Revista Carta Abierta N°2

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edición. 2 marzo - mayo 2014 walsh, la palabra como arma taberna laponia rendón crónicas vraem canillitas dramaturgia

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Revista de contenidos periodísticos realizada por la organización de comunicación social Carta Abierta, conformada por estudiantes, profesores y egresados de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la PUCP. Lima, 2014.

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ÍNDICE

Revista Carta Abierta / Coordinador general: Renzo Miranda / Coordinador de producto: Alejandro Guzmán / Asesor de edición: Mario Munive / Coordinadores de edición: Julio Rospigliosi, Paolo Benza, Ana Cortez, Rodolfo Pesantes, Hanguk Yun, Giovani Alarcón, Alejandro Guzmán / Redactores: Julio Rospigliosi, Paolo Benza, Alejandro Guzmán, Hanguk Yun, Mario Munive, Rodolfo Pesantes, Diego Olivas Arana, Victoria Meneses, Víctor Manríquez / Columnistas: Ramiro Escobar, Emilio Camacho, Carlos Cornejo / Fotógrafos: Erick Nazario, Victoria Meneses, Giovani Alarcón / Ilustrador : Nagib Zariquiey Morcos / Diseño y Diagramación : Carlo Reátegui / Agradecimientos: Vera Lucía Jiménez, Rómulo Franco, Bárbara Falconí / Foto de portada: http://berretin.wordpress.com / Publicidad: [email protected] / Facebook: www.facebook.com/cartabierta / Youtube: www.youtube.com/cartabiertafcac / Revista producida por la organización de comunicación social Carta Abierta / Prohibida la comercialización total o parcial de los contenidos de esta revista.

6. vraem: más allá de la guerraJulio Rospigliosi

12. Opinión. Nuestro territorio comancheRamiro Escobar

14. Rodolfo Walsh: Sin la esperanza de ser escuchado y con la certeza de ser perseguidoPaolo Benza

26. El madrugador y combativo gremio de los canillitasAlejandro Guzmán

34. Entrevista central. Sin ataduras: un inquisidor suelto en las redesHanguk Yun

44. Vivir en crónicaMario Munive

52. Opinión. Ese ajeno documentalEmilio Camacho

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Revista Carta Abierta / Coordinador general: Renzo Miranda / Coordinador de producto: Alejandro Guzmán / Asesor de edición: Mario Munive / Coordinadores de edición: Julio Rospigliosi, Paolo Benza, Ana Cortez, Rodolfo Pesantes, Hanguk Yun, Giovani Alarcón, Alejandro Guzmán / Redactores: Julio Rospigliosi, Paolo Benza, Alejandro Guzmán, Hanguk Yun, Mario Munive, Rodolfo Pesantes, Diego Olivas Arana, Victoria Meneses, Víctor Manríquez / Columnistas: Ramiro Escobar, Emilio Camacho, Carlos Cornejo / Fotógrafos: Erick Nazario, Victoria Meneses, Giovani Alarcón / Ilustrador : Nagib Zariquiey Morcos / Diseño y Diagramación : Carlo Reátegui / Agradecimientos: Vera Lucía Jiménez, Rómulo Franco, Bárbara Falconí / Foto de portada: http://berretin.wordpress.com / Publicidad: [email protected] / Facebook: www.facebook.com/cartabierta / Youtube: www.youtube.com/cartabiertafcac / Revista producida por la organización de comunicación social Carta Abierta / Prohibida la comercialización total o parcial de los contenidos de esta revista.

ÍNDICE 54. Los nuevos caminos de la dramaturgia peruanaRodolfo Pesantes Rivero

60. Fotoreportaje. Saariselkä: Descubriendo las bestias tradicionales de Laponia finlandesaDiego Olivas Arana

66. Diálogos de taberna. Alicia y la quinta dimensiónDiego Olivas Arana

68. Franco Salcedo: “La literatura me salvó de la locura”Victoria Meneses

76. En polvos. Juntos y revueltosVíctor Manríquez

80. Opinión. Empatía ceroCarlos Cornejo

82. Plano abierto / Plano cerrado. Sami Hauge

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Carta Abierta toma posición en el deba-te sobre la concentración de medios en el Perú. No lo hacemos creyendo que la compra del 54% de acciones de EPENSA por El Comercio ha originado el problema, pensamos que antes de la adquisición ya estábamos en un escenario de concentra-ción producido por el mérito empresarial de la familia Miró Quesada. Aprovechamos que la coyuntura hace coincidir al campo de interés de Carta Abierta con la preocu-pación por el tema, expresada por algunos sectores de la sociedad civil, para manifes-tar nuestro punto de vista.

La discusión sobre la concentración de medios ha llegado a generar problemas legales, políticos y empresariales, pero los comunicadores tenemos la responsabili-dad de manifestarnos y ocuparnos, sobre todo, de los aspectos comunicacionales del problema. Para ello, Carta Abierta parte de su primer principio: respetar el “deber ser” de las comunicaciones, entendiendo la comunicación social como aquella que, siendo un bien social y un servicio público, genera ciudadanía.

La naturaleza pública de la comunicación social radica en que todos los ciudada-nos e instituciones tenemos el derecho a la libertad de expresión, pero también al acceso a la información que nos afecte colectiva e individualmente y, para ello, es imprescindible que haya pluralidad y com-petencia entre los ofertantes de la misma. Sin pluralidad e igualdad de condiciones para competir, el acceso a la información está condicionado a los intereses de quien controla la oferta. Cabe agregar que la competencia tampoco garantiza el ejercicio alturado de la profesión, prueba de ello es que el mercado ha demostrado ser inca-paz de regular la calidad de los productos comunicacionales.

Tener la responsabilidad de llevar infor-mación a los ciudadanos no es comparable con el quehacer de ningún rubro pura-

mente comercial. Dar información no es lo mismo que vender cualquier otro pro-ducto o servicio, por lo que el debate no puede limitarse a los criterios comerciales practicados por la actividad empresarial. Esto sucede porque la información es vital para la democracia. Sin información los ciudadanos no podemos tomar decisiones que afecten el desarrollo de la sociedad, dejando de ejercer el poder que nos otorga la democracia.

También es necesario enfocar el problema desde la perspectiva de la situación laboral de los comunicadores, cuya oferta labo-ral está concentrada, idea que no ha sido considerada con suficiente importancia en el debate. En un gremio débil como el de los comunicadores, los empleados de los me-dios, aquellos que mereceríamos ser los más interesados en el debate, estamos condicio-nados a una expectativa laboral afectada y condicionada por la concentración.

Aunque es evidente que la polémica es diferente para la radio y televisión que para la prensa escrita, porque las dos primeras utilizan el recurso natural (y público) que constituye el espectro radioeléctrico, todos los medios hacen comunicación social y sería recomendable que consideren el “deber ser” de la profesión en su actividad diaria y en la toma de decisiones institucionales.

Estos puntos son fundamentales para en-tender, desde la perspectiva de la comuni-cación social, la concentración de medios en el Perú, que no es la primera en la historia peruana. Recordemos el acapara-miento de medios durante los gobiernos de Juan Velasco y Alberto Fujimori. Que esta vez la concentración esté en manos de una empresa y no de un régimen, no cambia su naturaleza ni sus riesgos. En este contexto, periodistas, comunicadores y ciudadanos debemos continuar con el debate.

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Fotografía: Andina

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VRAEM: MÁS ALLÁ DE LA GUERRA

Julio Rospigliosi

El terrorismo y el narcotráfico engloban las aristas de una guerra interminable en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem).En este contexto, el Estado ha puesto en marcha su llamado “Plan Vraem” para el período 2013-2016, un intento de promover el desarrollo y vencer la violencia en el lugar ¿Qué implica esta estrategia y cómo viven quienes sufren los embates de la pobreza y la inseguridad que los ha dominado durante décadas?

Una vida en el vraem

A los 15 años, Pedro tuvo que dejar algo más que sus parcelas de café en el centro poblado de Cañapampa, en el distrito ayacuchano de Sivia. Era 1986 y cursaba su segundo año de secundaria, cuando las Autodefensas de Gentabamba necesi-taban a jóvenes para detener las llamadas “cuadraderas” de Sendero Luminoso en las carreteras de la zona. Ahora tiene 43 años, una secundaria incompleta y miles de cadáveres en su memoria.

Pedro Ñahui Atao es un cafetalero que ha vivido todo este tiempo en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro. Esa zona que, en abstracto, forma la palabra Vraem, donde el narcotráfico y el terrorismo parecen haber existido desde siempre y la pobreza rige casi todas las decisiones.

Según el Centro de Planeamiento Estra-tégico (Ceplan), el índice de pobreza de

los distritos que forman el Vraem alcanza el 65% y la pobreza extrema el 26.6%. Las cifras son usadas como base para elaborar el Programa de Intervención Multisectorial del Gobierno Central en el Vraem, mejor conocido como Plan Vraem, aunque los datos del Ceplan solo consideren 36 distri-tos de los 48 que abarca este valle.

El plan rige las políticas del Estado en cuatro aspectos y abarca la lucha contra la pobreza, la desigualdad, el narcotráfico y el terrorismo, involucrando acciones de casi la totalidad de los Ministerios y organismos adjuntos que forman la Comi-sión Multisectorial para la Pacificación y Desarrollo Económico Social en el Vraem (Codevraem).

En el valle, estos cuatro ejes de lucha nunca se manifiestan por separado y Pedro es el mejor ejemplo. Con estudios básicos inconclusos, enfrentado desde muy joven al grupo terrorista Sendero Luminoso y

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desplazado de su tierra de origen, se dedicó al cultivo de coca de manera informal en su paso por el distrito cusqueño de Pichari.

“En 1994 me fui a Pichari, al centro po-blado Natividad. Estuve sembrando coca hasta el 2003. Pero siempre había rumores sobre la erradicación y nuestra vida era preocupada”, me cuenta más de diez años después de haber vuelto a su natal Ayna-San Francisco, en el margen izquierdo del río Apurímac.

Como él, muchos agricultores dicen desconocer los destinos que toma la pro-ducción de coca, pero cifras de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) y afirmaciones de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida) calculan que casi la totalidad de la hoja de coca del Vraem va directamente al narcotráfico.

Luego de casi diez años de dedicarse a este sembrío, Pedro convenció a algunos agricultores de dejar las cuencas cocaleras e impulsó la creación de la Asociación de

la Comunidad Nueva Unión, dedicada ex-clusivamente al cultivo de lo que él llama el “mejor café del mundo”, el del Vraem. Sin embargo, su lucha por sobrevivir sigue.

-Si te pregunto cuál es tu ingreso mensual, ¿de cuánto dinero estamos hablando?- le digo.

-Hermano, ahorita estamos en promo-ción, todavía no vemos ganancia. Yo solo estoy sembrando- responde sin perder el entusiasmo en la voz.-Este es mi proyecto emprendedor-.

Quiero ser del vraem

Santiago Contoricón y Avelino Portero, dos líderes asháninkas del distrito de Río Tambo (Junín), han llegado agitados a esta oficina. Ambos viajaron a Lima para reclamar que Llaylla, un distrito vecino, sea considerado parte del Vraem. Bajo el sol del verano limeño, presentaron esta petición a distintas entidades del Estado y a la Defensoría del Pueblo ¿Pero por qué alguien quisiera ser parte de esta zona?

En 2013, el Plan Vraem consideró un total de S/. 102’414, 303 para ser invertidos en el desarrollo productivo de esta zona: varios proyectos agrícolas lograron llevarse a cabo y significó más facilidades a todas las comunidades para mejorar la capacidad de sus cultivos.

“En general, en la parte del Ene los terre-nos no tienen mucha proyección agrícola y ese es parte del drama de los asháninkas. A pesar de este inmenso río, no tienen sistemas de riego y dependen de las lluvias, que son irregulares. Hay partes del Ene en donde no se puede cultivar nada. Son comunidades que se encuentran en una

el índice de po-breza de los dis-tritos que con-forman el vraem es de 65%

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pobreza absoluta y son fácilmente cautiva-das por Sendero Luminoso y el narcotráfi-co”, señala el especialista en narcotráfico y terrorismo, Rubén Vargas.

En este escenario, ser parte del Vraem significa captar la inversión que el Estado ha dispuesto en su estrategia.

Por eso, en la carta que llevan consigo Contoricon y Portero, se argumenta lo siguiente: “Llaylla está rodeada de cuatro distritos que están en el Vraem: Mazama-ri, Pangoa, Santo Domingo (provincia de Huancayo) y Andamarca (provincia de Concepción), con alarmantes indicadores de pobreza y desigualdad social; con pro-liferación de cocales en su ámbito terri-torial; convertida en corredor de la droga que proviene del valle del Ene; sin ningún puesto policial en todo su territorio”.

Esta misiva está firmada por el alcalde de Llaylla, Nelzon Véliz Untiveros, y expone bien los argumentos por los cuales a un distrito se le puede considerar parte del Plan Vraem: ser productor de la materia prima del narcotráfico o estar directamen-

te afectado por el terrorismo. El primero sería el caso de Llaylla, aunque no parece suficiente.

El documento presenta al distrito de Llaylla como un corredor de la droga y un foco del narcotráfico en la producción de marihuana. Estos fueron justamente los criterios por los cuales se incluyó a la cuenca del río Mantaro y el “Vrae” pasó a ser “Vraem” (aunque la producción no era marihuana, sino mayoritariamente coca). ¿Por qué entonces Llaylla está fuera de esta plataforma?

“Lo que pasa es que si todos los distritos que son afectados por el narcotráfico recla-maran ser parte del Vraem porque están en zona de tránsito, entonces tendríamos que poner a todas las poblaciones que están en las rutas de la droga. En realidad, todo el Perú tendría que estar en emergencia y ser parte del Plan Vraem”, dice Vargas.

Asháninkas: captados por el terror

Los asháninkas fueron y todavía son una de las etnias más golpeadas por los terro-ristas, tanto de Sendero Luminoso (SL) como del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Solo a SL, la Comi-sión de la Verdad y Reconciliación (CVR) le adjudica seis mil muertes asháninkas en el período del conflicto armado interno.

Los asháninkas ocupan el valle formado por los ríos Tambo, Ene y otras zonas ad-yacentes a la selva central, un lugar estraté-gico porque es un medio de comunicación natural –debido a los ríos- que conecta esta parte de la selva con la sierra sur. Una zona abandonada por el Estado peruano.

los asháninkas todavía son una de las etnias más golpeadas por los terroristas

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Fotografía: Archivo personal de Pedro Nahui

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Para darnos una idea, Sendero controló, y controla hasta ahora, parte importante del río Apurímac y el Ene; y el MRTA, en su oportunidad, controló casi toda la selva central, desde Chanchamayo hasta Satipo, que son zonas de presencia asháninka.

“SL los consideraba peruanos subnormales por los problemas de su analfabetismo, de no identificarse con una clase social. Para ellos cualquier nativo peruano no es una clase revolucionaria, no es una clase que sirva para su revolución, sino son clases utilizadas para trabajos forzados, casi como animales de carga”, recuerda Rubén Vargas.Sin embargo, varios de ellos pasaron a ser parte de la estructura de SL.

“Hay muchas comunidades asháninkas que están secuestradas en las llamadas zonas de producción de SL, zonas donde se generan alimentos para la subsistencia de los terro-ristas. Algunos asháninkas jóvenes fueron alfabetizados y formados políticamente por SL. Por eso, se observa dentro de la estructura a muchos de ellos ya no como combatientes, sino mandos intermedios del grupo terrorista”, señala Vargas.

Santiago Contoricón ha confirmado esta información. Con casi 50 años, el líder asháninka ha tenido que observar el proceso de una etnia duramente

maltratada por los grupos terroristas, pero captada ante la ausencia del Estado. La presencia de estos nativos representa una gran ventaja para el grupo terrorista por su conocimiento del terreno. Los asháninkas lo conocen a la perfección y por eso tienen ventaja sobre las Fuerzas Armadas. Son ellos los que están armando de pelotones y grupos pequeños a los terroristas; son ellos quienes, muchas veces, realizan las emboscadas a las fuerzas del orden.

Aún peor, la colaboración de los ashá-ninkas se extendió también al narcotráfico y hay algunos sectores que se han invo-lucrado en el traslado de pasta básica de cocaína (PBC), haciendo las labores de “mochileros”:desde las zonas donde son producidos hacia determinados puntos del río Ene y Tambo para que sean embarca-dos en las avionetas.

Contoricón señala que son básicamente los asháninkas los que cuidan los aeropuertos en las cuencas de los ríos Tambo y Ene. Calcula que son cerca de 100 los vuelos que salen mensualmente de esa zona y que los pobladores pueden observar cotidiana-mente con solo elevar la cabeza.

-¿Usted confía en el Estado, señor Conto-ricón?- le pregunto en una conversación telefónica, seguro de que antepondrá la duda antes de ser tajante con cualquier afirmación, pero inmediatamente y sin titubeos me responde: -Sí-.

Al otro lado del teléfono, se puede sentir Río Tambo: algunos perros ladran y la voz de una niña manifiesta algo lúdico e inocente en el distrito. Ella será testigo de la confianza que ahora manifiesta Contoricón.

Pedro Ñahui solo se concentra en sacar adelante su producción de café. El último 27 de marzo lanzó su marca Café Ayacuchano, pero todavía no ve ganancias.

MAPA:El Vraem comprende 48 distritos de cuatro regiones: Ayacucho (en marrón y melón), Cusco (en verde), Junín (en celeste) y Huancavelica (en amarillo). Algunos son zonas de producción de droga, otros de tránsito de la misma. El narcotrá-fico y el terrorismo se perpetúan en una zona cuyo índice de pobreza sobrepasa el 60%.

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Dos recientes viajes a Bogotá, casi ines-perados y por eso mismo más sugerentes, revolvieron en mí una sensación que, hace años, se venía gestando en mi, digamos, conciencia y experiencia de ciudadano de esta turbulenta región. Al caminar -y bici-cletear- por los rincones de esta bella pero difícil ciudad, sentí que América Latina era una tierra ancha y ajena, pero similar en sus injusticias y desolaciones, en sus espe-ranzas y sueños empeñosos.

Estuve, por ejemplo, en San Victorino, un barrio de la localidad (distrito) de Santa Fe. Una zona en la que hay comercio ambula-torio desordenado, prostitución, delincuen-cia, basura desperdigada, drogadicción. Un lugar que, probablemente, no sale en las postales, ni es de los que servirían mucho para convencer a cualquier visitante de que en Colombia “el riesgo es que te quieras quedar”. Porque quedarse allí podría ser, ciertamente, riesgoso.

