Robert Sternberg y la Psicología del Amor
-
Upload
mauricio-vdj -
Category
Documents
-
view
170 -
download
7
Transcript of Robert Sternberg y la Psicología del Amor
Robert Sternberg y la Psicología del Amor
César E. Vásquez Olcese
"Es un estado de miseria mental en que la vida de nuestra conciencia se estrecha,
empobrece y paraliza." De esta manera tan polémica y poco gentil se refería Ortega y
Gasset al enamoramiento, dejando traslucir su disgusto por los cambios y alteraciones
que todo enamorado experimenta, y que muchas veces lo alejan de lo racional,
llevándolo a estados cercanos a la exaltación y la manía, o sumiéndolo en la más
absoluta de las miserias. Por otro lado, alguien con un poco más de sentido del humor
que don José se refería al amor, en clave de broma, como “…ese estado de locura
temporal… que se cura con el matrimonio”.
Hasta hace pocos años el amor fue un tema excluido de la psicología y relegado al
ámbito de lo literario, lo periodístico o al poco confiable rubro de los textos de
autoayuda. Como si en su esencia hubiera algo intangible, no definible
operacionalmente, debiendo ser reducido por fuerza a conceptos más neutros y menos
polémicos tales como afectividad, emociones, vínculos de apego o relaciones de
pareja. En la terapia de pareja, por ejemplo, disciplina que por antonomasia se
encarga del amor, de su proceso, sus defectos y sus causas interpersonales, la
teorización sobre este sentimiento brilla por su ausencia. Prácticamente ninguno de
los terapeutas de prestigio mundial le han dedicado muchas páginas a la reflexión
sobre este sentimiento del que todos hablan, algunos menos experimentan y muy
pocos tratan de comprender sistemáticamente.
Desde los años ochenta del siglo pasado, el psicólogo norteamericano Robert
Sternberg se interesa por el estudio del amor como un tema propio de la psicología.
Se dedica a meditar sobre el amor, le aplica la metodología científica y, como
resultado de ello, elabora una teoría del amor y algunos instrumentos para medirlo. La
utilidad práctica de esta teoría y sus instrumentos se hace evidente en la práctica
clínica con parejas, al aportar criterios para la comprensión y evaluación de la
realidad conyugal y amorosa.
El amor: mitos y realidades.-
Al entrar en este punto quiero comenzar citando una reflexión de Friedrich Nietzsche
que puede arrojar alguna luz sobre la naturaleza de todo mito:
“Reducir algo desconocido a algo conocido alivia, tranquiliza, satisface y da también
una sensación de poder. Lo incógnito conlleva además el peligro, la inquietud, la
preocupación; el primer instinto es el de abolir estas desagradables situaciones.
Primer principio: una explicación cualquiera es mejor que ninguna explicación. Ya que
fundamentalmente se trata solo de una voluntad de liberarse de ideas opresivas, no se
hila fino en cuanto a los medios para liberarse de ellas: la primera idea que explica lo
desconocido como conocido hace tanto bien que ya se la ‘considera verdadera’.”
Friedrich Nietzsche. Cómo se filosofa a martillazos
El estudio científico del amor ha permitido también refutar algunos mitos que sobre él
se han ido tejiendo con el paso del tiempo, y que han dado lugar a prácticas
ineficaces, y a expectativas y demandas muchas veces infundadas. Esperar algo que
normalmente no se da, o guiarse por pautas erróneas tomándolas por racionales y
basadas en el sentido común, es el mejor medio para fracasar en la relación y
engrosar las estadísticas de los separados.
Mito Nº 1: “El mejor pronosticador del éxito de una relación es la profundidad de
sentimientos que se profesan el uno al otro”.
Sternberg señala que el éxito de una relación y su sostenimiento en el tiempo parece
estar mucho más vinculado a la sensación de equilibrio entre lo que se espera recibir
de la pareja en el plano afectivo y lo se percibe que realmente se está recibiendo. Si el
balance subjetivo da como resultado cifras en rojo, los sentimientos del enamorado
tienden a erosionarse, y de no percibirse cambios dentro de un plazo asumido como
aceptable, la extinción del sentimiento es casi segura. No importa cuan enamorado se
haya sentido la persona, el amor no se otorga a cambio de nada; la reciprocidad,
aunque sea en proporciones desiguales pero aceptables para el amante, es conditio
sine qua nom para su supervivencia.
