Resumen hombre sin atributos
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k.K. es una abreviatura de kaiserlich und königlich, que significa
“imperial y real”, porque la monarquía dual austrohúngara era a la vez
una monarquía y un imperio y al emperatriz Elizabeth (Sissi) era
emperatriz de Austria pero reina de Hungría. Puesto que Hungría sólo
era monarquía, allí sólo se escribía K.
Esta es una de las típicas fórmulas de compromiso mediante las que
el antiguo imperio austrohúngaro arreglaba las cosas: cada uno puede
interpretar la sigla como quiera y decir que la primera K es para el
imperio o para la monarquía, con lo que nadie se puede sentir
ofendido por corresponderle la segunda K.
Austria y Hungría tenían ministerios comunes, como el del Ejército,
Finanzas o Política Exterior, pero algunas decisiones las tenían que
tomar de manera dual, como la participación en una guerra. Los
húngaros todavía se lamentan de que su Primer Ministro István Tisza
no mantuviera su veto a la guerra en 1914. Tras la derrota de la
monarquía imperial y el Tratado de Trianón, Hungría perdió más de un
tercio de su inmenso territorio.
Las siglas k.k. dieron origen a la denominación Kakania, que es donde
transcurre la novelaEl hombre sin atributos, que Musil empezó en
1930 y dejó incompleta al morir en 1942.En uno de los primeros
capítulos, Musil, tras hablar del veloz y frenético modo de vida
norteamericano, propio de los tiempos modernos, describe Kakania,
ese extraño (pero no imaginario) lugar:
Robert Musil: Kakania, 1930-42
“En aquellos buenos tiempos del pasado, cuando aún existía el
Imperio austriaco, se podía abandonar el tren del tiempo, tomar un
tren corriente de una vía férrea común y volver a la patria.
Allí, en Kakania, aquella nación incomprensible y ya desaparecida,
que en tantas cosas fue modelo no suficientemente reconocido, allí
había también velocidad, pero no excesiva. Cuantas veces se
pensaba desde el extranjero en este país, se soñaba en los caminos
blancos, anchos y cómodos del tiempo de los viajes a pie y de las
diligencias, con bifurcaciones en todas direcciones semejando canales
regulados y galones de claro cutí en los uniformes, estrechando las
provincias con el abrazo del papeleo administrativo. ¡Y qué comarcas!
Mares y glaciares, el Carso, Bohemia con sus campos de grano, las
costas adriáticas con el chirrido de inquietos grillos, aldeas eslovacas
donde el humo salía de las chimeneas como de los aleros de una nariz
respingona, y el pueblecito agazapado entre dos colinas como si
hubiera abierto la tierra sus labios para calentar entre ellos a su
criatura. Por estas carreteras, naturalmente, también rodaban
automóviles, pero no demasiados. Aquí se preparaba, como en otras
partes, la conquista del aire, pero sin excesivo entusiasmo. De cuando
en cuando se enviaba algún barco a Sudamérica o al Asia oriental,
pero no muchas veces; se tenía asiento en el centro de Europa donde
se intersecaban los antiguos ejes del continente; las palabras colonia y
ultramar sonaban como algo lejano y desconocido. El lujo crecía, pero
muy por debajo del refinamiento francés. Se cultivaba el deporte, pero
no tan apasionadamente como en Inglaterra. Se concedían sumas
enormes al ejercito, pero sólo cuanto necesitaba para figurar como la
segunda más débil de las grandes potencias. También la capital era
un poco más pequeña que todas las otras metrópolis del mundo, pero
algo más grande de lo que suele constituir una gran ciudad. El país
estaba administrado por un sistema de circunspección, discreción y
habilidad, reconocido como uno de los sistemas burocráticos mejores
de Europa, al que sólo se podía reprochar un defecto: para él genio y
espíritu de iniciativa en personas privadas, sin privilegio de noble
ascendencia o de cargo oficial, era incompetencia y presunción. Pero,
¿a quién le gustaría dejarse guiar por desautorizados? En Kakania el
genio era un majadero, pero nunca, como sucedía en otras partes, se
tuvo a un majadero por genio”.
Después explica el origen de la curiosa denominación de Kakania que
recibía el imperio y reino austrohúngaro:
“Cuántas cosas interesantes se podrían decir de este Estado hundido
de Kakania. Era, por ejemplo, imperial-real, y fue imperial y real; todo
objeto, institución y persona llevaba alguno de los signos kk. o bien
ku.k., pero se necesitaba una ciencia especial para poder adivinar a
qué clase, corporación o persona correspondía uno u otro título. En las
escrituras se llama Monarquía austro-húngara; de palabra se decía
Austria, con un término, pues, que se usaba en los juramentos de
Estado, pero se conservaba en las cuestiones sentimentales, como
prueba de que los sentimientos son tan importantes como el derecho
público, y de que los decretos no son la única cosa del mundo
verdaderamente seria.”
En cuanto al tipo de gobierno y la ley, Musil continua mostrando el
carácter paradójico de Kakania:
“Según la Constitución, el Estado era liberal, pero tenía un gobierno
clerical. El gobierno era clerical, pero el espíritu liberal reinaba en el
país. Ante la ley, todos los ciudadanos eran iguales, pero no todos
eran igualmente ciudadanos. Existía un Parlamento que hacía uso tan
excesivo de su libertad que casi siempre estaba cerrado; pero había
una ley para los estados de emergencia con cuya ayuda se salía de
apuros sin Parlamento, y cada vez que volvía de nuevo a reinar la
conformidad con el absolutismo, ordenaba la Corona que se
continuara gobernando democráticamente.”
Otra de estas dualidades austrohúngaras, que cuenta en esta ocasión
Paul Watzlawick, era curiosísima: al soldado o mando que
desobedecía a sus superiores se le condenaba a un tribunal militar y
probablemente a la pena de muerte, pero la mayor condecoración del
imperio, la orden de María Teresa se concedía a aquellos oficiales que
hubieran obtenido una victoria al cambiar el curso de una
batalla desobedeciendo las órdenes de sus superiores.
Musil continúa con su descripción de Kakania y su progresiva
descomposición. Muestra con ingenio y precisión algo que tiene que
ver con lo que he comentado en otra entrada de este cuaderno
austrohúngaro (El carácter nacional); cómo se puede definir un
carácter nacional si ya resulta difícil definir el carácter personal:
“De tales vicisitudes se dieron muchas en este Estado, entre otras,
aquellas luchas nacionales que con razón atrajeron la curiosidad de
Europa, y que hoy se evocan tan equivocadamente. Fueron
vehementes hasta el punto de trabarse por su causa y de paralizarse
varias veces al año la máquina del Estado; no obstante, en los
períodos intermedios y en las pausas de gobierno la armonía era
admirable y se hacía como si nada hubiera ocurrido. En realidad no
había pasado nada. Únicamente la aversión que unos hombres
sienten contra las aspiraciones de los otros (en la que hoy estamos
todos de acuerdo), se había presentado temprano en este Estado, se
había transformado y perfeccionado en un refinado ceremonial que
habría podido tener grandes consecuencias, si su desarrollo no se
hubiera interrumpido antes de tiempo por una catástrofe.