¿Qué fue lo que remeció mi memoria y mis sentidos? Sospecho que algo que, sumer-gidos como estamos en un delirio macro-económico –en varios o algunos países del barrio latinoamericano- no queremos ver: el abismo social hondo, hondísimo; los

ocultos rincones de la desigualdad, desba-rrancada en el rostro vidrioso de un fumón limeño, o en el rictus pálido de un “habi-tante de calle” bogotano (así llaman en esa ciudad a los indigentes).

Algunas presencias fantasmagóricas me trasladaron a una tarde dominguera recien-te en Sao Paulo, donde también vi a esas personas que, para mi seguramente defor-mada percepción clasemediera, son como espectros amenazantes, como fantasmas urbanos que emergen del subsuelo para decirnos que todo no está bien. Y que en parte de Caracas, La Paz, Quito, Santiago, Buenos Aires, Medellín o Río de Janeiro la globalización se ha desinflado.

De allí, por supuesto, a temer un asalto hay un paso, que viene marcado por el temor y la experiencia. La belleza envolvente de nuestras ciudades, de nuestros valles fértiles o selvas, en prácticamente toda la región, está atenazada, hasta un poco asfixiada, por los delitos rampantes, por la pistola que te puede saltar al cuello en San Salvador, en Lima o en Rosario. Por el retén que te puede complicar, literalmente, la vida en el Cauca colombiano.

Es curioso porque todo esto sucede, o sigue sucediendo, mientras el Banco Mundial dice que la economía latinoamericana es la tercera más potente a nivel mundial, y que somos la región que produce más alimentos en el mundo. ¿Por qué entonces ese joven enjuto, sin camisa, que babeaba a mi lado en una calle de Bogotá, no ha alcanzado una vida respetable? ¿Por qué los indígenas de todos nuestros países siguen jodidos y esperando?

Ramiro Escobar*

NUESTRO TERRITORIO COMANCHE

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una alegría que asoma por entre las rendijas de la injusticia

El viejo y cansado truco de una economía no inclusiva, o de una pobreza que baja pero sin que disminuya la desigualdad, parece funcionar acá. Aunque quizás haya algo más. Medimos el crecimiento sola-mente en términos económicos, estadísti-cos, no somos capaces de cruzar una curva con un invento que registre el bienestar cotidiano, y encima nos solazamos con en-cuestas que nos ponen arriba en el ránking mundial de “los más felices”.

No lo dudo. En medio de esos barrancos oscuros, la alegría popular y cierto vigor espiritual se yerguen como faros entusias-tas, bailarines y persistentes, que alumbran la eventual escasez de comida o apagan el doloroso recuerdo de un desaparecido. En Colombia y Brasil se baila rico, en Perú se come casi musicalmente, y en Paraguay el sonido de un arpa puede disolver toda melancolía. En Venezuela un joropo podría neutralizar varios conflictos.

Pero esos carnavales nunca terminan de apagar cierta desesperanza sembrada por la historia. Se trata de una alegría que aso-ma por entre las rendijas de la injusticia, a manera casi de una rebelión de piel y desborde contra lo establecido. A veces es el canto villano de los desposeídos, que in-tenta derribar los muros de la indiferencia, donde nuestros ricos indolentes disfrutan de la bonanza, pero duermen ciegos frente al foso de la inequidad.

Hemos mejorado, sí. No hay dictaduras –al menos uniformadas-, pero mientras nuestro dispendioso territorio no albergue un mosaico social más dulce, una clase media más potable y extendida, América Latina será siempre una esquina tan bella

como peligrosa. Un ecosistema doliente e inacabado, donde las ciudades, los cam-pos, las junglas, los cerros y sobre todo las gentes seguirán reclamando un poco más de ternura y de justicia real.

(*) Profesor de la carrera de Periodismo de la PUCP. Periodista y Columnista del diario La República.

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Rodolfo Walsh: Sin la esperanza de ser escuchado y

con la certeza de ser perseguido

Paolo Benza

Fotografía: http://grupodeartecallejero.blogspot.com

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El anciano lleva una pistola agarrada por el elástico de su calzoncillo. Es una pequeña Walther calibre 22 y le apunta a la entrepierna. Ha pasado el mediodía y el sol brilla en el sur de Buenos Aires. Por una calle angosta, carga un viejo portafolio con papeles; las copias de una carta taquigrafiada en una vieja Underwood color ceniza; máquina más efectiva, quizás, que la Walther. Dos décadas han pasado desde aquella noche en la que escuchó la frase que todo lo cambiaría. “Hay un fusilado que vive”. Recuerda que esa fue una noche asfixiante de verano. Hace veinte años que dejó de ser escritor. Tiempo después, renegó del periodismo. La carta que lleva, sin embargo, ambas deserciones desmiente. Su remitente, un escritor; su escritor, un periodista; su destinatario, la Junta Militar.

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Por la avenida San Juan camina el jubila-do en un otoño que no se adivina bajo su sombrero de paja. Tiene en el bolsillo una cédula de identidad que dice Norberto Freyre y un boleto de compraventa de una casa en San Vicente. Con el andar un poco rígido y los pasos cortos pero rápidos, se aleja de la estación de la Línea E del sub-terráneo de Buenos Aires y de la avenida Entre Ríos, hacia la calle Sarandí.

Un grupo de hombres lo espera dentro de unos coches, solo tres de los cuales vale la pena hacer mención. El primero, Jorge Acosta, capitán de fragata, alias ‘El Tigre’, preside la operación. El segundo, Ernesto Enrique Frimon Weber, subcomisario de la policía federal, alias ‘220’, experto en la tortura con picana, logró obtener por ese método el soplo de la cita que vigilan. Y el tercero, Alfredo Astiz, teniente de corbeta, alias ‘El Cuervo’, es ex jugador de rugby y su misión es taclear al anciano para inmovilizarlo.

Lo que el grupo sabe: que el hombre que camina con un portafolio bajo el brazo lleva un disfraz de jubilado, que no se lla-ma Norberto Freyre, que le dicen Neurus o Esteban, que acude en ese momento a una cita con la viuda de un camarada de la

que nadie quiere hacerse cargo, y que es el responsable del aparato de inteligencia de la agrupación guerrillera Montoneros.

Lo que el grupo no sabe: que siempre lleva consigo la pistolita, que lo que carga es una carta abierta dirigida al gobierno que los manda, que algunas copias de esta carta acaban de ser dejadas en el buzón de co-rreos de la Plaza Constitución y que tiene la convicción –que atenta contra uno de los objetivos del trabajo de ese día– de no entregarse con vida.

Son poco más de las dos de la tarde cuando el hombre pasa frente a los carros. Recuer-da –quizás– lo último que le ha pedido Lilia, su compañera, al salir del subte: “no olvides regar las lechugas”. Las lechugas de la casa en San Vicente. En ese momento alguien se lanza sobre él, pero no le atina. ‘El Cuervo’ Astiz tropieza en la confusión y comienzan los disparos.

Un testigo ha declarado que escuchó a ‘220’ decir después, orgulloso: “Lo bajamos a Walsh. El hijo de puta se parapetó detrás de un árbol y se defendía con una 22. Lo cagamos a tiros y no se caía el hijo de puta”. El cuerpo jamás apareció.

***

Rodolfo Walsh no puede ser un héroe. Un héroe no pasa de las filas de un partido de derecha radical como la Alianza Liberta-dora Nacionalista –que luego él mismo llamaría “el mejor invento del nazismo en la Argentina”–, a militar activamente en la izquierda fanática y violenta de los guerri-lleros Montoneros. Un héroe no integra una organización capaz de hacer explotar cien bombas en un mismo día, de finan-ciarse secuestrando personas y de plani-

lo que carga es una carta abierta dirigida al gobierno

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ficar asesinatos como el del gerente de la Renault en la Argentina, Domingo Lozano, cuando llegaba a misa con su esposa. Un héroe no muere sin haber logrado ninguna de las causas por las que luchaba, resig-nado de sus propias utopías, y su legado no queda encerrado, casi por completo, dentro de las fronteras de los suyos. La de Walsh no es de esas historias.

Nació en Lamarque Rodolfo, una ciudad campestre de Avellaneda, provincia de Río Negro, a diez horas en coche desde Buenos Aires. Su padre era un administrador de estancia de origen irlandés. Su madre, una mujer que “vivió en medio de cosas que no amaba: el campo, la pobreza”.

La idea más perturbadora en su adolescen-cia –dice– fue “ese chiste idiota de Rilke: Si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir”. A los 17 años comenzó a trabajar en la editorial Hachette como corrector de pruebas, traductor y editor de antologías; a los 20 murió su padre; a los 24 empezó a publicar en la revista Leoplán; y a los 26 era ya un hombre casado y con dos hijas, María Victoria, de tres años y Patricia, de uno. Lo que no tuvo Walsh fue dinero.

De pensión en pensión, intercaló la escri-tura de cuentos policiales con un sinfín de oficios que, muchos años después, resumi-ría así: “el más espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante: “lavacopas”; el más burgués: comerciante de antigüeda-des; el más secreto: criptógrafo en Cuba”. Pero estos últimos todavía estaban lejos de concretarse, pues sus sueños de escritor jo-ven aún vislumbraban un camino de éxito y reconocimiento en su país por la “novela seria” que planeaba escribir.

El ensayista uruguayo Ángel Rama ha dicho que Walsh es el heredero de Borges. Esa es la sensación que dejan sus cuentos. En 1957, sin embargo, Rodolfo publicó una nota en Leoplán en la que empezaba a establecer las diferencias. El título era: “Si le quedaran cinco minutos de vida, ¿qué haría usted?” Respondían, entre otros, “un escritor”, que era Borges y “un autor de novelas policiales”, que era el mismo Walsh. Solo basta con mirar las respues-tas. La de Jorge Luis: “observar cómo es el principio de la muerte, cómo la muerte se va apoderando de la vida hasta aniquilarla. Posiblemente, mi experimento resulte tan vano como cuando, de niño, quería ver el momento en que uno pasa de la vigilia al sueño: siempre que estaba a punto de asis-tir al milagro, me quedaba dormido”. La de Rodolfo: “Testamento”.

Veintiún años después, Borges diría de la dictadura que asesinó a Walsh, la más sangrienta de la historia de su país: “Ese es el único gobierno posible en Argentina”.

***

Hacia la medianoche del 9 de junio de 1956, Walsh escuchó el tiroteo. Había esta-do jugando ajedrez en un café de La Plata donde “la única maniobra militar que go-zaba de algún renombre era el ataque a la bayoneta de Schlechter en la apertura sici-liana”. A 85 kilómetros de allí, en un barrio llamado Florida, en el Gran Buenos Aires, la culata de un arma golpeaba la puerta de una casa donde un grupo de hombres se había reunido para escuchar una pelea de box. Esa madrugada, Walsh encontró su hogar, como el de sus vecinos, ocupado por militares de un cuartel adyacente y vio morir en la calle a un conscripto al grito de “no me dejen solo, hijos de puta”.

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“Tengo demasiado para una sola noche –escribiría luego–. Valle no me interesa. Perón no me interesa, la revolución no me interesa. ¿Puedo volver al ajedrez?”. No pudo. Porque esa madrugada, los doce de Florida fueron llevados a un basural para ser fusilados. Seis meses después, alguien le diría a Walsh que había uno, Juan Carlos Livraga, que había sobrevivido. Y resultó no ser uno, sino siete.

Aquella madrugada de invierno se había querido hacer una revolución para derro-car otra. En 1955, los militares le habían quitado el poder a Juan Domingo Perón e instaurado un gobierno que se autodeno-minó la ‘Revolución Libertadora’, en el que lo único revolucionario fue la supresión de casi todas las libertades. Un año después, dos generales peronistas, Juan José Valle y Raúl Tanco, lanzaron una proclama que empezaba: “Las horas dolorosas que vive la República, y el clamor angustioso de su pueblo, sometido a la más cruda y despia-dada tiranía, nos han decidido a tomar las armas para restablecer en nuestra Patria el imperio de la libertad y la justicia al am-paro de la Constitución y las leyes”. Firma, el Movimiento de Recuperación Nacional, que había sido infiltrado.

El gobierno sofocó el levantamiento de inmediato. Valle y el resto de involucra-dos –y los sospechosos de estarlo– fueron fusilados en estricto cumplimiento de la ley marcial proclamada el 10 de junio a las 00:32 de la madrugada por Radio del Esta-do. Tanco logró asilarse en la embajada de Haití. Pero tan controlada estaba la cosa, tanto se habían adelantado a los hechos, que a las 11:30 pm del 9 de junio, la policía ya había allanado un chalet en Florida y tomado prisioneros a unos hombres a quienes luego pondría frente al pelotón.

Ahí, precisamente, estuvo el detalle: el ré-gimen de excepción legal que constituye la ley marcial no debe ser aplicado a quienes han sido detenidos antes de su promulga-ción. ¿Cómo puede ser asesinado alguien que fue sorprendido en reunión cuando aún no había entrado en vigor la norma que lo prohíbe? Walsh había encontrado la historia para su novela seria y era real.

Operación Masacre fue un trance de muer-te y resurrección. “Haciéndola, comprendí que, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior”, es-cribiría Walsh. O lo que es lo mismo: dejó de ser escritor y comenzó a ser periodista. No por el resultado, sino por el proceso y la intención. “La literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez”, terminaría diciendo. Nueve años antes de que Capote escribiera su famosa A sangre fría, un argentino que jugaba a la guerra en un tablero de sesenta y cuatro espacios, se había atrevido a com-binar las técnicas de la escritura de novelas con la firme promesa de que todo lo que allí contara sería real. Cuál sea el nombre de este método, es irrelevante. Había por qué luchar.

***

Alrededor de un año dura la investiga-ción de los fusilamientos clandestinos del basural de José León Suárez. Por primera vez, Walsh cambia su apellido a Freyre, se compra un revólver y huye de su casa para refugiarse en hogares ajenos, siem-

Rodolfo quiso ser aviador, pero -dice- por una de esas confusiones, el que cumplió esa vocación fue su hermano. Es difícil imaginarse a Walsh sirviendo en el ejército a uno

de los dictadores que combatió.

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pre acompañado de la joven periodista Enriqueta Muñiz. Apenas termina, escribe la historia: un relato que discurre como los rápidos de un río, simple y excitante a la vez, en una sola dirección y sin rimbom-bancias lingüísticas, hecho para ser leído tanto en la trivialidad de un barrio obrero, como en la holgura de un gabinete militar. Y después pasa lo que tiene que pasar: nadie está dispuesto a publicarlo.

“Es que uno llega a creer en las novelas policiales que ha leído o escrito, y piensa que una historia así, con un muerto que habla, se la van a pelear en las redacciones –escribiría, siete años después–, piensa que está corriendo una carrera contra el tiem-po, que en cualquier momento un diario grande va a mandar una docena de repor-teros y fotógrafos como en las películas. En cambio, se encuentra con un multitudina-rio esquive de bulto”. El periodismo es, en esencia, todo lo anterior.

A un ingeniero lo instruyen para levantar construcciones que no colapsen, y uno no anda por ahí viendo una casa derrumbada por cada dos de pie. A un periodista, en cambio, le dicen que debe buscar la verdad y ponerla al servicio de la gente, porque así esta decide en libertad. Sin embargo, los engaños, las inexactitudes y las histo-rias incontables se apiñan en las salas de prensa. La verdad no solo es un tema más complejo que las zapatas de una columna, sino que sus implicancias desatan una serie de fuerzas menos predecibles que un terremoto y más peligrosas que el óxido y la erosión.

El periodismo que hace Walsh en los cinco años posteriores a Operación Masacre es un paradigma perfecto: fastidioso con el poder, riguroso en su investigación, ameno

en su presentación y, ya está claro, mayori-tariamente ignorado.

Entre junio y diciembre de 1958, publica en la revista Mayoría sus notas sobre el Caso Satanowsky, el asesinato de un pres-tigioso abogado judío por conflictos sobre la propiedad del diario La Razón, en el que descubrió la participación de miembros de la secretaría de inteligencia del Estado. En 1964, escribiría sobre esta búsqueda: “Fue más ruidosa, pero el resultado fue el mismo: los muertos bien muertos, y los asesinos probados, pero sueltos. Entonces, me pregunté si valía la pena, si lo que yo perseguía no era una quimera, si la socie-dad en que uno vive necesita realmente enterarse de cosas como éstas. Aún no tengo una respuesta”. La encontró, quizás, en la militancia política.

***

Dice una frase de Ortega y Gasset repetida hasta el hartazgo, que una persona es ella misma y sus circunstancias. En enero de 1959 una revolución de barbudos había triunfado en Cuba. Durante los combates en la Sierra Maestra, muy poco se había oído de Hegel o de Marx, pero sí de un movimiento nacionalista y “antiyanqui” liderado por un abogado cubano y un mé-dico argentino. Walsh, desilusionado de su país, hizo las maletas y enrumbó hacia ese “nacimiento de un orden nuevo, contra-dictorio, a veces épico, a veces fastidioso”. En una época en la que casi todo el tráfico informativo estaba controlado por las ame-ricanas United Press, Associated Press y la International News Service; él, junto a su compatriota Jorge Ricardo Masetti, Gabriel García Márquez y otros periodistas, formó la agencia oficial de noticas del nuevo gobierno: Prensa Latina.

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En Cuba, Walsh ejercitó sus genes irlan-deses con enormes cantidades de ron, se desveló entre mates y política con el ‘Che’ Guevara y se dejó seducir por el culpo-so placer de las prostitutas de la isla; sin embargo, su contribución a la historia fue aprender a descifrar mensajes encriptados. Un día, en el teletipo de la agencia apareció un papel lleno de números indescifrables proveniente de la Tropical Cable de Gua-temala. Rodolfo se empecinó en descubrir qué decía y lo logró: era un mensaje para la CIA que reportaba los avances en el entrenamiento de los mercenarios que invadirían Cuba en abril de 1961. Por eso, cuando lo hicieron, por la margen oriental de la Bahía de Cochinos, en lo que se co-noce como Playa Girón, el ejército de Fidel estuvo preparado.

