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Migración y Comunidad ET 3/6 enero-junio 2016 64 ISSN:2007-9729 URL: www.espaciostransnacionales.org Eric Oliver Luna González E l siguiente texto se ha redactado con base en lo rescatado de la experiencia de viaje y trabajo de campo, los docu- mentos y datos proporcionados por las personas encargadas de los albergues-casas de migrantes (las cursivas son mías) mismos; busca dar parte de la voz y experiencias de las y los muchos que tienen y viven como parte de su cotidianidad el fenómeno de la migración y participan en su atención. La presentación es imitando un diario de campo, herramienta usada en la metodología cualitativa y que sirve entre otras cosas para plasmar de forma simple, pero no por eso sencilla, la realidad que rodea y envuelve al estudioso de tal. Por tanto el lenguaje y redacción es de forma que invite a interesarse y cuestionarse sobre el fenómeno migratorio; que la “imagina- ción sociológica” se presente tanto en quienes parten desde las ciencias sociales como forma de comprensión y explicación de la realidad como de quienes, ajenos a estas ciencias y estudios, también estén interesados en el tema de la migración y sus diferentes formas de manifestarse. Este “tipo de diario de campo” se compone de tres partes: en la primera parte trato de describir y sumergir al lec- tor en la experiencia de realizar trabajo de campo en un fenómeno tan delicado y de difícil trato como lo es la migra- ción. En el segundo nuevamente realizo una descripción pero sobre los albergues; también hago énfasis en la relación Sobre la experiencia en campo: Las Casas de Migrantes en el sureste de México Eric Oliver Luna González * Resumen: Las casas de migrantes son lugares que dan cobijo y asistencia a la población migrante que, generalmente, no cuenta con papeles para viajar por México en su camino a Estados Uni- dos y enfrentan diversas dificultades y violencia. Cómo funcionan y cómo son, es parte del análisis explicati- vo que se realizó durante la visita que se hizo a cerca de 10 albergues (casas de migrantes) en el sur y norte del país. Para esto, se realizó una narrativa de sentido cualitativo tipo ‘dia- rio de campo’; de esta forma el investigador fue testigo y es- cucha de distintos actores que atienden el fenómeno migrato- rio de forma frontal, a esto se sumó el permiso de ingresar a instalaciones de distintos albergues. Esta narrativa se dividió en 3 partes: la experiencia metodológica; la descripción de los albergues rescatando generalidades y particularidades de los mismos y finalmente un análisis a forma de conclusión. Palabras clave: migración, casa, albergue, asistencia, narrativa, diario de campo. Abstract: Migrant homes are places that provide shelter and assis- tance to the migrant population, who generally do not have papers to travel through Mexico on their way to the United States and face various difficulties and violence. How they work and how they are is part of the descriptive analysis that was carried out during the visit to about 10 shel- ters (migrant homes) in the south and north of the country. For this a narrative of qualitative sense was carried out, type ‘field diary’; In this way the researcher was a witness and listener of different subjects who attend the migratory phenomenon fronta- lly to this was added the permission to enter facilities of different shelters. This narrative was divided into 3 parts: methodological experience; the description of the shelters rescuing generalities and particularities and finally an analysis by way of conclusion. Keywords: migration, home, shelter, assistance, narrative, field diary. * Sociólogo egresado de Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa, México. Integrante del equipo de investigación de IASOC, A.C. y asistente de docencia en UAM-I y UAM-X en la licenciatura en sociología.

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ISSN:2007-9729 URL: www.espaciostransnacionales.org Eric Oliver Luna González

El siguiente texto se ha redactado con base en lo rescatado de la experiencia de viaje y trabajo de campo, los docu-mentos y datos proporcionados por las personas encargadas de los albergues-casas de migrantes (las cursivas son mías) mismos; busca dar parte de la voz y experiencias de las y los muchos que tienen y viven como parte de su

cotidianidad el fenómeno de la migración y participan en su atención.

La presentación es imitando un diario de campo, herramienta usada en la metodología cualitativa y que sirve entre otras cosas para plasmar de forma simple, pero no por eso sencilla, la realidad que rodea y envuelve al estudioso de tal. Por tanto el lenguaje y redacción es de forma que invite a interesarse y cuestionarse sobre el fenómeno migratorio; que la “imagina-ción sociológica” se presente tanto en quienes parten desde las ciencias sociales como forma de comprensión y explicación de la realidad como de quienes, ajenos a estas ciencias y estudios, también estén interesados en el tema de la migración y sus diferentes formas de manifestarse.

Este “tipo de diario de campo” se compone de tres partes: en la primera parte trato de describir y sumergir al lec-tor en la experiencia de realizar trabajo de campo en un fenómeno tan delicado y de difícil trato como lo es la migra-ción. En el segundo nuevamente realizo una descripción pero sobre los albergues; también hago énfasis en la relación

Sobre la experiencia en campo: Las Casas de Migrantes en el sureste de México

Eric Oliver Luna González *

Resumen: Las casas de migrantes son lugares que dan cobijo y asistencia a la población migrante que, generalmente, no cuenta con papeles para viajar por México en su camino a Estados Uni-dos y enfrentan diversas dificultades y violencia. Cómo funcionan y cómo son, es parte del análisis explicati-vo que se realizó durante la visita que se hizo a cerca de 10 albergues (casas de migrantes) en el sur y norte del país. Para esto, se realizó una narrativa de sentido cualitativo tipo ‘dia-rio de campo’; de esta forma el investigador fue testigo y es-cucha de distintos actores que atienden el fenómeno migrato-rio de forma frontal, a esto se sumó el permiso de ingresar a instalaciones de distintos albergues. Esta narrativa se dividió en 3 partes: la experiencia metodológica; la descripción de los albergues rescatando generalidades y particularidades de los mismos y finalmente un análisis a forma de conclusión.

Palabras clave: migración, casa, albergue, asistencia, narrativa, diario de campo.

Abstract: Migrant homes are places that provide shelter and assis-tance to the migrant population, who generally do not have papers to travel through Mexico on their way to the United States and face various difficulties and violence. How they work and how they are is part of the descriptive analysis that was carried out during the visit to about 10 shel-ters (migrant homes) in the south and north of the country. For this a narrative of qualitative sense was carried out, type ‘field diary’; In this way the researcher was a witness and listener of different subjects who attend the migratory phenomenon fronta-lly to this was added the permission to enter facilities of different shelters. This narrative was divided into 3 parts: methodological experience; the description of the shelters rescuing generalities and particularities and finally an analysis by way of conclusion.

Keywords: migration, home, shelter, assistance, narrative, field diary.

* Sociólogo egresado de Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa, México. Integrante del equipo de investigación de IASOC, A.C. y asistente de docencia en UAM-I y UAM-X en la licenciatura en sociología.

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de estos con la iglesia (en este caso, cristiana y católica). Finalmente, una tercera parte con algo más que sólo una conclusión: pretendo que el lector imagine y considere la relación macro y micro social del fenómeno migratorio así como su lugar en el espacio-tiempo de la sociedad mexicana.

Como sociólogo mi participación con IASOC significa mi primer trabajo en investigación a un nivel no solamente aca-démico; incluso ya habiendo desempeñado otros trabajos, mi enfoque era más hacia el tema de la educación superior y las identidades profesionales. Esta experiencia me ha hecho comprender con más plenitud el oficio de hacer y ser soció-logo. No me queda más que agradecer al equipo IASOC por confiar en mí.

La experiencia en campo.

El fenómeno migratorio: Las Casas de Migrantes.

Cuando se habla del “migrante” muchas de las veces lle-gan a la mente esas imágenes de una persona quemada por el sol, sucia, cansada; también se considera a este como un delincuente o que sólo sabe pedir dinero, “limosnear”. Estas imágenes están por demás, cargadas de estigma. El prejuicio hacia el otro y cierto racismo y clasismo no permiten apre-ciar la problemática de quienes deben de adoptar el término de migrante, como parte de su identidad.

Pero el migrante no está sólo en su travesía y búsqueda de un mejor sitio, o como decía el padre Juan Scalabrini: buscar un lugar de vida digno.

Existe una red de albergues que se conocen más común-mente como “Casas de Migrantes”; algunos de estos sitios son enormes y cuentan con varios servicios, otros son más peque-ños y apenas tienen el espacio y manos suficientes para ayudar. También existen casos como el de Las Patronas que, no son una OSC u otro tipo de organización. A ellas lo que las mue-ve es el sentido de asistir humanitariamente a sus semejantes.

