RU 106 / Abril-Junio 2010

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www.uc.cl/ru El uso que hacemos del recurso: Cuánto tenemos, cómo lo gastamos.

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Número dedicado al gasto de agua en Chile. Incluye artículos especiales sobre el terremoto que afectó al país el 27 de febrero.

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El uso que hacemos del recurso: Cuánto tenemos, cómo lo gastamos.

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Argumento

El terremoto que faltabaFrancis Pfenniger

Desde el terremoto de 1929, cuando se publica la primera norma sísmica en Chile, se ha actualizado la legislación relacionada luego de cada sismo de gran magnitud. Pero lo construido luego de 1985 no había sido confrontado por la naturaleza. El adobe histórico mal mantenido, el emplazamiento en áreas sujetas a inundaciones por tsunamis, las ampliaciones y modificaciones riesgosas y ajenas a normas, el comportamiento de estructuras secundarias, los edificios y obras civiles recientes que colapsaron, abren paso a la necesidad, especialmente, de una cultura diferente.

Lo que la catástrofe develóJuan Pablo Garnham

El sismo de 8,8 grados que sacudió al centro de Chile ha permitido ver los muchos temas-país que aún están pendientes. El autor de este artículo viajó a Curepto y Hualañé junto a un operativo de ayuda de la UC. Se trata de dos comunas del Maule que no han estado en el centro de la noticia, pero que gritan por más atención.

Apoyo psicológico en desastresRodrigo Figueroa, Humberto Marín y Matías González

Meses antes del terremoto, dos médicos y un psicólogo tomaron el desafío de realizar un modelo de intervención psicológica temprana en víctimas de desastre, escrito en castellano y fundamentado en la mejor evidencia disponible. Su idea es difundirlo a aquellos que atiendan a personas que hayan experimentado física y/o emocionalmente un evento de gran magnitud como el que sacudió a más de la mitad de Chile a fines de febrero.

Los caminos de antesRodrigo Booth

El viaje en automóvil y la transformación del sistema de caminos en Chile durante las décadas de 1910 y 1920 dan cuenta de una alta sociedad que goza la autonomía para adentrarse en la naturaleza y de la modernización del territorio que lleva a los ingenieros civiles a un protagonismo antes desconocido. Hoy ese Chile conectado, que tanto se ha anhelado, se vio repentinamente interrumpido por un terremoto que barrió con el cemento, pero no con la historia que aquí se recuerda.

Secciones Permanentes

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País [paisaje]

TALLER DE IMÁGENES RELIGIOSAS

No llegó al bicentenarioFotografías de Pablo Godoy

En calle Carmen número 329, casi en la intersección con Marín (junto al Archivo Judicial), funcionó hasta el año pasado un taller de figuras religiosas en yeso. Nadie sabe cuántos siglos tenía.

Letra fresca

Escritores (no) a sueldo

Francisco Véjar (Viña del Mar, 1967) anda de testigo por la vida. Siempre está ahí, habitante del planeta literatura y, ahora, gracias precisamente a esa vocación testimonial, lanza el libro Los inesperados (Tajamar editores, 2009). Aquí anticipamos dos de sus textos, dedicados a Jorge Teillier.

Reseña

Dos caras de la arquitecturaConversaciones informales de Eduardo Castillo.Comentario de Cecilia Puga.

La verdad de la mentiraRamón López Cauly / Diseño teatral 40 años de Montserrat Palmer y Patricio Mardones (editores).Comentario de Gonzalo Cienfuegos.

Los retos de Rapa NuiRapa Nui: Iorana te Ma’ohi. Dilemas estratégicos de varios autores.Comentario de Darío Cabezas Astorga.

Canon personal

RAFAEL VICUÑA

El conocedorDaniela Jorquera Gastelo

Académico de la Facultad de Ciencias Biológicas, de la cual fue decano, este bioquímico ha dedicado su vida al conocimiento, traspasando las barreras científicas y acercándose como autodidacta a las filosóficas.

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Revista UniversitariaPublicación de la Vicerrectoría de Comunicaciones y Asuntos Públicos de la Pontificia Universidad Católica de Chile

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Comité editorialFrancisca Alessandri, presidentaManuel Corrada C.Ricardo Couyoumdjian B.Carolina García-Huidobro L.Beltrán Mena C.Hans Muhr M.M. Ximena Ulibarri L.

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DiseñoDiseño Corporativo UC

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Los lugares del agua en ChilePablo Osses y Pilar Cereceda

El futuro del agua en nuestro país supone enfrentar y resolver varias paradojas geográficas. En el norte minero, tan demandante del recurso, no hay agua. En la zona central, que espera llevar al país a la categoría de potencia agroalimentaria, falta cuando más se necesita. Y en el extremo sur, donde la demanda es escasa, es justamente donde el recurso abunda.

La reforma de las aguasJuan Francisco Mackenna

La reforma constitucional de las aguas discute la legitimidad de la propiedad privada: el agua sería un bien demasiado valioso como para dejarlo en manos privadas. Al no quedar claramente definidos los derechos ni su apoyo en la legislación general, y al faltar los incentivos, la asignación de los recursos dejará de ser eficiente.

El agua más duraGonzalo Barcaza

Los glaciares de roca, por su particular cobertura que los protege de la radiación solar, son menos sensibles a variaciones térmicas como las que provoca el calentamiento global. Estando Chile entre los países con mayor disponibilidad de este interesante recurso, se hizo necesario iniciar su estudio y monitoreo para contar con un inventario que permitiera protegerlos de impactos ambientales.

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Los señores del aguaJavier Carvallo

El uso y goce de las aguas en Chile se encuentra ordenado y regulado por un Código de Aguas cuyas disposiciones suman la experiencia chilena, bicentenaria, y la española de a lo menos mil 800 años. Los conflictos relacionados han tenido siempre un primer lugar en las disputas que llegan a los tribunales de justicia.

Conflicto vecinalCristián Faundes

El conflicto por el agua con los países vecinos de Chile se puede resolver mientras aún hay tiempo. Incluso, puede ser útil, en la medida en que aquello que origina las divergencias también permite que las relaciones entre las partes evolucionen y se transformen. Ello, en gran medida, ha sucedido con Argentina, no tanto con Perú y aún menos con Bolivia.

ENTREVISTA A FERNANDO PERALTA

Choque de ideasMiguel Laborde / Revista Universitaria

«La tierra estaba desierta y desnuda, las tinieblas cubrían la cara del abismo, mientras el espíritu de Dios planeaba sobre las Aguas», dice el Génesis en su primera parte. Hoy por hoy, no es precisamente el espíritu de Dios el que solitario se desplaza sobre ríos, glaciares y lagos, sino también las ideas de los hombres.

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LA FUGA SILENCIOSA32/«El agua es la vida», escribió Tales de Mileto. Y tal parece que esa conciencia llegó a nuestra época y con una condición que tanto reiteran los periodistas de televisión: «para quedarse». Cuando las pasiones se desatan cuesta promover un debate centrado en los hechos, de carácter académico. Especialmente, si se denuncia que el elemento vital habría sido secuestrado por unas pocas empresas, extranjeras por añadidura, las que serían dueñas de las aguas de Chile en forma gratuita y perpetua.

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argumento Argentum: plata. Argumento, la palabra brillante como el metal.

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Cada cierto tiempo, la naturaleza en Chile nos hace notar su superioridad. Con más o menos violencia, los sismos, los tsunamis o ambos juntos, pero también las erupciones volcánicas, los aluviones y las inundaciones nos vuelven a nuestro sitio.1 Normalmente estos eventos nos obligan a reevaluar si estamos haciendo las cosas bien, si somos tanto como creemos y decimos, y si, en definitiva, hemos acumulado la experiencia y sabiduría necesarias para que en la próxima oportunidad en que se manifieste la naturaleza nos encontremos en mejor pie y, eventualmen-te, tengamos menos sufrimiento, menos dolor y menos pérdidas. La historia parece demostrar que es así: nuestras prácticas constructivas, nuestra reglamentación y nuestras normas se han ori-

El terremoto que faltabaDesde el terremoto de 1929, cuando se publica la primera norma sísmica en Chile, se ha actualizado la legislación relacionada luego de cada sismo de gran magnitud. Pero lo construido luego de 1985 no había sido confrontado por la naturaleza. El adobe histórico mal mantenido, el emplazamiento en áreas sujetas a inundaciones por tsunamis, las ampliaciones y modificaciones riesgosas y ajenas a normas, el comportamiento de estructuras secundarias, los edificios y obras civiles recientes que colapsaron, abren paso a la necesidad, especialmente, de una cultura diferente.

Francis Pfenniger / Fotografías de Juan Pablo Garnham

ginado y se han perfeccionado a partir de estas experiencias.2 Sin embargo, con obstinada reite-ración, sufrimos pérdidas humanas y materiales importantes, y buscamos, en medio del dolor y la desesperación, respuestas, responsabilidades y enseñanzas.

Escribo a pocos días de ocurrido el terremoto y tsunami del 27 de febrero de 2010, mientras la prensa escrita y la televisión nos muestran no sólo los horrores de la destrucción del sismo y el tsunami, cuya verdadera dimensión estamos tal vez recién comenzando a vislumbrar, sino también la destrucción resultado de actos de vandalismo que parecen exponer el inconmensurable abis-mo en que estamos sumidos como sociedad. No contamos aún con los antecedentes necesarios, los

1 En los cuadros 1 y 2 se detallan algunas estadísticas de catástrofes.2 Como muestra, el terremoto de Talca de 1929 da origen a nuestra primera Ordenanza de Construcciones y la norma 433 que

regula el diseño sísmico en Chile se ha actualizado a partir de las experiencias ganadas en los sismos recientes. Con toda seguridad, las lecciones del sismo del 27 de febrero de 2010 permitirán perfeccionarla nuevamente.

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Francis Pfenniger es arquitecto socio del estudio de arquitectura Cortínez & Pfenniger, representante del Colegio de Arquitectos de Chile en el Consejo Nacional de Normas de la Construcción (CNNC) y en el Instituto de la Construcción. También es académico de las facultades de Arquitectura de la Universidad de Chile, de la Universidad Mayor y de la Universidad de Ciencias de la Informática.

informes técnicos y los catastros que me permitan opinar con propiedad sobre los daños que hemos podido observar directa e indirectamente. Sin embargo, parece necesario hacer una reflexión sin caer ni en un grado de complacencia cómplice ni en la cacería de brujas que resulta tan tentadora. Es verdad que los damnificados y afectados deben recibir una respuesta y que las responsabilidades deben ser asumidas por quienes corresponda, pero eso será tarea de la justicia y demandará estudios y catastros que entreguen muchos más antecedentes que los que contamos ahora. Nuestro propósito es, pues, intentar una mirada a partir de aquello que nos compromete como oficio con la sociedad.

Proyectar y construir para que no exista ningún daño frente a sismos de la magnitud del terremoto del 27 de febrero está fuera de los postulados de nuestra reglamentación y es prácticamente imposible.

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Tipos de dañosEn principio, es posible ordenar los daños en cinco grandes grupos:1. El daño al casco histórico de muchas ciudades y poblados de las zonas afectadas, incluyendo zonas típicas y/o edificios declarados monumentos históricos, y a las construcciones hechas en adobe o en albañilerías simples, propias de nuestras construcciones hasta antes de 1929. Es un daño en parte previsible, en parte esperado, aunque posiblemente en algunos casos las intervenciones posteriores las hayan afectado y los reforzamien-tos y mejoras hechas hayan sido insuficientes. El adobe es un material que tiene su orden y su ley, aunque no reconocido por nuestra reglamentación y demanda un oficio, un saber hacer, que se ha ido perdiendo. El actual estudio de una norma que permita reforzar las construcciones patrimoniales afectadas parece ser de urgencia, aunque posible-mente ya no sea aplicable a muchas construccio-nes definitivamente colapsadas.2. Los daños causados por el tsunami son mucho más destructivos que los efectos directos del sismo. Las fuerzas no sólo del primer impacto del agua sino especialmente de la retirada de la ola con el arrastre de escombro multiplican en varias veces el efecto del sismo sobre el edificio, sin con-tar la sobrecarga del agua, que puede sobrepasar por mucho la de cálculo. Para construir en zonas de riesgo de inundación por tsunami hay que incluir consideraciones de cálculo que, en muchos casos, hacen inviable la inversión, especialmente si se trata de construcciones de viviendas unifami-liares o de pequeña dimensión. Así, el problema se concentra en el emplazamiento de la cons-trucción. Y aquí, más allá de los mapas de riesgo que tenemos y de los muchos que aún nos haga falta levantar, hay una cultura de la seguridad que no nos acompaña. Se puede argumentar que la necesidad, que la falta de terreno, que la oportu-nidad y especialmente, que el desconocimiento, hacen incurrir a muchas personas (incluyendo a los profesionales que los asesoran) en decisiones de emplazamiento equivocadas. Aún el sentido co-mún nos puede sugerir que ciertas construcciones en el borde costero están claramente en zona de riesgo, algunas incluso en áreas de difícil evacua-ción (probablemente casi todo nuestro litoral está expuesto a riesgo de tsunamis). Pensar limitar la construcción bajo una determinada cota por sobre el nivel del mar puede ser seguro y eventualmente atractivo como recuperación del borde costero, sin embargo dejaría a varias ciudades imposibilitadas de ser habitadas, lo que tampoco parece ser sus-tentable. Hay que asumir que vivimos en un país expuesto a riesgo de tsunami, así como aceptamos que vivimos en el país más sísmico del mundo.

Es una realidad que no podremos modificar, sólo podemos cambiar nuestros hábitos y la costumbre de negarnos a la realidad y al riesgo; podemos terminar con esta especie de cultura de que nunca pasa nada. En muchos casos se ha instalado una cultura de la seguridad que habrá que seguir pro-moviendo y entrenando con formación, difusión y señalización adecuadas: la alarma local y el sentido común de la población parecen haber sido oportunas o en todo caso suficientes para sugerir la evacuación a sectores elevados, permitiendo salvar muchas vidas.3. El daño producido por las intervenciones espontáneas, las ampliaciones y modificaciones de estructuras construidas. Una de las consecuen-cias de tener estándares bajos es el estímulo a las intervenciones y a las ampliaciones espontáneas de las construcciones. Muchas veces estas inter-venciones son francamente riesgosas e incumplen las recomendaciones de la reglamentación vigente. Basta observar las ampliaciones en voladizo en los pisos superiores de los bloques de vivienda social o, a la inversa, las ampliaciones en primeros pisos de los mismos bloques que demuelen parte de los muros de la estructura soportante. También las intervenciones menores como el reemplazo de

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los antepechos de tabiquería por albañilerías no confinadas resultan igualmente riesgosas aunque sean menos evidentes. 4. Las estructuras secundarias. Se han observado daños en estructuras secundarias de distinto tipo de edificios (por ejemplo el aeropuerto Arturo Merino Benítez) que, sin afectar a la estructura principal del edificio, lo han inhabilitado total o parcialmente. Usualmente no se incluyen en las pautas de diseño consideraciones importantes sobre el daño aceptable o recomendable de este tipo de estructuras, porque no suponen riesgo para la vida de las personas. Parece que ha llegado el momento de modificar nuestras prácticas y aún nuestras normas en este sentido. Hay que destacar que existían aprensiones y hasta dudas sobre el comportamiento de los muros cortina que tuvie-ron un buen comportamiento y no se registran, hasta ahora, daños o colapso de ninguna de estas estructuras.5. Los colapsos en obras recientes, especialmen-te en edificios de altura y algunas obras civiles (carreteras, puentes, pasarelas y pasos sobre o bajo nivel). Aquí hay algunos casos que resultan bajo todo punto de vista incomprensibles e inacepta-bles. Habrá que ver si la responsabilidad está en el

diseño, la ejecución o en los materiales, pero las fallas son evidentes. La magnitud y lo dramático de algunos de estos colapsos justifica ampliamente la pregunta de si construimos bien en Chile, si lo hacemos mejor que antes, si cumplimos nuestras propias normas.

Estándar o calidadHace ya varios años, convocada por el entonces ministro de Vivienda y Urbanismo Alberto Etche-garay, se constituyó en el Minvu una Comisión de Calidad de la Vivienda que reunió a más de cien profesionales del área para reflexionar y proponer iniciativas que condujeran a una mejora de la calidad de la vivienda en Chile. De ella surgie-ron varias iniciativas, como la conformación del Instituto de la Construcción. También surgieron algunos conceptos y definiciones básicas así como una formulación bastante clara respecto de la dife-rencia entre calidad y estándar.3 Hay tres aspectos importantes que destacar de esta definición.

En primer lugar está la «aptitud para satisfacer los requerimientos de los usuarios...». En segundo lugar, que estos requisitos están estipulados en «Reglamentos, planos y especificaciones técnicas» y, por último, que existen «requerimientos im-

Es posible que una vez completo el catastro de pérdidas y daños podamos afirmar que son proporcionalmente bajas en relación a la magnitud del desastre y a la enorme cantidad de construcciones que hemos realizado en los últimos años.

3 Calidad: Conjunto de propiedades y características de la edificación que le confieren aptitud para satisfacer tanto los requerimientos expresamente estipulados en reglamentos, planos y especificaciones técnicas como los requerimientos implícitos, propios de la regla del arte y de la buena práctica profesional, que aseguran una adecuada respuesta a las necesidades de los usuarios.

4 Grado es la «categoría o rango atribuido a las entidades que tienen el mismo uso pero diferentes requisitos».5 La diferencia entre calidad y estándar es más fácilmente comprensible si la aplicamos a los automóviles: si pretendo cruzar la

cordillera de Los Andes en un vehículo tipo city car y no lo logro y en cambio un amigo lo hace en un vehículo 4 x 4 y sí lo logra, no es que mi vehículo sea malo y el suyo bueno. Significa solamente que he seleccionado un vehículo inadecuado para cumplir con la tarea, he errado en la selección del estándar.

6 Ver cuadro 2.

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plícitos, propios de la regla del arte y de la buena práctica profesional». Los grados intermedios o superiores de satisfacción de los requerimientos de los usuarios son, en estricto rigor, graduaciones de los propios requerimientos, algo que entende-remos con la definición de estándar.4, 5

Hay pues, una diferencia importante entre calidad y estándar. Este último se define en la etapa de proyecto (de arquitectura, de cálculo, de climatización, etc.) y en los reglamentos que corresponda. La reglamentación que nos regula está dispersa en una serie de instrumentos (leyes, reglamentos, circulares y normas) y es a veces obsoleta, otras confusa y otras contradictoria. Pero nuestra reglamentación, con todas las imperfec-ciones que le podamos asignar, es la que, como sociedad, hemos sido capaces de darnos y es, en consecuencia, responsabilidad de todos los actores de la construcción. Nuestra reglamentación en su conjunto, establece los estándares mínimos con los que se debe proyectar y construir. La decisión de trabajar con los estándares establecidos en la

reglamentación o con estándares mayores, corres-ponde a los mandantes y a los proyectistas.

Proyectar y construir para que no exista nin-gún daño frente a sismos de la magnitud del terre-moto del 27 de febrero está fuera de los postula-dos de nuestra reglamentación y es prácticamente imposible. En el caso de las estructuras principa-les, la premisa es que la estructura no colapse per-mitiendo la evacuación del edificio, pero se acepta cierto grado de daño. Alguna vez, a propósito de visitas a viviendas afectadas en otros terremotos, pensé que en Chile sólo se cae lo que está mal construido (o mal proyectado) y que, pese a todo, eso era relativamente poco. De manera que, aún a riesgo de afirmar algo que habrá que revisar a la luz de los antecedentes y estadísticas que se levanten de la actual catástrofe, podemos afir-mar que, en general, en Chile construimos bien. Con algunos estándares claramente bajos (como quedó en evidencia en los temporales de 1997), es cierto, pero proyectamos y construimos bien, y en materia de cálculo estructural, las cifras nos

En el caso de las intervenciones y ampliaciones hay también una cultura del riesgo que se expresa en la tendencia a no consultar a profesionales de la construcción antes de intervenir o de construir.

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avalaban. Un cuadro comparativo elaborado por el ingeniero Elías Arze permite graficar lo anterior.6 Ahora contamos, adicionalmente, con la figura del revisor de cálculo estructural, que sólo mejora el control. Aún con las dramáticas cifras de muertes y desaparecidos que nos entrega la prensa, es posi-ble que una vez completo el catastro de pérdidas y daños podamos afirmar que son proporcionalmen-te bajas en relación a la magnitud del desastre y a la enorme cantidad de construcciones que hemos realizado en los últimos años, que multiplican por muchas veces las cifras con que enfrentamos el sismo de 1985. Lo digo con pudor y profundo respeto por el sufrimiento de las familias afecta-das. Si es así, más allá de defensas corporativas, nuestra ingeniería debería poder seguir mostrando sus buenos resultados.

Sin embargo, los casos de fallas y los colapsos observados siembran una duda importante que la ingeniería y la construcción deberán contribuir a despejar. Esperamos que sean más bien la minoría, la excepción a la regla.

Sismo democráticoUsualmente los desastres naturales en Chile han afectado más a los sectores carenciados de la sociedad que a los segmentos más acomodados. A diferencia de otros ejemplos recientes, este sismo parece haber afectado tanto a las construcciones más humildes como a edificios relativamente nue-vos y eventualmente para los segmentos más aco-modados de la sociedad. Basta recorrer la ciudad o revisar la prensa para constatar fallas y colapsos en edificios y construcciones que claramente no pertenecen a lo que entendemos por vivienda social. Entonces, ¿cómo explicamos estas pérdidas y daños?

El riesgo de la generalización a partir de los escasos antecedentes disponibles es evidente, así como es evidente que esto no explicará todas las interrogantes que nos propone este sismo. Quiero intentar una aproximación a partir de la idea de la justa medida, medida que creo que hemos ido perdiendo.

Un primer aspecto es instalar una cultura de la seguridad por sobre la cultura del riesgo. Con fre-cuencia minimizamos los riesgos, a nivel personal y profesional y aceptamos una suerte de apuesta de que, en verdad, si no ha sucedido nada en años, no va a suceder nada ahora. Lo mismo es posible de decir de la forma en que se enfrentan ciertos proyectos e inversiones: se evalúan con precisión los riesgos financieros, pero con frecuencia, no se evalúan los riesgos que pueden afectar la seguri-dad de terceros. A nivel de uso son innumerables los ejemplos de vías de escape mal señalizadas, eliminadas o simplemente obstruidas.

En el caso de las intervenciones y ampliacio-nes hay también una cultura del riesgo que se expresa en la tendencia a no consultar a profe-sionales de la construcción antes de intervenir o de construir. No parece ser necesario: en esta percepción, los profesionales no sólo aparecemos caros sino que también encarecemos la obra. No pretendo hacer una defensa corporativa de ninguna profesión, todo lo contrario. Lo que creo que esto pone de manifiesto, es la distancia que se ha instalado entre los usuarios necesitados y los profesionales requeridos: es inaceptable y éticamente cuestionable. Hacernos cargo de esta distancia es una tarea que nos compete como ciudadanos, como profesionales y como formado-res de profesionales, así como compete al Estado, especialmente en el nivel local o comunal. No es aceptable que en algunas lugares del país no exista ningún profesional de la construcción que pueda atender las necesidades de los habitantes. Su tarea será la de colaborar a estrechar la brecha entre usuarios y profesionales ofreciendo una asesoría que permita mejorar el cumplimiento de las nor-mas y recomendaciones de seguridad y la regla-mentación que la ordena. Volver a la justa medida de la presencia también nos ayudaría a practicar la solidaridad como parte de nuestro ejercicio y no ex post de las catástrofes.

Sumado a lo anterior, y en el otro extremo de nuestro ejercicio profesional, también debemos hacernos cargo de una marcada tendencia de poner la rentabilidad como única medida del éxito de un proyecto, lo que significa, en muchos casos también, asumir riesgos excesivos. Trabajar en el límite inferior de los estándares y de las normas (aún sin incumplirlas), centrar todos los esfuerzos en la reducción de costos y no en la satisfacción de los usuarios, es un camino que debe ser revi-sado. Restablecer aquí la justa medida involucra a todos los actores de la construcción, pero especial-mente a los mandantes.

Adicionalmente, se debe resolver la cuestión de la correcta y justa relación entre lo que se debe normar y lo que el mercado debe resolver. En Chile, además de la ley y la ordenanza, los reglamentos específicos y las circulares, existen alrededor de mil normas que regulan el sector construcción. De ellas, menos de cien son obli-gatorias. Muchas veces se escuchan voces que se oponen a la excesiva reglamentación o normativa. Uno de los argumentos esgrimidos es el exceso de burocracia y el retraso de las inversiones. El otro señala que es contraria a la iniciativa privada y que distorsiona el actuar del mercado. Ambas me parece erradas: una reglamentación y normativa, claras, actualizadas, transparentes, consensuadas, coordinadas e idealmente consolidadas en un solo

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instrumento (con un mecanismo de actualización periódico conocido y transparente), sólo facilitará el trabajo y mejorará los resultados. La experiencia internacional así lo confirma, la justa medida es un consenso posible. En eso está el Consejo Na-cional de Normas de la Construcción, al amparo del Instituto de la Construcción.