En efecto, no solamente había aumentado la aversión contra el
conciudadano hasta ser un sentimiento colectivo; incluso la
desconfianza frente a sí mismo y al propio destino había adquirido un
carácter de profunda certidumbre. Se procedía en este país —y hasta
los últimos grados de la pasión y sus consecuencias— siempre de
distinto modo de como se pensaba, o se pensaba de un modo y se
obraba de otro. Observadores desconocedores de la realidad
calificaron este fenómeno de cortesía o de debilidad, atribuidas
siempre al carácter austriaco. Pero eso era falso, como falso es definir
las manifestaciones de un país simplemente por el carácter de sus
habitantes. Un paisano tiene por lo menos nueve caracteres: carácter
profesional, nacional, estatal, de clase, geográfico, sexual, consciente,
inconsciente y quizá todavía otro carácter privado; él los une todos en
sí, pero ellos le descomponen, y él no es sino una pequeña artesa
lavada por todos estos arroyuelos que convergen en ella, y de la que
otra vez se alejan para llenar con otro arroyuelo otra artesa más. Por
eso tiene todo habitante de la tierra un décimo carácter y éste es la
fantasía pasiva de espacios vacíos; este décimo carácter permite al
hombre todo, a excepción de una cosa: tomar en serio lo que hacen
sus nueve caracteres y lo que acontece con ellos; o sea, en otras
palabras, prohíbe precisamente aquello que le podría llenar. Este
espacio, reconocido como difícil de describir, tiene en Italia colores y
forma distintos que en Inglaterra porque eso que se destaca en él
tiene allí otra forma y otro color, y es en una y otra parte el mismo
espacio vacío e invisible en cuyo interior está la realidad, como una
pequeña ciudad de piedra de un juego de construcciones infantil,
abandonada por la fantasía”.
El final de esta interesantísima descripción de Kakania lleva la
paradoja al máximo y, al mismo tiempo, como toda buena paradoja,
nos revela que es verdad lo que señala:
“Si hay alguien que tenga buena vista podrá ver que lo sucedido en
Kakania fue precisamente eso, y en eso era Kakania, sin que lo
supiera el mundo, el Estado más adelantado; era el Estado que se
limitaba a seguir igual, donde se disfrutaba de una libertad negativa,
siempre con la sensación de no tener la propia existencia suficiente
razón de ser; allí se fantaseaba sobre lo no realizado o, al menos,
sobre lo no irrevocablemente realizado, bañándolo todo como con el
soplo húmedo de los océanos de donde ha surgido la humanidad”.
Y concluye explicando la causa de la decadencia final y desaparición
de Kakania:
“Ha pasado esto o aquello”, se decía en Kakania, mientras otros, en
alguna otra parte, creían que se había producido un fenómeno
milagroso; era una expresión privativa que no se daba ni en alemán ni
en ningún otro idioma; al pronunciarla, las realidades y los reveses del
destino se hacían tan ligeros como plumas y pensamientos. Sí, a
pesar de todo lo que se diga en contra, Kakania era un país de genios,
y probablemente esta fue la causa de su ruina.”
Tiene 32 años, acaba de llegar a Kakania, la ciudad que había
abandonado en su juventud por un castigo de su padre después de un
incidente noble y propio de un espíritu inteligente, soberbio, libre:
había escrito un ensayo en la que decía que un verdadero patriota no
concibe a su patria como la mejor. Incidente que deja entrever la
atmósfera nacionalista que poco a poco se irá presentando en la
novela. Tiene ojos grises, cabello rubio, rostro ovalado. Al mirarse al
espejo puede verse “esbelto, ancho de espaldas, con una caja torácica
que se hincha como el mástil de un barco” (Cap. 40. Pág. 165). Vive
en un Palacete ecléctico por aborrecer de una casa vulgar. Es
independiente pero al mismo tiempo las exigencias de su vida
burguesa lo instan a solicitar dinero a su padre.
Antes de ser un hombre sin atributos, Ulrich ha elegido tres caminos
que pueden conducirle a ser un hombre distinguido. Pero ¿qué es un
hombre distinguido?. En un primer momento, como es usual en los
jóvenes, Ulrich pensó en un delincuente dotado de atributos:
Napoleón. “Los maestros presentaban a ese tirano, que intento
devastar Europa, como el malhechor mas facineroso de la historia”
(Cap. 9. Pág. 38). Así Ulrich se dedicó a la vida militar, pues esto
estaba en relación con la idealización que se tiene de ciertas épocas
heroicas: el romanticismo de los duelos, la seducción por el poder.
Pero un hecho simple, una disputa en la que la que fue situado como
un vulgar oficial ante la grandeza de un hombre, le hizo entender que
no era un héroe sino un joven borracho y abandonó el servicio militar.
En un segundo intento por ser un hombre distinguido, escogió la
mecánica “Ulrich cambió solamente de cabalgadura cuando pasó de la
caballería a la técnica; el nuevo caballo era de acero y corría diez
veces más veloz” (Cap. 10. Pág. 39) “¿Qué importancia tiene el Apolo
de Belvedere, cuando se ponen delante de los ojos las formas nuevas
de un turbodinamo, o el mecanismo de distribución de una
locomotora?” (Cap. 10. Pág. 40). Aunque Ulrich es un hombre de su
tiempo, fascinado por la exactitud, las reglas del cálculo y la
matemática, en su mirada filosófica la concepción del pensamiento
práctico termina resultando cómica, lo que hace mella en su espíritu y
decide abandonar su segunda tentativa. Pues, ¿cómo relacionarse,
con hombres que apenas hablan de su profesión? y si lo hacen lo
hacen de una manera un tanto rara, rígida, como dice Musil, sin
penetrar a mayores honduras que en la epiglotis.
Es por esto que en la tercera tentativa de Ulrich, el héroe está más
enamorado de la ciencia por motivos humanos más que científicos. En
este momento, el personaje es engrandecido por el escritor, es el
hombre de ciencia, que reflexiona a la par del narrador, sobre los
logros de la ingeniería y va más allá de la común y vulgar reflexión de
un matemático común. Un hombre en sus treinta y dos años sintiendo
fundir la ciencia y la magia. El hijo de la modernidad preso en un oficio
que le agobia y le fascina.
“Si ejecución de sueños ancestrales es poder volar con los pájaros, y
navegar con los peces, penetrar como la broca en los cuerpos de
montañas gigantes, enviar mensajes a velocidades divinas, divisar lo
invisible y percibir lo remoto, oír hablar a los muertos, anegarse en
salutíferos sueños milagrosos, ver con ojos vivos, el aspecto que
tendremos veinte años después de muertos, descubrir en noches
resplandecientes mil cosas de encima y de debajo de este mundo que
antes nadie conocía; si luz, calor, fuerza, placer, comodidad son los
sueños primordiales del hombre en tal caso la investigaciones actuales
no solamente son ciencia, sino una magia, un rito, de poderosísima
fuerza sentimental e intelectual que induce a Dios a ir abriendo uno
tras otro los pliegues de su manto, una religión cuya dogmática está
regida y basada en la dura valiente, ágil lógica de la matemática , fría y
aguda como la hoja de un cuchillo” (Cap. 11. Pág. 42).
Pero después de estos nobles pensamientos, en la mañana un
anuncio del periódico desata en él una duda Un genial caballo de
carreras. ¿Se puede seguir siendo una esperanza?, ¿es útil o práctico
luchar en la vida, inventarse la más sofisticada maquina, escribir la
más aguda novela o el más inteligente ensayo?. Un tenista, un caballo
de carreras, un genial delantero de fútbol ha adelantado a los grandes
pensadores, inventores, tenores, escritores. Así, abandona, por
elección conciente la posibilidad de ser un hombre con atributos y
Ulrich se sitúa equidistante a unos atributos, que le son indiferentes, a
la manera de los rines de una bicicleta que giran mientras él, en el
centro, los observa ajeno.
Nuestro protagonista tiene una relación especial con el espíritu y es
sobre este que se formula preguntas. Es el espíritu el ser supremo,
dominador de todo, pero, ¿qué es el espíritu?, ¿cuándo se lee a un
poeta, se estudia a un filósofo, se visita un museo, se está
conquistando el espíritu?, ¿se reproduce en la tela de un cuadro o en
miles de páginas impresas?, ¿es el espíritu la huella que deja la
cultura? Ulrich, el hombre sin atributos, reflexiona “¿dónde está,
adónde va, qué es? quizá, si se supiera más de él, se haría un silencio
angustioso en torno al sustantivo espíritu”. Él con sus conquistas
propias del espíritu contemporáneo engrandecido por la ciencia, no
deja de sentir ese temor propio de los grandes mastodontes víctimas
de su propia grandeza. Esta es la última razón de ser conscientemente
un hombre sin atributos.
