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COLECCION
DE VARIOS SERMONESy
P R E D I C A D O S
P O R E L B IA N U E L P O R T E A .
la f ie s tá d e a c c ió n d e g r a c ia s d J esu cristo e n e l
sep u lcro .E lo g io d e S a n A n to n io d e P a d u a .
3 ° £ n la s roga ti'vas p o r la g u e r r a c o n tr a F r a n c ia .4.® E n la s e x e q u ia s d e l V . P . F r . P e d r o P a s c u a l R u h e r t
y L o za n o .5 ° E n u n a f i e s t a d e a c c ió n d e g r a c ia s á M a r ía S a n zís im a
d e los D e sa m p a r a d o s .6 ° J d . en o tr a c e le b r a d a e l d ia d e l a P r e s e n ta c ió n d o
n u e str a S eñ o ra .
7.® E lo g io d e S a n ta C a ta lin a ,
t i l
S E B . M O K T
DE L E N T I E R R OD E N .™ ” R E D E N T O R J E S U -C H R IS T O ,
QUE CON MOTIVO DE LA FUNCION
QUE P A R A SOLEM NIZAR SU MEMORIA
C E L E B R O
EL REV.^° CLERO DE L A IGLESIA PARROQUIAL
D E SAN SALVADOR DE FALENCIA
E N L A T A R D E D E L VIE R N ES SANTO D E L P R E S E N T E A W ,
Á D E V O C I O N Y E X P E N S A S
D E L R E Y N U E S T R O S E Ñ O R
( QUE DIOS GUARDE )
D I X O
E L M .r n o F r . J O S E P H M O L L AD E L Ó R D E N D E L G R A N P A D R E S A N AGUSTJN.
V A L E N C IA MDCCLXXXVI. e n l a im p r e n t a d e jo s e p h y t o m a s d e o r g a .
C O N L A S L I C E N C I A S N E C E S A R I A S .
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P o s t h a e c r o g a v i t P ’d a t u m l o s e p h
a h A r i m a t h a m , u t t o i l e r d c o r
p u s l e s u . E t p e r m i s i t P i l a t u s ,
l o h . c a p . I p . V . 3 8 .
Bendigan todas las criaturas á
Dios P adre, porque viene yá
en declararse defensor de la
inocencia y divina gloria de
su H ijo U nigénito Jesu-Christo. Alábenle Cielos
y Tierra y porque armado con una fortaleza ir
resistible , pero suave y lum inosa, desconcierta,
los malvados designios, que la ingratitud y per
fidia de los Judíos anhelaba consumar en la
sagrada Humanidad de su coeterno encarnado
Verbo. Santifíquenle, hónrenle los Espíritus A n
gelicos y todos los hom bres, porque haciendo al
ternar en nuestro Redentor perseguido los suce
sos prósperos y adversos, según la distribución
de los tiempos ocdenada por una alta y arcana
Providencia, tocó á Chrlsto su vez de recobrar
aquel Nom bre sobre todo Nom bre , que tanto
habla amancillado la envidia de sus enemigos.
z Hasta este punto el Padre Celestial, como
que olvidado de la reputación de su H ijo U n i
génito , ha dado lugar á que los Judíos le mal
trataran de todos m odos, sin ponerles tasa, ni
en los torm entos, ni en las injurias. H a dexa-
do que le prendieran como ladrón , que le atro
pellaran como hombre in d ig n o , que le harta
ran de oprobios, que le quitaran la vida en
un patíbulo no menos ignominioso que cruel,
y tanto ha mostrado desatenderle en su mayor
con flicto , que con ser Jesús el F u e r t e por ex
celencia , le ha obligado á prorumpir en esta
am orosa'quexa : Dios mió Dios mi ó, i por
qué me has desamparado ? Mas al fin era esta
aquella h o ra , de la qual el Salvador habla di
cho en el Huerto de las o livas: Veis ahi vues
a M atch. t y . V. 4 Í". b L u c .
tra hora, y el poder de las tinieblas. H ora de
sus rabiosos enemigos : hora , según la vehe
mente expresión de San Juan Crisostomo ho
ra de que á vista de los abatimientos del H ijo
de Dios chocarreasen los diablos.
3 Pero se finalizó y á , Señores, con su muer
te esta hora de la persecución de Jesu-Christo,
y comienza la de sus honras desde este instan
te : porque satisfecho el Eterno Padre con la
Pasión dolorosa de su muy amado H ijo de la
quantiosa deuda , que el hombre habia con-
trahido por sus culpas y maldades j toma de su
cuenta el defender á Jesu-Christo con canto
mayor Ínteres, quanto por largo tiempo habia,
al parecer, manifestado un descuido misterio
so , en orden al crédito y decoro de su santí
sima Persona, Y a s í, despues de haber ordena
d o , que por medio de un eclipse Solar se cu
brieran de luto desde las doce de la manana
hasta las tres de la tarde todas las criaturas,
que el sagrado velo del Templo de todo eu
a Homil. 87. al. 88. in M atth. nuin. i .
todo se rasgara, que se estremeciera y agita-
ra el Orbe Terrestre, que las piedras encontrán
dose unas con otras se despedazaran , que se
abrieran los monumentos ó sepulcros, que re-
suelearan muchos muertos , y que el Centurión
con alta voz confesara que era Chrlsto verda
deramente H ijo de Dios v iv o j determinó que
se k hiciera un Entierro h on orífico, y que á
su venerable cadaver se le diera magnífica se
pultura.
4 Pero 1 de qué manera tan ventajosa para
Jesús individua Sabiduría del Padre! ¡C o n qué
circunstancias tan propias para restablecerle en
su eterno prim itivo honor l V osotros, Oyentes,
lo vereis. V ereis, d ig o , que el Padre Celestial en
esta coyuntura, sustituyendo obsequios á opro
bios , glorias á ignominias , gozos á penas y
dolores -, n ada, nada om itió de quanto pudie
se acreditar , ennoblecer y ensalzar la divina
M isión de Jesu-Christo su Unigénito Hijo.
5 Materia de muy grande im portancia, que
me suministrará la proporcion de solidar en la
primera parte de este fúnebre discurso el esen
cial dogma de la Resurrección del Salvador del
mundo i y de producir oportuna y brevemen
te en la segunda varias reflexiones útiles para la
Instrucción, consuelo y aliento de aquellas al
mas , á quienes el Señor se sirve de visitar y
probar en la fragua de las tribulaciones.
6 Este e s , Señores y mi intento j pero tened
á b ie n , que yo en cumplimiento de m i obli
gación os declare ahora algunas de las razones
de congruencia , por qué quiso el Redentor
s e r , despues de m uerto, enterrado y sepulta-**
do. Fuélo por la verdad nuestro benigno Sal
vador , para confirmarnos en la creencia de que
real y verdaderamente murió sobre el madero
de la Cruz en el monte Calvario. Fué sepulta
d o , para que despues de un tal exemplar como
el de haber muerto y sido sepultado el Autor
de nuestra v id a , yá en adelante el funeral de
los Christianos fuese mirado con los ojos de
la F e , y dexára de ser un m otivo de horror
y tristeza para los que por dicha creemos fir-
memcnte la eteraldad de las almas , y el ser
de vicalidad, movim iento y acción , que han
de recuperar los cuerpos humanos en el dia del
Juicio. Fue sepultado, y permaneció Jesús por
espacio de tres dias en el sepulcro , para que
con esta circunstancia tan preponderante res
plandeciera y se pusiera mas en claro el estu
pendo y singular milagro de su gloriosa R e
surrección.