Lo inmediatoEstamos en una primera urgencia en la que el registro y catastro de daños y su evaluación son nuestra posible colaboración profesional. Otros deberán responder a lo que corresponde a alimen-tos, abrigo, servicios básicos como agua y energía.

En pocos días más comenzará la segunda fase, aquella en la que se comenzarán a levantar las vi-viendas de emergencia en las distintas localidades afectadas. Aquí cabe una colaboración importante. No porque no hayamos sido capaces de desarrollar una vivienda de emergencia distinta de nuestra mediagua debemos sucumbir a la tentación de disponerlas de cualquier forma sobre el territorio.

Es experiencia conocida que la etapa de la reconstrucción demorará varios años, por lo que la vivienda de emergencia será, para muchos –en especial los sectores más carenciados entre los damnificados– transitoria, pero por un período largo que puede superar los 24 meses. Mejorar en forma económica y sustentable la habitabilidad de la mediagua, optimizar el aprovechamiento del es-pacio y fortalecer los espacios comunes, incremen-tando la seguridad y la convivencia, conservar las redes sociales, establecer agrupamientos menores en torno a equipamientos básicos como bodegas, servicios higiénicos, zonas de control y seguridad, lugares de encuentro, prevenir anegamientos y

escurrimientos de agua, proveer eficientemente los servicios básicos y el alumbrado de los espacios comunes (pasajes, plazuleas), son sólo algunas de las variables que se deben incluir en la elaboración de los planes maestros de campamentos proviso-rios.

Se pueden pensar en soluciones tipo a priori, pero necesariamente se deberán adecuar a la realidad local. Será tarea de los arquitectos estar presentes en esta labor y no despreciarla por transitoria o menor. Será labor de las autoridades locales asumir que en la urgencia, un par de horas de reflexión harán la diferencia en la calidad de vida de los albergados por muchos meses. Hay cientos de arquitectos y estudiantes de arquitec-tura en terreno estos días, diponibles para esta colaboración.

Por último, la reconstrucción es también una oportunidad para la revisión profunda de aque-llo que corresponda reconstruir o modificar. Las zonas de riesgo, la recuperación de la memoria urbana, las tecnologías y sistemas de construcción más adecuados, el fortalecimiento de la vocación de cada lugar, la sostenibilidad y eficiencia ener-gética de las construcciones, en fin, un estudio interdisciplinar riguroso y fecundo permitirá que el dolor y las pérdidas se transformen en opor-tunidad y mejor calidad de vida futura. Pero de ella no podrá estar ausente la comunidad, no sólo como receptora de este esfuerzo sino, especial-mente, participando activamente como motor de la gestión. Y ahí habremos de estar disponibles, nuevamente, los arquitectos. Sin soberbia, sin dis-tancia, sin recetas preconcebidas, sólo dispuestos a mirar, escuchar y colaborar con lo poco y nada que sabemos.

En Chile, además de la ley y la ordenanza, los reglamentos específicos y las circulares, existen alrededor de mil normas que regulan el sector construcción. De ellas, menos de cien son obligatorias.

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argumento Argentum: plata. Argumento, la palabra brillante como el metal.

Apunté la cámara hacia donde estaba, con su polera larga y amarilla fosforescente, y ella me dijo «no saque más fotos». Limpiaba los escombros de la casa de adobe que tenía pintada anaranjada, casi al frente del hospital de Curepto. «Pa’ qué va a tomar más fotos, ¿pa’ salir en la tele?», alegaba la mujer. Estaba enojada con la situación. Su casa tenía rayada una «D», igual que la mayoría de las construcciones de la cuadra y muchas de la ciudad.

En la zona de Curepto, y también en otras mu-nicipalidades, los equipos de voluntarios habían pasado revisando los inmuebles y catalogándolos según su estado. La «H» significaba habitable, la «R» era de reparación y la «D» de demolición. La dueña de casa no quería perder su hogar y menos

Lo que la catástrofe develóEl sismo de 8,8 grados que sacudió al centro de Chile ha permitido ver los muchos temas-país que aún están pendientes. El autor de este artículo viajó a Curepto y Hualañé junto a un operativo de ayuda de la UC. Se trata de dos comunas del Maule que no han estado en el centro de la noticia, pero que gritan por más atención.

Texto y fotos de Juan Pablo Garnham

tener que cambiar sus gruesos muros de adobe por los delgados tablones de una mediagua. Explicaba que, luego del terremoto, pasó gente de un cuerpo de bomberos del norte. El jefe manejaba el carro y voluntarios jóvenes –«unos niñitos»– entraban, salían y daban el veredicto, grafiteando con spray la letra y las siglas de su unidad. La mujer exigía una revisión más exhaustiva. No iba a permi-tir que derribaran una casa que, si bien estaba dañada, aún se veía sólida. No quería aguantar el invierno en otro lugar.

Son muchos –como ese cuerpo de bomberos– los que han ayudado casi sin dormir a las zonas afectadas. Su labor ha sido esforzada, respondien-do a la urgencia, pero también sin mucha coordi-

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Juan Pablo Garnham es periodista de la UC. En la actualidad trabaja en esa institución, en la Vicerrectoría de Comunicaciones y Asuntos Públicos. También realiza docencia en la Facultad de Comunicaciones y en la Facultad de Teología de esta universidad, donde se ha especializado en la enseñanza de periodismo escrito y redacción. Anteriormente colaboró con reportajes para la revista Sábado de El Mercurio y fue copy editor de la publicación académica Cuadernos de Información.

nación. Durante el primer fin de semana, la carre-tera que bordea el río Mataquito hacia Iloca hervía de camionetas, camiones y buses con banderas, donaciones y voluntarios con ganas de ayudar. Aún así, muchos poblados seguían sin recibir lo que necesitaban. Los vecinos se organizaban y po-nían letreros pidiendo ayuda. De vez en cuando, un vehículo paraba y dejaba alguna caja. Pero eso servía para un día o a lo sumo una semana.

A mediano o largo plazo la situación plantea-ba muchas preguntas sin el conocimiento para responderlas: ¿Por dónde partir con la ayuda? ¿Entregando los techos que hacen falta? ¿Envian-do psicólogos para atender los cientos de casos de ansiedad y estrés? ¿Dando comida? ¿Protegiendo los edificios patrimoniales? ¿Qué barrios necesi-tan qué? Lo que produjo el terremoto tiene tantas aristas que ha constituido un desafío inabarcable para los pequeños municipios. La falta de infor-mación de la situación sanitaria, de infraestructura y social ha sido uno de los temas que ha impedido una entrega más eficiente de soluciones. «La gente no puede tener ahora un terremoto de solucio-nes», dice la profesora de Trabajo Social Teresita Matus, parte de la operación de ayuda que realizó la UC en las comunas de Curepto y Hualañé, región del Maule. Se trata de comunas pequeñas, con mucha población rural y con municipios sin los recursos de las grandes ciudades como Concepción, Talca, Curicó o Constitución. Luego del terremoto, estos tenían tanto que hacer que no daban abasto para ir a atender todas las necesida-des de los pueblos y caseríos más alejados.

Respondiendo a esto, la tarea que realizaron los más de 120 voluntarios de la UC –profesores, egresados y alumnos de los últimos años– fue muy distinta de la que se ha visto en general en las zo-nas afectadas. Cada vez que entraban en las casas, los arquitectos, ingenieros, constructores y asis-tentes sociales debían explicar su labor: ellos no construían mediaguas ni traían carpas. Más que darles una solución inmediata, querían conocer lo que necesitaban. Los del área de infraestructura

analizaban la casa para ver si era habitable. Las asistentes sociales realizaban una ficha de evalua-ción social. El informe de ambos permitía conocer la situación de salud, económica, laboral y de vi-vienda de cada familia. Con la ayuda de geógrafos, toda esta información fue procesada, geolocalizada –lo que permite hacer mapas de necesidades– y entregada a los municipios.

Esto no quiere decir que haya sido una labor fría. Al abrir las puertas, se encontraban con los problemas de cada persona, muchos de los cuales eran anteriores al terremoto. El alcoholismo de un marido, los esfuerzos por entregar educación uni-versitaria y el mismo dolor por perder la casa pro-pia era algo que veían en cada cuadra. El profesor Waldo Bustamante, especialista en estructuras de la Escuela de Arquitectura, debía revisar muchos casos en los que los alumnos dudaban de la eva-luación. Corroboraba el análisis de los estudiantes. En la mayoría de las ocasiones, comprobaba que era un peligro vivir en esas casas, que sólo valía la pena demoler.

—Tiene daño estructural severo –dijo en una casa de la calle Arturo Prat, en Hualañé.

—Parece que no fuera verdad. No hallo qué pensar –comentó la dueña de casa, con voz baja y disimulando un llanto tímido y silencioso–. Pensé que se podía hacer algo.

La prioridad: identificar los problemas«Me dijeron que no funciona el escáner en Talca, pero parece que sí», dijo dubitativo un doctor

Lo que la catástrofe develó

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del hospital de Curepto en una reunión con los médicos de la UC. A una semana del terremo-to, todavía la comunicación era poco fluida. El diálogo era, como siempre, de arriba hacia abajo y no de abajo hacia arriba. Tampoco había conver-sación horizontal: entre los tres hospitales de la zona no existía una instancia formal de encuentro, que permitiera complementarse. Y cuando la Cruz Roja española ofreció un hospital de campaña, los responsables regionales les dijeron que Hualañé era la comuna más necesitada.

Es cierto, el recinto de esa comuna tuvo daños estructurales irreparables en la sección de hospita-lización y en otras áreas. Sin embargo, la demanda por urgencias y consultas no era especialmente alta. Incluso, algunos catastros preliminares in-dicaban que éstas habían bajado. Aparentemente la gente no quería alejarse de sus casas. De todas maneras, las carpas de la Cruz Roja se instalaron en el estadio de Hualañé.

Mientras tanto, el equipo del doctor José Miguel Mardones trabajaba reuniéndose con

cada servicio de Salud, ayudándolos a encontrar soluciones conjuntas. Así, empezaron a ver cómo se podía mover el equipo de rayos de Hualañé al hospital de Licantén, distante a sólo veinte minu-tos, donde sí podía funcionar. Se dieron cuenta también que era necesario apoyar a los sectores rurales, por lo que comenzaron a acompañar a las postas y consultorios de las comunas.

En el municipio contiguo de Vichuquén, el equipo de la Feuc también trabajaba más identifi-cando problemas que entregando las soluciones. Los estudiantes ya lo sabían: antes de construir mediaguas, hay que saber dónde se necesitan.

Dos días después de ese encuentro con la mujer que no quería una mediagua, que prefería su casa dañada en Curepto, pasé por ahí. Calles enteras ya habían sido demolidas, pero su casa seguía en pie. Ella tenía razón: la «D» estaba tachada con una «X», en spray verde. Uno de los voluntarios de la UC había reestudiado su caso y había decidido su futuro. Sus muros de adobe no caerían.

A mediano o largo plazo la situación planteaba muchas preguntas sin el conocimiento para responderlas: ¿Por dónde partir con la ayuda? ¿Entregando los techos que hacen falta? ¿Enviando psicólogos para atender los cientos de casos de ansiedad y estrés?

EL APORTE DE LA UCLos profesionales, docentes y alumnos de último año de la UC se dedicaron durante diez días a efectuar un catastro de la zona siniestrada en tres áreas: salud, social e infreaestructura. Así, se pudieron percatar de que en un radio de treinta kilómetros aproximadamente, la zona del río Mataquito cuenta con tres hospitales: Hualañé, Licantén y Curepto. Sin embargo, estos tres recintos hospitalarios no tienen comunicación entre sí, lo que dificulta que se complementen. Responden a Talca, sin hablar entre ellos. Los médicos UC generaron instancias de diálogo entre los tres. Además, los doctores y enfermeras apoyaron en urgencias, salud rural y gineco-obstetricia. Lo último es relevante porque se ha estudiado que, en los diez días siguientes luego de terremotos, aumentan los partos.

En cuanto a lo social, se realizó un catastro en las comunas de Curepto y Hualañé. Miembros de la Escuela de Trabajo Social preguntaron casa por casa sobre temas como la situación de salud y financiera de cada hogar. «Nosotros vinimos a ver un terremoto y la luz no sólo atravesó las paredes de las casas, sino que develó situaciones sociales», dice la profesora Teresita Matus.

Al mirar las fachadas de las casas en Hualañé, muchas parecen haber resistido el terremoto con daños menores. Sin embargo, al abrir la puerta, las percepciones cambian. Aparecen grietas, daños en el adobe, problemas en los techos.

De la mano del equipo social, profesores y alumnos de Construcción Civil, Ingeniería y Arquitectura también visi-taron casa por casa, analizando la habitabilidad de las construcciones. Además de definir su futuro inmediato –si las familias podían o no seguir viviendo ahí–, realizaron informes para cada edificación. Además, los voluntarios realizaron un trabajo especial con las construcciones que tienen valor patrimonial e histórico, evaluando sus daños y las posi-bilidades de reconstruirlas. El adobe es caro de arreglar, pero en casos como el centro de Curepto, de importancia histórica, turística e identitaria para la zona, vale la pena hacer el esfuerzo económico.

Gracias a la ayuda de un equipo de geógrafos, todos los datos recopilados se geolocalizaron. Esto significa que podrán verse en términos espaciales, en un mapa, divididos por predios o manzanas. La información estará disponible para las municipalidades y así se podrán crear soluciones a la medida de cada zona.

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argumento Argentum: plata. Argumento, la palabra brillante como el metal.

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Entre 1993 y 2003 los desastres cobraron cada año 58 mil vidas, afectaron a 255 millones de personas y costaron 67 billones de dólares. Desde la década de los cincuenta el costo económico asociado a éstos se ha incrementado 14 veces.

Se considera desastre cualquier emergencia que sobrepase las capacidades de respuesta local, obligando a solicitar apoyo externo. Para que sea incluida en el Centro de Colaboración de la Organización Mundial de la Salud para el Estudio de la Epidemiología de los Desastres, ésta debe: a) Cobrar diez o más vidas; b) Afectar a cien o más personas; c) Obligar a declarar estado de emergencia; o d) Obligar a solicitar apoyo inter-nacional.

Aunque se sabe que la mayoría de los afec-tados por un desastre no desarrollará psicopato-logía, un grupo significativo lo hará. Dentro de las consecuencias psicológicas más frecuentes se encuentra el distrés subclínico, el trastorno por

Apoyo psicológico en desastresMeses antes del terremoto, dos médicos y un psicólogo realizaron un modelo de intervención psicológica temprana en víctimas de desastre, escrito en castellano y fundamentado en la mejor evidencia disponible. Su idea es difundirlo a aquellos que atiendan a personas que hayan experimentado física y/o emocionalmente un evento de gran magnitud como el que sacudió a más de la mitad de Chile a fines de febrero.*

Rodrigo Figueroa, Humberto Marín y Matías González / Fotografías de Juan Pablo Garnham

estrés agudo, el trastorno por estrés post traumá-tico (TEPT), la depresión mayor, el aumento del consumo de alcohol y drogas, otros trastornos de ansiedad y los síntomas de somatización. Los factores moderadores de riesgo más importantes para el desarrollo de psicopatología, especialmen-te TEPT, son el nivel de percepción de amenaza vital, de apoyo social después del trauma, de disociación peri-traumática y el tipo de respuesta emocional peri-traumática.

Las guías clínicas para el manejo de las víctimas de desastres están escritas en inglés. La escasez de publicaciones en nuestro idioma es preocupante.

El modelo que planteamos se circunscribe a la fase temprana de respuesta al desastre (primeros tres meses), sin olvidar la importancia que tiene la preparación durante la fase de pre-impacto y la reconstrucción en la fase de post-impacto, lo que va más allá de los objetivos de este artículo.

* Este artículo es un extracto del publicado en la Revista Médica de Chile 2010, Vol 138 (2), bajo el nombre «Apoyo psicológico en desastres: Propuesta de un modelo de atención basado en revisiones sistemáticas y metanálisis».

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Atención psicológica tempranaProponemos organizar la respuesta psicológica temprana en cinco niveles de atención: I. Difu-sión; II. Apoyo social; III. Manejo médico general; IV. Manejo psiquiátrico general; y V. Manejo psi-quiátrico por expertos. Cada uno se implementará en diferentes lugares físicos y tendrá distintos ob-jetivos, beneficiarios, tareas, ejecutores y criterios de derivación al siguiente nivel, lo que determina-rá un flujo de pacientes desde centros de menor a mayor nivel de especialización.

Toda la comunidad deberá ser informada acer-ca del desastre y recibir psicoeducación y oferta de atención psicológica a través de los medios de comunicación. La mayor parte de los afectados

Aunque se sabe que la mayoría de los afectados por un desastre no desarrollará psicopatología, un grupo significativo lo hará. Dentro de las consecuencias más frecuentes se encuentra el trastorno por estrés post traumático, la depresión mayor, el aumento del consumo de alcohol y drogas.

Rodrigo Figueroa es médico psiquiatra, diplomado en Bases Biológicas y Evolutivas de la Psiquiatría y en Psicoterapia: Bases Teóricas y Práctica Clínica en la UC. Es jefe de Salud Mental y del Departamento de Docencia e Investigación del Centro de Medicina Aeroespacial de la Fuerza Aérea de Chile.

Humberto Marín es psicólogo, magíster en Salud mental en desastres de la Universidad Autónoma de Madrid. Vicepresidente de la Sociedad Chilena de Psicología en Emergencia y Desastres.

Matías González es médico psiquiatra, diplomado en Estudios Avanzados y doctor en Medicina de la Universidad de Barcelona. Docente del Departamento de Psiquiatría de la Escuela de Medicina UC.

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será atendido en los centros de afluencia de públi-co, como campamentos, albergues, escuelas, ollas comunes, etc. Un porcentaje menor será derivado a los puestos médicos avanzados (hospitales de baja complejidad u hospitales de campaña de las Fuerzas Armadas) para recibir atención médica general. Sólo aquellos que desarrollen trastor-nos psiquiátricos formales serán derivados a los centros psiquiátricos generales. Los pacientes más graves, refractarios a los tratamientos basados en la evidencia, podrán ser sometidos a tratamientos de rescate en los centros de especialidad en TEPT. El objetivo es reservar la psicoterapia y farmaco-terapia sólo para los pacientes con trastornos psi-quiátricos formales. Para el resto de los afectados se recomienda limitar la atención a los llamados primeros auxilios psicológicos.

Nivel I. DifusiónMuchos de los afectados por desastres no reciben atención psicológica oportuna porque desconocen de su disponibilidad o porque no reconocen los primeros síntomas de los trastornos mentales. Para evitar esto es necesario que toda la comuni-dad conozca la oferta de atención psicológica y los primeros síntomas que indican una patología psiquiátrica. Ello se podría lograr, en ambientes de desastre, a través de programas de psicoeducación en la televisión o la radio, así como desplegando panfletos en las cercanías del área de impacto. Las autoridades deberían designar un oficial de difu-sión encargado exclusivamente de estas funcio-nes. Una adecuada coordinación entre éste y los medios de comunicación es indispensable.

Además de aumentar la cobertura de aten-ción psicológica, otro objetivo de la difusión es informar a la población acerca de la evolución del desastre. Ésta debe ser oportuna, precisa y deberá provenir de una única fuente (autoridades oficia-les) para evitar contradicciones que aumenten la incertidumbre. La información retrasada, impreci-sa o contradictoria podría aumentar la revictimi-zación. Minimizar los alcances del desastre para evitar el pánico de masas no está justificado, ya que las observaciones de campo indican que dicho fenómeno es excepcional y la minimización po-dría perjudicar la confianza de la población en sus autoridades, generando caos y descontento social.

Nivel II. Apoyo socialEn vista de que no hay evidencia de que la psi-coterapia o la farmacoterapia beneficie a todos los afectados por un desastre, la atención a la población ubicada en los centros de afluencia de público debería limitarse a brindar seguridad y confort, monitorizar el estado emocional, facili-tar el retorno a las rutinas y orientar en el uso de

los recursos disponibles, lo que se conoce como primeros auxilios psicológicos (ver tabla). Éstos recomiendan no forzar a los afectados a hablar de sus sentimientos, ya que las intervenciones psicoterapéuticas que lo hacen no han demostrado reducir el desarrollo de trastornos psiquiátricos posteriores y peor aún podrían aumentarlos.

Otro objetivo del apoyo social será identificar a los afectados en riesgo de desarrollar trastornos psiquiátricos o a aquellos que presenten algu-na emergencia psiquiátrica, para derivarlos a la atención médica. Este proceso se conoce como screening psicológico o triage psicológico y se han desarrollado múltiples instrumentos para reali-zarlo. En general, los instrumentos de screening cortos y sencillos han demostrado ser tan o más efectivos que los largos y complejos. Nosotros recomendamos utilizar el Disaster-Related Psycho-logical Screening Test (DRPST) por su simpleza, su efectividad y por ser uno de los pocos instru-mentos validados en una población de víctimas de desastres. Combinado con la pesquisa de emergen-cias psiquiátricas, ofrece una excelente herramien-ta de screening para seleccionar a quiénes derivar a la atención médica general.

Tanto los primeros auxilios psicológicos como el screening psicológico deberían ser implemen-tados en cada uno de los centros de afluencia de público por los trabajadores sociales provenientes de organizaciones de asistencia humanitaria (De-fensa Civil, organizaciones no gubernamentales, Cruz Roja, etc.), coordinados por un psicólogo especialmente entrenado para ello.

Nivel III. Manejo médico generalLa población derivada desde los centros de afluen-cia de público debería recibir atención médica general con tres objetivos: Estabilizar los síntomas psicológicos invalidantes; efectuar el diagnóstico psiquiátrico y derivar al manejo psiquiátrico ge-neral si corresponde. Estas acciones deberían ser efectuadas por médicos generales y de urgencia en puestos médicos avanzados).

Para la estabilización de los síntomas psico-lógicos invalidantes, como insomnio pertinaz, irritabilidad marcada, crisis de pánico, crisis de angustia, etc., recomendamos el uso de benzodia-zepinas, aunque no hayan demostrado ser efecti-vas para prevenir el desarrollo de psicopatología posterior. Por su bajo riesgo de efectos adversos, su rápida acción y su efecto sostenido, sugerimos el uso de benzodiazepinas de vida media larga, como diazepam o clonazepam. No recomendamos el uso de antipsicóticos por el mayor riesgo de efectos adversos (distonías, síntomas extrapirami-dales, síndrome neuroléptico maligno, etc.).

Apoyo psicológico en desastres

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Puesto que se ha demostrado que los pacientes con trastorno por estrés agudo pueden reducir el riesgo de desarrollar TEPT si reciben psicotera-pia entre las dos y cuatro semanas posteriores al trauma, todos los pacientes que lleguen al nivel III deberían ser controlados dos semanas después del trauma, para implementar inmediatamente la psi-coterapia si se diagnostica un trastorno por estrés agudo en el control.

Nivel IV. Manejo psiquiátrico generalPor la necesidad de aplicar técnicas que requieren un entrenamiento especial y que se desarrollan a lo largo de múltiples sesiones, la atención de los pacientes con trastornos psiquiátricos traumáticos debería ser efectuada por profesionales bien en-trenados y en lugares que permitan la continuidad del tratamiento.En aquellos casos que exista una emergencia psiquiátrica, debería considerarse la internación del paciente.

Aunque se ha demostrado que tanto la psicote-rapia como la farmacoterapia son útiles en el tra-tamiento del TEPT, la evidencia actual indica que las psicoterapias son más eficaces y presentan un menor abandono de tratamiento, por lo que son la primera línea de tratamiento. Además, en caso de que la farmacoterapia se inicie desde un comien-zo, la psicoterapia podría potenciar su efecto. De todas las psicoterapias, las individuales centra-das en el trauma son las que tienen una mayor evidencia de efectividad. Otras que también han demostrado ser efectivas, aunque menos que las anteriores, son las técnicas de manejo del estrés y la psicoterapia conductual grupal.

Actualmente las psicoterapias centradas en el trauma pueden implementarse en dos formas: terapia cognitivo-conductual o Eye Movement Desesitization and Reprocessing (EMDR). Ambas consisten esencialmente en exposición sistemáti-ca, desensibilización y reestructuración cognitiva. En el caso de EMDR, se utilizan los movimien-

Muchos de los afectados por desastres no reciben atención psicológica oportuna porque desconocen de su disponibilidad o porque no reconocen los primeros síntomas de los trastornos mentales. Para evitar esto es necesario que toda la comunidad conozca la oferta de atención psicológica.

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tos oculares para facilitar este proceso, pero la utilidad de ello es controvertida. La evidencia, por el contrario, indica que sería el componente con-ductual, común a todas las psicoterapias centradas en el trauma, el que explicaría su efecto benéfico y no se han encontrado diferencias de efectividad entre la terapia cognitivo-conductual y EMDR en el tratamiento del TEPT. Las psicoterapias sin un componente conductual, como las psicoterapias de apoyo, la hipnosis, la psicoterapia psicodiná-mica, etc., no han demostrado ser efectivas. En el caso de EMDR, se han observado efectos benéficos incluso después de 15 meses de completada la terapia. Las psicoterapias centradas en el trauma también se pueden aplicar en niños, en quienes han mostrado una efectividad moderada, ya sea en forma individual o grupal. Otras psicoterapias en niños y adolescentes no tienen evidencia suficiente.

