AUTORA: Jessica Paola Nole Quizhpe. DIRECTOR DE TESIS: Ing ...
Tesis Paola 2010
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UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL NORTE-UNIVERSIDAD DE TARAPACÁ
VICERRECTORÍA ACADÉMICA
NEOLIBERALISMO MULTICULTURAL EN EL CHILE DEMOCRÁTICO:
GUBERNAMENTALIZANDO LA SALUD ATACAMEÑA A TRAVÉS DE LA
PARTICIPACIÓN Y EL ETNODESARROLLO
Memoria para optar al grado de Doctor en Antropología
PAOLA ALEJANDRA BOLADOS GARCÍA
Director: Dr. Guillaume Bruno Boccara
San Pedro de Atacama, Chile.
2010
1
Dedico este trabajo a mi esposo y compañero de vida Hugo. Sin su comprensión y constante apoyo hubiese sido imposible la realización de este trabajo…
A mis hijos Rocío y Agustín, quienes le regalaron ternura y paciencia a esta empresa en el día a día,
A mis padres y hermanos, quienes me apoyaron en los diversos momentos con su estímulo y presencia constante.
A mis amigos Carlos y Verónica, que me recibieron fraternalmente a mi llegada a San Pedro y con quienes cultivamos una linda amistad; y a los amigos de
Argentina, que durante estos años nos han visitado convirtiéndose en verdaderos oasis en tiempos de desierto. A Andrea, Guillermina, Ignacio, Mónica y Daniel y sus hijos Nico, Rosina y Juan, y a nuestros amigos más recientes con
quienes compartimos lindos momentos en estos últimos años Adrián, Sole y Manu.
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Agradecimientos
Deseo agradecer en primer lugar a mi director de tesis doctoral Guillaume Boccara, por haberme ayudado a abrir nuevos horizontes en el campo de la investigación y por invitarme a una producción de artículos en coautoría. Además le agradezco el haberme facilitado el contacto con quienes iniciaron el camino de la salud intercultural en Chile en territorio mapuche, muchos de ellos amigos suyos y que durante estos años se transformaron también en amigos míos. Deseo agradecerle también el habernos reunidos a compañeras y actuales colegas en el Grupo de estudio GETIME (Grupo de Estudios de Territorialidad Indígena y Multiculturalismo de Estado). Me refiero a Patricia Ayala, Cristina Garrido y Marinka Núñez, con quienes desarrollamos un trabajo colectivo que presentamos en el Congreso de Antropología Chilena en Valdivia en noviembre del 2007, y el cual posteriormente me llevó a participar en la Reunión de Antropología del Mercosur (RAM) realizada en Buenos Aires-Argentina a fines del 2009. Agradezco en particular a Patricia Ayala no sólo por los diálogos académicos sostenidos en este tiempo y su generosidad al compartirme una de sus entrevistas de tesis de especial interés para mi trabajo, sino también por compartir los aprendizajes personales y de vida asociados a este camino de ser investigadoras jóvenes. También extiendo mi gratitud a los docentes del magíster Sergio González, José Luis Martínez, y en especial a Rosana Guber y Claudia Lozano, con quienes iniciamos un lazo de amistad hasta el presente. Mi especial agradecimiento a mi compañera de estudios, amiga, colega y actual comadre Mónica Montenegro, con quien debatimos con afecto los múltiples aspectos de nuestras investigaciones durante todos estos años, y al amigo y colega Antonio Rocamora, quien fue un apoyo fundamental para el término de mi tesis de magíster. Mi particular agradecimiento a la familia de Eduardo Rapiman, que nos recibió con enorme hospitalidad a nuestra llegada a la Araucanía el año 2007. A Jaime Ibacache, Mario Castro y Jorge Neira, quienes se animaron a compartir sus experiencias en el camino pionero de vincular salud y cultura en territorio mapuche; así como a Miriam Torres, Alejandra Leighton, Berta Nahuelhuen y Sergio Cuyul, quienes desarrollan un trabajo con comunidades y organizaciones wichilles en Chiloé. Aunque no quedaron registradas explícitamente en esta tesis, sus entrevistas contribuyeron a una mirada comparativa en territorios donde el programa estatal Orígenes no se había implementado. También mi gratitud a Andrés Cuyul, quien me inspiró con su diseño de tesis en salud pública y fue el primero en referirse a los procesos de burocratización de la salud intercultural en Chile. En el área atacameña estudiada, mis sinceros
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agradecimientos a los miembros de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua, y miembros del Consejo de Desarrollo Local en Salud: Ester Bustón, Sótero Armella, Wilson Segovia, Wilson Gallegillos, Tita Espíndola, Sonia Ramos, Marcos Rojas, Cecilio González, Luis Soza, Francisco Soza y Carlos Aguilar. Especialmente agradezco el apoyo, experiencia y conocimiento de las sanadoras atacameñas María Tejerina y Elvira Tito, con quienes compartimos en profundidad y cercanía. Agradezco a las autoridades locales Sandra Berna, Mirta Solis y a Judith Soza, jefa del departamento de salud en el período 2003-2004, por su disponibilidad a participar en mi investigación. Así como a la matrona Evelyn Slimming y a la presidenta de la Asociación Sonia Ramos, con quienes realizamos un trabajo incipiente de vinculación entre funcionarios del centro de salud y sanadores a través del programa de la primera infancia Chile Crece Contigo. Es un deber también agradecerles a las instituciones del Estado que promueven más allá de los límites en los que desarrollan su labor, un trabajo participativo con comunidades indígenas como es el Programa Especial Salud y Pueblos Indígenas del Ministerio de Salud y al propio Orígenes, que pese a él o más allá de él, me contactó con las diversas realidades y luchas de los pueblos originarios en Chile. Mis agradecimientos especiales a Yerko Mathew, Justo Zuleta y Cecilia Fabian, quienes desde el equipo regional de Orígenes intentaron mantenerse cerca de las comunidades y buscar caminos alternativos a la tendencia centralizada y verticalista del Programa. Así como también a los encargados nacionales del componente de salud intercultural del programa entrevistados, Claudia Padilla y Ernesto Contreras. Deseo agradecer también al Programa Especial Salud y Pueblos Indígenas por haberme permitido conocer desde dentro el trabajo institucional, en especial a la encargada nacional Margarita Sáez y la encargada regional Claudia Medina. Mi particular gratitud con la colega y amiga Malva Pedreros, quien conoció desde cerca los procesos aquí descritos y aportó enormemente a mi reflexión durante la investigación. Agradezco a la Universidad Católica del Norte y al Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo, en la persona de su director Marc Hubbe, por animarse a la experiencia de abrir un doctorado en Antropología, el primero en Chile, en una de las regiones extremas del país, incentivando la descentralización de la producción científica y promoviendo la investigación en áreas fronterizas como lo constituye la región de Antofagasta. En especial a todos sus funcionarios que permitieron el desarrollo de mis estudios y de mi trabajo de campo y con quienes además compartimos importantes momentos en estos años viendo nacer y crecer a nuestros hijos. En especial a Guadalupe Anza y Saúl Servantes, Érica Díaz, Héctor Ramírez, Macarena Oviedo, Noelia Cruz, Lilian Riquelme, Santiago
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Ramos y Angélica Cruz. Un especial agradecimiento a Carla Cavalcanti quien colaboró generosamente en este trabajo con sus conocimientos en la elaboración de mapas. Por último, mi agradecimiento al programa de mejoramiento de la calidad de la educación superior del Ministerio de Educación (MECESUP) del Gobierno de Chile, sin cuyo apoyo hubiese sido imposible realizar mis estudios de postgrado (Magíster y Doctorado) y por haberme dado la posibilidad de realizar una estadía de perfeccionamiento en el extranjero (Austin-Texas) a comienzos del 2008 en el Instituto de Estudios Latinoamericanos Teresa Lozano (LLILAS). A su vez, agradezco al Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología (CONICYT) quien me facilitó una beca de Término de Tesis a fin de cerrar mi proceso de investigación y escritura de la tesis.
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INDICE
INTRODUCCIÓN 11
PRIMERA PARTE
EMERGENCIA DEL CAMPO DE LA SALUD INTERCULTURAL EN
CHILE: EL CASO ATACAMEÑO
CAPÍTULO 1:
RECONFIGURACIONES IDENTITARIAS Y POLÍTICAS INDIGENISTAS EN EL CHILE POST DICTADURA
44
1. Del indigenismo estatal al neoindigenismo transnacional 53
2. Reelaboraciones de la etnicidad atacameña en el nuevo contexto sociopolítico
71
CAPÍTULO 2
BUROCRATIZACIÓN Y NEOLIBERALIZACIÓN DE LA SALUD INTERCULTURAL
100
1. Democratizando al Estado y etnizando a la sociedad 106
2. Institucionalización y burocratización del campo de la salud intercultural
128
3. El componente de salud intercultural del Programa Orígenes
148
CAPÍTULO 3
ORÍGENES VERSUS ORIGINARIOS: CONFLICTOS Y NEGOCIACIONES DEL MULTICULTURALISMO NEOLIBERAL
172
1. La memoria de una participación sin restricción 180
2. Asociando a los terapeutas indígenas 208
3. Ritualización y demonización de la Medicina Ancestral 224
6
SEGUNDA PARTE
ETNOGRAFÍAS DE LA DEMOCRACIA MULTICULTURAL
CAPÍTULO 4
ETNICIDAD Y ETNODESARROLLO: LAS DISPUTAS POR EL CONTROL DE LA SALUD INTERCULTURAL
240
1. Los dichos de Orígenes: la retórica multicultural neoliberal 246
2. Los efectos y defectos del desarrollo integral con identidad 262
3. Mercantilizando las prácticas curativas indígenas 281
CAPÍTULO 5
LA (ETNO)BUROCRACIA EMERGIDA CON ORÍGENES
291
1. Legitimando nuevos saberes y nuevos expertos
297
2. Profesionalizando el conocimiento indígena 323
CAPÍTULO 6
RESISTENCIA INDÍGENA Y VIGILANCIA ESTATAL EN TORNO A LA PARTICIPACIÓN
358
1. La participación social en el nuevo contexto multicultural 360
2. Contestando a la lógica de la participación impuesta 374
3. Responsabilizando través de la participación social 392
CONCLUSIONES 402
BIBLIOGRAFÍA 414
ANEXO 1 427
ANEXO 2 430
ANEXO 3 443
7
ABREVIATURAS
ADI ÁREA DE DESARROLLO INDÍGENA
APS ATENCIÓN PRIMARIA EN SALUD
BID BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO
CC COMITÉ DE COORDINACIÓN. PROGRAMA ORÍGENES
CDL CONSEJO DE DESARROLLO LOCAL EN SALUD
CVHNT COMISIÓN VERDAD HISTÓRICA Y NUEVO TRATO
COEj CO-EJECUTORES. PROGRAMA ORÍGENES
CONADI CORPORACIÓN NACIONAL DE DESARROLLO INDÍGENA
COZ COMITÉ OPERATIVO ZONAL. PROGRAMA ORÍGENES
COTAM COMISIÓN DE TRABAJO AUTÓNOMA MAPUCHE
CT COMITÉ TÉCNICO DE INSTITUCIONES CO-EJECUTORAS. PROGRAMA ORÍGENES
CTZ COORDINADOR TÉCNICO ZONAL. PROGRAMA ORÍGENES
DIPRES DIRECCIÓN DE PRESUPUESTO DEL MINISTERIO DE HACIENDA
DP COMPONENTE DE DESARROLLO PRODUCTIVO. PROGRAMA ORÍGENES
EIB EDUCACIÓN INTERCULTURAL BILINGÜE
MIDEPLAN MINISTERIO DE PLANIFICACIÓN
MINEDUC MINISTERIO DE EDUCACIÓN
MINSAL MINISTERIO DE SALUD
OIT ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO
OMS ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD
OPS ORGANIZACIÓN PANAMERICANA DE LA SALUD
PCD PLAN COMUNITARIO DE DESARROLLO. PROGRAMA ORÍGENES
PESPI PROGRAMA ESPECIAL SALUD Y PUEBLOS INDÍGENAS. MINSAL
PLADECO PLAN DE DESARROLLO COMUNITARIO
PO PROGRAMA ORÍGENES
POA PLAN OPERATIVO ANUAL. PROGRAMA ORÍGENES
PROMAP PROGRAMA CON POBLACIÓN MAPUCHE. SERVICIO SALUD ARAUCANÍA
PDT PLAN DE DESARROLLO TERRITORIAL. PROGRAMA ORÍGENES
SAPIA SALUD Y PUEBLOS INDÍGENAS DE LAS AMÉRICAS
SE SEREMI SERPLAC
SECRETARÍA EJECUTIVA. PROGRAMA ORÍGENES SECRETARÍA REGIONAL MINISTERIAL SECRETARÍA REGIONAL DE PLANIFICACIÓN Y COORDINACIÓN
SILOS SISTEMAS LOCALES DE SALUD
SIM SISTEMA DE INFORMACIÓN Y MONITOREO. PROGRAMA ORÍGENES
UEZ UNIDAD EJECUTORA ZONAL. PROGRAMA ORÍGENES
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RESUMEN
La presente investigación estudia las relaciones entre multiculturalismo,
neoliberalismo y etnicidad asociadas a la política indígena e intercultural en
salud implementada por el Estado chileno en la última década. En un contexto
de retorno a la democracia y de continuidad del modelo neoliberal en formas
templadas como son las que pretenden compatibilizar desarrollo con identidad y
modernización con justicia social, buscamos mostrar la emergencia de un
campo etnoburocrático en la región atacameña del Salar, norte de Chile a partir
de la puesta en marcha del componente de salud del denominado Programa
Orígenes. Es a través de éste programa y su componente que observamos la
aparición de nuevos agentes que despliegan luchas por legitimarse como los
auténticamente autorizados en definir conceptos como la interculturalidad, la
participación social y el etnodesarrollo. En este escenario, las prácticas
terapéuticas atacameñas aparecen como un capital altamente valorado por las
instituciones y servicios estatales relacionados con la salud, mientras que para
las organizaciones indígenas atacameñas se presenta como una oportunidad
para adquirir reconocimiento de sus agentes y sistemas médicos hasta ahora
marginados y negados del ámbito de la salud pública. A través de una etnografía
de Estado multisituada y multiescala damos cuenta de los nuevos mecanismos,
dispositivos y procedimientos a través de los cuales se buscan regular estas
prácticas y conocimientos asociados a la medicina atacameña e incorporarlas
desde una racionalidad etnogubernamental neoliberal, a los objetivos del
mercado que promueven relaciones sociales cada vez más eficientes. En este
proceso observamos desde una perspectiva foucaultiana, los efectos de este
nuevo arte de gobierno en territorios indígenas que fomentaron la
profesionalización del conocimiento indígena, la cual a su vez favoreció la
aparición de nuevos sistemas de autoridad y experticia.
9
MAPA 1: UBICACIÓN GEOGRÁFICA DE SAN PEDRO DE ATACAMA
San Pedro
de Atacama
CHILE
REGIÓN DE ANTOFAGASTA
10
MAPA 2: UBICACIÓN GEOGRÁFICA DE ÁREAS INDÍGENAS ATACAMEÑAS
“ALTO LOA” Y “ATACAMA LA GRANDE”
La Comuna de San Pedro de Atacama y Área Indígena Atacama la Grande agrupa a las
localidades de San Pedro de Atacama, Toconao, Socaire, Peine, Talabre, Río Grande y Camar. El
Área Indígena Alto Loa agrupa a las localidades de Chiu-Chiu, Lasana, Caspana, Ayquina, Turi y
Cupo
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INTRODUCCIÓN
“En cuanto a la reflexividad, que es la razón de ser y el núcleo del libro, se impone más que nunca como un imperativo absoluto a todos los que quieren resistir eficazmente a esos conceptos de pacotilla –“globalización” y “flexibilidad”, “multiculturalismo” y “comunidad”, “identidad”, “hibridación”, “fragmentación”, etc.-, cuya difusión, en el campo universitario y fuera de él, acompaña en el mundo entero la puesta en marcha política neoliberal de destrucción del Estado social y de sus experiencias históricas, entre ellas la autonomía de la ciencia social; es decir, su existencia misma. Es en efecto a través de palabras que funcionan como agentes de un orden invisible el modo en que se difunden imperativos políticos presentados como destinos históricos ineluctables…se impone en todos los países del planeta, con la complicidad activa de muchos intelectuales, una visión del mundo que intenta reducir la política a la ética, con el afán de convertir a cada agente social en un pequeño empresario de su propia vida, responsable de su éxito, pero también de su fracaso, de su miseria económica, cultural y simbólica”
(Una invitación a la sociología reflexiva. Bourdieu y Wacquant 2005:8)
“…las medidas del estado delegan una limitada agencia a la sociedad civil, fuente de la organización indígena. El retorno a la democracia-aún en las variantes predominantes de guardián, o baja intensidad en la región,- proporciona estos espacios organizacionales para maniobrar. Incluso las reformas económicas agresivas, aún a favor de los intereses del capital y santificación del mercado, son compatibles con algunas facetas de los derechos culturales indígenas. El centro del proyecto cultural del neoliberalismo no está en el radical individualismo, sino en la creación de sujetos que se gobiernen asimismo en concordancia con la lógica del capitalismo globalizado. El pluralismo implícito en ese principio, el sujeto puede ser individual, comunitario o grupos étnicos (...) La gubernamentalidad toma ahora lugar, en cambio a través de la distinción –para hacer eco del dictamen del Banco Mundial- entre el buen étnico las cuales construyen capital social, y la etnicidad disfuncional, que incita al conflicto” (Rethinking indigenous politics in the era of de “indio permitido”, Hale 2004)
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Multiculturalismo, Neoliberalismo y Etnicidad
A comienzos de los años 90, Roseberry llamó la atención sobre la hasta ahora
marginal participación de la antropología en los asuntos de interés público de los
pueblos y sociedades que estudia. No obstante, esta realidad en las últimas
décadas parece haberse revertido dando lugar a un nuevo espacio para nuestra
disciplina. Aunque muchos se resisten aún en admitirlo, el refugio esencialista se
ha visto cuestionado exigiendo de nuestra parte un progresivo involucramiento
en las acciones y debates abiertos por el multiculturalismo (Roseberry 1992:
842). Esta participación sin embargo, ha estado rodeada de contradicciones y
ambigüedades que han puesto en tela de juicio la autonomía del campo
antropológico y su aporte en relación a la comprensión del mundo social. Esto
se explica en parte, porque en las posiciones teóricas sobre el multiculturalismo
prevalece un enfoque culturalista, heredero del relativismo cultural, que tiende a
naturalizar las diferencias culturales y despojarlas de sus dimensiones históricas
y políticas constitutivas. De allí que escaseen los trabajos etnográficos que den
cuenta de las formas en que el multiculturalismo es construido en la práctica y
los mecanismos que a través de él ponen en marcha los agentes que participan
de su producción. Pese a estas interpretaciones dominantes del
multiculturalismo, el debate se impuso como un paradigma que venía a
reemplazar el histórico racismo y etnocentrismo que hasta ahora habían
prevalecido en las comprensiones de las diferencias culturales.
Aunque varias son actualmente las formas de definir y clasificar las relaciones
inter o multiculturales, éstas en su mayoría han estado marcada por las
aproximaciones constitucionalistas que han tendido a judicializar la problemática
étnica (Sieder 2004). Esta corriente ha estado liderada por juristas y
13
representantes de organizaciones internacionales que con éxito han introducido
las discusiones sobre la diversidad cultural en la agenda global. En el caso de
los pueblos indígenas, muchos evalúan los años 90 como la década ganada en
cuanto a su reconocimiento y participación política en las reformas impulsadas
durante ese período en gran parte de la región latinoamericana (Bengoa 2007,
Bello 2004). No obstante, se observan que estos avances se han limitado a un
reconocimiento formal y restringido de los derechos colectivos de estos pueblos,
orientados a compatibilizar democracia política y libertad económica (Paley
2001:125-126). En este sentido, ha predominado un multiculturalismo
administrado (Goldberg citado por Hale 2002:497) caracterizado por programas
o políticas que bajo el discurso de la interculturalidad, se plantean como
acciones para la superación de la pobreza e inclusión social de las poblaciones
indígenas excluidas por el sistema económico actual. Se trata de un
neoindigenismo de necesidad y de urgencia que comienza a implementarse en
los años 90, cuando los indígenas se convierten en objeto de políticas sociales
asistencialistas tendientes a involucrarlos en su autocuidado y responsabilizarlos
de su indigencia (Lenton y Lorenzetti 2005:244).
Asociada a un marco más amplio como es el de la modernidad y la
globalización, el multiculturalismo también ha sido abordado desde
interpretaciones posmodernas que desatienden las dimensiones del poder en
las relaciones sociales y las condiciones específicas en las que tienen lugar los
procesos de producción cultural en un contexto de expansión del capitalismo
mundial (Gupta y Ferguson 1997). Las ideas de multivocalidad, pastiche y
collage que promueven estos análisis (Hopenhayn 2000, Canclini 1991), así
como las que destacan las dimensiones de invención e imaginación en la
constitución de lo social y/o cultural (Bhabha 1994, Hobsbawm 2002), exaltan a
14
un sujeto desterritorializado sin llamar la atención sobre las condiciones políticas
e históricas que generan lo inter o multicultural en un contexto de diásporas,
migraciones y desplazamientos forzados. Por otro lado, las aproximaciones
liberales como las de Taylor (1992) y Kymlicka (1996) universalizan la
experiencia norteamericana, homogeneizando las reflexiones sobre la diferencia
cultural e invisibilizando las jerarquías económicas y sociales asociadas a esta.
Las interpretaciones que estos autores realizan del fenómeno multicultural
desconocen los mecanismos a través de los cuales los derechos culturales o
diferenciados quedan supeditados a los derechos legitimados como universales.
En consecuencia, las posiciones relativistas que resaltan la diversidad cultural
como eje de sus discursos, reproducen la idea de culturas discretas, prístinas
con tradiciones definidas, contradiciendo los numerosos ejemplos de contacto e
intercambios de las cuales son producto las sociedades indígenas
contemporáneas. En este sentido, los procesos de etnicidad y etnogénesis en
las Américas (Bartolomé 2006, Hill 1996, Boccara 1999) y que la propia
antropología ha etnografiado cuidadosamente, nos desafían a un análisis de las
territorializaciones culturales como creaciones sociales complejas contingente a
procesos de desarrollo históricos políticos determinados (Gupta y Ferguson
1997:4), llamando así la atención sobre las relaciones indisociables entre
antropología e historia y los procesos de la imaginación histórica que atraviesan
la práctica etnográfica (Comaroff y Comaroff 1992:13). Desde esta perspectiva,
todavía resultan escasos los trabajos que relacionan ambos fenómenos
(multiculturalismo y etnicidad), favoreciendo la propagación de un discurso
deshistorizante y legitimador de la autenticidad cultural. Aún más escasos son
los abordajes que atienden a las conexiones globales bajo las cuales se
construye “lo local”, “la comunidad” y “la cultura”1. En este sentido, la
1 En esta línea encontramos entre otros, los trabajos de Ferguson y Gupta 2005, Sassen 2000, Gupta y
Ferguson 1997, Kearney 1995, Friedmann 1994, Comaroff y Comaroff 1992, Appadurai 1991. Ver
referencias bibliográficas.
15
antropología chilena revela una ausencia de estudios respecto a las formas en
que las prácticas de regulación estatal se interceptan con los flujos de capital
transnacional generando zonas económicas diferenciadas -nacionales y
subnacionales- dentro de un contexto de crecimiento progresivo del espacio
económico global (Sassen 2000:218).
Aunque el multiculturalismo ha sido asociado a las reformas democratizadoras
de los años 90 y a las luchas de los movimientos sociales de décadas
anteriores, sus antecedentes lo vinculan directamente con la arremetida
neoliberal que se impuso en el escenario internacional después de la Segunda
Guerra Mundial. En este contexto, el neoliberalismo se constituyó en una nueva
hegemonía cultural cuyo proyecto social consistió en remodelar las relaciones
entre Estado y sociedad, mostrando renovadas técnicas a través de las cuales
profundizar su objetivo de transformar a los individuos en consumidores cada
vez más activos y autoregulados (Rose 2006:149). Las políticas impulsadas por
las agencias de desarrollo multilaterales a partir de la segunda mitad del siglo
pasado despliegan una nueva cartografía y se hacen cargo de las demandas de
los movimientos sociales y étnicos a través de la participación e involucramiento
de diversos agentes (bancos multilaterales, estados nacionales, organizaciones
internacionales y no gubernamentales, movimientos indígenas).
La década ganada se presenta paradigmática tanto al avance de los procesos
de democratización y participación indígena por un lado, como al avance del
proyecto social neoliberal por el otro. Esta confluencia perversa como sostiene
Dagnino, radica en que ambos procesos, aunque parecen representar
ideologías opuestas, requieren de una sociedad civil activa y comprometida
(Dagnino 2004 y 2006). Se pone en marcha un proceso de despolitización de la
16
política (Žižek 2005, Comaroff 2002) que tiende a poner énfasis en las
dimensiones técnicas de los problemas sociales. Las políticas y/o programas
culturales actuales se constituyen de esta manera, en la nueva ingeniería social
de la industria del desarrollo global (Breton 2004), cuyos efectos desligan al
Estado de sus obligaciones tradicionales y responsabilizan a los ciudadanos en
tanto consumidores (Shild 2000). Este proceso se canaliza vía agencias de
desarrollo internacional, las cuales cumplen la función de expandir y profundizar
el modelo neoliberal a través de una lógica subsidiaria y focalizada dirigida a los
sectores sociales potenciales de conflicto. En este marco ideológico-conceptual
las comunidades indígenas son tratadas como grupos corporativos que deben
ser objeto de intervenciones de gobierno orientadas a empoderar,
responsabilizar y hacer participar en la promoción de su capital social.
Conceptos promovidos especialmente por el Banco Mundial y otros organismos
multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo, propagan la idea del
capital social como herramienta que los propios grupos excluidos pueden utilizar
para su salida del “subdesarrollo”, apuntando así a políticas públicas que
conjuguen participación y acceso a nuevos servicios sociales como ejes de las
transformaciones. En este sentido, consideramos que la utilización del término
inter o multicultural está teniendo una función estratégica y política para las
comunidades indígenas en su lucha por el reconocimiento, a la vez que sirve
para introducir el discurso del (neo)liberalismo democrático que tiende a
profundizar mecanismos de privatización y tercerización en las relaciones
sociales (Dagnino 2006).
La participación de la antropología en este proceso no ha estado exenta de
cuestionamientos que son abordadas por la antropología del desarrollo
(Anthropology of development), la cual surgió como una crítica al compromiso de
17
nuestra disciplina en la elaboración y justificación de las estrategias de
desarrollo emprendidas por agencias de financiamiento internacional y
agrupadas bajo el término antropología para el desarrollo (Development
anthropology) (Gow 2002 y 1996, Escobar 1998). A su vez, los múltiples
problemas, fallas o efectos colaterales del desarrollo asociados a este tipo de
intervenciones revelan un ámbito controvertido donde:
“…las intervenciones gubernamentales producen efectos que son
contradictorios rutinariamente, incluso perversos; ya sea a través de la
yuxtaposición de varios programas gubernamentales en secuencia
histórica o, un programa que se entrecruce con otro. Las fallas invitan a
nuevas intervenciones para corregir las nuevamente identificadas o
creadas deficiencias.” (Li 2007:18-19).
En definitiva, mientras algunos celebran con el cambio de siglo la era del
multiculturalismo, otros no obstante auguran el triunfo del capitalismo
multinacional, cuya lógica cultural y forma ideológica ideal denominado
multiculturalismo, lo transforman en un tipo de racismo negado, invertido,
autorreferencial, un racismo con distancia que respeta y reconoce la identidad
del Otro (Žižek 2005:172). Desde esta perspectiva, el multiculturalismo emerge
como un nuevo universalismo que busca mantener el equilibrio entre el
nacionalismo sano y sus excesos, como también un regulador de los
fundamentalismos particularistas que amenazan los derechos humanos, la
democracia y el mercado, pilares fundamentales del capitalismo actual (Žižek
2005:157).
18
Partiendo de estas críticas, nuestro trabajo recoge en parte la tesis del
antropólogo Charles Hale respecto a que lo que se ha puesto en marcha es una
versión reducida del multiculturalismo. Ésta se caracteriza por un discurso que
promueve la expansión de derechos y de formas de ciudadanía cultural y/o
diferenciada por un lado, mientras que por el otro, restringen y subordinan
aquellos derechos que entran en conflicto con los intereses económicos
trasnacionales. Esta nueva variante del multiculturalismo Hale la define como
multiculturalismo neoliberal, comprendiéndola como el nuevo espacio abierto por
las reformas sociales y culturales introducidas por el neoliberalismo y que se
configuran en un escenario no siempre de confrontación entre comunidades
indígenas, Estado y agencias de desarrollo, sino también un ámbito de
negociación favorable a sus demandas (Hale 2002:487). En esta interpretación,
pese a las condiciones reducidas que el multiculturalismo neoliberal impone, los
propios agentes indígenas consiguen visibilizar sus reivindicaciones. Un
contexto que se presenta amenazante en una primera mirada, constituye una
oportunidad para desplegar estrategias de resistencia entre las comunidades y
agrupaciones indígenas involucradas. No obstante, estos logros se inscriben en
un complejo definido por las relaciones que estas sociedades han tenido
históricamente con agentes estatales y privados, mostrando efectos
heterogéneos según entre otros factores, por la cantidad de recursos que las
políticas multiculturales disponen, la fuerza y potencial de las organizaciones
indígenas y el impacto de la incorporación de representantes indígenas
destacados en la ejecución de las mismas (Radcliffe et. al 2005, Hale 2004).
Una nueva reflexión sobre el poder y sus formas de configurarse en un contexto
de globalización capitalista requirió ser complementada con exploraciones
críticas en relación al surgimiento de los nuevos espacios de participación que
19
abrió el multiculturalismo neoliberal en Chile, y sus relaciones con las políticas
económicas dirigidas a la apertura de nuevos mercados y grupos de
consumidores (Paley 2001, Shild 2000). Como afirma Grüner, las luchas por las
diferencias culturales promovidas por el multiculturalismo no han sido capaces
de cuestionar la universalidad con la que se ha impuesto el sistema capitalista,
mostrando que incluso los Estudios Culturales como la izquierda progresista
sucumbieron ante esta hegemonía vía ““academización”, cuando no a la lisa y
llana mercantilización fetichizada de los productos culturales” (Grüner 2005:38).
Esta situación se ha revelado particularmente crítica en aquellos contextos
donde el interés del capitalismo global por la explotación de los recursos
naturales ubicados en territorios indígenas devino en la apertura de lo que Watts
denomina espacios gobernables de indigeneidad. Estos espacios se conforman
fundamentalmente en aquellos territorios donde las demandas indígenas e
intereses transnacionales se enfrentan por la apropiación de los recursos
medioambientales y en donde los diversos agentes aún con grados de poder
desiguales, ejercen presiones para obtener cuotas de participación y dominio
sobre estos (Watts 2003). En el caso de la población indígena atacameña,
ubicada en el norte de Chile-región de Antofagasta, esta complejidad se origina
en la explotación minera a gran escala (principalmente cobre) y la concesión de
derechos de agua asociadas a esta actividad que la configuran en un lugar de y
para el desarrollo capitalista. Se constituye así, en un área donde se manifiestan
los alcances y límites de las políticas multiculturales y donde destaca el nuevo
rol del Estado en tanto administrador de las diferencias que favorece
determinadas expresiones de etnicidad –el buen étnico- y rechaza aquellas que
ponen en riesgo la economía política impuesta por el sistema neoliberal (Hale
2004). Deberíamos quizás entonces invertir la fórmula de Hale, planteando que
lo que actualmente se estaría implementando en Chile y otros países de la
región, más que un multiculturalismo neoliberal es un neoliberalismo
20
multicultural. Este se caracterizaría principalmente por representar más que una
versión limitada del multiculturalismo, una versión extendida del neoliberalismo
hacia campos socioculturales antes ignorados.
Multiculturalismo en Chile y el campo de la Salud Intercultural
En Chile, este nuevo marco ideológico y político que hemos definido como
neoliberalismo multicultural comienza a configurarse con la vuelta de la
democracia a comienzos de los años 90, a partir de la puesta en marcha de una
política indigenista e intercultural que fue profundizada en la década siguiente
con la implementación de un programa multicultural de amplio alcance y
cuantiosos recursos. Nos referimos al Programa de Desarrollo Integral para
comunidades indígenas mejor conocido por el nombre de Orígenes, el cual se
marketeó como un programa estatal financiado con fondos del gobierno de Chile
y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El contrato de préstamo firmado
el año 2001 fue aproximadamente por un monto de 113 millones de dólares los
cuales serían distribuidos en cinco componentes: educación y salud intercultural,
ámbito productivo, fortalecimiento institucional y mercadeo social. Debido a la
novedad y complejidad del programa, Orígenes se estructuró en dos fases de
implementación (2001-2006 y 2007-2009). Su objetivo es mejorar las
condiciones de vida de los tres grupos indígenas mayoritarios del país
(mapuche, aymara y atacameño) a través de dos ejes principales: la
participación social y el desarrollo integral con identidad. El componente de
salud intercultural del programa contempla “fortalecer la medicina indígena” y
“promover la construcción de modelos de atención intercultural” entre los grupos
indígenas rurales beneficiados (documento de contrato. Fase 1, Programa
Orígenes).
21
Sin embargo, como lo reconocen los agentes a cargo del diseño y de la
ejecución del programa, su implementación es directamente vinculada con los
propósitos de desmovilizar y apaciguar el conflicto indígena mapuche que había
nuevamente recrudecido a fines de la década de los años 90. La construcción
de la central hidroeléctrica Ralco en territorio pehuenche (región del Bío- Bío)
perteneciente a capitales trasnacionales españoles (Endesa), dejaron en
evidencia las debilidades y contradicciones entre la política indígena y medio
ambiental de los gobiernos democráticos, especialmente durante las
administraciones del presidente demócrata cristiano Eduardo Frei R. y el
socialista Ricardo Lagos E. (1994-2006). Tantas fueron las dificultades
vinculadas a la implementación del programa Orígenes en territorio mapuche,
que este fue rebautizado por algunos dirigentes y miembros de comunidades
indígenas con el nombre de “problema Orígenes”. Título que se ganó
principalmente por su instalación violenta y jerárquica, y cuyos efectos se
observaron en la superposición con los programas ya existentes que promovió
una invisibilización de los procesos anteriores, cooptando las experiencias más
avanzadas a través de la oferta de recursos para su financiamiento y
marginando a los equipos locales y terapeutas indígenas, quienes debieron
someterse a las estructuras verticalistas del programa. De esta manera, y al
parecer de muchos de los agentes indígenas y estatales, en nombre de la
participación social y el desarrollo integral con identidad lo que finalmente se
consigue a través del componente de salud intercultural, fue una burocratización
(Cuyul 2008) y neoliberalización de este ámbito vía mecanismos de tercerización
a través de la figura de consultoras externas, las cuales reforzaron los
mecanismos de privatización en la producción de los saberes asociados a la
medicina indígena.
22
No obstante los efectos del componente de salud de Orígenes en el territorio
mapuche, la apertura de este campo en el área atacameña del Salar se tradujo
paradójicamente en una revitalización y visibilización de las demandas en
relación a la salud ancestral, como fueron reconocidas las prácticas curativas
entre las organizaciones locales. Este proceso a su vez, favoreció la
incorporación de nuevos agentes indígenas que dieron vida a la primera
asociación de sanadores, mientras que paralelamente implicó la marginación de
otros sectores vinculados a la política indigenista de los 90 y que hasta ese
momento se habían legitimados como los administradores acreditados del
campo de la salud intercultural. A su vez, este nuevo campo implicó la
agudización de los conflictos entre agentes estatales, quienes iniciaron una
disputa progresiva por adjudicarse la autoridad en tanto representantes
autorizados de los diversos organismos del Estado multicultural. En este
proceso las definiciones sobre ¿qué es lo intercultural y cómo se entiende la
participación social y el desarrollo integral con identidad promovidos por el
programa? constituyeron el eje de las luchas y debates generadas con la llegada
del componente de salud intercultural al área atacameña, mostrando la
progresiva introducción de las dimensiones públicas en los asuntos privados de
la salud. Como Fassin y Memmi explican:
“…todos son signos de la intromisión de los poderes públicos en la
relación privada del individuo y su destino psicológico, pero también del
importante lugar ocupado por las cuestiones del cuerpo, de la salud y de
la vida en el gobierno de los asuntos humanos (…) dispositivos y
procedimientos difusos y cotidianos se vuelven banales y familiares, son
menos fácilmente percibidos o enunciados en términos de la política, por
23
lo tanto son el centro de esto que es la política” (Fassin y Memmi 2004: 9-
10).
La perspectiva de la salud intercultural como campo, la adoptamos del
antropólogo Guillaume Boccara, quien tomando el concepto del sociólogo Pierre
Bourdieu, define a la salud intercultural como un subcampo dentro del campo
burocrático mayor que constituye la salud pública (Boccara 2007:186). Como
explica Bourdieu, el campo2 en tanto campo de fuerzas se constituye en tal en la
medida que existe un capital en torno al cual se desatan luchas por su
apropiación. Por lo tanto, su constitución es dinámica y está sujeta a
permanentes cambios que exigen el despliegue constante de estrategias en pos
de legitimarse como los agentes autorizados de ese campo específico. En tanto
estructuras objetivas, el campo se constituye en el lugar donde las prácticas
adquieren sentido de acuerdo a las dimensiones subjetivas o disposiciones
incorporadas que constituyen el habitus3 de los agentes. Éste se configura en la
2 Las definiciones que Bourdieu ofrece de las nociones de campo y habitus se encuentran inmersas en una
antropología generativa del poder simbólico (2005:16) a través de la cual, como él mismo señala, pretende
“superar algunas antinomias profundamente asentadas en las ciencias sociales, entre ellas el
antagonismo, en apariencia irresoluble, entre modos de conocimiento subjetivistas y objetivistas, la
separación del análisis de los simbólico de lo material y el sostenido divorcio entre investigación y teoría”
(2005: 26). La sociedad es vista como campo y espacio social, es decir, como un conjunto de esferas
relativamente autónomas que no pueden estudiarse bajo una teoría general de la sociedad. En este espacio
socialmente estructurado, los agentes luchan, según la posición que ocupan en ese espacio, ya sea para
cambiar o para preservar sus fronteras y su forma…los efectos engendrados dentro de los campos no son
ni la suma puramente aditiva de acciones anárquicas, ni el resultado integrado de un plan concertado…Es
la estructura de un juego… un espacio de conflicto y competencia –análogo a un campo de batalla- en el
cual los participantes rivalizan por el monopolio sobre el tipo de capital que sea eficaz en él…y el poder
de decretar la jerarquía y las “tasas de conversión” en todas las formas de autoridad del campo de
poder…cualquier campo se presenta como una estructura de probabilidades…siempre implica cierta
indeterminación…es un conjunto de relaciones objetivas e históricas entre posiciones ancladas en ciertas
formas de poder (capital) (Bourdieu 2005:44-45). 3 Bourdieu define la noción de habitus como “una determinada clase de regularidades objetivas, el
habitus tiende a engendrar todas las conductas “razonables”, de “sentido común”, que son posibles en los
límites de esas regularidades y únicamente esas, y que tienen todas las probabilidades de ser
positivamente sancionadas porque se ajustan objetivamente a la lógica característica de un campo
determinado…historia incorporada, naturalizada, y de ese modo olvidada en cuanto tal,…el habitus es la
24
historia social inscrita en los cuerpos y en los esquemas de percepción que
estructuran y guían las prácticas sociales de los agentes. Como el mismo
Bourdieu afirma:
“En un campo, los agentes y las instituciones luchan constantemente, de
acuerdo con las regularidades y reglas constitutivas de ese espacio de
juego…con distintos grados de fuerza y por ende diversas posibilidades
de éxito por apropiarse de los productos específicos en disputa dentro del
juego. Los que dominan un campo dado están en posición de hacerlo
funcionar para su conveniencia pero siempre deben enfrentarse a la
resistencia, las pretensiones, la discrepancia “política” o de otro tipo, de
los dominados” (Bourdieu 2005:156).
Como lo veremos a lo largo de nuestro trabajo, el campo abierto con el
componente de salud intercultural del programa Orígenes en el territorio
atacameño, pone en marcha tácticas de gobierno a través de los cuales se
legitiman nuevos agentes que se disputan el control sobre el nuevo capital en el
que se transforma las prácticas y conocimientos medicinales indígenas. En un
clima altamente agitado por la política indígena de los gobiernos democráticos
de la Concertación y los efectos de la recién inaugurada era del neoliberalismo
multicultural a través de la implementación de Orígenes, la participación social,
la interculturalidad y el desarrollo integral con identidad se transformaron en los
ejes de una lucha política por el control de los mecanismos de producción y
presencia actuante de todo el pasado del cual es el producto…la lógica real de la acción que hace
presentes dos objetivaciones de la historia: la objetivación en los cuerpos y la objetivación en las
instituciones…dos estados de capital, objetivo e incorporado
…se podría considerar el habitus de clase (o grupo) como un sistema subjetivo pero no individual de
estructuras interiorizadas, esquemas conocidos de percepción, de concepción y de acción, que constituyen
la condición de toda objetivación…el principio de las diferencias entre los habitus individuales reside en
la singularidad de las trayectorias sociales” (Bourdieu 2007: 91-98).
25
representación social de las diferencias. A su vez, con la llegada de este
componente, a nuestro entender se despliegan estrategias que tienen como
objetivo regular las prácticas curativas indígenas y desplazar el espacio
terapéutico indígena hacia formas y lugares instituidos por la burocracia estatal
de la salud pública. En síntesis, agentes indígenas, estatales y multilaterales en
este último período participan activamente en el juego y la batalla de constituirse
en los administradores de las diferencias culturales dentro de este nuevo campo
de la salud intercultural.
En consecuencia, después de casi dos décadas de régimen militar, el Estado
chileno retorna al sistema democrático apropiándose del paradigma multicultural
vía políticas de reconocimiento y programas interculturales que plantean una
reconfiguración de las relaciones con los pueblos indígenas. En la perspectiva
adoptada en este trabajo y siguiendo los trabajos sobre gubernamentalidad
inspirados en Michel Foucault, el neoliberalismo multicultural implementado en
Chile en el período democrático se presentaría como un nuevo arte de gobierno
(government), en el que el ethnos aparece tanto como una estrategia de
incorporación de las minorías indígenas a las políticas neoliberales actuales
(Boccara 2007:186), así como un mecanismo sociopolítico a través del cual
regular la vida de estas poblaciones. Foucault llamó a este dispositivo biopoder,
entendiendo por éste el modo cada vez más detallado y exhaustivo a través del
cual se pretende regular la conducta, ya no sólo a través de técnicas
disciplinarias sobre el cuerpo de los individuos (anatomopolítica), sino a través
de tácticas dirigidas hacia la población (biopolítica). Las poblaciones indígenas
se constituyen desde esta perspectiva, en el nuevo objeto de gobierno del
Estado multicultural en Chile a través de prácticas de gobierno que pretenden
incorporarlas como grupos vulnerables. Se construyen problemas sociales para
justificar intervenciones que se presentan como estrategias técnicas y
despolitizadas para salir de la pobreza e incorporarlos a los beneficios del
26
desarrollo neoliberal (Rose 2006: 153). Esta nueva inclusión étnica se realiza a
través de una reelaboración del concepto de capital social como clave para
pensar el desarrollo integral con identidad o etnodesarrollo, objetivo principal de
las políticas multiculturales actuales. La reelaboración de este concepto
impulsada por las agencias de desarrollo global, se fundamenta en la idea de
que el fortalecimiento del capital social genera ipso facto procesos
democratizadores y de desarrollo más óptimos, otorgándole una nueva función a
la cultura en la integración social y convirtiéndola en un medio despolitizado de
adaptación al mercado (Bagnasco et al. 2003:10).
La gestión o administración de la diferencia que realizaría el Estado multicultural
y neoliberal en Chile en tanto nuevo arte de gobierno, se configuraría en una
racionalidad gubernamental que dirigida a los pueblos indígenas, se constituiría
como señala Boccara en una forma de (etno)gubernamentalidad (Boccara
2007). Ésta se caracterizaría por operar vía etnización de las demandas
indígenas, en este caso en relación a la salud atacameña, a través de procesos
de subjetivación y espacialización que tenderían a la producción de ciudadanos
étnicos y clientes exóticos del sistema capitalista. Este proceso se realiza a
través de nuevos dispositivos de territorialización/espacialización que legitiman
al mercado de la cultura indígena como una frontera cultural, así como tácticas
de individualización/subjetivación que definen renovadas formas de
aboriginalidad y nación. Como sostiene Claudia Briones, estos dispositivos se
configuran en marcadores racializados y etnizados de producción cultural, cuyas
alteridades (del nosotros y los otros) se construyen desde ciertos lugares de
poder y bajo diversos niveles de estatalidad que reproducen desigualdades y
legitiman nuevas categorías de identificación/clasificación/pertenencia entre los
ciudadanos indígenas (Briones 2005:15).
27
Contradiciendo a la mayoría de las posiciones que afirman un retiro del Estado
como parte fundamental de las políticas neoliberales, nuestra perspectiva
sostiene que el Estado más que debilitarse en un contexto de globalización y
transnacionalización se ha reorganizado a través de la política multicultural,
interviniendo de manera novedosa en la incorporación de las poblaciones
indígenas nacionales. Se realiza así una ubicación de los sujetos a través del
componente étnico, como forma de insertarlos en los nuevos mercados y modos
de circulación de los bienes simbólicos (Bourdieu 1997:197): en este caso
respecto a los saberes y prácticas medicinales indígenas. En concordancia con
lo que sostiene Boccara, pensamos que el multiculturalismo que actualmente se
construye en Chile, se nos presenta como un nuevo proyecto político que se
articula de múltiples maneras con las nuevas fronteras de las Américas (Boccara
2007) y forma parte de un sistema político ideológico que podríamos definir
como una Democracia Multicultural de Libre Mercado (Boccara y Bolados 2008).
En este sentido, asumimos al neoliberalismo multicultural no sólo como un
espacio sino también como una práctica de gobierno a través de la cual operan
“heterogéneos ensamblajes o dispositivos que combinan formas de
conocimiento práctico con modos de percepción, prácticas de calculación,
vocabularios, tipo de autoridad, formas de hacer juicios…, de estructuración…”
cuyo fin es controlar y educar los deseos y necesidades de la población (Li
2007:6) 4. Estas prácticas se justifican a través de la entrega de herramientas
técnicas para mejorar la vida de las personas excluyendo las dimensiones
políticas que generan los problemas del desarrollo, de la pobreza y la exclusión
(“the will to improve”). Como lo sugiere el trabajo del antropólogo
4 Estudios conocidos bajo los nombres de Antropología de la Modernidad, Antropología del Estado o
Antropología de la Democracia. En esta línea se inscriben los trabajos de Bolados y Boccara 2008, Li
2007, Grey Postero 2007, Boccara 2007, Bolados 2007, Rose 2006, Mitchell 2006, Ferguson y Gupta 2005,
Moore 2005, Inda 2005, Briones 2005, Paley 2001, Shild 2000, Escobar 1998. Ver referencias
bibliográficas.
28
norteamericano Donald Moore sobre la comunidad de Kaerezi en Zimbawe-
Sudáfrica, las micro-prácticas gubernamentales se dan en un contexto de
tensión entre las políticas estatales/trasnacionales y las luchas culturales
locales, revelando el paisaje -en nuestro caso el paisaje atacameño-, como un
paisaje sedimentado históricamente por las recursos del medio ambiente, las
prácticas humanas y las relaciones de poder (Moore 2005:4). En su etnografía
Suffering for Territory: Race, Place, and Power in Zimbabwe sostiene que la
gubernamentalidad no abarca sólo las prácticas estatales, ni se limita a ellas.
Sin desconocer que las prácticas de gobierno tienden a la sujeción y
subjetivación de los individuos a través de formas de automejoramiento, éstas a
su vez, pueden producir transformaciones en favor de otros agentes. En este
mismo sentido, Inda afirma que los sujetos de gobierno “negocian los procesos
en los cuales ellos son subjetivados. Por eso es importante mirar no sólo las
formas de identidad individual y colectiva promovidas por las prácticas de
gobierno, sino también en cómo los agentes particulares negocian estas formas,
como ellos las aceptan, las adaptan, las rechazan” (Inda 2005:11). El
neoliberalismo multicultural que se ha implementado en Chile en estas últimas
dos décadas, lo estudiamos entonces como un nuevo dispositivo de poder en
cuya producción participan activamente agencias multilaterales, organismos
gubernamentales, comunidades indígenas y donde las ciencias sociales en
general, y la disciplina antropológica en particular, están teniendo un papel
relevante. Pretendimos así realizar una etnografía de las representaciones y las
prácticas a través de las cuales el Estado chileno actualmente desterritorializa y
reterritorializa a las comunidades indígenas vía programas que promueven el
desarrollo con identidad y la participación social.
29
Ante la ausencia de trabajos sobre el tema en nuestra área de investigación,
procuramos explorar nuevos horizontes que quebraran la tendencia
despolitizada de la investigación y el papel del investigador. De esta manera el
desafío etnográfico de hacer lo familiar extraño y viceversa (Comaroff y
Comaroff 1992:6), tomando en cuenta mi realidad como investigadora nativa (del
país y la región) que además vive en el área que estudia, cobró particular
relevancia a los fines de dar cuenta de los procesos sociales analizados.
Simultáneamente, la superposición de escalas y niveles entre lo local, regional,
nacional y trasnacional vinculadas al fenómeno estudiado, nos condujeron a
adoptar la perspectiva de una etnografía multisituada haciendo caso omiso de
las cronologías ordenadas y procesos organizados en términos causales,
resaltando más bien la contemporaneidad de los mismos. En esta misma línea,
mi posicionamiento en diversos momentos de la investigación fue un factor de
apertura a nuevos caminos, como en otros de tensiones y controversias que me
trasformaron en una activista circunstancial durante el proceso de investigación
(Marcus 1995:95)5. Estos factores fueron progresivamente aportando un nivel de
reflexividad mayor, que a través de diversos sitios etnográficos, métodos y
técnicas de registro, me acercaron a mi objetivo de realizar una etnografía del
Estado que no reprodujera un pensamiento de Estado (Bourdieu 1997:115-117).
Entendemos al Estado entonces como un resultado o producto socialmente
constituido, al cual se puede acceder a través de una génesis (Bourdieu) o una
genealogía (Foucault) que dé cuenta de las condiciones en que este se ha y
5 Este activismo circunstancial como define Marcus (1995) y al cual también se refiere Hale (2006), en
algunos momentos significó una participación e involucramiento con las organizaciones locales
atacameñas, quienes requirieron mi apoyo para la sistematización de encuentros que terminaron en la
publicación de un libro, o simplemente para participar como miembro externo a las reuniones de la nueva
Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua. Asimismo este
activismo también implicó el apoyo en algunos momentos al programa Especial de Salud y Pueblos
Indígenas (PESPI) del Ministerio de Salud (MINSAL) del servicio de salud de la región de Antofagasta.
30
está construyendo. Asimismo, analizamos la fuerza de sus representaciones a
través de las cuales logra monopolizar el capital simbólico vinculado a las
prácticas terapéuticas, despolitizando progresivamente el ámbito de la salud de
las demandas indígenas territoriales a las que estuvieron vinculadas desde sus
inicios. Son las razones de estado como sostiene Foucault las que permiten al
Estado a través de sus agentes, atribuirse la capacidad de representar el interés
particular como general y universal, transformándolos por un acto de
nombramiento en los administradores autorizados encargados de su
legitimación y reproducción. Al contrario de las visiones que refuerzan los
aspectos exclusivamente coercitivos del Estado, Bourdieu -y en eso coincide
con Foucault-, resaltan las dimensiones productivas y generativas del poder
estatal en su forma gubernamental. En expresiones de Ferguson y Gupta hay
más espacialización del Estado que control y represión, lo cual revelan una
forma de gubernamentalidad trasnacional cuya característica radicaría
precisamente en la aparición de formas sociales y regulatorias cada vez más
desestatizadas a través de las cuales “la conducta de la población es
gobernada; por las instituciones y agencias, incluyendo al Estado; por discursos,
normas e identidades, y por auto regulación, técnicas para el disciplinamiento y
cuidado de sí” (Ferguson y Gupta 2005:114). Estas tácticas de gobierno como lo
destaca Paley y Rose, adoptan el consenso y la participación como estrategias
de moderación de los conflictos en nuestras democracias liberales (Paley
2001:117), las cuales involucran activismos y organizaciones voluntarias
apoyadas por complejas redes internacionales y transnacionales que con sus
recursos refuerzan la externalización de funciones tradicionalmente del Estado a
organismos no gubernamentales y otras agencias no estatales. En este sentido,
nuestro análisis resalta las dimensiones históricas constitutivas a través de las
cuales el Estado, en tanto artefacto social y arbitrario cultural se nos impone
como natural (Bourdieu 1997:95). El Estado multicultural que se construye en
31
Chile y que se materializa con la implementación del componente de salud del
programa Orígenes, viene acompañado del surgimiento de una etnoburocracia
compuesta por funcionarios de la salud y dirigentes indígenas “autorizados” por
la política neoindigenista e intercultural, la cual se constituye en la elite
legitimada para definir/distinguir entre las prácticas curativas indígenas
permitidas de las no permitidas dentro del nuevo campo de la salud intercultural.
En tanto agentes autorizados del Estado, se constituyen en los encargados de
imponer un nuevo dispositivo de saber/poder asociado a la denominada
“Medicina Indígena”, cuyos efectos se observan en la sistematización y
profesionalización de los conocimientos curativos que este nuevo tipo de
autoridad y experticia promueve.
Aproximación al terreno
Mi primera aproximación al territorio atacameño en la segunda mitad de los años
80, distó radicalmente del “paisaje cultural, social y económico” con el que me
encontré a mi regreso una década y media después. De una localidad de difícil
acceso por los caminos de tierra y ripio y con habitantes muy dispersos, a mi
retorno me enfrenté con otra cuyas calles asfaltadas y sus miles de turistas
hablando múltiples idiomas, se entremezclaban con las innumerables
camionetas de servicios estatales y empresas privadas que se desplazaban por
las céntricas calles del ahora cosmopolita y globalizado San Pedro de Atacama.
Al parecer, entre fines de los años 80 y comienzos del 2000 el territorio había
experimentado cambios radicales en cuanto a su infraestructura urbanística
provocada por el boom que en ese período lo convierte en destino turístico de
relevancia nacional e internacional. Transformado en municipio desde los años
80 y posteriormente convertido por la política indigenista e intercultural en Área
32
de Desarrollo Indígena (ADI) “Atacama la Grande” desde los años 90, la
comuna de San Pedro de Atacama que nuclea a ocho localidades atacameñas,
fue protagonista de un crecimiento socio demográfico que alcanzó casi un 50%
en la década 1992-20026. El turismo y la minería por un lado, se configuran en
las principales actividades económicas de la zona y en un factor de atracción de
población flotante atraída por la fiebre de inversiones que en ese período se
despliegan desde el ámbito público y privado. Por el otro, este período se
caracteriza por una movilización importante de recursos para la implementación
de programas interculturales en el área productiva, educacional y posteriormente
en el de la salud.
En ese contexto, cerrando el proceso de magíster e iniciando el período de
investigación doctoral, fui invitada a participar en un proyecto para la elaboración
de un modelo de salud intercultural en la comuna de San Pedro de Atacama.
Según el equipo encargado de coordinar el proyecto y representantes de los
organismos estatales (PESPI y Orígenes principalmente), se precisaba tener
estudios sobre la medicina indígena para implementar una salud intercultural.
Profesionales de la salud y de las ciencias sociales, dirigentes y terapeutas
indígenas y funcionarios de la red estatal/trasnacional que financia este tipo de
proyectos, se configuraron en agentes activos y representantes de un campo en
proceso de construcción. La contingencia del tema, mi propia participación
dentro del ámbito de los problemas estudiados, los conflictos permanentes entre
las diversas organizaciones, servicios e instituciones involucradas me llevaron a
interrogarme respecto a cómo se estaba construyendo el multiculturalismo
neoliberal en el Chile post dictadura y sobre el papel de la antropología en este
contexto. El multiculturalismo que en un principio aparecía como una realidad
6 Según datos del censo realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas el año 1992, la población de la
comuna alcanzó a 2829 habitantes, mientras que el censo del 2002 dio como resultado un total de 4969.
33
dada por el contexto interétnico en el que se estaban desarrollando las nuevas
políticas culturales, progresivamente mostraría contradicciones que lo
convirtieron en un problema de vital relevancia investigativa.
En un principio, mi investigación se enfocó en el análisis de los efectos del
componente de salud intercultural del Programa Orígenes en una de las dos
áreas atacameñas en la cual se implementó durante su primera fase entre los
años 2001 y 2006. Sin embargo, la serie de conflictos que rodearon el proyecto
estrella del subcomponente denominado modelos de referencia y que tenía
como objetivo diseñar e implementar un modelo de atención y gestión
intercultural en el área de estudio, junto a otros conflictos suscitados en el
mismo período, me condujeron a tomar la decisión de limitar el período de
estudio (2006-2008) y ampliar los sitios etnográficos. Para una comprensión más
fina de los fenómenos que estaban ocurriendo, fue imprescindible abrir el
análisis no sólo a las acciones del componente de salud intercultural del
Programa Orígenes, incorporando otros eventos y procesos que se
desencadenaron en ese período. Nos referimos a la apertura de un nuevo
espacio para la participación social al interior del centro de salud local
denominado Consejo de Desarrollo Local que venía a sumarse a los ya creados
por la política indígena e intercultural de los años 90; así como las controversias
desatadas en torno a la creación de la primera asociación de terapeutas
indígenas atacameños, los dos hechos suscitados en el transcurso del año
2006, año en el que Orígenes se ve presionado a cumplir con las metas ante el
BID de cinco experiencias de modelos en salud intercultural a nivel nacional.
Estos problemas asociados a la implementación del componente de salud en el
área atacameña nos interrogaron respecto a ¿Cómo y a través de qué formas y
34
procesos se estaba construyendo el neoliberalismo multicultural en Chile? y
¿cuáles habían sido los principales efectos en relación al campo de la salud
intercultural abierto con Orígenes en las comunidades atacameñas del Salar? El
objetivo general de nuestra investigación fue realizar una Etnografía de Estado
relevando el contexto neoliberal y democrático en el cual se estaban
implementando políticas multiculturales en territorios indígenas en Chile. Como
señala Inda en su Antropología de la Modernidad: “El gobierno moderno es
estudiado aquí como un objeto etnográfico. Es decir el estudio de las razones de
gobierno, las técnicas y los sujetos que crea estas prácticas (Inda 2005:11). En
esa misma línea, los trabajos de Ferguson y Gupta afirman que:
“En esta perspectiva antropológica de la modernidad, se ha levantado un
interés por el reconocimiento del rol central del estado en mostrar las
comunidades locales, esto refleja una nueva determinación para traer una
mirada etnografía que dé luz sobre las prácticas culturales del estado. El
estado no es simplemente un aparato burocrático funcional, sino un sitio
efectivo de producción simbólica y cultural…una entidad construida la que
es conceptualizada y hecha socialmente efectiva a través de particulares
aparatos imaginativos y simbólicos que requieren estudiarse” (Ferguson y
Gupta 2005:105).
Indagamos así en las nuevas prácticas discursivas que emergieron de la política
intercultural implementada por el Estado y sus efectos en la producción de
etnicidad. A la vez, analizamos los diversos grados de apropiación y
reelaboración de estos procesos en los agentes indígenas involucrados en el
35
campo de la salud intercultural7. Las hipótesis que guiaron esta investigación
fueron tres a) El actual programa de etnodesarrollo implementado por el Estado
chileno denominado Orígenes ha contribuido a la génesis y estructuración de un
nuevo campo etnoburocrático (el de la salud intercultural), representando así
una novedosa manifestación del neoliberalismo multicultural en el Chile post
dictadura; b) La emergencia de nuevos espacios de participación social
asociados a la interculturalidad en el territorio atacameño (Asociación de
7 Entre la información utilizada como fuente secundaria estuvieron A) Datos estadísticos del INE 1992-
2002, CASEN 2006, Cuenta pública y de salud municipal 2006-2010 (PLADECO). B) Documentos de la
Fase I Programa Orígenes, C) Proyecto de salud “Apoyo Al Diseño De Experiencias Pilotos En Modelos
De Atención Y Gestión Intercultural En Las Primera Y Segunda Regiones” realizada por el consorcio
UCN-UNAP con fondos de Orígenes. D) Estudio sobre “Caracterización de las prácticas de salud
existentes desde la Red asistencial comunal”. E) Documentación sistematizada por CONADI y Consejo de
Pueblos: Encuentros locales, nacionales e internacionales de medicina indígena, estudios elaborados por los
encargados de salud de la CONADI. F) Tesis, artículos (Chamorro y Tocornal 2004), documentos sobre
salud atacameña, documentos del Programa Salud y Pueblos Indígenas (PESPI), diversos informes y
evaluaciones del componente de salud intercultural Orígenes (Díaz y Rupailaf 2005, Bello 2007,
Corporación Tiempo 2mil 2005, DIPRES 2004, Balada 2003). Entre las fuentes secundarias bibliográficas
abarcamos la problemática multicultural (Kymlicka 1996, Tylor 1994, Hale 2002. 2004. 2005, Sieder 2004,
Jameson y Žižek 2005), gubernamentalidad neoliberal y transnacional (Inda 2005, Mitchell 2006, Rose
2006, Ferguson y Gupta 2005 y 2006, Paley 2001, Shild 2000), Antropología de la Globalización (Boccara
1999. 2000.2004. 2007, Appadurai 1991, Friedman 2001), Etnodesarrollo (Breton 2004, Laurie, Andolina
y Radcliffe 2005), Antropología del Desarrollo (Gow 1996 y 2002, Escobar 1998 y 2002) y los trabajos
sobre salud y participación social (Boccara y Bolados 2008, Bolados 2007, Ugalde 2007, Menéndez 2007,
Fassin 2007, Fassin y Memmi 2004). Revisión de estudios etnográficos y etnohistóricos de la región
atacameña (Rivera 2007 y 1998, Gundermann 1997, 2002, 2003, 2004, Martínez 1998, Castro y Hidalgo
1997 y 1999, Bolados 2006, Ayala 2006). Así como trabajos sobre etnicidad y etnogénesis en América
Latina (Bartolomé 2004 y 2006, Gros 2000, Hill 1996, Boccara 1999). Sobre la cuestión indígena en Chile
revisamos los trabajos de Bengoa (2007, 2002 y 1992), Aylwin 2007, Bello 2007 y 2004, Boccara y Seguel
1999). Entre las fuentes primarias con las que trabajamos están las reuniones generales del ADI Atacama la
Grande. Julio 2006. Las reuniones de la comisión temática de salud, ADI Atacama la grande. Agosto 2006.
Los talleres de diagnóstico y validación comunitaria del Proyecto de salud intercultural realizados entre
Mayo y Septiembre 2006. El Encuentro nacional sobre modelos en salud intercultural realizado en
Santiago en Septiembre 2006 y en Temuco 2008. Entrevistas de contexto a funcionarios de los servicios e
instituciones estatales vinculadas con programas de interculturalidad: de la unidad de Salud y Pueblos
Indígenas del Ministerio de Salud, Programa Orígenes, Programa Salud Intercultural de la SEREMI
regional, funcionarios de la salud del departamento de salud municipal, ex asesor en el tema de salud y
pueblos indígenas de la CONADI y consejo de Pueblos Atacameños. Así como también realizamos
numerosas entrevistas a dirigentes atacameños de las diversas localidades del Salar que participaron en este
proceso agrupados inicialmente en la Mesa de Salud, y luego en el Consejo de Desarrollo de Desarrollo en
salud y la Asociación de sanadores Licanantay y Quechua. Como parte de la investigación, también
realizamos entrevista a quienes fueron los generadores de las iniciativas en salud y cultura en Chile y que
formaron parte del primer equipo del PROMAP del Servicio de Salud Araucanía (ver ANEXO 1: DATOS
DE ENTREVISTADOS).
36
Cultores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua, Consejo de Desarrollo
y Participación Social, Subcomisión de salud del ADI) representan una nueva
forma de gubernamentalidad transnacional que contribuye a la etnificación de
las luchas sociales y a la aparición de nuevos bienes simbólicos: la medicina
indígena; c) Estas nuevas formas de espacialización de la cultura que realiza el
Estado tiene efectos en relación a las luchas sobre el control del conocimiento
indígena, como a su actual profesionalización y sistematización llevada a cabo
por una emergente elite de agentes interculturales (indígenas y no indígenas).
Analizamos la implementación de la política intercultural en salud en las
comunidades atacameñas del Salar de Atacama mostrando las etapas de su
instalación, desarrollo y ejecución, a la vez que las diferentes resistencias,
luchas y conflictos desplegados entre dirigentes y representantes atacameños y
organismos estatales durante este proceso. Los antecedentes y el contexto de la
problemática a nivel nacional significaron realizar estadías en áreas mapuches y
williches donde surgieron varias de las experiencias pioneras en Chile, así como
también trabajo de campo en las oficinas centrales de las instituciones y
programas donde las políticas públicas e interculturales son acogidas y
diseñadas8.
El estudio del multiculturalismo como práctica de gobierno, requirió de nuestra
parte asumir una perspectiva relacional como la propuesta por Bourdieu y que
busca superar viejas dicotomías aún presentes en las compresiones del mundo 8 En total, el trabajo de campo significó realizar estadías en la ciudad de Iquique, Antofagasta, Calama,
Santiago, Temuco, Castro-Chiloé. Por razones de presupuesto y extensión del período de investigación, los
niveles trasnacionales de la problemática fueron estudiados sólo a partir de fuentes secundarias tales como
documentos emitidos por el propio programa Orígenes, documentos del Banco Interamericano de
Desarrollo que se encuentran publicados en internet y diversas evaluaciones realizadas sobre el programa
que se encuentran en la bibliografía (principalmente las realizadas por MIDEPLAN, su primer ejecutor).
37
social tales como tradición versus modernidad o teoría versus metodología.
Estas como afirma Bourdieu (2005:26), representan verdaderas trampas en la
investigación social contemporánea y reflejan una visión reduccionista del
mundo social que no hacen más que legitimar la división social del trabajo
científico que propaga el falso divorcio entre investigación académica e
investigación aplicada. Desde esta perspectiva, nuestra investigación enfatizó la
necesidad de relacionar dinámicamente el campo de las representaciones
sociales que los sujetos construyen, articulan e inventan, con las dimensiones
estructurales que condicionan esas representaciones y que están presentes no
siempre del todos conscientes en las formas de definir y organizar el mundo.
Una investigación social que sólo se queda en el campo de las representaciones
o que sólo atiende a los factores estructurales estaría dando cuenta de solo una
dimensión de la realidad social estudiada. Siguiendo este argumento, reuniones,
talleres, capacitaciones y encuentros desarrollados en el área atacameña
estudiada al finalizar la primera fase del componente de salud intercultural del
programa Orígenes, se constituyeron en sitios etnográficos privilegiados para al
análisis de la estructuración del campo de la salud intercultural. A su vez, las
entrevistas que realizamos a dirigentes y terapeutas atacameños y funcionarios
de la salud de los diversos organismos estatales, contribuyeron a reforzar la
importancia de las trayectorias sociales de los agentes en los procesos de
constitución del campo.
Nuestra investigación intenta mostrar también el impacto de la racionalidad
económica neoliberal actual sobre el campo académico, que al igual que otras
áreas, ha tendido a privatizar y tercerizar sus acciones en pos de asegurar su
lugar y su poder. De ahí que los formatos y resultados de varia de la producción
antropológica reciente se haya visto presionada a responder a las exigencias de
38
las agencias de financiamiento sean estas públicas o privadas, invisibilizando las
dimensiones políticas inherentes a la actividad científica y enfatizando las
dimensiones técnicas y desideologizadas de una ciencia aparentemente objetiva
(Žižek 2005:156). En este contexto, la investigación en el período que va desde
los años noventa en adelante experimentó nuevas tensiones, entre ellas las que
promovieron las políticas de la identidad en un contexto multiculturalista como el
que actualmente impera en la región. El campo académico aparece en este
contexto, negando las luchas y tensiones que hacen de nuestro campo científico
un campo de batalla y a su vez un juego, cuyos avances están relacionados a
factores más amplios marcados por agendas globales que están cada vez más
fuera del campo científico (Bourdieu 2005:45). De allí que nuestro trabajo haya
respondido a la necesidad de atender a los nuevos agentes, lugares y modos de
producción del conocimiento que el neoliberalismo multicultural actual
promueve.
En relación a la participación de las ciencias sociales en los procesos de
legitimación del Estado en tanto realidad constituida y en vías de constitución, el
propio Bourdieu llama la atención respecto a la tarea pendiente de una historia
social que permita analizar el grado de autonomía de nuestras disciplinas. En el
contexto de nuestra investigación, esto fue de especial relevancia a la hora de
evaluar nuestro involucramiento en los procesos de producción de conocimiento
que demandaron las políticas multiculturales trasnacionales. Con programas
como Orígenes, no sólo se abrió un nuevo mercado académico legitimándose
así exclusivamente un tipo de conocimiento “científico” sobre las poblaciones
indígenas, sino que simultáneamente significó la marginación de otras formas de
conocimiento y autoridad. El estado multicultural se instituyó de esta manera y
por un acto creador casi mágico (Bourdieu 1997:114), en la entidad
39
legítimamente autorizada para nombrar a nuestras disciplinas en los expertos
del multiculturalismo, a quienes a su vez se les encomendó la misión (en el más
religioso de los sentidos de la palabra) de “capacitar” y formar a la elite de
representantes estatales -indígenas y no indígenas- encargados de dirigir e
implementar estas políticas.
Estructura de la Tesis
Nuestro trabajo está organizado en dos partes. La primera la hemos definido
como “El nuevo campo de la salud intercultural en Chile: el caso atacameño” y
se compone de tres capítulos. En el primer capítulo desarrollamos lo que
entendemos como el marco configurador del multiculturalismo neoliberal en
Chile y que hemos definido como neoindigenismo trasnacional. Este se entiende
como una nueva forma de comprender la intervención del Estado en territorios
indígenas, el cual reproduce antiguos esquemas paternalista y asistencialistas
asociados al indigenismo desarrollista anterior, mientras que incorpora nuevos
lenguajes y técnicas de ingeniería social introducidas desde la industria del
desarrollo global a través de las nuevas teorías del capital social y el
etnodesarrollo. Analizamos las particularidades de este proceso en la región
atacameña del Salar, observando desde una perspectiva histórica antropológica
las formas de apropiación, reconfiguración y contestación de estas políticas en
un contexto étnico específico como el generado por el retorno de la democracia
en Chile a comienzos de los años 90. El caso atacameño se constituye en un
caso particularmente relevante en relación al contexto neoliberal, mostrando las
dos caras de la medalla y revelando las posibilidades y oportunidades que éste
ofrece a ciertos sectores de la dirigencia atacameña hasta ahora marginados del
espacio político de la salud (Fassin y Memmi 2004) abierto por la política
neoindigenista y multicultural. Relevamos también en este capítulo la
40
importancia de las trayectorias sociales de los agentes que participan de este
campo y las diversas visiones/cosmovisiones que tensionan la construcción de
lo atacameño como categoría socio-étnica relevante en el ámbito nacional
actual. En el segundo capítulo realizamos una síntesis del proceso de
construcción del campo de la salud intercultural en Chile y sus diversas etapas,
que hemos caracterizado en tres: el proceso de emergencia del campo a
comienzos de los años 90 que se cristalizó en el primer Programa de salud con
población mapuche (PROMAP); su posterior institucionalización y
burocratización una vez que este programa se convierte en política nacional con
el Programa Especial Salud y Pueblos Indígenas (PESPI) el año 96; y un tercer
y último momento que hemos definido como neoliberalización del campo de la
salud intercultural y que se identifica con la implementación del componente de
salud intercultural del Programa Orígenes el año 2001. En este capítulo
analizamos los principales efectos del programa en cuanto a la mercantilización
y/o monetarización de la cultura que trajo Orígenes, que sin embargo se
configuró en una oportunidad de visibilidad política para los atacameños de la
región andina en el ámbito nacional. La desmovilización que buscaba el
programa en las comunidades mapuches del sur y los conflictos asociados a su
instalación, es contrastada con la politización y movilización que el mismo
programa generó entre las comunidades y agrupaciones atacameñas, las cuales
y a través de lo que ellos denominaron salud ancestral, consiguieron
posicionarse mejor dentro del campo etnopolítico abierto por el neoliberalismo
multicultural. En el capítulo 3 analizamos el proceso de implementación del
componente de salud intercultural en el territorio atacameño, relevando los
conflictos y las tensiones generadas por las estructuras de participación
impuestas del programa Orígenes. Asimismo, mostramos las creativas y
variadas estrategias locales desplegadas por dirigentes atacameños a fin de
apropiarse de estos espacios limitados y las resistencias de los sanadores en
41
pos de evitar una burocratización de las dimensiones rituales de sus prácticas
terapéuticas. Particularmente en este capítulo relevamos las luchas y
controversias en torno a la creación de la primera asociación de sanadores
indígenas, la cual se constituyó para dirigentes y especialistas en un lugar de
apropiación y construcción de nuevas definiciones sobre la salud, la
enfermedad, el territorio, la identidad, la interculturalidad, etc.
La segunda parte de la tesis denominada “Etnografías de la Democracia
Multicultural”, registra las disputas que se desatan en el campo de la salud
intercultural y las estrategias y reconfiguraciones de los agentes indígenas por
adjudicarse el control de las diferencias culturales al interior del mismo. Estas
disputas se expresan en calurosos debates, conflictos y discusiones generadas
en relación a cómo se conciben la participación, la interculturalidad y el
etnodesarrollo dentro de este nuevo campo abierto por el neoliberalismo
multicultural. El capítulo 4 muestra las heterogeneidades y contradicciones que
rodean el término etnodesarrollo o desarrollo integral con identidad como el que
anima al Programa Orígenes. Asimismo se observan la complejidad entre los
diversos niveles comprometidos en este tipo de acciones etnodesarrollistas
(locales, nacionales y trasnacionales) y las múltiples escalas que estas luchas
adquieren (disputas internas entre organizaciones indígenas y luchas entre los
servicios e instituciones estatales). El capítulo 5 analiza uno de los principales
efectos provocados por el Programa Orígenes en general y el componente de
salud intercultural en particular: la profesionalización del conocimiento indígena y
la creación de expertos como expresión de un nuevo saber y poder que emerge
de esta nueva racionalidad etnogubernamental. En este capítulo y a través de
diversos discursos, exploramos cómo el campo académico ha sido impactado
por el nuevo marco sociopolítico denominado multiculturalismo, específicamente
42
respecto al rol de “consultores externos” que las ciencias sociales y la disciplina
antropológica cumplieron en este período en la implementación de las políticas
culturales gubernamentales del Chile post dictadura9. En este capítulo se
describen las formas en que actualmente se disputa la autoridad y la experticia
sobre el campo de la salud intercultural, autorizando y desautorizando prácticas
y discursos de acuerdo a criterios académicos, económicos y etno-políticos. Se
exponen aquí también los nuevos lenguajes, vocabularios y formas de
calculación que caracterizan esta nueva racionalidad etnogubernamental a
través de la reelaboración de conceptos como capital social, sociedad civil,
multiculturalismo desde lógicas estatales/trasnacionales que son contestadas a
su vez por lógicas de dirigentes y terapeutas indígenas no profesionalizados. El
sexto y último capítulo realiza una etnografía sobre las prácticas discursivas de
la participación social en el área atacameña estudiada, relevando cómo el
Estado busca ampliar su ámbito de control y regulación social a través de la
creación de múltiples espacios, que a su vez se constituyen ellos mismos en los
intersticios desde los cuales los atacameños despliegan estrategias de
apropiación, visibilización y luchas por sus demandas en salud. La participación
social emerge aquí como una tecnología de gobierno a través de la cual se
responsabiliza a los sujetos indígenas de su destino, bienestar, desarrollo, etc.;
a través de prácticas de automejoramiento y un activismo basado en el
voluntariado y la filantropía. No obstante, la participación social impuesta y
express promovidas desde las instancias y agentes estatales, sirvieron de
contexto para obtener un espacio para la revitalización de las prácticas
terapéuticas locales a través de la instalación de una sala de atención que los
especialistas atacameños denominaron Sala Curativa Likana.
9 Es preciso considerar que de los entrevistados, 8 fueron profesionales de las ciencias sociales, de los
cuales cinco son antropólogos. Datos que a la hora de analizar la nueva demanda de conocimiento
estatal/trasnacional hacia las ciencias sociales en el contexto multiculturalista actual, nos ofrecen
interesantes herramientas sobre los efectos e impacto de nuestra participación en el etnodesarrollo (ver
capítulo 5).
43
Finalmente con nuestro trabajo esperamos haber contribuido a la apertura de
una línea aún poco explorada en la investigación antropológica nacional, dando
cuenta de que el neoliberalismo multicultural que actualmente se implementa en
Chile, representa un mecanismo sociopolítico e ideológico complejo y de
heterogéneas aristas, cuyos resultados requieren de un análisis etnográfico
diferenciado. Asimismo, deseamos haber colaborado con nuestra investigación
a profundizar la reflexividad como método y como práctica disciplinaria en un
contexto donde la autonomía del campo antropológico se ha visto cuestionada y
tensionada por su participación y complicidad activa en los procesos de
construcción de esta Democracia Multicultural de Libre Mercado implementada
en Chile estos años. En síntesis esperamos haber cumplido con “la tarea
antropológica de la desnaturalización de la cultura” y la tarea política de combatir
la “excarcelación espacial del nativo” que aún permanece presente en gran parte
de la etnografía contemporánea (Gupta y Ferguson 1997:48).
44
PRIMERA PARTE
EL NUEVO CAMPO DE LA SALUD INTERCULTURAL EN CHILE:
EL CASO ATACAMEÑO
Capitulo 1
Reconfiguraciones identitarias y políticas indigenistas en el Chile post
dictadura
Los años 90 representan un giro sin precedentes en relación a las políticas de
identidad en Latinoamérica. Una nueva reflexión y movilización respecto a la
importancia de la diversidad cultural y el reconocimiento político y constitucional
de minorías y grupos étnicos, se instaló en la agenda social y política nacional e
internacional. En este período varios países reconocieron a los pueblos
originarios como constitutivos de su cultura nacional, iniciando un proceso de
reformas jurídicas que algunos caracterizaron como multiculturalismo
constitucional (Sieder 2004:6). Las organizaciones indígenas post celebración
de los 500 años consiguieron reorientar la discusión sobre las diferencias
culturales e iniciar un proceso del cual parece no haber retorno. Una nueva
clasificación social: “lo indígena” se instaló como una categoría configurativa de
los procesos políticos en un contexto de recuperación de la democracia en la
región. Lo indio como una categoría colonial negativa, reformulada durante los
años 70 en términos de campesinado, reaparecía como una categoría positiva y
generadora de nuevas identidades. Para autores como Bengoa, esta década
ganada dio como resultado un proceso de emergencia indígena comprendido
por los “cambios en los sistemas de clasificación” (Bengoa 2007:13). Sin
45
embargo, del optimismo y la efervescencia de la primera mitad de esta década,
pasamos rápidamente a una etapa de perplejidades y dudosas complicidades
que generaron la progresiva institucionalización de las demandas indígenas en
la política social y su posterior formateo a una lógica de mercado. Este complejo
escenario que algunos definieron como multiculturalismo neoliberal (Hale 2005.
2004 y 2002, Grey Postero 2007, Boccara 2004) es descrito como el nuevo
ámbito de negociación en el que actualmente se desarrollan las relaciones entre
grupos indígenas, estado y otros agentes (como organizaciones internacionales
y multilaterales), y al interior del cual se establecen relaciones de colaboración,
conflicto y reapropiación de recursos económicos y significados culturales no
siempre desfavorables para las luchas y demandas indígenas actuales. Desde
esta perspectiva, al multiculturalismo en Latinoamérica se precisa aprehenderlo
como “una dinámica entre las demandas políticas, culturales y socioeconómicas
de los Pueblos Indígenas y sus aliados y las respuestas de los Estados, las
agencias internacionales y el mercado frente a ellas” (Sieder 2004:3).
No obstante, el complejo, no lineal, muchas veces contradictorio proceso de
emergencia indígena de los años 90 implicó sin dudas, una visibilidad y
protagonismo jamás antes visto y cuyas máximas expresiones se observaron en
los diversos levantamientos indígenas de la región como los experimentados en
el Ecuador y en México. (Bengoa 2007:120). En ese período, las demandas por
una educación que fuera respetuosa de la cultura se cristalizaron en la
propuesta de una Educación Intercultural Bilingüe (EIB), la cual se expandió a
otras áreas de la política pública, entre ellas el área de la salud intercultural. El
Estado nacional en este escenario buscó alinearse con las demandas indígenas
bajo el discurso de la interculturalidad a través de programas de apoyo de
agencias internacionales, multilaterales y organizaciones no gubernamentales
46
que presionaron para que los estados realizaran las reformas respectivas. Las
diversas conceptualizaciones en relación a la interculturalidad reforzaron las
diferencias entre cultura nacional y cultura indígena como los dos únicos
componentes culturales de la sociedad. La interculturalidad se piensa en
términos de la discriminación social e histórica que estos pueblos
experimentaron desde tiempos de la colonia. La interculturalidad en la literatura
latinoamericana remite a una historia de discriminación, asimilación, dominación
y homogeneización bajo la cual ha estado sometida la condición de indígena.
Mientras que paralelamente, adquiere un significado normativo que promueve
relaciones de reconocimiento, respeto y valoración de la diversidad cultural
dirigidas a revertir esa situación10. En síntesis, el término de interculturalidad
acuñado en América Latina enfatiza las relaciones entre culturas y minorías
dentro de un marco de Estado nacional dominante y en donde el sistema de
relaciones entre ambas sociedades ha sido de subordinación de unas respecto
de otras (Chiodi y Bahamondes 2002). Por eso y desde las respuestas
indigenistas del Estado, la interculturalidad como concepto y práctica estatal en
Latinoamérica se identificó desde sus inicios con propuestas de inclusión social
y/o discriminación positiva a fin de incorporar respetuosamente a las sociedades
tradicionales o indígenas dentro del proyecto de modernización del Estado.
Pese a que algunos estudios buscaron remarcar el dinamismo de estos
procesos, la tendencia de las políticas estatales reforzaron las dimensiones
raciales de la etnicidad, esencializando y simplificando las dimensiones
10
Una historia semántica muy distinta será la que recorre el término multiculturalismo en la tradición
anglosajona, donde se refuerza una perspectiva de derechos centrada en la autonomía de minorías desde las
cuales se han constituido algunas naciones. Las diferencias terminológicas tienen que ver en este sentido
con los contextos y tradiciones en que estos términos se acuñaron. Un ejemplo son los casos de Estados
Unidos de Norteamérica, Canadá y otros países de Europa que se configuraron como naciones a partir de la
integración e incorporación de diversos grupos culturales y desde los cuales surgió una nueva identidad
(Kymlicka 1996).
47
históricas que la han configurado, y en muchos casos, excluyendo otras
expresiones de diversidad cultural tales como la significativa presencia afro en
varios países de la región centro y sudamericana11. Algunos ejemplos de estas
lecturas post modernas en Latinoamérica lo constituyen los trabajos de García
Canclini (1991) y Hopenhayn (2000), quienes a través de conceptos como
hibridación y/o transculturación terminan negando lo mismo que buscan explicar:
la diversidad cultural como una expresión configurativa de todos los procesos
sociales y cuya historicidad es irreductible. Los efectos de este tipo de análisis a
nuestro juicio, tienden a oscurecer más que aclarar la complejidad y densidad de
los procesos de etnogénesis actual, contribuyendo a naturalizar las identidades
y las luchas políticas y culturales de las cuales son producto y productoras las
poblaciones indígenas de América (Hill 1996:3). En esta misma línea, los
estudios culturales que ponen énfasis en la subalternidad y de la cual irrumpen
nuevas subjetividades (Bhabha 1994, Appadurai 1991, Spivak, 1985),
desatienden las dimensiones objetivas que estructuran las estrategias de los
agentes sociales y las disposiciones o habitus a través de los cuales éstos
construyen sus representaciones, identidades, estrategias, etc. Ambos análisis
consideramos, descuidan las formas generativas del poder bajo las cuales
actualmente emergen fenómenos como el multiculturalismo y la globalización,
como también ignoran las estructuras objetivas (la constitución de campos) y
11
La Revista de Antropología Latino América y el Caribe dedica un número completo el año 2007 (n°12,
vol.2) a las relaciones entre multiculturalismo y jerarquías raciales. Centrados los estudios en el caso del
Perú, los trabajos allí publicados apuntan a cómo lo indígena en el Perú se ha desarrollado y ha adquirido
legitimidad en el mundo andino por su vinculación a lo inca. Esto ha significado a la vez, un tratamiento
marginal del tema afro y amazónico en las políticas interculturales implementadas en ese país. Los trabajos
de Sheene Greene específicamente se refieren a estos tópicos en “Introduction: On Race, Roots/Routes, and
Sovereignty in Latin America’s Afro-Indigenous Multiculturalisms” y “Entre lo indio, lo negro, y lo
incaico: The Spatial Hierarchies of Difference in Multicultural Peru” en la Revista Journal of Latin
American and Caribbean Anthropology,Vol. 12, No. 2, pp. 329-355. 441–474. Ver referencias
bibliográficas.
48
subjetivas (habitus) en los cuales los sujetos se constituyen en agentes sociales
activos. Retomando entonces una perspectiva histórica y antropológica, el
estudio actual del multiculturalismo y los diversos fenómenos asociados a este
(globalización, modernidad, etnicidad principalmente) requieren ser estudiados
en su densidad y espesor histórico y no cómo un fenómeno global
exclusivamente contemporáneo. En tanto herramienta analítica y descriptor de
procesos y siguiendo una perspectiva de los mismos desde los aportes de Hill
(1996), Boccara (1999 y 2000) y Bartolomé (2004 y 2006) entre otros, nos
interesa en esta investigación relevar las relaciones entre procesos socio
identitarios y prácticas de gobierno involucradas en la implementación del
multiculturalismo actual en Chile. En el caso específico nuestro, los efectos de
las políticas interculturales en las comunidades atacameñas del norte de Chile
deben ser vistos en relación con las diferenciadas reapropiaciones que los
atacameños han desplegado en su historia.
A estos factores, es preciso añadir las nuevas formas de ciudadanía étnica o
diferenciada que se promueven y que para el caso de Chile, coinciden con el
retorno a la democracia a comienzos de los 90. Estas estrategias se presentan
como una novedosa forma de incorporar las demandas de los grupos originarios
históricamente marginados y desfavorecidos por las políticas de ciudadanía
anteriores. Pero ¿qué es lo que ocurre con el proceso de emergencia indígena
en Chile? A nuestro entender y para el caso de los atacameños en el norte de
Chile, estos experimentaron una profunda trasformación y reapropiación. Este
cambio se caracterizó por la visibilización y posterior institucionalización de las
demandas indígenas al interior de las políticas públicas, mientras que
paralelamente con una progresiva participación de las agencias de desarrollo
multilaterales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo
49
en la implementación de programas dirigidos a grupos indígenas. Este proceso
se acelera desde la década de los años 80, cuando los efectos del modelo
neoliberal que rigen la economía global muestran sus desastrosas
consecuencias. Así como se globalizaron los medios de comunicación y las
industrias culturales, paralelamente se observó crudamente que también se
había globalizado la pobreza y la marginación de amplios sectores de la
población, entre ellas la indígena. La globalización en tanto un paradójico
proceso de circulación de ideas, imágenes y personas (Boccara 2000:21)
paralelamente muestra los efectos de dominación cultural a través del control de
los medios de comunicación, planteando una transformación radical de las
relaciones sociales. La globalización se presentó como un fenómeno del cual
nadie podía escaparse, sin embargo y pese al marketeo de una información sin
fronteras, fue revelando que el acceso a sus beneficios estaba condicionado por
el capital económico y cultural de la población. Se empieza a observar que sus
efectos de heterogeneización se combinan con los efectos de homogeneización
respecto a las relaciones sociales del acceso o no al sistema económico
neoliberal. El nuevo sujeto cultural del neoliberalismo es el consumidor de
programas sociales e interculturales promovidos por la nueva red
estatal/transnacional que gobierna en el último período. La identidad como
consumidores comienza a tener nuevas expresiones y mayor relevancia
respecto a otras relaciones sociales a través de la participación en los
mercados, entre ellos, el mercado cultural. La nueva ciudadanía cultural que se
erige en los años 90 deviene en una ciudadanía de mercado en los albores del
siglo XXI (Shild 2000:297). A los fenómenos antes mencionados (el de la
etnicidad y la globalización) es preciso agregar la incorporación del discurso
ambientalista dentro del nuevo neoindigenismo transnacional que a fines de los
años 90 e inicios del siglo siguiente, comienza a dominar. Junto a la nueva
conciencia y sensibilidad respecto a la diversidad cultural, la preocupación por el
50
agotamiento de los recursos naturales y el aumento desproporcionado de la
contaminación en el planeta, llevaron a confluir otra perversa combinación: el
discurso de la sustentabilidad ambiental y la protección de la biodiversidad como
respeto por la diversidad biológica y cultural del ecosistema. El discurso
ambiental de esta forma también se etnizó generando en muchos casos
movilizaciones para detener importantes proyectos de inversión en áreas
consideradas frágiles desde el punto de vista biológico y cultural (Escobar 2002).
A su vez, y no en pocos casos éste implicó que comunidades indígenas, estado
y privados iniciaran una dura lucha por la apropiación o recuperación de estos
recursos naturales a fin de su utilización en el mercado del turismo. El propio
patrimonio arqueológico se erigirá como un nuevo recurso identitario en disputa
(Ayala 2007). El discurso en torno a lo indígena cada vez más se desterritorializa
respecto a la comunidad local y se construye un discurso en relación a lo global
panindigenista. La movilidad y capacidad de transitar diversos espacios sociales,
económicos, políticos y culturales que trajo la nueva cartografía del capitalismo
tardío cuestionan las formas tradicionales de comprender las relaciones entre lo
rural y lo urbano, lo tradicional y lo moderno, lo indígena y lo occidental. Mientras
tanto y paralelamente, el proceso de neoliberalización de lo social y la cultura
emerge desde las oficinas de organismos internacionales y multilaterales,
quienes desde los años 80 hasta en la actualidad, redefinen su política de
inversión social hacia los nuevos focos de conflicto representados por algunos
movimientos indígenas. Entendemos este proceso de neoliberalización de la
cultura como una nueva estrategia de ingeniería social puesta en marcha cuyo
objetivo será incorporar a sectores antes excluidos de los beneficios sociales y
económicos de la política pública a través de nuevas tecnologías de poder y
control que pretenden regular el conflicto social, como a su vez transformar las
relaciones bajo una lógica del mercado que refuerza el aumento de la
51
rentabilidad y la disminución de los costos de las acciones realizadas por
agentes individuales12.
Si lo local estuvo siempre atravesado por lo global, éste en las últimas décadas
fue impactado de manera particular por los procesos de etnicidad. Las
diferencias históricamente transformadas en desigualdades se observaron con
mayor nitidez y los efectos del modelo sobre la población también se percibieron
con mayor dramatismo gracias a la globalización. Ante este fenómeno, el Estado
parecía desvanecerse mostrando un retiro y achicamiento en amplios sectores
de la sociedad. Era preciso globalizar un nuevo discurso que facilitara la
mercantilización de la cultura. El discurso de la diversidad debía renovar la
esperanza en un progreso ya no nacional sino transnacional. A su vez, este
comienza a ser instrumentalizado y administrado estratégicamente en muchos
casos, no por las organizaciones indígenas sino por las instituciones estatales,
paraestatales y multinacionales que comienzan a dirigir la política social y
cultural del continente con especial fuerza en las últimas dos décadas.
Aunque todavía resulta difícil evaluar el período post noventa en esos términos,
el menos cabe señalar que la política indígena y multicultural que le siguió,
realizó esfuerzos sin precedentes por equilibrar ambas tendencias (democracia
y neoliberalismo). En este sentido, el discurso integracionista del Estado
resultaba poco moderno respecto a los cambios que ocurrían a nivel global. Se
precisaba de un discurso más integral y aglutinador para este nuevo período de 12
El concepto de ingeniería social que promueven los programas de etnodesarrollo bajo la lógica de
mercado, que se remontan a fines de la década de los 60, fue sugerido por George Foster y Ben Paul desde
el BID, quienes defendieron la idea de que los cambios e innovaciones en las sociedades tradicionales
debían ser introducidos a través de la manipulación de la cultura y sus valores (Citado por Ugalde
2006:21). Desde el propio BID a comienzos del nuevo milenio se promueven programas de etnoingeniería
que continúan esta línea de desarrollo integral e inclusión social en áreas indígenas específicas.
52
irrupción de las identidades. La urbanizacion de amplios sectores
tradicionalmente considerados campesinos, la profesionalización de un vasto
grupo de ellos y su incorporación en la nueva institucionalidad estatal y
transnacional abierta por el multiculturalismo neoliberal, dieron paso a un nuevo
discurso más conciliador y menos confrontacional en varios sectores de la
dirigencia indígena en los últimos años. La ciudad se transformó en el lugar
privilegiado para las elites intelectuales indígenas en orden a conseguir que sus
demandas fuesen escuchadas y acogidas. Muchos de los impulsores de estas
organizaciones indígenas urbanas pertenecieron a generaciones que nacieron y
crecieron en la ciudad y dieron vida a un nuevo discurso étnico. Los diversos
procesos generados por la globalización tuvieron sin embargo consecuencias
diferenciadas y heterogéneas. Dependiendo de las relaciones con el Estado y
los mercados, de su situación de colonias o ex colonias, las riquezas naturales
existentes en cada región, etc.; y una multiplicidad de otros factores, los efectos
de la globalización cultural no pueden ser analizados en términos generales.
Incluso según el interés económico internacional que cada área indígena
representó en la nueva cartografía del neoliberalismo triunfante. Del
neoindigenismo estatal desplegado en el período desarrollista y retomado por la
política de los 90, pasamos a un neoindigenismo transnacional que caracterizó
la transición al nuevo milenio. El Estado chileno, heredero del indigenismo
latinoamericano, se constituyó durante el siglo XX en un agente fundamental en
los procesos de etnicidad que irrumpieron a inicios de los años 90. Su apertura a
la interculturalidad y las novedosas respuestas a las demandas indígenas que
trajo la vuelta a la democracia, lo configuraron en uno de los principales
organizadores y administradores de las diferencias en el último período a través
de la institucionalización de programas interculturales y de una progresiva
inversión en recursos hacia las ahora reconocidas jurídicamente “comunidades
indígenas”. Sin embargo, como veremos, sus efectos tendieron a reforzar el
53
traslado de las responsabilidades sociales del Estado hacia la sociedad,
enfatizando la eficiencia y eficacia en el gasto público y promoviendo relaciones
de dependencia y clientelismo con los grupos y comunidades indígenas
beneficiadas (Bello 2007:194).
1. Del indigenismo estatal del siglo XX al neoindigenismo transnacional del
siglo XXI
Recién retornada la democracia, la política indígena en Chile avanzó en
términos de reconocimiento formal con la aprobación de la Ley Indígena en 1993
y la subsecuente creación de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena
(CONADI), entidad responsable de coordinar las acciones en el marco de las
nuevas relaciones entre el Estado chileno y las poblaciones originarias
nacionales. A través de estas acciones, el Estado explicitó su interés por atender
el problema indígena proveyéndole un nuevo cauce a través de una política
formal en el aparato del Estado13. Se dio así paso a una nueva comprensión del
ejercicio de ciudadanía diferenciada, la cual se tradujo principalmente en la
apertura de una multiplicidad de espacios para la participación indígena y la
implementación de propuestas de desarrollo con identidad e inclusión social. En
el caso de Chile, estas estrategias tomaron carácter transversal en la política
pública con la implementación de un programa intercultural cuyos efectos dieron
signos de una nueva etapa de la política indígena nacional. Nos referimos al
denominado Programa de Desarrollo Integral para Comunidades Indígenas más
conocido como Orígenes, con el cual y vía recursos del Banco Interamericano
13
Una completa síntesis sobre políticas indígenas en Chile se encuentra en el trabajo de Boccara y Seguel
(1999). Sobre el proceso de emergencia indígena en Chile ver los trabajos de Bengoa (2007 y 2002).
54
de Desarrollo (BID) y del gobierno de Chile, se inició un período caracterizado
por lo que hemos denominado la fabricación del multiculturalismo estatal en
Chile (Boccara y Bolados 2008). Los nuevos instrumentos jurídicos creados por
la política indígena que dieron nacimiento a la CONADI y a la reorganización
político administrativa de los habitantes originarios en Áreas de Desarrollo
Indígena (ADIs), constituyen los pilares legales para la apertura de estos
espacios y el marco ideal para la creación de un nuevo campo etnoburocrático
(Boccara 2007).