Mito Nº 2: “La convivencia antes del matrimonio demostrará si ustedes tendrán éxito
una vez que se hayan casado”.
Las estadísticas recopiladas por los investigadores señalan que las parejas que
conviven antes del matrimonio tienen más probabilidades de separarse o de
divorciarse que las que prefieren casarse antes de convivir. La convivencia previa
parece “entibiar” el compromiso antes que fortalecerlo. Los convivientes
posiblemente buscan convencerse de la conveniencia de la relación y de la solidez del
amor, y se involucran buscando pruebas de que el matrimonio es una buena idea, pero
temiendo que no lo sea.. Usando una metáfora comercial, se trataría de clientes que
llevan el “producto a prueba y sin compromiso” y no de “compradores de la relación”.
La “simplificación administrativa”, entonces, parece mermar la motivación para
luchar por la relación cuando la misma atraviesa dificultades. Si puedo huir de la
relación, pues poco me ata, para qué esforzarne demasiado en repararla. Esta forma
de pensar parece mantenerse incluso cuando los convivientes se casan. Lo que se
observa es que una vez casados, muchos siguen siendo renuentes al compromiso.
Sternberg habla del “síndrome del lobo enjaulado”, haciendo referencia a las
dificultades de adaptación al nuevo rol de compromiso que estas personas,
acostumbradas a la ”libertad”, experimentan; como si el matrimonio y sus exigencias
fueran realmente una jaula que incomoda y de la que buscar huir.
Mito Nº 3: “Amor vinci omnia. El amor todo lo vence, aun las barreras que bloquean la
autoestima de nuestra pareja”.
Los hallazgos empíricos señalan que las personas con baja autoestima, provenientes
de hogares escasamente afectivos; aquellas que han sufrido maltratos físicos,
psicológicos o sexuales; es decir, las personas con traumas complejos y serios
problemas de apego, que tienen una autoimagen distorsionada en la que
sobreenfatizan sus defectos, no pueden confiar en parejas que tienen una visión
contrastantes con la de ellas. Se genera una especie de alergia hacia los afectos
positivos, y es probable que estas personas se sientan mejor con alguien que refuerza
su narrativa personal negativa, que es ya familiar para ellas, que con alguien que
desafía su autoimagen presentándoles afectos desconocidos y generadores de
disonancia con respecto a su autoconcepto. El mejor medio para ahuyentar a las
personas que no se quieren es hacerles ver sus cualidades.
Sternberg, entonces, refuerza la idea de que el amor no rescata a nadie que no está
dispuesto a esforzarse por sí mismo. Si bien es cierto el amor es uno de los
componentes ambientales que estimulan el crecimiento interno y externo, por sí solo
no basta. El cambio real debe venir desde dentro, y no puede ser forzado desde fuera.
Mito Nº 4: “Una de las mejores maneras para averiguar el tipo de pareja que una
persona puede tener es considerar la clase de hogar en el que se ha criado”.
Importan menos las experiencias vividas en sí mismas, sino más bien lo aprendido de
ellas. Depende de cada uno sacar de las vivencias aprendizajes o traumas. Por
consiguiente, provenir de un hogar disfuncional, disuelto o incluso violento, no se
constituye en una fatalidad que debe repetirse en relaciones posteriores. La evidencia
demuestra que muchas personas pueden emerger de esos hogares más fortalecidos, y
lograr evitar que lo vivido se repita en las relaciones y familias que ellos funden
posteriormente.
Coincidiendo con la visión sistémica que plantea que la relación agresor-víctima es
generada y mantenida por todos los actores que participan en ella, debiendo
repartirse entre todos la responsabilidad, pero reconociendo la diferencia en los roles
y los perjuicios sufridos, Sternberg señala que la gente es víctima del pasado
únicamente cuando decide serlo.