Cuando el paciente no ha respondido a la psicoterapia, cuando se rehúsa a participar de ella, cuando la psicoterapia está contraindicada o si existe depresión mayor, se debería conside-rar el uso de psicofármacos. La evidencia actual apoya el uso inicial de inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina (ISRS), de los cuales la

sertralina es el único que cuenta con meta-análisis que avalan su efectividad. Los tratamientos debe-rían mantenerse por un período largo, en nuestra experiencia, hasta completar al menos un año de remisión de síntomas. Otros antidepresivos más nuevos, los antidepresivos tricíclicos o la carbama-zepina se podrían intentar cuando los ISRS hayan fallado, así como el tratamiento ansiolítico con benzodiazepinas.

Nivel V. Manejo psiquiátrico por expertosAunque la evidencia indica que la efectividad de los inhibidores de la mono-amino-oxidasa (IMAO) y los antidepresivos tricíclicos es similar, los IMAO sólo deberían ser utilizados cuando otros antidepresivos han fallado, por su alto riesgo de efectos adversos severos. La adición de olanza-pina y risperidona podría ser útil, especialmente en los síntomas de intrusión. El ácido valproico también podría ser útil. En cualquier caso, estos y otros tratamientos experimentales, como la realidad virtual, deberían ser indicados por exper-tos, sólo en los casos más graves e idealmente en centros de especialidad en TEPT.

La psicoterapia y la farmacoterapia son útiles en el tratamiento del trastorno de estrés post traumático, pero la evidencia actual indica que las psicoterapias son más eficaces y presentan un menor abandono.

Apoyo psicológico en desastres

PRIMEROS AUXILIOS PSICOLÓGICOS

ACCIONES PRINCIPALES OBJETIVOS

CONTACTO Y ENCUENTRO Responder a los encuentros iniciados por los afectados o iniciar el encuentro de un modo no invasivo, asistencial y compasivo.

SEGURIDAD Y CONFORT Promover la seguridad inmediata y posterior y proveer confort físico y emocional.

ESTABILIZACIÓN Tranquilizar y orientar emocionalmente a los afectados sobrepasados o desorientados.

RECOLECCIÓN DE INFORMACIÓN Identificar las necesidades inmediatas y las preocupaciones, recopilar información adicional y adaptar las intervenciones de los primeros auxilios psicológicos a la realidad de cada paciente.

ASISTENCIA PRÁCTICA Ofrecer ayuda práctica a los afectados en la satisfacción de sus necesidades inmediatas y la resolución de sus preocupaciones.

CONEXIÓN CON REDES DE APOYO Ayudar a lograr el contacto inmediato o posterior con las redes de apoyo cercanas y otras fuentes de ayuda, incluyendo la familia, amigos y recursos asistenciales de la comunidad.

INFORMACIÓN EN AFRONTAMIENTO Informar acerca de las reacciones de estrés y afrontamiento, para aliviar el estrés y promover el funcionamiento adaptativo.

VINCULACIÓN CON SERVICIOS COLABORATIVOS Vincular a los afectados con los servicios que necesiten ahora o en el futuro.

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argumento

Cuando en 1903 el empresario porteño Carlos Puelma Besa realizó el primer viaje en automóvil entre Valparaíso y Santiago, inauguraba una prác-tica de desplazamiento que paulatinamente fue convirtiéndose en el modelo dominante de movi-lidad en Chile. El uso de automotores, máquinas consideradas en los albores del siglo XX como el producto más novedoso de la industria moderna, establecía una notable transformación en el ám-

Los caminos de antesEl viaje en automóvil y la transformación del sistema de caminos en Chile durante las décadas de 1910 y 1920 dan cuenta de una alta sociedad que goza la autonomía para adentrarse en la naturaleza y de la modernización del territorio que lleva a los ingenieros civiles a un protagonismo antes desconocido. Hoy ese Chile conectado, que tanto se ha anhelado, se vio repentinamente interrumpido por un terremoto que barrió con el cemento, pero no con la historia que aquí se recuerda.

Rodrigo Booth

bito de la vida privada. A partir de ese momento, los itinerarios y destinos de viaje dentro y fuera de la ciudad pasaron a ser la expresión exclusiva de la voluntad de los individuos que accedían a la propiedad de uno de estos vehículos.

El desenvolvimiento del automovilismo en el país habría sido imposible sin una simultánea transformación material del territorio. A lo largo de las décadas de 1910 y 1920 el acondiciona-

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Rodrigo Booth es historiador y doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos de la UC. Su tesis doctoral se titula Automóviles y carreteras. Movilidad, modernización y transformación territorial en Chile, 1913-1931. Actualmente es investigador invitado en el departamento de Mediación Cultural de la Université de la Sorbonne Nouvellle Paris3, donde realiza su postdoctorado financiado por el programa Presidente de la República-Becas Chile.

miento de las calzadas de rodado fue convirtién-dose en un objetivo central para los aficionados, los técnicos y los representantes del Estado.

En las siguientes líneas se presentan tres momentos que manifiestan cómo los caminos marcaron las relaciones entre el automóvil y el territorio en las primeras décadas del siglo pasado. Se propone que el deseo de aventura de los auto-movilistas los llevó a descubrir la precariedad en que se encontraba el sistema nacional de vialidad. La atracción inicial dio paso al establecimiento de una crítica generalizada hacia las infraestructuras, que permitió la conformación de una opinión pú-blica favorable a la transformación de las calzadas de rodado. La secuencia finaliza con la decidida intervención del Estado que se observa desde me-diados de la década de 1920, acción que permite modificar profundamente la estructura material del sistema de carreteras en Chile.

El camino de la aventuraEl tiempo empleado por Puelma Besa en su viaje inicial de 1903 –cerca de 10 horas en sólo 140 kilómetros de recorrido–, evidenciaba las limita-ciones que encontraba el tráfico vehicular en las precarias rutas chilenas. En la primera década del siglo el país estaba cruzado por más 30 mil kiló-metros de caminos. Sin embargo, desde mediados de la anterior centuria la atención estatal sobre las infraestructuras de transporte había privilegiado la

apertura y mantención de las vías férreas por sobre cualquier otra obra alternativa. Esta preferencia incidió en que al momento de irrumpir el auto-movilismo no existiera un solo metro de camino público habilitado para el tráfico permanente de rodados móviles. La mayor parte de nuestras carreteras se encontraba tal y como habían sido diseñadas para el tráfico a herradura durante la Colonia. En el norte los caminos no eran más que huellas habitualmente borradas por el desierto. Las cuestas, que abundaban en todo Chile, eran demasiado empinadas para la potencia de los motores de comienzos del siglo. Por otro lado, la escasez de puentes se hacía especialmente notable en la zona central y en el sur, donde abundaban los cursos naturales de aguas. Allí, los caminos se convertían periódicamente en verdaderos lodaza-les infranqueables, producto de las lluvias y de la acción de los agricultores que vertían las aguas de sus faenas en las calzadas. Durante la estación seca el calor dejaba al descubierto grandes zanjas que dificultaban el tráfico de los pioneros del automo-vilismo local.

Lejos de contener su pulsión turística, el mal estado de las calzadas constituyó el primer atracti-vo que volcó a muchos turistas a salir de la ciudad en automóvil. Muchos de estos hombres y mujeres se plantearon como la antítesis del viajero en ferrocarril, cuyos trayectos estaban marcados por la comodidad. Los automovilistas, en cambio, se consideraban «amantes apasionados de lo agreste» que disfrutaban al «recibir en pleno rostro el beso ardiente del sol o la caricia ruda del viento, mientras devoran las distancias en un potente auto, esquivando a la muerte en cada recodo del camino», según el decir de una revista de fines de la década de 1910. El deseo de aventuras llevó a los conductores y sus familias a colonizar nuevos entornos cercanos a los emplazamientos urba-nos. En estos parajes los automovilistas podían

Los caminos de antes

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Los automovilistas se consideraban «amantes apasionados de lo agreste» que disfrutaban al «recibir en pleno rostro el beso ardiente del sol o la caricia ruda del viento, mientras devoran las distancias en un potente auto, esquivando a la muerte en cada recodo del camino».

apreciar la obra pura y exclusiva de la naturaleza. Entre las nuevas prácticas al aire libre difundidas por los automovilistas se contaban paseos cam-pestres, acampadas, excursiones y carreras, que generalmente se efectuaban durante los fines de semana de la primavera y el verano. Nuevos sitios de atractivo para la mirada turística fueron inclui-dos en los itinerarios, tal como se desprende de numerosos testimonios de las actividades recreati-vas efectuadas en lugares como el Cajón de Maipo, la laguna de Pudahuel o las termas de Colina, sólo por nombrar los sitios más frecuentados por los conductores santiaguinos.

Si bien la conjunción entre la mala calidad de las infraestructuras y el deseo de aventuras esti-muló las primeras aproximaciones de los automo-vilistas al territorio nacional, lo cierto es que ya a mediados de la década de 1910 se estableció una opinión pública favorable al mejoramiento de las infraestructuras dedicadas al tráfico vehicular. Los automovilistas, organizados en diversas socie-dades, posicionaron el mal estado de la vialidad como un problema público que debía ser resuelto por el conjunto de la sociedad.

Batallas por el buen caminoTras la irrupción de los automotores, el nuevo medio de transporte fue considerado como un bien de consumo de lujo que denotaba la capaci-dad económica de sus propietarios. No era raro que en las revistas de nota social se publicaran fotografías de destacados personajes junto a sus vehículos particulares. Su alto precio los hacía disponibles únicamente para el segmento más rico

de la población, el mismo que tenía garantizado el tiempo de ocio. Ello implicó que la práctica del automovilismo fuera considerada inicialmente como una actividad social exclusiva que como tal no fue apoyada por el Estado.

El panorama descrito comenzó a cambiar cuando los precios de los automóviles descen-dieron en todo el mundo como consecuencia de la introducción de la cadena de producción en la fábrica de motores Ford, en 1913. Poco antes el Estado chileno había reducido las tasas de impor-tación de estas máquinas estimulando la compra de automóviles. Si en la primera década del siglo se contabilizaba la importación de pocas decenas de automotores cada año, ya en 1915 circulaban cerca de mil 400 vehículos motorizados. Esta cifra se elevó sobre los seis mil 625 automotores en 1918, lo que significó un crecimiento cercano al 450% en solo tres años. El parque automotriz continuó creciendo hasta llegar a más de ocho mil 200 vehículos motorizados en circulación en 1920. Tímidamente ganaban presencia los vehículos de alquiler y los camiones, con lo que la percepción social sobre la motorización dejaba de estar vinculada únicamente al consumo ostensible de las elites. La propiedad de estas máquinas se centralizaba en las ciudades de Santiago y Valpa-raíso, que en conjunto concentraban alrededor del 70% de los vehículos en circulación en 1920.

Si bien el parque automotriz de la segunda mi-tad de la década de 1910 parece modesto, lo cierto

Paseo a Pudahuel en automóvil, 1917. Autor desconocido. Colección del Centro Nacional del Patrimonio Fotografico UDP“Modelo de lagunas en los caminos”. Fuente: Revista Auto y aero, número 53, 1917. Colección de la Biblioteca Nacional de ChileAlmuerzo campestre en Pudahuel, 1917, Autor desconocido. Colección del Centro Nacional del Patrimonio Fotográfico UDP“El camino de Valparaíso a Casablanca. Su estado actual y lo que debe ser, una vez reparado”. Fuente: Revista Caminos y turismo, número 16, agosto de 1924. Colección de la Biblioteca Nacional de Chile

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No era raro que en las revistas de nota social se publicaran fotografías de destacados personajes junto a sus vehículos particulares. Su alto precio los hacía disponibles únicamente para el segmento más rico de la población, el mismo que tenía garantizado el tiempo de ocio.

es que el creciente número de propietarios incidió en la conformación de una influyente sociabilidad establecida en torno al empleo de vehículos mo-torizados. En 1913 fue creada la empresa editorial Auto y aero, dedicada a la publicación de todo tipo de informaciones de interés para un viaje en automóvil. Entre 1914 y 1921 la revista Auto y aero fue el único medio de propaganda y el órgano oficial de las entidades automovilísticas que se establecieron en varias ciudades. Entre éstas se destacó la organización, en 1914, del Automóvil Club de Chile y del Valparaíso Moto Club, ambos de efímera duración. Al año siguiente vieron la luz las primeras sociedades de chauffeurs profesionales instaladas en Valparaíso. En esa ciudad fue esta-blecida en 1916 la Asociación de Automovilistas de Valparaíso y Viña del Mar, que al cabo de poco tiempo se convirtió en la organización más impor-tante del país. La Asociación de Automovilistas de Santiago segundó a su símil porteño. Estas or-ganizaciones comandaron las primeras campañas favorables a la transformación de los espacios para la circulación motorizada.

Las campañas a favor del buen camino fueron llevadas adelante en revistas como Auto y aero, Caminos y turismo o AAS, y en la prensa periódica de Valparaíso y Santiago. Las publicaciones espe-cializadas abogaron por la necesidad de abordar la modernización de las vías de comunicación como un problema colectivo en el que debían hacerse parte los técnicos y las autoridades del Estado.

Según la perspectiva planteada por los usuarios de vehículos motorizados, el acondicionamiento de las calzadas al tráfico motorizado debía estimular la competencia entre los medios de transporte y con ello constituir una alternativa al tráfico monopólico del ferrocarril. La competencia debía incidir en la disminución del costo del transporte de bienes, lo que beneficiaría a la economía en su conjunto.

Hacia el final de la década de 1910, los debates propiciados por los automovilistas fueron coro-nados con la aprobación de una nueva legislación carretera. La ley de caminos de 1920 reemplazó la vetusta normativa vigente, que databa de la primera mitad del siglo anterior y que, obviamen-te, no consideraba al automóvil como un factor en la modernización del territorio. A través la nueva ley se estableció un modelo descentralizado de gestión de obras que entregó a juntas municipales y departamentales de caminos la responsabilidad de definir dónde debían invertirse los recursos que entregaba la normativa. Esta situación impidió contar con un plan nacional de carreteras. A lo largo de la década la ley de caminos fue descu-briéndose ineficiente para enfrentar el déficit crónico de infraestructuras.

En los hechos prácticos, las batallas por el buen camino libradas por los automovilistas ano-taron un triunfo significativo en la construcción del primer camino pavimentado del país. En efec-to, al finalizar la década de 1910 los automovilis-

La irrupción del automóvil. Fuente: Revista Zig-Zag, número 150, enero de 1908. Colección Biblioteca Nacional de ChileUn paseo en automóvil. Fuente: Revista Caminos y turismo,

número 1, octubre de 1922, Colección de la Biblioteca Nacional de Chile

Puente Itata en Ñipas en hormigón armado. Fuente: Revista de Caminos, octubre de 1931

Un puente de madera. Fuente: Boletín de Caminos, enero de 1928

“El porvenir de un país está en sus vías de comunicación”. Fuente: Revista Caminos y turismo, número 6, agosto de 1923.

Colección de la Biblioteca Nacional de Chile Obras de pavimentación en el camino de Marruecos a Curacaví,

1930. Autor desconocido. Colección Museo Histórico Nacional

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tas porteños demandaron del Estado los recursos para financiar una obra moderna que facilitara la comunicación automovilística entre Valparaíso y Viña del Mar. El resultado de estos requerimientos fue la intervención de ambas municipalidades y la autorización del parlamento para contratar un empréstito con garantía estatal para llevar adelan-te la transformación del precario camino plano entre ambas zonas urbanas, una ruta de tierra que se volvía intransitable durante el invierno. Las obras de pavimentación, financiadas a través del cobro de un peaje al tránsito, fueron inauguradas en octubre de 1922. Aun cuando se trataba de un camino de escasos cinco kilómetros de largo, la pavimentación de la avenida España, como se denominó, constituyó un laboratorio para la transformación territorial que se vislumbraba en los años siguientes.

La dictadura de la planificaciónDurante la década de 1920 la carretera pavimenta-da se convirtió en uno de los más poderosos sím-bolos de modernización material. El mejoramien-to de la vialidad se instaló como la manifestación más evidente de la modernización del Estado y particularmente del arribo de los ingenieros civiles a los cargos de influencia en la administración pública. La formación, a fines de 1924, del Minis-terio de Obras Públicas y Vías de Comunicación, un ministerio eminentemente técnico, es prueba del nuevo espacio ganado por el desarrollo de las infraestructuras en la mirada de lo público. En 1929, el reemplazo de este ministerio por la Direc-ción General de Obras Públicas establecida bajo el alero del nuevo Ministerio de Fomento, permitió

concentrar toda la producción de infraestructuras en una sola entidad. Esta decisión daba cuenta de la voluntad de la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931) por establecer un desarrollo planificado del territorio chileno.

Pero la transformación del territorio no puede explicarse únicamente como resultado de un cam-bio en el régimen político-administrativo. Entre otros asuntos es necesario considerar también la influencia de nuevas estrategias de desarrollo comercial que fomentaron el uso del automóvil en todo el continente, tal como se desprende de las primeras discusiones acerca de la construcción de un sistema panamericano de carreteras, a partir de 1924. Varios ingenieros chilenos como Santiago Marín Vicuña, Fermín León o Francisco Leighton, participaron de los encuentros panamericanos de carreteras desarrollados durante esta década. En diversas comisiones y congresos confluyeron por una parte los intereses comerciales estadouniden-ses, que buscaban en América Latina un nuevo mercado para la industria automotriz y, por otro, el interés de los técnicos y representantes de los diversos estados involucrados, que consideraban al buen camino como una manifestación del ingre-so de sus países al curso de la modernidad.

En el ámbito chileno varias empresas ocuparon un papel destacado en la promoción del consenso favorable a la carretera moderna. La fábrica de cementos El Melón fue la más importante de ellas. En 1923 esta industria comenzó a financiar la pavimentación de tramos en el camino entre Val-paraíso y Santiago, obra que sería continuada por el Estado en la segunda mitad de la década. Asi-mismo, a través de una agresiva campaña publici-taria centrada en el eslogan «lo bueno es eterno», cementos El Melón promovió la construcción de puentes y caminos de hormigón armado en todo Chile. No es casualidad que el gerente general de cementos El Melón, el ingeniero Carlos Barroilhet, ocupara también el cargo de presidente en la pro-gresista asociación de automovilistas porteña.

A comienzos de 1925 se llevó a cabo el Primer Congreso Nacional de Vialidad, encuentro orga-nizado por los automovilistas, en el que también participaron activamente el Instituto de Ingenieros de Chile, representantes del mundo empresarial y

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El mejoramiento de la vialidad se instaló como la manifestación más evidente de la modernización del Estado y particularmente del arribo de los ingenieros civiles a los cargos de influencia en la administración pública.

1 Jeffrey Herf, Reactionary modernism. Technology, culture and politics in Weimar and the Third Reich, Cambridge University Press, 1984.

del gobierno. Uno de los más significativos aportes de este congreso fue la instalación de un debate público en torno a la idea de llevar a cabo un plan nacional de transportes que fuera el resultado de un estudio científico sistemático. Estos debates sirvieron como fermento a la producción masiva de obras públicas que se observó a lo largo del resto de la década. Si en 1925 se contaban en cua-tro mil kilómetros los caminos estabilizados que permitían el tránsito permanente de vehículos, sólo cinco años más tarde esta cifra se alzaba sobre los 29 mil kilómetros, es decir, cerca de un 75% de todo el sistema caminero del país. Adicionalmente durante este período se pavimentaron unos mil 500 kilómetros de caminos con materiales de ca-lidad superior, especialmente en las provincias de Santiago, Valparaíso y Aconcagua. Una evolución similar se observó en el caso de los puentes: entre 1926 y 1931 se construyeron más de 500 puen-tes, concentrados sobre todo en la zona central y en el sur. Las viejas infraestructuras de madera comenzaron a ser reemplazadas por puentes de hormigón armado, mucho más seguros y resisten-tes. La transformación del territorio se condecía con el significativo incremento de los automotores en circulación: si en 1925 eran cerca de 14 mil los autos, camiones y buses que transitaban en Chile, hacia el final de la década esta cifra se alzaba sobre los 43 mil vehículos motorizados.

La dictadura de Carlos Ibáñez del Campo tomó como propio el desafío que los aficionados al tráfico automotor se habían propuesto una década antes. En efecto, en este gobierno se pusieron en práctica los primeros planes de vialidad provincia-les y nacionales, se ejecutaron las obras de mayor aliento y debutó una nueva legislación carretera que suplió las carencias de la ley de 1920. Estos logros fueron financiados a través del endeuda-

miento público. Ibáñez, que según la caracteriza-ción realizada por Jeffrey Herf para las dictaduras del período, podría ser entendido como un moder-nizador reaccionario,1 confiaba ciegamente en la capacidad transformadora de la aplicación de nue-vas tecnologías sobre el territorio, razón suficiente para fortalecer el papel del Departamento de Ca-minos, organismo encargado de estudiar, diseñar y ejecutar todas las obras viales del país. Entre los más significativos resultados de la nueva política de infraestructuras carreteras se cuenta la apertura de un camino permanente que comunicaba en di-rección longitudinal a Arica y Puerto Montt, obra que estructuró todo el sistema caminero nacional. Por otro lado, durante este período se observa una febril actividad constructiva en la zona central del país, faenas que dieron forma al primer sistema de carreteras pavimentadas, construido para comuni-car a las ciudades de Santiago, Melipilla, Quillota y Valparaíso. Finalmente, en 1930 fue inaugurado el primer camino escénico de Chile, la ruta costera entre Viña del Mar y Concón, una obra especial-mente apreciada por Ibáñez, quien consideraba al turismo como una industria moderna que debía estimular la economía en esa región.

La caída de la dictadura en 1931 y la grave crisis económica que afectó a todo el mundo, agu-dizada en Chile por el enorme endeudamiento en que había incurrido el gobierno para financiar sus planes de obras públicas, puso fin a un proceso de desarrollo acelerado de las infraestructuras. Pero el automóvil, el bien de consumo más representa-tivo de los logros de la industria mundial durante el siglo XX, ya había dejado su huella en la con-formación del territorio moderno. Pocos años más tarde los vehículos motorizados se levantarían como el medio dominante de movilidad para los chilenos.

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TALLER DE IMÁGENES RELIGIOSAS

No llegó al bicentenarioFotografías de Pablo Godoy

En calle Carmen número 329, casi en la intersección con Marín (junto al Archivo Judicial), funcionó hasta el año pasado un taller de figuras religiosas en yeso.

Nadie sabe cuántos siglos tenía. Sí está confirmado que el año 1905, un joven de 18 años, Heriberto Rocuant Silva, entró como operario y en él aprendió, tal como en un taller medieval, lo que le enseñaron los tres o cuatro maestros que dirigían el lugar; los que, también como en otros siglos, vivían en la casa-taller.

El gestor era un italiano, Gamboni, medio loco según la memoria oral del lugar, siempre inventando y soñando proyectos, como la fabricación de ci-lindros de cera e incluso la fundación de un circo cuya carpa, dificultosa-mente, se cosió en el mismo taller el año del centenario, 1910.Rocuant resultó ser un aprendiz aven-tajado, particularmente dotado para el oficio, y no pasó mucho tiempo antes de que Gamboni lo asociara y finalmente le vendiera todo, la casa-taller completa. El aprendiz no se movió nunca más.Casado con Micaela Jofré Zamora ahí formó su familia, con un hijo homónimo que murió de tuberculosis a los 22

años, y un segundo, Gabriel René, que seguiría los pasos en el oficio de su padre, heredando el taller a la muerte del progenitor, en 1968.Los moldes de las imágenes en yeso no cambiaban mucho: a la gente le gus-taba lo que conocía, santos y vírgenes «eran» como los habían conocido, sus rostros eran como los de los moldes antiguos y todo cambio parecía una profanación. Lo mismo para restaurar las imágenes, debían permanecer exac-tamente iguales a como habían sido.Cuando Gabriel René se hizo cargo del taller en los años 60, en la vereda del frente los Parra se hicieron cargo de la casa de Juan Capra y comenzó

el movimiento en torno a la Peña de los Parra, con los cantautores de la Nueva Canción Chilena que, median-te los festivales de la Universidad Católica, habían alcanzado un nuevo protagonismo; santiaguinos de todos los barrios, y extranjeros, llegaban buscando la peña.Por obras del Transantiago, que im-plicaron la expropiación de 8 metros de frente del taller, éste llegará a su fin. Casi al mismo tiempo, se demuele la Casa de los Parra. El sistema de transportes colectivos y la trans-formación de las casas en torres residenciales, han cambiado el Barrio Carmen por completo.