En el caso de Chile, la participación –entre ellas la indígena-, se constituyó en
uno de los principales emblemas de lucha contra el régimen militar que gobernó
entre 1973 y 1989, y en el discurso oficial utilizado por la coalición de partidos
democráticos para conquistar el poder y asegurar el triunfo en las urnas. Sin
embargo, la discontinuidad y ruptura discursiva en el campo político cimentada
en la oposición represión-dictadura/participación-democracia, no significó un
cuestionamiento respecto al sistema económico implantado durante el gobierno
militar, sino más bien implicó una continuidad del modelo y medidas parciales
que afianzaron su desarrollo y consolidación (Paley 2001: 125). En este sentido,
las políticas públicas de los años 90 se concentraron en mitigar los efectos de
los ajustes económicos de los años 80, dirigiendo sus acciones y programas
hacia los sectores más afectados y socialmente más conflictivos, ratificando el
rol subsidiario del Estado y trasladando las responsabilidades estatales al
campo privado y paraestatal. El nuevo estado democrático buscó fortalecer de
esta manera la debilitada democracia representativa que había estado exiliada
en los casi 17 años de dictadura en Chile. La política indígena del Chile de los
90 aparecía así como una respuesta a históricas demandas de los movimientos
sociales e indígenas excluidos en las décadas anteriores. Este proceso
impulsado fuertemente por las organizaciones sociales e indígenas urbanas y
55
lideradas por una clase dirigencial profesionalizada, abrió el debate sobre el
tema indígena en las elites intelectuales y como veremos, mostró relativo éxito
para incorporarse a campos específicos de la política pública en las décadas
posteriores.
Hasta ese momento, las orientaciones de la política indígena en Chile habían
estado históricamente dirigidas a la asimilación e integración de las sociedades
indígenas al colectivo nacional. Las instancias como la Dirección de Asuntos
Indígenas (DASIN), creada en el año 1953 durante el gobierno de Ibáñez del
Campo, o el Instituto de Desarrollo Indígena (IDI) creado unos años después,
estuvieron acompañadas de la tónica desarrollista y ruralista que absorbió las
comprensiones de las intervenciones estatales durante el período 1930-1970.
Aunque los procesos de enajenación de tierras y su expropiación por parte del
Estado y privados en territorios mapuches experimentaron un freno parcial con
la Reforma Agraria iniciada en el año 1962, esta no consiguió satisfacer las
demandas de tierras de las organizaciones mapuches. Expresión de esto mismo
es que el IDI continuador del DASIN fue reemplazado por el Instituto de
Desarrollo Agropecuario (INDAP) a finales de la década de los años 60.
Estas como otras medidas formaron parte de las respuestas estatales a las
demandas del movimiento indigenista latinoamericano cuyo nacimiento en las
décadas del 20 y el 30 alcanzó una visibilidad política mayor en los años 40.
Este movimiento significó una primera reflexión frente a la situación del indio y
su realidad de marginación social producto de la estructura colonial y
republicana. De esta forma los Estados latinoamericanos que acogieron este
movimiento, comenzaron a buscar formas de integración social cargadas de una
perspectiva asistencialista y paternalista desde el Estado. Sus propuestas, la
56
mayoría generadas desde el mundo no indígena, conllevaron una visión
integracionista y civilizadora propia de los ideales republicanos. Lo indígena era
principalmente una cuestión agraria cargada de una ideología nacionalista del
campesinado vista tanto desde las elites conservadoras como desde las
progresistas de corte marxista. Sin embargo, este movimiento político e
intelectual comenzó a decaer en la década de los 60 y dio paso a un período
que algunos definieron como neoindigenista, caracterizado por la aparición de
numerosas organizaciones sociales que rompieron con el histórico silencio del
indio, entendido tanto como el proceso de negación y asimilación cultural al
sistema dominante, como por su situación históricamente desfavorable en la
estructura social y económica (Bengoa 2007:151). En esos años, los gobiernos
latinoamericanos impulsados por la Alianza del Progreso se habían
comprometido a implementar un modelo de desarrollo inclusivo. Es el período de
las masivas migraciones del campo a la ciudad, de la construcción de carreteras
y rutas panamericanas, de reformas agrarias y de masivas políticas de
escolarización (Núñez 1991). El proyecto modernizador del Estado era
desplegado con intensidad en todo el continente mientras tanto la categoría
colonial de indio era reemplazada por la categoría moderna de indígenas. La
igualdad se constituyó en el fin de la política gubernamental de ese período, y la
participación política como la estrategia estatal clave para alcanzarla. Sin
embargo, el modelo indigenista/desarrollista de los estados latinoamericanos
entró en crisis y comenzó a mostrar sus dificultades para integrar a
determinados sectores de la sociedad. Es el período donde aparecen diversas
organizaciones sociales e indígenas movilizándose en torno a nuevas demandas
en un contexto de inestabilidad política y económica14. El año 1972 durante el
14
El indigenismo como movimiento cultural y político nace en los años 20 y 30, pero se cristaliza en
política estatal a partir de los años 40 en la Conferencia de Pátzcuaro, México donde nace el Instituto
Indigenista Interamericano. Rondon en Brasil, Gamio en México y Mariátegui en Perú son los precursores
de este movimiento de intelectuales. Bajo una lógica ruralista y desarrollista “los indios” seguían siendo
vistos como campesinos pobres y marginados de sus tierras. Posteriormente, la incorporación del
57
breve gobierno de la Unidad popular se promulgó en Chile una primera Ley
Indígena donde el Estado reconoció la especificidad cultural de los habitantes
originarios y su histórica exclusión del desarrollo regional y nacional, así como
también diseñó algunas formas legales de recuperación de tierras y de
restitución de derechos colectivos sobre las mismas. No obstante, las diferentes
acciones que constituyeron la propuesta estatal de este período continuaron
siendo consideradas etnocéntricas ya que analizaban la problemática del
campesinado como proletarios con todavía escasa conciencia de clase y sus
programas eran implementados por agentes del Estado en su mayoría no-
indígenas. Pese a que estas medidas lograron darle cierta visibilidad política a
las organizaciones indígenas especialmente mapuches, el proceso que esta ley
impulsó se vio abruptamente detenido y contrarrestado con el golpe militar del
11 de septiembre de 1973. En ese período, varios países de la región estuvieron
gobernados por regímenes dictatoriales que como en el caso de Chile, iniciaron
la implementación de reformas económicas neoliberales cuyos primeros efectos
significaron un nuevo y mayor empobrecimiento. Dos decretos del año 1979
pusieron definitivamente el acelerador sobre el proceso de división y liquidación
de las comunidades desde el punto legal al permitir gravar las tierras a cualquier
otro organismo estatal o privado y dejando de considerarlas tierras indígenas e
indígenas a sus dueños.
En este marco y desde una perspectiva histórica, el nuevo credo de la
interculturalidad profesado por el Estado de Chile en las últimas décadas se
percibe al menos paradigmático por no decir contradictorio respecto a las
relaciones entre Estado y pueblos indígenas establecidas con anterioridad. En
indigenismo en la política estatal de muchos países de la región sin embargo, marcó que las propuestas de
desarrollo emanadas de estas políticas se percibieran como construcciones exógenas, reproduciendo una
mirada romántica e idealista del mundo indígena. Una síntesis del indigenismo en Latinoamérica se puede
encontrar en los trabajos de Bengoa (2007) y Álvaro Bello (2004).
58
menos de una década y media se pretendió reestructurar una historia de
negación y homogeneización cultural acentuada bajo el régimen autoritario pero
con antecedentes de más de 150 años. El proyecto modernizador y civilizador
de los estados latinoamericanos recién formados, junto a la matriz criolla y
europea dejó una profunda huella en relación a la negación de las diferencias.
Se requería un nuevo imaginario para integrar a los nuevos habitantes de las
regiones del norte quienes habían sido recién a fines del siglo XIX anexados al
territorio chileno, pos Guerra del Pacífico. Del otro extremo se creía haber
conseguido al menos formal y jurídicamente “pacificar la Araucanía” e incorporar
a las poblaciones mapuches de estas regiones al proyecto nacional. La nueva
territorialidad de fines del siglo XIX e inicio del XX exigieron la construcción de
una nueva identidad capaz de dar sentido de pertenencia y unidad a la naciente
república. Bajo estos ideales, los programas estatales y las políticas públicas del
estado chileno durante el siglo XX se dirigieron explícitamente hacia la
incorporación social y territorial de estas poblaciones. En el extremo norte a este
proceso se le conoció como chilenización y funcionó como el sustento ideológico
de una nueva frontera cultural (Tudela 1992). Es preciso recordar que las
medidas para esta inclusión estuvieron lejos de fundarse en el respeto a la
diversidad cultural y más bien se caracterizaron por sus mecanismos violentos y
represivos como los implementados por las ligas patrióticas y el currículum
chilenizador implementado en las escuelas (González 2002)15. Hacia el sur, la
enajenación de la tierra y la transformación de gran parte de estas en tierras
15
Para analizar el proceso de chilenización tal cual lo llaman los historiadores ver Tudela (1992). Sobre el
sistema educativo chilenizador implementado en el territorio atacameño ver los trabajos de Gómez Parra
1995 y Gómez Parra y Bustos (1999) y mi trabajo sobre educación intercultural en el contexto atacameño
(Bolados 2006). En este trabajo hago referencia a cómo las reformas educativas del Estado en el período
1930-1970 estuvieron orientadas a los modelos de desarrollo impuestos por la nueva alineación mundial
post II guerra. Estas estaban alineadas desde EEUU a través de la Alianza por el Progreso, la cual definió
los lineamientos de las políticas públicas para Latinoamérica durante ese período. El ejemplo más
emblemático de este proceso lo fue la reforma educativa de 1964, la cual señala claramente la orientación
técnica de la educación a fin de responder a los nuevos requerimientos de la economía global (Núñez
1991).
59
fiscales, permitieron su distribución y venta durante el período de colonización
extranjera fuertemente estimulado durante el siglo XIX. En este sentido y en
términos históricos, la incorporación de los pueblos andinos del norte de Chile
representó un fenómeno más reciente respecto al experimentado con el pueblo
mapuche, el cual ya formaba parte del imaginario de lo chileno. El enorme
interés por la integración de las poblaciones del norte se explica por la
visualización ya en el período boliviano de las riquezas mineras de la zona. Sólo
y una vez anexados los territorios el Estado debía en estas fronteras hacer
patria y ejercer soberanía, misión encomendada a los diversos agentes estatales
que fueron llegando a esta zona fronteriza en ese período (ejército, iglesia,
docentes, agentes sanitarios, etc.).
Con la firma del Acuerdo de Nueva Imperial en la región de la Araucanía el año
1989, no obstante se inició una etapa muy distinta de las relaciones entre
Estado y Pueblos Indígenas en Chile. Las organizaciones mapuches que
alcanzaron especial visibilidad en la década de los 80 firmaron un acuerdo
político con el entonces candidato demócrata cristiano Patricio Aylwin Azócar a
fin de asegurar su apoyo en las elecciones de ese año. Iniciado el período de
transición, las primeras acciones del Estado en este sentido fueron formar una
Comisión Especial para Pueblos Indígenas (CEPI) cuya misión fue trabajar en
una propuesta legislativa de reconocimiento constitucional. Después de
múltiples borradores que mostraron las dificultades para ponerse de acuerdo
respecto a temas prioritarios para las organizaciones indígenas, se aprueba una
propuesta de ley que no reconoce las poblaciones originarias bajo la categoría
de pueblo, debilitando el alcance jurídico de las demandas territoriales que las
propias organizaciones habían solicitado. La ley 19.253 reconoció a estos
grupos como etnias originarias las cuales se convirtieron jurídicamente en
60
comunidades indígenas16. Promulgada la ley se efectivizaron sus instrumentos
legales tales como la CONADI y las Áreas de Desarrollo Indígenas (ADI) cuya
función era canalizar los recursos del Estado en espacio territoriales con alta
concentración de población indígena. Asimismo vía CONADI se creó el Fondo
de Tierras y Aguas y el Fondo de Desarrollo Indígena. Sin embargo y pese a
estos avances de la política indígena nacional, la CONADI desde sus inicios fue
cuestionada en relación a su estructura: el Consejo Directivo lo conformaba un
Director Nacional elegido y ratificado por el presidente de la república, al igual
que los representantes y consejeros indígenas. Este sistema antidemocrático y
clientelar definió desde los inicios que estas elecciones estuvieran marcadas
más por las afinidades políticas que las aspiraciones indígenas de las bases. De
hecho y a no mucho andar, se comenzaron a visualizar las limitaciones y
contradicciones de la nueva legislación: el no reconocimiento constitucional de
los pueblos indígenas que subordinó los alcances de la ley de acuerdo al interés
de cada gobierno, la tardía ratificación de instrumentos internacionales como el
convenio 169 de la OIT sobre derechos y pueblos indígenas que obligara al
cumplimiento de los compromisos asumidos, la implementación de programas
interculturales focalizados sólo en indígenas, los intentos de compatibilizar
desarrollo con identidad en campos productivos de interés transnacional y la
escasa preocupación de la problemática de los indígenas urbanos, formaron
parte de una larga lista de vacios y contradicciones detectados tempranamente
en la nueva legislación.
Como antes lo señalamos, los procesos de democratización iniciados en Chile
convergieron con una profundización y consolidación de la política económica
16 La nueva legislación reconoció en estos términos a las etnias aymara, quechua, atacameña, colla,
mapuche, rapanui, kawashkar y yaman. El texto de la Ley Indígena (19.253) se encuentra en la página web
www.conadi.cl
61
neoliberal instalada durante el régimen militar. Estas se iniciaron con reformas
dirigidas a reducir al Estado en ámbitos como la salud y la educación, liberalizar
la inversión extranjera y flexibilizar las condiciones laborales. Ante los efectos
del acelerado empobrecimiento en vastos sectores de la población, es que
organismos multilaterales como el Banco Mundial (BM) y el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) hacen presión para que se realicen
reestructuraciones al sistema de libre mercado. Estas reformas se dirigieron a
fortalecer la débil institucionalidad democrática a través de reformas judiciales y
a generar mecanismos de descentralización/desconcentración del poder y
recursos del Estado. Entre estas medidas, la creación de municipios en áreas
indígenas como la atacameña todavía bajo el régimen militar, se constituyó en
un eje acelerador para el proceso de identificación étnica que emergió a
comienzos de los años 90.
Había que volver a democratizar al país sin cuestionar los cambios estructurales
en lo económico. La transición a la democracia que algunos han definido como
transición negociada, dejó el marco legal y constitucional adecuado para que los
cambios posteriores fueran sólo ajustes y auto regulaciones del sistema. Esto se
vio reflejado especialmente en el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, período
en el cual los compromisos asumidos en el gobierno de Aylwin se vieron
frenados radicalmente. Como lo señala el abogado y especialista en temas
jurídicos indígenas José Aylwin “La administración Frei (1994-2000) había
dejado en claro que los derechos de los pueblos indígenas estaban supeditados
el desarrollo productivo vinculado a la economía mundial” (Aylwin 2007:19). Esto
a propósito del resurgimiento del conflicto mapuche producto del proyecto de
construcción de una Central Hidroeléctrica que significó la relocalización de
familias pehuenches del sector Ralco- Bío Bío. Asimismo, la gestión de la
62
CONADI en este conflicto mostró los alcances reducidos de la política indígena
ante las presiones económicas transnacionales. En este período se inicia a su
vez, una estrategia de criminalización contra el movimiento mapuche, el cual
estuvo fuertemente respaldado y promovido por medios de comunicación de
corte conservador (Aylwin 2007:53, González et. al: 64)17. Las paradojas de la
democracia chilena que se definía como participativa e intercultural fueron
revelando cada vez más sus contradicciones18, mientras que simultáneamente
sus efectos en algunas organizaciones del movimiento mapuche, se tradujeron
en la radicalización de sus históricas demandas por una autonomía política y
territorial.
Pese a estos inconvenientes durante la gestión Frei, las expectativas sobre el
período de Ricardo Lagos aumentaron. Durante su campaña se comprometió a
mejorar la Ley Indígena, ratificar el convenio 169 y reformar la constitución en
pro del reconocimiento de los pueblos indígenas. Además comprometió la
devolución de tierras, principal demanda de las organizaciones indígenas del
sur. Recién elegido formó un Grupo de Trabajo sobre Pueblos Indígenas, del
cual salieron 16 medidas a adoptar por el nuevo gobierno. Sin embargo, una de
ellas generó nuevas esperanzas que rápidamente se esfumaron. Esta fue la 17
Entre los trabajos dedicados al tema de la criminalización de la protesta mapuche se encuentran los de
González, Mella y Lillo titulado “Los mapuches ante la justicia: la criminalización de la protesta indígena
en Chile”, como el texto de Seguel titulado “Crónicas de desencuentros: Gobierno de Ricardo Lagos versus
Movimiento Social mapuche” que forman parte del libro publicado por el Observatorio de Derechos
Indígenas por LOM el año 2007 “El Gobierno de Lagos, los pueblos indígenas y el “nuevo trato”. Otro
interesante artículo que se refiere a la construcción del mapuche terrorista desde la prensa liberal
conservadora El Mercurio se encuentra en Foester y Vergara (2000). 18
Ya en el año 1992 durante el primer gobierno democrático existen antecedentes de una acción judicial
del Ministerio del Interior en contra de 144 mapuches, integrantes del Consejo de Todas las Tierras. Efecto
de estos, varios fueron condenados a diversas penas de reclusión por usurpación y asociación ilícita. El
caso fue el interpuesto a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En el segundo período
democrático, Frei hace uso de un recurso legal del año 1958, el cual le permite aplicar la ley de seguridad
del Estado en casos de “subversión, rebelión y violencia política”. La ley siguió operando en el gobierno de
Ricardo Lagos hasta en la actualidad generando nuevos episodios de represión y violencia estatal contra
comunidades mapuches (Aylwin 2007: 20).
63
creación de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato, a la cual se le entregó
la misión de elaborar una política respecto al tema Pueblos Indígenas y Estado.
Pese a esta medida y a los esfuerzos por un reconocimiento histórico de estas
poblaciones, en ese mismo período, los conflictos en el sur contra las forestales,
los proyectos carreteros y la construcción de hidroeléctricas en territorios
indígenas, continuaron. Las acciones represivas del Estado recordaron a los
períodos más crudos de la dictadura, las cuales traspasaron los límites
nacionales y llegaron a manos de organizaciones no gubernamentales que
apoyaron estas denuncias como violación de los derechos humanos19. En una
parte del territorio operaba un Estado democrático y multicultural; mientras en
otro, un Estado de excepción a través de la Ley de Seguridad del Estado y la
Ley Antiterrorista aplicadas a grupos de dirigentes y comuneros mapuches.
Paradójicamente en el mismo período se habían Declarado los años 90 como el
Decenio de los Pueblos Indígenas por la ONU. En ese período se firmaron
Acuerdos Internacionales contra el racismo y la discriminación, así como
también se ratificaron instrumentos anteriores como el de respeto y protección
de la biodiversidad, donde por primera vez se incluyeron los aspectos culturales
de las poblaciones que habitaban esas áreas protegidas.
La comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato entregó los resultados de su trabajo
el año 2003, sugiriendo una política de reparación histórica que reconociera los
derechos colectivos de los pueblos indígenas. El informe convocó a numerosos
estudiosos de las ciencias sociales, arqueología e historia y diversos
representantes indígenas, pero su preocupación por validar histórica y
científicamente la existencia de estos pueblos, se tradujo en una discontinuidad
19
Entre las organizaciones que apoyaron las denuncias realizadas contra el Estado de Chile, estuvo la ONG
Federación Internacional de Derechos Humanos y Human Rights Watch. Por otro lado, organizaciones
vinculadas a la ONU también se hicieron parte de estas denuncias: la Relatoría Especial de la ONU para los
derechos indígenas y el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU.
64
con su complejidad actual promoviendo la naturalización y deshistorización de
los procesos de los cuales han resultado las sociedades indígenas
contemporáneas. Pese a esta tendencia del trabajo de la comisión, el informe
señala que la política de negación tuvo “consecuencias que se arrastran hasta el
presente” y que es preciso repararlas a través del reconocimiento de los
derechos colectivos de estos pueblos (CVHNT 2003 Cuerpo III: p 126). Sin
embargo, las organizaciones indígenas principalmente mapuches, decidieron
elaborar su propia propuesta al gobierno a través de la Comisión de Trabajo
Autónoma Mapuche (COTAM)20. Las múltiples propuestas a nivel del discurso
sucumbieron ante las ambigüedades de la política estatal en temas que
directamente afectaban a los pueblos indígenas, nos referimos principalmente a
la política medio ambiental y energética.
En este sentido, con el gobierno de Lagos se inició un período particularmente
ambiguo en cuanto a las relaciones entre Estado y Pueblos Indígenas. Es lo que
denominamos neoindigenismo transnacional y que se refiere a una nueva
comprensión de la intervención del Estado en relación a los pueblos indígenas.
Del indigenismo clásico, cuyo modelo de desarrollo se caracterizó por ser
fundamentalmente asistencialista, se pasó a implementar en el transcurso de la
segunda mitad de los 90 y la primera mitad de la década siguiente una nueva
política intercultural, la cual introdujo una comprensión más moderna y
tecnócrata vía programas de etnodesarrollo, cuyo financiamiento transnacional
provendrá de alianzas y contratos entre estados y organismos multilaterales.
Paralelamente, sectores del movimiento indígena se incorporaron a las
estructuras de los diversos programas interculturales fomentados desde el
20
Una completa síntesis de los principales resultados de la comisión se encuentran en “La Política del
Nuevo Trato: antecedentes, alcances y limitaciones” en Yáñez, N. y Aylwin, J. (2007). Ver referencias
bibliográficas.
65
Estado. Los efectos de esta incorporación significaron el acallamiento del
conflicto indígena que iba en directo ascenso en la segunda mitad de los 90.
Parte de estos cambios son descritos por una socióloga y ex militante de
izquierda, quien el año 2005 pasó a conformar al equipo del programa Orígenes
de la región atacameña. Su análisis respecto a la nueva política social e
indígena implementada en el período democrático se resume en las siguientes
palabras:
“…se institucionalizaron con la vuelta a la democracia estos que eran
movimientos. De alguna manera quiere recoger las demandas al Estado,
los reclamos…pero es una relación casi imposible que logre alguna vez la
armonía total, porque la institución busca evitar el conflicto. De alguna
manera se neutraliza…para el orden social…si uno lo mira desde un
punto de vista, es difícil que nosotros soltemos a las comunidades,
porque a veces nosotros no queremos soltarla, creemos que tenemos
que encaminarlas por eso a veces tomamos una actitud medio
asistencialista y después cuando queremos soltarla es difícil porque no
logramos instalar capacidades. Se acostumbraron a esta relación
compleja. Las políticas indígenas…yo creo en las buenas intenciones, de
decir la identidad cultural hay que fortalecer las actividades
interculturales, que compren trajes para sus bailes… Tenemos una
realidad distinta a los mapuches que tuvieron movimientos muy fuertes,
reivindicativos con peso. Si está mapuchizado la política indígena ha sido
producto de este movimiento que ha sido más fuerte, que han tenido ellos
en relación a demandar algunos derechos y nosotros los atacameños
hemos reaccionado más lento… La organización que se ha dado ha sido
por la institucionalización de todo eso…porque la particularidad de acá
66
fue eso, eran ya creaciones, se cooptaron de alguna manera y nosotros
trajimos de la cosa de la educación popular, era nuestra primera
experiencia de gobierno…Yo tengo mi opción de izquierda, inauguramos
una escuela de arte popular… hagamos la inauguración en la plaza,
invitamos hartas mujeres de derecha…al otro día llama la directora
regional que habíamos hecho un acto comunista…Es una gran frustración
para mí, hubo una reestructuración después de la democracia…la
institucionalización de estos movimientos neutralizó de alguna manera el
conflicto o la autonomía…” (Cecilia Fabián. Encargada de seguimiento
de proyectos del equipo regional de Orígenes. Calama, Mayo de 2008).
En pleno conflicto mapuche por la construcción hidroeléctrica de Ralco, el
gobierno de Chile firma un convenio con el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID) para implementar el denominado Programa Orígenes o Programa de
Desarrollo Integral para comunidades indígenas aymara, atacameña y
mapuche21. Este programa, que se promovió como participativo e integral,
implementó una novedosa tecnología social bajo los conceptos de la economía
neoliberal y tuvo heterogéneos efectos en las poblaciones beneficiadas.
Comprendió una inversión de aproximadamente 133 millones de dólares en sus
dos fases, implementadas entre el 2001 y el 2009. Nunca antes el Estado de
Chile había realizado una inversión tan cuantiosa en términos de recursos
dirigidos a la problemática indígena. Simultáneamente, a nivel internacional, la
apertura de Lagos a la economía global lo convirtió en ese período en el ejemplo
emblemático de los que algunos teóricos como el sociólogo Anthony Giddens
definieron como el camino de la tercera vía (Taylor 2006). Chile desde afuera
21
Los tres grupos indígenas más importantes numéricamente según el censo realizado el año 2002 y cuyos
resultados estimaron que el 4,5 de la población nacional se identifica como indígena. De este porcentaje, el
87% se reconoció mapuche, el 7% como aymara y el 3% como atacameño. Datos del Instituto Nacional de
Estadística. Ver en la página web www.ine.cl
67
parecía exitoso en el intento de conciliar desarrollo con equidad e identidad y/o
modernización con justicia social. Sin embargo, desde los sectores movilizados
y comprometidos con los pueblos indígenas, el nuevo trato se tradujo en el
maltrato y la criminalización de algunos sectores de las organizaciones no
alineadas con la propuesta neoindigenista puesta en marcha por el Estado
chileno22. Varios de los aspectos denunciados por las organizaciones indígenas
fueron identificados en el informe realizado por el Relator de la ONU el año 2003
y que el propio gobierno de Chile desconoció hasta que éste es publicado en
otros medios no gubernamentales un año después23. Estas demandas fueron
recogidas por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la
ONU, el cual emitió un informe sobre la necesidad de que Chile ratifique el
Convenio 169 y se comprometa a cumplir con los acuerdos internacionales
firmados. Pese a los diversos informes internacionales en contra el Estado de
Chile y las violaciones que este venía realizando en el territorio mapuche
emitidos por la Federación Internacional de Derechos Humanos y la Human
Rights Watchs, durante el gobierno de Lagos prácticamente se desconocieron
todas las sugerencias del trabajo Verdad Histórica y Nuevo Trato. Las medidas
para institucionalizar a nivel legislativo la política indígena nacional fueron
reducidas a perfeccionar la legislación vigente (Ley Indígena, fondo de tierras,
programa Orígenes, etc.), mientras continuaron las concesiones a empresas
privadas en territorios indígenas. En el caso del norte de Chile, se trató de
concesiones respecto a iniciativas de desarrollo minero y geotérmico, así como
a la entrega de terrenos para la construcción de plantas de tratamiento de aguas
servidas y de celulosas en el sur.
22
Un nota interesante respecto al tema se encuentra en el diario argentino el Clarín y en el diario
electrónico www.argenpress.info titulado “la guerra preventiva contra el pueblo mapuche” del 22 de enero
de 2009 realizado por Lucía Sepúlveda, colaboradora del diario mapuche Azkintuwe. 23
El relator de la ONU fue Rodolfo Stavenhagen y el organismo que lo dio a conocer fue el Observatorio
de Derechos Humanos formado al alero del instituto de Estudios Indígenas de la Universidad de la
Frontera.
68
En abril del 2008 y como parte de los compromisos de la presidenta Bachelet en
los documentos de su “Programa de Gobierno” (2005) “Acuerdo Imperial II”
(2006) y los “Nuevos Ejes de la Política Indígena” (2007) se hizo público el
documento “Reconocer: Pacto social por la Multiculturalidad”. Este se insertaba
en la larga lista de acciones legislativas del Estado chileno por avanzar en
materias de reconocimiento de los pueblos originarios nacionales y se constituyó
en un instrumento para agilizar los compromisos pendientes en relación a su
política multicultural. Sin embargo, los casi 20 años de vuelta a la democracia y
de política indígena y multicultural son resumidos en el documento con las
siguientes palabras:
“Si bien las obras del gobierno de Michelle Bachelet y de todos los
gobiernos de la concertación significan avances sustanciales para el
mejoramiento de las condiciones de vida de los indígenas y para su plena
incorporación a la sociedad en igualdad de condiciones, se constata que
continúa habiendo profundas críticas al accionar estatal. El pacto de
1989 entre el Estado y los indígenas está agotado y la
institucionalidad pública creada en 1993 ha entrado en crisis. Los
indígenas sostienen que su problemática no ha sido asumida en
forma integral. Esas demandas no satisfechas llevan a conflictos,
muchos de ellos violentos, y a ver al Gobierno solamente desde la
perspectiva “policial”” (documento Reconocer. Los subrayados son
nuestros).
69
El pacto de Nueva Imperial firmado en plena transición a la democracia es
declarado “agotado”. Asimismo, las nuevas estructuras dadas por La Ley
Indígena del año 93, la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI)
y las Áreas de Desarrollo Indígena (ADIs) “han entrado en crisis”. Incluso se
constata que después de casi 6 años de intervención del Programa de
Desarrollo Integral para comunidades indígenas conocido como Orígenes, éste
no ha tenido los efectos de integralidad deseados al menos para los pueblos
indígenas. Sin embargo, las razones de este fracaso no se dirigen al Estado ni a
las organizaciones o comunidades indígenas, sino a que “…la sociedad en su
conjunto no acepta la multiculturalidad ni vela por la inclusión e integración plena
de los pueblos indígenas” (Documento Reconocer). Entre las principales
limitaciones que reconoce este documento respecto de la política anterior, está
la que se refiere al enfoque dominante de la problemática indígena en términos
de pobreza. Así también como a las estrategias para institucionalizar dentro de
las estructuras del Estado la participación indígena sin los indígenas. Asimismo
se establece que la política indígena de los gobiernos de la concertación ha
carecido de una perspectiva integral para abordar las relaciones con los pueblos
indígenas. En definitiva se ponen en cuestión las comprensiones del Estado
respecto al desarrollo cuando se trata de pueblos indígenas y la falta de una
mirada global de la problemática. La situación actual de las relaciones entre
Estado y pueblos indígenas en Chile, al menos desde la perspectiva estatal,
demanda un nuevo plan de intervención cuyo contenido se extiende y desarrolla
a lo largo de este documento. No obstante, pese a que realiza en él un mea
culpa de la situación anterior, pone nuevamente en marcha una política
neoindigenista a través de la creación de una múltiple y heterogénea red de
aparatos y dispositivos: subsecretaría para Asuntos Indígenas, un Consejo
consultivo de Pueblos Indígenas, reestructuración de la CONADI, integración
plena del Programa Orígenes a CONADI, la creación de un comité de Ministros
70
para Asuntos Indígenas, oficinas para Asuntos indígenas en cada ministerio, etc.
Las novedades que plantea son la posibilidad de una fase 3 del programa
Orígenes y de una Política Indígena Urbana, así como la creación de un Banco
de Tierras encargado de hacer que las tierras otorguen rentabilidad económica a
los indígenas que habitan en ella24. Finalmente, el Convenio 169 es ratificado en
las postrimerías del año 2008, después de estar casi dos décadas detenido en el
Congreso Nacional y en medio de un nuevo recrudecimiento del conflicto entre
el Estado y las comunidades mapuches por la muerte del estudiante Matías
Catrileo y el deterioro de la salud producto de la huelga de hambre de la activista
mapuche Patricia Troncoso. En este contexto se aceleran algunas de las
medidas del Documento Reconocer (como la designación de un comisionado
presidencial para Asuntos Indígenas) que nuevamente expusieron las
debilidades de la legislación indígena vigente y reafirmaron a través de los
medios de comunicación la idea de “mapuches terroristas”.
Aunque en los años 90 se respiran aires de renovación en amplios campos de la
política nacional e internacional, en Chile las paradojas de la democracia
neoliberal revelan sus contradicciones: una nueva legislación indígena por un
lado, la liberalización de la intervención privada en torno a recursos naturales
localizados en territorios indígenas por otro. Un programa de desarrollo integral
que parcializa y focaliza recursos de acuerdo a criterios económicos y políticos,
mientras que paralelamente estigmatiza a sus beneficiados a través de una
política criminalizadora que los convierte en terroristas. Como antes señalamos,
la visibilización de las demandas indígenas lograda por la movilización de las
organizaciones indígenas de los años 70 y 80, y las nuevas respuestas del
Estado en relación a estas demandas en términos de una institucionalización
diferenciada, mostraron la convergencia de procesos como la democratización e
indigenización por un lado y una nueva fase de neoliberalización por el otro. No
24
El citado documento se encuentra disponible en la página www.origenes.cl
71
obstante, la reconfiguración de las relaciones entre Estado y pueblos indígenas
en Chile nos muestra efectos diferenciados. De allí la necesidad de
contextualizar el caso atacameño desde una perspectiva histórico-antropológica
que nos permita dar cuenta de su especificidad y su relación con los complejos y
heterogéneos procesos anteriores, del cual la realidad atacameño actual es
resultado. Por lo mismo y aunque nuestra atención investigativa se centra en los
procesos de etnicidad activados a partir de la puesta en marcha Ley Indígena a
comienzos de los años 90, la reconstrucción de estos procesos nos remite a una
memoria donde los hechos del pasado no se organizan en una temporalidad
lineal sino en formas sedimentadas y yuxtapuestas (Moore 2005:8).
2. Reelaboraciones de la etnicidad atacameña en el nuevo contexto
sociopolítico25
En este nuevo marco sociopolítico, el pueblo atacameño fue uno de los últimos
grupos reconocidos por la Ley Indígena del año 93. Es decir, no estuvieron
considerados desde el inicio e incluso recibieron propuestas de las
organizaciones aymaras para conformar un solo grupo indígena andino en el
norte del país. Producto de este proceso de reorganización social y étnica se
creó el Consejo de Pueblos Atacameños, instancia que desde sus inicios tuvo
como finalidad agrupar a los diversos pueblos que se reconocieron como
atacameños y que formaron una elite dirigencial, la cual y desde entonces, ha
tenido una activa participación en la política indígena de los últimos quince años.
En el año 1996 y por mandato de la ley se constituyó el Área de Desarrollo
25
Se adjuntan en esta parte del capítulo dos entrevistas que consideramos relevantes para el análisis de los
cambios actuales en el territorio atacameño y que representan dos posiciones dirigenciales contrarias. Una
que enfatiza las dimensiones de inclusión al Estado y su política, mientras otra que refuerza la autonomía e
independencia y su apoyo en redes trasnacionales. Ver ANEXO 2.
72
Indígena (ADI) “Atacama la Grande”, la cual continuó el principio territorial del
Consejo de Pueblos que agrupaba tanto a las localidades del Alto Loa y del
Salar de Atacama en una sola unidad cultural y territorial (mapa 1). Unos años
más tarde, en el 2003, las comunidades del Alto Loa lideradas por la comunidad
quechua de Ollagüe se organizan en una nueva Área de Desarrollo Indígena
(ADI) denominada “Alto Loa”26.
Desde el punto de vista geográfico dos mapas se superpusieron: uno que
continúa el criterio político-administrativo nacional preexistente y que organiza el
territorio en regiones, provincias y comunas, y un segundo que estructura los
territorios de acuerdo a criterios étnicos a partir de la legislación indígena de los
90. Desde el primero, la población atacameña nacional actual de acuerdo a los
resultados del censo del 2002 se ubica en un 66% en la región de Antofagasta
distribuido aproximadamente en un 70 % en la ciudad de Calama, un 20% en la
comuna de San Pedro de Atacama y un 10% en la capital regional (la ciudad de
Antofagasta). Asimismo, el censo entregaba como resultado que la comuna de
Ollagüe, una de las tres que forman parte de la Provincia del Loa concentraba
una importantísima cantidad de población quechua (un 67% población indígena).
No obstante, la política indígena de los años 90 impulsa la creación un área
atacameña cuyos límites coinciden con los límites de la comuna de San Pedro
de Atacama27.
26
Cabe precisar que la aprobación de la Ley Indígena se realizó con el descontento de las principales
organizaciones indígenas quienes no consiguieron el reconocimiento jurídico como “pueblos”, lo cual iba
en directa relación con las demandas de autonomía territorial que se aspiraban alcanzar. Esta batalla
perdida se expresó en que la ley aceptara crear “Áreas de Desarrollo Indígenas” en las regiones con mayor
concentración de población indígena mientras que la idea de territorio fuertemente defendida por el
movimiento mapuche quedará relegada en la nueva legislación. 27
La comuna de San Pedro de Atacama comprende 8 localidades: San Pedro y sus ayllus, Toconao,
Socaire, Peine, Talabre, Camar, Río Grande y Machuca.
73
Las políticas de territorialización implementadas por la legislación indígena de
los años 90 y que transformaron esta parte de la región atacameña en un área
de desarrollo, implicaron paralelamente la apertura de nuevos espacios sociales
y políticos para la participación indígena y su configuración en un foco de
inversiones de recursos estatales y privados sin precedentes. Ejemplo de esta
fiebre de inversiones que irrumpió en la región atacameña en los años 90 es que
San Pedro de Atacama se convirtió en la comuna de Chile con el más alto
volumen de inversión per cápita, incluso superior a las comunas más ricas del
país28. Sobre los cambios que trajo esta nueva territorialidad impuesta desde el
Estado uno de sus antiguos dirigentes, primer consejero nacional de la CONADI,
encargado regional de Orígenes y elegido en las últimas elecciones municipales
como consejero, recuerda:
“Un discurso que nosotros a nivel comunidad ni siquiera manejaban…el
ADI estaba recién dando sus primeros pasos, esta visión del territorio no
estaba…aun creo que está muy confusa…fueron período de tomas de
decisiones muy importantes, sobre todo en relación al ámbito de la
administración territorial. Hubieron proyectos como ALMA29,…mucho
antes estuvo lo del gasoducto…así como otros más que tuvieron que ver
con el uso de espacio y básicamente yo, lo único que difería, eran los
espacios de participación. Si bien estaba la consulta a los dirigentes, no a
la comunidad, la consulta era consulta y respuesta de inmediato. En ese
momento es muy difícil madurar, reflexionar escucharse entre ellos
mismos porque la misma dinámica de la reunión no lo permite…no era el
espacio para poder madurar y después pronunciarse…y veía que se
28
Estos datos no consideran las inversiones de las ONGs, universidades y otras agencias internacionales.
Datos que se encuentran en la Memoria de Gestión del CORE del año 98-99 (Rivera 2005:71) 29
Atacama Large Millimiter Array es el nombre del proyecto astronómico más conocido como ALMA.
74
tomaban decisiones en el mismo momento, grandes decisiones...para
bien ha mejorado la accesibilidad a algunos recursos en términos
económicos, si bien todavía hay diferencias comparado a lo que teníamos
en ese momento hay una mayor cantidad de familias atacameñas que
tienen una buena condición económica…así como también un gran
avance que se ha tenido en las comunidades a través del ADI que es
respecto a la administración del territorio, proyectos asociativos de las
comunidades…y ahora de a poco hay una mayor apropiación del
concepto territorio…cuando empieza a trabajarse el ADI desde el 97 al
2002 se trabaja fuertemente una etapa asistencialista, fuerte, fuerte. Y las
comunidades se acostumbraron mucho, de hecho, algunas comunidades
decían por 5 millones , no…tráiganos 20 o 30 y hacemos algo…el trabajo
comunitario estaba muy fuerte…había una mirada más comunitaria. El
nombre de San Pedro comenzó a aglutinar una suerte de fiebre de
inversiones…hubieron muchos proyectos…las reuniones del ADI eran un
petitorio de cosas e inconformismo…” (Justo Zuleta. Ex consejero
nacional de la CONADI y desde el año 2000 encargado regional del
programa Orígenes. Calama, Mayo de 2008)
La creación del ADI en la región atacameña introduce una nueva comprensión
territorial que la convierte de un espacio en el cual habitar, a un bien de mercado
que es preciso saber administrar. A su vez, la estructura verticalista del ADI, que
tiene que ser presidida por la máxima autoridad regional –el intendente-,
coincide con una lógica de participación que fomenta relaciones paternalistas y
clientelares entre comunidades indígenas y Estado. Respecto a este punto, el
dirigente atacameño y primer encargado del componente de salud regional del
programa Orígenes se refiere al ADI en los siguientes términos:
75
“Este discurso a través de las ADIs o consejos, la movilización de todas
las instancias de poder era impresionante, en la dictadura esto no se veía
tanto. Este tema de la participación… de los indios reunidos con el
intendente, los intendentes comandando la mesa del ADI es una cosa
que llama profundamente la atención y que es una nueva forma de
gobernar,… yo diría…de un gobierno que se arroga la
participación… porque en la práctica los temas relevantes de discutir de
la gente no están del punto de vista de la lógica que funciona uno, de
recuperar, fortalecer procesos de etnodesarrollo, eso no está…solo como
un Estado impone políticas que ellos quieren imponer en una comunidad,
super exógenos pero con la validación de los dirigentes…Dicen que la
Ley Indígena es un avance porque regula las relaciones con el otro,
aunque esté hecha desde lo otro… hay varias cosas que se piensa que
son las grandes metas pero no son las grandes metas, contribuyen,
ayudan un poco, pero las grandes metas son responder las preguntas de
fondo, procesos reales…nosotros mandamos y el Estado puede servirnos
para estas cosas,… no es que nosotros le servimos al Estado que es la
relación que existe actualmente, como ahora se está dando. El Estado
crea una legislación que le sirve a ese Estado…” (Yerko Mathew. Ex
Dirigente estudiantil atacameño y primer encargado del componente de
salud intercultural de Orígenes. Iquique, Julio de 2008).
76
Figura 1: Estructura del ADI Atacama la Grande
Al parecer y como consecuencias de este proceso de activación de esta área
como lugar de desarrollo neoliberal y neoindigenista, los poblados del Salar de
Atacama comienzan a experimentar un repoblamiento progresivo, tendencia
contraria al período anterior. Hasta comienzos de los años 80 estas localidades
habían generado masivas migraciones, producto de políticas de desarrollo
centradas en la inclusión social urbana. Aunque existen antecedentes de
migraciones anteriores a fines del siglo XIX, es entre los años 30 y fines de los
70 cuando se producen los grandes éxodos de habitantes de los poblados del
área del Salar de Atacama y del Alto Loa hacia la ciudad de Calama. Estas
migraciones tienen como finalidad incorporarse a los espacios laborales en la
propuesta de desarrollo del Estado generada con la actividad minera, así como
también tener acceso a mejores y más completos niveles de educación media,
técnica y superior. No obstante, estas migraciones buscaron ser frenadas
durante el régimen militar a través de estrategias tendientes a desacelerar el
despoblamiento total de estas localidades. Particularmente a través de la
retención de los alumnos en el sistema educativo, transformando sus principales
77
unidades educativas en Escuelas de Concentración Fronteriza (ECF), y
entregando especialidades técnicas que capacitaran en actividades posibles de
desarrollar en los mismos poblados. Las medidas consistieron en impartir un
currículum cuyos contenidos nacionalistas se mezclaron con la promoción de
actividades consideradas “tradicionales” en la población local como la artesanía,
la agricultura y la construcción. Se precisaba una población fronteriza que
resguardara los principios de soberanía y seguridad nacional promovidos
ampliamente durante el régimen dictatorial (Gómez Parra y Bustos 1999).
Estas medidas no fueron las primeras políticas de territorialización
experimentadas por la sociedad atacameña. En diversos períodos y bajo
diversos regímenes de sometimiento (incluso anteriores a la colonia como
fueron la influencia tiawanaco y la conquista inca), se pretendió modificar la
dinámica interétnica e interdigitada de esta extensa zona. La antigua área
circumpuneña ocupada por lipes, omahuacas, picas, guatacondos, tarapacas y
changos de la costa, con los cuales históricamente los atacamas30 venían
desarrollando activas redes de parentesco e intercambio desde períodos
prehispánicos hasta épocas coloniales tardías, experimenta a mediados del siglo
XVIII, las primeras reestructuraciones sustanciales a sus formas de residencia.
El sistema colonial del tributo que hasta entonces se guiaba según un criterio de
afiliación es modificado por un sistema basado en el criterio de residencia,
obligando a la población a permanecer en estos territorios y reestructurando el
hasta ahora sistema de complementariedad ecológica desarrollado por las
poblaciones locales (Hidalgo 2004, Martínez 1994)31. Unido a esto, el tributo
30
Nombre con el que se identifica en documentos del siglo XVI y XVII a quienes habitan en las áreas del
Salar de Atacama y Cuenca del Loa. 31
Las fuentes parroquiales y la diversa documentación colonial existente señalan los lazos establecidos a
través de redes de parentesco como el compadrazgo y las alianzas matrimoniales con poblaciones del
noroeste argentino y sur boliviano. Un mapa multiétnico que nos muestra una región en permanente
78
durante la colonia había permitido y asegurado el acceso a la tierra, mientras
que hacia fines del siglo XVIII estas acciones aceleraron la entrega de indígenas
a encomenderos y la consecuente enajenación de sus tierras y recursos (entre
ellos mineros). Con estas medidas y en un período de transición para la región
caracterizada por el traspaso de la administración del corregimiento de Atacama
dependiente del virreinato del Perú al Virreinato de la Plata, se desatan dos
dispositivos orientados a desarticular a la población local. El primero se
relaciona con el proceso de brujerías desarrollado en Atacama entre 1749 y
1755, donde curanderos locales son condenados y perseguidos por el corregidor
de Atacama acusados de realizar brujerías y hechicerías y por atentar contra el
orden social colonial (Castro e Hidalgo 1999, Hidalgo y Castro 1997)32. El
segundo se relaciona con el decreto de 1779 que prohíbe el uso de la lengua
nativa en espacios públicos y que aceleró el proceso de castellanización desde
la escuela. Esta última medida tendrá repercusión directa con la desaparición
temprana del cunsa en el área, cuya extinción es ya advertida un siglo después
circulación. Los trabajos de Murra (1996) contribuyeron a mostrar un patrón de asentamiento basado en un
sistema de verticalidad ecológica en esta área circumpuneña basada en el control de recursos de acuerdo a
los diversos pisos ecológicos que la geografía de altura define. Este sistema es posteriormente trabajado por
Martínez que para la zona y de acuerdo a la documentación principalmente del siglo XVII propone un
sistema de complementariedad ecológica, el cual incluye pisos ecológicos diversos ocupados por diferentes
grupos en activas relaciones sociales y económicas y de la cual emerge su concepto de interdigitación. Los
trabajos de Núñez permiten sostener estas ideas con el estudio de la circulación a través de la actividad del
caravaneo (Núnez 1992), mientras que Hidalgo entrega interesantes aportes sobre el siglo XVIII
relacionados al período colonial tardío y los inicios de la república. Particularmente nos interesa destacar
sus trabajos sobre el proceso de Brujerías en Atacama (1749-1755), los referentes a la prohibición del uso
de la lengua kunza en 1779 y las rebeliones tupacamaristas que se desarrollaron en ese mismo período y
que se extendieron hasta estas áreas. Gran parte de estos aportes se encuentran recopilados en el libro “Los
pueblos del Chañar y el Algarrobo: los Atacamas en el siglo XVII” de Martínez (1998) y la publicación de
Hidalgo bajo el título Historia Andina en Chile (2004). 32
El proceso de brujerías en Atacama se encuentra en el documento denominado “Autos seguidos por los
indios del Pueblo de Tacamas (San Pedro de Atacama) Provincia de Atajama, contra don Manuel
Fernández Baldivieso, sobre varios maltratamientos”. Archivo Nacional de Bolivia, Sucre. Catálogo de
Tierras e Indios. ANB E. Año 1754 N°58. Este documento es transcrito por Castro e Hidalgo (1999) en
Estudios Atacameños n°17:91-120 en su publicación “Brujos y brujería en Atacama colonial.
Inorganicidad de una representación ideológica y diseminación de una matriz cultural (Introducción y
transcripción del “Quadernos sobre varios delitos y supersticiones” del corregidor Manuel Fernández
Valdivieso, Atacama s XVIII”). Otra publicación anterior del documento fue “Fiscalidad, punición y
brujerías en Atacama, 1749-1755” en Hidalgo y Castro 1997, en Estudios Atacameños n°13:105-135.
79
(1894) por el cronista Francisco San Román. Sus palabras reflejan la
introducción de las ideas republicanas de civilización versus barbarie, la cual
funcionará como un nuevo dispositivo de identificación para el siglo XIX. En su
texto Desierto y Cordilleras de Atacama expresa su visión sobre la población
atacameña (III vol. Santiago): “Estábamos en aquella puna de Atacama, en
medio de aquella raza indígena degenerada, uraña a todo contacto con el
hombre social; envilecida por la humillación; embrutecida por una ignorancia que
excluye toda noción de cultura i lleva cada día más a esas pobres jentes al
divorcio con toda idea de civilización”. Los procesos de extirpación de idolatrías
desplegada en el siglo XVII y desde la lógica de los españoles, al parecer no
habían desarraigado del todo los vicios y supersticiones de los habitantes de
estos alejados e inhóspitos territorios habitados por Urus, Lípez y Atacamas33.
Finalizando el siglo XIX, el párroco de San Pedro de Atacama Emilio Vaisse
describe a la población local de la siguiente forma: “Mientras los indios del lado
occidental viven reunidos en poblaciones, los del lado oriental viven apartados
unos de otros…de allí proviene el relativo adelanto de los que llamaré
“occidentales”, mientras que los orientales están aún casi en las tinieblas del
33
Las representaciones coloniales tempranas sobre los habitantes de estas zonas quedaron registradas en
los siguientes términos:“esta gente es menos tratable y doméstica, viven en parte desviada de la
comunicación común con este reino y, cómo por sus tierras no atraviesa españoles no hay porqué, están
como animales no domados y mal poblados...Dije que tenían piedras preciosas de gran estimación…que
por ser la gente tan mala, no se pueden descubrir sus vetas, ni hay quien ose decir por mudo del bando que
tienen echado…me parecen que se podrían hallar piedras de gran valor si los Atacamas, Lipes que están
sujetos lo estuviesen a nuestro modo no al suyo…por no estarlo se hacen intratables estas dos naciones
…y procuran que no se conozcan las cosas preciosas que hay en ellas, principalmente oro y plata, y oro,
más en los Atacamas…Estos lipes, ni los Atacamas pagan la tasa enteramente porque como son gente libre
y desvergonzada, no los osan a apretar y todo lo causa que los gobernadores los miman y no los aprietan
ni castigan en cuantas desvergüenzas hacen…Y por los libros no se puede averiguar quién es bautizado:
porque, como las cosas de la cristiandad aborrecen y desean perseverar en sus ceguedades, así como para
esto no quieren aprender la doctrina, ni entenderla –porque no piensan vivir conforme a ella-, así se han
excusado y escondido poniéndose todos nombres de cristianos… Estos lípes, Urus y Atacamas no sirven a
Dios ni al Rey ni al mundo, sino sólo al demonio, a la carne y a toda pereza y sucia ociosidad. No entiende
otra cosa ante Dios, sino que es contra su servicio no domarlos y no hacerles servir. De los Atacamas
hablando, era necesario que los sujetaran, pues les han dado sacerdotes y entre ellos hay bautizados y
casados: puesto que estando sujetos al bautismo están obligados a la ley” Documento de Bartolomé
Álvarez, “De las costumbres y conversión de los Indios del Perú. Memorial a Felipe II (1588)”. Ediciones
Polifemo (Madrid 1998).
80
coloniaje” (CVHNT: 180)34. Los que hasta entonces fueron grupos diferenciados
pero estrechamente relacionados hasta mediados del siglo XVIII, pasan a
constituir una categoría identitaria de la cual es preciso diferenciarse y
desconectarse históricamente. De vecinos y parientes estos grupos pasaron a
configurar la identidad de “migrantes ilegales” cuya carga peyorativa y
estigmatizante promovidas por las políticas chilenizadoras durante el siglo XX,
implicaron una nueva reorganización del espacio y de las relaciones sociales. En
este período, las identidades nacionales predominan y lo “chileno” se piensa en
oposición y negación de lo “peruano” y “boliviano”. No obstante, estas
adscripciones y categorías que durante gran parte del siglo XX actuaron como
fronteras geográficas y culturales, a finales de los años 80 van perdiendo
relevancia una vez que el país retorna a la democracia y el movimiento indígena
adquiere visibilidad política.
Hasta ese período, las organizaciones tradicionales eran principalmente las
relacionadas al agua, no obstante la nueva legislación indígena tomó como
referente a las juntas de vecinos cuyas estructuras fomentadas por el Estado en
los años 60 y 70, y cuya impronta marcadamente asistencialista quedó
impregnada en su función de distribución de los subsidios estatales y los
beneficios privados, se convierten en las unidades legítimamente autorizadas
para iniciar el proceso de constitución jurídica de las recién reconocidas
comunidades indígenas. No obstante, en los años 80 se generan cambios
paradigmáticos y fundamentales en el sector de las localidades del Salar de
Atacama: por un lado y por un decreto del gobierno militar las localidades del
34
La fuente se encuentra en Vaisse, Emilio (párroco de Atacama). Artículo publicado por el diario El
Industrial. Antofagasta, 21 de junio de 1894. En Sanhueza, Cecilia (2001) La población de la puna de
Atacama y su relación con los Estados Nacionales. Una lectura desde el archivo. Revista de Historia
Indígena Nº 5, pp. 55-82.Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas. Área
de Historia Indígena. Universidad de Chile. Santiago: 65.
81
Salar se conforman en un municipio autónomo, el cual se constituye en un factor
de aceleramiento y activación de procesos socio étnicos y en un aglutinador de
recursos hasta ese momento inexistentes. Paradójicamente, el nuevo código de
aguas que comienza a regir el año 81, favoreciendo jurídicamente la venta o
concesión de recursos hídricos a empresas estatales y privadas dedicadas
principalmente a la minería, reestructura la tenencia de la tierra. Esta medida
que separa la tierra del agua, transgrede la cosmovisión de los atacameños
respecto a la unidad inescindible de la madre tierra o patahoiri35. Desde
entonces, las acciones del estado estimularon las inscripciones individuales de
tierras, mientras que las organizaciones indígenas atacameñas agrupadas en el
Consejo de Pueblos comienza a demandar que estas sean inscritas
comunitariamente. No obstante, el proceso de enajenación de recursos que se
acelera en el territorio atacameño en la década de los 80 y bajo el gobierno
militar, no se detiene con la nueva política democrática e indigenista de los 90.
Por al contrario, experimentó un inédito aumento en la medida que el turismo se
constituyó en la actividad económica principal de las últimas dos décadas.
35
La reestructuración del sistema económico en Chile iniciada a mediados de los años 70 y directamente
relacionada a la crisis del modelo económico desarrollista (basado en la sustitución de importaciones) se
realizó a través de varios ajustes tendientes a instaurar un modelo exportador como el actual. Así como la
flexibilización laboral, que a través de la figura de la subcontratación, externalizó funciones a fin de
“expulsar costos y riesgos, ahora bajo las responsabilidad de terceros”. Esto se realzó en gran parte a través
del traspaso de las empresas estatales a manos privadas, las cuales comenzaron un proceso de extracción y
explotación de recursos naturales sin precedentes. Las consecuencias de expulsión de mano de obra y con
ella, la creciente pauperización de la población, llevó que organismos multilaterales presionaran por
medidas de ajustes que detuvieran este proceso. A esta intervención se la llamó las reformas de segunda
generación y se realizaron en Chile durante la década de los años 80. Entre los instrumentos legales que
implementó la política económica del gobierno de la dictadura a fin de instalar las bases para el nuevo
sistema económico se encuentran: el decreto sobre inversión extranjera del año 74, la ley de
regionalización del año 75 que crea el Fondo Nacional de Desarrollo Regional (F.N.D.R.), la ley de
municipalidades del año 79/80, la ley laboral y la ley de concesiones mineras conocida como L.O.C.C.M.
Estas otras medidas constituyeron el andamiaje para realizar los cambios económicos necesarios para
iniciar la era del neoliberalismo. Chile, en este sentido, fue el primer país en iniciar estas reformas,
constituyéndose en la sede de los experimentos económicos en la región (Rivera 2005: 68-69).
82
Las nuevas clasificaciones étnicas que surgieron post legislación indígena de los
90 tendieron en este sentido a revertir y a su vez, reforzar antiguas categorías
sociales. Por un lado, las históricas discriminaciones entre los poblados del
interior y San Pedro se reactivaron e incluso acentuaron con la enorme cantidad
de recursos que llegaron vía políticas sociales e interculturales al territorio. Para
muchos de los dirigentes estas no hicieron más que remarcar las desigualdades
sociales e históricas que desde tiempos coloniales se advierten: una clase de
hacendados locales vinculados a actividades agrícolas y de transporte (como la
arriería principalmente), y otro sector, la población atacameña pobre, vinculada
a actividades como el pastoreo. Una nueva frontera se reactiva y es reforzada
por las políticas de desarrollo inclusivo del siglo XX. Nos referimos a la
estructura de clase incorporada con la actividad minera principalmente en la
ciudad y que reforzó las discriminaciones entre los poblados del interior y la
ciudad. En este período la ciudad fue asociada al desarrollo y el progreso a
través del acceso a más y mejores servicios y oportunidades. Mientras tanto, el
campo o las áreas indígenas atacameñas definidas como “rurales” se asociaron
a retraso, malas costumbres, enfermedades, etc. Estas discriminaciones que se
generaron entre quienes tuvieron acceso a la ciudad y quienes no tuvieron otra
posibilidad que quedarse en sus localidades, es revertida con la políticas de la
identidad que enfatizaron los vínculos de origen. Los indígenas de los pueblos,
objeto por décadas de una política de estigmatización, ahora y desde una
perspectiva de discriminación positiva, pasaron a constituirse en ciudadanos de
primera. Los indígenas urbanos en cambio, de haber conseguido integrarse
positivamente a la sociedad nacional y de haberse incorporado esforzada pero
exitosamente al tren del progreso y la modernización, pasaron en este nuevo
contexto a ser considerados indígenas de segunda en la nueva estructuración
del mundo social que introdujo la política neoindigenista e intercultural de las
últimas dos décadas. Respecto a este punto, la máxima representante del poder
83
local desde hace más de dos décadas, describe lo ocurrido en estos años en el
territorio con las siguientes palabras:
“San Pedro ahora está fragmentado, peleando por un territorio cuando
antes éramos todos un solo pueblo…Atribuyo a la Ley, que dice que hay
que hacer un territorio y todos debiéramos luchar por todos…y no decir
de quien es la iglesia…de quien es la laguna. Yo no puedo entender que
en un ayllu estén peleando con otro por el territorio. Nosotros acá todos
hemos tenido…se han casado de un lado a otro. Hay tierras de un lado y
otro. Ahora ¿de qué comunidad eres? Parientes en Larache, en
Sequitor….la Ley Indígena no habla de municipio, esta es una
organización distinta, donde la alcaldesa ha sido consejera…si fuéramos
CONADI estaríamos todavía dando el paso. Tú no le solucionas los
problemas a la gente con programas chicos… ¿Donde está el impacto de
Orígenes, dígame el impacto?...ha invertido…hay harta plata en
inversión…yo quiero que la gente te diga, en el papel aguanta todo. Ver
que una comunidad que diga pedimos esto…dos sillones dentales, pero
eso está fuera de lo que traía la política indígena. ¿Cómo se le ocurre a la
alcaldesa comprar dos sillones dentales?...oye cuando Orígenes
comienza…tiene que trabajar al interior de la CONADI, no aparte, ¿a
dónde ahora está trabajando? No puede haber dos cosas distintas, tiene
que haber un solo canal…Si tú ves la gente que ha vivido toda la vida
acá, sigue marcando el paso…porque hay que ayudarlo. A veces uno
mira y yo no estoy contra los dirigentes, pero a veces el dirigente tiene
que mirar más a sus bases. Si yo tengo computación, tengo internet, yo
sé leer, yo sé escribir, si y sé que viene un recurso obviamente yo me voy
a beneficiar, pero si hay una persona que no tiene internet, que no sabe
84
leer, que no sabe escribir, que no tiene idea como captar los
proyectos…los beneficiarios no son los que más lo necesitan…Yo no
digo que todo ha estado malo…la política indígena hoy en día, gracias a
esto hemos podido crecer…cuando nosotros comenzamos a trabajar en
la CEPI para…ser parte de la Ley Indígena a nosotros nos llama Antonio
Mamani…y nos dice que ahora era el momento de que ellos nos pudieran
reconocer como aymaras a San Pedro y ser un gran pueblo del norte
para integrarnos a la Ley Indígena. Y yo me acuerdo hubo una reunión…y
fue esa vez Justo a decirles que nosotros no éramos aymaras, no éramos
quechuas y que le agradecíamos pero nosotros le pedíamos a la CEPI
participación para poder ir y ahí se formó un grupo que se llamó Kunza,
donde habían varios profesionales…en esa época nadie le gustaba
llamarse indígena o atacameño. Todos éramos calameños,
antofagastinos o hijos de los pueblos de los interiores. En esa época
pasamos un gran desafío, a la gente no le gustaba que la llamara
indígena. Cómo era posible, yo era presidenta de la junta de
vecinos…toda la vida los habían insultado como indios y ahora yo estaba
aceptando que fueran reconocidos como indios…mucha gente que hoy
lucha por la Ley Indígena en esa época fueron enemigos numero uno
para que entráramos a la ley. Y eso yo lo manejo porque llevo 35 años
como dirigente…en San Pedro de Atacama empecé a los 20 años…hoy
aparece gente que tiene 3 o 4 años y te exigen…no conocen el gran
esfuerzo que se ha hecho para salir adelante…la calle Caracoles con
todas sus casas con candados…todos partiendo. Después del año 92, 93
comenzamos a trabajar…incluso casi no nos dejan entrar…con un
dirigente de Ayquina estuvimos trabajando… Hoy día a ellos les tengo un
respeto, porque ahí había un trabajo…había que hacer otro paso, las
comunidades tenían que tomarse el municipio…yo a veces agradezco y
85
me debo a ese grupo…yo me quemé y me tuve que embarcar en la
política porque ya basta que dijeran que éramos muy pocos, que no se
podía invertir…antes la inversión se hacía por habitante, no social,
rentable. Si éramos rentable o no…toda la inversión que se ha hecho por
la comuna, se ha hecho por lo social…somos chilenos si acaso quieren,
entonces también necesitamos tener mejor calidad de vida, pero también
somos atacameños, antes de ser chilenos somos atacameños…y esa es
la diferencia que hay…mucha gente claro dice, la alcaldesa le entrega
terrenos a los bolivianos, textualmente. Y eso no es así porque la ley te
dice que tu sólo puedes entregar terrenos y patentes…yo no tengo ningún
boliviano que sea cliente acá…entonces cuando tú dices hay boliviano, yo
no estoy dándoles albergue a los bolivianos, la misma gente le arrienda,
la misma gente los contrata, les subarrienda locales y después los deja
trabajando a ellos…hay que saber qué está pasando. Yo no quiero
discriminar, algún motivo tienen los hermanos de Bolivia que vienen para
acá…qué está pasando con San Pedro que es un boom, genera trabajo,
tiene un gran movimiento, pero si no lo cuidamos lo vamos a matar, ¿lo
vamos a matar con el turismo? El turista viene acá, todo lo que vi en esa
feria lo vi en Bolivia, en Colombia, en Angelmó…Tu le entregas un terreno
a alguien y pasan 5 años y es otro el dueño del terreno. O tu les diste
terreno y vuelven a pedirte terreno…antes era terrible. En la Mesa Verdad
y Nuevo Trato ahí se ve lo de la chilenización…lo que se hace es que
toda la gente se transforme de un día para otro, se convierte en chileno.
Entonces viene una chilenización fuerte, donde te dicen ¿cuánto vales tu?
Yo valgo 15 bolivianos dice la historia…antes que yo me muera tengo que
matar 15 bolivianos…pero cuando tu estas en Santiago, todos dicen los
del norte son todos bolivianos y peruanos…la segunda región siempre ha
mantenido al país…las mineras ya no pueden actuar como actuaban
86
antes…” (Sandra Berna, antigua dirigente atacameña, consejera nacional
de la CONADI y desde los comienzos de los años 90 Alcaldesa de San
Pedro de Atacama)
La nueva territorialidad introducida con la política indígena de los años 90 para
la mayoría de los dirigentes que participaron desde los inicios de este proceso,
introdujo divisiones y atomizó una experiencia de pueblo llegando incluso a
erosionar el sistema de relaciones tradicionales sustentada en las redes de
parentesco (inter-ayllu y entre localidades). El sentimiento de pueblo que se
había comenzado a construir en la década de los 80 estaba siendo
reconfigurado con la nueva legislación. El pueblo atacameño será comprendido
bajo una lógica de “pueblos atacameños” distintos pero interconectados, a partir
de la cual surgió la idea del Consejo a comienzos de los 90. Es preciso analizar
este proceso en relación con las gestiones que un grupo de dirigentes realizó vía
la nueva jurisdicción municipal. Este reducido grupo de antiguos vecinos
comienza a tener una participación activa en la esfera pública en el período de
transición a la democracia gracias al apoyo de una agrupación conformada junto
a profesionales y académicos denominada corporación Lican Kunza (nuestro
pueblo en lengua kunza) y la cual cumplió un papel relevante en el área
atacameña durante su funcionamiento entre los años 86 y 89. Heredera de los
pasos del sacerdote jesuita Gustavo Le Paige y de las acciones hasta ese
momento emprendidas por la arqueología y la antropología vinculadas a las
universidades de Antofagasta y del Norte (además de empresas científicas
internacionales que se expandieron durante gran parte del siglo XX), esta
organización realizó diversos talleres de formación de líderes con
representantes tanto de las localidades del sector de la cuenca del Loa como del
Salar de Atacama. En estas charlas informativas se entregaron conocimientos
de la historia y cultura atacameña con la finalidad de contribuir a la
87
“reetnificación del pueblo atacameño”36 y donde al discurso social pasó a ser
remplazado por un discurso étnico cultural. La tesis de continuidad histórica
propuesta por Le Paige es difundida por esta agrupación en el proceso de
discusión de la ley indígena cuando los atacameños no estaban aún
incorporados en su borrador. Escritos como Atacama Ayer y Hoy del
antropólogo Horacio Larraín (año 1992) representan un ejemplo de los intentos
por respaldar científicamente la existencia de los atacameños desde tiempos
prehispánicos. Asimismo, el propio trabajo arqueológico del Museo de San
Pedro de Atacama creado por Le Paige décadas antes, pese a las complejas
relaciones que desplegaron en torno a él arqueólogos, atacameños y Estado
36
Refiriéndose a una publicación del año 92 el antropólogo Horacio Larraín señala: “El pequeño folleto
inédito que hoy presentamos fue preparado por nosotros entre 1991 y 1992 en Antofagasta, cuando nos
encontrábamos trabajando en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad de
Antofagasta. Su objetivo concreto fue coadyuvar en las tareas de reetnificación del pueblo atacameño,
tarea en la que nos encontrábamos empeñados desde el año 1984, fecha en que llegamos a Antofagasta.
En aquél entonces, realizábamos investigaciones de carácter folklórico y etnográfico en todos los pueblos
en torno al Salar de Atacama y en los situados en los afluentes del río Loa superior. No había aún indicios
de la Ley Indígena, la que años después (1993), sería promulgada por el Gobierno chileno como Ley de la
República en Nueva Imperial, el 28 de Septiembre de 1993, con el número 19.253. Esta Nueva Ley vendría
a modificar la antigua Ley llamada "Ley de Indígenas" Nº 17.723, del 26 de Septiembre del año 1972.
Junto con colegas de la Universidad de Antofagasta (Roberto Lehnert, Domingo Gómez, Eduardo Muñoz,
Patricio Núñez y Jorge Peralta) fuimos dando a conocer diversos aspectos relacionados con la
Arqueología, Lengua, Cultura y tradiciones del pueblo atacameño, señalando la evidencia de la existencia
de una verdadera y auténtica etnia indígena, claramente perceptible y distinguible por la peculiaridad de
sus formas culturales, etnia indígena que no había sido contemplada ni nombrada siquiera, en la Ley
Indígena del año 1972.Cuando, hace más de 20 años, constituimos en el año 1987 en la ciudad de
Antofagasta la corporación "Likan Kunza" (del atacameño Lickan= pueblo y kunza =nuestro), dedicada a
la defensa y apoyo de la etnia atacameña y apoyamos con energía sus legítimos derechos a proteger sus
aguas y sus tierras, teníamos claramente in mente no solo la intención de luchar por su supervivencia
como "pueblo", sino también la urgencia de educar a los representantes y líderes naturales de estos
pueblos, despertando en ellos las raíces de su identidad étnica, bastante adormecidas por entonces. Para
tal objetivo, y por primera vez, reunimos a los líderes de 14 pueblos atacameños en Antofagasta, en una
memorable Jornada de formación étnica y cultural en el verano de 1989. Fue una sencilla "cruzada de
reetnificación" en el concepto actual de la palabra. Fue una semilla cuyo futuro desarrollo y eclosión por
entonces no intuíamos siquiera. Nosotros mismos no nos dábamos bien cuenta de la futura repercusión de
lo que estábamos intentando” (Ver segmento del Blog Eco-antropología: "La re-etnificación del pueblo
atacameño: luchas y avatares", del 31/08/2008).
88
(las cuales pasaron a su vez por momentos de colaboración, indiferencia,
reconocimiento y conflicto), lo constituyeron no obstante en un recurso
estratégico imprescindible en la elaboración del discurso étnico local y su lucha
por legitimar sus demandas de reconocimiento ante el Estado (Ayala 2007:144).
Para los representantes del poder local concentrados en el municipio, la política
indígena e intercultural de estos últimos años benefició a los mismos grupos
sociales y económicos de siempre, especialmente a quienes se habían logrado
subir al tren de la modernidad vía políticas de inclusión social de la segunda
mitad del siglo XX. En este proceso, incentivado principalmente desde la
escuela, la connotación peyorativa de indio/indígena fuertemente rechazada aún
en los primeros años de la ley indígena, pasan a constituir a una adscripción
positiva y valorada por los atacameños. Esta nueva adscripción étnica aunque
incipiente madurará durante el transcurso de la agitada y movilizante década de
los años 90, cuyos efectos se traducen en que antes que antofagastinos o
calameños37 se reconozcan atacameños antes que chilenos.
Otras miradas que enriquecen el análisis y que muestran lo heterogéneo y
diversificado del proceso de etnicidad atacameña, son la que representan los
discursos de dirigentes de localidades más alejadas a la capital de la comuna.
Ellas también reflejan algunos de los efectos de la legislación indígena de los
años 90, la cual y a través del reconocimiento de áreas de desarrollo y no de
territorios propiamente tales, fue progresivamente despojándolos de su sentido
tradicional en tanto ocupación de un espacio, mientras paralelamente iba
reforzando una territorialidad centrada en la propiedad individual y su
administración gerencial abierta hacia el mercado turístico. Asimismo puso en
evidencia el funcionamiento clientelar y político partidista de las acciones
37
Gentilicios que se refieren a la ciudad de Antofagasta, capital de la región y la ciudad de Calama, capital
de la Provincia del Loa.
89
estatales emprendidas vía política indígena e intercultural de este período. Una
antigua dirigente de la localidad de Toconao que tuvo una activa participación en
el Consejo de Pueblos Atacameños, se refiere en los siguientes términos a los
conflictos que trajo la nueva división jurídica y territorial:
“Empezamos con harta fuerza porque nosotros nos creímos el cuento…
¿Cuál es el papel de la CONADI en todo esto? No hubo
representatividad, no cumplió. He visto de muy cerca, ha
separado…tratar de separar, a nosotros Toconao nos ha hecho pelear
con Talabre por el territorio…entonces el acepta y reconoce la
conciliación que se hace en aguas blancas pertenece a
Toconao…después…la CONADI entregando esos territorios…sabiendo
bien que teníamos pasos,…los estaba traspasando a Talabre y nos dimos
cuenta y reclamamos…vine yo, me hice asesorar…hicimos una carta
…Eso pasó en el período que nos tocó …no le gustó la gente que entró
en el Consejo…2006-2008,…ese fue un drama terrible… dejó totalmente
endeudado al Consejo en términos tributarios…no se aclara…teniendo
una demanda de por medio, aceptar…que la justicia lo declare culpable o
inocente…la presidenta lo pone38. El estatuto dice una persona que no ha
dado cuenta no puede asumir como dirigente. Ellos ponen como director
a una persona que esta enjuiciada…Orígenes, ha sido la acabose, así es
como se está viendo todas estas corrupciones…el Consejo quedó por el
suelo, hasta CODELCO nos pisoteó…qué iba a hacer él a favor de las
comunidades, estando ganando en CODELCO…estos gobiernos
respecto a nuestra identidad, nuestras comunidades ha hecho daño…por
38
Se refiere a decisión de la presidenta de la república Michelle Bachelet, quien designa como Director
Nacional de la CONADI al ex presidente del Consejo de Pueblos Atacameños antes nombrado y quien fue
acusado de malversación de fondos por la directiva siguiente de la organización indígena atacameña que
dirigió.
90
un lado nos dio algo, por el otro…el intendente que dejó entrar a estas
empresas que nos han hecho tanto daño…y han impactado el medio
ambiente con todos sus patrimonios naturales…y que hayan entrado al
ADI y…aceptaron los presidentes, cosas que ahora vienen y los
echan…aunque son otros. Cuando se estaba ampliando los
territorios…yo me opuse…la comunidad de Toconao no quiere entregar
más territorio39...me fui por lo ambiental. Se paró el intendente, ¿tierras
limpias o más avance científico para ustedes para que tenga mejor
calidad de vida? Y Liliana40 se para y le dice “no se preocupe intendente,
yo voy a juntar a todos los presidentes” y los juntó, decidieron entregar el
territorio” (Tita Espíndola, ex dirigente de Toconao y ex presidenta de la
Asociación de sanadores y colaboradores de la Medicina Ancestral
Licanantay y Quechua. Toconao, Mayo de 2008).
Desde la localidad de Talabre, uno de sus antiguos dirigentes y quien fuera uno
de los que participara en el proceso de incorporación del pueblo atacameño a la
ley indígena del año 93, revela el desencanto experimentado por muchos
dirigentes con la propuesta indigenista del Estado. Sus palabras expresan de
alguna forma la construcción forzada de una identidad aglutinante que pocos
beneficios trajo a las localidades más alejadas de la comuna de San Pedro:
39
La dirigente atacameña señala los conflictos que se generaron entre las localidades de Talabre y Toconao
por la concesión de casi 14 km de extensión al mega proyecto astronómico ALMA (Atacama Large
Millimeter Array), el cual con fondos de organizaciones internacionales de Japón, EEUU y Europa,
actualmente construye uno de los centros de observación más grandes del mundo a casi 50 km de San
Pedro de Atacama, en el llano de Chajnantor. El centro comprende la instalación de 64 radiotelescopios y
dependen del Observatorio Radioastronómico Nacional de Estados Unidos (NRAO) y el Observatorio
Europeo Austral (ESO). 40
Se refiere a Liliana Cortés, actual Directora regional de la CONADI y quien está en el cargo desde su
creación en los inicios de los años 90.
91
“A nosotros…nadie nos quería ayudar, ahora todos andan peleando por
meterse en los cargos…política mejor dicho. Los que lucharon, pelearon
se fueron…la única que queda es la Liliana Cortés… la CONADI empezó
a dividir, empezó a sacar la mujer indígena, el joven indígena…los que
viven en Calama los urbanos, se extendió mucho, demasiado, las
comunidades que son propias quedaron atrás… tú para hacer cualquier
trámite o proyecto tienes que ir a Calama y si no tienes los medios no
puedes llegar al tiempo. Y en Calama se maman todo… porque están
todos los días…son más grandes…son como microempresas…Muchas
cosas de la ley indígena, de las mineras…si no están la mineras no hay
recursos para el país. Al final vamos a ir, no tuviéramos que comer,
¿quién es agricultor?, si no estuviera la minera, ¿qué hace la gente?, se
muere de hambre… Hay manera de hacer convenios,…negociar…no ha
dejado San Pedro, Toconao…por un lado. Cuando ellos negociaron el
territorio allá, quien fue a meterse a allá, nadie… A lo mejor va empezar
cuando la gente no tenga que comer, cuando las mineras paren, cuando
ya nadie les quiera comprar el cobre. Ahí a lo mejor…ha pasado en otros
países, está escrito…quizás no mañana…se viene el volcán afuera y
chao. San Pedro está tan cerca del Licancabur, cualquier cosa que
nosotros nos vamos a portar mal con la naturaleza…no nosotros no más.
Por uno pagan todos…las mineras, los que están contaminando,…los
aviones, los vehículos …La ley indígena va a seguir, mientras siga este
gobierno, pero si hay otro gobierno va a decir somos todos chilenos y
pum, se va a parar…nosotros la mandamos como pueblo no como
comunidades… había que decir que sí, quizás todavía estaríamos
peleando…somos pueblos, poblados…a lo mejor se guiaron por otros
países que hablaban de comunidades…te entregan por pedacitos …se
habla de recursos pero jamás llegan a las comunidades…que el agua,
92
que tierra, hablan de turismo, de agricultura, pero no se ha concretado
nada…son reuniones, días que se pierden” (Sótero Armella. Dirigente de
Talabre, ex representante de salud ante el Ministerio de Salud y ex
miembro de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina
Licanantay y Quechua. Talabre, Mayo de 2008)
Nuevamente aparece entre otros, el factor político como agente de etnicidad en
el proceso de un reconocimiento regulado desde el Estado. Este tendría sus
expresiones a nivel local en una política partidista y clientelar. Los protagonistas
de este proceso no dejan de resaltar la importancia de las afiliaciones y
partidismos políticos que comienzan a operar en el contexto democrático post
90. El miedo a ser adscritos a un sector político determinado o las presiones
para vincularse a determinados sectores políticos tanto de derecha como de
izquierda han estado presentes en las decisiones de los dirigentes respecto de
asumir o no un protagonismo. Sin embargo la dinámica socio étnica no es sólo
producto de una política de reconocimiento determinada, sino por los propias
luchas emprendidas por los grupos y movimientos indígenas locales. Un
dirigente atacameño reflexiona sobre este esencial aspecto:
“Yo creo que ha habido avances, pero yo no digo que esos avances sean
producto de la acción del Estado, sino que los avances tienen que ver
también, porque las personas, independiente del Estado que exista,
tienen sus avances naturales como grupo humano también. Entonces me
parece que no es una tarea del Estado ni tampoco de otras
organizaciones, o ONG o lo que sean… uno podría decir que hay
avances, por así decirlo, pero también el crecimiento, o el movimiento que
va surgiendo, es de estos grupos humanos, acá. O sea la gente no
93
estamos quieta… Lo que pasa es que se apropia nomás de las distintas
acciones que tienen los pueblos. O se viene a montar sobre una acción, o
sobre un determinado trabajo. O sea todos los avances que ha habido
acá sin este Estado chileno, los avances son de la naturaleza misma de
la evolución de la gente también, como población, como pueblo. O sea a
mi me parece que no es solamente un mérito de ese Estado. O sea a
partir de ahí a mi me parece que es cuestionable el Estado… Se cuenta
bastante que Le Paige quiso aprender el kunza y los viejos no le quisieron
enseñar, porque no quisieron entregárselo a él. Pero así también, por otro
lado, se fue dejando de practicar con mayor fuerza. Entonces también
tiene esas dos…” (Carlos Aguilar. Dirigente atacameño y miembro de la
Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Licanantay y
Quechua. San Pedro de Atacama, Junio de 2008)
Sin embargo, el factor político pasa a ocupar un lugar supeditado al factor
económico cuando se trata de actividades como la minería, principal polo de
desarrollo local que desde tiempos anteriores a la república absorbe importante
cantidad de población indígena. En este punto las posiciones difieren
marcadamente entre los dirigentes de los pueblos y las autoridades y dirigentes
de las organizaciones atacameñas que han desplegado un discurso más radical
en contra de las mineras, en un contexto de excesivos pedidos de explotación
de aguas y que algunos relacionan a la inminente puesta en marcha del
Convenio 169 de la OIT. En este sentido, las relaciones entre la sociedad
atacameña y la minería aparecen como un elemento de particular complejidad y
causante de las más intensas disputas al interior de las organizaciones
94
indígenas locales en los últimos años41. Estas disputas se dividen
principalmente en relación a los discursos de una dirigencia que se plantea en
franca oposición a la minería, acusándola de ser la encargada de exterminar la
vida de los pueblos atacameños por el uso irresponsable de los recursos
hídricos. Por otro lado, la realidad es que hay muchos atacameños cuya única
fuente de trabajo es su incorporación, en forma contractual o subcontractual, a la
principal actividad que hace de la región de Antofagasta, una de las más
importantes fuentes de riqueza en el país42.
El segundo elemento que emerge como generador de impacto a nivel local, son
el turismo y los proyectos de desarrollo vinculados a esta actividad (construcción
principalmente). No sólo demanda un porcentaje importante de población local y
nacional, sino también población migrante extranjera, principalmente de Bolivia,
41
La complejidad del tema minero se expresa en que una parte importante de la población masculina
atacameña está actualmente formal o informalmente relacionada a estas actividades a través de dos
empresas de la zona. Se trata de la Sociedad Química Minera de Chile (SOQUIMICH) y la Empresa
Minera el LITIO (tercera a nivel mundial). Ambas reclutan un porcentaje de sus trabajadores desde
localidades como Toconao, Socaire, Peine, Talabre y Cámar. Es decir, de la mayoría de las localidades del
área del Salar de Atacama, lo cual constituye una de las principales actividades de desarrollo económico
para la población local. Esta realidad en el último tiempo ha significado un enfrentamiento en las
posiciones respecto a la minera, que por un lado crea fuentes de empleo y por el otro, es un generador de
desertificación del ecosistema y por lo tanto perjudica a la vida de las comunidades. Esto ha ocasionado
profundas divisiones entre los atacameños, quienes permanentemente se ven enfrentados y presionados
entre el discurso duro de los dirigentes urbanos y la necesidad de asegurarse recursos más estables para las
familias. Este proceso lo han experimentado de manera directa dos localidades atacameñas: una es
Toconao, que se encuentra a 30 km aproximadamente de la capital comunal. La otra localidad es Peine, que
se encuentra a casi 90 km de distancia y en la cual, en el último censo la población no indígena superó la
indígena (un 52% contra un 48%). 42
Las relaciones con la minería se han dado históricamente, al menos desde la segunda mitad del siglo
anterior, de tres formas. De manera directa a través de la incorporación formal a las actividades de las
empresas mineras o relacionadas con la minería de la región. La segunda de forma indirecta, a través de la
incorporación vía “subcontratación” a empresas y actividades mineras que aparecen como parte de las
medidas neoliberales que tendieron a desregular la actividad a partir de la década de los 90. Una tercera
manera en la que la población atacameña ha estado vinculada con la minería se relaciona con las
actividades de filantropía realizadas por empresas mineras y que actualmente se han focalizado a través de
la creación de fundaciones que operan bajo la lógica de Responsabilidad Social con la cual estas empresas
“pagan” de manera simbólica al Estado el beneficio de exención de impuestos.
95
la cual se incorpora a estas tareas la mayoría de las veces de manera informal.
La rápida transformación de la localidad de San Pedro en uno de los principales
destinos turísticos tanto a nivel nacional como internacional (en menos de dos
décadas) y que se expresa en los casi 55 mil visitantes que anualmente recibe la
comuna, se constituye sin duda en un fenómeno sin precedentes. El surgimiento
de nuevas poblaciones fuera del radio urbano, la incorporación de mano de obra
femenina en diversas labores domésticas en hoteles y la proliferación de
agencias turísticas, ha significado cambios importantes aun no estudiados.
Sobre la importancia de la actividad turística y científica en las representaciones
étnicas actuales, sólo basta observar el eslogan a través del cual el actual
municipio étnico se marketea.
Figura 2: Fotografía del estandarte del municipio local
96
No obstante, para entender los actuales procesos de etnicidad experimentados
en la región atacameña del Salar, es preciso también referirse a las tensiones y
luchas al interior de las comunidades y organizaciones atacameñas locales.
Principalmente, estas se expresan en faccionalismos internos que han emergido
de la concentración del poder que alcanzó el municipio y que le ha permitido
reproducirse política y económicamente durante cuatro períodos (casi dos
décadas). Algunos analizan el caso atacameño como un éxito en relación a su
capacidad de constituirse en municipio étnico, en tanto sus autoridades se
reconocen como atacameñas (Gundermann 2007:161). Aún así, tal como
veremos en los capítulos siguientes y en relación a los conflictos suscitados con
la llegada de Orígenes al territorio, el discurso étnico utilizado por las
autoridades locales es cuestionado por las organizaciones y dirigentes
opositores, quienes sostienen que su utilización ha sido principalmente dirigida a
objetivos clientelares. Pese a esto, debe reconocerse que el municipio ha sido
eficaz en concentrar tanto los recursos estatales como privados, lo cual le ha
permitido aumentar los beneficios y subsidios sociales, asegurando su
reelección en cuatro períodos. Sin embargo, el nuevo campo de la salud
intercultural abierto con Orígenes en el territorio atacameño, puso en evidencia
las tensiones y disputas internas entre las organizaciones locales, primero con el
Consejo de Pueblos Atacameños, y luego de su creación el año 2006, con la
Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina ancestral Licanantay y
Quechua (ver capítulo 3). Desde los sectores opositores, el municipio
representaba intereses del Estado y no de las comunidades, utilizando el
discurso étnico exclusivamente para legitimarse como el único interlocutor válido
ante el Estado y los privados. Además estas organizaciones criticaron la
orientación desarrollista y asistencialista del municipio, el cual buscaba orientar
los recursos sólo para proyectos de mejoramiento de los servicios públicos
(tanto sociales como productivos) y negando las demandas étnicas defendidas
97
por las otras organizaciones indígenas locales (como el derecho a una salud
indígena, educación intercultural, recuperación de tierras fiscales, etc.).
Uno de los fuertes opositores a la gestión municipal del último período, lo
constituyó el propio Consejo de Pueblos, el cual pese a nacer del mismo grupo
de dirigentes, fue distanciándose radicalmente y desatando diversas luchas y
confrontaciones. Varias de estas disputas emprendidas por el Consejo se
realizaron gracias al apoyo de organizaciones no gubernamentales como el
Observatorio de Derechos Indígenas, activas participantes de la lucha por el
reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos indígenas en la arena
internacional. En el período estudiado, estos conflictos se concentraron en la
disputa entre el holding hotelero Explora, quien había comprado los derechos de
aguas de las termas de Puritama, y las comunidades que demandaron que esas
aguas eran de uso ancestral y medicinal. Este hecho llevó al presidente del
Consejo a instancias internacionales, no obstante, los resultados finalmente
beneficiaron a la empresa hotelera. El discurso de estos sectores de
atacameños disidentes del poder local, argumentan que el Estado chileno en
plena democracia y en plena política multicultural, viola los derechos indígenas y
no respeta ni cumple con las legislaciones vigentes, por lo que se hace
necesaria la intervención directa de organismos internacionales. Junto a la
transnacionalización de la cuestión étnica atacameña actual, el discurso en
estos grupos adquiere un lenguaje de derechos dirigidos a obtener
reconocimiento para alcanzar autonomía política y territorial43. La crítica de
43
En este sentido, se observa la incorporación de un nuevo lenguaje asociado a una perspectiva de
derechos introducida en los últimos años por organismos internacionales como Naciones Unidas y
organismos no gubernamentales, involucrados en la defensa de los derechos indígenas. Esto se constituye
en un ejemplo de la judicialización de la problemática del multiculturalismo (Sieder 2004) y a su vez de la
transnacionalización de la cuestión étnica. Como se ha visualizado en gran parte de los movimientos
indígenas en estos últimos años, las demandas se han comenzado a expresar cada vez más en términos de
derechos colectivos, proceso que ha estado promovido por un sector progresista de juristas expertos en
98
estas organizaciones apunta que las políticas indigenistas y multiculturales de
las últimas décadas han promovido la transformación de los indígenas en
microempresarios y audaces gestionadores de proyectos, así como también han
acelerado el proceso de cooptación de sus principales líderes a través de su
incorporación a la institucionalidad pública o privada alentada por las políticas
multiculturales. Estos cambios han operado a través de programas de
etnodesarrollo provenientes de la agenda de organismos como el Banco
Interamericano del Desarrollo que promueven programas como Orígenes, y que
sólo funcionan como dispositivos de control del conflicto según coinciden
dirigentes y autoridades locales. No obstante, el convenio 169 de la OIT se
presenta como la última esperanza frente al desencanto provocado por los
efectos de la legislación de los años 90 para los atacameños. Especialmente
cuando la arremetida de las mineras aumenta bajo el conocimiento de que una
vez ratificado el convenio, el camino se les complicará. En este contexto, el
papel de la dirigencia ya no se visualiza tanto por su relación con las bases sino
en el ámbito global dónde estas demandas puedan alcanzar visibilidad: “es
preciso avocarse a las grandes cosas y no a problemas domésticos” (Wilson
Galleguillos, ex presidente del Consejo de Pueblos Atacameños. Calama, Mayo
de 2008).
En esta perspectiva, las políticas de reconocimiento para el caso de Chile
parecen actualmente responder a políticas de distribución de los beneficios del
modelo económico dominante, subordinando los intereses de los pueblos
indígenas a los intereses económicos transnacionales. Los dirigentes
atacameños en este escenario buscan capacitarse y profesionalizarse cada vez
más. La instrucción, escolarización y preparación técnica y profesional se
trasforman en un recurso altamente valorado para quien emprende el camino de
derecho internacional y que ha instalado en la discusión que el no reconocimiento de estos derechos
constituye una violación a los derechos humanos.
99
dirigente de una comunidad indígena. Demandas que a su vez son ofertadas por
organismos e instituciones nacionales e internacionales tales como ONGs,
fundaciones, universidades e institutos técnicos donde se legitiman un saber
indígena profesionalizado.
A su vez, ante el boom turístico actual por el cual es conocida y promocionada la
comuna de San Pedro de Atacama, es preciso añadir que las propias
intervenciones del Estado a través de sus políticas sociales e interculturales han
implícitamente instaurado un turismo que podríamos denominar estatal, el cual
justifica la circulación de una cantidad considerable de funcionarios y recursos
del Estado ofreciendo subsidios y servicios públicos. Mientras que
paralelamente pareciera estar buscándose contener la explosión de una
verdadera guerra del agua entre comunidades indígenas y mineras. Una de
estas batallas fue la que comunidades del Salar de Atacama y habitantes no
indígenas de San Pedro, con apoyo del municipio local enfrentaron el año 2007,
cuando la empresa trasnacional Minera Escondida operada por BH Billiton
solicitó autorización para nuevas exploraciones de agua en el sector sur
atacameño (zona de Pampa Colorada cuyas vegas de pastoreo ligan a las
localidades de Peine y Socaire). La última y más controvertida batalla, la están
actualmente librando las organizaciones indígenas locales contra el propio
Estado representado en la empresa cuprífera estatal más grande CODELCO la
que, teniendo sólo un 5% de participación en el proyecto trasnacional de
exploración geotérmica, ha recibido un particular apoyo político creando
conflictos internos y llevando finalmente a la división del propio Consejo de
Pueblos Atacameños44.
44
Los últimos acontecimientos en el sector protegido y turístico de los geiseres del Tatio mostraron que
pese a ser uno de los recursos más importantes del negocio turístico, ni las empresas privadas ni el
100
Capítulo 2
Burocratización y neoliberalización de la Salud Intercultural
“Yo creo que la Salud Intercultural primero que nada no existe…es un
invento, un invento como concepto de un modelo económico neoliberal
que intenta homogeneizar sociedades y dentro de esa homogeneización,
incluso tomar decisiones tan fuertes y olvidar que somos sociedades
mestizas en Latinoamérica y que lo que se ha hecho como programa de
salud intercultural, básicamente ha sido no el reconocimiento del
mestizaje o de la hibridación o como se quiere llamar. Y eso con un
objetivo básico, que tiene que ver con el hecho, al menos en Chile de
generar un tipo de sociedad o una estrategia de una sociedad que se
mueva al ritmo de un modelo neoliberal y que apague todos los conflictos
de expresiones locales dentro de esta globalización…me explico, los
programas de salud intercultural …la invención de la CONADI, la llegada
del Programa Orígenes, el único objeto que tiene, es que los pueblos
originarios no tengan acceso a sus verdaderas reivindicaciones y que se
muestre un país progresista …apto para la inversión extranjera...Si
realmente generara o apoyara la liberación de los pueblos originarios no
habría Ralco, no estarían las forestales en la Araucanía, Arauco, Malleco,
no tendríamos aquí las salmoneras. Es una situación, un disfraz por el
que el gobierno dice sí, estamos preocupados de los pueblos
originarios...Aquí tenemos un tema mucho más profundo. Se inventan
movimiento indígena generado en oposición del proyecto fueron capaces de detener a la estatal
CODELCO. Consecuencias que quedaron expuestas ante la opinión pública en septiembre del 2009 con la
explosión irrefrenable producida en una de sus fumarolas y que mostraron las contradicciones de la política
energética medioambiental y la política indígena en los gobiernos de la concertación. En concreto, este
conflicto sumado a otros anteriores entre las comunidades de la Cuenca del Loa y el sector del Salar de
Atacama devinieron en una separación entre ambos sectores, la cual impulsada por los representantes de las
comunidades del sector Alto Loa dieron forma a un Consejo Atacameño propio.
101
programas que tienen que ver con el programa Chile solidario, el
programa Puente que en el fondo intentan tapar una realidad siniestra
que existe en las zonas rurales, y que es la inequidad que existe y que
nos tiene a todos preocupados y contentos de que estamos superando la
pobreza, superando la inequidad, superando la discriminación pero cada
día eso se va agudizando. Entonces resumiendo, salud intercultural no
existe, partiendo desde el principio que el programa…ha generado más
inequidad, han generado esta cosa falsa de que el país se vea entre
negro y blanco, indígena-no indígena, pobre-rico, urbano-rural… hay una
serie de dicotomías que los programas tratan de establecer y se generan
indicadores epidemiológicos o estadísticas vitales que son falsos porque
dividen a la población en cosas que son inexistentes. Y además
estigmatizan a la gente, porque al final le echan la culpa de que tal región,
o tal país o tal zona no progresa porque tiene mayor ruralidad, o porque
tiene mayor población indígena…” (Jaime Ibacache. Médico y Primer
director del Programa con Población Mapuche PROMAP. Castro-Chiloé,
febrero de 2007)
Con estas palabras se inicia la entrevista realizada en Castro-Chiloé en febrero
del año 2007 a quien fuera uno de los iniciadores de la temática de salud y
cultura iniciada en Chile a comienzos de los años 90. En ella, realiza una
síntesis de los principales aspectos que considera han ocurrido en estas casi
dos décadas de construcción y desarrollo del nuevo campo de la salud
intercultural en Chile, y cómo luego de su institucionalización y posterior
burocratización, se transformara en uno de sus principales críticos. En este
capítulo intentamos mostrar el proceso de construcción del campo de la salud
intercultural en Chile tomando en cuenta los diversos contextos que favorecieron
102
su nacimiento, desarrollo y expansión. Asimismo cómo experiencias de carácter
esencialmente local fueron siendo absorbidas por la política de salud nacional y
cómo a partir del aterrizaje del programa Orígenes con su componente de Salud
Intercultural, se produce un giro respecto al sustento ideológico que guió estas
experiencias pioneras, construyendo la plataforma ideal para despolitizar el
álgido conflicto entre el Estado y el movimiento social indígena que irrumpió a
fines de los años 90.
Nos interesa observar el proceso de construcción de la salud intercultural en
Chile en tanto nuevo campo (etno)burocrárico y político como lo describe
Boccara, quien por primera vez para el caso de Chile se refiere a la
interculturalidad como campo y al multiculturalismo como
etnogubernamentalidad. Con ambas nociones pretende explicar cómo la salud
intercultural en Chile se constituye en un subcampo al interior del campo
burocrático de la salud pública. Este nuevo diagrama de saber/poder y nueva
táctica de gobierno se habría desplegado con especial énfasis con la
implementación del componente de salud del Programa Orígenes en territorios
indígenas (Boccara 2007:185). Entre los aspectos relevantes del proceso
generado con este nuevo campo abierto por la política intercultural y
neoindigenista, se encuentra el reclutamiento de una variada y diversa gama de
funcionarios que provenían de sectores políticos de izquierda que pretendían,
desde las ciencias sociales y otras disciplinas, democratizar las estructuras del
Estado después de casi dos décadas de dictadura;45 así como de una
generación de profesionales sin militancia política pero especializado en
aspectos de gestión y auditoría. Con estas medidas, progresivamente se intenta
despolitizar a su vez que neoliberalizar el campo de la salud intercultural a
45
Nos referimos a activistas y militantes del partido comunista como del Movimiento Izquierda
Revolucionario (MIR).
103
través de la doble dinámica de etnización y responsabilización de los sujetos
indígenas, donde los “agentes sociales indígenas tienden a desarrollar, dentro
de este nuevo campo y en función de las posiciones que ocupan, estrategias
contrahegemónicas que contribuyen a la configuración del nuevo espacio de la
interculturalidad” (Boccara 2007:187).
Al referirnos al proceso de emergencia del campo de la salud intercultural en
Chile, lo que queremos decir es que el campo burocrático de la salud pública a
través del cual el Estado se legitimó en tanto que autoridad para definir
conceptos como salud, enfermedad, formas de curación y tratamiento, a su vez
se extendió a un ámbito de intervención no sólo antes ausente sino negado
como es el de las prácticas terapéuticas indígenas. Desde ahora, éstas se
constituyen en objeto de estudio, exposiciones en encuentros nacionales e
internacionales y motivo de inversiones a través de programas multiculturales.
Quienes hasta ahora habían sido perseguidos y encarcelados desde la
conquista por ser considerados brujos, hechiceros e hijos del demonio, de
pronto y en menos de una década pasan a constituirse en sujetos de políticas de
reconocimiento y agentes terapéuticos formales al interior de las llamadas
experiencias de salud intercultural y/o complementaria.
