Superficies y volumenes

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fernando lópez aguilar

"Insisto en desconfiar de la causalidad, esa fachada de unestabl ishment ontológicoque se obstina en mantener

cerradas las puertas de las más vertiginosas aventurashumanas" .

Cortázar: "Ciclismo en Grignan'

Sin embargo., para cumplir este postulado habíaque establecer una alternativa que ubicara correcta-mente a la arqueología dentro del esquema de clasi-ficaciÓn de las ciencias, diera una respues!a alaforma de construir teorías y determinara qué papeljugaría una eventual teoría arqueológica en el cono-cimiento de eventos del pasado a partir de materiales

que "nos son contemporáneos" (Binford, 1977).Diversos autores han hecho proposiciones al res-

pecto, aunque no llegan a ser consecuentes. De ahíla necesidad de ofrecer una disyuntiva teórica y me-todológica que permita garantizar la construcción deinferencias en la arqueología y que los postuladossobre el pasado no sean cuestionados en la base, enel proceso de observación y recuperación de datos-la parte baja de la teoría- sino por el contrario, enlos aspectos teóricos de alto nivel. El problema radicafundamentalmente, en la particularidad de los mate-riales que la arqueología ~a construido como susdatos y la relación que éstos guardan con el objeto

de conocimiento.

Prolegómenos

El arqueólogo accede al conocimiento de la historiade los procesos sociales a través de una clase deinformación -Ios datos arqueológicos- que tienencaracterísticas particulares. Es decir, el acceso alainterpretación y explicación teórica de los procesosestudiados está condicionado por la naturaleza de lainformación empjfica que la diferencia básicamentede la clase de informaciones empíricas que manejanhabitualmente otras disciplinas sociales. (Bate,1981: 22).

La mayor parte de las discusiones recientes en laarqueología se han enfocado hacia el aspecto meto-dológico ya la forma de construir 1as inferencias enla disciplina. Los problemas que originan esta acti-tud, caracterizada como una crisis que parece ini-ciarse a fines de la década de los cincuenta y princi-pios de los sesenta, con el libro de Willey y Phillips(1958) Method and theory in American archaeologyy con los primeros artículos de Binford (1982), sonconcordantes con un fenómeno que se puede ubicaren la base de los procedimientos de obtención yconstrucción de los datos: el desarrollo de las técni-cas, resultante de la llamada "revolución científica ytécnica del siglo XX" (Marakhov y Melechtchenko1968).

La incapacidad de explicar teóricamente algunoseventos observables en el registro arqueológico, ori-ginÓ afirmaciones que iban desde la limitación de losmateriales y dudas sobre la capacidad de conocer elpasado, hasta discusiones sobre la metodología em-pleada, de tal manera que las controversias incluye-ron la determinación del objeto de conocimiento dela disciplina, su lugar como ciencia y la manera deofrecer una alternativa viable para la explicación delas sociedades pretéritas.

El enunciado ontológico rector para los Intentosde ofrecer una solución a esta problemática, provienede Binford, Quien señala:

Nosotros asumimos que el pasado es conocible; quecon suficiente ingenio metodológico y las proposicio-nes sobre el pasado son comprobables; y que haycriterios científicos válidos para juzgar la probabili-dad de un supuesto sobre el pasado, más allá deargumentos ad hominem o del sentido común.(Binford, 1968: 99).

La arqueología, al tener Como objeto de ConoCi-miento a las sociedades pretéritas, debe responder alas preguntas ontológicas, epistemológicas y metodo-lógicas de la ciencia social, y compartir Con ella ladefinición de loS tipos y características de las unidades

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de las que hablan sus 1eorías, la forma en que seubica en relación al problema del conocimiento y lanaturaleza y objetivos de la práctica científica. (Gán-dara, 1980: 9). Desde este punto de vista, quedanresueltos algunos problemas que la arqueología haplanteado como sustanciales, aunque persiste la pre-gunta de "cómo la información sobre el pasado setransmite al presente vía .Ios restos arqueológicos"(Sullivan, 1978: 184).

Para la solución de este problema, Binford (1977:6-7) ya había hecho el llamado a la construcción de

teorías, sin embargo, nunca señaló cÓmo es que estodebería hacerse y el lugar que ocuparía la construc-ción teórica en la explicación de la realidad. Conse-cuencia de ello es que autores como Schiffer, cuyacontribución, como señala Gándara (1981a: 44),puede iluminar el proceso de construcción y justifica-ción de las inferencias, consideran haber creado unanueva forma de arqueología: la arqueología conduc-tal (Schiffer, 1976).

Si el pasado es cognoscible, pero no observable,la construcción teórica de la arqueología debe depermitir el acceso a las causas de la producción delos depósitos arqueológicos a través de las observa-ciones hechas en el presente:

El trabajo de obtener conocimiento de fenómenosno observables no es peculiar a la arqueología, sinoque caracteriza a la ciencia en general [...]. Así, elpasado puede ser inobservable, pero esto no significaque sea incognoscible. (Sullivan, 1978: 195).

Se ha planteado que las construcciones teóricas quecumplen el papel de interpretar las observaciones,tomar en consideración los resultados de lasmedicio-nes y, en última instancia, justificar las inferencias,adquieren el status de "observacionales" (Lakatos,1975) y están constituidas por el conjunto de hipótesisauxiliares que conducen la observación -en un sen-tido amplio de la palabra- sobre determinados ele-mentos. Normalmente las teorías con alto grado decorroboración son utilizadas, en ese sentido, comoconocimiento de fondo no problemático para efectuarlas observaciones y son independientes, en cuanto alos términos teóricos, de las teorías sustantivas (Ibid.)(Por ejemplo, la astronomía usa ala radio-ópticacomo teoría observacional). Entonces, es necesariohacer decisiones sobre cuáles enunciados deberánser considerados como observacionales, su valor ve-ritativo real, cuál teoría de la observación aplicar, asícomo elegir los principios que establezcan una de-marcación entre la teoría sometida a contrastación yel conocimiento de fondo no problemático (Ibid.