Sin embargo, el migrante enfrenta muchas adversida-des: generalmente se cree o piensa que ellos se mueven en el tren pero actualmente, debido a las reformas y leyes ex-puestas en el Programa Frontera Sur (o Plan Frontera Sur, como más lo conocen) ellos ya no pueden ir tan fácilmente sobre el tren e incluso son amenazados con armas, por los agentes fronterizos. Otro de los obstáculos es la presencia de la delincuencia organizada que los extorsiona, secuestra, etc. Sumado a esto, como mencioné en las primeras líneas, la sociedad en general parece no tener una buena percep-ción de las personas que migran, por lo menos si no se tra-ta de alguien de origen mexicano. Una estrategia de quien migra se advierte en las rutas que recorren por el sureste mexicano, siendo estas lo más retiradas de carreteras y ca-minos comunes para terminar por internarse en la montaña y selva muchas veces hacia lugares desiertos como men-cionó Jesica1, en el albergue de Chahuites, Oaxaca: entre Arraiga (Chiapas) e Ixtepec son cerca de tres días caminan-do. Por eso se abrió este albergue, para darles una ayuda y descanso. El camino es desértico, no hay nada y muchas veces cuando llegaban a Ixtepec llegaban destrozados.

Y aún con todo esto, y en palabras de los encargados de los distintos albergues que conocí, el flujo de migrantes ha crecido. La presencia de menores y de familias enteras ha aumentado, así como el que muchos de los migrantes bus-can su calidad de refugiados o de asilo; otros lo que han he-cho es establecerse en México e iniciado una “nueva vida”.

Todo esto lo fui comprendiendo y en cierta manera viviendo al participar en el proyecto de investigación “Organizaciones de la Sociedad Civil que asisten y defienden a los migrantes” de coinversión con INDESOL e IASOC2; mi participación en el trabajo de campo, el trato directo con la población mi-

1 Jesica Cárdenas. Coordinadora y encargada del albergue para migrante “Cen-tro de ayuda humanitaria Chahuites” (ahora conocido como Centro de de ayu-da Centroamericano en Chahuites); durante un tiempo ella trabajó en el alber-gue “Hermanos en el Camino” en Ixtepec, Oaxaca; su experiencia en ese lugar la hacen poseer amplia experiencia en el tema de migración y DD.HH. El al-bergue que coordina, lo fundó el señor Irineo Mújica (actualmente en Cabor-ca, Sonora) para posteriormente dejarla a ella en el cargo por el año del 2014

3 IASOC: Investigaciones Aplicadas Sobre Organizaciones Civiles. 2016..

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grante (aunque no tan profundamente como hubiese de-seado), la experiencia del viaje y visita a las casas-alber-gues, sin duda alguna como experiencia en investigación social, amplían el panorama que tenía sobre el fenómeno. Como experiencia humana es acercarse desde una forma más sensible al tema y entender de “viva voz” que la la-bor humanitaria está presente y que tiene muchas caras.

En los siguientes apartados intentaré ilustrar está expe-riencia, esperando sirva como consulta y guía para aque-llos y aquellas interesados en el tema, no tanto por su razón metodológica sino por su contenido de experiencia viva y de reflexión. Las ciencias sociales no sólo se hacen en escritorio (sí, es parte pero no todo) también hay que ir y vivir de algún modo, el fenómeno social a investigar.

El Sureste mexicano.

Cuando el trabajo de campo, no es como en los libros.

Todo empezó en el mes de septiembre (2016) al poco tiempo de unirme a IASOC para trabajar en un proyecto de investigación sobre el fenómeno de la migración. Es entonces que me presenté con quien sería mi compañero de trabajo: Cuauhtémoc3.

A finales de septiembre salimos de la CDMX (Ciu-dad de México) hacia Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Desde este punto sería que nos desplazaríamos a otros. Cuando llegamos (eran aun las 10am) al poco tiempo de insta-larnos nos dirigimos al albergue que más cercano es-taba: Casa del migrante Jesús Esperanza en el camino

(antes: Jesús Peregrino) en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, centro. Ahora, me gustaría hacer reflexión en algo que debe de tomarse en cuenta. Si bien el albergue se ubicaba en la colonia centro de la ciudad, esto no siempre resulta de esta manera. Los albergues o casas que asisten a la población migrante regularmente se hallan en las orillas de las ciu-dades o poblados; basta ver el directorio de la OIM4 para apreciar esto. Cada dirección viene acompañada de un pe-queño mapa que permite apreciar la ubicación y en donde puede apreciarse claramente que los albergues están siem-pre a las afueras de las ciudades, o bien, cerca de las vías del tren. Raramente se ubican cerca de una zona céntrica.

Otra de las situaciones es que no resulta tan fácil acercar-se a estos lugares. O por lo menos eso es de primera mano. Cuauhtémoc y yo seguimos un protocolo básico de notificar nuestra llegada: elaborar oficios con el nombre de IASOC explicando nuestro interés por visitar el albergue, etc. Tam-bién está presente el hacer llamadas telefónicas o el envió de correos electrónicos tratando de comunicarse con el alber-gue y/ o las personas que aparecen en los directorios como encargados o representantes. Esto no siempre es fructífero: las direcciones (locales o electrónicas) no siempre son las señaladas, algunas ni siquiera aparecen; las personas que reciben los correos no los atienden o los pasan de largo des-pués de leerlos, o simplemente hay que estar preparado para no ser bien recibido.

Todo esto tiene un aspecto negativo y hasta cierto pun-to desalentador para quien desee realizar una investigación; pero todo tiene su porqué y no todo está perdido.

Retomando el punto. Cuando llegamos al albergue nadie nos recibió y no se veía actividad alguna. Cuauhtémoc seña-ló que probablemente era la hora y que por eso se debiera la situación, pero había otra circunstancia: ¿de verdad no había nadie en el albergue? Comenzamos a preguntar entre los ve-cinos si sabían sobre el horario en que estaba abierto (había una manta señalando el nombre y función, pero no el horario) y las respuestas que encontramos no fueron las más cordia-les: desde tajantes “no sé”, hasta “a poco hay una casa”. Esto se solucionó hasta que una persona nos señaló que en la casa

3 Cuauhtémoc Calvillo. Miembro del equipo de investigación de IASOC.

4 Este directorio sirvió como referencia en la localización de muchas OSC-al-bergues. Es un directorio editado por la OIM, UnitedNations Trust Found-for Human Security y el Programa Conjunto de Migrantes en Transito-México.

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frente al albergue era habitada por una de las encargadas de tal. No quiero entrar en más detalles para aburrir al lector: finalmente logramos hacer contacto con una mujer que se presentó con el nombre de Esmeralda. Ella nos dijo que no podría atendernos ese día, pero sí al siguiente, por la tarde.

Se fue el día y decidimos planificar nuestro puntos a visitar al día siguiente: Arriaga y Mapastepec, ambos en Chiapas. Tomando en cuenta que nos tomaría un traslado de 2 horas por cada punto convenimos que al final dejaríamos Tuxtla.

Otro día. Partimos rumbo a Arriaga a la casa5 del migran-te “Hogar de la Misericordia”, a diferencia de JEC este al-bergue6 se encuentra a las orillas del municipio. La colonia se llama Playa Fina y hace honor a su nombre, en parte. Las calles son una mezcla de arena y tierra que hace juego con el calor característico de la región. Llegamos y afuera del albergue habían varios migrantes haciendo labores de mantenimiento; estos al notar nuestra presencia cru-zaron miradas y en un mo-mento muy bien coordinado regresaron dentro del alber-gue, cerrando la puerta con candado. Tan sólo se limitó un chico de no más de 25 años a atendernos desde de-trás de la puerta. Después de explicarle nuestro propósito, asintió con que efectivamen-te habían leído el correo pero

que no tenían permiso de darnos la entrevista ni entrada al albergue. Amablemente nos invitó a retirarnos prometién-donos que resolvería el problema. Lo que se hizo fue pe-dirle algún número para contactar al albergue siendo que nos proporciono su número de celular. Carlos, nos dijo que se llamaba (poco después supimos que ese no era su nombre real pero al menos el número si lo era) y nos pidió llamarle en la tarde para saber si podíamos pasar. Cuando nos retiramos al andar vimos varias pintas en las paredes. La mayoría de casas están en obra negra7 e inconclusas. No hay pavimentación como mencioné, y podía observar-se muchas casas con muros hechos de madera y cartón así como un trazado irregular de las calles. Entre todo eso, cerca del albergue hubo algo que nos llamó la atención, una pinta que comunicaba algo muy simple pero concreto:

NO SENTARSE. VIENE LA MIGRA.

Antes de mencionar lo ocurrido en Mapastepec, quiero hacer pausa para explicar la problemáti-ca que existe en el trabajo de campo, en primer lu-gar y, las posibles respuestas al difícil acercamien-to al objeto, en este caso los albergues y su personal.