No obstante, este proceso responde a múltiples factores históricos, políticos y
económicos que explican su emergencia y desarrollo. Los primeros gobiernos
democráticos en Chile se muestran con un voluntad política especial para
avanzar en los temas indígenas, dentro de los cuales se encontraban demandas
relacionadas al acceso y calidad de la atención de la salud pública, protección
del medio ambiente y sus lugares sagrados y curativos, mientras que también
exigen reconocimiento formal y jurídico de las prácticas curativas indígenas y
sus agentes. Los vacios legales existentes para efectivizar las propuestas en el
104
tema salud y la estructura jerárquica de la salud pública en Chile, son en parte
compensados por el apoyo internacional que ofrece el marco legal indispensable
para avanzar en el tema. En pocos años, la medicina indígena se constituye en
un nuevo capital, donde agentes indígenas, estatales y organismos
internacionales disputan entre sí la legitimidad, autoridad y experticia para
administrarlo y controlarlo. A su vez, entre estos agentes se desatan relaciones
de cooperación, conflicto y negociación de acuerdo a la posición que ocupan
dentro del campo de la salud intercultural. Se ponen en marcha nuevas y
diversas categorías y sistemas de clasificación del mundo social al interior de
este campo, los cuales entran en conflicto por consagrarse como las verdades
legítimamente autorizadas. A su vez, los diversos espacios abiertos por este
campo tales como encuentros, talleres y seminarios que se realizan a nivel local,
nacional e internacional, instauran un nuevo sistema de autoridad y experticia.
Desde esta perspectiva, la cultura y entre sus elementos, los conocimientos y
prácticas curativas, se constituyen en un recurso a través del cual los agentes
buscan posicionarse en mejor forma al interior de la estructura social,
promoviendo, reconstruyendo y adaptando el espacio terapéutico hacia sus fines
e intereses (Bourdieu 2005:156). En este subcampo, los agentes indígenas
(organizaciones, asociaciones o comunidades) disputan con otros agentes
(agencias de cooperación internacional, organismos internacionales
relacionados a salud, así como agencias de desarrollo bi y multilaterales que
fomentan programas de etnodesarrollo e inclusión social) la administración de
las diferencias abiertas por las políticas multiculturales. No obstante, la lucha
dentro de este campo no siempre es igualitaria y en algunos casos, la capacidad
de concentración de capital económico y simbólico de los agentes estatales ha
favorecido un proceso de institucionalización, burocratización (Cuyul 2008) y
posterior neoliberalización del campo. Este se entiende como la pérdida gradual
de autonomía administrativa por parte de las organizaciones que lideran
105
experiencias complementarias como las del primer hospital intercultural en
Makewe y los centro de salud mapuches en Boroa Filulawen y Nueva Imperial
(todos concentrados en la Región de la Araucanía), las cuales progresivamente
se vieron obligadas a formatear sus mecanismos de gestión y distribución de los
recursos de acuerdo a criterios de una cultura burocrática como es la que
domina la administración pública. Como sostiene Fassin y Memmi, con la
entrega de más recursos para estas experiencias, el Estado vía instituciones y
agentes se aseguró un mayor control a través de las normas, protocolos,
sistemas de prevención que conforman los sistemas de regulación de la vida, el
cuerpo, las mentes, etc. (Fassin y Memmi 2004:9-10). Constituido este nuevo
campo en torno al capital social que representan las prácticas indígenas, el
Estado despliega mecanismos con el fin de asegurar su capacidad para
monopolizar el capital simbólico que lo legitima y consagra como el ente
autorizado para definir los contenidos y formas en que debe implementarse la
interculturalidad, el etnodesarrollo y la participación indígena. Sin embargo, los
otros agentes despliegan sus propias acciones en orden a aumentar su capital al
interior del campo y posicionarse mejor dentro de él. Un ejemplo de esta batalla,
es el proceso de re-territorialización y repolitización de la salud iniciado por las
comunidades Lafkenches de la costa (comuna de Carahue, Provincia de Cautín,
Región de la Araucanía), quienes el año 2003 y en plena implementación de
Orígenes construyen las bases para un modelo complementario que a través del
control de recursos fomenta la recuperación de su autonomía (Boccara
2004:124). Sin embargo, este tipo de procesos no ha sido la tendencia general y
en algunos casos el campo de la salud se ha constituido en un dispositivo de
sujeción para quienes supuestamente son los beneficiarios de las políticas de
reparación histórica.
106
1. Democratizando al Estado y etnizando a la sociedad a través de la salud
intercultural
Entrando a los años 90, Chile recién retornaba a la democracia y la coalición
triunfante se encontraba presionada a cumplir con los compromisos asumidos
con las organizaciones indígenas que le dieron su apoyo en el acuerdo de
Nueva Imperial el año 89. Los servicios públicos se encontraban en su mayoría
conformado por equipos pro dictadura y recién se iniciaba la vuelta al país de un
grupo importante de profesionales perseguidos políticos y exiliados. El énfasis
de los dos primeros gobiernos demócrata cristianos de la concertación (1990-
1994 y 1994-2000) estuvo en los temas de modernización del Estado y derechos
humanos, donde comenzó a aparecer el tema indígena como una “deuda
histórica” del Estado respecto a las poblaciones originarias nacionales. Durante
ese período se habían realizado radicales transformaciones económicas y
políticas en el país. El sector salud y educación pública habían sido
completamente desmantelados y privatizados en las décadas anteriores. En
este período podríamos decir que la reflexión respecto a la desigualdad social y
económica generada por la implementación de las medidas de ajuste estructural
y sus efectos en contextos indígenas, va a experimentar un giro hacia su
explicación y justificación en términos de diferencias culturales. De esta manera,
los programas sociales se focalizan en estos grupos excluidos del modelo
socioeconómico imperante desviando la atención de los problemas estructurales
que generan la exclusión y etnizando los conflictos sociales que como bien
explica Ibacache, hacen “parecer un país entre blanco y negro, indígena-no
indígena, rico-pobre, urbano-rural” descuidando el problema real de “la
inequidad”.
107
Figura 3: Fotografía del autor respecto a la representación general de la
interculturalidad
En este sentido, quienes comenzaron las primeras acciones en salud
intercultural y/o complementaria en el país, posteriormente se encaminaron a
promover modelos de atención en salud comunitaria, colectiva e integral,
atendiendo principalmente a una evaluación de las experiencias iniciadas en los
años 90, que aunque constituyeron el camino necesario para generar una
reflexión a nivel nacional de la problemática de la diversidad cultural, significaron
una reducción y simplificación de la cuestión social e indígena. Las críticas de
quienes fueron los precursores de estas experiencias principalmente se dirigen
al análisis esencialista y rígido que el Estado, a través de sus políticas,
programas y agentes, ha realizado de la problemática étnica en Chile,
constriñéndola a un conflicto exclusivo entre sociedad indígena y sociedad
nacional. Es decir, la política estatal de salud hacia los pueblos indígenas se ha
caracterizado por reducir la interculturalidad a las relaciones entre sistema de
salud formal y/occidental (biomédico) y sistema de salud tradicional indígena
como claramente diferenciables entre sí, excluyendo el dinamismo y complejidad
108
de las representaciones sobre la salud y la enfermedad e invisivilizando los
diversos itinerarios terapéuticos que las personas –incluidas las indígenas-
realizan, a fin de lograr la curación y bienestar para su salud. En palabras de
Ibacache, se ignoró la realidad mestiza e híbrida que caracteriza Latinoamérica
y que él define como el verdadero multiculturalismo:
“yo pasé por la etapa de la idealización…empiezo a creer que hay
culturas casi puras. Pero después empiezo a entender que la
discriminación obviamente tiene que ver con eso, pero también tiene que
ver con otra cosa que es lo económico…me doy cuenta que los
mapuches no podrían haber sobrevivido hasta el día de hoy sin que
hubieran sido capaces de tener una cultura dinámica y una cultura
dinámica es que el mapuche quiere visitar al médico y quiere al mejor
médico, y quiere al especialista y el mejor medicamento, pero también
quiere a la mejor machi, y cuando es el año nuevo mapuche, el witripantu,
lo celebra. Y cuando es el año nuevo huinca también lo celebra. Y cuando
hay rodeo se pone manto de huaso y corre y baila cueca, y cuando hay
Nguillatun sube al mismo caballo, sin traje de huaso y baila purrún. Es
decir, una plasticidad impresionante, que es la verdadera multiculturalidad
que vivimos y que se vive aquí…y en todos lados, pero que sin embargo
estos programas no la ven…justamente a estos espacios que crean estos
programas llegan los fundamentalistas tanto del ámbito occidental como
del ámbito indígena y crean una realidad ficticia” (Jaime Ibacache.
Médico y primer director del PROMAP. Castro-Chiloé, febrero de 2007)
En el año 92 se dio inicio formalmente en Chile a la primera iniciativa en relación
a salud y pueblos indígenas con el Programa de Salud con Población Mapuche
109
(PROMAP). Este programa fue impulsado por un grupo de profesionales del
Servicio de Salud Araucanía y algunos dirigentes indígenas mapuches, quienes
conscientes de los problemas del sistema de salud para atender a sectores con
población campesina/ indígena comenzaron a reflexionar y desarrollar
estrategias adecuadas al contexto local. Su objetivo fue y ha sido desde
entonces mejorar la calidad de la atención de salud de la población mapuche en
los centros de salud, siendo sus ejes centrales la capacitación, la investigación,
así como también el conocimiento comunitario y la docencia. Estas experiencias
iniciadas por algunos de estos profesionales en comunidades mapuches de
Temulemu, Didaico y Pantano en la comuna de Traiguen, y comunidades de
Quetrahue y Collinque en la comuna de Lumaco, como también la experiencia
en el territorio pehuenche de Quinquén, dieron vida a un pequeño equipo
interdisciplinario dispuesto a realizar un trabajo directo con las comunidades. Su
acercamiento a la situación de salud mapuche a fines de los años 80 y sus
primeras preguntas y reflexiones respecto a las variables socioculturales
imbricadas en ella son descritas por el médico Jaime Ibacache con las
siguientes palabras:
“Yo parto llegando a una ciudad que se llama Traiguén como médico
general y me doy cuenta que ahí hay una cantidad de gente que habla un
idioma distinto, que tenía sus propios terapeutas …y me encuentro con
esa realidad y me involucro con esa realidad y se genera en mí como el
primer llamado de atención, respecto a primero… la universidad nos
estaba entregando modelos para ver el proceso de salud-enfermedad
equivocado, y que la gente ya tenía otra forma de verla y que se
complementaba con la nuestra, y que nosotros éramos una parte, de
otros sistemas de ver la salud…que ellos eran los interculturales porque
110
siempre se han movido en varias culturas, y nosotros, éramos
monoculturales y totalmente alejados a la realidad, y eso me hace darme
cuenta que es necesario aprender el idioma, conversar con ellos,
aprender sus códigos. Por lo tanto, yo no puede hacer eso yendo un
día...tengo que convivir, vivir, tengo como diez años de convivencia
permanente con comunidades mapuches, con la gente, trabajando con
ellos y tratando de que esto también pudiera permear a los equipos de
salud, y ahí se da la situación que yo hago después una beca de
pediatría, y después hago, me instalo en el Servicio de salud y asumo un
cargo de dirección. Entonces ahí nace el primer programa con enfoque de
salud y cultura que empezamos a discutir esto. Estamos hablando de
aproximadamente 1992,… qué era esto de intercultural, de un enfoque de
salud y equidad, una serie de cosas…se vuelve a retomar el tema de la
epidemiología, donde se incorporan los primeros antropólogos a los
servicios de salud, incluso las primeras personas de comunidades y ahí
estábamos super bien…entonces estábamos muy en lo local diseñando
nuestra propia política, y también siguiendo los lineamientos de Alma Ata
de 1978, esta cosa de salud para todos…” (Jaime Ibacache. Médico y Ex
director del PROMAP. Castro-Chiloé, Febrero de 2007)
En la misma región de la Araucanía, a los pies de la cordillera, se ubica la
localidad de Quinquén, provincia de Lonquimay la cual protagonizó en el año 92
uno de los conflictos más significativos y emblemáticos entre comunidades
indígenas y Estado. En un contexto marcado por las presiones para aprobar la
ley indígena y cumplir con los compromisos asumidos por el gobierno de Aylwin
en el Acuerdo Nueva Imperial del año 89, la recién retornada democracia y las
voluntades de gobierno mostrada hacia los pueblos indígenas se pusieron a
111
prueba con la situación que, para muchos, se transformó en un ejemplo de
intervención social integral en territorios indígenas. La situación vivida por las 22
familias pehuenches afectadas por la amenaza de desalojo de sus tierras
ancestrales, por una disposición de la Corte Suprema a favor de la sociedad
anónima Galletué, provocó una movilización social sin precedentes en la cual
participaron diversos sectores de la sociedad civil (organizaciones no
gubernamentales, iglesias, militantes políticos), organismos gubernamentales e
internacionales. Este conflicto dejó como precedente la lucha territorial que
comunidades mapuches estaban dispuestas a realizar en este sector
cordillerano donde se encuentran los últimos bosques de araucarias, árbol
sagrado para las comunidades del pehuén, dejando en evidencia que el
abordaje del tema salud tendría directas y absolutas implicancias políticas en
relación al acceso y control territorial (principales demandas de las
organizaciones mapuches). Mostraría asimismo las debilidades y deficiencias de
los instrumentos jurídicos de la nueva legislación indígena46. El testimonio de
uno de sus protagonistas, Alfredo Meliñir Levinao, sintetiza los aspectos
fundamentales del conflicto y la lucha emprendida por las comunidades
pehuenches que allí habitan. Entre los muchos aspectos a los que se refiere,
critica las políticas de desarrollo desde una perspectiva histórica del conflicto de
tierras, así como los diversos y complejos problemas de salud que este proceso
ha dejado inscrito en los cuerpos y las memorias colectivas de los pueblos
originarios47. Desde el punto de vista de los profesionales que se solidarizaron
46
Los territorios disputados fueron aproximadamente 40 mil hectáreas correspondientes a los fundos de
Quinquén y Galletué. Estas fueron finalmente restituidas el año 2007 en su mayoría bajo la figura de tierras
comunitarias, mientras que la otra parte sólo pudo hacerse bajo la figura de co-propietarios. Pese a las
dificultades y retrasos que significó la mediación jurídica de la CONADI, este caso se constituyó en un
antecedente jurídico sin precedentes en Chile. 47
“La comunidad de Quinquén fue conocida tanto a nivel nacional como internacional por nuestra lucha
y sufrimiento que se viene arrastrando por asuntos de la tierra desde hace como 100 años y que desde
hace como 30 años empezó a agravarse. Nosotros sabemos que por historia teníamos un derecho
ancestral, desgraciadamente esta historia poco la han tomado en cuenta… Por la codicia y avaricia del
dinero nos quisieron desalojar de esa tierra. Nosotros defendemos el Medio Ambiente, a la montaña, a la
112
araucaria. Donde vivimos no se da la agricultura, no se da la siembra porque es cordillera. Hay mucha
helada y nevazón en el invierno, entonces la única manera de vivir en la zona pewenche es la pequeña
crianza de animales vacunos, caprinos, lanares y el pino araucaria que para nosotros es un Árbol Sagrado
que nos da la vida, el alimento, el piñón, por eso para nosotros ese árbol es un símbolo. Las empresas
madereras desde la década del 50 han explotado casi toda la montaña, sin que nadie, ningún gobierno les
salieran al paso para proteger esa montaña…Viendo todos esos atropellos, hicimos una demanda
internacional denunciando que del total de araucarias que había en la zona, ahora queda solamente el
20% sobreviviendo. Porque esos árboles nativos dan muy buena madera, porque es una madera de
exportación, entonces los grandes empresarios que pensaron hacer?, ¡desalojarnos de esa tierra! No
teníamos justicia, nadie nos escuchaba, entonces, que es lo que teníamos que hacer, que es lo que teníamos
que decir? Cuando en esos años, el gobierno de Aylwin tenía como 2 ó 3 años, yo como Longko
representante de varias comunidades y otros hermanos estábamos dispuestos a llegar a un enfrentamiento
para defender la tierra. Nosotros no estamos dispuestos a que nos quiten la camisa, nadie está dispuesto,
porque esta tierra es nuestra por historia. Lo saben; sabe todo el mundo que somos mapuche y que la
tierra es nuestra, ese fue el término que usamos y aquí nuevamente lucharemos y moriremos para defender
la montaña, la tierra. Esa fue la palabra, porque la injusticia era mucha, era grave, no teníamos dinero
para defender nuestros territorios porque estos señores empresarios tienen el poder, tienen la plata, pagan
abogados, si nosotros pagamos 10 lucas ellos pagarán 100, si pagamos 100 ellos pagan millones y la
justicia va en apoyo al dinero, la razón sabíamos que la teníamos, entonces eso ha sucedido con todo esto,
hemos sufrido mucho. Gracias a las organizaciones mapuche, hermanos de Temuco, de distintos lugares
de Chile y del Mundo que nos apoyaron esta palabra que nosotros decíamos. Quisieron sacarnos con
engaño: «Van a salir de esta tierra de Quinquen porque aquí neva mucho», nos decían, porque allá es
realmente nevador, pero nosotros estamos acostumbrados, estamos aclimatados, «los vamos a llevar a
otra parte», repetían y nosotros no creíamos. No queremos creer a la autoridad chilena porque por eso
estamos condenados, estamos pisoteados; por engaño. Nosotros teníamos que ver cuál era la tierra para
poder trasladarnos, vinimos a ver la tierra; era el Volcán Lonquimay, ahí nos tenían un lugar para
traernos. ¿Es eso justicia señores, estimados Peñi, estimados amigos es justicia eso? Nosotros no le
aceptamos por ningún motivo, preferíamos entregar la vida antes que no nos dejaran sepultar donde están
sepultados nuestros antepasados... Estamos luchando con los empresarios y esa es la rabia… Este año
estamos bastante sentidos, no hay nieve en la cordillera arriba, eso a través de los bosques, esa es la
altura de la nieve. Cuando le pelan su bosque, el sol pega muy fuerte hacia esa tierra y la nieve se va muy
luego, se derrite, se va entonces eso puede producir sequía en la zona de Lonquimay. Se está anunciando
una sequía que podría provocar grandes atrasos para nuestra zona, para la empastada, para el piñón. La
araucaria produce de acuerdo a la humedad, ahora mismo se están comenzando a secar los pinos, se está
chamuscando, no sé que habrá pasado, no sé qué enfermedad… Nosotros no estamos contra el progreso
del país, de ninguna manera. Pero que no hagan del progreso daño de la comunidad indígena, eso es lo
que nosotros queremos: que se haga progreso en otra parte del resto de la poca y nada tierra que nos va
quedando. Es triste es terrible lo que están haciendo, para que nuestros hermanos se estén yendo a vivir a
Santiago…Yo no entiendo eso, la marihuana, el alcoholismo y acá eso no se conoce… Porque yo no estoy
en contra de toda la gente, porque cuando a Quinquén lo iban a desalojar, hablaron muchos hermanos,
solidarizaron muchos mapuche y no mapuche. En primer lugar estuvo con nosotros el Equipo de Salud de
Araucanía, fueron a ver, ellos saben la historia de nosotros, porque ellos estuvieron, vieron en vivo y en
directo el sufrimiento nuestro. Pero queremos que la gente de la sociedad chilena, de las Leyes se
113
con esta causa, el antropólogo Jorge Neira y el medioambientalista Mario
Castro, ambos parte del equipo del PROMAP en ese momento, recuerdan los
hechos de Quinquén como una de las primeras experiencias de intervención
pública, a partir de la cual muchas autoridades se interesaron en replicar a otros
contextos48.
Este nuevo contexto nacional favorable a las demandas indígenas, estuvo desde
sus inicios impregnado de un carácter político e ideológico49, donde las
eduquen, que sepan que hay un pueblo por delante, que es interesante reconocerlo para poder saber cómo
se trata el medio ambiente y la salud”. El testimonio del dirigente Alfredo Meñalir que aquí transcribimos
en parte, fue entregado en el marco del Primer Encuentro Nacional de Salud y Pueblos Indígenas: Hacia
una Política Nacional Intercultural en salud celebrado el año 96 en Puerto Saavedra (región de la
Araucanía). 48
En relación a los hechos de Quinquén, el antropólogo Jorge Neira recuerda:“en una oportunidad en
relación con lo que fue el aniversario de los 500 años,… me convocan unos compañeros para hacer
solidaridad con la gente de Quinquén…una comunidad de mapuches pehuenches que está en conflictos
muy serios con unas forestales o con unos magnates de la zona… y aparece en la prensa que la gente esta
le había ganado el juicio a la comunidad, comienzan a desalojar y se genera todo un movimiento de
solidaridad en apoyo a la gente de Quinquén. En ese grupo de solidaridad aparecen médicos, sicólogos,
sociólogos, la gente de izquierda que en algún momento fuimos o estuvimos…había una ideología
común…hubo una reacción general…armamos un equipo de salud y nos fuimos a conocer, a
diagnosticar…fue mi primera aproximación con la cual, desde la cual nace el tema. Lo que hicimos
allí,…se hizo un diagnóstico general de la comunidad, se atendió, se hizo consultas, se hizo atención
sicológica también por todo el tema del stress,…el tema que la gente estaba viviendo en la calle… un
abordaje bien integral… un poco levantar información que nos sirviera de qué deberíamos hacer, para no
meter las patas en un campo desconocido…eso motivó al director del servicio de salud… a que me
llamara…necesitaba que le diseñara un plan de intervención viendo esas líneas que habíamos utilizado en
Quinquén para le región. Porque fue un tema que desde el punto de vista metodológico…coincidía,
calzaba con las nuevas orientaciones del ministerio, abordajes integrales, todo el tema de la atención
primaria, entre medio estábamos trabajando antropólogos con médicos,…allí vio una cosa interesante que
podría ser un poco mejor sino fuera solo una intervención basada en la solidaridad sino que tuviera ya
una direccionalidad más estratégica y que tuviera una planificación” (Jorge Neira. Antropólogo. Ex
PROMAP. Temuco, febrero de 2007). Sobre los hechos de Quinquén se encuentra el texto “Quinquén. 100
años de Historia Pehuenche” de José Bengoa (1992). 49El cambio político que favoreció el surgimiento de estas iniciativas, chocó sin embargo con otro cambio
político importante experimentado a nivel global. Este se dio al interior de las estructuras de la
Organización Panamericana para la Salud (OPS), donde quienes venían impulsando la estrategia de
114
solidaridades político-partidistas (¡todos contra el régimen militar!) y las de
carácter religiosos y altruistas (la participación de las diversas iglesias y
organizaciones no gubernamentales durante la dictadura militar) le dieron un
carácter particularmente complejo a la problemática de la salud en territorios
indígenas. Los ímpetus revolucionarios que traía la vuelta a la democracia
significaron para muchos la oportunidad y el compromiso de trabajar por
transformar las estructuras represoras del Estado, en estructuras de
participación y empoderamiento. La mayoría de este grupo de profesionales,
militantes de izquierda recién vueltos de la clandestinidad y algunos otros de la
esfera concertacionista más progresista, encontró en el espacio de la salud un
lugar propicio desde el cual generar radicales transformaciones sociales en el
período post dictadura. Con una fuerte y directa vinculación comunitaria y
organizacional en sus territorios, sin embargo poco a poco fueron
desencantándose de “las salidas pactadas y los vientos democratizadores de
mentira”50 que comenzaron a atisbarse ya entrada la segunda mitad de los años
90.
Desde esta perspectiva, para algunos la apuesta iniciada en salud y pueblos
indígenas y la marcha paralela de la política indigenista y medioambiental del
atención primaria del SILOS (Sistemas Locales de Salud) salen de la OPS sin que se produzca recambio
generacional. Esta iniciativa o estrategia que tiene especial difusión en los años 80 pretende promover el
tema de la participación social en salud. Esto, en el contexto de varios países latinoamericanos gobernados
por regímenes militares, cuya preocupación justamente estuvo en cerrar y prohibir todas las expresiones y
formas de participación. Por este motivo, el involucramiento de los programas no gubernamentales fue
especialmente relevante. Por ejemplo el Programa Salud y Pueblos Indígenas empieza a funcionar con
financiamiento de la ONG CORSAP. Se incentiva en ese contexto el tema de la participación, el
empoderamiento y la toma de decisiones en salud. Desde esta perspectiva es que se promueven a nivel de
la atención primaria lo que serán los modelos locales entre los cuales, como veremos, fueron surgiendo
como relevantes los referidos al componente étnico.
50 Expresiones utilizadas por la antropóloga Malva Pedreros. San Pedro de Atacama, agosto de 2008.
115
Estado fueron un arrebato y una ingenuidad de quienes creyeron en la
propuesta del Estado, sobre todo pensando en los antecedentes de la transición
política y los procesos desarticuladores anteriores a la Ley Indígena51. En el
primer caso, los antecedentes de la transición política mostraron las dificultades
para avanzar en el tema a nivel nacional, lo cual tuvo como consecuencia el
cercenamiento del proyecto original de la ley indígena del año 93 propuesta por
la Comisión Especial de Pueblos Indígenas (CEPI), y la aprobación de una
versión restringida y transformada que dejó descontento a un sector importante
de las organizaciones indígenas que había confiado en las promesas del
entonces candidato y primer presidente democrático Patricio Aylwin Azocar. En
el segundo caso, los efectos de la nueva legislación y la creación de nuevos
sujetos jurídicos (“neocomunidades”) cómo únicos interlocutores válidos para el
Estado, desconocieron las formas organizativas históricas de los grupos
indígenas reconocidos por la Ley.
Entre las primeras acciones que promovió el PROMAP estuvo la creación de las
oficinas Amuldungun (año 93) donde se formalizó la figura del facilitador
intercultural. Esta surgió como una instancia mediadora entre la comunidad y el
sistema médico formal y como una ayuda para superar los problemas de
comunicación de algunos pacientes indígenas, la mayoría mujeres mayores de
edad con dificultad para expresarse en español. Con esta figura se intentaba un
acercamiento de la cosmovisión indígena al sistema de salud formal, a fin de
ayudar a interpretar los procesos de representación de la salud y la enfermedad,
como sus formas de curación y tratamiento en la población mapuche de la zona.
51
Varios entrevistados señalan la reacción y relación esquizofrénicas del Estado con los pueblos
indígenas.. Entre ellos Claudia Padilla, quien fuera la primera encargada nacional del Componente de salud
intercultural del programa Orígenes; Sergio Cuyul, de la Federación de comunidades huilliches de Chiloé;
la antropóloga y especialista en temas de epidemiología sociocultural Malva Pedreros; así como el propio
encargado regional del componente de salud intercultural de Orígenes, el atacameño Yerko Mathew.
116
Sin embargo, y como lo expresó la primera facilitadora intercultural, la dirigente
mapuche Elsa Ancavil, en el primer encuentro nacional en Puerto Saavedra,
algunas de las experiencias mostraron a través del tiempo cómo el rol del
facilitador fue rápidamente absorbido por la burocracia del sistema público de
salud, quedando muchas veces limitado sólo a funciones administrativas hacia
los pacientes indígenas52. Durante los años 96 al 99 florecieron diversas
iniciativas a lo largo del país las cuales fueron canalizadas a través de
encuentros, talleres y seminarios organizados por el PROMAP. Entre ellas
destacó el Primer Encuentro Nacional de Salud y Pueblos Indígenas: Hacia una
Política Nacional Intercultural en Salud, realizado el año 96 en Puerto Saavedra,
región de la Araucanía. Con una participación de más de 200 invitados, el
encuentro se constituyó en la fuente de inspiración, producción y trabajo de
muchos que apostaron por un camino que se presentaba promisorio antes las
reformas de modernización de la salud iniciadas ese mismo año, y en un apoyo
nacional e internacional de los principales organismos relacionados a la salud
(como la organización panamericana y mundial de la salud, organismos no
gubernamentales y ministerios de salud de diversos países). Muchos de quienes
participaron en Puerto Saavedra consideran que en este encuentro se definieron
los aspectos medulares de una propuesta nacional que años después quedó en
52
Jaime Ibacache recuerda este proceso de desperfilamiento del rol del facilitador: “me acuerdo que
cuando nosotros comenzamos a trabajar nos demoramos un año en preparar al equipo, en preparar al
facilitador, en preparar a la comunidad que lo iba a apoyar, para que se generara el encuentro entre
comunidades y hospital. Pero de pronto esa cosa empezó como política y esta cosa de los facilitadores
había que tenerla rápido en un año. Fue en el período de Frei. Porque ya el país necesitaba una
tranquilidad, se necesitaba decir que se estaba haciendo algo en el tema indígena y una de las cosas que
había en el tema de salud es que había facilitadores…pero en casi todos lados, esos facilitadores pasaron
a ser secretarios, administrativos y se perdió el espíritu inicial para el cual se había formado…incluso se
hizo una exportación, porque en Bolivia lo llevaron de acá y yo estuve haciendo una clase en un posgrado
en Bolivia y conversaba con los facilitadores y tienen el mismo problema…se generó una figura, que en
vez de utilizarla para generar un diálogo entre culturas, un funcionario más que hacía que el modelo
hegemónico se fortaleciera porque con eso se podía penetrar mejor a la población” (Jaime Ibacache,
Castro-Chiloé, febrero 2007)
117
gran parte plasmada en los documentos de la Política Nacional de Salud y
Pueblos Indígenas de los años 2003 y 2006, coincidiendo en que después de
Puerto Saavedra no hay nada nuevo53. Entre los aspectos abordados en este
encuentro estuvo la diversidad de contenidos del concepto de interculturalidad y
las heterogéneas expresiones de su aplicación en el área de la salud en cada
territorio. Paralelamente los encendidos debates revelaron desde el inicio las
dificultades para llegar a acuerdos respecto a cómo se entendería la
interculturalidad en salud. Una divertida anécdota relacionada a estos debates y
que se plantearon en este encuentro es recordada por uno de sus protagonistas:
“Esto ocurrió en el primer encuentro de los pueblos indígenas, mientras
se discutía el tema de la interculturalidad. Fue un espacio abierto en el
gimnasio de Puerto Saavedra (lugar ubicado en la costa lafkenche, región
de la Araucanía). Podía llegar toda la comunidad. En un momento
aparece la facilitadora intercultural… y se dirigió a la comunidad en
mapundungun,… y empieza a hablar en mapundungun…Entonces había
un borrachito que nosotros lo habíamos visto a la mañana, que nos había
pedido que le pusiéramos una caña (vaso de vino) y le pusimos una caña.
Y en la tarde lo vimos que estaba muy metido en el
congreso…escuchando, y cuando habla la asesora intercultural habla…
para la mano y dice, “por qué usted nos viene a hablar en
mapundungun,… yo nunca tuve la oportunidad de hablar el idioma y
ahora me vienen a hablar en mapuche, porqué no me aclaran esto”.-
Siendo mapuche, mapuche (refiriéndose Mario Castro respecto del
borrachito). Quedó todo el mundo marcando (pensando)…imagínate eran
53
Cabe precisar que el medioambientalista y funcionario del PROMAP Mario Castro, en la entrevista
realizada en Temuco el 2007, expresó que parte importante de lo que había escrito sobre medio ambiente
para el documento sobre política de salud y pueblos indígenas había sufrido importantes modificaciones y
recortes.
118
150 personas. Entonces aparece (la)… antropóloga del MINSAL
(ministerio de salud)…y ella explica: “lo que pasa es que ella es una
facilitadora intercultural, porque resulta de que nosotros necesitamos en
los hospitales facilitadores interculturales, porque resulta que la
interculturalidad es como un puente entre la comunidad mapuche y el
hospital. Usted imagínese que esto es un puente…”. Y se para el viejo de
nuevo y dice… “aquí no entendemos nada, no nos atienden nunca, no
nos dan remedio, no nos dan la hora, y ahora pa´ llegar al hospital
tenemos que cruzar un puente” (Mario Castro. PROMAP, Temuco,
febrero del 2007)
En estos encuentros se reúnen por primera vez funcionarios de la salud,
dirigentes indígenas, terapeutas tradicionales, investigadores y docentes
universitarios, organismos no gubernamentales, iglesias, etc., a debatir sobre un
tema hasta ahora alejado del campo de las políticas públicas: el reconocimiento
y valoración desde el sistema público de los sistemas médicos tradicionales.
Paralela y progresivamente, las organizaciones indígenas mapuches fueron
introduciendo en esos espacios y con más fuerza, sus demandas territoriales
como el eje central de la propuesta salud y pueblos indígenas54. Quien ha sido
una de las protagonistas del tema desde la administración pública, remarca la
importancia de los cambios políticos en cargos estratégicos que favorecieron
tanto como detuvieron el desarrollo del tema de salud y pueblos indígenas en los
primeros años de su desarrollo:
54
En el Primer Seminario Nacional de Salud Intercultural y Políticas Pública, Jaime Ibacache señaló en su
presentación: “Mi experiencia personal no sólo ha estado limitada al ámbito de salud, sino que me he
permitido una mirada crítica a algunos aspectos del modelo de salud occidental así como también a otras
áreas del desarrollo. El hecho que este seminario esté organizado por dos ministerios demuestra que el
tema de salud es a la vez tema de desarrollo, de cultura y de política” (documento del Primer Seminario de
Salud Intercultural y Políticas Públicas realizado en Santiago, noviembre 1999).
119
“un cambio político que en ese momento había en el ministerio de
salud…a partir de una discusión que se generó allá sobre la importancia
de estos temas y luego un acuerdo que hicimos, histórico diría yo, entre
Jaime Ibacache, el Lucas Citarella y yo, es que decidimos que los tres
íbamos a…levantar este tema como de país, ya no sólo la novena
(refiriéndose a la región de la Araucanía)…en ese tiempo ya empezamos
a tener apoyo de la OPS…vino todo un proceso de trabajo con una
persona a quien se le entregó el tema en la OPS de Chile…que es el
doctor Cristian Darrás y con él empezamos ya fuertemente a trabajar en
una relación ministerio de salud-OPS, que derivó en que en 1996 se
pudiera implementar también a nivel del ministerio por primera vez un
programa financiado y OPS apoyaba, entonces hicimos el encuentro que
fue en Puerto Saavedra…” (Margarita Sáez. Antropóloga del MINSAL,
Santiago, noviembre de 2007).
En Arica, paralelamente existen antecedentes en el año 94 de un proceso
incipiente localizado en la comuna de Putre, donde se comenzaron a organizar
los denominados Seminarios de Medicina Intercultural a partir de lo cual se
establecieron vínculos con el PROMAP. El año 96 se celebró el Segundo
Seminario de Medicina Intercultural, del cual surgió la experiencia del trabajo de
facilitadores interculturales voluntarios en el hospital regional de Arica que
funcionó durante los años 97 y 98. El MINSAL y la CONADI firmaron ese mismo
año un convenio a fin de iniciar acciones conjuntas, entre las cuales destacó la
incorporación de facilitadores interculturales en varios hospitales del país (entre
ellos en el Hospital Carlos Cisternas de Calama). El año anterior se había
realizado en la región de Antofagasta el primer encuentro del Programa con
120
representantes y dirigentes atacameños. Ya desde este período se hablaba de
la importancia de atender al tema de los indígenas urbanos y la necesidad de
entregarles acceso tanto al sistema biomédico como a las atenciones de sus
terapeutas tradicionales. Surgen así experiencias en comunas urbanas de
Santiago donde la población indígena mapuche llegaba aproximadamente a un
15%55. Durante este período se genera una producción basta en relación a la
medicina mapuche, en muchos casos resultado de publicaciones en conjunto
entre profesionales de la salud y miembros de las organizaciones mapuches56.
A nivel asistencial la primera apuesta estatal en este campo se concreta en la
comuna de Padre de las Casas, donde se encuentra el Hospital Makewe, que
hasta entonces había estado en manos de la iglesia anglicana y el cual fue
traspasado al Servicio de Salud correspondiente finalizando la década de los 90.
Con esta experiencia pionera por primera vez se incorporaron formalmente las
atenciones médicas tradicionales mapuche, constituyéndose así en el Primer
Hospital Intercultural en Chile administrado por una organización indígena
(Asociación Indígena para la Salud Makewe Pelale), en el año 99. Durante ese
período el equipo del PROMAP, con el apoyo del Servicio de Salud regional,
intentó poner en marcha la primera Universidad Indígena y un sistema de
pasantías de carácter internacional. Personas de todas partes del país y del
55
Nos referimos a comunas como La Pintana, donde la organización Pulawen comenzó una experiencia de
atención complementaria; y Lo Prado, que lo hizo a través del consultorio Yazigi (ver presentación de
experiencias e la sistematización del Primer Seminario Nacional de Salud Intercultural y Políticas Públicas
realizado en Santiago, octubre de 1999 en referencias bibliográficas) 56
Entre las producciones colectivas que surgieron de estas experiencias cabe mencionar “Salud Mental y
enfoque socio-espiritual–psico-biológico” de Ibacache, Morro y Trangol (2002), “Epidemiología de la
Transgresión” de Ibacache, Mc Fall y Quidel (2000), “Modelo de Atención en Salud Complementaria” de
Ibacache, Trangol Díaz, Orellana, Labraña (2002). La publicación “Del Buen Gobierno en territorio
Mapuche. Notas acerca de una experiencia en salud complementaria” de (Boccara 2004) representa una
síntesis de la experiencia lafkenche cuya fuente es el trabajo compartido del autor con Mario Castro en
Küme Mongen ka Kisu Ngünewal LafkenMapu Meu. Hacia la Salud Complementaria en Territorio
Lafkenche (Chile, Temuco, Ministerio de Salud, 2004). De esta publicación también surge un video
realizado por el artista mapuche Eduardo Rapimán.
121
extranjero participaron en el curso denominado “Salud y Pensamiento
Mapuche”, el cual durante el período 1999-2000 fue impartido por parte del
equipo del Hospital e invitados especiales de universidades y centros de
investigaciones nacionales y extranjeros. Años después se cristalizaron otros
dos proyectos liderados por organizaciones indígenas mapuche, entre ellas el
Centro de Salud Familiar Boroa Filulawen (2003) a cargo de la coordinadora de
salud Boroa Filulawen y el centro de salud “Mapuche ñi Lawentuwün” (2005) a
cargo de la Asociación Newentuleaniñ57. De Makewe en adelante apareció una
diversidad de experiencias en la región, algunas de las cuales fueron marcando
el camino hacia lo que algunos han denominado la burocratización de la salud
intercultural en Chile (Cuyul 2008). Como es posible advertir, quienes
propiciaron este tipo de experiencias aspiraron a abrir espacios para la
autonomía a través de la autogestión en salud, pero a medida que fue pasando
el tiempo y los proyectos fueron creciendo en términos de inversión, éstas se
debieron ir ajustando a las exigencias del Estado, convirtiéndose así en objeto
cada vez más de control y regulación en la medida que las formas de
financiamiento y gestión eran las mismas que para cualquier servicio público de
salud. Siguiendo a Cuyul se observa que estos “programas especiales
invisibilizan y hacen caso omiso de la demanda territorial y de derechos políticos
que hacen parte constitutiva nuestra salud, lo que conceptualizamos en términos
mapuches como kümen mongen” (que significa buena vida en la lengua
mapundungun). Pese a las advertencias del inicio realizadas por los promotores
de la salud intercultural sobre las equivocaciones respecto a replicar
experiencias o construir modelos en territorios interétnicos58, se continuó
reproduciendo y expandiendo la idea estática y rígida de dos sistemas médicos
57
Tanto el Hospital de Maquewe, Nueva Imperial como del Centro Boroa Filulawen actualmente se
financian con fondos del Estado a través de un decreto especial firmado con el Fondo Nacional de Salud
(FONASA). 58
Parafraseando los dichos de Ibacache en la entrevista realizada en Castro-Chiloé, febrero de 2007.
122
homologables entre sí, cuya intersección constituye el espacio de la
interculturalidad59.
Figura 4: Representación general de la interculturalidad difundida
entre las organizaciones indígenas, instituciones estatales,
multilaterales.
Sin embargo, la gestión y financiamiento se siguió realizando en los términos
que el Estado, desde su política de salud, fue imponiendo a estas experiencias,
y las atenciones de los terapeutas indígenas comenzaron también a valorizarse
de acuerdo a la lógica neoliberal del sistema de salud actual: prestaciones
59
Es conocida la imagen que tanto representantes del neoindigenismo estatal como del multiculturalismo
transnacional reparten y distribuyen por todo el mundo. En ella aparece la típica lámina con dos círculos
iguales cuya intersección representa el ámbito de la interculturalidad (ver un ejemplo en Alderete 2004).
Con esta figura, lo que se hace es asimilar el campo médico indígena a las formas y categorías de la
biomedicina que actualmente predomina en la política pública de salud. A raíz de estas interpretaciones y
repeticiones de boca de muchos etnócratas indígenas y no indígenas, en el caso atacameño el yatiri o
curandero es homologado al médico, el espiritista al psicólogo, el partero al matrón y el compositor de
huesos al kinesiólogo. Un error en el cual, a nuestro juicio, han caído hasta los más ingenuos y honestos
promotores de la interculturalidad que con fondos provenientes de organismos no gubernamentales o
multilaterales siguen reproduciendo la hegemonía del sistema biomédico sobre las prácticas terapéuticas
indígenas. En este sentido se reconfigura el espacio terapéutico a partir de la incorporación de las
atenciones de terapeutas tradicionales en consultorios, hospitales, centros de salud, como también de las
relaciones que impone este nuevo campo, donde los principios de autoridad y experticia difieren
sustancialmente de los sistemas de validez científicas por los que pretende regirse el sistema público.
INTERCULTURALIDAD
123
valorizadas en términos estandarizados y de acuerdo a criterios como los de per
cápita, etc.; los cuales terminaron entrampando a quienes, buscando que la
población indígena se atendiera de acuerdo a su propio sistema, finalizaron
cumpliendo tareas que el Estado ha abandonado y no desea sino hacer en los
términos “especiales” de un programa o bien con fondos “extras”. Lo que se
produce entonces en palabras de Cuyul es que “…la medicina mapuche va poco
a poco perdiendo autonomía…condicionándose peligrosa y progresivamente por
la intervención estatal sin resolver el tema de fondo que es el territorio y las
posibilidades de desenvolvimiento en el mismo” (Cuyul 2008:2).
Con la desvinculación de las demandas territoriales y medioambientales de la
política de salud y pueblos indígenas, se da paso a un segundo momento del
proceso de construcción del campo de la salud intercultural en Chile. Este se
caracterizó por la progresiva despolitización de la salud y, paralelamente, la
culturización de las prácticas de salud indígenas consideradas tradicionales. La
visualización de los procesos de etnización de la sociedad a través de este
nuevo campo y su institucionalización y posterior burocratización llevó al
distanciamiento de quienes iniciaron este camino, varios de los cuales
retomaron la problemática de la ruralidad como eje de las inequidades en salud.
A casi dos décadas de propulsar el camino de la interculturalidad sus
protagonistas evalúan con cierto pesimismo realista el camino transitado y
auguran el fin de los PROMAPS:
“…Francamente yo no creo en la interculturalidad en Chile. Queremos
hablar de interculturalidad, tenemos que hablar de relaciones horizontales
entre pueblos, …en este momento son relaciones asimétricas…sólo
como el Estado ve a los pueblos originarios, y tú has visto el trato que se
124
da a los presos políticos mapuches. El trato vejatorio al machi que murió
hace poco tiempo atrás. La interculturalidad yo la veo como folklórica, que
hace ganar plata afuera y le da muy buena imagen al gobierno de turno.
La complementariedad la veo más real, fundamentalmente en salud
porque se da…es una situación de clandestinidad y es insurgente.
Siempre la defino en esos términos políticos...Ni siquiera el Estado sabe
lo que es la Interculturalidad. Cree que tener el pacto de nuevo trato y
todo ese tipo de cosas es ser intercultural…yo voy a ser intercultural
cuando me pueda mirar cara a cara con un mapuche y el mapuche no me
insulte y yo tampoco lo insulte a él, porque en este momento se ha dado
las relaciones así… Yo estoy en la parada ahora de la ruralidad. Existe
gente mapuche y no mapuche que sufre la misma discriminación, los
mismos problemas de acceso. Tan pobres incluso más pobres que los
mapuches… El PROMAP debe dedicarse al pobre del campo. Y en esto
quiero retomar algunas cuestiones ideológicas previas. ..Antiguamente,
uno de los grandes errores o grandes aciertos era no considerar al
mapuche como mapuche sino como campesinos, pero si tú te das cuenta
siguen siendo campesinos los que quedan. Yo creo que el PROMAP
debería desaparecer en ese sentido. Yo creo que el PROMAP cumplió en
su etapa,…se debe convertir en un programa profundo, con políticas, con
mucha fuerza en la salud rural, con un enfoque de complementariedad
donde corresponde…el PROMAP terminó la etapa con población
mapuche, porque bueno, la población mapuche con todo el hecho del
paternalismo del Estado ya tiene Orígenes. Con esto no te quiero decir
que nosotros bajamos la guardia y perdimos la guerra. Te digo, creemos
que existe más gente en el campo que necesita acceso, mejorar su
calidad de acceso, su calidad de vida… no lo tiene y es discriminado por
125
la población mapuche y por los servicios públicos de la salud” (Mario
Castro. PROMAP. Temuco, febrero de 2007)
La misma percepción le merece a Ibacache respecto al PROMAP:
“Nosotros en el PROMAP éramos tres…se empezó a dividir la realidad
entonces yo creo que ahí empezó a funcionar el aparato burocrático.
Cuando éramos tres, salíamos a las comunidades, vivíamos con ellos.
Ahora, yo creo que el PROMAP, hace mucho tiempo que yo vengo
tratando de decir, un poco así medio conspirando por la desaparición de
los PROMAPs,…en todos los servicios de salud. Allí se han instalado
personajes, en un momento éramos poquísimos, los locos, después
cuando se amplió harta gente, tuvo una real importancia, pero después
pasó a ser un lugar donde la persona que se portaba mal y jubilaban…
fueron a parar a los PROMAPs y después cuando llega Orígenes se
comenzó a generar una lucha dentro de los PROMAPs…se vive muchas
angustias…y además se comienza a generar problemas entre la gente
que es indígena de los PROMAPs y la que no es indígena. Y creo que era
la evolución propia que tenían que tener porque hoy día ya hay luces en
algunos servicios donde hemos estado conversando de que los
PROMAPs se disuelven y tienen que pasar a formar parte de estas
unidades más colectivas de salud…donde quepa el tema familiar, rural,
donde el tema de la cultural sea transversal a todo eso y no un grupo
específico. Yo creo que los PROMAPs tienen que desaparecer y ya
desaparecieron…no cumplen más funciones, incluso son muy criticados
por las comunidades. Ven que es plata indígena puesta ahí y que no le
está sirviendo a la comunidad. Yo creo que la evolución natural es ir a
126
hacia no quiero decir la muerte…a la reconversión hacia un enfoque más
colectivo” (Jaime Ibacache. Primer director del PROMAP. Castro- Chiloé,
febrero de 2007)
Un cambio ideológico se fue produciendo en ese período de transición de
programa regional a política nacional. Los efectos de la interculturalidad
devinieron en procesos de etnicidad donde el Estado tuvo un papel protagónico
en la definición del marco legal e institucional de la administración de las
diferencias en salud. Sin embargo, los errores no sólo estuvieron en el haber
institucionalizado experiencias de carácter local, sino en otros factores de
carácter ideológico, que se habrían producido a la vuelta de la democracia y que
no habrían sido tomados en cuenta. Se trata del problema del abordaje, del
enfoque respecto al tema indígena que nuevamente se hacía presente y
revelaba la aparición de un nuevo tipo de indigenismo (neoindigenismo) en el
Chile democrático y neoliberal de los 90:
“yo planteaba en el tiempo que toda la izquierda estaba equivocada en su
trabajo con las minorías nacionales. De hecho, tuvimos un encuentro muy
interesante con jóvenes antropólogos en aquel tiempo que hicimos una
crítica muy profunda a la comisión política de la izquierda, particularmente
en los conceptos que la población mapuche…no era una clase social,
sino una minoría nacional, una nacionalidad en construcción” (Jorge
Neira. Antropólogo y ex PROMAP. Temuco, febrero 2007).
Las intervenciones sociales que alimentaron los deseos de una transición
política tranquila bajo los efectos del discurso concertacionista lidiaron con las
127
transformaciones neoliberales implementadas por los organismos
internacionales y sus nuevas estrategias en el campo étnico cultural. El Estado
buscó dar respuestas en el contexto del despertar de las identidades que
marcaron los años 90 mientras las diferencias ideológicas entre el equipo del
PROMAP y el equipo del recién formalizado Programa Especial de Salud y
Pueblos Indígenas (PESPI)60 del Ministerio de Salud, se mantuvieron y
propagaron por varios años agudizándose el conflicto, esta vez con el equipo del
componente de salud del programa Orígenes. No obstante, la conformación del
campo de la salud intercultural en Chile se explica por una multiplicidad y
yuxtaposición de procesos no sólo locales y nacionales sino también globales,
que transcurrieron en forma paralela en este último período en la región. A nivel
global, estos procesos se relacionan con una visibilización de los problemas de
salud de grupos y minorías étnicas consideradas empobrecidas y marginadas
desde la perspectiva estatal/internacional. Estos datos, por lo general nacidos de
índices generados desde organismos internacionales y agencias de desarrollo
global tales como la Organización Mundial para la Salud (OMS), la Organización
Panamericana para la Salud (OPS), UNICEF, Organización de Estados
Americanos, Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) etc.; y
organismos multilaterales como el Banco Mundial o El Banco Interamericano de
Desarrollo (BID), promovieron en esta última década una serie de estrategias de
intervención hacia poblaciones indígenas consideradas vulnerables y/o
excluidas desde la nueva jerga desarrollista. En este proceso confluyeron
diversos factores entre los cuales se encuentran la internacionalización y
acogida de las demandas indígenas dentro de las organizaciones y entidades
internacionales, los procesos de patrimonialización que incorporó las prácticas y
conocimientos tradicionales indígenas como parte del patrimonio intangible, y los
análisis medioambientales que consideraron la protección de tales
60
Para ubicar los programas indígenas dentro del Ministerio de Salud ver ANEXO 3.
128
conocimientos como parte de la biodiversidad natural y cultural de estos
pueblos. Asimismo, los programas de inclusión social y/o desarrollo con
identidad (etnodesarrollo) implementados bajo políticas multi o interculturales
como paradigma dominante de las últimas dos décadas adquirieron relevancia
en este último período61.
2. Institucionalización y burocratización de la salud intercultural
A fines de los años 70 y comienzos de los 80, una nueva conciencia sobre la
situación de salud de las poblaciones indígenas emergió. La Declaración de
Alma-Ata aprobada por la Conferencia Internacional en el año 78 y apoyada por
organizaciones como la Organización Mundial de la Salud y UNICEF estableció
que la atención primaria era la clave para lograr la salud para todos62. En 1982
Naciones Unidas creó un grupo de trabajo sobre poblaciones indígenas,
mientras que en 1989 se aprobó el Convenio 169 de la OIT donde por primera
vez se reconoce el derecho a proteger y desarrollar los conocimientos
medicinales de los pueblos indígenas, así como también ampliar el acceso a los
61
Cabe mencionar que la participación de agentes globales en el tema indígena se hace especialmente
evidente desde los años 80 y muchos más aun desde los años 90. En este sentido, al menos en el caso
mapuche, la presencia y apoyo de iglesias (anglicanas, protestantes, católica, etc.) como de organismos de
cooperación bilateral como la Cooperación Italiana, mostraron una participación activa durante esta
primera etapa de construcción del campo de la salud intercultural. Es preciso destacar los enormes aportes
y trabajos de Lucas Cittarela y su equipo de investigación de atención primaria de la Universidad de la
Frontera (Región de la Araucanía), donde produjeron numerosos trabajos sobre medicina mapuche. Incluso
el apoyo internacional durante la dictadura militar a través del trabajo de Organismos No Gubernamentales
(ONG) tuvo un protagonismo especial durante la década de los 80 en Chile. Por un lado, significó la
llegada de recursos para desarrollar proyectos en forma solapada por la persecución y represión ejercida
por el gobierno militar durante esos años y hasta muy tempranos los 90, para crear ONGs locales, que
favorecieron el surgimiento de varias ONGs mapuches, entre ellas la Sociedad Nehuen, Axxioma. Un
análisis del papel de las consultoras en el contexto de la llegada del componente de salud de Orígenes se
puede encontrar en el trabajo de Boccara (2007). Ver referencias bibliográficas. 62
Los 4 principios que fundan la APS son: a) accesibilidad y cobertura universal, b) participación
comunitaria e individual y autosuficiencia, c) la acción intersectorial y d) tecnología y recursos
disponibles.
129
sistemas de salud formal63. En el año 1992 se realiza en Winnipeg, Canadá, una
reunión internacional sobre el tema Salud y Pueblos Indígena a partir de la cual
surge en el año 1993 la Iniciativa de Salud de los Pueblos Indígenas de las
América (SAPIA) y la Iniciativa Mundial para los sistemas tradicionales de Salud
(GIFTS) de la OMS/OPS. Además el período 1995-2004 es declarado Decenio
Internacional de las poblaciones indígenas del Mundo, período en el cual se crea
el Comité sobre Salud Indígena de las Naciones Unidas el año 95. En Chile,
este proceso se materializó en la creación al interior del Ministerio de Salud del
Programa Especial Salud y Pueblos Indígenas (PESPI). Los inicios de esta
etapa son recordados por quien ha sido desde sus inicios la encargada del
programa en el ministerio de la siguiente manera:
“el año 90 con la vuelta a la democracia, y en ese período en el ministerio
de salud se trató fuertemente de revitalizar todos esos procesos y los
conceptos y las metodologías que tenían que ver con la estrategia de
atención primaria en salud…muy vinculado a la participación, muy
vinculado al trabajo intersectorial, al desarrollo local, a una mirada de ver
que en el fondo en la gestión local, ya sea comunal, se podían dar como
muy buena potenciación de las energías de los distintos actores que
todavía estaban en los territorios desde el sector público, todos los
organismos públicos, todo lo que eran las ONGs que todavía en aquellos
años tenían una presencia importante” (Margarita Sáez. Antropóloga
MINSAL, Santiago, noviembre 2007)
63
Como antes lo mencionamos, Chile recién ratificó este convenio en enero del año 2008, tardándose casi
dos décadas desde que este fuera aprobado el año 89.
130
Una década después y con el apoyo de nuevos agentes de financiamientos de
desarrollo para Latinoamérica como el Banco Mundial y el Banco Interamericano
de Desarrollo se observa que los índices de salud en cuanto a mortalidad
infantil, esperanza de vida y pobreza permanecen altos en muchas poblaciones
indígenas, e incluso aumentan durante la década de los 90 en algunas de estas.
Esta nueva constatación en el ámbito sanitario, llevó a los mismos organismos a
avanzar en la elaboración de propuestas y estrategias que incorporasen
variables de análisis sociocultural desde las cuales pensar nuevos modelos de
atención en salud e intentar incorporar los sistemas de salud indígenas. En este
proceso, se comprende la necesidad de utilizar variables e indicadores que
permitan efectuar comparaciones entre grupos étnicos, a la vez que desarrollar
indicadores de salud vinculados con cada grupo cultural, teniendo en cuenta no
sólo las desventajas de los pueblos indígenas sino también sus factores
protectores. Algunos advierten:
“Las categorías de pobreza o de desempleo son inadecuadas por ejemplo
para cuantificar los activos materiales y los recursos de la vida rural,
pastoreo o economías de trueque… la tradición y la cultura como factores
protectores de la salud, como las redes de apoyo social, la autosuficiencia
y el acceso a los alimentos y otros recursos materiales. Un enfoque
integral de la salud…el territorio, las relaciones familiares, y sociales, los
problemas ambientales, la seguridad alimentaria, la fuerza espiritual y las
relaciones interculturales forman parte de las estrategias para lograr la
salud y el bienestar” (Alderete 2004:65).
Junto a la conciencia de la diversidad de contextos que configuran el mundo
indígena y de las diferencias epidemiológicas que éstos reflejan, existe una
131
progresiva compresión de la existencia de otras etiologías presentes en estas
poblaciones y de la incidencia del deterioro medioambiental en el estado de
salud de las mismas. Los factores que se atribuyen a estos problemas se
relacionan con la deforestación de árboles nativos y su reconversión por
especies exóticas, los efectos de radiación por los desechos nucleares en
algunas partes de Centro América, la crisis de recursos hídricos provocados por
las actividades de la minería y mega proyectos hídricos, el aumento de la
actividad turística en territorios indígenas trayendo nuevos grupos migratorios e
inversiones extranjeras, la extracción de recursos naturales, nuevos proyectos
urbanísticos y otros procesos como la inmigración, urbanización y
desruralización de la sociedad indígena. A estos agentes de deterioro de la
situación de salud de las poblaciones indígenas es preciso agregar los
problemas de acceso a los sistemas de salud formal, donde la presencia de un
médico llega a 1 cada 10.000 habitantes en algunos lugares. Los obstáculos
para la atención de salud se relacionan con factores estructurales, ya sea la
distancia y ubicación de los establecimientos de atención médica respecto a las
comunidades indígenas, falta de seguro de salud o capacidad para pagar por los
servicios, el factor laboral (la pérdida de un día de producción pastoral y
agrícola), etc.; como también se explica por factores como los prejuicios y el
desinterés del sistema público por reconocer la existencia de otros sistemas
médicos utilizados por la población indígena, además de las barreras lingüísticas
y el ambiente despersonalizado de los hospitales y clínicas.
En este sentido, la salud intercultural en el discurso global surge como un nuevo
paradigma que busca reforzar ciertos principios basados en las relaciones entre
salud y derechos humanos, salud y medio ambiente y salud y equidad, creando
la necesidad de reconocer que todos los sistemas médicos son limitados para
resolver los actuales problemas de salud y admitiendo la existencia de otros
sistemas de salud cuyos principios, especialistas, tratamientos y elementos
132
corresponden a formas ancestrales de entender y practicar la medicina. En este
mismo sentido, la heterogeneidad de realidades hizo necesario pensar en
términos de modelos de salud variados que estén enraizados en experiencias de
base. Algunas experiencias de este tipo desarrolladas en Latinoamérica han
sido los Programas de Salud Familiar y Comunitaria (SAFIC) y/o los Sistemas
Locales de Salud (SILOS) promovidos por los organismos internacionales
vinculados a la salud. En el caso de Chile, esta iniciativa es considerada
antecedente directo del Programa Especial Salud y Pueblos Indígenas (PESPI).
Así lo recuerda una de sus protagonistas:
“Los SILOS, entonces yo era una de las predicadoras SILOS que recién
estaba partiendo…como toda la argumentación de los SILOS convocaba
mucho a ver qué es lo que había en el territorio que empezó a emerger la
presencia de la realidad indígena en algunos territorios como con mucha
fuerza y empezó a hacerse visible lo que antes era invisible para los
equipos técnicos. Y en ese escenario…de ir discutiendo los SILOS, de
cómo estábamos avanzando, había muchas iniciativas muy interesantes
en distintos puntos del país, fue que emergió el tema de la salud y los
pueblos indígenas enmarcado en este escenario de los
territorios….coloca como uno de los elementos importantes lo que es el
reconocer los recursos locales de salud, el reconocer la presencia de
otros agentes de salud y lo que se llamaba la tecnología apropiada. En el
fondo que fuera desde las propias comunidades. Todavía no se hablaba
de interculturalidad, ni se hablaba de pertinencia cultural, eso no estaba
en el debate en ese momento al menos a nivel de la OPS” (Margarita
Sáez. Antropóloga, encargada nacional del PESPI- MINSAL, Santiago,
noviembre de 2007)
133
Lo que se puso de relieve con este nuevo enfoque en salud desde los años 80,
pero especialmente en los años 90, es que la enfermedad no es sólo y
exclusivamente una cuestión biológica, sino eminentemente una construcción
sociocultural. Es decir, se fue ahondando en la importancia de la experiencia y
reacción ante la enfermedad del que la padece, sus creencias, su cosmovisión y
otros condicionamientos (sociales, económicos religiosos, políticos), lo cual
exigió una compresión más amplia de los factores que producen o causan la
enfermedad. Es lo que algunos han llamado síndromes delimitados
culturalmente que “no constituyen ningún trastorno tipificado para la medicina o
la psiquiatría occidental, pero que son identificados y reconocidos localmente
como patologías con una etiología, un diagnóstico y una terapia socialmente
definidos” (Viola 2000:43). Unido a esto, la creencia de muchos profesionales
inclinados a profesar la superior eficacia de la biomedicina, pese a la cantidad
considerable de etnografía sobre las adaptaciones de las terapias tradicionales
o sistemas etnomédicos al nuevo contexto creado por la extensión de la
medicina occidental, reafirma lo que se ha denominado pluralismo médico.
Esta comprensión de la salud más integral lidió sin embargo, desde el retorno a
la democracia, con los procesos de profundización de las reformas neoliberales
iniciadas dos décadas antes en Chile. Esta confluencia perversa (Dagnino 2004)
entre democratización y neoliberalización se promovió vía etnización e
indigenización de los conflictos y tensiones que se agudizaron en la segunda
mitad de los años 90 entre Estado y los pueblos indígenas nacionales. En
concreto este proceso significó aceleradas transformaciones de los diversos
campos de la política social, incluida la indígena, donde específicamente en el
sector de la salud tuvo su expresión en un progresivo énfasis en la gestión y
eficiencia técnica. Las consecuencias más extendidas de este proceso se han
134
visto en el colapso de los hospitales o centros de salud y la escasez de
suministros médicos y recursos humanos, cuestión que algunos han vinculado
con factores tales como la privatización de los servicios, que ha implicado
equilibrar eficiencia económica y limitación presupuestaria, la profesionalización
del sistema de salud que se ha traducido en el desplazamiento de los Técnicos
Paramédicos a tareas administrativas, y el doble estándar de la participación en
salud, que utiliza el discurso del autocuidado para responsabilizar a los sujetos,
justificando que el Estado se desligue de su obligaciones en esa materia. En
esta década y media de experiencias, los resultados han arrojado diversos
problemas para avanzar, entre los que se encuentran los límites de la
epidemiología clásica para entender otras etiologías y que exigen un cambio
hacia epidemiologías socioculturales, los alcances aun limitados del Convenio
169 de la OIT (que se expresa directamente sobre temas de salud y pueblos
indígenas), y la privatización y búsqueda de la eficiencia económica que
promueve la reforma de Salud actual en Chile. Así como también la participación
todavía restringida de la población indígena en la formulación de programas de
salud, seguimiento y evaluación de los mismos. Alderete señala también las
deficiencias institucionales en los esfuerzos de coordinación y seguimiento
interprogramáticos de la política indígena dentro de la política de salud en
general, haciendo muy difícil la vigilancia del cumplimiento de la política
orientadora. La falta de uniformidad en la adhesión de las áreas programáticas
de la OPS (los objetivos de la iniciativa y su desarrollo tienden a quedar aislados
de los intereses programáticos generales). Las limitaciones en la capacidad de
difundir información sobre la iniciativa (falta de capacidad de la OPS para llegar
a diversos sectores y desconfianzas de algunas organizaciones indígenas por
ser una institución multinacional). Las deficiencias en el acceso y movilización
de recursos. Las dificultades de trabajar a través de los gobiernos impidiendo la
continuidad a ciertas políticas, impone un ritmo pausado y poco eficaz al no
135
relacionarse directamente con las organizaciones y movimientos indígenas. A
todos estos obstáculos, es preciso añadir los problemas de coordinación entre
las mismas organizaciones indígenas (Alderete 2004).
Pese a estas dificultades, a nivel internacional, la resolución V de la
Organización Panamericana de la Salud (OPS) del año 96 aprobó la Iniciativa de
Salud y Pueblos Indígenas dentro del marco del Programa Salud de los Pueblos
Indígenas de las Américas (SAPIA). Este se planteó como meta “contribuir a
lograr la equidad en las Américas en un contexto de reconocimiento y respeto de
la diversidad cultural de los pueblos”, buscando el mejoramiento de la salud de
los pueblos indígenas de la región de una manera integral y coordinada en el
marco de la interculturalidad y el desarrollo humano (documento Resolución V.
OMS/OPS, ver Alderete 2004). El programa contempló la participación de todos
los actores en el marco de la multisectorialidad y multidisciplinariedad y recibió
un nuevo impulso a partir de la Declaración del Milenio el año 2000, que en el
tema de salud se propuso tres metas: reducir la mortalidad infantil, el
mejoramiento de la salud materna y la lucha contra la infección por el VIH/SIDA,
la malaria y otras enfermedades. Sin embargo, para el surgimiento de una
política centrada en el tema de salud y pueblos indígenas, el contexto político en
cada país fue determinante. En el caso de Chile, tanto el acuerdo de Nueva
Imperial como las orientaciones de la Ley Indígena exigieron una respuesta
más concreta de los organismos del Estado frente a los temas indígenas,
favoreciendo el desarrollo y la expansión de estas propuestas.
El Programa Especial de Salud y Pueblos Indígenas (PESPI) en Chile se puso
en marcha en el año 1996, entre otras cosas fruto de un contexto nacional
favorable y los antecedentes exitosos del programa con población mapuche
136
iniciado en el año 1992 (PROMAP). Estos procesos son recordados por sus
protagonistas de la siguiente manera:
“Y ahí se empieza a trasformar el tema político en Latinoamérica y
empiezan a aparecer todas estas directrices del Banco Mundial y a mí
me pillan con este programa ya realizado, yo trabajando desde el año 84,
pero como institución con recursos propios en Temuco, en el servicio.
Mucho trabajo en terreno y el año 95 se crea a nivel ministerial el
programa PESPI. Y eso, porque se reúne un grupo de gente en
Winnipeg, lanzan la iniciativa SAPIA y ahí se empieza a genera toda esta
situación y que en Chile comienza a basarse en lo que nosotros
hacemos. Pero ahí se comete para mí el gran error, que se
institucionaliza un programa que no tendría por qué haberse hecho…un
tema tan complejo de cómo abordar la salud en un territorio interétnico no
se puede institucionalizar, porque cada realidad es distinta. Pero aquí se
comete el error de decir, aquí hay programas de vacunas, hay programas
de hipertensos, y también hay programas para indígenas…también
inventa estos programas de salud intercultural, en que la gente no sabe
cómo hacerlo y además son programas de salud intercultural dirigidos por
burócratas como ha ocurrido en Chile y gente que toma decisiones que
jamás se ha sentado a una mesa, o a una consulta a discutir los temas de
salud de una persona...lo peor de todos es que además, algunos
dirigentes de los grupos originarios que también caen en el juego
neoliberal de obtener sueldos, recursos o viajes. Entonces hay una
desvinculación tanto de las políticas públicas como de la dirigencia de la
propia base social” (Jaime Ibacache. Ex director del PROMAP. Castro-
Chiloé, Febrero 2007)
137
“La iniciativa SAPIA se da en Winnipeg, que nosotros conocimos después
el 94, 95…y nos empiezan a caer todos, de Japón, los argentinos, de
Uruguay, de la OMS, OPS… De todas partes del mundo empezaron a
caernos encima para ver qué estábamos haciendo, cómo lo estábamos
haciendo…ya la cosa no paró más…En un momento fuimos la estrella del
país…también nos empezaron a llegar críticas de que nosotros nos
pasábamos de largo las autoridades locales, la gente que no estaba de
acuerdo con el programa comenzó a quejarse con la dirección de que
nosotros nos pasábamos de alto su gestión…estábamos en todas partes
y el 94 a fines, yo le planteo al equipo que estamos en condición de armar
una cosa nacional, pesada. Ya teníamos algo que decir…ya teníamos
algo maduro… y la cosa ya se instala en el ministerio y ahí comienza el
primer quiebre, por cuestiones de…celos profesionales, de ritmos,
nosotros ya veníamos con un ritmo. Hubo peleas de nuestra gente con el
ministerio…empezaron muchas envidias, rencillas, maledicencias, hasta
brujerías que se nos hizo en nuestro lugar de trabajo…cosas feas a ese
nivel, entendibles porque estábamos haciendo una revolución que en ese
tiempo no calculábamos, jamás pensábamos…Para nosotros era algo
que había que hacer porque era una mano que había que devolver, tanto
para el país que había que hacerlo más consciente de su
despreocupación en el trato a las minorías nacionales, como a la
población mapuche que había que hacerla entender que no todos los
winca eran malos y que había que mejorar la comunicación entre las
medicinas y la gente para que la gente tuviera mejor trato, un mejor
acceso, una mejor cobertura…” (Jorge Neira. Antropólogo, Ex miembro
del PROMAP. Temuco, febrero 2007)
138
Quien formó parte de este proceso desde el extremo norte se refiere a este
período en los siguientes términos:
“el programa se monta sobre experiencias avanzadas en el sur,…la
cooperación italiana, el PROMAP…agarran esas cosas y…se instala esta
idea de los modelos interculturales…habían buenas reflexiones…poca
sistematización…mientras más participación e involucramiento indígena
los contenidos que tuvieron los procesos también fueron distintos….Fue
un programa como todos, mapuche, mapuche, mapuche, mapuche,
mapuche…pero de pronto estos procesos estaban corriendo por sus
propios caminos. Entonces se les iba de la mano a este Estado
controlador…entonces ya no todos éramos tan amigos…entendíamos
cosas distintas…en ese escenario el ministerio recula, y las enemistades.
Empieza a ser un escenario donde los encuentros no se hacen posible…y
el ministerio empieza a potenciar experiencias, esta tesis fue la más
patética de todas, mientras más controladas por el Estado, mejor…
mucho debate pero no de las cosas de fondo donde sí había muchas
diferencias…fuimos bastante autocomplacientes con lo que
hicimos…había una política indígena….empiezas a hablar de derechos
indígenas, de territorio, temas terapéuticos, territorio. Empiezas con los
temas profundos políticos de la cuestión indígena en Chile…” (Malva
Pedreros. Antropóloga y ex encargada del programa de Salud y Pueblos
Indígenas del Servicio de Salud de Arica, agosto de 2008)
139
Pese a que el PESPI64 desde sus inicios se planteó como un programa con
pocos recursos y muy focalizado a sectores mayoritariamente indígenas, desde
comienzos del siglo XXI recibió una serie de acciones en pro de avanzar en el
campo de la salud intercultural. Entre ellas, la puesta en marcha en Chile, en el
año 2000, del Plan Nacional para superar la discriminación, la creación de la
Comisión Verdad Histórica y Nuevo trato el 2001 y ese mismo año, la puesta en
marcha del Programa de Desarrollo Integral para las Comunidades Indígenas
conocido como Orígenes. Después de algunos años de experiencias pilotos,
talleres y encuentros nacionales del PESPI, se creó una comisión destinada a
elaborar una Política de Salud y Pueblos indígenas recogiendo los avances
alcanzados hasta ese momento. Esta primera comisión, que estuvo compuesta
exclusivamente por profesionales del ministerio, generó disconformidad y
cuestionamiento desde las comunidades y organizaciones indígenas, quienes
rechazaron su primera edición el año 200365. A raíz de estos conflictos, se logró
64
El Programa Especial Salud y Pueblos Indígenas que comienza a funcionar en el año 96 dentro de las
estructuras del Ministerio de Salud (MINSAL), a partir de la reforma de salud puesta en marcha en el año
2006, forma parte del depto. de promoción y participación ciudadana, el que a su vez forma parte de la
división Políticas Públicas Saludables y de Promoción. Esta división es parte de la Secretaría de Salud
Pública. Sin embargo, actualmente existe otra subsecretaría que es Redes donde se encuentra la Unidad de
Salud y Pueblos Indígenas y desde la cual también se implementan acciones en pro de la interculturalidad
en salud. Esta separación generada con la reforma, en términos políticos significó la bifurcación de la
política nacional del MINSAL que canaliza acciones ya no sólo a través de los servicios de salud
regionales, sino también mediante las acciones menos técnicas y más políticas de las Seremis o Secretarias
Regionales Ministeriales. Esta ramificación de la política de salud ha aumentado al menos en el territorio
atacameño los paralelismos y competencias entre ambos sectores, mientras que a su vez ha puesto en
movimiento una nueva rama Etnoburocrática, la cual nuevamente se expandirá y ramificará a través de las
recién creadas oficinas de asuntos indígenas que impulsó el Estado a partir del año 2008, con su política
“Reconocer: pacto por la multiculturalidad”. Ver documento oficial en la página www.minsal.cl o
www.origenes.cl 65
En ese período se produjo un impase particularmente fuerte entre al Ministerio de Salud y las
organizaciones indígenas, quienes se negaban a ser “reconocidas por pedacitos” como señala la encargada
nacional del PESPI. La larga espera por el reconocimiento constitucional y la ratificación del convenio 169
de la OIT, más el contexto apaciguador de Orígenes marcaron un período de incomunicación entre ambos
sectores, los cuales fueron retomados recién el año 2008 con la reactivación del tema desde el equipo del
MINSAL. Ante la falta de credibilidad de los compromisos del Estado en relación al tema de salud y
pueblos indígenas, y ante la necesidad de mostrar que la cosa no estaba en un punto muerto, se promulga la
resolución interna conocida como la Norma n°16 sobre Intercultural en los Servicios de Salud, la cual
promueve la adecuación de estos a los contextos indígenas en los que se encuentran.
140
incorporar a cuatro representantes indígenas para la revisión de esta edición,
dando origen a una segunda edición, esta vez revisada y aprobada por las
comunidades indígenas, que fue presentada oficialmente en el marco del taller
nacional sobre “Modelos de Atención intercultural” realizado en Santiago de
Chile en septiembre del año 2006. En esta nueva edición participaron tres
representantes mapuches y un representante aymara. El propio documento
reveló los obstáculos enfrentados en el camino:
“El trabajo desarrollado no ha estado ausente de dificultades, paso a paso
se ha logrado construir confianzas con las comunidades, bajo un marco
de respeto y participación. En el camino se han ido venciendo las
resistencias y se ha logrado hacer visible lo que antes era invisible, que
no todos los chilenos somos iguales, especialmente si son indígenas”
(Documento Política de Salud y Pueblos Indígenas 2006:7)
El documento se presentó como la expresión de la voluntad del Ministerio de
Salud de generar procesos de construcción de políticas públicas con los pueblos
indígenas, a lo que añade:
“Sin cuestionar los logros que como Sistema de Salud mostramos
orgullosos, es urgente asumir que los pueblos originarios tienen
conceptos de salud y enfermedad diferentes y que existen especialistas
tradicionales para enfermedades que el sistema de salud oficial nunca
sabrá curar, pues no tiene códigos para entender su etiología y por tanto
para su rehabilitación, y menos aún para su prevención” (Documento
Política de Salud y Pueblos Indígenas 2006:9)
141
La política Salud y Pueblos Indígenas que el Ministerio de Salud aprobó se
inserta en la búsqueda del reconocimiento y respeto de la diversidad cultural
bajo tres principios orientadores: equidad, participación e interculturalidad.
Además ésta se planteó dentro de un marco general que facilitaba la creación
de diversos instrumentos específicos para llevarla adelante según cada
contexto66. Éste tuvo en cuenta dos metas principales: la disminución de las
desigualdades sociales en salud y la puesta en marcha de Modelos de Atención
con un enfoque intercultural67. La política Salud y Pueblos Indígenas apuntó
desde sus inicios al reconocimiento de la medicina indígena definiéndola “como
un sistema compuesto por un conjunto de conocimientos, prácticas, tecnologías
y especialistas fundamentados en la sabiduría ancestral y comunitaria y
organizados sobre una cosmovisión compartida y legitimada por la comunidad”.
Esta explicación sin embargo, plantea variadas complejidades y numerosas
interrogantes difíciles de responder. La primera, es que esta visión de la cultura
igual a comunidad, simplifica de manera excesiva los procesos de interacción e
intercambio al interior de las realidades indígenas. De otro lado, se naturaliza la
cultura como una unidad homogénea y discreta con límites y fronteras
66 Respecto los instrumentos jurídicos específicos, a nivel general las organizaciones indígenas y los
servicios estatales vinculados al trabajo en salud con los pueblos indígenas muestran enorme optimismo
respecto a la ratificación reciente en Chile del Convenio 169. Esto se explica fundamentalmente porque la
Ley Indígena del año 93 no se refirió al tema de salud en específico, en cambio este instrumento de carácter
internacional tiene artículos fundamentales en relación a la salud, territorio y el medio ambiente, como
también respecto a los derechos al acceso a los sistemas de salud formal de cada país. En Chile, existe
actualmente la norma administrativa 16 que regula la incorporación de la interculturalidad en los servicios
de salud regionales. 67 El documento da una definición de interculturalidad en salud. Señala “la interculturalidad será
entendida como un proceso social interactivo, de reconocimiento, de respeto, horizontalidad y
colaboración entre dos o más culturas, en un espacio determinado. Interculturalidad significa entonces, la
promoción de relaciones de confianza, reconocimiento mutuo, comunicación efectiva, cooperación y
convivencia y derecho a la diferencia…El enfoque intercultural releva el conocimiento y respeto de las
singularidades y diversas características de cada pueblo originario y pretende crear un ambiente donde
estas diferencias puedan coexistir y aportar a la mejoría de la salud de todos, aun cuando se da un
escenario no resuelto de asimetrías de poder, en lo que se refiere a la hegemonía del sistema médico
oficial.” (Documento Política de Salud y Pueblos Indígenas. 2006: 26)
142
claramente identificables, olvidando las condiciones históricas de las cuales son
producto las sociedades indígenas contemporáneas68.
Pese a los logros que se observan, los avances de esta política se perciben
todavía limitados respecto a las demandas étnicas en Chile, específicamente en
relación a las radicales contradicciones y ambigüedades de la política indígena y
medioambiental del país. Asimismo el programa reveló tener una importancia
marginal en la política de salud nacional, lo cual se tradujo tanto en la lentitud
como en el incumplimiento de los instrumentos legales comprometidos a las
organizaciones indígenas en el último período: la falta de reconocimiento
constitucional, la tardía ratificación del convenio 169 y el no reconocimiento legal
de la medicina indígena que durante este período fue testigo del reconocimiento
de las medicinas alternativas al interior del sistema de salud público. Estos y
otros factores caracterizaron a este período como de un importante retroceso en
materia indígena en general, y en el área de la salud en particular en un
68
Sin embargo, el entronque que ha tenido en este último período la Política de Salud y Pueblos Indígenas
con el trabajo en Red que promueve la reforma de salud actual, enfatiza otras estrategias de salud familiar y
colectiva existentes, dando un nuevo impulso y contenido a la atención primaria. A través de ella, se espera
generar nuevas tácticas para enfrentar los problemas de salud de la población en general, y de las
poblaciones indígenas en particular. En este sentido, es de primordial importancia comprender que una
buena parte de las formas de curación tradicionales de raíz indígena, están orientadas a mantener la salud y
el equilibrio como su principal orientación, lo cual le impregna un carácter fundamentalmente preventivo.
Por otra parte, y a diferencia del sistema biomédico, los procesos terapéuticos indígenas involucran en
muchos casos la participación activa de la familia y el grupo, resaltando que ni la enfermedad ni su
curación dependen sólo de la medicina, el médico o el paciente enfermo, sino de todo el entorno social y
cultural que lo rodea. En este sentido, se ha avanzado mucho respecto a que las prácticas de salud indígenas
no están cargadas de factores agresores por su relación a índices de pobreza y vulnerabilidad, sino también
es preciso vincularla a factores protectores que provienen de las prácticas de salud indígenas y que
constituyen estrategias pertinentes para desarrollar en la atención primaria. En este punto radican también
los peligros de la atención actual respecto a las prácticas terapéuticas indígenas. Esto porque dentro de una
perspectiva neoliberal puede significar disminuir costos y efectivizar las ganancias que produce el trabajo
voluntario de mucha gente que trabaja por lo que es definido como el rescate y fortalecimiento de la
medicina indígena.
143
contexto en que la “Araucanía esta incendiada”69 y donde era preciso calmar el
conflicto mapuche que se había recrudecido con la construcción de la
hidroeléctrica multinacional Ralco70. La respuesta gubernamental se canalizó a
través del Plan de Desarrollo Indígena que surgió desde los diálogos comunales
realizados por el Ministerio de Planificación (MIDEPLAN) y la CONADI en los
últimos años del gobierno de Frei y cuyos compromisos se efectivizaron en el
gobierno del socialista Ricardo Lagos.
El controvertido período de Lagos (2000-2006), como señalamos en el capítulo
1, estuvo marcado por dos importantes iniciativas. La primera fue la firma de
préstamo CHILE-BID en el año 2001, mediante la cual se puso en marcha el
Programa de Desarrollo Integral para comunidades indígenas después
bautizado como Orígenes. La segunda fue la creación de la Comisión
denominada “Verdad Histórica y Nuevo Trato”, cuyo trabajó se expresó en un
informe en vistas de un futuro reconocimiento constitucional entregado el año
2003. Sin embargo, en esos años y fruto de las reiteradas tensiones entre el
Estado y organizaciones mapuches, un sector de estas organizaciones invitadas
a participar de la comisión se marginó del proceso y conformó la Comisión de
Trabajo Autónoma Mapuche más conocida como la COTAM. Esta comisión
trabajó en forma paralela y también presentó su informe con propuesta para el
gobierno. En la parte que se refiere a salud y medio ambiente se reitera que
cualquier política de reparación histórica al pueblo mapuche implica “el
69
Expresión utilizada por Jorge Neira en la entrevista realizada en Temuco, febrero de 2007. La expresión
describe los últimos años del período del presidente demócrata cristiano Eduardo Frei, el que desde su
gobierno y a través de diversos ministerios inició los diálogos comunales de los cuales, dicen algunos, es
fruto el programa Orígenes. 70
El proyecto para la construcción de una hidroeléctrica ejecutado por la Empresa transnacional Endesa
consiguió la adquisición de 3750 hectáreas en la localidad de Ralco, en la zona del Alto Bío-Bío, lo que
significó la reubicación de 500 personas pertenecientes a comunidades pehuenches, las cuales y después de
una larga y dura lucha contra el Estado de Chile y las presiones de la empresa, cedieron sus terrenos a
cambio de títulos de tierras de baja calidad agrícola cedidas por el gobierno.
144
reconocimiento de los derechos políticos que éste tiene sobre su territorialidad”
insistiendo sobre el control de territorios, especialmente los de importancia
religiosa y medicinal que han sido convertidos en parques nacionales por el
Estado o simplemente traspasados a privados71. Años después y en otro
contexto, las encargadas de dirigir el Centro de Medicina Mapuche del Hospital
Intercultural Nueva Imperial, Doraliza Millalén y Juana Calluil, señalan como los
principales obstáculos en el trabajo en salud con el Estado la falta de espacios
de participación, desigualdad en los recursos, carencia de lenguaje común, no
aceptación de la diversidad, paternalismo institucional, relación asimétrica y una
difícil relación con los médicos alópatas. En el encuentro realizado en Chile por
la CEPAL en el año 2007, se advierte entre las grandes dificultades para
avanzar, la incorporación al sistema oficial de dimensiones relevantes como la
religión y la espiritualidad, el territorio, los sistemas y modelos de salud, y la
misma interculturalidad (CEPAL 2007:12). Por otra parte, la directora del Centro
de salud Boroa Filulawen, Carolina Manque, acentuó en ese mismo encuentro
71
Respecto a este último punto, se demanda al igual que en territorios andinos, mayor flexibilidad en las
fronteras a fin de permitir que continué funcionando el sistema médico tradicional. En el caso mapuche se
refiere al paso de machis a la argentina, así como la circulación libre de las hierbas medicinales. Sin
embargo, muchas de las demandas van dirigidas a solicitar un acceso real, no discriminatorio, al sistema de
salud nacional, estimulando el trabajo complementario entre ambos sistemas. El documento atribuye el
carácter de demandas socioculturales a las relacionadas con la sociedad nacional general, mientras que a las
relacionadas con la autonomía política y territorial mapuche las denomina demandas socio-políticas. Es
preciso señalar sin embargo, que tanto las demandas socioculturales (y que nosotros aquí hemos
identificado con el objetivo de una inclusión social positiva) como sociopolíticas (más identificadas con
ímpetus de autonomía y autogobierno), forman parte y están presentes de manera diferenciada y compleja
en los discursos del movimiento indígena actual, incluyendo la que le otorga la adscripción de mapuches
pentecostales y/o mapunches, como son denominados los mapuches urbanizados. La propuesta de salud
impregnada en el documento de la COTAM llama a una recuperación, reutilización y transformación en
algunos casos, de ciertos organismos del Estado vinculados con el tema, especialmente la Corporación
Nacional de Medio Ambiente (CONAMA) y la Corporación Nacional Forestal (CONAF). En temas como
la investigación se exige más participación e involucramiento de las universidades y servicios estatales.
Mientras que a nivel jurídico, la revisión del código sanitario, el reconocimiento de la medicina indígena,
constituyen los pilares para el diálogo entre Estado y el pueblo mapuche (documento Propuestas para un
Nuevo Trato de la Comisión de Trabajo Autónomo Mapuche, COTAM).
145
las limitaciones legales para avanzar en el tema en Chile, especialmente debido
a la falta de reconocimiento explícito de la medicina indígena, mientras que
subrayó la complejidad para realizar las valorizaciones económicas de esta
medicina. Su crítica además se dirigió a los modos de regulación centralizados
desde el Estado que no permiten responder adecuadamente a las demandas de
las comunidades. Finalmente y a modo de conclusiones se planteó “la
necesidad de profundizar la reflexión en torno al concepto de interculturalidad en
salud, dotándolo de mayores contenidos. En el caso de las políticas de salud, se
hizo mención a que lo intercultural implica comunicación, negociación y
consenso cuando los diferentes actores sociales involucrados provienen de
mundos culturales distintos, como es el caso de los pueblos indígenas y la
población no indígena. En este sentido, reiteradamente se planteó que no es
posible avanzar en el diálogo intercultural si no existe un verdadero
reconocimiento de los sistemas de conocimiento, cosmovisión y conceptos de
salud de los pueblos indígenas”72. Una realidad lejana todavía para muchas
experiencias latinoamericanas que han avanzado más en los dichos que en los
hechos debido, entre otras cosas, a la falta de integralidad en el abordaje del
tema de la salud y los pueblos indígenas, así como los aún existentes atropellos
a sus derechos, cambios de gobiernos y escaso recurso humano capacitado
para estos temas. En síntesis, los desafíos que se plantearon iban dirigidos a
considerar y ampliar el análisis actual, incorporando otras problemáticas como la
migración y urbanización en la situación de los pueblos indígenas de la región,
así como también trabajar por una mayor participación de los indígenas y sus
72
El Seminario-Taller Pueblos Indígenas de América Latina: políticas y programas de salud, ¿cuánto y
cómo se ha avanzado?, realizado por la CEPAL en Santiago de Chile en junio del año 2007, contó con la
participación de experiencias en diversos países como Ecuador, Venezuela, Colombia, México, Brasil,
Costa Rica, Nicaragua, Bolivia, Argentina y Chile. Este encuentro de carácter internacional fue organizado
por CELADE-División de Población de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
y el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FI), con el
patrocinio del Gobierno de Francia y el co-patrocinio del Fondo de Población de las Naciones Unidas
(UNFPA). El documento de síntesis se puede encontrar en la página de la www.cepal.org/celade/indigena
mientras que los discursos y presentaciones se encuentras en la página www.eclac.cl/celade/indigenas
146
organizaciones (CEPAL 2007:18). Sin embargo, y pese que en varias partes del
documento se describen la pobreza y sus factores de riesgo y vulnerabilidad
como generadores de la situación de salud desfavorable de los pueblos
indígenas actuales, no se hacen explícitos en ningún momento los factores
estructurales generadores de esa pobreza. Lo mismo ocurre respecto a la
situación territorial/medioambiental y sus efectos en la salud de los pueblos
indígenas, omitiendo cualquier referencia a la estructura económica global
dominante73.
Como es posible de advertir, los efectos de este proceso son evaluados de
maneras diferentes por sus protagonistas. Mientras quienes formaron parte del
primer programa con población mapuche (PROMAP) remarcan los efectos
negativos de la institucionalización, burocratización y posterior neoliberalización
de programas como éste. Otros rescatan las dimensiones participativas que este
programa introdujo en el ámbito de la política de salud, lo cual ha marcado la
diferencia respecto al modus operandi tradicional del Estado:
“estos diez años de la década primera diría yo que fueron años que
partieron con un entusiasmo impresionante, que tuvieron en la mayoría
de las partes. Mucha gente que empezó a hacer como una militancia de
esto, de la vida, ya que se la creyó -entre las que me incluyo-. Que se la
jugó, que se volvió loco tratando de transformar las cosas, que generó
muchos procesos…luchó contra todas las resistencias que hubieron…se
vivió los éxitos y los fracasos con la misma intensidad…todos hemos
73
En relación a este tema, se pueden analizar los casos de Guatemala en Hale 2004 y 2002, Alderete 2004;
para el caso del Ecuador están los trabajos de Breton 2003 y 2004; para el caso de Chile ver Paley 2001,
Shid 2000, Rivera 2007, Boccara 2004 y Boccara y Bolados 2008.
147
crecido mucho, hemos aprendido metiendo las patas y haciendo las
cosas bien también. Que ha tenido un crecimiento general, dígase lo que
es un sistema de salud que está produciendo un modelo de trabajo
diferente, con una organización de base que empieza a crecer junto a
salud y empieza a interlocultar permanentemente, y se da toda una
relación de confianza, aunque de repente con quiebres, pero en general
sobre la base de un piso de confianza y en el cual se logran instalar
cosas novedosas, innovadoras en muchas partes, algunas con buen piso,
otras más frágiles,…Junto a todo, un enorme desarrollo conceptual y
metodológico que ha habido en todos estos años sobre el tema que se ha
volcado en reflexiones, documentos, en libros, en discusiones, en
reuniones, en encuentros…millones de cosas, o sea estos diez años han
sido de un trabajo intensísimo, intenso, intenso, intenso…el único
programa del Estado que ha construido un proceso con la gente, que ha
discutido sus políticas con la gente, que ha publicado con la gente es
salud y pueblos indígenas. y en ese sentido hemos tenido un
reconocimiento de otros sectores y de otros aparatos del Estado de que
en realidad en salud sí, y de los propios indígenas que es lo que más nos
interesa, que salud sí trabaja con las personas, y trabaja con las
comunidades y que va hacia ellos, no espera que vengan” (Margarita
Sáez. Antropóloga, Ex encargada nacional del PESPI. Santiago,
noviembre de 2007)
Sin embargo, si los impases entre PROMAP y PESPI se habían zanjado en
parte durante el camino, el proceso de etnización, institucionalización y
burocratización se vio acelerado con la implementación del primer programa
estatal de carácter intersectorial. Nos referimos al Programa de Desarrollo
Integral para comunidades indígenas (Orígenes) implementado por el Estado de
Chile a comienzos del tercer milenio. Con este programa y según a nuestro
148
entender, se dio inicio a una nueva etapa del proceso de construcción de la
salud intercultural en Chile, donde los énfasis explícitos -participación y
etnodesarrollo-fueron contrarrestados por los acentos implícitos que este
programa introdujo: etnización y responsabilización de los sujetos a través del
proyectismo que transformó a las comunidades y asociaciones en los nuevos
ciudadanos de mercado del multiculturalismo neoliberal.
3. El componente de Salud Intercultural del Programa Orígenes
En febrero del 2001 el gobierno de Chile durante la presidencia de Ricardo
Lagos, firma un contrato de préstamo por un monto de más de 100 millones de
dólares74 con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Éste se planteó
desde el inicio como un programa innovador tanto en sus contenidos como en
sus metodologías, cuyos principales objetivos fueron alcanzar integralidad,
intersectorialidad y participación entre servicios públicos y comunidades
indígenas75. En los términos definidos por el Programa, se buscó:
74
Este monto se refiere a los fondos prestados por el BID, mientras que otro tanto fue aportado por el
gobierno de Chile. Desde el 2001 en adelante se firmaron varios contratos-convenios entre Chile y el BID
relacionados con el funcionamiento y evaluación de Orígenes, así como otros respecto al tema indígenas
urbanos. En términos de montos, los convenios más significativos fueron los firmados en el año 2001 y en
el 2006, los cuales correspondieron a la puesta en marcha de cada fase del programa de Desarrollo Integral
de comunidades indígenas (CH0164 y CH-L1014 respectivamente). Otros préstamos acordados entre Chile
y el BID durante este período se pueden ver en la página del Banco www.iadb.org. Entre ellos cabe
mencionar el proyecto de Fortalecimiento de Capital Social para generar Política Pública Indígena Urbana
y el de Fortalecimiento de Capital Social en Pueblos Indígenas (CH-T1018), cuyo fin fue el “desarrollo de
metodologías de diálogo y consulta, identificación de cadenas productivas indígenas sostenibles y
rentables”. Otros proyectos menores estuvieron dirigidos a financiar evaluaciones y monitoreo del propio
programa. 75
Los objetivos específicos del Programa fueron 1) mejorar las capacidades y oportunidades de los
beneficiarios en el ámbito productivo, educativo, y de salud, 2) fortalecer a las Áreas de Desarrollo
Indígena (ADI) y a las comunidades indígenas beneficiarias del Programa en materia de desarrollo integral
con identidad mediante una gestión participativa; y 3)institucionalizar la temática indígena en los distintos
sectores, creando capacidades en los organismos públicos para que la atención a las poblaciones indígenas
sea articulada, adecuada y con pertinencia cultural (Documento del Banco Interamericano de Desarrollo).
149
“fortalecer la capacidad de gestión y administrativa de las comunidades
indígenas participantes, promoviendo prácticas que conduzcan a generar
espacios de desarrollo autosustentables y que tengan identidad cultural”
(reglamento operativo, fase 1. Programa Orígenes).
Sin embargo, y pese a la retórica de Orígenes, la participación de las
comunidades indígenas en el diseño estuvo excluida, constituyéndose de esta
manera en una de las primeras críticas al programa. Posteriormente y debido a
evaluaciones realizadas en el 2003 y 2004, a fines del 2005 se firmó el convenio
para la segunda fase y se inició una importante reestructuración en su interior. El
Programa fue traspasado a la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena
(CONADI) dejando de estar en manos del Ministerio de Desarrollo y
Planificación (MIDEPLAN), su antiguo ejecutor. Con esto se intentaba tanto dar
respuesta a las críticas hacia al Programa respecto de que había funcionado
como una entidad paralela a las otras creadas por el Estado para relacionarse
con los pueblos indígenas, como también dar muestras de mayor coherencia
estatal en relación a su política indígena. A nivel más general y por las
evaluaciones de la primera fase, el reglamento operativo de la segunda fase
experimentó cambios sustanciales, agregando un objetivo específico y algunos
principios básicos que hicieron desaparecer la antigua estructura del Programa
que los dividía en cinco componentes76. Entre los aspectos incorporados por el
76
Estos objetivos y principios fueron definidos de la siguiente manera: “Art. 8: Su objetivo especifico o
Propósito es promover el desarrollo con identidad de comunidades rurales indígenas en cinco regiones del
país, fortaleciendo sus capacidades y generando mayores oportunidades en su entorno público. Por
desarrollo con identidad se entienden los esfuerzos realizados para mejorar condiciones de vida de las
comunidades indígenas que parten del respeto y consideración de sus culturas originarias y que cuentan
con amplios espacios de participación y diálogo de saberes horizontal entre los pueblos originarios y los
servicios públicos”. Entre los nuevos principios que se señalan en el reglamento operativo de la Segunda
Fase se encuentra: 1) “Fortalecimiento de los procesos de participación, promoviendo un aumento de las
150
Programa estaba la nueva retórica (etno)desarrollista que incorporaba
conceptos del ámbito social y económico tales como participación,
descentralización, enfoque comunitario y territorial, autogestión, aumento de
capacidades, prestación de servicios, etc.; y cuyos propósitos no contemplaron
factores estructurales que han estado en el centro de la problemática indígena.
En los dichos se hizo referencia a la autogestión desconociendo las demandas
de autonomía exigidas por los grupos indígenas nacionales, mientras se
pretende fomentar el capital social y cultural como realidades dadas y evidentes
en las sociedades indígenas, sin cuestionar su significado y más bien
reproduciendo una mirada esencialista de la cultura. Se habla de saberes
horizontales, de espacios de identidad sin referirse a las condiciones de
desigualdad y dominación en que las relaciones entre Estado y poblaciones
originarias históricamente se han dado incluso en el presente, cuando los
espacios para la participación y la interculturalidad se encuentran fuertemente
controlados por los servicios públicos involucrados77. En este contexto, el
capacidades de acción y participación indígena en sus propios procesos de desarrollo, y contribuyendo a
que tanto los hombres como las mujeres integrantes de las comunidades efectivamente tomen parte en las
decisiones que les afectan, buscando ser protagonistas de su propio desarrollo”; 2) “Consolidación de un
enfoque intercomunitario o territorial de trabajo, orientando la focalización de la acción del programa en
espacios con identidad para las comunidades, donde se concentra su capital social y cultural, de manera de
responder más adecuadamente a sus necesidades; dando a su vez mayor pertinencia a las acciones de la
institucionalidad pública en dichos sectores”; 3) “Interculturalidad en la acción del Programa, a través de la
generación de espacios sociales donde puedan “dialogar” de manera horizontal las visiones e instituciones
de los pueblos indígenas con las de la sociedad nacional, partiendo del reconocimiento y fortalecimiento de
los actores indígenas para que puedan hacer propios dichos espacios; al igual que a través de la
introducción de prácticas de mayor pertinencia cultural en la prestación de servicios de los organismos
públicos”. 77
En el territorio atacameño, existen actualmente tres espacios en los cuales se debate el ámbito de la salud
intercultural. Por un lado, la Asociación de cultores de la medicina ancestral Licanantay y Quechua. Por
otro, la subcomisión de salud del Área de desarrollo Indígena Atacama la Grande. Finalmente, el Consejo
de Desarrollo Local en salud. Aunque en los tres espacios existe la intervención del Estado a través de la
presencia y participación de sus funcionarios, es en los dos últimos donde se ve una clara conducción y
control por parte de los servicios públicos. En el caso de la subcomisión, esta la preside la encargada del
Programa Salud y Pueblos Indígenas en representación del Director del Servicio de Salud Antofagasta. En
el caso del Consejo de Desarrollo éste es presidido por la dirección del consultorio. En el caso de la
Asociación de sanadores, pese a ser una organización indígena, para su constitución jurídica y por falta del
número de sanadores exigidos por la ley, debieron incorporarse algunos funcionarios de los servicios
estatales indígenas junto a otros dirigentes atacameños en calidad de “colaboradores” a la Asociación.
