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    Mi Museo y Vos 1

    Mi Museo y VosGranada, Nicaragua. Junio de 2011 Ao 5 No. 17

    ENQUSITIOSENCONTRAMOSCERMICAINDGENA

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    Editora:

    Nora Zambrana Lacayo

    Redactores:

    Oscar Pavn Snchez

    Sacha Wilke

    Alexander Geurds

    Jorge Zambrana Fernndez

    Luis Gmez

    Juana Sunsn Castrillo

    Diseo y diagramacin:

    Nora Zambrana Lacayo

    Propietario:

    Peder Kolind

    www.mimuseo.org

    [email protected]/mimuseo.granada

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    Contenido

    En qu sitios encontramos cermica indgena ........................... 2

    Cambiando la tipologa de las pesas de red de

    El Rayo, Nicaragua.................................................................................... 6

    Arqueologa inclusiva: Un caso de estudio del centrode Nicaragua ........................................................................................... 10

    El recurso arqueolgico nicaragense y la Arqueologa .............. 15

    Proceso de restauracin de cermica precolombina ................... 20

    Visitas a Mi Museo .................................................................................. 21

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    Mi Museo y Vos

    En qu sitios encontramos cermica indgena

    Oscar Pavn Snchez

    Arquelogo de Mi Museo

    A

    2

    lo largo del Pacco de Nicaragua yCosta Rica, se encuentran ubicadosnumerosos sitios en donde habi-

    taron nuestros primeros ancestros, a esteamplio espacio tambin se le conoce comorea de La Gran Nicoya. En sus inicios es-

    tas poblaciones se alimentaban a base dela recoleccin de frutos, semillas, as comotambin de la prctica de caza y pesca.

    La evidencia arqueolgica relacionada alperodo Arcaico (80002000 a.C.) esten gran parte ausente de nuestro registro

    arqueolgico. No obstante, existen dos si-tios que podran corresponder a este pe-rodo: el sitio arqueolgico de Punta Mono

    (Monkey Point) en la Costa Caribe, report

    evidencias de ms de 4000 a.C. (Smutko),y el sitio Huellas de Acahualinca, en Ma-nagua, huellas referidas a una poblacinprecermica. (Zambrana, J. y Zambrana,N. 2011. La secuencia cultural. CatlogoMi Museo. Aun no publicado)

    Es muy complejo encontrar evidencia deestos sitios en nuestro territorio, puestoque la forma de vida que acostumbrabanera trasladarse da a da en bsqueda desu supervivencia, existe la posibilidad deencontrar los espacios que ocuparon es-tos grupos, lugares que eran simplemente

    refugios improvisados, tales como acanti-lados rocosos, cuevas que sirvieron parala proteccin de fenmenos climticos ycomo refugio ante animales feroces; otroslugares representativos pueden ser aldeasimprovisadas como los concheros.

    En la revista antropolgica Vnculos vo-lumen 18 y 19, de Costa Rica, se en-cuentran publicados los tipos de cermi-ca representativos para la Gran Nicoya,contabilizando 60 tipos cermicos y 66variedades, correspondientes a los pe-riodos Oros (2000-500 a.C.), Tempisque

    (500 a.C.-300 d.C.), Bagaces (300-800d.C.), Sapo (800-1350 d.C.) y Ometepe(1350-1550 d.C.).

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    Perodo Oros (2000-500 a.C.)

    Existe muy poca evidencia de sitios ar-queolgicos en este perodo, pero en re-portes de investigaciones se han encon-trado los sitios: Dinarte y los ngeles, enNicaragua; La Pachona, Tronadora y lazona del Arenal en Costa Rica

    Los tipos de cermica que constituyeneste perodo son: Bocana Inciso Bicro-mo, Santiago Aplicado, Schettel Inciso,Tronadora Inciso, Tonjibe Beige, TigraInciso Punteado, Zentillal Estampado deConcha, Tajo Inciso.

    Perodo Tempisque (500 a.C.300 d.C.)

    Para este perodo, la evidencia cermi-ca y de sitios se vuelve ms comn enel registro arqueolgico de Nicaragua yCosta Rica.

    Los tipos de cermica que abarca esteperodo son: Bocana Inciso Bicromo,Rosales Esgraado en Zonas, Mojica

    Impreso, Popoyuapa Estriado Zonado,Apompua Modelado, Las Palmas Rojosobre Beige, Hermanos Beige, MonteCristo Beige.

    Entre los sitios arqueolgicos proceden-tes del pacco de Nicaragua guran: La

    Cruz, La Arenera, Las Delicias, Tiscapa,Bombonasi, Tisma, Los ngeles, Catari-na, Los Cocos y Nindir. Para Costa Ricalas reas investigadas son: Pennsula de

    Santa Elena, Baha Culebra, Baha de Ta-marindo y Valle Tempisque. De todos lostipos de cermica que estn distribuidos

    en este perodo, el tipo ms representati-vo es Bocana Inciso, seguido de Rosales

    Esgraado en Zonas.

    Perodo Bagaces (300800 d.C.)

    Para el perodo Bagaces, los tipos ce-rmicos son: Guinea Inciso, CharcoNegro Sobre Rojo, Zelaya Pintado, Tola

    Tricromo, Mojica Impreso, Potos Apli-cado, Chvez Blanco Sobre Rojo, GaloPolicromo, Len Punteado, Espinoza deBanda Roja, Velasco de Bandas Negras,Las Palmas Rojo sobre Beige ,Carri-llo Policromo y Marbella con ImpresinPunzonada en Zonas.