7 Veis ahí la suma de quanto podia yo.
Señores, deciros concerniente a los particulares
de este punto de la doctrina de nuestra Cató
lica Fé. Para el acierto en lo restante, implo-r
remos los auxilios de la divina g rac ia , median*
te la intercesión de María V irgen Señora núes*,
tra y Madre del victorioso Redentor.
A V E M A R Í A .
S * eflexionad desde luego , Señores, el es
tado que tenian las cosas en Jerusalen quando
acababa de espirar en el sagrado leño de la Cruz
nuestro Señor Jesu-Christo, ¡ Sistema cruel i Ape-
í 7 ]
ñas habia entonces clase ó condición de .perso^
ñas que no aborreciese al divino Salvador, ó
no temiese incurrir la indignación de otros, si
por ventura pensara én declararse á favor suyo.
Los Príncipes de los Sacerdotes y los Letrados
de la Ley , poseídos de rencor y envidia , y
por otra parce recelosos de perder la opinion
del P u eb lo , ninguna cosa deseaban con tanta
ansia , como que el nombre de Jesu-Christo
quedara sepultado en un perpetuo olvido , ó
que á lo menos la posteridad no se acordara
de él 3 sino para ponerle por dechado de fal-/
sos Profetas y de insignes Impostores. A este
fin ¡ quanto no habian maquinado contra el
R edentor, y de quan enormes crímenes no ha
bian pretendido el hacerle pasar por delinqiien-
te para con el incauto vulgo 1 Para instigarle
contra Jesús, habianle m il veces sugerido, que
era un transgresor publico de la L ey de M oy-
sés, que se jactaba de que habia de abolir los
antiguos preceptos, sagradas tradiciones y pom
posas ceremonias de la Nación Judayca , queB
alborotaba la Plebe y impedia pagar tributo a
Cesar, q u e , con el pretexto de fundar un nue
vo R e y n o , intentaba usurpar el Cetro é inva
dir el Trono de Israel : y que de una tal mul
titud de atentados contra las Potestades publi
cas , no podia , por efecto natural , seguirse
o tr o , sino que los R om anos, envolviéndoles á.
todos en una común desgracia, cubrieran con
sus Legiones la J u d éa , les despojaran del triste
resto de su Legislación , y les reduxeran por
ultimo á una servidumbre quizá mas rigurosa,
que la que habian padecido sus m ayores, ó en
Egipto baxo el poder de Pharaon, ó en Babi
lonia baxo el de Nabucodonosór , ó baxo el de
Salmanasár en la Asíria.
9 Ved qué idea se procura inspirar de su
Salvador á un Pueblo , que él viene á redimir
á costa de su sangre preciosísima. Discurrid qué
impresiones tan profundas no deben de hacer
en los ánimos de la gente popular é idiota es-»
ras malignas sugestiones de los Magistrados y Sá-
bios de la Nación. Ello e s , Oyentes m uy ama-
dos , que á Jesu-Christo se le reputa por un
Embahidor famoso , y que este feísimo con
cepto que ha regido á los Judíos para pedir á
voz en grito el exterminio de su Bienhechor,
es también el q u e , despues de la ignominiosa
muerte que ha sufrido, im pide aun su honro
sa y decente sepultura.
10 Porque ¿qu ién . Señores, querrá en esta
situación favorecer á un hombre tan general
mente desacreditado? íHerodes? E l tiene en can
poco á Jesu- C h risto , que estimándole por in--
sensato , le ha devuelto al Presidente cubierto
de una tiínica de burla, i Pilaros ? Se le ha he
cho tem er, que perderá la amistad del Cesar,
sino condena á Jesu-Christo. c Los Ancianos y
Pontífices ? Son quiénes han juzgado al Salva
dor digno de una vergonzosa muerte, i Los Fa-
riséos y Escribas ? H an sido los Actores. ¿ La
Plebe ? c Los Judíos ? ¡ A h que estos acaban de
acusarle y perseguirle hasta el suplicio !
1 1 A lta Providencia de Dios Padre < ya no
^s Jesús aquel H ijo m uy am ad o, en quien te-
[ 10 ]
nials vuestras complacencias y delicias > i Dexa-
rcisle también ahora en manos de sus implaca
bles enemigos ? i Perm itiréis, q u e , arrojado su
divino cuerpo en un vulgar sórdido carnero,
sea mezclado y confundido con los de los mas
insignes malhechores para pasto de insectos as
querosos ? Quitad allá recelos no menos injurio
sos á la caridad infinita del Padre Celestial, que
al decoro de la Humanidad santísima del Eter
no H ijo. Y á , Señores ,*yá Dios P ad re, entre
tal muchedumbre de hom bres, ó corrompidos,
ó émulos declarados de Jesús, yá se ha escogi
do un Varón recomendable, q u ie n , pospuesto
el temor y respeto humano , saca , digámoslo
a s í, el cuerpo al a y re , para tributar al sagrado
cadaver del H ijo de Dios vivo los postreros ofi
cios de piedad. Josepli de Arimatéa es el que
á pesar de tantos obstáculos, se presenta á P i
laros , y le pide el cuerpo del Hombre Dios.
i t Id observando conm igo los dictados y
quahdades de este grande Hombre. Era Joseph
natural de A rim atéa, y como dice el Evangé-
[ ” ]Ilo " , varón rico y dotado de una probidad no-
toria. Era uno de los mas nobles Senadores ó
Consejeros de la República Judayca según San
Gerónimo y por esto dice San Lucas que
no habia venido con los demas Jueces en con
denar á Jesu-Christo. Era este hombre un Is
raelita espiritual y de los que por momentos
aguardaban el Reyno de Dios De otra parte
como individuo del Consejo de Jerusalen com -
prehenderia los fines, genios e intereses de los
otros Senadores, con lo que podria servirse de
la ocasion mas oportuna para hablar al Presi
dente.
1 3 i Quién tal pensara ? Joseph no obstan
te , aunque dicipulo del Redentor, no lo ha
bia mostrado abiertamente hasta este lance, por
evitar ' el odio de sus compatriotas los Judíos.
Pero al fin las circunstancias de sugeto hacen
dado , v irtu oso, y por ello respetable entre los
a M atth . cap, 17 . v . f ? . h In cap. a?» M atth.
M are. fíí/). i f , V. 4 ?. L u e . cap» c Ubi supra v . f i *
* 3- V. JO. et j i , lo h i cap, 19» ^ M are, et L ue. ibià.}S. e lo h . ubi iupra» .
de su N a ció n , le inspiraron un grande aliento
dicen San Geronimo y Agustino m i Gran Pa
dre h y así entrando osadamente, según la fra
se de San Marcos , pidió á Pilatos el cuerpo
de nuestro Señor Jesu-Christo.