10. ERMELINDA TUZZI. “LA MUJER MÁS HERMOSA E INTELIGENTE DE NUESTRA SOCIEDAD”
El padre instó a Ulrich a que se dirigiera al conde Stallburg para que
se pusiera a su disposición para la organización de la Acción paralela,
pero el hombre sin atributos prefirió aprovechar la oportunidad para
conocer su prima: Ermelinda Tuzzi que en el decir de algunos
familiares y de muchos conocidos tenía una inteligencia indescriptible,
una gran fuerza de espíritu y una arrebatadora belleza, rasgos que en
Ulrich generaron una cierta antipatía pero también curiosidad. Al
conocerla, la convirtió para sí en una segunda Diotima, así nos la
nombrará Musil de aquí en más.
Es la mayor de tres hijas de un profesor de enseñanza media sin
bienes patrimoniales, estudió en el liceo de señoritas con buena
calificación, pero de muchacha sólo poesía su orgullo. La distinción de
Tuzzi la sedujo y se convirtió en su esposa, él representó para ella las
superioridades del hombre mayor y luego las del hombre de mundo
que mira con benevolencia las pequeñas cosas en las que su esposa
se entretiene. A la altura de vida en la que nos la encontramos,
Diotima siente que el alma se le ha extraviado, “lo que ella llamaba
alma era sólo un pequeño capital de amor, en su posesión al tiempo
de casarse” (Pág. 109). Musil no se limita cuando nos describe las
vivencias de esta mujer que se siente distante del hombre con el que
pasa las noches, máxime en los tiempos en que avanza la Acción
paralela y aparece en ella alguien que la admira y le empieza a
suscitar un sentimiento amoroso: Arheim.
Diotima es un poco más joven que el héroe, se encuentra en la
plenitud de la juventud, época en la que el cuerpo y el espíritu caminan
como dos hermanos gemelos de la mano. Dada su cercanía con el
conde Leinsdorf, se le dio participación en la organización de la Acción
paralela y esto ha sido vivido por ella como la gran oportunidad de su
vida, tanto lo es que se crece y empieza a independizarse de su
esposo.
En el delirio colectivo que ha sumido a todos los Kakanienses, Diotima
se ha proclamado gran diosa y directora. Para ella la Acción paralela
es el proyecto más grande e importante de todos. En su primer
encuentro con Ulrich, quiere poner en práctica una idea excelsa, una
gran idea que irá rondando no sólo por su cabeza sino también por la
de todos los austriacos, gran idea que será la suprema ironía
construida en la novela, pues se trata de aquello que da sentido al
más importante proyecto, pero algo que nadie puede expresar ni
nombrar claramente. La ironía se hace más aguda cuando nos
cuentan que parte de su tiempo lo invierte Diotima en la biblioteca
nacional buscando en los catálogos la gran idea que requiere. “Nadie
que habla de lo más grande e importante del mundo cree que exista
realmente. ¿Con qué especial atributo se puede comparar?” (Pág. **).
Pero Diotima cree que su gran ambición ha devenido intelectualidad y
con mucha altivez lidera y anima las “reuniones de capital y cultura”
que se dan en su casa y en las que se organizan comités y sub-
comités en pro de la Acción paralela.
Pero en la cotidianidad de Diotima, en la privacidad de su casa, hay un
personaje que nos atrae: su pequeña doncella de cuerpo encantador.
Raquel cuenta con 19 años, nació en un caserío desaliñado de la
Galiza en Hungría. Fue seducida y quedó tempranamente
embarazada, su familia de formación judía no se lo perdonó y la echó
de la casa, desde entonces salió a recorrer el mundo y rechazó todo lo
que le recuerde sus costumbres familiares por resentimiento. Tiene
una hija de año y medio con quien es responsable económicamente y
la visita en el internado en el que vive cada fin de semana, pero
considera esta hija un castigo.
Raquel tiene por Diotima una absoluta veneración y Diotima lo sabe y
le permite que lea sus novelas y que se ponga la ropa que ya no usa.
“Diotima le dejó su cuerpo para que lo jabonara, frotara y secara como
si fuera el suyo, y Raquel halló en su servicio más placer que si se lo
hubiera hecho a sí misma. Su propio cuerpo le parecía indigno de
confianza, ni siquiera pensaba en él; cuando tocaba el cuerpo
henchido y estatuario de su señora, ella se sentía como un pobre
recluta de aldea alistado en un imponente regimiento” (Pág. 173).
Raquel no es tonta, al contrario, es una muchacha muy viva que ve
con curiosidad la Acción paralela que se desarrolla en la casa en que
trabaja. Además, ha hecho una complicidad con Solimán, el criado
negro de Arheim que le ha manifestado su amor por ella.
12. TUZZI“Exceptuadas las ternuras del noviazgo, el señor Tuzzi había sido
siempre un hombre práctico y positivo que nunca perdió el equilibrio.
Además le aureolaba la tranquilidad de su porte y la elegancia de su
traje, el – digámoslo así – cortés y serio perfume de su cuerpo y de su
barba, la voz recia y discreta de barítono con que hablaba; todo esto
formaba un halo de distinción que había conmovido el alma de la joven
Diotima…” (Cap. 25, Pág. 109).
Tuzzi es un hombre que ronda los 50 años, delgado, de buen porte y
con bigote. Es diplomático y ejerce el cargo de jefe de sección. Se
había hecho a un conjunto de hábitos propios de un trabajador
ambicioso. El ejercicio matutino que solía hacer dando un paseo, ya
fuera a pie o a caballo, resultaba beneficioso para conservar su
elasticidad. En su rutina ocupaba un lugar importante el estudio de las
ciencias, conocimiento científico que se esforzaba por sostener a un
nivel superior al de sus colegas y jefes. Mantener dicha sapiencia se
era beneficioso por la escasez de relaciones en la esfera social y la
ausencia de amistades que le ocuparan las tardes.
“Una vida de este género impone limitaciones precisas y hace
subordinar el amor a todas las demás ocupaciones” (Cap. 25, Pág.
109). Como era usual por sus hábitos de diplomático, la forma de
dirigirse a su esposa se acompañaba de una sonrisa indulgente que
buscaba hacerla sentir bien por los pequeños proyectos que
emprendía, a los cuales no les da importancia ni valor alguno. Así, lo
tomó desprevenido el auge de visitantes en las reuniones de la Acción
paralela, proyecto en el cual Diotima era directora; su orgullo se había
visto afectado porque no se encontraba muy al tanto de lo que allí
sucedía. Ante esta situación empezó a presentarse en todas las
reuniones con la actitud de quien sabe cuanto sucede en su casa.
Al darse cuenta de la extraña relación que empieza a tejerse entre
Arheim y Diotima se siente indignado, más aún cuando nota que su
esposa le ha empezado a tratar con desdén desde que conoce a este
prusiano. La molestia, sin embargo, no era suficiente para tomar la
iniciativa de conversar con Diotima, pues hacerlo era una ofensa a su
narcisismo. Lo único que se tomó a bien hacer fue investigar todo
aquello que se conociera de ese hombre y que se encontrara en
periódicos.
19. PAUL ARNHEIMEste hombre de un duro cráneo fenicio de mercader de hombres,
rostro vivo modelado con un material escaso y una figura cuya actitud
serena ha sido otorgada por el arte de un sastre inglés, es el nabab
alemán, un judío opulento, escritor genial, fijador del precio del carbón
y amigo del emperador de Alemania. Un hombre al que no sólo basta
su nombre de pila sino también calificativos como: el hombre de gran
envergadura, el gran hombre, el hombre enciclopedia, la gran cumbre
y, por supuesto, el hombre con atributos.
Este hombre capaz de hablar de amor, economía, física, química y
viajes es además científico, bolsista y gran propietario, por lo cual
logra reunir en su persona los atributos de todos los demás por
separado.