151
objetivo principal del componente de salud intercultural, que contó con un total
de 7 millones de dólares de recursos (casi un tercio de lo que se destinó para el
componente de desarrollo productivo), y que se implementó sólo durante la
primera fase entre los años 2001 y 2006 pretendió:
“contribuir a elevar la situación de salud de la población rural Mapuche,
Aymara y Atacameña, mediante la eliminación de barreras culturales, el
fortalecimiento de la medicina indígena y la ampliación del acceso físico a
los servicios. Para el logro de este fin, se desarrollará de manera
descentralizada y participativa, la implementación de modelos de salud
interculturales de atención; así mismo se financiarán acciones específicas
de asistencia técnica, sensibilización y capacitación; métodos que
promuevan y faciliten la utilización de la red de servicios, propuestas
autogestionadas de medicina indígena, promoción y mercadeo social, e
inversiones en obras y equipos (…)” (reglamento operativo, fase I.
Programa Orígenes).
Orígenes como programa intercultural del Estado se concentró en las
poblaciones indígenas aymara, atacameña y mapuche78, abarcando en sus
comienzos cinco regiones del país, que con la nueva división política llegaron a
siete (Arica-Parinacota, Tarapacá, Antofagasta, Bio-Bio, Araucanía, Región de
los Lagos y Región de los Ríos). Los propósitos del componente de salud
intercultural implementado en la primera fase fueron descritos de la siguiente
manera:
78
Tres de las siete etnias originarias reconocidas por la Ley Indígena aprobada el año 93 en Chile.
152
“el propósito del programa en su componente de salud, es contribuir a
que las comunidades indígenas rurales aymara, atacameño y mapuche
mejoren su situación de salud mediante la implementación de modelos de
salud intercultural co-gestionados con los Servicios de Salud y la puesta
en valor de los conocimientos y las prácticas en salud de los pueblos
originarios. Los subcomponentes son: 1) Desarrollo de modelos de
atención y gestión interculturales 2) Mejoría de calidad, sensibilidad y
pertinencia cultural de los servicios de salud en territorio indígena 3)
Fortalecimiento de la medicina indígena 4) Mejoría del Acceso y
capacidad resolutiva de la red de servicios interculturales. Estas acciones
son complementarias a las que en el ámbito de la salud intercultural viene
desarrollando el sector, en el marco del Programa Especial de Salud y
Pueblos Indígenas” (documento Política Salud y Pueblos Indígenas,
MINSAL)
Se marketeó principalmente como un programa moderno y participativo en áreas
como capacitación e intersectorialidad, donde paradójicamente, desde el inicio
se presentaron agudos conflictos entre el Ministerio de Salud, ejecutor del
componente de salud y el Ministerio de Planificación, ejecutor de la primera fase
de Orígenes. Su último encargado nacional describe de la siguiente manera su
llegada a Orígenes:
“Orígenes es sólo una entelequia que articula a la institucionalidad
pública…llegué al componente el 2003, 2004 me nombran encargado
producto de una serie de problemas que hubo con los anteriores
encargados, producto de una pésima evaluación de la parte del MINSAL
y este programa Orígenes que dependía de MIDEPLAN. Había una mala
153
articulación…principalmente problemas de los paradigmas que están
detrás, con el enfoque, la mirada…El programa Orígenes surge en
Washington, es un programa del BID que proviene de la plataforma de
financiamiento internacional. Estuvo armado desde allá, no hubo
participación indígena, no hubo procesos, excepto el concepto que surge
de los diálogos comunales que se hicieron del año 97 al 2000 que fueron
durante el gobierno de Frei. Con Lagos aparece este programa que por
primera vez se proponía el desarrollo de agrupaciones, de pueblos,
comunidades locales, ya no desde la perspectiva económica, sino una
propuesta organizacional y del desarrollo de la identidad cultural.
Obviamente nadie lo conocía mucho porque este era un proyecto piloto a
nivel mundial, no había experiencia anterior excepto una muy pequeña
con un grupo de indígenas en Colombia a través de lo que se llama
etnoingeniería…” (Ernesto Contreras. Antropólogo. Encargado nacional
del Componente de Salud Intercultural del Programa Orígenes, período
2004-2006. San Pedro de Atacama, septiembre de 2008)
Además de que sus recursos permitieron suplir varias deficiencias del sistema
en cuanto a mejorar el acceso y la infraestructura, algunos reconocen que
favoreció a nivel general la coordinación y ordenación de las políticas públicas,
asimismo aumentó considerablemente el presupuesto en las áreas en las que
intervino. Sin embargo, existe consenso respecto a que sus efectos negativos se
concentraron principalmente en el retraso de los recursos, que tardaron cerca de
dos años en llegar, como también el agotamiento de los equipos por la
gigantesca carga burocrática y de “reunionitis” vinculada a Orígenes y que hizo
que el PESPI quedara relegado a la voluntad y tiempo extra de sus antiguos
militantes. Asimismo, la eficacia que se buscaba y que finalmente no se logró,
generó aun más frustración entre quienes se habían visto obligados a instalar el
Programa en la agenda política de las nuevas relaciones entre Estado y pueblos
154
indígenas. Costos que no sólo fueron para los equipos de salud que ya venían
trabajando, sino también para las organizaciones indígenas en cuanto afectó la
credibilidad de la apuesta general en salud. Entre las razones que se dieron
desde el propio Orígenes, los problemas radicaron esencialmente en la rigidez
burocrática de los ministerios o servicios públicos involucrados, así como de la
descomposición del tejido social producto de las casi dos décadas de dictadura
militar:
“Aquí tenemos una tradición histórica, una tradición democrática y que se
rompió bruscamente y hubo miles de muertos, hubo descomposición del
tejido social y que nos ha costado, desde todas las instancias…a mí
personalmente, yo luché por la democracia. Hoy tenemos una caricatura
de democracia…efectivamente aquí en el área de desarrollo indígena,
que estaba completamente desarticulada de su concepto original de los
territorios indígenas donde las comunidades tenían capacidad de veto…el
gobierno de Aylwin tímidamente con su moral hobbesiana…la
prudencia…todo esto tenía que ver con la democracia profunda que traía
la ley Indígena, fue cercenado por el miedo, la prudencia…” (Ernesto
Contreras. Antropólogo y encargado nacional del componente de salud
intercultural del Programa Orígenes, período 2004-2006. San Pedro de
Atacama, Septiembre de 2008)
Terminada la primera fase del programa (2006) y desde el punto de vista del
componente de salud intercultural, las evaluaciones del Programa fueron
mostrando aspectos diferenciados a nivel nacional, incluso en algunos casos
contrapuestos. En primer lugar, los aspectos evaluados como negativos
estuvieron relacionados con que el Programa privilegió el componente
155
productivo respecto de los otros reduciendo considerablemente el presupuesto y
los proyectos dirigidos a fortalecimiento y salud (Estudio Consultora Tiempo Dos
mil: 2006). Esto significó a nivel local que los recursos ofrecidos al inicio del
Programa y que fueron propuestos por las comunidades y organizaciones
indígenas a través de los Planes Operativo Anuales (POA) no se concretaran,
trayendo como consecuencia un período de desconfianzas entre éstas y los
equipos de salud. El hecho de que el programa se implementó en muchos casos
en forma paralela a las acciones del PESPI, provocó en muchos casos un doble
esfuerzo y discurso en relación a la salud intercultural, generando que quienes
venían realizando un trabajo anterior a Orígenes, quedaran paulatinamente
marginados del proceso. En el caso de la Araucanía, los efectos del programa
en territorio mapuche terminaron por bautizarlo como el Problema Orígenes79,
señalando así los conflictos generados al interior de las comunidades en
relación a la entrega paternalista de los recursos y a los criterios de selección
para otorgarlos. El efecto dólar había generado enormes expectativas tanto en
las instituciones que hasta ahora venían trabajando más con voluntad que con
recursos, como en las organizaciones indígenas que accedieron a administrar
proyectos propios con cifras nunca antes vistas. Orígenes apareció como la
gallina de los huevos de oro80 en el sentido que se planteó como la inversión
más importante del gobierno de Chile en pro de su política indígena e
intercultural. En palabras de su último encargado nacional, el programa era
principalmente un colchón de plata, un fondo que significó que el presupuesto de
79
Expresión de Mario Castro, PROMAP, entrevista realizada en Temuco, febrero de 2007. 80
Frase expresada por la encargada nacional del PESPI en entrevista realizada en Santiago en Noviembre
de 2007, refiriéndose al contexto en el que llega y aparece el programa el año 2000. Sus expresiones
fueron: “se nos abre por primera vez una puerta que no teníamos que era contar con recursos…Y aquí
aparece la gallina de los huevos de oro ofreciéndonos muchos millones de pesos. Y nosotros compramos
eso. Le creímos que esos millones venían. Y nos hicimos parte de ese proceso de trabajo con Orígenes
tratando de levantar una apuesta para salud. Esa apuesta la discutimos, la presentamos fue aprobada, y el
2001 parte Orígenes con una apuesta que salud creía iba a ser positiva aun cuando había gente que por
supuesto la criticaba. Pero en general nosotros creíamos… convencidos de que eso iba a dar resultados,
buenos resultados para nosotros” (Margarita Sáez. Santiago, noviembre de 2007).
156
salud del programa salud y pueblos indígenas aumentara y cuyo chorreo
económico pretendía parar el conflicto mapuche. Por estas razones Orígenes
desde los inicios experimentó una enorme resistencia y rechazo, ya sea desde
el antiguo equipo de PROMAP como desde los diversos equipos de salud donde
venía trabajando el PESPI. Incluso en ese período, quien había sido el primer
director del PROMAP es invitado a la sede del BID en Washington para
compartir las razones de su disidencia con el Programa. Mientras en la
Araucanía, el propio colegio de antropólogos públicamente cataloga la forma de
instalación del programa como “violenta, desatinada y ahistórica” afirmando a
través de su presidente de ese momento que “Orígenes ha desconocido los 30
años de antropología de la región…ha desconocido los 30 años de la
investigación social aplicada”81. Ante el escenario de rechazo, Orígenes debió
apelar desde los inicios a las históricas fidelidades políticas con la que se instaló
la democracia en Chile: “había que ser críticos pero no había que ser desleal”
resonó en los oídos de uno de sus protagonistas los dichos en ese momento del
presidente socialista Ricardo Lagos82.
De los ímpetus democratizadores y revolucionarios que se expandieron en la
primera mitad de los años 90 rápidamente pasamos a la desilusión y el
desencanto de quienes habían pretendido realizar transformaciones al interior
81
Expresiones obtenidas de la entrevista a Jorge Neira. Temuco, febrero de 2007. 82
El tema de las fidelidades políticas partidistas aparece en la mayoría de los entrevistados como uno de los
puntos centrales sobre los cuales operó y consiguió instalarse Orígenes. Estos aspectos son recordados por
quien debió hacerse cargo en el servicio de salud de Araucanía Sur en los siguientes términos: “se generó
un paralelismo que a nosotros nos pareció mal, pero que estábamos en el gobierno, era equipo del
gobierno, compartíamos los principios de gobierno y teníamos que compartir también de alguna forma el
accionar de este programa, que era programa de gobierno…se nos pidió que estableciéramos un vínculo
con Orígenes y el equipo me asignó a mí, porque el tema era más político y…gran parte de las estrategias
de trabajo fueron ideadas por mí…por lo tanto me asignaron a mí los temas más delicados en ese
momento: la relación con los partidos políticos, las relaciones con las autoridades de gobierno y con la
relación con el tema de Orígenes. De hecho, yo fui el primer hombre del servicio Araucanía Sur en llevar
la coordinación del programa Orígenes” (Jorge Neira. Temuco, febrero de 2007).
157
del Estado y sus instituciones a través de este nuevo ámbito de la salud. Sin
embargo y más allá de esas fidelidades, el efecto Orígenes en territorio
mapuche se sintió con una especial intensidad al ser la cuna de las primeras y
más importantes experiencias en el tema de salud intercultural en Chile. La falta
de consideración al camino transitado, ya sea por el equipo del PROMAP o
incluso por el equipo del programa nacional PESPI, fueron considerados como
una falta de respeto83 a los procesos locales que ya se habían llevado a cabo84.
“Todo lo que habíamos hecho antes no valía nada” expresa Mario Castro del
PROMAP. Sin embargo, los paralelismos volvieron y esta vez con más fuerza y
prepotencia pese a que las acciones de Orígenes se plateaban como
complementarias al PESPI:
“Y nos encontramos con que Orígenes se crea como una estructura de
Estado paralelo, que genera todo un cuerpo de profesionales que no
venían del sistema público y que por lo tanto tenían otra cultura…una
nueva burocracia, distinta pero con personalismos muy fuertes que
impone todo este Estado paralelo a nivel territorial y a nivel central y que
empieza a mediar cada uno de los procesos que se empiezan a
desarrollar y todo se empieza a enlentecer en un dinamismo que para
nosotros fue fatal. Porque nosotros creíamos que efectivamente el
proceso se iba a desarrollar, que los recursos iban a existir, que íbamos a
poder operar, y pasaban los meses, y los meses, y los meses y esto
nunca partía. Entonces todo se instala bajo una salud que se resiste a
Orígenes de manera brutal. Todos los equipos de salud que estaban
83
Cabe precisar que la crítica respecto de Orígenes sobre la falta de respeto con que llega y se instala nos
deja pensando mucho en su carácter de política intercultural. Sobre todo cuando quienes defienden al
multiculturalismo desde una perspectiva normativa lo definen centralmente por “el respeto entre culturas”. 84
Tomando las expresiones de Jaime Ibacache cuando describe cómo llega Orígenes a la región de la
Araucanía.
158
trabajando con pueblos indígenas en los territorios se opusieron
tenazmente a Orígenes y dijeron no, nosotros no creemos en esto. No es
que no creemos en la apuesta de salud, no creemos en Orígenes…una
resistencia terrible, terrible, terrible que yo me la tuve que vivir y tuve que
dar la cara como Estado, contra mi propia salud mental. Pero en el fondo
yo tenía super claro que si nosotros no nos poníamos duros en esto, iba a
ir sí o sí…era una decisión de Estado que nos sobrepasaba
completamente, entonces salud no podía no estar…Entonces nos costó
mucho pero logramos que la gente se subiera…nunca tuvimos la plata
que dijeron que íbamos a tener, con cambios permanentes de
interlocutores como referentes, contrapartes digamos, muy fuerte, muy
violento, …las contrapartes nos querían dirigir la orquesta, decirnos qué
teníamos que hacer. Ellos querían manejar la salud, y ello creó conflictos
muy graves…quienes tomaron el tema terminaron peleándose con
nosotros permanentemente porque nosotros no aceptamos ser
manejados por Orígenes” (Margarita Sáez. Antropóloga y ex encargada
nacional del PESPI. Santiago, noviembre de 2007).
Para algunos, Orígenes constituía la oportunidad de contar con los recursos
necesarios para múltiples iniciativas que se habían postergado por falta de
presupuesto. Para otros ofrecía una forma de gestión más eficaz. Sin embargo,
la estructura (etno)burocrática de Orígenes cayó sobre todos sin distinguir entre
adeptos y críticos. Se percibió en general como un “hecatombe” que pese a su
formato moderno y eficiente, terminó reproduciendo el paternalismo estatal
característico del siglo XX y que contrastaba con la modalidad de trabajo
159
participativo que se venía haciendo en salud en algunos territorios indígenas85.
Las reacciones también vinieron de las comunidades supuestamente
beneficiadas donde se presentaron casos extremos de resistencia como en
Budi, donde la población impidió la entrada de Orígenes cuando el Programa se
puso en marcha. No obstante, para otros de los entrevistados, Orígenes significó
un mayor y más directo acceso para conseguir un arado, una lavadora, que más
allá del cuestionamiento teórico y político respecto al modo de entender y
practicar el desarrollo o el etnodesarrollo, representaron posibilidades concretas
de mejoramiento de la calidad de vida de las personas a las cuales se buscaba
beneficiar con este programa86. La novedad que traía Orígenes se conectaba
también con esta relación directa que pretendía establecer con las comunidades
en las cuales se concentró. En otros aspectos el Programa fue criticado por su
nivel de improvisación (“nos cambiaban permanentemente las reglas del juego”)
y el fuerte autoritarismo que contradecía sus objetivos de constituirse en un
85
Refiriéndose especialmente al componente productivo que continuó trabajando en la línea paternalista de
dar cosas, lo cual deterioró mucho el trabajo participativo y autogestionante de las comunidades. Se
recuerda en este sentido, la entrega casi inmediata de recursos que se realizó por familia y no por
comunidad u organización, generando una enorme división y competencia al interior de las asociaciones y
comunidades indígenas en las cuales intervino Orígenes. 86 Respecto a las ambigüedades que genera este tipo de programas y los criterios que se utilizan para
evaluarlos, en algunos Orígenes generó una reflexión respecto a las estrategias y las lógicas de los agentes
que muchas veces no obedecen a lógicas ideológicas que están detrás de las propuestas indigenistas o
neoindigenistas. Desde esa perspectiva, la forma de evaluar este tipo de programas refiere a diversas
lógicas que operan en el campo social, las cuales determinan diversas percepciones del impacto de un
programa determinado. Para este caso concreto, alguien señala: “desde el punto de vista del impacto, yo no
sé…no tengo evaluación…cuando tú no tienes nada y te cae una lavadora, o te cae un ajuar de música, o
te cae un arado, no es un tema. Si tú me preguntaras a nivel profesional, un discurso sobre cómo se hace
la intervención social en programas de desarrollo y comenzamos a discutir el concepto de desarrollo
entramos a las categorías de desarrollo, de etnodesarrollo, pero la gente que no tiene un arado y tu le das
el arado, eso a la gente le sirve, independiente lo que haga eso…son estrategias de sobrevivencia y
nosotros estamos creyendo que lo estamos haciendo lindo. Ellos manejan sus estrategias, ellos son más
interculturales, ellos saben mejor relacionarse con nosotros…desde un punto de vista político, que ya es
otro nivel de análisis…lo que está diciendo la dirigencia…no estoy hablando de la metodología, estoy
hablando de la gente que recibió esos alambre, esos palos y esos clavos que no tenían cómo meter sus
chanchos, cómo protegerlos…yo lo vi, lo viví, lo conversé con la gente…hay gente que está muy
descontenta con Orígenes no porque las cosas las hayan hecho mal, ellos están fuera del Programa. Es
una cosa muy complicada. Se vio a Orígenes como una terrible invasión, mal hecha, mal ejecutada por los
intelectuales y los planificadores que vieron cómo se instaló Orígenes en la zona” (Jorge Neira.
Antropólogo y ex miembro del PROMAP. Temuco, febrero de 2007).
160
programa participativo, como lo expresaban sus documentos oficiales. Sin
embargo, los efectos indirectos pero más devastadores estuvieron en el
desmantelamiento de las movilizaciones que se iniciaron en el año 97 con el
conflicto de Ralco y que con ayuda de los medios de comunicación impusieron
una imagen del mapuche terrorista/criminal, principal obstáculo al progreso del
país87. Mientras esto ocurría y las comunidades competían por mostrarse puras,
autóctonas y tradicionales (con la subsecuente desvinculación del tema territorial
y medioambiental y por ende, la despolitización progresiva del campo de la
salud intercultural), las fricciones entre Ministerio y organizaciones indígenas
fueron agudizándose hasta estallar en un encuentro nacional a fines del 2005,
cuando éstas decidieron marginarse del proceso. Las causas de esta ruptura
son recordadas así por la primera encargada nacional del componente:
“Este tema a nivel político fracasó. En los encuentros nacionales que
hubo a finales del 2005 estallaron las desconfianzas hacia el MINSAL,
además que las organizaciones demandaban la aprobación del Convenio
169 y el reconocimiento constitucional. Señalaban que no era suficiente la
buena disposición de salud en avanzar respecto al reconocimiento de las
medicinas indígenas sin el reconocimiento más amplio del Estado”
87
La mayoría de los entrevistados en el sur y que formaron parte del equipo fundador del PROMAP
coinciden en que Orígenes surge para apaciguar el conflicto mapuche. Esta relación entre Orígenes y
conflicto mapuche tienen su lógica si uno se pregunta por qué el programa se focalizó en una de las
poblaciones donde ya se había avanzado considerablemente en salud y en donde se concentraban las
experiencias más relevantes a nivel nacional, incluso internacional. Esta interpretación creemos que
además es apoyada por los intentos de Orígenes por comprar modelos interculturales ya armados, ponerles
su imagen corporativa invisibilizando el trabajo y la producción intelectual anterior realizada tanto por los
equipos de salud del PROMAP como del PESPI. La vinculación de Orígenes con los intentos de
desmovilizar el movimiento mapuche es también ratificada por el último encargado del componente de
salud de Orígenes, quien recordó haber sido testigo de una reunión donde el representante del Estado
chileno ante el BID evaluó como positiva la intervención de Orígenes en tanto haber sido capaz de aplacar
las movilizaciones indígenas que se agudizaron a fines de los años 90 (entrevista realizada en San Pedro de
Atacama, septiembre de 2008).
161
(Claudia Padilla. Ex encargada nacional del componente de salud
intercultural de Orígenes. Agosto de 2008).
Los efectos paralelos y “esquizoides” de la política indigenista e intercultural del
componente de salud intercultural revelaron las paradojas y efectos
contradictorios del multiculturalismo neoliberal implementado vía esta nueva
intervención social en territorios indígenas. En este sentido, Orígenes no sólo
vino a consolidar las estructuras de la política indígena del Estado de los años
90, la cual había constituido un nuevo sujeto jurídico como el único interlocutor
válido para las relaciones entre Estado y pueblos indígenas. Se trataba de la
neocomunidades o las comunidades jurídicas que debieron constituirse con la
ley del año 93, la cual no siempre tomó en consideración las comunidades
históricas, así como sus formas de organización y representación. La oferta
estatal centrada en la propiedad individual, convocó cada vez más a que la
gente se desuniera fortaleciendo una lógica individualista respecto al territorio y
la disputa por los nuevos espacios abiertos para la participación a la cual
invitaba Orígenes. Con la nueva figura jurídica, no sólo se intentaba
desterritorializar a las comunidades, sino también sus formas de representación,
ya que los criterios de elección estaban limitados a la nueva calidad de sujeto
jurídico otorgada y reforzada con Orígenes. “¿Qué pasaba ahora si uno de los
especialistas indígenas, llámese Yatiri, machi, etc,. no pertenecía a estas
comunidades?” se pregunta la antropóloga Malva Pedreros. Orígenes había
dicotomizado la realidad88 y agudizado el etnicismo89 con los discursos radicales
y raciales que promovía el programa a través del ensalzamiento de la
ancestralidad y autoctonidad exigidas a las sociedades indígenas actuales. El
campesino indígena desapareció e inclusive se ignoró a la mayoritaria población
88
Expresiones de Jaime Ibacache. Castro-Chiloé, febrero de 2007. 89
Expresiones de Mario Castro. Temuco, febrero de 2007.
162
indígena urbana. Incluso para muchos la supuesta participación con la que se
quería democratizar el país vía Orígenes, parecía haber retomado antiguas
prácticas represivas herederas de la dictadura:
“a Orígenes le va a gustar que los discursos de los mapuches sean
siempre muy fuertes…Yo creo que ese doble discurso del Estado frente a
este tema. Es la mano oculta en este tema. Podís gritar, todo, porque
además yo así les demuestro a los organismos internacionales que
necesito más plata para parar estos grandes temas. Pero no me interesa
que estos grandes temas ocurran. Que no haya prácticas de quema de
bosques, que no haya prácticas de toma de tierras. Tú toma lo que te
gusta, yo te voy a dar la plata, yo te voy a pagar…Antes el Estado era
represor de manera directa. En aquel tiempo mapuches y no mapuches
estábamos juntos…el tema de la tierra era un tema que era fundamental,
pero el tema era la dictadura, ahí estábamos todos juntos. Entonces no
había dobleces…ahora está por un lado el Estado que entrega plata por
detrás, que tiene Programas como Orígenes, que deja que los dirigentes
hablen y griten, provee y yo creo que tiene que obedecer a políticas
ocultas del gobierno” (Mario Castro. Miembro del PROMAP. Temuco,
febrero de 2007)
En algunos aspectos Orígenes apareció como continuador del PESPI, mientras
en otros aspectos pareció una ruptura con lo anterior. Lo cierto es que la idea de
modelos fuertemente impulsada por el PESPI desde sus inicios fue
desapareciendo post conflicto de Ralco, pasando a las lógicas de las pasantías,
donde pequeños grupos visitaban a otros para conocer sus experiencias en el
tema de salud intercultural y que terminó reforzando la lógica minimalista que
163
comenzó a promover Orígenes con su tesis de las experiencias pilotos. Esta
lógica se complementó en muchas ocasiones con la presentación de Orígenes
como el inventor e iniciador del tema, quien incluso también realizara un primer
seminario de salud intercultural, ofreciendo importante recursos a cambio de
aparecer como el gestor de ciertas experiencias emblemáticas (como fue en el
caso de Maquewe inicialmente y después el Hospital de Nueva Imperial). Como
en otras ocasiones que describiremos más adelante, entró a funcionar la lógica
de la amnesia estatal a través de la invisibilización de los procesos locales que
estuvieron en la génesis de estas experiencias. En relación a los aspectos de
continuidad, Orígenes potenció el tema de las capacitaciones que con la
cantidad de dinero disponibles fueron aún más masivas. Sin embargo, del
paradigma revolucionario pasamos a un paradigma más administrativo y
progresivamente burocratizado frente al cual este reducto de idealistas fue
quedando marginado y progresivamente reemplazado por nuevos profesionales
reclutados por Orígenes, quienes sellaron al programa con su formato de trabajo
ingenieril y tecnocrático. De los discursos y declaraciones de principios que
marcaron los inicios del campo de la salud intercultural y de la oferta
astronómica de recursos convertidos en dólares, pasamos a una lógica de la
gestión donde los pocos recursos que finalmente llegaron a salud, sirvieron para
financiar sólo algunas iniciativas. El resto sirvió sólo y casi exclusivamente para
el financiamiento de la expansiva etnoburocracia requerida por el programa. No
obstante el Estado y su accionar no son y nunca han sido homogéneos. Los
diversos pensamientos, paradigmas y formas de comprender la intervención, así
como los diferentes modos de resistirla se han visualizado en el proceso de
génesis y construcción de la salud intercultural en Chile. Estos fueron al menos
los aprendizajes de los equipos tanto del PROMAP como del PESPI e incluso de
muchos que vieron desde la distancia estos procesos y sólo recibieron los
coletazos y cuya reflexión les llevó a cuestionar el modelo nacional de salud y
164
del modelo económico neoliberal que lo sustenta. En este marco, la existencia
de un pensamiento hegemónico dominante en salud se ve resistido por
propuestas locales más autónomas que día a día se rearticulan. Algunos
ejemplos lo constituyen como antes señalamos la experiencia lafkenche en el
área costera de la Araucanía como también el caso de las comunidades
williches en Chiloé.
Sin embargo, Orígenes representó claramente las paradojas de la democracia
neoliberal chilena caracterizada por la coexistencia de prácticas autoritarias con
prácticas participativas y autónomas en salud. Éstas últimas cada vez más
disminuidas y socavadas por los efectos de la política multicultural y
neoindigenista, mostrando así una consolidación del proceso de
neoliberalización de la sociedad a través del énfasis en la gestión y rendimiento
de los procesos impuestos al componente de salud intercultural. Con el énfasis
en la administración de los recursos, las organizaciones y asociaciones
indígenas se vieron cada vez más exigidas a transformarse en
microempresarios en algunos casos y en otros, objeto de un voluntariado semi
impuesto bajo la presión de potenciar su capital social ahora convertido en
mercancía. Como analizaremos más adelante en otro capítulo, los mecanismos
de privatización operaron principalmente vía consultorías, donde los equipos
locales y las organizaciones indígenas involucradas ya no fueron más los
encargados de diagnosticar, planificar y ejecutar los proyectos. Su participación
era ahora requerida sólo para fines de fiscalización de los mismos que eran
ejecutados por estas nuevas entidades privadas quienes competían junto a otras
por adjudicárselos. La intención oficial buscaba modernizar las viejas estructuras
del Estado cuya herencia autoritaria desde la dictadura las revestía de
cuestionamientos y críticas frente a la opinión pública. Sin embargo, los aires de
165
renovación y tecnicidad introducidos con Orígenes se tradujeron en dos nuevas
enfermedades de la modernidad, que aunque ya venían infectando a la
población indígenas con la estructura de las ADIs, se vieron fuertemente
aceleradas con Orígenes. Se trata de dos patologías congénitas de Orígenes, y
que podríamos denominar como “reunionitis” y “proyectitis”, cuyo efecto
particular se tradujo en el agotamiento y en algunos casos desarticulación de las
organizaciones indígenas que ahora estaban abocadas a diseñar proyectos de
acuerdo a la cultura organizacional del Estado. Las consecuencias en los equipo
de salud no fueron tan diferentes a las de las comunidades indígenas
supuestamente “beneficiadas”. Aunque mejor remunerados, quienes continuaron
creyendo en la apuesta estatal siguieron esperando buenas nuevas:
ratificaciones, reconocimiento, etc. Esta vez sustentadas en las promesas de la
nueva política multicultural Reconocer, cuyo eje central era repetir varios de los
errores ya reconocidos como debilidades del proceso anterior. Parece que se
cumplía aquí el dicho mejor conocido que por conocer, ya que la política vuelve
a organizar su accionar de acuerdo a los mismos criterios de estos últimos años:
más recursos y más aparato burocrático (o mejor dicho etnoburocrático).
En conclusión, los efectos de la implementación del componente de salud fueron
mostrando que la actual apuesta neoliberal intentaba penetrar la sociedad a
través de la política indígena e intercultural. Muchas de las organizaciones
indígenas mapuches, conscientes de los efectos del problema Orígenes fueron
radicalizando sus históricas demandas de autonomía y participación luchando
por mantener el control del proceso en sus manos. Sin embargo, los pueblos no
beneficiados directamente con el programa, finalmente parecieran haber sido los
mejor beneficiados al conseguir negociar los términos y condiciones del
multiculturalismo que ellos deseaban implementar en sus territorios. Esto se hizo
166
especialmente visible en los lugares donde no llegó la mano todopoderosa y
aplastante de Orígenes y donde continuaron creciendo y desarrollándose
modelos de salud locales. Uno de estos ejemplos es el de Chiloé, donde aún
existen varias experiencias que intentan trabajar de manera más integral el tema
de salud, cultura y territorio. Una de estas experiencias es la que realiza
actualmente la Federación de Comunidades Huilliches de la isla, cuya reflexión
actual sobre la realidad de los pueblos indígenas en Chile nos recuerda las
palabras con las que comenzamos este capítulo:
“Esto es un mero intento para blanquear ciertas situaciones que yo creo
que lo único que está haciendo es dando dinero a las comunidades para
que hagan algo, como para mantenerlos ocupaditos en otra cosa. Pero yo
creo que ahí esta las habilidades de las organizaciones, qué se hace con
ese dinero. Aprovechar esas facilidades, esos recursos…si nos
juntáramos todas las organizaciones que estamos recibiendo plata a
través del ministerio de salud y dijéramos saben qué, levantemos una
sola voz, otro gallo cantaría…estamos tremendamente divididas, pero el
mismo modelo te impone…el ministerio tiene muchas dificultades para
entender el concepto de interculturalidad, porque ellos tienen una
concepción clasista de la medicina…se produce una confusión porque no
hay una claridad ideológica detrás…!vamos hacer esto para los
indios!...no hay una política de real desarrollo para los pueblos indígenas
desde el ministerio de salud…eso no va a cambiar mientras estemos en
este modelo económico y político que es altamente neoliberal, eso es
esquizofrénico para una sociedad que te plantea eso. Tú no puedes
plantear un concepto de medicina intercultural dentro de este modelo
económico que tenemos, político que es excluyente, que fomenta la tasa
167
de ganancia y que fomenta los odios entre distintas clases...el modelo
tiene metido aquí que los cabros (jóvenes) de las comunidades indígenas
tienen que ser mano de obra barata” (Sergio Cuyul. Asistente Social.
Miembro de la Federación de Comunidades Huilliches de Chiloé, febrero
de 2007)
El nuevo multiculturalismo neoliberal implementado en Chile a partir de Orígenes
es, sin embargo, a su vez resistido y contrarrestado de diversas maneras y de
acuerdo a los distintos niveles de organización de las comunidades indígenas.
Más allá de sus efectos adversos en el sur, Orígenes tuvo efectos diferenciados
en otros territorios indígenas como es el caso de los pueblos andinos. En el caso
atacameño, veremos cómo Orígenes pone en marcha un modelo neoindigenista,
supuestamente más moderno y menos paternalista, cuyos efectos fueron
visualizados como una oportunidad política e histórica de participación desde
grupos y organizaciones locales que esperaban reivindicar sus demandas. Pese
a que existe consenso tanto en los niveles nacionales como regionales de que el
componente de salud intercultural fue especialmente problemático y complejo en
el territorio atacameño, esta no debe ser leída desde la experiencia de la
Araucanía como señala la antropóloga Malva Pedreros. Las dificultades
experimentadas en la región, que unánimemente son compartidas tanto por los
encargados nacionales y regionales de los servicios involucrados, como por los
dirigentes y organizaciones indígenas que recibieron a Orígenes, requieren una
mirada diferenciada de los procesos locales desde los propios agentes que le
dieron sentido. Aunque para todos los protagonistas, el componente de salud del
Programa fue el más difícil de implementar, la apropiación del componente del
Programa en manos de las organizaciones locales atacameñas mostraron
también su propia forma de resistirla y resignificarla. Por un lado, para la
168
encargada nacional del PESPI las experiencias en la región no habían podido
despegar ya que habían estado sujetas a ciertos liderazgos que fueron muy
inestables en el tiempo. Esto se transformó, según ella, en la más importante
debilidad a nivel regional durante la primera fase de su ejecución, donde primó a
su parecer una mirada muchas veces tecnocrática de la problemática y ante la
cual frecuentemente los propios servicios mostraron distancia respecto a ciertos
procesos locales de las comunidades indígenas involucradas. Desde la
perspectiva de la actual encargada del Programa desde el Servicio de Salud
regional, Orígenes traía un formato administrativo engorroso que mezclaba alta
improvisación y rígida fiscalización. Paralelamente señala que las dificultades
iniciales para implementar el Programa se explican no sólo por factores de
sensibilización en los servicios e instituciones involucradas, sino también por los
propios ritmos y realidades de las comunidades y organizaciones indígenas. La
rotación de dirigentes, la desarticulación y las divisiones internas de las
organizaciones también formaron parte de las dificultades reales que se
presentaron durante el desarrollo del componente en el territorio. Desde la visión
nacional de la encargada nacional del PESPI lo que se percibió finalmente es
que la región presentó debilidades en sus modelos de relación: las formas cómo
se establecieron o no las relaciones entre los actores y los liderazgos que
favorecieron pequeños y breves despegues y abruptas caídas90.
90
La encargada nacional del PESPI describe la situación de la región de la siguiente manera: “Nosotros
cada vez que íbamos a Antofagasta veíamos que el equipo estaba débil, a pesar de que hicimos unas cosas
allá de carácter regional para que se fortaleciera la II región, pero el problema era mucho más crítico…
tiene que ver para mi gusto con algunos temas instalados ahí que tienen que ver con un tema de modelo de
relación. Esos modelos de relaciones, desde cada uno de sus roles y cómo desde el cuidarse mucho ha
hecho que esto no camine, aun cuando paradójicamente en la II región existe una buena relación entre el
equipo técnico de la SEREMI y del Servicio de Salud, cosa que no ocurre en otras regiones. Pero a pesar
de eso, no es suficiente para que se produzca ahí un vuelco” (Margarita Sáez. Santiago, noviembre de
2007)
169
En la perspectiva de quien fue la primera encargada nacional del componente
de salud intercultural de Orígenes y parte del equipo del MINSAL que desde el
año 2002 estuvo a cargo del diseño y puesta en marcha, las relaciones entre la
SEREMI y el Servicio de Salud no era tan óptimas91. Mientras tanto para el
último encargado nacional del componente de salud de Orígenes, las
dificultades se relacionaron más bien con factores locales en el territorio, donde
un mismo grupo de dirigentes había conseguido desde hace años perpetuarse
en los diversos espacios de poder sin permitir el florecimiento de propuestas
desde otros sectores y organizaciones. Esta visión la comparte también el que
fuera el primer encargado regional del Programa, quien señala: “el mayor escollo
va a seguir siendo ahí el municipio”. Entre tanto el encargado general del
Programa en la región atribuye las dificultades, entre otros factores, a la
ausencia de demanda en este tema. Su evaluación del componente y de los
problemas que tuvo que enfrentar el programa en el Área de Desarrollo Indígena
Atacama la Grande es descrita de la siguiente manera:
“nosotros esperábamos en un principio que la demanda por la salud
indígena apareciera en los espacios reflexivos por comunidades. No pasó
y eso que fue intencionado de preguntarle a cada comunidad de quienes
eran sus cultores, cómo podíamos manejar, hacer inversiones en esa
línea,…había recursos para poder apoyar. Eso no apareció nunca. Las
comunidades estaban muy renuentes a poder manifestarse en torno a la
medicina indígena y sobre todo de dar cuenta de quienes eran sus
91
Las palabras de la primera encargada nacional del componente fueron las siguientes: “Antofagasta fue la
región con mayores dificultades, por rotativa de encargados, rigideces de los servicios de salud,
problemas de confianza entre Seremi y Servicio de Salud, escaso convencimiento del Servicio de Salud
respecto al tema indígena en general, por lo que el apoyo siempre fue escaso. También hubo problemas en
la relación Servicio de Salud con la dirigencia. De ambas partes existió desconfianza y acusaciones de
incumplimiento” (Claudia Padilla. Ex encargada nacional del componente de salud intercultural de
Orígenes).
170
cultores que tenían en su comunidad y a quienes ellos recurrían. Eso el
2002…cuando ya nos estábamos retirando el 2004 se encarga un estudio
que se llama plan territorial de desarrollo…ya se veía desde el programa
que había que trabajar en una lógica más territorial…en ese tiempo se
trabajaban en todos los proyectos culturales, que esos eran muy fáciles
de sacarlos…pero cuando se hablaba de medicina indígena no aparecía
ninguna iniciativa. Las comunidades no planteaban qué podíamos
hacer…la gente tenía una visión mucho más práctica…acá tenemos más
problemas dentales, de los abuelitos de la vista, tenemos otros problemas
que se relacionan con áreas de la medicina tradicional, pero de la
medicina indígena no planteaba nada…entonces los recursos iban para
allá…si bien este era el componente que manejaba menos recursos, para
nosotros fue el más complejo de todos…el componente productivo
alcanzan a invertirse casi mil millones de pesos y yo creo que no fue lo
complejo que fue (refiriéndose a salud intercultural)…qué fue lo que
nosotros planteamos como programa, que había que generar algunos
insumos básicos y ahí es donde tuvimos algunas diferencias con el CTZ
(refiriéndose al coordinador regional que técnicamente se denominaba
Coordinador Técnico Zonal) en particular…porque él tenía una fuerte
disociación con el municipio…entonces constantemente chocábamos con
el municipio y la idea era sumar al municipio…entender que había que
trabajar la medicina indígena, y eso a la alcaldesa le costaba mucho
entenderlo de esa manera. Muchas veces yo tuve que ir, conversar,
explicar…no estaban convencidos en ese tiempo, pero nosotros teníamos
la tarea de poder convencerlos… si bien había proyectos particulares que
venían hacia el mejoramiento del acceso a la salud, la mayoría eran
recursos que estaban especialmente orientados a la medicina indígena y
eso costó mucho, mucho, mucho de que se comprendiera. Se generaron
171
fuertes rupturas ¿cuál era el discurso que yo manejaba acá? aquí hay
distintas experticias tenemos sociólogos, ingeniero teníamos distintas
disciplinas. Nosotros tenemos que actuar como una sola consultora…y
esa consultora debía generar productos…y no andar cada uno por su
lado…nos encontrábamos con la contradicción “otra reunión Orígenes”
pero si estuvo acá tal persona…la gente no va aguantar…Coordinémosla
de tal manera y no cansemos a la gente. Nosotros tenemos que actuar
como una consultora…estamos dando una pésima imagen del programa.
Estamos todos hablando del mismo programa pero estamos llegando por
separado” (Justo Zuleta. Encargado regional del programa Orígenes y ex
consejero nacional atacameño. Actual consejero municipal. Calama,
mayo de 2008)
Orígenes, como antes señalamos, había sido continuador de las prácticas
neoindigenistas del Estado, especialmente las que se pusieron en marcha a
través de las estructuras del ADI, cuyo modelo de participación ya era para
algunos al menos algo sospechoso. Sin embargo, representó una novedad en
cuanto a políticas sociales en Chile, cuya lógica de la productividad pretendía
transformar las prácticas paternalistas anteriores del Estado. Sin embargo,
paradójicamente Orígenes en el área atacameña del Salar representó una
oportunidad política relevante para legitimar las demandas indígenas en relación
al control de las prácticas terapéuticas, la cual se expresó en la creación de la
primera asociación indígena vinculada al tema. Respecto a este proceso se
refiere el capítulo siguiente, donde analizamos los efectos concretos de
Orígenes en el territorio atacameño y donde registramos las heterogéneas
luchas desatadas con la implementación del componente de salud intercultural
del programa.
172
Capítulo 3
ORÍGENES VERSUS ORIGINARIOS:
CONFLICTOS Y NEGOCIACIONES DEL NEOLIBERALISMO
MULTICULTURAL
“El camino que demuestre que hemos aprendido a cultivar el
conocimiento del pasado del pueblo Likan Antay nos permitirá
trascender en el tiempo, comprendiendo en el presente la
sabiduría que hemos recibido de nuestros antepasados en
diferentes ámbitos, no necesitando grandes estructuras para poder
permanecer en el tiempo. Si observamos el pasado, las grandes
civilizaciones han desaparecido, por lo general el hombre tiende a
su autodestrucción sin ser capaz de lograr un equilibrio en el
entorno que le ha tocado vivir. Por eso siento que es tan
importante revivir la conciencia que nos permita demostrar que
nuestra existencia está basada en valores. Nuestros antepasados
vivieron en pleno Desierto, la llegada del invasor acalló su idioma,
no por eso su cultura dejó de existir. Sus sentimientos, la fuerza de
sus pensamientos han permanecido en el tiempo. Con respecto a
lo que nos sucede, esa forma Neoliberal que nos domina, seamos
capaces de ser un pilar sólido como pueblo para poder
sostenernos y poder traspasar la barrera de estos tiempos para
poder llegar a la tercera etapa de la humanidad. La Asociación de
cultores si logra esta sanidad mental para poder ser el guía
espiritual, habrá de verdad comprendido la sabiduría ancestral del
pueblo Likan Antay, siendo capaces de sostenerse en el tiempo,
enfocando nuestra propia preservación espiritual como material”.
(Sonia Ramos, presidenta de la Asociación de cultores y
173
colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua.
San Pedro de Atacama, Junio 2008)
Con estas palabras de la presidenta de la Asociación de cultores y
colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua se dio inicio al
Seminario transfronterizo entre sanadores quechuas de Bolivia y atacameños de
Chile realizado en junio del 2008. En ellas se expresan los anhelos respecto a la
misión de la Asociación de sanadores y médicos indígenas atacameños que
después de los diversos conflictos que rodearon su constitución, consiguió
transformarse en la primera organización de terapeutas de la medicina ancestral
de la Provincia del Loa, región de Antofagasta. La Asociación se constituyó
además en la cara más visible de los efectos del programa Orígenes en el
territorio y para muchos el hijo no querido del componente de salud intercultural.
Sin embargo, la implementación del componente en territorio atacameño tuvo
consecuencias muy diferentes a las experimentadas en el territorio mapuche,
exponiendo así las paradojas actuales que plantea el multiculturalismo neoliberal
del Chile post dictadura. Siguiendo la definición de Charles Hale (2002 y 2005),
el multiculturalismo neoliberal representa una versión reducida y reconfigurada
del multiculturalismo cuya característica es la ampliación de ciertos derechos
sociales y culturales, mientras que a su vez la restricción o delimitación de los
mismos según los intereses del capitalismo. No obstante lo anterior, las políticas
neoliberales en el campo sociocultural han abierto un espacio de negociación,
conflicto y luchas entre los agentes estatales, trasnacionales e indígenas
involucrados, realidad que en algunos casos ha significado nuevas
oportunidades para las demandas indígenas actuales. El primer proceso está
representado por la implementación de políticas sociales y multiculturales, las
cuales han recogido –en parte y bajo condiciones limitadas - las demandas de
174
reconocimiento sociopolítico y étnico que irrumpieron en los años 80. Por otro
lado y como un segundo proceso, en los últimos años se ha observado
paralelamente una privatización de los servicios sociales y una expansión del
sistema económico neoliberal hacia el campo sociocultural que han dado forma
a lo que hemos denominado Neoliberalismo Multicultural.
Chile se plantea en este sentido como un ejemplo paradigmático respecto a
varios nudos de interés global. Por un lado es el primer país en implementar
políticas neoliberales en la región; por el otro, estas se realizan bajo un gobierno
militar que se caracterizó por eliminar las estructuras e instituciones
democráticas. Sin embargo, y a casi más de tres décadas de políticas
neoliberales, Chile se constituye en la actualidad en el ejemplo de la tercera vía
en los debates actuales sobre buena governancia que promueven las
organizaciones internacionales y multilaterales. Su originalidad descansa al
parecer en los intentos de compatibilizar lo que se conoció en la década de los
años 90 las reformas del Estado que buscaban Modernización con Justicia
Social o bien, Desarrollo con Equidad. Por otro lado, y bajo un Estado nacional
históricamente reconocido como fuerte y unitario, Chile se proyecta en un
escenario democrático como una sociedad diversa culturalmente y étnicamente
inclusiva. Estas particularidades del caso chileno que lo han convertido en el
laboratorio de las más variadas experiencias neoliberales, representan una
excepción en la región respecto a los resultados del masivo empobrecimiento
que estas medidas generaron en otros países. El propio Orígenes es reconocido
tanto por su director nacional, como por el último coordinador del componente
de salud intercultural, como un proyecto piloto sin precedentes en la región y con
sólo una experiencia similar de etnoingeniería desarrollada en Colombia. El
neoliberalismo sin embargo en el resto de la región se hizo conocido por sus
175
efectos devastadores en relación cuanto al deterioro de las condiciones de vida
de la población, lo que exigió importantes reestructuraciones a fin de disminuir
los costos sociales del modelo. Taylor, analizando el caso chileno, muestra que
su “éxito” se debe a que el fundamento del proyecto neoliberal no está en sus
dimensiones económicas como suele pensarse, sino en las dimensiones
sociales y culturales que éste contempla:
“la esencia del neoliberalismo es un fundamental intento de reestructurar
las relaciones e instituciones a través de las cuales la sociedad capitalista
se reproduce material, política e ideológicamente. No sólo intenta
despolitizar la sociedad y reducir la reproducción social a una sucesión de
interacciones económicas de la racionalidad individual y privada, sino que
el Estado pueda fiscalizar en una forma apolítica y tecnocrática. En
contraste a la noción de que el neoliberalismo involucra un retiro del
Estado por el quehacer del mercado, sostengo que el neoliberalismo es
categóricamente un proyecto de ingeniería social llevado por el Estado
que busca reformular las formas institucionales de las relaciones entre
Estado y sociedad…la reestructuración neoliberal fortalece las
instituciones sociales que permiten avanzar el poder disciplinario del
mercado sobre los actores sociales, mientras transforma aquellas que se
constituyen en barreras para estas. El efecto final en la reconstrucción de
las instituciones sociales es modificar los mecanismos de poder dentro de
las sociedades y así transformar las muchas maneras que el poder es
manifestado y ejercido dentro de la sociedad (Taylor 2007: 7).
En los años 70 el Banco Mundial y el BID habían iniciado un período de
reformulaciones, las cuales se acentuaron en la conflictiva década de los 80.
Chile experimentó en esos años una de sus principales recesiones económicas,
176
lo cual generó un masivo descontento social. Sólo a finales de esta década, el
boom exportador saca a Chile de esta crisis y comienza un decenio de
expansión económica cuyo crecimiento alcanzó los niveles más altos en el
período de transición a la democracia (casi un 8% entre los años 1987 y 1997
citado por Taylor 2007:4). Mientras que en esos años EEUU y las multilaterales
obviaron el carácter autoritario del gobierno militar y la violación de los derechos
humanos en Chile, los años 90 marcaron un cambio a nivel del discurso global
presionando a recuperar la democracia en la región, restituir los derechos
humanos e incorporar políticas multiculturales. Desde entonces, a Chile se lo
reconoce a nivel internacional como un modelo intermedio y tercera vía para
América Latina, ubicándose entre la vieja ortodoxia de la doctrina neoliberal y las
nuevas trayectorias socialistas de gobiernos como el de Cuba, Venezuela,
Ecuador y Bolivia. Implementar el modelo requería otro tipo de sociedad, donde
y desde una perspectiva liberal clásica se pensó que el Estado debía sólo
cumplir una función regulatoria de las fuerzas del mercado. Sin embargo, estas
medidas tuvieron una versión sui géneris en Chile mostrando que el
neoliberalismo requería no sólo un mercado amplio y libre de trabas, sino
también y paralelamente, un Estado fuerte y omnipresente en los lugares
potenciales de conflicto. Pero la expansión neoliberal se realizó no sólo vía
transformaciones de las principales instituciones de desarrollo como lo muestra
Shild (2000) en su estudio de caso sobre la Corporación de Fomento (CORFO),
o en las reformas políticas y sociales que introdujeron los gobiernos
democráticos como lo describe Paley (2001), sino también a través de redes
trasnacionales fundadas por corrientes intelectuales (neo)liberales conocidas
como thinks thanks. En Chile estas redes tienen su máximo exponente al Centro
de Estudios Públicos (CEP), el cual además de ser hoy en día uno de los
principales referentes nacionales en estudios sobre opinión pública, estuvo
177
presidido en sus inicios por los máximos inspiradores del neoliberalismo como
Milton Friedman y Friedrich von Hayek92.
Sin embargo, y aunque el neoliberalismo multicultural haya sido relativamente
exitoso en cuanto a contener conflictos y reorientarlos hacia sus objetivos de
ampliar una ciudadanía de mercado93, los focos de resistencia indígena
continúan escuchándose en las fronteras que estas políticas establecen, ya sea
en los intersticios de quienes piensan que la lucha es posible desde dentro del
Estado democrático, como desde los bordes donde el Estado multicultural
chileno no duda en aplicar medidas de excepción hacia aquellos indígenas que
se resisten al modelo impuesto y son estigmatizados como terroristas. Tomando
como referencia el caso de Guatemala analizado por Hale nos preguntamos:
“¿bajo qué condiciones los movimientos indígenas pueden ocupar los limitados
espacios abiertos por el multiculturalismo neoliberal, reivindicándolos hacia sus
propias e incluso utópicas alternativas políticas?” (Hale 2005:11) En este
sentido, y concordando con Grimson en su introducción el libro Cultura y
Neoliberalismo, el modelo neoliberal “incidió (e incide) en los modos en que el
92
Uno ejemplo de estas redes en Chile la constituye el Centro de Estudios Públicos, que forma parte de
redes globales como la creada por la Fundación Las Américas, iniciada por el escritor y ex candidato a
presidente del Perú Mario Vargas Llosa. Esta tiene su sede principal en EEUU, y su fin explícito es el
promocionar las ideas liberales y proteger a la región de las actuales amenazas populistas. Para un análisis
crítico de estas redes thinks thanks, ver los trabajos compilados por Grimson en Cultura y Neoliberalismo
(2007) y los diversos trabajos sobre redes trasnacionales de Daniel Mato (2006). 93
En el caso de Chile, los diversos programas sociales han reforzado la cuestión de la pobreza como un
problema de los pobres, que en este último tiempo han recibido múltiples capacitaciones para convertirse
en microempresarios y de esta forma, salir de esa condición. Ya no se analiza el problema de la pobreza
como una cuestión estructural del modelo sino como errores en su implementación. Asimismo, los
servicios públicos se dirigen y relacionan con la población en términos de usuarios, cuyo énfasis individual
se enmarca en la relación contractual de préstamos de servicios desde el Estado hacia los ciudadanos. Esto
mismo ha ocurrido con los programas y políticas culturales en contextos indígenas, donde el bombardeo de
recursos, subsidios y propuestas se dirigen en fomentar relaciones económicas a través de lo que Boccara
(2007) denomina indígena-proyecto. Ahora son los propios indígenas los responsables (en tanto
responsabilizados) de su desarrollo y quienes deben introducirse en la lógica de los proyectos y tiempos
burocráticos ofrecidos por el Estado y sus aliados multilaterales.
178
mundo es narrado, en los sentidos adjudicados al presente y al futuro, en las
características de los proyectos individuales, las prácticas de la vida cotidiana, la
percepción y el uso del espacio, los modos de identificación y acción política”
(Grimson 2006:1) interrogándonos respecto si es posible pensar y desplegar
estrategias fuera de él. Como ambos autores lo sugieren, se nos ha impuesto
una forma de imaginación política y social bajo la cual la democracia
multicultural y neoindigenista implementada estas últimas dos décadas organiza
y estructura lo que está permitido o no para los indígenas, adquiriendo una cada
vez mayor habilidad para contener los conflictos sociales, expandiendo su
sistema de categorías para comprender fenómenos complejos, definiendo las
formas legítimas bajo las cuales los sujetos jurídicos pueden y son reconocidos,
constituyéndose así en un agente reconfigurador de las jerarquías raciales (Hale
2005:13). Una nueva ciudadanía de mercado (Shild 2000: 297) o neoliberal
(Dagnino 2006: 401) coexiste actualmente con una propuesta de ciudadanía
diferenciada y cultural que vincula a beneficiarios, usuarios y consumidores de
los diversos servicios y programas sociales y culturales.
Desde esta perspectiva, los atacameños desde tiempos de la colonia participan
activamente del capitalismo primero y del neoliberalismo después, a través de
su incorporación a la actividad minera, y más recientemente al mercado global
del turismo, donde se han convertido en agentes activos de este mercado en
este último período. No obstante, con grados diversos de autonomía, sus
organizaciones y comunidades intentan sacar provecho de estos nuevos
mercados, reutilizando y transformando este escenario a favor de sus
demandas. Para Rivera (2007:73) esta capacidad actual de los atacameños
para negociar al interior del neoliberalismo es producto de una cultura minera
arraigada en una matriz cultural andina. Los efectos del neoliberalismo
179
multicultural no obstante permanecen aún ausentes en los trabajos
antropológicos actuales, los cuales han desatendido los procesos de
subjetivación y espacialización de la cual son productos la sociedad indígena
atacameña. Los enormes y diversos flujos de capitales que actualmente se
movilizan en la región estudiada afectan e inciden de manera constante en las
demandas y discursos indígenas. El desafío es entonces por un lado ampliar los
límites de la imaginación reconociendo que el Estado no se comporta de una
manera homogénea en cuanto a sus prácticas discursivas; mientras que por
otro, los propios agentes en este caso los grupos indígenas reaccionan de
formas heterogéneas rehaciendo, reacomodando, resistiendo y contestando
esta gubernamentalidad neoliberal de acuerdo a sus múltiples y diferenciados
intereses.
En este capítulo analizamos los efectos del componente de salud intercultural
del programa Orígenes en las comunidades atacameñas del Salar, enfatizando
las formas de control desplegadas desde la red gubernamental conformada por
el Estado y las agencias multilaterales, así como las diversas estrategias que las
organizaciones indígenas locales desplegaron a fin de reorientar los objetivos
del programa a sus demandas94. Este capítulo está estructurado en tres. La
primera parte se centra en la conformación de la Mesa Comunitaria de Salud
cuyo surgimiento se constituyó en una de las estrategias iniciales para contestar
a la rigidez y autoritarismo con los cuales se instaló inicialmente el componente
del programa en el territorio, transformándolo en un espacio de luchas y
reivindicaciones por una efectiva participación. La segunda se refiere al proceso
94
El componente de salud intercultural estuvo organizado en su primera fase en cuatro subcomponentes:
mejoría del acceso a la redes de servicios interculturales, mejoramiento de la calidad, sensibilidad y
pertinencia cultural de los servicios de salud, fortalecimiento de la medicina indígena y diseño e
implementación de modelos interculturales (documento Reglamento Operativo. Fase 1, Programa
Orígenes. www.orígenes.cl)
180
que dio origen a la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina
Ancestral Licanantay y Quechua y los diversos conflictos que rodearon su
constitución y legitimación en tanto una organización indígena aglutinadora de
los terapeutas atacameños. De este hijo no querido, como suelen llamarlos sus
protagonistas, nació la Sala Curativa Likana, cuya propiedad física fue cedida
por 10 años por el municipio local y su reconstrucción se realizó con fondos de
Orígenes. Con el inicio de las atenciones de los terapeutas indígenas en esta
sala y por ende, la exposición pública de sus prácticas, comienza un tercer
momento caracterizado por la ritualización del proceso a partir del protagonismo
que adquieren los propios sanadores y curanderos, así como a su vez la
demonización de sus prácticas desde algunos sectores opositores (“en la sala
están los brujos”). De la recuperación del ámbito de la divinidad al interior del
campo de la salud intercultural trata la tercera y última parte de este capítulo.
1. La memoria de una participación sin restricción
El programa Orígenes comenzó a implementarse en el territorio atacameño el
año 2002 luego de superar serias dificultades, entre ellas el enorme retraso de
los recursos financieros hacia sus coejecutores (Ministerio de Salud, de
Educación, Desarrollo Agropecuario y Corporación Nacional Forestal) y el
traspaso descentralizado de estos a los diversos servicios regionales. Orígenes
funcionó a través de Unidades Estratégicas Zonales ubicadas en las ciudades
más centrales a los grupos indígenas beneficiados por el Programa. En el caso
atacameño, la UEZ (como era conocida) tenía su sede principal en la ciudad de
Calama, la cual estaba a cargo de un Coordinador Regional que a su vez
contaba con el apoyo de coordinadores o promotores en cada uno de sus
componentes. La estructura organizativa de Orígenes estaba jerárquicamente
compuesta por un Comité Asesor Nacional, un Comité Técnico Nacional y un
181
Comité de Coordinación Regional. Este último en la región de Antofagasta
estaba compuesto por el Seremi de Salud, la encargada del Programa de Salud
y Pueblos Indígenas del Servicio de Salud regional, un representante de la
Municipalidad de San Pedro de Atacama, un representante del Consultorio
General Rural de San Pedro de Atacama, el coordinador de la Unidad Ejecutiva
Zonal del Programa Orígenes, el coordinador regional del componente de salud
intercultural y tres dirigentes atacameños. Este comité funcionaría según el
reglamento operativo del programa a través de una Mesa Regional, la cual
operaría como la instancia formal para la aprobación o rechazo de los proyectos
programados en el Plan Operativo Anual (POA). Sin embargo, los límites a la
participación indígena y los criterios de representatividad impuestos desde el
Programa fueron el primer gran conflicto experimentado a nivel local. La elección
de los tres representantes estuvo a cargo del primer coordinador regional del
componente, quien invitó a un dirigente de trayectoria local, una dirigente de
comunidad que además era funcionaria municipal y un dirigente de la localidad
de Peine, límite sur de la comuna. Ante esta decisión y después de haberse
consagrado los legítimos representantes ante las instancias formales de la Mesa
Regional, los presidentes de las comunidades sugieren una instancia local en la
cual todas las comunidades tuvieran su representante en salud. Ante esta
primera fricción que trajo el componente de salud en el territorio, surgió la
instancia conocida como Mesa Comunitaria, Mesa de Trabajo, Mesa de la
Medicina Indígena o Mesa de Salud. Su aparición es explicada por el encargado
del programa en la región de la siguiente manera:
“La mesa fue una salida a una situación que ya venía conflictiva. Antes
había una mesa regional de medicina indígena algo así…y en esta mesa
tenía que elegirse uno, dos o tres representantes indígenas…pero era
182
una muy mala instancia, porque el Seremi del momento era muy buena
persona, no tenía ningún conocimiento y socialización del problema de
las comunidades, no dominaba qué era medicina indígena acá, a su vez
cómo él dependía de la SEREMI (respecto a CTZ), por otro lado tenía un
fuerte corte, no sintonizaba con el servicio de salud…no estaban para
nada de acuerdo…pasaron muchos meses improductivos y de
confrontación, sobre todo con el municipio. No se avanzó gran cosa, al
final cuando se nombran tres personas…vino el cuestionamiento que en
ese momento fueron esas tres personas en representación…entonces le
dijeron no son elegidas por nosotros y llegamos a una situación de
conflicto, donde se juntaron…entonces se busca una salida…entonces se
crea una instancia que es consultiva que pasa a ser la mesa de la
medicina indígena que se crea…el 2003” (Justo Zuleta, encargado
regional del Programa Orígenes, Calama, Mayo de 2008)
183
Figura 5: Organigrama General Programa Orígenes
Fuente: Bello, A. (2007) El Programa Orígenes y la política pública del gobierno
de Lagos hacia los Pueblos Indígenas, pp 205. En: El Gobierno de Lagos, los
pueblos indígenas y el “nuevo trato”. Las paradojas de la democracia chilena.
Yáñez, N. y Aylwin, J. eds. LOM, Stgo-Chile.
184
Esta Mesa comunitaria de salud trabajó regularmente durante los años 2002 al
2004 con el Coordinador de Salud intercultural de Orígenes, propiciando y
dando pertinencia al tema de salud, generando un plan de trabajo, formulando
las demandas y propuestas respecto de la situación de la salud en el pueblo
atacameño, convocando a la participación a los sanadores y especialistas de la
medicina ancestral y generando los primeros encuentros locales, nacionales e
internacionales en relación al tema. Sin embargo, iniciado el trabajo, las
desavenencias entre el coordinador general del programa y el coordinador
regional del componente de salud, ambos atacameños de larga trayectoria como
dirigentes, comenzaron a agudizarse respecto a cuál debía ser la orientación del
trabajo de la Mesa y los supuestos productos esperados del Programa95. Para el
primero constituía un trabajo lento y minucioso respecto a una demanda todavía
95
Cabe referirse a las diversas trayectorias de estos dos atacameños, ambos con raíces en el pueblo de
Toconao (Comuna de San Pedro de Atacama) y el campamento minero de Chuquicamata, donde se
encuentra una de las minas de Cobre a tajo abierto más grandes del mundo. Las diferencias ideológicas que
mostraron durante su desempeño en el programa Orígenes ejemplifican bien dos de las posiciones
predominantes en la actual dirigencia atacameña. En el caso del coordinador general del programa su
profesión de químico lo mantuvo vinculado desde sus inicios a la actividad minera de la región, la cual
concilió intermitentemente con el rol de dirigente local, a través de su participación en las organizaciones
tradicionales de la localidad de San Pedro de Atacama vinculadas al agua, posteriormente en la junta de
vecinos, luego siendo presidente de la comunidad indígena de San Pedro, pasando así a convertirse en el
primer consejero nacional de la CONADI a mediados de la década de los 90. En el 2001 se constituye en el
encargado del Programa en la región y en el 2008 es elegido Concejero Municipal. Su perfil como dirigente
de trayectoria local representa una de las dos caras de la moneda, la cual entra en pugna con la trayectoria
de dirigentes de origen urbano. Esta es la historia del coordinador regional del componente, cuya
participación política y social activa proviene de la trayectoria familiar vinculada a los sindicatos obreros
en las salitreras y las juntas de vecinos en poblaciones marginales de Antofagasta. Estas marcas definieron
su rumbo como joven militante de izquierda, asistente social de profesión y el fundador de la primera
organización indígena urbana estudiantil. Estas heterogéneas trayectorias personales, familiares y laborales
vinculadas a la minería y la sociedad de clases que este sistema impone, hasta hoy constituyen marcas de
identidad en un grupo importante de atacameños y que se hacen presentes en las disputas y conflictos
locales. En uno de los casos, la experiencia de marginación social en la ciudad fue determinante para su
participación política y conciencia de clase. Para el otro, su participación social en juntas de vecinos y en
las organizaciones más tradicionales del territorio vinculado al agua le otorgan la legitimidad como
dirigente de base conectado directamente con su pueblo de origen. Diferencias similares son analizadas en
los discursos emblemáticos de dos reconocidos dirigentes locales en el capítulo 1.
185
inexistente: la medicina indígena versus la demanda social representada en las
posiciones de las autoridades del poder local (municipio). Mientras para el
segundo, el componente se constituía en una oportunidad política e ideológica
nunca antes vista en el ámbito de las políticas sociales y la instancia para
profundizar un proceso de concientización étnica como atacameños. Ante la
pregunta qué idea del programa en general y del componente de salud
intercultural en particular se hizo desde que se constituyó en su primer
coordinador regional, su respuesta fue:
“la idea que siempre tengo de todos los programas…los programas que
son de intervención, programas exógenos, impuestos, con una
connotación incluso de apaciguar movimientos, reivindicaciones
endógenas, más desde la gente, participativas. En el papel promueven la
participación pero es el rayado de cancha…no podemos pedir mucho de
un programa que es financiado internacionalmente, de un gobierno de la
concertación distante. Yo tenía la claridad de que la forma de jugar y la
normativa indicada desde lo impuesto. Incluso desde una interpretación
más ácida, esto no es más que migajas para el pueblo…para aquietar
algo que a nivel latinoamericano se estaba dando y dando con fuerza.
Con esa claridad total, pero también de no permitir que se actúe en la
impunidad y sabiendo que ahí tienen que haber personas…conscientes
de que la cosa va por el otro lado y es crítica de ese modelo, pero hay
que estar ahí, aunque sea muy esquizofrénico…El tema del diseño en sí,
en la práctica dejaba varias puertas abiertas. El programa en el
componente de salud era o sigue siendo uno de los componentes en el
cual era más viable hacer algo más alternativo…porque no había
precedentes y porque se pillaron la cola en el modelo. Aunque venía
186
cortado…con un diseño desde la lógica mapuche…Aparte de ser servicial
al modelo neoliberal y todo eso que conlleva. Había otro tema, otra
dificultad, la lógica mapuche del componente en sí, a nivel nacional, del
ministerio…de que había una propuesta que podía ser replicado al mundo
aymara, licanantay…eso tenía un gran sesgo...Como esas cosas locas
que ocurren en la planificación de políticas públicas, de que hay una
experiencia y nos llegan platas para desarrollar algo y nosotros lo
sustentamos en esa única experiencia que existe. Y lo otro, repliquemos,
que es una cosa autoritaria, desde una mirada de un sistema neoliberal
discriminatorio. Vi como el primer obstáculo en eso, pero también vi como
hincarle el diente donde había que hacer una propuesta el pueblo
Licanantay y eso lo veía como una oportunidad tremenda…Aquí, yo me
hago responsable de eso, de generar espacios de conversación, de
discusión de decir en qué estamos, quien somos nosotros y qué relación
queremos tener con el Estado…y hacer esa pregunta…Cometí el error
quizás como encargado del componente de hincarle el diente harto en
estas preguntas y no en que tenemos un proyectito tanto…o gastemos
las platas…yo creo que esto de tirar una pregunta tan profunda de cómo
nos definimos los lican en todas las áreas del desarrollo…Asumamos que
a los licanantay, no es simple decirlo de un licanantay, es que no hemos
discutido cuestiones de fondo del desarrollo, del etnodesarrollo como
dicen algunos…asumo con el distanciamiento del tema que fui muy
ambicioso de contribuir a resolver esa interrogante. No creo que haya
sido innecesario, sino en ese momento podíamos haber compatibilizado
ambas cosas. Y en eso en lo personal debo reconocer que no fui hábil,
pero creo que es necesario, mientras no resolvamos eso vamos estar un
pueblo lejano como identidad, un pueblo que está destinado a un fin
trágico…Yo creo que el componente daba luces, te permitía…tenías la
187
cancha pero teníamos la oportunidad histórica de aprovecharlo o quizás
todavía lo tienen…y lo que debería generarse no se ha dado y lo que
pretendía yo generar y lo que sigo pretendiendo generar desde todos los
espacios en los que estoy…como miembro del grupo oprimido… uno
también actúa según los ritmos de la gente y ese ritmo fue el que le dio la
gente y ese fue el resultado del ritmo del pueblo Licanantay…yo creo que
pasar por esta aventura que era pasar por el componente de salud
intercultural, me quedó la satisfacción de generar preguntas, muchas
preguntas…por lo menos la satisfacción que alguien desde el sistema
burló al sistema” (Yerko Mathew, Asistente Social. Primer encargado
regional del componente de salud intercultural del Programa Orígenes.
Iquique, Julio de 2008)
Como fue la tónica general del Programa, su implementación en el territorio
estuvo marcada por los recursos (dólares) que supuestamente llegarían esta vez
directamente a las comunidades indígenas. Como expresan sus documentos, el
Programa a través de sus componentes pretendía acrecentar el capital social de
las comunidades indígenas involucradas, entendido como una acumulación de
los recursos culturales de la comunidad que debían ser fortalecidos. Mientras
tanto, los vacíos operativos de cómo iba a ser implementado el componente de
salud en el área atacameña, donde no habían existido experiencias anteriores,
representaron para su primer coordinador regional una posibilidad real de
participación y un desarrollo desde dentro (etnodesarrollo). Sin embargo, los
tiempos y productos logrados eran los evaluados a nivel nacional. Es decir, las
formas y tiempos de organización local, las distancias geográficas, las
desarticulaciones y fragmentaciones comunitarias, la lentitud de los propios
servicios estatales, la falta de trabajo intersectorial previo, etc., no fueron
188
tomados en cuenta en el diagnóstico y evaluación de los procesos. En este
sentido, la lógica proyectista y de reunionitis con la que operó Orígenes a nivel
general, sirvió desde la perspectiva de su coordinador regional en un primer
momento para pensarse como likanantay (la otra denominación de los
atacameños) y pensar su demanda en salud, la situación general de su
medicina, de sus terapeutas, etc. Esto inicialmente se pudo realizar por las
demoras de los recursos, los cuales recortados en su máxima expresión
tardaron casi dos años en “bajar” (aproximadamente de los 100 millones
ofrecidos al componente durante ese período sólo alcanzó a ser traspasado
aproximadamente un tercio)96. El intenso trabajo desarrollado entre el 2003 y
2004 por la Mesa de Salud y el coordinador regional comenzó a experimentar
nuevos cuestionamientos y críticas. Entre ellas, la falta de productividad y de
efectividad para concretar propuestas, como también las de carácter político por
las pugnas que se generaron en su interior entre dirigentes, autoridades locales
y funcionarios estatales, quienes desde sus diversos lugares deslegitimaron
permanentemente las acciones de esta Mesa por ser una instancia no
reconocida ni incorporada a las estructuras políticas y etnopolíticas formales
(ADI y municipio). Las autoridades locales, apelando a su calidad de autoridad
política y étnica, buscaron permanentemente que estos recursos fueran
traspasados al municipio defendiendo la tesis de la accesibilidad que también
era un subcomponente del Programa, agudizando los conflictos entre las
organizaciones y comunidades indígenas, que se apropiaron de los dichos de
96
Lo que ocurrió con los recursos destinados al componente es comentado por el coordinador regional del
programa: “Al comienzo se manejaron cifras muy altas. El mismo Ernesto Contreras dijo cuando vino que
habían 100 millones de pesos y después vinieron recortes a nivel nacional. Decisiones a nivel central, con
problemas de flujos, la mala gestión institucionales…justo el 2003 hubieron platas fuertes de ejecución. El
2001 el programa no ejecutó nada, el 2002 recién empezaba y el 2003, vinieron las demandas de todas las
regiones…y a salud se le hizo un recorte grandote y aquí en la región se recortó…el programa traspasaba
a nivel central del ministerio de salud y con la promesa que se va a recuperar y eso nunca
sucedió…entonces llegó cuando demasiado tarde, cuando llegó ya no hubo percepción del beneficio, por
todo el tiempo de espera…los flujos de las bajadas de los recursos fue siempre complicado” (Justo Zuleta,
coordinador regional del programa Orígenes. Mayo de 2008)
189
Orígenes respecto a que los recursos irían directamente a las comunidades y en
su mayoría, al tema del fortalecimiento de la medicina indígena97. Con la
participación de diversos agentes en este campo, la medicina indígena se
constituyó en un capital simbólico capaz de concentrar otras especies de
recursos, tales como el científico para los investigadores y profesionales
involucrados en proyectos y/o consultorías demandadas por el Estado, como
también un capital económico considerable para las comunidades y
organizaciones locales. Los múltiples proyectos que emergieron a partir del
trabajo de la Mesa fueron propuestos y diseñados dentro de los límites y
formatos definidos en el reglamento operativo que delineaba las formas de
intervención del programa98.
97
En palabras de su primer coordinador regional, “del municipio lo único que quieren…era agrandar el
subcomponente de la accesibilidad que se traducía en proyectos desde la lógica del mejoramiento desde la
medicina alópata, ese era su única motivación” (Yerko Mathew. Primer coordinador regional del
componente de salud intercultural de Orígenes en la Región de Antofagasta. Entrevista realizada en
Iquique en Julio del 2008). Entre los aspectos que el municipio consiguió con los recursos de Orígenes
encontramos un convenio de cuatro meses de duración entre el Ministerio de Salud por la suma de $
8.147.249 pesos. A su vez la Municipalidad se comprometió a implementar las acciones acordadas en los
proyectos, entre los cuales se encontraba la Adquisición de equipos dentales, la implementación de sala de
Rayos, la implementación de la estación médico rural de la Comunidad Indígena de Camar, y la
implementación de medios de comunicación de oficina de guías interculturales. Decreto exento nº 2854 de
fecha 30 de Diciembre 2005, I. Municipalidad de San Pedro de Atacama. 98
Entre los proyectos que se realizaron con recursos Orígenes se encuentra “Sistematización, recopilación
y análisis de documentos, publicaciones y otros pertinentes a la salud intercultural atacameña con un
presupuesto de $ 2.500.000”, “Modificación de los sistemas de registro con la incorporación de la variable
étnica en los establecimientos de salud del ADI con un presupuesto de $1. 500.000”, Estudio “Sensibilidad
ante la diversidad cultural para los funcionarios de establecimiento públicos” con un presupuesto de $
1.666.667, “Desarrollo del Módulo 2 de capacitación “Cultura atacameña” para funcionarios de la posta de
San Pedro de Atacama y Hospital de Calama con un presupuesto de $ 4.500.000”, “Encuentro provincial
de agentes de salud tradicional Atacameña con un presupuesto de $ 3.000.000”, “Mejoramiento del equipo
odontológico para atención de usuarios de postas rurales del ADI Atacama la Grande con un presupuesto
de $ 6.000.000”, “Mejoramiento de Infraestructura de Estación Rural de Cámar con un presupuesto de
$3.000.000”, “Reuniones de comité y coordinador regional con un presupuesto de $ 2.000.000”,
“Recolección de hierbas nativas con un presupuesto de $ 1.300.000”, “Realización del Seminario
Internacional con un presupuesto de $ 7.000.000”.
190
Entre los proyectos emblemáticos que fueron ejecutados después que la Mesa
fuese desarticulada y transformada en Subcomisión de Salud, se encuentran el
Estudio etnobotánico de hierbas medicinales atacameñas, análisis de
propiedades curativas y protección jurídica con un presupuesto de $ 5.500.000
que realizaron la Corporación Nacional Forestal (CONAF) y la Universidad de
Chile el año 2005. A fines de ese año se elaboran las bases técnicas y
administrativas del proyecto “Diseño de Modelos de Gestión y Atención
Intercultural en la Primera y Segunda Región”, el cual y pese que su único
oferente fue dos veces rechazado por no cumplir con las exigencias para su
buen desarrollo, finalmente y por presiones políticas desde el Programa a nivel
nacional, es aprobado el año 2006 para que sea ejecutado por un consorcio
formado por dos centros de investigación con un presupuesto aproximado de 34
millones de pesos. Proyectos anhelados por las organizaciones locales como la
Farmacia Intercultural, así como la creación de un Centro médico de salud
tradicional se concretaron recién el año 2008 con la inauguración de la Sala
Curativa Likana.
Del trabajo de la Mesa nacieron los hijos sí queridos y reconocidos por todos.
Estos fueron los cuatro encuentros de salud y/o medicina indígena que se
realizaron en el territorio en el período 2003 – 2006 y que fueron organizados
por el Consejo de Pueblos Atacameños. Estos encuentros se realizaron con
fondos de Orígenes pero en su desarrollo participaron y estuvieron involucrados
las diversas organizaciones locales y servicios estatales vinculados con el sector
salud. El primero se realizó en el ayllu de Sequitor y reunió a representantes
indígenas aymaras, quechuas, collas, atacameños y mapuches urbanos de la
región de Atacama. Las razones por las cuales se realizó este encuentro son
191
explicadas por el ex asesor del Consejo de Pueblos Atacameños y ex
funcionario de la CONADI en los siguientes términos:
“Como te señalo…de pronto con la llegada de Orígenes, del componente
de salud, a nivel nacional empiezan con todo un tema que también lo
toma la Mesa, lo toma el Consejo y logramos sacar representantes y
donde lo primero que nos damos cuenta que ya existe un documento
elaborado por ellos y por su equipo asesor para las políticas con los
pueblos atacameños. Cuando nosotros asistimos este tema, al validar
incluso este documento se dan cuenta que este documento no obedecía
a las cosas locales y se dice que no y el MINSAL entiende que hay que
empezar de nuevo este mismo proceso, pero con participación de los
pueblos indígenas y llegamos a un acuerdo en Antofagasta de rehacer
este documento… y la sede…quedó en Sequitor para que viniesen los
pueblos aymaras, los quechuas, los collas y los mapuches urbanos… y
ahí se sacan acuerdos importantes de este documento…incorporar
algunos conceptos locales. Ese documento se mandó y nunca más
tuvimos respuesta” (Wilson Segovia. Sociólogo. Ex Asesor del Consejo
de Pueblos Atacameños y ex- funcionario de la CONADI regional.
Miembro de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina
Ancestral Licanantay y Quechua. Calama, Mayo de 2008)
De este primer encuentro resultó el documento “Propuesta y Recomendaciones
de los Pueblos Originarios zonal norte frente al documento “Política de Salud y
Pueblos Indígenas”. Acuerdos de Sequitor” (2003). Este pretendió ser un aporte
de carácter más regional de los pueblos del norte de Chile ante la inminente
publicación de la Política de Salud y Pueblos Indígenas que el Ministerio de
192
Salud sacaría el año siguiente. Entre los aspectos interesantes de este
documento se puede mencionar su énfasis en relación al reconocimiento legal
de la medicina, de quienes la practican (curanderos y yatiris) y de los elementos
que la utilizan (principalmente la aún penalizada hoja de coca). No obstante, las
formas de obtener ese reconocimiento reproducen la idea de dos sistemas
homogéneos. Las prácticas realizadas por los terapeutas indígenas son
extrapoladas a las especialidades biomédicas de la siguiente manera en el
documento.
Figura 6: Cuadro de homologación de las especialidades biomédicas e
indígenas atacameñas
Medicina Occidental Medicina Tradicional
Atacameña
Médico Yatiri o curandero
Matrona Partera
Kinesiólogo Compositor de Huesos
Psicólogo Espiritista
En este documento se da un especial énfasis a la participación en la
planificación en salud, exigiendo una cantidad mínima de representantes
indígenas nacionales para avanzar en el tema de una participación real en la
política de Salud y Pueblos Indígenas (dos por cada etnia reconocida en la
legislación del año 93). Respecto a este punto, el documento cuestiona el
modelo de participación estatal clásico que hasta ahora se venía implementado
193
en los territorios indígenas. El texto define su demanda de participación de la
siguiente forma: “la participación en el mundo indígena no se entiende por
acceder a espacios de participación, sino más bien por construir desde una
cosmovisión indígena, dotándolos de sentido y pertinencia, de cada etnia”
(Documento Acuerdos de Sequitor, 2002). Sin embargo, la primera propuesta
ministerial de la Política de Salud y Pueblos Indígenas no consideró la
participación indígena, lo cual generó fricciones importantes entre el ministerio
de salud y las organizaciones indígenas. Posteriormente se buscó zanjar esas
diferencias con la incorporación de cuatro representantes indígenas en el equipo
de redacción de la segunda propuesta aprobada en el 2006. Junto a la
participación también se solicitó la adecuación de los planes y programas de
salud al contexto territorial con énfasis en la familia y un intenso trabajo en
capacitaciones y sensibilizaciones al sistema oficial, advirtiendo las
discriminaciones culturales todavía existentes en el sistema público,
principalmente desde los médicos alópatas. Asimismo se advierte, la
burocratización del rol del facilitador intercultural, en tanto reducido a tareas
administrativas de los pacientes indígenas. Sobre este punto quien fue el
redactor de todos estos documentos y representante del Consejo de Pueblos
Atacameños describe así su percepción de lo que venía ocurriendo con las
facilitadoras interculturales del Hospital de Calama:
“Ese trabajo fue importante porque hoy en día no está. Hoy en día
pasaron a ser parte del servicio, pero cumplen otro rol...la idea original
como se concibió al principio era ser facilitadora, ser un canal de
comunicación directo…no solo del servicio sino del servicio hacia la
comunidad. Atender las pacientes, donde están, qué necesitan…que al
comienzo fue muy bien valorado,…pero hoy, una vez que se acaba el
194
convenio el Servicio las absorbe y le encomienda funciones que ellas no
deberían estar cumpliendo. Administrativas, propias del servicio,…como
se desvirtúa los objetivos este programa de la CONADI. Ahora está a
cargo del Servicio. Del programa salud y pueblos indígenas” (Wilson
Segovia. Sociólogo. Ex Asesor del Consejo de Pueblos Atacameños y ex-
funcionario de la CONADI regional. Miembro de la Asociación de cultores
y colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua. Calama,
Mayo de 2008)
Sin embargo, el punto más relevante y a su vez el núcleo duro del documento se
refiere al tema de la investigación donde se señala:
“Este punto, y por lo importante que es para el futuro de las prácticas
ancestrales en salud, las comunidades han resuelto autorizar, revisar,
validar y publicar todas las iniciativas en el tema de la salud. Esto
permitirá tener un control de los “estudios” que a diario se realizan en
nuestros pueblos y que nunca se saben dónde está esa información. En
tal sentido se tiene: investigaciones reguladas por las comunidades,
denuncias de cualquier intento de experimentación con nuestro
ecosistema, donde se incluye al ser humano teniendo presente los
antecedentes de las extracciones de sangre a grupos indígenas”
(Extracto del Documento Acuerdos de Sequitor. 2003)
A finales de ese mismo año se realizó en el ayllu de Quitor (Comuna de San
Pedro de Atacama, ADI Atacama la Grande) el “Encuentro de Agentes de Salud
Ancestral „De las personas que saben y nos contaron‟”. El documento de
195
síntesis es especialmente interesante en el sentido de la validez científica a la
que se recurre para sustentar la propuesta de modelo intercultural atacameño.
En este trabajo se realizó un extenso análisis del pasado atacameño tomando
como fuentes fundamentales las ofrecidas por las disciplinas arqueológicas,
etnohistóricas y etnográficas, entrando en contradicción con la critica
permanente que se hace en este mismo documento como otros anteriores
respecto a la “cientificidad” del modelo biomédico y el sesgo del método que lo
sustenta. Paralelamente y a modo de justificar una propuesta de modelo de
salud intercultural atacameño se incorporaron en este documento los principales
resultados de uno de los primeros estudios cuantitativos realizados sobre salud
en la provincia del Loa. El estudio pretendió determinar la población indígena
inscrita en los centros asistenciales de la Provincia del Loa99. El año 2004, en el
mismo ayllu de Quitor, se realizó el tercer encuentro denominado “Elementos
para la Construcción de un Modelo Intercultural en Salud Atacameña” Síntesis
de Resumen del Encuentro de Agentes en Salud Ancestral “De las Personas
que Saben y nos Contaron”. En este documento se presentaron los resultados
de un trabajo cualitativo realizado sobre la medicina indígena atacameña y los
principios fundamentales para trabajar en un modelo de salud intercultural
atacameño. Para llegar a este modelo se recomendó tomar en cuenta una
matriz en la que nuevamente y al igual que en los encuentros anteriores se
analizan ambos sistemas médicos (occidental e indígena) de acuerdo a criterios
de oposición y el cual venía siendo promovido desde instancias internacionales
99
El trabajo se denominó “Estudio de usuarios con pertinencia étnica en los establecimientos asistenciales
de salud en el sistema municipal y público de la provincia El Loa”, y estuvo a cargo del representante del
Consejo de Pueblos Atacameño Wilson Segovia, quien con recursos del Servicio de Salud Antofagasta y
la CONADI, ejecutó varios de los proyectos propuestos en estos primeros años de Orígenes en el territorio.
196
y cuyas consecuencias reducen la heterogeneidad de prácticas y sistemas
médicos que funcionan en el área100.
100
En relación a este aspecto, cabe señalar que existe un pequeño trabajo sobre las prácticas de salud en las
localidades del Salar donde se describe la presencia y relación de ciertas prácticas religiosas a formas de
tratamiento y curación de enfermedades. Una de ellas es el caso de los bailes religiosos, en los cuales
muchos de sus promesantes se explica por la necesidad de encontrar sanación para sí o para algún familiar.
En su mayoría estas expresiones representan prácticas de origen andina católica. La otra práctica existente
en el territorio es la que realizan los grupos evangélicos, los cuales realizan rituales de sanación dentro de
sus iglesias y de la cual muchos atacameños participan. Ver Bolados y Moreno (2006).
197
Figura 7: Cuadro comparativo entre medicina ancestral y científica utilizado en el documento
“Elementos para la Construcción de un Modelo Intercultural en Salud Atacameña” Síntesis de Resumen del Encuentro de Agentes en Salud Ancestral “De las Personas que Saben y nos Contaron” realizado en Quitor el 2004.La cita aquí señalada no aparece en la bibliografía del documento.
198
El mismo autor de este trabajo, en la entrevista realizada el año 2008, reconoce
esta multiplicidad de prácticas:
"nosotros discutíamos más ideológico, más comunitario, nosotros al
comienzo, la Mesa fuimos bien claro…nos cuestionaba el tema de cómo
sanar, de volver a un estado de armonía…de muchos temas que la
medicina oficial no los considera, pero también éramos prácticos de que
las formas de sanar son muy diversas que muchas veces se
materializan…en diferentes comunidades…de consultar a los médicos
ancestrales que operan en base al tema de la naturaleza…. de las postas
rurales que opera sobre un tema más científico y uno religioso. El tema
religioso evangélico. Más que nada, está el baile religioso, el peregrinaje,
mucho el tema de hacer bien las costumbres para sanarse…básicamente
nosotros los encasillamos en tres…y esa triangulación, el comunero es
muy práctico, no se cuestiona que si tiene que ir al yerbatero o tiene que
ir al paramédico por una aspirina, o si es evangélico a la noche reza para
sanarse…él sabe cuando tiene que hacerlo y esa triangulación no está
internalizada en el municipio o aquí en CONADI” (Wilson Segovia.
Sociólogo. Ex representante del Consejo de Pueblos Atacameños y ex
funcionario de la CONADI. Miembro de la Asociación de cultores y
colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua. Calama,
Mayo de 2008)
No obstante se presenta un plan de trabajo minucioso respecto a cómo
implementar un modelo intercultural atacameño que también se considera
producto del trabajo de la Mesa Comunitaria de Salud. Sin embargo, ese mismo
año las relaciones de confianza y optimismo que se habían alcanzado entre
199
organizaciones indígenas atacameñas y servicios estatales experimentaron una
importante ruptura. Ésta se concretó con la desarticulación de la Mesa como
instancia válida de diálogo entre las comunidades y el Estado, con su posterior
transformación en Subcomisión de Salud dentro de las estructuras del Área de
Desarrollo Indígena Atacama La Grande. Este rayado de cancha significó que
los representantes que venían trabajando en el tema quedaron marginados y
sólo fueron reconocidos formalmente los presidentes de comunidades, muchos
de los cuales no habían participado ni tenían idea de las acciones que se venían
realizando en sus propias comunidades en el tema de salud. Pese a estas
dificultades, los conflictos no impidieron realizar el año 2005 el Seminario
Nacional en Salud Intercultural, también realizado en Quitor101. Asimismo se
señala que el carácter nacional del seminario se explica por el objetivo que éste
tiene en relación a que “la demanda política en salud sea incorporada en el
Programa en Salud y Pueblos Indígenas de Chile, que es coordinado por el
Ministerio” (documento de sistematización del Seminario Nacional en Salud
Intercultural. Quitor 2005)102. Los sucesos generados en torno a la Mesa y los
encuentros realizados a nivel local con el apoyo de Orígenes son recordados por
101
En el documento de síntesis de este encuentro elaborado por el Consejo de Pueblos Atacameños
responsabiliza principalmente al Servicio de Salud Regional de no cooperar ni estar sensibilizado con el
tema. Sin embargo, el desconocimiento y escasa sensibilidad ante el tema es atribuido también a otras
autoridades y servicios involucrados. Este es el caso de la Secretaria Regional Ministerial de Salud
conocida como SEREMI y de parte del propio intendente de turno, el cual según el encargado general del
programa en la región fue muy reacio a un trabajo más cercano con las comunidades y organizaciones
indígenas del territorio. 102
Respecto al origen de este seminario nacional y de sus posteriores efectos, el representante de ese
momento tanto del Consejo de Pueblos Atacameños como de la CONADI señala: “de ese documento van a
salir una serie de iniciativas como la norma 16, otra para los Seremi… además ésta va ayudar ir
consolidando y viendo un modelo de salud de cada pueblo que a nosotros nos parecía prudente …y se
logra asegurar dos representantes (a nivel nacional) para ver cómo estaba saliendo el tema, don Sótero
Armella y don Honorio Ayavire, de la zona del Loa. Mientras que desde el ministerio invitaban al
consejero (nacional de la CONADI) Wilson Reyes, que por sus funciones no fue a varias reuniones
decisivas. ..no estaban los que tenían que ir…llegaron solo al final del proceso. Eso era el
2005…estábamos tratando… de ejecutar nuestros proyectos, el 2006 llegan las platas…la implementación
de la farmacia, la recolección de plantas, el estudio jurídico etnobotánico, un registro que hicieron de los
cultores, de las capacitación de los funcionarios” (Wilson Segovia. Calama, mayo de 2008).
200
sus protagonistas de diversas maneras; sin embargo, coinciden en que las
acciones del programa apuntaron a frenar la participación indígena local y a
establecer un control desde el Estado a través de vínculos paternalistas. Su
primer coordinador regional del componente de salud intercultural (CTZ)
recuerda así el trabajo de la Mesa:
“el tema que estaba tocando las fibras de nuestra identidad, de nuestras
creencias, de nuestra cosmovisión, salud era eso, estábamos incluyendo a
nuestra gente, que son los sabios…eso era lo doloroso, también de empezar
a conversar ese tema ¿cuál es la relación, qué vamos hacer? …el producto
que le puede quedar a la gente es tener ese espacio para la discusión, de
generar un precedente de que esas cosas se podían hablar, nos sentamos a
intentar resolver esa interrogante de cuál iba a ser nuestra relación con el
Estado… desde que comenzó la mesa se planificó, hubo una planificación
ahí, hubo un esfuerzo, pelea, surgió un espíritu de una democracia real, una
participación real” (Yerko Mathew, Asistente Social. Primer encargado
regional del componente de salud intercultural del programa Orígenes.
Iquique, Julio de 2008).
El encargado regional del programa recuerda el surgimiento de la Mesa como la
solución a una cuestión que venía conflictiva producto de la cual él tuvo
diferencias importantes con el Coordinador regional del componente de salud.