14 Y ved ahí que por semejantes causas le
deparó la Providencia por compañero en tan
honroso exercicio de virtud á N icodem us, Per-
sonage también de los mas ilustres de la Judéa
y Príncipe de los Judíos según la expresión del
Evangelio , esto e s , Senador del gran Conse
jo , conforme al sentir de los Intérpretes Jesu-
Christo nuestro Salvador llama con tono , al
parecer , irónico á Nicodemus Maestro en Is
rael / ; y en verdad que el Redentor tuvo que
instruirle en los primeros rudimentos de la Re
ligión , según lo colige un Escriturario de las
respuestas que dió el Señor á sus dudas sobre
a Vbt supra, e lo h . Bapt. D u H a m e l/'« «0/.
h Lib,%. de Consens,Evang.cap, ad îd. cap. et hXtyi. tom, z. in
V . I . et 2 . cap , î . E v a n g . lo b .
c ü h i su p ra , f lo h . ib id . v . 1 0 .
d î , V . r* g ’D ü H i a i , i n y . i , e iu sd . cap^
el renacimiento espiritual. Se comprchendc tam
bién bastantemente en su razonamiento con Je
su-Christo , que y aunque de la secta de los Fa
riseos , habia él sin embargo tenido diferentes
sentimientos que estos sobre la celestial Misión
del Salvador y se sabe que fué uno de sus
dicipulos. L o fué , digo , ocultamente de la
forma que Joseph de Arimatéa , y no consta
que hubiese tratado con Jesús, sino á solas y
de n och e, como lo testifica el Evangelista San
Juan
1 5 Tales fueron Joseph y N icodem us, aque
llos célebres Israelitas, que tanto se esmeraron
en procurar á Jesu-Christo una honesta sepul
tura.
1 6 P e ro , Señores, i qué es esto ? Dos di
cipulos , y esos no de los mas allegados, sino
ocultos, y tan cobardes como se v e , han de
ser los que se muestren hoy tan solícitos en
honrar á Jesu-Christo í i Esta Christo sin ami-
a lo h . ibid. v . z . A le x . lih . i . lo b . p , 1 4 / .
b N a t, A le x . ibid, e x S . C i r i l . c lo h . ibid. v , 2.
g o s} c N o lo son un Jáiro , un Zaqueo , un
Lázaro (por callar de otros) á quiénes tanto fa
voreció el Señor? ¿Está sin deudos ó parientes?
¿Qué? ¿Habria desaparecido por ventura Cleo-
fá s , y no quedaria siquiera uno de la familia
ó linage de Zacarías Padre del Gran Bautista ?
Y quando tal sea el apuro, ¿ no hay Apóstoles
á los quales ha colmado de mercedes, que han
merecido toda su confianza ¡ y que han que
rido pasar públicamente por seguidores de su
E van gelio , que salgan á pedir el cuerpo de su
Maestro ? Los h a y , dice el Padre San Am bro
sio y pero conviene que para este efecto se les
sustituya á Joseph y Nicodemus : porque Jo
seph , aííade este Gran Doctor , es varón ínte
gro y constante, Nicodemus es Israelita, en el
que no hay dolo ni ficción y tales hombres
son los propios para solicitar la sepultura de
Jesu-Christo , en la que se ha de hacer ver,
que no interviene ligereza , fraude ni maldad
alguna.
a Lib, 10 . m Evang, L u e. ad caf, t \ .
17 Y á la verdad, si los Apóstoles ( y la
propia razón milita en orden á los amigos y
parientes de Christo ) , si los Apóstoles, prosi
gue San A m brosio, hubiesen tenido el menor
influxo en el Encierro del Salvador , quizá des
pues se hubiera dicho , que todo era engarío
y añagaza: que se habia aparentado el Encierro
de Jesús, pero que en la realidad no le habian
sepultado; á la manera que se dixo que no ha
bia resucitado, sino que los dicipulos lo habian
fingido mañosamente, robándole del sepulcro.
Por el contrario, siendo Joseph y Nicodemus
los únicos que concurriesen á este obsequio de
piedad, se les convencía á los Ju d ío s, conclu
ye el mismo Padre, por el testimonio domésti
co de unos hombres tan autorizados y cerca
nos , como que ambos á dos eran Príncipes en
su Nación de ellos, ó Senadores de su primer
Consejo.
18 Medidas por cierto bien tomadas. Pre
cauciones sábias de la Providencia d iv in a , que
enderezaba los sucesos tod os, y codos los in ci
dentes á que una vez evidenciada la sepultura
de Jesu-Christo, yá nada tuviesen que oponer
los Judíos contra la verdad de su triunfante Re
surrección.
1 9 i Pero en efecto con ello quedaba to
talmente evidenciada ? ¿ La m alignidad, ó la ca
vilación sutil no podrían revolverse aun contra
los que predicasen despues un tal m ilagro, que
no tuvo semejante en los tiempos anteriores}
¡ A h , Oyentes muy amados l los Judíos eran
enemigos implacables de Jesu-Christo: sus Pon
tífices y los Fariseos no cesaban ni cesarian de
instigarles contra el Salvador; procurarian, co
mo ántes de ahora, amancillar por todos m o
dos el crédito de su vida inocente y de su M i
sión divina y así era de todo punto necesario
el cerrar un otro efugio á su incredulidad.
20 Joseph y Nicodemus eran por la ver
dad unos varones á todas luces respetables: Per-
sonages, d ig o , irreprehensibles en su conducta,
esclarecidos por su nacim iento, dignos de toda
fé por su elevado carácter, y lo importante de
los empleos que obtenían en la República. Pe
ro estos dos grandes hom bres, bien que ilus
tres y virtuosos, eran dicipulcs del Redentor,
y su testimonio á. favor del M aestro, que pa
ra qualquier otro que no estuviese alucinado
debia de ser fidedigno, podia sin embargo pa-'
decer, para con los enem igos, la excepción de
decirse dictado por el Ínteres, ó por una par
cialidad apasionada.
I I Ved pues ahora, Señores, lo q u e , pa
ra evitar este inconveniente , dispone la divina
Sabiduría, y admiraos.
2,2, Pilaros en efecto no quiso dar crédito
á Joseph de A rim atéa, aunque persona tan dis
tinguida , y de tan puras y piadosas costum
bres. A l contrario, maravillado de que el Sal
vador hubiera espirado tan prontamente, llam.ó
al Centurión , que acabaría de llegar del Cal
vario : preguntóle sí por ventura era yá muer
to Jesús i y solamente asegurado por una res
puesta categórica de la verdad del suceso, man
dó se entregase á Joseph de Arímatéa el sagra-
do cadavcr del difunto Salvador, Todo esto es
del Evangelista San Marcos.
23 i O h altos juicios de D io s ! Determinó,
amados O yen tes, el Padre Celestial para gloria
de su H ijo U n igén ito , que el Presidente Pila-
tos discurriese de este m o d o: Joseph es dicipu-
lo de C h risto , y consiguientemente se halla in
teresado en que se cumpla lo que su Maestro
ha prometido tantas veces acerca de su futura
Resurrección. < Quién me asegura pues que no se
nos arma algún engaño > < Quién sabe sí Chris
to no ha muerto , y su dicipulo finge ahora
que yá murió ? Con esto lograrla él dos co
sas : la una librar á su Maestro de la muerte
y de los tormentos de la C r u z : la otra publicar
al cabo de tres dias que ha resucitado, quando
en la realidad no habria m uerto, con lo que
se reencenderia la cólera de los Pontífices y Fa-
riséos, la sedición y alborotos de la Plebe. íQ u é
remedio pues para precavernos de una super-
cheria semejante ? Llámese al Centurión, hom-
a Cap. i f . V . 4 4 *
brc indiferente y testigo presencial, que no se
habrá engañado, ni querrá engañarm e, y sepa
mos de su boca la verdad.