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ua «El agua es la vida», escribió Tales de Mileto. Y tal parece que esa conciencia llegó a nuestra época y con una condición que tanto reiteran los periodistas de televisión: «para quedarse».Cuando las pasiones se desatan cuesta promover un debate centrado en los hechos,

de carácter académico. Especialmente, si se denuncia que el elemento vital habría sido secuestrado por unas pocas empresas, extranjeras por añadidura, las que serían dueñas de las aguas de Chile en forma gratuita y perpetua.Esto genera grados importantes de

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inquietud, qué duda cabe. Razón suficiente como para invitar a algunos expertos a plantear sus ideas en este dossier; con el riesgo de que, siendo un tema en trámite parlamentario, surjan entremedio cambios relevantes en lo que será la política del agua en los años venideros.

Igual quisimos hacerlo, pero más allá de la contingencia. Porque si estaremos escasos de agua a largo plazo o a mediano, incluso, es mejor saberlo ya. Y que la investigación asociada se intensifique en orden a proponer soluciones a tiempo, sea por nuevas técnicas de generación, como

la desalinización o los atrapanieblas o por mejorar la eficiencia en su uso.Por otra parte, si a nuestras exportaciones les exigirán la huella del agua, es mejor tener claridad sobre el uso que hacemos del recurso: cuánto tenemos y cómo lo usamos.

La discusión no está zanjada.Y los invitamos aseguirla en nuestro blog

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dossier

Dada la particular configuración geográfica de Chile, cuya extensión latitudinal de más de 40 paralelos es considerable, con el océano Pacífico al oeste y la cordillera de los Andes al este –los que lo acompañan en toda su extensión norte sur–, es que la expresión de sus climas, paisajes y formas de vegetación también son muy variadas y particulares en todo su desarrollo. Asimismo,

el comportamiento de la hidrología presenta par-ticularidades que son posibles de agrupar en un conjunto de unidades homogéneas que presentan características similares. En este sentido resulta importante comprender esta configuración a la hora de aproximarse a la relación, compleja, que existe entre dinámica del ciclo hidrológico, do-tación renovable de recursos hídricos, reservas

LOS LUGARES DEL AGUA EN CHILEEl futuro del agua en nuestro país supone enfrentar y resolver varias paradojas geográficas, porque se encuentra muy mal repartida. En el norte minero, tan demandante del recurso, no hay agua. En la zona central, que espera llevar al país a la categoría de potencia agroalimentaria, falta cuando más se necesita. En la Araucanía, Los Lagos y Los Ríos, corazón del país granelero y ganadero, el calentamiento global ya está exigiendo riego artificial. Y en el extremo sur, donde la demanda es escasa, es justamente donde el recurso es abundante.

Pablo Osses y Pilar Cereceda

Pablo Osses McIntyre es magíster en Economía Agraria, mención recursos naturales y medio ambiente de la UC, especializado en proyectos de captación de agua de nieblas, así como aplicación a gran escala de la tecnología de atrapanieblas. Actualmente es el responsable de Geografía Proyectos UC, oficina encargada de la venta de servicios del Instituto de Geografía.

Pilar Cereceda Troncoso es directora del Centro del Desierto de Atacama de la UC. Actualmente es miembro del Comité Asesor del Programa de Acción Nacional para el Combate de la Desertificación (PANCD) y de los Programas de Desertificación del PNUD. Se desempeña como jefa del Departamento de Geografía Física del Instituto de Geografía UC.

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CRISTÓBAL CORREA

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de recursos hídricos fósiles, consumo de agua doméstico, agrícola, industrial y energético, así como algunas perspectivas de desarrollo futuro.

Atacama (zona árida)En una clásica visión longitudinal del territorio chileno, avanzando en latitud, la primera gran zona geográfica es la llamada comúnmente Norte Grande. Forma parte del Desierto de Atacama que se extiende entre la ciudad fronteriza de Arica hasta aproximadamente el río Salado a todo lo ancho del país. Es un territorio de gran aridez, entendida ésta como la diferencia entre lo que entra y lo que sale de un sistema, en este caso el agua. Considerando la casi inexistente precipitación en la costa y en las pampas (menos de 1 mm promedio al año), y la alta radiación que se traduce en una gran evaporación del recurso hídrico superficial y subsuperficial, el balance es ciertamente negativo.

La única excepción ocurre en el área cordille-rana de los Andes, que presenta precipitaciones estivales de más de 150 mm anuales, las que constituyen el alivio necesario y la fuente renova-ble del recurso. Éste se presenta en forma líquida y sólida (nieve), alimentando los valles y ríos como Lluta, Azapa y Loa. También constituyen estas precipitaciones la fuente de alimentación actual de las aguas subterráneas de las cuencas cerradas, cuyo origen corresponde a períodos paleoclimáticos de mayor pluviosidad.

Sin embargo, existe un recurso hídrico nue-vo ubicado en el sector costero; corresponde al aprovechamiento de la niebla, localmente cono-cida como camanchaca, que es una alternativa probada en Chile y el mundo y que constituye, sin duda, una fuente potencial renovable de agua para el futuro. Esta tecnología de atrapanieblas es comparable con la desalinización de agua de mar en términos de novedad del recurso, sin embargo, es bastante más barata en su implementación y operación, siendo capaces ambas de entregar vo-lúmenes similares.

Actualmente los mayores consumos de agua en la zona están asociados a la actividad minera, puntal de la economía del Norte Grande chileno,

siendo ésta extraída principalmente de los sec-tores andinos y altiplánicos comprendidos por salares y reservorios de agua subterránea princi-palmente fósiles. Lo anterior plantea la necesaria pregunta de cuán sustentables en el largo plazo son dichos procedimientos. La respuesta es com-pleja y en la actualidad no constituye un tema esencial, ya que cuando el recurso natural es de alto valor el agua llega, todavía, fácilmente. Sin embargo, en un futuro cercano deberán revisarse los procedimientos de la industria en términos de reaprovechamiento, de ciclos cerrados de uti-lización, así como de la exploración seria de los nuevos recursos hídricos mencionados como una opción viable.

La agricultura no presenta consumos signifi-cativos dada la escasez del recurso hídrico y los grandes volúmenes que ésta requiere. Sin em-bargo, el uso doméstico en las entidades urbanas –que concentran más del 90% de la población regional con un millón de personas–, se encuen-tra en creciente alza dado el crecimiento de la población, el aumento del ingreso per cápita en la zona producto del desarrollo económico asociado principalmente a los nuevos proyectos mineros, así como también el desarrollo de la actividad turística que es un gran consumidor de agua fru-to de la necesaria mantención de estándares de servicios adecuados a los pasajeros que reciben.

Un elemento que llama la atención es la len-ta implementación de plantas de tratamiento de aguas servidas, y la escasa reutilización de aguas grises domiciliarias; si bien se han ido desarrollando, aún persisten emisarios que eva-cuan volúmenes considerables de agua al Océano Pacífico, con la consecuente pérdida del vital elemento y contaminación de nuestros recursos marítimos. Lo anterior lleva a preguntarse, des-de una perspectiva económica racional: ¿Sobra el agua en este sector? ¿Es aún muy barata? Preguntas que deberemos ir resolviendo como país en el futuro.

Los fértiles valles (zona semiárida)A medida que se avanza en latitud a lo largo del país, la influencia del Anticiclón del Pacífico dis-minuye (en la zona norte es muy fuerte e inhibe las precipitaciones). Su desplazamiento permite el ingreso esporádico de sistemas frontales en invierno, los que traen precipitaciones líquidas en las zonas bajas y dejan un manto nivoso en las zonas altas de la cordillera, la que aquí su-pera los cinco mil metros sobre el nivel del mar. Asimismo, es un territorio que en años de fenó-meno de El Niño recibe importantes precipitacio-nes que pueden superar sus promedios anuales

Esta tecnología de atrapanieblas es comparable con la desalinización de agua de mar en términos de novedad del recurso, sin embargo, es bastante más barata en su implementación y operación, siendo capaces ambas de entregar volúmenes similares.

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en más de 500%, desbordando algunos cauces, por un lado, y produciendo el maravilloso desier-to florido, por otro.

En general, podemos hablar de que esta zona se extiende desde el río Copiapó por el norte has-ta el río Aconcagua en su alcance más meridio-nal, siendo conocida como de los valles transver-sales, lo que pone en evidencia una mayor acción hídrica en la modelación del paisaje, siendo los principales cursos el Copiapó, Huasco, Elqui, Limarí, Choapa, Petorca y La Ligua. No mencio-namos el Aconcagua ya que hidrológicamente se encuentra más asociado a las condiciones que se presentan hacia el sur. En términos de precipita-ciones se presenta un gradiente que va desde los 12 mm en el sector de Copiapó hasta los 250 mm aproximadamente en el valle del Aconcagua.

En este espacio, la principal fuente de extrac-ción de agua la constituyen los recursos super-ficiales, donde hay mercados de transacción de dicho bien, lo que genera una necesaria búsqueda de la rentabilización de este capital. Lo anterior determina, en alguna medida, un uso más efi-ciente así como la búsqueda de nuevas fuentes como aguas subterráneas, aducciones desde altas zonas de la cordillera y, actualmente, un progre-

sivo aumento en el interés por utilizar la mencio-nada camanchaca como una fuente de obtención de agua. En Chungungo, caleta de pescadores ubicada 60 km al norte de La Serena, se llevó a cabo un proyecto que abasteció durante ocho años a cerca de 500 personas con agua de neblina proveniente de cien atrapanieblas ubicados en los cerros próximos a la localidad.

Dada la dotación de recursos naturales de esta zona semiárida, es posible encontrar, en un contexto de clima mediterráneo, minería, tierra fértil, recursos marinos y atractivos naturales, así como población con amplios niveles de ca-lificación en diversos centros poblados. Por lo anterior la utilización del recurso es amplia y variada, presentándose conflictos entre agricul-tura y minería, así como con los necesarios usos domésticos. Sin embargo, persiste la situación observada en latitudes inferiores, donde se sigue desperdiciando agua servida en el mar, sin negar

MAXIMILIANO GARNHAM

En Chungungo, caleta de pescadores ubicada 60 km al norte de La Serena, se llevó a cabo un proyecto que abasteció durante ocho años a cerca de 500 personas con agua de neblina.

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con esto los avances realizados en términos de su tratamiento y reutilización. Es esperable que, dadas las tendencias de crecimiento al alza, la consolidación de Chile como país exportador de recursos naturales procesados, semiprocesados y productos agrícolas asociados a la alimentación, que el uso del agua sea cada vez más eficiente y los niveles de reutilización y tratamiento se vean incrementados.

Chile mediterráneo y la Araucanía (zona subhúmeda y húmeda)Es la zona más poblada del país, y no por eso me-nos compleja desde la perspectiva de su configu-ración física y funcionamiento hidrológico. Está conformada de norte a sur principalmente por cuatro grandes unidades geomorfológicas, sien-do éstas, las planicies costeras, cordillera de la Costa, valle central y cordillera de los Andes. En relación a su hidrología, se sigue dando el incre-mento latitudinal de las precipitaciones variando desde cerca de 300 mm en Santiago hasta mil 500 mm en Puerto Montt, donde podemos determinar relativamente la culminación de esta unidad. Lo anterior, sumado al efecto de la última glaciación, permite hablar de dos configuraciones hidroló-gicas; la primera corresponde a ríos de régimen mixto y muy torrentosos que se extiende desde el valle del Aconcagua hasta el río Imperial, y la segunda donde existe una regulación lacustre que determina ríos con gran caudal pero menos torrentosos, de los que podemos mencionar el Toltén, Valdivia, Bueno, Maullín, Puelo, entre otros.

Dada la importante presencia de población, la presión sobre los recursos hídricos es signifi-cativa y motiva profundos mercados de derechos de agua en algunas cuencas, así como también esfuerzos de prospección y manejo altamente eficiente del agua disponible. Así, entonces, exis-ten usos consuntivos vinculados principalmente con la actividad agrícola, la que constituye cer-ca del 80% de esta clasificación de utilización.

Contrastado con lo anterior, el principal uso no consuntivo corresponde a la generación de ener-gía, con importantes cuencas bastante aprovecha-das como las del río Maule y Bio Bío.

Hacia la zona húmeda donde encontramos los grandes lagos y sus ríos asociados, el recurso es abundante y se utiliza en diversos ámbitos; agrícola, doméstico, industrial y, actualmente y cada vez con mas fuerza, el aprovechamiento de los cuerpos de agua con fines recreativos. Esto último nos lleva a pensar en idear una nueva forma de manejar el agua, dado que el turismo requiere del agua como objeto de contemplación y uso en su condición original, ya sea para la observación como para los deportes náuticos y de intereses especiales, situación que no está del todo resuelta en nuestro país. Constituye uno de los principales desafíos para nuestro desarrollo futuro, bajo ciertos niveles de equidad ambiental y económica.

Patagonia (zona hiperhúmeda y zona semiárida)Corresponde al sector meridional del territorio de Chile continental y se presenta morfológi-camente dividido en tres sectores; una primera sección de fiordos, canales e islas hacia el occi-dente; otra de cordones montañosos con valles intermedios que corresponden a la cordillera de los Andes en la sección central y una vastedad de pampas hacia el oriente. Lo anterior es relevante, ya que en cada una de estas franjas se presentan condiciones climáticas diferentes que van com-plementando el comportamiento hidrológico del área.

En el flanco occidental se presentan las ma-yores precipitaciones, cercanas a los dos mil mm (aunque en Puerto Edén llueven cinco mil 500 mm anuales); avanzando hacia el oriente, dado el obstáculo orográfico de la cordillera, se produce una importante acumulación de precipitación sólida conformando enormes campos de hielo, como el Queulat, Campo de Hielo Norte y Campo de Hielo Sur, por nombrar algunos; finalmente, en el flanco oriental, las precipitaciones son me-nores y cercanas a los 400 mm. A modo de ejem-plo, es posible destacar que el río Palena se ori-gina en el lago del mismo nombre en la sección oriental de la cordillera de los Andes, alimentado por precipitaciones y nieves, luego pasa por terri-torio argentino de pampas semiáridas para ingre-sar nuevamente a Chile cruzando la cordillera de los Andes en sentido este – oeste, donde recibe en ese trayecto un sinnúmero de afluentes de régimen pluvial que incrementan su caudal, para finalmente desembocar en el océano Pacífico.

Se debe idear una nueva forma de manejar el agua, dado que el turismo requiere del agua como objeto de contemplación y uso en su condición original, ya sea para la observación como para los deportes náuticos y de intereses especiales, situación que no está del todo resuelta en nuestro país.

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La configuración descrita conforma un esce-nario compuesto por hielos, lagos y ríos, donde además de los campos de hielo mencionados no se puede dejar de lado el gran lago General Carrera, compartido con Argentina –y que reci-be la denominación de Lago Buenos Aires en la nación trasandina– y el lago O´Higgins, también compartido.

Respecto de los ríos presentes la situación es muy interesante, dada la particular dinámica de estos, la que a su vez está asociada a sus formas de aprovechamiento actual y, eventualmente, fu-turas. Podemos mencionar el Yelcho, Futaleufú, Cisnes, Palena, Simpson, Mañihuales, Aisén, Ibáñez, Baker y Pascua entre otros, siendo uno de los componentes relevantes el gran caudal que estos presentan, variando desde los 600 m3 / seg hasta más de 1.000 m3 /seg, los que cons-tituyen reservas importantes de agua. La otra situación es el uso actual que estos tienen, siendo el Futaleufú y el Yelcho los principales atractivos turísticos de la provincia de Palena, con una am-plia oferta de servicios de nivel internacional, ya consolidada. Lo mismo ocurre con la ribera occi-dental del Lago General Carrera y los ríos y lagos de los alrededores de Coyhaique.

Una particularidad poseen los ríos Baker y Pascua, actualmente objeto de uno de los mayo-res proyectos hidroeléctricos de la historia de Chile, el que ahora se encuentra en tramitación ambiental. Ambos presentan un comportamien-to que podemos llamar anticíclico respecto de aquellos ubicados hacia el norte, en que su estiaje se produce hacia finales del verano y la estación de otoño. Baker y Pascua presentan sus mayores caudales hacia finales del verano producto del derretimiento de las masas de hielo que los ali-mentan desde los campos de hielo Norte y Sur respectivamente. Esto les da una condición única y excepcional en términos de generación de ener-gía hidroeléctrica, complementaria a la matriz hidroeléctrica actual ubicada mayoritariamente en la zona central.

¿Qué es lo que ocurre entonces en esta zona, en que no existen importantes consumos de

agua, pero donde es enorme la disponibilidad en términos de caudales presentes y reservas sólidas de largo plazo? Se da la paradoja de la decisión de uso de estos recursos, donde están el potencial turístico, el potencial energético y el potencial industrial actualmente como objetos del debate; eventualmente, estos usos podrían ser no con-suntivos y por lo tanto nos llevarán a decisiones de complementariedad, de zonificación, de re-gulación, en un alto nivel y con altura de miras. Por ejemplo, en el escenario de represar los ríos Baker y Pascua, sería posible dejar la cuenca del Futaleufú y Yelcho enteramente para uso tu-rístico; es una compleja decisión, no amparada por el marco jurídico actual. Situación similar podría darse entre los lagos General Carrera y O´Higgins, en relación a sus ríos Baker y Pascua respectivamente; tocar el río, pero dejar el lago para desarrollo turístico.

Finalmente, es relevante señalar que en el mundo, donde sobra el agua (3/4 partes del pla-neta está formada por agua de mares, ríos, lagos, hielos), ésta se encuentra extremadamente mal repartida, en especial el 2% de agua dulce que está en los continentes. Chile no escapa a esta repartición que la naturaleza definió. En el Norte, entre Arica y Rancagua están los mayores recur-sos mineros del país, que son altamente deman-dantes de agua, pero allí imperan el desierto y el semidesierto. Desde La Serena hasta Concepción está la mayor riqueza agrícola que pretende hacer de Chile una “potencia agroalimentaria” sin em-bargo, el clima Mediterráneo implica que cuando más se necesita la lluvia, que es en primavera y verano, ésta está prácticamente ausente. Desde la Araucanía al sur, el clima permite la agricultura granelera y la mayor masa ganadera del país; sin embargo, el cambio climático ha hecho disminuir las precipitaciones considerablemente en el últi-mo siglo y ya se requiere riego en varios sectores productivos. Por último, donde abunda el agua y están sus mayores reservas, la población y los recursos mineros y agrícolas son escasos, y la particular fisonomía del paisaje hace difícil el aprovechamiento del recurso hídrico.

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dossier

Según el Código de Aguas de 1981, las aguas son bienes nacionales de uso público, lo que implica que el dominio de ellas pertenece a toda la nación. Sin embargo, esta declaración no se encuentra explícita en el artículo 19 N° 24 de la Constitución, numeral que contiene una norma breve sobre la materia, que entrega a los particu-lares el dominio sobre los derechos de aprovecha-miento reconocidos o que se otorguen sobre el recurso hídrico.

El fundamento de la enmienda que se pro-pone hacer en la Constitución respecto de este

artículo, encabezada por el ex ministro Sergio Bitar, sería el explosivo aumento del consumo doméstico, así como la expansión de la minería, la industria y la agricultura, frente a lo cual el gobierno de Michelle Bachelet planteó que no es posible responder adecuadamente a esa creciente demanda, dada la excesiva concepción liberal privatizadora contenida en la actual carta políti-ca. Esto habría conducido al hecho de que hoy, según Bitar, entre el 80% y 90% de los derechos de aprovechamiento estarían en manos de tres empresas eléctricas.

LA REFORMA DE LAS AGUASLa reforma constitucional de las aguas discute la legitimidad de la propiedad privada: el agua sería un bien demasiado valioso como para dejarlo en manos privadas. Al no quedar claramente definidos los derechos ni su apoyo en la legislación general, y al faltar los incentivos, la asignación de los recursos dejará de ser eficiente.

Juan Francisco Mackenna

Juan Francisco Mackenna García Huidobro estudió derecho UC y obtuvo un master en Derecho de la Universidad de Duke, Nueva York. Trabajó en Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton, New York, EE.UU. entre el año 2000 y 2001. Es miembro del Grupo de Recursos Naturales y Medio Ambiente de Carey y Cía. y profesor asistente de la cátedra de Derecho Minero en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.

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CÉSAR CORTÉS

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Esta declaración contiene un error concep-tual, ya que esa industria utiliza derechos no consuntivos, los que por su naturaleza deben devolverse a su cauce y, en consecuencia, luego de su uso para generación eléctrica se aprovechan para riego, consumo humano o industrial. Tal antecedente erróneo, llevó al Ministerio de Obras Públicas (MOP) a hablar de «una concentración desproporcionada» de recursos orientados a la generación hidroeléctrica, la que sólo sería aplicable a los derechos no consuntivos, pero no respecto de los superficiales consuntivos o sub-terráneos que son los relevantes para el consumo humano, agrícola, industrial, etc.

Creemos que queda abierta la puerta para futuras reformas al Código de Aguas que entreguen a la Administración facultades para caducar derechos de aprovechamiento, expandiendo la discrecionalidad administrativa excesiva con que ya cuenta la Dirección General de Aguas.

CRISTÓBAL CORREA

La reforma de las aguas

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Origen de una reformaLa ex presidenta Bachelet creó en junio de 2009 un Comité Interministerial de Política Hídrica. Su misión fundamental fue elaborar una propues-ta que contuviera los lineamientos de una polí-tica nacional de recursos hídricos de largo plazo que promoviera el uso eficiente y sustentable de éstos. El trabajo de este comité concluyó con un anteproyecto presentado en septiembre de 2009, cuyos objetivos principales apuntaban a regular el mercado y a cambiar situaciones como el ca-rácter de perpetuidad con que se entrega el agua a los privados, sin alterar la certeza jurídica de poder contar con los derechos. En el caso especí-

fico de la patente por no uso del agua, el comité afirmó que no estaba dando solución a los proble-mas, porque muchos usuarios preferían pagar las multas en vez de liberar los derechos de aprove-chamiento. Cabe señalar que la multa fue preci-samente establecida para compensar a la nación en el caso que las aguas no fueran utilizadas.

Una compensación de ese tipo no es nueva en nuestro sistema jurídico, ya que desde el Código de Minería de 1888 existen mecanismos simila-res como medio de incentivar el descubrimiento y explotación de sustancias minerales.

El anteproyecto de reforma constitucional dado a conocer por el MOP el 21 de septiembre de 2009 se basó en cinco ejes:1. Elevar a rango constitucional el concepto de agua como bien nacional de uso público, cual-quiera sea el estado en que se encuentren los recursos hídricos: líquido, sólido y/o gaseoso, quedando expresamente en dicha categoría los glaciares y nieves.2. Establecer la facultad del Estado para reservar caudales de aguas superficiales o subterráneas cuando así lo exijan los intereses generales de la nación, la seguridad nacional, la utilidad y salu-bridad pública, y la conservación del patrimonio ambiental.3. Establecer por ley el procedimiento de consti-tución, reconocimiento, transferencia, transmi-sión, renuncia, extinción, caducidad y pérdida de los derechos de los particulares sobre las aguas.4. Establecer corporaciones administradoras de cuencas, que fortalezcan y velen por una gestión integrada de las cuencas, las que serán organis-mos públicos, con personalidad jurídica y patri-monio propio. Una ley señalará la organización y demás funciones y atribuciones de las referidas corporaciones. Mientras estos organismos no existan subsistirán las competencias y facultades que consagra la normativa existente.5. Establecer por ley la exploración, explotación y constitución de derechos de aprovechamiento de aguas en conformidad a la diversidad geográfi-ca y climática del país, y a la disponibilidad efec-tiva de los recursos hídricos.

A fines de 2009, y luego de numerosos cam-bios y modificaciones, la propuesta ingresada en La Moneda comienza a acercarse a su texto final, eliminándose la creación de las Corporaciones Administradoras de Cuencas, y prescindiendo del término caducidad, concepto que naturalmente ha sido muy resistido. No obstante lo anterior, de la lectura del Mensaje del Proyecto final, e inter-pretando el alcance de los términos de los nuevos incisos propuestos, creemos que queda abierta la puerta para futuras reformas al Código de Aguas que entreguen a la administración facultades para

CRISTÓBAL CORREA

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caducar derechos de aprovechamiento, expandien-do la discrecionalidad administrativa excesiva con que ya cuenta la Dirección General de Aguas.

En el nombre del EstadoCon fecha 7 de enero de 2010, a días del balotaje en que el candidato Sebastián Piñera resultó elec-to para dirigir Chile hasta 2014, la ex presidenta Bachelet, reaccionando a reclamos del ex candi-dato presidencial Marco Enríquez-Ominami, en-vió con Suma Urgencia al Congreso Nacional el Proyecto de Reforma Constitucional en materia de aguas. El tenor del proyecto es el siguiente:

Artículo Primero. Elimínese el inciso final del artículo 19 N° 24 de la Constitución Política de la República de Chile.

En virtud de esta primera parte, se eliminaría el inciso mencionado, el cual señala:

Los derechos de los particulares sobre las aguas, reconocidos o constituidos en conformidad a la ley, otorgarán a sus titulares la propiedad sobre ellos.

