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Trabajando en el escritorio

1. VENTANAS

indows significa "ventanas" en inglés y esto ya te da una idea de la importancia de estos elementos en este y en

cualquier otro sistema operativo con un entorno gráfico.

Aunque es cierto que las nuevas apps de Windows 8 no utilizan las ventanas, ya que se ejecutan a pantalla completa; las aplicaciones de

escritorio sí que lo siguen haciendo, ejecutándose en el interior de una ventana principal y, a partir de esta, pueden ir apareciendo otras ventanas adicionales.

De esta forma podemos tener varias aplicaciones en funcionamiento al mismo tiempo en el escritorio, ya que cada una está en su propia ventana.

En la figura anterior vemos que se ha abierto la aplicación WordPad. Como se trata de una aplicación de escritorio, se ha abierto ocupando una ventana. Veamos las partes que podemos encontrar en esta ventana.

En la parte superior de la ventana aparece un espacio que se conoce como la barra de título.

En la barra de título suele aparecer el nombre de la aplicación correspondiente e incluso también el nombre del archivo o documento que está abierto.

Puedes tener muchas ventanas abiertas en pantalla pero en un momento dado solo se puede estar trabajando con una de ellas.

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Esta ventana se conoce como la ventana activa o la que tiene el foco y presenta su barra de título resaltada, mientras que las restantes la tienen con un color más atenuado.

Además, tienes que utilizar la barra de título de la ventana si deseas moverla de posición. Para ello, sirve como de "agarrador" de la ventana. Es decir, que podrás arrastrarla utilizando su barra de título.

En la barra de título de una ventana pueden aparecer tres botones en su esquina derecha.

El primer botón sirve para minimizar la ventana . Al pulsar este botón, la ventana desaparece del escritorio, situándose en la barra de tareas.

Esto es útil cuando estás trabajando con varias ventanas a la vez y deseas ocultar alguna de ellas. Al utilizar este botón, no cerramos la ventana, sino que simplemente la ocultamos para que no nos moleste y podamos trabajar con otras de una forma más cómoda. La ventana se sitúa en la barra de tareas, por lo que solo tenemos que pulsar en ella si queremos volver a mostrarla en pantalla.

El segundo botón sirve para maximizar la ventana . Esto quiere decir que la ventana ocupará toda la superficie disponible en el escritorio.

Este botón cambia de aspecto cuando se ha utilizado, ya que sirve para volver al tamaño que tenía antes de maximizarla, por lo que se conoce como el botón Restaurar , como puedes ver en la página siguiente.

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Finalmente, el botón con forma de aspa o equis sirve para cerrar la ventana , con lo que también desaparecerá de la barra de tareas.

Siguiendo con las partes de una ventana, vemos que bajo la barra de título disponemos de todos los elementos del contenido de la misma.

Por ejemplo, en el caso de la ventana del WordPad, vemos una Cinta de opciones, con botones y otros campos para realizar las tareas de edición, y, debajo, una parte central donde escribir texto e insertar imágenes, etc.

En la parte principal de la ventana es donde trabajaremos con la aplicación o documento que hemos abierto.

Finalmente, en la parte inferior podemos encontrarnos con lo que se conoce como la barra de estado de la ventana.

Se llama así porque es usual encontrar aquí información adicional (o de estado) que estará en función del contenido de la ventana.

En la aplicación WordPad, que es un editor de textos, puedes encontrar el estado de algunas teclas y opciones de zoom.

Ten en cuenta que no siempre identificarás todos estos elementos en una ventana, ya que en algunas ocasiones las ventanas pueden tener otra disposición u otro tipo de elementos. Por ejemplo, también es muy habitual encontrarse, bajo la barra de título, con una barra de menús desplegables, con distintas opciones de la aplicación, o con una o más barras de herramientas, con botones que permiten realizar rápidamente tareas frecuentes.

