorial o institución que la publicó y el lugar. Por ejemplo:

Aguilar, A. (2002). Globalización y capitalismo, Plaza y Janés, México.Collado, J.C. (2004). “La Estrategia Territorial de Navarra. Un caso pionero de aplicación de

la Estrategia Territorial Europea”, en Romero González, J. y J. Farinós Dasí (eds.), Ordenación de territorio y desarrollo territorial. El gobierno del territorio en Eu-ropa: tradiciones, contextos, culturas y nuevas visiones, Gijón, España.

En el caso de tener coordinadores o editores se indicarán con la abreviatura entre parén-tesis, es decir, (coord.), (coords.) o (ed.), (eds.).

Benko, G. y Lipietz, A. (eds.) (2000).(2000). La richesse des régions: la nouvelle géographie socio-économique, Presses Universitaires de France, París.

Collado, J.C. (2004). “La Estrategia Territorial de Navarra. Un caso pionero de aplicación de la Estrategia Territorial Europea”, en Romero González, J. y J. Farinós Dasí (eds.), Ordenación de territorio y desarrollo territorial. El gobierno del territorio en Europa: tradiciones, contextos, culturas y nuevas visiones, Gijón, España.

Urquidi, Víctor L. (coord.) (1996). México en la globalización. Condiciones y requisitos de desarrollo sustentable y equitativo. Informe de la sección mexicana del club de Roma, Fondo de Cultura Económica, México, D.F.

No se indicará la página de la cita a excepción de revista o periódico, donde se indicarán la página inicial y final del artículo citado y no sólo de las que so tomó la cita; de lo contrario las páginas no se incluirán en la bibliografía. La paginación se indicará con p. en el caso de una sola página y con pp. para dos o más páginas. Ejemplo:

Albuquerque, F. (2004). “Desarrollo económico local y descentralización en América Lati-na”, en Revista de la CEPAL, núm. 82, abril, Santiago de Chile.

Bassols Batalla, Ángel (1971). “Nuevos enfoques sobre el desarrollo regional”, en Problemas de Desarrollo, núm. 35, vol. 8, México, pp. 8-46.

La Jornada. Sección Economía, 12/07/2000, p. 3.

Asimismo, en el caso de revista se indicará el año (año) y número (núm.); en los libros el volumen (vol.) y/o tomo (t.); y en los periódicos la fecha completa (dd/mm/año) y página; en todos los casos serán con abreviaturas en minúscula. Por ejemplo:

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Bassols Batalla, Ángel (1971). “Nuevos enfoques sobre el desarrollo regional”, en Problemas de Desarrollo, núm. 35, vol. 8, México, pp. 8-46.

La Jornada. Sección Economía, 12/07/2000, p. 3.

7. Entrega

Los autores deberán enviar el trabajo en un disco compacto, elaborado con el procesador de textos Word 97 o en modo de compatibilidad para abrirse con ese programa para Win-dows; en el caso de los cuadros y gráficas deberán enviarse por separado, elaborados en Excel para posteriormente incorporarlos cuando se realice el trabajo de edición y correc-ción. Además del formato en disco compacto, deberán entregar dos copias impresas que incluirán las imágenes cuadros y gráficas para tener una guía de la versión final, por lo que deberá respetar todos los lineamientos anteriores.

Los textos podrán enviarse a la Coordinación Editorial de la revista en las instalaciones de El Colegio de Tlaxcala, A.C., en Melchor Ocampo 26, San Pablo Apetatitlán, Tlaxcala, C.P. 90600, o por correo electrónico a: [email protected] o [email protected]

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Edición a cargo de:

de Guillermo Aragón Loranca, Elodie Aragón Gohory-Villain,

Doris Castro Velasco y Joanna Carmona Flores.

Se terminó de imprimir en mayo de 2012 el tiraje de 1000 ejemplares en Conciencia Gráfica S.A. de C.V. Garrido, 76, Col. Aragón la Villa, México D.F., C.P. 07000, Tel/Fax: 01 55 5781 0903. Impreso en

papel Bond de 90 g. Se emplearon tipos Calibri 8, 9, 10 y 12.