Estas dificultades son evocadas con las siguientes expresiones:
“entonces se crea una instancia que es consultiva que pasa a ser la Mesa
de la medicina indígena… el 2003. Ahí se crea, pero no fue natural. No
201
estaban de acuerdo con la Mesa regional, ellos creían que la base válida
eran donde participaban todos…si bien la Mesa no era una instancia que
aprobara el servicio de salud, pero vio que era la única salida…la presión
que se estaba generando…la Mesa salió a fórceps, pero yo diría eran
instancias que constantemente estaban en el conflicto…” (Justo Zuleta,
Encargado Regional del Programa Orígenes. Calama, Mayo de 2008)
Para la encargada del PESPI los problemas de la Mesa vinieron de las
presiones del ADI para que se legitimara como instancia, describiendo lo
ocurrido como una apropiación de la misma con el fin de marginar a un sector de
la dirigencia representada allí. Sus dichos apuntan a compartir las
responsabilidades de los conflictos emergidos con el componente y que
involucraron también a las instancias indígenas, principalmente al Consejo de
Pueblos Atacameños y la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena regional:
“Aparece Orígenes con esta cantidad de plata para salud y el reglamento
operativo exige tener una instancia de decisión desde la comunidad para
priorizar los proyectos. Y Orígenes y el ADI en ese sentido se apropia de
la Mesa comunitaria de salud y les dice somos la subcomisión de
salud…el ADI convoca a los presidentes de comunidad y son los
presidentes de comunidad los que elijen a los representantes que van a ir
a esa subcomisión de salud…no eran los mismos. Postergaron o el ADI
les dio como un carnet o un título de decir tu eres el representante, la voz
válida y ellos que habían partido desde otro cuento como que se sintieron
postergados. Entonces llegó un momento cuando cambiaron los
funcionamientos de las ADI, en un consejo directivo se desconoce la
participación de los dirigentes de la Mesa…y ahí es donde se produce el
202
mayor quiebre porque es ahí, en el consejo directivo del ADI donde se
aprueban los proyectos y los presupuestos…en su gestión de coordinador
regional de salud es que alienta la conformación de esta Mesa pero
después en salud, en Orígenes aparece el ADI y se dan cuenta a nivel
directiva, desde arriba, que esa es la instancia…y después pasa a llevar
toda la forma en que ella trabajaba y se tienen que enmarcar en las
formas de trabajo del ADI…estamos hablando de mediados del 2004…”
(Claudia Medina, ex encargada regional del Programa PESPI, Servicio
de Salud Regional. Antofagasta, Mayo de 2008)
El representante del Consejo de Pueblos, quien fuera el encargado de organizar
y sistematizar los encuentros y seminarios realizados en el territorio durante ese
período, fue también el responsable de ejecutar los proyectos que tuvieron
financiamiento del componente de salud de Orígenes. Él recuerda así lo
acontecido con la Mesa:
“nosotros, más que nosotros las personas que se comenzaron a acoplar a
esta Mesa lograron cambiar algunos proyectos. Algunos proyectos que ya
venían de rápida ejecución, pero la gente dijo primero hay que ver qué
queremos…cómo está esta cosa de la medicina, conocernos, conocer gente
del Loa, o gente de Ollagüe , a lo mejor esto no va a resultar…entonces se
logró cambiar varios proyectos que habían… de ahí surge algo interesante
por parte del gobierno, en este caso a través de los servicios que lo
representan de querer validar esa mesa…puesto que para las estructuras del
ADI se requiere por decreto…significaba incorporar esa figura que no era
203
jurídica a esa instancia formal la subcomisión de salud… El año 2004, en el
pueblo de Catarpe, donde se provocó un conflicto dado que la priorización de
la Mesa, que entrecomillas no era legal, pero era la instancia participativa y
que había trabajado en los proyectos y los había elaborado… La gente
entendió que se estaba sobrepasando…todo esto fue pasado a llevar en una
cuestión de presupuesto donde se desarmó esa planificación inicial que tenía
la Mesa. Y esto de desestructurar la Mesa se cambiaron proyectos, se
bajaron recursos, y se reestructuró en una subcomisión de salud. Esto
provocó conflictos no solamente en el tema de la relación de esta Mesa de
salud con el ADI, sino también conflictos personales, de las personas que
estaban liderando el tema y incluso conflictos al interior de estas personas
que vieron con mucha desconfianza entre las personas que estaban
trabajando en esto…La idea era validar esta instancia como instancia de
trabajo…que respondiera a la demanda y a la oferta respecto a la salud y la
gente entendió que como son ellos que trabajan este tema,…ellos
entendieron que ellos tenían que proponer cómo trabajar, que no se les
encasillara en una estructura que tenía una presidencia…verticalista donde
ellos eran la base de la pirámide… ellos lo hicieron ver en una carta donde
se leyó, donde los presidentes de las comunidades no eran los
representantes de la salud en Atacama…y el ADI estaba convocando a los
presidentes…Más que nada fue eso, estructurarla en un formato que en ese
tiempo no daba el ancho, no daba respuesta a lo que se quería. Las
presiones fue de la misma estructura…cuando avanza el ADI… con
funciones, roles, cargos...y como esta figura iba avanzando, la Mesa se iba
quedando atrás porque no quería acoplarse a esta estructura…y la misma
presión hace que en algún momento los cultores de la medicina ancestral y
el equipo que lo está apoyando decidan no participar de esa estructura pero
que se les reconozca de manera independiente, puesto que al interior de
204
esta estructura, trabajan y deciden los presidentes y los representantes y
veían que el tema era muy abierto…Ellos veían que era mucha gente que se
arrogaba el derecho a decidir por ellos …y ahí sucede algo muy lamentable
para el pueblo atacameño, donde presidentes que habían firmado esa carta
desconocen ante el intendente Jorge Molina que eso no es así. La semana
anterior se habían juntado, iban a denunciar los hechos…el presidente del
ADI llama a votar…después se les hace ver que el desconocimiento que
ellos han tenido respecto a sus bases…y de allí viene un proceso en que esa
Mesa queda en nada y la subcomisión queda en nada, se paraliza todo el
presupuesto, se descarta al coordinador técnico zonal (CTZ) de salud…lo
sacan…” (Wilson Segovia, sociólogo. Ex asesor Consejo de Pueblos
Atacameños y ex funcionario CONADI regional. Miembro de la Asociación de
cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua
Calama, Mayo de 2008)
La primera presidenta de la Asociación de sanadores y ex miembro del Consejo
de Pueblos Atacameños describe el proceso experimentado en la Mesa con las
siguientes palabras:
“la quebraron, así descaradamente en Talabre, en el Consejo Directivo,
donde participan las autoridades, la alcaldesa, los intendentes, los
Seremi... Ahí se evalúan y se toman decisiones. Ahí vieron que nosotros
estábamos con proyectos, teníamos una buena cartera de proyectos,
porque ellos cuando llegaron a trabajar con nosotros dijeron que
teníamos como 100 millones de pesos para trabajar el tema de la
medicina indígena…pero no bajaban los recursos…estábamos
avanzando bien y como estaba dando demasiados frutos, no le gustó
205
mucho a ellos por lo que entendía. ¿Qué hicieron? Primero a Mathew lo
sacaron del cargo y lo culparon de todo…nosotros eso no nos tragamos,
hicimos una carta…al intendente como era el presidente de la ADI…le
pusimos bien fuerte…no les gustó nada y defendimos ahí a Mathew y
después vienen en Talabre y nos dicen no ya no va a ver Mesa indígena,
ahora se va llamar Comisión de Salud, era muy dictatorial este
señor…todo lo ordenaba. Esto o esto otro se va a hacer…nosotros no
teníamos esta madurez como líderes, esa voz que tenemos ahora” (Tita
Espíndola, ex dirigente del Consejo de Pueblos Atacameños y ex
presidenta de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina
Ancestral Licancantay y Quechua. Toconao, Mayo de 2008)
Desde una perspectiva histórica los logros del componente a nivel local, más
allá de la complejidad que significaron, son analizados positivamente por quien
fue una de las activas participantes de la mesa y la actual presidenta de la
Asociación:
“hablamos de temas profundos de lo que era nuestra salud y eso fue el pilar
fundamental que permitió que hasta el día de hoy todavía hablemos de salud
intercultural…fue el mejor capital… Yo creo que avanzamos demasiado
rápido, expusimos demasiado a Yerko, fue la parte débil nuestra, de no dar
cuenta de que estábamos luchando pero contra viento y marea y no
percibimos ese objetivo, si nosotros percibimos nuestros objetivos, nuestra
transparencia, como plantearnos,…nosotros queríamos las platas pero no
para uso personal sino para hacer cosas…y ahí comenzaron los problemas
206
del dinero, porque primero se prometieron x cantidad de dinero, después
vinieron con Yerko rebajas y siguieron las rebajas,…después vino lo del
sillón dental… nosotros queríamos partir de una salud nuestra… tener una
pequeña farmacia, no llegaron los recursos, lo que era para la municipalidad
sí llegaron, pero para lo que nosotros queríamos, un lugar donde nuestros
sanadores pudieran libremente atender, tener los recursos para practicar lo
nuestro, eso no se pudo… No, el proceso de la Mesa es algo muy auténtico
atacameño, dirigido en un comienzo por un atacameño como Yerko Mathew
y que se lograron un plan de trabajo, una planificación a futuro que yo creo
que ni una autoridad en años logra una cosa así, y nosotros en un corto
tiempo lo logramos… Por eso algunas personas seguimos en el tema de la
salud, porque sabemos que hay un trabajo realizado, y porque se transformó
en una causa originaria, esto tiene un trasfondo que exponerse, luchar… la
mesa de salud lo triunfal que ha tenido es que ha sido una parte muy
nuestra, que no fue influenciada por ningún ente del Estado…ya cuando
aparecemos en Sequitor y cuando empieza una pequeña publicidad ahí ya
aparecen ya estos agentes…que para el gusto de algunos, no es la
representatividad que queremos…se expuso la mesa… y …comenzaron los
trastornos…ya la mesa no puede pero no tenía personalidad jurídica por lo
que no podía administrar recursos, por eso se metió el Consejo…En el de
Quitor llegó gente de todas partes, viene el Estado y nos dicen en una
reunión que la Mesa ya no va a funcionar… Fue una parte Orígenes y una
parte salud, el Ministerio. Se formó un nuevo conglomerado de salud pero
que ya la Mesa no era representativa, que se iba a tomar por otro lado
digamos…quedamos como de lado, quedamos afuera de ese sistema…nos
quedaba el taller de Caspana y que no se había concretado… Pero esa es la
Mesa, ellos no van a hablar, pero no se van a exponer…existimos…así es
nuestra cultura, yo creo que hay un secreto atacameño que es emocionante
207
y que es la resistencia mental,…pueden venir Estado, civilizaciones nuevas,
guerra,…pero tú estás, existes y no vamos a dejar de existir… La Mesa se
disgrega, ya no queda activa y se conformó en un Mesa por el ADI,
integraron todo en el ADI, …la subcomisión de salud, nos sacaron a nosotros
y por el ADI nos dejaron fuera, validaron eso, allí quedaron los dirigentes…y
resulta que los dirigentes no tenían idea…ellos iban a las reuniones y era lo
que hablaran ello, porque el dirigente no tenía la información que
manejábamos nosotros y yo creo que se aburrieron de eso y pasó lo de
Caspana y ahí nos llamaron… Dime tú si esto no es una novela que no sé
cuándo va a terminar y que ellos mismo generan un espacio después lo
quitan, se involucran con otro tipo de personas no logran nada, ellos mismos
se dan cuenta que no avanzan en nada, que está el título y nada más… y
tienen otros tipos de presión donde tienen que lograr algo y ahí nos toman de
nuevo…” (Sonia Ramos, Miembro de la Mesa Comunitaria y actual
presidenta de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina
Ancestral Licanantay y Quechua. San Pedro de Atacama, Junio 2007)
A fines de enero del año 2006 en el pueblo de Caspana, a 80 km de la ciudad de
Calama, se desarrolló el Cuarto Encuentro Nacional y Primero Internacional de
Medicina Indígena Andina. En este participaron representantes de la CONAIE
del Ecuador, comunidades quechua de Bolivia, del noroeste argentino, de la
amazonia peruana y de los diversos pueblos indígenas de Chile (collas,
aymaras, rapanui, quechuas, mapuches, yaganes y kahuascar). Al igual que los
encuentros anteriores, este estuvo organizado por el Consejo de Pueblos
Atacameños con el apoyo de instituciones como CONADI, Orígenes,
PESPI/MINSAL y CONAF, como también representantes de la OPS y del
Municipio de SPA, Calama y Ollagüe. En el marco de este encuentro se
208
conformó, de manera no exenta de conflictos, la primera y hasta ahora única
Asociación de sanadores indígenas, la cual desde ese momento se convirtió en
el principal referente organizativo para el trabajo en salud indígena con el
Estado. Los marginados representantes indígenas de la Mesa aprovecharon
esta instancia para incorporarse nuevamente bajo la figura de colaboradores de
la Asociación, desatando desde ahí nuevas luchas por obtener el control del
proceso de la salud en sus manos. Hasta este momento el control del proceso a
nivel local había estado en manos del Consejo de Pueblos Atacameños y la
CONADI regional. No obstante y por diversos problemas relacionados a
acusaciones de corrupción y malversación de fondos en las que autoridades de
estas instancias se vieron involucradas, dirigentes de la Mesa intentan
aglutinarse en una nueva organización. Este distanciamiento se explica en parte
por la vinculación clientelar y partidista que estas instancias tenían con las
estructuras de la política indígena estatal y de la cual buscaban mayor
autonomía. A su vez, la participación de los sanadores que hasta este momento
era muy marginal y sujeta a las formas organizativas de las organizaciones
locales, pretendía ser resaltada a través de la creación de una instancia
específicamente dedicada a las demandas de reconocimiento de la medicina
ancestral atacameña.
2. Asociando a los terapeutas indígenas
Mi primer acercamiento al campo de la salud intercultural en el Área Indígena
Atacama la Grande, y primera participación en público, ocurrió en el Encuentro
Internacional de Caspana. A este fui invitada forzadamente por los
organizadores en calidad de antropóloga y representante del equipo local que
realizaría el emblemático proyecto “Diseño de Modelos en Atención y Gestión
Intercultural en la primera y segunda regiones”, el cual y como podría
209
anticiparse, se transformó en el proyecto-fracaso con el que se despidió el
componente de salud de Orígenes del territorio. Este proyecto había sido desde
sus inicios igual de problemático que el resto de las acciones implementadas por
Orígenes en las comunidades atacameñas de la región, con el agravante de que
su ejecución vino requerida desde el nivel central del Programa, soslayando las
instancias regionales y locales involucradas y aumentando la tensión en el
ambiente.
Durante el encuentro recibí en varias oportunidades de parte del organizador del
evento muestras de molestia por mi presencia, ya que sin saberlo en ese
momento, representaba a un proyecto y a un equipo que había sido adjudicado
vía presiones políticas y sin respetar las condiciones técnicas solicitadas por los
equipos regionales encargados de fiscalizar su ejecución. Sin embargo,
rápidamente tomé conciencia que no era la única “invitada de piedra” del
encuentro (al menos para sus organizadores). Los desaires más prominentes en
ese momento no fueron dirigidos a mi persona, sino al presidente saliente del
Consejo de Pueblos Atacameños y recién elegido Consejero nacional de la
CONADI103. Esto debido al manto de descrédito con el cual salía de la
organización, ya sea por sospechas de malversación de fondos como por la
obtención de cargos políticos debido a su afiliación partidista al gobierno de
turno. El hecho más desconcertante ocurrido en el marco de este encuentro fue
el reconocimiento que su equipo le hizo agradeciendo su gestión, el que al
103
La salida de este dirigente atacameño se dio en un clima de desconfianza y descrédito de su trabajo, ya
que se presentaron problemas en la rendición y uso de los fondos de la organización. A la vez, las críticas
al dirigente venían por sus vínculos partidistas con la democracia cristiana, lo cual le significó un rápido
ascenso en diversas carteras de gobierno. Primero como encargado de las relaciones entre comunidades y la
minera CODELCO y luego, en medio de su cuestionada gestión en el consejo, nombrado como SEREMI
de Agricultura en la región. En ese intertanto es elegido por el presidente Lagos como Consejero Nacional
de la CONADI y posteriormente nombrado Director Nacional de la CONADI en el gobierno de Michell
Bachelet, cargo que cumplió en el período 2007 - 2008.
210
momento de finalizar fue interrumpido por el nuevo presidente del Consejo,
quien tomó la palabra y públicamente denunció los hechos atribuidos a su
administración. En sólo minutos todos los participantes del encuentro fueron
testigos de los faccionalismos internos de la dirigencia atacameña, lo que marcó
un ambiente de tensiones que acompañó hasta el cierre del encuentro.
Obviando mi calidad de persona non grata, me incorporé al grupo que dialogaba
sobre el tema de investigaciones, en el cual participamos alrededor de cuatro
personas, una de las cuales había sido integrante de la Mesa de salud y otra
parte del equipo organizador del encuentro, representando a la CONADI. Mi
intención en ese momento no excedía a los intentos de iniciar un acercamiento
al conjunto de agentes que venían trabajando en el tema, por lo que mi
participación se limitó a escuchar y en algunos casos a dar mi opinión respecto
al papel y el aporte de la investigación antropológica en determinados procesos.
El resto del tiempo y la palabra del grupo fueron utilizados principalmente por el
representante de la CONADI, quien se encargó permanentemente de ratificar la
importancia de que todas las investigaciones que se realizaran en el territorio
pasaran por los controles de su organización. En ese momento el tema más
sensible estaba relacionado al posible patentamiento de las plantas medicinales
consideradas de uso tradicional atacameño por parte de las grandes
farmacéuticas transnacionales. Casi finalizando el encuentro, un grupo de
dirigentes y sanadores atacameños, varios de ellos ex integrantes de la Mesa de
salud, se reunieron para dar validez jurídica al proyecto de crear una Asociación
en pro de la Medicina Indígena. Sin embargo, los límites para constituirse como
tal, impuestos por la legislación indígena de los 90 establecían que al menos
debía estar conformada por 25 integrantes, lo cual hacía imposible que fuera
conformada por sólo sanadores o terapeutas indígenas licanantay y quechuas.
Ante estas exigencias y las restricciones a la participación indígena surgió
entonces la propuesta de crear la figura de colaboradores que, no siendo
211
médicos o curanderos indígenas, podrían apoyar el trabajo de la Asociación.
Aceptada la misma, se dio paso a la votación de una directiva de la Asociación,
la cual en primera instancia fue rechazada por salir elegida como presidenta una
ex dirigenta del Consejo de Pueblos Atacameños. El cuestionamiento central y
explícito de representantes de servicios y programas estatales iba dirigido a que
consideraban que el presidente de la Asociación debía ser un cultor indígena
(nombre con que comenzaron a ser llamados los sanadores indígenas desde
Estado, principalmente en los encuentros, talleres y seminarios organizados por
Orígenes). Ante la oposición a este sufragio se realizó una segunda votación, la
cual ratificó a la presidenta y a su directiva. Reconociendo los organismos
estatales que la elección se había realizado bajo las formas normales de una
elección democrática, los estatutos de esta nueva organización indígena fueron
aprobados y reconocidos ante la CONADI. Sin embargo, para la mayoría de los
involucrados, la Asociación representaba una continuación de la Mesa de salud
y la posibilidad de volver a tener un protagonismo en el control político del tema.
Lo concreto fue que con esta nueva organización, los antiguos dirigentes
marginados de la Mesa volvían a obtener reconocimiento político en este nuevo
campo de la salud intercultural, transformándose de aquí en adelante en el
referente directo de las relaciones con el Estado.
A partir de este momento los conflictos con las otras organizaciones indígenas y
principalmente con el Municipio local se agudizaron y fueron tomando un cariz
cada vez más de pugna etnopolítica entre antiguos dirigentes locales. Desde las
autoridades municipales la aparición de la asociación constituía una instancia
fuera de su control político y administrativo, por lo cual inicia paulatinamente una
política de deslegitimación contra la Asociación, a fin de obstaculizar el traspaso
de recursos del Estado hacia ésta. Los representantes del Consejo de Pueblos y
212
de la CONADI que habían participado activamente en esta propuesta,
argumentaron que el proyecto buscado a través de la Mesa había fracasado.
Según estos dirigentes, no se había alcanzado el reconocimiento esperado para
los sabios y el modelo intercultural atacameño construido durante esos años se
veía inviable, despertando la crítica y desconfianza incluso de los propios
sanadores que estaban participando. Ante la automarginación de estas
instancias y, de alguna manera, la frustración que generó en ellos la pérdida del
control del proceso en manos de otro sector de la dirigencia atacameña, vino un
período de reestructuraciones.
Las estrategias del poder local a través del municipio fueron cada vez más
apelar no sólo al carácter político de su autoridad, sino también al carácter
étnico avalado por sus trayectorias dirigenciales, muy anteriores a la Ley
Indígena. Estas resistencias y pugnas se vieron reflejadas en las heterogéneas y
hasta contradictorias posiciones respecto a lo que significó la creación de la
Asociación en el área indígena Atacama la Grande. Si se analizan las
expresiones de los protagonistas, estas sugieren un abanico que va desde las
posiciones más contrarias a la formación de la Asociación, representadas por las
posturas de las autoridades y funcionarios municipales (las tres atacameñas),
hasta las posiciones que vieron la constitución de la Asociación como un triunfo
y una nueva oportunidad para continuar el proyecto de recuperación y
reconocimiento de la medicina indígena o ancestral. Analicemos primero las
descripciones de quienes apoyaron y defendieron la conformación de la
Asociación dentro de los cuales se encuentra el encargado regional del
componente de salud, los dirigentes del Consejo de Pueblos Atacameños y
miembros de la antigua Mesa de salud. Escuchemos cómo recuerdan el proceso
ocurrido en Caspana:
213
“De hecho estaba en un POA (refiriéndose a que la creación de la
asociación se constituyó en un proyecto del Plan Operativo Anual) varias
cosas surgieron de la Mesa. De ser intermediario, darle formalidad en la
relación con el Estado. Es respetuoso porque todas las cosas salieron de
las conversaciones con las comunidades. Hubo un encuentro de cultores
de la medicina ancestral y los viejos aprobaron eso, en Quitor. Esos
viejos…son códigos distintos, se dio no más había que dar la validez.
Generar conversaciones hacerlos sentir de que había un interés nuestro
de trabajar en esta relación con el Estado y las comunidades. Pero no me
animo a decir lo que querían…Ellos planteaban el tema de asociarse,
pero no sabían cómo o para qué. Yo creo que el interés de ellos era
mantenerse vigente, practicando… Pa´ mi sigue siendo un gran
misterio...” (Yerko Mathew, Asistente Social. Primer Encargado regional
del componente de salud intercultural del programa Orígenes. Iquique,
Julio de 2008)
“Si…siempre se dijo que era bueno formarse...Básicamente nace por el
tema de la desconfianza ante todo esto que había pasado …y de luchar
por lo de la medicina ancestral…por que la priorización que había dado el
programa Orígenes era detectar solamente a los cultores, para
ver…consultarlo…ante todo este tema político, administrativo, técnico y
financiero, se decide crear una Asociación de cultores que no era una
prioridad al principio pero se dijo que era la única forma de luchar por este
tema…el escenario, tener una Asociación ellos mismos luchar, ellos
mismos conseguir recursos…el tema fue después..o sea nosotros
214
estábamos claritos…de que la Asociación, los cultores que practican la
medicina nos dijeron nosotros no vamos a ir a hablar con ellos…no
vamos a viajar a esperar un papel o que nos den una firma, no… y eso
después se malentendió en los servicios y hasta el día de hoy se
malentiende porque se dice que esa Asociación, algunos se guían por el
nombre y otros que derechamente ven que eso se formó por un tema
contestatario, reivindicatorio…en un principio fue todo el ADI….no había
una sensibilidad al respecto…yo pienso que por un tema más político que
se cuestionó la presencia de estas personas al interior de la Asociación,
que hasta el día de hoy están. Entonces al principio el ADI no tenía
sensibilidad con este tema, la demanda de los cultores no era bien visto
por desconocimiento, insensibilidad y derechamente por un problema
político. Y todos sabemos quiénes son los que no quieren que estén
ahí…Soy miembro de la Asociación. Me alejé como un año, …se estaban
haciendo las cosas de una forma que no queríamos los de la mesa y de
que en el camino se nos fue muriendo...los primeros encuentros
trabajamos con ellos, nos ayudaron, nos alentaron…ellos veían que esta
instancia qué bueno que se haya hecho esto y que ellos se fueron a la
tumba y engañados…que no llegaron las platas, que era mentira que el
gobierno quería un modelo de salud …entonces gente que trabajó por la
salud años…jamás recibieron una contribución, un reconocimiento,
nosotros les hicimos un reconocimiento por mantener vivas nuestras
costumbres…hay un conocimiento incalculable que nosotros no podemos
defraudarlos por estos proyectos, estas instancias que nacen
preparaditas para que uno se desgaste” (Wilson Segovia, sociólogo. Ex
asesor del Consejo de Pueblos Atacameños y ex funcionario de CONADI.
Miembro de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina
Ancestral Licanantay y Quechua. Calama, mayo de 2008)
215
“El gobierno interviene en todos los niveles. No quería que esa directiva
se hiciera presente porque la presidenta de aquel entonces, no era
acorde a su política. Entonces yo creo que entrar a inmiscuirse a asuntos
internos…es un error. El gobierno tiene miedo y no es capaz de aceptar
que venga gente con otra visión. Yo así lo vi, pero esa vez tuvimos otra
reunión dejamos a la persona. El jefe de Orígenes no quería que fuera
esa señora, pero la gente dijo lo contrario, queremos que sea. Entonces
no se está respetando la democracia…la decisión de cada miembro de
esta institución, eso no es democracia, la dictadura ya pasó…” (Wilson
Galleguillos. Ex presidente del Consejo de Pueblos Atacameños y
miembro de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina
Ancestral Licanantay y Quechua. Calama, Mayo de 2008)
“Lo veo como un hijo de Caspana más que de la Mesa, nosotros
queríamos ver a la Asociación de otra forma…ojalá sin recursos del
Estado…totalmente autogestionada…un grito de libertad de los
atacameños…algo muy pero muy nuestro, donde no estuviera la
CONADI, nadie…porque es nuestra salud, nuestra espiritualidad…Fue
como una alternativa, porque esto ya no daba para más…entre perderlo
todo y no tener nada optaron por gestionar y aunque costó un
mundo…los cultores estuvieron de acuerdo con el respeto de ellos de
hacer esta Asociación…con los colaboradores y siempre yo respeto
mucho el hecho de no exponerlos…porque mira por exponer nuestra
Mesa, lo que pasó… yo veo que todo el mundo habla de la Asociación,
vamos a tener que generar confianzas entre nosotros…de algunos que
hemos seguido luchando por esto…del Estado, por lo que pasó con las
platas, con Yerko y de nuevo los atacameños no hemos logrado
216
nada…quizás estaríamos trabajando con nuestros jóvenes con el
alcoholismo… Nosotros tenemos que seguir trabajando igual, que esté el
Estado involucrado o no esté el Estado involucrado…quizás a través de
nuestra Asociación…que no se convierta la Asociación en otro organismo
más de los tantos que existen que tiene que tener el Estado plata, venir el
Estado a decir tienen que caminar por acá y agachar la cabeza y decir
bueno yo no participo de esto, yo participo de algo que es
verdaderamente nuestro…” (Sonia Ramos, ex representante de la Mesa
de salud y actual presidenta de la Asociación de cultores y colaboradores
de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua. San Pedro de Atacama,
junio de 2007)
Las expresiones más críticas respecto a la creación de la Asociación se
concentraron como antes señalamos entre las autoridades municipales, que
durante los primeros años de Orígenes en el territorio tuvieron más bien una
participación pasiva. Sin embargo, a partir de este momento comienzan a ver
que no son el único organismo captador de los recursos del Estado e inician una
competencia por legitimarse como los principales administradores de la salud a
nivel local. Sus oposiciones a la Asociación se fundamentaron explícitamente en
dos razones. La primera de carácter histórica: las autoridades y funcionarias
municipales de la salud apelaban a sus trayectorias sociales y étnicas como
dirigentes de base de más de tres décadas. La segunda por los vínculos directos
con sanadores indígenas y la medicina atacameña: la directora del
departamento de salud municipal de entonces era la nieta de un reconocido
yatiri de la zona ya fallecido y que había participado en uno de los primeros
encuentros locales realizados en Quitor. La jefa de finanzas asimismo era hija
de un compositor de huesos también fallecido. Entre las críticas que hacían
217
explícitas estas funcionarias ante las acciones de la Asociación, estaban que
éstas replicaban las experiencias del sur con una lógica propia del pueblo
mapuche. El segundo aspecto se dirigía a afirmar que prácticamente ya no
existían sanadores ya que en los últimos años habían muerto algunos de los
más reconocidos. Desde esa perspectiva, las funcionarias municipales se
consideraban con la autoridad suficiente y legítima para reconocer quienes eran
los auténticos sanadores. En palabras de la máxima autoridad local, los modelos
de salud que pretendían implementarse y que eran apoyados por las acciones
de la Asociación tendían a homogeneizar las prácticas curativas atacameñas:
“Yo no concuerdo en las invenciones que se hacen muchas veces…que
no nos hace bien. Es invento, pero de nosotros también, de algunos
dirigentes y lo dijo una gente de afuera…de hacer una Asociación, de
juntar a gente que nunca ha estado junta. Lo acepta gente que no
entiende de la salud intercultural. Cada cual tiene sus formas. Hay
espiritistas, hay compositores, hay parteras, hay médicos, cada uno tiene
sus formas de enfrentarse a esas cosas que vienen como un don y de
repente lo metes en la misma línea” (Sandra Berna, alcaldesa de la
Municipalidad de San Pedro de Atacama y Consejera Nacional de la
CONADI).
La otra posibilidad es que lo que ha planteado la alcaldesa que nosotros
debiéramos mejorar a las cultores mejorándoles su lugar…cuando se
habla de eso, salta una persona diciendo yo también necesito…y yo
jamás de los años, jamás la he visto que esa persona sea
cultora…entonces para mí es una chacota…es una aprovechamiento al
final del cuentas…claro la medicina ancestral, le damos muchas vueltas,
218
nos vamos aprovechando del sistema no más… Yo reconozco a la Sra.
María… No vaya a ser cosas que la estamos llevando a cosas que no
corresponde y en algún momento pierde definitivamente el don y hasta
ahí vamos a llegar todo. Ella no más va a saber cómo tiene el don y que
hacer pa´ llevar bien, no exponerse a cosas que no correspondan. ..Yo
creo en toda la medicina ancestral, pero también creo que el que me va
hacer el remedio tiene que saber…y el programa se está prestando para
la chacota… Yo tengo mis dudas, yo creo que va a partir la Sra. María y
se va después ir. Los cultores están pidiendo que se les
pague…entonces ellos deben estar en sus casas y quien requiera esa
medicina buscará los medios, busco en auto, voy en bicicleta o en auto,
pero yo voy a buscar como acercarme al cultor. Si bien esta medicina
puede ser aplicada a indígenas y no indígenas, está orientada a los
indígenas, porque es el que cree en ella. No vaya a ser cosa de que está
la Sra. María atendiendo y haya una fila de gente no indígena
esperándola. De qué estamos hablando” (Mirta Solis. Directora
subrogante del departamento de salud municipal y presidenta de la
comunidad atacameña de Catarpe. San Pedro de Atacama, mayo de
2008)
“En algún minuto se pensaba que la Asociación de sanadores que se
quería formar no tenía mucho sentido porque habían personas que no
eran sanadoras…que no estaban reconocidas por la comunidad…iban a
trabajar en el consultorio y que ese era el fin de esas personas y después
tener un sueldo por ir a sanar” (Judith Soza. Ex directora del
departamento municipal de San Pedro de Atacama en el período 2004-
219
2005, nieta del reconocido Yatiri del pueblo de Talabre don Fabio Soza.
Calama, mayo de 2008)
“Yo les dije, eso no va a funcionar…me pidieron, vamos…nosotros
hablamos para sacar la personalidad jurídica y decirles a los cultores, acá
está, esto es de ellos…ellos tienen que ser los presidentes, no pueden
depender de nosotros, porque ellos saben…colaboradores profesionales
está bien…pero después entregárselo” (Sótero Armella, ex dirigente de
Talabre, ex miembro de la Asociación de cultores y colaboradores de la
Medicina Ancestral Licanantay y Quechua. Ex representante indígena
atacameño en los encuentros nacionales de Salud Intercultural. Talabre,
Mayo de 2008)
Sin embargo, en medio de estas dos posiciones abiertamente contrarias a la
Asociación aparecen otras posturas más intermedias y conciliadoras. Una de
ellas es la del encargado del Programa a nivel general, quien pese a mostrarse
en un primer momento más en la línea del Municipio, experimentó un cambio
importante respecto a su percepción sobre la Asociación. Reconoce que desde
el Municipio había escasa sensibilidad sobre el tema y que en el principio nunca
estuvo de acuerdo con la creación de una Asociación con estas características.
Sin embargo, al transcurrir el tiempo se fue dando cuenta de la importancia del
espacio para los sanadores que estaban en él y que pese a las enormes
complicaciones que se presentaron durante la implementación del componente
en la región, finalmente éste logró su objetivo:
220
“yo debo reconocer que no estuve muy de acuerdo con que esa mesa
pasara a constituirse como Asociación, porque cuál era mi discurso...si le
vamos a poner Asociación de cultores, eso lo discutía también con quien
estaba llevando adelante eso proyecto... Yo le decía, le han preguntado a
los cultores si quieren llamarse Asociación de cultores…ese era mi
cuestionamiento y si vamos a crear una Asociación de cultores, dónde
están los cultores…los que veo fuertemente comprometidos con la
medicina indígena ninguno es cultor…las principales, las cabezas
ninguna era cultora…debían constituir una Asociación pro medicina
indígena, pero no de cultores…Pese a que mantengo mi posición
respecto al nombre, que debió ser distinto…se han ido integrando y les
ha ido gustando y han ido participando. Yo también he ido
cambiando…ya bien, se constituyó una Asociación la cual yo no estuve
de acuerdo que se constituyera bajo ese nombre, pero no obstante yo
creo que ha tenido un mérito que es continuar trabajando la medicina
indígena. Cuando el programa con otros proyectos se retira, quedaron
estancados…y en medicina indígena no hay grandes platas que están
metidas…la gente que está metida ahí de la Asociación no recibe un
sueldo…sin embargo han mantenido vivo el tema, donde de a poco los
cultores se han ido apropiando de ese espacio y no me extrañaría que…
los propios cultores digan nosotros nos hacemos cargo en delante de
llevar la batuta…nunca se habló de crear una Asociación. Era una idea…
había que agruparse para acceder a recursos…viene de la mesa (Justo
Zuleta. Encargado regional del programa Orígenes. Calama, mayo de
2008)
221
La otra postura intermedia y que marcó un cambio en las relaciones entre
servicios estatales y organizaciones indígenas es la de la encargada regional del
PESPI, quien se incorporó al trabajo en el territorio en pleno conflicto, cuando la
Mesa fue desautorizada y se crea la subcomisión de salud. Su visión de lo
ocurrido, desde su rol de coordinadora de las reuniones de la subcomisión de
salud entre los años 2004 y 2006 queda reflejada en los siguientes dichos:
“Yo creo que por el hecho de los integrantes de la Mesa también son los
integrantes de la Asociación, ya que no llegaban como cualquier
representante de comunidad, sino como integrante de la Asociación y
fueron reconocidos e integrados formalmente en la comisión temática de
salud…y ellos empezaron a jugar un rol que antes había ocupado la
Asociación indígena Consejo de Pueblos Atacameños y ellos son ahora
los que ejecutan los proyectos, las ideas…lograron y yo creo que se
sintieron apoyados por el Servicio, porque después que se crearon bajo el
alero de Orígenes …pero después Orígenes se acabó y su
funcionamiento ha sido respaldado o auspiciado por el PESPI…en gran
parte por la presencia de la Asociación y el compromiso que han
tenido…” (Claudia Medina. Encargada del Programa Salud y Pueblos
Indígenas del Servicio de Salud regional período 2004-2009. Antofagasta,
mayo de 2008)
En síntesis, el primer período de la Asociación se puede sintetizar como un
tiempo de organización y estructuración de roles. Con pocos recursos
destinados principalmente a las reuniones de esta nueva agrupación, se
realizaron algunos proyectos de difusión radial e intentos infructuosos de trabajo
con las escuelas de la comuna. A su vez, la distancia e indiferencia del
222
Municipio se hizo claramente visible en las acciones del propio centro de salud
de la comuna, el cual presentó permanentemente obstáculos en pos de un
trabajo complementario o intercultural. De hecho, el paso de la sanadora
atacameña por el consultorio fue sólo conocido por algunos, mientras que los
intentos de generar redes y comunicaciones eran constantemente interferidas
por las presiones desde el departamento de salud municipal. Los conflictos entre
autoridades municipales y la presidenta de la Asociación durante el período de
la subcomisión de salud fueron aumentando una vez que la Asociación pasó a
formar parte de esta instancia. Estos se focalizaron en torno a dos momentos. El
primero, cuando una de las sanadoras comienza a atender dentro de las
estructuras del centro de salud, iniciándose la que fue llamado la primera
experiencia piloto de la salud intercultural en la comuna de San Pedro de
Atacama y cuyo avance fue frenado por las autoridades del municipio104. El
segundo gran conflicto se desató unos meses después, cuando llegaron los
fondos de Orígenes para habilitar el lugar para la atención de los sanadores
indígenas. En ese contexto el Municipio hizo entrega del plano de construcción
en el cual los miembros de la Asociación descubrieron que el espacio físico era
más reducido que el acordado y que no contemplaba el baño. Esto nuevamente
indignó a los miembros de Asociación, quienes rechazaron el plano
argumentando que no estaban pidiendo migajas. Ante esta reacción, el
Municipio ofreció devolver el dinero y detener el proyecto, frente a lo cual la
directiva de la Asociación pidió una reunión exclusiva con el Concejo Municipal.
Ante las explicaciones dadas por la directiva de la Asociación, el Consejo
Municipal decide ceder el lugar en comodato por 10 años, incluyendo la
ampliación del recinto. Hasta ese momento las diferencias entre Asociación y
Municipio se mantuvieron alejadas de los sanadores, quienes al ver que
104
Otras de las formas en que el municipio ejercía presiones para frenar los procesos de avance en relación
al tema era a través del no uso de los recursos disponibles para capacitaciones que los programas estatales
designaba al departamento de la salud, o bien, el retraso en la gestión de recursos para proyectos que se
realizaron en conjunto y con enormes dificultades entre la asociación y el consultorio municipal.
223
nuevamente se complicaba el escenario fueron cediendo a las presiones de
ambos lados por utilizar la ex posta como lugar de atención. Finalmente y con
platas de Orígenes traspasadas al municipio se remodela la ex posta sin
hacerse demasiadas preguntas sobre la orientación del lugar, su historia con la
salud formal y si cumplía con las condiciones para que allí se ejerciera la
medicina ancestral. Después de un intenso período de disputas por la inversión
de los ocho millones de pesos, que eran parte de esos recursos de Orígenes
que nunca llegaban, finalmente se consigue remodelar una pieza de
aproximadamente quince metros cuadrados, a la cual se le puso la restricción de
uso exclusivo terapéutico y no asociativo. Por supuesto, y como veremos, el
inicio de las atenciones en este lugar significó desatender las restricciones de
uso impuestas, convirtiéndose en un espacio controvertido y nuevamente
generador ya no de conflictos entre autoridades, sino en campo de batallas entre
los espíritus benignos y malignos que comenzaron a habitar en la sala. Es el
momento de los sanadores y de sus prácticas rituales y exorcizantes, que
iniciaron una etapa hasta ahora desconocida. Nos referimos a las acciones que
comienzan a partir de la inauguración de la sala curativa Likana. Esta inicia sus
actividades con el trabajo de atención de sanadores atacameños dos días a la
semana. Los días lunes y jueves se reúne una fila de gente esperando ser
atendida. Vienen de todas las localidades de la comuna, incluso una gran
cantidad de gente viene de la ciudad de Calama. Los terapeutas indígenas se
toman el lugar y comienzan una dura batalla, ésta vez ya no con autoridades ni
servicios estatales, sino con espíritus y divinidades que enferman al pueblo y a
sus habitantes.
224
3. Ritualización y demonización de la Medicina Ancestral
Sanando desde los márgenes. A sólo algunos pocos kilómetros de la capital
comunal de San Pedro de Atacama se encuentra Villa Solor. Esta población se
formó hace pocos años, producto de una toma de sitios realizadas por
habitantes que se reconocen atacameños sin tierra. Algunos de ellos
descendientes de antiguos pobladores y propietarios del lugar que vendieron
sus tierras en un momento de acelerado despoblamiento y migración a la
ciudad. Otro grupo, simplemente indígenas sin tierras o “afuerinos” que se
fueron quedando, atraídos por el boom del turismo. Separada por un camino del
antiguo y tradicional ayllu de Solor, se encuentra la casa de la sanadora María
Tejerina Pachao. Atacameña oriunda del pueblo de Socaire y madre de siete
hijos. A sus casi 64 años de edad, es una de las curanderas más reconocidas y
buscadas del territorio. Actualmente es la única que se dedica plenamente a la
actividad de sanadora indígena, tarea que ha realizado principalmente y como
muchos otros sanadores atacameños, en su propia casa. En este caso, en una
pieza especialmente construida para el fin de atender a sus enfermos que
acuden diariamente a verla. Sus orígenes socaireños le recuerdan sus raíces y
vínculos con el noroeste argentino, de donde proviene su padre y una parte de
su familia que hasta hoy habita en esa zona fronteriza.
Al igual que otros curanderos llamados “maestros” o “yatiris” en la región andina,
la sanadora María Tejerina recibió la caída de un rayo cuando pastoreaba sus
ovejas en plena cordillera. Estando en compañía de una amiga y con solo doce
años experimentó en su vida un acontecimiento que transformó su existencia.
Luego de un tiempo de no comprender lo que le pasaba y sintiéndose
particularmente enferma y con signos de adelgazamiento, pidió ayuda a un
sacerdote católico, quien le aconsejó no preocuparse por lo que le pasaba.
Tiempo después se encontró con un pastor evangélico, quien le señaló que
225
había recibido un don especial de Dios. En esa oportunidad el pastor evangélico
le regaló una biblia, que desde ese instante la acompaña a todas partes donde
ella se desplaza. Sin saber leer ni escribir, la utiliza como medium para curar a
cientos de hombres, mujeres y niños de su territorio y de destinos lejanos. A
través de ella conoce las plantas medicinales que debe ocupar para curar las
enfermedades, cómo también los diversos rituales que debe realizar ante la
multiplicidad de enfermedades que ella diagnostica observando la mano del
enfermo sobre su biblia. Sin embargo, su don durante muchos años pasó
inadvertido y sólo unos pocos experimentaron su poder de sanación. Después
de varias décadas en Calama y cuando ya sus siete hijos habían terminado sus
estudios, retorna a San Pedro para iniciar una nueva etapa de dedicación
exclusiva a sus “trabajos”, como ella denomina a sus tratamientos.
Cuando uno llega a su casa, lo primero que encuentra es un cartel que dice
“María Tejerina - de Lunes a Jueves”. Con esto ella indica que en esos días
puede atender, ya que como otros sanadores, el día viernes tiene estricta
prohibición de hacerlo. No obstante, los autos llegan a cualquier hora y los fines
de semana, recibe a muchos enfermos de la ciudad de Calama. Sus
conocimientos incluso le permiten saber también si el enfermo cree que va a ser
sanado y si va a cumplir con las exigencias del tratamiento. A su vez, tiene la
capacidad de advertir cuando una enfermedad es de “médico”, señalando así
que la recuperación de la salud no está en el sistema indígena tradicional, sino
en el sistema biomédico. Pese a esto, tiene unas cuantas historias de enfermos
porfiados que por no creerle se murieron de peritonitis. Ella, al igual que otras
mujeres y hombres atacameños cuyos conocimientos de la medicina son
mayores que los de la población en general, han atendido partos durante su
vida. Práctica actualmente en desuso después de la política de persecución a
226
los sanadores realizada por el sistema público en el siglo pasado. Sin embargo,
muchas mujeres recurren a ella para que las componga cuando su bebé no está
en la posición adecuada o bien para saber aproximadamente cuando va a
ocurrir el nacimiento.
Ella, al igual que otros sanadores, fue invitada a formar parte de la Asociación
de cultores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua en el encuentro de
Caspana del 2006, y a formar parte del Consejo de Desarrollo Loca en salud en
el 2007. En ese espacio surge la idea y propuesta de una experiencia
intercultural piloto, la cual consistió finalmente en la facilitación de un box en el
consultorio para atender una vez por semana, entre dos a tres horas, a los
enfermos que requieran de su ayuda. Pese a la enorme confluencia de gente en
ese período, la experiencia duró tan solo tres meses y no fue evaluada en vistas
a su continuidad. Su situación de salud durante ese breve período se fue
deteriorando y las razones a las que ella atribuyó su estado fueron un mal que le
estaba realizando gente del propio centro de salud. Al finalizar esta experiencia
esta sanadora decide mantenerse alejada del territorio casi por dos meses.
Unos meses, después en mayo de 2008, la Asociación recibe formalmente la
sala Likana, que había sido construida en la antigua posta con recursos de
Orígenes. Sin respetar ni el tipo de construcción, ni la infraestructura necesaria
para quienes trabajarían allí (orientación del lugar al noreste, piso de tierra para
rituales, etc.), en mayo se inauguró esta nueva sala de atención de sanadores
indígenas atacameños. En esta experiencia participarían al menos 7 u 8
sanadores que una vez por semana atenderían al público que desease acceder
a la medicina ancestral. En el mes de julio se iniciaron las atenciones y
nuevamente la sanadora María Tejerina comenzó a recibir entre quince y veinte
enfermos por día. Pasados casi tres meses desde el inicio de esta experiencia, y
227
convirtiéndose nuevamente en la cara visible de la medicina indígena
atacameña, comunicó su deseo de dejar la sala y seguir atendiendo en su casa.
Su salud y tranquilidad se habían visto perjudicadas, porque un mal rodeaba la
sala. En esa ocasión incluso se encuentra en riesgo de contraer una
enfermedad grave de la cual no se va a levantar (indicando que está en peligro
de muerte). Esta vez sugiere que el mal ya estaba en la sala, desde el período
en el que fuera posta rural, por lo que había muchas almas y espíritus
intranquilos. Se encontraba en medio de una batalla espiritual, que se
manifestaba a través de un fuerte malestar en el corazón cada vez que venía a
atender a la sala. Cree que son advertencias respecto a que no debe continuar.
Sin embargo la fidelidad a su organización y a sus pacientes la continúan
motivando a trabajar en la sala. La visibilización de las prácticas de salud
indígenas comienza a revelar sus efectos desfavorables sobre la salud de los
propios sanadores.
El retorno de los dioses. En este escenario se realizó en mayo del 2008 la
inauguración a la Sala Curativa Likana, emblema de históricas luchas desde que
el componente de salud del programa Orígenes llegó a territorio atacameño.
Como es costumbre, ésta se realizó con la presencia de todas las autoridades
políticas e instituciones estatales correspondientes. Sin embargo y sin que
muchos se enteraran, minutos antes del inicio de la ceremonia, la actual
presidenta de la Asociación reunió a los sanadores presentes y juntos invitaron a
las autoridades a realizar un antiguo ritual practicado entre algunas familias
atacameñas. Este consistía en la costumbre de pedirse públicamente perdón
ante la familia y comunidad, gesto con el cual la Asociación intentaba iniciar una
nueva etapa de su existencia como organización. A partir de este hecho y con la
inauguración oficial de la sala comienza un tercer momento que hemos
228
denominado la ritualización y demonización de la medicina ancestral. Éste se
caracterizará por el inédito protagonismo de curanderos y yatiris locales, quienes
irán apropiándose progresivamente no sólo del espacio físico de la sala, sino de
todo el proceso del que ahora hasta habían estado marginados. La experiencia
se inició con las atenciones de algunos sanadores, de los cuales sólo una tuvo
más continuidad y el resto sólo en períodos excepcionales. Algunos habían
dejado en claro desde el inicio que atenderían en sus casas. Otros por la
distancia geográfica consideraban que su participación sería intermitente,
mientras que un tercer grupo que al comienzo había aceptado la invitación a
atender en la sala, paulatinamente se alejó. Las razones no están muy claras.
En pocos meses de iniciada la experiencia, la salud de la sanadora se debilita ya
que el lugar estaba malo y nunca se le había hecho algún trabajo o ritual para
limpiarlo. Los signos eran un intenso agotamiento físico y la perturbación mental
y espiritual. Según le habían advertido la sala estaba siendo vigilada por
funcionarios del Municipio. Ante esta realidad, el pequeño grupo que permaneció
en la sala inició un proceso de ritualización con el cual buscaba exorcizar los
malos espíritus que rodeaban a la sala y a la Asociación y que no permitían un
estado de armonía y equilibrio, síntomas considerados como fundamentales
para una buena salud en la cosmovisión indígena atacameña.
Este proceso se inició con un pago a la Pachamama que como en gran parte del
mundo andino, se realizó el 1° de agosto del 2008 a los pies del mallku protector
Licancanbur. Ese día comienza el calendario agrícola y la población atacameña
realiza ofrendas y pagos a la tierra. Los campos amanecen sahumados en señal
de que se están realizando las costumbres y convidos, como se nombran a los
ritos de agradecimiento a la madre tierra o pattahoiri (en lengua kunza). Con
esto se empieza un período de intensa actividad ritual y productiva, en la que los
229
campos son arados en preparación de las siembras que se extenderán hasta
noviembre. Durante todo agosto se realizan rituales a fin de mantener el
equilibrio entre los hijos, ancestros y divinidades. Asimismo es un mes delicado
en el que es preciso cuidarse. La tierra está abierta y puede agarrarte como lo
expresan los sanadores y sabios indígenas. Asimismo, si no estás atento o no
has pedido permiso para transitar por ciertos lugares sagrados, los abuelos
pueden enfermarte105. Por este motivo, los especialistas indígenas dedican este
día y todo el mes a las celebraciones y wakis, a fin de asegurar la protección y la
prosperidad de las tierras, animales, trabajo, familia, etc. En esa oportunidad, los
maestros o yatiris que realizaron el pago revelaron a través de las hojas de coca
lo que estaba ocurriendo en Atacama. Un escenario de confusión y de
enfermedades reinaba en el pueblo debido al ultraje y explotación que se estaba
haciendo a la Madre Tierra. El pueblo se encontraba enfermo porque se estaba
perdiendo la fe en las prácticas curativas ancestrales. La introducción del alcohol
y la droga, como la excesiva sobrecarga y explotación del espacio territorial
atacameño y sus recursos, producto principalmente de la actividad minera y
turística, amenazaban el equilibrio y la salud provocando que la tierra
comenzara a “cobrarse” vidas. Sitios sagrados como las termas de Puritama, los
geiseres del Tatio y las vegas de pastoreo de algunas localidades estaban
siendo comercializados y acaparados por las empresas estatales y privadas a
fines económicos, sin considerar su importancia cultural. La tierra y sus cerros
estaban hambreados, los ancestros estaban siendo olvidados mientras la salud
de la población local progresivamente se deterioraba en la medida que los hijos
de la tierra se alejaban de sus prácticas y tradiciones. Los sanadores de la
105
La tierra y los abuelos forman parte del conjunto de enfermedades de los atacameños que sólo
sanadores indígenas pueden tratar. Asimismo, rituales como los pagos, wakis o convidos representan
formas de tratamiento de estas enfermedades que, por lo general, se atribuyen a la transgresión de las
relaciones con el entorno o la comunidad. Aunque existe una amplia literatura sobre las etiologías
indígenas en territorios andinos afines, para el caso de las comunidades atacameñas del Salar se encuentran
pocos trabajos. Entre ellos el realizado por Chamorro y Tocornal (2005), y el informe realizado por
Bolados y Moreno (2006).
230
asociación y sus colaboradores consideraron que era preciso realizar diversos
rituales en el territorio. Los lugares de acopio de hierbas medicinales se estaban
secando y los campos experimentaban largas sequias produciendo efectos
devastadores en el ganado y los cultivos. Es ante estas realidades develadas el
día del ascenso al cerro macho Licancabur a comienzos de agosto, que
miembros de la asociación organizaron una rogativa del agua a fin de pedirle
ayuda a las divinidades y espíritus tutelares. Los conflictos suscitados con
empresas mineras estatales y trasnacionales vinculados al agua, primero con la
empresa trasnacional Minera Escondida y posteriormente con la estatal
Codelco, exigían la intervención de los ancestros antes que se iniciara la época
de lluvias. El lugar escogido esta vez fue en el sector de la precordillera cercano
al pueblo de Río Grande. No obstante, en torno a esta rogativa surgieron
interesantes paradojas: la primera se relacionaba con el ritual mismo y las
diversas formas en que los sanadores y otros miembros consideraban que debía
realizarse. Para algunos la presencia del sacerdote era indispensable mientras
que para otro sector, un elemento externo que alteraría el buen desarrollo del
mismo. Sobre los criterios de quien debía presidir también existían diferencias.
Para algunos debía ser al más antiguo, para otros los representantes locales de
Río Grande, y un tercer sector apoyaba la idea que lo realizara la Sra. María
Tejerina, reconocida por todos los sanadores y colaboradores en cuanto a sus
poderes y conocimientos de estas costumbres. Un segundo problema se produjo
entre sanadores del Alto Loa y el sector del Salar de Atacama, quienes venían
enfrentando desavenencias respecto a sus posiciones frente al controvertido
proyecto geotérmico que en ese momento se estaba definiendo. Respecto a
este punto, los sanadores del sector Alto Loa, cuyas comunidades tienen a
cargo la administración del sector de los geiseres del Tatio, argumentaron que
todavía no se conocían los supuestos efectos negativos que generaría la
exploración geotérmica en la zona. La tercera paradoja emergió por la discusión
231
respecto a si se debía invitar a autoridades públicas a este ritual, lo cual un
sector de dirigentes (no sanadores) defendía sosteniendo que era una forma de
hacer pública la denuncia de la explotación del recursos hídrico en el territorio.
Sin embargo, la mayoría optó porque el ritual se realizara con la participación de
solo miembros de la asociación. Se advierten diferencias no sólo en las formas
de cómo cada sanador concebía realizar este ritual específico, sino también
entre los colaboradores según su afiliación o cercanías políticas y/o religiosas.
Finalmente la postura de yatiris y curanderos prevaleció, insistiendo que ellos
debían presidir la rogativa. Las breves lluvias que se desataron a los días de
haberse realizado la rogativa fueron para los sanadores una señal de que
habían sido escuchados por sus ancestros y divinidades. Mientras que para
otros miembros de la asociación, estas lluvias no satisfacían los déficits de agua
de los oasis y pueblos de la cordillera, lo que se explicaría por la falta de fe de
algunos de sus participantes, el incumplimiento de algunos de los compromisos
asumidos para esa rogativa y la presencia de espíritus maléficos que tenían
atrapados a algunos de los miembros de la Asociación. Había que volver a
realizar otro rito ante las deidades protectoras, esta vez más en secreto y con la
participación de sanadores itinerantes mayas provenientes de otros lugares, que
en esa oportunidad se habían acercado a la sala. El lugar ya no sería sólo el
mallku protector Licancabur sino también y en especial el mallku Tatio, centro de
los conflictos y disputas en el último período entre el Estado y las organizaciones
indígenas atacameñas. Es así como algunos de sus miembros recorren el
Licancabur y el Tatio realizando pagos y ritos que piden la lluvia y la sanación
del pueblo Licanantay. Los protagonistas de este período son quienes saben
hacer los rituales y tienen la fuerza suficiente para enfrentar esta batalla
espiritual.
232
Sin embargo y paralelamente al proceso de ritualización que inician los
sanadores, en ese mismo período se pone en marcha un proceso de
demonización en torno a la sala y a los agentes que trabajan allí. Este se
produce en medio de comentarios de descrédito respecto a por qué los
sanadores cobran dinero por sus atenciones y juzgando que esas acciones son
contrarias al sistema tradicional indígena. Corren los rumores de que en la
Asociación hay brujos que no buscan sanar sino enfermar a las personas106. Es
el momento de abandonar la sala como centro de las prácticas curativas
tradicionales y buscar un lugar donde estas estén menos expuestas y
controladas. La sala parecía haber cumplido una etapa para los sanadores que
habían trabajado en ella, argumentando no sólo que éste era un lugar
inadecuado desde el punto de vista de la cosmovisión médica atacameña, sino
que también era un espacio permanentemente controlado por las autoridades
locales. Se exponían las dificultades de compatibilizar las formas organizativas
basadas en el sistema de asamblea promovida por dirigentes, con un complejo
heterogéneo e irreductible sistema terapéutico indígena que se guiaba por
revelaciones y mandatos de orden sobrenatural. La asociación comienza así a
dar muestras de que requiere otro tipo de estructura, en la cual los tiempos y
espacios rituales dominen a los tiempos burocráticos. Asimismo, de la enorme
responsabilidad que tiene la asociación en cuanto a proteger y cuidar los últimos
maestros y yatiris atacameños que quedan en el territorio. Algo de esta
106
Resulta interesante recordar las históricas atribuciones de los curanderos y médicos indígenas a brujos.
Un ejemplo clásico de la historia en Chiloé nos trae a la memoria el denominado “proceso contra los
brujos” de 1880, cuyos antecedentes se remontan al año 50, cuando la iglesia en su Primer Sínodo condena
a las machis por ser causantes de enfermedades y males, así como de la práctica de ritos y ceremonias
supersticiosas. Sin embargo, al no poder probar ningún delito, finalmente lo que se hace es condenarlas y
arrestarlas por conformar una asociación criminal llamada la Recta Provincia. Es decir, ante la falta de
pruebas de las acusaciones terminan siendo condenados por asociación ilícita y no por sus conocimientos y
prácticas como falsos médicos. Este hecho histórico y con el cual se explica que hayan desaparecido los
machis de la isla de Chiloé en el siglo XIX, nos recuerda lo ocurrido con los curanderos de Atacama un
siglo antes, cuando después de un proceso que significó casi seis años de persecución, penas de destierro e
incluso muerte, son liberados de las acusaciones de brujerías y hechicerías realizadas por el corregidor, por
falta de pruebas racionales de acuerdo a las autoridades coloniales (Hidalgo y Castro 1997, Castro e
Hidalgo 1999).
233
experiencia fue la que representantes de la Asociación de sanadores mostró en
el Encuentro Nacional de Salud Intercultural convocado por el Ministerio de
Salud en diciembre del 2008, en la ciudad de Temuco. En medio de un
verdadero desfile de modelos (algunos de ellos catalogados como elefantes
blancos de la salud intercultural por su magnitud de recursos humanos y
económicos involucrados), aparecen las atenciones de la sala likana como una
experiencia incipiente todavía poco intercultural y demasiado ancestral desde la
perspectiva de los representantes del sistema público presentes. Sin embargo,
para varias de las organizaciones indígenas involucradas en este campo de la
salud intercultural, la experiencia minúscula de la sala Likana fue recordarles sus
primeros pasos, antes de que se convirtieran en los prototipos de la salud
intercultural a nivel nacional. El énfasis en las dimensiones no protocolizadas y
espirituales de la salud, entusiasmaron a no pocos equipos regionales a conocer
la cosmovisión atacameña que emergía detrás de estas prácticas. A su vez, esta
experiencia llena de ritos y pocas estadísticas, según lo señalaron varios
participantes, le recordaron a otros sectores de la dirigencia indígena nacional,
que el campo de la salud intercultural se ha construido en base a una
complementariedad más bien asimétrica que no siempre ha respetado las
formas y lógicas culturales del sistema curativo indígena, y cuyo contexto
histórico y territorial específico impiden que se transformen en experiencias o
modelos “replicables”.
Como es posible advertir, la comprensión de la salud entre los atacameños,
como en otras poblaciones originarias no está separada de las relaciones con la
tierra, los animales, la unidad doméstica y las obligatoriedades comunitarias. Así
como tampoco está aislada de las históricas relaciones que estas poblaciones
han tenido con el capital extranjero desde la colonia y posteriormente con el
234
Estado en los siglos siguientes. Lo impredecible e incontrolable que rodean las
prácticas terapéuticas atacameñas, como su capacidad de adaptación e
incorporación de elementos de diversas tradiciones, le asignan un carácter
especialmente incierto a cualquier propuesta de institucionalización y
burocratización, particularmente cuando las formas de retribución y el propio
reconocimiento y valoración no dependen de políticas nacionales generales sino
de prácticas culturales que las sustentan y le dan vida.
La situación actual de la Asociación y de la sala Likana no hace más que
mostrarnos la ambigüedad del fenómeno multicultural actual. Las estrategias del
Estado por expandir su campo de intervención a través de la incorporación de
esta nueva área, no marcha a la par de los procesos locales que nacen de una
cosmovisión que es siempre dinámica e impredecible. Al parecer, las múltiples y
variadas prácticas terapéuticas poco sirven para construir un modelo de salud
atacameño, cuya riqueza y complejidad se expresa tanto en la
complementariedad de los sistemas médicos que funcionan actualmente en el
territorio (sanadores indígenas, prácticas campesinas, medicinas alternativas,
ritos de sanación de carácter religioso, etc.), como en los heterogéneos
itinerarios terapéuticos por los cuales transita la población en búsqueda de
curación. Las antiguas demandas de control de la investigación y del
patentamiento de las plantas medicinales que promueven sectores de la
dirigencia indígena a su vez revelan contradicciones con la cosmovisión de los
especialistas indígenas quienes en muchos casos se proveen de hierbas y
objetos rituales dentro de un circuito que trasciende los límites de las fronteras
nacionales. En este sentido, tanto funcionarios estatales como dirigentes
indígenas locales, continúan mostrando aun cierta distancia del pequeño y
poderoso mundo de sus maestros y sanadores. Esta apreciación fue
235
ampliamente compartida por el grupo de sanadores que participó del estudio
sociocultural que, nuevamente con fondos de Orígenes, intentó realizar un
diagnóstico de la medicina indígena local y que sólo sirvió para justificar la
inversión en los pueblos indígenas, pero que poco sirvió a quienes
generosamente entregaron sus conocimientos. Nos encontramos en un
momento donde los discursos dirigenciales y estatales han ido quedando
silenciados ante la efectividad y potencia de los ritos curativos de chamanes y
yatiris atacameños. Aún siendo muy pocos, y en su mayoría adultos mayores,
confían en que los dones volverán a caer sobre los hijos o nietos de esta tierra,
quienes tendrán a su cargo la responsabilidad de sanar a este territorio
saqueado por la mano de los poderosos y cuya codicia no deja descansar a los
abuelos y gentiles. La tierra cada año vuelve abrirse a fin de que sus maestros
hagan ofrendas y convidos en nombre del pueblo, mientras que la guerra del
agua que divide a comunidades, Estado y compañías trasnacionales, se
constituye en una de las batallas actuales más relevantes. La Asociación se
encuentra hoy en una dura y difícil encrucijada. En su interior recluta a los pocos
sabios y chamanes que quedan en el territorio. Cada uno con un sistema de
trabajo distinto y muchas veces atribuido a divinidades diversas. A su vez, en la
asociación continúan existiendo los colaboradores que pese a que se
propusieron ser un apoyo para los sanadores, muchas veces no comprenden o
no aceptan simplemente que estas prácticas no conformen una unidad
homogénea y estructurada como la que exige la política neoindigenista actual.
No obstante, la historia muestra que más allá de las diversas estructuras de
dominación, las prácticas culturales, entre ellas las curativas; vía adaptación e
incorporación de elementos de diversas tradiciones (católicas, evangélicas, etc.)
se han reproducido y reacomodado a fin de sobrevivir.
236
Una nueva crisis se advierte, las presiones del campo de la salud intercultural
promueven la visibilización de estas prácticas y de sus agentes. Mientras tanto,
las experiencias interculturales, primero en el consultorio y luego en la sala
Likana, dejan al futuro de la salud intercultural en el territorio atacameño abierto
e incierto. A su vez y paradójicamente, en medio de una política de
reconocimiento de estas prácticas y de promoción de la interculturalidad en
salud, las imágenes y representaciones de los yatiris y curanderos vuelven a ser
objeto de criminalizaciones y estigmatizaciones desde los medios de
comunicación escrita. Esto nos recuerda a los procesos de brujerías del siglo
XVIII en los cuales ya se advierte de las incomodidades que producían estos
personajes y sus prácticas, así como también de la inestabilidad que estas
representan para el orden social imperante. Esta situación que desde tiempos
coloniales tempranos justificó procesos de extirpación de idolatrías (en el siglo
XVII) y procesos de brujerías (en el siglo XVIII), y que se prolongó durante la
república a través de políticas de persecución y negación vía imposición del
modelo biomédico, ahora pretende revertirse a través de políticas de control y
regulación participativas. Sin embargo, cuando estas estrategias resultan
complejas de controlar, sólo queda volver a criminalizarlas y demonizarlas
públicamente, ya sea acusándola de constituir asociaciones ilícitas o un sistema
de brujería organizada que atenta contra el orden establecido.
Las recientes vinculaciones de yatiris con actividades a favor del narcotráfico
realizadas por agentes de la policía de investigaciones en un diario local en junio
del 2008, muestran las nuevas formas en las cuales se intenta deslegitimar y a
su vez estigmatizar la figura de yatiris o curanderos en las regiones andinas del
norte de Chile. Asimismo, una ambigua nota en el diario de mayor circulación
local de la Provincia del Loa, región de Antofagasta, acusa a dos mujeres por
237
portación de hoja de coca para uso ritual. Se manifiestan así las contradicciones
entre la política indígena en salud y la legislación nacional, la cual todavía
penaliza en Chile el trasporte del principal elemento curativo y ritual andino: la
hoja de coca. Estas relaciones que se establecen entre curanderos y crimen
organizado o brujerías; así como entre la hoja de coca y el delito, son sólo un
ejemplo de las enormes distancias existentes aún para un efectivo
reconocimiento de estas prácticas.
238
Figura 8: Portada del Diario Estrella de Arica del 29 de Junio del 2008
239
Figura 9: Portada Diario El Mercurio de Calama del 6 de Mayo del 2009
240
Capítulo 4
Etnicidad y etnodesarrollo: las disputas por el control de la salud
intercultural
“Si por etnodesarrollo se entiende el ejercicio de la capacidad
social de un pueblo para construir su futuro, aprovechando para
ellos las enseñanzas de su experiencia histórica y los recursos
reales y potenciales de su cultura, de acuerdo con un proyecto que
se defina según sus propios valores y aspiraciones; entonces, el
proceso de etnodesarrollo exige el cumplimiento de un cierto
número de condiciones o requisitos de diversa índole…cualquier
proyecto de etnodesarrollo consistirá en una ampliación y
consolidación del ámbito de la cultura propia, es decir, en el
incremento de la capacidad de decisión del propio grupo social,
tanto sobre sus recursos propios como sobre recursos ajenos de
los que pueda apropiarse. Y, en consecuencia, el etnodesarrollo se
traducirá en la reducción de los componentes enajenados e
impuestos dentro de la realidad cultural…El problema queda
planteado entonces en un nivel político: impulsar o crear las
condiciones para el etnodesarrollo implica fundamentalmente,
fortalecer y ampliar la capacidad autónoma de decisión” (Bonfil
Batalla en su texto El Etnodesarrollo: sus premisas jurídicas,
políticas y de organización 1982:135)
“Al no existir esa discusión interna, como pueblo, con un proyecto
de pueblo, de cómo avanzamos… ¿Cómo va a ser la relación con
241
este Estado que parcializa la realidad? Si los lican no hemos
respondido estas primeras preguntas. Nosotros los lican estemos
relacionándonos desde nuestro proyecto de etnodesarrollo…
mientras no resolvamos eso, vamos a estar un pueblo más lejano
como identidad, un pueblo que está destinado a un fin trágico… y
con dolor te señalo eso…la cara no lo es todo, y hay mucho
yanacona también y como hay mucha gente no indígena pero que
tiene más afinidad a la idea de un desarrollo alternativo
respetuoso, que tienen que ver más con los valores del mundo
indígena… el Estado con las comunidades es una relación
temerosa, y cuando las personas reaccionan con mucho miedo,
mecanismos de defensas, mucho más el Estado que los indígenas.
Y los indígenas que están y son funcionarios del Estado y que se
compraron la pomada del Estado, son yanaconas, son los mayores
obstaculizadores del etnodesarrollo…los licanantay tendrán su
proceso lento de relacionarse con el Estado y que algunos sacan
cuentas alegres y otros no, yo soy un convencido…” (Yerko
Mathew. Primer coordinador regional del componente de salud
intercultural del Programa Orígenes. Iquique, julio de 2008).
“Los países son un continuo, la historia es permanente. Y por eso
hoy aquí puedo decir que cuando el 2006 y el 2007 estemos
invirtiendo 73 millones de dólares, y trabajando con otras 600
comunidades que se incorporan, entonces, es cierto, estamos
actuando más allá del gobierno. Es que la obligación, en
democracia, del gobernante, es pensar más allá de su período de
gobierno”. (...) Y por eso cuando ahora digo habrá una segunda
242
fase, habrá una inversión, habrá 600 otras comunidades que
participaran, no estoy haciendo una promesa respecto de la cual
ustedes no la podrán cobrar, porque el Presidente va a ser otra
persona. Es que ustedes tienen claridad que hay una continuidad
en el aparato del Estado, y eso va ser así” (Ricardo Lagos E.
Presidente de la Republica. Extracto de discurso realizado en
Contulmo, VIII región, mayo de 2005)107
En la nueva era del multiculturalismo neoliberal, las diversas y contrapuestas
conceptualizaciones sobre el desarrollo en contextos indígenas emerge
problemática dentro de un ambiguo y novedoso ámbito de discusión. De un
contexto latinoamericano centrado en una idea de etnodesarrollo endógeno
propuesto por Bonfil Batalla, una década después el difuso concepto de
desarrollo con identidad es acuñado entre los diversos agentes de
financiamiento internacional. Su incorporación en las políticas interculturales en
Chile se caracterizó por un cambio en el discurso en torno a la participación de
los propios indígenas y en la implementación de proyectos de (etno)desarrollo.
Estas acciones coinciden a nivel internacional con el nuevo rol que asumen las
agencias de desarrollo de los organismos multilaterales en el financiamiento de
107
Nota extraída del informe “Aprendizajes de la Ejecución de la Fase 1 del Programa Orígenes”. CHILE
PROGRAMA MULTIFASE DE DESARROLLO INTEGRAL DE COMUNIDADES INDIGENAS
(1311/OC-CH) realizado por Miguel Díaz G., Encargado de Asuntos Indígenas CONAF y Raúl Rupailaf
M., Subdirector Programa Orígenes. Santiago de Chile, Agosto 2005.
243
los costos sociales del modelo económico. Estos procesos impulsados desde la
nueva economía global, provocaron un reordenamiento de los agentes
involucrados en las políticas de desarrollo mundial y conformaron el denominado
fenómeno de la neoliberalización de lo social, principalmente a través del
financiamiento extranjero proveído por organismos multilaterales como el Banco
Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ambas instituciones se
caracterizaron por reorientar desde fines de los años 80 sus acciones hacia la
denominada esfera de la “inversión social”, cuyo objetivo central se enmarcó en
las teorías del capital humano y social como el nuevo paradigma para enfrentar
el problema del desarrollo y la exclusión. Estas instituciones como veremos,
profundizaron aún más el fenómeno de la privatización del desarrollo (Breton
2004) incorporando de manera novedosa lo étnico a su campo de intervención.
Esta fase de modernización neoliberal por parte de las agencias internacionales
se caracterizó por mostrar un rostro más humano y un discurso formal hacia el
multiculturalismo, no sólo redefiniendo su rol de agencias financiantes, sino
también ocupando un papel fundamental en la producción teórica de las
reformas de Estado y las políticas sociales implementadas en Latinoamérica
durante ese período. Estos cambios de escenario tuvieron también una
repercusión diferenciada en sectores del movimiento indígena, quienes
progresivamente fueron desplegando estrategias de articulación, negociación y
en otros casos, confrontación en relación al nuevo rol del Estado y los
organismos internacionales involucrados en las propuestas de inclusión social.
En este marco, el Estado chileno vía préstamos y recursos transnacionales
reformuló su política social y cultural a comienzos de siglo, inaugurando la nueva
era del multiculturalismo a través de programas de desarrollo con identidad
como Orígenes, cuya base se sustentó en una estrategia de “focalización” de los
244
sectores más desfavorecidos –entre ellos los indígenas108. Las nuevas
exigencias del mercado de menos constricciones y más aperturas a nivel global
que trajo el neoliberalismo, forzó a convertir las luchas por el reconocimiento en
políticas capaces de reimaginar las relaciones entre poblaciones indígenas,
Estado y mercado, especialmente en aquellos territorios ubicados en lugares
estratégicos para la actividad económica de las transnacionales. En el caso de
Chile, estas áreas de conflicto e interés se concentraron principalmente en las
regiones Arica-Parinacota, Tarapacá y Antofagasta, donde residen
principalmente comunidades indígenas aymaras, quechua y atacameñas.
Mientras que en el sur, éstos conflictos han estado históricamente concentrados
en las regiones del Bío-Bío, Araucanía, Los Ríos y Los Lagos donde residen
principalmente comunidades mapuches y huilliches.
108
Actualmente el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) además de cofinanciar el Programa
Orígenes, está financiando en Chile otro proyecto dirigido a indígenas urbanos. Simultáneamente, el Fondo
Indígena, con fondos del Banco Mundial está apoyando la implementación del primer diplomado en Salud
Intercultural en el sur, cuyos objetivos se inscriben en los lineamientos de la Universidad Indígena
promovida por el Banco Mundial en la región. En la revista digital del Banco denominada “En Breve” se
describe la iniciativa de la siguiente manera: “El Programa Andino trata de realzar la habilidad de los
líderes indígenas para jugar un papel activo en la formulación de políticas públicas designadas a
promover el desarrollo de sus países y el aumento de la participación en asuntos locales, regionales,
nacionales e internacionales, y especialmente en las discusiones de políticas del estado, en el diseño y la
ejecución de proyectos de desarrollo, y en los esfuerzos de integración económica regional”. En este
programa los módulos propuestos se refieren a gobernabilidad, desarrollo con identidad, derechos
indígenas, usos de tecnologías, formación de líderes indígenas, etc. Entre sus objetivos específicos se
encuentra el “fomentar el intercambio de experiencias y enfoques entre líderes indígenas responsables de la
formulación de las políticas, programas y proyectos indígenas”. Este programa es una alianza con el Fondo
Indígena que agrupa a diversos líderes indígenas con donantes internacionales y representantes
gubernamentales, que con apoyos económicos diversos han fomentado la creación de escuelas, institutos y
universidades indígenas en varios países latinoamericanos. El Banco mundial a su vez participa en calidad
de “observador” del consejo encargado de llevar a delante el Programa Andino, quienes en definitivo
tienen a cargo la estructuración de los módulos que se imparten. Información extraída de la Revista en
Breve de la página www.fondoindígena.org , Marzo de 2005.
245
Esta novedosa estrategia de intervención estatal se manifestó entonces en la
construcción de nuevos ámbitos de intervención en la política pública y social, y
se caracterizó por la progresiva incorporación del discurso intercultural en las
propias elites indígenas. A su vez, este discurso experimentó reestructuraciones
en cuanto a las formas más sofisticadas y tecnocráticas que adoptó,
favoreciendo con esto la generación de un nuevo sistema de autorización y
experticia. Esta elite de expertos, con los recursos económicos y técnicos
proveídos por el programa, se constituyeron en los facilitadores culturales
autorizados de la política estatal actual, iniciando un mecanismo diferente de
ejercicio del poder en el Chile democrático y neoliberal. En este contexto, el
nuevo milenio se iniciaba con la celebración de préstamo-convenio entre el
Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el gobierno de Chile, el cual busca
implementar el denominado Programa de Desarrollo Integral para Comunidades
Indígenas.
En este capítulo analizamos la implementación de uno de los subcomponentes
del componente de salud intercultural desarrollados por este programa y
denominado como modelos de atención en salud intercultural de referencia. En
la primera parte analizamos “los dichos” (discursos) del multiculturalismo
promovido por el Estado a través de Orígenes y cómo estos iniciaron una nueva
retórica de lo social y lo cultural bajo los lineamientos de la economía de libre
mercado. En una segunda parte examinamos “los hechos” concretos de
Orígenes en el territorio a través de los diversos eventos, reuniones y talleres
ejecutados por el subcomponente del programa. Para este objeto analizamos
algunas de las reuniones sostenidas en el territorio entre autoridades locales,
servicios estatales, representantes de la Corporación Nacional de Desarrollo
Indígena (CONADI), encargados del Programa Orígenes, así como dirigentes y
246
sanadores atacameños, a pocos días de haberse iniciado la implementación de
una experiencia piloto de salud intercultural en el centro de salud principal de la
comuna. En estos reñidos encuentros, lo que se expone son las diversas
comprensiones del desarrollo y cómo y quiénes son en este nuevo escenario los
legítimos encargados de implementarlo. Estudiamos además el “gran trecho”
entre los dichos y los hechos del programa, observando sus principales
contradicciones en relación al nuevo tipo de poder/saber desplegado (Foucault
2000). En esta parte relevamos las relaciones entre multiculturalismo y
neoliberalismo que se traslucen en el nuevo enfoque del desarrollo con identidad
promovido por la red gubernamental actual, donde la salud intercultural se
constituye en este contexto no sólo en un área más de intervención de
programas sociales y culturales, sino en un nuevo ámbito a través del cual
operan dispositivos de subjetivación y espacialización, en este caso respecto a
los sanadores atacameños y sus prácticas curativas. Concluimos que el campo
de la salud intercultural construido por el Estado y sus aliados multilaterales,
revelan un mecanismo político-ideológico cuyo discurso fundado en el desarrollo
integral de los pueblos indígenas ha promovido una transformación de las
demandas indígenas de acuerdo a la versión neoliberal impuesta. Ante esta
novedosa forma de trabajar la política intercultural por el Estado de Chile y en
medio de un período de reparación histórica marcada paradójicamente por el
maltrato y la criminalización de los indígenas no alineados con las reglas del
sistema imperante, resulta de especial interés relevar las formas en que este
tipo de programa ha operado en terreno.
1. Los dichos de Orígenes: la retórica multicultural neoliberal
Como muchos otros casos, el territorio atacameño se constituyó desde muy
temprano en un lugar de y para el desarrollo. El Estado chileno, una vez
247
anexadas estas poblaciones a la república de Chile, pretendía asegurar una
presencia constante y duradera de población. A comienzos del siglo XX y
después de que las fronteras quedasen finalmente definidas entre Bolivia, Perú
y Chile, el Estado nacional inició acciones en pos de incorporar estos territorios
no sólo geográficamente sino también en términos socioculturales. La población
atacameña había logrado mantener un tipo de circulación caracterizado por la
movilidad y dispersión impuesta por la árida geografía y los escasos recursos
hídricos. No obstante, la progresiva incorporación a la actividad minera y sus
derivados fomentó la llegada de diversos agentes estatales a la zona (escuelas,
postas sanitarias, retenes policiales y otros servicios estatales). La segunda
mitad del siglo XX estuvo marcada por la llegada de instituciones como la
CORFO (Corporación de Fomento) y el INDAP (Instituto de Desarrollo
Agropecuario). A fines de los años 60 el Estado promueve la creación de las
juntas de vecinos y surgen una cantidad de organizaciones deportivas
vinculadas al fútbol.
En ese mismo período, el área atacameña se constituye en un espacio de
interés científico tanto para la arqueología como para la antropología, mientras
que en los años 80 se activa un proceso de construcción étnica en torno a un
grupo de habitantes que comienza a asumir una suerte de liderazgo a nivel
local. Este grupo adquiere legitimidad política y social una vez que las
comunidades del Salar de Atacama se configuran en un municipio autónomo y
se independiza administrativamente de la ciudad de Calama, capital de la
provincia del Loa. Hasta entonces, los programas del gobierno habían sido
intermitentes por las masivas migraciones de los pueblos tradicionales a la
ciudad que los habían considerado como sectores periféricos al desarrollo
regional. Una vez emergido un poder local aglutinante, la región Atacameña del
Salar recibe la llegada de diversas empresas mineras privadas y estatales que
248
se instalan en las diferentes localidades. Estas irán absorbiendo una importante
mano de obra local, convirtiéndose en un polo de desarrollo indiscutible. No
obstante, la década de los 90 se constituye paradigmáticamente en un década
de megaproyectos de desarrollo109 y simultáneamente, en foco de programas
interculturales estatales. Desde entonces, estas comunidades del Salar se
constituyeron en un espacio fundamental de desarrollo neoliberal. Nuevas
migraciones atraídas por el boom turístico y la inversión privada asociada a este,
la convirtieron en un centro de desarrollo cuya impronta étnica fue progresiva y
paralelamente creciendo durante la transición al tercer milenio. Junto a la
consagración del territorio como capital turística, se potencia como un territorio
de interés científico en las disciplinas arqueológica y astronómica, vía procesos
de patrimonialización impulsados desde el Estado y reapropiados desde las
comunidades indígenas y la construcción de uno de los centros de observación
mundiales más importantes conocidos como Proyecto ALMA.
Ahora bien, la política multicultural implementada con Orígenes introdujo
importantes y novedosos cambios en la retórica desarrollista anterior. Como en
otros momentos hemos señalado, la política indígena de los 90 experimentó un
impulso mayor con Orígenes, pero ¿qué significados adquirió el desarrollo
integral con identidad promovido por el Estado? y aún más ¿por qué el Estado
reconoció áreas de desarrollo y no pueblos indígenas con un territorio? El nuevo
enfoque de desarrollo con identidad promovido por los organismos multilaterales
e implementado por los Estados nacionales, se constituye en un ámbito teórico y
práctico difuso donde se reproducen tanto formas asistencialistas tradicionales
de la política social y pública estatal, como nuevas modalidades
109
Entre estos megaproyectos cabe mencionar el proyecto vial del by pass tendiente a favorecer el corredor
bioceánico que uniría el Pacífico con al Atlántico a través del camino fronterizo con Argentina (Jama).
Asimismo la construcción del gasoducto desde el noroeste argentino, que pretendía abastecer de gas natural
la zona, y la construcción del hotel internacional Explora.
249
autoresponsabilizantes propagadas por el sistema económico actual. En ese
marco Chile, establece a partir del año 2000 obligaciones financieras con el
Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por un total de 400 millones de
dólares, de los cuales una quinta parte es destinada al Programa de Desarrollo
Integral para las comunidades indígenas y de acuerdo a los dichos de uno de
sus altos funcionarios sin que este préstamo fuese necesario ¿Qué es lo que
finalmente lleva entonces a firmar un contrato de préstamos de este tipo? y
¿cuáles son en definitiva los nuevos contenidos y métodos mediante los cuales
se está implementando el desarrollo integral con identidad en el Chile
democrático y multicultural?
Los orígenes de Orígenes. Con un presupuesto total de cincuenta y ocho
millones de dólares para la primera fase (treinta y cinco facilitados por el BID),
seiscientas treinta y cinco comunidades correspondientes a doce mil familias de
los grupos indígenas aymaras, atacameños y mapuches fueron elegidas como
los beneficiados directos del programa. La estrategia del BID y sus objetivos en
Chile se expresan en el documento oficial de este contrato de préstamo en los
siguientes términos:
“apoyar el aumento de la competitividad, la reducción de desigualdades
sociales y regionales, así como la profundización de su democracia
mediante el fortalecimiento de una sociedad más participativa y un estado
más moderno” (documento contrato de préstamos. Programa Orígenes)
El programa se enmarca dentro de una estrategia del Banco que
específicamente resalta la necesidad de reducir la exclusión social de las
250
poblaciones indígenas utilizando metodologías participativas que involucren a
las comunidades en las etapas de diseño, ejecución y evaluación. Agrega el
documento del BID:
“Asimismo, es congruente con el interés del banco en promover un
crecimiento económico con equidad social, y por lo tanto, en intervenir
para reducir la exclusión social de los grupos étnicos” (documento
contrato de préstamos Programa Orígenes)
Su principal objetivo es mejorar las condiciones de vida de estos pueblos y a su
vez, promover un desarrollo integral con identidad en el área rural en los ámbitos
económico, social, cultural y ambiental. No obstante, ninguno de los documentos
oficiales de la primera fase definió el concepto de desarrollo con identidad por lo
cual y por las recomendaciones de las diversas evaluaciones realizadas al
Programa en su primera fase, este se reestructuró en su segunda fase
definiendo en su reglamento operativo lo que entendería por desarrollo con
identidad:
“Por desarrollo con identidad se entienden los esfuerzos realizados para
mejorar condiciones de vida de las comunidades indígenas que parten del
respeto y consideración de sus culturas originarias y que cuentan con
amplios espacios de participación y diálogo de saberes horizontal entre
los pueblos originarios y los servicios públicos” (reglamento operativo.
Programa Orígenes, Fase 2 ).
251
El Programa también tenía entre sus objetivos fortalecer las áreas de desarrollo
indígena (ADIs), algunas de las cuales, como ocurrió en la región atacameña,
surgieron con anterioridad a su implementación. En total los tres grupos
indígenas beneficiados (aymaras, atacameños y mapuches) significaron el
trabajo en cinco áreas de desarrollo indígena110. La focalización en la lógica del
programa se entiende como ofrecer servicios más pertinentes a su cultura y
reducir la discriminación que les afecta. En el apartado de justificación y riesgos
del contrato explicita que:
“El Programa actuará en territorios con alta densidad de población
indígena procurando generar procesos de desarrollo integral con una
perspectiva “étnico-territorial”. El territorio constituye una unidad que
comparte rasgos socioculturales y potencialidades productivas, sin
necesariamente coincidir con una unidad administrativa. Se concibe
como un espacio donde se concentra el capital social y cultural con
el fin de responder a las necesidades de los beneficiarios y
fortalecer su identidad cultural y se pertenencia territorial”
(documento de préstamo Programa Orígenes. Fase 2. www.origenes.cl,
los subrayados son nuestros)
Desde sus inicios se planteó Orígenes como un programa innovador cuyos ejes
centrales fueron la integralidad, la intersectorialidad y la participación. Además,
el Programa incluye un procedimiento ambiental anexado al reglamento
110
El programa en su primera fase concentró sus acciones en el ADI Jiwasa Oraje, ADI Atacama La
Grande, ADI Lleu-lleu, Bío-Bío y BUDI que en sus comienzos correspondieron a las regiones de Tarapacá,
Antofagasta, Bío-Bío, Araucanía y Los Lagos. Al iniciarse la segunda fase del programa, la región de
Tarapacá se subdivide en dos dando origen a la Región de Arica y Parinacota, mientras que en el sur Los
Lagos también se subdivide dando origen a la Región de los Ríos.
252
operativo que determina las responsabilidades institucionales sobre el impacto
de los proyectos en el medio ambiente y establece que sus efectos pretenden
trascender a cuestiones de índole material. En los términos definidos por el
Programa se buscó:
“fortalecer la capacidad de gestión y administrativa de las comunidades
indígenas participantes, promoviendo prácticas que conduzcan a generar
espacios de desarrollo autosustentables y que tengan identidad cultural”
(reglamento operativo, fase 1 Programa Orígenes).
Los beneficiados intermedios del Programa son los funcionarios públicos de los
diversos servicios estatales que en calidad de co-ejecutores se capacitarán en
este nuevo tipo de programas y tendrán la misión de fiscalizar que las metas se
cumplan. En el caso del componente de salud intercultural, es el Ministerio de
Salud a través de los programas de Salud y Pueblos Indígenas, las Secretarías
Ministeriales de salud, los Servicios de Salud regionales y el departamento de
salud municipal, los encargados de implementar las diversas acciones del
Programa (además de otros órganos del gobierno regional y provincial como son
las intendencias y gobernaciones de las regiones focalizadas).
A fines del 2005 se firmó el convenio para la segunda fase y se inició una
importante reestructuración en su interior. El Programa es traspasado a la
Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) dejando de estar en
manos del Ministerio de Desarrollo y Planificación (MIDEPLAN), su antiguo
ejecutor. Con esto se intentaba dar respuesta a las críticas hacia al Programa
253
respecto de que había funcionado como una entidad paralela a las otras creadas
por la política indígena estatal.
El carácter novedoso y complejo del Programa, como es definido en el
documento oficial de préstamo, explicaría que este se ejecutara en dos fases.
En la primera estuvo organizado en cinco componentes (fortalecimiento
organizacional, productivo, educación y cultura, salud intercultural y mercadeo
social). Se instala como un nuevo modelo de intervención que pretende
compatibilizar las demandas de los indígenas y el aumento de la eficiencia de
los recursos públicos. Entre los riesgos que se señalan en el documento se
menciona la oposición de algunos sectores en respetar los principios del
programa, asimismo las prácticas y actitudes discriminatorias tanto individuales
como institucionales.
El marco de referencia utilizado por el BID para firmar este contrato de préstamo
se basó en la información socio demográfica del censo del año 92 que
estableció que casi un 12% de la población nacional era indígena, mientras que
tomó como fuentes la encuesta CASEN111 del año 98 donde se estableció que
en términos de pobreza existe una severa brecha entre la población indígena y
no indígena. Pese a que los datos del censo mostraron la concentración
indígena en zonas urbanas, el documento señaló la opción gubernamental por
focalizarse en las poblaciones rurales de los tres grupos indígenas
numéricamente más importantes según el censo. Desde la lógica estatal,
Orígenes a su vez venía a complementar las acciones realizadas anteriormente
por otros organismos y servicios públicos en el área productiva y de otros
111
Sigla con que se conoce la Encuesta de Caracterización Socio Económica Nacional (CASEN) aplicada
por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
254
proyectos destinados a sectores definidos como vulnerables. En cuanto a la
experiencia del BID en la temática indígena, el documento de préstamo BID-
Gobierno de Chile sostiene que el Banco “asumió el compromiso específico de
incrementar sus esfuerzos de promover el desarrollo de los grupos indígenas en
el contexto de la reducción de la pobreza y de la equidad social” contando con
una Unidad de Pueblos Indígenas y Desarrollo Comunitario en su Departamento
de Desarrollo Sostenible (SDS). El documento señala: “Desde el año 1979, el
BID ha financiado más de 200 proyectos que han beneficiado directa o
indirectamente a comunidades indígenas. A partir de 1994 se ha visto un
aumento muy significativo en el número de proyectos sociales dirigidos a
indígenas o que incluyen medidas especiales para atender a esta
población…varios de ellos…dirigidos al fortalecimiento del capital social de
comunidades indígenas”. Se trata de estrategias para “fortalecer una sociedad
con mayor participación” (Documento Contrato de Préstamo, fase 1. Programa
Orígenes).
El objetivo principal del componente de salud intercultural pretendía:
“contribuir a elevar la situación de salud de la población rural Mapuche,
Aymara y Atacameña, mediante la eliminación de barreras culturales, el
fortalecimiento de la medicina indígena y la ampliación del acceso físico a
los servicios. Para el logro de este fin, se desarrollará de manera
descentralizada y participativa, la implementación de modelos de salud
interculturales de atención; así mismo se financiarán acciones específicas
de asistencia técnica, sensibilización y capacitación; métodos que
promuevan y faciliten la utilización de la red de servicios, propuestas
autogestionadas de medicina indígena, promoción y mercadeo social, e
255
inversiones en obras y equipos” (reglamento operativo, fase I Programa
Orígenes).
El componente salud intercultural estuvo subdividido en cuatro subcomponentes:
a) modelos de salud intercultural de referencia, b) mejoramiento de la calidad,
sensibilidad y pertinencia cultural de los servicios públicos, c) fortalecimiento de
la medicina indígena y d) mejoramiento del acceso a la red de servicios
interculturales de salud. El subcomponente de modelos que aquí analizamos y
que pretendió cerrar la primera fase con cinco experiencias a nivel nacional, se
definió en los siguientes términos:
“este subcomponente pretende construir, validar e institucionalizar, con
interlocutores representativos de los distintos pueblos participantes, del
Estado y de la sociedad civil, modelos referenciales culturalmente
apropiados de atención, gestión y financiamiento de salud de la población
indígena rural” (reglamento operativo fase 1. Programa Orígenes)
Entre las acciones promovidas por el subcomponente se encuentra la:
“sistematización participativa de información sobre las experiencias
nacionales” (…), “visitas y análisis de experiencias pertinentes en tres
países seleccionados” (…), “diseño y ejecución con metodologías
participativas de cinco experiencias piloto seleccionadas en función de su
alcance, profundidad, abordaje y replicabilidad. Se financiarán actividades
de coordinación, formación y capacitación de recursos humanos,
equipamiento y adecuación de sistemas de gestión y financiamiento y de
256
infraestructura, (…) estudios complementarios para el diseño de modelos
de atención (arquitectónicos, epidemiológicos, de opinión de usuarios y
agentes de medicina indígena, de modalidades de autocuidado (…) y (…)
documentación y evaluación externa participativa” (reglamento operativo
fase 1. Programa Orígenes).
Sin embargo, y en una de las primeras evaluaciones realizadas por el
Departamento de Presupuesto del Ministerio de Hacienda (DIPRES), se señala
que para el último año de la primera fase correspondiente al 2004 el
subcomponente de modelos ha alcanzado sólo un 5% de ejecución. Sólo se
avanzó en sistematizaciones de experiencias en el sur, mientras que en el norte
este proceso se vio permanentemente obstaculizado por la escasa experiencia y
experticia de consultoras en el tema, así como del rechazo de incorporar a
indígenas no profesionalizados como expertos locales en temas de capacitación.
Se plantea entonces el rediseño del Programa y su reestructuración en sólo dos
componentes, ya que el exceso de estas en su primera fase perjudicó los
objetivos de alcanzar la integralidad propuesta. Las exigencias del Programa
demandaron a su vez la incorporación de profesionales indígenas y no
indígenas dentro de sus filas, en especial de las ciencias sociales y de la
antropología en particular. Bajo la figura de consultores externos, nuestra
participación en el etnodesarrollo consistió principalmente en sistematizar y
legitimar determinados ámbitos del saber indígena y de esta manera promover
una nueva forma de autorización y experticia respecto a las prácticas
terapéuticas indígenas. En este proceso, universidades y centros de
investigación bajo la lógica de mercado fueron reconfigurando sus necesidades
teóricas y metodológicas a las exigencias impuestas por el multiculturalismo
neoliberal implementado con Orígenes. En el caso de Chile, los actuales
257
diplomados impartidos en interculturalidad tanto de universidades del norte del
país como del sur son un claro ejemplo de las orientaciones del trabajo
académico demandado tanto por el Estado, que ha buscado “focalizar” sus
inversiones en su política intercultural, como también la de los organismos
internacionales que intentan justificar sus intervenciones en el desarrollo
construyendo “comunidades” y convirtiendo el capital humano y social de éstas,
en capital económico. A la vez y cada vez más, algunas organizaciones
indígenas se han sumado a la ideología del consumo cultural exigiendo la
participación de los antropólogos en temas jurídicos y/o aquellos que les
permitan competir en el nuevo mercado de bienes culturales asociados al
patrimonio, el turismo y la interculturalidad. El terreno de lo sociocultural emerge
entonces como un espacio de contratos de servicios entre organismos
multilaterales, servicios estatales y organizaciones indígenas, en el cual todos
aparecen cumpliendo el rol de fiscalizadores de los otros. En este marco, la
incorporación de antropólogos junto a otros profesionales de las ciencias
sociales en todas las esferas de planificación, desarrollo y ejecución de
programas como Orígenes, nos transformaron en los referentes cuya misión (en
el más religioso de los sentidos) fue proveer nuevas fuentes de documentación y
justificación teórica para la intervención de la industria global del desarrollo
estatal y transnacional112.
112
Actualmente Chile está invirtiendo importantes sumas en investigación, sin embargo, los estándares de
calidad de estas se han supeditado a exigencias cuantitativas y delimitadas por los propios organismos
estatales a cargo de marcar la cancha del trabajo académico. Una larga y muy engranada cadena entre el
sistema universitario de pregrado, la proliferación de posgrados y los índices de medición para la
aprobación de proyectos. En este aspecto, faltan estudios en relación a los tiempos destinados para la
investigación, especialmente en terreno, y el tiempo invertido por los estudiantes para acceder a las redes
de financiamiento, cuyos protocolos y formatos requerirían de una materia de grado. Asimismo, se observa
a destacados docentes sumidos en ver las formas de adjudicarse la mayor cantidad de oportunidades
económicas disponibles en la actualidad, “focalizándose” ellos mismos en los temas a los cuales van
dirigidos estas inversiones y descuidando líneas de investigación no contempladas por el sistema nacional
de apoyo a la academia. A la vez, estas investigaciones son “formateadas” de acuerdo a un sistema de
estándar internacional, del cual dependen los organismos estatales a cargo de administrar los fondos
proveídos por las agencias multilaterales que actualmente financian los componentes de innovación en el
258
No obstante, la fiesta cultural113 que pareciera estar experimentando
actualmente Chile, al parecer va más hacia las formas que al fondo, ya que
como es de conocimiento público, ni la política indígena de los años 90 ni la
política intercultural del año 2000 lograron sofocar el conflicto mapuche, el cual
nuevamente preocupó y ocupó al Estado chileno en enero del 2008. En esta
oportunidad, al igual que en otras, se pusieron en ejecución los conocidos
mecanismos basados en la negociación y el consenso, mientras que a la vez se
aplicaron medidas de excepción y represión que recordaron los peores
momentos del gobierno militar. Sin embargo y aunque es preciso reconocer que
Orígenes aparece fuerte y directamente con los intentos de apaciguamiento del
conflicto mapuche por parte del Estado, éste tuvo efectos diferenciados entre los
grupos y poblaciones indígenas nacionales beneficiadas (Bello 2007:196). Este
parece ser el caso atacameño, donde las relaciones entre la población indígena,
el Estado y los capitales extranjeros se han configurado desde períodos
republicanos en vinculación a demandas de inclusión social más que de
autonomía, constituyéndose un caso difícilmente comparable con la situación
histórica y política del pueblo mapuche. A la vez, las relaciones entre
campo de la investigación. Junto a esta preocupación, se suma otra respecto al futuro del campo de
investigación actual como alumnos del primer doctorado en antropología en Chile. El panorama al menos
en el escenario nacional nos indica estar destinados a convertirnos a ser buenos colaboradores del Estado
en alguno de sus organismos y programas, o quizás en algunas de las fundaciones de las mineras
trasnacionales que buscan pagar su “responsabilidad social”, o en el mejor de los casos de alguna ONG y/o
organismo internacional interesado en remodelar el marco teórico aplicado de las intervenciones del
desarrollo, etc. Por ahora, no se observan otras alternativas que sugieran algún grado de autonomía en el
trabajo académico y que pueda ser un real aporte al estado del arte de las ciencias en el país (comentarios
personales a partir del análisis del conocido docente de la Universidad de Buenos Aires Rubén Dri, en su
artículo del diario Página 12: “Las ciencias sociales y la lógica del mercado”, del día 28 de enero de 2008). 113
La expresión utilizada por el antropólogo Guillaume Boccara en el Congreso de Antropología en Chile
en Valdivia, noviembre 2007, pretendía ironizar la situación paradójica de Chile, marcada por un
optimismo por los recursos existentes en la actualidad para proyectos de índole social y /o cultural;
mientras por el otro, el recrudecimiento de las acciones represivas desde el Estado para frenar el conflicto
mapuche que se reactivaron con la muerte de un estudiante mapuche y la huelga de hambre de la activista
mapuche Patricia Troncoso. Esto significó el nombramiento de un mediador del conflicto que no hizo más
que debilitar la participación de la CONADI en los asuntos indígenas de importancia nacional. Estas
contradicciones de la democracia neoliberal e indigenista en Chile son abordadas en el FONDECYT n°
1070014 denominado “La Fábrica del Multiculturalismo en Chile: Estado, Etnodesarrollo y Etnicidad en
tiempos de Globalización” dirigido por Guillaume Boccara y en la cual la autora participa como tesista.
259
atacameños, Estado y mercado han estado estrechamente ligadas con la
actividad del salitre en el siglo XIX, la minería en el XX, finalizando el siglo con el
explosivo desarrollo del turismo internacional que la han convertido en una
población desde hace más de un siglo y medio incorporada a las estrategias de
la economía transnacional.
El Programa consideró un férreo sistema de seguimiento y evaluación en el cual
la secretaría ejecutiva debía realizar informes semestrales al BID y reuniones
anuales entre el Banco, el Programa y otros organismos involucrados. Como
una forma de asegurar el logro de los objetivos y la satisfacción de las metas, el
organigrama del Programa incluyó la formación de Comités Participativos de
Apoyo a la Gestión (COPAG), definidos como “instancias participativas y de
control ciudadano” que pretendían “dar seguimiento a los compromisos
asumidos, reportar la marcha global y hacer recomendaciones para
perfeccionarlo”. Se prevé que este organismo estará compuesto por
representantes de las comunidades, quienes junto a los promotores del
Programa “entregarán insumos en el proceso”. En todos sus componentes –
agrega el documento de préstamo-, “el Programa busca optimizar las
oportunidades de desarrollo con pertinencia cultural, apoyando a las
comunidades a articular su propio patrimonio cultural con un desarrollo
económico” (punto 4.5 del documento de préstamo).
En síntesis, se plantea como un Programa descentralizado y desconcentrado
cuyos beneficios pretenden llegar directamente a las comunidades. Sin
embargo, la complejidad del Programa reconocida en el documento oficial de
préstamo, que lo había definido como un Programa multifase, redundó en
complejidades aún mayores en cada territorio según factores no considerados
en el diseño inicial. Por ahora sólo digamos que la cantidad de protocolos,
260
documentos y textos sobre los objetivos de los organismos ejecutores y la
sistematización de información sobre las “comunidades beneficiarias”, produjo
un importante y original edificio ideológico respecto a la manera de concebir y
comprender la intervención social desde el Estado. Una parte de este edificio fue
construido sobre la base del nuevo lenguaje que se constituyó en otro de los
dominios y capacidades a adquirir por la nueva elite de expertos de la
interculturalidad, promovidos por el Programa. Este universo semántico
incentivado por Orígenes se fundamentó en términos como pertinencia cultural,
contextualización, validación, desarrollo con equidad, desarrollo con identidad,
inclusión social, los cuales eran utilizados permanentemente como los
contenidos centrales de las capacitaciones, talleres y reuniones ofrecidas por el
Programa en sus diversos componentes. Sin embargo y al igual como ocurrió
con el concepto impreciso de desarrollo con identidad, la retórica de Orígenes
constantemente apeló al concepto de capital cultural y social de los pueblos
indígenas sin que sus significados quedaran explicitados y muchos menos
diferenciados entre sí.
Inicialmente destinada a explicar el funcionamiento del mercado de trabajo y las
formas de organización de la economía, la noción de capital social indicaba las
redes familiares y sociales que podían aumentar los conocimientos y habilidades
de un individuo empleables en el mercado laboral. Su uso pretendía mostrar
cómo los fenómenos sociales condicionaban el funcionamiento de la economía.
