RODRIGO NIÑO, EL DE LOS...

22
RODRIGO NIÑO, E L D E L O S GALEOTES El nacimiento del mundo colonial, desde su tormentoso primer siglo, atrajo más de una vez la atención de Alfonso Reyes. Hay ejemplos claros. Cuando, todavía joven, don Alfonso se topó con el cartapacio de Mateo Rosas de Oquendo, palpó en esas sátiras la temprana rivalidad entre indianos y peninsulares, fuese en Mé- xico, Lima u otros lugares. En 1917 publicó un artículo sobre Oquendo "y sus andanzas" 1 ; esas páginas no pasaron inadver- tidas: llegaron empapadas del espíritu de esos inicios; más tarde las recogió en Capítulos de literatura española?-. Aquella "musa erra- bunda y aventurera" de "risueño coplero" reaparecerá en pá- rrafos de Letras de la Nueva España; con razón advierte que hay allí textos atribuidos "sin certeza, porque [. . .] mezclaba lo propio y lo ajeno" en "su zurrón de viaje" 3 . Así fue y ahora consta. En esas mismas Letras novohispanas (lectura deleitosa, cuajada de pe- netrantes observaciones) desfilan viejos cronistas, apegados al suelo americano; también se hallarán los primeros humanistas, poetase y autores teatrales, como Cervantes de Salazar, González de Es- lava, Terrazas y muchos más. El transplante había arraigado. De esos escritores surgirán frutos varios: muchos con mezcla de verdad y fantasía, en proporciones distintas según autores y circunstancias. Si parecida mixtura aparecía en Europa, con ma- yor motivo en Indias. Los temas lo pedían. De los hechos insóli- tos de la Conquista se pasaba a su evocación. El amor al terruño 1 ALFONSO REYES, "Sobre Mateo Rosas de Oquendo, poeta del siglo xvi", RFE, 4 (1917), 341-370. 2 ALFONSO REYES, Capítulos de literatura española {primera serie), La Casa de España en México, México, 1939, pp. 217 ss; Pasado inmediato y otros ensayos, El Colegio de México, México, 1941, cap. 3. 3 ALFONSO REYES, Letras de la Nueva España, FCE, México-Buenos Aires, 1948, caps. 1-5. Basten estos ejemplos. NRFH, XXXVII (1989), núm. 2, 383-404

Transcript of RODRIGO NIÑO, EL DE LOS...

Page 1: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

R O D R I G O NIÑO, E L D E L O S G A L E O T E S

E l nac imiento del m u n d o co lonia l , desde su tormentoso p r i m e r siglo, a tra jo más de u n a vez la atención de Al fonso Reyes. H a y ejemplos claros. C u a n d o , todavía j o v e n , d o n Al fonso se topó con el cartapacio de M a t e o Rosas de O q u e n d o , palpó en esas sátiras la t e m p r a n a r i v a l i d a d entre indianos y peninsulares, fuese en M é ­x i co , L i m a u otros lugares. E n 1917 publicó u n artículo sobre O q u e n d o " y sus a n d a n z a s " 1 ; esas páginas no pasaron inadver ­t idas : l l egaron empapadas del espíritu de esos in ic ios ; más tarde las recogió en Capítulos de literatura española?-. A q u e l l a " m u s a erra ­b u n d a y a v e n t u r e r a " de " r i sueño c o p l e r o " reaparecerá en pá­rrafos de Letras de la Nueva España; con razón advierte que hay allí textos a t r ibu idos " s i n certeza, porque [. . . ] mezclaba lo p r o p i o y lo a j e n o " en " s u zurrón de v i a j e " 3 . Así fue y ahora consta. E n esas mismas Letras novohispanas ( lectura deleitosa, cuajada de pe­netrantes observaciones) desfilan viejos cronistas, apegados al suelo amer i cano ; también se hallarán los pr imeros humanis tas , poetase y autores teatrales, como Cervantes de Salazar, González de Es­l a v a , Terrazas y muchos más. E l transplante había arra igado .

D e esos escritores surgirán frutos var ios : muchos con mezcla de verdad y fantasía, en proporciones dist intas según autores y c ircunstancias . Si parec ida m i x t u r a aparecía en E u r o p a , con m a ­y o r m o t i v o en I n d i a s . Los temas lo pedían. D e los hechos insóli­tos de la C o n q u i s t a se pasaba a su evocación. E l a m o r al terruño

1 A L F O N S O R E Y E S , "Sobre Mateo Rosas de Oquendo, poeta del siglo x v i " , RFE, 4 (1917), 341-370.

2 A L F O N S O R E Y E S , Capítulos de literatura española {primera serie), L a Casa de España en México, México, 1939, pp. 217 ss; Pasado inmediato y otros ensayos, E l Colegio de México, México, 1941, cap. 3.

3 A L F O N S O R E Y E S , Letras de la Nueva España, F C E , México-Buenos Aires, 1948, caps. 1-5. Basten estos ejemplos.

NRFH, X X X V I I (1989), núm. 2, 383-404

Page 2: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

384 JOSÉ D U R A N D NRFH, X X X V I I

se a f i r m a b a i gua l en M é x i c o que , por e jemplo , en el Perú: allí también cr io l los , mestizos y colonos peninsulares tomarán la p l u ­m a y hablarán de aquello suyo. U n donoso episodio n a r r a d o por el I n c a Garc i laso , el de R o d r i g o Niño y sus galeotes, puede servir de ejemplo. Serán pr imic ias l iterarias que hablan de gentes ya ape­gadas a ese suelo.

E l relato h a o r i g i n a d o , como tantos de entonces, dudas más insinuadas que sustentadas; habrá, pues, o t r a razón para escoger el t e m a .

E L EPISODIO

Garci laso I n c a solía i n t e r c a l a r e n su obra , como digresiones, " p a ­sos" o "casos h i s t o r i a l e s " 4 ; hecho conocido, pero últimamente re­visado con cr i ter ios diversos, según apuntaré luego. Este re lato , cuyo arte y encanto i n v i t a n a l a lec tura d i rec ta , debe resumirse aquí: h a t e r m i n a d o el a lzamiento de Gonza lo P i zarro c ont ra el emperador y el v ictor ioso Gasea p r e m i a y castiga 5 . R o d r i g o N i ­ñ o , h i j o de H e r n a n d o N i ñ o , reg idor de T o l e d o , obedece a u n a carta paterna que lo l l ama a tomar posesión de u n mayorazgo " q u e u n par iente suyo le d e j a b a " . D a d a la ca l idad personal de R o d r i ­go y su lealtad a l a C o r o n a , el presidente Gasea aprovecha para m a n d a r a España, ba jo l a custodia de N i ñ o , a ochenta y seis ga­leotes, gonzalistas condenados. E l presidente ofrece u n p r e m i o , pero n o da guardas (o escasas). E l v ia je empieza b i e n ; luego , y a en Panamá, los condenados empiezan a h u i r . H a y en el C a r i b e u n inc idente con u n corsario , a q u i e n Niño engaña con u n a r d i d . Los presos continúan escapándose y al entrar a Sevilla sólo le queda u n o . Exasperado, Niño lo i n s u l t a , le da de puñadas y lo despide, p re f i r i endo a f rontar solo lo que o c u r r a . E n la Contratación lo en ­j u i c i a n y condenan a servir en Oran y a no poder vo lver a I n d i a s . R o d r i g o apela ante M a x i m i l i a n o y tiene " p a d r i n o s " . E l buen prín­cipe lo absuelve en hermosa escena.

E l cronista M o n t e s i n o s , autor poco afecto a Garci laso , mues-

4 M i opinión en " E n torno a la prosa d e l i n c a Garci laso " , Nuevo Texto Critico, Stanford, p. 2 1 8 ; véanse notas 7, 8 y 10 .

5 Para la pacificación de don Pedro de la Gasea y su política tras el gran levantamiento pizarrista abundan documentos y crónicas; entre las aquí cita­das, cf. D I E G O F E R N Á N D E Z EL PALENTINO, Historia del Perú, Madrid, 1 5 7 1 , parte I , lib. I I ; dispuso de abundante información.

Page 3: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

NRFH, X X X V I I R O D R I G O NIÑO, E L D E L O S G A L E O T E S 385

t r a aceptar los hechos 6 . Los sitúa en 1548. Llegarían a España en 1549.

Se h a extendido el interés p o r los ' * pasos" en la obra del I n c a Garc i laso 7 . E r a n digresiones narrat ivas que cumplían u n a f u n ­ción l i t e r a r i a en el c o n j u n t o de la obra . Esas mudanzas temáti­cas, bueno es subrayar lo , divertían y real izaban también el ideal de l a var i edad , t a n i m p o r t a n t e entonces como el de u n i d a d . A ve­ces lo hacía el Inca para dar respiro, o para cambiar de tono , cuan­do no para crear u n suspenso, a l m o d o de algunos autores épicos de su devoc ión , como A r i o s t o o E r c i l l a . A s i m i s m o , p o r tener pre ­texto para re fer i r u n a anécdota a trac t iva . Los " p a s o s " aparecen también en textos breves, como la Genealogía de Garcipérez, cuyo tema es u n a monótona relación f a m i l i a r : allí encuentra m o d o de inser­t a r l a famosa traición de Beltrán D u g u e s c l i n . Si esto podía ocu ­r r i r , como ocurría, en el arte histórico (par te , como se sabe, de l a retórica), ya apunté que i gua l se daba en el o t ro g r a n re ino del arte n a r r a t i v o , l a epopeya. D i s t i n t a cosa serán en Garci laso las "fábulas h i s t o r ia l e s " 8 , como l l ama a los mitos indígenas que o b l i ­gadamente debía i n c l u i r , pero señalando que no creía ingenua ­m e n t e en ellos.

