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TEMPUS OCTOBRIS, OCTUBRE 2012 TEMPUS OCTOBRIS, OCTUBRE 2012 1 TEMPUS OCTOBRIS Boletín de Apoyo al Manifiesto por la despolitización y la independencia judicial (Edición de octubre del año 2012) Monumento a don Quijote y Sancho, Plaza de España, Bruselas. PRO IUSTITIA LIBERTAS EQUIPO DE REDACCIÓN Y DIRECCIÓN Esther Fernández Arjonilla y Jesús Manuel Villegas Fernández. IDEARIO EDITORIAL Tempus octobris es una revista electrónica gratuita, de periodicidad mínima bimensual, en defensa de la independencia judicial. Aunque no hace suya ninguna posición ideológica -salvo los principios de la Constitución Española de 1978- está abierta a colaboraciones de todas las tendencias, de las que responden sus autores a título personal, sin más limitación que el respeto a la Ley.

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Spanish Judiciary Bulletin

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TEMPUS OCTOBRIS, OCTUBRE 2012

TEMPUS OCTOBRIS, OCTUBRE 2012 1

TEMPUS OCTOBRIS Boletín de Apoyo al Manifiesto por la despolitización y la independencia

judicial (Edición de octubre del año 2012)

Monumento a don Quijote y Sancho, Plaza de España, Bruselas.

PRO IUSTITIA LIBERTAS

EQUIPO DE REDACCIÓN Y DIRECCIÓN

Esther Fernández Arjonilla y Jesús Manuel Villegas Fernández.

IDEARIO EDITORIAL

Tempus octobris es una revista electrónica gratuita, de periodicidad mínima bimensual, en defensa de la independencia judicial. Aunque no hace suya ninguna posición ideológica -salvo los principios de la Constitución Española de 1978- está abierta a colaboraciones de todas las tendencias, de las que responden sus autores a título personal, sin más limitación que el respeto a la Ley.

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Estimados compañeros, os presentamos una brevísima edición de la Revista Tempus Octobris en conmemoración del segundo aniversario del movimiento de ocho de octubre. Es sólo un adelanto del recopilatorio que saldrá a final de año.

EDITORIAL

(LOS CALZONES DEL JUEZ O DEL REFERÉNDUM)

La peste negra. En la Edad media se pensaba que la peste, así como otras enfermedades infecciosas, se contagiaba a través del aire, al respirar las miasmas ponzoñosas que emitían los cuerpos contaminados. Por eso los médicos se desplazaban a las zonas epidémicas cubiertos por densos ropajes, con el rostro protegido por aparatosas máscaras, atavío éste que les confería un aspecto fantasmal, casi como el de los siniestros soldados de la Primera Guerra Mundial cuando se equipaban para resistir un ataque con armas químicas. Veinticinco millones de personas murieron en nuestro continente durante el siglo XIV. Fue la terrible “peste negra”, el averno terrenal, acaso la más escalofriante calamidad de la que guardan memoria los europeos. En este espantoso contexto se ambienta el “Decamerón”, una colección de cuentos escrita por Boccacio, algunos de ellos de gusto claramente erótico, otros mordaces y crueles, humorísticos la mayor de las veces. El planteamiento de la obra sigue conmoviendo incluso hoy día: Durante la peste bubónica (llamada así por las “bubas” o ronchas tumorales que cubrían el cuerpo de los enfermos) un grupo de diez jóvenes decide huir la ciudad, Florencia, para asentarse en una villa campestre, donde creían estar a salvo de los efluvios contagiosos. En un ambiente paradisíaco, rodeados una frondosa vegetación, se van turnando cada uno de ellos durante una decena de jornadas para narrar un cuentecillo. Son los cien relatos que componen el Decamerón. En uno de ellos, unos gamberros deciden befarse de un juez, al que arrebatan sus calzones durante una audiencia pública. En paños menores, Su Señoría es el blanco de crueles burlas. ¿Acabaremos nosotros así? Sólo hay una solución para evitarlo: la “Democracia Judicial”. Los acuerdos que se alcancen con el Gobierno deben someterse a referéndum entre todos los jueces para su aprobación. ¿Se atreverán?

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Los privilegios de los jueces.

“Un vocal del CGPJ denuncia los privilegios laborales de los jueces”

Así reza el título de un artículo aparecido en el diario “El País” (6-X-2012). Según se lee, se trata de un voto particular adjuntado al informe del Consejo donde se criticaba la reducción de los “días de libranza”. Opina el mentado vocal discrepante que “no puede afirmarse que (los jueces) estén sobrecargados”; que más de cuatrocientos magistrados gozan de compatibilidades para “realizar actividades docentes por la tarde”; que su horario es “similar al del resto de los funcionarios”… Con ser un ataque gravísimo, la pérdida de nuestros permisos es sólo la punta de lanza de una ofensiva mucho más amplia: el mayor ataque a la independencia judicial desde la reinstauración de la democracia. Se les está vendiendo a la opinión pública el bulo de que los miembros del Poder Judicial somos políticos, como esos contra los que se revuelven los ciudadanos indignados. Deberíamos saber explicar que nosotros somos trabajadores como los demás, pero con la peculiaridad de que nuestra misión es defender la libertad, los derechos humanos, la Constitución. El poder político teme al judicial. Nada causa mayor pavor que un magistrado plenamente independiente, ajeno a las presiones de las camarillas de uno u otro signo. Buena ocasión ésta, pues para dar la puntilla a sus señorías, tan molestos, que no se arredran en investigar a los corruptos y en condenar a los malversadores (está al caer el fiscal investigador, el principio de oportunidad, la privatización de la justicia). ¡Quitémosles los calzones ¡