    En regiones investigadas en el Pacco

    de Nicaragua, se han localizado algunossitios con evidencia cermica correspon-dientes al perodo Bagaces, entre loscuales se pueden mencionar: Los n-geles, Bombonasi, Tisma, Los Cocos,

    Nindir, El Rayo, Tepetate, Santa Isabel,Moyua y Acahualinca. De igual manera,para Costa Rica estn los sitios de la Pe-nnsula de Santa Elena, Baha Culebra,Baha de Tamarindo y Valle Tempisque.En todos estos lugares los tipos cer-micos ms predominantes son Tola Tri-

    cromo, Chvez Blanco sobre Rojo, LenPunteado y Potos Aplicado.

    Perodo Sapo (800-1350 d.C.)

    Para esta etapa, tenemos los tipos decermica Mora Policromo, Papagayo

    Policromo, Beln Inciso, Pataky Policro-mo, Jicote Policromo, Cabuyal Policro-mo, Palmira Policromo, Sacasa Estriado,

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    Guillen Negro sobre Caf Claro, SantaMarta Policromo, Altiplano Policromo,Asientillo Policromo, Birmania Policro-mo, Danta Beige, Granada Policromo,

    Jimnez Policromo, Piches Rojo y TresEsquinas Beige.

    Un apunte muy interesante de este pe-rodo est relacionado a la cermica tipoPapagayo Policromo, esto porque estrepresentada en la mayora de los sitios

    arqueolgicos investigados de La GranNicoya; tambin existen reportes de sushallazgos en la zona de Guatemala y El

    Salvador. Otros tipos cer-micos de gran importancia

    son Pataky Policromo ySacasa Estriado, este lti-mo utilizado comnmentecomo urna funeraria para elPacco de Nicaragua, pero

    muy escasa en el Pacco

    de Costa Rica.

    Perodo Ometepe

    (1350-1550 d.C.)

    Los tipos cermicos pre-sentes en el Perodo Ome-tepe son: Vallejo Policromo,

    Luna Policromo, CastilloEsgraado, Madeira Poli-cromo, Banda Policromo,Miragua Comn, Bramade-ro Policromo, Cuello Aplica-do, Murillo Aplicado, LagoNegro Modelado, Omete-

    pe Engobe Rojo, Patastu-le Bandas Rojas, CarlitosPolicromo, Oluma Blanco yRojo, Conrado Rojo.

    La cermica mas predominante paraeste perodo es el tipo Vallejo Policro-

    mo, encontrndose en algunos sitios delPacco de Nicaragua como: Momba-cho, Malacatoya, Nandaime, Santa Isa-bel, Catarina, Tisma, El Rayo, Tepetate,Bombonasi y Tiscapa.

    En la nueva exposicin de Mi Museo, se

    exhibe la mayora de los tipos cermicosencontrados en La Gran Nicoya.

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    Mi Museo y Vos

    Cambiando la tipologa de las pesas de redde El Rayo, Nicaragua.

    Sacha Wilke

    Estudiante de Maestra.

    Universidad de British, Colombia

    L

    6

    as excavaciones arqueolgicas serealizaron en 2009 y 2010 en el sitiode El Rayo, Nicaragua, como parte

    del Proyecto Arqueolgico de Granada,Nicaragua (PAGN) bajo la direccin del

    Dr. Geoffrey McCafferty, de la Universi-dad de Calgary. El sitio de El Rayo estsituado en la pennsula de Asese, delLago de Nicaragua, e incluye tres reasde excavacin. Este documento se cen-trar en la tecnologa pesquera que serecuper de El Rayo, en concreto el

    examen de cmo estos artefactos cam-biaron dentro del conjunto domstico atravs del tiempo.

    Las pesas de red son fragmentos de ce-

    rmica rota, por lo general retrabajadas an de suavizar los bordes, con muescaso ranuras que permiten la conexin a unared o cadena. El conjunto de pesas dered de El Rayo fueron separadas en trestipos. En los tipos de muescas, la zonade conexin de la red aparece como una

    hendidura inserta a lo largo del borde deltiesto suavizado; mientras que con el tipode ranuras, la zona de la adhesin se hadesgastado en la supercie del tiesto en

    todos los lados. Las pesas se extendie-ron en forma rectangular a redonda; conel lado dentado las pesas representan la

    ms amplia variedad en la forma.

    La Tipologa

    Extremo con muescas (31)Este tipo de pesas de red se caracteri-zan por la presencia de dos conjuntos de

    muescas correspondientes a cada extre-mo del fragmento (ver g. 1). Son de for-ma rectangular y plana. En la coleccin ElRayo la longitud de este tipo de pesas erapor lo menos del doble del ancho.

    Lado dentado (247)

    Las pesas de red de lado dentado se cla-sican como tales, ya que pueden hacermuescas en cualquier lugar a lo largo del

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    lado del tiesto y estas muescas no necesi-tan presentarse en pares (ver g. 2). El n-

    mero de muescas en el rango de 1-4 en losejemplos completos, con dos muescas queocurren en el 94% (n = 232) de los ejem-plos. Este tipo tiene mucha ms variedadque los otros dos tipos como la forma, elnmero de ranura y la proporcin son msvariados sugiriendo que este tipo era ms

    verstil que los tipos de pesa de red.

