Relaciones Publicas 2012

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Carta de presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3

Reseña histórica de la Iglesia Adventista del Séptimo Día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

Creencias fundamentales de los adventistas del séptimo día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8

La doctrina de la justificación por la fe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10

El sábado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14

El estilo de vida adventista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

La Iglesia Adventista del Séptimo Día en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22

Estadísticas de la Iglesia Adventista en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

La Iglesia Adventista del Séptimo Día en el mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

Estadísticas de la Iglesia Adventista en el mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32

Estructura, organismos y presencia pública de la Iglesia Adventista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34

Director de la revista: Jesús CalvoCoordinación número especial: Rafael Calonge Bombín

EQUIPO EDITORIAL: Dirección general: Mario Martinelli

Administración: Sergio MatoCoordinación editorial: Alejandro MedinaCoordinación de producción: Esther Amigó

Redacción: Raquel Carmona Diseño, maquetación y procesos informáticos:

Javier Zanuy Producción: Martín González

Publica: EDITORIAL SAFELIZPradillo, 6 - Pol. Ind. La Mina

28770 Colmenar Viejo, Madrid (España)tel. [+34] 918 459 877fax [+34] 918 459 865

e-mail: [email protected]

Impresión: AGSBell, 3, Pol. Ind. San Marcos

28906 Getafe (Madrid)IMPRESA EN ESPAÑA

S U M A R I O

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C A R T A D E P R E S E N T A C I Ó N

Querido/a amigo/a:

Nos acercamos a ti para que nos conozcas. Nuestro mayor deseo es facilitarte una información adecuada sobre nuestra iglesia; por este motivo ponemos en tus manos esta revista que hemos titulado Adventistas del séptimo día: Una iglesia en marcha.

La Iglesia Adventista es una iglesia abierta y seria que pone todo su empeño en dar respuesta a las necesidades espirituales del ser humano de hoy. En este documento encontrarás información acerca de nuestra organización, nuestro origen, nuestra historia, nuestras creencias y nuestras actividades; en suma, la revista habla de lo que somos, de lo que creemos y de nuestra razón de ser.

De forma breve me gustaría decirte que nuestra iglesia es:

UN LUGAR DE ENCUENTRO CON DIOS, donde a través de las Escrituras puedes sentir la presencia de un Dios personal que escucha tus problemas y necesidades, y que, si se lo permites, puede intervenir en tu vida.

UN REMANSO DE PAZ donde puedes descansar del ajetreo de la vida, sentirte bien y renovar tus energías para hacer frente a los problemas diarios.

UN COLECTIVO DE CREYENTES SINCEROS, entre quienes puedes hallar simpatía, sincero aprecio y verdadera amistad. Encontrarás en la iglesia personas como tú y como yo que necesitan de la gracia perdonadora de Dios; porque todos tenemos nuestras limitaciones y cometemos errores, pero nos une el sincero deseo de progresar y de ser mejores.

UNA COMUNIDAD DONDE PUEDES RECUPERAR LA ILUSIÓN: Los errores cometidos, las situaciones vividas, los defectos acumulados, con frecuencia nos roban la posibilidad de mirar hacia delante con ilusión. Dios, a través de su gracia, te mostrará que tienes un lugar que ocupar y una misión que cumplir mientras transitas por esta tierra, devolviéndote de esta manera la ilusión perdida.

Querido/a amigo/a, Cristo es la gran necesidad del ser humano, tu gran necesidad y tu gran oportunidad. Por eso, deseo de corazón que puedas beneficiarte de todas las cosas que la Iglesia Adventista ofrece. Esperamos que tu vida se enriquezca y se convierta en una luz de inspiración que te ayude a vivir el día a día.

Desearíamos que en algún momento puedas visitar personalmente nuestra iglesia, a fin de que compruebes por ti mismo lo que te acabo de indicar en estas líneas.

Con afecto y simpatía cristiana,

Jesús Calvo

Presidente de la Unión Adventista Española

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Los orígenes del pensamiento adventista

El término ‘adventista’ viene del latín ad-ventus, que significa llegada. En el sentido evangélico más puro, el adventismo expresa la actitud de los cristianos de todos los tiem-pos que fijaron su mirada en el regreso a la tierra de Cristo en gloria. Refleja la tensión espiritual de los creyentes que esperan el cumplimiento de su promesa final: «Vendré otra vez».1

La iglesia cristiana primitiva fue una iglesia adventista en el sentido estricto del término. Los cristianos se saludaban con el término arameo Maranatha, que significa “El Señor viene”. 2 El apóstol Pablo hacía profesión de fe adventista cuando afirmaba: «Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo».3

El lugar destacado del regreso de Cristo en las Sagradas Escrituras no es la única razón para la elección del término ‘adventista’. Este nombre ha sido escogido para establecer la distinción entre un grupo particular de cris-tianos cuya esperanza se centra en el glo-rioso acontecimiento, y la cristiandad en su conjunto, para la cual la parousía (“venida” en griego) no es objeto más que de una aten-ción relativa y a veces inexistente.

El anuncio de la segunda venida de Cristo, que fue muy vivo en la primera generación de cristianos, perdió intensidad una vez que cesaron las persecuciones del Imperio Ro-mano allá por el siglo IV de nuestra era. Dos fueron las causas que desdibujaron la espera de este acontecimiento. La primera tenía que ver con la creencia extrabíblica de que el ac-ceso del creyente al Reino Celeste se produce nada más morir, y por consiguiente antes del regreso del Señor. Eso propició que la espera consciente de la Segunda Venida fuera poco a poco desapareciendo hasta quedar reducida a «estado fósil», según las palabras del profesor Alfred Félix Vaucher.4

La segunda causa la expresa Agustín de Hipona en su famosa obra La ciudad de Dios, del siglo V.5 Cuando el Imperio Romano se hace “cristiano” con la supuesta conversión del emperador Constantino el Grande a esa fe, todo el Imperio pasa a favorecer oficial-mente al cristianismo. Se interpreta entonces que el reino de Dios ya se ha establecido en la tierra con la conversión del emperador y toda su corte. Por lo tanto, no es necesario que Jesús regrese de forma inmediata, pues en cierto modo ya lo ha hecho en las personas

RESEÑA HISTÓRICA DE LA IGLESIA ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA

Rafael Calonge BomBín Licenciado en Teología

y en Historia Contemporánea. Pastor de la Iglesia Adventista.

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de los nuevos conversos. La segunda venida de Cristo puede esperar...

Desde el siglo V hasta los tiempos moder-nos, la perspectiva de la misma se contempló de manera tan poco viva y dinámica que, sin lugar a dudas, la cristiandad había dejado de ser adventista.

Un gran despertar proféticoLas profecías bíblicas siempre llamaron la

atención a los estudiosos de la Biblia. Sobre todo, aquellas que hacían alusión al regreso de Cristo a la tierra. En las Sagradas Escritu-ras hallamos dos libros proféticos por exce-lencia: Daniel y Apocalipsis. Por su singula-ridad, han sido objeto de análisis cuidadosos por parte de los teólogos. Ambos hablan de sucesos relacionados con el fin del mundo y la segunda venida de Cristo.

A pesar de las circunstancias por las que atravesó la cristiandad desde el siglo V hasta nuestros tiempos, siempre hubo individuali-dades prominentes que se dedicaron al estu-dio de las profecías bíblicas. Pero será en el siglo XIX cuando se manifieste una corriente de inusitado interés por esta cuestión.

Por entonces, las revoluciones políticas, industriales, sociales y las esperanzas del desarrollo de la ciencia, eclosionadas sobre todo desde el siglo XVIII, dejaban también su huella en los medios religiosos: para unos, el mundo marchaba hacia la paz, la justicia y el progreso, se preparaba para un futuro glorioso lleno de magníficas realizaciones hu-manas; para otros, nuestra especie caminaba hacia el desastre, con el empobrecimiento y la proletarización de las masas populares, y con un horizonte lleno de incertidumbres y temores.

Es en el siglo XIX cuando, desde muchos puntos geográficos y diversos ámbitos reli-giosos, surgieron investigadores que por la palabra y la pluma se entregaron a la tarea de explicar las profecías anunciadoras del gran día de Jesucristo. Durante los primeros decenios de ese siglo, más de un centenar de

obras comentaban este acontecimiento, sin contar millares de sermones y conferencias que asimismo se centraban en él.

Jamás se había visto tan gran número de comentadores de los libros de Daniel y Apo-calipsis. Y algo que llama poderosamente la atención es que tales estudiosos arribaron a conclusiones análogas sobre el asunto sin haber tenido la posibilidad de influirse mu-tuamente en sus investigaciones. Fundán-dose en el libro de Daniel, este grupo de especialistas llegó a la convicción de que estaban viviendo al final de los tiempos marcados por las profecías bíblicas. Uno de los textos de ese libro dice lo siguiente: «Tú, Daniel, guarda en secreto estas palabras y sella este libro hasta el tiempo del fin. Mu-chos irán de acá para allá y el conocimiento aumentará».6

A los ojos de los estudiantes de la Escri-tura, el hecho mismo de que centenares de hombres hubieran logrado entender las pro-fecías de Daniel como nunca antes constituía la prueba de que el siglo XIX correspondía a la época prevista por Daniel: el “tiempo del fin” en el que el sello de la interpretación profética sería levantado. Lejos de ser gentes fanáticas y oscuras, estos investigadores apa-sionados por los textos bíblicos relativos al retorno de Cristo representaban a buena parte de la élite intelectual y religiosa de su tiem-po. Entre ellos había protestantes y católicos, y eran lo mismo de Europa que del Nuevo Mundo, donde numerosos investigadores pro-cedentes de la casi totalidad de las iglesias cristianas dedicaron igualmente esfuerzos al estudio de las profecías bíblicas relacionadas con el regreso de Cristo.

El nacimiento de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

La historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día tiene sus raíces inmediatas en esas corrientes renovadoras que marcaron la espiritualidad del cristianismo a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.

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Entre los precursores de la Iglesia Adven-tista, figura uno de los estudiosos más des-tacados entre aquellos a los que nos hemos referido. Se trata de William Miller, con-cienzudo estudiante de la Biblia que anunció el regreso de Jesucristo en la primera mitad del siglo XIX. Fue este predicador norteame-ricano el que más contribuyó a difundir, en Estados Unidos y en Europa, la buena nueva de la Segunda Venida.