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2. CAMBIAR EL TAMAÑO DE LAS VENTANAS

n algunas ventanas tenemos la posibilidad de cambiar su tamaño. Para ello, utilizaremos los bordes de las ventanas.

Claro está que si la ventana aparece maximizada no podremos hacerlo porque está ocupando todo el espacio disponible en el escritorio y, por lo tanto, no podemos acceder a sus bordes.

Para comprobar si puedes cambiar el tamaño de una ventana, sitúa el puntero del ratón cerca de alguno de sus bordes y, si cambia de aspecto a un puntero con dos puntas, entonces quiere decir que puedes cambiar su tamaño.

Puedes modificar el tamaño de una ventana tanto en anchura como en altura a la vez si utilizas una de sus esquinas.

Al arrastrar hacia fuera, estamos haciendo más grande la ventana; mientras que si lo hacemos hacia dentro, la haremos más pequeña, como se muestra en la figura siguiente.

Si arrastras la barra de título hasta el borde izquierdo o derecho de la pantalla, se aplicará la característica Ajustar o Snap de Windows, que cambiará el tamaño de la ventana de forma que ocupe la mitad de la pantalla.

Ya lo hemos visto para las apps de la pantalla de inicio, pero también puedes hacerlo con las aplicaciones de escritorio. Fíjate en la imagen siguiente.

Esta opción de ajuste puede ser útil para colocar una ventana a cada lado de la pantalla y comparar documentos, copiar elementos de una ventana a otra, etc.

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En ocasiones tenemos tantas ventanas abiertas en el escritorio que puede hacerse un poco difícil manejarse entre todas ellas.

Podemos pedir que Windows las organice de dos formas: bien en cascada o confeccionando un mosaico con las ventanas de forma que ocupen toda la superficie del escritorio. Para ello, utiliza las opciones del menú contextual de la barra de tareas.

Aquí vemos las opciones para distribuir las ventanas por el escritorio:

Ventanas en cascada: organiza las ventanas de forma que aparecen superpuestas unas sobre otras.

Mostrar ventanas apiladas: organiza las ventanas en distribución regular y en sentido horizontal.

Mostrar ventanas en paralelo: organiza las ventanas como en el caso anterior pero en sentido vertical.

Mostrar el escritorio: es equivalente a pulsar en el botón de la esquina derecha de la barra de tareas, que permite acceder directamente al escritorio.

En la figura siguiente puedes ver varias ventanas con la distribución “en cascada”.

Estas opciones

organizan las

ventanas que

no estén

minimizadas:

las ventanas

minimizadas

siguen

minimizadas

tras aplicar

una de estas

distribuciones.

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Y ahora con la opción “apiladas”.

Manejar adecuadamente las ventanas es un requisito imprescindible para trabajar en el escritorio de Windows, ya que cualquier aplicación de este tipo, carpeta del disco duro, etc. aparece en una ventana independiente.

3. ASPECTO DE LAS VENTANAS

l aspecto que presentan las ventanas del escritorio es una característica que podemos modificar. E

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Para ello, utilizaremos el Panel de control, que es el elemento que nos permite configurar prácticamente cualquier detalle de Windows.

Y para mostrarlo, podemos utilizar un menú accesible desde el escritorio que todavía no hemos visto. Este menú aparece al pulsar con el botón derecho del ratón en la pequeña ventana que da acceso a la pantalla de inicio. Fíjate en la figura adjunta.

Se podría decir que este menú que ha aparecido es una parte del menú inicio de las versiones anteriores de Windows. Fíjate que en él aparece la opción de mostrar el Panel de control.

El Panel de control permite configurar muchos detalles, por lo que se muestra dividido en secciones o apartados. La sección que nos interesa ahora es la de Apariencia y personalización.

Si se trata de

un detalle

correspon–

diente a la

pantalla de

inicio, es

mejor utilizar

el botón

Configuración

de esta, pero

si estás

trabajando en

el escritorio,

utiliza el Panel

de control.