    Extremo ranurado (40)El tipo de extremo ranurado est hecho degrandes fragmentos del borde de la olla,que generalmente son ms voluminosos yms gordos que las variedades con mues-

    cas (ver g. 3). Este tipo siempre se clasi-car como de forma rectangular (comoel tipo extremo con muesca). En estaspesas se cree que los surcos ocurren enambos extremos y se extienden hasta elnal alrededor del dimetro de la pesa.

    Tambin debo sealar que los estilosms elaborados de las pesas de red fue-ron recuperados en el sitio de Santa Isa-bel, Nicaragua (McCafferty 2008: Figura3a), sin embargo, porque no he analiza-do este material personalmente, no pue-do sino reconocer que la tipologa que

    aqu se presenta es slo el comienzo dela variacin que existe en las pesas dered del Pacco de Nicaragua.

    Anzuelos (8)Ocho anzuelos de hueso (ver g. 4) se

    recuperaron de los niveles ms profun-

    dos de los componentes domsticos deEl Rayo. Los anzuelos se concentraron(7 de los 8) en los niveles ms bajos de

    una operacin de excavacin individual.Todos los anzuelos recuperados estaban

    rotos y las muestras no eran lo sucien-temente completas como para extrapolarun modelo completo. Los anzuelos fueronidenticados en base a su forma redon-deada, cuatro ejemplos con la punta delanzuelo mantenida intacta, en uno de lossitio de jacin

    (en la lnea)est presente.

    Temporales de

    ubicacin

    En cuanto a los

    componentesdomsticos ensu conjunto, sepuede ver quelas pesas dered con ladodentado son

    las ms po-pulares de lostres tipos. Estetipo es el msantiguo y se en-cuentra slo conanzuelos en los

    niveles ms pro-fundos del sitio.Un cambio nota-ble se producecuando vemosque el lado den-tado de la pesa

    se une al extre-mo con mues-cas y al extremo

    Figura 1: Pesa de red extremo con

    muescas.

    Figura 2: Pesa de red lado dentado.

    7

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    ranurado de la pesa. Adems de esto,los anzuelos ya no se encuentran des-pus de esta transicin.

    Este cambio sigue presente, aunquemenos drstico, si rompemos el mbito

    domstico en sus operaciones de inves-tigacin concentrada. En el local 2, Ope-racin 1, se muestra la evidencia msclara de la transicin Bagaces-Sapobasado en el conjunto cermico recupe-rado y analizado por Carrie Dennett, dela Universidad de Calgary (comunicacin

    personal, 2010). El cambio de tecnologapesquera corresponde al cambio en lostipos de cermica asociados con la tran-sicin Bagaces-Sapo. Dentro de estarea se puede observar que el lado den-tado de las pesas y anzuelos precedenlos tipos extremo con muescas y pesas

    ranuradas (ver g. 5). La primera apari-cin de estos tipos de pesas se produ-ce en el nivel 6 de estas unidades, estaes tambin la ltima vez que vemos losanzuelos presentes. Esto puede sugerirque los anzuelos fueron reemplazadospor estos nuevos tipos de pesas de red.

    Importancia

    Podemos ver claramente un cambio enel uso primario de las pesas de red ladodentado junto con los anzuelos, para eluso exclusivo de las pesas de red de

    estilos ms especializados. La tipologaaqu representada puede interpretarsede varias formas, especialmente cuan-do se considera el tamao limitado de lamuestra. El cambio tecnolgico en el kitde herramientas precolombinas puedeestar relacionado con la mejora inde-

    pendiente de la tecnologa de pesca ola introduccin de nuevas herramientasde fuentes externas, que fueron elegidasen base a la ecacia de las herramientas

    para llevar a cabo la tarea en cuestin.

    La transicin de la tecnologa de anzuelo

    a una tecnologa de red, de forma explcitapuede representar un cambio en el estilopreferencial de la pesca. Esto podra serexplicado por la pesca de un nuevo tipode pescado, o por el deseo de capturarms peces a la vez. Un efecto secundariointeresante de esta transicin (de gancho

    a pesa de red) es que los individuos pue-den haber sido obligados a trabajar jun-tos. Esta causa (o consecuencia) de esta

    Figura 3 Pesa de red extremo ranurado. Figura 4: Anzuelo.

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    evolucin de latecnologa, quizs

    haya requerido elrefuerzo de las re-laciones socialeso alteraciones enla forma en queestas relacionesse haban tomado

    con anterioridad,por ejemplo, defamiliares a la co-munidad. Seguirtrabajando sobre laposibilidad de estainteraccin puede

    contener informacin interesante acercade la organizacin social necesaria parala adquisicin y procesamiento de ali-mentos. El cambio en otras prcticas cul-turales (junto con tecnologas de pesca),se puede utilizar como evidencia parasugerir el cambio de formas culturales en

    una escala ms grande, visto en toda laregin durante este perodo de tiempo.

    Tambin se debe tener en cuenta que elnmero de cada tipo de pesa de red, no sereere al nmero de diferentes tipos de re-des utilizadas en un momento dado. Todos

    los tipos se pueden presentar en una solared, con los nuevos tipos que se aaden alas redes existentes para modicar el esti-lo de trabajo de la red, en lugar de cambiartoda la red en s. Esta vez, habra sido ladecisin de un individuo o individuos alta-mente cualicados, con el n de obtener

    la red para moverse de una manera quepermita un mayor xito en la obtencin depeces. Si la tecnologa se va a cambiar

    por completo, deberamos haber visto unamayor frecuencia de los otros tipos.