Se ha presentado con frecuencia a Miller como el fundador de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, cosa que no es correcta. Sí lo es, como recogen los tratados sobre el adventismo moderno, que fue el pionero de este movimiento cristiano. Pero algunos de estos escritos hablan de Miller como de un iluminado a quien el estudio de las profecías dejó trastornado. Desde aquí deseamos le-vantarnos contra semejante deformación de la verdad histórica que desfigura los orígenes del adventismo contemporáneo.

Miller, en realidad sin pretenderlo, agrupó a masas de creyentes en torno a su visión de las profecías del libro de Daniel, incluida la conclusión de que Jesucristo regresaría a la tierra en el otoño del año 1844. Su interpre-tación se basaba en la siguiente declaración bíblica: «Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purifica-do».7

El estudio de Miller está perfectamente documentado, históricamente bien argu-mentado y cronológicamente bien estructu-rado. Su acercamiento a la fecha indicada es absolutamente correcto. Pero tuvo un error de interpretación. Miller siempre creyó que la purificación del santuario mencionado en Daniel tenía que ver con la “purificación” de la tierra con motivo del regreso de Cristo, prescindiendo por completo de todo el cere-monial que tenía que ver con la purificación del santuario israelita de los tiempos bíblicos.

El movimiento específico de los seguidores de William Miller se desvaneció cuando tuvo

lugar el “Gran Chasco”: Cristo no regresó en el tiempo esperado, con la decepción con-siguiente. Posteriormente, reexaminando la interpretación del libro de Daniel, un grupo de seguidores del movimiento millerita volvió a profundizar en todas las profecías bíblicas relativas a la Segunda Venida y acabó cons-tituyéndose como una iglesia cristiana con el proyecto de anunciarla pero ya sin fijar ninguna fecha específica.

Así surgió históricamente la Iglesia Adven-tista del Séptimo Día, organizada como tal en Estados Unidos en el año 1863, en plena Guerra Civil entre los estados del Norte y los estados del Sur. Se llama “Adventista”, porque la espera del advenimiento de Cristo se encuentra en el corazón de la fe cristiana. Y “del Séptimo Día”, porque la relación con Dios supone el respeto a los Diez Manda-mientos, de los cuales el cuarto establece el descanso en ese día de la semana.

Desde entonces, como continuadora del Gran Despertar decimonónico, la Iglesia Ad-ventista mantiene la interpretación proféti-ca de los libros de Daniel y Apocalipsis, así como del resto de las Sagradas Escrituras, en relación con el regreso de Cristo a la Tierra.

Posterior desarrollo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

A lo largo de más de siglo y medio desde sus orígenes, la Iglesia Adventista experimen-tó un notable desarrollo en los cinco conti-nentes. En el año 1874 aparece la revista, órgano oficial de la denominación, Signs of the Times (Señales de los tiempos), una de las más conocidas publicaciones adventistas, que hoy mantiene su edición periódica. Esta revista tiene sus homólogas en los diferentes idiomas más utilizados por los habitantes de este mundo.

Se puede decir que la expansión de la Igle-sia Adventista ha sido extraordinaria. Desde los Estados Unidos, sus misioneros alcan-zaron Europa en el año 1864. En el mismo

William Miller, el gran pionero del adventismo moderno.

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año, los adventistas llegaron a África del Sur; a Australia y a las Islas del Pacífico llegaron en 1885, a Asia en 1888, a Oriente Medio en 1889, a la India en 1893 y a América del Sur en 1895. Desde esos años hasta nuestros días el adventismo logra inscribir en su feli-gresía una cifra anual de más de un millón de creyentes.

Llegados a este punto conviene hacer una importante aclaración. Los nuevos adven-tistas pasan a formar parte de la feligresía mediante el bautismo de adultos (por inmer-sión). Eso significa que mientras no se llega a una comprensión suficiente de las enseñan-zas cristianas reflejadas en la Biblia, y a una vivencia consecuente, la persona no puede ser miembro pleno de la Iglesia. De ahí que podamos hablar de ad-ventistas “comulgantes” y adventistas “profesan-tes”. Los comulgantes han recibido el bautismo, y los profesantes son todos aquellos creyentes que, identificándose con la Igle-sia Adventista, no han pa-sado por esa experiencia.

Hoy, ya en la segunda década del siglo XXI, más de 45 millones de creyen-tes adventistas en todo el mundo se congregan en sus iglesias para compar-tir la esperanza del regreso de Cristo e invitar a toda la humanidad a preparar-se para el mayor aconte-cimiento de la historia de este planeta.

Más allá de los nom-bres, los lugares, los acon-tecimientos y las situacio-nes, la Iglesia Adventista del Séptimo Día fundamenta sus

doctrinas y sus praxis en el corazón mismo del mensaje evangélico. Es sobre las ense-ñanzas de la Biblia que esta iglesia asienta las creencias fundamentales de su fe.

Referencias bibliográficas:

1. Juan 14: 1-3.2. 1 Corintios 16: 22.3. Filipenses 3: 20.4. Alfred F. Vaucher, Historia de la salvación, Editorial

Safeliz, Madrid 1988.5. Agustín de Hipona (354-430 d.C.), La ciudad de Dios. 6. Daniel 12: 4.7. Daniel 8: 14.

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CREENCIAS FUNDAMENTALES DE LOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA

Herederos de los apóstoles y de la ReformaDe creencias evangélicas, herederos de los apóstoles y de la Reforma protestante del siglo XVI, los adventistas comparten con muchos otros cristianos las doctrinas esenciales sobre la divinidad de Jesucristo, la Deidad manifestada en tres personas: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo, la autoridad normativa de la Biblia en materia de doctrina, la salvación por la gracia divina, la justificación por la fe y el bautismo por inmersión después de la confesión personal y pública de la fe.

Solo la Biblia y la fe en JesucristoLa Iglesia Adventista del Séptimo Día adopta sin reservas la posición protestante relativa a la Biblia, así como la doctrina reformada de la justificación por la fe en Jesucristo, Hijo de Dios, y de la misma naturaleza divina que el Padre. Siguiendo el ideal de la Reforma los adventistas del séptimo día

aceptan la máxima reformada de Sola Scriptura, sola fide, sola gratia. Es decir, solo la Biblia como única regla infalible de la fe cristiana, solo la fe en Jesucristo como único y suficiente Salvador, y solo la gracia de Dios para obtener el perdón de los pecados y alcanzar la vida eterna.

La Iglesia Adventista no tiene un credo

propiamente dichoLa Iglesia Adventista del Séptimo Día no tiene un credo propiamente dicho. No obstante, sus miembros profesan un cierto número de creencias fundamentales basadas en la Palabra de Dios. Como la mayoría de los cristianos, los adventistas aceptan los principios doctrinales de la fe cristiana que recogieron los apóstoles de Jesucristo en el libro de los Hechos y que posteriormente se plasmaron en el Concilio de Nicea del año 325.

La unidad de los cristianos y las Sagradas EscriturasAunque no pueden suscribir en conciencia muchas de las doctrinas enseñadas en las iglesias tradicionales, los adventistas reconocen a todo cristiano como un hermano digno de respeto y de estima, considerando que la unidad de los cristianos debe establecerse en torno a las enseñanzas de las Sagradas Escrituras y de Jesucristo como Salvador personal.

La observancia del sábado como día dedicado a DiosDios creó el mundo en seis días y descansó el séptimo. El sábado recuerda el divino acto creador. Recuerda también la liberación del pecado y de sus consiguientes males y sufrimientos, que tienen a los seres racionales creados como únicos responsables. El sábado anuncia con anticipación el reino de Dios donde la paz y la verdadera libertad serán eternas. Jesucristo, creador del mundo, liberador del pecado y fundador del reino de Dios, es el Señor del sábado. El sábado es por consiguiente el día de culto de los adventistas.

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[Para más información sobre las creencias de los adventistas del séptimo día, ver el libro: ‘Creencias de los adventistas del séptimo día’, Nampa (Idaho, EE.UU.): Publicaciones Interamericanas, 2006.]

El bautismo por inmersión de la persona con capacidad de creerEl bautismo es la decisión tomada por el creyente para comenzar una vida nueva. El bautismo expresa su fe en la muerte y resurrección de Cristo y su voluntad de estar unido al cuerpo de Cristo que es su iglesia. Administrado por inmersión, el bautismo se reserva a las personas adultas o adolescentes que libremente comprenden su trascendencia.

El estado de los muertos

y nuestra postura sobre el culto a los “santos”

La muerte es un estado que afecta al hombre completo –espíritu, alma y cuerpo– que permanece en total inconsciencia hasta la resurrección final. El culto a los “santos” y las oraciones por los muertos no tienen lugar en las prácticas religiosas adventistas, siguiendo la enseñanza bíblica.

El regreso de Jesucristo a la TierraEl regreso de Cristo a la Tierra es la esperanza de los creyentes. Nadie puede predecir ese momento. No obstante, existen señales anunciadoras que Cristo mismo indicó y que se están cumpliendo de forma evidente. Estas señales confirman la proximidad del regreso de Cristo, aunque, dado que no se nos dice el momento exacto, su venida resultará, pese a todo, inesperada. Los adventistas se preparan para encontrarse con Cristo y comparten esta esperanza con sus contemporáneos.

El mensaje cristiano de la saludPara servir mejor a Dios y a los hombres, los adventistas se esfuerzan por asegurar un equilibrio de salud física y mental siguiendo los principios de la higiene de una vida natural de inspiración bíblica y científica. Los adventistas evitan el consumo de drogas, tabaco y alcohol. De forma voluntaria optan por una vida equilibrada exenta de excesos de toda clase.

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La doctrina de la

justificaciónpor la fe

José antonio oRtiz Doctor en Teología y pastor adventista.

La naturaleza pecaminosa de la raza humana. Se cuenta de un escorpión que quería pasar el río. Mientras caminaba por la ribera se encontró con una rana y le pidió que lo llevara hasta el otro lado sobre la espalda.

–¡Oh, no! –protestó la rana– Si te dejara subir sobre mi espalda, me picarías y yo moriría.

–¿Por qué habría de hacerlo? –respondió el escorpión– Si yo te picara, tú morirías, y los dos nos hundiríamos; y yo nunca llegaría al otro lado del río.

A la rana le pareció lógico el argumento del escorpión, de modo que le permitió subir sobre su espalda, y comenzó a nadar hacia la ribera opuesta. Cerca de la mitad del río el escorpión le clavó su aguijón a la rana. Con su último croar, la rana le preguntó: –¿Por qué lo has hecho? ¡Ahora ambos moriremos!