Estas ideas, profundizadas posteriormente en la sociología de Bourdieu,
definieron al capital social para diferenciarlo del capital económico o cultural
como: “…la red de relaciones personales directamente empleables por un
individuo para perseguir sus fines y mejorar su posición social”. Más adelante se
lo describió como: “la suma de recursos, reales o virtuales, de la que se hace
261
acreedor un individuo o grupo, en virtud de poseer un red perdurable de
relaciones más o menos institucionalizadas de mutua familiaridad y
reconocimiento” (Bourdieu 2005:177-178). No obstante, la perspectiva
incorporada por Putman en los inicios de los 90 y luego asumida por los
organismos multilaterales, reorientaron el concepto de capital social, apartándolo
de su sentido original. Capital social se interpretó dentro del ámbito de la
politología como “…la confianza, las normas que regulan la convivencia, las
redes de asociacionismo cívico, elementos éstos que mejoran la eficiencia de la
organización social promoviendo iniciativas tomadas de común acuerdo”. El
capital social es identificado así con elementos como la participación asociativa,
perdiendo su dimensión productiva, situacional y dinámica, la cual es resultado
de un proceso y de interacciones que se crean, mantienen y destruyen
(Bagnaso et. al 2003: 12). El capital social se activa con fines instrumentales
reproduciéndose en nuevas formas e incorporándose en las relaciones sociales
de las “que no puede prescindir, pero con las que no se identifica” (Piselli
2003:60-61). Sin embargo, estudios como los de Putman reutilizaron el término
considerando el capital social una propiedad de todo sistema social que
favorece la democracia y el desarrollo económico. Estas resignificaciones del
concepto desplazaron el problema de la política a la cultura, y el tema del capital
social se volvió el tema de las funciones de la cultura para la integración social.
Estas aproximaciones deterministas fijaron las acciones de los individuos
cayendo en, como lo señala Bagnasco, un hiperfuncionalismo e
hiperculturalismo (Bagnasco 2003:109). Se impone así una ideología de las
despolitización de la vida social en la época de la globalización de los mercados
(Bagnasco 2003: 119). De esta forma, la noción de capital social es despojada
de su énfasis en relaciones sociales de las que en un determinado momento
dispone un sujeto individual y colectivo y donde los recursos cognitivos, como la
información, y los normativos como la confianza, les permiten a los actores
262
realizar objetivos que de otro modo no serían alcanzables. Como señala Trigilia,
los trabajos de Fukuyama y Putman se han dejado llevar por explicaciones
culturalistas generales de la historia del fenómeno, que pasan por alto el rol de
los factores políticos en los procesos de desarrollo generando clientelismo,
dependencia política, corrupción y economía criminal. El primero considera que
el capital social se crea por los procesos de socialización y asociatividad de los
individuos sin establecer la interdependencia entre complejos procesos de
condiciones socioculturales y políticas y los resultados económicos (Trigilia
2003: 129. 138). Desde esta lógica, la cultura indígena entendida como una
unidad homogénea y altamente cohesionada (por ende esencializada y
ahistórica) se constituye en un factor protector de la salud, de la vida y de la
reproducción social misma a partir de su fortalecimiento a través de las
intervenciones del desarrollo.
2.- Los efectos y defectos del desarrollo integral con identidad
En el mes de septiembre del 2007, mientras realizaba trabajo de campo
registrando la formación de un nuevo espacio de participación social en el
territorio denominado Consejo de Desarrollo Local en salud (CDL), recibí una
invitación a participar de una jornada de reuniones entre autoridades
municipales, representantes del componente del Programa Orígenes tanto
regionales como nacionales, funcionarios de organismos estatales regionales
como el Servicio de Salud y la Secretaría Regional Ministerial, además de
algunos representantes indígenas de la Asociación de cultores y colaboradores
de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua. La invitación que me realizaron
se extendía a una reunión por la mañana con los agentes anteriormente
nombrados, más otro encuentro ampliado a la tarde con representantes de este
Consejo.
263
El motivo explícito y formal de las reuniones y de la participación de una variada
cantidad de agentes estatales era el interés de las autoridades municipales por
conocer e informarse de la recién iniciada experiencia piloto intercultural, la cual
incorporaba por primera vez la atención de un sanador indígena en el centro de
salud local. Sin embargo, el motivo implícito del encuentro fue rápidamente
dilucidado una vez que la máxima autoridad local, también atacameña, señaló
sus múltiples reparos a la iniciativa recién implementada. Sus argumentos en un
primer momento apelaron a que según su conocimiento los sanadores nunca
han desarrollado sus prácticas en un espacio público y que estos eran modelos
copiados de los mapuches que nada tenía que ver con lo atacameño. En tanto
autoridad del poder local y en su calidad de representante indígena de la
CONADI consideraba un error llevar adelante esta iniciativa. En relación a este
punto se inicia una discusión intensa y conflictiva respecto al control político de
la salud, tanto de parte de los diversos organismos públicos como de las
organizaciones indígenas locales, quienes se manifestaron como los legítimos
encargados de administrar el ámbito de las prácticas de salud ancestral. En el
centro de la discusión lo que emergió fueron las diversas comprensiones y
prácticas del desarrollo con identidad y las formas y personas autorizadas en
llevar adelante este tipo de propuestas.
Como lo señalamos en los primeros capítulos, la implementación del
componente de salud del Programa en el área atacameña del Salar había
resultado más lenta y problemática de lo que se esperaba. Con la llegada de
Orígenes a la comuna de San Pedro de Atacama en el año 2001, el primer
encargado del componente de salud -en ese momento atacameño-, intentó
poner en marcha una de las primeras acciones planificadas por el Programa, la
cual y por insistencia de la dirigencia indígena local, se convirtió en la recordada
Mesa de Salud. Ésta se instaló como un espacio de participación que en poco
264
tiempo logró un activo involucramiento de las comunidades en la elaboración del
Plan Operativo Anual (POA). Sin embargo, y en la misma medida en que la
Mesa adquirió legitimidad a nivel local, rápidamente experimentó presiones para
su disolución. Además, las diversas instancias del poder local (Municipio) y
regional (Servicios de Salud, equipo regional de Orígenes) vieron con
preocupación la emergencia de nuevos líderes y la progresiva pérdida de
control de este ámbito de la salud. Se desata entonces una disputa por los
recursos y la administración de las experiencias interculturales que se pretenden
implementar en el territorio, sosteniendo desde el poder local que las principales
demandas de la población se relacionan con mejorar el sistema de salud público
(mejoramiento de postas, especialidades médicas, etc.). Las propuestas que se
habían trabajado y sistematizado en los encuentros durante los años 2003 y
2006 no habían sido incorporadas en las agendas de trabajo de los servicios
públicos y la legitimidad de las organizaciones indígenas involucradas en este
proceso, habían sido objeto de permanentes deslegitimaciones por parte de las
autoridades locales. Finalmente Orígenes, después de múltiples promesas de
abundancia, desvía gran parte de los recursos a potenciar su componente
productivo, desmantelando las propuestas de la Mesa y dejando inconcluso el
proceso iniciado.
No obstante, los problemas generados por la tardía llegada de los recursos y su
posterior desvío, quedaron relegados a un segundo plano luego de que las
disputas étnicas locales cobraron mayor relevancia. Orígenes, a través de su
componente de salud intercultural, había abierto un ámbito de poder entre
servicios estatales, organizaciones locales y sectores del Programa que le
dieron su propia complejidad y significaron tanto una disputa por recursos
265
económicos como también una lucha por el control político de la medicina
indígena.
En el caso del subcomponente de modelos de referencia, la meta establecida
era generar una propuesta que vinculara al centro de salud y a los sanadores
indígenas a través de un trabajo complementario dentro del consultorio. Aunque
la Mesa de Salud y posteriormente la Asociación tenían como propuesta la
creación de un centro de salud propio, los servicios e instituciones estatales
regionales y nacionales vinculadas a la política de salud intercultural presionaron
para que el modelo atacameño se desarrollara al interior de las estructuras del
consultorio de la Comuna. Esto sin embargo implicaba que la experiencia
intercultural quedaba en manos del departamento de salud municipal, encargado
de administrar el consultorio de salud, constituyéndose de esta forma en la única
instancia autorizada para auditar su implementación. En los primeros años de
Orígenes en el territorio, el Municipio había conseguido que los primeros
recursos frescos del Programa fuese orientados a mejorar el subcomponente de
accesibilidad a través de la aprobación de proyectos relacionados con la
adquisición de un sillón dental y un aparato de rayos, lo cual generó fuertes
conflictos con las asociaciones indígenas que comenzaban a presionar para que
aquellos se reorientaran a las propuestas que se venían trabajando en la Mesa
de Salud. Los múltiples enfrentamientos entre las instancias locales y las
diversas reacciones de los servicios regionales y nacionales finalizan en la
creación de una subcomisión de salud al interior de las estructuras del ADI,
marginando así a los representantes de la Mesa y el trabajo hasta ahora
realizado. Esta nueva instancia que refuerza la lógica verticalista impuesta por el
Estado y que establece que los que presiden la subcomisión son el Director del
Servicio de Salud de Antofagasta y un secretario elegido por éste, no obstante y
266
por causas relacionadas a la crisis de participación y representatividad indígena
en las estructuras del ADI, hacen que la subcomisión de salud pierda
continuidad antes de cumplir dos años.
En ese período, y finalizando la primera fase del programa se licita el proyecto
estrella del subcomponente de modelos el cual se denomina “Apoyo al diseño
de experiencias pilotos de Modelos de atención y gestión interculturales en la I y
II regiones”, el cual es adjudicado por un consorcio conformado por dos
institutos especializados en temas indígenas en las áreas atacameñas y aymara.
Este se constituye en una de las principales metas que debía cumplir el
componente de salud intercultural del Programa Orígenes en su primera fase.
Sin embargo, su licitación como concurso público se declara dos veces desierta
debido a que la única propuesta no cumple con los requerimientos señalados
por los servicios regionales que solicitaban el estudio. No obstante, y por
presiones desde los niveles centrales del Programa, es finalmente aprobado a
través de un concurso privado.
En consecuencia, el subcomponente de modelos comienza a implementarse en
el territorio en el año 2006, casi al término de la primera fase del Programa y en
un contexto agitado tanto por las dificultades iniciales que se habían suscitado
con la implementación del componente de salud intercultural en el territorio,
como por los diversos conflictos entre organismos y programas de los niveles
locales, regionales y nacionales involucrados. Antes de que se iniciara el
proyecto, ya se habían manifestado múltiples expresiones de rechazo a su
ejecución. Entre ellas, las variadas aprehensiones y desconfianzas entre las
organizaciones indígenas locales, las autoridades municipales y los
representantes de los organismos y servicios estatales involucrados en los
267
conflictos desatados con la Mesa de Salud, la subcomisión y la cuestionada
aparición de la Asociación. La contratación de un equipo consultor externo y la
marginación de profesionales locales que venían trabajando en el tema, así
como los mecanismos utilizados por Orígenes para contratar este tipo de
servicios, reforzaron el papel de fiscalizador entre estas instancias y
organizaciones. El proyecto en sí mismo reflejó lo centralizado del Programa y
las dificultades para el trabajo a nivel regional entre las diversas instituciones
involucradas. Recién iniciado el proyecto, los encargados del componente de
salud del programa Orígenes y el coordinador regional del programa en la
SEREMI habían manifestado sus aprehensiones al equipo consultor, señalando
la necesidad de “coordinarse” con ellos y conseguir que el proyecto fuera
“participativo” y “validado por las comunidades”. Desde los dirigentes
atacameños nucleados en la CONADI, las aprehensiones al proyecto provenían
del cuestionamiento a las metodologías que se utilizarían para realizar este
estudio y el acceso a cierta información sobre la salud y los sanadores
atacameños, hasta ahora sólo conocida y sistematizada en proyectos y
publicaciones por el encargado de salud de esa institución. Sin embargo, los
principales problemas en el desarrollo del proyecto se concentraron en las
relaciones conflictivas que se establecieron entre los funcionarios del consultorio
y el equipo a cargo del realizar el estudio epidemiológico, como entre los
funcionarios de los servicios de salud y los respectivos equipos coordinadores
de la consultora. En el primer caso, los problemas se suscitaron por un acuerdo
entre el equipo epidemiológico de la consultora y algunos agentes de la salud
del consultorio que participarían en la recolección de los datos de morbilidad de
la población, los cuales posteriormente solicitaron que se les retribuyera
económicamente por ese trabajo. En el segundo caso, los problemas se
suscitaron por el rol de control y de fiscalización que los servicios de salud se
atribuyeron en su calidad de funcionarios autorizados, quienes fueron a su vez
268
deslegitimados por la consultora utilizando un principio del propio programa: la
figura de la contraparte, entidad oficial y última responsable de la ejecución,
seguimiento y evaluación del proyecto que para este caso, había sido elegido el
Servicio de Salud de Arica.
Detrás de las tensiones y conflictos generados en torno al proyecto, se hizo
patente la lucha por el control del proceso y los conocimientos asociados al
mismo, aflorando la cuestión del sistema de validación a través de los cuales los
diversos agentes buscaban legitimarse como los expertos autorizados y los
últimos responsables de fiscalizar su ejecución. Estos mecanismos del poder
quedaron expuestos especialmente en el primer y segundo Taller de Validación
de este proyecto, instancias donde las comunidades participarían a través de la
aceptación y rechazo de los resultados. En síntesis, el proyecto es rechazado
las dos veces que presenta sus resultados. Sin embargo, lo que no se manifestó
en esa oportunidad y que sólo se dio a conocer al año siguiente, fue que lo que
terminó por hacer fracasar el proyecto no fue sólo la poca experticia del equipo
epidemiológico que participó y al cual todos apuntaban como el factor principal
del desastre, sino los diversos intereses políticos y económicos involucrados en
la realización del mismo. Estos factores en parte fueron reconocidos por la
encargada del PESPI del servicio de salud de Antofagasta, quien en el segundo
taller de validación reconoció las presiones políticas para que se “gastaran las
platas” y se pudiera cerrar la primera fase del programa114.
No obstante, comenzaron a visualizarse que ni las deficiencias técnicas de la
consultora ni las presiones políticas del Programa constituyeron los únicos
114
Información recogida en el Segundo Taller de Validación realizado en San Pedro de Atacama, mayo 9
de 2008.
269
factores del fracaso del proyecto. Las otras razones emergieron unos meses
después de haberse rechazado por segunda vez el proyecto y a sólo días de
haberse iniciado lo que se denominó una experiencia piloto de salud intercultural
en el consultorio de San Pedro de Atacama. Esta iniciativa había estado liderada
por antiguos dirigentes de la Mesa de Salud, quienes constituidos bajo la figura
de una asociación indígena reconocida y legitimada por las instancias del ADI,
literalmente se toman el recién creado espacio de participación social del
Consejo de Desarrollo Local en Salud115. Es desde estas instancias que se inicia
una reflexión sobre la implementación de un sistema de atención intercultural,
donde se presiona a que el consultorio reconozca y legitime a los sanadores
ancestrales a través de su incorporación en el quehacer de la salud en el
territorio. Finalmente y después de innumerables reuniones y debates consiguen
que el consultorio acepte implementar una experiencia piloto en salud
intercultural, cuyos primeros conflictos emergen a raíz de la condición que el
Municipio impone para que la experiencia se implemente: una lista con los
nombres y datos de los sanadores. Los miembros del Consejo de Desarrollo y
de la Asociación de sanadores rechazan la condición argumentando que el
Municipio no tiene legitimidad para definir quienes eran o no sanadores. En este
contexto, las autoridades municipales convocan a una jornada de reuniones con
representantes de diversos organismos estatales y miembros de la Asociación
cercanos al poder local.
La invitación a la primera reunión de la mañana fue restringida a autoridades
locales y organismos estatales involucrados, mientras que la jornada de la tarde
estaba pensada para un encuentro entre estos organismos y representantes de
la comunidad, donde también se esperaba la participación de los sanadores
115
El Consejo de Desarrollo en Salud es una instancia que surge el año 2006 desde propio centro de salud
local con el objetivo de fomentar la participación social en salud (ver capítulo 6).
270
atacameños. Al primer encuentro llegaron representantes del nivel central y
regional del Programa Orígenes, de la Corporación Nacional de Desarrollo
Indígena (CONADI), del Programa Especial Salud y Pueblos Indígenas
(PESPI/MINSAL) y del Programa de Salud Intercultural de la SEREMI de
Antofagasta, además de algunos representantes de la Asociación de cultores
entre los cuales no se encontraban miembros de la directiva. En esta
oportunidad recibí la invitación a participar de ambas reuniones en mi calidad de
profesional que venía trabajando en el tema y participando del proceso de
gestación y desarrollo del Consejo de Desarrollo Local en Salud en el territorio.
La reunión de la mañana, a la cual no había sido invitada la presidenta de la
Asociación de sanadores, se inició en un clima extraño, tenso y de al parecer,
con poca claridad respecto a su objetivo. El fin de la reunión rápidamente se
dilucidó: las representantes del municipio, quienes administran el consultorio y
reciben los fondos de los programas estatales, cuestionaron la experiencia piloto
iniciada hacía pocos días atrás, adjudicándose el papel de autoridades étnicas y
no sólo políticas, cuyo conocimiento les decía que los sanadores no realizaban
sus prácticas en público y que consideraban que esta iniciativa venía
fuertemente presionada por la presidenta de la Asociación, quien además
pertenecía al Consejo de Pueblos Atacameños y con quien el Municipio venía
teniendo pugnas etnopolíticas. Simultáneamente, cuestionaron la legitimidad de
la Asociación como organización representativa de los sanadores atacameños y
por lo tanto su capacidad para adjudicarse el rol de interlocutora válida en este
proceso. Un segundo argumento de las autoridades municipales para oponerse
a este tipo de proyectos, se refería a un problema más de fondo: ellas
consideraban que ya no quedaban sanadores ancestrales y que la mayoría de
los atacameños deseaban una salud formal de calidad (entendida como la salud
oficial/biomédica ofrecida en los consultorios y postas de la comuna). Tanto el
encargado regional de Orígenes como la máxima autoridad local manifestaron
271
que los “sanadores nunca han estado asociados”116, negando el hecho de que la
idea de crear una Asociación venía siendo promovida desde las gestiones
realizadas por el primer encargado regional del componente de salud
intercultural del Programa, es decir desde el propio Orígenes.
La reunión venía a marcar los límites respecto a las decisiones políticas y
administrativas que se estaban tomando al alero de la autoridad, recordando
cuáles eran los órganos reguladores y las instancias legales encargadas de la
salud en el territorio. Incluso las decisiones tomadas en instancias como la sub-
comisión de salud del ADI y el Consejo de Desarrollo Local, desde las cuales
habían surgido los intentos de iniciar esta experiencia, fueron rápidamente
desautorizadas. La experiencia piloto que finalizaría con la construcción de una
sala para la atención de los sanadores, significaba de alguna manera que la
experiencia quedaba como parte del dominio municipal. Se estaban redefiniendo
los límites de la autoridad respecto al ejercicio de la salud indígena atacameña.
Tanto los comentarios de apoyo del encargado del Programa a nivel regional,
como el fuerte respaldo de la encargada nacional de la CONADI, con quien
además la autoridad municipal compartía la función de consejeras nacionales,
dieron una clara señal de la necesidad de reconsiderar la experiencia ya iniciada
y rever su continuación. Lo que en definitiva se expuso como tema central de la
reunión de la mañana fue la demanda de una mayor participación y control de
este proceso por parte de las autoridades municipales, las cuales y apoyadas
con datos cuantitativos, afirmaron administrar aproximadamente un 70% de los
fondos de salud de la comuna. Es decir, lo que estaba en pugna era el dominio
político y económico de la autoridad local, que bajo un argumento de autoridad
étnica buscaba recuperar el control del espacio de la salud intercultural. El
116
Expresiones del encargado regional de Orígenes y antiguo dirigente atacameño Justo Zuleta, San Pedro
septiembre de 2007.
272
mensaje parecía expresar el lema dime cuál es mi participación en los recursos
y te diré quién manda:
“el consultorio es municipal, nosotros financiamos casi el 70% de los
gastos en salud y eso nos da derecho a tener más incidencia en las
decisiones sobre salud” (Sandra Berna, Alcaldesa de San Pedro de
Atacama, octubre 2007).
En ese contexto, mi participación consistió simplemente en hacer memoria del
proceso y recordar los argumentos que las sanadoras habían dado en un
Consejo de Desarrollo para colaborar en la experiencia: acercar la atención a
sus pacientes quienes desde hacía tiempo demandaban un espacio de atención
en el centro del pueblo. La reunión de la mañana se cerró con la decisión de la
máxima autoridad local de convocar a una parte de la Asociación de sanadores
y colaboradores a un próximo encuentro. Éste se realizaría sólo con los
sanadores indígenas de San Pedro de Atacama, excluyendo a los del Alto Loa,
quienes administrativamente pertenecen a otro departamento municipal. Aunque
se hizo el reparo respecto a que la Asociación podía rechazar esta invitación al
no ser reconocida como una organización de sanadores atacameños Licanantay
y Quechua, el acuerdo final fue que el consultorio como entidad municipal sería
el encargado de convocar a esta reunión.
A la tarde, este mismo grupo estaba comprometido a encontrarse con los
miembros del Consejo de Desarrollo Local, reunión de la cual las autoridades
municipales se excusaron de participar. A esta sí fueron invitados el presidente
de la Asociación de sanadores y otros representantes de las comunidades. Los
273
ánimos no obstante habían quedado agitados por el encuentro de la mañana,
principalmente por la falta de diálogo, la escasa retroalimentación y los violentos
discursos de desautorización de las autoridades locales hacia las otras
instancias involucradas. La salud en el territorio parecía haberse declarado hija
ilustre del Municipio y los demás debían subordinarse a esta realidad política.
Sin embargo, en la reunión de la tarde se generó una discusión mucho más
acalorada entre los representantes a nivel central de la CONADI, Orígenes y
algunos de los miembros del Consejo de Desarrollo Local, entre ellos dos de las
sanadoras indígenas que estaban participando del proceso. Los funcionarios se
vieron obligados en primer lugar a explicar por qué a la reunión de la mañana no
había sido invitado el presidente de la Asociación o al menos algún
representante de su directiva. En segundo lugar, por qué en una reunión de
esas características y cuyo objetivo se suponía era conocer la experiencia
iniciada en el consultorio de salud intercultural, se tomaron decisiones sin
consultar a los involucrados directos, -los sanadores indígenas-; y en tercer
lugar, por qué la autoridad municipal decidió unilateralmente invitar sólo a los
sanadores que pertenecían a “su Municipio”. Esto tenía dos importantes
consecuencias en el escenario étnico local: por un lado, se desconoció el hecho
de que la Asociación estaba compuesta tanto por sanadores indígenas como por
dirigentes que participaban en calidad de “colaboradores”. Por el otro, se ignora
el trayecto de la Asociación y la cosmovisión compartida en relación a la salud
entre las localidades del Salar de Atacama y del Alto Loa, que se reconocían
como parte de una unidad territorial más amplia a la impuesta por el Estado.
La reunión de la tarde experimentó una acelerada subida de presión en la
medida que los dirigentes y miembros del Consejo de Desarrollo, varios de ellos
miembros de la Asociación, interpretaron los hechos de la mañana como un acto
274
de deslegitimación de su organización. De la misma manera, y desde las
instancias gubernamentales, también fueron cuestionadas las sanadoras
indígenas, quienes se vieron forzadas a exponer las razones de su participación
en esta experiencia117. Surgió así una discusión entre los representantes de
Orígenes y miembros del Consejo, quienes criticaron el clima de intimidación en
el que se pidió la opinión de las sanadoras, las cuales al comienzo de la reunión
expresaron su punto de vista, pero ante el interrogatorio impuesto por los
expertos del multiculturalismo, fueron progresivamente quedando marginadas de
la discusión. En este escenario, una de las antiguas dirigentes atacameñas que
había participado de la Mesa de Salud con la que debutó Orígenes en el
territorio, tomó la palabra y llevó aún más lejos su cuestionamiento preguntando
con qué derecho la autoridad municipal se atribuía la capacidad para validar
estas prácticas y a quienes las ejercían. Su interpelación se dirigió también a
cuestionar el papel de los organismos del Estado en salud y al tipo de autoridad
y experticia al cual éstos apelaban. La propia Consejera nacional de la CONADI
y representante de Orígenes de Santiago explicó que el verdadero propósito de
su viaje era sólo conocer la experiencia, pero que consideraba importante que
estas acciones estuvieran coordinadas con la autoridad municipal, ya que en
definitiva esta era la responsable de la salud de la Comuna. Sus palabras fueron
las siguientes:
“Más que nada era eso, escucharlos a ustedes porque nuestra inquietud
obedecía a dónde nace la iniciativa de que esta fuera la experiencia y no
otra…conocer por qué surge esa iniciativa y a propósito de qué y qué 117
La sanadora atacameña María Tejerina que había comenzado las atenciones en el consultorio explicó
sus razones: “yo ya lo he dicho…mis pacientes me lo pidieron porque del pueblo a donde yo vivo les
cobran tres mil pesos de ida y de vuelta…sólo por eso vine al consultorio”. Mientras que otra de las
sanadoras atacameñas, Elvira Tito explica que si le piden ella viene, pero que ella ha dicho “yo prefiero
atender en mi casa…todos saben y me conocen”. (Reunión entre organismos estatales y el Consejo de
Desarrollo en Salud, San Pedro de Atacama, septiembre 2007).
275
opina el resto de las personas que se verían beneficiadas por este tipo de
iniciativa” (Encargada nacional de Orígenes y Consejera de la CONADI,
San Pedro de Atacama, Septiembre de 2007).
Ante este comentario, las respuestas de rechazo se hicieron rápidamente sentir
entre los miembros de la comunidad presentes. El principal argumento de
contestación fue la idea de que la salud atacameña no tenía que ser autorizada
ni legitimada por ninguna de las autoridades presentes en esa reunión, incluso ni
la de los “expertos indígenas” contratados por el Programa. Se recordó que esta
experiencia venía de un proceso participativo anterior iniciado por el propio
Orígenes, pero que al salirse de su control había experimentado un giro que
claramente se había expresado en estas reuniones:
“Vengo participando en el tema de la salud intercultural del año 2000.
Quizás voy a ser la más dura en este aspecto, soy muy franca…y hemos
venido tantos años porque queremos que exista un reconocimiento, una
valoración hacia nuestra salud ancestral y lo único que pretendemos es la
dignidad de nuestros cultores, de nuestra gente…que algún día puedan
pisar un consultorio sin ser desvalorizados…lo más importante es como
Mesa de Salud que nosotros tenemos un trabajo completo de nuestra
salud intercultural, tenemos nuestras metas, objetivos…nos gustaría que
al trabajar con ustedes nos consultasen… no es por menospreciar a los
profesionales, pero sí nos gustaría mucho que se nos tomara en cuenta
este trabajo y nos hicieran participar de sus reuniones, de todo porque
hemos estado abiertos y esto se ha transformado en una causa” (Sonia
Ramos. Miembro del Consejo de Desarrollo Local y presidenta de la
Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral
276
Licanantay y Quechua, período 2007-2010. San Pedro de Atacama,
Septiembre de 2007).
Los encargados de Orígenes regional y del Programa Salud y Pueblos
Indígenas a nivel central intentaron calmar el clima de tensión generado
apelando al hecho de que esta experiencia recién se iniciaba y que había que
evaluarla para saber si era pertinente o no (según la jerga reforzada por el
Programa). Sin embargo, la representante de Orígenes a nivel nacional y
además Consejera nacional de la CONADI fue quien generó las mayores
resistencias en el diálogo con los representantes de la Asociación y miembros
del Consejo. Esto se debió principalmente a sus reiterados intentos de
convencer a los representantes indígenas en la reunión de que aceptaran las
condiciones de la autoridad municipal, apelando tanto a argumentos de
autoridad basados en la amistad política que las vinculaba, como a su propia
calidad de Consejera Nacional de la CONADI y una de las personas que había
participado en la creación del ADI Atacama la Grande en la década anterior. En
ese contexto, mi intervención sirvió para discutir tal argumento de autoridad,
poniendo mis conocimientos antropológicos en juego. Apelando a estudios
etnohistóricos y arqueológicos de la zona, cuestioné su no reconocimiento de las
redes y vínculos de parentesco que funcionaban en el territorio y cuyos lazos,
entre ellos los relacionados a las representaciones sobre la salud y la
enfermedad, no obedecían a criterios municipales ni provinciales, sino que
referían a relaciones interétnicas más complejas y dinámicas que las que el
Estado ha construido con su política indígena y multicultural. El recuerdo de la
existencia de estas otras territorialidades que daban cuenta de los vínculos entre
sanadores del sector del Salar de Atacama y los de la cuenca del Loa, al menos
en el ámbito de las prácticas curativas, era sólo un ejemplo de los conocimientos
277
sistematizados por las investigaciones pagadas por Orígenes, pero que al final
eran ignorados si no servían a los intereses del Estado y sus aliados. De más
estaba en esa discusión referirse a las relaciones con el noroeste argentino y
Sur Lípez boliviano que hasta hoy mantienen las poblaciones atacameñas y que
en un contexto de discusión nacionalista como el que se estaba dando,
simplemente era negado. A esa altura, el ofuscamiento de ambos funcionarios
del Estado neoindigenista no toleraban ninguna otra interculturalidad ni
participación fuera de la entendida e impuesta por ellos.
La reunión finalizó con la decisión de que a la Asociación realizaría una reunión
extraordinaria antes de la convocada por la autoridad municipal, a fin de discutir
con todos los miembros estos acontecimientos y posteriormente llegar a
acuerdos respecto a cómo continuar las negociaciones en medio del conflicto
con el Municipio y sus amigos políticos allí congregados. La idea de los
representantes de la Asociación era juntarse antes de que llegara la invitación
del Municipio, por lo que se realizó una reunión extraordinaria en el pueblo de
Lasana. Ante los problemas planteados en ese encuentro y transmitidos por
quienes habían participado, los sanadores manifestaron que sería mejor intentar
obtener un lugar de atención propio donde se pudiera trabajar sin los límites de
horarios y condiciones de infraestructura que tenía el consultorio, sin excluir la
idea de que quienes deseaban atender en el consultorio continuaran haciéndolo.
El segundo acuerdo fue que se adelantarían a la invitación del Municipio y ellos
convocarían a una reunión a las autoridades locales. La estrategia era
convertirse en los dueños de casa del encuentro.
A casi dos meses de transcurridas estas reuniones, las autoridades municipales
aceptaron la invitación de la Asociación a un encuentro y se hicieron presentes
el día y hora concertados. En esa oportunidad, la máxima autoridad llegó en
278
compañía del director del consultorio, el encargado de Orígenes regional (quien
no había sido invitado) y sin la esperada presencia de la directora subrogante
del departamento de salud municipal, la cual en los últimos encuentros se había
expresado como una de las principales opositoras a la experiencia en el
consultorio. La reunión se inició con unas palabras de la presidenta de la
Asociación y con una presentación sobre la historia de la organización a cargo
de uno de sus miembros. Los contenidos de la exposición apuntaron además a
reflexionar respecto a la importancia del trabajo complementario entre la
medicina formal y la medicina indígena y de la voluntad de la Asociación para
avanzar en este sentido. A partir de este instante, la reunión dejó de estar en
manos de la directiva de la Asociación y pasó a ser dirigida por la autoridad
municipal, quien junto al director del consultorio y el encargado regional de
Orígenes, se convirtieron en los protagonistas del encuentro. Su discurso lo
inició recordando su origen étnico Licanantay (atacameño) y manifestando su
conocimiento y valoración de la medicina ancestral a través de su cercanía y
familiaridad con varios de los sanadores. Convirtiéndose en los moderadores del
encuentro y después de manifestar sus preocupaciones en relación a la
experiencia en salud intercultural implementada en el consultorio, dieron la
palabra a los sanadores, quienes expresaron su valoración por las acciones
emprendidas por la Asociación y apoyaron la decisión de que algunos de los
sanadores trabajaran en esta experiencia. Ante la activa participación de los
miembros de la Asociación, principalmente la de los propios sanadores, las
autoridades municipales y de Orígenes se vieron obligadas a legitimar la
organización y mostrarse favorables a promoverla. Sin embargo, insistieron en
su preocupación por que los recursos económicos comprometidos y traspasados
al municipio fueran adecuadamente invertidos, sugiriendo que estos podrían ser
reorientados hacia otro tipo de proyectos. Ante la presión ejercida por las
autoridades indígenas, que en este contexto representaban al poder estatal y
279
paraestatal, lo que se generó fue un ambiente de inseguridad y cuestionamiento
respecto a las decisiones tomadas anteriormente entre los miembros de la
Asociación. Después de algunos lapsos de silencio y miradas entre dirigentes y
sanadores, y de un diálogo cerrado entre la directiva de la Asociación y las
autoridades municipales y de Orígenes, los acuerdos de la reunión de Lasana
en construir un lugar de atención propio para los sanadores se esfumaron y la
conversación volvió a girar en torno a la decisión de erigir la sala de atenciones
de los sanadores en un espacio al interior del centro de salud de la comuna. En
ese instante, el programa de la reunión fue abruptamente interrumpido por la
autoridad municipal, quien invitó a la presidenta de la Asociación ir a ver el lugar
posible para la sala de atenciones, dejando el resto de los miembros
sorprendidos por el inesperado cierre. Ante ese panorama, un grupo pequeño de
dirigentes se trasladó junto a las autoridades hacia las dependencias del
consultorio, a objeto de ver en terreno el lugar de la construcción y cerrar los
últimos detalles respecto a la experiencia a implementarse allí. En ese momento,
las autoridades reiteraron las condiciones para autorizar su aprobación final: la
sala de atenciones de los sanadores era sólo para esos fines y no constituía un
lugar de reunión para la Asociación.
Luego de ocurridos estos hechos y finalizando el período de prueba de la
experiencia iniciada con las atenciones de la sanadora atacameña en el
consultorio, Orígenes invitó a algunos sanadores indígenas a participar de un
“Encuentro Nacional de Cultores” que se realizaría en una ciudad del norte del
país. Por problemas de coordinación con la persona que había hecho el
contacto para convocar a los invitados, llegaron a esa instancia y en
representación de la Asociación solo una de las colaboradoras de la Asociación
y la sanadora que había estado trabajando en el consultorio. De regreso, y tras
280
una conversación sostenida con ella, me expresó que no deseaba trabajar más
en el consultorio porque se había sentido muy mal en ese encuentro. Las
razones respecto a su negativa de volver a trabajar en el consultorio fueron
expresadas de la siguiente manera:
“me sentí muy mal porque las otras personas que estaban allí me dijeron
que era tonta porque no cobraba y no me daban nada en el consultorio”
(entrevista a sanadora atacameña, diciembre de 2007).
Se refería a que sus atenciones en el consultorio no eran oficialmente pagadas
como el resto de las sanadoras y sanadores que actualmente trabajaban en esta
tipo de experiencias en otros lugares del país. Por otro lado, la habían obligado
a hablar sobre lo que hacía en el consultorio en un contexto desconocido y en
medio de un ambiente agresivo y competitivo en razón a las luchas de
autoctonía promovidas por el mercado cultural abierto con Orígenes. En síntesis,
ella encarnaba la experiencia y el modelo de salud intercultural atacameño,
aunque casi no había tenido contacto con los funcionarios de la salud. Más aún,
quien había ido de acompañante y en calidad de colaboradora de la Asociación,
sin quererlo y por darle protagonismo a la propia sanadora la expuso ante los
demás, sin considerar su disposición a hablar en los términos que allí se
esperaba. El lenguaje de los expertos no había sido adquirido por la sanadora,
quien sólo se refirió a sus prácticas, sus pacientes y su poder de curación. En
conclusión, lo que había sido una interesante invitación a conocer a otros
sanadores indígenas de las diferentes “etnias” del país, se convirtió en un lugar
de violencia para quien no estaba acostumbrada a estos espacios construidos
por la política multicultural de los últimos años.
281
Así se hizo evidente el hecho de que las atenciones de la sanadora atacameña
parecían ser sólo una pantalla de propaganda para las páginas web de los
organismos estatales, quienes hasta ese momento ya habían escrito amplias
notas sobre el modelo de salud intercultural atacameño, mientras que a
Orígenes le servía para mostrar su inversión en lo cultural y a la Asociación para
legitimarse como agrupación indígena. A la única que no le sirvió esta
experiencia de interculturalidad fue a la propia sanadora atacameña, conocida
en el territorio por su reticencia a exponerse públicamente y que sin embargo y
por el sólo deseo de facilitar el acceso a sus pacientes, se vio implicada en una
situación que la llevó a reconsiderar su participación. Dejamos aquí esta historia.
Lo que siguió fue lo ya esperado de este tipo de intervenciones del
etnodesarrollo. Los dineros destinados desde Orígenes no alcanzaron para
construir una sala en el consultorio y el municipio ofreció la habilitación de otro
espacio en la antigua posta. El consultorio logró de esta forma “sacarse” a la
Asociación de sus dependencias y la única sanadora que se había animado a
trabajar en este tipo de experiencias (y pese a la alta demanda de pacientes
atendidos durante ese período) finalizó su participación, considerando como
poco probable la continuidad de la misma.
3-. Mercantilizando las prácticas curativas indígenas
En el año 2003 ya se habían realizado las primeras evaluaciones del Programa
Orígenes en las que se señalaba el “bajo cumplimiento de las expectativas
creadas en las comunidades beneficiarias”, “incumplimiento del componente de
capacitación”, “baja participación de la comunidad en la evaluación de
proyectos”, “escasa credibilidad respecto a la cultura por parte del programa”,
“incumplimiento en la contratación de profesionales indígenas”, elección de
estos “según criterios políticos partidistas y no técnicos”, y un “enorme retraso
282
de los compromisos financieros con los beneficiarios”118. Asimismo se señalaba
la inconsistencia entre los propósitos y sus componentes por el insuficiente
consenso entre la Secretaria Ejecutiva a cargo de su implementación nivel
central, las Unidades Zonales en cada región y los co-ejecutores. Esta falta de
consenso se reflejaba en las diversas y a veces contrapuestas comprensiones
respecto a categorías como desarrollo con identidad, integralidad del desarrollo
y pertinencia cultural. Se afirmaba en las evaluaciones que los indicadores para
medir los avances y logros del Programa eran insuficientes y sólo apuntaban a
aspectos cuantitativos, dejando de lado los aspectos más cualitativos del
proceso. Se favorecieron los productos en desmedro de encontrar instrumentos
para medir el fortalecimiento, la sensibilización o incorporación de las prácticas,
etc. La participación en este sentido fue más bien pasiva, deviniendo para
muchos de los evaluadores en nuevas formas de asistencialismo, incluso para
algunos de ellos en la constitución y fortalecimiento de redes clientelares (Bello
2007:195). En todas estas evaluaciones se destaca que el énfasis y la inversión
en el componente productivo derivaron en un logro relativo, mientras que fue
escaso el de los objetivos de otros componentes, entre ellos el de salud. En
síntesis, el programa no atendió a los factores estructurales que han estado en
el centro de la problemática indígena: urbanización de las poblaciones
originarias, desintegración de las economías tradicionales, pérdidas de tierras
ancestrales, escolarización, etc.
Las evaluaciones también apuntaron a la excesiva mercantilización del
Programa, que en el caso del componente productivo tensionó aun más a las
comunidades y sus economías poco competitivas y que pusieron en jaque las
expectativas de compatibilizar desarrollo con identidad y crecimiento económico,
tal como se había propuesto. También se reconoció la ausencia del tema
118
Documento Análisis Institucional del Programa Orígenes, realizado por Dora Balada el año 2003.
283
ambiental pese a la existencia de procedimientos específicamente orientados al
mismo. A la reconocida mercantilización se suma la monetarización de las
relaciones entre el Estado y las comunidades indígenas. Situaciones todas que
generaron desgaste dirigencial, sobrecarga y agobio excesivo de las familias
beneficiadas (Díaz y Rupailaf 2005). En definitiva los dichos el programa hacen
referencia a autogestión, desconociendo las demandas de autonomía exigidas
por los grupos indígenas nacionales. Se define capital social y cultural como
realidades dadas y evidentes en las sociedades indígenas, sin cuestionar su
significado y más bien reificando sus elementos tradicionales desde una mirada
esencialista de la cultura.
La pregunta que podríamos hacernos entonces es: ¿cuáles son en definitiva los
efectos concretos de este tipo de intervenciones etnodesarrollistas y
neoindigenistas implementadas por el Estado multicultural? Al menos dos son
los puntos relevantes que observamos: a un nivel macro, el Estado, a través de
estas nuevas estrategias para gobernar en territorios indígenas, extiende y
profundiza su dominio hacia áreas antes negadas y demonizadas por el sistema
de salud público. De este modo, el Estado a través de este nuevo campo de la
salud intercultural no sólo asegura su capacidad de concentrar capital simbólico
a través de las representaciones de la salud indígena que intenta legitimar (en
este caso las prácticas curativas indígenas, sus sistemas médicos y sus
terapeutas a través del reconocimiento), sino que además despliega novedosos
sistemas de autorización y experticia, adjudicándose el papel de “validador” de
las experiencias interculturales o complementarias con las cuales busca
burocratizar la salud ancestral. Se vuelve preciso entonces observar los
discursos y las prácticas estatales en terreno, teniendo en cuenta que éste no
funciona de manera homogénea y estandarizada, sino más bien se reproduce
284
de manera diferenciada ya sea a través de sus órganos e instituciones formales,
como también mediante otras redes y circuitos locales y trasnacionales
presentes en la esfera nacional.
El poder local representado por el Municipio, que en este caso adquiere el
carácter de municipio étnico al estar liderado por autoridades indígenas, muestra
la reconfiguración actual del poder a diversas escalas y niveles de las acciones
del conglomerado estatal/trasnacional que promueve el multiculturalismo
neoliberal. Estas redes revelan no sólo una configuración distinta de los agentes,
sino una forma de (etno)gubernamentalidad, como la define Boccara (2007), y
cuya característica principal está cimentada en una falsa contradicción: un
Estado omnipresente que se adjudica la autoridad de vigilar y controlar, a la vez
que un Estado ausente y/o subsidiario incapaz de proteger y resguardar
derechos a la igualdad y a la diferencia. Se trata de una forma de gobernar que
se destaca por su tecnicidad, objetividad y eficiencia, pero que sin embargo
funciona adoptando modalidades burocráticas que privilegian los intereses
políticos partidistas y clientelares impuestos por el sistema democrático liberal.
A nivel micro, se ponen en funcionamiento nuevos dispositivos de poder y saber
a través de un tipo de autorización y experticia específico. Los expertos de la
salud indígena no son ya sólo sus sabios y terapeutas tradicionales, sino un
grupo de representantes indígenas legitimados por el Estado e incorporados a
las diversas instituciones y organismos paraestatales o multilaterales
involucrados. La salud indígena es incorporada así a un nuevo ámbito etno-
político, el de la salud intercultural, el cual y bajo la apropiación de los sistemas
de representación por parte del Estado y sus aliados multilaterales, emerge
como el espacio desde el cual éste se legitima el papel de administrar las
285
diferencias culturales, compatibilizando históricas demandas de inclusión social
de la población atacameña e incorporándola como nuevo usuario y cliente
exótico del mercado cultural abierto por lo que llamaríamos un neoliberalismo
multicultural.
En el caso atacameño, el nuevo campo de la salud intercultural abierto por la
política indigenista de los años 90 y la política multicultural de comienzos de
siglo, como hemos visto en este ejemplo, reactivó viejas disputas étnicas a nivel
local. Dirigentes indígenas de diversas trayectorias político partidistas y sociales,
revelaron un uso de la etnicidad distinto al de las luchas y movilizaciones
indígenas de las décadas anteriores. La etnoburocracia emergida con Orígenes
y su sofisticado lenguaje, así como sus novedosas técnicas de ingeniería social
desplegadas a través del componente de salud, dejaron nuevamente en
evidencia la reproducción de un sistema de poder que bajo los estandartes de la
participación y la interculturalidad marginaron y excluyeron a los propios
indígenas del control y administración de su sistema de representaciones en
relación a la salud. Estos mecanismos revelan las restricciones y el marco de
violencia que el multiculturalismo estatal promueve a través de las estrategias de
sulbalternización de los grupos indígenas, a los que supuestamente pretende
beneficiar. Emerge el (d)efecto más directo del etnodesarrollo en su versión
neoliberal: la participación de los propios indígenas en su propia sujeción
política, económica y cultural, en la medida en que aceptan incorporarse al
mercadeo social propuesto/impuesto a través de programas de etnodesarrollo
como Orígenes. Se observa así un proceso de resignificación y reorientación del
concepto de desarrollo en esta nueva fase del neoliberalismo en Chile en el que,
vía políticas sociales, es posible visualizar efectos secundarios del
multiculturalismo neoliberal: los discursos neoindigenistas y las prácticas
286
paternalistas/vigilantes del Estado por un lado, mientras que por el otro, los
discursos y las prácticas neoliberalizantes y culturizantes de lo social, cuyo
resultado es el reforzamiento de la responsabilización de los sujetos en tanto
usuarios y consumidores de una ciudadanía étnica y cultural “focalizada”. En
este caso el etnodesarrollo implementado con Orígenes parece entenderse
como el compromiso de las poblaciones indígenas con su bienestar y progreso
(capital social desde la jerga multilateral y estatal), donde los sistemas de salud
indígenas y las experiencias de complementariedad aparecen más relacionados
a la necesidad de abaratar costos y optimizar recursos, que a mejorar las
condiciones de salud de la población indígena, según dicen sus objetivos. En
esta línea, las agencias multilaterales que están detrás de este tipo de
programas -raramente visibles por lo demás- aparecen sólo como dando un
empujón al proceso y promoviendo la generación de conocimientos que
justifiquen nuevas intervenciones sobre estas poblaciones. He aquí la vieja
figura colonial del antropólogo ahora convertido en “consultor”, quien a través de
diagnósticos, evaluaciones e identificando necesidades a través de técnicas de
recolección cuali-cuantitativa, provee las condiciones ideales para perpetuar un
sistema de poder que reproduce cada vez más desigualdades sociales. La
producción de conocimiento se traduce en nuevas construcciones teóricas de
estas poblaciones que legitiman un tipo de conocimiento (objetivo y científico)
sobre ellas y que operan como medios de validación para la implementación de
nuevos proyectos y programas de desarrollo.
Lo que emerge detrás de estas propuestas de desarrollo con identidad, son los
efectos de control y regulación de la población a través de criterios que
territorializan las diferencias culturales. A través de la focalización de las
poblaciones y la nueva territorialización (¿cartografías?) que realiza actualmente
287
la política social neoliberal a través de sus programas, lo que se hace en
definitiva es transformar a los pueblos indígenas en grupos vulnerables dignos
de intervención, lo que consolida los mecanismos de privatización de los
servicios sociales (Dagnino 2006:406). Paralelamente se refuerza el proceso de
politización de la cultura y las identidades y la despolitización de la política
(Briones et. al 2005: 12) que invisibiliza y desperfila las complejidades actuales
de la cuestión étnica en la región. Los efectos secundarios de estas
intervenciones, sin embargo, golpean por el lado más débil. Recientemente, y en
contextos donde los indígenas y sus movimientos han alcanzado un alto grado
de visibilización e importancia, el trabajo silencioso del etnodesarrollo bajo las
filas del neoliberalismo ha socavado en algunos casos de manera profunda las
bases de movimientos indígenas, como lo ejemplifican algunas organizaciones
del Ecuador (Laurie et. al 2005, Breton 2003 y 2001).
Como es posible observar, la nueva red etnoburocrática conformada por
expertos indígenas y no indígenas instalada con Orígenes, pasa a constituirse
en una de las principales estrategias mediante las cuales se instalan las nuevas
prácticas de etnodesarrollo en su formato neoliberal. Una red que está
constituida principalmente por una elite de profesionales indígenas urbanos y
profesionales no indígenas de las ciencias sociales, fundaciones privadas de
transnacionales localizadas en territorios indígenas, comunidades y
asociaciones indígenas, consultoras externas y universidades que aparecen ya
sea en calidad de “proveedores de servicios”, “oferentes”, “fiscalizadores” o
“contrapartes”. Se refuerzan así los principios de tercerización de los servicios
ofrecidos por el Estado, desligándose de sus responsabilidades directas y
responsabilizando a los organismos contratados o autorresponsabilizando a la
sociedad civil de no velar por sus derechos como “consumidores”. Así, esta
288
original forma privatizada de operar e implementar estrategias de desarrollo a
través de la incorporación del ethnos introduce la racionalidad económica en la
política social y/o cultural de la región. Nos referimos a una nueva forma de
economía política. Esta vieja y nueva racionalidad que mezcla criterios
económicos y sociopolíticos, y que actúa bajo razonamientos de construcción de
grupos beneficiarios, tiende a reproducir una visión naturalizadora de la cultura.
En este sentido, Orígenes como programa y sus diversos dispositivos de saber y
de poder, han apuntado a una redefinición de lo local a través de una aparente
autonomía que contrasta con los mecanismos de fiscalización o “seguimiento”
que los expertos interculturales deben realizar una vez entrenados en esta
nueva arte de gobierno. En este contexto, el Programa Orígenes a nivel nacional
se marketea como un programa de gobierno que, debiendo ajustarse a las
condiciones de convenios realizados con agencias multilaterales como el BID,
tiene el propósito de mejorar las condiciones de vida de las poblaciones
indígenas, el cual no obstante se adjudicó el rótulo de “Problema Orígenes”. Con
esta expresión se señalan una serie de conflictos generados al interior de las
comunidades indígenas mapuches, la mayoría de ellos producto de los
conflictos y luchas por obtener los recursos económicos ofrecidos por el
Programa119.
La construcción del multiculturalismo en Chile vía programas de etnodesarrollo
como Orígenes revela así efectos no relacionados directamente a los objetivos
explicitados en los documentos. Específicamente la creación de un nuevo
campo de luchas sobre el control del saber y el poder asociados a los
119
Recordemos que en la primera fase el componente de salud intercultural recibió casi US$7 millones de
dólares en relación a los casi US$20 millones destinados del componente productivo, US$12 para
educación, aproximadamente US$7 para el componente fortalecimiento y US$1 millón para mercadeo
social. El componente de salud intercultural, como señaláramos, estuvo dividido además en cuatro
subcomponentes: a) modelos de salud intercultural de referencia, b) mejoramiento de la calidad,
sensibilidad y pertinencia cultural de servicios de salud, c) fortalecimiento de la medicina indígena y, d)
mejoramiento del acceso a la red de servicios interculturales de salud.
289
conocimientos indígenas medicinales –en nuestro caso de estudio- y su
reconversión en capitales económicos, políticos y culturales de alto valor para
los diversos agentes involucrados dentro del neoliberalismo actual. Junto con
contribuir a culturizar la política politizando la cultura, lo que el programa hizo fue
otorgarle a la salud indígena un nuevo valor como recurso económico a través
de su marketeo dentro del aparato desarrollo. De esta manera se reforzó una
política de espacialización a través de la cual el Estado delimitó y aseguró
nuevamente su campo de control, territorializando y reterritorializando a las
poblaciones indígenas nacionales desde la lógica de un Estado
transnacionalizado. En este sentido, el nuevo conglomerado
estatal/transnacional vía técnicas de biopoder (sobre la población) y
disciplinamiento (sobre el cuerpo), intenta y no sin resistencias incorporar los
sistemas médicos indígenas profesionalizándolos y sistematizándolos, a la vez
que abriendo un nuevo campo étnico y político a través del cual extender y
profundizar su dominio. Se trata de los efectos secundarios o colaterales del
desarrollo (Gow 1996) que en definitiva se convierten en las principales razones
de Estado (Foucault 2000: 212). Estos efectos se convierten en la nueva
propuesta cultural del neoliberalismo que termina transformándonos a todos en
empresarios de la cultura, donde un nuevo imaginario hegemónico se impone a
través de una reestructuración de lo social como base de los cambios
económicos. Como bien expresa la antropóloga argentina Claudia Briones se
pone en marcha una “nacionalización del discurso culturalista” que en un
contexto de flujos económicos transnacionales procede como un “nacionalismo
sin nacionalidad” (Briones 2007: 282). En definitiva, lo que se impone en Chile
con programas de etnodesarrollo como Orígenes, es una nueva cultura
empresarial, donde el propio rol del antropólogo-consultor se convierte en una
de las novedades traídas por el neoliberalismo multicultural.
Contradictoriamente, se despliegan bajo el carácter tecnicista de estas políticas
290
redes de clientelismos político, donde las solidaridades étnicas se yuxtaponen a
las solidaridades partidistas, mientras se reactiva la dimensión neoasistencialista
que sólo remarca el carácter excluyente del multiculturalismo. Estas redes se
despliegan a través de las clasificaciones que dan cuenta de la dimensión
etnificante de estos programas y de las nuevas clasificaciones que operan a
través de él: atacameños versus afuerinos, atacameños versus peruanos o
bolivianos, atacameños urbanos versus atacameños rurales, etc., emergen
como nuevas categorías étnicas en un contextos de formación de alteridades
nacionales y regionales desde los cuales “se construyen nuevas formas de
aboriginalidad y nación” (Briones 2005:20). Pese a esto, los focos de resistencia
persisten en medio las medidas de excepción aplicadas en Chile a los indígenas
no alineados con este nueva gubernamentalidad neoliberal (Ferguson y Gupta
2005:106), donde las acciones democráticas que inspiran supuestamente al
multiculturalismo se visibilizan en medio de contextos reprimidos y fuertemente
controlados por el Estado a través de sus instituciones y agentes, que intentan
apaciguar y neutralizar la lucha social y étnica de los movimientos indígenas
actuales. En el caso atacameño, las resistencias de cierta elites dirigenciales
indígenas se ven contrapuestas a las resistencias de quienes ejercen un poder
difícilmente controlable: el de curar, cuya fuente de legitimidad y experticia es
difícilmente asimilable a las de las ciencias. Parece una empresa intelectual
pendiente el profundizar en lo que algunos autores han denominado
transnational gobernmentality, entendiendo por esta a los procesos “por los
cuales la conducta de la población es gobernada: por las instituciones y
agencias, incluyendo al Estado; por discursos, normas e identidades, y por auto
regulación, técnicas para el disciplinamiento y cuidado de sí”. (Ferguson y Gupta
2005:114).
291
Capítulo 5
La (etno)burocracia emergida con Orígenes120
En el mes de septiembre del 2006 tuve la posibilidad de participar del encuentro
nacional anual realizado por el componente de salud intercultural del programa
Orígenes. En esa oportunidad mi participación fue en calidad de representante
de la consultora que se había adjudicado el proyecto “Diseño de modelos de
atención y gestión intercultural en salud en las I y II regiones”. El proyecto antes
mencionado, cuyos complejos problemas y conflictos ya eran ampliamente
conocidos a nivel nacional, determinó que mi presencia y participación en el
encuentro se revistiera de sospechas y rechazos semejantes a los de mi entrada
al tema en el territorio cuando participé en el Congreso Internacional realizado
en Caspana (ver capítulo 3). En medio de las confusiones y conflictos entre los
equipos de ambas instituciones a cargo de su ejecución, los problemas entre
éstas entidades y los servicios de salud respectivos cumpliendo el rol de
contrapartes, como las tensiones entre estos agentes y las organizaciones
locales, habían dado como resultado una serie de rumores a nivel nacional
sobre las posibilidades de fracaso del proyecto. Sin embargo, mi interés por
investigar estos procesos y por dar a conocer el trabajo etnográfico realizado
como parte del proyecto general, me llevaron a ocupar el título despreciado y
mal visto de representante de la consultora. En pocos minutos, las exposiciones
y debates de las diversas realidades a nivel nacional sobre el tema me hicieron
tomar conciencia de que había elegido la peor forma de iniciación en este
campo. De hecho y luego de haber presentado el trabajo realizado en terreno
sobre las prácticas terapéuticas atacameñas, recibí el primer llamado de
120
Parte de este capítulo se encuentra publicado en coautoría Boccara y Bolados (2008) en la revista
Memoria Americana 16(2): 167-196. Ver referencias bibliográficas.
292
atención de una dirigente aymara, presidenta en ese momento de la red
intercultural de Putre (región de Arica y Parinacota). Su exhorto iba en dirección
de porqué yo me concedía el derecho de exponer y presentar aspectos de la
medicina atacameña, especificando que esa era una misión exclusiva de los
sanadores y curanderos indígenas. Luego de transcurrido ese llamado de
atención realizado después de mi exposición, y después de una serie de
exposiciones que como dijo una de las participantes, parecía un verdadero
desfile de modelos, fui objeto de un segundo cuestionamiento en público. Este
se produjo al cierre de la primera parte del encuentro entre Orígenes,
asociaciones indígenas y consultoras que estaban trabajando a nivel nacional en
proyectos similares, teniendo programado continuar en un segundo momento
sólo con servicios de salud y equipos regionales (además de los respectivos
representantes de la SEREMI). En este marco solicité al encargado nacional del
componente de salud intercultural del Programa quedarme en la segunda parte,
argumentando mi interés por registrar la totalidad de la jornada. Teniendo la
autorización de los organizadores, sin embargo y públicamente, la encargada
regional del PESPI expone su rechazo a mi presencia argumentando que ante la
ausencia del representante atacameño en ese encuentro (y por problemas de
coordinación ajenas a mi presencia allí) y su absoluta disconformidad con el
trabajo realizado por la consultora a la cual yo representaba, solicitaba mi
expulsión de esa segunda parte del encuentro.
Sin tener una idea precisa de lo que estaba ocurriendo en ese momento
respecto a mi presencia en la jornada y de las situaciones que me tocaron
enfrentar, descubrí que todavía no había sido introducida en el campo de la
salud intercultural, por lo tanto estaba lejos de haberme constituido en una
experta autorizada dentro de él. Con sólo un sencillo trabajo etnográfico, lo
293
cierto era que por un lado no había completado mi formación etnoburocrática,
mientras que por otro, la rabia y agresiones hacia mí reflejaban el rechazo a la
nueva modalidad privatizada y tercerizada de producir conocimiento de los
pueblos indígenas impuesto por Orígenes. En ese momento pude visualizar que
las razones técnicas que llevaron al fracaso del proyecto estrella estaban
definidas por un campo de discusión y control político mayor, donde el Estado
buscaba fuertemente constituirse en su administrador, y no obstante, era
permanentemente resistido por los otros agentes involucrados (asociaciones
indígenas, consultoras privadas y entidades estatales y paraestatales).
Anecdóticamente, un año después la propia funcionaria que antes había
abogado por mi retiro del encuentro nacional, se acercó para extenderme una
invitación a trabajar en el programa regional de Salud y Pueblos Indígenas. El
desconcierto mío fue total al recordar los hechos anteriores, interrogándome
respecto ¿cuáles eran las condiciones que habían cambiado para que ahora me
ofreciera formar parte de este campo? ¿Cómo y en qué momento me había
convertido en una candidata para ser reclutada en este rol de facilitador
intercultural que se me proponía?
Lo más probable es que este proceso haya ocurrido durante el desarrollo del
proyecto, específicamente en el período de acercamiento a los sanadores
indígenas y a su Asociación, quienes habían dado muestras de confianza ante la
propuesta realizada por el equipo local. Sin embargo, ¿Cuáles fueron los
factores que determinaron el cambio de percepción respecto a mi trabajo en
este nuevo campo? Aunque esta pregunta surgió en la entrevista realizada a la
funcionaria un año y medio después del impasse experimentado, la respuesta
fue obviada argumentando que no recordaba los hechos. Sin embargo mi
participación a nivel local en poco tiempo me había colocado en un lugar
294
reconocido y por lo tanto necesario de considerar a la hora del trabajo en el
campo de la salud en el territorio.
Dada la magnitud del tema y la multiplicidad de prácticas y representaciones
vinculadas al ejercicio de lo que llamamos -desde una aproximación
foucaultiana– etnogubernamentalidad, este capítulo concentra nuestra mirada
en uno de los proyectos estrellas del componente de salud intercultural del
programa Orígenes en la Comuna de San Pedro de Atacama, el cual finalizó
siendo reconocido como el proyecto fracaso de la política multicultural en el
territorio atacameño. Nos interesa mostrar al nuevo campo etnoburocrático en
formación no como un espacio neutro sino como un campo tensionado sobre el
cual se ejerce todo el peso de la estructura social y de la historia de dominación
en el que se desarrollan luchas de significaciones y clasificaciones tendientes a
la imposición de una visión y división legítima y dominante del mundo social, de
la cultura indígena y de la interculturalidad. Parte de los cambios ideológicos
importantes introducidos por el componente de salud intercultural del Programa
Orígenes se habrían realizado a través del subcomponente de capacitación,
desde el cual operó la naturalización de los procesos culturales locales y donde
Orígenes invirtió importantes sumas a fin de sistematizar y difundir los
conocimientos indígenas considerados “propios” de cada grupo étnico nacional y
que pretendía fortalecer y rescatar. Desde una perspectiva esencialista de la
cultura se fomenta la sistematización y profesionalización del conocimiento
indígena, consagrando un nuevo tipo de autoridad y experticia: la de los
expertos de la interculturalidad. Muchos profesionales e investigadores de las
ciencias sociales relacionados al tema indígena y a través de diversos rituales
de iniciación, fuimos incorporándonos y consagrándonos como las nuevas
criaturas del Estado multicultural. Las capacitaciones, cuyos objetivos en los
295
equipos anteriores como el PROMAP estaban orientados a generar procesos
locales y vincular ejes como la investigación, el conocimiento comunitario y la
docencia, con Orígenes toman un carácter masivo y formateado según los
tiempos y recursos del Programa, que espera productos científicamente
avalados. A partir de este nuevo énfasis, los procesos locales reconstruidos por
los propios equipos, organizaciones y organismos estatales y paraestatales,
pasan a estar en manos de las universidades y centros de investigaciones
formales que en muchos casos, sin tener experiencias en el área de la salud en
territorios étnicos, quedaban consagrados como los expertos legítimamente
reconocidos para validar el proceso de investigación. De una experticia que
emerge de las bases y del trabajo en terreno, pasamos a una experticia
reconocida por los títulos e instituciones que aseguran y legitiman su status
científico. En esta nueva modalidad, los expertos locales también son
incorporados siempre y cuando su palabra contribuya a reforzar el discurso
apolítico y desterritorializado promovido por Orígenes. De esta lógica culturalista
y culturalizante que enfatiza el fortalecimiento del capital social de la cultura
aymara, la cultura atacameña y la cultura mapuche, comienza una importante
construcción sociocultural de los elementos considerados peculiares de cada
grupo indígena nacional, cayendo en muchas ocasiones en imágenes folklóricas
y descontextualizadas de las sociedades indígenas actuales.
Meses antes del encuentro nacional que mencioné, recibí una invitación para
participar en un proyecto que parecía interesante y ambicioso. Se trataba de un
proyecto que pretendía desarrollarse en tres lugares diferentes simultáneamente
(comuna de Putre, actual región de Arica y Parinacota; el hospital de Iquique y
la comuna de San Pedro de Atacama, región de Antofagasta). Mi participación
consistiría en apoyar el trabajo en la región atacameña, cuyos objetivos
296
establecidos al comienzo fueron realizar un diagnóstico de salud local, realizar
un estudio epidemiológico sociocultural y diseñar una propuesta de modelo de
atención intercultural atacameño. La apuesta contaría con el apoyo de un equipo
de profesionales de la salud de la carrera de enfermería de una de las
universidades involucradas, quien tendría a su cargo la construcción del perfil
epidemiológico solicitado. El proyecto debía realizarse en un período de sólo
seis meses. Hasta ese momento y sin tener plena conciencia de ello, mi trabajo
de años anteriores en el tema de educación intercultural y mi participación en
varios proyectos financiados por Orígenes me había convertido en una experta
en esos temas a nivel local. Sin embargo, los variados y complejos conflictos
técnicos y políticos que rodearon este proyecto me fueron llevando a nuevas
preguntas que finalmente reorientaron mi diseño de tesis doctoral hacia el tema
de la salud intercultural. Pretendía comprender la lógica multiculturalista y
neoliberal que estaba operando en estos proyectos y los procesos de etnicidad
locales que permanentemente entraban en confrontación directa a la propuesta
estatal. En ese contexto mi atención se centró en las contradicciones de la
retórica oficial del Programa, que proclamaba respeto y horizontalidad cultural
por un lado, y por otro, desplegaba prácticas autoritarias durante su
implementación.
En la primera parte de este trabajo, haremos una breve presentación del
llamado a licitación que desembocó en la realización de esta consultoría cuya
meta era “diseñar y sistematizar las experiencias piloto de atención y gestión
intercultural de salud” en la zona norte de Chile. Fijaremos nuestra atención
sobre dos sitios etnográficos. Se trata de dos de los llamados talleres de
validación de esta consultoría, que se desarrollaron en la Comuna de San Pedro
de Atacama entre los años 2006 y 2007. En una segunda parte analizamos el
297
papel de las ciencias sociales en los procesos actuales de sistematización y
profesionalización del conocimiento indígena promovidos vía programas de
etnodesarrollo como Orígenes, resaltando las formas nuevas de experticia y
autorización que impone el multiculturalismo neoliberal y las heterogéneas
formas de contestación y apropiación desplegadas por las organizaciones y
comunidades atacameñas involucradas.
1. Legitimando nuevos saberes y nuevos expertos
El llamado a licitación (concurso público) se produjo en un momento en que
Orígenes estaba cerrando su primera fase y luego de innumerables problemas
para implementar el componente de salud en el Área de Desarrollo Atacama la
Grande. A fines del año 2005, el Servicio de Salud de Arica publica las bases
técnicas de la consultoría llamada “Apoyo al diseño de experiencias piloto de
atención y gestión intercultural de salud en las primera y segunda regiones”. En
la licitación se precisa que esta actividad se integra dentro del subcomponente
de Desarrollo de Modelos Interculturales de Atención en Salud del componente
Salud Intercultural del Programa Orígenes, el cual se encontraba presionado a
cumplir durante su primera fase (2001-2006) con al menos nueve experiencias
implementadas a nivel nacional. El proyecto sería financiado por Orígenes y su
contraparte lo constituirían los diversos programas de salud y pueblos indígenas
de los tres Servicios de Salud involucrados (Arica, Iquique y Antofagasta). El
protocolo para llamar a licitación se encontraba definido en el reglamento
operativo del Programa, documento en el que se describen las condiciones bajo
las cuales se licitan los proyectos, los criterios de evaluación de las propuestas y
los mecanismos para comprar los servicios a las consultoras externas que se los
adjudicaban. Respecto a este proyecto y luego de que los servicios de salud
respectivos construyeron las bases de licitación, en el año 2005 se llamó a
298
concurso público en tres oportunidades, declarándose desierto debido a la
presentación de una sola propuesta. En opinión de la encargada regional del
Programa Salud y Pueblos Indígenas, no existían consultoras expertas en el
tema en la región y la única propuesta presentada no cumplía con los requisitos
mínimos de las bases de licitación. En conclusión, ésta fue rechaza tres veces,
siendo la última vez licitada bajo la figura de concurso privado. Las presiones
políticas para su ejecución pese a todos los inconvenientes que parecían
rodearle, finalmente se hicieron sentir en una reunión general de la zona norte
donde se encontraban los distintos servicios públicos involucrados y autoridades
nacionales del Programa, quienes dieron un ultimátum para que el proyecto
fuese adjudicado a la única consultora concursante. El proceso de licitación y las
formas autoritarias e impositivas de implementar el desarrollo, son rememorados
por una de sus participantes con las siguientes palabras:
“la licitación en la que tu participaste distaba bastante de la original. La
original es terrible…en lo que querían hacer…se ve mucho esta idea
como ir regulando los proceso y formalizarlos, protocolizarnos…de pronto
aparece que esto era un trabajo no para cualquier experto, esta era la
metida de las universidades en el proceso…las universidades que al
menos en el norte de Chile y me atrevo a decir en todas las universidades
del norte de Chile estaban totalmente ausentes de la historia...en los
niveles locales nadie pensaba en la universidad para hacer algo…la
primera salida fue hacer esta cosa centralizada,…entonces el nivel
central iba elegir a los mejores del país, en un único paquete para que
estos expertos le diseñaran las experiencias a todo el país…esto no
decantó, UNAP-UCN121 iba a hacer todo el norte…empezaron a
121
El consorcio conformado por dos centros de investigación en temas indígenas pertenecientes a
universidades del norte de Chile.
299
fraccionar…el norte les resultó duro de roer, gente muy peleadora y que
no, que no, que no que queremos hacerlo localmente …y al final hubo
una golpeada de mesa muy dura, una puesta en escena. Fue magistral la
puesta en escena…hubo varias licitaciones que se declararon desiertas a
las que se presentaba la UNAP-UCN con su proyecto… porque confiaban
mucho en sus vínculos. Entonces la última evaluación,… Juan Alberto
Parra (…) jefe del norte de Orígenes va a la última evaluación del
concurso y empieza a ver las notas y el insistía que no era necesario
definir una evaluación mínima para adjudicársela que fue el primer tema
de este grupo…toda esta gente evaluando y el primer punto fue decir esto
lo vamos a evaluar con qué puntaje mínimo…se estableció un piso
mínimo que no fue logrado por esta consultora,…sacaron como un
20%...era muy mala la propuesta. Terminó esta conversación, golpeó la
mesa y…entonces, me llevo la plata, se sulfura, porque no hay
capacidades locales para hacer este trabajo, porque ya no podemos
externalizarlo porque si no tendríamos que hacerlo internacional…
ustedes perdieron la plata…se le ofrecieron alternativas…armar equipos
locales…más expertos…hasta hubo gestos de generosidad de los
servicios… iban a tener más plata de los servicios que estaban más
avanzados…los dirigentes estaban muy metidos en esa apuesta. No, no
se puede, no se puede,…entonces la puesta en escena vino después, se
interrumpe una reunión que había en Iquique de la zona norte del PESPI
y Orígenes. Y en una mesa se sienta el encargado de la zona norte del
Orígenes… una que venía del MIDEPLAN, dos personas del ministerio...
Los seremi de salud de las regiones, con este grupo de técnicos que
decían que las cosas no funcionaban…yo había ido, estaba en esta
asesoría que le hacía al servicio y el director me dice que -tu vas en mi
representación-…y el nos llama por teléfono y nos dice quédense
300
calladitas y dependen de lo que digan los otros servicios de salud… que
venía tuerto…ustedes votan y dije no, dejo de ser tu
representante…golpean la mesa, dicen sí, o sí, se abre una nueva
licitación y ustedes se lo van a adjudicar a los Isluga122, orden ministerial,
y esa fue la salida. Había un interés que esto se hiciera contra viento o
marea, no sé lo que produjera, y evidentemente con los plazos que se
dieron no podía haber los procesos que se pretendían generar y tenían
que bajar las exigencias técnicas de los productos que pretendían…”
(Malva Pedreros. Antropóloga y ex encargada del programa Salud y
Pueblos Indígenas del Servicio de Salud de Arica. San Pedro de
Atacama, Agosto de 2008)
En este escenario universidades y centros de investigación pública y privada
entraron a competir a través de la figura de la consultoría, la cual se erigió como
una de las principales herramientas a través de la cual operaron los procesos de
privatización y tercerización de los servicios contratados por Orígenes,
constituyendo a su vez un nuevo mercado académico. A su vez, se presentó la
profesionalización del conocimiento indígena y la creación de expertos como
uno de los aspectos novedosos que trajo el Programa y que cambió la forma de
trabajo que hasta ahora venía siendo desarrollada por los propios equipos de
salud locales. En palabras de la antropóloga Malva Pedreros, quien participó en
el proceso de evaluación de la propuesta:
“la otra cosa de Orígenes, en que esta cosa de la negociación de los
modelos la gente no podía hacerlo. No era una construcción colectiva, era
122
Centro de Investigación de Estudios Andinos de la Universidad Arturo Prat de Iquique.
301
una construcción de expertos. Entonces había que contratar. Son los
expertos los que tienen que decir a los médicos indígenas, a las
comunidades y a los equipos locales de salud como tienen que construir
su experiencia, cómo tienen que trabajar…como tienen que organizarse y
cuantos recursos humanos y financieros necesitan…cuando estos se
convierte en una cuestión de expertos, la gente que supuestamente iba a
construir sus experiencias desaparece completamente y con suerte
puede aparecer como informante del experto de turno que van a
contratar…ese fue un efecto Orígenes…” (Malva Pedreros. Antropóloga y
ex encargada del programa Salud y Pueblos Indígenas del Servicio de
Salud de Arica. San Pedro de Atacama, Agosto de 2008)
En este sentido, los efectos de Orígenes se observaron en dos aspectos
fundamentales. Por un lado, estas entidades convertidas en consultoras
privadas representaron una forma tercerizada y externalizada de diseñar y
ejecutar los proyectos financiados, marginando a los equipos locales y
limitándolos a un rol como fiscalizadores de los productos e insumos esperados.
Por el otro, las publicaciones y sistematizaciones promovidas por Orígenes
devinieron en luchas y descalificaciones por las autorías y resultados, las cuales
en muchos casos transformaron a los reales expertos en informantes.
El documento de las bases técnicas de licitación establece que los consultores
deben diseñar, implementar y sistematizar perfiles epidemiológicos validados
comunitariamente en Putre y San Pedro de Atacama así como apoyar en terreno
la planificación participativa y la institucionalización de la experiencia de la salud
intercultural desde la maternidad del hospital de Iquique. El perfil epidemiológico
realizado en la zona de Putre debe tomar en cuenta catorce localidades de la
302
Provincia de Parinacota y el de San Pedro de Atacama cinco localidades. En
cuanto a la experiencia de parto Aymara, se debe tomar en consideración una
muestra representativa de cinco localidades. Las bases técnicas insisten sobre
el aspecto participativo y consensuado del estudio así como también sobre la
necesidad de juntar antecedentes sobre el sistema médico indígena. El informe
realizado por la consultora debe por otra parte ser validado por los grupos
focalizados por el estudio y los funcionarios de los servicios de salud a través de
la realización de talleres. El plazo para realizar los dos estudios (perfil
epidemiológico y diagnóstico sociocultural), validarlos colectivamente y definir
los lineamientos para la concreción de un modelo de salud intercultural es
reducido finalmente a cuatro meses. Las bases técnicas plantean varios
requisitos entre ellos que el equipo de consultores debe ser interdisciplinario y
tener experiencia demostrable en estudios cualitativos de salud comunitaria. En
segundo lugar, la incorporación en el equipo de consultoría de personas
indígenas, profesionales o no, con experiencia en el trabajo comunitario de salud
con pueblos indígenas en las regiones respectivas. Finalmente, hay que incluir
un consultor con experiencia en investigación en epidemiología social o
experiencia en estudios que combinen metodología de la epidemiología social y
métodos de investigación cualitativa. A pesar de que en los equipos de la
consultora no incorporaron personas indígenas con experiencia en el trabajo
comunitario y que ninguno de los integrantes tuviera experiencia demostrable en
estudios cualitativos de salud comunitaria o en epidemiología social, el proyecto
es adjudicado a esta alianza interinstitucional. El hecho de que no existan
experiencias previas en salud intercultural en la zona de San Pedro tampoco
constituye un impedimento a la realización de un estudio de sólo cuatro meses,
cuyo objetivo es nada menos que definir de manera consensuada los
lineamientos de un modelo piloto de salud intercultural. Luego de varios
obstáculos administrativos, coordinación de los equipos locales y resistencias de
303
algunos municipios se comienza la investigación. Recién iniciado el trabajo los
coordinadores generales del proyecto renuncian y los conflictos con los servicios
estatales se agudizan por la demora en la entrega de los primeros insumos
esperados para su evaluación. En el territorio atacameño, las autoridades
municipales dificultaron la obtención de información socio demográfica de la
comuna y los datos de morbilidad de la población atendida en el centro de salud
local para la realización del perfil epidemiológico.
El primer gran conflicto durante el período de desarrollo del proyecto a nivel local
se generó cuando el equipo local realizó el primer taller de diagnóstico de salud
de la comuna. Convocando a representantes de los diversos sectores
involucrados en el tema de salud, el equipo profesional pretendía iniciar el
trabajo con un diagnóstico de salud participativo y consensuado entre
sanadores, dirigentes, profesionales de la salud y organismos estatales. Pese al
gran éxito que tuvo la convocatoria y una significativa cantidad de terapeutas
indígenas, el taller estuvo permanentemente boicoteado por las diversas
autoridades de salud participantes. El centro del conflicto era que ellos, y de
acuerdo a lo establecido en los productos esperados de la nueva licitación,
venían a participar de un taller donde supuestamente esperaban encontrarse
con los resultados del estudio epidemiológico solicitado y no un diagnóstico
participativo. El diagnóstico había sido suprimido en la segunda propuesta de
licitación, lo cual al parecer no había sido comunicado al equipo local por parte
de los encargados de coordinar el proyecto general. Ante las presiones
recibidas, el equipo de epidemiología se presenta en la comuna y en tres días
recolecta la información que considera necesaria. Esta es analizada y
sistematizada en un informe cuyos principales resultados son posteriormente
expuestos ante representantes indígenas y servicios estatales. Como era de
304
esperar, el informe epidemiológico no se valida en esa ocasión por tener
múltiples errores y ser considerado incompleto al no incorporar otras fuentes de
información como los diarios de los paramédicos, datos de mortalidad, etc.
Se resuelve que será necesario tener un segundo taller de validación y se le da
un plazo de varios meses a la consultora para enmendar su trabajo. El trabajo
no estaba siendo evaluado de acuerdo a los procesos locales desplegados a
partir del mismo, sino desde la lógica económica y técnica de los insumos y
productos esperados, que todos sabían que no se lograrían debido, entre otros
factores, a la falta de experiencia del equipo epidemiológico en temas y
problemáticas indígenas. Tanto el equipo profesional local a cargo de la parte
sociocultural como los propios dirigentes y sanadores participantes se
convirtieron durante este proceso, en actores pasivos de una pugna política
mayor: ¿quiénes eran en realidad los legítimos administradores del campo de la
salud intercultural en el territorio? Al parecer, los auténticos encargados de velar
por la correcta implementación del multiculturalismo neoliberal eran los diversos
agentes estatales. Sin embargo, las formas de regulación fueron durante el
proceso de implementación del proyecto fuertemente cuestionadas y resistidas
por los agentes locales involucrados (comunidades y organizaciones indígenas
atacameñas), quienes permanentemente buscaron adjudicarse el rol de los
legítimos fiscalizadores en tanto beneficiarios directos del programa. Vayamos
pues a la presentación y análisis de esos dos talleres de San Pedro, durante los
cuales los distintos protagonistas se reunieron para conversar sobre los
resultados arrojados por la investigación, para luego definir los lineamientos de
un modelo piloto de salud intercultural. Con respecto al primer taller,
centraremos nuestra atención sobre la dinámica participativa y sus efectos sobre
los agentes sociales presentes. En cuanto al segundo taller, volcaremos nuestra
305
mirada sobre la naturaleza del conocimiento producido y las discusiones que se
desarrollaron con respecto del marco político-institucional de la nueva política
pública indigenista del Estado.
Primer Taller de Validación, Septiembre 2006. Alrededor de treinta personas se
juntan el día 4 de septiembre en la sede social de la Población Licancabur del
pueblo de San Pedro de Atacama, para asistir al “Taller de validación del
proyecto „Apoyo al diseño de experiencias piloto en salud intercultural‟”. Además
de los consultores, se distingue tres grupos de personas: los funcionarios
públicos de la salud (PESPI, Ministerio de Salud, Hospital de Calama,
Consultorio de San Pedro de Atacama, postas rurales de Peine y Socaire); los
encargados regionales de las instituciones y programas indígenas nacionales
(CONADI, Orígenes); y los terapeutas y dirigentes indígenas de los distintos
ayllus o localidades de la comuna de San Pedro de Atacama (Peine, Talabre,
Camar, San Pedro, Coyo, Solor, Toconao). Durante la sesión de la mañana, y
después de una breve introducción por parte del antropólogo que coordina la
investigación en la Comuna de San Pedro, la enfermera presenta el perfil
epidemiológico de la zona. Antes de ir al almorzar, los asistentes discuten el
perfil epidemiológico. En la sesión de la tarde, se procede a la presentación del
diagnóstico sociocultural que es, a su vez, discutido entre las personas
presentes. Se prevé que al término del taller, y en caso de que los estudios
hayan sido validados, todos los actores definan en conjunto las bases para la
implementación de un modelo piloto de salud intercultural en Atacama la
Grande. Sin embargo, desde el principio del taller, se nota que la metodología
participativa y la voluntad de entablar un intercambio de ideas entre los distintos
actores presentes no funcionan según lo previsto. El coordinador de la
consultora señala en primer lugar que a pesar de que la convocatoria fue amplia,
306
pocas personas vinieron al taller. Explica que eso se debe al hecho de que se
esté desarrollando en este mismo momento la fiesta religiosa de Ayquina y que
muchas personas indígenas invitadas son promesantes. Precisa que la fecha
fue fijada por un funcionario de Orígenes al cual se le avisó de que no era un
momento oportuno. Después de que el presidente de la Junta de Vecinos de la
sede social Licancabur dio la bienvenida a los asistentes y pidió a “Dios que todo
salga bien”, la enfermera inicia la presentación del perfil epidemiológico. En
medio de una cantidad de gráficos, columnas y una innumerable cantidad de
datos cuantitativos cuyos errores más importantes fueron detectados, se entabla
rápidamente una discusión entre la consultora y los funcionarios públicos de la
salud con respecto de la validez del perfil epidemiológico presentado. Los
consultores y funcionarios entran así progresivamente en una discusión técnica
en la que los sanadores indígenas no participan. Después de casi una hora de
debate, las dos representantes del equipo local de la consultora se quejan de
que los sanadores no hayan podido opinar en razón del carácter técnico y
burocrático de la discusión. Proponen que se busque otra metodología de
trabajo para que todo el mundo pueda participar y entender lo que se está
conversando. En ese contexto, un reconocido funcionario de la salud y dirigente
atacameño señala que es “normal que los cultores no opinen pues esto es algo
eminentemente técnico, difícil de entender”.
307
Figura 10: Fotografía de la presentación de los resultados del Estudio Epidemiológico ante representantes de las comunidades y servicios estatales.
Además de ser excluidos del debate, los sanadores se transformaron, sin querer
y sin haberlo reivindicado en ese instante, en representantes de sus
comunidades. La existencia de estos mecanismos de dominación, consagración,
naturalización y intermediación que se despliegan en este taller, nos muestra
que el espacio de la salud intercultural se presenta como un espacio social en el
cual existen relaciones de poder y luchas de clasificaciones entre nuevos
agentes que se encuentran constreñidos por la lógica del campo etnoburocrático
abierto por Orígenes. Por otra parte, el taller representa mucho más que una
instancia de validación de investigaciones epidemiológicas y socioculturales. Es
el lugar en el cual se construyen y legitiman los nuevos agentes de la salud
intercultural. Es un escenario social en el que se ponen en marcha mecanismos
de autentificación cultural y de autorización política. Después de casi dos horas
308
de debate entre funcionarios y consultores, un dirigente del ayllu de Talabre se
atreve a tomar la palabra. Pide que el sistema formal de salud se mejore en
términos de calidad y cantidad de remedios, de atención y de prevención.
Cuenta que su propia experiencia con el sistema de salud oficial ha sido
negativa y propone que “se realicen exámenes durante las rondas médicas”123.
En esta primera intervención por parte de un dirigente, no se menciona en
ningún momento el tema del llamado sistema médico indígena, como tampoco
se plantea el tema de la llamada salud intercultural. Su preocupación central es
que los remedios no lleguen vencidos en las comunidades. Algunos sanadores
intervienen en la discusión interrogándose respecto a ¿cuáles van a ser las
conclusiones para mejorar la cuestión de la salud? Se observa así durante el
taller que los cultores y dirigentes indígenas insisten sobre la necesidad de
mejorar el sistema de salud formal, de tomar en cuenta los problemas
ambientales, así como también de la alimentación, de la educación y del trabajo
en las minas. La salud se piensa y vive no en los términos restringidos y
abstractos que impone la interculturalidad, sino dentro de una visión global y
extendida que pasa por el reconocimiento de los derechos colectivos y la toma
en consideración de las desigualdades estructurales existentes en la sociedad
chilena124. Al cierre de la sesión de la mañana, que ha durado dos horas y
diecisiete minutos, los sanadores y dirigentes indígenas han dispuesto de un
tiempo de palabra de poco menos de diez minutos. La participación deseada y
tantas veces pregonadas en los discursos oficiales no parece haberse dado. En
cuanto al intercambio de ideas y a las interacciones entre especialistas de
distintos ámbitos, también resulta ser un fracaso que se manifiesta no sólo en el
diálogo sordo entre funcionarios y sanadores y en la incomprensión del lenguaje
123
Dichos del dirigente de Talabre Sótero Armella, quien en ese período, ocupando el cargo de
representante nacional de los atacameños para los encuentros nacionales de salud, es diagnosticado con
cáncer. Paradójicamente no tiene cobertura de salud y debe enfrentar su enfermedad en forma particular. 124
Sobre la manera como los indígenas definen los problemas de salud en términos de buena vida y
conciben la salud como hecho social total véase Boccara (2004).
309
técnico de los expertos por parte de los asistentes indígenas, sino que también
se materializa en la repartición de la gente en un espacio claramente
segmentado. No es de extrañar que las personas se hayan repartido en la
sesión de la mañana en función de sus afinidades, los sanadores de un lado y
los funcionarios de otro lado, con el espacio intermedio ocupado
significativamente por los intermediarios culturales (guías socioculturales del
hospital de Calama y auxiliares para-médicos de las postas rurales). Lo que sí
llama la atención es que a pesar de que la misma gente se hubiese reunido en
ocasiones previas (taller de diagnóstico), no se hayan producido cambios en la
repartición espacial durante la sesión de la tarde. Aunque dos de los pilares de
la retórica intercultural propagada por el Estado, con la colaboración de una
plétora de expertos en interculturalidad, sean la comunicación y la participación,
las posiciones que los agentes ocupan en el espacio social total, vale decir las
estructuras objetivas, parecen seguir pesando mucho más que el voluntarismo
neoindigenista. Es así como después de un breve almuerzo durante el cual los
distintos grupos no se mezclan y los intercambios entre sanadores y
funcionarios públicos son tan escasos como durante la sesión matutina, se
reinicia el taller con la presentación del diagnóstico sociocultural. La naturaleza
de este estudio es bastante diferente a lo que se presentó en la mañana. Queda
de manifiesto que las dos representantes del equipo local de la consultora en el
área atacameña del Salar han trabajado con los terapeutas indígenas y que se
han generado relaciones de confianza entre ambos. El estudio, más cualitativo
que cuantitativo, muestra las concepciones atacameñas de la salud, del cuerpo,
de la enfermedad y los distintos tipos de terapeutas existentes en los ayllus
(compositores de huesos, yatiris, espiritistas, realizador de costumbres). En este
trabajo se retoma el marco conceptual contenido en las bases técnicas (división
clara y homología entre dos universos de prácticas y representaciones
heterogéneas: salud ancestral con sus médicos indígenas por un lado/salud
310
formal con sus médicos chilenos por el otro), no obstante grafican que la
interculturalidad se expresa mediante la riqueza y diversidad de prácticas y
tradiciones de las cuales está conformada la medicina ancestral atacameña (y
que comprende elementos de la religiosidad católica, prácticas de sanación
evangélica, medicinas alternativas y medicina popular entre otras). Observan por
otra parte que el uso de la noción de “médico indígena” es inadecuado, pues el
poder de curar de los cultores no se puede asimilar al de los médicos alópatas.
Evitan así reificar o esencializar las prácticas y representaciones indígenas
relativas al proceso salud-enfermedad y plantean que la construcción de la salud
intercultural va más allá de la proyección del sistema de clasificación dominante
sobre prácticas hasta hace poco condenadas. En fin, y a pesar del poco tiempo
del cual disponían para realizar su investigación, dan cuenta de la complejidad y
pluralidad de las maneras de abordar los problemas relacionados al cuerpo, al
territorio, a la enfermedad y al infortunio en comunidades indígenas. De hecho,
ofrecen una representación alternativa de la interculturalidad, pues lejos de
concebirla como un espacio definido por la intersección de dos sistemas
cerrados de salud, ubican al enfermo en el centro del diagrama para luego
determinar el abanico de posibilidades del cual dispone en caso de enfermedad
o infortunio.
311
Figura 11: Representación de los sistemas médicos registrado en el Área Atacameña del Salar. Diapositiva presentada como parte de los resultados del Estudio Sociocultural realizado en el marco del proyecto “Apoyo al Diseño de Modelos de Atención y Gestión en Salud Intercultural en las regiones I y II.
Luego de esa presentación, se abre el debate con respecto de la validación de
los resultados y la definición de un modelo de salud intercultural. Inicia la sesión
de debate el antropólogo de la consultora. Señala que “para que se implemente
la salud intercultural, es necesario que se genere un espacio político donde
puedan juntarse y participar todos los actores”. Si bien es el primero en plantear
el tema de la salud intercultural en términos políticos, observamos que sigue
tomando a los “actores” como dados a priori y no como unos agentes que
emergen en el proceso mismo de construcción del campo de la salud
intercultural y sobre los cuales pesan limitaciones de orden estructural. Pues,
como quedó demostrado en la mañana, las palabras de algunos agentes
sociales pesan más que las de otros. Además, el microespacio de la salud
intercultural presenta una homología estructural con respecto del espacio social
312
total en la medida en que reproduce mecanismos de dominación basados en el
volumen y la estructura diferencial de las distintas especies de capital que
poseen los agentes. De hecho, como lo veremos a continuación, tanto el
comportamiento de los distintos participantes como la manera de usar el tiempo
y la palabra, son un ejemplo de la preeminencia ejercida por los agentes del
Estado y los expertos doblemente consagrados (en nombre de la ciencia y como
consultor seleccionado por el Estado).
Una funcionaria del hospital de Calama, que declara haber participado del
Diplomado en Gestión Intercultural organizado por Orígenes en la ciudad de
Calama pocos meses antes, relata su experiencia de aprendiz etnógrafa. Afirma
que en su breve trabajo de campo en localidades indígenas del Alto Loa, tuvo la
oportunidad de constatar de primera mano que los comuneros no validaban a
sus cultores -según la jerga estatal para referirse a los sanadores indígenas-, y
que los pocos terapeutas nombrados eran personas de muy avanzada edad.
Destaca que las relaciones son mucho más intensas con médicos bolivianos que
con terapeutas locales. En respuesta a esas afirmaciones que ponen
directamente en cuestión la legitimidad de los sanadores presentes, que de
representantes involuntarios de su pueblo pasan a ser unos “chantas”125
125
Durante el taller de diagnóstico del 29 de mayo 2006, los funcionarios del consultorio de San Pedro de
San Pedro de Atacama ya habían planteado el tema de la legitimidad de los sanadores en esos términos:
“tenemos que ver la validez de los cultores porque podemos ver que hay cultores muy serios, reconocidos
por las comunidades pero que también hay chantas, gente que engañan a otros”, a lo cual los dirigentes
atacameños respondieron lo siguiente: “quienes practiquen la medicina nuestra van a ser quienes
realmente están identificados por su comunidad e inscritos en nuestra asociación”. Frente a estas luchas
de clasificación y de representación, los cultores afirman que también existen “funcionarios chantas”. En
este caso vemos que existe una lucha entre funcionarios de la salud y dirigentes indígenas en cuanto a
quien debe legitimar a los sanadores. En los dos casos, se trata de intervenir en los mecanismos internos o
comunitarios de legitimación de los sanadores y de imponer medidas de control, tanto legales como
institucionales. De hecho, los dirigentes afirman: “Nosotros vamos a ver a través de la esta Asociación,
quienes van a practicar esta medicina”. El monopolio que reivindica la asociación de cultores sobre el
proceso de legitimación de los especialistas indígenas está sobre-determinado por la necesidad de ser
reconocida como institución valida y consagrada a ojos del Ministerio de Salud. El taller de diagnóstico
aparece así, como el lugar en el cual emergen nuevos agentes sociales e individuales que intentan
construirse como legítimos representantes de la medicina atacameña. La asociación se instituye de aquí en
más, en el momento preciso del taller, como intermediario legítimo frente al Estado.
313
(tramposos o mentirosos), el antropólogo coordinador de la consultora recurre a
una explicación sociohistórica. Observa que a diferencia de Atacama la Grande,
la gente del Alto Loa mantiene fuertes vínculos con el Sur Lípez, zona en la cual
la medicina tradicional goza de más legitimidad que en Atacama. La funcionaria
sigue, impávida. Se refiere a las prácticas de los terapeutas tradicionales y al
uso de las plantas sin, en ningún momento, mirar o dirigirse a los sanadores
presentes en la sala. De suerte que una representante del equipo local de la
consultora, frente a lo que considera ser una falta de respeto hacia los indígenas
convocados, indica que sobre este punto preciso, ellos deberían opinar. Una
dirigente indígena aprovecha la oportunidad para vincular el problema de la
aparente desaparición de las prácticas y representaciones atacameñas relativas
a la salud al contexto socio histórico de discriminación y criminalización. Afirma
enfáticamente que los problemas se iniciaron cuando el Estado empezó a
fiscalizar y atemorizar a los sanadores. Destaca el hecho de que ellos siempre
han estado vivos y que la labor del Estado debería ser la de fortalecerlos y
apoyarlos, no rescatarlos. El debate toma entonces un cariz inesperado, pues
los sanadores se encuentran ante la necesidad de demostrar su legitimidad. De
asistentes silenciosos y silenciados, pasan a ser individuos sospechosos y
constreñidos a legitimarse frente a las autoridades y a los expertos reunidos. Un
sanador del ayllu de Solor afirma que la gente de su comunidad lo conoce y que
“uno sabe lo que tiene que hacer y lo hace”. Afirma que no se puede
implementar las cosas de un día para otro sino que es preciso generar
confianzas. Nuevamente el funcionario de la salud y joven dirigente continúa
indagando sobre la función, la utilidad y la legitimidad real de los terapeutas
indígenas, sus preguntas se dirigen a temas de recursos: cuantas personas
atienden en promedio los sanadores, cuantos recursos se requerirían para
implementar el modelo de salud intercultural atacameño, cuanto cobrarían si se
incorporaran a esta experiencia, etc. Los funcionarios de la salud y los expertos
314
siguen conversando de las prácticas de los sanadores y de la manera de
incorporarlos al sistema de salud formal por más de cincuenta minutos, sin que
los sanadores expresen su opinión. La representante del hospital de Calama
esgrime un decreto del Ministerio de Salud y avisa a los presentes que “desde la
institucionalidad, tenemos la norma administrativa en donde se abre le
interculturalidad” refiriéndose a la norma 16, aprobada en ese mismo período y
que exige adecuación de los servicios de salud a las realidades socio étnicas.
Hasta ahora, el diálogo excluyente entre los funcionarios de la salud y el equipo
consultor se reduce a cómo incorporar a los indígenas dentro del sistema de
salud oficial. Mientras se está aproximando al nivel cero de la participación, una
dirigente atacameña intenta centrar el debate sobre el tema del reconocimiento
legal de las prácticas médicas atacameñas y la necesidad de apoyar
económicamente a los sanadores126. Pero, la discusión se desvía otra vez hacia
problemas de orden burocrático y de costos. El funcionario del Ministerio de
Salud que no se aparta de su laptop -verdadero símbolo de su estatus de
etnoburócrata y garante de la seriedad y autoridad vinculada a su función y a su
persona-, pregunta a los consultores “cuál sería el costo de la implementación
de la salud intercultural en San Pedro”. Él, como todos los representantes de los
servicios de salud regional, espera productos por los cuales se ha pagado una
no menospreciable cantidad de dinero. En ese instante, y para complejizar aún
más el panorama, el recién llegado psicólogo del consultorio de San Pedro de
Atacama anuncia la creación de un nuevo y flamante espacio de participación
social llamado Consejo de Desarrollo Local de Salud, el cual pretende fomentar
126
Durante el taller de diagnóstico, los dirigentes atacameños insistieron reiteradamente sobre la necesidad
de implementar un marco legal que reconozca las prácticas terapéuticas tradicionales. Señalaron que sus
demandas dirigidas al Ministerio de Salud nunca fueron concretadas. Si bien este aspecto aparece como
central para los dirigentes atacameños, no fue rescatado como un hecho central por parte de los
funcionarios de la salud y los presentantes de los distintos organismos de Estado.
315
que “la gente opine, participe y que las culturas se mezclen”. Se observa
también la preocupación por crear nuevos espacios de negociación, pero
siempre desde y en función de los intereses y de los valores del Estado y de la
institucionalidad dominante. Se perfila así paulatinamente la idea de que es
desde y gracias al Estado que los sanadores podrán recuperar una legitimidad
perdida. Se cierra el taller. No se llega a ninguna conclusión tangible pero sí se
rechaza el perfil epidemiológico y se pide a los consultores enmendarlo. Sin
embargo, nadie menciona el diagnóstico sociocultural, trabajo en el que se
plasman los conocimientos medicinales y de cosmovisión de los sanadores que
con gran generosidad compartieron y donde expresaron su interés por trabajar
complementariamente con el sistema oficial. Ahora bien, ¿qué conclusiones
sacar de este primer taller de validación en relación tanto al objetivo general y a
los objetivos específicos enunciados en las bases técnicas de la consultoría,
como también a la manera como se encuentra marketeado el multiculturalismo
de Estado a través de las múltiples declaraciones públicas de los funcionarios
estatales y del gobierno?
Observamos entonces cómo el multiculturalismo estatal se construye como
espacio de luchas y clasificaciones en las prácticas y representaciones diarias. A
su vez, a través de la llamada participación social observamos como el Estado
extiende sus mecanismos de control e intervención, y consagra o deslegitima a
los agentes sociales dentro de esferas sociales antes excluidas de su ámbito de
acción e intervención. Asimismo, al asimilar los sanadores indígenas a médicos,
kinesiólogos, matronas, etc., tiende a desconocer los mecanismos comunitarios
a través de los cuales los terapeutas autóctonos son reconocidos y legitimados
en sus comunidades. El Estado de esta forma, reduce los problemas sociales a
cuestiones de comunicación y participación e invisibiliza los efectos de la
316
privatización del sistema de salud, que ha desprotegido y desmejorado la
situación de salud de la población. De esta manera, y a través de su política
neoindigenista, tiende a desvincular los problemas de la pobreza de las
desigualdades producidas por la estructura socioeconómica. Por otra parte,
contribuye a la formación de un nuevo mercado terapéutico unificado y
reglamentado al cual los sanadores deberán incorporarse si no quieren
desaparecer o caer en el ejercicio ilegal de su profesión. Analicemos el segundo
taller.