    Aqu, he discutido el cambio tecnolgicovisto dentro de una clase de herramien-tas basadas en tecnologas de pesca delsitio El Rayo, Granada. Los objetos decermica son a menudo pasados por altoen los debates generales, sin embargo,mucha de la informacin se puede obte-ner de su estudio detallado y exanima-cin. Las investigaciones de tecnologasde herramientas deben ser incluidas jun-to con el anlisis de cermica, no slopara identicar la distribucin y la varia-cin estilstica, sino para ver lo que este

    trabajo ha examinado, los cambios enla cultura material a travs de perodosde tiempo y las implicaciones que tienenpara las personas que viven en ese tiem-po en una escala ms grande. Esto nospermite comprender mejor el alcancems amplio de los cambios culturales y

    la consistencia a travs del tiempo.

    Figura 5: Presencia de la tecnologa pesquera en El Rayo por frecuencia.

    * Frecuencias basadas en el nmero total de artefactos recuperados de todas

    las unidades de excavacin en ese nivel.

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    Arqueologa inclusiva: Un caso de estudiodel centro de Nicaragua

    Dr. Alexander Geurds

    Universidad de Leiden, Pases Bajos y

    Universidad de Colorado en Boulder, EE.UU.

    La arqueologa desde sus races for-mativas a nales del siglo XIX, ha

    tenido una relacin tensa con el con-texto local; el cual forma el contorno socialde su investigacin de campo. Desde los

    aos 80 del siglo XX, el carcter intrusivode esta prctica arqueolgica ha resultadoen una creciente resistencia a ella, a nivellocal tanto como en discusiones internasen la disciplina. Como resultado se obser-va en la ltima dcada un cambio notabley bastante fundamental en cmo arque-

    logos en diferentes partes del mundo, in-cluyendo Amrica Latina, han compuestosus investigaciones con relacin a partes

    interesadas, como son los dueos de te-

    rrenos, historiadores locales, gerencias demuseos regionales y autoridades munici-pales. A raz de estos cambios, actualmen-te se tiene una arqueologa a la que DavidE. Cooper se reere como arqueologa

    inclusiva (Cooper 2006: 131). En esteespacio se presenta en breves premisas

    epistemolgicas y se discuten ejemplosde inclusividad del Proyecto ArqueolgicoCentro de Nicaragua (PACEN).

    Desde su inicio el PACEN surgi en basea iniciativas tanto de inters acadmicocomo de deseos para estudio y proteccin

    de lo que se considera patrimonio arqueo-lgico, en comunidades como Juigalpa enel departamento de Chontales y El Ayoteen la Regin Autnoma del Atlntico Sur(RAAS). En el caso de Juigalpa cabemencionar el lazo de solidaridad forma-do por el Hermanamiento con la ciudad

    de Leiden (Pases Bajos). En todas lascomunidades involucradas, los contextossociales presentan ambientes de trabajoal arquelogo lleno de intereses particula-res, muchas veces personales. Adems,hay fuerzas preexistentes responsablespara la produccin del conocimiento his-

    trico a nivel local. En reconocimiento deesto, el PACEN no solamente se dirige porintereses estrictamente arqueolgicos o

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    acadmicos, sino tambin trata de enten-der y describir las circunstancias en que la

    investigacin arqueolgica se lleva a caboen la prctica de campo. Esta metodologacrtica (en parte inspirada en los escritosde la llamada Escuela de Frankfurt) inclu-ye trminos relevantes como por ejemplo,colaboracin, mltiples pblicos y con-tingencia (vase por ejemplo Held 1980).

    La teora crtica de la arqueologa, efec-tivamente reconoce la inuencia que losdistintos tipos de contextos sociales tienenen la prctica de la arqueologa, y lo con-vierte en su enfoque de anlisis.

    Los trabajos arqueolgicos que incor-

    poran una visin crtica sobre su propiainvestigacin han crecido en los ltimosaos, subrayando la relevancia de inclu-sividad (Colwell-Chathaphonh y Fergu-son 2008), sus complejidad social-poltica(Geurds 2007) y la base tica de inclusi-vidad y colaboracin (Scarre and Scarre

    2006, especialmente su Parte 2). Hoy enda, la cuestin de quin llega a interpre-tar la historia antigua es un debate desdeCanad hasta el Chile, y como tal formala prueba de la vinculacin inextricable decuestiones polticas y contextos socialescon la arqueologa de los antepasadosindgenas del continente Americano.

    Muchas veces, los proyectos arqueolgi-cos que pueden ser identicados con un

    enfoque explcitamente orientado a la co-munidad, tienen su origen en las regioneso naciones donde el inters local en elpasado es notable (e.g. Hutson 2009). Eneste mbito, los pueblos indgenas comodescendientes culturales representan un

    segmento importante, pero ciertamenteno el nico pblico para una arqueologa

    inclusiva a nivel local. En principio, todoslos habitantes contemporneos cerca deun sitio arqueolgico, se calican para

    esta metodologa como comunidadesque pueden interactuar con la investiga-cin arqueolgica (Marshall 2002). Unamotivacin comn para que una comuni-

    dad est interesada en una investigacininclusiva, es precisamente porque la ar-queologa durante la mayor parte de suhistoria ha causado lo opsito.