H o y existe u n a peligrosa tendencia a suponer que estos " c a ­sos" son ficciones y n i s iquiera se advierte hasta qué p u n t o ; no exist iendo pruebas todo queda en suposiciones, así vengan de u n estudioso respetado como José J . A r r o m . E l p r o b l e m a de la vera ­c idad en Garcilaso es sumamente arduo y , contra lo que suele i m a ­ginarse, pobremente es tudiado 9 . M á s tarde el profesor A r r o m , obrando con r e c t i t u d , modif icó sus pr imeras ideas, pero creyen­do que Garcilaso intercalaba " c u e n t o s " , a más de leyendas y anéc­dotas. A m i entender es m u y claro el que el I n c a dice " c u e n t o s " para referirse a anécdotas históricas 1 0 .

6 F E R N A N D O D E M O N T E S I N O S , Anales del Perú (ms. de 1 6 4 2 ) , ed. Víctor M . Maúrtua, Madrid, 1 9 0 6 , t. 1, p. 1 9 1 . Montesinos no era seguidor habitual del Inca.

7 Véase nota 1; también, J O S É J . A R R O M , Certidumbre de América, 2 A ed., Gredos, Madrid, 1 9 7 1 , pp. 2 7 ss; E N R I Q U E P U P O - W A L K E R , Historia, creación y profecía en los textos del Inca Garcilaso de la Vega, J . Porrúa Turanzas, Madrid, 1 9 8 2 , cap. 5. Pueden darse otros textos de criterio semejante.

8 Por ejemplo en Comentarios reales (en adelante CR), Lisboa, 1 6 0 9 , lib. I , cap. 18 .

9 L o indico en "Garcilaso Inca jura decir verdad" , Critica Hispánica, Pitts-burgh, 1 0 ( 1 9 8 8 ) , pp. 21 ss. Cf . nota 4 8 .

1 0 U n ejemplo claro de cuento que usa Garcilaso como "anécdota histó-

Page 4: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

386 JOSÉ D U R A N D N R F H , X X X V I I

V o l v i e n d o al " p a s o " del capitán Niño (que A r r o m no t r a t a ) , su f a m a aumentó por haberlo in c lu ido Ángel Rosenblat en u n de­licioso mano jo de narraciones breves de Garc i l a so 1 1 ; de allí se re­produ jo . Antes ya había figurado en las antologías de Riva-Agüero y otras. A t i e n d e brevemente el episodio el profesor E n r i q u e Pupo -W a l k e r y aunque escribe con prudenc ia , lo inc luye en u n capítu­lo dedicado a " L a ficción i n t e r c a l a d a " 1 2 . Así se trate de relatos que fuesen f icticios en su función (lo cual no se d i l u c i d a ) , la d u d a subsiste y el p r o b l e m a sigue sin enfocarse según la metodología histórica. Siento d i f e r i r de P u p o - W a l k e r , a q u i e n se debe u n es­fuerzo para apreciar al I n c a Garci laso . Sobre el pasaje de Niño con el corsario , recuerda la frecuencia n a r r a t i v a de tales i n c i d e n ­tes, hasta en novelas b izant inas . Interesante observación, que a p u n t a s in excesos.

Se h a ido f o r m a n d o así u n a corr iente que ahora p r o l o n g a n otros . A l g u n o s d a n por sentado el carácter l i m i t a d a m e n t e históri­co de las obras del I n c a , o b i e n pref ieren i g n o r a r la cuestión su­pon iendo la primacía (o de hecho exclusividad) del aspecto l i t e r a ­r i o del autor . N o es asunto demostrado y o r i g i n a sorpresas.

H a y tras estas actitudes ciertos asuntos teóricos largos de dis ­c u t i r y aquí inaprop iados . A h o r a me l i m i t o al famoso y enigmáti­co episodio de R o d r i g o Niño en cuanto a su posible v e r o s i m i l i t u d o verac idad , con las consecuencias (históricas y l i terar ias ) que es­to supone.

E L CAPITÁN NIÑO SEGÚN CRONISTAS

E n t r e los cronistas de las guerras civiles peruanas que se i m p r i ­m i e r o n t e m p r a n o (y los manejó Garc i laso) , Niño aparece varias veces como persona c laramente ident i f i cada . P r i m e r o figura en el contador Agustín de Zarate, 1555, luego en 1571 en Diego Fer­nández el Palentino13. E l I n c a Garci laso recoge esas noticias de d i -

r i c a " en Historia general del Perú (en adelante HGP), Córdoba, 1617, lib. vi l , cap. 7.

1 1 E l paso de Rodrigo Niño aparece en HGP, lib. V I , caps. 8-9. Gf. Á N ­G E L R O S E N B L A T , La primera visión de América y otros estudios, Ministerio de E d u ­cación, Caracas, 1965. Apareció anteriormente como artículo.

1 2 E . P U P O - W A L K E R , op. cit., cap. 5. 1 3 Cf. A G U S T Í N D E Z A R A T E , Historia del descubrimiento y conquista del Perú, A n ­

vers, 1555, lib. V , cap. 10; EL PALENTINO, op. cit., parte I I .

Page 5: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

NRFH, X X X V I I R O D R I G O NIÑO, E L D E L O S G A L E O T E S 387

versos capítulos y también en algunas páginas sobre los galeotes. D e todos tres, el I n c a c o m p r e n d i d o , h a n abundado y a b u n d a n ediciones, indispensables de aprovechar. Zarate estuvo presente d u r a n t e el a lzamiento gonzalista, desde su estal l ido, y hasta a n ­d u v o bastante c o m p r o m e t i d o en algunos hechos; t iene va lor de testigo: o d irecto o contemporáneo. E l Palentino, aunque poste­r i o r , dispuso de excelente documentación sobre la guerra gonza­l i s ta , y p a r a el a lzamiento de Francisco Hernández Girón , unos años más tarde , es la fuente p r i n c i p a l 1 4 . Ade lantemos que nada dicen sobre el lance de los galeotes, lo cual no sorprende por ser asunto m e n o r dentro de aquel g ran cuadro . Interesan en cambio , p a r a mí m u c h o , las notic ias sobre Niño , no sólo por lo autor i za ­das sino porque es capital ver i f icar s i , como veremos, concuerdan o d i f i e ren de l personaje presentado por el I n c a ,

A l r e fer i r l a rebelión p i zarr i s ta c on t ra el v i r r e y Núñez V e l a (y las célebres ordenanzas) , Garci laso presenta p o r p r i m e r a vez a R o d r i g o , dentro de u n largo pasaje en que se basa a la vez en Zarate y el Palentino15, quienes concuerdan " c a s i p o r las mismas p a l a b r a s " . A u n q u e el entrecomi l lado de algunas ediciones m o ­dernas puede l levar a e r r o r , acudiendo a las ediciones originales se ve que las palabras que transcr ibe el I n c a v ienen del contador Agustín de Zarate :

Otro día llegó a Los Reyes Rodrigo Niño, hijo de Hernando Niño, regidor de Toledo, con otros tres o cuatro que no quisieron i r con Gonzalo Díaz. Por lo cual, demás de hacerles cuantas afrentas pu ­dieron, les quitaron las armas y los caballos y vestidos, y así venía Rodrigo Niño con u n jubón y con unos muslos viejos, sin medias calzas, con solos sus alpargates y una caña en la mano, habiendo venido a pie todo el camino. Y el Visorrey le recibió con grande amor, loando su fidelidad y constancia 1 6.

Estas palabras se leen idénticas en Garc i laso 1 7 . V a r i o s puntos merecen señalarse. E l contador sabe, p o r ser n o t o r i o y persona

1 4 Cf . R A Ú L P O R R A S B A R R E N E C H E A , Los cronistas del Perú, 1528-1650, y otros ensayos, ed. F . Pease, 2 a ed., Banco de Crédito del Perú, L ima , 1986, pp. 225 ss. E s opinión aceptada modernamente por todos, inclusive por J u a n Pérez de Tudela, editor de esta crónica y estudioso de estas guerras.

15 HGP, lib. I V , cap. 11; la referencia a Zarate y EL PALENTINO la da el Inca al empezar el capítulo.

1 6 Z A R A T E , Historia. . . , lib. V , cap. 10. 17 EL PALENTINO omite este incidente de Niño.