2,4 (V eis , Oyentes , por que veredas, a l
parecer , tan desviadas Iba conduciendo á los
mas incrédulos la celestial Providencia del Pa
dre á un convencimiento firme de la real y ver
dadera Resurrección de Jesu-Christo nuestro Se
ñor > Ordenó , que el mismo Juez Pilatos que
le habla condenado se hiciera pregonero ' y tes-
I s i P o n d o Pilatos hubiera
sido en realidad autor de las A c
tas 6 Comentarios que pasaban
por suyos en los primeros siglos
de la Ig lesia , tendríamos por cier
to que habia dado cuenta al Cesar
T ib e rio de los m ilagro s, Resur
rección y Ascensión de jesu-Chris-
to . Eusebio Cesaríense afirma, que
dicho Presidente participó todo es
to á T ib e rio , conforme á la prác
tica que comunmente observaban
los Gobernadores de las P rovin
cias acerca de la puntualidad en
avisar, ó al Em perador, ó al Se
nado , quantos sucesos notables
ocurrían en el distrito de su juris
dicción. D íce lo Eusebio en el Llb.2, de su HUt, Eclei. cap. z , y lo
propio aseguran Tertuliano en el
jipologet. cap. S’ / «i* y San Justi
no en su Apolog. E dk. Parts, i . que
es la que dirigió al Emperador A n
tonino P ío 5 pero no se sabe que
estos antiguos y célebres autores
hubiesen leído tales Com entarios
ó Actas : y las que publicaron los
G en tiles , com o las que , según
San Epifanio , hicieron correr los
H creges Q uartodecim anos, yá se
dexa entender que no merecen el
menor crédito. Sin embargo , la
firme aserción de Eusebio , y las reconvenciones que Tertuliano y
San Justino hacen á los Paganos
sobre que no podían ignorar lo
obrado por Jesu-Christo en la Ju
déa i acreditan , ai parecer, bas-
IO
tlgo de la muerte del Salvador por el testimo
nio del Centurión y de los que hablan puesto
al Señor en el patíbulo, i Y esto á qué fin > Pa
ra que el mismo Pilatos, hombre Pagano, ene
m igo de C h risto , Personage autorizado por su
dignidad , y adulador de los mismos que tanto
deseaban abatir al Redentor divino , les hicie
ra frente, y tapara sus bocas fementidas quan
do despues tal vez dixesen , que no habla re
sucitado en verdad el que tampoco en verdad
habla muerto.
25 ¿N o os m aravillalsí Por cierto , Seño
res , que un tal conjunto de circunstancias, en
la apariencia casuales, pero yá desde lo eterno
decretadas en la altura de los consejos divinos,
no pueden menos de admirar al mas cuerdo y
reflexivo.
z6 Sin embargo os ruego ahora tengáis por
tantemente > que j sino hubo ]a- las m aravillas del Redentor en la
mas Actas algunas verdaderas de P alestin a , y quizá , según lo in -
P ila to s , se hablan á lo m enos d i- stnuado j por medio del testímo-
Y u lgad o en todo el Imperio R o - nio público del citado Presiden-
mano noticias harto fundadas de te.
Z I
bien j que yo prosiga desentranando tan impor^
cante suceso : porque en el rodo es digno de una
medicación detenida, igualmence que de la acen-
cion benévola de un audicorio Chrisciano.
27 Jesu-Chrisco según el cestimonio de
San Mateo , será sepulrado en el sepulcro
que para sí mismo y de propósito habia man
dado fabricarse Joseph de Arimatéa , para que
coda la posteridad entienda, que hubo persona
ilustre que creyó verdaderamente honrarse y hon
rar á su familia , cediendo su sepulcro á Chris
to recién crucificado y hecho un objeco de opro
bios y dolores. Jesu-Christo como lo asegura
el Evangélio será encerrado en un sepulcro
n u evo , y en el qual á nadie se ha puesco aun:
y esto según San Ambrosio y San Geróni
mo para que despues no se d iga , que otro y
no el mismo Salvador es el que ha resucicado.
Jesu-Chrisco como dicen los Sancos Evange-
a Cap. 1 7 . V . € 0 . c Vbi supra,h M atth. L u c. 1 ? . V. ä Jn cap. M atth.
n - ft lo h . 19. V. + r.
[listas Mateo ** y Marcos será colocado en urf
sepulcro ¡ no yá construido de diferentes pie
dras j sino cavado en peña v iv a , y luego yá
depositado, se ajustará según los mismos Evan
gelistas , una grande losa á la puerta del se
pulcro , para que despues no se finja, conforme
á la opinion de Sábios Expositores que los
dicipulos le han sacado de allí y le han hecho
desaparecer. Se sellará el sepulcro como lo estu
vo el profundo lago donde se arrojó á Daniel;
los Judíos de órden de sus Pontífices pedirán al
Presidente Soldados Romanos para que guarden
el sepulcro: les otorgará Pilatos quantos quie
ran , diciendoles: E a , id y guardadle de ¡a ma*
ñera que sabéis,
z8 i Qué menudencias tan frívolas, se dirá
tal v e z , nos refieren los Evangelistas l < A qué
propósito un por menor tan prolixo y difuso?
z 9 Toda esta exactitud , Señores m ios, era.
indispensable , si creemos á San Juan de D a-
a Ubi supra. d lo h . M aldon. in eap. 27,
b Cap. V. 4 Í . Matth, ad v. 60. ex Or'igene,
c Ihid. e Cap. z j . t».
^3masco * y al Gran Crisóscomo Los Gefcs de
la Nación Judayca interesaban mucho en sacar
embustero á Jesu-Christo, y deseaban por con
siguiente con grande ansia, que saliera de todo
punto falsa la predicción que habia hecho de
que despues de haber muerto en la C r u z , resu-
citaria glorioso al tercero d ia : y una muerte ó
sepultura dudosas, dicen los citados Padres, hu
bieran excitado sospechas bastante fundadas con
tra el profetizado singular milagro de la Resur
rección del Salvador. Así que por esto, añaden,
decretó la Providencia d iv in a , que los Sagra
dos Historiadores de la vida y soberano minis
terio de Jesu-Christo ' positivamente y con par-
a Orat, m Sabbaí. Sanct. ap. que las arenas del mar de Galilea.
Franc. Com bef. tom. 3. Biblhth, Por tanto , aun quando lo hubíe-
P P , rtum. 4 f . ran querido executar, no habrían
b H om .îf.a l.î4 ..m ïo h .n u m .4 , sabido añadir cosa alguna en su
I C on tribuye no poco para E van gélio j y asi hablaron de la
form ar concepto de la veracidad doctrina y acciones de Jesu-Chris-
de los Sancos Evangelistas , aun to , gobernándose precisamente
preclndiendo de la revelación é por lo que habian visto ú oído:
inspiración divina que tuvieron y nos manifestaron con Igual fran
que no les dexaba erra r, el sa- queza sus abatimientos y sus mÍ-
ber que fueron hombres vulgares, lagros 5 y ni ponderaron la alteza
y q ue apenas conocian mas mundo de su divina M is ió n , ni disminu-
D
[ M ]
clcuUr esmero ños individuasen , que su sacro
sanco Cuerpo liabii sido dcposicado en el sepul
cro de un varón ilustre por su nacimienco y
cmincnce por sus cargo s, en un sepulcro nue
vo y vacío , en un sepulcro labrado en lo grue
so de una roca, en un sepulcro por último bien
ajustado, sellado y cuidadosamente guardado: pa
ra que con la delicada narración de unas medidas
tan escrupulosas y exactas, quales de hecho se to
maron en el Entierro de Jesús, yá no quedase ni
siquiera el menor indicio de ficción ó fraude acer
ca de su efectiva muerte y sepultura, con lo que
tampoco se pudiera hacer objecion alguna contra
la realidad y verdad de su gloriosa Resurrección.
yeron un átomo de la afrenta y
baxeza de sus oprobios. En suma,
como si fueran hom bres, ó estra-
ños respecto del S a lv a d o r, ó in
accesibles á todo afecto humano,
comunicaron sencilla y menuda
mente á la posteridad , yá lo que
podia conducir para el crédico de
la D ivinidad de Jesu-C hristo, yá
también lo que á ojos carnales de
bía quizá parecer ménos decoroso
en la vida y palabras de su M aes
tro. Finalmente e l Gran Padre San
Agustín de Consens. Evang. ¡ib. i .
cap. I . observa , que de los qua
tto Evangelistas hubo dos que fue
ron también Apóstoles , á saber,
San M ateo y San Juan : y dos que
no lo fueron , esto e s , San M ar
cos y San Lúeas ; á fin de que se
entendiera , que no hubo diferen-'
eia alguna entre los que narraron
acciones de Chrísro que habian
visto por sus propios o jo s , y los
que las escribieron mediante el
testimonio de testigos oculares.
