Robert Sternberg y la Psicología del Amor

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Robert Sternberg y la Psicología del Amor César E. Vásquez Olcese "Es un estado de miseria mental en que la vida de nuestra conciencia se estrecha, empobrece y paraliza." De esta manera tan polémica y poco gentil se refería Ortega y Gasset al enamoramiento, dejando traslucir su disgusto por los cambios y alteraciones que todo enamorado experimenta, y que muchas veces lo alejan de lo racional, llevándolo a estados cercanos a la exaltación y la manía, o sumiéndolo en la más absoluta de las miserias. Por otro lado, alguien con un poco más de sentido del humor que don José se refería al amor, en clave de broma, como “…ese estado de locura temporal… que se cura con el matrimonio”. Hasta hace pocos años el amor fue un tema excluido de la psicología y relegado al ámbito de lo literario, lo periodístico o al poco confiable rubro de los textos de autoayuda. Como si en su esencia hubiera algo intangible, no definible operacionalmente, debiendo ser reducido por fuerza a conceptos más neutros y menos polémicos tales como afectividad, emociones, vínculos de apego o relaciones de pareja. En la terapia de pareja, por ejemplo, disciplina que por antonomasia se encarga del amor, de su proceso, sus defectos y sus causas interpersonales, la teorización

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Robert Sternberg y la Psicología del Amor

César E. Vásquez Olcese

"Es un estado de miseria mental en que la vida de nuestra conciencia se estrecha,

empobrece y paraliza." De esta manera tan polémica y poco gentil se refería Ortega y

Gasset al enamoramiento, dejando traslucir su disgusto por los cambios y alteraciones

que todo enamorado experimenta, y que muchas veces lo alejan de lo racional,

llevándolo a estados cercanos a la exaltación y la manía, o sumiéndolo en la más

absoluta de las miserias. Por otro lado, alguien con un poco más de sentido del humor

que don José se refería al amor, en clave de broma, como “…ese estado de locura

temporal… que se cura con el matrimonio”.

Hasta hace pocos años el amor fue un tema excluido de la psicología y relegado al

ámbito de lo literario, lo periodístico o al poco confiable rubro de los textos de

autoayuda. Como si en su esencia hubiera algo intangible, no definible

operacionalmente, debiendo ser reducido por fuerza a conceptos más neutros y menos

polémicos tales como afectividad, emociones, vínculos de apego o relaciones de

pareja. En la terapia de pareja, por ejemplo, disciplina que por antonomasia se

encarga del amor, de su proceso, sus defectos y sus causas interpersonales, la

teorización sobre este sentimiento brilla por su ausencia. Prácticamente ninguno de

los terapeutas de prestigio mundial le han dedicado muchas páginas a la reflexión

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sobre este sentimiento del que todos hablan, algunos menos experimentan y muy

pocos tratan de comprender sistemáticamente.

Desde los años ochenta del siglo pasado, el psicólogo norteamericano Robert

Sternberg se interesa por el estudio del amor como un tema propio de la psicología.

Se dedica a meditar sobre el amor, le aplica la metodología científica y, como

resultado de ello, elabora una teoría del amor y algunos instrumentos para medirlo. La

utilidad práctica de esta teoría y sus instrumentos se hace evidente en la práctica

clínica con parejas, al aportar criterios para la comprensión y evaluación de la

realidad conyugal y amorosa.

El amor: mitos y realidades.-

Al entrar en este punto quiero comenzar citando una reflexión de Friedrich Nietzsche

que puede arrojar alguna luz sobre la naturaleza de todo mito:

“Reducir algo desconocido a algo conocido alivia, tranquiliza, satisface y da también

una sensación de poder. Lo incógnito conlleva además el peligro, la inquietud, la

preocupación; el primer instinto es el de abolir estas desagradables situaciones.

Primer principio: una explicación cualquiera es mejor que ninguna explicación. Ya que

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fundamentalmente se trata solo de una voluntad de liberarse de ideas opresivas, no se

hila fino en cuanto a los medios para liberarse de ellas: la primera idea que explica lo

desconocido como conocido hace tanto bien que ya se la ‘considera verdadera’.”