Page 6: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

388 JOSÉ D U R A N D NRFH, X X X V I I

conocida, l a p a t r i a to ledana y deja en claro su posición social con la mención del reg idor . T o d o parece exacto, aunque l amento no conocer el registro de Niño en l a Contratación, p a r a r e a f i r m a r los d a t o s 1 8 . ¿Por qué Zarate los da , cosa r a r a en él, pero t a m p o ­co obligada? Pienso que había u n a razón: j u s t a m e n t e por e n t o n ­ces figuraba en L i m a (donde abrazó la causa de los revoltosos), el l i cenciado R o d r i g o Niño , h o m b r e r i co e i m p o r t a n t e , q u i e n j u ­gó su p r o p i a carta en esa guerra . E l l i cenciado , como veremos, era h e r m a n o de H e r n a n d o , el reg idor , y p o r t a n t o tío carna l de su h o m ó n i m o . E l contador Agustín de Z a r a t e , o f ic ial de l r ey , t e ­nía que saber esos hechos en t i e r r a donde no había muchos espa­ñoles destacados. D e o t r o lado , el elogio que el v i r r e y hace de la f ide l idad de nuestro R o d r i g o Niño será el m i s m o que repi te G a r -cilaso y esta v i r t u d se dirá que infhíyó en k decisión de l pres iden­te Gasea de conf iarle a esos condenados. H a y bastante más: u n reg idor del cabi ldo de T o l e d o tenía p o r fuerza que hallarse b i e n re lac ionado. Según el episodio, N iño t u v o " p a d r i n o s " , y a lgu ien debió de abr i r l e las puertas del príncipe M a x i m i l i a n o . Seguimos sin pruebas directas sobre aquel paso, pero las hay circunstanciales.

Leídos modernamente , dichos cronistas pueden con fund i r con esos homónimos . Así ocurrió con h i s tor iador t a n in f luyente como el general M e n d i b u r u , qu ien los da por u n a m i s m a persona y p ien ­sa que el capitán fue u n tejedor que cambiaba de p a r t i d o 1 9 . A p u n ­temos que R i cardo P a l m a se basa en M e n d i b u r u para escribir u n a breve y poco feliz tradición, " N i ñ e r í a de N i ñ o ' \ Las acusaciones sólo va len para el l icenciado ( q u i e n más tarde llegó a alcalde de L i m a ) .

M á s sobre la actuación m i l i t a r : el Palentino i n f o r m a en el l i b r o I I sobre Niño , q u i e n figura como capitán en la campaña cont ra Hernández Girón . Esto ocurrió a fines de 1553 y en 1554, t i e m p o después del famoso episodio. E n general el I n c a sigue aquí al Pa­lentino, aunque éste ofrece u n par de noticias más. C u a n d o los o ido­res, en ausencia del v i r r e y , deciden f o r m a r el ejército, entre los jefes se contarán el alférez general L o p e de Zuazo , y entre los ca-

1 8 Cf . C R I S T Ó B A L B E R M Ú D E Z P L A T A , Catálogo de pasajeros a Indias durante los siglos xvi, xviiy XVIII, Madrid, 1940-1946; en este repertorio, útilísimo aun­que incompleto, no aparece Rodrigo Niño; eso nos priva de noticias comple­mentarias, que quizá cabria ampliar en los asientos originales del AGÍ.

1 9 Cf . M A N U E L D E M E N D I B U R U , Diccionario histórico-biográfico del Perú, L i m a 1885, t. 6, s.v. Niño. Además de seguir a Garcilaso sobre los galeotes, informa que fue tres veces alcalde limeño (cierto para el licenciado); yerra al leer el pasaje del Inca sobre las "puñadas" o "puñaladas" que dio al galeote.

Page 7: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

NRFH, X X X V I I R O D R I G O NIÑO, E L D E L O S G A L E O T E S 389

pitanes de infantería Diego López de Zúñiga y R o d r i g o Niño; aña­de luego a J u a n M a l d o n a d o de Buendía; Garci laso o lv ida a éste, pero apunta : —-Rodrigo Niño , el de los galeotes". S ign i f i ca t i vo 2 0 . Son nombres que convendrá tener presentes. Y a e n p lena c a m ­paña, cuando el maese de campo Pablo de Metieses ejecuta u n a difícil operación, acude a tres compañías , u n a la de Niño ; esto n o lo consigna el I n c a . A m b o s cronistas h a b l a n de c ierto diálogo que Niño t u v o con el j e fe rebelde P i e d r a h i t a , a q u i e n se le ofrecía perdón real ; Garcilaso explica lo h a b l a d o 2 1 . Más i m p o r t a n c i a t i e ­ne algo que cuenta el Palentino, cuando ya el ejército de Girón f la -queaba, cerca de Pucará. A l disponerse las fuerzas reales para en­t r a r e n bata l la , i b a n " e n el avanzada el capitán J u a n T e l l o y R o ­d r i g o N i ñ o " 2 2 . U n a actuación a las claras destacada y la registra u n a fuente i m p a r c i a l .

Recordemos ahora que , según el I n c a , el fal lo del j u i c i o en l a Contratación sevi l lana condenaba a R o d r i g o , entre otras co­sas, a no r e t o r n a r a las I n d i a s : añade que el reo fue absuelto por el príncipe regente, q u i e n concedió que " p o d á i s v o l v e r . . c u a n ­do quis iéredes" . Añade Garci laso que 4 4 años después se volvió a l P e r ú " , donde 4 ' l a r g a m e n t e " contaba lo o c u r r i d o . M u y pos i ­b le , pues aquí lo vemos.

Se a c u m u l a n así detalles que i n v i t a n a pensar que si aquel ep i ­sodio era ficticio, lo fue de m a n e r a minuc iosamente e laborada.

PARA "DESAGUAR LA TIERRA"

Además de noticias tempranas de cronistas, existen documentos de época donde aparece el capitán en v i v o y repl icando preguntas. D e n t r o de lo pub l i cado h a y textos conocidos (aunque no recorda­dos para el caso) y otros más raros . Sobre eso hay u n expediente inédito en el A r c h i v o de I n d i a s . T o d o lo c u a l , l l anamente obser­vado , continuará esclareciendo el caso, al menos parc ia lmente .

E n el val le de C h i n c h a , el lunes 7 de m a y o de 1554, d o n Pe­d r o Portocarrero acepta el cargo de maese de campo contra G i ­rón . Se hizo reseña: qu in ientos t r e i n t a hombres y v en t i c ua t r o de ellos e n t r a r o n en consulta . Consignados sus nombres s in m u c h o

2 0 PALENTINO, op. cit., parte I I , lib. I I , cap. 2 8 , f. 5 8 v; I N C A G A R C I L A S O , HGP, lib. V I I , cap. 7.

21 PALENTINO, ibid:, caps. 4 9 y 5 1 , ff. 9 9 y 1 0 4 . 22 Ibid., cap. 5 3 , f. 1 1 0 v.

Page 8: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

390 JOSÉ D U R A N D NRFH, X X X V I I

o r d e n , entre los p r imeros estarán, b i e n di ferenciados, " e l l i c en ­ciado R o d r i g o N i ñ o " y " e l capitán R o d r i g o N i ñ o " 2 3 . (También figuran el padre del I n c a y varios parientes suyos.) C u a n d o apa­rec ieron estas noticias de los homónimos , ya se habían pub l i cado el Diccionario de M e n d i b u r u y la tradición de R i c a r d o P a l m a .

D e m u c h a m a y o r sustancia es c ierta carta a Su M a j e s t a d del v i r r e y p r i m e r marqués de Cañete , b ien conocida p o r los estudio­sos. Está fechada en L i m a , 3 de n o v i e m b r e de 1556, conc lu ido ese desdichado a lzamiento , pero todavía insegura la C o r o n a de la pacificación de la t i e r r a . Urgía echar las bases de u n a a d m i n i s ­tración firme. Se respeta al p r i m e r marqués, estadista sagaz, p o r m u c h o que ciertas medidas suyas resultaran abusivas, según aque­l l o que acabó llamándose razón de estado2*. D u r a n t e años y dece­nios , las guerras y l a ambición a t ra j e ron al Perú a muchísimos soldados, y su exceso promovía revueltas. E l marqués envió fuer ­zas a C h i l e al m a n d o de su h i j o d o n García (allí i b a E r c i l l a ) ; p r o ­m o v i ó " e n t r a d a s " o expediciones; desterró a muchos , y también a quienes con jus t i c ia pretendían recompensa: u n o de ellos el capi ­tán R o d r i g o Niño . E n " c u a t r o meses que ha que v i n e " , se jac taba el v i r r e y , logró que "se desaguara" la t ierra . T o d o lo dice sin escrú­p u l o . D a d a la incompetenc ia de los oidores, escribe, acude a u n " p e s q u i s i d o r " y " m e aprovecho del doctor Cuenca y de u n alcalde de corte que yo t r u j e , C h i r i n o s " . Disponía así de u n a A u d i e n c i a parale la .

