Teponaztli

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II FORO NACIONAL SOBRE MÚSICA MEXICANA (Pátzcuaro, Mich., 28-30 sept. 2005) Los instrumentos musicales y su imaginario El teponaztli en la tradición musical azteca Gabriel Pareyón Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical "Carlos Chávez" Abstract El teponaztli es uno de los integrantes emblemáticos del instrumental precortesiano, relacionado especial- mente con la cultura de los pueblos nahua del centro de México. Aunque se han publicado estudios que describen las características organológicas de diver- sos ejemplares históricos, todavía es insuficiente el análisis de los materiales documentales relacionados con este instrumento, para conocer hasta qué punto el teponaztli formaba parte de una tradición métrica y rítmica asociada con cierto repertorio poético y dan- cístico. Esta ponencia intenta enfatizar las fuentes originales, principalmente los Cantares mexicanos recopilados por fray Bernardino de Sahagún, como material vinculado a la práctica musical “culta” del pueblo mexica. 1. Introducción En 1956, al comienzo de su libro Panorama de la música tradicional de México, Vicente T. Mendoza publicó el primer estudio hipotético sobre el reperto- rio clásico del teponaztli. Este consistió en un exa- men general del instrumento, adaptándolo a la serie de pies rítmicos que comunicó Sahagún como parte de una tradición métrica. En medio de la especula- ción sobre las teorías interválicas y melódicas, en boga en la musicología mexicana del segundo tercio del siglo XX, Mendoza saltó de una propuesta de esquema métrico a diversas conjeturas interválicas que no se justifican por completo como resultado de una investigación exhaustiva. De hecho, Mendoza no agota las posibilidades de su propia teoría métrica, cuando ya sugiere compases y escalas musicales para la música azteca. Fig. 1. Teponaztli de piedra, Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología, México, D. F. En mi opinión, antes de proceder a una revisión de las ideas y teorías sobre el empleo tradicional del teponaztli, conviene examinar al instrumento mismo como evidencia primera. Hay que recordar que, aun- que muchos teponaztli originales están destruidos o muy dañados por el efecto del tiempo en la madera, existen algunas copias en roca basáltica en óptimo estado de conservación (véase fig. 1). Estos teponaztli de piedra no servían para tocarse como instrumentos musicales. Son más bien una forma de “monumento” al teponaztli, una ofrenda a la divinidad de Xochipilli-Macuilxóchitl, con todos sus atributos simbólicos. 2. Análisis de simbología Partiendo de la idea de que, entre los pueblos Meso- americanos, las representaciones de las divinidades eran concebidas como la divinidad misma (algo así como el Al Corán es Allah mismo para la fe islámica, o el pan consagrado es Cristo entre los católicos), es factible considerar que el teponaztli era para los me- xica el propio Xochipilli-Macuilxóchitl hecho materia y sonido. Esta conjetura se apoya también en los atri- butos del teponaztli tallado en roca, con su peculiar ornamentación simbólica. Las dos lengüetas del ins- trumento suelen ubicarse en la cabeza de la divini- dad dibujada en relieve, supuesto que emiten la voz de Xochipilli; bajo las mismas, aparecen dos manos- ojo, que representan simultáneamente las manos del músico y el doble cinco asociado a Macuilxóchitl. En los tercios suele aparecer el signo tlajtolli (palabra), en referencia a la poesía que se acompaña con el teponaztli; y en los extremos, la cinta de piel de oselotl (jaguar), cuyas manchas son al mismo tiempo la flor de Xochipilli, y, en opinión del antropólogo y micólogo Wasson, la revelación que los hongos de Xochiquetzal producen. Son ojos (se decía que las manchas del jaguar eran ojos), pero ojos que ven más allá, como la mano-ojo del músico o el tezcatl necoc xapo, el espejo perforado por donde ve el tlamatini, sabio maestro de la tradición tolteca. El teponaztli representaría así, la unión del intelecto con la sensualidad. La elucidación y la revelación. Sería el medio de Xochipilli para abarcar al hombre y al mundo a través del ritmo. De todo este aparato simbólico pueden formarse al- gunas hipótesis iniciales, asociativas al repertorio del teponaztli. La primera, que el número cinco tendrá un valor métrico para el ritmo de los cantares con tepo- naztli. La segunda, que el número cinco se forma por la suma, tanto práctica como simbólica y mística, del dos (las dos manos-ojo, las dos lenguas del instru- mento) con el tres, a su vez adición de los símbolos únicos, como la boca o la nariz con los ojos del dios o el signo tlajtolli con tres crestas al lado de pares de flores con cinco pétalos, así como el centro y los dos extremos del teponaztli. No hay que olvidar la obsesión numérica de los tlamatinime y el valor simbólico de los números en las fiestas del tonalpohualli o calendario ritual. A fin de que no parezca exageración mi propuesta de que los elementos ornamentales del teponaztli son tam- bién elementos con valor numérico, acudo al testi- monio del propio Sahagún, cuando éste describe el Xochilhuitl o fiesta de las flores (véase fig. 2): “Cuatro días antes de la fiesta —dice el francis- cano— ayunaban todos los que la celebraban, así hombres como mujeres; [...] Llegado el quinto día era la fiesta de Xochipilli-Macuilxóchitl. Hacían una ceremonia en la que hacían cinco tamales encima de los cuales iba una saeta hincada que llamaban xuchimitl o “flor de flecha”; ésta era ofrenda de todo el pueblo [...] La imagen de este dios era como un hombre desnudo que está desollado, o teñido de bermellón, y tenía la boca y la barba teñida de blanco y negro y azul claro; la cara teñida de