–Lo sé, pero no he podido evitarlo –replicó tristemente el escorpión–. Esta es mi naturaleza.1

Este es el dilema de la raza humana. Tenemos una na-turaleza caída y somos incapaces de cambiar por nosotros mismos. Aunque nos damos cuenta de que nos estamos autodestruyendo, descubrimos que somos incapaces de

dejar de pecar, porque nuestra naturaleza está afectada por el pecado.2 Esta situación iniciada en el Edén por causa de la desobediencia de Adán, ha traído como consecuencia dolor, enfermedad, sufrimiento y muerte a toda la huma-nidad (ver Romanos 5: 12).

I. Dios ha resuelto el problema de la raza humana

Herederos de la naturaleza de Adán. La situación de la humanidad se describe con toda exactitud en las Escri-turas, donde encontramos declaraciones como esta del salmista: «Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre» (Salmo 51: 5). De la misma forma, algunos siglos más tarde, dirá el profeta Jeremías: «¿Pue-de el etíope cambiar de piel, o el leopardo quitarse sus manchas? ¡Pues tampoco podéis vosotros hacer el bien, acostumbrados como estáis a hacer el mal!» (Jeremías 13: 23; cf. Isaías 1: 6 y Romanos 7: 14-21).

Esta situación de condenación, pues «la paga del pecado es muerte» (Romanos 6: 23), reveló facetas hasta entonces

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La cruz de Cristo antes de la cruz. Desde el principio y a lo largo de todo el Antiguo Testamento, el sacrificio de Cristo en la cruz ha estado tipificado y simbolizado por el sacrificio de ani-males, especialmente por el cordero. Recordemos la prueba de Abrahán, cuando finalmente un carnero fue sacrificado en lugar de Isaac (ver Gé-nesis 22: 9-13). Las ofrendas de los patriarcas, la celebración anual de la Pascua y el sistema de sacrificios del santuario nos ofrecen el mismo mensaje. Asimismo, el capítulo 53 del profeta Isaías anuncia al «varón de dolores», «maltratado y humillado», que «como cordero, fue llevado al ma-tadero» (Isaías 53: 3–8).

Solo así es posible entender la de-claración que Juan el Bautista hace de Jesús: «¡Aquí tenéis al Cordero de Dios, que quita el pecado del mun-do!» (Juan 1: 29); la del apóstol Pa-blo: «Porque Cristo, nuestro Cordero pascual, ya ha sido sacrificado» (1 Corintios 5: 7); y el hecho de que en Apocalipsis,4 el último libro de la Bi-blia, se mencione a Cristo 28 veces como el Cordero de Dios.

II. El ministerio expiatorio de Cristo en la cruz

La muerte de Cristo y el pecado del hombre. La muerte de Cristo no ocurrió por accidente sino en cumpli-

miento de «lo que de antemano tu po-der y tu voluntad habían determinado que sucediera».5 Cristo podía haber evitado la crucifixión; de hecho, fue repetidamente tentado a hacerlo: ten-tado en el desierto, tentado por Pedro en Cesarea de Filipo –«¡De ninguna manera, Señor! ¡Esto no te sucederá jamás!» (Mateo 16: 22)–, y tentado en Getsemaní a tal punto que «su su-dor era como gotas de sangre» (Lucas 22: 44). No obstante, ¡él no fue una víctima desamparada! ¡Su muerte no fue por accidente! Jesús entendió la crucifixión como una parte esencial del plan de Dios «para dar su vida en rescate por muchos» (Marcos 10: 45; cf. Mateo 20: 28 y Lucas 9: 22).

desconocidas del inconmensurable amor de Dios. Su gracia y su miseri-cordia pusieron en marcha el plan de redención. El Hijo de Dios nacería de la virgen María, viviría una vida de perfecta obediencia a la ley de Dios, y daría su vida por los pecados del hombre. Pero hasta que eso sucediera debería estar representado por símbo-los y figuras desde los días del Edén (cf. Génesis 3: 1-6, 15). El hombre sería considerado justo por la fe en el sacrificio del Hijo de Dios.

Las ofrendas de Caín y Abel. Las ofrendas de Caín y Abel constituyen uno de los mejores ejemplos de lo que es la justificación por la fe, en el marco del problema del ser humano. La ofrenda de Abel, lo mejor de sus ovejas, era un sacrificio que expresa-ba fe en el Redentor prometido. Por el contrario, la ofrenda de Caín, más que el fruto de la tierra, era el fru-to de su justicia propia.3 Significaba el rechazo del Cordero de Dios (ver Juan 1: 36).

Caín y Abel conocían la voluntad de Dios de igual manera; ambos hermanos elevaron un altar, ambos quisieron adorar a Dios y le ofrecieron sus ofrendas, pero solo Abel mostró verdadera fe y obediencia al Creador. «Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo» (Hebreos 11: 4). Caín por el contrario tergiversó las instrucciones recibidas, y Dios «no miró con agrado a Caín y la ofrenda suya» (Génesis 4: 5).

«Cristo, nuestro Cordero pascual,

ya ha sido sacrificado» (1 Corintios 5: 7).

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Por otra parte, la teología de la cruz, tal y como la presenta el após-tol Pablo, especialmente en la Epís-tola a los Romanos, exige la muerte de Cristo como medio de salvación del género humano.6 Como Saillens ha dicho: «Se puede resumir toda la Biblia en una palabra: Cristo. Y no se puede dar a ese nombre todo su valor si no es añadiendo un adjetivo: crucificado».7

El significado de la muerte de Cris-to. Poco antes de morir dijo Jesús a sus discípulos: «Este pan es mi cuer-po, entregado por vosotros» (Lucas 22: 19). Por esto podemos hablar de la muerte de Cristo como “vicaria”, porque fue plenamente “en favor de”; debía experimentarla “en lugar de” cada uno de nosotros.8 La muerte de Cristo fue sin duda una muerte “susti-tutiva” (Efesios 5: 2; 1 Corintios 5: 7).

En las Escrituras parece evidente que la cruz de Cristo revela la tremen-da gravedad del pecado del hombre. También revela la profundidad del amor de Dios por el pecador. Cristo llevó nuestros pecados sobre la cruz como si hubieran sido propios (cf. 1 Pedro 2: 24) y se sometió al juicio de Dios sobre él. En su muerte, nosotros miramos a uno que murió por todos y, por consiguiente, murió la muerte de todos.

Dios es el que justifica por medio de Cristo. Para Lutero, antes de con-vertirse en un famoso reformador, la palabra más terrible y alarmante de la Biblia era ‘justicia’. Solo podía conce-bir la justicia de Dios en el sentido ju-rídico exclusivo de justicia retributiva o aplicable como castigo. De acuerdo con la teología medieval, entendía la justicia de Dios solamente en el con-texto del juicio de Dios. Por esa razón, se esforzaba hasta lo sumo haciendo penitencia y buenas obras.

Cuando Lutero descubrió en la Epístola a los Romanos que la justi-

cia de Dios es el evangelio, comen-zó a ver con claridad que la justicia divina no es la que se requiere del hombre ni la que Dios le aplica por su conducta, sino la de Cristo, la que Dios ofrece a todo el que cree en el evangelio. «Ahora [en Cristo], sin la mediación de la ley, se ha manifesta-do la justicia de Dios» (Romanos 3: 21). La justificación del pecador es la aplicación inmerecida de la vida perfecta de Cristo a todo aquel que cree que en Cristo ha muerto por sus pecados (Juan 3: 16). Nuestras ac-ciones culpables son puestas en la cuenta de Cristo y su perfecta obe-diencia a la ley es puesta en nuestra cuenta; «el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros» (Isaías 53: 6).

Lutero comprendió muy bien que el secreto de la salvación del género humano no está en las penitencias, ni en cualquier otro tipo de esfuerzo hecho para poner paz en una con-ciencia culpable. Esto ya lo había ex-perimentado por largo tiempo. Lutero se aferró fuertemente a la conclusión central del mensaje de Pablo: «Con-cluimos, pues, que el hombre es justi-ficado por fe sin las obras de la ley» (Romanos 3: 28; cf. 8: 32-34).

III. El significado de la justificación por la fe

El esquema básico del evangelio. El evangelio de la justificación por la fe en Cristo obedece a un sencillo esquema: 1. Dios creó al hombre en armonía

con los principios de la ley. En el Edén la ley estaba en el corazón del hombre, hasta que ese estado de armonía moral con el Creador fue alterado por causa del pecado.

2. El efecto del pecado en la raza hu-mana ha sido como el de un virus informático que ha intentado estro-pear el “programa” del Creador. El pecado «es infracción de la ley» y

solo puede ser conocido «por me-dio de la ley» (1 Juan 3: 4; Roma-nos 3: 20; cf. 5: 12).

3. La obra de la gracia pone de relieve el carácter misericordioso y justo de nuestro Dios, en relación con la necesidad del género humano. Dos textos de Pablo lo atestiguan: «Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la reden-ción que es en Cristo Jesús» (Rom. 3: 24). «Porque por gracia habéis sido salvados mediante la fe; esto no procede de vosotros, sino que es el regalo de Dios» (Efesios 2: 8; cf. Juan 3: 16).

Por gracia mediante la fe en su san-gre. La esencia del evangelio es que el hecho de ser absueltos por medio de la justicia de Cristo es una acción verdadera de Dios. Dios proclama al pecador libre de condenación por un acto de su gracia, que responde a la fe del creyente en la sangre derramada por Cristo en la cruz. Lo importante aquí es el valor de la obediencia y el sacrificio de Cristo. Por los méritos de Cristo, Dios trata al pecador como si nunca hubiera pecado y su vida es trasformada por el poder del Espíritu Santo.9 Esta es la finalidad esencial de la gracia: perdonar al pecador para restaurarlo a un estado de armonía con la ley (cf. Ezequiel 36: 26-27; Juan 8: 1-11).

Aspectos diferenciales de la justifi-cación. Aunque la cruz es la garantía total de salvación para todo el que cree, su valor redentor se aplica en función de la fe personal del creyen-te. «Dios lo ofreció [a Cristo Jesús] como un sacrificio de expiación que se recibe por la fe en su sangre» (Ro-manos 3: 5). Cristo realizó una expia-ción completa en la cruz; ahora está intercediendo continuamente en el santuario celestial (Hebreos 7: 25) «a fin de expiar los pecados del pueblo» (Heb. 2: 17).

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El sacrificio de Cristo en la cruz y su ministerio intercesor en los cielos no podrían ser comprendidos sin la acción del Espíritu Santo. Mediante la obra del Espíritu en nuestra vida recibimos la fe, tenemos conciencia de pecado, sentimos arrepentimiento y experimentamos la convicción del perdón divino y de ser hijos de Dios.10 Es así como se obtiene la seguridad de la resurrección y de la vida eterna.