Su discurso es elegante, ágil, apacible y con un toque melancólico.
Cuenta con un conocimiento admirable de la terminología propia de
cada rama del saber y los nombres de todas las personalidades
importantes de la aristocracia inglesa, francesa o del Japón. Su
capacidad para hablar, además, va desde física molecular hasta tiro
de pichón.
Paul Arnheim, además de tener como amigos a los mejores artistas
del mundo, hecho que le permitía adquirir el arte del futuro al por
mayor y a muy bajo precio, es también un escritor, pero no un escritor
cualquiera; pertenece a la categoría de los grandes escritores y el gran
escritor pertenece al tiempo de los grandes espectáculos y a los de los
grandes almacenes. Lo mínimo que se puede pedir de un gran escritor
es que tenga un automóvil; tiene que viajar mucho, es recibido por
ministros y da conferencias. Debe causar la impresión, ante los jefes
de opinión pública, de que representa una fuerza de conciencia digna
de consideración. Y un gran escritor tiene como condición escribir
obras que se adapten a grandes y pequeños; una escritura que se
mueve en el mundo complaciente en busca de magnitud.
No obstante, Arnheim era un hombre solitario. Había temido siempre
que los sentimientos que generaba en las mujeres no se debieran a su
persona, sino a su dinero por lo cual había vivido con mujeres a las
que no daba sentimientos sino dinero. No había tenido un amigo por
miedo a que abusaran de él, sino únicamente amigos de negocios,
aun cuando el intercambio fuera de carácter “espiritual”. De modo que
estaba repleto de experiencia, pero intacto y en peligro de quedarse
solo, cuando conoció a Diotima.
Arnheim, un hombre que se codeaba con los magnates americanos de
las finanzas y en capacidad de pagar el peso de cualquier mujer en
oro, veía en Diotima algo que le seducía, pese a llamarse en realidad
Ermelinda Tuzzi y de ser la mujer de un alto funcionario. Un algo que,
por cierto, él le daba el nombre de “espíritu”, si bien habrá que advertir
que esta palabra aunque es empleada con frecuencia, no lo es por ello
en las ocasiones más oportunas. De esta manera, aunque Arnheim iba
y venía de aquí para allá, la vida de Diotima representaba para él una
porción de su vida que tenía lugar en la Acción Paralela, o isla de
refugio en medio del creciente tráfico de sus almas como ambos
estaban de acuerdo en utilizar.
En otro tiempo, guiado por el deseo de una compañía más íntima y
fiel, Arnheim había decidido llevar a su casa y por consiguiente abrir
una vida más digna a un extraño revoltoso con melancolía en su
mirada de mono que había descubierto en una compañía de bailarines
en el Sur de Italia. Pues bien, a quien nos referimos es a Solimán;
Solimán había sido tratado hasta sus 14 años con la negligencia e
igualdad con que se criaban antes en las casa ricas a los hermanos de
leche de los propios hijos. Sin embargo, pronto fue promovido de
indeterminada persona de lujo a criado mantenido y débilmente
asalariado, decisión que devastó a Solimán y le condujo a convertirse
en su enemigo íntimo.
Pero que semejante cumbre pudiera tener opositores parecería algo
muy extraño excepto si a quien nos referimos es a Ulrich, el hombre
sin atributos, un hombre que reflexiona con agilidad ante las máximas
que le son lanzadas por Arnheim, le cuestiona y le causa un gran
nerviosismo, es además, quien de manera maestra ha definido el
modo de vida de Arnheim como la combinación de espíritu, negocio,
comodidad y cultura en general. Forma de vida que, por lo demás, es
detestable para nuestro hombre sin atributos.
El hombre sin atributos
Se trata de una obra que está sin finalizar porque su autor, Robert Musil, falleció (1942) cuando estaba redactando los últimos capítulos,
algunos en fase de corrección y otros presentados para imprimir, los
cuales son conocidos como los de las galeradas.
Aunque la historia se refiere a lo anterior de la I Guerra Mundial, el
horno de la guerra, la escribe en los prolegómenos de la II, durante la
etapa álgida del nazismo, es por lo que ayuda a comprender cómo fue
posible que se formara aquel monstruo de un estado de guerra basado
en principios raciales, con estados totalitarios cuyo final hace que
comience un nuevo periodo que, sin embargo, va a arrastrar algunos
de los principios que llevaron a la debacle de toda una sociedad, de
ahí lo interesante de su lectura, también porque Musil huye a Suiza y
escribe con cierta perspectiva sobre su mundo.
Sus obras fueron prohibidas por el gobierno nazi. Es de nacionalidad
austriaca donde sucede la historia que cuenta, una nación que
llama Kakania cuyo contexto está claramente definido en Austria,
siendo la verdadera Austria todo el mundo, algo que parece una
parodia del imperio vecino, el germano, que amenaza su país. Habla
de la familia de los Estados Europeos. Leemos una observación de su
época que más de medio siglo después parece que se repite de
manera muy parecida: guerra turca, la cuestión de Bagdad,
intervención en Libia, problemas del Adriático y tensión
serbioaustriaca, Sarajevo, el petroleo, la potasa, la industria bélica. Se
pregunta Musil ¿para qué necesitan los burgueses una raza?. Para el
espíritu burgués el superhombre de Nietzsche es un escándalo.
Considera a los griegos el pueblo nietzscheano. Asocia a este filósofo
el águila, dice después que todo ser humano tiene un animal que
indica su destino.Lo ve como el fundamento del tótem.
.
Describe al estado de Kakania como el de la paz mundial. Los
kakanienses se sienten humillados por sus hermanos del Reich, por lo
que Acción Paralela prepara un complot antialemán basado en la
inteligencia, puesto que no pueden armarse, lo cual por otra parte
nunca sucederá porque la realidad va por su propio camino. Parece
que el pueblo espera que aparezca un mesías. Se preguntan si existe
un mito austriaco, ya que las grandes razas se alimentan de sus mitos,
por lo cual la conspiración ha de ser, no sólo contra un régimen
concreto, sino contra el espíritu alemán.
.
El protagonista es un matemático, aunque no tiene intención de serlo
toda su vida, lo que no quita que su mirada matemática flote sobre sus
vivencias. El autor es ingeniero . Estudió también psicología por su
curiosidad de saber sobre el ser humano, lo cual hay que tener en
cuenta porque en la obra aparecen muchas definiciones al estilo
matemático aplicadas a los sentimientos, lo cual es una gran
aportación de esta obra. Ya antes había escrito “Historia de tres
mujeres”, en la que cuenta situaciones diferentes sobre las relaciones
de un hombre y una mujer. Musil aplica un modo matemático a la
literatura: una fórmula matemática puede ser la imagen de un proceso
natural. Aporta una visión matemática de los sentimientos sin
necesidad de números, pero sí de abordar la narración sobre la base
de definiciones, pues en las matemáticas hay verdades por definición
y otras por demostración. Es una novela con poca historia, pero
mucha reflexión en su contenido. Musil en esta novela da una pista
sobre la historia que narra cuando dice que los novelistas narran
excepciones.
.
Define los sentimientos y la modernidad y la relación de ambos
aspectos. Se ha querido traducir sin atributos como “sin cualidades”,
también como el hombre sin riquezas. A lo largo de la obra se refiere a
varios aspectos que no quedan claros en relación al personaje sobre
el que gira toda la trama, por lo que me atrevo a plantear que lo de sin
atributos es a la relación de Ulrlich con su hermana, hombre y mujer,
pero que por su condición de familiaridad fraternal carece de una
vinculación sexual, carece de atributos, al menos como un tabú que
ellos se plantean. Uno y otro sienten deseos sexuales y poco a poco
se va produciendo un acercamiento, el encuentro que de una manera
clara no culmina, aunque sí se puede interpretar, sin que la
culminación sea lo importante, porque llegan a abrazarse, a yacer uno
al lado del otro, ya que Musil aprovecha en esta situación sentimental
y de deseo ver el amor y la relación de pareja desde un punto de vista
que se coloca de lleno en el tabú de nuestra sociedad y civilización,
para desde él ver cómo este sentimiento se relaciona con el mundo en
el que viven las personas, las cuales aman. Más adelante dirá que no
hay que creer nunca que amamos más sinceramente a aquellas
personas que abrazamos. Para el protagonista el mundo no mejorará
mientras que no haya amantes felices. El mundo a su vez no está
regido por la razón, sino por una lógica férrea.