5 JEC: es el acrónimo que es utilizado por el albergue: Jesús Esperanza en el Camino.

6 En lo siguiente, utilizaré “casa” o “albergue” de forma aleatoria para referirme a los centros de asistencia al migrante. Ambos términos son usados indiferenciada-mente tanto por los encargados de los centros como de la población en general.

7 El adjetivo de obra negra en la construcción, se refiere a aquellas edificaciones de las que sólo han levantado los muros y techos, sin los detalles de aplanado con ce-mento o yeso, incluso sin servicios de agua o luz como parte de sus instalaciones.

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ISSN:2007-9729 URL: www.espaciostransnacionales.org Eric Oliver Luna González

El primer punto como ya venía mencionando es un cu-mulo de dificultades tanto metodológicas como técnicas del investigador. Es cierto que la correcta elaboración de un protocolo y del IRI8 es de mucha ayuda sin embargo, el investigador debe también aprender a sopesar adversida-des que surgen y que dependen de las personas con quie-nes interactúa. Y no sólo las personas sino también con el contexto y la ecología del lugar; cuando interactuamos con las personas para conocer tal o cual sitio o conocer algún dato relevante (un ejemplo es cuando preguntamos por el albergue JEC) no recurrimos a un oficio o algo parecido, sino a la experiencia personal de convivencia pero anteponiendo nuestro papel de trabajo de campo. Pero esto es algo que, quien esté interesado en este tipo de experiencias, debe de saber y aprender a solventar de la mejor forma. Como mencioné, es un problema meto-dológico y de técnica; el otro punto es, arbitrariamente a mi parecer, más interesante ya que permite acercarse a la realidad de la situación de los albergues desde las propias habilidades de interacción social: convivencia.

No sólo en JEC y en el “Hogar de la Misericordia” en-contré esta situación de desconfianza; esto fue algo que se manifestó en mayor o menor grado y de distintos modos en todos los albergues visitados. Una de las razones de esto, es la seguridad al interior y exterior del albergue. Como bien nos contó Ramón Márquez9 en Tenosique: el perso-nal de La 72 se ha visto amenazado por su papel de ayudar a la población migrante. Más desde que se denunció que existe una red de trata de personas y en la que participa-ron autoridades…; hemos recibido amenazas de muerte.

Claro está que este ejemplo es uno muy drástico, pero invita a pensar la magnitud del hecho. En términos de se-guridad, Esmeralda nos contaba que también es el papel de la comunidad. Si bien los vecinos están divididos entre quienes aceptan el albergue y quienes no, este equilibrio es muy frágil. El caso de Ixtepec10 es el mismo, en donde Lupita nos contó sobre como un vecino agredió junto con otros más, las instalaciones y a los migrantes mismos, tan sólo porque estos agarraron unos mangos que colgaban de una rama que inevitablemente cruzaba desde su casa al pa-tio del albergue. O cuando los vecinos amagaron con cerrar el albergue al ver que el DIF les dio unas despensas ale-gando que: quienes estaban ahí ni siquiera eran mexicanos.

En Huixtla, el padre Heymann11 ha enfrentado similares dificultades.

Otro elemento es el de la delincuencia en su forma de tratantes o secuestradores (aunque bien pueden ser la mis-ma figura). Muchos de los encargados (as) de los alber-gues son puntuales al señalar que esta situación es crítica para los migrantes y para el albergue mismo; se han dado casos en que bajo el argumento de buscar trabajadores, en-ganchan a los migrantes y se los llevan, siendo en el me-jor de los casos, explotados sin paga y amenazados de ser reportados al INM. Otros sin embargo llegan a los alber-gues ya siendo secuestrados, es decir, el mismo secues-trador los manda al albergue y mantiene amenazados. Esto es muy difícil de denunciar o de captar al momento de su ingreso al albergue ya que el migrante parece temer más a la deportación o al trato con la policía que, en sus palabras, casi siempre está coludida con los delincuentes.

Aunque hay más elementos que inciden, espero que lo mencionado permita al lector formase una imagen del pro-blema y así entender porqué contactar o entrar a un albergue de migrantes (sin serlo) es en ocasiones muy complicado. Por tanto también uno mismo debe tomar las medidas necesarias.

En Mapastepec la situación parece tomar otro matiz. Para empezar el albergue se llama “Casa del Migrante de Mapas-tepec” y su relevancia y particularidad es el que sea adminis-trada por el ayuntamiento de Mapastepec. Cuando llegamos

8 IRI: Instrumento de Recolección de Información.

9 Ramón Márquez es director del albergue “Hogar Refugio para personas migrantes la 72”, en Tenosique, Tabasco.

10 Lupita Rodríguez es coordinadora del albergue “Hermanos en el Camino” en Ixtepec, Oaxaca. Este albergue se ubica en una colonia llamada “Barrio la Soledad”, muy cerca de la estación de Ferrocarril Ixtepec

11 El padre Heymann ha sido encargado del albergue “Hogar de la Misericordia” en Arriaga, Chiapas; actualmente lleva su labor en Huixtla, Chiapas en donde el alber-gue que coordina “San Francisco deAsís” ha enfrentado dificultades debido a que los vecinos rechazan la presencia de los migrantes llegando a cerrar el primer espa-cio que ocupaba dicho albergue trasladándolo a una bodega de la iglesia de Huixtla..

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a este sitio aun eran las 12 de la tarde; este albergue está ubicado también en una zona “céntrica” por así mencionar-lo permitiendo su localización casi de forma inmediata (no muy lejos del parque y zócalo) y siendo muy llamativo al estar rotulado con las fuente y color de letra usada por el gobierno. Esto al verlo llamó tanto la atención de Cuauh-témoc y la mía poniendo en duda sí estábamos en el lugar correcto y esto es lo que quiero usar para mostrar otra cara de los albergues y que tiene que ver con el cómo funcionan.

De forma común se hace referencia al “albergue” o a “la casa” del migrante, pero técnicamente hablando se hace re-ferencia a organizaciones civiles como se les denomina hoy día. Estas organizaciones (y me refiero sólo en este caso a las que atienden a la población migrante) y que son formadas por personas que en distinto grado dan importancia al fenó-meno de la migración y brindan asistencia humanitaria y de DD.HH. tienen vínculos con otros actores como lo son insti-tuciones gubernamentales públicas o de la iniciativa privada pero siguen manteniendo de una forma u otra su estatus de independencia administrativa. El caso de Las Patronas12 es aún más llamativo si se entiende que no son una organización como tal, sino que su labor recae más en un trabajo solidario.

En la casa de Mapastepec nos recibió la señora Yolanda Acebón y otras personas más que pudimos entender se tra-taban de familiares de ella y una mujer más que también tra-baja en el albergue. Yolanda nos explicó que el albergue es sostenido por el Ayuntamiento (Mapastepec) y que ella y la otra mujer estaban bajo sueldo del mismo. No pudo explicar-nos muy bien pero brevemente dio a conocer que el albergue

no tenía más de 4 años de haberse abierto así como que el que lo abrió fue el gobernador municipal. También, a di-ferencia de otros sitios aquí la población no es tan reacia a la presencia del migrante. En sus labores las acompaña un policía municipal que entre sus funciones de vigilar lleva un registro de los migrantes que entran al lugar. No quiero hacer mucho detalle en tanto describir el albergue y lo que hacen (eso lo haré en el siguiente apartado) pero sí hacer la comparación si tomamos en cuenta la seguridad y confianza generada entre los albergues y su entorno. Yo-landa explicó que si bien conocía o era consciente de las dificultades de atender un lugar como lo es un albergue de migrantes también dijo que nunca había presenciado una mala actitud o actividad hacia los migrantes o el albergue en sí. No tengo elementos necesarios más allá de lo ob-servado y escuchado para poder realizar un mejor balance de la circunstancia pero sirve para plantear la pregunta: ¿Qué tan lejos o cerca están los albergues de las insti-tuciones gubernamentales, en cuanto vinculación? O de otra forma: ¿cómo inciden directa o indirectamente sobre estos? Me atrevo a plantear que esto incide en la percep-ción de seguridad-inseguridad que se viene mencionando. Otra cosa que no he mencionado es que la mayor parte del trabajo que se realiza en los albergues es de tipo vo-luntario, sin paga. ¿Qué diferencia acarrearía el que los estados, municipios se hiciesen cargo de las casa de mi-grantes como en Mapastepec, y abrieran su propia casa de migrantes. En el caso del sur, la presencia de la OIM pesa mucho en las narrativas rescatadas y en el norte lo es el Instituto Tamaulipeco. Pero estos, por tomar sólo dos ejemplos, siguen siendo una clase de intermediarios entre el gobierno (a cualquier nivel) y los albergues. De vez en cuando el DIF, o alguna otra institución pública, apoya a los albergues aunque todos coinciden que es cuando exis-te campaña política o cuando después de muchas trabajas burocráticas y legales, les brinda un apoyo que no siem-pre es el deseado o incluso este se vuelve condicionado13.