I M ]¡ 3 0 De esca forma Oyentes , hacia servlc
ci Padre Eterno i la reputación y gloria de
Jesu-Chrlsto la malignidad y envidia* de sus
enemigos , verificándose en la ocasion presente
lo que habla predlcho el Señor en el sagrado
Libro de Job : Ko sorprenderé á los astutos en,
su astucia misma. Por este modo zelaba la hon
ra de su H ijo U n igén ito , preparándole á una
Resurrección triunfante , en la qual no pudiera
sospechar engaño ú falacia hombre alguno de
§eso y capaz de reflexión.
3 1 Pero en desahogó , digámoslo a sí, del
silencio forzado y violento que habia guardado
por todo el tiempo de la sagrada Pasión del
Salvador , quiso también procurarle una mag
nífica y solemne sepultura.
32 Y á este fin , Señores , \ qué jubilo
no debió inspirar al piadoso Joseph quando
se vló con el permiso de enterrar á su Maes
tro 1 i Con qué presteza y alegría no correrla
hácla el Calvarlo á tributarle el ultimo y mas
a Cap, j . V. I j ,
; t é ]
cierno testimonio de su amor y devocion ?
33 Y á no es Joseph de Arimatéa , no es
aquel dicipulo cobarde, que viendo maltratado
á Jesu-Christo por los Senadores sus compañe
ros en medio del gran Consejo, no se atrevió
á pronunciar una sola palabra en favor de
aquel, á quien estimaba quando ménos por un
Profeta del Señor y por Varón inocentísimo. En-
tónces, aunque con amargo dolor su y o , escu
chaba las iniquas acusaciones de los J u d ío s , las
reconvenciones malignas y astutas del Pontífice,
las befas descomedidas de la canálla v i l : estaba
él presente al tiempo de los ultrages, de las bo
fetadas , de las crueles é injustísimas calumnias
que se vertian contra el R edentor: oía á un so
berbio C ayfás, que , constituido en su elevado
Tribunal , á Jesu-Christo R ey de los Reyes y
Señor de los Señores preso y maniatado en pre
sencia su ya, como si fuese un delinqüente in
fám e, le preguntaba de la doctrina que habia
enseñado , y del paradero de los dicipulos, y
«otaba las respuestas de Christo llenas de man-'
t ^ 7 ]
Bcdumbrc y prudencia celestial; pero no tenia
Joseph ánimo para imponer silencio, tomar la
voz y hacer una justa apología del Salvador por
lo que el mismo habia presenciado 3 habia vis
to y admirado en la persona 3 hechos y ense
ñanza de su Maestro.
34 A h o ra , ahora es quando se interesa en
el honor del Crucificado : ahora quan do, ins
pirado y revestido de lo alto de una fortaleza
insuperable , no teme el pa-sar por dicipulo y
am igo suyo j y como quien desea con anhelo
desquitarse de la grande opresion que ha pade
cido su amor y respeto, camina á enriquecer,
por explicarme así, su casa con la joya inesti
mable del Cuerpo difunto del Salvador, colo*
cándolo en un sepulcro, q u e , conforme al sa
bido oráculo de Isaías , no podia menos de
ser glorioso.
35 Sí ; pero c t i í , ó Joseph, pregunta aquí
San Epifanio tu sabes por ventura quién es
a Cap. I r. V. 10. Com bef. torn- X*
b InCorp.íepult.Dem.ap.frAac» lO . *
; ;
^ u c l Señor, <]t:c'['edksce y -has logrado ? ^Quan
do ce acercas á la Cruz , quando desenclavas
sus pies y manos , quando en cus hombros y
los de Nicodemus baxais del patíbulo á Jesu-í
Chrisco i conocéis acaso vosócros á, quién servís ?
Si lo conocéis , añade el Santo , si lo sabéis,
ahora es quando sois verdaderamence ricos. Por
que á la verdad , i qué mayor opulencia y ri-i
queza que reconocer en vuescros brazos al po
seedor de los cesoros inmensos de la sabiduria
y ciencia de Dios Ecerno ì
3 Sea de esto lo que fuere , porque en
ello , Señores , no están de acuerdo los Santos
Padres : Josep h , y N icodem us, aquellos es
clarecidos y venerables Israelitas adoran con pro
funda reverencia á Jesu-Christo, besan con ter
nura y dolor sus llagas sacrosantas, cierran con
respeto sus divinos ojos, juntan sus labios poco
I Teníanle aun por puro hom - unguent. ap. Com bef, cit, tom. j ,
bre Joseph y N icodem us, dice San BibUotb. P P . suponen j que Joseph
Juan Crisòstom o i/yfw. 8 y* 84. de Arim atéa estaba yá eniónces
/« lo h . ««M. 3. Pero San Epifanio convencido de la D ivin idad detúiCorp, jepult. Dom. y San G rego - Jesu-Christo.
l io de A n tioq u ia O nt, in mulier.
[ !
ha rubicundos y al presente amortiguados y cár
denos, cruzan sobre el sagrado pecho sus ma-
nos soberanas, ungen con aromas los mas pre-i
ciosos del Oriente su Cuerpo adorable depósito:
aun de la Divinidad , lo envuelven en lienzos
nuevos, lim p ios, blancos y odoríferos, y con
devocion respetuosa lo entregan á la Sagrada V ir
gen María su Madre Santísima.
37 Y aquí es donde en verdad quisiera yo
voces bastante expresivas y enérgicas para pon
derar el dolor amargo de María. i O h l ¿ quién,
Señores, quién dará agua á mi cabeza y á mis
ojos dos fuentes de lágrim as, para testificar dig
namente las grandes angustias de su maternal Es
píritu? Fué sin duda esta ocasion la mas funesta
de quantas le ocurrieron en el espacio de su ya
próspera, yá adversa y azarosa vida i y por tanto
me alentaría y o , alentarla, d ig o , mi poquedad
imitando las sentidas pláticas, que en tiempos á
este semejantes ponen algunos Santos Doctores
<* G eorg. N x o m . Orat. tn illuda Meiaphr. Orat. in d'iem Sabb. Sanct,
Stabant autem cer. <*/>. ch. CoiTibef, ap. eund. Ibid,
tom. j . et Simi.on L ogoth . qui et
[ 30 ]
en la eloquente ' y dolorida boca de la Sagra
da Virgen.... \ Ay ! pero tartamudea mi lengua
torpemente, y por esto no son mis balbucien
tes labios los que deben manifestar quan vivos
y heróycos fueron los afectos del corazon de la
Madre á vista de un Hijo llagado de pies á ca-
I L os inteligentes no pueden
menos de haber observado en el
Cántico de Nuestra Señora una
eloqüeneia sencilla y v a r o n il, y
Juntamente n o b le , sublime y ma-
gestuosa , semejante á la que en
muchos Libros de la sagrada Escri
tura descubre la piadosa y hábil
perspicacia de M . RoU in Trat. De
la man. dt enseñ. y est. cet. tom. a.