Friedrich Nietzsche. Cómo se filosofa a martillazos

El estudio científico del amor ha permitido también refutar algunos mitos que sobre él

se han ido tejiendo con el paso del tiempo, y que han dado lugar a prácticas

ineficaces, y a expectativas y demandas muchas veces infundadas. Esperar algo que

normalmente no se da, o guiarse por pautas erróneas tomándolas por racionales y

basadas en el sentido común, es el mejor medio para fracasar en la relación y

engrosar las estadísticas de los separados.

Mito Nº 1: “El mejor pronosticador del éxito de una relación es la profundidad de

sentimientos que se profesan el uno al otro”.

Sternberg señala que el éxito de una relación y su sostenimiento en el tiempo parece

estar mucho más vinculado a la sensación de equilibrio entre lo que se espera recibir

de la pareja en el plano afectivo y lo se percibe que realmente se está recibiendo. Si el

balance subjetivo da como resultado cifras en rojo, los sentimientos del enamorado

tienden a erosionarse, y de no percibirse cambios dentro de un plazo asumido como

aceptable, la extinción del sentimiento es casi segura. No importa cuan enamorado se

haya sentido la persona, el amor no se otorga a cambio de nada; la reciprocidad,

aunque sea en proporciones desiguales pero aceptables para el amante, es conditio

sine qua nom para su supervivencia.

Mito Nº 2: “La convivencia antes del matrimonio demostrará si ustedes tendrán éxito

una vez que se hayan casado”.

Las estadísticas recopiladas por los investigadores señalan que las parejas que

conviven antes del matrimonio tienen más probabilidades de separarse o de

divorciarse que las que prefieren casarse antes de convivir. La convivencia previa

parece “entibiar” el compromiso antes que fortalecerlo. Los convivientes

posiblemente buscan convencerse de la conveniencia de la relación y de la solidez del

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amor, y se involucran buscando pruebas de que el matrimonio es una buena idea, pero

temiendo que no lo sea.. Usando una metáfora comercial, se trataría de clientes que

llevan el “producto a prueba y sin compromiso” y no de “compradores de la relación”.

La “simplificación administrativa”, entonces, parece mermar la motivación para

luchar por la relación cuando la misma atraviesa dificultades. Si puedo huir de la

relación, pues poco me ata, para qué esforzarne demasiado en repararla. Esta forma

de pensar parece mantenerse incluso cuando los convivientes se casan. Lo que se

observa es que una vez casados, muchos siguen siendo renuentes al compromiso.

Sternberg habla del “síndrome del lobo enjaulado”, haciendo referencia a las

dificultades de adaptación al nuevo rol de compromiso que estas personas,

acostumbradas a la ”libertad”, experimentan; como si el matrimonio y sus exigencias

fueran realmente una jaula que incomoda y de la que buscar huir.

Mito Nº 3: “Amor vinci omnia. El amor todo lo vence, aun las barreras que bloquean la

autoestima de nuestra pareja”.

Los hallazgos empíricos señalan que las personas con baja autoestima, provenientes

de hogares escasamente afectivos; aquellas que han sufrido maltratos físicos,

psicológicos o sexuales; es decir, las personas con traumas complejos y serios

problemas de apego, que tienen una autoimagen distorsionada en la que

sobreenfatizan sus defectos, no pueden confiar en parejas que tienen una visión

contrastantes con la de ellas. Se genera una especie de alergia hacia los afectos

positivos, y es probable que estas personas se sientan mejor con alguien que refuerza

su narrativa personal negativa, que es ya familiar para ellas, que con alguien que

desafía su autoimagen presentándoles afectos desconocidos y generadores de

disonancia con respecto a su autoconcepto. El mejor medio para ahuyentar a las

personas que no se quieren es hacerles ver sus cualidades.

Sternberg, entonces, refuerza la idea de que el amor no rescata a nadie que no está

dispuesto a esforzarse por sí mismo. Si bien es cierto el amor es uno de los

componentes ambientales que estimulan el crecimiento interno y externo, por sí solo

no basta. El cambio real debe venir desde dentro, y no puede ser forzado desde fuera.

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Mito Nº 4: “Una de las mejores maneras para averiguar el tipo de pareja que una

persona puede tener es considerar la clase de hogar en el que se ha criado”.