El día del desembarco, sin embargo, Walsh ya se había ido de Cuba. Se comenta que tuvo desencuentros con el sector más duro del partido comunista. No obstante, algo le quedaría hasta el día de su muerte: en adelante, sería incapaz de desvincular la política de lo que llamaría “el violento oficio de escribir”. Comenzó a trabajar para la Central General de Trabajadores de la Argentina (CGTA) y allí publicó su tercera investigación importante, ¿Quién mató a Rosendo?, en la que probó que un diri-gente sindical había sido asesinado por sus propios compañeros y no por combatientes peronistas, como se quería hacer creer.

El peronismo es algo indefinible. Ningún argentino puede decir a ciencia cierta qué es y en qué parte del espectro político se ubica. Lo mismo le pasó a Walsh. Cuando un miembro de las Fuerzas Armadas Pero-nistas (FAP) le ofreció entrar, él respondió: “Cómo voy a entrar a una organización que se llama peronista, si yo no lo soy”. A lo

que Raimundo Villaflor le dijo: “Si vos no sos peronista, lo disimulás bastante bien”. Y entró.

Pasaron los años y las FAP fueron integra-das a Montoneros. En esa guerrilla no solo militó Rodolfo, también lo hicieron sus dos hijas. La mayor de ellas, María Victoria, fue oficial 2°, responsable de la prensa sindical. Flaca y de pelo corto, Vicky tenía una hija cuyo padre había sido desaparecido poco antes de su nacimiento. El 29 de septiem-bre de 1976, cuando fue emboscada por el ejército en una casa de Villa Luro, en Buenos Aires, Vicky no había encontrado con quién dejar a la bebé.

Walsh escribiría en su Carta a mis amigos: “He visto la escena con sus ojos: la terraza sobre las casas bajas, el cielo amaneciendo, y el cerco. El cerco de 150 hombres, los FAP emplazados, el tanque. Me ha llegado el testimonio de uno de esos hombres, un conscripto: "El combate duró más de una hora y media. Un hombre y una muchacha tiraban desde arriba, nos llamó la atención, porque cada vez que tiraban una ráfaga y nosotros nos zambullíamos, ella se reía"”.

sería incapaz de desvincular la política de lo que llamaría “el violento oficio de escribir”

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Cuando a la contienda se sumó un helicóp-tero, Vicky entendió que no había salida posible. De pronto, un silencio. La hija ma-yor de Rodolfo Walsh se colocó a la vista y empezó a hablar en voz alta pero tranquila. “Recuerdo la última frase, en realidad no me deja dormir. –Ustedes no nos matan –dijo–, nosotros elegimos morir. Entonces ella y el hombre se llevaron una pistola a la sien y se mataron enfrente de todos nosotros”.

***

Hasta el 2003, la Secretaría de Derechos Humanos tenía registradas 13,000 víctimas de la dictadura militar. Las Madres de la Plaza de Mayo, grupo nacido para buscar a sus hijos desaparecidos, calculan la cifra en 30,000. El Proceso de Reorganización Nacional –o el Proceso, a secas– ha sido el gobierno más sangriento de la historia de Argentina. Cuatro juntas militares gober-naron desde marzo de 1976 hasta diciem-bre de 1983, justificándose en la necesidad de combatir a las guerrillas. Durante todo ese periodo, el Casino de la Escuela de Me-cánica de la Armada (ESMA) fue converti-do en un siniestro centro de detención. Allí se sistematizó la tortura y la desaparición, no solo de los miembros de los grupos insurrectos, sino también de los opositores políticos, líderes sindicales, periodistas y sospechosos.

Al respecto, Walsh escribió: “Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el

fin de exterminar a la guerrilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sus-tancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido”.

Su respuesta a este contexto represivo fue la creación de ANCLA, la Agencia de Noti-cias Clandestina. Sus gacetillas, elaboradas de manera artesanal en un refugio secreto, decían en el encabezado: “Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote al terror, haga circular esta información”.

El 24 de marzo de 1977, en la angosta mesa de trabajo de la casa de San Vicente, Ro-dolfo Walsh celebró junto a su compañera, Lilia Ferreyra, haber terminado de escribir su ahora famosa Carta abierta de un escri-tor a la Junta Militar. Fue una noche feliz. A la mañana siguiente, 25 de marzo, irían a la capital para enviarla a las redacciones de los diarios argentinos y a los correspon-sales de los medios extranjeros. Él volvería ese mismo día a San Vicente, mientras que ella esperaría hasta el día siguiente para regresar con Patricia, la hija de Rodolfo, su marido y sus dos hijos. “En el tren íbamos agarrados de la mano –contaría Lilia– y las vías pasaban por detrás del terreno donde estaba la casita. Rodolfo me cantaba una canción correntina porque a él le gustaba la

Walsh fue interno en un colegio religioso durante toda su adolescencia. De sus hermanas dijo: “tengo una monja y dos laicas”

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música popular. Y, así, un poco cantando, un poco riéndonos, llegamos a la estación de la Plaza Constitución”.

En su carta Walsh desnuda a la dictadura en seis puntos. Sin rodeos, enumera a los desaparecidos, presos, muertos y desterra-dos que esta cargaba; detalla las masacres y los fusilamientos que se querían hacer pa-sar por falsos combates o intentos de fuga; da cuenta de las apariciones de cadáveres de las que estaba prohibido informar y de los prisioneros asesinados como revancha por atentados guerrilleros; y pone en cifras las consecuencias negativas de la política económica que la Junta esgrimía como su principal victoria. El poder del documento es su contundencia periodística y su osadía en tiempos de represión.

Sin embargo, curtido ya, el autor sabe cuál será la reacción de los medios amenazados. Por eso, termina su carta con una oración que es un resumen de lo que significa la lu-cha por la libertad de expresión: “Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer

llegar a los miembros de esa Junta, sin la esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromi-so que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”.

El 25 de marzo de 1977, poco después de las 2 de la tarde, Walsh fue emboscado por un grupo de tareas del ejército argentino. Algunas copias de la carta habían sido dejadas ya en el buzón, otras las tenía Lilia. Testigos han declarado en el juicio que ahora se sigue a los involucrados, que el cuerpo fue exhibido por varios días en los sótanos de la ESMA, como corolario de la brutalidad de los asesinos. Aún no se sabe su paradero. Cuando Lilia, Patricia y los demás volvieron a San Vicente, encontra-ron la casa destruida.

Un martes de marzo de 1972, Rodolfo había hecho un inventario que decía: “Las cosas que quiero: mis hijas, el trabajo os-curo que hago, los compañeros, el futuro, los que no obedecen, los que no se rinden, los que piensan y forjan y planean, los que actúan, el análisis claro, la revelación de lo escondido, el método cotidiano, la furia fría, la alegría general que ha de venir un día, la gente abrazándose, la pareja en su amor, la esperanza insobornable, la sumer-sión en los otros. Las cosas que odio, que desprecio: la traición, la estupidez, Fron-dizi, la televisión, Jacobo, los yanquis de la Esso o los ingleses de la Shell porque estos hijos de puta son cuñas del mismo palo,

el poder del documento es su contundencia periodística y su osadía en tiempos de represión

Durante varios periodos de su vida, Walsh utilizó una cédula

de identidad falsa con el nombre de Norberto o Francisco

Freyre. Algunas versiones difieren en el nombre. La

cédula se la consiguió un amigo policía.

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Bernardo Neustad, los mercenarios, los discursos de los generales, los turritas y los pavos de la publicidad oliendo a la colonia que mata, los comunistas del partido, los falsos profetas de la izquierda acalambrada, la camiseta peronista, el bigote peronista, el odio de los oligarcas, la cultura de La Pren-sa, la senilidad de Borges, la convicción de Gleyzero de Aizcorbe, los que matan a la gente, los torturadores, los farsantes, los radicales del pueblo, sobre todo si son jóvenes, y una lista inmensa, inalcanzable, que se podría tratar de perfeccionar”.

Un día, sobre el anónimo que aceptó publi-car por primera vez su Operación Masacre, en un periódico gremial de ínfimo tiraje, Walsh escribió: “Él tampoco es un héroe de película, sino simplemente un hombre que se anima, y eso es más que un héroe de pelí-cula”. Cuando decía ‘tampoco’ se refería a él.

Fotografía: http://proyectario.blogspot.com

“No recuerdo cómo escuché de Walsh y Operación Masacre, pero un día me vi buscando el libro en todos los lugares posibles: Quilca, Amazonas, Internet. Increíblemente, lo encontré en Crisol. Un amigo que trabajaba ahí me dijo que figuraba un ejemplar en el sistema, pero que no lo encontraban. Tres días después, me llamó: lo tenía. Era el único en la tienda y estoy seguro de que uno de los pocos en esta ciu-dad. Aquella edición tenía tres textos adjuntos, uno de ellos, la Carta abierta a la Junta Militar, cuyo último párrafo debería ser la esencia del periodismo que no se vende. Coincidió con la creación de la agrupación y pensé que era algo que debía guiarnos, inspirar-nos”, declara uno de los fundadores de Carta Abierta, organización que nació en 2011. El documento escrito por Walsh le dio su nombre.

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El madrugador y combativo gremio de los canillitas

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Cada madrugada Carlos Sánchez llega a la base de la Asociación de Vendedores de Diarios y Revistas de Carmen de la Legua Reynoso para recoger los periódicos que venderá durante el día. Carlos es uno de los cincuenta canillitas titulares que, antes de que amanezca, forman colas en las ventanillas de repartición que tiene el local para cada diario. Pedro Leguía hace lo mismo en el centro de distribución de La Perla. Y también los Cano, padre e hijo, en la sede central del Callao.

Idéntica rutina siguen alrededor de 30 mil canillitas en todo el país. De este núme-ro, en Lima laboran 10 mil, organizados en 112 sindicatos. El trabajo del canillita empieza a las 3 de la madrugada, cuando los distribuidores de las empresas perio-dísticas dejan las rumas de ejemplares en los locales de las asociaciones de expende-dores. Teniendo en cuenta las ventas del día anterior, cada canillita demanda una cantidad determinada de ejemplares y los compagina antes de desplazarse hasta su punto de venta, entre las 6 y 7 de la mañana.

Emilio Cano hijo recoge 400 diarios en la base central del Callao y es uno de los cuatro vendedores de La Punta. “El Co-mercio nos paga a fin de mes por las sus-cripciones, aunque los clientes le pagan a la empresa por adelantado”, comenta la señora Cano, su esposa, quien lo ayuda con la distribución a domicilio. También reparten periódicos que no tienen sistema de suscripciones. “El diario que más se vende es Trome, lo compra gente de toda clase social. Entre los diarios serios, el más vendido es Perú 21.”, dice Emilio.

Concentración de medios y problemas con empresas periodísticas

Cuando El Comercio compró el 54% de EPENSA, los propietarios de otros medios, así como periodistas y expertos, cuestionaron la adquisición. Argumentaron que configuraba un caso de acaparamiento y que ponía en riesgo la libre competencia, la libertad de expresión y el pluralismo informativo. La operación de compra implicaba que el grupo

Miles de canillitas madrugan cada día con el objetivo de entregar noticias y luchar por sus beneficios. Las disputas gremiales y los problemas con las empresas periodísticas no son impedimento para cumplir esa misión. Mientras se discute sobre la concentración de medios, la federación de canillitas monopoliza el negocio de la circulación de diarios en todo el país.

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empresarial de la familia Miró Quesada pasaba a controlar el 78 % del mercado de prensa escrita. El diario más antiguo del Perú respondió a esas acusaciones alegando que no había acaparamiento porque en el negocio de la venta de diarios no hay barreras de entrada puesto que cualquiera puede fundar un diario.

En un conversatorio sobre la concentra-ción de medios en el Perú, Juan Carlos Tafur aseguró que sí existen barreras de entrada al mercado y que una de ellas es el monopolio que ejercen los canillitas. Acusó a Carlos Aguilar, secretario general de la Federación Nacional de Vendedores de Diarios, Revistas y Loterías del Perú (Fenvendrelp), de dirigir una organi-zación que exige cobros excesivos a los nuevos diarios, creando así una barrera de entrada al mercado. Tafur tiene la suficiente experiencia para afirmar eso; ha fundado cuatro diarios y algunas revistas en los últimos quince años.

El periodista recordó el ejemplo del lanzamiento de Trome. El diario popular del Grupo El Comercio ofreció pagarle a los canillitas el 25% de sus ventas, es decir, el mismo porcentaje que pagaba El Comercio. Sin embargo, los expendedores exigieron el 30% y se negaron a distribuir el diario durante los cinco primeros días de publicación.

Esta versión ha sido confirmada por los dirigentes Carlos Sánchez y Carlos Agui-lar. Este último reveló que, después de negociar, los canillitas lograron adjudicar-se el 30% de las ventas de Trome. Esta es la comisión que cobran hasta hoy, aunque los domingos y feriados reciben el 35%. A pesar de que las versiones de Tafur y los canillitas coinciden, Hieronymous

Rodríguez, gerente general de Prensa Popular, empresa editora de Trome, niega la información. “No tuvimos problemas cuando salió Trome”, afirma.

Al dirigente Aguilar le sorprenden las declaraciones de Tafur. “No sé por qué dice eso si siempre ha trabajado con nosotros, cada vez que ha fundado un nuevo medio”, afirma, como si los diarios tuvieran otra opción para ser distribuidos. “No nos consideramos una barrera de entrada al negocio. Nosotros cobramos lo que corresponde. En Argentina los canilli-tas cobran 38% y están negociando con la presidenta Cristina Fernández para llegar al 40%”, agrega.

Mientras la Fenvendrelp sea la única federación de canillitas, toda persona o institución que pretenda vender un diario o revista en los quioscos del país tendrá que pasar por la oficina de Aguilar y firmar un convenio que incluya, entre otros acuerdos, el pago de entre 50% y

“sí existen barreras de entrada al mercado y una de ellas es el monopolio que ejercen los canillitas”

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70% de las ventas a los canillitas durante la primera semana de circulación. Los expendedores llaman a esos días “periodo de capitalización”.

Trome no fue el único caso de fricción en-tre canillitas y una empresa periodística. La implantación de las suscripciones de El Comercio también ha sido un problema. Ese diario decidió activar un sistema de suscripciones para entregar el periódico a los lectores sin la intermediación de los canillitas. “Perdimos gran parte de nuestra clientela, que uno se la gana con carisma”, dice Carlos Sánchez. Después de algunos paros y negociaciones El Comer-cio le ofreció a los canillitas encargarse de la entrega del diario a los suscriptores. Ganarían lo mismo, pero tendrían que abandonar sus puestos durante algunas horas, además de gastar en transporte. Un grupo de canillitas protestó, pero las suscripciones continuaron.

Otro hito importante de la lucha entre canillitas y editoras de periódicos fue la aparición de Publimetro. “Se le dio a los canillitas la posibilidad de un ingreso familiar fijo y se negaron”, dice Hieronymous Rodríguez. Apenas se registraron 60 y hoy continúan con esa labor solo 36. Los canillitas de Carmen de la Legua Reynoso tienen una mirada distinta de lo que ocurrió. Cuando salió Publimetro se le ofreció al gremio un monto fijo por repartir el diario en puntos establecidos por la empresa. Esto impedía vender otros diarios, de manera que no era rentable. Ellos reclaman que Publimetro debería repartirse desde las 11 de la mañana para no perjudicar la venta.

La federación, Aguilar y los canillitas que están con él sostienen que El Comercio es

una buena empresa que cumple con los convenios, ayuda al canillita y ha cedido ante las peticiones del gremio, como subir el porcentaje de ganancia por los diarios de Prensa Popular y pagar por la distribu-ción de Publimetro.

Con el Grupo La República la relación es diferente. La federación está enfrentada a la empresa de los Mohme. “Nos deben S/. 7 millones y han propuesto pagar solo S/. 1,2 millones. No hemos aceptado”, cuenta Aguilar. Esa deuda correspondería al 1% que, por convenio, las empresas están obligadas a pagar a la federación. El diario del jirón Camaná ha preferido pagar ese porcentaje directamente a cada sindicato, cumpliendo con la petición de los canilli-tas opositores a Aguilar. Esta versión ha sido confirmada por Rodolfo Ballesteros, jefe de circulación de La República. Según Aguilar, el 85% de bases lo apoyan y se negaron a aceptar ese pago porque iba en contra del convenio y por eso se habría formado la deuda.

En el congreso que la federación realizó en Cusco en el año 2000 se aprobó que la mitad del 1% de las ventas totales de cada diario se reparta a las bases y la otra mitad vaya directamente a la dirigencia. Según Aguilar, en el siguiente congreso, celebra-do en Pucallpa, se cambió el estatuto para que todo ese dinero vaya a la Fenvendrelp. Los opositores desconocen esa decisión y La República no cumple ninguna de las dos normas al llevar el total del 1% de ventas a las bases.

Carlos Aguilar, el eterno dirigente

El detalle en esta discusión es la conducta controversial del secretario general de la

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Fenvendrelp, Carlos Aguilar Susaya. Los dirigentes Eleodoro Garbozo, Carlos Sán-chez y Edmundo Chombo lo acusan de una serie de atropellos contra el gremio, como haber firmado con El Comercio el acuerdo de repartición de Publimetro, que les impide reclamar ante Prensa Po-pular. Creen, aunque no tienen pruebas, que Aguilar recibe dinero de los Miró Quesada para aceptar las condiciones que pidan sus empresas. Garbozo lidera la oposición a Aguilar, que desde hace varios años busca derrocarlo mediante vías no democráticas, como la fundación de una nueva federación que aglutine a todos los opositores.

Garbozo tiene documentos que proba-rían algunas de las acciones del secretario general en contra del gremio. Muestra copias de facturas del Club Recreacio-nal Huampaní por S/. 30 mil. “¿Con qué dinero paga eso?”, se pregunta. Aguilar responde que esos gastos corresponden a congresos y asambleas.

Otra prueba de los presuntos malos manejos de Aguilar es una denuncia en su contra interpuesta ante el Ministerio Público. Se acusa a Aguilar de asociación

ilícita para delinquir, apropiación ilícita y fraude en la administración de personas jurídicas. Según la denuncia, el dirigente falsificó un acta de la federación para validar la decisión de que el porcentaje pagado por El Comercio por los produc-tos adicionales a los diarios sea adminis-trado por la Fenvendrelp. El monto en discusión ascendería a S/. 5 millones al año. “Esa denuncia es del sindicato de San Martín de Porres, yo soy de La Victoria y no me corresponde. Ha sido archivada y no tengo nada que ver”, responde Aguilar.