Ltb. 4 . cap. 5. « E lo q ü en eia , d í-
>»ce, que no consiste en palabras
»»escogidas con cuidado, sino que
»> nace del mérito de las c o sa s , las
»* quales por ser grandes y eleva-
#>das traen consigo la grandilo-
» qüencia ó magnificencia de estí-
« l o . « A este propósito noca el
Gran Padre San Agustin en el Uh,
3. de sus Confes. cap, f . que « la s
»•Escrituras santas son una cosa
•>no manifiesta á los soberbios,
*>4*31 descubierta á los niños ; en el
•♦principio hum ilde, y en el pro-
í*greso sublime y cubierta de niís*
*» terios. «« E l Santo P o c to r no ha
bia formado este concepto quando
por primera vez leyó las Escritu
ras 5 ántes , según dice , *♦ le pa-
»»reciój que no eran dignas de
n ser comparadas con la mages-
»»tad , y eloqüeneia de T u lio ;
*j pero e r a , a^ade^porque mi hin-
« ch azo n huía de su humilde es-
» » tilo , y mi corra vista no pene-
»» traba el m eollo que en ellas se
»»encerraba. «» En efecto , aunque
la sencillez y llaneza es lo que
mas claramente se dexa ver en los
L ib ro s santos ; lo levantado no
obstante j lo grandioso y patético,
y aun lo delicado y fino se obser
va en muchísimos pasages de ellos,
y señaladamente de Job y de los
P ro fe ta s , según las juiciosas re
flexiones del citado P rofesor, y
los exemplos que pueden verse
en la apreeiable obrita del Señor
D on A n ton io Capm any , cuyo ti
tulo es : Filosofìa d i la elo^Henda*
r ^3 1 ;
beza , y hecho víctima de caridad por ei Ge
nero humano.
38 Id pues yá enhorabuena , ó divino
R edentor, luz de los ojos de M aría , regalo de
su corazon , apoyo línico de su soledad y des
amparo , id á consumar vuestra o b ra , dexando
de todo punto cumplida la voluntad del que
os envió al mundo para su bien y salvación.
3 9 Figuraos ahora , O yen tes, la mas alca
y esclarecida concurrencia que vió nunca cl
Universo. Angeles , dice el Padre San Epifa
nio , Arcángeles , Virtudes , Principados y
Dom inaciones, que rompiendo los C ielos, com
parecen obsequiosos ante su difunto Criador,
llegan cada uno según su órden de preeminen
cia á cribucarle vasallage, g im en , suspiran , lio-
ran á su modo el estado criste á que le han re
ducido los mortales i y mientras que las piado
sas mugeres y María Madre de Jesús riegan el
suelo con lacrimoso llanto , son ellos admira-o
dores y testigos de la reverente devocion y ter-
a UÒÌ íupra.
nura con que Joseph y Nicodemus colocan en
el sepulcro al finado Salvador.
40 í Q aé se ha hecho pues ah ora, Señores,
la miserable gentalla que poco ha no cesaba de
clamar á voz en grito por que fuese totalmen
te exterminado Jesu-Christo nuestro Señor y Re
dentor ? c Dónde están , diré con San Agustin,
los esquadrones de Soldados Rom anos, las qua-
drillas de M inistros, el tropel de lanzas, pa
los , espadas y linternas, los feróces atropella*
mientos del Cordero manso y sin la menor cul
pa? (Vbí nunc ** militum cohors et ministri Prin^
cipumì i Vói terror et munimen armoriim'i í Qué
es ahora del fastidioso Rey , del cobarde Pre
sidente , de los desapiadados Fariséos y Escribas ?
Impegerunt, responde San Epifanio ^, in angu-
iarem lapidem Christum ; sed ipsi contriti sunt.
Estrelláronse contra la piedra angular del edi
ficio de la Iglesia Santa : les despedazó el esfor
zado Leon de la Tribu de Judá : el valeroso
divino Sanson lesi acabó y reduxo á nada. Quie-
4 Tract, n z , in lo h . num. 5, b Vbt /upra.
r 33 ]ro d ecir, Señores: Jesu-Christo nuestro Reden
tor , á quien por todo el tiempo del cruento
sacrificio de su Cuerpo se le habia como aban
donado al furor y saña de sus enem igos, pro
tegido , según la expresión de un Santo Pa
dre '*,0 , para usar de un lenguage mas común,
asistido ahora del poderoso lleno de la Divinidad
que habita en é l , desbarata los proyectos mal
vados y sanguinarios de los Ju d ío s: se encuen
tra yá reposando en un sepulcro y durmiendo
en p a z , y no cardará en dar la ultima derrota
al Príncipe de los infernales Abism os, resuci
tando triunfante y glorioso al tercero dia.
4 1 < Y no os parece pues. Oyentes carísi
mos , harto bien vindicada por el Padre Ecerno
la honra de su H ijo nuescro Señor Jesu-Chris
to ? Asegurada por medios en la apariencia usua
les , pero misteriosos, pero concluyentes y efi--
caces la verdad de su Resurrección fu tu ra , der
ribado y extirpado el Imperio de L u zb e l, con
vocados Cielos y Tierra á obsequiar en su Enticr-
a A u g . P . ¡nPsalm . 6 \ ,a d v .\ »
[ H :ro á Jesu-Christo, í qué otra cosa era menester
y á , para que fuese reconocida en codo el U ni
verso la Divinidad del Salvador , la pureza de
su doctrina, la verdad de sus m ilagros, la ino
cencia y santidad de sus costumbres, y U ce
lestial Misión de aquel Profeca el Señor de co
dos los Profetas , objeco único de los deseos y
suspiros del Pueblo de Dios?
4 1 D igno , digno es el Cordero sacrifica'-
do'* de recibir la virtud y la D ivin id ad , la sa
biduría y fortaleza, la honra y g lo r ia , la ala
banza y bendición. D igno sois, Señor , de que
os santifiquen todas las criaturas: porque fuisteis
muerto por nosotros, nos redimisceis con vues
tra sangre , nos escogisteis de todas las N.icio-
n es, y nos hicisteis Reyno vuestro , i fin de
que reynemos con vos para siempre. Vuestro es
el Reyno‘, cl poderío, la v irtu d , y codo cl bien
procede de vos como de su fuente, y á vos de
be referirse como á su último fin j por lo que
a A p oczl. cap. j . v . i i * c V. 10.
h Ibid, V . 9.
[ 35 ]es jusco honren vuestro Nom bre el grande y el
pequeño , el noble y el villano , los Príncipes
y Potestades de la Tierra , y señaladamente.
Señor , el Prim ogénito de vuestra Iglesia , el
que es Rey y Monarca de dos Mundos j como
de hecho lo executa su Real piedad en este
dia consagrado á solemnizar el Entierro y se
pultura de vuestro sacrosanto Cuerpo.
43 Ó viva pues, prospére, triunfe por si
glos inmortales un Soberano tan p ío , y de con
siguiente tan precioso á los ojos de D ios, tan
amable á los de sus fieles vasallos. D e el Todo
poderoso á nuestro Augusto M onarca, el Cató
lico , el J u sto , el M áxim o, el Prudente Car
los , del rocío del Cielo , y de la gordura de
la Tierra en espirituales consolaciones lo mas pu
ro , en temporales bienes lo mas feliz. Vea nues
tro amado Príncipe á su digna Esposa, como
frondosa V id , haciendo cercos bellos de una afor
tunada succesion , y brotando vastagos de una
numerosa posteridad en el ámbito de su casa.