Para cerrar este apartado sólo quiero recapitular en el sentido de su contenido: por una parte dejar presen-te que las dificultades metodológicas y técnicas de una investigación en campo no siempre son lo más com-

12 Las Patronas son un grupo de mujeres veracruzanas (Amatlán, Veracruz) que, desde 1995, han estado ayudando a los migrantes cuando van sobre “La Bestia” proporcionándoles ali-mentos envueltos por ellas mismas los cuales lanzan (la mayoría de estos) a las manos de los migrantes ya que les resulta muy difícil a estos el bajar por los “lonches”. Decir que sólo son un grupo de mujeres es una forma de conceptualizar el gran trabajo humanitario y solidario de es-tas mujeres; esto se queda “corto” ante lo que han hecho y que ha trascendido fronteras y clase

13 Ante esto, la señora Modesta Noriega Castillejos del albergue “Casa del migrante Rucha-galú” (Santa María Metapa, Oaxaca) recuerda que cuando uno de los políticos contendientes a la gubernatura hizo campaña, la esposa de éste era presidenta del DIF municipal. Entonces se acercaron al albergue, pero bajo la promesa de ayudar sólo se presentaron a tomar “la foto”. Por otra parte, en cuanto lavinculación con estos actores de gobierno, el encargado del alber-gue “Casa del migrante San Juan Diego y San Francisco de Asís”, en Matamoros Tamaulip-as reconoce que si bien apoyan en algunos casos, el trato que reciben como solicitantes deja mucho que desear; haciendo parecer que la cuestión de la asistencia no es parte prioritaria..

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plicado: lo que puede ser más complicado es el acer-camiento al fenómeno o hecho social a investigar.

Por otra parte es la percepción que existe hacia el mi-grante y los albergues que les asisten. No todos tienen una buena acogida por parte de los vecinos en donde se ubiquen; por otra parte el apoyo de las instituciones no siempre es el deseado, a pesar de que los albergues son parte de las diversas organizaciones de la sociedad civil.

El sentido de seguridad-inseguridad puede volver muy herméticos y desconfiados a los migrantes y a los alber-gues en tanto uno sea un agente externo a ellos. Afortu-nadamente no es algo que no se pueda resolver sabiendo y moderando la interacción social a nivel “cara a cara”.

La delincuencia organizada (o delincuencia común) es uno de los flagelos que también azotan al migrante du-rante todo su camino. No comprender o estar consciente de esto, es “idealizar” el fenómeno migratorio y perder de vista una de las situaciones más peligrosas que deben enfrentar.

La condición geográfica también es importante. Como mencioné, la mayoría de estos albergues se hallan en las cercanías del paso del tren, o bien en asentamientos le-janos de las zonas céntricas es decir, en las orillas de las zonas urbanas. Esto se une al hecho de que los migran-tes han cambiado drásticamente sus rutas de camino.

En el siguiente apartado haré una descripción de los albergues, de manera general. Si bien todos com-parten rasgos, algunos poseen elementos que los ha-cen únicos, ya sea de forma simbólica o material.

Los albergues y la religión

¿Cómo son? ¿Quiénes están ahí?

Los albergues son construcciones de diversa índole: va-rían en tamaño-extensión, disposición y ubicación de sus construcciones interiores, capacidad, materiales, locación geográfica. También se aplica para el personal que presta sus servicios y labores en estos: religiosos (as), amas de casa, profesionistas, estudiantes, voluntarios y personal que cobra un sueldo por estar ahí.

Hay albergues que son tan imponentes como el de La 72 en Tenosique u otros que no lo son tanto como el de Huixtla (que sólo es una bodega); pero esto no puede ser tomado en cuenta para medir su valor y sentido. Gran-de o pequeño, cada uno día a día lucha por: mantenerse en pie y por ayudar a su prójimo. Esto no se lograría sin el trabajo arduo y desinteresado (si hablamos en térmi-nos de ingreso económico) de personas que están directa-mente (e indirectamente otros) dejando en estos lugares.

Cuando volvimos a campo14 llegamos a Tapachu-la, Chiapas. El primer lugar a visitar fue el Albergue Belén de la red de albergues Scalabrini. Ya en el apar-tado anterior se hizo mención de ciertas característi-cas de los sitios en donde se hallan los albergues pero quisiera retomar esto y hacerlo un poco más detallado:

El Albergue Casa Belén está dentro de lo que aún se con-sidera la ciudad de Tapachula y siendo así tal vez alguien consideraría que llegar a este sería relativamente sencillo; y sí, existe transporte (como lo pude constatar) pero como ya había mencionado, regularmente estos albergues se hallan en las orillas de las colonias o de la zona más urbanizada. Este albergue ilustra muy bien esto: las calles de Tapachula son generalmente en pendiente, algunas más pronunciadas que otras haciendo que el caminar y andar por estas sea la-bor de esfuerzo físico y de costumbre parta quienes las re-corren a diario. Las que llevan al albergue Casa Belén no son la excepción y son las que noté con la pendiente más

14 El trabajo de campo se dividió en distintas etapas o viajes: Veracruz (en el cual no participé) con Cuauhtémoc y Miguel; Chiapas (donde me uní); Chip-as-Oaxaca y finalmente Tamaulipas (en este último sólo estuvo Cuauhtémoc).

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pronunciada, tanto así que de verdad no deja duda que nos ubicábamos en una zona montañosa. Literalmente era bajar y bajar para llegar al punto. También si hablamos de las ca-sas que rodean al albergue se encontraban algunas diferen-cias. Sobre la avenida de Los Seminaristas que es entron-que con Boulevard Bartolomé Martínez (el camino a tomar desde el centro de Tapachula) la imagen es la de cualquier otra avenida con sus comercios y casas. La bajada empie-za en Camino a San Antonio Cahocan (supongo que se lla-ma así por la cercanía al río del mismo nombre) conforme bajábamos se comenzaba a notar que si bien seguíamos en la ciudad estábamos ya en la “zona popular” de Tapachula.

Las casas comenzaban a degradarse y a verse en malas condiciones de sus muros y techos. Hay sitios en los que la banqueta no es más que un intento entre la tierra arenosa del lugar. Los arboles de mangos están por aquí y por allá como en un intento de retomar su lugar o simplemente han sido conservados por los vecinos del lugar. Justo frente al albergue hay unas casas que vieron mejores tiempos: bardas metálicas oxidadas y corroídas, techos de loza con “parches” de palma y madera, muros a medio construir o algunos con signos de deterioro y de derrumbe. Ahora, el Albergue Casa Belén se erige entre esto como un punto rojo ante todo esto que por momento parece decadente. Afuera del albergue hay unos árboles (no puedo decir de qué tipo) tan altos que cubren la altura del albergue (casi dos pisos, aunque el se-gundo es más bien una especie de serie de áticos). Visto de frente lo primero en notar es el letrero que indica el nombre el albergue “Scalabrini” dice al final. A la derecha, se pue-

de apreciar que la calle se empieza a curvar, pero también, como en el labergue de Palenque (Jtatic Samuel Ruiz)15 la vegetación tropical empieza a notarse. Una vegetación es-pesa que invita a pensar si cruzando, más allá, se podrá uno internar en la selva. Esto, claro está, es sólo una fantasía pero también invita a reflexionar sobre aquellos que en verdad deben de cruzar caminos inhóspitos en la montaña y selva chiapaneca para poder llegar a este u otros sitios de acogida.

Afuera del albergue Scalabrini se podían ver muchas per-sonas. Es difícil decir quién era migrante o algún vecino del lugar además que es más fácil caer en un mal juicio al hacer esto. “Buenos días”-dije al cruzar el pequeño paso a la puer-ta principal y en donde había muchas personas sentadas-Mi saludo fue bien recibido por muchos y muchas, algunos contestaron en un acento que me permitió saber que eran hondureños16, algunos sólo asintieron con un movimiento de manos o cabeza. Recuerdo que lo mismo pasó cuando estu-vimos en Arriaga, en Hogar de la Misericordia, cuando pude entrar a los dormitorios de los migrantes y convivir con es-tos: al principio pude sentir su recelo ante mí presencia, pero bien se dice que un buen saludo y una sonrisa puede ayudar más que cualquier otra cosa.