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  • II FORO NACIONAL SOBRE MSICA MEXICANA (Ptzcuaro, Mich., 28-30 sept. 2005) Los instrumentos musicales y su imaginario

    El teponaztli en la tradicin musical azteca

    Gabriel Pareyn

    Centro Nacional de Investigacin, Documentacin e Informacin Musical "Carlos Chvez"

    Abstract El teponaztli es uno de los integrantes emblemticos del instrumental precortesiano, relacionado especial-mente con la cultura de los pueblos nahua del centro de Mxico. Aunque se han publicado estudios que describen las caractersticas organolgicas de diver-sos ejemplares histricos, todava es insuficiente el anlisis de los materiales documentales relacionados con este instrumento, para conocer hasta qu punto el teponaztli formaba parte de una tradicin mtrica y rtmica asociada con cierto repertorio potico y dan-cstico. Esta ponencia intenta enfatizar las fuentes originales, principalmente los Cantares mexicanos recopilados por fray Bernardino de Sahagn, como material vinculado a la prctica musical culta del pueblo mexica.

    1. Introduccin En 1956, al comienzo de su libro Panorama de la msica tradicional de Mxico, Vicente T. Mendoza public el primer estudio hipottico sobre el reperto-rio clsico del teponaztli. Este consisti en un exa-men general del instrumento, adaptndolo a la serie de pies rtmicos que comunic Sahagn como parte de una tradicin mtrica. En medio de la especula-cin sobre las teoras intervlicas y meldicas, en boga en la musicologa mexicana del segundo tercio del siglo XX, Mendoza salt de una propuesta de esquema mtrico a diversas conjeturas intervlicas que no se justifican por completo como resultado de una investigacin exhaustiva. De hecho, Mendoza no agota las posibilidades de su propia teora mtrica, cuando ya sugiere compases y escalas musicales para la msica azteca.

    Fig. 1. Teponaztli de piedra, Sala Mexica del Museo

    Nacional de Antropologa, Mxico, D. F.

    En mi opinin, antes de proceder a una revisin de las ideas y teoras sobre el empleo tradicional del teponaztli, conviene examinar al instrumento mismo como evidencia primera. Hay que recordar que, aun-que muchos teponaztli originales estn destruidos o muy daados por el efecto del tiempo en la madera, existen algunas copias en roca basltica en ptimo estado de conservacin (vase fig. 1). Estos teponaztli de piedra no servan para tocarse como instrumentos musicales. Son ms bien una forma de monumento al teponaztli, una ofrenda a la divinidad de Xochipilli-Macuilxchitl, con todos sus atributos simblicos.