    Arqueologa y conanza en la Regin

    Central de Nicaragua

    La importancia de la arqueologa inclu-siva para el PACEN se puede atribuir avarios factores. Investigaciones inicialesmayormente vieron a comunidades comomano de obra para el trabajo fsico de laexcavacin, y subrayaron ese divorcio del

    mundo acadmico y local, por medio depublicaciones en lenguaje abstracto sinmucho sentido para individuos interesa-dos. Esta alienacin de los intereses lo-cales de nqueros, museos y otras enti-dades con un inters en la historia local,signicaba la privacin de valiosos aliados

    en la ubicacin y la subsecuente protec-cin de sitios arqueolgicos. En cambio,el PACEN trata de involucrar a individuoslocales y considerarlos como consumido-res de conocimiento del pasado.

    Uno de los enfoques del PACEN sebase en mejorar el entendimiento de latradicin cultural de estatuaria en la re-gin central de Nicaragua, incluyendo al

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    departamento de Chontales y la RAAS(Geurds et al. 2010). Este estudio involu-

    cra diferentes pasos, empezando con elreconocimiento preliminar para determi-nar la ubicacin de estatuaria en contex-tos de sitios arqueolgicos, sea en situo en posiciones secundarias. La reginse caracteriza por su infraestructura de-ciente y baja densidad de poblaciones.

    Los nqueros poseen terrenos extensos,parcialmente desarbolado para nes de

    agricultura o para pasto de ganado. Mo-verse por este sector de Nicaragua connes de realizar registro y estudio de si-tios arqueolgicos, requiere un enfoqueparticularmente girado hacia la inclusin

    de habitantes locales. Sin ellos, los resul-tados del PACEN no podran ser los mis-mos. Se reconoce aqu como clave pormnimo los siguientes aspectos: 1) Mere-cer la conanza a nivel local; 2) Manejar

    el lxico vernculo de la regin; 3) Teneruna presencia recurrente en la regin.

    Conocer la regin en cuanto a topografae infraestructura es un prerrequisito parasaber ubicarse. Pero ms all, va la ne-cesidad de saber por dnde moverse pormedio del lenguaje referencial en el cualse ofrecen las instrucciones. Al referirsea la ubicacin de posibles sitios prehis-pnicos, los habitantes incluyen comoreferencias a dueos de terrenos hastaa familiares difuntos de los actuales due-os. Sin un profundo conocimiento deestas redes y reputaciones sociales, sevuelve prcticamente imposible ubicarlos lugares indicados. Pero ms impor-tante an es que al reconocer que el ar-quelogo es incapaz de interpretar estas

    referencias, se pierda la franqueza delinterlocutor local. Sin embargo, a travs

    del tiempo, saber cmo responder a estelxico vernculo resulta en recibir la con-anza de habitantes locales, nqueros,

    mercaderes y trabajadores. Esa conan-za representa el alfa y omega para unaarqueologa inclusiva en la regin Centralde Nicaragua.

    En la mayora de los casos se trata de unaforma implcita de conanza (siguiendo

    Colwell-Chanthaphonh y Ferguson 2008:125), contrastado con la conanza expli-cita que se comparte entre investigador yel Departamento de Arqueologa del Ins-

    tituto Nicaragense de Cultura, mediantela solicitud y el permiso de realizar acti-vidades arqueolgicas. En cambio, a suforma explicita, la conanza implcita se

    obtiene no por medio de autoridad aca-dmica o poder gubernamental, sino porinvertir en establecer vnculos sociales. Asu vez, estas redes sociales se logran nocon visitar miembros de comunidades,sino con regresar y volver a regresar. Eneste sentido trabajar con individuos co-nocedores de la regin, es un deber paraun proyecto que no es dirigido por inves-tigadores locales o regionales.

    Reexiones nales

    La arqueologa en Nicaragua no se puedepermitir ser una actividad descriptiva. Lospeligros de hoy en da presentados por elsaqueo y el trco ilcito de bienes arqueo-lgicos, como por ejemplo de estatuaria,requieren la presencia de arquelogos a ni-vel local y regional. Desafortunadamente,

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    a veces el concepto de arquelogo hasido capturado por individuos que en la

    realidad no lo son. Seamos francos eneste sentido, aqu no se argumenta parauna percepcin elitista de la arqueologa,como una prerrogativa de una reduci-da cantidad de personas con maestrasy doctorados. No cabe duda que en supoca formativa, la arqueologa cont

    con muchos acionados de arqueologasin formacin acadmica, pero con pro-fundos conocimientos de cierta arqueo-loga regional. Hoy en da, el problemams bien es que la arqueologa ya no escomo se percibe en la cultura popular; su

    validez como disciplina no se ubica enabrir pozos, sacar piezas, ni de hecho

    en rescatar el patrimonio. La arqueolo-ga representa una manera sistemticapara iluminar el pasado, reportar sobrela cultura material y en base a ello, re-conocer y contar de dinmicas socialesque no pueden ser observadas a primeravista. Dichas historias se dirigen tanto a

    pblicos de especialistas de la disciplina,como a partes interesadas a nivel localy nacional. Sin estas comunicaciones, laarqueologa ni siquiera es una ciencia,es meterse al monte con pico y pala.

    Dilogo sobre estatuaria en la RAAS (Foto del autor).

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    Referencias

    Colwell-Chathaphonh, C. y T.J. Ferguson [eds.]2008 Collaboratation in archaeological practice. Engaging descendant communities.AltaMira Press, Lanham.

    Cooper, David E.2006 Thruthfullness and inclusion in archaeology. En The Ethics of archaeology, edi-tado por Ch. Scarre y G. Scarre, pp. 131-145. Cambridge University Press, Cambridge.