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En este apartado, deberás elegir la opción Cambiar el color de la

barra de tareas y los bordes de las ventanas. Accederás a la siguiente ventana.

Aquí disponemos de distintas opciones de color para los bordes de las ventanas.

Esto puede hacer que cambie sustancialmente el aspecto de Windows, ya que no solo afecta a la apariencia de las ventanas, sino también al color de la barra de tareas. Además, puedes cambiar la intensidad del color que has elegido.

Si eliges el primer color de todos, entonces el color es automático, lo que quiere decir que se adapta al resto de factores que afectan al aspecto de las ventanas. Por ejemplo, se adapta a la gama de colores de la imagen que se utiliza en el fondo del escritorio. Por defecto, el color de las ventanas es automático.

Recuerda que deberás pulsar en el botón Guardar cambios para que estos realmente se efectúen en el escritorio, aunque Windows permite comprobar cómo quedará el cambio antes de realizarlo.

Podemos cambiar otros aspectos del escritorio, como la imagen que se muestra en su fondo. Ahora veremos cómo hacerlo.

4. FONDO, PROTECTOR Y RESOLUCIÓN DE PANTALLA

na de las cosas que más cambian el aspecto del escritorio es la imagen o color de su fondo. U

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Para ello, pulsa en Cambiar fondo de escritorio, en el apartado Personalización del Panel de control.

Aquí es donde puedes acudir para cambiar el fondo del escritorio. Incluso podrías tener una foto digital y utilizarla en lugar de las imágenes que proporciona Windows.

Con solo seleccionar una imagen, Windows la aplica al fondo del escritorio para que compruebes cómo quedaría.

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Fíjate que solo ha cambiado la imagen de fondo, quedando intacto el color de los bordes de las ventanas y de la barra de tareas. Si estos colores cambian también, entonces es porque están en automático.

Puedes seleccionar varias imágenes, activando la casilla que

aparece en la esquina superior izquierda de las mismas; de esta

forma, en la parte inferior del cuadro puedes indicar cada

cuánto tiempo debe cambiar la imagen de fondo y si se

mostrarán de manera aleatoria.

Dependiendo del tamaño de la imagen, la lista Posición de la

imagen puede ser de utilidad. Así, puedes elegir entre:

Rellenar: se recorta la imagen para que rellene toda la pantalla, sin deformar la imagen.

Ajustar: se ajusta la imagen a la pantalla para que se vea toda, sin deformarse.

Expandir: estira o deforma la imagen, si es necesario, para cubrir la superficie del fondo.

Mosaico: se repite la imagen varias veces para ocupar toda la pantalla.

Centro: la imagen queda centrada, mostrándose un único color en el resto que no cubre.

De todas formas, a mucha gente le molesta tener una fotografía o una imagen con demasiado color como fondo del escritorio, ya que cansa la vista. En este caso, puedes utilizar simplemente un color como fondo. Para ello, elige Colores sólidos en la lista Ubicación de la

imagen.

Si dispones de una imagen o fotografía que te gusta más, puedes indicar dónde está pulsando en el botón Examinar.

Aunque Windows aplica inmediatamente la imagen o color al fondo del escritorio, hasta que no confirmes el cambio con el botón Guardar cambios no será definitivo. Si no deseas aplicar el cambio, pulsa en el botón Cancelar.

Otro asunto que se puede personalizar es el uso de un protector de pantalla. Para ello, elige Cambiar protector de pantalla en el apartado Personalización. Aparecerá el siguiente cuadro de diálogo para configurar este aspecto.

Si seleccionas

la opción

Ajustar o

Centro,

aparecerá un

botón debajo

de esta lista

desde donde

puedes

seleccionar el

color de fondo

que se

utilizará.

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Las ventanas que se abren en el escritorio para que selecciones

o establezcas alguna característica se llaman cuadros de

diálogo, ya que mantenemos una especie de "diálogo" con la

aplicación al interactuar con ella.