E n cuanto a las pretensiones de ciertos capitanes y soldados, había algo con lo que la j u s t i c i a y los usos andaban reñidos. E l soldado que luchaba sin paga, como h i j oda lgo , esperaba n a t u r a l recompensa. Y a en el Perú había poco que r e p a r t i r y sobre eso las autoridades querían rentas para sus protegidos . Acabada la guerra cont ra Girón , h u b o d is t inguidos capitanes y soldados que rec lamaban p r e m i o según sus hechos y ca l idad . M a l m o m e n t o : Su M a j e s t a d acababa de escribirle al v i r r e y Cañete que " n o re ­p a r t a los repar t imientos que hallará vacos y v a c a r e n " ; el v i r r e y aprovechó la advertenc ia , aunque algo adjudicó según su pare ­cer. Existía o t r a c i rcunstanc ia , la conocida política de casar a sol­dados con mujeres españolas d izque para aquietar los : sobre eso h u b o s iempre diversos y explicables reparos. Había mujeres e m -

23 PALENTINO, op. cit., ed. Lucas de Torre, Madrid, 1913, t. 2, apéndice 1, p. 289; la obra no alcanzó a imprimirse completa.

2 4 Gobernantes del Perú. Cartas y papeles, ed. Roberto Levillier, Madrid, 1921, t. 1, pp. 292 ss.

Page 9: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

N R F H , X X X V I I R O D R I G O NIÑO, E L D E L O S G A L E O T E S 391

parentadas con las autor idades ; también v iudas de encomende­ros, con posesión de t ierras . Cañete procuró m a t a r dos pájaros de u n t i r o , dando buenas rentas a la vez que apoyaba la política m a t r i m o n i a l . Más de u n a vez Cañete o los oidores forzaron la m a ­n o sin éx i to 2 5 . D e r r o t a d o Girón, había u n g rupo de capitanes y soldados viejos que exigían recompensa. E r a n los vencedores, su decepción crecía y se ha l laban alborotados. U n a s palabras de la carta del v i r r e y parecen ind i car que h u b o contra ellos indicación adversa del escuchado Pablo de Meneses.

F i n a l m e n t e Cañete decidió someterlos. Escondió poderosa g u a r d i a y envió " a l lamar los u n o a u n o " a palacio ; luego, con­f o rme e n t r a b a n , " l o s metían en u n a pieza que está j u n t o a m i aposento " . Poco leal astucia: "a l l í los d e s a r m a b a n " , al parecer sin n i n g u n a explicación. " L a guarda de pie y de a c a b a l l o " esta­b a aperc ib ida , y " d e n t r o de u n a h o r a los l l evaron a todos a l a m a r , a metellos en u n a n a o " , como pres id io . Cañete deseaba i m ­ped i r u n a revue l ta : p o r cuanto dice, no se sabe si real o posible , n i se conoce su m a g n i t u d . Sospechas y algún i n f o r m e bastaron , pero los nombres que ya conocemos dicen m u c h o :

Vin ieron Diego López de Zúñiga, capitán, y Rodrigo Niño y Juan Maldonado, asimismo capitanes, y Lope de Zuazo, alférez ge­neral que fue en lo de Francisco Hernández, y los dos Palomeques y [Juan de] Palomares y Gonzalo Silvestre y Blas de Mer lo .

Estos últimos eran soldados; luego Cañete añade a l " cap i tán J u a n Porcel y a V i l l a f u e r t e " . A c l a r a que "esto se h izo a diez de o c t u b r e " y que los amigos o quizá seguidores de los presos " q u e ­d a r o n espantados y a s o m b r a d o s " . L a carta no hab la de ningún proceso, que en r i g o r no lo h u b o , sino u n a rapidísima i n f o r m a ­c ión , pero la aposti l la reza: " L o s capitanes que envío presos " . E r a n parte i m p o r t a n t e y a u n cabeza de las fuerzas leales que sir ­v i e r o n a Su M a j e s t a d .

Antes de dar tamaño paso, el v i r r e y , p r i m e r marqués de C a ­ñete, recibió y habló con algunos quejosos. T r a s unas palabras acaloradas con el an t iguo soldado Palomares , Cañete , según es-

2 5 Escribe el Inca: " Y muchos de los pretensores les señalaron las muje­res con que habían de c a s a r " ; el virrey " l a s tenía a todas por muy honradas y honestas, pero muchas dellas no lo eran' ' (HGP, lib. V I I I , cap. 7 ) . T a l polí­tica matrimonial tenía que afectar al noble mestizo, cuyo padre acabó casado con española; trata esto A U R E L I O M I R Ó Q U E S A D A , El Inca Garcilaso, 3 a ed. , Madrid, 1 9 7 1 , cap. 3.

Page 10: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

392 JOSÉ D U R A N D NRFH, X X X V I I

cr ibe , trató con el capitán López de Zúñiga , a q u i e n j u z g a i m ­por tante y de " m e j o r cas ta " . L e propuso u n a boda de c o m p r o ­miso , que el capitán rechazó, y se mostró her ido en su h o n r a . E l segundo fue R o d r i g o Niño , de cuya distinción no hab la , aunque era conocida. Escribe el v i r r e y :

El capitán Rodrigo Niño había dicho muchas veces que los oidores le daban un repartimiento que le rentaba más de seis m i l pesos, que se llamaba Achacachi, que era de Joan de Illanes y que no lo había querido.

Sólo a estos dos capitanes se refiere expresamente. A p u n t a el t e m o r de u n a revue l ta , s in pesar para nada los méritos de los pre ­tendientes , n i su conducta a n t e r i o r . C i e r t o que Niño tenía altas exigencias, como consta en otro documento, pero sus servicios eran claros.

E l p r o p i o Palentino, cronista áulico, a p u n t a (y transcr ibe G a r -cilaso) que " s o color de fiestas y regoc i j os " el v i r r e y " r e c o g i ó en su casa" muchas armas; después prendió " e n su p r o p i a casa, con buena m a ñ a " , a los que pedían remuneración de sus servicios. Los mandó a España " p u b l i c a n d o enviar a unos para que Su M a ­jestad allí los gratificase [ . . . ] , po rque en e l Perú no c o n v e n í a " ; y a otros castigó con dest ierro . C u e n t a el c r o n i s t a 2 6 que algunos aconsejaron env iar información " d e sus c u l p a s " , así de pa labra como de obra , pero el v i r r e y prefirió abstenerse. L a intención de Cañete queda clara en su carta y tiene confirmación. L a pr isa con que actuó lo demuestra . Para Garc i laso , el Palentino ofrece " p a ­sos de h i s to r ia que conviene dec larar ' ' y " d i r e m o s h i s tor ia lmente el suceso de cada cosa". Tras puntual izar algún caso trata el asunto de los m a t r i m o n i o s forzados ( verdad probada ) , y a u n levanta d u ­das sobre la v i r t u d de algunas d a m a s 2 7 . B i e n p u d o ser. Y añade el I n c a : " F u e r o n t r e i n t a y siete los que p r e n d i e r o n y embarca ­r o n , que eran los más calificados y más notor ios en el servicio de Su M a j e s t a d " . Dos de ellos, Gonzalo Silvestre, grande a m i g o e i n f o r m a n t e del I n c a , y el capitán R o d r i g o Niño .

2 6 PALENTINO, parte I I , lib. I I I , cap. 2, f. 120 r; habré de volver sobre el pasaje. Para la relación del cronista con el virrey, cf. P O R R A S B A R R E N E G H E A , loe. ext.

2 7 Cf . nota 25. Advirtamos que muchos documentos confirman la exacti­tud del Inca en varias materias aquí tratadas.

Page 11: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

NRFH, X X X V I I R O D R I G O NIÑO, E L D E L O S G A L E O T E S 393

ANTE EL DOCTOR CUENCA

E l v i r r e y se ufanaba de la p r o n t i t u d con que actuó, lo cual supone en estos casos cortos escrúpulos; eso no sólo se lo escribe a Su M a ­jestad sino también al duque de A l b a , en texto menos conoc ido 2 8 . E n breve carta fechada en L i m a , a último de febrero de 1557, dice que es t i e r r a buena , pero i n q u i e t a , aunque algo h a hecho, " p u e s serán los ahorcados, degollados y desterrados della más de ochocientos después que v i n e . Plega a Dios que a p r o v e c h e " . Es evidente que simplificó proced imientos , así para prender a sospe­chosos como p a r a a b r i r instrucción. Y a le contó a l emperador el p r o p i o v i r r e y c ó m o eludía a algunos oidores y usaba al doctor Cuenca y a otros de conf ianza. Así lo veremos en u n a i n f o r m a ­ción que abre C u e n c a a u n g rupo de los beneméritos pedigüeños. Si N iño y compañeros fueron detenidos el 10 de oc tubre , la infor­mación se abría, obtenidos los testigos y hechas las pesquisas, el 16 de octubre de 1556, c u m p l i e n d o con la cédula v i r r e i n a l de l 14. E n dos días todo estaba l isto p a r a empezar, y como no era proceso se podía l legar p r o n t o a resultados. E l auto final del v i r r e y fue del 2 de n o v i e m b r e , a los dieciocho días contados de la o rden . E l expediente se ha l la en el A r c h i v o de Ind ias y echa luz sobre el caso, sobre Niño y — a u n q u e aquí n o n o s detengamos en este per­sonaje— sobre Gonza lo S i lves tre 2 9 .