Importan menos las experiencias vividas en sí mismas, sino más bien lo aprendido de

ellas. Depende de cada uno sacar de las vivencias aprendizajes o traumas. Por

consiguiente, provenir de un hogar disfuncional, disuelto o incluso violento, no se

constituye en una fatalidad que debe repetirse en relaciones posteriores. La evidencia

demuestra que muchas personas pueden emerger de esos hogares más fortalecidos, y

lograr evitar que lo vivido se repita en las relaciones y familias que ellos funden

posteriormente.

Coincidiendo con la visión sistémica que plantea que la relación agresor-víctima es

generada y mantenida por todos los actores que participan en ella, debiendo

repartirse entre todos la responsabilidad, pero reconociendo la diferencia en los roles

y los perjuicios sufridos, Sternberg señala que la gente es víctima del pasado

únicamente cuando decide serlo.

Mito Nº 5: “La pasión y el sexo son más importantes al comienzo de una relación”.

Este es uno de los mitos más arraigados. Los estudios indican que el papel del sexo y

la pasión aumentan de importancia entre los dos y los cinco años de una relación. Al

inicio se suele pasar por alto las torpezas sexuales de la pareja, pero con el correr del

tiempo aquellas fallas comienzan a ser más perturbadoras, pudiendo llegar a

deteriorar seriamente la relación generando, entro otras cosas, infidelidad y

posteriores rupturas.

Mito Nº 6: “La ‘química’ es ese naipe impredecible en una relación”.

Este mito nos lleva a pensar que el amor “ocurre” de improviso. Creemos que la

química entre dos personas es una sorpresa, y que muchas veces, sin buscarlo, el

amor de nuestra vida de pronto aparece por ahí, atraído por las feromonas,

produciendo una combinación feliz. En una actitud que tal vez se puede tildar de poco

romántica, y hasta de aguafiestas, las investigaciones indican que tendemos a repetir

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los patrones de relación que aprendimos en la infancia en nuestras relaciones adultas.

Nos guiamos por esquemas tempranos de adaptación: vulnerabilidad, desamparo,

exclusión social, de no ser atractivos, culpa, falta de realismo, etc., y que sentimos

atracción por aquellos que refuerzan nuestros esquemas desadaptativos. La metáfora

de la “química” solo es una forma de tratar de entender y dar forma a lo que poco

comprensible e inexplicable que resultan las relaciones amorosas para la inmensa

mayoría de la población.

La existencia de las feromonas no está en discusión. Pero el efecto negativo de sobre

enfatizar su importancia es que podemos llegar a subestimar el poder del aprendizaje

previo de modelos, positivos o negativos, y su rol como pautas para elegir de quién

enamorarnos.

Mito Nº 7: “La facilidad para comunicarse aumentará a medida que los miembros de

la pareja se vayan conociendo mejor”.

Gracias a este mito muchas parejas van postergando la necesidad de hablar sobre

puntos clave de su relación, creyendo que posteriormente tendrán ocasión para

hacerlo. Las precoces dificultades para comunicarse y entenderse son vistas como

normales, y se las tiende a tolerar en demasía durante los primeros años. La evidencia

enseña, en cambio, que a medida que el tiempo pasa nos vamos involucrando más en

una relación. El temor a perderla, si se comunican ciertos secretos o se tocan ciertos

problemas, aumenta también. Muchas personas tienden asociar el hablar de las

dificultades con un alto riesgo de perjudicar la relación; especialmente si las

habilidades sociales y comunicacionales no están bien desarrolladas. Si la

comunicación y la confianza no se dan tempranamente no podemos esperar que se de

luego, cuando los riesgos aumentan y se tiene mucho más que perder. Por

consiguiente, existe una relación inversa entre la tendencia a hablar de lo importante

y trascendental para la relación y el paso del tiempo.

Mito Nº 8: “Debemos sentir más simpatía y amor por nuestro cónyuge que por

cualquier otra persona”.

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Este mito es el causante de muchas relaciones sucumban. Que una persona perciba

que su pareja se interesa más en la madre, los hermanos o los hijos, más que en ella

misma, suele ser motivo de celos, frustraciones, discusión y deterioro de la relación.

No obstante, los datos de encuestas realizadas indican que la pareja no siempre es el

primero en el ranking de nuestras preferencias afectivas, y que de entenderlo y

asumirlo, el conflicto puede resultar innecesario.