Otro aspecto diferenciador tiene que ver con la respuesta de cada persona. Caín y Abel, al igual que los dos hombres crucificados junto a Jesús, representan a todo el géne-ro humano: los que confían en el valor de la sangre del Cordero como medio suficiente de redención, y los que prefieren confiar en sus propios méritos. Todos estamos comprome-tidos con una de estas dos actitudes, no existe otra opción posible. Pero el amor de Dios en Cristo no nos

obliga, sencillamente nos invita a seguirle para tener paz y felicidad ahora y eternamente en una tierra nueva.

Conclusión«Con amor y misericordia infi-

nitos Dios hizo que Cristo, que no conoció pecado, fuera hecho pecado por nosotros, para que nosotros pu-diésemos ser hechos justicia de Dios en él. Guiados por el Espíritu Santo experimentamos nuestra necesidad, reconocemos nuestra pecaminosidad, nos arrepentimos de nuestras trans-gresiones, y ejercemos fe en Jesús como Señor y Cristo, como sustituto y ejemplo. Esta fe que recibe salvación nos llega por medio del poder divino de la Palabra y es un don de la gra-cia de Dios. Mediante Cristo somos justificados, adoptados como hijos e hijas de Dios y librados del señorío del pecado».11

Notas y referencias

1. La fábula, de origen desconocido, representa el dilema de la raza humana y se le atribuye a Esopo, natural de Frigia, que se supone vivió alrededor del año 600 a.C.

2. Cf. White, E., El camino a Cristo, pág. 62. 3. Caín, al igual que hizo el pueblo judío

siglos después, en lugar de seguir las indicaciones divinas decidió hacer su propia voluntad. No quiso conocer la justicia que proviene de Dios y procuró establecer la suya propia. Según lo expresa el apóstol Pablo en Romanos 10: 3, esta actuación independiente de la voluntad divina fue el pecado que caracterizó al pueblo judío.

4. En Apocalipsis, el libro que resume y compendia todas las Escrituras, se revela a Cristo de acuerdo con los símbolos utilizados en los demás libros de la Biblia. Entre todos ellos, uno de los que más destaca es el del cordero; en este libro se presenta a Jesús simbólicamente como un Cordero sacrificado, en medio del trono de Dios (cf. Apocalipsis 5: 6).

5. Hechos 4: 27-28; cf. también 3: 18. 6. Cristo «fue entregado a la muerte por

nuestros pecados» (Romanos 4: 25); cf. además, Rom. 3: 21–26 y 6: 23; a los corintios les dirá: «Murió por nuestros pecados según las Escrituras» (1 Corintios 15: 3).

7. Saillens, R., Le mystère de la foi. Nogent-sur-Marne, 1931, pág. 124.

8. Cf. Romanos 4: 25; 5: 6; 8: 32; 1 Corintios 15: 13; Gálatas 1: 4 y passim, donde se presenta con claridad esta idea.

9. Cf. Heppenstall, E., Salvación sin límites. Doral (Florida): APIA, 1974/2009, pág. 59.

10. Cf. Gálatas 5: 22; Juan 16: 8; Hechos 5: 31; Romanos 2: 4; 8: 16-17 y passim.

11. Creencias de los adventistas del séptimo Día, Nampa (Idaho, EE.UU.): Publicaciones Interamericanas, 2006, pág. 131.

El amor de Dios en Cristo no nos obliga, sencillamente nos invita a seguirle

para tener paz y felicidad ahora y eternamente en una tierra nueva.

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La doctrina del sábado es una de las más distin-tivas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y no por casualidad figura de manera explícita en su denominación. Fue en la segunda mitad de la década de 1840 cuando algunos adventistas,

años antes de organizarse como iglesia,1 empezaron a observar el sábado, influidos por la predicación que de-sarrollaban los bautistas del séptimo día. A partir de ese momento, y a través de varias publicaciones y congresos específicos, comenzó un estudio profundo sobre el sábado que culminó en su adopción por parte de la Iglesia Ad-ventista como el día de reposo establecido por Dios, y en una de sus doctrinas fundamentales.2

Su origen bíblicoNo obstante, la doctrina del sábado hunde sus raíces

en los tiempos más remotos, concretamente en el relato bíblico de la Creación. Al término de ésta (Génesis 2: 1), el autor del relato bíblico añade: «Acabó Dios su obra y reposó en el día séptimo de toda la obra que había hecho. Y bendijo Dios al día séptimo y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación» (2: 2-3). Este texto presenta la siguiente estructura:

«A. Acabó Dios su obra (vers. 2)»B. Y reposó en el día séptimo de toda la obra que

había hecho (vers. 2, continuación)»C. Y bendijo Dios al día séptimo y lo santificó

(vers. 3)»B’. Porque en él reposó de toda la obra que había

hecho (vers. 3)»A’. En la creación (vers. 3, continuación)».3

En esta declaración bíblica en forma de quiasmo des-tacan, sobre todo, dos elementos: la obra creadora y el descanso de Dios al final de la misma, recogida –respecti-vamente– en los apartados A, B, y B’, A’, en orden inverso, y la bendición y santificación del séptimo día de la semana (el sábado), recogida en el apartado C, que constituye el centro del quiasmo y, por consiguiente, la expresión más destacada de esta declaración. Esta bendición y santifi-cación (puesta aparte) del séptimo día por parte de Dios lo diferencia claramente de los otros seis días de la Crea-ción y señala a los seres humanos que su institución en el Edén, antes de la caída de nuestros primeros padres, era algo más que un recordativo de la obra creadora

El sábadoSu origen y fundamento

en el movimiento adventistamiguel Ángel Roig

Doctor en Filología Clásica, Decano de la Facultad Adventista

de Teología de Sagunto (Valencia).

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de Dios. Era también una indicación de su importancia para el futuro.4 Al observar el sábado como día de reposo, los adventistas afirman, sin reservas, la creencia en Dios como creador del Universo, de la Tierra y de sus criaturas. En palabras de J. N. Andrews, «este hecho sobresaliente nunca puede llegar a quedarse ob-soleto, y jamás debe ser olvidado».5 Esta bendición implicaba e implica, todavía hoy, que el séptimo día sería objeto particular del favor de Dios y un día de bendición especial para los seres creados.6

Pero Dios no solo bendijo el sába-do, sino que lo santificó. ‘Santificar’ significa hacerlo sagrado, o apartado como algo santo y con fines santos; consagrado. Se pueden santificar in-dividuos, lugares (como un santuario, templo o iglesia) y el tiempo. El hecho de que Dios santificara el séptimo día significa que este día es santo, que lo apartó con el elevado propósito de enriquecer la relación divino-humana.

«Dios bendijo y santificó el sépti-mo día, sábado, porque cesó en este

día de toda su obra y lo santificó para sí mismo. Es su presencia personal lo que coloca en el sábado la bendición y la santificación de Dios».7

El sábado como señal de alianza

En cinco ocasiones, el Antiguo Testamento presenta el sábado como señal de la alianza de Dios con su pueblo (Éxodo 31: 13; 16-17; Ezequiel 20: 12). Dios especificó que esa señal no sería algo puntual o pasajero sino para «todas las generaciones» (Éxo-do 31: 13). El propósito final de esta señal, según este versículo bíblico, es que el hombre tuviera un cono-cimiento adecuado de Dios («sepáis que yo soy Jehová») y que Dios san-tificaba esa relación especial con él («que os santifico»).

En el pensamiento hebreo, ‘cono-cer’ incluye no solo el aspecto inte-lectual sino también el emocional y relacional. ‘Conocer’ implica tener una relación significativa e incluso íntima con la cosa conocida. Por lo tanto, el sábado es la señal que im-

parte al creyente el conocimiento de que el Señor (Jehová), como Dios de la Alianza, es también su Dios.

En segundo lugar, el sábado es también un signo de santificación. Eso quiere decir que el Señor santi-fica a su pueblo (Levítico 20: 8; 22: 32; Ezequiel 37: 28), haciéndolo un pueblo santo (Éxodo 19: 6; Levítico 19: 23; Deuteronomio 7: 6).

El proceso de santificación es tan obra del amor de Dios como lo es su obra redentora (propiamente dicha). La justificación (imputación de su justicia) y la santificación (comuni-cación de su santidad) son dos ac-tividades de Dios... («Yo soy Jehová que os santifico»). En este contexto, el sábado apunta a Dios como santifi-cador. «El sábado fue dado al mundo como señal de que Dios es el Crea-dor; es también la señal de que es el Santificador».8

El sábado es pues un signo de la alianza divina con el ser humano, «entre mí y vosotros». Se trata de una clara muestra de la identidad del pueblo de Dios.

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Ahora bien, eso no quiere decir, y así lo piensan los adventistas, que el sábado sea una institución exclusiva del pueblo judío, o de otros grupos religiosos. El sábado es para toda la humanidad y fue establecido por Dios para beneficio de la misma. Jesús dijo: «El sábado por causa del hombre es hecho» (Marcos 2: 27).

La permanencia del sábadoEl sábado no solo es objeto del

cuarto mandamiento de la Ley de Dios (ver Éxodo 20: 8-11), cuya vi-gencia afirman los adventistas como reflejo inmutable de la voluntad di-vina para todas las generaciones, sino que es un día especial para entrar en comunión con él y gozar de los bene-ficios de la misma (Isaías 58: 13-14).

Durante todo el Antiguo Testa-mento el sábado fue observado por el pueblo de Dios de forma perma-nente. Es más, cuando Israel era infiel al Señor sobre este precepto, Dios les recordaba su observancia haciéndoles reflexionar acerca de que una buena parte de sus problemas como indivi-duos y como nación era el resultado de su infidelidad a la hora de obser-var el séptimo día de la semana (ver Nehemías 13: 15-21).

Cuando Cristo hace su aparición en el escenario bíblico, él mismo se encargó por precepto y ejemplo de que el sábado siguiese siendo obser-vado por los hijos de Dios. Sobre la totalidad de la ley de Dios, y de forma específica sobre los Diez Mandamien-tos, sus declaraciones son bien con-tundentes: «Antes pasarán el cielo y la tierra que una jota o un tilde pasen de la ley» (Mateo 5: 17-19).