220).Al ser una teoría relacionada con el proceso de

observación y recuperación de los datos, debe deter-mInar la elección del tipo de técnicas a utilizar y, ala vez, permitir su eventual desarrollo para realizarde manera más precisa la recuperación de los elemen-tos que la ciencia ha construido como sus datos

empíricos.

Gándara (1981 b) ha propuesto que la construc-ción de la teoría arqueológica debe enfocarse, preci-samente, a la formulación explícita de sus enunciadosobservacionales, pues, de hecho, se ,han tomadoprincipios de otras disciplinas con ese carácter. Puededecirse que la arqueología se desprende como cien-cia, curiosamente, cuando adopta como observacio-nales los principios de la estratigrafía de la cienciageológica. El problema radica en que tanto éstos,como los que la propia arqueología ha construido,no han sido falsados (en el sentido de demostrar quealgo es falso) en su campo específico, se encuentrandispersos y no han sido sistemáticamente relaciona-dos: de ahf es donde emergen las dudas respecto ala justificación y construcción de las inferencias.

Cualquier construcción teórica debe formularsede manera tal que pueda ser contras"tada con larealidad empírica. Para ello se han planteado, comocomponentes básicos de las teorfas, dos juegos deprincipios, los internos y los puente. Los principiosteóricos o internos caracterizan "las entidades y pro-cesos básicos invocados por la teoría y las leyes alasque se supone se ajustan" (Hempel, 1973: 110) y,por tanto, se expresan e_n términos de conceptosteóricos o característicos. Los otros "indicarán cómose relacionan los procesos considerados en la teoríacomo fenómenos empíricos con los que ya estábamosfamiliarizados y que la teorfa puede entonces expli-car, predecir y retrodecir". (/bid.: 110-111 ). La articu-lación deductiva de este juego de principios debepermitir la derivación de argumentos puente e impli-caciones de prueba, requisito indispensable para quela teoría pueda ser falsada.

La forma de int~oducir conceptos, como principiosinternos de las teorías, ha sido objeto de discusiónpor parte de la filosofía de la ciencia. Aunque lamayor parte de los autores consideran que debehacerse por definición, existen controversias encuanto al tipo y la forma que debe de tener. Así,Rudner (1973: 32ss)proponía que las construcciones

teóricas deberían hacerse como sistemas del lenguajeformal, conociendo los elementos del lenguaje (laspalabras que componen ej; vocabulario) y las reglasque rigen las combinaciones y permutaciones de loselementos. Esto permite crear dos sublistas mutua-mente excluyentes: una que comprende las formula-ciones gramatical mente permisibles (o "formulacio-nes bien formuladas" , fbfs) y otra con las formulacio-nes no correctas, compuestas por elementos del len-guaje, pero que no le pertenecen. En este contextose plantea que las definiciones deben ser de tiponominal, que es una convención que introduce signi-ficados alternativos a una expresión determinada (de-finiendum) a manera de estipulación, a fin de quesea sinónimo de la otra expresión (definiems), cuyosignificado ya está determinado.

Esta posición, sin embargo, ha sido fuertementecriticada desde varios puntos de vista ya que la forma-Ijzaciónde teorías por este procedimiento, no devie-ne, Como se ha planteado, en la creación de sistemas

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Los principios puente también adquieren el carác-ter de hipótesis en el contexto de cada investigación,pero se distinguen de los enunciados internos por sugrado de generalidad y por su importancia sistemáti-ca, esto es, la capacidad de sintetizar procesos en unnivel inferior. Así, por cada principio interno debede existir un número en principio ilimitado de enun-ciados puente que permitan derivar del vocabularioteórico una serie de conceptos comprendidos conanterioridad y que los vinculen con aspectos más omenos contrastables y medibles, o bien, con enuncia-dos de otras teorías previamente establecidas(Hempel, 1973: 113).

La formulación de principios internos hará uso típica-mente de un vocabulario teórico. VT, esto es, unjuego de términos no empleados en las primerasdescripciones y generalizaciones acerca del fenÓ-meno empírico que T pretende explicar, sino másbien introducidos específicamente para caracterizarel escenario teórico y sus leyes. Los principios puentecontendrán evidentemente, tanto los términos de VTcomo aquellos del vocabulario usado en formularlas descripciones originales y generalizacionesacerca del fenómeno que trata de dar cuenta. Elvocabulario será entonces disponible y comprendidocon anterioridad a la introducción de la teoría, y suuso será gobernado por principios que, inicialmente,son independientes de la teoría. (Hempel, 1979:245).

axiomatizados y las teorías difícilmente pueden for-mularse como sistemas del lenguaje natural. Por ello,a esta concepción, junto con otras, se le ha llamadola "visión recibida de las teorías" .(Suppe, 1979).

Por otro lado y con la finalidad de que la teoríatuviera referentes empíricos rlirectos a partir de losmismos términos teóricos se planteó que las definicio-nes deberían ser de tipo "operacional", de maneraque "un concepto cualquiera no significa otra cosaque un conjunto de operaciones" (Hempel, 1973:131 ): un objeto tendrá la propiedad x si y sólo si endeterminadas condiciones de prueba muestra elefecto o respuesta planteado en la definición.(Binford, 1977: 2) propone que son este tipo dedefiniciones las que deben de formularse para cons-truir la teoría arqueológica. El problema radica enque las definiciones operacionales no pueden desem-peñar un papel relevante al interior de las teorías yaque, de hecho, hay varios criterios de aplicación deuna operación de prueba. Ad~más, no es claro supapel sistemático, la forma en que se conecta ointerrelaciona con otros términos teóricos y el signi-ficado de un concepto nunca ha estado determinadopor un conjunto de operaciones-pues esto sólo puede~acerse en ámbitos limitados (Hempel, 1973: 143-

144).Se ha propuesto, entonces, queJas llamadas defi-

niciones reales pueden cumplir con los requisitos delos principios internos, pues adquieren la siguienteforma:

Se ha propuesto, entonces, que las llamadas defi-niciones reales pueden cumplir con los requisitos delos principios internos, pues adquieren la siguienteforma:

(1) Lx=Cx

donde C es la inicial que expresa un juego más omenos complejo de condiciones que juntas son nece-sarias y suficientes para L ~I símbolo = significa si

y sólo si- (Hempel, 1952: 2-7). La utilidad de estetipo de definiciones radica no sólo en que adopta lasventajas de las nominales, sino que, además, ad-quiere el carácter de hipótesis¡ pues representa unanálisis empírico de las propiedades del objeto defi-nido, esto es, la investigación empírica determinaráque las condiciones planteadas son satisfechas simul-táneamente por aquellos objetos que han sido defini-dos por ellas. La definición, por lo mismo, debe sercontrastable, derivando de ella los principios puentey las implicac.iones de prueba necesarias.