Mito Nº 5: “La pasión y el sexo son más importantes al comienzo de una relación”.
Este es uno de los mitos más arraigados. Los estudios indican que el papel del sexo y
la pasión aumentan de importancia entre los dos y los cinco años de una relación. Al
inicio se suele pasar por alto las torpezas sexuales de la pareja, pero con el correr del
tiempo aquellas fallas comienzan a ser más perturbadoras, pudiendo llegar a
deteriorar seriamente la relación generando, entro otras cosas, infidelidad y
posteriores rupturas.
Mito Nº 6: “La ‘química’ es ese naipe impredecible en una relación”.
Este mito nos lleva a pensar que el amor “ocurre” de improviso. Creemos que la
química entre dos personas es una sorpresa, y que muchas veces, sin buscarlo, el
amor de nuestra vida de pronto aparece por ahí, atraído por las feromonas,
produciendo una combinación feliz. En una actitud que tal vez se puede tildar de poco
romántica, y hasta de aguafiestas, las investigaciones indican que tendemos a repetir
los patrones de relación que aprendimos en la infancia en nuestras relaciones adultas.
Nos guiamos por esquemas tempranos de adaptación: vulnerabilidad, desamparo,
exclusión social, de no ser atractivos, culpa, falta de realismo, etc., y que sentimos
atracción por aquellos que refuerzan nuestros esquemas desadaptativos. La metáfora
de la “química” solo es una forma de tratar de entender y dar forma a lo que poco
comprensible e inexplicable que resultan las relaciones amorosas para la inmensa
mayoría de la población.
La existencia de las feromonas no está en discusión. Pero el efecto negativo de sobre
enfatizar su importancia es que podemos llegar a subestimar el poder del aprendizaje
previo de modelos, positivos o negativos, y su rol como pautas para elegir de quién
enamorarnos.
Mito Nº 7: “La facilidad para comunicarse aumentará a medida que los miembros de
la pareja se vayan conociendo mejor”.
Gracias a este mito muchas parejas van postergando la necesidad de hablar sobre
puntos clave de su relación, creyendo que posteriormente tendrán ocasión para
hacerlo. Las precoces dificultades para comunicarse y entenderse son vistas como
normales, y se las tiende a tolerar en demasía durante los primeros años. La evidencia
enseña, en cambio, que a medida que el tiempo pasa nos vamos involucrando más en
una relación. El temor a perderla, si se comunican ciertos secretos o se tocan ciertos
problemas, aumenta también. Muchas personas tienden asociar el hablar de las
dificultades con un alto riesgo de perjudicar la relación; especialmente si las
habilidades sociales y comunicacionales no están bien desarrolladas. Si la
comunicación y la confianza no se dan tempranamente no podemos esperar que se de
luego, cuando los riesgos aumentan y se tiene mucho más que perder. Por
consiguiente, existe una relación inversa entre la tendencia a hablar de lo importante
y trascendental para la relación y el paso del tiempo.
Mito Nº 8: “Debemos sentir más simpatía y amor por nuestro cónyuge que por
cualquier otra persona”.
Este mito es el causante de muchas relaciones sucumban. Que una persona perciba
que su pareja se interesa más en la madre, los hermanos o los hijos, más que en ella
misma, suele ser motivo de celos, frustraciones, discusión y deterioro de la relación.
No obstante, los datos de encuestas realizadas indican que la pareja no siempre es el
primero en el ranking de nuestras preferencias afectivas, y que de entenderlo y
asumirlo, el conflicto puede resultar innecesario.
Los datos hallados por Sternberg señalan lo siguiente:
• Preferencias afectivas de los hombres, por orden de prioridad :
–Pareja
–Amigos del mismo sexo
–Padre
–Madre
–Hermanos cercanos
• Preferencias afectivas de las mujeres, también por orden de prioridad:
–Amigas del mismo sexo.
–Pareja
–Madre
–Padre
–Hermanos cercanos
Claro, no negamos la importancia del sesgo cultural en estas respuestas, pero la idea,
creo, se conserva. Somos importantes para quienes nos aman, pero no siempre los
más importantes.