Los hombres y mujeres que vi-vieron con él durante sus tres años y medio de ministerio mantuvieron la continuidad de la observancia del sábado. Un texto totalmente explícito se refiere al momento de la muerte de Jesús y de su sepultura. Ese día era viernes en la tarde, y antes de la

puesta del sol Cristo fue descolgado de la cruz y llevado a un sepulcro nuevo preparado para él. Como no podían ungirle como era la costum-bre, las mujeres que le acompañaron al sepulcro vieron dónde fue colocado su cuerpo. Y «al regresar prepararon especias aromáticas y descansaron el sábado, conforme al mandamiento» (Lucas 23: 54-56).

El sábado en la historia de la iglesia cristiana

El sábado siguió siendo observa-do en el seno de la iglesia cristiana primitiva hasta aproximadamente el siglo IV. Los apóstoles guardaron el sábado. Pablo, el apóstol que fue encargado por Dios para comunicar el evangelio a las naciones gentiles, también enseñó y guardó el sábado a lo largo de su ministerio (Hechos 13: 42-44). Hay muchas evidencias en el libro de los Hechos de los Apóstoles que muestran cómo aquellos creyen-tes siguieron con la observancia del séptimo día de la semana.

Posteriormente el sábado y su ob-servancia se fueron diluyendo poco a poco en el seno de las primeras iglesias cristianas, aunque aparecen rastros evidentes de esa observancia hasta el siglo IV de nuestra era. Pero al hilo de la gran polémica entre los judíos que rechazaron el cristianismo y los que lo aceptaron (permitiendo que en la iglesia entraran creyentes gentiles y no solamente judíos), el sá-bado empezó a ser considerado por muchos cristianos como un precepto promulgado exclusivamente para el pueblo judío. Esta idea fue poco a poco adquiriendo peso en el seno de la cristiandad, de manera que el sába-do dejó de ser guardado, quizá de for-ma más inconsciente que consciente, por la gran mayoría de los cristianos de los siglos IV y V.

No obstante, en la historia del cris-tianismo siempre hubo grupos resi-duales de cristianos que respetaron

el sábado. Después de la Reforma protestante del siglo XVI, el asun-to fue reconsiderado por creyentes reformados, como los anabaptistas y, posteriormente, por los bautistas del séptimo día. Así, el sábado fue reconocido por diversos grupos de cristianos hasta los tiempos actuales.

Lo cierto es que a lo largo de la Biblia, el sábado sigue siendo un pre-cepto a observar por los creyentes de todos los tiempos. Basta analizar las Escrituras con criterios objetivos para poder comprobar la importancia que el sábado tiene en los escritos sagra-dos. Hasta tal punto, que una vez que este mundo vuelva a ser como Dios lo programó y el mal desaparezca para siempre, la Biblia nos indica que el sá-bado será observado por los habitantes del planeta Tierra con carácter eterno.

Dice el texto sagrado: «Porque como los cielos nuevos y la tierra nueva que yo hago permanecerán de-lante de mí, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre. Y de mes en mes, y de sábado en sábado, vendrán todos a adorar delante de mí, dice Jehová» (Isaías 66: 22-23).

Notas y referencias:

1. La Iglesia Adventista del Séptimo Día se constituyó como iglesia organizada en el Congreso de Battle Creek (Míchigan, EE.UU.), celebrado en mayo de 1863.

2. Knight, G. R., Nuestra iglesia. Momentos decisivos. Doral (Florida, EE.UU.): APIA, 2007, págs. 43-47.

3. Strand, K.A., “La doctrina del sábado”, en Dederen, Raoul (ed.), Teología. Fundamentos Bíblicos de nuestra fe, Doral (Florida, EE.UU.): APIA, 2007, pág. 114.

4. Ibíd., págs. 114-115; cf. Bacchiocchi, S., Reposo divino para la inquietud humana. Estudio teológico sobre la actualidad del mensaje del sábado. Berrien Springs (Míchigan, EE.UU.): Biblical Perspectives, 1980, págs. 57-76.

5. Citado en la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, Creencias de los Adventistas del Séptimo Día. Nampa (Idaho, EE.UU.): Publicaciones Interamericanas, 2006, pág. 281.

6. Ibíd., pág. 290.7. Ídem.8. White, E. G., Joyas de los Testimonios,

t. 3, Mountain View (California, EE.UU.): Publicaciones Interamericanas, pág. 17.

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«Acuérdate del sábado para santificarlo»

Éxodo 20: 8

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¿Qué tienen en común los habitantes de la isla mediterránea de Cerdeña, los de Okinawa (Japón), y los adventistas del séptimo día? Eso mismo se preguntó un equipo de reporteros de National

Geographic que en noviembre de 2005 publicó en esa pres-tigiosa revista el resultado de sus investigaciones bajo el título “Los secretos de la longevidad”.

Después de viajar por todo el mundo buscando las po-blaciones más longevas y saludables, el equipo de Natio-nal Geographic seleccionó a estos tres grupos de población como los más longevos y saludables del mundo.

Pero los investigadores quedaron especialmente sor-prendidos con los adventistas del séptimo día. El hecho de que vivan de 8 a 10 años más de lo que cabe esperar

según las predicciones estadísticas, no puede ser atribuido a factores genéticos, ya que hay adventistas de todas las razas; ni tampoco a factores medioambientales, ya que están distribuidos por todos los países del mundo y otros estudios sobre ellos han arrojado resultados similares. Lo único que los adventistas de todo el mundo tienen en común es su fe y su estilo de vida. Deben ser pues los hábitos de cada día los determinantes de la mejor salud y de la mayor longevidad de este grupo de población.

A esa misma conclusión han llegado más de ciento cin-cuenta investigaciones sobre la salud de los adventistas, publicadas en las últimas décadas en revistas científicas de todo el mundo. Esto hace de los adventistas del séptimo día una de las poblaciones más estudiadas del planeta en lo referente a la relación entre los hábitos y la salud.

El estilo de vida

adventistaJoRge D. PamPlona RogeR

Doctor en Medicina y Cirugía. Máster en Salud Pública.

¿Quién puede saber mejor que el Creador lo que conviene a los seres humanos? Cuanto más nos acerquemos al estilo de vida original, tanto mejor será nuestra salud.

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En qué se basaEl estilo de vida adventista se basa

en las Sagradas Escrituras, que, como revelación de la sabiduría divina, constituyen para el creyente la guía más segura de fe y de conducta. Las investigaciones científicas confirman, de forma cada vez más precisa, los principios bíblicos acerca del estilo de vida saludable.

Además, mediante el Espíritu de Profecía, la Iglesia Adventista ha re-cibido consejos específicos de salud para este tiempo especial en el que vivimos, actualizando los principios de la Escritura.

El modelo bíblico para ese estilo de vida saludable se presenta ya en los primeros capítulos del libro del Génesis. Allí se describen las circuns-tancias ideales para lograr la salud y felicidad humanas, tal como fueron planeadas por el Creador en el Jardín del Edén.

Y aunque muchas cosas han cam-biado desde entonces, todavía pode-mos incorporar a nuestro estilo de vida todos aquellos ingredientes que el Creador estableció originalmente para la salud humana, y que la cien-cia confirma, según se puede ver en la tabla inferior.

Para qué seguirloExisten muchas y muy buenas

razones para seguir el estilo de vida saludable fundado en el modelo ori-ginal. Los adventistas hacen suyas estas motivaciones, entre otras, con el fin de seguir un estilo de vida sa-ludable basado en el modelo original:• Para honrar al Creador y guardar

sus mandamientos, que incluyen las leyes de la salud, como procla-man los tres ángeles de Apocalip-sis 14.

• Para prepararse para la pronta ve-nida de Jesús nuestro Salvador,

haciendo más fácil el camino por esta vida.

• Para anticipar aquí y ahora, aun-que sólo sea parcialmente, el esti-lo de vida del Cielo y de la Tierra renovada, destino final que Jesús ganó para nosotros.

• Para vivir una religión práctica y útil, que eleve y dignifique al ser humano.

• Para disfrutar de una salud total, que incluye el cuerpo, la mente, las relaciones sociales y la vida espiri-tual.

• Para poder ayudar a otros siendo solidarios con los más necesitados.

• Para limitar el consumo de medi-camentos y de recursos sanitarios públicos, aligerando así la carga económica del estado.

• Para liberarse de los hábitos intoxi-cantes que esclavizan al ser huma-no, como el alcohol, el tabaco y las demás drogas.

Ingredientes del estilo de vida original de la humanidad (Génesis 1 y 2)

Confirmación científica

Aire puro Respirar aire puro es la primera necesidad vital. Los humos y los contaminantes dañan los pulmones.

Agua corriente (procedente de los cuatro ríos del Edén) La hidroterapia resulta eficaz en muchas enfermedades. Beber suficiente agua a diario protege el corazón y los riñones, y conserva la salud.

Luz solar Favorece la síntesis de vitamina D en la piel, previene la depresión.

Ejercicio físico (cuidando del huerto) Previene las enfermedades cardíacas, tonifica las facultades mentales.

Reposo regular diario y semanal (el séptimo día de cada semana)

Los ritmos biológicos requieren periodos regulares de descanso.

Alimentación vegetal a base de semillas y frutas (después se añadieron las verduras)

Los alimentos vegetales previenen el cáncer, las enfermedades cardíacas y muchas otras.

Confianza en el Creador El estado mental influye sobre el cuerpo. El temor y la ansiedad bajan las defensas.

Dominio propio (había un árbol del que no podían comer) Es necesario ejercer control sobre el apetito para evitar la obesidad y las adicciones.

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Cómo se difundeConvencidos de la eficacia de su

estilo de vida para mejorar la salud y traer auténtica felicidad, los adven-tistas desean difundirlo y compartirlo con otros. He aquí diversas vías me-diante las cuales realizan su aporta-ción al bien de la comunidad en la que viven:• Mediante el testimonio y el ejem-

plo personales, que es el argumen-to más valioso y convincente del estilo de vida adventista.

• Por medio de actividades en las iglesias, como charlas y conferen-cias, cursos de cocina, planes para dejar de fumar, convocatorias de “Expo-salud” y otras campañas

preventivas. Cada iglesia adventista del séptimo día debe ser un centro de educación para la salud.

• Mediante publicaciones sobre sa-lud distribuidas en las propias igle-sias y a través de los promotores de salud llamados “colportores”.

• En clínicas, hospitales y centros de salud, en los que, además de la labor asistencial, se hace énfasis en la prevención, enseñando los principios bíblicos de la salud.

• A través de ADRA, una ONG (or-ganización no gubernamental) patrocinada por la Iglesia Adven-tista que lleva a cabo una amplio programa de asistencia social en todo el mundo.

• En escuelas, colegios y universi-dades adventistas de todo el mun-do, en los que se educa para la sa-lud y se enseña a niños y jóvenes a vivir sin drogas y a disfrutar de alimentos saludables.