El Segundo taller de validación del 9 de Mayo 2007. Seis meses después del
primer taller de validación y a raíz de la insatisfacción de los agentes públicos,
de los dirigentes y terapeutas con respecto del informe epidemiológico, se
organiza un segundo taller que tiene como objetivo presentar los resultados del
supuestamente revisado estudio epidemiológico realizado por la consultora. El
proyecto a esta altura había dejado de ser parte del consorcio UCN-UNAP,
quedando a cargo sólo del centro de investigación de la segunda institución. Es
decir, el equipo local que había trabajado en terreno en el área atacameña no
había sido convocado ni vuelto a contactar después del rechazo magistral que
habían experimentado los resultados del proyecto en el primer taller. Sin mediar
ninguna invitación de por medio para participar de este segundo taller, mi colega
con la cual trabajamos en el estudio sociocultural y yo nos hicimos presentes el
día y la hora programados.
Una vez más se convoca a los distintos funcionarios de los servicios públicos de
salud (MINSAL, Servicio de Salud de Arica y Antofagasta) y de asuntos
indígenas (Orígenes, CONADI), a las autoridades municipales así como también
a los sanadores y dirigentes comunitarios. Esta vez, la reunión tiene lugar en la
317
sede social del pueblo de San Pedro de Atacama. El programa del día,
distribuido por los dos miembros de la consultora, contempla por la mañana la
presentación de los resultados del estudio epidemiológico en la Comuna de San
Pedro, seguido de un debate respecto de los resultados arrojados. Después del
almuerzo, se prevé la presentación del llamado “sistema médico atacameño” ya
examinado durante el primer taller. Para concluir la sesión, la consultora anuncia
que luego de un intercambio de ideas, se debería llegar a la elaboración de los
“lineamientos y las propuestas finales para la concreción de un modelo
intercultural de salud en la comuna de San Pedro”. El programa es por lo tanto
denso y ambicioso. Realizado en base a datos cuantitativos sesgados y por
expertos que desconocen tanto el territorio atacameño y su gente como las
experiencias en epidemiología sociocultural desarrolladas en otras regiones de
Chile, ese perfil parece difícil de enmendar. Finalmente, tratar de definir lo que
serían las bases conceptuales, institucionales y prácticas de un futuro modelo
piloto de salud intercultural se perfila como una tarea aún más quimérica en una
zona donde si bien los agentes terapéuticos indígenas practican desde mucho
tiempo la interculturalidad, hasta ahora no se habían desarrollado experiencias
de acercamiento entre sanadores y los agentes del sistema de salud. De hecho,
como era de esperar, nada de lo que estaba anunciado en el programa ocurrió.
Como veremos a continuación, lejos de plantear de manera abstracta las bases
de un modelo de salud intercultural, el debate se dirige hacia la crítica colectiva
de la noción de participación, de la institución de consultoría, de la manera como
se ha gastado el dinero y del papel de los organismos públicos. Haciendo un uso
estratégico de la jerga y lógica de mercado de los funcionarios públicos y de las
agencias para-estatales, los sanadores y dirigentes atacameños declaran que
como “clientes” o usuarios no están satisfechos con lo que se ha hecho y con la
manera como se ha hecho. Lejos de desembocar en la validación o la crítica
interna de los resultados presentados y la construcción de un consenso en torno
318
a un modelo de salud intercultural dentro del marco institucional definido por las
agencias globales, estatales y para-estatales, las críticas emitidas ese día hacen
desviar el debate hacia el problema de la definición del modo de construcción de
una opinión colectiva y las nuevas formas bajo las cuales se produce y
sistematiza el conocimiento indígena.
El descontento de los terapeutas y líderes indígenas plantea de manera clara
que el problema no radica únicamente en el contenido y la calidad de los
resultados de la consultoría -como lo intentan sugerir con insistencia los
funcionarios públicos- sino también, y más radicalmente, respecto a las formas
de legitimación del conocimiento y los expertos autorizados para producir una
opinión colectiva sobre la manera de producir una opinión colectiva (Bourdieu
2005: 79). De suerte que lo que empieza como un simple “taller de validación
participativa” que viene cerrar el ciclo de la “consultoría” y abrir el nuevo periodo
de definición de “un modelo piloto de salud intercultural”, deriva hacia una crítica
tanto política como epistemológica en torno a los significados de las nociones de
taller, validación, participación, consultoría e interculturalidad, así como también
correlativamente, al marco objetivo o político-institucional dentro del cual esas
nociones cobran sentido y operan.
Como lo adelantamos, el taller de validación toma rumbos inesperados para los
dos consultores a cargo de la organización de la reunión. De hecho, ellos
mismos son los primeros en introducir cambios en la programación. En lugar de
iniciarse con la exposición de los resultados del estudio epidemiológico, los
consultores piden a un conocido dirigente atacameño (ex representante del
Consejo Atacameño y funcionario de la CONADI) realizar una breve
319
presentación del contexto general en el cual se enmarca este taller y de la
historia reciente de la política de salud intercultural en la zona.
La segunda etapa del taller se inicia con la presentación del polémico perfil
epidemiológico. Los dos consultores entran en escena. Presentándose
reiteradamente como especialistas, empiezan con la exposición “científica” del
perfil epidemiológico elaborado. A través del uso del imprescindible power point,
presentan las estadísticas relativas a la morbi-mortalidad en la zona. Empero,
apenas iniciada la exposición, las primeras críticas empiezan a surgir. La
encargada del Programa de Salud y Pueblos Indígenas (PESPI) del Servicio de
Salud Antofagasta se queja de que no hayan tomado en cuenta las
observaciones emitidas durante el taller anterior ya que sigue sin aparecer la
diferenciación de la morbi-mortalidad por sexo, edad y residencia. Una dirigente
atacameña dice no estar de acuerdo con las principales causas de consulta
esgrimidas en el informe. Según ella, el problema del alcoholismo no se
menciona aunque le conste que es un problema de salud grave en la comuna.
En cuanto al impacto del trabajo en la minería sobre la salud de la gente,
tampoco aparece en toda su magnitud. Se critica por otra parte el uso de las
solas fichas en la elaboración del perfil, en la medida en que estos formularios
no incorporan el origen étnico de los pacientes, como tampoco incluyen las
interpretaciones que los enfermos dan de sus dolencias. Varias personas se
extrañan de que los consultores no hayan realizado un trabajo más cualitativo a
través de talleres y conversaciones con los enfermos y los especialistas de la
salud. Se llega incluso a poner en tela de juicio la cientificidad del estudio puesto
que son los mismos consultores que, una vez que son cuestionados por los
resultados, interpretan los gráficos apelando a que “imaginan” las principales
causas de las enfermedades en base a equis razones. Nuevamente los
asistentes llegan rápidamente a la conclusión de que el estudio no puede ser
validado.
320
En ese contexto, Carlos Aguilar, miembro de la Asociación de Cultores, plantea
una triple crítica. En primer lugar, confiesa sentirse ofendido por los dichos de
los consultores según los cuales debieron simplificar su presentación en base al
supuesto de que la gente no tenía la capacidad de entender los datos duros, las
tasas y las estadísticas. Según Carlos, si bien el papel de los expertos no es
hacer de los atacameños unos especialistas en estadísticas es, en cambio,
explicar claramente los resultados del estudio sin menospreciar las capacidades
intelectuales de los asistentes. En segundo lugar, y yendo un poco más lejos en
su crítica, exige no sólo a los consultores sino que también a los funcionarios
públicos presentes entregar información sobre la manera como se financió este
estudio, cómo se llegó a contratar a esta consultora y quiénes son, al fin de
cuenta, los responsables institucionales de este tipo de estudio. Dice que en
este caso preciso, no se trata de increpar solamente a la consultora, sino más
bien reflexionar sobre la manera cómo funciona el Estado a través de sus
distintos organismos y programas (CONADI, Orígenes, Servicios de Salud).
Usando estratégicamente la jerga neoliberal en boga, afirma que, en tanto que
cliente-consumidor cuya activa participación ha sido requerida, no está
satisfecho. Frente a esta interpelación, la encargada del Servicio de Salud
Antofagasta se levanta y ocupa el lugar central del consultor para intentar
aplacar un poco los ánimos. Explica que al final de la primera fase del Programa
Orígenes, el componente salud disponía de ochenta mil dólares para ejecutar.
Se pensó en ese entonces dedicar esa plata para el apoyo al diseño de
experiencias piloto de salud intercultural en las Primera y Segunda regiones. Así
es como el Servicio de Salud de Arica llamó a licitación y contrató los servicios
de una consultora. Afirma que ella tampoco está conforme con el producto
realizado pues no cumple con las bases técnicas de la licitación. Tanto ella
como su homóloga del Servicio de Salud de Arica, afirman que tendrán que
tomar medidas legales en contra de la consultora pues no prestó el servicio
321
esperado. Una discusión se entabla entre los funcionarios públicos y los
consultores frente a las miradas sorprendidas de los sanadores atacameños.
Definitivamente, algo no estaba funcionando bien. Después de un breve
almuerzo durante el cual funcionarios públicos y cultores atacameños siguen
ocupando mesas separadas y sin comunicarse los unos con los otros, los
participantes vuelven a la sala de reunión para una tarde que se anuncia
agitada.
Los consultores, que no han participado del almuerzo, anuncian de entrada que
después de haberlo pensado bien, les parece necesario entregar a los
asistentes una versión más detallada del perfil epidemiológico. Según ellos, los
malentendidos generados durante la sesión de la mañana provendrían del
carácter demasiado sucinto de su presentación. Proponen entonces repasar el
informe in extenso, para luego seguir con la presentación del diagnóstico
sociocultural y la definición de un modelo de salud intercultural. Pero ya es
demasiado tarde. Los terapeutas, cansados, ya no están dispuestos a perder
más tiempo. Para varios de los atacameños participantes, el fracaso de la
consultoría remite a un problema de fondo: el tipo de relación existente entre el
Estado y los pueblos indígenas y la manera como se está implementando el
interculturalismo en su territorio. El taller llega a su fin. Los sanadores
impacientes empiezan a moverse sobre sus sillas. Los dos consultores han
perdido todo tipo de protagonismo y las encargadas de los servicios de salud
intentan desvincularse de la consultora al reiterar su voluntad de tomar medidas
legales en su contra y al ofrecer cualquier tipo de colaboración a la Asociación
de Cultores. La larga historia de la consultoría para el “Apoyo al diseño de
experiencias piloto de atención y gestión intercultural de salud” ha terminado y
resulta ser, desde el punto de vista de los servicios públicos, un fracaso rotundo.
322
Pues además de rechazar el informe epidemiológico, los sanadores y dirigentes
indígenas llegaron a poner en tela de juicio los mecanismos mismos a través de
los cuales se implementa el multiculturalismo de Estado en su territorio.
En base a la presentación del segundo taller de validación ¿qué tipo de
conclusiones podemos sacar con respecto a los mecanismos sociopolíticos y a
la lógica práctica de implementación de la salud intercultural en territorio
atacameño en particular y del multiculturalismo de Estado en general? En primer
lugar, existe un desfase notable entre la retórica de la participación y su ejercicio
concreto (la práctica de la participación). Pues en los hechos, los indígenas no
fueron involucrados en el diseño de las bases técnicas, como tampoco
intervinieron en la elección de la consultora y en el diseño y la ejecución de la
investigación. Los indígenas no recibieron ninguna información sobre el proyecto
que fue realizado por agentes privados externos que desconocían las realidades
sociales, económicas y culturales de la región. Por otra parte, el diseño de
programas neoindigenistas, fuertemente influenciado por la nueva agenda
etnodesarrollista de las agencias multilaterales, contribuye a invisibilizar los
saberes, las competencias y las formas organizativas locales. Finalmente,
desprovistos de las distintas especies de capital (social, económico, cultural e
informacional), los indígenas siguen ocupando una posición de dominados con
respecto de los llamados expertos (antropólogos, epidemiólogos, sociólogos del
ámbito universitario, de las consultoras y de los servicios públicos) fuertemente
dotados en capital simbólico. El multiculturalismo de Estado tiende así a reforzar
la jerarquía social y sigue pensando el indigenismo sin los indígenas, al menos
que estos últimos se incorporen, en posiciones dominadas, como nuevos
etnoburócratas de Estado o médicos indígenas con credenciales. La
gubernamentalización de la llamada sociedad civil, vista en terreno tiende por lo
323
tanto a reforzar los mecanismos de subordinación política de los grupos
subalternos. En tercer lugar, en razón a la perspectiva culturalista adoptada por
los poderes públicos y las agencias para-estatales, no se incorporaron en el
estudio las causas propiamente sociales y económicas que permiten explicar las
desigualdades frente a la salud. El multiculturalismo de esta manera termina
favoreciendo el proceso de naturalización de las desigualdades y reforzando las
jerarquías socioeconómicas.
2. Profesionalizando el conocimiento indígena
No obstante, los mecanismos de dominación que se imponen vía participación e
interculturalidad no se realizan sólo y exclusivamente a través de formas
negativas del poder. La gubernamentalización de la sociedad se realiza a través
de formas más autorregulantes y menos disciplinarias que en territorios
indígenas y para muchos dirigentes y comuneros, ha implicado un voluntariado
semi impuesto. Este proceso ha sido posible además, por la consagración y
nombramiento de una elite de expertos (etnoburocracia) encargados de
administrar y regular las nuevas relaciones entre Estado y pueblos indígenas, y
su función en los procesos de profesionalización y sistematización del
conocimiento indígena. Estos procesos tienen su génesis en el período de
transición a la democracia en Chile, cuando un nuevo sistema de legitimación
del conocimiento emerge y es incorporado en la política pública. Parte de estos
cambios ideológicos que experimenta la elite intelectual chilena son registrados
por la antropóloga Julia Paley en su etnografía sobre la democracia en Chile. En
su trabajo analiza cómo el cambio sociopolítico devino también en un cambio de
status del conocimiento especialmente de las ciencias sociales, cuando muchos
de los profesionales y activistas militantes de ONGs pasan a conformar las
estructuras del Estado una vez retornada la democracia. En uno de los capítulos
de su libro Marketing Democracy. Power and Movements in Post- Dictatorship
324
Chile titulado Legitimation of Knowledge, analiza una entrevista realizada a un
sociólogo chileno que había conocido años atrás durante su trabajo de campo
en el período de transición a la democracia. El encuentro se da en Boston-
EEUU, cuando este colega se encontraba participando de una actividad
académica seis años después de su último encuentro con él.
A lo largo de esta entrevista, se dejan entrever las transformaciones sociales y
políticas experimentadas en Chile las últimas décadas. En ella se establece que
hasta entonces, el proyecto político socialista establecía correspondencias entre
el Estado y la sociedad, en donde el papel de los estudiantes y profesionales de
las ciencias sociales se identificaba con las ideas de cambio y transformación.
En ese sentido, las ciencias sociales durante ese período se identificaron con
una forma de militancia política y social arraigada en el trabajo comunitario. La
propia producción intelectual estaba en consonancia con esta línea activista en
donde el compromiso político y la producción académica coincidían en favor de
una propuesta de reformas más amplias de las estructuras socioeconómicas.
Sin embargo, esta perspectiva fue cambiando e incluso para muchos y como lo
expresan algunos de los testimonios de militantes que iniciaron la propuesta de
salud intercultural en los inicios de los 90 (ver capítulo 2), ésta fue considerada
cada vez más como una apuesta equivocada. Una nueva forma de producción
del conocimiento se fue imponiendo, fuertemente influenciada por los modelos
académicos norteamericanos que formaron a una clase política que gobernó en
los primeros años de democracia y que se constituyó en la elite intelectual a
cargo de las reformas de modernización del Estado en esos años127. Las
127
Uno de los trabajos que describe los cambios que imperaron en las políticas sociales y económicas
durante la transición a la democracia en Chile es el publicado en EEUU por quienes fueron parte de la
primera camada de ministros de los gobiernos de la concertación a comienzos de los años 90. Este libro se
titulo SOCIAL AND ECONOMIC POLICIES IN CHILE´TRANSITION TO DEMOCRACY y fue
publicado el año 96 por la Corporación de investigación económica para Latinoamérica (CIEPLAN) y la
UNICEF. En ella se encuentran trabajos de José Pablo Orellano (Director de Presupuesto del Ministerio del
325
prácticas políticas y académicas anteriores comenzaron a verse como un
proyecto de hippies y trasnochados que pasaban mucho tiempo en terreno, pero
que carecían de una sólida formación teórica. El derrocamiento del proyecto
socialista y las reestructuraciones del sistema económico al sistema neoliberal,
constituyeron un nuevo escenario que a muchos perturbó y confundió. El
proyecto político había sido derrotado mientras las medidas paliativas del
sistema de libre mercado de mediados de los años 80 fueron ofreciendo ciertas
condiciones para que la clase política y luego la sociedad en general, creyera en
las posibilidades de compatibilizar democracia y neoliberalismo.
El testimonio y análisis de este decepcionado militante reclutado del mundo de
las ONG y que prefirió descargar su desdicha en su perfeccionamiento
académico en el extranjero, nos entrega una interesante visión respecto a los
cambios que se generaron en estas últimas décadas en muchos intelectuales y
profesionales que, en los años 70 y 80, militaron en las fila de propuestas
indigenistas y que hoy se encuentran liderando procesos de corte neoindigenista
transnacional. De un paradigma donde el conocimiento era construido
participativamente y legitimado dentro de los espacios de las organizaciones
sociales, políticas y culturales, pasamos a un paradigma elitista donde los
nuevos lugares de producción de conocimiento se centraron en las sedes de
organismos internacionales, universidades, centros de investigación y
consultoras externas especializadas. Como recuerdo anecdótico de este
proceso, la encargada de la parte de seguimiento de proyectos del Programa
Orígenes en la región de Antofagasta rememora como un hecho arcaico sus Comercio en el período 90-96), René Cortázar (Ministro del Trabajo durante el período 90-94), Alejandro
Foxley (Ministro del Comercio y presidente del partido de la Democracia Cristiana en el período 90-94),
Álvaro García (Subsecretario del Ministerio de Planificación período 90-94), Sergio Molina (Ministro de
Planificación período 90-94), Mariana Schkolnik (Jefa del departamento de estudios sociales del Ministerio
de Planificación período 90-94), entre otros. Muchos de los cuales continuaron ocupando cargos en
períodos posteriores en otras carteras de gobierno. Ver Referencias bibliográficas.
326
épocas de militancia social en talleres de participación popular, donde la
presencia del tradicional papelógrafo resultaba imprescindible antes que éste
fuese reemplazado por el todopoderoso power point. La etnoburocracia formada
en esta nueva escuela y convertida en muchas ocasiones en tecnoburocracia
gracias a la gama de medios tecnológicos con los que llegaba a las reuniones y
talleres, revelaron un nuevo lenguaje, -no dominado por todos y sólo
administrado por algunos-, donde las formas adquieren mucho más
protagonismo que los contenidos involucrados. Progresivamente, la generación
de los profesionales que estuvo a cargo de poner en marcha la política social y
multicultural en el contexto de retorno de la democracia, es reemplazada por una
generación de profesionales desvinculada de los movimientos sociales.
Como nos recuerdan algunos de los profesionales de Orígenes, las
movilizaciones sociales y políticas de los años 80 en contra del régimen militar, y
las acciones colectivas emprendidas por las organizaciones no gubernamentales
en ese período se institucionalizaron una vez que la oposición pasó a ser
gobierno democrático. De esta forma, los conflictos tendieron a ser neutralizados
y contenidos bajo el dispositivo del consenso, el cual operó a su vez como una
forma de regulación y control del conflicto en el período de transición.
En esta parte analizamos cuatro extractos de entrevistas, realizadas tres de
ellas a profesionales de las ciencias sociales que tienen y han tenido una
participación central en la propuesta neoindigenista y multicultural del Estado, y
una cuarta realizada a un reconocido dirigente atacameño. El primero y el
segundo testimonio representan dos formas diferentes de situarse ante el campo
de la salud intercultural y modos distintos de relacionarse frente al tema de la
producción y sistematización del conocimiento indígena. Ambos vinculados a
327
una misma organización pero con trayectorias dirigenciales diferentes (una
profesionalizada y otra no) reflejan las paradojas del neoindigenismo actual.
Nuestro interés por estos relatos se relaciona con la producción y
sistematización del conocimiento indígena que lleva a cabo la política indígena y
multicultural actual. A su vez, nos parece relevante analizar el papel que nuestra
disciplina está jugando en los procesos de producción de etnicidad bajo los
condicionamientos del multiculturalismo neoliberal y sus efectos en los nuevos
saberes que aparecen legitimados.
a) De experto local a informante marginal
Como en un momento señalamos, el segundo taller analizado en la primera
parte del capítulo fue inaugurado por la presentación de un ex representante
atacameño que en los últimos años venía trabajado en diversos proyectos
relacionados a usuarios indígenas en el sistema público, incorporación de la
variable étnica en fichas, y otros relacionados a las prácticas de salud indígenas.
Con raíces en la localidad quechua de Ollagüe y luego de haber realizado sus
estudios universitarios en sociología, se transforma en un actor relevante a nivel
local a través de su participación etnopolítica en organizaciones indígenas
locales y organismos para estatales. En esa ocasión su participación en el
controvertido taller de validación se explica por dos motivos: el primero por
haberse convertido en el experto local que había trabajado temas de salud
indígena en el territorio; y el otro, por razones de solidaridad gremial con los
otros dos representantes de la consultora, en tanto sociólogos de la misma
universidad que habían quedado como responsables de entregar los resultados
de un estudio que desconocían y cuya credibilidad había quedado fuertemente
cuestionada. Su participación en este proyecto había sido hasta ahora
prácticamente nula, excepto por diversos materiales que entregó al antropólogo
328
responsable del proyecto en San Pedro de Atacama y una conversación inicial
con el equipo local del proyecto donde planteó sus críticas a la propuesta. Estas
se entendían en un contexto específico en el cual hasta ahora él era
considerado el experto indígena en temas de salud y esta vez no había sido
considerado bajo ningún aspecto para trabajar en el proyecto. Sus diversos
trabajos realizados tanto para la CONADI como para el propio Orígenes eran
antecedentes de que al menos un experto local existía en el territorio; sin
embargo, en este proyecto específico no fue considerado por no tener el apoyo
institucional de una universidad, instituto o centro de investigación.
Sus argumentos principales contra el proyecto en ese momento radicaban en
cuestionamientos a las metodologías que se utilizarían en el perfil
epidemiológico sociocultural, y su preocupación por el uso inadecuado de la
información entregada por los sanadores en el transcurso del proyecto. En tanto
representante de una de las organizaciones indígenas locales, parte de la nueva
asociación de sanadores y colaboradores de la Medicina Licanantay y Quechua,
al igual que muchos dirigentes y sanadores que habían participado del proceso
de constitución de la Mesa y su transformación en Asociación, pretendía
también reconocimiento y legitimación. Sin embargo, las diversas decisiones
tomadas en relación al proyecto no estuvieron nunca en manos de quienes
venían trabajando a nivel local, incluso regional, sino había sido una decisión
unilateral del nivel central del Programa que radicaba en Santiago. En resumen,
todos los actores habían quedado marginados del proceso y limitados a un
papel de observantes pasivos que en esta etapa tendrían sólo una participación
como informantes en la investigación. No obstante, su participación en el
segundo taller nos muestra las ambigüedades por las cuales transitan hoy la
doble militancia entre dirigente indígena y funcionario estatal.
329
En esta oportunidad se presenta como colega de los consultores que vienen a
mostrar los resultados del estudio epidemiológico y paralelamente, como
portador del mensaje indígena. La contextualización que realiza del proceso de
la salud a nivel local pone énfasis sobre el protagonismo de los indígenas en el
camino de reconocimiento del sistema médico tradicional y en la construcción de
un modelo intercultural atacameño realizado en ese período. En tanto que ex-
asesor del Consejo de Pueblos Atacameños y colaborador de la CONADI, ocupa
una posición de intermediario entre los atacameños y los funcionarios del Estado
de los otros servicios. Si bien sus prácticas y discursos se encuentran
determinados por los intereses y valores asociados a la nueva posición que
ocupa en el campo etnoburocrático y aunque tiende a transmitir/traducir para los
miembros de su pueblo las nuevas líneas de acción del Estado, se presenta
también, dentro de la máquina estatal, como un representante de su pueblo,
pues su legitimidad dentro de este campo depende en gran parte de su
identidad de indígena y de su doble capacidad por hacer entender a sus
compatriotas y transmitir a los funcionarios públicos las especificidades de la
cultura y sociedad indígena128. Durante su presentación, que más que una
introducción se constituyó en una exposición de más de una hora, hace una
reconstrucción de la historia de la salud intercultural en la zona desde lo que él
considera ser el punto de vista indígena. Es así como presenta de manera
detallada los diversos encuentros de salud ancestral o medicina tradicional que
tuvieron lugar en los últimos cinco años. Reconoce que si bien los terapeutas
128
Es interesante señalar que si bien en encuentros de salud anteriores, cuando era todavía miembro del
Consejo de Pueblos Atacameños, este dirigente era muy crítico con respecto del papel de la consultora, se
encuentra ahora dispuesto a participar de los talleres organizados por la misma. Por otra parte, vale la pena
notar que los consultores y el nuevo funcionario de la CONADI estudiaron en la misma escuela de
sociología, lo cual tiende a reforzar las afinidades sociales y permite explicar la nueva disposición a
participar junto a la consultora en la realización del taller. Ex-militante indígena, licenciado en sociología,
partidario de la Concertación y oriundo del territorio atacameño, cumple todas la características del nuevo
tipo de agente social que ocupa puestos claves en el seno del nuevo campo etnoburocrático.
330
indígenas necesitan el reconocimiento legal de sus prácticas y solicitan que el
Estado les otorgue credenciales oficiales para el ejercicio de su labor, no
deberían limitarse a ese tipo de reivindicaciones. Según su punto de vista, son
los mismos indígenas los que deberían validar a sus “cultores”, pues son al fin
de cuentas las comunidades indígenas las que legitiman, conocen y reconocen
a sus sanadores como tales y no el Estado. Admite sin embargo que “hoy, el
papel manda” y que “la palabra se perdió”, y que por lo tanto, los cultores
indígenas tendrán que ser reconocidos oficialmente a través de credenciales del
Ministerio de Salud. Aparece aquí toda la ambigüedad y el pragmatismo del
discurso de los nuevos funcionarios de la etnoburocracia de Estado. De este
modo, inculca la idea de que, en última instancia, es del Estado, del cual él
mismo es un agente, del que habrá que esperar la legitimación de la llamada
medicina ancestral, vía la operación de unificación del mercado terapéutico.
Serán médicos indígenas con credenciales estatales, lo cual les permitirá
evitarse problemas legales en caso de uso de la coca, así como también ejercer
su profesión y entrar en relación con sus condiscípulos no-indígenas en
espacios hasta ahora vedados (consultorios, postas rurales). Recalca la
necesidad de formar capital humano para lo cual recomienda que los sanadores
se capaciten. Es así como este nuevo experto de la interculturalidad, cuyos
argumentos se encuentran determinados por la posición que ocupa dentro del
nuevo campo etnoburocrático, termina su exposición proyectando un gráfico que
ilustra a su parecer, el ámbito de la salud intercultural: un área formada por la
intersección de los espacios claramente delimitados de la salud ancestral
atacameña por un lado y de la salud formal por el otro. A través de este
diagrama estático de la salud intercultural se justifica un nuevo tipo de saber y
poder, cuyo efecto principal es la invisibilización de las relaciones de poder y la
naturalización de las históricas asimetrías bajo las cuales han emergido y son
producto las prácticas terapéuticas indígenas actuales. Su constitución en un
331
sistema unificado no sólo niega la riqueza y pluralidad de elementos y
préstamos culturales de la cual es resultado la medicina indígena, sino que a su
vez, la deja en condiciones favorables para ser absorbida por un sistema
biomédico altamente protocolizado y fagocitante. No obstante, los planteos y
críticas realizadas por los dirigentes atacameños en este taller mostraron otras
lógicas para comprender tanto la participación indígena, como la nueva
producción de conocimiento asociada al nuevo campo de la salud intercultural.
Parte de estos elementos fueron profundizados en una entrevista posterior con
uno de los líderes locales que participó en ese taller.
b) De informante marginal a experto local
El segundo relato corresponde a un antiguo dirigente local, cuya participación en
el taller de validación analizada en la primera parte consistió en criticar los
mecanismos a través de los cuales hoy se implementa el etnodesarrollo y el
modo en el que sus protagonistas –los pueblos indígenas beneficiados- son
objeto de nuevas formas de discriminación. Las discusiones respecto a lo
sucedido en este taller dieron pié a una conversación posterior con este líder
atacameño. Algunos de los aspectos abordados en la misma, principalmente los
relacionados al gráfico presentado en el taller por aquel dirigente y funcionario,
se exponen a continuación:
Dirigente: “Pero ahí está la raíz del asunto, pues. Porque yo creo que hay
una comparación entre ambos, y la comparación no la hace la gente que
practica la medicina, la hace la gente que trabaja en el sistema de salud
oficial del Estado…
Entrevistador: ¿Aún siendo indígenas?
332
Dirigente: Bueno, si se ha sido educado y además el trabajo se lo piden
en esos términos, tiene que hacerlo de esa forma. Ahora, si fuera un
trabajo independiente o fuera un trabajo donde tuviera la libertad de
plantear algo distinto, por supuesto que habrían resultados distintos. Creo
yo que hay un error en ese tipo de cosas… la mayoría del conocimiento
es oral, de la práctica oral, y luego pasa a este otro sistema que es
escrito, ya en ese camino se pierde parte de la esencia de ese tipo de
conocimiento. Además el enfoque o la mirada que se le da también, a
proteger los derechos intelectuales, me parece que… bueno, ahí hay un
juego eterno también, de poder, porque cómo puedes controlar tú, y qué
vas a controlar. El control más efectivo sería el de no entregar más
información, y no ser parte de ese tipo de investigación. Yo creo que por
ahí podría haber un control, donde no hay salida de conocimiento.
Digamos salida en el sentido de que alguien lo recoja, sistematice y ese
tipo de cosas. Pero lo otro yo creo que no es un control, sino más bien es
como un consejo de que se haga con ese conocimiento o con esa forma
de recoger la información, se haga un mejor uso y que pueda servir a
más gente por ese medio.
Entrevistador: Me hace acordar a ese encuentro del reconocimiento (de la
medicina indígena), donde la Sra. María (refiriéndome a la sanadora
atacameña María Tejerina) me dijo -“¿Para qué me quieren patentar las
flores, las plantas, si yo necesito plantas de Perú, de Bolivia, me meterían
presa a mí?”-, me decía riéndose...
333
Dirigente: Yo creo que esas son las, no sé cómo llamarlas o mejor
llamarlas, yo creo que ese es el mal, la construcción de la frontera, donde
todo se controla o todo se quiere controlar, por lo menos. Y casos o
ejemplos como los de la Sra. María, como tú dices, dan cuenta de eso,
porque me imagino que en los años antiguos, no había el ejercicio de un
control para el uso de distintas plantas y elementos en la medicina. Es
más, yo creo que había una circulación, tomada desde el principio de esa
palabra que lo define muy bien que es el “ayni”, que es el intercambio, la
reciprocidad. Entonces uno empieza a entender también de que eso era,
independiente de las críticas que uno pueda tener a un Estado particular
o a los estados antiguos también, yo creo que a partir de ahí se puede
entender mejor de cómo era la vida anterior sin estas fronteras
construidas hoy día, donde la prioridad es para que algunos pocos (…)
tengan mayor acceso a las riquezas que le pertenecen a los pueblos, a
las riquezas que le pertenecen a la gente en su conjunto. Entonces uno
mira a América como un solo pueblo, no como la división de estos
Estados actuales. Empieza a llegar esta historia de la propiedad privada:
de aquí para allá soy tú, de aquí para allá soy yo. Y es potente esa cosa,
uno lo puede ver en los Estados...” (Extracto de entrevista realizada a
Carlos Aguilar, líder atacameño, Junio de 2008. San Pedro de Atacama)
La profesionalización del conocimiento indígena en la actualidad estaría dando
como resultado, un conocimiento no indígena, el cual es construido y legitimado
a través de métodos y enfoques científicos. A su vez, éste opera como frontera
política y cultural (las nuevas geografías nacionalistas del conocimiento) para
pensarse como sujetos, y en donde la identidad nacional tiene un fuerte peso
histórico. La visión de Carlos, además, se plantea radicalmente contraria a las
334
formas en las que está operando la generación de conocimiento indígena actual
y en la que los propios indígenas están teniendo una participación ambigua y
compleja, como lo expresa el primer testimonio. El conocimiento es producido de
un modo acorde a lo esperado por las instituciones que lo demandan. Incluso se
generan demandas de investigación que pretenden proteger las hierbas
medicinales de su patentamiento por la industria transnacional, transgrediendo
los actuales circuitos de abastecimiento y acopio tradicionales, en un contexto
fronterizo fuertemente controlado por los organismos sanitarios del país.
El análisis de este experto local no consagrado ni autorizado por el Estado
describe la situación actual que experimenta el territorio atacameño, el cual se
ve enfrentado a compatibilizar la lógica andina de la reciprocidad y la lógica
neoliberal que intenta incorporar a sus habitantes como consumidores del
mercado cultural a través del turismo y los procesos de patrimonialización
asociados. Al parecer, el hecho de no haber pasado por las aulas universitarias
le ha permitido a este dirigente reflexionar y construir un discurso sobre los
procesos actuales al margen del imaginario impuesto por la democracia
multicultural de libre mercado que actualmente funciona en Chile. Su
participación activa en organizaciones locales y una más intermitente en las
estructuras impuestas por la política indígena e intercultural actual le permiten
situarse legítimamente en los márgenes e intersticios del espacio social definido
por la interculturalidad y desde allí cuestionarlo. No obstante, el capital social
asociado a las comunidades indígenas en este campo de la salud intercultural
obliga cada vez más a legitimarse bajo la especie de capital cultural que
entregan los títulos y las múltiples capacitaciones fomentadas por el
conglomerado estatal/trasnacional. La profesionalización del conocimiento
indígena también se rige actualmente por las estructuras clientelares y
fidelidades políticas bajo las cuales está implementándose el multiculturalismo
neoliberal, expresando una nueva frontera nacionalista dentro de la que se
335
pretende administrar la cultura. Una discusión sobre el uso de la producción
antropológica desata una interesante y agitada discusión entre colegas que
exponen los diversos posicionamientos de la disciplina en este proceso de
construcción del multiculturalismo en Chile. Analicemos el testimonio de un
joven antropólogo, docente universitario, funcionario de Orígenes y un
reconocido etnógrafo del área atacameña.
c) Atrapado por el nacionalismo multicultural
Las exigidas reestructuraciones del Estado ante las demandas de los pueblos
indígenas llaman nuestra atención sobre las relaciones entre cultura, espacio y
poder, y nos interrogan sobre su escaso tratamiento en la producción
antropológica nacional. Probablemente, las directas implicancias de la disciplina
en la constitución de estos campos, así como la participación directa e indirecta
de una importante cantidad de antropólogos en la implementación de la política
indígena e intercultural, sea motivo de ello. Estas interrogantes remiten a viejos
debates que han acompañado los inicios de la disciplina, pero que tuvieron una
particular manifestación las últimas décadas. El divorcio casi generalizado entre
la investigación antropológica académica y la investigación aplicada que se
agudizó desde la mitad del siglo pasado, es un ejemplo de esta esquizofrénica
forma de comprender las estrechas relaciones entre producción científica,
construcción del Estado y políticas de desarrollo. En la antropología, estas
discusiones han tenido su expresión entre la posición de quienes participan en
las estrategias de desarrollo contribuyendo en su teorización como campo
disciplinar, como de quienes la critican como una participación funcional y
reproductivista. Éstas antiguas disputas se han prolongado en el tiempo
interrogándonos respecto a ¿qué participación está teniendo la disciplina
336
antropológica en el contexto neoliberal y multicultural actual que se está
implementando en Chile?
Para responder esta pregunta me parece fundamental reposicionar el lugar de la
reflexividad en la antropología, entendida como el posicionamiento
epistemológico de su quehacer -que a su vez es siempre político-. Hasta ahora
la antropología se ha tendido a definir más en relación a los otros que pretende
conocer, comprender, analizar, etc., que respecto a sí misma, naturalizando su
producción y esencializando sus fenómenos. La actual demanda de la
antropología en el contexto abierto por el multiculturalismo neoliberal, ha
desatendido el estudio de sus intervenciones y ha invisibilizado los mecanismos
a través de las cuales ésta contribuye a producir y reproducir determinados
órdenes, categorías y jerarquías sociales. Algunas de las paradojas y
complejidades en las cuales nos hemos vistos los antropólogos involucrados en
este nuevo campo, quedan reflejadas en la entrevista realizada a quien fue uno
de los encargados a nivel nacional del componente de salud intercultural del
Programa Orígenes. Esta se constituye en el sitio ideal para una acalorada
discusión, la cual sostiene el entrevistado con otros dos colegas a través mío. El
foco de conflicto se desata respecto al término etnogubernamentalidad utilizado
en un artículo publicado el año 2007 en una revista especializada escrita por el
antropólogo francés con vasta experiencia en el tema en el territorio mapuche.
En relación a esta categoría, calificada de colonialista por parte de este
funcionario y antropólogo del Programa, se desata una interesante confrontación
respecto al papel del trabajo antropológico dentro de políticas multiculturales
como las implementadas con Orígenes. El uso de estos conceptos teóricos en la
comprensión del fenómeno étnico nacional es cuestionado por el funcionario y
académico. Sin embargo, y pese a que la discusión se plantea al comienzo
como exclusivamente teórica, se torna cada vez más política y con fuertes tintes
337
nacionalistas respecto de quién o quiénes son los legítimos autorizados para
producir conocimiento en el contexto neoindigenista actual. La irritabilidad de
este funcionario en la entrevista se extendió también a otro colega antropólogo,
quien realizó varias evaluaciones sobre Orígenes y de la cual publicó un artículo
sin la “autorización” del Programa que lo catalogaron en esta oportunidad de
mercenario. Lo que a continuación se presenta es un extracto de la entrevista
realizada y donde los nombres de quienes son parte de la discusión fueron
sustituidos a fin de proteger sus identidades:
Claudio:…Hay una palabra de algún autor que a mí me parece
sumamente ridícula, la etnogubernamentalidad, ¿sabes lo que significa
eso? Por favor tradúcemelo…lo busqué en el diccionario…no existe.
Entrevistador: me parece que se refiere la idea de Foucault de
gobernamentalidad
Claudio: pero estamos hablando en castellano,… el colonialismo de esas
palabras es el que tenemos que sacarnos una vez de la cabeza. El
Programa Orígenes es una entelequia colonialista, la
etnogubernamentalidad como concepto también…basta, basta, somos
chilenos y tenemos que concebir que estemos en un proceso que
estamos tejiendo cotidianamente y en cada momento…no sé de donde
viene esa palabra…
Entrevistador: ¿Y qué palabra utilizarías?
338
Claudio: Etnogobierno…si queremos hablar de cosas concretas que
están pasando en Chile hablemos en castellano, ¿de dónde viene esa
palabra?
Entrevistador: ¿De Foucault?
Claudio: Mal traducida de alguien que no sabe nada…no existe…fui a
buscarla al diccionario y no existe…tu, me parece que es tu perspectiva…
Orígenes…es una entelequia que empezó en Washington...
Entrevistador: todos hemos conformado un campo nuevo en Chile en
torno a la salud intercultural que ha sido complejo en el territorio
Claudio: Desconozco esa complejidad…
Entrevistador: ¿Tú sabías lo que había pasado con la mesa de salud?
¿Las pugnas al interior de Orígenes entre el encargado regional y el
coordinador regional del componente?
Claudio: Por supuesto, y ahí funciona el cuoteo político, tu sabes que la
concertación funciona por cuoteo político, ahí todos están buscando…el
tejido social es finalmente el responsable de la ejecución de cualquier
programa…donde está la gente y se ponen de acuerdo…aparecen los
personalismos, tú me caes mal no me dejan entrar…
Entrevistador: ¿Qué piensas de los trabajos de Andrés (otro antropólogo)
sobre Orígenes?
Claudio: (…) es una persona que trabajó para el programa Orígenes, fue
financiado por el programa Orígenes, y al programa Orígenes no le dijo lo
339
que publicó en el libro… Utilizó todos los datos del programa Orígenes
pero no se lo contó al Programa Orígenes…esa cosa del cuoteo político
al nivel territorial,…funcional a la concertación…yo sé de memoria lo que
dice… Me parece muy poco responsable (…) que cuando el programa
Orígenes lo contrata no le diga nada al Programa…es un mercenario
finalmente…
Entrevistador: ¿Fue contratado después de que escribiera eso?
Claudio: Fue contratado antes de que escribiera eso. Hizo la investigación
de campo, de terreno financiado por el Programa Orígenes, por el Estado
o sea de que estamos hablando, de gente, de personas que son
mercenarios…, si es financiado por el Programa Orígenes, él le paga,
come de eso y después ocupa esos mismos datos para atacar al que le
estaba alimentando…no se qué pasa acá…
Entrevistador: ¿Fue considerado como un ataque su trabajo?
Claudio: No, porque nadie lo conoce…en mi oficina nadie conoce el
trabajo…a eso llega el aporte de Andrés…yo lo encuentro
traumática…dobles posiciones
Entrevistador: ¿Pero tú estás trabajando en Orígenes?
Claudio: No, tampoco…tampoco trabajar en la Universidad de Chile,
tampoco el magíster que lo financia el Estado… ¿qué es el Estado
finalmente? es muy complejo… y no se puede tener una visión maniquea
como decir…la etnogubernamentalidad…. que el Estado opresor, … la
340
dominación del cuerpo… esas teorías no son relevantes, esas teorías no
permiten entender lo que está pasando a nivel del entramado de verdad,
donde hay prácticas, hay relaciones de dominación, donde hay
resistencia, donde hay quedarse callado, donde hay no participar, donde
hay no pescar…donde hay aprovecharse de la situación...lo que implica
una situación colonial postcolonial…yo lo busco, yo hablo de otras
palabras, utilizando otros conceptos…
Entrevistador: ¿Qué otras categorías usarías? ¿Cómo explicarías lo que
deja Orígenes?
Claudio: Orígenes vino, pasó, fomentó estas instancias…se fue ya no
está, pero sin embargo existe un proceso desencadenado…el Ministerio
de Salud ahora tiene el triple…después viene con otros setecientos
millones de pesos…se dobló el presupuesto…el ministerio de salud tiene
una institución funcionando, con profesionales trabajando…el
reconocimiento de la medicina indígena pero nuevamente sin la
participación indígena…participan estas instancias que tú dices, locales,
…sin embargo por fuera estaba el gran movimiento indígena… esa Mesa
de Salud participó en un congreso nacional donde se iban a definir
muchas cosas. Sin embargo, vienen otras instancias indígenas dicen
esas instancias no son válidas, son cooptados por el Estado…eso no es
válido, ustedes no tienen que hacer nada en Santiago…no es el gran
movimiento indígena…
Entrevistador: ¿Quién dijo eso?
341
Claudio: gente de organizaciones indígenas en torno a salud…y pararon
todo el proceso…fue precisamente porque no había participación…eso es
un simulacro de participación…efectivamente…la reflexión yo todavía no
la tengo madura
Entrevistador: ¿En qué esta hoy Orígenes?
Claudio: Orígenes hoy no tiene brújula. La perdió, pero sin embargo,
sirve, es funcional al modelo de dominación, estoy de acuerdo con
Andrés finalmente, si es super contradictorio… ¿Qué prefieres tú? ¿qué
hacer? Legionarios franceses, ¿qué hacemos, no seguimos, cuál es tu
propuesta?…
Entrevistador: ¿No podemos pensarnos fuera del desarrollo?
Claudio: Hoy la Constitución de Chile del año 80 se define como
neoliberal, en función de eso…la sociedad chilena se ordena en torno a
eso. Aparecen esos proyectos… ¿ a qué vienen, a profundizar
democracia?...sin embargo no están las condiciones en Chile…nosotros
lo advertimos…no hay consultora capacitada en Chile para formular los
modelos de salud intercultural que provinieron de Washington…y
Washington siguió instalando en Chile y era el indicador para evaluar al
Programa Orígenes en el tema de salud, era el tema de los modelos y
que vienen de Washington…a través de esas consultoras porque hay
sobredemanda de proyectos...esa epidemiología sociocultural venía
desde Washington...
342
Entrevistador: Desde una visión nacional ¿qué diferencias observaste
entre los territorios respecto de Orígenes?
Claudio: El programa Orígenes surge…Como Programa surge, y lo dice
Alex Foxley que es el representante de Chile ante el Banco
Interamericano de Desarrollo…el Programa Orígenes dice fue
positivamente evaluado por la gerencia del Banco en función de que
efectivamente su intervención…ellos si hablan de intervención…producto
de que paró la movilización indígena y la paró hasta el día de hoy, porque
lo que vemos ahora son focos, la gran movilización que hubo el 97 se
paró por esta intervención y el BID lo evalúa así…
Entrevistador: Yo considero que la visión intercultural actual va muy de la
mano con el neoliberalismo, ¿te parece a ti?
Claudio: Yo creo que este cuento del diálogo horizontal de saberes…es
imposible en el marco de la dominación neoliberal, o de la dominación de
cualquier Estado no puede funcionar el Estado…donde hay Estado
neoliberal
Entrevistador: ¿Pero Chile actualmente es un estado democrático y
neoliberal?
Claudio: Pero no hay democracia profunda…que es el diálogo horizontal
de saberes…no es posible,…Chile, …no sé si es posible, no creo en la
interculturalidad, yo creo que es un discurso del Banco Interamericano del
Desarrollo…promueve…viene en torno a estos planes de desarrollo
donde se tiene que externalizar estos proyectos a consultoras que no
343
saben hacer nada…los profesionales que pueden hacer esto están
cooptados por las universidades…por otras, pero no están ahí afuera, nos
son capaces…
Entrevistador: ¿Cuál es el camino?
Claudio: Las organizaciones indígenas quieren que les pasen las platas
para su autogestión, ese es el camino…no quiero hablar de autonomía
porque no estoy preparado,…Chile no está preparada…falta todavía…yo
no creo en el programa Orígenes, creo que es una declaración de
amor…El BID lo reconoce…el Estado chileno no necesitaba esa
plata…no necesitaba la plata del BID…el imperialismo transnacional, no
se… no tiene rumbo…la CONADI no quiere el programa porque le tiene
envidia, …el tema son las personas, el tejido social, el Estado son
personas… Esa palabra no existe, ese neologismo colonial. Es lo mismo
que Orígenes, es lo mismo que plantea el programa…es un concepto
colonial…son dos posiciones maquineas que van entre medio del
camino…” (Extracto de la entrevista realizada al encargado nacional del
componente de salud intercultural. San Pedro de Atacama, Septiembre
de 2008).
Los cuestionamientos respecto al uso del término etnogubernamentalidad y su
definición como una categoría colonialista por un lado dan cuenta de un
profundo desconocimiento del contexto teórico del que proviene. Asimismo, su
reacción trasluce la construcción de un multiculturalismo de Estado con tintes
nacionalistas: somos chilenos, debemos escribir en castellano, etc., como si las
palabras, sólo por estar y ser usadas en castellano, estuviesen libres del
344
colonialismo que rechaza. Pese a su trayectoria académica, legitima un
diccionario como fuente de conocimiento sin dirigirse a las fuentes del concepto
que critica (en este caso los trabajos de Foucault). Más allá de eso, su
escepticismo en los análisis sobre el propio Orígenes, reflejan una situación de
intermediario incómodo en este multiculturalismo neoliberal que niega en sí
misma la interculturalidad. Orígenes es una entelequia, sin embargo tiene poder
suficiente para excluir a los indígenas de su diseño, definir modelos de salud, las
formas de realizar estudios epidemiológicos, etc. También poder para
desacreditar el trabajo antropológico cuando este se escapa del campo por él
regulado y financiado. El papel de la antropología queda subordinado entonces
a los objetivos e intereses de un programa estatal que pese a sus incoherencias
internas, exige su autorización para difundir y entregar resultados. Finalmente, la
fidelidad académica queda supeditada a las fidelidades políticas y económicas
comprometidas en el campo del multiculturalismo actual. Su postura es crítica
respecto al sistema democrático imperante y al mismo Orígenes, definiéndolo
como una estrategia del imperialismo trasnacional que no obstante lo condena a
un estado de confusión y a una reflexión todavía sin madurar. En su priorización
de los efectos del Programa deja en claro los aspectos que en definitiva resultan
de este tipo de propuestas: el engorde presupuestario, una etnoburocracia
instalada, una nula participación indígena y un programa que finalmente sirve
porque es funcional al modelo neoliberal. Finalmente libera sus incredulidades
respecto a Orígenes, la interculturalidad y la democracia en el Chile post
dictadura.
d) invirtiendo en el capital humano y social indígena
345
La cuarta entrevista que analizamos es a un alto funcionario de Orígenes,
también antropólogo129. Nuestro interés en incluirla se explica por la cercanía a
los procesos de profesionalización del conocimiento que Orígenes promovió en
el territorio atacameño, a través de su componente de fortalecimiento. En esta
entrevista, el funcionario se refiere al interés del programa Orígenes por apoyar
y contribuir a expandir la experiencia denominada Escuela Andina. Esta
instancia nace al interior del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo
R.P. Le Paige de San Pedro de Atacama, en el año 2001, como una nueva
estrategia de acercamiento entre el museo y la comunidad atacameña. Desde
sus inicios se planteó como objetivo realizar una devolución de las
investigaciones a la comunidad mediante la capacitación de líderes de las
comunidades atacameñas y quechuas de la Región de Antofagasta. Consiste
básicamente en un programa de materias impartidas por profesionales e
investigadores del instituto y de otras instituciones especializadas en temas
como turismo, patrimonio, historia, antropología y arqueología local, etc. No
obstante y pese a que la experiencia de la Escuela Andina inicialmente es
promovida como una instancia vinculada y dependiente del Museo y la
Universidad del Norte de la cual este forma parte, poco a poco y vía
financiamiento de Orígenes, se transforma en una de las principales apuestas
institucionales del Programa. A su vez, se devela en este testimonio el nuevo
lenguaje de los expertos del multiculturalismo y los mecanismos a través de los
cuales operan los procesos de privatización del desarrollo y profesionalización
del conocimiento indígena vía programas como Orígenes. Nos muestra la lógica
de la replicabilidad en base a la cual, experiencias locales son
desterritorializadas de sus contextos socio históricos y transnacionalizadas para
fines institucionales más amplios. La lógica de la replicabilidad de experiencias
129
Mis especiales agradecimientos a mi colega Patricia Ayala quien me facilitó esta entrevista realizada por
ella en el marco de sus tesis doctoral. Las interpretaciones que de ella hago son de mi entera
responsabilidad.
346
se constituye en otra de las estrategias recurrentes utilizadas por Orígenes, y a
su vez blanco de sus principales críticas. En el caso atacameño y quechua de la
región de Antofagasta, el éxito de la conocida Escuela Andina en la entrevista
aparece como una experiencia que Orígenes se interesa por replicar en el
territorio aymara. La total confianza por los logros de este proyecto, que motivó a
Orígenes a financiarlo durante estos años e incluso a buscar financiamiento para
cuando el Programa cese sus actividades, se expresa en los siguientes
términos:
“capacitar a dirigentes indígenas puede ser una línea que te lleva casi a
una profesionalización de oficios de, pero en cualquier caso es una línea
de apoyar el fortalecimiento de capital humano, de eso hay varios
ejemplos tanto en la primera como en la segunda fase del tipo Escuela
Andina. El mismo modelo de Escuela Andina en San Pedro de Atacama
estamos de replicarlo en Arica-Parinacota con un ejecutor que es la U.
(refiriéndose a la universidad) de Tarapacá probablemente en un tri-
convenio con la U. (universidad) de Carolina del Norte. Estamos tratando
de triangular experiencias ahí pero hay varias iniciativas que van en
dirección a generar capital humano y eso se ha hecho tanto a nivel
académico formal como la Escuela Andina dado que es una universidad
la que dicta, entonces eso te da un formato educativo formal pero también
se ha hecho a nivel de territorios de comunidades donde se han hecho
pequeñas escuelas de dirigentes indígenas, un poco en el formato de
talleres mas informales… estamos dos o tres días analizando diferentes
temas desde el punto de vista del análisis técnico, teórico, metodológico,
tratando de que luego estos dirigentes tengan un conocimiento
relativamente bien ordenado respecto de temas como economía
mapuche, globalización, derechos indígenas, patrimonio, turismo, como
347
eventuales, se ha hablado mucho también de micro negocios, micro
empresas, mapuches para plantear el tema de mercado donde se
comercializan los productos, donde las comunidades indígenas son
ubicadas en el intercambio, ha habido cursos que han durado una
semana de corrido y ahí tú tienes veinte, veinticinco personas que están
en un proceso de formación, pero eso se da en un nivel mas informal, la
Escuela Andina termina con un certificado formal que lo da una
universidad nacional…específicamente el trabajo que me ha tocado hacer
a mi acá, procurar que existan recursos en el programa para desarrollar
líneas en el ámbito de fortalecer capital social con redes, organizaciones,
asociaciones indígenas, todo lo que es capital social para apoyar, generar
capital humano, porque, todo esto en el análisis, de que existen en
cualquier sociedad varios tipos de capitales, si bien las economías
indígenas o los pueblos indígenas en Chile carecen de capital financiero
porque no tienen recursos en dinero, sin embargo son muy ricos en otros
tipos de capitales, está el capital social, cultural y humano, todos los
sistemas de conocimientos, la lengua, ellos son portadores a través de su
cultura de una serie de riquezas que son transmitidas generacionalmente,
si bien ellos carecen de dinero, por otro lado son portadores ancestrales
por su cultura de una serie de riquezas que son transmitidas… si bien
carecen de dinero si tienen a su disposición otros capitales, entonces la
idea ha sido fortalecer esos otros capitales, vía apoyar Escuela Andina,
escuela de dirigentes, escuelas de base, proyectos para organizaciones,
encuentros lo que llamamos pasantías, donde un grupo de dirigentes va a
visitar a otro grupo de dirigentes para que se desarrollen procesos de
compartir conocimientos, la evaluación final de todo esto es que a lo largo
del país como por ejemplo la Escuela Andina ha ido quedando un número
de alumnos capacitados por decirlo así, dirigentes más fortalecidos…en
348
esto se esconde un plan estratégico de parte del programa respecto de
que si yo apoyo esta iniciativa, voy a dejar de poner más y más dinero
sino que voy a congelar el aporte de los recursos y después los empiezo
a disminuir, si lo ves en un gráfico, yo necesito esta cantidad de recursos,
si yo tengo este gráfico y necesito esta cantidad de dinero para el 2004,
entonces de acuerdo, el 80% lo pongo yo y el resto que lo ponga la
CONADI, la universidad, etc. Pues el 2005 necesitamos la misma plata
dado que la Escuela Andina es la misma, el 2005 yo solo voy a aportar el
60%, y alguien acá pondrá el 40 y así sucesivamente y al año 3 solo
pondré el 30% y así sucesivamente hasta desaparecer, entonces
aparezco yo como financiador pero la Escuela Andina debiese seguir
funcionando o alguien debiese comprarse el 100% de la iniciativa yo
espero que la Universidad del Norte institucionalice para la formación de
capital humano indígena un modelo de carrera andina, una
licenciatura…ahora porque a los atacameños, porque en San Pedro esta
el empuje original que le dio CONADI y el museo porque la iniciativa
estaba ahí, y lo segundo el pueblo atacameño esta en descomposición
dicho en el ámbito de patrones lingüísticos con una recuperación
creciente de sus temas culturales, es un pueblo que de casi
desarticularse por circunstancias históricas, luego con el tiempo, léase
leyes indígenas y áreas de desarrollo, comienzan una recomposición
como pueblo entonces apoyar el capital humano es importante, hoy más
que en ningún otro lugar se requería un apoyo, por el solo hecho de estar,
había que apoyarlo para fortalecer una línea de incremento de actividad
cultural, como el crecimiento del producto interno bruto, un incremento del
producto cultural bruto, y ahí apoyar la escuela andina significa hacer un
gran aporte porque esto no es comprar una vaca, te comiste la vaca y se
acabo el proyecto… recuerdo una interesante conversación que tuve con
349
un muchacho en Lasana (una de las localidades del sector atacameño del
Alto Loa). Al Elías podría llamarse o Isaías, que está a cargo de un
pequeño museo, esta como súper vigilando algunas de cuestiones que
suceden en torno al pukara de Lasana de toda la ruta de los geoglifos, de
las pictografías me pareció interesantísima en profundidad la
conversación que tuve con este muchacho, estoy hablando de un joven
indígena que había sido ex alumno de la Escuela Andina que tú te sientas
a conversar con él y comienzas a aprender de su discurso, fíjate que
interesante por allí me sucedió con un par de personas, estoy hablando
de dos o tres casos y en las tres oportunidades siempre tuve un muy
buen feed back, y si eso se ha logrado replicar en el 20% de todos los
alumnos que pasaron aun así es ganancia, con todo lo que hemos
gastado, con todo el tiempo que ha durado, si hubiese solo un dirigente
que se hubiese potenciado en esta línea, eso es ganancia, porque
probablemente ese dirigente ex Escuela Andina puede ser una lumbrera
en el futuro inmediato si ese joven tiene otras oportunidades de seguir
adelante en su formación cultural como indígena, mirando a su pueblo,
esa persona logra avanzar un poco más en esto, esa persona que puede
un indígena, ahí podemos tener un dirigente a futuro que puede decir
cuestiones muy interesantes en cuanto a políticas cuantitativas, son
discursos que podrían perfectamente contribuir a transformar el
paradigma actual de la política indígena en Chile, y no en vano en otros
países los dirigentes se han potenciado en su política estratégica
aprendiendo, viajando, conversando, asistiendo a cursos. Yo recuerdo a
Felipe Quispe que de ser un dirigente campesino iletrado, llego a la
universidad a estudiar historia… y tuve la suerte de tener a Quispe como
alumno,…si yo hubiese tenido en la Escuela Andina del 2004 en
adelante, un muchacho atacameño que se va formando en estos temas
350
de su cultura, su pueblo, sus derechos, ese muchacho, va creciendo con
el tiempo, y puede llegar a ser un Quispe, o un Evo Morales o cualquier
otro dirigente ecuatoriano quichua o todo el movimiento indianista en
México. Estoy pensando en voz alta respecto de que impacto puede tener
en Isaías este chiquillo de Lasana, puede tener todos los impactos en la
medida que le abramos más oportunidades, porque este es un tema de
oportunidades, es un mercado tan segmentario que ha cerrado las
puertas a la formación de profesionales indígenas que dirigentes de la
intelectualidad indígena, y a pesar de que le ha cerrado las puertas, aun
así existen dirigentes muy buenos, entonces la Escuela Andina es un
modelo a seguir, y es un esfuerzo muy pequeño, el impacto que está
teniendo es muy precario, si hay un 20% o veinte alumnos que hayan
enganchado, vamos a tener una potencia de intelectualidad indígena, que
van a aportar al desarrollo nacional de manera increíble, basta un caso ya
es ganancia, la cantidad de millones que hemos gastado aquí vale la
pena aun por un caso. Si son más, mejor…” (Extracto a entrevista
realizada a un alto funcionario del componente de Fortalecimiento del
nivel central del Programa Orígenes. Santiago, mayo de 2009)
Sinteticemos algunos aspectos de este interesante extracto de entrevista.
Orígenes, a través de sus componentes y subcomponentes y el esfuerzo de sus
agentes, pretende capacitar, profesionalizar y apoyar el fortalecimiento de
capital humano. Este objetivo se realizaría a través de instituciones formales e
informales en los cuales los líderes y dirigentes indígenas “sistematizarían” sus
conocimientos a partir del apoyo de los profesionales disponibles por el
Programa. A su vez, esta sistematización en definitiva derivaría en una
profesionalización y construcción de una elite o intelectualidad indígena. Lo que
351
estaría haciendo no es más que ayudarlos a acrecentar el capital social y
cultural del cual disponen y de esta manera, compensar la falta de capital
económico, permitiéndoles a través de este mismo capital, participar en mejores
condiciones en el mercado. No obstante la jerga modernizante de su discurso,
su visión refleja lo que hemos definido como neoindigenismo trasnacional. Este
se caracterizaría por la visión clásica indigenista/paternalista que reproduce una
idea de que sólo con la ayuda de agentes externos, el movimiento indígena
puede llegar a tener incidencia en las políticas nacionales. Estas se habrían
visto con más claridad en el caso atacameño, el cual de un proceso de
descomposición cultural, vía leyes y áreas de desarrollo indígenas se habría
revertido, iniciando un proceso de recomposición. Paralelamente, su discurso
despliega una suculenta cantidad de nuevos conceptos que se incorporaron en
este período a las propuestas del multiculturalismo neoliberal: mejorar
condiciones de vida, más oportunidades, generar y fortalecer capital humano y
social a través de la capacitación de alumnos que como una ecuación
matemática nos entregaran dirigentes fortalecidos, etc.
Su percepción de intermediario y promotor de una intelectualidad indígena cuya
habilidad gerencial resulta efectiva, está dada sin embargo y paralelamente por
la legitimidad actual que las ciencias sociales le otorga a la causa indígena, a
través de su certificación y formato académico. El objetivo de fortalecer el capital
social y cultural de las comunidades indígenas en varias ocasiones parece
entenderse más como la responsabilidad de invertir suficientes recursos, los
cuales progresivamente deben ser delegados y asumidos por otros actores de la
sociedad civil. Este proceso es el que hemos definido en otras partes como
(etno)gubernamentalidad neoliberal, en cuanto la política multicultural actual
potenciada con Orígenes emerge como una nueva forma de gobernar a los
352
pueblos indígenas. Es decir, se trata de una nueva racionalidad política a través
de la cual los sujetos son responsabilizados cada vez más de sus logros e
infortunios bajo una lógica neoliberal que socializa las pérdidas y no las
ganancias. La formación de líderes y/o dirigentes comprende no sólo aumentar
su capital social y cultural, sino a su vez convertir a las comunidades indígenas,
vía proyectos y propuestas, en micro negocios o micro empresas capaces de
asegurar su participación aunque sea en una posición subalterna en el mercado.
De acuerdo al diagnóstico de este funcionario y profesional de las ciencias
sociales, los pueblos indígenas carecen de capital financiero, pero disponen de
otros capitales. En una jerga teórica propia de las agencias de desarrollo
multilateral, retoma y reelabora conceptos de diversas tradiciones y disciplinas a
fin de que las demandas indígenas parezcan compatibles con la propuesta
neoindigenista y neoliberal actual. Su función dentro del programa multicultural
del Estado está determinado más por su capacidad de gestionar recursos que
aportar al análisis de la realidad social y étnica como antropólogo. Los efectos
de la profesionalización del conocimiento indígena tienen múltiples alcances y
vastos impactos que pueden incluso rearticular, fortalecer y recomponer las
culturas indígenas beneficiadas por este tipo de programas, y al mismo tiempo
convertirlas en un bien de consumo atractivo para ser comprado. Finalmente
cabe destacar en este discurso la preocupación por los porcentajes, la ganancia,
la optimización de recursos vía la lógica de la replicabilidad y las equivalencias
que se establecen entre el incremento de la actividad cultural y la del producto
interno bruto con las cuales actualmente se mide el desarrollo de un país.
Pero ¿qué conclusiones podemos sacar entonces de los diversos sitios y
testimonios aquí analizados?
353
Como lo señala acertadamente Verónica Schild en un estudio sobre los
programas sociales en el Chile de la post-dictadura, la política social de la
democracia de libre mercado representa una nueva forma de gobierno que
tiende a producir nuevos sujetos y nuevas necesidades (Shild 2000: 277). Según
ella, el estado neoliberal en Chile, a través de sus prácticas y discursos
institucionales emergentes, busca empoderar a las personas para el mercado y
hacerlos responsables tanto de su destino como de sus fracasos. A causa de la
privatización y descentralización iniciadas durante el gobierno militar se
desmanteló el Estado de bienestar y emergió un Estado subsidiario que opera
de manera focalizada mediante la definición de nuevos sujetos vulnerables y
necesitados. A raíz de esto, surgieron nuevos agentes sociales comunales,
privados y para-estatales (la llamada sociedad civil), lo cual modificó la
naturaleza del vínculo entre Estado y sociedad. El discurso de la modernización
neoliberal, que enfatiza una relación activa con el mercado mediante la
responsabilización y participación de los ciudadanos, se habría perpetuado bajo
los distintos gobiernos de la Concertación (Schild 2000:285). La lógica de
descentralización, privatización, participación y responsabilización de los grupos
marginados del nuevo modelo neoliberal de desarrollo, determinó la naturaleza
de los distintos programas sociales diseñados durante los últimos 20 años y
contribuyó a la producción de lo que Schild llama ciudadanos de mercado
(market citizens).
En su etnografía de la democracia realizada en una población marginal de
Santiago, la antropóloga Julia Paley llega a conclusiones similares. Demuestra
que la idea de democracia participativa fue usada de manera estratégica por los
gobiernos de la Concertación para limitar la movilización social y orientar el rol
de la sociedad civil en el sistema político de la post-dictadura. Al marketear y
354
usar la democracia como un símbolo aglutinante que permite unir la nación a
pesar de las desigualdades existentes, se generó la figura del ciudadano
consumidor (Paley 2001:116-117) y se implementó un modelo comercial para la
operacionalización de la política pública. Al análisis de Paley, podríamos añadir
que después de haber marketeado la imagen de una democracia de libre
mercado en los años inmediatamente posteriores a la dictadura, se promocionó
un tercer término, el multiculturalismo. De suerte que se podría caracterizar al
complejo político, institucional e ideológico-cultural del Estado chileno como una
democracia multicultural de libre mercado. Al ubicar el libre mercado dentro de la
democracia política, los gobiernos de la post-dictadura tendieron a legitimar y
fortalecer el modelo económico neoliberal dominante a la vez que a crear un
sentido de unidad nacional en la diversidad. Como señala esta autora, las
formas contemporáneas del poder parecieron operar más a través de la
participación que de la represión (Paley 2001: 137).
A través de la realización de talleres, reuniones y encuestas, se genera la
sensación de que los grupos subalternos participan de la definición de la nueva
política pública y que, por lo tanto, hacen parte del sistema. Eso es lo que Julia
Paley llama “las paradojas de la participación” (Paley 2001: 140). La
privatización de las funciones públicas iniciadas durante el periodo de la
dictadura, se acompañó en el periodo democrático de la prestación de servicios
sociales por parte de los agentes de la llamada sociedad civil. Como lo señala
Rose, las formas liberales avanzadas de gobierno se dan bajo mecanismos de
activación de los poderes de la ciudadanía (Rose 1999: 166). Un ciudadano-
consumidor desde ahora constreñido a localizarse en el seno de una institución
social representada como natural: la comunidad.
355
Ahora bien, como el caso analizado aquí lo demuestra, la emergencia de nuevas
formas de poder es concomitante del surgimiento de nuevas prácticas contra-
hegemónicas que, a través del uso estratégico de la misma jerga
etnodesarrollista global, cuestionan el modelo multicultural participativo de libre
mercado. Empleando los términos de referencia impuestos por la jerga e
institucionalidad etnodesarrollista neoliberal, los grupos subalternos enfrentan a
los agentes del multiculturalismo sobre su propio terreno, exigiendo que, en
tanto que consumidor-ciudadano, se les respete su derecho a participar, opinar,
elegir. El multiculturalismo como proyecto político no está dado, se está
fabricando. La subjetividad política de los agentes sociales indígenas se
construye dentro de estos nuevos espacios de poder y en referencia a una
comunidad y una cultura que se han transformado en los nuevos objetos de
gobierno.
Una segunda conclusión se vincula a los efectos de la sistematización y
profesionalización del conocimiento indígena a través de programas de
etnodesarrollo como Orígenes. Específicamente las formas en que se legitiman,
nombran y consagran los nuevos expertos autorizados del multiculturalismo
neoliberal implementado en el Chile post dictadura. En un interesante y
novedoso trabajo sobre el Ecuador, Laurie, Andoline y Radcliffe nos ejemplifican
cómo los movimientos sociales en este último período han sido un foco de
políticas neoliberales de inclusión social, especialmente impulsadas por los
organismos multilaterales. Estas sin embargo, canalizan diversas
comprensiones y no siempre concordantes prácticas respecto a lo que se define
como desarrollo con identidad. Pese a que la industria global del desarrollo se
ha consolidado a través de sus agencias internacionales, existen intersticios en
los cuales parecen constituirse espacios gobernables de indigeneidad (Watts
356
2003), donde a semejanza de la noción de campo de Bourdieu, se despliegan
tanto estrategias de dominación, control y regulación como resistencias, críticas
y cuestionamientos que enfrentan los intereses transnacionales de estas
agencias de desarrollo a los objetivos y metas de las propias organizaciones
indígenas. El aspecto novedoso que plantean las aproximaciones neoliberales a
la inclusión social, es que este proceso se está promoviendo a través del
modelamiento de nuevos conocimientos y expertos como expresión de una
nueva forma de gobierno asociada al desarrollo neoliberal (Laurie et. al
2005:471). A consecuencia de este proceso, en el cual el involucramiento
indígena no ha estado exento sino más bien ha tenido un papel activo, han
aparecido nuevas formas de presentar la cultura indígena. A través de
programas de etnodesarrollo se fomentan relaciones sociales que realzan el
mercado y el individualismo a través de estrategias de regulación del
conocimiento. En este caso, lo que les interesa mostrar a estos autores es cómo
el conocimiento indígena está siendo profesionalizado y formalizado a través del
ordenamiento y la sistematización de sus contenidos, a fin que estos puedan
circular en espacios académicos reconocidos y puedan ser compartidos en
espacios o redes transnacionalizadas. El énfasis en lo individual está siendo
justificado a través del concepto de capital humano. Mientras que su
naturalización en el concepto de comunidad se realizaría a través de lo que
últimamente han definido los organismos multilaterales y agencias
internacionales de desarrollo como capital social.
Estas nociones de capital humano, social y económico, presentes en los
discursos analizados en la segunda parte de este capítulo, revelan una nueva
forma de atender al problema de la exclusión y del desarrollo en relación a los
pueblos indígenas. Estas categorías sin embargo y bajo la política social
357
neoliberal, potencian una agencia indígena restringida donde la cultura dentro
desde una lógica instrumental mercantilizada, es utilizada como una herramienta
óptima para conseguir recursos. A su vez, a través de programas de
etnodesarrollo neoliberal como Orígenes se define y trata la distintividad étnica
de forma que se refuerzan las jerarquías sociales. Concordando con estos
autores que siguen a Watts (2003), estos espacios gobernables de indigeneidad
conformados por Estado, organizaciones indígenas y organismos
internacionales, y que suelen constituirse en gran parte por la presión actual del
conglomerado estatal/transnacional, sin embargo son contestados y resistidos
por las comunidades y grupos indígenas involucrados. Estas acciones contra
hegemónicas, que en la mayoría de los casos no se dan en igualdad
condiciones, sugieren que estos espacios permiten en un contexto ambiguo, dar
la lucha frente a los intentos de control y legitimación de otras formas de
conocimiento (Laurie et. al 2005:478). Al igual como lo presenta el testimonio
final de este capítulo, la sistematización y profesionalización asegura la
universalización de los saberes indígenas históricamente relegados al ámbito de
prácticas orales. El nuevo conocimiento indígena objetivado y universalizado es
la que asegura su replicabilidad y lo ubica en una escala internacional para ser
comercializado. Como sabemos, los resultados de estos proyectos por lo
general catastróficos en un primer análisis, sin embargo, permanecen ambiguos
de acuerdo a los resquicios y alternativas que los propios movimientos indígenas
en determinadas oportunidades y condiciones logran abrir, crear, reapropiar,
resistir, etc. Este es el caso que analizaremos en el siguiente capítulo, en el cual
y a través de la práctica y el discurso de la participación social y la
interculturalidad, las organizaciones atacameñas actuales han dado una lucha
por controlar su sistema de salud, los conocimientos asociados a su medicina y
los procesos de construcción de un modelo multicultural local.
358
Capítulo 6
Resistencia indígena y vigilancia estatal en torno a la participación130
En un período de transición política y económica en Chile, la participación social
e indígena emergió como uno de los íconos discursivos principales del proceso
de democratización a inicios de la década de los años 90. Se constituye así en
uno de los objetivos fundamentales de la política indígena e intercultural de los
últimos años y en el medio clave para compatibilizar desarrollo con identidad en
los términos definidos por los organismos internacionales encargados de
financiar los programas sociales en la región. La participación social se concibe
entonces como el medio y la estrategia clave para el fortalecimiento del capital
social de un grupo o sociedad determinada, a la vez que en una forma de
inclusión en los nuevos mercados culturales de bienes exóticos, cuyos efectos
de subjetivación pretenden obtener como resultado un nuevo sujeto. En el nuevo
escenario democrático y neoliberal los ciudadanos son concebidos y producidos
como clientes y usuarios empoderados capaces de mejorar sus vidas a través
de estrategias de micro emprendimiento, sometiendo la participación a un nuevo
contexto y sistema de interpretación.
En el caso de Chile, la participación social se constituyó en el emblema de lucha
contra el régimen militar, y en el discurso oficial de los partidos de la
130
Algunos resultados preliminares sobre la práctica de la participación en el área atacameña y que
formaron parte del proyecto FONDECYT n° 1070014 fueron publicados en un trabajo del 2007
denominado “Los intersticios de la participación social: la creación del Consejo de Desarrollo Local de
Salud en la comuna de San Pedro de Atacama” en la revista brasileña Habitus 5(2): 333-354, y otro del
año 2009 denominado “¿Participación o pacificación social?: la lógica neoliberal en el campo de la salud
intercultural en Chile (el caso atacameño)”, publicado en la revista especializada Estudios Atacameños
Arqueología y Antropología Surandinas 38: 93-106. Ver referencias bibliográficas.
359
concertación utilizada para conquistar el poder y asegurar el triunfo en las urnas.
La discontinuidad y ruptura a nivel del discurso en el campo político, cimentada
en la oposición represión-dictadura/participación-democracia, sin embargo no
significó un cuestionamiento de los efectos estructurales del sistema económico
implementado por la dictadura, sino más bien implicó una continuidad del
modelo económico y medidas parciales que afianzaron su desarrollo y
consolidación (Delamaza 2006:412).
En este capítulo y en continuidad con lo antes expuesto, relevamos el proceso
de constitución del Consejo de Desarrollo Local en salud en el territorio
atacameño, que a nuestro modo ver, se configura en un sitio etnográfico
privilegiado desde el cual observar y analizar las estrategias de expansión y
legitimación del poder burocrático a través del discurso y la práctica de la
participación social. A la vez, observamos cómo éste se transforma en un
espacio de reconstrucción étnica desde la agencia indígena atacameña,
consiguiendo participar en términos diferentes a los definidos por el Estado y la
industria global. En este proceso, mi participación como observadora y mi
observación como participante durante casi más de un año y medio, me llevó a
identificar las complejas relaciones y las diversas luchas entre los agentes
involucrados por imponer una específica comprensión de la participación social.
La formación de este nuevo espacio de participación social, que coincide con la
implementación de una experiencia piloto en salud intercultural al interior de las
dependencias del centro de salud local, queda identificado como un espacio
permanente de disputas por el control de las diferencias y el lugar privilegiado
para reinscribir históricas demandas, esta vez bajo categorías de etnicidad y
multiculturalismo.
360
1. La participación social en el nuevo contexto multicultural
A mediados del 2006, el Consultorio General Rural de San Pedro de Atacama
invita a diversas instituciones y organizaciones locales pertenecientes a la
comuna de San Pedro de Atacama, a conformar un nuevo espacio de
participación social. Esta iniciativa surge en un contexto de dinámicos y
heterogéneos procesos de activación de demandas étnicas locales y de
inclusión social de la población atacameña, la cual, desde la puesta en marcha
Ley Indígena en los años 90, había recibido un nuevo impulso a comienzos del
2000 con el programa intercultural denominado Orígenes. El Consejo de
Desarrollo Local en Salud aparece como un intento de reactivar las complejas
relaciones entre comunidad local y centro asistencial vía participación social,
luego de los heterogéneos conflictos generados a nivel local con la
implementación del componente de salud intercultural en el territorio (ver
capítulo 3).
El Consejo de Desarrollo Local en salud, más conocido como CDL, inició sus
actividades en medio de múltiples e importantes hitos. Entre estos destacan la
constitución de la Asociación de Cultores y Colaboradores de la Medicina
Ancestral Licanantay y Quechua a comienzos de ese mismo año y la
inauguración de las nuevas dependencias del Consultorio General Rural de la
Comuna de San Pedro de Atacama, que marcó el paso de posta rural a
consultorio. A la vez, el Consejo emerge finalizando la primera fase del
Programa Orígenes, después de innumerables conflictos entre los servicios e
instituciones estatales y las organizaciones indígenas locales insatisfechas ante
el fracaso del proyecto que diseñaría un modelo de salud intercultural
atacameño (capítulo 4). Ese mismo año, las Áreas de Desarrollo Indígena (ADIs)
Atacameñas experimentaron también una importante reestructuración: los
objetivos de su plan maestro son modificados a fin de orientarse a la
361
interculturalidad y la participación a consecuencia de las evaluaciones respecto
al escaso involucramiento de las comunidades y organizaciones indígenas en la
etapa anterior. En este contexto emerge el Consejo de Desarrollo Local de
Salud (CDL) como un espacio abierto a la participación social desde el propio
consultorio y despolitizado de las otras instancias existentes en el territorio
vinculadas a la política neoindigenista y multicultural del Estado.
Los primeros encuentros organizados por el profesional del consultorio
encargado de liderar el Consejo estuvieron dirigidos a encuadrar este nuevo
espacio, delinear sus objetivos y principales alcances. En la primera reunión, la
participación fue definida como una estrategia de la reforma de salud actual, la
cual pretendía implementar un nuevo modelo de gestión en salud pública. Así
fueron sintetizados sus fundamentos:
“En el marco de la modernización de la gestión pública, la participación es
concebida como una estrategia básica para la consolidación del sistema
democrático, el logro del bienestar y la inclusión e integración social…la
participación requiere, por una parte, que el sector público tenga la
apertura, genere la información y establezca espacios y mecanismos que
acojan las preocupaciones, necesidades y propuestas provenientes de la
ciudadanía. Por otra parte, la participación necesita de una ciudadanía
que se involucre en las cuestiones públicas, con organizaciones fuertes
que representen toda su diversidad…desde el sector salud, la
participación se considera un medio para el desarrollo de las personas
como sujetos comprometidos con el cuidado de su salud y con el
fortalecimiento de los servicios. Busca también la creación de
comunidades con capacidad de interlocución que actúan solidariamente y
362
ejerzan un control social sobre el sistema de salud” (power point
presentado por el profesional a cargo de la constitución del CDL en la
primera reunión. San Pedro de Atacama, agosto 2006).
La participación social directamente queda asociada tanto a los procesos de
democratización del sector público, a la ampliación y ejercicio de nuevas formas
de ciudadanía, como al desarrollo y bienestar de la población a través de la
inclusión e integración social. En ambos casos, la participación parece
entenderse como un estado ideal de la sociedad y/o comunidad, el cual se
alcanza fortaleciendo las redes sociales, delegando cierta autonomía y
enfatizando un rol fiscalizador y de control social de la sociedad respecto a la
acción del Estado. De aquí en adelante, el funcionario del consultorio a cargo de
este nuevo espacio se refiere a la participación en las decisiones sobre los
programas, en la orientación de los recursos, en las formas de gestión y también
en las acciones intersectoriales. En definitiva, se trata de poner en marcha en el
territorio la reforma de salud, cuyos antecedentes asoman en la década de los
90 con la creación de instancias denominadas Consejos Consultivos, Comités
de Salud Comunal o Locales o Consejos de Desarrollo, cuyas iniciativas fueron
la expresión de la estrategia de atención primaria promovida desde los años 80
por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Como nos lo recuerda la encargada nacional del Programa Especial de Salud y
Pueblos Indígenas del Ministerio de Salud, el mismo PESPI forma parte del
Departamento de Promoción y Salud y Participación Ciudadana (perteneciente a
la Secretaría de Salud Pública). De hecho, su ingreso al ministerio fue producto
de la puesta en marcha de esta estrategia en el nuevo contexto democrático,
cuyo fin era promover la participación social a través de los Sistemas Locales de
363
Salud o SILOS. Es en este escenario que en algunos territorios comienza a
emerger con fuerza el tema indígena y con él, el de la interculturalidad. El propio
PESPI -desde la visión de su encargada nacional-, es hijo de las iniciativas
SILOS y hasta ahora y según su parecer, el único programa del Estado con
participación real de las comunidades. Los cambios ideológicos que
experimentaron las estrategias de participación social en las últimas décadas
son descritos de la siguiente manera:
“la participación popular de los 70 era una participación que estaba
orientada a un paradigma político en que la participación era el eje de los
procesos, y por lo tanto, la idea era generar poder popular…habían
comités de salud constituidos a nivel de algunos establecimientos donde
se tomaban decisiones con la comunidad, o sea, no era sólo preguntarles
si les gustaba o no les gustaba, sino cómo se cambiaba, tomaban
decisiones sobre qué invertir, ha habido mucho desarrollo en ese sentido
pero bajo un modelo de participación muy de empoderamiento de la
población. No se hablaba de ciudadanía en ese momento, era la
población. Luego viene el golpe y después del golpe desaparece todo lo
que es participación en salud, aun cuando se mantiene un tipo de
colaboración que mucha gente le llama participación, pero la verdad es
que no lo es, que son todos los agentes que genera estos grupos de
autoayuda…un voluntariado. Junto a eso surgen otro tipo de
voluntariados asociados a ONG en los años 80. Ahí fuerte, con
promotores de salud…que empezaron a trabajar con un modelo de salud,
pero asolapada, porque obviamente tu en dictadura no podías…era
peligroso fomentar mucho cosas muy abiertas, aun cuando hubieron
iniciativas muy interesantes…pero eran experiencias aisladas…Y luego
364
nos pasamos a una vuelta a la participación en los 90 donde, con la
vuelta de la democracia, se generan muchas expectativas de modelos de
participación…Fue un cambio yo diría paradigmático también porque
empezamos a hablar de una verdadera participación social pero bajo una
estructura de Estado que era muy poco atrevida todavía, que tenía mucho
susto, que hablaba más de participación comunitaria que de participación
social…la participación comunitaria siempre se ha visto con algún grado
como desde el paternalismo del Estado y desde esta contribución que la
población le hace a la familia. Eso es como lo que se entiende
comúnmente como participación comunitaria. En cambio, participación
social tiene mucho que ver con empoderamiento y con toma de
decisiones, y con un manejo de derecho…” (Margarita Sáez, antropóloga
y encargada nacional del Programa Salud y Pueblos Indígenas del
MINSAL. Santiago, noviembre del 2007)
Las nuevas estrategias de participación social en salud promovidas por las
organizaciones internacionales fueron impulsadas especialmente a partir del
período de post guerra, como una forma de revertir y mejorar la situación de
sectores sin acceso a los sistemas de atención pública. Estas se realizaron
fundamentalmente a través de la expansión y la readecuación de los sistemas
de atención primaria (APS). No obstante, algunos señalan que “la real
motivación internacional de los programas de participación no fue la
preocupación por los pobres sino la necesidad de legitimar sistemas políticos
compatibles con los valores de EEUU” (Ugalde 2006: 38). A su vez, la
participación social se relacionó con los intentos de mejorar la forma de resolver
la tríada salud/enfermedad/atención y elevar los índices que marcaban
subdesarrollo tales como mortalidad, esperanza de vida, desnutrición y
365
enfermedades infecto contagiosas. En este sentido Menéndez sostiene que: “el
eje del desarrollo fue colocado en aspectos técnicos y sociales, dejando de lado
en la mayoría de los casos, los procesos de poder, especialmente el papel del
poder en la estructuración de las condiciones del subdesarrollo y las limitaciones
que el poder impone, por lo menos, a determinadas formas de
participación”(Menéndez 2006:53).
En este sentido y desde sus inicios, la participación social tuvo usos
heterogéneos que fluctuaron entre los intereses por mejorar los índices de salud
asociados a la exclusión, como también una forma de expresar las condiciones
de opresión, marginación y estigmatización de ciertos sectores sociales. Desde
entonces, “el concepto de participación social se desplaza entre concepciones
de izquierda de impronta socialista y anarquista de los años 70 y parte de los 80,
como de concepciones comunitarias y etnicistas posteriores que han debido
sobrevivir a las propuestas individualistas, competitivas y autogestivas
promovidas por sistema neoliberal actual” (Menéndez 2006:73).
En el año 90 la OPS publica los resultados de un estudio sobre 30 experiencias
SILOS en 11 países en la región, en donde establece que la tendencia general
es medir la participación sólo como la relación entre servicios públicos y
comunidades. En sus resultados ya advierte las diferencias conceptuales entre
las definiciones de participación social en las políticas de salud y aquellas
expresadas por los actores sociales y miembros de instituciones”, señalando
que en algunos casos la participación se entiende como la utilización de los
servicios de salud por parte de la población, en otras como colaboración de la
comunidad en los servicios en actividades programadas y coordinadas por y
desde las instituciones de salud. Ambas concepciones no toman en cuenta “la
366
estrategia de atención primaria que exige participación en la planificación,
organización, funcionamiento y control de los servicios”. Estas diferencias
también se observan entre los niveles centrales y las experiencias de los SILOS.
El estudio señala que lo que se trata de fomentar es una participación activa y
donde el sujeto sea considerado agente transformador de su propia realidad, lo
cual involucra su capacidad de criticar y la no aceptación de realidades
impuestas. Señala también los obstáculos entre los niveles gerenciales y
operativos para promoverla. En síntesis, se observan importantes distancias
entre el discurso político de la participación social en salud y la realidad de cómo
esta es operativizada en los contextos locales. Incluso, en varios países se
advierte que la satisfacción en estas experiencias se traduce en las
oportunidades que tiene la población de colaborar en las tareas sanitarias,
alejándose del espíritu de la estrategia de APS impulsada en esos años. Como
en la mayoría de los programas estatales, la participación queda reducida
finalmente a asistencia, limitando su capacidad transformadora que inspira el
modelo SILOS. Un interesante pero corto proceso en Chile, el cual se vio
fuertemente estancado por la propia estructura piramidal y jerárquica de los
servicios de salud, los cambios políticos que se produjeron en esos años en la
OPS, la casi nula presencia del tema en la formación profesional de los agentes
de la salud y la tradicional hegemonía médica que tiende a desestimar la
participación horizontal con los otros profesionales.
Particularmente, esto se observa actualmente en la profesionalización del
sistema de salud acelerado por la reforma que ha marginado progresivamente a
los agentes de salud locales a tareas administrativas. La idea de producir salud
socialmente propuesta por los SILOS queda así relegada, mientras
paulatinamente y a medida que se consolidan las reformas neoliberales, se
367
vislumbra la tendencia a que la participación se transforme en un mecanismo
para delegar responsabilidades del Estado hacia la población y en una forma de
legitimar las relaciones de desigualdad estructurales. La participación, más que
una actividad proyectiva del trabajo de los servicios hacia las comunidades,
intentó a través de los SILOS generar un espacio en el cual la participación
social y/o comunitaria se constituyera en una metodología en construcción
permanente y en estrecha relación con la cultura local y los modelos socio-
culturales presentes.
Desde esta perspectiva, los profesionales de la salud que promueven la
conformación del Consejo de Desarrollo Local en el territorio atacameño
desconocen el contexto participativo local anterior donde las organizaciones más
activas son fundamentalmente las de carácter étnico, convocando a diferentes
instituciones y organizaciones formales y funcionales creadas con anterioridad y
específicamente orientadas a la entrega y distribución de los subsidios estatales
(juntas de vecino, agrupaciones de allegados, escuelas, etc.). En el acta de
constitución del Consejo de Desarrollo Local quedan establecidos sus objetivos
y estructura:
“1. El Consejo de Desarrollo Local, en adelante el CDL, es una entidad de
participación y control social adscrita al consultorio, integrado
principalmente por representantes de la comunidad usuaria además de
los funcionarios y nivel directivo del Consultorio, la que retroalimentará la
gestión del mismo y asesorará a su Directora.
El CDL tendrá las siguientes funciones:
368
a. Asesorar a la Directora del Consultorio en materias de su
competencia.
b. Colaborar activamente con la gestión de los establecimientos de salud
comunal, en lo que se refiere al cumplimiento de su misión
institucional.
c. Canalizar las opiniones de la comunidad y de los funcionarios dirigidas
a mejorar la calidad de la atención y la satisfacción de los usuarios.
d. Proponer y contribuir a implementar proyectos de mejoramiento de los
establecimientos de salud comunal.
e. Contribuir a fortalecer el sentido de identidad del consultorio con la
comunidad a la cual atiende, e
f. Informar a la comunidad sobre los aspectos más relevantes de la
gestión de los establecimientos de salud comunal, tales como las
relativas a programas, presupuestos, sistemas de atención” (Acta de
constitución CDL, diciembre de 2006)
El decreto del CDL establece que tiene estar integrado por más de un 50% de
representantes de la comunidad y estar presidido por el director del
establecimiento, asimismo éste tiene la responsabilidad de elegir al secretario
ejecutivo. Estas restricciones impuestas fueron la causa de los primero conflictos
entre miembros del CDL y funcionarios del consultorio. A su vez, los primeros
cuestionamientos que recibió esta instancia estaban dirigidos a las condiciones
para participar formalmente en esta instancia, la cual se limitaba sólo a
representantes de organizaciones e institucionales sociales con personalidad
jurídica, dejando fuera a las organizaciones y asociaciones indígenas y al resto
de usuarios del sistema que no estaban vinculados bajo ninguna forma de
asociatividad formal.
369
Luego de un primer período destinado a delimitar lo que se comprendería por
participación social dentro del Consejo por parte del funcionario responsable de
su constitución, le siguió una segunda precisión vinculada al concepto
interculturalidad. La lógica que motivó al coordinador del Consejo respondió al
hecho de tener en cuenta que esta nueva instancia era parte de un
establecimiento que funcionaba en un territorio donde la medicina ancestral
estaba vigente, y por lo tanto, donde se desarrollaban programas de salud
intercultural. En vez de proponer consensuar sus significados y negociar
democráticamente un concepto sobre la interculturalidad de acuerdo a la
realidad territorial, lo interesante provino de la utilización del conocimiento
antropológico en la definición y construcción del término. Una publicación
especializada contemporánea al surgimiento del CDL sobre “Prácticas de salud
en las comunidades del Salar de Atacama: Hacia una etnografía médica
contemporánea” que había llegado a manos del profesional, se convirtió en la
inspiración de lo que todos, -atacameños y no atacameños participantes-,
entenderíamos por salud intercultural dentro de este nuevo espacio de
participación.
Hasta ese momento, la mayoría de los miembros del Consejo eran atacameños;
sin embargo y pese a esto, la salud intercultural se definió en los términos
propuestos por este artículo especializado, describiéndolo como el espacio de
intersección entre la salud formal representada por el consultorio (y la red
asistencial a la que pertenece) y el sistema de salud atacameño practicado por
sanadores indígenas. La reunión se convirtió de pronto en una capacitación
sobre el sistema de salud indígena atacameño, sus clasificaciones,
características, tomando como única referencia bibliográfica, el trabajo
etnográfico antes mencionado. Lo particular de este trabajo era que sus
370
unidades de estudio la constituían cuatro localidades (Camar, Talabre, Socaire
y Río Grande), cuya composición demográfica era sustancialmente diferente a
las localidades de San Pedro, Toconao y Peine, por lo tanto, sus conclusiones
eran difícilmente aplicables a la compleja y heterogénea realidad comunal. Sin
quererlo, y después de casi hora y media de exposición académica, se volvía a
marginar a los involucrados directos, pasando a llevar el acuerdo anterior
respecto al tema de esa reunión: el recuento del proceso de la salud intercultural
anterior en el territorio, relato que estaría a cargo de una de las representantes
que venía trabajando desde el año 2001 en la Mesa de Salud. Se produce
entonces una segunda restricción al interior del Consejo, en la cual la
participación social quedaba limitada a las decisiones tomadas por los
funcionarios estatales del centro de salud, mientras que las interpretaciones
locales de la interculturalidad eran reemplazadas por el conocimiento científico.
Los propios representantes indígenas, ahora autorizados por el Estado para ser
los voceros de las comunidades y organizaciones locales, fueron marginados de
participar en la construcción de la interculturalidad según su experiencia
histórica, resultando desautorizados para hablar de ella.
En síntesis, las tres primeras reuniones del Consejo estuvieron dirigidas a dejar
claramente delimitado el campo teórico respecto a lo que se entendería por
participación e interculturalidad, sin espacio para plantear alguna
retroalimentación desde los miembros participantes del Consejo. La lógica
autoritaria con la que inició sus actividades el CDL fue nuevamente reforzada en
las reuniones siguientes, sin embargo, las reacciones de los miembros del
Consejo no se hicieron esperar y las expectativas respecto al supuesto
acercamiento del centro de salud a la comunidad de pronto se alejaron,
surgiendo un manto de dudas sobre su objetivo y fines. A pocos meses de
371
iniciado el Consejo, sus miembros mostraron que la participación deseada no
era la de meros espectadores sino la de protagonistas, rebelándose en varias
oportunidades ante esta modalidad de participación impuesta propugnada por
los representantes del Estado.
El animado y confiado coordinador del CDL, hasta entonces promotor ilustre de
la participación e interculturalidad, comienza en este período a recibir presiones
de las autoridades municipales, quienes vieron con cierto temor la activa
presencia de representantes de salud de las diversas organizaciones indígenas
y no indígenas. Una de las funcionarias del departamento de salud municipal
expresó su parecer sobre el Consejo con las siguientes palabras:
“es buena la participación, pero hasta por ahí. Las políticas del ministerio
de salud tienen todas estas cosas, estos cambios. La reforma a la salud
trae esto, la OIRS (refiriéndose a la Oficina de Información, Reclamos y
Sugerencias que cada centro de salud está obligado a tener). Tiene las
enfermedades del AUGE que algunas tiene que entrar en atención
primaria. Salió todo esto nuevo de la promoción, ¿qué es esto de la
promoción? Si la promoción es hacer deportes, pero es desde allá para
acá. Llegan los recursos pero digan qué es lo que quieren hacer. Y se
gastan esos recursos, empiezan a llegar más recursos, tiene que abrirse
el consultorio a la comunidad. No en todo estoy de acuerdo. Este es un
sistema, pero como dirigente esto lo puedo aceptar afuera, pero adentro
hay una política de la salud, nos trae los programas de salud. Y en esos
programas nos dice mujeres embarazadas hay 50…estamos obligados a
cumplir todo lo que tiene en su programa. Las metas no cumplidas vienen
aparejadas a menos recursos, o sea estamos obligadas a cumplir.
372
Entonces yo no puedo aceptar que un dirigente venga y me diga, oiga
sabe que yo no quiero ese programa, quiero que me hagan otra cosa.
Pero hablamos de participación y si,…pero en qué, nosotros
proponemos…estos son los programas, estas son nuestras metas. En
cuanto a las horas, me entregan horas pero espero toda la mañana por
ejemplo, quisiera yo que eso mejorara. O damos las horas antes, el día
anterior o lo hacemos por teléfono a los ayllus lo hacemos de otra
manera, ahí veo que tiene que funcionar la participación, el CDL” (Mirta
Solis. Dirigente atacameña y jefa subrogante del departamento de salud
municipal. San Pedro de Atacama, Mayo de 2008)
Las presiones desde el departamento municipal para que la participación fuera
contenida y canalizada hacia las demandas sociales de mejoras en el acceso a
la salud, definieron la constante intervención del municipio por frenar las
demandas étnicas en la agenda política comunal. De hecho, la ruptura interna
entre CDL y municipio se da el mismo día de su constitución jurídica, cuando el
municipio transforma ese momento en un acto político de carácter proselitista.
La manipulación del acto de constitución del Consejo se convierte en la principal
causa del alejamiento y marginación del profesional que motivó la formación del
Consejo en el territorio. En lo concreto, el impasse entre el profesional y el
municipio se tradujo en un intento de mayor control del espacio, el cual
aprovechando la salida del profesional hasta ahora responsable de su creación,
ubicó a la directora del establecimiento como la encargada de llevarlo adelante.
El modus operandi estatal de la participación social por decreto se expresó
principalmente en algunos momentos. El primero se pone en evidencia en una
de las reuniones del Consejo, antes incluso de que se constituyera formalmente
373
en tal, cuando el coordinador invitó a realizar un diagnóstico de la situación de
salud de la población a fin de priorizar aquellos aspectos que la comunidad allí
representada consideraba relevante comenzar a trabajar con el consultorio. Sin
manifestarlo explícitamente, el equipo de salud se encontraba elaborando su
Plan de Desarrollo Comunal (PLADECO) en salud, el cual debía realizarse
participativamente según las exigencias de las orientaciones de ese año
emanadas desde el Ministerio de Salud. Esto fue aclarado en la reunión
siguiente, cuando el equipo de salud hizo una presentación en power point del
plan anual de salud de la comuna para el año 2007, argumentado que las
propuestas que estaban allí habían sido tomadas de la opinión de la comunidad
en la reunión del Consejo anterior. Los miembros habían aportado al diagnóstico
de salud local sin estar informados ni haber consentido explícitamente participar
en esa importante instancia. Pese a este modus operandi estatal, la asamblea
no presentó en ese momento ningún reparo, sino más bien participó corrigiendo
y agregando aspectos no considerados en la presentación de esa planificación
supuestamente participativa.