Esta norma consagra constitucionalmente la situación normada hoy en ciertos artículos transitorios del Código de Aguas, destinados a facilitar la regularización de derechos de aguas no constituidos con las formalidades actuales, principalmente por su antigüedad o su origen sui generis. En consecuencia, causa extrañeza que el proyecto de reforma elimine este reconocimiento constitucional a los derechos de aprovechamiento de aguas otorgados con anterioridad a la dicta-ción del Código de Aguas. Lo anterior significa que ese reconocimiento tiene ahora un encargo y rango legal, por lo que en el futuro los mecanis-mos de reconocimiento podrían ser modificados o derogados según las mayorías y procedimientos legislativos propios de las leyes.

Artículo Segundo. Agréguense los siguientes in-cisos tercero, cuarto y quinto al numeral 23 del ar-tículo 19 de la Constitución Política de la República de Chile:

Las aguas son bienes nacionales de uso público, cualquiera sea el estado en que se encuentren, el lugar en que estén depositadas o el curso que sigan, incluidos los glaciares.

Corresponderá a la ley regular el procedimiento de constitución, reconocimiento, ejercicio y extin-

ción de los derechos que sobre las aguas se reconoz-ca a los particulares, considerando la diversidad geográfica y climática del país, la disponibilidad efectiva de los recursos hídricos y, especialmente, la situación de las cuencas hidrográficas. Dichos de-rechos otorgarán a sus titulares la propiedad sobre los mismos. La ley podrá establecer limitaciones y obligaciones al ejercicio de éstos, en conformidad con lo prescrito en el inciso 2° del numeral 24 de este artículo.

La autoridad competente tendrá la facultad de reservar caudales de aguas superficiales o subte-rráneas, para asegurar la disponibilidad del recurso hídrico.

Más EstadoJunto con destacar que el proyecto de reforma constitucional resulta confuso y vago, creemos que otorgar a las aguas un reconocimiento cons-titucional, dándole categoría de bien nacional de uso público, resulta innecesario y redundante, ya que las aguas tienen esa condición desde la dictación del Código Civil de 1857, norma que se mantuvo en el Código de Aguas de 1983. En concordancia con lo sostenido por importantes centros de investigación, pensamos que la inten-ción del Ejecutivo detrás de esta declaración sería devolver antiguas potestades discrecionales a la administración pública, debilitando el derecho de propiedad respecto de derechos de aprovecha-miento legítimamente adquiridos.

La vaguedad antes mencionada es conse-cuencia de cambios constitucionales que pare-cieran ser menores. Sin embargo, de la lectura del Mensaje del Proyecto es posible entrever intenciones menos altruistas que declarar que el agua es de todos los chilenos. En efecto, lo que se pretende es predeterminar el trabajo legislativo, adelantando debate y tratando de instalar la idea de que la Administración, actuando en forma dis-crecional, es la única llamada a decidir quién usa bien o mal los recursos hídricos.

En nuestra opinión parece pertinente, dada la abundancia e importancia estratégica de las nie-ves y glaciares, contar con una buena y objetiva legislación técnica que incluya las aguas en esta-do sólido. Respecto de las aguas que circulan en estado gaseoso, a primera vista nos genera caute-la y duda, ya que una regulación apresurada po-dría llevar las cosas al extremo de tener que so-licitar permisos a la Dirección General de Aguas (DGA) para aprovechar recursos muy abundantes como las neblinas a través de capta aguas.

El inciso cuarto propuesto es, a nuestro pare-cer, el que merece mayor atención en la discusión generada en torno a esta eventual reforma. Este párrafo contiene una serie de normas que de ser

Otorgar a las aguas un reconocimiento constitucional, dándole categoría de bien nacional de uso público, resulta innecesario y redundante, ya que las aguas tienen esa condición desde la dictación del Código Civil de 1857.

La reforma de las aguas

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aprobadas, podrían modificar sustancialmente el marco legal referente a la propiedad sobre los dere-chos de aprovechamiento ya constituidos en Chile.

En primer lugar, el Ejecutivo plantea que «co-rresponderá a la ley» regular los modos en que pueda extinguirse un determinado derecho. Tal redacción, expresamente abierta, permitirá esta-blecer causales para limitar, caducar o extinguir los derechos de aprovechamiento de aguas, lo que equivale a eliminar de golpe la perpetuidad como característica esencial de estos derechos. A mayor abundamiento, la redacción legal propuesta agrega una serie de criterios de redacción abierta, que permitirían al legislador y al Ejecutivo adminis-trar los recursos hídricos de modo excesivamente discrecional. Estos criterios serán: la diversidad geográfica y climática del país, la disponibilidad efectiva de los recursos hídricos, la situación de las cuencas hidrográficas, y según la remisión al inci-so segundo del artículo N° 24 se agregan además, los intereses generales de la nación, la seguridad nacional, la utilidad y la salubridad públicas y la conservación del patrimonio ambiental. Lo an-terior configura, a nuestro entender, el estableci-miento de un verdadero régimen de expropiación y de causales de caducidad a los derechos de apro-vechamiento de aguas, radicada en la discreciona-lidad del funcionario administrativo.

Es preocupante que en el nivel de propuestas de políticas públicas, la discusión se esté exten-diendo a la legitimidad misma de la propiedad privada y de los derechos que la sustentan. Para que el mercado libre opere con eficiencia, es fun-damental que los derechos de propiedad estén claramente definidos y sólidamente asentados en la legislación general. Si falla esto último, no se da una condición básica para una eficiente asig-nación de los recursos, ya que los incentivos para actuar en esa dirección están ausentes.

Particular atención nos merece el texto propues-to para el nuevo inciso quinto, que otorgaría facul-tades a la Dirección General de Aguas para reservar caudales de aguas superficiales o subterráneas, con el objeto de asegurar la disponibilidad de recursos hídricos. En nuestra opinión, el texto parece dema-siado abierto y destinado a otorgar una amplitud de capacidades a la Administración Pública que va más allá de lo prudente.

Actualmente, la legislación contiene normas y mecanismos suficientes que permiten a la DGA controlar la asignación de recursos hídricos y

administrarlos en contextos de escasez. Así las cosas, el artículo 129 bis 1 del Código de Aguas faculta a la autoridad para establecer caudales ecológicos de hasta un 20% (excepcionalmente hasta un 40%), con el fin de velar por la preser-vación de la naturaleza y la protección del medio ambiente. Dicho mecanismo ha sido empleado en forma extensiva por la DGA en los últimos años, al momento de constituir nuevos derechos de aprovechamiento de aguas e, incluso, ha esta-blecido la obligación de respetar estos caudales a solicitantes de traslados de puntos de captación, pese a no estar facultada legalmente para ello.

A mayor abundamiento, según la legislación vigente el Estado tiene la facultad de solicitar y adquirir derechos de aguas a nombre del Fisco, como cualquier entidad o persona privada y par-ticipar en un remate determinado. En consecuen-cia, este inciso de la reforma parece innecesario según las facultades legales existentes.

La redacción de esta norma parece demasiado abierta y vaga y podría dar origen a facultades meramente discrecionales para la DGA, ya que el único criterio establecido es el de «asegurar la disponibilidad del recurso hídrico». Tal objetivo no es algo criticable en sí mismo, pero el respeto al derecho de propiedad y la certeza jurídica que los inversionistas requieren para sus proyectos, hace necesario que la posibilidad de reservar caudales dependa de un proceso normado, obje-tivo y transparente. Las normas que regulen esta facultad deberán contener criterios técnicos con-sensuados en la industria, limitando al mínimo la discrecionalidad de funcionarios administrativos en las decisiones finales.

El camino al desarrollo económico sustenta-ble requiere fortalecer el derecho de propiedad en un sistema de mercados libres, y no debilitarlo mediante una mayor injerencia de los funciona-rios públicos de turno.

Lo que se pretende es predeterminar el trabajo legislativo, adelantando debate y tratando de instalar la idea de que la Administración, actuando en forma discrecional, es la única llamada a decidir quién usa bien o mal los recursos hídricos.

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Consciente de los nuevos desafíos que trae el siglo XXI, la Dirección General de Aguas (DGA) del Ministerio de Obras Públicas creó, el año 2008, la Unidad de Glaciología y Nieves (UGN), con el objeto de iniciar un programa glaciológico nacional destinado a inventariar, estudiar y mo-nitorear los glaciares del territorio nacional. En este contexto, la UGN está generando una línea base glaciológica para conocer la respuesta actual

y futura de los glaciares ante el calentamiento global y está levantando el Inventario Público de Glaciares a nivel nacional. Ambas iniciativas per-mitirán protegerlos de manera efectiva ante las intervenciones antrópicas de acuerdo a la legisla-ción y política actual.

La nieve y los glaciares se presentan como una de las fuentes principales de agua, ya que constituyen un componente esencial del ciclo

EL AGUA MÁS DURALos glaciares de roca, por su particular cobertura que los protege de la radiación solar, son menos sensibles a variaciones térmicas como las que provoca el calentamiento global. Incluso, en nuestro país, hay zonas donde tienen más importancia que los glaciares blancos. Estando Chile entre los países con mayor disponibilidad de este interesante recurso, se hizo necesario iniciar su estudio y monitoreo para contar con un inventario que permitiera protegerlos de impactos ambientales.

Gonzalo Barcaza

Gonzalo Barcaza, geógrafo de la UC y doctor en Ciencias Ambientales de la Universidad de Tsukuba, Japón, tiene a su cargo la Unidad de Glaciología y Nieves de la Dirección General de Aguas del Ministerio de Obras Públicas.

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hidrológico y una reserva estratégica de agua dulce. De ahí su gran importancia considerando que los glaciares han experimentando a lo lar-go del país un acelerado proceso de retroceso y adelgazamiento en respuesta al calentamiento global. Por lo tanto, al ser sensibles indicadores de estos cambios climáticos, es imprescindible la obtención de información glaciar continua en el tiempo, a modo de poder evaluar causas y posi-bles efectos.

La UGN contó con un presupuesto inicial el año 2008 de $858.200.000 y de $475.245.000 el año 2009.

Glaciares rocososLos glaciares rocosos son una manifestación de permafrost de montaña, reptante y con un im-portante contenido de hielo, que presentan forma de lengua o lóbulo; el permafrost corresponde a una capa de suelo o roca cuya temperatura ha sido inferior a cero, ininterrumpidamente, du-rante miles de años. Estos cuerpos se encuentran constituidos por un porcentaje variable de hielo y

detritos y se ubican, generalmente, en terrenos de alta montaña. Superficialmente presentan carac-terísticas semejantes a las de un flujo de lava, con cordones y surcos longitudinales y/o transversa-les, además de paredes laterales y un frente escar-pado, características que son indicadoras del flujo del glaciar, el cual se mueve por deformación de la masa de hielo bajo el efecto de gravedad, debi-do a su propio peso.

El contenido de hielo de los glaciares roco-sos varía entre un 40 y un 60% del total de su volumen. No obstante, hay glaciares rocosos que pueden estar formados en más de un 90% por hielo, tanto intersticial como hielo masivo. Estos glaciares constituyen un fenómeno de considera-ble interés, tanto por su valor como indicadores de condiciones ambientales actuales y pasa-das, como por el rol que juegan en los sistemas geomorfológicos e hidrológicos de las áreas de montaña.

Su comportamiento es diferente, ya que su cobertura detrítica los protege de la radiación solar, por lo que tienen una respuesta más tardía que los glaciares blancos ante variaciones de la temperatura atmosférica.

En las regiones de Atacama y Coquimbo, los glaciares rocosos son una forma común y cubren una significativa superficie, incluso mayor que la ocupada actualmente por los glaciares blancos o descubiertos (Paskoff, 1993).1 Las primeras es-timaciones del equivalente en agua de glaciares rocosos en Chile central, indican que tienen ma-

La nieve y los glaciares se presentan como una de las fuentes principales de agua, ya que constituyen un componente esencial del ciclo hidrológico y una reserva estratégica de agua dulce.

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yor importancia que los glaciares blancos entre los 29° y 32° de Latitud Sur de la cordillera chi-lena. Sin embargo, han sido fuertemente impac-tados por exploraciones y/o actividades mineras (Brenning, 2008).2

Corte (1997)3 señala que en los Andes de Mendoza es posible esperar un rendimiento hí-drico de los glaciares rocosos muy superior a los cien litros por segundo por kilómetro cuadrado (l/s/km²). No obstante, mediciones puntuales realizadas en los Andes Centrales de Chile dan cuenta de rendimientos aproximados de sólo 30 l/s/km² (Marangunic, 1976).4

En ChileEn nuestro país existen glaciares rocosos entre las regiones de Arica y Parinacota y del Maule. La mayoría se encuentran entre la región de Atacama y la región Metropolitana, donde ya se han identificado mil 514 glaciares rocosos.

Durante las décadas de 1970 y 1980 se rea-lizaron inventarios preliminares de glaciares en varias cuencas del país, destacando el inventario de la cuenca del río Maipo (Marangunic, 1979).5 En esta cuenca se identificaron 326 glaciares rocosos. En el año 2008 se contrató una consul-

toría para identificar los glaciares rocosos de la región de Atacama (cuenca de los ríos Copiapó y Huasco) y de la región de Valparaíso (cuenca del río Aconcagua), además de la cuenca del río Elqui perteneciente a la región de Coquimbo. En total se identificaron mil 188 glaciares rocosos; 276, 628 y 284 respectivamente.

En la actualidad, el Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile está desarrollando un trabajo de consultoría para la DGA que tiene como objetivo implementar una red de monitoreo de glaciares rocosos, que per-mita conocer su dinámica e importancia hídrica y, además, realizar un inventario de glaciares de las cuencas de los ríos Elqui, Limarí y Choapa, pertenecientes a la región de Coquimbo.

GLACIARES ROCOSOS IDENTIFICADOS

Región Cuenca Número de glaciares

Región de Atacama Cuenca del río Copiapó y cuencas alto andinas 158 Cuenca del río Huasco 118

Región de Coquimbo Cuenca del río Elqui 284

Región de Valparaíso Cuenca del río Aconcagua 628

Región Metropolitana Cuenca del río Maipo 326

TOTAL 1.514

El contenido de hielo de los glaciares rocosos varía entre un 40 y un 60% del total de su volumen. No obstante, hay glaciares rocosos que pueden estar formados en más de un 90% por hielo.

1 Geomorfología de Chile Semiárido, R. Paskoff, Ediciones Universidad de La Serena, La Serena, 1993.2 «The impact of Mining on Rock Glaciers and Glaciers. Examples from Central Chile», de A Brenning. En: Darkening Peaks:

Glacier Retreat, Science and Society, University of California Press, EE.UU. 2008.3 Geocriología. El frío en la Tierra. Ediciones Culturales de Mendoza, A.E. CORTE, 1996.4 «El glaciar de roca ‘Pedregoso’, Río Colorado, V Región», C. Marangunic. Actas del Primer Congreso Geológico Chileno, 1976.5 Glaciares rocosos en el semiárido chileno. Su significado climático y geomorfológico. Análisis de caso. Cuenca superior del río

La Laguna, P. Iribarren, Memoria para optar al título de Geógrafo, Universidad de Chile, Santiago, 2008.

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La estrategia nacionalLos glaciares rocosos revisten particular interés puesto que son capaces de subsistir en climas excepcionalmente áridos, jugando un rol gravi-tante dentro de los escasos recursos hídricos de dichas zonas.

Zona NorteSi bien muchas cumbres andinas entre los 19º y 27º S se elevan por sobre la isoterma 0ºC, las escasas precipitaciones son insuficientes para alimentar los glaciares, en algunos casos incluso por sobre los seis mil metros de altitud. Por ello, un número importante de cuerpos de hielo co-rresponde a glaciares rocosos, activos e inactivos, que se localizan en las laderas de la Cordillera Andina entre los ríos Copiapó y Choapa.

Los glaciares rocosos del semiárido de Chile presentan una superficie mayor que la ocupada por los glaciares blancos o descubiertos. No obs-tante, especialmente aquellos ubicados en cotas más bajas, se encontrarían en desequilibrio con las condiciones climáticas locales, hecho eviden-ciado por depresiones en los glaciares debido a la fusión del hielo (Iribarren, 2008).6

Zona CentroLos glaciares rocosos han sido reconocidos hace años como cuerpos importantes de la Cordillera de Santiago (Lliboutry, 1956).7 Hoy se sabe que cumplen un rol clave en la recarga hídrica de las cuencas y en el sistema de transporte de sedi-mento de la alta montaña semiárida (Brenning, 2003).8 Por ejemplo, el Cajón de la Casa de Piedra tiene cuerpos de detrito y hielo muy relevantes para sus sistemas geomorfológico e hidrológico. Esta subcuenca del río Maipo alimenta la Laguna Negra, que es de gran importancia para el abaste-cimiento de agua para Santiago.

Los glaciares rocosos activos del Cajón de la Casa de Piedra almacenan más agua que los glaciares descubiertos. Esta relación puede ser considerada como representativa para muchas cuencas pequeñas de la cordillera de Santiago con altitudes menores a los cinco mil metros.

Zona Sur y AustralEn esta zona no se han detectado glaciares de

este tipo, no obstante existir una importante su-perficie de glaciares parcialmente recubiertos, en particular debido a la presencia de volcanes acti-vos, que han generado grandes cantidades de lava y cenizas volcánicas, las que se han depositado sobre algunos glaciares. Destacan, sin embargo, como glaciares con una importante cubierta ro-cosa, los glaciares Exploradores y Grosse ubica-dos en la ladera norte del Campo de Hielo Norte y en el Campo de Hielo Sur el Glaciar Frías.

Inventario 2020Se deben considerar las dificultades metodo-

lógicas para inventariar los glaciares rocosos, te-niendo en cuenta que las imágenes satelitales co-munes, que tienen resoluciones de 15 y 30 metros (Aster y Landsat, respectivamente) no siempre permiten su identificación. Por lo tanto, se hace necesario realizar la identificación y delimitación de los glaciares rocosos complementándola con métodos geomorfométricos y utilización de imá-genes de mayor resolución (por ejemplo, fotogra-fías aéreas e imágenes satelitales Quickbird, Spot o Ikonos), las que permiten el adecuado recono-cimiento de los glaciares rocosos respecto a otras geoformas. De acuerdo a la Estrategia Nacional de Glaciares, en cinco años se completarán los inventarios de glaciares para todo el país, para las épocas 2000 y 2010, con una buena capacidad de detección de glaciares rocosos y, por sobre todo, con una cuantificación precisa de los errores y sesgos de localización, delimitación y detección.

Luego, en 10 años, se completarán los in-ventarios para todo el país, para la época 2020, con inclusión de todos los glaciares rocosos. También, se realizará el primer estudio actualiza-do de variaciones areales (de su extensión), inclu-yendo la totalidad de los glaciares rocosos a nivel país. Esto se complementará con levantamientos de topografía superficial y subglaciar de preci-sión, estimaciones de la profundidad y medición de las propiedades de la capa activa, mediciones meteorológicas e hídricas. Con esto se pueden iniciar modelamientos de las variables hidroló-gicas y glaciológicas, determinando efectos del cambio climático y el aporte en escorrentía actual y futura de los glaciares estudiados.

Por último, los glaciares rocosos se podrán incorporar al Inventario Público de Glaciares creado el año 2008. De esta forma, las actividades que pudieran afectar a estos glaciares inventaria-dos, deberán someterse a los procedimientos del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental.

Su cobertura detrítica los protege de la radiación solar, por lo que tienen una respuesta más tardía que los glaciares blancos ante variaciones de la temperatura atmosférica.

6 Nieves y glaciares de Chile. Fundamentos de Glaciología, L. Lliboutry, Ediciones de la Universidad de Chile, Santiago, 1956.7 «La importancia de los glaciares de escombros en los sistemas geomorfológico e hidrológico de la cordillera de Santiago:

Fundamentos y primeros resultados» de A. Brenning en Revista de Geografía Norte Grande, 2003.

El agua más dura

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El agua es uno de los bienes de la creación que fueron entregados por Dios a los hombres para su uso y goce. Sin embargo dicho uso, por lo gene-ral, se lleva a efecto en la forma y en la cantidad que lo requiere cada cual dependiendo del desti-no que le dará.

Allí donde el agua es abundante, se consume sin limitaciones y alcanza para todos en la canti-dad requerida; en aquellas zonas donde no lo es,

debe ser distribuida de manera tal que cada uno pueda gozar, al menos, en forma parcial de ella. Esto obliga a los usuarios de las aguas a ponerse de acuerdo para distribuir la cantidad adecuada y de la mejor forma posible, los escasos recursos que se dispone. En los casos en que dicho acuer-do no se logra, deberá intervenir la autoridad de manera que ello así ocurra, estableciendo priori-dades de ser necesario.

LOS SEÑORES DEL AGUAEl uso y goce de las aguas en Chile se encuentra ordenado y regulado por un Código de Aguas cuyas disposiciones suman la experiencia chilena, bicentenaria, y la española de a lo menos mil 800 años. Recurso crucial para toda actividad humana, los conflictos relacionados han tenido siempre un primer lugar en las disputas que llegan a los tribunales de justicia. Para evitarlo, en Chile la solución de conflictos reside, en primera instancia, en los propios usuarios de las aguas.

Javier Carvallo

Javier Carvallo de Saint-Quentin, ingeniero civil de la UC, es juez de Aguas de la Primera Sección del Río Maipo y de la Tercera Sección del Río Cachapoal. Además, es director de la Confederación de Canalistas de Chile y socio de Javier Carvallo de S.Q. Ltda., Ingenieros Civiles y de Ingeniería Construcciones y Servicios de Obras Hidráulicas Ltda.

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Es en esta última situación en la cual en oca-siones los usuarios entran en conflicto, los que deben ser resueltos por ellos mismos de acuerdo a la organización que tengan o por la autoridad, si dicha organización es incapaz de resolverlos.

Agua turbiaLos conflictos de aguas pueden producirse por múltiples razones, dentro de las cuales pueden encontrarse inequidades en la distribución que deben realizar las personas encargadas de ello o por parte de la propia autoridad. Una mala comprensión de la legislación, de los hábitos y costumbres existentes, podría llevar a determi-nados usuarios a no respetar los derechos de los demás, en tanto hay otros que simplemente utilizan los recursos y derechos de terceros de manera francamente maliciosa, cayendo en de-litos sancionables. Sin embargo, la mayor parte de los problemas que surgen por el agua se pro-ducen indiscutiblemente debido a la ignorancia de quienes la usan, en cuanto a lo que pueden o no hacer con las aguas, las servidumbres que los benefician para su conducción, aspectos de su administración, etc.

Tanto en nuestro país como en el extranjero, se reconoce que los conflictos más graves y difí-ciles de solucionar son los referentes a las aguas. Por este motivo es de suma importancia, en la administración del recurso, todo cuanto se refiere a los mecanismos de resolución de conflictos. En todas las sociedades en que este recurso escasea se ha elaborado una institucionalidad en torno a esta importante labor, la que, conociendo la particularidad propia de las pugnas por el uso del agua, puede zanjar estas diferencias antes de que se deba recurrir forzosamente a los tribunales de justicia.

En efecto, son innumerables los conflictos de aguas que pueden ser resueltos con un buen conocimiento de la administración, legislación, historia, hábitos y costumbres existentes, y, a su vez, si se cuenta con la confianza y respeto de los usuarios. En este contexto puedan ser soluciona-dos de manera relativamente rápida, sin tener que recurrir a tribunales generales que no necesaria-mente son especialistas y profundos conocedores de este tipo de materias. Destacamos los tribuna-les de Valencia, formados por representantes de las comunidades de regantes, que dirimen nume-

La mayor parte de los problemas que surgen por el agua se producen indiscutiblemente debido a la ignorancia de quienes la usan, en cuanto a lo que pueden o no hacer. CÉSAR CORTÉS

Los señores del agua

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CÉSAR CORTÉS

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rosos casos semanalmente de manera oral y ex-pedita en las escalinatas de acceso a la Catedral de la ciudad.

La enorme escasez de lluvias que caracteriza al clima de buena parte de la península Ibérica se traduce en una gran falta de los recursos dispo-nibles para la población. Es por ello que las pug-nas por las aguas han sido comunes en España, desde que se tiene registros acerca de su historia, lo que no solo afectó a aguas de consumo o de regadío sino también, a partir de la Edad Media, al uso del agua como fuerza motriz para los molinos de trigo en la fabricación de la harina; para los conocidos batanes, molinos de martillo para la fabricación de paños; a los martinetes y barquines para la forja de hierro y a aquellos que se utilizaron para la fabricación del papel, etc., dando origen en determinados ríos a importantes conflictos por el uso de sus aguas.

Es por ello que la autoridad española, según se tiene conocimiento a partir del siglo XII, em-pezó a incluir en los cuerpos legislativos de esa época –denominados Las Siete Partidas–, dispo-

siciones relacionadas al uso y distribución de las aguas, que permitieran salvar los problemas que se estaban iniciando a este respecto. En el año 1563, el rey de España don Felipe II, con el áni-mo de una buena distribución de las aguas que corrían en los valles de sus dominios de España y del resto del mundo hispánico, creó la institución de los jueces de aguas o jueces de río, como tam-bién se les conoce. Su función alcanzaba también a la resolución de conflictos, hasta donde pudiera alcanzar su efectividad.

Participación ciudadanaEs así como la conquista española trajo a Chile la institucionalidad de los jueces de aguas, siendo el alarife Pedro de Gamboa uno de los primeros funcionarios que nombró Pedro de Valdivia el 18 de marzo de 1541, quien entre otras funciones debía velar por la correcta función de acequias que abastecían de agua a la ciudad así como «re-partir equitativamente las aguas al riego de las heredades existentes».