Los datos hallados por Sternberg señalan lo siguiente:

• Preferencias afectivas de los hombres, por orden de prioridad :

–Pareja

–Amigos del mismo sexo

–Padre

–Madre

–Hermanos cercanos

• Preferencias afectivas de las mujeres, también por orden de prioridad:

–Amigas del mismo sexo.

–Pareja

–Madre

–Padre

–Hermanos cercanos

Claro, no negamos la importancia del sesgo cultural en estas respuestas, pero la idea,

creo, se conserva. Somos importantes para quienes nos aman, pero no siempre los

más importantes.

Y a fin de cuentas ¿qué es el amor? : la teoría triangular.-

Robert Sternberg destaca en el amor tres componentes fundamentales: la intimidad,

la pasión y la decisión/compromiso. Unidos por sus extremos, es decir, viendo la

combinación de estos elementos en cada integrante de la pareja, su teoría adopta la

metáfora geométrica de un triángulo; de allí que se le denomine teoría triangular o

triádica del amor. Los triángulos varían de persona a persona, y al existir diferentes

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tipos, existirían también diferentes formas de amor. Estas diferencias triádicas entre

los miembros de una pareja permitirían entender el tipo de vínculo que los une y

muchas otras características de su relación. El valor pronóstico que de ello se

desprende resulta evidente.

Pasemos a revisar brevemente cada componente.

a) Intimidad

Para nuestro autor la intimidad es el pegamento que nos une en la dedicación y el

afecto en común. Es el componente principal del amor. A diferencia de la connotación

que le damos los peruanos, asociándolo con el sexo y sus escarceos, para Sternberg la

intimidad implica en el enamorado el deseo es promover el bienestar de la persona

amada y la felicidad que le produce el poder compartir experiencias significativas con

ella. Es también el sentimiento de respeto y consideración por el otro. Intimar supone

la comprensión mutua de que cada uno “estará allí” en el momento en que lo necesite;

la buena voluntad para proporcionarse apoyo; la habilidad para comunicarse más allá

de los niveles superficiales o prácticos y la comprensión esencial de que comparten la

misma “longitud de onda”. En síntesis, el reconocimiento de la importancia del otro en

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nuestra vida.

b) Pasión

Es el elemento físico y romántico de una relación y es talvez el componente más fácil

de reconocer por el enamorado. El elemento pasional supone los sentimientos

románticos, la atracción física y el deseo de estar juntos; el mutuo placer sexual y el

sentimiento de realización. Es para el que ama una especia de despertar físico y

emocional, y constituye a veces un verdadero estado de locura temporal.

c) Decisión/Compromiso

Se divide en dos estadios:

1º La decisión de que tú amas a alguien.

2º La determinación de mantener ese amor a través del tiempo.

Estar comprometido es un acto conciente, voluntario y deliberado. Por ello mismo

puede darse aun en ausencia o merma de los otros dos componentes, si la persona lo

decide así.

Incluye la decisión de que lo que tú sientes por otra persona es un amor especial; la

voluntad de simbolizar o articular ese amor de algún modo; la comprensión de que la

relación es más que sólo un antojo pasajero y la decisión de invertir en esa relación

por un período definido (“para siempre”, “por mucho tiempo”, “hasta que dure”, etc.).

¿El amor es uno solo? Los tipos de Amor.-

Lo ideal es que los tres componentes descritos se encuentren bien desarrollados y en

igual magnitud. Algo así como un amor “equilátero”. Ese sería el amor pleno o

consumado. Pero esto es más un ideal que una realidad. De hecho se dan asimetrías,

donde un componente se presenta con más fuerza que los otros, generando así

“amores rectangulares”, “amores isósceles” y “amores escalenos”. Y lo más

interesante es que se pueden mutar de una forma a otra, y también en el tamaño del

triángulo, según las circunstancias y las experiencias en pareja.

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Fuente: Wikipedia

1) Sólo intimidad: cariño o simpatía

• Es una experiencia de intimidad desprovista de pasión o compromiso. Las emociones

y el apasionamiento son tenues o pueden faltar por completo.

• Por “simpatía” se entiende algo más que los sentimientos se que experimentan por

los conocidos casuales o las persona de paso en nuestras vidas.

• Es sentirse cerca y conectado con alguien, sin experimentar pasión física ni

involucrarse a largo plazo.