Edmundo Chombo asegura que la repre-sentación no funciona en el gremio y que el secretario general no tiene respaldo de sus bases. En las elecciones nacionales de 2006 Aguilar postuló al Congreso de la República en la lista del APRA y no fue elegido. En las elecciones de 2011 volvió a intentarlo con el partido fujimorista Fuerza 2011 pero tampoco lo consiguió. Según la información de la ONPE, la federación aportó S/. 102, 500 a la última campaña fujimorista. Aguilar respon-de que ese aporte fue aprobado en una asamblea.

La respuesta de la oposición

La oposición ha formado cuatro federa-ciones paralelas: la Fenexdrelap, la Fenex-drelp, la Fexvendrilp, la Federación Macro Regional del Sur y está en trámite de formación la Federación Macro Regional del Norte. Juntas, buscan convertirse en la

la federación aportó S/.102,500 a la última campaña fujimorista

Emilio Cano tiene las rodillas lesionadas por estar todas las mañanas vendiendo diarios en La Punta desde hace más de veinte años. Dice que el frío de las

madrugadas de invierno se sien-te en los huesos. Como no tiene seguro social, no puede tratar

su enfermedad.

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Confederación Nacional de Expendedores y Voceadores de Diarios, Revistas y Otros del Perú, una confluencia de gremios de canillitas que ha solicitado ser registrada en la Sunarp.

“Nosotros hemos pedido la nulidad de ese proceso”, dice Aguilar, mientras cuenta que los opositores, a los que llama “ama-rillos”, siguen gozando de los beneficios que administra la Fenvendrelp: el aguinal-do de Navidad, el 50% de comisión por ventas en Navidad, año nuevo, el día del canillita, el día del trabajo y 28 de julio; y el derecho mortuorio que consiste en una cuota de S/. 100 por diario cada vez que fallece un agremiado. Esta nueva confederación pretende tener sus propios acuerdos con las empresas y apoyar a los nuevos diarios.

Si se forma esta confederación, con sindicatos en Arequipa, Piura, Cusco y Lima, podría haber competencia entre los grupos de canillitas. “Eso no va a suce-der”, asegura Aguilar, “si con nosotros los canillitas ganan 35%, no se van a ir con los amarillos a ganar menos”.

La federación de oposición liderada por Garbozo ha sido reconocida por el Minis-terio de Trabajo, que citó a El Comercio y EPENSA en noviembre del año pasado para negociar con la nueva federación el pago directo a las bases del 1% que dichas empresas efectúan exclusivamente a la Fenvendrelp. Ningún representante de las empresas asistió a la citación.

Treinta y dos “amarillos” han sido expul-sados de la Fenvendrelp “por no acatar paros”, según declara Aguilar. Los oposi-tores sienten que fueron expulsados por no estar de acuerdo con el dirigente. No

los dejó ingresar a la asamblea realizada en el Centro Recreacional Huampaní, donde se consumó la expulsión. “Pero esa decisión ha sido rectificada, ya han sido reincorporados”, dice Aguilar. Garbozo y compañía asumen que siguen sin ser admitidos.

“Ellos pueden venir cuando quieran y ver los balances”, dice Aguilar respondiendo a las acusaciones de sus críticos. “Se han quedado en el pasado, siguen hablando de lucha de clases y no aceptan la evolu-ción de las empresas”, dice Pedro Leguía refiriéndose a los “amarillos”. El dirigente de La Perla opina que La República está con los opositores y deja en evidencia que los que apoyan a Aguilar también apoyan a El Comercio.

“Sí, hicimos un acuerdo entre Prensa Popular, una de las inmobiliarias de El Comercio [Inmobiliaria El Sol del Perú S.A.] y la federación. Ellos compraron este edificio a nuestro nombre a cambio de no pagar el 1% que nos corresponde cobrar durante 15 años”, afirma Aguilar. También sostiene que El Comercio se está encar-gando de equipar la clínica del canillita, una de las promesas reeleccionistas del secretario general, que está en el cargo desde el año 2000.

los que apoyan a aguilar también apoyan a el comercio

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comunicaciones

Sin embargo, sus detractores piensan que no ha logrado suficientes beneficios para el gremio. “No tenemos ni seguro social”, comenta Gerardo Crisanto, uno de los canillitas fundadores de la Fen-vendrelp y exdirigente que ahora está en contra de Aguilar. “En 1985 Alan García prometió darnos seguro social. Noso-tros le hicimos campaña. Yo mandaba la propaganda a provincias en los periódi-cos. Cuando ganó nos estuvo meciendo y renuncié al partido”, cuenta Crisanto. Veintinueve años después, sigue sin tener seguro social.

¿Qué pasará?

El futuro de los canillitas, la institucionali-dad de su federación y su situación como posible barrera de entrada al mercado son inciertos. Sus problemas internos han llegado a hacer que la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, les pida que se pongan de

acuerdo entre ellos antes de hacer algún pedido formal a la Municipalidad, según declara, sin esperanza en que ello suceda, Eleodoro Garbozo.

Sus discusiones internas podrían terminar implantando las condiciones de libre mer-cado entre dos grupos de expendedores, firmando cada uno diferentes convenios con las empresas. “Puede pasar que nos neguemos a repartir El Comercio”, dice Garbozo, pensando en la posibilidad de que la empresa no acepte negociar un convenio paralelo al de la Fenvendrelp.

Ahora que El Comercio concentra la ven-ta de diarios, los “amarillos” temen que el grupo empresarial se aproveche de ellos, ajuste las condiciones de sus convenios y les pague menos de lo que les correspon-de. Esa ventaja de la empresa dominante podría ampliarse, pero también podría someterse al mercado si hay un grupo expendedor paralelo que controle buena parte del territorio nacional y pida rene-gociar los acuerdos firmados con Aguilar.

Los canillitas son fundamentales en el proceso de informar a los ciudadanos porque controlan la oferta de los quioscos. ¿Son una barrera de entrada al mercado?, ¿sus problemas gremiales los terminarán beneficiando o debilitando?, ¿las empresas se alinearán con diferentes federaciones y tendrán canales de distribución distintos? Que empiecen las negociaciones. Mientras tanto, Carlos Sánchez, Gerardo Crisanto, la familia Cano y todos los canillitas del país seguirán madrugando para llevarles noticias a los peruanos.

los canillitas son fundamentales en el proceso de informar a los ciudadanos porque controlan la oferta de los quioscos

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Sin ataduras: Un inquisidor suelto

en las redesHanguk Yun

A mediados del 2004, Silvio Rendón se dedicaba por completo a las tareas que realizaba como profesor e investigador de economía. Su trabajo y formación académica lo habían llevado por Estados Unidos, Canadá, España e Inglaterra y ese año llegó a dictar cursos en el Insti-tuto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Volver a pisar suelo latinoameri-cana lo liberó de esa sensación de desa-rraigo que lo envolvía desde que dejó el

Perú en el año 92. Vivir en México le tocó una fibra sensible. En octubre de 2004 creó el Grancom-boclub (GCC), un blog con el que bus-caba “interesarse por los temas de la realidad peruana”. Su posición política era más bien moderada, de rechazo a las prácticas estatistas y, hasta cierto punto, partidario de una economía liberal. A la distancia, sentía esperanzas por la caída

“Mi blog es mi presencia en el país, a través de él combato el desarraigo”, explica Silvio Rendón. La suya es una pequeña epopeya que ocurre en internet. Acantonado en su blog, destaza mitos mediáticos, desmonta tabúes políticos y desmiente y pinta de cuerpo entero a políticos y analistas de la escena local. Su discurso es virulento, un ejercicio pugilístico que no teme romper lazos al momento de defender sus ideas y lanzar críticas. En el camino se ha ido ganando el encono de un amplio sector de los internautas. Lo acusan de “radical y renegado”, pero él entiende más bien que está en una lucha por hacer justicia. ¿Cuál es la historia del inquisidor más áspero de las redes peruanas?

Fotografía: Archivo personal de Silvio Rendón

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de Fujimori, aprobación por los gobiernos de Paniagua y Toledo. “Creía que el Perú había cambiado, y que el escenario argue-diano de opresión terrateniente y trans-nacional había quedado atrás”, recordó en un post por el octavo aniversario del blog. No podía saberlo entonces, pero su llegada a Internet iniciaría el proceso de su “reizquierdización” y abriría la brecha del camino que lo ha llevado a ganarse el odio y aprecio de muchos internautas nacionales y extranjeros. Se convertiría en ejemplo de libertad de pensamiento y crítica consecuente para unos y en acólito de teorías de la conspiración, devoto de una izquierda radical y trasnochada, para otros.

Con el tiempo, el Grancomboclub dejó de ser un proyecto individual y permitió la participación de otros colaboradores. En su momento hubo hasta veinte autores contribuyendo, entre los que figuraban los académicos Gustavo Faverón, Daniel Salas, Susana Frisancho, Gonzalo Gamio y otros intelectuales vinculados a la Univer-

sidad Católica. Como una agrupación con voces variadas e independientes duraron hasta noviembre del 2011, según Silvio porque le resultaba insostenible manejar-lo, pero se conocen otras versiones. “EL GCC es tu blog, y de nadie más, y si fuera cierto que se maneja democráticamente no tendrías la larguísima lista de gente que ha renunciado a él cada vez que has hecho con él lo que te ha dado la gana”, lo espetó Faverón luego de abandonar el proyecto.

Revisando los artículos del Grancom-boclub la primera impresión que uno se hace es la de estar ante un espacio de debate al que, notoriamente, se ha dedica-do mucho tiempo y esfuerzo: un total de dos mil cuatrocientos treinta y ocho post, una abrumadora cantidad de material que permite entender la realidad desde posi-ciones que tienen poca cabida en la ma-yoría de medios de prensa tradicionales. Desde allí se ocupa a diario de desbaratar espejismos mediáticos, quebrar tabúes políticos y cazar incongruencias y menti-ras en el discurso de políticos y analistas de la escena local.

“Hay personas que piensan que vivo pegado a las redes, pero no, también hago otras cosas. Le dedicó una o dos horas diarias, aunque mi esposa dice que más”, explica Rendón desde el escritorio de su casa en Astoria, un antiguo barrio griego situado al noroeste de Queens, en Nueva York. Sentado a la misma computadora que usa para hacer seguimiento a los temas políticos, preparar sus clases, armar sus investigaciones y corregir a sus alum-nos de la Universidad Stony brook. El nuestro fue un encuentro virtual, una “vi-deollamada”, un contacto impersonal que pronto se tornó cercano por la intensidad

su llegada a Internet iniciaría el proceso que lo ha llevado a ganarse el odio y aprecio de muchos internautas

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que Silvio imprime a sus palabras. Es, lo noto de inmediato, un orador pugilístico. A diestra y siniestra

Hace unos treinta días, a través del Facebook de GCC, Rendón dijo que la alcaldesa de Lima y lideresa de Fuerza Social, Susana Villarán, es “encubridora y selectiva” en su condena a las violaciones de derechos humanos, en respuesta a su pronunciamiento sobre la crisis política de Venezuela. Dijo que ella rechaza la vio-lencia para reprimir protestas, pero solo cuando estas ocurren en otros países. Le increpó los cuatro muertos de La Parada y recordó que cuando los arequipeños se levantaron en el 2002 contra la priva-tización de Egaza, Villarán no condenó las muertes que hubo por su cercanía al entonces ministro del Interior, Fernan-do Rospigliosi. “No quieren parecer los mismos izquierdistas trasnochados que denuncian imperialismo”, acusa desde su casa en Estados Unidos.

Sus críticas a la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) son una de las fibras más sensibles de su repertorio. Comenzó por cuestionar la validez de las extrapolaciones que se presentaron en el informe final, luego apuntó a la recolección de datos y en el 2010 dijo que la CVR peruana es una de “las más caras del mundo”, denuncia que al poco tiempo rebotaron los diarios Correo y Expreso. Rendón se ha tomado el trabajo de compilar, en dos tomos de más de cien páginas que están colgados en PDF, un recuento de los debates que se desencade-naron en las redes. A diferencia de quie-nes lo acusaron de “tonto útil, sesgado, tendencioso y malintencionado”, Gonzalo Gamio dijo, después de abandonar el

GCC en el año 2010, que “Silvio Rendón esperaba promover un debate de mayor alcance. Aunque por lo general discrepa-mos en casi todos los temas nacionales - particularmente en el tema de la CVR existe un desacuerdo muy difícil de supe-rar en diversos niveles -, lo considero un honesto, preparado y lúcido interlocutor, con gran talento para el debate”.

Se podría decir que en Silvio Rendón la necesidad por escrutar y polemizar es casi una apuesta de vida. La densidad informativa que condensa en los rin-cones de su blog lo deja claro. Ese afán discursivo lo ha llevado a distanciarse de algunos de los que, en sus años de estudiante, fueron vínculos cercanos. Silvio Rendón era uno de los líderes más comprometidos de los movimientos de izquierda en la Universidad Católica, un referente a la hora de debatir. Perteneció a la misma generación de estudiantes de la que salieron el experto en TIC Eduar-do Villanueva, el poeta Jorge Frisancho, el politólogo Martín Tanaka, el publicista Humberto Polar y otros intelectuales muy destacados en sus respectivos cam-pos. Algunos de ellos han preferido no declarar para esta nota.

“Lo que yo veo es que cuando se habla de la CVR, de Susana Villarán, ahí sí hay que cerrar filas, ahí ya no vale la plurali-dad. Cuando uno habla de la CVR, o de Lerner, caramba, que no se le toque. (…) Yo creo que polarizan, ven solo a quienes están de acuerdo y a quienes la critican, y quienes critican, da igual que sea Aldo Mariátegui o que sea otra persona. Es algo que me intranquiliza, ayuda a crear un doble estándar: hay gente que es inmaculada y otros a los que les puedes arrojar una zapatilla”, se justifica Rendón.

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Fotografía: Giovani Alarcón

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El Grancomboclub fue el detonante de su radicalización. No pudo ser el único: esa efervescencia por la confrontación siem-pre estuvo latente. Una prueba son los artículos que en los años ochenta escribió para la revista sanmarquina Herejes y Renegados, que defendía posiciones de iz-quierda en una facultad de ciencias socia-les en la que Sendero Luminoso tenía una presencia preponderante. Dormido por largos años en el ensueño de la academia moderna y la sofisticación de sus urbes, pero expectante.

¿Una herida abierta?

En agosto de 1990 Silvio Rendón traba-jaba en el Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Un día, sin previo aviso, sus jefes le cancelaron el contrato y decidieron no pagarle dos meses que aún le adeudaban. Sorprendido, consultó con varias de las personas con las que ahí trabajaba. Nadie le daba razón, las respuestas eran más bien ambiguas hasta que un funcionario más franco le advirtió: “oye Silvio, ahora tú estás quejándote aquí pero si te vas así, ¿dónde vas a trabajar? No vas a poder trabajar aquí, ni acá. Te reventaste, Silvio, no vas a poder trabajar en el Perú en el ambiente académico ni en el de las ONG”.

Su desarrollo profesional se disolvía entre pleitos laborales. Pensaba, efectivamente, que sería vetado. “En ese momento yo también me la creí”, cuenta, mientras la imagen que proyecta el monitor deja ver una sonrisa ahogada, a medio camino entre la ironía y la frustración.

Después de terminar sus estudios en la Universidad Católica, en 1992 salió del Perú a cursar un doctorado en economía en la New York University. En 1997 viajó a España a dictar cursos en la Universi-dad Pompeu Fabra y en la Carlos III de Madrid, además de ejercer como investi-gador visitante en el Banco de España. Su carrera como economista académico, por decir lo menos, despegó. “Pero sí, la expe-riencia del IEP me sirvió no sólo para ver abusos, que ya los había visto, sino para reforzar una determinación de no hacer excepciones en señalar lo que es injusto”, sostiene.

“Cuando volví a Lima por unas semanas en junio, algunos me miraron con recelo, con desconfianza, con decepción. Me vie-ron en el reflejo de Silvio Rendón, cuyas razones y/o paltas tendrá en su crítica obsesiva contra un sector de los científi-cos sociales peruanos”, dijo el politólogo Carlos Meléndez en su blog El Jorobado de Notre Dame.

Por el cincuenta aniversario de la ins-titución, Silvio divulgó un artículo que contenía unos pasajes de las memorias del investigador estadounidense William Foote Whyte en las que se narra cómo en el año 1965 el Pentágono concretó un fi-nanciamiento al IEP. “En Estados Unidos estas cosas se dicen abiertamente. El autor las escribió en sus memorias sin ningún roche, sin ningún problema. Lo contó con chismería incluso. Eso tiene sentido porque se cumplen los cincuenta años del IEP y nadie habla de eso”, comenta. Su interés geológico es innegable: no entien-de de consideraciones cuando de levantar betas prohibidas se trata. De momento, las películas de

acción capturan su interés. Revela que encuentra en ellas un modo de desfogar algunas pasiones.

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¿Tiene Rendón un válido interés por aportar con estos datos a un conocimien-to más profundo o será más bien, como dicen sus detractores, que habla desde la herida, que es, digamos, un resentido que casi veinte años después no ha podido ol-vidar? “Cuando te ocurre algo así, es usual que descalifiquen lo que puedas criticar porque eres un “resentido”. Encima que abusan de ti, te desprestigian. No sólo eso: la propia gente que crees cercana a ti se alinea con quien tiene el poder”.

La guerra de los blogs

El primer rastro del inicio de la guerra de los blogs peruanos a los espacios del Grancomboclub data de mayo del 2007. Ocurrió con la incorporación de las cola-boraciones de Gustavo Faverón y Daniel Salas. Según Silvio, la pelea entre estos dos bandos: Gustavo y Daniel por un lado y los entonces bautizados “blogstars” y egresados de la PUCP, Marco Sifuentes, Alejandro Godoy y Carlos Meléndez (por citar a los rostros más conocidos), llevaba ya varias escaramuzas de por medio. “La bronca no era conmigo, si ves la historia notas que la bronca era con ellos y yo salí a defender el espacio”.

Los bandos luchaban por defender la moral desde la que entendían su forma de actuar (administrar, comentar, postear, moderar y linkear) en la “blogósfera”. Al sector del Grancomboclub se le acusaba de censurar los comentarios y actuar des-de una visión poco abierta que desdeñaba a su contraparte por considerarla inexper-ta. Ignorante, en una palabra. A los otros, en cambio, de ser irresponsables en el manejo de sus bitácoras y poco prepara-dos para el debate. El saldo: blogs anóni-mos especializados en descalificar, injuriar

y difamar; suplantaciones de identidad, insultos sofisticados y ramplones; correos electrónicos anónimos y un enorme saldo de páginas que han sido extirpadas de la web por la propia vergüenza de sus auto-res, ahora serios líderes de opinión.