Posteriormente, luego de los siglos coloniales, todas esas disposiciones fueron enriqueciéndo-se a través del Código Civil en los tiempos de la República. A raíz de una importante sequía ocu-rrida en 1872, el presidente de la época, Federico Errázuriz Zañartu, decretó mediante ordenanzas que los jueces de aguas pasasen a ser nombrados por los usuarios de cada río y que estos también proveyeran a su remuneración. A partir de esta fecha la solución de conflictos, así como la repartición de las aguas, reside como responsabilidad plena en los usuarios y en el juez de aguas que ellos nombren.

En nuestro país la solución de conflictos reside en primera instancia en los propios usuarios de las aguas, quienes están llamados no solo a hacer uso de ellas si no también a resolver los problemas que pudieran suscitarse entre ellos.

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Posteriormente, la institucionalidad chilena fue complementándose con la ley de Asociaciones de Canalistas del año 1908, con la cual se crearon las asociaciones del mismo nombre y las comu-nidades de aguas, cuyos directorios a partir de ese momento empezaron a actuar como Tribunal Arbitral de Primera Instancia en las diferencias que se suscitaren por estos temas entre los miem-bros de la comunidad. En consecuencia, en nues-tro país la solución de conflictos reside en prime-ra instancia en los propios usuarios de las aguas, quienes están llamados no solo a hacer uso de ellas si no también a resolver los problemas que pudieran suscitarse entre ellos. Esta responsabi-lidad recae en el día de hoy en los directorios de las asociaciones de canalistas y comunidades de aguas, en aquellos sectores en que las aguas se conducen y distribuyen mediante obras artificia-les, como canales, marcos partidores, compuertas y otros. En los cauces naturales la potestad reside en el directorio de las juntas de vigilancia y en las facultades de los jueces de aguas o repartido-res generales de las aguas del río, como también se les denomina.

Las disposiciones fueron recopiladas y re-fundidas en el Código de Aguas, aprobado el año 1951. Dicho código ha sufrido dos reformas importantes en los años 1969, 1981 y las modi-ficaciones a algunos artículos el año 2005, hasta llegar a nuestros días.

La fuente del conflictoComo podemos observar, tanto la institucio-nalidad vigente para la resolución de conflictos como las disposiciones que permiten ordenar la administración y distribución de las aguas, son abundantes en nuestro país y proceden de una experiencia más que milenaria a este respecto. Sin embargo, cada vez que surgen conflictos que se alargan y que nadie asume, aparecen voces para reformar drásticamente la normativa vi-gente, sin considerar que el verdadero problema no se encuentra ni en la institucionalidad ni en las normas, si no, más bien, en la decisión de las autoridades nombradas para ello, y que vacilan en hacerlo. Son muchos los que sueñan con que tratándose de decisiones difíciles sean máquinas automáticas quienes las tomen, de manera de no cargar con la responsabilidad, disyuntiva que es tan antigua como el hombre. A la autoridad honesta, que realmente desee velar por el bien co-mún tal como el deber se lo señala, no le quedará otro camino que dictar justicia como correspon-de y actuar sin importar si su sentencia es impo-pular o no. Por lo tanto, nada se debe temer en

relación a la resolución de conflictos y menos aún pensar que se deben borrar todas estas experien-cias e inventar cosas nuevas para abordarlos.

Son numerosos los casos en que las actuales organizaciones de usuarios han intervenido en conflictos de aguas, resolviendo de una manera adecuada debido al conocimiento que generan los años de práctica como autoridad al frente de su institución. Pero, lamentablemente, por negligen-cia de algunos en asumir las responsabilidades como corresponde, y sobre todo por ignorancia de los usuarios, es común que en lugar de acu-dir a sus dirigentes lo hacen directamente a los Tribunales de Justicia, complicando no solo a estos tribunales, si no que también la solución a la que se pueda llegar. Por otro lado, existiendo la posibilidad de nombrar jueces de aguas com-petentes, no se ha recurrido suficientemente al nombramiento de dichos funcionarios en los ríos, demostrándose una vez más que no se está ha-ciendo uso de las herramientas que pone a dispo-sición de los ciudadanos la legislación vigente.

Es bueno repetirlo una vez más: si bien los conflictos de aguas son más que milenarios si se junta la historia de España con la de Hispano-América, siempre ha sido posible, mediante las instituciones y la legislación creada para ello, encontrar una solución. En los casos en que esta se posterga o no se encuentra, generalmente, es responsabilidad de aquellos que deben dictar las sentencias correspondientes, y no de las insti-tuciones y de las normativas. Indudablemente, estas dos deben ser adaptadas y adecuadas a los tiempos en que se vive, pero en ningún caso se debe dar la espalda a la enorme experiencia acu-mulada, la que entre otras cosas tiene relación con el gran conocimiento adquirido sobre el com-portamiento de los seres humanos ante el uso de este elemento vital.

Es efectivo que en algunos sectores de nuestro país existen en la actualidad diferencias y pugnas entre quienes son los principales usuarios del agua, sea esta para el regadío, es decir, la agricul-tura; quienes la requieren para la generación de energía; aquellos que la extraen desde los cauces naturales para el consumo de las ciudades, otros para el uso de ciertas industrias y en otros casos quienes la usan para la extracción y explotación de minerales, etc., pero, se debe tener confianza en que si las personas llamadas a solucionar los conflictos asumen su responsabilidad, y se to-man en cuenta las herramientas administrativas y legales existentes, más los abundantes medios tecnológicos que están puestos a su disposición, nada impedirá su resolución adecuada.

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Lamentablemente algunos políticos, cientistas sociales e incluso la prensa hablan de las gue-rras por el agua como un paso inevitable debido al crecimiento de la población y a la necesidad creciente por el suministro hídrico. No se trata aquí de cuestionar el que las presiones demo-gráficas hagan de la disponibilidad de recursos una fórmula compleja de administración, sino de distinguir entre conflicto y guerra, y las posibili-dades que esta diferenciación facilita en términos prácticos. Básicamente, se trata de permitir, en

forma anticipada, el desarrollo de opciones para la solución pacífica de las controversias.

El tema de fondo es que la guerra se enmarca en la dinámica del conflicto, es decir, una guerra determinada es la manifestación violenta de un conflicto específico, pero no es su única forma de expresión. Aunque no existe una definición única y suficiente para referirnos al conflicto, es posible señalar que se trata de un fenómeno social in-herente a la humanidad, universal y recurrente. En general, «tiene su origen en una diferencia de

CONFLICTO VECINALEl conflicto por el agua con los países vecinos de Chile es una controversia que se puede resolver cuando aún hay tiempo. Incluso, puede ser útil, en la medida en que aquello que origina las divergencias también permite que las relaciones entre las partes evolucionen y se transformen. Ello, en gran medida, ha sucedido con Argentina, no tanto con Perú y aún menos con Bolivia.

Cristián Faundes

Cristián Faundes es magíster en Ciencias Militares, mención Conflicto y Negociación Internacional por la Academia de Guerra del Ejército de Chile. Tiene el título de periodista, Licenciado en Información Social por la UC. Actualmente se desempeña como investigador en la Academia de Guerra del Ejército de Chile. Es autor del libro El agua como factor estratégico en la relación entre Chile y los países vecinos (2008).

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intereses o de deseos, en aspiraciones incompati-bles que inducen a las partes a enfrentarse en el intento de lograr su objetivo».1

El conflicto es voluntario y de carácter inten-cional, implica una voluntad hostil porque existe la disposición de una de las partes o de ambas, de causar perjuicio. La existencia de fórmulas de resolución pacífica de conflictos (arbitraje, me-diación y negociación) permite que la violencia sea sólo una de las consecuencias posibles del mismo; existen alternativas al desastre.

Lo que determina la forma en que se resuelve una situación antagónica está en la manera en que se manifiestan las diferencias y cómo estas se manejan o administran. Lo clave es que mientras existan mecanismos que regulen el conflicto, éste puede ser incluso útil, en la medida en que

aquello que origina las divergencias permite que las relaciones entre las partes evolucionen y se transformen. Esto implica que para abordar un problema, no se trata únicamente de la voluntad para hacerlo de un modo amistoso u hostil, sino que finalmente depende de la capacidad de los actores involucrados para hacer lo que puedan. La clave se encuentra en el desarrollo de meca-nismos y capacidades.

Independiente del asunto que concite un choque de intereses contrapuestos, su expresión violenta depende de la estructura sobre la cual se desenvuelven las relaciones entre las partes invo-lucradas, lo que incluye las políticas, legislación, existencia de acuerdos, historia de relaciones, entre otras. Este punto es esencial para entender que es posible construir con anticipación los ci-mientos que permitirán la resolución pacífica de futuras divergencias.

El agua como recurso natural no escapa a esta dinámica. Por ende es más apropiado hablar de conflictos por el agua que de guerras por este vital elemento. Incluso es más esperanzador, pero a la vez lógico: es altamente probable que los esfuerzos que se realizan anticipando la guerra sean más onerosos que aquellos destinados a la preparación de la paz.

La disponibilidad de agua se obtiene de la función de la demanda y las capacidades de suministro de una cuenca hidrográfica. Las variables son la distribución desigual del agua dulce, el tamaño relativo de las ciudades y su actividad.

RELACIÓN ENTRE LA DISPONIBILIDAD DE AGUA DULCE Y LA POBLACIÓN

Fuente: UN/WWAP (United Nations/World Water Assessment Programme). UN World Water Development Report: Water for People, Water for Life, Unesco y Berghahn Books, Paris, New York y Oxford, 2003.

1 Mediación y resolución de conflictos, Beatriz Martínez de Murguía, Paidos, México, 1999.

Conflicto vecinal

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Escasez y distribuciónSe trata de uno de los elementos naturales que más utilidad representa para la humanidad, a tal punto que parece irrelevante destacarlo. Como bebestible para humanos y animales, elemento de riego, medio de transporte, se encuentra en prác-ticamente todos los procesos de limpieza (tam-bién el alcantarillado), e incluso se utiliza como regulador de temperatura (de manera destacable en forma de cristales de hielo, en la mezcla de ce-mento para construir la torre más alta del mundo en Dubai); más aún, su abundancia es determi-nante en la conformación de los ecosistemas.

La disponibilidad de agua en determinada región se obtiene de la función de la demanda y las capacidades de suministro de una cuenca hidrográfica. Las principales variables se encuen-tran en la distribución desigual del agua dulce en el planeta, el tamaño relativo de las ciudades y poblados y su actividad.2

El agua cubre aproximadamente el 70% de la superficie del planeta. El 97,5 por ciento es sala-da, y el 2,5 por ciento restante es agua dulce dis-tribuida en varias formas. El 68,9% se encuentra almacenada en forma de glaciares, que se ubican principalmente en Antártica y Groenlandia. Casi un tercio fluye en acuíferos subterráneos (30,8%). Apenas un 0,3% de los recursos están dispersos en lagos y ríos. Principalmente estos últimos ali-mentan las redes de agua potable en el mundo.

La demanda de agua dulce aumenta con el crecimiento sostenido de la población, la con-secuente urbanización y el incremento de la ca-pacidad agroalimentaria e industrial, ejerciendo constante presión sobre las condiciones de sumi-nistro. Un dato a tener en consideración es que mientras la humanidad se triplica en el siglo XX, el consumo de agua aumenta seis veces.

Las capacidades de suministro de una cuenca están sujetas a la variación climática que afecta al ciclo hidrológico en sus distintas etapas. Se trata de períodos estacionales y de fenómenos más di-versos como la erupción volcánica y las corrien-tes oceánicas. Últimamente, el mayor impacto es el del calentamiento global causado por el hom-bre con la tala de bosques y la emisión de gases invernadero. Estos últimos afectan de distintos modos la diversidad de cuencas, pero, en térmi-nos generales, se acelera el derretimiento de gla-ciares y se extreman las condiciones climáticas, aumenta la aridez de zonas secas y se incrementa la humedad en sectores usualmente húmedos; la

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2 Por ejemplo, no es comparable la demanda de agua por habitante en ciudades dedicadas a la explotación minera (intensas en el consumo de agua) con aquellas dedicadas a los servicios.

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cantidad de precipitaciones y el periodo de ocu-rrencia se verían alterados.

Como se puede observar en el gráfico, la dis-ponibilidad global de agua versus la población subraya las disparidades continentales. A nivel mundial, Asia tiene la mayor presión sobre los recursos hídricos al albergar a más de la mitad de la población y disponer sólo del 36% de los recursos. América del Sur se encuentra con la situación más holgada, con un 6% de la población y el 26% de los recursos.

A primera vista los datos de distribución de agua dulce en el mundo y la población por continentes revelan que en el momento actual la disponibilidad de agua no es un criterio predo-minante en la toma de decisión de los individuos para fijar residencia. Sin embargo, en este contex-to es importante destacar que alguna vez lo fue, especialmente en la formación de las primeras ci-vilizaciones que se desarrollaron en las riberas de importantes ríos, en Egipto y Mesopotamia, así como las primeras ciudades en la vieja Europa. A la luz de esta información, es interesante seguir desde la geografía humana el proceso histórico por el cual se forman las ciudades y su posterior crecimiento; un tema de investigación pendiente en esta materia es determinar si es posible que la disponibilidad de agua frene la expansión de éstas a futuro, en especial por la ocurrencia de fenómenos asociados con el cambio climático.

En este punto es importante destacar que como menciona Aaron T. Wolf, experto en con-flictos por el agua, «ni la distribución del agua ni las relaciones políticas suceden ‘en promedio’».3 Invita con ello a estudiar en detalle la problemá-tica del agua por cuencas. Por ejemplo, de nada sirve saber que la disponibilidad de agua dulce en promedio en Chile es de 57 mil 639 metros cúbi-cos por habitante al año (m3/hab/año).4 La situa-ción aparentemente holgada no permite cuestio-narnos respecto de los problemas de suministro en otras regiones, la Región de Antofagasta con

227,9 m3/hab/año y la Región de Atacama con 320,64 m3/hab/año. En este contexto es nece-sario tener en cuenta que se registra una condi-ción de escasez de agua con una disponibilidad inferior a mil 700 m3/hab./año. Según el Índice de Estrés de Agua de Falkenmark, una situación de escasez crónica se registra entre 500 y mil m3/hab./año; una menor disponibilidad impli-ca que la situación es inferior a la capacidad de administración, como es el caso de las regiones mencionadas.

En este escenario se hace evidente que el problema del suministro de agua dulce pasa por situaciones de conflicto de intereses en relación a un bien público, por las necesidades de su ad-ministración y por el desarrollo de instrumentos y capacidades para enfrentar las divergencias. Y en ese contexto, los actores y mecanismos para regular los conflictos son muy diferentes en casos que ocurren al interior de un país de aquellos que se desenvuelven en la esfera internacional.

Con los antecedentes señalados es posible someter a discusión el desarrollo de capacidades bilaterales entre Chile y cada uno de los países vecinos frente a la problemática del agua.

Entre ríosCon Argentina se acumulan más de diez años de trabajo en temas específicos del agua, lo que ha permitido la formación de un cuerpo legal y un grupo de trabajo sobre recursos hídricos compar-tidos. Un paso sustantivo se registra en 2007, me-diante la conformación de los subgrupos binacio-nales de cuencas piloto, Río Grande de Tierra del Fuego y Huahum – Valdivia. Aún queda trabajo por realizar con el fin de desarrollar una gestión compartida de los recursos hídricos transfronte-rizos, hasta que se alcance este objetivo podrían surgir dificultades ante necesidades de utiliza-ción de aguas como, por ejemplo, por la cons-trucción de embalses y centrales hidroeléctricas. Destaca el hecho de que los problemas del pasado se han solucionado en forma pacífica, aunque la ausencia de una demarcación en Campo de Hielo Sur ha provocado ruido en la relación bilateral.

Respecto de las relaciones en un sentido am-plio, destaca el cuerpo institucional bilateral en-tre Chile y Argentina que ha tenido la capacidad de sobrellevar serios temas coyunturales como la crisis interna de Argentina de fines del 2001 y los cortes de suministro energético, desde abril de 2004 a la fecha. Del mismo modo, avanzan las medidas de confianza mutua (MM.C.M.) hasta la

La ausencia de acuerdos de gestión compartida de recursos hídricos con Bolivia exige un trabajo bilateral para desarrollar mecanismos de prevención. Lo preocupante es que el vecino país califica a tres casos como “pendientes”.

3 Presentación al libro El agua como factor estratégico en la relación entre Chile y los países vecinos de Cristián Faundes, Colección Investigaciones ANEPE N° 20, Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos. Santiago, 2008.

4 Estimación para los años 2003 a 2007 calculada en base a una población estimada de 15.996.000 habitantes. Fuente: Base de datos de Aquastat, FAO.

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creación de la Fuerza de Paz Binacional “Cruz del Sur”. Surge una inquietud respecto de la nueva Doctrina Militar Argentina denominada la guerra por los recursos y la posibilidad de que en el fu-turo se generen tensiones por la demarcación de Campo de Hielo Sur.

La ausencia de acuerdos de gestión compar-tida de recursos hídricos con Bolivia exige un trabajo bilateral para desarrollar mecanismos de prevención. Lo preocupante es que el vecino país califica como pendientes los tres casos de inte-reses contrapuestos por el agua identificados en la historia de las relaciones bilaterales con Chile (ríos Mauri,5 Lauca y Silala). A diferencia de la situación con Argentina, este hecho revela la nula capacidad bilateral para lograr acuerdos por te-mas asociados con el elemento vital.

Desde las administraciones de Michelle Bachelet y Evo Morales se ha institucionalizado el diálogo sin exclusiones y sin condicionamien-tos, mientras se busca crear confianzas a todo nivel; incluyendo el sector Defensa que ha inicia-do MM.C.M. de primera generación con visitas protocolares. No se puede dejar de mencionar la existencia de una estructura institucional básica que opera en ausencia de relaciones diplomáticas formales que incluye, entre otros, el Mecanismo de Consultas Políticas entre Bolivia y Chile y el Grupo de Trabajo sobre Asuntos Bilaterales, que han permitido la formulación de una agenda sin exclusiones compuesta por 13 puntos.

El acuerdo de 1929 con Perú define los dere-chos de agua para dos de los cinco cursos com-partidos (Lluta y Uchusuma), pero no existe un acuerdo para la administración de las otras tres cuencas. Las particularidades geográficas del sec-tor de frontera y su clima árido, junto a un even-tual crecimiento de la población, pueden generar necesidades de aprovechamiento del recurso hídrico. Ocurre que en la historia de relaciones por el agua dulce con Perú no se han manifestado intereses contrapuestos por los recursos hídricos, pero la ausencia de una administración compar-tida constituiría un problema si se llegasen a ex-presar. Si el lema es la prevención, hay un vacío que se debe llenar.

Las relaciones entre Chile y Perú tienen como marco tres mecanismos políticos relevantes, la Comisión Binacional Permanente de Cooperación a nivel de cancilleres, las Consultas Políticas a ni-vel de vicecancilleres y el Consejo de Integración

Chileno-Peruano (CIS). A lo anterior se suma el Comité Permanente de Consulta y Coordinación Política (2+2) y MM.C.M. de tercera generación. Teniendo en cuenta que a partir del año 2000 se destraba la agenda bilateral, la estructura institu-cional ha sido funcional a la relación y ha sopor-tado controversias de distinta índole. Aunque se congela la agenda en un momento de alta tensión registrado a principios de mayo de 2005, ambos países reactivan lentamente los mecanismos bi-laterales hasta completar el cuadro en agosto del 2006. El proceso de recomposición se prolonga hasta que retorna el tema limítrofe en enero de 2007, frenando la agenda positiva.

Compartir, competirFinalmente el problema de disputas por el agua dulce se sintetiza en la resolución estratégica de los países ribereños frente al dilema de decidirse a cooperar o competir por las aguas compartidas. Bien se sabe, al menos desde el siglo XIX, que el estallido de la guerra no es espontáneo, va de la mano de políticas que tienden hacia la confron-tación. En el caso del agua no tendría por qué ser diferente. Lo clave es la determinación a nivel gobierno por impulsar políticas constructivas o conflictivas y la adopción de políticas de Estado en uno u otro sentido.

En este contexto, entonces, es relevante la distinción entre guerras por el agua y conflictos por el agua. El primero predispone o predetermi-na una situación bélica, mientras que el segundo indica la existencia de una controversia a resol-ver cuando aún hay tiempo de evitar la tragedia.

Desde nuestra situación vecinal destaca el trabajo con Argentina, aunque aún falta por hacer. En cierta medida preocupa la ausencia de estructuras con Bolivia y Perú, en el primer caso porque existen diferendos y se ha intentado resolverlos sin resultado; en el segundo porque, aun cuando no existen problemas aparentes, las sorpresas pueden afectar el nivel de relaciones.

El problema de disputas por el agua dulce se sintetiza en la resolución estratégica de los países ribereños frente al dilema de decidirse a cooperar o competir por las aguas compartidas.

5 Aún en 1997 se vinculó a Chile por reclamos de administración de aguas en la cuenca del Mauri que se extiende en territorios que pertenecen a Perú desde el Tratado de 1929.

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Fernando Peralta Toro, ingeniero Civil UC, obtuvo su especialidad en Hidrología en las uni-versidades C.E.I.H. de Madrid y de Minnessota, Estados Unidos. Es presidente de Eptisa Chile Ltda. y de la Confederación de Canalistas de Chile, asesor de tema de aguas del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), Banco Interamericano de Desarrollo

(BID) y de la Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación (FAO) en diferentes países hace más de tres dé-cadas.

— Hay una sensación, visible en los medios, en la ciudadanía, de que Chile se acerca a una situación límite en relación

ENTREVISTA A FERNANDO PERALTA

CHOQUE DE IDEAS«La tierra estaba desierta y desnuda, las tinieblas cubrían la cara del abismo, mientras el espíritu de Dios planeaba sobre las Aguas», dice el Génesis en su primera parte. Hoy por hoy, no es precisamente el espíritu de Dios el que solitario se desplaza sobre ríos, glaciares y lagos, sino también las ideas de los hombres. Para el prestigiado especialista, Fernando Peralta, pionero del tema, lo que en el fondo se discute es si el Estado o los privados administran mejor los recursos. Se trataría de determinar quién es más confiable y eficiente a la hora de resguardar este bien que desde la Antigüedad fue un elemento mágico y sagrado.

Miguel Laborde / Revista Universitaria

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al recurso agua: ¿cuál es su percepción de nuestro futuro?

— Es un tema serio y la preocupación es muy legítima. Su uso correcto y eficiente conviene para evitar problemas futuros por la escasez de agua, pero Chile, que conozco bien, no presenta problemas en el presente ni en el futuro cercano; cuenta con abundantes recursos para enfrentar su desarrollo a lo menos en los próximos 50 a 100 años. Esto, sin embargo, no avala la des-preocupación. El uso eficiente, la mejor gestión, el evitar el despilfarro, deben ir siendo parte de nuestra cultura, sin necesidad de que disminuya el recurso. Es algo que se da de forma natural, y por lo mismo es que en el norte se cuida el agua mejor que en el sur.

— Según el Mapa del Consumo de la Superintendencia de servicios Sanitarios, los residentes de Las Rocas de Santo Domingo gastan al año mil 200 litros más que los de Aysén. Son el mayor y menor consumo. Se indica que el consumo supera en 70% lo necesario, que el resto es de-rroche. ¿Qué significan estos números en la realidad nacional?

— Hay que distinguir en tipos de uso. En Chile cerca del 80% es agrícola, de 7 a 8% urbano y de 8 a 12% minero; el resto es «otros». En esa perspectiva, objetivamente, los vecinos de Santo Domingo no causan un daño serio a la sociedad. Recordemos que en su vecindad está la desembo-

cadura del Maipo, donde las cantidades sin uso que se vierten al mar superan los tres mil millo-nes de metros cúbicos anuales.

No es un aspecto central del tema. Debemos concentrarnos en resolver los problemas reales y puntuales, que exigen una solución. El río LLuta, por ejemplo, descarga al mar cerca de 30 millo-nes de metros cúbicos anuales, cifra superior a toda la demanda de agua potable de Arica. Las aguas servidas, que representan el 70% del agua fresca demandada, no se reutilizan; eso es un tema. Arica tiene una planta de tratamiento de aguas salobres con la cual abastece el 25% de su demanda; otro aspecto a considerar. Por eso no se puede hablar de escasez en Chile, todo debe ser analizado caso por caso. A nivel general del país, en todo caso, de la I a la IX región, el uso de las aguas continentales no llega al 30% de los recursos, mientras el 70% restante se va al mar. Pero, como sabemos, la distribución geográfica es irregular.

— El tema agua subyace siempre en relación al calentamiento global, la que sería una tendencia que, por supuesto, haría disminuir la producción natural del recurso. ¿Cómo nos puede alterar nuestra búsqueda de un desarrollo sustentable, en relación al agua?