    Geurds, A.2007 Grounding the past. Participatory archaeology in the Mixteca Alta, Oaxaca,Mexico. CNWS Publications, Leiden.

    Geurds, A., J. Zambrana F., C. Villanueva2010 Escultura de Piedra en el Centro de Nicaragua: Logros y desafos. En Mi

    Museo y Vos 4(13): 4-7.Held, David1980 Introduction to Critical Theory: Horkheimer to Habermas. University of CaliforniaPress, Berkeley.

    Hutson, S. R.2009 Dwelling, Identity, and the Maya: Relational Archaeology at Chunchucmil.AltaMira Press, Lanham.

    Marshall, Y.2002 What is community archaeology? En World Archaeology 34(2): 211-219.

    Scarre, C., y G. Scarre [eds.]2006 The ethics of archaeology. Philosophical perspectives on archaeologicalpractice. Cambridge University Press, Cambridge.

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    El recurso arqueolgico nicaragense y laArqueologa

    MsC. JOrge Zambrana

    MsC. Arquelogo

    Investigador independiente

    Apartir de la ltima dcada del si-glo XX, en Nicaragua se ofrece la

    carrera universitaria de Historiacon mencin en Arqueologa. A comoen toda carrera acadmica, el estudian-te debe cursar prcticas de campo pormedio de las cuales adquiere un entre-namiento relativo a cmo debe procederpara recuperar los datos arqueolgicospertinentes para abordar la solucinde problemas especcos y generales,

    relacionados con el conocimiento delcomportamiento social de las socieda-des o grupos indgenas, en este caso,nicaragenses anteriores a la conquista.

    Se ha dicho repetidamente que porque

    estas sociedades no posean un sistemade comunicacin escrito que pudiera sercomprendido por todos aquellos intere-sados en la historia aborigen, el nicomedio para acceder a ella es la investi-gacin arqueolgica. Pero esta, al menosuna vez fuera de las aulas de clase en la

    universidad, no cumple con su cometido.

    La arqueologa o el inters cientco se-rio en los recursos arqueolgicos nica-ragenses, data de hace mucho tiempo,comienza a mediados del siglo XIX con

    las exploraciones y subsiguiente publica-

    cin de los trabajos llevados a cabo porE. Squier en 1852, comenzando el pero-do clasicatorio-descriptivo en Nicaragua,

    perodo que comienza en 1841 con la pu-blicacin de John Lloyd Stephens de sustrabajos exploratorios en el norte de Cen-tro Amrica (de acuerdo a Willey y Sabloff

    1993 (Historia de la Arqueologa America-na), que termina en aproximadamente los1950s cuando el recurso arqueolgico ni-caragenses (al menos de una regin delPacco de Nicaragua) es visto como me-dio para la construccin de cronologas,comenzando al mismo tiempo el Perodo

    de la Arqueologa Moderna en Nicaragua,orientado a la adscripcin cultural de la re-gin del Pacco a Mesoamrica (Mxico

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    y las culturas de origen mexicano en Am-rica Central), apoyados en gran medida

    en las relaciones etnohistricas en primerlugar, espaolas.

    Es de destacar que el inters por la ar-queologa o por los recursos arqueolgi-cos nicaragenses ha sido desarrolladoexclusivamente por extranjeros y no pornacionales, incluso hoy en da. Esto esdemostrable desde que, a nivel nacional,a pesar de existir una carrera acadmica,universitaria, el nfasis de la investigacinrealizada por nacionales (graduados y nograduados) se centra nicamente en la re-cuperacin de objetos para llenar las salaso los almacenes de los museos, haciendocaso omiso a los contextos arqueolgicos,en muchos casos por la ausencia del in-ters en la proteccin real del registro ar-queolgico. Se debe destacar que la pro-teccin del registro arqueolgico no radicasolamente en la proteccin fsica del obje-to, del artefacto, del resto arquitectnico ode una tumba, sino tambin la informaciny documentacin generada del estudio deuno o de toda la evidencia arqueolgicapresente en un sitio arqueolgico.

    Hasta el momento, en Nicaragua jamsse ha realizado un proyecto de investi-gacin arqueolgica ni siquiera de cor-to plazo, a pesar de haber ms de unadocena de arquelogos graduados ennuestro pas. Esto contrasta grandemen-te con la realidad de la destruccin deimportantsimos sitios arqueolgicos, porejemplo en Managua: La Chureca, sitioque por los restos de estructuras arquitec-tnicas monumentales planas, era nico

    en Nicaragua hasta el momento; Las Deli-cias, La Arenera, entre otros.

    Cuando se realizan trabajos de natura-leza arqueolgica, en estos siempre ycuando la autoridad encargada de la pro-teccin del registro arqueolgico se decuenta, estos han sido los famosos res-cates arqueolgicos, que por descontadose sabe que lo nico que se rescata esartefactos aislados de sus contextos, conmejores tcnicas claro est, que las delos huaqueros y saqueadores, y muchasveces al igual que estos.