“De alguna manera, cuando se incorpora-ron al Grancomboclub Gustavo Faverón y Daniel Salas algunas personas entendie-ron que iba a ser el gran espacio donde iba a estar esta generación vieja, caduca. Y nos empiezan a llover las piedras. Lo paradójico es que, por ejemplo, a Faverón lo criticaban por escribir en Somos, pero con el tiempo, ¿ahora quién escribe en El Comercio? No son acaso algunos blogue-ros independientes. No es Faverón, no soy yo, ni siquiera Daniel Salas. ¿Quiénes se han asimilado al sistema y quiénes están fuera? Godoy, Meléndez, Sifuentes, este discurso de que ellos eran los contesta-tarios y de que nosotros el statu quo que no los dejaba surgir, ¿dónde está? Yo me he quedado escribiendo en Facebook, en Twitter, y más bien la gente a la que le gusta darme duro se burla de mí porque sigo en las redes sociales”, cuenta Rendón

“es usual que descalfiquen lo que puedas criticar porque eres un "resentido"”

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sin perder esa peculiar sonrisa. Meses después el Grancomboclub se fraccionó. Como medida preventiva, Silvio decidió moderar los comentarios (que eran cada vez más agresivos e insultantes) y fue acusado de inmediato de censurador, totalitario. Con los ánimos tan alterados, la pelea se extendió entre los propios colaboradores del espacio y finalmente Gustavo y Daniel salieron del blog. Se llegó a hablar de “crisis” y de “Golpe de Estado”. Hasta esos extremos.

“Cuando yo ingresé al mundo de los blogs no conocía las dinámicas. Yo me he metido en estas broncas un poco sin darme cuenta”. Por más que algunos de los “blogstars” aún continúen atacán-dolo cada cierto tiempo (Sifuentes dijo para esta nota que Rendón “no vale ni la gasolina que serviría para llevarlo al ma-nicomio”), Silvio ha dicho, por lo menos tres veces en el tiempo que duró nuestra conversación, que “no daba para lo que pasó (…) Te resalto una vez más: yo sé que ha habido muchas broncas pero a lo mejor con el tiempo se pueda entrar en una etapa de diálogo”.

Al final del camino

“A los partidos de izquierda yo los veo mal. Muchos sectores de izquierda están cooptados y su principal problema es que están muy vinculados a la embajada de Estados Unidos a través de ONG. Es una izquierda que para modernizarse no quiere hablar claro, no quiere hablar de imperialismo”, explica. Él, en cambio, no tiene el menor problema por hacerlo. En noviembre publicó el libro La interven-ción de los Estados Unidos en el Perú, por el que tuvo una entrevista en el diario La Primera y del que César Hildebrandt dijo

que será un libro “crecientemente impor-tante”. En su cuenta de Facebook abundan las acusaciones, con videos y wikileaks de por medio, al papel estratégico que juegan instituciones estadounidenses como la National Endowment for Democracy (NED) en países latinoamericanos.

Pero su posición de izquierda no siempre fue tan confrontacional. Según cuenta, hubo una serie de hechos que fueron tallándolo de a pocos. Cada noticia, cada injusticia que observaba y comentaba en su blog iba devolviéndole la convicción de que la lucha, en apariencia superada, seguía siendo tan antagónica como la recordaba: derecha e izquierda, pobres y ricos, empresas y trabajadores. De ahí que no encuentre respuestas en esa facción de la izquierda a la que se suele tildar de “caviar”. “Eres “moderno” si eres como Bachelet en Chile reprimiendo a los mapuches. Eres “moderno” si eres como Humala diciendo “agua y oro” cuando prometiste otra cosa. Eres “moderno” si eres como Felipe González o como José María Aznar en España y alineas a tu país con los EEUU en aventuras militares. Eres “moderno” si eres como Yehude Simon y te alías con las derechas. O mejor aún, como Fernando Rospigliosi o Juan de la Puente y te conviertes en un corrreveidile de la embajada de los EEUU”, denuncia, siempre denuncia, sin consideración ni cansancio, sin importarle que sean esas denuncias las que lo pinten como un radical.

Entiende que está inmerso en una lucha “desigual”. Las imágenes que evoca no lo dejan mentir: medios de comunicación que solo “contrabandean una única ideo-logía” y acaparan toda las hondas y tirajes, contra voces independientes; yuppies,

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“bien pagados y afeitados”, dispuestos a desbaratar los argumentos de cualquier líder comunitario que les pongan al fren-te; una consulta previa que más bien “son un par de talleres” o la intromisión de foráneos llevados por las propias firmas mineras para sabotear las votaciones. Empresarios que no están dispuestos a tranzar con aumentos de sueldo contra trabajadores que “salen de sus casas y no saben cuándo van a volver”.

“El neoliberalismo en el Perú es una cosa que ya llegó a su agotamiento. ¿Qué más van a privatizar, el agua, la lluvia? Las privatizaciones en el Perú ya fueron rechazadas socialmente, una prueba fue el “arequipazo”. Ya se vio que había un agotamiento de todo este modelo que empezó con Fujimori y del cual Toledo tuvo que dar marcha atrás. Ya no pue-den privatizar más. ¿Qué más derechos laborales van a quitarle a la gente?”, afirma con ese lenguaje de polemista, categórico que ha venido usando desde que el Skype permitió, de la misma forma en que lo hace su blog, que su voz cruce fronteras y se escuche nítida en las mentes de quienes encuentran en sus denuncias un discurso honrado y consecuente.

Desde joven siempre tuvo plena concien-cia de que la comunicación era la piedra angular del pensamiento, la única forma de mover las ideas, de desbaratar prejui-cios. Mientras estudiaba economía varias veces pensó cursar también la carrera de comunicación social. El tiempo no se lo permitió, pero de todos modos se abrió un camino propio.

“Los cambios se pueden dar como antes se dieron en los sesentas. Parecía que no, parecía que la oligarquía iba a gobernar para siempre, pero se logró porque el sector que propugnaba la reforma ganó la batalla de las ideas, la batalla moral, con exponentes como Mariátegui, Scorza, Arguedas, documentando la impunidad. ¿Cuántos fueron a la cárcel por las masa-cres de campesinos que ves en los libros de Scorza? Nadie fue. ¿Entonces cómo se logró justicia? A través de la literatura, a través de la comunicación, a través de la conciencia social”, concluye.

En octubre próximo el Grancomboclub cumplirá diez años. A él se suman la cuenta de Facebook, el Twitter y un canal de Youtube en el que transmitió sesenta capítulos de un programa de análisis po-lítico. “Ese es mi medio de discusión y la forma como yo me intereso de lo que pasa en el país. Es mi canal de información. Mi blog es mi presencia en el país, a través de él combato el desarraigo”.

“Me considero más bien un intelectual que se expresa a través de un blog, así como otros intelectuales se expresan a tra-vés de columnas de opinión en los medios de prensa o en la televisión, según la línea editorial y la apertura de los dueños de los medios”, explica. Está en su medio, in-ternet es su espacio, el único en donde es verdaderamente libre, el único en el que puede mantener esa actitud vehemente que no está dispuesto a negociar: la de ser un inquisidor suelto en las redes.

Los gestos de Silvio son pronunciados, se acentúan al compás de su discurso.

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Vivir en crónica

Mario Munive

Ilustración: Nagib Zariquiey Morcos

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Fascinados por el extravagante mundo de los frikis o inmersos en el registro de la violencia urbana y el desarraigo, la legión de escritores de no ficción surgida veinte años atrás tiene una asignatura pendiente que hinca como una piedra en el zapato: descubrir las interioridades del poder político y económico.

A Carol Pires le encantó leer la historia de Dan Koehl, un sueco que se propuso instalar una red de telefonía para elefantes a escala global. La idea partió de un dato verificado: los elefantes utilizan infraso-nidos para comunicarse a grandes distan-cias. Y Koehl, el hombre que más sabe de estos mamíferos descomunales, supuso que si colocaba micrófonos y altavoces en los lugares de cautiverio, tarde o tempra-no los animales de una misma familia o región, aunque separados por mucho tiempo, volverían a conectarse. Mientras esperaba una señal que confirmara su tesis, los puso a escuchar música, sobre todo pop y rock americano de los setenta. No está claro si llegó a establecer la comu-nicación, pero un hallazgo sedujo a Carol e hizo inolvidable esta historia, al menos para ella: el sueco jura que a todos los ele-fantes les gusta Tomorrow is a long time, una melancólica y entrañable canción de Bob Dylan.

Carol Pires nació en Brasilia, pero vive en Sao Paulo. Es una mujer risueña y disten-dida que ha escrito perfiles notables para Rolling Stone, Marie Claire y Gatopardo. En un confesionario para jóvenes cronis-tas latinoamericanos, ella reveló que tam-bién hubiese querido escribir la crónica sobre los elefantes melómanos que leyó en la revista Piauí. Se hubiese divertido

mucho contando esa historia mínima, aunque no sirva absolutamente para nada, aunque no cambie un ápice la vida de las personas. Porque ella, suele repetirlo, no tiene ninguna intención social cuando escribe. No piensa cambiar el mundo cuando elige un tema o un personaje. Lo hace simplemente por el placer de narrar. Por eso escribió El tiburón desempleado, el perfil de un veterano hincha del Junior de Barranquilla, de nombre Óscar Borrás, que durante cuarenta años se disfrazó de escualo para alentar al equipo que es la razón de su vida. Un día el club le dijo que estaba muy viejo para ser la mascota de un equipo grande y lo echó de la tribuna. Sin duda, una buena historia.

Óscar Martínez, reportero del periódico digital El Faro, está sentado al lado de Ca-rol, pero parece escucharla desde la otra orilla. Le toca confesarse y lo primero que dice es que él sí siente una responsabili-dad ética al momento de elegir los temas sobre los que va a escribir. Vive en el país de la mara Salvatrucha y la mara 18, vive en la región con la tasa de homicidios más alta del mundo. Es común escucharlo hablar de la violencia que atraviesa El Sal-vador. Es seguro que a Óscar no le llama la atención ir detrás de mujeres barbudas, hombres con cuatro patas o millonarios que gastan fortunas en una noche. Óscar

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no sonríe cuando habla. Su gesto es adus-to, a ratos severo. Cada frase suya suena filuda y rotunda. Parece un predicador. Levanta la voz cuando se refiere a la “fun-ción social del periodismo” y añade que la crónica, la herramienta más poderosa de este oficio, sí puede ayudar a cambiar las cosas1 . Díganle ingenuo, si quieren. Hace cinco años Óscar eligió convivir con los migrantes que cruzan México para ingre-sar a los Estados Unidos, y en el camino son violados, secuestrados o asesinados. Escribió catorce crónicas y las publicó en el libro Los migrantes que no importan. Las historias que relata allí sirvieron luego para denunciar a autoridades corruptas e indiferentes. “Yo no pretendía que la gente me leyera para divertirse por las noches”, afirma Óscar, quizás buscando trazar una línea divisoria. De un lado, los que como él revelan y denuncian la violencia urba-na. Y del otro, quienes ven en la crónica la vía ideal para descubrir las extravagancias de la sociedad.

Veinte años de periodismo narrativo han transcurrido en América Latina entre ambas orillas temáticas. Ciertamente, en medio se distinguen matices; cronistas —como Carol Pires—que pueden sentirse fascinados por seres excéntricos, pero no rehúyen a escribir sobre asuntos de interés público. Aun así, no se puede negar la fascinación que el llamado “mundo freak” despierta entre los cronistas sudameri-canos y, al mismo tiempo, la inclinación por las tragedias y desbarajustes sociales en quienes hacen relatos de no ficción desde Centroamérica.

Mundo freak

“Freak” puede ser sinónimo de raro, periférico o estrafalario. Lo explica el pe-ruano Juan Manuel Robles en la antesala de su libro de crónicas Lima Freak. Vidas insólitas en una ciudad perturbada. Pero este cosmos temático dominado por lo extremo, lo sublime, lo extraordinario, no siempre apunta al éxito o a lo edificante. A menudo descubre su materia prima en lo marginal y precario de ciertas vidas. Un ejemplo tangible es El Pintor de Lavoes y otras crónicas, un libro de Luis Miranda que reúne perfiles asombrosos: Lúcuma, el asesino en serie que expone sus pintu-ras en la galería más famosa de Miraflo-res; Vikingo, el catchascanista más temido y odiado de su tiempo, ahora desdentado, achacoso y discapacitado; Carmencita,

Este cosmos temático dominado por lo extremo, lo sublime, lo extraordinario, no siempre apunta al éxito o a lo edificante

1 http://nuevoscronistasdeindias.fnpi.org/jon-lee-anderson-le-toma-el-pulso-a-cuatro-cronistas-jovenes-charla-en-video/

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una millonaria atribulada al saber que de un día para otro debe dejar atrás toda una vida de mendiga; Coco Marusix, el transformista que ha superado un derra-me cerebral y vuelve a los escenarios… en silla de ruedas. Todos los personajes de Miranda tienen algo en común: son fronterizos o desangelados.

Cuando cumplió siete años Julio Villa-nueva Chang, el director y fundador de Etiqueta Negra, recibió un regalo de su madre que él recordará de por vida. No era exactamente un libro para niños. Sobre la portada distinguió dos pregun-tas impresas: ¿Quién es el hombre más alto del mundo? ¿Quién es el hombre más gordo del mundo? Mamá le había regalado el libro de los Récords Guiness. Cuarenta años después él confiesa que no se despegó del texto hasta terminarlo. Esa anécdota escogida por el cronista para mostrar hechos de su infancia que le deja-ron una impronta podría explicar porqué los frikis se han convertido en el objeto de culto de quienes buscan historias reales que se puedan contar con las técnicas de la literatura2.

El hombre más pequeño de Colombia, el peor corredor de la Fórmula Uno, la mu-jer que corrió el maratón de Nueva York y llegó a la meta al día siguiente, el chico que viaja para acumular millas y el tipo que robó cuarenta bancos en un año... He aquí cinco historias dignas de los Récords Guiness que fueron publicadas en Etiqueta Negra y Soho. Alguien podría llamarlo periodismo de lo real maravi-lloso en la medida que se descubre en

gente común, acaso anónima o anacoreta, ángulos extraordinarios que apunten a provocar asombro, lástima o admiración. Un cronista es un recaudador de peque-ñas singularidades, sostiene Villanueva Chang, en un ensayo cuyo título no podía ser más certero: El que enciende la luz.

Este periodismo navega contra la corriente que se predica en las salas de redacción. Sus maestros proponen convertir las anécdotas y los detalles en lo más importante, en aquello que da dimensión a un lugar o a un personaje y es capaz de provocar emociones en el lector. El chileno Juan Pablo Meneses lo resume así: “Para nosotros la noticia debe ser la anécdota. Si hay un accidente (noticia), seguramente habrá una historia lateral (anécdota) que va a simbolizar todo lo que queremos decir. Esa anécdota será al final nuestra noticia, de manera que el accidente pasará a ser lo que en el periodismo convencional se asume como lo anecdótico e intrascendente”3.

El mundo freak es el universo temático predominante de la crónica sudamericana actual. Puede apreciarse en Etiqueta Ne-gra, Soho y El Malpensante, tres revistas, una peruana y dos colombianas, que en los últimos quince años han abierto una amplia trocha por la que han discurri-do decenas de jóvenes convencidos de la necesidad de expresarse en un estilo radicalmente distinto al que se practica en los periódicos y revistas tradicionales. No es solo una cuestión de géneros; si el periodismo convencional se enfoca en los influyentes y poderosos, y vive esclaviza-

2 http://www.youtube.com/watch?v=MQw4jCC8qjk3 http://www.congresoperiodismo.com/pdf/meneses.pdf

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Ilustración: Nagib Zariquiey Morcos

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do por la coyuntura, los cronistas buscan historias en lo cotidiano, se internan en los bordes más ásperos y suelen descubrir lo maravilloso en aquello que el statu quo mediático considera banal.

El compromiso de la crónica

Carlos Salinas Maldonado tiene 32 años, trabaja en el semanario Confidencial y atribuye a su nacionalidad nicaragüense la temática de sus crónicas. Hace tres años empezó a escribir historias sobre la agonía de los campesinos cañeros en un lugar llamado Isla de las Viudas. Y es cierto, es una isla de viudas, pero también de huérfanas, porque todos los hombres —maridos, padres e incluso hijos— se están muriendo de la misma enfermedad: insuficiencia renal crónica. Más de mil, más de dos mil, más de tres mil vidas perdidas luego de trabajar durante años en el inmenso cañaveral de la empresa más próspera de Centroamérica. “His-torias como esta, de olvido, de explota-ción laboral y pobreza, resumen lo que es Nicaragua, lo que es América Latina”, dice Salinas. Y le gusta escribir sobre ellas porque lo indignan y le permiten revelar su compromiso4.

Violencia, exclusión y desarraigo son temas frecuentes en el quehacer de cronistas como Carlos Salinas. Él escribe en Confidencial, de Nicaragua, pero en El Salvador está El Faro; en Guatemala, Plaza Pública; y más al norte, en Méxi-co, Gatopardo y Emeequis. Estos y otros medios han financiado y acogido cróni-cas que ayudaron a descubrir el horror e

iniquidad en las calles de Centroamérica y México.