Vean entrambos Reales Consortes coronada su
mesa de Infantes graciosos, que como otros tan
tos renuevos de pomposo O liv o , nos anuncien
la cosecha inestimable de una perpetua cumpli
da felicidad. Vean á sus h ijos, y á los hijos de
sus hijos , prendas no menos útiles y seguras
del bien del R e y n o , y del Estado. Porque de
este modo e s , Oyentes m io s, como se halla col
mado de bendiciones un sabio y justo Rey que
teme á Dios : Ecce sic benedicetur homo qui ti^
met Dominum.
44- Pero ahora, Señores, despues de habe
ros manifestado de qué manera ordeno el Pa
dre Celestial que á su oprimido H ijo se le hi
ciera un Entierro tan grandioso y solemne , que
fuese capaz de poner en claro la Divinidad de
su santísima Persona \ concededme , que por un
breve rato procure yo instruir, alentar y con
solar á aquellos siervos del mismo Salvador del
m u n d o, á quiénes cupo la suerte de serle se
mejantes en la amargura de las tribulaciones.
45 Ó vosotros pues, quien quiera que seáis,
a P s a lr a .i iy .
justos atribulados, poned los ojos de la Fé mas
viva en vuestro dechado y Maestro Jesu*Christo.
Escuchad sus palabras llenas de am or, y de una
celestial consolacion. Con vosotros habla, ó po
bres afligidos: oíd con reverente afecto su doc
trina : Bienaventurados , dice **, los que lloran
porque serán consolados. Bienaventurados los que
padecen persecución por su zelo de la Justicia,
que de ellos es el Reyno de los Cielos, Gozaos , ana-
de su Magestad , gozaos quando por mi respe
to os cargaran de oprobios, y dirán de vosotros
todo mal contra la verdad. S i vosotros fuerais del
m un^ : el mundo ciertamente os amaría. S í, ó jus
tos : si vosotros fuerais del m undo: si de mundo
fu issetis: es decir, si vosotros siguierais las le
yes y máximas del m undo: si os conformárais
con sus estilos y modas: si concurrierais á sus
juegos y bayles: si entendierais en sus negocios
y enredos: si presenciárais sus farsas y comedias:
si apoyárais sus calumnias y detracciones: si cor-
Match, cap. j . v , f . c Ib id .v . i i .
b Id.Ibid. v . i o . d X o h. ca p. i ^. v . 19.
respondierais á injurias con injurias: si por ul
tim o juzgarais de las cosas como el m un do: si
hablarais y obrarais como é l : si de mundo fuis-
sctis : si amarais al mundo , él podría en tal ca
so am aros: mundus quod suum erat diUgtret.
Mas porque vosotros no sois del mun
do : quia vero de mundo non estis: porque vues
tra moderación condena su fausto: vuestra com
postura su disolución : vuestra humildad su so
berbia : vuestro silencio y mansedumbre su ma
lignidad : vuestro retiro su disipación : vuestra ca
ridad su maledicencia: porque el mundo es na
da para vosotros, vosotros sois nada para el mun
do. Porque le menospreciáis os menosprecia: por
que le aborrecéis os aborrece : Propterea adir vos
mundus.
4 7 Pero consolaos, ó justos: el mundo me
aborrecio a mí antes que aborreciese á mis di
cipulos : y él os aborrecerá despues de haberme
aborrecido a m í ; Scitote quia me priorem vobis
odio habuit. Lo que fué para mí eso también
sera para vosotros. Perseguirá constantemente á
los dicipulos, como persiguió al Maestro : Per
sequentur vos.
48 Palabras en verdad significantes. Pala
bras que poblaron la celestial Jerusalen de in
numerables Héroes de la magnanimidad Chris
tiana. Palabras, ó siervos del Crucificado, á que
debeis atender en medio de vuestras mayores ad
versidades j si verdaderamente deseáis recibir la
corona de una victoriosa mansedumbre en el dia
de la retribución universal. Preciso es que paséis
por el fuego y el agua de humildes abatimien
tos y de crueles angustias para conseguir tan in
estimable recompensa.
4^ V C on vien e, d¿ce un verdadero Devoto ",
que os revistáis del hombre n u evo, y os des
ìi pojéis del viejo. Os importa el hacer muchas
veces lo que no quereis, y dexar de hacer lo
fique quereis. Lo que agrada á los otros irá ade-
9ilante: lo que os contentare á vosotros no se
hará. Será oído lo que otros dicen , lo que vo^
<» A u ct. O pell. admirab. culus mun. ltb, i . ca p. 4 i>»
titu l, de Im ii, Cbriit, <t contempt,
[ 40 ;
«socros dixcreis sera reputado por nada. Pcdi-
9? rán los otros y recibirán : vosotros pediréis y
»?no alcanzareis. Otros serán grandes en la bo-
í>ca de los hombres : de vosotros no se harár
cuenta. A los otros se encargará este ó aquel
?? negocio : vosotros sereis tenidos por inútiles.
50 Pero bueno es ó justos, que os su-
Mcedan cosas adversas, y que vengan contrarie-
íídades: porque suelen atraer el hombre al co-
razón para que se reconozca desterrado, y no
imponga su esperanza en cosa alguna del mun-
'ffdo. Bueno es que sientan de vosotros mal é in v
M perfectamente , aunque hagais bien y tengáis
«buena intención. Estas contradicciones de or
li dinario ayudan á la humildad , y defienden de
lila vanagloria: porque entonces mejor buscamos
5íá Dios por testigo in terior, quando nos des
aprecian y no nos dán crédito los hombres.
5 1 Fuera de que i hay álguien que os ase
gure , 6 personas afligidas, que el Señor con se
mejantes adversidades no castiga en vosotras cul-
« Id. lib, I , cap. 12.
[ 41 ]p as, y quizá grandes culpas que habéis cometi
do : bien que la conciencia no os dé en rostro
con las que de vosotras publica un mundo ca
lumniador ?
j z Y o quiero suponer, que el mundo os
persiga injustamente, y que propále de vosotras
maldades é intenciones perversas, que ni siquie
ra os ocurrieron á la imaginación. Pero ¿sois vo
sotras de todo punto, y en todo género de ma
terias inocentes ? ¿ Sois á lo ménos tan inculpa
bles como el paciente Job ? Sabéis, que habien
do comparecido no sé que dia los Hijos de
Dios y también Satán delante del Señor, pre
guntó su divina Magestad al enemigo ¿ si por
ventura en la redondez del O rbe habria encon
trado un Varón tan recto y sencillo como Job,
tan sin arruga de maldad y que tanto temiese a
Dios ? Tal fué el publico elogio que hizo de su
siervo el Dios infinitamente Sábio, infinitamente
Justo. Sin em bargo, este hombre irreprehensible
á, los ojos del E tern o, abandonado despues a un
a lo b cap. i , v , 6,
L 4 ]piélago de tribulaciones que en toda la posteri
dad ha formado proverbio para exemplar de per
seguidos , levanta los ojos al Cielo preñados de
lágrimas de compunción y hiere su p ech o, abre
su boca llena de am argura, y pronuncia delan
te del Señor estas admirables palabras ; Rcpre^
héúdomz ^, Dios mio , jy hago penitencia envuelto
en pavesa y ceniza.