Y a fin de cuentas ¿qué es el amor? : la teoría triangular.-
Robert Sternberg destaca en el amor tres componentes fundamentales: la intimidad,
la pasión y la decisión/compromiso. Unidos por sus extremos, es decir, viendo la
combinación de estos elementos en cada integrante de la pareja, su teoría adopta la
metáfora geométrica de un triángulo; de allí que se le denomine teoría triangular o
triádica del amor. Los triángulos varían de persona a persona, y al existir diferentes
tipos, existirían también diferentes formas de amor. Estas diferencias triádicas entre
los miembros de una pareja permitirían entender el tipo de vínculo que los une y
muchas otras características de su relación. El valor pronóstico que de ello se
desprende resulta evidente.
Pasemos a revisar brevemente cada componente.
a) Intimidad
Para nuestro autor la intimidad es el pegamento que nos une en la dedicación y el
afecto en común. Es el componente principal del amor. A diferencia de la connotación
que le damos los peruanos, asociándolo con el sexo y sus escarceos, para Sternberg la
intimidad implica en el enamorado el deseo es promover el bienestar de la persona
amada y la felicidad que le produce el poder compartir experiencias significativas con
ella. Es también el sentimiento de respeto y consideración por el otro. Intimar supone
la comprensión mutua de que cada uno “estará allí” en el momento en que lo necesite;
la buena voluntad para proporcionarse apoyo; la habilidad para comunicarse más allá
de los niveles superficiales o prácticos y la comprensión esencial de que comparten la
misma “longitud de onda”. En síntesis, el reconocimiento de la importancia del otro en
nuestra vida.
b) Pasión
Es el elemento físico y romántico de una relación y es talvez el componente más fácil
de reconocer por el enamorado. El elemento pasional supone los sentimientos
románticos, la atracción física y el deseo de estar juntos; el mutuo placer sexual y el
sentimiento de realización. Es para el que ama una especia de despertar físico y
emocional, y constituye a veces un verdadero estado de locura temporal.
c) Decisión/Compromiso
Se divide en dos estadios:
1º La decisión de que tú amas a alguien.
2º La determinación de mantener ese amor a través del tiempo.
Estar comprometido es un acto conciente, voluntario y deliberado. Por ello mismo
puede darse aun en ausencia o merma de los otros dos componentes, si la persona lo
decide así.
Incluye la decisión de que lo que tú sientes por otra persona es un amor especial; la
voluntad de simbolizar o articular ese amor de algún modo; la comprensión de que la
relación es más que sólo un antojo pasajero y la decisión de invertir en esa relación
por un período definido (“para siempre”, “por mucho tiempo”, “hasta que dure”, etc.).
¿El amor es uno solo? Los tipos de Amor.-
Lo ideal es que los tres componentes descritos se encuentren bien desarrollados y en
igual magnitud. Algo así como un amor “equilátero”. Ese sería el amor pleno o
consumado. Pero esto es más un ideal que una realidad. De hecho se dan asimetrías,
donde un componente se presenta con más fuerza que los otros, generando así
“amores rectangulares”, “amores isósceles” y “amores escalenos”. Y lo más
interesante es que se pueden mutar de una forma a otra, y también en el tamaño del
triángulo, según las circunstancias y las experiencias en pareja.
Fuente: Wikipedia
1) Sólo intimidad: cariño o simpatía
• Es una experiencia de intimidad desprovista de pasión o compromiso. Las emociones
y el apasionamiento son tenues o pueden faltar por completo.
• Por “simpatía” se entiende algo más que los sentimientos se que experimentan por
los conocidos casuales o las persona de paso en nuestras vidas.
• Es sentirse cerca y conectado con alguien, sin experimentar pasión física ni
involucrarse a largo plazo.
• Son comunes en el ámbito laboral y amical.
2) Sólo pasión: amor “loco”
• Se caracteriza por un alto grado de despertar físico.
• Desaparece tan rápidamente como apareció.