Dos textos recientes han explorado estas dicotomías temáticas. En el prólogo de su Antología de crónica latinoamericana actual, el colombiano Darío Jaramillo insinúa que hay algo en común en los pe-riodistas narrativos de la región. A todos, a los que hurgan en lo extravagante o rela-tan la violencia, les gusta desvestir lo pro-hibido. Sus relatos avanzan (casi) siempre por fuera de la moral convencional. Antes que juzgar, lo que buscan es descubrir. En la misma línea, Jordi Carrión, autor de Mejor que ficción, otro compendio de crónicas publicado en 2012, se detiene a explicar la inclinación por el mundo freak de los peruanos Juan Manuel Robles, Toño Ángulo Daneri y Gabriela Wiener. Se trata, dice el cronista y crítico catalán, de una obsesiva persecución de lo sor-prendente en el espacio de lo real. Lo real maravilloso, en clave periodística. Pero Carrión también observa lo que se hace en Centroamérica y destaca a los cronistas de ElFaro.net, que han logrado combinar investigación periodística con ambición literaria, es decir, unir las técnicas de escritura del periodismo narrativo con el rigor (y el riesgo) reporteril del periodis-mo de investigación. El poder ignorado

Pero si alguna asignatura pendiente tiene el periodismo narrativo con la realidad latinoamericana esta tiene que ver con las historias del poder político y económico. Lo dice Guillermo Osorno, el director de

4 http://nuevoscronistasdeindias.fnpi.org/jon-lee-anderson-le-toma-el-pulso-a-cuatro-cronistas-jovenes-charla-en-video/

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Gatopardo, la estupenda revista nacida en Colombia a fines de los noventa y editada en México desde 20065. Osorno publica al menos cinco crónicas en cada número. Lo que busca, dice, es ofrecer contexto, textura, imágenes e historias sobre lo que pasa en México. Ha encontrado muchos periodistas dispuestos a narrar la violen-cia del narco, la fatalidad de los desplaza-dos y la espera inútil de quienes tienen un ser querido entre los miles de desapare-cidos, pero pocos de ellos han mostrado interés en relatar las interioridades del poder político y económico. Y este es un tema que los periodistas políticos tampo-co alcanzan a ver. Cazadores de dichos, los reporteros que cubren política carecen de la vocación indispensable para descu-brir las historias detrás de lo que se cocina en el poder. Mientras tanto, Osorno sigue buscando reporteros que se decidan a escribir la crónica de los ricos desde una perspectiva distinta a la mirada frívola y burbujeante de la revista Hola.

Esta es una demanda de fondo que tiene años escuchándose. Uno de los más persistentes en sostenerla es Martín Caparrós. En una columna titulada Contra los cronistas, el argentino sostenía que ser cronista era una forma de pararse en el margen para cambiar el foco de lo que se considera “información”. Caparrós afirmaba allí que la crónica es “política”. Y entiende por “política” una toma de posición frente a los medios tradicionales y los contrabandos de su oferta editorial.

Por eso imaginaba la crónica como un lugar de diferencia, acaso de resistencia6. Su obra periodística es eso de algún modo, un mosaico donde se pueden ver retratados —o cuestionados— tanto el poder político como el submundo de los personajes bizarros y excesivos.

Quien ha admitido más de una vez los se-ñalamientos de Caparrós es el colombiano Alberto Salcedo Ramos. En una entrevista para la revista chilena The Clinic, el autor de La eterna parranda lanzó tiempo atrás una patada feroz a la autocomplacencia: “Una flaqueza de los cronistas de Latino-américa es que no metemos las narices en los círculos de poder”7. Implacable con él mismo, reconocía su apatía por indagar en el tema del poder y aceptaba que, a diferencia los frikis, el acceso a los poderosos era una tarea mucho más difí-cil. Digamos que, si lo exige Caparrós y lo admite Salcedo Ramos, es hora de hacerle caso a los maestros: que los cronistas tras-ciendan ese lado B de la realidad, pródigo en personajes pintorescos, y empiecen a pagar una deuda que muchos lectores le reclaman.

5 http://nuevoscronistasdeindias.fnpi.org/video-las-cocinas-de-la-nueva-cronica/6 http://blogcronico.wordpress.com/2010/06/30/caparros-por-la-cronica-y-contra-los-cronistas/7 http://www.theclinic.cl/2012/10/25/una-flaqueza-de-los-cronistas-de-latinoamerica-es-que-no-metemos-las-narices-en-los-circulos-de-poder/

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Hace 15 años, en San Marcos, todos los es-tudiantes de periodismo querían ser cronis-tas. Todos soñaban con ser Jaime Bedoya, Luis Miranda, Elsa Úrsula o Toño Angulo. Si eras más ambicioso podías mencionar a Wolfe, Capote, Mailer o Hemingway como tus modelos, pero la cosa era así. Se aspira-ba a narrar en primera persona, a describir, a usar recursos de la literatura como el símil o la metáfora para escribir en un diario o en una revista.

Lo que nunca encontré fue a alguien que quisiera hacer eso mismo en un soporte que no fuera el papel. Aunque alguna vez, en una clase de radio, me quedé sorpren-dido con la transmisión de la BBC durante los bombardeos alemanes a Londres, entre 1940 y 1941. El narrador empezaba con una descripción general del lugar que era atacado, luego pasaba al número de naves y finalmente callaba. A continuación, dejaba oír el alboroto de pisadas que los londinen-ses hacían en su desesperada carrera hacia los refugios. A eso le seguía el sonido de las sirenas de alarma y finalmente el rumor de los aviones enemigos sobre el cielo de la ca-pital inglesa. Pero todo ello no era descrito, no había una voz en off que lo hiciera. No hacía falta, los oyentes tenían claro de qué se trataba.

Ese ejercicio con sonidos me parecía interesante. Sin embargo, nunca llegué a experimentar con lo audiovisual. No pude despegarme del papel y lo mismo pasó con mi generación, salvo contadas excepciones. Pero usar audio y video para contar histo-rias y crónicas no es algo extraño. Se hace todos los días en todo el mundo. Y no me refiero a los reporteros de televisión o de programas dominicales, sino a los creado-res de documentales, que, como si fueran los actuales cronistas -tan esquemáticos y puntillosos- desarrollan una estructura atractiva, con mucho gancho, para contar sus hallazgos.

Es el secreto del documental: el lenguaje. Hecho en el formato del cine, pero muy cercano a los reporteros y a las redacciones; tiene lo básico: investigación profunda (quizá de años), narrativa (el protagonista muchas veces cuenta en primera persona su experiencia) y la fuerza de una primicia.Pensemos solo en los documentales que han ganado el Óscar para ver cuánto de noticioso tienen. Man on Wire (2008), el cineasta inglés James Marsh cuenta la histo-ria de Phillipe Petit, un famoso equilibrista que en 1974 quiebra la ley y logra caminar sobre un cable tendido entre las Torres Gemelas de Nueva York. The Cove (2009), de Louie Psihoyos, revela cómo es exacta-mente, con imágenes nunca vistas, la ma-tanza de delfines en Taiji, Japón. Searching for Sugar Man (2011), con esta película el sueco Malik Bendjelloul reivindica a Sixto Rodríguez, un músico retirado, que todos creían muerto, pero que es venerado por miles de fans en Sudáfrica.

Son historias humanas, masivas, dignas de estar en una sala de cine, y en las que -a diferencia de lo que es presentado como documental en la televisión nacional- los periodistas o investigadores nunca apare-

Emilio Camacho*

Ese ajenodocumental

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cen en pantalla, porque todo el protagonis-mo recae en los personajes que hablan por primera vez para el gran público. (Bueno, de acuerdo, el documentalista Michael Moore aparece mucho en pantalla, pero él no es un locutor de noticias de Canal 4).

A donde voy es que está claro que el docu-mental goza de buena salud en el mundo, pero en esta parte del planeta anda un poco aletargado, salvo excepciones como la de Javier Corcuera.

¿Y por qué? ¿Es que nunca surgirá, desde las aulas, la inquietud de narrar historias o crónicas con toda la potencia que da el documental? ¿El formato del cine es tan inalcanzable que los periodistas prefieren quedarse en sus zonas de confort?

Son interrogantes de un espectador que cree que la cultura del documental todavía nos es lejana. De hecho, las salas de cine no proyectan ni siquiera el documental ganador del Óscar, y mucho menos otros trabajos independientes. ¿Qué nos falta, en-tonces, para que el documental despegue? No tengo una respuesta clara para ello. Pero sospecho que en el futuro nuevas generacio-nes de intrépidos reporteros, convertidos en cineastas, podrán contestar sin miedo esa interrogante.

*Periodista del suplemento Domingo del diario La República

¿el formato del cine es tan inalcanzable que los periodistas prefieren quedarse en sus zonas de confort?

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los nuevos caminosde la dramaturgia

peruanaRodolfo Pesantes Rivero

Fotografía: Teatro La Plaza

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En el año 2012, en Perú solo existía un concurso bianual de dramaturgia. Dos años después, son tres las convocatorias que ofrecen la oportunidad de presentar un libreto original para que sea publicado o puesto en escena. Esta confluencia de iniciativas constituye un momento ideal para el surgimiento de nuevas voces en el teatro nacional.

Hacer teatro en Perú es una labor compli-cada, hace falta esfuerzo, perseverancia y suerte. Sin embargo, siempre ha existido la voluntad para escribir obras teatrales, historias que luego serán el testimonio de lo que una generación quiso expresar, de manera consciente o inconsciente. Este re-flejo de la realidad en un escenario respal-da la importancia de construir caminos que inviten a crear nueva dramaturgia. Porque para conocer y comprender un país hay que mirar el arte que se produce en él, los colores de su pintura, el ritmo de

su música, y las historias que su literatura, su cine y su teatro tienen para contar.

En los años noventa hubo un resurgi-miento de la dramaturgia nacional luego de dos décadas en las que la figura del dramaturgo, como creador individual de historias y lenguaje escrito, se vio opacada por la creación colectiva y el desarrollo del lenguaje corporal. Autores como Alfredo Bushby y Roberto Ángeles han asociado este fenómeno con los cambios políticos y sociales de aquellos años.

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Durante el cambio de siglo, la aparición de una gran cantidad de autores que escribían y estrenaban sus obras en Perú reafirmó la reaparición del dramaturgo en la escena cultural peruana. Pero durante esos años, salvo limitados esfuerzos, como las antologías del Ministerio de Cultura, las de Roberto Ángeles o las ediciones de la revista Muestra, de Sara Joffré, no exis-tían muchos espacios para la búsqueda y publicación de dramaturgia peruana. Para comprender la relevancia de este mo-mento es necesario conocer cómo fueron apareciendo los tres concursos vigentes: ‘Ponemos tu obra en escena’, ‘Sala de par-to’ y ‘Nueva dramaturgia peruana’.

El teatro se escribe para ponerse en escena

En el 2006, la Asociación Cultural Perua-no Británica lanzó su primer concurso de dramaturgia peruana bajo el nombre ‘Ponemos tu obra en escena’. A diferencia de otras convocatorias, que requerían presentar presupuestos, planes de pro-ducción, propuestas de actores u otros detalles técnicos, esta convocatoria solo pedía un texto teatral.

La gran acogida que tuvo el concurso llevó a que el jurado pida que se otorguen tres premios y no solo dos, como estaba estipulado originalmente. En esa primera edición sorprendió la corta edad de los ganadores, que oscilaban entre los 27 y 33 años.

Aquella vez las obras ganadoras fueron Los números seis (primer lugar), de Gino Luque, El arca de Noé (segundo lugar), de Lucero Medina, y Efímero (tercer lugar), de Mariana De Althaus. En 2011, De Althaus ganó el primer premio con

la obra Entonces Alicia cayó, y este año es parte del jurado calificador junto a Fer-nando Casaretto y Alberto Ísola.

En ‘Ponemos tu obra en escena’ las tres obras ganadoras de cada año son publi-cadas en un libro editado por el Centro Cultural Británico y, a cambio, los autores reciben premios económicos. Adicional-mente, el autor que ocupa el primer lugar cede los derechos de su obra por un año para que sea producida profesionalmente al año siguiente por el Centro Cultural y se presente en el Teatro Británico durante una temporada.

Para poder participar solo hace falta tener más de dieciocho años y ser peruano. Esto permite que el concurso convoque a voces de distintas generaciones. En el 2008 el ganador del primer lugar fue Eduardo Adrianzén, un autor consagrado, con su obra Respira. Mientras que en el 2012 el primer lugar se lo llevo Daniel Amaru Silva, autor de veinticinco años que con-cursaba por primera vez, con la obra ¿Eres tú, pequeño?

El nacimiento de más teatro peruano

A inicios de 2013, tras diez años de intensa actividad teatral y más de sesenta montajes producidos, el teatro La Plaza se propuso impulsar la aparición de nueva dramaturgia nacional y creó ‘Sala de parto’, un festival de dramaturgia que realiza una convocatoria anual para seleccionar diez obras y publicarlas bajo su sello editorial. Previamente, las obras elegidas pasan por una clínica de libreto a cargo de César de María. Además, cinco de ellas son elegidas para realizar lecturas dramatizadas con actores profesionales.

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“Hicimos lecturas dramatizadas y no sabíamos cómo iba a reaccionar la gente. Felizmente, se dieron cuenta de que lo importante era el texto. En ‘Sala de parto’, el dramaturgo es el centro de todo”, afirma Alejandro Clavier, director del festival. Para Daniel Amaru Silva, uno de los diez ganadores del 2013, la oportunidad de ser asesorado por De María y conocer a otros nueve autores es lo mejor que tiene el concurso.

“Nosotros queremos que los textos ga-nadores se representen y por eso estamos coproduciendo la mayoría de obras de ‘Sala de parto’ 2013. Queremos acompa-ñar la carrera de los nuevos dramaturgos y que encuentren en La Plaza un lugar de apoyo”, dice Clavier, mostrando que el compromiso del Teatro va más allá de la publicación y proyecta impulsar la carrera teatral de los ganadores.

‘Sala de parto’ tiene dos categorías, una de autores nuevos y otra de autores en carrera. Para algunos, como Silva, la existencia de estas categorías, podría resultar una subestimación a las capacidades de los jóvenes escritores. Para otros, como Mariana de Althaus, se trata de una diferenciación que, además de dar oportunidad a nuevas voces, establece distintos parámetros de evaluación para el jurado, “hay cosas que no le puedes perdonar a un autor con una carrera a cuestas”, afirma De Althaus.

Adicionalmente, el año pasado La Plaza organizó talleres gratuitos de dramaturgia en Comas y Villa el Salvador. Los textos escritos fueron leídos en el marco del fes-tival. Para la edición de este año, La Plaza ha organizado un nuevo taller de drama-turgia dirigido a residentes del distrito de

La Victoria. “Este taller nos da la opor-tunidad de acercarnos a otras voces que, por lo general, no son tan familiares a los talleres de dramaturgia que se dictan en Lima”, reflexiona De Althaus, quien, junto a Gonzalo Rodríguez Risco y Claudia Sacha, se encargará de dictar el taller.

El retorno del apoyo estatal

El 19 de junio del año pasado, por Resolu-ción Ministerial N° 175-2013-MC, se ins-titucionalizó el concurso nacional ‘Nueva dramaturgia peruana’. Esta iniciativa del Ministerio de Cultura, que cuenta con el apoyo económico del Banco de la Nación, reasume el papel que el Estado alguna vez tuvo en el impulso de la escritura teatral cuando, a fines del siglo pasado, de la mano de Ruth Escudero, directora del Teatro Nacional, se encargó de los desaparecidos concursos ‘Proyectos de dramaturgia para provincias’ (que estrenó los proyectos ganadores en sus ciudades de origen), ‘Hacia una dramaturgia joven’ (enfocado en el surgimiento de nuevos

para comprender la relevancia de este momento es necesario conocer cómo aparecieron los tres concursos vigentes

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Fotografía: Diana Silva Delgado

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autores de todas las edades) y ‘Solari Swayne’ (ideado para afirmar a dramatur-gos reconocidos).

El concurso, lanzado oficialmente el 25 de febrero de este año, elegirá a cinco obras para publicarlas, además de pro-ducir y poner en escena a la que ocupe el primer lugar. La inclusión de la palabra “nacional” junto al nombre del concur-so despierta el interés por conocer qué teatro se está escribiendo fuera de Lima. Gustavo López Infantas, director teatral y consultor especialista en artes escénicas del Ministerio de Cultura, hace énfasis en que los otros concursos no excluyen la participación de obras de provincia pero que ‘Nueva dramaturgia peruana’, al ser una iniciativa estatal, contempla su descentralización a través de un plan de difusión para el interior del país.

Algunos autores han criticado lo res-trictivo de la edad permitida para poder participar (entre 18 y 35 años). Sobre ese punto, López Infantas sostiene que “el concurso debe recibirse como el primer paso de una iniciativa meritoria. Las bases ya están estipuladas y, eventualmente, en el futuro se pueden ir mejorando”.

Según las bases de ‘Nueva dramaturgia peruana’, se contempla realizar una convocatoria anual, de manera que se podrían realizar mejoras e innovaciones que amplíen las posibilidades para poder

participar. “A mí me gustaría ver una nueva obra de César de María o de Eduardo Adrianzén y, si ellos merecen ganar un concurso, no veo por qué no podrían participar”, sostiene De Althaus. Quizás en el futuro el concurso pueda retomar la dinámica complementaria de los desaparecidos ‘Solari Swayne’, ‘Hacia una nueva dramaturgia peruana’ y ‘Proyectos de dramaturgia para provincias’.

¿Demasiados concursos?

Esta diversidad de concursos requiere que su demanda de textos sea satisfecha, tanto en cantidad como en calidad. Varios dramaturgos se han pronunciado a través de las redes sociales para mostrar su entu-siasmo ante este panorama esperanzador y, de paso, dar aliento y consejo a aquellos que sientan interés por escribir una obra de teatro. El problema más grave que podrían afrontar los concursos sería no lograr reunir una cantidad considerable de obras y que, en consecuencia, dilapi-den sus pretensiones de crecimiento y desaparezcan en los próximos años.

Los concursos deben aprender a convivir, pulirse en futuras ediciones, saber dar espacio a nuevas convocatorias y, princi-palmente, servir como motivación para que aparezca nueva dramaturgia nacional. Del lado de los concursantes, lo único que se necesita es que tengan la convic-ción de crear una buena obra de teatro y empiecen a escribir. Como dice César de María, “es mejor una obra mal escrita que ninguna obra escrita”.Daniel Amaru Silva, dramaturgo

ganador de ‘Ponemos tu obra en escena’ 2012 y de ‘Sala de parto’ 2013. “Hay razón para escribir justamente porque hay concursos. Yo tengo suerte de haber nacido justo en esta ola pero si hubiese nacido cinco años antes seguiría escribiendo por gusto”.

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1. El Husky Safari: Es una actividad popular en Saariselkä. Actualmente se crían alrededor de 200 perros de trineo en el pueblo, solamente de las razas Huskies Siberiano y de Alaska. Los trineos en Saa-riselkä funcionan en parejas: una persona dirige a los perros de pie sobre los esquís y la otra se sienta en el trineo.