    Este tipo de arqueologa no puede nidebe llamarse rescate arqueolgico deningn modo. La justicacin de este tipo

    de intervencin al recurso arqueolgicoes por lo general, que no se cuenta conningn tipo de documentacin ni el tiem-po necesario para redactar un proyectode investigacin, porque el aviso de im-pacto a determinado depsito cultural seda de improviso y se debe actuar inme-diatamente, antes que se pierdan los res-tos descubiertos, y porque dicho impactono se puede prevenir. Esta justicacin

    no puede ser aducida por nadie, sobretodo por aquellas empresas cuyo traba-jo es fundamentalmente la remocin delsubsuelo para todo tipo de trabajos de in-fraestructura nacional o extranjera, dadoque la proteccin del registro arqueol-gico en cualquier nacin es de obligadocumplimiento por las leyes nacionalese internacionales, y menos an por lasautoridades encargadas de dicha protec-cin a nivel nacional. No obstante, dichasituacin puede ser salvada fcilmente si

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    se tuviera la voluntad de revertirla. Digofcilmente, porque lo nico que se nece-

    sita es un programa a nivel nacional queoriente la investigacin arqueolgica y sudesarrollo cientco, que priorice la recu-peracin de los contextos arqueolgicosen los cuales se incluye la recuperacinde los artefactos o sus restos, los cualesson el objeto pero no el sujeto de estudio,siendo este el reejo del comportamiento

    social de las comunidades productorasde los artefactos que hoy conforman par-te del registro arqueolgico; es decir, laparte que corresponde a su cultura ma-terial, expresin de un comportamientosocial histricamente determinado.

    Este programa debe contener el por quy para qu de la investigacin arqueolgi-ca cientca, que la oriente y acompae,

    y apoyada en los instrumentos pertinentes

    para que se lleve a cabo dicha orientacin,como sera: disear formatos adecuados

    para recoger los datos necesarios a la pro-teccin efectiva del recurso arqueolgico;disear una base de datos que se puedecomenzar partiendo de los datos hastaahora recolectados; disear una nueva leyque reeje la realidad actual de la arqueo-loga desde la perspectiva de los ltimosavances de la investigacin cientca; ha-cer uso, obligadamente, de los mtodosanalticos sobre aquellos restos arqueol-gicos de origen natural, cuya inclusin esfundamental para la explicacin cientca

    del contexto, que no es ms que el com-portamiento social a travs de los restosculturales, entre otros, y fundamentalmen-te hacer conciencia en las empresas des-tructoras/constructoras sobre su obliga-cin de colaborar con el conocimiento denuestra historia antigua.

    La Chureca, Managua.

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    Por ejemplo, el rescate arqueolgico quehoy por hoy se prctica en Nicaragua, noes ms que justicar la destruccin del re-gistro arqueolgico, y lo ms daino es quela propia ley lo acepta. Es cierto que el de-sarrollo en todas sus expresiones implicade uno u otro modo la destruccin de losdepsitos arqueolgicos. Pero una cosaes no poder evitarse por estrategia, y otracosa es no poder evitarse porque ello im-plicara un mayor costo econmico, comosera trasladar una obra o parte de la obraa otro lugar. Por ejemplo una urbanizacindonde se localiza un sitio arqueolgico dela mxima importancia socio-cultural, quemerece por todos los medios ser protegiday exhibida. En la primera situacin, lo quedebe hacerse es aprovechar dicha situa-cin para estudiar y documentar el dep-sito a destruir, esta destruccin no es des-truccin pura y simple, ya que todo estudioarqueolgico que implique excavacin esdestructivo, pero a diferencia de la destruc-cin por destruccin, esta est orientada ala recuperacin del contexto arqueolgico.En la segunda situacin, lo que procedees a reubicar parte de la urbanizacin, yaque una intervencin de urgencia no per-mite la recuperacin del contexto en su in-tegridad, sera lo ms adecuado, pero si lareubicacin no es posible, entonces debepermitir la mxima recuperacin de los da-tos de contexto, y no slo las piezas quepuedan recuperarse.

    Esto signica que se debera contar con al

    menos una lista de sitios presentes en losdiversos territorios, para estar listos ante elimpacto a los que estos podran ser afec-tados por el desarrollo de diversas obras.

    Esto puede hacerse si se tuviera una basede datos, en este caso de la ubicacin delos sitios reportados a las autoridades.Voy a citar un caso especco, el sitio La

    Chureca. Desde hace ms de 40 aos sesabe que en este lugar existan depsitosarqueolgicos, y que en todo este perodose haban extrado espordicamente arte-factos cermicos. Adems, se sabe des-de el perodo de la conquista que existanpoblaciones indgenas a todo lo largo dela costa del Xolotln, desde Mateare hasta

    Tipitapa, por lo que no se puede justicar

    la destruccin de un sitio arqueolgico porsu desconocimiento. Si damos crdito a lodel desconocimiento, este problema seracorregido si existiera esa base de datos.

    Otro ejemplo a la mano con relacin ala destruccin del registro arqueolgicosin ningn tipo de aprovechamiento, esque de acuerdo a la ley de proteccindel recurso arqueolgico en vigencia,obliga a aquellos que impactan los de-psitos arqueolgicos a costear la inves-tigacin arqueolgica pertinente a ellos.Pero volvemos al problema del rescatearqueolgico, que al ser simplemente larecuperacin de artefactos, el verdaderoobjetivo de la arqueologa cientca se

    pierde irremediablemente para siempre.

    Por otro lado, la idea de que la naturale-za del rescate es esa, es falsa. Si en rea-lidad se quisiera proteger el registro ar-queolgico, nos daramos cuenta que losinstrumentos hasta ahora aducidos paraello, carecen de actualidad y ms bienjustican dicha destruccin, algo que va

    en contra del conocimiento de la historia

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    de los nicaragenses, de nuestras ra-ces socio-culturales. Si se contara con loanteriormente sealado, la investigacinarqueolgica se desarrollara en su for-ma cientca, y lo mejor, no entrara en

    conicto en ningn momento con los in-tereses econmicos de las empresas, nide las instituciones que las contratan. Essimplemente de seguir un mtodo.