CONVINCENTES RAZONES

Con una opinión pública contraria a la judicatura, es fácil esgrimir razones correosamente eficaces para doblegar los espíritus rebeldes. Lo peor está por

llegar.

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“Más juez no significa necesariamente más juzgados” (O de la supresión de las substituciones externas). ¿Qué fue de los tribunales de instancia? Se nos quiso vender que, a cambio de suprimir los juzgados, eliminar la mínima capacidad influir en los señalamientos que conservábamos, perder los derechos adquiridos al destino, colocarnos bajo la égida de un jefe, someternos a criterios decisorios vinculantes y, en definitiva, asimilar nuestra situación a la de una Fiscalía, aumentarían el número de plazas. Ahora los crédulos se topan con la cruda realidad. Vergonzoso silencio. Nadie habla de ellos. ¿Por que no se escuchan ya los cantos de alabanza? Las Juntas de Jueces se han pronunciado a favor de la autorregulación. ¿La solución? Desposeer al los jueces de toda facultad para decidir sobre nuestra carga de trabajo. Sin jueces substitutos, nos cubriremos entre nosotros. Y es que, “más juez, no significa necesariamente más juzgados”. Eso sí, más trabajo.

OBITER DICTA

OCTAVA JORNADA. CUENTO QUINTO

(El Decamerón)

http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/literatura/decameron/indice.html

Y yéndose con ellos a palacio, les mostró aquel jue z y sus calzones.

Éstos, desde lejos comenzaron a reírse de aquel asu nto, y avecinándose a los escaños sobre los que estaba el señor juez, v ieron que muy fácilmente podía andarse bajo aquellos escaños; y además de el lo vieron rota la tabla sobre la cual el señor juez tenía puestos los pies, tanto que con gran comodidad se podía meter por ella la mano y el brazo. Y entonces dijo Maso a sus compañeros:

-Quiero que le quitemos del todo esos calzones, porq ue con mucha facilidad se puede .

Ya en la época medieval la Justicia sufría la falta de medios. Bajo los destartalados estrados, los gamberros se cuelan y hallan una tabla rota, hueco por el que aprovechan para tirar de los pantalones de Su Señoría y dejarlo en paños menores. Hoy día lo hacen a cara descubierta. Sin pudor. Como se verá in fine, el cuento de Decamerón encierra una crítica contra la precariedad de

la Justicia: ¡ hace más de 600 años ¡

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El viejo truco del vendedor de manteca. El mítico vendedor ambulante y autor de libros de autoayuda, Dale Carnegie, explica un truco para regatear: primero pides un precio muy alto (te dejamos sólo tres días de permisos) y luego te echas un poquito atrás (bueno, habrá también otros nueve, pero para trabajar). Y el incauto comprador, se lo traga todo. Y todos tan felices. Comamos de la mano del amo.

OBITER DICTA

Hace dos años se produjo la mayor rebelión de los jueces españoles: el movimiento de ocho de octubre. El poder político tembló pero, desde entonces, nos hemos ido fragmentando, un proceso de atomización que nos ha postrado en la impotencia: “divide y vencerás”. Si nos dispersamos nos estrellaremos contra los molinos como don Quijote.

El señor juez, poniéndose los calzones en presencia de todo el mundo como si se levantase de la cama, y dándose cuenta e ntonces de lo que había pasado, preguntó dónde habían ido aquellos que de l os borceguíes y de la valija se querellaban; pero no encontrándolos, comenzó a j urar por las entrañas de Cristo que tenía que conocer y saber si era costumb re en Florencia quitarle los calzones a los jueces cuando se sentaban en el estr ado de justicia. El podestá, por otra parte, habiéndole oído, armó un gran albor oto; después, habiéndole mostrado sus amigos que aquello no se lo habían hec ho sino para mostrarle que los florentinos sabían que en lugar de haber llevado jueces había llevado allí zopencos para que le saliese más barato , por las buenas se calló y no fue más adelante la cosa aquella vez. (Del Decamerón)

DEMOCRACIA JUDICIAL “Un juez/un voto”: ¿se atreverán a someter a referéndum entre la carrera judicial los acuerdos a que lleguen los negociadores con el poder político? Formulábamos esa pregunta en nuestra editorial. La respuesta es muy simple: NO. Pero la peste no se cura con abrigos, sino con aire fresco, con higiene. En la obscuridad de los pasillos crecen los hongos que apestan la democracia.