Los albergues, y el albergue Scalabrini17 no es la excepción, generalmente tienen la siguiente distribución:

• Área de recepción: ésta comienza desde la entrada o um-bral de la puerta. Hay algunos en donde la entrada es normal sin pasar algún tipo de vigilancia (aunque está es permanen-te en todos los albergues de una forma u otra). En “Centro de ayuda Humanitaria Chahuites” (Oax.), “JEC casa del mi-grante” (Chis.), “Albergue Belén” (Chis.), “Senda de Vida” (Tamps.) son ejemplos de esto. Algunos otros como “La 72” (Tab.), “Nuestra señora de Guadalupe” (Tamps.), “San Juan Diego y San Francisco de Asís” (Tamps.) son más estrictos y tiene cerradas sus puertas, pasando primero por una ins-pección visual y oral sobre quien o quienes llegan al sitio

• Pasando esto se pasa al área de recepción como tal. Esto también tiene muchas formas de presentarse pero en general se trata de dar una plática de bienvenida; hacer un registro que incluye: verificación de identidad mediante documentación

15 Casa del caminante Jtatic Samuel Ruiz. Palenque, Chiapas. Este alber-gue se ubica también a las afueras de Palenque, muy cerca de las vías del tren. Si existe curiosidad por parte del lector, basta verificar en un mapa virtu-al la dirección del albergue para verificar que efectivamente está “hasta la orilla”

16 Esta es otra habilidad que se va desarrollando en campo. Saber diferenciar los to-nos y acentos de voz y de habla puede ser de utilidad o incluso prevenir algún mal momento. No puedo explicar lingüísticamente la diferencia de acento, lamenta-blemente es algo que no he consultado con personas especializadas. Esta diferen-cia que menciono encontrar, surge de la interacción diaria en el trabajo de campo.

17 La coordinadora del albergue Casa Albergue Belén ,Irmi Pundt, me constató con los reconocimientos a la trayectoria del mismo, que su forma de trabajo y distribución dentro de la instalación ha sido tomada como modelo para otros albergues no sólo a nivel local sino regional y global. Esto es algo que se debe de reconocer de la red de albergues Scalabrini. .

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(credenciales, actas de nacimiento, ID, etc.); un registro escrito en un libro en donde ya sea que el mismo migran-te se anote o alguien que esté a cargo del área lo haga; la toma de una fotografía como parte del archivo digital y finalmente (o al principio, depende del momento) la lec-tura del reglamento interno del albergue que explica tanto condiciones como obligaciones para permanecer en este.

Hay casos como el albergue “Casa del caminan-te Jtatic Samuel Ruiz” (Palenque, Chis.) en que tan-to Cuauhtémoc y yo vivimos la experiencia inmediata de ser ingresados al albergue. El encargado de la re-cepción es un hombre llamado Franco García. Este es un hombre alto (cerca de 1.80) y corpulento que lo hace resaltar de inmediato. Cuando llegamos ha-bía más personas, pero esperando entrar. Nos mezcla-mos y literalmente también nos dieron la bienvenida.

Navajas, cinturones, plumas-bolígrafos, celulares… todo lo que tengan de valor deben de dejarlo aquí- dijo fran-co en un buen tono de autoridad. Al momento, yo que tenía una pluma me la quitaron así como una pequeña libreta.

Saquen de su mochila o bolsa solo su ropa de cam-bio. Lo demás lo pueden después lavar. Si ocupa otra cosa díganlo. Aquí les vamos a dar jabón y toallas para su baño. Si alguien tiene alguna enfermedad y necesita medicina, por favor dígalo ahora…- Franco seguía con su monólogo mientras podía observar como todos y to-das seguían las instrucciones. Sin vacilar: Después, van a pasar al registro. Tengan a la mano su credencial, su ID, su acta o cualquier otro documento. Quien no ten-ga estos papeles, enseguida se les explicara qué hacer.

En “La 72” se debe de llegar a un puesto de vigía. Ahí se pasa por una inspección visual (que en ese momento fue a cargo de Edwin, un migrante que cooperaba con su trabajo en el albergue). Después se pasa a una caseta en donde se les pide esperar y registrarse. Esta caseta principalmente sirve para controlar las salidas del albergue ya que se esperaría que todos siguiesen las reglas, pero eso no es así, también tomando en cuenta que “La 72” es uno de los albergues más grandes con una población atendida que fluctúa entre 200 y 350 personas diarias.

Dentro de todo esto hay algo que está en cierta medida revo-lucionando la forma de registrar en un historial a los mirantes que llegan a los albergues pero también es lamentable que, al parecer, venga de la mano de un fenómeno terrible que acon-tece a la sociedad mexicana: las desapariciones de personas.

Migrantes o no, esta problemática está permeando el te-jido social y de seguridad. Los albergues han optado por sumar el registro fotográfico de las personas que llegan a ayudar. El padre Giovanni Bizzotto (Casa del Migrante Na-zaret. Nuevo Laredo, Tamps.), mencionó que esto ha facili-tado la ayuda en la búsqueda de desaparecidos y más sien-do la frontera norte, en donde el flujo migratorio de mezcla con el de deportados. El registro fotográfico es algo relati-vamente nuevo. Esto no ha sustituido al registro clásico en un libro de visitas pero sí ha servido y apoyado en tanto la identificación de las personas en distintas circunstancias18.

• Los dormitorios. Estos regularmente están divididos en dos secciones: hombres y mujeres. Ahora hay lugares como en “Hermanos en el Camino” (Ixtepec, Oax.) que han tenido que adaptar lugares para la comunidad LGBT y para me-nores. En cada caso concuerdan con que ambos grupos han incrementado su presencia y que los espacios que tradicio-nalmente eran de dos géneros, ahora deben adecuarse a esta realidad y más con la presencia de menores (acompañados o no) que también ocupan un espacio. En realidad, cada al-bergue hace un esfuerzo diario por reordenar sus espacios destinados a los dormitorios. La presencia de mujeres está también incrementandose y casi está a la par de los hombres; otra situación es la de la llegada de familias enteras en que se

18 Este registro (escrito y fotográfico) ha sido de apoyo en la búsqueda de desaparecidos. Es también una información a la que no se tiene libre acceso debido a lo delicado del tema. En palabras de muchos encargados de albergues, esta información es compartida con los consulados de las distintas naciones de los migrantes o con otras organizaciones civiles que tengan relación con la problemática como lo es el caso de la Caravana de Madres Hondureñas; también fueron tajantes en que está información sea compartida con las distintas policías; el argumento es crudo: la posible colusión con las bandas de tratantes de personas y que está información se filtre a estas bandas delictivas u otras.

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presentan desde mujeres embarazadas, hombres y mujeres adultos mayores que han, como he mencionado, obligado a los albergues a repensarse a diario en tanto dar alojamien-to. Y hablando de espacios, no todos son el deseado; hay lugares que cuentan con cuartos y camas suficientes (aun-que esto puede volverse relativo) pero también hay lugares que no pueden cubrir ni colocando colchonetas en los pisos.

Ahora, en tanto las condiciones a muchos no les po-drán pasar las mejores. Realmente en la mayoría de los casos son espacios acondicionados (como un cuarto gran-de o una bodega). A veces no tienen la mejor iluminación y las camas no son todas nuevas. Algunas han pasado ya su tiempo de uso, o los colchones. La forma de sobrelle-var esto es mediante una alta higiene que, aunque muchos pongan en duda, es parte fundamental de estos lugares19.

Regularmente dentro o fuera de los dormitorios se en-cuentran los baños (regaderas, letrinas y escusados). Tal vez aquí es donde se ven las carencias y que por más hi-giene que se tenga el deterioro y falta de mantenimien-to hacen presencia. También en ocasiones están los pozos de agua dentro de los dormitorios o muy cercanos a estos.

• La cocina y el comedor. La cocina se halla dentro o fuera del albergue. En los albergues de Tamaulipas se pudo obser-var la forma tradicional de estos: dentro de un cuarto con estufa, parrillas y gas estacionario y con las mesas de servir en otra parte (regularmente fuera).En el caso de otros como en Chahuites o “La 72” estas cocinas están al aire libre y más que una cocina son fogones y hornos simples.

En el caso de “JEC” y de “Ruchagalú”, por mencionar unos, al estar ubicados los albergues dentro de casas, la dis-tribución es tal que no es necesaria describirla. En Arriaga la cocina y comedor eran dos espacios distintos pero espaciosos.

El cómo funcionan es también parte: no todos los alber-gues cuentan con un cocinero, es entonces que ya sean los voluntarios o alguien, han de dedicarse a cocinar, labor que no es sencilla si se toma en cuenta que hay ocasiones que se sirven más de 40 raciones. También los migrantes cooperan ayudando en la cocina. Picando la verdura y frutas, prepa-rando tal o cual guiso, cuidando el hervor, su cooperación es valiosa en un lugar donde siempre faltarán las manos.