Los principios puente estarán sistemáticamenterelacionados con los principios internos si son formu-lados como enunciados generales del tipo de una ley,que normalrT\ente adquieren la siguiente forma:

(2) V x [Px -qx]

que significa que si el predicado x se cumple paratodas las p, entonces también se cumple para todaslas q, en una relacióncausa-efecto.

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Con los principios internos formulados como de-finiciones reales, con carácter de hipótesis, y losprincipios puente como enunciados generales deltipo de una ley I que permiten una variedad indefinidade criterios de aplicación de los términos teóricos, laderivación de argumentos puente e implicacionescontrastado ras establecen las condiciones de falsa-ción de la teoría y adquiere poder explicativo.

Por ello; la respuesta a cómo observar y explicar

el registro arqueológico estará dada a partir de ladefinición explícita de los principios internos, quepermitan separar la realidad en clases y sub clases deeventos, y por una serie de enunciados generales detipo ley que den cuenta de la dinámica de esosconceptos, ya que así se puede cubrir el requisitológico necesario para explicar una realidad más ricay compleja que su representación en la mente.

manera que su descripción sistemática no aporta,necesariamente, información sobre el pasado:

Si uno acepta a las observaciones hechas en el regis-tro arqueológico como hechos contemporáneosjunto con la idea de que estos hechos son estáticos,entonces claramente el problema básico para el ar-queólogo incluye a) cómo obtenemos de hechoscontemporáneos supuestos sobre el pasado, y b)cómo convertimos los hechos observacionales está-ticos del registro arqueológico en principios dinámi-cos. (Binford, 1977: 7).

La teoría arqueológica

La teoría arqueológica, como teoría de la observa-ción, tiene el papel de conjuntar sistemáticamente el

juego de hipótesis auxiliares que le permitan explicare interpretar el registro arqueológico y, así, junio conel resto de las teorías observacionales del materia-lismo histórico, deberá actuar como conocimientode fondo no problemático, cuando éste sea contras-tado empíricamente. Además de vincular los enuncia-dos generales y explicativos de los procesos socialescon los referentes empíricos que maneja la arqueolo-gía, debe ser capaz de explicar los procesos que han

permitido que los materiales arqueológicos lleguenal presente, y que sean observables por nosotros.

Este doble carácter de la teoría arqueológica hallevado a confusiones sobre la relación existente entrelas teorías sustantivas y la teoría de la observación ydel status de los enunciados y principios que han sidoplanteados como procesos de formación y transfor-

mación (Schiffer 1972, 1976).En cuanto al primer problema, considero que son

tres los factores que determinan qué tan autónomaes la teoría de la observación de las teorías sustanti-

vas: 1) las características propias de los datos, 2)los instrumentos y técnicas de observación y medi-ciÓn, y 3) las teorías sustantivas de la ciencia en

cuestión. Normalmente, no existe una independenciatotal y en algunos casos las teorías que adquieren elcarácter de observacionales son parte de una cienciamayor que engloba a la teoría que se somete a con-

trastación. De igual manera, se integran postuladose hipótesis de otras ciencias y teorías distintas, alta-mente corroboradas, y que concuerdan con los he-

chos de observación. Así, el peso específico quetienen los postulados dependientes e independientesestá determinado por las características del objeto deestudio sometido a investigación, sobre el cual seaplican ciertas teorías, así como por la forma en quelas hipótesis se someten aprueba sobre algunos indi-

cadores y no sobre otros. La autonomía es, entonces,relativa y no algo metodológicamente determinado.

En relación con el segundo aspecto, Schiffer(1972) propuso, para tratar de vincular las caracterís-ticas del material arqueológico --<:omo fenómenocontemporáneo y estático-. con supuestos sobre elpasado, la formulación explícita de dos juegos de

principios a los que llamó procesos de formación yde transformación. Los primeros explicarían la rela-ción de variables "conductuales" con variables de

La arqueología, como ciencia social, tiene comoobjetivo de conocimiento el desarrollo de toda lasociedad en la interdependencia de sus facetas oelementos, o bien, sin ser excluyente con lo anterior ,el' desarroUo de una o varias de sus facetas estructu-rales (Kedrov y Spirkin, 1968: 120). Así, la teoría dela historia y sus teorías sustantivas aportan las defini-ciones de las unidades de conocimiento de la arqueo-logía, esto es, proporcionan el cuerpo de conceptos,leyes y categorías que permiten la explicación cien-

tífica del fenómeno social. Las opciones epistemoló-gicas y metodológicas también son resueltas a partirde la teoría marxista del conocimiento, por lo que,de esta manera, en la arqueología se conforma unaposición teórica explícita, en cuanto a los requeri-mientos que Gándara (1980: 9) ha señalado que debede satisfacer .

El problema radica en que los datos que ha cons-truido la arqueología son totalmente distintos delresto de las ciencias históricas y sociales, por estamisma razón, no comparte con ellas sus teorías dela observación: el objeto de estudio de la disciplinaestá, aparentemente, más cercano al de las ciencias

naturales.

La información de datos culturales empíricos queobtiene la arqueología no permite por sí misma laexplicación de los procesos sociales, sino, a lo más,la descripción de sus características aparentes. Sinembargo, es a partir de los datos arqueológicos delos cuales debe arrancar necesariamente la inferenciade las relaciones fulldamentales que expresa la cate-goría de formación económico-social, tal como sedieron en una sociedad concreta. (Bate, 1981: 23).