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SAARISELKÄ: Descubriendo las bestias tradicionales de Laponia

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Diego Olivas Arana

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Saariselkä es un pueblo situado al norte de Laponia finlandesa, a 300 metros sobre el nivel del mar. Es un reconocido destino turístico de Finlandia debido a sus grandes colinas, la fauna y la posibilidad de ver la aurora boreal. A pesar de que en Laponia finlandesa viven alrededor de 182 mil personas (entre ellas, aproximadamente 10 mil Sami, la población indígena de Laponia), en Saariselkä solo viven 350 personas, mas tiene alojamiento para 13 500, debido al turismo. Curiosamente, el número de renos es mayor a la población humana: cada año se cuentan alrededor de 200 mil renos, todos censados y protegidos por el gobierno.

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2. Los renos: Guardan un gran signifi-cado para la cultura de Laponia. Criarlos no representa solamente un trabajo, sino un estilo de vida. Verlos errar libremente por los bosques y montañas es cotidiano para los habitantes de Laponia finlandesa, sueca, rusa o noruega.

3. Las casas: En el pueblo de Saariselkä poseen vívidos colores para hacerlas más notables en invierno. Por lo general son de madera y la mayoría alberga a turistas que llegan temporalmente durante el invierno. Los trineos de plástico se pueden encon-trar junto a las casas, listos para que cual-quiera los coja y se deslice por las colinas y pendientes nevadas.

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4. El cielo gris de invierno: No es algo extraño para los habitantes de Saariselkä. A pesar de que la ley ha hecho que todos los renos estén contados y marcados en la oreja, continúan vagando en busca de hongos y agua, incluso en el invierno, dejando su rastro en la nieve.

5. El paseo en trineo con renos: Es una de las actividades de la granja de renos en Saariselkä, donde algunos lapones y representantes de la población sami dedican su vida a la crianza de estos animales, durante todo el año, siendo este su mayor sustento.

6. Los trineos de los huskies si-berianos y de Alaska: En Saariselkä cuentan con seis de estos velocistas, quienes adoran la adrenalina a tal punto que, si por accidente te caes del trineo, ellos continuarán la carrera, arrastrando el vehículo vacío.

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Diego Olivas Arana

alicia y la quinta dimensión

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Cindy y Lalo - Bar Queirolo, Jirón Quilca, Centro de Lima.

-¿13? ¿En Protocordados y Vertebrados Amniotas? ¿Es en serio, Cindy?

-Claro pues, Lalito. ‘Cha que tú me has perdido la fe, ¿no?

-Ese curso es yuca, flaca, yo lo jalé la pri-mera vez con 10.

-Tienes que estudiar, loco, ¿si no cómo? ¿Oye por qué estás tomando Brahma?

-Chancona me habías salido, flaquita. Ya te quiero ver cuando lleves Protocordados Amniotas, ese curso es una locura. Y yo lo estoy llevando junto a Invertebrados Ce-lomados, estoy volando, concha su madre. Ahí te quiero ver... ¿Por qué tomo Brah-ma? ¿Por qué tú estás tomando Cristal? Es la misma vaina.

-Oye yo he pasado el curso mientras estaba en Arenales todos los días metida en el Museo de Historia Natural, no tenía vida. Prácticas de mierda. Para que veas… Ah, y la Brahma sabe a pichi, por eso te pregunto.

-Jajaja, ¿qué hablas, flaca? Me gusta la pichi entonces… ¿Pero está bien, no? ¿Estudiantes de Biología sanmarquinos, tomando pichi en Quilca? No hay nada nuevo en esa nota.

-Ahora tú hablas huevadas. Más respeto por la universidad, Lalito… ¡Salud por la Facultad, y por San Marcos, carajo!

-¡Por mí trabajo de campo en Tambopata! ¡Salud!

-Así está bueno chupar, Lalito. Me has he-cho recordar mis borracheras con Alicia el semestre pasado.

-Oye verdad, Cindy. Alicia Hurtado, ¿qué fue de ella?

-Dejó la carrera pues Lalo, ¿qué no sabes?

-Nada, flaca. La puta madre, pero si ya iba a acabar, ¿qué pasó?

-Se templó y se loqueó, Lalito… De un brujo.

-La concha de su madre. Ciencias, sexo y esoterismo. A los biólogos esas vainas no nos van ¿Quién la embrujó?... Cuenta pe’, flaca.

-… Wenceslao Araujo, un tío, treintón, medio pituco ¿Lo ubicas?

continúa en la página 74

67diálogos de taberna

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Fotografía: Victoria Meneses

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69aaaaaaaaaaaaaa¿Hace cuánto tiempo escribes?Desde muy chico, y lo hacía sin ánimos de ser un escritor profesional.

Franco creció rodeado de libros. No recuerda el nombre del primer cuento que le leyó su madre pero sí la grandiosa sensación que produjo en él. Conforme crecía, iba imitando la escritura de los au-tores que más le gustaban y cuando estaba en sexto grado escribió su primer ensayo. “Fue una sátira de Jesús y sus discípulos. Lo hice para divertir a mis amigos. La his-toria trataba de los apóstoles, que hacían una huelga para exigirle a Jesús que les pagase por seguir predicando su palabra. Todo era un juego y no tenía trascenden-cia. Además, a mí me gustaba todo lo que

tenía que ver con la ciencia, sobre todo porque en mi colegio el profe de literatura era malazo”. Sin embargo, aquella des-motivación por las letras no le impidió seguir leyendo cada obra que encontraba en casa.

La etapa escolar acabó y los libros se con-virtieron en el mejor refugio durante su adolescencia. Cuando todo marchaba de maravilla, sus padres le dijeron que debía ir a Lima para ingresar a la universidad y estudiar ingeniería. Lo hizo durante cuatro semestres.

“Para un chico de diecisiete años intro-vertido y antisocial, eso fue demasiado chocante. Al inicio, como no tenía ami-

Nació en Chincha en el siglo XX. Estudió literatura en la PUCP a pesar de que era bueno en ciencias y sus padres deseaban verlo convertido en ingeniero o economista. En el 2004 editó el único número de la revista Entre ceros y unos, que fue una breve antología sobre el arte y el mundo digital. Tiene tres libros publicados: Como dulce trueno (2008), El Solitario – Crónicas de viaje (2010) y Homo demens (2010). Es profesor de matemáticas en un colegio y acaba de terminar de escribir dos novelas que espera salgan a la luz este año.

Victoria Meneses

Franco Salcedo: “La literatura me

salvó de la locura”

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gos, me quedaba en el cuarto que alquilé. Leía y era feliz. Recuerdo esa etapa como buena y mala. Estuve a punto de volver-me loco por todos los cambios, pero fue el momento en que empecé a escribir y dibujar para expresar lo que sentía. La literatura me salvó porque era un escape”.

Mientras cursaba los primeros años de Estudios Generales Ciencias, descubrió a Javier Heraud, poeta y referente que le cambió la vida en las noches de exilio que pasaba en aquel cuarto de Jesús María. “Comencé a escribir poesía imitándolo y, poco a poco, empecé a conocer a más padres literarios, como Jorge Teillier, Ce-sar Moro, Washington Delgado y muchos más. Ahí se me hizo más fuerte y serio el gusto por la literatura. Seguía estudiando ciencias pero ya no me sentía a gusto. Comparaba inevitablemente el ambiente donde estudiaba con el de la facultad de letras y las diferencias saltaban a la vista. La gente andaba feliz, jugando cartas o to-cando guitarra. Había grupos de hombres y mujeres. En la facultad de ciencias no pasaba eso y la poca gente que encontra-bas en los pasillos hablaba con la pared”.

A pesar de sentirse “como un pájaro raro en un festín de monos” continuó estu-diando para ser ingeniero hasta que se enteró de una convocatoria de la revista Vórtice, de la especialidad de literatura de la PUCP, y envió uno de los poemas que había escrito.

Quedó entre los ocho elegidos entre pos-tulantes de toda la universidad y eso le dio valor y ánimo para cambiarse de especia-lidad. En Letras conoció personas con sus mismos intereses y encontró a su primer amor, ese que nunca se olvida. En esta nueva etapa mejoró su estado de ánimo,

le perdió el miedo a la locura y las dosis diarias de clonazepam disminuyeron.

¿Tienes algo de locura?Por su puesto. Yo creo que todos tenemos algo de locura pero la manifestamos de manera diferente. Nadie está cien por ciento cuerdo y eso es bueno. La gente que me parece interesante es la más extra-vagante.

Precisamente, uno de los temas sobre los que escribe Franco en sus libros es la locura, además del desamor, la muerte, la soledad, los viajes y la incomunicación humana. En Como dulce trueno desarrolló el diálogo de un personaje solitario con sus lecturas. Ese libro lo editó y distribuyó él mismo. “No gasté mucho, a compara-ción de lo que cobran las editoriales por imprimir, repartir y hacer publicidad. Ese libro lo vendía a veinte soles, o a diez. A veces lo regalaba o lo “truequeaba”.

Con un libro publicado, después de pasar muchos años entre Lima y Chincha, decidió irse de viaje para conocer más el Perú, enfrentarse a otras realidades y vivir experiencias diferentes. “El primer lugar al que me escapé fue el Callejón de

“los editores son una raza extraña porque no te contestan ni sí, ni no”

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Conchucos, en Ancash, y me enamoré del lugar. Conviví con gente sencilla y humil-de que me daba mucho sin esperar nada a cambio. A veces, no sabía cómo agra-decer tanto cariño. Los años que llevaba viviendo en Lima habían hecho que me contagiara de esa frialdad que tienen aquí las personas. Por eso, cada vez que puedo me voy a provincias para desintoxicarme del aire capitalino”.

Después de un tiempo viajando como mochilero nació El Solitario – Crónicas de viaje. Esta “nueva aventura”, como él la llama, cuenta sus historias de viaje. En este segundo libro da a conocer su gusto por lo audiovisual, pues los textos van acompañados de fotografías que regis-tran los lugares que describe. “Este libro también lo edité yo y es con el que más anécdotas he tenido. Siempre lo llevo cuando me voy de viaje. Ahora solo me queda uno, pero es al que le tengo un ca-riño especial. Por El Solitario tuve aventu-ras con algunas extranjeras e hice amigos que venían al Perú a mochilear, y yo se los regalaba como una guía de viaje”.

¿Ser escritor te ha beneficiado con las mujeres?No tanto como la gente alucina. Más jale tienen los músicos.

La literatura le ha dado muchas satis-facciones pero, a la vez, lo ha alejado de las personas. Algunos de sus amigos se molestaron por verse convertidos en un personaje de sus novelas. “Cuando eres honesto con lo que escribes, así sea ficción, uno termina escribiendo sobre las personas que lo rodean y forman parte de su vida, solo que a veces ellos lo malin-terpretan. En lugar de apoyarte, te dan la espalda y tratan de hundirte”.

Para este escritor independiente la lite-ratura es un camino de peldaños que se va subiendo paso a paso, para no caer en ridículo y traicionar tus propios princi-pios. “Desesperarse por publicar hace que nada salga bien, es mejor tener paciencia. Hay escritores que se han demorado ocho años en sacar un libro y ese único hijo ha sido excelente, como Pedro Páramo, de Juan Rulfo”.

El éxito aún no ha llegado para él, pero no lo necesita para seguir escribiendo. Por medio de sus letras expresa todo lo que no puede decirle a alguien a la cara. Cuando no se siente feliz en la vida real, disfruta de estar en su mundo de ficción porque ahí encaja todo como él quiere.

“Soy un hombre de letras pero soy pro-fesor de matemáticas”. Desde el colegio siempre fue bueno para las matemáticas. Cuando vivía en Chincha daba clases particulares como pasatiempo y cachuelo, sin saber que podía llegar a desempeñarse en la pedagogía. “La ciencia me puede hacer volar, como me sucede cuando leo un poema. No es difícil. Es otro universo de fórmulas y teoremas que son increí-blemente alucinantes. Me siento cómodo enseñando porque aprendo de mis alum-nos. Sus anécdotas me enriquecen como persona y escritor”.

Ser profesor le dio estabilidad económica y lo llevó a formar parte de la rutina típica de gente que trabaja de lunes a viernes en un horario establecido, pero aún le queda-ban los fines de semana para escapar, para ser él. Una cerveza y un buen porro son placeres que nunca faltan en su vida; y si tiene suerte, tampoco falta la compañía de una mujer. Las féminas que han pasado por su vida siempre lo han marcado, unas

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Fotografía: Victoria Meneses

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más que otras, incluso a las que les ha tenido que pagar por sexo alguna vez.

En tu etapa de profesor, ¿seguías escribiendo?Siempre. Yo nunca dejo de escribir. Homo demens fue publicado en el 2010 y lo escribí con un gran amigo mío. Este libro empezó como jugando. Un día escribí un texto y se lo mandé a mi pata. Él me contestó y así empezamos a rotarnos la historia. Esta novela se hizo en la playa Cerro Azul, porque era el punto medio donde nos encontrábamos para debatir sobre los avances.

Con tres libros publicados y dos que están próximos a salir, Franco puede opinar sobre el poco apoyo que brindan las edito-riales a escritores como él. Como ellos no son un negocio que les pueda hacer ganar grandes cantidades de dinero, les dan la espalda. “Los editores son una raza ex-traña porque no te contestan ni sí, ni no. Uno les manda la novela y no la leen pero tampoco te dan una respuesta. Parece que el peruano tiene miedo a ser directo. Mi sueño es tener una editorial y apoyar a los escritores independientes”.

Estudiar literatura en la Católica le enseñó muchas cosas. Vivir en Lima y viajar, acompañado de El Solitario, por distintos lugares del Perú le ayudó a no extrañar Chincha, su tierra de campeones, como él la llama. Espera dejar pronto la media dosis diaria de clonazepam que se mete al organismo pero aún teme que regresen los ataques de pánico que le afectaban en su

adolescencia, cuando vivía en aquel cuar-to alquilado en Jesús María. Recuerda ese lugar con agrado, pues pasaba el tiempo masturbándose o mirando al techo diva-gando. Esa etapa de encierro y soledad lo ayudaron a explorarse y conocerse más. Así descubrió el gran universo de autores y libros que lo han acompañado hasta la actualidad para no sentirse solo si es que le hace falta la compañía de su familia o de una mujer.

No le tiene miedo a la muerte ni tampoco a la locura. A pesar de que no se ejercita regularmente, le apasionan los deportes extremos. Cuando no sale por unos tra-gos, se divierte viendo películas o jugando ajedrez en línea. Una de sus pasiones ocultas es la fotografía. Tiene proyectos audiovisuales para el futuro, pero por ahora está enfocado en publicar las dos novelas que tiene listas, cuyos posibles nombres son “Amo a Ximena por el culo” y “Baladas del enemigo”.

¿Te consideras un escritor?Sí, escribir hace mi vida más soportable.

Homo demes fue la única novela editada por Estruendomudo, en 2010 y la única que fue pre-sentada, a comparación de sus otras dos obras.

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viene de la página 67

-¡Claro! Ese loco llevó conmigo Morfo-logía Animal Comparada. Debe tener 31 años… O sea que se la estuvo tirando a la Alicia ese pata, ¡no me jodas!

-Pucha, Alicita, carajo, nunca tuvo ena-morado antes de ese pata. Paraba con Yahaira y Edith nomás, por todas partes.

-¿Leca?

-Yo también pensaba eso, hasta que la charapa empezó a andar con Wenceslao.

-Aguanta, ¿Alicia es de la selva?

-Claro pues, de Moyobamba. La menor de seis hermanos.

-Manya, con razón se mandaba su buena retaguardia la pecosa.

-Jajaja mañoso de mierda, chupa nomás.

-Oye ¿Cómo así conoció a Wenceslao? ¿La flechó el loco? Cuando llevé Morfolo-gía, Pepe y yo le decíamos el ‘équido’.

-Bien jodidos son ustedes.

-Firme, flaca. Tienes que aceptar que su fenotipo es raro. Parece un caballo el hombre: alto, extremidades larguísi-mas, blancón, cabello castaño, ¿es medio gringo, no? Ah claro, y con una quijada de campeonato. Dientón el puta. Siempre nos burlábamos de él.

-¿Blancón? ¿Dientón? Me suena a que en vez de burlarse lo estaban admirando, maricas.

-Naranja, Cindy. Yo soy bien hombre. Oye pero el tío era un genio, valgan verdades. Tenía una memoria muy achorada, y excelente comprensión de todos los textos y teorías. Análisis, síntesis de lo aprendi-do, una luminaria el concha su madre. Ya nos llegaba que parara siendo el primero en cada examen… Pero igual le pedimos sus apuntes unas cuantas veces antes de finales jajaja.

-Ya, hombre, no te vayas por las ramas. No sé cómo se conocieron pero empeza-ron a verse el año pasado, de la nada… Oye, recién me doy cuenta de que no nos han dado canchita.

-¿Qué hablas? Hace tiempo que vengo al Queirolo y no dan canchita serrana, flaca. -Eso es porque eres hombre. A mí siem-pre me dan. Voy a pedir. También toca más chela.

-Pídele que traiga dos Brahma también y vuelva rápido, flaca.

-Listo. Te dije que sí tenían canchita. Sala-dita, Lalito.

-Saladita, Cindy, como la suerte de Alici-ta. Termina el cuento pe’, la haces larga.

-Bueno, pasa que, según Yahaira y Nor-mita –que también es mi confidente-,

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se encontraban paseando una vez por el malecón Armendáriz cuando se pusieron muy carretones y buscaron un rinconcito oscuro para manosearse. Era de noche.

-¿Armendáriz? ¿Eso es en Barranco? Salían de tonear.

-No, Miraflores. Wenceslao vive allí, fácil es cerca. La cosa es que los parquecitos allí ya no son como antes y terminaron bajando a la misma playa.

-No jodas, ¿tiraron en el mar? Siempre he querido hacer eso, la humedad de la playa debe ser ponedora, ¿no?

-Cállate, obvio que no, tiraron en la arena, en la playa. -Pucha, yo la hubiera convencido para hacerlo en el mar. La arena es jodida.

-Pero en el mar la vagina o el pene se pue-den irritar, estudiante de biología.

-Qué importa, eso debe ser al principio nomás, tienes que entrar al mar ya lubri-cado, me han dicho que es mejor. Enton-ces el toqueteo en la arena cae a pelo… Y en el mar se puede tirar a pelo también, el agua del mar elimina los espermato-zoides. -¡¿Qué chucha estás hablando?! Jajaja… Bueno estaban tirando en la arena ¿ya? Parece que fue salvaje la cosa, ambos gemían como ganado hambriento.