Las mesas están dispuestas regularmente dentro de un es-pacio (comedor), pero también pueden estar fuera, no nece-sariamente a la intemperie, y sí bajo un techo. Casi todas son mesas plegables y las sillas igual o plásticas, de esas tipo “lonchería” tan famosas por su forma y color (blancas regu-larmente). Aunque en esto se pueden romper esquemas: un tronco, una barda o cualquier espacio que parezca cómodo es suficiente para comer.

El patio. Este lugar, su denominación lo dice todo. Es el espacio de recreación de las personas dentro del albergue; algunos tan grandes como para tener canchas de básquet-bol o para poder jugar espaciosamente cualquier cosa. Aquí también se puede encontrar un pozo o como mencione, el espacio para un fogón. Hay albergues que acondicionan te-chos y planchas de concreto para que se puedan recostar y descansar del sol y pasar el rato. Hay en otros mesas (sí, pueden ser simples mesas de tablones) que sirven para jugar domino, cartas, o sólo para estar. También en el patio de lle-gan a ubicar los lavaderos de ropa

• Las aéreas de atención. Este tipo de aéreas o departa-mentos de servicios se reparten a lo largo del albergue. A veces en un solo espacio (edificio o piso) o separados; son el espacio ocupado por distintas funciones: de Comunicacio-nes que se encarga de prestar servicios de teléfono e internet a los migrantes; de DD.HH. que como su nombre lo dice, es donde los migrantes reciben orientación sobre sus DD.HH. y algunas otras cuestiones relacionadas; Enfermería, que es el sitio en donde se brindan auxilios médicos básicos o consul-tas médicas de ser posible. El área Jurídica que va muy de la mano con la de DD.HH. esta área es algo nueva en la mayoría de los albergues y responde a la necesidad de dar orientación,

19 Sor María Tello encargada del albergue “Jtatic Samuel Ruiz” dijo: ¡pero claro que debemos tener alta higiene!, los migrantes mismos saben que deben tenerla; imagínate que les dé una infección o algo. Imagínate aquí dentro ¡nos volveríamos centro de una epidemia! Todos los lugares que reciben a los hermanos y hermanas migrantes, deben de mantener la higiene del lugar y de sí mismos. Es regla de supervivencia.

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respuesta y apoyo en casos de delitos sufridos, de solicitud de asilo y refugio o de algún otro problema relacionado; de Talleres o Atención Psicológica; de Consulta Dental.

Estos departamentos o áreas de servicios no siem-pre están presentes; en algunos casos son inexis-tentes o itinerantes. Hasta el momento sólo en tres de los albergues se pudo constatar la presencia de un psicólogo (a) y en dos de servicio dental. El área jurídica o la médica también es poco probable.

La estrategia a seguir para solventar estas carencias ha sido la “canalización”; la canalización no es otra que la estrecha relación entre dependencias e instituciones externas al albergue para brindar apoyo en la aéreas que no pueden cubrir: para la canalización medica están desde los médicos que prestan su servicio sin cobrar, consultorios, hospitales o clínicas; en lo legal hay pro-fesionistas que libremente también apoyan al migrante o al personal del albergue; el servicio social de los es-tudiantes a nivel medio y superior también ha servido y apoyado en las aéreas psicológicas y demás. Insti-tuciones como la OIM, la Cruz Roja, el Instituto Ta-maulipeco, la Fiscalía, ACNUR, etc., han apoyado con esta canalización de problemáticas que puedan afectar al migrante y al albergue en sí.

• El voluntariado. El voluntariado es un cuer-po que tiene amplia presencia en los albergues. Este puede ocupar o no un espacio en sus instalaciones, muchas veces limitado por el espacio y la comida.

Hay albergues que cuentan con un piso y camas para este cuerpo de voluntariado, otros no. Con esto se puede empezar a desenhebrar este fenómeno20: se puede divi-dir el voluntariado en dos tipos de tiempo: indefinido y parcial. El primero responde a aquel voluntariado que prestan las personas de forma tal que la extensión de su

duración puede ser de años. En esto hay que comprender que también son personas que pasan su tiempo dentro y para el albergue ante lo cual puede decirse que esta es su vida cotidiana. El segundo puede llegar a confundirse con el se-gundo en cuanto a extensión de tiempo pero no de práctica. Mientras que en el caso del primero la cotidianidad está pre-sente en el segundo esto es parcial: sea porque el voluntario solo prestará este servicio un mes o más, ya sea porque es parte de un servicio social escolar o porque forma parte de un proyecto de investigación y de intercambio estudiantil (muchos voluntarios (as) escolares son parte de instituciones de educación de algún país extranjero); finalmente, su servi-cio al cuerpo del voluntariado está limitado por una fecha.

También puede entenderse desde la naturaleza del mis-mo: como parte de alguna congregación religiosa o como parte de los laicos. Los primeros regularmente se tratan de seminaristas o de personas provenientes de escuelas admi-nistradas por la iglesia (católicas en su mayoría) y que como parte de su formación está deben dar prestación de un volun-tariado. Los segundos son tal vez lo menos, pero no menos importantes. Por definición son aquellas personas que desde la sociedad civil sin tener relación con fe alguna o de for-ma abierta, asisten a prestar un voluntariado generalmente, guiados por su deseo de ayudar.

Las características de estos cuerpos de voluntariado son diversas. Desde amas de casa, jóvenes profesionistas, semi-naristas, adultos mayores, etc. Lo que les motiva es el deseo de ayudar.

Otro tipo de voluntariado presente y que sería interesan-te investigar es el que se da entre los mismos migrantes y de profesionales que han tenido contacto con este tipo de fenómeno: los primeros son migrantes que han dedica-do tiempo de su vida y viaje a ayudar en el albergue ya no como parte de las condiciones antes mencionadas de coo-peratividad, si no como un voluntariado indefinido o par-cial en el albergue. Este es el caso de Luis en “La 72” que lleva casi 3 años sirviendo al albergue. El segundo es un poco más particular y habrá que tener más elementos para sostenerlo pero se pudo apreciar que muchos estudiantes

20 No es mi intención explicar el fenómeno del “voluntariado” de manera profun-da, pero sí de tratar de describir por lo menos lo observado de primera mano y dar elementos que ayuden a imaginar esto como parte de la realidad de los albergues.

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y profesionistas al tener contacto con el albergue regresan a prestar un voluntariado ya sea para conservar la relación con el albergue o para continuar alguna investigación aca-démica que realizan. Tal es el caso de Victoria, una chica de Monterrey que llego al albergue “Hermanos en el Camino” para realizar su trabajo de tesis durante un mes y al mo-mento de conocerla ya llevaba más de 6 meses en Ixtepec.

Antes de terminar este apartado habrá que mencionar la relación entre la iglesia y los albergues. Esta relación es abierta y va a distintos grados que se pudieron apre-ciar. Existe un rechazo por parte de los albergues a parti-cipar en programas sociales del gobierno o de formali-zarse mediante formas como la obtención del CLUNI21 que también es variado en tanto su alcance que va desde el recelo y desconfianza hasta el abierto rechazo. Esto úl-timo se comentará en las conclusiones de este escrito.

Generalmente los albergues tiene nombres que adu-cen a la historia y fe cristiana y católica: “Nuestra Señora de Guadalupe”, “Decanal Guadalupano”, “Hogar cris-tiano”, “San Francisco de Asís”, entre otros. Los me-nos, parece, tienen nombres simbólicos ante un hecho o situación presente o pasada: “La 72”, “Casa del Fo-rastero”, “Casa de migrantes”22 son ejemplos de esto.

Hay albergues como “La 72” o de “Nuestra señora de Guadalupe” que a la entrada de sus instalaciones po-seen una capilla con espacio para asistentes. Algunos otros como “Hermanos en el Camino”,“Nazaret”23 u otros han adecuado espacios para realizar actividades eclesia-les como misas o sesiones de oración y evangelización.

Tal vez a muchos no les agrade esta parte de los alber-gues debido a la apreciación que existe hacia la iglesia;

pero sería absurdo obviar o invisibilizar esta parte de la vida de los albergues y en el que muchas personas es-tán involucradas con los mismos, por la fe. No se intenta dar respuesta a esta relación en estas líneas, pero sí de despertar interés en el lector sobre el tema y la variable presentada: la iglesia como parte sostén de los albergues.