Para este expediente sólo l l a m a r o n a u n g rupo de diez, tres capitanes y siete soldados, sin d u d a los más impor tantes para los consejeros de Cañete. Se echa de menos al alférez general L o p e de Zuazo y es probable que hubiese otras " c a u s a s " , p o r l l a m a r ­las así. N u e v e de los diez , inc luyendo a V i l l a f u e r t e , figuran en l a carta del v i r r e y a Su M a j e s t a d . N o m b r a también a J u a n Por -cel , capitán conocido pero que no aparece en este expediente.

C o m p a r e c i e r o n tres capitanes: D iego López de Zúñiga, R o ­dr igo Niño y J u a n M a l d o n a d o de Buendía. Los siete soldados eran D iego de Palomeque de Meneses, R o d r i g o Palomeque , Blas de M e r l o , Gonzalo Silvestre, M i g u e l R o d r i g o de V i l l a f u e r t e 3 0 , J u a n

28 Documentos escogidos de la casa de Alba, " los publica la duquesa de Ber-wick y A l b a " , Madrid, 1891, p. 216.

2 9 AGÍ, Justicia, leg. 1088, núm. 2, ff. 1-50; va del 14 de octubre al 2 de noviembre de 1556.

3 0 Parecería que debe ser Rodríguez de Villafuerte, apellido destacado en el Perú, pero en el auto final de Cañete se lee " M i g u e l Rodrigo de Villafuer­t e " ; en la carta el virrey lo llamaba "Vi l la fuerte " a secas. Puede ser así. E n 1554, Francisco Rodríguez de Villafuerte era alcalde del Cuzco y sufrió el atro-

Page 12: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

394 JOSÉ D U R A N D NRFH, XXXVII

Chacón de la M a z a y A lonso Palomares. Sólo Chacón de la M a ­za (cuyo n o m b r e no veo claro) está ausente de la carta del v i r r e y . E r a n , pues, los pr inc ipales .

E l mañoso sistema seguido por Cuenca no obl igaba a i n t e r r o ­gator io f o r m a l n i l levaba sentencia d i rec ta , sino acababa en u n auto v i r r e i n a l que consistía en lavarse las manos y r e m i t i r l o s a Se­v i l l a , para que allí se les juzgase. D e hecho quedaban rapidísima-mente desterrados e i b a n " p r e s o s " , como lo dice la aposti l la de la carta c i tada.

Para esto se habían r e u n i d o en u n santiamén trece testigos, en su mayoría gente de poca figuración, salvo el capitán D i e z y el doctor Saravia , q u i e n por c ierto había ten ido que ver en las disputas con estos pretendientes. Saravia representa el p u n t o de v ista de los oidores* L o s test imonios son en g r a n m e d i d a hab la ­durías callejeras y chismes. Si a cada soldado español de entonces lo e n j u i c i a r a n por quejas y amenazas, no h u b i e r a hab ido con qué f o r m a r u n terc io . Los cargos, pues, no se sustancian sólidamen­te , y por no ser proceso todo podía registrarse: palabras diversas y lo que quizás podía l levar a verdaderos indic ios .

Después seguían las "confesiones" , que en r igor eran más b ien declaraciones, con m u c h o de respuesta a los " t e s t i g o s " . N o todos quis ieron confesar: por ejemplo no lo hizo Gonzalo Silvestre, pero sí Rodr igo Niño. A for tunadamente , pues en lo que dice se muestra de cuerpo entero y complementa notic ias. Sus respuestas guardan relación, en buena m e d i d a , con el i n t e r r o g a t o r i o de test igos 3 1 .

Sobre lo p r i n c i p a l , las señas de rebeldía, R o d r i g o Niño , " n a ­t u r a l de T o l e d o " , nada reconoce; lo que le achacan o i m p u t a n no t iene firmeza. D e o t ro lado , aceptar insinuaciones vagas sería u n absurdo : " q u e se juntó con los demás capitanes y amigos y soldados, y todos j u n t o s fueron muchas veces a los acuerdos a fa­t i g a r a los oidores que repartiesen la t i e r r a [ . . . ] , y que sobre ello h a b l a b a n desacatadamente" ; y hasta " j u r a b a n a Dios que si no se la diesen y repartiesen, que ellos se la tomarían ' ' . C u e n t a n que Niño u n a vez " d i j o que los señores oidores eran mayores t r a i d o ­res que Francisco H e r n á n d e z " , q u i e n " l es q u i t a b a las v idas , y

pello de las huestes de Girón; cf. D I E G O D E E S Q U I V E L Y N A V I A , Noticias cronoló­gicas de la gran ciudad del Cuzco, ed. Félix Denegrí Luna , L i m a , 1980, t. 1, p. 172; como se sabe, don Feliciano Rodríguez de Villafuerte, hijo segundo del ante­rior, fue a estudiar a España y mantuvo correspondencia y finezas con Garci -laso, que comentan sus biógrafos (HGP, lib. V I I , cap. 22).

3 1 AGÍ, loe. cit., ff. 44-46.

Page 13: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

NRFH, X X X V I I R O D R I G O NIÑO, E L D E L O S G A L E O T E S 395

ellos la h o n r a y h a c i e n d a " . Fal ta saber qué eran desahogos (bas­tante just i f i cados) y qué ideas serias: en cuanto a reunirse los de­mandantes , tras la v i c t o r i a que ellos ganaron p o r el rey , nada pa­rece más n a t u r a l . H a s t a le p r e g u n t a r o n a R o d r i g o si " j u r a b a a D i o s que habían de m a t a r a l doctorc i l l o , d ic iendo por el doctor Saravia , porque impedía que no se repartiese la t i e r r a " . C i e r t o que Niño tenía sus problemas con ese " d o c t o r c i l l o " , pero no ca­be igua lar frases airadas con amenazas dichas por q u i e n tuviese t u r b i o s antecedentes.

D e paso aparece u n a not i c ia de interés. C u e n t a el " confesan­t e " haber ido u n mes a cavar u n a g r u t a p o r " a l g u n a r i q u e z a " , en compañía del " l i c e n c i a d o R o d r i g o N i ñ o , su t í o " . A n t e la co­d i c ia y el obl igado secreto, ambos hidalgos de T o l e d o no vac i lan en t r a b a j a r con sus manos : hecho que en Indias solía darse más que en l a Península (era asunto de h o n r a ) . Este común secreto mues t ra la relación f a m i l i a r , fuese m a y o r o m e n o r , que se daba en hombres m u y dist intos . A n d u v i e r o n j u n t o s cavando u n mes. Probab lemente vivían lejos: el l icenciado era encomendero l i m e ­ñ o , y el capitán parecía más relacionado con la región cuzqueña o del sur a n d i n o . A l g o más de este parentesco lo sabremos aquí.

E n este interrogatorio-confesión lo más saltante, i g u a l que en la carta del v i r r e y , será lo tocante a repartos . A Niño le p r e g u n ­t a n " s i es ve rdad que ha dicho que j u r a b a a Dios que aunque le diesen ve int i c inco m i l pesos de renta , no se contentaría con ello n i lo había de t o m a r " . E l capitán niega, pero insisten: " s i es ver ­d a d que en c u m p l i m i e n t o de u n a cédula de Su M a j e s t a d o la A u d i e n c i a le envió a decir que tomase indios que eran de J u a n de I l lanes y no los a c e p t ó " . Y a Cañete había m o v i d o el t ema . L a respuesta del capitán t iene p a r t i c u l a r interés:

Di j o que es verdad que se los daban los dichos señores e oidores los indios de Juan de Illanes, vecino que fue de Pueblo Nuevo [ L a P la ta ] , 3 2 con m i l pesos de pensión para dar a Bernardino de Loa i -sa. E que este confesante anduvo negociando con el doctor Saravia que le quitasen la dicha pensión y que tomaría los dichos indios.

E l capitán parece tener conciencia de sus méritos y deja t ras luc i r algo que , a m i ver , más que el interés de u n pretensor c o m ú n , es l a ambición de u n h o m b r e i m p o r t a n t e que quería i r a más. Sus palabras mostrarán su carácter:

"Pueblo Nuevo o Vi l la de la P l a t a " escribe el propio Cañete.

Page 14: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

396 JOSÉ D U R A N D NRFH, X X X V I I

. . . E que tratándose este negocio le habló el licenciado Santillán [oidor] , y el factor Bernardino de Romaní, sobre que.se casase con Doña María, sobrina del licenciado Altamirano, e que si le hobiesen de dar ocho m i l pesos de renta le darían dieciséis, y si doce, veinte y cuatro, y que suspendieron el dar los dichos indios por esta causa, algu­nos días. Y que no le dieron éstos ni otros, que como este confesante no aceptó el casamiento, se quedo ansí.