-Claro. Debe ser un buen cache, en la playa.

-Huevón… Entonces, cuando Wenceslao ya no aguantaba y estaba cerca a venirse, empezó la locura. Sécate ese vaso para que empieces la nueva chela escuchando esto.

-Claxon… ¿Pero qué fue? ¿Se vino dentro? ¿La llenó a Alicita? ¿Está en bola la flaca?

-Aguanta… Cuando estaban en pleno éxtasis, Alicia sintió algo raro: el peso de Wenceslao –que estaba arriba- desa-parecía. Ya no pesaba. Según Normita, ella dijo “sentí que ya no había gravedad alrededor, que él ya no era una masa”.

-¡¿Qué?! ¿Estaban en drogas o el loco había sido fantasma?

-Ninguno de los dos consume nada, ni chela, hierba, nada. Son sanazos. Pero ella sintió como si Wenceslao fuese aire, una imagen nomás… Y luego de eso, un aura verde, rarísima, recorrió todo su cuerpo.

-Me estás floreando, ¿no? ¿No me digas que ya estás borracha? Mucho hablas, bebe un poco.

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juntos y revueltosVíctor Manríquez

Por lo general, los directores de cine se encuentran detrás de la cámara; sin embargo, algunos de ellos decidieron cambiar de rol y colocarse frente a una. Scorsese, Herzog, Cronenberg. Si a esto le sumamos trabajar con otro director reconocido, la búsqueda se torna más complicada. Pero no te preocupes, “En Polvos” hizo su tarea: aquí te presentamos cinco grandes directores dirigidos por otro igual de famoso.*

Fotomontaje: Víctor Manríquez

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Fresas salvajes (1957)Dir: Ingmar Bergman

Admirado por Bergman, Victor Sjöström, el actor que encarna en esta película al malhumorado y obstinado profesor Isak Borg, es reconocido como uno de los grandes directores de cine mudo. Entre 1912 y 1923 grabó nada menos que 40 films antes de viajar a los Estados Unidos. Aunque muchos de estos se han perdi-do, su obra maestra La carreta fantasma (1921) se ha conservado y es comparada con clásicos como El gabinete del doctor Caligari o Nosferatu.

Chinatown (1974)Dir: Roman Polanski

Famoso por dirigir El halcón maltés, John Huston interpreta en este film a Noah Cross, el ex dueño de la compañía de agua de Los Ángeles. Involucrado en el caso de la muerte de Hollis Mulwray, su antiguo socio, Cross le pide al detective Gittes (Jack Nicholson) que investigue sobre la amante de Mulwray. Ganador del Oscar a Mejor Director en 1948 por El Tesoro de la Sierra Madre, Huston logró que Walter, su padre, y Anjelica, su hija, ganaran sendos Oscares en películas suyas.

Encuentro cercanos del tercer tipo (1977) Dir: Steven Spielberg

A pesar de que había actuado en varias películas suyas como La noche ameri-cana, esta historia de ciencia-ficción representó la primera vez que Truffaut apareció en un film de otro director. Invi-tado por un joven Spielberg, que acababa de grabar Tiburón, la leyenda del cine francés personifica a Claude Lacomber,

un científico que estudia todo lo rela-cionado con OVNIS. Por esta actuación, Truffaut fue nominado a Mejor Actor de Reparto en los premios BAFTA de 1978.

El desprecio (1963)Dir: Jean Luc-Godard

Lo más curioso de la participación de Fritz Lang en esta película es que se interpreta a sí mismo. Bajo la excusa de que “un alemán descubrió Troya”, el productor Jeremy Prokosch contrata al director de Metrópolis para filmar una adaptación de La Odisea. Disgustado con el trabajo de Lang, Prokosch con-trata a Paul Javal (Michel Piccoli), un dramaturgo, para modificar el guion y convertir la propuesta en un producto más comercial.

Despertando a la vida (2001)Dir: Richard Linklater

En esta película animada que intenta recrear el mundo de los sueños, Steven Soderbergh hace una breve aparición mientras el protagonista hace zapping en la televisión. Durante una entrevista, el director de La Gran Estafa comenta una anécdota entre dos leyendas del cine: Billy Wilder y Louis Malle. Soderbergh menciona que Wilder le dijo a Malle que había echado a perder dinero cuando este le contó que su última película trata-ba de un sueño dentro de otro.

*(Nuevamente) Por si acaso, no he tomado en cuenta a los directores con una formación ac-toral previa a la grabación de sus películas, como De Sica u Orson Welles.

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-Tienes razón… Ya. Pero no te miento. El tipo se volvió fosforescente, irradiaba una luz suave pero visible… Y todavía estaba dentro de Alicia. Ella no lo podía creer, entró en pánico, sólo pensaba “¿qué chucha está pasando con este ser humano?” hasta que se volvió completamente fosforescente, al eyacular. Ella dice que parecía fuego.

-La charapita se estaba levantando a la Antorcha Humana, entonces.

-Alicita pegó un grito inmortal, asustadísi-ma, y alejó a Wenceslao de su cuerpo.

-Espera, ¿o sea que podía tocarlo? ¿No dices que era como un fantasma?

-Solamente te dije ella no sentía su cuerpo sobre el suyo. No sé cómo lo hizo, pero se alejó de él y salió disparada por la playa, subiendo las largas escaleras hasta la ave-nida, gritando calata y con su ropa en las manos. Él no la siguió.

-¿Qué hizo? Chupa, Cindy, chupa y habla, se pueden hacer las dos cosas.

-No hizo nada, se quedó ardiendo incorpó-reo en la playa. Al menos eso cuentan. Ella regresó a su casa y no hablaron durante unas semanas, al parecer.

-Yo hubiera llamado a Sixto Paz y al grupo RAMA para que se lo lleven, o a la NASA, no sé, alguna huevada así.

-¿Piensas que el pata es un extraterrestre?

-¿Por qué no? ¿Dónde has visto un huevón que a la hora de cachar pierde el volumen del cuerpo y, para concha, se vuelve fosfo-rescente? Está rica la canchita.

-Bueno, escucha lo que sigue. Luego de pensar las cosas y pretender ser más lógi-cos, maduros, se juntaron para conversar. Alicia estaba como traumada, pero llena de dudas. Quería una explicación.

-¡Estaba en todo su derecho! Salud por Alicita.

-Él aceptó y se vieron. Prepárate. Su expli-cación fue de lo más quemada: dijo que él era un ser especial, que había llegado a la Tierra bajo estricto y específico pedido de sus padres. Es decir, que habían planeado sus cualidades y características exactas. Le dijo que había llegado al planeta para servir a la humanidad en el mar y los ríos y cuidar de la vida acuática, y que en su ADN lleva-ba la memoria celular del Universo.

-Total, ¿el loco es la Antorcha Humana o Aquaman? Me estoy loqueando con esta vaina, me estás hablando de toda la gente de Marvel, Cindy. Para mí que ya estás ebria y me metes puro cuento.

-Espera. Luego le contó que sus padres eran rosacruces, ¿manyas? Yo tuve que averiguar un poco. Es una orden secreta muy antigua, como los masones. O sea que sus viejos estaban bien metidos, entre otras cosas, en el esoterismo y espiritismo.

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-Claro que manyo, flaca. Mi tío es masón, pero muy relajado. Siempre va los sába-dos al templo de Córpac. Me ha contado muchas cosas, algo sé de los rosacruces, no creas. O sea que además de loco, Wences-lao había sido brujo.

-Jajaja e hijo de brujos, quizás… Pero escucha, además, le dijo a Alicita que era gnóstico samaeliano, y por eso no podía eyacular. La noche en la playa fue muy especial para él, por eso decidió hacerlo y por eso se transformó.

-¿Espera qué? ¿Y qué tiene que ver la gnosis samaeliana? Creo que esa nota, la gnosis, es como una filosofía, ¿no?

-Sí. Wenceslao era un iniciado en las cien-cias ocultas. Parece que para un gnóstico samaeliano, la eyaculación es una aberra-ción, un pecado, alucina. Sólo lo hacen para fecundar. Al venirse, Wenceslao trascendió las dimensiones terrenales.

-Pero entonces es un mal gnóstico samae-liano, ¿no? O sea, ¿se vino porque estaba arrecho y ya no podía más, o de veras le quería hacer un cachorro a la charapa?

-No sé la verdad, pero Alicita se cagaba de miedo mientras él pasaba a la Quinta Dimensión. Fue un encuentro divino para Wenceslao, por eso se desmaterializó en pleno coito.

-Un cache divino, el de Alicita y el ‘équido’. Qué locura, carajo.

-Sí pues… Puta madre, Lalo, te has termi-nado toda la canchita.

-Igual las chelas ya se terminaron, mejor nos vamos, flaca. Oye ¿pero qué pasó aho-ra? ¿están juntos? Qué yo sepa el ‘équido’ ya está chambeando ¿no?

-Exacto. Chambea en el IMARPE… Alicita ha dejado temporalmente la universidad, está como en un año sabático por esa vaina. Me dijo Normita que está asistiendo al Centro de Psicoterapia, en Miraflores. Ya no se hablan.

-Pobrecita la flaca… IMARPE, biólogo ma-rino tenía que ser, el Aquaman. Todo ese rollo de que su concepción fue planeada y que vino al mundo a cuidar el mar es una pasada de culo, ¿no? Para mí que esa parte es floro.

-No lo sé, ahora para con puros peces, plancton y crustáceos… ¿Qué hacemos ahora, Lalito?

-Vamos a la plaza San Martín a ver qué hay, Cindy ¿Puede ser El Mirador? Mucha pastrulada me has contado, hay que bailar un rato para refrescar.

-Atraco, pero unas papas fritas antes.

-¿Jirón de la Unión?

-Sífilis.

-Vamos.

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He seguido con mucha atención estos días una intensa campaña en redes sociales y en medios. Es una campaña que se llama “Déjala decidir” y que busca, a través de una iniciativa legislativa, la despenalización del aborto en caso de violación sexual.

En los primeros días de marzo el colectivo promotor, formado por el movimiento Manuela Ramos y la Articulación Feminista, entregó al JNE 103 mil firmas. Firmas obtenidas por cientos de personas en una importante movilización social; mujeres, estudiantes, trabajadores, en sus ratos libres, que haciendo uso de mecanismos democráticos y pacíficos, se han propuesto generar un cambio legislativo.

Esta campaña no busca promover el aborto sino que pretende establecer la libertad de las mujeres para que, frente a un embarazo impuesto y no deseado, generado además con violencia, puedan decidir si continuar con esa gestación o por el contrario, interrumpirla. En esto radica la fortaleza de esta iniciativa; no está invitando a nadie a abortar, por el contrario, aquellas mujeres que pese al daño infringido, pese al dolor salvaje en el cuerpo y en el alma, deciden seguir con el embarazo,

enhorabuena por la opción tomada. Pero para aquellas que se sientan incapaces de continuar esa gestación, nacida de la violencia y el ho-rror, no exista una sanción penal contemplada en el código penal peruano.

Una vez entregadas las firmas y revisadas por la Reniec, el final del camino será la discu-sión de la iniciativa en el pleno del Congreso: allí puede pasar cualquier cosa. Por tanto, la campaña continúa y los debates se desarrollan en una atmósfera cada vez más encendida en las redes sociales, más aún en un tema que moviliza tantas emociones como este.

Como dato, que abona, es justo decir que se trata de una campaña con una estética muy bien trabajada, con respuesta inmediata en redes sociales a los detractores, con un buen impacto en medios y con un discurso que ha sabido escapar a la acritud propia de los dis-cursos ligados a la perspectiva de género.

Sin embargo, y luego de haberles narrado el contexto en el que se desarrolla esta campa-ña, no puedo dejar de expresar mi profunda desazón y tristeza al leer o escuchar algunas de las posiciones de este debate; sobre todo de aquellos que se hacen llamar Pro-Vida y para los cuales todo el resto, que no piense como ellos en esta materia, son abortistas y asesinos. Ahora, intento ponerme en la posición más neutral posible e intento ser lo más amplio de mente; me digo a mi mismo, finalmente son sus ideas y los calificativos que utilicen o no son expresiones de su seguridad y de sus mie-dos, también. -¿No estaré cargando la mano hacia ellos por mis abiertas discrepancias hacia sus posturas?- me pregunto.

Hasta allí bienvenida la discrepancia pese al tono, que a veces, no es la parte sino que es el todo. Pero lo que me ha resultado inaceptable es la poca empatía que he encontrado hacia las mujeres víctimas de violación sexual. Ese po-nerse en los zapatos de una mujer, arrincona-

Carlos Cornejo A.*

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da y embestida por un depredador, parece ser casi un imposible entre los detractores de esta campaña. Y no tiene que ver con ser mujer u hombre, en ambos casos la falta de empatía es casi la misma. ¿Por qué ese dolor nos es tan le-jano y no lo hacemos nuestro? ¿Por qué el otro no es uno, al menos frente a su dolor? ¿Quizá es un acto de negación ante lo inimaginable?

Una mujer escribió un post diciendo: “Si la violaron y se embarazó es porque Dios quiso, sino la hubiera mandado estéril al mundo”.

Otra persona escribió: “(…) sobre tu con-ciencia está la pérdida de vida de muchos inocentes y que estás apoyando a que un niño inocente pague los platos rotos de aquellos violadores y aquella gente inmadura que no se hace responsable de sus actos”.

No pongo más para no aburrir. Son sólo un par de casos de esta sensación surgida en el marco de esta campaña, que si uno mira con detalle, es extrapolable a múltiples espacios de la vida social de nuestro país y quizá explique mil cosas: las enormes brechas sociales, el racismo, el clasismo, la discriminación.

Puede explicar los 70 mil muertos del con-flicto armado que para tantos no significó nada; puede explicar que el sueldo mínimo de tantos signifique tan poco para muchos; puede explicar que el desastre de la escuela pública importe poco pues hay refugio, para otros, en la escuela privada de calidad; puede expli-car los guetos a pie de playa en el sur; puede explicar lo poco que importa las interminables horas de jornada laboral de una trabajadora del hogar sin siquiera saber cómo se apellida, puede explicar que en el tránsito salvaje de cada día, el otro, no sea nadie. ¿Qué tanto puede explicar la ausencia de empatía?

*Profesor de la Carrera de Periodismo en la UPC. Periodista y conductor de noticieros de Radio y Televisión.

la campaña continúa y los debates se desarrollan en una atmósfera cada vez más encendida

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Fotografías: Giovani Alarcón

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Sami es modelo. Ha participado en el Miami Fashion Week 2012 y en el programa televisivo Peru´s Next Top Model. Su cariño por las mascotas la ha llevado a dar su imagen para dos cam-pañas en defensa de los animales. Pero no solo se dedica a modelar, lo que más la apasiona es la psicología. Dentro de unos meses partirá a estudiar psicología experimental a la Florida Atlantic University (quiere hacer pruebas con huma-nos, no con animales) y tiene planeado viajar a Escocia para hacer una maestría en parapsicología. Le interesa conocer e investigar los casos de desordenes mentales que la psicología no puede explicar.

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Puede ser mi imaginación, ¿cierto? Se siente distinto, como cuando te levantas después de una noche loca,

con un dolor de cabeza y todo te da vuel-tas. No lo ves, es todo tan distinto cuando no estás aquí, se siente tan distante, tan frio. Una gota cae, creo que va a llover. Todo sigue su mismo ritmo, los relojes suenan, la lavadora, el perro, el gato, los gritos de los vecinos.

Veo por la ventana a las personas pasar, esta pareja me llama la atención. Están agarrados de la mano, sonrientes. Mierda, quisiera tener eso. Pasa un perro, cojea. Un hombre con terno camina, se limpia el zapato, sigue adelante. Habla por celular y no se da cuenta de que está a punto de tropezarse con una señora. La señora se levanta, le sonríe. Qué hermosa, el sol le cae perfectamente en la cara, se le ve su pelo rubio, largo y brillante. El hombre parece quedar impactado por su belleza. Ahora se van juntos, mierda por qué yo no puedo tener eso.

Me siento en un sillón, es viejo pero cómodo. Pongo un poco de reggae y me acuerdo de los momentos pasados, las lindas canciones, el sexo, el alcohol. La manera en que tomaba mi cuerpo y lo hacía suyo. Saco un porro, que rico porro. Lo fumo lentamente disfrutando cada ins-tante. Se termina, que mierda. Cierro los ojos mientras escucho las lindas canciones que me dedicaban, el sol cae y me calienta. Vuelo alto, descanso.

Tengo entre mis manos un cuchillo, es de madera, bien filudo, como para cor-

tar la carne de alguna persona. Entra mi perro, me ladra pero lo ignoro, no se da cuenta de que estoy volando en mi propio mundo y que pienso que cuando consiga un trabajo, saldré de este basural, y los dos saldremos para adelante. Le compraré la comida más cara y bailaremos toda la noche. Carajo perra, deja de morder.

Es de noche, ya es hora de irme. Perra cuida la casa, que nadie entre y que nadie salga. Me pongo una minifalda muy apretada y un polo rosado, brillante. Unos tacos negros que encontré el otro día en la basura de alguna familia millonaria. Solo tenían un rasguño, casi ni se nota. Pasan los carros, las horas, las moscas. Nadie viene, fácil hoy no es mi noche. Para un chico, camisa blanca, lentes, rubio pelo largo. Me pregunta cuánto, cincuenta, ok. Me subo y me lleva a donde la noche no nos alcanzará y las tardes se harán largas.

Pone un poco de música para el ambien-te. Se desnuda, espera que yo baile. Bailo mientras me voy sacando la falda, lenta-mente muevo mis caderas. Mi polo rosado queda tirado en el piso. Ya no hay ropa, pero no quiere que haga nada más, baila, me dice. Pasan los minutos, me toca todo el cuerpo, abrazándome y besándome. Hace que me sienta suya, extrañaba eso. Me dice te amo, esta noche te amo.

Me despierto, con una sonrisa. Pienso en todo lo que ocurrió y viene él, con el desayuno. Me dice que me cuidará y me amará. Siento que por primera vez vivo, pasa una brisa suave de primavera, el sol, los sonidos.

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Sami no deja de leer y escribir. Tiene cincuenta poemas y quince cuentos cortos listos para publicar. Aquí presen-tamos uno de sus cuentos que, como la mayoría, no tiene título.

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