• Son comunes en el ámbito laboral y amical.

2) Sólo pasión: amor “loco”

• Se caracteriza por un alto grado de despertar físico.

• Desaparece tan rápidamente como apareció.

• Las fantasías en las que se sustenta pueden llevar a veces a crear relaciones más

sólidas.

• En otros casos el “flechazo” puede degenerar en obsesión que consuma mucho

tiempo y energía.

3) Sólo compromiso: amor infecundo

• El compromiso, en ausencia de pasión e intimidad, es estéril. Tiende al aburrimiento

y no fomenta el crecimiento personal en pareja.

• Su naturaleza está más cerca de un contrato que del amor como se entiende

normalmente.

• Se ve frecuentemente al final de relaciones largas, donde se pierde la comunicación

emocional y la atracción física. Es el amor de muchos gerontos, que permanecen

juntos más por costumbre o lealtad que por deseo o satisfacción.

• En otras sociedades, los matrimonios arreglados, que implican solo compromiso en

un inicio, pueden suponer el crecimiento de la pasión y la intimidad con el tiempo.

4) Intimidad + Pasión = Amor romántico

• Los amantes románticos no están movidos sólo por lo físico, sino que también están

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vinculados emocionalmente.

• El compromiso no es necesariamente parte del amor romántico.

• Los amantes tienden a considerar que la permanencia es improbable, imposible, o

sólo un tema al que habrá que enfrentarse en el futuro (caso de los amores

“imposibles” o extraconyugales).

• A veces comienza con pasión que lleva a un acercamiento que genera intimidad.

• O de una amistad íntima deviene la pasión, no siempre compatible con el

compromiso.

5) Intimidad + Compromiso = Amor de compañeros

• Se parece a una amistad comprometida de largo alcance.

• La opinión difiere con respecto a qué tanto satisface esta relación las necesidades

de la gente.

• A veces la pasión declina con el tiempo y es reemplazada con un profundo

sentimiento de compromiso.

• Puede ser el amor por la familia o por los amigos cercanos.

6) Pasión + Compromiso = Amor fatuo

• Carece del suficiente conocimiento mutuo.

• De allí su matiz de “superficialidad apasionada”.

• Es el amor “tipo Hollywood” que deviene frecuentemente en separaciones y

divorcios, cuando los intereses personales se contraponen a los de la relación.

• No incluye la estabilidad del factor intimidad.

• Es vulnerable al tiempo.

• La pasión declina y el compromiso no crece. Es superficial.

7) Intimidad + Pasión + Compromiso = Amor consumado

•Es el más estable.

•El más satisfactorio.

•Permite un mayor crecimiento de los involucrados.

•Es el más difícil de conseguir

Como podemos ver, el amor no es tan simple como a veces se cree. Tampoco tan

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complejo como se teme. Es algo que existe; y si existe, puede ser medido y estudiado

como todo lo demás. Cabe el mérito a nuestro admirado Robert Sternberg de ser uno

de los primeros en rescatar este sublime sentimiento para la psicología como ciencia.

Palabras finales.-

Cuentan que el Amor y la Locura jugaban juntos en el Olimpo a esconderse y

perseguirse. En medio del ímpetu del juego, la Locura -haciendo honor a su nombre-

tomó una rama con espinas y, sin mediar motivo, propinó soberano golpe con ella en

el rostro al Amor dejándolo ciego para siempre. Este, privado de la vista, acudió

quejoso a los dioses en busca de justicia. Luego de escucharlo, e indignados por lo

ocurrido, los dioses condenaron a la Locura a servir de lazarillo al Amor por toda la

eternidad. Desde entonces

la Locura siempre guía al amor.

Termino citando nuevamente a Nietzsche: “En el amor siempre hay algo de locura;

mas en la locura siempre hay algo de razón.”

Gracias por vuestra atención.

Bibliografía.-

• Sternberg, R. (1989) El triángulo del amor. Intimidad, pasión y compromiso.

Barcelona: Paidós.

• Sternberg, R. y Whitney, C. (1992) El amor como a usted le gusta. Buenos Aires:

Jarvier Vergara Editor.

• Yela, C. (2000) El amor desde la psicología social. Ni tan libres ni tan racionales.

Madrid: Ediciones Pirámide.