• Las fantasías en las que se sustenta pueden llevar a veces a crear relaciones más
sólidas.
• En otros casos el “flechazo” puede degenerar en obsesión que consuma mucho
tiempo y energía.
3) Sólo compromiso: amor infecundo
• El compromiso, en ausencia de pasión e intimidad, es estéril. Tiende al aburrimiento
y no fomenta el crecimiento personal en pareja.
• Su naturaleza está más cerca de un contrato que del amor como se entiende
normalmente.
• Se ve frecuentemente al final de relaciones largas, donde se pierde la comunicación
emocional y la atracción física. Es el amor de muchos gerontos, que permanecen
juntos más por costumbre o lealtad que por deseo o satisfacción.
• En otras sociedades, los matrimonios arreglados, que implican solo compromiso en
un inicio, pueden suponer el crecimiento de la pasión y la intimidad con el tiempo.
4) Intimidad + Pasión = Amor romántico
• Los amantes románticos no están movidos sólo por lo físico, sino que también están
vinculados emocionalmente.
• El compromiso no es necesariamente parte del amor romántico.
• Los amantes tienden a considerar que la permanencia es improbable, imposible, o
sólo un tema al que habrá que enfrentarse en el futuro (caso de los amores
“imposibles” o extraconyugales).
• A veces comienza con pasión que lleva a un acercamiento que genera intimidad.
• O de una amistad íntima deviene la pasión, no siempre compatible con el
compromiso.
5) Intimidad + Compromiso = Amor de compañeros
• Se parece a una amistad comprometida de largo alcance.
• La opinión difiere con respecto a qué tanto satisface esta relación las necesidades
de la gente.
• A veces la pasión declina con el tiempo y es reemplazada con un profundo
sentimiento de compromiso.
• Puede ser el amor por la familia o por los amigos cercanos.
6) Pasión + Compromiso = Amor fatuo
• Carece del suficiente conocimiento mutuo.
• De allí su matiz de “superficialidad apasionada”.
• Es el amor “tipo Hollywood” que deviene frecuentemente en separaciones y
divorcios, cuando los intereses personales se contraponen a los de la relación.
• No incluye la estabilidad del factor intimidad.
• Es vulnerable al tiempo.
• La pasión declina y el compromiso no crece. Es superficial.
7) Intimidad + Pasión + Compromiso = Amor consumado
•Es el más estable.
•El más satisfactorio.
•Permite un mayor crecimiento de los involucrados.
•Es el más difícil de conseguir
Como podemos ver, el amor no es tan simple como a veces se cree. Tampoco tan
complejo como se teme. Es algo que existe; y si existe, puede ser medido y estudiado
como todo lo demás. Cabe el mérito a nuestro admirado Robert Sternberg de ser uno
de los primeros en rescatar este sublime sentimiento para la psicología como ciencia.
Palabras finales.-
Cuentan que el Amor y la Locura jugaban juntos en el Olimpo a esconderse y
perseguirse. En medio del ímpetu del juego, la Locura -haciendo honor a su nombre-
tomó una rama con espinas y, sin mediar motivo, propinó soberano golpe con ella en
el rostro al Amor dejándolo ciego para siempre. Este, privado de la vista, acudió
quejoso a los dioses en busca de justicia. Luego de escucharlo, e indignados por lo
ocurrido, los dioses condenaron a la Locura a servir de lazarillo al Amor por toda la
eternidad. Desde entonces
la Locura siempre guía al amor.
Termino citando nuevamente a Nietzsche: “En el amor siempre hay algo de locura;
mas en la locura siempre hay algo de razón.”
Gracias por vuestra atención.
Bibliografía.-
• Sternberg, R. (1989) El triángulo del amor. Intimidad, pasión y compromiso.
Barcelona: Paidós.
• Sternberg, R. y Whitney, C. (1992) El amor como a usted le gusta. Buenos Aires:
Jarvier Vergara Editor.
• Yela, C. (2000) El amor desde la psicología social. Ni tan libres ni tan racionales.
Madrid: Ediciones Pirámide.