— Me sobrepasa el calentamiento global, no sé si viene o no, pero si viene, la posición como país es adecuarse a él, hacer diagnósticos de sus posibles efectos y prever las medidas para adaptarse a las nuevas condiciones. Por ejemplo, habrá que considerar el contener agua en embal-ses, sea superficiales construidos especialmente para tal fin, o bien haciendo uso de los embalses subterráneos que el país tiene en forma natural a lo largo de todo su territorio, los que se pueden

«El río Lluta, por ejemplo, descarga al mar cerca de 30 millones de metros cúbicos anuales, cifra superior a toda la demanda de agua potable de Arica».

Choque de ideas

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utilizar con una escasa inversión. Por ejemplo, el embalse natural subterráneo de Santiago, entre la precordillera y el sector de Peñaflor, tiene una ca-pacidad de regulación del orden de 10 mil millo-nes de metros cúbicos, lo que equivale a 40 veces la capacidad de almacenamiento del Embalse El Yeso. El tema se está usando para hacer terroris-mo, para impactar al público, en lugar de centrar-se en soluciones que, tanto por capacidad técnica como económica, están en Chile.

— En el New York Times del 14 de mar-zo de 2009, aparece un artículo muy crí-tico al país al respecto, el que dice: «En ninguna parte el sistema de compra y ven-ta de agua es más permisivo que en Chile, donde los derechos de agua son propiedad privada, no un recurso público, y pueden ser objeto de comercio como mercancías con poca supervisión gubernamental o ga-rantías para el medio ambiente…» ¿Qué juicio le merecen opiniones como ésa? Otros, en relación a lo mismo, critican el que con esa política los ríos han pasado a ser propiedad extranjera, los principa-les como Cisnes, Pascua, Palena, Baker, Chacabuco, Puelo, Futaleufú.

— En Chile el agua es un bien nacional de uso público desde siempre, y lo que se otorga a los particulares es un derecho de aprovechamien-to cuyo ejercicio está regido por un sistema legal y administrativo que impone condiciones para evitar la sobreexplotación del recurso, afecciones a terceros y afecciones al medioambiente. El mer-cado de derechos de aprovechamiento no es más que una práctica eficaz para regular usos de agua entre diferentes sectores productivos. Se conside-ra que este mecanismo que sí se encuentra bajo normas de regulación es ágil, transparente y per-mite el uso del agua en aquellos sectores que más lo necesitan.

— ¿Dónde apunta el artículo, cree us-ted?

—La alternativa a esta reasignación entre par-ticulares podría ser una con intervención estatal y gubernamental. No obstante, lo más probable es que dicho mecanismo no pueda responder a los requerimientos el país con la suficiente agili-dad, transparencia y bajo costo con que lo hace el mercado.

— ¿Y el tema del acaparamiento?— En Chile no hay acaparamiento. Primero,

hay que distinguir entre derechos consuntivos, en que el usuario no tiene la obligación de devol-ver el agua a su cauce natural, como sucede con

el uso agrícola, de los no consuntivos que sí tie-nen que devolverlo como sucede básicamente con las hidroeléctricas. En esta hay concentración de derechos en pocas manos, lo que es reflejo y con-secuencia de la concentración de la generación hídrica debido a la magnitud de las inversiones; pero, como vemos, se refiere a las aguas que vuel-ven al cauce.

Por otra parte, sucede, con la legislación re-ciente, que si un derecho no es utilizado por un titular, en el punto de la cuenca en que lo tiene concedido, el agua continúa su escurrimiento por su cauce natural y puede ser empleada en calidad de derecho eventual por terceros; para ello bas-taría con ampliar el criterio, que hoy no hay, con que se otorgan los derechos eventuales. Además, la actual ley, desde 2005 cuando se modifica el Código de Aguas, establece una patente por el no uso de las aguas, lo cual es un fuerte desincen-tivo para la tenencia de derechos de aprovecha-miento que no se utilizan; este año es el tercero en que es están aplicando, y a mi juicio van a producir el efecto esperado, aunque no en forma instantánea sino en los años siguientes, debido a la progresividad del valor de las multas, las que se van incrementando en el tiempo.

— El año 1980 se señaló que los de-rechos de este mecanismo debían operar por el mercado, mediante un remate en caso de que hubiera más interesados por un derecho. Pero el mecanismo del remate casi nunca se dio, ya que los oferentes se solían poner de acuerdo. ¿Es hoy más efi-ciente y transparente?

— El que ya existan remates es otra clara demostración de que el agua es un bien nacional de uso público y que el Estado representa el bien común. Por ello que puede realizar esos remates.

— ¿Y qué sucede con los conflictos en zonas donde hay múltiples interesados?

— Nuevamente, es un tema de zonas y ges-tión. En el Valle de Aconcagua, en la desembo-cadura en Concón, se vierten al mar mil 400 millones de metros cúbicos al año, en tanto la

«(Frente al calentamiento global) habrá que considerar el contener agua en embalses, sea superficiales construidos especialmente para tal fin, o bien haciendo uso de los embalses subterráneos que el país tiene en forma natural a lo largo de todo su territorio».

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dossier/

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Choque de ideas

WWW.SXC.HU

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demanda de agua potable de todo Santiago es de 600 millones. Los conflictos son muy puntuales, en ciertos puntos de algunos valles, y todos ellos pueden ser resueltos dentro del actual esquema legislativo, Sólo se requiere la voluntad de hacer uso y aplicación de las leyes.

— ¿Cómo se diferencia la política chile-na de la de otros países?

— La cantidad de canales de riego, que es lo más expandido, suma una longitud cercana a los 100 mil kilómetros, los cuales son anual o semes-tralmente adecuados y limpiados por los propios usuarios. Esto es excepcional, porque en muchos países de América Latina existe una administra-ción estatal o una combinación público privada con fuerte costo estatal, y ellas no han demostra-do ser más eficientes que la chilena.

— ¿Pero significa una ventaja?— La distribución, que consiste en entregar

a cada usuario la cantidad que le corresponde de acuerdo a sus derechos, diariamente, está en manos de organizaciones privadas bajo el nombre de juntas de vigilancia, de asociaciones de cana-listas, de comunidades de aguas, las que realizan su labor en forma asociativa mediante aportes pecuniarios de cada usuario en proporción a sus derechos, todo ello sin ningún aporte estatal, lo cual significa un gran ahorro para el erario nacio-nal. Estas instituciones llevan más de 150 años funcionando en el país, y su labor es tan eficiente y silenciosa que la mayoría de los ciudadanos ignora su existencia.

— ¿Y porqué grupos ambientalistas, cree usted, insisten en que el actual mane-jo no es responsable?

— Es muy difícil, imposible en realidad, res-ponder a comentarios tan amplios. Las demandas medioambientales deben definirse, cuantificarse, para analizar el sistema actual de modo que, y es muy legítimo y conveniente que así sea, el mane-jo del recurso satisfaga, por ejemplo, los cauces mínimos y las demandas paisajísticas y turísti-cas. No hay nada que impida que los organismos correspondientes obtengan tales derechos, como un salto de agua que sea un recurso escénico, paisajístico; para que se cautele ese valor exis-ten los derechos no consuntivos que se pueden establecer en el momento que se requiera. Y, si eventualmente no existiesen los derechos dispo-nibles para otorgar eso, el Estado puede recurrir a la compra de estos en el mercado, incluso a la

expropiación con precios de mercado, tal como sucede con los suelos en cualquier parte del país.

— ¿Qué reforma haría usted al sistema actual?

— Más bien el perfeccionamiento de él. Por ejemplo, convendría simplificar la inscripción en el catastro. Pero partir desde la Constitución, para que en ella se diga que el agua es un bien nacional de uso público, es algo innecesario; en ninguna parte del mundo se discute que lo es, y todos tenemos legislaciones que propenden a ese concepto. Otra cosa es querer quitar a los titu-lares de derechos su uso, goce y disposición, el que, siempre ha sido limitado. No es un derecho de propiedad sobre el agua lo que se otorga, sino un derecho de aprovechamiento, que constitu-cionalmente se quiere quitar a los titulares, que los obtuvieron e inscribieron de acuerdo a la ley, salvo en casos que, por supuesto, las autoridades tienen todo el derecho de sancionar. Hay que recordar que la gran mayoría de los consuntivos, en los ríos del país, estaban ya otorgados el año 1908, por lo que hay una larga historia de admi-nistración legal que avala la situación presente.

— ¿El sistema es tan controvertido en otros países?

— En Australia o en muchos estados de Estados Unidos, se concesionan derechos, lo que es muy similar. Más bien veo a organismos no gubernamentales internacionales que no quieren esta originalidad chilena, tan descentralizada, porque va en la dirección opuesta a la de ellos, que quisieran entregar a la gestión estatal la ad-ministración de los recursos naturales. En esos países es un derecho y una posesión, la posesión de un derecho, como las concesiones pesqueras, o las mineras, y el respeto a todas ellas es lo que favorece la seguridad jurídica de los inversionis-tas para desarrollar proyectos. No me parece que comiencen a cuestionarse derechos que, como es el caso de Chile, están regulados por normas, leyes y reglamentos, y si un particular causa un daño ambiental ahí están los organismos públicos con el deber de limitar el uso de ese derecho.

«No es un derecho de propiedad sobre el agua lo que se otorga, sino un derecho de aprovechamiento, que constitucionalmente se quiere quitar a los titulares».

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letra fresca

Francisco Véjar (Viña del Mar, 1967) anda de testigo por la vida. Siempre está ahí, habitante del planeta literatura, como asistente de lanzamientos, impulsor de antologías, portador de ataúdes con historia, escribiente de poemarios –siete ya, publicado en siete idiomas– y, ahora, gracias precisamente a esa vocación testimonial, cronista, con el libro Los inesperados (Tajamar editores, 2009).Son 14 autores –dos veces siete–, con los que ha tenido una relación personal que aquí ingresa a la literatura. Entre ellos Jorge Teillier, a quien están de-dicados los dos textos que anticipamos, además de Efraín Barquero, Nicanor Parra, Enrique Lafourcade y Armando Uribe. Es un backstage de nuestro sufrido mundo literario en estas décadas recientes, un documento de interés histórico y sociológico, que nos permite asomarnos a este trasfondo, a veces bajos fondos, donde la precariedad económica y las enfermedades al hígado andan de la mano. El arte de sobrevivir en una sociedad que no tiene al arte y la cultura en la primera página de la agenda, ni en la segunda, ni en la tercera, no es un arte menor. Muchas veces, exige más talento que escribir un libro.

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JORGE TEILLIERPRIMER ADIÓS

Entre un lord inglés y un boxea-dor contra las cuerdas. Así era Jorge Teillier. Nació en Lautaro, el mismo día de la muerte de Gardel y cuando los mapuches celebran el Año Nuevo. Su lugar de origen fue La Frontera el pequeño Far West, como lo llamaba Pablo Neruda, entre el Bio Bio y el Toltén. Era un territorio poblado por colonos, con la vegetación virgen desplazada por avellanos y eucaliptus. Se hablaba en castellano, francés y mapadun-gún. Un mundo que el poeta jamás olvidó. Su universo está transido de fantasmas, duendes, cajas de mú-sica, estaciones de trenes y, cuyos

gente que yo era millonario y había comprado terrenos para hacer una ramada. ¡Todos estaban invitados! Y entonces nos regalaban whisky.

En La Ligua, su bar preferido era el de don Rocha, con sus espejos y su vieja clientela. Sobre una cubier-ta de roble, Teillier escribió: Estoy donde Don Rocha, frente a un vaso de whisky. / Sí, nostalgias del Far West, nostalgia de rebaños y trigales infinitos.

Ese bar tuvo un fin absurdo: lo que fue el mostrador y las mesas donde los bebedores jugaban al cacho, se convirtió en un parrón, en el patio de su quinta.

El Molino del Ingenio era un fundo silencioso. En la casa prin-cipal, al lado de dos chimeneas, hablábamos hasta la madrugada. Me leía ediciones hechas por él mismo. Recuerdo una selección de poemas en homenaje a René Char y Elvis Presley. Leía con voz catarrosa, interrumpido a menudo por una cascada.

Lo recuerdo traduciendo a Pink Floyd y contemplando a su gato Pedro:

Sabio budista Zenque mira la lluviaporque sabe que la lluvia existe.

Muchos de sus textos los escri-bía al reverso de sobres, en servi-lletas y hasta en carátulas de viejos discos. De un poema hacía, a lo menos, diez versiones. Y leía en sus horas de insomnio. Nunca rehusa-ba hacerles las tareas de historia a los colegiales, en el restaurante El Parrón, de La Ligua.

En Santiago, frecuenta el bar La Unión Chica. Todavía lo acom-paña Rolando Cárdenas, riendo o silenciosos. Siempre con una copa de vino, que hacen circular para la buena suerte. Pero a veces se integra

letra fresca

Escritores (no) a sueldosueños, ya muertos, lo acompaña-ban en el retorno a la provincia.

Los tiempos cambian, pero yo no cambio, decía Teillier en el Mo-lino del Ingenio, su casa campestre cerca de La Ligua. Allí se radicó en sus últimos 10 años. Poseía un pequeño despacho de madera, que había sido la residencia de un molinero. En los muros del reci-bidor, puso postales del equipo de fútbol de Polonia (con un autógrafo del entrenador); de la selección de Francia (sin autógrafo); unos dibujos hechos a lápiz por su nieto, y una foto de su abuelo francés. Pasaba gran parte del día en el escri-torio, leyendo a sus preferidos: No-valis y Hölderlin. Sus devaneos lo llevaban por los pueblos cercanos. Una tarde nos pusimos chaquetas de cuero y sombreros, y partimos a los bares de Cabildo. Le decía a la

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letra fresca/

un ex boxeador, su guardaespaldas, a quien llaman Kid Capitán. Es un picapleitos y suelen suspenderlo del bar, por sus amenazas a los clientes. De todo esto quedó un legajo con sus amenazas a los clientes. De todo esto quedó un legajo con poemas, cartas, escrito por el Chico Molina y Teillier. Una vez leí que una queja en contra de Cárdenas, que en ese tiempo recibió una fortuna derro-chándola con otros amigos en El Lagar de Don Quijote. En votación unánime, se les suspendió por dos semanas. Cabe decir que ese Lagar, el Isla de Pascua y La Unión Chica, pertenecían al Triángulo de las Bermudas, pues en cualquiera de esos bares uno podía desaparecer sin dejar rastros.

En una carta que nunca envío alude a su pasión deportiva y a ciudades misteriosas.

(…) No es raro echar de menos a Madrid, Calafell, el Escorial… Aquí me consuelo leyendo revistas deportivas (1945, Argentina cam-peón de S.A.: De la Matta, Méndez, Pedernera, Labruna y Loustau en la delantera). Escribo algunos poemas como quien lanza botellas al mar. ¿Seremos los últimos sobrevivientes que recojan las palabras de la tribu de Eddy, Milocz, Dylan, René Guy – Cadou, Rojas Giménez (¡vivan las arbitrarias mezcolanzas!), Cendrars, los tripulantes de Stevenson? Aquí estoy con los niños de Dickens, sometido a los padrastros que aman solo la prosa… Bueno un abrazo a ti y a los muchachos. No seas grasa y escríbeme. Y no silbes demasiado por las calles.

(Santiago del Penúltimo Extremo, 29-VI-1976, San Pedro y San Pablo. Temperatura máxima: 14 grados; mí-nima: 2,5 bajo cero. A las 2.30 AM).

Fue incorregible en su estilo de vida. El poema que mejor lo retrata «Pequeña confesión»: «Sí, es cierto, gasté mis codos en todos los me-sones. / Me amaron las doncellas y preferí a las putas». Y concluye: «Es mejor morir de vino que de tedio». Una vez encontré unos versos suyos al final de su ejemplar de Alicia

en el país de las maravillas: «Nieva / y todos en la ciudad / quisieran cambiar de nombre». Y en una página del diario Le Monde: «Si el mismo camino que sube / es el que baja / lo mejor es mirarlo desde esta ventana».

Era un solitario como Rilke. Es-peraba ver de nuevo un ovni, como el que contempló un mediodía de enero de 1958, en Lautaro. Jugaba ajedrez y apostada con mala suerte a la Polla Gol. Le hubiera gustado ha-blar con Baudelaire, en caso de que hubiese matado a su padrastro, el general Aupick. También soñaba con un viaje en velero a Chiloé y uno en ferrocarril de Temuco a Carahue.

En el invierno de 1994, lo acompañé a Lautaro. Estábamos en Temuco, en un encuentro de escritores Chilenos-Mapuches. Una mañana pasamos al bar El tren y nos desayunamos unos whiskys do-bles. Después de escuchar algunas canciones en la rocola, eligiéndolas con los ojos cerrados, partimos a su ciudad natal. Allá almorzamos en el Hotel de France. Luego vino la visita al cementerio, donde yace su hermana:

Vivo en la apariencia de un[mundo

Tú no sabes ni puedes saberloTú no puedes conocer a mi

[hermana.

Visitamos también su casa familiar, a un palmo de la vía férrea. Golpeamos a la puerta y nos recibió la dueña, una señora de mirada afable, que conocía a los Teillier desde hacía muchos años. Recordó anécdotas de la infancia de Jorge, él junto a sus hermanos y primos en el río Cautín. Después de tomar un refresco en el living, subimos al segundo piso para observar la pieza donde Jorge escribió sus primeros versos. Retrocedí en el tiempo y lo imaginé adolescente, leyendo acos-tados las novelas de Julio Verne o Salgari. La casa conservaba el pasa-do y en su silencio parecían oírse de nuevo los diálogos de sus hermanos muertos, Sara Amalia e Iván.

Pasó el tiempo y el círculo empezó a cerrarse. Atrás quedaron las lecturas de Henry Treece y las visitas domingueras al Ex – Club Radical de La Ligua. Los presagios del nogal hacían lo suyo. Un día, Jorge escribió:

Cuando mi voz deje de escucharsepiensen que el bosque habla por mícon su lenguaje de raíces.

A comienzos de 1996, su vida continuaba entre la ciudad y el cam-po. Lo vi una semana antes del fin. Quería viajar a la Feria del Libro de Buenos Aires. Con Krupskaia García lo ayudamos a elegir una maleta. Supe que unos días después fue a visitar a su segunda esposa, Beatriz Ortiz de Zárate. Llevó champaña para despedirse. Ahora regresan unas líneas que me recitó en esa época.

No fue el helado vientoquien marchitó las ramas.Quien marchitó las ramasfui yo, que les conté mis sueños.

Solo le restaba morir, pero el desenlace no sería rápido.

JORGE TEILLIERLA CARAVANA FINAL

En el año 90’ o el 91’, una noche en que volvíamos de La Ligua, Teillier me dijo: Debes entender que yo ya no estoy en este mundo. Lo cual me conduce a una clínica psiquiá-trica, donde estuvo internado. Los médicos no querían darle de alta porque Jorge los ayudaba a hacer un informe sobre el alcoholismo. ¡Lo retenían para sacarle información!

Siempre estuvo consciente de su enfermedad y, por lo tanto, de que su final estaba cerca. Sabía de la rui-na física en que culmina la cirrosis terminal. Pero el alcohol era el filtro por donde recibía la realidad, la que no soportaba de otra manera.

Jorge Teillier empezó su dipso-manía a los 14 ó 15 años, cuando tuvo sus borracheras iniciáticas.

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Las veces que lo vi sobrio, era una persona con la piel en carne viva, de una sensibilidad extrema. Desde luego, no se trata de hacer un elogio del alcohol. En una carta que le escribió a Beatriz Ortiz de Zárate, el 30 de diciembre del 69’ Teillier daría una clave sobre todo esto:

«En mí hay un fondo de des-trucción y decadencia que debe venir del decadente mundo de los pantanos del sur, de los pueblos que construyeron los antepasado y que están muriéndose muertos en mí, impidiéndome enfrentar esta vida de frente, en forma real, y, sin em-bargo, sé que hay en mí por delante un futuro…»

Doy fe de que Jorge fue un santo bebedor. Nunca lo vi agredir a nadie. Además, era portentosa su lucidez en el tiempo líquido del bar, como él llamaba al barco metafísico de La Unión Chica.

Después de la crisis del 92’ –cuando estuvo grave en el Hospital de la Universidad Católica–, Teillier logró recuperarse con los cuidados del doctor Víctor Charlín. Casi fue un milagro. Jorge, en su casa de Las Condes, quedó con escaras en ambos talones. Su médico le ordenó una dieta libre de carnes y frituras, con abundantes legumbres bañadas en aceite de oliva, seis claras de huevo al día, llantén, matico… Qui-zás esta mezcla permitió que viviera cuatro años más.

Lo recluyeron en su dormitorio por unos meses. Yo le visitaba con frecuencia. También Uribe, Volpe, Lorenzo y Peirano, Lafourcade o Jorge Torres Ulloa. Con Uribe queríamos crear un comité de amigos que le impidiesen recaer en el alcohol.

En una carta a Torres Ulloa, Teillier le dijo que no volvería a tomar una copa en su vida. En-seguida empezó a salir de casa, la mayoría de las veces lo acompañé, y nos íbamos al café La Escarcha. Allí bebía una Coca Cola. Recuerdo lo lúcido que estaba y la maravilla de que jamás perdía el humor. ¡Nos reímos mucho!

Teillier estaba más brillante que nunca y se restablecía velozmente. El doctor Charlín le hizo la prueba hepática y descubrió que una cuarta parte de su hígado se había rege-nerado. En una conversación con la familia, les dijo que podría vivir 18 años más si renunciaba al trago. El error fue contárselo a Teillier. Cristina Wenke decidió llevárselo al Molino del Ingenio. Fui con ellos y me quedé cuatro días, en los que visitamos los bares de La Ligua, y él seguía tomando gaseosas.

A la semana, lo llamé por teléfo-no y me dijeron que había regresado hacía una hora, para luego salir a Cabildo. De inmediato pensé: tuvo una recaída. Las opiniones estaban divididas y muchos creyeron que lo mejor sería internarlo, pero Cristina aceptó su decisión de beber, acom-pañándolo hasta el final.

Teillier volvió a tomar a fines del 92’ y no se detuvo hasta la semana previa a su muerte. Fue un enamo-rado de ella, suicidándose lenta-mente. No había nada de ingenuo en su opción.

Muchas veces me dijo que no llorase: el ejemplo estaba a la vista y dependía de mí, por mi inclina-ción al alcohol, asumir los hechos y consecuencias.

Un año y medio antes de morir, el doctor Charlín le hizo una prueba de várices en el esófago y comprobó que su hígado estaba deshecho. Le dijo que le quedaba un año de vida, y brindaron melancólicamente por el desenlace.

Me cuentan que tarareaba unos tangos en el bar del Círculo de Pe-riodistas, mientras se tomaba unos whiskys abrazado a los amigos…

Tres días antes del colapso definitivo, lo vi en el restaurante II Carpaccio leyendo el Calígula de Albert Camus. Luego me llamó por teléfono, la noche del 15 de abril de 1996, y tuvimos una conversa-ción profunda en torno a lo que yo quería hacer en el futuro. Me pidió que armase lo antes posible el libro Hotel Nube y se lo mandara al poeta y editor Omar Lara. Teillier se sentía

Teillier volvió a tomar a fines del 92’ y no se detuvo hasta la semana previa a su muerte. Fue un enamorado de ella, suicidándose lentamente. No había nada de ingenuo en su opción.

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letra fresca/

presionado. Me pidió que seleccio-nara algunos poemas inéditos: una cantidad razonable pero no desbor-dante, porque el material principal estaba destinado al libro En el mudo corazón del bosque. Le contesté: Des-cuida, mañana a primera hora envío Hotel Nube. Después me reveló que estaba adolorido, especialmente en sus costillas derechas, por la infla-mación hepática. Además, padecía de un pinchazo en toda la cintura, produciéndole abundantes náuseas.

Al final, le aconsejé tomar un tranquilizante y dormir.

Una hora después de colgar, según Cristina Wenke, Jorge fue al baño y vomitó sangre. Cristina acudió alarmada y entonces la he-morragia cesó, pero de todos modos llamaron al doctor Charlín y él les recomendó hospitalizarlo en La Li-gua esa misma noche. El poeta fue hasta su pieza, preparó su maletín y por sus propios medios partió al hospital. El médico de turno pidió unos medicamentos que no estaban en las farmacias locales, de modo Cristina envió un radio taxi a La Calera, en busca de los remedios. Cuando ella volvía por Jorge, sintió que algo pasaba. Se dirigió a la pieza en donde estaba hospitalizado y vio que se desangraba, hasta que perdió la conciencia.

En un momento se le produ-jo un paro cardio-respiratorio. Velozmente una enfermera se le subió encima y le hizo un masaje cardíaco, logrando que volviese. Se discutió trasladarlo en helicóptero a Santiago, pero la decisión fue llevarlo al hospital Gustavo Fricke de Viña del Mar.

Eran las 12.30 de la noche. Rodrigo, sobrino de Cristina, relata que cuando lo metían en la ambu-lancia, le hizo cariño en la frente, diciéndole: Jorgito, da la última pelea, sigue con nosotros… Teillier le respondió que de ésta no salía.

Lo llevaron rápidamente a Viña. Rodrigo iba detrás, en el auto de

ella. En el hospital consiguieron suturarle la várice esofágica, cosa bastante milagrosa.