Por ejemplo, desplegamos una lista para elegir una determinada

opción, escribimos en un cuadro de texto, pulsamos en un

botón, etc.

En los cuadros de diálogo podemos encontrar normalmente los

botones Aceptar y Cancelar, pero también podemos encontrar

el botón Aplicar.

Debes saber el significado de todos ellos:

Con el botón Aplicar estarás empleando los ajustes que has

elegido, pero no cerrarás la ventana. Esto viene bien cuando

trabajas con distintos ajustes en distintas pestañas.

Con el botón Aceptar emplearás los ajustes elegidos y,

además, cerrarás la ventana.

Finalmente, con el botón Cancelar, descartarás los cambios,

aunque si has pulsado antes Aplicar, esos ya no podrás

cancelarlos.

El protector de pantalla es un pequeño programa que se ejecuta cuando has dejado de utilizar el ordenador durante un período más o menos largo, como lo hayas especificado.

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El objetivo del protector es que no se estropee el monitor al presentar mucho tiempo la misma imagen.

Aquí podremos elegir el protector que más nos guste y el tiempo de espera antes de que se ponga en marcha.

Windows te presenta el protector de pantalla en la muestra del monitor que aparece en la parte superior.

Además de elegir el protector que más nos guste, debemos indicar cuánto tiempo (en minutos) debe pasar para que se ponga en marcha.

Una vez transcurrido ese tiempo, el protector ocupa toda la pantalla y debemos pulsar una tecla o mover el ratón para quitarlo.

Si activamos la opción Mostrar la pantalla de inicio de sesión al

reanudar, entonces Windows solicitará de nuevo nuestra contraseña para continuar en la misma pantalla que aparece al arrancar el ordenador.

Otro detalle importante que podemos cambiar es la resolución de pantalla. Para ello, utilizaremos la opción Ajustar resolución de

pantalla en el apartado Pantalla del Panel de control.

Este es un ajuste bastante importante, ya que podremos establecer la resolución de la pantalla y otros detalles. Muchas de estas opciones dependen estrechamente de la tarjeta gráfica y monitor que tengas.

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Por ejemplo, para cambiar la resolución de la pantalla, tendrías que indicarlo en la lista Resolución.

Para cambiar el número de colores y la frecuencia de refresco del monitor, pulsa en Configuración avanzada y establece estos valores desde el cuadro de diálogo que se abrirá.

El monitor dispone de una resolución óptima (sobre todo si se trata de un TFT), que viene especificada en su manual de usuario. Si Windows es capaz de detectarla, lo indicará para que sepas cuál es la que normalmente deberías elegir.

La resolución de pantalla hace que dispongamos de más o menos espacio en el escritorio de Windows para trabajar con las aplicaciones, aunque también que el texto, iconos, etc. sean más o menos grandes.

Finalmente, una forma rápida de cambiar el aspecto del escritorio de Windows 8 es a través de los temas.

Bajo el nombre de un tema, Windows guarda todo el conjunto de elementos visuales y sonidos que hemos estado viendo. Cambiando el tema, podemos cambiar, en un único paso, el aspecto de las ventanas, la imagen de fondo, etc., así como los sonidos que se aplican en algunos casos (cuando iniciamos Windows, cuando llega correo electrónico, cuando se elimina un archivo, cuando ocurre un error, etc.).

Puedes acceder a los temas a través del enlace Cambiar el tema del apartado Personalización.

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Fíjate que no solo ha cambiado la imagen que se mostraba en el fondo del escritorio, sino también los colores de la barra de tareas (y de los bordes de las ventanas), entre otras cosas.

En resumen: podemos cambiar varios detalles que cambiarán el aspecto del escritorio de Windows por separado o hacerlo en un único paso eligiendo uno de los temas disponibles.

Puedes descargar más temas e imágenes de fondo desde

http://windows.microsoft.com/es-ES/windows/themes