Sin embargo, dos hechos ulteriores provocaron una reacción diferente entre los
miembros del Consejo e implicaron un vuelco respecto al camino hasta ahora
transitado en su interior. Se trató de dos reuniones con las cuales se iniciaron
las actividades al año siguiente y que nuevamente revelaron discrepancias en
relación a cómo se debía entender la participación en el territorio. Estas
reuniones significaron a nuestro entender la transición a un segundo momento
del Consejo, el cual estuvo marcado por una entrada masiva de antiguos
representantes de la histórica Mesa de Salud instalada con Orígenes y
marginada por la subcomisión de salud del ADI, y la fuga simultánea de otras
organizaciones y asociaciones sociales que vieron alejadas la posibilidad de
374
articular sus objetivos institucionales desde el Consejo de Desarrollo. Durante
este período el Consejo reorientó sus objetivos específicamente a las demandas
étnicas pendientes respecto al tema de salud ancestral atacameña. Como
veremos, se abre una segunda etapa del Consejo, marcada por las tensiones y
luchas por adjudicarse el control del espacio entre municipio/consultorio y este
resucitado grupo de representantes de la antigua Mesa de Salud, cuyo
protagonismo sobrepasaba los límites permitidos para la participación ofrecida.
Este período de reacomodamiento y reconfiguración de la participación, se abrió
con la primera reunión del año siguiente en marzo del año 2007, la cual se
realizaría en una de las comunidades atacameñas a modo de dar muestras del
interés por descentralizar las acciones del Consejo y formalizar la participación
de las otras localidades.
2. Contestando a la lógica de la participación impuesta
En esta reunión realizada en la localidad de Toconao, con una participación
masiva de casi más de treinta representantes -entre ellos miembros de
comunidades y funcionarios de las postas que hasta ahora no habían
participado en la instancia del CDL-, el director del consultorio, en calidad de
presidente del Consejo, da inicio el encuentro informando sobre un concurso
para postular a proyectos del servicio de salud regional. Las bases del concurso
señalan que los recursos pueden orientarse a varios objetivos, entre ellos el
mejoramiento de la infraestructura y el fomento de la participación comunitaria.
Luego el director del consultorio resume algunos elementos del proyecto,
remarcando que los recursos ofrecidos son exclusivamente para temas de
mejoramiento de infraestructura.
375
A continuación presenta sus propuestas para el mejoramiento de las postas
rurales y de los lugares de residencia para los Técnicos Paramédicos de las dos
las localidades presentes en la reunión. En su rol de director del consultorio ve
como prioritario que estos recursos se dirijan a estos proyectos sin someter a
discusión la posibilidad de que fueran destinados a otros objetivos del concurso.
La participación social quedaba reducida entonces a la aprobación o rechazo de
las ideas unilaterales sin que estas fuesen consensuadas con la comunidad.
Ambas localidades presentaban serios problemas de infraestructura y
precariedad en las condiciones de vida del personal de salud, generando
rápidamente reacciones de apoyo y solidaridad con los afectados directos. Sin
embargo, después de la presentación de los proyectos, comienza una larga
discusión respecto al Consejo y los modos de participación que en este se
debían promover. En ese contexto, varios de los participantes señalaron que
pese a estar conscientes del problema, su solución tenía que ver con las
profundas e históricas falencias del sistema y que en todo caso, el modo de
presentar el concurso no iba en dirección de generar una participación local.
Para los miembros del Consejo lo prioritario en el contexto de su incipiente
formación era promover y asegurar la participación de todas las localidades
como objetivo central del Consejo y no constituirse en el trámite obligado para
obtener los recursos del Estado hacia el consultorio (exigencia hasta ese
momento desconocida por los miembros del CDL). Según lo expresaron sus
miembros, se requería un Consejo donde todas las comunidades estuvieran
representadas y en donde sus acciones y debates no estuvieran centrados en
las realidades sólo de la localidad de San Pedro de Atacama, capital de la
comuna. En este contexto era imprescindible encontrar recursos para ese fin. No
obstante, el director señaló que esos fondos, según la información telefónica que
la encargada de participación social del servicio regional le había entregado,
376
estaban destinados específicamente para el mejoramiento de la infraestructura
de las postas de salud más antiguas.
La asamblea, en esa reunión y ante las contradicciones expresadas, acuerda
enviar una carta al director del servicio, planteándole dos puntos: uno
relacionado a las contradicciones suscitadas entre la comunicación oficial de la
encargada de participación del servicio a la directora y las bases escritas del
concurso, cuyo contenido según la interpretación dada por los miembros
participantes de esa reunión, permitía postular a fondos que facilitaran el
traslado de representantes de las otras localidades a las reuniones del CDL. El
segundo aspecto señalado en la carta fue una crítica a la estrategia de
participación express promovida por los organismos estatales, que no tenían en
cuenta los tiempos, distancias, recursos y formas locales de organizarse. El
carácter urgente de los concursos y proyectos y la nueva exigencia de que el
Consejo respaldara con su firma las propuestas solicitadas por el consultorio,
cuestionaron las formas de comprender la participación desde el Estado,
principalmente en relación al manejo de la información y sus consecuencias en
la toma de decisión. Se observa así, una yuxtaposición de lógicas de
comunicación diferentes entre los servicios estatales y las instancias
comunitarias locales, asimismo como una lógica económica que buscaba
convertir al Consejo en una instancia para obtener y racionalizar recursos desde
y hacia el Estado.
Este conflicto trajo nuevamente a colación la necesidad y urgencia de
democratizar el Consejo de Desarrollo, eligiendo una directiva que ofreciera
mayor autonomía y capacidad de autogestión respecto a los intereses del
consultorio. El esfuerzo por convertir el Consejo en la instancia principal en
377
salud coincidía con un intento de posicionar mejor al consultorio en relación a la
comunidad, intentando dar una imagen de cercanía después de un período de
conflictos y tensiones generados por la transición de posta a consultorio
experimentada en ese período. Particularmente porque en la última cuenta
pública del año 2006, un estudio sobre percepción usuaria del propio municipio,
había arrojado que la población que se atendía en el consultorio catalogaba la
atención de mala a regular y que, pese a las nuevas dependencias del
consultorio y la incorporación de más profesionales, todavía consideraba
deficiente la calidad de la atención y rigidez en los sistemas de turnos para los
usuarios más distantes, así como demoras excesivas en los tiempos de espera.
El tercer ejemplo que puso en tela de juicio las formas de concebir y practicar la
participación social desde el Estado, se provocó en abril de ese mismo año, a
causa de una reunión extraordinaria convocada por el director del consultorio a
algunos representantes del Consejo. Se trataba de una invitación para preparar
la cuenta anual en salud del 2007, la que sería presentada la semana siguiente
a toda la comunidad y ante las dos principales fuentes de financiamiento de la
comuna: municipio y servicio de salud regional. La explicación ofrecida para
convocar a sólo un grupo de miembros del Consejo se refirió a la premura del
tiempo y por lo mismo, a la dificultad de convocar a todos a una reunión
extraordinaria del Consejo. En esta oportunidad y debido al cansancio
provocado por trabajar de este modo impositivo y acelerado, es que el Consejo
decide no colaborar en la realización de la cuenta anual, solicitando un espacio
aparte en el cual presentar los avances y problemas en su propia constitución.
La propuesta fue aceptada, destinando un tiempo de cinco minutos para la
participación del Consejo de Desarrollo Local en salud del consultorio en la
cuenta anual. En ese escenario, se le pidió a un reconocido dirigente que
378
expresara el malestar del Consejo ante este uso instrumental del espacio. Las
ideas expresadas en la cuenta anual, que claramente excedieron el tiempo
destinado a la participación de la comunidad, fueron sintetizadas en una carta
que uno de los dirigentes del CDL leyó ante las autoridades y público presente.
A continuación transcribimos una parte de ésta:
“Este es un espacio de participación ciudadana creado por el ministerio
de salud y regulado por ordenanza municipal en acta constitutiva de 18
de diciembre de 2006 para la participación activa y ejercicio del control de
los usuarios de la salud de la comuna en la gestión, desarrollo, creación
de planes de trabajos y participación en rendición de cuenta anual de
salud entre otras. Entendiendo participación en los cargos y no
designación de estos. Para ir participando necesitamos del conocimiento
y entendimiento de todos los programas de salud que se ejecutan en el
consultorio, postas de la comuna con la finalidad de entender las metas
sanitarias y dar una visión más local de estas. Igualmente conocer los
fondos ministeriales y privados que aportan a la gestión de salud de la
comuna y en donde la participación ciudadana activa deber ser un pilar
fundamental en cuanto a sus destinos, forma de gastos, procesos,
tiempos de postulación, etc., para que den cuenta del rol del Consejo.
Proponemos de generar trabajos en conjunto entre el consultorio y
postas, usuarios de la salud representados en este consejo, cultores de la
medicina ancestral y de la diversidad de tratamientos y prácticas
terapéuticas en el territorio. Para la educación, promoción, prevención y
tratamiento de enfermedades y males físicos, espiritual y medio
ambiental. Abordar los mecanismos de participación, representación y
resolución de las tres instancias que trabajan el tema salud como lo son:
379
CESCO, Comisión temática de salud del área de desarrollo indígena y el
Consejo de Desarrollo en salud. Tener acceso a la información para
ejercer regulación de estudios en salud que se realicen en la comuna
desde la entrega de la información completa, oportuna y veraz para el
análisis y sometimiento a la aprobación que se determine. Instamos a que
en conjunto generemos normas o coordinación efectiva de los servicios
públicos, programas de gobierno iniciativas institucionales o privadas con
la asociación de cultores de medicina ancestral y usuarios representados
por el consejo de desarrollo. Para la mejor realización o ejecución, con
participación activa, de estudios de salud intercultural y medicina en
general.
(A continuación la carta comienza a enumerar proyectos que han
quedado sin terminar o han terminado en un fracaso desde la perspectiva
del dirigente y miembro del CDL)
Ejemplos:
a) Estudio para la instalación de modelo piloto de salud intercultural en
Atacama: encargado por Orígenes y ministerio de salud y ejecutado por
consorcio de Universidades Católica del Norte y Arturo Prat de Iquique
dado la poca o baja participación de servicio de salud de Antofagasta,
Consultorio (…) y población usuaria local. lo que generó, entre otras,
deficiencias en la incorporación de datos más actuales para la
construcción de modelo de salud intercultural y posterior dilatación de
plazos para la entrega de resultado final (faltando versión de los
ejecutores del estudio en cuanto al desarrollo, disposición u otros
elementos que desconocemos de este).
b) Otro caso anterior lo que tuvo relación con muestras de análisis de
sangre a los alumnos y alumnas de las escuelas de los pueblos
380
Licanantay o atacameños realizados en la década de los noventa con
fines desconocidos.
c) Así también como el estudio de incidencia del arsénico en población
atacameña realizado por la Universidad de Chile donde los resultados no
fueron entregados en forma individual a quienes colaboraron con dicho
estudio sin conocer la razón de esta determinación.
Solicitamos, mientras generamos un presupuesto participativo. Fondos para
traslado de participantes, por reuniones del consejo, a realizarse en los
distintos pueblos. Entendemos el involucramiento y participación activa de
los usuarios en especial de los pueblos y ayllus distantes del consultorio en
tanto acercamiento de espacios y sistemas de participación.
Así también informarnos y conocer de la consecuencia de los tratamientos
médicos realizados dentro y fuera de la comuna a modo de seguir los pasos
dados tanto en su cumplimiento como del control ciudadano para una mejor
orientación, desde los usuarios acercándonos a una salud complementaria o
intercultural a la vez, generar la incorporación del resultado de trabajo de las
guías interculturales en consultorio y hospital de Calama.
Reconocimiento en la práctica del aporte y conocimiento en atención en
salud desde los paramédicos y su inclusión en tratamiento más integral a
propósito de la incorporación de los nuevos equipos de profesionales de
salud en la comuna.
Nuestro visión en salud la entendemos desde: el cuerpo, espíritu, entorno
social, cultural, medioambiental, plantas y aves, hojas de coca como plantas
sagrada y ceremonial, agua, territorio”
381
(Extracto de carta presentada por un miembro del CDL en la cuenta anual
de salud en San Pedro de Atacama, Abril de 2007)
De aquí en adelante, las reuniones del Consejo se caracterizaron por una
permanente lucha por apropiarse del espacio. Por un lado, el poder local
representado en el municipio y la dirección del consultorio; mientras que por
otro, los dirigentes de la antigua Mesa de Salud y de la Asociación de sanadores
locales que se incorporaron posteriormente al proceso. Este último grupo, luego
de los múltiples intentos de deslegitimación experimentados en etapas
anteriores, progresivamente posiciona la demanda de la interculturalidad como
el objetivo central del Consejo, pero no en el sentido definido en la clase
magistral por el funcionario del consultorio, sino como la oportunidad de
posicionar la salud ancestral a nivel formal en las estructuras de la red
asistencial de la comuna. Las demandas indígenas pendientes en salud, sin
embargo, también cubrían aspectos de la salud formal, principalmente
relacionados con la calidad y acceso a la atención, como también aspectos
referidos a la cobertura e infraestructura. Todo esto, junto al reconocimiento y la
valoración del sistema médico atacameño, constituyó el centro de los discursos
para avanzar en concretar la antigua demanda de un modelo de salud
intercultural a nivel local, cuyo objetivo de promover la salud intercultural en la
comuna se pretendió canalizar a través de diversos proyectos tales como la
construcción de una sala para la atención de sanadores de la medicina
atacameña al interior del consultorio, la realización de estudios sobre hierbas
medicinales, el fortalecimiento de la salud ancestral a través de la creación de
una asociación, la sensibilización de los funcionarios de la salud a través de
capacitaciones y la incorporación de una sanadora en el centro de salud.
382
Las reuniones en ese momento dejaron paulatinamente de ser dirigidas por el
director (pese a sus intentos reiterados por retomar el control del espacio) y sus
acciones terminaron siendo neutralizadas por este nuevo grupo de
representantes. Este contingente de excomulgados de la antigua Mesa de
Salud, algunos recuperados en la Subcomisión de Salud e institucionalizados en
la Asociación de Cultores, se constituyó en los líderes y conductores principales
de este espacio de participación social en esta segunda etapa. Fue un período
caracterizado por la memoria del proceso anterior impulsado por las propias
acciones de Orígenes en el territorio, el cual produjo una reelaboración y
redefinición respecto a las formas de concebir y practicar la participación e
interculturalidad. La participación ahora significaba lucha por el control del
conocimiento indígena, capacidad de gestionar recursos e incluso la apropiación
física de algunos espacios en las nuevas dependencias del consultorio. La
interculturalidad ya no sólo aludía a las relaciones entre el sistema formal y el
sistema ancestral atacameño, sino y por sobre todo, a compartir el poder y el
control de las diferencias dentro del nuevo campo de la salud intercultural
construido, insistiendo en una participación más horizontal.
Lo curioso hasta este momento, fue que el Consejo se había promocionado
como una instancia de trabajo en conjunto entre el consultorio y la comunidad,
sin embargo, los únicos agentes concurrentes de parte del consultorio fueron el
coordinador, el director, la doctora, la enfermera y una delegada elegida por los
funcionarios para representarlos. Sin embargo, durante estas dos primeras
etapas del CDL, los que participaron permanentemente fueron sólo el
coordinador y la directora, mientras que la asistencia del resto de funcionarios
fue intermitente, situación que alertó y generó críticas en el CDL por el escaso
involucramiento efectivo del consultorio en la propuesta. Los dueños de casa,
383
quienes habían invitado a formar esta instancia, eran los principales ausentes en
las reuniones, hecho que fue interpretado como un gesto de desinterés de parte
ellos. Lo que parecía una estrategia novedosa y positiva, iba mostrando sus
diversas aristas y más resistencias que facilidades en su desarrollo.
Ya instaladas las demandas indígenas de reconocimiento del sistema médico
atacameño dentro del Consejo y después de haber redefinido sus objetivos, se
inicia a nuestro parecer, una tercera y última etapa, marcada por la
implementación de una experiencia piloto en salud intercultural en el consultorio
y signada por la intromisión de nuevos dispositivos de control e intervención
estatal al interior del Consejo. Después de un período de luchas por adjudicarse
la administración de las diferencias en su interior, reaparecen las estrategias de
control y regulación desde el Estado y el intento por recuperar el control del
espacio. La estrategia esta vez fue hacer marcha blanca del proceso (foja cero)
anterior y restaurar la lógica de la participación sin participación a través de una
breve capacitación sobre participación y democracia. Este tercer momento,
ocurre en un contexto de movilización generada por la charla titulada “Salud y
Pueblos Indígenas” impartida en septiembre del 2007 en las dependencias del
Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo P. R. Gustavo Le Paige y
por el inicio en esa misma semana, de las atenciones de sanadores indígenas
en el consultorio. Es decir, en un contexto marcado por la puesta en marcha de
la ansiada y asediada experiencia piloto de atención en salud intercultural,
emblema de lucha tanto de servicios públicos como de los representantes de
comunidades y asociaciones indígenas atacameñas.
En un contexto de expectativas y de amplia convocatoria para dialogar
participativamente respecto a los comienzos de la experiencia piloto
384
implementada en el consultorio, la última reunión del CDL, a más de un año de
sus inicios, se había programado con el fin de tener un encuentro entre el
médico invitado a la charla (quien venía trabajando desde los inicios de los 90
en experiencias de este tipo en Temuco y Chiloé) y miembros del Consejo de
Desarrollo. Participando de la organización de esa reunión junto a la directora
del consultorio y habiendo realizado invitaciones oficiales a todas las instancias
correspondientes, el lugar de reunión había sido literalmente “ocupado” por
funcionarias del servicio de salud, las cuales y sin previo aviso al Consejo
habían elegido ese mismo día para hablar sobre un nuevo proyecto llamado “El
Consultorio Amigo”. Instaladas las nuevas tecnologías propias de la burocracia
estatal (power point, computador), la reunión fue iniciada por una de las
funcionarias en medio de un clima de desconcierto ante lo inesperado de la
presencia de ambas. En su presentación explican la razón de su visita
argumentando que habían venido a apoyar la organización del Consejo de
Desarrollo de salud e invitar a sus participantes a formalizar este espacio a
través de la creación de un reglamento interno, que permitiera la elección de una
directiva que reemplazara a la directora y asegurara que el Consejo fuera
realmente democrático. El discurso con el que inició la reunión la encargada de
participación social del Servicio de Salud regional comenzó de esta manera:
“Básicamente a mí me gustaría tratar algunas cuestiones que tienen que
ver directamente con el funcionamiento del Consejo de Desarrollo…que
está dentro de la política que ha realizado el Ministerio…contarles ¿cuál
es el sentido de que exista el Consejo? El Consejo de participación al
lado de cada establecimiento nuestro…el objetivo fundamental es apoyar
la gestión del establecimiento de salud en las distintas índoles que tienen
que ver con competencias que puedan resolver diversos programas…
385
hay algunas cosas que todavía nos quedan ir construyendo. Por ejemplo,
un reglamento interno que vele por el funcionamiento democrático del
Consejo ¿qué significa un funcionamiento democrático? Que sean
ustedes los que participan en este Consejo los encargados de elegir a los
miembros participantes del mismo…y elegir a la directiva de este
Consejo. En una primera etapa, (…) asumió la directiva como para guiar
un poco el desarrollo, pero una de las tareas que está pendiente por
hacer, es la constitución de un reglamento interno que vele por el
verdadero sentido de este Consejo de Desarrollo. ¿Cuál es la función
más importante?, es la de asesorar al equipo de salud en las diferentes
actividades relacionadas a salud que vayan en pos del beneficio de la
misma comunidad. Tiene que ver con el ejercer una contraloría social…en
esa figura y como se supone que va a dar una asesoría a la dirección del
establecimiento no debería ser la directora la misma presidenta que
dirige. Ustedes van a ser la voz, porque se supone que detrás de ustedes
hay otras personas… Era un poco para invitarlos a hacer este ejercicio
democrático y no olvidarnos que esta es una expresión de la comunidad
en el consultorio para ir trabajando dentro del establecimiento (extracto
del discurso de la encargada de Participación Social del Servicio de Salud
Antofagasta. Reunión CDL, San Pedro de Atacama, septiembre 2007)
En un par de minutos, su discurso implicó olvidar que el CDL venía funcionando
activamente desde casi un año antes de su “venida”, y a la vez un olvido
absoluto de la existencia de una directiva ya elegida, que por razones
relacionadas a los obstáculos puestos por el propio director a delegar y legitimar
el poder y la información, inauguró un nuevo momento que hemos denominado
de amnesia estatal (Bolados 2007: 335). El camino anterior había sido borrado y
386
sólo eran legitimadas las formas y tiempos designados por la instancia estatal a
cargo de orientar los programas de salud en la comuna. En esta breve
capacitación sobre participación y democracia, se plantearon varios puntos
importantes a nuestro entender y que deseamos analizar a continuación.
El primero y más fundamental, es que la charla sobre participación se realizaba
violentando el programa definido por el propio Consejo y sin haber comunicado
anticipadamente su visita. Quizás esta intervención se justificaba por su calidad
de encargada del programa denominado Participación Social, el cual la
convertía en representante autorizada para tomar la decisión de hacerse
presente y tomar la palabra al comienzo de la reunión, pasando por alto los
conflictos anteriores surgidos con los proyectos express y que habían finalizado
con una carta al director del Servicio que nunca tuvo respuesta. La funcionaria
aparecía olvidando los conflictos previos y recordando (anamnesis) los objetivos
del Consejo, su sentido y finalidad y los pasos que se deberían comenzar a dar.
En vez de iniciar la conversación preguntando ¿cómo ha funcionado el Consejo
en este tiempo?, ¿qué pasos se han dado? y ¿qué queda todavía por mejorar?,
hizo tabula rasa del proceso participativo anterior y de sus efectos, que tuvieron
como protagonistas a los antiguos miembros de la Mesa de salud. El proceso
previo había sido ignorado e invisibilizado en menos de cinco minutos, tiempo
que duró su primera intervención, la cual suscitó diversas réplicas y debates a
continuación, desviando su objetivo inicial de promover el proyecto “Consultorio
Amigo” y retomando la discusión hacia qué participación deseaba acceder o
construir la comunidad allí presente. Su interdicto además se planteaba en
aparente desconexión con la movilización generada por los acontecimientos
inaugurados en esos días y que provenían de un proceso participatorio
387
promovido pero no reconocido por el Estado a través de la intervención de
Orígenes.
Lo segundo que saltó a la vista en sus dichos, era que pese a no negar el
proceso anterior de manera rotunda, lo que sí hacía era considerarlo una etapa
previa, utilizando metafóricamente la imagen del ciclo vital de un ser humano. El
período anterior conducido por el director del consultorio aparecía como la etapa
de infancia del Consejo de Desarrollo. Su ayuda se explicaba por el interés de
su servicio en promover este tipo de instancias en las comunas de la región. Se
estaba ya en condiciones de comenzar a caminar solo, inaugurado el momento
de la adultez del Consejo, que ahora se encontraba al parecer preparado para
asumir más responsabilidades y derechos en la toma de decisión. La primera
reacción a los dichos de la funcionaria provino del mismo dirigente atacameño
que había escrito la carta para ser presentada en la cuenta anual y quien había
participado activamente desde el inicio del proceso. Su respuesta se expresó en
los siguientes términos:
“Yo creo que usted está pensando en una segunda etapa por así decirlo
de este Consejo, yo creo que habría varias cosas que hay que hacer, una
de esas es la ordenanza municipal que da origen a este Consejo…y por
otro lado, el planteamiento que viene de asesorar…habría que ver qué
alcances tiene esa asesoría en términos de las decisiones que se lleven a
cabo y conociendo las metas que tiene el Servicio de Salud” (Dirigente
atacameño, miembro del CDL, San Pedro de Atacama, septiembre de )
388
En síntesis, el dirigente atacameño hizo memoria de que esta no era una
primera reunión sino una segunda etapa, cuyo camino había sido entorpecido
por la ordenanza municipal que dio origen al CDL. Simultáneamente quedaba
abierta la pregunta de qué asesoramiento, apoyo o contraloría se esperaba de
los representantes del Consejo en un contexto de participación limitada. La
respuesta a esta interrogante quedó más clara con la réplica de la funcionaria al
dirigente:
“Hay que pegarle una segunda vuelta…como hay una resolución, la idea
es la marcha blanca…como usted señala en esta etapa más avanzada
que se va desarrollando, la idea es que vayan teniendo más
responsabilidades en la toma de decisiones…que de alguna manera se
vayan empoderando de lo que significa el accionar de la sociedad en
salud. La idea es invitarlos a hacer mucho más participativo el proceso”
(Encargada de participación social del Servicio de Salud Antofagasta. San
Pedro de Atacama, reunión CDL, septiembre 2007)).
Iniciado el diálogo, el director del consultorio y la presidenta de la Asociación de
cultores y colaboradores de la medicina ancestral Licanantay y Quechua, le
ponen el condimento final. El primero afirmando en parte la opinión de la
funcionaria respecto a mejorar los mecanismos para democratizar el Consejo y
recordando las instancias en donde él ha dado espacio para la participación. La
segunda, planteando un cuestionamiento respecto a la finalidad del Consejo e
introduciendo la toma de decisión sobre los recursos económicos como una de
las dimensiones fundamentales de una participación efectiva:
389
“De verdad yo al comienzo como que todavía estoy como algo confusa…
a qué lleva este Consejo realmente…ya que sea siempre se están
creando como instancias. Por ejemplo la mesa temática del ADI…
tenemos esta. Nosotros aquí queremos saber con cuántos recursos
contamos… Yo a eso le temía, nada más que para venir a cuestionar
cómo se está manejando el consultorio y también así las postas
rurales…pero nunca supe para qué se ha creado este Consejo. Al
comienzo se nos dijo que no se manejan recursos…y generalmente va
todo por los recursos, porque aquí nosotros traemos nuestras
necesidades. Lo mismo en la mesa temática…nunca se nos dice el dinero
que hay. De todas maneras igual me incorporé…yo nunca fui invitada…
cuando vi que venían los socios empezó a tener más importancia la
participación de la asociación” (Tita Espíndola, ex presidenta de la
Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral
Licanantay y Quechua período 2006-2007, reunión del CDL. San Pedro
de Atacama, septiembre 2007)
Lo que se estaba criticando en esta oportunidad, no era sólo el tipo de
participación planteada en el Consejo, sino la promovida por el Estado en todas
las otras instancias de salud existentes en el territorio. Especialmente se
cuestionó el modus operandi de los organismos estatales para constituirse en
los administradores de la participación en salud. Desde esta perspectiva, no sólo
se estaba criticando el tipo de participación impuesta desde la dirección del
consultorio y el departamento de salud municipal, ni las prácticas de
participación express del Servicio de Salud, sino y por sobre todo, la
participación en los modos de reproducción del poder ejercida a través de estos
espacios. Se trataba de una disputa sobre quién o quiénes, y qué organismo o
390
grupo era capaz de adjudicarse la autoridad/legitimidad sobre los contenidos y
las metodologías que debían implementarse en un Consejo de Desarrollo. La
cuestión de la legitimidad resultaba importante tanto para las autoridades
municipales que se atribuían un 70% del financiamiento total sobre la salud en la
comuna, como para el servicio de salud que a través de la encargada del
programa de Participación Social se atribuida la legitimidad técnica. Igualmente
para este grupo de dirigentes atacameños (opositores a la acción de las
autoridades locales y del departamento de salud), que tras varias mutaciones,
insistían en que se diera legitimidad a los sanadores indígenas reunidos en ese
espacio.
El Consejo de Desarrollo pasa a transformarse así en un espacio no sólo para la
expansión e intromisión del poder burocrático repartido entre los diversos
servicios, sino y también para la expansión de las acciones contra hegemónicas
de parte de las organizaciones y comunidades indígenas participantes, las
cuales utilizando los mismos espacios y estructuras impuestos por el Estado
consiguen instalar reivindicaciones anteriores. Las intervenciones finales de este
encuentro, que se constituyeron de algún modo en un cierre del proceso,
manifestaron las contradicciones y luchas entre los diversos agentes
comprometidos y revelaron que la salud intercultural formaba parte de un campo
de batalla etnopolítica mucho más amplio y conflictivo. En el intertanto, nadie se
había enterado de que en esa jornada lo que realizó la funcionaria fue una
evaluación del funcionamiento del CDL, cuyo documento apareció en el archivo
del CDL unos días más tarde. Este estaba segregado en cinco celdas
correspondientes a los ítems de a) objetivo específico, b) requisito técnico, c)
medio de verificación, d) ponderación y e) resultado de cumplimiento ponderado.
De los 12 puntos evaluados por la funcionaria, y sin requerir al parecer la
391
participación de los miembros del Consejo, tras una mágica ecuación
matemática, el Consejo de Desarrollo Local ponderó un total de 85% de logros,
lo cual al parecer constituyó un éxito desconocido por sus propios protagonistas.
Junto a este documento, apareció paralelamente otro titulado Plan de Trabajo
Anual del Consejo de Desarrollo Local, cuyas dos hojas de contenido dirigidas
de manera oficial al Servicio de Salud correspondiente y firmadas por el director
del establecimiento, contenían un informe de las metas y acciones del CDL
donde se describían las actividades a las cuales el consultorio habría invitado a
participar a la comunidad en este tiempo y el cual tampoco había sido elaborado
dentro del ámbito del Consejo.
Las consecuencias de la amnesia estatal y las resistencias generadas en los
miembros del Consejo Local ante las actitudes mostradas por los funcionarios,
desembocaron en un paréntesis en las actividades de este. Sin embargo, los
conflictos volvieron a aparecer e incluso se agudizaron los meses siguientes, a
partir de que el Municipio intentara tomar el control de la situación. Comenzaban
a emerger las razones y los límites reales a la participación en el campo de la
salud intercultural. Mientras este grupo de dirigentes permaneciera en el
Consejo de Desarrollo Local o cualquier otra instancia, sus organizaciones no
serían reconocidas al menos por el Municipio y sus aliados de Orígenes y
CONADI. A la vez y en calidad de autoridad étnica avalada por la política
indígena nacional a través del rol de Consejero de la CONADI, su intromisión
progresiva en las instancias de participación creadas por el Estado reeditaba
viejas pugnas con dirigentes opositores a la gestión del Municipio, ahora
aglutinados primero en la Asociación de cultores y luego en el Consejo de
Desarrollo Local. La participación social y la interculturalidad en el discurso
aparecieron inmersas en un horizonte más amplio, ignorado y desatendido y
392
donde las disputas étnicas entre las organizaciones locales en un contexto
altamente etnizado por la política indígena actual, demandaban un mayor y más
agudo conocimiento histórico del territorio por parte de los funcionarios
estatales.
3. Responsabilizando través de la participación social
Dos aspectos deseamos relevar de las prácticas discursivas en relación a la
participación social en el sitio etnográfico analizado. Por un lado, el énfasis en la
participación social como instancia de fiscalización y/o control (“contraloría”) de
la sociedad respecto de las acciones del Estado. Por el otro, y
contradictoriamente, una participación delegada en forma gradual y que se
constituye en un juego perverso. Es decir, se delegan cuotas de poder a los
individuos y grupos; y a la vez, se limitan y acomodan los usos de esa
participación a los fines específicos para los cual se crean estos nuevos
espacios. Se trata de la racionalidad instrumental de medios a fines aplicada a la
democracia y la participación que logran, como vemos, su efecto contrario,
revelando las debilidades y ambigüedades que sustentan la lógica de
agregación de la democracia liberal. Esta idea expuesta por Bourdieu en
trabajos como “El misterio del ministerio: de las voluntades particulares a la
“voluntad general” (2005) y un libro titulado “¿Qué significa Hablar? Economía
de los intercambios lingüísticos” (2001), nos remite a lo complejo que resulta
considerar una opinión igual a un acto de participación, privilegiando la suma
cuantitativa de los sujetos en su calidad de representantes que representan a
sus representados en representación de no sabemos qué, y ocultando las reales
condiciones de producción y expresión de esa opinión y voluntad. La
participación democrática se ve reducida a una participación electoral.
393
Uno podría advertir que esta interpretación se constituye en uno de los errores
más generalizados en relación a cómo se entiende y promueve la práctica
democrática. Las nuevas relaciones sociales enmarcadas dentro de una
racionalidad económica como la neoliberal, reproducen la falsa creencia en la
proporcionalidad matemática de que a más espacios de participación
corresponde más democracia, e invisibilizando los limitados y pasivos niveles de
participación a los que la población puede acceder y que como en el caso del
CDL quedan en un nivel consultivo. Además se ignoran las formas en que se
toman las decisiones al interior de las organizaciones locales, muchas veces
violentando y deslegitimando los sistemas de participación tradicionales (Ugalde
2006: 155). Estos mecanismos se visualizan actualmente en las intervenciones
participativas que promueve la política intercultural e indígena en Chile, lo que
se hace en definitiva es imponer un tipo de lógica sociopolítica que niega y
naturaliza las diferencias, cuyos efectos son a su vez, la reproducción de las
jerarquías sociales que refuerzan las posiciones de subalternidad de los sujetos
y grupos en la estructura social más amplia. En este caso, la presencia de
miembros de la comunidad y del centro de salud aparentemente plantea un nivel
de igualdad en la posibilidad de manifestar sus opiniones respecto a los temas
de salud. Sin embargo, la distribución desigual del poder se revela en el también
desigual acceso y manejo a una información completa para la toma de
decisiones, quedando ésta finalmente y por lo general, en el nivel directivo.
Estas diferencias ocultadas en términos de desigualdad quedan desatendidas
en el proceso de avanzada de las democracias liberales actuales (Rose 1999),
cuya base estadística del consenso y los acuerdos hacen prevalecer una lógica
individual aplicada a los acuerdos colectivos.
En este sentido, la acción colectiva fundada sobre la delegación está siempre
amenazada por la apropiación usurpadora de quien domina el lenguaje y la
experticia (Bourdieu 2005:74). En este caso, los expertos de la participación y la
394
interculturalidad están mejor dotados en capital simbólico para imponer sus
ideas y necesidades de Estado, legitimándose como los verdaderos autorizados
en el multiculturalismo neoliberal. Se revela de esta manera el potencial tiránico
que subyace en las prácticas del desarrollo participatorio, cuyos críticos
consideran que sus problemas no sólo remiten a una cuestión de métodos sino
también a dimensiones estructurales que permite que la participación termine
siendo implementada incluso en contra de sus “beneficiarios” y bajo la
usurpación ilegítima del poder desde vaya a saber qué autoridad (Cooke y
Kothari 2001:3). A su vez, y vía participación el mito de la comunidad es
reavivado creando nuevos sistemas de representaciones de ésta como algo
homogéneo, estático, donde las personas comparten intereses y necesidades
comunes (capital social) que justifican nuevas intervenciones de gobierno. Como
señala Fassin:
“El ideal comunitario es además particularmente operativo para los
agentes y agencias de desarrollo, ya que reencuentran y retoman la
ideología del “desarrollo social”, que ha servido de fundamento a una
parte importante de la política colonial desplegada a partir de 1930, y
hacia lo que las instituciones internacionales están dirigiendo de nuevo
sus miras, en particular desde el informe del Banco Mundial de 1991,
centrado sobre la idea del desarrollo humano… se ocultan las relaciones
de poder y de desigualdad tras la pacífica noción de comunidad…El
comunitarismo como una experiencia exacerbada de la comunidad, apela
a una autoresponsabilización de los individuos…que se pretende que
sean usuarios instituidos y autónomos” (Fassin 2006:129-130)
Desde esta perspectiva, el ejemplo etnográfico expuesto nos muestra las
relaciones entre participación y estrategias de desarrollo, ambas comprendidas
395
en un contexto neoliberal que ha redefinido los contenidos y métodos de la
participación social como una nueva táctica de inclusión al mercado. Siguiendo a
Ugalde “la participación comunitaria ha sido utilizada como un vehículo para
introducir los valores de la sociedad de consumo, así como un mecanismo de
control de organizaciones privadas y movimientos de masas por la cooptación
de los líderes más destacados” (Ugalde 2006: 24). En una versión renovada en
sus métodos y contenidos, los efectos siguen siendo los mismos, ya que
continúan dejando afuera a los indígenas para pensarse como sujetos fuera de
los condicionamientos impuestos por la industria del desarrollo.
Paralelamente, y bajo la retórica del etnodesarrollo y la interculturalidad, se
reconfiguran las teorías de la modernización en las políticas sociales de
Latinoamérica, donde persiste una división de los mundos según un
determinado grado de desarrollo (Escobar 1998). Esta idea de grado sobre la
cual se dividieron el primer y tercer mundo, y entre países centrales y
periféricos, parece estar todavía presente, mostrando una lógica renovada a su
anterior impronta paternalista e indigenista y más neoliberalizada en cuanto a su
forma autoresponsabilizante. Casi reproduciendo una idea biológica del
desarrollo de menos a más, y vinculado al progreso y la modernización, la
máquina del desarrollo sigue animando las intervenciones políticas y sociales,
ampliándose también al ámbito de lo cultural. La imagen y el discurso respecto a
las fases del Consejo como un rito de iniciación definido por el Estado, nos
revela que el concepto de desarrollo todavía padece la concepción evolutiva que
lo vio nacer, respondiendo a la complejidad social aún en términos de
causalidad.
396
En este caso, la participación social promovida de los agentes de la salud,
homologó representación con realidad al creer que los representantes de las
organizaciones y comunidades invitadas reflejaban directamente la realidad
social atacameña, ignorando la historia de desencuentros de los procesos
participativos anteriores que había provocado la política indígena e intercultural
estatal en el territorio. En una dinámica todavía idealista y paternalista,
ingenuamente los funcionarios de la salud tanto del nivel local como regional,
pensaban que sólo reunirse constituía participación y que los miembros del
Consejo requerían de un impulso antes de emprender un camino de autonomía.
Al parecer era imprescindible un período de crianza por parte de la autoridad,
para recién delegar mayor responsabilidad en la toma de decisiones. Las
imágenes y metáforas transmitidas en este tipo de discurso se constituyen en
las formas concretas de cómo el Estado es comprendido en sus múltiples
niveles y escalas. A la vez, se transforman en los mecanismos por los cuales se
asegura su legitimidad y naturaliza su autoridad. Como sostienen algunos
autores:
“Mientras lo social y las operaciones regulatorias del estado están
acrecentadamente “des-estatizada”, y toman posesión por una
proliferación de organizaciones no gubernamentales casi autónomas.
Esto no significa que haya menos gobierno, sino más bien una nueva
modalidad de este (…) responsabilizando a los sujetos quienes son
crecientemente empoderados a disciplinarse ellos mismos” (Ferguson y
Gupta 2005:115)
La sociedad civil identificada con espacios como el Consejo de Desarrollo
aparece así, desde sus inicios, como una instancia que a través de la
397
participación despolitiza la salud, responsabiliza a los sujetos, mientras que
libera al Estado de sus obligaciones respecto al tema. Se precisa entonces
atender a la complejidad del proceso en donde la reconfiguración de los roles en
la economía han cambiado sustancialmente y en el cual confluyen efectos como
la ubicuidad del Estado en determinados ámbitos y su total retiro en otros, así
como el protagonismo de los organismos internacionales de financiamiento que
perfeccionan un modelo poco participativo para una gran masa de la población,
mientras colaboran en revoluciones verdes (como en programas indígenas
regionales).
Este renovado uso de la participación se constituye en nuevas tácticas de
gobierno para racionalizar y disminuir costos económicos. Se reclutan asesores
y vigilantes que trabajan gratuitamente para el Estado, creando paralelamente
un escenario de control y regulación social entre los diversos agentes
involucrados. Las estrechas relaciones entre participación y neoliberalismo van
quedando a nuestro entender expuestas a la luz, convirtiéndola en una
estrategia de reclutamiento de mano de obra gratis que hace más eficaz la
administración de los pocos recursos dispuestos al presupuesto público en
salud. En estos términos, la participación en la perspectiva del ejercicio de una
nueva ciudadanía social y/o cultural, revela las condiciones restringidas en que
se pretende promover la participación social. Se otorgan módicas cuotas de
recursos e información (sin decisión) frente a las cuales la sociedad debe
responder con responsabilidad (autocuidado) y empoderamiento (participativos y
activos).
Con estos mecanismos de visibilización e invisibilización, memoria y olvido,
delegación y fiscalización, legitimación y desautorización, es que se despliegan
398
técnicas de poder ya no sólo sobre el cuerpo de un individuo como
tradicionalmente lo ha hecho la biomedicina a través de programas de
vacunación, medicalización, control reproductivo (Fassin y Memmi 2004).
También, y esta es la novedad, se ejerce una nueva forma del poder a nivel de
la población. Siguiendo a Foucault, se ha pasado de la anatomopolítica a la
biopolítica o biopoder, donde las nuevas tácticas de gobierno (goverment) se
expresan en formas más o menos calculadas de pensar y actuar que pretenden
modelar, regular o manejar el comportamiento de los otros (Foucault 2000:211-
217). El Estado, a través de estas técnicas se asigna el deber de administrar los
cuerpos y la vida colectiva bajo una particular comprensión del poder político
moderno denominada gobernamentality (Foucault 2000).
En este sentido, los aportes de la antropología del Estado y de la Democracia
nos muestran cómo la política desde la modernidad se encuentra subyugada a
la economía. Para Paley “el uso estratégico del término democracia para limitar
la actividad política de los movimientos sociales toma lugar con una intersección
de políticas y economías”. A esta intersección la denomina “mercadeando la
democracia”, intentando explicar la manera en que el modelo económico del
mercado (exportador) provee el contexto para una expansión de las
democracias contemporáneas a través de la moderación de la actividad de los
movimientos sociales y una estimulación de las conductas de los consumidores
(Paley 2001:117). Chile, desde esta perspectiva, se constituye en un claro
ejemplo de cómo la democracia ofrece el contexto adecuado para la expansión
del mercado, en el que las decisiones políticas se encuentran supeditadas a la
economía transnacional. La proliferación del discurso de la gobernancia
representa la nueva hegemonía impulsada desde las instancias internacionales
y multilaterales que buscan promover la tranquilidad en la región a fin de
399
asegurar los buenos negocios. Chile, en este sentido se vende como el ejemplo
latinoamericano a seguir y el caso exitoso en la región en implementar una
Democracia de Libre Mercado (Boccara y Bolados 2008). Bajo el estímulo de
ciudadanos trabajando juntos para resolver nuestros problemas, se refuerzan
relaciones sociales bajo una lógica administrativa e individualista. Dagnino
describe esta nueva ciudadanía neoliberal como un proceso caracterizado por
“la perversidad de la confluencia del proyecto democratizante y neoliberal que
pese a que ambas apuntan a cosas diferentes incluso opuestas, ambas
requieren de una sociedad civil activa y propositiva” (Dagnino 2004:97).
El Estado en su nuevo rol de garante de estas transacciones debe motivar a que
estas políticas participativas se implementen, sin comprender ni compartir
muchas veces su significado y consecuencias. Paralelamente la participación
aparece como un dispositivo de control que se transforma en una forma de
gubernamentalidad en el contexto de la democracia política actual que para
Paley, operaría a través de dos formas: la primera basada en el autocuidado
entendido como la prevención o responsabilidad personal, mientras que una
segunda a través del involucramiento de las organizaciones para dar y ofrecer
servicios en pos de mejorar su comunidad (Paley 2001: 147). Esta idea también
es compartida por Verónica Shild, quien señala:
“la principal innovación en la política social hoy es para involucrar
recipientes en la modelación de los costos sociales a través del discurso
de la participación el cual invita a los pobres a participar en el esfuerzo de
la modernización…el explícito vínculo de la inversión en el capital
humano es el ethos de la aproximación neoliberal” (Shild 2000:288).
400
Un último aspecto a considerar en relación a la participación social en la
democracia actual, lo constituye el problema de la representación. Es decir, del
poder de delegación y en las nuevas formas y sistemas de legitimación de la
autoridad que se imponen y operan a través de estos espacios y que antes no
exigían ningún tipo de profesionalización (Fassin 2006:132). Las nuevas formas
de representación desplegadas por el Estado y sus aliados nadan difusa y
ambiguamente en medio de esta confluencia perversa. De un lado, se alimenta
el ejercicio democrático a través de la participación, a su vez que se delegan
responsabilidades al trabajo voluntario dentro de una perspectiva privatista e
individualista que tiende a sustituir y redefinir el significado colectivo de la
participación social (Dagnino 2004:102). La participación social en este contexto
queda reducida a una perspectiva de gestión empresarial, donde sus acciones
transitan del ámbito privado al público, despolitizándola de sus contenidos
anteriores que la habían definido como una herramienta de distribución del
poder igualitaria. Como consecuencia, este modo de operar del Estado a través
de la participación en su nueva versión, nos revela que más que un estado
mínimo como algunos sostienen, nos encontramos ante un estado minimalista
de la política y la democracia (Dagnino 2004:108).
En el caso particular de Chile, el golpe militar no sólo destruyó la democracia
sino el modelo de Estado y su relación con los partidos y los agentes sociales
que hasta entonces habían estado relativamente regulados por éste (Delamaza
2006: 412-413). En este caso etnográfico analizado, la delegación de poder en
este tipo de instancias de contraloría como el Consejo de Desarrollo, es
simultáneamente de naturaleza política (cuyo fin es despolitizar el tema de la
salud reduciéndolo a un tema técnico-administrativo) y económica (a través de la
eficacia y eficiencia de los recursos que se ganarían en este tipo de instancias).
401
En este contexto y a decir de Fassin, la finalidad de la participación dentro de la
ideología neoliberal busca simultáneamente eficacia, equidad, ciudadanía y
legitimidad de la institución que realiza la acción sanitaria (Fassin 2006:137). En
síntesis, una estrategia de descentralización de la planificación que busca
incrementar al máximo los beneficios y a su vez, disminuir los múltiples errores y
fracasos del desarrollo que ponen en riesgo su capacidad gestora (Ugalde
2006:149).
402
CONCLUSIONES
Finalizando la primera década de este nuevo siglo, podemos advertir cómo el
neoliberalismo multicultural se presenta como el nuevo mesianismo que pregona
la incorporación definitiva de los indígenas dentro del capitalismo milenarista
(Comaroff y Comaroff 2001:2). El credo de la interculturalidad a su vez emerge
como un nuevo diagrama asociado a geografías que son precisas de definir y
regular en el contexto de desarrollo neoliberal en el que nos encontramos. El
consumidor se convierte en el sujeto social por excelencia y en el blanco de las
nuevas tecnologías y dispositivos de poder y saber orientadas a rediseñar la
cultura, la identidad y las relaciones sociales. Se trata de una racionalidad
(etno)gubernamental neoliberal que en tanto nuevo arte de gobernar a los
indígenas, vía prácticas de gobierno cada vez más detalladas, poco a poco ha
incorporado las demandas de género, raza y etnicidad.
Después de casi cuatro décadas de neoliberalismo en Chile, éste muestra su
capacidad de rehacerse revelando ser un proyecto cultural, político y social de
amplio alcance y multifacéticas aristas. De una comprensión del mismo como
exclusivamente un sistema económico asociado a la desregulación del trabajo,
la privatización de los recursos medioambientales y la creencia en el
funcionamiento autónomo del mercado, éste revela sus dimensiones sociales y
culturales orientadas a sustituir las relaciones entre Estado y sociedad bajo la
lógica del consumo (Taylor 2007:6). El doble efecto de abstracción y lejanía del
sistema financiero por un lado, y de una participación y empoderamiento
ciudadano activo por el otro, reflejan tan sólo una de las contradicciones y
disyunciones capaz de contener la propuesta social neoliberal en la actualidad.
En este proceso, el trabajo se constituye cada vez más en un bien escaso que
403
es reemplazado por la creencia en el enriquecimiento fácil y azaroso, mientras
que el concepto de cultura y comunidad en sí mismos, experimentan cambios
dentro del nuevo estatus impuesto por el sistema económico mundial. En este
escenario, la cultura se convierte en un objeto de mercantilización dentro del
capitalismo actual, anunciando el paso de una nacionalización de lo étnico que
caracterizó el contexto de formación de los estados modernos en estados
nacionales –es decir una des-etnización-, hacia una etnicización de lo nacional
como una vuelta a las raíces y vínculos primordiales que sin embargo ya se
encuentra mediada por el mercado mundial (Žižek 2005:167). Chile, como
primer país de la región que puso en marcha un programa de reestructuración
económica neoliberal a medidos de los años 70 y bajo un régimen dictatorial, es
un claro ejemplo en el cual visualizar cómo el Estado se espacializa vía
metáforas y prácticas rutinizadas cuyos efectos se observan en los modos en
que las relaciones y espacios sociales y económicos son construidos, habitados
y experienciados (Ferguson y Gupta 2005:105-108).
Estamos en presencia de un nuevo imaginario cultural frente al cual parecen
haber desaparecido muchos horizontes de encantamiento, menos el del
nacionalismo. El multiculturalismo se presenta así como una frontera económica
y cultural, a través de la cual el Estado nacional se reconstruye dentro un
sistema global trasnacional que propaga una nacionalidad sin nación (Briones
2007:282). La relevancia de las fronteras nacionales impuestas por una
racionalidad regulada por la soberanía, coincide no obstante con la irrelevancia
que estas fronteras adquieren en las transacciones corporativas de las
multinacionales que dominan actualmente. Desde este punto de vista, el caso de
Chile permite analizar los avances del neoliberalismo en el contexto democrático
actual, donde un multiculturalismo nacionalista se articula con las zonas que
404
libera el capitalismo transnacional en territorios indígenas como el atacameño. A
su vez, se constituye en un ejemplo exitoso en cuanto a la regulación de los
conflictos sociales generados por el modelo vía políticas interculturales
subsidiarias.
En este nuevo contexto, la mercantilización de la cultura transforma el
patrimonio arqueológico y natural en una interesante herramienta de comercio y
transacción vía el fomento de indigenismos y exotismos orientados al interés
turístico, como los que se despliegan actualmente en las localidades
atacameñas del Salar. La nueva soberanía del mercado se impone a través de
dispositivos y tácticas más positivas y generativas que buscan evitar una
regulación excesiva y el ejercicio de la violencia extrema. No obstante existe el
riesgo permanente de cruzar estas fronteras impuestas por el neoliberalismo
multicultural cuando los intereses del capitalismo se ven amenazados. Los
hechos de este último período en el sur de Chile muestran las limitaciones para
regular el histórico conflicto de tierras en territorios mapuches con programas de
etnodesarrollo como Orígenes y donde las políticas interculturales resultan
ineficaces ante sus pretensiones de un desarrollo integral con identidad. En
otros contextos no obstante, sus efectos parecen menos desfavorables
transformándose en una nueva oportunidad política, aunque siempre limitada en
lo que se refiere al reconocimiento y la multiculturalidad que demandan las
poblaciones originarias actualmente en Chile. Este parece ser el caso
atacameño analizado, en el que el nuevo campo de la salud intercultural se
constituyó en un escenario político adecuado para instalar demandas socio-
étnicas pendientes.
405
Resulta entonces preciso asumir que nuestro imaginario se encuentra
colonizado por la hegemonía de un neoliberalismo capaz de presentarse cada
vez más racional en sus estrategias y tácticas de gobierno, a la vez que más
abrazado a prácticas esotéricas, juegos de azar y una cultura del casino que
pretende hacer olvidar las desigualdades sociales existentes. Como todo
régimen de verdad que pretende legitimarse como tal, requiere de un nuevo
credo, nuevos ministros y nuevos saberes. Nos referimos a las dimensiones
culturales del neoliberalismo, que en un contexto democrático requiere de
nuevos conocimientos e intermediarios autorizados encargados de facilitar su
avance. En este contexto, las fallas o los efectos negativos asociados al
desarrollo neoliberal son atribuidas a un estado incompleto del mismo, y/o a la
presencia y existencia de obstáculos que impiden o lentifican su plena
realización. El neoliberalismo multicultural se impone así como la solución y no
la causa de los problemas que generan la pobreza y la desigualdad racial.
No obstante, el individualismo que esta concepción del desarrollo refuerza,
muestra las limitaciones y restricciones de toda hegemonía y poder
transformativo cuyos efectos no son siempre homogeneizantes, sino más bien
activadores de reelaboraciones y reacomodaciones que hacen los diversos
agentes. En particular, en el caso de los atacameños, estos espacios abiertos
por el neoliberalismo multicultural a través del campo de la salud intercultural
han favorecido la emergencia de nuevas fuerzas e instancias a nivel local. Las
intervenciones de Orígenes y su componente de salud intercultural como vimos,
se constituyeron en un escenario favorable a la aparición de nuevas
organizaciones y grupos independientes del poder local, cuyo objetivo
representan una lucha por conquistar nuevos grados de autonomía frente a la
política indígena estatal.
406
Siguiendo la idea de Watts, las actuales políticas multiculturales implementadas
en Chile han favorecido la emergencia de lo que él denomina espacios
gobernables de indigeneidad, los cuales y a través de las luchas que se
despliegan en su interior, facilitan el acceso y disponibilidad de parte de los
recursos y capitales disputados para los agentes menos aventajados. Watts
comprende al desarrollo como “el ámbito posible de la acción de los otros que es
estructurado a través de una variedad de técnicas y micropolíticas del poder,
estableciendo reglas a través de ciertas clases de sujetos gobernables y objetos
gobernables” (Watts 2003:12). Estas técnicas se presentan como “un conjunto
de formas más o menos calculadas y racionales a través de la cual modelar la
conducta y de asegurar la norma vía una multiplicidad de autoridades y agencias
dentro y fuera del Estado y en una variedad de niveles espaciales.” (Watts
2003:13). Esta noción se distancia ampliamente de la idea de gobernancia
propuesta por Putnam y sus seguidores y que los discursos políticos actuales
reproducen de diversas maneras. Especialmente en boga en nuestros días y
promovida con especial interés por el establishment del desarrollo global, ésta
representa una estrategia para operar a nivel global, la cual se sustenta en la
capacidad de establecer redes que aseguren estabilidad política para los
intercambios comerciales en la región. En cambio, la noción de
gubernamentalidad en la perspectiva foucaultiana, se refiere a una “compleja
triangulación involucrada en muchas formas de poder puestas a los propósitos
de la seguridad y la regulación, en la cual soberanía, disciplinamiento y gobierno
se entrecruzan y yuxtaponen abarcando formas de visibilizar, técnicas de
gobierno, formas de conocimiento y calculación, como también formas de
identificación” (Watts 2003: 15). La idea de espacios gobernables de
indigeneidad refiere entonces a las formas en cómo se espacializa el gobierno a
través de sistemas de conocimiento (autorización y experticia) y prácticas de
gobierno que pretenden modelar el pensamiento y la práctica social. En sus
407
estudios sobre Nigeria en África, Watts muestra cómo en torno al petróleo y los
espacios gobernables que este abre, se reconstruye un nuevo sentido de
indigeneidad o tribu desde las organizaciones locales, las cuales reapropiándose
de prácticas rituales de diverso origen, buscan reforzar su posición y legitimidad
como autoridades y representantes tradicionales. Más cercanamente, lugares
desérticos como el Salar de Atacama son nuevamente objeto de desarrollo y de
inversiones a fin de adjudicarse el escaso recurso hídrico que demanda la
obtención del cobre para las actividades de la minería a gran escala. Sin
embargo, los espacios gobernables de indigeneidad abiertos por el
neoliberalismo multicultural en el territorio atacameño, han significado una
rearticulación y reapropiación de las prácticas medicinales desde la cual reforzar
los procesos de identificación y autenticidad exigidos por el nuevo contexto.
Desde esta perspectiva, nos resultó particularmente relevante analizar la actual
política indígena y multicultural como una arte de gobierno, cuyos objetivos se
presentaron como una original manera de extender y profundizar el poder estatal
en su forma gubernamental a través de la participación social y el desarrollo
integral con identidad. A su vez, observamos los efectos de este renovado
mecanismo ideológico denominado multiculturalismo, a través del cual se
refuerzan las jerarquías sociales y culturales en vistas de consolidar formas de
relación capitalistas en esos territorios. No obstante, y pese a las limitadas y
constreñidas condiciones en las que a veces negocian los agentes indígenas
estos espacios, sus efectos no siempre son desastrosos ni completamente un
reforzamiento unilateral de dominación. Vistas desde su complejidad y
dinamismo, estas condiciones en ciertas ocasiones han permitido avanzar en las
demandas, como lo muestran las luchas emprendidas por algunos sectores de
la dirigencia atacameña a través de su incorporación en espacios como la mesa
de salud, la subcomisión temática del ADI, la Asociación de sanadores y el
Consejo de Desarrollo Local.
408
En un contexto diferente, las organizaciones indígenas en Guatemala se han
incorporado a los espacios abiertos por el multiculturalismo neoliberal,
abandonando en algunos sectores los discursos y métodos confrontacionales y
promoviendo estrategias de diálogo y negociación como caminos intermedios
para asegurar una respuesta a sus demandas (Hale 2002, 2004 y 2005). En
esta misma línea, los ejemplos del Ecuador analizados por Laurie, Andoline,
Radcliffe y Bretón, muestran la variedad de experiencias y formas de
relacionarse que actualmente tienen las organizaciones y movimientos
indígenas con organismos multilaterales, de las cuales no todas conllevan
necesariamente una cooptación de sus propuestas y demandas. No obstante,
los efectos diferenciados del neoliberalismo multicultural deben ser analizados
etnográficamente caso a caso, mostrando sus complejidades y transformaciones
a lo largo del tiempo.
Como lo señalamos anteriormente, la distribución del capital entre los agentes
es desigual al interior del campo de la salud intercultural, y las luchas y disputas
en él están condicionadas por la capacidad que tiene el Estado para concentrar
estos capitales en su forma de capital simbólico (por cuanto es reconocido
socialmente). En este sentido, concordamos con lo que plantean Laurie,
Andoline y Radcliffe cuando señalan:
“en nuestra aproximación, consideramos que el Estado ha tenido una
mayor agencia en constituir espacios gobernables de indigeneidad que
los que Watts sugiere.... Históricamente, en el caso andino, los espacios
gobernables no solo han sido forjados como la respuesta que ha dado el
Estado a las demandas indígenas, sino que el Estado ha tomado un rol
409
directo en la formación de estos espacios a través de sus propios
proyectos raciales” (Laurie et al. 2005: 475)
El nuevo desarrollo con identidad propuesto a través del componente de salud
de Orígenes emerge junto a los conceptos de participación social e
interculturalidad como los íconos del multiculturalismo actual en Chile. Sin
embargo, sus definiciones expresan muy divergentes significados según la
posición que los agentes ocupan al interior del campo de la salud intercultural.
En términos de la agencia estatal/trasnacional estos términos refieren a
aspectos como promover el fortalecimiento institucional y capital social de los
indígenas, una sociedad civil/indígena organizada, y la inclusión social de los
grupos originarios en tantos sectores vulnerables dignos de la intervención de
políticas de auto-mejoramiento. Estas intervenciones son las que justifican la
progresiva incorporación de intermediarios, interlocutores y expertos que son el
soporte etnoburocrático de este nuevo multiculturalismo del siglo XXI. Desde el
lado de las organizaciones indígenas atacameñas actuales, la participación y la
interculturalidad paradójicamente, se constituyen en los intersticios a través de
los cuales han alcanzado visibilidad política y reconocimiento de sus prácticas
terapéuticas y especialistas. Asimismo, y frente al Estado se han constituido en
representantes autorizados de la medicina ancestral atacameña y en los
administradores legítimos de los saberes asociados a este nuevo campo.
Nuevamente y desde una perspectiva de la etnogubernamentalidad, se precisa
diferenciar las prácticas de gobierno de las prácticas de la política. Las últimas
tienen como finalidad modelar, desafiar y provocar a las primeras, produciendo
al mismo tiempo sociedades cada vez más racionalizadas y racializadas (Li
2007:15). A través de la lógica del mejoramiento de las condiciones de vida se
410
busca educar deseos, hábitos y creencias bajo nuevas modalidades donde se
reprueban las regulaciones excesivas. No obstante, la violencia irrumpe en
momentos en que el gobierno y la soberanía se articulan con el fin de optimizar
los procesos bajo los cuales la vida depende (Li 2007: 17). En definitiva, las
intervenciones del desarrollo aún reconociendo sus fallas y perversidades son
requeridas a fin de mantener el crecimiento de las economías capitalistas:
“los ganadores y perdedores no emergen naturalmente a través de la
magia del mercado, son estos seleccionados…el desplazamiento y el
empobrecimiento no son una consecuencia sino una coproducción del
crecimiento…Los intermediarios, facilitadores, etc. son los encargados de
administrar las fallas del capitalismo, en la cual la intervención se
constituye una condición del modo de producción capitalista” (Li 2007:20)
Se observan los mecanismos a través de los cuales el capital social en su
formulación neoliberal y etnodesarrollista intenta sacar a los indígenas de su
pobreza sin cuestionar las causas de la misma, convirtiéndolos en los únicos
responsables de sus logros e infortunios (Shild 2000:282). Se advierte también
cómo el neoliberalismo multicultural invisibiliza los procesos de diferenciación
social (Boccara 2007:200), enfatizando las diferencias culturales que operan
detrás como una línea que divide a los grupos raciales y culturales.
Paralelamente, la lógica de la replicabilidad promovida por programas de
etnodesarrollo como Orígenes, instala las bases para que los conocimientos
indígenas locales sean profesionalizados (ordenados y sistematizados)
facilitando su circulación y transnacionalización en arenas globales que
fomentan su mercantilización (Laurie et. al 2005: 474).
411
Estas nuevas comprensiones confluyen perversamente, según Dagnino, en un
paralelo y entremezclado proceso de ampliación de ciudadanías diferenciadas
y/o étnicas, así como en la activación/responsabilización de un nuevo actor
social: la sociedad civil (Dagnino 2006). Los horizontes del imaginario
hegemónico neoliberal permiten este doble movimiento: un constitucionalismo
jurídico excesivo, representado por declaraciones e intenciones de Estado por
reconocer derechos de grupos y minorías indígenas, versus un sistema de
participación y negociación bajo condiciones limitadas y restrictivas respecto a
las demandas socio étnicas involucradas en el disputado y controvertido campo
de la salud intercultural.
Al parecer y según lo que hemos analizado aquí, este pareciera ser el contexto
de la sociedad atacameña del presente, la cual y desde una perspectiva
histórica, casi como un habitus étnico diría Bourdieu (2007: 98), despliega
juegos y luchas con la finalidad de reproducirse material y simbólicamente. De
esta forma, las condiciones restrictivas actuales abiertas por el neoliberalismo
multicultural han servido para reelaboraciones y reconfiguraciones en los
procesos de etnicidad actuales vividos en esta parte de la región atacameña del
Salar. En este sentido, los efectos de estas políticas y programas deben ser
analizados más allá de los límites impuestos por los conceptos como los de
“globalización”, “flexibilidad”, “multiculturalismo”, “comunidad”, “identidad”,
“hibridación”, “fragmentación” tan en boga en estos tiempos. La invitación es
entonces a trasladarnos a un plano epistemológico desde donde observar los
nuevos mecanismos de producción y legitimación del orden social. Como ha
señalado Grimson (2007: 3) nos encontramos ante “la emergencia de una nueva
hegemonía cultural…un proceso histórico de institución de límites precisos a la
imaginación social y política” al punto de transformar a esta última, en el sentido
412
marxista, en un fetiche. Esta se constituye a su vez, en un campo de batalla
donde la propia costumbre, la cultura, la identidad se configura en un
instrumento de administración y un objeto de debate contencioso. Como
sostiene la antropóloga argentina Claudia Briones, la diversidad cultural
promovida por las políticas multiculturales actuales, debe analizarse como una
determinada forma de economía política que es producida desde una
racionalidad gubernamental neoliberal. Esta se caracterizaría por reproducir
desigualdades sociales a través de nuevas formas de alterización cuya
peculiaridad ha sido sublimar las dinámica y efectos de la relación colonial,
invisibilizando ciertas divergencias y tematizando otras y definiendo nuevas
geográficas estatales de inclusión/exclusión (Briones 2005: 15-17). Desde esta
perspectiva, las políticas multiculturales se constituyen en dispositivos de
territorialización que refuerzan sistemas de estratificación y diferenciación
social. Siguiendo la idea de Moore, el paisaje atacameño se nos revela así
como ensamblajes articulados de cosmovisión, paisaje, recursos, territorio,
espíritus y régimen político (Moore 2005:25), donde “la hegemonía es procesual,
contingente y contestada, nunca puede ser total y completa…” y donde las
“tecnologías de poder que son construidas… buscan regular las diferencias de la
cultura y la raza” (Moore 2005: 11).
En este sentido, el neoliberalismo multicultural construido en Chile a través del
campo de la salud intercultural abierto con Orígenes, ha estado asociado a la
ampliación de servicios que a su vez están vinculados a nuevas formas de
clientelismo político y cuyos efectos reproducen la exclusión social. Se observa
de esta manera, que la descentralización que estos programas promueven no
ha generado políticas públicas más equitativas e integradas a nivel nacional,
sino más bien han conducido a la superposición y fragmentación de las acciones
413
del Estado y a la limitación de la autonomía indígena al nivel local (Sieder
2004:8). En conclusión, las reformas políticas orientadas hacia el
multiculturalismo se conciben dentro de la perspectiva de la
etnogubernamentalidad neoliberal, como una nueva tecnología de poder cuyo
objetivo ha pretendido domesticar los movimientos indígenas, autorizando sólo
algunos y marginando una mayoría sin eliminar la inequidad racial y
reconstituyendo las jerarquías raciales en sus formas más atrincheradas (Hale
2004:7).
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ANEXO 1: DATOS DE ENTREVISTADOS.
1. Sandra Berna, dirigente atacameña. Alcaldesa de la comuna de San Pedro de Atacama desde 1989 y Consejera nacional de CONADI.
2. Mirta Solis. Dirigente atacameña y funcionaria municipal. Ex presidenta del Consejo de Pueblos Atacameños. Directora subrogante del Departamento de salud municipal, comuna de San Pedro de Atacama. Presidenta de la comunidad de Catarpe.
3. Judith Soza. Atacameña. Ex Encargada del Departamento de salud municipal de San Pedro de Atacama, nieta del reconocido yatiri del pueblo de Talabre fallecido don Fabio Soza.
4. Wilson Segovia, dirigente atacameño-quechua. Ex representante del Consejo de Pueblos Atacameños. Ex encargado de Salud de CONADI. Miembro de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua.
5. Wilson Galleguillos, dirigente atacameño. Ex Presidente Consejo de Pueblos Atacameños. Miembro de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua.
6. Tita Espíndola. Dirigente atacameño. Ex presidenta de la Asociación de Cultores y Colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua (período 2006-2007).
7. Sonia Ramos. Dirigente atacameña. Presidenta de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua. Período 2008-2009
8. Carlos Aguilar. Dirigente atacameño. Ex secretario de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua. Actual Secretario del Consejo de Pueblos Atacameños.
9. Esther Bustón. Técnica Paramédica Posta de Toconao. Ex dirigente de la comunidad de Socaire.
10. Sótero Armella. Dirigente atacameño. Ex miembro de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua. Ex representante nacional en los encuentros de salud intercultural período 2005-2006.
11. María Tejerina. Sanadora atacameña y miembro de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua.
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12. Cecilio González. Sanador atacameño y miembro de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua.
13. Elvira Tito. Sanadora atacameña y miembro de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua.
14. Luis Soza. Sanador atacameño y miembro de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua.
15. Francisco Soza. Sanador atacameño y miembro de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua.
16. Yerko Matteuw. Ex Dirigente estudiantil, atacameño. Asistente Social. Primer encargado del componente de Salud Intercultural del Programa Orígenes. Región de Antofagasta.
17. Cecilia Fabián. Socióloga, Atacameña por parte de padre. Encargada de seguimiento de proyectos Programa Orígenes período 2006-2009. Región de Antofagasta.
18. Justo Zuleta. Ingeniero químico. Encargado Regional del Programa Orígenes período 2002-2010. Región de Antofagasta.
19. Marcos Rojas. Matrón, dirigente atacameño. Encargado del Programa Intercultural de la SEREMI de salud de Antofagasta y miembro de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina Ancestral Licanantay y Quechua.
20. Ernesto Contreras. Antropólogo. Encargado Nacional del componente de Salud Intercultural del Programa Orígenes período 2005-2006.
21. Claudia Padilla. Profesora de Historia. Encargada Nacional Programa Orígenes-MIDEPLAN período 2003-2004.
22. Margarita Sáez. Antropóloga. Encargada Nacional del Programa Salud y Pueblos Indígenas (PESPI) MINSAL.
23. Malva Pedreros. Antropóloga. Ex encargada del Programa Salud y Pueblos Indígenas (PESPI) del Servicio de salud Arica.
24. Claudia Medina. Matrona. Encargada del Programa Salud y Pueblos Indígenas (PESPI) del Servicio de Salud Antofagasta período 2004-2008.
25. Jaime Ibacache. Médico. Ex Creador del Programa con Población Mapuche del Servicio Salud Araucanía (PROMAP). Departamento Provincial de Salud (DIPROS)-Chiloé.
26. Alejandra Leighton. Antropóloga. Departamento de Salud de Chiloé. 27. Sergio Cuyul. Asistente Social, mapuche-williche. Encargado del área
de salud de la Federación de Comunidades Williches de Chiloé. 28. Berta Nahuelhuen. Mapuche-williche. Presidenta de la Asociación de
429
Mujeres Williches urbanas. Chiloé. 29. Mario Castro. Técnico en Medio Ambiente. Parte del primer equipo del
Programa con Población Mapuche del Servicio Salud Araucanía (PROMAP) y actual responsable del área ruralidad en el mismo programa.
30. Jorge Neira. Antropólogo. Ex director del Programa con Población Mapuche (PROMAP) del Servicio Salud Araucanía.
Del total de entrevistados 19 se adscribieron étnicamente como atacameños, dos como mapuche-huilliches y 9 no indígenas. De los 30 entrevistados, 8 son profesionales de las ciencias sociales, cinco de los cuales son antropólogos, dos asistentes sociales y una socióloga; y 6 profesionales de la salud y medio ambiente, una docente, un ingeniero químico. 6 entrevistados son especialistas indígenas reconocidos como sanadores.
430
ANEXO 2: ENTREVISTAS
Entrevista 1: “desgranando la mazorca”
“…el tema indígena se comienza a hablar con fuerza, fui la que di la idea
de formar una agrupación que permitiera estar compuesta por todas las
comunidades. Se hablaba del pueblo atacameño, pero como no existía
Ley Indígena lo llevaban las juntas de vecino…por eso yo participo en
muchas reuniones cuando se discute el borrador de la Ley Indígena…no
entendíamos mucho…en ese tiempo el mundo mapuche era muy
fuerte…cuando llegamos al congreso, los seminarios, quizás cinco o diez
dirigentes… éramos poco escuchados por ellos eran 500, 400…había
que hablar muy fuerte, hacerse notar de que el pueblo atacameño existía.
Nosotros tuvimos en ese momento la fuerza de hacernos escuchar,
porque ya se empieza a hablar de los atacameños poco a poco…la Ley
Indígena…después nos mandaron para que hiciéramos observaciones al
borrador de la ley, costaba un poco entenderla, …me acuerdo que
estuvimos en esta misma mesa con los dirigentes revisando el
documento con un diccionario en mano…para entender algunos
términos…cuando se crea la ley nosotros ya estábamos como junta de
vecinos, de forma informal aparecíamos como un Consejo de Pueblos y
ese nombre se lo di yo y tengo la satisfacción de haberle dado ese
nombre y de que todavía lo ocupen porque yo sentía de que San Pedro,
no estaba del todo preparado…pero si hacíamos un poco fuerza…era
bueno juntarse, conversar, ver qué nos pasaba, qué temas había que
abordar y ahí fue cuando empieza el tema arqueológico, salta con fuerza
el tema de aguas y de tierras, pero principalmente del agua, se hablaba
con mucha fuerza del problema de las aguas de los pueblos y que no ha
sido zanjado todavía…creo yo…y después nos tocó trabajar en el tema
de inscripción de las aguas en que el gobierno estaba Aylwin decía “en
431
San Pedro ustedes y todos los pueblos pueden inscribir sus derechos de
aguas pero en forma individual y para eso tenemos plata…habían 35
millones”…por el deseo de no perder empezamos a indagar qué pasaba
con eso…mucha gente de Calama nos ayudó, antiguos dirigentes “ese
sería el peor error para San Pedro y cualquier pueblo”. Incluso vino de
Santiago un fiscal de obras públicas…le dijimos sabe qué, no queremos
esa plata… “si no inscriben las tierras en forma individual, esa plata se va
para la primera región”. Los agricultores pusieron plata para cuotas, para
traer especialistas…los trajimos de Santiago, lamentablemente lo que nos
propuso tampoco nos dejó conforme… el nos dice aquí podemos
conformar una sociedad anónima, ¿qué es eso? No, no…no estuvimos
de acuerdo, seguimos buscando resquicios con la CONADI, conseguimos
un abogado de Iquique, de trabajar esa materia y después nos dice esta
es la forma…pero ni tan amarrados quedaron esos derechos. Nosotros
hacemos la inscripción colectiva, de asociación de regantes. Los
agricultores de San Pedro son los dueños de las aguas... A mi entender si
yo tengo una propiedad, una escritura pública que ese terreno es mío,
para siempre es mío…para las aguas yo pensaba lo mismo. En el 2002
viene una persona en San Bartolo e inscribe sus derechos de agua y
nadie le hace oposición…no es atacameña. Ella pidió esa agua para la
minería y quedamos muy mal con eso. Y yo siendo dirigente de la
Asociación de regantes hicimos todo lo posible con el abogado de la
CONADI… al parecer no se va a poder a hacer nada… cuando entré a la
dirigencia de nuevo a la Asociación de regantes tuve que firmar algunos
documentos para poder proteger de mejor manera esos derechos…creo
que se ha avanzado…por eso no me gusta nada cuando dirigentes no
vivieron una realidad acá, nacieron en Calama, vivieron, se criaron …yo
no tengo nada contra ellos, ellos tuvieron oportunidades que nosotros no
las tuvimos, entonces también debieran enmarcarse ese tipo de
dirigentes al pensamiento nuestro…a lo que nosotros hemos luchado
mucho tiempo. Ha sido… no me refiero a una lucha…de ideas, pero
hemos logrado algunas cosas. El tema de las aguas podría haber sido
peor… a veces qué pasaba, nos tildaban de grupos de
derecha…nosotros, el único propósito fue llevar la batuta adelante,…yo
en muchas ocasiones me dijeron usted está de acuerdo con el
turismo…no, no estoy y con muchas cosas que se han ido haciendo en el
pueblo… porque uno va observando si nuestra calidad de vida va mejor o
432
peor. La agricultura ha ido decayendo y no solo en San Pedro, sino en
todos los pueblos porque el joven no quiere…no hay agua, escasea
todo…se va a la minera. Ahí tuvimos un quiebre…El tema turismo ha sido
fuerte y entró con fuerza porque de hecho simultáneamente se fue dando
de dos o tres hoteles…las agencias de turismo lo mismo, de una se
instalan cinco…en muy pocos años. No se empieza a respetar, nosotros
tuvimos sobre nuestros hombros muchas decisiones que tomar. Tuvo el
tema de los gasoductos…yo creo haberme desgastado mucho…en una y
otra reunión donde participamos los dirigentes, donde venía la gente de
los proyectos a decirnos sabe qué, vamos a hacer esto. ..Vamos a
romper cerro, pero cómo es posible…eran proyectos muy importantes
para el país, fue sucediendo de poco, pero por eso tenemos energía
eléctrica…tiene que quedar algo de lo que ustedes están pasando. Luego
estuvo el tema de la carretera, del by pass que pasa por San Pedro. Lo
pasamos por el lado del cementerio, por dónde lo pasamos…reuniones,
mapas… fueron tiempos complicados para los que estábamos, la
responsabilidad de esto, pero nunca perdimos de vista de que aquí
cualquier proyecto que se hiciera…tenía que dejar. Yo ya presidenta del
Consejo me toca negociar el tema con los gasoductos…me toca negociar
con Explora …se dijo por ahí… ¡es vendida!, si yo hubiese sido
vendida…yo tendría un buen trabajo y no estaría aquí, en el sistema
público…juntamos a los dirigentes…conversamos y logramos que
Puritama sea entregado a las comunidades para su administración. El
terreno de Explora tiene una superficie bastante importante y ellos lo
compran como el 86, 87 y dejan pasar varios años y dicen vamos hacer
este proyecto…por suerte, yo le dije a los que trabajamos en las aguas…
las aguas pasan a ser de una Asociación de regantes del río Vilama, con
eso alcanzamos a proteger las aguas, sino por el contrario esas aguas
como eran fiscales, Explora las podía haber inscrito y no estaríamos
ahora hablando con Explora. Entonces alcanzamos a dar solución a eso y
después a sentarnos a negociar… ellos dicen si es nuestro terreno y
nosotros decimos, es nuestra agua…Los últimos hoteles nadie dice nada
y donde están esos dirigentes que levantan la mano que se oponen a
cualquier cosa o tontera…pero donde están ellos que están viendo que
se siguen construyendo hoteles, provocando impacto, haciendo muchas
cosas irregulares, nadie dice nada…se produjeron quiebres,
divisiones…después de que se empieza a instalar esto…los
433
dirigentes…yo veo a muchos decir, soy atacameño, y me lo tienen que
dar y vienen y pelean…yo creo que nosotros entre atacameños no
tenemos que pelear, nosotros tenemos que unirnos, pero a veces yo creo
que puede ser un tema de lo político...Yo creo que todas estas cosas
fueron pasando y nos debilitamos…cuando yo trabajé yo llenaba la sala,
hasta los mínimos detalles…qué es lo que estaba pasando, ese trabajo
fuerte lo hicimos pero ahora ya no, llaman a una reunión vamos tres o
cuatros, ya no hay poder de convocatoria…Nos agotamos, nos cansamos
y nos fuimos alejando. Por el otro lado, fue entrando el signo peso y el
signo peso nos empezó a hacer mal…al menos antes éramos unidos, sin
recursos éramos sumamente unidos, sin recursos logramos llegar a
Nueva Imperial… Tocábamos puertas…yo creo que ahora nosotros no
vamos ni a Calama…El signo peso ha entrado en nuestra gente y cada
vez…El tema de la agricultura, prefiero hacer otras cosas y no dedicarme
a la agricultura…limpiar canales no, ese es un trabajo que hacían los
viejos antes, ya no lo hago, prefiero hacer otra cosa…las comunidades
por su parte, el tema de la entrega de territorios, que fue muy mal
hecha…yo en eso critico a la CONADI y yo se lo he dicho... Hay dos
cosas que no me pareció de la CONADI…en ese tiempo existía la CEPI y
ahí tenía un cargo don Honorio Ayavire…él tenía que responder por
nosotros…Dentro de ese análisis surgió que muchos estaban
presionando, ¡sabe, ese señor no sirve para ese cargo!…en el intertanto
nosotros habíamos hecho las averiguaciones en gobernación, en
intendencia, cómo podíamos. Y ellos nos dijeron, saben qué, eso está en
manos de ustedes…den una propuesta al presidente…una terna y de esa
terna, él va a decidir quien sea. Y así fue…y yo estaba propuesta y sabe
¿porqué no acepté esa designación? y en eso debo decir que soy
cobarde, podría haber estado en ese cargo o en otros mejores. Tenía el
deseo, pero tuve que reflexionar y pensar. ¿Qué hago si yo me voy a este
cargo?, yo voy a entrar, probablemente, el presidente reafirma pero
después viene el papelito de pasadito donde dice usted tiene que firmar
en un partido político y yo no estoy de acuerdo con eso. Entonces eso
fue…yo preferí…no hubo presión de ellos, pero en algún momento se va
a dar, siendo un servicio público se va a dar… Liliana Cortésiba por un
proyecto de artesanos, no era conocida por nadie… fui a convencerla… y
luego le toca el proceso de quedarse en CONADI. Luego pasa a ser de la
CONADI, directora regional. Antes que se creara el ADI. Entonces yo
434
tengo como el acercamiento de decirle a la persona y decirle usted está
equivocado. Y cuando comienza el proceso de construcción acá de
comunidades y yo soy la primera en decirle que fue un error...La entrega
de territorios fue un error... El territorio tenía que haberse entregado, pero
todo…Este es un paño atacameño, esto es para los atacameños. Generó
divisiones. Yo le digo porqué…yo tenía dentro de lo que pensaba que
San Pedro tenía que ser una comunidad…vienen y la CONADI se
comienza a instalar en los ayllus…pero nosotros, los que sabemos un
poco más, quienes podíamos hablar con la gente y explicarles que eso
iba a ser perjudicial, eso no ocurrió. Se dio facilidades…porque la ley
decía con unos 25 socios pueden constituir una comunidad, siendo
originarios, con raíces, costumbres, una serie de cosas que dice la
ley…yo tenía mis propios principios y decía, esto no puede ser. Yo
pertenecí a la comunidad de San Pedro, pero todo esto, toda esta fuerza
me llevó a qué, me lleva a crear la comunidad de Catarpe, de mi ayllu.
Perdimos…porque las demás comunidades comienzan a moverse por
territorio. ¿Qué hace CONADI? empieza a entregar territorio. Y nosotros
por habernos constituido últimos quedamos dentro de Quitor
territorialmente. Entonces nos hizo pelear…nosotros nos constituimos
pero sin territorio, estamos peleando el territorio, estamos peleando a
nivel central… Yo llevo el tercer período… y yo en algún momento se lo
dije a la CONADI, eso está mal, no va por buen camino. Y cuando usted
nos pregunta en qué estamos mal, en eso estamos mal, cada uno tira
pa´ su lado, cada uno está metido en su metro cuadrado ahí sin
preocuparse de lo que le pasa a este, este otro. Y antes no, era todo un
pueblo, trabajo comunitario el pueblo, trabajo comunitario en la plaza, el
pueblo, trabajo en los canales, el pueblo…se hablaba de pueblo, después
de comunidad, como los demás pueblos, como son procesos también de
aprendizajes, la ley no rescata las antiguas organizaciones. ¿Qué es lo
que se organizaba en San Pedro? Si les pregunta a los viejitos, estaban
bajo el alero de la organización del agua. Esa era la principal, todo era en
función del agua, porque estos pueblos son agrícolas…los pueblos se
van instalando porque hay agua… Yo creo que antes nunca tuvimos un
apoyo como el que tenemos ahora de parte del gobierno, del Estado, de
reconocer. Por lo menos ahora se habla, porque antes en la historia de
Chile -cuando yo estudiaba-… era así era un pedacito de lo que se
hablaba del pueblo atacameño y cuando se hablaba yo creía que eran
435
otras personas, que no éramos nosotros….no hablaban de mí, hablaban
de otro, que existieron pero que no éramos nosotros. Partiendo de esa
base, hemos avanzado mucho…éramos chilenos. Y en el tiempo de mis
padres, ellos decían cuando se les preguntaba si eran chilenos,
bolivianos o atacameños, ellos decían somos de Atacama. No
atacameños, atacamas mi mamá decía. Se encontraba con alguna gente
¿pa donde vay? Voy para Atacama… no era San Pedro…Por el lado de
mi madre, de un nivel alto en esos tiempos, por el hecho de tener
carreta… arrieros, trasladaban. La primera carreta creo que fue de mi
tatara abuelo…de hecho San Isidro lo trae este tatara abuelo a Catarpe, y
eso tenía costo y quien asume, él… porque lo trajeron desde Cobija en
carreta. Y no eran queridos entre familia. Entre mi madre…y la de mi
padre…Mi mamá como de una clase más alta, tener carretas, mulas y ser
transportistas…habían clases más altas. Y mi padre, pobre. La pobreza
más extrema. Mi padre creció a pata pelada,…a los pies del Licancabur,
porque ella tenía sus estancias allá. Su mundo era el pastoreo, mi abuela
pastoreaba en el llano de la paciencia y mi bisabuela se quedaba con los
niños en Catarpe… los hijos fueron naciendo así, mis tíos con mucho
sufrimiento, muy pobres, dedicados más al pastoreo, al ganado…se habla
de que tenían como 500 ovejas porque llovía, había mucho pasto en los
campos. Pero ellos eran pobres, jamás ellos vieron dinero…La plata
siempre nos divide y hay personas, ese gustito a la plata que algunos le
han tomado dentro de nuestra misma gente, dentro de los dirigentes con
los cuales yo misma he trabajado. Hay varios, si antes nos costaba venir
a una reunión, hacer dedo… pa´ poder llegar… si no hay plata por
delante, no hay trabajo… Quizás la ley, la intención sea buena…pero
lamentablemente yo no digo que la Ley Indígena sea del todo mala…
pero nos ha hecho pelearnos entre comunidades, los temas fuertes como
el territorio, las aguas, todavía no se logran poner con la fuerza que
debieran tener”.
(Mirta Solis. Presidenta de la comunidad indígena de Catarpe y
funcionaria municipal. San Pedro de Atacama, Mayo de 2008)
436
Entrevista 2: “indios disfrazados”
“Las comunidades se forman a partir del año 94, fue un proceso diría
lento, en donde la gente tenía ciertas aprensiones con respecto a la ley,
porque no había mayor información…básicamente apostaban la agente
que al ser comunidad iban a tener muchos beneficios, hartos recursos
que en la práctica no se dio, no se concretó. Más bien lo que vi fue una
disputa por los discursos disponibles entre comunidades, y lógicamente
allí ganaban las comunidades donde sus dirigentes estaban mejor
preparados técnicamente...Las comunidades tuvieron que hacer un
esfuerzo grande para postular a proyectos y pedir asesoría externa,
porque no tenían el elemento humano adecuado para postular y
adjudicarse los proyectos de buena forma. Entonces ahí las comunidades
tuvieron que acudir a ciertas ONGs, ahí aparecieron algunas
instituciones apoyando ciertos programas. Me acuerdo del programa de
CODELCO. Después aparecieron algunas fundaciones como fue años
después el caso de la Fundación Minera Escondida, el municipio, y por
ahí por el año 2000 más menos llegó el Programa Orígenes. Nace por un
préstamo que le hace el BID (el Banco Interamericano de Desarrollo) al
gobierno de Chile para las comunidades del país, pero que
lamentablemente los fondos no llegan a todas las comunidades. Es un
fondo muy pequeño que es para todos los pueblos indígenas del país…
los recursos igual se disputan…, desgraciadamente los que se adjudican
los proyectos influyen hartos factores. Uno que influye es el factor político,
influye también la presentación del proyecto, e influye también cómo es la
comunidad. Hay comunidades que tienen su gente profesional y
fácilmente se adjudican los proyectos. Otras están en desmedro por la
distancia, sus líderes algunos escasamente tienen la enseñanza básica,
si es que la tienen. Todo eso influye, pero también influye el momento
político… queramos…Todos teníamos la esperanza en CONADI. Los
líderes atacameños de aquel entonces se fueron todos al gobierno.
437
Entonces ahí se quedaron algunos que no estaban preparados para
asumir algunas tareas en ciertas comunidades…los absorbió el gobierno,
el aparato público… Había hartos líderes que fueron apareciendo…
Todos estos los absorbió el aparato público y la empresa privada…claro,
El gobierno fue muy astuto, ahí se produjo un vacío. La dirigencia es una
cadena que tiene eslabones que no puede romperse y ahí se rompió esa
cadena,…y ese vacío creo que todavía nadie lo puede llenar La CONADI
es gobierno. El error más grande de las comunidades, nuestro fue haber
creído que la CONADI era de nosotros. En consecuencia que nunca lo ha
sido ni lo será… es estatal, porque obedecen a gobierno, prueba de ello
es la cantidad de directores que ha habido…porque algunos directores
han sido consecuentes y han dicho el proyecto va y el gobierno dice no y
a la semana lo saca. Así de simple…totalmente presionado, no hay
libertad de acción, está amarrado. Creo más que tenemos la posibilidad
cierta de acudir afuera, yo no creo en el gobierno chileno…yo ya estoy
curtido a esta altura. Me doy cuenta que el gobierno nos tiene ocupado en
puros trámites, en una ADI, un programa Orígenes, nos tiene calentando
asientos. Ya pasé por eso…yo ya no creo en el gobierno…demandar
internacionalmente al Estado para que nos entregue nuestras tierras.
Porque la gente creyó que le iban a entregar sus tierras, nuestras aguas y
hasta ahora creo que han entregado un 5% en 13 años…tampoco
entregaron sus títulos…lo que se hizo es saneamiento, para decir que
después entregamos tierras y si ya los pueblos tenía escrituras de
dominio, pero felizmente han emergido nuevos líderes…esa nueva
dirigencia está mirando con alturas de miras lo que está aconteciendo…
El tema de salud, la gente está en gran parte enferma por eso estamos
tan mal como estamos... Es malo que lo diga yo como atacameño
Licanantay, pero la gran mayoría de nuestros líderes están enfermos y es
por eso que estamos mal….no estamos cumpliendo con el legado que
nos dejaron nuestros abuelos que hacen las tradiciones y
costumbres…van a ocurrir cosas nada agradables porque no estamos
cumpliendo el legado que nos dejaron nuestros antepasados, y
desgraciadamente esto que nos va a ocurrir a nosotros le va a ocurrir a
nuestros hermanos no indígenas, a todos. ..Con la tierra no se juega...la
tierra cobra y cobra sangre, no cobra plata o dólar…Queramos o no La
CONADI lleva los registros de mucha gente, pero quiero ser franco, un
gran porcentaje no está porque quiere a su pueblo. Está por interés, por
438
un proyecto. Si la gente estuviera comprometidos con el pueblo
atacameño, si llamaríamos a una marcha habrían miles…y ahí queda
demostrado que esa gente no está comprometida con nuestra
causa…están amarrados por el Estado, porque no son indios de verdad,
son indios disfrazados… eso es lo que ocurre…el gobierno es astuto,
tienen gente especialista en destruir comunidades…tiene expertos,
doctores que matan a las comunidades, que no sanan, sino
matan…porque nosotros para ellos somos un estorbo…dentro de mí yo
no soy superior ni inferior a ellos…aprendí lo que me dijo un indio jefe
americano, si tu no matas, te van a matar…no digo eliminarlo de
matarlos, sino de neutralizarlos, sino es ignorarlo…hacer como hay cosas
que no existen, y voy a trabajar en mi territorio como yo quiero, no como
me dicen. El otro día en la ADI un dirigente de mi comunidad dijo,
queremos autonomía y el intendente casi se murió….y que esa vamos a
practicarla internamente, voy a ignorar a las autoridades… Es muy
simple, ahora felizmente en el mundo y en Naciones Unidas está
prevaleciendo el derecho de la vida…ahora tenemos acceso, contacto
con líderes que nos llevan hartos años de ventaja, eso tenemos que
hacer…sin miedo tenemos que denunciar a la presidenta que aquí se
están violando los derechos humanos…el gobierno, este Estado
democrático está cometiendo un genocidio a mi pueblo, es un crimen de
lesa humanidad…lo que hizo Hitler es exactamente lo mismo que está
haciendo el gobierno con los pueblos indígenas. La diferencia es que
Hitler mató, rápido y esta es una muerte lenta… Muchos de los proyectos
de gobierno vienen casi listos. Lo único que uno tiene que hacer es
aprobarlos, modificar lo mínimo y ellos manejan los recursos. (La
participación) es poca, (la interculturalidad) no la he visto…ahora yo apelo
a que como está aprobada el Convenio 169, yo estuve en Valparaíso en
el Congreso cuando se aprobó, es el instrumento más importante de la
política chilena. Ahora necesitamos que el Estado nos reconozca, cómo
nos va a reconocer si nosotros estamos antes…como voy a permitir que
él me reconozca si yo estoy antes que él… teniendo el convenio no sería
necesario tener un reconocimiento internacional. Las comunidades tienen
que acreditarse con eso automáticamente adquieren un carácter
internacional…este convenio es peligroso porque sólo dura 10 años…es
importante avanzar rápido y recuperar tierras…así estas recuperando,
directamente estas protegiendo la salud y la vida porque están los
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recursos naturales y todo ser humano para seguir existiendo tiene que
acudir a la madre tierra…Esos hermanos (refiriéndose a los indígenas
urbanos) están desconectados de la tierra, tienen su espíritu
perturbado…se fueron al mundo consumista. Hay dos mundos, una
consumista y otro natural. Cuando tu estas en un mundo natural, tienes
que ver sólo para sobrevivir lo justo y necesario. Cuando entras al mundo
consumista, entras a competir con los demás…comienzas a comercializar
con la tierra. Ese hombre anda robando, perdido…Anda ido, su espíritu y
su alma están fuera de su cuerpo…va a ser indio apellido, sangre y todo,
pero con pensamiento occidental. No va a pensar como tiene que pensar,
la sociedad lo va a cuadrar…esa gente es muy difícil que salga de ahí y
se vaya al mundo natural… Ojo, se puede estar en los dos
lugares…cuando voy a mi comunidad, soy uno más, mi educación no vale
nada ahí y cuando estoy al mundo de la ciudad tengo que adaptarme acá
a la rapidez…sin perder la identidad yo estoy acá, pero el sábado voy a
hacer mi costumbre…el que está acá no lo hace…no estoy
rompiendo,…no me estoy desvinculando…aquí la gente está cargada y
me consume, cuando voy a arriba me recargo…La CONADI, Orígenes,
Fundación Minera Escondida, a lo mejor, el Municipio… es un clan…
antiguamente estaba el Consejo metido en ese clan. Cuando entré yo
rompí el esquema…me enfrenté a ellos…y ahora quedó una persona de
mi misma línea que no le sigue el jueguito… Entonces ellos quieren que
todas las organizaciones prediquen con ellos, yo no puedo predicar con
ellos si están errados… Como puedo predicar con el municipio si dan
permiso a los hoteles donde están pisando la memoria de mi pueblo, ahí
hay cuerpos…cómo una autoridad autoriza…pero es tan sabia la
naturaleza que van a recibir su castigo. Le Paige (sacerdote fundador del
museo de San Pedro de Atacama) sufrió mucho…Se está profanando la
historia…ya lo estamos permitiendo, las consecuencias vienen después…
antiguamente mi comunidad era la única en contra de la CONADI, del
gobierno…cuando yo dejé el Consejo éramos 7 comunidades en contra
que no querían nada… Yerko Mathew…( primer coordinador regional del
programa Orígenes) tenía muy buenas intenciones pero entró ahí el tema
político, porque no les gustó que tirara tanto para las comunidades,
entonces para afuera…para cuando tiran para las comunidades lo
sacan…para dejar las cosas a foja cero. Yo creo que el municipio aceptó
(la concesión de un lugar para que los sanadores indígenas atendieran),
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pero no de buena gana…me doy cuenta, como vienen elecciones hay
que estar en buena con las comunidades… No olvidemos que San Pedro
no es la cuna del pueblo atacameño… está en Tuina, según las pruebas
del carbono 14 ahí están… ahí están los primeras asentamientos,
después está Tulán… recién después está Tulor….San Pedro fue el
principal centro administrativo pero en ningún caso la cuna del pueblo
atacameño. Donde está el apellido cabur? …en Chiu- chiu y es el cerro
tutelar de Chiu-chiu… ¿Por qué la gente no está conforme con el Estado?
la otra vez, cuando hubo la elección del consejero nacional hubieron 5 mil
inscritos y votaron casi 2 mil. Ahora había más de 7 mil y votaron 800. El
12 % fue a votar…entonces no hay representación, qué pasa con el otro.
Es una cosa política no más. Orígenes cumple un período de préstamo y
se va, pasa a la CONADI, desaparece…va a quedar nada, ¿qué hace
CONADI? CONADI tiene puestos sus ojos en los donde están los votos
políticamente, así funciona este sistema. El gobierno coloca plata donde
hay votos, porque el resto no interesa, somos un estorbo… el Consejo
(de pueblos atacameños) tiene que abocarse a los grandes problemas, al
conjunto de las comunidades, no puede quedarse en
pequeñeces…cuando fui presidente nunca fui a las reuniones que no
tuvieran fruto… frutos… para mí es que trasfiera las tierras el
gobierno….sacar las aguas subterráneas, demandar a estas empresas
mineras que están en territorio indígena. Esos son actos
concretos…porque el tema de educación le compete al ministerio
educación, a salud también…ellos tienen recursos. El gobierno, cuando
ellos dan recursos a quienes son de su lado. A mí no me van a dar nunca
un proyecto…no quiero ser cafiche del Estado… El Consejo
antiguamente se dedicaba a temas domésticos, al internado andino, a
problemas menores…ahora el consejo tiene que tomar decisiones de
carácter macro…no puede, los dirigentes, poner su energía mucho más
allá…una cultura sin tierra, no es pueblo. Tiene que ser capaz de
recuperar su tierra. Cuando recupere su territorio, recurará su salud…es
cierto que la política es tan cochina, que yo apuesto a una política con
identidad, sustentable… Hay una política partidista que tiene fecha de
inicio y se muere. En cambio, nuestra política no tiene comienzo ni fin, y
permanece por todos los tiempos. Esa política hay que practicar y eso se
practica siempre y cuando los dirigentes estén espiritualmente bien y
conscientes….yo creo que pueden haber avances…yo antes respetaba a
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la autoridad…corríamos…pasé por esa etapa…ya no lo voy a mirar como
un Dios porque no son dioses”
(Wilson Galleguillos. Ex presidente del Consejo de Pueblos Atacameños y
miembro de la Asociación de cultores y colaboradores de la Medicina
Ancestral Licanantay y Quechua, mayo 2008)
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ANEXO 3: Organigrama del Ministerio de Salud. Ubicación del Programa PESPI
UN
IDA
D D
E DISEÑ
O Y G
ESTIÓN
PR
OG
RA
MA
SALU
D Y
PU
EBLO
S IND
ÍGEN
AS (P
ESPI)