Para que la teoría arqueológica permita obtenerinferencias sobre las leyes de la sociedad, debe sercapaz de explicar al objeto de estudio, que ha sidomás o menos acertadamente como un fenómenoestático y contemporáneo (Binford, 1968), de tal

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una teoría de "rango medio" cuando no se tiene unateoría general que permita su evaluación. Curiosa-mente, la mayor parte de los trabajos se han enfocado,a pesar de lo que ellos plantean, hacia la "teoría derango medio":

objetos materiales o con relaciones espaciales (Schif-fer, 1976: 13) y deberían permitir información sobrela producción del sistema social y predecir el tipo demateriales depositados.

Las transformaciones c contienen información sobrela producción del sistema, tales como tasas de dese-cho, localidades de desecho, posibilidades de pérdi-da, prácticas funerarias y otros. Sólo las transforma-ciones c pueden ser usadas para predecir los materia-les que serán o no depositados en un siStema. (Schif-fer, 1976: 15).

Schiffer ha tratado de iluminar el proceso de construc-ción y justificación de inferencias en arqueología(Schiffer, 1976: 13, 19-21) a algunos arque6logossistemáticos esto les parece "obvio" o "innecesario".Por desgracia, Schiffer no se da cuenta que su trabajoes una aproximación a desarrollar las "teorías de laobservación" en arqueología, sino que piensa haberinventado una nueva forma de arqueología. El trabajode Schiffer es el único que siguió la línea original-mente propuesta por Binford en cuanto al cuestiona-miento del significado del material arqueológico, porlo que, una vez descontada su pretensión de crear"nuevas-nuevas arqueologías" su trabajo merece ma-yor atención de la que ha recibido hasta ahora.(Gándara. 19B1a: 44).

Las tansformaciones n (o no culturales) explicany predicen las interacciones, a través del tiempo, deun conjunto de materiales culturalmente depositadosy sus condiciones medio-ambientales (schiffer y Rathje,1973: 169-170).

A pesar de todo, estos enunciados no han sidoformulados dentro de un sistema teórico y, además,la mayor parte se encuentran dispersos y poco desa-rrollados, lo que ha impedido la formalización total.Por ello, schiffer y Rathje hacen un llamado en estesentido, señalando que los principios no culturalesdeben de tomarse de las ciencias físicas, generarsedurante los mismos procesos de excavación, o solu-cionando problemas concretos de los materiales me-diante la arqueología experimental (/bid.: 171-174).

Aunquf' schiffer trata de relacionar las "propieda-des sistémicas" con el contexto arqueológico a travésde argumentos de relevancia, hacia un lado, y deconceptos sobre los procesos de formación hacia elotro, no hay una claridad respecto al papel de lateoría arqueológica, de sus componentes y elemen-tos. No obstante, los principios que plantea abren unamplio campo de discusión y resuelven en parte laspreguntas de por qué existe el registro arqueológico,cómo un sistema cultural produce restos arqueológi-cos y qué tipo de variables inter e intra-culturalesdeterminan la estructura (distinta en forma y conteni-do) del registro, sus aportes sólo cubren aspectosparciales del problema.

Si aceptamos que el papel y status de la teoríaarqueológica es el señalado en páginas anteriores,junto con el hecho de que la construcción de la teoríadebe incluir a los juegos de principios internos ypuente, los intentos de formalización de la teoría hanfallado, precisamente, al no haberse establecido losfundamentos para construir conceptos y entender elpapel sistemático que adquieren, y la relación queguardaría una teoría observacional con las teoríassustantivas. Esta es una de las razones por las que lascríticas realizadas por la nueva arqueología nortea-mericana a la "arqueología tradicional" la hayanllevado a enfrentarse aun problema doble, insolub.ledesde su posición: por un lado, la construcción deuna teoría general que explicara los "procesos deter-minantes del cambio de los sistemas vivos" y unateoría de rango medio capaz de "establecer la signi-ficación dinámica de hechos estáticos" (Binford,1977: 7). De ahí señalan la ineficiencia de construir

las proposiciones de Schiffer adolecen de unaformulación explícita de los principios internos y losprincipios puente e, incluso, no queda claro, dentrode los enunciados que plantea, cuáles corresponde-rían a unos o a otros. Por lo tanto en este trabajopropondré una alternativa sobre su ubicación dentrode la teoría arqueológica, dando énfasis especial enla introducción de conceptos mediante definicionesreales. Hasta ahora, los trabajos sobre la teoría ar-queolÓgica, salvo algunos intentos de definición máso menos aislados, sólo han tocado de manera tangen-cial lo que sería su núcleo: los principios internos.Cabe recordar que el primer trabajo sobre formaliza-ción de la teoría, frustrado por la falta de precisiónde los términos, es el de Willey y Phillips (1958),quienes pretendieron definir sitio, área, región, hori-zonte, etc.

Así, ante la ausencia de una sistematización teó-rica de los conceptos de la arqueología, propongoque el elemento que sirve de principio para cubrirestos aspectos es la agregación de los objetos arqueo-lógicos, basada en su asociación espacial. Esta, ensus distintos niveles, permite, a su vez, planteandolos términos como definiciones reales, que los enun-ciados funcionen a manera de clasificación: separanuna clase de objetos en sub clases.

la asociación debe ser considerada tanto en suaspecto bi-dimensional, como en el tridimensional,pues los objetos arqueológicos se encuentran sobresuperficies y en elementos que tienen volumen. losdistintos niveles en que los objetos muestran asocia-ción, marcan las condiciones suficientes y necesariaspara que pertenezcan a cada subclase de objetos. Asu vez, limita a los conceptos que pueden pertenecero no ala teoría arqueológica, por lo que permitediscriminar a aquellos que, aunque son del uso co-mÚn en la literatura, pertenecen en sí a algún otrotipo de teoría, pues no funcionan como observacio-nales para la arqueología. Tal es el caso, por ejemplo,de los conceotos sobre oeriodización.