    2. Anlisis de simbologa Partiendo de la idea de que, entre los pueblos Meso-americanos, las representaciones de las divinidades eran concebidas como la divinidad misma (algo as como el Al Corn es Allah mismo para la fe islmica, o el pan consagrado es Cristo entre los catlicos), es factible considerar que el teponaztli era para los me-xica el propio Xochipilli-Macuilxchitl hecho materia y sonido. Esta conjetura se apoya tambin en los atri-butos del teponaztli tallado en roca, con su peculiar ornamentacin simblica. Las dos lengetas del ins-trumento suelen ubicarse en la cabeza de la divini-dad dibujada en relieve, supuesto que emiten la voz de Xochipilli; bajo las mismas, aparecen dos manos-ojo, que representan simultneamente las manos del msico y el doble cinco asociado a Macuilxchitl. En los tercios suele aparecer el signo tlajtolli (palabra), en referencia a la poesa que se acompaa con el teponaztli; y en los extremos, la cinta de piel de oselotl (jaguar), cuyas manchas son al mismo tiempo la flor de Xochipilli, y, en opinin del antroplogo y miclogo Wasson, la revelacin que los hongos de Xochiquetzal producen. Son ojos (se deca que las manchas del jaguar eran ojos), pero ojos que ven ms all, como la mano-ojo del msico o el tezcatl necoc xapo, el espejo perforado por donde ve el tlamatini, sabio maestro de la tradicin tolteca. El teponaztli representara as, la unin del intelecto con la sensualidad. La elucidacin y la revelacin. Sera el medio de Xochipilli para abarcar al hombre y al mundo a travs del ritmo. De todo este aparato simblico pueden formarse al-gunas hiptesis iniciales, asociativas al repertorio del teponaztli. La primera, que el nmero cinco tendr un valor mtrico para el ritmo de los cantares con tepo-naztli. La segunda, que el nmero cinco se forma por la suma, tanto prctica como simblica y mstica, del dos (las dos manos-ojo, las dos lenguas del instru-mento) con el tres, a su vez adicin de los smbolos nicos, como la boca o la nariz con los ojos del dios o el signo tlajtolli con tres crestas al lado de pares de flores con cinco ptalos, as como el centro y los dos extremos del teponaztli. No hay que olvidar la obsesin numrica de los tlamatinime y el valor simblico de los nmeros en las fiestas del tonalpohualli o calendario ritual. A fin de que no parezca exageracin mi propuesta de que los elementos ornamentales del teponaztli son tam-bin elementos con valor numrico, acudo al testi-monio del propio Sahagn, cuando ste describe el Xochilhuitl o fiesta de las flores (vase fig. 2):

    Cuatro das antes de la fiesta dice el francis-cano ayunaban todos los que la celebraban, as hombres como mujeres; [...] Llegado el quinto da era la fiesta de Xochipilli-Macuilxchitl. Hacan una ceremonia en la que hacan cinco tamales encima de los cuales iba una saeta hincada que llamaban xuchimitl o flor de flecha; sta era ofrenda de todo el pueblo [...] La imagen de este dios era como un hombre desnudo que est desollado, o teido de bermelln, y tena la boca y la barba teida de blanco y negro y azul claro; la cara teida de

  • bermejo; tena una corona teida de verde claro, con unos penachos del mismo color; tena unas borlas que colgaban de la corona hacia las espal-das; tena a cuestas una divisa o plumaje, que era como una bandera que est hincada en un cerro, y en lo alto tena unos penachos verdes. Tena ceida por el medio del cuerpo una manta bermeja, que colgaba hasta los muslos; esta manta tena una franja de que colgaban unos caracolitos mariscos: tena en los pies unas cotaras o sandalias, muy curiosamente hechas: en la mano izquierda tena una rodela, la cual era blanca, y en el medio tena cuatro piedras puestas de dos en dos juntas; tena un cetro hecho a manera de corazn, que en lo alto tena unos penachos verdes y de lo bajo colgaban tambin otros penachos verdes y amarillos.

    Fig. 2. Xochipilli-Macuilxchitl tocando el huehuetl

    (Cdice Borbnico), con los colores que comunica Sahagn. Puede, a partir de este valioso informe, proponerse que el contenido simblico de nmeros y colores en las representaciones de Xochipilli-Macuilxchitl est relacionado con el repertorio del instrumento-dios. En una cultura la tolteca-nahua asombrada por sus propios modelos de ennumeracin y geometra, no es posible pasar por alto cualquier asociacin en-tre nmero y ritmo, palabra y prosodia. Por ejemplo, las palabras Xochipilli, Macuilxchitl, Xochiqutzal y teponaztli son todas tetraslabos graves. Esta articu-lacin, casi por s sola, ya sugiere un modelo mtrico espondeo-ymbico:

    Varios son los teponaztli de piedra, as como los teponaztli dibujados en los cdices, que muestran la boca de Xochipilli-Macuilxchitl como una flor. Esto explica, en parte, la expresin tradicional In xchitl-In cuicatl, La flor y el canto, tan comn en los cantares nahuas como insinuacin de que la oratoria y la poesa han de ser la flor del sentimiento, el espritu y la tradicin. Pero es notorio que estas bocas en for-ma de flor tienen cinco ptalos cuando se representa al dios de perfil, y cuatro ptalos en el lado derecho y cuatro ms en el izquierdo cuando se le representa de frente. En este ltimo caso parece que se trata de una forma de reflejar el nombre del dios dual como prosodia. An ms, los cuatro das de ayuno y las cuatro piedras de la rodela que menciona Sahagn se identifican con este mismo simbolismo prosdico. Y si se observa el collar del dios en su represen-tacin del Cdice Borbnico, se notar que ste se

    forma con cinco elementos. Esta alternancia del cinco con el cuatro es una constante en la represen-tacin de Xochipilli-Macuilxchitl. Por otra parte, si se acude a la serie numrica 1, 2, 3, 4, 5, 8, 13, que es fcil de obtener mediante el conteo de los elementos ornamentales y su distribu-cin en el teponaztli, puede admitirse que forma una serie proporcional. No dira que Xochipilli-Macuilx-chitl es tambin el dios de una proporcin como se concibe sta en Europa, pero s el representante de una proporcin particular, asociada con la mtrica de los cantos rituales nahuas.

    2.1. Prosodia y mtrica El ritmo tradicional que articulaba el teponaztli se relacionaba directamente con la mtrica potica. Esta afirmacin puede sustentarse con abundante evidencia:

    Primero. La mayora de las representaciones de Xochipilli lo muestran tocando un instrumento musical, pero sin omitir el smbolo tlajtolli (palabra) saliendo de la boca del dios. Esto hace suponer no slo que la msica azteca nunca se deslig por completo de su origen verbal, sino que la prosodia del nahuatl tuvo influencia en la articulacin de los ritmos.

    Segundo. Como resume Clavijero en su Historia Antigua de Mxico, en las ceremonias fnebres de los monarcas, los sacerdotes iban cantando sin el teponaztli ni otro alguno instrumento. El nfasis en la ausencia del teponaztli en este caso, permite dar por hecho que tal instrumento era justamente el idneo para acompaar los cantos rituales.

    Tercero. La sencillez organolgica del teponaz-tli, con sus dos lengetas caractersticas que per-miten dos alturas distintas, slo se explica por una asociacin con los pies rtmicos de la prosodia. Al igual que muchas otras tradiciones poticas, la nahua consideraba dos clases fundamentales de partculas verbales rtmicas o slabas: las agudas y las graves. Con esta sencillez, el teponaztli serva como un auxiliar para determinar el peso silbico y para construir frmulas mtricas que adquiran, intercaladas, mayor complejidad.

    2.2. Uso mnemotcnico

    Quien est familiarizado con el nahuatl puede notar que esa lengua es rigurosamente estructural, com-pacta y analtica, componindose por partculas in-terposicionales formadas por monoslabos, bislabos, trislabos, etc. hasta heptaslabos. En verdad son escasas las palabras del nahuatl con ms de siete slabas. De este modo, las frmulas mtricas del te-ponaztli, coinciden con el propio repertorio semntico del nahuatl y facilita una asociacin para fines de mnemotecnia. Considerando que los pueblos mesoamericanos transmitan la mayor parte de sus conocimientos por medio de la tradicin oral, no es extrao que los mexica emplearan (por herencia tolteca) un cdigo rtmico para conseguir la transmisin fiel de la infor-macin ancestral. Esto mismo es un procedimiento que en otros pueblos, por ejemplo en la tradicin car-ntica de la India, se aplica igualmente para ejercitar la danza y las habilidades musicales, que para desa-rrollar la retrica. Entre los judos, una fiesta especial en honor de la Torah, conocida como Simhath Torah (en hebreo regocijo en la Ley), se celebra en la sinagoga danzando, cantando y marchando con los rollos de las escrituras, siguiendo un patrn mtrico para asimilar la prosodia de los textos.

  • Es capital sealar en este punto, que al menos algunos de los cantares atablicos recopilados por Sahagn, no son lo que pudiramos llamar cantos populares, sino un conjunto de expresiones intelec-tuales que se enseaban en el calmecac por medio de frmulas mtricas, y se cantaban en el cuica-calco, en das especiales indicados por el calendario. Como se desprende del texto de Sahagn acerca del teponaztli en los cantares atablicos, el dominio de este repertorio llegaba a tal virtuosisimo, que el maestro cantor ya no tena sino que articular los primeros pies rtmicos para deducir el resto de la estrofa, ya sin acompaamiento instrumental. Un uso aparte de esta prctica era el toque del teponaztli en las danzas guerreras, al lado del hue-huetl, donde se repeta una frmula mtrica simple. Estas danzas no constituan un repertorio docto de tipo oratorio, sino que se enseaban en los telpoch-calli a los jvenes guerreros. Algunas de estas danzas se ejecutaran en los mitotl de las plazas, con la participacin de los jefes militares, las ahuiani y el resto del pueblo.