L a versión de R o d r i g o Niño es enteramente verosímil, porque eso venía ocurr iendo entonces, según v imos . A u n q u e estuviese en po­sición i n g r a t a , el capitán le hab la a Cuenca con desenvoltura y a p l o m o . Y hasta l lega a algún desafiante sarcasmo. Parece h o m ­bre a l t i v o , amigo de su h o n r a . Y a al t r a t a r con el v i r r e y se había mos t rado firme, pero de esa conversación las noticias que h a n l le ­gado son más breves. A q u í nada calla. Quizás la sobr ina del o idor A l t a m i r a n o fuera u n a de esas españolas n o m u y b i en v i s tas 3 3 . A q u e l ins is t i r p o r ella del factor R o m a n í l l a m a la atención, y N i ­ño no ocul ta c ierto h u m o r al contar lo .

V i m o s que ya se le había acusado de proc lamar que no acep­taría sino altas recompensas. Siendo h ida lgo e h i j o de u n to leda­n o d i s t i n g u i d o , hay que comprender que R o d r i g o no vendría a I n d i a s como u n pobre escudero de capa y rodela . Quería t ierras y p a r a eso había luchado . O t r a pregunta resulta i l u s t r a t i v a :

Si es verdad que dijo: cuerpo de Dios, que al cabo de tanto tiempo que estoy en la tierra no tenga en ella ninguno [sic] de t ierra, j u r o a Dios que ha de venir tiempo que tengo de tener una tapia.

E r a u n juego de palabras con u n tanto de h u m o r negro , pues la tapia era u n a pequeña u n i d a d de m e d i d a terrestre . C u e n t a e n t o n ­ces el capitán c ó m o fueron y " c a v a r o n u n a g r u t a , porque les d i ­j e r o n había allí a lguna r i q u e z a " . Sería u n a huaca, y allí fue j u n t o con el tío l i cenciado. T r a b a j a r o n u n mes y "este confesante le d i ­j o entonces" a u n compañero que le aseguraba " q u e no tengo p a r a hacer u n bodoque , pero placerá a Dios que algún día tenga p a r a hacer u n a tapia". M o s t r a b a , pues, g r a n empeño de alcanzar t ierras de encomienda. Q u i e n conozca los hechos entenderá que a este capitán, a u n t i e m p o tenaz y colérico, lo movía u n a razón

3 3 Verifiqúese que estas damas eran parientes de los oidores, y de varios, y tenían el apoyo personal del virrey. Justamente los oidores habían dirigido torpemente la guerra contra Girón, que ganaron los pretendientes. Hay más casos de estos abusos, y alguno veremos.

Page 15: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

NRFH, X X X V I I R O D R I G O NIÑO, E L D E L O S G A L E O T E S 397

personal : el l icenciado n o había sido u n modelo de lealtad a la C o r o n a , n i se había d i s t i n g u i d o tanto como su sobr ino en lo m i l i ­t a r , a l menos p o r cuanto se sabe.

Resultado final, h a r t o previs ib le : con pasmosa celeridad b u ­rocrática, el v i r r e y escribe u n auto el 2 de n o v i e m b r e , " h a b i e n d o visto esta información las que v a n j u n t a s , que pasaron ante el m a ­riscal A lonso de A l v a r a d o " , p o r lo que Cañete dispone no u n ex­plícito dest ierro , sino que " v a y a n a E s p a ñ a " esos diez a la Casa de Contratación, donde , vista " l a d icha i n f o r m a c i ó n " , no proce­so, presente a Su M a j e s t a d a los diez citados y (lavándose el v i ­r r e y las manos) allí se " p r o v e a " lo deb ido . N o dice el auto que v a y a n presos; pero sí da detalle de haber guarda , con sus respon­sables. T u r b i a leguleyada, así l a h ic iera u n gobernante de s u b i ­dos mér i tos 3 4 .

T o d o se resume en el título de u n capítulo del I n c a , h a r t o ex­plícito y , hasta donde sé, veraz:

Lo que el visorrey hizo con los pretendientes de gratificación de sus servicios; cómo por envidiosos y malos consejeros envió desterra­dos a España treinta y siete de e l los 3 5 .

V i m o s que el Palentino, adicto a l marqués de Cañete, presenta los hechos del m o d o más moderado , hasta tergiversarlos . E l I n c a Garc i laso , en cambio , aunque elogia aciertos posteriores del v i ­r r e y 3 6 , p r i m e r o censura y luego no calla (como el Palentino) la bue­n a suerte final de aquellos capitanes y soldados:

Volviendo a los pretensores de repartimientos de indios • [ . . . ] que venían desterrados a España, decimos que llegaron a ella bien fatigados de la pobreza y hambre que traían. Presentáronse en la corte, ante la Majestad del rey don Felipe Segundo; [. . . ] les con­soló con hacerles mercedes en Indias a los que quisieron volver a ellas. [. . . ] Y a los que quisieren quedarse en España les hizo mercedes con­forme a sus servicios y calidad, [. . . ] como yo lo hallé cuando vine a España, que fue poco después31.

3 4 E l brevísimo y malicioso auto final, en AGÍ, loe. cit., f. 50; en cuanto a las " e n t r a d a s " para "desaguar " la tierra, ya se sabe que alguna acabó en manos del tirano Lope de Aguirre.

35 HGP, lib. V I I I , cap. 7. 3 6 Aunque no oculte reticencias, Garcilaso nove con malos ojos la ida de

Sairi Túpac al Cuzco y le complace el bautizo {HGP, lib. V I I I , caps. 10-11). C o n todo, no creo a Garcilaso resuelto partidario de Cañete.

37 HGP, lib. V I I I , cap. 13. L a defensa pudo complicarse. Silvestre pre­sentó información de servicios en Valladolid, 1558 (AGÍ, Patronato, 101, ra-

Page 16: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

398 JOSÉ D U R A N D N R F H , X X X V I I

U n o de los in justamente desterrados, dice, qu ien se quedó en A n ­dalucía, fue Gonzalo Silvestre. E l n o m b r e de R o d r i g o Niño j a ­más se menc i ona en estos lances. C i e r t o que Silvestre no sólo era íntimo a m i g o del I n c a , sino b i e n conocido por sus lectores, desde La Florida. Por qué silenció a Niño es asunto que mueve a especu­laciones; tampoco nos cuenta de su suerte, n i si volvió o se quedó .

E n esta revisión no sólo se h a n logrado nuevas noticias sobre este pintoresco capitán. Si aceptamos la v e r o s i m i l i t u d o v e r d a d del episodio de los galeotes, l a trasmisión al I n c a ha quedado es­tablec ida . C o n certeza mediante Gonzalo Silvestre, compañero del capitán no sólo en guerras, sino en pr is iones , travesías y j u i ­cios; y a u n es posible que Garci laso alcanzara a Niño en España, t a l como se topó con Silvestre. D e cua lquier m o d o , éste debió i n ­fluir en el p u n t o .

Los NIÑO Y EL DUQUE DE ALBA

U n v o l u m e n de documentos de la casa de A l b a , impresos al pare­cer en edición no vena l , que creo r a r a , contiene u n a inesperada serie de cartas entre el todopoderoso duque y el l icenciado R o d r i ­go Niño . Su sobrino el capitán para nada figura allí, pero a b u n d a información de interés 3 8 .

Cabe i m a g i n a r el revuelo que provocaría en L i m a el saber que u n grande entre los grandes como A l b a se carteaba con u n enco­m e n d e r o que n i s iquiera residía en Los Reyes, sino en su finca de San I ldefonso , a v e i n t i c u a t r o leguas. Había m u e r t o el reg idor to ledano d o n H e r n a n d o , q u i e n le dejó u n mayorazgo a su hermano el l i cenciado; la v i u d a doña J u a n a quedaba en necesidad, lo cual preocupaba al duque y lo movía a escribir . I g n o r o lo que esto i m ­pl i caba p a r a el capitán, por entonces in jus tamente asendereado tras j u i c i o s , prisiones y práctico dest ierro .

D e o t ro lado , cabe m e d i r el aprecio en que tenía A l b a a H e r ­n a n d o Niño y a su m u j e r , más allá de fórmulas de di ferencia cor­tesana y pasando a hechos; en cuanto al l i cenciado , se d i r i ge a él en buenos términos. Q u e d a n u n a carta del duque y dos del l i ­

mo 18); en parte allí responde a ciertas acusaciones del expediente de Cuenca. Sobre la presencia del Inca en la Corte entre 1562 y 1563, cf. A . M I R Ó Q U E -SADA, op. cit., cap. 4. Trato el tema en " E l Inca llega a España", RIM, 25 (1965), pp. 29 ss.