    Desde esta perspectiva, la ley especi-ca que antes de proceder a impactar

    directamente un rea, se debe procederprimero al estudio de impacto arqueol-gico. Se supone que este estudio debepresentar la realidad arqueolgica de di-cha rea, y de acuerdo a los resultadosde este, estar sabidos que es potencial-mente factible la alteracin de depsitosarqueolgicos. Sin embargo, en la ma-yora de los casos este estudio previo sepasa por alto, y se procede directamen-te a realizar los trabajos de remocin, ycuando se produce el impacto es cuan-do se da aviso a las autoridades, claroesta si el impacto no puede ocultarse. Esentonces en este momento cuando lasautoridades se hacen presentes, y cla-ro esta, en este caso no puede hacersenada ms que recolectar lo que quedodespus del impacto. Pero esto pudo ha-berse evitado si las autoridades tuvieranlos instrumentos pertinentes y la volun-tad de hacer o exigir el cumplimiento de

    las leyes. Sobre todo que todas y cadauna de las empresas para intervenir en

    un rea determinada deben contar conla autorizacin de las autoridades com-petentes, en este caso de la o de las al-caldas pertinentes. Entonces, por quno trabajar coordinadamente entre sipara llevar a feliz trmino sus funcionesy atribuciones en pro de la proteccin delregistro arqueolgico. Por ejemplo, enlas alcaldas se debe exigir a la empre-sa que solicita permiso para remover elsubsuelo el estudio del impacto arqueo-lgico, y mientras esta no presente losresultados de dicho estudio, no se debedar dicho permiso.

    La investigacin arqueolgica esta encondiciones de acceder al conocimientosocio-cultural de nuestra sociedad abo-rigen. El problema reside en la voluntadnegativa de su desarrollo cientco a

    nivel nacional. Es irnico que en todoslos pases el registro arqueolgico esta disposicin del desarrollo socio-eco-nmico insertado a la actividad tursticaal menos, y que constituye un medio desituar en su justo valor social y culturala nuestra sociedad indgena, darle unaoportunidad de hablar y exhibir su desa-rrollo, en nuestro pas negamos ese de-recho a nuestras actuales generacionesy futuras, silencindolas y ocultndolas.

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    Proceso de restauracin de cermicaprecolombinaLuis Gomez

    Responsable de exposiciones y taller de

    Mi Museo

    Desde el ao 2005, MiMuseo posee un tallerde restauracin de cer-

    mica precolombina, creado conel objetivo de dar mantenimien-to a las piezas para una mejorpreservacin y presentacin delas mismas. Sin embargo, en eltranscurso de los aos, el tallerse ha convertido en un servicio gratuito que oferta el museo a coleccionistas privados

    y museos estatales.

    Para la restauracin de las piezas, se sigue el siguiente proceso:1. Anotacin del cdigo de la pieza para su salida de bodega.2. Lavado del fragmento seguido de secado natural.3. Seleccionar por partes, es decir borde, cuerpo y fondo de la pieza.4. Unir los fragmentos utilizando pega blanca.

    5. Dejar secar durante cuatro horas aproximadamente para consolidar la pieza.6. Seguido se utiliza yeso, agua, pega blanca y colorantes para proceder a mezclar hastaobtener una pasta para aplicarla en las partes faltantes y as completar la pieza. En caso queel faltante sea mayor, se utiliza plastilina para elaborar un molde (para no alterar la pieza).7. Se espera un tiempo aproximado de secado para recortar el yeso cuidadosamen-te con cuchillas de sierra, hasta darle forma8. Posterior mente se aplica colorante aproximado al color natural.

    9. Una vez terminada la restauracin, la pieza es regresada a bodega por orden decdigo.

    El autor durante la restauracin de una vasija.

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    Visitas a Mi Museo

    Juana Sunsn CastrilloResponsable de guas de Mi Museo E

    n este primer trimestre, Mi Museo ha reci-bido la visita de 2652 personas, correspon-

    dientes a 551 nacionales, 550 estudiantesy 1551 extranjeros.

    Los pases que se han registrado en estos tresprimeros meses se detallan a continuacin:

    21

    Estados Unidos: 480

    Costa Rica: 157Alemania: 124Francia: 87Pases Bajos: 78Inglaterra: 67Espaa: 54Australia: 38

    Suiza: 35Honduras: 26Blgica: 24Argentina: 22Italia: 22Mxico: 20

    Suecia: 17

    Guatemala: 16El Salvador: 15Ecuador: 15Corea del Sur: 14Brasil: 14Dinamarca: 13Chile: 11

    Venezuela: 11Israel: 9Portugal: 8Finlandia: 8Noruega: 7Indonesia: 6

    Per: 6

    India: 5Colombia: 5China: 4Nueva Zelanda: 4Rusia: 4Islas Caimn: 3Irlanda: 3

    Belice: 3Eslovaquia: 2Hungra: 2Gran Bretaa: 2Repblica Checa: 2

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    Mi Museo, Calle Atravesada 505, Frente a Bancentro.Granada, Nicaragua.Telf. (505) 2552-7614

    E-mail: [email protected]

    Horario de atencin: Lunes-Domingo: 8:00 a.m. - 5:00 p.m.Entrada gratuita.

    www.mimuseo.orgwww.facebook.com/mimuseo.granada