5 3 Pero vuestra vida , ó almas atribuladas,
no ha sido por la verdad ni tan piadosa , ni
tan pura como la de aquel Príncipe del Orien
te dechado de toda simplicidad y rectitud. Vues
tras obras (confesadlo francam ente) no han si
do ni son oro siete veces acrisolado, y por ello
ni tampoco sin mancha de imperfección delan
te del sevèro Juez.
54 i A h quan diferentes somos nosotros de
los verdaderos siervos de Dios l E stos, dice San
Gregorio ^, de tal manera desean, que su M a-
gestad les castigue y humille en esta v id a , que
ántes se desconsuelan quando por una parte
a Cap, 42. V. 6, b Lib. 6 . Moral, ca¡>, 8,
. 4 3 .
consideran sus culpas, y por otra ven que no
Ies ha castigado el Señor por ellas: porque sos
pechan y temen no sea que quiera diferir el
castigo para la otra vida , donde habrían de
sufrir un descuento riguroso mediante la scve-*
ridad de penas que acá no tienen semejante.
5 5 Conortáos pues, Amados m io s, como
se conortaba el Gran Padre San Agustín , de
quien refiere San Posidio , que estando la Ciu*
dad de Hlpona , donde residía el Santo D oc
tor , cercada de los W ándalos , y viendo la
ruina y mortandad que llevaban consigo por
todas partes : » N o será gran de, decía el que
?>pensáre que es gran cosa que las piedras y
edificios caygan y que mueran los mortales;
9? pero sería grande m a l, añadía ^ , el no con-
íísiderar que estas calamidades vienen de la ma-
no de D io s , que esta es su vo lu n tad , y que
ir? aunque la causa por que él envía estos traba-
njos sea oculta , pero no puede ser que sea in-
r justa, ií Los juicios de Dios son m uy profun*
á In v il. Sanct. F a tr , cap. 2,8, h E n a rra t .m P sa lm *^ i. a d v . 12 .
; 4 - 4 ]
dos : son > dice D avid , son abismo sin suelo
i y quién os hizo á vosotros de su consejo
para que os queráis entremeter en ellos? Temed;
porque el escudriñador de la Magestad será
oprimido baxo el peso de su grandeza y gloria.
$6 Y por ultimo , Hermanos m io s , aun
dado por un supuesto in creíb le , que vosotros
fuerais del todo inocentes, y que un Dios rec
t o , visitándoos con candelas de una luz pene
trante y clarísim a, nada encontrára en vosotros
digno de las grandes adversidades que padeceisj
< fuera entonces pequeño m otivo de interior con-
solacion el testimonio de una buena concien
cia , vuestra conformidad con los decretos del
C ie lo , y el poder con ánimo reverente y su
miso prorumpir en aquellas voces del Profeta
R ey : iVo me quexé , Señor y de los trabajos
que me habéis enviado , he callado, y llevadolos
con paciencia, porque s é , ó DÍos grande , que
vos ¡os enviáis Ì
a Píafm. j f . v . 7 . e Proverh. cap. i ; . ir, 17#
b Div. Paul, Eput, ad Rom, d Ftalm, jS.x», lO. cap, I I , V , 14,
[ +5 ]j 7 Ciertam ente, Señores , vale mas la si
tuación de un espíritu así humillado delante de
su C riad or: de un espíritu que de lo mas ín
tim o y profundo de su alma clama á D io s , y
dice con el mismo penitente P rofeta: Dadme^
6 Señor " , á comer del pan de lágrimas , dadme
á beber ¡as lágrimas en medida : que el carnal
deseo del aura vanísima tras la qual corren an
siosos y se desviven tantos de los m ortales: por^
que mejor es , dice la Escritura ^, e l Varón pa'
cierne que el fuerte y y el que sabe dominar á sus
apetitos y que el Señoreador de Pueblos ó Ciudades
y al fin e s , y será siempre verdadera la grave
sentencia de m i Gran Padre San A gu stin : » N o
»i puede ser hollado sino el que fuere inferior á
n quien intenta hollarle *, y no lo es aquel que
»»aunque padeciere mucho y fuere menosprecia-
»ido en la Tierra , persevera no obstante con
»»ánimo tranquilo y fixamente puesto en las gran
el des cosas de la Eternidad.it
a Psalm. 7 9, v . €, e L¡b, i . de Serm. Dom, ¡n mont,
b Proverb. cap, i 6 , v . \ z » cap. 6 ,
[ 4<í ]5 8 Porque á un tal hom bre, digám oslo, á
un Héroe de este mérito ¿ qué se le dará de la
mal fundada estimación y vanos juicios de los
mundanos ? Qué le Irá en que de él haga ó no
caso el mundo ? Aquel mundo , quiero decir,
que no llegó á conocer, ni tampoco ahora co
noce á Jesu-Christo, y para quien es todavía
necedad y escándalo el oprobio de la Cruz ? M un
do , juez incompetente del verdadero m érito , co
mo de la verdadera virtud : mundo que suele
abrigar en su seno hombres de ingenios tan ex
travagantes , que parece están destituidos de ra
cionalidad , y aun de buen sentido: mundo en
fin tan afortunado en sus desaciertos, que con
igual facilidad encuentra un Pilo '* panegirista
de la injusticia , y un Lelio elogiador de U
justicia. ^
$9 V ed , Señores, qué tal es el mundo de
que hablo , y de quien tan particular aprecio
hacen sus amadores , que á su propio Criador
a V id . C ic e ró n , in L a e lio . S . et L u d o v . V iv . ibid,
A u g . lib, i , ele C iv . D e i , cap. i r .
. 4 7 .
divino puso en un patíbulo vergon zoso: y á no
haberle el Padre Celestial vindicado tan solem
nemente delante de rodo el O rb e , hoy quizá
pasaria aun por el mas infame Impostor de quan
tos se dexaron ver en toda la serie de los siglos.
Pero vindicó > vindicó el Omnipotente Padre á
su H ijo U nigénito Jesu-Christo , atormentado
con amargos dolores, obscurecido y ofuscado con
crueles vilipendios y calumnias. Y a s í, ó justos
perseguidos, hará también con vosotros un di^
el Remunerador soberano , poniendo de mani
fiesto á visca del Universo la inocencia de vues
tros procedimientos, la malignidad y astucia de
vuestros perseguidores. Entonces será , dice el
Apóstol , quando se corra el velo á los secretos
consejos de los corazones , se desvanezcan las ti~
nieblas de las malicias humanas , y retribuya el
justiciero Dios a cada uno la alabanza ó vituperio
que mereciere por sus obras é intenciones. Tune
laus erit unicuique á Deo.
éo Espíritus afligidos, pronunciad,conmigo
« E fu t» I , a d Cormtb. cap . 4 . v .
[ 4 « ]cti conclusión desde lo íntimo de vuestras en
trañas las cláusulas siguientes, que el deseo de
la eterna salud arrancó del corazon á un hom
bre verdaderamente Evangélico, mSeñor ‘’ jb e n -
»ditas sean las palabras que inspirasteis d vuestro
^yApostol mas dulces para m í que la miel y que
>iel panal. ¿Q ué haria yo entre tantas angustias
í?y tribulaciones, sino me animaseis con vues-
>nra celestial doctrinad Llegando yo al puerto
í>de salvación { qué se me dá de quanto hubie-
i?re padecido? D ad m e, Señor, buen f in , dad-
me dulce partida de este m u n d o, como disteis
fyá vuestro Unigénito Hijo honor y gloria , despues
de tanta confusion y deshonras. Dios m ió , acor-
»daos de m í , y guiadme por camino derecho
)iá vuestro Reyno. ti Amen.
O. S. C . S. R . E.
* O p , de Imlt, Cbrut, lih, j . cap,
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