38 Documentos escogidos de la casa de Alba, pp. 217-224.

Page 17: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

N R F H , X X X V I I R O D R I G O NIÑO, E L D E L O S G A L E O T E S 399

cenciado (v ir tuales dupl icados para ev i tar pérdidas), pero h u b o u n a anter io r de A l b a . E l c on junto puede verse bastante c laro : en j u l i o de 1562, el duque envía al encomendero l imeño u n a m i s i v a , h o y perd ida ; su tenor se entiende por las dos respuestas del l i cen ­ciado (verdadera negociación de mercedes y alegato de méritos propios y de su m u j e r ) . Esas respuestas son de nov iembre de 1563 y enero de 1564. N o l legaron p r o n t o . L a contestación del d u q u e , última pieza conocida, es de M a d r i d , 10 de d i c i embre de 1564. E n el la, aunque no se c o m p r o m e t a , da buenas esperanzas al l i ­cenciado, q u i e n , en previs ible rasgo de a m o r f r a t e r n o , acepta las sugerencias de A l b a y ayuda a la v i u d a doña J u a n a con los frutos del mayorazgo , y acepta también ciertas sugerencias de verse m e ­j o r a d o en el Perú. Por lo demás, el l icenciado era u n colono a carta cabal , m u c h o más encomendero y negociante que a u t o r i d a d (fue alcalde de L i m a ) 3 9 o guerrero , que parece haberlo sido m u y oca­s ionalmente . Por entonces, c laro está, esa a c t i t u d de v i d a no era m u y típica en u n noble hispano.

N o oculta el l icenciado su " g r a n c o n t e n t a m i e n t o " al saber que el duque t u v o " a H e r n a n d o Niño , m i h e r m a n o , p o r t a n servidor de su casa" , y " h a b e r sido m u y señor de H e r n a n d o Niño , pues en su m u e r t e se acuerda del"; por c ierto , el l icenciado no queda exc lu ido de t a n t a deferencia. E n la carta que remi te por o t ra vía insiste: le d io " g r a n a l i v i o " ver que su excelencia " t o m ó a H e r ­n a n d o Niño por de su casa, y que agora en m u e r t e le quiere favo­recer, y a m i señora doña J u a n a y a mí hacernos m e r c e d " . 4 0 A su vez, el duque habla con visible aprecio " d e l señor H e r n a n d o " , elogia l a a c t i t u d del l icenciado y añade que le " h a do l ido tanto la soledad de la señora doña J u a n a " como corresponde a " s u v i r ­t u d " y ansias de c u m p l i r con la m e m o r i a de su m a r i d o 4 1 . E l buen pred i camento de que gozaban los Niño en To l edo y con el p r o p i o A l b a no a d m i t e dudas. Esta situación social, insistamos, suponía m u c h o . Puede explicar la buena f o r t u n a del l icenciado apenas l l e ­gado al Perú, no obstante su t o r n a d i z a a c t i t u d d u r a n t e las gue­rras civi les: también, m u y probab lemente , el que su sobrino el capitán p u d i e r a salir de apuros en España si necesitase ayuda . Es razonable pensarlo .

3 9 Recuérdese que fue varias veces alcalde de L i m a . Esto puede seguirse en los Libros de cabildos de la ciudad, que editaron B . T . Lee y J . Bromley.

40 Documentos escogidos. . . , p. 217 (primera carta al duque) y p. 221 (se­gunda carta).

41 Ibid., p. 224. No todo era interés material en el licenciado, quien aprue­ba que su hijo rehusara una boda que le sugería el propio virrey (p. 218).

Page 18: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

400 JOSÉ D U R A N D NRFH, X X X V I I

L a figura del l icenciado como noble colono merece atención aparte ; aquí interesa en relación con su sobr ino , con q u i e n con­trasta en muchos puntos , aunque ambos se m u e s t r a n adictos al m u n d o i n d i a n o .

Observación al m a r g e n : queda rea f i rmado el parentesco de tío carna l que t u v o el l icenciado. Resu l tan improbab les más con­fusiones de homónimos o b ien u n e r ro r de u n contemporáneo co­m o Agustín de Zarate , respecto al sobr ino .

A l capitán Niño debió darle que pensar ver a su tío en m u y a l ta posición, con t i e r r a , r iquezas y merec iendo consideraciones var ias , hab iendo prosperado s in per ju i c i o de algunos sesgos en su m a r c h a política. N o parecen haberse l levado m a l , pues t r a b a ­jaron j u n t o s , pero h u b o u n a de esas injust ic ias de la v i d a que i m ­pidió que el capitán, teniendo méritos, llegase m u y lejos. D e he­cho , l a actuación u n t a n t o inqu ie tante del tío l icenciado empezó m u y p r o n t o . Según lo que cuenta al d u q u e , debió haber l legado al Perú hacia 1541: t iempos de la guerra de A l m a g r o el M o z o , p r e v i o asesinato del conquis tador Francisco P i z a r r o . D a cuenta de ello a la C o r o n a el l icenciado V a c a de Castro , el 15 de n o v i e m ­bre de 1541: refiere que u n mensajero a lmagr is ta * ' t r u j o solas dos c a r t a s " : u n a del rebelde " y o tra del l icenciado R o d r i g o Niño , que agora v i n o de España, e luego fue a ser regente de d o n D i e g o " 4 2 ; allí N iño escribe * "desvar ios" , poco at inados p a r a la causa rea l . B i e n sabría manejarse luego, pues más tarde le refiere a A l b a que " V a c a de Castro d i o m e los indios que t e n g o " . N o los perdió en la guerra gonzalista, aunque consta en cronistas y documentos que perteneció a los rebeldes casi desde u n p r i n c i p i o . P r i m e r o fue p r o ­c u r a d o r de la c iudad de L i m a ante el i n f o r t u n a d o y torpe v i r r e y Núñez V e l a : preso éste, el l icenciado siguió en sus filas43. C a m ­bió luego de bando , pero se que ja al d u q u e de que a Gasea " y o le serví m u y b i e n en el castigo que hizo a Gonza lo P i z a r r o , y pa -gómelo m a l " . A l referirse a los gobernantes del re ino y las conce­siones que o b t u v o de ellos, el to ledano se mues t ra cazurro y h a b i ­lísimo para l levar el t e m a p o r donde más le convenga. N a c i d o en b u e n a cuna y en c iudad cortesana, tenía maneras , más algún es­t u d i o que lo llevó a obtener título. Sabe aprovecharlo todo con

4 2 Gobernantes del Perú. . . , t. 1, p. 36. Dudo de que Mendiburu aludiera a esta noticia, harto preocupante. L a carta de V a c a de Castro es del 15 de noviembre de 1541.

4 3 Hay abundantes noticias en Z A R A T E , op. cit., lib. V , y en E L PALENTI­NO, op. «f.,-parte I . E l licenciado, tempranamente, acudió como procurador de la ciudad de Lima ante el virrey Núñez Vela (Gobernantes del Perú, t. 2, p. 248).

Page 19: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

NRFH, X X X V I I R O D R I G O NIÑO, E L D E L O S G A L E O T E S 401

maña y buen estilo. Su situación es firme y hasta h a logrado bue ­n a boda con española, m u y l igada a la t i e r r a y que lo había f o r t a ­lecido aún más en relaciones y en rentas. E r a , dice , m u j e r p r i n c i ­p a l , v i u d a , h e r m a n a del famoso obispo d o n fray V i c e n t e V a l ver ­de. E l presidente Gasea, le escribe Niño a A l b a , prefirió me jorar la a e l la . Por lo demás no era m a l a solución, por m u c h o que el l i ­cenciado a f i rme haber sido capitán de la g u a r d i a de Gasea. N o era precisamente u n puesto de riesgo.

Sobre sus hechos de armas , R o d r i g o pasa como gato p o r las ascuas, aunque con vagas ponderaciones y quizá exagerando lo que h i zo cont ra Girón , en lo cual efectivamente participó ( a u n ­que sin destacar como su sobr ino , a q u i e n no n o m b r a ) . Por todo esto y p o r sus vaivenes en cuanto a fidelidad, rehuye cua lqu ier expediente de in íbrmadón . Será éxplScito: C í Y o n o qu ie ro env iar probanza de mis servicios, porque es cosa larga y enfadosa, y t a m ­bién porque es público haber yo servido m u c h o " . Quizás . Y asi­m i s m o porque piensa que el d u q u e "negoc iará este negocio mío p o r c á m a r a " 4 4 . E n cambio propone información re la t iva a su m u j e r .

N o esperemos en este breve recuento de méritos ha l lar haza­ñas de espada o lanza , n i el l a m e n t a r heridas o l a pérdida de u n cabal lo . N o i b a a leer el duque de A l b a proezas bélicas, usuales en los pretensores hispánicos. U n a posdata m u y interesante lo ins ­truirá más b ien de servicios estrictamente civiles. H a b l a sobre sus t ierras de San I ldefonso:

Yo tengo este ingenio y otras haciendas, hanme costado m i sudor y trabajo, y estar en el campo trabajando; y esto no me lo ha dado Su Majestad, antes, por haberlo hecho en tierra nueva, me habrá de hacer mucha merced: que he abaratado la tierra de azúcar, como es público, y hecho seda, que nadie la ha hecho; y si he sido tan gran labrador que he abaratado la república de pan 18 años ha, [. . . ] he tenido poco de honra, y en estas granjerias he gastado mucho 4 5 .

A l provecho , pues, y también a la h o n r a p o r abaratar el p a n y el azúcar, más cult ivar seda. Tendría razón, pero sonaría a insólito.