ConclusiónEl estilo de vida adventista funcio-

na. De origen divino y validado por la ciencia, sorprende a los investiga-dores y hace felices a sus seguido-res. Es una vuelta a los orígenes de la humanidad para poder enfrentar un duro presente y prepararse para un glorioso futuro.

«Dios me formó, el pecado me deformó, y Jesús me transformó

cambiando mi estilo de vida»(Testimonio de un adventista

que recuperó la salud poniendo en práctica los principios bíblicos)

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Los primeros adventistas españoles

En el año 2003 la Iglesia Adventista cum-plió su primer centenario de presencia en España. A comienzos del siglo XX la obra de las iglesias evangélicas o protestantes te-nía ya décadas de presencia en este país. Los primeros adventistas llegaron en 1903, unos setenta años después de que arribasen los primeros protestantes en el marco de la denominada “Segunda Reforma”.

LA IGLESIA ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA EN ESPAÑA

Río Ripoll

Plaza de España

Gran Vía

Capilla evangélica en 1895

Carretera de Barcelona

Iglesia Adventista en 1903La Rambla

Capilla evangélica en 1888

Sala evangélica en 1936

Perímetro de Sabadell en 1915

En Sabadell, próspera ciudad industrial situada a unos veinte kilómetros de Barcelona. surgieron los primeros conversos al adventismo

del séptimo día. Por haber sido desde finales del siglo XIX lugar de acogida de inmigrantes del resto de Cataluña y de todas las regiones españolas, sus gentes eran más abiertas que

en otros lugares de España, y quizá por eso ha contado siempre con presencia protestante.

Así pues, los adventistas nos encontra-mos en España desde hace más de un siglo; y si en un principio predominaban los mi-sioneros extranjeros, siendo los adventistas españoles fruto de su predicación, pode-mos decir que en un tiempo relativamente corto la Iglesia Adventista era netamente española.

Primeras congregaciones adventistas

Las primeras comunidades adventistas se establecieron en Cataluña y en el Levante español. Más adelante, se fueron instalando en Madrid, Zaragoza y en la mitad norte de España. Hemos de lamentar la actitud hostil que los primeros grupos adventistas, y protestantes en general, sufrieron por par-te de la Iglesia Católica española. Nunca esta aceptó con buenos ojos que las iglesias procedentes de la Reforma se establecieran en España.

En este sentido hemos de poner de relie-ve que la Guerra Civil (1936-1939) causó un gran retroceso para las congregaciones adventistas. A comienzos de aquella ha-bía en España unos cuatrocientos creyentes adventistas; a su término, la Iglesia quedó diezmada y hubo de comenzar su recupe-ración en España en medio de enormes di-ficultades y con claras limitaciones legales a su libertad impuestas por las autoridades españolas.

Gran desarrollo del adventismo en España

Con la llegada de los primeros vientos de libertad, avanzada la década de 1960, la Iglesia Adventista alcanzó un importante desarrollo, llegando a tener en sus diferen-tes iglesias o congregaciones españolas en torno a los cuatro mil miembros de iglesia bautizados, sin contar las personas amigas o interesadas, ni los niños de las familias adventistas.

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En los años posteriores, la Iglesia ha po-dido moverse con absoluta libertad en Espa-ña y establecer escuelas e instituciones en diferentes lugares del territorio español. A finales del siglo XX, recibió un importante aporte de creyentes procedentes de otros países, fundamentalmente de los países del Este de Europa, tales como Rumanía, Bulga-ria y naciones surgidas de la antigua Unión Soviética.

Asimismo la Iglesia española se ha visto reforzada con la llegada de muchos creyen-tes iberoamericanos como fruto de la emi-gración, que ha permitido un importante desarrollo del adventismo español. Hoy, los feligreses proceden de muy diversos países, lenguas y culturas, lo que ha hecho crecer a la Iglesia hasta una cifra que supera los cuarenta mil creyentes, entre miembros co-mulgantes y miembros profesantes.

Acción social y solidaridad en España

La Iglesia Adventista, de acuerdo con su impronta cristiana bíblica, concede gran importancia a los asuntos humanitarios. En buena medida, la acción relacionada

con estos se canaliza a través de ADRA (Agencia Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales). En cada país, la organización utiliza los recursos materiales y humanos de que dispone para afrontar sus desafíos.

ADRA-España dispone de tres centros de inserción sociolaboral para gente necesita-da de formación y asistencia para encontrar empleo en las ciudades de Madrid, Vitoria y Zaragoza. A ellos acuden cientos de perso-nas cada año buscando ayuda. La mayoría de quienes son atendidos en dichos centros procede de la inmigración.

Se viene desarrollando además un progra-ma sistemático de reparto de ropa. En cada delegación de ADRA-España, se distribuyen cientos de prendas al año, hasta un total de cincuenta mil. Dichas prendas se ponen a disposición de las familias más necesitadas de cada localidad.

También está en marcha un programa de reparto de alimentos. En colaboración con los organismos que administran los ex-cedentes de la Unión Europea y el Banco de Alimentos de España, ADRA distribuye, por medio de sus volun-tarios, más de media tonelada de alimentos cada año en España.

Además, los centros de ADRA y sus dele-gaciones ofrecen a las familias programas de educación familiar, con-sejos sobre finanzas, cursos de salud y alimentación.

Otras acciones humanitarias usuales incluyen la atención a personas ma-yores, a discapacitados, a refugiados, a inter-nos en instituciones penitenciarias, etcétera. Todo ello, en función de las posibilidades de las delegaciones locales de ADRA y de su oficina central.

Walter y James Bond, primeros adventistas que llegaron a España, lo que sucedió en 1903.

Iglesia de Alenza, hoy la más clásica entre las iglesias de Madrid.

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Instituciones de la Iglesia Adventista en España

Además de la acción social humanitaria, los adventistas en España cuentan con una serie de instituciones y programas que son un fiel reflejo de la organización y de su misión en el mundo. Veamos algunas de ellas.

La educación adventista en EspañaDesde los inicios de la organización en

España, la Iglesia ha tenido en cuenta la importancia de la educación cristiana. De ahí que en los momentos actuales disponga de instituciones de educación primaria y secundaria en las ciudades de Barcelona, Madrid, Sagunto (Valencia) y Zaragoza. En Sagunto, además, la Iglesia cuenta con una Facultad de Teología para la formación de sus pastores y con un centro de enseñanza del idioma español para alumnos extran-jeros.

Programas y actividades relacionados con la salud

Al servicio de la promoción de alimentos saludables trabaja la empresa Granovita S.A., que dispone de una fábrica alimentaria. Sus productos naturales, además de distribuirse en el mercado español, traspasan nuestras fronteras al igual que lo hacen sus homólogas en diferentes partes del mundo.

Al margen de ello, la Iglesia española orga-niza diversos programas de salud: planes para dejar de fumar, cursos de cocina vegetariana, lucha contra los narcóticos y otras acciones para el cuidado y promoción de la vida sana.

Atención a las personas mayoresLa Iglesia cuenta con una residencia de

ancianos en la localidad de Cardedeu (Barce-lona), organización tutelada por el Gobierno de la Generalitat de Cataluña, y que acoge a un centenar de residentes. Una demostración de la atención de la Iglesia por las personas mayores en cada comunidad adventista de España consiste en los programas regulares y específicos que se desarrollan para ellas.

Publicaciones adventistasLa Iglesia Adventista de España cuenta con

una casa editora denominada Editorial Safeliz S.L. La distribución de libros y revistas de la organización no se limita solamente a la producción de libros en español; su programa de publicaciones se materializa en numerosos idiomas y alcanza un gran número de países en los cinco continentes.

Safeliz está considerada como una de las casas de publicaciones más importantes de la organización adventista mundial, produ-ciendo cada año miles de ejemplares de libros y revistas. R.C.B.

Centro de atención a inmigrantes a cargo de ADRA (Zaragoza).

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A la izquierda, las instalaciones del Colegio Adventista de Sagunto (el CAS) y la

Facultad Adventista de Teología, ambas ubicadas en Sagunto (Valencia).

Debajo de estas líneas, la sede de la industria alimentaria

Granovita S.A., en La Vall D´Uixó (Castellón).

Sobre estas líneas, la Residencia Maranatha (Cardedeu, Barcelona).

A la derecha, edificios de almacén y oficinas de Editorial Safeliz S.L.

(Colmenar Viejo, Madrid).

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La tabla superior incluye las iglesias que rebasan un determinado número de miembros (fijado en la treintena). En realidad hay 126 lugares de culto abiertos al público en España. Los 18 restantes, con menor número de miembros que el indicado, se encuentran en: Antequera (Málaga), Alto Ampurdán (Gerona), Andorra, Burela (Galicia), Fuengirola (Málaga), Fuerteventura (Gran Canaria), Gibraltar, Ibi (Alicante), Jerez (Cádiz), Lugo, Málaga, Manresa (Barcelona), Mataró (Barcelona), Sabiñánigo (Huesca), Santiago (La Coruña), Tarragona, Torrelavega (Cantabria), Vic (Gerona).

Ofrecemos información estadística básica sobre los adventistas residentes en España. Se observará que en su mayor parte se localizan en la mitad norte de España.

Respecto al número total de miembros, hay que aclarar que la incidencia social –i.e., inclu-yendo hijos pequeños y simpatizantes– triplica las cifras de miembros bautizados. Hablaríamos entonces de unos 45.000 adventistas en España.

ESTADÍSTICAS DE LA IGLESIA ADVENTISTA EN ESPAÑA

Miembros bautizados de la Iglesia Adventista en España por comunidades autónomas

(a 31.3.2013)

Comunidad autónoma Nº iglesias Nº miembros

Galicia 6 489

Asturias 2 159

Cantabria 1 103

País Vasco 5 455

Navarra 2 125

Castilla y León 4 259

La Rioja 2 185

Aragón 8 1.337

Cataluña 16 2.260

Madrid 19 4.785

Extremadura 1 50

Castilla – La Mancha 2 137

Comunidad Valenciana 17 3.008

Islas Baleares 2 292

Andalucía 12 991

Murcia 2 285

Canarias 7 540

Iglesia de la Unión 1 922

TOTALES 109 16.382

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Crecimiento en la feligresía de la Unión Adventista Española (2000-2013)

Miembros bautizados por habitantes en España

Habitantes (mayo 2013): 46.956.054 Adultos bautizados: 16.382

Un adventista por cada 2.866 habitantes

[Más información estadística: Ver direcciones de la Unión Española de los Adventistas del Séptimo Día en pág. 31].