Este sostén es material, económico y puede decirse que social y político. Hace unos párrafos mencioné las di-ficultades que enfrentan los albergues con los vecinos y pobladores cercanos; esta situación tan agria es contenida en buena parte por la iglesia. El padre Heymann ha hecho una labor de convencimiento en Huixtla contra viento y marea hacia los colonos abiertamente hostiles a la pre-sencia de un albergue de migrantes. Las diócesis vía los decanatos estructuran la red parroquial que le da también un sustento a los albergues localizados en su área de in-fluencia.

La convivencia y el cómo mantener esta parecen ser el punto nodal (y más delicado, nuevamente) de la relación: albergues-iglesia-comunidad local. Sor Edith contó:

-(…) lo primero que hacemos, es que ellos se sientan como en una familia. Que coman a gusto, que se sientan bien. Entonces, eso ayuda a que recobren su seguridad (…) también, nosotras, da-mos todas las mañanas, desde las 7, hacemos un poco de oración, de evangelización... un poco de eso compartir, pues todo lo que hacemos también viene de la fe, muchas veces, la gente viene… es graciosos muchas veces pienso ¡cómo necesita-mos unirnos!

Entonces cerrando este apartado, recapitulando: los al-bergues son sitios que varían en tamaño y funciones; una parte esencial de estos es el voluntariado; la relación con la iglesia (cristiana y católica) es abierta y va más allá de sólo el albergue. El papel que juegan otros actores so-ciales como las instituciones públicas o privadas depende del grado de asistencia que puedan dar pero también de la percepción que se tiene de estas por parte de los albergues.

21 CLUNI: Clave Única de Inscripción al registro de OSC de SEDESOL-INDESOL.

22 En el caso del último ejemplo aparece como el más genérico; la 72 por el contar-io hace referencia a los 72 migrantes asesinados en San Fernando, Tamaulipas, mien-tras que “forastero” hace referencia a aquellos que son extraños a la tierra que llegan.

23 Hermanos en el Camino, Ixtepec, Oax.; Casa del migrante Jesús de Nazaret, Nuevo Laredo, Tamps.

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Los albergues son construcciones que pueden llegar a ser muy grandes o muy pequeñas; las instalaciones con que cuenten pueden llegar a ser nuevas o casi obsoletas. Pero lo que no varía es el valor simbólico y significativo de estos lugares: el humanitarismo.

A manera de conclusión.

Explicar y dar un panorama de la investigación hecha en campo, de los albergues mismos, de las personas e instituciones involucradas, y demás, requeriría de más palabras y páginas con el debido acomodo para que sea legible y entendible su lectura.

La migración como fenómeno social no es algo que se pueda explicar, describir e intervenir de forma simple y con una sola visión de la realidad.

Este escrito, no es más que un breve esfuerzo por tratar de comunicar desde la perspectiva y experien-cia propia y sociológica lo que observé, escuche y pude comprender de una parte del todo del fenómeno migratorio en México en mi paso por Chiapas, Oa-xaca, Guatemala y Tabasco; así como de Tamauli-pas y Veracruz, que gracias al material recopilado por Miguel y Cuauhtémoc24, pude conocer y apreciar de cierta manera las experiencias de aquellos lugares.

Las interacciones cara a cara entre los distin-tos actores (el migrante, el personal del albergue, los agentes del INM, del Grupo Beta, los agentes de las distintas agencias policiacas, los vecinos, las fa-milias aquí asentadas, en el norte y EE.UU, en el sur y Centroamérica, las amistadas hechas y pérdidas

o desaparecidas, etc.) forman parte de una cotidianidad que está más que presente en la vida social de México.

El migrante centroamericano desde que sale de su país de origen enfrenta el ideal propio y el que los demás tienen so-bre él y sus intenciones; esto, puede decirse, se transforma en un estigma y la connotación negativa que tiene esto, se acre-cienta conforme avanza y cruza fronteras. No es que no sepa (el migrante) lo difícil o la percepción negativa que hay sobre su condición y presencia, es tan sólo que para muchos será la primera vez que lo vivirán; pero, como se mencionó, no hay que olvidar esta otra parte material en que la comida escasea, el agua nunca es suficiente, la enfermedad se hace presente y entre otras cosas, ponen sus cuerpos al límite. Lo que para mu-chos (as) es una aventura, puede terminar en una tragedia sin resolver como fue el caso del amigo de Luis25 que al separar-se para buscar comida, ya nunca más se volvió a saber de él.

Pero no todo es malo y trágico. Tito26 fue uno de esos casos optimistas que si bien su motivo de emigrar, como el de mu-chos, es económico y de búsqueda de un mejor bienestar dejo en claro que su viaje había sido pesado pero que también a lo largo de este tuvo la ayuda de muchas personas que le brindaron comida y alojo, incluso trabajo y esto lo motivaba a continuar.

Se tiene en claro que la ubicación de los albergues den-tro de los asentamientos urbanos, tal vez no sea el mejor; pero esto responde a la necesidad de que estos se ubiquen estratégicamente cerca o sobre el paso de los migrantes, ya sea por su cercanía a las vías del tren (La 72, Herma-nos en el Camino, casa del Caminante Jtatic Samuel Ruiz) o en el caso de Las patronas, para ir hacia su encuentro; también los albergues se ubican como puntos medios entre uno y otro, buscando acortar la distancia caminada y por ende la probabilidad de que los migrantes padezcan situa-ciones de riesgo por el clima, la orografía o por la misma interacción humana (principalmente agresiones y delitos). En esta situación encontramos los albergues que se hallan en el norte del país que han servido como punto de acogi-da para la población migrante deportada y la que va llegan-do desde el sur (Senda de Vida, San Juan Diego, etc.) pero también aquellos al sur que no hace mucho fueron instala-dos debido al aumento del flujo migratorio y lo difícil del camino, como el Centro de Ayuda Humanitaria Chahuites.

24 Mtro. Miguel y Lic. Cuauhtémoc Calvillo; ellos son parte del equipo original de inves-tigación de IASOC. Ambos realizaron el primer viaje de campo a Veracruz. Cuauhtémoc finalizó este proceso yendo a Tamaulipas.

25 Voluntario-Migrante de origen hondureño en La 72, que al ser entrevistado sobre su experiencia, mencionó la pérdida de un compañero de viaje, en la oscuridad del camino.

26 Tito, fue el nombre que un migrante hondureño dio al ser entrevistado en la Casa del migrante Hogar de la Misericordia, en Arriaga, Chiapas.

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La sociedad (mexicana) tiene una concepción sobre el migrante centroamericano que hasta donde se pudo apre-ciar, va desde la ayuda, el desdén o la abierta agresión. Afortunadamente parecen ser más quienes están involu-crados en dar muestras de ayuda: las donaciones econó-micas o en especie, la asistencia médica, trabajo, techo y comida son sólo algunas de las formas en que las personas crean esa red de humanitarismo sin necesidad de pertene-cer a alguna congregación religiosa o albergue en sí. Aún recuerdo la escena de Palenque en que al llegar el tren y estar lleno de migrantes, estos bajaron y muchos de los veci-nos del lugar se acercaban a darles agua o comida, la gente que iba en sus vehículos llegaban incluso a darles dinero: es decir, la interacción cara a cara aparece como parte del flujo migratorio y de la convivencia diaria de las personas.

A nivel estructural, es decir las instituciones y leyes, sur-gen como parte de la realidad de las migraciones, el pano-rama es igual de complejo y puede ser difícil decir cuándo empieza la explicación macro y donde lo micro de las rela-ciones sociales. El INM sin duda es la instancia que apare-ce como actor principal en tanto el control y manejo de los flujos migratorios; a esto se le unen leyes o programas como el tan tristemente famoso Programa Frontera Sur (PFS) (o Plan Frontera Sur) y las reformas o ajustes a la Ley de Mi-gración. En voz de los distintos albergues visitados desde que entró en vigor tanto el PFS y la nueva ley de migración hace aproximadamente 2 años la situación se ha salido de control y ha resultado en efectos negativos para la población que migra ya sea de forma legal o no, desde Centroamérica

por México en su camino a EE.UU; también en voz de ellos, se habla de un cambio en cuerpos como el Grupo Beta que antes eran bien percibidos por los migrantes. Actualmente el Grupo Beta (GB) pasa por una mala ima-gen ya que se le liga con las detenciones y deportaciones que hacen los agentes del INM al estar, aparentemente, coordinados con estos últimos para entregar a los migran-tes que ayudan. Esto ha obligado a los migrantes a evitar en lo posible contacto alguno con el Grupo Beta. El ar-gumento encontrado a esto fue que las modificaciones o reformas hechas a la ley de migración han cambiado el fin del GB de brindar asistencia a ser una extensión del INM como parte de sus actividades para detectar, dete-ner y deportar migrantes ilegales28. El testimonio del se-ñor Vicente, encargado del albergue Casa del Forastero en Acayucan, Veracruz, describe la preocupación sobre el papel de los cuerpos de seguridad hacia los migrantes:

¿aquí?, la otra vez que socorrimos a un señor, que se había caído; otro, quebrado del brazo; otro golpeado por agentes de inmigración; otro golpeado por las personas que les cobran; ¡es lo que te digo!, los roban, los golpean los delincuen-tes o los agentes de inmigración…¡por eso está la casa, se les recibe, se les da atención médica y se les tiene el tiempo necesario para que se recupe-ren, hasta el 85 al 90 por ciento de salud y ahí sí, sabes qué,… pues a seguir…”

Existen organismos como el Instituto Tamaulipe-co que entre sus funciones de servir y orientar a la po-blación migrante y deportada, también aparece como un mediador entre las actividades de los albergues y de otras instituciones gubernamentales y legales. Algu-nos otros como la OIM30 y ACNUR31, Cruz Roja Inter-nacional, Médicos sin Fronteras que en su calidad de organismos internacionales tienen presencia en el fenó-meno migratorio desde las distintas áreas que les con-ciernen y que en párrafos anteriores ya he mencionado.