4 4 Admira la tranquilidad con que el pedigüeño le sugiere a Alba los ca­minos a tomar, pero necesitaba verse libre de acusaciones {Documentos escogi­dos. . . , pp. 219-224).

45 Ibid., p. 220.

Page 20: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

402 JOSÉ D U R A N D N R F H , X X X V I I

E L MAYORAZGO

L a correspondencia con el duque enriquece el conoc imiento de estos Niño peruleros , p u n t u a l i z a detalles, pero a l a vez abre u n a incógnita, cuya i m p o r t a n c i a no cabe aún m e d i r y sobre la cual escasean datos: ese mayorazgo p r o p i o que H e r n a n d o le deja en herencia a su h e r m a n o , estando v i v o su h i j o R o d r i g o , el capitán. Según lo que refiere Garc i laso , había hab ido otro, que benefició j u s t a m e n t e a R o d r i g o el sobr ino . Escribe el I n c a :

Es de saber que en medio de estos sucesos llegó una carta a la C i u ­dad de los Reyes de Hernando Niño, regidor de la ciudad de Tole­do, para su hijo Rodrigo Niño, de quien hicimos mención, [. . . ] en la cual le mandaba su padre que, estando desocupado de las gue­rras contra Gonzalo Pizarro, se partiese luego para España, a to­mar posesión y gozar de u n mayorazgo que un pariente suyo le dejaba en herencia^.

Salvo e r r o r , pues, se t r a t a de dos d is t intos , y no era raro en f a m i ­lias impor tantes el que recayese entre sus hi jos más de u n o de es­tos apreciadísimos legados, con sucesión. D e ser c ier ta , como pa­rece, l a n o t i c i a del I n c a , no sería impos ib le que el autor supiese (por Silvestre o por o t ro ) de ambos mayorazgos .

Es necesario aquí recordar que la p a t e r n i d a d de H e r n a n d o la consigna Zarate , t rayendo el p u n t o como m a t e r i a honrosa. Si se t r a t a r a de u n h i j o n a t u r a l tendría menos sentido señalar quién era su padre . E n cuanto a Garc i laso , presenta a Niño con el m a y o r respeto por su ca l idad . Pero , p o r u n a razón u o t r a , el h i j o del re ­g idor de T o l e d o no sucedió en ese mayorazgo .

Situemos algunos hechos: Gonzalo fue derrotado en 1548; tras j u i c i o y v ia je , los galeotes no deb ieron l legar a Sevil la antes de 1549. L u e g o vendría el j u i c i o a R o d r i g o . N a d a se nos dice ( t a m ­poco era indispensable) de lo o c u r r i d o con el o t ro mayorazgo , lo cua l no s igni f ica que lo perdiese. E r a bastante c o m ú n el transfe­r i r d i n e r o entre ambos lados del Atlántico; quizás esos haberes a y u d a r o n al capitán, falto de encomienda aunque empecinado en tener la .

C u a n d o Niño volvió, según Garci laso, decía que " e n toda Es­paña no halló h o m b r e que me hablase buena pa labra , n i de fa­v o r , si no fue el b u e n príncipe M a x i m i l i a n o , [. . . ] que me trató

46 HGP, lib. V I , cap. 8.

Page 21: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

NRFH, X X X V I I R O D R I G O NIÑO, E L D E L O S G A L E O T E S 403

como pr ínc ipe " . ¿Eran quejas contra los peninsulares, o contra su suerte, o h u b o también disgustos familiares? D i c h o así en ge­n e r a l , no queda en c laro , pero b i e n sabemos que R o d r i g o t u v o " p a d r i n o s " ante el príncipe, vale dec ir , apoyo.

Las desventuras de R o d r i g o c o n t i n u a r o n y el v i r r e y lo r e m i ­tió a l a Península a últimos de 1556; llegaría en 1557, acusado y causándole problemas a parientes y amigos. E l proceso se a lar ­gó y Garci laso lo atestigua personalmente . H a c i a 1561 o 1562 to ­davía andaban estos peruleros en la C o r t e 4 7 . M a l m o m e n t o , pues a j u z g a r por la correspondencia del d u q u e , H e r n a n d o debió m o ­r i r hacia 1561 o pr inc ip ios de 1562: precisamente.

H a y , pues, noticias bastante aprox imadas , pero lo que sabe­mos del asunto en lo sustancial se reduce a especulación. Puede que el reg idor sei íastiara;de^kM^preUem«s-de-whijo 9 además de acusaciones, así fueran injustas . Puede también que senci l lamen­te H e r n a n d o j u z g a r a que su h i j o ya poseía u n mayorazgo y le de­j ó el suyo a su h e r m a n o . Fal ta saber cuánto rentaban el u n o y el o t r o . Impos ib l e seguir con conjeturas.

VERACIDAD Y VEROSIMILITUD

E n otros lugares de su Historia Garci laso da por supuesta la ver ­d a d del paso historial de los galeotes. Eso no constituye prueba, pero tampoco puede pasarse por a l to . Y a v imos que cuando n o m b r a a R o d r i g o dice " e l de los galeotes" . H a s t a parecería que el I n c a deseaba l igar la m e m o r i a de su personaje al donoso episodio y ev i ­t a r l a enojosa vue l ta , r e m i t i d o por Cañete. M á s adelante escribe Garc i laso que en el Perú de jaron de usar la condena a galeras, en v ista de lo que ocurrió con N i ñ o 4 8 . O Garc i laso , pues, creía en la rea l idad del hecho o in tentaba u n cínico a r d i d para fabular : n o sería caso único , pero aquí resulta insistente y a u n extraño. Sobre todo porque nada de esto concuerda con la exac t i tud que hemos ven ido ha l lando en la exposición de rasgos y noticias del personaje. E n su presentación, h u m a n a y m o r a l , en las referen­cias fami l iares (y sus impl icac iones) , en el carácter a l t i v o , fuerte , con señales de i m p u l s i v o e irónico. Sobre eso, la transmisión de l a anécdota debió l legarle al I n c a por Gonzalo Silvestre. N o insis­tamos más.

4 7 Cf . supra, texto y n. 37. 48 HGP, lib. V I I I , cap. 2; ibid., lib. V I , cap. 29.

Page 22: RODRIGO NIÑO, EL DE LOS GALEOTESaleph.Academica.mx/jspui/bitstream/56789/26674/1/37-002-1989-0383.pdfDe todo tress e,l Inca comprendido, han abundado y abundan ediciones, indispensables

404 JOSÉ D U R A N D NRFH, X X X V I I

L a p lena v e r d a d del hecho depende de pruebas documenta ­les, que i g n o r o . E n cuanto a l a v e r o s i m i l i t u d , resulta c laramente en favor de Garc i laso . H a b l a r del paso como ficción resulta ahora más arriesgado que hab lar de v e r d a d . S in embargo , la e labora­c ión l i t e r a r i a de l suceso i m p o r t a de todos modos : desde las p r i ­meras indicaciones sobre el capitán a la construcción del re lato , con su inesperado c l i m a x y feliz desenlace, todo expuesto con r i t ­m o m a g i s t r a l ( n a r r a t i v o y de prosa) , matices sutiles y sabiduría de escritor. D e l m i s m o m o d o , l a función del paso en la Historia sigue siendo i g u a l .

H a c e m u c h o lo d igo : el I n c a n o es u n cronista peruano típico sino u n h i s to r iador h u m a n i s t a , preocupado también p o r l a f o r m a l i t e r a r i a y p o r los modelos . N o revo lvamos los nombres de estos historiadores, quelteüan siglos, más los preceptistas. S i toar a O a r * cilaso entre ellos parece aún m u y difícil. Por f o r t u n a no es aquí indispensable: recordemos simplemente a quienes, como Fox M o r ­c i l lo o Páez de Castro , rec lamaban la verac idad histórica aunque p e r m i t i e n d o la v e r o s i m i l i t u d p a r a l l enar vacíos o ganar en pulso v i t a l . N o serán las normas exactas del I n c a (y en cada obra ) , pero este c r i t e r i o parece más próx imo al a u t o r que las ideas ex t rema­das de reduc ir lo a fundamenta lmente l i terato o fundamenta lmente h i s t o r iador . E n v i d a y en obra ¿no fue Garci laso h o m b r e dado en var ias direcciones? Por lo demás, el p r o b l e m a de su verac i ­d a d , h a r t o comple jo , d ista m u c h o de resolverse.

As í tenemos a este soldado v ie jo peru lero , que dejó l a nobleza to ledana y arraigó en Ind ias y a m u c h a h o n r a . A l quedarse con el último galeote, le d i j o :

estoy por daros veinte puñaladas y no lo hago por no ensuciar las manos en hombre tan v i l y bajo como vos, que habiendo sido sol­dado en el Perú no os desdeñéis en remar en una galera 4 9 .

Y lo soltó, dándole de golpes. Esto lo escribe u n mestizo peruano nac ido hace j u s t a m e n t e cuatrocientos c incuenta años. Las letras novohispanas y peruanas t u v i e r o n p r o n t o asunto y autores de a l ­to va lo r .

JOSÉ DURAND University of California, Berkeley

49 Ibid., lib. V I , cap. 9.