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Cabe señalar que muchas de las nociones queplanteo ya han sido delineadas por diversos autores,por lo que se tratará sólo de reconstrucciones racio-nales de términos, para darles el sentido que lescorresponde dentro de la formalización teórica que,eventualmente podrá derivar en su axiomatización.Además, con un juego limitado de principios inter-nos, se podrán ubicar correctamente los principiospuente que explican la formación y transformacióndel contexto arqueológico, una vez que se formulen

como enunciados generales tipo ley.

que, a mayor trabajo acumulado sobre un objeto, lacarga de información que tendrá será mayor. El carác-ter no ocasional de la actividad humana es una delas condiciones suficientes y necesarias que debentener los objetos para que sean estudiados por el

arqueólogo.Aunque esto lo discutiré más adelante, se puede

decir que un objeto ya no participa de un sistemasocial "vivo" cuando no se encuentra en contexto deuso. Esto significa que ha dejado de ser útil ofuncionalpara la satisfacción de necesidades y, en consecuen-cia, ha sido descartado o abandonado.

Los criterios que definen a la clase de materialesarqueológicos culturales pueden formularse de lasiguiente manera:

Algunos conceptos y procesos fundamentales

Mx = edx xahx .ns"(3)

donde ed significa el criterio de ser una entidaddiscreta, ah el de haber recibido alguna actividadhumana no ocasional, y ns que no se encuentra encontexto sistémico.

Los grupos humanos actúan sobre sectores especí-ficos de la naturaleza, con los cuales se articulan,modificando, directa o indirectamente, las relacionesnaturales del ecosistema. La historia de los ecosiste-mas se manifiesta en restos fósiles de distintas clasesy calidades, como polen, hueso, suelos, etc., con

Para iniciar la introducción de conceptos de la teoría,es necesario, en primera instancia, una definiciónque permita demarcar entre aquellos materiales ql]eforman parte del objeto de estudio de la arqueología,de aquellos que pertenecen a otras disciplinas. Nor-malmente, estas definiciones se han hecho medianteestipulaciones a algunos ejemplos de lo que sería elmaterial arqueológico, sin establecer las condicionessuficientes y necesarias para que un objeto sea con-siderado como tal.

De hecho, el objeto de estudio de la arqueologíaestá constituido por dos grandes clases de materiales,los comúnmente llamados "culturales" y los natura-les, con características específicas que hacen que suobtención, tratamiento y análisis por parte del arqueó-logo, sea de distinta manera. El material arqueológicocultural, que aporta la información básica para laconstrucción de datos, incluye cualquier objeto, (en-tidad discreta) sobre el que se ha efectuado algunaactividad humana (cf. Montané, 1980: 13) de manerano ocasional y que se encuentre abandonado (con-texto no sistémico según Schiffer 1972, 1976).

Las actividades humanas se dan como parte delos procesos correspondientes a la participación delhombre en cualquiera de las esferas sociales, inclu-yendo lo que ahora se ha denominado "modo devida" (Sanoja y Vargas 1978: 26-27) y "cultura" (Bate,1974). Por ello, la actividad humana siempre incidesobre los objetos en distinto grado, dejando huellasen él, aunque éstas no sean autoevidentes, debido aque actualmente no exista la capacidad metodológicay técnica de observarlas, o a que hayan sido borradas

por procesos post-deposicionales.Así, existe una relación directamente proporcional

entre las huellas materiales de la actividad humanasobre los objetos y lo recurrente que ésta sea. Poresta razón, ciertos procesos están mejor representadosen el contexto arqueológico que otros.

La actividad humana se .relaciona con el conceptode trabajo, al realizarse de manera consciente y en-ca(llinada aun fin (Montané, 1980), de tal maneraque las actividades que son relevantes para la inves-tigación arqueológica son las que obedecen alasatisfacción de necesidades socialmente determina-das y no son debidas al azar. Es casi una regla general

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problemas específicos de muestreo. Estos materiales,Ilamadosecodatos, para ser relevantes en la construc-ción de datos arqueológicos, tienen que informarsobre la interacción del hombre con la naturaleza encada momento determinado de la historia social.

La definición de ecodato puede plantearse así:

determinado por la organización de los procesos detrabajo yen la sociedad (cf. Nieto y López: en prensa).El concepto arqueológico que integra estas. ideas esel de área de actividad... Esto es, "la gente no cooperaexactamente de la misma manera cuando realizadiferentes tareas. Igualmente, las diferentes tareas noson efectuadas uniformemente en las mismas locali-dades" (Binford, 1964: 136). El concepto arqueoló-

gico que integra estas ideas es el de área de actividad,que puede ser definido como un agrupamiento demateriales arqueológicos culturales (a), sean artefac-tos y/o elementos, con límites espaciales (le), cuyadistribución y organización interna es consecuenciadirecta de la realización de una tarea específica (te),que a su vez tuvo límites definidos en su dimensión

temporal:

(4\ Edx = mx .ncx .fx

(7) AA" = a" .le" .tey

donde m significa el criterio de ser poblaciones demateriales y objetos, nc que no hayan sufrido activi-dad humana (son, por lo mismo, no-culturales) y f,que ya no actúan dentro de la biomasa de un ecosis-tema vivo. Los ecodatos, por sus características pro-pias, no son estudiados directamente por el arqueó-logo, sino por grupos de especialistas que aportandatos para la investigación, especialmente sobre pa-leoctnobotánica.

Los materiales arqueol6gicos culturales (3), comoobjetos () entidades discretas, se han dividido enartefactos y elementos, a partir de la asociación desus atributos y su relación con otros materiales. Así,los artefactos, no pierden sustancialmente informa-ción al ser disectados de su matriz, puesto que suscaracterísticas fqrmales no dependen de la asociaci6ncon otros objetos. Aunque la mayor parte de losartefactos son muebles, su transportabilidad puedeser accesoria, ya que pudieron funcionar como in-muebles y no perder información, de manera sustan-cial, al ser removidos. Tal sería el caso, por ejemplo,de estelas, esculturas, etc. Esta sub clase de materiales

arqueoló~icos puede formularse así:

Binford introduce el concepto de estructura ar-queolÓgica, que es definido como:

la articulación sistémica de localidades, instalacionese instrumentos con tareas específicas realizadas porsegmentos sociales, resulta en un juego estructuradode relaciones formal-espaciales en el registro arqueo-lógico. I...] La pérdida, ruptura y abandono de imple-mentos y medios en diferentes localidades, dondelos grupos de estructura varjablerealizaron diferentestareas, deja un registro "fósil" de la operación de unasociedad extinta. Este registro fósil puede ser leídoen los agrupamientos espaciales, cuantitativamentevariables, de clases formales de artefactos. [...1 Laestructura arqueológica de una cultura debe, y enmi opinión lo hace, reflejar todas las otras estructuras,por ejemplo, parentesco, economía y política. (Bin-ford, 1964: 136).