.
En una época de sucesos tan convulsos, como son los tiempos que
anteceden a la II Guerra Mundial y el comienzo de su desenlace, tal
vez el impulso de la destrucción sean los sentimientos por un lado y la
moral como criterio colectivo para el control de los individuos, por lo
que la guerra y el exterminio de minorías se llegue a ver como una
necesidad moral.Plantea que en manos de diletantes el fascismo
puede ser un peligro y habla de los rusos como pacifismo de
especialistas. Advierte que nada hay más peligroso que la paz a
cualquier precio. Sobre estos temas trata esta novela.
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El autor hace referencias al psicoanálisis, al que considera algo similar
a las confesiones de los católicos. También a la obra de Nietzsche en
referencia a la dualidad sobre la que se desarrolla la historia. La
organización Acción Paralela debate sobre proponer el año de
Nieztsche. Considera que la autoridad interna del espíritu es mayor
que la externa de un agente. En la novela se afirma que quienes
descubrieron el inconsciente fueron: Balzac, Flaubert, Dostoievski,
Strindberg y Freud. Mantiene un cierto deje escéptico sobre la labor de
los grandes intelectuales porque observa que en su época casi nadie
lee.
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En relación a los atributos aparecen varias referencias a lo largo de la
obra, el hombre sin atributos lo refiere al principio como aquello que
define al hombre moderno, el que no hace nada. Lo cual podemos
asociarlo a lo que hemos indicado, el hombre que no hace nada en
relación a una mujer, en este caso por ser su hermana. En los
capítulos que escribió, pero que no había corregido define como
hombre con atributos al nihilista que sueña con el matrimonio o con
Dios, mientras que el hombre sin atributos es el activista que cree es
soñado de Dios. A ninguno de los dos los considera realista.
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Quien ha traducido esta obra del alemán al español, Pedro Madrigal Devesa, comenta en su obra “Robert Musil y la crisis del arte” (editorial
Tecnos, Madrid- 1987), que la traducción al título de la obra y al
termino “atributos” hubiera sido mejor “características”. Se pregunta
“¿qué es un hombre sin característica?, sin nada que le defina: tiene
muchas cualidades, pero sabe que no le pertenecen”.No encuentra
una dedicación exclusiva. Para Pedro Madrigal toda la obra de Musil
es un asalto a la aparente ciudadela del yo.
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La trama de esta novela, sobre todo la primera parte, transcurre en
relación a una organización, en la que milita Ulrich con un
puesto prominente.Se llama Acción Paralela, lo cual hace ver que hay
un paralelismo entre los sentimientos y la lucha social: el problema de
la civilización hay que resolverlo con el corazón. Los miembros de
Acción Paralela se plantean liberar el alma de la civilización. Ulrich
propone organizar la ternura para salvar a la humanidad. Desde esta
organización se quiere hacer triunfar la verdad. Se pregunta en un
momento dado qué es un hombre sin atributos y responde que es
igual a nada, y dice que hay millones. También juzga sus experiencias
como la expresión de sus atributos y ve el destino como una
recompensa o una desgracia. Ve que el azar es precisamente el
destino. También dice que la riqueza es el atributo y el carácter, pero
veamos que el paralelismo de su obra en un doble discurso, político y
sentimental, también calificar sin atributos lo que es la riqueza
sentimental, pues un doble lenguaje implica una doble vida. Dice: e l
verdadero estado de la humanidad es en el que las cosas se
convierten en signos.
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Sólo quien no tiene dinero ve en la riqueza un sueño, sin ver sus
problemas. En la obra se define a Ulrich como hombre sin atributos
por no ser musical. Clarisse va a probar su poder con el hombre sin
atributos por serlo. Se dio cuenta de que atraía a los hombres con
alguna anormalidad, por ejemplo la de ser una idealista. Piensa que
hay personas que prefieren ideas locas a las difíciles. Más adelante se
planteará la dicotomía de un hombre sin atributos frente a los atributos
sin un hombre. Ulrich se pregunta por ¿sus atributos?, y dice que sus
amigos lo llaman así, “el hombre sin atributos”. Al no poder amar a
Clarisse la quiso odiar. Parafrasea a Goethe sobre el final de “Fausto”,
“el eterno femenino nos impulsa hacia adelante”, pero sin citarlo.
Repite esta frase y añade que no sabe en qué dirección impulsa la
mujer. Será cuando va en tren al encuentro de su hermana por la
muerte de su padre y ver el tema de la herencia cuando busque ese
impulso y quizá lo encuentre en su hermana. Por iniciativa de ella
falsificaron el testamento. Su padre le mandó un telegrama poco antes
de morir con el mensaje “acabo de fallecer”.
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Ulrich se encuentra con su hermana, Agathe, casada por segunda vez.
Amó mucho a su primer marido, con el que se casó a los 18 años. El
primer marido fue profesor de enseñanza media en una ciudad de
provincia. ¿Qué es amar mucho?, se preguntó Ulrich. Casada con su
segundo marido, el profesor Hagauer, se quiere separar, sin que haya
otro hombre de por medio. Externamente fue un matrimonio perfecto,
aunque ya estuvieron separados viviendo bajo el mismo techo. Una
mujer superior halla la felicidad en el dominio de su matrimonio. Para
Bonadea la mujer fuerte busca la obra de su vida en la monogamia.
Ulrich no entiende cómo aguantó su hermana tanto con su segundo
marido. El primero falleció. Agathe desde entonces aniquiló sus
sentimientos y odió a su segundo marido, le fue indiferente, por lo que
consideró que con él fue una prostituta. Para ella su relación con él fue
un apasionado desencanto y reconoció que lo que hizo fue castigarse
a sí misma. Lleva el desprecio de quien ha nacido para la rebelión.
Llega a reconocer que ha amado con más intensidad a sus muñecas
que a ningún hombre. Huyó de la casa de su segundo marido, al que
quiso matar. Sufrió una quimérica embriaguez. También pensó
después en suicidarse. Cuando una mujer huye de un hombre busca
otro mejor. Hubo un momento en que se enfadó con su hermano, pero
los pájaros cantaban… Luego la dirá que la puede querer antes que a
todas las otras mujeres porque es su hermana, siendo precisamente
esto lo que desde el punto de vista moral se lo debería de impedir.
Musil leyó a Nietzsche y este filósofo establece una máxima muy
interesante en su obra Más allá del bien y del mal, que parece es uno
de los hilos conductores de esta novela de Musil: no hay fenómenos
morales, sino una interpretación moral de los fenómenos.
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El padre de ambos trabajó en el mundo del derecho, fue un gran
aficionado a los caballos, coleccionó sus condecoraciones y fue un
pillo redomado. Fue él quien estimuló el matrimonio de su hija con
Hagauer. Para ella nada hay peor que sentirse enlazada al destino de
una persona a la que no se ama. A pesar de ello está atormentada por
la muerte de su padre. Quien desprecia la muerte desprecia la vida y
se desprecia a sí misma.
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Plantea Musil que a las ciudades se las conoce, como a las personas,
en el andar, en cómo la gente anda por ellas. Describe las nuevas
ciudades como supramericanas donde para hacer una más se echa
mano del cronómetro creando hormigueros horadados de calles y
pisos. Los ascensores velocísimos absorben en sentido vertical a las
masas, las cuales se mueven por instinto y necesitan un guía
enérgico. Los instintos no precisan más que un mínimo de motivación
y justificación externa. Cita a Hölderlin cuando afirma que en Alemania
no hay hombres sin profesiones, en el sentido de que todos están
controlados, encajonados en una mentalidad que es la que va a forjar
su expansión dramática de su país y el peligro que supone para el
mundo. Estimula a negarse a aquello en lo que no se ponga toda el
alma. El alma sabe por adelantado lo que le sucederá.Para Ulrich lo
que sucedió en su época, el surgir del nazismo y su implantación e
intento de extenderse al resto del mundo, fue más un proceso psicológico y sentimental que ideológico, éste fue la herramienta.