A las 8 y media de la mañana, me llamó Cristina para contarme sobre la gravedad de Jorge, aunque bajándole el perfil. En estos casos nunca se sabe, dijo esperanzada.

Por la noche había transcrito los versos de Teillier. Los mandé a Lara, en Concepción, y luego con Krups-kaia partimos al hospital de Viña.

Tuve la suerte de visitarlo en la pieza donde reposaba. Pese a su de-terioro, me reconoció desde la cama y me dio la mano. Viejo Pancho –dijo entonces–, haz algo. Llevo tres días aquí y no me quieren dar de comer…

Me di cuenta de que estaba en un delirio. Hablamos brevemente y me despedí de él con un beso en la frente. Fuerza, Jorge, fuerza… Y salí de la habitación. Fue la última vez que le vi con vida.

La agonía duró una semana. No hubo forma de salvarlo. Jorge, con la hemorragia, tragó mucha sangre, lo que significó un bombardeo de proteínas sobre su hígado. Del coma hepático, pasó a un derrame cerebral.

Cuando no había vuelta atrás, Cristina me pidió que fuese a verlo, pero me opuse. Quería recordarlo lúcido.

El 22 de abril de 1996, Jorge Teillier murió.

Se le condujo en una caravana desde el hospital al Molino del Inge-nio. Lo velamos allí, en una reunión privada, y al día siguiente le lleva-mos a una iglesia. Cristina y el cura, que conocía a Jorge, me pidieron leer el poema «Para hablar con los muertos». Después lo dejamos en el cementerio de La Ligua, donde yace hasta el día de hoy.

Ese día doloroso despedimos a un amigo, a una viva moneda que nunca se volverá a repetir: Jorge Teillier.

Escritores (no) a sueldo

Rodrigo, sobrino de Cristina, relata que cuando lo metían en la ambulancia, le hizo cariño en la frente, diciéndole: Jorgito, da la última pelea, sigue con nosotros… Teillier le respondió que de ésta no salía.

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la discusión recién comienza

comenta en

www.uc.cl/ru

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reseña

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nos advierte que al dar vuelta esta página nos encontraremos con argumentos aparentemente opuestos y matiza esta polaridad en la arquitectura chilena de hoy emparentando a ambos arqui-tectos a través de la indudable calidad de su obra.

El propósito de estas entre-vistas buscan llegar a lo más íntimo, a aquello casi inconfe-sable del proceso de producción en arquitectura. Las entrevistas buscan descubrir las debilida-des y los grados de sofisticación con la que se plantean frente a un encargo o a un autoencargo, estos dos arquitectos chilenos.

Ambos tienen mucho más en común que el hecho de haber sido sometidos a este insistente e indiscreto interrogatorio. Los dos son Premios Nacional de Arquitectura (Luis Izquierdo lo comparte con su socia Antonia Lehmann); y ambos están respaldados por una obra con-tundente, y una voz nítida en relación al campo disciplinar en que ésta se inserta.

Doy vuelta esa página enton-

El libro que nos ocupa tiene dos portadas y dos entradas: una dedicada a Germán del Sol; la otra, a Luis Izquierdo.

No sé por qué comencé la lectura por el lado de Germán del Sol y presumo que esta decisión, en alguna medi-da, condicionó mi lectura. Probablemente sea ésta la en-trada más natural, puesto que Eduardo Castillo, arquitecto y autor de ambas entrevistas, ha compartido con Germán del Sol una práctica profesional y docente durante varios años, y tiene una particular cercanía con su manera de aproximarse a la arquitectura y al territorio. Por eso, al comenzar por este lado, tengo la impresión de ha-ber sido invitada a escuchar el fragmento de una conversación en curso, de una conversación tejida a partir de una comunión de trabajo y de espíritu y de la cual se nos hace solo parcial-mente partícipes.

En esta primera entrevista, la conversación fluye, las voces de Eduardo y de Germán se retroa-limentan, se entrelazan para formar una sola, una reflexión común acerca de la arquitectu-ra, acerca del punto de partida de las cosas; de las lecturas del paisaje; de las construcciones.

Cuando termina esta entrevis-ta, con una referencia a Neruda y su «todo consiste en el modo de mirar», Eduardo Castillo

Conversaciones informales. Germán del Sol y Luis Izquierdo.Eduardo CastilloEdiciones ARQ, 60 páginas.

Dos caras de la arquitectura

ces –o para ser más precisa, el libro– y llego a la entrevista a Luis Izquierdo. Efectivamente, el tono cambia. No sólo porque nos encontramos con una aproximación muy distinta a la práctica de la arquitectura, lo cual es esperable (no en vano en el libro uno está patas para arriba en relación al otro), sino porque hay un espacio nuevo entre entrevistado y entrevis-tador. De alguna manera esta segunda entrevista –entendida desde mi particular elección de acceso al libro– se hace desde la conversación con Germán del Sol. En cierto modo Del Sol ha traspasado su barrera de entre-vistado convirtiéndose junto a Eduardo en entrevistador.

Las preguntas tratan de llevar a Luis Izquierdo a un territorio elucubrativo, buscan respues-tas a problemas de significa-ción que les son comunes. Y se encuentran con una cierta resistencia y con una radical conexión con las dinámicas del uso y de la economía en las que Izquierdo inserta su obra.

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Lo que podría parecer una fisura es el mayor acierto de Castillo: desde esa conversa-ción en curso entre Germán del Sol y él, se inicia otra con Luis Izquierdo y mediante esta operación el libro despliega dos maneras de mirar la obra y la disciplina.

La oportunidad de crear sen-tido en arquitectura se busca y se crea mediante una lectura poética del entorno en el caso de Germán del Sol y aparece a través de la atención en profun-didad a los factores incidentes en el problema de la obra, en el de Luis Izquierdo.

Entremedio de ambas conversaciones, a pesar de su radical diferencia, de a poco, comienzan a tejerse ciertos acuerdos. (Quizá lograron que Luis Izquierdo fuese trasladado al espacio ‘patas pa’ arriba’ de Germán del Sol; ¿o es Germán, quien, tras el proceso de depuración realizado por Luis Izquierdo, se traslada al mundo ‘patas pa’ arriba’ de lo verifica-ble?)

Uno de estos acuerdos –en palabras de Izquierdo– es que la obra edificada, ofrecida (a cierto costo) sea más; otro, que exista una adecuada relación entre medios y fines, porque «construir cuesta».

Y, porque cuesta –lo sabemos demasiado bien– es que agra-decemos este esfuerzo, que está inaugurando la serie “Palabra”. Dejaré pasar unos días y retomaré la lectura. Esta vez empezaré por la cara opuesta del libro, la de Luis Izquierdo. Quizá descubra otras cosas que hoy no se me develaron, quizá logre hacer más combinaciones. Ustedes, los lectores, son libres de elegir por dónde abordar el texto, ese es el juego.

Cecilia PugaArquitecta

cuántas Bovary! Pero sí son una realidad, más allá de si vivieron en carne y hueso… ¡Por eso me atrevo a decir qué buen menti-roso es Ramón López!

El arte nos sorprende con sus trucos de magia y el artista se hace cargo de mentir, en tanto nosotros como espectadores aceptamos con convicción estas trampas visuales que se instalan en medio de nuestro cotidiano existir. Se abre una extensión más allá de nues-tros límites físicos, de nuestra realidad existencial, donde por medio del arte nos encontramos con experiencias maravillosas que, basándose en lo real, son capaces de concentrarla de tal manera que no podemos des-prendernos de la proyección de nuestra experiencia concreta.

Nos sumergimos en esa realidad cuando nos dejamos engañar por un escenario. Y si bien sabemos que todo es mentira, nos emocionamos hasta las lágrimas y seguimos concentrados en la trama que se desarrolla ante nuestros ojos.

Ya la gente no miente como se mentía antes, decía Oscar Wilde, en su ensayo La deca-dencia de la mentira. Y señalaba que era ésta la base del arte. La obra de arte es una mentira que pretende ser verdad. No puedo dejar de recordar cómo la historia del arte se ha basado en relatos fantasiosos, mentirosos, donde no importa la veracidad de su origen, sino su cons-trucción y la capacidad para emocionar. La definición que más me identifica para el arte es la emoción inteligente.

La fuerza de la sensibilidad, para captar una emoción fuerte, y la capacidad técnica, para transformar esa fuerza en algo concreto, sensible, en una obra de arte. Cuando los telones pin-tados se desbordan y empiezan a comprometer el espacio, y los objetos toman cuerpo; cuando las perspectivas y proporcio-nes se falsean, ahí es donde comienza la escenografía y quedan atrás los decorados.

La experiencia del arte del siglo XX, donde surge la discon-tinuidad del relato coherente para cruzarlo con elementos discordantes, es una nueva mirada del escenario.

Don Quijote es una mentira, jamás existió realmente, pero a quién le importa. A quién le importa si Madame Bovary existió o no. ¡Cuántos Quijotes ha habido en la historia y

Ramón LópezCauly / Diseño teatral 40 añosMontserrat Palmer, Patricio Mardones (editores).Ediciones ARQ, 219 páginas.

La verdad de la mentira

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reseña

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La mentira se hace verdad.Como pintor he desarrollado

la característica de abordar el cubo escenográfico desde la virtualidad del espacio, donde la magia de la representación me sumerge en una realidad que no es más que una trampa al ojo, donde la imagen no es más que una representación, una convención de que ella es un ser humano, una casa o un caballo. Esta no es una pipa, decía ese cuadro de una pipa pintada miméticamente de la realidad, por Magritte, y claro, no era una pipa.

Continuando con esta lógica, la escenografía es una trampa que nos atrapa en un espacio especialmente diseñado para vi-vir una experiencia totalizadora de nuestros sentidos. Nos ins-tala ante un juego de imágenes que contiene la trama de la obra y nos concentra hacia un estado psíquico donde este paréntesis de la cotidianeidad nos conecta con la trascendencia.

Es acá donde recorrer el libro de la historia de los trabajos escenográficos de Ramón López muestra de manera clara la génesis de cada uno de sus obras, de las cuales, en muchas de ellas, he tenido la suerte de experimentar su plena realidad.

Tiene además la claridad explicativa de los misterios de lo que realmente significa esta actividad, cómo ha sido su historia y como se aborda hoy. Debo señalar que todo esto surge desde el acto de conser-var y documentar cada obra, entendiendo lo efímero que, en casi la mayoría de los casos, resultan los trabajos. Destaco la importancia de documentar todo y conservar desde sus bocetos hasta las fotografías o videos del resultado final, ya que se convierten en documen-tos históricos de mucho valor.

Confieso cierta envidia al revisar el amplio recorrido que ha hecho Ramón López a través

del tiempo, dejando testimonios maravillosos de óperas y teatro, donde amén de la excelencia del texto, y del espacio que las ha acogido, logran el impacto ne-cesario en la conciencia de los espectadores. Hay casos en que un par de elementos naturalis-tas sirven para el propósito na-rrativo; en otros es un ambiente atiborrado de elementos; o hay unos mínimos, donde el vacío cumple un rol fundamental.

Ramón se pasea por todos los desafíos proponiendo solucio-nes que no importa si tienen una estructura autoral identi-ficatoria; con entera libertad propone un ambiente descrip-tivo o atmósferas llenas de sig-nificados donde la experiencia psíquica se hace presente con fuerte carga emocional.

La obra dramática, ya sea tea-tro u ópera, tiene un texto claro e inamovible; sin embargo, el tiempo se encarga de generar nuevas proposiciones, donde la escenografía y la tecnologías las hacen siempre diferentes y sor-presivas. La ópera se rejuvenece y deviene contemporánea con estas novedades que le traen nuevos adeptos.

El libro es un testimonio del trabajo de una vida dedicada a este arte, donde las característi-cas que hacen de esta actividad algo mágico y maravilloso, se ven reflejadas en la histo-ria individual de cada una de las obras realizadas, desde sus bocetos iniciales, hasta el resultado final. En el libro, magníficamente diseñado, se van sucediendo cronológica-mente las distintas opciones, de acuerdo a los requerimientos ya sea del regisseur, o del director, generalmente, con presupuestos muy restringidos, o de la ins-piración del artista. Es un libro que además es didáctico, que muestra a futuros escenógrafos las maravillas del oficio.

Gonzalo CienfuegosPintor

Rapa Nui constituye un ejemplo único en el mundo acerca de la fragilidad del ser humano sobre el planeta. La catástrofe humanitaria sufrida por sus habitantes antes del Acuerdo de Voluntades del año 1888, cuan-do su población pasó de tres mil 500 personas a sólo un centenar de sobrevivientes, constituye un hito histórico, que ha convertido a la isla en un símbolo de un sis-tema social y ambiental vulnera-ble, pero a su vez, de capacidad de recuperación.

El libro, escrito por siete resi-dentes de la isla y rapanui, trece profesores de la UC y una profe-sora de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, contó además con la colaboración de líderes de opinión de la isla, tales como el presidente del Consejo de Ancianos, y la deci-dida colaboración del municipio.

Se desarrollan seis áreas temáticas en la obra: arqueolo-gía; patrimonio cultural vivo; educación y desarrollo integral; economía, infraestructura, regulación e institucionalidad; desarrollo sustentable, energía y medio ambiente y, finalmente, turismo. En ellos se analizan los tópicos de la isla, generando interrogantes y exponiendo los dilemas que se deberán afrontar para orientar el futuro deseado tanto para sus habitantes, como para el país y el resto del mundo que hoy gira sus ojos hacia ella. Esos «ojos que miran al cie-lo» (mata kite rangi en lengua nativa) hoy se tornan desde el mundo académico para alum-

Los retos de Rapa Nui

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Rapa nui: iorana te ma’ohi. Dilemas estratégicosVarios autoresEdiciones Universidad Católica

de Chile, 188 páginas.

brar y visualizar los desafíos y oportunidades de su gente.

En el libro está presente el ri-gor científico, pero explicado de un modo que resulta fácilmente comprensible, lo que se agradece en obras de contenido temático tan diverso. Por lo mismo, la publicación es una exposición razonada y precisa del devenir de la civilización Rapa Nui, y de la maravillosa historia de sobrevivencia, a través de su gente, su lengua, sus tradicio-nes y su historia. La estatutaria megalítica que la hace recono-cible internacionalmente –los moai– no son sino una manifes-tación física de la cultura que los sustenta. Precisamente de ello se da cuenta en la obra.

Tal patrimonio constituye uno de los factores que más contribuye a romper con el aislamiento, siendo el motor de la industria turística.

Todos los autores señalan entre los dilemas a dilucidar el establecimiento de regulaciones eficaces tanto internas –de los propios isleños ante su queha-cer–, como externas, sean estas últimas desde el Estado chileno, los privados, el mundo acadé-mico y científico. Primordial resulta establecer el modo de interrelación entre la forma tradicional de vida rapanui agrupada en familias y clanes, con la diversidad atractiva de

la globalización. El riesgo de disminución o pérdida de la identidad local se palpa a diario.

En el primer capítulo, Andrea Seelenfreund aborda con el tono preciso una mirada al desarrollo de la arqueología y su vincu-lación actual con el desarrollo del turismo y la economía, desprendiendo de este análisis los principales dilemas que surgen a propósito del manejo, puesta en valor e investigación del patrimonio arqueológico de la isla, siendo fundamental el empoderamiento local para su protección y conservación.

El segundo capítulo es una re-seña de las sobrevivencias de la cultura Rapa Nui, como testimo-nio de una tradición resistente a los embates de la historia.

El tercer capítulo explora la educación y desarrollo integral como pilar para la perpetuación de la identidad del ser rapanui, distinguiendo la tensión produ-cida entre una enseñanza que privilegie la formación basada en la cultura ancestral versus la instrucción que enfatiza compe-tencias para el mundo global.

El cuarto capítulo identifica aspectos económicos, regu-latorios e institucionales que sean capaces de conciliar la preservación del patrimonio y el desarrollo económico, marcando la singularidad de Rapa Nui en cuanto a la propiedad de la tie-

rra, transporte y financiamiento público, y a la vez plantea la interrogante sobre la capacidad de carga turística.

El quinto capítulo describe la vulnerabilidad del ambiente isleño, señalando que el colapso vivido por su población hace dos siglos se debió a la desarti-culación del frágil vínculo entre cultura y recursos naturales. El dilema sobre un desarrollo sustentable pasa por la creación de mecanismos de incentivos y guías, más que mediante méto-dos punitivos.

El sexto capítulo aborda el que es considerado por lo isleños como el principal desafío a futu-ro: el desarrollo de un turismo sustentable en torno al cual se deban articular el resto de las estrategias, creando ofertas tu-rísticas que permitan no sólo la visita de los sitios arqueológicos, sino la creación de una verdade-ra experiencia Rapa Nui.

El epílogo de esta obra entrega algunos indicios de una estrate-gia comunicacional que per-mita convocar a una dinámica virtuosa, que involucra a los que describe como los cuatro tipos de actores: los isleños rapanui, el Estado chileno, los amigos turis-tas y los socios estratégicos.

Sin duda, el libro se aboca con entusiasmo a una tarea que en apariencia resulta presuntuo-sa, pero que es precisamente lo contrario, en un compendio erudito e informado sobre las bases en que se sustenta la cul-tura viva de Rapa Nui, de cómo ha sobrevivido su legado en las actuales generaciones, y de los principales desafíos a abordar en el futuro, presentando luces frente a los dilemas estratégicos que debe abordar la isla. Obra imperdible para policy makers, investigadores, estudiosos y amantes de la cultura Rapa Nui.

Darío Cabezas AstorgaIntegrante del Comité

Interministerial de Desarrollo de Zonas Extremas, Subsecretaría de

Desarrollo Regional.

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«Cuando decimos ‘formación’ [Bildung] nos referimos a algo más elevado y más interior, al modo de percibir que procede del conocimiento y del sentimiento de toda la vida espiritual y ética, y se derrama armoniosamente sobre la sensibilidad y el carácter».

Wilhelm von Humboldt, Gesammelte Schriften VII, 1, 30.

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RAFAEL VICUÑA

El conocedorAcadémico de la Facultad de Ciencias Biológicas, de la cual ha sido decano, este bioquímico ha dedicado su vida al conocimiento, traspasando las barre-ras científicas y acercándose como autodidacta a las filosóficas. Un hombre sensible que fruto de su esfuerzo y su rectitud fue elegido miembro de la Academia Pontificia de Ciencias con sede en Roma y, desde hace poco, parte de su Consejo Directivo. Se reconoce apasionado por la música, el golf, el cine y todo lo referente al arte, así como también por la universidad, donde ha sido director de investigación y vicerrector académico.

bueno, hacer buenas clases, produ-cir buenos trabajos y publicaciones científicas, tienes que participar en las academias de ciencias y eres evaluado por eso. Pero eres libre. Tú sabes que en la medida que lo hagas bien vas a tener un campo de acción muy amplio. Yo tengo un jefe que me dice que tengo que investigar bien. Ciencia que sea reconocida interna-cionalmente, pero no se mete en qué cosa. Y eso es libertad y es lo más maravilloso.

LA UNIVERSIDADA mí me encanta la vida en la uni-versidad. La posibi l idad, por un lado, de conversar con los pares del conocimiento, asistir a conferencias o mesas redondas y, por otra parte, de transmitir eso a estudiantes es fascinante. En la universidad estás expuesto todo el tiempo al desafío de los jóvenes, a la demanda de ellos, por nuevo conocimiento. En la universi-dad uno es muy autónomo y muy libre, uno no tiene un jefe que te diga qué hacer, sino que tienes que ser muy

Daniela Jorquera Gastelo / Revista Universitaria

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LA CIENCIADespués de trabajar 25 años en la biodegradación de la lignina, por la influencia de alumnos y particular-mente de uno, Armando Azúa, me estoy cambiando hacia el área de la astrobiología, que consiste en la búsqueda de vida en otros lugares que no sean la Tierra. Y hay distintas estrategias para hacerlo. El método que estamos utilizando nosotros es buscar en la Tierra hábitats que sean muy parecidos a los que están definiendo los astrónomos a través de sus instrumentos en otros planetas o lunas, dentro o fuera de nuestro sistema solar. Por ejemplo, buscamos condiciones muy secas o muy calien-tes o de alta radiación. El desierto de Atacama es un modelo de Marte, como también lo son los valles secos de la Antártida por la alta radiación y porque no hay agua líquida. Espe-cíficamente nosotros estamos estu-diando aquellos microorganismos que crecen en el desierto de Atacama en condiciones de extrema aridez. Cómo lo hacen las bacterias para crecer donde no hay nutrientes, altas tempe-raturas y no hay agua. Y de ese modo explicarnos lo que ocurre con la vida fuera de nuestro planeta.

tienes que ser socio de un club, tienes que tener palos. Es lo más fascinante que hay. Es un deporte muy sociable porque conversas con otra gente, estéticamente maravilloso y todas las canchas de golf son bonitas. Tú caminas durante cuatro o cinco horas con amigos por lugares bonitos, para qué decir si estás jugando con vista al mar. De repente voy a la India y jue-go golf, voy a Nueva Zelanda y juego golf, a Estados Unidos. Maravilloso. Juego un par de veces por semana generalmente con los mismos amigos en distintas canchas, incluso fuera de Santiago.

LA SENSIBILIDADTodas las formas de arte me alimen-tan el espíritu. Soy muy sensible, ten-go sensibilidad al arte y a todas las manifestaciones de la cultura humana y también a todas las manifestaciones de la naturaleza. Soy sensible y eso tiene ventajas porque uno es más feliz al gozar con cosas muy simples, con un día bonito, cuando oigo una pieza musical, con una película, con un café de verdad. Le doy muchas gracias a Dios por tener esa sensibilidad. Pero también a uno le duelen cosas que no tienen mucha trascendencia. Cuando uno es sensible lo pasa muy bien, pero también muy mal. Algunas actitudes de la gente, inconsecuen-cias, eso es lo que más me duele, o actitudes poco rectas de personas. Y yo quisiera tener el cuero más duro. Entonces, en alguna ocasión incursioné en la política, y estuve en una comisión política de un partido, pero duré muy poco, me tuve que ir y renuncié al partido incluso. Porque yo no tengo cuero duro para esas peleas, me afectan.

SA

R C

OR

TÉS

LA MÚSICAMe fascina la música. Toda la música: la clásica y la pop. En mi iPod tengo mitad de música clásica y mitad de música pop. En lo que es pop me gustan los Pet Shop Boys. Siguen siendo increíbles para mí. Me gusta Peter Gabriel. Me gusta lo que se llaman los oldies, esas canciones, de los años 1960 y 1970, francesas e italianas: Pepino Di Capri, Claude François. Me gusta Coldplay, Sade. Obviamente el jazz, Billie Holiday. Y en música clásica Brahms, Tchaikovsky, Haydn, Beethoven, todos. Muchas veces pienso que si me dieran a escoger entre la vista y el oído, yo lo pensaría un buen poco. Porque el placer que me da oír es mayor que el que me da ver.

EL GOLFEn los últimos diez años, el golf me ha llenado la vida. Cuando era estu-diante en Nueva York y no podía salir mucho porque no tenía dinero, veía mucha televisión. Y ahí me enamoré del golf, porque es muy lindo verlo en la televisión. Me compenetré mucho en eso. Y pasó mucho tiempo hasta que me decidí a empezar a jugar, por-que por muchas razones no es fácil:

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Artistas participantes de

este número

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César Cortés Dellepiane (1977). Se define como reportero fotográfico por eso de andar siempre alerta con la cámara al hombro, pero también porque lleva 12 años de trabajo profesional –tras formarse en el Instituto Alpes–, y lo que hace es, efectivamente, reportajes, en los que deja ver un filo algo irónico o iracundo cuando le duele lo que su ojo ve. En el año 2006 obtuvo el primer lugar en el concurso El mar: una mirada a lo nuestro organizado por la Armada de Chile y la UC. Actualmente es el editor del Departamento de Fotografía de la Vicerrectoría de Comunicaciones UC.

Juan Pablo Garnham (1982) es periodista UC. Trabaja en la Vicerrectoría de Comunicaciones y Asuntos Públicos y ha sido académico de la Facultad de Comunicaciones, en temas de redacción. Si bien su mayor interés está en contar historias de manera escrita, ha encontrado en las imágenes una herramienta complementaria al periodismo. Como fotógrafo aficionado, ha comenzado a explorar las perspectivas que la cámara permite y la complementación entre ésta y las letras.

Cristóbal Correa Montalvo (1974) aporta su ojo de geógrafo al mundo de la fotografía del paisaje chileno; su ojo entrenado advierte la arquitectura del paisaje, la estructura subyacente, sin desviarse ni perder su concentración. Le pregunta a la naturaleza cómo está conformada, y la deja hablar. Recorredor del país a lo largo y a lo ancho, gracias a sus viajes cuenta con un extenso banco de imágenes propias, lo que también le ha permitido dar a conocer libros con su visión de los paisajes de Chile, como Antártica, tierra incógnita (2004), Isla de Pascua, Te Pito te Henua (2005) y, el más reciente, Chile, la última frontera (2007), dedicado a la Isla Juan Fernández, la Isla de Pascua y el Chile austral.

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