(5) Ax = M x .fix

donde M significa que pertenece a la clase de mate-riales arqueológicos culturales (3) y fi, que las carac-terísticas formales son intrínsecas al objeto.

Por su parte, los elementos culturales son:

La definición de estructura arqueológica puedereinterpretarse como la asociación espacial de áreasde actividad y objetos arqueológicos, con pisos, super-ficies de ocupación y matrices que es resultado delconjunto de actividades específicas, con límites tem-porales que fueron realizadas por un grupo o seg-mento social. en una localidad determinada, esto es,tiene límites espaciales restringidos.

entidades limitadas y cualitativamente aisladas queexhiben asociaciones estructurales entre dos o másobjetos culturales y el tipo de matrices compuestaso no recuperables; no pueden ser "formalmente ana-lizadas" u observadas una vez que han sido disecta-das en el campo durante la excavación [...1 Loselementos culturales (como entierros, hogares, pozosde depósito y otros) son en principio no transPOrta-bles. (Gándara. 1980: 24. cf. Binford. 1964: 145).

(8) EA" = a" .le" .ct"

Las actividades humanas inferibles a partir delmaterial arqueológico s~ realizan en localidades es-pecíficas, cuyo origen puede ser de deposición natu-ralo artificial (creadas por el hombre). El conceptode superficie de ocupación se refiere a la parte ex-puesta (superior de una secuencia y generalmentehorizontal) (s) de depósitos estratigráficos naturales(dn), sobre los que se realizaron distintos tipos deactividad humana (ah) y, en consecuenL;a, mostraráevidencias de ella por restos macroscópicos o ele-mentos rastro (trace-e/ement), dependiendo del tipode tareas y la incidencia de la acción del hombresobre la suoerficie

De esta manera, un elemento es una asociaciónde objetos arqueológicos entre sí y/o con su matriz,

cuyas características formales dependen, precisa-mente de esa asociación:

Ex = M x .fax(6)

donde fa significa que las propiedades formales delobjeto dependen de su asociación con otros objetos.

Las actividades humanas no se distribuyen aleato-riamente en el espacio. tienen un orden y causalidad

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DICIEMBRE 198430 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA. 10

Una ocupaci6n, entonces, es una sub-clase delconjunto de los sitios, marcada por una continuidady homogeneidad en las propiedades formales demos-trable en las propiedades formales, asociaciones ydistribuciones de los materiales del sitio arqueológico(c), con límites restringidos de variabilidad. Los límitesde las ocupaciones están dados por períodos de aban-dono, total o parcial, del asentamiento, que permitenmarcar la discontin\.Jidad, aunque ésta no quede,necesariamente, representada en la estratigrafía (a):

SOx = dnx .sx .ahx(9)

Por el contrario, los pisos de ocupación implicanla intervención humana directa para su elaboración,ya que fueron, en un momento dado, objetos detrabajo. Las variantes que pueden existir dentro de

esta sub-clase de los elementos, son desde nivelacio-nes y modificaciones del relieve natural del terreno,hasta la manufactura de superficies horizontales dedistinta calidíld (como los pisos arquitectónicos). So-bre ellos se realizaron tareas y actividades que puedenevidenciarse, como en el caso anterior, por objetos

macroscópicos y elementos-rastro.

(13) 0. = c. .a.

Finalmente, una región puede entenderse comoel total de los sitios, o sus ocupaciones, interactuandocontemporánea mente en un ámbito espacial restrin-gido. El tipo de interacción debe ser explicado más

allá de la teoría arqueológica, precisamente por lacsteorías sustantivas, de tal manera que demuestre unarelación basada en mecanismos intersociales. Loslímites se determinan a partir de la variabilidad obser-vada en los materiales arqueológicos y sus distintosniveles de asociación en los sitios, que es de esperarsesea menor hacia el interior que hacia el exterior dela región. Estos criterios se pueden formular de la

siguiente manera:

POx = ex. s x .ahx10)

donde e significa que pertenecen a la clase de los

elementos, s que en su parte superior y generalmentehorizontal se efectuaron ciertas actividades humanas

ah.El registro arqueológico no sólo tiene relaciones

horizontales, sino que, además, volumen y profundi-dad. Uno de los conceptos que daría cuenta de estascaracterísticas es el de unidad o contexto de deposi-ci6n que Gándara (1983) ha definido provisional-mente como "un conjunto de artefactos, relacionesentre estos artefactos, y su relación con la matriz desuelo en que se encuentran y que se constituyen unevento relativamente finito y discreto de deposición" .En términos generales es factible reinterpretar estadefinición por una que involucre la relación de ma-

teriales arqueológicos (3) con la matriz (de suelonatural, o artificial), que tiene límites horizontales yverticales (de deposición). Con ello, en la definiciónse integran a los artefactos ya los elementos, asícomo a los "contenedores" naturales v artificiales:

Rx = s x .ix. ledx(14)

UDx = ax .m x .ledx/11)

en la que a significa la relación de materiales arqueQ-lógicos, m, la relación de ellos con la mptriz y /ed lacondición de tener límites espaciales y deposicionalesdefinidos.

Un nivel mayor de agregación de los materialesarqueológicos es comprehendido por el conceptode sitio, que puede entenderse como cualquier lugaren donde existan materiales arqueológicos agrupadosespacialmente (Ma), con límites restringidos, cuyadistribución es resultado de la actividad humana (ah).Estos agrupamientos pueden ser desde una simpleárea de actividad, hasta una unidad de asentamiento,con un rango deposicional que puede variar desdeuna sola superficie de ocupación hasta el conjuntode todas aquellas estructuras arqueológicas presenta-das secuencialmente en el depósito arqueológico,con límites deposicionales definidos. Así, cd significael criterio de que exista una continuidad deposicionalyo el exhibir, cuando menos, una ocupación:

donde s es el total de los sitios .-0 sus ocupaciones-que abarca la región, i es el criterio de interactuarentre sí de manera contemporánea y led el de estaren un ámbito espacial restringido.