Todos estos y algunos que no menciono, forman parte de esa estructura o nivel macro-social que está presente en las vidas de aquellos que deciden mi-grar y cruzar una parte del continente hacia EE.UU.

27 Palenque, Chiapas. A las afueras de Palenque y muy cerca de las vías del tren se ubica la Casa del caminante Jtatic Samuel Ruiz.

28 Esto fue verificado por lo dicho por personal de los albergues de Chahuites, Ixtepec, Tapachula, Tuxtla, que aunque reconocen este hecho, también reconocen que la labor del Grupo Beta es de gran ayuda, aunque nuevamente, la relación entre ellos (GB), los alber-gues y los migrantes ha “cambiado” un poco, siendo que la percepción es de connotación negativa. Existen testimonios como el del señor Vicente, encargado de la Casa del Fo

29 OIM acrónimo de Organización Internacional para las Migraciones (Suiza) que tiene entre sus sedes (misiones) una en México

30 ACNUR: Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Refugiados..

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ISSN:2007-9729 URL: www.espaciostransnacionales.org Eric Oliver Luna González

Esto último: hacia EE.UU.

Esa idea encierra el imaginario general que se tie-ne de quienes migran y cruzan fronteras, como si fuese el tipo ideal con el que se puede conceptualizar un fe-nómeno social como el descrito en todas estas líneas.

Claro que esto sería nuevamente, como lo he venido sos-teniendo, simplificar la magnitud del fenómeno y su pro-blemática y más con lo encontrado en las entrevistas reali-zadas. Si bien cumplir con la meta de cruzar la frontera y hacer una “nueva vida” en EE.UU se vuelve muchas veces la máxima de quien emigra, hay otra situación que en los últimos años ha ido tomando más forma y presencia: una parte de los migrantes centroamericanos han empezado a quedarse en territorio mexicano de forma indefinida e inclu-sive, esto en muchos casos ya era su plan desde un principio.

México se ha vuelto foco de atención para aquellos que no solamente han desistido de cruzar y llegar a EE.UU, sino que se ha vuelto su primera opción (o única) para iniciar esa “nue-va vida” buscada. En términos de análisis social, se habla de una variable que toma cada vez más fuerza y que no puede ser ignorada31 más tiempo; también, en donde la figura de Donald Trump como próximo presidente de EE.UU pesa por las pos-turas que tiene hacia el fenómeno migratorio.

Un hasta luego.

Pregunto alguien: ¿Cómo es posible que haya leyes que per-mitan el libre paso de mercancías por el mundo, sin ningún problema y que las personas no puedan hacer lo mismo?

Todos y todas somos migrantes-es la voz al uníso-no de las personas que a diario atienden esté fenómeno.

Tal vez nunca vuelva a ver a Tito, a Juan32, o a Luis33. O a Jorge, Yassir, Erlyn, Mauricio34. A Maikoly aYovanni35. A San-dra y a Karen36. No estoy seguro de que sean sus nombres rea-les, aunque ellos y ellas me los hayan mencionado; de lo que si estoy seguro, es que cada uno y una siguió o sigue un camino hacia lo que el padre Juna Scalabrini decía: una vida digna.

Brevemente expresar mi reconocimiento a aquellos que desde su trabajo y profesión dan ayuda y comprensión a las personas migrantes como Victoria y Víctor37, ya sea como voluntarios o como personal remunerado en el albergue.

Como mencioné, el trabajo de campo no sólo es metodo-logía y técnica, las condiciones ambientales e interacciones humanas son imprevisibles e imprescindibles. Seguramente hubiésemos tenido problemas para llegar a ciertos lugares, si no fuera por los taxistas que nos apoyaron en su momento. Tomás, que si bien cobró por su trabajo, tuvo la amabilidad de llevarnos y esperarnos en nuestros recorridos por Arria-ga y Chahuites. Hubo otro, que simplemente nos encaminó a nuestro destino, y bastó una señal de manos, para agrade-cer la ayuda. También la ayuda brindada a Cuauhtémoc en su viaje a Reynosa en donde el personal del lugar que visi-tó, le apoyó trasladándolo de vuelta y seguro, a su hotel.

Experiencias terribles como la que pasamos en Gua-temala y Cd. Hidalgo, primero por ser estafados por los “bicitaxistas”38 y segundo por la tormenta39 que nos atra-só en tiempos, sobre la carretera de Pijijiapan, Chiapas.

31 No es caer en el alarmismo; cualquiera que tenga interés en el estudio de los fenómenos sociales migratorios, entenderá que entre el 2015 y 2016, México está a las puertas de una crisis humanitaria si sólo se habla de la migración. El ejem-plo más visible que hay es el de los migrantes haitianos que aún siguen en Tijuana en búsqueda de un pase y cruce a EE.UU; los migrantes africanos en la frontera de Bélice; los desplazamientos poblacionales debido a la guerra al narco, etc. Tam-bién, no hay que dejar de lado las posturas dejadas ver por Donald Trump, como próximo presidente de EE.UU (2017) ante laspolíticas de migración y el “muro”.

32 Migrantes en el albergue “Hogar de la Misericordia”, Arriaga, Chis.

33 Voluntario-migrante en “La 72”, Tenosique, Tabasco.

34 Migrantes hondureños en “Centro de ayuda Humanitaria Chahuites”, Chahuites, Oax

35 Migrantes con quienes conversé al bajar ellos del tren en Palenque, Chis.

36 Mujeres migrantes en Arriaga, Chis. “Hogar de la Misericordia”.

37 Victoria es una estudiante (al momento de conocerle) de Relaciones Interna-cionales, originaria de Monterrey; Víctor es Psicólogo clínico, originario del es-tado de Chiapas. La primera en el albergue Hermanos en el Camino” Ixtepec, Oax., y el segundo en el albergue “Hogar de la Misericordia”, en Arriaga, Chis.

38 No estoy seguro de que sea su nombre de estos, ya que más que bic-itaxi es un triciclo acondicionado y usado para el mismo fin; probable-mente pueda denominarle tricitaxi, aunque esto no suena muy agradable.

39 A lo que nos contó Esmeralda (JEC, Tuxtla Gutiérrez, Chis.), en este lu-gar cuando llueve se detiene el tráfico debido a que se inunda la carretera.

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Las casas migrantes en el sureste de México

Menciono esto como un hasta luego porque considero que, quien tiene contacto de forma accidental o no, con un fenó-meno como la migración, queda con las ganas de volver a este.

Estudiarlo, analizarlo, buscar ayudar, comunicar, son sólo algunos de los motivos para que se comprenda que así como se es un investigador o estudioso de lo social, también se es migrante.

Casas de Migrantes visitadas y que fueron fuente de información:

Chiapas.

• Hogar de la Misericordia; Arriaga, Chiapas.

• Casa Belén Scalabrini; Tapachula, Chiapas.

• Jesús Esperanza en el Camino; Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

• Casa del Caminante Jtatic Samuel Ruiz; Palenque, Chiapas.

• Casa del migrante de Mapastepec; Mapastepec, Chiapas

Oaxaca.

• Centro de Ayuda Humanitaria Chahuites; Chahuites, Oaxaca.

• Hermanos en el Camino; Ixtepec, Oaxaca.

• Casa del migrante Ruchagalú; Matías Romero, Oaxaca.

Tabasco.

• Hogar Refugio para personas migrantes; Tenosique, Tabasco.

Tamaulipas.

• Casa de migrante Nazareth; Nuevo Laredo, Tamaulipas