Afirma que si las masas sucumbe ante el éxtasis por la ira y el miedo,
surgen alucinaciones, que es precisamente lo que ocurrió en los
albores del nacionalsocialismo. Y se da cuenta de que la realidad es
tan poco visible como el aire que respiramos.
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Musil define al hombre moderno como aquel que muerde el cebo y no
ve el sedal. Añade más características en este sentido mediante la
observación de lo obvio: el hombre moderno nace en la clínica y
muere en los hospitales, ¿debe vivir cómo en una clínica?, se
pregunta. El éxito es lo que da forma al alma en la modernidad. En
Kakania al genio se le considera un majadero. Fue un país de genio y
esa fue su ruina. Al pueblo le importan un bledo los genios. Considera
que el genio tiene la obligación de atacar. El mundo es cómico desde
el punto de vista técnico. En una época corrompida el talento puro ha
de obtenerse de crear. Un mundo en el que se amaba al superhombre
y se adoraba al sol y la salud, en el que se rinde culto al credo
socialista de la humanidad, que dio lugar va lo que el autor llama
“espíritu de secta”. Observemos que el nazismo se llamó nacional-
socialismo. Ve un ejemplo en el método de Bismark, pues dice que
este político alemán enseñó al mundo a hacer política sobre dos
bases: el cálculo y la acción. La organización no obstante cuestiona
todo atisbo de radicalismo, porque si se le da un dedo querrá acaparar
la mano entera. Ulrich define el “principio del Führer” como la afrenta
contra las ideas. Lo cual hace que se desarrolle una doble moral y una
doble filosofía. Para Ulrich el mundo no existe, es un concepto que ha
perdido su significado.
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El espejo, creado para el placer, se vuelve instrumento de temor,
como el reloj que es un motivo para que nuestras actividades no se
plieguen según el ritmo natural. En la organización Ulrich observa que
quien mira el mundo por primera vez tiene la excitante sensación de
haber sido elegido para algo. Una persona se hace conservadora
cuando le incomoda su vida desordenada. El arte es amor y es
hermoso en la medida que es amado. También afirma que por eso,
porque el amor es más amplio que lo personal es fragmentario. No es
el arte lo que une, sino el hambre. De esta manera también se afirma
que todo hombre vive con un animal con el que vive de manera
inexplicable. El arte pierde contacto con el pueblo.
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El tren del tiempo va tendiendo sus raíles por delante.
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Afirma el protagonista que hay dos sentidos que se contraponen, el de
la realidad y el de la posibilidad, entendiendo por éste pensar en
aquello que igual podría ser, por lo que no habría que dar demasiada
importancia a lo que es, este sentido facilita la disposición creadora
que es lo que permite ser un idealista. Toda acción puede ser
superada por la siguiente. Considera que el hombre práctico no ama la
realidad sin reservas ni la toma en serio.
Paralelamente a su actividad política Ulrich mantiene una serie de
encuentros y relaciones con mujeres. Es inteligente y contradictorio a
la vez. Leona, es una mujer guapa y contenta. Otra mujer
es Bonadea que es fea y con aversión a su marido que es juez y
practica la caza, se convierte en la querida de Ulrich, a la que
considera celosa. Le da besos en el vacío abierto entre ambos. Se
considera un enfermo de amor, pero que no quiere poseer a quien
ame, ni que le posean a él, considera que descubrir el mundo es
renunciar a poseer a la amada. Escribe cartas de amor que nunca
envió por una especie de mística del amor. A pesar de todo siente
pasión por Bonadea, en un mundo, dice, que está tan desprovisto de
locura que ante un objeto no sabe si amarlo o no, le parece absurdo y
ordenado de una manera monstruosa. Para Urlich los caminos no
asfaltados de la pasión es lo que hace que no se dé la civilización del
alma. Considera que su tiempo se ha apartado de la pasión amorosa
porque es más religioso que sexual, ya que dedica sus esfuerzos al
matrimonio. Por otro lado las cartas de amor de hace cinco mil años
son iguales a las de hoy. Se pregunta Ulrich si no deberían cambiar
alguna vez. Él recibió una carta de su padre.
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Aparece otra mujer, Clarisse, casada con Walter, director de orquesta
que además ejerce de profesor de dibujo y de crítico de música, es
celoso: en éste penetraba el cuchillo de los celos. Éste tiene celos de
Clarisse. A ambos los incluye en ser hombres (personas) sin atributos.
Esta mujer chupa las raíces del amor: besos, miradas. Considera que
nunca se debería dejar de tocar música. Se queja de que lo que siente
no le importa a nadie. No ama a Urlich. Éste se considera una persona
apasionada porque algo lo empuja a la mujer. Cuando se casaron
Clarisse y Walter, les regaló las obras de Nietzsche. Clarise considera
que tanto este filósofo como Cristo fueron víctimas de su mediocridad.
Según Urlich los soldados que crucificaron a Cristo no se sintieron
viles y en cambio fueron instrumentos de Dios. Todo giro hacia Dios
hay que dejarlo en manos del sentimiento.
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Moobrugger es un homicida, un carpintero soltero y solitario, un
enfermo mental y sexual. Un asesino. Sin embargo llega a definir la
vida ordinaria como el término medio de los crímenes que podemos
cometer. El sano tiene todas las enfermedades mentales. El enfermo
mental sólo una, los considera seres dobles, son por un lado Dios y
por otro un macho cabrío. Los locos saben cosas que los cuerdos ni
siquiera imaginan y piensan más. La evolución del espíritu no se
detiene ni siquiera en un manicomio. Las cosas fascinantes están
fundadas en una locura vetusta e inmemorial. Los jóvenes simpatizan
con el mal. Las personas honestas fantasean con el placer del delito.
Los criminales pretenden pasar por personas honestas. En la cárcel le
hacen un reconocimiento psiquiátrico por haber cometido un crimen
sexual. Para Urlich un degenerado no puede ser juzgado por la moral,
sino por el daño que hace. Reconoce que los burgueses ven algo
demoniaco en el enfermo mental y en el criminal. Para Walter los
médicos no tienen idea de los procesos mentales. Una delegación de
Acción Paralela visita un manicomio. Cita a Jung: la humanidad tiene
que enfermar psíquicamente de tiempo en tiempo para encontrar
desde su cuerpo de pecado un nuevo cuerpo de luz. Luego va a
matizar más esta frase: la humanidad tiene que caer de cuando en
cuando de una enfermedad química para conseguir una salud
superior.
Otro miembro de la organización es Paul Arnheim, un doctor de quien
está enamorada Diotima. Tuzzi admite estar con otras mujeres por
dinero. Arnheim es un hombre de gran envergadura, tiene
conocimientos de economía sobre la que considera que no se debe
disociar de las otras actividades del hombre, de filosofía y escribe sus
memorias de vida intelectual. Tiene mucho dinero, pero no hace
ostentación. Tiene un negocio de venta de armamento. Ama a
Diotima, quien siente que ha extraviado el alma. Lee libros sensibles y
subjetivos. Todos pululan por la organización, en cuya asamblea reina
un equilibrio armónico, aparentemente. Diotima destaca por su
belleza, Urlich reconoce que la belleza es más cruel que cualquier
revolución política, de esta manera vemos la permanente metáfora de
acción paralela: lucha social y sentimientos. También afirma que una
mujer hermosa resulta fea cuando no gusta.