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No importa a qué raza o a qué religión pertenezcan, o cuál sea su situación política o social, todos los seres humanos tienen de-recho a nuestra ayuda.

Acción social y solidaridad internacional

Desde hace más de cien años, la Iglesia Adventista procura practicar la solidaridad de manera discreta pero eficaz. Unos cuarenta mil centros de atención social ayudan a más de veinte millones de personas al año.

En concreto, la organización humanitaria ADRA (Agencia Adventista para el Desarro-llo y Recursos Asistenciales) mantiene una estructura internacional en más de ciento veinte países. Lleva a cabo una relevante labor encaminada a favorecer el desarro-llo social en zonas deprimidas, así como la atención urgente en países afectados por problemas endémicos, o en situaciones ca-tastróficas naturales o provocadas por en-frentamientos bélicos. Además, ADRA lleva a cabo programas o proyectos de ayuda al desarrollo en los países más necesitados (más de quinientos proyectos al año). Para ello cuenta con un presupuesto de más de

LA IGLESIA ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA EN EL MUNDO

ciento veinte millones de euros para proyec-tos o programas sanitarios, educativos o de infraestructuras.

Veamos algunos detalles adicionales sobre las mencionadas áreas de actuación:

Ayuda al desarrolloExisten importantes programas de ayuda

al desarrollo a favor de madres y niños en países como Malaui, Sudán, Indonesia, Pakis-tán, Honduras, Perú, Bolivia, Nigeria y Haití.

Se presta apoyo a las comunidades indíge-nas en Ghana, Zimbabue, Tanzania, Kenia, Camerún y Etiopía. ADRA también participa en proyectos de suministro de agua potable en Rumanía, Bolivia, Perú, Etiopía, Tanzania y la India. Asimismo, en la construcción de edificios médicos, hospitales y centros edu-cativos en Bangladés, India, Nepal, Lesoto y Guinea Conakry.

Ayuda de urgenciaCon motivo de recientes catástrofes o

guerras, la acción humanitaria de la Iglesia Adventista por medio de ADRA se ha mate-rializado en episodios como: guerra civil en Ruanda, año 1994; guerras en Irak, años 1991 y 2003; guerra de los Balcanes, año 1997; huracán Mitch en Honduras y Nicaragua, 1999; terremotos en la India y en El Salva-dor, 2001; en Turquía, años 1998 y 2002; en Argelia, 2003; inundaciones en China, 1999 y 2004; tsunami en Asia, 2005; inundaciones en Centroamérica y Estados Unidos, 2007; el terremoto de Haití, 2010; el terremoto y tsunami de Japón en 2011.

Atención a la saludEn el campo de la salud, uno de los objeti-

vos de la Iglesia Adventista es el de promover una enseñanza práctica y equilibrada de los principios de la salud, poniendo atención fundamentalmente en la prevención. Por supuesto, este objetivo se complementa me-diante una red asistencial y terapéutica para aportar sanidad a los enfermos.

La dimensión internacional de la organización humanitaria ADRA queda reflejada en esta imagen perteneciente a una campaña celebrada en China.

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Centros de saludLos adventistas disponen de una importan-

te infraestructura médico-sanitaria mediante hospitales, sanatorios, clínicas y centros de salud repartidos en el mundo entero. En la actualidad, la Iglesia Adventista cuenta con 605 establecimientos médico-sanitarios, don-de 66.000 personas contribuyen al manteni-miento de toda esta actividad. Algunas de esas unidades médicas son aviones de peque-ño tamaño y lanchas hospital que recorren los afluentes del río Amazonas. En sus riberas prestan ayuda sanitaria a las poblaciones in-dígenas de esos lugares.

Educación para la saludEn todo el mundo la Iglesia cuenta con

asociaciones de médicos y enfermeros que colaboran en proyectos de ayuda de urgen-cia atendidos por ADRA en distintos países, donde se ha emprendido una lucha contra el tabaco, las drogas y el alcohol. Muy cono-cidos en muchos países son los planes para dejar de fumar en cinco días.

Lucha frente al sidaEn el marco de la prevención contra el

sida, la Iglesia Adventista recomienda la abstención de relaciones sexuales fuera del matrimonio y de todo tipo de promiscuidad que facilite la transmisión de la enfermedad. Por otra parte, la Iglesia es absolutamente fa-vorable a las medidas susceptibles de reducir los riesgos del contagio. Y está a favor de que los estados tomen medidas adecuadas para reducir o hacer desaparecer la enfermedad.

Investigación científicaEn relación con la vida humana, los ad-

ventistas creen en la investigación científica, tecnológica, biológica y médica, siempre de acuerdo con la concepción que tienen de la naturaleza humana, ya que consideran que todos estos estudios deben contribuir a mejo-rar la calidad de vida de los seres humanos. Por ejemplo, la Facultad de Medicina de la

Universidad de Loma Linda (California) se encuentra entre las más prestigiosas univer-sidades del mundo en su lucha contra el cán-cer. Además, dicha universidad se ha especia-lizado en el trasplante de corazón para niños recién nacidos. Equipos interdisciplinarios en esta especialidad de cardiología han llevado a cabo muchas intervenciones quirúrgicas fuera de los Estados Unidos, casos de Rusia, China y Oriente Medio, con el fin de formar profesionales que puedan desarrollar las téc-nicas médicas más avanzadas en sus propios países.

La educación cristianaEl interés manifestado por los adventistas

en la educación y la instrucción ha llevado a la organización de la Iglesia a poner en marcha el mayor sistema educativo que las iglesias protestantes desarrollan en todo el mundo. Actualmente la Iglesia dispone de 87 universidades o escuelas superiores, más de 1.000 escuelas de enseñanza secundaria y 4.800 escuelas primarias, en las que trabajan 45.000 profesores.

Centro Médico de la Universidad de Loma Linda (California, EE.UU.), una institución adventista con prestigio internacional.

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En España el mayor centro educativo es el Campus Adventista de Sagunto (Valencia), que imparte enseñanza universitaria (teolo-gía, pedagogía y español para extranjeros), bachillerato, secundaria obligatoria, primaria, música y educación infantil. En la Facultad de Teología se forman los futuros pastores que servirán a las iglesias adventistas de Es-paña y de otros países.

Actividades juvenilesLa acción educativa de la Iglesia Adventista

no se limita únicamente al sistema escolar que dirige. La Asociación General de los adven-tistas dispone de un departamento dedicado especialmente a la atención de niños y jóvenes en función de las necesidades propias de la infancia y juventud actuales.

Los efectivos juveniles de la Iglesia crecen cada año. En 2005 había en todo el mundo 60.000 sociedades de jóvenes organizadas con un número de tres millones de chicos y chicas desde los 7 a los 18 años. Sus pro-gramas anuales proponen a niños y jóvenes prácticas variadas siguiendo el modelo del escultismo, actividades deportivas, sociales o de carácter espiritual. Cada año y en dife-rentes países del mundo, miles de jóvenes ad-ventistas se encuentran en congresos nacio-

nales o internacionales, campamentos infantiles o juve-niles en épocas veraniegas, ac-tividades musi-cales, encuen-tros deportivos, etcétera. Todo ello tiene como objetivo crear una juventud sana con valores morales y espi-rituales que les permitan ser útiles a las sociedades a las que pertenecen.

Otras actividades de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

Además de las facetas ya reseñadas, otras áreas también merecen la atención de la Igle-sia Adventista, preocupada por hacer frente a los múltiples retos de nuestro tiempo.

Defensa de la libertad religiosaLa Iglesia Adventista presta su apoyo a otras

organizaciones, como por ejemplo la Asocia-ción Internacional para la Defensa de la Li-bertad Religiosa (AIDLR), acreditada como una ONG (organización no gubernamental) y organismo consultivo de las Naciones Uni-das, de la UNESCO y del Consejo de Euro-pa. Su propósito consiste en la defensa de la conciencia y de la convicción religiosa. Esta institución es miembro de la Comisión de De-rechos Humanos de la ONU y mediante sus aportaciones y carácter jurídico internacional ha contribuido a la eliminación de la discri-minación o la intolerancia. En sus congresos o grupos de trabajo intervienen muchas per-sonalidades diplomáticas, políticas y religio-sas. La asociación edita la revista Conciencia y Libertad, muy apreciada en el campo de la libertad de conciencia.

Publicaciones adventistasLa Iglesia dispone en todo el mundo de

57 editoriales que publican más de 250 pe-riódicos y revistas semanales en 327 lenguas distintas. Las ediciones de libros cuentan igualmente con una difusión de alcance mundial. Se centran en temas de salud, vida natural, prevención de enfermedades y formación religiosa. Más de 20.000 vende-dores o colportores distribuyen los libros y revistas de la Iglesia Adventista en los cinco continentes.

Medios de comunicación: radio, televisión e Internet

La Iglesia Adventista mantiene una presen-cia regular en diferentes medios de comuni-cación. Dispone en el mundo de 410 estudios

Las publicaciones adventistas se difunden en los más diversos idiomas (la imagen muestra ejemplos de libros denominacionales en alemán, inglés y español).

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Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día12501 Old Columbia Pike, SILVER SPRINGMD, 20904-6600 (USA)Tél.: (301) 680 6000 – Fax: (301) 680 6090E-mail: [email protected]

División Inter-Europea de los Adventistas del Séptimo DíaSchosshaldenstrasse, 173006 BERNA 32 (Suiza)Tél. (41) 31/359 15 15 – Fax: (41) 31/359 15 66E-mail: [email protected]

Unión Española de los Adventistas del Séptimo DíaAlenza, 628003 MADRIDTél.: 915 716 934 – Fax: 915 716 938E-mail: [email protected] web: http://www.adventistas.es/

Instituciones de la Unión Adventista EspañolaFundación ADRA (Agencia Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales)Francisco Cabo, 828039 MADRIDTél.: 915 713 847 – Fax: 914 250 304E-mail: [email protected]

Campus Facultad Adventista de SaguntoCtra. De Petrés, s/n. Apartado, 5246500 SAGUNTO (Valencia)Tél.: 962 655 757 – Fax: 962 650 166E-mail: [email protected]

Industria Alimentaria GranovitaPol. Ind. Belcaire, parc. 60812600 LA VALL D´UIXÓ (Castellón)Tél.: 964 697 910 – Fax. 962 650 166E-mail: [email protected]

Residencia de Ancianos MaranathaCan Julià Gros08440 CARDEDEU (Barcelona)Tél.: 938 450 027 – Fax: 938 450 027E-mail: [email protected]

Editorial SafelizPol. Ind. La Mina, Pradillo, 628770 COLMENAR VIEJO (Madrid)Tél.: 918 459 877 – Fax: 018 459 865E-mail: [email protected]

Direcciones más significativas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

de televisión, y la Radio Mundial Adventista emite programas semanales en 42 lenguas y en 72 países. Los programas de radio, televi-sión e Internet en el año 2005 se escuchan en 1.174 emisoras de radio y en 1.669 emisoras de televisión. En la actualidad, esos progra-mas pueden ser vistos y/o escuchados en la red de Internet.