Así, el concepto de región trata de involucrar elnivel máximo de asociación de las actividades socia-les realizadas contemporáneamente por un gruposocial determinado. Por estíi razón, el problema delas áreas y super áreas culturales resulta controvertibley queda fuera de la problemática que pretende resol-ver la teoría arqueológica, pues los mecanismos deinteracción trans-social deben ser explicados por lasteorías sustantivas, más allá del simple enlistado depresencias o ausencias de rasgos formal-estilísticosen determinados espacios geográficos.

Si consideramos a este grupo de definiciones comoel núcleo de la teoría arqueológica, queda por discutirel tipo y características de los procesos que formanel contexto arqueológico. Quiero señalar que unerror de Schiffer, quien introduce la distinción entrecontexto sistémico y contexto arqueológico, es haberagrupado a los prqcesos que se dan en los sitios enun solo concepto: transformaciones, divididas en co culturales y en n o naturales (no culturales), sindistinguir al grupo de eventos que forman los contex-tos, de aquellos que los transforman, una vez depo-sitados los materiales (Schiffer, 1976).

El principal proceso que permite considerar auncontexto como arqueológico es el de abandono. Aun-que Schiffer lo delineó, no 11~gó a darle la importanciaQue realmente merece. pues propuso a la pérdida deS= Ma. .ah. .cd. .o.

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lOPEZ AGUilAR SUPERFICIES YVOLUMENES... 31

los objetos, al de desecho ya otros precesos como

fundamentales (Ibid.: 28). El abandono, entendidocomo la suspensión en el uso yel mantenimiento de

objetos, instalaciones, áreas de actividad y asenta-mientos, se presenta de dos diferentes formas: repen-tino y diferencial, que tienen distintas consecuenciasen los restos materiales que el arqueólogo puedeencontrar .

El abandono repentino -supuesto paraíso del ar-

q~e6logo-, que normalmente se debe a alguna catás-trofe (como el famoso caso de Pompeya) permiteencontrar mayor cantidad de material de facto ydesecho en locus agendi, aunque "envuelve laremo-ción de algunos elementos en su transporte a otrossitios. Los tipos y cantidad de elementos así removidosestarán relacionados sistemáticamente a otras varia-bles en el momento del abandono" (Id. 1972: 160).

Cuando el proceso de abandono es diferencial,esto es, se da en sectores del asentamiento, se esperanmenos objetos en posición de facto o locus agendien el contexto arqueológico, pues entran en juegofactores como el tamaño de la población emigrante,las condiciones en que el abandono tuvo lugar y siel retorno es o no anticipado (Ibid.; 160, Id. 1976:33). Es importante señalar que la forma en que sedieron estos procesos es parte de las cargas de infor-mación que tienen los materiales arqueológicos, yson observables mediante atributos de asociación,

distribución y presencia-ausencia, entre otros.Las asociaciones observahlps pn pl rnntp~tn ;lr-

queológico pueden encontrarse de tres formas quese han denominado "contexto primario", "contextosecundario" y "contexto primario en segunda instan-cia" (cuasi-primario), que dan cuenta de las posicio-nes de los objetos y de sus cargas potenciales deinformación. Estos tipos de contextos son válidos parael estudio de los componentes de las estructuras

arqueológicas y no se pueden utilizar en términosgenerales y de manera indiscriminada, pues la líneaque los separa es muy sutil, en la medida en que sehan establecido, preferentemente, para objetos mue-bles.

Se define aun contexto primario cuando .¡os

objetos que entran en juego en una actividad sonabandonados en el lugar en que ésta se realizaba, sinque se haya efectuado un transporte, por cualquieragente, antes o después del abandono del área deactividad.

Un contexto primario en segunda instancia -cuasi-

primario-- se define cuando los objetos que entran enjuego en una actividad (distinta de la de desecho) sondesechados mediante el transporte entre el área deactividad y el área de desecho, antes del abandonode la localidad. Por su parte, un contexto será secun-dario, si los objetos están asociados debido a unaactividad de transporte humano o de ~('arreo por

agentes naturales, que remueve materiales provenien-tes de algún contexto arqueológico pre-existente.

Es necesario remarcar que este tipo de contextosson válidos oara los obietos muphlps ciP ~hí rulP I~

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DICIEMBRE 198432 BOlETINDEANTROPOlOGIAAMERICANA.10

de la arqueología, como protocolos de observación,deben ~stablecer una relación causa-efecto, de

acuerdo al formato señalado en (2).No obstante, un ejemplo de ellos puede ser el

saqueo o conducta de rebúsqueda (rapiña o pepene),que "probablemente ocurre en cierto grado en cadacomunidad que es abandonada diferencialmente"(Ibid: 34). De heho, este tipo de actividad ha sido unfactor sistemático y constante de alteración del regis-tro arqueológico desde épocas prehistóricas hasta elpresente, y es prácticamente imposible encontrar unsitio arqueológico sin alteraciones debidas a ella

(Nieto y López: en prensa). Este proceso, relacionadocon materiales de facto y desechos en locus agendi,ocasionan, entre otras cosas, una modificación selec-tiva del contexto arqueológico e involucra alteracio-nes en las posiciones relativas de los objetos asocia-

dos.Las transformaciones n no sólo permiten explicar

qué se preserva o no del registro arqueológico, sinotambién cómo se pueden romper las asociacionesoriginales presentes en él, por mecanismos natur¡¡les.Por ejemplo, los principios y enunciados derivadosde la geología han permitido prever la posición rela-

tiva y el tipo de contexto arqueológico que puedeesperarse, precisamente porque explican ciertos pro-cesos como el de erosión, sedimentación, etc., y hansido útiles para entender distribuciones, concentra-ciones y dispersiones del material arqueológico.