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Diotima mantiene una relación metódica en su matrimonio, hace el
amor una vez por semana, a veces con accesos agresivos, pero lo
considera un acto fisiológico, que equivale para ella donar su cuerpo,
lo cual ve como una forma de opresión. Dice haber conocido el amor
bajo la forma de accesos, y concibe el sexo como un hábito fisiológico
que ella hace una vez a la semana. Las caricias de su marido le
resultan desagradables, para Tuzzi lo erótico es diferente a lo sexual.
Ulrich siente curiosidad por conocerla. Ella está enamorada de
Arnheim. Sin embargo a medida que avanza la obra se irá haciendo
visible que el hombre moderno es un ser pasivo y en relación a la
sexualidad para Ulrich una mujer que permite todo a un varón es
también una delincuente sexual. El problema sexual según Urlich
consiste en abandonar el aburrimiento, una sexualidad buena exige el
conocimiento exacto de la mujer. La vida sexual es la más sublime de
las artes. Y considera que es frecuente que la mujer no pueda amar
aunque quiera. Y que un hombre dominado por la pasión se comporta
con la mujer como un verdugo. Pronostica que vendrá una época de
camaradería sexual.
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Diotima se volatiliza para su marido, pero sigue existiendo para él
como un sueño. Ulrich sale con ella cuando no estaban ni Tuzzi ni
Arnheim. Éste quiere tener en sus manos los atributos humanos. Se
pregunta si una persona debe actuar de acuerdo a su propio cuerpo.
El cuerpo de los hombres es un complemento de la mujer, no un
contenido espiritual. A su vez Ulrich piensa que cuando una mujer
pierde su belleza pierde su sentimiento.
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Para Urlich salir del cuerpo es un delirio que provoca el hambre o el
amor. Arnheim considera que su relación con Diotima es metamoral,
va más allá de lo moral, en su bello y amplio cuerpo vagaba
desamparada su alma, como un espacioso campo florido. Diotima no
se atreve a plantearse el divorcio, ve preferible el adulterio. A pesar de
lo cual Arnheim la propone matrimonio para evitar el adulterio, algo
que le parece grosero, “las almas grandes tienen sed de legitimidad”.
Para Urlich se sobrevalora demasiado las cuestiones del honor y el
matrimonio. Arnheim quiso casarse con ella porque piensa que el
problema del amor se resuelve separándose o casándose. Pensar en
Urlich sin embargo fue un consuelo para Diotima, al que
consideró amado de su alma, lo cual podemos observar como otro
amor sin atributos. Arnheim no hace feliz tampoco a Diotima e incluso
se llega a plantear que amar a un hombre es cosa rara.
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Según Arnheim las almas se unen cuando se separan los labios. Y la
verdad que une a dos personas no se puede expresar. Arnheim no
amó ni se dio sin reservas a Diotima, para quien “todo sentimiento que
no sea ilimitado carece de valor”, por eso se sintió atraída por Urlich,
por él se peleó verbalmente con Bonadea. Para Urlich, Bonadea
destaca por la belleza de su rostro, mientras que Diotima por su gracia
escultural. Bonadea preguntó a Ulrich si su hermana no le dejaba
tener una amante, al ver que está totalmente absorbido por ella,
aunque no sepa si hay entre ellos una relación íntima. Él la responde
que ha decidido pasar mucho tiempo sin amar a una mujer mas que
como una hermana, lo cual tiene claramente un doble sentido, que
más adelante va a aclarar en un contexto más amplio, cuando dice
que lo que caracteriza a la familia europea es la esterilización del
sentimiento fraterno. Ulrich reconoce que le gusta su hermana por
encima de toda medida, la define como su amor propio. Reconoció
que había tenido amantes con las que las relaciones fueron falsas,
“siempre he escogido amantes que no me gustaban”. Las considera
parásitos ridículos que comparten la vida del hombre. Observando a
las mujeres, dice: pueden ir detrás de ti, pero nunca meterse en ti
mismo. Una mujer inteligente es una observadora implacable del
hombre. Por otra parte muchas mujeres se dejan fascinar por
circunstancias externas. Lo descubre al abrirse al amor de su
hermana. Reconoce que los estados de ánimo no se diferencian del
mundo exterior.
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Todo este juego de sentimientos cruzados afecta finalmente a la
organización en la que Urlic milita, el número de asistentes es cada
vez menor. Se acabó disolviendo la asamblea. La conclusión para
Urlich es que lo que importan son las consideraciones, no los
acontecimientos. El conde Leinsdosff quiso que Ulrich dimitiese de
secretario honorario. Por otra parte la ciencia sexual fue apartando a
Diotima de la organización. Finalizó lo que pretendió ser un
acontecimiento de estado a nivel internacional, incluso se llegó a
pensar en hacer un Congreso Mundial para la Paz. De la experiencia
de su activismo político Urlich sacó una conclusión, que los
diplomáticos simulan ser ignorantes incluso cuando lo son.
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Gerda se relaciona con Hams, ella no concede demasiado contenido
al concepto del amor. Él sufre de celos. Sin que Musil lo desarrolle
aparecen los celos de fondo en las relaciones de pareja, una especie
deconspiración sentimental, paralela. Gracias a personas fieles se han
descubierto las conspiraciones más secretas. Musil ironiza cuando
escribe que Platón reconocería en un periódico la patria celestial de
las Ideas. La vida de los intelectuales se funda en un “no sé sobre
para qué”. Considera Musil que estamos dominados por la ciencia, la
cual existe donde los acontecimientos se repiten. Leemos que para los
pensamientos de altos vuelos se ha creado una granja avícola:
literatura, filosofía y teología. Con su sorna habitual habla del principio
estatal con una expresión muy española, ¡viva la Pepa!. Más adelante
habla de soldados españoles. Otra vez ironiza cuando advierte que
nada hay más urgente que apartarse al excusado. O cuando dice “no
hay un sí que no cuelgue de un no”. “Es más sincero el amor cuando
lo despierta un bigote que un automóvil”.
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Sigue ironizando cuando dice que un gran escritor pertenece al tiempo
de los grandes espectáculos y almacenes, de manera que advierte
que ser un gran escritor no es sinónimo de grandes ingresos. El gran
escritor es pues quien logra una simbiosis que le une a otros seres
humanos. Considera que las novelas reflejan la esclavitud y la
sobreexcitación sexual del autor. El genio de escribir no es cuandoel
autor elige las palabras, sino que es elegido por las palabras. Advierte
que los bibliotecarios leen sólo los titulares y los índices de los libros.
No hay felicidad grande sin prohibición. Se plantea en un momento
dado que hay que vivir tal y como se lee. Si bien reconoce que en sus
tiempos, dice, no hay más que escritores, los lectores apenas quedan,
¿cuántos libros se imprimen cada año?, todo el mundo escribe, cada
cual se sirve de sus pensamientos como si fueran suyos, nadie piensa
en la responsabilidad del conjunto. Hace una precisión de carácter
nominalista muy interesante: cuando ves un coche también percibes
vagamente la frase “veo un coche”. Y afirma también: la palabra
pronunciada pierde su sentido propio, adquiere otro adyacente”. Para
Arnheim es más importante vivir que perder el tiempo en escribir.
Considera que esta actividad es como una perla, es una enfermedad,
aunque luego se la dé valor y lo compara con una crisis mental.
Antiguamente lo que se hacía con los enfermos mentales fue llevarlos
al desiertos o aislar a quien padeciese de algún tipo de locura. La
borrachera es una enfermedad mental que se cura a sí misma. Afirma
que en la creación literaria hay talentos que no superan el término
medio y lo mismo respecto a los contemporáneos considerados
grandes. Otra ironía es cuando se pregunta sobre qué es más
peligroso para el espíritu, ¿los sueños o los pozos petrolíferos?.