Productos alimentarios, residencias, cursos por correspondencia...

La Iglesia Adventista, motivada por la vida sana y defensora de la alimentación natural,

dispone de 26 fábricas de alimentos sanos para una dieta vegetariana en todo el mundo.

Al margen de ello, regenta más de 150 residencias de ancianos en diversos países. Ofrece cursos bíblicos por correspondencia por medio de sus programas de radio y tele-visión, incluidos cursos en braille, y dispone de múltiples centros culturales y sociales en los que miles de personas se benefician de todos sus programas y actividades. R.C.B.

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La Iglesia Adventista es una iglesia multirracial e internacional con el 60% de su feligresía menor de 35 años, y con un crecimiento neto anual del 8% entre 2000 y 2010. Estas estadísticas están tomadas de informes trimestrales y anuales emitidos por diversos organismos adventis-tas repartidos en el mundo entero. Son examinados por el servicio especializado de Archivos Estadísticos de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, su máximo órgano mundial.

Las cifras indican la población de miembros bautizados. Los niños no figuran en estas cifras porque la Iglesia Adventista del Séptimo Día no practica el bautismo infantil (ver pág. 9 de esta revista). Teniendo en cuenta la fuerte proporción de adolescentes y niños en el seno de la Iglesia, así como la presencia creciente de simpatizantes, esta estimación nos lleva a triplicar el número de adventistas, en cuyo caso hablaríamos de más de 45 millones en todo el mundo.

[Más información: Ver la sección “Adventist Statistics” en http://www.adventistarchives.org].

Presencia en el mundo: datos generales• La Iglesia Adventista se halla establecida en 204 países de

los 219 que existen en el mundo.• Utiliza 817 lenguas y dialectos en la realización de su obra

oral y escrita.• Dispone de 53.212 iglesias organizadas.• Emplea a 175.323 personas en los diversos ministerios, de

las cuales 14.128 son pastores ordenados.

Presencia adventista en Europa en número de miembros adultos bautizados

Albania 331 Eslovenia 550 Letonia 3.977

Alemania 35.386 España 16.382 Lituania 867

Armenia 863 Estonia 1.642 Moldavia 10.800

Austria 3.871 Francia 12.514 Noruega 4.607

Bélgica-Luxemburgo 2.022 Finlandia 5.037 Polonia 5.741

Bielorrusia 5.154 Gran Bretaña 30.528 Portugal 9.322

Bulgaria 7.531 Grecia 511 Rumania 67.635

Chequia 7.455 Holanda 4.853 Rusia 53.269

Croacia 2.888 Hungría 4.683 Suecia 2.800

Dinamarca 2.502 Islandia 560 Suiza 4.310

Eslovaquia 2.197 Italia 9.070 Ucrania 61.613

ESTADÍSTICAS DE LA IGLESIA ADVENTISTA EN EL MUNDO

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Feligresía adventista del séptimo día por continentes (2011)

Miembros adultos bautizados: 16.922.239Un adventista por cada 430 habitantes

Proporción de miembros de la Iglesia Adventista en el total de habitantes del mundo

(2011)

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Las relaciones ecuménicas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

El estilo de vida de los adventistas del séptimo día, su adhesión a la Biblia y sus creencias fundamentales reflejan su plena identificación con la Reforma protestante.

La Iglesia Adventista participa en las dis-cusiones del Consejo Ecuménico de las Igle-sias (C.O.E.). Su estatuto de observador no prohíbe a sus representantes colaborar en los trabajos de la Comisión “Fe y Constitución”. Los intercambios y debates son frecuentes entre teólogos adventistas, protestantes, ca-tólicos y ortodoxos.

Durante varios años un representante de la Iglesia Adventista ha sido secretario ge-neral de la organización consultiva Church World Communion, la cual reúne a los dele-gados de las iglesias miembros del Consejo Ecuménico de las Iglesias. Nuestra iglesia conserva su identidad doctrinal y ofrece sus puntos de vista teológicos en esos encuen-tros y debates.

La Iglesia Adventista es miembro de la Alianza Bíblica Mundial, que contribuye ac-tivamente a la difusión de la Biblia en casi todos los países.

Nuestra denominación religiosa percibe la división del mundo cristiano como una causa de debilidad del cristianismo. Pese a ello, no puede ni desea renunciar a su identidad por una uniformidad de las iglesias que vaya en detrimento de los fundamentos evangélicos.

La Iglesia afirma que toda organización que presente a Jesucristo a los hombres de acuerdo con las Escrituras es un elemento en el plan divino en la evangelización del mundo.

La Iglesia Adventista reconoce a sus miem-bros el derecho a cambiar su afiliación reli-giosa de acuerdo con sus convicciones, sin que por esto tengan que sufrir menosprecio u oprobio. Y espera que las demás organiza-ciones religiosas tengan el mismo espíritu de respeto a la libertad de conciencia.

Organigrama de ministerios, departamentos e instituciones de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

Asociación General, divisiones, uniones, asociaciones e iglesias

Desde el punto de vista administrativo de la Iglesia, la Asociación General es el máximo organismo mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Actualmente la Asociación General de los adventistas se encuentra en la ciudad de Washington (Estados Unidos). Además, la Iglesia organiza su territorio mundial en divisiones, que son organismos administrativos más pequeños; en la actua-lidad existen catorce divisiones, cada una de las cuales comprende varios países o áreas geográficas. Por ejemplo España pertenece a la división que engloba los países del sur de Europa y algunos del norte de África.

A su vez las divisiones se subdividen en uniones y asociaciones. Siguiendo con España, desde el punto de vista administrativo una vez más, nos denominamos Unión Adventista Española.

Existe otro nivel administrativo que es la asociación. Un país u otro territorio será unión o asociación de iglesias en función de los miembros que existan en él y de acuerdo con sus posibilidades económicas. Es decir, si un territorio es suficiente desde el punto de vista económico se denominará unión, si es dependiente económicamente puede llamarse asociación o misión.

La célula básica de esta organización ad-ventista es la iglesia local, es decir, cada una de las congregaciones o iglesias que existen en una unión, asociación o territorio. Por tanto la congregación o la iglesia local es la última, o mejor dicho la primera, organiza-ción administrativa de la Iglesia Adventista.

Cada iglesia local, cada unión o asocia-ción, cada división y la propia Asociación Ge-neral tienen sus propios consejos directivos que administran sus diferentes actividades u

ESTRUCTURA, ORGANISMOS Y PRESENCIA PÚBLICA DE LA IGLESIA ADVENTISTA

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organizaciones. Toda la reglamentación ad-ministrativa se halla comprendida en normas denominacionales internacionales.

Departamentos y ministeriosEl funcionamiento de la Iglesia Adventista

se halla debidamente regulado mediante toda una serie de departamentos o ministerios que desde la iglesia local van estructurándose en toda su organización. Los diferentes departa-mentos de la Iglesia son los siguientes:

EducaciónMinisterio de la InfanciaMinisterio de la Salud

JuventudComunicacionesRelaciones PúblicasLibertad ReligiosaAsociación MinisterialEscuela SabáticaMinisterio PersonalMisión GlobalMinisterio de la FamiliaRadio y TelevisiónEscuela RadiopostalMinisterio de la MujerAsesoría JurídicaGestión Cristiana de la Vida

Asociación General

DivisiónDivisión

Unión Unión Unión

Asociación Misión Asociación AsociaciónMisión

Iglesia Iglesia Iglesia Iglesia IglesiaIglesiaIglesia

Iglesia Iglesia Iglesia Iglesia Iglesia IglesiaIglesiaIglesia

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RetornoVoy a seguir tus huellas, Jesús, definitivamente.

Sólo beberé el agua de tu fuente, sólo amaré el fulgor de tus estrellas y hacia tu paz afirmaré la frente.

¡Cuán pavorosa la aventura de mi triste desvío!

Mis flores eran cardos, la amargura de las aguas de Mara mi dulzura,

mi luz la sombra y mi calor el frío…

Mas torno a ti, Jesús, Hermano mío, y hoy sí, tendrá mi ruta nuevamente olor de nardos y brillar de estrellas,

porque definitivamente voy a seguir tus huellas.

González Báez CamarGo

Como ya hemos indicado, la Iglesia Adventista del Séptimo Día es un movimiento cristiano en marcha que se prepara para el regreso de Jesucristo a la tierra y que invita a toda la humanidad a esperar ese gran acontecimiento, el mayor de toda la historia de nuestro planeta.

Mientras llega dicho evento, la Iglesia Adventista intenta vivir de acuerdo con las enseñanzas de Jesucristo plasmadas en la Revela-ción o Sagrada Escritura; y anima a todos los seres humanos a vivir también conforme a esos ideales que el Creador dejó inspirados en su santa Palabra, ideales que dignifican al ser humano y lo proyectan hacia la eternidad como hijos e hijas de Dios.

Aceptamos como dignas y buenas todas las realizaciones que los hombres han hecho en el curso de la historia para el beneficio de sus semejantes. Se han logrado grandes avances que han bene-ficiado y siguen beneficiando a la humanidad. Pero no estamos de acuerdo en que el destino del hombre sea su desaparición total una vez que llega la muerte.

Creemos que el Señor Jesucristo, creador y redentor de este pla-neta, entregó su vida hace casi dos mil años para que la humanidad viviera en un mundo eterno sin fin, una vida extraordinaria llena de realizaciones y de proyectos, donde el hombre y la mujer se realizarán plenamente, ya sin límites en el tiempo.

Por eso creemos en Dios y en el plan de la redención preparado por él «desde antes de la fundación del mundo» (1 Pedro 1: 20). Aceptamos a Jesucristo como el Salvador de la humanidad y el modelo a seguir en nuestra conducta y obras personales. Decía el Nobel de Medicina español Santiago Ramón y Cajal que «el hombre siente un ansia irremediable de inmortalidad», pero esas ansias de existencia eterna e inmortal tuvieron su realización en la vida y en la persona de Jesucristo. En él creemos, y en él esperamos. ¡Bendito sea su santo nombre!