El uso de estos enunciados, como hipótesis auxi-liares de la arqueología, relacionándolos sistemática-

mente con otros principios es muy importante, puesademás de permitir la derivación de implicacionesde prueba, explica la dinámica actual y los procesos

a los que están sujetos los contextos arque,9lógicos ylos materiales mismos, como parte de los procesosQue determinan su reintegración a la naturaleza.

Comentarios finales

La formalización de la teoría arqueológica es necesa-ria para que la explicación de eventos y procesos delpasado sea factible a través de los materiales que ladisciplina ha construido como su objeto de e~tudio,precisamente porque permite su explicación y, conello, la justificación de las inferencias. Por esta razón,la teoría arqueológica aqquiere el status de teoría dela observación, distinguiéndose de las teorías ~ustan-tivas, como el materialismo histórico, qu~ tienencomo objetivo de conocimiento el fenómeno social.

Así, los enunciados internos que propongo enbase al nivel de agregación y complejidad de losmateriales arqueológicos ,..<Jesde el artefacto que nOpuede descomponerse en unidades rnenore~, hastala estructura arqueológica- como términos teóricos,deben ser contrastablescon la realidad empírica. Losconceptos no deben de entenderse de manera aislada,sino en su interconexión, por el carácter sistemáticoque adquieren al estar vinculados por un factor co-mÚn que funciona como principio unificador, la aso-

presencia de materiales en contexto primario sea más

frecuente en el registro arqueológico: los objetosinmuebles y los elementos siempre se encontrarán enla posición en que fueron abandonados, por lo queno tienen problema en cuanto al carácter de su aso-ciaciÓn, y sólo inc-iden en ellos los procesos q~e

degradan sus componentes.Los materiales arqueológicos muebles pueden pre-

sentarse en el contexto arqueológico, en asociaciónprimaria, bajo dos grandes rubros: el material de tacto

consiste de una serie de objetos que se encuentranen el área de actividad sin terminar su ciclo de vida,esto es, no fueron usados, o no se agotó su funciona-lidad. El otro, en las mismas condiciones, lo consti-tuyen los objetos o subproductos desechados en elcontexto de uso y han sido denominados desechos

en locus agendi (Manzanilla: 1979).Una gran diversidad de enunciados (algunos for-

mulados como tipo ley y otros como cláusulas ceterisparibus) que pueden incluirse también dentro de los

procesos de formación del contexto arqueológico,han sido tomados de estudios etno-arqueológicos,como la conducta de coraduría (Binford, 1973), o laespecialización de áreas de desecho y las posibilida-des de desecho de elementos rituales versus los no

rituales (sch¡ffer, 1972). Aquí se pueden incluir algu-nos principios tomados de disciplinas ajenas alaarqueología, como la geograf¡a humana, que derivanen el análisis locacional, el urbanismo, etc. De laexperimentación arqueológica se han postuladoenunciados que permiten la explicación, a partir de

las propiedades físicas y qu¡micas de algunos objetos,de su uso y manufactura, que permiten la justificaciónde los atributos observables en el análisis de los

materiales.Los procesos de transformación, necesariamente

post-deposicionales, dan cuenta de los procesos quelos materiales sufren y que transforman su posicióninicial o que modifican su estado original, al entrar

los objetos al contexto arqueológico.Estos procesos se pueden dividir, siguiendo a

schiffer (1976) en transformaciones c, o culturales, yen transformaciones n, o no culturales. Las primeras,a su vez, se han subdividido en dos grandes clases:aquellas que explican el transporte de los materialesdel contexto arqueológico aun sistémico, distinto deloriginal (Proceso A-S) y los que dan cuenta de losprocesos que transportan los materiales de un con-

texto arqueológico a otro (proceso A-A).Desgraciadamente, no se han formulado hipótesis

concretas que permitan aplicar, específicamente, lasvariables que se han encontrado como fundamentalespara los procesos A-S, y la enunciación se ha hechocomo cláusula ceteris paribus. En el momento enque se plantea como principio tipo ley su papel comohipótesis auxiliares de la teoría arqueológica serárelevante en la explicación de ese fenómeno, aparen-temente estático y contemporáneo, que es el material

arqueológico. Para que estos enunciados puedanjugar un papel relevante en la construcción teórica

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LOPEZAGUlLAR SUPERFICIES Y VOLUMENES. 33

ciación especial, temporal y funcional Que, a su vez,marca los límites de los conceptos de la teoría arqueo-lógica. De esta manera, se pueden discriminar lasd!;!finiciones que no cumplen con este requisito y que,por lo tanto, no forman parte de la teoría arqueológi-ca. Este sería el caso de los conceptos de fase yperíodo, que no cubren Ips requisitos de la teoríaobservacional al no explicar al material arqueológico,aunque esto lo discutiré en otro lado.

Las consecuencias de los principios internos plan-teados en este artículo y del lugar de ciertos enuncia-dos como principios puente son de diversa índole,pero especialmente tienen que ver con las técnicasde prospección, excavación y registro, así como en

los mecanismos de colección de información,Aunque es factible que existan aún términos por

desqrrollar o definir para acrecentar los principiosinternos de la teoría arqueológica, hay que recordarque las teorías difícilmente llegan a tener una forma-lización total, menos aún en casos como el de laarqueología cuyos conceptos y enunciados pocasveces han sido definidos explícitamente y sometidos

a contiastación empírica.El ~onocimiento científico del pasado, a través de

los restos materiales de las sociedades, es factible enla arqueología, como ciencia, s610 en la me-dida enque I~ teoría ~rqueológica llegue a constituirse comoconocimiento de fondo no problemático y permitatraspasar al material arqueológico como "fenómenoestático y contemporáneo", para Itegar a la dinámicaque le dio origen, explicable a través de las leyes delas ciencias sociales y de las categorías del m~teria-lismo histórico. A su vez, esto debe permitir el desa-

rrollo de técnicas nuevas y más precisas de recupera-ción y registro, para detectar aquellos elementos queactualmente no han sido buscados como datos rele-vantes, que aparecen como consecuencia lógica delos conceptos aquí expuestos, y que constituyen suscondiciones de falsación.

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