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Con la lectura de esta obra se observa una serie de opiniones de la
época que permiten entender mejor la mentalidad de aquel momento
histórico. Por ejemplo que un germano no sólo considera a un judío
inferior, sino que igual piensa de un futbolista de un pianista. Es decir
la teoría racial y de jerarquía como modelo social encajó con una
mentalidad previa en la sociedad. Por eso advierte que el boxeo y
deportes análogos forman parte de un sistema social que reconoce
formaron una especie de teología.
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Quien piensa se da cuenta de que la sociedad es algo desordenado, lo
cual exige captar el límite entre lo personal y lo impersonal. El mundo
está configurado en el cerebro, en el que Ulich diferencia su
pensamiento lógico del afectivo. Cita a Voltaire cuando éste afirma que
las palabras sirven para ocultar el pensamiento y éste para justificar
sus injusticias. En la Historia no hay retroceso voluntario. Las
ideologías profesionales son nobles, a los cazadores no se les ocurre
llamarse carniceros. Los ladrones rinden culto al mismo Dios que los
comerciantes. Nuestra época tiene hambre de acción, ¿qué tipo de
acción?, se pregunta Ulrich, la respuesta él mismo se la dio: da lo
mismo. A lo largo de toda la obra podemos ver el magma social con el
que se produjo la erupción del fascismo, erupción completamente
volcánica. También analiza que su época tiene algo de interino que no
se puede soportar.
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Leemos sobre el peligro de las experiencias religiosas por ser un
abismo sin fondo. Musil considera que Dios está pasado de moda, por
lo que concluye que el hombre moderno tiene la sensación de no tener
nada qué hacer. Esto ha hecho que la voluntad sea algo moderno.
Compara lasreligiones a los enamorados que mantienen su realidad
primigenia. Habla de la virginidad que preconiza la iglesia. La ve como
un error peligroso y observa que sin su burocracia y actuación política
del cristianismo no quedaría ni rastro. Ve que el diablo ha construido el
mundo europeo y Dios quiere demostrar de lo que es capaz. Las
virtudes de la sociedad son vicios para los santos. Se pregunta con
cierta retranca si puede un coche circular por el camino de la santidad.
El entierro católico es un negocio judío. Para Ulrich es mejor poner el
cadáver a disposición de la ciencia. Propone crear un secretariado
mundial de la precisión para que los que no van a misa sepan qué
tienen qué hacer. Reconoce que hay personas que han concentrado
los pecados de los demás. La fe se tiene que adquirir, no es un regalo
de cuna. Ulrich considera que la belleza y la bondad vienen de lo que
se cree, no de lo que se sabe. La mística es infame porque cree que la
naturaleza puede reducirse a una fórmula matemática. Pero más
adelante Urlich, un matemático, llega a la conclusión de que una
fórmula matemática puede ser la imagen de un proceso natural, una
teoría se puede cubrir de realidad. El nombre cuenta entre las
imágenes, de hecho se conjura a Dios pronunciando su nombre. Las
imágenes se dirigen al sentimiento.
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Sobre el mundo de los sentimientos comenta que de noche el varón
viste pijama, debajo está el carácter, no hay nada que lo defienda.
¡Cuántos hay que miran el rostro de la amada!, pero cuando cierran
los ojos no saben decir cómo es. Los sentimientos no toleran ser
sujetados y menos determinados sentimientos.
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Modernidad.
Parte del hecho de considerar que la civilización es una enfermedad,
“la enfermedad que aqueja al Hombre se llama civilización”, a la que
considera un obstáculo del alma, que a su vez define como “pequeño
capital de amor”. Según Arnheim lo único que puede hacer frente a la
civilización es la emancipación del alma. Ulrich se pregunta ¿por qué
favorece el mundo de una manera tan siniestra todas las
manifestaciones inauténticas y falsas en el sentido más elevado?.
Piensa que ser redimidos es más por la estadística que por el amor,
éste ya no lo consigue. También que las máscaras de las danzas de
las tribus de negros son la careta amorosa del hombre europeo, en el
que reina la teatralidad del amor. El sentido práctico de todo que
centra el progreso le hace observar a Musil que cuando un río hace
funcionar una fábrica pierde la fuerza de su corriente. Concluirá que
toda civilización inicia un movimiento de retroceso. La vida no tiene
sentido, por eso aconseja Musil vivirla como una metáfora. Cuando el
correo fue más lento se escribieron mejores cartas.
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Critica un mundo sobre el que se levanta de manera destructiva un
imperio de brutalidad y violencia, pero sucede porque subyace una
mentalidad que permite que emerja. Considera a la especie humana la
más estúpida y malvada de todas. Plantea que los modernos medios
de locomoción sacrifican más víctimas que todos los tigres de la India.
Considera que un general que por razones de estrategia manda a un
batallón a la muerte es un homicida si se piensa que esos soldados
son hijos de sus madres. Todo sufre una invisible, pero incesante
transformación, hasta el punto de que el mundo podría tomar en cada
momento todas las direcciones. La industrialización empuja a la
espiritualidad. Considera que el hombre ha perdido su inocencia
natural por culpa de la soberbia espiritual. Cada paso del progreso
también es un paso atrás, ya que no sucede en conjunto. Se cuestiona
tantos avances, pues se pregunta ¿qué más da atravesar el Atlántico
en tres semanas que en seis?. Observa que la población europea con
sus avances técnicos olvida que han aumentado los suicidios
enormemente y que a pesar del progreso se puede enfermar de
muchas nuevas maneras, lo que le lleva a afirmar que las almas libres
obran contra los usos y costumbres.
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Antes de la decadencia social sucede la crisis moral, si bien afirma
que la moral de su tiempo es la moral de la producción. Y que la
diferencia entre el bien y el mal pierde su importancia en amores
profundos. Nadie busca el amor en sí mismo. El lenguaje del amor es
un amor en clave y silencioso… un abrazo. Agathe lee unas notas que
había escrito su hermano sobre los sentimientos y el mundo, vemos
otra vez que hay un paralelismo entre ambos aspectos, el político y el
sentimental. A medida que lee las notas de su hermano deja de odiar
a su marido. Para Ulrich hay dos lados del sentimiento, uno externo y
otro interno.
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Hay una capítulo genial que detalla lo que es la onda expansiva del
egoísmo: “¿En qué cree el hombre moderno?, ¿en Dios o en el jefe de
una empresa internacional?, la incertidumbre de Arnheim”.
Considera el egoísmo la propiedad más segura y el dinero la
coronación de una existencia moral y razonable, por lo cual los
gobiernos acabarán imponiéndose como la dirección de una empresa.
Para Urlich la bancarrota del egoísmo sucede con el deseo de vivir
para otro. Considera que olvidarse de sí mismo es lo más sano que
hay. Ve que el dinero es una forma de dirigir muy parecida a la
violencia, sólo que revestido de apariencia de libertad, considera por
tanto al capitalismo como el orden más perfecto porque consiste en la
organización del egoísmo. Se adora el dinero, de manera que se
puede sacrificar el alma, pero nunca el capital. El dinero lo concretiza
todo, pues entiende que es una fuerza suprapersonal, mística.
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Ya todo depende de las decisiones económicas. Observa que los
mayores enemigos del capitalismo son los mejores servidores del
negocio. Cuenta cómo las instituciones gastan el dinero en
subvenciones y se compran cuadros. Y denuncia que uno puede
robar, asesinar y estafar siempre que de ello resulte poder, civilización
y esplendor. Para Tuzzi es necesaria una nueva ciencia, la psicología
económica, que resulta de unir el alma y la economía. Reconoce que
en el mundo moderno hay un exceso de finanzas, pues la cultura no
ha sabido mantenerse a nivel del capital. Si el padre es pobre el hijo
ama el dinero. Si es rico ama a los hombres. Para Ulrich sin embargo
hay una psicología del yo y otra del no yo.
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La corrupción es una mentalidad. El libre comercio se convirtió en la
cima de la actividad humana en nombre de un espíritu libre, pero deja
el espíritu libre en manos del libre comercio, lo cual provocó el
derrumbamiento espiritual. El espíritu no se llena como un cántaro,
sino que se apropia actuando.