    2.3. Variables de la investigacin El Museo del Estado de Michoacn en Morelia conserva un teponaztli antiguo, al cual se le ha dado escasa importancia. El instrumento es de proceden-cia regional y supongo que porhpecha. En caso de que pudiera comprobarse que no se trata de un ins-trumento nahua, este teponaztli abrira la posibilidad para investigar, junto con otras evidencias de origen otomangue y mayense, si el teponaztli genrico es anterior a la fundacin de Tula y poder concluir que no necesariamente fue una creacin de los pueblos nahua, sino que existi con anterioridad entre las comunidades ms antiguas del Altiplano y tal vez de la vertiente sur del golfo de Mxico. De cualquier modo, el caparazn de la tortuga, que en maya se conoce como boxel-aak y en nahuatl como ayotapalcatl, parece ser, con sus dos lenge-tas percutidas, un antecedente natural del teponaz-tli, en tanto que ste apareci como un refinamiento de aqul, lo mismo que el kayum de los hach winik o lacandones, que acaso sea la culminacin de esta tradicin instrumental. Otras variables como el capa-razn de tortuga en la msica de los huavi o mare-os de Oaxaca, tambin merece estudio aparte.

    3. Propuestas 3.1. Modos rtmicos estables

    En el repertorio del teponaztli al menos un centenar y medio de frmulas prosdicas se forman con cuatro monoslabos, que probablemente aluden al modelo original espondeo-ymbico. stos son to, ko, ti y ki, que corresponden a dos moldes de slaba grave y a dos de slaba aguda, respectivamente; asociados producen una serie de 16 bislabos (toto, tiko, etc.), 64 trislabos (tototi, totiki, etc.), 256 tetraslabos (tototiki, totikito, etc.), 1024 pentaslabos (tokotikito, totikitoki, etc.) y as exponencialmente. Vicente T. Mendoza advirti, sin embargo, que en la lista que redact Sahagn a partir de informantes na-huas, no aparecen todas las combinaciones posibles de esas slabas, sino apenas un centenar y medio de frmulas. El mismo Mendoza se pregunta si los aztecas rehuan ciertas frmulas por ser ingratas al odo. Yo agregara que tambin pudieron hacerse evasiones por eufemismo. Por ejemplo, la frmula tokoko tena que evitarse poque esa voz, en nahuatl, quiere decir enfermedad nuestra. Por otra parte, no puede juzgarse el apunte de Sahagn como exhaus-tivo, sino como una muestra somera de los principios de articulacin rtmica del teponaztli.

    3.2. Frmulas mtricas El loable trabajo de Mendoza para ofrecer una expli-cacin de las frmulas mtricas nahuas, no justifica, sin embargo, la adopcin del comps en los ejem-plos que ofrece. Por qu estara en 3/4 la frase toko toko? Adems, en las frmulas que Mendoza coloca acentos, no se sabe qu criterio rige la acentuacin, puesto que las fuentes originales no presentan acen-tos. Por el contrario, las slabas agudas (ti, ki) ya constituyen por s mismas un vehculo de acento en las frmulas, de manera que resulta un contrasentido escribir to-cn o ti-cn (con acento). Si estos dos ejemplos se escuchan como prosodia espaola, es correcto acentuarlas; no as si se les escucha como palabras nahuatl. Sugiero en cambio, que para las frmulas mtricas del nahuatl no se usen barras de comps ni nmero quebrado, sino el nombre y la prosodia mismas de cada frmula, mediante el cono-cimiento de la prosodia natural de esa lengua.

    4. Conclusin Si, como se observa en la mayora de las fuentes originales, el teponaztli rega la tradicin musical azteca, inclusive en su relacin con los instrumentos de viento, entonces se concluye que esta msica no pudo completar un proceso de abstraccin del len-guaje oral, y no logr formar una estructura musical autnoma. Este proceso truncado por el siglo de la Conquista, puede, no obstante, ser observado por una tendencia a la abstraccin que cada vez le daba mayor importancia al instrumento. En este sentido, la tradicin musical mesoamericana puede ser admitida al igual que la antigua msica helnica y la mayora de la msica tradicional indostnica como una transicin natural de la imitacin de patrones lingsticos, hacia la formacin de estructuras musi-cales independientes.

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